Editorial

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EDITORIAL Javier Martínez "in memoriam" Por Koldo Aldai Javier Martínez, nuestro querido Ulrich, Presidente, alma y Fundador de la Sociedad Biosófica y de esta revista, se nos ha ido sin avisar. Rotos pero enternecidos por su bonhomía y su permanente ejemplo, honramos su recuerdo e invocamos su asistencia y su presencia con la continuidad de su/nuestro proyecto al servicio de todos, y lo hacemos ya mediante la publicación de este primer número tras su partida al mundo espiritual del Más Allá, donde, sin duda, sigue su camino hacia el Espíritu Supremo. Hasta pronto y que Dios te bendiga, hermano del alma. Todavía van primero ellas, traicioneras, incontroladas, insospechadas lágrimas… Primero la rebeldía húmeda, el llanto abatido, el quejido ancestral, odioso y victimero del “qué haremos sin ti”, por dentro de uno… Todavía primero el recuerdo de aquel pasado en el que llegamos a pensar que la muerte tenía vida, que el futuro se frustraba en una losa, que la piel atrapaba el alma. Créeme Javier, no iban para ti esas lágrimas. Para ti es este profundo abrazo, este infinito agradecimiento. No iba para ti ese llanto egoísta, ese aullido lastimero. Para ti toda la gloria de los Cielos recién conquistados, para ti la promesa de seguir tus pasos, este canto de alabanza a Dios por haber sido aquí tus compañeros… Perdona el móvil mojado de lágrimas, perdona la tarde enmudecida, el abismo que llegó a dibujar tu ausencia… Escribo para callar el quejido y alabar lo que aquí, en este valle de graduación e internas conquistas, has sido. Escribo para que el mundo sepa de la estela de quienes, cómo tú, todo lo dieron y para sí nada guardaron. No debe estar en ley hablar de los imprescindibles. Dicen que el Plan Superior avanza aún con la ausencia de quienes semejarais irremplazables. Permítasenos mentar entonces a los únicos, a los grandes, a los inolvidables… y a ti, por supuesto, en medio de todos ellos. Permítanos el Cielo glosar el testimonio de quienes al paso por la Tierra fuisteis entero servicio, admirable humildad, silente sabiduría…

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RUDOLF STEINER 8 ESFERA

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EDITORIAL

Javier Martínez "in memoriam"

Por Koldo AldaiJavier Martínez, nuestro querido Ulrich, Presidente, alma y Fundador de la Sociedad Biosófica y de esta revista, se nos ha ido sin avisar. Rotos pero enternecidos por su bonhomía y su permanente ejemplo, honramos su recuerdo e invocamos su asistencia y su presencia con la continuidad de su/nuestro proyecto al servicio de todos, y lo hacemos ya mediante la publicación de este primer número tras su partida al mundo espiritual del Más Allá, donde, sin duda, sigue su camino hacia el Espíritu Supremo. Hasta pronto y que Dios te bendiga, hermano del alma.

Todavía van primero ellas, traicioneras, incontroladas, insospechadas lágrimas… Primero la rebeldía húmeda, el llanto abatido, el quejido ancestral, odioso y victimero del “qué haremos sin  ti”, por dentro de uno… Todavía primero el recuerdo de aquel pasado en el que llegamos a pensar que la muerte tenía vida, que el futuro se frustraba en una losa, que la piel atrapaba el alma.

Créeme Javier, no iban  para  ti esas lágrimas. Para  ti  es  este  profundo abrazo, este infinito agradecimiento. No iba para ti ese llanto egoísta, ese aullido lastimero. Para ti toda la gloria de los Cielos recién conquistados, para ti la promesa de seguir tus  pasos, este canto de alabanza a Dios por  haber sido aquí tus  compañeros…

Perdona el móvil  mojado de lágrimas, perdona la tarde enmudecida, el abismo que llegó a dibujar tu ausencia… Escribo para  callar el quejido y alabar  lo que  aquí, en este  valle de graduación e internas conquistas,  has  sido.  Escribo para que el mundo sepa de la estela de quienes, cómo tú, todo lo dieron y para sí nada guardaron.

No debe estar en ley  hablar de  los imprescindibles. Dicen que el Plan Superior avanza  aún con la ausencia de quienes  semejarais  irremplazables. Permítasenos   mentar entonces a los  únicos,  a los  grandes,  a los inolvidables…  y a ti, por  supuesto, en medio de todos ellos.  Permítanos el Cielo glosar el testimonio de quienes al paso  por la Tierra fuisteis entero servicio, admirable humildad, silente sabiduría…

Te fuiste, canalla, sin apenas  desgranar  las  grandes verdades que  con  infinita humildad guardabas. ¡Que insobornable premura, que extraño activismo éste que  apenas nos dio veda para abrevar en tu inmensa fuente de Eternas Verdades! ¿Para  cuándo de  nuevo esas  tardes de invierno compartiendo arcanos? ¡Qué urgidos  tiempos estos, qué suerte de accionar sin tregua que apenas nos dio  ocasión a que nos contagiaras algo del conocimiento inmenso que  albergabas 

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dentro!

Secos ya lo ojos  ante  la pantalla, tan sólo reivindico esas  tardes que no  fueron , que  no nos  regalamos para  escucharte, las  horas que no apartamos  impelidos  siempre por  un incuestionable apremio.  Desde tu  nueva  atalaya de gloria, susúrranos en  sueños las leyes que siempre  fueron, la  suerte sorprendente de los mundos y galaxias, los derroteros de nuestros  viajes  eternos. Callará  el alba siempre urgido cuando tú nos regales secreto y maravilla desde el mundo  verdadero.

¿Cómo  volver a Madrid sin tu luz, sin tu  teléfono, sin tu voz ronca, sin tu consejo cercano? Perdona  tanto egoísmo  Javier, al poco de esa noticia insospechada, me asaltaron los Foros, las convergencias y ceremonias, los innumerables quehaceres del mañana. Toda  la tarea semejaba inacometible sin tu  compañía. ¿En dónde, en quién hallaríamos ese apoyo entero, esa  presencia  fuerte, siempre  serena, armoniosa, optimista, reconfortante?

No dejaremos de hacer  Foros y encuentros  en clave cooperar, compartir y unir. No dejaremos  de  trabajar por el alma  grupal, por la síntesis planetaria, Javier. Nos consta que este es el mejor homenaje que te podemos tributar, aunque  nos  tengas  que  chivar unas “conclusiones” que  sólo tu sabías redactar, aunque no  sepamos  mañana cómo moderar las mesas redondas, aunque  nos  falte ese  verbo tuyo amable, clarificador, entusiasmado y estimulante, al tiempo que sencillo y siempre recatado. Necesitaremos  de todo  tu apoyo, ahora desde Arriba. Contágianos la visión que  de aquí no tenemos. Imbúyenos de los lineamientos que ahora  de  seguro percibes con suprema  claridad.  De  alguna  forma, aún  no sabemos  cómo,  continuaremos en el trabajo. Ensayaremos abrir alguna antena y así percibir tu visión superior, tu mirada de largo alcance. Con el recuerdo de  tu hacer siempre servicial, recto, discreto…, seguiremos en la tarea inmensa de construir un mundo  fraterno, de iluminar de luz, concordia y alegría esta bendita  tierra.   Marchan los  mejores  Dios  mío  y cómo evitar  el naufragio. Crece la iniquidad, la voracidad, el despropósito egoísta en este  mundo aún  sufrido… y te llevas a los  más grandes e incondicionales, a los  más  fortalecidos en tu  fe, en tu esperanza.  Una  vez más nos  dejas al borde de Tus interrogantes  mayúsculos, de Tus  Caminos  inescrutables, de  Tus Designios  incomprensibles, de Tu Plan inabarcable.

Aún  con toda la ceguera  Te buscamos, aún  con todo el despiste  Te seguimos; no en balde fueron aquí  los  faros, los norte , los  iconos como  Javier  que a  nuestra vera colocaste. ¡Ya  ves, no nos  resta  mérito, no hay escapatoria,  sólo  podemos intentar algún día, con Tu ayuda,  ser  como ellos!

No querías siquiera  marchar de vacaciones, Javier, pues  tal era tu afán de servicio en el seno de  la Sociedad Biosófica (www.revistabiosofia.com) y en  otros  afanes colectivos. Sin embargo, de nuevo insondables destinos, te han dado  vacaciones de las  de  verdad, de las que no arrancan con atascos, de las que no se  sobresaltan

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con bombardeos más  o menos cercanos. Allí no necesitas bronceado, Sol que no quema, brisa divina que nunca calla. Descansa, hermano del alma, en esa Tierra  de desiertos sin misiles, de ciudades sin escombros y de gloria sin tregua. Descansa en ese  solar de gozo infinito, sin  minas, llantos, ni alambradas. Reposa en ese Reino que los ojos de la  carne aún no dibujan, en ese Jardín celeste reservado y prometido sólo a los  humanos que, como tú, tanto amaron y sirvieron.   Tu  hermano eternamente agradecido.

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