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  • ANTONIO RAMÍREZ VELÁZQUEZANFIBIOS Y REPTILES ZOOMAT

    MONSTRUO DE GILA / JEFF SERVOSS / U.S. FISH & WILDLIFE SERVICE

    ANTONIO RAMÍREZ VELÁZQUEZANFIBIOS Y REPTILES ZOOMAT

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  • inevitable. Hay casos conocidos, cuando los lagartos fueron removidos rápidamente, en los que poco o nada entró a la he-rida, pero dadas las poderosas mandíbulas y la fuerza de los dientes, removerlo rápidamente no siempre puede ser posible.

    Las aplicaciones potenciales del veneno en la farma-céutica prometen la elaboración de medicamentos para la diabetes, el cáncer y el Alzheimer. Es interesante observar que estos lagartos a los que se teme, se vieran involucrados en el tratamiento de enfermedades, al mismo tiempo que son matados indiscriminadamente y sus poblaciones se re-ducen drásticamente. Esperemos que con este nuevo avan-ce médico, la biodiversidad pueda ser considerada como un activo para la salud humana. Si estos lagartos hubieran sido llevados a la extinción, estos nuevos tratamientos no podrían haber sido ni siquiera imaginados.

    l monstruo de Gila se divide en dos subespecies: Helodermasuspectum cinctum, habitante exclusivo de las zonas áridasdel suroeste de EE.UU.; y Heloderma suspectum suspectumque se encuentra en la provincia del desierto Sonorense

    en el norte de México y suroeste de EE.UU. Habita en zonas desér-ticas o subdesérticas con matorrales espino sos, bosques de pino-encino y selvas tropicales deciduas.

    Se caracteriza por poseer en el dorso un patrón de manchas o re-ticula ciones trans versales con bor-des irregulares, que pueden ser de un tono amarillo blanquecino, hasta un vistoso rosa salmón que destaca so-bre un color de fondo pardo negruz co, inclu yen do la cola que luce de tres a cuatro franjas a mane ra de anillos; el papel de la co lo ra ción ha sido inter-pretado como una adaptación con propósi tos tanto miméticos como apo semá ticos o advertidores. La ta-lla máxima que alcanza esta especie no rebasa los 50 cm, la cola es ro bus- ta y corta y, ocupa apro xima da men- te una tercera parte de su longitud total (30 al 35%).

    Las poblaciones del acalte-tepon, temacuil o lagarto bufador, se sub dividen en cuatro subespecies, tres de las cuales habitan ex clu siva-men te en México: la variedad pinta (Heloderma horridum horridum), que se dis tri bu ye amplia men te por la ver-ti en te del Pacífico desde el sur de Si-naloa hasta la costa y depresión cen-tral de Chiapas; Heloderma horridum exasperatum, que habita en el sur de Sonora y norte de Sinaloa; la variedad negra o lagarto bufador (Heloderma horridum alvarezi) que habita la depresión central y la parte occidental de la Sierra Madre de Chiapas, tanto

    en los declives del interior como hacia la vertiente del Pacífico; y, Heloderma horridum charlesboguerti es la cuarta subespecie, ha-bitante endémico del Valle de Motagua en la vertien te Atlántica de Guatemala. La distribución y los hábitats del monstruo de Gila y el temacuil se intercalan sólo parcialmente en el extremo sur de So-nora, y aunque se han encontrado a menos de diez kiló me tros de distancia uno del otro cerca de Álamos, Sonora, definitivamente

    no son conocidas por cohabitar o co-existir en el mismo sitio.

    El acaltetepon o temacuil igualmente posee una coloración a base de pequeñas manchas irregu-lares de color amarillo sobre fondo pardo negruzco o pardo rojizo, en una disposición muy irregular, encon-trándose desde animales den sa men-te jaspeados hasta los que apenas tienen algunas manchitas dispersas o incluso llegan a ser totalmentepardo negruz co; el patrón de man-chas dorsales conforma en la colabandas o anillos pares, igual men teirregulares, y su número varía decuatro hasta siete, en esta especiey sus distintas poblaciones o sub-especies. La cola ocupa casi la mitad (40 al 45%) de la longitud total.

    Excepto por unos pocos de-talles en la lepidosis, proporciones y patrón, las especies sobrevivien-tes y subespe cies de Heloderma son similares en muchas formas. Igualmente existen pautas de con-ducta estereotipadas en ambas es-

    pecies, particularmente en cuanto a las interacciones de los ma-chos durante el ciclo reproductivo, y constituye una diferencia entre las dos especies, marcada por el patrón de posiciones que adoptan durante la contienda.

    l registro más antiguo conocido que describe al Helo-derma lo escribió en latín el naturalista Francisco Her-nández en 1577: “la mordedura de este animal, aunquedañoso no es mortal, pero la razón del pavor es más porsu apariencia que por su mordedura”. Es irónico que esta

    descripción original sea más ligada a la verdad, que muchos cuen-tos populares que se han difundido por más de 400 años. El he-cho de que se trata de lagartos venenosos se ha entendido mal y la confusión ha acompañado este rasgo.

    Por muchos años los lagartos del género Heloderma han sido descritos como monstruos e incluso en el ámbito científico, los han tipificado como animales horribles, así lo describe el nom-bre específico de la especie (Heloderma horridum). Sin embargo, estos reptiles generalmente son tímidos y rehuyen a la agresión; lejos de ser animales fieros y terribles, se trata de saurios en los que, observados con detenimiento y a pesar de una apariencia general dura y torva, es posible apreciar su expresión apacible y “sonriente” o de mansedumbre, y tanto por su ca rác ter como por la lentitud con la que se desplazan, no repre sen tan un riesgo importante para el huma-no, a menos que se les maneje o trate inadecuadamente.

    El nombre del género Helo-derma deriva del griego helos que significa clavo, debido a que las es-camas granulares del dorso tienen enclaves óseos llamados osteoder-mos, es decir, huesos que se desa-rrollan en el espesor de la dermis. También heloma, se traduce como callo y en el caso que nos ocupa, po-dría hacer referencia a los engro-samientos queratinosos cuya su-perficie córnea se observa a mane ra de nódulos o tubérculos que re cu-bren la piel, dándole una apariencia callosa; derma significa piel. Las ca-llosidades son de aspecto gra nuloso o aperlado y entre ellas existe unapiel más suave cuya elasticidad per-mite una amplia distensión; la lepi-dosis, como también se denomina a esta organización de escudos, se observa en la cabeza como protube rancias irregulares de mayor tama ño, su aspecto es lustroso y confor man una fuerte armadura.

    En su conjunto la resistencia de la piel es notable; sin embar go, contrariamente a lo que es idea común entre las per-sonas de campo, estos animales pueden morir a consecuencia de los traumatismos por impactos de piedras, o de las laceracio-nes provocadas por los golpes con ramas o troncos y, por supues-to que la creencia de que sólo mueren cuando se les deja clava-dos con una estaca al suelo, es una exageración. Un maltrato así sólo demuestra crueldad e ignorancia, y definitivamente es in-necesario e injustificado.

    Como podemos ver, el conocimiento y contacto con estos animales es más bien pobre y muy desafortunado. Víctimas de la exageración y del miedo, los lagartos Heloderma sufren todo tipo de agresiones directas e indirectas por parte del humano. Se trata de seres que lejos de representar un alto riesgo, comprenden uno de los grupos de reptiles únicos, por tener tres de sus subes pecies endémicas de México, símbolos de la fauna y flora que constituyen la herencia natural del país, por lo que actualmente son conside-radas entre las especies emblemáticas de este territorio.

    Representan un grupo de lagartos cuya historia fósil nos habla de una senda evolutiva más diversa, y distribuida en Asia, Europa y América. Los restos fósiles más antiguos de miembros de esta familia han sido hallados en Norteamérica (Canadá- EE.UU.), y se remontan de 8,000 hasta 98 millones de años; en Asia (Mongo-lia), de 65 hasta 77 millones de años; y, en Europa (Francia), de 38

    millones de años. Los Heloder-ma actuales representan una es-tirpe de los que se han obtenido registros fósiles de más de 22,500 años de antigüedad.

    Los Heloderma son los únicos saurios vivientes vene-nosos que existen en el mundo, y en la actualidad esta familia sólo está representada por dos especies, el monstruo de Gila (Heloderma suspectum) y el te-macuil o acaltetepon (Heloderma horridum). El calificativo espe-cí fico suspectum (sospechoso) del monstruo de Gila, fue escogi-do por el paleontólogo norteame-ricano Edward Drinker Cope1 que describió esta especie por prime-ra vez en 1869, porque supuso que era venenosa, pero no hubo cer-teza de ello, hasta el siglo XX en que los científicos estuvieron de acuerdo. Estos lagartos en su de fensa muerden con tenacidad y retienen su agarre con fuerza, por lo que la mordedura puede causar dolo rosas lesiones, y el en venenamiento aparente men te sólo llega a ser de mediana toxici-dad para el ser humano. Hasta

    donde se sabe, la mayoría de las veces los envenenamientos no causan la muerte. El veneno de Heloderma, es extrema da men-te tóxico, quizás comparable al de las cobras o al de las serpien-tes de cascabel, pero los estudios de laboratorio han producido amplios y divergentes resultados, y designar la toxicidad del vene-no de estos saurios, basados en pruebas publicadas, es difícil. En contraste con las serpientes venenosas, el Heloderma no puede controlar la expulsión del veneno durante la mordi da. El aparato de veneno segrega sus secreciones tóxicas cuando los músculos de las mandíbulas se contraen durante una mor-dida. Esto no significa necesariamente que el envenenamiento es

    El lagarto bufador nunca ataca al hombre, aunque pase a poca distancia de donde se encuentre; los accidentes se deben a su manejo imprudente y a que son molestados al capturarlos o al tratar de matarlos

    1Edward Drinker Cope estudió y describió numerosos anfibios y reptiles que publicó en su Batrachia and Reptilia of Costa Rica (1875), en la que sentó las bases para estudios posteriores.

    Por su historia evolutiva y apariencia prehistórica, el temecuil o acaltetepon pinto es apropiadamente considerado como fósil viviente

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    Su fuerte mordedura produce un dolor intenso y como la toxina no es inyectada directamente, trata de permanecer aferrado a la víctima el mayor tiempo posible

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  • xisten numerosas descripciones acerca de la vida de estos interesantes reptiles en las que con frecuencia se han inferido o interpretado mal distintos aspectos de su historia natural, seguramente como consecuencia de

    las grandes dificultades para darles seguimiento en estado silves-

    tre. Sin embargo, en la segunda mitad de la década de los años 80 del siglo XX, mediante el uso de radiotelemetría, se realizaron im-portantes estudios sobre patrones de actividad, dieta, uso de re-cursos y termorregulación de una población del temacuil pinto en el área natural protegida de Chamela, Jalisco.

    Salvo por las observaciones del Prof. Miguel Álvarez del Toro2, la his-toria natural del lagarto bufador negro de Chiapas sigue esperando el feliz acon-tecimiento de estudios que gocen de apoyos para la investigación y la con-servación in situ de estas representa-tivas poblaciones. Desgracia damente, en la medida que continúa su extermi-nio por la depredación humana, dista más la posibilidad de conocer aspec-tos aún no revelados.

    Los lagartos de este género tie-nen el récord de ser las lagartijas más lentas del mundo, pero pueden dirigir lateralmente la cabeza y el cuerpo con sorprendente rapidez. Son animales con ciclos de actividad muy limitados; su pe-riodo de máxima actividad es en mayo, justo o después del inicio de las lluvias. Algunos están activos cerca de 18 días por mes, en contraste a enero cuando se ha registrado su actividad en la su-perficie fuera de sus madrigueras tan sólo un día por mes. En promedio, pasan cerca de 67 minutos en la superficie cada que se encuentran activos, sumando un total de 120 horas por año. La limitada ac-tividad nocturna parece estar más re-marcada durante los periodos de lluvia.

    La temporalidad de los periodos de actividad del lagarto bufador está sincronizada fuertemente con factores ambientales y con la disponi bilidad de ali-mento, por lo que se mantiene oculto du-rante los días con temperaturas extremo-sas. Esta aparente inactividad se ve in-terrumpida durante la primavera cuando comienza el periodo de postura de la-gartijas, culebras, tortugas e iguanas del género Ctenosaura, así como de numero-sas aves de las que depredan con voraci-dad los huevos y sus polluelos. Durante la primavera y parte del verano su ali-mentación está compuesta principalmen-te de huevos, pero no desdeñan la opor-tunidad de incluir polluelos, crías de roe-dores y larvas de escarabajos.

    rácticamente en toda la distribución del género, cual-quiera de las dos especies y sus subespecies son cono-cidas incorrectamente con el nombre de “escorpión”, posiblemente por corrupción de la palabra “escupir”, pues

    popularmente se tiene la creencia equivocada de que este saurio es capaz de escupir a distancia el veneno que posee; de hecho, en algunas regiones suelen llamarle “escupión”. Los nombres autóctonos con los que se le designaba originalmente han caído en desuso. En la región central del país y parte de la costa del Pacífico aún hay comunidades en las que recibe el nombre en náhuatl temacuil o acaltetepon; en zapoteco Tale’chini; en chontal, galwemma; en cora, cyx o siy; y, guchachigishe en Tehuante-pec, que sin duda guardan un importan-te significado del conocimiento ances-tral de las culturas autóctonas. Un buen ejemplo lo constituye el nombre maya que aún es de uso frecuente entre las comunidades tsotsiles de las estribacio-nes del Altiplano Central de Chiapas, con el que identifican al Heloderma horridum alvarezi como “mech-us” lo que significa “lagarto que se hincha y sopla” o “lagarto bufador”, y describe con acierto un ras-go muy característico de su comporta-miento, pues estos lagartos cuando son perturbados, reaccionan aspirando tan-to aire como pueden, y lo liberan en sua-ves o ruidosos resoplidos. Este aspecto puede explicar la supuesta capacidad de escupir lejos el veneno, pues al expulsar el aire ruidosamente, la salivación que se produce por tanta excitación escurre por la comisura de los labios.

    Indudablemente el hombre re-presenta la más grande amenaza para estos reptiles de formidable aparien-cia. En la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-ECOL-2001) se establece que las especies del género Heloderma están en la categoría de riesgo Amenazadas; la protección legal por la Convención de Comercio Internacional de Especies en Peligro de Flora y Fauna Silvestre (CITES) las incluye en el Apéndice II, lo cual seña-la que su comercio debe ser controlado para evitar la sobreexplota ción; y la Se-cretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) únicamente emi-te la autorización de aprovechamiento sólo si la documentación acredita un origen legal. Sin embargo, las principa-les amenazas para su sobrevivencia

    son la destrucción del hábitat por incendios forestales, la tala de selvas y el desarrollo desmedido de prácticas agropecua-rias, así como la ignorancia e intolerancia por la que son ma-tados indiscriminadamente.

    El monstruo de Gila (arriba) y el temacuil pinto (abajo) enfrentan cada vez una mayor declinación en sus poblaciones a consecuencia de la destrucción y fragmentación de sus hábitats. Tradicionalmente matados por ignorancia y actitudes negativas, ahora tambien sufren la privación de su libertad por comerciantes y coleccionistas

    2Miguel Álvarez del Toro, director del Instituto de Historia Natural de Chiapas por 52 años; aportó el conocimiento para la conservación de la biodiversidad del estado y de México. Fundador del zoológico que lleva su nombre.

    Se alimentan de crías de roedores, huevos, polluelos y larvas de escarabajos. Los huevos de serpientes y lagartos son pequeños y suaves, por lo que los engullen completos; pero cuando el cascarón es duro, como los de aves y tortugas, y además sobrepasa la capacidad de apertura de su boca, tienen adaptaciones que les permiten morder sólo para quebrar el cascarón y remover el contenido con la lengua

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  • os Heloderma muestran un número fascinante de com-portamientos reproductivos, que prestan fuerte soporte a la noción de que exhiben un sistema social estructurado en la naturaleza.

    El comportamiento durante los combates rituales del lagar-to bufador negro es espectacular, conmovedor y lúdico. Los machos se traban en un forcejeo frenético y estereotipado en donde se repi-ten secuencias de abrazos y contorsiones, que tienen como propó-sito someter y mantener oprimido contra el suelo al antagonista. El desafío es oponer resistencia, arremetiendo con la región ventral concen trando el centro de fuerza o gravitación sobre el oponente, lo que conlleva a la for ma ción de un arco apuntalado con la región rostral y la porción distal o punta de la cola, al mismo tiempo que las extre mi dades manotean enér-gicamente para retener en fuerte abrazo al rival, y mantener en equi-librio el tambalean te puente ar-queado. El colapso del arco sobre-viene por el agotamiento, falta de resistencia o por la diferencia de tama ño y fuerza de los adversa-rios. La habilidad de formar estos arcos exige de for taleza y resis-tencia; los animales que han su-frido algún trau ma tismo o lesio-nes que comprometan el óptimo funcionamiento físico rehú yen a la contienda. Los machos de ma-yor tama ño pueden llegar a te-ner huellas de sus en fren ta mien-tos con peque ñas cica tri ces debi-das a las morde duras infringidas por los machos pro vo ca do res, que e ven tualmente causan heridas en la piel de los costados. Se ha ob-servado que los jóvenes actúan como provocadores y recu rren a la agresión con mordeduras, mien-tras que los machos más ex pe -rimen tados sólo ocasional mente contra atacan mordiendo, más fre-cuentemen te tratan de someter al subordinado con la formación de arcos y golpeteos laterales de la cabeza. Un rasgo adicional que per-mite la identificación de los machos, es el desgaste de la punta de la cola que en sus fuertes fricciones contra el suelo durante los com-bates rituales, puede sufrir la pérdida de una importante porción.

    Mientras las riñas y aspavientos de los machos transcurren, las hembras reposan a la entrada de sus madrigueras o se asolean en aparente indiferencia durante las mañanas o antes del crepúsculo.

    La conducta reproductiva se observa en dos etapas, prime ro el periodo de celo que está precedido por una notable actividad princi-palmente de los machos, en la que parcialmen te se suprime el interés por alimentarse, y transcurre durante el otoño. Las cópulas se obser-van después de que la hembra permaneció en la proximidad de su re-fugio custodiada por uno o dos machos por espacio de tres a quince días, intencionalmen te ajenos a las bravatas de los machos beligerantes.

    Normalmente, después de que las hembras han sido fecun-dadas, en cópulas con uno o varios machos, manifiestan una fuerte intolerancia a los avances de los machos que las cortejan y suelen rechazarlos recurriendo incluso a las mordeduras, a la vez que tra-tan de alejarse. Manifiestan una fuerte tendencia a la excavación de nuevas madrigueras o galerías subterráneas, posible evidencia de indicios de anidación o cuando menos para proveer a las posturas un sitio de abrigo e incubación. Depositan los huevos al final del otoño y durante el invierno (noviembre, diciembre o enero). Las crías sue-len encontrarse activas fuera de los sitios de postura hasta que em-piezan las lluvias, generalmen te durante los meses de mayo y junio.

    Al nacer, miden unos 11 cm de cuer-po y 7 cm de cola. El lagarto bufa-dor negro también tiene el cuer-po y cola con manchas y anillos de color amarillo, que se obscu-recen conforme avanza la edad del reptil, hasta tornarse totalmen-te de un tono pardo negruzco en-tre el segundo y tercer año. Alcan-zan la madurez sexual al tercer o cuarto año de vida, y de adultos pueden llegar a medir más de 80 cm, siendo los machos más ro-bustos que las hembras.

    Aunque en cautividad se ha logrado la reproducción del lagarto bufador negro únicamen-te en tres ocasiones, es notoria-mente difícil. Aún existe el secre-to de cuáles son las condi cio nes o características de ani dación opostura en estado silvestre, pues hasta ahora no se ha conseguido de manera fidedigna la observa-ción de este aspecto en la histo-ria de la vida del enigmático y for-midable lagarto bufador.

    LECTURAS RECOMENDADAS•BIOLOGY OF GILA MONSTERS AND BEADED LIZARDSD.Daniel Beck Berkeley : University of California Press, 2005.•THE VENOMOUS REPTILES OF THE WESTERN HEMISPHERE Vol 1 Campbell, J. A.; Lamar, W. W. Cornell University Press 2004.•LOS REPTILES DE CHIAPAS. Álvarez del Toro, M. Colección libros deChiapas. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México.1982.

    Agradecimientos a Dr. Daniel Beck, MVZ. M. Jacqueline Gallegos M., Barbarella Álvarez P., Coré Damián Ramírez E. y Berenice García R. por

    su valioso apoyo y contribución bibliográfica.

    ANTONIO RAMÍREZ VELÁZQUEZ. Herpetocultor autodidacta. Ha traba-jado por más de veinticinco años como especialista en manejo de her-petofauna. Diseñó los herpetarios tropical y de montaña en el Zoológico Miguel Álvarez del Toro, en Chiapas. Actualmente, es curador de la Co-lección viva de Anfibios y Reptiles del mismo zoológico.

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