EDITORIAL CLIE DICCIONARIO TEOLÓGICO … · Pensando en el uso práctico de este Diccionario de...

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EDITORIAL CLIE

Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS (Barcelona)

E-mail: [email protected]

http://www.clie.es

DICCIONARIO TEOLÓGICO ILUSTRADO

Francisco Lacueva

Revisado y ampliado por Alfonso Ropero

© 2001 por Editorial CLIE

Todos los derechos reservados.

ISBN: 978-84-8267-237-3

Printed in Colombia

Clasifíquese:

70 HERMENÉUTICA:

Diccionarios y concordancias de la Biblia

C.T.C. 01-02-0070-06

Referencia: 224352

Prólogo ........................................................................

Siglas utilizadas en este diccionario ..........................

Siglas editoriales........................................................

Nota sobre la bibliografía ...........................................

Diccionario .................................................................

ÍNDICE

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PRÓLOGOLa era de la informática y de la navegación por la redcorre paralela con la era de los diccionarios impresos que,en lugar de disminuir su producción o estacionarse ennúmero, aumentan y se multiplican de manera asombro-sa, cubriendo cada vez más un mayor campo de interés.Maravilla la increíble cantidad de nuevos diccionarios queaparecen cada año, en especial en el mundo cristiano,referidos a teología, historia, Biblia, biografías, sectas,psicología, etc.El éxito de los diccionarios es indiscutible, y el motivosencillo de comprender: poner a disposición del lector,cada vez más ocupado y más apremiado por nuevos sa-beres, siempre en proceso de renovación, un caudal deinformación concentrado en una serie de artículos fácilesde consultar y sin necesidad de invertir un tiempo delque no siempre disponemos. Porque, paradójicamente,a medida que aumenta el tiempo libre disminuye el tiem-po para estudiar, y menos para dominar muchos temasque pertenecen al área de interés del cristiano en gene-ral, y de los estudiantes de teología y pastores en parti-cular, cuya ignorancia, a la corta o a la larga, resulta fatalpara los individuos y para las iglesias por igual.La ciencia –bíblica y teológica incluida– aumenta con cadageneración, y el deseo de saber y profundizar acucia allector medio interesado en ponerse al día. Para eso es-tán los diccionarios, para darnos la última informacióndisponible de un modo escueto y riguroso a la vez.Los diccionarios, aunque sean colectivos, y éste no loes, nacen personalmente orientados. Sin desmerecer laobjetividad que exigimos a una obra de consulta, no esdifícil apreciar la orientación doctrinal del autor o autores.Por eso, cada diccionario aporta una perspectiva nuevaque no invalida los ya existentes, sino que los comple-

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menta. Quien se contenta con tener un solo diccionariosobre una materia, se condena a tener una visión muypobre de la misma.Francisco Lacueva, bien conocido en el mundo evangéli-co, con un largo haber de escritos teológicos a su favor,nos ofrece una obra marcadamente personal, novedosay práctica. Alguien ha dicho que no hay nada peor queser discípulo de uno mismo; quizás por eso FranciscoLacueva no tiene reparos en corregir ideas que ha verti-do en escritos anteriores e introducir los cambios queconsidera oportunos como respuesta a planteamientosdiferentes y nuevos. Y es que en cada nuevo estadio desu formación, el estudiante va adquiriendo conocimien-tos que entran en el propio edificio y obligan, por vía depersuasión, a hacer algunos ajustes en el decorado y laforma, aunque la estructura siga siendo la misma.Por encima de todo, una obra teológica tiene que sersugerente y orientadora para aquellos que se inician enla ciencia del conocimiento de Dios, que no es nada másni nada menos que entrar en diálogo, desde la alturatemporal –que no moral– en que nos encontramos, conla Palabra de Dios escrita tal cual está en la Santa Bi-blia. Desde el principio de los tiempos del cristianismo,la teología no ha sido otra cosa que una tarea inacaba-da, y «siempre por acabar», de correlación entre la reve-lación divina, que es eterna, y la situación humana, quees temporal.De ahí que, en primer lugar, este diccionario sea BÍBLI-CO. Esto es, el análisis de las grandes doctrinas de la fecristiana se hace desde la misma Biblia, o sea, con ungran aporte de textos bíblicos y material exegético. Estediccionario es verdaderamente un súmmum de doctrinabíblica.En segundo lugar, es TEOLÓGICO, porque repasa losgrandes temas que se han discutido a lo largo de la his-toria de la Iglesia; los dogmas y las herejías por igual,toda vez que estas últimas han obligado a precisar losperfiles y contornos precisos del dogma desafiado y pues-

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to en cuestión por la herejía o el error (cuyo conocimien-to es imprescindible para evitar el peligro de caer en losmismos, los cuales, pese a su «canto de sirena» de po-seer todas las respuestas y la ciencia profunda de Dios,han demostrado ser callejones sin salida). Conocer larespuesta de la ortodoxia nos ahorra andar en círculos ynos ayuda a seguir construyendo sobre fundamentos fir-mes y sólidos, probados por el paso de los años y el asen-timiento general de las iglesias.También es un diccionario FILOSÓFICO, en lo que la fi-losofía ha condicionado, condiciona y seguirá condicio-nando la teología, incluso esa teología llamada «bíbli-ca», pero que no puede operar desde el vacío ideológiconi desde una lengua neutra sin filosofía subyacente. Por-que, de hecho, el lenguaje es la primera filosofía... Enefecto, todo idioma, incluido el teológico, recibe ya he-chos los términos que usa para su propósito. Sus pala-bras, sus giros, sus expresiones, nacen filosóficamenteorientados, con una filosofía consciente o inconsciente-mente asumida.En este diccionario se reseñan las principales ideas quehan influido en la teología y que, al mismo tiempo, hansido influidas por ésta, de modo que es fácil detectar laimpronta, la huella que ha dejado en ellas la fe cristiana.Asimismo se informa de los pensadores más relevantesde la filosofía, cuya obra ha tenido resonancia en la teo-logía y cuyo conocimiento es necesario para discernir elcristianismo moderno y el alcance de su influencia en lacultura.En cuarto lugar, es un diccionario EVANGÉLICO en suenfoque, intención, elaboración y contenido. A saber, to-das sus entradas se relacionan con aquellos puntos,ideas, doctrinas y creencias que se refieren y afectan di-recta e indirectamente al cristianismo evangélico. Es igual-mente evangélico en las respuestas y en la perspectivabíblica de las grandes doctrinas de la fe.Y, por último, es un diccionario PRÁCTICO, sin negar quelos demás lo sean. Pero mientras la mayoría de los dic-

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cionarios teológicos evangélicos son traducciones deobras extranjeras, cuyos contextos teológico y denomi-nacional son mayoritariamente protestantes, la obra deLacueva es consciente del contexto católico del mundode habla hispana, que conoce bien, y cuya teología élmismo enseñó antes de su conversión al Evangelio. Fran-cisco Lacueva, como corresponde a un autor español enuna sociedad informada por la Iglesia de Roma en lo re-ligioso y social, presta una atención especial a aquellasdoctrinas que todavía siguen dividiendo a los evangéli-cos de los católicos y que son motivo de debate. En estesentido, la obra de Lacueva es singularmente práctica.Y precisamente por este carácter práctico, hemos limita-do la bibliografía a la existente en castellano, con el obje-to de facilitar la localización y consulta de los lectoresestudiosos y levantar acta de la cada vez más ampliagama bibliográfica en castellano que, poco a poco, vadando muestras de mayoría de edad en temas bíblicos yteológicos. Sólo hemos recurrido a la bibliografía en in-glés cuando no quedaba otro remedio, es decir, cuandono había nada en castellano.Encomendamos esta obra a los lectores con la confianzade cumplir el sano propósito para el cual fue escrita: ser-vir de ayuda en el estudio y conocimiento del amor deDios que excede todo conocimiento.Los Editores

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Siglas utilizadas en este diccionario

AR Alfonso RoperoFL Francisco Lacueva

Los artículos sin firma son de Francisco Lacueva

* remite a otras entradas en este diccionarioad. adjetivoBib. BibliografíaCf. Consultaretm. etimologíagr. griegolat. latínp. ej. por ejemplosuf. sufijotamb. tambiénvb. verbo

CDLIC Catecismo de la Iglesia Católica.CIC Codex Iuris Canonici (Código de Derecho Canónico).CPDTB Curso Práctico de Teología Bíblica, Francisco

Lacueva, CLIE, Terrassa 1998.DC Diccionario de controversia, Teófilo Gay. CLIE,

Terrassa 1994.DEPNT Diccionario expositivo de palabras del Nuevo

Testamento, W. E. Vine. CLIE, Terrassa 1984.DET Diccionario de ética teológica, Marciano Vidal. Verbo

Divino, Estella 1991. 649 pp.DT Diccionario de teología, E. F. Harrison, ed. TELL,

Grand Rapids 1985.DTC Diccionario de teología contemporánea, Bernard

Ramm, El Paso 1975, 2ª ed.DTNT Diccionario teológico del Nuevo Testamento, L.

Coenen, E. Beyreuther, H. Brietenhard. Sígueme,Salamanca 1990, 3ª ed.

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NDT Nuevo diccionario de teología, S. B. Ferguson y D. F.Wright, eds. CBP, El Paso 1992.

NTG Nuevo Testamento interlineal griego-español, F.Lacueva. CLIE, Terrassa 1984.

VTB Vocabulario de teología bíblica, X. León-Dufuour.Herder, Barcelona 1985, 13ª ed.

Siglas editoriales

AE Alianza Editorial. Telémaco, 43. 28027 Madrid.AM Apostolado Mariano. Recaredo, 44. 41003 Sevilla.BAC Biblioteca de Autores Cristianos. Don Ramón de la

Cruz, 57. 28001 Madrid.CBP Casa Bautista de Publicaciones. El Paso, Texas.CLIE CLIE, Galvani, 113-115. 08224 Terrassa, Barcelona.CN Editorial Ciudad Nueva. Andrés Tamayo, 4. 28028

Madrid.CNP Casa Nazarena de Publicaciones, 6401 The Paseo.

Kansas City, MI 64131.CSIC Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Vitrubio, 8 - 28006 Madrid.ECB Edicions Cristianes Bíbliques. Apartat 10053. 08080

Barcelona.EDE Ediciones de Espiritualidad. Triana, 9. 28016 Madrid.EDV El Estandarte de la Verdad. 3 Murrayfield Road.

Edinburgh EH12 6EL.EE Ediciones Encuentro. Cedaceros, 3, 2º. 28014 Madrid.EEE Ediciones Evangélicas Europeas. Murcia, 33. 08027

Barcelona.EH Editorial Herder. Provenza, 388. 08025 Barcelona.EMC Editorial Monte Carmelo. Apartado 19. 09080

Burgos.EMH Editorial Mundo Hispano, El Paso, Texas.ES Ediciones Sígueme, Apartado 332. 37080

Salamanca.ESE Editorial San Esteban. Apartado 17. 37080

Salamanca.ET Editorial Trotta. Sagasta 33. 28004 Madrid.

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EVD Editorial Verbo Divino, Avda. de Pamplona, 41.31200 (Navarra).

EUNSA Ediciones Universidad de Navarra. Pza. de losSauces, 1 y 2. 31010 Barañáin (Navarra).

CUPSA CUPSA, Apartado Postal 97-bis - CP 06400 -México, D.F. México.

DDB Desclée de Brouwer, Heano 9. 48009 Bilbao.EMH Ediciones Mundo Hispano. El Paso, Texas.EP Editorial Peregrino, Apartado 19 - Moral de

Calatrava, C. Real, España.FCE Fondo de Cultura Económica. México. Argentina.

Brasil. Chile...HP Herald Press, 616 Walnut Avenue - Scottdale, PA

15683-1999.LD Libros Desafío (SLC, EDV, TELL, Felire, Nueva

Creación). 2850 Kalamazoo Ave, SE Grand Rapids,Michigan 49560-1100.

PE Portavoz Evangélico. Kregel Publications. P.O. Box2607. Grand Rapids, MI 49501.

ST Sal Terrae. Apartado 77. 39080 Santander.UPC Universidad Pontificia Comillas. Distribuye Sal Terrae.UPS Universidad Pontificia de Salamanca. Servicio de

Ediciones. Compañía, 5. 37002 Salamanca.

Nota sobre la bibliografía

Pensando en el uso práctico de este Diccionario de teología,en todo momento me he limitado a indicar las obras que existenen castellano; sólo en casos excepcionales he ofrecido bibliogra-fía en inglés para aquellos temas sobre los que no hay nada encastellano.

La bibliografía que aquí se ofrece cumple el doble propósito decomplementar los artículos en cuestión, a la vez que ofrecer puntosde vista contrastantes, que faciliten al estudioso una investigaciónamplia y creadora.

Forzosamente, por cuestión de espacio y manejabilidad, he teni-do que seleccionar entre la abundante masa bibliográfica que hoyse ofrece al lector en lengua castellana, pero en todo he tratado de

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no dejar fuera nada que pueda ser esencial al lector. Por otra parte,un libro remite a otro libro, ampliando así la bibliografía casi hasta loimposible.

Se entiende que sobre temas doctrinales, como por ejemplo «ex-piación» o «santidad», hay información sobre ellos en todas y cadauna de las teologías bíblicas y sistemáticas existentes, por lo queno se incluyen en la bibliografía, sino en la entrada general sobre«teología». Otro tanto puedo decir de los temas históricos y perso-najes. Sólo he incluido obras de referencia general cuando faltanmonografías o biografías particulares.

El estudio de la teología es una disciplina muy exigente, requierelo mejor de la persona, tanto sus facultades mentales como espiri-tuales y afectivas, ya que el objeto de su estudio, la suma trascen-dencia y la divina revelación, no son para menos; nadie que quieraentrar en ella puede olvidar el primer mandamiento de toda relacióncon Dios: amarle con todo el corazón, con toda la mente, con todael alma, con todas las fuerzas, con todo el ser. Para entrar en elconocimiento de Dios no se deben regatear esfuerzos ni sacrificios;el perezoso no tiene nada que hacer aquí, no se puede rehuir eltrabajo personal, para el cual esta obra y sus ayudas son sólo unaherramienta, un primer paso.

Alfonso Ropero

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A DIVINIS En la teología católica se dice deuna de las formas de suspensión católica, segúnla cual el sacerdote o teólogo no pueden ejercerninguna de las funciones que se derivan de lapotestad de sus órdenes.

A POSTERIORI Esta expresión latina signi-fica «por lo que viene detrás» y se aplica a con-ceptos o hechos (a realidades lógicas u ontológi-cas) de las que tenemos un conocimiento a par-tir del efecto para llegar a la causa, o de una pro-piedad para llegar a la esencia de la cosa (delente). P. ej. decimos que nuestro conocimientonatural de Dios es a posteriori porque a Dios nolo podemos ver ni con los ojos de la cara ni conla vista interior de nuestra inteligencia, pero lle-gamos a cierto conocimiento verdadero de su Ser,por imperfecto y limitado que sea, partiendo desus obras (del efecto a la causa). Véase Ro. 1:19y ss.

A PRIORI Esta expresión latina (la contrariade la anterior) significa «por lo que hay delante»y se aplica a conceptos y hechos (realidades ló-gicas u ontológicas) de las que tenemos un co-nocimiento que parte de la causa para llegar alefecto, o de la esencia para llegar a las propie-dades. P. ej. del conocimiento de «Pedro» como«animal racional» (esencia metafísica) o como«espíritu encarnado» (esencia física), deducimossu poder de razonar o su capacidad para reír,efectos propios de su naturaleza específica (losángeles no razonan –intuyen–; los animales bru-tos no se ríen). Ahora bien, cuando hablamos denuestros conocimientos a priori, es menester dis-tinguir entre 1º, lo que conocemos por intuición,como los primeros principios (el todo es mayorque una parte); 2º, lo que conocemos por expe-riencia (el traje que me puse hoy); y 3º. lo queconocemos porque nos lo han dicho (ayer llovióen Andalucía). Esto último tendrá para nosotrosmayor o menor grado de credibilidad según lacompetencia y la veracidad de la fuente de cono-cimiento. De ahí que no haya nada que sea tancreíble como lo que Dios nos ha revelado en suPalabra, puesto que Dios, por su naturaleza, esun Ser «que no puede engañarse ni engañarnos».Esta es la mayor verdad posible, puesto que loque conocemos por intuición o por experienciapodría ser falso, ya sea por mala visión o aluci-nación, ya sea por un cambio en la naturalezadel objeto conocido. P. ej., no he reconocido al«Pedro» de ayer, porque hoy llevaba uniformede oficial del ejército y gafas de sol. Por no tomar

las precauciones necesarias (buena luz, el tacto,ausencia de prejuicios, etc.) mucha gente senci-lla acepta supersticiones ridículas que nadie ad-mitiría en su sano juicio; p. ej. apariciones de laVirgen, crucifijos que lloran y milagros de todaclase sin base sobrenatural.

AB AETERNO Locución adverbial latina,que significa desde la eternidad, desde el muyantiguo.

AB INITIO Locución adverbial latina, que sig-nifica desde el origen, desde el principio.

ABADÓN Es un vocablo hebreo, que significadestrucción (cf. Sal. 88:11) y es el nombre quese le da a un ángel malo, satánico, en Ap. 9:11,que aparece como el rey de las langostas infer-nales enviadas para atormentar durante cincomeses (n.º alegórico) a la humanidad rebelde eimpenitente.

ABAD Del arameo abba, «padre», a través delgriego abbas. Nombre dado en los orígenes delmonaquismo, en Egipto y Siria, a algunos mon-jes experimentados que ejercían cierta paterni-dad espiritual, sin ser superiores de un monaste-rio, cuya autoridad se fundaba en su caráctermoral y fama de santidad. A partir del siglo V enOccidente, Benito* reserva el nombre como untítulo jerárquico que designa a la cabeza jurídicade un monasterio. Las órdenes fundadas en Oc-cidente después del siglo XI designaron a sus su-periores no con el nombre de abades, sino depriores, guardianes o rectores.Al principio, los abades eran laicos, como otrosmonjes, y estaban sometidos a la autoridad epis-copal con rango inferior a los clérigos. Con la in-mensa influencia del monasticismo empezarona revestirse de tal autoridad y se extendió la cos-tumbre de que fueran nombrados por elecciónde los monjes. En el siglo XII el abad de un granmonasterio tenía a menudo más amplia jurisdic-ción que el obispo.Por extensión se llama padre (del latín pater) alos sacerdotes y a ciertos religiosos de profesiónsolemne para honrar su estado de consagracióny la fecundidad espiritual de este estado.En el protestantismo se considera una flagranteviolación de la orden de Cristo que manda no lla-mar a nadie padre en la tierra, sino al Padre queestá en los cielos (Mt. 23:9). Sólo en sentido es-piritual y metafórico se entiende que alguien pue-da llamarse padre, como hace Pablo respecto a

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Timoteo (1 Ti. 1:2; 2 Ti. 1:2). El título que corres-ponde a los miembros comunidad de creyenteses de hermanos, en un mismo plano de igualdadespiritual ante Dios. «Uno es vuestro Maestro, elCristo, y todos vosotros sois hermanos» (Mt.23:8). ARBib. T. Gay, DC, «abad».

ABBA Este vocablo arameo significa algo asícomo papá en los labios de un niño pequeño paradirigirse a su padre en momentos de gran apuro.Aparece tres veces en el NT (Mr. 14:36 en la ple-garia de Jesús en Getsemaní, y en Ro. 8:15 yGá. 4:6 como un grito del Espíritu Santo en elcorazón del creyente). Las tres veces va acom-pañado de la expresión griega ho patér = padre.Cristo la utilizó para expresar la familiaridad conDios, ejemplo seguido por sus discípulos comouna nueva manera de dirigirse a Dios, cuya no-vedad era sentida por sus contemporáneos comoun atrevimiento irreverente de ser aplicado a Diosentendido como ser soberano y terrible. Por esoen las asambleas cristianas se introdujo la fór-mula introductoria de la oración de Jesús: «Si-guiendo las enseñanzas del Maestro, nos atre-vemos a decir: Padre nuestro, etc.», para evitarel escándalo de los paganos. ARBib. J. Jeremías, Abba, el mensaje central delNuevo Testamento (Sígueme, Salamanca 1981);Varios, Abba, Padre Nuestro (UPS, Salamanca1998).

ABELARDO, PEDRO Filósofo y teólogofrancés, nacido en Pallet, cerca de Nantes, 1079y muerto en el convento de Saint Marcel, Cha-lon-sur-Saòne, 1142. Enseñó filosofía en diver-sas localidades de Francia y en 1113 abrió supropia escuela en París. Se le considera el ini-ciador de la lógica medieval, convertida en su granarma, que dirigirá contra sus propios maestros.El trágico fin de sus amores con su alumna Eloí-sa le impulsó a profesar los votos religiosos en1118, acontecimientos que le inspiraron sus Car-tas a Eloísa, de gran valor literario, y su autobio-grafía Historia Calamitatum mearum.Divulgador de método escolástico, defendió ladoctrina de los «universales», que afirma que es-tos han de entenderse como nombres de signifi-cado y que la relación entre la significación y losignificado se produce por «conveniencia» entrevocablos y entidades. Abelardo es un dialécticohasta el límite que cree firmemente en la fuerzade la razón, como se manifiesta en su obra Dia-léctica (1121). Siguiendo su propio criterio, no deja

de volver sobre sus propias tesis para seguir de-sarrollándolas. Abelardo no decía como Ansel-mo*, «cree para comprender», sino «comprendepara creer», pues para él la razón era una reve-lación interna y permanente que ilumina «a todohombre que viene a este mundo» (Jn. 1:9), muyen línea con la escuela de Alejandría*. La razón,como sabiduría del Verbo que se comunica uni-versalmente, había guiado a los sabios de la an-tigüedad, en una verdadera «preparación evan-gélica». El Verbo de Dios en cuanto sabiduría (So-fia) y lógica (Logos) y tiene también su lugar en-tre los amigos de la sabiduría o filósofos, aunquecorresponda al Evangelio la revelación plena dela verdad divina.Su primer escrito teológico fue De unitate et trini-tate divina, compuesto entre 1118 y 1121, fuecondenado por la Iglesia en los concilios de Sois-sons (1121) y de Sens (1141), y obligado a echara la hoguera con sus propias manos en Soissons.En él intentaba explicar, mediante los procedi-mientos de la dialéctica, el dogma trinitario. ElPadre, decía, sería el poder, el Hijo la sabiduría yel Espíritu Santo el amor, lo que resultaría quelas tres personas no serían más que tres atribu-tos de Dios. Su comentario a la epístola a losRomanos le acerca al análisis y discusión susci-tados posteriormente en la teología sobre la gra-cia y la redención de Cristo. Para él la teologíatiene como objeto principal la Escritura, que co-noce bien.Su famoso Sic et Non (1122) recoge textos bíbli-cos y patrísticos acerca de ciento cincuenta cues-tiones importantes de la teología, que sobre unmismo punto unos dicen sí y otros no. Este mé-todo, seguido de manera sistemática, vino a serel procedimiento de la teología escolástica*, queservía para plantear los problemas con vigor y arebasar las cuestiones de palabras o de mentali-dades. Comienza en la duda, porque solamentela duda promueve la investigación y sólo la in-vestigación conduce a la verdad –dubitando enimad inquisitionem venimus; inquirendo veritatempercipimus.Abelardo es además grande moralista del sigloXII, a él se debe el primer escrito medieval con eltítulo de ética: Ethica seu scito teipsum (Ética oconócete a ti mismo, 1129). En él trata del peca-do como ofensa a Dios en lo que tiene de inten-ción y no sólo de acción material. «Es un ejem-plo de moral existencial o de la intención, en con-traposición a la moral teleológica de las virtudeso la moral deontológica de los mandamientos»(Marciano Vidal, DET). Para él, donde falta la vo-

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luntad de infringir la ley no hay pecado. Y unaacción puede ser buena o mala según la inten-ción de la que procede. Así, es impropio llamarpecado a la ignorancia en que están los infieles,y las consecuencias que surgen de tal ignoran-cia de la verdad cristiana: no se puede tener porculpa no creer en el Evangelio y en Cristo enaquellos que no han oído nunca hablar de Él.Adelantado a su tiempo tuvo que pagar el preciode convertirse en sospechoso de herejía debidoa su énfasis en la razón, que pareció tan normala los teólogos del siglo XIII. ARBib. P. Abelardo, Ética o conócete a ti mismo (Tec-nos, Madrid 1990); E. Gilson, La filosofía en laEdad Media (Gredos, Madrid 1972); A. Ropero,Introducción a la filosofía, cap. IV (CLIE, Terras-sa 1999).

ABISMO Probablemente del latín vulgar abys-simus, de origen griego, abysso = sin fondo. Enel griego clásico siempre es un adjetivo para in-dicar lo insondable. En la cosmología* del AT elabismo (hebr. thehóm = lo profundo) es el océa-no primordial o las aguas inferiores sobre las queestá asentada la tierra; de él nacen las fuentes ylos ríos; con él confina el sheol, morada subte-rránea de los muertos (Ez. 31:15). Aparece en laBiblia, por 1.ª vez, en Gn. 1:2.En el NT pasa a significar el Tártaro, o parte infe-rior del Hades (según la imaginería griega) y tie-ne una triple referencia: 1ª, al lugar que sirve comode cárcel a Satanás y algunos demonios (cf. Lc.8:31; 2 P. 2:4; Jud. v. 6; Ap. 20:1, 3), 2ª, al reinode los muertos, al que los vivos no pueden entrar(cf. Ro. 10:7); y 3ª, al lugar del que sale la Bestiao Anticristo* (cf. Ap. 11:7; 17:8). AR

ABJURACIÓN Del verbo latino abiurare. Re-tractación solemne de una herejía, cisma o cultopagano profesado antes de la adhesión o la vueltaa la fe y la comunión católica hecha ante la auto-ridad eclesiástica.Su uso es muy antiguo, cuando se aplicó a losmontanistas que eran reconciliados con la Iglesia.En la liturgia bautismal catolicorromana se inclu-ye una fórmula explícita de abjuración para to-dos los candidatos adultos provenientes de cual-quier grupo religioso extraño a la Iglesia de Roma.

ABLUCIÓN Del latín ablutìo = lavatorio. Puri-ficación con agua del cuerpo o de los objetos,utilizada en el judaísmo, el islamismo y el hin-duismo. En la misa católica es la ceremonia depurificar el cáliz y de lavarse los dedos el sacer-

dote tras consagrar, que tiene la finalidad de evi-tar la profanación de eventuales fragmentos delas especies eucarísticas.

ABNEGACIÓN Del latín abnegatìo, sacrifi-cio que hace de su voluntad o intereses en servi-cio de Dios, del prójimo, de la familia, de la pa-tria, etc.La negación de sí mismo está presente en toda laenseñanza de Cristo desde el principio (Mt. 16:24-26), siendo Él el máximo ejemplo de abnegaciónen su kenósis (Fil. 2:7; He. 5:8; 1 P. 2:21-24).Supone la renuncia (gr. arneomai) a la impiedady a los deseos mundanos (Tit. 2:12), con el fin deformar en cada creyente la imagen de Jesús,meta y propósito de la redención y elección divi-nas (Ro. 8:29; 1 Jn. 3:2).

ABOGADO (cf. Paráclito)

ABOMINACIÓN Del latín abominari = con-denar, maldecir personas o cosas. Detestación,horror, El AT llama «abominación delante de Dios»a los falsos dioses y a los ídolos, como también atoda injusticia y pecado que causan la ira* deDios.«La abominación de la desolación» es un hebraís-mo equivalente a un superlativo –el horror su-premo–, utilizado por Daniel para describir el finde los tiempos (Dn. 11:31; 12:11). Jesús lo utilizapara anunciar la ruina de Jerusalén (Mt. 24:15).La frase está tomada de Dn. 11:31 y 12:11 y nocabe duda de que pertenece a la literatura apo-calíptica, pero su exégesis depende del punto devista que se sostenga en lo tocante a las dispen-saciones (cf. Dispensacionalismo).Bib. E.F. Kevan, art.º «Abominación desoladora»,DT.

ABORTO Del latín abortus, derivado del verboaboriri, ab = ausencia, y orior = nacer, surgir. Inte-rrupción del embarazo provocada voluntariamen-te, que supone la supresión del feto mediante suexpulsión del útero antes de ser capaz de sobre-vivir o su destrucción en el vientre de la madre.La práctica del aborto es tan universal y antiguacomo la historia de la humanidad, en especial enlas economías pobres o de subsistencia. Lo nue-vo de los abortistas modernos es que ya no seplantea como simple instrumento de eliminaciónde una fecundidad no deseada, sino dentro delcontexto de la llamada revolución sexual o libe-ración de la mujer, de carácter liberal, hedonistay permisivo.

ABORTO

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Aunque numerosas legislaciones lo consideranun delito, en muchos países se permite su prác-tica dentro de los primeros meses de la gesta-ción, atendiendo, según los casos, a motivos decarácter social, terapéutico, eugenésico y jurídi-co. En España, desde 1985 está en vigor la leyde Despenalización del Aborto, según la cual seconfiere legalidad al aborto en los tres siguien-tes supuestos: malformación grave del feto, gra-ve peligro para la vida o salud de la madre yviolación.La generalidad de las iglesias cristianas conde-nan el recurso al aborto. En el AT, la Ley prohíbeel aborto como delito de daño: «Si algunos riñe-ren , e hirieren a mujer embarazada, y ésta abor-tare, pero sin haber muerte, serán penados con-forme a lo que les impusiere el marido de la mu-jer y juzgaren los jueces» (Éx. 21:23), que guar-da una estrecha relación con el Código de Ham-murabi (209). El cristianismo es más tajante eneste punto, fundamenta su prohibición en un con-cepto más elevado del valor de la persona hu-mana, hecha extensible al feto. Así Tertulianoafirma explícitamente que provocar un aborto esigual a cometer un asesinato, ya que el feto esun ser humano en potencia: «A nosotros, en cam-bio, una vez que el homicidio nos está prohibi-do, tampoco nos es lícito matar al infante conce-bido en el seno materno, cuando todavía la san-gre va pasando al ser humano desde la madre.Es un homicidio anticipado impedir el nacer, sinque importe se quite la vida luego de nacer oque se destruya al que nace. Hombre es tam-bién el que ha de serlo, así como todo el frutoestá ya en la simiente» (Apología contra genti-les, IX, 8); otro tanto dirán Agustín y el resto delos teólogos cristianos.Desde un punto de vista lógico, la defensa delderecho a abortar, es una recaída en el primiti-vismo bárbaro si se toma en el sentido de méto-do regulador de la natalidad, cuando los mediosanticonceptivos ponen al alcance de todos un mé-todo higiénico y sano. El aborto es una brutali-dad para la la madre y mujer, que es victimizada,de ahí que el esfuerzo de la ley y de la sociedaddeba encaminarse hacia una mayor informaciónsobre la prevención del embarazo y no sobre lapenalización de la mujer.El acto sexual no es un acto natural meramentereproductor. Es a la vez una relación íntima y afec-tiva entre dos personas que se aman. Es, pues,una relación humana que la educación y la moralno deben permitir que retroceda hacia lo instinti-vo y la irresponsabilidad por el placer. La sexua-

lidad*, y todo lo que conlleva, tiene que ser asu-mida por el espíritu.El aborto, además, no soluciona sino que em-peora las cosas. Porque lo que se aborta es unser en vía de ser humano. Como escribe el filó-sofo Javier Sádaba, el procedimiento abortistano está justificado cuando lo que tenemos delan-te es un ser humano que habita ya nuestro mun-do, aunque sea en forma embrionaria. El feto esun ser humano que habita ya en nuestro mundo.La única diferencia es ambiental. El niño o niñapor nacer habitan nuestro mundo en el ámbitointerno del seno de su madre y sólo es cuestiónde tiempo que lo haga en el ámbito externo delseno de la sociedad humana.Todo proceso destructor de vida produce dolor yes fuente de dolor. Discusiones bizantinas sobrecuándo se puede considerar humano un feto esembrollar el asunto. Sería como el derecho a dis-parar sobre una persona cuando su silueta en lalejanía aparece indiferenciada de un tronco o deuna cosa. Tan criminal es asesinar a una perso-na a bocajarro –con rostro y señas de identidad–que a mil metros de distancia –cuando su formahumana es borrosa.Aparte de la fe religiosa o la creencia en Dios, lailicitud del aborto se funda en razones antropoló-gicas, como bien apunta el filósofo Julián Marías:«Los cristianos pueden tener un par de razonesmás para rechazar el aborto, pueden pensar que,además de un crimen, es un pecado. En el mun-do en que vivimos hay que dejar esto –por im-portante que sea– en segundo lugar, y atener-se por lo pronto a lo que es válido para todos,sea cualquiera su creencia o religión. La acepta-ción social del aborto es lo más grave moralmen-te que ha ocurrido, sin excepción, en el siglo XX”(Problemas del cristianismo, BAC, Madrid 1979).La ciencia y la ética tienen que darse la manopara investigar el reguero de dolor que se produ-ce en la persona que aborta, las secuelas psico-lógicas que pueda dejarle; porque si no, resultaque a quien se busca defender se convierte, unavez más, en víctima. Es como un derecho al tra-bajo sin paga. Sólo beneficia a otros y envileceal que lo realiza.La ética cristiana social exige que se invierta másen la educación integral de la persona; en la pe-nalización consecuente de los abusos sexualesy de violación, que llevan a embarazos no de-seados; que se provean medios económicos einformativos a las familias carentes de ellos, peronunca abrirles una puerta falsa que sólo condu-ce a la marginación y desesperación que siem-

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pre acompañan a los débiles, a los pobres. Laética cristiana tampoco puede admitir que la ma-dre soltera sea discriminada y dejada sin ayudapor la sociedad, sólo pretende recordar que noes la mujer ni el fruto de su vientre los que se hande sacrificar, sino toda una mentalidad de poten-cia e impotencia que siempre descarga sobre losmás indefensos su incapacidad para actuar deun modo racional y equitativo. El hombre y lamujer, no son un ser-para-la-naturaleza, sino unser-para-el-Espíritu, y sólo donde está el Espírituhay libertad. ARBib. Antonio Cruz, Bioética cristiana (CLIE, Te-rrassa 1999); Javier Gafo, El aborto ante la con-ciencia y la ley (PPC, Madrid 1982); José Grau,¿Qué hacemos con…? (EEE, Barcelona 1979);E. Koop, Derecho a vivir, derecho a morir (CLIE,Terrassa 1982); Varios, Aborto ¿solución o pro-blema? (EEE, Barcelona 1975).

ABSOLUCIÓN Este vocablo viene del latínabsólvere = poner en libertad, especialmente enun juicio. En teología, significa «perdón de lospecados» y, en este sentido, la Iglesia de Romalo usa como la parte principal del sacramento*de la penitencia.La Biblia no da pie para tal concepto de absolu-ción (cf. Redención). Baste decir que Dios siem-pre está dispuesto a perdonar cualquier pecadode los seres humanos e imputarnos la justicia deCristo, siempre que se realicen las condicionesestatuidas por Él mismo (cf. p. ej. 2 Co. 5:14-21).Algo que las Escrituras Sagradas ponen de relie-ve es que todo pecado es un pecado, ante todo,contra Dios (cf. Sal. 51:4) y, por tanto, sólo pue-de ser perdonado cuando ha sido perdonado porDios (cf. Perdón). Esta enseñanza clara de laBiblia incide fuertemente sobre la exégesis de dosporciones: Mt. 16:19 y Jn. 20:20-23, cuya ver-sión literal, de acuerdo con el original griego esla siguiente: Mt. 16:19: Te daré las llaves del rei-no de los cielos, y cuanto ates sobre la tierra ha-brá sido atado en los cielos, y cuanto desatessobre la tierra habrá sido desatado en los cielos.Jn. 20:23: A quienes perdonéis los pecados, leshan sido perdonados; a quienes se los retengáis,les han sido retenidos (cf. el texto de la nuevaversión Biblia Textual Reina Valera).Bib. T. Gay, DC, «absolución»; F. Lacueva, Ca-tolicismo romano (CLIE, Terrassa 1972).

ABSTINENCIA Este vocablo viene del latínabstineri (abs-tenéri = mantenerse lejos) y signi-fica no usar ciertos alimentos y bebidas o no rea-

lizar ciertas prácticas exteriores como el sexo ola participación en las tareas comunes de la so-ciedad humana. Puede llegar a extremos incom-patibles con la Palabra de Dios, especialmentesegún la revelación obtenida en el NT, según lacual todo es bueno para el creyente (cf. 1 Co.10:23, 31; 1 Ti. 4:3). La ley mosaica conteníanormas muy detalladas acerca de la dieta parael pueblo de Israel , como puede verse en el cap.11 del Lv., pero en cuanto a la abstinencia total oayuno nacional, sólo estaba prescrito para el Díade la Expiación*, según Lv. 16:29. Según pare-ce, a la vuelta de Babilonia (cf. Zac. 8:19), Diosordenó ayunar en las cuatro festividades anua-les. En tiempos de Jesús, los judíos multiplica-ron los ayunos, como las demás actividades ex-ternas de la religión judía (cf. Lc. 18:12). Jesúsmismo ayunó cuarenta días en el desierto antesde comenzar su ministerio público, pero despuésno se abstuvo de comer ni beber, hasta el puntode ser tenido por glotón y bebedor (cf. Mt. 11:18-19). De Mt. 6:16-18 se desprende que Jesús su-ponía que sus discípulos habían de ayunar, perono antes de su muerte (cf. Mr. 2:18-20). La igle-sia primitiva practicaba el ayuno antes de tomarimportantes decisiones (cf. Hch. 13:2-3; 14:23) yen el Sínodo de Jerusalén se dictaron ciertasnormas dietéticas, en concreto «abstenerse delo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado yde fornicación» (Hch. 15:29), porción que corres-ponde a los exegetas interpretar a fondo, perodebemos hacer un par de aclaraciones necesa-rias: 1ª, lo de fornicación se refiere, sin duda, a launión ilícita por haber contraído el matrimonio engrado prohibido por la ley (cf. el caso del inces-tuoso de Corinto en 1 Co. 5); 2ª, en cuanto a laalimentación, la norma estaba restringida encuanto al lugar (Antioquía, para que los gentilesno «escandalizaran» sin motivo a los judíos de lamisma comunidad eclesial) y en cuanto al tiem-po (un determinado primer periodo de la Historiade la Iglesia). La Iglesia de Roma estimuló la prác-tica del ayuno y de la abstinencia, ya desde laEdad Media, como un medio de ganar mayoresméritos ante Dios. Se distingue entre abstinen-cia, que consiste en no comer carne (se puedecomer pescado), y ayuno, que consiste en teneruna sola comida durante las 24 horas de un díadeterminado. Actualmente, la casuística jesuíti-ca se las arregla para anular prácticamente elayuno, aunque conservando el nombre. Mi firmeconvicción es que el ayuno, como toda prácticareligiosa exterior, es bueno en tanto en cuantome ayude realmente en el plano espiritual. Su-

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pongamos, p. ej., que, por mi debilidad de estó-mago, un ayuno prolongado me hace daño y meimpide concentrarme en mis actividades intelec-tuales o específicamente espirituales, ¿de quéme sirve ayunar? Lo mismo digo en lo referentea abstenerse, p. ej. de beber vino, cuando el vinopuede tener incluso alguna virtud medicinal paralas enfermedades del estómago, como consta por1 Ti. 5:23. Y entre los requisitos que Pablo enu-mera hablando de los líderes espirituales de lascongregaciones, el Apóstol no dice que no bebavino, sino que no sea dado al vino (1 Ti. 3:3).Para todo es necesario que el creyente ejercitela moderación = el dominio propio (gr. enkráteia),que se menciona en Gá. 5:23 y 2 P. 1:6.

ABSOLUTO Del latín absolutus = acabado,terminado, perfecto. Significa aquello que es porsí mismo, lo separado de, o independiente de otracosa, que excluye toda. Lo incondicionado, lo ili-mitado, sin restricción alguna, lo independiente,lo perfecto.Dios es el absoluto simple y puro, el Principio, laCausa, el Ser, el Uno, que en teología se deno-mina como el «totalmente otro», a quien se reco-noce, se adora y se obedece.En su sentido moderno, este concepto tiene susorígenes en la filosofía de Spinoza* y Kant*, yfue ampliamente desarrollado por el idealismoalemán. Ocupa un papel de suma importanciaen el pensamiento filosófico de Fichte, Schellingy Hegel*.En religión describe la última realidad como eter-namente perfecta, por encima de las vicisitudesdel tiempo y el espacio.

ABSTRACCIÓN Este término significa engeneral centrar la atención en una cosa sin pre-ocuparse de todas las demás que están con ella.De ahí que «abstraer» es, en lógica, algo asícomo extraer del ente una característica que lees propia. Voy a explicar, lo más claro posible,todo el proceso de la abstracción, asunto queconecta con los problemas más importantes dela metafísica y de la lógica. P. ej. Desde mi ofici-na estoy viendo un árbol que está en el jardín.Está ahí (el da-sein = estar ahí de Heidegger*) ysu estar ahí no depende de que yo lo vea; enotras palabras, el ser no está subordinado al pen-sar (como piensan los idealistas) (cf. Idealismo),sino, al contrario, el pensar está subordinado alser (cf. Realismo). Por eso, la 1ª abstracción denuestro entendimiento se produce con la percep-ción de (p. ej.) ese árbol que está ahí. Por el mero

hecho de verlo, su imagen queda impresa en mimente y, por una 1ª abstracción mental, adquie-ro un concepto global de su esencia. Pero, ¿quiénme ha dicho que eso es un árbol y no un caba-llo? Lo sé a posteriori, por experiencia, porque loestudié en Botánica o me lo dijeron personas fia-bles. Una vez que he abstraído el quid = qué es(cf. Quiddidad) de eso que veo ahí en el jardín,mi mente realiza una 2ª abstracción: el árbol esun ciprés, porque tiene las mismas característi-cas esenciales que otro árbol que vi hace algúntiempo en un cementerio: es tal como el otro; heabstraído, pues, ahora, su talidad, como se dicemodernamente. Me paro ahora a reflexionar y mimente realiza una 3ª abstracción: todos los ci-preses, por muy numerosos que sean, son unoen cuanto al concepto de ciprés que se formó enmi mente; ya hemos entrado en el debatido cam-po de los universales (cf. Universal). Sin embar-go, ahondando en mi reflexión, me percato deque ese ciprés, como cualquier otro ser que existe(ente) es un algo distinto de todo lo demás. Losfilósofos medievales lo llamaron un áliquid = aliudquid, es decir, uno de los cinco trascendentales,llamados así porque están por encima (trascien-den) de todos los géneros, incluso en su más altadivisión de sustancia y accidente. Así que, me-diante una 4ª abstracción, hemos llegado tan altoque, en el nuevo concepto del ser (trascenden-tal), incluimos a Dios mismo, porque, aun siendoun Ser infinitamente distinto de los seres crea-dos, no deja de ser un ente (un ser que existe),porque lo contrario del ser no es un ser inferior,sino el no ser, es decir, la nada.

ABSTRACTO Este vocablo, en el lenguajevulgar, suele significar lo difícil de entender, loenrevesado o lo incompatible con la realidad con-creta*. Pero, en filosofía, como ya hemos vistoen abstracción, es algo muy noble, por cuantomediante la abstracción ascendemos incluso alconocimiento de Dios, el más concreto de losseres. De esta manera, resulta que lo metafísi-camente abstracto, a pesar de ser cognoscibleúnicamente mediante el raciocinio humano, es lomás real que existe, lo cual responsabiliza al serhumano en el núcleo mismo de su ser.

ABSURDO Sea cual sea la etimología de estapalabra, absurdo, en lógica, es lo que va contra larazón por intentar unir en una proposición grama-tical dos términos incompatibles entre sí. P. ej. uncírculo cuadrado, ya que las respectivas definicio-nes de círculo y de cuadrado se contraponen. En

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efecto, para ser cuadrado, un círculo tendría quedejar de ser círculo y pasar a ser cuadrado, nopuede ser las dos cosas a un mismo tiempo; es,como suele decirse, «un imposible metafísico».Tanto es así, que escapa de la omnipotencia deDios (cf. Dios, Omnipotencia de), no por falta depoder en Dios, sino por ir directamente contra lanoción de «ser», al oponerla a un «contra-ser». SiDios hiciera eso, iría contra el propio «ser», den-tro de cuya trascendencia está Él mismo; es decir,se destruiría a sí mismo, lo cual es otro absurdo,dado que Dios es el «Ser necesario». El vocabloabsurdo ha tomado una connotación diferentedesde Sartre (cf. J. P. Sartre y Existencialismo).Por lo enrevesado de su raciocinio, es difícil saberlo que quiere decir Sartre cuando afirma que «elser es un puro hecho, sin causa ni razón y, portanto, absurdo». Admitimos que el ente (el ser exis-tente) es contingente (cf. Contingente) y que, enbuena metafísica, podemos decir que eso no im-plica necesariamente el haber sido creado; podríahaber estado siempre ahí. Pero eso no le interesaa Sartre; más aún, por ser absurdo, Sartre conclu-ye que está de sobra. Dice así, en un párrafo deLa Náusea: «De sobra, el castaño, ahí ante mí. Yyo, abúlico, débil, obsceno, dirigiendo, acarician-do melancólicos pensamientos, yo también esta-ba de sobra». No podía ser menos: un egocentris-mo extremo conduce a un nihilismo radical.

ACCIDENTE También este vocablo tiene, enfilosofía, un significado muy diferente del quevulgarmente se le da. Su etimología, desde lue-go, vale tanto para el sentido vulgar como parael filosófico, pues accidente viene del latín accí-der e = ad cádere: lo que le «cae» a uno, ya seauna teja de un alto tejado, ya sea un premio de lalotería «por casualidad» = por accidente, ya seaun bote de pintura verde sobre una pared blan-ca. Este último ejemplo nos lleva de la mano alsignificado filosófico de accidente como algo quele viene a la sustancia*. En efecto, sustancia vie-ne del latín substare = sub stare = estar debajo,como soporte de lo que se le ponga encima: delo que se le añada. Se refiere a una propiedadque no es absolutamente esencial para la exis-tencia de un objeto. En la filosofía de Aristóteleses lo que pertenece a algo sin ser un elementoesencial suyo o derivar de su naturaleza esen-cial. No es constante ni necesario. Se trata de untérmino y un concepto muy importantes para laexplicación escolástica de la doctrina de la tran-substanciación*, que operó en dos planos distin-tos, el lógico y el ontológico.

Al hablar de lo existente en la realidad concre-ta, Aristóteles distinguió entre la sustancia (loesencial de la cosa) y nueve accidentes. Haytres de mayor importancia: cantidad, cualidad yrelación, pero la cualidad se divide en cuatropares:Hábito y disposición.Potencia e impotencia.Pasión activa y pasiva.Forma y figura.Todos los accidentes, excepto la relación, son,por su propia naturaleza, inherentes, es decir, nomeramente adheridos, como un papel que sepega en un sobre ni como una pintura con quese colorea una pared. El accidente es algo quepenetra profundamente en la sustancia a la queafecta. Aclarémoslo con un ejemplo sencillo. Pe-dro es un chico alto, robusto, simpático; toda lapersona de Pedro es afectada por estas cualida-des, no una parte de él. Pero Pedro (sustancia)no es su altura, ni su robustez ni su simpatía;estos accidentes son entes distintos de su sus-tancia, pero, por otra parte, no pueden existirseparados de Pedro (sustancia). Un paso más yllegamos al fondo metafísico del asunto: Los ac-cidentes afectan de tal manera a la sustancia que,aunque podamos pesar la sustancia prescindien-do de los accidentes, no podemos conocerla di-rectamente si no es a posteriori, a través de losaccidentes. P. ej. le quitamos a Pedro su forma ysu figura, su cantidad y su cualidad (sus acci-dentes) y, ¿qué queda? ¡Nada! ¡Lo hemos des-truido!En la Iglesia de Roma existe desde el año 1215el dogma de la transubstanciación*, según el cual(supuesta base bíblica: Mr. 14:22, 24), la sustan-cia del pan y del vino, después de las palabrasde la consagración, pronunciadas en la Misa porun sacerdote válidamente ordenado, se convier-ten respectivamente en el cuerpo y en la sangrede Cristo, quedando sólo los accidentes del pany del vino. El Concilio de Trento (1545-1563),convocado principalmente para refutar las ense-ñanzas de los Reformadores, a los que comenzóa llamar Innovadores, definió el dogma de la tran-substanciación con mayor fuerza y pormenorizan-do los términos para atacar en detalle la formacaracterística de expresarse de cada uno de losprincipales Reformadores, en concreto, de Lute-ro*, Calvino* y Zuinglio*. Mediante la fórmula lati-na manéntibus tántum speciébus = quedandosólo las apariencias, los Padres del Concilio re-nunciaron a especificar la naturaleza metafísicade la transubstanciación.

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ACCIÓN (cf. tamb. Acto) Este vocablo, toma-do del latín ágere = actuar, se toma aquí en sen-tido filosófico y prescindiendo de la moralidad oinmoralidad de la acción. No se refiere al hechomismo de actuar, porque la filosofía no investigalos hechos, sino los porqués. Menos aún se re-fiere a lo que, en las tomas de película de cine,se entiende como la voz del director cuando or-dena: ¡acción! En filosofía (metafísica), accióndesigna primariamente el obrar del ente, puestodo ser existente tiene su peculiar modo de obrar.De donde, el proverbio latino ágere séquitur esse= el obrar sigue al ser, no en una secuencia detiempo, sino en el sentido de que cada ente obrade acuerdo con la naturaleza que posee; unapersona humana actúa como tal, no como uncaballo; un caballo actúa como corresponde a lanaturaleza del caballo, no como un perro; p. ej.relincha, pero no ladra. En 2º lugar, la filosofía(metafísica) distingue entre la acción transeúntey la acción inmanente. La 1ª, del latín transire =pasar, indica que el agente «pasa a otro lado»,es decir, actúa sobre otro agente; p. ej. un car-pintero trabaja la madera para hacer una silla,una mesa o cualquier otro mueble. La 2ª, del la-tín inmanére (manére in = quedar dentro), indicaque el agente actúa sobre sí mismo; p. ej. el cre-cimiento de una planta. En metafísica, esta in-manencia explica por qué los conceptos* elabo-rados por nuestra mente quedan dentro de ella.Esto es de primerísima importancia para resol-ver el problema que plantea el conocimiento*. Enefecto, nuestros conceptos son universales (re-cuérdese lo dicho en la abstracción); al decir ár-bol, mi mente no tiene en cuenta un árbol indivi-dual, sino la idea de árbol. Pero fuera de mi men-te, ningún árbol existe como universal*, sino comoeste árbol en su existencia concreta, singular.¿Cómo es, entonces, posible que yo pueda co-nocer un singular mediante un universal? Esmenester «tender un puente» que una ambos ex-tremos; ese «puente» lo constituye la especie in-teligible producida por nuestro entendimientomediante una abstracción.

ACCIÓN AD EXTRA Se dice de las accio-nes que la Trinidad* realiza fuera del círculo trini-tario, como la creación del universo, la revela-ción, la salvación de los seres humanos.

ACCIÓN AD INTRA Se dice de las accio-nes intratrinitarias, dentro del círculo trinitario,como la generación del Hijo y la espiración delEspíritu Santo.

ACCIÓN APROPIADA Acción atribuida auna de las personas divinas, aunque sea realiza-da juntamente por las tres, debido a una afinidadcon las propiedades de aquella persona. Así, seatribuye al Padre la creación, al Hijo la redencióny al Espíritu Santo la santificación.

ACCIÓN PROPIA Acción específica de unapersona determinada, como la encarnación delHijo o la venida del Espíritu Santo sobre Maríaen el momento de la concepción de Jesús.

ACEPTACIÓN Del latín acceptatio = aproba-ción, acogida. Se refiere a la actitud aprobatoriade Dios que acoge a los que se acercan a Élmediante los requerimientos debidos. Muchasreligiones presentan la divinidad como una fuer-za hostil que es necesario aplacar mediante sa-crificios y ofrendas. En el NT, la aceptación esenteramente una obra de la buena voluntad divi-na, por la que Dios acepta a todos los que creenen Jesucristo (Ef. 1:6). Esta aceptación ni se me-rece ni se conquista, es un regalo de gracia me-diante la fe. Una desviación de esta doctrina esla enseñanza que hace depender la aceptaciónde la observancia de un código moral o de lacreencia en un conjunto de doctrinas concretas.

ACIDIA Del latín akedia, negligencia, pereza,contra la que la Biblia y los autores de la antigüe-dad amonestan con frecuencia (Pr. 6:6; 10:26;13:4; 19:15; 20:4; 26:26; Ec. 10:18; Ro. 12:11;He. 6:12).

ACLAMACIÓN Del latín acclamatio. Expre-sión de aplauso, participación y asentimiento porparte de la asamblea cristiana. En la liturgia ca-tolicorromana las principales aclamaciones sonAmén; Aleluya; Gloria; Hosanna; Santo; Señor, tenpiedad; Demos gracias a Dios; Gloria a ti, Señor.Costumbre que ha sido retomada por las comuni-dades carismáticas dentro del protestantismo.Expresiones de aclamación han sido muy fre-cuentes en los tiempos de avivamiento*.Bib. William Gary, Alabanza y clamor a Dios (LasAméricas, Puebla 1995); Ernest B. Gentile, Ado-ra a Dios (CLIE, Terrassa 2000).

ACÓLITO Con este nombre se designa mu-chas veces, en la Iglesia de Roma, al monaguilloque ayuda al sacerdote en la Misa o en otras fun-ciones litúrgicas (entierros, bautizos, casamien-tos, etc.). Pero técnicamente acólito es el cléri-go* cuyo oficio era servir al altar (cf. Órdenes ma-

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yores y menores). Digo era, porque las órdenesmenores que los obispos confieren en determi-nadas épocas del año no pasan de ser hoy endía una ceremonia que no confiere ningún poderespiritual especial.

ACOMODACIÓN Este vocablo designa enteología una característica de la literatura bíbli-ca, por la cual un escritor sagrado tiene libertad,a fin de comunicar mejor su mensaje, de ajustar(latín accommodáre) su lenguaje a la capacidadde sus lectores, sin comprometer por ello la ver-dad bíblica que quiere transmitir. En el caso delescritor sagrado sabemos, por principio (ya queescribe bajo la moción del E. Santo, cf. 2 P. 1:21),que usa rectamente dicha licencia literaria, tantocuando se refiere a Dios mediante antropomor-fismos* como cuando presenta una imagen deluniverso en consonancia con las creencias po-pulares; p. ej. al hablar de la salida y puesta delsol, de la bóveda celeste, de las aguas de arribay las de abajo, etc. Por esta misma razón, sabe-mos que Pablo (cf. Gá. 4:21-31) y el autor huma-no de Hebreos (con mucha frecuencia) usan aco-modaciones que ningún autor secular podría usarcomo manera bíblica de hablar. Ahora bien, silos escritores sagrados pudieron hacer uso co-rrecto de la acomodación, mucho mayor era lalibertad con la que el Señor Jesús pudo usar (yusó) la acomodación, pues, por su condición di-vina, llegó a decir: «Pero yo os digo», como uneco del «Así dice Jehová», expresión con la quelos antiguos profetas se dirigían al pueblo de Is-rael de parte de Dios.Otra cosa muy distinta es la libertad que se to-man muchos predicadores para acomodar a sugusto y capricho expresiones, y aun porcionesenteras de la Biblia, de un modo que no tienebase alguna en el texto sagrado y sólo sirve parasembrar la confusión en los oyentes. Muchas sonlas acomodaciones caprichosas de las Escritu-ras que he escuchado en mi larga vida, pero voya mencionar una que, delante de mí, pronuncióun hermano, ya con el Señor, que no voy a nom-brar: Estaba predicando sobre 2 R. 6:1-6 y dijoque el hierro del hacha que se cayó al agua erasímbolo del E. Santo y, por eso, aquel siervo deEliseo no pudo trabajar como era conveniente,¡se había quedado solamente con el palo demadera de su propia insuficiencia! FLEn interpretación bíblica, la teoría de la acomo-dación se usa para designar la adaptación de larevelación de Dios a la capacidad y limitacionesde sus receptores, sin comprometer su verdad.

En el siglo XVIII los teólogos racionalistas utiliza-ron la teoría de la acomodación hasta el puntode encontrar sus propias ideas en la Escritura,revertiendo así el proceso de la revelación. Asíexplicaban aspectos inaceptables a la mentali-dad moderna como ejemplos de acomodación;así decían que Cristo no creía en los demonios,sino que se acomodó a la creencia de su época.La interpretación histórica actual rechaza esta teo-ría e intenta exponer la ideas correctas de la Es-critura por sí misma, antes que someterla a unproceso de acomodación conforme a un prede-terminado sistema teológico.En la Iglesia de Roma se dio la «controversia dela acomodación», cuando en los siglos XVI y XVII,los misioneros jesuitas intentaron hacer una lec-tura del cristianismo según las ideas de la Chinay la India, que fue condenada por varios papas.ARBib. B. Ramm, La revelación especial y la Pala-bra de Dios (Aurora, Bs.As. 1967).

ACTO (cf. tamb. Acción) A pesar de su proce-dencia común, Acto y Acción no son la mismacosa. La acción tiene siempre por objeto un tér-mino exterior; p. ej. tirar una piedra. En cambio,el acto (me refiero ahora a su significación mo-ral) engloba, junto con las acciones, los actos in-ternos, es decir, inmanentes; p. ej. pensar. Paraver en qué forma afecta la moralidad a los actos,debemos saber que los ingredientes de la mora-lidad son tres: el objeto, el fin y las circunstan-cias. Pongamos un ejemplo. Dar limosna tienepor objeto aliviar la situación de un necesitado;de ahí tiene su moralidad primordial, con tal queel fin del sujeto que da sea conforme a su objeto;si da limosna, p. ej., a una mujer para mejor se-ducirla al pecado, el acto es inmoral desde sumismo arranque. El fin tiene una importancia pri-merísima, hasta el punto de que envuelve a laacción exterior como la forma envuelve a la ma-teria. En el ejemplo propuesto (dar limosna alnecesitado), el fin es ya un acto que precede a laacción de dar limosna, por lo que su moralidadarranca desde dentro del sujeto, tanto que bastala intención de dar limosna para ser un acto mo-ral por sí mismo. Lo mismo ocurre con el actoinmoral; por eso dijo el Señor que el que mira auna mujer con deseo de unirse a ella ilegítima-mente, ya ha adulterado con ella en su corazón.Pero, además, tanto lo moral como lo inmoralpueden acrecentar su dosis, por decirlo así, consegundas intenciones. En el ejemplo propuesto,una persona puede dar limosna por amor a Dios,

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con lo que su moralidad aumenta mucho más.Finalmente, las circunstancias añaden tambiénsu moralidad o inmoralidad. En el ejemplo pro-puesto, si yo doy limosna a un necesitado estan-do yo mismo en una situación económica apura-da y privándome de lo necesario, esa es una cir-cunstancia que aumenta muchísimo la moralidadde mi acción. Las circunstancias pueden aumen-tar la moralidad cuantitativamente; p. ej., si enlugar de dar al necesitado mil pesetas, le doy dosmil, pero también pueden aumentar cualitativa-mente, p. ej. si además de dar una limosna ma-terial, ayudo espiritualmente al necesitado por al-gún medio que le facilita alcanzar la salvación (sies inconverso) o una mayor edificación espiritual.Igualmente, unirse sexualmente a una mujer ca-sada es una circunstancia que cambia de espe-cie, es decir, aumenta la inmoralidad del actocualitativamente, con lo que el acto pasa de serfornicación a ser adulterio.En metafísica, ya desde Aristóteles*, acto y po-tencia son los dos elementos que constituyen alente finito, es decir, limitado en su participacióndel ser. El acto, de por sí, es una realidad últimaen su género, que da sentido y valor a su poten-cia respectiva. Pongamos un ejemplo sacado dela existencia concreta: Un niño puede tener ca-pacidad especial para llegar a ser un buen pia-nista: está en potencia de ser pianista. Si se de-dica con empeño a estudiar piano según su ca-pacidad estará en acto en cuanto a su potenciade ser pianista. Ahora bien, dado que el ser es labase de toda realidad, como potencia trascen-dental de todo ente, un ser que incluya en suesencia el existir, siendo por tanto un ser nece-sario, no contingente, carecerá de toda potenciapasiva, siendo por sí mismo el Acto puro. EseSer único es Dios, el Ser subsistente por sí mis-mo. En cambio, el ser limitado es, por eso mis-mo, un acto recibido, pues está limitado por lapropia potencia receptiva del sujeto. P. ej. la exis-tencia de un ser humano es un acto limitado porser su esencia una potencia limitada en la escaladel ser. Y lo mismo ocurre con los demás actosque dan realidad a sus diferentes capacidades opotencias; p. ej. un ser humano, por el hecho deser limitado, no puede ser omnisciente, pues de-mostraría en su ser una infinitud que no tiene.

ADÁN La transliteración del vocablo hebreo co-rrespondiente es Adám y pertenece a una fami-lia de vocablos que tienen que ver con el colorrojizo, como son adamáh = tierra rojiza, es decir,arcilla (cf. Gn. 2:7), dam =sangre, y Edóm = rojo,

sobrenombre impuesto a Esaú (y a su descen-dencia globalmente) por el guiso rojo (cf. Gn.25:30) a cambio del cual cedió a su hermano elderecho de primogenitura. El vocablo hebr. Adámse halla unas 560 veces en el AT hebreo. Desdesu 1ª ocurrencia (Gn. 1:26), incluye tanto al va-rón como a la mujer, igual que el gr. ánthropos.Designa, pues, al ser humano como tal, lo cualsiempre ha de tenerse en cuenta a la hora deinterpretar un pasaje bíblico. Sin embargo, enalgunas porciones que no podemos detallar aquí(p. ej. Gn. 3), Adán designa al varón y, en estaforma pasa al NT (cf. p. ej. Ro. 5:12 ss.; 1 Ti.2:13-14). Esto tiene peculiar importancia cuan-do, en el NT, Pablo se refiere (cf. 1 Co. 15:45) alSeñor como el postrer Adán, en contraste con elprimer hombre Adán. Las consecuencias teoló-gicas de este contraste son enormes y nos limi-taremos aquí a señalar sumariamente lo que sedesprende de Ro. 5:12 ss. Por ese hombre (Adán)entró el pecado en el mundo y todos sus descen-dientes (excepto Cristo en cuanto hombre) he-mos pecado como él (en cuanto personas indivi-duales) y en él (como cabeza física y federal dela humanidad que de él desciende). Eso lo de-muestra Pablo diciendo (vv. 13-14) que tanto elpecado como la muerte reinaron antes que hu-biese una ley positiva que castiga el pecado conla muerte. Como antitipo de Adán, Cristo es tam-bién nuestra cabeza (cf. Ro. 5:14-21). Pero lacomparación de Cristo con Adán incluye más di-ferencias que semejanzas: El pecado de Adánnos trajo a sus descendientes la muerte y la con-denación: nos constituyó pecadores. En cambio,la justicia de Cristo nos obtuvo la abundancia dela gracia y del don de la justicia: nos constituyójustos, teniendo bien en cuenta dos cosas res-pecto al verbo gr. kathístemi = constituir: 1ª, enambos casos, no significa «hacer interiormente»,ya sea pecadores, ya sea justos, sino «presentarcomo en una plataforma» frente al juez, a los deAdán como reos, y a los de Cristo como inocen-tes. Esto se entiende mejor cuando se comparaeste lugar con 2 Co. 5:21, donde se ve el efectode la transacción: El que no cometió pecado tomóen sus hombros nuestros pecados, para que quie-nes cometemos pecados pudiéramos tener so-bre nosotros la justicia (justicia imputada) delSeñor.2ª. En el reino del pecado y de la muerte ya está-bamos en el momento de venir a este mundo;por eso, el verbo está en aoristo pasivo (katestá-thesan), mientras que en el reino de la vida y dela justicia no entramos automáticamente, sino

ADÁN

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sólo recibiendo por fe tales dones; por eso, elverbo está en futuro pasivo (katastathésontai).Dejamos otros detalles para los exegetas.

ADMINISTRACIÓN (cf. Asistencia, Donesdel E. Santo)

ADIAFORA Del griego adiaphoros = indife-rente. Este concepto fue especialmente relevan-te en la Reforma debido a su creencia en la au-toridad de la Biblia sola en doctrinas y práctica, ala hora de enfrentrarse a aquello que no estabapositivamente mandado ni positivamente prohi-bido. Por lo general, luteranos y anglicanos en-señan que lo que no está directamente conde-nado por la Biblia es permisible, dando lugar aun amplio margen de libertad en cosas no esen-ciales; los calvinistas, sin embargo, son de laopinión contraria: todo lo que no esté enseñadoexplícitamente en la Escritura queda automáti-camente excluido de la fe y prácticas cristianas.Así, en el siglo XVII, las «controversias adiafóri-cas» tuvieron por protagonistas a los puritanosenemigos de concesiones dudosas, contra losmás permisivos luteranos. Richard Baxter* me-dió en la disputa llamando a todos al viejo princi-pio de «en lo esencial unidad, en lo indiferentelibertad y en todo caridad».El debate continúa en la actualidad en aquellasiglesias mas literalistas, que cuestionan todo loque no está positivamente ordenado en las Es-crituras, por ejemplo, cuerpos misioneros, escue-las dominicales en las iglesias, la copa o copasa utilizar en la Santa Cena, la decoración de loslugares de culto, el uso de instrumentos musi-cales, etc., dando lugar a amargas y culpablesdivisiones.El nombre de adiaforitas se aplicó a Melanchtony sus seguidores que estaban dispuestos, poramor a la unidad luteranorromana, a aceptar elcredo propuesto por el emperador Carlos V en1548, que incluía ciertos ritos como la misa lati-na, el uso de velas, la observancia del ayuno yotras costumbres medievales rechazadas porLutero. La controversia se prolongó hasta la Fór-mula de Concordia (1577) en el que se adoptó elpunto de vista más estricto. AR

ADIVINACIÓN Del latín divinatio, derivado dedivinus = inspirado, profético. Se refiere al artede adivinar y predecir el futuro y como tal es unfenómeno común a todas las culturas y religio-nes primitivas, que han desarrollado múltiples ydiversas maneras de adivinación.

En Babilonia y Asiria miles de presagios eran re-cogidos y catalogados en tablillas de arcilla porlos adivinos, quienes realizaban una función vitalen la sociedad, ya que se exigía un presagio fa-vorable antes de que pudiera tener lugar casi cual-quier actividad pública o privada. En el primer mi-lenio antes de Cristo fueron muy importantes lospresagios astrológicos (cf. Astrología), especial-mente para los reyes asirios. Los romanos ten-dían fuertemente a la adivinación, dada su creen-cia de que las divinidades podían comunicarse conellos inscribiendo en la naturaleza un mensaje paraser descifrado (auspicium), o prodigios (prodigia)para mostrar su cólera. La adivinación desempe-ñaba un papel central en la sociedad, la política yla religión romanas, porque las actividades y de-cisiones públicas más importantes no se podíantomar sin pedir antes consejo y requerir determi-nadas señales de las divinidades, cuya interpre-tación estaba a cargo de los sacerdotes (magis-trados) pertenecientes al colegio de los augures.En la Biblia se prohíbe la adivinación como in-compatible con el conocimiento del único Diosverdadero, que guía a su pueblo por la Palabrade la ley de los profetas. El NT y los escritores delos primeros siglos consideraron todo tipo de adi-vinación como inspirada por los demonios y comouna imitación diabólica de la auténtica profecía.AR

ADOPCIÓN Del latín adoptio, griego huiothe-sia, recibir como hijo al que no lo es naturalmen-te. En Pablo se convierte en una pieza constituti-va de su pensamiento teológico.En el AT no existe este término, porque, por unaparte, no figuraba en la Ley. Los casos que men-ciona la Biblia (p. ej. Gn. 15:1-4; Éx. 2:10; 1 R.11:20; Est. 2:7, 15) tienen como fondo culturasdiferentes de la de Israel. Por otra parte, Israel,como pueblo, tenía conciencia de haber sido ele-gido por Jehová como su hijo (cf. Is. 1:2; Jer. 3:19;Os. 11:1, citado en Mt. 2:15). Los pueblos idóla-tras, circunvecinos de Israel, creían en unos dio-ses que tenían prole humana, pero como los is-raelitas no creían en tal mito, era forzoso quehablasen de su relación con Dios como de una«adopción» especial, única.En el NT, el término «adopción» (gr. huiothesía)es un vocablo exclusivamente paulino y sólo seencuentra en Ro. 8:15, 23; 9:4; Gá. 4:5 y Ef. 1:5.Por el contrario, Juan (cf. Jn. 1:13; 1 Jn. 3:1-2, 9;4:7; 5:1) y Pedro (cf. 1 P. 1:17, 23; 2:2; 2 P. 1:4)hablan en términos de generación, mediante unacomunicación espiritual y moral de la naturaleza

ADOPCIÓN