Ecuador profundo 2.docx

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AL NAPO CON TODOS... (HASTA CON EMILIO CASTELAR) El destierro a las regiones del Napo era la máxima pena con que se castigaban a los ecuatorianos durante la dictadura de García Moreno, a no ser que de una vez se les matara aplicándoles la pena capital de la que era tan partidario. Y así transcurrían lentos y mortales los días de la Patria y llegamos a 1870 ¡Año de dominación férrea en donde se comienza a aplicar la Carta Negra o constitución garciana! La prensa yacía amordazada y nadie se atrevía a levantar la voz. García Moreno mandaba con una constitución hecha a su voluntad. En Guayaquil, el joven escritor Eduardo Tama Salcedo redactaba "El Rosicler", semanario político y social de algún prestigio. En el No. 5 apareció un artículo en que se discutía la infalibilidad papal. ¡Basta y sobra! Inmediatamente García Moreno lo leyó en Quito, montó en santa indignación y envío una posta a Guayaquil ordenando la prisión del alevoso escritor. ¡Al Napo con él, exclamó, en el colmo de la ira!. Llevado el asunto a los tribunales resultó que sólo se trataba de una reproducción tomada del fértil numen de Don Emilio Castelar, ilustre español por mil títulos, al que se respetaba y consideraba como escritor en todo el mundo. Entonces el Juez Antonio Tamariz y García declaró sin lugar la causa y todos rieron a mandíbula batiente del dictador que pretendía silenciar a una de las más autorizadas mentalidades de la vieja Europa. Pero la cosa no quedó allí. ¡Ah eso no! Por algo el doctor García Moreno tenía memoria de elefante y al año siguiente Eduardo Tama Salcedo fue detenido y conducido a Quito por escribir un opúsculo titulado "El Juramento Político" en el semanario "El Diario". LA SOCIEDAD LITERARIA DE INSTRUCCION MUTUA Dos años después, igualmente en Guayaquil, se inició la publicación de otro semanario; se trataba de "La Nueva Era" órgano oficial de "La Sociedad Literaria de Instrucción Mutua", dirigido por el joven Federico Proaño Márquez, recién llegado al puerto desde Cuenca, donde había nacido 25 años antes. La Sociedad funcionaba cotidianamente para deleite de sus numerosos miembros, entre los que destacan los liberales Rafael Caamaño, Migue! Valverde, sus primos Femando y José Antonio Gómez, Federico Pérez Antepara, Olegario Puga y el Presidente de todos ellos. Ramón Pérez, colombiano que escribía bien y bebía mejor, bueno como la miel y adicto al alcohol, como ya se ha dicho. En las reuniones de la Sociedad se conversaba y discutía de ciencia, arte y literatura. De vez en cuando se hablaba de política y casi siempre alguien recitaba, otro leía y alguno escribía, vaciándose pomas de vinos, esencias y mistelas que alegraban las charlas. Una que otra conferencia nunca caía mal y en ellas intervenían invitados numerosos intelectuales de nota, como el Obispo Luis de Tola, el doctor Francisco X. Aguirre y el perínclito Vicente Piedrahita. También se acostumbraba leer selecciones de autores clásicos y románticos de la vieja y nueva guardia, prefiriéndose a los de moda. Entre los franceses a Lamartine y Chateaubriand, de Italia a Manzoni, Lord Byron entre los ingleses y Larra, Martínez de la Rosa. Espronceda, Saavedra, Donoso Cortés y Castelar por España. En el No. 54 del semanario de la Sociedad apareció un artículo sin firma titulado "Correspondencia Importante" que comentaba la triste situación del Ecuador, abocado a una reelección presidencial que nadie deseaba pero que inexorablemente se realizaría. El opúsculo era veraz hasta la pared del frente, mortífero como pocos y más claro y meridiano que la luz del Sol. García Moreno quedaba muy mal parado y él lo sabía, por lo que inmediatamente ordenó al Gobernador del Guayas Antonio José de Sucre y Lavayen, que apresara al autor causante de tanto alboroto, que no se conocía quien era puesto que el artículo no llevaba firma alguna de responsabilidad. LA VENGANZA DE LA DICTADURA Proaño ya no figuraba al frente de la redacción de "La Nueva Era", se había separado voluntariamente dejando a Miguel Valverde en reemplazo; pero, se decidió escarmentar a ambos y el Gobernador los remitió detenidos a los calabozos del Cuartel de Artillería. Pasándolos después a los de la Cárcel Pública donde, para castigarlos aún más, se ordenó tapiar la única ventana que permitía el paso de la luz a la celda. Fueron largas horas de agonía para los jóvenes escritores que esperaban su juzgamiento. Horas propicias para la desesperación y el ocio y que aprovecharon en escribir obstinadamente. Proaño se inspiró en la puerta de la celda y elaboró un magnífico "Ensayo" en el que habla de cómo una simple puerta puede separar a los seres, de cómo crujen algunas, de las más famosas del mundo y la historia, evocando las del cementerio, manicomio, cárcel y hospicio. Eran los tiempos en que la Cárcel Pública de Guayaquil servía también de asilo para dementes y se veía cada caso como para espeluznar al más cuerdo. Ayes y gritos aterradores no era raro escuchar a media noche provenientes de celdas vecinas donde yacían entre la niebla de la locura más de un centenar de infelices, que más que seres humanos parecían fieras sacadas de la irrealidad. ¡Por fin! Al cabo de dos largos meses de prisión, el Juez letrado los sentenció favorablemente por falta de causa justificativa de la comisión del delito político de sedición y ordenó la libertad para ambos; pero el oficioso Gobernador no aceptó la sentencia y recurrió al doctor Esteban Febres-Cordero, Ministro Fiscal de la Corte Superior del Distrito de Guayaquil, en procura de alguna medida legal que favoreciera al régimen. El Juez letrado renunció como protesta contra el atropello y el Fiscal en su Vista, dictaminó en los siguientes términos: "El artículo periodístico materia del enjuiciamiento solo contiene vanas declaraciones, por lo mismo, insuficientes para constituir un delito claro y definido como es el de sedición". Nuevo fracaso para la dictadura. ¡Tal parecía que no existía Juez o Ministro que apoyara al régimen en la ciudad! El propio García Moreno tomó cartas en el asunto y el 25 de Noviembre de 1874 en comunicación dirigida al Ministro del Interior le manifestó la conveniencia de

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AL NAPO CON TODOS...(HASTA CON EMILIO CASTELAR)

El destierro a las regiones del Napo era la máxima pena con que se castigaban a los ecuatorianos durante la dictadura de García Moreno, a no ser que de una vez se les matara aplicándoles la pena capital de la que era tan partidario. Y así transcurrían lentos y mortales los días de la Patria y llegamos a 1870 ¡Año de dominación férrea en donde se comienza a aplicar la Carta Negra o constitución garciana! La prensa yacía amordazada y nadie se atrevía a levantar la voz. García Moreno mandaba con una constitución hecha a su voluntad. En Guayaquil, el joven escritor Eduardo Tama Salcedo redactaba "El Rosicler", semanario político y social de algún prestigio. En el No. 5 apareció un artículo en que se discutía la infalibilidad papal. ¡Basta y sobra! Inmediatamente García Moreno lo leyó en Quito, montó en santa indignación y envío una posta a Guayaquil ordenando la prisión del alevoso escritor. ¡Al Napo con él, exclamó, en el colmo de la ira!. Llevado el asunto a los tribunales resultó que sólo se trataba de una reproducción tomada del fértil numen de Don Emilio Castelar, ilustre español por mil títulos, al que se respetaba y consideraba como escritor en todo el mundo. Entonces el Juez Antonio Tamariz y García declaró sin lugar la causa y todos rieron a mandíbula batiente del dictador que pretendía silenciar a una de las más autorizadas mentalidades de la vieja Europa.Pero la cosa no quedó allí. ¡Ah eso no! Por algo el doctor García Moreno tenía memoria de elefante y al año siguiente Eduardo Tama Salcedo fue detenido y conducido a Quito por escribir un opúsculo titulado "El Juramento Político" en el semanario "El Diario".LA SOCIEDAD LITERARIA DE INSTRUCCION MUTUADos años después, igualmente en Guayaquil, se inició la publicación de otro semanario; se trataba de "La Nueva Era" órgano oficial de "La Sociedad Literaria de Instrucción Mutua", dirigido por el joven Federico Proaño Márquez, recién llegado al puerto desde Cuenca, donde había nacido 25 años antes.La Sociedad funcionaba cotidianamente para deleite de sus numerosos miembros, entre los que destacan los liberales Rafael Caamaño, Migue! Valverde, sus primos Femando y José Antonio Gómez, Federico Pérez Antepara, Olegario Puga y el Presidente de todos ellos. Ramón Pérez, colombiano que escribía bien y bebía mejor, bueno como la miel y adicto al alcohol, como ya se ha dicho.En las reuniones de la Sociedad se conversaba y discutía de ciencia, arte y literatura. De vez en cuando se hablaba de política y casi siempre alguien recitaba, otro leía y alguno escribía, vaciándose pomas de vinos, esencias y mistelas que alegraban las charlas.Una que otra conferencia nunca caía mal y en ellas intervenían invitados numerosos intelectuales de nota, como el Obispo Luis de Tola, el doctor Francisco X. Aguirre y el perínclito Vicente Piedrahita. También se acostumbraba leer selecciones de autores clásicos y románticos de la vieja y nueva guardia, prefiriéndose a los de moda. Entre los franceses a Lamartine y Chateaubriand, de Italia a Manzoni, Lord Byron entre los ingleses y Larra, Martínez de la Rosa. Espronceda, Saavedra, Donoso Cortés y Castelar por España. En el No. 54 del semanario de la Sociedad apareció un artículo sin firma titulado "Correspondencia Importante" que comentaba la triste situación del Ecuador, abocado a una reelección presidencial que nadie deseaba pero que inexorablemente se realizaría.El opúsculo era veraz hasta la pared del frente, mortífero como pocos y más claro y meridiano que la luz del Sol. García Moreno quedaba muy mal parado y él lo sabía, por lo que inmediatamente ordenó al Gobernador del Guayas Antonio José de Sucre y Lavayen, que apresara al autor causante de tanto alboroto, que no se conocía quien era puesto que el artículo no llevaba firma alguna de responsabilidad.LA VENGANZA DE LA DICTADURAProaño ya no figuraba al frente de la redacción de "La Nueva Era", se había separado voluntariamente dejando a Miguel Valverde en reemplazo; pero, se decidió escarmentar a ambos y el Gobernador los remitió detenidos a los calabozos del Cuartel de Artillería. Pasándolos después a los de la Cárcel Pública donde, para castigarlos aún más, se ordenó tapiar la única ventana que permitía el paso de la luz a la celda.Fueron largas horas de agonía para los jóvenes escritores que esperaban su juzgamiento. Horas propicias para la desesperación y el ocio y que aprovecharon en escribir obstinadamente. Proaño se inspiró en la puerta de la celda y elaboró un magnífico "Ensayo" en el que habla de cómo una simple puerta puede separar a los seres, de cómo crujen algunas, de las más famosas del mundo y la historia, evocando las del cementerio, manicomio, cárcel y hospicio. Eran los tiempos en que la Cárcel Pública de Guayaquil servía también de asilo para dementes y se veía cada caso como para espeluznar al más cuerdo. Ayes y gritos aterradores no era raro escuchar a media noche provenientes de celdas vecinas donde yacían entre la niebla de la locura más de un centenar de infelices, que más que seres humanos parecían fieras sacadas de la irrealidad. ¡Por fin! Al cabo de dos largos meses de prisión, el Juez letrado los sentenció favorablemente por falta de causa justificativa de la comisión del delito político de sedición y ordenó la libertad para ambos; pero el oficioso Gobernador no aceptó la sentencia y recurrió al doctor Esteban Febres-Cordero, Ministro Fiscal de la Corte Superior del Distrito de Guayaquil, en procura de alguna medida legal que favoreciera al régimen. El Juez letrado renunció como protesta contra el atropello y el Fiscal en su Vista, dictaminó en los siguientes términos:"El artículo periodístico materia del enjuiciamiento solo contiene vanas declaraciones, por lo mismo, insuficientes para constituir un delito claro y definido como es el de sedición".Nuevo fracaso para la dictadura. ¡Tal parecía que no existía Juez o Ministro que apoyara al régimen en la ciudad! El propio García Moreno tomó cartas en el asunto y el 25 de Noviembre de 1874 en comunicación dirigida al Ministro del Interior le manifestó la conveniencia de que los detenidos Proaño y Valverde fueren remitidos a Quito para proceder a su justo castigo.Ante esta orden perentoria e indiscutible que entrañaba una doble injusticia porque se les declaraba culpables de la comisión de un delito por el que habían sido juzgados y sentenciados inocentes y porque se los privaba de sus jueces naturales que eran los de Guayaquil, el pobre Ministro sólo pudo obedecer y callar y el 28 de Enero del año siguiente los periodistas fueron remitidos a Quito; pues, el Presidente, para dar visos de veracidad al saínete, había visitado el Puerto con el fin de desbaratar un complot que ha pasado a la historia con el nombre de "Revolución Cuencana" por la supuesta participación de los doctores Antonio Borrero Cortázar, Rafael María Arízaga, Antonio Moscoso y otros morlacos más y hasta por algunos guayacos. Llegados a Quito el 11 de Febrero tras muchas penalidades, se les internó en el Cuartel de Policía, incomunicados. Allí se acostumbraba "lavar el cerebro" y el Jefe Jorge Villavicencio utilizó con ellos el método indirecto para hacerlos confesar. Se los mimó y hasta les contó cosas y casos en contra del pícaro que escribió el artículo origen de la situación para sonsacarles su nombre y a la postre, en vista del resultado negativo, se reportó desfavorablemente al Palacio de Gobierno, donde no se hizo esperar la condena a destierro perpetuo en el Perú por vía del Napo.SE CUMPLE EL DESTIERROY allí fueron los escritores Proaño y Valverde cuando sólo contaban 28 años de edad, eran unos jóvenes inexpertos y hubieran fallecido como muchos otros compatriotas a no ser por la providencial ayuda que les proporcionó Manuel Jara; cuando, solos, hambrientos y en estado preagónico los encontró ABANDONADOS por el Jefe de la escolta que los conducía, un criminal Capitán Rivadeneira.Jara los llevó a su campamento y luego a Callaposa, pasándolos después a Iquitos. De allí siguieron a Lima demorando cuatro meses la travesía: Proaño perdió 45 y Valverde 50 libras y llegados a la ciudad Virreynal en tan mal estado, la colonia ecuatoriana de desterrados realizó una colecta e internóles en un hospital para que se recuperaran del viajecito.A los pocos meses moría asesinado el Dictador y era elegido para sucederle el ilustrado Dr. Antonio Borrero y Cortázar, nada menos que el autor del malhadado artículo que costó a Proaño y a Valverde tantas amarguras. ¿Compensaría Borrero, en alguna forma, tanto sacrificio? ¿Pagaría la valentía de los jóvenes que prefirieron sufrir el destierro antes que revelar su nombre?. ¡Ah caro lector! Qué dirías si te cuento que no y que para colmos, el buenazo de Don Antonio tuvo la debilidad de dirigirse al doctor Mariano Cueva en carta de 21 de Junio de 1876 indicándole que: "HOMBRES INSIGNIFICANTES POR SU POSICIÓN POLÍTICA Y SOCIAL COMO PROAÑO Y VALVERDE..... etc.".

ASESINADO POR MUCHO AMARCuando el 6 de Agosto de 1875 murió Gabriel García Moreno los conservadores quedaron sin jefe que los dirigiera. De entre los seguidores del difunto mandatario ninguno tenía presencia para fungir de líder y heredar el naciente grupo "garciano o conservador". Allí, afligidos y medrosos los doctores Camilo Ponce Ortiz y Pablo Herrera, más airosos los Generales Vicente Lucio y Francisco Xavier Salazar, pero pronto un formidable motín callejero ocurrido en Quito, los inutilizó en política. El Vicepresidente doctor Francisco Xavier León enloqueció y fue a parar a un cuarto interior de su casa; en fin, no había un solo líder de entre la camarilla palaciega que sobreviviera políticamente al drama.Por otra parte dos figuras se alzaban: la de Antonio Borrero y Cortázar y Vicente Piedrahita Carbo, abogados amigos de García Moreno, críticos de sus aciertos y errores e independientes en sus maneras de actuar, habían sufrido la ingratitud del difunto que no soportaba la crítica de nadie. Lamentablemente Piedrahita se encontraba en sus haciendas Palestina, Potrerillo y Anasqui, endeudado hasta las narices por su incapacidad para trabajar, los continuos viajes diplomáticos a Perú y Chile y su larga travesía por países mediterráneos y orientales hasta llegar a Tierra Santa, que le habían proporcionado muchas satisfacciones dejándole sin un "cobre" y sin tener qué decirle a su madre doña Juan Carbo que le miraba con el ceño fruncido de coraje por su mala cabeza para dirigir los negocios agrícolas. En fin de cuentas ella tenía toda la razón. ¿De dónde acá se le había metido entre ceja y ceja a su hijo Vicentito ser hombre público y nada más que eso? ¿Acaso los estudios de jurisprudencia que había realizado con tanto lucimiengo en la capital le habían privado del sentido común?.El otro conservador independiente era Borrero y (como últimamente se había llevado muy mal con García Moreno pudo captar el apoyo de conservadores y liberales, saliendo electo Presidente Constitucional de la República en oposición a la candidatura abiertamente liberal del doctor Francisco Xavier Aguirre Abad que no prosperó.¿Quién creyera! La falta de dinero influyó en Piedrahita para que no terciara en la contienda y de haberlo hecho, todo indicaba que el triunfo hubiera sido suyo, puesto que era más conocido que Borrero debido a sus múltiples actividades en el campo de la diplomacia donde se había iniciado 15 años antes, en 1860, como Secretario del General Guillermo Franco Herrera, Jefe Supremo de Guayaquil y Azuay. En aquellas circunstancias Piedrahita se pasó al bando contrario, el de García Moreno, unos dicen que por su antiurbinismo (1) y otros —los más— aseguran que lo hizo por un fuerte altercado sostenido con Franco y originado en un enredo político que promovió el General Guillermo Bodero Franco que, a la postre, lo reemplazó en el desempeño de la Secretaría, quedando dueño del cargo merced a este ardid.En fin, sea de cualquier forma, Piedrahita supo separarse a tiempo, se fue a Lima, regresó a Quito como agente de Flores y se unió al ejército. El 24 de Septiembre, fue de los que atravesó el salado en las primeras horas de la mañana, dando una lección de valentía a la gente de su tropa que le siguió optimista y decidida.CONSPIRABAN UTILIZANDO SU NOMBREY aún retirado a la vida privada el genio de Piedrahita se proyectó sobre la política nacional en 1878 en forma por demás interesante. Borrero fue derrotado por la revolución al año de gobierno y sufrió prisión en Quito, (1) Urbina destituyó de la presidencia de le República en 1852 a don Diego Noboa Arteta, tío abuelo y tío político de Piedrahita y como García Moreno era enemigo acérrimo da Urbina, Piedrahita, por tal motivo, simpatizaba con él.acompañado de su hermano Ramón. El nuevo jefe de la nación era el General Ignacio de Veintemilla. En cuanto Piedrahita, conservador y beatífico, tan católico y serio, tenía fama de ser un don Juan de subidos kilates, especializado enamorar señoras casadas de toda condición social, porque en nada paraba este seductor, todo inteligencia, palabra fina, masculinidad y porte gentil.Por esa época ya los liberales trataban de librarse de Veintemilla que había resultado ser un clavo duro de torcer. En Panamá Alfaro pensaba utilizar el prestigio político de Piedrahita para sacar adelante la revolución y esto parece que se supo en las altas esferas de la capital, llegando hasta los oídos del Dictador, que tomó las medidas del caso, haciendo apresar a Don Eloy cuando acababa de llegar a Guayaquil y antes que pudiera completar los detalles del cuartelazo.Por estas razones el inocente Piedrahita pasó a ser considerado sujeto de peligro para el régimen, aunque vivía como simple agricultor en sus propiedades rurales de Daule, Balzar. Santa Lucía y Colimes.LOS DOS VISITANTES MISTERIOSOSEl día 4 de Septiembre de 1878, fecha del crimen, Piedrahita fue visitado por la tarde, en su hacienda Palestina, de Santa Lucía, por dos individuos que llegaron en una canoa procedente de Daule. Ellos eran Eduardo lllingworth y Manuel Cabrera Mendieta, después se dijo que el encuentro de ambos fue casual; en mitad del camino lllingworth fue requerido por Cabrera para que lo llevara en su canoa hasta donde estaba Piedrahita porque tenía que tratar con él un asunto profesional de importancia. Recordemos que Piedrahita era abogado y su especialidad consistía en defender acusados en juicios penales, donde hacía gala de su cultura y conocimientos jurídicos, utilizando al mismo tiempo su potente voz y viril apostura. ¡Era todo un campeón en el arte de Papiniano al decir de sus congéneres!. Illingworth cayó de visita para invitarlo a que pasara unos días en Chonana finca de sus parientes los Illingworth Décima-Villa, en las riberas del Daule y todos juntos cenaron después que Piedrahita los atendió por separado. Illingworth oyó a Piedrahita decir que Cabrera era un insolente a quien tendría que enjuiciar porque durante los años que lo tuvo de administrador de su hacienda había cometido excesos sin cuento y en lugar de mostrarse humilde y arrepentido, cada día era más alzado y prepotente, haciendo alardes de sus riquezas mal habidas y reclamándole dineros provenientes de sueldos atrasados que Piedrahita se negaba a abonar. Con todo, la discusión no prosperó y los tres se sentaron a cenar tranquilamente, despidiéndose a continuación Illingworth y Cabrera con dirección a Colimes, donde tenía que estar el primero de los nombrados. Cabrera se sirvió acompañar al inglés hasta dejarlo en buen camino, separándose al punto. Dos horas después Piedrahita caía abatido de un balazo en el abdomen cuando se disponía a subir las gradas de la casa de hacienda. LAS CIRCUNSTANCIAS DEL CRIMENDel informe pericial pudo establecerse lo siguiente: Que dos individuos se apostaron con mucha comodidad como a doce varas de la subida a la casa de hacienda, esperando pacientemente a la víctima. Que para cubrir sus figuras habían unido varias ramas y arbustos, usando una escopeta de proyectiles. La bala asesina —porque sólo hubo un disparo— le penetró en el abdomen, seccionando la arteria epigástrica y provocando una muerte de contado por derrame interno de sangre, yendo a incrustrarse en alguna de las llamadas vértebras lumbares. Uno de los asesinos no usaba zapatos.Datos tan escuetos no revelaron absolutamente nada sobre la identidad de los criminales; pero poco después otras señas particulares ampliaron el panorama. Piedrahita había marchado a casa de la señora Felipa Castro después de despedir a los dos visitantes que lo habían acompañado a cenar, regresando sin saber que la muerte lo acechaba detrás de la empalizada, al lado del patio de su casa de hacienda.La noticia fue conocida en Guayaquil al día siguiente muy por la mañana, causando una profunda impresión entre el vecindario que se agrupó en una sociedad llamada "De la Tumba" con el exclusivo propósito de descubrir y perseguir a los criminales. Presidente fue electo el notable médico doctor Federico Matheus y Capelo y Vicepresidente don José Domingo de Santistevan. Instaurado el Proceso se designó Fiscal al doctor Vicente Paz que a pesar de sus esfuerzos por llevar a cabo la misión, nada en claro pudo sacar, contentándose con publicar meses después un extenso extracto de los Méritos del Proceso.LA SOCIEDAD DE LA TUMBAEl Gobernador del Guayas General José Sánchez Rubio prestó su apoyo como convenía, porque la mayor parte de los vecinos culpaban de la comisión del delito al General Ignacio de Veintemilla Jefe del Estado ecuatoriano, sindicándole como autor intelectual y afirmando tales suposiciones en que en las noches del 12, 13 y 17 de Junio se vio a varios individuos acercarse a la hacienda Potrerillo y registrar la casa en busca de Piedrahita, al que felizmente no encontraron por estar en Palestina, huyendo después de tales pesquisas. Pero estas suposiciones elucubradas al tenor del momento político en que el país se debatía, carecían absolutamente de fundamento, como lo dice el doctor Antonio Flores Jijón, a pesar de ser enemigo de Veintemilla, en su obra: "Para la Historia del Ecuador", páginas 141 y 142.Dos años después, el 4 de Septiembre de 1880, los restos mortales del patricio asesinado fueron trasladados de Daule a Guayaquil para recibir cristiana sepultura en la Iglesia Catedral, junto a los Obispos de la Diócesis y otros hombres preclaros. En tal ocasión el Canónigo Magistral José María de Santistevan Plaza pronunció una sentida oración fúnebre. Posteriormente su cadáver regresó a Daule donde aún debe descansar bajo el altar de la Iglesia.

LA VERDAD ACERCA DEL CRIMENDesde esa fecha a la presente mucho se ha comentado sobre el crimen, pero las hipótesis se han ido descartando una por una quedando al fin la última, expuesta con numerosas pruebas por autores capitalinos neo conservadores que quieren hacer de Piedrahita un héroe de la derecha ecuatoriana, sin tener los peros que se le achacan a García Moreno. Apoyado por ese aire de virilidad que sabía imprimir en todos sus actos el discutido Piedrahita, a quien, dicho sea de paso, sólo se le conocieron dos novias en vida: la bella Carmen Concha, soltera, con quien sostuvo un amor platónico y en verso, y Mercedes Gómez de la Torre, dulcinea de sus años mozos de estudiante en Quito.Parece que Piedrahita sostenía relaciones íntimas con una bella señora, esposa de Eduardo Illingworth, uno de sus misteriosos visitantes y esto produjo la justa cólera del marido engañado que tomó venganza de quien tan malamente abusaba de la amistad. Esto motivaría la atenta visita de la tarde para darse cuenta del teatro de los acontecimientos y luego pudo haber regresado de noche.Después, ya en pleno proceso, entra a la palestra una enigmática figura internacional la del dizque militar español Vicente Casanova, avecinado en Guayaquil por la época del crimen y a quien se le dejó de ver los dos días anteriores al hecho. Juan Montalvo lo sindica de haber sido el causante del doble atentado que él sufriera en Ipiales y de los que escapó ileso en forma casi milagrosa.AVE NOCTURNA Y ESCURRIDIZAParece que hacia 1875 llegó Casanova a Guayaquil procedente de Cuba, de donde había tenido que emigrar por sus ideas abiertamente sospechosas para las autoridades peninsulares de la isla. Sobre su verdadero nombre nada se sabe, únicamente que utilizaba el de Vicente Casanova en Guayaquil, habiéndose alojado primeramente en casa del señor Manuel de Lozada Plisé que le dio su apoyo en forma por demás caritativa. Estaba pobrísimo y casi desnudo. Por las noches salía a la calle a pasear y sus primeros amigos fueron dos trasnochadores más llamados Ignacio de Veintemilla y Pedro Jaramillo, con quienes hizo buenas migas. Por Enero de 1879 todavía estaba en el puerto como uno de los acusados en el crímen de Piedrahita, poco después salió furtivamente con dirección a Centroamérica donde lo encontró el señor Gómez Sierra, que dio aviso del hecho. Es la última noticia que se tiene del español, ya por esa época había cambiado el apellido Casanova haciéndose llamar David Piedra. ¡Qué rico tipo!. ¡Ah, me olvidaba!. Este Vicente Casanova o David Piedra —como se quiera— hizo fortuna de la noche a la mañana. En efecto, habitaba un entrepiso en la casa de la familia Maldonado y una negra vieja, criada de esa familia y curiosa como toda mujer, comprobó por las rendijas del piso de madera que el español sacaba de debajo de la cama un cajón lleno de monedas de oro y plata y las contaba con una enorme sonrisa. ¿El precio del crimen? Vaya uno a saberlo, que en este caso como en muchos más, la justicia no triunfó. También se supo por averiguaciones del doctor Vicente Paz, que Casanova prestaba sus servicios personales a Illingworth, uno de los dos individuos que visitaron al doctor Piedrahita pocas horas antes de su muerte.Y como este crímen quedó impune, vale que se deje en paz a sus actores, cerrando las pesadas puertas de la historia nacional.

BATALLA NAVAL DE JARAMIJO

Después de la elección presidencial del doctor Plácido Caamaño y Gómez Cornejo ocurrida en 1884, el entonces joven Partido Liberal se situó en la oposición porque consideraban sus dirigentes que no era justo que el Ecuador siguiera en contra de las corrientes de pensamiento político que conmovían al mundo, encauzando a las naciones por senderos de libertad y progreso.Entonces Alfaro viajó a Panamá y preparó la revolución. En agosto compró el buque mercante "Alajuela", haciendo aparecer como propietario a la casa comercial "Duque Hermanos". Federico Proaño finiquitó el negocio en Corinto (Costa Rica) pagando la suma de 25.000 pesos en una carta de crédito aceptada por el entonces Presidente de El Salvador General Rafael Zaldívar y 10.000 pesos al contado.Inmediatamente Alfaro escribió al Ecuador solicitando el concurso de numerosos patriotas y recibió únicamente ofertas. El entonces próspero comerciante esmeraldeño avecinado en Guayaquil, Luis Vargas Torres, vendió la parte que le correspondía como socio de la empresa "Avellaneda y Vargas Torres" en siete mil pesos, los juntó a un dinero que la Asamblea Constituyente le había abonado por sueldos de la campaña de 1883 contra el gobierno dictorial de Veintemilla y lo entregó al viejo luchador, más un crédito personal por siete mil pesos contra el industrial ibarreño establecido en Milagro Rafael Valdez y Cervantes. Fue la única ayuda proveniente del país que recibió Alfaro en esa época y después de entregarlo todo Vargas Torres pasó a una decorosa pobreza.SE COMPRAN LAS ARMAS PARA MORIR PELEANDOPor eso días una banda de revoltosos comandados por el Gen. Benjamín Ruiz tomó el buque "Alajuela" con ánimo de utilizarlo contra el gobierno del General Cervera, pero fueron obligados a devolverlo aunque en tan malas condiciones que se necesitó bararlo en la ensenada de Taboga y someterlo a una prolija labor de reparación, no muy efectiva, ya que sólo le dio un andar de siete nudos por hora, que no es mucho. Los fusiles "Remington" se adquirieron bajo la garantía de los comerciantes istmeños Vallarino y Zubieta, también se logró un crédito de dieciséis mil pesos adicionales de la Casa Bancaria Brandon, que exigió un contrato de préstamo por el doble de la cantidad mutuada, para ser cubierto en el momento de pisar tierras manabitas un 60% y el resto al conquistar Guayaquil. Hubo que dejar como prenda mil fusiles que se habían destinado para apoyar a los liberales exiliados en el sur de Colombia y que pensaban invadir las provincias de Carchi y de Imbabura, en afán de debilitar al gobierno abriéndole dos frentes de combate. El buque necesitaba piezas de artillería para entrar en combate y también se consiguieron tras numerosos intentos, a crédito y con optimismo. Mientras tanto el Cónsul del Ecuador en Panamá señor Orfila, daba parte al gobierno de los ajetreos de los revolucionarios liberales, indicando que Roberto y Gumercindo Sepúlveda andaban en los preparativos de una invasión a las costas ecuatorianas, aunque sin precisar detalles. Fue necesario adelantar la partida porque la Cancillería presentó una formal protesta ante el gobierno colombiano, solicitando la prisión de los exilados en Panamá.A TODA MARCHA. -DESTINO: ECUADOREran las 10 de la noche del sábado 14 de Noviembre de 1884 cuando el viejo "Alajuela", rebautizado con el nombre de "Pichincha", inició su gloriosa marcha. El 15 recogió Alfaro al Comandante Andrés Marín y a diez compañeros que lo esperaban en alta mar.En el país ya todos sabían del viaje. El presidente Caamaño estaba en Guayaquil decididos a enfrentarse con Alfaro y su gente, declarados piratas por el encargado del Poder Ejecutivo, General Agustín Guerrero.Frente al puerto estaba anclado el antiguo buque de guerra "Santa Lucía" rebautizado después de la caída de Veintemilla con el nombre de "Nueve de Julio" y se ordenó que eleve anclas y conduzca a la tropa veterana a Manabí donde era necesario reforzar los cuarteles. Nicolás Infante se alzó en Palenque y Manuel Antonio Franco en Esmeraldas, ambos proclamaron la Jefatura Suprema del General Alfaro. El país entero: Ambato, Daule, Latacunga, Vinces, Balzar, Tulcán siguieron el ejemplo de Esmeraldas y Palenque, pero Caamaño no era ningún pintado en la pared y devolvía golpe por golpe, sin perder terreno, implacable, sagaz, temible.EL PRIMER ENCUENTROEl 17 de Noviembre los barcos del gobierno (El Sucre y El Nueve de Julio) rebasaron la línea equinoccial y patrullaban separadamente las costas de Manabí y Esmeraldas en espera del Alajuela, que venía confiadamente a un encuentro fatal por la disparidad de fuerzas. El 20 es divisado el Alajuela por Nicolás Bayona, Capitán del Nueve de Julio, que oteaba el horizonte con potentes largavistas. Como la nave del gobierno desarrollaba diez nudos por hora y la de Alfaro sólo siete, pronto estuvieron muy próximas, circunstancia que fue aprovechada por los liberales que, de perseguidos, dando una vuelta en redondo, se tornaron en perseguidores, tratando de embestir a la nave del gobierno con la proa, aun con riesgo de que ambas embarcaciones se fueran a pique.La medida era valiente aunque desesperada y se repitió por Cuatro ocasiones. Bayona, como táctica de combate, esquivaba en cada oportunidad la embestida, permitiendo que el Alajuela pasara rozando al Nueve de Julio y tratando a continuación de hundirlo a cañonazos. El fuego era graneado en ambos bandos. En el Atajuela se encasquilló la ametralladora y sólo se oían el disparo de los fusiles Remington. Dos horas después Bayona se retiró con dirección a Guayaquil permitiendo que Alfaro arribara victorioso a Tumaco, donde fue aclamado.

Se había vencido el primer obstáculo, ya estaban los revolucionarios en tierra firme donde pudieron reparar el casco de la nave que estaba averiado y comprar seis toneladas de carbón con lo que el 23 fondearon en Esmeraldas y se aprovisionaron de comestibles.ALFARO ACLAMADO EN MANABIVeinticuatro horas después los revolucionarios partían de Esmeraldas y el 26 estaban fondeando en el estuario del Río en Bahía de Caráquez. Con algunos jinetes Alfaro envió armas al Coronel Centeno, antiguo partidario suyo que operaba en la zona de Charapotó, con otros rebeldes. Con esa ayuda Centeno entró en Charapotó tras vencer la resistencia que le oponía el Comandante Elias Castello, que había llegado de Portoviejo con gente armada; en la refriega murió Castello y se incendiaron 33 casas de la población, cuando los vencidos les prendieron fuego antes de abandonarlas en manos de las fuerzas liberales de ocupación. Cuatro días demoró Alfaro en avanzar sobre Portoviejo, tiempo suficiente que aprovechó el Coronel César Quedes, jefe militar de la Provincia, para levantar barricadas y abrir fosos de defensa. El 1o. de Diciembre se inició la famosa carga liberal sobre la capital; 400 arrojados civiles improvisado en militares, contra dos regimientos de línea debidamente armados y parapetados.El combate adquirió por momento características épicas pocas veces igualadas en la historia nacional. La alfareada atacó a las ocho de la mañana, de frente, con el pecho descubierto, gritando ensordecedoramente y llevando bien en alto el pendón rojo del Partido Liberal; una hora después 36 cadáveres liberales mostraban lo infructuoso de la jornada, 14 muertos experimentaron los gobiernistas y siguieron dueños de la población.LA GRAN BATALLA NAVALComo la situación cada vez se complicaba más para el gobierno, Caamaño decidió terminar de una vez por todas con la insurrección, reuniendo la más terrible armada jamás vista en el País para oponerse al heroico Alajuela. Primero designó jefe a su cuñado el Coronel Reinaldo Flores Jijón y le entregó el mando de los siguientes buques: El Nuevo de Julio, el Mary Rose, el Sucre, el Huacho y el Victoria, además de tres vapores menores que con el carácter de naves auxiliares convoyaban las mayores. ¡Qué cosa!.Reinaldo Flores preparó su plan de acción. Cerca de Manta fue avisado por Guedes del infructuoso intento liberal en Portoviejo y ya más tranquilo y sabiendo que la situación en tierra se encontraba dominada cobró ánimo y prosiguió su marcha con el "Nueve de Julio" hacia Bahía de Caráquez, donde fondeó y esperó tranquilamente los acontecimientos; pero un cañonazo indicó que la ciudad estaba en manos de los rebeldes y poco después observó con sorpresa que el "Alajuela" se hallaba en puerto, circunstancias por demás propicia —piensa— porque dicha nave no podrá salir de Bahía sino con marea llena, ya que con la baja tocaría fondo y encallaría. ¡Alfaro estaba embotellado!.Como las naves menores de su flota se habían quedado retrasadas por su escaso andar, Reinaldo Flores decidió ir a inspeccionarlas para regresar a las cinco de la tarde a Bahía de Caráquez, hora en que las aguas de la alta marea podían facilitar la salida del "Alajuela", Alfaro lo recibió con dos cañonazos y a las nueve de la noche, pasado el peligro de fuga. Flores salió a buscar su flota, porque no se decidió a atacar Bahía, regresando en la madrugada del 5 de Diciembre de 1884; sólo que minutos antes de arribar, el "Alajuela" había partido con 72 valientes e inexpertos liberales en busca de aventuras, decididos como estaban a abordar cualquier nave enemiga, protegidos por la obscuridad.Las naves no se toparon en el camino porque Alfaro prefirió ir costeando y Flores gustaba abrirse a la alta mar como medida de precaución. Así pues, mientras los gobiernistas montaban guardia frente a Bahía, el "Alajuela" enrumbaba a la ensenada de Jaramijó huyendo, más la suerte quiso que se topara con el vapor "Huacho" de la armada del gobierno, que estaba fondeado frente a dichas playas, esperando que pasara la noche para reunirse con el "Nueve de Julio".Era más de las doce cuando el "Alajuela" abordó al "Huacho" con una hábil maniobra náutica del Comandante Andrés Marín, que hizo que ambas naves rozaran un instante, aprovechando para unirlas. Alfaro disparó en persona un cañonazo y se lanzó con los suyos a la nave enemiga; los gobiernistas huían en todas direcciones, unos se arrojaban al mar, otros se entregaban prisioneros, los más oponían resistencia. Su Comandante Froilán Muñoz murió peleando y esto aumentó la confusión de los suyos. Por último, uno de los tres vaporcitos auxiliares que convoyaba al "Huacho", en lugar de prestar apoyo emprendió una vergonzosa fuga a Manta, a avisar a los demás. El "Huacho" fue incendiado y puesto a pique. Flores Jijón oyó el ruido de la batalla y ordenó marchar a toda máquina contra el intrépido "Alajuela" topando en el camino con el vaporcito auxiliar, increpó a la tripulación por su cobardía y continuó la marcha con ellos, mientras Alfaro saboreaba la victoria. De pronto el Comandante Marín le avisó de la proximidad del enemigo, se ordenó una concentración en el "Alajuela" y se preparó la nave que aún medio incendiada en la popa, estaba en posibilidad de oponer resistencia. ULTIMA HAZAÑA DEL ALAJUELAEntonces Alfaro decidió embestir al enemigo pero éste lo esquivó varias veces;(1) de ambas partes se hacía fuego graneado, Los liberales perdieron al inteligente Comandante Andrés Marín a causa de un disparo de fusil que le partió el cráneo. La situación se tornó desesperada, el "Alajuela" era impotente para abordar al "Nueve de Julio" como lo acababa de hacer con el "Huacho" y no podía seguir atacando porque el fuego de popa había tomado cuerpo y amenazaba la nave. ¿Qué hacer? No podía abordar ni tampoco huir, sólo quedaba hundir la nave en la playa de Jaramijó. Así se hizo no sin antes recoger a una veintena de alfaristas que aún seguían en el "Huacho". Eran las tres de la mañana del día seis de Diciembre de 1884 cuando Alfaro y los suyos se arrojaron al agua y nadaron desesperadamente en busca de una nueva oportunidad; pero antes, cuando ya todo estaba perdido, frente a las llamas de su propia nave y oyendo el silbido de las balas enemigas, el viejo luchador tomó el cuerpo del Comandante Andrés Marín y lo arrojó al mar.En la playa y como loco gritó con toda las fuerzas de sus pulmones: ¡Viva la Patria! y unas mujeres curiosas del pueblo de Crucita que no comprendían lo épico de la jornada, al verlo, exclamaron: ¡Pobrecito, está loco! y se echaron a llorar. (2) (1) Andrés Marín y Gracia.(2) Wilfrido loor aseguró que Alfaro estaba borracho. .Reinaldo Flores no persiguió a los fugitivos pretextando que no tenía lanchas para ello. Enseguida Alfaro y su gente se internaron por la selva y allí vagaron casi tres semanas hasta que se reunieron con Vargas Torres que permanecía en Esmeraldas y el 17 de Febrero de 1885 se embarcaron en Tumaco con destino a Panamá, para seguir conspirando. ¡Once años más le faltaba para entrar triunfante en Guayaquil!.

BLOQUEO NAVAL DE GUAYAQUIL

Desde la suscripción del Tratado de Guayaquil el 22 de septiembre de 1829 luego de la victoria de Tarqui, nuestros vecinos del sur buscaban cualquier oportunidad para tomar desquite y ésta se presentó en 1853 cuando el Congreso de Perú creó el Gobierno de Loreto, en terrenos de la amazonía ecuatoriana; desconociendo, de hecho, los límites fijados en 1829. En Lima, nuestro Plenipotenciario Pedro Moncayo protestó por el abuso en nota presentada el 18 de marzo, indicando que esa inconsulta resolución no perjudica nuestros derechos, aunque atentaba contra ellos, e inmediatamente comunicó el particular a la Cancillería, que el 27 de noviembre solicitó al Congreso Nacional la declaración de la libre navegación de los ríos Chinchipe, Santiago, Morona, Pastaza, Tigre, Curaray, Naucana, Napo, Putumayo y, demás afluentes del Amazonas y a éste en la parte que era ecuatoriana. El 10 de diciembre el Ministro peruano de Quito, Mariano José Sanz, en nota al Canciller ecuatoriano Marcos Espinel, indicó que Perú desconocía nuestros derechos sobre muchos de esos ríos, por estar comprendidos dentro de sus límites, pertenecerles e integrar su territorio por la Real Cédula de 15 de Julio de 1802, que si bien fue acatada por la Audiencia de Quito, nunca se cumplió por la costumbre colonial de ejecutar solo lo conveniente; incluso, muchas Ordenes llegaban a América con tanto retraso que ya no solucionaban necesidades.ACTITUD DE LA CANCILLERÍA ECUATORIANAEntonces se vio la imperiosa necesidad de negociar un Tratado de Límites con el Perú y el doctor Espinel consiguió del ejecutivo plenos poderes para negociarlo, pero la situación política de nuestro vecino impidió toda conversación. El Ministro Pedro Moncayo, conjuntamente con Manuel Anzíbar y Antonio L. Guzmán. Plenipotenciarios de Venezuela y Colombia en Lima, firmó una declaración conjunta, por la que esas naciones, el 26 de junio de 1854 establecían las bases futuras de cualquier negociación sobre "La Hoya del Amazonas", propiedad de todos los países cruzados por los afluentes de ese gran río.

CONVENIOS PARA EL PAGO DE LA DEUDA INGLESAA todo esto los acreedores de la Deuda de la Independencia perurgían en Quito, alegando que al Ecuador le tocaba el pago de 1'424.579 libras esterlinas, según el convenio suscrito en Bogotá el 23 de diciembre de 1834, entre los representantes de Colombia y Venezuela, Lino Pombo y Santos Michelena, respectivamente. Elías Mocatta, Cónsul de Inglaterra en Guayaquil, representaba a los acreedores y el 6 de noviembre de 1854, con el Canciller Espinel suscribió un Convenio, por el que Ecuador se comprometía a efectuar una emisión de bonos por la suma de 1'824.000 libras esterlinas como pago total de la deuda. Los bonos ganarían el 1% de interés anual y el estado los recogería a la par, en anualidades, con el producto de las rentas íntegras de las aduanas del país, a pesar de que en la calle los bonos se vendían con un descuento que fluctuaba entre el 4 y el 10%.Ya sea por falta de previsión o error de cálculos, al llegar la fecha fijada para la primera redención, el gobierno cayó en mora y los bonos se depreciaron terriblemente con perjuicio de los tenedores. Para colmos, era tan pobre la recaudación de las aduanas en 1856, que los tenedores de bonos —en su mayor parte ingleses— enviaron a un nuevo Comisionado. Efectivamente, Ycaza firmó el 21 de septiembre de 1857 con mister Prichett, ministro inglés en Quito, un Convenio por el que se comprometió a pagar la cuarta parte del exceso que sobre 400.000 pesos anuales ingresaren al erario nacional por concepto de las aduanas y, en caso contrario, el 1% sobre la suma de 1.824.000 libras esterlinas, que era el total de la deuda que habíamos reconocido al emitir los correspondientes bonos.Lamentablemente las buenas intenciones de Ycaza se vieron empañadas por una cláusula accesoria que entregaba a los tenedores de bonos cien mil cuadras en el delta del Pailón (Esmeraldas) o en la región de Canelos o en los ríos Zamora, Súa, Atacames y Zulima y más 400.200 cuadras entre los ríos Cañar y Pucará, lo que se oponía estrepitosamente al Convenio internacional suscrito por nuestro Diplomático Teodoro Gómez de la Torre, meses antes, en Bogotá, con el Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia Lino de Pombo y por el que adquirimos el compromiso de prestarnos ayuda mutua para la conservación de la integridad territorial. ¡Al fin en qué quedábamos: respetábamos los tratados internacionales o simplemente los ignorábamos!.REACCION PERUANA DE 1857La Cancillería de Perú estaba alerta a estas negociaciones y desde la protesta del Ministro Sanz en 1853, había resuelto no permitir la libre navegación por los ríos de nuestro oriente amazónico, reputado peruano en virtud de la Real Cédula de 1802. Por esto, al conocerse en Lima el Convenio Ycaza - Prichet, ese gobierno designó Ministro en Quito a Juan Celestino Cavero quien llegó a la capital con la secreta consigna de causar problemas al gobierno del General Francisco Robles. Dos fueron las razones que movían a Perú contra el Convenio del Canciller Ycaza, a saber: 1) Que allí se concedía a nuestros acreedores, terrenos que en Lima estimaban como de propiedad peruana, y2) Que cualquier colonización europea en esa zona impediría su continuo avance imperialista.Por todo eso Cavero molestó desde el principio de su gestión diplomática, pues en la capital hizo ostentación de pujos nobiliarios, llegando a decir en cierta ocasión que nadie había más noble que él y "probando" tal aserto, por el hecho de estar casado con una bella señora, de noble prosapia ecuatoriana.LA NOTA DIPLOMATICA DEL MINISTRO PERUANOPoco después Cavero envió a Lima una nota en la que tergiversó los convenios celebrados con los acreedores ingleses, manifestando que atentaban contra la integridad y seguridad de las naciones americanas, porque "en estos momentos" un grupo de ingenieros peruanos acaban de recorrer algunos afluentes del Amazonas constatando que las riberas se han concedido en propiedad a individuos de esa nación, muchos de los cuales han regresado a Londres, a construir barcos que, con banderas inglesas surcaran el Amazonas.Y como para corroborar tal aserto, Cavero mencionaba el Protocolo Espinel-White, celebrado el 29 de noviembre de 1854 entre Ecuador y Estados Unidos, por el que cedíamos a ese país una extensa zona costera y el archipiélago de las Islas Galápagos en arrendamiento por 99 años, a pesar que dicho instrumento fue inmediatamente desconocido por el Presidente Urbina. Cavero aseguró que: "es la primera fase de la entrega territorial ecuatoriana a otros países, en detrimento de las demás naciones sudamericanas".Así las cosas, Cavero quedó como patriota y hasta pasó por americanista. Perú salió en defensa de la soberanía de estos países de la América del Sur y el Vice Presidente ecuatoriano doctor Marcos Espinel, uno de los más atacados por la nota peruana, sin medir las consecuencias de su acto, devolvió la misiva a Cavero y le envió pasaportes al Perú, dando por finalizado su labor en Quito. ¡Error grande y lamentable que nos condujo a una situación de hecho de incalculables consecuencias!. Días después, el Presidente Robles, más ponderado que Espinel, trató de arreglar la situación sin conseguirlo, porque Cavero había logrado lo que venía persiguiendo: crear pugna para que el Mariscal Ramón Castilla, Presidente del Perú, declarare la guerra.El 27 de octubre de 1858 zarparon del Callao 17 barcos de guerra peruanos con destino al Golfo de Guayaquil al mando del Almirante Ignacio Mariátegui; pues, un día antes, el Congreso y el Presidente peruano habían decretado el bloqueo de las costas y puertos ecuatorianos. Roberto Andrade cuenta que el General Juan José Flores se ofreció a Castilla para formar parte de esa escuadra, siendo rechazado y que su hijo Reinaldo Flores Jijón, mozo de escasos años, logró embarcarse, regresando al poco tiempo a Lima por haber tenido no sé qué líos con una mujer, en tierras ecuatorianas.El 31 fondeó la escuadra en Puna y poco después se conoció la noticia en el país; estábamos en guerra y para colmos bloqueados y sin fuerzas navales capaces de oponer resistencia al invasor. Por su parte, el Mariscal Castilla, cazurro como era, desde Lima dio vueltas al asunto sin atreverse a calificarlo de guerra o invasión y soto atinó a decir: "Estoy en misión", "esta es una visita armada", ''iré a ayudarlos"; etc. Curiosa visita, misión o ayuda, porque en medio de tan risueñas declaraciones se levantó el feroz cerco de Guayaquil, que impedía todo ingreso de víveres y sumió a la población en situación por demás estrecha.Noviembre y diciembre de ese aciago año los pasamos cercados. Los pocos barcos que lograron arribar lo hicieron merced al permiso y salvoconducto de la escuadra peruana. Robles se desesperaba en Quito y designó Ministro Plenipotenciario en Lima a Benigno Malo para ver si era posible llegar a un honroso acuerdo con Castilla; pero Malo nada consiguió por la obstinada oposición que recibió del Canciller peruano Manuel Ortiz de Caballos, pintoresco personaje al que Pedro Moncayo califica de jurisconsulto hábil y acalorado defensor de los planes de Castilla contra el Ecuador. Malo, a pesar de ser hombre cultísimo y hasta erudito en algunas ciencias, atravezaba por un período de debilidad a consecuencia de la grave dolencia que le venía aquejando y sufrió un desmayo el día de la presentación de sus Cartas Credenciales, oportunidad que aprovechó Castilla para decir a uno de sus allegados: "Allí tiene usted la imágen de esa republiquilla que trata de provocarnos la guerra..."Entonces el General Flores quiso convencer a Malo de la inutilidad de su gestión; lo visitó en el hotel y le recriminó por la misión que ostentaba pero Malo le dijo: "No sirvo a Urbina o a Robles, sirvo a mi Patria. Soy como los antiguos, por ejemplo: Camilo" (refiriéndose al patriota romano).—Déjese de antiguallas. Malo, porque esas son fábulas de Tito Livio.....—Fábulas o no, siempre debemos observarlas como máximas de honor y moral. Así, siempre rechazaré a los Coriolanos y tenderé mi mano a los Camilos. Flores se retira amostazado por la indirecta, diciéndose para su interior: Toma, por haber alzado a Malo, sacándole de Cuenca para hacerle Ministro.EL INCIDENTE DEL CONGRESOMientras tanto el General Robles luchaba con el parlamento para obtener las facultades extraordinarias y García Moreno se oponía. Robles hizo llamar a Urbina que estaba en Guayaquil, para ver si lograba convencer á los diputados y senadores y lo hubiera conseguido de no haber sido por la oposición de Pedro Moncayo. Al fin, fracasadas estas gestiones, Urbina abandonó el recinto con los Senadores Robles, Valverde y Andrade Fuente Fría, los Diputados Joaquín Fernández de Córdova, Arcia, Murillo Otoya, Martínez, Velásquez, Ubillus y Martín de Ycaza Paredes y el doctor Camilo Ponce Ortiz, Oficial Mayor de la Cancillería que en esa sesión hizo las veces de Ministro.

CAMPAÑA ELECTORAL DE 1875

Cuando en 1875 murió García Moreno el país descansó después de 15 años de terror, pues se había convertido para muchos en opresor de conciencias más que de cuerpos, la gente vivía asustada y en constante sobresalto, los hombres de talento y de acción estaban en el exilio.

En sus últimos años y desde 1871García Moreno vivía delirios y raptos de prendo misticismo, leyendo a Kempis y comulgando a diario, y no debe sorprender que sus últimas palabras si las dijo, porque numerosos testigos declaran que falleció sin hablar hayan sido: "Dios no se muere" (1).Unos meses antes del crimen se había hecho elegir Presidente del Ecuador y esto no sorprendió a nadie porque era tal la cantidad de exilados y tantos los indios llevados a votar sin siquiera conocer al candidato contrario, que hubiera sido imposible perder. El dictador escribió en mayo de 1875 que aquellos compatriotas que le habían negado el voto tendrían que rendir cuentas ante Dios... frase que no debe ser leída a la ligera porque claramente revela una egolatría anormal. Razón tuvo cuando en otro rapto parecido exclamó: "Busco a algún hombre de bien con carácter, para que me suceda en el mando y no lo encuentro". ¿Quién salvará al país? Y esto lo dice después de haber gobernado tantos años, desde 1860, con dos ligeras interrupciones.FUNDACION DEL PARTIDO CONSERVADORMuerto García Moreno se fundaron periódicos en Guayaquil y Quito y numerosos compatriotas regresaron de Lima. Los diputados y Senadores del Congreso reunidos en Quito concurrieron a la casa de (1) Esta frase, así escrita, consta en el sumario por el asesinato del Presidente Gabriel García Moreno.Monseñor José Ignacio Ordóñez Lazo, Obispo de Riobamba y también Diputado, y a sus instancias resolvieron apoyar al gobierno provisional del doctor Francisco Javier León, encargado del poder ejecutivo por muerte del titular. Otra de las resoluciones tomadas en tan histórica noche fue la fundación de una organización política que prosiguiera la dictadura garciana para mantener los fueros y privilegios del clero y de los terratenientes interandinos. Este es el origen histórico del Partido Azul en nuestra Patria; aquel cuento de que es Bolívar su iniciador no tiene fundamento pues fue en 1876 cuando por primera vez se conoció en Quito un grupo de presión política con el nombre de Partido Conservador (2).

CANDIDATURAS PRESIDENCIALESEn Guayaquil surgieron varios nombres para ocupar la presidencia de la República: Pedro Carbo Noboa que estaba en Europa; Francisco Xavier Aguirre Abad vivía dedicado a la abogacía y Antonio Flores Jijón que acababa de llegar de Estados Unidos haciendo gala de antigarcianismo porque se había puesto de moda vociferar contra el difunto; Manuel Gómez de la Torre, el popular imbababureño de conocida trayectoria liberal, al saber de la llegada del doctor Flores dijo en carta a Antonio Borrero: "En esto viene lo nuevo de que Antonio Flores ha llegado a Guayaquil jadeante y con la lengua afuera para pedir la presidencia . . . si hubiera entre nosotros energía y patriotismo, bastaría esto para echar a un cuerno al pedigüeño....."Los conservadores y Monseñor Ordóñez resolvieron apoyar a Flores pero luego de oír sus gritos contra García Moreno le abandonaron por el doctor Luis Antonio Salazar, más cauto y precavido, que no había viajado tanto por el exterior e infundía mayor confianza. Flores, en cambio, (2) “Política Conservadora", por Jacinto Jijón Caamaño. Jijón habla de "espíritu conservador" en tiempos de Bolívar, pero ahora se dice que fue el Libertador, el fundador de ese partido.creyó tener apoyo entre los liberales de Guayaquil y hasta la complicidad de los jefes militares de la plaza; sin embargo, a última hora, la candidatura de Francisco P. Ycaza Paredes le restó apoyo y al fin, decepcionado con todos, quedó sólo con unos cuantos antiguos floreanos, sinceros y leales a la memoria de su difunto padre.EL MOTIN CONTRA LOS SALAZARESMonseñor Ordóñez continuaba de jefe de campaña del doctor Luis Antonio Salazar en Quito y contaba con la débil voluntad del Presidente León, muy enfermo, pues sufría de continuos ataques y delirios persecutorios. Con tal persona como cabeza del gobierno no debe extrañar a nadie que Monseñor Ordóñez dirigiera el gabinete con los Ministros del Interior y Guerra en sus planes. Mucho se comentaba que de triunfar el doctor Antonio Borrero, candidato de última hora lanzado por los liberales, el Presidente León no le entregaría el mando.Manuel de Ascázubi y Francisco Javier Salazar desde el gabinete, perseguían a los conjurados en el crímen de García Moreno y con ese pretexto consiguieron imponer el terror en las provincias, abusando de las medidas de fuerza. Numerosos partidarios de los doctores Borrero y Flores fueron ultrajados y esto incitó al pueblo quiteño en la mañana del 2 de Octubre de 1875 a salir a las calles encabezados por el General Julio Sáenz y el doctor Carlos Casares y al grito de "Mueran los Solazares" y "Abajo los Salazar" consiguieron la destitución de los Ministros Salazar y Ascázubi. Cuatro días después renunció el Presidente Provisional doctor León, que terminó trágicamente arrojándose desde una ventana, y se encargó del mando el doctor José Javier Eguiguren, garciano alejado de las influencias de Ordóñez, que decretó libertad total de elecciones. Cuenca y Guayaquil aclamaron a Borrero quien triunfó sobre el General Julio Sáenz y Antonio Flores con enorme ventaja numérica. Jamás en la historia del país se había visto victoria tan completa. Los conservadores no presentaron candidato propio por el retiro de Salazar.BORRERO INICIA SU ADMINISTRACIONEl doctor Rafael Pólit entregó el Poder a Borrero porque a su vez lo había recibido de manos del doctor Eguiguren. Estas sucesivas entregas del mando denotaban la inestabilidad política del país a consecuencia de la muerte de García Moreno, que había gobernado a base de fusilamientos, destierros y confiscaciones.Razón tenía Juan León Mera cuando se quejaba diciendo: "Una de las faltas políticas del grande hombre que nos acaba de ser arrebatado, fue no haber organizado ni dado firmeza a su partido". Por algo Montalvo bautizó a Mera con el apelativo de "Búho de Ambato"; pues pedir a un dictador que forme partido para que le suceda es demasiado.... Borrero en 1863 había rechazado la vicepresidencia de la República propuesta por García Moreno por creer que toda candidatura nacida de la imposición constituía un atentado contra las libertades públicas. Legalista y abogado, era buen escritor y pronto demostró sus conocimientos en Historia, Jurisprudencia y Teología refutando un calumnioso libro del Padre redentorista A. Berthe sobre García Moreno y los ecuatorianos, en el que se denigra a muchos hombres ilustres de nuestra Patria por el solo hecho de no haber sido partidarios del dictador.Borrero era algo cándido y muy pegado a su prosapia pues descendía de gentes de la nobleza de Colombia y Guayaquil, y en su hermano Ramón tenía un hábil consejero que le ayudó a gobernar.

Su primer acto administrativo consistió en visitar en el panóptico a su primo el doctor Manuel Polanco y Carrión con quien departió largos minutos; esto encolerizó a los Conservadores. Polanco contaba con parientes poderosos en la Provincia de Imbabura y hasta en Quito donde vivía su cuñado el doctor Vicente Lucio Salazar; por otra parte, era hombre de mucha cultura y simpatía y estaba condenado a 16 años de prisión por haber participado en el asesinato de García Moreno.

Luego trató de captarse las simpatías del General Urbina, que aunque viejo y achacoso seguía siendo hombre de mucho genio y le ofreció por intermedio del doctor Rafael María Arízaga, el Ministerio de Hacienda y la suma de 4.000 pesos de viáticos para que interese en Lima a una compañía europea en la construcción del ferrocarril Naranjal-Cuenca. Urbina aceptó el encargo y rechazó el Ministerio y los viáticos como correspondía a su calidad de ex-presidente de la nación.

Con esto Borrero se atrajo a unos cuantos liberales y aumentó el odio de los garcianos; pero, mal político como era creyó que podía gobernar al Ecuador con riendas de seda, sin darse cuenta que un pueblo que había estado tantos años sojuzgado, al despertar quiere gritar con entusiasmo y necesita control.

Los periodistas liberales de Guayaquil clamaban contra la intervención del clero en política y Borrero en vez de apoyar su pedido dio oídos a Monseñor Checa y Barba, Arzobispo de Quito, y los mandó callar con amonestaciones y promesas de futuras sanciones. No deseaba convocar una Convención Nacional para reformar la famosa constitución garciana de 1869 "Carta Negra", tampoco empleó elementos conservadores en la administración pública como había sido costumbre desde 1860. En otras palabras, gobernaba solo, sin apoyarse en nadie y se malquistó con todos.

LOS PARTIDOS POLITICOS DE LA EPOCA

Hacia 1876 existían dos partidos políticos bien definidos en el país: 1) Los demagogos, convencionalistas o liberales que gritaban por una Convención Nacional para derogar la Constitución Garciana, y 2) Los terroristas o conservadores, así llamados porque

querían que regresara el régimen del terror y mano fuerte del añorado dictador. No existían términos medios, Los principales liberales eran Pedro Carbo, Fco. P. Ycaza, Rafael Caamaño, Antonio Flores, los Generales Urbina y Robles, Julio Sáenz, Francisco Aguirre, Luis Felipe Borja y Manuel y Teodoro Gómez de la Torre. Los conservadores más distinguidos eran Monseñor Ignacio Ordóñez, Juan León Mera, Camilo Ponce, Francisco X. y Luis Antonio Salazar, el doctor Rafael Pólit, Vicente Piedrahita, Secundino Darquea y Pablo Herrera.

Algunos jóvenes radicales formaban el ala avanzada del liberalismo: Marco y Eloy Alfaro, Manuel Semblantes, Juan y Francisco Montalvo, Abelardo Moncayo, Roberto Andrade, Miguel Valverde, Federico Proaño, Emilio Estrada y Nicolás Infante. Estos conspiraron en mayo de 1876 en Guayaquil para derrocar a Borrero reemplazando su gobierno por el de Infante, pero fueron descubiertos y se desbandaron. Infante cayó preso y cuando era llevado por las calles de Guayaquil, escapó y pidió asilo en casa del Cónsul de México, de donde partió hacia el exterior a las pocas semanas, en uso de un salvaconducto. A esta conspiración se la llamó "Del Cojo Infante".

Los conservadores mantenían la defensa de la religión católica y los fueros del clero como bandera de lucha para volver a la dictadura o gobierno de elites; los liberales viejos solo deseaban mayores garantías y asumir nuevamente el poder perdido en 1859; los jóvenes querían cambios revolucionarios y como en su mayor parte eran de la nobleza de provincia, se sentían postergados por sus compañeros de partido, del ala vieja y rica. Pronto dividirán al partido en dos grupos: liberales y radicales y con el triunfo de éstos últimos con Alfaro en 1895, volverán a agruparse con el nombre de Liberales Radicales, por el que se los conoce hasta nuestros días a pesar que en la década de los años 30 los más radicales se separaron con el nombre de socialistas. Tocará al General Larrea Alba dividir a los socialistas con su famosa Vanguardia Revolucionaria que posteriormente forma al Partido Comunista en 1944 y asumirá el poder, por pocos meses, con el doctor Velasco Ibarra, para no volver a conquistarlo jamás.

LA RENUNCIA DE LOS HERMANOSGOMEZ DE LA TORRE

El Coronel Teodoro Gómez de la Torre en Mayo de 1876 abandonó por motivos de salud la Comandancia Militar del Distrito de Guayaquil y fue reemplazado por el General Ignacio de Veintemilla Villacís, garciano que pasaba por liberal sin serlo, ya que su único título era la simpatía que derrochaba a mares.El 15 de Junio de ese año se separó el Dr. Manuel Gómez de la Torre del Ministerio del Interior a causa de una polémica sostenida con el Gobernador de Tungurahua Dr. Francisco Montalvo, que terminó en la publicación de una carta de su hermano Juan mencionando que el Comisionado de Borrero para solicitar la dimisión del Ministro Gómez de la Torre, parece que aún no cumplía su cometido.El tal comisionado era Pedro Fermín Cevallos también Ministro de Estado y esto hizo que Gómez de la Torre renunciara, Borrero le aceptó y agradeció, mas las relaciones entre ambos quedaron rotas para siempre. Posteriormente Borrero se quejaría de su amigo indicando que solo pasaba en el Ministerio rodeado de gentes y haciéndolas reír con chistes y anécdotas, teniendo el subsecretario que asumir el trabajo. Otros dijeron que fue pura envidia de Borrero, de la popularidad de su Ministro y no faltó quien aseguró que la rabia de Montalvo en su contra se debía a que Don Manuel, estando en París, se negó a acceder a uno de sus continuos sablazos de dinero. Sea como fuere, la salida de estos hermanos ocasionó un debilitamiento al gobierno y preparó la caída de Borrero meses después, por la traición de Veintemilla en Guayaquil.

CELESTINO EL TERRIBLE

Hace más de un siglo(1851) vivió en estas regiones un simpático muchacho que con el correr de los años, aprendiendo las mañas de "Caco" fue a dar con sus huesos a la Isla Puna, sembrando el terror entre los comerciantes del puerto a los que asaltaba sin misericordia quedándose con sus pertenencias. Sin embargo poco le duró la buena estrella y terminó en el presidio de la Isla Isabela, meses después fue enrolado con otros forajidos y traído al continente, pero al llegar a la altura del golfo avistaron a la expedición floreana comandada por Mena, quien tuvo la mala suerte de toparse con "El Pirata", como se hacía llamar el joven Briones, sufriendo a sus manos una espantosa derrota. Poco después Flores regresó al Perú en espera de una mejor oportunidad para invadirnos.Este señalado servicio hizo que "El Pirata Briones" pasara a nuestra historia como un héroe y no como un ladrón cualquiera. De allí arrancó su fama y el recuerdo que aún se le conserva, a pesar que fue fusilado ignominiosamente en Guayaquil.GOBERNABA URBINA Y UN BUEN GABINETEDesde 1856 gobernaba el General Francisco Robles García, hombre honesto, sincero, afectuoso y muy dado a las damas y a los naipes, por lo que era popularísimo, y que llegó a la presidencia con el apoyo de su compadre, el General José María Urbina, quien lo postuló y sacó triunfante, a pesar que el país prefería al doctor Francisco Xavier de Aguirre Abad, más preparado que Robles para tan alto sitial. Pero así son las cosas y Urbina, convertido en alterego del régimen, dictaba los lineamientos de la política a Robles, que tuvo el buen criterio de rodearse de personas selectas y organizar su gabinete de la siguiente manera:En el Interior el doctor Marco Espinel; en Relaciones Exteriores el General Antonio José Mata Viteri; en Hacienda Francisco Pablo Ycaza Paredes y en Guerra y Marina el General Gabriel Urbina y Viteri; como se ve, en el gabinete compuesto de cuatro ministros había un hermano y un primo hermano del exmandatario.¡No podía ser más clara la influencia de quien acababa de ser designado Jefe de las Fuerzas Armadas del Ecuador!EL CONVENIO YCAZA-PRICHETTY un gran gobierno habría realizado el General Robles, bueno y simpático como un pan de pascua, de no haber sido por los enredos en que lo metió su ministro Francisco Pablo Ycaza Paredes; por querer sacar a Ecuador de la postración económica en que estaba sumergido, al no pagar a los tenedores internacionales de bonos de la deuda que adquirimos en la Independencia y que, por ser ingleses en su gran mayoría, dieron a la tal deuda el apelativo de "inglesa" y así ha pasado a la historia nacional.En efecto, nuestro ministro Ycaza suscribió un convenio con el representante de los tenedores de los bonos, entregándoles ingentes territorios para su colonización en el oriente y en la bahía del Pailón en Esmeraldas. Al conocerse este arreglo en Lima la prensa peruana escandalizó a la opinión pública de ese país, que parte de los terrenos eran de propiedad peruana.PERU NOS MANDA A CELESTINO EL TERRIBLEY el caos nacional comenzó a perfilarse cuando el Mariscal Ramón Castilla, Presidente del Perú, decidió mandar al Ecuador a un individuo atrabiliario y ridículo, pedante al máximo y hasta neurasténico si se quiere, llamado Juan Celestino Cavero. El primer incidente que ocasionó Cavero a la Cancillería ecuatoriana tuvo como fundamento que el General Robles no había concurrido a visitarlo apenas arribó a Quito. Estas pretensiones fueron negadas por inusitadas y peregrinas, porque es sabido que primero toca al Embajador acreditado presentar sus Cartas Credenciales al mandatario del país al que ha sido designado. La segunda nota de Cavero también fue cursi, se quejaba que el periódico oficial llamado "El Seis de Marzo" no había concedido mucha importancia a los discursos cruzados con ocasión de la entrega de las cartas Credenciales. Tanta bulla por asuntos tan baladíes no dejaron de llamar la atención en Quito, viéndose a las claras que Cavero únicamente deseaba promover un clima de tirantez entre ambos países.CAVERO SIGUE BUSCANDO PLEITOSComo ninguna de las notas de protesta trajo consecuencias graves porque pasaron inadvertidas en los medios de la Cancillería ecuatoriana, Juan Celestino Cavero volvió a las andadas y esta vez embistió contra el honor nacional. En carta de enero de 1858 dirigida al Ministro Plenipotenciario de Colombia en Quito, aseguraba que a consecuencia de la suscripción del Convenio Ycaza-Prichett, un grupo de ingenieros británicos estaba efectuando mediciones en las regiones orientales que habíamos cedido a los tenedores de bonos de la deuda inglesa, para regresar embarcados y con tropas y tomar posesión de dichos territorios; pero, esto, no era todo, porque algunos norteamericanos también querían venir en plan de conquista, amenazando los derechos de dominio de Colombia sobre parte de la hoya amazónica.

La comunicación fue pasada a la Cancillería de Bogotá y transcrita en la Gaceta Oficial. El General Antonio José Mata Viteri, Canciller de la República, preguntó a los representantes diplomáticos de Estados Unidos e Inglaterra sobre la verdad de estas afirmaciones y recibió respuestas claras y concretas: Todo era una patraña de Cavero!Acto seguido ordenó al Ministro Plenipotenciario del Ecuador en Lima, que lo era el mismo Francisco Pablo Ycaza Paredes, que solicitara, al gobierno de Perú el inmediato retiro del atrabiliario Celestino Cavero.EL CANCILLER PERUANO ERA QUITEÑOManuel Ortiz de Ceballos, natural de Quito, era Canciller de Perú; pero, aún a pesar de ello, en lugar de ayudarnos, se mostró hosco y altanero, contestando que no solo que no retiraría a Cavero sino que lo reconocía NUEVAMENTE Ministro Plenipotenciario en Quito y se agravó la situación. (1).Por otra parte el General Robles, considerando que las relaciones estaban rotas, el 24 de agosto de 1858 solicitó, al Consejo de Gobierno, las Facultades Extraordinarias indispensables para afrontar tan difícil trance. El Congreso Nacional se reunió en Quito el 28 de septiembre y en sesión del 12 de octubre ratificó dicha concesión; pero, el 27, el Senador Gabriel García Moreno envió al Canónigo de la Catedral de Cuenca, Presbítero Arévalo, con un recado para el Senador Pedro Moncayo, citándole a una conversación secreta ese día. El ilustre repúblico le contestó que como los asuntos a tratar eran de carácter público, la charla también debía ser pública, pero que de todas maneras si presentaba cualquier proyecto en la Cámara que lo consideraba justo, lo apoyaría sin condiciones. (1) Ortiz de Ceballos ara abogado, estaba casado con Josefa Tagle y Bracho, viuda del Marqués da Torre-Tagle, y tenía muchos años afincado en Lima.GARCIA MORENO SE EQUIVOCAEl entonces Senador García Moreno estaba desde 1851 en oposición al General Urbina y sus amigos por el asunto de la expulsión de los jesuitas. En la sesión de Diputados de ese día parose frente a todos y denunció que Urbina y Robles estaban comprometidos en negociados cuya finalidad era entregar las islas Galápagos en prenda o hipoteca a ciertos prestamistas extranjeros que estaban en Guayaquil y que las Facultades Extraordinarias solicitadas permitirían al gobierno el traslado de la capital de Quito a Guayaquil, para efectos de suscribir dicho contrato. Eso era falso, pero causó la conmoción que era de esperarse. Todos callaron dudosos y Moncayo cayó en la patraña y se levantó, apoyándolo. García Moreno salió de su curul y atravesando el salón de sesiones le dio la mano y dijo: "Siempre he tenido a usted por hombre de bien y quiero rendirle en público este homenaje". “Buen golpe, pues consiguió la amistad de Moncayo que antes no le tomaba en cuenta. Luego, volvió al ataque y pidió que se revocaran las Facultades Extraordinarias porque las noticias llegadas del Perú confirmaban que no había peligro. El pobre iluso no sabía por 1a lentitud propia de esos tiempos, que seis días antes, esto es, el 21 de octubre de 1858, el Presidente del Perú Mariscal Ramón Castilla había ordenado el bloque militar del golfo de Guayaquil en franca declaración de guerra al Ecuador.EL GOBIERNO DE ROBLES EN APUROSSabedor Robles de los sucesos ocurridos en el Congreso, convocó una reunión de amigos: los Generales Gabriel y José María Urbina Viteri, doctor Marco Espinel, doctor Manuel Bustamante y dos Senadores, uno de ellos Moncayo.El primero que tomó la palabra fue José María Urbina: "Está Ecuador en peligro. Perú acecha nuestros movimientos y trata de invadimos y bloquear Guayaquil. Usted debe ir a Bolivia, para provocar una alianza con esa república y usted —directamente a Moncayo— debe ir a Chile, a pedir la mediación con ese gobierno a fin de evitar una escandalosa guerra entre dos repúblicas hermanas. Luego, siguiendo con la lectura de Moncayo, éste cuenta que contestó a Urbina: "Si los dos senadores viajamos al exterior, el Congreso se queda sin quorum y usted con las facultades extraordinarias. Yo no me prestaré a semejante broma".Y se terminó la reunión.INTERVIENE EL JOVEN CAMILO PONCEEl Ministro de Relaciones Exteriores General Antonio José Mata Viteri, en quien habían recaído las Facultades Extraordinarias, al ver que el Congreso las revocaba, presentó su renuncia, quedando el portafolio en acefalía. Entonces se lo ofrecieron al doctor Marco Espinel que no lo aceptó y en esas circunstancias llegó a Quito la noticia de que la fragata "Amazonas", comandada por el Almirante Ignacio Mariátegui, de la armada peruana, había bloqueado el Golfo de Guayaquil, a pesar de los esfuerzos desplegados por el Gobernador Francisco Boloña y Roca en impedirlo.El Oficial Mayor de la Cancillería Camilo Ponce Ortiz, pariente del Ministro de Relaciones Exteriores peruano, anunció al Congreso la noticia y lo hizo con elocuencia y mucho énfasis, sin conseguir que los Honorables representantes cambiaran de opinión. Moncayo se burló de él porque Urbina lo abrazó y felicitó diciéndole: "Camilo: tú eres un gran orador, serás más tarde el Mirabeau ecuatoriano", y ambos —Urbina y Ponce— salieron en medio de los miembros del Congreso, llevándose detrás a tres senadores y cinco diputados, dejando a las Cámaras sin quorum. Esto ocurrió el 5 de noviembre de 1858 y al día siguiente, el último de sesiones, no pudo reinstalarse tan selecto cónclave, el gobierno vetó la reconsideración aprobada en las Cámaras y siguió utilizando las Facultades Extraordinarias.LOS QUITEÑOS PROTESTAN POR EL TRASLADO DE LA CAPITALRobles y Urbina bajaron a Guayaquil a hacer frente a los graves acontecimientos y el Vice Presidente Jerónimo Carrión y Palacios asumió el poder en ausencia del titular, disponiéndose el traslado de la capital a Loja, Cuenca o Riobamba, según fuere más conveniente para el país. Entonces el Cabildo quiteño protestó por este hecho y dos de sus Regidores, los doctores Pablo Herrera y Mariano Mestanza, fueron apresados, pero fugaron en el camino; no así el senador Pedro Moncayo, quien viajó desterrado a Lima donde encontró a García Moreno; mas, una noche, Moncayo y García Moreno fueron llamados por Castilla en secreto y llevados por varias antesalas hasta una cámara disimulada y entre generosos buches de buen vino el Mariscal les reveló su corazón, anunciando grandes acontecimientos para el futuro (la conquista del Ecuador) porque estaba preparando una expedición cuantiosa. Todo ello movió al entusiasmo de García Moreno que secundaba en todo, los planes del dictador peruano; pero, Moncayo, guardó silencio. Y a la salida discutieron. No se vieron más en la vida, cada cual tomó un camino diferente.

CONSPIRACION REALISTA DE 1821

En Febrero de 1821 arribó a Guayaquil el General José Mires anunciando que el Libertador enviaría varios batallones de Colombia para auxiliar a las milicias del puerto. La situación era difícil pues nuestras tropas habían sido derrotadas en Huachi y Tanizahua pero el entusiasmo no decaía. Las mujeres cosían uniformes, los hombres fabricaban pólvora y municiones y hasta los muchachos gritaban Viva la Patria. Muchos jóvenes se acuartelaron entonces, completando un batallón de artillería y tres de infantería, pero hacía falta un ejército con experiencia y esto lo había ofrecido Bolívar.Por fin, en Marzo, arribaron a Manabí los primeros contingentes armados provenientes de Buenaventura en Colombia, posteriormente pasaron al Morro, allí se ejercitaron y disciplinaron. Sucre estaba en Guayaquil y suscribió un Tratado con la Junta Superior de Gobierno de la Provincia compuesta por Olmedo, Roca y Jimena. El día 15 de mayo se ultimaron los detalles y Guayaquil aceptó la protección de Colombia facultando a sus gobernantes a estipular convenios con otras naciones y especialmente con España; de aquí a la incorporación definitiva con la Gran Colombia sólo había un paso que lo dio Bolívar al año siguiente, días antes de su célebre entrevista con San Martín.Por lo pronto, seguían llegando soldados colombianos que transportaba el general Juan lllingworth Hunt y se alojaban en diversas casas particulares contratadas con ese objeto. La ciudad parecía un cuartel pues los soldados del Guías y el AIbión eran numerosos. En los hospitales San Juan de Dios y Santa Catalina Mártir se acondicionaron camas y rudimentarios equipos de cirugía y enfermería. Al mismo tiempo algunos realistas se reunían en la casa de Juan Barnot de Ferruzola con el fin de sublevar los cuarteles. El jefe del grupo era el Teniente Juan Sepúlveda, que contaba con la ayuda del Coronel Juan de Dios Arau; del teniente coronel Bartolomé Salgado; de Andrés Orias de Marin y otros. El golpe se preparaba en el mayor secreto pero el físico Manuel Moreno, médico del Batallón Defensores, logró enterarse del asunto y siguió el hilo de los acontecimientos.Para el efecto, Araujo, que estaba casado con una de las hijas de Ferruzola, ascendió de grado a Sepúlveda con el fin de darle mayor poder en la tropa; pero, Moreno, que sólo conocía los planes de Sepúlveda cometió el error de irlo a denunciar donde el propio Araujo, quien le intimidó con prisión si seguía acusando a los oficiales y arrojó la denuncia al fuego para borrar hasta el recuerdo. Moreno se asustó y prometiendo mayor discreción en el futuro se dio por bien servido de no ser castigado y guardó

silencio, pero ya era tarde, pues la noticia había corrido y aparecían nuevos realistas sospechosos y entre ellos Francisco Concha, Jacinto Caamaño y Moraleja, y José Alvarado.La sublevación iba a estallar el 15 de Mayo con motivo de la suscripción del Acta con Colombia; ese día pensaban tomarse los cuarteles al grito de “Abajo los extranjeros de Colombia, viva la Patria”, destituyendo a los miembros de la Junta y comisionando a Araujo en su reemplazo, pero felizmente postergaron los planes por falta de apoyo entre el elemento militar y sólo meses después se produciría la revuelta como veremos a continuación.Ajeno a estos ajetreos Sucre movilizaba sus efectivos para enviar a Babahoyo al Batallón Libertadores No. 1 al mando del comandante Bartolomé Salgado y dejando a la caballería en Guayaquil se trasladó a Samborondón con su Estado Mayor y el Batallón Santander, iniciar la marcha a la sierra. El 15 de julio recibió un aviso de Salgado, pues los realistas parecía que andaban cerca de Sabaneta a pocas horas de Babahoyo y preparaban un ataque. Sucre ordenó la salida de Santander y que la caballería pasara a Samborondón donde él la esperaba con impaciencia, pero ocurrió la traición del Teniente Coronel Nicolás López de Aparicio, venezolano que había peleado al lado de los realistas hasta que derrotado por los Generales Valdés y Mires en la batalla de Pitayó, escapó a Quito, donde se unió a las tropas del General Melchor de Aymerich, siendo tomado prisionero por las guerrillas patriotas de Machachi, que lo llevaron al campo del coronel Luis Urdaneta, jefe de las tropas guayaquileñas. Entonces logró fingir arrepentimiento y que lo aceptaran como de los nuestros, presentándose en Huachi donde no desertó después de la derrota y se vino con los demás miembros del ejército a Guayaquil, afianzándose en la confianza de sus superiores.La Junta de Gobierno le ofreció el mando del Batallón Libertadores, cuyo jefe era Araujo, quién ascendió a la Comandancia General de Armas fin de pasar revista, dejando todos los asuntos administrativos en manos de López de Aparicio y cuando Sucre ordenó la movilización a Babahoyo, López de Aparicio pretextó no poder viajar porque se le había abierto una vieja herida en la pierna, permitiendo que lo hiciera Salgado, quien al llegar a Babahoyo dio la noticia falsa a Sucre, de la proximidad de los españoles, obligándole a dejar a Guayaquil desguarnecida, para llevar el resto de la tropa a Babahoyo a presentar batalla a Aymerich.En Guayaquil los españoles y realistas hablaban de futuras anexiones a Colombia, Perú o Chile y en esta labor de descrédito intervenían López de Aparicio, Araujo, Martín, Caamaño, Oyague, Ferruzola, Sepúlveda, Mendiburo, Pellicer, Páez, Concha y otros más pues todo lo habían programado para aislar a Sucre en Samborondón, mientras en Babahoyo, Sepúlveda y López de Aparicio se unían a Aymerich, que venía de la sierra y entre todos atacaban Samborondón.En la madrugada del 17 de Julio la ciudad se despertó alarmada por el ruido de los cañonazos que lanzaba la escuadrilla fluvial de diez lanchas que había sido tomada por el Teniente de Fragata Ramón Oyague, natural de Guayaquil, al grito de Viva el Rey, al mismo tiempo una lluvia de balas caía sobre el malecón. El Batallón Defensores, dirigido por el Comandante Dionisio de Acuña; se situó en la tahona y contestaba los disparos. El Teniente de navío Manuel Antonio de Luzarraga, Jefe de la escuadrilla, salió a gatas de su cama y corrió a medio vestir al sitio en que se hallaba el Condestable Francisco de Reina y Martos, que armaba cinco cañones (3 en la tahona donde hoy está el Hotel Humboldt y 2 en las esquinas de Sucre y Colón).Reina era alto y delgado como buen andaluz aventurero y marino de oficio. En 1853 murió por haberse asomado a presenciar la llegada de la flota de su compadre el General Juan José Flores, a quién daba vivas y aplausos, cuando una bala de cañón lo arrancó de la ventana, arrojando a varios metros su cadáver; pero, en 1821 fue el héroe de la defensa de Guayaquil, pues sin su ayuda hubiéramos capitulado. El solo hundió a la lancha No.5 y abrió un boquete en la proa de la fragata «Alexandra» donde estaba Oyague, que a las doce del día y viendo que no tenía apoyo después de más de diez horas de incesante bombardeo, huyó con la escuadrilla, siendo perseguido por las goletas Alcance y Olmedo que lograron capturar al grueso de la tropa que desembarcó en Punta Pital, cerca de Machala, donde las autoridades patriotas los cercaron.Oyague había entrado en la conjura contra la Patria por un asunto de faldas que relatado por José Gabriel Pino y Roca consta en una de sus tradiciones con el nombre de la Chinta Mora.

COSTUMBRES DE ANTAÑO

Una ruidosa salva de 21 cañonazos anunciaba en el pasado la llegada del 9 de octubre. A las 10 de la mañana izaban el pabellón nacional en la Gobernación al son del himno patrio cantado por las educandas del Colegio de los Sagrados Corazones, que lucían anchos vestidos de zaraza blanca y en el pecho terciado a la derecha el tricolor ecuatoriano.A las 11 era el Te Deum, luego el Cabildo encabezaba el desfile por las principales calles, saliendo de la Catedral hasta el Malecón y por esta hacia 9 de Octubre donde terminaba. Por la tarde circulaban góndolas adornadas de flores y bellas damitas del Guayas; los edificios públicos y buques mercantes y de guerra surtos en la ría se embanderaban e iluminaban de noche, ofreciendo un espléndido espectáculo.En las calles ser levantaban palos encebados, cucañas y castillos de fuego y de frutas hacían las delicias de los rapazuelos, se corrían jolgorios y vacas locas, toros de Baba y los ya achacosos y ancianos próceres eran visitados y recordados en sus casas por sendas delegaciones del Concejo, que portando Acuerdos y regalos les alegraban sus últimos años de vida. El coronel Baltazar García vivía en el Astillero, el Teniente Coronel José Felipe Letamendi cerca de la Merced y el Teniente Juan José de Antepara en Chanduy, hasta donde iba anualmente la comisión.Se acostumbraba visitarlos con un toque de corneta y un tambor militar, para llamar la atención del vecindario; luego el comisionado, portador de la bandera octubrina, la tremolaba en ambas direcciones frente al anciano, que lloraba de emoción y patriotismo en medio de familiares y amigos. Esas escenas eran realmente magníficas y muy edificantes, hasta que bien entradito el siglo terminaron por caer en desuso; quizá a la muerte del último prócer octubrino que bien pudo ser García o Letamendi.LISTA DE PATRIOTASY como tratamos de próceres, viene al pelo indicar que el 9 de Octubre de 1820, después que los señores del Cabildo y las autoridades del lugar firmaron el Acta de la Independencia; el Secretario José Ramón de Arrieta extendió varias hojas de papel «sobre la mesa del despacho para que continúen firmando los siguientes patriotas» (sic.) asistentes a la sesión, que tenía lugar en el piso alto de la Municipalidad con frente al río y son en orden alfabético:

Carlos AcevedoTeniente Hilario AlvarezBernardo Alzúa y LamarManuel José de Amador y SotomayorJosé de Antepara y ArenazaJuan José de Antepara BejaranoJosé ArellanoFernando Ayarza, que años después será mandado a azotarpor el doctor García Moreno.Jacinto Bejarano LavayenJuan Francisco Benites FrancoLuis Benites y FrancoJuan María Bernal. MédicoJosé BoúJosé María CaicedoAbdón Calderón GaraycoaCarlos CalistoJosé CamargoFrancisco CambaJosé Carbo UnzuetaMiguel CarreteroFrancisco Casanova PlazaManuel Víctor CeballosJosé Congo, patriota de raza negra

José Cruz Correa, PeriodistaEl R.P. Miguel CumplidoCapitán Antonio de Elizalde LamarTeniente Coronel Gregorio EscobedoVicente de Espantoso y AvellánJosé María FajardoManuel José Fajardo. Autor de una de las tres versiones que existen sobre la Revolución. Teniente Antonio FarfanTeniente León de Febres Cordero ObertoJuan FerruzolaAgustín FrancoManuel Ignacio FuentesJosé Garaycoa LlagunoLorenzo de Garaycoa LlagunoSargento Mayor Baltazar GarcíaJosé Pío GutiérrezJosé Hilario IndaburuTeniente Coronel Rafael Jimena LarrabeitiaManuel de Lara y PonceAgustín LavayenFrancisco de Paula LavayenGabriel LavayenManuel LavayenMiguel LavayenMiguel de LetamendiManuel LoroJosé Joaquín LoboguerreroFrancisco LuzcandoJosé Locadio Llona y RiveraManuel de Llona y RiveraDiego ManriqueDomingo ManriqueJosé MariscalManuel MármolGuillermo Merino y OrtegaPablo Merino y OrtegaRafael Merino y OrtegaJuan de Dios MolinaRamón MoncayoPedro Morlás, Tesorero de las Reales CajasManuel Murillo y RuizSargento Primero Damián Nájar CeballosDiego Noboa ArtetaJosé OyarvideRamón PachecoJuan PadillaAnselmo de la ParraSargento Primero Isidro PavónJosé Francisco Peña y LazoJosé María PeñaJuan PérezMariano Pérez de la RúaManuel Ponce de LeónJosé Antonio RodavegaCiriaco Robles GarcíaFrancisco María Roca RodríguezVicente Ramón Roca RodríguezPedro Roca RodríguezJosé RibasIgnacio RiberaJusto RiberaRamón SobenesJosé María SámperAmbrosio SánchezNarciso Sánchez

Estos son los verdaderos próceres de la Independencia de Guayaquil.Para la procesión de Corpus Christi, la más solemne de la cristiandad, era obligatorio para los dueños de casa sacar al balcón las frazadas, colchas o alfombras más chillonas que poseyeran, para que sirvieran de adorno. El Domingo de Ramos y desde la antigua Iglesia Matriz salía una solemne procesión portando palmas y gritando vivas a Cristo, que cabalgaba sobre un burrito rememorando la entrada en Jerusalén. La mayor parte de los fieles se manifestaban en público deteniendo el paso del pollino para darle pan de dulce y tortas, suponiéndole con hambre. El pobre burro, al término de la procesión, sino quedaba empachado, era por milagro divino de tanto comer.LOS COMPADRAZGOS DE PAPELITOEsta bucólica y pueblerina costumbre se practicó hasta bien entrada la década de los años 30 y de preferencia con los vecinos del barrio a los que se enviaba con la doméstica de casa, en una bandeja de plata, una fuente de porcelana con Manjar Blanco, Carlota Rusa, Pío V, princesa de Angulema y qué se yo cuanto personaje real haya prestado sus nombres y títulos para bautizar platos de la almibarada cocina francesa del siglo pasado.El dulce iba dentro de la fuente, adornado con flores alrededor y tapado con una inmaculada servilleta de papel de color, picado en los costados y que llevaba en su centro un papelito ológrafo o impreso, con el cariñoso versito alusivo al nuevo parentesco. Por encima, el fino pañuelo de seda prestaba un ligero aire de misterio al presente. Casi siempre el obsequio consistía en dulces, aunque también se acostumbraba enviar prendas de vestir, colonias y hasta alhajas. El aludido desocupaba el charol de plata, lo devolvía soltando una peseta o dos y agregaba: «Dígale a la señorita... que acepto muy gustoso su fino obsequio y que ha tenido una mala elección», cerrando la puerta al mismo tiempo, no sin antes sonreír repetidas veces. En seguida se llevaban las flores a un jarrón que colocaban al pie de la ventana para que sea visible desde fuera, ponían el dulce en el guardafrío y al cabo de pocos días enviaban la fuente con algún «cariñito» para que la comadrita no lo olvide.Estos compadrazgos de papelito sólo podían realizarse entre el 25 de Diciembre y el Domingo de Carnaval, ni antes ni después, terminando la costumbre porque se prestaba a muchos abusos, ya que no faltaron personas interesadas que se compadreaban de a papelito con gentes ricas o poderosas, sólo para salir de apuros y ganar en el cambio.Veamos un típico verso guayaquileño de «papelito»

Asomada en mi balcón

te vi pasar por el frentey sentí que dulcementeme palpitó el corazónentonces, con emociónle conté el caso a mi madreen presencia de mi padrey cuando ya me escucharonalegres me aconsejaronque le saque de compadre¡Vive compadritocontento y felizluciendo en el pechofragante jazmín!...

QUEMA DE AÑOS VIEJOSEsta fiesta, que nada tiene que hacer con las otras, por su carácter profano, aún subsiste en Guayaquil con el antiguo esplendor y desde antaño se la celebraba a las 10 de la mañana, formando comparsas de 20 personas portadoras de un muñeco de trapo o «Año Viejo» y pedían dinero a los transeúntes para comprar «Mallorca» (puro de anís). Otros se vestían de negro y recorrían las calles simulando ser viudas del año hasta que a las 7 de la noche se realizaba la quema general de muñecos y todos se retiraban a dormir a sus casas, para estar listos a las 5 de la mañana del día 1o. de enero y asistir a misa de iniciación de nuevo año.BAUTIZOS Y CONFIRMACIONESAntaño fueron de renombre por el boato que gastaban nuestros lejanos abuelos. Padres, padrinos e invitados celebraban el ingreso de un nuevo miembro de la fe en Cristo con singulares muestras de regocijo; sin embargo, el padrino se veía acosado a la salida del templo por una jauría de muchachos que molestaban al grito de: «Capillo, padrino cicatero, bolsillo de candelero»...Llegado el momento de la conversación se obsequiaban limones adornados con cintas de colores, medios y clavos de olor. Los ricos repartían medallas de oro, plata o bronce, en formas de flores, animales o frutas, con inscripciones alusivas a la fecha y nombres de los padrinos y del ahijado, no faltando los obsequiosos que regalaban libras esterlinas.

Los padres agasajan con canastas llenas de «huevos de faltriquera» envueltos en papel cometa de color blanco y pagaban el baile y la banda. A las tres de la mañana era de ley servir «Caldo de Tucos» picante y con pedazos de gallina y verde para fortalecer a las parejas y continuar el baile y la celebración.

CRIMEN DE VALDIZAN

Desde 1860 comenzó para las Galápagos una era de prosperidad con la formación de la "Empresa Industrial Orchillana” compuesta por Manuel J. Cobos, Palemón Monroy Cedillo y los Sres. José Antonio de Rubira Henríques y Jurado; esta compañía se dedicaba a beneficiar la orchilla silvestre que enviaban con buenos precios a México para teñir telas.En 1869 el gobierno de García Moreno sacó a remate el derecho de recolección de esa planta en el archipiélago y al presentarse el español José de Valdizán, se le dio la concesión general retirándose del negocio la Empresa que lo había iniciado. Valdizán era muy competente en labores agrícolas vivía en Santa Elena casado con doña Carmen de Rubira Henríques y era dueño de la goleta "Venecia" que manejaba el capitán Nicolás Paterson; pero cometió el error de ir a la cárcel de Guayaquil y tomar a su cargo a ocho peones conciertos, "presos por desobedientes y malos", a quienes llevó a Galápagos, saldando sus deudas a mitad de precio, a sus patrones. Junto a estos sujetos patibularios Valdizán también condujo gente honesta y trabajadora en número mayor a un centenar, que embarcó en la "Venecia" con rumbo a Santa Elena, donde subieron algunos niños y mujeres y en mayo de 1878 partió a la Floreana, arribando a los cuatro días de viaje, al sitio denominado "Playa Prieta", donde repartió el trabajo. Unos harían de carpinteros, otros de peones agrícolas, los más sembrarían pastizales y los menos arreglarían el camino que iba de La Playa a la casa de hacienda; sin embargo, desde el primer momento, comenzaron a manifestarse signos de descontento y rebeldía entre los conciertos, que sistemáticamente se negaban a cumplir órdenes, sostenían fuertes pendencias y renegaban de sus suertes, embriagándose y profiriendo amenazas contra la vida del nuevo patrón.Así las cosas una noche se reunieron en la casa de Anatolio Lindao y fraguaron ejecutar la muerte de Valdizán, pero como el enérgico Mayordomo José Aragón podía ser un obstáculo insalvable, decidieron deshacerse de él; por eso, el 23 de julio, a escasos dos meses de la llegada y muy por la mañana, los peones Peña y Méndez se le acercaron a conversar y en un descuido decerrajáronle un formidable machetazo por la espalda que lo derribó del caballo y ya en el suelo le dieron otro en la cara, dejándolo como muerto. Enseguida se dirigieron con los demás complotados a la casa de Valdizán, llegaron como a las siete de la mañana, entrando con el pretexto de solicitarle permiso para no trabajar ese día; sin embargo, Valdizán, se los negó con buenas razones, agasajándolos con una copa de aguardiente; poco después salieron pero tornó a regresar uno de los que había estado antes, de apellido Alvarado, requiriendo otra copa que el paciente Valdizán se la sirvió con esmero y al agacharse para colocar la damajuana debajo del escritorio, Alvarado le metió una cuchillada por el costado izquierdo que le perforó los intestinos y le entró profunda, hasta la misma cacha. Valdizán era hombre fuerte y logro zafarse y subir al primer piso donde quedó encerrado con su esposa y con el cocinero Eusebio Quimí.Su sobrino, el niño Macario Díaz fue testigo presencial del suceso y sin que nadie lo viera salió a la carrera para avisar a José Federico Salazar; quién, cargando una escopeta y por caminos poco conocidos, trató de llegar a la casa para sorprender a los asesinos, pero al acercarse y oír los ruidos provocados por la destrucción del mobiliario y las voces de los alzados se topó con el peón Galindo, que machete en mano lo esperaba en actitud sospechosa, así es que lo hizo caminar por delante; mas, en un descuido Galindo corrió a la casa y dio parte a sus compañeros. Entonces salieron varios peones, entre ellos Camilo Merchán y Anatolio Lindao, armados con escopetas que dispararon a Salazar y lo llevaron a la casa, como rehén. En el interim el mismo niño Díaz había podido llegar a donde el capitán Tomás Levick, quien salió a defender la tranquilidad de la hacienda, mientras Valdizán, su esposa y el cocinero se habían arrojado por la parte posterior y huían al campo. Quimí el cocinero, le metió los intestinos a Valdizán y lo amarró con una faja de tela. para que no perdiera mucha sangre. Como dos millas pudieron andar a pie, porque los dolores del herido hicieron imposible que continuaran. A la postre Valdizán cayó muerto a tierra y su viuda se internó hacia el monte, mientras Quimí seguía para la casa de Levick. Al poco rato, los alzados llegaron hasta el sitio donde estaba el cadáver, no sin antes asesinar en el camino al peón Bernardo Pozo, de los leales, que encontraron trabajando. Pozo murió de un machetazo en la nuca, mientras beneficiaba el cuero de una res recién sacrificada.Los restantes alzados seguían en la casa de Valdizán, bebiendo sus licores y comiendo gallinas y patos y hasta preparaban tomar por sorpresa al pailebot "Elena Catalina" que los llevaría a Santa Elena, cuando escucharon pasos afuera y se armaron. Sería cosa de las once de la mañana cuando las fuerzas de Levick cercaron la morada; la balacera fue corta por la superioridad de los leales que tenían escopetas de repetición, mientras que los alzados solo disponían de algunos rifles y machetes.Salazar fue liberado y salió a recoger el cadáver de Valdizán, a quien le construyeron un féretro y lo velaron dos días. Otra comisión partió en búsqueda de doña Carmen Rubira, que anduvo tres días perdida en el monte, sufriendo hambre y sed. Levick se hizo cargo de la administración, todo volvió al orden anterior y el Mayordomo Aragón fue conducido a una casa, donde tardó semanas en reponerse de sus heridas. Únicamente faltaba apresar al viejo peón Anatolio Lindao, que huía por los montes.Veinte días después arribó el "Elena Catalina" al mando del Cap. Leonidas Drouet, y a la mañana siguiente, mientras el Contramaestre estaba revisando la bodega, descubrió en la penumbra a un bulto que se movía dentro del sucucho de leña. Era Lindao que estaba escondido y fue inmediatamente apresado.El 2 de agosto el "Elena Catalina" retornó a la península llevando presos a Lindao y a Martínez para que fueren juzgados por las autoridades competentes; sus otros compañeros habían muerto en la refriega.Con la desaparición de Valdizán terminó el intento de colonización de la Isla Floreana; algunos de los peones leales pasaron a la isla Chatam donde Manuel J. Cobos iniciaba un ingenio de azúcar. Entre estos se encontró el carpintero José Federico Salazar, que

por muchos años fue el más antiguo colono del archipiélago, patriarca que gozaba de general estimación y era algo así como la historia viviente de las islas.

¿CUANDO SE PERDIO TUMBES?

Antes de la llegada de los conquistadores Tumbes fue una avanzada incásica en el golfo de Guayaquil, entonces dominado por los aguerridos punaes. En 1531 Pizarro desembarcó en Tumbes sin mayores sobresaltos y se hizo conducir a Cajamarca donde apresó al Inca Atahualpa en 1532. Chili Masa, Cacique de Tumbes, permitió la fundación de San Miguel de Piura, primer poblado español que existió en estas regiones, y fue asentado en el sitio de Tangarara. En 1534 dicho Cacique brindó su hospitalidad a Benalcázar y lo ayudó en su ascenso a la cordillera, para combatir a Rumiñahui.Con posterioridad a la conquista, Tumbes perdió importancia convirtiéndose en un pueblecito costero, utilizado como caleta de pescadores y punto de aguada -para aprovisionamiento de agua de las embarcaciones que hacían la ruta Guayaquil - El Callao. En el siglo XVIII los jesuitas adquirieron grandes extensiones de tierra en esas zonas y formaron las haciendas «Salinas» y «Zarumilla» -ubicadas en la jurisdicción de Piura, términos del pueblo de Tumpis. Al producirse su expulsión de América en 1767, esas propiedades pasaron a ser administradas por la Junta de Temporalidades que funcionaba en Quito, y Tumbes fue incorporado al territorio de la Audiencia. El 8 de Julio de 1788 la Junta vendió ambas haciendas al capitán Miguel de Olmedo y Troyano, comerciante malagueño avecindado en Guayaquil, en la cantidad de 2.666 pesos con 5 ½ reales. Olmedo pagó de contado los 666 pesos y 5 ½ reales y quedó debiendo los 2.000 pesos restantes, con el compromiso de pagarlos en dos anualidades; pero no lo pudo hacer porque esas tierras no producían para la agricultura por ser estériles y estar formadas por manglares y salitrales. Las tierras se componían de 97.530,83 hectáreas donde estaban incorporadas las Salinas, tierras y sitios entre los ríos Cayancas y San Nicolás de Tumbes, que fueron donadas por el Rey de España en 1627 a Pedro Aguilar Campo y que sus descendientes entregaron a los padres jesuitas. Y pasaron los años y murió el Cap. Olmedo, persistiendo la deuda como crédito contra su testamentaría. Así lo reconocieron en 1813 sus hijos José Joaquín y Magdalena. Para 1825 aún seguía el crédito pendiente, constando en la Tesorería de la Nación que funcionaba en Bogotá y como Olmedo no había recibido sus sueldos de diplomático de la Gran Colombia en Londres, Bolívar ordenó una condonación del crédito por los sueldos. El 1° de Diciembre de 1825, ya libre de trabas y gravámenes, Olmedo vendió ambas haciendas a José Noblecilla Romero natural de Arequipa, con todos sus derechos y acciones y demás sitios en 8.000 pesos, con los siguientes linderos: Por el Norte el Océano Pacífico desde el Estero de la Ramada hasta el río Cayancas hasta el Cerro Cóndor. Al Este el río Zarumilla en toda su extensión y desarrollo hasta la vertiente del Zaruma y al Oeste y al Suroeste las pequeñas propiedades ribereñas comprendidas entre la quebrada de Ceibal o de Las Vacas hasta el Estero de la Ramada. El comprador se trasladó a la zona con gente de su absoluta confianza -toda peruana- y emprendió en trabajos de agricultura y ganadería. Allí comenzó la peruanización de Tumbes y sus contornos. En 1865 el general Guillermo Franco Herrera vivía exilado en Tumbes, que ya era territorio peruano, En 1910 Tumbes era zona de disputa fronteriza entre el Ecuador y el Perú. Ese año nuestro grito fue «Tumbes, Marañon o la guerra»; sin embargo, nada se podía hacer, pues hacía casi cien años que habíamos perdido la posesión.

En 1915, el general Leonidas Plaza reconoció esta realidad y otorgó el nombramiento de Cónsul General del Ecuador en Tumbes a favor del periodista Clotario Paz, quien desempeñó dichas funciones por algunos meses. Aún se conserva el diploma del nombramiento en poder de su hijo el Cap. Jorge Paz Reese, quien habita en la hacienda Zaragoza, kilómetro 12 del carretero a la Costa, donde puede apreciarse tan histórico documento. Para 1941 nos invadió el Perú mediante una ofensiva armada que salió de Tumbes y en 1942 el Ecuador reconoció oficialmente la soberanía peruana sobre esa región. Habíamos perdido definitivamente «los términos de Tumbes».

DAMAS DE ANTAÑO

Cuando en 1852 arribó a Guayaquil la Flota francesa al mundo del Almirante Février des Pointes vino en calidad de oficial naval Monsieur Pierre Pointel, autor de "Diario de Viaje" que publicó en París en 1866. De su lectura se desprende que las damas antiguas de Guayaquil eran hablantinas y sociables, muy dadas a las reuniones de familia en las que hacían las delicias de los convidados con numerosos manjares y refrescos, al cual más apetitoso y complicado.Blancas de piel, de tez sonrosada y bajas de cuerpo, poseían la grácil figura de las mujeres de trópico y el encanto moruno de España, unido todo en un fino deslizar de crinolinas y abanicos que soplaban aires perfumados por doquiera que ellas trajinaban.Así las describe el caballeroso turista Pointel y así quiere grabarlas mi pluma en la imaginación del lector, y como de nada serviría una simple descripción física, estudiaremos su idiosincracia a través de algunos ejemplos que denotan sus principales rasgos de carácter.ROSITA CAMPUZANO:LA PROTECTORASe debe al inmortal Ricardo Palma autor de "Las Tradiciones Peruanas", el conocimiento que tenemos de nuestra compatriota la hermosa guayaquileña Rosita Campuzano, bautizada por la maledicencia limeña con el remoquete de "La Protectora", por ser amante del General José de San Martín, "Protector" del Perú y Libertador de Argentina y Chile.Palma la conoció de joven hacia 1847 cuando ella era cincuentona, caminaba apoyada en una muleta de madera y vivía en extrema pobreza en unas habitaciones ubicadas en los altos del edificio de la Biblioteca Nacional de Lima, que se las había cedido el ilustre Director Dr. Francisco de Paula Vigil, casi por misericordia. En su juventud nadie había ayudado más que Rosita Campuzano a la causa libertadora, prestando valiosos servicios a la futura república peruana. Prueba de ello fue que el propio San Martín, siempre parco y meticuloso, incapaz de escandalizar a la sociedad como lo haría después Bolívar, se rindió a las evidencias y cuando fundó la Orden del Sol por decreto del 11 de enero de 1822 la designó Caballeresa, colocándola a igual nivel que las más encopetadas matronas de la época y otorgándole una banda roja y blanca, con la siguiente leyenda bordada en letras doradas: "Al patriotismo de las más sensibles".A más de Rosita solo tres ecuatorianas alcanzaron tan alta presea: Manuelita Sáenz, la libertadora del Libertador; Mercedes Decima-Villa, que acompañó a su esposo de Almirante Juan lllingworth en el sitio naval de El Callao y María Aguirre Abad, esposa del doctor Francisco Marcos, Vice Presidente de la Gran Colombia en 1826. Bien por Guayaquil que dio tres caballeresas de las cuatro.INICIA SUS AVENTURASSegún se cree, porque nada hay probado en la vida de nuestra paisana, Rosita comenzó a correr el mundo de solo 19 años de edad en 1817, yéndo a Lima del brazo de un español cincuentón. En 1818 ya estaba más avispadita y cambió al peninsular por otro de más copete, el general Domingo Tristan, que la presentó a mucha gente de viso y la instaló en una lujosa mansión de la calle de San Marcelo, sitio de concurrencia obligada de lo mejorcito del intelecto y de la juventud de la ciudad virryenal. Uno de los más interesados en ella fue el cuencano José de Lamar y Cortázar a la sazón segundo después del Virrey en el gobierno español en Perú; pero como Rosita era patriota, logró convencerlo de las ventajas del nuevo régimen que se avecinaba con la presencia de San Martín en el sur y al fin se salió con la suya y Lamar y Tristán se cambiaron al campo patriota.Varios autores afirman que Rosita también se entendía con el Virrey La Serna y que algunos planes militares pasaron por ella a conocimiento de los patriotas que acampaban en Huaura. Luego cambió a sus anteriores amantes por el apuesto General Tomás Heres, Jefe del Batallón Numancia, logrando que Heres y 900 soldados se hicieran patriotas, con lo que el régimen español quedó herido de muerte. ¡Repámpanos! ¡Qué mujer y encima guayaca por los cuatro costados! ¿Qué es de nuestro municipio que no le ha levantado una estatua?.CONQUISTA A SAN MARTINDesde 1821 puede decirse que la Campuzano es amante de San Martín, por ese año la noticia se regó en todas las calles y plazas de Lima a pesar de que jamás se los veía juntos. Ella tampoco daba qué hablar a la gente pues guardaba su sitial detrás del héroe y a su sombra. Lamentablemente San Martín no tuvo la vena romántica y salvaje que caracteriza a los seres apasionados y a los

pocos meses, de una pasión que fue sol y llamas solo quedaba rescoldo y cenizas; Rosita siguió su camino, condecorada, bella y patriota, pero su hora mejor había pasado.Palma nos cuenta que por 1860 falleció pobre en Lima, ayudada con pensión mensual que le fijó el Congreso Nacional del Perú en premio a los servicios prestados en la independencia. Se le conoce un solo hijo llamado Alejandro Weniger Campuzano, que falleció joven y soltero a consecuencia de heridas en una batalla de las muchas que hubo en el Perú durante el siglo pasado.Este desgraciado muchacho fue fruto de los amores, quizá los últimos de Rosita, con el alemán seco y vulgar propietario de dos almacenes Juan Weniger, que jamás la ayudó en su desgracia y hasta le quitó al niño para educarlo interno en un colegio limeño. ¡Pobre compatriota nuestra, pero qué carácter!.CARMENCITA ARBELAEZ Y LOS VELOS DE SU VIUDEZEn la madrugada del 9 de Octubre de 1820 los patriotas guayaquileños proclamaban la independencia, tomándose los cuarteles de la ciudad. Al teniente Hilario Alvarez, también llamado "Cacique Alvarez "por su ascendencia indígena cuzqueña, habiendo ocupado los cuarteles realistas ubicados en los extramuros de la urbe, le tocó hacer la primera patrulla de la madrugada, cabalgando a la casa del coronel Barrio, situada en la esquina de las actuales calles de Chile y 10 de Agosto, al costado del antiguo convento de San Agustín, cuyo solar ocupa hoy la Biblioteca Municipal.El objeto de esta maniobra era tomar prisionero a Barrio, que tenía 20 hombres que lo custodiaban porque ya había recibido noticias de que algo se trama en el puerto. Barrio no dormía y al oír el ruido de los cascos de los caballos, gritó: ¡Alto! ¿Quién vive? ¡La Patria!, fue la respuesta; y luego vino el cruce de fuegos entre ambos bandos.El Sargento Primero Isidro Pavón estaba cerca, y presto corrió a ayudar a Alvarez, y aprovechándose de la obscuridad de la noche cargó a caballo contra los soldados de Barrio, a los que sorprendió, envolvió y tomó prisioneros. El jefe español fue sacado de su casa y llevado a grupas al cuartel de Artillería donde quedó prisionero.Como a eso de las tres de la mañana solo seguía en poder de las autoridades el Cuartel de Caballería comandado por el bravo Joaquín Magallar, español joven y apuesto, bizarro como pocos y novio de la hermosa guayaquileña Carmen de Arbeláez y Morillo que lo amaba mucho.Urdaneta encabezó el asalto al cuartel de Magallar y junto a los Sargentos José Vargas e Isidro Pavón irrumpieron y encerraron a la tropa. Magallar estaba en los altos del edificio, durmiendo como es lógico a esas altas horas, escuchó ruidos en los bajos y a medio vestir se asomó espada en mano y alcanzó a dar un grito de combate: ¡A las armas muchachos! exclamó el pobre Magallar y no puede decir más porque le alcanzó un pistoletazo en el pecho que lo envió al otro mundo. Fue el único muerto el 9 de Octubre de 1820 en Guayaquil y Urdaneta el que le disparó.Horas después algunas personas caritativas llevaron su cadáver a la casa de la novia, único ser querido que tenía el difunto en el puerto. La pobre, dicen las crónicas viejas, nunca pudo olvidar su memoria y ya ancianita y como de 70 años seguía recordando al valiente Comandante que conquistó su ardiente y joven corazón, pletórico de amor y de promesas.Carmencita de Arbeláez llevó hasta su muerte los pesados y negros velos de la viudez, a pesar que jamás conoció el matrimonio.HIJA HERMANA Y MUJER DE HEROESHay destinos célebres que se depara a seres que viven grandes alegrías y dolores, todo por igual; Baltazara Calderón de Rocafuerte fue hija, hermana y mujer de héroes, encontrando felicidad y tragedia a su alrededor.Nació en Cuenca el 6 de enero de 1806, hija del matrimonio formado por el Tesorero de las Reales Cajas Francisco García Calderón y Manuel Garaycoa Llaguno.

Muy niña perdió a su padre en 1812 en la hermosa villa de Ibarra, donde el valiente Coronel fue fusilado por sus ideas libertarias, dejando a su viuda en la mayor pobreza y desesperanza. Diez años después en 1822 perdió a su hermano Abdón Calderón, Teniente Abanderado del Batallón "Yaguachi", en la batalla del Pichincha.Sola y abandonada, sin un padre que la protegiera y con la desgracia de haber sentido la muerte de seres tan queridos y cercanos, Baltazara cruzó los 33 años y se situó frente a un hombre mundano y de poderosa inteligencia, pariente lejano suyo, que la cortejó con frases galanas y conquistó su corazón. Se llamaba Vicente Rocafuerte y su destino era gobernar a los pueblos recién libertados.VIUDA A LOS 41 AÑOS DE EDADEntre ella y su marido había 23 años de diferencia, pero el matrimonio fue muy feliz y cuando quedó viuda de solo 41 años de edad, no volvió a casar, pues era difícil encontrar otro hombre semejante al perdido. Cuarenta y tres años después el 7 de junio de 1890, rindió tributo a la vida y falleció de 84 años, sola y abandonada en su departamento donde la acompañaba una vieja esclava.Muere de un cáncer dolorosísimo al seno que la había tenido casi un año en agonía con sufrimientos sin límites y pocos fueron los parientes que la vieron hasta el final, por temor al contagio. Días después el albacea Francisco Xavier de Santistevan Rocafuerte testamentario ordenó que el archivo Rocafuerte, compuesto de tres baúles llenos de papeles importantísimos para la historia de América, fuera arrojado al Río Guayas, por creer que estaba contaminado de la misma enfermedad que había llevado al sepulcro a quien fuera en vida hija, hermana y mujer de héroes.LOS TRES EJEMPLOS ILUSTRANSin duda alguna los tres ejemplos de esta crónica han sido diferentes. En Rosita Campuzano, la Protectora, se admira la belleza, gracia, femenidad y patriotismo de quien fuera la reina de las tertulias limeñas, centro de intrigas y puerta abierta a los valientes que aceptaban sus amorosos lances.En Carmencita Arbeláez aceptamos la tragedia de su vida gris, empañada de su viudez reacia a todo contacto humano. Era una diosa viviendo entre los mortales, solo de sus recuerdos. En Baltazara Calderón de Rocafuerte está el señorío de una dama que vio morir a héroes, a los suyos, conservando sus recuerdos en lo más profundo de su ser.Tres mujeres guayacas, tres caracteres. ¡Cuántas lágrimas! Propongo sus nombres para otras tantas calles de nuestra urbe.

DON IGNACIO DE LA CUCHILLA

El 7 de Mayo de 1829 se bautizó en la Capilla Mayor del Sagrario de Quito un niño de pocos días de nacido, hijo del matrimonio del doctor Ignacio de Veintemilla Arteta y de Josefa Ascázubi y Villacís. El joven Ignacio, llamado así en honor a su papá, llegará a ocupar la presidencia de la República y será recordado por sus excesos. Por lo pronto creció en un cómodo hogar donde campeaba el buen gusto y la ilustración, lo que no se opuso a que Ignacio fuere el estudiante más ocioso de clase y a tal punto llegó su adverción al estudio, que el padre al fin lo retiró del colegio, casi sin saber leer ni escribir, dirían después sus enemigos. De inmediato entró en la carrera de las armas, 1846, en tiempos del Presidente Roca y fue en los cuarteles donde se halló a gusto. Allí podía jugar a los naipes, decir palabrotas y ejercitar el físico. Era alto, fornido y de gran simpatía personal, a todos conquistaba con su sonrisa cordial, pronto le llegaron los ascensos.PRIMERAS AVENTURASEn esta época pasaba por liberal y antifloreano y contrajo matrimonio con Joaquina Tinajero llona, teniendo tres hijos que murieron impúberes. Poco después quedó viudo y tomó partido con García Moreno, que se había levantado en armas contra el gobierno constitucional del General Francisco Robles; intervino en la batalla de Tumbuco y hasta le prestó su caballo para que huyera ante el avance de las fuerzas leales que comandaba Urbina. (1)En 1860 y ya en el poder, García Moreno le premió con el nombramiento de Jefe de la Artillería de Quito. Rosa Ascázubi Matheu, mujer de García Moreno, era prima hermana de Josefa Ascázubi Villacís. (1) Hay autores que opinan que solo fue una mula.madre de Veintemilla, por lo que entre ambos existía confianza y cariño y cuando García Moreno estuvo de Diputado de oposición en 1857 y 58 se hizo cuidar de Veintemilla, por entonces fuera del ejército, que actuó como su guardaespaldas.UNAS AMARRAS MUY SUAVESEn 1864 y durante la revolución del General Maldonado, García Moreno ordenó a Veintemilla que apenas escuchara un tiro, amarre con sogas a los numerosos presos políticos encerrados en el cuartel a su mando, para impedirles la fuga. Esa noche los detenidos vieron entrar en la prisión varias cestas cuidadosamente envueltas y a poco les visitó Veintemilla que dijo: "Habéis oído la orden del presidente . . . Voy a cumplirla"... Descubriendo las canasta que en lugar de contener cadenas de hierro estaban llenas de suculentas golosinas y finos licores europeos que todos consumieron a discreción. Veintemilla fue el héroe de la jornada

cuando exclamó: "Así es como un caballero amarra a otros en prisión". . . Con tan jovial camaradería consiguió numerosos partidarios que le sirvieron en el futuro.Cristóbal Gangotena refería que en 1877 y ya de Jefe Supremo de la República, Veintemilla dispuso la prisión de su tío Cristóbal Jijón —mozo de no más de 25 abriles— con orden terminante de destierro a Europa. Grande fue la conmoción familiar y numerosas las rogativas del viejo Manuel Jijón para salvar a su hijo; mas, el temido Jefe Supremo no cedía y la orden se cumplió viajando el muchacho a París. Sin embargo la tarde anterior su hermana Dolores fue al cuartel a visitarle y cual no sería su sorpresa al pillar infraganti al detenido, abrazado con el General Veintemilla, en franca risotadas por la azotea. La pobre dama no supo qué pensar, primero creyó que se habían reconciliado los enemigos y pronto se enteró por boca de ellos, que todo había sido un embuste para arrancarle unos cuantos miles de pesos al roñoso de Don Manuel, que no quería financiar el anhelado viaje de su hijo y como lo que no resulta por las buenas a veces ocurre por las malas, el buenazo de Veintemilla se prestó al juego para que su amigo Cristóbal Jijón saliera del país aunque fuere como desterrado, pero con la plata del papá en el bolsillo, para gastarla en París.LA REACCION LIBERAL DE 1869En 1867 y durante la presidencia de Jerónimo Carrión, logró Veintemilla el generalato y ocupó por algunos meses el Ministerio de Guerra y Marina. García Moreno destituyó a Carrión y lo reemplazó con el doctor Javier Espinosa al que también sacó del mando con el audaz golpe revolucionario de 1869.Entonces el país se pronunció contra tan insaciable tirano que no permitía a ningún compatriota el desempeño de la presidencia de la República y en pocos meses ocurrieron tres revoluciones acaudilladas por José Veintemilla, Diego Pimentel y Manuel Ignacio Aguilar, en Guayaquil, Quito y Cuenca respectivamente, que fracasaron después de sangrientos sucesos, muriendo en la primera el General José Veintemilla, hermano de Ignacio y padre de la no menos famosa Marietta, después conocida por sus soldados oriundos del Carchi, cerca del río Mayasquer, con e1 nombre de "La Mayasquerita", por su audacia, valor y belleza sin par.Este hecho colocó a Ignacio de Veintemilla en la lista de sospechosos que fueron deportados del país y desde 1869 hasta 1876 permaneció en la mayor pobreza en París, viviendo a pellizcos de lo que sus amigos le daban y de lo que buenamente obtenía de algunas damas.NUEVAS CORRERIASEl destierro le abrió las puertas de la opinión pública que lo acogió favorablemente a su regreso. En Francia había hecho amistad con Juan Montalvo, Clemente Ballen, Leonidas Yerovi, José Vélez y otros más. En Quito sus hermanas tenían buenas relaciones y fama de virtuosas y el recuerdo de la muerte del apreciado General José Veintemilla aún subsistía; por ello, el Presidente de la República le nombró Comandante General de la plaza de Guayaquil, sin prever que pocos meses después Veintemilla se declararía Jefe Supremo del Ecuador, iniciándose como liberal convencido al amparo de Pedro Carbo, a quien nombró Ministro General. Los quiteños, que sabían que Carbo era de temperamento beatífico y muy dado a las soluciones pacíficas y diplomáticas, que había sido Secretario de Rocafuerte en México y luego Diplomático en Colombia, le apodaron enseguida: "El hombre sin hiel", y en efecto, el gran estadista guayaquileño era de genio pacífico y tranquilo por lo que al morir, el doctor César Borja Lavayen dijo en el cementerio: "Rara virtud la de este cadáver, congregar a todo un pueblo en torno suyo", refiriéndose a las enormes simpatías que dejaba Carbo en su ciudad.Otro colaborador de Veintemilla fue el General Urbina, que aunque anciano continuaba siendo el mismo activista de siempre, moviéndose por todos los rincones de la administración, poniendo orden y energía.Poco después los liberales se retiraron del gobierno porque Veintemilla no respondió a los anhelos de reforma que ellos deseaban y cuando en 1882 se declaró presidente - dictador oyendo los consejos del doctor Pedro José Cevallos, el partido de las luces fue el primero que reaccionó encendiendo la chispa de la insurgencia en Esmeraldas Manuel Antonio Franco y Clemente Concha Torres; en Latacunga José María Sarasti, y en Tulcán Landázuri el empecinado; caudillos que terminaron por derrocarle en la magna gesta de la Restauración.

TRUCULENCIAS FAMILIARESLa familia Veintemilla es antigua en Cuenca y procede de un español de Soria llamado Andrés de Veintemilla que allá casó con María Pérez de las Heras y fueron padres de Toribio de Veintemilla que vino a América y fundó familia a principios del siglo XVII; son antiguos en nuestra Patria los Veintemilla o Veintimilla, que de cualquier forma se puede escribir este apellido, procedente del linaje italiano de Veintemiglia.Los actuales Vintimilla de Cuenca escriben el apellido de este modo, único en el mundo, por resolución de sus mayores tomada durante los aciagos años de la dictadura del pariente. La rama quiteña de Veintemilla aparece con el abuelo del General Ignacio, padre de los Veintemilla Arteta, y entre ellos, del doctor Ignacio, abogado de profesión y Ministro Juez de la Corte Suprema de Justicia, casado con una hija ilegítima de José Javier de Ascázubi y Matheu en una señora de la nobleza quiteña de apellido Villacís, por lo que antepuso el apellido materno al paterno para evitar el escándalo social. No sería raro encontrar en estas razones de índole familiar los principales rasgos de carácter de los hermanos Veintemilla Ascázubi (Ignacio y José): siempre aventurando, pocos amigos de la instrucción y mucho de la juerga y el buen vivir. José Veintemilla en Lima se enamoró de una joven, hija de una de las cantantes italianas que visitaban la capital formando parte de una compañía de Opera. Todo fue verla y amarla, fugándose el valeroso militar con la hermosa diba.Fruto de este matrimonio fue Marieta de Veintemilla Marconi que nació en alta mar, al entrar al buque que traía a sus padres al golfo de Guayaquil y no lejos de la Isla Puna. En este idílico paraje vino al mundo la Generalita, que 22 años después infundiría coraje a los militares de su tío durante el sitio de la capital; la señora Marconi murió pronto dejándola huérfana y al cuidado de dos tías solteronas. Muy joven Marietta llegó a contraer matrimonio con Antonio de Lapierre Cucalón, hijo del Conde de Langlouise de Lapierre, exMinistro Plenipotenciario de Francia en Ecuador y de la guayaquileña Antonia Cucalón Ariza, y como quedó viuda y sin hijos se dedicó a la política hasta que asumió el mando del ejército ecuatoriano, peleando con enorme coraje, y cayó prisionera de los restauradores; ocho meses pasó encerrada en una prisión. Con posterioridad viajó a Lima acompañando a sus tías, donde las esperaba el General Veintemilla que había huido de Guayaquil a tiempo.Sus últimos años fueron tristes. Regresó a Quito, había engordado y se halló llena de enemigos políticos. Creía en fantasmas y en espíritus, estudiaba ocultismo y vivía sola en la finca que el General Veintemilla mandó edificar para sí y que a pesar de los años transcurridos no estaba concluída; el decorado de las paredes era misterioso porque las mandó a forrar de raso rojo. Y murió un día de marzo de 1907. A esta mujer el país no le ha hecho justicia todavía.MUERTE DEL GENERALEl tío, que había seguido viviendo en Lima y trasnochando en las tertulias del Club de la Unión, al conocer el fallecimiento de su querida sobrina a la que estimaba y admiraba en alto grado, sufrió el remordimiento más atroz y decidió radicar en Quito para estar cerca de ella también en muerte. En efecto, el jueves 18 de abril de ese año se hospedó en su casa y como de las sumas de dinero que llevara del país al exterior, poco o nada quedaba, hizo vida de pobre, visitando a sus conocidos para mejor pasar el tiempo.El día de su llegada un núcleo de trescientos ciudadanos le vivaron a gritos; eran los viejos veintemillistas de 30 años atrás. El anciano General que contaba 80 abriles y tenía la cabeza cana se exaltó por última vez y pronunció un discurse en el balcón haciendo votos por la prosperidad y progreso de la nación. Desde 1900 había vuelto a constar en el escalafón militar con ese grado después que la Convención Nacional de 1883 lo borró.

En julio del año siguiente se lastimó un pie y cayó enfermo con infección; su amigo el padre Manuel José se puso necio en confesarlo y el enfermo se resistía, hasta que el padrecito apeló al recuerdo y le dijo que cómo era posible tanta obstinación si su hermana Josefina de Veintimilla, monja en Lima, era nada menos que esposa de Cristo, al que el general replicó con malicia no exenta de gracia “Si mi hermana es esposa de Cristo como Ud. afirma, espero que mi cuñado no me ponga mala cara en el cielo. I ambos rieron con tanta chusca salida pero su condición siguió peor, la fiebre subía a ratos y de pronto a causa de la diabetes se presentó una mortal gangrena que le llevó al sepulcro el domingo 19 de ese mes, no sin antes recibir solemnemente el viático con gran concurso de damas y caballeros de Quito. El lunes 20 el Presidente Alfaro dispuso una Capilla Ardiente en su honor en el interior de la Cancillería, luego se paseó al cadáver en calle de honor que la formaron los estudiantes de la escuela Militar hasta el cementerio de San Diego.

El desfile comenzó a la 1 p.m. y tomaron las fajas los Generales Manuel Antonio Franco, José María Sarasti, Flavio Alfaro, Fidel García y Rafael Arellano y el Ministro de Chile Guillermo Pinto Agüero. Presidían el duelo sus sobrinos Nicolás, Ignacio y Carlos de Veintemilla y sus parientes los Arteta, Ascázubi, Veintemilla. Villacís y Tinajero.El martes 21 se oficiaron los funerales en la catedral presidiendo la ceremonia el llustrísimo Juan María Riera y cantando los responsos sagrados el Arzobispo González Suárez. A la salida repartieron hojitas volantes con la fotografía del decesado y una mini biografía muy de acomodo por aquello de que el papel aguanta todo y el tiempo borra en la memoria de los hombres hasta los peores recuerdos.Con Veintemilla murió su época no exenta de hombres ilustres y hechos heroicos y para mal del Ecuador plagada de vicios y abusos. Pudo haber hecho tanto bien porque fue popular (2) e inteligente y sin embargo se dejó vencer por la afición al licor y a los placeres.(2) Cuéntase de Veintemilla que siendo Presidente salía a las calles de Quito y andaba de abrazo con sus conocidos a los que trataba de amigos y compañeros, repartiendo jovialidad y simpatía a raudales. Con sus inferiores de cuartel fue siempre atento; tenía tratos con las "huarichas" (mujeres de los soldados) y a éstos los motejaba de "Mis cachuditos", y cosa rara, nadie se resentía. Suerte la de algunos...

DULCES SUEÑOS DE UN COLONO AVENTURERO

El primero en interesarse durante la época republicana por la suerte de las Islas Galápagos fue el marino luisianés José de Villamil y Joly, en 1831, a pocos meses de nuestra separación de la Gran Colombia, pues concibió el proyecto de colonizar las desiertas islas del archipiélago y costeó de su peculio una expedición comercial que partió de Guayaquil en Octubre de ese año, con el fin de explorar la existencia en forma silvestre del fruto de la orchilla, muy usado en la industria textil corno colorante vegetal. Villamil logró convencer a algunos vecinos de Guayaquil para que arriesgaran sus capitales en la empresa y formó «La Sociedad colonizadora del archipiélago de Galápagos», que el 14 de Octubre denunció por su intermedio, al supremo gobierno del General Juan José Flores, como terrenos baldíos, aquellas lejanas latitudes.PRIMERA EXPEDICION OFICIALVillamil era hábil y activo en sus empresas y enseguida logró sus objetivos. El Prefecto del Guayas doctor José Joaquín de Olmedo, recibió del Presidente de la República la orden de preparar una expedición oficial a las Galápagos y la puso bajo el mando del coronel Ignacio Hernández, que zarpó de este puerto el 20 de enero de 1832 a bordo de la goleta «Mercedes».El viaje se realizó sin tropiezos, en la nave iban dos socios de la empresa colonizadora: Lorenzo Bark de nacionalidad norteamericana y Joaquín Villamil pariente cercano del General, el capellán de la futura colonia doctor Eugenio Ortiz; José Sánchez Bruno, jovencito aventurero, que luego llegará a General de la República, y algunos ciudadanos contratados para poblar las islas y cuyos nombres son: Juan Silva, Lorenzo Quirola, Domingo Soligny, José Chasin, José Manuel Muñoz, Andrés Fumiel, Miguel Pérez y Tomás Parra. Lamentablemente la historia no recuerda los nombres de los miembros de la tripulación, con excepción del capitán Santiago Rugg, de nacionalidad norteamericana.El día jueves 9 de febrero arribaron a la Isla de San Carlos y el domingo 12 tomaron posesión oficial a nombre y en representación del gobierno ecuatoriano, en una sencilla y bella ceremonia en la que también intervinieron los capitanes Thomas Russell y John Facker, jefes de las fragatas norteamericanas «Levante» y «Richmont» respectivamente. El Capellán celebró misa y el coronel Ignacio Hernández declaró con juramento que tomaba posesión quieta y pacíficamente de todos esos territorios insulares manifestando al mismo tiempo ser el único Juez de Paz con jurisdicción sobre aquellas latitudes. Tres descargas cerradas de fusilería saludaron al pabellón nacional y hurras y vivas sonoras matizaron la reunión; levantándose un acta que todos firmaron y luego se sirvieron un sustancioso almuerzo típico, con sopa de tortuga y todo lo demás, y cuando los vinos estaban por terminarse y ya la tarde ha cerrado sus alas, Hernández bautizó a la Isla Charles o San Carlos con el nombre de Floreana; a la James con el de Olmedo y a otra vecina llamó Roca; mas, solo Floreana subsistió con esa nueva denominación.

DETALLES DE LA EXPEDICIONLos primeros pobladores del archipiélago fueron soldados del batallón Flores, que sublevados contra el régimen habían sido castigados a sufrir la pena de muerte por fusilamiento. Esta secuela dejó en Guayaquil la revolución de Urdaneta; pero, el ingenioso Villamil logró que les fuera conmutada la pena por otra más benigna: el «destierro a las Galápagos», para que intentaran la colonización.No escapará al criterio de los lectores que este mal precedente ha influido para que aún hoy se recuerde a las Galápagos como sitio de condena y barbarie, donde hasta hace pocos años solo iban los más peligrosos penados a purgar sus crímenes a aquellas hermosas soledades; pero, soledades al fin. Además, el poblar nuevos territorios a base de hombres, sin contar con elemento femenino, es una equivocación, ya que las mujeres son más propensas a formar hogar y familia. Estas y otras razones determinaron que el primer contingente humano se mostrara poco dispuesto al trabajo, a pesar que el siguiente domingo 19 de febrero, el coronel Hernández, acompañado del doctor Ortiz, localizó un sitio estratégico para fundar la colonia, a casi 5 millas de la costa, en una planicie a 300 metros sobre el nivel del mar, rodeada de vegetación y con abundantes pozos de agua pura y cristalina, donde repartió solares para cultivo a cada uno de los miembros del grupo.VIAJA VILLAMIL Y GOBIERNA LASGALÁPAGOS [1832-1837]En las siguientes semanas el coronel Hernández pidió a Guayaquil más brazos para el trabajo y Villamil envió seis navíos con cincuenta personas de uno y otro sexo dispuestas en diecisiete familias. En octubre fue designado Gobernador General del Archipiélago y viajó con muchos animales domésticos, pareciendo la expedición una nueva Arca de Noé, por la profusión de burros, mulas, caballos, cabras, vacas, cerdos, toros, perros y gatos. Al año siguiente Villamil consiguió del Congreso Nacional una ley que reconocía como capital del nuevo territorio a la colonia «Floreana», situada en la isla de ese mismo nombre; pero el gobierno siguió enviando penados y mujeres revoltosas, con lo que en 1837 Villamil regresó a Guayaquil muy desalentado y fue reemplazado en el cargo por el Comandante James Williams, de muy distinto trato y carácter, que se rodeó de desertores y pícaros y gobernó en provecho personal, obligando a los colonos a realizar trabajos forzados. El coronel Pedro Mena, dejado por Villamil para la vigilancia de sus intereses, prefirió abandonar Floreana y regresó a Guayaquil con lo que la discordia se acentuó.TRISTE FINAL DE WILLIAMSCuatro años permaneció Williams de jefe de las Galápagos, porque en 1841 escapó de morir asesinado en una sublevación en su contra y escapó a Manta. Villamil regresó de Guayaquil y asumió el control de la situación volviendo el orden; de los 309 pobladores solo quedaban 75 a causa del mal gobierno de Williams.Y como el árbol torcido da frutos podridos, en 1846 a Williams le siguieron juicio penal en la Capitanía del puerto de Guayaquil por su participación en la búsqueda de un entierro de objetos de plala en la isla Floreana, que habían pertenecido a la goleta peruana «Washington», cuyo comandante y jefes fueron asesinados por la tripulación que se amotinó. El proceso continuó en 1847, actuando como Fiscal el doctor Santiago Viola, y en octubre de ese año pasó en comisión a Manabí donde se pierde su rastro; mas, por las investigaciones practicadas, se deduce que la condena dictada contra Williams no bajaría de tres a cuatro años de prisión, dada la gravedad de los cargos. SEGUNDO GOBIERNO DE VILLAMIL[1841-1844]La etapa de oro de Floreana pasó y los colonos con sus familias emigraron a otras islas y en especial a Chatham, con lo cual el gobierno se vio forzado a trasladar a las restantes personas y al ganado. Floreana era una ciudad fantasma donde solo vivían 25 presidiarios.Villamil realizaba continuos viajes a Guayaquil y en 1845 fue designado Comandante General del Distrito del Guayas, hasta que en marzo de 1847 pidió licencia y pasó a las Galápagos a reponer su quebrantada salud con el beneficioso clima que allí se goza. Entonces, con 1.000 pesos que pidió en préstamo al erario nacional, de una suma mayor que por sueldos le debían, perdió su tiempo infructuosamente en investigar el paradero de una fabulosa mina de carbón de piedra que le habían contado que existía en Chatam.

EXPEDICION DEL »BEAGLE« YVISITA DE DARWINEl día 17 de Diciembre de 1831 había zarpado de Liverpool (Inglaterra) el bergantín de seis cañones «Beagle», comandado por el Capitán Robert Fitz-Roy Charles, con destino a los siete mares conocidos de entonces, porque está planeado en la bitácora realizar una vuelta completa al globo terráqueo. Como miembro de la tripulación viajaba un joven naturalista de 22 años de edad llamado Charles Darwin, coleccionista de todo tipo de especies minerales y vegetales; pero, al divisar las islas y contemplar su fauna y flora, no puede menos que reflexionar sobre el origen de las especies, y elabora una teoría que años después le traerá grandes triunfos y amarguras. En el archipiélago permaneció desde el día 15 de Septiembre hasta el 20 de Octubre de 1835 explorando las islas Albermale, Chatham, Charles y James. De ellas tomó 16 especies autóctonas de conchas marinas, 15 peces de agua salada, iguanas marinas y de tierras, tortugas y galápagos, muchos coleópteros, 193 especies de plantas, de las cuales más de 100 eran nuevas para Europa, y un ejemplar del mamífero autóctono de la fauna galapagense, el famoso «mus» o ratón de las islas, ser pequeñito y rápido, de grandes ojazos y cola aun mayor, que salta y corre por las rocas y breñas del archipiélago formando grupo y destruyendo con sus pequeños dientecitos, todo cuanto encuentra a su paso; por ello, el año de 1835, marca el mayor éxito en la vida de la naciente colonia.VILLAMIL VUELVE A INTERESARSEEN SUS ISLASSiete años permaneció Villamil alejado de la vida de las islas pero en 1851 y con motivo de su designación como Ministro General del nuevo régimen que acaba de implantarse en el país presidido por el General José María Urbina, envió una nueva expedición con miras a verificar la existencia de guano en cantidades industriales; era la época en que desde el Perú lo exportaban de sus costas, realizando pingues negocios.Entre 1851 y 1852 desempeñó la Cartera de Guerra y Marina en el régimen constitucional de Urbina y en 1853 viajó como Ministro Encargado de Negocios a los Estados Unidos y arribó a Washington el día 3 de Junio de ese año.DE NUEVO SURGEN LOS INTERESESGUANEROSEn Enero de 1853, pocas semanas antes de su viaje, Villamil elevó una solicitud al gobierno denunciando la existencia de reservas de guano natural en las Galápagos y solicitó su explotación. A poco se corrió la noticia y llegaron algunas propuestas del exterior; el gobierno las recibió pero no resolvió y Villamil, de regreso al país, gestionó con el Encargado de Negocios Mr. Courthand Cushing, una nueva investigación. A los doce meses, en 1854, el cónsul de los Estados Unidos en Guayaquil, Mateo P. Game, viajó con Villamil a las Galápagos, realizando un crucero de 30 días sin resultados positivos. Esto escribió Cushing a Washington y recibió de premio el traslado a otro país, pues, los Estados Unidos, querían el archipiélago, no para explotaciones de guano sino para fines militares y comerciales de muy diverso orden. Enseguida llegó a Quito el nuevo representante Mr. Philo White, con secretas órdenes para obtener la compra o arriendo de las islas encantadas. A las pocas semanas también vinieron Judah Philip Benjamín, abogado judío de la Luisiana y Senador al Congreso Federal, y Emilio Prats, comerciantes de Nueva Orleans, que interesados por Villamil en las Galápagos, propusieron su compra.TRATADO ESPINEL – WHITEEl 20 de noviembre de 1854 y después de algunas conversaciones celebradas en Quito, el Ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador doctor Marco Espinel, firmó con el Encargado de Negocios de los Estados Unidos Philo White, un tratado de 25 artículos por el que cedíamos en arrendamiento las islas del archipiélago para que esa potencia explotara los yacimientos naturales de guano, pudiendo ocupar las zonas de playas del territorio continental ecuatoriano con ese fin.Ese documento desvirtuaba toda esperanza de colonización nacional, pero era favorable a Villamil porque reconocíale sus derechos; tres días después presentaron una nota de protesta los representantes de Perú, España, Inglaterra y Francia, indicando que el tratado Espinel-White constituía un peligro para las relaciones internacionales porque enajenaba parte del territorio nacional a los Estados Unidos. Chile tomó cartas en el asunto y su gobierno convocó para 1856 a un congreso continental. Perú abrió sus puertas al General Flores, que pasea por las calles de Lima planeando una nueva invasión, Urbina en Quito, llamó a su Ministro Francisco Pablo Ycaza y entre ambos decidieron esperar. Ya por esa fecha había llegado a la capital el General Gana, Ministro Plenipotenciario de Chile, con órdenes de firmar con el gobierno nacional un Pacto contra las expediciones de piratas y filibusteros -entiéndase Flores- a condición de que Ecuador dejare sin efecto el Tratado Espinel-White, lo que efectivamente ocurrió a los pocos días.

Villamil comprendió que éste, su último esfuerzo por colonizar las islas Galápagos, estaba perdido. Había gastado casi toda su fortuna en el intento pero el olvido de los poderes públicos fue mayor que su energía y ya no tenía ni salud ni fuerzas para continuar la obra.FIN DE VILLAMILEn 1860 aún pudo defender Guayaquil de la invasión garciana y mantuvo alejado al ejército de Flores. Villamil ocupaba en el cerro «Santa Ana» con frente a la hacienda «Mapasingue». El 24 de septiembre se consumó el asalto final a la ciudad, embarcó en una goleta y viajó a Lima, donde permaneció algún tiempo sin cambiar de ciudadanía.Estaba asmático y pobre y así murió en un piso bajo y entre asfixias, en un departamento bajo del boulevard 9 de Octubre entre Malecón y Pichincha, donde hoy se levanta el edificio del Banco Internacional, en Guayaquil, el día 12 de mayo de 1866, de 78 años de edad. Sus últimos pensamientos fueron para una nieta a la que mimaba mucho, regalándola la última moneda que le quedó; pues, las demás, había gastado en sus lejanas y queridas islas encantadas. ¡Tan caras le fueron!

EL AGUA QUE TOMABAN NUESTROS ABUELOS

El servicio de agua potable se establece en Guayaquil en 1892. Desde los lejanos tiempos de la fundación de la ciudad nuestros antepasados consumían el agua de los pozos abiertos al pie del cerro Santa Ana, que aún existieron hasta hace pocos años. De allí es que todavía se conoce como "La Boca del Pozo" al sector comprendido entre las calles Julián Coronel y Rocafuerte.Esos pozos sirvieron para abastecer a Guayaquil durante sus primeros años; ya por 1.700, debido al crecimiento demográfico de la población, su capacidad de rendimiento resultó inferior al consumo y entonces prosperó la industria de extracción y acarreo de agua del río Daule, tomada a la hora de la repunta, la de la más baja marea, cuando es menos salina que de ordinario. El sitio de extracción estaba situado a cinco leguas de Guayaquil en terrenos de la antigua hacienda "La Candelaria", y la traían en balsas unos indios chonanas denominados "mitayos" que la saltaban en tinajas para luego repartirla por barriles a las familias.PROBLEMAS DE APROVISIONAMIENTOEn las casas existían filtros de barro con piedras porosas, de muy elevado precio. Después de filtrada la hervían para lograr la decantación de cualquier mínima impureza que todavía quedase. Pero existieron temporadas de sequía en las que el agua del Daule se hizo salobre y surgían las protestas del vecindario mal avenido a este tipo de incomodidad. En otras ocasiones eran los mitayos los que complicaban la situación ya que, por comodidad o viveza, en lugar de viajar a la Candelaria acortaban el camino a Mapasingue, ahorrando varias leguas pero entregando agua de inferior calidad, es decir, menos potable por ser más salina.La mejor época para consumir agua del río iba de Diciembre a Julio de cada año. Entre Agosto y Noviembre, meses de verano y sequía, los pobladores se abastecían de los pozos. Los pobres sólo bebían agua de pozo, estuviera buena o mala, porque no podían pagar la de río.En 1738 se agudiza el problema del agua por la sequía. El Alcalde Ordinario Gaspar de Ugarte hace escarbar los pozos del cerro hasta sus cimientos, muchos de ellos tenían hasta 10 metros de profundidad, para encontrar los "ojos de agua". ¡Guayaquil se muere de sed!. En 1739 el Cabildo establece el servicio diario de balsas entre Daule y Guayaquil, para evitar la despoblación y aunque en 1740 hay buen invierno" este tipo de aprovisionamiento queda establecido y sigue funcionando aunque irregularmente.En 1795 el Gobernador José de Aguirre Irisarri con dinero de su propio peculio restablece el servicio de balsas, reconstruye una "noria" o fuente de agua y ordena la fabricación de un estanque para reservas.A principios del siglo pasado el reparto de agua a lomo de burro y en típicos barriles de madera es un próspero negocio. El Cabildo fija los precios considerando que en el malecón de la orilla deben ser más bajos que en las demás calles. Los aguateros o

borriqueros ya no aceptan el nombre de indios mitayos, forman una hermandad y en su mayor parte son mestizos que visten a la usanza de los vecinos.Cuando cayó la dictadura del General Ignacio de Veintemilla el entonces Jefe Supremo del Guayas, Pedro Carbo y Noboa, convoca a licitación las obras de agua potable y obtiene del Congreso de 1883 la liberación del pago de los derechos aduaneros de los materiales que debían importarse. En 1885 el Municipio presidido por el Dr. Francisco Campos Coello aprueba el presupuesto que presentan los ingenieros chilenos Viñas y Arancibia por la suma de 716.000 pesos para aprovisionar diariamente con 2.500.000 litros de agua potable a Guayaquil. Para cubrir esta cantidad se piensa realizar un empréstito a los capitalistas porteños, otro al gobierno nacional y una emisión de bonos y cédulas pero ninguna de estas medidas surte efecto porque los capitalistas se asustan con los riesgos y aunque el Congreso nacional aprueba una operación crediticia a base de la hipoteca de algunos inmuebles municipales, fracasa el proyecto por falta de cooperación a alto nivel.El Dr. Francisco Campos es hombre terco y no ceja en sus aspiraciones; sueña con ver a nuestra urbe a la altura de las grandes metrópolis de Europa y Norte América, trata de sacar adelante el proyecto y logra convencer a los accionistas del Banco de Crédito Hipotecario, a la sazón en buenas relaciones con la municipalidad, a la que le acaban de vender unos terrenos salitrosos que se inundan en las altas mareas del estero salado y a los que nadie concede importancia. Estos terrenos son los que actualmente sustentan el suburbio; sin embargo, para esa época, no tenían importancia económica y los accionistas del Banco creían realizar un pingüe negocio deshaciéndose de ese elefante blanco.LOS TRABAJOS TECNICOS DE AGUA POTABLEConseguido el dinero, el Dr. Campos contrata al sabio Teodoro Wolf para la dirección de los trabajos y obtiene de los concejales que constituyan un Directorio con autonomía para vigilar el proyecto; es electo presidente de esa entidad y negocia con varios contratistas el resto de la obra. A la herrería de Alejandro Mann le corresponde el tendido de la cañería urbana; al Ing. Elmore el tramo comprendido entre el sitio de abastecimiento y la hacienda El Recreo, al lado de la actual población de Duran; el Ing. Ward tiene a su haber la colocación del tramo de casi 2 kilómetros de largo del ramal subfluvial del Guayas y el italiano Brianzoni la construcción de los aljibes metálicos del cerro del Carmen.

Hasta 1889 la obra continúa realizándose aunque con mucha lentitud debido a las dificultades económicas por las que atraviesa el directorio, que en varias ocasiones paraliza los trabajos por falta de dinero. Para esta fecha resuelve el Dr. Francisco Campos asumir la responsabilidad del proyecto. El Dr. Wolf abandona la parte técnica y el directorio rescinde los contratos de Elmore, Mann y Brianzoni. El 4 de Septiembre el Dr. Campos estipula con los ingenieros franceses Millet y Coiret la terminación de los trabajos. El contrato con el Ing. Ward queda insubsistente porque aún no había iniciado el tendido de la red de cañerías subfluviales.LA SOCIEDAD ECONOMICAEn 1823 un grupo de progresistas ciudadanos establecen una organización cívica destinada a servir a Guayaquil: "La Sociedad Económica" y comisionan a José Francisco Araujo para que estudie el problema de agua. Por ese tiempo el Cabildo solicita al Intendente del Departamento que intervenga con el Capitán del Puerto y entre ambos regulen la provisión. Ese mismo año Natal de Malta y José María Villamil contratan con el Cabildo la provisión de agua, fijándose precios y detalles; pero parece que los socios desistieron por el alto costo del transporte y reparto. En Julio de 1825 Natal de Malta solicitó la rescisión del contrato.En 843 la empresa José Antonio de Irisarri y Cía. es facultado por 1843 Decreto Legislativo para destilar agua del Guayas por fuego. También obtiene el monopolio por diez años pero no pudo negociar porque la destilación le salió carísima y muy lenta. En 30 días de trabajos a duras penas obtuvo unos cuantos galones de agua de mala calidad, ¡Fracaso completo!.INTERVENCION ESTATALEn 1854 el Congreso Nacional dictó un decreto para la construcción del acueducto entre Daule y Guayaquil, pero la obra queda en proyecto. En 1866 Evangelista López Mazuera propone al Municipio la construcción de pozos artesianos para dar agua potable al vecindario en cantidades necesarias. El contrato se llega a suscribir por S/. 500.000 pesos, de los cuales S/. 300.000 debían pagarse en calidad de cuota inicial y S/. 200.000 al fin de las obras. El Municipio pidió prestado al gobierno el dinero de la cuota inicial. La ayuda le fue negada. López rebaja la cuota y persiste en dar facilidades. Un año después, como aún no se ha cubierto el pago inicial, obtiene una prórroga del gobierno por dos años, en 1872 fue declarado insubsistente su contrato porque ni siquiera le habían abonado la primera cuota. El Ing. Manuel López Mazuera abrió varios pozos al pie del cerro, pero el agua salió salobre y el contrato no pudo perfeccionarse.

Después aparece un ingeniero hidróscopo de nacionalidad francesa llamado Armand Gautherot que propone que por 6.1/4 centavos da 20 galones de agua potable. El asunto pasó a Quito para su aprobación pero el Congreso no se interesa en el proyecto.En 1876 la empresa de Manuel Antonio Oronoz y Cía, avisa al Municipio que está en posibilidad de proporcionar 35.000 galones diarios de agua notable extraída del río Guayas por medios mecánicos.En 1880 el Municipio contrata con los ingenieros Agustín Kruse y Jorge B. Dunian la provisión de agua potable desde el río Boliche, para almacenamiento en depósitos y distribución mediante una red interna de cañerías metálicas. El proyecto progresó y José María Molestina, tesorero de esta Empresa de Agua Potable, emite acciones de S/. 500 pesos cada una para financiarlo entre los capitalistas de nuestra ciudad; pero pocos se interesaron.EL AGUA POTABLE ARRIBA A GUAYAQUILEl 1o. de Agosto de 1890 el gobierno nacional adjudica a la Municipalidad de Guayaquil el derecho de agua sobre el torrente de Agua Clara y queda garantizada la provisión de tan precioso elemento. Sin embargo aún no llega el agua potable a la urbe. Recién el año siguiente Millet y Coiret colocan las tuberías en terrenos de la hacienda El Recreo y para el 6 de Julio de 1892, habiéndose tendido la red subfluvial y construidos los aljibes del cerro del Carmen, se inauguran en significativa ceremonia y al día siguiente empiezan a llenarse con agua potable tomada del río Daule.El 1o. de Enero de 1893 ya cuenta Guayaquil con la provisión de Agua Clara y el día 30 de ese mes se inaugura el servicio de abastecimiento a domicilio en las 150 primeras casas de la población. Es un lujo tener agua interior, como llamaban en esos tiempos a las cañerías internas. Su instalación era costosa y muchas personas temían las explosiones que pensaban que podían sucederse por la presión del agua al ser "metida por juera" a tan misteriosos tubos. Las familias pobres visitan a las ricas para "conocer" los lavados y muchos comerciantes inician un nuevo ramo de negocios, importando lavatorios de Inglaterra, que vienen en hierro enlozado y en porcelana. De éstos últimos aún quedan algunos ejemplares, primorosamente adornados con motivos florales y frutales. ¡Un verdadero lujo para la vista y el buen gusto!.Las cañerías de agua servida aún no se conocen y la ciudad continúa ignorando lo que significa un "excusado, "un bidet", etc. Algunos adinerados vecinos cuando viajan a Panamá en algún barco de la Pacific Steam Co. se muestran sorprendidos con tan "raros servicios" y en su ignorancia confunden lastimosamente las piezas. Se cuenta de un caballeroso hacendado ya entrado en años, que acostumbraba lavarse los pies en los bidets, aunque siempre se indignaba por la incomodidad del aparato. EL AGUA POTABLE INICIA EL PROGRESODE GUAYAQUILAños después, en Mayo de 1903, los contratistas Millet y Coiret y el Directorio autónomo entregan la obra y el Municipio la recibe para su administración, comentándose que la difícil situación económica del cabildo se ha vuelto insostenible con la deuda de este servicio. El directorio autónomo se ha transformado en la Junta de Canalización y Proveedora de Agua Potable de Guayaquil y nuestra urbe cuenta con algunos "retretes", "excusados" o "wateres" que también son visitados para experimento de nuestros felices mayores; sin embargo no faltan los timoratos que se asustan con los excusados y que siguen prefiriendo las "bacinillas", unas de hierro enlozado, otras de fina porcelana y las menos de plata repujada, con monogramas en el fondo y la consabida agarradera o asa de manubrio". Es costumbre subirlas a unos pequeños banquitos de madera de tres patas, que facilitan la operación y brindan confort. (1).El 5 de Enero de 1919 y dado el considerable aumento de la población urbana, el gobierno nacional contrata con la empresa J. G. White y Co. Ltd. la nueva provisión de agua potable traída de la montaña y el saneamiento de Guayaquil. Meses después el Municipio sustituye al gobierno en este servicio. (1) Todavía se oye por allí, pero cada vez menos, el famoso "cuento" de la señora montubia que "presentó a sus invitados un pavo hornado dentro de un bacín, de los que se importaban por los años 20 para uso de clínicas y hospitales, creyendo que tan higiénico utensilio servía de "pavera". También he oído que en Chanduy y en el Morro, a comienzos de siglo era costumbre

regalar a las familias guayaquileñas que iban a invernar, unas hermosas bacinillas de hierro enlozado llenas de amarilla y sabrosa mantequilla batida de El Morro, o Morreña, como también la llamaban. Muchas familias se horrorizaban con el presente, pero otras, más comprensivas, considerando que los recipientes eran nuevecitos y sin uso, se servían de tan deliciosos presentes y por qué no decirlo, al fin del regalo, también le daban uso al recipiente, que a caballo regalado nadie le mira los dientes (refrán castellano de buen uso en este párrafo). Vale.Para 1923 se crea la Junta Especial de Saneamiento para ejecución de las obras de canalización, pavimentación y agua potable. La empresa White prosigue con los trabajos y el gobierno faculta al Municipio la contratación de empréstitos. Posteriormente arriba la Misión Rockefeller y el Dr. Hideyo Noguchi, médico jampones que lucha por el saneamiento ambiental, para erradir la bubónica y fiebre amarilla, por entonces los principales azotes del pueblo.En la década siguiente el Dr. Leopoldo Izquieta Pérez funda el Instituto Nacional de Higiene para alcanzar nuevas metas de progreso. Hoy existe la Junta Cantonal de Agua Potable, como institución semiautónoma con vida independiente y al servicio de nuestra querida ciudad.

EL CENTENARIO DE BOLIVAR

En 1883 el gobierno de Venezuela celebró en Caracas el Centenario del nacimiento del Libertador con recepciones y discursos a los que asistieron numerosas misiones extranjeras. De esa época es el inicio de la amistad de doña Josefa Vivero de González con el ilustre historiador Juan Bautista Pérez y Soto, panameño muy menor a ella pero tan fervoroso admirador de Bolívar como doña Josefa, quién fue comisionado por dicha dama para depositar sobre la tumba de Bolívar «una lujosa corona», la mejor de todas, como ella misma confesaría y no sin rubor, meses después.Para el efecto la buena señora no trepidó en gastar dinero a manos llenas, invirtiendo una fuerte suma en los festejos. Primero costeó de su peculio el viaje de Pérez y Soto pagándole buenos hoteles, la impresión de un libro y la «Corona» que se confeccionó en oro y plata y fue tan fina y hermosa que superó ampliamente a la del gobierno venezolano, De una publicación del Dr. Pérez y Soto editada en «La Estrella de Panamá» en 1883 sabemos que el día anterior a los festejos él colocó la corona de nuestra apasionada compatriota sobre la tumba de Bolívar, cubriéndola con una seda rosada. Que el 24 de Julio el pueblo caraqueño presidido por el Presidente de la República, General Guzmán Blanco, se encaminó en solemne procesión al Panteón Nacional. Iba a la cabeza de los familiares Fernando S. Bolívar, sobrino carnal del Libertador y señor de más de setenta años, que se apoyaba en el brazo de Pérez y Soto, luego la Comisión de Festejos, el Cuerpo Diplomático, las Misiones Especiales, las Autoridades y el Cabildo. Llegados al sitio de la tumba habló el Presidente de Venezuela, enseguida se descubrió la corona del gobierno que había sido importada de París y estaba adornada con siemprevivas recogidas en los llanos donde tanto había combatido Bolívar, A las 11 y 35 de la mañana fue llamado el delegado de doña Josefa para que descubriera la suya, que resultó tan grande y bella que arrancó un grito de admiración en todos los presentes por su riqueza y magnificencia. El oro y la plata estaban sombreados y aparecían plomos y blancos como correspondía al momento, la adornaban laureles florecidos y otras ramas de heroico simbolismo. Su diseño fue confeccionado en Guayaquil por José Joaquín Olmedo Icaza, hijo del poeta y muy dado al dibujo como su tío Antonio Icaza Silva que diseñó el Cementerio.«Lástima que no se puede aplaudir» -exclamó un caballero; otro dijo «Es magnífica y hace honor al reto de la señora Vivero, que al saber lo del Centenario, dijo: «Quién más lo admira soy yo y seré la que mejor quede...»El Presidente Guzmán Blanco retribuyó tal fineza bolivariana concediéndole a nuestra paisana la Orden del Busto del Libertador en el grado de Comendador, de tercera clase, con medalla y diploma. La Comisión de Festejos le confirió la Medalla conmemorativa y numerosos parientes de Bolívar le enviaron recuerdos. Valentina Clemente y Bolívar de Camacho le regaló la mitad del pañuelo conque se cubrió la cara del cadáver de Bolívar en Santa Marta, con su retrato personal y una carta en la que ponía a sus órdenes su casa en Caracas para cuando quisiera viajar a Venezuela. Igualmente le remitió un mechón de pelo, unido por una cintilla negra, cortado al cadáver de Bolívar. Pedro Robles y Chambers me ha referido que doña Josefa también poseyó otro pañuelo de Bolívar, obsequiado por el General Clemente Zárraga, quien a su vez lo obtuvo del Coronel Mariano Uztáriz y Palacios, primo hermano del Libertador, cuando éste se encontraba en su lecho de enfermo en Caracas. Este pañuelo fue guardado por doña Josefa como si fuera una reliquia, dentro de una cajita con su correspondiente tapa de cristal. En el baile que ofreció el gobierno en el palacio presidencial a las Misiones Especiales, consta en el programa una polka titulada «La Gratitud», dedicada a doña Josefa; desde Lima el maestro Pauta, músico ecuatoriano de gran fama, le dedicó otra composición y en Guayaquil Ana Villamil Icaza -sobrina segunda de doña Josefa- creó el «Vals de la Corona»; sin embargo, los mejores agradecimientos le llegaron de Caracas donde el literato Arístides Rojas le envió de obsequio un libro que había sido de Bolívar y dos cartas autógrafas del Libertador. Amenodoro Urdaneta hizo lo mismo. Pérez y Soto obtuvo de la casa de Bolívar una rosa magnolia de color blanco y que disecada con el mayor esmero acompañó a un busto de Bolívar enchapado en oro, remitiendo todo a Guayaquil.Servilletas y tenedores grabados con el monograma «S.B.», autógrafos, libros, flores, cartas, retratos, pergaminos, condecoraciones, periódicos, fotografías, copias de discursos, folletos y programas, todo le llegó a doña Josefa, que al recibir tantos recuerdos lloraba en cada ocasión de emoción. Y para no cejar en nada, también mandó a fabricar un juego completo de muebles de sala dorados al fuego con pan de oro de 24 kilates y tapizado de fino brocado celeste, estilo Luis XV, que armonizaba con una mesa suntuosa y de complicados labrados en madera, en cuyo centro y sobre una piedra de mármol blanco de Carrara hizo grabar «A Bolívar Libertador».La piedra tiene seis tornillos. Un quinqué de cristal tallado en Venecia con el perfil del héroe, completa el maravilloso conjunto que a su muerte pasó a manos del Albacea, que no supo qué hacer con él y posiblemente lo vendió a personas conocedoras de su importancia y valor histórico. Años después lució en la sala de la Simón Cañarte Bahamonde, luego en la de su hija Aída Cañarte Barbero que lo vendió hace casi treinta años a los hermanos Pedro y Jesús Robles Chambers, sobrinos segundos de doña Josefa, que los conservan con el cariño que se le tiene a las venerables cosas del pasado, por haber pertenecido a una mujer apasionada y patriota que amó la memoria del Libertador con verdadera locura y cuidó de la perennidad de su recuerdo en Guayaquil.

“EL DICTADOR QUERIA MORIR”

El García Moreno asesinado en la Plaza principal de Quito en la tarde del fatídico 6 de Agosto de 1875, con sólo 53 años de edad, no era el intrépido político que había asumido las riendas del poder quince años antes. Los días de su presidencia lo habían tornado sombrío y enfermo, tosía con demasiada frecuencia, sufría de calenturas, temía a las gripes y se abrigaba con todo lo que podía antes de salir a las calles. Su cabello blanco y escaso, en todo su ser se notaba cansancio, le faltaba vitalidad, estaba pesimista y rodeado de políticos que deseaban su muerte para poder gobernar.Varias veces habían tratado de asesinarlo y el que dirigía tales maniobras era un cortés y pulido caballero de la aristocracia quiteña, el doctor Manuel Polanco y Carrión. Dos meses atrás, el día 30 de Mayo, quiso atentar contra su vida cuando concurría a la Universidad Central a realizar los solemnes festivales poéticos programados en honor de la Virgen. El 25 de Julio se repitió la asechanza en la verbena de distribución anual de premios que organizaron los Jesuitas en el Colegio San Gabriel. Días antes, el 2 de Junio y con motivo de su viaje a Santo Domingo, a inspeccionar las obras del camino, recibió algunos disparos que pasaron muy cerca de su cuerpo y por último, en las postrimerías de Julio, se le quiso arrebatar la vida cuando salía de la casa de su amiga la señora Ana Gortaire de Carvajal, en plena luz del día y justo en el centro de la ciudad. Por eso la abulia le consumía, el hastío le devoraba y hasta temía la muerte por el recuerdo -fresco aún- del sepelio de su hijita, realizado a principios de aquel sombrío año de 1875. AVISOS Y PREMONICIONESGarcía Moreno conoció todas esas tentativas y por eso manifestó a Pío IX en carta de 17 de Julio, que era una fortuna para él ser aborrecido y calumniado por causa del Divino Redentor y que sería una inmensa felicidad si la bendición del Papa le alcanzara del cielo derramar su sangre por Cristo. En Quito rumoraban su próximo fin; pero, el Presidente, nada hacía para detener las conspiraciones que se armaban a sus espaldas.Amigos como el doctor Vicente Piedrahita Carbo, Ministro Plenipotenciario de Ecuador en Lima, desde el Perú le advertían que en la capital del Rimac circulan rumores sobre su próximo fin y le amonestaban para que tomara precauciones, pero todo era en

vano; García Moreno parecía que deseaba morir, obsesionado por imitar a Cristo -si no en vida por lo menos en muerte- y por eso nada hizo. El 17 de Marzo había escrito una carta a los hermanos Aguirre en la que menciona sólo de paso que había llegado a su conocimiento que un judío llamado Mejet, que ha afrancesado su apellido transformándolo en Meyer, por consejos del General José María Urbina trataba de conseguir armas en Europa para utilizarlas en contra del régimen. El citado agente parecía que era un hombre de peligro porque conocía el terreno de los acontecimientos, había vivido en Lima y en Guayaquil y hablaba correctamente el español. Igualmente en carta del 3 de julio mencionaba al Gobernador de Los Ríos que sus enemigos se preparaban para algo y pronto.Pero no solo él presentía las conspiraciones que se estaban armando en Quito sino que esta idea llegaba al público en forma por demás curiosa. Lígdano de Larrea y Vela se llamaba un caballero muy enfermo que pertenecía a la aristocracia de la época. Era epiléptico y anormal, en la capital pasaba como idiota. En varias ocasiones frecuentaba la talabartería de propiedad de Faustino Leirus Rayo, situada a pocas cuadras del palacio presidencial. Allí se reunían los conspiradores contra García Moreno a planear el crimen y como Larrea era tomado por demente no se cuidaban de él y argumentaban sobre el tema en su presencia. Pero el epiléptico no era lo que parecía a primera vista y una mañana, en pleno ataque de locura, subió al techo de una de las más céntricas moradas capitalinas y entre aullidos lastimeros, imprecaciones y gritos dijo lo siguiente: "Díganle al Presidente que lo asesinarán". Poco después le bajaban y fue internado en casa de su suegro el guayaquileño José María Pareja y Arteta, ciego que andaba del brazo de un lazarillo cuando salía a la calle.Y ni la esposa de García Moreno, la joven y hermosa Mariana de Alcázar Ascázubi, escapaba de la tragedia; por varias ocasiones había recibido avisos anónimos que la prevenían e incitaban a actuar en defensa de la vida de su marido.LAS TRES CONSPIRACIONESLa primera proviene de Faustino Lemus Rayo, colombiano de origen, de los muchos que vivían en Ecuador después de las guerras de la independencia, aunque Rayo había sido contratado como mercenario en 1860 por Rafael Carvajal. Era compadre de García Moreno y parece que su buen amigo. Algunos historiadores han mencionado que Rayo por esos días estaba profundamente resentido con el Presidente por haberlo destituido de un cargo administrativo conferido en las regiones del Napo. Una escritora capitalina asegura que el odio de Rayo contra García Moreno se había iniciado cuando comprobó que lo traicionaba con su mujer aprovechando su ausencia en el Oriente. En fin, todavía no existe igualdad de opiniones al respecto, sabiéndose únicamente que Rayo odiaba a su antiguo amigo con todo el furor de su vengativo corazón. Como dato curioso anotamos que el mismo día del crimen, por la mañana, García Moreno se había encontrado en mitad de una calle con Rayo y éste le había llevado a sus habitaciones privadas para enseñarle una silla de montar de cuero repujado, muy fina, que acababa de comprar. Rayo era talabartero de profesión y se especializaba en fabricar las conocidas con el nombre de "Galápagos" por la forma que se les daba. ¿Por qué no lo ultimó allí mismo, aprovechando la ocasión que se presentaba tan propicia? Posiblemente porque esperaba que el Batallón Primero de Artillería, situado a pocas cuadras de la Plaza principal de Quito, se insurrecionara al conocer el crimen, que debía realizarse conforme estaba planeado, por la tarde y a la luz pública.La segunda conspiración venía de un grupo de jóvenes que querían matarlo inducidos por los escritos de la esbelta pluma de Juan Montalvo. Estos eran: el doctor Manuel Polanco Carrión, Abelardo Moncayo, Manuel Cornejo y Astorgas, Manuel María Bueno y Roberto Andrade. Demás está decir que los nóveles conspiradores contaban para la realización de su "acto patriótico" con la presencia del más decidido de todos, el único capaz de ejecutar un crímen: Faustino Lemus Rayo. Pero hubo una tercera conspiración, la del silencio, la peor de todas por ser la más fuerte y la menos conocida, la que coordinó a los actores del drama que culminó con el asesinato de García Moreno. Fue planeada minuciosamente en todos sus detalles con íntima conciencia de que acarrearía beneficios materiales a los complotados. El eje de ella era el Ministro de Guerra y Marina de García Moreno y su amigo de confianza, General Francisco Xavier Salazar y contábase con la actuación por omisión del Ministro del Interior, doctor Francisco Xavier León, aunque no se sabe si ambos o uno solo de ellos utilizaba a Francisco Sánchez, personaje misterioso que reunió a Rayo y a los jóvenes liberales y los indujo al crímen. El pretexto fue que el Batallón Primero de Artillería plegaría al movimiento convirtiendo a los asesinos en héroes y a los complotados en próceres.DETALLES DEL CRIMENEl acto final del drama se realizó en las primeras horas de la tarde del viernes 6 de Agosto de 1875. Gabriel García Moreno fue ultimado sin misericordia alguna a machetazos y tiros de revólver y su cuerpo fue aventado hacia el pavimento de la plaza desde una altura mayor a los dos metros, donde le siguió macheteando la diestra del colombiano Rayo. Así, traicionado por todos, solo y sin ayuda alguna, murió en su ley, a sangre y fuego, como había vivido los últimos quince años.De testimonios recogidos con posterioridad al hecho se llega al conocimiento de que el Coronel Fidel López Arteta, Jefe del Batallón Primero de Artillería, comprometido para respaldar la acción, nada hizo por auxiliar al Presidente caído que estaba siendo asesinado; por el contrario, permaneció en las puertas de dicho Cuartel, imperturbable, los cinco largos minutos que duró la carnicería, oyendo y viendo el ataque, los disparos, machetazos, imprecaciones, juramentos, carreras y sacudidas que se sucedían a tan corta distancia.

Por último y no pudiendo esperar más por el "qué dirá de la gente", mandó a seis soldados para que "salgan a ver que pasaba",' luego tomó a un moreno de oficio Corneta del Batallón, llamado Manuel López, al que dio un fusil y ordenó que lo cargara y siguiera "a los de adelante" refiriéndose a los seis primeros.Así terminó sus días el Séptimo Presidente Constitucional de la República del Ecuador, doctor Gabriel García Moreno, cuando se disponía a asumir el poder por tercera vez, prácticamente en calidad de Presidente vitalicio.

EL GUAYAQUIL QUE SE FUE

A raíz de su fundación el 15 de Agosto de 1534 y trasladados a la costa, Guayaquil contaba solamente con dos calles que bajaban del cerro hacia el sur y se llaman Calle Real (actual Rocafuerte) y Calle Nueva (actual Malecón) que era angosta, sinuosa y orillada por la ría. Cincuenta años después, la urbe se había extendido hasta la actual calle Roca, existiendo tres esteros de por medio cruzados por puentes de madera. Seis callejones transversales completaban el panorama en esos difíciles días de piratas y epidemias. Los más famosos eran el de la Cruz por tener una Cruz grande puesta en el vecindario para espantar a la Viuda del Tamarindo que por las noches dizque se aparecía al pie del árbol y cerca del antiguo matadero y el del Cangrejito porque allí vendían los afamados moluscos del Estero Salado, traídos de Puerto Liza. Aún permanece en pie el último de estos callejones llamado de Magallanes en honor a uno de sus antiguos propietarios. El misterio que encierra al caer la tarde nos recuerda serenatas y duelos a espada.Las Plazas de Santo Domingo y La Concepción servían de centro de reunión del vecindario y sitio de expendio de víveres los domingos. La urbe se defendía por el malecón con ramadas de caña y techos de hojas de bijao donde estaban empotrados unos cuantos pedreros (1) listos para el uso.El 28 de febrero de 1628 el vecindario reunió 4.000 pesos para amurallar la ciudad; sin embargo, como el dinero no alcanzó para cubrir una obra tan costosa, a duras penas se levantó un pequeño Fortín de piedra, terraplenado por dentro, hoy conocido como "La Planchada". Dos cañones de largo alcance lo hicieron temible.(1) Los pedreros eran cañones antiguos de bronce, accionados con municiones de piedra.EL ASTILLERO DE GUAYAQUILDesde 1547 se construyen en la rada de Puna numerosas embarcaciones mercantes y de guerra. El Cabildo guayaquileño apoyó esta industria acondicionando en 1595 un astillero en las actuales calles Illingworth y Malecón que funcionó hasta 1602. Con ese motivo algunos pobladores se establecieron en la orilla y la Calle Nueva creció hasta el Conchero o playa destinada al desembarco y venta de ostras. (2).Ciudad Nueva aumentaba con rapidez, sus vecinos construyeron la Iglesia Matriz con maderas y cañas en el lugar donde hoy se levanta la Catedral. El Cabildo separó un lote en la orilla y las autoridades administrativas obtuvieron otro. Estas reservaciones originaron a la actual Municipalidad y Gobernación.EL GRAN PUENTE DE MADERAÉl Corregidor de Guayaquil Jerónimo Boza y Solís, que vivió en la Ciudad Vieja y tenía "un cariñito" en la Nueva, mandó levantar el famoso Puente de 800 varas de largo que nos diera tanta fama en el pasado. El puente se iniciaba en Ciudad Vieja, en la Calle Real

(Rocafuerte) superaba numerosos esteros y manglares hasta llegara la Ciudad Nueva —desde Tomás Martínez hasta 9 de Octubre aproximadamente— tenía dos varas de ancho y sus maderos eran de los más grandes y resistentes de la región.La obra demoró tres años en construirse y en 1710 se concluyó pero las continuas marejadas de la ría y las lluvias invernales terminaron con ella en diez años. En cambio, los 200 arcos de sostén permitieron al vecindario rellenar varios lotes intermedios, formándose barrios y cada vecino hizo su puentecito, con barandas y bancos para descanso de los transeúntes.(2) Hoy calle Mejía y Malecón.Estas alegres quintas de recreo duraron hasta hace pocos años. La mayor de todas fue la Quinta Pareja, desaparecida cuando el Dr. Rafael Mendoza Avilés rellenó los pantanos del norte durante su Alcaldía en 1947.La histórica Quinta cubría un extenso sector comprendido entre las calles Padre Solano, Mendiburu, Tomás Martínez, Loja y Padre Aguirre. Otras famosas fueron las de Rodríguez-Coello, de Medina y de Roditti, llenas de frondosos caimitos de gran fama por su delicado sabor. En frente de la cárcel estuvo el Jardín de los Bonín para recreo y turismo, donde los fines de semana se bailaba con banda de músicos, cerveza y mistelas.EL ESTERO SALADOFue un constante peligro para la urbe porque sus altas mareas llegaban hasta la Calle Real amenazando inundarlo todo. Hacia 1761 el Cabildo ordenó la construcción del Nuevo Cementerio, donde aún está en la Calle Julián Coronel, que en esos años era estrecha y cortada en pleno cerro. La Boca del Pozo de agua dulce para provisión de Ciudad Vieja, estaba en la esquina de las actuales calles de Julián Coronel y Rocafuerte, sector que hasta hoy así es llamado.Al final de Julián Coronel existía una gran Sabana y por ese lado el Ayuntamiento ordenó la construcción de una calle hacia el sur para contener las mareas del Estero. Esta calzada tuvo 1/2 de milla de largo y 11 metros de ancho llegando hasta Padre Solano. En 1785 el Coronel Ramón García de León y Pizarro. Gobernador de Guayaquil, la amplió considerablemente y en 1837 el Presidente de la República Dr. Vicente Rocafuerte ordenó su refuerzo y a la presente esta famosa Calzada de la Legua de antaño se ha transformado en las calles Santa Elena, Juan Pablo Arenas. En 1838 Rocafuerte ordenó un corte de manglares donde ahora es el Puente 5 de Junio sobre el Estero Salado, para balneario de Guayaquil.Con los años se levantó un puente de madera cubierto con techo de hojas. Un coche tirado por mulas salía todos los días a las 6 de la mañana y regresaba a las 4 de la tarde. Los baños se recetaban como medicina para los enfermos de la piel. A fines de siglo tenía un edificio con cuartos para desvestirse y numerosas recreaciones complementaban el ambiente. Se jugaba ajedrez, billar, damas, dominó y naipes. Había tiro al blanco, carrusel para señoritas y niños, cantina para los caballeros, conservas alimenticias, mesitas para almorzar carne en palito. En fin, todo hacía menos agreste el ambiente pues la zona era boscosa y sombría.En este siglo, Rodolfo Baquerizo Moreno construyó el American Park tomando como modelo los balnearios del Atlántico norteamericano. Yo conocí el sitio antes de su destrucción y pienso que todavía no hemos creado nada semejante. Quien alguna vez fue al American Park no la olvidará nunca; la pista de baile con escenario propio era inmensa y grandes parques y terraplenes la completaban. Hasta tenía una concha acústica para que toquen las orquestas. La sección juegos tenía maquinitas con películas mudas de Chaplín; otras ofrecían caramelos, juegos sorpresas y de habilidad. Dos piscinas con agua salada y piso de cemento, playa al Estero y un sinfín de tiendas donde se compraba chifles, mote, fritada, empanadas y otras menudencias, ponían al visitante en movimiento. El ají era famoso.MUELLES Y PLAYAS DE ANTAÑOPuerto Liza fue utilizado hace siglos por los pescadores de Guayaquil como centro de actividad, de allí su nombre. En la urbe existieron otros muelles y playas para uso mercantil. El de la Merced en Víctor Manuel Rendón y Malecón; el del Pescado en Illingworth y Malecón; el de la Plaza del Sur que aún existe y el de la Capitanía del Puerto, que funcionaba en los bajos del edificio de la familia Garaycoa, al lado de la Aguardientería hasta 1857, año en que el Presidente de la República General Francisco Robles ordenó el traslado de la Capitanía y del Resguardo de Aduanas al nuevo edificio frente a la Gobernación. El panameño Antonio Pérez solicitó al Cabildo el permiso para utilizar la playa vacía obteniendo privilegio de uso por 50 años. Allí construyó la empresa Antonio Pérez y Cía. un muelle privado, cuyo peaje, a la muerte del citado caballero, pasó a recaudarse a favor de los pobres del puerto.EL CONCHERO Y LA VIEJA TAHONAFueron sitios típicos de antaño. La Tahona, calificada de Vieja porque tenía más de 200 años de construcción, era un edificio grande y espacioso donde moraron familias muy ilustres. Hacia 1800 sus propietarios, los Rocafuerte, la refaccionaron porque amenazaba ruina. En la esquina opuesta había la mejor y más antigua casa del barrio, construida por Severino Franco y Navarrete y heredada por su nieto el General Guillermo Franco Herrera, Jefe Supremo de Guayaquil en 1859-60. En el río habían numerosas balsas donde vivían maleantes y mujeres de vida airada que celebraban la botadura de una nueva embarcación con velorios de barcos y jaranas sin fin. Son los carpinteros de ribera, de antigua tradición marinera en el puerto y nadie los puede sacar. Otras balsas servían de sitio de reunión y hasta de restaurantes de turismo y no era raro ver caballeros que toman tacitas de café puro con bolón de verde con cuajada o de chicharrón. Las balsas se transformaron en las famosas carretillas del malecón, donde hemos comido los sabrosos secos de gallina y chivo, el chocolate con sal y dulce, las "suelas" o sanduches calientes de mortadela y los aguados de pato y gallina los que ya tenemos más de treinta años, hasta que en 1967 se las desalojó por orden municipal, creo que de mi amigo querido Asaad Bucaram.EL FORTIN DE SAN CARLOS

El Estero de San Carlos fue rellenado con basura hacia 1880 originando a la actual Avenida Olmedo. Llegaba hasta las cinco esquinas y viraba hacia el noroeste. Cercano a él estuvo el de Carrión, así llamado por uno de sus antiguos vecinos; sin embargo ninguno tan famoso como el de San Carlos porque a su vera existió el Fortín de su nombre, célebre por los combates que en diferentes ocasiones se suscitaron allí. Los almirantes Brown y Guisse fueron derrotados, el primero cayó prisionero y el segundo se retiró herido hasta cerca de la isla Puna donde falleció. Hoy el Fortín de San Carlos ha desaparecido por efecto de nuestra incuria, porque hace aproximadamente 15 años fue reconstruido durante la alcaldía del Dr. Carlos Guevara Moreno, pero después se desmoronó. (3)IGLESIA Y ANTIGUO CEMENTERIOLas principales iglesias son: Santo Domingo, la más antigua; La Concepción, quemada en 1896 durante el Incendio Grande, La Merced en el bajo cerca de Ciudad Vieja; San Francisco y San Agustín en Ciudad Nueva, ambas quemadas y esa última reconstruida en su actual sitio hacia 1902 con el nombre de Capilla de la Soledad, San Alejo estuvo siempre en el Barrio del Astillero y San José data de la segunda venida de los jesuitas, en tiempo de García Moreno. La Victoria fue una rústica capillita de caña y recibió su nombre por la Virgen de la Victoria, venerada desde muy antigua data en Guayaquil.La Matriz tuvo a sus espaldas el cementerio antiguo cuya ubicación corresponde al sector comprendido entre las calles Boyacá y García Aviles y Aguirre y Clemente Bailen, En este sitio descansan las osamentas de muchos de nuestros antepasados mezcladas con pilotes de concreto de los nuevos edificios de la zona. El progreso no respetó su reposo y la historia ha olvidado sus nombres. VELORIOS Y SEPELIOSHasta 1870 era usual enterrar en Iglesias y el Nuevo Cementerio tenía pocos .ocupantes. Los sepelios se realizaban hasta las 7 de la noche, la caja era cargada por individuos contratados que portaban faroles para alumbrar el camino. No se usaban fajas y el duelo era presidido por alguna autoridad amiga o el deudo más cercano o importante, dividiéndose la concurrencia en pelotones de acuerdo a la edad, condición o amistad.Desde 1890 la caja se llevaba en carrozas tiradas por mulas de propiedad de la empresa de Pompas Fúnebres. A los animales se los adornaba con penachos de luto, compuestos de plumas negras o moradas. El féretro se tomaba con gruesas cintas de rúan, la concurrencia iba en carro y sólo se aceptaban entierros con permiso de la policía.El deceso de un menor era motivo para que la parentela bebiera en exceso. El niño ha ido al cielo portado por angelitos y esto debía celebrarse. El juego del Golfín, costumbre venida de España, es de ley en esta clase de reuniones y nadie se escandalizaba de su práctica.(3) Esta crónica fue escrita en 1969.

EL TRATADO DE MAPASINGUE

En septiembre de 1859 el Presidente de la República General Francisco Robles abandonó el país amargado por la conducta de algunos de sus compatriotas. El 18 de ese mismo mes Loja se declaró Estado Federal bajo la Presidencia de Manuel Carrión y Pinzano, Cuenca desconoció a este régimen y plegó a Guayaquil, aceptando como Jefe Supremo al General Guillermo Franco. En Quito García Moreno presidía un Triunvirato revolucionario y el resto de la república estaba dividida entre los gobiernos de Quito y Guayaquil. La labor de Carrión en Loja fue admirable, impulsó la educación, creó la Corte Superior de Justicia, fundó escuelas y organizó la administración pública junto a su Secretario Querubín de Samaniego.SITUACION CON PERUEl 29 de septiembre zarpó del Callao el Mariscal Castilla con destino a Paita y Guayaquil.- Venía con una caja militar de 8 millones de pesos oro, 6 barcos, gran cantidad de armamento, municiones y un selecto estado mayor compuesto de militares, civiles y diplomáticos. En Paita lo esperaban García Moreno e Ignacio Noboa Baquerizo en representación del Triunvirato de Quito y el Gobierno de Guayaquil respectivamente, para convencerlo que pactara con sus respectivos grupos políticos. García Moreno se adelantó a Noboa, obtuvo una cita y fue el primero en hablar, diciéndole que la alianza de siete meses que ambos tenían no debía romperse y le pidió la expulsión de Noboa. El Mariscal se negó a cometer este abuso y dio a entender a García Moreno que seguiría viaje a Guayaquil a pactar con Franco. El triunviro se acaloró y gritó:— "Usted ha faltado a sus promesas y declaro rota la alianza....”Castilla le respondió: " ¡En hora buena! usted no comprende los deberes de un mandatario, que obligado por las exigencias del puesto tiene que prestar audiencia a todos los que la solicitan ... . "Desde este momento García Moreno empezó a descorazonarse pero aún así, aceptó acompañar al Mariscal Castilla a Guayaquil y a bordo de una nave capitana se atrevió a lanzar una proclama diciendo que los peruanos venían como amigos al Ecuador; sin embargo se resentía por el mal pago que según él, le había dado el mismo gobernante peruano que meses antes le prometía la presidencia de Ecuador en bandeja de plata.CASTILLA EN NUESTRA CIUDADEl 4 de Octubre de 1859 el Mariscal arribó a Guayaquil a bordo del vapor Túmbez y pidió una entrevista a Franco, conferenciando en la nave durante algunas horas. Castilla era mestizo rústico pero inteligente que a toda costa deseaba demostrar su poder a América. En fatuidad nadie la ganaba, gustaba usar ropa de estruendosos colorines, su aparatosa vestimenta era digna de un Mariscal de Napoleón; sin embargo, tenía el sentido común de toda inteligencia despierta y se guiaba más que por ideas, por simples corazonadas. En su conversación con Franco no hubo elevación intelectual pero sí mucho tesón. El guayaquileño, sólo y sin fuerzas, logró rehusar las exigencias del conquistador sureño y al final, luego de algunos minutos de charla, Franco regresó al puerto y Castilla a Paita, a ver a sus tropas, que necesitaba para asustarnos, más de lo que ya estabamos.El 8 de noviembre la ciudad se despertó con la sorpresa de que Castilla hacía su triunfal entrada en la ría con 15 barcos y 5.000 soldados, dirigiéndose a la boca del Daule, en la zona de Mapasingue donde acampó con el aparato de una corte europea en campaña. Castilla había escogido exactamente el sitio que García Moreno le recomendara meses atrás, cuando eran aliados, como el mejor para situar un ejército contra Guayaquil.GARCIA MORENO POR EL INTERIORMientras estos luctuosos acontecimientos ensombrecían el panorama nacional. García Moreno llegaba a Riobamba donde la guarnición se sublevó contra el Triunvirato de Quito. Primero le pidieron que renunciara el cargo y como se opuso, lo guardaron en prisión. Esa noche v aprovechando la embriaguez de la tropa, logró liberarse, asumió el mando, hirió al Alférez Santiago Palacios, después juzgó a los revoltosos en juicio verbal, hizo ejecutar a Palacios, perdonó la vida al Teniente Pazos, otro de los implicados y como la Constitución vigente de 1851, prohibía la pena de muerte para delitos políticos como el de Palacios, al conocerse su fusilamiento, fue duramente criticado en el país.El 11 de Noviembre subió a Mocha con algunos leales y destrozó en el sitio "El Molino" a una columna de 300 hombres que apoyaba a Franco, a los que sorprendió dormidos. Durante la masacre hubo casos como el de Pedro Lizarzaburo, caballero riobambeño, que deseando hacer méritos arrojó lanzadas a destajo y mató a muchos. García Moreno se entusiasmó y le apodó "Pedro el Cruel" en homenaje a esa locura, solazándose con que el aborrecido monarca castellano tuviera en el Ecuador un fiel seguidor a pesar de tantos siglos de distancia. Luego regresó a Quito y allí descansó algunos días.CARTAS A MONSIEUR TRINTEEl 7 de Diciembre escribió al Cónsul de Francia en Guayaquil pidiéndole mucha reserva y que se comunicara en forma confidencial, solicitando el protectorado para Ecuador. Dícele que no lo pide a España por estar esa nación en gran decadencia debido a las guerras Carlistas y que lo hacía a Francia para detener el avance arrollador de los pueblos anglosajones sobre América Latina.El 14 le escribió nuevamente indicando que viajarían a Guayaquil los Triunviros José María Avilés y Manuel Gómez de la Torre, con la secreta consigna, el segundo de ellos, de comunicarse con Trinité personalmente y que iba instruido para el caso; además, comentaba, que el objeto aparente del viaje era una entrevista con el General Franco.Esta segunda carta fue en extremo reveladora porque García Moreno aparecía de cuerpo entero. Avilés era el cándido que nada sabía y Gómez de la Torre el cómplice en la opereta del viaje a Guayaquil.Mas, el día 21, fecha de su onomástico, no contento con las dos primeras misivas en español, envío otra en francés, porque temía no haber sido comprendido perfectamente en sus propósitos e insistía en el Protectorado de Francia. En Guayaquil el Cónsul no le dio importancia, se guardó de comunicar al Ministerio de Asuntos Exteriores y el plan del protectorado no prosperó por esos días.

EFECTOS DEL BLOQUEOLlegando al puerto Aviles y Gómez de la Torre, éste último debió de cumplir su metido. Sobre la entrevista de Gómez de la Torre con Trinité nada se conoce porque el Cónsul murió a los pocos meses, el 19 de Abril de 1860, en Quito, misteriosamente. Por supuesto que Gómez de la Torre se cuidó de guardar el secreto y nada ha dejado escrito, ¿qué conversarían? ¿quizás Trinité se negó a formar parte de las maquinaciones garcianas para envolver a Napoleón III en los asuntos nacionales o bien pudo haberle dado algunas esperanzas?. En fin, dudo que algún día se conozca todo el trasfondo del problema y solo lo sabremos si en París se encuentran nuevos documentos, ya que la parte conocida ha llegado hasta nosotros solamente por la publicación efectuada en Lima por el Conde Lapierre, Secretario de Trinité en Guayaquil.Mientras tanto Cuenca había autorizado a Franco a pactar un Tratado con Castilla y envió varios delegados entre los que figuraba José Antonio Rodríguez Parra y Nicolás Gómez, que junto a los Generales Guillermo Bodero y José de Villamil, el 2 de diciembre, firmaron una Tregua con el Presidente peruano, como paso previo a la suscripción del Tratado de Paz.Durante los meses de Diciembre y Enero se reunieron los mediadores en cinco entrevistas y fruto de ellas fue el acuerdo cuyos protocolos suscribieron en Guayaquil el 25 de Enero de 1860, figurando como Jefes de las Delegaciones el doctor Nicolás Estrada Cirio y Manuel Morales, por Guayaquil y Perú, respectivamente y como Secretarios José Antonio Rodríguez Parra y Manuel Nicolás Corpancho en su orden.EL TRATADO DE MAPASINGUELa primera crítica que se ha formulado a este acuerdo internacional es que lleva nombre cambiado, porque debe ser de Guayaquil, ciudad en la que se lo firmó como producto de la expedición armada de Mariscal Castilla y el bloqueo Naval del Almirante Mariátegui, en consecuencia fue un tratado viciado por la fuerza y por la circunstancia de estar dividido el Ecuador en varios gobiernos regionales (Quito, Guayaquil y Loja); en Mapasingue no se establecieron derechos territoriales en favor de ninguna de las naciones firmantes, ya que los mediadores guayaquileños, con mucho sentido de previsión, en el Art. VI indicaron, que los límites entre Ecuador y Perú vigentes en 1859 se rectificaran dentro del término de dos años, contados desde la ratificación y canje del Tratado, nombrándose una Comisión Mixta que señalaría los nuevos límites con arreglo a las observaciones que se hicieran a los comprobantes que presentarían las partes. En consecuencia, no cabe que la historia condene el Tratado de Mapasingue como entrega territorial nuestra porque no lo es.Las personas y los hechos deben ser medidos a través de las circunstancias de sus vidas y en Mapasingue nuestros mediadores trataban de salvar a Guayaquil de una inmediata anexión al Perú, de la que Franco no hubiera sido en ningún caso responsable. Muchos compatriotas habían participado en la aventura militar de Castilla. Se ha comentado la actuación de García Moreno; pero habían otros más, Piedrahita por ejemplo, llegó al puerto en la flota de Castilla y como Franco no aceptó su ofrecimiento de tener al General Flores como aliado suyo, se disgustó y salió con dirección a Quito, donde al fin consiguió su cometido y obtuvo de García Moreno el necesario permiso para que Flores comandara su ejército en calidad de General en Jefe.

Y así como Piedrahita hubo otros comprometidos en este loca y poco escrupulosa aventura de coquetear con el enemigo. Por algo se sentía Castilla con derecho a solicitar a Franco la anexión de Guayaquil al Perú e incluso se refiere que prometía maravillas a nuestro puerto.—Yo proveeré de agua potable a Guayaquil, haré desecar los pantanos inmundos que la rodean, levantaré fortalezas, tenderé rieles para unirla con Manabí (hasta allá llegaban sus miras de conquistador).Franco le respondió en esa ocasión: Somos pobres, pero no queremos cambiar nuestra pobreza por la riqueza .... Y le volvió las espaldas.NUEVA CRITICA HISTORICA SOBRE MAPASINGUEEn Mapasingue la debilidad de nuestra posición de ciudad bloqueada indujo al doctor Estrada a aceptar en principio la validez de la Real Cédula del 15 de Julio de 1802, por la que se segregaba la Gobernación de Mainas en lo militar y eclesiástico al Virreynato de Lima; cédula que nunca fue aplicada en la Audiencia de Quito por aquello de que se la acató pero no cumplió, cosa natural en esos años, en que por las distancias tan grandes se hacía imposible el buen gobierno de estas comarcas desde la metrópoli española.La nueva investigación, tomando en consideración el lamentable estado político de la época y el inminente peligro de segregación de Guayaquil y consecuente anexión al Perú, juzga los Protocolos de Mapasingue con ojos más benignos que antaño y no fustiga a sus firmantes con la saña empleada por García Moreno, principal culpable de tanta catástrofe.EL VOTO DEL CORONEL VALLEJOA raíz de la revolución del 6 de Marzo de 1845 en Guayaquil, el General Flores abandona la presidencia de la República y emigró a Europa en obligado destierro. Los principales talentos del Ecuador se reunieron en Cuenca el día 3 de octubre de ese año bajo la presidencia del doctor Pablo Merino y Ortega con el objeto de elegir Presidente de la República y dictar la Cuarta Constitución que tendríamos en sólo quince años de vida como nación independiente y soberana.Pero pocas veces se había visto tanto odio como el que despertó esa magna reunión de “Padres de la Patria" porque cuando llegó el momento de decidir quién debía ocupar la silla presidencial los Convencionales no aunaron criterios. La primera votación celebrada en la tarde del día 4 de diciembre arrojó el siguiente resultado: 24 votos para Vicente Ramón Roca, que había experimentado un repunte como miembro de la Junta de Gobierno marxista superando sus antiguas actuaciones como ministro de gobierno de Flores, 12 para el doctor José Joaquín de Olmedo, 3 para Diego Noboa Arteta y 1 para José Modesto Larrea y Jijón firmado por su primo segundo el doctor José Miguel Carrión y Valdivieso, ningún candidato había obtenido los 28 votos necesarios para la elección, por ser las dos terceras partes que prescribía la Ley para resultar electo. Los días siguientes 5, 6 y 7 de diciembre no arrojaron mayores cambios porque los grupos permanecieron compactados entre Roca y Olmedo, que sacaban sucesivamente 27 y 14 votos cada uno. Faltábale a Roca uno solo para ser electo, pero ese voto no venía y los ánimos se caldeaban. El día 7 a eso de las 6 de la tarde se retiró de la sesión el Obispo Carrión, que se había sumado desde la segunda votación al partido roquista, por un violento acceso de asma que le sobrevino; el número de convencionales bajó a 40, los dos tercios a 27, pero la votación a favor de Roca disminuyó a 26. Las cosas seguían iguales o quizá peores.PROTESTO ROCAFUERTEComo a las 9 de la noche José María Caamaño y Arteta, Diputado por Guayaquil, apoyado por el doctor Vicente Rocafuerte, que concurría por Pichincha (en esa época feliz los talentos eran reconocidos en cualquier sitio de la República) ambos convencionales del grupo minoritario que apoyaba a Olmedo, en gesto heroico y para evitarle un seguro triunfo a Roca que ya todos vislumbraban, pidió que se encargara definitivamente el Poder al Dr. Pablo Merino y Ortega, Diputado por Chimborazo y Presidente de la Convención. Dos roquistas los Dres. Pío Bravo Vallejo y José Joaquín Malo, solicitaron que se modificara la moción en el sentido de que el Poder se le encargaría provisionalmente al Dr. Merino, hasta tanto la Convención eligiera un sucesor de Flores, que lo reemplazase constitucionalmente. El golpe era ganar tiempo mientras se realizaba un nuevo tanteo en el grupo de diputados Olmedistas, para ver si se conseguía el voto que faltaba, lo que efectivamente ocurrió, puesto que a la siguiente votación Roca alcanzó tos dos tercios reglamentarios con 27 votos contra 13 de Olmedo. ¡La suerte estaba echada!.Las barras prorrumpieron en grandes voces de júbilo cuando se leyó el voto 27 y todo fue una algarabía infernal, el Presidente de la Asamblea quebró su martillo de tanto pedir silencio y cuando ya todo se hubo acallado, se vio que una figura alta y delgada, admonitiva podríamos decir, se alzaba de su curul y con acento grave increpó “Protesto por el triunfo del señor Roca, sigo pensando que el Dr. Olmedo, gloria de la Patria y de América, es el llamado al gobierno".Este Rocafuerte, tan sereno y afrancesado, tan poco popular entre las barras, que años antes había pactado con el causante de todos los problemas (Flores) con tal de escalar la presidencia del Ecuador, causó una escasa impresión en el auditorio, pero como el voto "virado" de Olmedo a Roca, era el del Diputado por Guayaquil, Coronel José María Vallejo, bravo entre los bravos y hombre de mucho temple, puesto de pie y mirandofijamente a Rocafuerte, que permanecía impávido, díjole:"Uso la libertad que gozo para expresarle mi opinión con la sinceridad propia de mi carácter. Nada temo ni nada espero. Nadie puede enrostrarme nada (alusión a Rocafuerte y su pacto con Flores); solo atiendo al grito de mi país que clama por el bien. No he realizado sacrificios para sostener caprichos ni anarquizar mi patria. Mas de 80 veces hemos votado sin conseguir ningún resultado. No puedo seguir coadyuvando al desorden. Por último, quien supo en los campos del honor y la guerra libertar a la República (se refería a sus actuaciones como militar y prócer de la Independencia ecuatoriana) sabe ahora defender su honor contra cualquiera. Aquí está, pues, mi vida, lo único que me queda sacrificar por la libertad" (1). El tono con que afirmó las últimas frases y la forma como empezó a avanzar resueltamente contra Rocafuerte, hizo que éste, ya achacoso y enfermo (falleció en 1847, dos años después, en Lima), se quedará mudo y pálido, sin saber qué responder ante la altiva posición de Vallejo a quien, sin embargo, acusaría luego, de vendido,

Roca resultó electo y todos se fueron a sus casas el 7 de febrero de 1846, no sin antes haber aprobado la IV Constitución de la República, al siguiente día de la elección presidencial, es decir, el 8 de Diciembre de 1845.(1) Frase profética ya que en 1865 moría fusilado por García Moreno en aguas del Golfo de Guayaquil.LOS AMARGADOS SE LANZARON CONTRA ROCAEntre los Olmedistas que podríamos calificar de intelectuales y liberales, en contraposición a los Roquistas, que eran más bien comerciantes, frailes y conservadores, hubo muchos amargados que no cesaron en su empeño de desprestigiar a Vicente Ramón Roca. Pedro Moncayo, Diputado de Imbabura, dijo que Roca había conseguido numerosos votos con ofertas de ministerios, lo que no es verdad porque el único convencional que llegó a Ministro fue Manuel Bustamante en la cartera de Hacienda. Los Ministros del Interior y Guerra y Marina, Dr. José Fernández - Salvador y Manuel Gómez de la Torre, simplemente eran amigos de Roca y no concurrieron a la Convención. Otro antirroquista furibundo fue el joven y pizpireto Gabriel García Moreno, por esa época pasante en el estudio profesional del Dr. Ramón Borja Escorza (profesional de modesta condición social pero encumbrado por su saber y virtud, liberal de convicciones y Diputado por Pichincha del grupo de Olmedo) que inspiró en el joven García una fuerte emoción cívica por el Cantor de Junín, cristalizada en Abril de 1846 en su pasquín "El Zurriago", de minúsculo formato y pésima impresión, que se repartió gratuitamente y en total salió cinco veces, no dejando títere con cabeza ni honra sin mengua, al punto que del Obispo de Botrén, Monseñor Carrión dijo: "El juramento en su boca es como la protesta de una coqueta"; del Presbítero Andrés Villamagán y Benavides, también roquista: "Clérigo sabio para los idiotas e idiota para los sabios, grasicnto, andrajoso y gangoso"; del Presbítero José María Riofrío, luego Arzobispo de Quito: "Para él la Patria es un empleo, la felicidad una bolsa llena y la libertad una renta". Con tal oposición, el Presidente Roca se vio precisado a sofocar revueltas sin fin. Un total de cuarenta y dos durante los cuatro años de su Presidencia Constitucional. Con el país pobre, peligrando en lo internacional, con intentos de invasión y sin embargo ¡cuánto bien hizo!. ¡Cómo dejó a Ecuador en 1849 cuando pobre, más pobre que nunca y vilipendiado por todos, bajó del solio presidencial y regresó a su casa a seguir trabajando como un comerciante cualquiera!.

EL POR QUE DE LA OPOSICION A ROCASi bien es cierto que Olmedo era de faz trigueña, el simple hecho de ser hijo de un andaluz llegado a Guayaquil en plena colonia y casado con dama linajuda le hacía simpático; no así Roca, que, igualmente trigueño, tenía el cabello ensortijado y fue bautizado con el entonces afrentoso apodo de: "El zambo Roca", que hoy no tendría importancia y hasta le haría simpático, por ser un trato familiar que en muchas casas nobles y plebeyas se adjudica con cariño a algún pariente; mas, para los de la época. Olmedo era un

semidiós, un "Aguila que respira el éter de las alturas y se infecta en los pantanos". "Alma grande que no se aviene con las imperfecciones del género humano", "Ilustre, ilustre, ilustre”, y así por el estilo, no se cansaban de repetir a boca llena los convencionales de 1845, cuando perdió Olmedo frente a Roca, acto que clamaba venganza de los dioses poéticos del Olimpo y sobre Roca debía caer todo el peso de la fuerza de Júpiter y así fue.LA LUCHA DE LOS MARQUESESLas hostilidades fueron rotas en enero de 1846 cuando el Presidente Roca, en un banquete al que asistió "todo Quito", fue maliciosamente preguntado por una de las señoras Carcelén, hijas del Marqués de Solanda (ya difunto), de la siguiente manera y en alta voz para que todos oyesen: "Dígame, Presidente: Si a un vaso de cristal de roca tallado lo hicieran santo. ¿Cómo le dirían?. La respuesta era obvia "zambaso de Roca”, y el pobre Presidente tragó grueso y se hizo el sueco. Pero como en todo partido hay dos bandos, los Larrea y Carrión, hijos del también difunto Marqués de San José, eran roquistas y decidieron darles duro a sus primas las Solanda. ¿Qué se habían imaginado esas primas?. Tratar así a nuestro candidato .. .Y se armó la bronca: los descendientes de los titulados se peleaban por Roca o contra Roca.Roberto Ascázubi y sus hermanos, como seguidores de su cuñado García Moreno, se hicieron antirroquistas, a pesar que Robertito estuvo sus buenos tres meses encargado del Ministerio de Hacienda, colaborando con Roca. Ellos representaban a los antiguos titulados Marqueses de Maenza. Los descendientes de los Marqueses de Miraflores y los de los Condes de Selva Florida, en cambio, por los entronques del General Juan José Guerrero, eran más roquistas que nadie y así por el estilo. Sólo los cognados del titulado Conde de Casa Jijón, reconociéndose parientes del depuesto Flores, se conservaron independientes, pero enemigos del presidente; por esa misma calidad y aún años después, hubo espíritus como el del Padre A. Berthe, que al calificar a Roca lo hizo con tal saña, que mejor sería no publicar el concepto, lo cual sólo a modo ilustrativo lo haremos: "Roca; Comerciante distinguido en los últimos tiempos (1844) por su odiosidad a Flores, por haberle impedido aspirar a la Vice-Presidencia de la República, como ambicionaba; aunque de origen plebeyo y de sangre (TRES MELANGE) deseaba abiertamente el mando y buen número de conservadores que le conocían su habilidad para los negocios, su espíritu práctico y su energía, que a veces llegaba a la dureza, le entregaron sus votos, para oponerle como baluarte contra los jóvenes revolucionarios liberales que preconizaban al impío y afrancesado Olmedo". De paso, el Redentorista Berthe también le dio sus cuantas cuchufletas a Olmedo, por aquello de que nunca fue católico practicante.Los liberales a su vez recordaban con odio que Roca siempre había sido floreano hasta el 44, renegando después de su postergación a la Vice-Presidencia, que también había programado los asesinatos del "Quiteño Libre" en 1833 y el pacto entre Rocafuerte y Flores el 35. ¿Se quiere más?;Don Pedro Fermín Cevallos, en cambio, dijo de Roca: "Fue popular, creó un fuerte partido personal formado por gentes de gran viso y prestancia social e intelectual, nunca se le supo disipador sino austero, honestísimo como pocos, pudo haber sido caudillo y no lo quiso, salió modestamente del Palacio Presidencial y sin cortejo, regresando a Guayaquil donde siguió trabajando como de costumbre. Entró pobre y salió pobrísimo. ¡Era todo un repúblico!". Y nosotros agregaremos que también salió enfermo y falleció a los pocos mese en Guayaquil, en 1850

ENFERMEDADES DE ANTAÑO

Una de las ciencias que más ha progresado en lo que va del presente siglo es la medicina y tanto, que los métodos de hace cien años para diagnosticar y curar, ahora resultan increíbles y despiertan risa, más que sorpresa.El médico de hace un siglo tenía relativamente poca ciencia y mucho empirismo. Los habían «Latinos» que por conocer dicho idioma y haberse graduado en una Universidad podían diagnosticar y operar. Los otros, que sólo hablaban el español se llamaban «Romancistas» y curaban casi por instinto, sanando por pura casualidad a sus clientes.Los «Barberos» y sangradores se especializaban en ramas menores de la medicina de entonces tales como cortar venas para sangrar, colocar sanguijuelas en las nucas de sus pacientes, sacar muelas, cauterizar heridas con fierros al rojo vivo, coser el cuero cabelludo y poner emplastos o cataplasmas. También había los llamados «Barchilones» o enfermeros que trabajaban preferentemente en los hospitales, llevando y trayendo vacixnillas, cambiando las vendas de las heridas, limpiando las camas, barriendo el piso y en fin, haciendo de todo un poco. Las mal llamadas «Comadronas» o «Comadrejas» eran las antiguas parteras que ayudaban a venir al mundo a las criaturas y cuando se topaban con algún problema morrocotudo mandaban a preguntar al nervioso padre que esperaba afuera: ¿Qué vida quiere salvar, la de la madre o la del niño? Imagínese el compromiso ...Y como la botánica reinaba en las boticas, porque la química solo era medio conocida, existían unas recetas milagrosas dignas de ser recordadas. Van algunos ejemplos. Si le salían granos en la piel, lo mandaban al paciente a bañarse en Las Peñas y a hacer gárgaras con esas aguas, que se decían milagrosas, porque contenían zumo de zarzaparrilla, planta silvestre y gran depurativo, que crecía en ese sector. Si el mal persistía, entonces el baño era en aguas del Estero Salado, que por ser más fuertes se recomendaban solamente para las tiñas y roñas en general.Si Ud. se caía de un caballo y rompía una pierna lo colocaban en cama un mes, con su pierna en medio de dos tablitas y varias vendas. No podía levantarse y peor caminar, so pena de tener qué vivir tullido el resto de sus días. Si se dislocaba una articulación venga un sobador montubio en medio de la expectación de nutrida concurrencia y arreglaba el mal como por ensalmo.Para males más profundos existían otros métodos. Así por ejemplo, cuando a don Pablo Herrera Ministro de la Alta Corte de Justicia de Quito, a fines del siglo pasado, se le hipertrofió la próstata, le recetaron una sondita de caucho en la uretra, cuya punta iba a dar a un frasco de vidrio donde se acumulaban los orines. El frasco se guardaba en un bolsillo interior del sobretodo, para disimularlo. En una clásica fotografía del «Ecuador en Chicago» aparece el bueno de don Pablito con sobretodo y se le ve el bulto del frasco; lo que no se aprecia en dicha foto es el olor que despedirían dichos orines enfrascados. Años después don Eduardo Game Valarezo, gerente del Banco del Ecuador sufrió de lo mismo, pero ya la ciencia había progresado. Estábamos en 1920 y sólo tuvo que soportar un año de curaciones cáusticas por la misma uretra -que han de haberle dolido porque sangraba- hasta que la próstata se quemó químicamente y dejó de molestar. Ahora, con una simple operación que dicen que es muy sencilla, cualquier cristiano sale del paso en siete días y sin dolores ni molestias de ninguna índole.Los accidentes también eran motivo de preocupaciones sin cuento. Doña Rosa Montúfar de Aguirre, hija del Marqués de Selva Alegre, se cayó de su caballo en Quito y se le desprendió el maxilar inferior, así pues, el resto de sus días los pasó con un pañuelo amarrado a la cabeza y existe una fotografía de ella, con el bendito pañuelo. Por supuesto que nunca pudo comer ni hablar con corrección, todo un lío que la atormentó hasta la muerte.A los borrachitos los curaban hasta bien entrado el pasado siglo con el siguiente método: Primero un baño en agua helada para que se les pase el chuchaque, luego varias latigueadas para que purgen el vicio y comprendan lo malo que es atormentar a Dios con el pecado de la borrachera, por ultimo lo mandaban a sus casas todos mohínos y adoloridos para que tomen agua con gotitas de cognac, de tal suerte que se vayan desintoxicando paulatinamente. Este método se aplicaba de preferencia en los pueblos y dicen que era santo remedio en la mayor parte de los casos. Los loquitos, en cambio, eran recluidos a la buena de Dios, muchas veces en manicomios donde no había médicos alienistas. En otras ocasiones les aplicaban «el ojal» método que por gracioso lo voy a contar como me lo refirió una viejecita que lo vio practicar en 1870, Don Célimo Bueno Betancourt que vivía en Esmeraldas estaba medio chifladito. Al orate lo agarraban entre cuatro y un médico le metía un filudo cuchillo, a flor de piel, en la nuca, hasta formarle un ojal con un orificio de salida y otro de entrada. Luego le pasaban una venda de tela fina por debajo del ojal y se la dejaban allí, colocando el resto del rollo de no menos de 10 mts. de largo en un bolsillo del saco. Esto se hacía para evitar que el ojal se cerrara. Diariamente se le seguía pasando la venda y al final, después de un año, el loquito estaba curado o más loco que nunca. El secreto del método consistía en hacer que «la demasiada sangre de la cabeza del loco» se le vaya a la nuca de golpe y «lo despeje» y como el ojal traía infección y enrojecimiento de la piel de la herida, el médico se daba por bien servido en todos los casos.

FAMILIA PATRIARCAL GUAYAQUILEÑA

Hace muchos años -hasta 1880- Guayaquil era tierra de promisión donde ricos y pobres tenían lo suficiente para vivir, ni más ni menos. Tres parroquias dividían la urbe: Ciudadnueva, Centro y Astillero, éstas dos últimas formaban Ciudad vieja. Las calles

conservaban sus viejos nombres españoles: Cangrejito, Real, Gallera, del Fango, Carrizal y Comercio. Las plazas eran espaciosas y antiguas, la de la Concepción se quemó íntegramente en el incendio grande de 1896, las de San Alejo, San Francisco y La Merced aún existen aunque muy remodeladas. Había dos mercados y 20 reses diarias se sacrificaban para consumo de los 40.000 pobladores. En las boticas se vendía muy variadas medicinas. El doctor Gault anuncia sanguijuelas alemanas y francesas acabadas de recibir por el bergantín "Tres Hermanas".Los cafés abrían sus puertas desde las 5 de la tarde hasta altas horas de la madrugada. En el de la Marina que también desapareció en el incendio grande, vendían mistelas finísimas para toda ocasión. Don Francisco Jaramillo desde el portal de la casa municipal ofrecía chocolate español para las que esperaban bebés; mucho "jarabe con nieve del Chimborazo" —hoy conocido con el nombre de raspado o prensado— se consumía a diario. El calor era fuerte pero la moda obligaba a usar vestidos ceñidos y largos. El agua potable se traía de Petrillo a lomo de mula o en balsas. El agua salada del Estero servía para bañarse y los barriles de 18 galones costaban dos reales y los vendían los empleados del italiano J. J. Murta.En la perfumería de Gallé Hnos. se exhibían panes de jabón de zumo de pepino para caballeros y de crema de glicerina y de vinagre de frambuesa para el bello sexo, la química era de orígen vegetal. En el antiguo teatro "Olmedo'' la compañía Torres anunciaba una obra del inmortal Larra titulada: "Amor Paternal" en beneficio de cuatro actrices, los palcos a tres pesos admitían hasta cinco personas, las lunetas modestamente costaban cuatro reales y eran de uso individual.Por las tardes a eso de la seis, se encendían los faroles que habían reemplazado con éxito a los antiguos quinqués de aceite. Una nueva luz brillaba a lo largo del Malecón y de la Calle del Comercio; era el gas que se obtenía de la hulla importada de Valparaíso. La noche invitaba al paseo romántico y a dar serenos. Para el efecto se subían pianofortes o pianolas en carretas tiradas por mulas. Las calles estrechas daban intimidad a la música y las mazurcas, polkas y valses volaban con el fresco de las nueve, hora propicia para no causar demasiadas molestias a los vecinos que embelesados también escuchaban.Por el oeste Guayaquil se resguardaba desde 1842 del flujo de las altas mareas del Estero Salado con un camino de piedra de una legua de largo que salta de Sabana Chica (hoy Plaza de la Victoria) y seguía por las calles Santa Elena, Juan Pablo Arenas hasta Sabana Grande o de San Pedro, donde actualmente se encuentra el Hospital Territorial. En ese año el intrépido Gobernador Vicente Rocafuerte hizo reforzar la calzada antigua y colonial mandada a construir en 1784 por el Gobernador, Coronel Ramón García de León y Pizarro. De allí nació la famosa frase porteña de "Apuren que el muerto apesta", porque los entierros se realizaban a las 6 de la tarde, hora en que los mosquitos maltrataban a los acompañantes con sus punzantes aguijones a lo largo de todo el camino y los chuscos que iban a la retaguardia, para apurar a los demorones gritaban en son de broma: "Apuren, que el muerto apesta".GUAYAQUIL POR DENTROLas casas eran espaciosas, de madera, tenían un amplio corredor que miraba al frente, donde se colgaban las infaltables hamacas para que los moradores gozaran de las delicias de una buena mecidita después de almuerzo. La primera casa con ventanas que se construyó en Guayaquil fue de propiedad del comerciante italiano Lorenzo Lavezzari Di Canotieri, que la inauguró con un baile al que asistió el presidente Doctor Gabriel García Moreno, y era de ver la admiración que causó la tal novedad. Por entonces se la llamó la Casa de las Chazas Venecianas. Luego vinieron otras y la costumbre se generalizó después del incendio grande del 96.El patio interior también era de ritual, adornado con grandes maceteros de flores y líquenes colgantes que daban un delicioso sabor andaluz. Muchas casas de postín tenían doble sala para ser usada según la clase de visita que se recibiera. Si era una comadre, antigua empleada o persona de regular condición se la recibía en la "sala de confianza", amoblada con sillas de esterilla barnizada o con mecedoras de Viena; pero si la persona era de gran copete o mucha etiqueta, hubiera sido una grosería no recibirla en el salón principal, donde eran infaltables los muebles Victorianos, Luis XV, Luis XVI, abroquelando las paredes los macizos "trumeau" traídos de París, llenos de mármol, espejo, pan de oro y coronaciones talladas en caprichosos racimos de frutas o plumas, que formaban retorcidos penachos. El jarrón de "Sevres" o de “Limoges” era de ley, así como también la fina escupidera de porcelana inglesa adornada con flores multicolores. Un burropié para las señoras de edad complementaba el mobiliario.En este bucólico ambiente la sociedad se basaba en familias que vivían alrededor del padre, amo y señor de sus hijos y cónyuge y sol brillante que nunca se eclipsaba. Muchos sirvientes, descendientes en su mayor parte de antiguos esclavos de la casa, seguían la suerte de sus amos, sin tentar la vida libre en una sociedad semi feudal que acababa de salir del denso coloniaje español y que mantuvo a América sin mayores cambios por más de dos siglos y medio.A golpe de cinco de la tarde se iniciaba el "Angelus" que antecedía el rosario alrededor de la madre. A las seis la tertulia. La cena era frugal y casi siempre a las ocho. Luego se pasaba al corredor a conversar, recibiéndose amigos que visitaban hasta las once. Una de estas veladas ha perdurado a través de los años merced a la poesía viva y chispeante de Juan León Mera, autor de la letra de nuestro Himno Nacional y visitante del hogar de Diego María Noboa Baquerizo, cuando fue de vacaciones a Riobamba, acompañado de su esposa Angelita, su cuñada Ignacia y del marido de ella José María Pareja Arteta. Veamos los versos:

UNA VELADA INFORMAL

Un terrible constipadome ha impedido salir hoy.¡A fe que aburrido estoy!en esta casa encerrado.Jorge y Luis en la cama (1)olvidan su travesuraRosa por el té se apura (2)y a Micaela grita y llamaUn "ángel" tengo en mi diestra (3)¿Qué fortuna!Escapado de una tuna (4)Moscoso está a mi siniestra.Silenciosa en una hamacaallá se mece Ignacita; (5)con los cariños de AnitaRosarito se embelesa.

(1) Jorge y Luis Alfredo Noboa Baquerizo.(2) Rosa Pareja Arteta.(3) La dueña de la Casa: Angela Baquerizo Vera de Noboa(4) Chuchaque.(5) Ignacio Baquerizo de ParejaMi amigo el Sr. Parejadel estómago se quejay está siempre adoloridoy agua de canela tomacon gotitas de anisado (6)que Cajiao ha recetado (7)y saca de una redoma.

Luego el poeta agrega que Pareja se queja de las continuas revoluciones que azotan al país para concluir con los versos siguientes:

Yo entonces, tartamudeandole invoca las circunstancias,hago un recuerdo de Franciay trato de irlo calmando.

Ramoncito y Missutildesafiados a callar, (8)que en voces no han de gastarni acaso el uno por mil.

Cordovez habla de potros (9)mas, en su charla cansada,su lengua trastabillandolacera sobre nosotros . . .

Así eran las reuniones familiares: unos callaban, otros hablaban en sus respectivas hamacas, tocando puntos baladíes de conversación familiar y sencilla.

(6 ) Alcohol puro de caña con anís.(7) Cajiao era un conocido boticario en Riobamba.(8) Un par de visitantes poco hablantines.(9) Domingo Cordovez Ricaurte.Yo alcancé a conocer a la familia patriarcal y gocé de sus costumbres. Si alguno de mis lectores aguza el recuerdo podrá ver un clásico santo familiar con su colorido sabor; la dueña de casa no salía de la cocina, estaba cocinando barquillos en paila de bronce y con fierritos mandados a fabricar exprofeso. El gran "queso de leche" o mejor aún si era de naranjilla o piña cubría la mitad de la mesa y tenía un alto realmente imponente. Aveces 200 huevos se usaban en su confección.En otras ocasiones eran las yemitas o "huevos mollos" (9) los que llamaban nuestra atención y casi siempre para finalizar tan opíparo banquete se brindaba vino, mistelas, una "Princesa de Angulema" o un "Pío Quinto" donde la vista se perdía ante la enorme cantidad de ingredientes que llevaban y los helados hacían bajar los postres con su sabor dulzón y reconfortante.En los almuerzos no faltaba el verde asada que hoy casi no conocemos porque a nadie se le ocurre brindar. Un cafecito de Piscano (10), el vaso infaltable de "colada" y los panes de yuca quitaban el hambre a cualquier cristiano a la criolla y sin tanto aspaviento como actualmente se hace con insípidas sopitas y bocados en lata.¡No volverá el tiempo en que las amas de casa a golpe de dos de la tarde zurcían medias con foco o iban a la cocina a preparar el dulce para que estuviera frío a la hora de servirlo. Y Aún recuerdo lo bien que olía el café tostado y pasado en casa a la antigua; "un tío" conocido mío, tenía la maña de tostar café en grano en una sartén tapada, luego lo sacaba apuradamente y metía en un tarro más de un mes, pegando la tapa con esparadrapo para que no escapara el "bouquet". (9) También conocidos como "Huevos de Faltriquera".(10) Entre los productos clásicos de la cuenca del Guayas está el tabaco de vega que se siembra en la región del Daule y el Café de la zona de Piscano en la provincia Los Ríos.Su gusto consistía en oler de a poquito el aroma cada vez que se le antojaba una taza sin probarlo y así salvar el organismo de los perniciosos efectos que causa su bebida. ¡Qué inteligente!.

GUAYAQUIL EN 1858

Guayaquil se presentaba con gracia y ligereza a la vista, compuesta de dos partes: la antigua o Ciudad-vieja, que se extendía desde las faldas del cerro Santa Ana, bordeaba el río y llegaba hasta la actual calle Víctor Manuel Rendón, entonces llamada de La Merced, callecita que se estrecha paulatinamente hasta la actual Escobedo, conocida con el nombre de callejón de los Trapitos, donde se convierte en un caminito fangoso y maloliente llamado "Del Bajo", ya que está a un metro bajo el nivel del mar, en una hondonada que los vecinos trataban inútilmente de rellenar con piedras del cerro próximo. La moderna Guayaquil o Ciudad-nueva debe su existencia a un acuerdo del vecindario dirigido por el Capitán Juan Pérez de Villamar el Viejo, que en 1693 trasladara sus moradas a la parte sur, donde existía una extensa planicie cruzada por varios esteros. Un puente de madera famoso por su extensión, uniría ambas zonas.Ciudad-nueva se recuesta en estrechas calles desde la Iglesia de La Merced hasta el Estero de San Carlos o Saraguro, hoy Avenida Olmedo, rellenado con basura y desperdicios a fines del pasado siglo; de aquí su posición diagonal y desmedida longitud. Pasando ese estero seguía Ciudad- nueva hacia el sur, por medio de una calle llena de incipientes industrias y entre ellas la única fábrica de aserrar tablas que poseían una máquina movida por poleas, importada de Inglaterra.En las inmediaciones estaba el Astillero, conjunto de numerosas construcciones de madera donde se carenaban, arreglaban y construían hermosos bajeles fluviales y alguno que otro vapor para los viajes a Lima y Panamá. Estos astilleros funcionaban en el siglo XVIII entre las actuales calles Sucres hasta la Ave. Olmedo hasta que el empuje de la población los retiró al otro lado de la orilla, al Sur del Estero de Saraguro, donde los encontramos asentados en 1858.

EL MALECON DE LA ORILLA

Era una calle cómoda y elegante, por ser ancha y tener un robusto muro de piedra que contenía las aguas del Guayas en las altas mareas. Estaba empedrada en su mayor parte con adoquines tallados en la roca del cerro Santa Ana o en una mina de piedra que aún existe en Pascuales y las casas de la orilla son reputadas como las mejores, más sólidas, hermosas y frescas.

Sus grandes corredores con balcones a la ría las mantenían constantemente aireadas y en inmejorables condiciones higiénicas, los bajos se destinaban a bodegas o almacenes de compra y venta de frutos del país y productos manufacturados en el extranjero. Los portales eran entablados para facilitar el paso peatonal, resguardando el calzado durante las épocas de lluvia.

Una serie de columnas de madera sostenían hermosos faroles tipo colonial de hierro y vidrio, que prendían los rondines a las seis de la tarde y daban una luz mortecina y romántica que invitaba al sueño. Las velas se confeccionaban en casa usando esperma o cera de abeja.

En las esquinas existían pozos de agua más o menos salobre cubiertos con tapas de madera que nadie destruía; son útilísimos durante los incendios y existían unos sesenta, distribuidos en diferentes sectores de ambos barrios.IGLESIAS, HOSPITALES Y COLEGIOSLas principales iglesias eran: La hermosa, cómoda y espaciosa San Francisco, que ocupaba un sitio privilegiado en el plano urbanístico de Guayaquil por haber sido los Franciscanos los más presurosos en instalarse en Ciudanueva. La antigua Catedral es de madera y de estilo neoclásico, ocupó siempre igual posición que la que tiene hoy. Por esa época no existía aún el Palacio Episcopal pues solo desde 1838 Guayaquil es sede diocesana.Otras iglesias eran La Merced; La Concepción, que desapareció con el incendio grande en 1896 y que fue aristocrático centro de reunión de nuestras abuelas. Estaba situada en la hoy plaza Colón donde actualmente existe la planta proveedora de agua del Cuerpo de Bomberos; Santo Domingo fundada en 1548 era de madera, tenía el convento dominicano al lado y sus muros perimetrales de piedra y adobe levantados con rocas del cerro; se la tiene como un recuerdo histórico de la época en que los piratas invadían Guayaquil y los vecinos se refugiaban en ellas para hacerles frente. La capilla de San Alejo es nueva y su estructura es pobre y pequeña.Dos eran los hospitales que existían en Guayaquil: el Militar, obra del General Urbina, que ordenó su construcción en el cerro en 1852, tiene fama de ser moderno, cómodo y estaba ubicado donde hoy se levantan los algibes de agua potable; se incendió en 1873 y fue reconstruido. El otro es el Hospital de la Caridad denominado en la Colonia Hospital de Santa Catalina Virgen y Mártir y luego de San Juan de Dios.

Tenía dos salas, una para hombres y otra para mujeres, donde se acomodaban en literas a los enfermos. Una botica situada en los bajos suministraba las principales plantas o drogas de uso común en la incipiente farmacopea i de esos días. Aún hoy, después de más de un siglo, ese histórico sitio permanece ocupado por una casa asistencial; El hospital de niños Alejandro Mann, frente a la Vieja Casona.Existían dos colegios principales: el San Vicente fundado por Vicente Rocafuerte donde se enseñaban matemáticas, castellano, latín, inglés, francés, derecho civil, filosofía y teología; estaba en la calle del Colegio hoy Clemente Ballen y a un costado de la Catedral. El Seminario de San Ignacio a media cuadra, detrás de la Catedral, en los terrenos que luego ocupó el antiguo Colegio San José de los Hermanos Cristianos hasta que en 1947 pasó a su moderno local. En el Seminario se enseñaba Filosofía y Teología, matizando las clases con latín. Historia Sagrada, de la Iglesia, formas del Ceremonial eclesiástico, Derecho Canónigo y Liturgia.Al lado del Colegio de San Vicente y sobre la hoy calle de Chimborazo estaba el Teatro donde se estrenaron obras de la época, cuando alguna compañía visitaba Guayaquil. La iglesia y Convento de San Agustín estaban en el sitio que hoy ocupa la Biblioteca Municipal en la calle 10 de Agosto, entonces llamada de La Cárcel. Esta Iglesia y Convento se construyó en 1695 y se destruyó durante el pavoroso Incendio del Carmen ocurrido en 1902, pasando a ocupar su actual posición urbana, primero como capilla del Recuerdo y hoy como nueva Iglesia de San Agustín.PRINCIPALES EDIFICIOS PUBLICOSEl Panteón o Cementerio y la capilla adjunta ocupaban la misma ubicación de hoy en las faldas del cerro del Carmen, siendo más pequeño que el actual. A su lado estaba el Panteón de los extranjeros o de los protestantes fundado por iniciativa del cónsul norteamericano Mateo Palmers Game, que solicitó el correspondiente permiso a Robles en 1856.Hasta ellos se llegaba por un camino empedrado de una legua de largo que originó la actual calle Juan Pablo Arenas y que durante esos largos inviernos servía de muro de contención de las aguas del Estero Salado en sus altas mareas, por ser el sitio más alejado de la urbe hacia el oeste.El estero Salado, a la altura del actual Puente 5 de Junio, tenía un cobertizo de maderos y techos de hojas de bijao, al que se llegaba a tomar baños de mar por medio de una trocha abierta entre los manglares a punta de machete. En la ciudad se vendía a 10 centavos el barril de agua de estero para tomar baños calientes en casa como remedio contra la reuma.La Municipalidad ocupaba el sitio de hoy, solo que el edificio de 1858 es el mismo que vio clarear el alba libertaria de 1820; tenía portales, corredores y toldas. En sus bajos estaban las Notarías y algunos despachos judiciales atendidos por Alcaldes de 1er. y 2do. Voto. Hacia un costado funcionaba el mercado de frutas; granos y legumbres, desembarcadas diariamente del muelle situado al frente y casi siempre repleto de canoas llegadas de Bodegas, hoy Babahoyo. Al frente de la Municipalidad, por la hoy calle Pichincha, estaban los edificios de la Cárcel y de las Aduanas; éstos últimos habían sido construidos por orden del Presidente Robles en 1855, eran cómodos, espaciosos contaban con un trencito que sobre rieles repartía carga en un radio de 2 manzanas, hasta 1884.El Cuartel de Artillería estaba en la manzana comprendida entre las calles Escobedo, Boyacá, Fco. P. Ycaza y Ave. 9 de Octubre, llamada entonces de San Francisco. El Militar estuvo con frente a la Calle Real, hoy Panamá y cuando había revolución en la ciudad, cada bando se tomaba un cuartel, atrincherándose en su interior. Eso hizo que los pilluelos del vecindario se dividieran en ciudanuevos y viejos, dando que decir con sus enconados combates a piedra, por emular los verdaderos, sostenidos entre los diversos bandos políticos de esos días.La pólvora se guardaba en un edificio situado arriba del cerro Santa Ana con vista al río.Con frente donde después estuvo el Hotel Humboltd existía un fortín llamado de Saraguro o San Carlos, con varias bocas de cañón.

En la hoy bomba de gasolina de la Avenida Olmedo existía una fábrica donde se fundía hierro para diversas piezas de repuestos de máquinas y objetos de utilidad doméstica. La Caja de rastro o carnicería estuvo en lo que hoy es el Anfiteatro Anatómico sobre la actual calle Julián Coronel, entonces llamada del Cerro, que saliendo del río bordeaba el Santa Ana hasta llegar a los cementerios y luego, por el norte, torcía hacia la antigua población de indios asentados en la Sabana Grande de San Pedro desde 1785. La calle entonces se convertía en camino de herradura, terminando en Santa Elena, a varios días de viaje sobre mulas, pasando por Chongón, Bajada, San José de Amén (hoy Progreso) y Baños de San Vicente. La calle Pichincha era una de las más importantes de la urbe y entonces se llamaba del Comercio. Allí existían numerosos establecimientos de compra y venta al por mayor y menudeo. De California se traía la harina de trigo para la fabricación del pan, caro y escaso, consumiéndose con mayor fruición el de yuca y los clásicos bolones de verde asado o cocido. Las telas venían de Europa, así como los adornos domésticos en general. Inglaterra nos mandaba las famosas bacenillas de porcelana con flores; de Asia los mantones de Manila y seda fría que usaban las señoras en la calle y de España los vinos, el aceite, sardinas y aceitunas.Frente a la Iglesia de La Concepción en Ciudavieja, existía el mercado general de víveres, que proveía a buena parte de la población.En el centro estaban ubicadas las oficinas de la Gobernación, Tesorería Fiscal, Correos, Comandancia del Ejército y de Armas, Corte de Apelaciones, Colecturía de Sales y Escribanía de Hacienda que estaban en el piso alto, mientras en los bajos funcionaba la Aduana.La Municipalidad tenía una torre con reloj, sonoro y vistoso, que el Cabildo cuidaba como a la niña de los ojos, considerando su costo y beneficio; es el que guiaba las actividades comerciales del puerto con los estridentes sones de sus campanas.En la confluencia de las calle Nueva y del Cerro, hoy Rocafuerte y Julián Coronel, estaba la boca de dos pozos de agua dulce, muy apreciada del vecindario desde tiempos inmemoriales, creyéndose que una veta de aguas subterráneas desembocaba precisamente en ese lugar. Y de no haber sido por los continuos y desbastadores incendios sufridos por Guayaquil, la ciudad se hubiera extendido más de lo mencionado hasta ahora, por lo que aquí termina nuestro retrospectivo paseo, recordando al poeta que dijo:Hasta aquí, caro lectorllega nuestra conversa;si algo más quieres saberespera la próxima muestra.....

GUAYAQUIL HACIA 1870

Una larga hilera de elegantes quintas en medio de frondosos bosquecillos y humildes chozas de caña techadas de bijao anuncia al viajero la cercanía del puerto. El golfo, enorme cavidad geográfica donde lentamente se agitan las turbias aguas del Guayas, estaba surcado por veloces vaporcitos fluviales de largas chimeneas que despiden negras volutas de humo. La luna en las noches y el sol de día dan al paisaje diferentes matices. Numerosas canoas y balsas transportan los productos de las haciendas del país para consumo de la población y se nota un ir y venir de gentes tropicales de bronceados torsos.RUMOR DE CIUDAD MERCANTILLa primera impresión del viajero que llegaba a nuestro puerto es el sordo rumor de personas que trafican por el malecón y los muelles. La línea horizontal de los tejados a veces es interrumpida por alguna elegante torrecilla con mirador, reja y balaustrada. Las casas de Las Peñas y las chozas escalonadas del cerro prestan al paisaje un grato sabor español. Al fondo y hacia la orilla opuesta a veces se divisaba la silueta del Chimborazo y cuando el Cotopaxi y el Shangay entraban en erupción, sus bramidos podían ser escuchados perfectamente. Por las mañanas se desembarca el cacao, plátano y guineo para su expendio a las grandes firmas exportadoras que tienen oficinas y bodegas en el malecón. Por la tarde se secan las pepitas en los tendales cercanos, recogiéndose los granos al anochecer, hora en que todos salen a tomar el fresco, comprar cosas y escuchar los marciales aires de alguna banda militar, pues la retreta es de obligación de 7 a 8. MALOS OLORES Y ESTILO ARQUITECTONICOEn el malecón y las dos primeras calles paralelas al río hay puestos públicos de comercio donde los mestizos vendían sus avalorios libremente. Cerca de la Municipalidad existían las tiendas de abarrotes y conservas y en los bajos del centenario edificio funciona el mercado. Los olores son tremendos, un gustillo a pescado, marisco y carne entra por las narices con variados tonos de desperdicios de vegetales y frutas podridas. La impresión no es grata y aún se agrava cuando el visitante no encuentra un solo

hotel decente en qué alojarse. teniendo que recurrir a las fondas y hoteluchos de mala muerte donde la atención es mala y cara, la comida se prepara con sebo de res y sabe rancia y las mujeres que atienden portan navajas.Las casas son de maderas preciosas y resistentes. Muchas pasaban de los cien años como la situada en el Barrio del Astillero que perteneció a Severino Franco desde antes de 1785. La piedra casi no se usa por los continuos movimientos de la tierra que las derribaría y porque el suelo es anegadizo y no presenta una sólida base a ese tipo de construcciones.Los carpinteros forman un gremio muy importante. Los que se dedican a embarcaciones y navíos se llaman "de Ribera", los menos fabrican armazones urbanas. El método de construcción era simple, se rellenaba el subsuelo con estacas de madera, otras se plantaban y unían hasta formar una malla. Luego venía el techo que protegía del sol al maestro constructor y a los operarios, para terminar con las paredes, pisos y corredores; las ventanas casi no se utilizaban.El guayaquileño era un artífice tallador y adornaba el frente de las moradas con motivos diversos. Columnas y capiteles simulando viviendas griegas o romanas. Otras, como la Catedral, tenían esos mismos aditamentos, figurando con pintura que incluso llegaban a proyectar supuestas sombras. Este tipo de trabajo aún se puede admirar en las viejas casas que perduran en nuestras más apartadas calles.CLIMA, ESTACIONES Y PRODUCTOSEl sol pega fuerte desde las 11 a.m. hasta las 5 p.m. y como no habían ventanas y entre las moradas existían espacios vacíos o canalones por donde rugía el viento en las noches, se gozaba en los interiores de un reconfortante fresco. Las habitaciones eran amplias y daban al corredor exterior o al patio central que tenía un cierto aire andaluz muy romántico. El clima era benigno en verano pero en la estación de lluvias, que a veces comenzaba en diciembre y decaía en mayo, la gente adinerada huía a Puna o viajaba a sus haciendas, no tanto por el calor, sino por los mosquitos y otras alimañas que llegaban y atormentaban causando males sin cuentos. El comercio decaía y los prestamistas realizaban pingües negocios adelantando dinero a los agricultores para la siembra siguiente.El cacao constituía el primer renglón de exportación. Casi siempre se sembraban las plantas de tres en tres, separando estos grupos por cada dos metros. La cosecha la realizaban los hombres desgajando las matas con machete. I eran los niños los encargados de "pepitear" para que las mujeres desgranaran las mazorcas y las secaran en los tendales.El arroz se cultivaba en Daule y su zona donde también se producía tabaco. En Baba y Palenque había café y cacao. En Puna frutas y reses; la mejor carne de la zona era la de Santa Elena, vasto vergel que daba hasta tres cosechas al año de Tagua y Orchilla para exportación a Panamá y México.INTENSA VIDA RELIGIOSALas mujeres salían a las 6 a.m. a misa, para iniciar el día orando a Dios, viendo gente y ejercitando los músculos con la caminata. Por las tardes, a las cuatro, se tocaba a oración o "Angelus" y era de ley el rezo del Rosario en toda casa. Cuatro veces al año la iglesia de los jesuitas rebosaba de creyentes que asistían a los renombrados "Ejercicios Espirituales de San Ignacio". Las damas llevando sus reclinatorios, los caballeros participando de pie y las mujeres pobres sentadas en el suelo de tablas y cubriendo sus cuerpos con negras mantillas de seda. Todo indica recogimiento y piedad y solo se escucha al orador sagrado hablando del cielo y del infierno. Por esas épocas era asidua en sus prácticas la joven Narcisa Martillo Moran, venida de Nobol a Guayaquil, a probar fortuna. Cosía por paga y habitaba un cuarto en los bajos de "la casa de Carmen Uranga Vázquez, cónyuge del Coronel Camilo Landín. A veces pasaba tantas horas meditando que cuando cerraban la Iglesia de San José quedaba en su interior hasta el día siguiente, sin darse cuenta. POCA CULTURA Y MUCHO COMERCIOLa colonia china era extensa y dedicaba sus actividades comerciales a las regiones agrarias. Españoles e italianos competían en promover negocios de restaurantes y cafés. Los nacionales vendían telas al menudeo. Todo se importaba y los paños y bayetas nacionales por ser gruesos, solo servían para jergas y limpiones.Los chicos pasaban a dependientes de tiendas y bazares desde los 12 y 14 años, eran escasos los que llegaban a terminar la educación media, que se impartía en el Colegio San Vicente (hoy Rocafuerte). La Facultad de Jurisprudencia recién tenía meses de creada y habían pocos alumnos matriculados. Casi no existían librerías, la Biblioteca Municipal fundada por Pedro Carbo data de 1862 y la censura eclesiástica impedía la introducción de obras contrarias a los intereses de la Iglesia y se llegaba a la exagerada pudibundez de prohibir los textos de anatomía por contener láminas de desnudos.

Las mayorías eran analfabetas y no usaban calzado. Varios jóvenes de la generación posterior a 1860 habían recibido la enseñanza que impartían los religiosos venidos de Europa. Algunos espíritus selectos cultivaban las bellas letras y se reunían semanalmente. Existen sociedades literarias en todo el Ecuador y los periódicos que editan circulan libremente; mas, la gente del país pierde tiempo y energías en discusiones baladíes, chismes sociales y de índole política.La Sociedad Filantrópica del Guayas mantenía dos escuelas de artes y oficios con buen éxito: la Anzoátegui y la de Manualidades, donde se preparaban artesanos competentes. La masonería estaba perseguida, así como el urbinismo y se llevaba un estricto control del ingreso de sujetos extranjeros para evitar la influencia exterior.TRANSPORTES Y MEDIOS DE LOCOMOCIONEl Camino Real (Guayaquil - Babahoyo - Guaranda - Latacunga - Quito) había sido remodelado en las administraciones del General Flores y aún se lo conoce con dicho nombre. García Moreno intentaba llevar el ferrocarril de Duran a Quito, pero sólo logró colocar 16 kilómetros de durmientes en terreno plano por la zona de Yaguachi. Durante el invierno esta prohibido transitar en coche por las calles de Guayaquil so pena de multa. En verano circulaban pocos carruajes y la mayor parte de las personas viajaban en mulas o caballos y de noche se salía a pie al Malecón. Las carretas eran más frecuentes para llevar y traer objetos.PARENTESCO Y EXCESOS EN EL LICORCasi todo el vecindario estaba emparentado de alguna manera; pocos eran los extranjeros que, desafiando los rigores del clima y las enfermedades de nuestro trópico, se instalaban en Guayaquil y formaban familia. Toda fiesta era motivo de algazara y solaz. Se bebía mistelas azucaradas de intenso sabor a caña; mucho ron y aguardiente de panela y guarapo. La cerveza y el coñac eran licores exóticos de gran lujo. Entre el pueblo abundaban los partidarios del puro y la chicha con trágicas consecuencias. Velorios y cumpleaños se sucedían a menudo, también se abusaba del licor con brindis y lamentos según vengan al caso. El cementerio estaba al final del "Camino de la Legua" y al fondo de la "Calle de los Suspiros" (actuales Juan Pablo Arenas y Julián Coronel) y por su buen gusto era único en su género en Sudamérica.PERSONAJES RAROS DEL DIARIO VIVIRLos sábados salían los mendigos a recoger limosnas y almorzaban donde sus protectores. A las 4 de la tarde ya no quedaba uno sólo en el centro. En el patio de una casa de la actual calle Clemente Ballen, que fue propiedad de la familia Monteverde Bonín, acostumbraba operar el doctor Miguel Perdomo Neira, personaje raro y curioso, oriundo de Tolima, en Colombia, que vivió muchos años en el oriente aprendiendo los secretos de la botánica indígena. Tenía unos polvos que aplicados al paciente impedían las hemorragias e insensibilizan al dolor.Su especialidad era rebajar tumores y lobanillos superficiales; pero a veces y en su audacia, llegaba a extirpar bocios y otro tipo de anomalías orgánicas, suturando heridas con hilo y aguja comunes. Durante sus intervenciones vestía túnica o mandil rojo de "propiedades mágicas y antisépticas" Nunca cobró honorarios fijos y aceptaba lo que le daban voluntariamente sus pacientes, murió en la madrugada del 24 de diciembre de 1874 de viruelas o alfombrilla, dejando un buen recuerdo y numerosas curaciones (1).En la actual calle Sucre entre las de Pichincha y Pedro Carbo, en un entrepiso cualquiera, residía José Cinco; nadie conocía su verdadero nombre. Era afuereño y rico, prestaba dinero a interés y vivía lo más miserablemente posible, vistiendo harapos; mas, un día cada año, abría las ventanas del departamento y era todo un príncipe porque mostraba un decorado fastuoso y vestidos de primera clase traídos de Europa. Se murmuraba que era un noble exilado o algo por el estilo. La muerte lo sorprendió sin que revelara su secreto y la casa, que era propia, fue ocupada por un sastre de apellido Drouet, antiguo inquilino suyo.Otros dicen que de coraje, porque en medio de una operación, uno de los presentes que estaba subido en un balcón de puro burlón le escupió la cara. Nota del autor.

¡HIJOS MÍOS, HE SIDO ENVENENADO!

El Viernes Santo 30 de Marzo de 1877 moría envenenado el doctor José Ignacio Checa y Barba, Arzobispo de Quito y Primado de la Iglesia ecuatoriana. La Autopsia y el análisis químico posteriores demostraron que una mano impía había emponzoñado el vino de consagrar con estricinina.Iniciadas las averiguaciones se descubrió que un individuo llamado José Vicente Solís, que trabajaba en la Curia, fue quien puso las vinajeras en la mesa auxiliar del altar y que el 16 de Diciembre del año anterior, es decir, a escasos tres meses del crímen, con una bayoneta de su propiedad había forzado la puerta de una alacena de la Curia sustrayéndose un frasco de estricnina y otro de ácido fénico, además de un reloj y un revólver, que luego devolvió al Doctor Manuel María Bueno, por ser de su propiedad. No olvidemos el detalle de que este mismo Doctor Bueno fue quien pagó a los completados para el asesinato de García Moreno justamente dos años antes. ¿Qué hacía metido en este otro lío?Igualmente se supo que Solís había manifestado que el Viernes Santo se pondría en Quito la primera piedra del templo de la masonería universal, queriendo significar con esto que los fracmasones conquistarían un sonado triunfo. Además el día del crímen, como a las 9 a.m., se presentó en el Presbiterio para ayudar en los preparativos de la misa, quedándose hasta la terminación de la función litúrgica. Varios testigos, y entre ellos Mercedes Chica, Manuel Ariza, Salvador Unda, David Bermúdez, Manuel María Zaldumbide y David Mejía, aseguraron en el juicio que Solís bajó un instante del presbiterio del altar, llamado por Francisco Mata y Viteri, primo hermano del General José María Urbina y Viteri, influyente personaje en el gobierno, al punto que meses después, en 1878, presidió la Asamblea Nacional Constituyente. También declararon que Solís regresó precipitadamente al altar y que miraba furtivamente a las personas asistentes sin prestar atención a la misa. Eso se dijo de Solís.DETALLES DEL CRIMEN¡Me ahogo! ¡Hijos míos! ¡He sido envenenado! Fueron las únicas palabras que pudo pronunciar la ilustre víctima antes de caer. Nada hacía pensar que moriría a los pocos minutos entre rudos estertores de agonía. Esa mañana y como de costumbre, habíase levantado al clarear el alba, leído el libro de oraciones que siempre acostumbraba portar y se había aprestado a concurrir a la Iglesia Catedral donde cambió sus pobres vestiduras con los ornamentos sagrados de luto, por ser Viernes Santo. Iniciada la cremonia y a la lectura del Evangelio, se presentó en la iglesia el Presidente de la República, General Ignacio de Veintemilla, vestido con sus mejores galas militares y escoltado por numerosa gente de tropa que le resguardaba las espaldas. La función litúrgica, paralizada por el ingreso del primer mandatario, continúo luego sin interrupción hasta el momento en que el Arzobispo probó el vino, que bebió aunque haciendo muecas de disgusto, porque lo supo amargo como la hiel. En voz baja dijo al Doctor José María González, Sacristán Mayor de la Catedral, “A este vino le han puesto cascarilla (quinina) pues está muy amargo” y le ordenó que lo guardara en la vinajera para comprobar después el por qué de sabor tan desagradable. De regreso al palacio, acompañado por el Capítulo Catedralicio, sintió desfallecimientos y exclamó: ¡He sido envenenado! Fueron sus últimas palabras.En ese momento el Canónigo Arsenio Andrade, luego Obispo de Riobamba, y Manuel Andrade Coronel y José Godoy, que habían ayudado al Arzobispo a decir misa, ingresaron violentamente al palacio conocedores que algo malo estaba sucediendo, por la murmuración del populacho que había visto sacar prácticamente desmayado al Arzobispo y todos ellos quisieron probar el vino. Arsenio Andrade lo hizo con cautela y lo arrojó al punto, Manuel Andrade también lo escupió, no así Godoy, que saboreándolo ingirió algunas gotas. Todos estuvieron de acuerdo que algo raro contenía por su sabor amargo.Veintemilla había cambiado su regio uniforme por una simple levita y estaba en el palacio haciendo guardia en la puerta de la recámara mortuoria para evitar que ingresaran personas ajenas al clero. Sus razones tenía, ya que a pesar de la gran amistas que le unían con el difunto, por algunos incidentes ocurridos ese año se habían distanciado y esto podía dar pábulo para que corrieran rumores de ser él, el autor del envenenamiento sacrilegio. UNA MALHADADA EXCOMUNIONDos meses antes de estos acontecimientos, el 20 de Enero de 1877, el ilustre priodista liberal Manuel Cornejo Caballos, imprimió en Quito un folleto titulado "Carta a los Obispos" recordándoles la obligación que tenían de no entrometerse en la vida política del país, dedicando sus energías a empresas más elevadas como la salvación de las almas, etc. y abundando en razones teológicas y citas tomadas de la última Encíclica de Su Santidad Pío IX (1) La excomunión para todo aquel que leyera el folleto no se hizo esperar y fue fulminada por Checa y Barba, en Quito, el 5 de Febrero, a escasos 15 días de su circulación.Este incidente había limado las buenas relaciones existentes entre el estado y la iglesia porque Veintemiila se sintió afectado por la excomunión lanzada contra los lectores de "La Carta a los Obispos" y así se lo hizo saber al Arzobispo. ACUSACIONES CONTRA TODOSEl Subdiácono de la Catedral doctor Manuel Andrade Coronel, a las pocas horas del asesinato fue llamado a Palacio para ultimar los QUANTA CURA DE PASTORALIS VIGILANTIA. Nota del autor.preparativos del entierro en la Catedral y no en la iglesia de la Compañía, como se había pensado.La razón la expuso el mismo Veintemilla diciendo que había oído muchos comentarios que sindicaban a los jesuitas de autores del crimen. Andrade contestó negativamente porque la Catedral había quedado "poluta" es decir, impura, por el sacrilegio cometido y era necesaria la presencia de un Obispo para que volviera a recobrar su calidad de Santa. El entierro debía verificarse en la Iglesia de la Compañía; además, rogó a Veintemilla que no asistiera por temor a las represalias del pueblo, que necesitaba una víctima en quien desquitar sus ansias de venganza, y el jefe de Estado no podía exponerse a las iras del populacho en una ceremonia tan solemne. La razón era de peso y fue aceptada con gusto.Ese mismo día se inició el Sumario de Ley con el levantamiento del Auto Cabeza de Proceso, radicando la competencia al Juez Civil Doctor Camilo de la Barrera, que renunció poco después y fue subrogado por el Doctor Luis Quijano, y a éste, por ser de fuero eclesiástico el asunto pesquisado, le reemplazó el Doctor Francisco Pigatti, Vicario General de la Diócesis de Ibarra. EL MISTERIO SE VA ACLARANDOLa familia del difunto recurrió al doctor Luis Felipe Borja Pérez, primo del decesado, para que actuara en calidad de acusador particular y con este motivo las pesquisas se multiplicaron conduciendo a nuevas pistas que definitivamente acusaban al Subdiácono doctor Manuel Andrade Coronel, nada menos que acompañante del fallecido en la malhadada Misa. El había estado durante el oficio divino a la derecha de su víctima observando en todos sus detalles cómo el ayudante José Vicente Solís tomaba la vinajera depositada sobre la mesa denominada "Credencia" y en la que previamente – todo hacía suponer- que Andrade Coronel había mezclado una fuerte dosis de estricnina. Cuando Monseñor Checa y Barba empezó a sentir los efectos del tóxico, Andrade Coronel se escabulló, pero notando quizá que la falta de su persona podía sindicarle directamente en el asesinato, armado de sangre fría regresó al Palacio Arzobispal donde suponía que estaría el cadáver y allí encontró al nervioso Veintemilla, que hacía de portero, sin dejar pasar a nadie.Los testigos Antonio Cazaretto, Alejandro Schibbye, Francisco Schimit, N. Clozet, Juan Pablo Sáenz y Alfredo Jones, indicaron en el proceso que Andrade Coronel estuvo con el Arzobispo en la Misa, que la vinajera conteniendo el veneno fue tomada por Solís, pasada al Seminarista Teófilo Rubianes, quien la dio al Canónigo Andrade Coronel y éste a su vez al Presbítero Arsenio Andrade, que fue el que escanció el vino en el Cáliz. Que meses antes Andrade Coronel compró en distintas farmacias de Quito, de propiedad de los deponentes, numerosas cantidades de venenos para ratas. A Modesto León, incluso, le solicitó en compra un veneno indígena denominado "Ilahuqui" dizque para matar una tenia (vulgarmente conocida con el nombre de solitaria) que tenía enquistada.UN ATENTADO PREVIOEl testigo Antonio Cazaretto dijo que poco tiempo atrás el Canónigo Andrade Coronel le había propuesto que invitara al señor Joaquín Pinto a tomar vino en su tienda, con quien tenía una antigua desavenencia, para darle a beber licor envenenado, con el propósito de vengarse de Pinto. ¡Qué tío! (2)(2) Andrade Coronel tenía un hijo natural en la Sra. Josefina Berrío, que acababa de comprometerse en matrimonio con Joaquín Plinto. Dicho compromiso tenía como antecedente el hecho de habear sido llamado Pinto a decorar los techos de la Casa de Andrade. Allí conoció a la Berrío, que pasó a su taller en calidad de alumna y vino el amor. El niño Andrade Berrío fue criado por Pinto como hijo propio. Andrade coronel era rico, le decían el colorado y el loco por su genio arrebatado y era muy culto, pues poseía una espléndida biblioteca.SE LIBERA A LOS OTROS SINDICADOSComo las declaraciones acumuladas contra el Canónigo Manuel Andrade Coronel contenían indicios concordantes, concomitantes y más de tres, dejaron de ser simples indicios en su contra y se convirtieron en pruebas. El había estado cerca de las vinajeras, comprado diferentes tóxicos con anterioridad al crímen, tratando de ocasionar daño al señor Joaquín Pinto con un procedimiento igual al del asesinato de Checa y Barba y para colmos, habiendo almorzado el día anterior con la víctima, se dijo que en la mesa el

Arzobispo le había recriminado por su conducta soberbia y anticristiana, al haber esperado a Pinto en una esquina y cuchillo en mano, para matarlo. Cosa que no pudo realizar merced a la intervención de varios vecinos y a que Pinto salió corriendo.Con el paso de los demás sindicados fueron libertados: Ellos fueron el Presbítero Joaquín Chiriboga, meses después, en 1878, actuó como redactor de El Comercio en Guayaquil, siendo separado de sus funciones por orden superior, debido a sus constantes trabajos por el triunfo de los ideales de la revolución francesa en el Ecuador. También salieron libres José Vicente Solís, inocente pasador de la vinajera; José Gabriel Moncayo, miembro activo del Partido Liberal y autor de la "Carta a los Obispos" y Manuel Pareja y Arteta, liberal y masón de larga y activa vida de agitador, que falleció años después y en forma misteriosa, de una puñalada en la espalda, mientras trabajaba en Lima, imprimiendo periódicos clandestinos contra los regímenes dictatoriales.EL CANONIGO ESCAPA MISTERIOSAMENTEEn este estado de la causa, el Acusador Particular Doctor Luis Felipe Borja Pérez se abstuvo de acusar a nombre del Dr. Manuel Checa y Barba, hermano de la víctima: "No acuso a nadie por no encontrar pruebas dentro del proceso, contra ninguno de los sindicados". Y acaso, decimos nosotros: ¿no son pruebas en contra de Andrade Coronel el haber querido atentar contra la vida del señor Joaquín Pinto, comprar diversos tóxicos, huir del lugar del hecho, haber sido reprendido un día antes en el Arzobispado, etcY para colmos, enturbiando aún más el misterio que rodea a la muerte sacrílega del Arzobispo de Quito, la notable escritora ecuatoriana Marietta de Veintemilla en su obra de defensa del gobierno de su tío Ignacio, dice en la Pág. 33, que el señor José María Noboa Baquerizo, Ministro del Interior en 1876, después de recibir los santos sacramentos y en su lecho de muerte el 27 de Junio de 1880, dispuso que un pliego qué dejaba cerrado se publicara por la prensa después de muerto, pliego en que se esclarecía el misterio del crimen señalando al culpable. ¿Qué se hizo el pliego? Jamás se publicó y hasta estamos dispuestos a creer que el hecho relatado por Doña Marietta es sólo una invención contada a la autora por alguien interesado en enredar aún más el asunto en provecho del culpable Andrade Coronel.

HIMNOS ECUATORIANOS

Olmedo escribió la letra de la Canción al 9 de Octubre de 1820, a fines de diciembre de ese año y consta de una Introducción, el Coro y cuatro estrofas.INTRODUCCIONVeis esa luz amableque raya en el orientecada vez más lucienteen gracia celestial.Esa es la aurora plácidaque anuncia libertad!Esa es la aurora plácidaque anuncia libertad!

CORO

Saludemos gozososen armoniosos cánticosesta aurora gloriosaque anuncia Libertad.¡Libertad, Libertad!

Se dice que el poeta también se inspiró esa madrugada para crear la bandera celeste y blanco de Guayaquil; sin embargo, de ser ciertas estas teorías, el poeta debió pasar muy ocupado en esa madrugada inspirándose para crear bandera e himno al mismo tiempo. ¿No les parece?.En la historia del Ecuador, del Padre José Legouir R. Se indica que fue Ana Garaycoa Llaguno, esposa del prócer Villamil, la que confeccionó la bandera celeste y blanco que arrojó al pueblo en horas de la mañana, del 9 de Octubre de 1820, cuando este iba en manifestación al cabildo, para declarar la Independencia.

TRAYECTORIA DE ESTA CANCION

Solamente desde 1894 se difundió y popularizó gracias a la música compuesta por la prestigiosa maestra de piano señorita Ana Villamil Ycaza. Ignoramos si la mencionada profesora de piano la compuso a petición del Cabildo o por propia iniciativa; lo cierto es que en 1916, fecha de su muerte, dejó el Himno completo y el 8 de julio de 1918 el municipio guayaquileño acordó por unanimidad declarar a la música y a la letra "Himno Oficial del 9 de Octubre"; presidía el Concejo Enrique Baquerizo Moreno y actuó de Secretario el doctor Carlos A. Arroyo del Río.En consecuencia esta Canción es de uso obligatorio en las solemnidades del Concejo y también su enseñanza en escuelas y colegios de la ciudad, pues constituye el "Himno Oficial" de Guayaquil y gusta porque es bonito y sencillo y lo hemos oído desde pequeños.OTRO HIMNO A OCTUBREHay un segundo Himno o Canción al 9 de Octubre de 1820 escrito por Olmedo y publicado en una hoja suelta en la imprenta guayaquileña "La Nación" de propiedad de Fidel Montoya. El Padre Espinosa Pólit, revisando los manuscritos de Olmedo, propiedad de la familia Pino Ycaza, encontró dos borradores. Uno fechado el 29 de Septiembre de 1840. Este Himno tiene un Coro y cinco estrofas.CORO¡Ven oh Plácida auroraDel Octubre glorioso.Ven dulce precursorade luz y libertad,ven anunciando al Ecuador dichosotriunfo en la guerra y en la paz reposo!

PRIMEROS HIMNOS NACIONALESMás o menos de la misma época es un "Himno Nacional" compuesto por Olmedo a solicitud de José Fernández-Salvador, colaborador del General Juan José Flores en su primera administración (1830-35). Flores fue un ferviente admirador del estro poético de Olmedo, quien a su vez lo inmortalizó en la "Oda a Miñarica". Sin embargo, este himno, debió archivarse porque habiéndose convocado un concurso para que se elaborase la música, nadie presentó composiciones de valor.El himno consta de un Coro y cuatro estrofas:COROSaludemos la aurora del díapara Quito la gloria inmortal,en que osado Pichincha el primeroproclamó Libertad, Libertad!

1ra. ESTROFAEl Pichincha indignado del yugolo sacude de su noble frente;

Dio un bramido y se vio de repenteEl rugido del León acallarInfundióle el pavor nueva sañay se lanza feroz y violento¡Santo Dios! destrozado y sangrientoDe la Patria se mira el altar.

HIMNO DEL GENERAL FLORESDurante el gobierno de Rocafuerte en 1839, Flores compuso una "Canción Nacional" mientras permanecía dedicado a las labores agrícolas en la hacienda "La Elvira" de su propiedad, ubicada en las afueras de Babahoyo. El periódico guayaquileño "El Ecuatoriano del Guayas" durante los meses de enero y febrero de ese año lo publicó y aunque no es del todo malo por venir de un militar de profesión y poeta a ratos, no alcanzó la altura del otro de Olmedo. Con todo, goza de cierta popularidad y se compone de un Coro y cinco estrofas, repitiéndose el Coro después de cada una de ellas.COROCeñidos de laurelesHagamos resonarIndependencia;Y en la guerra y en la pazIndependencia o Muerte.¡Oh Muerte!¡Oh Libertad!1ra. ESTROFACuatro lustros de sangre y horrorescon la muerte nos vieron lucharpor ser libres con ínclita gloriay con gloria vivir y expirarNi promesas ni acervos supliciosNo pudieron el pecho ablandar;Guerra, guerra, fue el hórrido gritoque en los pueblos se oyó resonar.Tanto esta canción de Flores como la anterior de Olmedo se cantaban en Quito durante los festejos conmemorativos de los aniversarios de la revolución del 10 de Agosto de 1809. PARENTESIS REVOLUCIONARIO(DOS CANCIONES GUERRERAS)José Antonio Campos anota que junto a estas marciales canciones del 9 de Octubre y de la República, aparecen dos más de tipo revolucionario. Una con posterioridad a la independencia de Guayaquil en 1820 alienta a los voluntarios en su marcha en noviembre de ese año; y otra que sorpresivamente hizo tocar el domingo 23 de febrero de 1845 el profesor Antonio Neumane, extranjero avecindado en Guayaquil y Director de la Banda de Música del Batallón No. 1 de Línea de la ciudad, durante una de las retretas que acostumbraba brindar al pueblo guayaquileño.HIMNO GUAYAQUILEÑO DE 1820Contiene un Coro y cuatro estrofas. Se copia el Coro y una de ellas.CORO

El combate y la muerteComo en la guerra y la pazSiempre será nuestro norteDios, La Patria y Libertad.1ra. ESTROFAEl amor a la Patria nos llamaDe la América el bien y salud;Socorrerla es deber y virtud:¿Qué traidor no la quiere auxiliar?Al cobarde le cubre el oprobioy la pena, el terror y el despecho:Mil puñales inciden su pecho;Y la bala le haga expirar.

CANCION REVOLUCIONARIA DEL 6 DE MARZOContiene un Coro y cinco estrofas.COROGuayaquil: la señal ha sonadoel acero opresor quebrantadaclamando con grito sagradoLibertad, Libertad, Libertad.1ra. ESTROFAUn puñado de viles intentaLa coyunda en tu cuello fijarsin preveer que aunque sois tan sufridosMil tiranos podéis derrocar.

Considerando que esta canción se estrenó trece días antes de la revolución y que las demás estrofas son igualmente bravas vale la pena imaginar que el profesor Neumane andaba metido en la política nacional o fue sorprendido por algún revoltoso que le proporcionaría letra y música, para que la estrenara en la retreta. De cualquier forma la canción pegó en el pueblo y alentó a los sublevados contra Flores y Otamendi en los combates de la Elvira.

HIMNO NACIONAL

En 1860 Flores volvió al país después de un largo destierro y fue designado General en Jefe del Ejército. García Moreno fue electo después Presidente de la República.Con este motivo se volvió a tratar el problema del Himno Nacional; Flores habló con el presidente y éste comisionó a Juan León Mera para que a base de los Himnos compuestos por Olmedo estructurara el definitivo, con música del profesor argentino Juan José Allende, notable violinista que residía en Quito.Mera y Allende trabajaron al mismo tiempo y ambas creaciones se ejecutaron en Guayaquil los días 10 de Agosto y 5 de Septiembre de 1867 en el Teatro Principal y la banda del Batallón de Artillería también lo tocó con mediano éxito según indica el periódico "Los Andes"; sin embargo, el General Secundino Darquea creyó que aún no estaba del todo bueno y llamó a su despacho al Maestro Asencio Pauta, Director de la Banda del referido batallón de Artillería, para que la mejorace, recibiendo como respuesta que no se atrevía a tanto y que mejor encargara tan delicado asunto al Maestro Neumane, director de la Banda del Batallón No. 2 que tenía más años y experiencias.Así se hizo y el 25 de octubre de 1869 Neumane culminó su labor y trasladó la letra de Mera al pentagrama con los resultados que todos conocemos, ¡Había nacido el Himno Nacional del Ecuador! Y dicen viejas crónicas que este trabajo lo realizó en su casa de

Las Peñas destruida en 1896 durante el Incendio Grande. Sobre dicho solar se levantó otra nueva, de madera igualmente, que hoy ostenta una Placa de Bronce- alusiva al Himno, en su fachada. CRITICA A LA ADAPTACION DE MERADesde hace muchos años diversos autores han criticado a Juan León Mera por la letra de nuestro Himno. Unos opinan que es vejatoria para la Madre Patria, porque hay pasajes en que se ataca a España rememorando sangrientas gestas de la emancipación. Víctor Manuel Rendón y Alfredo Flores y Caamaño promovieron a principios del presente siglo una campaña en tal sentido y obtuvieron del Congreso Nacional el acuerdo de que solo se toque y cante el Coro y la Primera Estrofa del Himno en los actos públicos.Alfonso XIII envió a Rendón y a Flores sus más sinceros agradecimientos a nombre de España, por tan señalado acto de confraternidad hispanoamericana. Posteriormente se declaró intangible la letra de la canción Patria, impidiéndose con esta medida que en el futuro se tratara de alterarla.Otra crítica formulada a Mera es que su adaptación carece de originalidad y hasta puede ser calificada de flagrante plagio a varios Himnos de Olmedo y ¡Oh sorpresa! hasta del compuesto por el General Flores, que con ser mediocre desde el punto de vista literario, no debió ser imitado. ¿Cómo es posible, se preguntarán los lectores, que Mera plagiara a Flores, siendo el primero poeta y literato de fuste y el segundo militar?. Todo es posible, veamos algunas copias a Olmedo:

Mera: Indignados tus hijos del yugo.Olmedo: El Pichincha indignado del yugo.IIMera: Y al león destrozado se oíade impotencia y despecho rugir.Olmedo: Dio un bramido y se vio de repenteel rugido del león acallar

Ahora a Flores:IMera: Cedió al fin la fiereza españolaFlores: Cedió el grito, encerróse en el pecho

Tómese en cuenta que en los tres himnos de Olmedo, Flores y Mera se conserva una misma tónica; pues, la cadencia de los versos es igual, de allí que es fácil pensar que Juan León Mera jamás tuvo en mente crear un nuevo Himno, sino adaptar las anteriores letras a los nuevos estilos y circunstancia de estar otra vez España en guerra con estas naciones, motivo que explica el sentimiento antihispánico que campea en nuestra canción nacional (1).A pesar que la letra se escribe 38 años después de las guerras de la Independencia.

IDILIO DE UNA MARQUESA EN LOS TOROS EMBOBADOS

El 27 de julio de 1805 se bautizó en Quito la hija mayor de Felipe Carcelén y Sánchez de Orellana y Teresa de Larrea y Jijón, Marqueses de Solanda y de Villa Rocha y fue llamada Ana María, pero por razones que no puede explicar la historia «cuando llegó a mayorcita le decían Mariana y hacia 1822 era una de las más hermosas herederas de la capital. No le faltaban propuestas ni pretendientes ansiosos de compartir con ella el pingue Mayorazgo.El viejo Marqués la tenía reservada para algún noble con cercanos entronques españoles pero he aquí que se vino la independencia y cambiaron sus planes. Después de la batalla del Pichincha don Felipe se apresuró a invitar a Sucre a su casa y lo que sucedió entonces es fácil de imaginar; pues, al penetrar el héroe al salón de recibo no pudo menos que sorprenderse con la presencia de la hija mayor de su anfitrión, que solícitamente extendió su blanca mano para que la besara.¡Qué momento! -dice el historiador Vicente Pesquera- el que se dió, cuando las miradas de Sucre y Mariana se cruzaron llenas de asombro; él iba vestido de gran uniforme y ella muy escotada y alhajada. La visita fue corta por primera y de etiqueta, pero debió repetirse y al poco tiempo el Marqués le dijo a Sucre: «Señor General. Tengo cuatro hijas y ningún varón que las represente. Mariana es la mayor y en consecuencia mi heredera. Le ofrezco a Ud. su mano, esperando que no nos desaire pues me haría gran servicio aceptándola para que yo muera tranquilo».El golpe fue bajo y certero pues Sucre no debió saber qué contestaba. Si decía no, caía en un soez desaire y si decía que sí, se comprometía para siempre, así es que muy calmadamente le respondió: «Soy militar y no sé qué suerte me espera en el futuro. Debo continuar esta guerra por mandato del Libertador y si la suerte no es adversa, haré lo posible por complacerle». Buena salida, pero insistió el Marqués y dejó a Sucre sin argumentos. Entonces se decidió su suerte, su desgracia y su muerte.

¿Porqué no aceptó Sucre inmediatamente? José Joaquín Pino de Ycaza sugiere que el héroe estaba profundamente enamorado de Pepita Gaínzay Fernández Medrano, guayaquileña a quién había conocido y tratado en el puerto, hija del Brigadier Gabino de Gaínza y de Gregoria Rocafuerte y Bejarano. Entre Sucre y Pepita solo existía una emoción inicial, simple ilusión primera, pues solo se habían visto dos o tres veces, sin haber charlado a fondo corno es del caso en todo idilio; mas, Sucre, no la podía olvidar, y es que Pepita tenía unos ojazos negros profundos que lo volvían loco. Quizás por eso escapó apresuradamente de Quito y se vino a Guayaquil con el pretexto de recibir a Bolívar pero con el secreto deseo de estrechar en sus brazos a la mujer de sus sueños.Pocos días después la sociedad porteña agasajó a Bolívar con un baile de gala que se celebró en la esquina de 9 de Octubre y Pichincha, donde hoy se levanta el edificio del Banco La Previsora y en cuyos bajos existe una placa de bronce conmemorativa a este hecho.Esa noche se bailó a la francesa con mazurcas, polkas y rigodós, haciendo alardes de gracia y soltura y cuando las cuadrillas se iniciaron, los caballeros a la derecha y las damas a la izquierda, Sucre tomó de pareja a Pepita que temblaba de impaciencia por estar cerca de su amor y comenzó la fantasía de una danza que recordaba los movimientos del ejército imperial en la célebre batalla de Austerlitz. Luego se volvió a las polcas rápidas y finalmente el cuarteto de músicos criollos tocó algo suave como lejano lamento venido de allende los mares y se unieron los cuerpos en tierna caricia amorosa. ¡Qué deleite! Sucre estaba convencido de la sinceridad de su amor y cuando finalizó el baile, al querer separarse de Pepita, notó muchas miradas picaras, pues sus medallas estaban enredadas en el finísimo encaje de la blusa y prácticamente era imposible sacarlas, pero como él siempre fue un educado caballero, se le ocurrió decir: «Señora, vuestras son mis medallas, vuestras mis glorias...» Ella simplemente reía pero se llenó de orgullo.Estaba planteada la lucha en el corazón de Sucre, en Quito se rumoraban sus flirteos con Mariana y en Guayaquil hasta los sordos sabían sus amores con Pepita. ¿Cuál ganaría su mano?.Hoy, después de tantos años transcurridos, nos parece que a Pepita le faltaron padrinos porque estando su padre tan lejos, ocupando una altísima posición en Guatemala, no hubo quién abogue por ella y como Sucre era algo tímido y muy circunspecto, no se dedicó a declararle su amor, mientras que en la capital prácticamente le habían pedido la mano. Y sucedió que regresó a Quito y se metió de lleno a resolver los problemas de la administración del Departamento Sur de la Gran Colombia sin acordarse más de estos amoríos, hasta que habiendo llegado el primer aniversario de la Batalla del Pichincha, el diablo decidió crear problemas haciendo que los quiteños declararan tres días de festejos y jaranas.La víspera del aniversario fue llevada la imagen de la Virgen de las Mercedes en solemne procesión, por la noche hubo luminarias en la Plaza Mayor con diversos juegos de pólvora, que ocasionaron fuertes detonaciones con brillantes destellos. Al día siguiente 24 de Mayo de 1823, una salva de artillería anunció el inicio del festejo y en las faldas del Pichincha se comenzaron a mover algunos batallones imitando las líneas del combate. Como a eso de la diez comenzó el desfile de carros alegóricos ricamente adornados con guirnaldas de flores. El primero conducía dos estatuas que simbolizaban la verdad y la justicia sosteniendo un retrato de cuerpo entero de Bolívar, con leyendas alusivas a su gloria. Varios jóvenes vestidos de indios tiraban del carro triunfal y desde los balcones, las damas festejaban con palmas ese alarde de patriotismo. Numerosos arcos se habían levantado en el trayecto y todos gritaban: «Vivan los Libertadores Bolívar y Sucre».A las doce numerosos invitados de uno y otro sexo ocupaban los salones de la Casa de Gobierno donde el General Bartolomé Salom había preparado un abundantísimo y delicioso almuerzo. Las sillas de cabecera fueron reservadas para Bolívar y Sucre y

hablaron el General Salom, el Dr. José Fernández-Salvador y el Coronel Cerveleón Urbina, médico militar que años después contrajo matrimonio con la viuda de Martín de Chiriboga.Como a las tres los presentes fueron a espectar una soberbia corrida de toros en la Plaza Mayor, que felizmente no resultó accidentada. A las seis los primeros faroles empezaron a prenderse y el pueblo reía con el juego de los toros embobados o vacas locas como hoy se les conoce y allí fue cuando las jóvenes, aprovecharon la penumbra reinante para entablar conversación con los militares colombianos. Entonces -dicen las crónicas- la marquesita de Solanda se acercó a Sucre y lo saludó con aire de mujer fatal. ¡Ah juego de los toros embobados! Sirvió para que Sucre cayera rendido bajo las flechas del dios Cupido. A las nueve los comerciantes quiteños ofrecieron un suntuoso baile que se prolongó hasta las primeras horas de la madrugada y al que concurrieron Sucre y Mariana. El 25 se celebró un solemnísimo Te Deum en la Catedral con el concurso de las autoridades. La oración gratulatoria corrió a cargo del Provincial de los Mercedarios Fray Pedro Bou. A la salida se realizó el juego de la «Corrida de sortija a caballo» en la Plaza Mayor y hubo almuerzo campestre ofrecido por el ejército libertador en la llanura de la Alameda. A las tres de la tarde hubo otra corrida de toros en la Plaza Mayor y por la noche se representó la obra dramática «Roma Libre» ejecutada por los alumnos del Colegio de San Fernando bajo la dirección del Profesor de Artes, Manuel Zambrano. A todo esto no fue ajeno el General Sucre, que concurría dando su brazo a la Marquesa y presentándola como su prometida.El 12 de Febrero de 1826 y desde la lejana Chuquisaca, ya liberado el Perú, Sucre escribió a Bolívar notificándole su resolución de formalizar su compromiso con Mariana Carcelén y que había pedido al General Vicente Aguirre que lo representara en la ceremonia religiosa que se celebró el 20 de Abril en Quito.LA ANTIGUA SEMANA SANTA QUITEÑAPor los años de 1835 a las 6 de la tarde del día anterior al Domingo de Ramos, numerosos niños se reunían en la Catedral de Quito para iniciar los festejos de la Semana Santa. A los pocos minutos y en grupos de doce se distribuían por las calles entonando canciones religiosas y portando maniquíes de a cuatro metros, vestidos con tela de basquiña blanca, amarrada en los tobillos con un cinturón. Tienen enormes cucuruchos por sombreros, de los que penden hacia atrás dos cintas de tela que se agitan y flotan: son las "Almas Santas" que pasean una vez al año alegrando la tristeza crepuscular andina y asustando a los pocos afuereños que no se explican qué serán aquellos bultos blancos que han visto desfilar ante sus ventanas ...DOMINGO DE RAMOSEn los templos se bendecían palmas y ramos con mucha solemnidad y boato. En el de San Francisco era famosa la procesión interior de la misa de diez de la mañana, a la que concurrían las más adineradas familias quiteñas portando largos palos que sostenían racimos de cocos, troncos de caña y de banano, cuyas hojas se habían trenzado en forma original y formando diversas figuras y alegorías. Por la nave central pasaba la procesión de Ramos en memoria de la entrada de Nuestro Señor en Jerusalem montado en el asno bíblico y no faltaba el pobre animal sobre el que habían colocado un gran Cristo de madera, que desde lejos parece moverse, debido a las sacudidas del irreverente jumento.A sus lados caminan dos legos del convento que lo sostienen con un brazo y con el otro agitan palmas. Luego vienen los demás miembros de la comunidad, formando parejas, con palmas y cánticos que la muchedumbre corea. Todo era incienso y alegría porque al final aparecía el superior bendiciendo a los presentes con agua y no había quien quisiera quedarse sin una gota aunque sea y se aplastaban unos con otros para alcanzar tan loable objetivo. Al fin y después de varias vueltas por los costados del templo, termina la ceremonia, la comunidad volvía al claustro y se desbandan los mojados presentes por la plaza, a realizar sus compras de feria, pues es domingo.BENDICION DEL ASNO PASCUALEn otros conventos como en el de Sta. Clara, las monjas realizaban una ceremonia previa de bendición del asno que llevaría Nuestro Señor. Se reunían en el patio interior y ante el público pronunciaban una larga letanía. Enseguida lo ensillaban y sacaban con cuidado para que en el templo fueren los fieles quienes colocaran al Cristo y religiosas y muchedumbre recorrían las calles adyacentes cantando loas de alegría porque se conmemoraba un hecho glorioso. De las ventanas arrojaban flores y no faltaban los buenos cristianos que alimentaban al pollino durante el recorrido.PROCESION DE DAMAS Y BARBEROSLa tarde del domingo y a eso de las 6, salían las más emperifolladas damas quiteñas acompañadas del gremio de barberos. Abría la marcha un grupo de gentes del lugar con antorchas encendidas en las puntas de largos palos, habiendo dos más largos que los demás.que terminaban en forma de estrella. Después seguían dos maniquíes altos, uno masculino y otro femenino, que representan a San Juan y Santa Magdalena, seguidos de Tres Almas Santas, la del medio era mayor y su traje terminaba en punta que sostenía un niño vestido de blanco, con alas de ángel y corona sobre la cabeza. El conjunto de figuras y personas agitaban sonajas y matracas produciendo un ruido fenomenal.Enseguida avanzaban las damas vestidas de negro, con cirios encendidos en las manos y en grupos de dos, pudiendo contarse unas sesenta. Atrás venían tres almas Santas, pero las de los lados iban de negro y portando grandes espadas; enseguida aparecía el gremio Barbero vestidos con su tradicional uniforme; poncho estrecho, calzón blanco hasta la rodilla y camisa con mangas, descalzos y sin medias...que en parejas sostenían incensarios de plata y presidían las dos parihuelas costeadas para el efecto.

NUESTRO SEÑOR Y DON SIMON CIRINEOLos grupos escultóricos estaban bajo palio y guarnecidos con lamparillas y espejuelos, el conjunto dorado al fuego con pan de oro de 24 kilates, constituían una obra de artesanía colonial quiteña de indiscutible valor. En la primera anda iba Cristo vestido de terciopelo morado con finos adornos tejidos con hilos de plata y oro. Después llegaba "Don Simón Cirineo", representado por un caballero vestido a la moda, con casaca de terciopelo negro, corbatón grande que alcanza hasta las orejas, bigotazos impresionantes y para completar tan vistoso monigote le colocaban medias blancas de seda y zapatos de hule con hebillas de oro. ¡Este don Simón fue un gran hombre! —Dicen los presentes— entre dientes, al verle pasar, y no es para menos, porque tiene apariencia de autoridad con tanto lujo que gasta. ¡Si hasta podría pasar por un majo sacado de la misma España, por el sombrero ladeado que altivamente lleva en la frente!.Finalizaba este grupo con numerosas mujeres del pueblo cantando música sacramental y con enormes cirios encendidos para alumbrar el paso al Juez Subdelegado de Policía que traía un farol enorme y precedía a la imágen de Nuestra Señora de los Dolores del Convento de San Francisco, vestida de terciopelo morado en señal de luto, con hermosas estrellas de hilo de oro que centellaban a cada movimiento. Músicos y danzantes mezclados con la procesión y dos Marías Magdalenas que lloraban a moco tendido y presagiaban lo peor para el Jueves y Viernes Santos. ¡La gente tiembla y se horroriza por el próximo fin de Jesús!.LUNES SANTO DIA DE LOS INDIOS QUITEÑOSAl día siguiente y muy por la tarde se realiza la procesión de Indios que abarca de tres a cuatro cuadras. No hay sacerdotes entre los presentes, que caminan callados por varias calles hasta perderse en la catedral donde se oficia el ritual de Semana Santa.Por la noche los "Penitentes" visitaban casas y posadas de la urbe causando sustos y sobresaltos. Los más importantes caballeros de Quito vistiendo largas túnicas y cucuruchos de color violeta y con un platillo en mano, ocultos enteramente de pies a cabeza, pedían limosna en las puertas sin proferir una sola sílaba. Estas dádivas servirían para los festejos del Jueves y Viernes y era fama que el dinero recolectado jamás se extraviaba en manos de los penitentes. ¡Tanta la honradez!.MIERCOLES SANTO: PROCESION DEL OBISPOA las 10 de la mañana se inicia la marcha con numerosos "penitentes" del pueblo, con soga al cuello y corona de espinas, caminando descalzos sobre el duro empedrado. Luego desfilaban profesores y alumnos del Real Convictorio de San Fernando, uniformados de terciopelo negro con distintivos bordados en hilos de plata. Continuaba una "Alma Santa" con la cruz a cuesta y dos santos en parihuelas; después llegaba el Colegio de San Luis formando por profesores y alumnos vestidos mitad de morado y mitad de amarillo; continuaba una escena bíblica —igualmente sobre parihuela— que representaba al huerto de los Olivos: un ángel consolando a Nuestro Señor, que lloraba de rodillas; desfilaban Funcionarios y Oficiales de la adcifijo; varias damas devotas y otra parihuela con la escena del huerto con un San Pedro arrodillado y pidiendo perdón al Ecce Homo; enseguida algunos caballeros cargando un enorme crucifijo; varias damas devotas y otras parihuela con la escena del descendimiento con Cristo, la Virgen, San Juan y dos discípulos y al fin, los siete Canónigos de la Catedral, cubiertas las cabezas con capuchas de tafetán negro y sotanas de la misma tela y color que terminaban en larga cola en punta de no menos de cinco mtrs. de largo.Luego de un buen trecho aparecían cuatro honrados vecinos portando otras tantas banderas de tela negra con cruces bordadas de rojo, que hacían flamear al viento y el Obispo Dr. Nicolás Joaquín de Arteta y Calisto, que siempre tuvo fama de ser fanático, con el santo sacramento cubierto con un velo y numerosos policías que le abrían campo a tiempo que la muchedumbre de

curiosos que observaban desde ventanas y aceras, se arrodillaban en señal de respeto y devoción. Pasado el viático volvía la gente a encresparse y eran muchos los contusos y heridos que resultaban del apretujamiento en las estrechas callejuelas del Quito colonial.JUVES SANTO: RECOGIMIENTO Y ORACIONA las 7 de la mañana se celebraba misa en las iglesias, siendo las únicas del día. Al fin de cada sacrificio se abrían las urnas funerarias en espera de la muerte del Salvador. Los monumentos se descubrían y alhajaban con espejuelos y lámparas; hay estatuas de santos y vírgenes a profusión; el grupo escultórico más famoso es el de Jesús y los Doce Apóstoles que existe en el Convento de San Agustín, por ser las figuras de tamaño natural y maderas incorruptibles y estar vestidas con mucho gusto.VIERNES SANTO: SERMONES Y GRAN PROCESIONEn horas de la mañana comenzaba el ceremonial con una procesión interior de caballeros que llevaban banderas rojas, entregaban la hostia consagrada para la comunión del sacerdote y luego regresaban a los asientos; todos en silencio absoluto pues los asistentes se recogían a orar. A las doce del día comienzan las “Tres Horas" tomando la palabra varios sacerdotes con fama de oradores sacros, sermones que concluyen con la muerte de Cristo a las tres de la tarde, hora en que no quedaba un alma en las calles y todo se detenía y enmudecía.A las seis volvía el concurso de gentes a salir, para concurrir a la mejor y más solemne procesión de Semana Santa que arrancaba desde el templo de Santo Domingo, donde se realizaba una pintoresca ceremonia llamada del "Descendimiento". CACHETADAS AL GRANELY MIL PERIPECIAS EN EL DESCENDIMIENTOEl Altar Mayor se prendía con profusión de velas y al fondo y lentamente aparecían tres cruces, siendo mayor la del medio, que estaba vacía. A los lados yacían colgados con sogas, un indio a la izquierda y un blanco a la derecha, en paños menores, simbolizando a los dos ladrones. Un predicador rememoraba la llegada de Nuestro Señor al Calvario y entonces se oían martillazos y dos legos clavaban un Cristo de madera de tamaño natural en la cruz vacía. Los ruidos retumbaban en el templo y la gente sollozaba humildemente. Luego se hablaba de la muerte de Cristo, estruendosos sonidos simulan truenos y los dos legos trepaban a la cruz para bajar el crucifijo clavado; el sacerdote volvía a hablar, indicando la hora del descendimiento. Ya los legos bajaban el crucifijo y lo enseñaban al público, que gritaba jadeando de angustia, oportunidad que aprovechaban las mujeres para cruzarse el rostro con despiadadas bofetadas, a cuál más fuerte, provocándose un tumulto de feria, realmente impresionante.Terminada una segunda exposición se ponía a Jesús muerto en una parihuela y todos abandonaban el templo pues afuera esperaban mil "Almas Santas" con gorros mucho más elevados que los que usaron días antes y de los cuales caían multitud de "cintas de colores. Las mujeres iban adoloridas y contusas y con los rostros enrojecidos por los golpes que se acababan de propinar en honor a Dios.La marcha arrancaba con el Cristo, las almas Santas y una parihuela en la que aparecía un grupo escultórico formado por Cristo victorioso sobre un esqueleto horripilante que simbolizaba a la Muerte, seguido de varios sacerdotes vestidos con ornamento y portando emblemas de la pasión dibujados en cartulinas de colores, luego un largo cuchillo con la oreja del soldado, cortada por San Pedro. Un gallo trepado en un palo con el pico abierto en señal de estar cantando. La bandeja de plata con las treinta monedas de Judas. Los clavos, la corona de espinas y un látigo, todo encima de un palo a guisa de bandera; en fin, sería largo enumerar tantos por menores que lucía este grupo de clérigos, acompañados de músicos indígenas con vestidos y máscaras moradas, cuyos instrumentos estaban cruzados de cintas de luto y tocando música triste y del lugar.Entonces volvía a desfilar Jesús y Don Simón Cirineo sobre parihuelas. Detrás caminaba el Alcalde de Primer Voto del Cabildo, todo de terciopelo negro y con sombrero de plumas, con una bandera negra con cruz roja que arrastra por el suelo en señal de duelo. Enseguida sus esclavos negros, vestidos con traje azul de cuello y puños amarillos, pantalón celeste con raya amarilla y una escarapela al pecho de este mismo color. También caminaban sacerdotes con crucifijos en las manos y los alumnos de los Colegios, para dar paso al Alcalde de Segundo Voto con bandera arrastrando; enseguida desfilaban numerosas personas vestidas con profusión de colorines, con palos, sables, espadas y cachiporras y para finalizar un gran concurso de hombres del pueblo, casi todos indios con faroles, simbolizando los soldados que apresaron a Jesús en el Huerto de los Olivos y al pasar por una calle que tiene la zanja abierta se caían estrepitosamente al fondo, ensuciándose con aguas servidas, mientras el populacho reía a mandíbula batiente de este "justo castigo''.El ejército, la milicia y la policía en correcta formación y con uniformes de gala. Los Oficiales con sombreros bicornios con plumas, charreteras y chaquetas entorchadas así como pantalones de fantasía y botas.Los Canónigos, el Obispo Arteta y una parihuela con la Santa Virgen cerraba la noche. Todo era silencio, nadie hablaba, la procesión era muda. Se calcula que desfilaban más de cinco mil cirios en tres horas, de a dos en fila.DOMINGO DE PASCUA: PROCESIONDE LA RESURRECCIÓNSe iniciaba a las cuatro de la mañana y salía de la Catedral. A las cinco era el vuelo de campanas que anunciaban a Nuestro Señor que había revivido y salido del sepulcro, ascendiendo en cuerpo y alma a los cielos. Este día se realizaba la feria y no había quidam que permaneciera en casa. A las once se bebía colada morada de maíz y se probaba el rico pan de pascua, dulce, con "toctes", (1) frutas secas confitadas y una que otra uvapasa. ¡La Semana Santa quiteña había concluido!.(1) Toctes son las nueces silvestres que se producen en la sierra del Ecuador.- Nota del Autor.

LA ATAHUALPAIAPara enero de 1830 Colombia la grande desaparecía sumergida en el caos y la anarquía más completos, los últimos rezagos de unidad se habían esfumado con el fracaso del «Congreso Admirable» que presidió Sucre, ante cuyo organismo renunció el Presidente Bolívar, entregando sus funciones para alejarse definitivamente de Bogotá, con destino a Europa, donde esperaba envejecer y morir. Mientras tanto el General Páez en Venezuela había segregado esos territorios y una «Misión Amistosa» presidida por el propio Sucre, fracasó al no poder ingresar porque les habían prohibido el paso en la frontera.Entonces el «Congreso Admirable» adoptó una nueva Constitución y asumió la presidencia de Colombia el Dr. Joaquín Mosquera, hombre de carácter serio y de probada capacidad administrativa, pero que no tenía ni la popularidad ni el don de mando necesarios para el momento. A esto vino a sumarse el acta separatista del Cauca, donde los Generales Hilario López y José María Obando pronunciaron a una gran mayoría de ciudadanos por la separación de Colombia. El Presidente Mosquera no atinaba a impedir la anarquía que se veía venir de todos lados y desesperaba en su gabinete de la capital. Solo Bolívar, con su natural talento político y comprendiendo que el mayor peligro podría salir de Quito, rogó a Sucre que viajara a esa ciudad, a controlar la situación; sin embargo, ya era tarde, porque los viejos políticos quiteños, algunos de ellos sobrevivientes de la masacre del 2 de Agosto y los más de las guerras del año 12, ya lo tenía decidido y hasta contaban con la aquiecencia del General Juan José Flores, Prefecto del Departamento, que largamente había venido ejerciendo el mando civil y militar a la sombra de Bolívar.Entonces confluyeron en Flores las condiciones necesarias para gestar el golpe de Estado y proclamar la autonomía del distrito Sur de la Gran Colombia. Era joven, simpático, amable y muy ducho en el arte de agradar a las personas, al punto que todos lo querían y admiraban y hasta llegaban al adulo para granjearse su poderosa protección. La tropa y oficialidad veían en él al único hombre capaz de salvar el orden y conseguir el dinero necesario para seguirlos manteniendo y como el rancho es lo primero, se asían a su nombre como tabla de salvación.Además y desde antaño, reinaba en las primeras clases quiteñas un afán autonomista que buscaba a toda costa la independencia. En 1817 y luego de 1824 el Dr. Antonio Ante había conspirado sin éxito; poco después los hermanos Guillermo y José Félix Valdivieso quisieron fundar la república de la Atahualpaia, nombre tomado de la historia, del último Inca o Rey de estos territorios, según lo ha afirmado el Dr. Julio Tobar Donoso.Aún no se había publicado en Quito la historia del Padre Juan de Velasco, quien dio a conocer la existencia de una Confederación Quitu-Puruhá anterior al Incario, que denominó impropiamente con el nombre de Reino de Quito, cuando solo fue una federación con fines ofensivos y defensivos y no un todo o ente político; por eso, a nadie se le ocurría llamarnos Quito. Pero los intentos separatistas ya anotados eran movimientos aislados que no tenían repercusiones fuera de la capital; en cambio, en la inquieta Guayaquil, los acontecimientos habían revestido una gravedad mayor por la invasión armada del Perú, felizmente dominada. Por ello, en 1830, Flores creyó conveniente mover al Cabildo quiteño compuesto en su mayor parte por amigos personales, para obtener la separación definitiva de Colombia y en mayo empezó a recibir adhesiones y parabienes de toda la República, donde también contaba con núcleos de notables que apoyaban sus designios.Poco después moría Sucre asesinado en las montañas de Berruecos y Flores pudo dedicarse a gobernar en paz con sus amigos, camarilla de talentos limitados que no se

atrevían a desobedecerle. Flores era un hombre superior, de eso no cabe duda, pero su falta de consistencia doctrinaria le imposibilitaba gobernar con sólidos principios; para él, gobernar, era simplemente mandar y se creía predestinado porque el Libertador en sus últimos meses de gobierno, ya desprovisto de todo favor popular y odiado por las clases intelectuales, así se lo había recomendado. Además «el haber sido venezolano o sea extranjero, sin mayor formación política o cultural, ambiguo en la medida que se decía liberal pero se identificaba en el fondo con los conservadores, encarnación del mestizaje, caótico como administrador, talentoso y emotivo, hizo que no luciera una personalidad clara y segura, estable y confiable, capaz de impulsar a la nación en forma ordenada y positiva.» Sin embargo, sobre este juicio hay mucho más que decir de él, pues era firme en sus propósitos y empeños, y por eso se cultivó en su retiro de Babahoyo y hasta llegó a hacer versos que luego publicaría una de sus hija con el título de «Ocios Poéticos». Tampoco era tan emotivo como se ha dicho, pues se dominaba cuando le convenía y pactaba con sus mayores enemigos como sucedió con Rocafuerte y García Moreno. Calculador y hasta siniestro, hilaba fino para acabar con sus opositores y no trepidó en poner su espada libertadora al servicio de un hijo de la reina María Luisa, instándole a venir a América a reiniciar la colonia. Era pues, un maniático perseguidor del poder, no podía vivir sin ejercer mando, su único tema, propiamente, una manía.En lo físico era muy atrayente, estatura normal, cuerpo musculoso y magro, de temperamento nervioso, siempre activo y rápido en sus movimientos que tenían la elegancia adquirida en los mejores salones de Colombia, donde conquistaba con un fino gracejo popular bien administrado, sin que jamás se le escapara ningún detalle que pudiera traicionar su agradabilísima fisonomía, donde un rostro blanco, pulcramente afeitado, un bigote recortado, los pómulos algo salientes, la boca fina, el pelo negro y ligeramente ondulado y escaso y unos vivísimos ojos azules, lucían toda la apostura y garbo de un centauro de nuestra independencia.Pero Flores no se engañaba, sabía perfectamente que fuera de sus íntimos, su nombre no despertaba simpatías. Conocía por experiencia que el pueblo no acostumbraba opinar y que el poder político lo detentaban los aristócratas en las ciudades y justamente por eso se sentía tranquilo, sus mejores batallas gustaba ganarlas en los salones con la intriga y las buenas maneras, para lo cual estaba tan magníficamente dotado que aún hoy asombra la audacia que supo desplegar en su vida.Con tan malos auspicios nacimos a la libertad en Mayo de 1830 y si a esto se suma que las arcas fiscales estaban vacías, que el circulante escaseaba, que el ejército tenía exhausta nuestra pobre economía y que una general apatía volvía todo gris, se comprenderá mejor el pobre destino que le reservaba la historia a la República, por lo menos, en sus primeros años. Solo unos cuantos viejos próceres, masones, democratizantes y discípulos de Jeremías Bentham, guardaban en silencio la llama de la rebelión, que pronto alumbraría a Quito en forma de periódico con el glorioso nombre de «El Quiteño Libre» y bajo la guía del Cor. Francisco Hall.

LA BANDERA DE GUAYAQUIL

A pesar de todo cuanto se ha dicho de Carlos III, autor de la expulsión de los jesuitas, éste monarca fue un católico practicante, piadoso y hasta protector de la religión en sus dominios. En 1760 obtuvo de las Cortes que declararan a la Virgen María en el misterio de la Inmaculada Concepción como patrona del reino. Meses después ordenó a las Universidades que sólo expidieran grados en favor de los estudiantes que hubieren jurado defender el bello misterio de «La concepción Purísima» y en 1761 suscribió un Real Decreto tomando a la Inmaculada por universal abogada de España y sus colonias.Todas estas muestras de piedad, muy acordes a la época, le hicieron popular en su tiempo y cuando en 1771 ocurrió el fallecimiento de su hijo el niño Francisco Javier de Borbón, el menor de los trece que tenía en matrimonio con la reina María Amalia de Sajonia con quién se llevaba admirablemente bien, se apenó tanto y con tan vivo dolor, que no encontraba lenitivo alguno y sólo se reanimó en Septiembre con el nacimiento de su primer nieto el Infante Carlos, primogénito de los Príncipes de Asturias y el 10 de Octubre anunció la «Gaceta de Madrid» que era tanto el gozo del rey, que había decidido instituir una corporación de caballeros con el nombre de «Real y Distinguida Orden de Carlos III» pues con dicho nacimiento se continuaba la dinastía.Pocos días después, cuando la Princesa ya convalecida del parto, pudo asistir a misa por primera vez, el Rey hizo publicar el estatuto de creación de la nueva Orden y el 7 de Diciembre celebró en brillantísima ceremonia la condecoración de los primeros miembros que fueron los duques de Frías, Medinasidonia, Miranda y Baños, los Marqueses de Villafranca del Bierzo, Guevara y Bélgida y el Cardenal de Lorenzana a quien hizo Gran Canciller, reservándose el monarca la calidad de Jefe y Gran Maestre; pero no se piense que Carlos III era un monarca bobalicón que perdía su tiempo en condecoraciones para solaz de algunos de sus súbditos; por el contrario, como buen representante del despotismo ilustrado quería monopolizar la riqueza y el poder en sus manos, asestando un golpe mortal a las cuatro Ordenes Nobiliarias españolas de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, corporaciones autónomas y propietarias de extensos fundos agrícolas que ambicionaba la corona. En efecto, en el decreto se indicaba que era INCOMPATIBLE la calidad de miembro de esas Ordenes con la nueva del rey y como. nadie podía competir contra el estado representado por el rey, dichas órdenes comenzaron a decaer de allí en adelante.Y tan bien meditado estaba el asunto que el Art. 16 se declaraba obligatorio para el Rey, sus hijos y hermanos, usar diariamente las insignias y distintivos de la nueva Orden, costumbre que subsistió en la familia Real Española hasta 1931 en que advino la República. El 21 de Febrero de 1772 el Papa Clemente XIV firmó la Bula confirmatoria de la Orden, declarando que estaba de acuerdo con la piadosa vida del fundador y muy a propósito para el ejercicio de las virtudes de la nobleza española.Entre los requisitos para el ingreso estaba la presentación de pruebas genealógicas hasta los abuelos solamente, un mínimo de 25 años de edad y declaración de testigos sobre la hidalguía del candidato. Posteriormente, en 1847 se modificó el estatuto original permitiéndose el ingreso de cualquier persona que se hubiere distinguido, sin considerar su origen, nacimiento o condición social y como algo inadmisible aunque políticamente bien fundado, se hizo figurar como Caballero de Carlos III y con el grado de Gran Cruz, nada menos que a San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas que habían sido expulsados por dicho rey en 1767. Sin embargo no hubo reclamos y se consumó la burla.En 1773 Carlos III declaró que “cuando vacaren las encomiendas de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa fueren pasando a la nueva Orden y entregadas a sus caballeros” y dejó sin rentas a dichas cuatro corporaciones cuyas historias se remontaban a los primeros días de la guerra de la reconquista española. Años después languidecían como entidades puramente nobiliarias pero sin ningún poder ni influencia económica.El distintivo de la Orden de Carlos III estaba formado por un ovalo de oro esmaltado con la figura de la Virgen Inmaculada, vestida de túnica blanca y manto celeste. En los bordes tenía ocho brazos terminados en globos lisos, todo de oro, esmaltado en celeste y blanco.El 2 de Junio de 1804 Carlos IV reglamentó el uso de uniformes, condecoraciones, insignias, Capítulos, juramentos, ceremonial y otros asuntos varios. En 1810 eran muchos los caballeros españoles y americanos que usaban diariamente la escarapela celeste y blanca de la Orden como era de obligación y el General Manuel Belgrano, tomó ese año en Buenos Aires los colores celeste y blanco, sinónimos de apego a la monarquía española y al Príncipe Fernando, para formar la bandera argentina, pero como al poco tiempo el amor a la monarquía se trocó en rebeldía, la bandera siguió usándose sin cambio alguno, pues ya estaba dentro del corazón de los rioplatenses.Poco después Guayaquil recibió el mensaje insurgente que nos trajo el Almirante Guillermo Brown quien nos visitó con no santas intenciones en Febrero de 1816 y cuando en la madrugada del 9 de Octubre de 1820 se pidió a Olmedo la creación de un pabellón guayaquileño, acordándose del insurgente, modificó las dos franjas celestes y una blanca, por tres y dos respectivamente, pues no podíamos tener exactamente la misma bandera aunque si parecida.Resumiendo diremos que nuestra bandera guayaquileña fue tomada de la argentina y ésta a su vez de la escarapela celeste y blanca de la Orden de Carlos III, que se inspiró en los colores de la túnica y el manto de la Inmaculada Concepción.

LA BATALLA DEL PICHINCHA

La batalla del Pichincha no puede ser estudiada como un acontecimiento aislado en el trasunto independentista sino como el resultado de diversos factores que se iniciaron en Guayaquil el 9 de Octubre de 1820.De allí en adelante los pueblos comenzaron a declarar su independencia y cuando en 1821 arribó el Cor. Juan de la Cruz Mourgeon, investido de plenos poderes como Virrey de Nueva Granada y Presidente interino de Quito, tuvo que hacerlo a hurtadillas, porque Guayaquil era libre y Bolívar acababa de triunfar en la Batalla de Carabobo; así es que Mourgeon salió de Panamá y en dos naves costeó hacia Atacames, pues cerca de Manta lo esperaba la flotilla de Lord Cochrane. De allí tuvo quo

hacerlo a pié y en mula por el río Esmeraldas, subiendo y escalando montañas hasta que llegó a Quito, ingresando bajo palio y arcos triunfales y en medio de grandes aclamaciones. Este inteligente Virrey había solicitado a! General Aymerich que hiciere pintar en las paredes de los edificios esquineros diversos artículos de la Constitución del año 12, alusivos a la libertad de expresión y demás derechos inmanentes. También castigó al corregidor de Ibarra, a quien acusaban de haber cometido abusos de autoridad. Igualmente y siempre para ganarse la opinión, reestructuró el Cabildo quiteño, integrándolo con elementos del bando independentista y no solo con españoles y realista como había sido la costumbre. También llamó a los esclavos jóvenes y solteros al ejército, liberó a los presos que fueron incorporados, tomó dinero prestado de los conventos y comunidades religiosas y mandó a enterrar a tres o cuatro cabezas disecadas que como trofeos de victoria se exhibían en jaulas de hierro en las principales plazas públicas de Quito, para escarnio de los patriotas. Con estas medidas Mourgeon se granjeó el efecto de los pobladores y quizás otra habría sido la suerte de los realistas si no hubiera fallecido el 8 de Abril de 1822, a consecuencia de las heridas provocadas por una caída sufrida entre Esmeraldas y Quito, cuando se iba a posesionar de la presidencia de la Audiencia. Fue sucedido por el General Melchor de Aymerich, militar de poca instrucción, a quién correspondió capitular al día siguiente de la batalla del Pichincha.Mientras estos acontecimientos se precipitaban en Quito, el Libertador seguía combatiendo en Pasto a numerosas partidas realistas. Sucre marchaba por Machala hacia Loja y el General Santa Cruz atravezaba el río Macará para unírsele y juntos enfrentar al Coronel Tolrá, Gobernador de Cuenca, que no les ofreció batalla, retrocediendo hacia el norte; pero en Alausí fue obligado a renunciar y lo reemplazó el Coronel López de Aparicio, que meses antes había defeccionado de los patriotas en Babahoyo.Por estas mismas fechas pasaron a Guayaquil los Capitanes Juan Villegas y Juan Zoroa, que estaban al frente de las dos naves de Mourgeon en la rada de Atacamos, vendiéndolas en ochenta mil pesos oro; estas naves fueron utilizadas por Lord Cochrane y el Almirante Guisse para bloquear el Callao en 1825 y a Villegas y a Zoroa no se les volvió a ver la cara por estos contornos pues volaron a disfrutar del dinero en otros países, que no en España. Ya en Cuenca, el General Sucre ordenó a Diego Ibarra que se adelantara a Riobamba y en las cercanías de esa ciudad ocurrió el enfrentamiento con el enemigo, en mortal encuentro a arma blanca en que las pérdidas fueron cuantiosas para ambos bandos. Este triunfo le facilitó el camino a Quito y la destrucción del reducto realista de Guaranda, para lo cual comisionó al Coronel Masa, que se trasladó a esa villa y exterminó a las guerrillas que acaudillaba el célebre abogado Dr. Víctor Félix de San Miguel y Cacho.Enseguida Sucre bordeó la quebrada de Jalupana desviándose al camino de Limpio-Pungo y trepó por las faldas del Cotopaxi y Sincholagua, hasta que el 16 de Mayo y a solamente 8 días de la célebre batalla, avistó el fértil valle de los Chillos y acampó el 19 frente a los realistas. Entonces el Coronel José María Córdova empezó con el grueso de las tropas a ocupar las alturas del volcán Pichincha, pero Aymerich, que lo observaba, se apresuró a imitarlo, llegando primero a la cumbre con López de Aparicio que tuvo que abandonar la caballería para maniobrar en las alturas. Córdova comenzó la lucha a las 9 1/2 de la mañana del 24 de Mayo.Media hora después el parque de municiones de los patriotas estaba agotado y Córdova se retiró ordenadamente con sus dos Compañías del batallón colombiano «Magdalena», del batallón «Cazadores del Paya» y del «Trujillo» -formado con elementos del Perú, Cuenca y Loja- para retornar con otra provisión de municiones y cartuchos y con el resto de la infantería que dirigía el General Mires y el batallón «Yaguachi» al mando del Coronel Antonio Morales y Galavís, recién casado con la guayaquileña Carmen Vítores y Campe y donde figuraba como abanderado el joven Teniente Abdón Calderón. Nuevamente consumido el parque, se replegaron los patriotas por segunda ocasión.Los españoles aprovecharon para atacar con mayor furia, pero ocurrió lo inaudito, Córdova paró en seco y dando media vuelta ordenó cargar a bayoneta calada, entablándose una terrible lucha cuerpo a cuerpo en donde los ayes de dolor se escuchaban por doquier. Tres compañías del batallón realista «Aragón» trataron de sorprender la izquierda de los patriotas pero se encontraron con el «Albión» formado por ingleses venidos de Venezuela a combatir por la independencia. Este hecho decidió la victoria por la Patria, pues los del «Albión»,que venían retrasados y estaban frescos, arrasaron al «Aragón», mientras Córdova daba buena cuenta del resto. La batalla había concluido a las doce del día y en Quito se comenzaron a escuchar tímidamente los primeros «Viva la Patria», mientras en las faldas del Pichincha la caballería patriota correteaba a los dispersos españoles que huían y se desbandaban desordenadamente hasta ser apresados.Sucre comisionó a su Edecán O Leary para que intimidara la rendición a Aymerich que se hallaba en Quito. Esa noche la ciudad permaneció despierta mientras los heridos eran internados en diferentes casas particulares y en el Hospital de San Juan de Dios.El 25 entró Sucre acompañado de Córdova, Mires y Santa Cruz y cuatro días después fue anexada la ciudad a Colombia, jurándose la Constitución de Cúcuta como ley suprema.La batalla del Pichincha ha sido una de las más difíciles de la historia pues se desarrolló a 3.600 mts. de altura y en una zona por demás agreste y escarpada, llena de precipicios y de niebla, donde el menor descuido podía costar la muerte.

LA BURGUESIA GUAYAQUILEÑA

La característica fundamental del antiguo régimen fue el predominio de la nobleza en los órganos administrativos del estado y en los municipios, que ocupaban en su totalidad, aunque asesorándose en profesionales surgidos de la burguesía para quienes solo habían situaciones secundarias. Los nobles usufructuaban las instituciones y en muchos casos la práctica de determinados servicios públicos estaba vinculada a una familia . Los Arbeláez fueron en España Correos Mayores de Irún, (1) los Pareja desempeñaron la función de Alférez Real del Cabildo de Guayaquil en forma hereditaria, los Carvajal de Chile eran Correos Mayores de las Indias hasta que cambiaron dicho privilegio por el Ducado de San Carlos con Gandeza de España de primera clase etc. y así por el estilo.Al iniciarse el siglo XVIII el campo y la ganadería pertenecían en España y América a la nobleza favorecida por el estado con numerosas exenciones de impuestos, pero habiendo surgido los nuevos telares industriales y con el devenir de las ideas expuestas por los Enciclopedistas franceses la situación cambió y los comerciantes enriquecidos con el crecimiento de la economía industrial aspiraron a tomar las riendas de la administración dentro del sistema monárquico. Así pues, a fines de siglo, la situación había variado notablemente, más aún si consideramos que durante el gobierno de Carlos III, este gran rey apoyó decididamente a la burguesía en contra de la nobleza, a la que estimaba envanecida y tonta en extremo.Estas medidas fueron: 1) Reformó los Consejos de Castilla, Indias, Hacienda y Guerra, colocando hidalgos burgueses en reemplazo de nobles titulados, 2) Alejó a los colegiales, es decir, a los nobles graduados en los Colegios Mayores, de los cargos directivos de la política.(1) Gerónimo de Arbeláez y Ortega, natural de Sevilla, pasó a Medellín a fines del siglo XVII y fue abuelo de Francisco de Arbeláez y Gutiérrez, fundador de su familia en Guayaquil.3) Dictó en 1770 una Ordenanza en la que dispuso que las ocupaciones industriales, comerciales y económicas (no las artesanales) eran compatibles con la condición de hidalguía, 4) Creó en 1771, pocos meses después, la Real y Distinguida Orden de Carlos III con las mismas prerrogativas que las que tenían las cuatro Ordenes de Nobleza tradicionales en España (Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa), pero cuya divisa "Virtutí et Mérito" rompía el viejo sistema nobiliario de pureza de sangre y permitía el ingreso de personas honorables que por su conducta talentosa y suficientes méritos se hacían acreedores a tan señalada condecoración. Al mismo tiempo Carlos III frenaba el ingreso de caballeros a las demás Ordenes Nobiliarias, que a la postre, frente a tan fuerte competencia, iniciaron un largo pero seguro proceso de decadencia. 5) Reformó el sistema de legislación y economía de España con la creación de nuevos organismos como las famosas Escuelas de la Concordia, la Sociedad de Amigos del País, etc., así como también con la Ley de Reforma Agraria, principio y origen de la pequeña propiedad rural de España, anotándose al paso que la única región donde no se aplicó esta reforma fue en Andalucía por considerársela semidesértica y poco productiva. Sin embargo, Carlos III trató de incorporar esta vasta zona a la vida de país, con las famosas repoblaciones de don Pablo de Olavide en Sierra Morena (2).

NOBLEZA E HIDALGUIA EN GUAYAQUIL

En tales condiciones ocurrió en 1789 la toma de la Bastilla y el pueblo de Francia inició su revolución, etapa final de una lucha de intereses entre la antigua nobleza formada por propietarios agrícolas y cortesanos y la burguesía constituida por comerciantes y profesionales de las ciudades. Esta pugna se generalizó por Europa y América a raíz de las guerras napoleónicas.

(2) Al quiteño Tomás de Jijón y León, I Conde de Casa Jijón, le tocó jugar un importante papel en esta laboriosa faena de repoblar Andalucía creando de su peculio el barrio de La Carolina en Málaga, denominado así en honor al Rey. Y para 1809 los criollos americanos rompían el sistema administrativo español reemplazando a los peninsulares en el gobierno, pero preservando la monarquía constitucional (Juan Pío Montúfar, Quito, 1809), posteriormente las Cortes de Cádiz de 1812, contemplaron la existencia de dos bandos opuestos: el de los tradicionales que aspiraban a prolongar el gobierno de un rey absoluto (partido que en España ha tenido diversas denominaciones llamándose absolutistas, carlistas, legitimista, conservadores, ultramontanos y por último falangistas) y el bando de los liberales o constitucionales que preferían el gobierno de un monarca limitado en sus poderes por una Asamblea de notables (burgueses en su mayoría) y por una Constitución. ¡Aún no existían los republicanos!Esta pugna trajo cambios más violentos en las colonias americanas. Carlos Montúfar en 1812 en Quito deseó un gobierno independiente, lo mismo ocurrió con Olmedo en 1820 en Guayaquil. San Martín, en cambio encontró a Lima monárquica y constitucionalista, pero tres años después Bolívar hizo triunfar la tendencia republicana. En otras regiones americanas ocurrieron sucesos parecidos. Itúrbide proclamó el imperio en Méjico y sus oponentes la república casi enseguida.Hacia 1810 coexistían en Guayaquil todas las tendencias debido a la calidad de puerto exportador que teníamos entonces. Las familias estaban divididas por sus orígenes en dos grupos: las tradicionales o antiguas y las nuevas o recién llegadas de Europa, y por la clasificación de sus actividades en productoras y en comercializadoras del cacao. De una parte los comerciantes vascos venidos a Guayaquil desde el norte de España habíanse enlazado entre ellos. A este grupo pertenecían los Santistevan, Lavayen, Llaguno, Garaycoa, Urbina, Cortázar, Requena, Larrea, La Mar, Elizalde, Izaguirre, Echanique y a su lado los Larrabeitia, Iturralde, Arteta, Antepara, Aspiazu, Ycaza y Llona. Por otra parte un segundo grupo, así mismo numeroso, originando en la liberal y burguesa ciudad de Cádiz, que había reemplazado a Sevilla en importancia comercial, estaba formado por los Tama, Matheus, Amador, Roca, sus agnados y cognados, vinculados con gente de Panamá, Portovelo, Cartagena de Indias —donde funcionaba el Tribunal del Consulado— Sevilla y Cádiz. Estos parientes hacían las veces de despachadores, banqueros y embarcadores y siempre estaban dispuestos a ayudar, como sucedió cuando el General Antonio Nariño fue llevado en calidad de detenido político a Cádiz, de donde fue subrepticialmente fue liberado por el padre de Esteban José de Amador y Rodríguez- Funes, fundador de esa familia en Guayaquil. Las antiguas familias guayaquileñas propietarias agrícolas en el valle de San Francisco de Baba y en los demás sitios adyacentes de la actual provincia de los Ríos, así como de las ricas vegas de Daule, Santa Lucía, Samborondón y Balzar —hoy llamadas las Cuencas del Guayas— tales como los Plaza, Aviles, Herrera - Camposano, Noboa, Gómez-Cornejo, Moran de Butrón, Aguirre, etc., habían asumido frente a la migración vasca y gaditana la política de permitir a sus miembros que se casaran con los elegidos de sus corazones por lo que jamás llegó a plantearse el problema de lucha entre nobleza y burguesía como sucedió en Quito donde las contadas familias tituladas así como sus agnados y cognados ofrecieron dura resistencia a los hidalgos vascos y gaditanos del siglo XVIII, quizá porque el comercio nunca floreció en Quito como en Guayaquil y la riqueza se daba en la sierra por el número de haciendas y de obrajes, antes que por la cantidad de transacciones mercantiles.Sin embargo la matanza de próceres del 2 de agosto de 1810 donde perecieron nobles y burgueses por igual —propietarios y profesionales— consiguió que las fuerzas se polaricen en dos bandos, el de los criollos y el de los españoles peninsulares o chapetones. Guayaquil, pues, aunque no tuvo nobleza titulada en la colonia, fue asiento de un numeroso grupo de hidalgos comerciantes que hicieron con el trabajo diario y constructivo la riqueza y prosperidad de esta región, principio y fundamento de la economía ecuatoriana.

LA CHINTA MORA

La Chinta Mora era una gentil damita que volvía locos a los militares colombianos llegados a Guayaquil en 1821, por sus coqueteos y encantos mil, que de todo tenía la muy picarona, pues su principal debilidad era cambiar de marido cuantas veces le venía en gana y con tanta gracia lo hacía que los pobrecitos ni se resentían.Para 1821 había arribado el Coronel José Antonio Morales y Galavís, guapo militar que andaba por los treinta años y pico, quién llegó a reemplazar al Coronel Gregorio Escobedo en la dirección de la Jefatura Militar de la plaza y que con este título enamoró a la Chinta haciéndola suya; mas, al poco tiempo, se atravesó el inquieto Ten. Ramón Oyague, diez años menor que Morales y decidió fugarse con la Chinta escondiéndola en un nidito de amor muy disimulado y chiquito; pero, siendo la ciudad tan pequeña. Morales se dio mañas para enterarse del sitio donde ella estaba y cometió la indiscreción de concurrir donde Manuel Antonio de Luzarraga, superior jerárquico de Oyague en la escuadrilla naval, para que intercediera a su favor, rogándole que devolviera la presa por que él la amaba mucho... todo esto indica que Morales había perdido la cabeza por los encantos de la Chinta Mora. Luzarraga cometió el error de aceptar tan ridícula misión, tomando parte en un enredo de faldas que en nada le correspondía, así es que llamó a Oyague y le ordenó que soltara a su amante, pero éste era belicoso y le replicó con grosería, haciéndose acreedor a una sonora bofetada y lo que es peor, a veinte días de arresto en el cuartel.Entonces la Chinta cambió de escondite y veinte días después lograron reunirse ambos amantes; entonces el Cor. López de Aparicio que todo lo había seguido de cerca, pensó que Oyague estaba resentido con los patriotas y podría plegar a los realistas, conquistándole para ese bando.Dos días antes de la asonada que preparó Oyague contra Guayaquil, la Chinta tuvo la precaución de tomar pasaje a Panamá, donde al poco tiempo se le reunió su amante y contrajeron matrimonio, siendo muy felices afuera, porque aquí los hubieran fusilado.Al reseñar estos sucesos cabe pensar que Guayaquil era para 1821 una ciudad pequeña que vivía como Provincia Libre y Soberana al amparo de Colombia la Grande y que aún se estaba desarrollando el sentimiento de nacionalidad entre los americanos, así es que mal se podría hablar de traición en el caso de la Chinta, pues los próceres eran un si es no cándidos y rezago de la época de la Patria Boba seguían gravitando en el ambiente. Los españoles o peninsulares no se debían a Guayaquil pero sus hijos que habían nacido en el puerto sentianse parte de esta tierra donde habían visto la primera luz, crecido entre amigos y parientes y habitaban quizá para siempre, de allí el conflicto generacional que surgió entre padres españoles e hijos americanos con motivo de las guerras de la independencia. La historia ilustra muchos ejemplos. Los Subtenientes Luis y Francisco Benites y Franco murieron valerosamente el 12 de Septiembre de 1821 en la segunda batalla de Huachi a manos de los españoles y eran hijos del andaluz Juan Manuel Benites y Tabares y sería largo seguir reseñando esta clase de ejemplos. Por ello no cabe condenar como traidores a quienes estaban tan cerca de los acontecimientos que no los podían distinguir en su verdadera naturaleza, varios siglos de dominación había impedido que germinara la idea de libertad en los tímidos corazones de la colonia y solamente será a partir de la revolución nacionalista del 6 de Marzo de 1845, cuando nuestros mayores se sintieron plenamente ecuatorianos, orgullosamente nacionalistas y comenzaron a gobernarse libres de toda traba o imposición foránea.

LA CULPA FUE DE LOS CABALLOS

En 1863 gobernaba Colombia el General Tomás Cipriano de Mosquera, liberal inteligente, antiguo Prócer de la Independencia americana, que veía con malos ojos a nuestro Presidente Gabriel García Moreno, al que acusaba de tirano conservador y de tener al Ecuador maniatado con un gobierno teocrático. Por su parte, García Moreno se desquitaba de su vecino compadeciéndose de Colombia, regida por un abominable masón y liberal y por eso no existía la natural cordialidad que debía imperar entre estados vecinos y amigos; pero, a pesar de ello, García Moreno disimulaba su antipatía movido por el secreto deseo de tener una alianza militar con Colombia, evitando que el Perú volviera a invadir nuestras fronteras.Con tal motivo escribió varias cartas a Mosquera insinuándole un pacto defensivo motivado en los antiguos nexos de hermandad que unían a ambas naciones cuando formaron la Gran Colombia. Mosquera depuso a un lado su odio y respondió amablemente desde Rionegro, con fecha 15 de mayo de 1863, indicando que estaba altamente honrado con la propuesta y que trasladaba temporalmente la capital de Colombia al sur del Estado de Cauca para venir a la frontera común y celebrar el nacimiento de una nueva Confederación Colombo-Ecuatoriana.Parecía que el ideal de Bolívar iba de nuevo a tener vigencia pero Mosquera pecaba de optimista porque García Moreno únicamente deseaba celebrar un pacto militar contra el Perú y no una Confederación Política y así se lo hizo saber un mes después, indicando, al paso, que el 10 de Agosto instalaría el Congreso Nacional en Quito y el 15 viajaría a Tulcán con tales propósitos. Dicha comunicación fue recibida por Mosquera en la población de Popayán y fue para él una gran desilusión. No

faltaron algunos chuscos que se rieron de su triste situación a mandíbula batiente pues el iluso colombiano había pregonado a los cuatro vientos que iba a reestructurar la Gran Colombia.. ¡Qué chasco!.Pero aquí no terminó la cosa porque García Moreno ni siquiera concurrió a la cita como había prometido, sino que envió como delegado suyo al doctor Antonio Flores Jijón, que lo disculpó como pudo.

TOMAS CIPRIANO EL FURIOSOY como en los tiempos de caballería cuando Europa era cuna de héroes sin fin, el Presidente Neogranadino respondió lanzando una temeraria Proclama a los colombianos en la que acusaba a García Moreno de; "querer fundar la opresión teocrática en la tierra de Atahualpa, que fue la primera en Colombia en invocar la libertad y el derecho en 1809" (refiriéndose a la Revolución del 10 de Agosto). Al paso anotamos que Mosquera era sincero y sentía en lo más profundo de su ser no poder realizar el anhelo de unificación de ambos pueblos, culpando de esto a García Moreno, quien nada tenía que hacer, puesto que el anhelo popular del país era permanecer independiente y no anexarse a otra nación.Y como el genio de García Moreno era vivo y violento, sintiendo que la acusación de Mosquera le llegaba a lo más hondo, contestó el golpe ordenó la movilización de las tropas nacionales y poniéndolas bajo el mando del experimentado General Juan José Flores, antiguo enemigo y entonces su aliado inseparable, pronto 5.000 infantes y 1.000 jinetes con algunas piezas de artillería estuvieron en pie de combate, debidamente agrupadas y fortificadas en la plaza de Tulcán, cuando el Presidente ecuatoriano proclamó la guerra a Colombia y su consecuente invasión el 21 de Noviembre de 1863.

INVASION POR GUSTO

Esta ridícula guerra, motivada en resentimientos y fútiles circunstancias, tomó al país desprevenido y sin deseo de combatir.Así lo pensó, Flores que sin embargo movilizó al ejército hasta el pueblo de Guachucal, cercano a Túquerres, en territorio colombiano. En esa población estaba Mosquera con sólo 1.000 hombres de la vanguardia de su ejército ya que los 2.000 restantes se encontraban en Pasto, descansando.El intrépido Mosquera se sintió perdido ante nuestra superioridad numérica y audaz como siempre, el mismo día intentó distraer la atención de Flores y hacerle perder tiempo para poder reunirse con los suyos sin ser forzado a presentar combate; para el efecto, comisionó al General Juan Rosas con una formal protesta por la invasión del suelo colombiano sin previa declaratoria de guerra.Flores contestó cortésmente indicando que su propósito no era otro que ocupar militarmente una plaza fronteriza para celebrar -allí sí- la anhelada paz, conforme al derecho de gentes y al uso de las naciones civilizadas, etc. Quedaba claro el propósito de Ecuador, tomar la ciudad de Pasto, anexándola, después de 30 años de haberla perdido en la guerra de 1833.Mosquera vio la intención y mandó que sus 3.000 hombres se le uniesen, abandonando Pasto, que fue inmediatamente ocupada por nuestros soldados; por otra parte, numerosos contingentes de conservadores colombianos defeccionaron, pasándose al ejército de Flores y negándose a seguir a Mosquera. Tal fue el caso del batallón mandado por el Coronel José del Carmen López.Habíamos ganado una ciudad pero perdido la guerra; porque Mosquera, fortalecido con la ayuda recibida y fastidiado por los iniciales triunfos del Ecuador, decidió atacar.

FLORES INICIA SUS OPERACIONES TARDIAMENTE

Recién el 26 de Noviembre, a cinco días de la invasión, Flores abrió la marcha ocupando la población de Sapuyes, cercana a Túquerres, donde nuevamente hizo un alto. Mosquera avanzó con su ejército a Chaitán y dividió sus armas en dos frentes. Una atacó el puente de Malavar y otra el de San Guillermo, posiciones que defendía el General ecuatoriano Manuel Tomás Maldonado, Jefe de Estado Mayor del Ejército de Flores, que con el batallón Vencedores, luego de cinco horas de lucha, logró poner en fuga a los colombianos, dejando diez muertos, algunos heridos y un oficial prisionero. Mosquera estaba en el sitio Chupadero, una planicie situada a escasos dos kilómetros de los puentes. Maldonado propuso a Flores atacar, utilizando la fuerza formidable de los 1.000 jinetes con que contaban y que sin duda alguna hubieran decidido la acción en favor nuestro, recibiendo como respuesta la siguiente misiva: "usted nada sabe, Tomas se me entrega de un momento a otro .....

MOSQUERA ASUME LA INICIATIVAAnte esta inercia pudo Mosquera reunir su dispersa tropa y decidido a escoger el terreno del próximo combate, tomó el camino del occidente, que llevaba hacia las selvas de Barbacoas, intentando engañar a Flores, porque todo parecía indicar que iba a presentar batalla al General José de Veintemilla Villacís que había salido por mar, desde Guayaquil, hacia el sur de Colombia y ocupaba la población fronteriza de Tumaco en nombre del Ecuador.En realidad, el propósito fundamental del astuto jefe colombiano no era otro que el de cansar a nuestro ejército, haciéndole deambular en su persecución. Bien sabía Mosquera que los soldados ecuatorianos estaban desprovistos de lo más elemental en la guerra como son las carpas de campaña para guarecerse en caso de lluvia y con tal motivo Mosquera inició su movimiento hacia occidente.

LA BATALLA DE GUASPUDEn la noche del 3 de Diciembre de 1863 los colombianos ocupaban la hacienda Cascajal y Flores se retiró a Guachupal. Al día siguiente los ecuatorianos avanzaron a Chautalá a sólo siete kilómetros de Cumbal donde estaba ese día Mosquera. Habían transcurrido 15 días desde que comenzó la invasión y nuestro ejército nada hacía para ganar la guerra.Pasaron en aquellos sitios todo ese día y sin movimiento alguno y el 4 inspeccionaron el terreno contiguo donde estaba la loma de Guáspud. Ambos campamentos se distinguían mutuamente de día; mas, cuando oscurecía, sólo se divisaba el ecuatoriano por las fogatas que lo alumbraban.Esa noche Mosquera avanzó hasta ocupar la loma de Guáspud y al amanecer del 6 Flores se despertó con la sorpresa de no ver al enemigo y mandó espías. Con los batallones Vengadores y Babahoyo ascendió el collado, encontrándose con el enemigo en mitad del camino, donde se trabó desigual combate. Al principio los colombianos cedieron, pero, prontamente, reforzados con los batallones Amalia, Bombona, Carioco, Voltígero y la Tercera División formada por hombres de confianza, atacaron, haciendo huir a los nuestros en desorden. Allí murieron los Comandantes Espinosa y Ramírez, el doctor Patiño, un joven Sucre y el Mayor Carlos Veintemilla, que lo hizo heroicamente. Flores desesperaba sin perder su serenidad y mandó que los 1.000 jinetes atacaran a los colombianos y la orden se cumplió; pero, para atacar, la caballería ecuatoriana tenía que atravesar el riachuelo llamado Blanco, cruzado por un pequeño puente que era aprovechado en aquel instante por la infantería; así pues los valientes e intrépidos soldados de caballería se lanzaron al igual que la brigada ligera inglesa, en singular carrera, tratando de vadear el riachuelo y consiguiendo únicamente meterse en un pantano lodoso que les impidió cualquier movimiento.Flores veía este desastre desde Guáspud y no pudiendo contenerse inició la retirada con algunos oficiales que lo acompañaban, desmoralizando a los suyos que también huyeron. La batalla estaba perdida.

SORPRESIVO FINAL EN PINSAQUIEl Padre Berthe dice en su obra sobre García Moreno que Flores "TUVO" que retirarse derrotado y herido y culpó de esto a la traición de los espías ecuatorianos que eran los mismos de Mosquera y porque un batallón -dizque comprometido secretamente con el General José María Urbina- se desbandó en pleno fragor del combate. Esto es pura fantasía y así lo aseguran los historiadores que han estudiado la batalla. El doctor Luis Robalino Dávila lo dice, y no es posible pensar que todo un batallón se comprometa en secreto para desertar en plena batalla. Lo que sí quedó en pie fue la traición de los espías, eran los mismos y todos servían a Mosquera. Esta aseveración cobró fuerza entonces. A poco, en la hacienda Pinsaquí, situada en la Provincia de Imbabura, ambos militares firmaron un tratado de Paz que no impuso condiciones, quedando las cosas como estaban antes de la guerra.Con esta oportunidad el político quiteño Manuel Gómez de la Torre exclamó: "Jamás hemos recibido del cielo un favor tan distinguido" y el inverecundo Don Pablo Herrera, a la sazón Ministro de Relaciones Exteriores, escribió; "Dios sabía en sus

arcanos lo que convenía a Ecuador —la derrota— pero la liberó al mismo tiempo, tal vez, de mayores calamidades (¡qué cosas tenía Don Pablito!) y salvó sobre todo, las instituciones católicas.

LA CULPA FUE DE LOS CABALLOSPero no todos pensaban igual que el doctor Herrera, porque hubo espíritus altivos que reclamaron acremente contra Flores y García Moreno. En Quito circuló una hoja anónima que después se supo había sido escrita por el doctor Rafael Villagómez Borja. Copio una parte: "¡Ah caballos de Guáspud! Cuanto habríais hecho por la Patria si en los momentos del combate la mano del Jinete no hubiese reprimido vuestro noble ardor. ¡Qué triunfo tan espléndido si hubieseis podido comunicar vuestro fuego a ciertos corazones helados por el miedo y vuestro vigor a ciertos brazos enervados por la cobardía!....Flores fue el más acusado, pero no creemos que con razón porque en su larga vida jamás demostró ni miedo ni cobardía. Algo hubo de por medio con Mosquera que tal vez jamás se sabrá.

Mas, García Moreno, se desquitó a su manera, haciendo desvestir a dos regimientos de los que combatieron en Guáspud, en plena plazoleta de San Francisco en Quito y licenciándoles en forma vergonzosa. ¡Valiente desquite! Meses después, en 1864, el glorioso General Maldonado, único héroe en la campaña de Guáspud, subía al cadalso por el crimen de querer un Ecuador fuerte, unido y liberal. A él también le cayó la saeta del dicterio puesto que fue acusado "sotto roce" de ser el causante de la derrota, cuando fue el único que sacó la cara por el honor nacional en aquella tragicómica invasión a Colombia; por lo que opino, sin temor a equivocarme, que como en Guáspud no hubo culpables, la culpa únicamente fue de los caballos, al decir del doctor Rafael Villagómez Borja. Si no. ¿quién la tuvo?. Y me olvidaba, como caso curioso y digno de anotar que refieren del Coronel José de Veintemilla, que estaba pacíficamente ocupando el puerto de Tumaco a nombre del Ecuador, y que al ser avisado de la derrota en Guáspud le faltaron botas para correr de regreso a Guayaquil, donde llegó a los pocos días, trayendo la noticia y disculpándose a su manera. ¿Qué más podía hacer el pobre?.

LA ENTREVISTA DE GUAYAQUIL

El 25 de Julio de 1822 arribó San Martín a la Islas Puná a bordo de la goleta de guerra «Macedonia», siendo visitado por el Almirante Manuel Blanco Encalada que lo aguardaba en «La Prueba» con el Mariscal Lamar y el General Francisco Salazar quienes le informaron de la anexión de Guayaquil a Colombia. Luego pasó a la goleta donde estaban los miembros de la Junta Olmedo, Roca y Jimena y otros emigrados más que lo esperaban con gran impaciencia para referirle que Santa Cruz y la División Auxiliar no había llegado a tiempo para evitar dicho abuso, pues se había quedado en Cuenca por expresas órdenes de Bolívar y que el General Bartolomé Salom cuidaba el orden.El General Tomás Cipriano de Mosquera cuenta que en Guayaquil se acusaba abiertamente a San Martín de haber querido la anexión al Perú como punto de partida para establecer una monarquía en esta parte de América, así es que Olmedo estaba entre dos fuegos o mejor dicho entre los fuegos de dos partidos políticos; sin embargo, se quejó amargamente del abuso y siguió hacia Lima, es decir, hacia el destierro que él mismo se había impuesto por dignidad.En el interim, Bolívar, que sabía de la llegada de San Martín, le envió una atentísima misiva con el Coronel Ignacio Torres Tenorio, pidiéndole que pase a «suelo de Colombia» a dialogar con él. San Martín primero se negó a desembarcar pero nuevas comunicaciones y repetidas instancias hicieron que a última hora se decidiera a celebrar la entrevista y el 26 por la mañana llegó su nave al malecón.Bolívar subió a saludarle, impaciente por estrechar la mano del Libertador del sur del continente y regresó enseguida a esperarlo en «suelo de Colombia». San Martín estaba de gran uniforme y ambos quedaron favorablemente impresionados de este primer encuentro, aunque luego San Martín escribió lo contrario a Santa Cruz.Su estadía en Guayaquil fue efímera y no duró más de cuarenta horas. Bajó a tierra y caminó hasta los bajos del edificio del Cabildo donde lo esperaba Bolívar rodeado de su Estado Mayor. Ambos se detuvieron al verse y entonces se adelantaron para estrecharse en un fuerte abrazo que fue vivado por el público, juntos subieron al salón de sesiones donde recibieron el saludo del Cabildo, las corporaciones y el vecindario, después se alejaron a conversar unos pocos minutos a solas, pues no hubo testigos. Bolívar bajó y se fue a su casa, mientras San Martín salía al balcón a responder los saludos del pueblo que lo vitoreó incesantemente.Esa tarde San Martín visitó a Bolívar en gesto de cortesía y volvieron a conversar desde la una hasta las cinco, que se les sirvió una cena o banquete al que concurrieron más de cincuenta personas. Esa noche San Martín tubo un encuentro romántico con la guayaquileña Carmen Mirón, que se embarazó y de estas nació José San Martín Mirón, tronco de su apellido en Guayaquil. Al día siguiente tuvo una nueva conversación con Bolívar y por la noche hubo el baile de gala del Cabildo que duró desde las nueve hasta pasada la una de la madrugada del 28 de julio; Bolívar bailó bien, como siempre solía hacerlo, pues era muy cortés con las damas. San Martín conversó con varios caballeros, saludó con las damas y contestó varios brindis de amigos; al final se alejó discretamente con Bolívar y los edecanes y salió por una puerta posterior, embarcándose en una chalupa que lo llevó a la Macedonia y en ella al Perú. Bolívar regresó a bailar pues había triunfado y era justo que celebrara; un nuevo laurel orlaba su frente...Con posterioridad a la entrevista se han tejido numerosos infundios relacionados con los temas que ambos libertadores trataron, incluso se han publicado cartas sensacionalistas que luego resultaron apócrifas; de todo esto solo queda el recuerdo, pues el temario de la entrevista ha sido estudiado en forma exhaustiva por numerosos investigadores americanos. En el Ecuador el Dr. Pío Jaramillo Alvarado publicó un libro aclarando ciertas dudas. En síntesis, parece que el objeto principal de las conversaciones fue el Perú, nación que aún permanecía en su mayor parte ocupada por tropas del rey.San Martín cedió el paso a Bolívar y se retiró definitivamente del escenario americano para ir a vivir en Boulogne sur Mer en la costa francesa donde falleció de avanzada edad en digna pobreza. Bolívar se mantuvo activo por algunos años pero al final también se retiró cansado y abatido por !as circunstancias, falleciendo en la quinta de San Pedro Alejandrino, cerca del Mar Caribe que tanto amó, en la flor de la edad, y a causa de una tisis que venía sufriendo desde años atrás.

LA FIEBRE AMARILLA"El que ha visto la máscara amarilla aunque sólo sea una vez, no lo olvida nunca".Dr. José Mascote (Memorias)En 1842 se registró el más terrible flagelo que ha soportado Guayaquil a través de su historia. La fiebre amarilla hizo su entrada y pronto cobró ingentes tributos en vidas.HISTORIA DE UN FATIDICO BERGANTIN

En 1841 el Mariscal Andrés de Santa Cruz. ex-presidente de la Confederación Peruano-Boliviana, derrocado por sus enemigos huyó de Lima con dirección al Norte, en el antiguo Bergantín "Eudomilia" entonces conocido como "Reina Victoria”. En Noviembre de ese año y desde Ballenita, escribió al General Flores Presidente del Ecuador, pidiéndole autorización para viajar a Quito.Santa Cruz quería seguir rumbo al norte y sólo esperaba la contestación de Flores para viajar a Montecristi; pero no lo hizo accediendo a la gentil invitación que se le formuló para que conociera la capital, donde fue recibido el bizarro Mariscal.El "Reina Victoria" se perdió por algunos meses en nuestras pesquisas y solo lo volvemos a hallar fondeado al sur de la ciudad en enero de 1842, levando anclas con dirección a las costas del Chocó y Panamá. Para Marzo estaba de vuelta con mercaderías consignadas a la Casa Industrial Pohlemmus y Mickle. El lo. de Julio volvía al norte y regresó portando el espantoso mal el 31 de Agosto. Un anónimo viajero de los muchos que compraron pasaje en Panamá se enfermó durante el trayecto y murió en alta mar contagiando a los demás.

DESESPERADA CARRERA POR LA SALUDUn barco ballenero norteamericano que estaba de paso por las islas Galápagos avisó al entonces Coronel José María Villamil de la presencia de la peste en las costas mexicanas y centroamericanas. El intrépido prócer sin perder un minuto viajó a Guayaquil y arribó a escasos dos días de diferencia con el "Reina Victoria", que ya había fondeado.La noticia se propagó entre el vecindario y llegó a oídos del Cabildo, que en sesión del 5 de Septiembre discutió el punto y solicitó al Gobernador que todo buque procedente del norte fondeare en la puntilla de Santa Elena, en espera de la visita sanitaria para

casos de emergencia. Pero como las cosas marchaban lentamente, recién el día 9 se ofició la petición y la recibió Angel Tola, que se desempeñaba interinamente y por ausencia del titular Vicente Rocafuerte, a la sazón en Quito, por asuntos políticos.Por estos días comenzaron a algunos guayaquileños a enfermar del hígado, pero el Médico de Sanidad Dr. Juan Francisco Arcia Isusi, negó al Cabildo que la fiebre amarilla se estuviera introduciendo en el puerto, que el mal que padecían algunos vecinos era común y corriente en la estación invernal y que se trataba de un nuevo tipo de fiebre icteroide no contagiosa, por eso no valía la pena que cundiera la alarma entre los pobladores, pues era una dolencia considerada normal para nuestro clima tropical; pero no todos pensaban como él, los Dres. Juan Bautista Destruge y Juan Esteban Pisis afirmaban lo contrario. Destruge llegó a decir en público que había encontrado dos casos de fiebre amarilla en el "Reina Victoria" y que ambos pacientes habían fallecido. Pisis reconocía que jamás había tratado un solo caso de tan rara enfermedad en su carrera; pero aún así, creía que el mal que abatía a los guayaquileños no era otro que la fiebre amarilla.Las opiniones estaban divididas pero nadie se preocupaba del asunto. No obstante Destruge creyó cumplir con su deber buscando al regidor Maldonado, al que encontró en los bajos del edificio de las Aduanas, hoy bocacalles Malecón y Pichincha, y le explicó de buenas a primeras la grave noticia que le preocupaba.-Señor Corregidor, díjole, después del saludo de rigor. En Guayaquil hay tifus icteroide.- ¡Va, no me haga reír que se arrugan los zapatos, mi querido Doctor. Ud. siempre tan bromista. No le creo, ¿no ve que el Dr. Arcia ya la ha estudiado y dice que no es?Y la enfermedad seguía.....

ERA TARDE, LA ENFERMEDAD ESTABA ADENTRO

A mediados de ese mes de Septiembre ya la peste estaba en Guayaquil. Los primeros en fallecer, lógicamente, fueron los pasajeros del barco infectado que tomaron el mal en plena travesía. En Guayaquil se registró el deceso del Capitán, el Práctico y tres marineros aquejados de un mal difícil de diagnosticar que presentaba síntomas diversos en cada caso.Casi siempre la enfermedad atacaba con fiebre alta de 42 grados, a ratos bajaba y luego volvía a subir. El enfermo decaía notablemente debilitándose por no poder ingerir alimentos; la garganta enrojecía con ardores terribles. Luego, a los 8 días se entraba en la fase definitiva porque si no ocurría el "vómito negro", del que nadie se salvaba, el enfermo mejoraba y al mes estaba curado.Recién el 5 de octubre y con la llegada de Rocafuerte a Guayaquil, las autoridades se movilizaron contra el azote que mataba sin respetar edad, sexo o condición. En carta al General Flores, el Gobernador relató la triste situación de la urbe "a consecuencia de una fiebre biliosa de carácter maligno que unos facultativos han calificado de contagiosa y otros no, muy parecida a la fiebre amarilla que tantos estragos ha causado en Filadelfia y Baltimore en el norte"....El Dr. Juan María Bernal, del cuerpo médico del Hospital de Caridad, apodado "Padre de los Pobres" por su generosidad para con todos, en un Aviso dirigido al público anunció con grandes caracteres que la fiebre que mataba a los vecinos era la conocida con el nombre de amarilla, vómito negro o fiebre tifo y recomendaba mucho cuidado porque era contagiosa, aunque no indicaba cómo se contagiaba o propagaba el mal. El día 9 se inauguró el reloj público recién llegado de Europa, con seis vibrantes campanadas que anunciaron el vigésimo segundo aniversario de la revolución de Octubre, que nos dio libertad. Poco después los Aserríos de Pohlemmus y Mickle iniciaron su actividad con un potente chirrido, transformando las alfajías en tablas para construcción; luego, recepción de exámenes de las alumnas de la escuela de Juana de la Cruz Andrade Fuentefría de Drinot, distinguida maestra que después viajó a Chile donde radicó. En dicho acto el gobernador tuvo oportunidad de hablar sobre las mejoras que había introducido en Guayaquil..........En Febrero de 1842 había fundado el Colegio de San Vicente. Por ese mes vino el primer fotógrafo, quien tomó un precioso daguerrotipo al Gobernador, cuyo original se conserva en el archivo del Vicente, Celosamente guardado.Nada trató sobre la peste, pero en los ojos de los asistentes se reflejaba un no se qué de angustia y la peculiar preocupación de los que conocían la verdad de una grave situación.Por las calles las hamacas transportaban suspendidos entre dos cañas a numerosos apestados. Los hospitales de La Caridad y Militar estaban atestados y ya no podían recibir más enfermos. En la Sabana Grande o de San Pedro se había instalado otro, llamado San Vicente, en honor a Rocafuerte, pero tampoco abastecía.El Obispo Francisco Xavier Garaycoa estaba recién convaleciendo de la fiebre que no lo respetó a pesar de su casi ancianidad. Fue uno de los pocos que logró superar la crisis de fiebre y hasta el vómito negro, aunque tan mal parado, que por muchas semanas no pudo ni hablar, por los dolores que le producía cualquier movimiento.

SALVESE EL QUE PUEDALas estadísticas criollas demostraban que los individuos varones y de edad mediana eran los más atacados, bajando el índice de enfermedad en las mujeres, ancianos y niños de ambos sexos. Ahora se sabe que el agente transmisor del mal es el mosquito que incuba sus huevos en las aguas pantanosas y estancadas, alimentando a sus larvas por espacio de algunos meses. Cuando llegan las lluvias salen a picar entre las 6 y 9 de la noche, succionando sangre, justamente a la hora en que en las calles transitan hombres de edad mediana.Los muertos llegaron a 3.000 sólo en Guayaquil y muchas familias emigraban a los pueblos de los alrededores llevando el contagio y la muerte. Lo asombroso de todo esto es que en la sierra pocos padecían la fiebre y si esto ocurría, les daba con tal benignidad que sanaban en menos de siete días.Los empleados públicos de Guayaquil dejaron las oficinas y algunos se tomaron el trabajo de excusar su inasistencia con esquelas corteses y mentirosas "Que tengo que irme de vacaciones porque me siento cansado" "Que aquí lo puse y no la encuentro" y así por el estilo, cada carta más falsa que la anterior. Rocafuerte, que no era lelo, multaba a diestra y siniestra, amenazando a unos y conminando a otros, que regresaran, pero pocos le obedecían.En Quito y en Cuenca ayudaron con erogaciones económicas y lo mismo hicieron los miembros del Clero de la capital presididos por el Arzobispo Nicolás de Arteta y Calisto. Los empleados y obreros de la Casa de la Moneda donaron un día de sueldos y salarios, dando ejemplo al resto de la República. Flores también contribuyó y ordenó a los Gobernadores de Provincia que abrieran suscripciones públicas para auxiliar a los apestados. Francisca Cernadas de Santa Cruz. ex-primera dama de la Confederación peruano-boliviana, que residía provisionalmente en Quito, erogó 8 pesos.En Noviembre la fiebre siguió diezmando personas con mayor intensidad. Mataba un promedio de 45 por día, suma grande para la población del puerto. Se habilitó un nuevo hospital en la Cárcel Pública y los médicos ya no sabían qué hacer para atender tantos febricitantes. El 8 de ese mes falleció el Dr. Ramón María Bravo, en plena faena profesional. El 24 lo acompañó a la tumba el querido galeno Dr. Juan María Bemal. Después de la peste el Concejo guayaquileño ordenó que sobre su lápida se grabaran las siguientes frases: "Director del Hospital de la Caridad, falleció gloriosamente en servicio de su patria. Por su piedad es acreedor a la memoria eterna".

LOS SINTOMAS PATOLOGICOSAlineados en doble fila y a los lados del corredor central de cada sala del hospital, se hallaban numerosos enfermos. Unos estaban en período inicial del mal, sudorosos y febriles, la piel áspera se tornaba a veces reseca y con un color rojizo característico en esta etapa. La respiración fatigosa y los ojos inyectados y lacrimosos y casi cerrados por el dolor que se experimenta cuando abiertos. Hay angustia y el cuerpo se contrae con escalofríos. Otros ya han pasado esa etapa y se encuentran peor —si esto es posible—. El vientre hinchado y adolorido, la lengua tumefacta y enrojecida así como el resto de la cara, que ha adquirido un color violáceo. Los peores han sido colocados al fondo; están amarillos por el derrame interno de bilis, el rostro tiene la mirada perdida y posiblemente quizá ya no haya conciencia en esos organismos marchitos que despiden un "ay" de vez en cuando. A veces deliran por la fiebre y entonces se convierten en seres peligrosos, porque atacan a los presentes y gritan sin cesar. Al final, al décimo día, se presentaba el fatídico vómito prieto que no perdona; pero si no viene, el enfermo mejorará paulatinamente hasta salir del hospital, al mes, más flaco y cansado que nunca en su vida y tendrá que sobrealimentarse dos o tres meses para poder andar normalmente.El vómito prieto es mal oliente y dicen que al que le cae encima una gota siquiera, también contrae la enfermedad. Sólo unos cuantos espíritus superiores se atreven a limpiar los pisos, recogiendo tal inmundicia en baldes que luego echarán al río. El vómito está compuesto de sangre digerida y bilis.

El Dr. Mascote contó en sus Memorias que de más de 4.000 apestados que trató en Guayaquil sólo 22 se salvaron del mortal vómito, quedando algunos inválidos y otros muy desmejorados para el resto de la vida, con escalofríos intermintentes y pérdida parcial de los sentidos.

NUEVAS DEFUNCIONES EN LA REINA VICTORIAMientras estos trágicos sucesos ocurrían, el "Reina Victoria" permanecía en Puna a buen recaudo de la ira de los guayaquileños. El 3 de abril de 1843, cuando la peste estaba desapareciendo, zarpó con rumbo a Tumaco y en alta mar, con fecha 11, enfermó el marinero inglés Thomas Toppan y murió, siendo su cadáver arrojado al mar.Las autoridades colombianas le impidieron el arribo y fue a cuarentena; a poco enfermó y murió un pasajero llamado Robert Davis y también fue arrojado al mar. En este estado de cosas, el bergantín —que había cambiado nuevamente de nombre llamándose ahora "Empresa"— se hizo a la mar y se presentó el tercer caso, esta vez el Práctico, de posible procedencia nacional, que falleció trágicamente según relata el Capitán Mr. Hazard, ya que atacado de accesos furiosos sembró el pánico por la cubierta de la embarcación y cayó de cabeza al fondo de la bodega, muriendo de contado. Fue sacado su cadáver con la columna vertebral rota y los ojos salidos por la fuerza del impacto, fue a parar al océano frente a las costas de Esmeraldas. Entonces el Capitán optó por regresar a Puna Vieja, desde donde envió una comunicación al Gobernador de Guayaquil y ahí permaneció la nave por espacio de algunas semanas, ¿Qué se hizo al fin? se desconoce a ciencia cierta, posiblemente siguió viaje al norte con otro nombre, tratando de tocar algún puerto para despistar a las autoridades que tenían un estricto cordón sanitario y así poder desembarcar su numerosa tripulación.De las poblaciones aledañas a Guayaquil, las más afectadas fueron en orden de importancia: Milagro, Balao, Machala, Yaguachi. Naranjal, Pasaje y Chongón. En las demás las muertes fueron menos.No se ha vuelto a repetir otra peste tan maligna en Guayaquil, ya que los estragos ocasionados por la Bubónica a principios de este siglo, no fueron comparables a los de la fiebre amarilla de 1842.

LA MOMIA DEL PADRE SOLANO"Síc Tansi Gloria Mundi" reza el viejo proverbio latino que nos enseñaron en el Colegio para indicar cuan tornadizas son las glorias de esta vida y cuan poco valen a la hora de la muerte. Tal vez en esto pensaba Fray Vicente Solano y Vargas-Machuca, conocido escritor perteneciente al Convento franciscano de Cuenca en los albores del siglo pasado, cuando, sintiendo cercana su hora, escribió en latín el epitafio de su losa sepulcral, que traducido, dice así:"Aquí yace Fran Vicente Solano del orden de los menores, que vivió, pensó y escribió bastante; ojalá bien. Y convertido hoy en polvo pide perdón y no alabanza".Años antes el Coronel Francisco Eugenio Tamariz, español avecindado en Cuenca, poeta también y no de los malos, en una polémica terrible que tuvo con Solano, le cantó el siguiente epitafio cómico-satírico:"No yace aquí el cazadorni el Ministro, que lealprocuró que el Ecuadorsaliera del hospital;sino un fraile deslenguadoque, por ser vil y atrevido,cayó aquí precipitadocual lo tuvo merecido ".

Al propio tiempo otro enemigo político y periodista por antonomasia, el cuencano doctor José Manuel Rodríguez Parra, le lanzó otro epitafio, como queriendo desearle una pronta muerte y es el siguiente:"Bajo de este montón de cieno y lodo,aplastadito yace un vocinglerollamado Fray Gargajo el Majaderoque a morir, por fin, llegó del todo"."Fue erudito, pedante, chocarrero,de hereje contumaz llevó el apodogran teologuillo de la mano al codocopiador de Jansenio y de Lutero"."Murió con escopeta Fray Gargajofue pájaro murciélago en el mundoy por predestinante está aquí abajo (1)"Huye, pues, caminante vagabundo,huye de este miserable escarabajoque del abismo yace en lo profundo".

Así eran los primeros tiempos de la imprenta en el Ecuador, plectóricos de polémicas y sátiras de subido tono como la de apostrofar con un apodo tan grosero, de "Fray Gargajo”, nada menos que al entonces Superior de la Orden Franciscana; pero, éste, ni corto ni perezoso, abandonando las prédicas del "poverello de Asís", tomó las armas de la inteligencia -pluma y papel- y entró con renovado bríos al combate, preparando aquella "tintilla" como solía llamar a la que hacía él mismo, con infusión de las bainas del guarango que abunda en ácido agállico, y con sulfato de hierro, que antaño era conocido como "caparrosa".(1) Se refiere a "La Predestinación", libro de Solano que fue puesto en el Indice de los libros prohibidos por la curia romana.Pero ese Fray Vicente Solano, genio diabólico del insulto, que toda su vida se debatió en la más completa miseria, al extremo de alimentarse únicamente con una agua de papas comúnmente denominada "locro aguado"; que no tenía dinero ni para enviar sus cartas a Quito y Guayaquil por lo que rogaba que se las pasaran botando; que a duras penas podía aconsejar a su sobrino preferido Tomás Rendón y Solano, cuando éste, además de palabras, requería algo en metálico para salir de la dura situación en que le había dejado un padre que abandonó el hogar; este Fray Vicente, protector de la juventud cuencana que declaraba sin eufemismos que era el padre espiritual de las tres primeras imprentas que hubo en el austro ecuatoriano porque por su interés se adquirieron; y en fin, que, durante más de treinta años fustigó a los tiranos de su tierra con escritos llenos de sabiduría, tuvo mal fin, porque casi veinte años sufrió de incontenibles dolores provocados por algún morbo patológico, hoy tal vez conocido por la ciencia pero en aquellos tiempos ignorado.¿Quizá sufriría de amebas? ¿O posiblemente de tenia o solitaria? Estas y otras preguntas se han hecho los médicos frente al cuadro clínico de un enfermo que no se alimentaba, sufría diarreas sanguinolentas, que casi no podía más con su flacura y esquelética contextura, como el mismo anunciara jocosamente al decir: "Algún día, el Ecuador no sabrá qué hacer con mis huesos, porque son tantos y tan exentos de carnes, que sólo servirán de estorbo al país".Lo cierto es que en el primer día de Abril de 1865, cuando Fray Vicente atravezaba los 73 años de edad, comenzó su vida a apagarse, vida que había comenzado en Cuenca el 16 de Octubre de 1791, bautizado en El Sagrario por el doctor Tomás Landívar y Centeno, Cura Rector, con el nombre de DOMINGO, siendo sus padres legítimos Tomás Solano y Gutiérrez del Tejo y María Vargas-Machuca y Cardoso. Fray Vicente se moría a ojos vista como todo mortal que día a día pierde fuerzas, él lo sabía; pero no tenía miedo pues conocía que había llegado su hora y estaba en paz con Dios. Le dieron la extremaución y numerosos sacerdotes rodearon su lecho ayudándole a bien morir.El ilustre Cabildo de la ciudad decidió invitar al pueblo al sepelio, costeando todos los gastos y designando al orador oficial para que llevara la palabra a nombre de la Corporación en las exequias que el 3 de Abril de 1864 se oficiaron en la Iglesia Catedral. El doctor Miguel León Garrido resultó electo y su discurso fúnebre tiene por título: "Donde está el espíritu del Señor allí está la Libertad". (San Pablo).También se le quiso levantar un Mausoleo digno de sus muchos méritos y el propio Cabildo comisionó a varios vecinos de Cuenca para que recogieran óbolos de "entre el pueblo, los caballeros, las damas y los religiosos de la ciudad".Al día siguiente de la muerte, o sea, el 2 de Abril, varios admiradores del polemista manifestaron que debía ser embalsamado su cadáver para que lo contemplaran las nuevas generaciones de la Patria. Llevado, pues, el franciscano, a la recámara que

previamente el farmaceuta cuencano Mariano Abad Estrella había preparado cerca del lecho mortuorio, lo sumergieron desnudo y sin vísceras en un gran barril lleno de agua y cal batida. Las vísceras habían sido sacadas con cuchillos y punzones, en una verdadera carnicería criolla.Una multitud de curiosos repletaba la recámara cuando -horas más tarde- se extrajo la "momia de Solano" del barril de cal y gritos de angustia se escucharon por doquier. Otros gemían y algunos hasta se horrorizaron porque en lugar de sacar a un Fray Vicente hermosamente momificado, como pensaban los cándidos de la recámara, sacaron un cuerpo totalmente hinchado y deforme con las facciones quemadas por acción de la lejía, administrada sin cálculo preciso y en forma por demás generosa. El pobre farmaceuta se "mató” explicando que eso era asimismo, que luego la lejía dejaría de ejercer sus propiedades cáusticas y alcalinas y convertiría las facciones del franciscano en lo que antes eran, pero nadie le creyó.Pocos días después, cuando el 6 de Abril, por fin, tras muchos discursos, exposiciones al público, lectura de acuerdos y gimoteos de los ex-enemigos reconciliados después de su muerte, porque el hombre es animal nocturno, dice el poeta, que sólo ve méritos en la obscuridad del sepulcro; se le volvió a colocar y esta vez en el sepulcro, todos notaron con satisfacción que se había secado su piel, el cadáver tenía sus antiguas facciones y que parecía -dice un gacetillero local- "un viejo patriarca cuencano plácidamente dormido en sus laureles de victoria y santidad" y quedó reposando en una bóveda del cementerio, expuesto a la vista de todos y separado únicamente del mundo exterior por un doble vidrio que le protegía en su tumba.¿Hasta cuándo duró este espectáculo fúnebre?. Nadie lo sabe. Únicamente se afirma que Tomás Rendón, no pudiendo tolerar por más tiempo que el cadáver de su tío reposara en público, dentro del cementerio, expuesto a cualquier malacrianza de muchacho de los que nunca faltan en todo pueblo, visitó en cierta ocasión al doctor Benigno Palacios Correa, Administrador Apostólico de Cuenca, rogándole que diera cristiana sepultura a los restos de Fray Vicente en uno cualquiera de los nichos vacíos que se encontraban construyendo en el interior de la Catedral. Así se hizo una noche y nadie lo notó.Y pasaron los años. Estamos en 1915 y Monseñor Manuel María Pólit Lazo decidió investigar dónde se hallaba la momia de Solano. El doctor Palacios había fallecido en 1912 y sólo quedaba vivo el doctor Tomás Rendón; se le visitó y encontró casi ciego, no pudo indicar el sitio exacto de la tumba en la Catedral, pero dijo que en el pueblo de "El Valle" vivía uno de los dos hombres queayudaron a enterrarlo en aquella noche misteriosa en que se le sacó del cementerio para llevarlo a los subterráneos de la Catedral. Corrió presuroso Monseñor Pólit y lo localizó; se llamaba Manuel María Vintimilla.y había ayudado a la traslación de los restos junto con su hermano Miguel y un muchacho de nombre Manuel González.Entonces todos fueron a la Catedral. El ambiente era de misterio pues se iba a descubrir una momia como en el antiguo Egipto. Vintimilla hizo retirar una gran piedra que cerraba la entrada de una Cripta llamada de San Pedro y hoy conocida como "Del Santísimo" porque en ella se le rinde adoración. Penetró primero con una lámpara que alumbró las tinieblas y gritó. Todos se asustaron y también entraron presurosos, sin encontrar nada. Alguien había robado el cofre, algún enemigo de ultratumba. "El Diablo", se aventuró a decir uno de ellos, porque Fray Vicente insultaba mucho en vida. ¡Se lo llevó el Patica, el Corcovado!.A poco, la ciudad entera hervía de curiosidad. Nadie sabía cómo, pero la noticia se había regado como pólvora. ¡Se han robado la momia de Fray Vicente Solano! anunció un Diario al día siguiente y cada quien daba una explicación distintas y más antojadiza que la de su vecino.Reunióse el Cabildo Eclesiástico de Cuenca el 25 de Noviembre. Monseñor Pólit arengó a sus miembros con un Auto de Visita Pastoral, el tercero de su gobierno, y sólo consiguió que el Cabildo "deplore la pérdida del cofre mortuorio conteniendo la momia del esclarecido sacerdote franciscano y gran patriota..." indicando que posiblemente el hecho ocurrió por filtración de agua. Pero, ¿es posible que simplemente unas filtraciones desagan un cofre de madera conteniendo huesos humanos? La respuesta no se dejó esperar. Eso era imposible en solo medio siglo que llevaba de muerto y menos aún, de enterrado en la cripta.Y pasaron los años. Muchos pensaban que Solano se hallaba momificado en algún otro sitio de la Catedral. En 1965 subió a la Sede el Arzobispo Manuel de Jesús Serrano y ordenó que se le buscara en toda la Catedral. Se abrieron muchas bóvedas sin encontrarle y pronto recibieron una misteriosa carta, enviada por el doctor Miguel Cordero Crespo quien dijo: " hace aproximadamente treinta y dos años se le presento a mi tío el doctor Luís Cordero Dávila un hombre llamado Ramón, de baja clase social, que díjole conocer el sitio dónde reposaba la momia de Solano. Ante el interés demostrado, le confesó que luego de enterrar al franciscano en la Cripta, le sacaron por razones desconocidas y le pusieron en otro sitio de la Catedral, bajo tierra. Juntos fueron a dicha Iglesia y Ramón... señaló un sitio junto, a la pared occidental del templo, a sólo seis metros de la Cripta original". Esto había referido el difunto doctor Cordero Dávila a su sobrino el doctor Cordero Crespo y fue lo que éste contó a Monseñor Serrano Abad. Nuevas búsquedas y nuevo hallazgo. Se encontró un cráneo y muchos huesos. ¿Será el cráneo de Fray Vicente? se preguntan algunos ¿Aquel cráneo gótico y molondrón por el que tanto se le satirizó en vida? Puede ser; y para corroborar lo dicho, el Arzobispo ordenó que por cumplirse el centenario del nacimiento del ilustre decesado se colocaran los huesos en un elegante cofre, se expusieran al público y guardaran de nuevo en la Catedral. Poco antes, el Cabildo Cuencano había dispuesto un Monumento en la Avenida de su nombre, la mejor de la ciudad y con eso se cerró -por ahora o para siempre- el misterio que rodeaba a la momia de Fray Vicente Solano.

LA MUSA RETOZONA DE FEDERICO HIDALGOMarco caminaba en cierta ocasión el poeta guayaquileño del siglo pasado Federico Hidalgo, cuando fue interceptado por un alegre grupo de amigos que felices bebían en un salón. ¡A que no improvisas una copla! Bien, dijo el aludido, pero a condición de que me brinden un trago y me indiquen el tema. Aceptado, Federico, le respondieron al unísono y señalándole un borrico, agregaron: iAllí está! hazle unos versos. Y el poeta dijo:

Ahí tenéis muy presenteel retrato verdaderode un hombre que sin dineroquiere beber aguardiente.

Así era Federico Hidalgo, a quien Camilo Destruge describió como poeta genial, célebre por sus ocurrencias, sus improvisaciones llenas de chistes y composiciones poéticas en donde derramaba la sal de su gracejo. Sus obras están copiadas y repetidas con avidez por los guayaquileños de la década de 1870 al 1880.También nuestro vate hizo motivo de burla a los serranos a los que llamaba "interioranos".

COSAS DE INTERIORANOS (1)

Estando sentada al pianouna linda señoritanotó que un interioranoque se hallaba de visitamiraba mucho su mano.Viéndole así largo ratole preguntó en tono irónico—Dígame Ud. Don Torcuato¿Ud. será filarmónico?Y él le dijo: No, soy de Ambato.COSAS DE INTERIORANOS (II)

Quizá por la vez primerase embarcó un "interiorano"era un bergantín peruanoque hacía rumbo a CalderaCuando, estando mar afueraoyó al Capitán mandar— ¡Alza, vamos a virar!y él exclamó con terror:

"No vire el barco señor,por Dios, que no sé nadar".

Y como era poeta del momento, de los que no pueden desprenderse de los acontecimientos del diario batallar, en 1876 compuso una jocosa sátira contra los guayaquileños que acostumbraban unir una casa con otra mediante el uso del llamado "Canuto" que consistía en un hilo conductor cualquiera unido a dos canutos de hojalata o caña gadúa. Estos primitivos teléfonos criollos se hicieron tan comunes en la ciudad que no había vecindario que no tuviera dos o tres por lo menos. La era del chisme telefónico estaba dando sus primeros pininos.

Ha producido ya frutola muy graciosa invenciónque, de la calle al balcónse converse con canuto;porque han vestido de lutoya dos señoras matronaspues sus hijas, pollanclonas,se mandaron a cambiary alegres deben de estartantas mozas solteronas.

Pero también Hidalgo era patriota y no podía mostrarse esquivo a las gracias de la política, por eso es que lo vemos combatiendo en 1876 en Galte bajo las órdenes de Ignacio de Veintemilla y José Sánchez Rubio. Una vez en Quito y después del triunfo de la revolución, estando en prisión el depuesto Presidente Doctor Antonio Borrero Cortázar, nuestro poeta compuso un diálogo imaginario ocurrido en la prisión, entre el Presidente y su hermano Ramón.

Ay, Ramón, que tal destinoqué vergüenza, qué mancillacorrernos el Veintemillaen la Loma del Molinoy, teniendo yo más gentea cual más disciplinado¡Cómo nos ha destrozadoese ejército valiente!Pero hermano, si el Don Rubio (2)con sus cadetes de escuelanos ha dado más candelaque la que arroja el Vesubio.

Y el diablo del "remintón" (3)que no necesita muchole atarugan un cartuchoy para hermano Ramón.

Y así pasaba la vida del coplero criollo siempre sonriente y retozón, poeta popular muy querido y que sabía divertir sin ofender, hasta que la muerte le sorprendió una mañana del mes de Noviembre de 1879 en la vecina población de Santa Elena donde lo terminó la cirrosis. Guayaquil le lloró mucho y su recuerdo aún se mantiene fresco en la memoria de algunos vecinos de esta ciudad que le añoran como a hermano.

DATOS BIOGRAFICOS

Federico Marco HIDALGO GARCÍA fue guayaquileño, realizó sus estudios en el Colegio Nacional San Vicente, alcanzando el grado de Bachiller en Filosofía. Fueron sus padres Marco Hidalgo y Moran e Isabel García y sus abuelos paternos: Ignacio Hidalgo y Manuela Moran y López, todos guayaquileños. El poeta no se casó nunca porque decía que prefería la muerte; únicamente dejó sobrinos que han continuado su tradición de cultura y fueron Leonor Hidalgo de Cornejo Gómez, Presidenta de la Cruz Roja Femenina del Guayas, y el notable escritor y ex-Ministro de Estado doctor Alfonso Hidalgo Nevárez.(2) General José Sánchez Rubio.(3) El poeta hace referencia a las carabinas "Remington" que fueron utilizadas con gran éxito en la campaña militar de ese año y que parece que su uso decidió la victoria para el lado de los revolucionarios.

LA PUBLICIDAD HACE CIEN AÑOS

¡Cómo cambia la vida cuando pasan los días! Si cualquiera de nosotros retrocediera 100 años a través del tiempo y contemplara a la bulliciosa Guayaquil de entonces, no podría menos que quedarse gratamente sorprendido de la cantidad de sus habitantes, lo tranquilo de la vida y el lento aunque seguro crecimiento urbano, por entre los manglares de los esteros y los charcos que dejaban el río en las angostas callejuelas del malecón lo que aún recordaba a colonia. La independencia fue un gran acontecimiento y sólo había ocurrido medio siglo atrás. Guayaquil en 1867 era la misma que había recorrido Antepara, Bejarano, Olmedo y Rocafuerte; poco había cambiado desde esa época a no ser una que otra nueva callecita por aquí y por allá. Mucho distaba de ser como hoy, llena de edificios de hormigón armado y de sitios donde se reúnen gentes a conversar de diversos tópicos, frente a un buen servido coktail de lejana procedencia gringa. (1).Cuando vivían nuestros bisabuelos el trago preferido era el cognac que se traía deliciosamente envasado de Francia, donde había las mejores viñas de Europa; hoy las bebidas mixtas variadas, más refrescantes que los fuertes de antes, han tomado posiciones en las gargantas de nuestros modernos bebedores, que aprecian los vodkas, whiskies, ginebras y vermouths mucho más que las tradicionales chichas que se servían en los mejores salones de antaño.Leamos por un momento el aristocrático Diario "Los Andes" de aparición semanal. Quizá allí podamos empaparnos del espíritu reinante en nuestro puerto cuando gobernaba al Ecuador el Santo del Patíbulo. Comencemos pues ..... ¡Caramba, parece que la lectura va a estar interesante! Ni bien hemos puesto nuestras curiosas miradas en las (1) Artículo publicado en 1870.- Nota del Autor.amarillentas páginas del ejemplar cuando ya encontramos un anuncio que dice lo siguiente: Tenemos de venta un retrato de la beata Narciso Martillo, natural del río Daule, que ha muerto en Lima, en fama de Santa. Establecimiento de fotografía y pintura de Pérez Basconez y Cía. esquina de San Agustín. Luego viene otro parecido cuyo título es: Fotografía. De venta en el establecimiento y almacén de fotografías de L. Labaure, calle del Comercio, el retrato fotográfico de la beata Narciso Martillo, muerta recientemente en Lima. Aunque el retrato es copia, ha salido tan buena como el original, como podrá convercerse al comprar los dos. Y no faltan los andaluces que exclaman. ¡Hola! ¡Hola! Se alquila la casa nueva de Nicolás Bonín, situada en la calle del teatro, así como también el departamento interior. Igualmente se alquilan bodegas, tiendas y cuartos cómodos, para cuyo efecto véanse con su dueño en la misma casa.También hay anuncios informativos como el que dice así: Orrantia y Cía. Participa a sus relacionados que han trasladado sus escritorios al almacén que ocupó el señor Hilario Herrera, al lado del Bazar Francés.Y los cafés y establecimientos de comida no se quedaban atrás, anuncian a más y mejor y de la siguiente manera: Café y Fonda Peruana. Con este nombre acaba de abrir el infrascrito en la calle de la municipalidad, frente al edificio de la cárcel, un establecimiento donde el público encontrará el más esmerado servicio.- (f) Juan Blacio.

Los comerciantes de alto coturno también se hacían propaganda como aparece en el anuncio que sigue: M. Pérez & Obarrio, Comisionistas.- 55 Líberty Street, New York. Tampoco falta la publicidad criolla veámosla: Sombreros de Manabí. Finos y entrefinos y de otra clase. Se reciben constantemente y se venden por mayor y menor en el escritorio de José Rosales y Cía. Calle del Correo, frente a la casa del gobierno No. 133.Y como la mano de obra estaba algo escasa, sobre todo en lo referente a contadores, hubo uno que se atrevió a poner lo siguiente: Al Comercio. Un joven honrado y deseoso de tener alguna ocupación tiene el honor de ofrecer sus servicios como tenedor de libros, ya sea en esta ciudad o fuera de ella. Las personas que quieran proporcionarle alguna colocación pueden ocurrir a esta imprenta.Las propiedades también se anunciaban en venta: Se Vende. La casa de la señora Dolores Espantoso, situada en la Calle del Senado. Sus comodidades son conocidas, estando en perfecto estado de seguridad y aseo. El que quiera ofertas puede verse con el Sr. Rosendo Aviles y a falta de éste con el Sr. José Coronel, encargados por la interesada para su venta. Y como nota cultural: Resumen de la Historia del Ecuador por Pedro Fermín Ceballo s. El Primer Tomo de esta interesante obra se halla en venta en esta imprenta, al precio de 2 soles 40 centavos, el ejemplar. Esto si que mueve a risa, que los soles peruanos circulen como moneda corriente en el Guayaquil de nuestros bisabuelos....Y para los enfermos nada mejor que lo anunciado por el honrado boticario Pedro Mata. Sangijuelas extranjeras. No hay superiores, en la botica de Pedro Mata, Calle Bolívar No. 149. Por acá un cándido ciudadano coloca el siguiente anuncio: Se ha perdido. Un reloj de oro suizo áncora No. 11778 con 2 cadenas de oro, una larga y otra de llavero. Ofrezco una propina al que me lo denuncie. Pedro Ignacio Llanos.El Municipio, por su parte, no se quedaba atrás: Aviso Municipal. En los días 16, 17 y 18 del presente mes se sacará a remate el derecho de alumbrado público de esta ciudad con la base de S/. 150 mensuales que deberá cubrirse para ser admisible una postura. El Secretario Municipal. Sixto J. Bernal. Otros anunciaban sus establecimientos a secas, sin hacerle publicidad, como fue el caso de Montano & Lavezzari, que indican que su establecimiento está situado en el Malecón.Por enfermedad algunos avisaban: Aviso: No pudiendo el que suscribe manejar por sí los negocios de su establecimiento a causa del mal estado de salud, pone al conocimiento del público que vende el derecho de llave de la tienda N. 8 que acaba de refaccionar nuevamente hace pocos días en el círculo de la plaza del Mercado a la entrada de la Portada del Sol frente al Tesoro. También vende las mercaderías por sus avalúos y con un 10 o/o menos éstas ascenderán a la cantidad de 4.000 y más pesos, conformándose para el efecto de una garantía a su satisfacción previo arreglo. J. M. Balanzátegui.

Tampoco faltan los precavidos: Importante: Habiendo terminado la sociedad privada que tenía con el señor Claudio Fossoriero en el café y fonda conocido con el nombre de La Concordia, el que suscribe pone en conocimiento de este respetable público que los compromisos pendientes en esta plaza son directamente con él, ofrezco mis servicios muy esmerados a las personas que se sirvan concurrir a dicho establecimiento. Tadeo Alarcón. Y algunos chuscos, como el que firma con el seudónimo de Telmo, sacudían de risa a los vecinos, con alegres y jocosas coplas que luego pasaban de boca en boca entre los aburridos moradores de la ciudad. Allí va una escogida al azar de entre las muchas que publican.

Cantaba en noches pasadasuna niña a "La Lucía"y cuando la voz subíaa notas muy elevadasdos mujeres que alojadasen el entresuelo estabanasustadas exclamaban¡Pobre niña! ¡Qué tendrá!¡una muela le dolerá!sin cesar se preguntaban.

TELMO

LAS ANGUSTIAS DE CAAMAÑO

El 9 de Julio de 1883 el ejército combinado "Restaurador y Regenerador", compuesto por liberales de Alfaro y conservadores de Sarasti, entró en Guayaquil tras derrotar a las fuerzas leales al dictador Veintemilla, que se había embarcado con destino al sur, no sin antes cobrar una considerable suma de dinero en el Banco del Ecuador, cuyo edificio hizo cercar por soldados. Ultimo escándalo de un régimen desastroso para el país. Veintemilla, mal presidente, se reveló buen cobrador. ¡Así es la vida!.En esas circunstancias Guayaquil estaba sin gobierno pues las autoridades del fenecido régimen se habían ocultado o exilado y los vencedores convocaron a un plebiscito popular que dio por resultado la elección de Pedro Carbo para Jefe Supremo de la Provincia del Guayas, ocurriendo el tragico suceso de que por esos días existieran tres gobiernos autónomos en el Ecuador, a saber: 1) El Liberal de Alfaro con jurisdicción en Manabí y Esmeraldas. 2) El Pentavirato de Quito, de filiación conservadora, compuesto por el General Agustín Guerrero, el doctor Luis Cordero, los señores Plácido Caamaño y Pedro Carbo, presidiéndolo el General José María Sarasti y 3) El de Pedro Carbo en Guayas.Acto continuo los tres gobiernos seccionales convocaron por unanimidad a una Asamblea Constituyente que debería reunirse en Quito. Los Partidos políticos lanzaron sus candidatos triunfando la izquierda en la costa y la derecha en la sierra. El 11 de Octubre de 1883 se reunieron los asambleístas y entre los conservadores surgieron dos precandidatos a la Presidencia Interina de la República: el Dr. Rafael Pérez Pareja y Plácido Caamaño que, prácticamente, era una figura desconocida en la vida política nacional.

PERSONALIDAD DE CAAMAÑO

Hijo de padres pudientes y de limpios antecedentes, su primera actuación pública había ocurrido meses antes en Quito, durante la revolución armada contra Veintemilla y logró que se le considerara para formar el gobierno de cinco miembros que se instauró en la capital a raíz de la derrota y fuga del tirano. Se trasladó en seguida a Naranjal donde su familia poseía la hacienda Tenguel, armó una columna de trabajadores agrícolas a los que adiestró para el combate y pasando muchas penurias burló la vigilancia naval de Veintemilla, desde Puerto Bolívar a Yaguachi; días después llegó a Mapasingue, engrosó la División conservadora del Ejército Restaurador y se colocó bajo la protección del General Sarasti, a quien conquistó con su trato fino y cordial.Sus primeras entrevistas con Alfaro fueron desagradables porque quería a toda costa obligarlo a que adelantara el ataque a Guayaquil con intención de sacar provecho de tan cruento sacrificio. Alfaro sabía que los veintemillistas se encontraban parapetados en los cerros Santa Ana y el Carmen, a lo largo del cementerio, el hospicio y el Estero Salado (desde la actual Urdesa hasta el punto denominado Puerto Liza) por eso no aceptó la oferta de Caamaño, dudó y al fin se dio cuenta de su maligna intención, reaccionando con serenidad, lógica y firmeza. Alfaro no era cándido como para dejarse manejar tan fácilmente. El ataque a Guayaquil se realizaría en forma conjunta; los liberales por el Estero Salado tras vencer la resistencia del vapor "Huacho" que lo patrullaba. Los conservadores de frente por Mapasingue, trepando los cerros y cayendo sobre el puerto por el norte.En el campamento de Mapasingue Caamaño dejó conocer por primera vez sus rasgos de carácter: astucia, sangre fría. cálculo, trabajo y audacia. El Partido Conservador comenzó a fijarse en su persona como posible precandidato a la Presidencia Interina de la República, aunque sus actuaciones no lo justificaban para ocupar tan alta dignidad. Por esa época se comentaba en calles y plazas que la vida privada de Caamaño no había sido un ejemplo de probidad y que hasta su propio padre José María Caamaño había tenido que reprimirlo en público por "petardista, libertino y estafador", como afirma el historiador Roberto Andrade: "Caamaño desde mucho tenia celebridad en Guayaquil por truhán y aventurero".Pero no era solamente eso, pues también tenía virtudes superiores. Era hombre de acción por sobre todas las cosas, provisto de una recia personalidad sin inhibiciones ni escrúpulos; por ello, en más de una ocasión cometerá todo tipo de desmanes sin

importarle la opinión pública, llevado únicamente por el deseo de establecer la paz y el orden interno. En este aspecto opinamos que Caamaño igualó a García Moreno. Su mayor defecto consistió en el nepotismo absoluto que impuso desde la Presidencia de la República. Fue fundador y jefe indiscutible de esa formidable trinca político-familiar que el pueblo y los Diarios guayaquileños bautizaron con el nombre de "La Argolla". Logró con gran inteligencia y tacto unificar intereses económicos tan contradictorios como los de la sierra y la costa, merced a ventajosas uniones de familias.A su alrededor giraban en Guayaquil los Márquez de la Plata, Stagg, Aguirre, García, etc., y en Quito los Flores, Gangotena. Jijón, etc.Caamaño era todo un carácter; pero, un carácter egoísta y por lo mismo perjudicial para el desenvolvimiento político democrático de Ecaudor.

PRECANDIDATURA A LA PRESIDENCIA

Naturalmente su precandidatura a la Presidencia Interina de la República lanzada por dos jóvenes guayaquileños medio en burla y medio en serio, despertó grandes polémicas. Unos la apoyaban incondicionalmente y otros sólo atinaban a admirarse, levantando las manos al cielo en señal de asombro y estupor. Esa falta de unaminidad indujo a los conservadores a la duda, ya que, como gentes de intereses más que de principios, primaba entre ellos el sentido común de elegir siempre al más capaz para defender los intereses del grupo, al que mejor conservare la nación, etc. Pero todas las dudas quedaron disipadas por obra y gracia del doctor Camilo Ponce Ortiz; quien, en proféticas frases, insistió en la necesidad de no elegir a un hombre de bien, puesto que en el estado político de Ecuador en ese año -1883-, convulsionado por amagos de revolución y anarquía, con tres gobiernos distintos, un hombre de bien no era el más apropiado, necesitándose por el contrario, de individuos maquiavélicos y capaces de cualquier exceso con tal de conseguir sus fines y enrumbar al país, evitando el triunfo de las reformas liberales de Alfaro que se venían a pasos agigantados.El argumento fue lógico y contundente pero no logró convencer a todos los miembros del bloque Azul por lo que sometidas a votación las precandidaturas de Caamaño y Rafael Pérez Pareja, resultaron empatadas y llevado el asunto a la suerte, ésta favoreció a Caamaño; entonces el vencido aceptó la derrota, ofreció sus votos para mantener la unidad del partido conservador en el seno de la Asamblea Constituyente y lograr la mayoría necesaria. El 11 de Octubre de 1883 se designó a Caamaño Presidente Provisional y el 7 de Febrero del año siguiente asumió la Presidencia Constitucional de la República, por mayoría de votos en la Asamblea, para gobernar el período comprendido entre 1884 y 1888.Con anterioridad los conservadores también habían captado lasdemás dignidades de la Asamblea eligiendo al General Francisco Xavier Salazar Presidente y Vicepresidentes a Ramón Borrero Cortázar y Antonio Flores Jijón. La elección definitiva de Caamaño a la Presidencia rompió los fuegos entre liberales y conservadores, retirándose el bando vencido del recinto legislativo en franca demostración de oposición, pues que habiendo combatido ambos partidos a la dictadura de Veintemilla, justo era que se tomare en consideración a todos los sectores de opinión para la conformación del futuro del país, lo que no sucedió por la desmedida ambición del Partido Conservador que ocupó todas dignidades públicas. ¡Habían ganado la batalla inicial!Caamaño designó gabinete en la persona de sus coidearios: Para el Ministerio de Guerra y Marina, a su anterior jefe militar General José María Sarasti; para el Ministerio del Interior y Relaciones Exteriores a José Modesto Espinosa Espinosa; y para el de Hacienda y Crédito Público al doctor Vicente Lucio Salazar y Cabal.

SE CUMPLE LA PROFECIA

Y tal como lo había predicho el sabio doctor Camilo Ponce Ortiz, el nuevo Presidente demostró ser hombre de grandes recursos, superando las terribles circunstancias que se le presentaron a lo largo de la administración. Los cuatro años de su gobierno fueron amagados por la creciente revolución liberal de Alfaro y Vargas Torres que alborotaron las Provincias de Manabí y Esmeraldas; Alfaro se cubrió de gloria a bordo del vapor "Alajuela" bautizado con el nombre de "Pichincha" en aguas de Manabí y contando con la destreza del Mayor Sepúlveda y del Capitán Andrés Marín, -ambos muertos en la acción- abordó la nave de guerra "Huacho" haciendo un número de prisioneros que superaba tres veces el de soldados que comandaba Alfaro; posteriormente y viéndose envuelto por la flotilla de naves enviada desde Guayaquil para apresarlo, prefirió hundir al Pichincha y en acto de heroísmo se lanzó al agua y escapó de morir ahogado casi de milagro, perdiéndose en las selvas hasta salir a Colombia. Su fama creció en lo internacional!.Esmeraldas y Manabí se lanzaron a la revolución. Nicolás Infante tomó Palengue y los Húsares de Chapulo se cubrieron de gloria en Vinces. Vargas Torres invadió Loja y fue fusilado en Cuenca. Crispín Cerezo murió heroicamente en Quinindé. Infante fue fusilado en Palenque por la tropa de Secundino Darquea. El General mexicano Ruiz Sandoval mantuvo la bandera de la insurgencia liberal desde las playas de Colonche hasta Santo Domingo. Amador Viteri murió ajusticiado frente al Batallón de Infantería de línea y antes de morir apostrofó a sus enemigos. La república estaba en plena vorágine.

SALVADO POR UN PELO

Y donde con mayor fuerza resultaron proféticas las palabras del doctor Ponce fue con ocasión de la visita que efectuara Su Excelencia a la tranquila urbe de Yaguachi el día 6 de Febrero de 1886, a inspeccionar los trabajos de colocación de las durmientes del ferrocarril Guayaquil—Quito, cuyo tramo inauguraría con toda la pompa requerida.Ese día la estrella de se amaneció opaca; la recepción tributada por el pueblo de San Jacinto fue pobre. la comitiva sufrió una sonora abucheada y hubo que tomar precauciones. Como a eso de las diez de la noche, estando el Presidente en brazos de Morfeo, fue despertado por numerosos disparos de arma de fuego que se escuchaban en el exterior de la habitación.Hombre ducho en sobresaltos, sacó la pistola que portaba en el bolsillo y se arrojó a la calle en ropa de cama, que fue el detalle que lo salvó como se verá más adelante; asombrándose de ver a la población en armas, atacando a la comitiva al grito de "Viva Alfaro".A duras penas pudo Caamaño disparar dos o tres veces y acto seguido viendo que uno de sus edecanes caía herido y el otro muerto, echó a correr como alma que lleva el diablo perseguido por todo Yaguachi y viéndose sólo y frente al río, sin pensarlo dos veces "hizo una plancha olímpica" y salió nadando hasta refugiarse en la orilla opuesta, donde permaneció escondido toda la noche temblando de frío, miedo e indignación.Marco Antonio Jaramillo se llamaba el Edecán asesinado y tenía 40 años; al día siguiente su cadáver fue recogido y enterrado; se comprobó que tenía dos orificios de bala que le atravesaban el pecho de lado a lado.Aquí vale preguntar a los lectores: ¿Tenía o no razón el doctor Ponce cuando seleccionó a Caamaño y no a Pérez Pareja oriundo de la sierra, anciano, obeso, que no sabía nadar? La respuesta es evidente. Don Rafael Pérez Pareja hubiera sido asesinado en Yaguachi sin lugar a dudas.

SALVADO POR SEGUNDA VEZ

Al día siguiente y a medio vestir, Caamaño pudo salir de Yaguachi después de encontrar plomo donde sólo esperó hallar aplausos, pero sus trabajos no habían finalizado; esa mañana, despachando en el edificio de la gobernación del Guayas, después de haberse tranquilizado con algún licor fuerte para que le pasara el frío de la húmeda noche, fue sobresaltado por segunda ocasión con nuevos disparos y ante sus propios ojos contempló como un grupo de jóvenes de la más selecta sociedad de Guayaquil, atacaban a la guardia presidencial, siendo repelidos después de un largo tiroteo en que perdió la vida el brazo derecho del Presidente, el famoso Coronel Guedes, jefe de las fuerzas gobiernistas y héroe de la campaña en Manabí de 1884, en que derrotó a las fuerzas liberales del Comandante Juan Francisco Centeno.Acto seguido el angustiado señor Presidente abandonó el puerto con destino a Quito, donde no se daban esos recibimientos a los mandatarios, terminando sus angustias, por el momento.

LAS BALLENAS MUEREN PELEANDO

El 15 de enero de 1843 se instaló en Quito la Asamblea Constituyente convocada por el General Juan José Flores, Presidente Constitucional de la República por segunda ocasión. De Los 34 diputados 21 eran militares al servicio del régimen y de éstos 18 extranjeros y sólo 3 nacionales. La mayoría en la Asamblea era gobiernista y sus miembros pertenecían a la burocracia nacional.Poco después expidió una nueva Constitución bautizada por la opinión pública como "Carta de Esclavitud" reeligiendo por 8 años al General Flores en detrimento del principio de alternabilidad que estaba en vigencia. El país protestó airadamente contra este abuso. Rocafuerte abandonó la Asamblea y desde Lima lanzó feroces manifiestos y refiriéndose a los regimientos que apoyaban la dictadura dijo: " ¡Ah, menos insolentes eran los opresores blancos de la península que los vándalos negros que los han reemplazado!” Pedro Moncayo también se dejó escuchar desde "La linterna mágica”, y un joven estudiante propuso el asesinato del tirano como único medio de conseguir que nuevamente brillara la luz de la libertad. Lamentablemente García Moreno no pudo cumplir sus propósitos porque la noche escogida para el asesinato, Flores cambió su recorrido, salvándose.El 16 de junio y tras cinco meses de sesiones, los diputados de la Asamblea regresaron a sus hogares tras haber elegido Vicepresidente de la República al Dr. Francisco Marcos y Crespo, candidato personal de Flores, que obtuvo su nominación contrariando las aspiraciones de Vicente Ramón Roca, que pasó resentido a engrosar la oposición.

EL DESCONTENTO CRECE

El año 1844 fue difícil para el país; de todos los confines surgían protestas armadas contra Flores por los abusos de los militares que lo apoyaban y sobre todo por varias medidas desacertadas. Una de ellas fue la "Gabela" o impuesto personal que gravaba con 3 pesos y 4 reales al año a todo humano viviente en la República, tenga o no renta. Varias parcialidades indígenas del centro y norte del país se alzaron en armas y el General Otamendi se vio forzado a reprimirlas. Los únicos diputados de la Asamblea que no votaron por la reelección de Flores fueron perseguidos: en Guayaquil José María de Santistevan Rocafuerte y en Quito José Fernández Salvador. En Otavalo fue asesinado el Coronel francés Adolfo Klinger, por no profesar ideas políticas afines a las del régimen. De Quito salieron desterrados al Perú Roberto Ascázubi, Manuel Bustamante y Marco Montalvo y por expresa solicitud de Flores, el gobierno peruano internó de Piura a Lima a dos compatriotas nuestros: Pedro Moncayo y el doctor Alejandro Cárdenas.Y como eran los liberales afrancesados e intelectuales los que más atacaban al gobierno. Flores pretendió congraciarse con estos opositores declarando la libertad de cultos, medida que no solo lo hizo más impopular sino que también le granjeó nuevas enemistades entre los políticos clericales. Estaba visto que el fuerte de Flores no era la filosofía.

EL GENERAL AYARZA APOYO LA REVOLUCION

Vicente Ramón Roca desde Guayaquil combatía a su anterior aliado con ahínco y consiguió que por intermedio de un amigo llegara a Flores una misiva anónima, en la que lo informaban que el General Fernando Ayarza, Jefe del Cuartel de Artillería de Guayaquil, lo traicionaba. Flores cayó en las redes sutiles del ingenioso Roca y separó a Ayarza del mando, provocando su justa reacción que fue canalizada por el propio Roca y por algunos militares sin colocación en el escalafón, que el 6 de Marzo de 1845 proclamaron la revolución en nuestro puerto y dieron el mando al General Antonio Elizalde Lamar. Entretanto el nuevo Jefe del Cuartel de Artillería General Thomas Charles Wright, armado hasta los dientes, esperó a los revoltosos y ese mismo día se produjo el encuentro, que fue reñido y arrojó resultados indecisos. Ambas partes se atribuían la victoria y Wright se replegó a Ciudavieja en busca del Batallón número 1 al mando del Coronel venezolano Juan Bautista Pereira, que estaba atrincherado en las faldas del Cerro Santa Ana, y hasta allí fueron los comisionados de paz de Elizalde, regresando sin haber obtenido ningún resultado.

A REFUGIARSE TODOS QUE LA BALA ZUMBA

Era de noche y en casa de José Joaquín de Olmedo se hallaban refugiados el Vicepresidente de la República doctor Marcos, el Gobernador de Guayas Manuel Espantoso y Avellán y Vicente Ramón Roca, cuya situación era de lo más rara, ya que habiendo sido el directo responsable de los sucesos, no podía dar cara al público por temor a ser linchado como floreano y antiguo colaborador del gobierno.A eso de las 10 y en vista de que la situación no mejoraba, Wright recapacitó en la petición de Elizalde y por intermedio del Coronel Guedes informó al ejército marcista que estaba listo a obedecer las órdenes del doctor Marcos, que como vicepresidente de la República tenía mando sobre su persona. Roca fue el primero que se enteró del nuevo giro de los acontecimientos y consiguió de Marcos y Espantoso la orden para que se reuniera una Junta de Padres de Familia con el objeto de decidir sobre el futuro de Guayaquil. Al día siguiente Espantoso declinó la gobernación ante una concurrencia que abarrotaba el salón de sesiones del Cabildo, retirándose tranquilamente a su domicilio. La Junta designó presidentes de la Sesión a los doctores José Joaquín de Olmedo y Pablo Merino Ortega, se suscribió un Acta que consta de 16 considerandos y 6 artículos, y eligieron por unanimidad como miembros principales, por Quito al doctor José Joaquín de Olmedo, por Guayaquil a Vicente Ramón Roca y por Cuenca a Diego Noboa Arteta; y suplentes en su orden al doctor Pablo Merino y Ortega, Francisco Pareja y Mariscal y José María Caamaño y Arteta. Para la secretaría a José María Cucalón y Chorrosco.

COMIENZAN LOS INUTILES FORCEJEOS

Como consecuencia de la dimisión de Espantoso, el General Wright se vio forzado a entregar la Comandancia General de la plaza de Guayaquil y suscribió un convenio de paz con el General Antonio Elizalde, ratificado por la Junta sin objeciones. Días después el doctor Pablo Merino reemplazó a Espantoso en la Gobernación y el secretario Cucalón tomó su puesto en la Junta.A todo esto el gobierno había movilizado sus fuerzas que se desplazaron a la población de Bodegas, hoy Babahoyo, tomando posiciones en la hacienda "La Elvira” de propiedad de Flores. El doctor Benigno Malo y Valdivieso fue enviado a Lima con credenciales de Ministro Plenipotenciario, pero no pudo actuar porque la Junta se había adelantado designando a Vicente Rocafuerte, que por ser más experimentado consiguió el reconocimiento del país vecino y dejó con un palmo de narices al ilustre abogado cuencano. Mientras tanto el General Elizalde reunía a la juventud guayaquileña y en el vapor "Guayos", inaugurado por Rocafuerte el 9 de Octubre de 1841, viajaron a Babahoyo a enfrentarse a Otamendi, llegando con retraso porque el venezolano hacía días que ya se hallaba atrincherado.

URBINA CONQUISTA A SU SOBRINA

El 3 de mayo se produjo el primer encuentro entre las fuerzas marcistas y las del gobierno. Elizalde atacó de frente, el ala derecha lo apoyó al mando del Coronel venezolano Ramón Valdéz y la izquierda con su jefe el intrépido Coronel guayaquileño Francisco Jado y Urbina. La lucha fue recia y los muestres llevaron la peor parte porque combatieron al descubierto, tratando de forzar las defensas de Otamendi. Jado fue herido y tomado prisionero se lo abandonó a su propia suerte hasta que, vista su gravedad, lo operaron en el cuartel floreano y luego lo canjearon.El pobre joven partió gravísimo y el 12 falleció en Guayaquil. Su tío el General José María Urbina, Gobernador de Manabí, que acababa de plegar a la revolución, acudió presuroso al lecho del moribundo y encontró a la mujer de sus sueños, su sobrina Teresita. Y en premio a su buen comportamiento con la revolución, Urbina obtuvo una sonrisa de su amada y la formal promesa que pronto le concedería el honor de ser su esposa, lo que efectivamente ocurrió el 14 de enero de 1849, cuando él frisaba los 41 años y ella los 30 y estaba más hermosa que nunca. Cosas de la guerra, dirán los lectores, pero yo les aseguro que siempre quiso Teresa Jado a su tío José María Urbina, sino que supo disimular porque estaban peleadas las familias.

EL RESTO DE LA REPUBLICA SECUNDO A GUAYAQUIL

De Guayaquil salió el General Guillermo Bodero y Franco intentando develar Cuenca contra el gobierno. Algunos amigos tenía en el Azuay pero no los suficientes como para convencer al Comandante General del Distrito, Coronel Raimundo Ríos, que era muy leal a Flores; sin embargo, como los antifloreanos eran mayoría en Cuenca, algunos notables concurrieron a tratar con la señora de Ríos y consiguieron el apoyo deseado. Bien dicen que las mujeres todo lo pueden en este mundo.Entretando el Coronel Guerrero, en unión de algunos emigrados políticos atacó a Quito por el norte y empujó a Flores a Babahoyo, donde lo esperaba Otamendi, que poco después cayó herido de un disparo.Flores se enardeció y grito: "Moriré, sí, pero como las ballenas, peleando y chorreando sangre" frase que por desabrida y mentirosa no merecía haberla pronunciado. Y Rocafuerte que estaba en Lima, consiguiendo armas para los revolucionarios, al enterarse de esta baladronada, exclamó: "Flores cree tener derechos imprescriptibles sobre el Ecuador... Es el Borbón de Bodegas", aludiendo a los discutidos derechos del reelecto presidente, que a toda costa seguía gobernando la nación, pese a no tener más apoyo que unos cuantos batallones mercenarios pero bien parapetados.

EL CONVENIO DE LA VIRGINIA

Tres meses habían transcurrido desde la revolución del 6 de Marzo cuando entre el 16 y el 17 de junio ambos ejércitos designaron sus Comisionados para discutir una fórmula de paz. Por la revolución concurrieron a la casa de hacienda de La Virginia de propiedad del doctor José Joaquín de Olmedo, los siguientes: doctor Pablo Merino y Ortega, Pedro Carbo Noboa y Juan Francisco Millan y por el gobierno los Generales Juan Hipólito Soullín y Carlos Vicendon y el Coronel Francisco Gabiño, y de común acuerdo suscribieron dos convenios (principal y adicional) ratificados por ambas partes; de un lado la Junta compuesta de Olmedo, Roca y Noboa, y por la otra Juan José Flores.El 24 de Junio el depuesto presidente se embarcó en el bergantín "Seis de Marzo" —qué cosas tan irónicas tiene la vida— con destino a Panamá. Durante las horas que estuvo en Guayaquil fue visitado por sus partidarios que le dieron la despedida y algunas lágrimas se le escaparon al hombre que tiranizó al Ecuador desde 1822 a 1830 como Intendente del departamento Sur de la Gran Colombia y desde 1830 a 1835 y 1839 a 1845 como Presidente Constitucional de la República. En total 19 años de despotismo, matizados con anécdotas de toda especie, desde el lanceamiento de los cuadros al óleo de los presidentes de la Audiencia en Quito en 1830, hasta la soberana pateadura propinada al estudiante García Moreno, por haber tenido el atrevimiento de fijar sus ojos en Juanita Jijón, cuñada de Flores.

LAS BROMAS DE LAS CARCELEN

- Hijo, no te cases con tu prima Mariquita, que no te conviene.- Pero mamá, usted bien sabe que soy mayorcito y que Mariquita me gusta mucho; además, desde que me quedé viudo de la Lola, he puesto los ojos en ella para que sea mi segunda esposa.Así respondía Modesto Larrea Jijón a su madre doña Rosa, Marquesa de San José, que no veía con buenos ojos que su único hijo pensara contraer segundas nupcias con su prima María Carcelén y Larrea, hija del Marques de Solanda.- ¿Y por qué no puedo casarme con mi prima Mariquita?- Por que no te conviene. ¿No ves que todas las Carcelén son maleducadas y amigas de gastar bromas pesadas? Además esa Mariquita tiene que ser igual que Mariana.

Y así era efectivamente porque mientras el novio había recibido la más esmerada educación que se solía dar en esos años a los jóvenes nobles en España, hasta donde había viajado para matricularse en el Colegio Mayor de Sevilla, las primitas Carcelén jamás habían salido de sus haciendas en el Valle de los Chillos, donde daban frecuentes fiestas que terminaban en groseras chanzas y bromas.«En una de esas fiestas -cuenta Cristóbal Gangotena Jijón, nieto del Modesto Larrea de esta Crónica- fusilaron a mi abuelo».

FUSILADO POR ABSTEMIO

Al pobre Larrea le fue mal, tal como se lo pronosticara su madre, en el matrimonio que contrajo con Mariquita Carcelén. El era abstemio, pero ella no, y un día, en un paseo campestre en el Valle de los Chillos, sus parientes políticos lo sujetaron en una silla mecedora obligándole a ingerir grandes dosis de vino tinto que le introdujeron a la fuerza por la garganta con un tubo traído exprofeso de Quito. El pobre Larrea quedó hecho una desdicha; no podía sujetarse y mucho menos andar, trastabillando fue a remojarse en un río cercano y al llegar, perdiendo un poco el equilibrio que le quedaba, fue a dar de bruces. De allí lo sacaron casi agónico y desde ese día no volvió a darle la cara a su prima Mariquita.Años después, cuando fue designado por el gobierno ecuatoriano Ministro Plenipotenciario ante la Santa Sede, pidió y obtuvo del Papa la nulidad del matrimonio contraído en Quito con su prima; casando a corto plazo y por tercera vez, con María Donoso Zambrano, con lo que se repitió aquel viejo adagio que dice: «A gato viejo, ratona tierna».

MUCHO ARDOR PARAUNA SIMPLE PAPAYA

En el libro que sobre Sucre escribiera en Quito el historiador venezolano Angel Grisanti, se lee que en cierta ocasión Cristóbal Gangotena le contó lo siguiente:- Mi abuelo -se refiere al mismo Don Modesto- era hombre ardiente, fogoso y apasionado. Cuando en los supremos instantes de intimidad APECHUGABA con verdadera fiebre amorosa a Mariquita; ésta, como una PAZGUATA, no correspondía a aquellas ardientes efusiones. ¡Mariquita era una PAPAYA, por lo insípida!. Ella solía contar a sus amigas o parientes con una ingenuidad de colegiala o de idiota, escenas lo más íntimas y regocijantes, ocurridas entre ella y su ardoroso marido. Y concluía casi siempre así: “¡Ay Dios mío! La noche menos pensada José Modesto me va a matar con sus apretujones y arañazos y yo voy a morir como una palomita en las garras de un gavilán”.Pero como no todo en este mundo es orégano, oigamos qué dicen los apologistas de Mariquita Carcelén que le «zampan» toda la culpa del divorcio a Modesto Larrea, informando que éste, además de ser un Don Juan de cuerpo entero, era la mar de celoso. ¡Qué intrígulis! Que no dejaba tranquila a su esposa y que le entró la idea de divorciarse de ella cuando la hijita que tuvieron nació muerta. ¡Tómese en cuenta que este fue, sino el primero, el más sonado divorcio, hace más de cien años, en el territorio nacional

LA MAS CELEBRE DE TODAS:MARIANA

Mariana, la mayor de las Carcelén Larrea y la más célebre de todas por sus matrimonios. Primero casó con el Gran Mariscal de Ayacucho, por poder, mientras éste se encontraba en Bolivia y como circunstancia curiosa menciono que dos días antes que se celebrara la ceremonia en Quito, Sucre fue alevosamente herido en Chuquisaca durante el motín de «Los granaderos».Por esta razón diría años después Don Antonio Flores Jijón en una comentadísima Necrología denominada «Isidorito», que si la bala de Chuquisaca se hubiera desviado un poco, en lugar de romperle el brazo derecho lo mataba, con lo que la joven y bella Marquesa se habría desposado con un muerto... sin saberlo y por poder.Pero al fin el trágico destino de Sucre se cumplió, cayendo asesinado en las selvas de Berruecos y antes del año su viuda contraía nuevas nupcias con el General y también Prócer Isidoro Barriga de Castro, conocido por su afición desmedida a las mujeres, al vino, a los naipes y a las muelas de Santa Apolonio, vulgarmente llamadas dados.A este segundo marido lo quiso mucho, por lo que acostumbraba decir Doña Mariana: «Con Sucre me casaron, con Barriga me casé», y cuando alguna persona le inquiría si era la viuda del Gran Mariscal de Ayacucho, con mucha sorna contestaba: «Yo soy de mi cucho, yo soy de mi cucho», que en habla femenina quiteña significaba «soy de mi sucucho» o de mi rincón, indicando que no tenía dueño ni recuerdos y que había matado el pasado.

COSA RARA: LA MAMAERA MUY FINA

Doña Teresa Larrea mujer del Marqués de Solanda y Villarocha Don Felipe Carcelén y Sánchez, era mujer muy fina, atenta y sin complejos. De aguda inteligencia, su poca ilustración propia del sexo femenino quiteño de fines de la colonia, quedaba diluida en el deseo de agradar a sus semejantes que siempre movíala en sociedad. Por eso es que de ella nadie jamás tuvo queja, ni su yerno el Gran Mariscal de Ayacucho, que llegó a estimarla en alto grado a pesar de que toda suegra es suegra.Con los años y en cierta ocasión que Doña Teresa estaba en casa de su hija Mariana, ésta le enseñó una miniatura de Sucre quejándose de no tener dónde ponerla.- Tanto te molesta el «manquito» - Si mamá, no sé donde ponerlo.- Pues hija, eso no es problema, dámelo acá, que yo le pondré en mi casa, con todo cariño. Y acto seguido se llevó la miniatura y la puso en un lugar «muy decente» de la Sala, donde estuviera a la vista de las visitas que frecuentaban su hogar pues mucho estimaba la memoria del difunto Gran Mariscal de Ayacucho.

LOS CINCO MILSUCRES DE ROSITA

Muchos años después y estando Rosita Carcelén -hija también de Doña Teresa- en trance de pasar a mejor vida a consecuencia de los numerosos años y achaques que la aquejaban, fue visitada por su abogado el Doctor Alejandro Cárdenas, hombre respetable y uno de los jefes del partido Liberal, que le insinuó que por testamento dejara un legado de cinco mil sucres para la construcción de la estatua de su cuñado Sucre, que se pensaba erigir en Quito por esos días.Airada Doña Rosa Carcelén de Valdivieso repuso:--¡Ni medio para ese zambo! ¡Ni medio!Pero tanto insistió el buenazo del Doctor Cárdenas que al final, cansada ya la moribunda, accedió, dejando los cinco mil sucres para la estatua, que fue inaugurada meses después en 1892, con bombos y platillos; no faltando historiadores que en forma por demás melosa hicieron notar a la concurrencia que gracias a la generosa dádiva de Doña Rosita, difunta poco tiempo atrás y que mucho había querido al Gran Mariscal su cuñado, el monumento se había embellecído con adornos.

EL MARQUES MANUEL FELIPE BARRIGA

El hijo único de Mariana en su segundo esposo, el General Isidoro Barriga, fue bautizado como Manuel Felipe, pero siempre fue llamado Luis Felipe en honor al Rey de Francia. Este vástago creció en cuerpo pero no es espíritu porque toda su vida despuntó bromista, siendo famosas las francachelas que acostumbraba correr; además y para colmos, era dueño de un perrazo, inmenso, temible y más malcriado que su amo.El can era goloso, atrevido y muy ensimismado de su condición de mastín consentido de amo rico. Le privaba el pan, con la condición de que fuera de trigo y centeno (pan mestizo se entiende) caliente y recién sacado del horno. Por las mañanas entraba a saco a las panaderías y los dueños por miedo o por afán de lucro le dejaban hartarse a su gusto, cobrando el gasto en casa de Don Luis Felipe Barriga, que siempre pagaba sin chistar, acariciando al can en la cabeza. ¡De tal amo, tal perro!.En otra ocasión el Marqués Luis Felipe entró a caballo en el pretil de la Catedral de Quito con el afán de oír misa, porque dizque así acostumbraba hacerlo el Santo Apóstol Santiago el Mayor, Patrón de España. Los monaguillos fueron avisados a tiempo, tocaron las campanas poniendo en alerta a los misacantanos y cerraron las puertas, con lo que se armó una tremenda batahola en el interior porque nadie sabía qué estaba sucediendo y algunos imaginaron lo peor.

También acostumbraba herrar un toro negro y salvaje que tenía en una de sus haciendas, para que los trotes del animal produjeran en la obscuridad de la noche la impresión que se trataba de un caballo cualquiera. Sacaba a pasear al rabioso animal y apostado en alguna esquina gritaba a los transeúntes.«Por amor de Dios, agárrenme la mulita».Y como no faltaba un alma caritativa que ayude al necesitado, algunos ilusos querían sostener a «la mulita» y se encontraban de frente y boca a boca con un toro negro y por añadidura de mal genio, que los embestía en menos de lo que se persigna un cura ñato.Doce heridos y algunos de gravedad fue el trágico saldo que resultó de la broma en una sola de las muchas noches que tuvo lugar.

UN BAILE ZAPANESCO

También era rico y muy dado a las fiestas. En cierta ocasión invitó a muchas damas y caballeros a su casa de hacienda en el Valle de los Chillos, donde previamente había hecho preparar una gigantesca torta de dulce aderezada con semillas de zapan, de las que crecen en forma silvestre en las faldas del volcán Pichincha y que por su alto poder vomi-purgante causan violentísimos accesos, nauseas incontenibles y diarreas flatulentas.A los asistentes les aseguró que al momento del postre les tenía reserva una sorpresa lo que así ocurrió, presentándolos la torta, que fue muy alabada por todos... Poco después, como las puertas habían sido tapiadas por fuera, la concurrencia se debatía en el cumplimiento de perentorias necesidades corporales a vista y paciencia de todos, con espectáculos y olores realmente insufribles... ¡Vaya bromita!.

LAS REVOLUCIONES DE 1859

A fines de 1858 el Congreso Nacional reunido en Quito aprobó la concesión de facultades extraordinarias para que el General Francisco Robles García trasladara la capital de la República a Guayaquil y combatiera el bloqueo peruano en aguas del golfo. En Quito permaneció el Vicepresidente Jerónimo Carrión y Palacios al frente de la Administración; pero hombre de escaso ánimo y bondad ingénita, no logró imponer el orden entre los políticos.Los Regidores municipales doctores Mariano Mestanza y Pablo Herrera imprimieron una hoja volante en la que protestaron por el traslado e insultaron al régimen con amenazas y adjetivos denigrantes. Juan Borja Lazarzaburo Gobernador del Pichincha, ordenó sus prisiones pero lograron fugar y se escondieron, no así el impresor Valencia, que pagó por todos y fue fusilado por la escolta (1). El senador Pedro Moncayo, de la oposición al régimen, protestó y el Gobernador lo envió detenido a Guayaquil, de donde salió deportado al Perú. García Moreno, que también era senador, huyó de Quito el 29 de noviembre, con destino a nuestro puerto, sin conocer que aquí tenía tan mal ambiente por su tenaz oposición al traslado de la capital que el Gobernador del Guayas General José Sánchez Rubio, el 31, pidió en Junta de Guerra que "lo fusilen en el Malecón como traidor a la Patria". Sin embargo nada le hicieron cuando llegó porque tuvo el buen cuidado de guardar cauteloso silencio hospedado en casa de su madre y allí pasó la Navidad en familia, por esa época escribió a Quito y Cuenca, tratando infructuosamente de alzar a varios amigos en contra del Presidente Robles, pero nadie le hizo caso, pues estaba desacreditado.(1) Se cuenta que el infeliz Valencia al enterarse en medio camino que lo iban a fusilar, empezó a gritar y a pedir misericordia pues era padre de una numerosa familia que quedaría pobre y desamparada, pero de todas maneras lo mataron al pie de un árbol. La escena fue patética y constituye un episodio más de la barbarie que se vivía en aquellos tiempos.BLOQUEO Y SITUACION INTERNACIONALCon la llegada de la estación lluviosa de 1859 la situación de Guayaquil se tornó cada vez más alarmante, pues el bloqueo peruano se cerraba paulatinamente sobre la ciudad impidiendo la entrada de comestibles. Las calles se tornaron intransitables, los mosquitos cernían a los sufridos pobladores con el zumbido de sus alas y las picadas de sus aguijones; no había agua potable qué beber porque la que traían de Daule era confiscada en los buques de la armada peruana y la población tuvo que recurrir a los pozos de Ciudad Vieja en las faldas del cerro Santa Ana, donde enormes colas de vecinos peleaban hasta la última gota de un líquido que en otras épocas solo se hubiera utilizado para menesteres de limpieza.Las personas pudientes habían emigrado a sus haciendas y el 21 de Febrero el General Tomás Cipriano de Mosquera, Presidente de Nueva Granada, propuso en secreto al General Seoane, Ministro peruano, la desmembración de nuestro territorio por partes

iguales, correspondiendo Guayas, Manabí, Loja y Cuenca a Perú. Esmeraldas, Pichincha, Chimborazo y León a Colombia y el Oriente sería cortado la altura del río Napo. El Mariscal Castilla aceptó la propuesta y envió al Cauca al doctor Juan Francisco Selaya, que en Popayán suscribió el 16 de septiembre de ese año un convenio reservado y secreto de "Exponsión ecuatoriana", en donde se decidió terminarnos para formar parte de los territorios de nuestros vecinos. Felizmente Mosquera dio pie atrás a los pocos meses y dejó sin efecto el tratado, salvándose Ecuador —por un pelo— de desaparecer del mapa de Sudamérica.

SUBLEVACION DE MALDONADO

Ajenos a este convenio los políticos nacionales continuaban agitando al país con absurdas rencillas y odiosidades. En Guayaquil gobernaba Robles con la ayuda de numerosos militares: José Sánchez Rubio, José María Urbina, José María Villamil, Guillermo Franco Herrera, Pedro Campuzano, Guillermo Bodero, Manuel Tomás Maldonado, Francisco Darquea y Francisco Javier Salazar y el pueblo que le apoyaba por su jovialidad, franqueza y simpatía; sin embargo, entre Maldonado, Darque y Salazar tramaron un complot que debería llevarse a efecto el 15 de marzo y que no ocurrió porque el doctor Camilo Casares, médico de una división de ejército y también comprometido, reveló el plan a Moncayo, que permanecía detenido en espera de su exilio forzado a Lima y que al saber la nueva se opuso a ello por temor a que la flota peruana aprovechara la oportunidad e invadiera Guayaquil. ¡Actitud que fue respetada!.Mas, en la noche del 4 de abril, un ministro del régimen informó a Maldonado que al día siguiente sería apresado y saldría a Panamá, porque se había descubierto la conspiración. Maldonado creyó el engaño y a las pocas horas comisionó a Darquea para que subiera a la casa de Urbina, donde estaba el presidente Robles jugando rocambor y los condujera detenidos. Así ocurrió y al momento de bajar las escaleras se encontró con el General Franco que estaba esperando:—¿Qué hay compadre?— le pregunta a Robles.—Me llevan preso ....—¿Y quién ha tenido ese atrevimiento?—Yo —contestó Darquea— de orden del General Maldonado.—¿Cómo? ¡Al Presidente de la República?. Yo castigaré esa insolencia... y le descargó un trabucazo que lo mató al instante; porque ha de saberse que Franco era hombre que siempre gustaba andar armado con dos tabucos. (2).(2) Francisco Darquea era hermano entero de Secundino Darquea y ambos hijo legítimos de Pedro Alcántara Darquea y Endara y de Leonor Iturralde y Grande Suárez.Al conocer la nueva Maldonado se retiró a las faldas del cerro Santa Ana donde fortificó sus filas. El 5 de abril de 1859 Guayaquil amaneció resguardada y los bandos se preparaban a combatir, pero numerosos ciudadanos interpusieron sus buenos oficios y lograron que Maldonado y los suyos salieran con destino a Quito, no sin antes prometer que no harían armas contra el gobierno. Robles superó una crisis muy grave, pero en el corazón de su subalterno Franco comenzó a germinar un leve deseo de figuración, que meses después le llevaría a cometer el imperdonable delito de asumir la Jefatura Suprema, deponiendo a su compadre del alma que por ahora había salvado.

REVOLUCION EN QUITO

Ajenos a esos acontecimientos García Moreno y Moncayo, que habían viajado a Lima, se encontraron ahí y como ambos estaban exilados y habían sido Senadores oposicionistas a Robles, tenían mucho en común. García Moreno salió a los pocos días a Quito, donde el Comandante de Policía Rafael Salvador, había depuesto al Vice-Presidente Jerónimo Carrión y una Junta de Notables eligió un Triunvirato revolucionario formado por García Moreno, José María Avilés y Manuel Gómez de la Torre y como suplentes: Rafael Carvajal y Pacífico Chiriboga. Carrion huyó a Cuenca donde se hizo fuerte entre sus amigos y familiares. Urbina salió de Guayaquil y luego de algunos combates en Guaranda derrotó a García Moreno en Tumbuco, siguiendo a Quito y luego a Ibarra, dando alcance a los triunviros prófugos que se entregaron para salvar sus vidas.

Urbina fue magnánimo y los perdonó con la condición de que rehicieran los malos pasos y enmendaran el error. García Moreno fugó a Manabí y salió al Perú. Mientras tanto, en el resto de la nación, la situación era grave. En Cuenca el Comandante Daniel Salvador sublevó un batallón y proclamó Presidente a Carrión que tuvo la debilidad de deponer a Robles, asumir el mando y designar al doctor Antonio Borrero para Secretario suyo. Robles se enteró de esta comedia cuencana y el 11 de Mayo felicitó al Gobernador y al Comandante General del Azuay, José Miguel Valdivieso y General Raimundo Ríos, porque al día siguiente de la proclama los habían batido por las armas, destituyendo al flamante Presidente Carrión de las altas funciones con que arbitrariamente se invistió y no temo caer en equivocaciones, si manifiesto que esta Presidencia ha sido la más corta que registra nuestra historia, porque duró menos de 24 años.

EL BLOQUEO Y SUS PRINCIPALES DETALLES

Guayaquil venía manteniéndose a duras penas desde el 58, fecha en que se inició el boqueo del Golfo. El Almirante peruano Mariátegui apretaba el cerco impidiendo la entrada de provisiones. Guayaquil estaba abandonada; los pocos vecinos que aún la habitaban pasaban hambre y sed. La harina para preparar el pan de la tropa tenía que llegar por detrás, en canoas que cruzaban el estero Salado y se la peleaban en los cuarteles. No había leche para los niños. El 20 de julio de 1859 y sólo merced a una concesión que Mariátegui hizo al Cónsul español Heriberto García de Quevedo, se logró obtener algunas vituallas y los exportadores mandaron cacao al exterior para que no se continuara pudriendo en las bodegas. García Moreno entrevistó en Lima al Mariscal Castilla, acompañado por Moncayo; en esa ocasión abiertamente le planteó al mandatario peruano la necesidad de una alianza con el Triunvirato de Quito, Castilla aceptó y una vez fuera, Moncayo increpó a García Moreno.—Siento que Ud. haya dado este giro a la cuestión actual. Nosotros no necesitamos de la alianza con Castilla y aunque la necesitáramos, no debemos solicitarla del enemigo de la Patria ..... No cuente Ud. conmigo— ¡Usted tiene miedo!— responde García Moreno.—Si, miedo de manchar mi obscuro nombre con una traición, fue la respuesta de Moncayo.Desde el incidente de esa noche en la antigua y colonial calle de los Desamparados, ambos amigos se apartaron para siempre. García Moreno dominará su Patria por largos años pasando a la historia por sus abusos y errores y por qué no decirlo, por las obras públicas de sus gobiernos y Moncayo, calificado como "El Hombre de una sola idea" siguiendo la senda del idealista, respetado por todos los que conociendo sus virtudes apreciaban su valor, -fue el hombre solitario en su indeclinable lucha por los principios republicanos.

ANDANZAS DE ROBLES POR LA SIERRA

Durante los meses de junio, julio y agosto permaneció Robles pacificando las zonas central y norte de la Sierra levantadas por los triunviros de Quito que con dinero y promesas mantenían un ejército de mercenarios pastusos, hasta que el 4 de septiembre y a raíz del asesinato del Coronel Felipe Viteri, logró establecer la paz.En Guayaquil había quedado de Jefe el General Guillermo Franco, que solicitó la intervención de los Cónsules de Francia y España acreditados en el puerto, Srs. Emilio Trinite y Heriberto García de Quevedo, ante el Almirante Mariátegui, jefe de Ja Flota peruana, con quien suscribió un armisticio el 21 de Agosto de 1859, que Robles lo desaprobó y en respuesta Franco se proclamó Jefe Supremo el día 17 de Septiembre de 1859, designando Secretario General al doctor Francisco Marcos y Crespo y Ministro de Relaciones Exteriores al doctor Nicolás Estrada y Cirio.Esto ya colmó la paciencia de Robles, que estimaba a su compadre en alto grado y cansado de tanta ingratitud pidió un salvoconducto en Guayaquil y se embarcó al Perú. Otro tanto hizo Urbina. Franco quedó de único jefe en la Costa y el Triunvirato en la Sierra.Y como era costumbre en estos casos, Franco convocó a una Junta de notables a la que asistieron numerosos ciudadanos que lo aclamaron por unanimidad. Unos por enemistad con Urbina, a este grupo pertenecían los Carbo, Piedrahita, Noboa y Vernaza. Otros por buscar una salida económica para mejorar el comercio y la exportación, por entonces muy decaída. Tampoco faltaron

los políticos sinceros como Villamil y Sánchez Rubio y los jóvenes que ambicionaban ingresara la política por méritos propios en ese nuevo ambiente.Franco, en cambio, no supo responder a sus partidarios, pues siendo hombre de cuartel y muy valiente por cierto, estaba lejos de tener la sagacidad y tacto político, imprescindibles en todo gobernante. Uno de sus primeros actos de mando fue proponer el Ministerio General a Pedro Carbo Noboa que acababa de llegar de Europa y como éste rechazó la oferta, le persiguió obstinadamente hasta que lo obligó a buscar refugio en un consulado. Sin embargo Franco era un patriota de verdad y creía que podría sortear los peligros y dificultades del momento. ¡Cuan equivocado estaba!...

LAS SOBERBIAS FERRUZOLAS"Las soberbias Ferruzolasque aunque arrastran grandes colasmurmuran de todo el mundo""La Ensaladilla" - Siglo XIXHace 120 años vivía en Guayaquil un apreciado caballero colombiano llamado Rafael Gómez (a) Maravilla, por ser propietario de almaclin de ropa confeccionada de un hombre, gran pie para el baile y hombre alegre, dicharachero y gracioso como acostumbran ser los "paisas" del norte, pero muy dado a los resentimientos y a las venganzas por ser en extremo susceptible. Y sucedió que en esos días el Gobernador de la Provincia ofrecía un aniversario de la Independencia octubrina y la persona encargada de elaborar las listas de invitados, por involuntario descuido olvidó poner el nombre del resentido Gómez, que no fue invitado. La noche de la fiesta Gómez se ocultó en las penumbras del portal de entrada del edificio y apuntó a los invitados en una libretita componiendo a continuación unos saladísimos versos que llamó "La Ensaladilla" y que circularon en seguida en gran profusión de copias causando asombro, indignación, risas y hasta lágrimas. Por todo ello el autor huyó del puerto sin esperar la benevolente crítica de sus víctimas, embarcándose con rumbo incierto para jamás regresar. Eran los tiempos en que las ofensas se lavaban en sangre y que por cualquier mal entendido los caballeros se desafiaban a primera herida o a muerte, usando sables, espadas o pistolas, bajo las inflexibles reglas de algún Código anterior al del Marqués de Cabriñana.Muchos de los afectados lo recordaron de por vida pues los remoquetes y chistes agrios que recibieron por su culpa del improvisado poeta duraron hasta el fin de sus días. Por ejemplo, a las bellas y nobles señoras Ferruzola Paredes, el pillo de Gómez Maravilla las llamó chismosas, soberbias y algo más; y las acusó de pretensiosas, muy creídas de su prosapia y linaje, y así efectivamente eran porque descendían de Rosa Paredes Iturralde y Juan Barnot y Ferruzola, español de la Villa de Olot, en Cataluña, que vino a la Real Audiencia de Quito desde Luisiana, en 1797 como secretario del ilustrado Don Luis Francisco Héctor de Chislain y Bosoist, V Barón de Carón De Let, el más inteligente gobernante que tuvo la colonia, a decir de muchos autores.Pero Barnot y Ferruzola no fue famoso en la historia por haber ocupado tan alta posición política y social sino también por su magistral actuación durante la invasión del Almirante Guillermo Brown contra Guayaquil.

PIRATA A LA FUERZA AUNQUE ERA PATRIOTA

Brown fue hijo de inmigrantes irlandeses a Estados Unidos y desde joven amó el mar. Huérfano a temprana edad, embarcó en una goleta mercante y surcó las aguas de los siete mares del mundo. En 1805, de veintiocho años de edad, fue apresado y conducido a Francia, escapó y viajó a Buenos Aires; allí adquirió la goleta ''Industria", hizo fortuna en sucesivas travesías a Montevideo. En 1811 la Junta Revolucionaria le confirió el grado de Teniente Coronel utilizando sus servicios y experiencias. Brown dispersó a la armada española cerca de la isla de Martín García, rescató Montevideo del bloqueo naval, regresó a Buenos Aires, fue ascendido a Coronel y designado Comandante General de la Marina, recibiendo la orden de extender el ideal de la independencia a través de las costas del Pacífico.El Virrey de Lima supo de la presencia de Brown, notificó a los puertos del peligro que corrían y lo calificó de pirata para despertar odiosidades en su contra. De esto nada sabíamos en Guayaquil, pero el 9 de febrero de 1816 en circunstancias en que José de Villamil comandaba la goleta "Alcance" en la desembocadura del Guayas, divisó a lo lejos dos corbetas, un bergantín y una goleta que componían la escuadra invasora y regresó al puerto a referir la alarmante nueva. Brown comprendió que debía perseguir a Villamil pero no logró capturarlo porque la goleta "Alcance" era velera, de muy buen andar y le llevaba distancia.

PRIMEROS FUEGOS EN PUNTA DE PIEDRA

Villamil llegó al Fortín de Punta de Piedra que estaba al mando del Sargento Canales y le ordenó que cruzara fuego con Brown para demorarlo mientras mandaba una posta avisando del peligro al Gobernador Juan Vasco y Pascual; luego continuo su marcha al puerto. Brown, a poco, tomó el fortín y nuevamente emprendió la persecución, aunque había perdido un tiempo precioso que fue aprovechado por los nuestros para situar algunos cañones en el Malecón y formar al Batallón Real de Lima con cuarenta hombres armados. Los paisanos también se armaron con el coronel Jacinto Bejarano y Lavayen y el Teniente Coronel José Carbo Unzueta a la cabeza, bajo el nombre de "Milicias Disciplinadas de Guayaquil”.Al día siguiente 10 de febrero de 1816, a las 10 a.m., Brown se presentó con un bergantín y una goleta y le recibieron con cerradas descargas desde la orilla. Los primeros que le hicieron fuego fueron los oficiales del Fortín de las Cruces situado en los actuales terrenos de la Empresa Eléctrica, cuyo jefe Juan Barnot y Ferruzola primeramente deja pasar el Bergantín y cuando la Goleta intenta hacer lo propio, con una puntería finísima la destrozó de un solo tiro de cañón, impidiendo que el bergantín de Brown retrocediera, porque lo hubiera cañoneado con idénticos resultados.Ferruzola fue el héroe de la defensa de Guayaquil de 1816, porque desde ese instante podía considerarse perdido el invasor. Brown era valiente hasta la temeridad y solo, sin la ayuda de sus otras naves continuó avanzando hasta situarse frente a la antigua aguardientería, conocida con el nombre de la Vieja Tahona, en Malecón y Avenida Olmedo, donde ordenó al práctico que maniobre para acercar el bergantín a tierra, a pesar de que por la fuerte ventolina esta operación náutica encerraba el peligro de encallar, pues la marea estaba cambiando de llenante a vaciante.

MUCHACHOS: NO MANCHEIS LA VICTORIAEfectivamente el bergantín encalló y se varó quedando expuesto al graneado tiro de los soldados del batallón de "Milicias Guayaquileñas" que bien parapetados en esquinas y portales disparaban a discreción.Bejarano y Carbo ordenaron el abordaje y los nuestros se lanzaron al agua con machetes en boca subiendo a la nave por todos lados. Manuel de Jado que era todo un hombre, viendo que los noveles milicianos del puerto estaban masacrando a los asustados argentinos, tomó una chata y subió en lo más difícil de la contienda gritando; "Muchachos: No manchéis nuestro triunfo, cuartel para los vencidos". Y allí acabó, la batalla.

DE OFICIAL A SECRETARIOJuan Barnot y Ferruzola había sido en sus primeros años en Cataluña, Oficial de Real Cuerpo de Artilleros y por aquellos avatares del destino fue destinado primeramente a la plaza amurallada de La Habana, de donde partió con dirección a Nueva Orleans, siempre en servicio, conociendo en 1792 al Barón de Caron De Let, designado por Carlos IV, Gobernador de Luisiana y Florida Occidental. Largos años de compañerismo militar unían a Ferruzola y a su jefe y cuando éste llegó en 1797 de Presidente de la Audiencia de Quito le acompañó como secretario y confidente. Tres años después Ferruzola pasó a Guayaquil y contrajo matrimonio con Rosita Paredes, la mayor de las hijas del español José Antonio de Paredes y de la guayaquileña Mariana de Iturralde y Larrabeytia.Sus buenos veinte años de diferencia llevaba Ferruzola a su cónyuge, pero en esos tranquilos tiempos coloniales solo importaba la condición social y económica de los contrayentes, pues el romanticismo fue inventado después; con todo, parece que fueron muy felices, porque con el correr de los años les nacieron trece hijos. Ferruzola también progresó materialmente y fue recompensado por sus sacrificios iniciales en la Luisiana con el cargo de Administrador de la Real Renta de Aguardientes en la Gobernación de Guayaquil, pingüe desde todo punto de vista por los gruesos emolumentos que rendía. De allí se originó que los Ferruzola Paredes, sobre todo las mujeres, hayan sido tan soberbios, porque unían a la nobleza de sus progenitores, riqueza. distinción, belleza, elegancia y señorío.

LAS SOBERBIAS FERRUZOLAS1) La mayor se llamó Teresa y casó con Manuel Moreno y Moran, tío de García Moreno. De este hogar procede la familia Baquerizo Moreno, únicos nietos de Teresa. 2) Luego viene Petra que se casó con el General Juan de Dios Arauzo, militar comprometido en el golpe realista de 1821 y no tuvo hijos.3) José, Manuela, Juan murieron solteros. 4) Rosa falleció muy niña.5) Josefa casó dos veces. Primero con el Coronel Antonio Pío de Ponte, venezolano de nacimiento y pariente del Libertador Bolívar, que llegó a Guayaquil después de 1822 y quedó tan impresionado de la belleza de Josefa que dicen que exclamó: "Aquí me quedo" y efectivamente ancló el destino de su vida y se casó en nuestro puerto, pero murió a poco de tubercolosis, dejando hijos. Su viuda contrae nuevas nupcias con el General Francisco Boloña y Roca, que llegó con el andar de los años a Gobernador del Guayas, y de quien también existen descendientes. Como cosa graciosa vale la pena contar que ya viuda Josefa Ferruzola tenía en la sala de su casa los retratos al óleo tamaño natural de sus dos esposos, mirándose el uno al otro. De Josefa Ferruzola bien se puede afirmar que solo ponía sus bellos ojos en militares, al revés de su hermana Carmen, la más famosa de todas, que solo se casaba con Cónsules y siempre que fueran ingleses, porque era muy exigente hasta en esto.6) Ciertamente, Carmen se casó primero con Enrique Renckie, después con Francisco Mocatta y por fin con Horacio Cox. ¿Qué cosas no?. Este es un caso digno de Ripley porque en cuarenta años Su Majestad la Reina Victoria de Inglaterra estuvo aquí representada por tres cónsules diferentes, sucesivamente casados con la misma dama que era inteligente, bella, sin hijos, hablaba inglés a la perfección y hacía las veces de secretaria en las oficinas del consulado. Este raro caso creo que no volverá a repetirse.7) Ana casó con José Franco y Darquea, con hijos.8) Dolores, cónyuge que fue de Juan Aguirre Abad, con hijos.9) Francisco, casado con Manuela Benites Marín, con sucesión.

LEGENDARIO ORIGEN DEL APELLIDOUn descendiente de esta familia (1) escribió en cierta ocasión que los Ferruzola provienen de un noble caballero que vivía en el norte de Italia en tiempo de las cruzadas, dueño de una bien cimentada fortuna personal.Pero sucedió que este señor movido por su espíritu altruista y caritativo, miraba con ojos compasivos a los pobres soldados cristianos que en sucesivas oleadas pasaban con dirección a Jerusalem y queriendo beneficiarlos siquiera en algo, empezó a obsequiar cueros para la confección de zapatos y pedazos de metal para herraduras por lo que fue conocido con el nombre de Ferrumsuelum" que traducido al español dio en Ferruzola.Esta versión es difícil de aceptar por legendaria; pero como nada se pierde conociéndola, ya la escribí y aquí queda como simple cuento, con lo que pongo punto final a esta Crónica que me ha salido soberbia, porque he tratado en ella de damas muy señoriales, por lo que fumo y toso contando también que el escudo familiar de los Ferruzola es Cortado y en la mitad superior una herradura, teniendo en la inferior un zapato puesto en punta. Ambos en color negro sobre fondo de oro.(1) Raúl Suárez Baquerizo.

LOS ADULONES

Contaba el general José María Urbina, allá en su destierro de Paita, por 1862, que cuando triunfó en "Tumbuco" derrotando a las fuerzas de García Moreno, a las que puso en fuga y entró vencedor en Riobamba, ciudad que había bailado entre dos fuegos, primero con Urbina y luego con García Moreno y que por consiguiente se hallaba a merced de la clemencia del vencedor, todos temblaron de miedoAllí fue el darse golpes de pecho, el rasgar de vestiduras y el crujir bíblico de dientes. Todos temían la justa ira de Urbina pero nadie sabía cómo iba a proceder; así pues, las damas primero y luego los caballeros, pidieron audiencia, Urbina puso la peor de sus caras y se decidió a recibirlos. Entraron las damas y no faltaron los "mijito de mi corazón", "Generalito victorioso", "Ele el ilustre vencedor", "Achachay mi General, que duro les dio a los sinvergüenzas que perdieron". "Mi vencedorcito de Tumbuco", etc. Tanto adjetivo le insufló de misericordia y terminó por chacotear con ellas en alegre camaradería; ¡Cómo se acordaban de su santa madrecita doña Rosita Viteri, cuando iba a pasar vacaciones a Riobamba! ¡Cómo de sus hermanitas linditas! en fin, eran de unas reminiscencias que no terminaban nunca.Al fin se fueron las buenas señoras y les tocó el turno a los caballeros, quienes se disculparon muy ceremoniosamente por haber sostenido a la revolución y luego los muy ingratos -lo abrazaban- diciéndole: "mi querido José María", "Ilustre General en Jefe", "Vencedor de Tumbuco" y hubo uno, viejo y cazurro, que tirándosele a los brazos, le gritó: "Santísima Trinidad".¿Se quiere más? ¿Adonde?Con los adulones solo quedan tres caminos. Dejarlos hablar y no hacerles caso, plantarlos a raya o creerles sus mentiras. Esto último es peligrosísimo, porque el adulo cada vez es más alto y llega el momento en que se vuelve falso y allí ardió Troya; es, como dirían los italianos, un asunto que va increshendo, en aumento. Es como la famosa espiral inflacionaria. En Guayaquil sucedió hacia 1880 un sonado caso de adulo, que voy a referir, no como ejemplo solamente, sino como guasa, porque tiene su verso y su gracia o moraleja.Resulta que llegó al puerto un trágico francés de apellido Bouron con su compañía de Teatro y alquiló el antiguo Olmedo, donde muy pronto anunció la representación de "La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo" en vivo y en directo y con Cristo y todo. ¡Gran conmoción!. Muchos juzgaron que asunto tan sacro no podía llevarse a las tablas, otros aplaudían a rabiar imaginándose el espectáculo imponente del templo de Jerusalén, los apóstoles y a nuestro Señor, en fin, la curiosidad pudo más que los temores y el "Olmedo" se llenó de bote en bote el día del estreno.El Drama tenía tres partes. Primero era la prisión, luego el juzgamiento y al final la pasión y muerte. Bouron era un gran trágico y desde el principio, en su papel de Cristo, hizo lanzar sollozos al auditorio femenino y hasta alguna timorata intentó desmayarse cuando ocurrió el beso de Judas. Todo iba bien, pero lo último fue lo mejor. Salió Bouron casi desnudo, podríamos decir que en calzoncillos y esto, en el Guayaquil victoriano del siglo pasado, aunque fuera Cristo, causó sorpresa inmensa, tremenda conmoción y grave impacto, todo un maremagnun de agitación en el corazón de nuestras beatíficas abuelas. ¡También es cierto que Bouron era un atleta bien formado!. Esta explicación no viene al cuento, pero la doy para matizar el ambiente. Entonces unos criados de Caifas le empezaron a dar palo y látigo, que Bouron aceptaba con dolor fingido, como si estuviere sufriendo; luego lo crucificaron y allí permaneció algunos minutos más en expiación y a la vista del público, hasta que bajó el telón cuando ya estaba boqueando. ¡Qué de comentarios al día siguiente! ¡Qué de elogios! todo era poco, no cabía duda que Bourón había triunfado y que se quedó dos meses más con funciones nocturnas llenas de un público ávido de la novedad, que no trepidó en pegar un peso la entrada, suma cara para entonces.Al final de tan larga temporada unos beatos señores quisieron darle un agasajo y contrataron al poeta Federico Marco Hidalgo —que tenía fama de orador— para que pronunciara el discurso de agradecimiento a nombre del pueblo y la sociedad de Guayaquil. Hidalgo era enemigo del adulo y durante el almuerzo se hostigó de las frases empalagosas que dirigían sin ton ni son a Bourón; así pues, cuando le llegó su turno, puso las cosas en su sitio con el siguiente verso que no se lo dejaron terminar. Imagine el lector por qué.BRINDIS POR BOURÓN.- Toda beata, todo beato / toda gente de follón / dicen que el grande Bourón / aguanta más palo que un gato / y el Cristo tieso que tieso / Dizque aguantará diez mil / mientras haya en Guayaquil / Bobos que paguen un peso . . . / Ignoramos cómo habrá terminado el agasajo, pero creemos que Bourón salió de allí con el rabo entre las piernas y todo mohino con tan desaliñado chiste. Desaliñado pero verdadero, sí señor. ¿Y qué habrán dicho los señores del Comité organizador? Esto no lo ha recogido la historia chica ni la grande.

LOS DEMAGOGOS DEL DR. CLAVIJOEn 1832 el creciente descontento nacional contra el gobierno absolutista del General Juan José Flores hizo que varios jóvenes comenzaran a reunirse en casas de José Miguel Murgeitio, de los más conspicuos intelectuales ecuatorianos de esos días, donde alternaban la lectura de los clásicos griegos y latinos con las más fervorosas discusiones políticas que se pueda imaginar. Flores conocía la existencia de esta "peña" o "sociedad política" donde se hablaba de él y de su gobierno y socarronamente se burlaba

diciendo que la componían los "Demagogos del Doctor Clavijo". Apodo con el que había bautizado al franciscano Fray Francisco Clavijo que hacía de mentor en casa de Murgueitio. Pocos meses después, estos ''demagogos" encontraron en Francisco Hall el líder que necesitaban. Hall había venido a América con recomendación del filósofo Jeremías Bentham para su amigo Simón Bolívar; aquí hizo carrera en la Independencia, llegó a Coronel del ejército y hacia 1833, fecha en que inició sus actividades políticas en Quito, vivía en las afueras de la ciudad como un filósofo, retirado del mundanal ruido que todo lo ensucia.

Con ese jefe los "demagogos del Doctor Clavijo" decidieron no sólo discutir temas políticos sino también atacar al régimen y se denominaron "Sociedad del Quiteño Libre "en recuerdo a la labor desplegada por Espejo años antes. Este grupo lo componía Manuel Matheu y Herrera, el General José María Sáenz, Ignacio Zaldumbide, Roberto Ascázubi Matheu y Manuel Ontaneda. entre otros. Pedro Moncayo, al referirse al Coronel Hall dice: "inglés liberal en toda la palabra, vino a América recomendado a Bolívar y se retiró del ejército cuando éste proclamó la dictadura. Su libro favorito era "Las Cartas de Junius". ¡Qué temple –decía- qué vigor, qué fuerza hay en esa obra!. Tal era el hombre que creó el Partido Nacional".SE ABREN LAS OPERACIONES POLITICASLa primera reunión del nuevo Partido tuvo lugar en casa del General Matheu y se designó Presidente al General Sáenz y Secretario a Murgueitio. Se acordó la fundación de un Periódico llamado "El Quiteño Libre" nombrándose redactor a Hall y editor responsable a Moncayo. El primer número apareció el 12 de Mayo de 1833 y causó enorme sorpresa por las tremendas verdades que decía y muchos patriotas sinceros se suscribieron a él para evitar que la asfixia económica lo terminara.Uno de los temas que más vuelo tuvo en "El Quiteño Libre" fue la separación del Ministro de Hacienda del Régimen José Félix Valdivieso, acusado por Flores de tener cuño propio para fabricar monedas en su casa. Valdivieso se defendió como pudo, sindicando al Presidente de malos manejos en los fondos de la Tesorería y Aduanas de Guayaquil y mostrando una carta muy comprometedora de Olmedo a Flores, en que se daba estricta cuenta de los intereses usurario, ganancias ilícitas de algunos prestamistas, colaboradores cercanos del régimen.

LA DEUDA ANZOATEGUIPor esos días, dicho escabroso asunto se ventilaba en Guayaquil. Se trataba de un fabuloso empréstito de 300.000 pesos que Flores había solicitado a ciertos agiotistas ofreciendo en garantía algunas rentas de la República, por varios años. Los agiotiotistas no quisieron las rentas pero propusieron otras condiciones, que aceptó el presidente:1) Que el contrato se celebrase por Escritura Pública.2) El interés sería el 3 o/o mensual.3) Una firma responsable se necesitaba como garante.4) El interés se capitalizaría cada tres meses.Para garante escogió Flores a Miguel de Anzoátegui y Cossio, de los más ricos negociantes guayaquileños, hombre de su confianza, que le había prometido vender su hacienda "La Elvira" en Babahoyo. Anzoátegui dio la garantía creyendo en la seriedad del gobierno y por cuanto, una parte de los 300.000 pesos, se los entregó Flores por "La Elvira" y el molino de la Chima, cerca de Babahoyo; pero, cuando ocurrió el primer vencimiento y se dio cuenta que el gobierno ni tenía intenciones ni pagaría jamás el empréstito, comprendió la magnitud de su error y poco después los prestamistas Espantoso, Armero, Mandracha, Pereira e Ibañez lo demandaron y hasta le sacaron boleta de captura pues en ese tiempo existía la prisión por deudas y Anzoátegui, para librarse, terminó por entregar su hacienda "La Atarazana", al norte de Guayaquil y quedó arruinado, porque los agiotistas, no pudiendo cobrarle al gobierno, lo llevaron a él a la quiebra.

EL GOBIERNO PREPARA SUS EFECTIVOS"El Quiteño Libre" en cada número interrogaba a Flores sobre la deuda ¿Con qué facultad se firmó el empréstito? ¿Existía autorización del Congreso? ¿Qué sabía de ello el Ministro de Hacienda? etc. Por supuesto que el autor de tan desaguisado empréstito fue Flores y nadie más que él. ¿Qué giro se le dio al dinero? Años después Moncayo acusó abiertamente a Flores indicando que entre otras propiedades adquirió la hacienda "La Elvira" y que subió "desnudo" a la presidencia y bajó con 400.000 pesos.Pero el gobierno no era manco y contaba en Guayaquil con la ayuda de una de las más esclarecidas plumas del continente americano. Se trataba del Dr. Antonio José de Irizarri, notable por sus conocimientos, brillantes ideas y magnífico estilo, quien aconsejó a Flores que fundara periódicos gobiernistas que lo respaldaran en su función pública. Así nacieron "La Gaceta del Gobierno del Ecuador", "La Gaceta del Orden", "Las Armas de la Razón", "El Nueve de Octubre", "El Investigador" y "El Trece de Febrero".

LLEGADA DE ROCAFUERTEEn Febrero de 1833 arribó de Europa el Dr. Vicente Rocafuerte. Su fama era continental porque había servido a varias naciones con vida y hacienda, como se hacía antes, cuando los hombres eran desprendidos en extremo. "El Quiteño Libre" anunció su llegada con bombos y platillos y lo saludó como a futuro presidente de los ecuatorianos. Un numeroso grupo lo candidatizó para Diputado del Congreso que se reuniría en Quito, sacándole representante por la Provincia de Pichincha. ¡Oh paradoja! Rocafuerte, guayaquileño, representaría a Quito, pero así eran esos días en que no había aún el malsano regionalismo que unido al centralismo nos ha oprimido después, con tenazas de hierro candente.Apenas llegado Rocafuerte abrió su bufete de abogado e intervino en un proceso penal, defendiendo a un anciano que había sido demandado en juicio de imprenta, por un militar venezolano, que lo acusaba de calumnia. La cosa se presentaba seria porque la hija del anciano, una menor de edad, había sido raptada, violada y luego abandonada por el extranjero que, no contento con ello, cuando el padre de la víctima lo denunció por la prensa, tuvo el atrevimiento de iniciarle acción de calumnia.El día del juicio un público numeroso pero tímido, se reunió en la judicatura a espectar ese raro acontecimiento; sin duda los jueces floreanos darían la razón al que no la tenía, condenando a un inocente en detrimento de la justicia y el derecho.Preguntado el acusado quién era su defensor, dijo que no tenía más defensor que Dios. " ¡Y YO!, fue el grito que se oyó desde la puerta y entró Rocafuerte, dispuesto a defenderlo contra viento y marea.Durante el proceso el acusador Coronel Casanova las pasó muy mal, porque de acusador pasó a acusado, teniendo que oír frases tan duras como estas: "Crímenes como el que aquí se discute ocasionaron la libertad en Roma y no sería extraño que en la actualidad dé la libertad a este pueblo y sirva para levantar el edificio de un nuevo orden en nuestra Patria".El acusado fue absuelto, el pueblo casi linchó a Casanova y sacó vitoreado al gran abogado que defendía gratuitamente y sin temor. Rocafuerte preparaba su plataforma política con buenas obras, sin abusar ni perjudicar a nadie.

EL CONGRESO NACIONAL DE 1833Reunidos los congresistas fueron felicitados por Flores que en su Mensaje habló de paz y justicia. El nuevo Ministro de Hacienda, Doctor José García del Río, de conocida trayectoria política en América por sus ideas absolutistas y por ser enemigo jurado de Rocafuerte en México donde habían sostenido una ardua polémica por intereses políticos, que en su mensaje al Congreso respaldó la posición del presidente en el empréstito de 300.000 pesos realizado en Guayaquil, expresando que él lo había autorizado.Días después volvió a presentarse García del Río en las Cámaras y Rocafuerte le armó un escándalo gritando: "¿Cómo puede la Cámara aceptar la intervención oficial extranjera, o mejor dicho, la de un pícaro aventurero que vende sus servicios a cualquier déspota que se le presenta? ¡En México se vendió a Iturbide y luego de su caída pasó a Colombia donde se vendió a Bolívar, que ya era usurpador!.Demás está que diga que la sesión se terminó a capazos .. .Al día siguiente Rocafuerte enfermó de colerín, como se llamaba entonces al derrame biliar. ¡A tanto había llegado su exaltación de la víspera! Algunos aprovecharon su ausencia y pidieron las Facultades Extraordinarias para impedir el desorden. El Obispo de Botren, Doctor José Miguel de Carrión y Valdivieso, argumentó en contra, con claras palabras que llamaron la atención de los presentes: "Ayer no más se dijo que había paz; hoy se nos quiere engañar con lo contrario. ¿En qué quedamos, señores? Poneos de acuerdo y tened más seriedad; no somos muñecos vuestros ni de nadie, somos Diputados electos en una república de orden, con tradición de honor. Basta de mentir y a trabajar por este país, que es de todo hombre que ame a la humanidad y quiera servirla".

El Ministro García del Río, más ducho que el novel tribuno Carrión, jactándose de tener dotes de orador replicó con insolencia no exenta de sabiduría: "La Paz de ayer no es la de hoy; el mundo cambia como la verdad también, al paso del acontecer cotidiano. Mañana será tarde, porque las aguas de los ríos pasan y mueren muy lejos; detengamos la corriente a tiempo y seremos hombres de previsión. La vejez no se cuenta con las muelas de un individuo, sino por sus ideas ....." Y se remontó a las más lejanas regiones imaginarias, donde su loca fantasía jugó con las figuras del Parnaso y del Olímpo en arranque de erudición; luego, bajó a la tierra y viajó por diferentes países, conversando a los pobres diputados que no habían salido nunca del Ecuador, sobre cómo vivían las gentes de otros sitios ..... Al fin, terminó burlándose muy socarronamente de todos, sin que lo notaran, por supuesto, con la siguiente frase: ¡Vosotros, nobles tribunos de Grecia y Roma, tomad la balanza de la justicia y poned el fiel en su legítimo lugar; dad lo que se os pide y como dice la Biblia recibiréis centuplicado. ¡Y así fue, efectivamente, porque a poco, fueron más de cien los muertos...

LOS TRES PRESBITEROSEl Presbítero José Antonio Marcos y Crespo había sido el primero en proponer las facultades extraordinarias; otro presbítero, el Diputado Peñafiel, pidió que la resolución se dictase al momento, sin mayores discusiones ni rodeos (temían que Rocafuerte mejorase y regresara a las Cámaras a discutir; allí hubieran perdido la moción porque conocían el fuego de la palabra de ilustre tribuno guayaquileño).La Cámara pasó a conocer la moción en sesión secreta y en sólo veinte minutos, a petición de otro Presbítero, el Diputado Beltrán, se la aprobó, concediendo a Flores la facultad de ser el primer Dictador que ha tenido nuestra patria.El iluso Presbítero Beltrán al finalizar su intervención tuvo la torpeza de gritar que "Era obligación del Congreso cortar un miembro gangrenado para salvar la salud del cuerpo político del país, así como se practica con el cuerpo humano". El Obispo Carrión, lo miró fijamente y le dijo: "A veces, el cortar un miembro en el cuerpo humano, provoca la gangrena, señor mío...” Pero todo fue inútil; el partido gobiernista tenía mayoría y triunfó.

FLORES COBRA LAS PRESASEsto había sucedido el 14 de Septiembre, a escasos 4 días de la instalación del Congreso. ¿Qué se podía esperar para el futuro? Rocafuerte, el 16, dirigió una fuerte misiva a las Cámaras, donde insultó a García del Río diciéndole: "Godo hipócrita, esclavo de Fernando VII, siempre vendido al poder infamante, letrado tachado de venal, verdugo de la libertad ecuatoriana... "El Congreso respaldó al Ministro en contra de Rocafuerte, mostrando tener poco espíritu de cuerpo y dio un permiso tácito a Flores para que tomara venganza contra él. Por esos días ya la Sociedad "El Quiteño Libre" estaba dispersa. Los agentes del ejecutivo habían allanado los domicilios particulares de sus principales miembros, arrestando a otros. Hall pudo escapar de la imprenta pero no Moncayo, que tomado prisionero, fue trasladado a Guayaquil con cadenas, acompañado de sus compañeros Roberto Ascázubi, Doctor Landa Ramirez, Coronel Alejandro Vargas Machuca y Comandante Muñiz. Iban al destierro.El 28 de Septiembre, fue arrestado Rocafuerte en Quito y a pesar de su estado precario, se lo envió a Guayaquil, vía Cuenca y Naranjal.Así terminaba la oposición a Flores o por lo menos, así lo pensaron muchos, pero estaban equivocados. Poco después ocurrió la conspiración del "Quiteño Libre" y algo más tarde se inició la revolución de los Chihuahas.

LOS HIJOS DE NUESTROS LIBERTADORESDe Quito y Chuquisaca nos han llegado noticias frescas de la descendencia dejada por nuestros libertadores en aquellas latitudes. Parece que el más caracoleador fue Bolívar pero el severo Gran Mariscal de Ayacucho no se quedaba atrás. De él se conoce que fue padre de dos niñas, una en Guayaquil llamada Simona en memoria del Libertador. La madre de la criatura fue una guapa morena del Partido de Yaguachi, Tomasa Bravo, que la historia ni siquiera recuerda.Simonita tuvo una suerte aún más triste. De escasos meses fue arrebatada del poder de su madre, siendo criada por su madrina de bautizo Angela Elizalde Lamar, que la tuvo en su poder algún tiempo. Esto es lo único cierto que se conoce porque el resto está rodeado de fantasía y misterio. Se cuenta que Sucre había solicitado al General Vicente Aguirre Mendoza, su amigo de muchos años, que se hiciera cargo de la niña y la llevara a educar en Quito, internándola en algún convento con claustro y así efectivamente sucedió a la joven, de quien se dice que murió de edad provecta en Quito, de monja y sin haber salido jamás de su encierro. En síntesis, una vida gris, de sacrificios y purificación.

LA HIJA DE UN GRAN AMORLa otra hija del Gran Mariscal llamó Teresa y fue habida dentro de su matrimonio con Mariana Carcelén y Larrea. Teresita murió misteriosamente en Quito, de solo tres años de edad, meses después del asesinato de su padre. Los historiadores no se han puesto de acuerdo sobre la causa que motivó su defunción. El venezolano Ángel Grisanti dice que Teresita fue a estrellarse contra las piedras del patio interior de la «Casa Azul» -residencia de la Marquesa de Solanda- que por esa época había trocado los velos de la viudez por las galas nupciales de su segundo matrimonio realizado con el General Isidoro Barriga de Castro, neogranadino audaz, valiente, mujerero, jugador y pendenciero, quien cierto día en que se había excedido en ingerir licor, tomó a la niña en brazos, la arrimó a la balaustrada del primer piso alto de la casa y comenzó a jugar con ella alzándola en vilo y como los brazos no estaban seguros, se le zafó, cayendo vertiginosamente al suelo. ¡Pobre criatura!.Otros entendidos refutan a Grisanti arguyendo que lo relatado es fábula, que Teresita murió naturalmente a consecuencia de una angina, que la llevó al sepulcro.De cualquier forma, esta segunda niña tampoco fructificó. Parecía que el apellido Sucre iba a terminar con él cuando he aquí que nos llega una tremenda nueva; en Bolivia hay descendientes salidos de un mismo tronco; un hijo natural dejado por el Mariscal en la ciudad de Chuquisaca, en Manuela de Rojas, bautizado en dicha Catedral con el nombre de César, el 10 de Junio de 1828.La correspondiente partida se guarda cuidadosamente en la Iglesia de Santo Domingo de Chuquisaca, en unión de la de matrimonio, porque César contrajo enlace el 10 de Enero de 1867, de 39 años de edad, con Carmen Matienzo, boliviana, hija de Nicolás Matienzo y de Tomasa Carvajal, con quien estableció un honorable hogar en el pueblo de San Lorenzo, cercano a la ciudad de Tarija, donde actualmente la mitad del vecindario lleva en sus venas la gloriosa sangre del vencedor de Pichincha y Ayacucho. De Bolívar se cuenta que era como Napoleón, amigo de ir al grano sin preámbulos y por eso se le achacan no menos de una docena de hijos en otras tantas mujeres. A ciencia cierta que no todos habrán sido de él; hasta se decía que era infecundo, mas, el propio Bolívar, en la tarde del 18 de Mayo de 1828 -según lo cuenta el autor francés Luis Peroú de la Croix, en su «Diario de Bucaramanga», estando con algunas personas alrededor del fuego y esperando la cena, aprovechó para recordar a sus deudos a los que no veía en mucho tiempo. Dijo quienes habían sido sus padres, sus hermanos, con quienes habían casado, cuántos hijos tenía y al final, como quien no dice nada, espetó lo siguiente: «El único de los Bolívar que no ha tenido hijos soy yo, porque mi esposa murió temprano y no me he vuelto a casar, pero no se crea que soy estéril o infecundo, porque tengo pruebas de lo contrario».Afirmando con esto que no tenía hijos legítimos, nada más. Bien sabían todos que en Venezuela, su hermana más querida, María Antonieta Bolívar de Clemente, cuidaba en Caracas a un varoncito, hijo de él en una encopetada dama cuyo nombre se ha mantenido en secreto.

EL HIJO SECRETO LLEGA A QUITOCon el paso de los años los personajes fueron muriendo para surgir a la inmortalidad histórica. En la tierra del libertador el escritor Blanco inició una monumental obra sobre su vida, hechos y circunstancias más notables, muriendo en el intento; el libro fue continuado por el no menos famoso pero falleció escritor Aspurúa, que logró culminarlo, dando los originales a la imprenta. Ante esta noticia, una comisión de notables venezolanos se acercó al autor y pidieron leer los originales antes de que salieran al público, para evitar cualquier mancilla a la memoria de Bolívar por hechos indecorosos que se pudieran comentar y efectivamente el Arzobispo de Caracas se opuso a la publicación de algunos párrafos que fueron inmediatamente destruidos.

BOLIVAR PREFERIA EL INFIERNOEn aquellos días el Obispo de Guayana Doctor José Manuel Arroyo escribió un opúsculo escandaloso en que se afirmaba que de los amoríos de Soledad Jerez de Aristeguieta con el Príncipe Carlos de Braganza, de la Corona de Portugal, había nacido el General

Manuel Piar, famoso en aquellas comarcas por su bravura y la majestad de su carácter. Que Doña Soledad, después de haber llevado una vida de escándalos continuos en Europa, se había arrepentido, ingresó en un Convento de las Madres Conceptas, realizando tales méritos que terminó por ser electa Abadesa cuando frisaba más de sesenta años de edad.Por eso es que Bolívar -afirmaba con erudición el Obispo- al ser preguntado en cierta ocasión que a qué sitio quería ir después de muerto, contestó con presteza: al infierno, porque allí me encontraré con todas mis primas, que son simpatiquísimas; las Jerez Aristeguieta.Ni estos incidentes ni sus amoríos constan en el libro de Blanco y Aspurúa, que fue recortado inmisericordemente por los notables de Caracas, en afán de presentar al héroe libre de polvo y paja, como impecable caballero de corte clásico y no como el hombre de pasiones tormentosas que en realidad fue: ¡Lástima grande! Porque si el libro salía completo, a no dudar que tendríamos en estos momentos a un sinnúmero de personas con su verdadero padre y entre estos, al raro y peculiar anciano que el 10 de Julio de 1898 caía repentinamente muerto en la casa No.17 de la Calle Benalcázar de Quito, víctima de un fulminante ataque cardíaco.Llamaba Miguel Camacho, caraqueño de nacimiento y reputado por hijo del libertador. Su crianza corrió a cargo de su tía María Antonia Bolívar de Clemente, hasta que alcanzó la mayoría de edad y fue expatriado de Venezuela a raíz de alguna de las tantas dictaduras que se han dado en aquel país. Proscrito anduvo en Lima y Bogotá, terminando sus días en Quito, considerado por todos, invitado a las fiestas y reputado por hijo del hombre que nos dio la libertad.Su fisonomía era grave, tenía un par de ojos negros, muy profundos y penetrantes. El General Miller escribió sobre los ojos de Bolívar, lo siguiente: «His eyes are dark and penetrating but general ly down casi or turned askance, when he speaks» -Sus ojos negros y penetrantes, pero generalmente inclinados a tierra o de lado, cuando habla- Miguel Camacho fue enterrado en el cementerio capitalino de San Diego con nutrido acompañamiento presidido por el primer mandatario General Eloy Alfaro. Sobre su vida poco se sabe, únicamente que nació en la ciudad de Socorro, actual Departamento de Santander del Norte, Colombia. Se ignora quién fue su madre, pero casó fue padre de Margarita Camacho casada con el comerciante quiteño Manuel de Jesús Benalcázar, con hijos y de Carlos Camacho que murió soltero. También tuvo otro hijo llamado Aquilino, profesor que fue de Segunda Enseñanza por muchos años.Sobre su nacimiento y paternidad existen tres testimonios escritos muy respetables, por venir de caballeros que no sabían mentir. El primero del Doctor Luis Felipe Borja y Pérez, que lo estampó en una de sus cartas. El segundo de L. Rivas B. y el tercero de Rafael María de Guzmán, en una carta fechada en Quito, el día 14 de Mayo de 1928.

TERMINANDO UN INFUNDIOValga la oportunidad para terminar un infundio muy comentado en Guayaquil. Se dice que estando Bolívar en nuestro puerto en 1822, mantuvo relaciones amorosas con una dama a la que recordó en cartas posteriores utilizando un “glorioso” adjetivo y que fruto de estas relaciones fue un jovencito que nació retardado mental, por lo que años después, ya sin padre que lo protegiera, andaba por estas calles del señor en muy malas fachas, babeando y haciendo el ridículo.Todo eso es falso; que haya existido un joven baboso y retardado en Guayaquil debe ser cierto y que caminara sin ton ni son también, pero que ese sujeto haya sido hijo de Bolívar en la dama misteriosa, nequacam. Allí salgo yo que tengo mis razones.La dama a la que aludo llamaba Carmen Garaycoa Llaguno y al poco tiempo de haber conocido al libertador y por razones de índole personal se ausentó del país radicando en la Habana, donde falleció de avanzada edad, sin que hasta ese instante nadie insinuara su maternidad en el joven al que me he referido en líneas anteriores. El cuento salió luego, con los años, siendo repetido infinidad de veces hasta nuestros días y una tarde, hace ya algún tiempo, llegó a mis oídos. Curioso como soy me propuse investigarlo y pregunté aquí y aya, tratando de averiguar la verdad de los hechos. Algo obtuve, datos que de por sí podrían formar una jugosa tradición pero que por constituir un drama prefiero no publicarlos.

LOS LOAYZA Y LA MERCED DE PIÑASLa población de Piñas, capital del Cantón de su nombre en la Provincia de El Oro, data de principios del siglo XVII y sus orígenes y fundación se pierden en el sitio "Moromoro" cuya más antigua propietaria conocida es Mónica de Castro, bisabuela de Dionisio de Loayza y tatarabuela del Presbítero doctor Juan José Loayza, que obtuvo la posesión de esa zona mediante sentencia ejecutoriada del Juez Segundo Municipal de Zaruma, el 31 de Agosto de 1801, inscrita en el Registro de la Propiedad el 1o. de Septiembre siguiente.Se ignora quién haya sido el marido de la propietaria pues no se le menciona en ningún documento; sin embargo, “La Merced de Piñas” creció como caserío a través de los años y pasó a la categoría pueblo en la primera mitad del siglo pasado. En 1870 se trasladó a un terreno menos accidentado donde los vecinos no estuvieren expuestos al peligro de los deslaves.

HISTORICO TRASLADO EN 1871En 1871 los vecinos de Piñas edificaban la población en su actual posición geográfica, comenzando por la iglesia parroquial.El 26 de Diciembre de 1872 el doctor Francisco Hidalgo y Juan Loayza, Cura de la parroquia de la Merced de Piñas y Síndico de dicha Iglesia, respectivamente, entablaron juicio en Zaruma contra los ciudadanos Agustín Cabrera y Miguel Agustín Fenisanai, vecinos de Loja y Cuenca; pues, habiendo contratado la construcción de la nueva iglesia, la habían dejado sucesivamente abandonada a pesar de que cobraron la totalidad de sus honorarios.De esa época son algunas casas que todavía se conservan en pie, aunque aún quedan otras de las antiguas, en sus primitivos asientos, a pocas cuadras del centro de la nueva población.

Una de esas fue la que el Concejo Cantonal ordenó demoler para dar cabida al edificio del nuevo hospital de Piñas. La histórica mansión -típica por su arquitectura zonal- era de una planta, con paredes de ladrillos cocidos de 30 x 60 y 10 centímetros con tejas de hasta 80 centímetros y pilares de maderas preciosas y existía la siguiente inscripción:Año de 1778-9F 26 de OctubreSeñalando la fecha de su inauguración. Este dato se ha conservado gracias a Servio Moscoso Molina que el catorce de febrero de 1969 levantó en el Juzgado Cantonal de Piñas una Información Sumaria de testigos por la que se sabe que los últimos propietarios del edificio fueron los herederos de César Virgilio Loayza, que la adquirió años atrás a José Ma. Zambrano Romero y éste, a su vez, a su padre, Juan Ignacio Zambrano, perdiéndose la memoria de sus dueños anteriores.Por declaración fechada el 3 de Marzo de 1969 en Piñas, del más viejo vecino de la zona, José Ma. Zambrano Sánchez, de 94 años de edad, se sabe que el actual cementerio fue en otros tiempos la plaza central de la antigua población; la actual casa de Lizardo Zambrano es el sitio donde estuvo la Capilla anterior y el vecino que vendió los lotes a bajo precio fue Juan Vicente Añazco; el primero en cambiarse fue el Cura Párroco, doctor Francisco Hidalgo.

RECUERDOS INTIMOS DE ESOS TIEMPOSEn 1870 el carpintero Santiago Sánchez construyó los nuevos edificios. José María Zambrano donó la campana de la iglesia, que pesaba 40 arrobas. Habían dos en Piñas Antiguo, de cobre y sin mezcla de oro o plata y sus sonidos eran por demás broncos. La primera escuela funcionó en la Casa Municipal bajo la dirección de Manuel Ignacio Romero, profesor de primeras letras, muy competente en su oficio; los padres de familia construyeron con sus aportes el actual colegio, donando la totalidad de los materiales Flavio Feijoó, de los que tenía guardados para su casa particular.Hacia fines del pasado siglo las autoridades zarumeñas ordenaron la captura de Nazario Loayza, Anastacio Gallardo, José Zambrano. a) El Ojón; Manuel Ignacio Romero y Manuel Moscoso, por pedir la cantonización de Piñas. Unos cayeron en la celda y otros salvaron por no bajar al pueblo el día señalado.Piñas se levantó en armas y con Luis Escandón envió un ultimátum a Zaruma, indicando que si no libertaban a los detenidos, declaraban la guerra. Joaquín Mosquera tenía un cañón que usaba para las fiestas, le llenó la boca de pólvora y consiguió hacer un estruendo grande. A esta joya colonial llamaban "bocón" y lo colocaron en un recodo del camino a Zaruma disparando una buena cantidad de tal elemento.Los presos fueron liberados y la paz se reinició entre ambas localidades porque los vecinos de Zaruma, al oír el estruendo, corrieron en pos de refugio, al monte, creyendo que el ataque de Piñas era una realidad y nadie en la confusión miró si efectivamente ingresaba la avanzada del ejército vecino por las empedradas calles del poblado.¡Bellos tiempos aquellos en que se luchaba por el adelanto y progreso y no por banderías políticas de menor cuantía!.

UN PRESBITERO MAS VIVO QUE OTRA COSAEl doctor Juan José Loayza desempeñó sucesivamente los Curatos de Ayupamba, Paccha y Piñas y fue un Presbítero de mucho entendimiento. Hijo del distinguido vecino de Piñas Dionisio Loayza, desde joven fue amigo del Doctor José María Plácido Caamaño, vecino del sitio de Moromoro y dueño de la histórica Hacienda Tenguel, cercana a la zona.El 1883 Loayza fue Senador de la República por el partido caamañista y desde esta época, su inseparable amigo y socio. En 1891, con su apoyo político, obtuvo del Juzgado Segundo Municipal de Zaruma, sentencia favorable a sus pretensiones y entró a gozar pro-indiviso del sitio Moromoro. Meses después le vendió al ex-Presidente de la República una enorme extensión de tierra, quizá en agradecimiento del servicio recibido, a pesar de la protesta de los vecinos.El 7 de Abril de 1895 y asustado por la gravedad del momento político y temiendo que una acción reinvindicatoria de los agricultores perjudicados con tan írrita sentencia, el doctor Loayza curó por lo sano; se adelantó a los acontecimientos, desprediéndose de otra gran zona en beneficio de las poblaciones de Piñas, Ayapamba y Paccha, para que sus vecinos —ricos y pobres— se apropiaran de pequeñas parcelas de no más de 10 cuadras respetando los derechos adquiridos por Caamaño, Loayza y otros propietarios de buena fe, abonando previamente la suma de dos sucres por cuadra a las iglesias de Piñas y Ayapamba, según los casos.Esta sabia medida anuló la venganza de los despojados restableciendo la concordia en la zona de Zaruma. Hacia 1916 estaba el Presbítero Loayza residiendo en Piñas, sumamente molesto por el reumatismo y para colmos medio paralítico. A su muerte el vecindario de Ayapamba trasladó los restos al pueblo, enterrándole bajo el Altar Mayor de la Iglesia Matriz, donde aún reposan.

LA MEMORIA DEL BACHILLER MARTÍNEZ DE LOAYZAEn 1793 la Real Audiencia de Quito designó a José Ricart para que visitara Zaruma y su zona estableciendo la importancia de sus vetas minerales. Dos años después falleció el comisionado en plenas funciones y, no habiendo otra persona capaz, se olvidó el asunto por muchos años.En 1811 apareció un informe a la Corona sobre "La Vista de la Real Villa de Zaruma y sus minerales por la parte sur" presentado por el Bachiller José Martínez de Loayza, graduado en la Universidad de San Marcos de Lima, previo estudios realizados en el Real Convictorio de San Carlos de dicha virreynal ciudad.En 1813 el mismo Bachiller solicitó a Fernando VII que le concediera la Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III y una pensión vitalicia por sus méritos, servicios y conocimientos desplegados en honor a la corona. Se desconoce cuál habrá sido el fin de esa gestión.

UNA PALMARIA EQUIVOCACIONQUE SE REPITE SIEMPREEn las Monografías Descriptivas del Cantón Piñas posteriores a 1908, en que se publica la de Manuel de Jesús Andrade, se repite el error de creer a un inexistente Bachiller Juan de Loayza, marido de Mónica de Castro, fundador del pueblo de La Merced de Piñas en 1811.OTROS DATOS SOBRE LA MERCED DE PIÑASCon la revolución liberal del 5 de Junio de 1895 Piñas pasó a ser Cantón de la Provincia de El Oro hasta que la Asamblea Constituyente de 1897, lo suprimió el 27 de Febrero. En 1940 el Congreso Nacional nuevamente lo creó en 8 de Noviembre de ese año.Los libros más antiguos de la Parroquia de La Merced de Piñas se inician en 1841 y pertenecen al antiguo poblado, continuándose sin interrupción hasta la presente. (1) En las Actas del Cabildo de Zaruma, sesión de Diciembre de 1845, se pide al Congreso Nacional reunido en Cuenca que se anexe Piñas a Zaruma, sacándolo de la jurisdicción de Paccha, porque "por odiosidades personales del Obispo de Cuenca Monseñor Cerrión y Marfil contra el Párroco de Zaruma, segregó dicho anexo, perjudicando al vecindario".

LOS PRESIDENTES POETASEl primer Presidente de Ecuador, General Juan José Flores, a pesar de la escasa instrucción recibida en su infancia, con el transcurso de los años llegó a escribir versos que se recopilaron y dieron a la publicidad en un pequeño volumen titulado "Ocios Poéticos"Conocemos la edición chilena de 1892, en pasta roja, con una introducción del joven escritor Víctor León Vivar, llena de eufemismos y dedicada a una de las hijas del autor; Vivar asegura que el libro no es excelente, porque el fuerte de Flores fue la espada y no la pluma, sin embargo de lo cual se atreve a pensar que “hay versos buenos, muy buenos" con lo que veladamente da a entender que también “hay versos malos, muy malos".Nosotros que hemos leído de cabo a rabo el ejemplar, nos damos por satisfechos, aunque Flores en algunas de sus producciones comete errores imperdonables y llega a extremos de lirismo ridículo como aquel de comparar en juego de palabra poco afortunado a Olmedo con Hornero. En otras estrofas cae en vulgarismo tales como el uso de frases castrenses como por ejemplo: "chorreando sangre", etc. El uso de la letra CH nunca ha sido aconsejable en materia poética.Sin embargo con este libro Juan José Flores inició la lista de los presidentes ecuatorianos que han cultivado el verso y la política, ¿Ocupaciones contradictorias e incompatibles?.

DESPUES DE FLORES, GARCIA MORENO

Rocafuerte escribió mucho y también fue orador notabilísimo pero no se han conocido poesías de su numen.Desde 1845 hasta 1860 ningún presidente ecuatoriano hizo versos. Roca comerció en productos del litoral exportándolos a México, Perú y Panamá. Ascázubi fue agricultor propietario en las provincias de León (Cotopaxi y Tungurahua) y Pichincha; Noboa le imitó en Guayas y vivió cómodamente con la herencia paterna. Urbina fue militar burócrata y pobre, y Robles también. A ninguno le dio por afinar la vena de la rima y seguir los pasos floreanos, hasta que surgió en el panorama político el doctor Gabriel García Moreno; éste sí, poeta de alto coturno para la diatriba, la burla y el insulto soez. En su primera época pasó por romántico empedernido y escribe letrillas a discreción siempre sobre temas amorosos. A Juanita Jijón y Vivanco, cuñada del entonces presidente Flores, la cortejó con insistencia y parecía que ella iba a corresponder este enamoramiento juvenil hasta que por infidencias de un compañero de aulas llamado Martín Ycaza Paredes, el joven poeta dejó de ser recibido en la casa presidencia.Producto de este estado anímico es la siguiente rima: IMientras sin amoresmi pecho existiófeliz y contentoel mundo me vio. IIHoy desventuradogime de dolorque ha querido el cieloque muera de amor...

LA OTRA CARA DE LA MONEDA POETICAPoco después García Moreno tuvo el placer de insultar a los Diputados de la Convención de 1845 que prefirieron a Roca sobre Olmedo para la presidencia de la República. A Juan Montalvo también atacó en un soneto titulado "El Cosmopollino", medio en español y en italiano, en que denigró del Cosmopolita ambateño comparándole con un asno.Tampoco salieron bien librados sus colegas poetas, ni la vecina de la esquina, fea con f mayúscula. Aquí van dos fragmentos de ambas composiciones. IQuiero hacer un soneto al claro día

y no me digan que es difícil cosaporque con ripios y rimar la prosano hay dificultad en la poesía ....IIA AureliaSi en sátira maligna revelaralos misterios, Aurelia,de tu vida;si yo dijera que tu linda carasolo es una pintura deslucida,si en tu alquilado pelo no alcanzaraa contar tus adonis, mi querida,me odiarías con razón, como a enemigo;mas, ¿por qué odiarme, cuando nada digo?

EL SIGUIENTE POETA ES FLORES JIJONDespués de la primera presidencia de García Moreno siguieron Carrión y Espinosa, ambos ilustrados y patriotas, pero ninguno escritor. Borrero y Veintemilla; el primero a veces tomaba la pluma, con poco éxito como periodista pero inmortalizándose como historiador al refutar al Padre redentorista Alfonso Berthe autor de una mentirosa biografía de García Moreno, escritas por datos proporcionados por Pablo Herrera; y el segundo nunca lo hizo por despreocupado, ya que talento le sobraba. Caamaño en cambio, moría porque las sociedades y academias de su tiempo le abriesen las puertas y no logro explicar cómo es que lo recibieron tantas, escritor no fue y si algo hizo, la mediocridad ha borrado sus huellas.Antonio Flores Jijón es el siguiente poeta de la lista. De él se conoce un Soneto escrito a la memoria de su sobrino Isidorito Barriga y Flores, muerto de 14 años, de tifoidea, hijo único de su hermana Josefina y de Manuel Felipe de Barriga Carcelén, heredero de los Marquesados de Solanda y de Villarocha. Este Soneto es fino aunque poco hilvanado; fue escrito con el sentimiento de quién ve partir a un ser querido en los albores de la pubertad, cuando todo parecía indicarle un futuro triunfal. Alfaro, enemigo implacable del autor, búrlase del soneto y de Antonio Flores en una de sus obras, titulada: "Ecuador: deuda Gordiana" cuya segunda y tercera edición conocemos y datan de 1896 y 1962, en ella se acusó al poeta por el poco cuidado que puso en el arreglo de la deuda de la independencia, llamada inglesa.Veamos el Soneto:

SONETO¿Cómo en la tierra columbrar su gloria?¿Pudo desearte más, mi amor materno?¿Son comparables a su bien eternolos puestos más conspicuos de la historia? Lloramos sí, no obstante, su memoriaolvida egoísta nuestro afecto tierno,¡Guay! Que triunfó del mundo y del avernosus blancas alas no manchó la escoria.Como se ve Don Antonio no estuvo inspirado aunque es muy humano que como tío del decesado haya tomado la lira para entonar un canto fúnebre.CORDERO CONTINUA LA POSTALuis Cordero sucedió a Flores Jijón en la presidencia y no lo hizo mal hasta que el vergonzoso incidente de la venta de la bandera, ejecutado por Caamaño a espaldas del primer mandatario y su gabinete, enervó a la oposición, precipitando los acontecimientos. Como poeta Cordero fue magistral, siendo su fuerte la sátira picante, burlona y alegre. Era todo un carácter; de él se cuentan numerosas anécdotas a cuál más graciosa y dicen que en cierta ocasión después de leer uno de aquellos desventurados mamotretos que hacia fines de siglo pasado se escribían en Cuenca en honor a la Virgen María, compuso una quintilla que dice así:

QUINTILLAMadre de mi Redentor,grave fue cada dolorde los siete que tuviste;pero el tener tal autores el octavo y más triste ...

DE CORDERO A BAQUERIZO MORENODespués de Cordero vino el General Eloy Alfaro, escritor a ratos pero nunca poeta. Lo sucedió el General Plaza, Lizardo García y Emilio Estrada que aunque patriotas y cultos no pasaron por poetas y a éstos, Alfredo Baquerizo Moreno, célebre por su buen decir como orador galano y por ello fue apodado "Pico de Oro".De Baquerizo son algunas célebres frases que el Presidente pronunció en sus Mensajes; con motivo del abrazo que dio al presidente colombiano en el puente de Rumichaca, que separa ambas fronteras, dijo: "Un puente más, un abismo menos", indicando que toda discordia quedaba zanjada. Error craso, porque al año, los paisas del norte, en secreto, cedían al Perú mediante el Tratado Salomón-Lozano, los 116.000 kilómetros que tan cándidamente les obsequiaremos en tiempo del General Plaza.Otras Frases: Cuando el poeta y periodista revolucionario Doctor Clotario Paz se rindió a las fuerzas del gobierno. Baquerizo recalcó el hecho diciendo: "Cayó Paz para que la paz impere". Muy bonito, ¿no?.

Igualmente cierto Mensaje al Congreso Nacional reunido en Quito, lo terminó con broche de oro con las siguientes palabras: "Habló Bolívar y se terminó el Mensaje".

SORPRESA: EL DR. TAMAYO TAMBIEN FUE POETAEl siguiente presidente es José Luis Tamayo, abogado como el anterior y de quien no se conocía que hubiera escrito poesías; mas, por casualidad, buscando por allí en una biblioteca, me topé con un poema de no menos de 100 versos dedicado a la memoria de Vicente de Piedrahita, con motivo de su asesinato en la Hacienda Palestina, allá por 1878; versos escritos cuando el autor era joven y estudiaba en la Universidad. Va un fragmento, quizá el mejorcito, del exordio, donde se trata del asesinato del Arzobispo Checa y Barba, punto de partida de sus lamentos a Vicente de Piedrahita.

LA PATRIA A PIEDRAHITAEl negro crimen sus funestas alassobre la Patria extiende,fatídico en su furia el vuelo emprendey penetra sacrilegio al santuario;la copa santa llenadel tósigo mortal, monstruo nefandolo hace apurar al sacerdote santo . . .Ya vil el dardo de calumnia asestaal noble pecho del pastor sin mancha:abriendo tumbas, provocando llantoen festines de sangre se recreade sangre ilustre, que con ansia husmea ..Eso de husmea sonó bien con recrea, pero en cambio no es muy poético que se diga.

EL SIGUIENTE ES ARROYO DEL RIOEn este Presidente encontramos más que al poeta al orador de fuste, de verbo grave y elegante, a lo Donoso Cortés y no a lo Castelar, como ocurre con Velasco Ibarra; sin embargo como poeta, Arroyo del Río tiene numerosas composiciones, unas buenas y otras regulares, en donde campean frases hechas como "Búcaro de Flores" y otras por estilo. Definitivamente Arroyo del Río pudo ser un gran poeta si lo hubiera querido pero lo mató su ansia de poder y se perdió por los caminos de la política.A la misma escuela de oratoria se pertenece Arroyo y Trujillo, ambos famosos por la palabra; de éste último aún se recuerda su improvisación en Cuenca, cuando requerido para hablar, lo hizo por más de una hora sobre el difícil tema: Cuenca, ciudad de la Paz. Yo escuché una vez al doctor Arroyo del Río en su discurso sobre Baquerizo y Tamayo y se sucedían a cada paso tantas figuras literarias enlazadas por la finura de su lenguaje sutil y armonioso, que el auditorio permaneció embelesado por más de una hora. En cada párrafo Arroyo del Río utilizaba el sistema de las comparaciones entre dos opciones hasta llegar a la figura mayor, cumbre, que servía para volver a iniciar este hermoso juego, sí, muy hermoso, pero solo un juego de palabras, pues Arroyo del Río no conocía mucha historia del Ecuador. Ni trató de explicar en su discurso ningún tema de fondo, todo era forma no más.

¿ Y DE LOS ACTUALES. QUE?Del doctor Ponce Enríquez nada conozco en materia poética. Igual cosa me ocurre con el actual primer mandatario (1) y creo que los Doctores Carlos Julio y Otto Arosemena, así como Clemente Yerovi nunca han versificado, aunque todavía es tiempo por aquello que nunca es tarde cuando la dicha es buena, con lo que cierro esta Crónica añorando que el más ilustre poeta ecuatoriano de todos los tiempos. Olmedo, no haya podido llegar a la primera magistratura en 1845, lo que me habría dado mucho más material para este escrito. (1) Dr. José María Velasco Ibarra, artículo escrito y publicado en 1969; nota del autor.

LOS PRIMOS URDANETA

El 12 de abril de 1830 se instaló en la Villa del Rosario de Cúcuta, el Congreso Nacional de la Gran Colombia, llamado Congreso Admirable por la calidad moral e intelectual de sus componentes. El Libertador concurrió al acto de instalación -que fue solemnísimo- y pronunció un emocionado discurso renunciando a la presidencia de la República y devolviendo a tan ilustre corporación los plenos poderes de que se había investido como dictador.Entonces la Asamblea eligió sus dignatarios: Presidente y Vicepresidente del Congreso resultaron el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre y el Obispo de Santa Marta doctor José María Estévez. Bolívar se retiraba impopular y viendo que se avecinaba una gran tragedia sobre los pueblos que había liberado, pues el General José Antonio Páez, por intermedio de los diputados venezolanos, trataba de obtener la independencia del Distrito Norte de la Gran Colombia. El General Joaquín Posada Gutiérrez relata en sus «Memorias» que cierto día, paseando con Bolívar, este le dijo refiriéndose a un riachuelo que serpenteaba por las campiñas de Bogotá:- ¿Cuánto tiempo tardarán estas aguas en confundirse con las del inmenso océano, como se confunde el hombre con la podredumbre del sepulcro de donde nació? Una gran parte se evapora y se utiliza, como la gran gloria humana, como la fama. ¿No es verdad? Y apretando— las sienes exclamó a gritos:-¡Mi gloria! ¡Mi gloria! ¿Por qué me la arrebatan? ¿Por qué me calumnian? ¡Páez! ¡Páez!.

DISOLUCION DE LA GRAN COLOMBIAY mientras el Congreso discutía la nueva Constitución, el General Juan Nepomuceno Moreno proclamaba en Casanare a Páez, Presidente del nuevo estado libre de Venezuela, desmembrando el territorio de Colombia la Grande.El 4 de Mayo de 1830 Sucre hizo elegir a Joaquín Mosquera y Arboleda y al General Domingo Caicedo y Santamaría, Presidente y Vicepresidente de la República, por ser adictos al partido bolivariano.El primero estaba residiendo en Popayán su ciudad natal y demoró hasta el 13 de Junio en asumir tan altas funciones, gobernando interinamente Caicedo.El 8 de mayo había salido Bolívar de Bogotá con dirección a Santa Marta en medio de un minúsculo concurso de personalidades, porque no deseaba que su retiro ocasionare problemas al gobierno. Tenía intenciones de viajar a Europa y radicar definitivamente en Francia o Inglaterra; sin embargo, la enfermedad que minaba su organismo le impidió realizar tal propósito, teniendo que descansar en Santa Marta al pie del mar Caribe.En cambio, Sucre, había viajado al sur a restablecer el orden porque recibió aviso que el Intendente del Distrito Sur de la Gran Colombia General Juan José Flores, el 31 de mayo había segregado estos territorios, convocando a elecciones generales para designar Diputados a la Convención Nacional que lo reafirmara en el desempeño de sus funciones, ahora como Presidente del nuevo estado. Sucre estaba seguro de que con su sola presencia en Quito volverían las cosas a su anterior estado pues tenía enorme ascendiente sobre la población y contaba con el afectuoso recuerdo del ejército que le veneraba por haberlo comandado en la guerra de la Independencia de 1821 y 22 y luego en la campaña de 1829 contra el Perú. El 4 de Junio y mientras atravezaba las tupidas selvas de Berruecos, casi al llegar al antiguo pueblecito de Ventaquemada –entonces llamado La Unión- cayó acribillado por disparos de fusil efectuados por varios individuos que le habían estado acechando. Su cadáver no fue despojado y quedó expuesto por varias horas hasta que manos amigas lo recogieron para darle cristiana sepultura.Este crímen dejó a Bolívar sin su lugarteniente y a la Gran Colombia huérfana de defensores y a merced de los ambiciosos del sur.

REVOLUCION DEL GENERAL RAFAEL URDANETAJoaquín Mosquera y Arboleda era un varón de hermosas prendas personales y hubiera podido conducir a Colombia por caminos de orden y austeridad, de no haber sido por los elementos negativos que encontró al asumir su gobierno. Por una parte, el ejército, dirigido por caudillos ambiciosos y recién liberados de la férrea disciplina de Bolívar; por otra, un país empobrecido por contínuas guerras y revoluciones y endeudado en el exterior. Sin embargo, con una constitución eficaz y gente honesta, Mosquera inició su gobierno con fortuna, hasta que el Coronel Florencio Jiménez se alzó con el batallón Callao, compuesto de soldados venezolanos, que derrotaron a las fuerzas leales en la Sabana de Bogotá y pusieron sitio a la capital, solicitando cambios y reformas.

Mosquera designó un gabinete militar y confió la cartera de guerra al General Rafael Urdaneta, que lo traicionó el 2 de Septiembre y se hizo proclamar Depositario del Mando Supremo en ausencia del Libertador Bolívar. Dos días después salían de Bogotá Mosquera y Caicedo con dirección a los Estados Unidos y a sus haciendas, respectivamente.Los leales y los revolucionarios nombraron comisiones que por separado viajaron a Santa Marta, a proponerle a Bolívar que reasumiera los poderes con el título de Dictador. El libertador estaba postrado en cama y tan débil que ni siquiera tuvo fuerzas para leer de corrido un par de páginas. A todos agradeció emocionado y entristecido; a un amigo escribió «No espero salud para la Patria ...»El 1o. de diciembre de ese año se agravaron sus dolencias y el 6 fue trasladado a una quinta cercana llamada «San Pedro Alejandrino» de propiedad del español Joaquín Mier y Benites, donde agonizó hasta el 16, en que murió a la una de la tarde rodeado de numerosos amigos, habiendo hecho testamento y ordenando que los papeles de su propiedad , que tenía el señor Pavageau, fueren quemados, para evitar que la mala fe e infamia de los que le habían perseguido, fuera conocida por el mundo. Así se perdieron muchísimos documentos que habrían hecho luz sobre importantes episodios de nuestra independencia.

INTRIGAS DE URDANETA, FLORES Y OBANDOY a la par que estos sucesos ocurrían en Colombia. Flores aprovechó la revolución de Urdaneta y conquistó para Ecuador el puerto de Buenaventura, mediante una expedición armada en la balandra La Rosa y dirigida por él Coronel Francisco García y el Capitán Manuel de Jesús Zamora, que arribaron el 29 de Agosto de ese año y tras corto tiroteo la anexaron a nuestro territorio, procediendo, poco tiempo después a aumentar la zona de influencia de Flores con otras poblaciones menores.Urdaneta sostuvo una cruenta lucha con el partido santandereano que dirigían los generales José María Obando e Hilario López, levantados en armas en el sur y fortalecidos por numerosos descontentos que llegaron hasta Popayán, tierra del depuesto

presidente Mosquera. Por eso, Urdaneta, no teniendo tiempo ni tranquilidad para preocuparse de Flores, llamó en su auxilio a su primo el General Luis Urdaneta, conocido en Ecuador por haber actuado en Guayaquil durante la revolución del 9 de octubre de 1820 y luego en la campaña libertadora de 1820 a 1822, y le solicitó que viajara a ese puerto, con instrucciones de insurreccionar la plaza contra Flores, para debilitar su poder y obligarle a olvidar la guerra de conquistas territoriales que ejecutaba.Flores ya había anexado la provincia de Pasto, aprovechando que Obando la desocupó para fortificarse en Popayán contra el avance de Rafael Urdaneta.

REVOLUCION DEL GENERAL LUIS URDANETAUrdaneta arribó a fines de Septiembre de 1830 a Guayaquil y en Octubre realizó los contactos necesarios para el golpe de estado que preparaba contra Flores, recién electo Presidente de Ecuador. El 28 de Noviembre sublevó en Samborondón al Batallón Cauca y al escuadrón Cedeño. El 2 de Diciembre a las guarniciones de Loja, el 6 las de Cuenca y el 14 al batallón Girardot que está acantonado en Guayaquil, quedando una gran porción del territorio nacional en su poder.Urdaneta era activo y aventurero, capaz de cualquier acción buena y -por qué no decirlo- también mala. Se hizo fuerte en Guayaquil y designó a Vicente Ramón Roca, Jefe de Policía; a José María Villamil, Comandante de Armas y a Juan lllingworth. Comandante General de la Marina.El 24 de Diciembre -víspera de Navidad- se emocionó con la fecha y lanzó una proclama dirigida a los granaderos de a caballo de la ciudad, y como no conocía que el Libertador había fallecido, indicando que su viaje lo había hecho para ponerse al frente de los habitantes de estos territorios y enarbolar el estandarte regenerador de Bolívar.Mientras tanto los Generales Obando y López el 29 de Octubre habían proclamado la anexión condicional de Popayán al Ecuador con el solapado pretexto de atraer a Flores y a su ejército al partido santandereano, en contra del presidente Rafael Urdaneta a quién combatían y en Quito, el 9 de Diciembre, los Generales José María Sáenz, Vicente Aguirre e Isidro Barriga sublevaron al batallón Granaderos; pero al día siguiente Barriga regresó al cuartel donde estaban los revoltosos y los apaciguó, volviendo todo a la normalidad.El 17 de Diciembre Flores regresó a Quito y aceptó alborozado la anexión condicional de Popayán, aprestándose a enfrentar al General Luis Urdaneta que desde Guayaquil preparaba una marcha sobre Quito, mas, el General Sáenz volvió a las andadas y sublevó al batallón Granaderos No. 2, siendo derrotado en Ibarra por fuerzas leales al régimen de Flores y así terminó su revolución.

CAMPAÑA DE FLORES Y URDANETAPacificado el norte de Quito, Flores bajó a Latacunga donde lo esperaba Luis Urdaneta con un numeroso ejército. Flores, conociendo la superioridad de su enemigo, le propuso un avenimiento, nombrando las partes a varios agentes oficiosos. Por Flores intervinieron Modesto Larrea Jijón, José Félix Valdivieso y el General Isidoro Barriga de Castro. Por Urdaneta, y Carlos Acevedo, Ambrosio Dávalos y el General Cervelión Urbina, transcurrió algún tiempo en inútiles parlamentos, los agentes iban y venían sin obtener resultados. Flores aprovechó el tiempo que corría para engrosar sus filas con nuevos contingentes de Quito, mientras Urdaneta aumentaba su ejército con las reservas que había solicitado a Guayaquil.Mientras tanto una carta del presidente Urdaneta a su revoltoso primo, interceptada en Colombia por Obando y entregada a tiempo a Flores, vino a ocasionar el desbande de las tropas guayaquileñas, que se enteraron del fallecimiento de Bolívar y perdidas las esperanzas de ser nuevamente gobernados por el Libertador, regresaron a sus casas; Luis Urdaneta quedó solo y antes de caer prisionero abandonó el campo y regresó al puerto, embarcando con destino a Panamá, dónde poco después murió fusilado por inquieto y revoltoso. Así termino su revolución, que bien pudo llevarlo al poder si hubiera sido más arrojado y menos diplomático; pues de haber presentado combate seguramente habría triunfado por la superioridad numérica de sus fuerzas, pero la suerte quiso que no ocurriera así, sellándose el inicio de 15 años de tiranía floreana.

LOS TRES DESEOSAl declarse en 1859 el bloqueo peruano de Guayaquil, por parte de la armada del almirante Mariátegui, nuestros bisabuelos pusieron pies en polvorosa. Unos se fueron a Daule, otros a Baba, los que pudieron a Yaguachi, no pocos a Santa Elena y solo quedaron las autoridades, los pobres de solemnidad y aquellos que por viejos no podían moverse. Se temía para cualquier momento el bombardeo y consiguiente incendio general de la urbe, toda ella de casas de madera y caña con techos combustibles, como yesca en espera de una llama. Era Gobernador de la Provincia, José María Carbo Noboa, recién casado en segundas nupcias con su cuñada Estébana Amador y Sotomayor y Luna, con quien vivía en una cómoda mansión de Las Peñas, junto a sus hijas del primer matrimonio Angela y Manuela, ya señoritas, de Carmen, niña de siete años y de sus hijos José María y Esteban.El Gobernador era hombre previsivo y decidió mandar a las mujeres a donde su madre, para evitarles cualquier desagradable incidente que pudiera ocurrirles si continuaban a su lado, quedándose únicamente con los varones. Nadie podía predecir qué pasaría en Guayaquil, indefensa y a manos de los peruanos.Así pues, las chicas y su madrastra y tía se cambiaron a donde la abuelita Josefa Noboa Arteta viuda del Cor. José Carbo Unzueta, ya entradita en años, pero muy alegre y activa, que tocaba el clavicordio y gustaba de las tertulias con baile y soconusco, chocolate que se brindaba en las noches guayaquileñas de antaño, batido con canela, vainilla y granos de café. Doña Josefa habitaba su casa propia de la esquina del Malecón y Roca con sus hijos solteros Pedro y Pancho, su hija Juana, viuda del coronel José María de Piedrahita y sus nietos Vicente y Enriqueta Piedrahita Carbo. Los demás hijos de Doña Josefa, o "Mama Noboa" como cariñosamente le decían sus nietos, estaban fuera de la ciudad o tenía domicilio aparte y eran:El gobernador José María Carbo Noboa, como ya se vio, estaba en las Peñas. Tomasa vivía en Malecón y Sucre, casada con su tío el ex - presidente Diego Noboa. Mariana con su marido y primo hermano el Dr. Ignacio Noboa, en una hacienda en Daule. Manuel casado con Mariana Plaza del Campo era propietario en Ciuda-nueva. Ignacio viajaba por Europa y Vicente en Quito, casado con Isabel de Gangotena, administraba un negocio propio de lozas, porcelanas, cristales y conservas. Tal era, en 1859, la extensa familia Carbo Noboa, hijos de la "Mama Noboa" de nuestro cuento.Así pues, una noche de luna y reunidos hijas y nietos de la Mama en alegre tertulia familiar con un cielo estrellado que invitaba al romance, bailaron lánguidos compases tropicales, hablaron mal del general Urbina, al que no perdonaban la prisión al Presidente y tío Diego Noboa de 1852, trataron sobre el bloqueo peruano y sus peligros, alguna de ellas cantó una habanera, otra se sentó al piano y al clavicordio y a eso de las ocho, cuando ya desmayaban los candiles, los primos Vicente Piedrahita Carbo y Cornelio E. Vernaza Carbo, jóvenes y espigados poetas románticos, se fijaron en sus primas hermanas Etelvina, Isabel, Mercedes y Ana Carbo Plaza, a cual más bonita, siendo Etetvina la más inteligente y para colmos poetisa.Entonces una voz femenina y coqueta pidió a los presentes que compusieran versos, expresando su más grande deseo. Piedrahita aprovechó el momento y sentado en el corredor de toldas al lado de Etelvina, la, tomó de la mano y dijo: "Quisiera ser una flor nacida / entre las flores de un jardín ameno / Verme por tí, del tallo desprendida / y marchitarme sobre tu albo seno".Se produjo un silencio comprometedor ante tal declaración de amor, pero nadie imaginó la reacción de Vernaza, que sentándose ante su prima y también tomándole la mano dijo: "Si fuera un pensamiento audaz, profundo / que conmoviera el orbe en un instante / desdeñaría de ocupar el mundo / Por ocupar tu corazón amante".Mas Etelvina, virginal belleza, fijándoles sus claros ojos, respondió / "Un rayo para Urbina / Que acabe con su historia / De nuestra cara Patria / La espléndida victoria / y acaso si pudieren/Acuérdense de mí".La "Mama Noboa" murió de vejez en el garcianismo y su espléndida mansión, que hasta tenía jardín y patio, fue heredada por su hijo Manuel y luego por sus nietos los Carbo Plaza. De éstos fue Mercedes la última en morir y la dejó por testamento a la Junta de Beneficencia de Señoras, qué la vendió a un señor Granja para construir con ese dinero el Colegio de la Sagrada Familia al sur de la ciudad, donde aún funciona. En cambio, ahora se levanta sobre el histórico solar de la "Mama", en la esquina de Malecón y Roca, un gran edificio de cemento armado y nada, ni siquiera una simple placa de bronce, recuerda que en ese sitio vivió don Pedro Carbo, que allí se realizaron históricas tertulias, bailes familiares y recitaron sus requiebros y deseos numerosos poetas (1).Etelvina murió soltera, con fama de poetisa y publicando poemas Sus primos Piedrahita y Vernaza aspiraron a la presidencia de la República por varias ocasiones, pero la mala estrella lo impidió. Ambos la amaron, conmovidos por su hermosura y por su estro poético, tan heroico y triste, tan del gusto romántico de entonces. ¿Por qué Etelvina no se decidió por ninguno? ¿Por qué los dejó pasar tan a la ligera? Misterios de su corazón femenino, misterios de la época.

(1) Cuando arribó a Guayaquil en 1843 el poeta español Bretón de los Herreros, fue agasajado en esa casa por Piedrahita, que le preparó una velada informal de la que aún se guarda el recuerdo.

MANIOBRAS POLITICAS EN 1849

El 6 de Marzo de 1845 Guayaquil se levantó contra el régimen del General Juan José Flores y designó un Gobierno Provisional compuesto por el doctor José Joaquín de Olmedo y los señores Vicente Ramón Roca y Diego Noboa. La situación política se presenta incierta porque el Presidente Flores tenía suficientes hombres y recursos para defenderse de los marcistas; los acontecimientos posteriores provocaron un arreglo o convenio que la historia conoce con el nombre de "Tratado de la Virginia" por haberse suscrito en la hacienda de dicho nombre, cerca de Babahoyo, actual Provincia de Los Ríos.

Merced a este pacto Flores abandonó el territorio ecuatoriano y libre ya de este impedimento, el Gobierno Provisorio de Guayaquil convocó la IV Convención Nacional (unicameral) que inició sus sesiones el 3 de Octubre en Cuenca, contando con ilustres personalidades de la patria. Los doctores Pablo Merino y Ortega y Vicente Rocafuerte fueron electos Presidentes de la Convención; la Vicepresidencia fue cubierta por el doctor José Miguel Carrión y Valdivieso, que llegará a ser Obispo de Botrén y Auxiliar de la Arquidiócesis de Quito; actuaron en la Secretaría los doctores Manuel Bustamante y Francisco J. Montalvo, hermano mayor de Juan Montalvo.

Hasta el 7 de febrero del año siguiente continuó la Convención sesionando y desde el 23 de Octubre dedicó sus actividades a la elección presidencial, que a la postre y luego de muchas votaciones recayó en la persona de Vicente Ramón Roca. El otro candidato era Olmedo, auspiciado por un núcleo de Convencionales de tinte liberal, en contraposición con los partidarios de Roca, conservadores. Vicepresidente resultó elegido Manuel Ascázubi y Matheu.

Posteriormente a la administración de Roca se la acusó de comprometer el crédito externo con arreglos perjudiciales en la deuda inglesa y de estar involucrada en el empréstito de la Casa Comercial Pedro Comroy, de Lima. Roca era un hombre sagaz y ducho en política, que había actuado como Diputado gobiernista en las Convenciones y Congresos anteriores; sabía desarrollar ideas, planificaba y contaba con la ayuda incondicional de los exportadores de la costa y los terratenientes de la sierra, cansados de los abusos del régimen extranjerizante y explotador de Flores y sus amigos militares, y temerosos de las innovaciones que pudieran practicar los más exaltados liberales.

En estas condiciones llegó el año de 1849 y aparecieron nuevos candidatos para ocupar la primera magistratura nacional. Los nombres de Olmedo y Rocafuerte ya no se mencionaban pues ambos habían fallecido en Guayaquil y Lima; había que llenar la vacante de Roca con una figura de primera magnitud.

Pedro Moncayo se presentó como antifloreano decidido, de los que nunca pactaron con el dictador, además tenía a su haber una hoja de conducta intachable; en 1833 fue perseguido y luego expulsado por liberal y como redactor de "El Quiteño Libre" salvó de morir casi de milagro, luego fue un "Chihuahua" de los de Puna.

Benigno Malo fue presentado por los cuencanos. Elemento liberal, moderado, antifloreano en la segunda administración, de vida correcta y ajustada a la moral. Pero siendo pocos los congresistas morlacos tuvo que contentarse con plegar a otro candidato más fuerte, el doctor Pablo Merino, abogado guayaquileño de origen riobambeño, y le propuso la candidatura; pero viendo que éste no tenía mayor apoyo y se retiraba voluntariamente de la palestra, quedaron los cuencanos sin candidato y a la expectativa de lo que decidieran los grupos quiteños y guayaquileños que, por su número, serían los que inclinarían la balanza en las votaciones finales.

Los quiteños esgrimían dos nombres: José Modesto Larrea y Jijón y Manuel de Ascázubi y Matheus, ambos de la primera distinción española por pertenecer a las Casas de los Marqueses de San José y de Maenza respectivamente. Larrea el más rico, pero tiene en su contra el floreanismo de que le acusan sus enemigos y el haberse comprometido en forma indirecta en la matanza de Hall, Conde, Echanique y otros más en el aciago año de 1832, cuando desempeñaba la Presidencia de la República interinamente por ausencia del titular General Flores. El segundo era menos popular porque como la independencia acarreó a la familia Ascázubi muchos años de persecuciones que arruinaron su patrimonio, tuvo Don Manuel que encargarse de restaurarlo con su trabajo, alejándose por largas temporadas de Quito.

En 1849 Ascázubi ejercía la Vicepresidencia y en Guayaquil sonaban los nombres del General Antonio Elizalde y Lamar y de Diego Noboa Arteta. El primero, de los vencedores en Pichincha y Ayacucho, donde le cupo la gloria de ser el portador de las banderas españolas tomadas en la acción, que el Congreso Peruano remitió al Libertador Bolívar. Como político era moderado y liberal, en contraposición a Noboa, tenido por conservador. Elizalde era áspero de carácter por su ancestro vasco - navarro y poco dúctil ante los demás. Noboa era hombre de mucho prestigio por representar un extenso núcleo económico, experto en materia política y estaba lleno de ambición. En esta situación se reunió el Congreso Ordinario en Quito el 16 de Septiembre de 1849 y los guayaquileños y quiteños midieron sus fuerzas. En el Senado triunfó Quito con José Modesto Larrea, electo Presidente de dicha Cámara. El doctor Francisco Marcos y Crespo, antiguo floreano volteado poco después del 6 de Marzo, abogado y guayaquileño, ocupó la Vicepresidencia, equilibrando las fuerzas; en cambio, en la Cámara baja o de Diputados, donde los integrantes eran jóvenes y liberales, el triunfo fue del General José María Urbina, quiteño electo Presidente, con el doctor Antonio Muñoz natural de Cuenca, en la Vicepresidencia.

Al iniciarse los primeros tanteos pre-electorales y estando aún vivo el recuerdo del militarismo extranjero de Flores y todas sus fatídicas consecuencias para el país, los Congresistas quiteños se resistían a aceptar la candidatura de otro militar, el General Antonio Elizalde Lamar, liberal guayaquileño, y no pudiendo apoyar a ninguno de los dos candidatos quiteños, porque Larrea era tildado no sólo de floreano sino de cómplice y Ascázubi tenía en su contra todas las acusaciones que se le hacían al régimen de Roca, a la postre apoyaron a Noboa, con el secreto fin de prolongar la lucha presidencial con Elizalde y facilitar la ascensión al Poder del Vicepresidente Ascázubi.

La primera votación arrojó el siguiente resultado: Elizalde 24, Noboa 18, Merino 2 y Malo 1. Se concretó entre los dos primeros y ninguno obtuvo los 2/3 requeridos para el triunfo y como transcurrían los días y se aproximaba el 15 de octubre de 1849, fecha en que vencía el plazo que señalaba la Constitución para elegir el Presidente de la República, El Vicepresidente Ascázubi, que no había perdido las esperanzas de ocupar el solio presidencial, conspiró con su yerno el doctor José María Lasso para impedir que un guayaquileño fuera electo, contando con los Congresistas quiteños que habían firmado un pacto secreto —al decir del doctor Francisco X. Aguirre Abad— mediante el cual, se comprometían a mantener las votaciones casi empatadas, ya sea votando por Elizalde o por Noboa.

Así las cosas llegó la medianoche del 14 y en el escrutinio 105 Elizalde apenas aventajó con tres votos a Noboa. El resultado fue 24 a 21. Roca había dejado de ser Presidente y los legisladores encargaron el Poder Ejecutivo al Vicepresidente de la República, Manuel Ascázubi y Matheu, quien de inmediato dio a conocer el nuevo gabinete; en Hacienda, José Félix Valdivieso, y para lo Interior el doctor Benigno Malo.

¡Qué distinto habría sido para los intereses de Guayaquil y de la Patria si el señor Noboa, al no obtener mayoría en el Congreso, hubiera resignado su candidatura en homenaje a la mayoría que apoyaba a Elizalde; pero no lo hizo, prefiriendo que Ascázubi ascendiera en perjuicio de su contendor!.

1850 fue un año de gran trascendencia. Ascázubi oteaba en el horizonte político negros nubarrones, sobre todo en Guayaquil, donde el General Urbina era jefe militar. Ascázubi comprendía que se preparaba una revolución en su contra. A su despacho

llegaban denuncias, así pues, tanteó el panorama y se decidió a actuar; cambiaría la guarnición militar de la plaza poniendo gente de su confianza; mas, Urbina se le adelantó el 20 de febrero dando el golpe de estado. Entonces ofreció la Presidencia a Elizalde que la rechazó airado con una de sus consabidas rabietas, y como Urbina no se sentía fuerte como para afrontar solo la situación se decidió por Noboa, el otro candidato, quien aceptó inmediatamente su ayuda militar y trató de llegar a un acuerdo con Ascázubi, a la sazón en Quito.

Con fecha 4 de marzo Noboa le propuso la convocatoria de una Asamblea Constituyente y la separación del doctor Benigno Malo de la cartera del Interior, cosas que Ascázubi rechazó de plano; y viendo que no arribaba el gobierno a ningún acuerdo, los congresistas quiteños le retiraron su apoyo y entraron en conversaciones con los partidarios de Noboa, pues ambos grupos eran de la misma tendencia, llegando a un convenio a espaldas de Ascázubi, mediante el cual se entregarían los Cuarteles de Riobamba a Noboa y el 10 de junio le pronunciaron Jefe Supremo en Quito. Los cuencanos, algo atrasados de noticias, creyendo llegado el momento de la captación del poder, se pronunciaron por Elizalde el 15 del mismo mes. Ciertamente que Elizalde Lamar, por rama materna, estaba emparentado con numerosos azuayos y quizá tal vez este nexo de parentesco pudo captarle el auspicio de ellos; pero no es menos cierto que él debía ser el Presidente por simple mayoría de votos y por la popularidad que tenía en el país. Por ello fue que Manabí, Imbabura y Carchi también le proclamaron, y Ascázubi, ante la gravedad de los hechos, resignó el mando que en forma provisional detentaba desde octubre.

Quince días después, el 23 de julio, se celebró el "Tratado de la Florida" en el Recinto Petrillo, Cantón Daule, Provincia del Guayas, por el cual ambos contendores podían seguir dominando en las provincias que les había proclamado hasta tanto la Convención Nacional convocada para elegir Presidente, arrojase un resultado definitivo.

El 8 de diciembre se realizó la primera sesión y salieron nominados Presidente y Vicepresidente los noboistas, doctor Ramón de la Barrera y Pedro Carbo Noboa, sobrino de Don Diego. ¿Qué había sucedido?. Pues que estando Quito y Guayaquil con Noboa y únicamente Cuenca con Elizalde ya que las otras provincias elizaldistas como Manabí e Imbabura casi no contaban por su escasa población, Noboa triunfaba ampliamente sobre su opositor con 22 votos contra 2 de Elizalde, que no se resignó y se dirigió a Manabí donde esperaba encontrar apoyo, mientras en Cuenca se proclamaba la Jefatura Suprema de Jerónimo Carrión y en Ibarra el General Fernando Ayarza se alzaba contra Noboa. ¡Era la guerra civil! pero Ayarza fue derrotado en Tabacundo y Cuenca al saberlo, temiendo contribuir a la destrucción de la Patria, aceptó a Noboa, quedando Elizalde en Manabí sin esperanza de ayuda y por eso salió a Lima. Así finalizaba una etapa de malestar político en el Ecuador y Urbina comenzó a preparar desde Guayaquil su próxima ascensión al poder, como lo pronosticara Rocafuerte en 1835, cuando dijo: "Este mocillo tiene ambición y llegará lejos".

MAS COSTUMBRES DEL AYER

A las cuatro de la mañana las campanas alzaban el vuelo en los templos del Guayaquil de antaño llamando a "Misa de Madrugada". Media hora después las iglesias se llenaban de lavanderas, cocineras, personas pobres que solo tenían ropa ordinaria, señoras de rango con compromisos ilegítimos y, en fin, todo cristiano que no deseaba ser visto, concurría a esta temprana hora. Con el tiempo y ya por 1860 se generalizó la costumbre y era de postín madrugar, dando a los ladrones la oportunidad de saquear los domicilios porque el alba despunta a las seis.

Después de misa era de ver a las señoras cómo se repartían en diversos domicilios de parientes o amigas para desayunar los sabrosos "Chiricanos" de maíz y azúcar; las tortillas" de sal y algunas tazas de café "Piscano" en leche, con la consabida palanqueta, mollete, rosquete o tostada con mantequilla del "Morro" traída a lomo de burro y en balandras, desde la Península de Santa Elena.

LAS FAMOSAS GRANJERIAS

A golpe de siete de la mañana ya no quedaba una señora en la calle, porque habían regresado a sus casas a preparar exóticas pero útiles "granjerías". Esta cosía ropa para los niños, la otra surcía con singular maestría, la de acá bordaba en seda varios motivos europeos llegados de París. No faltaba la que cocinaba pan "de la vida" o "Guatemala" que hay que dejarlo laudar siquiera tres días para que crezca a punto; otra preparaba "Gollerías", como se conocía al maíz de guinea, pastelillos, empanadas, hayacas, champús, limones claveteados, dulces secos y de almíbar, chicha de jora, dulces azucarados de figuritas, caramelos, colaciones de nuez o de almendra, mazamorras, natillas, arroz con leche, biscochos nevados, huevitos de faldriquea, roscas, roscones nevados y galletas de diversos sabores. Otra granjería de fama era la confección de flores de papel y tela para adorno de interiores, de vestidos y tocados del cabello. Las muñecas de trapo también constituían quehaceres de toda noble matrona. A nadie se le ocurría visitar entre las horas de la mañana, eso era mal visto y constituía una interrupción.

OCUPACIONES SOCIALES DE ANTAÑO

La visita de etiqueta se recibía en la sala y si era de confianza en "la cuadra", como se conocía el cuarto de estar o en el de entrada. Comenzaban las visitas a las siete de la noche y no duraban más de hora y media; a las nueve todo el mundo se recogía a dormir. La damas salían con sus hijas mayores y una criada. Los caballeros solos o con las señoras. En "la cuadra" y el cuarto de estar siempre había una hamaca grande y central para dos señoras, la de casa y la que visitaba y a los lados tres o cuatro hamacas pequeñas, de pared, para el resto de la concurrencia. En la entrada los muebles eran de mimbre o esterilla y el corredor de acceso les prestaba mayor confianza. A la salida muchos saludos de despedida de parte y parte y una charla final al pie de la hamaca, que se prolongaba en la entrada y terminaba en la puerta, era la costumbre. Despedirse sin estas tres últimas conversaciones era muy mal visto por todos. Si el que abandonaba la casa era un caballero, la "niña" menor de la familia visitada corría al interior y salía con un frasco de cristal lleno de olor de tacón, esencia de bergamota, flores de lima, aromas del campo, jazmín de arabia y agua mil flores fabricado por Monsieur Montpelas en París, con el que rociaba el pañuelo o la solapa del saco del visitante. Sin este formulismo nadie bajaba de una casa que se preciaba de decente y honesta.

Años después vendrían al puerto mejores colonias, unas de Pinaud, otras de Burjois y la no menos famosa de la casa de Carón, popularizándose entre los ricos el "Soir de París" y "Avión" y entre los pobres "Noche silenciosa" y "Tabú", que cobró mala fama porque fue la preferida de las señoritas de calle adentro; pues su penetrante olor llamaba la atención en un radio de dos metros a la redonda, cuando menos.

JERARQUIAS SOCIALES EN LAS IGLESIAS

Antaño fueron escasos los templos de bancas; los feligreses se aguantaban de pie hasta el final. Desde 1650 fue usual que las damas pudientes hicieran cargar a la servidumbre de sus casas unas alfombras serranas, pesadas y feas que dentro de la iglesia extendían a sus pies para mayor comodidad. Esta costumbre fue suplantada en 1840 por otra que nos vino de la democrática Francia del Rey Luis Felipe I de Orleans. Se cambiaron las antiguas alfombras por unas nuevas, bellas, de colores, con flecos y muy livianas, que el caballero acompañante llevaba sobre el brazo izquierdo, bien doblada y con delicadeza. La cristiana señora tomaba el brazo derecho de él y se resguardaba del sol bajo la sombrilla que éste mantenía abierta. En fin, las parejas no podían ser más románticas. ¡Era la época!.

Hacia 1890 los reclinatorios se popularizaron y salieron novedosos modelos que se doblaban en dos y cuatro partes, formando unas cajitas mínimas. Los había de paja, esterilla, madera y bronce; sin embargo, ya eran muchas las señoras que tomaban asiento en las bancas junto a los hombres, cosa que escandalizó al principio pero que después, con el paso de los años, se volvió costumbre general bien aceptada.

FESTEJOS CLASICOS EN LA CIUDAD

El gusto por las corridas de toros solo disminuyó a mediados del pasado siglo porque en la colonia fueron pan de toda boda y no había motivo de alegría que escapara de esa celebración. Casi siempre se lidiaban los toros en la plaza de la Iglesia Matriz, hoy Catedral, donde se levantaban "Barreras" y un "templador" para favorecer a los nóveles toreros y a las "Mojigas" perseguidas. Se conocía con este nombre a los disfrazados con ropas chocantes y de colores que saltaban al ruedo a distraer al animal con arriesgadas piruetas y maromas.

Esos peligros eran cosa natural y sabida en las corridas de toros celebradas antaño y se las anunciaba con "el encierro" por las principales calles de Guayaquil con numeroso saldo de heridos y contusos.

La más famosa "Mojiga" de antaño se celebró en Cuenca en presencia de uno de los Académicos franceses venidos en la Misión Geodésica para medir un arco del cuadrante del meridiano terrestre. El 29 de agosto de 1737 se efectuó la primera corrida de varias programadas para cinco días y el Cirujano Juan Seniergues asistió a un palco con su amante Manuelita Quesada, cuencana que también mantenía amores con el noble Diego León y Román. Iniciados los festejos, el padre de la Quesada corrió al ruedo fingiendo trenzarse en duelo a espada con otro enmascarado, en medio de las chanzas de los presentes que sabían que todo era ficcción y burla; sin embargo, Seniergues, creyendo que en verdad se trataba de un combate, saltó la barrera, auxilió a su casi suegro y sacó en fuga al adversario.

Un hombre del pueblo llamado Manuel Velasco, mejor conocido como "Alcurruco" o "Perro – Viejo” le dio una pedrada en la mano y otros lo hirieron sin misericordia al grito de: "Viva el Rey", "Abajo el mal gobierno" y "Mueran los gabachos" en protesta contra la actitud de Seniergues, así como por la privanza que le dispensaba Matías Dávila y Orduña, Corregidor de Cuenca.

El pobre científico fue trasladado a la casa de su compañero Charles de La Condamine y luego de recibir los últimos sacramentos expiró tres días después en medio de atroces sufrimientos.

En otras ocasiones se aumentaba la distracción colocando muñecos de trapo de gran tamaño llamados "porfiados", para que los embistieran los toros. La banda de música de algún batallón también colaboraba con un "despeje" ejecutado por personas que corrían formando letreros con mixturas de papel picado o flores.

Por la noche eran las "vacas" y los "toros embobados" donde los quemados abundaban y los enamorados abusaban de la oscuridad con besitos y abrazos de subidos tonos.

CARRERAS A PIE Y A CABALLO

Todos los años los mayordomos de muchas haciendas se citaban en el Malecón de Guayaquil durante la semana del 9 de Octubre para realizar carreras de “caballos" en briosos corceles que preparaban con cuidado y esmero. Apostaban una caja de vino, un almuerzo para seis personas, un billete de a cinco sucres o un cóndor de oro. Hacia 1860 casi siempre ganaba el Mayordomo de "Cachan", hacienda de Agustín Barreiro, cercana a Babahoyo, y cuentan que llegó a tener hasta 20 caballos corredores de muy buena sangre.

Del Presidente Plácido Caamaño ose refiere que siendo joven por 1862, durante el verano y en noche de luna, desafió a un conocido profesor primario de apellido Antepara, a correr "de a pie" desde la casa de Gregorio Pareja hasta la de Luisa Sono viuda de Reina, por el Malecón. La apuesta pactada fue una caja de vino francés importado, que no era poca cosa en esos días, designándose un juez de partida y otro de llegada, cuatro cuadras adelante.

El público numeroso también jugó suertes y entre los presentes se cruzaron apuestas y no faltaban las señoritas que aplaudían desde las ventanas. Se dio la partida con un tiro de revólver y ambos corrieron iguales las dos primeras cuadras, tomando ventaja el profesor en la tercera, siendo igualado a pocos mtrs de la llegada por su contrincante, que faltando escasos dos mtrs y de un enorme salto ganó la prueba, poniendo sus pies en la señal marcada, al mismo tiempo que exclamaba: “Ganó Caamaño".. trampa, trampa.. gritó el contrincante, medio asfixiado del esfuerzo y las cosas hubieran pasado a mayores y quizá hasta se habrían lamentado incidentes si el juez de llegada no hubiera favorecido al pedagogo, por haber arribado igual que el joven Plácido.. a pesar de ser jorobado de doble jiba.

DANZAS Y CONTRADANZAS

Hacia 1850 en Guayaquil se almorzaba a las nueve de la mañana y merendaba a las cinco de la tarde. Los bailes eran pocos y casi siempre en casas particulares y plazas públicas y como no existían salones o restaurantes eran las fondas de chinos situadas en los bajos de la Municipalidad y con frente a la Plaza del Mercado, las que hacían más ventas. En la actual calle Elizalde había otras dos de propiedad de guayaquileños, donde se hospedaban los viajeros en tránsito. Por el Conchero y en el Barrio Villamil también funcionaban algunas de peor gusto y fama, atendidas por los balseros de la ría, casi siempre contrabandistas o enemistados con la ley por algún crimen.

"El café de la Democracia" fundado en los bajos de la casa de José Gabriel Peña era famoso por el café que vendía, servido por un chino de nombre Antonio, que dicen que tenía una fórmula mágica para prepararlo. El "Café de la Santa Rosa" y la "Balsa de Olivo" fueron sitios típicos de expendio de bebidas alcohólicas o alimenticias ( 1 ).En éste último, ubicado en la ría y frente a la vieja Tahona, fue célebre un español medio loco llamado Buenaventura Rambaud, cuya especialidad estribaba en recitar el mismo verso luego de beberse una tacita de café:De la imprenta los sellosde las tiendas las cambray,de los clérigos los cuellos . . .es difícil dar con ellospero, que los hay, los hay"¿Qué los hay, señor Rambaud?""Tontos, que me obsequien una taza de café".

Y se retiraba sonreído por tan feliz ocurrencia. El populacho, siempre imaginativo, creyó ver en su demencia una desilusión amorosa, por cuanto una rica señorita heredera de valiosas huertas de cacao le había negado su mano, años atrás.

CONCURSO DE VIRTUD Y LUEGO DE BELLEZA

Antaño se hacían Concursos de Virtud entre las señoritas porteñas más distinguidas por sus prendas personales y alta moralidad. El primero que recuerda nuestra historia local ocurrió en 1825 con ocasión de la llegada del Libertador Simón Bolívar después de la campaña de Perú. En esa fecha se seleccionaron tres hermosas guayacas que vistieron de amarillo, azul y rojo respectivamente en honor del tricolor colombiano: María Plaza del Campo, María de los Angeles Rico y Rocafuerte, después señora del Prócer de la Independencia General Thomas Charles Wright, y

(1) Y era usual que cuando se retiraban los balseros gritaban a su propietario:En el fondo de la marsuspiraba una guatusay en sus suspiros decíaOlivo café de tusa.

Y el buen hombre, oyendo tamaña mentira, salía al borde de la balsa gritando a su vez lo siguiente:En el fondo de la marsuspiraba un peje bagrey en sus suspiros decíaAnda grítale a tu madre ...Carmen Calderón y Garaycoa. La primera murió centenaria y soltera en 1904; la segunda falleció con numerosa prole aunque joven y la última, sin haber tomado estado civil, en Lima, de mediana edad. Mala suerte de las tres.

Se sabe que Mariquita Plaza le espetó a Bolívar los siguientes versos posiblemente de Olmedo luego de coronarlo con flores:

Cuando de Guayaquil, señor, marchasteEste pueblo de luto se vistióde pesares, señor, nos inundaste;las flores con tu ausencia, marchitastey el astro de luz se oscureció.Has vuelto. ¡Qué feliz es este día!Renace el pueblo, vuelve la alegría .. .

Bolívar contestó: "una diosa de Colombia me acaba de coronar y de sus manos recibo la enseña que fue el culto de mi vida". A María de los Angeles Rico le dijo: "Me estremezco al ver que un ángel corone a un hombre" y a Carmita Calderón: "De todas las glorias que me ha concedido 1a fortuna, la que más me abruma y enorgullece es la de haber sido coronado por tres ángeles del Guayas".

En 1907 el Concejo Cantonal eligió "Reina del Pueblo" a María Esther Lara, por su virtud, pobreza y honestidad, premiándola con honores y dinero. En 1919 fue electa Reina de Guayaquil Susana Arosemena, hoy viuda de Santistevan, con motivo del centenario del 9 de Octubre. En 1920 fue electa María Mercedes Ycaza Pareja. En 1930 El Telégrafo organizó el I Concurso Nacional de Belleza participando señoritas de casi todas las provincias del país. De finalistas quedaron las cuatro Miss Guayas: Blanche Yoder, Adalgisa Descalzi, mi mamá María Pimentel y Sara Chacón, que ganó el título y viajó a disputar el cetro mundial de la belleza en Long Island y desde ese año han sido tantos los concursos, que enumerarlos, sería crónica de muchos días.

MERCEDES MOLINA EN GUALAQUIZA

La viuda de Lorenzo Molina había tomado el estado religioso con el nombre de Sor Juana María y en 1866 llamó a su sobrina Mercedes de Jesús para que la ayudara a administrar una casa para niños huérfanos que tenía funcionando en su hogar de la calle Chimborazo entre Clemente Ballen y Diez de Agosto.

Mercedes contaba 39 años de edad y ayudó a su tía política en la dirección de dicha Casa de Beneficencia, en esas labores fue secundada por Francisca Vera de Ron, noble y abnegada dama babieca a quien la posteridad ha olvidado y que falleció a principios de siglo en casa de sus deudos los Elizalde Vera; vida de sacrificios, que colmaba el tiempo de ambas mujeres, proporcionándoles la paz y alegría que tanto habían deseado sus corazones: Contemplación interior y servicio a la comunidad. Parecía que nada nublaba el panorama espiritual de ambas cuando el Padre García, que conocía de sus sacrificios, mandó recado escrito al Padre Segura, confesor de Sor Mercedes, en que la solicitaba para la Misión del Río Gualaquiza en nuestro oriente, donde tenía urgencia de profesoras para trabajar con los indios jíbaros de la región, que se mantenían independientes y rebeldes a todo contacto.

El día de la partida las huerfanitas de la Casa lloraron amargamente pero fueron consoladas por Mercedes con dulces palabras. Francisca Vera de Ron contaba que ella había sido una de las consoladas, con las siguientes frases: "Panchita, cuando Dios pide un sacrificio y se conoce la voluntad divina, se lo ha de hacer con gusto y alegría y si conociera que su voluntad es que me quedase, lo haría con el mayor agrado ..."

GUALAQUIZA

La Misión del Río Gualaquiza se fundó a instancias de un modesto sacerdote español llamado Fray Antonio José Prieto, quien, deseoso de colonizar y evangelizar la región, se estableció a principios del Siglo XIX en tan inhóspitos parajes, descubriendo las ruinas de la Ciudad de Logroño, fundada por los conquistadores en el Siglo XVI y desbastada por los jíbaros poco tiempo después. En tales trabajos el Padre Prieto fue ayudado por el Dr. José Ignacio de Cortázar y Requena, Obispo de Cuenca, que lo auxilió con vituallas y hombres; pero, todo esfuerzo resultó vano, tragándose la selva sus trabajos y fue necesario que transcurrieran 50 años para que los Padres de la Compañía de Jesús se interesaran en el asunto, merced a repetidas súplicas del I y II Concilios Lateranenses Quitenses.

Hacia 1869 tres honestos y sacrificados pioneros habían refundado la Misión; se trataba de los Padres Domingo García – Bovo y Luis Pozzi, Italianos, y del Hermano Coadjutor Ramón García, ecuatoriano y hacia esos inhóspitos parajes se encaminó Mercedes Molina, quijote femenino de nuestra historia, decidida a pacificar a indios que ni siquiera conocía, sólo por el afán de convertirlos a la región de Cristo y una vez llegada en unión de dos huérfanas ayudantes, se instaló en una chocita que les tenían preparada y empezó a desempeñarse en la durísima tarea que el destino le ofrecía. Entenderse con indios salvajes no es labor de principiantes, pero ningún pan es duro y merced a las buenas maneras, un mundo de paciencia y algunos regalos, pobres pero atractivos, que habían llevado, pudo convencer a algunos. Pocos días después y previo el correspondiente bautizo comenzó la instrucción de la jibaría.

La Misión se componía por dicha época de seis soldados armados y un oficial de baja graduación que los comandaba, 15 jíbaros del sexo masculino, 21 del femenino y 32 niños. Las tribus de los alrededores se podían calificar de amistosas, eran de los ríos Chicano, Zamora, Pachicosa y Pachucuma, afluentes del Gualaquiza. La de Pachucuma, la más numerosa, estaba asentada cerca del famoso Pongo de Manseriche -pequeñas cascadas de aguas turbulentas donde dice la tradición que se hundieron las dos barcazas llenas de botín que traía de regreso a Sevilla de Oro el famosísimo Capitán Juan de Salinas- allí habitaban unos 400 jíbaros, las otras tres tribus eran menores y su población de ambos sexos no pasaba de 60 miembros cada. Todas muy celosas de su

independencia y por la falta de caminos y lo tupido de la selva no tenían contacto entre sí, aunque estaban en guerra con los jíbaros del río Napo.

Pocos meses pudo permanecer Mercedes al frente de la escuelita que había fundado para los jíbaros. A mediados de 1872 y cuando la labor estaba rindiendo sus primeros frutos una terrible epidemia de viruela empezó a diezmar a los colonos de Gualaquiza haciendo fácil presa de los indios que no tenían defensas naturales contra la enfermedad. El Obispo Remigio Estevez de Toral, de la Diócesis de Cuenca, sabedor del peligro en que se hallaba Gualaquiza, ordenó sin pérdida de tiempo que los pobladores se trasladen a Cuenca, donde podrían curarse con mayor facilidad.

PRIMEROS AÑOS DE LA ROSA DEL GUAYAS

Mercedes Molina nació en 1828 en Baba. Su hogar no era pobre en bienes de fortuna, pues poseía las comodidades necesarias para vivir con arreglo a la decencia y a la posición social que ocupaban. La desgracia, que nunca deja de acechar, vino a ponerle crespones de luto pocos meses después y a causa de repentina enfermedad moría el jefe de la familia dejando a sus hijos en la orfandad. Trasladados a Guayaquil, donde la vida era menos ruda que en el campo, la viuda compró solar y casa frente a la Iglesia de San Alejo en el Barrio del Conchero.

Tres eran los hermanos Molina y Ayala: Miguel, el mayor, fue agricultor, poseyó la hacienda "La Delicia", fue Síndico de la Iglesia de Yaguachi y falleció de avanzada edad el 4 de mayo de 1898. En su juventud tuvo una hija llamada Delfina Adriana de la que no se conocen mayores datos y luego contrajo nupcias con Gregoria Coronado, sin descendencia.

María, la segunda, falleció en Guayaquil en 1900; primero casó con Francisco Xavier del Castillo y luego con el Dr. Juan de Dios Castro. Con numerosos descendientes de estos dos matrimonios y de otra unión que también tuvo.

PRIMEROS AVATARES

Mercedes de Jesús crecía al cuidado de su madre que le enseñó lo concerniente a su sexo y condición. Entendía de bordado, costura y cocina, sabía leer y escribir, algo de gramática, las 4 reglas de aritmética, religión, urbanidad y sanas costumbres, sin descuidar la higiene. Era la época en que las mujeres solo aspiraban a ser hacendosas y serviciales.

La madre tampoco debía durar mucho en este mundo pues falleció en Guayaquil en 1837 dejando a sus hijos al cuidado de una hermana. Con este motivo los huérfanos y la tía Ayala regresaron a Baba donde ella vivía, pues solo había venido a Guayaquil a acompañar a la enferma.

Hacia 1844 Mercedes decidió volver a la ciudad, tenía 16 años cumplidos y una recia personalidad fraguada en la soledad y el dolor. Era toda una señorita y quería ver mundo y gentes. Con tal motivo escribió a Rosalía Aguirre de Olmos, señora muy amiga de la casa, para que la recibiera en su domicilio de Guayaquil. Vivieron cinco años en compañía y durante ese lapso Mercedes fue activa, diligente y dio ejemplo de conducta a los demás.

En 1849 y casi de 21 años abandonó a Doña Rosalía para vivir con su hermana María, que había comprado casa en la calle Chile, entre las de Clemente Ballen y 10 de Agosto, donde después se hospedarían dos flores de santidad: Narcisa de Jesús Martillo Moran y Jesús Caballero, vivían en el cañón del edificio; el vulgo, que raras veces se equivoca, decía que era "La casa de las Beatas".

Hacia 1849 Mercedes era una "bella y gentil damita" de 21 años y cómo su virtud se apreciaba y su familia también, no le faltaban pretendientes que aspiraban su mano y uno de los Aguirre acercóse a la casa con halagos y promesas y fue bien recibido. En tal trance Mercedes iba a aceptarlo cuando sintió el llamado que la alejaba del matrimonio, sufrió una crisis moral y decidió abandonar el mundo de gala que la rodeaba para servir únicamente a Dios. Eso le sucedió un día cuando arrodillada frente a un crucifijo de madera que tenía en su dormitorio, “vio” en trance místico “la candente mirada de Cristo que la incitaba al sacrificio de su persona".

Estaba en tal indecisión cuando tuvo que viajar a la hacienda materna por asuntos de negocios. Allí le ocurrió la segunda experiencia mística de su vida; pues en unión de su hermana y de la señora que iba a ser su suegra, cabalgaban junto a otras damas por las orillas del río y en un instante cayó al suelo sufriendo la rotura del brazo izquierdo. Largos fueron los días de convalecencia en cama y en esas horas de tedio hizo varios exámenes de conciencia y resolvió romper su compromiso ante las miraditas maliciosas de sus amigas que imaginaban otros motivos.

Sola y sin compromiso Mercedes optó por recluirse en un alejado cuarto de la casa .del que solo salía a oír misa. Su tiempo lo dedicaba a sus sobrinitas las Vergara Molina, hijas de Ramón Vergara y de su hermana María. Una de ellas: Virginia, entrará en Cuenca a la orden del Carmelo y recién falleció hace poco.

Mercedes sufría ardientes arrebatos de misticismo y hasta dicen que después su cuerpo se suspendía en el aire emanando una luz embriagadora. Tenía continuas visiones y éxtasis que la alejaban del mundo y de la agitación política que reinaba en el ambiente ecuatoriano. Recibía diariamente la comunión y sus pasos eran guiados por sacerdotes como el Canónigo Pedro Pablo Carbó y Briones, al que abandonó porque la trataba con suma delicadeza sin permitirle hacer penitencias rigurosas, luego tuvo al Padre Vicente Pastor que al poco tiempo viajó a cumplir funciones a Cuenca, después pasó a cargo del Padre Amadeo Millán y por último trató como confesor y guía espiritual al Padre Domingo García Bovo, de la Orden de los Jesuitas. (1)

Por aquel tiempo Mercedes se sentía tan ligada a Jesús que empezó a usar su nombre unido al de ella. Mercedes de Jesús fue el resultado. Una niña contaba que a pedido de Mercedes tuvo que grabar (tatuar propiamente) en medio del pecho desnudo de la Sierva de Dios, el santo nombre del Salvador y que la aguja que le rasgaba las carnes producíale tal dolor, que no se explica cómo soportaba la experiencia.

El tatuaje le duró toda la vida, porque fue hecho con tinta de la China y ha pasado a ser el distintivo de la Congregación que fundó en Riobamba, dedicada al servicio de la niñez por medio de la educación y bajo la advocación de la primera santa ecuatoriana: Mariana de Jesús Paredes y Flores.

Mercedes también practicaba ciertas costumbres hoy en desuso y que los modernos estudios de psiquiatría mencionan como estados primarios en las neurosis avanzadas. El caso era que, cuando se encontraba en la soledad de su cuarto, se infligía terribles tormentos, pero dejemos que ella misma nos refiera este capítulo de su vida: "Yo Mercedes del Corazón de Jesús, sometiéndome a la obediencia de mi Director P. García, practicaré lo siguiente: Domingo, usaré dos cilicios en los muslos; Lunes,

(1) Cuando arribó a Guayaquil el jesuita italiano Domingo Bovo fue presentado al presidente García Moreno; quien, al oír tamaño apellido, le hizo caer en cuenta que le iría muy mal si lo seguía usando, dado el significado que tenía. El padre entendió a medias el consejo y queriendo agradar a Su Excelencia, metió la pata manifestándole que de allí en adelante se apellidaría Bovo-García, pues nadie osaría reírse de ello, dado el respeto que todos tenían a su Excelencia.dos cilicios en las piernas; Martes, dos cilicios en los brazos. Miércoles, dos en las piernas; Jueves, dos cilicios en la cintura; Viernes dos en los pies, dos en los brazos; Sábado, dos silicios en los brazos. Estos cilicios diarios los usaré desde que me levante hasta que me acueste. En las horas de oración en la casa, aumentaré los siguientes: Domingo, en las rodillas; Lunes, una corona en

la cabeza; Martes, en las corvas; Miércoles, en las caderas; Jueves, en los muslos; Viernes, una cruz de cuido en la espalda, una corona en la cabeza, y la oración de la tarde la haré media hora crucificada. Primero disciplina, en todo el cuerpo, además de la corona y cruz usaré un silicio en las caderas que llegue hasta los muslos; en las manos, unos clavos y guantes que abracen por dentro y fuera. Para ir a comulgar añadiré los silicios siguientes: Domingo, en la cintura; Lunes, una chaquetilla con tachuelas. Martes, en las piernas; Miércoles, en los brazos; Jueves, unas pulseras; Viernes, las chaquetillas, silicios en los brazos y en los pies; los primeros Viernes, una túnica de jerga con tachuelas; Sábado, el de las cadenas. Dormiré: Los Viernes, en filos de tabla; los Lunes, con la túnica de jerga con tachuelas, los demás días, en el duro suelo. Tendré disciplina de sangre todos los días".

También sufría de tentaciones y súbitos accesos de locura que ella atribuía al cerco con que la mantenía en constante agitación el demonio. El Padre Fajardo, autor de una muy completa biografía de Mercedes, explica estas situaciones con ejemplos históricos de otras almas que sufrieron iguales tentaciones para terminar afirmando que Mercedes también fue una Santa; pero, esos arrebatos de tontería o confusión en nada menguaban la bondad de su alma y su fervoroso deseo de servicio; pues, por aquellos días de juventud, era ejemplarizador el denuedo con que atendía a las huérfanas de la ciudad.

Mas, el feroz dictador , mirándole seriamente, le dijo que conque se llamara García a secas era suficiente, lo cual fue aceptado por el sumiso jesuita, que desde ese día pas6 a ser conocido en toda la ciudad con el nombre de Domingo García, pero el caso se supo enseguida y se presto a risas. El cura de San Alejo, queriendo hacerle una gentileza le invito a cantar la primera misa en su parroquia y demás está decir que ese día se llenó el templo de beatas y curiosos, entre los que se mezclaron algunos mozalbetes malcriados y divertidos. I cuando el padre García salió de la Sacristía al altar, paróse delante de la concurrencia y cantó con entonación gregoriana "Dominus Vobiscum", siendo respondido a gritos con un "Que el culo te peñizco", también con la misma entonación. Entonces no faltaron los buenos que se exasperaron con dicha falta de respeto y hasta amenazaron con sus bastones a los malcriados, que callaron. El sacerdote como que algo notó de raro y muy amoscado siguió cantando su misa hasta llegar a la parte final donde volvió a gritar: "Amen" , siendo coreado con un estrepitoso: "Nos cagamos en Ud. también" con igual cantito pero a gritos. Allí se armé Troya y comenzaron a llover golpes y mojicones, así como algunos sombrillazos de las beatas presentes, pues jamás se había presenciado un acto de tal malacrianza, que hasta rayaba en sacrilegio, según apunto un Canonista dias después. A consecuencia de ello el padre García se recluyó a aprender el español rápidamente y solo dio misa en el templo de San José, que por ser propio de los jesuita, creyó mas tranquilo y seguro.

MODAS Y COSAS VIEJAS

Nuestros abuelos bebieron agua de la ría tomada a la hora de la repunta cuando el Guayas entra en el golfo y la correntada está limpia; sin embargo, a pesar de esos cuidados, el líquido no salía puro ni cristalino y su gusto salobre causaba disgusto. Años después se generalizó el servicio de balsas que hacían el trayecto desde Petrillo, portando botijas de barro poroso, llenas de agua.

Hacia 1870 se cruzó el Guayas con una tubería de hierro que venía desde el sitio "Aguadora". Ese año hubo un gran incendio que destruyó el edificio más alto de la época, de dos pisos y planta baja, conocido con el nombre de "La Casa de Lagomarcino" por haber sido construido para un comerciante de ese apellido que primero estuvo en Lima haciendo fortuna y ya rico llegó a Guayaquil a establecer sucursal; de él se decía que era hijo natural de Carlos IV de España y que su hermano el Rey Fernando VII para evitar disputas dinásticas le había donado una regular cantidad de duros, con la condición de que pasara a América y se alejara de la Corte, historia falsa hasta la pared del frente, pero creída a pie juntilla por el vecindario porteño.

ARREGLOS FACIALES DEL SEXO DEBIL

Hacia 1820 las guayaquileñas usaban trenzas amarradas con lazos de cintas negras o de colores vivos. Y por 1830 se peinaban a la francesa, con pequeñas flores de adorno y tapadas las orejas con graciosas roscas de pelo pegado con goma de "muyuyo". La peineta de carey color café o de nácar con incrustaciones de concha de perla, era de obligación en toda fiesta social y religiosa y había algunas de un tamaño realmente impresionante, haciendo que hasta las niñas "patuchas" lucieran esbeltas.

Los hombres se realizaban el pelo en bucles utilizando fierros cóncavos previamente calentados, las patillas llegaban a topar la barbilla y hacían juego con el pañuelo blanco de seda que se amarraban al cuello. Esa era la moda "Sucre", llamada así por el Mariscal de Ayacucho. Las señoritas también doblaban sus cabellos formando bucles o canutos y los ensortijaban con una corona de hilo hecha con "buenas tardes" ensartadas; lo malo de estas flores era que a las pocas horas se marchitaban y la quinceañera tenía que cambiarlas.

Pocos años después se generalizó la redecilla tejida que cubría buena parte del cabello, despeinado a propósito para que hiciera bulto. Después las mujeres cambiaron de parecer y dejando las redecillas se construían un moño del estilo de la Reina Isabel II de España, que partía los cabellos en dos, hacia la mitad de la frente, torciéndolos para atrás y sujetando el final con un lazo. Esta moda llegó con el traje escotado y una pequeña cinta negra en el cuello, que sujetaba un óvalo de oro, en cuyo interior se guardaba una miniatura al óleo en marfil o un bucle de pelo del ser querido. El complemento era una rosa roja, o un jazmín del cabo en la mitad de la cabeza. De este época son los versos que dedicó desde Cuenca, Dolores Veintímilla de Galindo, a su amiga Carmen Pérez de Rodríguez-Coello y que dicen:

A CARMEN(remitiéndole un jazmín del cabo)

Menos bella que tú, Carmela mía,vaya esa flor a ornar tu cabellerayo misma la he cogido en la praderay, cariñosa, mi alma te la envía.Cuando seca y marchita caiga un díano la arrojes, por Dios, a la riberaguárdala, cual memoria lisonjerade la dulce amistad que nos unía ...

Hacia 1859 vino en la flota peruana del Mariscal Castilla un peluquero francés muy inteligente que se dio mañas para imponer la moda de Lima, que hizo furor de inmediato. El peinado se titulaba de "Alacranes", por consistir en unos graciosos ganchos que simulaban las colas de estos bichos y que airosamente lucían en la frente las elegantes damas.

No debemos olvidar que era la época del auge del romanticismo en Europa y que recién llegaba a Ecuador; razón por la que ambas poetisas se ofrendaban flores en señal de amistad y cortesía.

NUEVAS MODALIDADES DE FRANCIA

En 1870 se peinaban con "Ilusiones" tanto hombres y mujeres. Las ilusiones fueron rizos, conchas o flecos sobre la frente, formados con cabellos engominados. Los hombres rizan enormes conchas, las mujeres las usan menores y las quinceañeras solo atinan a hacerse pequeños flecos; y a tanto llegó el adefesio, que muy adustos caballeros para mejor lucir "la croqueta frontal", se tiraban el sombrero hacia atrás, aún con riesgo de perderlo en el camino. Todo por lucir bien.... la concha.

Desde 1880 apareció en el puerto la revista titulada "La moda elegante", que pronto se vendía en las mejores tiendas de ropa confeccionada. Manuel E. Rendón, Luis Rigail y Benjamín Rosales la ponían en sus vitrinas y en ellas se reproducían los últimos alaridos venidos de París por trasatlántico. Los caballeros con unos chillones zapatos amarillos con polainas blancas abotonadas a los costados. Las damas usando empinados botines que amarraban con cinta hasta casi la rodilla.

INCOMODOS TRAJES DE LA EPOCA

Todas las clases sociales usaban en 1870 crinolinas de una y dos vueltas. El chal también estaba generalizado y no tanto por el frío como por el natural pudor de la mujer antigua a salir descubierta en público. Las señoras de edad lo usaban grueso, de merino y negro. Las jóvenes, de seda china y Manila, importado de Filipinas a gran precio, con flecos en las puntas y uno que otro adorno disimulado. Tan caros y bellos eran algunos, que cuando pasó la moda los utilizaban como cubre pianos de cola y era de ver la admiración que causaban. En la casa usaban la "manteleta" o chal de confianza.

En cuanto a ropa interior, el hombre usaba camiseta de manga larga y calzoncillo que llegaba hasta el tobillo. En el campo se desconocían estas prendas y nuestros montubios solo vestían camiseta de bayeta y pantalón grueso. Para sus viajes no faltaba el poncho de hilo y cuatro dobleces que le servía para montar, de almohada o de escudo para defenderse en caso de ataque con machete.

La cotona o camisa manga larga de cuello abrochado era prenda de vestir de los montubios del Guayas pero también se usaba en la ciudad aunque era de mal gusto. Un bejuco "plazarte " de siete rabos reemplazó en el campo al clásico bastón de puño de oro con monograma que exhibían chicos y grandes en Guayaquil.

En 1880 llegó de París “el polizón" o almohada rellena de lana, que se colocaba debajo del vestido y sobre las caderas, para pronunciar la parte posterior del talle. De ese tiempo son las graciosas fotos donde posan graves matronas, de perfil, luciendo este incómodo aunque provocante aditamento, que hizo suspirar a más de un goloso.

El levitón o saco largo hasta la rodilla se usó en el siglo XIX desde 1850 hasta 1895, pero la revolución Liberal lo desterró por incómodo y feo. Desde entonces la chaqueta o saco largo hasta arriba de la rodilla era prenda de vestir común en la gente rica. El infaltable chaleco de seda y botonadura de oro o brillantes complementa el atuendo. Se cuenta que el Príncipe de Gales, luego Eduardo VII de Inglaterra, puso de moda los pantalones con raya al medio. Lo cierto es que desde 1900 a nadie se le ocurría salir de su casa sin la famosa rayita, que tiene que estar impecable y bien asentada, a pura plancha.

Como sombrero, el hongo de pelo corto llamado "Buche", y para los pies la fina bota de cuero negro que llega a la media pierna. Los agricultores, deportistas, jóvenes o campesinos, usaban sombreros "Pavitas", tejidos en Montecristi y chaqueta de dril blanco. En cuanto a zapatos y zapateros, hubo en Guayaquil un famoso negro llamado "Manuelillo" que fue en su tiempo el rey de su gremio, sin que nadie le pudiera discutir la corona en esa artesanía.

Ya ves, lector, que en nada superamos a la gente del pasado y que si hoy existen modas raras y sorprendentes se debe a que antaño también las hubo!.

ALGUNOS JUEGOS O MODALIDADES

En casas particulares y en el Club de La Unión se jugaba "bacarat" a pesar que la policía lo tenía prohibido; Rocambor, Trecillo y Pinta eran aceptados en reuniones sociales sin mayor restricción. Muchas personas preferían las adivinanzas o juegos de prendas, a los naipes, más populares en los cuarteles. Con barajas los señoritos sorteaban pócares y jugaban 40, que entonces se llamaba "caída y limpia". Otros juegos eran el quita montón, la burra, el hueso, el siete y medio, la veintiuna, pócar de a sietes, solitario y banco ruso.

Los niños se distraían en los dormitorios y corredores con la "perinola" de punta y cuatro caras, fabricada en la sierra con tagua de Esmeraldas, en lindos colores. También se jugaba a las bolitas, haciendo pepo y trulo y de "a cocacho". Con las piernas saltaban “tres en raya” y bailaban la "ronda" cantando:

"Buenos días, Su Señoría.Mantantiru ti ru lan.Qué quería Su Señoría.Mantantiru ti ru lan.Yo quería una de sus niñas.Mantantiru ti ru lan.Pues hagamos la fiesta enteracon la niña en la mitad".

No faltaban trompos con quiño y las cometas; existía una agua gaseosa llamada "Seitzer" que tenía en el interior de la botella una bolita de cristal coloreado. La gracia estaba en tomar el líquido y romper el envase para obtener el premio. Otra cola de moda era la Fioravanti fabricada por el "bachiche" de ese apellido desde la segunda década de 1880; y también eran apetecidas las popular "Gallito" y la "Fox" color champagne clara, que venía en botella pequeña color café, tapada con corcho y sobre él un brillante papel dorado encintado con goma. Después la tapaban con "tapa corona".

La fábrica de cigarrillos "El Progreso", a medias con la sociedad Filantrópica, imprimía los hermosos billetes de a mentira, vulgarmente mencionados como "billusos", que existían en emisiones de distinto precio y facsímil, para deleite de chicos y grandes.

LAS PELEAS DE GALLOS

Uno de los ramos de mayores ingresos en la Municipalidad de Guayaquil fue el de gallos, se remataba la renta y vendía el permiso para reñirlos. El Cabildo anualmente designaba a uno de sus regidores, hoy Concejales, para que actuara de Juez de Gallos. El oficio teníase por muy importante y pingüe.

Casi siempre las peleas se realizaban los domingos y lunes, de 3 a 5 de la tarde, en el interior de la Gallera situada en el fin de la calle "Del Fango" cerca de una poza conocida como "De Cachirulo" porque allí solía bañarse un buen hombre, dueño de ese jocoso mote, que no teniendo oficio ni beneficio conocido, era utilizado en las corridas de toros que de cuando en cuando se realizaban, para poner las banderillas a los astados.

Con posterioridad se fabricó una nueva gallera en las actuales calles de 9 de Octubre y Chimborazo, edificio que se quemó en 1896. Don Francisco Camba, inveterado apostador de gallos, viendo la necesidad de otra nueva cancha, la construyó en 1900 detrás de su casa, en las antiguas calles Esmeraldas y de la Gallera. Yo alcancé a conocer una cuarta, que existió hasta hace pocos años en Luque y García Aviles esquina, y que aunque siempre estaba concurrida y se apostaba fuerte y parejo, por razones de índole económica quebró, cerrando sus puertas a la clientela. En esa gallera no faltó un comerciante que remató el servicio de

atención al público y puso a la venta un delicioso arroz con pollo que nadie quiso probar, pensando que era preparado con los gallos muertos en pelea. (1).

(1) Esta crónica salió publicada en el Suplemento Literario de El Universo, el 6 de Diciembre de 1970, posteriormente se inauguró otra gallera, que aún existe en la Calle Eloy Alfaro.

MOTIN DE LOS CANONIGOS

"¡Vierte un raudal de llanto, Patria mía!El eco funeral de esa campañaTe anuncia ¡horror! que sangre ecuatorianaNuevamente vertió la tiranía"(f) El Comité de la Tumba.

En el siglo pasado la vida de Guayaquil era pueblerina y conventual, cualquier acontecimiento trastornaba la descansada parsimonia de nuestros abuelos alborotándoles el cotarro y llenando las calles de gente dispuesta a protestar.

Esto aconteció en 1887 por culpa del IV Obispo de la Diócesis doctor Roberto María del Pozo Marín, inteligentísimo e ilustradísimo jesuita ibarreño que fue obligado a arrellanarse en cómoda mecedora de mimbre de las que tenía en su retiro de Puna antes que a ocupar la difícil Silla episcopal de Guayaquil. Allí saboreaba mariscos y respiraba el benigno clima del Golfo, acá soportaba las exigencias del clero y trabajaba por sus semejantes. Prefirió lo primero y perdió su Silla Obispal ya que sin quererlo ocasionó una de las más feroces grescas que ha contemplado nuestra ciudad en los cuatro siglos y pico que llevaba de fundada.

PRIMEROS DESACIERTOS

Hijo de padres muy católicos, Monseñor del Pozo sucedió en el Obispado guayaquileño al doctor José Antonio Lizarzaburu y Borja, fallecido el 14 de Octubre de1877 (1). Siete años estuvo la ciudad sin prelado, al cabo de los cuales, en 1884, León XIII tuvo el acierto de llenar la vacante, designando al doctor del Pozo a expresa petición del entonces Presidente de la República Plácido Caamaño y Gómez Cornejo. La investidura del nuevo Prelado se complementó con la Consagración realizada en Panamá a principios de 1885 por Monseñor Telésforo Paúl, de la misma orden de los jesuitas, Obispo de esa ciudad y luego Arzobispo de Bogotá. Llegado a Guayaquil el flamante Pastor se encontró con una Diócesis llena de sacerdotes revueltos que habían aprovechado los siete años de desgobierno para hacer de las suyas bajo la benigna y paternal mirada del encargado de la Administración Diocesana, Monseñor Marriott. (2) "Rendición de Cuentas" gritó el recién llegado y allí comenzó la oposición sorda pero efectiva, que el clero guayaquileño declaró al nuevo jefe.

Faltaba únicamente iniciar las operaciones de guerra y la ocasión se presentó cuando el novel Obispo decidió introducir a un elemento amigo en el Coro, designando al doctor Miguel Ortega Alcocer para ocupar tal dignidad, con derecho a recibir la prebenda correspondiente. El nombramiento fue calificado de "Ad—Libitum" o lo que es lo mismo de "Espurio e ilegal" por los demás Canónigos, quienes invocaron el Derecho Eclesiástico manifestando que solo podían conferirse dichas dignidades mediante votación favorable de los Miembros del Coro Catedralicio -compuesto por los Canónigos- a los que ni siquiera se les había consultado. Y como de la palabra al hecho no hay mucho trecho, presentaron en Roma, a León XIII, un copioso memorándum denunciando el abuso.

(1) La muerte de Monseñor Lizarzaburu está rodeada del misterio. Algunos autores han llegado a aseverar que el Prelado falleció envenenado al fumar un cigarro, de los muchos que gustaba paladear cada día. Véase: Los Jesuitas en Ecuador, Página 22.— Por el doctor Wilfrido Loor. Otros, sin embargo, piensan que se debió a insuficiencia cardíaca o respiratoria, de allí el color morado de sus unas, posiblemente era asmático o le pudo dar un infarto.

(2) Monseñor Alberto Marriott Saavedra era de gran plantaje físico, enorme personalidad, había polemizado con Pedro Carbo en 1862 por aquello del Concordato de García Moreno. Si de algo podían acusársela sería de haber tenido un par de mellizos pelirrojos en una hermosa dama casada en Guayaquil, pero nada más. Los mellizos llegaron con el correr de los años a Edecanes de Alfaro. Vale.La contestación no se hizo esperar pero llegó dirigida al Arbobispo de Quito; en ella el Papa, por intermedio de la Secretaría Apostólica, recomendaba al Primado de la Iglesia ecuatoriana que aconsejare a los Canónigos para que acepten el nombramiento por obediencia al Obispo y que luego elevaren su reclamo a la Santa Sede. No podía ser más prudente y sagaz la medida ya que se contentaba a ambos bandos y se salvaban las circunstancias evitando el escándalo, pero era tardía, porque los Canónigos estaban resueltos a todo y por eso la ignoraron por completo.

El Obispo, para evitar mayores complicaciones o como simple táctica de combate, decidió retirarse a Puna donde la Diócesis poseía una propiedad, encargando la Silla Episcopal al Presbítero Joaquín Salvadores, español de nacimiento, nada recomendable para el cargo por ser de genio irritable, propenso a los arrebatos de ira, falto de tacto y encima y para colmos, bastante presumido. Este segundo error del Obispo del Pozo hizo que perdiera el cargo y ganara el destierro en Chile. Veamos por qué.

SALVADORES EN ACCION

Comenzó el Vicario Salvadores su labor de guerra separando a dos Canónigos de la ciudad y enviándolos a los Curatos de Puna y Milagro o lo que es lo mismo, desterrándoles del teatro de los acontecimientos y rebajando sus categorías eclesiásticas. Los defenestrados fueron los doctores Pío Vicente Corral y Banderas y Leonardo A. Sotomayor. Ambos interpusieron sendas reclamaciones, Corral se negó a viajar a Puna y fue inmediatamente suspendido en sus funciones. Esta primera retaliación hizo ver a todos que la guerra estaba declarada. Del Pozo se vengaba de Corral por intermedio de su alterego Salvadores.

El doctor Corral, que no era ningún pintado en la pared, movió a las damas más linajudas de la urbe para que lo apoyaren y así las cosas, advino un hecho inusitado. Salvadores designó en reemplazo de Corral al doctor Miguel Ortega Alcocer, completando el Coro Catedralicio.Pero faltaba la posesión material del cargo que se realizó por sorpresa en la mañana del 15 de Octubre de 1887 cuando los Canónigos estaban sentados en el Coro. Dice un testigo que de improviso se abrieron las puertas y penetraron en la Sala el impertérrito Presbítero Salvadores, seguido del doctor Ortega Alcocer, del Notario Mayor de la Curia y del Escribano Público Ignacio A. Maldonado de Herrera. Al final iba como amanuense el joven seminarista Francisco Paredes Ycaza llevando un atado debajo del brazo en donde venían escondidos la muceta, el bonete y el roquete. Antes de que los Canónigos pudieran reaccionar, el solícito doctor Miguel Ortega Alcocer, delante del Encargado de la Diócesis, el Notario Mayor y el Escribano Público a los cuales puso por testigo, declaró que tomaba posesión real y efectiva de su Canonjía, retirándose de inmediato para evitar cualquier medida de hecho.

A PAGAR SE HA DICHO

El primer combate estaba ganado y el Presbítero Salvadores quiso afrentar aún más a los vencidos obligando a Monseñor Pedro Pablo Carbó, a la sazón Tesorero del Coro y Canónigo de la Catedral, a que pagare al nuevo Canónigo doctor Ortega los emolumentos correspondientes a su actual situación. Aquí se armó Troya, porque el doctor Carbó se negó de plano y adujo razones. Se entabló el pleito eclesiástico y la ciudadanía llegó a enterarse de los hechos tomando partido por los Canónigos que eran nacionales, a diferencia del Encargado de la Diócesis, español,

Durante el procedimiento eclesiástico el demandado Tesorero de la Curia entabló juicio de competencia; la providencia recaída le fue contraria y apeló a la H. Corte Superior de Justicia del Distrito con lo que ésta, de acuerdo a lo dispuesto en el Concordato, promovió juicio de competencia, solicitando la remisión de los autos para su estudio.

El doctor Salvadores perdió la paciencia y cometió un error fundamental retirando sus baterías de la Curia, donde tan buen resultado táctico le estaban dando y las enfiló contra los miembros de la Corte a quienes envió un Oficio descortés. Tal procedimiento recibió su castigo porque los Ministros Jueces contratacaron imponiéndole una multa de S/. 20. Salvadores no pagó y los Ministros Jueces dictaron apremio real, ordenando el embargo de sus bienes hasta por el valor de la multa.

El doctor Salvadores volvió al ataque y sin más trámite excomulgó a los dos Ministros Jueces que le habían multado con sus votos y que eran los doctores Espiridión Dávila y Joaquín Febres-Cordero, haciendo extensiva la pena para el doctor Pedro Pablo Carbó. En todo esto anduvo metido el abogado de la Curia doctor Manuel Ignacio Neira, cuencano de orígen y de carácter atrabiliario, que en 1869 había recibido de parte del doctor García Moreno la pena del confinamiento. ¡Por algo habrá sido, ya que no era liberal ni gustaba de la política!

Las damas de la ciudad encabezadas por Dña. Baltazara Calderón de Rocafuerte, protestaron en el Diario La Nación, aconsejando prudencia y pidiendo a Salvadores que diera pie atrás; pero él ni aceptó el consejo ni levantó la pena y el lunes 28 de Enero de 1888 sufrió una encerrona que el pueblo le propinó en el propio Palacio Episcopal, que fue cercado, apedreado e insultado en el decoro que se merece por su calidad de residencia de Obispos.

De esto salieron heridas varias personas, resultado pasado por bayoneta el señor J. L. de la Torre. La turba retrocedió ante el empuje de la policía y pasó a cercar la casa del abogado Neira, situada donde estuvo después el Colegio Nocturno "Huancavilca", en Chimborazo entre 9 de Octubre y Vélez. Neira se parapetó en su propiedad y disparó desde el balcón, contestando la lluvia de piedras que sobre él caía. En este encuentro fue herido el joven Eduardo Eldredge, de nacionalidad peruana.

Al día siguiente, martes 24, la opinión pública estaba encendida contra Salvadores y Neira. Los periódicos vociferaban en largos y sesudos editoriales y la multitud volvió a congregarse. Como a las ocho de la noche una compacta muchedumbre marchó desde la Plaza de San Francisco hasta la casa del Gobernador doctor Modesto Jaramillo, ubicada en General Córdova entre Fco. de P. Icaza y 9 de Octubre y de allí a la del Comandante General Reynaldo Flores Jijón —9 de Octubre entre General Córdova y Pedro Carbo-- pidiendo las cabezas de Salvadores y Neira, luego siguieron por 9 de Octubre hasta Chimborazo doblando a la izquierda, para apedrear la casa de Neira.

En esas se encontraban cuando rompieron un farol del alumbrado público dejando al sector en tinieblas. Al mismo tiempo parece que una piedra fue a dar en la frente del Comandante habilitado Paredes que dio la orden de fuego contra la multitud. Otros dicen que el que la dio fue un Inspector de apellido Pérez; lo cierto es que Pérez y los soldados rasos Godoy, Segovia, Alvarado y Romero —después de los hechos— fueron encontrados culpables y purgaron su delito. La soga siempre se ha roto por el lado más flaco.

Cinco jóvenes murieron; Manuel López y Corrales (colombiano), Víctor Coronel Sarmiento, Manuel Antonio Franco, Leopoldo Baquerizo Ferruzola y el chileno Carlos Cerda. Malamente heridos quedaron Juan Rivas y Rodolfo Baquerizo Moreno (3).

EL COMITE DE LA TUMBA

Amaneció el miércoles 25 de enero y el comercio de la ciudad no abrió sus puertas. Las campanas tocaban a rebato y luego doblaban a

(3) Tíos de las actuales familias López Lara, Coronel Jurado, Baquerizo Germán.muerte. Algunos vecinos constituyeron el "Comité de la Tumba" y presurosos distribuyeron unas hojas volantes conteniendo un lúgubre soneto en el que reclamaban venganza. La Facultad de Medicina y el Club de la Unión tremolaban sus insignias a media asta.

El Gobernador doctor Jaramillo, asustado por los acontecimientos, mandó apresar al abogado Neira, conduciéndolo a la Cárcel Pública en medio de una escolta de 50 soldados mandados por el intendente General de Policía, Benigno Cordero. Casi a la hora meridiana el Gobernador, acompañado del Intendente Rafael Caamaño y Cornejo y el R. P. Egüez, se acercaron al Palacio Episcopal y le sugirieron a Salvadores la conveniencia de salir de la ciudad. El se resistió al principio, pero viendo que nuevamente la multitud crecía frente a las puertas de la casa, aceptó a la postre, teniendo que salir custodiado. En esos momentos la multitud lo vio y gritó: "En coche no, en coche no” pretendiendo que saliera a pie hasta el muelle donde le esperaba el buque de guerra "Cotopaxi" para llevarlo a Puna, si es que hubiera podido escapar del linchamiento de la turbamulta.

Grande fue el trabajo de todos para impedir que lo lincharan, el Padre Egüez fue herido de una pedrada en el rostro y los demás acompañantes sudaban frío ante la posibilidad de un atentado. El coche se deslizaba lentamente entre un mar humano y cuatro eran las cuadras que separaban al Palacio del Muelle. Al llegar, el Presbítero Salvadores saltó por la ventana y en precipitada fuga esquivó a un grupo de ciudadanos que venían contra él y por el medio de los soldados saltó a un bote con los ojos desorbitados por el terror. Así terminó su obra quien tan mal recuerdo dejaba.

HACHAZOS SOBRE LAS PUERTAS

Luego de abuchear en el muelle a los ocupantes del bote en que huía él doctor Joaquín Salvadores, el pueblo siguió hacia La Merced, donde rompió a hachazos las puertas, penetrando en el interior de la Iglesia. El Cura Párroco de la Concepción doctor Rafael Calderón subió al pulpito y peroró anatemizando a los homicidas. Luego se inició el Oficio Divino por el descanso de los muertos interviniendo el Canónigo doctor Pedro Pablo Carbó, revestido de casulla y demás ornamentos sagrados. A las doce el cortejo fúnebre salió con dirección al cementerio, siendo presidido por los Ministros Jueces excomulgados, el M. I. Ayuntamiento, el H. Cuerpo Consular acreditado, el Gobernador de la Provincia y el Canónigo doctor Carbó. El recorrido fue por 9 de Octubre hasta Chanduy y por allí al Cementerio Católico. Muchos lo efectuaron en tranvías cedidos por la empresa de Carros Urbanos.

Al regreso la multitud destituyó al Intendente General de la ciudad Benigno Cordero, obligando al Gobernador a que nombrara en su reemplazo a un guayaquileño de su gusto: Agustín de Tola y Dávalos. Todo esto, en media calle, a grito pelado y con aspavientos; de haberse aprovechado el momento para deponer al Gobierno, la Revolución Liberal del 5 de Junio se hubiera adelantado en casi ocho años.

¿Y qué pasó con el Obispo del Pozo? Casi nos habíamos olvidado de él; nunca regresó de la Puna y como allí tampoco le querían, tomó la vía marítima con destino a Roma donde se sinceró; Luego recorrió Italia, España y Francia, regresando por el Cabo de Hornos a Sudamérica; estuvo en Chile, después en Perú, siempre pensando en regresar, aunque fuese de incógnito, pero la Revolución Liberal del 95 le cerró las puertas y al fin murió en Lima en 1912, amargado y triste, con 25 años en el destierro.

Poco después fue designado V Obispo de Guayaquil el doctor Juan María Riera Moscoso, (4) que llegó asustado al puerto, que tenía fama de revoltoso.

(4) A este Obispo de buena presencia y pasta angelical, le quieren hacer Santo a la fuerza, cuando solo fue una buena persona, de costumbres austeras y muy humanas, aunque no intelectual.

MOTIN DE LOS CARAMANCHELEROS

En julio de 1878 gobernaba Veintemilla ayudado por el naciente partido que había crecido en la oposición a García Moreno.

El clima político que se vivía era tenso. Quince años de dictadura no habían doblegado el altivo espíritu de nuestro pueblo, dispuesto a dar vidas y haciendas en defensa de la justicia. Por eso es que los caramancheleros guayaquileños se sentían heridos en su dignidad cuando los abogados lejanos Cueva y Paz, desde las páginas del Diario "El Heraldo" lanzaban apreciaciones que juzgaban ofensivas para el augusto gremio de vendedores de alpargatas, bayetas, zarazas y demás chucherías.

El 20 de Julio en la mañana, el gremio decretó un cierre total del comercio para concurrir en manifestación a las casas de los escritores en protesta contra las injurias. La multitud engrosaba por momentos y se venía amenazadora; una bala disparada desde el balcón de la casa de los abogados hirió en el pecho, aunque levemente, al joven Carlos Borja Lavayen, dejándole tendido y cubierto de sangre. Este incidente provocó aún más el furor de la masa que se lanzó escaleras arriba. Por feliz coincidencia llegó el Intendente General de Policía Coronel Delfín Treviño, acompañado de su sobrino Oscar Lara y del intrépido escritor Miguel Valverde e impusieron el orden.

LOS PRIMEROS LIBERALES

Por esa época cualquier incidente pueril era aprovechado por los jóvenes liberales para promover escándalos y reyertas con el exclusivo fin de agitar y llevar al partido definitivamente al poder, en Veintemilla nadie confiaba, Eduardo Hidalgo Arbeláez, José María Avilés, José Antonio. Roca, José Gabriel Moncayo, Federico Proaño y Miguel Valverde actuaban en Guayaquil dirigidos por Eloy Alfaro que vivía en casa de la familia Gamarra al sur, cerca de la Avda. Olmedo; otras veces en ciudad vieja al norte, huésped del caballero español Victoriano Cortés.

En Quito los íntimos de Veintemilla le querían de presidente. Cabe indicar que el entonces Canónigo González Suárez le negó el voto diciéndole: "Ignacio, te considero inepto para el mando y creo que harás lo posible para que te envíen a la guillotina". Sólo el temor a regresar a la anterior Constitución garciana hacía que los ecuatorianos respetaran al régimen.

UN MITIN ANTIJESUITA

Y como sucede siempre en estos casos la revuelta del 20 de julio dio paso a otra peor el 21, día que amaneció alborotado con la siguiente proclama: "Gran mitin del partido liberal antijesuítico, a las 6 p.m. en la Plaza de San Francisco. Programa:

1) Respeto a la constitución y leyes vigentes.2) No más fanatismo ni más frailes.3) Represión del partido terrorista que conspira sin cesar contra el actual orden de cosas.4) Escarmentar la insolencia de los ultramontanos, que se ha hecho insoportable.5) Consideraciones generales: Se recomienda al pueblo puntualidad y el mayor orden. Dios y Libertad, f) El Comité de Salud Pública. Guayaquil, Julio 21 de 1878.

Un numeroso contingente de comprometidos y de curiosos se formó alrededor de la plazoleta de San Francisco, que entonces sólo estaba adoquinada y sin la estatua de Rocafuerte que hoy la adorna. A las 6 de la tarde Miguel Valverde hizo su aparición por la calle Luque, cerca del portal de la casa del Dr. Palemón Monroy y Cedillo, siendo aclamado con júbilo.

¡No faltaba más! Esa fue la señal de ataque y el joven periodista, improvisado en orador político sobre un barril, habló sobre todos los tópicos imaginables ante una respetable concurrencia que pasaba de las 2.000 personas. Media hora después el tumulto pedía a gritos la cabeza del Gobernador de Guayas, General José Sánchez Rubio, que vivía en Pichincha y 9 de Octubre, y hasta allá fueron pero no lo hallaron y alguien vociferó: Está el muy ........ en el Cuartel de Artillería (intersección de Boyacá y 9 de Octubre). Nuevas vueltas y gritos y hasta ese sitio se trasladó la turbamulta, arrasando lo que encontraba al paso, al grito de "abajo Sánchez Bruto".

SEÑAL DE AUXILIO

Era el General un hombre valiente y optimista, ágil y jovial a pesar que ya pintaba canas y de aquellos que no se amilanaban ante nada; pero en esa ocasión parecía una estatua de yeso por la palidez de su rostro. Todo indica que esta perdido porque había recibido de los Cuerpos de Policía y del Batallón No. 2 la información de que no intervendrían ni a favor ni en contra de nadie. Prácticamente estaba abandonado, sólo contaba con la Artillería.

Dentro del cuartel la tropa permanecía con las armas cargadas y al hombro en señal de descanso. Sánchez Rubio no sabía qué hacer. Una orden suya podía matar a cien guayaquileños y eso no lo deseaba pues prefería enfrentar a los cabecillas.

Valverde fue el primero en entrar: Sánchez Rubio le dio la mano haciendo una leve señal que significa ayuda en el ritual de las logias masónicas. El gesto fue comprendido por el joven atacante y se miraron fijamente sin articular palabra.

MUCHACHOS, VAMOS A SAN AGUSTIN

Entonces Valverde gritó a los presentes, con fingida rabia y sorpresa: ¿Dónde están los jesuitas? -En San Agustín— contestó otro—. Pues bien, muchachos, ¡Vamos a San Agustín!- y todos salieron del Cuartel y por Boyacá hasta Sucre y por allí hasta la esquina de Chimborazo, donde estaba el Convento y la iglesia agustiniana (la mejor de todas las de la ciudad) a la que hallaron cerrada y vacía. En tanto, olvidándose del Gobernador.

De la Cárcel Pública, situada al lado, saltó un pelotón de soldados que intentó detenerlos, pero fueron arrollados y cedieron el paso. Algunos exaltados trataron de romper las pesadas puertas coloniales a hachazos, que no cedieron por su gran corpulencia. En fin, siendo las ocho de la noche, el gentío se disolvió sin haber llegado a mayores y sólo algunos vándalos emprendieron veloz manifestación por Boyacá hasta donde funcionaba la Imprenta del Semanario "El Globo", que empastelaron impunemente a vista

y paciencia de los soldados del Cuartel de Artillería. ¡O temporada, o mores! (Oh tiempos, oh costumbres) dijo Sánchez Rubio, ya más repuesto del susto.

EL FEMENTIDO LIBERALISMO DE VEINTEMILLA

Muchos ecuatorianos creen que "El Mudo", como apodara Montalvo a Veintemilla, fue liberal y gobernó con dicho partido, lo cual es falso. Sólo unos cuantos consagrados como Urbina y Carbo gozaron de los favores del régimen; los demás, los de reciente data, como Alfaro, Valverde y Montalvo, esos no sólo fueron excluidos sino que sufrieron destierros y persecuciones. Otros hubo que habiendo colaborado al principio fueron arrojados por la borda después; tal el caso del joven José María Noboa. Y en medio de todo, la religión, traída al tapete de la política por García Moreno, que hizo de ella un instrumento de su gobierno para dividir a los ecuatorianos en sectores que aún perduran. Como ejemplo de tan aciaga costumbre vale recordar que por esos años el Dr. Trimorta, abogado de los más inteligentes y astutos de la urbe y por añadidura hermano del Canónigo de ese apellido, fungía de Síndico de numerosas Cofradías, utilizando los capitales puestos a su disposición, en asuntos baladíes y personales, de lo que todo Guayaquil estaba enterado.

EL INCIDENTE DE LAS NACIONES

Trimorta tenía por costumbre cubrir a su esposa e hijas con las joyas sustraídas de diferentes iglesias de la Provincia, siendo la más afectada con este género de depredaciones la de Yaguachi.

Por ese año (1880) había en el puerto un codicioso judío llamado Otto Plucker, de procedencia alemana, que tomó algunas pedrerías para venderlas en el comercio y repartir utilidades con el Dr, Trimorta; pero a la primera oportunidad que se le presentó emprendió vuelo hacia el extranjero, con las maletas bien apetrechadas de billetes mal habidos con la venta de las joyas de San Jacinto.

Días después apareció en el Diario "Los Andes", un aviso publicado por la víctima del atraco, en los siguientes términos:

A TODAS LAS NACIONES

Hago saber que el alhajero alemán Otto Húcker me ha robado algunas joyas muy valiosas y ofrezco una gratificación de 200 pesos a la persona que me dé informes exactos de su paradero, f) A. Trimorta.Y para sorpresa de los lectores, en el siguiente numero, algún travieso publicó una contestación que decía:

A TODAS LAS NACIONES

Ladrón que. roba a ladrón tiene 100 años de perdón.

PENDENCIAS VAN INSULTOS VIENEN

¡Cómo no sería la inquina que entró en el alma del Dr. Timorta al verse robado y blanco de burlas, que de inmediato buscó la lista de sus enemigos y decidió de buenas a primeras que el autor de la contestación era su archienemigo el Dr. Reina, abogado también y de los buenos, con quien tenía algunos pleitos pendientes.

Varios remitidos se lanzaron en los días sucesivos y a la semana, por equivocación, mató Trimorta a un padre de seis criaturas, confundiéndole con el Dr. Reina. Años después, un viejo diplomático ecuatoriano entonces en Roma, escribía en sus "Anécdotas" quien había sido el autor de la contestación ¿Su nombre?. ¿Cómo no darlo?, si es el mismo personaje de esta Crónica, autor del motín de los caramancheleros, de la asonada contra el Gobernador y de su Convocatoria por periódico contra los Jesuitas.

NUESTRO PASADO

El guayaquileño de antaño sabía obtener provecho del estudio de la flora de nuestra Provincia, industrializando algunos de sus frutos. La pepa de aguacate servía para marcar la ropa porque arrojaba una tinta negra indeleble muy difícil de borrar. Nuestras abuelas solían conservarlas en el costurero y con gran paciencia, utilizando alfiler, punteaban letras o signos en la ropa y sobre la pepa, obteniendo hermosos distintivos. El fruto del corozo y de la tagua era la materia prima para la fabricación de juguetes que se exportaban al Perú.

Del hule o planta de caucho sacaban el jebe o goma elástica con la que preparaban moldes y recipientes. La Palma real produce el palmito cuyo fruto se usa en las festividades de Semana Santa como condimento en la fanesca y las hojas trenzadas en variadas formas se exhiben el Domingo de Ramos durante la bendición en las iglesias; luego, son llevadas a las casas, colocadas en un lugar principal como talismanes contra los rayos y las tempestades. La paja toquilla para el tejido de sombreros y carteras, y la paja mocora, para hamacas, de las que existían varias en cada casa.

Del papayo se creía que sahumando las hojas con lacre y azúcar curaba la pleuresía. El tamarindo se tomaba en infusión y como purgante de muy buenos efectos. El barbasco, en cambio, es veneno violento; se usa eh labores de pesquería causando notables perjuicios a la salud ciudadana. El mate vale en el campo para encerrar cocuyos o candelillas que alumbran de noche y en la ciudad para guardar líquidos o durante el baño para echarse agua. Las semillas de jaboncillo y porotillo se aprovechan como "tantos" por los jugadores de naipes. La cascara del jaboncillo produce espuma que blanquea la platería.

Como colorante tenían el achiote para la comida y la pitahaya y orchilla para telas en general, siendo esta última de mucho prestigio en México, a donde se la exportaba desde Santa Elena y en grandes cantidades. La yerba salvaje es mano de Dios para fabricar colchones y almohadas de bajo precio y con la de ceibo se hacen los finos. El moyuyo, que forma gajos de granos blancos, es de ley en el tocador de toda persona distinguida y elegante porque su jugo peina el cabello más rebelde a la perfección.

La cañafístula es purgante; la cañuela brinda al montubio las necesarias tiras para colgar ropa en los patios; la caña para fabricar remos y recoger agua. La hoja de tagua llamada cadi, así como el bijao, bien enlazadas, forman una cubierta impermeable de larga duración y no hay casa pobre que no la tenga. La habilla de ojo de venado desinflama almorranas y las planas y ovaladas son contrapeso del huso en los talleres de tejidos. El cardón y el culley proporciona enrejados para trampas. El gramalote y el algarrobo se usan como alimento del ganado; con el bejuco grueso fabrican mecedoras que imitan a las que se importan de Viena, con el delgado, hacen fuetes para avivar el paso de las bestias. Con ese tipo de bejuco se fabricaba el látigo "plazarte", así bautizado por haber sido inventado por uno de los señores Platzaert que vivieron en Baba durante el siglo XVIII. El legítimo tiene 7 trenzas y termina en nudos o puntas que aumentan la efectividad del golpe. La Achocha seca es insustituible estropajo de la cocina guayaquileña y la tusa seca de choclo se usaba para masajear la espalda y avivar la circulación.

EL BELLO SEXO GUAYAQUILEÑO

El 25 de Julio de 1822 el Libertador San Martín desembarcó en nuestro puerto y fue aclamado por el pueblo. Un batallón le rindió honores en el malecón. Bolívar lo esperaba al pie del Cabildo, de gran uniforme, rodeado de lo más brillante de su Estado Mayor, se acercó y le abrazó, exclamando:

—"Al fin se cumplen mis deseos de ver y estrechar en mis brazos al Gran General San Martín . .. . "

—"Igualmente", replicó el Argentino, que siempre fue parco al hablar.

Ambos subieron las gradas y pasaron al salón de recepciones acompañados por numerosos civiles, militares y religiosos. Un grupo de matronas aplaudieron lucidamente y Carmen Garaycoa Llaguno, joven de escasos años, muy amiga de Bolívar y a petición de éste, ciñó la frente de San Martín con una corona de laurel, de oro esmaltado.

—"No lo merezco señorita", contestó él, ruborizado, por el honor que le dispensaba el bello sexo porteño. "Otros le merecen más que yo. Creo; pero, en honor vuestro, la guardaré por el sentimiento patriótico que la inspira y por las manos que me la ofrecen, como recuerdo de uno de mis días más felices". Y con este corto discurso terminó el acto, pasando ambos líderes al corredor, lejos de los edecanes, donde tomaron el fresco de la mañana y dijeron cosas sin importancia, porque fue después del almuerzo cuando se inició la discusión ...

ALGUNAS RELIGIOSAS PORTEÑAS

Muchas han sido las damas del Guayas que buscaron la paz espiritual en la vida religiosa. Quizá la más antigua que se conoce fue Antonia Maldonado Verdugo y Gaitán, llamada en religión María del Espíritu Santo. Dicen las crónicas que después de muchos años de vivir en Lima murió con fama de santa el día 17 de Agosto de 1709. Catalina de Jesús Herrera-Campuzano profesó en el Coro del Monasterio de Santa Catalina en Quito y dejó escrita una rara obra titulada "Secretos entre el alma y Dios", donde relata su vida rica en experiencias imaginativamente sobrenaturales. Años después y ya en la república, Mercedes de Jesús Molina y Ayala, natural de Baba, hoy conocida como "La Rosa del Guayas", viajó al Oriente ecuatoriano. Antes había llevado en Guayaquil una vida de oración y caridad para los pobres y después fundó la Orden de las Madres Marianas. Narcisa de Jesús Martillo Moran frecuentaba la Iglesia de San José de los padres jesuitas y luego de una existencia intachable entró de simple seglar en un convento de Lima donde murió relativamente joven y en olor de santidad.

Otras monjas célebres fueron Inés Murillo y Virginia Vergara y Molina; ésta última sobrina de la Rosa del Guayas: Ambas profesaron en Cuenca, en el Convento de las Carmelitas Descalzas, donde fueron Abades. Juana del Carmen Roca e Ignacia Molestina, primas entre sí, ingresaron en Lima y Santiago respectiva.

DAMAS DE MUCHA FILANTROPIA

Josefa Anzoátegui y Anzoátegui legó una fuerte cantidad para la construcción de un Instituto de enseñanza artesanal que aún funciona bajo los auspicios de la Sociedad Filantrópica del Guayas.

Baltazara Calderón de Rocafuerte legó en su testamento una considerable suma para escuelas y obras pías.

Angelina Matheus mejoró el templo de San Francisco y María Natividad Murillo construyó el convento y lo entregó a la comunidad.

Mercedes Calderón de Ayluardo dejó dos casas y una hacienda para el Asilo que lleva su nombre y la educación de jovencitas pobres de Guayaquil.

Jesús Pereira de Caleció obsequió el reloj de la torre de la Iglesia de San Alejo con su correspondiente campana. Con su esposo Manuel Galecio Ligero donaron una fuerte cantidad para que la Beneficencia construyera y administrara una escuela para huérfanos.

Josefa Vivero de González regaló al Cuerpo de Bomberos una bomba a vapor y mandó a construir el edificio del depósito frente al malecón.

Benigna Pareja de Macías socorría a numerosos necesitados.

Rafaela Valdez Concha entregó millones a la Orden salesiana para la construcción de un Instituto de enseñanza técnica y artesanal.

PERIODISTA Y PARA COLMOS POETA

Hacia 1894 Nicolás Augusto González Tola trabajaba en "El Grito del Pueblo" de propiedad del colombiano Federico Reinel. Antes lo había hecho en "El Diario de Avisos” que tuvo tanto éxito y, como buen periodista a veces tomaba la pluma para componer versos por aquello de que todo hay que combinar en esta vida.

En los bajos de la actual bomba "Salamandra" funcionaba el diario y no era raro ver reunidos a Alberto Reyna Guzmán, José de Lapierre, Federico Pérez Aspiazu y Antonio Elizalde Nájera en abierta tertulia con González y Reinel. Mas, con el paso de los años y la llegada al poder del liberalismo, nuestro poeta sufrió desilusiones y aunque cansado y viejo, siguió escribiendo con el seudónimo de "Antisana". En 1907 inauguró una nueva sección de "Cartas al Director", donde criticó la mala labor municipal así como el abandono de las calles y al final de cada una de ellas ponía en rima el nombre de una joven de sociedad por escapar a toda réplica del Cabildo. Veamos algunas de las más ocurridas y disfrutemos del ingenio del atrevido “Antisana".

Estoy tan favorecidocon cartas que huelen bienque mi cuarto es un edéno en jardín se ha convertidoAbro y leo: Buen señoro es Ud. un ciego, a feo nuestras calles no vesu servidora.... LeonorElizalde Bolognesi

Antisana, ya me irritasu silencio criminalcritique Ud. el lodazalen que vivimos ... PepitaElizalde Bolognesi

Oh poeta. ¿Cómo puedesvivir oliendo ese lodo?de que lo limpien, el mododebes indicar. . . MercedesWright Aguirre

En verdad me desconsuelaque vivimos como patosy dañar tantos zapatosy tantas suelas. GabrielaElizalde Luque

Esto ya pica en historiael concejo nos despreciasi Guayaquil no es Veneciasequen los lagos. VictoriaElizalde LuqueINICIADOR DE "VIDA SOCIAL" EN VERSO

También el poeta inventó la columna titulada "Vida Social” que escribía diariamente en verso para solaz de las jóvenes casaderas del puerto. Aquí va una muestra de tan claro talento:

Vida Social del Niño Cupido.Que nunca gasta mas galaque sus flechas y sus alasy a Guayaquil ha venido.

Y el picaronazo ha heridoa Isabel y dos Leonores (1)a Enriqueta y a Victoria (2)que ya sueñan con la gloriapor dar fin a sus amores.

¿Cómo? Del modo más llanoentregando a sus galanes'' ,el tesoro de sus manos.

Yo que por saber me afanoalgo así, sensacional,.algo nuevo, originalal saberlo, no meditoy pongo en "Vida Social"...

¿Le conocéis? Isabelcomo aquellas de marcillaque esculpió el griego cincel

Leonor, la rubia, es aquel (3)ángel de mis ilusionesque asemejan las cancionesrománticas del poetaY es un brillante: Enriqueta (4)de espléndidas radiaciones

Por su belleza notoriay por su beldad supremaes la musa de un poemala esbelta y linda Victoria.

Todas son encanto y gloriaLas Leonores, Isabelpor lo tanto un laurelbuscarán para este poeta.

La otra Leonor, la morena (5)la de suprema eleganciaparece nacida en Franciamas, toda una sala llenay si la miráis serenacaminando por la víay luciendo la poesíade sus ojos soñadoresenvuelve con sus fulgoresla luz de la Andalucía.

(1) Isabel Luque Rodhe de Ponce, Leonor Sáenz de Tejada de Baquerizo y Leonor Elizalde Bolognesi de Gilbert.(2) Enriqueta González Luque de Orrantia y Victoria Elizalde Luque.(3) Leonor Sáenz de Tejada de Baquerizo(4) Enriqueta Elizalde de Noboa(5) Leonor Elizalde Bolognesi de Gilbert.

OLMEDO Y LORD BYRON

Se ha venido discutiendo nuevamente sobre si la estatua que esta frente al Club de la Unión representa a José Joaquín de Olmedo o si es Lord Byron.

El supuesto parecido con Byron nunca ha sido demostrado a pesar que sería sumamente sencillo tomar una fotografía de algún óleo del poeta inglés y compararla con el rostro de la estatua. Entonces surge la pregunta siguiente: ¿De dónde se origina la

conseja o chascarillo de afirmar que la estatua es de Lord Byron? ¿Será porque el inglés era cojo y el personaje de la estatua está cómodamente sentado y leyendo unos papeles? Argumento tan deleznable no es suficiente para una afirmación tan rotunda... ¿quizá porque siendo Olmedo poeta y no pareciéndose esta estatua al retrato tradicional que de él tenemos los guayaquileños, alguien dijo y luego se ha repetido constantemente, que la estatua representa a otro poeta y por estar sentado el personaje se la encajaron al único poeta cojo del mundo? Esto es más increíble, sin embargo, un asunto tan nimio y que nunca debió tener importancia, ahora viene a ser artículo de fe de algunos escritores y periodistas que hasta se han vuelto intransigentes.

LOS RETRATOS DE OLMEDO

Los retratos que se conservan de Olmedo son dos fundamentalmente. El uno de juventud y el otro de vejez y enfermedad; debieron existir algunos intermedios pero el Incendio grande que todo lo quemó en Guayaquil el 5 y el 6 de octubre de 1986 nos ha dejado este vacío iconográfico, y es una lástima porque de tener a mano más retratos no estaríamos discutiendo.

Los retratos: Juan Alfredo lllingworth Baquerizo poseía en su hogar un medallón con la efigie de Olmedo joven. Es una miniatura con marco metálico de color dorado. Su interior está pintado al óleo y contiene el rostro agradable de un joven inteligente, tal como debió ser Olmedo en sus años de estudiante en Lima, cuando era invitado a banquetes, bodas y agasajos para que deleitase a la concurrencia con brindis y poesías, muy al gusto de la época.

Este medallón tiene grabado en el anverso el nombre de Virginia y perteneció a Virginia de Olmedo Ycaza, la hija del poeta, quien falleció soltera y sin descendencia. Posteriormente el medallón pasó a poder de Ana Luz Ycaza de lllingworth, luego fue de Roberto lllingworth Ycaza. Se conoce otro medallón igual que perteneció a Rosa Perpetua de Olmedo Ycaza, la otra hija del poeta, llamada cariñosamente por él «Mi Rosita de Ayacucho» en memoria de esa batalla; y que ambos fueron mandados a pintar por Olmedo, copiados posiblemente del retrato que él envió a su hermana Magdalena de Olmedo Maruri, después señora de Paredes, cuando le remitió el poema «Mi retrato», donde se describe en los siguientes términos que concuerdan en todo con el medallón:

... mi cabello no es rubiopero tampoco es negrola frente es espaciosalas cejas bien pobladasy debajo unos ojosque es lo mejor que tengoni muy grandes ni muy chicosni azules ni negrosson grandes las naricesy a mucho honor lo tengola boca no es pequeñani muy grande en extremoel labio no es delgadolos dientes son muy blancoscabales y parejosy de todo me ríopara que puedan verlosla barba es algo agudapero con poco pelo.

Es un Olmedo gracioso, diáfano, alegre y juvenil el que se retrata en el poema y en las miniaturas y como ambos concuerdan perfectamente en la descripción, debemos aceptar que Olmedo debió ser un joven culto y simpático en extremo, que cuando maduró bien pudo tener el rostro de la estatua que está frente al club de la Unión, donde aparece cuarentón, algo entrado en carnes, de porte distinguido y educado, bien acicalado, etc., justo el Olmedo que debió encarnar la revolución del 9 de Octubre de 1820, año en que nuestro poeta acababa de cumplir sus 39 bien vividos y viajados. La moda, el ropaje conque esta vestido el poeta, igualmente son los que se usaban en América por esa época.

Aparte de este medallón y de la estatua frente al Club de la Unión ya descritos, existen otras efigies de Olmedo en Guayaquil. Veámoslos: Hay en el Museo Municipal un busto en bronce; y en la columna del centenario de la independencia una estatua de cuerpo entero igual de bronce. Entre ambas existe un enorme parecido, de donde supongo que pueden tener un mismo origen. También existen varios retratos al óleo. Hacia 1955 el maestro Mario Kirby pintó por encargo de la Municipalidad un óleo de Olmedo, que el Alcalde Guevara Moreno envió de regalo al Cabildo de Quito. Kirby volvió a pintar a Olmedo a pedido de dicho Alcalde para tenerlo en su despacho pero poco después se obsequió ese cuadro y cuando la Municipalidad de Guayaquil quiso honrar a los triunviros el 6 de Marzo (Olmedo, Roca y Noboa) también le encomendaron esos óleos a Kirby, de suerte que es autor de lo menos tres óleos de Olmedo. En 1976, a mi paso por la concejalía del Cantón, hice colocar los óleos de los triunviros en la llamada sala de sesiones, desde entonces conocida como «Salón de los Triunviros» por resolución municipal; hubo que reponer el óleo de Olmedo que había estado en la Alcaldía y se contrató a Vicente Ortega Herrera, quien copió la obra de Kirby con enorme éxito, a decir de personas entendidas en la materia. Tanto los retratos como las estatuas se han inspirado en una vieja fotografía de Olmedo, uno de cuyos ejemplares se conserva en él Museo Municipal y otro debió servir en 1848 al célebre polígrafo argentino Juan María Gutiérrez para la primera edición de las obras poéticas de Olmedo que imprimió ese año en Valparaíso, donde se reproduce dicha foto, en la que el poeta aparece demacrado y macilento. Este Olmedo viejo y avejentado, de no más de 110 libras de peso, es el que ha pasado a la posteridad, puesto que la fotografía de 1847, reproducida en Valparaíso para Gutiérrez, dio la vuelta al mundo en las siguientes ediciones que fueron: la segunda en París 1853; la tercera de 1862 impresa en Méjico por el poeta Manuel Nicolás Corpancho; la cuarta, de París, 1896, con prólogo de Clemente Ballen y Millón y costeada por su cuñado Crisanto Medina. Para finalizar, hay que añadir que en la traducción de las poesías al francés efectuado en 1904 por Víctor Manuel Rendón Pérez, igualmente se reproduce dicha fotografía. ¿Entonces qué nos puede admirar, si al ver a un Olmedo joven, dudamos que sea el mismo viejo, flaco y enfermo al que nos han acostumbrado?.

Entre la inauguración de ambas estatuas (la que está frente al Club de la Unión y la de la Columna del Centenario) transcurrieron 40 años, la primera en 1892 y la del centenario en 1920, mientras tanto hubo el incendio grande (1896) todo lo quemó. Por ello fue que los miembros del Comité de la Columna del Centenario, al no tener a mano algún óleo de Olmedo joven, tuvieron que enviar a París la clásica litografía tomada de sus obras poéticas. Cosa muy explicable y comprensible.

PARQUE SEMINARIO Y PLAZA BOLIVAR

En 1693 Don Juan Pérez de Villamar, uno de los más emprendedores vecinos de esta ciudad, obtuvo que el Rey autorizara el traslado de Guayaquil a la amplia sabana que existía hacia el sur del Cerrito Verde, de esta forma quedó la urbe dividida en dos barrios o ciudades:

1) La parte Vieja ubicada entre el río y la segunda calle interior (Rocafuerte) y

2) La Nueva sobre terrenos anegadizos en invierno pero fáciles de defender del ataque de los piratas.

En la mudanza de Ciudad Vieja a la parte Nueva, el Cabildo obligó a los vecinos de Ciudad Nueva a edificar casas con tejas para evitar la propagación de los incendios y dispuso que existiera una plaza de dos manzanas de extensión con frente a la Iglesia Matriz, entre las actuales calles de Chile, Chimborazo, 10 de Agosto y Clemente Bailen. Esta Plaza Matriz o Mayor, por ser la más grande de la ciudad, quedó descuidada por muchos años debido a que el vecindario prefería vivir con frente a la ría, en la calle de la orilla, siendo muy pocas las casas construidas a sus costados.

En 1812 el Obispo de la Diócesis de Cuenca Andrés Quintián y Ponte de Andrade, hizo jurar la constitución en la Plaza Matriz. Por este magno acontecimiento la plaza fue conocida como la denominación de "Constitución" en honor a la solemnísima jura; pero como dicha carta fundamental tuvo vida efímera los guayaquileños volvieron a bautizarla Como Plaza Matriz.

LA CASA DE LAS BEATAS

Hacia, 1860 la Plaza estaba cercada por hermosos edificios de madera, muy elegantes, que le conferían un aspecto típico y señorial. Ya no se llama Matriz, porque en 1838 cuando el Papa nos ascendió a Diócesis, la humilde Iglesia se convirtió en Catedral. Ya era la Plaza de la Catedral. El templo estaba al costado oeste, de madera, amplio y esbelto con una espaciosa nave central y dos torres de cuatro pisos cada uno a sus costados. El interior había sido decorado con tallas laminadas de pan de oro y numerosas imágenes policromadas, su piso era de tablas pero no habían bancos. En el costado norte estaba la casa de Dolores Irazábal y Vivero, esposa de Ignacio Peña León, casa que después pasó a constituirse en Palacio de los Obispos, por donación de su propietaria.

En la esquina de la Caridad y Cárcel (Chile y 10 de Agosto) estaba las casas de María Molina y Ayala, de un piso alto y otro bajo, techo de tejas y paredes de madera. En los bajos funcionaban varias tiendas de comercio y la propietaria que vive en unión de sus hijos, los niños Vergara Molina, una hermana llamada Mercedes y dos señoritas beatas. Jesús Caballero y Narcisa Martillo, ocupaba los altos. No hay ventanas sino corredores con toldas de lonas que suben y bajan según el sol y el calor.

Esta casa se hizo famosa en 1889 por el fallecimiento en Lima de Narcisa de Jesús Martillo Moran, que según opinión generalizada murió "en olor de santidad". Mucha gente subía a preguntar detalles de la "Santa", queriendo averiguar sus costumbres y milagros, en una verdadera peregrinación que solo amainó con los años.

La casa se quemó en el incendio del 16 de Julio de 1902 y hoy el solar está ocupado por la nueva construcción del Hotel Continental. Valga la oportunidad para que los devotos de Narcisa piensen en colocar una placa de bronce, recordatoria del sitio donde vivió años de profundo misticismo, en medio del diario bullicio de la urbe. (1) En 1888 el Comité Cívico Bolívar contrató la construcción de una estatua del Libertador, la Municipalidad dio permiso para erigirla frente a la Catedral y el 24 de Julio de 1889 se inauguró con asistencia de las principales autoridades. La Plaza pasó a ser conocida con el nombre de Bolívar, que actualmente tiene. Entonces el filántropo Miguel S. Seminario donó 20.000 pesos para la adecuación de "un parque" en los alrededores de la estatua y sus herederos los Seminario Marticorena tomando en consideración que la obra demandaba un gasto mayor, aumentaron el obsequio a 100.000 pesos, encargando la confección de la grandiosa y elegante verja perimetral de hierro forjado, trabajada en uno de los mejores talleres de París, así como el hermoso quiosco que aún existe. El 24 de Julio de 1895 se inauguró el Parque y la ciudad entera lo bautizó con el nombre de Seminario.

Por ello el parque Seminario se encuentra dentro de la plaza Bolívar. Guayaquil ha honrado al filántropo y al Libertador...

(1) Esta crónica data de 1970 y diez anos después, en 1980 se cumplió nuestro deseo y tuve la oportunidad de asistir al acto y tomar la palabra, pero la placa no es de bronce sinó de porcelana. De todas maneras las tres beatas han sido honradas. Vale..

PERIPECIAS DE UNA JEFATURA SUPREMA

En diciembre de 1850 se instaló en Quito la Asamblea Constituyente convocada por Diego Noboa Arteta, Jefe Supremo de la República. Tras largas deliberaciones, el 25 de febrero y bajo la dirección de Ramón de la Barrera, eligieron Presidente Constitucional de la República a Noboa por 22 votos. Eran las 10 de la noche.

El nuevo ungido estaba viejo en años y servicios a la Patria pues desde el 9 de Octubre de 1820 figuraba como un fervoroso partidario de la independencia. Para 1851 su hoja de vida civil yacía algo empañada porque acababa de aceptar la dictadura de manos del General José María Urbina, quien había puesto fin al régimen constitucional del Vicepresidente Manuel Ascázubi, electo interinamente en 1849.

El nuevo gobierno de Noboa estaba condenado al fracaso pues su base de sustentación era la fuerza y ésta se hallaba en manos ambiciosas. Noboa trató de atraerse a Urbina halagándole con numerosas ofertas, pero todas fueron rechazadas. En Guayaquil ejercía la Comandancia Militar el General Francisco Robles García, que gozaba de gran popularidad entre el pueblo por su carácter alegre y expansivo, muy dado a la bohemia y a las bromas y para colmos amigo y compadre de Urbina, que le preparó el ascenso al poder.

FLORES Y LOS FILIBUSTEROS

En marzo de 1851 circuló con mucha insistencia el rumor de que el desterrado General Juan José Flores había entrado en tratos secretos con filibusteros yanquis que merodeaban las costas centroamericanas de Honduras y Nicaragua, ofreciéndoles entregar por algún tiempo las islas Galápagos si le restituían al poder, además de 20.000 pesos. El asunto se originó en una hoja suelta impresa en París y entregada a las legaciones extranjeras para su conocimiento. El coronel Soullin la había refutado alegando que un hombre de la honestidad de Flores no podía ser socio de piratas ni bucaneros; pero, a solo 6 años de su expulsión, Flores seguía impopular en Ecuador, nadie confiaba en sus intenciones y la refutación vino a agravar la sospecha contra él.

LA EXPULSION DE LOS JESUITAS

Por esos días en Nueva Granada se decretó la expulsión de los Padres de la Compañía de Jesús que habían retornado con la independencia, a pesar que en la República no se había dictado ninguna ley que derogara la pragmática de Carlos III.

Esta anómala situación legal originó un grave caso de jurisdicción y competencia, liberales y conservadores discuten acaloradamente, y al ascender al poder el General José Hilario López, uno de los primeros actos de su gobierno fue decretar nuevamente la expulsión de los jesuitas, que pasaron al Ecuador y fueron recibidos por Noboa en Quito.

Los enemigos del presidente y de la Compañía de Jesús vieron en este acto una razón para acusarlo y levantar oposición encontrando el ambiente propicio pues los jesuitas eran odiados por unos, temidos por otros y queridos por pocos. Noboa fue acusado de floreano y jesuita, cargos graves para la época, por los partidarios de Elizalde y Ascázubi, que no le perdonaban el haberse proclamado Jefe Supremo de la República. Pero tampoco debemos olvidar que el gesto cordial del Presidente Noboa nos enfrentaba militarmente con Colombia, país más fuerte que nosotros y que en Guayaquil existía un núcleo de jóvenes militares que profesaban las ideas de la revolución francesa y sentían la necesidad de secularizar las instituciones liberándolas del dominio clerical. Estos ecuatorianos eran una elite, sabían que el presidente es primo hermano del Arzobispo Nicolás Joaquín de Arteta Calisto y que por primera vez desde 1830 los religiosos se encuentran fuertes y eso motivó al Comandante Militar de Guayaquil, General Francisco Robes García, a tomar la iniciativa contra Noboa.

SE AGRAVAN LAS RELACIONES CON COLOMBIA

Noboa había errado en política porque los jesuitas constituyeron de inmediato un problema para el país. Colombia reclamó por habernos mezclado en sus asuntos internos, aceptando a los padres jesuitas expulsados de su territorio por indeseables. Nuestro buen presidente no dio su brazo a torcer y respondió con toda ecuanimidad, sereno pero firme. ¡La guerra se avecinaba con el país hermano! ¿Obró Noboa con justicia? ¿Fue un error político? El descontento militar creció en su contra y voces amigas le aconsejaron un viaje a Guayaquil a tranquilizar los ánimos y poner orden. Así lo hizo en compañía de varios amigos y parientes, a pesar que algunos de sus íntimos opinaban en contra del viaje, por creer que se trataba de una celada.

PIERDE LA PRESIDENCIA Y MATIAS SOTOMAYORY LUNA SU RELOJ Y CADENA

Ni bien llegó Noboa a Babahoyo cuando ya estaba esperándole una comisión municipal y los militares de la plaza, que lo vieron y aplaudieron; mas, en él punto Bejuco Colorado del río Baba, se hallaban varios esquifes para la comitiva a fin de conducirla a Guayaquil. Noboa aceptó el gentil, ofrecimiento del Comandante José María Cornejo y tomó asiento entre los Tenientes Coroneles Melitón Vera y Matías Sotomayor y Luna, todos de su entera confianza, y cuando ya divisaban las primeras casas del Malecón fueron abordados por el pailebot de guerra "Olmedo" que mandaba el Capitán José Robles Canales y los asombrados "prisioneros" fueron obligados a embarcar con rumbo desconocido.

Y como las desgracias nunca vienen solas, un fuerte temporal obligó a Robles, a la altura de punta Malpelo a regresar a Puna donde dejó a Noboa, Sotomayor y Luna y Vera en calidad de detenidos y siguió rumbo a Guayaquil, donde fue recibido por su sobrino el General Francisco Robles, con muy mala cara: ¿Qué pasó con los presos?.- Pues resulta que casi naufragamos y están en Puná.

- Déjate de excusas y parte inmediatamente con ellos. ¡Es una orden!

Vuelve el Capitán a embarcar hacia Puná y con tan valiosa carga humana continuó buscando algún barco amigo que los transportase al extranjero. Días después avistaron un buque norteamericano que iba de California rumbo a Chile; Noboa ofreció al Capitán todo lo que portaba en dinero con tal que terminase su tragedia; pero éste, ni corto ni perezoso, pidió además, el reloj y la cadena de Sotomayor y Luna, que debieron ser muy valiosos, de oro macizo de 18 kilates, para despertar la ambición del marino, y así fue como Sotomayor y Luna entregó sus prendas y el Presidente Noboa y sus dos amigos volvieron a hacerse a la mar y por fin llegaron al Callao, donde recaló el navío para composturas y saltaron a tierra.

Diego Noboa nunca más intervino en la política, regresó en 1855 al puerto y se dedicó al cuidado de sus numerosos hijos —16 en total— en dos matrimonios y falleció en 1870.

CONSERVADORES Y LIBERALES CON URBINA

Ya dueño de la situación Urbina convocó para el 17 de Junio de 1852 una Asamblea Constituyente que se instaló en Guayaquil y lo eligió Presidente Constitucional para el período 1852-56.

En el ínterim y desde la prisión de Noboa hasta la instalación de la Asamblea, Urbina había recibido el apoyo político de los conservadores que habían sido partidarios del Presidente Vicente Ramón Roca fallecidos en 1850, y que por estar sin caudillo a quien seguir, optaron por el de turno, plegando sin condiciones y en espera de conseguir alguna canonjía en el presupuesto nacional.

Y a pesar de ser un liberal convencido Urbina los recibió paternalmente y los llenará de atenciones durante su período, como a hijos pródigos, gobernando sin resistencias pues tenía a los liberales y adoptó a los conservadores por conveniencia.

FLORES SIGUE FASTIDIANDO AL PAIS

Era el doctor Osma, Ministro de Relaciones Exteriores de Perú en 1851 y no simpatizaba con Urbina por liberal, así pues convenció al General Echanique, Presidente de dicha República, para que ayudara a Flores en una invasión y efectivamente, pusieron a su disposición el vapor "Chile " armado y equipado y cuatro buques de vela.

Entonces Flores llamó en su auxilio al Coronel Pedro Mena que estaba en las Galápagos y éste alistó un buque de presidiarios. Al momento de salir Mena fue asesinado por el jefe de ellos, de apellido Briones, que inmediatamente se dirigió a Guayaquil y al pasar la costa de Mancora avistó dos de los cuatro buques a vela que componían la escuadra de Flores, abordando uno y dando muerte a sus tripulantes, que del miedo a los piratas se habían escondido en la bodega, donde fueron asesinados a machetazos.

Después Briones llegó a nuestro puerto y contó a las autoridades sus andanzas esperando un premio; pero vanas fueron sus esperanzas pues se inició juicio en su contra y se los condenó a todos ellos. Poco después fusilaron en Guayaquil a cinco, incluyendo al cabecilla.

JUBILO EN QUITO: EXPOSICIONES Y CONFERENCIAS

La sola noticia de que Flores proyectaba una nueva invasión contra las costas ecuatorianas inflamó el pecho de los jóvenes capitalinos que formaron filas en defensa de la patria. En Quito se inauguraron exposiciones de pintura y escultura y en sabatinas literarias se desplegaba ingenio, arte y cultura, existía un enorme despertar cívico contra el invasor y todos apoyaban a Urbina como jefe del gobierno.

Mientras tanto Flores había reunido sus fuerzas y con dos bergantines y tres goletas, a las 11 de la noche el 4 de julio de 1852, empezó a vomitar fuego contra las casas del Malecón. Muchas personas estaban en la fiesta de míster Mateo P. Game, Cónsul de Estados Unidos, celebrando el día de la Independencia de Norteamérica, cuando fueron sorprendidos por las descargas y se inició una confusión indescriptible. Un concurrente exclamó: "Es Satanás que viene a reclamar su patrimonio", refiriéndose a Flores y la fiesta terminó en seguida.

Urbina y dos viejos combatientes de la independencia, los Generales Juan lllingworth y José María Villamil, contestaron el fuego invasor desde el Fortín de Saraguro o San Carlos, con un solo cañón que allí existía, pero los tiros fueron certeros y lograron impactar en el invasor.

Al amanecer Flores se retiró maltrecho y entristecido de que sus amigos de Guayaquil no lo hubieran secundado desde el interior de la plaza, como era el convenio. En esta acción perdió la vida un curioso, amigo y compadre de Flores y español de nacimiento: Francisco Reyna y Martos, que al escuchar las detonaciones y en contra de la voluntad de sus familiares había abierto las ventanas de su casa en el Malecón para espectar la batalla, recibiendo una bombarda. Su muerte fue muy sentida en ambos bandos porque era bueno como una miga de pan.

EL SERMON DEL DIPUTADO ANGULO

En la Asamblea Nacional de 1852 que presidió Pedro Moncayo y Esparza, contando en la Vice - Presidencia con el doctor Francisco Xavier Aguirre Abad, se discutió por primera vez en nuestra historia si la religión católica, debía ser declarada religión oficial del estado. En el fondo la cuestión se traía al tapete de la discusión porque la influencia de los jesuitas ya hacía sentir en el ámbito nacional, moviendo numerosos resortes políticos a su favor para evitar la orden de salida decretada en su contra y los diputados liberales querían darles el segundo golpe, el de gracia.

Moncayo fue el encargado de plantear la reforma constitucional referente a la religión oficial del estado, indicando que las creencias religiosas pertenecían al fuero interno de cada individuo y que no tocaba al legislador imponer religión ni creencia oficial, puesto que no tenía potestad alguna sobre las conciencias. El Diputado Manuel Angulo replicó largamente en un discurso que más parecía sermón y al final la reforma fue rechazada por 15 a 13 debido a la inasistencia de 3 diputados que, a pesar de haberse comprometido por la reforma, faltaron a la sesión. La nota cursi la dio el victorioso Angulo, que sabiendo que su tesis había triunfado, delante de todos se arrodilló en pleno congreso y a gritos dio gracias a Dios "por el triunfo de la religión y la derrota de la moción herética", por supuesto que dichos gesto teatral sólo sirvió de mofa y escarnio a Angulo que desde entonces fue tenido y considerado como un ridículo y no como el notable latinista que había sido hasta entonces. Así terminó la Asamblea Constituyente de Guayaquil y Urbina inició su período, elegido Presidente por 24 votos.

PIEDRAHITA NO ES DAULEÑO

En la edición del 13 de Abril de 1971 el presidente de la Asociación de Periodistas del Cantón Daule, Lic. Oscar Villena Rugel publicó una aclaración a mi artículo sobre la vida del Dr. Vicente de Piedrahita Carbo.

El Lcdo. se fundamenta en una afirmación del doctor Manuel de Guzmán Polanco que en su libro: "UN ECUATORIANO ILUSTRE" asegura sin prueba alguna que Piedrahita nació en una hacienda familiar, a ORILLAS DEL RIO DAULE.

Pero no es el Lcdo. Villena Rugel el único confundido con este dato, el doctor Carlos de la Torre Reyes, en su obra "UN EMIGRADO DE SU TIEMPO" concluye informando que "antes se sabía que Piedrahita era guayaquileño pero ahora se conoce que es dauleño".

PRUEBAS DEL GUAYAQUILEÑISMO DE PIEDRAHITA

Piedrahita fue asesinado en su hacienda La Palestina, situada en la jurisdicción parroquial de Santa Lucía, la noche del 4 de Septiembre de 1878. Dos años después y con ocasión del aniversario, el vapor "Bolívar" salió por el Guayas con dirección a Daule, portando numerosos parientes y amigos de la víctima presididos por su tío materno Pedro Carbo Noboa, que recibió los restos a nombre de la ciudad de Guayaquil, de manos del Concejo dauleño.

Al día siguiente 5 de Septiembre, se celebraron en Daule solemnes exequias fúnebres. El doctor Javier A. Marcos pronunció la oración del ritual estando el templo preparado con suma elegancia. El catafalco era muy bueno y todas las columnas tenían inscripciones alusivas a la personalidad de Piedrahita.

Por la tarde regresó el "Bolívar" a Guayaquil y a las nueve de la noche arribó al malecón donde había gran cantidad de personas que acompañaron las cenizas hasta la Catedral, donde la urna guarnecida con franjas doradas quedó guardada hasta el día siguiente,

El día 6 y muy por la mañana, numeroso público colmó el templo de bote a bote. El Canónigo Doctor José María de Santistevan, primo segundo del fallecido doctor Piedrahita, pronunció la Oración Fúnebre, manifestando entre otras frases, las siguientes: "¡Piedrahita, Piedrahita, ese preclaro GUAYAQUILEÑO, ya no existe .....!". Luego agregó:

"Guayaquil, Patria feliz de Vicente Piedrahita, quien vio los primeros rayos matinales el 22 de Junio de 1833" .... etc.

Y no fue el Canónigo Santistevan el único en afirmar rotundamente el guayaquileñismo de Piedrahita; existen muchos otros testimonios de la época. Veamos: "Los Andes", de Guayaquil, 14 de Septiembre de 1878. "Semanario de Guayaquil", 21 de Septiembre de 1878. Y por si estas pruebas fueran pocas, en las honras fúnebres celebradas el Miércoles 2 de Octubre de 1878 en el Templo de la Merced de Lima se dijo: "Piedrahita nativo de Guayaquü, donde vio la primera luz. . ." Y el ilustre José Domingo Cortés en su Diccionario Biográfico Americano publicado en París en 1875, cuando aún vivía el interesado, al expresarse de él dice:

PIEDRAHITA, Vicente- Ecuatoriano. Nació en Guayaquil, en 1834.... etc. Y para abundar más aún, para que no quede ni el menor resquicio de dudas sobre este tan trillado tema, en las honras fúnebres celebradas en La Merced de Lima, ya citadas, que fueron presididas por Monseñor Carlos Alberto Marriott Vallejo, Antonio de Ycaza Paredes y el doctor Miguel Riofrío, Encargado de Negocios del Ecuador diciendo misa de pontifical el Obispo de Loja Monseñor Massiá y Vidiela, con Monseñor Riscos, Obispo de Chachapoyas y ante numerosos ciudadanos ecuatorianos y peruanos, el R.P. Moro dijo lo siguiente: ¡Piedrahita, guayaquileño ilustre nacido en 1834!....

(Verlos Diarios "El Nacional" y "La Opinión Nacional" y la página 75 de la "Corona Fúnebre del Doctor Piedrahita", publicada en la Imprenta de la Nación de Fidel Montoya, en Guayaquil, 1880).

POR QUE ALGUNOS SE EQUIVOCAN

Tantos indicios- ciertos y probados, de personas que vivieron en la época, que fueron sus parientes íntimos y amigos de mucha confianza, todos ellos asegurando lo mismo, es decir, que Piedrahita nació en Guayaquil, no dejan ni siquiera un rescoldo de duda sobre el lugar de su nacimiento; pero se ha dado el caso que algunos cándidos duden por el solo hecho de no haberse hallado jamás la correspondiente Partida de Bautizo, lo que no debe extrañarnos ya que en el Incendio Grande de 1896 se quemó íntegramente el Archivo de Ciudavieja, Parroquia de la Concepción, de Guayaquil, pudiendo haberse perdido tal documento. En cambio, no sucedió lo mismo con el Archivo Parroquial de Daule que está intacto en cuanto se refiere a partidas de bautizo del siglo pasado y allí no existe la de Piedrahita. ¿Se quiere más pruebas que Piedrahita no es dauleño sino guayaquileño?.

POESIA DE GABRIEL GARCIA MORENO

El estudio de los personajes históricos depara muchas sorpresas. Gabriel García Moreno es poco conocido como poeta para los no estudiosos de la literatura, a pesar de que en el manejo de la lira fue un estilista que lanzaba los más hirientes dardos de su talento contra quienes no compartían sus ideas: Montalvo, Flores y Urbina, sus más zaheridos contricantes, Montalvo fue bautizado de "Cosmopollino" en divertida alusión a su obra "El Cosmopolita"; Flores y Urbina llevaron peores partes. Al primero dijo: "Vil tirano del crimen nacido" y al segundo: "Monstruo que hasta el patíbulo infamara".

DONDE GARCIA MORENOINICIA SU VOCACION POETICA

El futuro presidente tenía su corazoncito romántico cuando frisaba los 18 años. Era apuesto y gallardo como joven tropical. Algo pulido, delgado y con ligero esbozo de bigote, era no mal bocado para las chicas del Quito colonial todavía en 1841, época en que frecuentaba los salones capitalinos debido a la protección que le dispensaba el obispo, a quien había sido recomendado. Este nexo le sirvió al joven estudiante del Real Convictorio de San Fernando para cobijarse en la generosidad de Monseñor Arteta y Calisto, que informado que deseaba tomar los hábitos en una orden religiosa cualquiera, lo apoyó incondicionalmente, exigiéndole eso sí, que terminara los cursos regulares del Bachillerato y después... "Ya veremos, la vocación no era cosa de prometer como manda cualquiera, porque había que sentirla de veras para no engañarse a sí mismo y tomar el camino equivocado, del que habrá que retroceder después con muchas penas; así es que, jovencito García Moreno, siga con la Gramática, Retórica y Matemáticas Generales en las que está muy bien y luego si Dios quiere. El dirá. No olvidemos que esta sede ha sido ocupada por guayaquileños de nacimiento o familia. Yo soy hijo de un caballero de allá, quizá usted...”

EL SALON DE RECIBO DE LA PRIMERA DAMA

Y como del dicho al hecho hay poco trecho, nuestro futuro poeta siguió estudiando y visitando, siendo recibido cariñosamente porque los afuereños son siempre bien atendidos en cualquier lugar, quizá por la novedad. Un día concurrió a la casa de la primera dama de la nación Mercedes Jijón de Flores, alternó con jovencitas muy hermosas y puso especial atención en una que es:

inocente y bellacomo una flor. ...

Juanita Jijón y Vivanco se llamaba la hermosa "serafín de amor" y parece que no fue indolente a los requiebros garcianos por las atenciones que éste recibió: risitas, zalemas, lánguidas miradas y en suma mil y una coqueterías entre las que podríamos pensar que hubo uno que otro inocente beso.

Y el joven estudiante porteño halagado por tan fácil conquista, la primera que realizaba en su vida, corrió a contarlo en el Real Convictorio a sus compañeros de aulas, donde esperaba recibir palmas por tan grande hazaña y efectivamente que lo era, porque para un simple muchacho que estudiaba becado, sin riquezas y en medio extraño, recibir un beso de la cuñada del Presidente de la República era cosa grande.

Pero nuestro héroe ignoraba que entre sus compañeros había uno medio hablador, Martín de Icaza Paredes, que voló a Palacio a contarlo todo.

EL PESO DE FLORES CASI LO ANIQUILA

Ah, jovencito pretencioso, con que le ha robado un beso a Juanita. La muy boba. Dar besos a pobretes. Pero ya verá el atrevido, déjenlo que regrese para que se tope conmigo. El irritado Flores tramó su venganza y esperó que Gabriel García Moreno volviera a visitar su casa, para espantarlo a patadas y así efectivamente ocurrió, para desgracia de nuestro paisano, que tuvo que salir a escape, mohíno y cabizbajo.

Además, el ofendido Flores solicitó al Convictorio el retiro de la matrícula de estudiante de García Moreno y a no ser por la pronta intervención del doctor Benigno Malo, Ministro del Interior, que se prestó a intermediario para componer la diferencia y aplacar los caldeados ánimos presidenciales, duro castigo hubiera recibido el avergonzado García Moreno. Oh tiempo engañoso, Oh ¿quién te cambió?

Entonces y como primera providencia, se encerró en un altillo al que nadie podía llegar porque la escalera de mano fue retirada y subida por él mismo. Allí permaneció cuarenta días estudiando hasta por las noches, a veces metiendo los pies en una lavacara de agua para no dormirse y con el cuero cabelludo rapado, sin un solo pelo en señal de rebeldía. Hecho un hippie al revés, para impedir que las tentaciones del mundo exterior le animaran a salir.

De esta época es la siguiente letrilla, famosa por su belleza, que Manuel María Pólit Lazo, Arzobispo de Quito, autor de las obras completas de García Moreno, hizo constar como puesta en el abanico de Juanita Jijón.

LETRILLA (FRAGMENTOS)

Mientras sin amoresmi pecho existiófeliz y contentoel mundo me vioHoy desventuradogime de dolor, .que ha querido el cieloque muera de amor.Mi rápida dichase desvaneciócomo leve nieblaque disipa el sol,Si ya no me quierela que me adoródecidme; ¿no es justoque muera de amor?

OPOSITOR DE PRIMERA LINEA CONTRA EL REGIMEN

A los pocos meses de este desgraciado incidente se inscribió como miembro de la sociedad Filantrópica Literaria, sitio de reunión de los más ardorosos conspiradores contra la tiranía floreana entronizada con la República y ensoberbecida con los dictados de la Constitución vigente en 1843, llamada y con sobrada razón: "Carta de Esclavitud".

Allí leyó a los presentes numerosos capítulos de "La Linterna Mágica" que editaba Pedro Moncayo y donde escribía García Moreno de vez en cuando.

En 1844 logró el título doctoral en Jurisprudencia y adquirió la tan ansiada independencia porque ya nada podía temer de Flores. Los tiempos en que se le podía expulsar habían pasado y la hora de la venganza comenzaba a vislumbrarse. Pedro Moncayo refiere con fruición que habiendo manifestado a los asistentes a una velada literaria en la Sociedad Filantrópica que "sólo el puñal salvaría a la República", recibió de inmediato la oferta garciana de ayuda y ambos se apostaran en la obscuridad de una esquina de la Plaza de San Francisco, cerca de la casa donde vivía una conocida del Presidente a la que éste visitaba todas las semanas, dispuestos a asesinarlo, sin conseguirlo porque esa noche Flores y su edecán Espinosa y a las once salió Espinosa, no así el General que durmió fuera de palacio porque andaba de picos pardos. No pudiendo herirlo. García Moreno le dedica una poesía:

Cruel tirano del crimen nacidoesclaviza a la Patria adorada;quien lo sufre es un vil fementido,quien lo sigue, traidor se degrada.

Al principio Flores no hizo caso, estaba por encima de cualquier periódico como "La Linterna mágica" y de abogados jóvenes; no tiene tiempo para casos de ínfima cuantía, pero como le siguieron los ataques, ordenó la prisión del grupo y allí cayó García Moreno, Rafael García, Antonio Manrique, Manuel Alvarez y Rafael Pólit entre otros. Se les trasladó a la Provincia Flores (entiéndase Loja, que ha cambiado su nombre epónimo por el apellido del Presidente) pero la pena no llegó a cumplirse con García Moreno porque el General Vicente Aguirre Mendoza depositó en su favor 2.000 pesos de fianza, consiguiendo su traslado al valle de los Chillos, donde estuvo en una de sus haciendas hasta que triunfó la revolución del 6 de Marzo en Guayaquil y el dictador salió del país con rumbo al exterior.

EL POLITICO Y SU POESIA BURLONA

La producción poética posterior fue casi siempre un arma política. En 1845 y con motivo de la Convención Nacional insultó a los diputados que votaron por Roca para Presidente de la República, posponiendo al excelso poeta José Joaquín de Olmedo. En otras ocasiones utilizó la sátira y para ejemplo va el dedicado a una dama que no quiso corresponder sus amores.

A AURELIA (EPIGRAMA)Si en sátira maligna revelaralos misterios, Aurelia, de tu vida;si yo dijera que tu linda carasolo es una pintura deslucidasi en tu alquilado pelo no alcanzaraa contar tus adonis, mi querida,me odiarías con razón, como a enemigomas, ¿porqué odiarme, cuando nada digo?

A los abogados quiteños en 1846 endilgó otro poema, imitativo de la canción del pirata, con música del maestro Elías Espinosa y letra del insigne poeta español Espronceda, que tanto daba que hablar en esos tiempos.

EL ABOGADO PIRATA(FRAGMENTO)Con diez códigos por bandapluma en mano, a toda vela,no surca el mar, sino vuelaun letrado parlanchín.Doctor-pirata llamadopor tanto pleito "el temido",en mi tierra conocidodel uno al otro confín.Derrama leve arenillay al silbar, súbito el vientocon trémulo movimientodesata un talego azul.Y después de muchas vecescuenta alegre su dineroasí canta placenterosentándose en un baúl....

Así era García Moreno al natural, a veces festivo y caprichoso, insultador con sus enemigos y furibundo en el desquite.

POR PUESTA DE MANO

Cuando el día 2 de Junio de 1822 se conoció en Guayaquil la victoria de Pichincha, los vocales de la Junta de Gobierno redactaron una Proclama de felicitación a Sucre, que más parece una solicitud al vecindario para que continuara apoyando la política de autonomía de la Provincia Libre de Guayaquil, sin dejarse llevar por el entusiasmo de una victoria que presagiaba la anexión final de Guayaquil a Colombia. La Proclama en una de sus partes dice: «La Junta se encuentra reposando bajo la sombra del opulento Perú y la heroica Colombia...»

Olmedo no solo circunscribía su acción a esbozar meros discursos y Proclamas, demostrando que era hombre de largos alcances políticos a pesar de sus escasos efectivos militares y en previsión de cualquier intento de Bolívar por anexarnos designó al Mariscal José de Lamar para que lo entreviste, investigando con mucho tino y disimulo cuales eran sus intenciones sobre el futuro de Guayaquil y su Provincia y para el caso de que Bolívar estimare que Guayaquil debería seguir libre, le arranque una promesa escrita en ese sentido; mas, si observare que sus intenciones eran otras, le hiciera conocer muy claramente que Guayaquil permanecería libre con la ayuda de San Martín y si fuere del caso hasta del mismo Perú.

Esta política no podía ser más idealista pues Olmedo no tenía ejércitos que la respaldaran; además, tenía enemigos dentro de casa, el partido colombianófilo era fuerte aunque no mayoritario, pero contaba con líderes de la categoría del Procurador General del Cabildo Dr. José Leocadio Llona; Cap. José de Villamil, Dr. Luis Fernando Vivero, los hermanos Vicente y Tomás de Espantoso, Antonio y Manuel de Marcos, Fernando y José Merino y muchos más. Y dentro de la propia Junta batallaba contra Francisco Roca y Rafael Jimena peruanófilos y declarados enemigos de la política de Bolívar, teniendo Olmedo que jugar a dos aguas para mantener una posición ecléptica, conservando a Guayaquil como estado libre pero sin ejército.

Mientras tanto San Martín continuaba en Lima recibiendo numerosas cartas de adhesión que le enviaban de Guayaquil y Quito donde tenía muchos admiradores que verían con gusto su gobierno; sobre todo en Quito, donde un grupo de abogados conspiraban a su favor pues no estaban de acuerdo con la incorporación a la Grancolombia, porque de capital de Audiencia, Quito pasaba a ser una simple ciudad de provincia, así es que, movido por tales demostraciones, San Martín apresuró su viaje a Guayaquil y ordenó al General Santa Cruz que regresaré al puerto con pretexto de seguir al Perú con la División a su cargo y al Almirante Blanco Encalada para que apreste la flota en una de cuyas naves embarcó.

Ignorante de estos manejos Olmedo obtuvo la convocatoria del Colegio Electoral del Guayas para el 28 de Julio, realizándola apresuradamente y por bandos en las principales poblaciones de la Gobernación; sentía un funesto presentimiento pues tanto Bolívar como San Martín vendrían a corto plazo y no con santas intenciones; por eso, pensaba adelantarse a los acontecimientos, presionando al Colegio para que declarara a Guayaquil libre de toda influencia del norte y del sur, entre Colombia y Perú.

Bolívar se enteró de la conspiración de los abogados quiteños y a precio de oro conoció sus planes. Igualmente de la convocatoria de Olmedo y por lo que pudo sonsacarle a Lamar en la entrevista que ambos sostuvieron el 2 de Julio cerca de Guaranda, se dio cuenta de la gravedad de la situación.

Lamar estaba afiebrado y con gripe y Bolívar no quería conversar demasiado, fue tajante pero cortés, como solía serlo. Lamar comenzó por suavizar las tirantes relaciones de la Junta y el Libertador, le pidió que olvidara pasadas discordias pues todo se hacía por la libertad de América. Bolívar contestó con demasiada franqueza, manifestándole que iba a Guayaquil a obtener su anexión a Colombia y que eso era el resultado natural de una orden recibida del Congreso que no deseaba que los territorios del antiguo Virreinato de Santa Fe de Bogotá fueran cercenados, incluyéndose entre ellos a Guayaquil y su provincia. Y con estas terminantes palabras cerró el paso a toda discusión.

Al día siguiente, en Guaranda, Bolívar escribió a Lamar, que seguía enfermo en el tambo del camino, para informarle que nada amaba tanto como la libertad de Guayaquil en Colombia y aprovechaba para disculparse por cualquier exabrupto del día anterior, deseándole una pronta mejoría.

Lamar envió dicha comunicación a Olmedo para que estuviere prevenido, avisándole que Bolívar se presentaría en Guayaquil el rato menos pensado, lo que sucedió el Jueves 11 de Julio, a las cinco de la tarde hora en que se divisó su falúa en la ría, habiendo sido precedido por el General Bartolomé Salom con dos Batallones de la Guardia.

Bolívar fue recibido por los guayaquileños con inusitado cariño. Era tanta su fama de héroe y genio que un arco triunfal fue colocado por orden de Olmedo con esta leyenda: «A Bolívar, Presidente de Colombia. El Pueblo de Guayaquil» y en su parte inferior decía: «A Simón Bolívar, al rayo de la guerra, al iris de la paz; el pueblo de Guayaquil.» frases que revelaban claramente el generoso corazón de quién conocía los planes de Bolívar y no trepidaba en decir la verdad con la poesía de su alma esclarecida.

Numerosos Milicianos de Guayaquil hacían calle de honor en el malecón. Las baterías dispararon sus cañones y el publico se agolpaba en ventanas y veredas. A las seis pasó a la casa que le habían destinado para alojamiento siendo visitado por los miembros de la Junta, el Cabildo, diversas Corporaciones y por los notables del lugar.

José Leocadio Llona habló por el Cabildo y prácticamente pidió la anexión a Colombia. Esto era un verdadero reto a los miembros de la Junta que estaban presentes y rabiosos por el desacato de Llona. Bolívar contestó con brillantes frases y repitió tres veces: «Las cimas de los montes se han humillado bajo las plantas victoriosas del ejército del Libertador...» y luego, refiriéndose a la realista ciudad de Pasto, dijo: «la servidumbre tiene su tan prolijo y contagioso influjo, que sepulta el alma en un tenebroso limbo; la degrada, la envilece y lo que es peor, la transforma, para que con la abyección no sepa salir de la indolencia y la barbarie...» Destruge cuenta que Olmedo se quedó absorto y seducido por el atractivo y la animada elocuencia de la improvisación de Bolívar y al día siguiente se visitaron, concurriendo a las fiestas y saraos como buenos amigos, pero ese mismo viernes el Procurador Llona presentó al Cabildo una solicitud firmada por más de doscientos vecinos distinguidos del puerto, pidiendo la anexión inmediata de Guayaquil a Colombia; mas, como las opiniones estaban divididas entre colombianófilos y peruanófilos, mucho se discutió y nada se concluyó.

El Sábado 13 de Julio muy por la mañana Bolívar asumió el mando político y militar de Guayaquil comunicando el particular a la Junta. Poco después ordenó arriar del malecón el glorioso bicolor celeste y blanco de la Junta y sus miembros abandonaban la ciudad con destino a la Puna, donde residieron hasta la llegada de San Martín el día 25.

¡POR UN FRASQUITO DE PERFUME!

El día de San Simón -28 de Octubre de 1827- se celebró en toda la Gran Colombia con especiales festejos populares y oficiales. Y no era para menos, se conmemoraba «el santo» del Libertador Bolívar, fundador de la confederación y su Presidente.

Todo era júbilo en la capital.

Por la mañana el Arzobispo ofició un solemnísimo Te Deum cantado por mas de cien voces. En la tarde se hizo derroche de fuegos pirotécnicos, hubo toros y gallos y al caer el sol las mejores familias se prepararon para el gran baile de gala que daba el gobierno en el Palacio de San Carlos.

Como a las ocho apareció Bolívar rodeado de su estado mayor, vestía uniforme y condecoraciones; «la crema y nata» de la sociedad estaba representada. Aquí conversaba Iturbide, hijo del ex Emperador de México, con los Generales Wiison y 0'Leary; allá el joven Francisco de Miranda -hijo del Precursor- con los Cónsules de Estados Unidos e Inglaterra. El doctor Ricardo Cheyne, el General Herran, don José María Cordovez Mouré, los señores Mosquera, los Caycedo, el Encargado de Negocios de Estados Unidos, Coronel Watts, los Arboleda y en fin, una pléyade selecta de caballeros y damas completaban el ambiente, dando el tono de distinción que tanto satisfacía a Bolívar en esta clase de reuniones. Nada anunciaba la tragedia que se cernía a poco y que relataré a continuación.

UNA BELLAFRANCESITA

Por su elegancia y belleza, por sus verdes ojos y larga cabellera negra, la reina de la reunión era Madame Roulin, esposa de un distinguido hombre de negocios francés que vivía en Bogotá como agente de varias casas comerciales y bancarias de París. Ella usaba un enjoyado turbante y era infatigable para el baile; muy jovial, conversaba ardorosamente sobre asuntos triviales en compañía de otras mujeres, cuando el Cónsul General de Holanda, Johnkeer Van Stuers, acompañado del Vicecónsul, Rudolph Van Lansberge, dirigiéndose a la dama, la invitó muy complacido a danzar.

No está demás que informe que Van Stuers era un viejo y alto holandés, más testarudo y presumido que el propio monarca de los países bajos. Pero siendo Cónsul y habiéndola invitado, Madame Roulin no pudo excusarse y dejando en la silla su abanico y un frasquito de perfume, lanzóse al torbellino de la fiesta al son de un bien orquestado vals.

¡Aleluya! ¡Aleluya!Sacristán de mi vida,toda soy tuya

ROMPE EL FRASCO DEPERFUME

Mientras las parejas danzaban alegremente, el cansado Comandante Miranda, que no tenía más de 19 años de edad y era pálido, de frente despejada, mirada penetrante (como todo miope, aclararía después un testigo) creyendo que el asiento dejado por Madame Roulin estaba vacante, intentó ocuparlo y se sentó en él, lanzando al suelo abanico y perfume, rompiéndose el frasco en mil pedazos y derramando la esencia.

Poco después la señora regresaba a su sitio y se mostró sumamente contrariada con el percance, manifestando que se trataba de una pérdida muy dolorosa para ella por la imposibilidad de comprar en Bogotá otra esencia igual. Miranda se excusó como pudo; mas, el holandés, empecinado y testarudo, respondió gritándole «polisson» que en lengua francesa significa algo por demás desagradable. ¡La reunión se volvió agria a causa de este incidente! ¡Todo por culpa del cansancio y la miopía del pobre Miranda, que no vio dónde se sentaba!.

SE CONCIERTA EL DUELO

Al día siguiente, el joven Miranda, que jamás había usado una pistola, queriendo zafarse a todo trance del duelo, designó a dos cumplidos caballeros para que trataran de llegar a un arreglo amistoso. Todo fue en vano, Van Stuers no aceptó ninguna excusa, prevalido de su superioridad como tirador, jactándose de su valentía y con el maligno propósito de ir al campo del honor a vengar la rotura de un frasquito de perfume.

El día 29 estuvo Miranda practicando tiro al blanco y las lecciones corrieron a cargo del Coronel Johnson, norteamericano al servicio de la Gran Colombia, a quien sus amigos apodaban «Abelardo» porque a causa de una desgraciada herida ocasionada con bala de fusil, había perdido dos partes imprescindibles.

A todo esto el pendenciero holandés no perdía su tiempo. Escribió dos cartas. Una al Vicecónsul Lansberge indicándole que si fallecía o salía herido de cuidado, debía encargarse provisionalmente del despacho y que en caso de muerte escribiera al Rey recomendando a la viuda e hijos. La segunda estaba dirigida al Ministro de la Gran Colombia en la cartera de asuntos extranjeros doctor Revenga, con detalles de la misión.

SEÑORES:HOMBRE MUERTO

A las cinco de la tarde del 30, en un apartado paraje de las afueras de la ciudad llamado «El Aserrío», cercano al camino que conducía a la población de Pucha, aparecieron «los partidos». Van Stuers vestía levitón abrochado y botas de campaña y en la cabeza portaba un legítimo «Jipijapa» con cinta de seda negra. Miranda no estaba menos elegante, tenía cachucha de paño (1) y medio uniforme militar -según rezan antiguas crónicas-. Los padrinos midieron los pasos. Unos dicen que fueron 20, otros que sólo 12. Lo cierto es que al darse la voz, el primero en tirar fue Van Stuers que de un balazo quitó a Miranda su cachucha, rozándole el cuerpo. Este aprovechó la ocasión para terminar el lance amigablemente. Propuso las paces y recibió como respuesta que «si no disparaba, lo mataría como a un perro».

Perdida la esperanza de un avenimiento, los testigos se apresuraron a dar las voces acostumbradas: UNO, DOS,...TRES. Miranda tendió el brazo y sin apuntar disparó, con tal suerte, que el proyectil atravesó la cinta negra y el sombrero, traspasando por el centro el hueso frontal del contrario, introduciéndose en la masa cerebral.

MAYORES LIOS POR ELENTIERRO

El joven y afortunado Miranda escapó del sitio del duelo para evitar la acción de la justicia, ya que las leyes grancolombianas castigaban con pena de muerte a todo aquel que interviniera en duelos, activa o pasivamente; ya fuera como actores o simplemente como «partidarios» -entiéndase: padrinos, testigos, médico, etc.

(1) Cahucha era un sombreo muy en boga por entonces

El cadáver de Van Stuers fue recogido por los caritativos hermanos de la Cofradía del Santísimo y llevado a varias iglesias de la capital, donde se le negó sepultura. Unos aducían que era protestante, otros que había muerto en pecado mortal y sin confesión. No faltaron argumentos para impedir el entierro. Incluso se llegó a negarle el rezo de los oficios divinos aduciendo distintas normas eclesiásticas del Concilio de Trento. Empero, como siempre se encuentra un buen samaritano en todo accidente, el Cura del Sagrario, doctor José Joaquín Cardoso, convino en actuar personalmente y sepultar en esa provincia el cadáver del desventurado «duelista», a pesar que el Mayordomo de la Capilla, Gregorio Vergara y el Capitán de la Cofradía Francisco Margado y Duquesne, se opusieron terminantemente, informando que no volverían a pisar el templo porque estaba profanado y no querían morir sepultados bajo sus ruinas, puesto que la Justa ira divina no dejaría piedra sobre piedra de dicha construcción.

SE CUMPLEN LAS PREDICCIONES

El 18 de Noviembre a sólo dos semanas y media del entierro, cuenta el historiador Groot, cuando los Hermanos de la Cofradía del Rosario estaban dedicados a la oración vespertina, vino un temblor de tierra tan fuerte que echó abajo la cúpula del templo, salvándose la concurrencia por la feliz coincidencia que minutos antes otro movimiento de tierra los había alejado del lugar.

El vengativo Francisco Margallo y Duquesne podía estar satisfecho por el rápido y preciso cumplimiento de su infeliz profecía. ¿Milagro, coincidencia, casualidad? Vaya uno a saberlo. Y aquí pondría fin a esta crónica si no fuera porque...

para dar gusto a antojoshe mandado a Holanda por anteojos

Y como bien lo expresan los versos, del consulado de Holanda vino la respuesta al porqué de conducta tan ridícula observada por el infeliz Cónsul, muerto en el duelo, de pura casualidad. Veamos qué dijo el Vicecónsul Van Lansberge al Ministro de Relaciones Exteriores de Su Majestad el Rey de Holanda, al referirle los sucesos comentados.

CARTA, CANTA...Y BIEN CLARO

Hace largo tiempo venía temiendo un encuentro de esta índole -se refiere al duelo del Cónsul-. El señor Van Stuers, que poseía con mucha vivacidad y fuego gran susceptibilidad, frecuentemente había manifestado su indignación ante la cobardía de muchos de los primeros personajes de aquí, por ejemplo, del encargado de Negocio de EE.UU. Coronel Watts, del Edecán del Vicepresidente y de otros, quienes se han dejado dar de latigazos y me había manifestado varias veces que si él se hallara en un caso semejante, probaría tener en las venas, sangre holandesa. Además, Miranda, aunque está al servicio de Colombia, es inglés de nacimiento y el señor Van Stuers, no podía sufrir la pose y el tono altanero de los ingleses: Vuestra Excelencia habrá advertido estas disposiciones en la correspondencia del Cónsul General.

El Gobierno tomó inmediatamente todas las medidas para una investigación oficial; pero, a decir verdad, creo que únicamente será para justificarse ante el gobierno de Su Majestad y muy pronto no se hablará más de ello.

Con mucho trabajo y merced a la intersección del gobierno, los amigos del difunto y yo obtuvimos del Arzobispo el permiso para enterrar el cadáver en el nuevo cementerio, lo que se efectuó en la tarde del 1o. de este mes de Noviembre, en presencia del Cuerpo Diplomático y de algunos amigos. El libertador quería que algunos ministros estuvieran presentes, pero no vinieron a causa de la lluvia. Ayer en la mañana tuvo lugar en la capilla del Rosario un gran servicio por el alma del difunto. Tuve cuidado de invitar a los Ministros, el Cuerpo Diplomático entero y muchas otras personas asistieron...

PRIMERAS BIBLIAS PROTESTANTES

El 8 de Octubre de 1818 James Thompson arribó a Buenos Aires después de un viaje de doce semanas que comenzó en el puerto de Liverpool, con el objeto de propagar el método lancasteriano de enseñanza mutua, a base de ayudantes o monitores escogidos entre los mismos alumnos. Thompson traía como texto de lectura una regular cantidad de Biblias y folletos con historias sacadas del nuevo Testamento, pero pronto olvidó su misión principal y se dedicó a comerciar Biblias, que en América eran sumamente escasas debido a una serie de factores políticos y religiosos imperantes en esos obscuros días del colonialismo español. Con él ingresaron las Biblias protestantes a América que publicaba en Londres la Sociedad Bíblica Británica, teniendo como pretexto la difusión de un método de aprendizaje que imperó desde finales del siglo XVIII hasta bien entrado el siglo XX inventado por José Lancaster, educador nacido en Londres en 1778, de origen humilde, hijo de padres obreros, quién conoció desde muy joven las angustias y miserias que acarreaba la ignorancia en su época y movido por el ardiente empeño de enseñar abrió en la parroquia de Borough una escuelita para niños pobres que pagaban como podían y a veces ni siquiera eso.

Lancaster era un humanista y entró en amistad con varios pastores protestantes de los contornos; quienes, viendo sus nobles empeños, empezaron a ayudarlo entregándole ejemplares de la Biblia para que sirvieran de textos de lectura, pues no habían otros. Poco después creció el número de alumnos y Lancaster contrató a dos ayudantes. I como la mayor parte de los educandos no abonaban sus pensiones, debió despedirlos, escogiendo de entre sus alumnos a los más aplicados para que sirvieran de asistentes y monitores, explicando a los demás lo que oían muy por la mañana; igualmente corregían las tareas, tomaban lecciones y controlaban el orden.

Este método, elemental y sencillo, fue sumamente beneficioso para la época y alcanzó hacia 1800 un éxito sin precedente. De pronto Lancaster se vio protegido por la nobleza de Inglaterra que le dispensó sus favores, llegando él solo a fundar más de quinientas escuelas regentadas por la sociedad que lo patrocinaba y aunque su suerte no es materia de esta Crónica, bastará informar que recorrió Europa y luego América cosechando lauros de los gobiernos. En Colombia fue recibido por el Libertador, quien lo felicitó efusivamente y lo estrechó en sus brazos; así es que no debe extrañar que sus seguidores le hubieren precedido por estas apartadas regiones.

Thompson fue uno de ellos. De temperamento profundamente religioso y abierto a toda iniciativa, pronto se vio envuelto en una serie de atenciones motivadas por las Biblias que vendía. En Guayaquil entregó 738 ejemplares, cantidad elevadísima para la población de esa época y que solamente fue superada en Lima donde colocó más de 1.000

En carta del 18 de Noviembre de 1824 manifestaba a la Sociedad Bíblica de Londres que había recibido la propuesta de fundar la primera escuela Lancasteriana de la Gran Colombia en Guayaquil pero que debido a sus múltiples ocupaciones, la había rechazado, pues debía continuar viaje a Quito por la Vía de Babahoyo, Riobamba y Ambato que entonces era la más transitada. A principios de Noviembre arribó a la capital y tuvo que rebajar el precio de cada Biblia, de ocho a seis reales solamente, por las escasas posibilidades económicas que encontró en el comercio de esa población y luego de tres semanas siguió a Bogotá donde arribó el 29 de Enero de 1825, fundando la «Sociedad Bíblica de Colombia» bajo la presidencia del Ministro de Relaciones Exteriores; una vez cumplido con este elevado cometido siguió a Cartagena de Indias y finalmente embarcó a Inglaterra en 1826, después de un penoso pero admirable viaje de ocho años por las regiones equinocciales del nuevo mundo y aún de su parte austral.

PROBLEMAS ECONOMICOS DE UN PRESIDENTE

A raíz de la desmembración de la Gran Colombia, el Distrito Sur se transformó en República independiente y soberana, reuniéndose en Riobamba la primera Convención Nacional el día 14 de agosto de 1830, y luego de aprobar una Carta Fundamental se designó el 11 de Septiembre al General Juan José Flores. Presidente de la República por un período de 4 años.

Mal principiaba la Patria porque nacía sin recursos y para colmos -en el reparto del pasivo grancolombiano- Colombia y Venezuela nos asignaron el 21,5 % del total de las deudas, que ascendía a varios millones de pesos-oro, suma fabulosa para la época y origen de muchas de nuestras futuras vicisitudes internacionales con Perú y Colombia. Sin embargo el 17 de abril de 1837 y durante la presidencia del doctor Vicente Rocafuerte, el Congreso Nacional aceptó la cuota, declaró legal la deuda y ordenó su pago mediante una emisión de bonos que debería canjearse con los títulos originales del crédito, para volverlo líquido y puro.

Pero el Congreso no creó las rentas para que el fisco amortizara gradualmente el capital y pagase los intereses anuales, por eso Rocafuerte se asustó al pensar en el caos que se avecindaba cuando, transcurrido el primer año, los tenedores de bonos se acercasen a cobrar. Recién el Ecuador tenía siete años de vida como nación soberana y ya su economía estaba destruida....

BREVE ESTADIA DE URBINA EN BOGOTA

Meses antes, el 10 de noviembre de 1836, el precavido mandatario había designado Ministro plenipotenciario en Bogotá al Coronel José María Urbina, militar quiteño conocido por su inteligencia y simpatía. La misión no era fácil porque había que hilar fino con los representantes de Venezuela y Colombia para que aceptasen como abonos nuestros, las contribuciones económicas realizadas desde 1822 hasta 1830, para mantener las tropas. Igualmente se requería la presencia de un Ministro norteamericano

en Quito para discutir formas de arreglo con los tenedores de bonos nativos de ese país. También era preciso sellar una alianza defensiva con Colombia que solucionase viejos incidentes de fronteras, trazando una nueva demarcación de límites.

Rocafuerte desconfiaba de Urbina por su juventud y fue por eso que le hizo aleccionar con el Canciller Antonio Morales y Galavís. No debería usar en Bogotá chillones uniformes; tampoco abusaría de galones entorchados en oro, plumas de adorno en el sombrero y cualquier otro género de ropa inadecuada. Será ecuánime y prudente, conforme es norma de conducta en esa capital. Y tan exigente fue Rocafuerte que cuando se enteró que Urbina había solicitado un préstamo al gobierno colombiano porque estaba sin dinero, que lo había perdido en apuestas, montó en justa indignación, le ordenó regresar a Quito y en su reemplazo designó al doctor Francisco Marcos y Crespo, hombre docto en derecho, de vasta preparación y raras prendas de carácter.

MISION DEL DR. MARCOS

El nuevo Ministro era de una pulcritud excepcional. Acostumbraba numerar sus oficios al gobierno, escribiendo en papel membreteado y con la mayor prolijidad. Dicen que era ecuánime en su trato aunque a veces montaba fácilmente en cólera. En Bogotá hizo amistad con el General Pedro Alcántara Horran, Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, con quien conversó largamente sobre el arreglo de la deuda, sin mayores resultados.

En 1838; logró el doctor Marcos su primer triunfo diplomático firmando un Tratado de Paz y Amistad con Venezuela, no así con Colombia, que en reiteradas ocasiones se negó a causa de comunes desacuerdos de límites.

En cuanto al arreglo de la deuda con ambas naciones Marcos consiguió que se rompieran los sellos emisores de bonos, pero no logró que nos rebajasen la cuota, a pesar que muchas de esas partidas jamás fueron gastadas en Ecuador porque se utilizaron en la independencia peruana, de lo que se llegó a conocer que las campañas de Bolívar y Sucre en la vecina nación del Sur se realizaron con dinero prestado en Europa a intereses usurarios.

UN TRAGO AMARGO

Quizá el más desagradable incidente que ocurrió a Marcos en Colombia fue el relacionado con el empréstito que hiciera Rocafuerte en 1826, durante su estadía en Londres como Ministro encargado de México, por ausencia del titular General José Mariano Michelena.

En esa época el Ministro de Colombia en Inglaterra señor Hurtado rogó a Rocafuerte que intercediera ante México para que esta nación prestase 63.000 libras esterlinas que Santander necesitaba para arreglar los créditos pendientes de la independencia y que no podía hacer al momento debido a la quiebra de sus banqueros: la Casa Goldsmidt y Co.

Entonces Rocafuerte ordenó a "Barclay, Herringand Co." que pagase al Ministro Hurtado con cargo al gobierno mexicano; pero al conocerse la negociación en ese país la opinión pública y el gobierno la desaprobaron. Dura lección para nuestro generoso compatriota que tuvo que escribir a Bogotá solicitando la rescisión del contrato, sin siquiera obtener respuesta. Estaba visto, en este mundo no se puede hacer caridad con bolsillo ajeno ....

Marcos insistió en el punto y solicitó que se dieran de baja a las famosas 63.000 libras esterlinas con el objeto de disminuir nuestra cuota de pago en la Deuda Inglesa, así llamada por ser de esa nacionalidad la mayor parte de los tenedores de bonos. Los representantes de Colombia y Venezuela se negaron a aceptar el pedido y llegaron incluso a poner en duda la honestidad de Rocafuerte, diciendo que la totalidad del dinero prestado por "Barclay, Herring and Co." jamás fue cargado a la cuenta corriente que la Gran Colombia tenía en Londres, porque algunas libras se extraviaron en el camino, en manos de intermediarios.

Al respecto cabe pensar que fue Hurtado y no Rocafuerte el beneficiario de esa suma, porque habiéndose revisado los libros de cuentas con posterioridad y a pedido del propio Dr. Marcos, se encontró que Hurtado tomó algunas libras para cancelar créditos de la legación en Londres y poner al día varios adeudados, enviando la diferencia a América en dinero y efectos para la guerra. En conclusión, el capital se había evaporado en diversos pagos y compras hechos en Londres.

Años después la nación mexicana negoció la parte ecuatoriana en esta deuda de 63.000 pesos y vendió los derechos de acreedor a un señor de apellido Martínez del Río con el 50 % de depreciación. Durante la primera administración del General Eloy Alfaro, los herederos comisionaron a Miguel Valverde para que a nombre de ellos gestionara el pago, que no se realizó por falta de palancas; Valverde por esos años estaba en la oposición, como oportunamente informó a México Ignacio Robles, Cónsul Ad-Honorem de ese hermano país en Guayaquil.

Posteriormente en 1942 y con motivo de la visita que el doctor Carlos A. Arroyo del Río hizo a esa capitel azteca, tuvo la contrariedad de toparse con varios cobradores en las puertas del hotel donde se hospedaba y hasta leyó una serie de publicaciones periodísticas que reclamaban la quinta parte de 63.000 libras esterlinas, mas los intereses vencidos al 3% anual, desde 1824 inclusive, a interés simple... ¡Felizmente!.

Por supuesto que aún seguimos en mora con los herederos de Martínez del Río, que no pierden sus esperanzas y quizá cobren algún día ¡Ojalá!.

LA FAMOSA DEUDA ANZOATEGUI

Por 1836 también fue motivo de contrariedad para Rocafuerte los reclamos que Miguel de Anzoategui y Cossío formuló al gobierno, solicitando el pago de varias obligaciones suscritas por el estado con su garantía personal. El asunto era simple, pero, a la vez, oscuro, por encerrar un negociado de Flores.

Ya desde 1833 José Joaquín de Olmedo y José Félix Valdivieso veladamente acusaron al General Flores de realizar peculados desde las altas esferas de la administración pública. Estos datos llegaron hasta la redacción de Pedro Moncayo, en "'El Quiteño Libre" y salieron a luz, lo que ocasionó la persecución de los principales dirigentes de la sociedad y el cierre del mencionado órgano de prensa.

Flores era hombre de escasos recursos económicos, había vivido de su sueldo como miembro del ejército grancolombiano y una vez en el poder ayudó a varios comerciantes en Guayaquil con el objeto de que realicen ganancias no muy lícitas en las aduanal. Se mencionaban los nombres de los señores Armero, Mandracha, Ibáñez, Pereira, Vicente de Espantoso, Miguel Andrade Fuente Fría y Vicente Ramón Roca.

Por otra parte, sin fondos para gobernar, habilitó un puerto ubicado en la Bahía de Pailón en Esmeraldas para la libre introducción de mercaderías al país, restando ingresos al erario nacional y produciendo una seria crisis fiscal que le obligó a contraer un préstamo en dinero con varios usureros de Guayaquil. Las condiciones no podían ser peores, se estipularon intereses al 3% mensual capitalizados cada tres meses.OTRAS CONDICIONES ACCESORIAS

El capital se elevó a los 330.000 pesos-oro con Hipoteca sobre buena parte de las rentas nacionales y especialmente la que producen las aduanas del puerto principal. Esta propuesta de Flores se concretó en carta del 28 de Mayo de 1833 y los

prestamistas aceptaron solicitando una segunda garantía consistente en la firma de un comerciante guayaquileño, en cada Pagaré, para tener doble acción judicial, una contra el estado y otra contra un particular, en caso de incumplimiento o mora en el pago de los intereses y el capital.

Flores trató con su amigo Miguel de Anzoátegui y ambos pactaron lo siguiente: El primero comprará para sí y con parte del dinero prestado, la hacienda La Elvira, de propiedad de Anzoátegui, en la jurisdicción de Babahoyo y el Molino de la Chima y pagará a un precio mayor del que tienen, para que el segundo se beneficiase con la venta. Anzoátegui a su vez garantizaba al estado ecuatoriano en la totalidad del crédito. Negocio redondo para ambos o por lo menos para Flores; porque el crédulo de Anzoategui en lugar de hacer una buena venta perdió con esta garantía no solo su fortuna sino también su tranquilidad, muriendo años después exilado en Panamá y en aguda crisis económica por salvar su firma y honor de caballero.

El Préstamo era a todas luces inconstitucional porque Flores no podía por propia voluntad contratar a nombre del Estado, sin autorización del Ministro de Hacienda y del Congreso Nacional; pero ¿Quién se oponía en aquellos tiempos a la omnímoda voluntad del fundador de la República?.

El doctor José Joaquín de Olmedo desde Guayaquil dio la voz de alerta a la nación y sufrió el desaire de no ser respondido.

CONSECUENCIA DE LA DEUDA ANZOATEGUI

Así fue como Flores se apropió de la hacienda La Elvira y el Molino de la Chima de granos importados del exterior. Anzoátegui, que al principio hizo buen negocio con la venta; luego, cuando el gobierno no pagó los primeros intereses ni abonó el capital, se hizo cargo del pago total del crédito y fue a la quiebra. En el Congreso Nacional de 1837 reclamó las primeras sumas y Rocafuerte ordenó que se le abonasen los intereses solamente.

Al siguiente año volvió a reclamar Anzoátegui y el presidente Rocafuerte le dijo: "Por ser usted un buen padre de familia, le pagaré los intereses, si los rebaja del 3 al 1,5% mensual". La oferta fue aceptada y el pobre comerciante regresó al puerto, mohíno y contrito, sabiendo que jamás podría cobrar su dinero.

Posteriormente la famosa deuda Anzoátegui fue varias veces presentada a la nación; hasta que hace pocos años un gobierno ordenó su pago y la reconoció legal, como imprescriptible y de honor. Veremos si los herederos de Anzoátegui y/o sus cesionarios, logran cobrarla algún día. ¡El tiempo lo dirá!.

PROCESIONES DE ANTAÑO

La más importante por el lujo que derrochaba el vecindario era la de los santos patronos de las Iglesias y una que otra especial, por el colorido que imprimían sus principales personajes. Veamos las mejores.

PROCESION DEL SANTO SEPULCRO

Tenía lugar el sábado santo y se costeaba con limosnas solicitadas por caballeros de la localidad que en compañía de muchachos con bandejas o fuentes de plata, subían a las casas por dinero. Hacia 1880 fue prohibida por el clero pues se prestaba a burlas y saínetes; sin embargo, en sus mejores épocas, fue un espectáculo realmente asombroso. Había monumentos arreglados en diversas esquinas de la urbe y se rezaba una estación a cada paso. El árbol con Judas ahorcado representado por un muñeco grande de trapo; la última cena con viandas y potajes que efectivamente eran consumidos por los actores y delante del pueblo; la esclava de Caifas con la escoba en brazo; los nazarenos coronados de espinas y pintadas las caras con achiote para simular sangre; las mujeres de Jerusalén, grotesca comparsa de lloronas y arrepentidas que gemían las desgracias de los futuros judíos y en fin, tantas escenas como la imaginación y el dinero lo permitían, hacían de esta procesión la mejor y más rumbosa del puerto.

PROCESION DE LA RESURRECCION

Se iniciaba a las 4 de la mañana del Domingo de gloria al son de alegres campanas que anunciaban la resurrección del Salvador. El pueblo, ya de pie, esperando la grata novedad y miles de personas se abrazaban de júbilo.

Del templo de San Francisco salían tres grandes grupos de fieles, unos con San Juan (persona disfrazada) tomaba por la calle "Bolívar" y en la esquina del Malecón espera la llegada de Verónica (mujer vestida a la antigua) que ha salido por 9 de Octubre con ese fin. Ambos buscan al Señor; al verse, San Juan se acercaba y entonces ambos se saludaban con tres reverencias y muchos gritos de bienvenida que lanzaban los bandos.

En seguida se dirigían a la antigua calle de la Municipalidad donde se topaban de buenas a primeras con el mismísimo Jesús, que ya ha resucitado y nuevas venias y mayores gritos. Acto seguido la procesión encabezada por Cristo, con

Verónica y San Juan, recorrían la calle del Arzobispo —hoy Mejía— luego las de Pichincha, Luque (que fue la primera empedrada) y Pedro Carbo, retornando al templo de origen a las 6 de la mañana a oír misa y comulgar en masa.

OTRAS PRACTICAS NOTABLES

En general era durante Semana Santa cuando más limosnas solicitaba el clero y era fama que jamás se birlaba un sólo centavo gastándolo todo en el mayor boato de la recordación del sacrificio, muerte y resurrección del Salvador. Desde el Martes Santo numerosos chicuelos salían a pedir al comercio para el arreglo de los monumentos del Jueves, no faltando los que sacaban en andas a algún santo de su preferencia pidiendo erogaciones para construir un altar; costumbre que hoy se ha vuelto a poner en boga en el sector de la plaza del sur donde llevando en andas a "La Doloroso" cuatro interioranos presididos por una mujer con campanilla, que hace sonar en los oídos de los transeúntes, piden plata a más y mejor. Bien por el folclor nacional y mal por los abusos a que pueden prestarse esta antigua práctica religiosa.

LAS HERMOSAS Y TRAGICOMICAS TINIEBLAS

"Tinieblas" es el nombre de una de las más viejas y tradicionales ceremonias que nos legara España. Hasta hace pocos años se celebraron en la iglesia de San Francisco y era de ver la enorme cantidad de público que concurría. En efecto, una noche al año, los clérigos de cada convento tenían que cerrar las puertas del templo con gran concurso de personas en su interior y luego de esto, en completa obscuridad, sacando fuerza de flaqueza, asestarse duros latigazos entre ellos, en expiación de culpas. Casi siempre las Tinieblas se realizan en Cuaresma, tiempo propicio para la expiación y el perdón.

Esta hermosa práctica cristiana fue degenerando con el andar de los siglos hasta transformarse en una farsa, por culpa de malcriados mocetones que lejos de inspirarse y recogerse ante los ayes y lamentos de dolor que oían, haciendo mofa de la mortificación, gritaban a más y mejor, aprovechando la falta de luz para regalar "panes de boda" a los demás asistentes.

Y no crea el lector que esos panes eran comestibles, por el contrario, con este nombre conocían nuestros abuelos a las pelotas de cera coloreada que unidas a una cuerda de cáñamo ocasionaban golpes y contusiones al que las recibía, lastimando cuerpos y cabezas a discreción.

Otros concurren con alfileres, pinchando a los vecinos y uniendo sacos, levitas y personas para que a la salida se empujen. Algunos se golpeaban contra las paredes simulando penitencia, pecadores arrepentidos o síntomas de delirio. El Obispo doctor Roberto María de Pozo Marín prohibió estas escenas de Tinieblas, pero como su gobierno fue corto, ni bien iba saliendo de la Diócesis cuando nuevamente se reiniciaron las tinieblas en su antiguo esplendor.

FIESTAS RELIGIOSAS

En la Provincia hay todavía gran número de fiestas religiosas y desde antaño se las cultivaban con amor y gratitud en recuerdo a los santos predilectos. Vemos las principales.

FIESTA DE SAN JUAN(24 DE JUNIO)

Hasta la independencia fue célebre en Guayaquil y desde 1850 quedó para los campos. La gracia consiste en correr a todo galope por calles y plazas gritando y haciendo equilibrio sobre la cabalgadura con una mano en alto que hacía girar en molinete a un gallo cogido del prescuezo. El animal moría siempre y allí estaba la "gracia". Los jinetes montaban en subido estado de ebriedad y eran aclamados al final de la carrera, recibiendo el que había llegado primero un sonoro beso de la madrina.

FIESTA DE SAN PEDRO(29 DE JUNIO)

Todavía se celebra en Guayaquil. Antaño era de gran postín y no había vecino que no concurriera a la Sabana Grande de San Pedro que aún existe al lado del Hospital Territorial. (1) Los cholos sabaneros que la habitaban, venidos de Daule y Colonche, subían sobre un altar la imágen del patrono y en su alrededor instalaban kioskos al por mayor (2).

(1) Esta Crónica fue escrita en 1968, hoy ya no existe dicha Sabana ni ninguna otra en Guayaquil.

Las mejores diversiones eran: Carreras de ensacados, de tres piernas, hípicas, bailes con guitarra y acompañamiento de coplas de subido tono y color, variedad de comidas criollas, amor y besos libres, palo encebado, pelar cangrejo al aire libre, juegos de azar con apuestas de dinero, lidias de gallos, juego de gallos enterrados y degollados (la mala pata de San Pedro hace que siempre que haya acción le tengan que cantar los gallos), venta libre de guarapo de Milagro, mallorca preparado, cerveza para los convalecientes, coñac nacional, garrote limpio a altas horas de la noche y hasta una que otra puñalada o balazo al día siguiente, cuando los celebrantes chuchaques consumían las sobritas en una ceremonia llamada de "La Corcova" o del día siguiente, o de lo que estás después que es lo mismo.

Otras fiestas notables son las de San Jacinto de Yaguachi, la del Cristo negro o Señor de los Milagros de Daule y la del Señor de las Aguas en Colonche.

LOS NACIMIENTOS

Antiguamente se celebraba la Nochebuena del niño Manuelito con una misa de gallo en la madrugada del 25 de Diciembre, a la que iban los niños con sus padres a rezar al recién nacido y pedir bondades para todo el año. Esto de llamarle Manuelito es una antigua práctica cristiana". En idioma hebreo "Emmanuel" significa "Dios está con nosotros" y en la misa de gallo de antaño y al momento de la eucaristía, las voces infantiles cantaban aquella célebre estrofa que dice así:

(2) Desde la conquista existió entre los indios de Daula y Colonche una íntima unión. Cuando los Caciques dauleños querían casar a sus hijos o hijas mandaban a pedir novios y novias a Colonche y viceversa. Los Coloncheños eran Huancavilcas del Sur, enemigos de los Manteños o Huancavilcas del Norte y los Dauleños chonanas que se originaban en los indios de la Amazonía, entonces ¿De dónde les salía tanta ñañería y compadrasgo? Incluso la actual familia Carchi de Daule, descendientes de los antiguos Caciques Caiche de esa parcialidad, reconocen como antecesor más lejano a Caiche, Cacique de Colonche, marido de la Cacica de Daule. Caichi significa es sal en quechua. Caiche la castellanización de Caiche, pues en castellano casi siempre las voces indígenas cambian la "i" a "e". Ej.: quichua a quechua.

"Niño Manuelito qué quiere comerbuñuelitos fritosenvueltos en miel......."

y seguían entonando otros versos de nuestro folclor.

En la Plaza Matriz y desde 1870 los días 25 de Diciembre se acostumbraba costear a los niños del puerto una mañana de alegría. Los comerciantes y personas pudientes ponían juguetes, frutas y confites en uno de los más grandes, y corpulentos árboles y luego los repartían al son de canciones, pitos y bocinas.

El comercio vendía juguetes fabricados por artesanos de la Sierra. Muñecas de madera, coches, veleros y casitas —todo nacional—. El 24 desde muy temprano salían las bandas de música a tocar a los parques y Guayaquil se vestía de gala. En todas las casas se cenaba el clásico "pastel de puerco" (3).

LOS SANTOS INOCENTES(DICIEMBRE 28)

En ese día se conmemoraba la degollación de los santos inocentes por orden de Herodes en tiempo del nacimiento de Jesús y aunque a ciencia cierta nadie se explicaba qué tenía que hacer este hecho histórico con las "pegaduras o inocentadas al prójimo", lo cierto es que los 28 de Diciembre los diarios sacaban noticias catastróficas para burlarse de los lectores, aclarándoles el 29 con el remoquete de "Pobres inocentes".

Quizá podríamos explicar "las tomaduras de pelo" del 28 relacionándolas con el engaño sufrido por los soldados de Herodes cuando por matar a Jesús, terminaron con los inocentes niñitos de la región, sufriendo un clamoroso chasco.

Pues bien, ese día acostumbraban nuestros antepasados a obsequiarse con dulces de mentirillas. Iba una fuente de nueces vacías pegadas con goma y regresaban sabrosos nevados conteniendo palo de balsa en lugar de bizcocho. Por allí una vecina mandaba suspiros rellenos de algodón y el párroco era burlado con una dulcera de huevitos de faltriquera de lodo amasado. En fin, no faltaban los "vivos" que pedían préstamos y luego muy orondos y sin ningún rubor gritaban: "Que la inocencia te valga y por ser 28 de diciembre, no te pago. ¡Pobre inocente. .....!"

(3) Este pastel de puerco se hacía de la siguiente manera: en una concha de harina, agua fría, manteca y sal que se metía al horno como para un pai, se ponía el relleno de carne de puerco molida y primeramente cocinada con sal, pimienta y especies, mezclándola con pasas, ciruelas pasas y aceitunas verdes, con un refrito de cebolla colorada, ajos y pimientos y con un biscochuelo desmenuzado en vino. Sobre todo eso se colocaba la tapa, de igual confección que la concha, (harina de trigo, agua fría, manteca y sal) y se volvía a meter al horno para que se calentara y dore. Luego lo sacaban y le ponían banderitas de colores como adorno. Este postre era típico en la costa y muy popular en Guayaquil.

RATAPLANES DE ANTEPARA

En 1809 vivía el General Francisco de Miranda en una elgante mansión ubicada en Graiton Street, en el elegante barrio londinense de Picadilly, exilado de su patria después de la derrota de 1803 y como no está pobre ni mucho menos, le agrada recibir y atender a sus amistades con el don de gentes que lo caracteriza y que le ha permitido triunfar en las principales cortes europeas, rumorándose incluso que llegó a ocupar el lecho de la casquivana Emperatriz Catalina II de Rusia, de quien seguía siendo protegido.

Miranda es considerado hombre de recursos y actitudes y una especie de héroe semi - romántico en quién los jóvenes admiran al sobreviviente de la época del terror francés, cuando actuó como General de esa república. Los Ingleses, queriendo opacar a Napoleón, lo presentan como héroe verdadero.

Entre sus visitantes está el Canónigo José Domingo Cortés de Madariaga que goza de todas sus confianza»; quien le escribe haber conocido a un joven americano llamado José María de Antepara, muy metido en negocios en México y de visita en Londres, a fin de adquirir un trapiche para las propiedades de su esposa. Días después fue conducido a Miranda, que lo sumó al grupo de caballeros masones que él dirigía con fines revolucionarios, comenzando allí su epopeya, pues se olvidó del trapiche y de la esposa y dedicó por entero a servir a Miranda, publicando en 1810 en la Imprenta de Monsieur R. Juigne, situada en Margaret No.17, Cavendish Square, la obra titulada «Emancipación Americana» con «documentos históricos y explicativos que muestran los propósitos en curso y los esfuerzos hechos por el General Miranda para conseguirla, durante los últimos veinticinco años» en un volumen íntegramente pagado por Antepara y escrito en estilo claro fácil y ameno, que el muestra como hombre de excelente cultura, de donde se ha originado el infundio de que fue jesuita expulsado, lo que no es verdad.

Y tan entusiasmado se mostró Antepara con la independencia que surgió en él una nueva iniciativa, publicando «El Colombiano», periódico de ocho páginas, de a dos columnas, que salió en Londres el 15 de marzo de 1810 y llegó al número cinco el 15 de Mayo siguiente, deteniendo su circulación por dificultades políticas y económicas.

«El Colombiano» tenía un lema tomado de las obras de Cicerón, muy a propósito porque trata sobre la libertad del hombre. Fue prohibida su circulación en España y hasta calificado de «Papel incendiario» y también se impidió su libre introducción en América, pero nuestro paisano se las ingeniaba para burlar las aduanas guardando «El Colombiano» entre ornamentos sagrados, y manos amigas lo recogían al abrir los cajones, librándole de las llamas inquisitoriales.

En la Logia conoció Antepara a ilustres americanos de la talla de Simón Bolívar, Andrés Bello y José López Méndez quienes arribaron a conferenciar con Miranda el 9 de Julio de 1810, a bordo de la goleta «General Lord Wellington» comisionados por la Junta Central de Caracas.

El 19 los recibió el Ministro Wellesley en el Foreing Office, a donde los llevó Miranda. Esta recepción contó con la asistencia de otros próceres americanos entre los que estuvo Antepara, después Miranda los invitó a su casa y allí tuvieron la oportunidad de tratarse. El propósito de los comisionados no era otro que solicitar el apoyo de la armada inglesa para el caso que Francia, por entonces dueña de España, bloquease las costas de Venezuela. El Embajador de España, Duque de Alburquerque, presentó una nota de protesta ante la cancillería británica y solicitó a la prensa que no diera el título de «Embajadores americanos» a Bolívar y sus compañeros, sino el de simples insurgentes.

Dos años después Simón Bolívar y otros más entre los que se encontraba Antepara, desembarcaron en Venezuela portando varias ofertas de ayuda de los ingleses y anunciando la pronta llegada de Miranda. La campaña militar fue sangrienta y a la postre Miranda fue entregado a los españoles que lo enviaron a una de las carracas de Cádiz cargado de cadenas y prácticamente sentenciado a prisión perpetua, pero la muerte se lo llevó en 1816. Bolívar y Antepara lograron salvarse la noche de la traición y embarcados en el bergantín «Saphire» fugaron a Curazao, donde Antepara debió escoger entre viajar a México donde lo esperaba su esposa e hijo o regresar a Guayaquil a casa de su madre y hermana. Al final y después de muchos titubeos, prefirió viajar a Guayaquil, donde no sería reconocido tan fácilmente como en Méjico, por ser un pequeño puerto de provincia y no una poderosa capital de Virreynato.

Lo más probable es que arribara en 1813 por la vía de Panamá pero la fecha exacta se ignora. Destruge menciona que Antepara figuró entre los valientes defensores de Guayaquil en Febrero de 1816 durante la invasión de las fuerzas navales del Almirante Guillarmo Brown, confundido como pirata.

Rocafuerte llegó en junio de 1817 y encontró a Antepara, se hicieron amigos y le enseñó francés, a condición de que transmitiera la enseñanza de dicho idioma a otros más y que lo practicara leyendo la Historia de los Estados Unidos por el Abate Reynal, el Contrato Social de Rosseau y el Espíritu de las Leyes de Montesquieu y propagara sus ideas en nuestro medio. Y como el viejo periodista no había olvidado su vocación de escritor, en 1819 comenzó a enviar unos «Rataplanes» al cascarrabias Juan Mendiburo Gobernador de Guayaquil. Van algunos rataplanes: //Tenga cuidado don Juan /porque este pueblo insurgente /le ha de jugar, de repente /alguna... de rataplán /aludiendo al sonido de los tambores que asemeja un rataplán cuando se toca retirada.

Aquí va otro //Cuidado señor don Juan /se caiga de la maroma le aseguro que no es broma /lo que preparándole están. /También se conoce un tercero //Señor Mendiburo, alerta /alerta, señor don Juan /porque la cosa es muy cierta /y un bromazo le darán // siendo lo más importante que estos rataplanes les llegaban a los Gobernadores de las formas más sutiles y siempre en los momentos menos pensados como si algún espíritu lo estuviera persiguiendo y conociera todos sus movimientos.

Y tanto molestó al Coronel Juan Mendiburo con estos «Partes de Novedades rimados y confidenciales» que éste pidió licencia y se alejó a Lima, siendo sucedido por el Coronel Vasco Pascual.

De esa época es su amistad con José de Villamil y Joly, expulsado de Maracaibo por el Gobernador español Mirayes, debido a que se había comprometido con sus dos hermanos en un complot organizado por los Diputados de las Cortes de Cádiz para declarar una revolución liberal en América, contra el régimen de Fernando VII. (1).

Antepara y Villamil realizaron los preparativos del revolución de Octubre y en la madrugada del día Lunes 9 de Octubre de 1820 intervino al igual que otros próceres rindiendo al batallón Daule acantonado en la ciudad y luego tomando el Fortín de las Cruces. El 8 de Noviembre de ese año se reunió el Colegio Electoral del Guayas, asistió como Diputado por Guayaquil y le designaron Elector-Secretario, tocándole el honor de ser coautor -en junta con Olmedo- del anteproyecto del Reglamento Provisorio que se aprobó y sirvió de Constitución Política. Tres días después, el once, el Coronel Juan de Dios Arauxo, Comandante General de la Plaza, solicitó y obtuvo que Antepara fuere designado su Secretario, actuando al siguiente año como Ayudante de Campo del General Antonio José de Sucre con quien combatió en la segunda batalla de Huachi. En un momento crucial Sucre le entregó una orden que debía ser comunicada al otro flanco y no queriendo Antepara dar un rodeo para evitar las balas enemigas, se lanzó en veloz carrera sobre brioso corcel. Poco trecho después murió atravezado por un disparo. No pudo llegar a su destino quién jamás faltó a la cita de honor que hizo desde muy joven con la diosa libertad; mas, en El Patriota de Guayaquil, con motivo de sus honras fúnebres, se escribió que habiendo caído prisionero y rendido, fue masacrado por los españoles.

Ignórase donde están enterrados sus restos porque como esa batalla la perdimos, nuestras tropas regresaron a Guayaquil en retirada, dejando a sus heridos, prisioneros de los españoles. I en la reseña de sus honras, que se celebraron en el templo de La Merced, solo se menciona que se levantó un túmulo en su memoria sin hablar de cadáver o restos.

(1) De Maracaibo salió en 1812 Villamil y luego de recorrer muchos puertos llegó a Guayaquil donde contrajo matrimonio con Ana Garaycoa y Llaguno teniendo numerosa descendencia. Por 1820 Villamil figuraba entre los más destacados vecinos; con Antepara ordenó la celebración de un baile en su casa y mientras los invitados departían alegremente en los salones de recibo, situada en el cañón posterior y numerosos patriotas discutían los pormenores de la revolución, en una salita alejada que se llamó La Fragua de Vulcano.

REACCION CONTRA LA DICTADURA DE 1869

En 1868 era presidente Javier Espinosa, al que la historia ha calificado de honesto, virtuoso y austero. El país vivía un clima de saludable agitación política; para el siguiente año se había convocado a elecciones presidenciales, las primeras que se realizarían en forma directa desde 1856.

Por lo pronto el electorado independiente apoyaba al Dr. Francisco X. Aguirre Abad, quien contaba con enormes simpatías en todos los sectores de opinión y aunque era concuñado del General Urbina, tildado de militarista, no despertaba sospechas por su ascendrado amor a las leyes e independencia de carácter y actuaciones.

El grupo liberal —urbinista exhibía la candidatura de Pedro Carbo Noboa, ex-secretario de Rocafuerte en México y discípulo del sabio Dr. Francisco de Paula Vigil en el Perú. Carbo tenía muchos partidarios y se fortificaba en Guayaquil donde su Sobrino Vicente Piedrahita Carbo desempeñaba la Gobernación de la Provincia.

El sector reaccionario de la sierra también llamado Partido Nacional tenía pocas probabilidades de triunfo; primero sostuvo la candidatura del Coronel Secundino Darquea Iturralde que no gozaba de mayor popularidad y luego la del Dr. Gabriel García Moreno, personaje detestado por sus crímenes y abusos y también admirado por su labor desplegada en Ibarra con ocasión del pasado terremoto.

En esas circunstancias el panorama electoral no mostraba secretos porque la popularidad de Aguirre Abad era grande en todo el país. En Cuenca tenía mayoría y le apoyaba Antonio y Ramón Borrero y el propio Obispo de la Diócesis Remigio Estévez de Toral; en Quito el grupo de Manuel y Teodoro Gómez de la Torre y en Guayaquil donde vivía y ejercía su profesión, era tan popular como Carbo, por eso todo indicaba que la ganaría abrumadoramente.

GARCIA MORENO MADURA LA REVOLUCION

En Diciembre de 1868 García Moreno estaba en Guachalá dedicado a realizar labores de campo y dándose tiempo para escribir a sus amigos y partidarios sobre la situación. En Enero siguiente se decidió a actuar y llamó a Quito al Dr. Felipe Sarrade y a Carlos Ordóñez, ex-colaboradores suyos de la pasada administración, que residían en Latacunga y Cuenca respectivamente. El 16

estaban juntos y contaban con la complicidad del Comandante Militar de la Plaza de Quito, General Julio Sáenz, gran compinche en esta clase de revoluciones, que en 1867 se prestó para concurrir al Palacio Presidencial en nombre de "Don Gabriel" y exigirle la renuncia al entonces Presidente Constitucional Jerónimo Carrión y Palacio, al que muy suelto de huesos le dijo que se retirara a su casa por orden de "Don Gabriel", lo que en efecto ocurrió, enviando Carrión su esquela de renuncia, a los pocos minutos del atropello.

Con estos amigos y en compañía del Dr. Ramón Aguirre muy dado a las bravatas; el Coronel Manuel de Ascázubi, su cuñado, con quien ya está reconciliado, y de Gregorio del Valle, a las 10 de la noche del 16 de Enero de 1869 ingresó al Cuartel de Artillería donde todo estaba preparado por Sáenz. Pocos minutos después la artillería vivaba a García Moreno que se retiró a su casa a redactar una proclama y un breve testamento, saliendo enseguida a Guayaquil, no sin antes encargar la Vice-Presidencia de la República a su cuñado Manuel, que gobernará en su nombre y hasta el regreso. ¡Todo quedó en familia!.

LA REVOLUCION EN GUAYAQUIL

El Presidente Espinosa descansaba en su hogar y fue despertado con algazaras callejeras; eran los complotados que gritaban el final de su gobierno; al día siguiente se enteró que entre los complotados se encontraba su hermano José Modesto y su Ministro de Gobierno Camilo Ponce Ortiz, que dio tal colerín que empezó a sentirse mal de salud y falleció los pocos meses a causa del corazón. La historia se ha llamado "El Presidente virtuoso y sin tacha" cuyo único deseo en el poder fue servir a sus conciudadanos en la medida de sus no escasas posibilidades.

Cuatro días cabalgó García Moreno entre Quito y Guayaquil y la noche del 20 arribó, siendo recibido por su cómplice Coronel Manuel Santiago Yépez, Jefe del Cuartel de Infantería, ubicado en la Planchada, que le aguardaba con 100 soldados de su confianza, con los que se dirigió al de Artillería cuyo Jefe era Darquea que no se opuso. Esa noche sesionó el Concejo Cantonal de Guayaquil y al saber sus miembros que García Moreno se había adueñado de los Cuarteles, abandonaron el Palacio Municipal para evitar vejámenes y fueron reemplazados en sus funciones por nuevos concejales amigos de la dictadura. Entonces la población protestó y hubo mítines callejeros. El 23 se proclamó el estado de sitio y cesaron las garantías constitucionales, muchos cayeron detenidos y otros huyeron de la ciudad.

Algunos historiadores han tratado de justificar la subversión de García Moreno con el argumento de que el triunfo de Aguirre Abad hubiera significado el regreso del partido urbinista al poder, cosa muy discutible conociéndose la personalidad de Aguirre y surgen estas interrogantes. ¿Con qué derecho García Moreno destituyó a un Presidente civilista, virtuoso y honesto? ¿Qué razón existía para impedir que un determinado partido político llevara a su candidato a la presidencia en elecciones populares? ¿Es moral y es legal que un político rompa la constitución y se autotitule Presidente de la República fundando su poder en la fuerza de las bayonetas? Al respecto Santo Tomás de Aquino, uno de los mayores teólogos y filósofos del cristianismo, opinó en plena edad media que sólo es lícito derribar a los tiranos; en cuyo caso, es moral hasta el asesinato con tal de salvar a los pueblos del despotismo, y en 1869 el presidente Javier Espinosa, hombre sencillo, republicano a carta cabal y respetuoso de las libertades y derechos cívicos, que gobernaban sin partidos, usando hombres de todas las tendencias e ideologías para el mejor servicio nacional, no era tirano, en consecuencia, no había ley ni razón para derribar su gobierno.

EL DIA DE SAN JOSE

El 7 de Febrero de 1869 el flamante presidente Interino García Moreno expidió un Decreto convocando para el 16 de Mayo a una Convención Nacional en Quito. Ese mismo día inició una campaña electoral para obtener nominaciones a sus adictos y en efecto lo consiguió ya que la oposición no intervino por encontrarse perseguida y oculta.

Sin embargo el pueblo guayaquileño no estaba conforme con tanto abuso y solo esperaba la salida de García Moreno y sus militares que viajaron a Quito, para proclamar la revolución dando vivas al General José de Veintemilla, hombre de mucho arrastre y personalidad.

La fecha acordada se tuvo que adelantar por temor a las denuncias reservadas que pudieran existir, así es que en la noche del 19 de Marzo, día de San José, el Comandante Francisco Rendón, Jefe de Batallón No. 3 de Infantería, apresó a los Coroneles Manuel Avila y Manuel Santiago Yépez, Jefes de La Artillería y No. 1 de Infantería respectivamente, que se encontraban en casa del Canónigo José Aragundi, en divertido baile, celebrando al "Doctor Pepeillo" como cariñosamente se le conocía a Aragundi.

A las seis de la mañana del 20 se detuvo al Comandante Militar Coronel Secundino Darquea que dormía en su hogar, llevándolo al cuartel de la Plaza de San Francisco, junto a Avila, porque Yépez había logrado fugar desde una ventana, saltando a la calle, donde fue recogido por un transeúnte que lo condujo a su casa. Allí lo acogió su esposa Margarita Rivadeneyra, mujer de fama en los contornos porque más parecía un general que otra cosa, que le curó y dejó en cama para que descansara, mientras ella, con las pistolas de su adolorido cónyuge, salió a la calle y entre gritos y tiros, condujo a una multitud de curiosos y admiradores por el Malecón hasta Las Peñas, donde permanecía el batallón de su marido, que la recibió en triunfo.

Eran las 8 de la mañana y la intrépida Margarita ya contaba con la adhesión de las Guardias del Hospital, la Policía y el Resguardo de Aduana; en su ayuda acudieron los Comandantes Antonio J. de Sucre y Lavayen y José María Quiroz y el Coronel José Manuel uraga, que se hizo cargo de la dirección del movimiento contra revolucionario. A las 8:30 comenzó el contrataque, dispersando a los revolucionarios por la actual calle Rocafuerte hasta 9 de Octubre donde estaba el Cuartel de Artillería en el que guardaban prisión Darquea y Avila. A las 9 el tiroteo era generalizado y el sector de la Plaza San Francisco se convirtió en escenario de combates callejeros en los que ambos bandos desplegaron arrojo al por mayor. Se habían levantado barricadas en los zaguanes y cada casa se tomaba por asalto.

MISTERIOSA MUERTE

Mientras tanto el general Darquea permanecía encerrado en un altillo al que llegaban las balas de los leales y esto lo puso nervioso. Insistió en hablar con Veintemilla por dos ocasiones y a la tercera consiguió su visita: "Compañero, -le dice- trasládeme a otro sitio, porque aquí hay peligro de muerte y no es dable ni honroso morir de esta manera, sin combatir....."

Veintemilla ordenó al guarda. Teniente Manosalvas, que custodiara al General hasta conseguirle otro sitio y en esos momentos dicen que recibió un certero disparo que le atravesó el cráneo por el medio de las cejas, dio cuatro pasos atrás por la violencia del impacto y cayó muerto de contado, de espaldas al suelo y con un rictus de sorpresa en el rostro. (1).

1) Que Veintemilla al oír un ruido en la calle se asomó a la ventana y estando uniformado de etiqueta, con sombrero bicornio de plumas, charreteras y dormanes de hilos de oro, hizo blanco perfecto para que un francotirador le disparare.

2) Que Veintemilla fue asesinado por el Teniente Manosalvas en complicidad con Darquea, y que más tarde inventaron lo del tiro en la ventana.

3) Que Manosalvas le disparó a Veintemilla, a motus propio, sin que Darquea haya premeditado el asesinato.

En todo caso la muerte de Veintemilla y libertad de Darquea puso en fuga a los completados que huyeron en todas direcciones. Un mes después García Moreno premió a sus leales Darquea y Uraga, ascendiéndoles a Generales de División.

CONVENCIÓN DE 1869 Y CARTA NEGRA

Como de costumbre, la Convención se instaló en Quito el mismo día para la que fue convocada por García Moreno, con la asistencia de lo más granado del partido garciano. Concurrieron los cuñados Roberto Ascázubi e Ignacio de Alcázar; los cómplices de la pasado, revolución contra Espinosa, Sres . Felipe Sarrade, Rafael Carvajal y Nicolás Martínez,

(1) Esta escena ocurrió en el ropero, un cuarto de almacenar uniformes.Drs. Pablo Herrera y Elías Lazo y Generales Julio Sáenz y Francisco X. Salazar y religiosos como José Ignacio Ordóñez y José María Aragundi y otras mediocridades políticas más.

Sobre tan misteriosa muerte existen tres versiones:

El 29 de Julio y después de una solemne misa se efectuó en el interior del templo de La Compañía la votación presidencial resultando electo García Moreno con todos los sufragios menos dos, el de su cuñado Ascázubi que por delicadeza votó por el General Darquea y el de Pedro Ignacio Lizarzaburu, que lo hizo por el General José María Guerrero.

García Moreno se excusó de aceptar el mando porque había jurado por Dios y por el pueblo no desempeñar tales funciones en memorable manifiesto aparecido en Quito el 17 de Enero de ese año, pero el Dr. José Ignacio Ordóñez le pidió que reconsiderare tal negativa porque "en ciertos casos" es lícito perjurar cuando la Patria está de por medio; con ese sofisma de aldea García Moreno retiró su excusa y se mostró complacido. Será presidente por 6 años y luego lo reelegierán sus amigos por otros 6, pero el machete homicida de Rayo acabará con su existencia en 1875 interrumpiendo su mandato.

La Constitución que adoptó esta legislatura fue bautizado con el nombre de "Carta Negra" por sus repetidos errores e injusticias. No se necesitada ser un jurista consumado para notar a simple vista que el solo hecho de dividir al país en católicos y no católicos, concediendo a los primeros la ciudadanía y a los segundos negándoles todo elemental derecho constituye un error gravísimo y de fatales consecuencias en cualquier país civilizado; razón por la que esta Constitución, aborto maléfico de un grupo de inadaptados y fanáticos, quedó destruida a los pocos meses del fallecimiento de García Moreno y a pesar de los esfuerzos de unos cuantos obstinados que a todo trance quisieron conservarla.

RECUERDOS DEL LIBERTADOR EN LA FAMILIA VIVERO

Cuando el Dr. Juan José Vivero y Toledo, Cura Presbítero de la doctrina de Jipijapa escribió a su amigo el Dr. José Ignacio Cortázar, Cura de la Iglesia Matriz de Guayaquil recomendándole a su hermano Luis Fernando para que le sirviera de secretario, no se imaginaba que estaba formándole un futuro en el puerto; pues, Luis Fernando acababa de graduarse de abogado y todos pensaban que su puesto era en Quito, donde tenía parientes y favorecedores, pero tan buenas migas hizo el joven abogado y el Dr. Cortázar, que cuando éste último pasó en 1816 a gobernar la Diócesis de Cuenca, le pidió que se sirviera acompañarlo; sin embargo, el Obispo, falleció al poco tiempo, el 16 de Julio de 1818 y de solo 63 años de edad, dejando a su secretario el ejemplo de una vida digna y provechosa y las calles para andar. I como afirma el refrán que ningún profesional muere de hambre. Vivero regresó a Guayaquil y de 38 años de edad se inició en las leyes, frecuentando a la dulce jovencita Francisca Garaycoa Llaguno, sobrina segunda del Obispo Cortázar, a quién había conocido en casa de él y con quién había iniciado Vivero un tímido romance. Poco después la pedía en matrimonio y tuvieron un hogar modelo y feliz.

La familia Vivero Garaycoa se formó con ternura y afecto y sus numerosos mausoleos y epitafios recuerdan en el cementerio con cuanta devoción se quisieron. Unos a otros, padres, hijos y hermanos se dedican palabras de cariño y cordialidad, lamentan sus muertes y piden al Creador el descanso eterno, anhelando seguir al más allá para continuar los vínculos rotos en la tierra. Es la magia del cristianismo, me aseguró cierto amigo cuando juntos visitábamos el camposanto. Sólo el profundo sentimiento de la religión puede ligar con tanta fuerza a un grupo familiar, al punto que aún después de la muerte, pretendan seguir unidos en la vida eterna del paraíso.

Los Vivero Garaycoa fueron José, Simona, Simón, Josefa, Francisco y Eufemia y refiere la tradición que cierta noche de Noviembre cayó el Libertador de visita en el hogar del Doctor Vivero, nada menos que acompañado de Olmedo, que ya se habían avenido superando el distanciamiento de 1822 por la forzada anexión de Guayaquil a Colombia. Ambos se sentaron cerca del corredor y de pronto el mayor de los niños salió a recibirlos, ilusionado por el brillo de los colores del uniforme que vestía Bolívar, quién lo sentó en sus rodillas y jugó con él, oyendo que doña Francisca se quejaba de su ociosidad pues todavía no aprendía a leer. -¡A ver Pepito! ¿Porqué es eso? La cartilla es mala y muy trabajosa. -Veámosla, dijo el Libertador - tráela enseguida. El chico corrió al interior y regresó con ella dándosela a Bolívar, que luego de examinarla exclamó: ¡Qué horror! ¡Está malísima! Ud. Olmedo se encargará de escribir una nueva para Pepito y yo vendré personalmente a tomar las lecciones.

Días después estaba compuesto el «Alfabeto para un niño», libro de lectura en verso con un cuadro moral aún no comprendido en América, donde se analiza con profunda belleza los principales valores de la civilización.

La verdad es que Olmedo superó la tarea encomendada y su «Alfabeto» sirve en cualquier edad. Pepito no tuvo trabajo en aprender de memoria, recitándolo en menos que canta un gallo, enterito y volando, al asombrado Bolívar y quitándose la fama de ocioso que hasta ese día tenía bien ganada en su casa. Entonces Bolívar lo premió con dulces y confites y a poco le mandó su busto para que lo conservara. Demás está decir que el Alfabeto se popularizó enseguida como cartilla cívica y de lectura.

Recuerdo que hasta hace unos 30 años la Sociedad Filantrópica del Guayas todos los años y con ocasión de su aniversario de Fundación, imprimía unas hermosísimas cartillas con el «Alfabeto para un niño» que distribuía generosamente en la ciudad. Eran los tiempos de gloria de esa institución y su imprenta competía con las mejores del puerto. Hoy nada queda de tanta grandeza a no ser el recuerdo feliz del pasado y una que otra cartilla amarillenta en algún oscuro rincón escolar. Mas, la Cartilla original y autógrafa de Olmedo y el busto de Bolívar, fueron conservados por Pepito Vivero hasta que viejo y enfermo falleció en La Serena, Chile, de 58 años de edad, en 1878, dejándolas a su viuda la poetisa Angela Caamaño de Vivero, que meses después también murió en Guayaquil. La última propietaria conocida de estos memorables recuerdos fue su hermana Josefa Vivero de González que los conservó hasta 1900, año de su fallecimiento, habiendo pasado sus bienes al Albacea testamentario, para el reparto. Aquí se pierde el rastro pues muchas de sus reliquias bolivarianas fueron entregadas al notable historiador panameño Juan Bautista Pérez y Soto que las sacó del país. ¿Dónde estarán ahora? Nadie lo sabe y quizá el rato menos pensado aparezcan en Europa donde parece que fueron a dar. .

Doña Josefa Vivero Garaycoa había casado con Belisario González Benítes, hijo del prócer colombiano General Vicente González que desempeñó la Gobernación de Cuenca durante los días de la Grancolombia y de Manuela Benítes Franco, hermana a su vez de los Capitanes Francisco y Luis Benítes muertos en la segunda batalla de Huachi el 12 de Septiembre de 1821. Con tan gloriosos ancestros doña Josefa y su esposo se convirtieron en fervorosos admiradores de la memoria del Libertador en Guayaquil. Ambos formaban una pareja ideal a pesar de no tener hijos, pues eran muy ricos, harto generosos y se preocupaban por la niñez con frecuentes donaciones. Muerto el señor González, su viuda obsequió una gruesa suma de dinero al Cuerpo de Bomberos y en

1884 entregó el valor de la primera bomba a vapor que se usó en Guayaquil. En 1889 regaló la casa de madera de su propiedad, con frente al Malecón, donde funcionó por muchos años la «Compañía Belisario González».

La muerte de don Belisario ocurrió en Guayaquil en 22 de Septiembre de 1867 y se cuenta qué su viuda se negó a dejarlo enterrar so pretexto que estaba tan bien embalsamado, que no era necesario. Inmediatamente ordenó la construcción del más hermoso mausoleo de la ciudad, que tendría forma de capilla para que ocupara una de las naves del interior de la Catedral; pero como las obras se encargaron a Italia y no terminaban pronto, el cadáver permaneció más de un año en un cuarto cerrado del domicilio, sirviendo para que el populacho tejiera las más inverosímiles y tenebrosas leyendas. Al fin la capilla estuvo lista y con un suspiro de alivio del vecindario fue trasladado el ilustre don Belisario a su última morada, con renovadas muestras de pesar de su viuda, que juraba no volverse a casar ni asistir a fiestas, dedicándose únicamente a guardar su memoria y la del Libertador.

RECUERDOS DEL PASADO

Las estrechas calles de Guayaquil recordaban durante el pasado siglo a las viejas sendas españolas del medioevo. ¡Tal nuestro ancestro! Pero después del Incendio Grande en 1896 nuestras avenidas cambiaron de rostro y se ampliaron considerablemente en detrimento de la antigua y bonachona fisonomía que desapareció para dar paso al progreso del siglo XX.

Entonces Guayaquil era una ciudad pequeña donde la gente «decente» hablaba francés y comía pan para diferenciarse del vulgo que consumía plátanos fritos o asados, que se distraía por las noches en los patios traseros al son de tambores y batiendo las palmas de las manos. Todo contraste era posible porque el puerto es producto de varias culturas mezcladas con discordancia. Veamos algunas cosas de antaño.

OCHO DIAS DE CEREMONIASPOST MORTEM

Esta costumbre aún se practica en Manabí y dejó de usarse en Guayaquil hace unos 60 años. Resultaba que al morir un familiar sus allegados se reunían durante ocho noches seguidas a rezar el rosario en comunidad, lo que no tiene nada de malo, a no ser que después del rezo y, solo por aquello de que se está en confianza, menudeaban los tragos y el recuerdo del deudo desaparecía hasta que las primeras luces del alba señalaban la obligación de trabajar.

También era usual que durante esos días los vecinos y amigos más cercanos enviaran bandejas de confites y golosinas a la casa donde había ocurrido el deceso, ya que era tanta la pena de los deudos que se suponía que ni siquiera tenían deseos de preparar alimentos y se suplió tal necesidad con riquísimos confites, ocasionándoles más de una indigestión a causa del atiborramiento de dulces y pasteles.

SEMANA SANTAEN LOS PUEBLOS

Durante la Semana Santa en Vinces y hasta hace 50 años se escogía a los más distinguidos ancianos del pueblo para disfrazarlos de «Santos Varones» el día Jueves. En esta ocasión los viejitos salían vestidos con largas túnicas blancas y delante del vecindario ayudaban al sacerdote en una considerable cantidad de ceremonias, tomándose como alto honor el ejercicio de este ministerio.

El Viernes Santo se conmemoraba en Daule con una representación escénica de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, en el interior del templo y con vecinos escogidos. La iglesia se repletaba de curiosos y personas místicas que sufrían, clamaban y gritaban al contemplar cómo se escarnecía al Salvador y se le hacía padecer dolores sin cuento

Un viejo de la región me informó que allá por 1927 se celebró la última representación escogiéndose a un rudo mocetón de 20 años para que hiciera de Cristo, por aquello de que tenía que estar más de una hora colgado en una gran cruz de madera, mientras los demás actores declamaban sus papeles al pie del altar. Para María Magdalena se eligió una belleza criolla, de turgentes carnes y larga cabellera, la mejor y más bella de Daule, y para mal de sus pecados la colocaron bajo la cruz donde ya estaba colgado al Cristo, enteramente desnudo, a no ser por un grueso pliego de papel pintado que le amarraba desde la cintura hasta las rodillas simulando vestiduras romanas. Indica la crónica del lugar que en pleno discurso de la Magdalena se oyó un ruido sospechoso y al mismo tiempo el mozo amarrado gritó: «Saquenme a la Magdalena que se me rompe el papel». Y para qué contar el resto, es de suponer que la función terminó en medio de varoniles carcajadas y risitas nerviosas de las espectadoras.

LAS BEBIDAS FRIAS

Hasta que la Cervecería Nacional instaló sus máquinas para fabricar hielo hacia 1920, se conocían en Guayaquil las pequeñas marquetas que producía la empresa «Monteverdi» de propiedad de José Monteverde Romero desde 1880 aproximadamente. En la Colonia era costumbre que los guayaquileños pagaran a peso de oro la nieve que a lomo de borricos nos traían desde las faldas del Chimborazo o del exterior.

Los médicos la recetaban como única forma de combatir cierta clase de fiebres eruptivas o infecciosas, ya sea para aplacar la sed, enfriar el baño o reducir zonas aporreadas. Durante las epidemias de tifoidea y fiebre amarilla se llegaba pagar hasta un peso por cada barrilito.

PLANTAS Y ANIMALESMEDICINALES

Durante la Colonia la medicina estaba en pañales y no era raro que los botánicos o herbolarios recetaran a base de plantas y animales. Las «lisas» se aconsejaban para los que sufrían del hígado, aunque en pequeñas dosis, porque les atribuían la propiedad de provocar intensa efusión de bilis.

«La mandrágora» por sus formas y desde muy antigua data se recetó en Guayaquil atribuyéndole efectos afrodisíacos, que se han comprobado inexistentes. Apuleyo Platónico, el gran médico de la antigüedad, aconsejó que el tronco de mandrágora debía ser arrancado sin mano del hombre y solo por acción de un perro, que amarrado a él, sería llamado en horas de la mañana, cuando más hambre tienen los caninos, con comida puesta fuera de su alcance. De esta singular manera el perro forzaba la cadena y desarraigaba la planta. Es de imaginar cuántos trabajos habrán pasado nuestros lejanos abuelos para usarla.

La leche de vaca se recomendaba para los enfermos de tuberculosis, mejorada con frutas frescas; pero, para los casos febriles con complicaciones en la piel o estómago, se desechaba por ser de difícil digestión, así como la mantequilla y la cuajada.

A los atletas se les daba a comer corazón de animales lactantes por ser los más frescos. El vinagre era de mucha utilidad en los casos de piorrea u otras infecciones en las encías. A los niños se les recetaba miel de abeja como alimento útil al crecimiento y de fácil digestión. El agua de pétalos de rosas era el mejor purgante de esas épocas, así como la infusión de pepas de tamarindo. Papaya para los que padecían úlceras estomacales y yerba buena para los nerviosos.

En fin, la medicina en el Guayas comenzó con la Independencia cuando llegaron a nuestras riberas numerosos discípulos de Galeno que desterraron antiguas costumbres de recetar plantas y animales para todo tipo de enfermedad.

HOSPITALES E HIGIENEEN EL PUERTO

El Hospital guayaquileño es más antiguo que el de San Juan de Dios en Quito, ya que se fundó por orden del Licenciado Hernando de Santillán, primer Presidente de la Audiencia cuando arribó a Guayaquil, procedente de Panamá y de paso a la Sierra. Su primer edificio fue una ramada de caña y techo de hojas trenzadas de bijao ubicada en el cerro. Por los continuos incendios lo cambiaron tres o cuatro veces de lugar hasta que en 1753 dejó de ser administrado por el Cabildo y los Padres Betlemitas, pasando a los religiosos de la orden de San Juan de Dios.

En 1797 el Hospital ocupaba la manzana que actualmente comprenden las calles Malecón, Pichincha, Elizalde, Illingworth; pero en la noche del 4 de Febrero de 1804 un violento incendio terminó con su bello edificio de madera con salas independientes para mujeres y hombres, botica, bodegas y convento. Todo se acabó en pocos momentos.

Hacia 1816 aparece reconstruido en su antiguo asiento y con el nombre de Convento Hospital de Santa Catalina Virgen y Mártir. Por el lado del Malecón tenían locales para tiendas que se alquilaban a comerciantes del puerto. La esquinera de Elizalde y Malecón era la de mayor extensión y tenía en funcionamiento una mesa de billar importada de España, las primera que existió en estos territorios y causaba la admiración del vecindario, que no se hostigaba de contemplar las carambolas.

Hacia la actual calle Illingworth existían los cajones o caramancheles del portal que impedían el libre tránsito de peatones. La puerta central daba acceso a la enfermería; espaciosa sala con un enorme altar para dar misa y a los lados, empotradas en la pared 58 tarimas de madera que el pueblo llama «covachas», donde se colocaba a los enfermos resguardándoles de las corrientes de aire con cortinas de género grueso importado de Puebla en México, de color azul. Todo indicaría que estamos en un buque y visitando los camarotes.

En esos días la higiene era casi desconocida por lo que un enfermo de disentería que se hospitalizaba, se contagiaba de viruelas y viceversa, porque a todos se les mantenía en el mismo sitio sin pensar en los riesgos.

Hacia el fondo estaba el patio central y las celdas del convento donde vivían cinco sacerdotes - enfermeros, la botica y bodegas, así como un amplio cuarto cocina con instalación a leña traída del cerro.

FARMACOPEA COLONIAL

Las fórmulas magistrales se guardaban celosamente en el archivo porque algunas habían venido de España y como la botica del Hospital y Convento estaba abierta al público, debía defenderse de la competencia de los pulperos establecidos en los bajos del Cabildo, a una sola cuadra, que pretendían tener lo mejor.

Mas, los Juandedianos eran sabios y solo ellos conocían que «La leche virginal» se compone de tintura de benjuí y agua de rosas, siendo lo único que toda señorita decente usaban en el rostro. Para ellas también existían unas láminas de cartón traídas de Cádiz, impregnadas de polvos coloreados para usar en las mejillas como «chapas». Se vendían de color verde, plomo y azul para los ojos, rojo para el rostro y tienen una gran demanda.

Cuando el sanguinario Coronel Manuel de Arredondo y Mioño, luego II Marqués de San Juan de Nepomuceno, llegó a Guayaquil en 1810, con destino a Quito, para pacificar esas regiones, acostumbraba visitar a Ignacia Noboa Arteta, dos veces viuda y bellísima dama de no más de 33 años, y entre ambos se estableció un lazo de amistad y cariño que terminó en matrimonio. De esta pareja se cuenta que cierta noche, a eso de las siete, llegó Arredondo a conversar, tomándola desprevenida y sin arreglos; por lo que, de apuro, ella ordenó a una sirvienta que le pasara los famosos cartones de Cádiz y por equivocación, ya que la luz de la vela no era buena y ella era algo corta de vista, se puso en los ojos rojo y verde en el rostro, saliendo a la sala hecha un verdadero adefesio.

¡Pobre Arredondo! La sorpresa que se pegó en esa ocasión fue indescriptible, pero como era muy caballeroso, conversó con Ignacita un par de horas y se despidió como de costumbre, con muchas ceremonias y zalemas. Minutos después, cuando la hermosa viuda regresó a la sala, una esclava le hizo caer en cuenta del esperpento que parecía con tales cambios y sufrió una verdadera conmoción de vergüenza al verse el rostro en un espejo. ¡Estaba hecha un desastre! ¡Parecía una payasa!

OTROS REMEDIOS FINOS

«El agua de alacranes» se vendía con gran éxito para excitar la orina en los casos de contención y «el aceite» para hacer sudar a los afiebrados. Su preparación es simple, porque consiste en mezclar agua o aceite de oliva, con polvo de alacranes secos y triturados.

«El tafetán verde» y «emplasto de San Andrés de la Cruz» es lo mejor del mundo para sacar callos, de raíz y sin dolor. (Tanto nombre para tan poca cosa). «El Diapalme» es un emplasto a base de sulfato de cobre. «Los huevos de Angelote» (actual caviar) se usan para sanar heridas infectadas. ¡Qué horror!.

«La piedra divina» es un colirio de nitrato de potasa a baja dosis. «La Calanga de la india» es cara, pero, nada mejor existe para el dolor de muelas. «La Masa de candelilla» es llamada así porque es un emplasto de cera utilizado como sonda para uretra en casos de enfermedad renal y dicen que causa dolor e irritación moderados, que no hacen ver «candela» sino solamente «Candelilla».

«El agua de la Reina de Hungría» es preparado de flores de romero y vino que se destila para curar palpitaciones, histerias, dar fuerzas, mejorar los nervios y en fin de cuentas, es buena cosa para dolencias de poca monta.

«El Populcón», bueno para quitar dolores en las llagas, se prepara con belladona y otras adormideras. «El Bislao de gallina» cura la pulmonía y aun se receta en los campos y entre gente sin cultura. «El Sagapento» es mano de Dios para el asma y la bronquitis, siendo una goma que se obtiene del árbol americano de su nombre. Su uso es oral o externo, según los casos, porque a veces se lo aplica en parches, como desinflamante. «El Ungüento de la Condesa» hecho a base de arrayán, sirve como astringente. «El Ungüento Egipcíaco», a base de cardenillo, miel y vinagre, se usa como detergente blanqueador de la ropa y desinfectante porque aleja las miasmas delectereas de los pantanos» tan usuales en el puerto, sobre todo en invierno, cuando el calor hace que la lluvia se evapore del suelo. «El electuario católico» se da como gracia de Dios para las intoxicaciones y llenuras de estómago y no hay paciente que lo resista adentro más de una hora, sin tener que consultar varias veces con el servicio higiénico, vulgo retrete.REVOLUCION DE LOS CHAPULOS

Salidos del Estero de Chapulo ycruzando los campos de Palenqueal bélico pregón, el cabalgar ardiente,gritando libertad, dieron la muerte.

(Canto Chapulo del Siglo Pasado)

En Noviembre de 1884 los broncos caballos de una veintena de húsares piafaron en los patios de la Hacienda CHAPULO, en las praderas de Palenque, anunciando al país que se había iniciado la más heroica gesta que registra nuestra historia. Ese día el insigne guerrillero Coronel Nicolás Infante Díaz, en unión de los más granado de la juventud liberal encabezada por Emilio Estrada Carmona, Justo Infante, Crispín Cerezo, Francisco Borja Lavayen, José Monteverde Romero, Marco Alfaro, etc., se alzó contra el gobierno de Plácido Caamaño, secundándole Eloy Alfaro desde Manabí.

Infante pertenecía a las más antiguas familias de la cuenca del Guayas por su padre Nicolás Infante Bustamante y por su abuela que era de la misma familia Bustamante que tantos hombres famosos ha dado en Ecuador. Nada le faltaba para ser un petimetre, pero su espíritu de amor a la libertad le impulsó a tomar las armas desde joven,

El día 23 ocupó Palenque y dos días después ya estaba en Balzar sorprendiendo a la escasa guarnición de esa localidad. Sus partidarios le proclamaron Jefe Supremo de la Provincia de Los Ríos y él designó secretario a Emilio Estrada. El 28 derrotó a las fuerzas gobiernistas en Maculillo, sacando en fuga al jefe contrario general Secundino Darquea Iturralde, que más experimentado, tomó desquite el 9 de diciembre en Piscano, logrando desbaratar el grueso de las guerrillas; los sobrevivientes se internaron al corazón bravío de la selva.

FUSILAMIENTO DE NICOLAS INFANTE

A los pocos días Infante fue apresado y llevado a Palenque; el calendario marcaba el 31 de diciembre de 1884. Fue condenado a muerte en juicio sumario, a pesar que la Constitución vigente prohibía la pena capital para delitos políticos y la ejecución se llevó a cabo en horas de la mañana del lo. de enero de 1885.

Infante demostró una gran entereza de ánimo. Bien sabía que su muerte había sido decretada mucho antes y desde la secretaría de la gobernación de Guayas por un joven conservador –sobrino de García Moreno- que después del 5 de junio de 1895 se hizo liberal y llegó a Presidente de la República en los regímenes placistas, cambiando como el camaleón de la canción:

El camaleón, papáEl camaleón, mamácambia de coloressegún la ocasión.

A las 9 de la mañana le armaron una capilla en la celda en que guardaba prisión. Dos cirios y un crucifijo convirtieron el lugar en sitio por demás tétrico. Infante, que no era bobo, adivinando lo que le iba a suceder pidió "recado de escribir" (tintero antiguo con gavetas que se usaban para guardar papel y canutero) escribió su testamento, ordenó sus asuntos particulares, reconociendo las deudas y declarando las acreencias que tenía. A las 11 le llevaron el almuerzo y lo rechazó jocosamente diciendo: ¿Para qué?". Esta noche cenaré con Plutón en los infiernos", aludiendo a las reiteradas súplicas de arrepentimiento que le formulaban el Capellán del Ejército y el Presbítero D' Stéfano, de nacionalidad italiana.

— ¡Confiésese hijo mío! ¡Es bueno para el alma! Repetía el obstinado Capellán y el prisionero dale que dale se negaba a ello. Al fin después de mucha discusión triunfó su necedad y fue dejado solo para que se ponga elegante, como había sido siempre, en otros tiempos, cuando "niño bien" paseaba su garbo a caballo en las calles de Vinces y Palenque.

A las 12 salió de prisión vestido de negro y cubierto con un "jipijapa" legítimo. — ¡Si está mejor que nunca! Comentan algunas curiosas— ¡Si el niño Nicolás no ha hecho nada!— Sollozan las que más. Todos lo conocen en el pueblo, como que lo han visto crecer, pero nadie actúa por miedo a la tropa que está alerta y guardando celosamente.

Infante va maniatado entre los dos padres que no pierden ocasión para insistir en lo de la confesión. —"¿Para qué? De nada tengo que arrepentirme". Llegan al lugar señalado, hay mucho ruido de tambor y corueta, todo se hace en orden, como debe ser, según antiguas prácticas militares.

Un oficial se acercó y ordenó a dos soldados que vendaran al prisionero. El reo protestó pero el oficial no ceja y entonces Nicolás Infante da su pañuelo —rojo como el partido en que milita— para que se cumpla el reglamento hasta el final. Después suena una descarga y nadie sabe que más habrá pasado. Sólo se conoce que el cadáver fue enterrado sin mayor ruido. El sol equinoccial seguía en el cenit, pero la libertad estaba de luto.

LAS GUERRILLAS CONTINUAN

Los partidarios del héroe no estaban del todo vencidos. Quedaban' muchos valientes en los campos, huyendo y atacando a la vez, en labor de ablandamiento para hostigar y cansar al gobierno. El Coronel Francisco Ruiz Sandoval, especie de Che Guevara del siglo pasado, Crispín Cerezo y otros más, siguen en armas.

El peor combate fue el de Quinindé el 18 de diciembre de 1886, casi a los dos años de la muerte de Infante. El día anterior los Chapulos habían perdido en la hacienda "La Aurora" y se retiraban apresuradamente cuando fueron sorprendidos en Quinindé por las fuerzas del General José María Sarasti, que realizaron una verdadera carnicería. Allí murió Cerezo acompañado de su no menos legendaria amante la bella Leonor Cayche y de sus compañeros Silvino Parrales, Armando Páez, Antonio Ángulo, Luis Blanca, Joaquín Ortiz e Ismael Pérez, y quedaron gravemente heridos José Monteverde Romero y Justo Maldonado.

Al mes siguiente algunos fugitivos se reagruparon y marcharon por la selva de Palenque hacia Daule, el 27 de Febrero de 1887 llegaron al sitio Guabito, en el cual tuvo lugar un encuentro que perdieron. Otros huyen hacia el norte, llegando a la frontera con Colombia y pasando después a Lima, donde se entrevistaron con Alfaro, que también había sido derrotado en las costas de Manabí.

Ruiz Sandoval salió definitivamente del Ecuador, continúo sus aventuras en Centroamérica, hasta fallecer batallando por la causa liberal en 1907 en Guatemala, después de treinta años de continua guerrilla. ¡Así eran antes!

En Guayaquil Plácido Caamaño se fortificó y ordenó mano de hierro con todos los cabecillas. Su cuñado Reinaldo Flores Jijón impuso la pena de muerte a un mocetón enamoradizo y liberal: Amador Viteri, fusilado frente a la antigua cárcel municipal (calle Julián Coronel). Minutos antes de su muerte Viteri caminó al patíbulo en medio de una enorme multitud de curiosos y al pasar bajo el balcón de la casa del Gobierno, viendo que éste atisbaba, entre curioso y asustadizo, con forzada sonrisa de Napoleón triunfante en Austerlitz, Viteri, indignado, le grito:

—¿De qué te ríes, tirano?. Pronto irás al infierno, pero hasta que llegue ese día tu vida será la de un miserable.

Un autor conservador, en infantil afán de hacer triunfar siempre a sus héroes, aclara a los lectores que Flores Jijón jamás subió al patíbulo, pues murió plácidamente en su cama, en el pueblito de Barranco (Perú) y encima agrega, que murió arrpentido por haber sido demasiado condescendiente con las ideas liberales.

Prueba de ello es que no contento con la muerte del joven Viteri, el 20 de Junio de 1888 mandó a fusilar en Guayaquil a otro muchacho revoltoso llamado Isidoro Lara y Espinosa, por el pecado de ser liberal y partidario de Alfaro y de haberse dejado pillar por la policía cuando repartía unas hojitas volantes en las que se acusaba a la argolla dominante.

En esta época los guerrilleros solían cantar una tonada muy en boga, llamada "palo colorao" que les recordaba su origen en Guayaquil en los altos del cerro Santa Ana, barrio de Ciudavieja. Aquí van los versos:

PALO COLORAO

Allá arriba en ese cerro tengo un palo coloraodonde pongo mi sombrerocuando estoy enamorao.

Allá arriba en ese cerrohay un pozo de agua claradonde me lavo las piernasy tú te lavas la cara ...

Se entiende que los cuartetos eran dirigidos al enemigo gobiernista, por los jóvenes "Chapulos".

UNA LORA LIBERAL

Cuentan que una familia liberal vivía frente a otra conservadora en el callejón Gutiérrez, sito en el antiguo barrio Villamil de nuestro puerto. Ambas casas estaban ubicadas frente a frente y en una de las ventanas, colgada de un palo lucía su vistoso plumaje una lora liberal, que todo el santo día gritaba: "Viva Alfaro, Carajo".

Las vecinas ya no sabían qué hacer con la lora, pero educadas como eran, hacían oídos sordos a sus imprecaciones, además era muy divertida y practicaba la mar de gritos y chillidos enseñados por su dueña. Los grandes apuros venían cuando el señor Obispo anunciaba visita. Allí era distinto porque tenían que mandar recados a las liberales del frente para que "escondieran a la lorita, por favor".

Cuatro o cinco veces se realizó la operación y ya cansada la lora de las continuas visitas de Su Reverencia, que le costaban otros tantos encierros, dizque prometió callar en la siguiente oportunidad, con gran contento de las vecinas que se ahorraban el recado y las molestias. (1)

Días después el Obispo volvió a anunciar visita y llegado el momento pasó por el callejón con dirección al portal de las Moran y posó sus ojos en la lora, que era gorda y grande en extremo y asombrándose de no haberla visto antes le grito: "Lorita real, lorita real". Siendo contestado:

—Alto allí Su Reverencia, a mi no me haga española, que soy esmeraldeña. Ni realista, ni conservadora. "Viva Alfaro Carajo".

¡La lora era incorregible!

(1) La lora era de Detfina Torres de Concha y al frente vivía Domitila Moran de Jurado. Nota del autor.

SECRETOS DE UNA MANSION

Ignacia Noboa de Arredondo fue una dama que hace más de un siglo vivía en Lima con toda la pompa y boato de su holgada posición económica. Sus salones siempre abiertos a las familias de nuestra urbe eran continuamente visitados por gente que departían con la anfitriona y gozaban con los dulces y licores que ella brindaba. (1).

Un día le cayeron de visita dos jóvenes de las más conocidas familias de por acá: Matías Sotomayor Luna y Miró y Nicanor Márquez de la Plata Plaza, que le conversaron tantas cosas que pronto la embelesaron con recuerdos de esta tierra; más, inesperadamente, anunciaron su llegada las encantadoras señoritas Carlota y Enriqueta Swaine y Méndez La Chica. Demás está que cuente que hubo flechazos entre ambas parejas. Nuestros paisanos eran buenos catadores del bello sexo y se prendaron de esas maravillosas doncellas y ellas a su vez de los apuestos "mónitos de Guayaquil". Poco después, el 21 de Mayo de 1854, en la antigua parroquia de San Sebastián de Lima, pasaron a ser señoras de Sotomayor Luna y de Márquez de la Plata, respectivamente.

UNA DOTE EN ONZAS DE ORO

El padre natural de ambas, Enrique Swayne y Wallace obsequió a cada yerno la bicoca de 50.000 pesos fuertes de oro para que los gastaran en alfileres si así lo querían. ¡Una verdadera lotería! Doña Enriqueta de Márquez de la Plata quedó con su esposo en Lima y allí murió viuda y aún joven, de 46 años, el 14 de enero de 1880, en su casa de la calle de La Merced, siendo enterrada en el Cementerio de San Camilo.

(1) Era viuda del General Manuel Arredono y Mioño de ingrata recordación por los sucesos ocurridos el 2 de Agosto de 1809 en Quito. El fue II Marqués de San Juan de Nepomuceno.Sus hijos pasaron a Guayaquil a residir con sus tíos los Sotomayor y Luna, que los acogieron cariñosamente hasta que se casaron y formaron nuevos hogares.

COSAS RARAS DEL SUEGRO

Enrique Swayne era un escocés empedernido, natural de Dysart, Condado en Fifeshire. Llegó a Lima en 1824 comerciando hasta 1833. Ese año regresó a Liverpool, donde su hermano Roberto tenía un establecimiento de compra y venta llamado "Swayne, Reíd y Co". En 1834 volvió al Perú y dedicó sus mejores horas a las faenas agrícolas y muy especialmente al cultivo y transformación de la caña de azúcar, para lo cual fundó varios ingenios en la región de Cañete. Con el tiempo compró las haciendas Quebrada, Casa Blanca, Cerro Azul, el Chical, Ungara, La Huaca. Santa Bárbara, San Jacinto de Nepeña, Punguri, Santa Rosa, Mocache, Puente de Piedra y Huancarpón, que le producían caña, convirtiéndose en el rey de la región.

En Cañete era usual que circularan billetes y monedas de plata, niquel y cobre de Don Enrique, que todos aceptaban con gran confianza. ¡Era la época!. El inglés era muy generoso y ayudaba a quien se lo pedía; pero como buen inglés a veces era antipático. Cuentan que solía quejarse de la falta de buenas lavanderas en Perú y mandaba a lavar y planchar sus camisas de seda natural y

puños de fino encaje nada menos que a Londres, de donde se las regresaban a los tres meses blancas e impecables y a entero gusto. Habrá tenido algunos cientos de ellas porque el viajecito, a la par que costoso, era demorado.

DOÑA CARLOTA TAMBIÉN MELINDROSA

Después de la boda, su hija la señora de Sotomayor y Luna pidió a su esposo que hiciera construir una mansión en el boulevard (9 de Octubre y Chimborazo) donde luego estuvo la Botica Internacional, mientras viajaban a Europa de luna de miel y dejaron los planos a uno de los mejores maestros de obra de la ciudad. Meses después, al regresar, cual no sería el desagrado de la noble dama al contemplar la escalera tallada que adornaba el zaguán, que ordenó cambiarla íntegramente previa demolición, porque no le gustaba. ¡Vaya con el capricho! ¡Buenos miles que costó!

Su esposo Matías era más sencillo, no aspiraba tanto a la agitada vida de sociedad, de continuo se lo veía trabajando tesoneramente en el campo donde tenía algunas propiedades. Con los años llegó a Gobernador de la Provincia de Los Ríos y fue querido por todos.

SU ESPOSA Y SU HIJA

Famosas eran las fiestas que ofrecía Carlota Swayne de Sotomayor y Luna en su casa; ocupaba el primer piso íntegramente en unión de sus hijos y sobrinos y allí creció la mayorcita y preferida de su corazón: Carlota Sotomayor y Luna y Swayne, nacida en Guayaquil el 12 de Octubre de 1856, para quien buscó su afanosa mamá un príncipe azul que al fin apareció cuando Carlota tenía 21 años. Se llamaba José Ramón de Sucres y Lavayen, quinto hijo del matrimonio formado por el Coronel José Ramón de Sucre y Ramírez de la Guerra y Dolores Lavayen y García.

Sangre prócera corría por las venas del novio; era sobrino segundo del Gran Mariscal de Ayacucho, por ser su padre primo hermano, y ni se diga por Lavayen, porque esa gente peleó en nuestra independencia con gran valor.

Carlota Swayne está orgullosa del matimonio, aunque su yerno, como todos los Sucre, incluyendo al Gran Mariscal, era moreno de rostro y tenía el pelo ensortijado; pero no había duda, pues en la grave serenidad de sus facciones se denotaba con honra su ascendencia hasta el famoso Claudio de Sucre, señor de Wedeigns y de Queberghe, que a su vez provenía de otro famoso militar, Godofredo de Succre, Vizconde de Tolosa y Consejero y Sumiller de Felipe de Valois, Rey de Francia.

UN PRIMO IMPERTINENTE

Por esa época llegó de Chile un primo de ella de apellidos Bloise y Méndez La Chica, que muy ufano de sus abolengos comenzó a tener punto tocado con Sucre, por ser ambos descendientes de franceses y haber discutido en cierta ocasión sobre la independencia. Parece que sin querer Sucre hirió la susceptibilidad del recién llegado, refiriéndole sus entronques con el ilustre héroe de Pichincha. Por eso le preguntó un buen día a Doña Carlota, dime prima, ¿Cómo has permitido que Carlota case con ese trigueño?

Recibiendo como respuesta:

—José Ramón no es negro, su cara está curtida de sol, del mismo que atormentó a su padre y a su tío durante la independencia, cuando ambos lucharon por dar libertad a América, a pesar de la cantidad de tontos que como tú se opusieron.

Es de imaginar qué cara habrá puesto el rubicundo primo Bloise.

TRAGICA MUERTE A LOS 24 AÑOS

Y como la felicidad no dura mucho, a escasos tres años de matrimonio la joven esposa, luego de dar a luz un hijo que llamó Carlos de Sucre y Sotomayor que con el paso de los años será nuestro Cónsul General en París, empezó a sentir un lobanillo en la parte baja de la espalda, fijo y duro, aunque indoloro. Al principio no le prestó atención y luego cuando avisó a todos la novedad, lo tenía del tamaño de una naranja.

La familia sufrió porque temía que se tratara de un tumor maligno y llamaron al doctor Alejo Lascano, que era lo mejor que había en esos tiempos, éste llegó y opinó que urgía operar.

Doña Carlota Swayne rezó mucho. El 7 de Junio de 1880 hizo desocupar la gran sala estilo Luis XV que estaba en la esquina. Todos los muebles salieron y se colocaron sábanas blancas en las paredes, de arriba a abajo. Por orden del doctor Lascano se trajo una mesa de operaciones y pusieron en la mitad.

Al día siguiente subió la bella Carlota Sotomayor diciendo textualmente: ¡Subo al cadalso i La operación duró tres horas, la anestesia no cogió y los dolores fueron atroces, además, al hendir la cuchilla el cirujano, las paredes del cuarto se cubrieron de sangre.

Fue una verdadera carnicería porque las raíces tomaban los ríñones, pulmones y costillas. Hubo que desenraizar, cortar y luego coser. La víctima terminó desmayada y pálida y a las 11 de la mañana murió de paro cardíaco por falta de sangre. ¡Tanta había perdido!.

LA FAMILIA SUCRE

El inconsolable viudo casó cuatro años después con su prima Dolores Rodríguez y Layayen, hija de Francisco Rodríguez - Coello y Jiménez y de Angela Lavayen y Esparza, en quien se perpetuó el apellido Sucre, porque el hijo mayor de este alcance José Ramón de Sucre y Rodríguez, casó con su prima hermana Amada Rodríguez y Castillo de donde se originan:

1) Carmen de Sucre y Rodríguez, casada en Quito con el señor Gustavo Cabezas y Borja, con sucesión en la familia Cabezas y Sucre.

2) Don José Ramón de Sucre y Rodríguez, soltero y 3) Antonio José de Sucre y Rodríguez, funcionario del Ingenio San Carlos donde vive con numerosa descendencia, siendo el único pariente de Sucre que lleva su apellido en Ecuador y es de cara muy parecido al Gran Mariscal (Con sucesión en la familia Sucre Zaldumbide).

TRES BEATAS GUAYACAS

Ahora que la Iglesia ha dado una batida al calendario litúrgico mochando a algunos santos famosos como San Cristóbal y Santa Susana, se me ha ocurrido escribir sobre tres beatas nacidas en Guayaquil o en territorios de su Provincia y que tienen por coincidencia, como segundo nombre que las identifica, el de Jesús.

Estas tres flores del pensil costeño están escalando los altares por méritos y vida ejemplar y son Catalina de Jesús Herrera, Mercedes de Jesús Molina y Narcisa de Jesús Martillo. Y si mucho me apuran y ponen a escoger a cuál de las tres prefiero me voy con Mercedes de Jesús, la más valiosa por sus excepcionales condiciones humanas y a quien los ecuatorianos deben admiración y respeto pues era todo un carácter.

CATALINA DE JESUS HERRERA

Esta casi desconocida mística nació en nuestro puerto en plena colonia, el domingo 23 de Agosto de 1717 a las 6 de la mañana y el 25 fue bautizada en la Iglesia Matriz. Su madre llamó María Navarro-Navarrete y parece que con el ejemplo que le dio, siempre austera, cordial y haciéndose amar de todos, la encauzó por los senderos más puros de la religión y la moral. En cambio, papá Herrera, fue distinto, como lo dice la propia Beata en su libro titulado: "Secretos entre el Alma y Dios", en el Capítulo VI, cuando hace memoria de las tres veces en que estuvo a punto de perder la vida por culpa del ánimo arrebatado del Capitán Juan Delfín.

Cuenta que una vez, estando en edad de lactar, se despertó llorando y como su madre no acudió prontamente, papá Herrera la tomó en brazos y salió con ella a la ventana, con intenciones de arrojarla, siendo alcanzada la criatura en pleno arboleo y evitándose el crimen.La segunda vez fue cuando ya sabía andar y estaba jugando con un palito que metía mucho ruido; en esta ocasión papá Herrera la cogió por los cabellos y dándole dos vueltas de molinete la arrojó por los aires. Mamá tuvo que apararla para evitar que saliera despedida por la ventana a la calle, como eran las intenciones del progenitor.

La tercera ocurrió cuando la niña tenía 7 años y el Capitán por arrojar un cántaro de barro a un criado que lo supo esquivar, golpeó en la frente a su hija; dicen que por la herida se divisaban los sesos y la niña sangrante y enceguecida corrió y cayó en un pequeño precipicio de lodo, de donde fue rescatada por una criada. Después Don Juan Delfín se compuso y hasta murió santamente, dejando a Catalina de Jesús huérfana y de solo once años.

En 1731 pasaron por Guayaquil varias religiosas Carmelitas que iban a Trujillo en Perú a fundar un Monasterio y la superiora quiso llevarse a la niña para el Claustro, pero la madre se opuso tenazmente. Con todo, al partir por el río, la monja díjole a Catalina de Jesús en el oído que sería esposa de Cristo y no mujer de hombre alguno y que cuidara de no errar su vocación. Desde esa época nuestra Beata pensaba entrar en un convento.

Era devotísima de la Inmaculada Virgen María y pronto se hizo terciaria en la iglesia de Santo Domingo, pronunció el juramento un sábado por la mañana, hizo voto de castidad y comulgaba diariamente. A los veintitrés años viajó a Quito e ingresó en el Monasterio de Santa Catalina donde hizo profesión el 23 de abril de 1741, a las 9 de la mañana, siendo Obispo el Dr. Andrés de Paredes y Armendáriz.

Hacia 1746 escribió una autobiografía en prosa pero prontamente quemó los originales y sólo por mandato de obediencia los rehizo en 1758, dejando a la posteridad una obra interesantísima en todo aspecto, no sólo por la candorosidad con que fue compuesta sino también por su sinceridad, amenidad y arranques sobrenaturales que contiene. Porque has de saber lector, que Sor Catalina de Jesús conversaba con los muertos, los santos y los diablos, tan fácilmente como nosotros tomamos un vaso de agua, y así está la obra repleta de anécdotas, espíritus burlones, diablos y ángeles visitantes.

"SECRETOS ENTRE EL ALMA Y DIOS" se llamó y efectivamente que lo son por haber sido compuesta en forma de diálogo con la divinidad. En 1795 y cuando la beata Herrera cumplió los 78 años y pasó a mejor vida, los cuadernillos fueron a parar a una alacena del convento donde permanecieron casi un siglo hasta que los rescató del olvido su tocayo el doctor Pablo Herrera (no son parientes) que los encuadernó en un solo volumen. Años después, Juan María Riera copió tres veces la obra, la última en 1908.

En 1950 Fray Alfonso Antonino Jerves publicó esta última transcripción en la Editorial Santo Domingo de Quito, revelándonos a la Beata en todo su esplendor literario, como una de las más delicadas prosistas de la colonia ecuatoriana. Su retrato se conserva en Guayaquil en la Iglesia de Santo Domingo, hacia el lado izquierdo y es copia del original quiteño.

MERCEDES DE JESUS MOLINA

Mujer de grandes dotes espirituales y de carácter y a la vez refinada dama, misionera ejemplar y fundadora de la Congregación de "Santa Mariana de Jesús", fue Mercedes de Jesús Molina, quien nació en Baba, cuando esta población formaba parte de la Provincia del Guayas en 1828, hija de acomodados y nobles propietarios llamados Miguel Molina y Arbeláez y Rosa de Ayala y Olvera. Igual qué Catalina de Jesús, quedó tempranamente huérfana de padre y su educación corrió a cargo de Doña Rosa, que le enseñó letras y números, al punto que años después, nuestra Beata escribía versos del siguiente calibre:

Sólo para padecerpido a Dios que me dé vidahasta que toda sumidaen penas me pueda ver.No tengo, no, otro querery anhela mi razónamar la tribulación,la pena y el desconsuelocon amor, con fe, con celoy humildad de corazónAsí lo desea y quiere:Mercedes de mi Jesús.Guayaquil, Mayo 12 de 1866.

Desde muy chiquita quiso hacerse monja y lo consiguió sólo a medias porque hizo de su casa un claustro, dedicando cinco horas diarias a la oración en uno de los cuartos interiores. Acostumbraba usar silicios para mortificar la carne, poniéndoselos en todo el cuerpo. Diariamente se crucificaba media hora, amarrándose a una cruz hecha exprofeso, también se daba latigazos a porción. Las chaquetillas de tachuelas que usó se guardan actualmente en el convento de las madres Marianitas en Riobamba y asombra cómo no le vino una infección grave o un tétano, aunque ella misma nos cuenta en los apuntes que escribió para la posteridad que en muchas ocasiones se le ulceraron las llagas y en otras la infección tuvo que ser atendida con remedios caseros de toda índole.

Esto se comprobó cuando después de muerta se la exhumó y hallaronle la espalda cubierta de llagas y úlceras, productos del tormento y la infección.

Gran devota de Mariana de Jesús, se propuso seguir su ejemplo de santidad y a la llegada del Padre García, designado Superior de la Comunidad Jesuita de Guayaquil en 1863, hizo votos de pobreza, obediencia y castidad. Por esos días dos damas tenían

reunidos a numerosos niños pobres del barrio a los que enseñaban, vestían y daban de comer en una casa llamada el orfanatorio "La Beneficencia".

La noche del 1o. de Febrero de 1867, de 39 años de edad, Mercedes de Jesús tomó la resolución más importante de su vida. Furtivamente escapó de la casa de su única hermana, donde vivía, y pasó hasta la madrugada en el interior de la Iglesia de San José, sumida en la oración. Luego comulgó, oyó misa y con unas cuantas piezas de ropa al brazo se fue al orfanatorio, donde la recibieron con inmenso júbilo. Su hermana María se encolerizó tanto que tardó muchos años en perdonarla y volverle a hablar.

En el orfanatorio pasó algunos meses adiestrándose en el servicio de sus semejantes, hasta que el Padre García, que estaba en Galaquiza en plena jibaría, fundando una misión, la mandó a llamar para que le ayudara en su obra. Grande fue la sorpresa de Mercedes de Jesús al recibir la carta, pero obedientemente cumplió la orden y viajó al oriente en 1870, perdiendo treinta libras de peso en diez meses de trabajos rudos y agotadores.

En Mayo de 1871 regresó a Cuenca, fundó el Beaterio de Santa Mariana y dio clase a numerosas niñas. Años después, cuando se instauró su proceso de beatificación, se presentaron varias viejecitas a declarar que habían sido sus alumnas y que conservaban recuerdos muy gratos de ella, por lo cariñosa que era con todas.

En Enero de 1873 pasó Mercedes de Jesús a Riobamba, fundó otro Colegio y cayó enferma de gravedad. El médico que la asistía creyó que moriría y así se lo expresó; mas, nuestra Beata, en forma calmada díjole: "No es verdad, porque he tenido una visión. He visto un rosal muy frondoso y florido que representa a la Congregación y ésta todavía no crece, por lo que viviré lo suficiente y muchos años más". Y sanó enseguida. De allí es que también se la conoce con el sobrenombre de "La Rosa del Guayas".

En 1883 falleció en Riobamba y de 55 años. Sus restos se veneraron por horas y al querérselos sepultar se constató que la mano izquierda que sostenía un crucifijo, estaba endurecida y por más esfuerzos que se realizaron no la pudieron doblar, impidiendo cerrar la tapa del ataúd, pero el resto del cuerpo estaba blando. En estas circunstancias la Madre Superiora dijo: "Mercedes, Ud. que fue tan obediente en vida, obedezca de muerta y baje el brazo", bajándolo inmediatamente y consternando el milagro a la concurrencia, al punto que el Padre Redentorista que oficiaba la misa pidió que se bendijere a la multitud con el mismo brazo de la difunta, lo que se hizo enseguida. De estos cuentones están llenos los procesos de su beatificación.

En 1948 y al cumplirse las bodas de diamante de la Congregación de Madres Marianas fundada por Mercedes de Jesús y dedicada a la educación de niñas, la Santa Sede aprobó los estatutos confeccionados por ella en Gualaquiza, aunque con algunas reformas. Hoy la Congregación cuenta con treinta y cinco Casas religiosas funcionando en Ecuador, Colombia y Venezuela donde laboran más de 750 monjas y se educan casi 100.000 alumnas anualmente. Esta es la obra de la Beata Mercedes de Jesús Molina, llamada La Rosa del Guayas, fundadora de la única Congregación Religiosa nacional dedicada a la enseñanza de niñas. (1).

NARCISA DE JESUS MARTILLO

Esta es la más popular de las tres Beatas guayacas y de Jesús por la campaña publicitaria que se ha realizado en torno a su nombre. Narcisa es materia de gran cantidad de "recados" y "agradecimientos por milagros concedidos" que diariamente se transmiten por radios y periódicos de la Provincia y hasta un diputado dice que es "hincha" de ella (2). No hay iglesia de la ciudad donde no se vendan estampas con su efigie, bastante cambiada por cierto, ya que siendo Narcisa de Jesús de raza mediterránea española con ligeros toques indígenas y habiendo nacido en Nobol, se la hace aparecer casi alemana, rubia y de ojos azules. ¡A tanto llega el cretinismo de algunos que han pensado en “mejorar" su apariencia física, por el prurito que se tiene de ser blanco a toda costa y estar a la moda!.En el Museo Municipal de Guayaquil se conserva una fotografía inédita de Narcisa de Jesús, la verdadera Narcisa y no la mejorada. "En ella aparece como era, un poco gorda, baja más bien que alta, trigueña, muy dueña de sí misma, recatada y sobria.

Siempre fue humilde y se sabe que pudiendo haber vivido con alguna comodidad, porque era muy considerada por numerosas familias pudientes de Guayaquil, prefería un pequeño cuarto situado debajo de la escalera de la casa de los Landín, donde rezaba sus oraciones, hacía penitencia y vivía en continua mortificación.

Al final de sus días y como su contemporánea Mercedes de Jesús, nuestra Narcisa también salió de Guayaquil, por eso de que nadie es profeta en su tierra, radicando en Lima, donde falleció en el convento Del Beaterio en olor de santidad; y fue tal la veneración que inspiró de muerta, que la multitud agredió a las religiosas en procura de alguna, por que ya le atribuían la calidad de santa.

(1) Estas cifras eran exactas en 1970 año en que se publicó esta Crónica.

(2) Vicente Levi Castillo.

ULTIMA PROFECIA DE FRAY JOSE MARIA YEROVI

El 20 de Junio de 1867 murió en Quito el Doctor José María Yerovi y Pintado, recién designado Arzobispo y conocido en religión como Fray José María de Jesús, de la Orden Franciscana. Su fallecimiento, repentino y violento, aunque todos lo esperaban, causó enorme sensación y trascendió a los medios populares; pues, meses antes, el propio Yerovi lo había predicho.

—"Moriré —dijo— antes de la toma de posesión del Arzobispado. Dios me llama y me enterrarán con el Palio".

Y se realizó dicha profecía como muchas otras que hizo en vida y que le granjearon fama de santidad.

Venido al mundo en Quito un 12 de Abril de 1819, llegó a la Patria cuando ésta se debatía en los últimos estertores de la colonia. Hijo de un hogar con prole numerosa y suficientes recursos; fueron sus padres Joaquín Yerovi y Camacho y su prima hermana Josefa Pintado y Fajardo.

Los padres poseían casa en Quito y una hacienda en el Valle de Atocha (Provincia del Tungurahua) cercana al sitio en que años después escribiera Juan León Mera los versos del Himno Nacional. En dicho vergel, con prados y rondas de majestuosa belleza, creció José María Yerovi arrullado por la hermosura natural y la majestad impoluta del volcán Tungurahua, celoso guardián del valle, que ejerce una maravillosa fascinación en quienes lo contemplan. Allí aprendió el futuro Arzobispo a amar al supremo hacedor del universo.

En edad escolar viajó a estudiar el bachillerato en el antiguo Convictorio de San Fernando, regentado por los Padres Dominicos en Quito, donde aprobó los tres primeros años de Latinidad o Humanidades Antiguas (1829-32) y los tres segundos de Filosofía o Humanidades Clásicas (1832-35) y obtuvo la Beca correspondiente a su condición de Bachiller en Filosofía, con brillantísimas

notas. En Septiembre de 1835 comenzó sus estudios de Derecho en la Universidad de Santo Tomás de Quito y el 15 de Julio de 1840, un año después de haberlos terminado, rindió su grado de Licenciado en Jurisprudencia con la máxima calificación de cinco A y pasó a estudiar Humanidades Superiores en el Real Convictorio, de donde egresó el 30 de Mayo de 1842.

En el bufete de su futuro cuñado el doctor Ramón Borja hizo sus primeras prácticas conjuntamente con su compañero de estudios Gabriel García Moreno; pero, a raíz de una experiencia psíquica en una laguna, cuando vio la luz del sol reflejada en las aguas y creyó que estaba en los infiernos, decidió abandonar la vida seglar por la religiosa, fue ordenado Presbítero el 31 de Mayo de 1845 por Monseñor Nicolás Joaquín de Arteta y Calisto, no sin antes haberse incorporado al Gremio de Abogados de la República el 8 de agosto de 1844, ante la Corte Suprema de Justicia. Era pues, doctor In Ultroque Jure (ambos derechos: Civil y Canónico) y Abogado, cuando entró a profesar en religión.

DIACONO

Recibir el Diaconato no era cosa fácil en lo absoluto. Se necesitaba solicitarlo, acompañando un certificado de buena conducta firmado por tres personas de viso y abonar la suma de siete mil pesos que servirían luego al agraciado en cualquier momento de vicisitud. Don Joaquín Yerovi, padre complaciente y amoroso, tuvo que hipotecar "Atocha" para satisfacer dicha necesidad, subsanándole el problema a su hijo, que en poco tiempo llegó a Subdiácono, Diácono y Presbítero. El 17 de Enero de 1846 pasó a Guano en calidad de Cura Interino y cuatro meses después regresó a Quito a curarse una ligera afección a la vista. En la capital atendió a la redacción del periódico de la Curia "El Monitor Eclesiástico" y encabezó la terna para llenar la vacante del Curato de Pomasqui; el 15 fue designado por el Gobierno y en 1847 viajó en compañía de su hermano Antonio. Cuatro meses permaneció en el cargo y regresó a Quito a causa de la enfermedad de su hermana Rosa.

DIPUTADO

Al año siguiente fue elegido Capellán del Monasterio de las Monjas Conceptas de Ibarra y en 1850 obtuvo una de las dos diputaciones suplentes por la Provincia de Imbabura (correspondiéndole actuar como segundo del doctor Marco Espinel, conocido partidario del derrotado candidato presidencial Antonio Elizalde, fugado al Perú después de la fracasada revolución que encabezó contra el electo Diego Noboa). Por tales causas el doctor Espinel se resistía a viajar a Quito y fue reemplazado por Yerovi, que tardíamente se incorporó al cuerpo legislativo.

Como Diputado su labor fue menos que mediocre, casi nula. Pocas fueron las mociones que presentó y ninguna de importancia. Sus biógrafos exponen que la mayor conquista legislativa fue conseguir que el día de la Inmaculada Concepción fuere declarado fiesta de primera clase en la República; pero, en cambio, en el aspecto social no consiguió nada, regresó a Ibarra y allí le sorprendió gratamente un grupo de jesuitas que habían sido traídos por el Presidente Noboa luego de su expulsión de Nueva Granada.

POBREZA VOLUNTARIA

Hacia 1852 el nuevo Arzobispo Francisco X. Garaycoa Llaguno le designó Vicario General de la Diócesis de Guayaquil, poniendo punto final a la pugna que por ocupar dicha dignidad se desarrollaba entre el Prebendado Mayor doctor Luis de Tola y Aviles, electo luego Obispo de Portoviejo e In Partibus de Berissa y el Deán Capitular doctor Cayetano Ramírez y Fita, ambos Miembros del Cabildo Eclesiástico de Guayaquil; dignidad que ocupó Yerovi por corto tiempo porque subrepticiamente embarcó en un velero que salía al norte sin tomarse la molestia de avisar o despedirse. En 1854 arribó a Pasto y pidió su admisión entre los Oratorios. Entonces dedicó sus mejores horas a las Misiones y llegó al Convento Franciscano de Cali donde realizó trabajos muy humildes y no propios de su antigua condición de Vicario Capitular. La represión que por parte del gobierno colombiano sufrían ciertos sacerdotes extranjeros hizo que Yerovi se trasladare a Lima, siempre caminando por los senderos de la penitencia y como simple Novicio Franciscano ingresó al Convento de los Padres Descalzos, donde trabó amistad con Fray José María Masiá y Vidiella, luego Obispo de Loja.

A PIE A QUITO

En esta escuela de pobreza voluntaria se encontraba cuando asumió la presidencia del Ecuador su ex-compañero de estudios García Moreno, con quien guardaba buenas relaciones, quien pidió a Monseñor Francisco Tabani, Delegado Apostólico en el Ecuador, la designación de Administrador Apostólico de Ibarra para Yerovi. A pie y descalzo hizo el viaje de Guayaquil a Quito para posesionarse del cargo. Setenta leguas largas y ásperas, llenas de innumerables dificultades, pero Fray José María no se arredraba y al fin llegó a Quito de incógnito, donde sus parientes le esperaban con impaciencia y se fue directamente a pedir hospedaje en el Convento Franciscano de San Diego. En Octubre de 1865 se encaminó a su destino en Ibarra y gobernó sin mayores problemas pero García Moreno le requería para Quito porque el Arzobispo Riofrío –hostigado de los desplantes y abusos que recibía del ejecutivo- acababa de renunciar y García Moreno necesitaba un Obispo incondicional.

En 1866 Pío IX designó a Yerovi Obispo de Cidonia y Auxiliar del Arzobispado "quítense", su consagración la realizó Monseñor José Ignacio Checa y Barba. Diez meses después asumió el Gobierno de la Arquidiócesis por muerte del titular Riofrío, que desde su renuncia había permanecido en Loja, alejado de la capital, y cuando ya estaba expedida en Roma y en camino a América la Bula Pontificia que elevaba a Yerovi a Arzobispo, murió como lo había predicho, de 48 años de edad, el 20 de Junio de 1867.

Como dato curioso anotaremos que el doctor Yerovi, de Obispo Auxiliar era inflexible en lo que uno de sus biógrafos llama "su deber", por lo que sabiendo en cierta ocasión que había fallecido un Ministro protestante extranjero acreditado en Quito y que estaba siendo conducido su cadáver al cementerio católico de la ciudad, corrió a oponerse y plantó al cortejo recordándoles con frases "cortadas e imperantes" que no tenían permiso para inhumar en sagrado dicho cadáver: Grande fue la discusión y algunos quisieron trenzarse a golpes con el prelado; pero, a la postre, este triunfó y el cortejo fúnebre se disolvió. ¿Y el difunto?.

“UN BULLADO JUICIO DE IMPRENTA”

El 9 de abril de 1849 era Obispo de la Diócesis de Guayaquil Francisco Xavier de Garaycoa, cuando aparecieron unas hojitas volantes en su contra firmadas por José G. Romero.

El Obispo había sido atacado, ¿qué decían las hojitas famosas?. Que Garaycoa había sido del partido "Colombiano" y en junta con sus hermanos había entregado la ciudad al Libertador Bolívar, quien recibía el poco generoso apelativo de "Parricida". También se le acusaba de haber utilizado influencias para obtener el cargo que desempeñaba ignorando al Dr. Delgado, que según opinión del autor, era el llamado a ocupar la primera dignidad eclesiástica de la ciudad. Además se acusaba a Garaycoa de haber sido cómplice en el fusilamiento de un hombre, padre de siete hijos.

Es de imaginar el revuelo del vecindario; todos conocían la conducta intachable del Obispo.

Luego del 9 de Octubre de 1820 se formaron en la ciudad tres bandos: Los primeros querían la independencia total de la ciudad; los segundos deseaban anexarla al Perú y los terceros a toda costa llamaban al Libertador Bolívar para unirse a Colombia. A este último partido perteneció la familia Garaycoa.

Era común en la época colonial que el Arzobispo de Lima designara a las personas que debían ocupar las dignidades eclesiásticas de la ciudad. Con la llegada de la Independencia terminó esa costumbre.

Sucedió en 1820, o sea, cuando éramos independendientes. que se presentó ante el Cabildo de Guayaquil el Dr. Sebastián Delgado, quien venía de Lima y traía las letras patentes que lo acreditaban como Cura de la Iglesia Matriz de la ciudad.

El Cabildo decidió no aceptar dichas letras pues consideraba que con la transformación de octubre el Arzobispo de Lima había perdido jurisdicción en el puerto, nombrando a Pedro Benavente que según opinión del Cabildo, era "Aclamado por el pueblo, que se hallaba penetrado de su amor y conocimientos científicos". Posteriormente en 1838,cuando se creó la diócesis de Guayaquil, le correspondió ocuparla a Garaycoa por ser Cura de la Iglesia Matriz.

Y en 1849, época en que se desarrolla nuestro relato, hacía 28 años que los guayaquileños conocían la imprenta, siendo de presumir que algunos juicios de imprenta se habrían instaurado en dicho lapso y era Promotor Fiscal de la Diócesis el adusto y siempre serio Dr. Fernando Racines y Fernández de Rivera, que había tenido que abandonar Buga en el Valle del Cauca, por sus actuaciones políticas, viniendo a Guayaquil, donde pronto empezó a prestar sus servicios en diversos empleos de carácter eclesiástico.

Con la lectura del pasquín concibió la idea de tomar represalias contra el autor, llamó al Dr. Francisco Xavier de Aguirre Abad y entre los dos hicieron una acusación contra Romero; al día siguiente de la aparición de las hojas ya estaba la acusación particular en manos de Manuel Tama, Alcalde Segundo Municipal del Cantón.

Ni corto ni perezoso Tama proveyó horas después ordenando notificar al Dr. Racines. Al propio tiempo efectuó el sorteo de la causa conforme lo dispone la Ley de Imprenta.

Romero era un agricultor. Parece que también tenía algunas nociones de gramática y aritmética y pasaba por persona entendida en el manejo de las leyes. (Cosa nada común para la época). Era en otras palabras, un hombre habilidoso, inteligente, despierto, muy joven y por eso irreflexivo.

Años antes había adquirido una pequeña porción de tierra en la jurisdicción de Yaguachi, sitio que pertenecía casi en su totalidad a la familia Garaycoa y surgieron las desavenencias. ¿Quién no se ha disgustado alguna vez con su vecino?. Y se originó una enemistad personal entre Romero y los Garaycoa.

Así las cosas, salieron sorteados para formar el Jurado de Imprenta los siguientes vecinos de la ciudad: Pedro Carbo, Filomeno Alvarez, el Comandante Pedro Pablo Echeverría, Miguel Andrade y Fuente Fría, el Dr. José Mascote, el Comandante José María Noboa y Miguel de Anzoátegui. Se les comunicó a todos que debían conformar el Jurado de Imprenta que decidiría si se castigaba o no a Romero.

Los miembros aceptaron y se posesionaron del cargo, con las excepciones de Miguel de Anzoátegui, quien adujo encontrarse enfermo en cama sufriendo de tercianas muchos días. También se excusó el Comandante Echeverría por encontrarse esa semana de guardia en el Cuartel donde prestaba sus servicios. Acto seguido Tama nombró a Ignacio Rodríguez Mata y al Dr. Francisco Xavier Aguirre Abad.

Se les volvió a comunicar y el Dr. Aguirre Abad contesto: Que habiendo ayudado a conformar la acusación particular presentada por el Dr. Rocines le parecía indebido ser juez y parte al mismo tiempo".

Esta vez y en vista de las reiteradas excusas, fueron nombrados el Comandante José Ampuero y el Dr. Pablo Merino, quienes aceptaron, quedando conformado el Tribunal de Imprenta.

En la tarde del 9 de abril fue calificada la idoneidad de los miembros del Tribunal, sujetándose en todo al artículo 31 de la Ley respectiva.Garaycoa no estaba de acuerdo con la actitud asumida por el Dr. Racines. No deseaba que se acusara a Romero y como sacerdote aceptaba las contrariedades de la vida con paciencia y resignación.

Con fecha 10 de abril Romero presentó un escrito aduciendo que, aunque era el autor de las hojillas el Dr. Racines no tenía derecho a acusarlo, pues según la ley, sólo podían presentar acusaciones particulares en los juicios de imprenta el agraviado, sus parientes o cualquier persona que exhibiera un "Poder especial" dado solamente por el propio agraviado. Y como Racines no estaba comprendido en ninguna de las tres causales la acusación presentada carecía de valor. Tama notificó el escrito y lo elevó a consulta ante el Asesor Legal Dr. Ignacio Noboa.

Dicho magistrado en horas de la tarde expreso: "que se encontraba impedido para conocer la causa que estaba ventilando; pues, con anterioridad, había manifestado su opinión personal sobre el contenido del impreso".

El pobre Tama ya estaba cansado con el caso, todo era contrariedad, los jurados se excusaban por enfermedad, los jueces por no ser parciales y el único que se llevaba los trabajos era él, pero ante la negativa del Dr. Noboa designó al Dr. José I. Gómez, famoso por sus fallos justos y siempre ceñidos a la ley, quien después de estudiar dos días la causa dictaminó: "Que el Dr. Rocines no gozaba de personería para intervenir en la querella".

Ni corto ni perezoso el Promotor Fiscal de Ja Diócesis al día siguiente se encaminó a la casa de José de Garaycoa Llaguno y después de los saludos de rigor dijo: —Mire Dn. José, el objeto de mi visita es muy grave. —Nos asusta. Reverencia. Expliquese por favor. —Vamos al grano, de una vez por todas, que me consume la impaciencia. Racines expuso la situación. Garaycoa oyó en silencio la larga exposición de motivos y al final le preguntó: —¿Y en qué puedo servirle en este caso?.

—En mucho y en nada Dn. José; todo depende de su buena voluntad para conmigo y para con su hermano.— Es necesario que Ud., sin pérdida de tiempo, presente una segunda acusación personal contra Romero: Esto ya es asunto personal, es necesario castigar las infamias que ha vertido sobre su familia y sobre su hermano en particular; además se ha burlado de mi intervención aprovechando las flaquezas de la Ley y como quien no decía nada, agregó: ¡Allí en Buga no había estas cosas; todo era buenos modales y cortesía, se respetaba Dn. José!. — Y diciendo esto, alzaba el tono, esa voz fuerte que lo hizo famoso como Orador Sacro, no sólo en Colombia sino también en Guayaquil, donde fustigaba siempre las injusticias y alzaba su voz de protesta cada vez que lo creía oportuno. Porque es menester mencionar que aunque Racines era colérico y hombre de "pocas pulgas" que no permitía la indisciplina ni requiebros, en el fondo era de aquellas personas llenas de amoral prójimo, tenía un gran corazón cristiano y practicaba la caridad por sobre todas las cosas. Era un hombre excepcional, y llegó a Obispo en su tierra, pero eso fue años después, por 1851, cuando el Congreso Nacional de Colombia lo eligió Obispo de Antioquía, aunque no llegó a posesionarse por aquello de la pugana del regalismo, tan en boga por entonces.

José Garaycoa, enemigo de andar metido en líos judiciales, contestó: —Mire Reverencia, aunque todo lo dicho es cierto y ese Romero merece una sanción ejemplar por calumniador, como a todos nosotros nos consta, yo no deseo entrar en el asunto, pues mi hermano el Obispo, como Ud. bien sabe, nos ha prohibido intervenir en esta querella; él no desea que se siga acusando a Romero y ya lo ha perdonado.

—Déjese de sentimentalismo Dn. José; Uds. son muy tolerantes; pero a mi me han insultado, se han burlado de mí que estuve en mis años mozos entre los vencedores de la Rebelión de Pasto.

Y diciendo esto, entornó los ojos al recuerdo de sus hazañas juveniles cuando defendía al Rey, claro está, como hijo que era del Regidor José Racines y del Valle, gallego de los puros, de aquellos que tenían por su amor al Rey su mayor honra.

Y tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe dice un viejo proverbio castellano y esto fue lo que sucedió con Garaycoa. Después de mucho discutir se dejó convencer por las razones de Racines que por algo también sería Rector de la Universidad de Popayán.

Y la segunda acusación presentada a las pocas horas, fundábase en los preceptos legales estatuidos en los artículos 22 y 23 de la Ley de Imprenta y artículo 70 de la Ley de Procedimiento Criminal.

En el documento se pedía a Manuel Tama que ordenara la inmediata prisión preventiva del sindicato Romero, por existir temores de que ante la gravedad de las circunstancias se alejara de la ciudad; mas, como la acusación presentada era completamente independiente de la primera, fue necesario sortear de nuevo a los miembros del Jurado, saliendo favorecidos los siguientes: Manuel A. Ramos, el Capitán Pedro Pablo Echeverría, el Comandante José María Noboa, Fernando García Moreno, Manuel de Jesús Bravo, Pedro Sánz y Miguel de Andrade Fuente Fría, quien se excusó por segunda vez, aduciendo que seguía en cama sufriendo de agudo ataque de "tercianas".

Se llamó a declarar al Impresor Carlos Matamoros que luego de prestar el juramento de estilo manifestó: "que el autor de las hojas volantes era Romero, que se habían impreso unas 200 y que él guardaba en su poder 10". Se le ordenó que las destruyera y una vez firmada su declaración abandonó rápidamente el local de la Comisaría Segunda Municipal, situada en la calle de la Orilla, en el edificio del Cabildo, encaminándose hasta la hoy calle Colón (del Fango) como se la llamaba en 1849; mas, el pobre impresor dejó olvidado su sombrero y los guantes, prendas muy comunes en esa época. Esto causó hilaridad entre los concurrentes, que habían notado el nerviosismo del intranquilo y agitado Matamoros.

En estas condiciones José Garaycoa con fecha 20 de abril manifestó a Manuel Tama, que había circulado por el vecindario la noticia que Romero, viéndose perdido, tenía "un pie puesto en la canoa" y que de una momento a otro abandonaría la ciudad. Razón por la cual insistía en solicitar la prisión preventiva del sindicado.

El Comisario consultó con el Asesor Legal, quien manifestó por la tarde que no había lugar a prisión, ya que el Tribunal de Imprenta no se instalaba, siendo este organismo el único llamado a ordenar prisiones. ¡Había que esperar hasta el día siguiente, 21 de abril, fecha en que se instalaría el famoso Tribunal!.

En la ciudad existía curiosidad. ¿Ganaría Racines? ¿Prenderían a Romero? ¿Se burlaría éste, por segunda vez de sus acusadores? Había que esperar hasta el día siguiente.

Pero ¡Oh sorpresa! Todos esperaron menos Romero. El muy pícaro viéndose perdido y con la probabilidad de hospedarse en la cárcel por algún tiempo, decidió abandonar Guayaquil y esa noche, muy calladito, embarcóse en una canoa con dirección a la Isla Puna.

¡Qué gritos al día siguiente! Todos protestaban: los Miembros del Tribunal que se vieron burlados, el pueblo que se perdió de asistir a un espectáculo gratuito. En fin, todos descontentos. Pero más que todos, el Promotor Fiscal de la Diócesis, Racines, quien ya tenía hasta memorizado un brillante discurso que pronunciaría ese día delante de los Miembros del Tribunal.

José Garaycoa retiró inmediatamente su acusación, reservándose el derecho de iniciar una nueva contra el sindicado, en caso de que lo creyera oportuno.

Y Romero en la Isla Puna se dedicó al comercio y como no era tonto y conocía las artes y las mañas que puede conocer un hombre despierto, hizo fortuna negociando con productos de la isla y en especial con la famosa lana de ceibo que exportó en grandes cantidades al Perú obteniendo crecidas ganancias. Y con el tiempo contrajo matrimonio con una bella y esbelta dama y fundó un respetable hogar en El Oro.

El Dr. Racines tampoco se quedó atrás, pues al poco tiempo fue llamado por sus compatriotas quienes lo colmaron de honores y cargos que él desempeñó con la precisión y pulcritud que le eran características. Falleciendo el día 30 de mayo de 1868, en su ciudad natal, la inmortal Buga.

UN CASO DE DONJUANISMO CRIOLLO

Hace cosa de 180 años vivía en Quito un guapo mozo de no más de veinte abriles que tenía todo lo que se puede desear a esa edad: porte, presencia, distinción, apellidos y dinero. Tales prendas adornaban a Mariano y por eso mamá Gregoria Villavicencio vda. de Chiriboga, estaba pendiente de sus deseos, para complacerlos al instante. Era su única debilidad, aparte de ser una viuda de severas costumbres y vida ejemplar.

Su dedicación a la crianza y educación de los trece hijos vivos que le habían quedado al momento de fallecer su esposo, le restaba todo tiempo disponible para cualquier veleidad del espíritu. Muy en alto llevaba el honor de ser hija del doctor José Anselmo de Villavicencio y Torres, creado I Conde del Real Agrado por sus servicios a la corona.

Y Marianito, el menor y el más bonito de la partida, era el consentido de mamá. De chico hacía travesuras que todos festejaban. Cuando mancebo empezó a despuntar como muchacho zángano y ocioso, amigo de las parrandas que no del estudio, y al llegar a los veinte años era un problema para la familia; Doña Gregoria le recriminaba con cariño por los trabajos que daba. Unas veces eran devaneos con chicas de la vecindad; otras, las jaranas que corría con algún tunante y no faltaba ocasión en que so pretexto de molestar a los guardias y rondines asaltara algún puesto de ventas de chucherías.

Por estos escándalos la severa hija del I Conde del Real Agrado constantemente vivía rabiando con su consentido que tan mal había educado, como ella misma reconocía, ¡Cuánto hubiera dado por reformarlo!.

Una vez creyó encontrar la solución del futuro de su hijo en la carrera sacerdotal, que era tan distinguida, pero el chico de eso no quería ni oír. En otra ocasión pensó en matricularle en alguna Academia Militar o hacerle sentar plaza de Cadete voluntario, pero parecía que tampoco por allí despuntaría. El era un «hippie» -como actualmente lo hubieran calificado- y en verdad lo era, por cierto, a su manera.

Una era su debilidad: el sexo opuesto, siendo su especialidad el amor. ¡Ah condenado muchacho! Que buen gusto tienes, nada de perder el tiempo en correrías de patriotas y realistas. No, eso no es para tí, que en Quito hay muchos patriotas. Que nuestro aventurero sólo se sentía atraído por los brazos de sus vecinas, en donde, según se rumoraba, cometía tales hazañas, que las que contaban del Libertador se quedaban cortas.

¡Ele, ahí va el Marianito!

¡Esconderás a las chicas que allí viene el Marianito!

Esto se decía al verle por las empedradas calles de Quito.

COMIENZAN LAS AVENTURAS

Morochita y atrevida era Josefita García y Tobar, hermosa flor de los espléndidos jardines de la Provincia de Imbabura, que vivía en Quito con sus padres y de quien los poetas decían:

¡Dame el sí, que te pido, ramo de floresSi quieres que te absuelvan los confesores!

El Don Juan de nuestra historia no podía ser desaprensivo a tan bella señorita y todo fue verla y enamorarse de ella, huyendo al día siguiente con dirección al norte, en donde permanecieron algún tiempo, gozando del clima.

Doña Gregoria en el colmo de su desesperación al ver a su hijo mimado en brazos de su casi nuera y tomando en cuenta que sus proyectos para hacer de él un sabio doctor, un santo varón eclesiástico o quizá un bravo militar, se alejaban como el humo, llegó hasta el presidente de la Audiencia, Manuel Ruiz de Urriez, Conde Ruiz de Castilla y Vizconde de la Torre de Loreto, insistiendo en que los apresara la policía y aduciendo su calidad de hija de un titulado de Castilla, para no permitir que su hijo siga con «una humilde chagrita», «indigna de tan guapo mozo». En otras palabras, la hermosa joven -que no era ni humilde ni indigna sino joven e inexperta- fue considerada por su casi suegra como «poca mantequilla para tan rico pan».

Días después regresaban los amantes a Quito y el Presidente de la Audiencia devolvió al menor de edad en brazos de su mamá, que lo matriculó en el Real Convictorio de San Fernando para que siguiera la carrera de las letras. Así terminó el primer lance serio de nuestro héroe, con una reprimenda, algo de arrepentimiento y varios libros bajo el brazo.

INCURSION DENTRO DE LAPROPIA FAMILIA

El segundo ocurrió casi enseguida. A los pocos meses y en una fiesta campestre, el estudiante conoció a otra hermosísima muchacha que, hechas las presentaciones de estilo, resultó su prima hermana, pero por la línea chueca, como dicen algunos viejos que todavía se sientan en los bancos de la plaza de la Independencia, en la capital.

Otra Pepita más, dijo Mariano, cuando se enteró que la prima se llamaba Josefa de Villavicencio y Vergara; sobrina carnal de la adusta y siempre vigilante Doña Gregoria.

Se siguieron viendo y esto llegó a los oídos de la mamá, que algo más experimentada que la ocasión anterior, decidió cortar por lo sano y a tiempo, suspendiendo la pensión en dinero que le daba para sus gastos en el Real Convictorio.

¡Medida ejemplar, sano juicio! Mariano dejó de verse con la prima y la mamá salió triunfante. Pero como donde ha habido fuego siempre hay calor y quedan cenizas, así ocurrió también en esta historia porque a los pocos días la joven fugó de su hogar y fue a vivir en un obscuro nidito de las afueras de la ciudad, donde se veía con su amor sólo de noche y amparada en la impunidad que da la luna a los enamorados. Allí vinieron al mundo dos niños a los que pusieron por nombres: Angel y Víctor y que con el correr de los años fueron nobles y virtuosos ciudadanos de la Patria.

Pero si corto fue el idilio, no por esto estuvo excento de complicaciones; porque Mariano casó en secreto con su prima antes del nacimiento de los mellizos, que bautizaron con la calidad de expósitos, para ocultar las nupcias contraídas.

No se ha podido averiguar cuantos años duró esta situación, pudiendo únicamente certificar que en 1823, Josefa de Villavicencio, estaba metida en líos con su cónyuge, reclamando alimentos por el estado de abandono en que los tenía.

La felicidad había terminado, se había disuelto el hogar y ahora todo era recriminación. Mariano, que ya no era el jovencito de antes, una tarde y aprovechando el descuido de su esposa y prima hermana, entró en la casa y se raptó a los mellizos, conduciéndoles en secreto a una de las haciendas de Doña Gregoria, llamada Tudenaza, en el norte de la Provincia de Pichincha.

Mientras tanto la infeliz madre lloraba desconsolada, hasta que un santo día, como al año de este lamentable incidente, descubrió con gran sorpresa que su pequeño Angelito había sido devuelto y estaba sano y salvo en su camita. A los pocos días ocurrió lo mismo con Victorito, que incluso llegó más gordito que antes. ¿Qué había ocurrido? ¿Milagro, quizá? ¿Arrepentimiento? No, nada de eso. Solamente que Mariano no tenía paciencia para desempeñar el papel de padre y había resuelto devolver tan pesadas cargas. Lo que siguió es fácil relatar. Doña Josefa compareció a los Tribunales representada por su cuñado el doctor Moncayo, abogado de mucho renombre, continuó el pleito de alimentos y obtuvo la mensualidad de cuatro pesos de oro, por sentencia ejecutoria de segunda instancia. Aquí podemos decir:

Por tí de Dios me olvidéPor tí la gloria perdíy a la postre me quedéSin Dios, sin gloria y sin tí.

Y el doctor Moncayo terminó el asunto obteniendo de autoridad eclesiástica competente la anulación del vínculo por razón de minoría de edad de los contrayentes.

NUEVA INCURSION FAMILIAR

Pocos meses después nuestro Don Juan se enamoró locamente de una sobrina carnal, hija de su hermana mayor: Ventura Chiriboga Villavicencio, en su primer esposo el abogado colombiano doctor Miguel Quijano y Valencia. De no mentir los relatos de la época este nuevo amor estaba bien razonado, porque la sobrina Rosita Quijano era fresca y lozana como una rosa de Francia. Hubo el consiguiente compromiso matrimonial mediante la celebración del Contrato de Esponsales. Por esta época enfermó Mariano y en el testamento que dictó declaró a su sobrina carnal y novia, heredera universal de sus bienes ¿Hubo matrimonio?

No lo sé, porque a raíz del testamento ocurrieron algunos extraños acontecimientos que alejaron a Mariano de su familia y acto continuo, sin pérdida de tiempo, aparece casando muy sigilosamente en una de las Parroquias de Quito con Emilia Yepez que le llegó a sobrevivir y en quien tuvo dos hijos llamados Mariano y Rosa Chiriboga y Yépez ¿Nombrada así en recuerdo a la espiritual Rosita Quijano? Averigüelo Vargas.

LA POSESION DE LOS BIENES

En 1853 se inició en una de las Judicaturas de Quito un ruidoso pleito por la posesión efectiva de los bienes hereditarios dejados por Don Mariano Chiriboga. Primero comparecieron los hijos legítimos habidos en su tercero y último matrimonio efectuado con Emilia Yepes, que tuvieron que litigar contra Ángel y Víctor Chiriboga Villavicencio a quienes negaron la calidad de hijos del difunto por haber sido bautizados como expósitos.

En aquel entonces las tres hermanas de Don Mariano, monjas carmelitas, certificaron en escritura pública que efectivamente los jóvenes Ángel y Víctor, eran hijos legítimos, habidos en matrimonio secreto y bautizados con la errónea calidad de expósitos para engañar a doña Gregoria Villavicencio y que dicho matrimonio había sido disuelto, años después, por autoridad eclesiástica. ¡Vaya lío!.

La herencia fue dividida en cuatro partes iguales tocándole a la viuda los gananciales de la sociedad conyugal. Hasta aquí mi historia. El resto es cosa presente.

UN GAGO CONTRA UN MUDO

Entre los presidentes más irresponsables que ha tenido el Ecuador ninguno iguala al celebérrimo General Ignacio de Veintemilla Villacís apodado por Montalvo "El Mudo", que en la sierra significa tonto. De espíritu aventurero, amigo de juergas y jaranas, poco dado al trabajo y al estudio, intrépido, valiente y audaz. De su padre, antiguo Presidente de la Corte Suprema de Justicia, heredó un parentesco muy cercano con la familia Ascázubi, que le sirvió con el paso de los años para unir su suerte a la del doctor Gabriel García Moreno. Sobre esta amistad se cuenta que en la derrota de Tumbuco en 1859 y estando García Moreno a un tris de caer prisionero del enemigo por haber muerto la mula que montaba, fue salvado de tal aprieto por su pariente político Veintemilla, quien le prestó la suya, saliendo ambos en precipitada fuga, el uno en mula y el otro a pie. Pedro Moncayo con mucha sorna comenta en su obra que éste era el único rasgo de generosidad y decencia que se le conocía a Veintemilla.

De su madre heredó otro parentesco con los entroncados señores Arteta, nada menos que Pedro José Arteta, cuñado de Flores y Presidente Encargado del Ecuador en 1867 y del doctor Nicolás Joaquín que fuera Arzobispo de Quito.

Veintimilla era Capitán cuando en 1860 García Moreno tomó el poder y le brindó su confianza. Intervino en el apresamiento del General Tomás Maldonado, a quien condujo de Ambato a Quito y le hizo entrar en la población lleno de grillos en el corto gobierno de don Jerónimo Carrión, que le nombró General y su Ministro de Guerra y vino a Guayaquil a defenderla del amago de invasión de la Escuadra Española del Pacífico al mando del Almirante Casto Méndez Núñez, pero como nada sucedió felizmente, porque los peruanos dieron buena cuenta de la escuadra invasora frente a! Callao y ella se retiró maltrecha, regresó a Quito; entonces el Ministro Manuel Bustamante fue llamado al Congreso para ser interpelado y Veintemilla proclamó la dictadura de Carrión cerrando las Cámaras y mandando a los legisladores a la cárcel, pero los acontecimientos se precipitaron y el Presidente dimitió, dejando a nuestro héroe en medio camino y cesante en sus funciones de Ministro.

El nuevo mandatario Dr. Javier Espinosa, por influencias de Pedro José Arteta le designó Intendente General del Ejército. Lamentablemente Espinosa no duró mucho en el cargo y fue sacado del Palacio Presidencial por García Moreno, que lo sustituyó. En Guayaquil hubo protestas por ente abuso, ya se había convocado a elecciones y el candidato de las mayorías era el doctor Francisco X. Aguirre Abad, muy querido por su inteligencia y bondad y por haber sido el diputado que redactó el decreto de manumisión de los esclavos.

Su hermano el General José Veintemilla, se rebeló en el cuartel de artillería contra García Moreno y tomó preso al General Secundino Darquea, jefe de ese Batallón, el 19 de Marzo de 1869. Este José Veintemilla era valiente y garboso y vestía uniforme de galones de oro, sombrero bicornio emplumado, botas negras de cuero y banda de General. Todo un blanco para cualquier franco-tirador. El pobre Darquea, en cambio, medio dormido aún porque la asonada fue en la madrugada, se encontraba en un salón del cuartel (calle 9 de Octubre esquina con Boyacá) expuesto a las continuas balas que se disparaban desde el Cuartel No. 1 de Infantería, leal a García Moreno.

El Capitán José Manosalvas, amigo de ambos, rogó a Veintemilla que pasara a Darquea a otro sitio menos peligroso y así lo hizo, acomodándole en "el ropero", destinados almacenar uniformes, pero en ese momento le picó la curiosidad a Veintemilla y se asomó a la ventana para ver el combate callejero recibiendo un tiro que le quitó la vida. Lo que nunca se ha sabido es quien disparó el tiro y si el disparo fue hecho desde afuera o desde adentro del pieza. Demás está decir que Manosalvas y Darquea salieron del recinto liberando al Comandante del Batallón de apellido Negrete Gellibert y terminaron con la revolución. VEINTEMILLA SE REBELA CONTRA EL TIRANO

Este fatídico incidente parece que le llegó a Ignacio de Veintemilla hasta lo más hondo de su alma pues quería muchísimo a su hermano, haciéndole cambiar de garciano en antigarciano. Otros autores sostienen en cambio con pruebas en la mano, que estaban complotado para desconocer la revolución de García Moreno contra Espinosa, al punto que en la declaración rendida por Manuel Cornejo y Astorgas en el sumario contra el doctor Marco Espinel (prófugo por estar complicado en el crimen que se intentó cometer con García Moreno poco después) a los ocho meses, en Diciembre de 1869, dice; "Que Ignacio de Veintemilla le contó en Marzo que la revolución la tenía programada con su hermano José, para que estallara en los primeros días de Mayo, en Guayaquil". Que luego le dijo: "que su hermano la había anticipado el día 19 de Marzo por temor a que se enterase el gobierno y que él, Ignacio, no había participado en ella, por estar fuera de la ciudad".

DE DESTERRADO A JEFE SUPREMO

García Moreno no creyó la mentira o excusa de su ausencia y tampoco aceptó la solicitud de perdón de Veintemilla y lo condenó a prisión y a ser fusilado, pero luego le perdonó, ordenando que saliera del país inmediatamente entregando fianza. Doña Josefa Moran y Aviles (1) fue la fiadora y Veintemilla viajó a París.

Allí trabó amistad con Montalvo y vivió disipadamente, como siempre lo había hecho en el Ecuador. Se despertaba a las tres de la tarde y

(1) Josefa Morán y Avilés era muy rica por haber casado primero con su primo Onofre Pareja y Avilés, sin hijos y viuda con el Dr. Mariano Electro Carzo natural de Arequipa, con sucesión.luego de asearse, jugaba desde las cuatro hasta las cuatro de la mañana, todo tipo de apuestas. También bebía y sus licores preferidos eran el ron, el gin y por supuesto el coñac francés, del mejor, eso sí, porque "su buche" era fino y distinguido, por ello sus pocos reales se terminaron rápidamente y comenzó a hacer prodigios para no morir de hambre. De apuesta figura, su noble origen lo revelaba grato a cualquier ojo femenino y vendió cara su persona gozando con francesas ya no muy jóvenes, que se embelesaban en la compañía de un adonis sudamericano, que las dominaba con cortesías y a patadas. Porque así era él.

Seis años después regresó al país. Rayo había matado a García Moreno y ya no había nada que temer. Su entrada en Quito fue apoteósica. Los farristas de la capital lo recibieron con los brazos abiertos. Ramón Borrero, hermano del Presidente de la República, lo acogió con mucho cariño y le hizo nombrar Comandante General de Guayaquil. Desde el puerto Veintemilla lanzó

numerosas promesas de lealtad a sus nuevos protectores pero el 8 de Septiembre de 1876, a las pocas semanas de designado, desconoció al régimen y se proclamó Jefe Supremo de la República.

LIBERAL DE ENTRADA Y POR CONVENIENCIA

Veintemilla gobernó con el naciente partido liberal que se había formado en contrapunto con los garcianos, titulados ellos mismos con el donoso calificativo de Católicos, ya que unos y otros lo eran. Designó Ministro General a Pedro Carbo Noboa, a la sazón en Nueva York y el gabinete lo conformó con tres guayaquileños distinguidos: José María Noboa Baquerizo, el Coronel José Sanchez Rubio y José Vélez en las carteras del Interior, Guerra y Hacienda, respectivamente.

Estas designaciones no agradaron a los garcianos Católicos y a los defenestrados elementos del régimen del doctor Antonio Borrero Cortázar, que iniciaron una sorda oposición en todos los rincones del país. ¿Quiénes eran entonces los colaboradores del nuevo régimen?, A ciencia cierta que el elemento moderado que presidía Carbo Noboa había obtenido colocación en el gobierno y estos patricios, aunque muy respetables por sus méritos y virtudes cívicas, no constituían fuerza en el país, por su misma pasividad, por los métodos que preconizan y por su inexperiencia administrativa. La situación política se tornaba peor cada vez y aquí entró el padre Gago.

UN GAGO QUE HABLA MUCHO

El Reverendo Gago de nacionalidad italiana, pertenecía a esa pléyade de sacerdotes europeos que trajo García Moreno, unos ciertamente admirables y santos, merecedores no sólo del respeto sino de la veneración de los ecuatorianos; pero como ocurre siempre, estos no eran la mayoría, porque habían otros como Gago por ejemplo, que en sus pueblos habían sido soldados fanáticos y ultramontanos, enemigos acérrimos de todo aquello que significaba libertad y progreso, que más por ganarse la vida que por tener vocación habían entrado a alguna orden monástica y venido a América con el fin de correr aventuras. De éstos últimos fue también aquel famoso Secretario de la Nunciatura Apostólica de Quito que en el Quito de 1872, doctor Carboni, desempeñó el oficio de gran comerciante en oro y convirtió la sede diplomática en un vulgar mercado y casa de empeño, donde se ofrecían los mejores precios por joyas y prendas hasta que el pueblo se amotinó y al grito de "fuera Carboni, abajo el cuíco", terminó con tan execrable negociado.

El Padre Gago no era un novato en el arte de hablar. En Perú había sufrido pena de destierro por perorar contra el regimen del Presidente Prado incitando al pueblo a la insurrección e indicando a quién debían de elegir sucesor. Luego vino a estas tierras y tomó posada en la Iglesia de San Francisco en Quito, cobrando fama como orador de barricadas que hacía lo que quería con la multitud de beatas que acudían diariamente a oír extasiadas sus subversivas prédicas. Un día citó para que concurrieran el 1o. de Abril de ese año (1877) al pretil de la Iglesia y llegada la hora, con voz de trueno anunció que el régimen liberal de Pedro Carbo era sacrílego y atentatorio contra la religión, etc.

¡Consentirés, amados míos, dijo el turbulento predicador, que la Santa Religión del Crucificado desaparezca de la República por culpa de un cretino! Llorad hermanos porque se acerca la hora del sacrificio de nuestras vidas en homenaje a la Cruz. Somos los nuevos cruzados que vamos a la guerra, a vencer o a morir, por Cristo Jesús. No os detengáis en los medios, que todos son legítimos. ¿Estáis?.

El orador y el pueblo prorrumpieron en prolongados sollozos y éste juraba con protestas altivas ir dispuesto al sacrificio, seguro de encontrar la felicidad.

EL MOTIN DEL PADRE GAGO

En ese momento el populacho comenzó a rugir contra Pedro Carbo, Ministro General del Régimen y Católico Apostólico y guayaquileño, mas no romano, "porque romanos son los gatos" según palabras que dicen que pronunció en son de chanza; y se llenaron las calles de gente alzada, pero el Intendente del Pichincha Juan H. Navarro tocó rebato y atizó garrote limpio a los "gagistas" hasta dispersarlos.

Por su parte el fraile causante del desorden estaba tranquilamente recogido en su celda hasta donde concurrió un Comisario de Policía a intimarle rendición:

- Sólo despedazado saldré del convento fue la respuesta.

- Eso mismo, terció el Padre Guardián de los Franciscanos, a mí también tendrán que despedazarme antes que permitir que saquen a su Paternidad.

El Comisario se dio por vencido, abandonó el Convento y apenas cruzó la esquina, un franciscano sacó un crucifijo y arengó a los curiosos incitando a la revolución. El pobre Comisario apuró el paso y Gago salió triunfante, llevado en hombros por garcianos de alguna prestancia social, que lo condujeron a la Legislación Francesa en calidad de asilado, gritando siempre contra el gobierno del "hereje Carbo".

Entonces la turba siguió por las calles dando vivas al Papa, a la Religión, a Gago y mueras a los masones, los "petroleros", los "comunistas", los herejes y los radicales (2). Eran las tres y media de la tarde y Veintemilla salía del Palacio acompañado de su Edecán, Mayor Juan M. Campuzano, de Rafael Ma. Caamaño y Cornejo, José María Noboa, José Vélez y Pedro Carbo, que iba medroso porque contra él era el motín, sindicándole de ser el alma maligna del gobierno.

Tres batallones de líneas cercaron la plaza de San Francisco conducidos por los Coroneles José Antonio Mata y Vicente Larrea, a la sazón Comandante de la ciudad.

Sonaron varios tiros y la multitud despavorida no sabía para dónde correr. Algunos rodaban por el suelo y eran pisoteados, otros arrojaban piedras y los más fugaban destruyendo todo lo que hallaban al paso. José Alvarez, Gobernador del Pichincha, fue obligado a huir del sitio después de recibir algunos golpes. El pobre, que no sabía lo que estaba ocurriendo, dicen que iba a San Francisco a confesarse como era su costumbre y fue recibido por el populacho desenfrenado que lo insultó y trató de ultimarlo.

Una piedra, de las muchas que fueron arrojadas por grupos de mujeres apostadas en la Iglesia, cayó en la cabeza de Rafael Ma. Caamaño, ocasionándole la rotura del sombrero y una ligera magulladura. Felizmente usaba sombrero de fieltro que sino el daño habría sido más grave. A los pocos días el Padre Gago salía tranquilamente del país como antes lo había hecho del Perú, desconociéndose su suerte posterior.

(2) Palabras textuales tomadas de la Hoja suelta titulada: La sedición religiosa, publicada en Quito, el 8 de Septiembre de 1877, con el No. 22 del Periódico Oficial del Régimen.

" ¡VENCIDOS PERO JAMAS RENDIDOS!"

Nicolás Infante Díaz nació en Palenque el 4 de septiembre de 1847 y fueron sus padres Nicolás Infante Bustamante y María de la Trinidad Díaz, oriunda de Portoviejo. (1)

En 1856 quedó huérfano de padre y viajó a Guayaquil cojeando a causa de un lamentable accidente ocurrido en cierta ocasión que paseaba por las calles de Palenque durante unos festejos religiosos, una camareta de las que se utilizan para meter escándalo y asustar a los desprevenidos estalló con tan mala suerte, que una esquirla hirió su muslo derecho. Doña María de la Trinidad, madre al fin y recelosa de los curanderos del poblado, viajó con toda su familia en busca de atención médica y se quedaron por mucho tiempo en Guayaquil. (2)

VALIENTE Y GENEROSO CON SU MAESTRO

Ni doce años de edad contaba cuando ingresó en la Escuela particular del connotado maestro chileno señor Chica, desterrado en Guayaquil a causa de sus avanzadas ideas políticas.

Entre profesor y discípulo surgió una buena amistad que pronto se vio matizada con la siguiente anécdota. Era de noche, como a eso de las 7, cuando el joven Nicolás concurrió al domicilio del pedagogo a inquirir por su estado de salud, porque ese día y a causa de un fuerte dolor, no había podido dictar clases, como era su costumbre.

(1) Hija del Coronel Pío Días, militar venezolano de nuestra independencia, de la época floreana.- Nota del autor.

(2) Por causa de esta herida cojeaba al caminar y sus amigos le llamaban: El Cojo Infante.—Maestro Chica—saludó Infante—¿Cómo se encuentra?.—Bastante mal, hijito, por este cólico que no me deja en paz. El único remedio que puede aliviarme es la infusión de hojitas de ..... pero lamentablemente aquí no las hay, sino que están en el jardín de la quinta bastante lejos. —Pues yo iré por ellas, no faltaba más que Ud. sufra por tan poca cosa.

—Y diciendo ésto abandonó el cuarto del enfermo, con dirección a la quinta.

El pobre señor Chica gritó que no fuera, que estaba muy obscuro, que era peligroso salir de noche y peor aún por esos andurriales de la quinta Roditti, sitio de maleantes y ladrones por el que nadie se atrevía a pasar de noche. Pero Infante era valiente aun desde pequeño y con sólo un farol fue a la quinta, trayendo victoriosamente el remedio, que aplicado con éxito salvó a una víctima del sufrimiento.

COMBATE CONTRA LA DICTADURA CONSERVADORA

El 19 de marzo de 1869 cuando Infante contaba 22 años de edad y trabajaba de dependiente en un almacén de expendio de conservas y abarrotes, haciendo práctica comercial como era costumbre en esa época, estalló en Guayaquil una revolución contra el gobierno del Doctor Gabriel García Moreno. La acaudillaba el General José de Veintemilla y la flor y nata del talento y la virtud nacional: Vicente Piedrahita, Pedro Carbo, Eloy Alfaro, Ignacio de Veintemilla y otros más, decididos a no permitir que García Moreno se saliera con la suya.

Infante tenía pocos años pero gran carácter. Cerró el almacén y condujo a los dependientes al Cuartel de Astillería, donde atacó con brío a la escasa guarnición que apoyaba al General Secundino Darquea. La lucha fue corta y favoreció a los revolucionarios que apresaron a Darquea y cuando se creían victoriosos fueron arremetidos por fuerzas leales del gobierno. Durante el tiroteo el intrépido General José de Veintemilla impartía órdenes desde el primer piso y viendo el peligro que corría el prisionero Darquea, de morir a causa de una bala perdida, ordenó que lo cambiaran al interior; asomándose al mismo tiempo a la ventana para ver mejor el combate, circunstancia que aprovechó un franco tirador para dispararle, aunque otros han opinado que el tiro salió de dentro, disparado por el soldado que custodiaba al prisionero.

Al momento de su muerte estaba de uniforme de gala, espadín de empuñadura de oro, galones y condecoraciones y hacía como es lógico suponer - un perfecto blanco a cualquier enemigo, de afuera o de dentro.

El cuartel de artillería quedaba en la actual intersección de las calles Boyacá y 9 de Octubre, y los gobiernistas atacaban desde la bocacalle de Francisco García Aviles y 9 de Octubre. Infante resistió hasta el final, cuando ya no quedaban defensores del cuartel, porque todos, al conocer la muerte de Veintemilla, huyeron atropelladamente.

— ¡Ríndanse! les intimó un teniente leal al régimen, desde la mitad de la cuadra, e Infante contestó con voz de tueno: "Vencidos, pero jamás rendidos", frase que resultó profética y que fue su lema de por vida.

Después cayeron los valientes y aguerridos revolucionarios en poder de los leales y algunos fueron fusilados. Infante salvó su pellejo a cambio de una fianza de S/. 10.000 que depositó su madre. Quizá no fue fusilado en esa ocasión porque lo creyeron muy joven, pero este perdón no lo amilanó, le dio mayores ánimos para la lucha y así se lo dijo a su madre, que no sabía qué hacer con él.

VIAJA AL EXTERIOR Y ESTUDIA IDIOMAS"

-Andate a Europa, Nicolás, no seas malo, me estás matando!.

Bien sabía la viuda que si no sacaba a su hijo del país pronto volvería a las andadas y se metería de nuevo en revoluciones. Infante, despechado por el fracaso, el primero de su vida, aceptó el viaje.

Su recorrido fue largo, fructífero y duró dos años y medio. En 1872 estaba de regreso con muchos libros, un mayor cúmulo de ideas y el ferviente deseo de atacar al gobierno. También venía hablando inglés y francés.

Deseaba actuar y aprovechaba cualquier detalle para hacerlo. El 19 de Octubre de 1873 Federico Proaño y Miguel Valverde, bajo los auspicios económicos de Juan Bautista Rolando Chico y Tomás Gagliardo, fundaron un periodiquito de formato malucho pero de tremendo poder combativo al que denominaron "La Nueva Era".

La gaceta adquirió fama y sirvió para que los jóvenes rasparan sus plumas tintas en patriotismo y pidieran libertades. Proaño y Valverde terminaron expulsados del territorio nacional por la vía del Río Napo y luego de un viaje de más de tres meses llegaron irreconocibles a Lima.

Infante tuvo que esconderse en Palenque para no caer prisionero y sufrir igual tortura. En la redacción de "La Nueva Era" se había dado a conocer como escritor fino y culto, de principios democráticos y liberales. Ya era amigo de Montalvo y de Alfaro; con ambos había tenido oportunidad de intercambiar cartas. Recibió de ellos una calurosa felicitación. Sólo contaba 27 años.

JEFE SUPREMO DEL PARTIDO A LOS 29 AÑOS(1875)

El 6 de agosto de ese año murió en las escalinatas del Palacio Presidencial en Quito el Doctor Gabriel García Moreno y una nueva era se inauguró en el Ecuador. Poco después se realizaron las elecciones presidenciales y triunfó el Doctor Antonio Borrero Cortázar, hombre culto, sí, pero terco como quizás nadie lo ha sido en la historia patria; tenía una memoria pésima para recordar los favores recibidos de sus amigos durante el garcianismo y a ninguno retribuyó cuando pudo hacerlo, durante los escasos meses que presidió el país.

Por eso es que Borrero salió despedido del Palacio Presidencial; pero antes, un poco antes que el General Ignacio de Veintemilla triunfara con la revolución liberal del 8 de septiembre de 1876, hubo otra, que fracasó, acaudillada por Eloy Alfaro.

El 2 de mayo de ese año algunos políticos fraguaron un golpe de estado en Guayaquil, encomendando a Infante la Jefatura Suprema del Partido. El motín fracasó y el novel Jefe Supremo tuvo que correr al edificio de la Legación francesa, donde pidió asilo para evitar un seguro fusilamiento. El 28 de mayo salía con destino a Callao, desterrado y sin esperanzas, para regresar en septiembre, de nuevo a la lucha política.

LUCHA CONTRA VEINTEMILLA Y CAAMAÑO

En 1880 Infante se desilusionó de Veintemilla, porque en lugar de encauzar al país por senderos de rectitud y democracia, únicamente se ocupaba de su persona, cometiendo excesos de toda índole. Muchos liberales se oponían a este nuevo tirano y pagaban las consecuencias sufriendo duros castigos. Valverde fue mortificado en prisión por Veintemilla. Alfaro padeció dos días de tortura en el infiernillo de un cuartel, Proaño fue expulsado.

Infante sufrió pena de confinamiento en las haciendas de su anciana madre en Palenque y de esa época fueron sus amores con una jovencita de esas regiones cuyo segundo apellido es Díaz y con quien le unía un estrechísimo vínculo familiar. Dicen los cronistas del lugar que se quisieron con insana pasión y a tanto llegó ese amor que fue la causa principal de que lo apresaran en 1885. ¡Ya veremos cómo!.

En 1884 el Ecuador tenía nuevo presidente; esta vez le tocó el turno a Caamaño, abogado de una inteligencia y habilidad asombrosa, que no escatimaba detalle para escalar y conservar posiciones, y que habiendo comenzado su vida como liberal una vez de Presidente acostumbraba salir los Viernes Santos en Quito cargando una pesada cruz. A extremos tan piadosos jamás habíamos llegado ni con García Moreno.

Y contra este presidente también se alzó Infante el 23 de noviembre de 1884. Ya Esmeraldas y Manabí están en armas. Los detalles de la revolución de los Chapulos y el fusilamiento del héroe están reseñados en otro lugar; y los pasaré por alto. Veamos cuáles fueron los últimos sucesos de este alzamiento en la provincia de Los Ríos, que por raros son casi desconocidos.

NUEVOS ALZAMIENTOS CHAPULOS

Los compañeros de Infante que cayeron en Palenque, son enviados a Guayaquil donde sufren graves torturas. Cuentan que Infante fue apresado después de la derrota de Piscano, por demorar su canoa en la huida, esperando a la que conducía a su amada hermana ¡Así cayó el héroe!.

En 1886 el Comandante Alfredo González, uno de sus más leales guerrilleros, quiso vengarlo asesinando a Caamaño en Yaguachi; pero no pudo cumplir sus deseos porque el Presidente huyó despavorido, en ropa de cama y con una pistola, tirándose al río de cabeza, en la obscuridad de la noche. Largas horas permaneció escondido el asustado Caamaño, esperando la muerte o una pulmonía, pero nada de esto ocurrió, porque habiendo llegado tropas de refuerzo, fue rescatado y sometido a un tratamiento de fricciones con alcohol y tragos de coñac que le devolvieron el alma al cuerpo frío y entumecido por los estragos de la noche en vigilia obligada.

González perseguido de cerca por agentes del régimen, pasó a Los Ríos y tuvo varios encuentros en "Pise" y "El Cauje" hasta que un sujeto llamado Jacinto León, de apodo "El Pirata", lo victimó a traición en Palenque; semanas después varios guerrilleros vengaron a González matando al "Pirata".

Con la desaparición del intrépido González su grupo se redujo a 30 hombres que se agruparon en Quevedo, donde fueron atacados el 8 de abril de 1886 por fuerzas del gobierno y aunque al principio Los Chapules los hicieron huir, reagrupados en el sitio llamado "El Atascoso", vuelven los gobiernistas al ataque y obligan a los revolucionarios a escapar al norte, donde aún combatían Ruiz Sandoval y Crispín Cerezo.

Otra parte de guerrilleros Chapulos, al mando del Comandante Manuel de Jesús Luna, dio muerte al Mayor Vásquez y a dos oficiales que huían heridos de Quevedo, por Pichilingue. Estas muertes fueron vengadas más tarde, después de la derrota chapula en "El Atascoso" y Luna fue fusilado por orden del gobierno en el centro del actual parque municipal de Vinces que en esos días era solamente un despampado, justamente donde hoy se levanta la estatua del Dr. Lorenzo Rufo Peña León.

Con este hecho de sangre volvió la tranquilidad a esa zona, pero el resto de la provincia siguió amagada por otros grupos insurrectos, muchos meses más.

VENGANZA DE ULTRATUMBA

El viento rugía fuera de la pequeña población de Guaranda. Hacía frío. Era una de esas noches de pesadilla en las que las gentes de nuestra serranía prefieren abrigarse en sus hogares a salir a las desiertas y polvorosas calles. Nadie transitaba, había viento, ruido y arena en el ambiente.

El Cura del lugar, Padre Francisco Benavides, se retiró a descansar a su dormitorio ¡Lo necesitaba! Sus fuerzas se encontraban disminuidas, una serie de presentimientos embargaban su espíritu; sentíase perseguido por el recuerdo de una mala acción cometida el 8 de Enero de 1821, en el cadáver inerte del joven Comandante argentino José García y Zaldúa, a quien había mandado fusilar dos días antes.

García era Jefe del ejército patriota que había tratado de entrar a Guaranda; pero Benavides, junto al Jefe realista Miguel de la Piedra, lo abatieron en un punto llamado «Tanizahua», a sólo dos leguas de distancia, el 5 de Enero, fecha en que murieron 410 soldados de Guayaquil luchando por la Patria, pero esto era un simple recuerdo. Mejor no hacerle caso e instalado en su cómoda habitación Su Reverencia se desnudó y luego de rezar con fervor, arrellanado en cómoda cama concilio el sueño.

Sería las 12 aproximadamente, cuando, de pronto, entre fríos de muerte, sintió con terror que una mano ensangrentada y cortada a la altura de la muñeca, venía como flotando en el silencio de la noche y se posaba fuertemente en su pecho, empujando y haciendo presión. La mirada del sacerdote se extravió al verla tan horripilante y su garganta se negó a pronunciar palabra. Sólo después de algunos segundos, cuando había desaparecido la mano, pudo gritar y vinieron en su auxilio. Era un aviso de ultratumba. Tenía que huir de Guaranda y así lo hizo. Veamos por qué.

ANTECEDENTES

La revolución guayaquileña del 9 de Octubre de 1820 puso en jaque a las autoridades de la Real Audiencia de Quito, pues les quitó el control del principal puerto y arsenal español en la mar del Sur, donde se mantenían sobre las armas más de 1500 soldados. Además, la situación geográfica de privilegio que tenía la ciudad, situada a mitad del camino entre el Perú y Panamá, unida a la gran cantidad de armas almacenadas en el Fortín de San Carlos (Avenida Olmedo y Malecón) y a la suma de ciento cincuenta mil pesos que estaban destinados en las cajas para ser enviados a Panamá, con destino al ejército realista acantonado en Pasto, puso de manifiesto que el golpe dado por los Próceres Octubrinos había quebrantado el dominio español en estos territorios, declarándose abiertas las hostilidades cuando la Junta Gubernativa compuesta por José Joaquín de Olmedo, Rafael Jimena y Francisco Ma. Roca despachó a José de Villamil y Miguel de Letamendi para que se entrevistaran con Lord Cochrane y José de San Martín.

PRIMEROS TRIUNFOS

Algunos impetuosos interandinos, en su mayor parte jóvenes sin experiencia militar, se nos vinieron de la sierra con el objeto de tomar las armas para luchar contra España y con numerosos criollos que también se alistaron formamos una milicia que la Junta Gubernativa puso al mando del Coronel Luis de Urdaneta, oficial que había contribuido a la transformación del 9 de Octubre de 1820.

Con esas fuerzas Urdaneta salió de Guayaquil en Noviembre de 1820 y avanzó resueltamente hasta Bodegas (hoy Babahoyo) para tomar la vía que por San Miguel de Chimbo conduce a Guaranda y Latacunga. El General Melchor de Aymerich, Presidente de la Audiencia, destinó al Coronel Forminaya para que con 500 milicianos custodiase un punto estratégico del «Camino Real», impidiendo a Urdaneta que arribe a Quito corno era su deseo. En esas circunstancias el jefe patriota decidió conseguir el apoyo de numerosos pueblos del interior despachando postas a personas que creía comprometidas con la causa patriota. El efecto fue inmediato.

En Cuenca, el 3 de Noviembre de 1820, José María Vasquez de Noboa levantó al pueblo contra las autoridades, se tomó el Cabildo y proclamó la independencia; pero este triunfo fue solo de nombre porque no consiguió agrupar a los vecinos en batallones o escuadras y se contentó únicamente con permanecer en la ciudad.

En Ambato el patriota Francisco Flor obtuvo del Corregidor Jorge Ricaurte, influenciado por su esposa Josefa Calisto y Muñoz, que plegase a la causa patriota; lo mismo se consiguió con Ignacio Arteta y Garzón, Corregidor del Asiento de Latacunga.

Ambas poblaciones lograron reunir un crecido número de vecinos que ocuparon la hacienda «Tilipulo» de propiedad de José de Larrea y Jijón, Marqués de San José, donde decidieron luchar hasta morir con el ejército de 500 milicianos.

En estas posiciones se encontraban los patriotas cuando el Jefe realista entró en el abandonado asiento de Ambato con intenciones de reaprovisionar sus tropas y lanzarse al ataque de los facciosos, como despectivamente llamaba a los rebeldes patriotas. Era domingo, día de feria y mercados, cuando el español ocupó el cuartel. Como a las diez de la mañana, mientras sus hombres dormían reponiéndose del cansancio de la marcha a pie desde Quito, el segundo Jefe de la Tropa llamado Cipriano Delgado, secretamente comprometido con algunos ambateños, abrió las puertas del cuartel y permitió la entrada de toda una poblada formada por vendedores y compradores de la feria, algunos de ellos armados de pistolas y escopetas y los más portando piedras, azadas y picos, pero todos haciendo un barullo infernal. Al oír tamaño griterío Forminaya creyó que estaba rodeado del ejército patriota de Urdaneta y levantó bandera blanca en señal de tregua, rindiendo su persona a los vivanderos del mercado bajo formal promesa que se le respetaría la vida. Mariano Eguez intervino como mediador en esta rara y singular victoria

LA VICTORIA SE CAMBIA EN DERROTA

Aymerich acababa de recibir el auxilio de un fuerte contingente de hombres armados recién llegados de Pasto, comandado por el Teniente Coronel González y sabedor de tan vergonzoso los despachó hacia Ambato para que escarmentasen a la población rebelde.

Urdaneta ya la había ocupado y creyó oportuno abandonarla y retirarse al Sur, hacia las llanuras arenosas del Huachi, donde esperó en firme el ataque realista.

El 22 de Noviembre ocurrió el choque de ambos ejércitos, saliendo las inexpertas fuerzas patriotas en completo desbande; quinientos soldados entre muertos y heridos quedaron tendidos en el campo de batalla, el número de prisioneros fue enorme y mayor aun el parque que pasó a manos del enemigo, que sólo sufrió 25 muertos y 30 heridos.

Victorioso en Huachi, González retrocedió a Ambato y no dejó piedra sobre piedra, arrasando la Villa con furia realmente satánica. ¡Así pagó Ambato su patriotismo!. No hubo puerta que no fuera destruida y todas las moradas sufrieron el saqueo más completo que se puede imaginar y no contentas las tropas pastusas con tanto latrocinio, empezaron a cometer numerosas depredaciones en los campos adyacentes, asesinando sin ningún sentimiento a niños, mujeres y ancianos. Largo sería enumerar la lista de las víctimas que sufrieron las consecuencias de la guerra en esos días.

Acto seguido González avanzó hacia el Sur, con dirección a Cuenca, para escarmentar a Vásquez de Noboa, que aún continuaba al frente del Gobierno Provisional instaurado a raíz de la revolución. En Verde Loma se avistaron ambos ejércitos y como era de esperarse los bravos pero inexpertos morlacos sufrieron la peor parte, teniendo que huir en desbande y en todas direcciones y Cuenca volvió a ser reducto de las fuerzas realistas en el territorio Audiencial.

GUAYAQUIL SE REARMA

En Guayaquil las gentes andaban escandalizadas porque temían para el verano siguiente de 1821 un ataque masivo de las fuerzas de González. Unicamente la suerte de contar con un invierno lleno de lluvias, mosquitos y plagas nos libró de caer en manos de tales individuos, que hubieran repetido los saqueos, depredaciones y muertes cometidas en Ambato; pero, para nuestra suerte, en diciembre de 1820 arribó proveniente del sur del continente el Comandante José García Zaldúa, distinguido militar patriota enviado por el General José de San Martín para comandar nuestras milicias.

García era impetuoso, a no dudarlo, por la prontitud con que reorganizó los residuos de nuestros escuadrones derrotados en Huachi, A fines de dicho mes emprendió viaje a Babahoyo y el día 3 de Enero de 1821 ocupó el punto denominado «Tanizahua» a dos leguas del asiento de Guaranda, hasta donde se había trasladado el Coronel Miguel de la Piedra, por orden de González , que seguía con sus fuerzas acantonado en Cuenca.

EL FAMOSO CURA BENAVIDES

En las primeras horas de la mañana del 3 de Enero de 1821, García ordenó la movilización de sus rápidos Escuadrones de Caballería y con ellos se lanzó en mortífera carga contra las fuerzas de Piedra, que lo esperaban cortándole el paso a Guaranda. García y sus Dragones de a caballo tenía que atravesar un corto pero cerrado desfiladero, donde se había emboscado el cura Francisco Benavides, a quien los historiadores, de común acuerdo designan como realista de los más frenéticos y empecinados, verdadero injerto de las ideas españolas en carne criolla, quién cambió la victoria en derrota, ocasionando la muerte de 410 soldados del ejército de Guayaquil y tomando 29 prisioneros. Los españoles sólo sufrieron 16 muertos y 12 heridos.

El Comandante José García y Zaldúa peleó como todo un valiente a pesar que casi nada pudo hacer frente a la emboscada que le tendió el Sacerdote y cayó en su ley, fue aprisionado en mitad de la acción y allí comenzó su drama.

Como a la hora meridiana Benavides y de la Piedra ingresaron a Guaranda llevando de trofeo al Comandante García, acto seguido ordenaron su inmediato fusilamiento sin fórmula de juicio y sin permitirle recibir los auxilios de la Religión, como fueron sus deseos. A los dos días su cabeza fue arrancada del cadáver insepulto y enviada a Quito donde el bárbaro Presidente de la Audiencia, General Melchor Aymerich la hizo colocar en una jaula de hierro en el puente del Machángara, a que sirviera de escarmiento a los patriotas.

La mano derecha del infortunado militar fue cortada a la altura de la muñeca por orden del perverso Benavides y puesta en una picota se colocó en un árbol de capulí que crecía por las afueras y allí permaneció para espanto de cuantos la veían, podrida y tumefacta, arrancando exclamaciones de horror y arrojando nauseabundos olores hasta que el propio sacerdote la mandó retirar. Actualmente Guaranda ha crecido y el árbol forma parte del perímetro urbano, calculándose que tiene más de 150 años de sembrado. Los indios de los contornos le llaman en quechua «Ayamaqui» que significa «Mano de Muerto»; pero otros lo conocen como el «árbol de la libertad» o «Capulí Sangriento».

En 1955 el Núcleo de Bolívar de la Casa de la Cultura y el Municipio de Guaranda levantaron un sencillo monumento en su derredor. En la ceremonia de inauguración tomó la palabra el Embajador de la República Argentina, leyéndose patrióticos discursos de exaltación a la memoria del Comandante José García Zaldúa; pero, como nunca faltan los inciviles que gozan destruyendo los pocos sitios históricos y de turismo que aún conserva nuestra Patria, creyendo que la participación de un sacerdote en el fusilamiento del Comandante García podía perjudicar a determinado Partido Político en esa provincia, decidieron torpemente destruir el árbol y una noche entre negros nubarrones y aprovechando la oscuridad reinante, algunos se dedicaron a cortar sus ramas y poner sustancias tóxicas a su alrededor, con lo que han conseguido secarlo.

VENGANZA DE ULTRATUMBA

Y el Reverendo Padre Benavides siguió con sus visiones sobrenaturales como justo castigo por su crimen hasta que harto de todo salió huyendo de Guaranda. Estuvo en el Perú algunos años y parece que la continua oración y el arrepentimiento borraron de su memoria el recuerdo de la mano y un día, nueve años después, hacia 1830, estando nuestra Patria independizada de España, la mano fue hasta allá y lo trajo con engaño.

La población de Guaranda había olvidado los sucesos y no le guardaba rencor; todos le recibieron cariñosamente y por algunos meses el sacerdote estuvo tranquilo, gozando de las viejas amistades que lo visitaban a diario.

Una mañana decidió el Padre demostrar a la ciudad su gratitud ordenando la construcción de un nuevo cementerio que él mismo bendeciría. Llegó el día 1o. de Enero de 1831 y la población se levantó alborozada para asistir a los festejos de la solemne inauguración. El Padre Benavides presidió el acto y todos regresaron contentos a sus casas; pero desde esa noche volvieron las pesadillas a molestarle y no pudo dormir en paz.

El 2 de Enero pasó preocupado y por la noche ¡Ah, esa noche, como a las doce, que es la hora pesada donde aparecen muertos y brujas! La misma mano que años atrás casi le asfixió, volvió a surgir de la oscuridad y le presionó el pecho. Era demasiado para el religioso, no pudo soportar más el terror y murió de infarto.

Al día siguiente le encontraron cadáver, con el pecho desnudo y un horrible rictus de terror en los labios, ¡Demás está decir que estrenó el cementerio que acababa de construir, cerrando el drama de «Tanizahua», justo a los diez años.

BIOGRAFIA DEL CORONEL GARCIA

El Comandante José García Zaldúa nació en Santa Cruz de Mompós (Nueva Granada) el 14 de Junio de 1776 y fue bautizado el 25 del mismo mes y año. Hizo la carrera de las armas en el ejército realista llegando a Primer Teniente del Batallón de Voluntarios de Castilla en 1798 y a Teniente del Regimiento Fijo en Buenos Aires en 1799. Fueron sus padres el Brigadier de los Reales Ejércitos Ramón García de León y Pizarro, Caballero de la Orden de Calatrava, Gobernador interino de la Provincia de Río Hacha, Gobernador sucesivamente de Mainas y Guayaquil, Capitán General de la Provincia de Salta, fundador de Villa Nueva de Oráis, Presidente de la Audiencia de Charcas, Creado I Marqués de Casa Pizarro; y Mariana de Zaldúa y Ruiz de la Torre.

El Comdte. José García y Zaldúa había casado en Quito con María Mercedes Avila y Mogro; quiteña que viuda de García, contrajo segundas nupcias con Alberto Salassa, Regente de la Casa de Fundición de Monedas y fue madre de Rafael García Salassa y Avila, que adoptó como segundo apellido el de su padrastro y casó con Mercedes Carrión de la Barrera siendo padres de:

1) Elena García Carrión, casada con José María Arteta y Pallares, c.s.2) Rosa García Carrión, casada con Emilio Pallares y Arteta, c.s.3) Juana Margarita García Carrión, casada con Pedro Pallares y Arteta, c.s. y4) Carmen García Carrión que casó con Carlos Arteta y Arteta, c.s.