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Editorial

CARTAGENA HISTÓRICA 1

En el año 2002 Ángel Márquez y su equipo de colaboradores alum-braron la genial idea de editar una revista sobre historia deCartagena. El reto era ciertamente arriesgado y difícil. Arriesgadopor lo que suponía de introducirse de forma novedosa en un merca-do editorial que no aseguraba a priori mucho rendimiento económi-

co. Y difícil por el limitado ambiente cultural de la ciudad, demasiado constre-ñido y poco dado a nuevas experiencias intelectuales.

La ilusión, la perseverancia y, sobre todo, la apuesta por la calidad y el com-promiso con el lector han permitido que la revista Cartagena Histórica, surgidade aquella genial idea, haya podido avanzar y consolidarse con firmeza durante5 años, hasta convertirse en un referente importante dentro del panorama cul-tural local, regional, e incluso en algunos casos, nacional.

Con este número 21 celebramos el quinto aniversario de la revistaCartagena Histórica. Es una efemérides muy importante para nosotros y quequeremos hacerles partícipes a ustedes, nuestros lectores, y a todos aquellos quequieran sumarse, a los actos que estamos organizando. La intervención en variosprogramas de radio, la celebración de 3 mesas redondas sobre historia deCartagena con reconocidos especialistas, la publicación de un número extradedicado al malogrado historiador cartagenero José María Jover Zamora, y otrostantos actos, de los que más adelante les iremos informando, completarán estafiesta cultural que Cartagena Histórica quiere ofrecerles.

Dicho esto, queremos presentarles como siempre cinco trabajos de calidad,que abarcan un amplio espectro cronológico, en el que los contenidos de carác-ter político adquieren esta vez un mayor protagonismo. Temáticas tan descono-cidas como la extensión de la guerra civil inglesa de mediados del XVII al puer-to de Cartagena, la visión de la Segunda Guerra Mundial a través de la prensacartagenera o la actuación del gobierno concejil a comienzos del siglo XVIII nosaportan otras visiones acerca de nuestro pasado histórico que cambian por com-pleto la imagen aportada por la historiografía tradicional. Se completan ademáscon sendos artículos sobre el mosaico romano de la catedral vieja de Cartagena,muy conocido para el turismo pero poco estudiado de forma científica, y conun broche de oro: el homenaje al maestro de historiadores, el cartagenero JoséMaría Jover Zamora, fallecido el pasado mes de noviembre.

Los más de 120 artículos publicados desde el inicio de la singladura deCartagena Histórica han sido el mejor aval de la calidad editorial, y del rigor his-tórico y científico de nuestras publicaciones, a la altura de la no menos impor-tante talla de sus colaboradores. Por lo demás, y como decíamos en otromomento, Cartagena Histórica mira hacia delante. Hacia los muchos temas deinvestigación que quedan aún por descubrir y abordar. Las líneas de actuaciónson inagotables, al igual que el rico pasado de nuestra ciudad y su entorno, queofrece unas posibilidades de estudio extraordinarias. Estos cinco primeros añosno son más que el inicio de una apuesta cultural que pretende servir a Cartagenay a la historiografía española durante muchas décadas.

CARTAGENA HISTÓRICANUMERO 21

Octubre-Diciembre 2007

EDITORIAL ÁGLAYACalle Zagreb, parc. 14-15Pol. Ind. Cabezo Beaza30353 CartagenaTel. 968 320 680

www.editorialaglaya.come-mail: [email protected]

Dirección postal:Apartado de correos 2205

30353 Cartagena

EDITORÁngel Márquez Delgado

DIRECTORFrancisco Velasco Hernández

COLABORAN EN ESTE NÚMEROFederico Maestre de San Juan Pelegrín

Augusto Prego de LisFrancisco J. Franco

Juana Martínez MercaderJosé María Rubio Paredes

CONSEJO EDITORIALFrancisco J. Franco FernándezLuis Miguel Pérez AdánRicardo Hernández ConesaAntonio González VelázquezMiguel Puchol Franco

Manuel Rolandi Sánchez-SolísJosé Luis Sánchez López

PRODUCCIÓN EDITORIALEva Márquez ZayasJosé A. Mínguez Saura

EQUIPO TÉCNICOVanessa Martín Márquez

MAQUETACIÓNMONTAJE

FOTOMECÁNICAIMPRESIÓNEditorial Áglaya

Depósito LegalMU-1882-2002

I.S.S.N. 1696-9901

Francisco Velasco HernándezDIRECTOR

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2 CARTAGENA HISTÓRICA

CRÉDITOSFOTOGRÁFICOSArchivo Federico Maestrede San Juan Pelegrín,

Archivo Cartagena Histórica,Archivo Francisco J. Franco,Archivo Augusto Prego deLis, Museo Arqueológico deCartagena, Historia de

Cartagena (dir. Julio Mas),Archivo Francisco VelascoHernández, Archivo JoséMaría Rubio Paredes,Archivo Juana MartínezMercader, Ayuntamiento

de Cartagena.

Secciones

77Hemos leído...y nos ha gustado

Sección patrocinada por:

78 Sabías que...

80 Próximo número

CARTAGENA HISTÓRICA,desde su independencia,está abierta a la publica-ción de trabajos que desta-quen por su calidad y rigorhistórico, sin que necesa-riamente se haga respon-sable de las opionionesexpresadas en los artículosfirmados por sus colabora-dodres. Queda prohibida lareproducción total o parcialde los trabajos publicadossin la autorización expresade EDITORIAL ÁGLAYA y delAUTOR del mismo.

3 CARTAGENA Y LA SEGUNDA GUERRAMUNDIAL CONSIDERADAS A TRAVÉSDE LA PRENSA LOCAL (1939-1945)Cartagena no fue sino un fiel reflejo de lo que acontecíaa nivel nacional con respecto a las simpatías escasa-mente disimuladas hacia las potencias fascistas duran-te la Segunda Guerra Mundial. Pero, contra disgusto delrégimen, la guerra la ganaron los aliados.Juana Martínez Mercader

16 CARTAGENA 1700-1722: GOBIERNOMUNICIPAL Y COYUNTURA POLÍTICA.Poco tenía que ver la Cartagena de los primeros años delsiglo XVIII con la que luego sería, tras ser designadaDepartamento Marítimo. Fueron años de transición,como bien pueden verse en el desarrollo de la vida muni-cipal.Francisco J. Franco

29 CARTAGENA AÑO 1650, ESCENARIOBELICO DE LA GUERRA CIVIL INGLESA.El príncipe Ruperto del Rin se mantuvo fiel al defenes-trado Carlos I de Inglaterra. Perseguido por la flota deOliver Cromwell sus barcos se refugiaron en el puerto deCartagena.Federico Maestre de San Juan Pelegrín

42 EL MOSAICO ROMANODE LA CATEDRAL ANTIGUAUno de los vestigios mejor conservados del esplendor dela Cartagena romana es el mosaico de la CatedralAntigua o Iglesia de Santa María la Mayor.Augusto Prego de Lis

59 EL HISTORIADORJOSÉ MARÍA JOVER ZAMORAUno de los mejores historiadores de España, fallecido elpasado mes de noviembre, era hijo natural de Cartagena.Se trata de uno de los más insignes hombres de letrasde la España del siglo pasado.Redacción / José María Rubio Paredes

C/ Santa Florentina, 25Tel. 968 502 173

PAPELERÍA - LIBRERÍA

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Frente a las dos grandes dic-taduras europeas de entre-guerras, la alemana y la ita-liana, en el caso español sufascistización sólo se produjoen los resortes de poderorientados hacia la manipu-lación de las masas, dirigi-das por el sector falangistadel partido único a través delaparato propagandístico y lapolítica laboral. La desmovili-zación de la sociedad enEspaña provocó el fracasode los organismos fascistas,teniendo que ser la iglesiacatólica el instrumento decontrol social más efectivo, através de la tutela moral y laenseñanza. El franquismomostró toda su efectividaddestructiva frente a la culturade la República, y sobretodo de las distintas naciona-lidades, fracasando en laconstrucción de una culturapropia.

CARTAGENAyy llaa SSeegguunnddaa GGuueerrrraa MMuunnddiiaallconsideradas a través de la prensa local (1939-1945)

JUANA MARTÍNEZ MERCADER

Doctora en Historia Moderna y Contemporánea

Hitler, el megalómanoque provocó la Segunda

Guerra Mundial.

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El control de la informa-ción por parte del esta-do presenta una etapainicial de 1936 a 1938,en la que la interven-

ción militar convirtió a los mediosde comunicación en armas propa-gandísticas. Las primeras medidasfueron dictadas nada más iniciarsela Guerra Civil mediante la inser-ción obligatoria en la zona domina-da de “noticias oficiales únicas”,para proseguir con la creación de laDelegación para Prensa y Propagan-da en 14 de febrero de 1937 y lapublicación de la Ley de Prensa en22 de abril de 1938. La misiónprincipal de la primera era la de dara conocer el carácter del Movimien-to Nacional y oponerse a la campa-ña contraria que se estaba llevandoa cabo en el ámbito internacional,

en tanto que la segunda fue dictadaen tiempos de guerra y con carácterprovisional, aunque su vigencia seprolongó hasta 1966, “lapso detiempo durante el cual el control

ejercido sobre las publicacionesresultó implacable1”. De esta pri-mera etapa histórica resulta intere-sante destacar la creación, en enerode 1937, de Radio Nacional de

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Caravana de camiones y coches.La logística militar fue primordialpara el éxito de los contendientes.

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España (RNE).La siguiente fase hacia un mode-

lo totalitario de la propaganda secifra entre 1938 y 1945, produ-ciéndose una concentración decompetencias en materia de prensay difusión así como una intensalabor legislativa centrada en el con-trol de los medios de comunicaciónpor medio de la censura previa y suorientación política mediantelas consignas. Esta interven-ción se materializó en laOrden de 24 de febrero de1942 así como en la creaciónde organismos como la Agen-cia EFE, la Cadena de Prensadel Movimiento o NO-DO yla obligación de los profesio-nales de inscribirse en elRegistro Oficial de Periodis-tas.

La prensa de Cartagenadurante el primer franquismodifiere notablemente delesplendor evidenciado enfases anteriores puesto quetoda su tradición periodísticase oscurece tras la tragedia de19362. Mientras que el impe-rio del intervencionismo ver-bal se expandía sobre losmedios de comunicación, laCartagena republicana se

mostró dispuesta a resistir hasta elúltimo hálito. De hecho, la ciudadfue tomada por las fuerzas naciona-les en 31 de marzo de 1939, apenasveinticuatro horas antes de queFranco dictara su último parte deguerra. A partir de aquí se impusouna nueva estructura de gestión,siendo la contención una de lasseñas de identidad de los primeros

años del franquismo3. En este senti-do, la prensa cartagenera nos va aservir de vehículo de análisis y valo-ración de la acción exterior de Espa-ña durante la Segunda GuerraMundial, de la política de controlsobre la letra impresa y de la utiliza-ción del conflicto como elementopropagandístico del Régimen.

LA PRENSA CARTAGENERA DEL PRIMER FRANQUISMOEn su conformación definitiva sesucedieron tres proyectos: fascista,municipal y privado, representadospor Cartagena Nueva, Hoja Oficialde Cartagena y El Noticiero, respec-tivamente.

Bajo el título de CartagenaNueva, y el subtítulo o La Falangeque pudo ser 4, se encuentra unperiódico creado en 1924 comoórgano de la Unión Patriótica, quedesde el inicio del conflicto civilactuó como portavoz del FrentePopular y desde 1937 de la Federa-ción de Sindicatos Únicos de laCNT, hasta su incautación por las

tropas nacionales en 29 demarzo de 1939, fecha a partirde la cual se convirtió enórgano de Falange EspañolaTradicionalista y de las JONSlocal, pasando de este modo adesempeñar una labor de for-mación e imposición delRégimen. En la decisión demantener la cabecera influyóel que se tratase de una publi-cación originariamente dere-chista, su posterior direccióncenetista y que a partir deentones podía ser utilizadapara atraerse a un sector de laclase trabajadora, fenómenopor otra parte observable enopúsculos de similares carac-terísticas, cuya vigencia nodejó de ser coyuntural y quecuando intentaron ir más alláfueron de inmediato clausu-rados, como le ocurrió a este

Cartagena y la Segunda Guerra Mundial consideradas a través de la prensa local

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Movilización de soldados en Gran Bretaña en los primeros días de la guerra.

El general español Emilio Mola, uno de los primeros militares españoles en entrar en contacto con las potencias

fascistas de Alemania e Italia.

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diario en 21 de octubre de 1939.Durante los meses iniciales de la

postguerra Cartagena Nueva sepudo mantener debido a que desdeel Ministerio de la Gobernación laatención de Ramón Serrano Súñerestaba fijada en las zonas radicaliza-das del primitivo falangismo, perosu manifiesta independencia edito-rial y los ataques –más o menosvelados- hacia las nuevas autorida-des locales propiciaron que éstascursaran al director general de Pren-sa y Propaganda, José AntonioGiménez Arnau, peticiones casicontinuas para su cierre. La gesta-ción del mismo, a partir del 21 deagosto, vino determinada por elcariz dado a la información relativaal atentado que costó la vida al pre-sidente de Rumania, pues al referir-se a la acción de la Guardia de Hie-rro se utilizaba el término ejecuciónen vez de asesinato; además, en el nº152 apareció publicada una esquelapor dichos militares5.

La clausura de Cartagena Nuevaevidenció que la viabilidad de cual-quier publicación pasaba por ajus-tarse a lo establecido en la Ley de1938. El papel atribuido a la prensacomo órgano de formación de lacultura popular, y sobre todo deconformación de la concienciacolectiva, hacía inadmisible elhecho de que el periodismo pudierasobrevivir al margen del Estado. Ental coyuntura, el Ayuntamiento pre-sentó la opción de editar “… unahoja oficial en cuya primera planapodían aparecer edictos y disposi-ciones de las autoridades locales, yen la segunda noticias telegráficas yanuncios, sin ninguna clase decomentarios”6.

Sobre tales supuestos, y concarácter provisional, en 6 dediciembre de 1939 se imprimió elprimer ejemplar de la Hoja Oficialde Cartagena7, figurando como res-ponsable Rafael Navarro Mascarell,delegado de Prensa y Propaganda de

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El carro blindado o tanque, elementodecisivo en la guerra terrestre.

La aviación jugaría en esta guerra un papel decisivo,como ocurrió en la batalla de Inglaterra en 1940.

La marina de guerra se vio obligada a actuar en convoyesante la presencia intimidatoria de los submarinos

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esta Alcaldía. A principios de abrilde 1940 redacción y administraciónpasaron a la supervisión de la Jefa-tura de Propaganda de Falange,cuyo titular era Luis Cabrerizo, entanto se gestionaba la rehabilitaciónde la prensa privada8.

Ya en julio de 1939 había inten-tado reanudar su publicación unperiódico de la etapa precedente, ElNoticiero. Surgido a finales de 1934,el cierre le sobrevino en septiembrede 1936 debido a “…que habíacaído, como tantos otros, bajo elpoder marxista. Al respecto, elgobernador civil remitió un oficio ala Corporación municipal en 12 dediciembre de 1939 sobre los proce-sos que condicionaban esta iniciati-va privada. Aludía a la necesidad dellegar a un acuerdo entre los diver-sos intereses periodísticos existentesen la ciudad antes del estallido de laGuerra Civil –siempre y cuando se

tratase de personas o entidades afec-tas al Movimiento Nacional-, facul-tar las autoridades provinciales la

constitución de esta empresa y diri-gir una solicitud a la DirecciónGeneral de Prensa para que el

Cartagena y la Segunda Guerra Mundial consideradas a través de la prensa local

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El cónsul alemán Fricke, principal representante

del III Reich en Cartagena.

El almirante español Cerverarepresentante de los intereses

alemanes en España.

Una foto harto elocuente: las autoridades de Cartagena saludan con brazo en alto en casa del cónsul Fricke. La Españade Franco tenía unas simpatías hacia Alemania no disimuladas.

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Ministerio diese su aprobaciónfinal9.

Manuel Carreño, propietario deEl Noticiero, y en cuyos talleres sehabían venido imprimiendo los dosdiarios anteriores, se encontró con elinconveniente añadido de la falta depapel, problema que se hacía exten-sible a la prensa en general dada lasdificultades para su importación. Ladualidad imprenta y periódicorepresentó una de las característicasde los editores de la prensa local.Tras un año de trámites, y una vezque quedó claro que la DirecciónGeneral no asignaría ningún cupode papel, por fin pudo ver la luz esterotativo en su segunda etapa en 5 dejulio de 1940. Su vigencia hastaprincipios de 1974 lleva a conside-rarlo como prototipo de prensa delRégimen en Cartagena.

LA POLÍTICA INTERNACIO-NAL EN LA PRENSA LOCAL:LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

DE LA NEUTRALIDAD A LA “NO BELIGERANCIA”.En marzo de 1939, España firmótres importantes acuerdos que con-dicionaron la acción exterior delprimer franquismo: el 17, el Trata-do de Amistad y No Beligeranciacon Portugal; el 27, la adhesión al

Pacto Anti-Komintern, del que eransignatarios Alemania, Italia y Japón;y el 31, el Tratado de Amistad his-pano-alemán, en el que se recogíanuna serie de convenios y apoyosdiplomáticos entre los dos regíme-nes en caso de peligro exterior. Apa-reció de este modo conformado unentendimiento entre totalitarismosque Franco quiso mantener ensecreto para evitar sustraerse a lasayudas occidentales tan precisaspara la reconstrucción del país.Poco después, el 9 de mayo, las pre-siones de la izquierda liberal y bur-

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El famoso Jeep, un vehículo todo terrenofundamental para la infantería.

Los pilotos de aviacióndestacaron por suvalor y sagacidad enambos bandos.

La mujer se incorporó con decisión a las tareas militares de la retaguardia.

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guesa para que España atenuara laidentificación con aquel bloque lle-varon a su retirada de la Sociedad deNaciones10.

La testimonial atención inicialprestada a las cuestiones internacio-nales en Cartagena Nueva se tornóen preferente con ocasión del esta-llido de la Segunda Guerra Mun-dial11. Desde el 26 de agosto el con-flicto pasó a ocupar un espacio fijointitulado “Hora Internacional” ydesde el 5 de septiembre el rotativoperdió su carácter vespertino con elfin de poder incluir las últimas noti-cias, que ocupaban casi por enterolas primeras y últimas planas, de lascuatro de que constaba. Las infor-maciones, como es lógico, aparecíananimadas de un tono partidista, quellevaba a considerar a Polonia comoprovocadora y responsable del con-flicto, a pesar de que durante laGuerra Civil había defendido losintereses nacionales, y minusvalo-rando las pretensiones germanassobre Danzig. El antisemitismotambién afloró desde el principio aldestacar que “…si buscamos los orí-genes de la guerra tendremosque escarbar entre el capitalis-mo judío y sus aláteres… Paracombatir y expulsar a los judí-os no podemos olvidar quesomos descendientes de Fer-nando e Isabel”12.

La Guerra pasó a consti-tuirse en objeto de atenciónde editoriales y lugar propiciopara la actividad propagandís-tica del nuevo Estado, identi-ficado entonces con los regí-menes fascistas. En estesentido la prensa se erigió enfiel reflejo de la adaptacióndel gobierno a la evolución dela contienda, que pasó de laconsigna inicial de neutrali-dad (decreto 4 septiembre1939), a una segunda fase desometimiento a las indicacio-nes de Berlín (no beligerancia)

para, por último, argumentar lasbuenas relaciones que siempre sehabían mantenido con los aliados13.Consecuencia de la neutralidad fuela prescripción dada a la prensa paraque se publicaran los partes de gue-rra de todas las naciones en litigio14.En la Hoja Oficial de Cartagena sesubrayaba que era preciso “…man-tenerse dentro de los límites exactos

de la neutralidad total, sin inclina-ciones hacia ninguna parte de losbeligerantes”15. No obstante, losataques a las actuaciones de Franciay Gran Bretaña aparecían como unaconstante: “…Francia sólo ha expe-rimentado engaños en sus inclina-ciones internacionales, pues seengañó al creer que Mussolini seríadesplazado y que Franco sería ven-

cido por los rojos… Creemosque cometieron un lamenta-ble error al declarar la guerraal III Reich… Los germanosagrupados en torno a unhombre providencial… Fran-cia e Inglaterra, gobierno delFrente Popular, en una libera-loide y semimarxista enotra…”16.

En la misma línea de críti-ca a la política de los aliadosse inscribió la campaña deprensa centrada en el sempi-terno tema de las reivindica-ciones sobre Gibraltar, a pesarde que todos los generales alfrente de las respectivas capi-tanías se mostraron muy sor-prendidos por la propagandafalangista que reclamaba elPeñón17: “…Tenemos volun-tad de Imperio y sabemos que

Cartagena y la Segunda Guerra Mundial consideradas a través de la prensa local

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El mejor ejemplo de la alineación de Franco con las potencias fascistas fue laDivisión Azul, enviada al frente ruso, con el general Muñoz Grandes al frente.

El general Muñoz Grandes, con uniformealemán y la cruz gamada al cuello.

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éste comienza en Gibraltar… Esuno de los objetivos inmediatos dela Falange y de su RevoluciónNacional-sindicalista… Gibraltar esproblema de hoy, problema latentee interno; nuestros asuntos en elexterior han de solucionarse tratan-do con el exterior… De Tánger aGibraltar median pocos kilómetros,la puerta de jambas de fuego, seconvierte en una antorcha y en unalanza…”.

En junio de 1940 los arrollado-res éxitos alemanes (ocupación deFrancia) y la entrada de Italia en lalucha, incrementaron los senti-mientos germanófilos del Régimen,no mostrándose ningún inconve-niente en que los periódicos eviden-ciaran la simpatía española haciaambas dictaduras. El mantenimien-to de una actitud soterradamenteintervencionista, se tradujo en laocupación española de la zonainternacional de Tánger y la restitu-ción a Alemania del Consulado deeste territorio. Hitler y su EstadoMayor prepararon la OperaciónFélix, consistente en atravesar laPenínsula, cerrar el estrecho de

Gibraltar y ocupar Marruecos. Alefecto se llevaron a cabo una seriede entrevistas y reuniones bilatera-les, con participación posterior deItalia, en las que el gobierno deFranco condicionó la viabilidad delplan a la aceptación de una serie dereivindicaciones territoriales y peti-ciones económicas18.

La rotativa cartagenera se hizoeco de la presentación de credencia-les del nuevo embajador de Italia enMadrid, Lequio, quien destacó ensu discurso que “…Italia está empe-ñada hoy, con su aliada Alemania,en una guerra para alcanzar el pues-to que le corresponde por derecho ypara cimentar una paz duradera, ysabe que puede contar con la amis-tad de la nueva España, surgida delsacrificio y la lucha. La sangre verti-da en los campos de batalla españo-les, defendiendo una causa común,han consolidado los lazos que unena los dos países”19. Por su parte, elembajador alemán, Von Stohrer,impuso a Franco la más alta conde-coración de su país que “…no sólosimboliza el recuerdo de las pasadasluchas comunes, sino que, al propio

tiempo, es prueba de la indelebleamistad entre nuestros pueblos ypromesa de una feliz colaboraciónde ambos países en el porvenir”.También fue condecorado el gober-nador civil y jefe provincial delMovimiento en Murcia, VicenteSergio y Orbaneja, quien subrayó“…el paralelismo entre los movi-mientos revolucionarios de la Ale-mania nacionalsocialista y la Españanacionalsindicalista, para lo cualhace una síntesis de la labor deHitler para despertar al pueblo ale-mán y llevarlo, triunfante, almomento actual, y también concre-ta la labor de Franco que ha condu-cido a España a su liberación y a serdueña de sus destinos”20.

El acercamiento de España a laspotencias del Eje se evidenció a tra-vés de una serie de viajes y encuen-tros al más alto nivel llevados a caboentre 1940 y 1942. Así, en septiem-bre de 1940, el ministro de laGobernación y presidente de laJunta Política de Falange, SerranoSúñer, se desplazó a Alemania encompañía de varios consejerosnacionales, el director general dePropaganda, Dionisio Ridruejo, y eldirecto de la agencia Efe, VicenteGallego, con el objeto de estudiar laorganización de la Prensa y la Pro-paganda en el Reich. El Noticieroeditorializaba: “…No estamossolos… El Imperio no es labor deuno solo y sí de una armonía devoluntades con otros… Nuestrasituación de no beligerancia no quie-re decir que España sea diferente.España tiene una misión que des-empeñar en Europa, y cuando lle-gue la hora propia, España actuará.España no tiene reivindicaciones enel continente europeo, ya que no estal la restitución de una antiguapropiedad...”21.

Respecto a la posterior entrevis-ta entre el ministro español y el can-ciller alemán, la información impre-sa se centró en la descripción de los

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El avance de reconquista soviético era imparable,liberando multitud de ciudades del Este.

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gestos protocolarios dispensados aSerrano, quien era consideradocomo fiel colaborador de Franco yun gran amigo de los países del Eje.Se volvía a manifestar que Alemaniae Italia no consideraban a Españaen un papel secundario y sí comoun facto importante y necesario enel tablero continental. En la prensalondinense, tal como era de esperar,la visita desató una oleada de inju-rias y calumnias y “…el argumentopropagandístico de que Alemaniaconstituye una amenaza para la cul-tura europea, su religión y sus cos-tumbres, vuelve a ser puesto en cir-culación, y esto que tanto Alemaniacomo España fueron países que máshicieron para defender la culturaeuropea”. Por su parte, la prensacartagenera, como puntual trans-criptora de las consignas informati-vas emanadas desde los medios cen-trales, destacaba que “…la vozespañola del ministro de la Gober-nación que suena hoy en la amiganación alemana, no es sólo la voz deun gobierno y de un hombre, es lavoz de todo un pueblo que se agru-pa alrededor de su Caudillo y queclava fuertemente su mirada en elfuturo. Es la voz de un estado que serespalda sobre un millón de bayo-netas falangistas que no se deten-drán ante nada para que sea restitui-do hasta el último trozo de nuestrosuelo…”. A continuación, Serrano

se trasladó a Roma, donde se entre-vistó con Mussolini y Ciano. Losdiarios italianos subrayaban que lasaspiraciones hispanas encuadrabanperfectamente en la nueva estructu-ra europea, y que la Guerra Civilrepresentó la primera contribuciónpagada para la reconstrucción deEuropa22.

El 16 de octubre de 1940, Serra-no Súñer, quien ofrecía la imagencasi perfecta del político fascistizadoen la Europa de los años 30 y 40,sustituyó al frente del Ministerio deAsuntos Exteriores al pro-británicocoronel Juan Beigbeder, apenasunos días antes de la entrevista queFranco y Hitler, mantuvieron en laestación de ferrocarril de Hendaya.Durante los meses siguientes, Serra-no fue el interlocutor de las relacio-nes entre España y la Alemanianazi, encaminadas hasta febrero de1941 a conseguir la participaciónespañola en la Segunda GuerraMundial. En cualquier caso, su pre-sencia se correspondió con uno delos periodos de mayor afianzamien-to ideológico del Régimen, en tantoque la política exterior se hizomucho más dinámica y agresiva,mostrando una clara inclinación aparticipar activamente en el conflic-to, en cuanto las dificultades econó-micas del país y las presiones aliadaslo permitieran23.

DE LA “BELIGERANCIAMORAL” DE SERRANOSÚÑER A LA “NEUTRALIDADNECESARIA” DE JORDANA.La presencia en Madrid de Himler,jefe de la Policía alemana, precedióa la mencionada reunión del 23 deoctubre en Hendaya entre ambosdictadores. La prensa desplegó todosu alarde verbal para describir elencuentro, donde se concentraronlos tópicos totalitarios, para reducirel contenido de la reunión a unescueto comunicado oficial, que ElNoticiero insertó en espacio prefe-rente24. A partir de aquí España fueuna nación vinculada al Eje, com-prometida a suscribir el Pacto Tri-partito a cambio de ciertas conce-siones territoriales. El hecho de queéstas nunca llegaran y las circuns-tancias poco propicias del país,determinaron la permanencia tem-poral al margen del conflicto. Noobstante, al poco se produjo laincorporación de Tánger a la zonadel Protectorado español enMarruecos, pasando el Consuladoallí establecido a tener idénticascaracterísticas y funciones que otrasrepresentaciones diplomáticas deigual categoría. Poco después tuvolugar un nuevo encuentro en Salz-burgo entre Ribbentrop, Ciano ySerrano Súñer.

La llamada etapa de la no belige-rancia abarca el periodo de febrero1941 a agosto de 1942. En la pri-mera de las fechas, Franco se entre-vistó con Mussolini en Bordighera ycon el mariscal Petain en Montpe-llier25. El encuentro con el Ducerespondió a los deseos del propioHitler, comprobándose que la inter-vención española en la guerradependía más de éste que de Fran-co, quien, por otra parte, tan solodisponía de trescientos mil hombresen armas que no podía alimentar. Ainstancias de Pietro, embajadorfrancés en Madrid, tuvo lugar lasegunda de las reuniones, con el fin

Cartagena y la Segunda Guerra Mundial consideradas a través de la prensa local

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Liberación de Roma el 25 de abril de 1945.Franco había comenzado ya realizar untímido acercamiento a las potencias aliadas,que se perfilaban como vencedoras.

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de solventar algunos de los proble-mas que su gobierno tenía conEspaña en Marruecos. La coinci-dencia de ambos dirigentes en quela guerra no debía extenderse alEste, no puede interpretarse niremotamente como una alianza; encualquier caso, la entrevista molestóa los elementos más fascistas delRégimen.

La prensa trató de atribuir unaimportancia desmesurada a unasconversaciones en las que Españareiteraba sus simpatías por el Eje yjustificaba su no beligerancia tempo-ral. Durante esta etapa aparecieron,de tanto en tanto editoriales dedica-das a loar al mentor del fascismo,bajo titulares tan altisonantes como“¡Vini Vide Vinci¡ Führer y Césarvencedor”, y con ocasión del discur-so pronunciado por Hitler enMunich en el veinte aniversario dela fundación del Nacionalsocialis-mo, “…el partido político que salvóa Alemania, libró a Europa delcomunismo rojo y realiza la trans-formación más grande que conoció

la Historia del Mundo”26.En los meses de mayo-junio

España pudo de nuevo entrar en laGuerra, pero este hecho no sobrevi-no porque Alemania la trasladó alEste. El ataque a Rusia, el 22 dejunio, pasó a centrar la atencióninformativa. Cinco días después seconstituyó la División Azul, lo queno dejó de representar más que ungesto de buena voluntad hacia Ale-mania, que además sirvió para losintereses del Régimen, aunque lasobligaciones con respecto al pactoTripartito no hacían referencia aeste tipo de ayuda27. Esta decisiónsirvió para avivar las llamas de unfuego aún crepitante, que tuvieronsu plasmación inmediata en lasmanifestaciones populares llevadasa cabo en todo el país y en donde serepetían de forma unánime lasexpresiones de condena al comunis-mo. Las enérgicas palabras de Serra-no Súñer desde la Secretaría Gene-ral del Movimiento, ante cinco milafiliados del SEU, marcaron elpunto de arranque28. Cartagena

también se sumó a estas muestras derepulsa, en tanto que en su prensase reiteraban las consignas y se alen-taba a la población: “…Con ladeclaración de la guerra germano-rusa comienza el fin de la luchacontra el comunismo, lucha queprincipió en suelo hispano… Enesta Cruzada –no de otra formapuede calificarse– contra el comu-nismo se han alistado todos los pue-blos, que empeñados en la gloriosatarea de implantar en Europa unnuevo orden de justicia recta, novacilan en derramar su sangre por elfuturo de realidades justas…”. Losataques iban dirigidos también con-tra las naciones democráticas euro-peas y Roosevelt29.

La Jefatura Provincial de Mili-cias, de acuerdo con la del Movi-miento, y siguiendo las instruccio-nes del Mando nacional, organizóen todas las localidades oficinas deEnganche de voluntarios paraluchar en el frente ruso. En Murcia,la lista apareció encabezada por elgobernador civil y jefe provincial

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El famoso desembarco de Normandía (“el día D a la hora H”).La guerra en Europa estaba cerca de acabar.

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del Movimiento, Julio Iglesias-Ussel. Surgía la División Azul, a laque la Falange de Cartagena sesumó con “indescriptible fervorpatriótico”, que luchó en el frentede Leningrado como aliada activade Alemania entre agosto de 1941 yoctubre de 1943. Al tiempo, lasdeclaraciones de Serrano Súñer a laprensa germana no hacían más quecorroborar la posiciónespañola: “…No puedeser otra que la de la másresuelta beligeranciamoral al lado de nues-tros amigos y frente almás odiado de todos losenemigos de los españo-les. Esta beligeranciamoral tiene que com-pletarse, y se completa-rá, con una beligeranciafísica sobre el campo debatalla…”30. El ataquejaponés a Pearl Harborel 7 de diciembre deter-minó la entrada deEstados Unidos en laGuerra. Al tiempo, elgobierno español pro-mulgó una ley reorgani-zando el Alto Comisa-riado de Marruecos, entanto que la extensióndel conflicto mundialis-ta al Extremo Oriente lellevaba a ratificar suposición de no belige-rancia31.

Los años 1942 y 1943 resultarondecisivos para la Guerra y, porextensión, para la política exteriorespañola. La crisis desatada a nivelinterior llevó a Franco, en septiem-bre del 42, a asumir directamente lapresidencia de la Junta Política deFalange y a sustituir a SerranoSúñer por Gómez Jordana al frentedel Ministerio de Asuntos Exterio-res32. De las reuniones del Consejode Ministros celebradas del 17 al 20de dicho mes surgieron una serie de

declaraciones en las que se reafirma-ba la política sostenida durante losseis últimos años, considerada con-secuente con el espíritu falangista,el sentimiento anticomunista delMovimiento y los imperativos delnuevo orden europeo, motivada porla amistad con Portugal y la solida-ridad histórica con los países ibero-americanos33.

El desembarco aliado en Casa-blanca, en noviembre de 1942,puso de manifiesto el giro que seestaba operando en el campo debatalla. A la derrota alemana en Sta-lingrado, le siguieron la irrupciónaliada en Sicilia (junio de 1943) y eldesmoronamiento del régimen fas-cista en Italia, sucesos que provoca-ron un cambio irreversible en eldesarrollo de la Guerra. La derrotagermana era posible34. Por otraparte, Franco dispuso el cese del

apoyo al Reich y Jordana declaró suproclividad hacia los aliados. Con-secuencia, el 1 de octubre de 1943España retornaba a la posición deneutralidad35. Al mes siguiente, laDivisión Azul abandona la UniónSoviética.

Desde principios de 1944, laevolución de la guerra obligó a losresponsables de la prensa y la radio

a variar sus posicionesrespecto a la políticainternacional con el finde ir acomodando laopinión pública españo-la a la previsible derrotade los fascismos36. Enmayo el gobierno fran-quista puso fin a lasexportaciones de wolfa-mio a Alemania, expul-só a los agentes germa-nos en Tánger yclausuró la misión japo-nesa, al tiempo quefirmó un acuerdo secre-to con Estados Unidos yGran Bretaña compro-metiéndose a colaboraren temas militares. Y enseptiembre, siendo yaLequerica ministro deAsuntos Exteriores,desde El Pardo se dieronuna serie de directrices ala prensa para que seevitara cualquier orien-tación germanófila en

las noticias y se destacasen los triun-fos angloamericanos37. La conferen-cia de Postdam (julio-agosto de1945) marcó el final de la contien-da y el inicio de una nueva etapa deaislamiento del régimen español, degran impacto a nivel interior.

CARTAGENA, SU REFLEJO ENLA PRENSA LOCAL La represión representó una de lasseñas definitorias de los primerosaños del franquismo en Cartagena,represión que se manifestó en tres

Cartagena y la Segunda Guerra Mundial consideradas a través de la prensa local

CARTAGENA HISTÓRICA 13

Franco comprendió la imposibilidad de mantener el viejoalineamiento con las potencias fascistas. Intento

aproximarse a los aliados, pero éstos le dieron la espalda.

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ámbitos perfectamente interrelacio-nados: los consejos de guerra, laintervención en la vida civil con elfin de depurar los elementos extra-ños al sistema y la impregnación deun terror cotidiano que coadyuvabaal mantenimiento de la situación38.Esta fascistización tuvo en la Falangelocal al elemento “encuadrador demasas” y en la prensa a un vehículode su proselitismo ideológico, sinolvidar el influyente papel del Con-sulado alemán en la ciudad, dirigi-do por Henrich Kart Fricke. A ins-tancias de éste comenzó a funcionarla Academia Alemana de Munich,como una sección del Colegio His-pania, que en horario de tarde-noche se ocupaba de la enseñanzade la lengua germana. Más allá ibael colegio Alemán, dirigido porHellmunt Prauser, que acogía alum-nos de párvulos, primera enseñanza,ingreso y bachillerato. Ambos cen-tros eran privados, contaban conprofesores nativos y se anunciabanen las páginas de El Noticiero, endonde se incluían referencias a lasfiestas y actividades que organiza-ban. A las mismas solía acudir lacolonia alemana en la ciudad, la tri-pulación de los barcos de esta nacio-

nalidad surtos en el puerto, padresde alumnos, amigos del Colegio asícomo las autoridades locales39.Muestras del cambio en la fisono-mía de la ciudad representaron ladenominación marcada en los espa-cios públicos: cafetería “Germanía”,cinema “Alcázar”, etc.

La publicación de revistas ale-manas en lengua española era desta-cada por la prensa cartagenera comouna muestra más de la identifica-ción del Régimen con el Reich. DeSignal, se decía: “…su lectura es enextremo interesante, ya que se reco-gen en ella los documentos másimpresionantes de la guerra actual”.Desde hacía varios meses se publi-caba Deradler, “…un producto delVerlag Scherl de Berlín, dedicadaíntegramente a la victoriosa Armaaérea germana, con ilustracionesmagníficas de las admirables proe-zas que diariamente realiza”40.

Idéntico valor se le otorgaba aactos como la celebración deencuentros musicales hispano-ale-manes, la apertura en Barcelona dela Oficina Central de las líneasférreas germanas o la creación de laAsociación Hispano-Germana. Elpresidente de ésta, general Moscar-

dó, al aludir a sus orígenes y finesdestacó: “…No surge realmente deesta coyuntura. Las relaciones espi-rituales de España con Alemaniatienen honda raigambre. Si en elmomento presente han conseguidoun mayor empuje ha sido porqueuna y otra son campos de batalla dela cultura europea. Hacia el Surnosotros, hacia el Este ellos; nuestraAndalucía es su Prusia oriental…En estos momentos en que Españareconoce sus irreparables ausencias,queremos estar muy cerca del pue-blo alemán…”. La Asociación trata-ba de reunir a todos aquellos gruposnacionales que tuvieran algún tipode relación cultural, técnica o eco-nómica con Alemania41.

En contraposición con la depau-perada situación económica nacio-nal, se constata la inclusión en eldiario cartagenero de noticias yanuncios destinados a mostrar laprosperidad de Alemania. Al tiem-po, desde la Delegación Nacionalde Sindicatos comenzaron a organi-zarse expediciones laborales a estepaís, que constituyeron el germende un flujo migratorio de posterioreclosión, pero que ahora perseguíaun doble propósito: ayudar a un

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La consecuencia más directa de laguerra: varios millones de muertos.

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aliado político-ideológico y comomedio para paliar la maltrechasituación de muchas familias. Así,490 productores de Murcia partie-ron en agosto de 1942 con tal desti-no, en su mayoría excombatientesde la División Azul, “…para seguircontribuyendo al aplastamiento delcomunismo con el esfuerzo de sutrabajo después de haberlo hecho

con las armas en las avanzadas delEste… Como se sabe, van todoscontratados en ventajosas condicio-nes y hacen en el país amigo unavida higiénica, que contribuye a supropio bienestar y su mejor rendi-miento”42.

Finalmente, la derrota de laspotencias del Eje dispuso un cam-bio en la imagen política del Régi-

men, que llevó al progresivo aban-dono del ornamento falangista y ala reiteración de su carácter católicoy anticomunista, tal como pudoreflejarse en la vida de la ciudad yapareció expresado en El Noticierode Cartagena. �

Cartagena y la Segunda Guerra Mundial consideradas a través de la prensa local

CARTAGENA HISTÓRICA 15

1 SINOVA, Justino: La censura de prensa durante el franquismo (1936-1951). Barcelona, Debolsillo, 2006. pp. 36 y ss. CHULIÁ, Elisa:El poder y la palabra. Prensa y poder político en las dictaduras. El régi-men de Frano ante la prensa y el periodismo. Madrid, UNED, 2001.TERRÓN MONTERO, José: La prensa en España durante el régimen deFranco. Un intento de análisis político. Madrid, CIS, 1985.SEVILLANOCALERO, Francisco: Propaganda y medios de comunicación en el fran-quismo. Publicaciones de Universidad de Alicante, 1998. CORA PARA-DELA, José de: Panfletos y prensa: Historia secreta del franquismo.Madrid, Ediciones 99, 1977.

2 FERRÁNDIZ ARAUJO, Carlos: Las publicaciones periódicas en Carta-gena. Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1979.

3 MARTÍNEZ LEAL, Juan: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939). Universidad de Murcia/ Ayuntamiento de Cartagena, 1993.MARTÍNEZ PASTOR, Manuel: Cinco días de marzo de 1939. Cartage-na, Agua, 1992. NICOLÁS MARÍN, Mª Encarna: Instituciones murcia-nas en el franquismo (1939-1962). Murcia, Editora Regional, 1982.Idem: “Los poderes locales y la consolidación de la dictadura franquis-ta”, Ayer (El primer franquismo, 1936-1959), 33. pp 65-85.

4 EGEA BRUNO, Pedro Mª: Cartagena Nueva o la Falange que pudo ser:Un modelo de prensa fascista de postguerra, Anales de Historia Con-temporánea, 12. Universidad de Murcia, 491-506.

5 Archivo Municipal de Cartagena (AMC): Caja 1297. Varios, Año 1939.6 AMC: Actas Capitulares, 30-09-1939. Fol.378 r.7 RODA ALCANTUD, Cristina: “Un ensayo de prensa municipal en la

postguerra: La Hoja Oficial de Cartagena (1939-1940)”, Anales deHistoria Contemporánea, 12. Universidad de Murcia, pp. 507-519.

8 Hoja Oficial de Cartagena, 6 diciembre 1939, 2 y 9 abril 1940.9 El Noticiero, 5 julio 1940. AMC: Caja 1297. Varios, Año 1939.10 TUSELL, Javier: Franco, España y la II Guerra Mundial. Madrid, Temas

de Hoy, 1995. pp.22-23. JIMÉNEZ QUÍLEZ, Manuel: Proceso irregu-lar (España y la ONU). Madrid, oficina Informativa Española, 1947.

11 Vid. GARCÍA ALIX, Conrado: La prensa española ante la Segunda Gue-rra Mundial. Madrid, Editora Nacional, 1974.

12 Cartagena Nueva, 12 septiembre 1939. Vid. ANNI, Haim: España, Fran-co y los judíos. Madrid, Altalena, 1982. YSART, Federico: España y losjudíos en la Segunda Guerra Mundial. Barcelona, DOPESA, 1973.

13 MORALES LEZCANO, Víctor: “Neutralidad y no beligerancia en laEspaña del siglo XX”, Historia 16, 53. pp. 11-12. Idem: Historia de lano beligerancia española durante la II Guerra Mundial (VI-1940, X-1943). Cabildo de Las Palmas, 1995. VV.AA.: El Primer franquismo:España durante la Segunda Guerra Mundial. V Coloquio sobre HistoriaContemporánea de España, dirigido por Manuel TUÑÓN DE LARA.Madrid, Siglo XXI, 1989.

14 SINOVA, J.: Op. cit., p. 221. En El Noticiero apareció una sección fija,“Comunicados de guerra”, en la que se insertaban informaciones pro-cedentes del Ministerio del Aire y Seguridad Interior inglés, el CuartelGeneral de las Fuerzas Armadas italianas, el Alto Mando del Ejércitoalemán, el Alto Mando del Ejército griego, etc. Las agencias Cifra, Tra-socean y, sobre todo, EFE remitían sus corresponsalías desde diversasciudades del mundo.

15 Hoja Oficial de Cartagena, 10 mayo 1940.16 Hoja Oficial de Cartagena, 7 febrero y 18 junio 1940. ALPERT, M.:

“Las relaciones hispano-británicas en el primer año de la posguerra:Los acuerdos comerciales y financieros de Marzo de 1940”, Revista dePolítica Internacional, 147. pp. 13-29.

17 Hoja Oficial de Cartagena, 13 junio 1940. 18 TUSELL, J.: Franco, España y la II Guerra Mundial. Op. cit., pp. 83 y

ss. TUSELL, Javier; QUEIPO DE LLANOS, Genoveva: Franco y Musso-lini. La política española durante la Segunda Guerra Mundial. Barcelo-na, Planeta, 1985.

19 El Noticiero, 6 septiembre 1940.

20 El Noticiero, 7 y 9 septiembre, y 4 octubre 1940.21 El Noticiero, 12 y 16 septiembre 1940.22 El Noticiero, 17 y 18 septiembre, y 2 octubre 1940.23 SERRANO SÚÑER, Ramón: Entre el silencio y la propaganda. La His-

toria como fue. Memorias. Barcelona, Planeta, 1977, pp 283-357.24 El Noticiero, 24 octubre 1940. “El Führer ha tenido hoy con el Jefe del

Estado español Generalísimo Franco, una entrevista en la frontera his-pano-francesa. La entrevista ha tenido lugar en el ambiente de cama-radería y cordialidad existente entre ambos países. Tomaron parte enlas conversaciones el ministro de Relaciones Exteriores del Reich, VonRibbentrop y el Ministro de Asuntos Exteriores de España, señor Serra-no Súñer”. Vid. GARRIGA, Ramón: Las relaciones secretas entre Fran-co y Hitler. Buenos Aires, Jorge Álvarez editor, 1965.

25 El Noticiero, 13 y 14 febrero 1941. TUSELL, Javier: Franco, España yla II Guerra Mundial. Op. cit., pp.193-196.

26 El Noticiero, 14 marzo 1941.27 HUGUET, Montserrat: “La política exterior del franquismo (1939-

1975)”, en La política exterior de España (1800-2003), Juan CarlosPEREIRA (coord.). Barcelona, Ariel, 2003. pp. 497-498.

28 El Noticiero, 25 junio 1941. “Camaradas: No es hora de discursos.Pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia con-denatoria: ¡Rusia es culpable¡ Culpable de nuestra Guerra Civil. Culpa-ble de la muerte de José Antonio, nuestro fundador. Y de la muerte detantos camaradas y tantos soldados caídos en aquella guerra por laagresión del comunismo ruso. El exterminio de Rusia es exigencia dela Historia y del porvenir de Europa”.

29 El Noticiero, 27 junio 1941.30 El Noticiero, 4 julio 1941. Vid. ESTEBAN INFANTES, Emilio: La Divi-

sión Azul (donde Asia comienza). Barcelona, Editorial AHR, 1956;PROCTOR, Raymond: Agonía de un neutral. Las relaciones hispano-alemanas durante la II Guerra Mundial y la División Azul. Madrid, Edi-tora Nacional, 1972; KLEINFELD, Gerald R., TAMBS, Lewis A.: LaDivisión española de Hitler. La División Azul en Rusia. Madrid, Edito-rial San Martín, 1979.

31 El Noticiero, 8, 15 y 19 diciembre1941.32 TUÑÓN DE LARA, Manuel; VIÑAS, Ángel: “La España de Franco” en

Historia de España. Madrid, Historia 16, 1136-1140.33 El Noticiero, 3, 22 y 23 septiembre 1942.34 El Noticiero. Sección “Italia al día”: varias fechas julio-septiembre

1943. RUHL, Klaus-Jörg: Franco, Falange y el “Tercer Reich”: Españaen la Segunda Guerra Mundial. Madrid, Akal, 1986. pp. 212-250.

35 CALDUCH CERVERA, Rafael: “La política exterior española durante elfranquismo” en La política exterior española en el siglo XX. Madrid,Ediciones Ciencias Sociales, 1994. pp. 115-117.

36 MARTÍN DE LA GUARDIA, Ricardo; PÉREZ SÁNCHEZ, Guillermo:“Opinión pública y medios de comunicación”, en La política exterior deEspaña (1800-2003), Juan Carlos PEREIRA (coord.). Barcelona, Ariel,2003. pp. 162-163.

37 Vid. HAYES, Carlton J.H.: Los Estados Unidos y España. Una interpre-tación. Madrid, Edit. EPSA, 1952; DZELEPY, E.N.: Franco, Hitler y losEstados Unidos. México, Era, 1963. PEREIRA, Juan Carlos: Introduc-ción al estudio de la política exterior de España (Siglos XIX y XX).Madrid, Oficina Informativa Española, 1982. pp. 184-185.

38 EGEA BEUNO, Pedro Mª: La represión franquista en Cartagena (1939-1945). Murcia, PCPE, 1987. pp. 41 y ss.

39 El Noticiero, diferentes fechas a partir de diciembre de 1940.40 El Noticiero, 26 diciembre 1940. Vid.: DELGADO GÓMEZ-ESCALONI-

LLA, Lorenzo: Imperio de papel: Acción cultural y política exteriordurante el primer franquismo. Madrid, CSIC, 1992.

41 El Noticiero, 7 octubre 1941; 5 y 6 agosto 1941, y 6 julio 1942.42 El Noticiero, 2 agosto 1941; 13 julio y 6 agosto 1942.

NOTAS

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16 CARTAGENA HISTÓRICA

El siglo XVIII fue deuna gran movilidadinstitucional, de remo-delación del EstadoModerno, lo cual con-

llevó un proceso de lucha contra lasecular atomización del poder, deintensa reglamentación y centralis-mo. La administración municipalno escapó de esta tendencia, másbien todo lo contrario, puesto quelas reformas se hicieron para limitarel poder y las enormes competen-

cias de las elites locales en provechode una uniformidad administrativay legislativa a nivel nacional contro-lada por los primeros Borbones y suenorme maquinaria burocrática deinspiración francesa. El municipioera una institución todopoderosa,antagónica con las aspiraciones deexpansión y control del estado cen-tral. Además, coexistían diferentesrealidades y modelos, divididos enfunción de la extensión e importan-cia del municipio, su constitución

legal histórica y su pertenencia a undeterminado reino. El modelo másextendido era el castellano. A pesarde las diferencias, podemos decirque el municipio se caracterizabapor haber perdido en buena partesu dimensión política por no reu-nirse de forma cotidiana las Cortes.Habían por tanto concentrado suactividad en la administración delpatrimonio municipal y la gestiónde los servicios. El ayuntamiento sehabía convertido en una maquina-

CARTAGENA 1700-1722

Gobierno Municipal y coyuntura política

EEssttrruuccttuurraa yy ffuunncciioonnaammiieennttoo ddeell CCaabbiillddoo MMuunniicciippaall ccaarrttaaggeenneerrooeenn llaa cceennttuurriiaa ddeell sseetteecciieennttooss;; rreepprreesseennttaanntteess ddeell ppooddeerr rreeaall::

llaa ffiigguurraa ddeell CCoorrrreeggiiddoorr..

FRANCISCO J. FRANCO

Tiene su origen en la Baja Edad Media, aunque es en la Edad Moder-na cuando se convierte en una figura clave para lograr el intervencio-nismo regio en las corporaciones locales. A partir de los ReyesCatólicos el cargo se consolida, especialmente en 1500 y 1648, envirtud de sendas Instrucciones para Corregidores y numerosas prag-máticas y leyes que las profundizan y completan. La principal carac-terística es la complejidad de sus atribuciones, variadas según elreino y las épocas, así como en función de los rasgos particulares delmunicipio.

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ria al servicio de los intereses deunos grupos de poder que confun-dían su propio patrimonio con lagestión municipal, que realizabanen función de su propia perspectivafamiliar y siguiendo costumbresseculares.

La gestión municipal no era sen-cilla. Conllevaba una enorme dedi-cación y se complicaba por la fragi-lidad económica de una sociedadmarcada por las contingencias de lavida rural, la escasez de comunica-ciones, el atraso de lossistemas de comercializa-ción interior y la depen-dencia climática. Era unequilibrio difícil de man-tener, especialmente enépocas de epidemia,mala cosecha o guerra.El único freno posible alcontrol de los poderososhasta las reformas de1766 era el representan-te del poder real, elcorregidor. La interven-ción de estos alcanzaba alos mas variados aspectosde la vida concejil y estosuponía a veces la exis-tencia de roces y tensio-nes, especialmente en loscomienzos de su manda-to, cuando acudían conel ardor propio del neófi-to, las consignas bienaprendidas y la defensade los intereses del Monarca porbandera. El desarrollo de la rela-ción, que solía durar tres o cuatroaños a lo sumo, dependía, no cabeduda, del carácter del corregidor, suvinculación previa con la ciudad ysu condición política o militar.Desde el primer día, los poderososdel municipio tanteaban al nuevoinquilino municipal de diferentesmaneras: con halagos, haciéndolocómplice de determinadas situacio-nes o alejándolo con tácticas disua-sorias de los asuntos municipales. Si

el neófito persistía en realizar conrigor su tarea era fácil conseguirque los vecinos lo despreciasen oconseguir su destitución por cual-quier motivo.

Pese a todo, podemos decir quedurante el siglo XVIII el poder cen-tral consiguió con una activa acti-tud reformista y legislativa en algu-nas décadas lo que sus representan-tes en los municipios no pudiesendurante siglos: fiscalizar el controlde los capitales y los abastos, con-

trolar la recaudación de impuestos,reducir las competencias municipa-les y conseguir una tímida represen-tación popular con el nombramien-to de los síndicos personeros y losrepresentantes del común en virtudde las reformas del 66. Se consiguiócrear a lo largo del siglo unacorriente de opinión contraria a laperpetuidad de los oficios munici-pales, sin embargo el apartamientode la vida municipal de determina-das familias era muy complicadoporque conllevaba una transforma-

ción revolucionaria desde el puntode vista socioeconómico, pues laactividad política municipal seasentaba sobre una serie de privile-gios seculares y un sistema produc-tivo que giraba en torno al sistemaseñorial.

La realidad es compleja y nospermite concluir que las tendenciasreformistas concebidas en torno a lavida municipal, vitales para iniciarreformas de otro tipo, se vieron obs-taculizadas por la ausencia casi total

de una burguesíacomercial que hubieseplanteado una alterna-tiva a la estructura eco-nómica tradicional yhubiese podido ser sos-tén y soporte de la polí-tica borbónica. Masbien al contrario, laescasa burguesía se vedeslumbrada por losencantos del AntiguoRégimen y, cuandoconsigue su principalobjetivo, el ascensosocial, se acomoda ytraiciona a si mismaimitando a los gruposprivilegiados, aceptan-do la realidad económi-ca y prescindiendo desu propia naturaleza. Lapieza fundamental delReformismo Borbónicoa nivel municipal era el

Corregidor. Por rango y protocolo,era la máxima autoridad a nivelmunicipal, e imprescindible paraque se celebrasen las sesiones delCabildo. Podía ejercerse directa-mente o por medio de un sustitutoque, en el caso de Cartagena, segúnlas épocas y las circunstancias podíaser un Alcalde Mayor, un Tenientede Corregidor o, incluso, el decanode los regidores. En algunas etapasexistió corregidor de letras y, otrasveces, ejercía el control del munici-pio la propia autoridad militar,

CARTAGENA HISTÓRICA 17

Antiguo Ayuntamientode Cartagena

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directamente o mediante represen-tación a través del Alcalde Mayor.

El cargo de Alcalde Mayor enCartagena estaba ligado a la regidu-ría de la familia Panes, quedandoeste privilegio consumido en 1679,pasando su nombramiento a ser pri-vilegio real. Durante la Guerra deSucesión, la familia Panes, sospe-chosa de colaborar con el enemigo,perdió su capacidad de rondar denoche con el Alguacil Mayor y deocupar asiento preferente, lo cualles fue restituido en 1732.

La figura del corregidor, segúntestimonio de Castillo de Bobadilla,se había ido consolidando desde laBaja Edad Media1. Era una figuraprimordial dentro del organigramapolítico nacional y una baza impor-tante para las aspiraciones centralis-tas seculares de la Monarquía. LosReyes Católicos comenzaron aimpulsar estos oficios, que se exten-dieron a todos los municipios y vie-ron determinadas sus competenciascon mayor precisión en virtud de

las ordenanzas de 1500. La repre-sentación real tiene un fundamentopolítico indudable pero, al mismotiempo, sus competencias se extien-den al terreno fiscal, siendo loscorregidores garantes de la recauda-ción de los impuestos del estado, yse supone que debían ejercer en elmunicipio una labor de control. Larealidad cotidiana de los ayunta-mientos hace que, en la práctica,existan enormes limitaciones deestas amplias facultades.

Durante el siglo XVIII el con-trol estatal sobre los municipios vaavanzando posiciones. Se producetras la llegada a España de la nuevadinastía una reorganización de losmecanismos de relación entre elpoder central y los corregidores,estableciéndose junto a ellos desde1718 de forma generalizada losintendentes. Esto supone, por unlado, la asimilación administrativade todo el territorio nacional y, porotro, la aceptación del espírituabiertamente centralista propio de

la administración francesa2. A pesarde los enfrentamientos con loscorregidores y las iniciales reticen-cias, la implantación del intenden-te de provincia va a ser una realidaden la segunda mitad del XVIII, que-dando absorbida por esta figura elcorregimiento de las capitales yconvirtiéndose en guía y punto dereferencia para los corregidores detodos los municipios a nivel provin-cial. Las reformas municipales de1766 llevadas a cabo por el rey Car-los III determinaron definitivamen-te las competencias, quedando enmanos de los intendentes los asun-tos fiscales y militares y a los corre-gidores los de índole judicial yorden público3.

Los corregidores del setecientosven recompensada su labor con unnotable incremento salarial. ElCabildo de Cartagena, en estocomo en otras muchas cosas es uncaso especial, pues el Corregidor nocobra, teniendo como única recom-pensa el pago de los 200 ducados

18 CARTAGENA HISTÓRICA

Dos imágenes de la Cartagena que se fue.

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que importaba el alquiler de su casaen la Calle Mayor y de los 100 de lade su ayudante, gastos estos quecosteaba el ayuntamiento conmayor o menor puntualidad, segúnel talante del Corregidor y el estadode las relaciones. Esta falta de sol-vencia económica era defendida atoda costa por los regidores, relacio-nando la no existencia de soldadacon la escasez de caudales de lasarcas municipales, lo cual choca atodas luces con el hecho de que losregidores si recibían compensacio-nes económicas por el desempeñode sus comisarías. No cabe duda deque la insolvencia del Corregidor lesituaba en el terreno que beneficia-ba a las elites: ser vulnerable antedeterminadas prebendas, proposi-ciones y negocios. Era una forma dehacerle cómplice o comprar susilencio ante la realización de deter-minadas prácticas seculares quebeneficiaban solo a unos pocos.

El periodo de permanenciasegún la normativa era de un año,

aunque en la práctica se transgredíael espíritu de la ley, nombrándosepor un trienio y se prorrogaba aveces hasta un sexenio. En Cartage-na la media entre 1702 y 1766 fuede 5 años. Las diferencias de perma-nencia entre los corregidores milita-res y los de letras fueron grandes.En lo que afecta al corregidor deletras, detectamos una media deestancia de 3 años. Sin embargo, loshay de duración muy breve, sinduda debido a la especial implica-ción de los corregidores en losasuntos turbios de los grupos depoder en la Guerra de Sucesión, laenorme complicación de la admi-nistración municipal y la inestabili-dad de las relaciones del ayunta-miento con otros poderes como elmilitar, el eclesiástico y los de la ciu-dad de Murcia. En los periodos enlos que hubo corregidor militarexistió una mayor permanencia enel cargo, con una media de sieteaños, lo que se explica por estarsujeto a usos militares y la estabili-

dad política que consiguieron desdela unión de ambas jurisdicciones en1722.

Tenemos constancia de que losrepresentantes del poder real enCartagena, especialmente el corre-gidor Ayuso, tuvieron tras su estan-cia en la ciudad una brillante carre-ra política, judicial o administrati-va, llegando a la conclusión de queesta plaza era una prueba en el“Cursus Honorum” de la adminis-tración española. Es un lugar untanto peculiar en cuanto a su admi-nistración, por las razones antesapuntadas, y resulta curioso que,mientras en todo el territorionacional se tiende a una racionaliza-ción y determinación de cuales sonlos lugares de corregimiento deletras y a cuales corresponde que lajurisdicción militar detente tam-bién el civil, aquí sucede todo locontrario, sucediéndose todo tipode combinaciones y situaciones enun ambiente de provisionalidad ydialéctica permanente entre la espa-

Cartagena 1700-1722. Gobierno Municipal y coyuntura política

CARTAGENA HISTÓRICA 19

El poder municipal controlaba hasta lo más pequeños detalles de la vida cotidiana.

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da y la toga, entre los poderes loca-les y la administración central.

El profesor Marina Barba detec-ta una creciente exigencia de estu-dios y experiencia jurídica, así comouna creciente literatura teórica ylegislativa tendente a definir lascompetencias de los funcionariosreales, tan sometidos a los usos polí-ticos de cada localidad. Los elegidosjuraban ante el Consejo, la Chanci-llería o la Audiencia y lo repetíandespués en el ayuntamiento en elmomento de la recepción del oficio,entregando las fianzas, suscritas endocumento ante escribano. En elprimer cabildo que preside se haceconstar en el Acta Capitular corres-pondiente las competencias exactasque tiene encomendadas en virtudde la ordenanza vigente.

La llegada de un nuevo corregi-dor se inicia con su notificación alayuntamiento. El Cabildo iniciaentonces los preparativos, designan-do de entre los regidores los comisa-rios que debían recibirlo y cumpli-mentarlo. En Cartagena se designa-ban dos, casi siempre pertenecientesal grupo de poder que controlaba elayuntamiento, pues considerabanoportuno manifestar rápidamente

al neófito cuales eran las costumbresdel lugar y quienes las imponían.Durante el primer cuarto del sigloel honor recaía casi siempre en lasprimeras figuras de la vida políticamunicipal como los hermanos Mar-tínez-Fortún o los González deRivera. Era sabido por los podero-sos que el primer contacto con elrepresentante del poder real eramuy importante y que, en ocasio-nes, determinaba la relación duran-

te sus tres o seis años de mandato.Sus primeros escarceos con los regi-dores suelen ser algo traumáticos,por el choque entre la mentalidadcentralista y legalista que suele tenerel funcionario (especialmente si esmilitar o jurista) y el recuerdo pró-ximo de las advertencias previas queles hacían en Madrid contra tales ocuales vicios de la vida de la pobla-ción; y la tendencia de las elites depoder a mantener a toda costa hábi-tos relacionados con el funciona-miento de las sesiones, la asistencia,las relaciones internas o el controlde la economía. La partida suelenganarla a medio y largo plazo losregidores, que son mayoría y consi-guen generalmente sus propósitoscon el plante, el boicot y el aisla-miento del corregidor. Lo normal esque éste acabe cediendo en susplanteamientos y aceptando esasviejas tradiciones e, incluso, incor-porándose a esa maraña de relacio-nes socioeconómicas que resultantan provechosas para una minoríade los cartageneros.

Cuando el corregidor resultatozudo y no cede en sus plantea-mientos, suele ver en peligro sucarrera, la estabilidad del orden

20 CARTAGENA HISTÓRICA

La escuela de Guardamarinas: ejemplo del desarrollo militar .

La mayoría de los regidores poseíanvivienda en el casco antiguo.

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público (el pueblo resulta fácil demanejar) e, incluso, su propia inte-gridad física. Si el neófito es, ade-más, reformista, los poderosos locastigan con toda suerte de malda-des que minen su moral e impidansus propósitos. El siglo XVIII es,por tanto, para Cartagena y paracasi toda España una etapa de tran-sición de cruce de tendencias cen-trípetas y centrífugas a nivel admi-nistrativo, de resistencia de viejospoderes a desaparecer. La caída serálenta y el costoso proceso no culmi-nará hasta la época del ayuntamien-to constitucional del siglo XIX.

El gobierno político de la vidamunicipal cartagenera estuvo mar-cado por ser una importante plazamilitar, unificándose ambas juris-dicciones desde 1722, lo cual con-tribuyó a militarizar la sociedad y ahacer avanzar por imposición elproceso de centralización adminis-trativa. Los gobernadores tenían,por tanto, una triple función: mili-tar, con amplias facultades desde1728 en que se convierte en sededel Departamento de Marina delMediterráneo, política, con depen-dencia directa del Consejo de Casti-lla, y jurídica bajo la tutela de laChancillería de Granada. Losgobernadores militares están asisti-dos en virtud del Reglamento Mili-tar de 1706 por un Teniente de Rey.La implicación entre ayuntamientoy milicia es importante desde 1703en que se permite la existencia deun Regimiento Concejil de Infante-ría formado por diez compañías de50 hombres de reclutamiento diri-gidos por regidores con rango deCoronel, Capitán, Teniente Coro-nel, Sargento Mayor y ayudantes.Funcionaba sobre todo en época deguerra. Era expresión esta milicia deindependencia respecto de las mili-cias provinciales.

Una vez que era introducido alas salas capitulares, presentaba yleía su título y prestaba juramento

ante el corregidor anterior o el inte-rino, quien le trasmitía la vara quesecularmente simboliza en nuestropaís la máxima autoridad munici-pal, jurando a continuación sucargo. Se comprometía a servir conhonradez y diligencia al rey y, almismo tiempo, respetar los usos,costumbres, juros y ordenanzas dela ciudad. Se hacía especial referen-cia en sus funciones al cuidado delos impuestos, los abastos y losmontes. El juramento, en fin, noera sino una proclamación públicade los poderes y obligaciones delCorregidor. Tras esto, presidía elresto de la sesión.

COMPETENCIAS DE LOS CORREGIDORES.El papel del Corregidor era difícilen cuanto que era intermediario de

dos poderes, el estatal y el local,enfrentados en el siglo XVIII enuna dialéctica continua entre elcentralismo y el localismo, entre lamodernidad y la tradición. El repre-sentante real debe ejecutar las nor-mas emanadas de la Corona y, almismo tiempo, convivir en la ciu-dad y presidir la institución munici-pal. Suelen, por tanto, alternar lamano dura con la conciliación y elconsenso. Las relaciones dentro dela corporación suelen ser al princi-pio tensas, pues el Corregidor llegaaleccionado y con el ardor del neó-fito. Los capitulares cartagenerosprocuraban agasajarlos en su llegadacon presentes en joyas y en metáli-co, con una invitación a relajarse ydejarse llevar por la aceptación delos usos y costumbres locales. Salvoen el caso especial por la Guerra de

Cartagena 1700-1722. Gobierno Municipal y coyuntura política

CARTAGENA HISTÓRICA 21

El monte del Calvario: símbolo de la mútua dependencia de los poderes civil y eclesíasticos.

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Ayuso, los corregidores se muestranal principio poco entusiasmadospor los agasajos. En esta primeraetapa las relaciones suelen ser fran-camente traumáticas. El represen-tante real no pierde cabildo, es rigu-roso con el reglamento, impone laley sobre los privilegios y actúasobre los regidores de una formacoactiva. Estos alternan frente alnuevo inquilino la lisonja frente a lapresión, pasan con rapidez delintento de avenimiento a pequeñastácticas de obstrucción de la vidamunicipal como son las ausencias oretrasos generalizados, los debatescaóticos o las trampas administrati-vas al neófito, aprovechando el des-conocimiento de las particularida-des del ayuntamiento.

En pocos meses se entra en unasegunda fase. Puede que la enemis-tad y desencuentro entre el Corregi-dor y los capitulares se perpetúe,como sucediese en los años delCorregimiento de Miguel deRueda, cuando el poder real inten-taba recomponerse frente a lospoderosos tras la Guerra de Suce-sión. En este caso la vida municipalse convierte en una dialéctica y caospermanente, resintiéndose muchola vida municipal. El Corregidorsufre en estos casos una presión per-manente e insoportable por partede sus vecinos, llegando a veces a lacategoría de conflicto de ordenpúblico. Lo normal es que exista unconsenso, que el representante de laCorona acabe aceptando los usos

22 CARTAGENA HISTÓRICA

11ºº Garantiza el cumplimiento de lasleyes y las órdenes reales.

22ºº Responde de la relación con organis-mos jurídicos, en este caso la Chancille-ría de Granada.

33ºº Controla los nombramientos reales decargos y oficios municipales y su usocorrecto dentro de la dinámica munici-pal y ajustados a ley.

44ºº Actúa también como intermediario ensentido inverso: informando a la Coronade los acuerdos adoptados y las peticio-nes y necesidades del municipio.

55ºº Convoca cabildos extraordinarios yhace cumplir las ordenanzas de la ciu-dad y la normativa vigente en cadamomento en relación a la organizaciónde las sesiones.

66ºº Traslada a las salas capitulares laspeticiones, quejas y sentir que recogede los vecinos.

77ºº Promueve el funcionamiento correctode los servicios esenciales, tales comolas obras públicas y los abastecimien-tos.

88ºº Dirige la política económica y la fiscal.

99ºº Se encarga del orden público, asícomo de la vigilancia de los bienes mue-bles e inmuebles, los montes vecinales ylos almacenes.

1100ºº Cuida de las relaciones con otrospoderes como el eclesiástico, el militar oel Santo Oficio.

1111ºº Organiza las levas, padrones, cen-sos y repartimientos a través de comisa-rios delegados.

1122ºº Algo muy importante en una plazamilitar, velar por el correcto alojamientode las tropas.

1133ºº Relaciones con otros entes y admi-nistraciones, tales como el Obispo de laDiócesis, las autoridades políticas de lacapital del reino o el Consejo de Castilla.Todos los corregidores según Real Auto,debían someterse al terminar su man-dato a un juicio de residencia, aunquefuese póstumo. No es un documentodel todo fiable sobre la actuación delCorregidor, pues el ayuntamiento no sehace demasiado eco del proceso y susconclusiones, recogiéndose solamentealguna escueta referencia general. Si elrepresentante real estuvo implicadojunto a algún regidor en los intereseslocales y esto deparó en la ampliaciónde los cargos a los capitulares y el muni-cipio, no interesa que esto se divulgue;y si los regidores tuvieron algún interéspartidista contra la autoridad saliente ymanipularon en su contra el juicio, tam-poco interesaba reflejar tales extremos.

Las competencias de los corregido-res eran amplias, variadas y pocodefinidas, ejercidas en la triple direc-ción judicial, política y municipal.

La ciudad ha conservado algunos vestigios de aquel tiempo.

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locales a cambio de alguna conce-sión formal del grupo de poder. Laausencia de soldada hace más fácilla adaptación y el avenimiento delCorregidor al mantenimiento deintereses seculares que teóricamenteson contrarios a los que representa.Finalmente, tras un periodo mediode entre tres y seis años, el Monarcaopta por el relevo, que suele precipi-tarse por fallecimiento, problemasdel Corregidor o excesivo apego alos intereses del municipio. Fueronfiguras ambiguas, a la vez funciona-rios reales y máxima autoridad delmunicipio.

Los regidores debían facilitar losdocumentos oportunos y costear lacomida final, que ascendía a unos300 ducados. Cartagena, por suimportancia recibía para la residen-cia un ministro togado, oidor oalcalde de distrito. El juicio se reali-zaba cada tres años, hubiese o norelevo. Sin embargo, en Cartagenaera costumbre que no se reflejasenada en las actas capitulares cuandoel juicio se celebraba con prórrogadel mandato del Corregidor, pormiedo a que las conclusiones de estejuicio y su tratamiento por escritopudiesen mediatizar la vida munici-

pal en años sucesivos. El proceso seefectuaba de la siguiente forma: traspresentar el encargado de la residen-cia sus credenciales y ser investidopara el juicio de la máxima autori-dad, por lo que en el siguiente cabil-do, presidido ya por el jurista, seleen a modo de recordatorio legal,la legislación relativa a los juicios deresidencia. Conocidos los cargos, laspartes encausadas pueden ejercitarasistidos de abogados su defensa.Una vez establecido el importe delas multas y costas, se nombrabauna junta municipal para la recau-dación de los fondos que permitansu satisfacción.

EVOLUCIÓN POLÍTICA: EL INCUESTIONABLE DOMINIO DEL CLAN FAMILIAR DE LOS RIVERADurante la Guerra de sucesión exis-tió una gran inestabilidad en cuan-to a los corregidores.

1687. Sargento General Anto-nio de Heredia y Bazán. Mantienehasta el 30 de abril de 1703 el corre-gimiento civil y militar en virtud denombramiento del Marqués de losVélez. Tras declararse la Guerra deSucesión, convoca un importanteCabildo el 23 de septiembre de1702 para organizar la defensa de laplaza, construir guarniciones y fijarlos cometidos de los regidores y delregimiento municipal.

1703. Sargento General CarlosDe Sangil y Lajusticia. Toma pose-sión ante el Cabildo el 10 de junio.Corregidor civil y militar. Comen-dador de la Orden de San Juan.Tiene la jurisdicción militar de todoel Reino de Murcia. El sargentomayor de la plaza, regidor munici-pal José Andrés González de Rivera,miembro también del Santo Oficio,es nombrado en el ayuntamientoTeniente de Corregidor. Su manda-to estuvo absolutamente mediatiza-do por la presencia cercana de laArmada Inglesa y la organización delas Compañías de Milicias. Se con-cluye un nuevo polvorín en agosto

Cartagena 1700-1722. Gobierno Municipal y coyuntura política

CARTAGENA HISTÓRICA 23

La iglesia: el tercer poder ysu presencia en la ciudad.

Todos los espectáculos eran controlados por el poder municipal.

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de 1705. Sus hombres de confianzaen el ayuntamiento fueron los regi-dores Sebastián Del Poyo y MiguelAntonio Tacón, nombrados respec-tivamente Teniente General y Pro-veedor de Artillería de la Plaza.Cesa el 29 de diciembre de 1705.

1705. Brigadier Marqués deFábrega. Con un Alcalde Mayor,Francisco Del Castillo. Según elReglamento de 1 de enero de 1706,se hace depender la plaza militar delDepartamento de Aragón. El 23 dejunio de 1706 se interrumpen loscabildos por la invasión inglesa,propiciada por la traición del Cua-dralbo de Galeras, Luis Manuel Fer-nández de Córdoba, conde de SantaCruz de los Manueles. Según Mar-tínez Rizo, este personaje tenía ensu poder 57000 pesos para socorreren su asedio a la plaza de Orán,abandonando ésta a su suerte y pro-porcionando al Almirante inglés lasinformaciones y medios precisospara tomar la plaza4.

1706. Conde de Gálvez. Nom-brado Gobernador de la plaza por elArchiduque Carlos durante ladominación inglesa, desde el 25 dejunio hasta el 18 de noviembre enque fue recuperada por el Duque deBerwich.

3-1-1707. Se restablecen los ple-nos. Existirá un corregidor militar,el Mariscal de Campo DanielMahony, nombrado el 19 denoviembre de 1706, y un AlcaldeMayor, Baltasar Romero.

28-2-1707. Se separa la jurisdic-ción civil de la militar con el fin dequitar trabajo a los gobernadoresmilitares que existieron hasta 1719en que se unieron de nuevo ambasjurisdicciones: Daniel Mahony,Brigadier Luis de Aponte, Briga-dier Francisco Morejón y Mariscalde Campo Francisco Ibáñez.

El primer corregidor civil fuePablo de Ayuso García. Abogadode los Reales Consejos y Alcalde delCrimen de la Real Audiencia de

Sevilla. Mantuvo una brillantecarrera administrativa y judicial.Gobernó el ayuntamiento, a pesarde dejar hacer a los regidores, deuna forma activa y directa, siendo elcorregidor que mayor índice deasistencia a los cabildos tuvo, siendoen algunos años superior al 80% delas sesiones. Introdujo como regidora un hombre de su confianza, Fer-nández de Santo Domingo, a quienhizo Teniente de Corregidor hastadiciembre de 1715 en que lo susti-tuyó por otro regidor, Francisco deMontenegro. El Teniente de Corre-gidor era una figura arraigada en lavida municipal cartagenera, estandoligada por derecho secular y heren-cia a una familia de regidores, losMejía. El acercamiento supuesto oreal de esta familia al pretendientede la Casa de Austria durante laGuerra de Sucesión, sirvió a laCorona como pretexto para desvin-cular este oficio municipal del con-trol de los regidores, siendo a partir

24 CARTAGENA HISTÓRICA

Cartagena 1700: ciudad bulliciosa y monumental.

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de ese momento dedesignación por parte delcorregidor de turno. Suprincipal misión era la desustituir al corregidor enlas ausencias. Mantieneuna relación estrecha conel grupo de regidoresencabezado por la familiaRivera. Esto se debe ini-cialmente a que fue nece-sario reconstruir la orga-nización municipal trasla invasión inglesa ymantener una cohesióninterna necesaria entiempos de guerra. Sinembargo, constatamosque se crean unos hábitosde poder fraudulentoscon el fin de recaudarfondos para costear losgastos bélicos y que, almismo tiempo, compen-sar al corregidor econó-micamente por no recibirun sueldo y enriquecen alos poderosos. Fue cesado por estosmotivos.

Los fraudes estaban relacionadoscon la explotación de tierras conce-jiles, la administración del pósito, lautilización del archivo y el manejode los caudales públicos. Pablo deAyuso estuvo al frente de la vidamunicipal durante ocho años yestableció vínculos muy estrechosen la ciudad y con el grupo depoder, que se mantuvieron duranteaños a través de negocios, manteni-miento de propiedades particulares(en contra de toda ley) y una corres-pondencia regular que garantizabafavores mutuos desde los importan-tes puestos que vino a desempeñaren su carrera administrativa, permi-tiéndose incluso el lujo de, añosdespués, presidir cabildos por dele-gación real en momentos de crisispolítica o de transición de la vidamunicipal. Los regidores, con moti-vo de su juicio de residencia el 8 de

abril de 1715, lo defendieron conestas encendidas palabras, quedenotaban una tendencia a mante-ner un “status quo” sumamentebeneficioso para su interés:

“…teniendo presente lo muchoque se debía a dicho corregidor porel celo con que se aplicó a todo…ydesinterés con que practicótodo…”5.

Otros regidores como PedroFrancisco de Torres y José García,menos relacionados con los abusosdel poder y partidarios de apoyar elempuje renovador del nuevo corre-gidor, Miguel de Rueda, se expresa-ban así con respecto a uno de losaspectos denunciados, el uso parti-cular por los regidores de bienesconcejiles:

“…no debe esta ciudad permitirdicho tratamiento de tierras sinespecial orden de S.M. por ser gra-vísimo daño y perjuicio de sus veci-nos…”6.

Los negocios realizadosen Cartagena durante ydespués de su dilatadomandato y los problemasdetectados en su extenso ycomplicado juicio de resi-dencia, no fueron obstácu-lo para que la Corona leencomendase tras su pasopor la ciudad otras impor-tantes tareas, llegandoentre otras cosas a serAlcalde de la Real Audien-cia de Sevilla y Superin-tendente General de lasCuentas del Reino. Esto esalgo sorprendente, puesdurante su mandato comocorregidor es sabido quetomaba las cuentas de losarbitrios sin solicitar res-guardos y a la ligera. En1719 es nombrado Alcaldede la Casa y Corte del Rey.

Miguel de Rueda.Desde el 27 de enero de1715. El 29 toma pose-

sión. Mantuvo una relación compli-cada con los regidores, pues llevabadesde el primer momento la consig-na de establecer un nuevo marco depoder en Cartagena, alterando lasituación que existió durante laGuerra de Sucesión.

Durante su mandato existióincluso un debate dentro del propioayuntamiento sobre algo que habíasupuesto una conquista para la ciu-dad: la existencia de un corregi-miento de letras desvinculado delpoder militar. Se debió sin duda alas presiones en este sentido delGobernador Militar, Francisco Ibá-ñez y Lapuente. En ese debate par-ticiparon 20 de los 24 regidores delayuntamiento, algo insólito encuanto a número, llegando a votar 7de ellos a favor de la fusión denuevo de ambos poderes, entre ellosalgunos regidores que formabanparte del estamento militar y esta-ban en contra de la minoría que

Cartagena 1700-1722. Gobierno Municipal y coyuntura política

CARTAGENA HISTÓRICA 25

El poder municipal: siempre atento a lo divino y lo humano.

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regía el municipio. Es el caso deFrancisco José Montenegro y Juande Angeler.

Debemos ver tras este asunto unrechazo hacia Miguel de Rueda y, almismo tiempo, una táctica localistapara conseguir que se concentraseen torno al gobernador militar deCartagena la administración de jus-ticia política que dependía delcorregidor de Murcia, por ser capi-tal del Reino. Se contaba para ellocon el agravio comparativo de quesi la tenían otras ciudades portuariascomo Alicante, Almería, Málaga yCádiz. El poder central optó enaquel momento por mantener sepa-radas ambas jurisdicciones, orde-nándose al gobernador militar que:

“…se contenga en los límites desu jurisdicción sin excederse en cosaalguna, ni proceder contra reos de laordinaria, ni en causas cuyo conoci-miento a esta le tocan y pertene-cen…”7.

Miguel de Rueda quiso durantesu intenso mandato poner fin a loshábitos fraudulentos, hacer asistir alos regidores a las sesiones de Cabil-do, respetar las incompatibilidadesfamiliares (que era un asunto suma-mente grave en Cartagena), garanti-zar la puntualidad, hacer guardarlos turnos de palabra y mantener elorden municipal. Se caracterizabapor la imposición continua de mul-tas a los regidores, siendo las másusuales de 4 ducados por no asistira los cabildos, 300 ducados por noguardar los turnos de palabra y 400por alterar el orden.

Fue notoria su enemistad con elpoderoso clan familiar de los Rive-ra, que ostentaba un tercio de lasregidurías y contaba con importan-tes apoyos entre los caballeros vein-ticuatro.

Durante su corregiduría, con-cretamente en enero de 1716, fuenombrado un Alcalde Mayor, Fer-

nando Luis de Ibarra, coincidiendocon la pérdida paralela de poder porparte de los regidores, que aceptancomo mas beneficiosa la presenciacomo único sustituto del Tenientede Corregidor, ligado a las familiasde la ciudad, y el alto porcentaje deausencias de Rueda (por encima del50%), castigado física y psicológica-mente durante su estancia en la ciu-dad por la dura oposición de lospoderosos a sus intenciones y suenemistad personal con las dosmáximas figuras de la familia Rive-ra: Francisco Martínez-Fortún yJosé Andrés González de Rivera.

Detectamos incluso una gravecrisis institucional en 1718, produ-ciéndose un enfrentamiento perso-nal en el ayuntamiento entre las dospartes que fue zanjada con la sus-pensión durante tres meses delcorregidor, haciéndose cargo deforma transitoria de la jurisdicciónlocal Pablo de Ayuso como miem-bro del Consejo Real. Pensamosque este hecho resulta inaudito ydel todo infrecuente, comportándo-se durante su estancia Ayuso comoel auténtico protagonista en la som-bra de la vida municipal y resultan-do chocante su talante diametral-mente opuesto a la política legalistarealizada en los últimos años, carac-terizándose incluso por realizar loscabildos en su propia casa, toda unaexhibición de lo que había sido yera su relación institucional con laciudad, por los bienes que habíaadquirido y la relajación con queadministraba lo ajeno y representa-ba la política centralista de los Bor-bones.

Martín de Ibarguem Sausolo.Nombrado en 1719 por tres años.Vinculado al poder militar y aboga-do de los Reales Consejos. Podemosconsiderarlo como una figura detransición hacia la nueva fusión delas jurisdicciones civil y militar acausa de los enfrentamientos entreMiguel de Rueda y la minoría de

26 CARTAGENA HISTÓRICA

La ciudad fue adquiriendosu personalidad militar.

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regidores que dominaba el munici-pio, la omnipresencia de Pablo deAyuso, las irregularidades y fraudescitados anteriormente y la normali-zación de la plaza militar tras laGuerra, lo cual posibilitaba que losmilitares pudiesen ocuparse conmayor dedicación al corregimientode letras.

Existieron presiones del podermilitar para que se aclarase el cobrode impuestos e injerencias delGobernador en el procedimiento decobro de los arbitrios, llegandoincluso a procesar a su todopodero-so, corrupto e incombustiblemayordomo, José Bonet, llegando ainterferir a favor de éste los dos regi-dores que ejercían tradicionalmenteel papel de conciliadores: José Mar-tínez-Fortún y Pedro Rosique.

Tuvo Martín de Ibarguem pro-blemas con los regidores porqueasumió competencias tradicional-mente reservadas al regidor queejercía en ese momento como Pro-curador Síndico General (en 1719Francisco García Angosto, relacio-nado con la poderosa familia Rive-ra), como era el nombramiento delAlguacil Mayor. Sin embargo,pocos meses después de asumir supesada carga, acabó cediendo al dis-creto encanto de la aristocracia car-tagenera mediante la aceptacióncomo Teniente de Corregidor deuno de sus más destacados elemen-tos, José Martínez-Fortún de Rive-ra. Tal fue el nivel de sometimientoen que llegó a incurrir, que fueronfrecuentes las intervenciones a favorde la causa del Rey en Cartagena deJuan Magaña, Alcalde Mayor de laciudad de Murcia, llegando Martínde Ibarguem a ser suspendido tem-poralmente de sus funciones. El 10de junio de 1722 es cesado, unién-dose entonces la jurisdicción civil ala militar de forma definitiva en lapersona del Conde Arschot de laRivière.

CONCLUSIONES El cargo de Corregidor resultaba degran complejidad, pues era necesa-rio que la quien lo desempeñasefuese un hombre de carácter paraser fiel a los principios que inspira-ban su función y, a la vez, tener unacusado perfil político y diplomáti-co, para no hacer de la sala capitularun campo de batalla. También serun profundo conocedor de las leyesy de las costumbres locales y mani-festar un talante ecuánime en losenfrentamientos entre regidores.Existían momentos en los que,fuese quien fuese el Corregidor, leresultaba imposible mantener unequilibrio y cumplir sus obligacio-nes. Es el caso de los problemasrelacionados con la recaudación de

impuestos, los abastos, la gestión delos pósitos, el alojamiento de tro-pas, el repartimiento de contribu-ciones extraordinarias o la permisi-vidad respecto a hábitos particularesdel Cabildo Municipal que concul-casen gravemente una ley vigente.El seguimiento de la institución enCartagena durante el primer cuartodel siglo XVIII nos hace pensar queaquí mantener una postura ambi-gua era francamente difícil debido aque tras la Guerra de Sucesión elequilibrio de poder municipal enuna ciudad sitiada, rendida y poste-riormente recuperada pasó porentregar las riendas de la ciudad aun colectivo nobiliario que, poroportunismo, supo tras una ciertavacilación apostar decididamente

Cartagena 1700-1722. Gobierno Municipal y coyuntura política

CARTAGENA HISTÓRICA 27

Las torres siguieron caracterizando el aspectode la vivienda y los palacios nobiliarios.

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por el candidato borbónico. Elgrupo de poder se organizó de unaforma artificial en torno a la familiaRivera y sus amigos políticos, quepasaron a controlar la corporación,la milicia local y el Santo Oficio,acaparando incluso regidurías queno les correspondían por herencia.Su labor durante los años difícilesfue de organización de la política, laadministración y la guerra. Para laCorona lo importante en aquellosprimeros años de Felipe V era, porencima de todo, garantizar todoesto y, a cambio, las elites de poder

manejaban la vida del municipio deuna forma interesada, apartando delayuntamiento bajo acusación detraidores a la causa borbónica afamilias que tradicionalmente habíaformado parte de éste y, en estemomento, obstruían los interesespolíticos y económicos de la nuevamayoría. En este contexto, loscorregidores, especialmente Ayuso,no podían imponer un criterio pro-pio y se dejaban llevar por la inerciadel poder.

Cuando la Guerra terminó y sehubo consolidado la dinastía bor-

bónica, los nuevos monarcas, espe-cialmente desde el breve reinado deLuis I, pretendieron a través decorregidores independientes y concarácter acabar con la corrupción,los ajustes de cuentas y la confusiónentre intereses particulares y públi-cos. La resistencia de un grupo tannumeroso (estimamos que directa oindirectamente mas de la mitad delos regidores y dos tercios de los queacudían habitualmente a las sesio-nes), bien articulado y con relacio-nes en todos los frentes hacía a vecesimposible la concordia dentro delCabildo. Así durante años los reyesintentaron todo tipo de fórmulas,sin duda traumáticas, para romperesas tendencias, agravándose el con-flicto cuando se confundieron elcorregimiento de letras y el dearmas, chocando fuertemente lamentalidad castrense de los repre-

sentantes del rey con los intentosdesesperados de la familia Riverapor mantener oficios, negocios yprominencia.

El perfil del corregidor concilia-dor y mero árbitro de la vida muni-cipal solo se consiguió en Cartagenaen la segunda mitad del siglo, cuan-do se hubo desarticulado con tesóny por ley de vida el grupo de lospoderosos y se consolidó la definiti-va militarización de la vida cartage-nera. �

28 CARTAGENA HISTÓRICA

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4 Martínez Rizo, I. Fechos y fechas de Cartagena. Cartagena, 1892. 5 Acta Capitular de 29 de agosto de 1715.6 Instrucciones entregadas al corregidor entrante D. Miguel de Rueda en

la Corte el 8 de abril de 1715, en relación a su toma de posesión, suscompetencias y el juicio de residencia de su antecesor, Pablo de Ayu-so.

7 Acta Capitular de 25 de mayo de 1714.

NOTAS

Los regidores terminaban el control de la ciudad con la atención de sus haciendas.

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Cartagena Histórica

CARTAGENA HISTÓRICA 29

CARTAGENA 1650Escenario bélico de la guerra civil inglesa

FEDERICO MAESTRE DE SAN JUAN PELEGRÍN

No se exagera nada en absoluto aldecir que los años que abarcan des-de 1640 a 1655 fueron una de lasépocas más duras de la historia deCartagena. La citada dureza vinodeterminada por el gran esfuerzoque la Monarquía Hispánica tuvoque realizar para enfrentarse a unaserie de importantes enemigos quellevaron a ponerla en un estado caside total postración, aunque, a pesarde ello y de los incesantes y conti-nuados intentos de nuestros podero-sos enemigos, España consiguiódefenderse más o menos eficazmen-te de todos, de suerte que, aunquedejó de ser la fuerza predominanteen Europa, siguió manteniendo casiintactas las posesiones castellanas,pero no las portuguesas, perdidasdefinitivamente en el transcurso deestas incesantes guerras.

Retrato de Carlos I de Inglaterra, obra de Anthoni van Dyck.Fue mandado ajusticiar por Cromwell.

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Por un lado en 1621 sereinició la guerra contraHolanda, tras vencer latregua firmada entreambas naciones (1609-

1621)1, y que se prolongaría hastaque en 1648 se firmó la paz entreambas naciones, dándose fin, porotro lado, a la guerra de los TreintaAños (1618-1648).

Entre 1627 y 1631 se siguió unadura y estéril lucha por el dominiodel ducado de Mantua, de la queEspaña salió malparada.

En 1635 se inició una larga gue-rra contra Francia, que no cesaríahasta que en el año 1659 se firmarala paz, la llamada Paz de los Piri-neos, entre ambos reinos.

En 1640 les tocó el turno a por-tugueses y catalanes, sublevadossimultáneamente contra el podercentral. En el caso catalán las hosti-lidades se prolongaron hasta el 13de octubre de 1652, con la caída deBarcelona, que fue la pieza clave detoda la sublevación.

Tras una larga guerra, iniciadaen 1640, el imperio portugués con-siguió emanciparse del español enfebrero de 1668, siguiendo los dosdistintos derroteros a partir deentonces.

En 1654 le tocó el turno a Ingla-terra, que impulsada por el ambi-cioso Cromwell se mantuvo en gue-rra contra España hasta que en1660 se firmó la paz.

Durante toda esta época tam-bién fue continuo el enfrentamien-to contra los corsarios berberiscos,que llevaron la inquietud a todas lascostas mediterráneas y fueron ori-gen de grandes pérdidas humanas ycomerciales en las ciudades que for-maban la frontera de esta fachadamarítima.

Todas estas guerras y otrasrevueltas menores (Nápoles, Anda-lucía, etc) fueron el origen de unainsoportable fiscalidad de guerraque arruinó al país y a los españoles

con lasincesantes peti-ciones de donativos, pago de jor-nadas, creación de impuestos y todotipo de nuevas cargas con las queseguir manteniendo el ejército endisposición de guerrear.

EL PRÍNCIPE RUPERTO DEL RINEn los documentos españoles de laépoca se le menciona como el prín-cipe Roberto. Había nacido enPraga en 1619 y falleció en Londresen 1682. Era hijo de Federico V delPalatinado y de Isabel Estuardo,siendo sobrino del rey Carlos I deInglaterra.

Fue un militar y marino inglésde prestigio. Tomó parte en la gue-rra de los Treinta Años y prestó ser-vicios al príncipe de Orange.Durante la guerra civil inglesaayudó a su tío Carlos I. En 1648 lefue encargado el mando de la flotaque debía de favorecer la subleva-ción irlandesa. Al frente de la caba-

llería realtuvo algunos éxitos. Ya

en el reinado de Carlos II de Ingla-terra formó parte de su Consejo pri-vado. Obtuvo los nombramientosaristocráticos de duque de Cumber-land y conde de Holderness, asícomo el militar de primer lord delAlmirantazgo (desde 1673 a 1679).Con anterioridad fue nombradovicealmirante en 1672. Participó enlas luchas navales en las que seenfrentaron Inglaterra y Francia enlas Provincias Unidas.

En el transcurso de las tres gue-rras civiles inglesas (1642-1645,1648-1649 y 1649-1651) fue unfirme defensor de la causa realista.Carlos I de Inglaterra le concediópatente de corso para que la pudie-ra utilizar con los barcos realistas encontra de los del Parlamento y espor eso que vemos a sus escuadrasnavegando por el Atlántico y elMediterráneo en dura lucha con losbarcos de Cromwell. Apoyó a su

30 CARTAGENA HISTÓRICA

Busto del príncipeRupert del Rin(British Museum.Londres). En ladocumentacióncartagenera de laépoca se le conocíacomo el príncipeRoberto.

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primo Carlos II en sus pretensionesde recuperar el trono inglés, peroéste fue derrotado en 1651 en labatalla de Worcester.

LA PRESENCIA DE LA ARMADA INGLESA EN ELMEDITERRÁNEO SE CONVIERTE EN UN PELIGROOliver Cromwell, político y militaringlés se convirtió en el más acérri-mo representante de la causa parla-mentaria, la que triunfó en la guerracivil inglesa, tras las victoriasde Marston Moor (1644) yNaseby (1645), gracias a lacreación del regimiento delos costillas de hierro, quecambiaron la suerte del con-flicto. Cuando en el año1648 volvió a renacer la gue-rra civil, Cromwell estuvo alfrente de las tropas parlamen-tarias, derrotando a los realis-tas en Gales y también a losescoceses. Por iniciativa suyase inició el proceso contraCarlos I de Inglaterra, quienfue ajusticiado en 1649. En1651 venció a Carlos II enWorcester. Hizo promulgaruna nueva constitución, el“Instrument of Govern”,mediante la cual se hizo nom-brar como lord Protector deInglaterra, Escocia e Irlanda. Bajosu mando se fortaleció la marina yel ejército. Inició la guerra contraEspaña, a la que arrebató Jamaicaen 1655, y se alió con Luis XIV deFrancia, a quien suministró barcos ytropas en su lucha contra nuestropaís. Como fruto de esto recibió yse anexionó Madike y Dunkerqueen 1658.

Su enemistad contra Españavino propiciada por su ansia de con-seguir nuevos territorios a favor deInglaterra, tras el convencimientode que la debilidad de la Monarquíadel rey Católico (Felipe IV) le brin-daría la oportunidad de ver corona-

das con el éxito sus aspiracionesterritoriales.

La presencia de la armada ingle-sa en el Mediterráneo se vio justifi-cada con la persecución de los bar-cos del príncipe rebelde Roberto,partidario de la causa realista, quiencontaba con la fidelidad de granparte de la marina inglesa, que tuvoque huir de Inglaterra tras el ajusti-ciamiento del rey Carlos.

Ya en el año 1653 la armada bri-tánica actuaba contra los bienes de

los españoles en el Mediterráneo.En dicho año fue apresado por bar-cos del Parlamento ingles un navíoespañol en las aguas de Ibiza, quellevaba rumbo a Venecia un carga-mento de barrilla que era propiedaddel convento de religiosas de laPurísima Concepción y San Jorgede Cartagena, el que pedía la resti-tución del cargo basándose en queen esas fechas Inglaterra era amigade España2.

LA GUERRA CONTRA CRONWELLEn el mes de abril de 1654 pareceser que Cronwell ya estaba decidido

a entrar en guerra contra España.En el verano de dicho año tenía pre-parada una expedición y ya en elmes de diciembre la lanzó al pillajecontra las posesiones españolas enAmérica. Aunque su objetivo prin-cipal era la conquista de La Españo-la, no lo pudo conseguir ante lo malplaneada que estuvo la expedición,contentándose con la conquista deJamaica.

Lo que sí sufrieron fueron lasremesas de riquezas del Nuevo

Continente, pues en 1656fueron capturadas las que traíala flota de Tierra Firme, con laconsecución de un botín deunos dos millones de pesos,mientras que la de la NuevaEspaña, que se había refugia-do en Santa Cruz de Tenerife,fue allí destruida casi porcompleto por la escuadra delalmirante Blake.

En junio de 1658 una flotaanglofrancesa derrotó com-pletamente a los barcos espa-ñoles en la batalla de lasDunas, perdiéndose Dunker-que.

En cuanto a la llegada de lapaz, el Concejo de Cartagena,en un cabildo celebrado aprincipios de noviembre de1660 se dio lectura a una real

cédula fechada en Madrid el 25 deseptiembre de ese año, en la que sedaba cuenta de que se había firma-do la paz entre los dos países3.

CARTAGENA, UNA CIUDADSUMIDA EN LA DESGRACIA.En este año de 1650 Cartagena seencontraba aún bajo los efectos deldurísimo golpe demográfico quesupuso la epidemia de peste bubó-nica que la invadió durante variosmeses del año 1648, en los quefallecieron las dos terceras partes desus pobladores, unas catorce milpersonas según las fuentes de laépoca. Esto fue el origen de que

Cartagena 1650. Escenario bélico de la guerra civil inglesa

CARTAGENA HISTÓRICA 31

Retrato de Oliver Cromwell.Figura todopoderosa de laInglaterra parlamentaria.

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durante muchos años la ciudad seviera despoblada y su comercioarruinado, ya que gran parte delmismo se trasladó a Alicante, lomismo que un determinado núme-ro de sus pobladores, pues prontohicieron su aparición una serie dejueces y ejecutores que en sucesivasaudiencias trataban de cobrar losimpuestos atrasados, causandograndes gastos con su presencia en

la ciudad en las ya de por sí arruina-das arcas municipales, o molestan-do a los vecinos con la reclamacióndel pago de los diversos impuestosque quedaban por cobrar, lo quesupuso una huída continua de partede los escasos pobladores que nosucumbieron con el contagio4.

También sobre estos primerosaños del sexto decenio del sigloXVII se dejó sentir la invasión

padecida en los campos por la lan-gosta, que arruinaron las cosechas yplantaciones, haciendo su apariciónla hambruna.

Hasta tal punto llegó el estadode postración de Cartagena, la quepara colmo de males sufrió en 1653una gran inundación que arruinólas cañerías de las fuentes públicas,los caminos, los puentes de la ciu-dad y su huerta, que Felipe IV seconmovió de tan lamentable estadodecidiendo en el año 1654 la for-mación de una Junta especial quetratase de hallar medios para que sereactivase el comercio de la ciudad yque aumentase el número de suspobladores5.

LA PRESENCIA EN CARTAGE-NA DE LA ESCUADRA DELPRÍNCIPE ROBERTO.Era la noche del día 14 de noviem-bre del año 1650 cuando las guar-das del castillo de la Concepcióntocaron a rebato delatando la pre-sencia de cuatro navíos de guerra debandera y procedencia desconoci-das.

El sobresalto de la población fuegrande, dado el estado de guerraque había contra Francia, por loque rápidamente se reaccionó parasaber las intenciones de los bajelesque de forma tan imprevista se pre-sentaban y fondeaban en el puerto.

Nadie había olvidado aún laintentona que se produjo en el año1643 por parte de la armada france-sa al mando del duque de Brezé,quien quiso desembarcar tropaspara tantear las defensas de la ciu-dad, aventura que se desbarató antela rápida reacción de las miliciasciudadanas, dotaciones de los bar-cos que poco antes se habían refu-giado en su rada, batería de cañonesque se había establecido en el pues-to de Trincabotijas, e indecisiónfrancesa ante lo que se podíanencontrar dentro del puerto, habidacuenta de la feroz resistencia que

32 CARTAGENA HISTÓRICA

Navío de guerra del siglo XVII.Navíos similares a este fueronlos que se enfrentaron dentrodel puerto de Cartagena.

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hallaron las chalupas que, llenas desoldados galos, fueron eficazmenteatacadas desde diversos puntos de laescarpada costa del antepuerto car-tagenero, obligándolas a retrocedercon bajas entre sus ocupantes6 yresultando alcanzados por la artille-ría algunos de sus buques7.

Pero la pequeña escuadra que enese día llegó a nuestra ciudad notraía intenciones belicosas, sino quelo que buscaba era un momentáneorefugio dentro de la bahía.

Con la llegada del día el alcaldemayor, máximo representante delrey en la ciudad, reunió a los miem-bros del Concejo y les informó de loque hasta ese momento había averi-guado sobre los citados barcos y sustripulantes.

Una vez reunidos los regidores yconocedores de las primeras noti-cias, se tomó el acuerdo de quetodos los puestos de artillería ycañones estuvieran prevenidos deartilleros, mandando a Trincabotijastodos los que se consideraron nece-sarios para el uso de los cañones allíinstalados.

Entonces se comentó que los

cuatro bajeles de guerra eran ingle-ses y que venían tripulados por par-tidarios del rey Carlos I de Inglate-rra y eran perseguidos por unapoderosa escuadra del Parlamentoinglés, bajo la autoridad de Crom-well, y que pedían amparo ante lasegura convicción de que sus perse-guidores no dudarían en penetraren el puerto para apresarlos o hun-dirlos

Por otro lado se tenía noticia deque delante de la bocana habíanaparecido dos nuevos navíos, losque desde la misma habían observa-do la presencia dentro del puerto delos cuatro primeros llegados yhabían hecho señal a otros, queentonces no se veían y de los que sedesconocía el número, de que al finlos habían encontrado.

Puestos en contacto con marine-ros de estos últimos buques, dos delos cuales habían quedado en rehe-nes de los cartageneros a cambio dedos habitantes de la ciudad quehabían sido llevados a los navíos delParlamento, los citados reheneshabían confirmado ante los capitu-lares del Ayuntamiento que los pri-

meros barcos llegados estaban tri-pulados por partidarios del rey Car-los de Inglaterra, que venían huyen-do desde Portugal, habiendopermanecido cuatro meses en Lis-boa, y que con ellos llevabanmuchos franceses y portugueses.

Una vez reunidas todas estasdeclaraciones, el Concejo llegó a laconclusión de que la entrada en elpuerto de los barcos del príncipeRoberto había sido por arribadaforzosa y no por gusto, dado lo aco-sados que se encontraban por laescuadra parlamentaria. De todosmodos, se tomó la firme decisión deprocurar informarse a ciencia ciertade cual era el motivo de la presenciade ambas escuadras en Cartagena.Por otro lado, no pasó inadvertidoel hecho de que los barcos del prín-cipe Roberto trajesen a remolqueotros dos navíos mercantes que lle-gaban muy maltratados, a los que alparecer habían apresado tras com-bate.

Ante todo lo expuesto el Ayunta-miento se encontraba confuso y nosabía cómo actuar más correctamen-te, por lo que prevaleció la opinión

CARTAGENA HISTÓRICA 33

Ejecución de Carlos I en 1649, por González Cocke (Museo de Amiens).

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de mandar a la corte un correo a todaurgencia, para que informara al reyde lo que había ocurrido y trajera lasórdenes de lo que se debía hacer.

De todos modos, y como normaprecautoria, se decidió que mientrasque el correo volvía con las instruc-ciones a seguir, “que en el ínterin,los vecinos asistan en esta ciudad enforma militar y se levanten las ban-deras de las compañías de ella, y quese pongan postas en las partes acos-tumbradas, y se les dé recado a loscaballeros castellano y teniente de laartillería para que por lo que toca acada cual, advertido de lo que estaciudad acuerda, ayude sus intentoscon el cuidado que acostumbra, asíen las velas como en las artillerías desus puestos”8.

CARTAGENA, UNA CIUDADDEFENDIDA POR SUS PROPIOS CIUDADANOSDurante el siglo XVII la defensa deCartagena estuvo encomendada alas milicias urbanas, constituidas envarias compañías de infantería,

cuyo número fue fluctuando a lolargo de los años, una de caballeríay algunos artilleros, integrándose encada una de ellas un número deter-minado de vecinos, los cuales perte-necían a una u otra dependiendo dela calle en la que vivían. En concre-to en estos años centrales del sigloXVII en el casco de la ciudad exis-tían cuatro compañías de infantería,remanente de las ocho que llegarona existir antes de la epidemia delaño 1648. También existían otrasdos compañías formadas por loscampesinos de los campos aledañosde la ciudad. Una tenía fijada susede en Fuente Álamo y la otra enAlumbres, las dos aldeas dependien-tes de Cartagena. A ellas pertene-cían los habitantes de las diferentespartes del campo, dependiendo dela cercanía a uno u otro núcleorural. Al frente de cada una de ellasfiguraba un regidor con la categoríade capitán. Estos capitanes eran ele-gidos anualmente en un acto quetenía lugar en el Ayuntamiento eldía de San Bernabé.

En los períodos en los que la ciu-dad se encontraba en estado de aler-ta por estar dirimiéndose alguna delas incesantes guerras en las que laCorona española se vio sumida, seestablecía con todo rigor un turnopor el cual cada día entraba de guar-dia una de las citadas compañías, locual se relajaba cuando no se presu-mía ningún peligro inmediato.También había establecido un siste-ma de guardias en toda la costa, for-mado en base a todo un conjuntode torres artilladas o de simples ata-layas, lugares desde donde algúnguardia oteaba el horizonte maríti-mo a la búsqueda de velas pertene-cientes a naves que se pudieran sos-pechar ser de enemigos, en cuyocaso de inmediato se daba aviso a laciudad. Hay que tener en cuentaque Cartagena formaba parte de lafrontera marítima española en lavertiente mediterránea.

Uno de esos puntos de vigilanciaestaba establecido en el Castillo dela Concepción, que era el baluartedefensivo más importante de la ciu-

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Combate naval de la escuadra inglesa en el Canal de la Mancha.

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dad y fue desde donde se observó laentrada de los navíos del príncipeRoberto. El castillo contaba conartillería y su oficial responsable erael castellano, militar de profesión ydependiente del rey.

También existía artillería en losbaluartes y lienzos de las vetustas ysemiderruídas murallas que envol-vían la ciudad, que estaba a cargodel teniente general de la artillería,otro oficial militar.

LA DECISIÓN DEL REY ANTELA BELIGERANCIA ENTRELOS INGLESESLo cierto es que por esas fechas elConcejo desconocía que Felipe IVhabía dado instrucciones de que enningún puerto español se diesecobijo a los barcos del príncipeRoberto, dado el comportamientoque algunos de ellos habían tenidoen el puerto de Vélez Málaga, y nofue hasta enero de 1651 en que se letrasladó a Cartagena la siguientecédula real:Cédula. El rey. Don Francisco

Fernández Melgarejo, mi corregidorde las ciudades de Murcia y Cartage-na. Por cuanto he entendido por car-tas de algunos ministros míos que asis-ten en la costa de Andalucía quehabiendo llegado el príncipe Roberto(f )[con] navíos que habían estado enLisboa al puerto de Vélez Málaga connoticia de que en él se hallaban cua-tro de la devoción y partido del Parla-mento y con ánimo de acometerlos yapresarlos, y que habiéndole protesta-do de parte de don Gaspar Ruiz deAlarcón, caballero de la Orden deSantiago y teniente general de ladicha costa de Granada que aquellosnavíos estaban debajo de mi artilleríacon salvoconducto, como lo tienen losdel Reino de Inglaterra, gozando de laquietud que el puerto les aseguraba yque no les podía ni debía hacer hosti-lidad, y que en caso de intentarlasería preciso defenderlos, y quehabiéndose ajustado el príncipe, des-

pués de varias conferencias a que (f )de parte de los parlamentarios no seles ocasionaba y provocaba tirándole,que no le tiraría; sin embargo de esteajustamiento, alterando después departe del príncipe, sin embargo de lasprotestaciones que le hizo para que nointentase a ofender a los que estabanasegurados con la sombra de mi auto-ridad, echó cuatro lanchas armadasde sus navíos para quemar los referi-dos del Parlamento, como con efectoquemó el uno y ocasionó el incendiode otro. Y porque con esta resoluciónha faltado a la obligación que debía,haciendo tan declarada hostilidad

dentro de mi puerto y debajo de miartillería, violando la observancia dela república, he resuelto que de aquíadelante ni los navíos referidos deldicho príncipe ni su persona seanadmitidos ni (f ) en mis puertos porningún caso ni accidente, y que los dela armada del Parlamento que hanentrado o entraren en ellos se les hagatodo el buen pasaje y tratamiento,como lo he mandado por otras órdenesmías. Tendréis esto entendido y dis-pondréis que en todos los puertos ypasajes de vuestra jurisdicción seponga gran atención y particular cui-dado en esto, de suerte que hallen tal

Cartagena 1650. Escenario bélico de la guerra civil inglesa

CARTAGENA HISTÓRICA 35

Plano del puerto de Cartagena deLorenzo Possi (1670). Se observaclaramente el recinto urbano, el

muelle principal, la laja del puertoy la isla de Escombreras.

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acogida, agasajo y favor que puedanpartir muy satisfechos. Y me avisaréisdel recibo de este despacho y la formaen que se ejecuta.

En ese mismo cabildo se dio lec-tura de otra cédula real que FelipeIV dirigió al corregidor de las ciuda-des de Murcia y Cartagena, y queera del contenido siguiente:Cédula. Don Francisco Fernández

Melgarejo, mi corregidor de las ciuda-des de Murcia y Cartagena. Habien-do entendido por cartas de don Diegode Cárdenas, mi capitán general de laprovincia de Guipúzcoa, que se halla-ban en la costa de ella algunos navíosde guerra con patentes del Reino de laGran Bretaña, que habían hechoalgunas presas y vendídolas en lospuertos de España, reconociendo queson corsarios y que se valen supuesta-mente de este título para andar encorso y piratear en aquellos pasajescon el seguro de mis puertos, he resuel-to que de aquí adelante por ningúncaso sean admitidos en ellos estos baje-les con presas, ni se les permita ven-derlas y que se les obligue luego a salirfuera a los que hubieran entrado. Dis-pondréis por lo que os toca, que conesta inteligencia se cumpla lo queordeno, y me daréis cuenta del recibode este despacho y de la forma en quese ejecuta.Madrid, 13-12-16509.

EL RESCATE DE LOS MARINEROS INGLESESDERROTADOS EN PORTMÁN.Ese mismo día 15 celebró nuevareunión el Concejo, durante la cualse tomó el acuerdo de que la com-pañía de milicias de Los Alumbresmarchase a Portmán, en donde seencontraban desperdigados los tri-pulantes de un quinto barco perte-neciente a la escuadra del príncipe,que en combate con los del Parla-mento había sido incendiado y paraevitar el hundirse había varado con-tra la costa, saltando a tierra susocupantes. La misión de dicha

compañía era recuperar lo que devalor se hallase en la nave quemaday trasladar a Cartagena a los miem-bros de su tripulación10.

LAS NEGOCIACIONES CON EL ALMIRANTE BLAKE. SU ESCUADRA TAMBIÉNFONDEA EN EL PUERTO.Al día siguiente el Concejo recibióal capitán de uno de los barcos delParlamento, portador de una misivadel almirante de dicha escuadrainglesa, que se encontraba aún fueradel puerto y a la espera de la salidade la del príncipe. En su cartaRobert Blake, que era el almiranteparlamentario, indicaba que veníaen persecución de los barcos realis-tas porque desde que éstos habíanzarpado de Inglaterra, se habíandedicado a hacer el corso contra losbarcos ingleses favorables al Parla-mento, y solicitaba a la autoridadmunicipal cartagenera que losexpulsase del puerto o permiso paraentrar él a atacarlos.

El Concejo respondió indicandoque los barcos del príncipe seencontraban dentro del puerto ybajo la protección del rey, y queserían defendidos por la artillería,instalada en diversos puntos de lacosta y en los baluartes de la ciudad,contra cualquier ataque de la otraescuadra, debiendo mantenerse estasituación hasta que volviese elcorreo mandado a la Corte con lacontestación del rey. Por otro lado,también le dieron al almirante segu-ridad de que, en caso de entrar consus buques dentro del puerto, seríanmuy bien recibidos y agasajados, entanto y en cuanto no hiciesen nin-gún movimiento hostil contra losnavíos del príncipe11.

DECIDIDA ACTUACIÓN DELCONCEJO CARTAGENERO.Aquí he de hacer constar la actitudvaliente del Concejo, máxime si setiene en cuenta de que tan sólo

hacía dos años que en Cartagena sehabía padecido la catastrófica epide-mia de peste bubónica que habíaacabado con la vida de las dos terce-ras partes de sus pobladores, lamen-tándose repetidamente el Ayunta-miento de que habían fallecido másde catorce mil personas. Tal fue lahecatombe demográfica que asolóla ciudad, que la compañía de caba-llería de las milicias urbanas quedóreducida a cinco soldados12, mien-tras que una de las compañías deinfantería, que junto con la citadade caballería, marcharon a Cabo dePalos a vigilar los movimientos deuna galeota de moros, estaba forma-da por dieciocho soldados, por loque al llegar a dicho punto y obser-var que del barco corsario habíanechado en tierra a cincuenta turcos,se tuvieron que contentar conobservar sus movimientos escondi-dos entre el arbolado. Por otro lado,en una información de testigoshecha por el Concejo sobre la des-población de la ciudad, se indicabaque en un alarde celebrado algo des-pués de acabada la epidemia, sola-mente se habían podido reunir atrescientas personas en toda la ciu-dad que estuvieran capacitadas parael uso de las armas13. Todo ello indi-ca que en caso de que los ingleses sehubieran encontrado en guerra conEspaña, difícilmente se les hubierapodido contener con una guarni-ción tan escasísima con la quedefender los diversos y desperdiga-dos puntos en que se fundaba ladefensa de la ciudad, habida cuentaque en cualquiera de las dos escua-dras inglesas llegadas a Cartagenapodían encontrarse varios miles detripulantes.

Por otro lado, el estado de lasmurallas era tan precario que aprincipios de 1650 el Concejo tra-taba “El señor alcalde mayor diocuenta como el lienzo de la muralladel baluarte de Santa María, quemira al mar, se ha hundido todo él

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entero y que se entra a pie llanoestando como está a la lengua delagua, por razón de que no admitedilación. Pide a la ciudad se sirvanombrar caballeros comisarios concomisión para que luego al puntotodos los albañiles y oficiales que sumerced mandare juntar, lo reedifi-quen”14.

NUEVAS NEGOCIACIONESCON BLAKE.El día 16 el Concejo recibió a otrode los capitanes de los buques parla-mentarios, portador de una nuevacarta de Blake en la que se quejabade que en Cartagena se había dadocobijo a los tripulantes del navío ElPríncipe Negro, que ya hemos vistoque se incendió en un primerencuentro con los barcos del Parla-mento y tuvo que embarrancar enPortmán, indicando que los barcosdel príncipe eran enemigos del Par-lamento, mientras que éste eraamigo de España. También se que-jaba de que en los barcos realistas

estaban apresadas las tripulacionesde las dos naves mercantes que lle-vaban remolcadas, así como pertre-chos de guerra y ropa que nopodían ser extraídos y, ante el tem-poral de lebeche imperante en esosdías, se corría el peligro de que,dado lo dañadas que estaban las dosnaves mercantes, se hundiesen conla pérdida de todo ello.

El Concejo contestó diciendoque trataría de que las tripulacionesde las naves mercantes, apresadas enlos navíos del príncipe Roberto,fueran liberadas, de cuya gestión seencargó el alcalde mayor, y quetodos los marineros de ellos que loquisieren podrían trasladarse a lanave capitana de las del Parlamento,así como que las citadas naves mer-cantes fueran varadas en la playa deSanta Lucía, a fin de evitar su hun-dimiento, para con posterioridadrescatar de ellas los citados pertre-chos y ropas, pertenecientes acomerciantes partidarios del Parla-mento.

Blake también indicaba en sucarta, que se había dirigido a las tri-pulaciones de los navíos enemigosofreciéndoles el perdón si se rendíana su autoridad, lo que no habíapodido conseguir. Por otro ladotambién recriminaba al Concejo elhecho de que el alcalde mayorhubiese visitado los barcos realistas.

En su misiva el inglés daba a lasautoridades municipales cartagene-ras su palabra de caballero hidalgode que no intentaría por su cuentade atacar por sorpresa a los barcosdel príncipe.

LA SOLICITUD DE AYUDA A MURCIA.Lo precario y peligroso de la situa-ción movió al Concejo a escribir unacarta al de la ciudad de Murcia,explicándole lo que estaba ocurrien-do en el puerto y solicitando el rápi-do envío de gente armada que ayu-dase a la defensa de la ciudad en casode que las cosas tomaran un cariz deabierto combate entre ingleses.

Cartagena 1650. Escenario bélico de la guerra civil inglesa

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Cromwell en la batalla deNaseby (por E.H. Landseer).

Tate Gallery, Londres.

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El Concejo murciano mantuvouna reunión extraordinaria el día 16en la que se dio lectura a una cartadel de Cartagena por la que se indi-caba la presencia de las dos escua-dras inglesas fondeadas dentro delpuerto y que se temía que en cual-quier momento se entablase unabatalla entre ellas, que se contabacon muy escaso número de hom-bres para la defensa de la ciudad,por lo que se pedía con toda urgen-cia la remisión de tropas en surefuerzo. El Ayuntamiento murcia-no ante lo grave de los aconteci-mientos acordó “Y la ciudadhabiéndola oído, reconociendo decuánta importancia es este caso ycuán del servicio de S. M. y los ries-gos y daños que pueden suceder deno procurar excusar el lance de

batalla que se propone, acordó laciudad que luego y sin dilaciónalguna salgan de esta ciudad lascompañías de las parroquias deSanta María y San Bartolomé y quese dé orden al señor Alonso Montesy al señor Alonso Pareja, capitanesde las dichas compañías, que luegojunten la gente de ellas con lasarmas que tuvieren y marchen a laciudad de Cartagena y asistan enella hasta que tengan otra orden15”.

UNA SOLUCIÓN INESPERADAY REPENTINA.Ese mismo día se recibieron en Car-tagena dos misivas, una del alcaldemayor, y otra del Concejo de Mur-cia, siendo la contestación que seacordó dar por la ciudad marítimasorprendente “En este ayuntamien-

to a hora de las 10 del día se vierondos cartas, la una de la ciudad deMurcia y la otra de don BernardinoGironés, alcalde mayor de ella, enque dicen que vienen dos compa-ñías de infantería para el socorroque esta ciudad pidió y que son lasde Santa María y San Bartolomé dedicha ciudad. Y visto por esta ciu-dad acordó, que pues para la oca-sión que se pidió el dicho socorroha cesado por haber dado al travéslos navíos del príncipe Roberto,vaya un sobreguarda al camino de laciudad de Murcia a encontrar lagente que viene, para que se vuelvapor no necesitar de ello hasta quehaya nueva orden”16. De donde sededuce que en el transcurso de lasdos reuniones que en este día cele-bró el Concejo, la escuadra del Par-

38 CARTAGENA HISTÓRICA

Arthur Capel y su familia. Tomópartido por el rey y lo ayudó a escaparen 1647. Fue decapitado en 1649.

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lamento había dado cuenta de losnavíos del príncipe Roberto, pues laexpresión “dado al través” significael hundimiento de un buque.

Algo distinta y mucho mássucinta es la versión que CesáreoFernández Duro dio de estoshechos17.

POR FIN EL CONCEJO RESPIRA TRANQUILOA fin de cuentas, este resultado fueuna liberación para las atribulacio-nes de Cartagena pues los navíos delParlamento, una vez que dieroncuenta de los del príncipe, se mar-charon del puerto, cesando de estaforma cualquier peligro que la pre-sencia de las dos escuadras inglesaspudieran presentar para la ciudad.

Lo cierto es que las actas capitu-

lares guardan silencio sobre todo losucedido durante la jornada del día16 dentro del puerto, de la formaen la que se llevó a cabo el ataque,de si las tripulaciones realistas fue-ron apresadas o de la mortandadque pudo haber entre las dos escua-dras, aunque lo que sí queda claroes que todos los navíos del príncipefueron hundidos, no debiendo deserlo en aguas profundas, ya que dela pólvora que se pudo rescatar deellos se fue aprovechando el Conce-jo en muchas de las salvas de artille-ría que durante ese año y hasta1652, en el que se acabó dichoexplosivo, se fueron usando paradar la bienvenida a uno u otro aris-tócrata, para saludar la llegada alpuerto de determinadas escuadrasde galeras o en el día de Pascua deResurrección, fiesta en la que sesolían efectuar salvas de artillería enmuestra de júbilo, “Acuerda la ciu-dad que Pedro Pérez Pica, en quienestá depositada la pólvora de losnavíos del príncipe Roberto que seperdieron en este puerto el añopasado de 1651, entregue al muni-cionero de esta ciudad tres arrobasde la dicha pólvora para la salva dela fiesta de la Santa Resurrección,para que con ella disparen las piezasdel muelle principal, obligándose elmayordomo de propios a que se lasdevolverá siempre que haya personalegítima que las pueda recibir”18,aunque en esta noticia se debe dehacer notar la incoherencia del añoque cita.

LA VENGANZA. EL PARLAMENTO INGLÉS SE DESQUITA DE LOS SUCESOS DEL PUERTO DE VÉLEZ MÁLAGAEn todo lo mencionado se debe dever una especie de venganza de losbarcos de Cromwell con relación alos hechos que se han descrito quesucedieron en Vélez Málaga, pues sien esa ocasión los que faltaron a su

palabra fueron los barcos realistas,en Cartagena los que lo hicieronson los del almirante Blake, a pesarde que éste había dado su palabra decaballero hidalgo de que no atacaríaa sus enemigos, lo cual incumplióen cuanto pudo. De esta manera setrasluce un gran odio entre losingleses de ambas facciones y unespecial ánimo de revancha de losparlamentarios.

Por otro lado, también se deno-ta el estado de postración militar enel que España se encontraba, ya queun puerto de mar y plaza fuerte dela importancia de Cartagena estabaindefenso, despoblado, desvalido ycon una muy remota posibilidad desocorro, basado en la llegada de lasbisoñas e inexpertas compañías demilicias urbanas que partierondesde Murcia, las que, en caso deuna invasión en toda regla de unejército enemigo, de poca ayudahabrían servido para defender yconservar Cartagena.

Tan deprimente era el estadodefensivo de Cartagena que enmarzo de 1653 llegó al antepuertode Cartagena otra escuadra del Par-lamento inglés, la cual tuvo el atre-vimiento de no contestar a las salvasde cortesía a estilo militar que,tanto desde el baluarte principal,como desde el castillo se le hicieronvarias veces, así como el que uno delos ocho barcos que la componíanno pudo seguir el rumbo de losdemás y se introdujo con esta excu-sa dentro del puerto, sabiéndosedespués que su pretensión era la dereconocer los barcos que en él sehallaban, el que, una vez hecho elreconocimiento de las naves fonde-adas dentro de la rada, volvió a salira mar abierto ante el desconcierto eimpotencia de las autoridades carta-generas, que se sintieron muy heri-das en su amor propio.

Todo ello se vio de nuevo acom-pañado con un estado de sobresaltoen la población, la cual fue llamada

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a presentarse con su armamento enel muelle principal de la ciudad,cubriéndose los puestos de artillería,mandándose que ningún vecinopudiera abandonar la ciudad bajopena de muerte y estando todosmuy alarmados mientras duró lapresencia de tal escuadra en el ante-puerto19. Se pudo dar gracias de quelos ingleses aún no habían declara-do la guerra a España, y que loúnico que buscaban dentro de nues-tro puerto era la presencia de barcosholandeses, con los que sí estabanen guerra, para hundirlos o apresar-los, maniobra guerrera que buquesde ambas naciones habían llevado acabo en otros puertos españolesante la impotencia de las autorida-des militares españolas, carentes deldominio de los mares, que estaba enmanos de franceses, ingleses yholandeses20.

LA PRESENCIA INGLESA EN CARTAGENA.El inicio en 1635 de la guerra entreEspaña y Francia supuso la rápidahuida de todos los comerciantesfranceses afincados en Cartagena, amuchos de los cuales se les represa-lió, habiéndoles sido embargadoshasta marzo de 1638 bienes que seelevaban a un cuantioso montan-te21.

El hueco comercial dejado porlos franceses no tardó en ser ocupa-do por los ingleses. Pronto se des-plazaron a Cartagena un númeropequeño pero muy activo de britá-nicos dedicados a los negocios.Ellos fueron los que suplieron elgran flujo de importación de pesca-do, sobre todo bacalao, que hastaesas fechas habían detentado losgalos, en especial los bretones.

Algunos de esos comerciantesingleses echaron raíces en nuestraciudad y se naturalizaron españoles.Tal fue el caso de Rodrigo de Pol,muy activo entre los años 1646 y1658. Junto con Giles Fetiplace,

Agustín Quendal, Ricardo Randall,Raimundo Lant o Nicolás Jeferidesarrollaron una actividad mercan-til muy importante. Estaban espe-cializados en la importación de pes-cado y productos manufacturados yen la exportación de materias pri-mas, siendo al mismo tiempocomerciantes mayoristas y minoris-tas.

Algunos de ellos gozaron de latotal confianza de las autoridadescartageneras, pues llegaron a ejerceroficios militares, como AgustínQuendal, quien fue nombrado alfé-rez de la compañía de caballería enel año 165222, aunque esto noimpediría que una vez que se decla-rase la guerra entre España e Ingla-terra le fueran confiscados todos susbienes, al no haberse nacionalizadoespañol23.

Durante los años que duró laguerra contra Inglaterra y algunosmás no vuelven a existir comercian-tes ingleses en Cartagena. No obs-tante, durante las dos últimas déca-das del siglo XVII volvió a recalarentre nosotros un segundo grupo demercaderes y hombres de negociosde origen británico. Es seguro queel establecimiento de la base de laescuadra de las Galeras de Españaen Cartagena supuso una reactiva-ción del comercio en la ciudad,pues en dichos dos decenios seobserva la paulatina llegada y esta-blecimiento de comerciantes demuy diversas procedencias. Así, lle-garon españoles, franceses, saboya-nos, genoveses, de los estados papa-les y también ingleses.

Los más importantes de estosúltimos fueron Clemente y Cristó-bal Petit Joyner, Jorge Valcot, sociode este último y, sobre todo, TomásMoore y John Ellys.

Los últimos citados (Moore yEllys), formaron compañías comer-ciales y mantuvieron una gran acti-vidad asociados con ManuelAnrich, importante mercader carta-

genero perteneciente a una familiade origen menorquín.

Sus negocios variaban poco a losque realizaron los de la primera ole-ada inglesa, la importación de baca-lao y productos manufacturados yla exportación de materias primas,así como el ejercicio de mercaderesde vara con la venta de lienzos ytejidos.

La presencia inglesa en Cartage-na volvió a cesar de repente comoresultado de la ascensión al trono deFelipe V y el inicio de la Guerra deSucesión, pues Inglaterra fue ene-miga de la instauración de la dinas-tía borbónica en el trono español,siendo los naturales de dichas islasrepresaliados y confiscados los bien-es de los que no tuvieron tiempo deponerlos a salvo.

LAS AUTORIDADES CARTAGENERAS SACANBENEFICIO DE LOS BARCOSINGLESES HUNDIDOSYa en enero de 1651 el Concejopensó en utilizar la madera de lasdos naves mercantes que se habíantenido que embarrancar en la playade Santa Lucía, a fin de evitar que sehundiesen, para con la misma pro-ceder a la reparación del muelle deSan Leandro que por esas fechasestaba muy deteriorado, por lo cualse adquirió dicho material de losdueños de los barcos y se le dio eluso que se ha indicado24.

En abril de 1651 se rescató loque se pudo del navío El PríncipeNegro, que ardiendo había emba-rrancado en Portmán. Los oficialesde Armadas y Fronteras pagaron1.000 reales de vellón a un patróngenovés que fue mandado a dicholugar y trajo dos piezas de artilleríade bronce, otras dos de hierro, dosanclas y diversos trozos de cabos yjarcia25.

De la misma manera se benefi-ció el Ayuntamiento de la pólvoraque se rescató de las dos naves mer-

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cantes favorables al Parlamento quellevaban apresadas las del príncipe,siendo su destino similar a la quehabía en los barcos realistas ingleses,pues se gastaron en varias salvas deartillería que se hicieron por diver-sos motivos en los años 1651 y1652. Tal fue el caso de lo que sehizo en el mes de septiembre de1651 con la salva de bienvenida quese le dio al marqués de Bayona,cuando llegó al puerto de Cartage-na sobre la galera capitana de laescuadra de Sicilia, entre otros26.

OTRAS NOTICIAS DE LOS NAVÍOS DEL PRÍNCIPE ROBERTOCon todo, el príncipe Robertoseguía teniendo otros barcos en elMediterráneo con los que seguirhaciendo su guerra particular con-

tra ingleses y españoles, contandocon la ayuda de franceses, en guerracon España, por lo que Cartagenaseguía con preocupación el periplode cualquier grupo de velas quedelataran la presencia de armadasen las aguas de su término, temién-dose sobre todo la acción de lospiratas berberiscos.

En julio de 1651 aún se recelabaante la presencia de estos enemigosy el Concejo trataba sobre temasrelacionados con dichas escuadras,tocándose a rebato ante la másmínima alarma de la que se pudierasuponer cualquier intento de ata-que: “La ciudad dijo que ahora, queserán las cinco de la tarde, la campa-na del castillo ha tocado a rebatopor haber visto los soldados de él ydescubierto diez navíos de altobordo de la parte de Poniente. Y

porque se tiene noticia que de Argelhan salido nueve navíos y tres gale-otas a infectar estas costas, demás delos que andan del príncipe Robertocorseando, con otros navíos del reyde Francia, todos enemigos de estaCorona, y se puede temer cualquierinvasión que quisieran hacer, y por-que es justo estar con la prevenciónque el caso pide para impedir losusodicho, acordó que se levantenlas banderas y que el capitán queestá de guarda venga al cuerpo deguardia con su gente, y que vaya unsobreguarda a la parte donde se handescubierto los dichos navíos a verlos que son y lo que hacen”27.

Por fortuna los barcos del prín-cipe ya no volvieron a aparecer porel puerto de Cartagena, en dondetan mal final tuvieron algunos delos de su armada. �

NOTAS

1 P.C. Allen, Felipe III y la Pax Hispánica. 1598-1621, Madrid, 2001, pp-279-316.

2 AHPM, Prot. 5.431, escribano Antonio de Torres, años 1651-1653, escri-tura de 18-9-1653, poder, el convento de monjas de La Concepción aAntonio Jácome Lardón, f. 221.

3 AMC, Actas Capitulares, años 1660-1663, cabildo de 2-11-1660, ordina-rio, f. 202 v.

4 AMC, Actas Capitulares, años 1652-1655, cabildo de 29-1-1652, extraor-dinario, fs. 22 v.-23 r. En este cabildo el Concejo se lamenta que era talla rigurosidad mostrada por los funcionarios reales sobre el cobro de ren-tas de alcabalas atrasadas que “Juan de Arce, juez administrador nom-brado por el Real Consejo de Hacienda, subdelegado del señor Pedro deSanmartín Ocina, el cual cobra generalmente de todo a razón de doce porciento y ha promulgado pregones rigurosísimos en orden a la dichacobranza, imposibilitando mayormente el comercio y atemorizando a losvecinos, contra los cuales todos los días fulmina causas y descaminoscon común desconsuelo, de que se ha originado el que se van las fami-lias enteras de esta ciudad a vivir a Alicante y a otras partes del Reino deValencia, y que de cuatro días a esta parte se han ido quince de ellas, lasmás (f) menesterosas en esta república, así para el ejercicio de sus ofi-cios como para el manejo de las armas”.

5 AMC, Actas Capitulares, años 1652-1655, cabildo 18-5-1654, extraordi-nario, fs. 355 v.-356 r.

6 F. Velasco Hernández, El otro Rocroi, Cartagena 2005, pp. 222-248.7 AMC, Actas Capitulares, años 1656-1659, cabildo de 22-6-1657. extraor-

dinario, fs. 226 v.-330 r. En este cabildo el Concejo dio lectura a una realcédula de Felipe IV en la que entre otras cosas el rey decía “…y última-mente el año pasado de 1643 cuando la armada francesa con númerode 46 bajeles había venido en seguimiento de la de Nápoles y había esta-do surta en dicho puerto de esa dicha ciudad, asistido su parte con tantocuidado y diligencia y con tan buena disposición que había obligado alenemigo a levarse y desembarazar dicho puerto sin haber conseguido elfin que pretendía ni hacer daño alguno, antes bien, lo había llevado ensus bajeles con la artillería de esa ciudad…”.

8 AMC, Actas Capitulares, años 1649-1651, cabildo de 14-11-1650,extraordinario, f. 297 v.

9 AMC, Actas Capitulares, años 1649-1652, cabildo de 2-1-1651, extraor-dinario, fs. 326 r.-328 r.

10 AMC, Actas Capitulares, años 1649-1651, cabildo de 14-11-1650,extraordinario, f. 322 r.

11 AMC, Actas Capitulares, años 1649-1651, cabildo de 15-11-1650,extraordinario, fs. 299 v.-300 v.

12 AMC, Actas Capitulares, años 1649-1651, cabildo de 21-1-1651, ordina-rio, fs. 330 r.-331 v.

13 AMC, Legajo 02613, Memoriales, 1646-1659.14 AMC, Actas Capitulares, años 1649-1651, cabildo de 12-1-1650, ordina-

rio, f. 159 r.15 AMM, Actas Capitulares, años 1649-1651, cabildo de 16-11-1650,

extraordinario, fs. 324 v.-325 r.16 AMC, Actas Capitulares años 1649-1651, cabildo de 16-11-1650,

extraordinario, fs. 303 r. y v.17 Fernández Duro, C., Armada Española desde la unión de los Reinos de

Castilla y de Aragón, Madrid 1898, Tomo V, edic. 1972, pp. 19-20.18 AMC, Actas Capitulares, años 1652-1655, cabildo de 21-3-1652, extraor-

dinario, fs. 43 v.-44 r.19 AMC, Actas Capitulares, años 1652-1655, cabildo de 25-3-1653, extraor-

dinario, fs. 201 r. y v.20 AMC, Actas Capitulares, años 1652-1655, cabildo de 31-3-1653, extraor-

dinario, fs. 203 r. y v.21 Alloza Aparicio, A., “El comercio francés en España y Portugal. La repre-

salia de 1635”, en El sistema atlántico español (siglos XVII-XIX ), C. Mar-tínez Shaw y J.M. Oliva Melgar editores, Madrid, 2005, p. 140. En total1.020.000 maravedíes de plata y 3.400.000 en moneda de vellón.

22 Maestre de San Juan Pelegrín, F., “La actividad comercial de Alicante yCartagena. Similitudes, diferencias y comunidades mercantiles (años1643-1660)”, en prensa.

23 AMC, Actas Capitulares, años 1656-1659, cabildo de 6-5-1656, extraor-dinario, fs. 62 v.-63 v. Precisamente se propuso utilizar el plomo que sele había embargado a Quendal para hacer con él balas de mosquete yarcabuz para defender a Cartagena de un posible ataque inglés.

24 AMC, Actas Capitulares, años 1649-1651, cabildo de 31-1-1651, ordina-rio, fs. 333 v.-334 r.

25 AHPM, Prot. 5.431, años 1651-1653, escribano Antonio de Torres, escri-tura de 18-4-1651, carta de pago, Agustín Quendal contra Juan BautistaLaviosa, f. 92.

26 AMC, Actas Capitulares, años 1649-1651, cabildo de 25-9-1651, extraor-dinario, f. 431 r.

27 AMC, Actas Capitulares, años 1649-1651, cabildo de 3-7-1651, extraor-dinario, f. 396 r.

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42 CARTAGENA HISTÓRICA

EEll mmoossaaiiccoo rroommaannooddee llaa ccaatteeddrraall aannttiigguuaa

AUGUSTO PREGO DE LIS

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LA PARROQUIAL DE LA ASUNCIÓN

Durante siglos latorre de la Iglesiade Santa Maria dela Asunción, nues-tra entrañable

Santa María la Vieja, presidió,desde las faldas del monte de laConcepción, el trajín ciudadano yportuario de Cartagena. Sus campa-nas marcaron, durante muchotiempo, las vidas de generaciones decartageneros. El crecimiento de laciudad, en los siglos XVIII y XIX,relegó el templo al olvido, perohasta entonces, muchas de las emo-

ciones y anhelos de los ciudadanosde Cartagena fueron materializadosen él.

A lo largo de los siglos XVII yXVIII la iglesia, la considerada porlos cartageneros de entonces la“Catedral Antigua” fue el puntal delas reclamaciones –más insistentesconforme Cartagena se iba convir-tiendo en uno de los centros comer-ciales y militares más importantesde la costa mediterránea– que exigí-an el regreso de la cátedra episcopalcartaginense a su sede originaria.Esa reivindicación nunca fue satis-fecha, pero generó una rica mitolo-gía alrededor de los orígenes primi-tivos del cristianismo cartagenero.

Es precisamente en ese tiempocuando comienza a surgir la rela-ción entre la iglesia de la Asuncióny el apóstol Santiago. Las noticiassobre Santiago el Mayor en Carta-gena aparecieron en la ciudad en lasegunda mitad del siglo XVII, ypronto pasaron a formar parte de lamitología piadosa local, tanto con el“descubrimiento” del muelle deSantiago en Santa Lucía como conla temprana conexión entre Santia-go y el templo de la Asunción. Asídesde principios del siglo XVIII laiglesia parroquial aparece comocentro de la acción evangelizadorajacobea.

Cuando en 1777 el cabildo debeneficiados de Cartagena se trasla-dó a Santa María de Gracia, todavíaen obras, la vieja iglesia de SantaMaría de la Asunción quedó literal-mente abandonada. Muebles, orna-mentos, incluso el órgano, fuerontrasladados apresuradamente alnuevo templo, quedando única-mente en la vieja basílica el culto alCristo Moreno y las imágenes de losCuatro Santos y de Nuestra Señoradel Rosell. Santa María la Viejaquedó así desplazada al papel secun-dario de ayuda de parroquia, aisladaen su incómoda posición en la lade-ra del monte.

Pronto se inició un proceso deruina paulatina. El culto, cada vezmás incómodo ante la proliferaciónde otras iglesias y conventos en lazona llana de la ciudad, quedó redu-cido al mínimo. Su valoración artís-tica, en plena época neoclásica, afinales del XVIII, era totalmentenegativa, presentada como obramenor y de ínfima calidad de unmomento de decadencia del góticotardío. Por último, los costes de unareconstrucción se mostraban comoexcesivos para las necesidades deCartagena.

En los primeros años del sigloXIX se efectuaron varios informessobre una posible obra de consoli-dación y restauración, pero la iglesiaquedó abandonada a su suerte, y elproceso de ruina continuó entre eldesinterés de las sucesivas corpora-ciones municipales, en medio de loscrecientes conflictos políticos quejalonaron la mayor parte del sigloXIX.

LA RENOVACIÓNEl 12 de enero de 1874 las autori-dades cantonales rinden la ciudad alas fuerzas del general LópezDomínguez. Para el catolicismoburgués cartagenero ese momentorepresentó el fin de un exilio devarios meses, que ponía término aun intenso periodo en el que elpoder de la Iglesia se había vistocomprometido por la crecienteinfluencia de las ideas liberales. Serenovaron los cultos locales quehabían sobrevivido al abandono y seiniciaron trabajos de restauraciónde los templos dañados por el ase-dio de 1873, entre ellos la universal-mente conocida como “CatedralAntigua”. Ya en 1874 el gobiernodel general Serrano libró unaimportante suma para obras dereparación de las iglesias cartagene-ras, dañadas por el bombardeo delas últimas semanas del sitio. Enfebrero de 1875 el obispo autorizó

CARTAGENA HISTÓRICA 43

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la constitución de una “Junta deFábrica de la Iglesia Parroquial deCartagena”, para dirigir esas repara-ciones, que trató de buscar ayudadel Ayuntamiento para acometer larestauración y el mantenimiento de

las iglesias de la ciudad.Dentro de ese proceso de recu-

peración de la vida eclesial, el 13 dediciembre de 1875 el Eco de Carta-gena, el periódico católico de laburguesía cartagenera, cubrió la

noticia de la reapertura al culto dela “Catedral Antigua”. Sin embargo,el entusiasmo por la reanudación dela actividad en el templo de laAsunción quedaba matizado por eldeplorable estado en el que se

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Plano de la iglesia antigua, de principios del siglo XIX, mostrando la disposición en tres naves según el modelo del gótico levantino, la cabecera plana, y la existencia de capillas a ambos lados de la planta.

Destacadas las capillas del Cristo Moreno y de los Cuatro Santos.

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encontraba. No es de extrañar, portanto, que desde ese momentocomenzara un movimiento tenden-te a iniciar la reconstrucción de laiglesia. Dentro de ese clamor tuvoun importante papel Manuel Gon-zález Huarque.

Manuel González era, en esemomento, el cronista oficial deCartagena. Cofrade de la congrega-ción del Cristo del Socorro, no sóloera uno de los principales sostene-dores de las leyendas y tradicionespiadosas de Cartagena, sino queestaba íntimamente relacionadocon la “Catedral Antigua”, sede desu cofradía. El 17 de diciembre de1875, sólo unos días después de lareapertura al culto, publicó en elEco de Cartagena un artículo –hoyperdido–, en el que, tras recordar lasvenerables y antiguas tradicionesque envolvían al obispado de Carta-gena y a su “cátedra primigenia”,defendía la necesidad de devolver altemplo su pasado esplendor. Nocabe duda de que su entusiasmo enla defensa de la historia del templocontrastaba con el abandono en elque se hallaba, pero el artículo des-pertó el interés de la opinión públi-ca. ¿No disponía Cartagena de unmonumento de gran antigüedad eilustre historia abandonado a susuerte? Pronto los grupos más com-

prometidos del movimiento católi-co de la ciudad, organizados alrede-dor de la cofradía del Cristo delSocorro, comenzaron a exigir a lasautoridades una acción decididapara la reconstrucción del templo.

LA POLÉMICALa respuesta no tardó en llegar, aun-que su portavoz fue, en cierta medi-da, inesperado. Se publicaron en elEco una serie de artículos que trata-ron de matizar el entusiasmo des-pertado por Manuel González. Suautor era Manuel Marco, delegadodel Banco de España en Cartagena.Natural de Zaragoza, su cargo leponía en contacto con los miem-bros de la administración, munici-pal y gubernativa, de la ciudad.Muy interesado en la Historia y elArte, sus conocimientos lo convir-tieron en portavoz de la postura delliberalismo conservador cartagene-ro, que no veía en las tradicionespiadosas que defendía el catolicis-mo más militante de la ciudad nadamás que mitos sin fundamento his-tórico. Recordemos que en esemomento la cuestión de la libertadde culto como principio constitu-cional –rechazado por el catolicis-mo más intransigente– estaba enplena discusión en las Cortes. Paralos liberales la reconstrucción de la

vieja basílica sólo tenía un valorarqueológico, de poca importanciadebido a la pobreza artística de laiglesia. De esta forma, en tres artí-culos, entre el 23 y el 31 de diciem-bre de 1875, Marco presentó unaimagen del templo que difería clara-mente de la presentada por Gonzá-lez.

En primer lugar Marco acome-tió, de acuerdo a la crítica históricadel momento, la tarea de poner ensu sitio las perspectivas históricasdel obispado de Cartagena, negan-do el origen jacobeo, la existenciade obispos antes del siglo IV y larelación entre Cartagena y los Cua-tro Santos. En el segundo artículopresentó una descripción realistadel templo, mostrándolo como unaobra menor de finales de la EdadMedia, o incluso de inicios de laEdad Moderna. En el tercer artícu-lo se muestra contrario a cualquierobra en la “Catedral Antigua”,defendiendo como más importantela terminación de Santa María deGracia, templo en su opinión máselegante. Termina por poner comoejemplo la restauración del templodel Pilar de Zaragoza, tras avisar delos cuantiosos gastos que seríannecesarios.

Los artículos de Marco causaronuna gran sensación en la ciudad,

El mosaico romano de la catedral antigua

CARTAGENA HISTÓRICA 45

El más antiguo testimonio de la iglesia medieval, la lápida de Sancho de Butrera de 1252, pocos años después de la conquista cristiana.

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sobre todo, obviamente, por lo quesignificaban de rechazo frontal dealgunas de las tradiciones con másarraigo del cristianismo cartagene-ro. Una primera consecuencia fueque Manuel González, el cronistalocal, se presentara como adalid deesas leyendas y tradiciones, e inicia-ra, desde el 4 de enero de 1876, lapublicación de una larga serie deartículos en el Eco de Cartagena, quese extendió hasta el verano, con eltítulo de Cartagena a la Luz de laTradición y de la Historia, en la que,basándose fundamentalmente enlos falsos cronicones de los siglosXVI y XVII y en noticias poco rigu-rosas de autores medievales y de laedad moderna, trataba de demos-trar la historicidad de todas lasleyendas cartageneras, desde laevangelización de Santiago al obis-

pado de San Fulgencio, pasandopor los mártires de Diocleciano y elpseudo catálogo de obispos cartage-neros. Sin ningún sentido crítico,incluso menor que un autor diecio-chesco como Soler, González derro-chó un entusiasmo que atrajo pron-to el interés de muchos cartagenerosy lo convierte en uno de los pilaresde la formación del movimientolocalista cartagenero.

La previsible respuesta de Marcose inició en junio, mediante unaserie de artículos en los que tratabade rebatir, usando autores moder-nos, más críticos con las fábulasmedievales y los cronicones, lasbases de las leyendas cartageneras.Esta polémica histórica no era másque un reflejo de un conflicto ideo-lógico de gran calado que se des-arrollaba en la España de principios

de la Restauración, en el marco delproceso constituyente iniciado porel gobierno de Cánovas del Castillo,que enfrentaba las ideas liberales,más o menos moderadas, con elintegrismo católico heredero delviejo carlismo de la primera mitaddel XIX, todavía vivo en ampliascapas de la burguesía. La discusiónsobre la antigüedad del templo y laconveniencia de restaurarlo se man-tuvo durante el verano, uno de losmás calurosos que se recordaban,hasta que se vio dramáticamenteinterrumpida en agosto por uninesperado suceso.En la madrugada de hoy ha caído

una de las paredes de la antigua igle-sia catedral de esta ciudad, sin queafortunadamente haya ocurrido des-gracia que comentar. La destrucciónde aquella pared no afecta en nada ala parte del templo nuevamente res-taurado. El Eco de Cartagena, 23 dede agosto 1876.

Desgraciadamente faltan en sutotalidad los ejemplares del Eco delmes de septiembre de ese año, perocuando podemos recuperar, enoctubre, el hilo de los aconteci-mientos, vemos que se había abier-to una suscripción popular de fon-dos con destino a la reparación yrestauración de la “Catedral Anti-gua”. Ésta contaba con el apoyoentusiasta del periódico, y en gene-ral de toda la burguesía católica dela ciudad. Pero el entusiasmo inicialtuvo su contrapunto. El omnipre-sente Manuel Marco comenzó apublicar, ya desde el mes de sep-tiembre, y sin duda como respuestaa la apertura de la suscripción, unanueva serie de artículos, con el títu-lo de El Porvenir de Cartagena, enlos que, criticando el que se mostra-ra tanto interés en las obras de untemplo sin valor histórico-artísticoalguno, que ahora fechaba a finalesdel siglo XVI o principios del XVII,se estuvieran difiriendo proyectostan esenciales para la ciudad como

46 CARTAGENA HISTÓRICA

La hipotética disposición de la capilla-ermita del siglo XIII,apoyada sobre el muro de cimentación descubierto en el subsuelode la iglesia.

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el abastecimiento de agua –aquelverano fue particularmente seco– ola desecación del Almarjal paraluchar contra la malaria y la disen-tería. Se inició entonces una nuevapolémica que volvió a enfrentar alos católicos militantes con los libe-rales de la ciudad. La polémica fuelanguideciendo conforme avanzó elotoño, mientras que la suscripciónpopular iba perdiendo fuerza.Desde noviembre empezó a hablar-se de los planes de reconstrucción yde la forma de utilizar el dinerorecaudado, pero las obras no se ini-ciaron hasta finales del mes demarzo.Hoy han empezado los trabajos

para la reedificación de la antiguaIglesia Catedral de este obispado,monumento de gloria y antigüedad aque dedican su cariño los cartagene-ros. El Eco de Cartagena. 31 demarzo de 1877.

LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE 1877Los trabajos fueron rápidos. Con-sistieron, en principio, en la excava-ción del subsuelo de la iglesia en elextremo noroeste, el lugar donde seprodujo el derrumbe del anterioragosto, con el objetivo primordialde alcanzar la roca del monte ycomprobar los cimientos del tem-plo. Ninguno de los participantestenía conocimientos ni experienciaen trabajos arqueológicos, por loque la excavación no tuvo ningúnsignificado científico, fuera de recu-perar medallas y restos de las abun-dantes sepulturas del subsuelo. Laprimera noticia pública fue un artí-culo de Manuel Marco en el Ecotitulado Restauración de la viejacatedral de Cartagena. No debeextrañarnos que Marco fuera el por-tavoz. Tenía una relación estrechacon la administración local, eraamigo personal tanto de Baldasano,que trabajaba en el abastecimientode aguas de la ciudad, como de

Mancha, el arquitecto municipalque dirigía los trabajos, y es muyprobable que diera su opinión, porsus conocimientos de Historia delArte, en el estudio de los restos.Además era, como ya vimos, elrepresentante de aquellos que veíanen la restauración del templo unacostosa utopía sin mucho sentido,impresión probablemente compar-tida por los excavadores. No es raro,por tanto, que la primera imagenfuera totalmente negativa. El tem-plo no tenía valor artístico y su esta-

do era de total ruina. ...es preciso gastar mucho más de

lo que se había creído para llevar acabo la restauración por las malísimascondiciones en que el templo fue cons-truido... El Eco de Cartagena, 16 deabril de 1877.

Pero los defensores de la restau-ración no se conformaron con esaconclusión, y Manuel González, elprincipal defensor de la adecuacióndel templo, respondió rápidamenteen otro artículo, proclamando laimportancia histórica de la catedral

El mosaico romano de la catedral antigua

CARTAGENA HISTÓRICA 47

La torre campanario de la iglesiade la Asunción. Se trata de partede la estructura más antigua deltemplo, probablemente del sigloXIII o XIV. Estaba inserta en el

complejo defensivo de la ciudad.

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para Cartagena y hablando, por vezprimera, de los hallazgos arqueoló-gicos que se habían realizado, que asu juicio demostraban sus teorías.Nosotros la hemos visitado tam-

bién dos veces en estos días, y ayerpudimos ver en los trabajos de excava-

ción un bellísimo pavimento demosaicos de menudas piedras blancasy encarnadas, así como algunos restosde objetos de cerámica, entre los quevimos también el asa delicadamentetrabajada de una vasija, y la base oparte inferior de un pequeño lacrima-

torio, todo lo cual creemos ha de favo-recer mucho a nuestras teorías en fue-ros de antigüedad. El Eco de Cartage-na, 17 de abril de 1877.

El contraataque de Marco fueinmediato, y sólo dos días despuéspublicó un nuevo artículo critican-do ásperamente la capacidad comohistoriador de González y su defen-sa de la tradición....Tengo la convicción de que si el

celoso Sr. González o cualquier otrocartagenero o forastero tiene la fortu-na de hallar datos o noticias la comi-sión facultativa les agradecerá muchí-simo que se la faciliten... El Eco deCartagena. 19 de abril de 1877.

Sin embargo, la principal preo-cupación de Marco, de la “comisiónfacultativa”, de las autoridades eincluso del cabildo episcopal eraterminar las obras cuanto antes. Eldinero disponible de la suscripciónse había agotado y sólo las donacio-nes de un financiero local, Guiller-mo Ehlers, permitían su continua-ción provisional. Ninguna autori-dad estaba dispuesta a asumir lasgrandes sumas que implicaría nosólo estabilizar los cimientos deltemplo, sino también acometer surestauración y continuar con elestudio de los restos hallados. Dehecho, Marco trató de minusvalo-rarlos....respecto a esos mosaicos hallados

a cierta profundidad, que quizás seanadorno de algún antiguo enterra-miento, hasta ahora no puede sabersea que responden. El Eco de Cartage-na, 19 de abril de 1877.

LA OCULTACIÓNPero aquí Marco no estaba contan-do toda la verdad. Sabemos porFrancisco de Paula Oliver –queentonces contaba con dieciséis añosy que publicó un detallado trabajosobre el templo en 1886, al que másadelante nos referiremos– que losparticipantes en la excavacióntenían la certeza de que el mosaico

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Detalle del interior, donde se puede ver con claridad la continua utilización de elementos heterogéneos y reaprovechados a los largo de toda la historia

de la iglesia, y que hizo pensar a Oliver en un origen antiguo.

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encontrado era de época romana, ycon gran probabilidad del siglo I....se pudo conocer que era un

mosaico de la época romana y que nopodía darse nadie la explicación decómo allí se encontraba ni a que obje-to se destinó; si bien estaba en lamente de todos en que aquel mosaicoexplicaba perfectamente el haber sidoCartagena desde el año 37 de Jesucris-to una de las pocas metrópolis con queel cristianismo contaba en aquellaépoca. Todos creían que aquello era laprimitiva iglesia, nadie trataba dedemostrarlo.Un Monumento Histó-rico. p. 94.

De hecho el hallazgo era poten-cialmente explosivo. Para todoaquel que creyera en la leyenda de laevangelización de Santiago en Car-tagena y en que se había establecidoun obispado en ese momento, eldescubrimiento de un pavimentoclaramente romano en el subsuelode la “catedral antigua” no podíatener otra explicación: se habíahallado la catedral jacobea original.La importancia que pudo tener estemomento puede ilustrarse con elejemplo de lo que ocurrió en San-tiago de Compostela en época rigu-rosamente contemporánea.

Tras un largo periodo de deca-dencia del culto y las peregrinacio-nes, en 1878, es decir, sólo un añodespués del hallazgo de Cartagenapero sin conexión aparente con él,el arzobispo compostelano, MiguelPayá, encargó al canónigo LópezFerreiro la excavación del altarmayor de la basílica de Santiago. Deresultas de esa investigación, dirigi-da por los prestigiosos arqueólogosFernández Guerra y Fita, se recono-ció y estudió un monumento fune-rario de época tardorromana y unaurna con restos humanos, conside-rados de forma inmediata la tumbay restos del Apóstol y sus dos discí-pulos, Teodoro y Atanasio...ante los cuáles, con profundo

respeto y grandísima devoción, se fue-

ron prosternando los concurrentes, enla creencia, por lo que habían visto yoído, de que eran los sagrados restosdel Apóstol Santo, Patrón de las Espa-ñas. Actas de la Excavación, tomadode la Historia Eclesiástica de Españade García Villada.

Esas reliquias fueron autentifica-das tras un examen forense por undecreto del arzobispo de 1883, quemandó el proceso abierto al Vatica-no. Tras el pertinente análisis de los

resultados por la Curia, el papaLeón XIII ratificó la decisión delarzobispo Payá con la bula Deusomnipotens, de 1 de noviembre de1884, dando inicio a la épocamoderna del culto jacobeo:Nos... desaparecidas todas las

dudas y terminadas todas las contro-versias, aprobamos y confirmamos deciencia cierta y por Nuestra propiainiciativa y en virtud de nuestraautoridad la sentencia de nuestro

El mosaico romano de la catedral antigua

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La fachada occidental en 1930. Muy característico de la reconstrucción de Beltrí son los grandes ventanales neogóticos.

La fachada oriental de la iglesia en los años treinta. Muestra el eclecticismopropio de la época de Beltrí, en este caso utilizando elementos neorrománicos.

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Venerable Hermano el Cardenal deCompostela, sobre la identidad de lossagrados cuerpos del Apóstol Santiagoel Mayor y de sus santos discípulosAtanasio y Teodoro, y decretamos queesta sentencia tenga perpetuamentefuerza y valor.

En Cartagena, por el contrario,parece que la primera idea fue la detratar de ocultar el hallazgo. Eso sepuede ver en los textos de ManuelGonzález, que hubiera defendidocon vehemencia, sin ninguna duda,la atribución de la catedral a Santia-go de saber que el mosaico encon-trado correspondía a la época roma-na, pero que por el contrario parececontentarse con una postura expec-tante:...bien pudiéramos intentarlo

[presentar pruebas de las leyendasque defendía] en la tradición y la his-toria, que son los monumentos mora-les de la Humanidad, pero por hoynos abstenemos de ello cediendo a res-petabilísimas insinuaciones, y hemosofrecido no ocuparnos por ahora deeste asunto hasta que se hallen reuni-dos los datos y antecedentes que coninterés se buscan... para darlos a cono-cer a la prensa en forma más conve-niente a fin de que todos tengamosuna completa memoria de lo que hasido y es ese histórico templo, objetohoy tan debatido, cuya augusta anti-güedad nunca debió ponerse en telade juicio... El Eco de Cartagena, 20de abril de 1877.

De hecho, los posteriores escri-tos de González parecen indicar queno llegó a conocer la datación delmosaico. Casi un año después, aprincipios de 1878, al polemizarcon Martínez Tornell sobre la anti-güedad del templo, sólo presentacomo prueba la presencia del muroque apoya la terraza en la que seasienta la iglesia, y que databa enépoca bizantina.¡Que la primitiva Catedral de

Cartagena vino a tierra y que no sesabe dónde estuvo! En cuanto a su

asiento, a falta de otras pruebas queaquí pudiera aducir, demostrado estáen las sólidas cimentaciones, todavíaal descubierto, que ha hecho exhibirla arqueología, el haber sido siempreel mismo que hoy descansa, y aun sub-siste en pie un trozo de su fábrica, defortaleza casi ciclópea que, según unilustrado parecer, debieron ver loscuatro santos... El Eco de Cartagena 8de febrero de 1878.

Sólo podemos suponer que losexcavadores y las autoridades impli-cadas mantuvieron oculta la infor-mación clave de la datación delmosaico. La prudencia natural antecualquier hallazgo arqueológico,tan natural y necesaria en nuestrostiempos de arqueología científica,parece excesiva en arqueólogos afi-cionados de mediados del sigloXIX. Sin duda no existía interés enuna obra, la de restauración deltemplo, de enorme costo y comple-jidad, que ya vimos que muchosimportantes ciudadanos considera-ban excesiva y secundaria frente aotras necesidades reales, más urgen-tes. Había que contar, además, conla pujanza que para el catolicismomás integrista significaría la apari-ción de un nuevo lugar de culto.Por último, el cabildo episcopal seinhibió ante los restos.

También está claro que la natu-raleza del hallazgo tuvo que descon-certar, y mucho, a sus descubrido-res. Ninguno de ellos tenía conoci-mientos arqueológicos, y no pareceque en toda Cartagena hubieraalguien con suficiente autoridadpara pronunciarse sobre lo encon-trado. La reacción natural, portanto, fue la de darle un valormenor, aunque a nadie se le ocurrióla solución obvia de pensar simple-mente en la existencia de unavivienda romana anterior a la cons-trucción de la “Catedral”. Ante elembarazo causado la respuesta fuela de desentenderse del problema. Amediados de 1877 la excavación fue

paralizada por falta de fondos y losrestos se mantuvieron al descubier-to. Manuel González murió el 31de enero de 1883, sin llegar a cono-cer la verdadera datación del mosai-co.

LA NOTICIA.La información pública tuvo queesperar, a lo que parece, varios años,y se debió a Francisco de Paula Oli-ver Rolandi. De una de las familiascartageneras de más abolengo, eraapenas un muchacho de dieciséisaños cuando el mosaico fue descu-bierto. Por las relaciones amistosasde su familia con Carlos Manchadebió conocer de primera mano losresultados de la excavación, quedespertaron su interés. Inició estu-dios de arquitectura en Madrid ydesde 1882, mientras seguía susestudios, comenzó a recopilar datossobre el templo de la Asunción y laexcavación de 1877 con vistas a pre-parar un ejercicio a presentar en laEscuela de Arquitectura de Madrid.Sobre ese trabajo publicó un artícu-lo en 1883, justo después de lamuerte de González Huarque, en larevista La Ilustración Española yAmericana, dedicado exclusivamen-te al mosaico descubierto, y unpequeño libro en 1886, Un Monu-mento Histórico. Descripción de laantigua catedral del obispado de Car-tagena, con una edición muy limita-da.

Su texto fue el primer estudiomoderno y completo del templosobre unas bases sólidas, aunquemuestra a las claras la juventud delautor, lo que le lleva a aceptar comodemostradas hipótesis con una basemuy endeble. La descripción deltemplo es bastante ajustada para elperiodo tardomedieval y moderno.Pero cuando habla de los periodosmás antiguos sus tesis se hacenmucho más débiles, como porejemplo cuando trata de demostraruna fase bizantina en la construc-

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ción de la iglesia. En cuanto almosaico, que fecha en los siglos I-IId.C., su relación con el templo labasa en una elaborada construcciónhistórica totalmente especulativa. SiSantiago evangelizó Cartagena –loque acepta sin ningún sentido críti-co– tuvo que fundar una sede epis-copal. Si a finales del siglo III Car-tagena se convirtió en capital de laprovincia cartaginense, es que eseobispo era metropolitano –sin dete-nerse a considerar que los metropo-litanos no aparecen hasta al menosel siglo V o más tarde–. Luego portanto, tuvo que existir una catedralen Cartagena entre el siglo I y el III.Si además en época bizantina selevantó una basílica, tendría queestar situada donde la tradiciónsituaría esa hipotética catedral, des-truida por los vándalos en el siglo V.Por tanto el mosaico tendría quecorresponder al pavimento de labasílica original del siglo I o el II.

Obviamente ese razonamientohistórico, apoyado sobre elucubra-

ciones y hechos aceptados sin nin-gún tipo de fuente textual o restomaterial, no tuvo ninguna repercu-sión académica. Pero la obra essumamente interesante como análi-sis sociológico de la reacción delcatolicismo localista cartagenero,ante lo que se entendía como elabandono injustificado de un des-cubrimiento arqueológico de pri-mer nivel.Después de tropezar con el mosai-

co se debía de haber tratado de averi-guar a qué pudo pertenecer y despuésde llegarse a convencer que por ejem-plo fue una iglesia cristiana y no untemplo pagano o un palacio particu-lar, tratar de restaurar sus formas porentero con los datos ya encontrados yentonces haber seguido las excavacio-nes en los puntos que hubieran desig-nado los autores de este trabajo. Peroya decimos la precipitación con queentonces se obró, perdonable por losvivos deseos de averiguar por entero loque pudo ser, hicieron que en aquellaépoca fracasasen todos los trabajos

verificados.La crítica a las autoridades loca-

les no pasa más allá, y sus errores losatribuye a la falta de recursos econó-micos suficientes para realizar unestudio amplio y serio de los restoshallados bajo el templo. Las críticasmás duras se dirigen hacia las auto-ridades culturales nacionales, a lasque se acusa del abandono y ningu-neo al que se reduce a la ciudad,para Oliver más flagrante ante laimportancia capital que tiene lo queconsidera el descubrimiento de unedificio cristiano del siglo I.Si yo no me equivoco, si esto es la

planta de una basílica cristiana, tienegrandísima importancia el tal descu-brimiento, pues en ninguna parte delmundo, como no sea la Iglesia de SanClemente, en Roma, se han podidodescubrir señales tan claras y evidentescomo estas de tan primitivas construc-ciones del arte cristiano... la insufi-ciencia de una suscripción popular...que a más de luchar con sus pobrísi-mos recursos tenía que hacerlo con la

El mosaico romano de la catedral antigua

CARTAGENA HISTÓRICA 51

La fachada occidental al inicio de la reconstrucción de Beltrí a principios del siglo XX. El arrabal de Gomera ya hadesaparecido. Obsérvese la parte hundida de la iglesia en la zona izquierda (nave norte).

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indiferencia del Cabildo, a quiencorrespondía la iniciativa en tanimportante cuestión... han sido causasmás que suficientes para que estasexcavaciones continúen en el mismo opeor estado que hace algunos años...No es un cargo el que voy a dirigir ala comisión de Monumentos de estaprovincia; pero es muy de extrañarque dado su celo en otras cuestiones,no se haya llamado la atención de laAcademia de San Fernando ni sobrela iglesia que tal tesoro encierra, nisobre la torre ciega, monumento deépoca romana, ni sobre el castillo dela Concepción, también de construc-ción romana... ni por ninguno de losmuchos monumentos que Cartagenaostenta como gloriosos timbres de suantigüedad indisputable.

Vemos aquí todos los argumen-tos del cartagenerismo –la hostili-dad del obispado, el abandono delas autoridades provinciales, la faltade recursos locales–, pero como erahabitual en otros asuntos, las invec-tivas del joven Oliver no llegaron aningún lugar. Hizo un nuevo inten-to en 1890, presentando unamemoria para que la iglesia fueradeclarada Monumento Histórico-Artístico, sin éxito. Las excavacionesno se continuaron, y el templo per-maneció en estado ruinoso, mante-niendo un culto irregular centradoen las capillas de la nave sur.

UNA NUEVA TRADICIÓNLOCALLa hipótesis de Oliver Rolandi tuvocomo primera consecuencia el desa-rrollo de un nuevo elemento dentrode las leyendas y mitos que sobre lapredicación de Santiago en Carta-gena se habían ido creando en laciudad desde finales del siglo XVII.Por un lado, complementaba laacción jacobea con la imagen de ungrupo de cristianos en torno a unoratorio muy antiguo, al mismotiempo que daba al mito un ele-mento material, el mosaico roma-

no, que permitía usar un aspectoarqueológico-científico en la argu-mentación de la tradición. Elmosaico romano y la noticia de laexistencia de una basílica cristianadel periodo romano de la ciudadfueron arraigando paulatinamenteen la mitología de la ciudad, convir-tiéndose lentamente en otro aspectode la tradición cristiana cartagenera.

Hacia fines de siglo el interéssobre el templo aumentó, y crecie-ron las demandas de una consolida-ción y restauración. En 1899comenzó un nuevo proceso de con-cienciación para recuperar el edifi-cio, amenazado por la ruina total.Los hipotéticos orígenes jacobeosestaban ya arraigados en la concien-cia de la élite católica local, comodemuestra la petición dirigida porel arcipreste Martínez Pérez alAyuntamiento en demanda deayuda económica, en la que la teo-ría de Oliver, aun sin referirse espe-cíficamente a ella, está claramentepresente.Conocido por todos es, que al

difundirse la Fe Cristiana por el suelopatrio, hizo en Cartagena sus prime-ros gloriosos albores y que se remontaa los primeros años de la Iglesia el ori-gen de nuestra catolicidad. En esemismo sitio que hoy ocupa el templode la Asunción, alzose, en el primersiglo de la Era Cristiana, un templo alverdadero Dios, glorioso testimonio dela fe de muchos padres, que ha resisti-do la acción destructora de los tiem-pos, gracias a la constante piedad delas almas cristianas, que reedificandounas veces y restaurando otras y velan-do siempre por el decoro de tan sagra-do lugar ha hecho que por espacio detantos siglos se ofrezca indefectible-mente el Santo Sacrificio en el mismositio en que los primeros fieles lo ofre-cieron. Instancia sobre la Urgenciade la reparación del templo de laAsunción, Archivo Municipal deCartagena, Culto y clero, caja 151.

La respuesta del Municipio,

embarcado en la tarea paralela delevantar un nuevo ayuntamiento,fue la de aprobar, por 16 votos a 5,la concesión de un subsidio de3.000 pesetas. Las obras fueron ini-ciadas en 1902, y la restauración,diseñada por Victor Beltrí en unestilo neorrománico al exterior yneogótico en el interior, concluye-ron en 1904. El mosaico fue prote-gido con la construcción de lapequeña cripta-capilla que permitióel acceso público hasta los añosnoventa. A pesar de ello, la noticiadel mosaico no arraigó en la pobla-ción cartagenera, y aunque conoci-do y citado por diversos autores, nollegó a convertirse en un temapopular, por cuanto que era unanoticia muy reciente, sin el sosténde una tradición antigua, en unaciudad como Cartagena cada vezmás apartada de la práctica eclesial alo largo del primer tercio del sigloXX, y donde las viejas tradicionespiadosas eran arrinconadas por laélite cultural como mitos sin ningu-na base histórica.

A principios de siglo las ideas deOliver fueron apoyadas explícita-mente por Manuel Fernández Villa-marzo, que incluye a la basílica cris-tiana del siglo I entre los grandesmonumentos romanos de la ciudad,siguiendo a su amigo Oliver.El señor Oliver ha encontrado la

planta de la Basílica cristiana, ochometros por bajo del piso de la catedral,y de una manera científica y a nues-tro parecer muy acertada, deduce susafirmaciones sobre la presencia y sig-nificación de la casa de oración cris-tiana...

En general las líneas de Fernán-dez-Villamarzo sobre la hipótesis deOliver tienden a corroborarla, aun-que no puede evitar caer en la evi-dente tautología de considerar laexistencia de esa basílica comoprueba de la evangelización de San-tiago en Cartagena, Si, según la opinión del Sr. Oliver,

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la antedicha basílica fue construidaen el primer siglo del Cristianismo,sería un indicio más que abonaría latradición cartagenera del desembar-que del apóstol Santiago en dichopunto...

Con lo que entramos en la basede toda la erudición local del sigloXX sobre la evangelización de San-tiago: la basílica del siglo I demues-tra la evangelización, la evangeliza-ción permite atribuir el mosaico auna construcción cristiana del sigloI. Autores posteriores, como Federi-co Casal, incidirán en ese punto a lahora tanto de ilustrar los presuntosorígenes antiquísimos del templo dela Asunción como defender la vera-cidad histórica de la evangelizaciónde Santiago.Otro grandioso edificio hubo en

Cartagena levantado en los primerossiglos de nuestra Era. Me refiero a laBasílica Romana erigida poco despuésde haber prendido la luz del cristia-nismo encendida en esta ciudad por elglorioso Apóstol Santiago.

La Guerra Civil significó la defi-nitiva ruina del templo. Las des-trucciones, debidas tanto al vanda-lismo anti-clerical como a losbombardeos, causaron el total hun-dimiento de las cubiertas, exceptode las capillas adosadas a la roca delmonte, y la caída de gran parte delos muros norte y este, quedando laiglesia reducida en su mayor parte aescombros. No hubo, tras el final dela guerra, intentos serios por volvera reconstruirla. Pero su papel comodepositaria de muchas de las tradi-ciones locales sobre el cristianismocartagenero continuó intacto. Enlos años cincuenta, en medio delproceso de reviviscencia de las tradi-ciones religiosas que se desarrolló enla posguerra, y del predominio de laIglesia en la vida local, volvió a rea-parecer el interés por el estudio delsubsuelo del templo. En eseambiente aparece la obra del cronis-ta Eduardo Cañabate Navarro.

Continuador de la obra de Casal,Cañabate escribió una Historia deCartagena, publicada en 1955, en laque el tema de las antigüedades cris-tianas tiene un papel esencial. Den-tro de ese punto de vista, el mosai-co romano de la “Catedral Antigua”se convierte en un argumento cen-tral, sobre todo como elementoprobatorio de la tradición jacobea.Si según la opinión del Sr. Oliver

la antedicha basílica fue construidaen el primer siglo del cristianismo,sería un indicio más que abonaría latradición cartagenera del desembar-que del Apóstol Santiago en ese puer-to... Historia de Cartagena desde sufundación a la monarquía de Alfon-so XIII.

Por lo demás Cañabate sigue lospasos de Oliver y Fernández Villa-marzo a la hora de establecer la rela-

ción entre mosaico y “CatedralAntigua”, que presenta como indu-dable. La obra de Cañabate fueesencial en el proceso de desarrollode la imagen de una catedral jaco-bea del siglo I, por cuanto que sulibro, con reediciones en 1971 y1973, pasó a ser la síntesis históricade la ciudad más popular y conmayor difusión hasta entonces. Dehecho, podríamos decir que fueCañabate el auténtico “creador” delmito, sobre todo tras una conferen-cia sobre la “Catedral” el 12 defebrero de 1970, publicada poste-riormente. Suyo fue uno de losimpulsos fundamentales que lleva-ron a las excavaciones de 1958, a lasque más adelante nos referiremos, ya arraigar en parte de la concienciapública cartagenera la idea de quesu “catedral” tenía unos orígenes

El mosaico romano de la catedral antigua

CARTAGENA HISTÓRICA 53

Iglesia de la Asunción en 1872, dominando el puerto. Detrás del GobiernoMilitar, sobre la muralla, se observa el antiguo arrabal de Gomera, hoydesaparecido.

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apostólicos. Estas ideas tuvieron suplasmación en el entrañable cartelque, en la Cuesta de la Baronesa,informaba de la existencia de unacatedral del siglo I, que tanta per-plejidad causó en muchos visitan-tes.

Durante los años ochenta ynoventa, sin embargo, la atribuciónde la catedral a una acción apostóli-ca languideció entre el desinteréspopular, sostenido sólo por la secu-lar queja local sobre el “ninguneo”de la ciudad por las autoridadeseclesiales y políticas de Murcia.Algunos grupos sociales y políticossiguieron manteniendo la cuestiónde la catedral del siglo I dentro delmemorial de agravios contra Carta-gena, incluido en el tema de la sedeepiscopal perdida, pero nunca pasóde ser una mención marginal, hastaque al final del siglo XX se produjouna cierta reviviscencia religiosa enla ciudad, sobre todo desde elmomento que el obispo Azagrarecuperó la denominación de Car-tagena para la diócesis.

Al compás del descubrimientodel teatro romano, se comenzó aplantear la recuperación y rehabili-tación de la “catedral” como centroreligioso, y se retomó la imagen dela basílica del siglo I como estandar-te de esa campaña. Desde el obispa-do se comienza a revisar la tradiciónjacobea de la ciudad como imagenespiritual del cristianismo cartage-nero, tal y como se plantea con losjubileos concedidos a los cultos ytradiciones locales de ciudadescomo Caravaca, Totana o Jumilla.Esto se vio confirmado con el gestodel obispo Roig Pla, en otoño de2005, al entrar en su nueva diócesisdesembarcando en el puerto deSanta Lucía, en conmemoraciónexplícita de la evangelización jaco-bea.

Paralelamente a este interés epis-copal, que desgraciadamente parecellegar con un siglo de retraso, apare-

ció un movimiento de inspiraciónlocal, articulado en torno a la Plata-forma Virgen de la Caridad, quedefiende con cierta vehemencia larecuperación del templo de la Asun-ción dentro de los proyectos derehabilitación del espacio del TeatroRomano, y cuyo principal exponen-te es la publicación, en 2003, dellibro de Milagros Viqueira MadridSanta María la Mayor, catedral deCartagena, donde se recogen, sindemasiado espíritu crítico, todas lasnoticias y tradiciones cartagenerasen torno al origen del cristianismoen la ciudad y sus vicisitudes histó-ricas, tratando de crear argumentoshistóricos en apoyo de las peticionesde una recuperación total del tem-plo, desacralizado desde principiosde los años noventa e incluido den-tro de los proyectos diseñados porRafael Moneo para la adecuaciónfuncional del espacio que rodea alTeatro Romano.

Sin embargo, estos esfuerzosparecen un poco tardíos. Tras másde un siglo desde el descubrimientodel mosaico, la ciencia histórica estáhoy en condiciones de desentrañarcasi totalmente el problema de laevolución del espacio ocupado porla “Catedral Antigua”.

LA CRÍTICA HISTÓRICADebemos recordar que las hipótesissobre el origen apostólico del tem-plo de la Asunción nunca sobrepa-saron el ámbito local, debido a laescasísima difusión de la obra deOliver. Sólo los historiadores localesse han ocupado del asunto, por loque no ha habido una crítica funda-mentada hasta épocas recientes.Antes de la Guerra Civil los únicoshistoriadores que discutieron lastesis de Oliver fueron Fernández-Villamarzo y González Simancas.Ninguno de los dos tuvo una for-mación académica. Eran más bieneruditos, corresponsales de las aca-demias históricas y patrimoniales,

ocupados en recopilar memorias ynoticias, que trataron de presentarde una forma objetiva, de acuerdo alo exigido por la historiografía delmomento. Ya vimos que Fernandez-Villamarzo, en su obra de 1907Estudios gráfico-históricos de Carta-gena, se había mostrado de acuerdocon su amigo Oliver en cuanto a laatribución del mosaico al siglo Id.C. y a la relación entre el mosaicoy una hipotética basílica cristiana.González Simancas se mostró másescéptico, pero su crítica a la obrade Oliver, al que conoció y tratóamistosamente, se centró en la cro-nología del mosaico. GonzálezSimancas, en su Catálogo Monu-mental de España. Provincia de Mur-cia, 1905-1907, aceptó sin reservasla relación entre pavimento y cultocristiano, pero probablemente pre-juzgando la imposibilidad de laexistencia de un edificio de cultocristiano en un momento tan tem-prano, trató, erróneamente, derebatir la cronología propuesta porOliver, fechando el mosaico en unafecha más tardía. La conclusiónfinal fue, por tanto, la de sospecharla existencia de una basílica cristia-na constantiniana o bizantina.

Tras estos estudios la discusiónsobre el mosaico de la “catedralAntigua” desaparece por completo,debido a la absoluta falta de histo-riadores locales con algún rigor his-toriográfico, no reapareciendo hastala obra de Antonio Beltrán, primerarqueólogo moderno de Cartagena,ya tras el final de la Guerra Civil.Beltrán, dentro de las limitacionesde la época, fue el creador del pri-mer trabajo serio sobre la arqueolo-gía de Cartagena, promotor del pri-mer Museo Arqueológico y de losprimeros estudios científicos de losrestos arqueológicos locales. Sinembargo en el análisis del mosaicode la “Catedral Antigua” se muestravacilante. En un primer momento,en la sección arqueológica de su

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Guía turística de Cartagena, de1946, sigue las ideas de GonzálezSimancas sobre una datación tardíadel pavimento. Pero ese error deatribución fue pronto corregido, yen 1952, en su artículo El planoarqueológico de Cartagena, publica-do en la revista Archivo Español deArqueología XXV 1952 (1er Semestre)data, ahora sí correctamente, elmosaico en el siglo I d.C. Esto lelleva a reconocer, en alguna medida,la posibilidad de la existencia deuna basílica cristiana temprana....la existencia del mosaico y de la

basa permiten exponer que en elmismo lugar hubo un edificio cuyoselementos fueron aprovechados en lasconstrucciones posteriores. No nosatrevemos a afirmar cuál, ni si pudoser el templo de Augusto o la basílicacristiana, pero no nos extrañaría quepudiera haber sido ambas cosas.

Tras marchar a su cátedra enZaragoza, Beltrán dejó continuado-res de su labor en Cartagena, y elmás característico fue el arquitectoPedro San Martín Moro, directorde la Junta Municipal de Arqueolo-gía, y el verdadero impulsor, con sustrabajos arqueológicos y actuacio-nes constructivas, de la arqueologíacartagenera. En los años cincuenta,y dentro del renovado interés por lahistoria de Cartagena en general ydel origen de la “Catedral Antigua”en particular, centró su atención enel subsuelo del templo de la Asun-ción, completamente en ruinas enese momento. En 1956 comenzólos estudios, protegiendo con eltraslado al Museo Arqueológico lasobras que habían quedado expues-tas al vandalismo, como la taraceade Langón, los escudos heráldicos ylas lápidas, esfuerzos que desembo-

caron en una excavación arqueoló-gica entre noviembre y diciembrede 1958. Estos trabajos fueron, enlo esencial, una ratificación de loshallazgos de las obras de 1877, yaque la limitación presupuestariaimpidió ampliarlas. Confirmaron laexistencia de restos bajo el nivelmoderno, sobre todo un potentemuro apoyado directamente sobreel mosaico romano, así como la pre-sencia de gran cantidad de sepultu-ras cristianas desde el siglo XIV alXIX. Asimismo reconoció un estra-to de ocupación romana que pare-cía relacionado con el mosaico.Entre esos restos romanos se conser-van en el Museo Arqueológico treslucernas cristianas muy bien conser-vadas, fechadas por Amante Sán-chez en el siglo IV d.C., en su artí-culo Lucernas en TS Africana de laRegión de Murcia, Antigüedad y

El mosaico romano de la catedral antigua

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Excavaciones de 1958. Alzado de Sanmartín mostrando los dos elementos más característicos encontrados en elsubsuelo: El gran muro de cronología incierta y el mosaico romano situado bajo él.

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Cristianismo II 1991. Esas lucernasdeben sin embargo ser tomadas congran precaución, puesto que aun-que aparecen como procedentes dela “catedral antigua”, no son citadasen las memorias de excavación deSan Martín.

La posición de San Martín sobrela existencia o no de un culto cris-tiano antiguo fluctuó con el tiem-po. En 1958, en su memoria deurgencia al Ayuntamiento, fechadael 20 de diciembre, influido por elambiente general de la ciudad, pare-ce reconocer la posibilidad de laexistencia de un culto cristianoantiguo....los trabajos efectuados hasta el

momento no permiten aun formaruna idea de las construcciones ente-rradas bajo las ruinas de la catedral,pero no obstante, el descubrimiento dela planta romana inferior, a la quecorresponde la basa, el mosaico, lagran cantidad hallada procedente delmismo, la importante edificaciónsuperpuesta, confirman las hipótesissobre el antiguo origen y evolución deeste templo.

Pero en 1973, tras más de quin-ce años de experiencia arqueológica,al publicar la memoria de su excava-ción de 1958, reconoce lo especula-tivo de la atribución. Tras fechar elorigen del templo cristiano amediados del siglo XIII, expone:Algunos historiadores pretenden

sin mucho fundamento llevar la fechade su construcción al siglo VI, y algu-nas tradiciones la remontan a los pri-meros tiempos del cristianismo, perolo cierto es que de esas épocas no hayningún resto visible en la estructuraactual del templo, salvo los elementosreutilizados del subsuelo... La Cate-dral Antigua de Cartagena; Mastia2 (serie antigua) Cartagena 1973

En cuanto al mosaico lo desligade forma definitiva de la construc-ción del templo, fechándolo en elsiglo I, pero sin relacionarlo de nin-guna manera con el culto cristiano.

Simplemente lo trata, como en elresto de la ciudad, como el sustratode la ciudad romana sobre la que sesuperponen, sin relación alguna, lasconstrucciones medievales y moder-nas.

LA VISIÓN CIENTÍFICATras San Martín aparece, por fin,una generación de arqueólogos ehistoriadores cartageneros formadosacadémicamente, lo que ha impul-sado de forma decisiva el conoci-miento de la historia de Cartagena.En 1985 Sebastián Ramallo Asensiopublicó, en su obra Mosaicos roma-nos de Cartago Nova (Hispania Cite-rior), el primer estudio científicosobre el mosaico romano descubier-to en 1877, fechándolo de formaprecisa en el momento de auge de laciudad romana, entre el siglo I a.C.y el primer cuarto del siglo I d.C.Esto desechaba definitivamentecualquier atribución del pavimentoa una construcción cristiana.La tradición local lo ha venido

relacionando, sin fundamento algu-no, con la construcción de la primiti-va iglesia de Cartagena, opiniónmantenida aun por algunos eruditosde la ciudad, y que hay que descartarde forma evidente por su misma cro-nología.

En 1986 Cristóbal Belda Nava-rro publica el artículo El arte bajo-medieval. Sus testimonios en Cartage-na, Historia de Cartagena, t. VI,1986, 368-388, donde realiza elestudio más completo y precisohasta ahora sobre la historia deltemplo de la Asunción. Belda plan-tea que, aunque hubo un proyectode construcción de una catedral trasla reconquista, no se pasó de levan-tar un pequeño templo prontoabandonado por el obispado tras eltraslado a Murcia de 1291. Encuanto a la elección del lugar, des-echa las noticias de un culto anti-guo, que considera procedentes dela prolongada polémica que desde el

siglo XVI enfrentó al Ayuntamientode Cartagena con el obispado sobreel retorno de la sede episcopal. Ensu lugar recuerda la necesidad de laépoca de situar la iglesia en unaposición de defensa en medio de unestado de guerra semi-permanente....la elección del solar sólo encuen-

tra su justificación en razón de necesi-dades defensivas y estratégicas... lasituación de la nueva catedral habríade efectuarse en una de las antiguascolinas que formaron la morfologíaromana de la ciudad, y que el reduc-to donde se enclavase estuviera a salvode los previsibles peligros a los queperiódicamente se veía sometida laciudad.

De hecho, a mediados de losochenta, la conexión entre el mosai-co y la iglesia había sido totalmenterechazada, y no era tenida en cuen-ta en los círculos académicos, dondese seguía manteniendo la hipótesisde una posible basílica de los siglosV-VI, pero con una localizacióntotalmente desconocida, por másque algunos cronistas seguían man-teniendo la mención a una hipotéti-ca catedral antigua bajo SantaMaría la Vieja dentro del dossier deagravios contra las autoridadesautonómicas de Murcia y el obispa-do. Además, en 1987, Rubio Pare-des en su libro El templo de SantaMaría de Gracia de Cartagena here-dero de la Catedral Antigua, dio ungolpe decisivo a la tradición sobre laevangelización de Santiago, aldemostrar sin ninguna duda su ori-gen en la Cartagena de finales delsiglo XVII y principios del XVIII,basada en textos foráneos de princi-pios del siglo XVII, sin ningún tipode origen antiguo tradicional en laciudad. Con ello la relación entre elmosaico del siglo I y la predicaciónjacobea, que era el fundamentoesencial de la conexión de la “Cate-dral Antigua” con los orígenes delcristianismo, quedó totalmente des-cartada.

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Pero el templo de la Asunciónreservaba un último sobresalto. En1986, durante las excavacionesarqueológicas en la plaza de la Con-desa Peralta, que se extendieron porla antigua Cárcel eclesiástica, apare-cieron cuatro hermosos capitelescorintios en mármol de Carrara,fechados en el siglo I d. C. En losprimeros momentos esos elementosfueron considerados como parte deun templo monumental romano,quizás el templo de Augusto testi-moniado por una emisión moneta-ria local del año 19 d.C., hipótesisrecogida por Sebastián Ramallo.El lugar señalado es una amplia

plataforma... situada en la faldasuroeste del castillo de la Concepción,donde actualmente se encuentran lasruinas de la Catedral Vieja... el des-cubrimiento más sorprendente loconstituye la recuperación de cuatro

grandes capiteles corintios en mármolblanco de Carrara reutilizados en lacimentación de un muro de cronolo-gía tardía... estos datos... hacen de estesector un importante centro de cultode la ciudad, cuya larga evolucióndesembocaría en la moderna CatedralVieja. La ciudad romana de CartagoNova: La documentación arqueoló-gica, Murcia 1989.

De hecho, parecía resucitarse laidea de Beltrán de que Santa Maríala Vieja representaba la fase final deun lugar de culto cuyo origen seríael templo de Esculapio en el Montede la Concepción, atestiguado porPolibio, y que posteriormente alber-garía el templo de Augusto y unabasílica paleocristiana o bizantina.Pero estas hipótesis quedaron des-echadas con la identificación, enfebrero de 1990, de un elementoarquitectónico claramente pertene-

ciente a un teatro romano, el basa-mento del frons pulpiti. Esto, unidoal hallazgo de un epígrafe conme-morativo fechado entre el año 5a.C. y el 1 d.C., ...permitía descartarcualquier vinculación de los restossubyacentes con un edificio cultual. Elteatro romano de Cartagena; Sebas-tián Ramallo-Elena Ruiz Valderas,Murcia 1998.

Con la identificación del teatrodesaparecieron las dudas sobre lahistoria del solar del templo de laAsunción, aunque las sucesivasexcavaciones que fueron estable-ciendo los límites del teatro bajo lasruinas de la iglesia no afectaron alárea occidental, donde se hallan losrestos descubiertos en las excavacio-nes de 1877 y 1958. Quedaron asíabiertos interrogantes sobre la natu-raleza de las estructuras arquitectó-nicas allí conservadas, fundamental-

El mosaico romano de la catedral antigua

CARTAGENA HISTÓRICA 57

Excavaciones de 1958. Alzado de Sanmartín mostrando los dos elementos más característicos encontrados en elsubsuelo: El gran muro de cronología incierta y el mosaico romano situado bajo él.

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mente el muro descubierto por laexcavación de San Martín.

Esas dudas quedaron aclaradastras las excavaciones de 2004-2005,de las que tenemos una somera des-cripción en las Actas de las XII Jor-nadas de Patrimonio Histórico, Mur-cia 2006, p. 97-100. Ahora conoce-mos, con bastante precisión, laevolución urbana de toda el área.Fue ocupada hasta el siglo I a.C.por viviendas relativamente lujosas,de las que el mosaico de la “catedralantigua”, junto al mosaico de losdelfines del centro cultural de la“muralla bizantina” son los restosmejor conservados. A finales delsiglo I a.C. las autoridades de lacolonia decidieron utilizar ese espa-cio privilegiado en la trama urbanapara levantar un gran teatro, dentrode la política de monumentaliza-ción de las ciudades romanas enépoca augustea. El teatro fue poste-riormente abandonado en el sigloII, y reocupado por edificacionescomerciales a partir del siglo V,hasta la decadencia de la ciudad apartir del siglo VII.

En época musulmana la ciudadrenació en la cima de la colina, que-dando el espacio del teatro conver-tido en área de acceso, cruzada porla muralla de la medina. Aparecióasí una gran terraza en la partesuperior, ocupada en el periodo islá-mico por viviendas. No hay trazasde la existencia de ninguna mezqui-ta o lugar de culto musulmán. Fue ala llegada de las autoridades cristia-nas en 1245 cuando se tomó ladecisión de levantar en ese lugaruna capilla. Las primeras décadas deCartagena como ciudad castellana

son muy oscuras. Sabemos de laexistencia de una guarnición en elcastillo, y de la restauración delobispado por parte de Alfonso X,pero las autoridades, incluido el pri-mer obispo, Pedro Gallego, se insta-laron en Murcia. Los indiciosarqueológicos parecen demostrarque no llegó a iniciarse la construc-ción de una catedral, que en cual-quier caso terminó por ser levanta-da en Murcia. En su lugar se edificóuna pequeña ermita, dedicada aSanta María de la Asunción, posi-blemente muy poco después de laconquista, como demuestra la lápi-da de Juan de Buitrera de 1252.

Esta iglesia se levantó de formaparalela a la reconstrucción del cas-tillo de la Concepción, y formandoparte de sus defensas exteriores.Más pequeña que la actual, ocupa-ba la parte occidental de la actualiglesia, la de la calle del Osario, y suplanta podría corresponder alpotente muro de cimentación estu-diado por Sanmartín en 1958, quelos arqueólogos han fechado provi-sionalmente a fines del siglo XIII.De hecho se han hallado restos deniveles de circulación y estructurasde almacenaje de los siglos XIII yXIV en toda la zona oriental deltemplo. Esta pequeña capilla bastóa la reducida población cristiana, yprobablemente fue remodeladavarias veces en la Edad Media, hastaque fue ampliada y reconstruida amediados o finales del siglo XVI. Selevantó entonces un gran muro decimentación, apoyado en los restosdel teatro, que amplió el espacioaterrazado y permitió la construc-ción de un templo que corresponde

básicamente a la actual planta de laiglesia. Desde muy pronto la edifi-cación adoleció de graves defectosde cimentación, lo que obligó a fre-cuentes obras de afianzamiento, yadesde finales del siglo XVI.

Actualmente toda la zona estáincluida en un gran programa dereestructuración urbana, a partir deun diseño de Rafael Moneo queincluye la restauración del teatro yla adecuación de algunas construc-ciones adyacentes como parte de ungran complejo arqueológico-cultu-ral, en el que los restos de la iglesiade la Asunción tendrán un papelfundamental. En cualquier caso,deberá tener en cuenta la importan-cia cultural y espiritual que el tem-plo de la Asunción, la “catedralvieja”, ha tenido y tiene para los car-tageneros, plasmadas en las emoti-vas palabras de Manuel GonzálezHuarque en 1877, cuando veía ysentía la ruina de la que había sido“su iglesia”.... mientras subsistan elevadas esas

dos columnas de la tiranía y el marti-rio, la Pretoriana y la de los Mártires,mientras quede en pie una piedradonde poder doblar nuestra rodilla,allí estará siempre la primigenia, lavieja Catedral de Cartagena. El Ecode Cartagena, 20 de abril de 1877.

Hoy sabemos que no está allí esacatedral primigenia, que tantosanhelos y esperanzas despertó enmuchos cartageneros, pero las dosviejas y venerables columnas perma-necerán, como memoria de lo quefue, durante muchos siglos, el focode la espiritualidad cartagenera. �

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Cartagena Histórica

CARTAGENA HISTÓRICA 59

El pasado 14 de noviem-bre de 2006 falleció enMadrid el historiadormás grande que hadado Cartagena y uno

de los más importantes de España.Ejemplo y modelo para varias gene-raciones de historiadores, el magis-terio Jover Zamora alcanza unadimensión que trasciende más allá

de nuestro país, siendo muy reco-nocido internacionalmente. Aun-que vivió gran parte de su vida enValencia y Madrid, en cuyas univer-sidades ejerció, nunca perdió devista su ciudad natal ni nuestraregión. Por ello fue nombrado hijopredilecto de Cartagena en 1993,medalla de oro de la región en1992, doctor “honoris causa” por

las universidades de Murcia yValencia. Fue también PremioNacional de Historia en 1981, aca-démico de la Historia y PremioNacional de Literatura. Un ejemploprofesional y moral, del que Carta-gena se congratula.

Y nuestra revista, en un sincerohomenaje a su persona, tiene elhonor de dedicarle este artículo,

José María Jover, el historiador másgrande que ha dadoCartagena y uno delos más imoportantesde España.

El historiador José María Jover Zamora

JOSÉ MÁRÍA RUBIO PAREDES

GRANDES PERSONAJES DE LA HISTORIA DE CARTAGENA

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dividido en dos partes: su entraña-ble discurso en el acto de nombra-miento como hijo predilecto de laciudad y una semblanza de su perso-na y actividad profesional, con cui-dados toques afectivos, de su granamigo José María Rubio Paredes.

DISCURSO DE NOMBRA-MIENTO DE HIJO PREDILEC-TO DE CARTAGENA EL 11 DENOVIEMBRE DE 1993 Gracias al pueblo de Cartagena,dignamente representado por suAyuntamiento, por el honor queme ha dispensado al nombrarmehijo predilecto de la Muy Noble,Muy Leal y Siempre Heroica ciudadde Cartagena, mi ciudad natal.

Y gracias a todos ustedes porhaber honrado con su presencia alacto con que el Ayuntamiento deCartagena ha querido solemnizar laentrega del título que corresponde aeste nombramiento.

Cuesta trabajo ser sobrio depalabra cuando llega el momentode expresar la propia gratitud anteuna distinción tan profundamente

estimada por mí, como la que mehabéis otorgado. Pero lo dicho,dicho está. Muchas gracias a todos.

Algo quisiera deciros, en pocosminutos, acerca de lo que en mipropia biografía (una biografía essiempre algo infinitamente máshondo, complejo y humano que un

currículo) significa el título queacabo de recibir de manos de nues-tro Alcalde. Siempre he creído quequien pierde sus raíces pierde suidentidad, y yo he cuidado siemprelas mías con lealtad y con orgullo, alo largo ya de muchos años, comoun componente imprescindible enla definición de la persona que hequerido ser y que soy. Estas raícesson, como dijo Barrès de la patria, latierra y los muertos; pero son tam-bién un conjunto de vivencias y derecuerdos, especialmente recuerdosy vivencias de infancia y juventud,de los que influyen decisivamenteen la conformación del propiocarácter, de la propia identidad.

Yo nací en una ciudad que eracasi una isla, porque estaba muy

reciente todavía su milenaria tradi-ción de recinto amurallado; porquetodavía no había surgido una nuevaCartagena al otro lado del paseo delEnsanche. Y en esa pequeña isla, “laPeñica” la llamaban los marinosvenidos de otros Departamentos; enesa pequeña isla, larga desde el

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Nombramiento de hijo predilecto de Cartagena a manos de alcalde José Antonio Alonso en mayo de 1993.

José María Jover fotografiado en un acto en Murcia en 1998.

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Muelle hasta la plaza de España yancha desde las puertas de San Joséhasta la plaza del Rey, nos encontrá-bamos continuamente las mismaspersonas. La vida era convivencia, yal mismo tiempo sensibilidadexperta y aguzada para distinguirmatices diferenciales entre las gen-tes, entre los distintos rodales de laciudad. En aquel abigarrado mundourbano había fronteras sociales invi-sibles, separando calles que distabanentre sí la vuelta de una esquina.Pero la vida entera de la ciudadtenía un ritmo uniforme; una per-cepción del tiempo inconcebible enlas tierras del Sur. El “pito del Arse-nal” despertaba a los cartageneros alas siete; justo al mediodía –unmediodía determinado matemática-mente, y no por la distancia delalmuerzo–, el “cañonazo de lasdoce” hacía predominar su estampi-do sobre el bullicio humano de laplaza. A la una y a las cinco de latarde, la sirena del Arsenal volvía ajalonar, indefectiblemente, las eta-pas de nuestra vida cotidiana; lasetapas de la vida cotidiana de la ciu-dad. Siempre he creído que miimplacable sentido de la puntuali-dad, que desconcierta a veces aquienes conocen mi procedenciameridional, se forjó en aquella Car-tagena donde la percepción deltiempo contaba con el estentóreosubrayado de cuatro imperativas lla-madas de atención a lo largo de lajornada.

Yo nací y viví en una calle queera en sí misma un universo; no unauniforme alineación de casas a unoy otro lado de una cadena continuade coches rodando incesantemente,imponiendo su rumor y su olor uni-formes –los motores y la gasolina–sobre los olores y ruidos emanadosdirectamente de la vida de la ciu-dad. La cacharrería, la bodega, latienda de comestibles, el almacénde cereales, la droguería, la ferrete-ría, la casa de comidas, la peluque-

ría, la romanería, la talabartería, lapapelería, la posada, la tienda detejidos, la quincallería, el estanco–podría deciros sin vacilar el lugarque ocupaba cada uno de estos esta-blecimientos en mi calle del Car-men– exhibían su propia estampa,su peculiar y discreta cartela anun-ciadora, su peculiar olor que hubie-ra permitido seguir un trayecto conlos ojos cerrados. Y la calle hablabaclamorosamente, exteriorizando lavida propia que la animaba: prego-naba su mercancía el aguador y elverdulero y el pescadero; el vende-dor de miel de la Alcarria; pregona-ban su industria el afilador y para-güero, el esterero, el trapero, que

anunciaban también, con su pre-sencia, el ritmo de las horas. Cuan-do los vendedores de periódicosirrumpían en la calle voceando losdiarios con gritos apresurados, Car-tagena vibraba con la alegría de unatregua en su síndrome insular: la lle-gada del correo de Madrid, con losviajeros, los periódicos, las cartasque a mediodía repartiría el cartero,mediante un morse convenido: unnúmero determinado de golpes conlas aldabas de los portones anuncia-ban a los vecinos de cada piso sihabían sido favorecidos por el Des-tino con noticias del hijo, del padreo del marido ausente.

Yo recuerdo aquel mundo con

Grandes personajes de la historia de Cartagena

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Casa donde nació y vivió José María Jover al principio de la calle del Carmen,cuya fachada está siendo actualmente restaurada.

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afecto entrañable, y al mismo tiem-po con conciencia clara de que fren-te al curso inexorable de la historiano hay lugar para la nostalgia. Peropuedo aseguraros que sin aquellaexperiencia, muy viva en mi memo-ria, la historia social de España a laque he dedicado y continúo dedi-cando buena parte de mi tarea pro-fesional, hubiera carecido de algoque para mí y para mi trabajo hasido precioso: la referencia a unmodelo urbano que jamás mehubieran reconstruir, en su inmensariqueza de matices, las fuentes escri-tas ni los viejos libros.

Pero mi relación filial con Carta-gena no se reduce a estas imágenesdel pasado, que tengo muy vivas enla memoria. Algunas dimensionesentrañables de aquella relación per-tenecen a una intimidad que sólo a

mí interesa: mi familia, mis herma-nas Elia y Carmita que continúanviviendo en Cartagena y brindán-donos a mí y a los míos la persisten-cia de la vieja casa familiar; los ami-gos del asilo de San Miguel, de losMaristas, del Instituto; los entraña-bles compañeros de aventura en elMadrid de los años cuarenta, y todaesa compleja trama de relacionescon el paisaje nativo, el pequeñomundo mediterráneo de Cartagenay el Mar Menor, que me hace escu-char siempre con emoción cadaestrofa de la genial canción queJoan Manuel Serrat dedicó a nues-tro mar; un mar, el Mediterráneo,que tiene para muchos de nosotrosel valor de una patria. Mi relaciónfilial con Cartagena tiene muchoscaminos convergentes que pasanpor la iglesia de Carmen, donde mebautizaron; por el viejo caserón dela plaza de San Agustín, asiento enla anteguerra del Colegio de Her-manos Maristas, en donde fraguó elhombre que he querido ser a lolargo de toda mi vida; por la perdu-rable y viva solidaridad con lospobres mineros, convertidos enmendigos, que llamaban a la puertamostrando unos ojos ciegos o elmuñón del miembro perdido porun barreno; por la voz de las niñasque jugaban al corro en la plaza delos Carros, bellísima plaza en losaños treinta, cantando romances delSiglo de Oro; por la sobria eleganciade aquellos barcos grises y esbeltos–el Almirante Cervera, el José LuisDíez…-, orgullo de una Escuadradestinada a enfrentarse muy prontoen lucha fratricida. Mi relación filialcon Cartagena pasa, en fin, recor-dando otra vez a Barrès, por losmotivos más profundos: la tierra ylos muertos.

Habéis tenido la generosidad deelegir hijo predilecto de Cartagena aun viejo historiador; especie suma-mente extraña en la Cartagena queyo dejé atrás, en octubre de 1940,

para marchar a Madrid con la fina-lidad de terminar una licenciaturaen Filosofía y Letras comenzada elaño anterior en Murcia. EstudiarFilosofía y Letras, estudiar Historiaen aquellos años, era una de lasdecisiones más insensatas que cabíaesperar en un joven de 19 años, sinexcesivos medios económicos, y quepor añadidura había manifestado alo largo de su bachillerato escasísi-mo interés por aquellos centones debatallas, fechas y reinados en quepor entonces solía consistir frecuen-temente el estudio de la Historia.Pero la historia contemporánea eraun vino demasiado fuerte y atracti-vo para un muchacho que habíaingresado en la Universidad deMurcia –mi querida Universidad deMurcia, a la que tanto debo– elmismo día, 1 de septiembre de1939, en que daba comienzo laSegunda Guerra Mundial. Sientopudor de repetirlo precisamenteaquí y ahora; pero he dicho muchasveces en otras ocasiones y en otroslugares –lo ha escrito también, par-tiendo de observaciones propias, unhistoriador tan prestigioso como elprofesor Enric Sebastià- que elpunto de arranque de mi dedica-ción a la historia de las relacionesinternacionales, materia que heexplicado durante muchos años enla Escuela Diplomática de Madrid,se encuentra en el marco cosmopo-lita de la Cartagena portuaria de losaños treinta, presidida por el impre-sionante recuerdo en piedra dedica-do a los marinos de Santiago yCuba.

Cuando terminé mi licenciaturaen Historia –1942– inscribí comotema de mi tesis doctoral un estudiosobre el Cantón de Cartagena, cuyadirección aceptó el profesor Cayeta-no Alcázar. La mayor parte delcurso 42-43 la pasé en Cartagenaintentando hacerme con documen-tación inédita acerca de aquel even-to histórico, condición sine qua non

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Edificio de enfrente de la casa de Jover, dondepasaba largas horas de ocio.

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exigida, a la sazón, por la Universi-dad Central para la elaboración deuna tesis de Historia. Fracasé rotun-damente en el empeño, y en marzodel 43 volví a Madrid un tantoescarmentado y resuelto a orientarpor otros campos mi investigaciónhistórica. Pero las ilusiones dejuventud son tenaces, y aquelladeuda con mi ciudad y conmigomismo encontró ocasión de sersatisfecha al ser elegido, en 1978,miembro de la Real Academia de laHistoria. La elección del tema parami discurso de ingreso me brindó laoportunidad, como dije y escribí enlas primeras palabras de aquel dis-curso, para ofrecer a la Academiauna monografía “que respondiera,de alguna manera a lo más persis-tente y auténtico que pudiera haberen mi fisonomía de historiador; queversara sobre uno de esos temassobre los cuales vuelve uno, cons-ciente o subconscientemente, conreiterada insistencia, quizá por res-ponder a motivaciones vitales yafectivas de las que subyacen a lamisma condición intelectual delautor”. Durante tres años y medioestuve trabajando en la preparaciónde aquella monografía, cuyo tema

–La imagen de la Primera Repúblicaen la España de la Restauración– noversó específicamente sobre el Can-tón, sino sobre la mitología históri-ca forjada en torno a los aconteci-mientos del año decisivo: 1873, ysobre el papel que en tal mitologíacupo a Cartagena. Con esta obraingresé en la Academia en 1982;hace dos años Espasa-Calpe publicóuna segunda edición, ampliada, de

aquella monografía (Realidad y mitode la Primera República). Otrosvarios trabajos más breves dediquéal mismo tema; entre ellos, mi pró-logo a la nueva edición de El Can-tón Murciano de don Antonio PuigCampillo. Pero fue mi edición críti-ca de la obra de Sender, Mister Witten el Cantón, la que me obligó a unesfuerzo de investigación más pro-longado y riguroso, y también -¿por

qué no decirlo?- la que me propor-cionó, a lo largo de su gestación,una mayor satisfacción humana,porque fue la Cartagena de mi pri-mera juventud la que vi alentar y laque pude sacar a la luz al hilo delespléndido relato senderiano. Enfin, un ciclo de conferencias organi-zado por la Fundación Ortega yGasset con miras a la publicación deun volumen sobre “Nación y Esta-

do en la España liberal” me hadeparado la ocasión para decantarde manera definitiva mis ideas acer-ca de un tema tan reiteradamentetratado por mí. La monografía queme ha sido adjudicada en tal con-junto, y que estoy redactando en laactualidad lleva por título Federalis-mo en España. Cara y cruz de unaexperiencia histórica. Con ella pien-so cerrar un tema que, fiel a mi ofi-

cio y a mi compromiso universita-rio, he procurado conducir de unaexperiencia local, a las coordenadasgenerales que le dieron razón de seren un plano nacional. En tanto,otros temas han pasado a ocupar miatención, y entre ellos uno realmen-te apasionante: la transición delsiglo XIX al siglo XX; las condicio-nes que presiden un fin de siglo,término inmediato de comparación

Grandes personajes de la historia de Cartagena

CARTAGENA HISTÓRICA 63

La plaza de los Carros o de Alcolea, lugar de juegos y esparcimiento del jovenhistoriador.

“Cuando terminé mi licenciatura en Historia –1942– inscribí comotema de mi tesis doctoral un estudio sobre el Cantón de Cartagena. Lamayor parte del curso 42-43 la pasé en Cartagena intentando hacer-me con documentación inédita acerca de aquel evento histórico.”

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de que disponemos para diagnosti-car los caracteres históricos de esteotro fin de siglo, entre los siglos XXy XXI, que nos está tocando vivir.

Me sería más fácil expresar lafuerza con que el análisis de lo quefuera en España la transición delsiglo XIX al XX, me ha proyectadosobre Cartagena, induciéndome acontemplar con ojos nuevos su his-toria contemporánea. De hecho,nuestra ciudad se comporta enaquella coyuntura histórica –entre1890 y 1914 aproximadamente–como un microcosmos en el cual semanifiestan con toda claridad loscaracteres que definen, para el totalde España, tal transición: una crisis

agraria seguida de una aguda crisisde subsistencias; una creciente pre-sencia del movimiento obrero en lavida social; una profunda repercu-sión social del 98; un cambio desensibilidad en las clases medias; lairrupción del modernismo en elcampo de las artes. Y al hilo de todoello, una profunda resurrección dela ciudad; un renacimiento sin pre-cedentes. Creo que los cartageneroshemos cometido un error de enfo-que al centrar en el cantonalismodel 73 algo así como el centro degravedad de nuestra historia con-temporánea. Hecho explicable pormotivos que no son del caso; peroque, ni se corresponde con lo que

fuera la realidad histórica, ni repre-senta un estímulo –cualquiera quesea el plano en el que se considere–para esa confianza en sí misma ypara esa apertura esperanzada alfuturo que Cartagena necesita en ladifícil coyuntura que está atravesan-do. Pienso que no son las ruinas denuestra ciudad cercada, bombardea-da, vencida tras una resistenciaheroica no siempre bien interpreta-da en cuanto a sus motivaciones;pienso que no es aquel momento dela historia cartagenera, 1873, el querequiere hoy nuestra concienciacolectiva como punto de referenciapara orientar el futuro. La verdad esque era necesario poner luz en aquelepisodio de la vida de nuestra ciu-dad; restablecer la verdad de loshechos tras el sórdido proceso dedifamación y calumnia que siguió ala derrota de los cantorales; en estesentido ha sido necesario el esfuerzohistoriográfico llevado a cabo desdePuig Campillo hasta Rubio Paredes,esfuerzo al cual creo haber prestadomi propia contribución. Creo quese ha logrado gracias al trabajo detodos situar en su lugar preciso, sinleyendas negras ni leyendas blancas,el levantamiento cantonalista deCartagena.

Pero como antes apunté, no fueaquella la ocasión más alta vividapor Cartagena a lo largo del Ocho-cientos. La edad dorada de nuestraciudad comienza precisamente conla transición intersecular, prolon-gándose hasta la guerra civil de1936; en un casi preciso encaje cro-nológico con la que los historiado-res solemos llamar “Edad de Plata”de la cultura española. Es entonces,en aquel medio siglo, cuando Car-tagena se convierte en una gran ciu-dad industrial; en “una de las ciuda-des más cultas del Mediterráneo”,por repetir la definición de Caute-lar. Es entonces cuando Cartagenaexperimenta esa transformaciónurbana y arquitectónica, inventaria-

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Artículo aparecido en el diario El Faro dando cuenta de la muerte de Jover el día14 de noviembre de 2006.

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da por Pérez Rojas, que presta anuestra ciudad, bajo el signo delmodernismo, los más nobles rasgosarquitectónicos recibidos desde eltiempo de Carlos III. No es estaocasión para pasar revista a las másrelevantes manifestaciones de lavida cartagenera de aquellos años,algunas de las cuales han dado lugara importantes estudios monográfi-cos por parte de historiadores carta-generos. Pero no puedo silenciar lavibración popular ante el 98, tanvividamente expresada en la poesíade Vicente Medina como en el des-esperado levantamiento de losmineros de La Unión, cuyos moti-vos analizaron documentalmenteEgea Bruno, Juan Bautista Vilar yDiego Victoria. Aquella Cartagenafue “la Covadonga de la Enseñan-za”, en expresión de Joaquín Costa,pionera en 1900 de las EscuelasGraduadas; la Cartagena exaltadapor Galdós y Unamuno como van-guardia de una auténtica regenera-ción a través de la escuela. Fue laCartagena del Ateneo, de la Econó-mica, del Patronato, de una prensalocal numerosa y variada. Fue laCartagena bajo cuyos auspicios y enlas aguas de su puerto se reunieron,en 1907, los Reyes de España y deGran Bretaña, acompañados de susministros respectivos para prepararlos llamados Acuerdos de Cartage-na, carta magna del statu quo en laregión del Estrecho que venía agarantizar, después del desastre del98, la estabilidad de los archipiéla-gos balear y canario, así como laposición española en el norte deÁfrica. Fue la Cartagena de laexplotación minera; del incrementodel tráfico portuario y sobre todo dela construcción naval; de la impor-tancia adquirida por su Departa-mento marítimo a partir de losmismo Acuerdos de Cartagena y dela subsiguiente construcción de laEscuadra.

Y fue la Cartagena de muchas

cosas más, que no es momento deresumir aquí. Aquel formidableauge de nuestra ciudad que cubre laRegencia, el reinado de don Alfon-so XIII y la Segunda República,tuvo su crisis en la Guerra Civil y enlos duros años de posguerra; a par-tir de los años cincuenta de nuestrosiglo, se iniciará una nueva época derecuperación. Los historiadores dela economía nos han hecho notar, alos que somos historiadores a secas,la existencia de unas “ondas largas”,de unas fases alternativas de expan-sión y depresión, que contribuyenen gran medida a establecer el ritmodel transcurso histórico. Hoy atra-vesamos una época de crisis, que hagolpeado tan rudamente a Cartage-na como está en la mente y en elcorazón de todos. Pienso que quizácorresponda a los historiadores deCartagena, que hoy constituyen unbuen y bien preparado equipo,reconstruir y sacar a la luz el corajecon el que el pueblo de Cartagenarestaño las heridas del 73 y del 74;levantó iniciativas y afrontó riesgos;luchó por la justicia e hizo frente aldogal del caciquismo; mantuvo sustradiciones y creyó en la fuerza rege-

neradora de la instrucción y de lacultura; levantó a través de una con-vergencia de esfuerzos, y de no esca-sos sufrimientos y trabajos, una ciu-dad de la cual todavía hoy podemosenorgullecernos.

La Historia, si sirve para algo, espara reconstruir fielmente situacio-nes de antaño que nos permitandeterminar, a través de una compa-ración atenta a un método adecua-do, cuál es nuestra situación actual;cuál es la situación en la que esta-mos inmersos. Enfrentados a uninquietante fin de siglo, siempreserá aleccionador el estudio deaquella otra transición intersecular,a través de la cual nuestros antepa-sados acertaron a sentar los cimien-tos de la Cartagena moderna.

JOSÉ MARÍA JOVER ZAMORAY CARTAGENAEn colaboración a lo publicado enestos meses sobre el Profesor JoséMaría Jover Zamora, quiero escribirdesde la intimidad en la cual se des-arrollaron nuestras vidas.

Había proyectado titular esterecuerdo intimo José María Jover

Grandes personajes de la historia de Cartagena

CARTAGENA HISTÓRICA 65

José María Rubio Paredes, uno de los mejores amigos del difunto historiador.Amigo de la infancia y compañero de estudios en Madrid.

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Zamora y sus raíces, porque proyec-taba escribir sobre el hombre en bio-grafía de su intimidad, plena dematices tan ricos como los quecorresponden a su vida pública. Por-que Jover Zamora no fue hombrede una raíz, Cartagena, sino hom-bre de raíces, como correspondía asu riqueza vital, como se había com-prometido con su vida plena:Alcantarilla (raíz paterna), Fuente

Álamo de Murcia (raíz materna),Cartagena (su cuna y adolescencia),España (su sentimiento profundo ysu visión histórica). A todas fue fiel;cada una estuvo presente en su sen-tir y en su pensar. Cierto que su raízcartagenera le suministraba la saviamás jugosa, más nutritiva, más cor-dial. Sentía a España con el cere-bro; a Cartagena con el corazón.Pero sobre la marcha me resultabaun estudio monográfico y no unacordial comunicación a nuestrospaisanos a través de Cartagena His-tórica.

Así que, concientes de la situa-ción, nos quedamos en José MaríaJover Zamora y Cartagena.

INFANCIA Y ADOLESCENCIA(1926-41)Conozco a José María Jover –másbien convivo– desde siempre. Una denuestras ramas (para él la materna–Zamora–, mi la paterna –Rubio–)se halla en Fuente Álamo de Mur-cia. Allí tuvieron nuestros progeni-tores lazos de parentesco que un díame contó Elia Jover Zamora, genea-logista de los Jover Zamora. Tal

parentesco se hizo cordial porquedoña María Zamora -madre de JoséMaría- se casó con un médico com-pañero de mi padre. Manteníanmuy buena relación las familiasRubio-Paredes y Jover-Zamora por-que eran sinceramente obligadas lasvisitas a sus domicilios en festivida-des (onomásticos, bautizos y prime-ras comuniones de hijos, Navidad,etc). Posteriormente, doña MaríaZamora hacía las visitas a mispadres acompañada de su hermana(no recuerdo su nombre, aunquetengo registrado el tono de su voz);eran dos señoras entrañables. Jovervivía en la calle del Carmen –casi alfinal–, yo en la plaza del Ayunta-

miento. Allá por el año 1926 ó 27,durante las visitas de nuestrosmayores, jugaba con Pepe, miamigo (él con siete/ocho años; yocon cinco/seis). El escenario denuestros juegos en los años treintaera la plaza de José María Artéscuando venían a mi casa y la plazade los Carros cuando mis padresdevolvían la visita. Pepe Jover teníauna malformación congénita en unpie, pero no le impedía pegar a lapelota con una fuerza que la hacíaimparable. Nos llevábamos muybien en estas entrevistas y no noshacíamos caso cuando nos veíamosen el Colegio de los Maristas. Él ibaa dos clases superiores a la mía.

La Guerra Civil de 1936-39 fueun paréntesis en nuestra relación:Su familia se refugió en Alcantarilla;la mía en Fuente Álamo. En los añosde posguerra, nuestros encuentrosse hicieron muy ocasionales: JoséMaría estudiaba Filosofía y Letrasen Murcia; yo acababa bachilleratoen Cartagena y pasé a Madrid aestudiar Medicina. En un encuentrodurante las vacaciones de SemanaSanta de 1941, acudió a nuestroencuentro Alajarín Rodríguez, con-discípulo en el Bachillerato y muyamigo de Jover. ¡Ya no jugábamos!...Hablábamos. Se planteó el tema delevolucionismo en las especies. Yoeché mi cuarto a espadas (acaba deempollarme el evolucionismo en lasespecies biológicas). Alajarín, quedejaba manifiesto que no tenía niidea de las bases biológicas de estateoría, adoptó posición contrariaporque era (y es, gracias a Dios) uninteligente argumentador, y con susingular inteligencia y enorme capa-cidad argumental (que luego hademostrado en su actividad profe-sional de abogado) me dio un vapu-leo que me enseñó a no volver a dis-cutir con quien tiene la virtud de laagilidad mental. Jover disfrutó connuestro enfrentamiento dialéctico.

Madrid: Glorieta de Embajado-

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“Pienso que quizá corresponda a los historia-dores de Cartagena, que hoy constituyen unbuen y bien preparado equipo, reconstruir ysacar a la luz el coraje con el que el pueblo deCartagena restaño las heridas del 73 y del 74;levantó iniciativas y afrontó riesgos; luchó porla justicia e hizo frente al dogal del caciquis-mo; mantuvo sus tradiciones y creyó en lafuerza regeneradora de la instrucción y de lacultura; levantó a través de una convergenciade esfuerzos, y de no escasos sufrimientos ytrabajos, una ciudad de la cual todavía hoypodemos enorgullecernos.”

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res núm. 6, 3º B. El Condesado deBenipila (1942-46).

Recuerdo una anécdota querecoge la faceta de ocurrente, deoportuno, de jocoso de José María.

Para cursar la licenciatura enMedicina, me instalé en octubre de1942 en casa de doña Julia (mujerampliamente pasados los sesenta,con físico de haber acumulado días ydías de penuria económica, viuda deun pintor restaurador en el Patrimo-nio Nacional). En junio de 1943,Jover acabó de hacer los cursos decomunes de su licenciatura en Filo-sofía y Letras en la Universidad deMurcia y decidió continuar la ramade Geografía e Historia en la deMadrid (ahora la Complutense).Recurrió a mi para conseguir hospe-daje y le sugerí compartir dormitorioy hambre conmigo, previo acuerdocon doña Julia (ocho pesetas diariastodo comprendido: alojamiento,comidas, lavado de ropa). Convivi-mos hasta acabar el curso 1945-46.

Doña Julia nos daba de comer lo

que conseguía en las colas con nues-tras cartillas de racionamiento: Des-ayuno, agua de cebada tostada conleche aguada. Almuerzo, lentejascon gorgojos (los gorgojos flotabanen el agua del plato y era de obliga-da operación ir sacándolos al bordedel plato formando una coronanegra muy bonita; las lentejas habíaque buscarlas cuidadosamente en elseno del agua que llenaba el plato,en operación que muchos años des-pués se denominó anfibia; algúntrozo de patata hacía nuestra deli-cia) y una naranja del tamaño deuna mandarina pequeñita (¿cómopodía doña Julia encontrar naranjastan enanas? ¡Es que era muy hábilpara mantenernos con ocho pesetasdiarias, aunque estábamos en 1943-44!). Cena, puré de lentejas congorgojos (ahora no se veían porquehabían pasado la maya del colador afuerzas de apretar con la mano delmortero), y no había naranja porqueno sienta bien de noche (en las ochopesetas diarias entraba, pues, nues-

tra protección sanitaria). ¡Todavíanos daba más por ocho pesetas!:Conversación durante el almuerzo yla cena. Sentados la mesa siempreponía su disco biográfico (así lo cali-ficó Jover). En él había un tema enel que relataba como era descen-diente del Marqués de Novaliches,y pormenorizaba las excelencias desu antepasado y sus descendienteshasta ella -varias generaciones; ¡ya seme han olvidado!- , con tal detalleque no se le acabó el rollo en todo elprimer y segundo semestre delcurso. José María era feliz, porquecomo en un examen me salga temaque pueda meter al Marqués me va afaltar papel.

Recibíamos de nuestras casaspoco más de lo necesario para pagarla pensión y el tranvía. No habíacine, ni teatro, ni nada de nada.Nuestra diversión era compartircon nuestros paisanos (AntonioParedes Luengo, Francisco Ferrán-diz de Jodar, José Sánchez Faba yJosé Guillermo Merck Luengo),

Grandes personajes de la historia de Cartagena

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Jover colaboraba en algunas ocasiones con la prensa regional. Aquí su famoso artículo: “Los murcianos somoscastellanos hasta los tuétanos”.

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alojados en otras casas del mismoedificio, un rato de sobremesa(todos subían a nuestro dormitorioporque entraba un sol espléndido ...los días que no estaba nublado). Enla del domingo se alargaba la reu-nión porque la Agencia Canovashabía traído a alguno paquete concomida (higos, almendras, tocino,un pan del campo, confitería casera).

Finalizando el segundo semes-tre, José María me comunicó sugran idea: Yo voy a ser el Conde deBenipila y tendré conversación paratodas las comidas de forma que no ladejaré hablar. Esto empezará con lallegada de una carta a mi nombreprecedido de Excelentísimo Sr. Condede Benipila; la carta llegará abiertapara que doña Julia la lea al recibir-la (leía todas las cartas que recibía-mos de nuestras casas, aunque lasguardásemos en nuestras maletas); yla enviará mi administrador comuni-cándome que se ha vendido una demis fincas en Cartagena. Y así sehizo. En Semana Santa entregué ami novia –María del Carmen Cer-dido– la carta para que la enviase aMadrid cuando nosotros ya noshubiésemos reincorporado al hogarde doma Julia. La carta llegó y elcartero la entregó a doña Julia, queno solo leyó el sobre sino que seaprendió de memoria su contenido.A mediodía llegué a casa antes queJosé María –como de costumbre- ydoña Julia se abalanzó sobre míagresiva porque no le había adverti-do desde el principio que daba alo-jamiento a miembro de la noblezaespañola, aunque es conde y mi ante-cesor marqués. Me excusé en queJosé María quería mantenerlo ensecreto... Pero la situación consiguiósu máxima situación emocionalcuando José María llegó a casa... Enla cena de aquel día nos dio sangrefrita con cebolla ... Y al día siguien-te todos las vecinos conocieron queel joven delgado y alto del tercero C esconde. Nuestra situación no cam-

bió, pero José María y yo lo pasába-mos muy bien con sus relatos (¡quecapacidad creadora de cuento!).Mantenía absorta a doña Julia. JoséMaría consiguió tanto prestigiocon el cuento del Condesado deBenipila en el nº 6 de la glorieta deEmbajadores, como posteriormentecon la Historia en España.

José María y yo hemos rezado alalgunas ocasiones un Padre Nuestropor el alma de doña Julia, pidiendoque la tenga en su reino.

LA PRIMERA OPOSICIÓN DE JOSÉ MARÍA JOVERZAMORA (1946):Fue a cátedra de Geografía Económi-ca en Escuelas de Comercio. Consi-guió plaza y con un buen número.Yo estuve a punto de perder elcurso, porque cada noche duranteunos cuatro meses tuve que aguan-tarle el rollo de un tema, y eran cien-to y la madre. ¡Que preparaciónconsiguió! ... ¡Como preparaba lostemas!... Y cada noche, al acabar surollo, tenía que manifestarle mi jui-cio a cerca de su exposición. ¡Quetrabajo encontrarle algún fallo en ladicción! Porque ¿que otro comenta-rio podía hacerle? No obstante,pienso que acabé habiendo podidoacudir a esa oposición, aunque nohubiera sacado tan buen númerocomo él. ¿Acaso debo mi entreteni-miento con la Historia en estos añosde jubilado a aquellas lecciones deJosé María?...

Pero cuando llegaron los ejerci-cios trajeron lo peor: El ejercicioescrito (desarrollar un tema del pro-grama por escrito disponiendo delibros). No bastaron los que traba-jó diariamente, sino que se fue tra-yendo en préstamo del InstitutoJerónimo Zurita del Consejo Supe-rior de Investigaciones Científicastodos los libros que estimó lepodían ser útiles al tema que lesaliese. Y llegó la tarde del ejercicioescrito ...y llenamos sus maletas y

las mías de libros y todavía habíamás, ...y tuvimos que llevarlas hastael lugar de los ejercicios en el Metroporque podíamos gastar fuerzamuscular personal, pero no gastardinero en taxi (algo prohibitivopara nosotros).

Me obligó a estar a la puerta delaula en que se celebró el ejercicioporque puedo necesitar algún libro ytendrás que ir al Zurita por él. No lonecesitó, ni ninguno que llevamosen las maletas..., se lo sabía todo. Eneste ejercicio le dieron la máximacalificación.

Y SE MARCHÓ DE LA GLORIETA DE EMBAJADORES... (1946)Para tomar posesión de su cátedra....Y pronto volvió a Madrid a conti-nuar la preparación para siguientesmetas, pero no coincidimos en resi-dencia: yo seguía de pensión (¡lapatrona ya no se llamaba doña Julia,sino María –no admitía el “doña”–).

No tuve noticia de sus ejerciciosa la cátedra de Historia en la Uni-versidad de Valencia hasta que le díun fuerte abrazo al Profesor JoséMaría Jover Zamora. ¿Quién le lle-varía los libros para el sexto ejerci-cio?.... ¿Ya no iría en el Metro? ...

LA MEDALLA LAUREADACANTONAL (29 DE DICIEM-BRE DE 1987) Unos paisanos amigos del PartidoCantonal me otorgaron la MedallaLaureada Cantonal en 1985. ¡Laamistad hace más milagros que lavalía personal!... Cuando me locomunicaron, les comenté que laaceptaría después que se la otorga-sen a José María Jover Zamora. Supromesa de hacerlo en próximo añodeterminó mi aceptación. Y fuiencargado por los organizadores deglosar la figura de José María en1987.

A los asistentes a aquel acto mul-titudinario en La Dama de Oro les

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dije quien era el cartagenero galar-donado y porque sus dirigentes lehabían otorgado la distinción, puessentía que no era conocido por ellostan ilustre paisano. Para los cartage-neros lectores de Cartagena Históri-ca que tampoco sepan quien es supaisano José María Jover Zamoratranscribo mi Glosa biográfica deJosé María Jover Zamora en el actode imposición de la Medalla Lau-reada Cantonal 1987.Amigos y paisanos: Acabamos de escuchar que el Par-

tido Cantonal, en su convocatoria de1987, ha concedido Medalla Laurea-da a José María Jover Zamora....¿Quién es José María Jover Zamorapara concederle una Medalla Laurea-da Cantonal?... ¿Por qué se le concede?

Primero, porque nació en Car-tagena. Bien; pero esta circunstanciaes insuficiente para tal honor...¿Cuántos han nacido en nuestra ciu-dad y no la poseen?....

Segundo, porque pasó sus añosinfantiles y mozos revoloteandoalrededor del nido (calle del Car-men, plaza de los Carros, Los Maris-tas, el Instituto que estuvo en la actualplaza Juan XXIII) y coleccionó pro-gramas de mano de las películas queproyectaban en el Sport, en el Mái-quez, en el Principal y en el Circo.Bien; pero estas circunstancias soninsuficientes para tal honor... ¿Cuán-tos cartageneros han aprendido avolar sin rebasar el territorio delimi-tado por los Montes Amarillos, los blo-ques de los faros, la Algameca Chica yel Coto Dorda y no la poseen?...

Tercero, porque cuando JoséMaría Jover Zamora termina susestudios Comunes de licenciaturaen Filosofía y Letras en la Universi-dad de Murcia, batió fuertementesus alas de la ilusión, midiendo susfuerzas, levantó el vuelo –el altovuelo que le permitían sus excepcio-nales condiciones intelectuales yespirituales-. Y emigró a Madrid,hasta finalizar su licenciatura en

la Sección de Geografía e Historia;hasta ganar, por oposición, la cáte-dra de “Geografía Económica” enEscuelas de Comercio; hasta serbecario del Consejo Superior deInvestigaciones Científicas; hastaser ayudante de clases prácticas enla Universidad Central; hasta doc-torarse, con tesis que mereció lamáxima calificación cum laude;hasta conseguir, por oposición, lacátedra de “Historia UniversalModerna y Contemporánea” de laUniversidad de Valencia. Tenía 29años. Porque José María JoverZamora siguió remontando el vueloy ganó la “Cátedra de Historia Uni-versal Contemporánea” en la Uni-

versidad Complutense y la direccióndel “Departamento de HistoriaModerna” de ésta. Y Jefe de Secciónde Historia Social en el “InstitutoBalmes” de Sociología del ConsejoSuperior de Investigaciones Cientí-ficas. Y profesor de “Historia de laRelaciones Internacionales” en laEscuela Diplomática. Bien; estecurrículo, que muy pocos alcanzan, yaes suficiente para el honor de laMedalla Laureada Cantonal.

Cuarto, José María Jover Zamo-ra desde sus cátedras en Valencia yMadrid, desarrolló una actividadque va más allá que la impartir unaenseñanza, IMPARTIRLA CONMAESTRÍA. El profesor universita-

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El primer libro publicado por Jover 1635, historia de una polémica y semblanzade una generación ya fue una obra maestra.

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rio es un MAESTRO, y este estilo loalcanzan pocos, muy pocos profeso-res de cualquier grado. SER MAES-TRO, FORMAR ESCUELA ESACTIVIDAD DE MUY POCOS.Jover Zamora está desarrollando ensu enseñanza una actividadMAGISTRAL; ESTÁ FORMAN-DO ESCUELA DE HISTORIA-DORES. Profesionales en Historiaque tienen una nueva visión de laHistoria de España, que, a su vez,

impartirán nuevas mentalidades.Esto si que constituye un motivopara la concesión de la MedallaLaureada Cantonal.

Quinto, parejamente a la labordocente está desarrollando unaimportante labor directora de tesisdoctórales y de actividad personalinvestigadora con visión nueva yprofunda que viene produciendouna serie continuada e ininterrum-pida de publicaciones de gran inte-rés y calado de escuela y propias queno es ocasión de enunciar aquí. Deforma que nombre se ha unido al deotro maestro singular MENÉN-DEZ PIDAL en la dirección de lagran “Historia de España” editada

por Espasa-Calpe; monumento queconstituye un hito de referenciapara los estudios históricos. Y parti-da para un largo futuro. Esto si queconstituye un motivo singular parala concesión de la Medalla Laurea-da Cantonal.

Y aun hay otro motivo singularañadido que constituye la clave dela concesión. José María JoverZamora (cartagenero de la calle delCarmen), como Manuel Albaladejo

García (cartagenero de la calle de laGloria –otro cartagenero de excep-ción–), conservan su conexión aCartagena. Se honran con el nom-bre de la ciudad en que nacieron.Cartagena va adonde ellos van.Cartagena llega a donde ellos lle-gan. Y esto si que constituye excep-ción en el comportamiento de loscartageneros que emigran de su ciu-dad natal. Jover y Albaladejo nuncahan pasado de Cartagena. Siemprese mantuvieron conectados a su tie-rra, pues la llevan en sus corazones yaflora en su comportamiento, ensus conversaciones, en su trabajo yen sus gustos e ilusiones. Con Jovery Albaladejo Cartagena es una

auténtica ciudad de ciudades.Ésta es la razón por la cual el

Partido Cantonal no pasa hoy deJosé María Jover Zamora, y nodudo no pasará en próximo año deManuel Albaladejo García.

Tal vez es el momento de dejarconstancia de una anécdota denuestro paisano José María JoverZamora: A pesar del excepcionalpalmarés levantado con miles dehoras de magisterio e investigación,sólo ha recibido tres distincioneshonoríficas, todas académicas: Aca-démico correspondiente de la Aca-demia Alfonso X el Sabio de Mur-cia; miembro de número de la RealAcademia de la Historia; y doctorhonoris causa por la Universidad deMurcia. Fiel a su criterio, no haaceptado nunca ningún homenajesalvo esta MEDALLA LAUREA-DA DEL CANTÓN DE CARTA-GENA. La cual recogerá personal-mente en próxima visita a la ciudad.

APROXIMACIONES HISTORIOGRÁFICAS DE JOVER ZAMORA A CARTAGENA.

En varias ocasiones Cartagena seha situado en el ecuador de sus estu-dios. Dejamos para ocasión oportu-na dedicar un artículo para recoger-los adecuadamente. Aquí nosreferimos al análisis que le merecióla novela histórica de Ramón J: Sen-der Mr. Witt en el Cantón.

Jover Zamora, además de aten-der al análisis histórico y literario dela obra, desarrolló los aspectos loca-listas para completar (y no pocasveces corregir) la información deSender y hacer más inteligible elescenario de la novela. Me leyó yconsultó todos los paisajes cartage-neros; en un par de ocasiones hici-mos coincidir nuestras estancias enCartagena para pasearlos, pues JoséMaría quería vivirlos. Por encargosuyo, rastree la prensa cartagenera(archivada en Madrid y en la Biblio-

“Y aun hay otro motivo singular añadido queconstituye la clave de la concesión. José MaríaJover Zamora (cartagenero de la calle del Car-men), como Manuel Albaladejo García (car-tagenero de la calle de la Gloria) conservan suconexión a Cartagena. Se honran con el nom-bre de la ciudad en que nacieron. Cartagenava adonde ellos van. Cartagena llega a dondeellos llegan. Y esto si que constituye excepciónen el comportamiento de los cartageneros queemigran de su ciudad natal. Jover y Albalade-jo nunca han pasado de Cartagena.”

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teca de San Isidoro de la CAM) paraconocer la andadura de Sender pornuestra ciudad cuando se disponía aescribirla.

Mi colaboración en el Librohomenaje a los profesores JoséMaría Jover Zamora y VicentePalacio Atard (1990).

Con motivo de la jubilación delProfesor Jover Zamora como cate-drático se organizó un Libro Home-naje al que contribuyeron compa-ñeros universitarios y los discípulosmás destacados. Tuve el honor decolaborar al homenaje con un artí-culo mío por invitación personal deJosé María (como me escribió elsecretario responsable de la edi-ción). Excepcional honor porquesoy el único colaborador del librosin título de historiador. Mi colabo-ración se titula Desarrollo urbano deCartagena de Levante en el sigloXVIII. El motivo era un recuerdo anuestros muchos paseos por Carta-gena que habíamos realizado cuan-do él acudía desde Valencia oMadrid (a visitar a sus hermanas) yyo desde Aranjuez o Madrid

Acto académico de homenajede la Real Sociedad EconómicaCarthaginense de Amigos del País(2 de abril de 1991).

Su secretario me invitó a hacer lapresentación del homenajeado, loque me ha constituido, sin duda, lasituación de máximo honor. Esobligado reproducir aquí mi inter-vención.

Iltmo Sr. Alcalde, Iltmos Sr. Pre-sidente, Sra y Sres de la Junta deGobierno de la Real Sociedad ...,Señoras y señores:Existen situaciones a las cuales no

les convienen fórmulas y expresionesconsagradas por el uso y la costumbre.Ya sea porque éstas no transmiten elexacto significado del acto, ya porqueno se ajustan a sus circunstancias.Tal es el caso de mi intervención

en esta solemne sesión pública, en laque la Real Sociedad .... impone la

medalla de oro de esta noble y cente-naria institución al Excmo Sr. Prof.D. JOSÉ MARÍA JOVER ZAMO-RA, eminente cartagenero de naci-miento y de vocación.Mi intervención en este acto no es

–no podría ser, por pretenciosa queme la planteara– presentar a cartage-nero tan insigne y tan bien conocidopor la Cartagena culta, pues en todomomento de su vida se ha esforzadoplacenteramente en mantener bienprieta su ligadura a su ciudad natal,a nuestra ciudad. Sean, pues, mispalabras de emocionada felicitación yadmiración, ya que no de presenta-ción.Me consta que Cartagena no sólo

se hace presente en José María JoverZamora por sus periódicas visitas anuestra ciudad –la suya-; sino que loestuvo durante su estancia juvenil enla Glorieta de Embajadores –en casade la, para nosotros, inolvidable doñaJulia-, donde José María fue a la vezasistente a alguna cátedra de Derecho,preparador de oposición a cátedra deGeografía e Historia, conde de Beni-pila “por un día”, y miembro activode tertulia de sobremesa, exaltadorade cartagenerismo, a la que acudíanvecinos estudiantes de Derecho –JoséSánchez Faba-, de Ingeniería Agríco-la -Antonio Paredes Luengo y JoséGuillermo Merck Luengo., de Veteri-naria – Francisco Ferrándiz de Jódar-y de Medicina –quien tiene el honord e hablaros-, éste no tenía que des-plazarse, pues compartía dormitorio ymesa de estudio con Jover Zamora.Un grupúsculo de aquella generaciónde post-guerra civil que hacíamosMadrid en los primeros años cuaren-ta.Me consta que Cartagena se man-

tuvo presente en José María JoverZamora durante sus periodos profeso-rales en las Universidades de Valenciay de Madrid; así como de profesor deHistoria de las relaciones interna-cionales en la Escuela Diplomática ymiembro de su Junta de Gobierno.

Cartagena está presente en algunas desus investigaciones: En la edición,notas y estudio introductorio a lanovela de Ramón J. Sender, “Mis-ter UIT en el Cantón”, obra magis-tral de cómo se comenta un texto lite-rario, que sólo podría hacer uncartagenero entrañable y docto comoJover Zamora. En uno de sus másapasionados prólogos, Antonio PuigCampillo, historiador de la Carta-gena Cantonal. En sus prólogos yestudios de la Era Isabelina y del Sexe-nio Democrático, entre cuyas páginasy párrafos se sitúa el episodio del Can-tón Murciano en Cartagena. En elcapítulo “Edad Contemporánea,1803-1931” de Introducción a laHistoria de España e UBIETO,REGLÁ, JOVER y SECO, hace tresaños en su 17ª edición –preguntad avuestros hijos estudiantes en Faculta-des de Geografía e Historia si la cono-cen. En el magistral prólogo al tomoXXXIV de la Historia de Españadirigida hace años por RAMÓNMENÉNDEZ PIDAL y actualmentepor José María Jover Zamora, cuyovolumen obtuvo el Premio Nacionalde Historia de España 1981. En sudiscurso de ingreso en la Real Acade-mia de la Historia, La imagen de laPrimera República en la España dela Restauración, pieza clave de la his-toriografía española contemporánea.En La imagen de la Primera Repú-blica Española en Miguel de laRevilla. En alguno delos temas de las43 tesis doctorales que ha dirigido,todas calificadas con sobresaliente ymuchas “cum laude” (ya sabeis labuena parte que corresponde al direc-tor de tesis de la calificación obteni-da). Me consta, finalmente, que en

estos años de profesor emérito, cuandoel sol se pone tras el vidrio de la ven-tana de su estudio, en calle MinistroIbáñez Martín nº 1 - 5º derecha, sesuperponen, en sus retinas, en su cere-bro y en su corazón, la arboleda delParque del Oeste y las breves colinas

Grandes personajes de la historia de Cartagena

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de la Casa de campo, con las agrestesrocosidades del Galeras, de los Pica-chos, del Roldán y del Atalaya,poniendo añoranza al texto que enaquel momento redacta: Y sea Histo-ria de la civilización española (épocacontemporánea), libro de 800 pági-nas que publicará próximamenteEditorial Teide; o La Época de laRestauración, 1875-1902, próximotomo XXXVI de la monumental His-toria de España dirigida por Menén-dez Pidal – Jover Zamora; o Ultra-mar en la monarquía española delsiglo XIX, libro de 500 páginas, unade las piezas de una Historia deAmérica a publicar de inmediato porla Asociación “Francisco de Góma-ra”; o España en la Europa Contem-poránea, actualmente en el folio 522mecanografiado, constituyendo unacolección de textos fundamentalespara el estudio del pensamiento y dela política internacional de España,de inminente publicación. En toda esta ingente y genial labor

historiográfica creadora, Cartagena alfondo. Y la calle del Carmen cartage-nera cual ágil lanzadera de tan pre-cioso y preciado tejido de su vida y desu obra.En toda esa labor gigantesca,

siempre subyace la ilusión de pasarunos días en Cartagena. Como quiennecesita acudir a beber en la fuente dela vida y de la eterna juventud delespíritu, ya que no del cuerpo. ¡Comoel cartagenero estudiante en Madridque tiene en su calendario “Miércolesde Regocijo” predecesores de “Juevesde Gozo” pre-Semana Santa Cartage-nera.... ¿Recuerdas, José María, conque ilusión –y con que hambre– espe-rábamos la llegada de los “Miércolesde Regocijo” de aquellos años cuaren-ta!...José María Jover no sólo es carta-

genero de nacimiento y de vocación;sino que ha “cartagenereado” comopocos cartageneros. Conozco, ilustrescartageneros, y no demasiado ilustres,que silenciaron y silencian su lugar denacimiento, sin duda porque no loestiman timbre de satisfacción –tén-gase en cuenta que no digo deorgullo–. Conocí que los tales erancartageneros por su biografía o porinformación de terceros, pues de susbocas y de sus plumas nunca salió conevocación filial la palabra CARTA-GENA. Considero que Jover Zamo-ra, a través de sus escritos, de sus con-ferencias y de sus conversacionesinformales con españoles y extranjeros,

es uno de los cartageneros que máshan aireado el nombre de CARTA-GENA. Cartagena está en su corazóny en su mente, por lo que brota fácil-mente en su palabra, en sus afectos yen su actividad docente, investigadoray publicitaria. Ciertamente que sus visitas a su

ciudad –a nuestra ciudad– pasaninadvertidas, desapercibidas, porsilenciosas, gracias a su preferencia porlo íntimo, lo cordial, lo entrañable.Ama sus calles y sus callejas, sus plazasy sus plazuelas, con el delicado y tier-no amor filial. Por eso, cuando elDepartamento de Historia Contem-poránea de la Facultad de Geografía eHistoria de la Universidad Complu-tense (por decisión de José MariaJover) me invitó a colaborar en elLibro Homenaje que le ha dedicadocon motivo de su jubilación de lacátedra, elegí el tema del urbanismoen la Cartagena de final del XVIII.Pensé que era el tema más entrañableque podía ofrecerle entre mis modestasposibilidades historiográficas. Su tiempo de asueto en nuestra

ciudad lo distribuye ponderadamenteentre sus hermanas y su ciudad; entreel cuarto de estar de Carmita y Juan,de Élia (Alicia pasó al Padre haceunos meses) y la calle, en la que surgeel cordial saludo de paisanaje con suscompañeros de Colegio de los Maris-tas-Instituto.Recuerdo la íntima emoción que le

produjo a José María la concesión dela Medalla de Oro Laureada Canto-nal y las palabras de agradecimientocon tal motivo cuando visitó a ladirectiva cantonal en su sede. Fueronespontáneas. No se registraron y per-dimos uno de los trozos más encanta-dores y más entrañables del cartagene-ro José María Jover Zamora.He podido percibir la ilusión que

le produce acudir a juzgar, con suscompañeros de tribunal, los trabajospresentados al Premio de Historia“Ciudad de Cartagena”.Conozco la ilusionada espera entre

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la concesión de esta medalla que hoyle impone la Real Sociedad Económi-ca Carthaginense de Amigos del País yla celebración de este acto. Largo hasido el tramo, ya que entre estas dosfechas se ha producido la lamentabledesaparición para siempre de nuestropaisano y buen amigo Emilio Brio-nes, a quien se le señaló el honor, porsus méritos y ser condiscípulo de JoséMaría en los Maristas e Instituto,dirigiros la palabra en este acto. Emi-lio Briones preparaba ilusionado suintervención. Me lo contó un par deveces que nos vimos en los últimosmeses de vida con la emoción dequien tiene oportunidad de decirpúblicamente quien es nuestro paisa-no José María Jover Zamora. Lamuerte le silenció sus palabras deemocionada amistad. Dios le tengaen su reino. Pareja emoción nosembarga en este momento. Quedepresenta aquí y ahora este recuerdoemocionado a Emilio Briones. No es el Profesor Jover Zamora

hombre que busca medallas, títuloshonoríficos, ni menciones. En sucurrículo falta el habitual apartadoen el que se relacionan estas. Sinduda porque ellas, en si y por si, noestán en su horizonte. Las que poseevinieron como consecuencia no busca-da de su actividad profesoral, investi-gadora y cartagenera o murciana.Del prestigio que unánimente poseeen estas tres actividades. Son conse-cuencia, no fin buscado. Tales honoresson el resultado de su proyecto de vida.La primera medalla y título es un

honor singular, excepcional, reservadoa aquellos hombres y mejores con unaespecial labor creadora: Ser miembrode Real Academia. El Profesor JoverZamora lo es de la Real Academia dela Historia, en reconocimiento a sulabor historiográfica, que rebasa fron-teras y se acepta unánimemente pordoquier, como labor de magisterioperdurable, inmortal. Permítaseme aquí un paréntesis

para recordar lo que ya tengo dicho

repetidamente: Cartagena bien tepuedes enorgullecer porque pocas ciu-dades españolas de mayor porte social,tiene actualmente cuatro académicosde número de Reales Academias.Quiero recordar sus nombres una vezmás, como sugerencia a la Real Socie-dad Económica Carthaginense deAmigos del País para que se les honrecon su medalla de oro: CarmenConde Abellán de la Real Academiade la Lengua; José María JoverZamora de la Real Academia de laHistoria; Manuel Albaladejo Gar-cía de la Real Academia de Jurispru-dencia y Legislación; María CáscalesAngosto de la Real Academia de Far-macia. Otra singular distinción honorífi-

ca, excepcional, título que honra lapersonalidad de José María Jover esser profesor honoris causa por lasUniversidades de Murcia y del PaísValenciano. Y en su pecho brilla la Medalla al

Mérito Docente de la UniversidadComplutense, resultado de su proyec-to bien planteado, dura y perseveran-temente trabajado, seriamente perse-guido, esforzadamente elaboradodurante cuarenta años de docencia,transformando alumnos matriculadosen discípulos y amigos. Las promocio-nes de las Universidades de Valencia yMadrid –Complutense– conocen supreparación de profesores e investiga-dores de Historia, que ocupan conprestigio cátedras de universidades,institutos y centros de enseñanzamedia; así como las 43 tesis doctóralesque dirigió u merecieron en su totali-dad la máxima calificación. Cuaren-ta apasionados años volcado en ladocencia y en la investigación. A losque hay que sumar los que Dios leagracie como profesor emérito.Posee Jover Zamora otra medalla,

que sólo cuelgan de su cuello quienesalcanzaron una destacada labordocente para-universitaria en “cursosde verano” , la Medalla de la Uni-versidad Menéndez Pelayo.

Y a ellas se une, con singular bri-llo, la Medalla de Oro LaureadaCantonal que le impuso el PartidoCantonal de Cartagena, sensible albien hacer de los cartageneros endiversas actividades y facetas de lavida. Un reconocimiento de sus pai-sanos, que es tanto como un recono-cimiento de su ciudad natal.Esta tarde, la Real Sociedad Eco-

nómica Carthaginense de Amigos delPaís, la institución cartagenera cente-naria, de mayor raigambre cultural,bajo cuyo dosel se han sentado loshombres de máximo prestigio en nues-tra ciudad, y cuya tribuna han ocu-pado las más preclaras mentes de lamisma, por cuanto ha contribuidoel Excmo Sr. D. JOSÉ MARÏAJOVER ZAMORA al progreso yesplendor de esta ciudad y le ha sidoreconocido por esta Real Sociedad esacreedor y se le confiere la Medallade Oro al Mérito Ciudadano. Enhorabuena querido paisano.

Que Dios te bendiga y te concedamuchos años de vida fructífera paraEspaña.

MADRID 14 DE NOVIEMBREDE 2006.

Hace varios años que no hacíami paseo por la Ciudad Universita-ria de Madrid con la compañía deJosé María, porque su estado no selo permitía. En esta mañana lumi-nosa madrileña, al volver a casa, mehan dado la noticia: José María Joverha fallecido. Que yo he traducidopor José María esta mañana ha prefe-rido a Dios Padre y al Hijo y a la Vir-gen para dar un paseo por su reino.¡Él si ha sabido elegir compañerospara pasear por la eternidad!...

Y por la tarde y a la mañanasiguiente, ante su cuerpo yacente,he rezado al Padre y al Hijo y aMaría Santísima, en la advocaciónde la Virgen de la Caridad, agrade-ciéndoles que sean sus compañerosde paseos por El Reino.

¡José María hasta mañana! �

Grandes personajes de la historia de Cartagena

CARTAGENA HISTÓRICA 73

Page 75: Editorial - Cartagena

74 CARTAGENA HISTÓRICA

N.º 1: - El Chipé. Tragedia en julio de 1936 - La expediciónde la flota cantonal a Valencia - Francisco Villamartín y Ruiz(1833-1872) - Gibraltar. De Utrecht al siglo XXI - El museoMilitar Regional - Proyectos... - El ataque a Tarento

N.º 2: - El hundimiento del Castillo Olite - La llegada delferrocarril a Cartagena - Isaac Peral - El Teatro Romano deCartagena - El Museo Naval del Mediterráneo - Las eleccio-nes del 16 de febrero de 1936 en Cartagena - La carga de laBrigada Ligera

N.º 3: - El bombardeo de las cuatro horas - Jiménez de laEspada - La patente de corso de los Reyes Borbones enCartagena - Los Ayuntamientos constitucionales del campode Cartagena (1812-1845) - Museo Nacional deArqueología Submarina - Forzados en Galeras - OperaciónTorch

N.º 4: - Los submarinos del Kaiser en las aguas de Cartagena- La Policía Municipal de Cartagena I - Juan Fernández -Museo Arqueológico Municipal Enrique Escudero de Castro- Puerto de Cartagena. La nueva dársena de Escombreras -Felipe IV. Un período histórico en revisión - La condiciónde la mujer bajo el nacional sindicalismo. Cartagena 1939-1956 - Chinchilla. El final de la expansión cantonal

N.º 5: - Panorámica de una capital borbónica - 1903-2003.Centenario de la Aviación. El vuelo de los hermanos Wright- Qué fue de aquellos proyectos - A vueltas con los bombar-deos de 1936 - Vida y aventuras del escritor José RodríguezCánovas - Recuerdos en mi memoria

N.º 6: - El ataque al Deutschland. Cartagena en el punto demira de la Alemania Nazi - Ramón Serrano Suñer - SanMartín en Cartagena - El reloj de la torre del Arsenal deCartagena - Historia del Teatro Circo - Vida y tragedia delgeneral Borja - La Logia Atlántida N.º 5

N.º 7: - Los bombardeos de 1937 - Viernes Santo de 1994¿irrumpieron los Granaderos Marrajos en la SalveCalifornia? - Enrique Escudero de Castro. Una semblanzabiográfica - Emisión de Billetes Municipales en Cartagena yLa Unión durante la Guerra Civil - Antonio Ros, un para-digma - Las visitas AD LIMINA de la diócesis (1589-1901)

N.º 8: - La operación Úrsula y el hundimiento del subma-rino C3 - Juana Rodríguez Chaparro, desaparecida de lacasa-cuartel de la Guardia Civil en La Unión -Enfrentamientos con comunistas y jefes de la Base Naval en1936 - Caridad La Negra - Vindicación del submarino Peral- Dónde están los cañones de los acorazados España y JaimeI - Los seudónimos literarios de Carmen Conde

N.º 9: - Casimiro Bonmatí, humanista cartagenero - El

bombardeo de Alicante por la flota cantonal - La radiologíaen Cartagena - Asociación de vecinos Sauces y la música enCartagena - El tráfico de esclavos en Cartagena en la encru-cijada de los siglos XVI Y XVII - La destrucción del patri-monio artístico religioso cartagenero durante la Guerra Civil- Costumbres sobre la muerte en Roldán

N.º 10: - Alfonso Torres, el hombre de Primo de Rivera enCartagena - Condenados en las naves del Rey: la chusma degaleras - La escuadra de Cartagena contra la Francia revolu-cionaria - Los jesuitas y su efímera implantación enCartagena - La Toma de Cartago Nova en la ópera barroca -El nacimiento de un municipio: La Unión (1860-1868)

N.º 11: - El anfiteatro anatómico de la Armada enCartagena - Una cofradía militar y marinera en la Cartagenadel siglo XVII - El movimiento comunero en Cartagena -Historia de La Palma en su V Centenario - Cervantes enCartagena - Feringán, el ingeniero que cambió Cartagena -La sierra minera: del plomo a la especulación

N.º 12: - Una amenaza mortífera sobre el cielo deCartagena: los aviones del 8.º Stormo de la Italia deMussolini - Miguel Zapata. El tío Lobo - Un caso de espio-naje inglés en la Cartagena de Carlos III - Abastecimiento deagua a la Base Naval y ciudad de Cartagena - Pasar el vera-no en la tradición del campo de Cartagena - La escena tea-tral en Cartagena en 1926

N.º 13: - El Reino Bárquida de Cartagena - La ciudad deCarthago Nova - El Archivo Naval de Cartagena - La con-quista de Cartagena por Publio Cornelio Escipión - El órga-no de la iglesia de la Caridad - Liciniano de Cartagena -Veinte años de manifestaciones shakespearianas en laCartagena

N.º 14: - Los años del estraperlo - Acuñaciones monetariasen la Cartagena Cantonal - Cuando en Cartagena se habla-ba catalán - Usos mágico-medicinales de las plantas delcampo de Cartagena - Escombreras, 1939-1976: historia deun gran complejo industrial - Cuatro artistas ilustres en laCartagena de 1917: Enrique Borrás, Margarita Xirgu, MaríaGuerrero y Rosario Pino

N.º 15: - La Semana Santa de Cartagena desde el siglo XVIIhasta nuestros días - La primera Revolución Cantonal deCartagena - Repercusión de la Revolución Francesa enCartagena - Everardo de Tilly y la posterior fundación delCasino de Cartagena - Las esclavas moriscas de Ynox -Federalismo y sentimiento cantonal en la Cartagena de la IIRepública

N.º 16: - La operación Blackthorn: el plan británico ante laprobable invasión de España por el III Reich (1941) - La

NÚMEROS PUBLICADOS

HISTÓRICACARTAGENA

REVISTA CARTAGENA HISTÓRICA

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Cartagena Histórica

CARTAGENA HISTÓRICA 75

caida de Orán en el año 1708: la heróica defensa de una ciu-dad sin esperanza de salvación - Cuando el Arsenal deCartagena era dueño de todos los montes de las regionesmediterráneas - ¡Cartagena por el archiduque Carlos! Lasublevación austracista de una ciudad castellana durante laguerra de sucesión - Prostitución y caridad en la Cartagenadel siglo XVIII: la Casa de Recogidas (1789-97) - La edito-rial Levante: un proyecto cultural nacido en La Unión

N.º 17: - El país de Cartagena entre los siglos VII-XIII. Laedad oscura - La real fábrica de lanillas del Arsenal deCartagena - Los últimos romanos de Cartagena - El infanteDon Juan Manuel, señor de Cartagena - La voladura de lafragata Tetuán: un enigma histórico de la sublevación canto-nal un gran complejo industrial - Cuatro artistas ilustres enla Cartagena de 1917: Enrique Borrás, Margarita Xirgu,María Guerrero y Rosario Pino

N.º 18: - La posguerra. La represión en los cuarteles (1939-1943) - La fundación de la Real Sociedad Económica de

Amigos del País de Cartagena - El Archivo Municipal deCartagena en su nueva ubicación en el Parque de Artillería -El destructor José Luis Díez, “Pepe de los Muelles” (1927-1965) - El galanteo en el campo de Cartagena - CarmenConde y los orígenes de la Universidad Popular

N.º 19: - La Semana Santa de Cartagena, al paso. Una nuevamirada histórica - La epidemia de peste 1648 - De lo serio alo irrisorio. El personaje del falangista en las novelas actuales- El cuento tradicional de Cartagena - Antonio BletránMartínez, pionero de la arqueología cartagenera

N.º 20: -El patrimonio defensivo del Mar Menor en las épo-cas Moderna y Contemporánea: torres, fortalezas y baterías- Cartagena, 1798: la frustrada invasión de Inglaterra eIrlanda por la flota franco-española - Isidoro, obispo deSevilla - 1898. Cartagena y la guerra contra los EE. UU. -Los orígenes de la imprenta en Cartagena - Luis GilBelmonte: perfiles de un periodista vocacional

N.º 1: Cartagena. 15 de agosto de 1936. Muerte en laMarina. El España N.º 3 y el Río Sil.

N.º 2: El bombardeo de Cartagena por la artillería delGobierno Centralista (1873-1874).

N.º 3: El artillado del frente marítimo de la Base Naval deCartagena como consecuencia de la amenaza de los buquesacorazados.

N.º 4: El acorazado Jaime I.

N.º 5: Las visitas de Franco a Cartagena.

N.º 6: ¡¡Compañero ruso!! Nikolai Gerasimovich Kuznetsov.

N.º 7: Centro de Buceo de la Armada.

N.º 8: Centenario Antonio Oliver Belmás.

N.º 9: Isidoro Patricio Máiquez Rabay.

N.º 10: Sublevación y contrasublevación en Cartagena. Losacontecimientos del 17 al 20 de julio de 1936.

N.º 11: Procedimiento sumarísimo ordinario a CarmenConde Abellán por auxilio a la rebelión.

N.º 12: La Escuela Naval Popular de Cartagena (1938-1939). Un intento frustrado.

N.º 13: Combate Naval de Portmán. La retirada de la flotadel almirante Lobo.

N.º 14: La Guerra de la Independencia en Cartagena (1808-1814).

N.º 15: El crucero Libertad.

N.º 16: El cónsul Fricke y los intereses del III Reich enCartagena.

N.º 17: La reincorporación de Cartagena a la Corona deCastilla en 1503.

N.º 18: El naufragio del Sirio (il tragico naufragio della naveSirio).

N.º 19: El bienio progresista en Cartagena (1854-1856).

N.º 20: Navíos y mercancías en la Cartagena de Felipe III(1598-1621).

N.º 21: Tras las huellas medievales de Cartagena.

N.º 22: La II República, 75 años después. I Antecedentes.

N.º 23: La II República, 75 años después. II, La Cartagenarepublicana (1931-1939).

N.º 24: Vida y tragedia de los últimos acorazados españoles.

N.º 25: Rescate de cautivos cristianos en Argel desde elpuerto de Cartagena.

N.º 26: La sublevación cantonal de Cartagena en el diarioThe Times de Londres.

N.º 27: El cine en Cartagena bajo el franquismo (1939-1956).

N.º 28: El mundo de Carmen Conde.

N.º 29: La Cartagena islámica. Últimas aportaciones.

N.º 30: Barrilla, sosa y esparto, tres productos estelares de laeconomía cartagenera del Antiguo Régimen.

CUADERNOS MONOGRÁFICOS DE CARTAGENA HISTÓRICA

Page 77: Editorial - Cartagena

MESAS REDONDAS SOBRE HISTORIA DE CARTAGENA

Martes, 6 noviembre

Cartagena en la Antigüedad y Edad Media

Ponentes:María del Carmen Berrocal

Iván NegueruelaAugusto Prego de LisElena Ruiz Valderas

Presenta y modera: Diego Ortiz Martínez

Martes 19 noviembre

Cartagena en la Edad Moderna

Ponentes:Vicente Montojo Montojo

Federico Maestre de San JuanCayetano Tornel CobachoFederico Santaella Pascual

Presenta y modera: Francisco Velasco Hernández

Jueves, 28 noviembre

Cartagena en la Edad Contemporánea

Ponentes:Pedro Egea Bruno

Diego Victoria MartínezFrancisco J. Franco

Luis Miguel Pérez AdánRicardo Hernández Conesa

Presenta y modera: Ángel Márquez Delgado.

Lugar: Aula Cultural de Cajamurcia (Puertas de Murcia, 22)Hora: 20,00

76 CARTAGENA HISTÓRICA

V Aniversariode la revista Cartagena Histórica

Page 78: Editorial - Cartagena

LIbros

CARTAGENA HISTÓRICA 77

Hemos leido y nos ha gustadoSancho III el Mayor. El rey navarro Sancho III el Mayor es uno de los persona-

jes más interesantes de la Alta Edad Media española. Nacidoen el apocalíptico año 1000, Sancho III trajo a los reinos cris-tianos peninsulares las ideas renovadoras del Occidente euro-peo, en aspectos tan variados como la política, la religión o lacultura. Así, fue el responsable, entre otras cosas, de la intro-ducción de la regla benedictina en los monasterios españoleso de la fórmula del origen divino de la monarquía (“rex Deigratia”).Pero su mayor trascendencia, como bien nos pone de

manifiesto el autor del libro, fue su prestigio y poder comogobernante, que llegó a extenderse al resto de los territorioscristianos, desde León a Cataluña (llegó incluso a intitularsecomo “rex ibericus”), en un primer intento de unificación his-pana, y su posterior y contradictorio testamento, en el quedividió todas sus posesiones entre sus 3 hijos, dando con ellolugar al nacimiento de los reinos de Castilla, Navarra yAragón. Un libro, como bien podemos ver, muy interesante yameno, que enriquecerá su visión acerca de este periodo pococonocido de nuestra historia.

Autor: Gonzalo Martínez DíezEdita: Marcial Pons HistoriaI.S.B.N. 978-84-96467-47-7Edición: Rústica. 285 págs., 22 x 14,5 cm.Precio: 21 €

Así cayó Alfonso XIII.De una dictadura a otra. Uno de los períodos más atractivos de la historia del siglo

XX es el correspondiente al reinado de Alfonso XIII, sobre todopor lo que representó como escenario de confrontación entrela vieja y la nueva política, o lo que es lo mismo, entre elobsoleto sistema de la Restauración y los aires renovadores delas ideas republicanas y democráticas. Miguel Maura, hijo delantiguo líder del partido conservador alfonsino, AntonioMaura, fue precisamente un testigo de excepción en las tresprimeras décadas del pasado siglo, cuyo aprendizaje de polí-tico se fraguó en lo que él denominaba “el taller de donAntonio”, su padre.Miguel Maura realiza en este libro una especie de estudio,

mitad ensayo, mitad autobiografía, sobre un período convulsode la Historia de España, que él enriquece con numerososcomentarios personales y un análisis crítico muy acertado desu tiempo. En definitiva, un magnífico libro de historia, queofrece otro punto de vista sobre los acontecimientos que die-ron lugar a la caída de la monarquía alfosina y a la llegada dela Segunda República.

Autor: Miguel MauraEdita: Marcial Pons HistoriaI.S.B.N. 978-84-96467-44-6Edición: Rústica. 285 págs., 22 x 14,5 cm.Precio: 32 €

Page 79: Editorial - Cartagena

78 CARTAGENA HISTÓRICA

...la calle de Gisbertdebe su nombre al señor LopeGisbert, Subsecretario del Minis-terio de Gobernación, quien seinteresó grandemente y allanócon su influencia cuantas difi-cultades e inconvenientes surgí-an para la realización del impor-tante proyecto que constituyó laapertura de esta calle. Las obrasfueron inauguradas el día 30 demayo de 1878. En el año 1893se unió por fin la calle de la Cari-dad con la de Gisbert.

...el popular “CostaAzul” se publicitaba ya en1925. Decía así: COSTA AZUL.Línea Regular de Grandes Auto-móviles SAURER E HISPANOentre Cartagena-Torrevieja-Ali-cante y pueblos intermedios porel litoral. SERVICIOS DIREC-TOS. Dirección: San Fernando,núm. 36.-Alicante. ADMINIS-TRACIÓN EN CARTAGENA:Pasaje de Conesa.

...por la calle de san Crispín se entraba ala calle de las Laguenetas y, si se subían veintiséisescalones, salíase a la falda de Despeñaperros. A prin-cipios del siglo XIX, y al hacerse las obras necesariaspara la construcción de edificios, diose en terrenolaguenoso y, de esta particularidad, la estrecha y empi-nada vía tomó el nombre de las Laguenetas.

...en el año 1900, el Ayuntamiento acordó laconstrucción, en la nueva calle de Gisbert y en los sola-res que quedaron de las fincas adquiridas por laMunicipalidad para la prolongación de la mencionadacalle, de un edificio destinado a Escuelas Graduadas.El día 9 de diciembre de dicho año se inauguraron lasobras con la asistencia del Excmo. señor don AntonioGarcía Alix, Ministro de Instrucción Pública y BellasArtes, siendo Alcalde de Cartagena don Mariano Sanzde Zabala. En 1903 quedó construido el magnífico edi-ficio propiedad del Ayuntamiento.

...el nombre primitivo de la calle delBarranco, con entrada por la calle de la Serreta ysalida a la del Rosario, fue el de calle de la Pajera, igno-rándose por qué. Comenzó a formarse como todas lasenclavadas en las estribaciones del Monte Sacro, aprincipios del siglo XVIII. A mediados de este, desapa-rece el nombre primero y aparece con el de calle delBarranco, sin duda alguna porque barranco, y no defácil tránsito, debió ser la abrupta calleja.

...la calle de la Intendencia seformó en el año 1740 al construirse el edifi-cio llamado Casa de la Intendencia de Mari-na, hoy Capitanía General, en terrenos perte-necientes a la Casa del Rey, y, del nuevoedificio tomó la calle el nombre que conser-va. Esta calle se creó para dar salida a lasaguas que en épocas de lluvias, venían de lasalturas del Molinete y Castillo de la Concep-ción, por las calles Honda Alta y Baja.

...en la temporada 1927-28,la figura más destacable e interesante delambiente deportivo de la ciudad fue el reciénentrenador del Cartagena F. C. don ManuelLemmel. Además de su competencia en lo delbalompié, debe su fama también por habersido el masajista que acompañó a la selecciónespañola que tan bravamente defendió elpabellón hispano en la famosa Olimpiada deAmberes y que mereció el honroso título de“furia española”.

por Bartolomé Nicolás Andreu

Page 80: Editorial - Cartagena

CARTAGENA HISTÓRICA 79CARTAGENA HISTÓRICA 79

...el callejón del Niño,que va desde la calle Jaboneríasa la calle Real, debe su nombre ala estampa de un Niño Jesús queun vecino colocó entre dos balco-nes de su casa, allá por el año1819, previa licencia concedidapor el ayuntamiento.

...también por esta época la publicidadhacía su cometido y el eslogan trataba de cumplír sumisión. Un anuncio publicitario de muebles decía así:Niña, si te piden relaciones y el chico te gusta, acep-ta, pero adviértele que en su día, tienen que ser com-prados los muebles en la casa BELMONTE. Carmen,17. CARTAGENA

... con motivo de larevolución de 1868,el general don Juan Prim nombróGobernador Militar de la plaza alExcmo. Sr. Lorenzo Milans delBosch, Mariscal de Campo, ypara solemnizar el nombramien-to, el Ayuntamiento, en sesióncelebrada el día 5 de octubre dedicho año, acordó que la calle delDuque (antes calle de las Coche-ras del Duque o de las Cocheras),se llamara en lo sucesivo calle deMilans del Bosch, nombre que noprosperó dada la efímera vida deaquella situación política, ysiguió llamándosele del Duque.Más tarde, en 1922, calle LuisAngosto hasta recobrar de nuevosu actual nombre.

...en el año 1921 se erigió el monumento que corona lamagnífica estatua de Cristóbal Colón, estatua que estuvo muchos añosarrumbada en un almacén de la Casa de Misericordia. Por real orden del 5 de julio de1882, siendo Ministro de Marina D. Francisco de Paula Pavía y Pavía, se dispuso que seadquiriera una estatua en mármol de Cristóbal Colón y que se colocara en el Arsenal deCartagena. La estatua fue esculpida por D. Juan Manuel Sanmartín y Serra en Carrara, ypor el precio de quince mil pesetas. Embarcada en Génova el 21 de julio de 1883 y des-embarcada en el Arsenal el día 2 de agosto del mismo año, no fue hasta 1891 cedida ala ciudad por real orden de 13 de octubre y hecha efectiva esta cesión en 1899 siendoalcalde don Mariano Sanz.

... en 1925, una Cooperativa deCrédito llamada “El Hogar Moderno”desinteresada y altruista, se dedicaba única y exclusi-vamente a la construcción de casas baratas, y ponía enmanos de las clases medias y trabajadoras la posibili-dad de entrar en posesión de una vivienda amplia ehigiénica con el conocido y popular, entonces, “CupónBlanco”. El Consejo de esta entidad entregaba alComercio y la Industria un número de cupones queestos regalaban gratuitamente a sus clientes al verifi-car sus compras y con arreglo al importe de las mis-mas. Cada doce cupones daban derecho a un talónnumerado y debidamente legalizado, realizándose cadados meses el sorteo. La primera casa construida yentregada fue en el Ensanche, junto al campo de Tenisen lo que será en un futuro la nueva Cartagena. El pri-mer agraciado en este sorteo fue el obrero de laConstructora Naval Nicolás Vidal Soto, que acompaña-do de su esposa Rosa Celdrán, poseedora del númeropremiado, recibieron la escritura de propiedad de laCasa.

... el día primero del mes de noviembre de 1927,festividad de Todos los Santos, tuvo lugar el acto solemne y grandioso de trasladar los res-tos mortales del malogrado sabio cartagenero Isaac Peral, desde la modesta tumba queocupaban en el cementerio de Nuestra Señora de los Remedios, al artístico mausoleo que,en el lugar de dicha necrópolis destinado a panteón de los hijos ilustres de la ciudad, haerigido el Excmo. Ayuntamiento, para que en él reposen eternamente las cenizas del insig-ne inventor del submarino.

Page 81: Editorial - Cartagena

80 CARTAGENA HISTÓRICA

LOS ACUERDOS DE CARTAGENA (1907) Y EL STATU QUODEL MEDITERRÁNEOPedro M. Egea Bruno

ASPECTOS ETNOGRÁFICOS DEL CAMPO DE CARTAGENAJosé Sánchez Conesa

LUIS BOLARÍN, ESCULTOR MURCIANO EN LA CARTAGENADE LA POSGUERRADiego Ortiz Martínez

PERSONAJES CARTAGENEROS CÉLEBRES: ANTERA BAUS,PRIMERA DAMA EN LOS TEATROS NACIONALES (SIGLO XIX)José María Rubio Paredes

CUANDO NOSOTROS EMIGRÁBAMOS (AÑOS SESENTA Y SETENTA)Francisco Velasco Hernández

Próximo Número

CUADERNOS MONOGRÁFICOS DE CARTAGENA HISTÓRICA

Nº 31: Alcaldes republicanos de Cartagena (I): Miguel Céspedes. Luis M. Pérez Adán

Nº 32: El sindicato vertical del franquismo. Aspectos regionales. Rosario Sánchez