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NÚMERO • ISSN: 1999-8090 • $2.00 • LA VISITA A CUBA DEL PAPA Fran- cisco en el mes de septiembre fue tema de debate en varios espacios de divulgación, medios de comuni- cación nacionales y extranjeros y en • SEPTIEMBRE 2015 • EDITORIAL la mayoría de los hogares cubanos. En esta ocasión les proponemos re- flexionar sobre la Homilía del Sumo Pontífice y la obra de miles de mé- dicos cubanos que salvan vidas en 66 países del mundo. Volvemos so- bre el tema de los usos y las nuevas prácticas de la WiFi en cuatro provin- cias del país. Para tomarle el pulso a la sociedad cubana les presentamos un artículo sobre los videojuegos y esperamos recibir comentarios a través de sus cartas o correos elec- trónicos. No dejen de escribirnos. Sean bienvenidos. CM 89 Foto reportaje El arte del silencio 7 wif i en cuba aciertos y límites opinión ippones, tacles y canastas deporte la homilía del papa y los médicos cubanos crónica videojuegos: bastardos de nuestro tiempo opinión pág. pág. pág. pág. 4 - 5 15 2 6 © ricardo lópez hevia © diuber sicilia camacho © ares © ladyrene pérez © elder leyva

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NÚMERO

• ISSN: 1999-8090 • $2.00 •

LA VISITA A CUBA DEL PAPA Fran­cisco en el mes de septiembre fue tema de debate en varios espacios de divulgación, medios de comuni­cación nacionales y extranjeros y en

• SEPTIEMBRE 2015 •

E D I T O R I A Lla mayoría de los hogares cubanos. En esta ocasión les proponemos re­flexionar sobre la Homilía del Sumo Pontífice y la obra de miles de mé­dicos cubanos que salvan vidas en

66 países del mundo. Volvemos so­bre el tema de los usos y las nuevas prácticas de la WiFi en cuatro provin­cias del país. Para tomarle el pulso a la sociedad cubana les presentamos

un artículo sobre los videojuegos y esperamos recibir comentarios a través de sus cartas o correos elec­trónicos. No dejen de escribirnos. Sean bienvenidos.CM

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2ción y el estudio de la obra martiana, que rezara por mí. Ella me respondió: «Lo impor­tante no es que creas en Dios, sino que Dios crea en ti». Aquella frase iluminó otro ca­mino, otra manera de relacio­narme con el legado cristiano. En Centroamérica conocí a muchos católicos a los que con­sidero mis hermanos. Recuerdo que el sacerdote Miguel D’Escoto, excanciller sandinista, me dijo en una entrevista:

«Muchos de los más gran­des santos del mundo han sido ateos. Esto puede parecer una idea novedosa, pero nuestro Señor es el primero que nos lo advierte. Cristo decía: Para sal­varte seguí el ejemplo de los santos ateos, de los que no an­dan haciendo gran alarde pero cumplen la voluntad del Padre, de los que saben extender una mano fraterna en momentos de gran dificultad. Eso es lo que vive Cuba, esa parábola tan importantísima y tan cen­tral en el Evangelio. Cuba, bajo la conducción de Fidel, está mucho más encaminada en esa dirección espiritual que otros países que se proclaman cristianos».

También tuve dudas y sospe­chas del Papa Francisco después de su elección. Pero reconozco que ha mantenido una soste­nida coherencia entre sus pala­bras y sus actos, lo que merece respeto. Su visita a un país so­cialista (existe también la fe re­volucionaria: «Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti», le escribe José Martí a su hijo, es decir, a la nueva generación), de mayoría religiosa como Cuba, pero de minoría católica —si somos ri­gurosos en la definición—, pese al evidente sustrato cató­lico de su cultura, tuvo esta vez un ingrediente afectivo adicio­nal: el discurso y la conducta de Francisco, argentino, son mucho más cercanos en aspec­tos esenciales a las motivaciones y a los ideales fundacionales de una Revolución. Su conducta pública se asemeja a la de los lí­

deres revolucionarios —sin que él lo sea—, cuando se acerca y se iguala al pueblo, a los más humildes y necesita­dos; y su activismo social no es confrontativo: ha jugado un papel importante, por ejemplo, en el restablecimiento de rela­ciones diplomáticas entre la socialista Cuba y su archiene­migo histórico, el imperialismo norteamericano. Nin gu no de los dos países renun ciaba para ello a lo que era.

Aunque no asistí a nin­guna, seguí sus misas y decla­raciones en vivo por televisión. La primera, en la Plaza más importante del país, estableció pautas: «No nos olvidemos de la Buena Nueva de hoy: la im­portancia de un pueblo, de una nación; la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. En eso encontra­mos uno de los frutos de una verdadera humanidad», dijo al finalizar su Homilía. Servir, no servirse, no excluir a los otros para beneficiar a los tu­yos, servir a los más frágiles del hogar, de la sociedad. Pensé en los médicos y enfer­meros cubanos, que no «evan­gelizan» a las comunidades que atienden, pero revolucio­nan con su actitud la conducta de la medicina que «sirve para servirse». Ellos son solidarios porque son revolucionarios, porque el fundamento de una sociedad revolucionaria ideal, es la solidaridad; curan sin dis­tinción a ricos y a pobres, a amigos y enemigos, a comunis­tas y a neoliberales.

Francisco empleó palabras conocidas y defendidas por los cubanos. También podría su­ponerse que las recolocaba en un contexto no revolucionario, pero esa impresión puede obs­truir la comprensión de que cualquier acto auténtico de servicio (de toma de partido por; «con los pobres de la Tie­rra quiero yo mi suerte echar», escribía Martí) a los humildes, a la justicia social, debe ser bienvenido. Claro que en Cuba hay oportunistas y corruptos,

ENRIQUE UBIETA GÓMEZ

No sé cómo empezar estas lí­neas. No soy católico. Mi padre estudió en la escuela de La Salle, en La Habana de los años cua­renta del siglo pasado. Nos bau­tizó a sus cuatro hijos, dos de ellos nacidos en los sesenta; aquella experiencia de bachille­rato, sin embargo, lejos de acer­carlo a la Iglesia como institución, lo alejó. Decía que no necesitaba de intermediarios para hablar con Dios y que no confiaba en los curas.

Cuando, muchos años des­pués, visité Roma y, por su­puesto, la Catedral de San Pedro quedé convencido de que allí, entre tanto oro y mármol, bajo aquella bóveda descomunal que nos empequeñecía, no po­día sentirse cómodo el Dios cristiano. Yo había estudiado filosofía marxista, y aunque no lograba ser, como algunos de mis amigos, absolutamente racional, predominaba en mí el afán racionalizador.

En 1998 asistí al encuentro que el Papa Juan Pablo II sos­tuvo con la comunidad intelec­tual cubana en el Aula Magna de la Universidad de La Ha­bana, en parte por curiosidad, en parte porque aquella visita parecía ser un desafío para la Revolución. Sus credenciales políticas situaban a Wojtyła en el ámbito de la sospecha: se de­cía que había sido el artífice del derrumbe del socialismo del este europeo, y en especial del polaco. Algunos agoreros vaticinaban un suceso similar en la Isla co­munista; pero Cuba no era Polo­nia, la historia de su socialismo tenía otras fuentes y estaba Fidel.

En 1999, después del paso del huracán Mitch, me propu­sieron acompañar como perio­dista a los médicos cubanos en Centroamérica —recorrí con ellos Nicaragua, Honduras y Guatemala—, y antes de partir, le pedí, mitad en broma, mitad en serio, a la eminente intelec­tual y católica Fina García Ma­rruz, con quien compartí varios años de trabajo en la divulga­

pero el ideal social los repudia. «Ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos —dijo Francisco—, luchar por la dig­nidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus her­manos». José Martí había de­clarado: «yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre», frase que preside nuestra Cons­titución.

En su Homilía de La Ha­bana Francisco expuso una idea fundamental: «el servicio siempre mira el rostro del her­mano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la «padece» y busca su promoción. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas». Martí, cristiano y revolucionario, ha­bía dicho también: «En la mejilla ha de sentir todo hombre ver­dadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre», idea que después repetiría el Che Guevara. La segunda parte de la frase fue enarbolada por una prensa que esperaba an­siosa en sus palabras la desca­lificación del ideal socialista. Mala interpretación.

No se es revolucionario por­que se sea marxista, sino porque se sirve a los pobres, a los humil­des, a los frágiles; el marxismo en todo caso es un instrumento para ese servicio, y si en algún momento la teoría falla, si las ideas se revelan incompletas o el mundo se mueve de lugar, la prioridad sigue siendo salvar, amar, defender a los más nece­sitados, a los humildes, a los frágiles, a las personas concre­tas. Los que se avergonzaron en los noventa de haber sido revolucionarios, nunca lo fue­ron: se desplomó una manera de entender la doctrina, pero los pobres, los frágiles, aún es­peraban, esperan por noso­tros. La construcción de una sociedad que visibilice y pro­teja a estos, no es simplemente el resultado de una actitud personal de cada ciudadano; necesita de un Estado revolu­

cionario que acoja esos princi­pios o ideales (y aquí se revela, pese a todo, la importancia de los ideales). Casi al finalizar su reflexión, Francisco sacudió a muchos cuando le dijo a los cu­banos:

«(…) Un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza, porque su vo­cación es de grandeza. Hoy los invito a que cuiden esa voca­ción, a que cuiden estos dones que Dios les ha regalado, pero especialmente quiero invitar­los a que cuiden y sirvan, de modo especial, la fragilidad de sus hermanos. No los descui­den por proyectos que puedan resultar seductores, pero que se desentienden del rostro del que está a su lado».

¿Cuáles son esos proyectos seductores que se desentien­den del prójimo? La respuesta, quizás, habría que buscarla en su discurso ante al Congreso norteamericano. Pero ahora mismo, mientras escribo estas líneas, 50 000 trabajadores de la salud prestan servicios, cu­ran y consuelan a los frágiles, en 66 países del mundo; no ha­blan de asuntos políticos o ideológicos, respetan las tradi­ciones y las leyes del lugar donde actúan, aunque sus ac­tos demuestran que los proble­mas sociales tienen solución si existe voluntad política. No ne­cesitan hablar de política, la ejercen cuando van a los luga­res mas intrincados y salvan vidas sin preguntar por la che­quera del paciente. Hace unos pocos meses estuve nueva­mente con ellos en Liberia, Sie­rra Leona y Guinea, los tres países de África Occidental afectados por la epidemia del ébola. Dos cubanos murieron de paludismo. Uno enfermó de ébola, pero se salvó. Ahora es­cribo un libro que recoge esa experiencia maravillosa de servicio al prójimo, a riesgo de la vida propia. Es lo que nos enseñó la Revolución. Y Fran­cisco nos lo recordó en La Ha­bana. CM

el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la «padece» y busca su promoción

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Domingo Alfonso

Nuestro abuelo

Seis cabezas de lana; nuestro abuelodesgranando la fábula risueña,a la lumbre dorada de la leñaque azula la cocina con su velo. Sentados o tendidos por el suelo,los chiquillos que andaban a la greñaforman cerco de sombra a la reseñacoronada de helado y caramelo... Pero el tiempo deshizo aquel sonorocerco de risas, y un amargo día¡dos pupilas cerradas y sin luz...! Luego hileras de cirios, danzas de oroen la trágica esperma en agonía,nuestro llanto, una tumba y una cruz.

GeNte como yo

Son buenas gentes que viven,laboran, pasan y sueñan,

y un día como tantos,descansan bajo la tierra.

Antonio MAchAdo

Gente como yotransita diariamente las calles,toman café, respiran,admiran los spútniks.

Gente como yo,con nariz, con ojos, con problemas conyugales,que toman un ómnibusy un día de tantosse duermen bajo tierra sin que nadie se entere.

Ése tal vez soy yo

El que soñó ser Presidente,astro de fútbol, o de ajedrez:ése tal vez soy yo...

Sentado en el buró de un ministerio,escribiendo versos.

Historia de uNa persoNa

Para Fayad Jamís Ante los senos de esta mujer, ante su cuerpo tremendamente negro, me justifico. Nací para este minuto, para este minuto padecí, para este minuto se arrastró mi sangre por galeones

A. A. G.

ESTE 10 DE SEPTIEMBRE Domingo Alfonso (Jovella­nos, Matanzas, 1935) cumplió 80 años y la Unión de Es­critores y Artistas de Cuba, el Instituto Cubano del Li­bro, La Casa de la Poesía y otras instituciones y amigos lo han felicitado y homenajeado como merece. Aunque alguna vez desde nuestra sección hemos dado cuenta del estado de su poesía, queremos, con esta breve selección de algunos de sus poemas más conocidos, sumarnos al jú­bilo de quienes por estos días le han expresado, de muy diversas maneras, la admiración y el cariño que le pro­fesan. Son versos que durante años han acompañado y alimentado la devoción de muchos buenos lectores de poesía, tanto de Cuba como de otros lugares y que, como parte del imaginario poético de una época, con­

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tinúan vivos, pasando de mano en mano, en esa suerte de trasiego cómplice que se establece entre quienes co­nocen el valor real de lo que entregan. Arquitecto de profesión, Domingo forma parte de la generación poética que inaugura entre nosotros una nueva forma de expre­sión en la década de los ‘60. Con una voz singularísisma, celebrada por la crítica desde la salida de su primer li­bro, Domingo ha consolidado una personalidad litera­ria de auténtica originalidad. Su obra poética, recogida en títulos como Poemas del hombre común (1965), Historia de una persona (1968), Libro de buen humor (1979), Esta aven-tura de vivir (1987), Vida que es angustia (1998) y El libro principal & Un transeúnte cualquiera (2007) se distingue, a juicio de muchos, como una de las más coherentes y acabadas realizaciones líricas de los últimos cincuenta años en nuestro país. CM

          y colonias de esclavos, para este minuto durante mi infancia, delante            de un plato con el esmalte azul, muchas veces comí harina y aguacate con repugnancia; para este minuto las noches del cinematógrafo,            cogido de la mano de mi tío, con pantalones cortos; para este minuto el beso primero de la primera novia, en una noche oscura, en un portal oscuro; para este minuto, la arena desnuda debajo de mi pie             desnudo como una mujer desnuda; para este minuto los años en que cagaba encima de la porquería de 40 ó 50 subseres humanos; para este minuto me bañaba en baños sin azulejos con las  paredes apestando a humedad; para este minuto la noche primera del primer amor              / en un burdel de la calle Zanja; para este minuto se fue construyendo durante más              / de veinte años una persona de carne y hueso como cualquiera otra.

sólo tus NalGas

Nada me dicen tus labios ni tu frente ni tus hermosas manos; un poco los dedos de tus pies gruesos y fuertes hechos para el acto del amor. Sólo tus nalgas anchas y redondas, valientes bajo el fuego del sol. Tus nalgas moviéndose sobre la playa: Tus nalgas que perfuman la tarde Sólo tus nalgas.    

despuÉs del amor

Esta mujer y yo terminamos. Ahora, dejando el desorden de las sábanas hemos mirado por la ventana hacia la calle.  Un poco a la derecha unos obreros componen una enorme valla que dice: Todos con boinas rojas a la Plaza de la Revolución.

Ella se vuelve al interior del cuarto de hotel. Yo miro sus nalgas color de tinta de imprenta. Siento lo que los hombres normales ante tal espectáculo: Doy gracias a quien corresponda por encontrarme vivo.

poema pop 1967

Éste es un bombillo eléctrico: miro su casquete de metal lleno de surcos y de relieves interminables; adentro del bulbo los filamentos mágicos, que alimentados de fuerzas invisibles deshacen la oscuridad.

Me enfrento al misterio de este ser de cristal, con la seguridad de que se trata de un extraño dios, creado por los hechiceros de este siglo xx.

el rostro de marloN braNdo

El rostro de Marlon Brando surge en la noche del cinematógrafo con un tamaño de casi dos metros de alto por uno y medio de ancho aproximadamente: tiene dos cejas, debajo de las cejas un par de ojos,entre los ojos, un poco más arriba de la pareja de labios, una nariz, bordeada por el pelo, encima de las cejas, está la frente,algo detrás de la frente, construidas expresamente para sostén de los espejuelos, se encuentran las orejas.

Éste es el rostro de Marlon Brando; tomo debida cuenta de su topografía; para verlo pagué un peso con cincuenta centavos, hice una cola de una hora nueve minutos, de pie, bajo la lluvia y ahora descubro en medio de este cine, tocando el muslo de la mujer que me acompaña, que el rostro de Marlon Brando es sólo el rostro de una persona.

el HecHicero y los mecáNicos

El hechicero y los mecánicos salen callados a beber cerveza; se sientan en lo profundo de la taberna y hablan entonces de las cosas nuestras de cada día; de los tornos girando, del estruendo del taller, de los motores compuestos poco a poco, que al fin se mueven por su propio esfuerzo. Luego describen las horas de la televisión, la noche y las frazadas, la esposa, el miedo de los niños. Los mecánicos hablan, el hechicero calla: siente la envidia por estos hombres comunes; quisiera abandonar su profesión en desuso, cambiar el arte de convertir ratones en flores, naranjas en cuchillos; la magia aprendida con tanto esfuerzo, por un overol manchado de grasa, un sitio en una nave llena de máquinas y taladros, donde giran sin término las grandes ruedas de acero negro.

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WiFi en Cuba ACIERTOS Y LÍMITES

La conexión WiFi ha venido a mejorar la comunicación con fa­miliares, amigos o conocidos que residen en el extranjero, mediante las videollamadas, los correos electrónicos y las redes sociales.

Si bien los precios del servi­cio continúan siendo bastante costosos para el cubano prome­dio (2 cuc la hora), a la larga re­sultan más económicos que una llamada telefónica internacio­nal de la misma duración.

Además del costo del servicio existen otros elementos que agra­van el correcto funcionamiento del proceso. Hablo sobre todo de quienes han convertido la necesi­dad de sus coterráneos en una oportunidad para emprender un negocio.

Las tarjetas Nauta son «con­fiscadas» por revendedores desde el momento en que llegan a las instalaciones de ETECSA y más tarde las ofrecen a 3 cuc, como si 25 pesos cubanos no fuesen una diferencia sustancial.

Asimismo está quien lleva su laptop y cobra 1 cuc por po­tenciar la conexión de los teléfo­nos y las tabletas; quien alquila su dispositivo personal al que no tiene (1 cuc); y aquel que su­puestamente te «ayuda» a estable­cer la conexión y luego navegar en Internet, por el módico precio de 1 cuc.

O sea, que alguien que no tenga dispositivo, no sepa cómo usarlo, necesite mejorar la cone­xión por medio de una PC o no

FIDELIDAD INALÁMBRICA: UNA HISTORIA DE USOS Y ABUSOS FÉLIX MANUEL GONZÁLEZ PÉREZ

SI WIRELESS FIDELITY no fuera el nombre, a alguien se le hu­biera ocurrido después de ver las multitudes que se congregan alrededor de los puntos WiFi en las locaciones donde fueron ins­talados. Bastaría con visitar uno de los parques o avenidas, donde se colocaron los dispositivos conec­tores, para percatarse del alcance y la aceptación de esta tecnología en el público cubano.

A cualquier hora del día, es­tudiantes, trabajadores, amas de casa, niños e inclusive familias enteras alistan sus dispositivos y desafían el calor, el ruido cita­dino y la incomodidad para co­nectarse. Hay quienes incluso han asignado un día de la se­mana para dicha actividad, como si se tratase de una prác­tica religiosa.

Lo cierto es que este nuevo fenómeno ha sacado a relucir los espinosos vínculos entre su­jeto y tecnología que existen en Cuba, así como las profundas necesidades infocomunicativas al interior de la Isla.

Aunque para algunos cons­tituye solo un entretenimiento, la mayoría de los usuarios de esta plataforma recurren a ella para satisfacer una necesidad.

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los carretones tirados a caballo y las luminarias de petróleo que llameaban en las esquinas.

Si al niño de la bota, puesto en el sitio casi tres siglos des­pués, en 1925, le hubiesen dicho que a partir de un día de julio de 2015 iba a presenciar el ir y venir desenfrenado de un gentío conec­tado a Internet mediante tabletas, teléfonos y otros dispositivos inte­ligentes, se le hubiesen congelado hasta los chorros infortunados de su zapato roto.

Pero dicen por ahí que la rea­lidad es más rica que la ficción y, con el paso del tiempo, los ade­lantos llegan. El Parque Vidal de Santa Clara es hoy uno de los 35 puntos de conexión a la red ina­lámbrica o WiFi que, desde hace tres meses, se implementaron en todas las provincias cubanas y el municipio especial Isla de la Ju­ventud. Una acción circunscrita a los ejes estratégicos en los que se basa el país para la informati­zación paulatina de la sociedad toda.

Y en el centro de Cuba la buena nueva genera polémica, tal como debe suceder con cual­quier transformación que se respete.

Un sondeo breve entre las opiniones de quienes utilizan el servicio arroja el beneplácito de los que, a veces por primera vez, logran la comunicación (Inter­net mediante) con familiares y amigos en el extranjero. Un análisis más profundo de los criterios trae a colación algunas manchas todavía por pulir a la iniciativa.

Para Enrique Ramos, estu­diante universitario, esta va­riante de conexión significa un paso de avance dentro del desa­

rrollo tecnológico, sin embargo, los precios en la tarifa de nave­gación están todavía lejos de ser asequibles para la mayoría los individuos.

Con una capacidad que os­cila entre 75 y 90 personas co­nectadas y una velocidad de un megabit por segundo, la zona WiFi impone una tarifa de 2 cuc la hora (igual en todo el territo­rio nacional) con disponibilidad para acceder a un sinnúmero de páginas y aplicaciones en la lla­mada red de redes. Hasta el mo­mento, la más utilizada por los santaclareños es Imo, una plata­forma de videollamadas que ofrece la posibilidad de chatear en grupo.

Según Lorenzo Wong, jefe del Grupo de Mercadotecnia y Comunicación de ETECSA en Villa Clara, la tendencia de los precios es a disminuir, pues el servicio aun es joven y en fase de prueba; un proceso que lleva un ordenamiento progresivo y en el cual se viene trabajando.

El acceso a redes sociales y a prestigiosos sitios con variedad de disciplinas y temas figura como otra de las bondades de la WiFi, opción que permite el contacto con la realidad circundante.

Así, Yilian Medina, alega que le facilita la realización de varias operaciones, aunque en ocasio­nes no le admita completarlas.

Lo cierto es que, con segui­dores y críticos, la WiFi avanza en la ciudad a un ritmo vertigi­noso que, al parecer, contagia. En el Parque Vidal no existen las horas malas para conectarse a Internet. Nada que si a algún ciudadano de aquellos días de 1600 y tanto le hubiesen dicho que en el mismo banco donde se sentaba a tomar aire tranquila­mente un individuo, 300 años

haya alcanzado a comprar la tarjeta en los puntos de venta necesita 6 cuc (150 cup) para dis­frutar de una hora en la red de redes.

Esta realidad exige repensar las políticas de conexión y acceso a Internet en Cuba. Es impres­cindible la concepción de una es­trategia inmediata por parte del Estado, no solo para mejorar la infraestructura de la conexión, sino también para habilitar loca­les o cibercafés donde los cubanos puedan acceder a esta tecnología de manera más placentera y a precios más asequibles.

Si bien es cierto que existen registros indiscutibles de que el uso excesivo de la tecnología enajena y en algunas ocasiones provoca el aislamiento social, la solución no puede ser que la gente se conecte en los parques y las calles al aire libre.

Dicen que toda gran jornada comienza con el primer paso. La experiencia adquirida en estos meses de conexión demostró que el primer paso de la WiFi en Cuba fue categórico. No dejemos que algunos problemas de infraes­tructura e indisciplina social pro­voquen que demos el segundo con un nudo en los cordones.

LA ERA DE LA WIFIMAIRYN ARTEAGA DÍAZCUANDO EL PARQUE VIDAL irrumpió en el centro mismo de una villa recién fundada, la pala­bra tecnología no figuraba en los diccionarios de los santaclare­ños de antaño. Allá por 1600 y tanto serían furor, cuando más,

se pasea de un lado a otro en busca de alguna señora en problemas para brindarle sus conocimientos; el husmeador indiscreto, que se asoma en cuanta videollamada hay a su lado; y los «WiFi­expeculado­res», que no faltan ni un solo día con sus equipos de última gene­ración. También hay quienes si­mulan estar conectados para aparentar determinado status social, muestra de que el acceso a la red WiFi en Cuba se ha con­vertido en la expresión de un nuevo poder simbólico.

de video­llamadas para móviles iOS y Android, es la privilegiada. Esta aplicación no requiere de mucho espacio de almacena­miento y tiene la capacidad de funcionar con poco ancho de banda».

Gracias al servicio de cone­xión brindado por ETECSA se re­duce considerablemente el costo de una llamada internacional, pues con 2 cuc puedes conversar una hora con tus familiares, nada que ver con el exorbitante precio de 1 cuc el minuto.

No obstante las aspiraciones de muchos van más allá. «Ojalá se dé la posibilidad de que nos podamos conectar desde la casa para poder tener mayor privaci­dad y hablar con tranquilidad te­mas que aquí resultan molestos conversar», procuró Alberto Quesada trabajador de comercio.

La gran mayoría de los que se conectan son jóvenes y fieles asi­duos de las redes sociales, funda­mentalmente Facebook, por la posibilidad que ofrece para cha­tear, conocer otras personas y subir fotos y videos.

Los usuarios entrevistados coincidieron en la necesidad de que se faciliten locales cercanos a estos parques con condiciones de confort que permitan recibir el servicio sin la necesidad de es­tar sentados en los corredores. La realidad es que ya se materia­liza un «conflicto urbano», pues por el afán de conectarse algu­nos olvidan la responsabilidad social con el entorno y afean pa­redes y muros de instituciones estatales.

Con la apertura del servicio aparecieron al unísono los reven­dedores de tarjetas temporales de conexión y cupones de recarga, los cuales se aprovechan de las extensas colas que se forman en las oficinas comerciales de ETECSA.

Según Idania González: «Se pierde mucho tiempo en las co­las y para evitarlo opto por la opción más rápida y compro las tarjetas a sobreprecio. Además, ellos vienen hasta donde yo es­toy, incluso de noche cuando no tengo la posibilidad de comprar­las en otro lugar».

Otro fenómeno es la creación de accesos compartidos facturados a la mitad del precio establecido, lo cual facilita económicamente el ac­ceso de algunos, pero se reducen las amplias potencialidades de conectividad ofrecidas en el di­seño de la oferta. Además, cuando se cede a alguien los derechos de una cuenta, quien lo hace no puede saber cómo y para qué se usa, pero sí responde legalmente ante ello.

A casi tres meses de la puesta en marcha de la WiFi en la ciu­dad de Holguín se puede afirmar que pondera lo positivo, pues cada vez gana más usuarios. Todo ello sin conformismos, pues todavía puede ser mejor, una premisa de orden para los clientes. Sin embargo, lo más trascendental es el hecho de rea­firmar que Internet, ante todo, es un puente que enlaza orillas y nos hace estar más cerca. CM

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Esta propuesta no es una idea descabellada. La Universi­dad de Camagüey, desde hace dos años aproximadamente, brinda la opción de conexión inalámbrica a sus estudiantes y profesores. Esta medida tiene gran aceptación entre los alum­nos, quienes realizan búsquedas desde el dormitorio o la parada del ómnibus y, de esta manera, aligeran el trabajo de los labora­torios de computación.

Así transcurre la aventura de la conexión inalámbrica WiFi en la ciudad de los tinajones. Re­sulta necesario un diálogo entre ETECSA y sus clientes para ajus­tar tarifas y condiciones de un servicio de creciente demanda. De igual manera, los camagüe­yanos buscan adaptar la nueva práctica comunicativa a las diná­micas de esta urbe de 500 años.

ENREDADOS POR LA WIFILUIS MARIO RODRÍGUEZ SUÑOLA LA CIUDAD DE HOLGUÍN le regalaron una bahía virtual. Los parques Calixto García y Julio Grave de Peralta se han conver­tido en puertos seguros para cientos de navegantes. A lo largo de sus corredores se observan embarcaciones de todo tipo: «co­pias chinas», Samsungs de otra galaxia, laptops Toshiba y «TO­ESCAPA» y tablets trasatlánticos. Todos navegan internet abierto, gracias a una brújula inalám­brica llamada WiFi.

«Esto es una felicidad. Tener acceso a la información no puede ser un privilegio de una minoría. Ya era hora de que los cubanos nos conectáramos con el mundo», expresó Abel, estudiante de se­gundo año de medicina, mientras revisaba en su tablet los resultados de la última fecha de la Liga Española.

Hasta altas horas de la no­che, e incluso en la madrugada, en las aguas virtuales de estas dos plazas se pueden observar a los navegantes. Parecen abstraí­dos del mundo, pero al mismo tiempo, conectados a un ciberes­pacio común.

Según Jhonny Peña, ingeniero informático: «La aplicación Imo

más tarde, hablaría con un simi­lar del otro lado del océano —con visión incluida— de seguro ha­ría un gesto incrédulo con los labios y pensaría: «a este se le trocaron los cables».

WIFI A LA CAMAGÜEYANAFÉLIX ANAZCO RAMOSEL FENÓMENO WIFI llegó a Ca­magüey, como a toda Cuba, justo cuando el verano sacaba a los es­tudiantes de las aulas a golpe de calor. Para los especialistas de ETECSA, que planificaron la apertura de los dos primeros puntos de conexión, la decisión no fue tan difícil: la populosa Plaza del Gallo y el Parque Agra­monte, se pintaban solos por su ubicación y relevancia social.

Según Mailen Durán, es­pecialista en Comunicación Institucional de ETECSA en el territorio, tan solo en julio, cuando el servicio aún estaba a prueba, los camagüeyanos ac­tivaron cerca de cuatro mil cuentas Nauta de navegación y correo internacional, el triple de las abiertas en todo el año.

Encuestas de la empresa in­dican que los usuarios emplean la mayor parte del tiempo en la comunicación directa con fa­miliares y amigos, mediante las redes sociales o a través de aplicaciones como Imo; en un se­gundo lugar figuran las descar­gas de videos en YouTube y las búsquedas de datos en general. Esta tendencia indica que en un futuro podrían articularse cur­sos para instruir a los nuevos internautas.

En la antigua Plaza de Ar­mas (Parque Agramonte) y la Plaza del Gallo, los «wiferos» —como les llaman a quienes acce­den al servicio— buscan, du­rante el día, amparo en la sombra que brindan los árboles que custodian la emblemática es­

cultura ecuestre de Ignacio Agramonte o en los portales de la Biblioteca Provincial. En las noches se les ve sentados en aceras, contenes y hasta en el piso, mientras otros prefieren la tranquilidad del Café Ciudad.

Pero aparejado al estreno del servicio, comenzaron a surgir nuevas modalidades de «invento por cuenta propia». Entre las tipicidades se en­cuentran los revendedores de tarjetas, los que rentan laptops, celulares y tablets con todas las prestaciones necesarias y los multiplicadores de cuentas y accesos compartidos.

Algunas de estas «bravas» tecnologías permiten conexión a más de cien usuarios bajo los mismos cien megabytes que ofrece cada punto, ralentizando el servicio y ocasionando moles­tias a clientes honestos.

Las condiciones actuales y la gran demanda del servicio desembocan muchas veces en indisciplinas sociales y malas prácticas. En días de mucha concurrencia, «wiferos» irres­ponsables dejan su huella en las paredes de edificios y casas de los alrededores, maltratan la jardinería y se acuestan o se pa­ran en los bancos del parque. Otra preocupación es el nivel de mutabilidad que pueden te­ner los espacios escogidos para acoger la novedosa práctica. Ac­tividades tradicionales como las retretas de la orquesta sinfó­nica, los conciertos en «El Ga­llo» y la colocación de ofrendas a El Mayor deben convivir con los ciberviajeros.

Además de los oportunistas que se disfrazan de facilitadores para sacarle más dinero a los «wiferos», han aparecido otro tipo de personajes que comple­tan el cuadro de la nueva moda. Ahí concurren los comerciantes astutos que expenden golosinas y refrescos en medio de un chat; está el «tecno­sabelotodo» que

La apertura de este servicio demuestra que existe una proyección gubernamental e institucional de extender el acceso masivo a Internet organizado a partir de establecimientos y lugares públicos

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Hay quienes, como Ramon­cito, un estudiante de ciencias médicas, proponen que, paula­tinamente, se brinde el acceso gratuito a los trabajadores de la salud, la educación, la cultura y el deporte.

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mundo narrativo en imágenes, y contribuyen a desarrollar lo que formuló Godard («Una película: entre el activo y el pasivo, entre el actor y el espectador») sin sa­ber que el videojuego se apropia­ría de la pregunta y respondería a esta cuestión dejando al cine sin respuesta».

Y la popularidad de los vi­deojuegos no hace otra cosa que crecer. De hecho, en la mayoría de los países del mundo, la in­dustria del videojuego supera anualmente en ventas a las in­dustrias cinematográfica y mu­sical juntas, convirtiéndose de esta manera en un macrosector de las tecnologías de la informa­ción y la comunicación. Investi­gaciones realizadas estiman que más de 1200 millones de personas escogen estos produc­tos como forma de entreteni­miento e incluso celebran el 29 de agosto como el Día Interna­cional del Gamer.

En la actualidad existen jue­gos que funcionan ininterrum­pidamente las 24 horas del día, los siete días de la semana y son tan largos que nadie puede ver todos los sucesos. Los hechos son vividos una sola vez como si fueran eventos históricos, puesto que ocurren en tiempo real, y la experiencia de cada jugador es única e irrepetible.

El World of Warcraft, por ejemplo, cuenta con más de cien millones de cuentas de juego creadas, procedentes de 244 paí­ses y más de 500 millones de personajes, cifra superior a la población entera de los Estados Unidos. Existen personas cuyos empleos se basan en prestar de­terminado servicio al interior del videojuego y el dinero que ganan los usuarios con sus per­sonajes tiene un valor de cambio en el mundo real.

Los videojuegos tienen re­percusiones no solo en el plano lúdico, sino también en el campo científico. Cuatro investigacio­nes publicadas en el número quince de la revista Journal of Applied Developmental Psychology, y otras seis publicadas como ca­pítulos dentro del libro Interac-ting with video: Advances in applied developmental psychology afirman que el uso de los videojuegos conlleva a la adquisición de habi­lidades y destrezas, tales como la percepción y el reconocimiento espacial, el desarrollo del discer­nimiento visual y la separación de la atención visual, el pensa­miento lógico inductivo, el desa­rrollo cognitivo en aspectos científico­técnicos, la adquisi­ción de destrezas complejas, la representación espacial, así como el perfeccionamiento de có­digos icónicos y la construcción de género.

Otras investigaciones asocia­das al uso de videojuegos «serios», como han sido denominados en

el ámbito académico, ha demos­trado que estos productos cultu­rales estimulan la lectura como valor procedimental, es decir, el aprovechamiento de los video­juegos para estimular la lectura de libros relacionados con sus contenidos y sus tramas; el pensa­miento lógico, que remite a las ca­pacidades para salir o entrar en determinada situación, desentra­ñar el modo de resolver un pro­blema, de plantear una estrategia, de organizar los elementos plani­ficándolos con vistas a unos obje­tivos, etc.; la observación, puesto que es fundamental que el usua­rio aprenda a entender cuáles son los elementos imprescindibles para la resolución de las tareas y discrimine visual y espacial­mente contenidos ociosos; la espa­cialidad geográfica, que apunta hacia la comprensión de la carto­grafía y las representaciones es­paciales, dígase mapas, planos y leyendas; el vocabulario y la orto­grafía, pues el juego puede ser el medio para aprender palabras desconocidas que se decodifican mediante el uso en el contexto del juego, así como la oportunidad para verlas escritas correcta­mente en la pantalla, y la resolu­ción de problemas y planificación

FÉLIX MANUEL GONZÁLEZ PÉREZ

Los videojuegos son los bastar­dos de nuestro tiempo. Se les culpa de tanto cuando en reali­dad son responsables de tan poco. Desde impulsar prácticas cívicas inadecuadas, hasta promo­ver la violencia y los asesinatos. La corta vida de los videojuegos ha es­tado mancillada por incontables intentos de descrédito y humilla­ción, apoyados en especulacio­nes y prejuicios sociales más que en indagaciones o resultados científicos.

Lo cierto es que culpar a los videojuegos de suscitar conduc­tas impropias es una justifica­ción bastante vaga, que no tiene en cuenta las capacidades y po­tencialidades de los seres huma­nos para discernir entre el bien y el mal. Los hombres son, en la mayoría de las oportunidades, conscientes y responsables de sus actos y por consiguiente de sus errores. Si los juegos electró­nicos tuvieran los poderes hip­nóticos que se les conceden, ¿qué hubiese sido del mundo si Hitler, Pinochet, o Mussolini los hubie­ran usado? Creer que los video­juegos nos hacen violentos es como pensar que las películas de amor nos hacen románticos.

Para entender los videojue­gos es imprescindible entender el arte. Como la pintura, la es­cultura, la poesía o la música, los videojuegos están diseñados para impulsar las subjetivida­des. Los juegos de ordenador son un fenómeno universal en cuanto al contenido, pero singu­lar en cuanto a la experiencia.

Desde la temprana fecha de 1993 el videojuego fue declarado en Francia como el décimo arte por parte de los hermanos Alain y Frédéric Le Diberder en su li­bro Qui a peur des jeuxvidéo? (¿Quién teme a los videojuegos?). Para ellos la industria del video­juego era el nuevo Hollywood. Esta idea fue extraordinaria­mente abrazada por la famosa revista Cahiers du Cinéma, seno en el que había nacido la mun­dialmente conocida Nouvelle vague y la politique des auteurs. En un artículo del mes de abril de 2000, titulado Las fronteras del cine, la célebre publicación señalaba:

«En adelante, el videojuego ya no necesitará imitar al cine para existir, porque propone hipó­tesis que el cine nunca ha podido formular, además de emociones de otra naturaleza. Si en el pa­sado los videojuegos tuvieron en cuenta el cine (sus diseñado­res también ven películas), hoy nos permiten ver al cine de otra manera, cuestionar sus modos de funcionar y sus principios teóricos. Los videojuegos no son únicamente un fenómeno so­cial, son el cruce esencial para redefinir nuestra relación con el

de estrategias, que constituye una importante actividad mental de muchos juegos —sobre todo los de mayor dificultad—, para hacer frente a situaciones o procesos que se desencadenan en la historia.

En Cuba los videojuegos se perfilan como un fenómeno im­portante, asociado a la articulación y desarrollo de redes de relaciones entre los usuarios para el inter­cambio de capital simbólico y la comunicación en red, además de entenderse como una herramienta para la educación y la implementa­ción de valores y referentes éticos y morales.

Si bien no es posible referir la existencia en el país de una in­dustria sólida del videojuego, es preciso reconocer los esfuerzos sistemáticos que diversas entida­des han realizado para mantener e incrementar la producción de videojuegos cubanos.

Tres instituciones destacan en estos momentos en la creación de videojuegos nacionales: el Centro Vertex, ubicado en la Fa­cultad 5 de la Universidad de las Ciencias informáticas, la Dirección de Ciencia e Innovación Tecnoló­gica del Ministerio de la Informá­tica y las Comunicaciones, y los Joven Club de Computación,

como espacio insigne dentro de la promoción de la cultura del juego electrónico en Cuba.

Entre los principales títulos desarrollados en la Isla se en­cuentran Danzo-terapia, donde los personajes del juego actúan como instructores de programas de rehabilitación; Meteorix, desti­nado a la recuperación de la agu­deza visual en niños con déficit en la percepción de los objetos; Atrápame si puedes, inspirado en una canción infantil de Liuba María Hevia, que exige reaccio­nes sensitivas y visuales rápidas de los usuarios, y Aventura anató-mica, que combina el género de rol con el aprendizaje de la es­tructura corporal de los seres humanos. Otros títulos como Gesta Final, donde el usuario encarna a un combatiente del Ejército Rebelde durante los acontecimientos que sucedie­ron al desem barco del yate Granma, cuentan con gran acep­tación dentro de los públicos que visitan los Joven Club.

Si bien es cierto que el uso desmesurado de los videojuegos puede ir en detrimento de las ha­bilidades sociales; en las condi­ciones específicas de Cuba, el fenómeno se presenta como un catalizador de los procesos de so­cialización e intercambio entre los sujetos. Una investigación realizada en redes informales de La Habana demuestra que la compañía más frecuente a la hora del uso de los videojuegos son amigos o conocidos; el lugar de uso privilegiado son casas parti­culares, una de las principales motivaciones es la de relacio­narse con otros usuarios en red, y la razón primera para incre­mentar el uso de la plataforma es la existencia de amigos que mo­tivan al grupo a videojugar. De hecho para muchos sujetos el uso del videojuego solo tiene sen­tido si se juega con otros.

Pero aún quedan muchos obstáculos en el camino hacia la construcción de una verdadera cultura electrónica en Cuba. En tiempos en que los videojuegos están cargados de ideologías, mensajes sexistas y sexualiza­dos, escenas violentas y lenguaje de adultos, es menester crear una estructura que, sin prohibir o censurar, dialogue con el público y clasifique los videojuegos de acuerdo a criterios como la edad, el sexo, la religión u otros rasgos sociodemográficos imprescindi­bles a la hora de enfrentarse al contenido de este medio.

Privar al sujeto del siglo XXI de la experiencia audiovisual de los videojuegos sería como ha­berle prohibido al público del si­glo XX disfrutar del cine. Más allá de sacralizaciones o demoni­zaciones, los videojuegos deben ser entendidos como un fenó­meno inclusivo y universal, un fenómeno social y cultural rele­vante, una marca de identidad de estos tiempos y un referente indiscutible para los discursos me­diáticos de la contem poranei dad; cualidades todas que les otor­gan, al menos, el beneficio de la duda. CM

bastardos de nuestro tiempo

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EL ARTE DEL SILENCIOtexto y fotos: DIUBER SICILIA CAMACHO

ES CASI IMPOSIBLE cuando paseas por las calles de La Habana Vieja no ver a las llamadas «estatuas vivientes» o «estatuas huma­nas», actores que se disfrazan y encarnan personajes muy diver­sos. Piratas, corsarios, obreros, arlequines y hadas son algunas de las interpretaciones callejeras de hombres y mujeres que visten para ser admirados por grandes y chicos.

¿Cuántos misterios, secretos, pasiones, temores, esperanzas hay en estos artistas desconocidos que permanecen inmóviles du­

rante largos períodos de tiempo? Esa quietud se rompe en los instantes en que interactúan con el público y realizan nuevas poses para complementar su representación artística.

Como fotógrafo lo que más me interesa es poder captar las emociones, mostrar el vínculo hombre/mujer­estatua más allá de sus formas y colores, reflejar los sentimientos del ser humano que representa un personaje, una ilusión, una historia de vida. CM

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EN EL MEDIO DE LA CALLE

POR ARES Y ZARDOYAS

eneko, Venezuela.

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JORGE WEJEBE COBO

EN INGLATERRA, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, los servicios secretos de la Alemania fascista realiza­ron operaciones encubiertas y reclutamientos en la alta socie­dad británica. Esa práctica les permitió lograr éxito en el cono­cimiento y ascender en los círcu­los de poder del Imperio inglés para avanzar a una eventual alianza entre ambas naciones.

Para 1933 el príncipe Eduardo, de veintinueve años de edad, era el sucesor en el trono de su padre el Rey Jorge V y no ocultaba sus simpatías por Adolfo Hitler, a quien consideraba un líder excep­cional. Además trasladaba esas devociones a su sobrina de siete años y futura Reina Isabel II y a la Reina Madre, lo cual se com­probó en una vieja película casera de 1933, donde aparecieron todos sonrientes haciendo el saludo nazi con el brazo extendido. Esa visualización constituyó un es­cándalo, a pesar de que fue hecha pública ochenta años después.

Los desempeños intelectua­les del futuro rey fueron medio­cres. No terminó en ninguno de los centros de enseñanza donde estuvo, aunque sí adquirió rápi­damente los conocimientos del buen vivir, y una afición al golf, el hockey, así como a las mujeres mayores que él y generalmente casadas.

Sin embargo, esos lances no le trajeron mayores contratiem­pos con los maridos cornudos de la alta sociedad, quienes lle­vaban con dignidad ese papel, por el «honor» de contribuir a los placeres de alcoba del futuro monarca. Con este proceder ellos calculaban que el sobe­rano no olvidaría ese generoso gesto de desprendimiento y ser­vicio a la corona.

A inicios de los años treinta el príncipe conoció a la nortea­mericana Wallis Simpson, na­cida en 1896, quien terminaba un segundo matrimonio con un hombre de negocios y, además, acumulaba un turbio pasado en el mundo del espionaje y las in­trigas diplomáticas. Aquel en­cuentro fue definitivo para Eduardo y, hasta su muerte, quedó prendado de Wallis. Am­bos formarían una de las pare­jas más célebres y escandalosas del siglo XX.

La Simpson se había casado por primera vez con un oficial de la marina de guerra estadou­nidense y, a mediados de los años veinte, lo siguió a China donde fue enviado y se involu­cró en tareas de espionaje a fa­vor de EE.UU. También estuvo ligada con diplomáticos alema­nes y con el príncipe Galeazzo Ciano, yerno del dictador Mus­solini, quien la adiestró en los principios del fascismo y la hizo su amante, costumbre de la jo­ven espía desde entonces para consolidar su ascenso al mundo de las grandes posibilidades y el poder.

Según el investigador Char­les Higham, autor de una bio­

grafía sobre Wallis Simpson, esta también estuvo involucrada con el tráfico de drogas y se ini­ció en las refinadas tradiciones chinas del placer sexual, que co­noció en los más selectos burde­les de Shanghái, estimulada por su primer esposo.

Sin tener en cuenta estos an­tecedentes, el príncipe Eduardo abdicaría al trono a menos de un año de ser nombrado como Eduardo VIII Rey de Inglaterra. La condición de Wallis de ple­beya, divorciada y con un os­curo pasado era inadmisible para ser la Reina de Inglaterra. Pero el joven monarca no aceptó reinar sin ella.

No obstante, en su corto rei­nado una de sus primeras accio­nes fue dirigirse directamente al embajador alemán —en una acción inusual por su alta inves­tidura—, para garantizarle a Berlín que abdicaría si su país entraba en guerra contra Ale­mania, lo que estimuló aún más la agresividad de Hitler.

Tras ser liberado del trono inglés, Eduardo pudo por fin ca­sarse en una ceremonia discreta con la Simpson, en Francia, en 1937. Posterior al matrimonio viajaron a Alemania, donde se entrevistaron con Hitler y otros máximos dirigentes nazis, quienes les pidieron estimular la esperanza de asumir el trono nuevamente, cuando se estable­ciera una alianza entre esos países. Esta información fue re­cogida en los informes de inteli­gencia que le llegaban al enton­ces Primer Ministro Winston Churchill.

Dos personas fue­ron las más afectadas por la decisión del príncipe: Wallis Simp­son, pues le interesaba más seguir a la som­bra del trono —para colmar sus ambiciones de poder—, que for­mar parte de la realeza britá­nica, y el otro gran defraudado fue Adolfo Hitler, quien contaba que con un rey simpatizante del nazismo en el trono de Inglate­rra se le facilitaría la anhelada alianza entre ambas potencias.

Esa eventual unión no era una simple suposición teórica elaborada por el general Walter Schellenberg, jefe de la inteli­gencia nazi, quien hablaba per­fectamente el inglés, y además era un conocedor profundo de las luces y las miserias de la alta sociedad inglesa.

La esperanza casi se con­cretó bajo el gobierno del Primer Ministro Arthur Neville Cham­berlain, entre 1937 y 1940, quien, bajo el pretexto de mantener la paz, entregó a Hitler en los Acuerdos de Múnich —con la anuencia de Francia— gran parte de Checoslovaquia, y mi­raron al otro lado cuando los na­zis se anexaron Austria, con lo que dieron luz verde a los planes expansionistas del Tercer Reich alemán y a la guerra.

Inclusive después de la caída de Francia, en el verano de 1940, Schellenberg reclutó y utilizó a la afamada diseñadora de mo­das francesa Coco Chanel —muy relacionada por negocios y rela­ciones íntimas con nobles ingle­ses y políticos importantes—

los servicios de seguridad britá­nicos, tuvo conocimiento de los planes de las tropas aliadas que pudo trasladar a los alemanes, los que en semanas conquista­ron Francia y Bélgica.

El Primer Ministro Winston Churchill asumió su cargo tras el fracaso del pusilánime ante­cesor Arthur Neville Cham­berlain, con la disposición de resistir hasta la invasión ale­mana a las islas británicas, y en­vió al embarazoso personaje, junto a su esposa, en un barco de guerra al Caribe para que asumiera como gobernador de Las Bermudas. Lugar que Eduardo VIII, ahora convertido en Duque de Windsor, calificó como colonia de tercera.

En el Caribe los duques fue­ron centro de la atención del FBI, que seguía sus relaciones con el hombre de negocios sueco y es­pía nazi Axel Wenner­Gren, re­presentante de los intereses alemanes en la región, quien le prestaba su yate de paseo al ma­trimonio con el que mantuvo una relación permanente.

Al final de la guerra el matrimo­nio regresó a Europa y se estableció en Francia, en las propiedades que fueron preservadas por los alema­nes cuando la ocupación. Du­rante muchos años fueron ex­cluidos de la Corte y solo cuando Eduardo enfermó fue visitado por la Reina en Francia. Murió de cáncer en la garganta en 1972 y su esposa en 1986. A Wallis Simpson la Corte le permitió que se le enterrara cerca de su esposo en el cementerio real en Londres.CM

para explorar un acuerdo de paz con el Imperio Británico. Operación que fue neutralizada por los servicios secretos bajo órdenes directas del Primer Mi­nistro Winston Churchill.

También Rudolf Hess, el se­gundo de Hitler, piloteó perso­nalmente un avión hacia Escocia y se lanzó en paracaídas en ese territorio el 10 de mayo de 1941, cerca de la hacienda del Duque de Hamilton, importante figura de la nobleza inglesa y quien aparentemente sería su contacto para iniciar conversaciones de paz entre ambas naciones. Aun­que el cabecilla fascista fracasó y pasó detenido el resto de la contienda. Además fue juzgado y condenado a cadena perpe­tua como criminal de guerra en el juicio de Núremberg en 1946.

No obstante, aunque la con­trainteligencia inglesa ya tenía un abultado expediente sobre las acciones del príncipe, que in­cluían sospechas de facilitarle a Wallis Simpson información que recibía en su condición de rey para que la enviara a los na­zis; su privilegio de ex monarca hacía impensable llevarlo ante los tribunales, los que para la fe­cha habían condenado a la horca a simples plebeyos por cargos menos graves.

También esta condescenden­cia probablemente le costó la vida a miles de soldados ingle­ses y belgas, cuando al inicio de la contienda en 1939, el exrey Eduardo VIII fue designado como representante real ante el cuartel general de las tropas in­glesas en Francia; donde, según

Simpatizante nazi en el trono inglés

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11SEPTIEMBRE 2015

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SANTIAGO ALBA RICO

Bostezo Esa paloma concreta que acaba de posarse en el alero de la cate­dral, ¿cómo la identificamos? Bien, es una hembra de la subfa­milia columba, de la familia de las columbidae, del orden de los culombiformes, de la clase de las aves, del filo de los cordados, del reino animalia. ¿Y ese ejemplar de cucaracha que se esconde bajo el fregadero? Pues será un macho del orden de los blatto-deos, de la infraclase de los neóp­teros, de la subclase pterygota, de la clase de los insectos, de la su­perclase de los hexápodos, del filo de los artrópodos, del reino animalia. Los zoólogos se ponen más o menos de acuerdo acerca de los criterios taxonómicos —des­pués de todo convencionales—, que les permiten reconocer un ani­mal concreto o introducir en los esquemas clasificatorios un ejem­plar hasta ahora desconocido.

Los animales no responden a sus nombres y, por supuesto, tampoco protestan. La paloma zurea sin jactarse de su apellido, la cucaracha cucarachea sin una bandera y una mosca arrepen­tida —si las hubiera— no dejaría de ser una mosca. Cualquiera que sea el misterio que hierve bajo las antenas, entre los tar­sos, bajo las alas, el mundo ani­mal es para nosotros tan claro y complejo como la Torre Eiffel o la Catedral de Sevilla.

¿Pero qué pasa con Juan Ro­dríguez Medina, ese humano concreto que se encamina en es­tos momentos a comprar ciga­rrillos, y ello a pesar de que el médico le ha desaconsejado tajan­temente fumar? El gran Linneo (1758) haría con Juan Rodríguez lo mismo que con un blattodeo o una columba y lo describiría como un macho de la especie homo sapiens, del género homo, de la tribu hominini, de la familia de los homínidos, del orden de los primates, de la clase de los mamíferos, del filo de los corda­dos, del reino animal.

Si algo tienen en común los animales y los seres humanos es que unos y otros han sido clasi­ficados por Linneo; es decir, por un ser humano. Y esto implica que la primera y fundamental diferencia entre los animales y los seres humanos sea precisa­mente ésa: que sólo los seres hu­manos hacen clasificaciones. Las hacen las ciencias, tanto las duras como las blandas, pero las hacen también los grupos y co­munidades, desde las familias hasta los Estados, trenzando una fina red identitaria en la que los individuos están atrapados desde que nacen. Cualquier for­mulario institucional da algunas pistas sobre este trabajo clasifi­catorio: nombre, sexo, nación, religión, ideología, han sido du­rante siglos los ejes positivos en torno a los cuales los seres hu­manos han elaborado su identi­dad cotidiana. ¿Quién eres? Me llamo Juan, soy hombre, soy es­pañol, soy católico, soy conser­vador. Con cinco o seis datos

que recibimos al nacer, me­diante violencia más o menos vaga y aleatoria, desde el nom­bre elegido por nuestros padres hasta la ideología elegida contra ellos, los humanos construimos un «lugar» —por decirlo con Lévi­Strauss— en el que nos re­conocemos y en el que también los otros pueden reconocernos. La identidad individual es algo así como un lugar común en el que ocurren cosas reconocibles para todos.

Pero la identidad pesa; la iden­tidad cansa. Estamos atrapados en ella, y muy pronto percibimos cuánto hay ahí de violencia o, al menos, de intervención exógena: nosotros somos otros. El nombre nos lo pusieron nuestros padres, el sexo se doma socialmente, mi bandera me oprime, mi religión la decidió el poder de la iglesia, y hasta mi ideología se revela here­dada o sañudamente amañada contra los antepasados. En defini­tiva, ser algo, ser uno mismo, ser un lugar común reconocible es agotador. La identidad oprime. El ser humano, en efecto, es el único animal que hace clasificaciones, pero es también el único animal que se rebela contra las clasifica­

cías (el derecho de cualquier cosa, dice Günther Anders en Hombre sin mundo: escritos sobre arte y literatura, a ser vendida y comprada) determina una tole­rancia indiscriminada incompa­tible con los vínculos estables y fuertes, tanto emocionales como ideológicos. Al contrario de lo que ocurría en el período de acu­mulación decimonónico, donde puritanismo burgués y revolu­ción total se oponían, el capita­lismo consumista­financiero es completamente antipuritano y, en este sentido, revolucionario: establece de hecho la voluntad (la voluntad en el mercado) como única fuente de una identidad necesariamente «líquida», inter­mitente, fulminante: la emoción instantánea (soluble) de una marca, una estrella de la pasa­rela e incluso una secta apocalíp­tica. Los consumidores son en realidad privilegiados hiperi­dentitarios justificadamente can­sados de la identidad; mientras que los consumidores fallidos —por citar a Zygmunt Bauman— sue­len vivir en territorios sin ley ni derechos y, frente a un Estado au­sente y un Supermercado inaccesi­ble, se aferran a identidades duras (religiosas o nacionales) como al último asidero material al que recurrir. En todo caso, conviene que ni los defensores de la iden­tidad ni sus detractores olviden la relación de correspondencia entre identidad positiva y can­sancio: los que tienen nación, di­gamos, se creen cosmopolitas; los que no tienen nada quieren ser algo —para poder, más tarde, cansarse.

Pero hay una última cosa. Juan Rodríguez Medina, que va a comprar libremente tabaco con­tra la recomendación de su mé­dico y que ha leído a Linneo, se presenta así: me llamo Juan, soy macho, homo sapiens, homínido, primate, cordado y animal. Todas las clasificaciones empiezan por el nombre y acaban por el reino. Los humanos también. Lo que so­mos en primer lugar, antes que nada, es nuestro nombre, que a veces se anticipa incluso a nuestro nacimiento; lo último que somos, porque se revela al final, es ani­males. Es decir, mortales. Con­viene que no lo olvidemos porque es el único dato contra el que no podemos rebelarnos. Y conviene que no lo olvidemos porque el mercado mismo consiste básica­mente en un sofisticado procedi­miento material —a través de la negación mercantil y publicitaria del cuerpo y sus procesos de co­rrupción natural— de negación de la mortalidad. Me llamo Juan, soy mortal. En los funerales, los supervivientes felices suelen fro­tarse las manos a la vista del cadá­ver: «no somos nada». Contra esa nada vivimos y construimos nuestras identidades, que son al mismo tiempo lentes y paraguas: con las que nos miramos a noso­tros mismos y a los otros, con los que nos protegemos y cuidamos los unos a los otros. Como bien dice el filósofo inglés Terry Eagleton «sólo hay una cosa peor que la iden­tidad y es no tener ninguna». CM

riencia conniventes que, una contra otra, han alimentado este juego de descomposición y etni­ficación de la identidad. Me re­fiero al Estado y al Mercado. El Estado, incluso el más eficaz y garantista Estado de Derecho, necesita identificar a sus ciuda­danos, tomarlos en cuanto que datos estables, interpelarlos en términos de «lugar común» a los que puedan espontáneamente responder; tiene que tener un re­gistro de hombres y mujeres, de católicos y de musulmanes, de nacionales y de extranjeros y, en las solapas policiales, de rebel­des, homosexuales y delincuen­tes. Esta vocación clasificatoria del Estado genera, del otro lado, una rebelión ultraliberal cuyas peores consecuencias son tan te­mibles o más que el panóptico estatal.

Frente al Estado, en efecto, el Mercado descompone sin parar las identidades fuertes. Necesita, sin duda, testar gustos, aprehen­der perfiles volitivos, elaborar ta­xonomías de consumo, pero su propia naturaleza lo hace indife­rente o incluso hostil a todos los compromisos. La distribución renovada y acelerada de mercan­

ciones. Frente a los datos —lo que me ha venido dado— reivindico la voluntad como única fuente de identidad, pero como la voluntad misma es sospechosa, salvo para el mercado, acabamos pendu­lando entre la fatiga de ser y la angustia de no ser. ¿Podemos ser libres como hombres o mujeres, como españoles o palestinos, como católicos o musulmanes, o la libertad consiste en liberarse del sexo, de la nacionalidad, de las convicciones?

En términos de identi dad —como en términos sociales— el último siglo ha vivido un con­flicto entre dos fuerzas en apa­

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...la identidad cansa. Estamos atrapados en ella, y muy pronto percibimos cuánto hay ahí de violencia o, al menos, de intervención exógena: nosotros somos otros

YULIAT DANAY ACOSTA

Ella recién llegaba en un barco de Okay a pasar unas vacaciones, él regresaba a su destino natal des-pués de probar suerte en vano. Am-bos haitianos. Un punto geográfico los hizo cruzarse en el camino: Cuba. A la misma hora, en el mismo puerto de Santiago, Inés se bajaba del barco que tomaría Oc-tavio de vuelta. Quizás el idioma natal los acercó entre una multi-tud de desconocidos. Ella venía a Cuba sin intenciones de quedarse. Él, convencido de que las cosas aquí no habían salido como pensaba y que debía regresar a su tierra, re-pentinamente cancela su retorno. Pocos minutos torcieron los planes para siempre. Ese día, en ese puerto, el destino bastó.

Cuando mi papá se iba otra vez para Haití, se topó con mi mamá en el puerto de Santiago. Ella venía a Cuba y él, cuando la vio, decidió no irse. Él era mayor que ella y mi madre, una mujer elegante, bonita y esbelta.

Cuando alguien está en un lugar donde no todos hablan el mismo idioma, uno busca a quien hable tu lengua. Es posi­ble que entre ellos hayan co­menzado una comunicación y lo haya cautivado tanto que él haya decidido quedarse por ella. En realidad, él vino a Cuba buscando trabajo. En aquella época, casi todos emigraban ha­cia Cuba en busca de mejorías por la situación de Haití. Ca­sualmente a mi mamá la traía una señora que era familia, por­que ella quiso venir a conocer esta tierra.

Él debía tener más de veinte años, ella trece o catorce. Ella venía de paseo, se enamoró y aquí hizo su familia. Se casó con él con la condición de regresar. No quería que ninguna de sus hijas se casara en Cuba y decía que hasta que no regresara a Haití, nosotros teníamos que es­perar para casarnos allá. Murió con el deseo de volver.

Mi mamá vivió en Haití en Okay. Su padre trabajaba en la aduana en el puerto. Parece ser que su familia tenía una vida más holgada. Era muy fina y vestía con ajuares elegantes por lo que cuenta, dice que vivía cerca de la Playa, a diferencia de otros haitianos que viven en otros lugares. Era católica, in­cluso las haitianas que vivían con ella aquí en Amancio, que provenían del pueblo de ella, también eran católicas.

Así se formó mi familia nu­clear aquí en Cuba por la parte de la descendencia materna. Ellos se fueron a vivir a la colo­nia que le decían La Hortensia, en el Central Francisco, que aún existe hoy en el municipio Amancio Rodríguez (Las Tunas), dónde había un gran asenta­miento de haitianos. Ahí se que­daron, y unieron sus vidas. Él comenzó a trabajar aquí en la zafra y ella era de ama de casa. Mamá y papá duraron toda la vida juntos. Él falleció primero.

¿Le contaba su madre de cómo ella vivió en esa colonia?

Primero, vivimos en una cuartería de barracones. En condiciones pésimas, piso de tierra con sillas de mimbre, sin electricidad, cocinábamos con leña, no había ni carbón, había que cargar el agua de otros luga­res. Mi papá se dedicaba a sem­brar, a hacer estancia para poder sostener la familia. ¡Eran ca­torce hijos!

Yo soy melliza con otra hem­bra que murió a los doce años. Nosotras fuimos las quintas en nacer, los tres primeros eran va­rones y la primera hembra fue mi hermana Carmen, quien también murió chiquita, tenía siete años cuando falleció.

Cuando éramos pequeños algunos teníamos zapatos, otros tenían que esperar que alguna regresara. Menos mal que mis hermanos tenían los pies más o menos iguales. La mudita de ropa de salir sí se cuidaba mu­cho. Mi papá trabajó para eso, en la estancia vendía la viandi­tas para el sustento de la casa.

Yo, junto a una hermana que se murió, tuvimos que incorpo­rarnos con nuestros padres a ayudar, porque la familia era mucha. ¡Era una niña de trece años! Nos fuimos a ayudarle a mi padre en la cosecha de maní, y tuvimos que trabajar también en casas como domésticas. Mi mamá quería que todos sus hi­jos estuviéramos con ella en la casa, no le gustaba que yo fuera a trabajar. Cuando me lo plan­teó me preguntó: ¿Qué tú crees? ¡Usted decide! Le respondí.

Mi hermano trabajaba en una carnicería y los dueños se llevaban muy bien con él. La se­ñora estaba recién parida y nos dijo que necesitaba que la ayu­dáramos a cuidar la criatura, eso sí nos conmovió. Yo le dije: ¡No se ocupe yo la voy a cuidar! Entonces sí me decidí y me fui

con ellos. Me pagaban y me ha­cían regalitos. Me trataban bien. Eran blancos y tenían tiendas. La señora me llegó a querer. Yo también la cuidaba mucho. Cuando iba para mi casa me daba ropa, me aumentaba el di­nero, me daba mandaítos y me decía: ¡Mire, eso es para llevar a su casa! Porque el tiempo estaba malo, (aclara). Después, con el tiempo, su mudó para La Habana, tuve que trabajar en las algodone­ras y recogí maní y maíz. Luego inventé hacer desayunos y café en mi casa para la gente que iba a tra­bajar en el campo. A veces eran treinta o cuarenta trabajadores.

Todos mis hermanos vivía­mos en la misma casa, junticos todos. Mi padre compró una ca­sita con tablas de yagua y guano de tres cuartos.

¿Cómo se distribuían tantas per-sonas para dormir en tres cuartos?

Dormíamos en hamacas y al­gunas camitas eran para las hembras. Los varones dormían en un cuarto, y las hembras en el otro. Mis padres dormían solos. ¡Papá trabajó bastante para eso! Fíjate que tuvo un accidente. Él trabajaba picando caña y era tiempo de zafra. Él vino a almor­zar, cuando terminó fue y se sentó en el último vagón de un tractor, y cuando vino el chofer, echó andar para irse al campo y, al moverse el tractor, él se cayó de espalda. ¡Hubo que correr con él! Se fracturó la columna vertebral y nunca más caminó. Tenía como 58 o 60 años. Le pagaron la in­demnización, pero se quedó in­válido y había que hacérselo todo. Primero lo tuvimos en un balance de madera improvisado hasta que por fin, cuando triunfó la Revolución, le consiguieron una silla de ruedas.

¿Ustedes tuvieron la posibilidad de asistir a la escuela?

Mis hermanos mayores sí fueron a la escuela. Los únicos que pudieron ir fueron ellos dos. Nosotras no, porque la escuela quedaba muy lejos, había que trasladarse hasta otra localidad. Mi mamá no quería que las hem­bras se fueran de su lado porque quedaba muy lejos y había que atravesar zonas inhóspitas, donde a ambos lados había campos de caña y marabú. Ella dijo que ella no había tenido escuela, pero que quería que al menos sus hi­jos aprendieran a leer y a escri­bir. Lo poquito que sé es porque ella pagó para que nos enseña­ ©

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EMILIA MEZONET CHARLES:DESCENDIENTE DE HAITIANOS

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12SEPTIEMBRE 2015

Máximo (...)era colaborador del Movimiento 26 de julio. Eso se mantenía en secreto. Yo les hacía los brazaletes, cocía hamacas, mochilas y todos los medicamentos los guardábamos en el cuartico donde estaba la planta de la casa. Cuando pasaba la tropa de los alzados entonces nosotros los ocultábamos en ese cuartico

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mejorarnos a nosotros, había que cuidarlos. Así se unió a la lu­cha un hermano mío, ¡se alzó!

Al triunfo de la Revolución, Máximo fue parte del grupo in­terventor que tomó la colonia y también tuvo que reagrupar a to­dos los que habían colaborado con la Revolución. Después lo hi­cieron militante del Partido oficial­mente. Cuando estaba ocurriendo ese proceso de la intervención, no­sotros pudimos vivir aquí en La Habana, porque Máximo se co­deaba con mucha gente de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI). Un tal Amarán que tenía una casa en Camagüey le dijo incluso, Máximo, ven, que te vamos a dar una casa y él no quiso. Él tenía un dicho, que era que el comunista era el primero en dar y el último en coger. Y eso lo llevó él y lo expresó durante toda su vida. Lo cumplió.

Durante la alfabetización por las condiciones de la vi­vienda recibí también a dos bri­gadistas. Primero mandaron a María Dolores para mi casa, pero entonces su prima, Domi­tila, dijo que eran familia y qui­sieron quedarse las dos en la casa. Y les dije: ¡Vengan, arriba! Y había otro varón también que quería venir para mi casa. Ellas eran de Camagüey. Esa niña era un fuetico cuando llegó, después en mi casa se puso gorda. ¡Ella se acuerda! ¡Cómo les gustaba mi comida haitiana!

Todos mis hijos tenían edad escolar cuando llegó la alfabeti­zación. Mi hijo mayor, que tenía diez años, ayudó a alfabetizar. Aunque mi esposo y yo sabíamos leer y escribir, a mí me faltaba ni­vel de escolarización. Cogí el sexto y el noveno grado en la es­cuela Inti Peredo, que era la escuela del Instituto Nacional de Re­forma Agraria (INRA). Era coci­nera del INRA y también iba a la escuelita por la noche.

Si había una persona que le gustaba estudiar ese era a

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ran. Cogí el sexto grado después del triunfo de la Revolución. Nos tenían en una escuelita de un maestro particular que nos daba clases en francés. Recuerdo que un día me mandó a poner mi nombre en la pizarra y puse mi nombre pero en castellano: Emi­lia, ¡porque yo me llamo Emilia! Y todo lo que me ponían lo con­testaba en otro idioma, porque dominaba el francés porque mis padres me hablaban en creole. Hablábamos los dos idiomas. Mis padres cocinaban comida tí­pica cubana, pero habían platos tradicionales haitianos que ellos más o menos mantuvieron. Tam­bién nos hacían el arroz de maíz y el pan de maíz. ¡Mais moulu! Eso es cuando tú mueles el maíz, lo ciernes y le sacas la harina y la partecita esa que queda con una jiveta le quitas la pajita. Cuando lo cocinas parece un arroz ama­rillo. El calalou, o lo que es lo mismo, el quimbombó.

Cuando me fui a vivir con mi esposo Máximo nos mudamos para San Jorge, una colonia en Amancio. Nosotros siempre nos mudábamos para asentamientos de haitianos. Los haitianos en tiempo muerto se trasladaban para otra zona para trabajar en la zafra porque era en lo que gene­ralmente les permitían trabajar. Iban con sus familias y se muda­ban. Una tradición que tenían era mudar la casa en una carreta.

Aunque Máximo trabajaba en el Central Francisco, de la Su-gar Company, era colaborador del Movimiento 26 de julio. Eso se mantenía en secreto. Yo les hacía los brazaletes, cocía ha­macas, mochilas y todos los me­dicamentos los guardábamos en el cuartico donde estaba la planta de la casa. Cuando pa­saba la tropa de los alzados en­tonces nosotros los ocultábamos en ese cuartico.

Cuando los caídos de Pino 3, mi esposo mandó a Lugardito, un vecinito amigo de nosotros, a un mandado con Eduardo, mi hijo mayor. La noche venía ca­yendo y ellos no regresaban. En­tonces más tarde supimos que los tenían detenidos, porque a todos los que pasaran por la ca­rretera de Amancio a Santa Cruz los dejaban presos, pues se

sabía que venían los alzados que nosotros refugiábamos.

Salimos a buscar a los mu­chachos a caballo. Por el camino nos topamos con un señor cono­cido mío y nos dijo: ¡Viren, que están los casquitos ahí atrás! Los guardias de Batista estaban disfrazados, ¡y valga que noso­tros viramos porque estábamos llegando a donde estaban ellos!

Al otro día, fuimos a buscar a los muchachos. Cuando llegamos vimos la cantidad de personas que tenían presas ahí sentados o tirados en el suelo. Al entrar viene uno de los mismos solda­dos y me dice: ¡No tenga miedo!, y luego uno que andaba sin ca­misa parte para encima de noso­tros y el otro lo frena: ¡No, eso no, esas son unas damas! Y le ordenó estar lejos de nosotras. Registra­ron la tienda del pueblo y dieron la orden del que hablara lo iban a matar. En ese momento yo tenía el cuartico de atrás de mi casa lleno de brazaletes del Movi­miento 26 de julio. Eso estaba guardado, pero ese lugar no se les ocurrió registrarlo.

¿Y no tenía miedo de que le regis-traran la casa?

Bueno, imagínate… ¿Qué iba a hacer? ¡No podía ni comer! Un día estaban en mi casa los rebel­des escondidos y llegó Cadena, un casquito de la guardia de Ba­tista. ¡Ese si era malo! Era de la gente de Masferrer, eran los dueños del pueblo. Ellos llega­ban y a la fuerza tenía que coci­narles y darles comida. ¡Había que ceder y hacerlo, porque si no…! Ellos confiaban en mí y ja­más se iban a pensar que la casa estaba llena de rebeldes.

Una vez salieron de Oriente y pasaron a caballo. Todos los caballos los tuvieron que soltar cuando vino la invasión. Noso­tros los acogimos y los escondi­mos en una casita que teníamos. Los caballos los perdieron. Yo les daba comida y los atendía de gratis mientras estuvieran ahí. ¡Cómo no, había que darles co­mida! Los vecinos de ahí, cuando había un rebelde, nadie hablaba, al contrario los prote­gían. Había que hacerlo, había que protegerlos. Ellos estaban luchando por una causa, para

Máximo. Él tenía obsesión con que todos sus hijos estudiaran. Decía que él pasó mucho trabajo por ser negro, por la raza hai­tiana. Una vez, el noveno hijo mayor estaba estudiando en La Habana en el tecnológico Juan Pedro Carbó y nos dijo que no iba a seguir estudiando porque él nos veía pasando mucho tra­bajo. Entonces entre Máximo y yo le dijimos que no: «¡Usted no va a dejar su escuela! ¡Nosotros no tuvimos escuela, usted la tiene y hay que aprovecharla!».

A nosotros también nos gus­taba siempre poner a los niños en algo de cultura. Que leyeran un libro y que lo recitaran. Traía recortes, a veces de una revista o de periódicos. A Rita le gustaba declamar en la escuela, Máximo la llevaba a las actividades del sindicato. Un día le dijo: «Yo qui­siera que te aprendieras esta poesía que te voy a llevar para que la recites». ¡Óigame, no sé cómo se la aprendió en un mo­mentico! Yo la vestí con la ropita mejorcita que tenía y fue a reci­tar en el sindicato obrero.

¿Les cambió la vida con la Revo-lución?

Antes del triunfo de la Revo­lución nos sentíamos discrimi­nados por ser negros. Nosotros somos víctimas de eso. Máximo tiene algunas historias, él recor­daba llegar a lugares en Cama­güey donde habían sitios para negros y otros para blancos.

Julián ya no trabajaba por­que se hizo universitario con la Revolución. Estaba en Santiago haciendo medicina veterinaria. Ya nos vimos más desahogados porque Eduardo trabajaba y al menos entraba un poquito más de dinero. Los demás estaban es­tudiando en distintos niveles. Ya después Paulina, parece que Rita la motivó en eso del magisterio, se graduó del primer grupo de Maestros Emergentes que hubo después del triunfo de la Revolu­

ción. Gloria se hizo auxiliar de enfermería en Camagüey y Pan­chi hizo su doce grado en la Fa­cultad y después se graduó en Derecho en la Universidad de La Habana.

Después vino Michi, quien comenzó la secundaria básica, pero se quiso ir con sus herma­nos para Santa Cruz. Allí hizo el séptimo grado y parte del oc­tavo en una escuela al campo. Terminó el noveno grado en Amancio. Después le hicieron unos exámenes para los Camilitos y aprobó las pruebas de ingreso. Cuando terminó en Camagüey fue para Santiago de Cuba donde empezó a estudiar Filo­sofía Marxista Leninista e His­toria. En el primer año mandó a decir que no quería seguir estu­diando. Su papá le dijo en una carta que mirara a ver lo que iba a hacer, que ningún Hernández Mezonet se rajaba, que él no ha­bía luchado con nosotros para eso, ni quería vagos en su casa. Entonces su hermana Paulina cuando llegó le dijo: «¡No te pre­ocupes que tú te vas conmigo para la secundaria!». Allí fue profesora de Literatura y Español, le gustaba mucho y se destacaba, tenía siete grupos de séptimo, también tenía un contrato en los kilómetros donde iba los fines de semana a darle clases a los campesinos. Ahí estuvo hasta que estudió enfermería en Ca­magüey. Empezó a trabajar en una sala de ginecobstetricia en el Hospital Ernesto Guevara y como le gustaba tanto el trabajo con los niños optó por ser neo­natóloga. Ahí estuvo trabajando hasta como por el año 1992.

A ella la siguió Rebeca, a quien le tocó la mejor etapa porque tuvo el apoyo de sus hermanas mayo­res y se inclinó también por el magisterio. Se hizo Licenciada en Educación y se especializó en educación física, y en psicopeda­gogía. Hoy es doctora. Y el más chiquito, Ángel, ese se me hizo médico, y cómo ha estado en mi­siones internacionalistas.

¡Fíjate si la vida nos cambió! A mediados del pasado siglo

arribaron a Cuba los primeros inmi-grantes haitianos que venían en busca de trabajo. Aún no se sabe con exactitud la cifra de haitianos llegados a la geografía cubana, ya que muchos vinieron de forma clandestina, aunque está reflejado en los archivos que existió uno de los mayores asentamientos. De la raíz de Inés Charles y Octavio Me-zonet nacieron catorce hijos, que a su vez se han multiplicado en va-rias docenas de descendientes de haitianos de segunda y tercera ge-neración, quienes viven en Cuba y están realizados profesionalmente con altos niveles de escolariza-ción. Al poco tiempo de dar esta en-trevista Emilia falleció. No dejó bienes materiales ni cuentas ban-carias, pero sí un profundo legado de valores heredados de sus ances-tros que perduran en su familia. Cada año tradicionalmente los Mezonet se reúnen en Amancio a celebrar. Aún cocinan la comida haitiana que le preparaba Inés a Octavio. CM

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HASSAN PÉREZ CASABONA

EL XV CAMPEONATO Mundial de Atletismo es historia. La cita, celebrada con todo éxito en el bellísimo Nido de Pájaro de Bei­jing —considerado por la mayo­ría de los entendidos como la principal instalación para el de­sarrollo de competiciones en esta disciplina—, confirmó con creces que el torneo constituye el tercer mayor espectáculo, a es­cala universal, únicamente supe­rado por los Juegos Olímpicos y la Copa Mundial de Fútbol, con la diferencia de que estos dos certámenes poseen frecuencia cuatrienal, mientras que las li­des de campo y pista se organi­zan cada dos años.

Fue a partir de la edición de Tokio 1991 (evento que vio caer la legendaria marca de Bob Bea­mon de 8,90 m en el salto de lon­gitud, impuesta en la olimpiada de México 1968, resultado del brinco formidable de Mike Powell, que consiguió un feno­menal estirón de 8,95 m, que aún permanece como tope pla­netario, derrotando aquella no­che en extraordinaria porfía al mítico Carl Lewis) que la IAFF decidió atinadamente convocar citas globales en años alternos.

Desde esa fecha Stuttgart, Gotemburgo, Atenas, Sevilla, Ed­monton, París, Helsinki, Osaka, Berlín, Daegu y Moscú alberga­ron tan distinguido convite, como antes lo hicieron la propia capital finesa en 1983 —donde nacieron estas competiciones— y Roma, en 1987.

Mucho puede escribirse de lo sucedido ahora en la urbe china, escenario entre el 22 y el 30 de agosto de extraordinarias demostraciones en la inmensa mayoría de las pruebas; clari­nada de paso de lo que puede acontecer en Río de Janeiro, en el verano próximo.

Los mayores titulares volvió a coparlos Usain Bolt, rey indis­cutible del atletismo desde que en la olimpiada del 2008, preci­samente en la urbe que hace unas jornadas lo vitoreó hasta el delirio, hizo parecer diminutos a sus rivales con el primero de sus ya frecuentes tripletes estra­tosféricos en 100 y 200 metros y como bujía esencial de la esta­feta corta.

En este mundial, sin em­bargo, una parte de la afición creyó que el «Relámpago» ce­dería su corona, a partir de la combinación dada por el resur­gimiento de Justin Gatlin y, sobre todo, por la ausencia práctica­mente total de las pistas del ja­maicano en las dos últimas temporadas, aquejado por do­lores lumbares.

Por si fuera poco el nortea­mericano Gatlin atesoraba las mejores marcas de esta campaña y se había cansado de ganar en cuanta incursión intervino (sin lidiar face to face con Bolt), lo que aumentó considerablemente el morbo en torno al duelo con el caribeño.

El resultado final desterró cualquier especulación: Bolt fue inalcanzable, estampando 9,79, 19,55 y 37,36 segundos en la

le tomó el gusto en Beijing a ti­rar sobre la mítica barrera, titu­lándose con 80,85 m.

Mo Farah volvió a confirmar que no tiene contrincantes en los 5 000 y 10 000 m. El atleta que de­fiende los colores de Inglaterra domina a su antojo, sencilla­mente, ambas pruebas mane­jando siempre con tino los hilos de la carrera. Hace algún tiempo le preguntaron a uno de los en­trenadores kenianos qué tenían que hacer sus discípulos para reinar en ambas distancias. La respuesta revela el dramatismo que enfrentan los contrincantes del británico. «Conservar la es­peranza de que Mo Farah no participe en la competencia. Si asiste, hay que pelear por el se­gundo lugar».

Brillaron asimismo la jamai­cana Shelly­Ann Fraser­Pryce, la colombiana Caterine Ibargüen y la estadounidense Allyson Fe­lix, monarcas nuevamente en los 100 m, triple salto y la vuelta al óvalo. La carismática reggae girl (10,76 segundos) posee una arrancada de otra galaxia y ello le asegura tomar la punta de la competencia apenas el starter suena el disparo.

La cafetera Ibargüen —quien también se alzó en la cita conti­nental canadiense— no se es­tiró tanto esta vez, pero sus 14,90 m le bastaron para imponerse a la israelí Hanna Knyazyeva­Mi­nenko (14,78 m) y la kazaja Olga Rypakova, medallista asidua en citas de esta envergadura; mien­tras que Felix incorporó otra diadema a su excelsa colección.

David Rudisha se embolsó el pergamino que ya había disfru­tado en Deagu 2011, si bien esta vez su marca fue en extremo dis­creta, con apenas 1:45:84. Para el recordista mundial keniano lo más importante, sin embargo, no era detener los relojes con un tiempo de ensueño, sino recupe­rar la confianza ganando la justa.

Uno que merece cintillos dorados en mayúsculas es Eze­kiel Kemboi, quien comandó los 3 000 m con obstáculos con 8:11:28 minutos. Lo significativo en realidad es que su país tomó por completo el podio y con su triunfo el keniano se agenció su cuarta presea áurea consecutiva y su séptima medalla en mun­diales. Su peculiar baile al final de la competencia se ha vuelto marca registrada que el público disfruta. Su compatriota Hyvin Kiyeng Jepkemoi (9:19:11) no tuvo rivales en esta prueba entre las damas, ratificando que la misma constituye cuestión de honor para los kenianos, quie­nes vieron brillar igualmente al jabalinista Julius Yego (apren­dió a lanzar a través de Internet) con 92,72 m y a Nicholas Bett (47,79), en los 400 m con vallas.

La holandesa Dafne Schip­pers y el sudafricano Wayde van Niekerk fueron, en mi aprecia­ción, las dos grandes revelacio­nes, en tanto la inglesa Jessica Ennis­Hill tuvo el mejor retorno. La muchacha de impresionante físico que defiende los colores de los tulipanes ganó inobjetable­

posta corta, obligando a Gatlin en los dos primeros casos a verle las espaldas, dejándole exclusi­vamente la satisfacción al nor­teño de sentirse, a sus 33 años —como confesó en una de las rue­das de prensa— como «el más veterano de los atletas que subió al podio».

Aunque la actuación del mu­chachón de la tierra de Bob Marley tradicionalmente relega a un segundo plano el desem­peño del resto de los concur­santes, debemos reverenciar igualmente, con todos los hono­res, a figuras que consiguieron imponerse con performances ex­traordinarios.

Es el caso, en primerísimo orden, del norteamericano Ash­ton Eaton, quien destrozó por seis rayitas su récord universal anterior en el decatlón, impo­niendo nuevo tope de 9045 pun­tos, cifra fabulosa que pone de manifiesto su maestría en cada una de las modalidades del pro­grama más abarcador dentro del atletismo. Ojalá Leonel Suá­rez, nuestro «Hércules de Moa», pueda retomar el empuje de an­taño —pienso que no debió parti­cipar en los panamericanos de To­ronto, tan alejado de la forma deportiva exhibida en los últimos años— para aspirar a luchar por otra medalla bajo los cinco aros.

Otra que estuvo a punto de pulverizar su propio primado planetario fue la martillista Anita Włodarczyk, única mujer capaz de superar los 80 m. La polaca, cuya cota suprema de 81,05 m impuso este propio año,

mente en los 200 m (21,63) —el cuarto mejor registro de todos los tiempos— y finalizó segunda en el hectómetro (10,81), al tiempo que el sudafricano van Niekerk dejó a todos atónitos con sus 43,48 segundos, que le valieron para colocar a sus espaldas a los dos máximos favoritos de la prueba: el norteamericano LaShawn Merritt (43,65) y el granadino Ki­rani James (43,78), titular en Lon­dres. La británica Hill, luego de su ausencia por maternidad, lu­ció inmensa en el heptalón, por delante de la canadiense Brianna Eaton. La checa Zuzana Hejnová (53,50) no dejó dudas de que es la mejor en los 400 m con vallas.

En el caso de los cubanos, los trofeos de Denia Caballero en el disco (69,28 m) y Yarisley Silva en la pértiga (4,90) —desde que la guantanamera Yargelis Sa­vigne venciera, en Berlín 2009, no encontrábamos la senda del triunfo—, la plata de Pedro Pa­blo Pichardo en el triple (17,73), el cuarto lugar de la también discóbola Yaimé Pérez (65,46), y el séptimo escaño de la estafeta larga masculina (2:59:80), permi­tieron que concluyéramos en el décimo puesto en la relación por medallas y en el 12 en el es­calafón por puntos, en un con­curso donde intervinieron 1933 exponentes de 207 naciones, 44 de las cuales alcanzaron al me­nos una presea.

No creo, como han dicho al­gunos, que haya que recrimi­narle algo al joven santiaguero Pichardo, derrotado ahora por Christian Taylor que con sus 18,21 m obtuvo el segunda mejor registro de cualquier época, úni­camente superado por el 18,29 de Jonathan Edwards, conseguido en el Campeonato Mundial de Gotemburgo, en 1995. Lo cierto es que desde los tiempos del «Canguro» Edwards no se ob­servaban dos saltadores de esta talla, a los que se sumará el fran­cés Teddy Tamgho, as en Moscú hace dos años y ausente ahora por lesión.

Constituye una proeza, difícil siquiera de imaginar años atrás, el hecho de que Kenya (7­6­3) y Ja­maica (7­2­3) destronaran a Es­tados Unidos (6­6­6) e Inglaterra (4­1­3) en el medallero, expre­sión inequívoca de cuanto se ha desarrollado este deporte en esos países que representan al Tercer Mundo.

Para los que gustan de indagar sobre qué deportistas atesoran el mayor número de distinciones en citas del orbe, les digo que a la saga de Bolt (11­2­0) y Felix (9­3­1) se encuentran el ya men­cionado Merritt (8­3­1); el legen­dario «Hijo del Viento» Carl Lewis (8­1­1); el no menos icó­nico Michael el «Pato» Johnson (8­0­0); Fraser­Pryce (7­2­0); el garrochista ucraniano Serguéi Bubka —electo como vicepresi­dente de la IAAF—, con (6­0­0); Sanya Richards Roos (5­2­0); el británico Farah (5­1­0), quien no tendrá problemas en aumentar esta cosecha, y el otrora rey de los 400 m, el estadounidense Je­remy Wariner (5­1­0). CM

SEPTIEMBRE 2015

Bolt vuelve a deslumbrar con su magnetismo estratosférico

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AHMED PÉREZ MOREJÓN

ADEMÁS DEL ATLETISMO, re­presentantes de casa de varias disciplinas se enrolaron en com­peticiones al más alto nivel una vez concluidos los Juegos Pana­mericanos de Toronto, evento que fue definido, desde el co­mienzo de la preparación, como el compromiso fundamental para el deporte antillano du­rante el 2015.

Es el caso, por ejemplo, del judo, la lucha y el baloncesto masculino, las dos primeras con la celebración de los respectivos campeonatos mundiales, mien­tras que la modalidad que cali­ficara el colega René Navarro como el «más dinámico y crea­tivo de los deportes de equipo», a través del torneo preolímpico regional, conocido como FIBA Américas.

Si bien la historia cubana en el espectacular arte marcial, que introdujera en nuestro país el maestro belga Andrés Koles­kine a comienzos de la década del ’50 de la centuria anterior, está colmada de resonantes éxitos en cuanto evento de renombre par­ticipamos, no puede decirse lo mismo de lo acontecido en la úl­tima semana de agosto en el Pa­lacio de Hielo de Astaná.

En la bella urbe kazaja, que combina con elegancia valores ancestrales y la impronta de la modernidad, las escuadras que dirigen los prestigiosos profeso­res Ronaldo Veitía y Justo Noda no pudieron hacerse justica, con­siguiendo únicamente el metal de bronce de Idalis Ortiz, en la división de más de 78 kg.

La carismática atleta artemi­seña se colgó así su quinta presea en certámenes del orbe, entre las que resaltan los títulos que de manera consecutiva alcanzó en Río de Janeiro 2013 y Chelyab­insk 2014, a lo que habría que añadir su tercer escaño bajo los cinco aros en Beijing 2008 y la corona que tantas alegrías nos proporcionó en la cita de Lon­dres, en el 2012.

Idalis es por su maestría, sencillamente, un cheque al portador, capaz de brillar en cualquier tatami de la geografía universal, incluso cuando posee la «presión» adicional de sacar la cara por el resto de los judo­cas cubanos que, concursando la mayoría de las veces antes que ella, se han ido en blanco.

Dentro de la escuadra feme­nina la laureada Yanet Bermoit apenas se recuperaba de una le­sión que la tuvo alejada casi toda la temporada, lo que le im­pidió arribar al evento en óp­tima forma, algo similar a lo que le ocurrió a Asley González,

subcampeón olímpico en la ca­pital inglesa y monarca univer­sal en la tierra de la samba dos años atrás.

El villaclareño, pese a su ac­tuación en Toronto donde cayó en la final ante el multimeda­llista brasileño Thiago Camilo, no ha podido recuperarse plena­mente de la operación en uno de sus hombros, que lo ha mante­nido alejado de los circuitos de vanguardia, prácticamente desde que se encumbró en las inme­diaciones de la playa de Ipa­nema.

El resto de nuestras aspira­ciones principales recaían en Onix Cortés y Yalegnis Castillo, entre las damas, y Magdiel Es­trada y José Armenteros por la tropa de Noda, los cuales que­daron muy por debajo de lo que se esperaba, siendo eliminados apenas en el inicio, lo que de paso habla a las caras del ex­traordinario nivel exhibido en la justa.

No tengo dudas de que nues­tros avezados entrenadores toma­ron nota de lo sucedido en todas las categorías, para enrumbar la estrategia de cara a los venideros Juegos Olímpicos a desarrollarse en el verano próximo, precisa­mente en la ciudad carioca que atesora como símbolo la imagen del Cristo Redentor.

La lucha como emblemaDesde nuestra reincorpora­

ción a las citas estivales, en Barce­lona 1992 —luego de las ausencias a las ediciones de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988, por razones de solidaridad con naciones del otrora campo socialista y la Re­pública Democrática de Corea respectivamente—, ha sido la lu­cha el único deporte en obtener, en cada convocatoria, al menos un metal dorado.

En la Ciudad Condal el mé­rito recayó en Alejandro Puerto, en los 57 kg del estilo libre y en Héctor Milián, «el ídolo de Taco­Taco», en los 100 kg de la greco, al tiempo que en Atlanta 1996 y Síd­ney 2000 la proeza la escribió el agramontino Filiberto Azcuy, primero en los 74 y luego en los

69 kg del estilo clásico. En Atenas 2004, justamente en el lugar en que nacieron los juegos moder­nos en 1896, la gloria la conquistó el también camagüeyano Yandro Quintana en los 60 kg de la mo­dalidad libre, dejando el espacio servido para el fenomenal pina­reño Mijaín López, jerarca en Beijing y Londres en los 120 kg.

Conscientes de la importancia de mantener en Río esas demos­traciones históricas, marcharon los gladiadores caribeños al Campeonato Mundial, que entre el 6 y el 12 de septiembre albergó Las Vegas.

En la turística ciudad esta­dounidense se combinó un ex­traordinario alegrón de conjunto con una noticia que, si bien no enciende ni mucho menos el bombillo rojo de alarma, nos provocó cierto sinsabor por ver frustrado el intento de que nues­tro deportista más laureado de los últimos años consiguiera su sexto primado del orbe.

La felicidad sobrevino con la brillante demostración de Is­mael Borrero, quien doblegó a todos los contrincantes en los 59 kg, reponiéndose con creces de su pálido desempeño semanas antes en Toronto. Las imágenes mostraron a un Borrero indeteni­ble, capaz de arrollar literalmente en la final al azerí Rovshan Ba­yramov, nada menos que doble subtitular olímpico en las capi­tales de China y Reino Unido, por 8­0 en apenas 32 segundos. Antes, en semifinales, también maniató al kazajo Almat Kebis­payev, por 9­1. En las rondas preliminares el alemán Deniz Menekse (5­4), el bielorruso Sos­lan Daurov (8­0) y el sudcoreano Kim Seung­Hak (8­6) también fueron sus víctimas. Si en agosto del 2016 este santiaguero de 23

llevó al bronce en Múnich 1972 y al cuarto lugar en el Mundial de San Juan, dos años después.

Es cierto que todos los días no aparecen jugadores del calibre de Ruperto Herrera, Miguelito Calderón, Pedro Chapé, Alejan­dro Urgellés, Juan Roca, Tomás el «Jabao» Herrera o, más cerca­nos en el tiempo, Leonardo Pérez o Félix Morales, pero también lo es que necesitamos un resurgir, al menos en el área caribeña, de un disciplina con larga tradición —pienso por ejemplo en el equipo que nos representó en la justa olímpica de Londres 1948, con hombres como Mario «Risita» Quintero, José Llanusa, Casi­miro García o Fabio Ruiz, que vencieron a Irlanda, Irán y Ar­gentina— y que está en la prefe­rencia del público, quien no deja de repletar buena parte de las sa­las que reciben cada año los par­tidos de la Liga Superior.

En el torneo en predios mexicanos que otorgó dos bole­tos hacia Río —ganados por Ve­nezuela y Argentina, en lo que constituye una de las grandes actuaciones del deporte boliva­riano que estará nuevamente en una fiesta olímpica, luego de participar en Barcelona— los quintetos que presentó el expe­rimentado timonel Daniel Scott fueron apabullados por los riva­les, sacándoles todos ellos más de veinte puntos de diferencia.

Es un panorama que tene­mos que revertir con inteligen­cia, a sabiendas de que se trata de una empresa particularmente compleja, que desafortunada­mente se presenta con caracterís­ticas similares para la inmensa mayoría de los deportes de equipo en el patio, a años luz de la etapa en que rivalizábamos, en buena parte de ellos, con los prin­cipales elencos a nivel mundial.

Es alentador, sin embargo, en la línea de introducir diferen­tes variantes, el anuncio de que el capitalino Jasiel Rivero, nues­tro mejor basquetbolista del momento, y el avileño William Granda participarán próxima­mente en la Liga de Uruguay, mientras que Javier Jústiz, con enormes condiciones pero con mucho que aprender aún, lo hará en Argentina. CM

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años se presenta a un 85 por ciento de lo que ahora mostró, nadie podrá arrebatarle el vello­cino áureo.

Mijaín cayó por segunda vez ante el turco Rıza Kayaalp —quien lo había vencido únicamente en el Mundial del 2011 que organizó su país—, en un cerrado desafío 1x0, decidido por una penaliza­ción al antillano que nuestra Fe­deración protestó. Aunque es cierto que esta vez no vapuleó a todos los rivales —a eso nos ha acostumbrado—, Mijaín tran­sitó el organigrama casi sin so­bresaltos, pues solo el ruso Bilyal Makhov, triple campeón mundial en el estilo libre y al que venció (2­1), le ofreció resis­tencia en el comienzo. Después doblegó al lituano Mindaugas Mizgaitis (3­0), al estonio Heiki Nabi (2­0) y al local Robbie Smith (8­0).

Si me piden mi opinión, con total honestidad, creo que para el «Gigante de Herradura» re­sultará beneficioso este desliz, a la postre, porque lo motivará a entrenar con todo en pos de su tercer pergamino olímpico, con el que igualaría de paso lo al­canzado por el ruso Alexander Karelin. El turco Kayaalp es un gran luchador, no lo cuestiona nadie, pero no lo veo como favo­rito ante un Mijaín con todos los hierros, con el aliciente añadido que Río debe constituir el adiós a una carrera de ensueño, que lo han hecho despertar admira­ción en colchones de todos los continentes.

Pese a fallar inexplicable­mente en su debut, sigo viendo con buenas posibilidades para ob­tener medalla olímpica al «gim­nasta» Reineris Salas, al igual que a sus coequiperos de la libre Liván López, bronce en Londres, y el guantanamero Yowlis Bonne.

Lejos de encestar una canasta

Estamos lejos, lo sabemos bien, de la época dorada del ba­loncesto cubano. Esa que nos

Ippones, tacles y canastas

LA CALLEDEL MEDIO

15SEPTIEMBRE 2015

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ESPAGUETIS CON SALSA DE VEGETALES

············

AjoZanahoria

PimientoCebolla

EspaguetisSal

AceiteSalsa de tomate

CebollinoAlbahaca fresca

PerejilQueso

2 dientes

1 unidad mediana

1 unidad mediana

1 unidad mediana

1 paquete

2 cucharaditas

2 cucharadas

1 taza

½ taza

2 cucharadas

¼ taza

½ taza

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a c u a t r o r a c i o n e s

· e l a b o r a c i ó n · ¶ Cortar fino el ajo; picar la zanahoria, el pi­miento y la cebolla en dados. ¶ Hervir los es­paguetis en abundante agua con sal y escu­rrirlos. No dejar que se sobrecocinen. ¶ Sofreír en el aceite la zanahoria, el pimiento, la cebolla y el ajo hasta que marchiten. ¶ Aña­dir la salsa de tomate, previamente diluida en un poco del líquido de cocción de los espa­guetis. ¶ En los minutos finales agregar el ce­bollino, la albahaca y el perejil; puntear de sal. ¶ Servir los espaguetis bien calientes, con la salsa al medio y el queso rallado en forma de corona.

· e l a b o r a c i ó n ·¶ Deshuesar los cuartos de pollo, extraer el pellejo y picar cada cuarto en dos. ¶ Cortar las cebollas en rodajas. ¶ Picar el ajo fino; combinar con la sal, la pimienta y el vinagre. ¶ Adobar el pollo con la mezcla. ¶ En una sar­tén, calentar el aceite a fuego moderado y so­freír las cebollas. Retirar. ¶ Freír los bistecs de pollo con el calor alto; dejar dorar y ablan­dar. ¶ Servir con las cebollas al lado o por en­cima. Nota: Se puede decorar con perejil picado fino.

BISTEC DE POLLO ENCEBOLLADO

·······

PolloCebolla

AjoSal

PimientaVinagre

Aceite

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a c u a t r o r a c i o n e s

2 cuartos grandes

3 unidades medianas

4 dientes

½ cucharadita

¼ cucharadita

¼ taza

2 cucharadas

89SEPTIEMBRE

2015

NÚMERO directorenrique ubieta gómez

jefa de redacciónrosa elena encinas hurtado diseñojorge méndezzardoyas

correcciónaline marie rodríguez fotografíasdiuber sicilia camachoelder leyvaladyrene pérez pérezraúl del pino salfránricardo lópez heviayuliat danay acostam.v.g rnps: 0583

colaboradoresa.a.gailer pérezamhed pérez morejóncarmen souto anidodiuber sicilia camachofélix anazco ramosfélix manuel gonzález pérezhassan pérez casabonaijorki morales

jorge wejebe coboluis mario rodríguez suñolmadelaine vázquez gálvezmairyn arteaga díazsantiago alba ricoyuliat danay acosta

direccióncalle 21 no. 406, vedado, la habana, cuba. cp 10400.

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impresiónempresa de artes gráficas federico engels

LA NUTRICIÓN EN LA COCINA

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PROPUESTASMUSICALES

LA CALLEDEL MEDIO

MADELAINE VÁZQUEZ GÁLVEZ

LOS ALIMENTOS están compuestos por sustancias que nutren al organismo para el desempeño de sus funciones vitales. Re­sulta un poco complicado aprenderse de memoria los nutrientes y calorías de cada uno de los alimentos. Por ello, la principal recomendación nutricional generalmente consiste en comer con diversidad y elegir bien los alimentos. Solo así se podrá ga­rantizar una dieta equilibrada. Para una mejor identificación se dividen en macro­nutrientes y micronutrientes.

MacronutrientesProteínas: Son compuestos orgánicos

complejos, cuya estructura básica es una cadena de aminoácidos, que contiene car­bono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. La proteína es el principal componente de los músculos, los órganos y las glándulas. Ex­hiben funciones estructurales y dinámi­cas, es decir, de transporte, regulación de hormonas, inmunológica, catalítica y forma parte de los anticuerpos.

Grasas: Fuentes de energía que tie­nen una función estructural. Se dividen en mantecas y aceites. Los lípidos están formados por ácidos grasos saturados e insaturados. Los ácidos grasos esencia­les no se sintetizan en el organismo y ayudan a regular el colesterol. La serie de ácidos grasos Omega­3 contribuye a la regulación de los procesos inflamato­rios y de protección cardiovascular, en­tre otras propiedades.

Carbohidratos: Son los compuestos orgánicos más abundantes de la natura­leza; son fuente de energía (glucosa), sir­ven como reserva energética (el almidón y el glucógeno) o participan en la formación de estructuras (la quitina y la celulosa).

MicronutrientesVitaminas: En los inicios del siglo el in­

glés Frederick Gowland Hopkins postuló que uno o más factores accesorios, pre­sentes en los alimentos naturales, eran también necesarios para la nutrición ani­mal. También en 1912 Casimir Funk, in­vestigando el origen del beriberi, obtuvo en la cáscara de arroz una sustancia capaz de curar esta enfermedad nerviosa y la de­nominó vitamina (amina de la vida). Este grupo comprende nutrientes esenciales que tienen que ser incorporados a la dieta (con excepción del ácido nicotínico, vita­mina del complejo B, que se sintetiza a partir del aminoácido triptófano; y la vita­mina D, que se obtiene por la irradiación de la luz solar sobre la piel). Se dividen en hidrosolubles y liposolubles.

Minerales: Se incorporan a la dieta con los alimentos. Se clasifican en ma­croelementos y microelementos. Su caren­cia puede provocar serios trastornos, al igual que la falta de vitaminas.

Por su importancia en la nutrición tam­bién se destacan la fibra dietética y el agua.

Fibra dietética: Es la parte de los vege­tales que no podemos digerir. A su paso por el intestino provoca una serie de be­neficios, que la sitúan como elemento in­dispensable para una dieta sana. Los productos refinados carecen de este

VA

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TEMA: LA DURA autor: OSMANY ESPINOSAintérprete: JACOB FOREVERCD: EL INMORTALFOREVER MUSIC, 2015

PROPUESTASMUSICALES

A cargo de AILER PÉREZ, IJORKI MORALES y CARMEN SOUTO

TE

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TEMA: MIS RESPETOS (RMX)intérprete: LA TABLA FT. DJ IVÁN LEJARDIdirector: EDUARDO RODRÍGUEZ

VIDEO CLIP

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SEPTIEMBRE BARROCO Todos los fines de semana del mes, Iglesia de San Francisco de Paula (Plazuela de Paula, esquina Calle San Ignacio, La Habana Vieja)

COMER EN CASA

SEPTIEMBRE 2015TEMA: QUÉDATE ESTE BOLEROautor: AMAURY PÉREZintérprete: AMAURY PÉREZCD: CANCIONES A PETIT VOL. IPRODUCCIONES COLIBRÍ, 2014

TEMA: MARGARITAautor: RANDY MALCOMintérprete: JGCD: QUE NO ME CONTROLENAHÍ NAMÁ MUSIC, 2014

TEMA: MÚSICA PARA EL MERCADOautor: BENITO DE LA FUENTEintérprete: BENITO DE LA FUENTECD: FE DE VIDAPRODUCCIONES COLIBRÍ, 2014

TEMA: A DEGÜELLOautor: GERSOM PINEDA Y MALCOM JUNCOintérprete: ONDA LIVRECD: A DEGÜELLO18A16 PRODUCCIONES/ ASERE PRODUCCIONES, 2014

CD: TEARS AND RUMBAintérprete: XIOMARA LAUGARTCHESKY RECORDS, 2014

ESPACIO

compuesto, por lo que inciden desfavora­blemente en la salud de las personas.

El agua, aunque no se considera como nutriente, resulta elemental para la transportación de las sustancias nu­tritivas, así como para el buen funcio­namiento del proceso de digestión y, fundamentalmente, porque es la que mantiene la higiene interior de nuestro cuerpo, mediante la eliminación de resi­duos tóxicos. La incorporación total de agua correspondiente a las bebidas repre­senta cerca de dos litros, mientras que los alimentos proporcionan el líquido res­tante, es decir un litro, hasta completar los tres litros de agua que aproximadamente necesita un adulto promedio cada día.

Algunos consejos • Consuma poca sal en las comidas

y logrará aumentar su salud y una vida prolongada. Evite el salero en la mesa.

• Ingiera los jugos recién elabora­dos, para que no pierdan su valor nutri­cional y gustativo.

• Retire el pellejo del pollo antes de cocinarlo. Queda mejor de esta forma, y usted protege su salud.

• Conserve las grasas bien tapadas para evitar su degradación. Deséchelas cuando aparezca una espuma amarillenta.

• Cuando utilice mantequilla para cocinar, mézclela con el aceite. De esta manera no se quema durante la cocción y mantiene sus cualidades de sabor.

• Finalice la cocción de los alimen­tos poco antes de su consumo, para dis­minuir las pérdidas de nutrientes.

• Cocine los vegetales verdes en abundante agua hirviente, y destapa­dos; los anaranjados en aceite, y los de color rojo­púrpura (remolacha, col mo­rada) en vinagre. Cocine las viandas en poca agua, hirviendo, con sal y tapadas. Prefiera la cocción al vapor, y dismi­nuya el consumo de platos fritos.

• El consumo de las papas cocidas no afecta nuestro peso corporal, sino más bien cuando se consumen fritas. Mientras más delgadas se corten más grasa absorben, por lo que córtelas en rebanadas más gruesas.

• Mantenga los recipientes tapados mientras cocina: ahorra combustible y tiempo, y evita la pérdida de nutrientes.

• Prefiera las carnes blancas a las ro­jas. Modere el consumo de carnes proce­sadas (carnes en conserva, jamones y embutidos en general).

• Disminuya el consumo de azúcar; prefiera endulzar con miel de abejas, me­lado o azúcar prieta. Evite añadir azúcar al yogur saborizado y a los jugos naturales.

• Evite quitar la cáscara o piel a los ve­getales y frutas que lo admitan (guayaba, pepino, berenjena, tomate, calabaza), de esta forma aumenta el consumo de fibra dietética. Prefiera los productos integrales.

• Las frutas, jugos e infusiones cons­tituyen una buena opción para el desa­yuno; trate de ingerir algún alimento en la mañana.

• No congele nuevamente los alimen­tos, una vez que han sido descongelados. CM