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Revista PostPlan Nº2 Argentina, Capital y GBA: $100 ISBN 978-987-45749-5-4 POST PLAN MIRAR CRÍTICAMENTE EL PASADO PARA PROYECTAR EL FUTURO _PARTICIPACIÓN PÚBLICA EN PLANEAMIENTO URBANO: ¿CONSTRUCCIÓN SUSTENTABLE DE CIUDADANÍA O MANIPULACIÓN? #3 DESPUÉS DE HÁBITAT III: ¿PODRÁ LA “NUEVA AGEN- DA URBANA” ASEGURAR EL DERECHO A LA CIUDAD? a

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2 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 3

REGISTRO POST PLAN® Septiembre, 2015. CABA. Argentina.REGISTRO MÉTODO LA BRÚJULA® 2013REGISTRO PROGRAMA POST PLAN® 2013

Murillo, Fernando Néstor Postplan 2 : mirar criticamente el pasado para proyectar el fututo / Fernando Néstor Murillo. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Cuentahilos, 2016. 52 p. ; 30 x 21 cm. - (Postplan / Murillo, Fernando Néstor; 2)

ISBN 978-987-45749-5-4

1. Urbanismo. I. Título. CDD 711

Editado por CUENTAHILOS EDICIONES Producido por EDITORIAL BARRIO Bauness 2992 1ºA • Villa Urquiza • CP1431 Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.Teléfono: 15-6283-9473.postplanmagazine@gmail.comwww.postplan.blogspot.com.ar

Edit

oria

l Este número tercero

de la revista Post-Plan

aborda los resultados

del encuentro interna-

cional “Hábitat III” celebrado

en Quito en Octubre de 2016,

continuando con los encuen-

tros de alto nivel celebrados

cada veinte años sobre temas

de vivienda y urbanismo

por las Naciones Unidas. La

pregunta central que queda

después de tal conferencia

es: ¿en qué medida la “Nueva

Agenda Urbana”, el producto

central que emerge del acuer-

do entre los distintos países y

ciudades participantes, podrá

efectivamente garantizar el

pleno goce del derecho a la

ciudad por parte de todos

los habitantes, especialmen-

te aquellos que padecen a

diario la negación de servicios

básicos para el ser humano,

tales como el agua, la cloaca y

la vivienda, entre otras muchas

cosas?

Hábitat II, el encuentro prece-

dente, celebrado en Estambul

en 1996, tuvo como lema

“Refugio para Todos” (Shelter

for All) indicando el cambio

dominante de paradigma en

las dos últimas décadas de la

provisión de soluciones habita-

cionales a pensar integralmen-

te en la renovación de barrios

en línea con el principio del

“derecho a la ciudad”, aun

cuando nunca fuera consagra-

do como tal, a diferencia del

derecho a la vivienda, consa-

grado como derecho humano

en la mayoría de las constitu-

ciones nacionales de los países

participantes en el sistema

de Naciones Unidas. Múltiples

especialistas argumentaron

en estos últimos veinte años

que la proliferación y creci-

miento de los asentamientos

informales en todo el mundo

demostraron claramente lo

limitado de los enfoques que

sólo intervienen en cuestiones

puramente habitacionales de

tipo físico y no consideran va-

riables fundamentales como la

demanda social, las economías

de localización y la necesidad

de empleos e ingresos para

los sectores más vulnerables

residentes en asentamientos

informales. Algunas acciones

incipientes, notablemente en

Brasil, a partir de cambios nor-

mativos a nivel nacional, en-

marcado en el “Estatuto de las

Ciudades” y programas pro-

metedores de regularización y

mejoramiento masivo de asen-

tamientos (Favelas) en Brasil y

operaciones más recientes en

Colombia, incentivaron a pen-

sar que el mentado derecho a

la ciudad era viable a partir de

los precedentes sentados por

ambos países y sus respec-

tivas ciudades insignias: Rio

de Janeiro y Medellín. Ambas

adquirieron reputación de ser

verdaderos laboratorios de

experimentos sociales exitosos

que ameritaron ser sede de

dos encuentros preliminares

de Hábitat III organizados por

la Agencia Líder en el tema

de Naciones Unidas, ONU-Ha-

bitat, que se denominaron

“Foros Urbanos Mundiales”

(World Urban Forum). En

ambos encuentros se profun-

dizó en aspectos normativos y

operacionales que estimularon

la discusión respecto a cómo

poner en práctica a través de

distintos medios, el concepto

del derecho a la ciudad, a par-

tir de las lecciones aprendidas

y acumuladas a lo largo del

tiempo por ambas ciudades.

Hábitat III trabajó sobre esas

experiencias, pero incorpo-

rando una nueva visión, la

así llamada “Nueva Agen-

da Urbana”, un documento

consensuado por los países

miembros producto de un

proceso participativo en el que

cada país sometió a discusión

su propia agenda urbana y

se comprometió a introducir

cambios en las direcciones

conceptuales recomendadas.

Estas sugerencias, aunque no

tienen carácter vinculante, sí

plantean un marco conceptual

dentro del cual los gobiernos

pueden evaluar en qué sentido

sus políticas, programas y pro-

yectos se dirigen en dirección

a los principios de sustentabi-

lidad e inclusión social que la

Nueva Agenda pregona.

Evaluar en qué medida los

precedentes de Hábitat II

han producido los resulta-

dos esperados de modo de

prever hasta dónde los nuevos

postulados de Hábitat III plan-

tean promesas de logros con

alguna posibilidad de éxito

es el tema central de este

número de Post-Plan, como

una reflexión sintética de lo

que pasó para aventurarse con

algún fundamento a proyectar

lo que probablemente va a

pasar, con la audacia suficiente

para pensar también cómo

influir positivamente en un

futuro promisorio para todos,

especialmente para quienes

están en una situación más

vulnerable.

Estos pensamientos pueden

ser enriquecidos y enorme-

mente potenciados si los

lectores nos envían sus con-

tribuciones, escribiéndonos a

[email protected]

EDirección Fernando Murillo

Coordinación ejecutiva María Fernanda CarrizoFederico Frascheri Andres Maidana

Comité editorialGabriel Artese Sandra Díaz Valeria Snitcofsky Julia Tabbita Carlos Zaballa NotasSon de autoria de la editorial

Diseño GráficoAlejandro Levy Alejandro Inler

Fotos y gráficosIDES

DibujosFernando Murillo

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4 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 5

43ENSAYO De los planes finitos a los procesos continuos

35La cuestión de la imple-mentación delcódigo, evaluación y seguimiento administrativo

34La cuestión de la participación ciudadana

Índice

8El pasado De la Luján Colonial a la expansión de sus barrios populares

17Los enfoques y sus contextos históricos

20Planes y proyectosevaluados

25Expansión urbanay vivienda social

12Claves para la revisión del Código de Ordenamiento Urbano 28

50

51

47

38

3629

30

33

La protección ambiental

La anécdotafinal

Próximonúmero

El futuro Lecciones aprendidasy nuevas búsquedas

Panorama internacionalEl planeamiento urbano participativo en el mundo

46La opinión del vecino fomentistaLa “Brújula” como experien-cia de planificación barrial

El presente Monitoreo y evaluación de COU

La preservacióndel patrimonio

Actividades productivas

La cuestión de los equipamientos y servicios sociales

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6 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 7

Aterrizar en Quito para participar de Hábitat III no es algo que pase inadvertido para ninguno de quienes tuvimos el privilegio de participar como expositores, asistentes o firmantes de documentos oficiales. Primero, porque la geografía de Quito, con sus montañas y valles feraces invitan a reflexionar profundamente sobre el destino humano. En segun-do lugar, porque el Gobierno Nacional ha hecho galardón en la escena internacional de esforzarse en plantear alternativas viables a la confrontación clásica entre políticas de corte capitalista neoliberal, dominadas por la agenda que surgiera del Consen-so de Washington, liberalización de los mercados, privatización de servicios básicos y reducción del Estado y los planteos de corte mas centro-socialistas, que promueven un mayor rol del Estado, control de la economía y subsidios al desarrollo social. Ecuador, a diferencia de Argentina, Brasil, Bolivia y Venezuela, planteó además el paradigma de la sus-tentabilidad ambiental intentando re-negociar el uso de sus recursos naturales, sobre todo las reservas de

petróleo, en una forma más amigable con el ambien-te y las comunidades que viven en las inmediaciones. En tercer lugar, la visita a Quito en estas circunstan-cias fue especial además porque la exposición del país a tantas experiencias internacionales de todo tipo puso en evidencia los principios filosóficos de la política del “Buen Vivir” una herencia indudable de nuestros ancestros americanos que aporta una cuota de cordura a los agitados y peligrosos tiempos que vive la humanidad en estos días.

Pero como suele ocurrir, las expectativas fueron muy altas y la realidad se ocupó de opacar tanto deslum-brante entusiasmo. Por empezar, la llegada a Quito fue complicada porque las empresas aéreas estaban desbordadas por la cantidad de pasajeros arribando al mismo tiempo al pequeño país y buena parte del equipaje que traíamos, entre otras cosas folletería y ejemplares 1 y 2 de esta revista, se perdió y sólo lo pudimos recuperar cuando ya nos estábamos volviendo. Además, una cola interminable de más

de cinco horas bajo el implacable sol andino para poder registrarse y entrar, custodiado celosamen-te por la policía de Naciones Unidas, enturbió en buena medida el entusiasmo con el que habíamos llegado la mayoría de los asistentes. Y lo que parecía un panorama promisorio de consensos sociales y sabiduría ancestral, tan pronto como tomamos un taxi se desvaneció en un descontento generalizado y queja por la situación del país en general y de la organización del evento en particular, que además de complicar el tránsito, tema ciertamente crítico en lo urbano, resultaba altamente deficitario en lo que respecta a asistir a las comunidades más vulnerables. En una palabra, la euforia por ver materializado el noble ideal del derecho a la ciudad dio lugar a la desazón. No menos doloroso fue el paso por las distintas audiencias y encuentros en los que como en un “bazar persa” podía verse a personalidades del mundo de la academia, de los ambientes político y cultural haciendo presentaciones y acalorados deba-tes en torno a cuestiones cruciales como la inclusión social, las políticas de vivienda, y la promoción de tecnologías para ciudades inteligentes y el uso de drones como alternativas más económicas a fotogra-fías satelitales para todo tipo de propósitos, algunos en línea con los nobles ideales de los que hablába-mos antes, otros, no tanto. Y como si fuera poco, junto a esta muchedumbre deambulando de evento a evento, también había, como suele suceder en estos casos, una contracumbre y un foro alternativo, que distintos espacios postulaban críticas y reclamos de diversa índole.

Más allá de las anécdotas, lo que sí puede señalarse es que en todas estas actividades flotaba un mismo interrogante: ¿Hacia dónde nos lleva Hábitat III? Para los más optimistas, como un italiano eufó-rico llamado Roy que encontramos en una de las sesiones, la “Nueva Agenda Urbana” plantea algunos lineamientos que no estaban antes y que introducen cambios importantes que, sin garantizar soluciones, ayudan a encontrar el rumbo correcto, tales como la introducción del sector privado en la provisión de soluciones afrontables a los más pobres, la conside-ración de reducir riesgos de desastres y el impacto del cambio climático y las migraciones forzadas como una consecuencia que marcará la agenda Hábitat en los próximos decenios. Para otros más escépticos, la Nueva Agenda Urbana tiene poco de novedosa: repite viejos clichés del siglo XIX respecto a asistir a los más pobres no para que progresen y sean independientes, sino que al contrario, para que sean cada vez más dependientes de una economía que nunca los termina de incorporar totalmente. Los celebrados logros de Favela Barrio en Brasil y en Medellín, Colombia, resultan eclipsados por las

incipientes señales de gentrificación en ambos casos. En forma frustrante, los intentos promisorios de lograr el tan mentado derecho a la ciudad en forma recurrente vuelven a demostrar su tenacidad en reciclarse y transformarse odiosamente en simples y ordinarias operaciones de mercado inmobiliario. Todas las esperanzas depositadas en combatir la especulación inmobiliaria con su corolario doloro-so de personas desalojadas de sus tierras, viviendo en forma desgarradora debajo de un puente o en cualquier improvisado espacio de supervivencia a través de nuevas formas de planeamiento, devino sistemáticamente y cual pesadilla recurrente, en simple mueca burlona de una realidad cruel. Ante esta situación, cabe preguntarse, donde los buenos esfuerzos se torcieron. ¿Cuándo fue que las promesas de una sociedad urbana igualitaria, tolerante y diver-sa comenzaron a diluirse dando lugar a una realidad más cruda? ¿Quién o quiénes son los responsables de tales cambios? ¿Cómo y cuándo ocurrieron exac-tamente? ¿Fue la Declaración Universal de Derechos Humanos, en los escombros de la Segunda Guerra Mundial y sus progresivas instancias de ampliación meras estratagemas del estatus quo para que nada cambie? Aunque los interrogantes son muchos y las respuestas muy complejas, es importante intentar deshilvanar la maraña de temas que se entrelazan detrás de tales cuestiones.

En primer lugar, es menester reconocer que las cuestiones señaladas por la Nueva Agenda Urbana relacionada con el cambio climático y las migracio-nes son relevantes y tienen una fuerte impronta en el futuro del problema de la formación de asenta-mientos informales y el no acceso de la gente a sus derechos. No obstante, es necesario también señalar que la Nueva Agenda Urbana guarda un silencio en-sordecedor respecto de cuestiones tan básicas como la necesaria prescripción de mecanismos de control del suelo urbano para asegurar espacio suficiente para todos los habitantes de la ciudad. Pensar que la sola intervención del sector privado en el proble-ma de la vivienda popular va a resolver su déficit es retrotraer el problema al pensamiento del siglo XIX. No entender que hoy ya no se trata de proveer de “viviendas obreras” por parte de algún industrial de buen corazón y grandes bolsillos ya que ni hay ya más industriales, como tampoco tienen bolsillos ni corazón con los cuales atender el problema. Los Estados modernos se encuentran enfrentados al dilema histórico de subsidiar a su población más pobre a expensas del rédito que otorgan los recursos más valiosos del país, o definitivamente abandonar-los a su suerte en un océano en el que soplan fuertes vientos de globalización, desempleo y desplazamien-to forzado de población.

INTRODUCCIÓN

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RO

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LOREM IPSUM DOLOR SIT AMET, CONSECTETUR ADIPISCING ELIT, SED DO EIUSMOD TEMPOR INCIDI-DUNT UT LABORE ET DOLORE MAGNA ALIQUA.

LOREM IPSUM DOLOR SIT AMET,

CONSECTETUR ADIPISCING ELIT, SED DO EIUSMOD TEMPOR INCIDI-

DUNT UT LABORE ET DOLORE MAGNA

ALIQUA.

¿Hacia dónde nos lleva habitat III?

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POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 9

Pasaron cuatro décadas desde la primera conferen-cia de Hábitat. Eventos como el de Quito, donde se realizó el tercer encuentro, brindan una oportunidad para analizar la evolución de las políticas de hábitat a lo largo del tiempo. Este artículo apunta a brindar un breve panorama sobre lo que se discutió en cada uno de los eventos y lo que sucedió en la Argenti-na en los plazos intermedios. En lo que respecta al país, es preciso consignar que los vaivenes políticos, económicos y sociales que se dieron en los últimos 40 años –dictadura militar, recuperación y consoli-dación democrática, políticas macroeconómicas que en mayor o menor medida pretendieron ser o fueron desarrollistas o liberales, entre otras-, sumado en algunos casos a la falta de información o de rele-vamiento de variables similares, atentan contra la posibilidad de realizar una comparación acabada. Hecha esta salvedad, también vale aclarar que este artículo no se concentra en las visiones macro de po-lítica o economía de los gobiernos nacionales, sino que se concentra en las políticas habitacionales de cada período. Los acontecimientos que se describen se dieron a nivel mundial o regional, si bien algunos coincidieron con la realidad local.

De Vancouver a Estambul La conferencia de Vancouver de 1976 ya destacaba que la condición de los asentamientos humanos es determinante para la calidad de vida. Como pro-blemas prioritarios se identificaban: el crecimiento poblacional –se estimaba que la población mundial se multiplicaría por dos para el año 2000-, el retraso rural –cerca de dos tercios de las personas vivían en zonas rurales-, la migración involuntaria, la urbani-zación descontrolada y, como emergente, la protec-ción del medioambiente. Se reconocía la necesidad de satisfacer las demandas de alimento, refugio, agua, empleo, salud, educación y seguridad social, evitando las imposiciones y agresiones externas, el colonialismo, el apartheid y la contaminación irracional de la biósfera. Todo ello respetando la selección del modelo económico por cada Estado soberano, en un escenario de mundo bipolar y de Guerra Fría. Las intervenciones debían reconocer la escala humana, la cultura de las comunidades, la participación comunitaria, el apoyo de la coopera-ción internacional y crear las condiciones de pleno empleo, éste último aspecto considerado vital para el desarrollo de las personas.

En cuanto a las estrategias nacionales de asenta-miento, los gobiernos debían definir estándares mínimos de calidad de vida con metas, objetivos y formas de implementación que se incorporasen a un plan marco general que permitiera el acceso equitati-vo de los servicios sociales a toda la población, ade-más de asegurar la asistencia directa para garantizar el acceso de vivienda a todos. Debían fomentarse la industria nacional de la construcción y las tasas de interés bajas para que el crédito a la vivienda fuera asequible. La distribución de los recursos debía ser en función del costo-beneficio social y no material, proveer al autofinanciamiento y fortalecer los lazos de solidaridad. Se debía apoyar la descentraliza-ción administrativa de las políticas. En cuanto a las metrópolis, debían modificarse los límites y crearse agencias para resolver las problemáticas de trans-porte, disposición de residuos y contaminación, educación, salud y protección del medioambiente. La planificación local debía generar patrones de uso común de la tierra, estándares básicos que reflejaran las necesidades de las personas y la localización de actividades y relaciones. En cuanto a la expansión urbana, debían crearse instituciones de gestión de

adquisición de la tierra e integrar los asentamientos marginales. Por último, en lo referente a la gestión del suelo, debía realizarse la zonificación de su uso, proveer vivienda pública, infraestructura y servi-cios, recuperar la plusvalía con impuestos a la tierra subutilizada y realizar monitoreo periódico del valor de la tierra. En la Argentina, las políticas hasta y durante el período se caracterizaron por un sistema de activa-ción de la oferta a través de políticas centralizadas de generación de viviendas llave en mano y grandes conjuntos habitacionales, donde predominaba la ló-gica de la cantidad y de la uniformidad sin participa-ción local en el diseño y la construcción. A las leyes de propiedad horizontal se agregaron la de FONAVI a comienzos de la década del ’70, donde Nación armaba los prototipos y la provincia ejecutaba, y el financiamiento se destinaba a la obra pública casi con exclusividad. Los problemas macroeconómicos históricos del país, ligados a la inflación, generaron problemas de sostenibilidad financiera y afectaba el modo de desembolso y distribución racional de los beneficios.

Los postulados de Hábitat I, si bien incorporaban la colaboración de un vasto número de actores, contaban como condición necesaria con la exis-tencia de un Estado central vigoroso y activo. En muchos casos, la realidad se encargaría de ir en otra dirección. La segunda crisis del petróleo (1979) multiplicó el precio del barril por tres y fue el punto de partida de un deterioro crónico de las variables macroeconómicas de los países en vías de desarrollo, entre ellos los latinoamericanos: inflación, malos tér-minos de intercambio y crisis de la deuda por subas de tasas de interés de los países potencia acabaron por gatillar medidas de ajuste del sector público, con reducción de personal y actividades y privatizaciones que en muchas ocasiones no fueron diseñadas de manera que se garantizara el acceso al servicio por la población. Simultáneamente, se dio un resurgimien-to de la globalización, catapultado por el incremento del comercio internacional, la bancarización de los ahorros y el establecimiento de sistemas de infor-mación que facilitaban la circulación de dinero desde y hacia distintas partes del mundo de manera veloz. El mundo se había vuelto más pequeño y más cercano, pero sólo para aquellos que podían acceder a las herramientas. Las décadas del ’80 y del ’90 se caracterizaron por un crecimiento exponencial de la

EL

PA

SA

DO

Figura 1 Tipologías habitacio-

nales del barrio Padre

Varela.

El pasado La Argentina: lo recorrido desde Hábitat I hasta hábitat IIIPor Federico Frascheri

Figura 1 La estación del Ferrocarril en Luján

LOREM IPSUM DOLOR SIT AMET, CONSECTETUR

ADIPISCING ELIT, SED DO EIUSMOD TEMPOR

INCIDIDUNT UT LABORE ET DOLORE MAGNA

ALIQUA. UT ENIM AD MINIM VENIAM, QUIS

NOSTRUD EXERCITATION MODO CONSEQUAT.

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10 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 11

desarrollo de las políticas de vivienda. Otros actores no mencionados en la reunión previa y que estaban destinados a llevar adelante una gestión clave eran las mujeres y los jóvenes. Por último, además del sec-tor privado, se vislumbraba la aparición y rol prota-gónico de las Organizaciones No Gubernamentales, destinadas a tener un papel activo en el desarrollo de vivienda con participación social. En definitiva, en Hábitat II se reconocían los dete-rioros permanentes en la calidad de la vivienda, la falta de oportunidades de empleo, el aumento de la pobreza y de la desigualdad, así como la conta-minación, la vulnerabilidad a desastres producto del cambio climático y las migraciones de las zonas rurales a urbanas –se estimaba que en pocos años la mitad de la población viviría en zonas urbanas-. Las respuestas brindadas giraron en torno a alcanzar una mayor participación comunitaria en la toma de decisiones, con inclusión de jóvenes y mujeres como actores relevantes además de un rol más activo de las empresas y del tercer sector, más estrategias de crédito para volver la vivienda más asequible, la consolidación de la protección del medioambiente y, como elemento de gestión, mayor descentralización y la incorporación del monitoreo y la evaluación de políticas. ¿Qué sucedió en la Argentina en los últimos 20 años? Hábitat II establecía entre otras cosas, la

actividad financiera por sobre la productiva y de la desigualdad entre los países desarrollados y en desa-rrollo y entre clases dentro de los mismos países.En la Argentina, el período entre 1976 y 1996 vio surgir las políticas enfocadas en procesos: la apari-ción de las soluciones habitacionales, la progresi-vidad en la construcción de la vivienda y la parti-cipación de los pobladores en su desarrollo, bajo la premisa de que las políticas debían apoyarse en la gente que realizaba y soportaba sus actividades. De un Estado constructor se pasó a uno facilitador. Se puso énfasis en la autosostenibilidad financiera y el alivio a la pobreza y se proveyeron subsidios a la demanda a través del sostenimiento de programas de ahorro. El resultado fue la homogeneidad de las soluciones habitacionales y en muchos casos la insu-ficiencia en la calidad de la construcción. Se observó también un crecimiento sostenido del mercado hipotecario. Al mismo tiempo, aparecieron los pro-gramas con financiamiento internacional, tales como el PROMEBA, el PROSOFA, el de Gestión Asociada y el de Atención a las Emergencias Hídricas, pro-gramas cuyo buen diseño trajo resultados positivos –principalmente los primeros dos- pero también un aumento del endeudamiento externo. Las leyes 24.130, 24.441 y 24.464 apuntaron entre otras cosas a modificar el modelo de gestión, para que las políticas públicas se desarrollasen de manera más descentrali-zada y se incorporara al actor privado en el finan-ciamiento. Las Organizaciones No gubernamentales adquirieron vigor a partir del final del período. Queda de relieve que los lineamientos de Hábitat I no pudieron desarrollarse de manera acabada; los cambios tecnológicos, políticos, sociales y económi-

cos, inesperados en 1976, condicionaron el alcance de los objetivos propuestos. Deliberadamente o no, las autoridades reorientaron muchas de las políticas existentes.

De Estambul a Quito La Conferencia de Estambul de 1996, Hábitat II, llevó dos lemas: “Vivienda adecuada para todos” y “Asentamientos humanos sostenibles”. El pri-mer postulado apuntaba a resaltar la cantidad de personas que no habían alcanzado la vivienda o sanidad adecuadas y que todavía padecían la falta de servicios básicos. Los lineamientos en esta materia giraban en torno a priorizar una política macro-económica que permitiera el acceso al mercado de vivienda con créditos blandos, en un marco donde se resaltaba que si se daban las condiciones, los mer-cados actuarían de manera eficiente, ambiental y so-cialmente responsable. Los derechos de la propiedad en las viviendas irregulares debían ser garantizados, además del acceso equitativo a los servicios básicos. En cuanto al segundo postulado, se remarcaba la necesidad de fomentar el desarrollo económico, social y la protección del medioambiente. La gestión y planificación de la vivienda debía darse de manera integrada con el transporte, el empleo, la economía y la sociedad. El mercado del suelo debía ser accesi-ble, se debían promover el establecimiento de las asociaciones público-privadas y la gestión comuni-taria del hábitat. En términos de desarrollo institu-cional, se debía profundizar en la descentralización e identificar a los municipios como actores clave en el

necesidad de: garantizar la seguridad jurídica de la tenencia y la igualdad de acceso a la tierra para to-dos, garantizar el establecimiento de sistemas trans-parentes, integrales y accesibles para la transferencia de derechos sobre la tierra y seguridad jurídica de la tenencia, aumentar la oferta de viviendas asequibles fomentando y estimulando la propiedad de vivien-das asequibles y promover el suministro de servicios básicos de apoyo. En términos de derechos, a nivel nacional no se dieron grandes diferencias. La reforma constitucio-nal de 1994 mantuvo el artículo 14 bis que sostiene que el Estado “otorgará los beneficios de la seguri-dad social (…). En especial la ley establecerá (…) el acceso a una vivienda digna”. Asimismo, a través del artículo 75 inciso 22, se reconoce jerarquía cons-titucional a tratados que garantizan el derecho a la vivienda, en especial la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 25), el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art. 11) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 26). Se mantuvieron las leyes FONA-VI de la década del ’70 y las de principios de los ’90 sobre acuerdo con las provincias para la ejecución del sistema de viviendas y de activación del finan-ciamiento privado. Sí es preciso advertir que con el nuevo Código Civil y Comercial vigente desde 2015 se modificaron los plazos mínimos y máximos para

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PA

SA

DO

Figura 3 Proceso de mejoramiento y construcción de infraestructura en barrio Padre Varela

Figura 4El pavimento

y la proximidad al arroyo como

límites al desarrollo social

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12 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 13

América Latina. Ya en el ámbito de los resultados, la cantidad de casas terminadas son similares entre mediados de la década del ’90 y comienzos del 2010 si se suman Programas Federales y FONAVI; por año se termi-nan alrededor de 45.000. La diferencia se da en dos ámbitos: por un lado, en el aumento exponencial de las soluciones habitacionales a partir de la década del 2000; y por otro, en la aparición del Procrear, que lleva la cantidad de viviendas terminadas por año a un 70% más que a mediados de la última década del siglo XX. No obstante lo dicho, el presupues-to y el porcentaje del PBI destinado a vivienda se encuentran en valores similares a los de comienzos del 2000; un 1,96% antes y 1,56% en 2014, o medio punto del PBI. La diferencia reside en el crecimien-to económico que tuvo el país entre 2000 y 2015, cuando el PBI pasó de USD 325.000 millones a USD 540.000 millones. El estudio realizado permite realizar observaciones positivas y negativas con respecto a los requeri-mientos de Hábitat II. Más allá de la diversidad de fuentes y de las diferencias en los abordajes metodo-lógicos contemplados, los rasgos a destacar mues-tran poca normativa adicional, recentralización de las decisiones con nuevos actores del tercer sector, más viviendas construidas, dificultades de acceso a la propiedad por incremento del valor del suelo, déficits habitacionales irresueltos y diferencias en la cobertura de servicios (balance positivo en agua y electricidad, insuficiente en cloacas). En cuanto a modelo de gestión, el aumento de la oferta en el parque habitacional va por detrás de la demanda, pero permite que una proporción de la población de menores recursos acceda a la vivienda. La multiplicación de actores a intervenir, si bien generó inconvenientes con algunas autoridades pro-vinciales, permitió que sectores de la sociedad en su momento aislados se pudieran incorporar al sistema productivo y accedieran al mercado de trabajo. Cabe mencionar asimismo la existencia de limitaciones para el acceso a mecanismos de crédito y al mercado hipotecario. Un alto valor en los últimos años en el hacina-miento en las viviendas con materiales aceptables o recuperables matiza el optimismo de las mejoras alcanzadas, sumado a un porcentaje del presupuesto destinado a vivienda cuya proporción se ha man-tenido estable en el tiempo. De acuerdo a las cifras consignadas por la Secretaría de Vivienda y Hábitat,

las locaciones urbanas, el establecimiento de un mes de alquiler como garantía al depósito por cada año pactado sin exigirse el pago del valor llave (art. 1196), además de derogar parcialmente el sistema de fideicomiso y contrato de leasing, aunque mante-niendo el esquema de letras hipotecarias. A través de decretos y resoluciones ministeriales –Programas Federales, Procrear, entre otros-, se dio una recentralización de las decisiones en el gobierno nacional. En leyes provinciales, destaca la aproba-ción de la ley de Acceso Justo al Hábitat N° 14.449 aprobada en 2012 por el Poder Legislativo de la provincia de Buenos Aires que apunta a “promover la generación y facilitar la gestión de proyectos habi-tacionales, de urbanizaciones sociales de procesos de regularización de barrios informales; atender inte-gralmente la diversidad y complejidad de la deman-da urbano habitacional, y generar nuevos recursos a través de instrumentos que permitan reducir las expectativas especulativas de valorización del suelo”. En términos de acceso a servicios, si se realiza un corte en 1996 y otro en 2010, se observa un aumento de la cobertura del agua por red y de la red cloacal; de 66,6% a 83% y de 34,2% a 49% respectivamente (Lentini y Brenner, 2012). Si bien estos valores impli-can un claro avance, los compromisos asumidos en los Objetivos del Milenio y revisados en 2003 comprometieron el alcance de las metas, estableci-das para 2015 en 90% y 75% respectivamente. No se encontraron datos disponibles a 2015, pero es poco probable que se hayan alcanzado las metas, al menos en cloacas. Los valores no se modificaron signifi-cativamente en servicios de electricidad: en 1990, el 89,75% de la población tenía acceso, valor que aumentó a 93% en 1995 y alcanzó 96% en 2010. Los avances en la materia se habían dado entre la década del ’70 y del ’80, correspondiente a Hábitat I.El Banco Interamericano de Desarrollo separa los déficits de vivienda según sean cuantitativos o cualitativos. Los primeros miden “los hogares que habitan en viviendas inadecuadas y sin posibilidades de reparación, junto con aquellos que comparten el mismo techo”, en tanto que los segundos se refieren a hogares que habitan en viviendas inadecuadas por los materiales de las que están hechas y que no tienen posibilidades de reparación, junto con condi-ciones de hacinamiento, tipos de tenencia insegura y falta de servicios básicos como agua. Al igual que en el resto de América Latina, las condiciones de déficit cualitativo se han visto severamente deterioradas,

pasando de un 23% a principios de la década de 1990 a 32% para 2009 (BID, 2012). Los valores más bajos se dieron en 2000, luego de lo cual se dio una muy gradual recuperación: entre 2001 y 2010 cayó el porcentaje de familias viviendo en hogares deficita-rios en cuestión de materiales. No obstante ello, au-mentó el hacinamiento en viviendas con materiales recuperables o aptos. Si bien se halla por debajo del promedio regional, los valores son más altos que los del mundo desarrollado. Los datos de la Secretaría de Vivienda y Hábitat son contundentes: para 2016, se estima que 3,8 millones de hogares se encuentran con situación habitacional deficitaria, de los cuales 56% es cualitativo.En lo que respecta al régimen de tenencia de la vivienda los datos brindados por CEPAL y CELS muestran que desde principios de la década del ’90 a 2015 ha habido un ligero avance del inquilinato. Mientras la relación era 75%-25% a favor de los propietarios, el valor pasó a 70%-30% para el 2000 y 67%-33% para el censo de 2010 (CELS, 2013). Como se ha mencionado, el modelo de gestión vio un fuerte proceso de recentralización de decisiones y recursos en el Ejecutivo nacional, de una concen-tración de funciones en el Ministerio de Planifica-ción primero a una diversificación de actores para quitarle atribuciones después: Anses, ministerios de Economía y Trabajo, Jefatura de Gabinete y provin-cias asumieron responsabilidades. La estrategia de coordinación con provincias se desarrolló a través de los consejos federales. También se dio un aumento de efectores de la sociedad civil: diversas ONGs y cooperativas como Asociación para Apoyo a Comu-nidades de Argentina, APAC, Habitar, Fundación Pro Vivienda Social, Fundación Sagrada Familia, Movimiento de Ocupantes e Inquilinos, Asociación Civil Madre Tierra, Techo, Hábitat para la Humani-dad o Caritas, entre otras, brindan asistencia técnica, llevan adelante ciertas intervenciones de políticas y administran fondos para soluciones habitacionales. En cuanto a herramientas de financiamiento, la proporción de apoyo público se disparó a partir de la aparición del Procrear. Los valores fueron 65%-35% entre público y privado en el período 2012-2014. La contracara ha sido la dificultad para acceder al crédito hipotecario, que pasó de representar 4,2% del PBI pasó a mediados de la década del ’90 a 1,5% en 2012, de acuerdo a datos de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras de Chile (ABIF), lo que deja a la Argentina entre los valores más bajos de

queda mucho camino por recorrer para cerrar la gran brecha habitacional que todavía existe. Por otro lado, un estudio realizado en familias be-neficiarias de programas de vivienda puso de relieve que en muchos casos el acceso a la vivienda, si bien ha garantizado el acceso a servicios como agua potable, saneamiento, alcantarillado y alumbrado público, también han limitado las probabilidades de acceder a transporte público , a un hospital público, a una farmacia o a una escuela secundaria. La falta, basada en las distancias que deben recorrer, resalta que la satisfacción de un derecho puede no resol-ver el acceso a otros (cfr. Rojas et. Al 2010, en BID 2012). El crecimiento desordenado y de baja den-sidad de las ciudades, característica de las últimas décadas explica este escenario paradójico y agrava una problemática aún no resuelta.

De cara al futuro. 2016: la Nueva Agenda Urbana Dos acuerdos de relevancia se dieron entre Hábitat II y Hábitat III que no se habían dado antes: el acuerdo sobre los Objetivos Del Milenio y el acuerdo sobre los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Acordaban metas que, si bien en muchos casos no se cumplie-ron, permitían asumir un compromiso y un camino a recorrer por parte de los Estados encargados de llevar a cabo las políticas públicas. Los resultados se

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Figura 5 Mapa de los

asentamientos informales en la

ciudad de Luján.

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observaron en la Conferencia de Quito: se consta-taron mejoras en la calidad de vida en los barrios marginales, aunque se remarcó la persistencia de la pobreza, la creciente desigualdad y la degradación ambiental. La Nueva Agenda Urbana reafirma las bases del desarrollo urbano sostenible y apunta a garantizar el establecimiento de asentamientos inclusivos, segu-ros, resilientes y sostenibles, en línea con el punto 11 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Incorpora la noción de Derecho a la Ciudad y lo comprende como igualdad en el uso y disfrute de las ciudades. Remarca la función social del hábitat, repite como en Estambul la necesidad de la participación de las mujeres y los jóvenes, de garantizar la igualdad de género y de asegurar la sostenibilidad ambiental. El foco en las personas para la planificación es un rasgo de Hábitat I que se recupera, así como la necesidad de buscar ciudades compactas. Se recomienda que los planes de ordenación sean policéntricos, integra-dos, equilibrados y con una densidad adecuada. El transporte y la movilidad vuelven a ser una temá-tica importante, donde se busca reducir al mínimo los desplazamientos y se incorpora la necesidad de una buena logística urbana. La delincuencia y el terrorismo aparecen como nuevas temáticas. Como instrumentos financieros, se pone de relieve el fondo fiduciario de las tierras comunitarias, así como la diversificación de los modos de financiamiento: instituciones financieras multilaterales, bancos de desarrollos, inversores del sector privado, bancos de microfinanciamiento y cooperativas. Se repite el apo-yo a programas de autoconstrucción, construcción gradual y covivienda. Se sostiene la necesidad de garantizar el acceso a una vivienda adecuada y ase-quible, resiliente y más segura, para lo que se deben impedir los desalojos, poner foco en las personas sin hogar y en aquellas en situación de vulnerabilidad y evitar la proliferación de núcleos de vivienda perifé-ricos y aislados. La coordinación entre la multiplici-dad de actores debe facilitar la plena participación, donde cada uno tenga su rol: las organizaciones de la sociedad civil en alianza con los residentes locales para satisfacer sus derechos vulnerados, los priva-dos en la movilización de recursos y los donantes en la visibilidad de la problemática. Los municipios adquieren una vez más una posición fundamental, ya que se les encomienda la elaboración de planes urbanos y su integración con los planes nacionales. Desde 1995, se agregaron 130 millones de personas

que viven en villas y asentamientos; para Hábitat IV, 2.000 millones tendrán problemas con su vivienda. Aunque se alcanzaron logros, los problemas son cada vez mayores; en Hábitat III se estimó que se necesitarían USD 930.000 millones para resolver los problemas actuales de hábitat. La asistencia real no alcanza esas cifras; todos los países de la OCDE, gastaron USD 135.000 millones en ayuda humani-taria en 2014 (The Guardian, 2015), cifras que no siempre son destinados al hábitat y la vivienda de las personas, dado que incluyen la contención para la no proliferación de pandemias u operaciones para el mantenimiento de la paz. Al tiempo, los gastos mili-tares superan 1,2 billones de dólares (USD 1.200.000 millones). El aumento de la desigualdad en el mundo ya al-canza valores de comienzos del siglo XX; en algu-nos casos, son similares al período de la Primera Revolución Industrial (1780-1840). Después del enorme avance realizado entre las décadas del ’50 y del ’70 del siglo XX, el retroceso ha sido sostenido y permanente (OCDE 2011, 2014).“Gobernanza”, “Resiliencia”, “Producción social del hábitat”, “Cooperación Sur-Sur” son conceptos que surgen con fuerza del nuevo encuentro. Como se pudo observar, muchos de los temas previos se re-piten; en otros casos, hay un cambio de orientación. Está claro que eventos como Hábitat III realizan un diagnóstico sobre lo existente y las posibles solucio-nes, en algunas ocasiones con aciertos en previsiones sobre el rumbo que tomará el mundo y muchas otras con errores basados en estimaciones que miran el pasado y el presente pero no toman en cuenta los in-evitables e inesperados cambios. El futuro es incierto y las realidades locales exceden y muchas veces no representan a las internacionales. ¿Para qué deberían servir estos eventos? ¿Cómo pensar el futuro? ¿Se deben establecer grandes líneas, que brinden amplio margen de acción a las autoridades destinadas a resolver los problemas, con márgenes de flexibilidad adaptativa? ¿Un catálogo de herramientas e institu-ciones como manual de instrucciones? ¿Definiciones conceptuales claras sobre el significado de ciertos términos (el abuso y liviandad del término “Derecho a la Ciudad” es un ejemplo)? ¿Cómo se absorben las investigaciones realizadas y cuál es la retroali-mentación? Es una buena oportunidad para que los fomentistas e investigadores locales se formulen es-tas preguntas, porque a futuro quedarán ecos de esta foto y la realidad cambiará exista o no esta reflexión.

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Planes y proyectos evaluadosPor Fernando Murillo

A fin de evaluar los enfoques, planes y proyectos realizados en forma cronológi-ca, analizando sus respectivos contextos y resultados alcanzados, se presenta la siguiente tabla comparativa:

PLANES Y PROYECTOS/ AÑOS/LUGAR

CONTEXTO-PRO-BLEMA/ POBLACIÓN BENEFICIARIA

ENFOQUE ACCIONES EMPRENDIDAS

IMPACTO A CORTO Y LARGO PLAZO

LECCIONES APRENDIDAS

1. HÁBITAT I. (1976)

Paradigma de progreso. Expansión urbana y problemas sociales asociados a soluciones masivas habitacionales.

Critica a la arquitec-tura moderna y a los grandes complejos habitacionales. Búsqueda de solu-ciones integrales

Proyectos de control de la expansión urbana asociado a proyectos de lotes con servicios y auto-construcción

La solución de lotes con servicios genero perife-rias de baja densidad de tipo marginales en todo el mundo. Aporte teórico de la discusión en torno a la agenda hábitat

Las cuestiones habitacio-nales requieren para su solución Estados fuertes que puedan ejecutar acciones en distintas escalas (nacional, metropolitana y local) dentro de un plan de desarrollo social

2. HÁBITAT II. (1996)

Auge del enfoque del desarrollo sustent-able. Reivindicación del cumplimiento progresivo de derechos humanos y del derecho a la vivienda adecuada en particular.

Soluciones socio-am-bientales integrales a través de la asociación Estados-ONG. Efi-ciencia y equidad como pilares para construir sociedades sustentables. Mayor cooperación Norte-Sur y Sur-Sur. Nuevo rol de las Naciones Unidas para promover políticas de desarrollo.

Países demostrando con proyectos de autoconstrucción y organización comunitaria el po-tencial de la gente organizada para lograr soluciones a medida de sus problemas.

Nueva generación de complejos habitaciona-les más adecuados a la realidad de distintas ci-udades y países. Nueva generación de proyectos de auto-construcción con nuevos problemas en periferias urbanas.

Lecciones relevantes de movilización de países en pro de alcanzar el derecho a la vivienda adecuada. Escasos resultados en términos de políticas integrales.

3. HÁBITAT III. (2016)

Crecimiento notable y sostenido de la desigualdad social. Alarma por profundos conflictos sociales en ciudades.

Búsqueda de satisfacer el derecho a la ciudad como paradigma superador del derecho a la vivienda digna. Surge noción de la “Nueva Agenda Urba-na” como instrumento de cambio de políticas habitacionales nacio-nales y específicos por ciudades.

Nueva generación de proyectos de vivienda insertos en procesos de reforma norma-tiva y renovación habitacional.

Resultados muy diversos por países y regiones. Cada continente incursiona en caminos diferen-ciales de solución al problema del déficit habitacional guiados por marcos normativos diferenciales.

Importancia de políticas a medida del perfil de cada país y ciudad vinculando la generación de riqueza con su distribución alcanzando a los sectores más pobres a través de mecanismos justos, eficientes y eficaces.

Tabla I Comparación de Agendas Hábitat, sus enfoques y principales planes y proyectos emprendidos

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Hábitat I celebrado en Vancouver (Canadá) en el año 1976 marcó el primer hito de reunión internacional para discutir los por entonces problemas relacio-nados con la Agenda Hábitat. Como suele suceder en la historia, quienes asistieron a tal evento nunca pensaron que un encuentro de tipo académico bien motivado iba a producir tal efecto en el tiempo, de modo que aun décadas más adelante y después de crear un programa primero y una agencia especiali-zada de Naciones Unidas después (ONU-Habitat) se iba a seguir discutiendo la misma agenda de temas que en 1976 ya se había conformado. La figura pro-minente por entonces fue la prestigiosa académica e investigadora estadounidense Jane Jacobs, portadora de la preocupación de muchos técnicos que preocu-pados por cuestiones como la congestión de tránsito que llevaba a que se cruzaba más rápido Nueva York a caballo en el 1800 que en modernos vehículos en 1976. Partiendo de esta “inercia” y “declinación” de las grandes ciudades, fundamentaba la crítica con la falta de identidad y profundos problemas sociales de los grandes complejos habitacionales, productos por excelencia de la Arquitectura Moderna, la cual lejos de cumplir con sus postulados de engrandecer a la humanidad, simplemente la habían “empequeñeci-do” en pequeñas “cajas de cartón con agujeros que presuntuosamente dicen ser ventanas”. Tal condición mísera de existencia sólo podía llevar a problemas profundos de la sociedad, sostenía Jacobs ante un público en busca de nuevas soluciones a los viejos problemas del hábitat. Muchos países se compro-metieron en este evento a llevar adelante procesos importantes de reformas de sus marcos de planifica-ción y ordenamiento. Aunque no faltó el entusiasmo gubernamental en pro de tales soluciones, la evalua-ción de los resultados alcanzados a veinte años de-mostró que los gobiernos solos, sin una alianza con el sector no gubernamental y el privado, es incapaz de alcanzar las soluciones buscadas. Quizá el mayor logro y legado de Hábitat I haya sido establecer una revisión cada veinte años y encuentros intermedios, lo cual abrió la posibilidad de medir sistemática-mente a nivel mundial los avances o retrocesos en la agenda, invitando a introducir correctivos a tiempo.

Hábitat IIHábitat II plantea que el paradigma de “vivienda digna para todos” como un resultado de la expan-sión de los derechos humanos, sólo es factible en tanto los Estados sean capaces de articular con los

grupos de base, comunitarios, no gubernamentales y privados. El slogan por entonces era “más que pesca-do hay que enseñarle a la gente a pescar y darle una buena caña”. De esta manera, se intentaba ilustrar el potencial contenido en la propia gente afectada por los problemas habitacionales para buscar sus pro-pias soluciones. La autoconstrucción y los lotes con servicios fueron la gran apuesta del momento para resolver en forma estructural los males de las ciu-dades modernas. Un gran derroche de entusiasmo y declaraciones no pudo impedir que nuevamente, veinte años después de la declaración de Hábitat I, se incurriera en promesas y auto-obligación de cumplimiento de planes y proyectos globales que no necesariamente respondían a las posibilidades reales de países que sin disponer de “tercer sector” y menos aún de comunidades organizadas intentaron aplicar los postulados de Hábitat II a partir de recur-sos contribuidos por la cooperación internacional. Lastimosamente, una vez más los resultados fueron magros. Al fracaso de la Arquitectura Moderna en torno a la construcción de grandes complejos habita-cionales se sumó el fracaso de los proyectos de lotes con servicios y emprendimientos de ONG que ter-minaron siendo anécdotas de lo que podrían haber sido barrios marginales peri-urbanos. Pero más allá de la crítica, debe mencionarse que Hábitat II fue estratégico para la creación de la Agencia de Nacio-nes Unidas Hábitat II, que pasó a jugar un rol central en el sistema de Naciones Unidas para proveer ase-soramiento técnico a las operaciones humanitarias y apoyo a países en la búsqueda de cumplimiento progresivo no sólo de los derechos humanos sino a partir del año 2000 también de los Objetivos Del Milenio.

Hábitat IIIHábitat III plantea la necesidad de formular una “Nueva Agenda Urbana”, reconociendo así la inca-pacidad de los planteos anteriores para resolver los problemas enormes de inequidad que enfrenta el mundo en la actualidad, profundamente agravados respecto a las cuatro décadas anteriores. Pero aun-que auspiciosa y bienvenida esta nueva búsqueda, existe entre los círculos de especialistas preocupa-ción que dicha “nueva agenda” signifique en realidad un retroceso respecto a logros alcanzados en las dos instancias previas, al intentar incorporar la mirada del sector privado como impulsor de soluciones sustentables que potencialmente podrían vulnerar compromisos respecto al cumplimiento de derechos humanos pactados previamente. Esta preocupación llevó a distintos especialistas a advertir respecto a

Figura XX Escenas de

presentaciones periódicas y “Participan” o instancias

de discusión pública abierta.

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Hábitat I

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los peligros que entrañan los principios filosóficos de la “Nueva Agenda Urbana” en términos de libe-ralización de mercado y mayor impronta del sector privado, soluciones que en otras épocas fueron altamente regresivas en términos sociales y ambien-tales. En este sentido, la declaración de “derecho a la ciudad” y narrativas diversas de inclusión tienden a presentarse ante una audiencia global cansada de promesas incumplidas cuyo escepticismo alcanza peligrosamente niveles internacionales inéditos. El propio evento “Hábitat III” parece sesgado por esta imagen de superficialidad al haberse realizado en un clima de feria comercial, en el que los países ni siquiera presentaron públicamente sus documentos de compromiso con la agenda Hábitat, como sí había ocurrido en las otras dos instancias, sino que sólo se dio lugar al “merchandising” de metodologías y en-foques a disposición del público, promovidos como productos comerciales. Resta evaluar en qué medida los postulados de esta nueva (¿o vieja?) agenda ur-bana llevará a nuevos resultados o si en veinte años se podrá rescatar de este último evento cambios positivos que cambien la lógica de exclusión y sufri-miento de gran parte de la humanidad por penurias relacionadas con sus condiciones de hábitat. Debe destacarse que la incorporación de cuestiones rela-cionadas con el cambio climático y la resiliencia han dominado positivamente la búsqueda de soluciones superadoras del enfoque del desarrollo sustentable por nociones más próximas a la realidad padecida cotidianamente por los sectores populares.

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El presente: Urbanismo para la ciudad informalPor Jorge Mario Jáuregui

Figura 1 Esquema de lectura de la estructura del lugar.

La actual diversidad de procesos de urbanización está ligada a la dispersión territorial de personas y prácticas del espacio y a eventos económicos y cultu-rales múltiples.La densa urbanización actual ocurre según dos pro-cesos diferentes. De un lado, la verticalización del centro y de áreas alejadas como Barra de Tijuca en Rio de Janeiro o el barrio de Santa Fe en la ciudad de México, con torres de apartamentos o edificios de oficinas, sin estructura urbana y sin veredas para peatones. Estas áreas no constituyen sino apenas terreno densamente urbanizado. Por otro lado,

proliferan las “alfombras” suburbanas, sea a través de barrios y loteos cerrados producto de la espe-culación inmobiliaria, o de habitaciones populares producidas por el Estado o por la autoconstrucción y que tampoco constituyen ciudad, pues les faltan los atributos de la urbanidad (equipamientos, servicios y transporte público de calidad). Al mismo tiempo, un barrio informal como la Rocinha en Rio de Janei-ro puede contar con varias de las características de una ciudad y en ese sentido “ser ciudad”.El aumento del sector informal se traduce en la ocu-pación de tierras públicas o en litigio (espacios re-

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siduales, plazas, veredas, calles) por diversos “clan-destinos”. Este problema orienta las demandas de intervenciones urbanísticas en las grandes ciudades de América Latina. Diferentes organismos públicos entrecruzan lógicas de acción de las más variadas (normalmente sin coordinación entre ellos), lo que exige la compatibilización de las acciones estrecha-mente articuladas al proyecto urbano y a las políticas del hábitat. Una tal planificación debe ser capaz de entrelazar las cuestiones de infraestructura, del me-dio ambiente y del entorno, a las cuestiones sociales y urbanas. Abogar por un urbanismo para la ciudad informal, que articule lo físico, lo social y lo ecológico con las cuestiones de seguridad ciudadana y las problemá-ticas del sujeto contemporáneo, debe ser el rol del arquitecto-urbanista con vocación de servicio.Las políticas de integración en el contexto actual de-ben inscribirse en el cuadro de las políticas urbanas, ahí incluido el combate contra la exclusión y el me-joramiento de la calidad de vida como componentes fundamentales.Esta aproximación exige considerar la estructura urbana como un todo y el problema de la conexión entre las partes formales e informales como esencial a fin de atender a los más desprotegidos.En las ciudades latinoamericanas, el porcentaje de informalidad es alto, alcanzando el 30% de la pobla-ción en Rio de Janeiro, 50% en Fortaleza y 60% en Caracas y Lima. En la mayor parte de las otras ciu-

dades del sub-continente este porcentaje varía entre 20 y 40%.

El otro componente importante que debe ser llevado en cuenta por las políticas públicas en relación con la cuestión socio-espacial es lo que se refiere a las políticas habitacionales, entendidas como compo-nentes de las estrategias para generar trabajo y renta. Lo que demanda coordinar innovación, con sistemas constructivos tradicionales, capaces de ocupar mano de obra de forma intensiva. Y las políticas de urba-nización y de construcción de habitación social son una de las formas más eficaces para conseguirlo.Así, no se trata solamente de construir un cierto número de unidades habitacionales para resolver el déficit habitacional, sino de hacerlo según una concepción de la ciudad y de la resignificación de los lugares, donde lo múltiple y lo diverso permitan el florecimiento del individuo, valorizando la existen-cia. Cada uno debe poder sentirse parte del barrio, de la ciudad y de la sociedad, al mismo tiempo que encontrar su propia escala, su espacio de recogi-miento, conectándose o desconectándose en la me-dida de sus medios, necesidades y deseos.Más allá de un punto de vista estrictamente econó-mico, la política urbana debe favorecer el contexto psíquico indispensable a la vida en sociedad, lejos de acciones oportunistas que se limitan a ofrecer un abrigo, apuntando apenas a resolver necesidades dichas “mínimas” o “básicas”.

A escala de todos los continentes, la economía y el urbanismo informales están en vías de devenir una de las marcas del nuevo milenio y uno de los desafíos más significativos. Mientras se dispone de medios tecnológicos altamente sofisticados para manipular informaciones e imágenes, no se consigue al mismo tiempo garantizar aprovisionamiento de alimento y agua a una gran parte de la población del planeta. El proceso de “urbanización informal”, en este contexto, ha terminado por constituir el elemento dominante de “fabricación de ciudad” en los países de América Latina, África y Asia. Esta forma de urbanismo no es más la excepción, ella devino la norma. Reorientar este proceso en marcha necesita tanto de nuevas formas de aproximación proyectual

cuanto de nuevos conceptos, metodologías especí-ficas y nuevas formas de gestión y de articulación público-privado-comunidad. Este tipo de urbani-zación se caracteriza por una ocupación anárquica del suelo, condiciones de accesibilidad inadecuadas, inexistencia de títulos de propiedad de las parcelas, falta de equipamientos públicos (o ineficientes) e inadecuación de los alojamientos. Al mismo tiempo, existe en estos asentamientos un alto sentido de so-lidaridad entre los habitantes y un elevado grado de participación en la gestión de los asuntos de interés comunitario, donde la vida social presenta alto gra-do de intensidad. Pero la informalidad no se limita a la autoconstrucción, ella incluye permanentemente la viabilización de diversos espacios para la vida asociativa y la instalación de infraestructuras frag-mentarias para los usuarios comunitarios.

Aprendiendo del urbanismo de lo informal

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De esta manera, la favela es parte integrante de la ciudad y ya es tiempo de elaborar un urbanismo adaptado a esta ciudad, dicha “informal”. Cinco principios merecen nuestra atención: 1. Pensar lo urbano a través de la lógica de la ciudad informalEsto significa responder a las principales “urgencias” analizando las interferencias y programando las ac-ciones según un calendario elaborado con la partici-pación de la comunidad.

2. Aceptar la combinación de estrategias La construcción de un equipamiento deportivo o de un comedor popular puede ser realizado en pocos días y en otros casos la transición de abrigo a aloja-miento definitivo puede llevar décadas. Esto obliga a repensar la urbanidad en el sentido tradicional del término, respetando algunas reglas mínimas de orientación y ordenamiento.

¿Cuál es el mapa del arquitecto? ¿Cuáles son sus geo-grafías? ¿Cómo un mapa se pliega y se despliega?El arquitecto no debe temer la guerra porque la ciudad burguesa comporta ya un dispositivo de

3. Estimular la participaciónEl “espíritu de la calle” debe ser el orientador del análisis de los usos, de las soluciones adoptadas y de las expectativas de los habitantes.

4. Valorizar los espacios no jerarquizadosEl espacio residual de los procesos de ocupación in-formal está en reconfiguración permanente y presen-ta alto nivel de adaptabilidad. Las formas específicas de ocupación del suelo y de aprovisionamiento de servicios e infraestructuras, substituyen a las jerar-quías tradicionales que actúan en la ciudad formal. 5. Configurar el “espacio público”La noción de espacio público, inexistente en la fave-la, debe ser instaurada por el proyecto de urbaniza-ción, basado en la delimitación del dominio de cada parcela, definiendo lo que es de cada uno y lo que es de dominio público. El “as built” constituye el ins-trumento de base para la titulación definitiva de las propiedades y para delimitar lo público y lo privado.

autoaislamiento, barrios y loteos cerrados, calles privatizadas, dispositivos militares y simbólicos de segregación que corroboran la metáfora de la guerra. Una gran parte de esta problemática, hoy explosiva, ha sido instaurada en América Latina desde la época de la colonización. Se trata de bio-política (es decir, de la no sumisión a las lógicas dominantes) contra el bio-poder, el poder de las redes, donde las insti-tuciones no aseguran más el control por causa de la amplitud de los problemas. Así, en el drama urbano contemporáneo, el “arquitecourbanista” debe apren-der a desdoblarse y redoblarse, a trazar el mapa de riesgo, actuando desde el interior para el exterior; a formular proyectos de estructuración con el ADN de lo urbano que consideren la lógica de la ciudad en su conjunto, articulando intervenciones puntuales, concretas, inmediatas, resolviendo las principales urgencias. Lo que implica captar el menor sobresalto que agita la ciudad, tal cual un síntoma, decisivo para su sobrevivencia.

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Cinco principios del urbanismo informal

Mapas de supervivencia

Figura 2Proyecto de estructuración urbana para la favela de Dha-ravi, Mumbai,India.

¿En qué medida el concep-

to del Derecho a la Ciudad

es realmente nuevo? Esta

pregunta invita a repensar

críticamente hasta dónde la

así llamada “Agenda Hábitat’

ha influido en la forma de

intervenir y planear la ciudad

por parte de los gobiernos

nacionales y locales en distin-

tas regiones del mundo. Sin

duda que la “Agenda Hábitat”

ha cambiado desde la década

del 1970 cuando Jane Jacobs

planteaba el daño que el mo-

vimiento moderno producía a

las “Grandes Ciudades Ame-

ricanas” y reclamaba cambios

muy concretos sobre densida-

des, usos de suelo y manejo

del tráfico. Pero esta agenda

de cambios, muy particular de

América del Norte, no nece-

sariamente refleja la enorme

complejidad del cambio nece-

sario en la gestión urbanística

de los países del Sur Global.

Hábitat II vino a resolver esta

necesidad de foco en los

países en desarrollo con una

consigna muy clara “Shelter

for all” (refugios para todos),

planteando la posibilidad de

cambio de paradigma que se

venía sucediendo en países

representativos del Sur, tales

como Brasil o India. Hábitat III

venía a cerrar veinte años des-

pués esta agenda de cambio

proponiendo su institucionali-

zación, introduciendo nuevas

formas más efectivas de acele-

rar el desarrollo de tales áreas

rezagadas del progreso.

Hábitat III plantea eso, pero

con un cambio de paradigma,

inédito para el Sur Global:

lograr esos objetivos a tra-

vés del involucramiento del

sector privado. Es decir que

mientras que Hábitat I y II se

ocuparon de perfilar el qué

hacer, con recomendaciones

más o menos especificas en

distintos contextos, Hábitat

III profundizó el qué hacer

con recomendaciones muy

precisas, universales, añadien-

do el “cómo”, incursionando

en modelos de financiamiento

público-privado. El problema

es que dicha agenda, sinte-

tizada en la “Nueva Agenda

Urbana”, se sustenta en un

enfoque de privatización de

problemas públicos que remite

a la ideología del Siglo XX, que

creía que el sector privado

tenía la bondad suficiente para

relegar ganancias y asociarse

al Estado para lograr el bien

común. La historia demostra-

ría lo contrario, conduciendo

inexorablemente a grandes

presiones y revoluciones

sociales que lastimosamente

dejaran dos guerras mundiales

en el siglo XX.

PA NO RA MA INTERNACIONAL

GENEALOGÍA DE PLANES Y PROYECTOS EMERGIDOS DEL CONCEPTO DEL DERECHO A LA CIUDAD

Por Fernando Murillo

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América Latina juega en

el concierto internacional

un carácter inédito: es un

espacio de experimentación

permanente. No es de los

continentes tan avanzados

como América del Norte y

Europa, siempre pivotando

como ejemplos de libertad y

desarrollo; no es tan sub-

desarrollado como África, a

quien siempre se compadece;

está en un nivel de desarrollo

similar al Sudeste Asiático,

sólo que éstos, habiendo

sido pobres, tienden a crecer

económicamente a una tasa

mayor. América Latina no ha

querido explícitamente incurrir

en modelos de crecimiento

económico a lo asiático, libe-

ralizando mercados y siguien-

do la agenda neoliberal, y en

cambio, ha optado a partir de

distintos gobiernos por una

agenda más socialista, con es-

tados fuertes que velen por los

intereses de los más pobres. El

socialismo del siglo XXI como

lo denominara Chávez, es un

camino particular de Améri-

ca Latina en su senda por su

desarrollo. Logros y fracasos

demuestran los límites para

lograr el “sueño latinoamerica-

no”: crecer con igualdad.

Sin embargo, las principales

ciudades de América Latina se

caracterizan por concentrar la

mayor cantidad de población

de sus respectivos países,

creando una “macrocefalia” o

concentración de un alto por-

centaje de población nacional

desproporcionada con respec-

to al tamaño de las ciudades

que le siguen. Los resultados

de esta forma de crecimiento

se explicitan en indicadores

alarmantes de desigualdad so-

cial. Este tema de la primacía

de ciertas ciudades dentro del

sistema urbano nacional de

los países de la región ha sido

un clásico de investigación

y práctica dentro del campo

de la planificación urbana y

regional. Según Samuel Jara-

millo (Jaramillo, 1979), dicha

macrocefalia es la madre de

los problemas de la región,

explicando cómo la excesiva

concentración de población y

actividades económicas tiende

a reproducir el modelo de con-

centración de capitales cen-

tro-periferia, profundizando

diferencias socio-económicas

en una misma ciudad y país.

Según trabajos de ONU Há-

bitat, la cuestión de la brecha

social se verifica con mayor

profundidad en ciudades me-

tropolitanas, comparada con

ciudades intermedias y hasta

de menor cuantía poblacional,

donde las asimetrías sociales

tienden a ser menores (ONU

Hábitat, 2014). Una mirada

retrospectiva de esta ten-

dencia, desde la década de

1950 hasta 2010, señala en los

casos de ciudades primadas

seleccionadas de Argentina,

Bolivia, Brasil, Chile y Colom-

bia un proceso de incremento

del porcentaje de población

nacional residente. Desde Bue-

nos Aires, que ya en la década

del ’50 concentraba casi el

30%, ha continuado creciendo

sutilmente en la proporción

de población a nivel nacional,

alcanzando en 2000 el 33,2%;

situación que se repite tam-

bién en el caso de Córdoba.

El caso de La Paz en Bolivia

también es muy elocuente,

pues pasa de 10 a 17%, y es

notable el caso de Santa Cruz

que pasó de 1,4 al 13,5%. San

Pablo en Brasil pasa del 4,5%

al 10%, mientras que Río de

Janeiro aumenta levemente su

porcentual. Santiago de Chile

pasa del 24% al 35% y Valpa-

raíso es la excepción del grupo

seleccionado, siendo el único

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Tabla IIPorcentaje de pobla-

ción en las ciudades primadas de países

selecciona-dos

PAÍS CIUDAD AÑOS

1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010

Argentina Gran Buenos Aires 29,9 34,0 36,2 35,7 34,5 33,2 –

Gran Córdoba 2,4 3,1 3,5 3,6 3,7 3,8 –

Bolivia La Paz 10,6 – 15,8 – 17,4 17,2 –

Santa Cruz 1,4 – 5,5 – 10,9 13,5 –

Brasil San Pablo 4,5 5,5 8,3 10,2 10,1 10,1 10,2

Río de Janeiro 5,9 6,2 7,3 7,4 6,7 6,5 6,2

Chile Santiago 24,0 27,3 29,6 34,9 35,8 35,7 –

Valparaíso 5,8 5,9 6,0 5,8 5,6 5,4 –

Colombia Bogotá 5,6 9,6 12,6 14,8 15,8 17,5 –

Medellín 3,3 5,4 6,4 7,1 6,8 7,6 –

en general, puede advertirse

que las tasas de crecimiento

de informalidad se mantienen

y hasta tienden a crecer a

causa de la escasez de suelo

urbanizado barato. La tabla III

compara la cantidad de habi-

tantes por ciudades eviden-

ciando cómo dicha situación

de macrocefalia de capitales

latinoamericanas ha tendido a

acentuarse en todos los casos

produciendo una constelación

de mega ciudades encabeza-

das por San Pablo con más de

veinte millones de habitantes,

seguida por Buenos Aires

y Río de Janeiro con trece

y doce millones, Bogotá y

Santiago de Chile, con ocho y

seis, seguido por Medellín con

cuatro. Las ciudades bolivia-

caso en el que se verifica un

leve decrecimiento, pasando

de 5,8% a 5,4%. Bogotá pasa

del 5,6% al 17,5%, destacándo-

se como la ciudad que recibe

mayor proporción de pobla-

ción desplazada del país y

Medellín pasa del 3,3% al 7,6%,

más del doble.

Puede advertirse que las tasas

de crecimiento por ciudades

es variable en función de cada

país, alcanzando en algunos

casos en la década de los ‘90

un momento de decrecimien-

to. Pero en función de estudios

de caso, puede observarse

que, aunque a nivel nacio-

nal las tasas de informalidad

tienden a reducirse junto a las

tasas de crecimiento urbano

nas de La Paz y Santa Cruz,

de menos de dos millones de

habitantes, aparecen en la

tercera jerarquía de metrópolis

y con un poco más del millón

de habitantes se destacan

las ciudades intermedias de

Argentina, como el caso de

Córdoba y Rosario. Cada

tamaño poblacional demanda

escalas de planificación ur-

bana y regional que, conce-

bidas desde los mecanismos

de las políticas públicas para

estimular el poblamiento de

ciertas zonas con potencial de

desarrollo, inducen migracio-

nes y atracción de población

económicamente activa.

En las últimas décadas, los

países aludidos en las tablas

Figura 3 FALTAEPIGRAFE

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precedentes han desarro-

llado ambiciosos esquemas

de planificación territorial

que buscan responder a los

problemas persistentes de po-

breza urbana y marginalidad,

al cual se superponen los nue-

vos problemas de impactos

ambientales negativos, tales

como inundaciones, migracio-

nes y otras cuestiones. A tales

temas se suma la creciente

problemática ambiental y el

cambio climático, creando

riesgos de desastres afectan-

do especialmente a los grupos

más vulnerables.

Como resultado, las ciudades

primadas en los países seña-

lados han mantenido y hasta

incrementado sus ritmos de

urbanización hasta la década

del 90, a partir de cuya fecha

comienzan a reducirse. La

expectativa era que una vez

reducida la tasa de urbaniza-

ción, los asentamientos infor-

males tenderían naturalmente

a disolverse, al darle tiempo

al mercado inmobiliario a

generar viviendas asequibles

para los sectores populares.

La tabla IV presenta las tasas

de crecimiento urbano en los

aglomerados seleccionados,

reflejando menores tasas de

urbanización a medida que

avanza el nuevo siglo. La

expectativa no se cumplió y

aunque se redujo la tasa de

urbanización, esto no significó

una merma en la reducción

de la cantidad de personas

viviendo en condiciones de

asentamientos informales.

El mapa del sistema urbano

latinoamericano ha evolu-

cionado notablemente entre

la década de 1950 y el año

2000 (figura 1), reflejando

una estructura territorial del

sub-continente centrado en

los bordes, donde llegó la

colonización europea que

eligió el emplazamiento de las

grandes capitales desde los

ríos y el mar y las economías

nacionales que funcionan a

partir de lógicas agro-produc-

toras y extractivas de minera-

les que utilizan tales capitales

como puntos de comando de

las grandes empresas para

exportar materias primas al

mercado internacional.

La comparación de los dos

mapas de América del Sur

reflejan un perfil del subcon-

tinente enfrentando el nuevo

milenio como una región

consolidada en términos ur-

banos, pero con un profundo

problema de asimetrías socia-

les que entre otras cosas, se

refleja dramáticamente en la

proporción de asentamientos

informales en sus respectivas

capitales y ciudades primadas.

Los enfoques emergentes

descriptos en los párrafos

anteriores plantean una ge-

nealogía técnico-política de

gran influencia en la región,

de modo que toda ciudad

importante comienza a aplicar

un recetario de acciones

parecidas. Ahora bien, cabe

reflexionar respecto a cuá-

les son esencialmente tales

recetas, cuál es la argamasa

que une planes y proyectos en

un todo coherente y en qué

medida son sus resultados

demostradamente positivos

en términos de avance en el

cumplimiento progresivo de

derechos humanos.

CASOS DE ESTUDIO CANTIDAD DE POBLACIÓN POR AGLOMERADO (POR MILES)

PAÍS CIUDADES 1990 1995 2000 2005 2010 2015

Argentina Gran Buenos Aires 10.513 11.154 11.847 12.553 13.089 13.342

Gran Córdoba 1.200 1.275 1.348 1.423 1.494 1.556

Gran Rosario 1.084 1.121 1.152 1.186 1.233 1.283

Bolivia La Paz 1.062 1.267 1.390 1.527 1.692 1.864

Santa Cruz 616 833 1.054 1.320 1.551 1.724

Brasil San Pablo 14.776 15.948 17.099 18.333 19.582 20.544

Río de Janeiro 9.595 10.174 10.803 11.469 12.171 12.775

Chile Santiago 4.616 4.964 5.275 5.599 5.879 6.084

Valparaíso 733 771 803 839 880 922

Colombia Bogotá 4740 5494 6.356 7.353 8.320 8.916

Medellín 2.135 2.372 2.724 3.127 3.524 3.789

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Tabla III Compa-

ración de cantidad

de pobla-ción por

aglomera-do.

Fuente ONU

Hábitat, 2013

conexión de los asentamien-

tos con el resto de la ciudad,

y la provisión de servicios

de transporte público que

mejoren las condiciones de

movilidad de la población en

general y de los habitantes de

los asentamientos en parti-

cular. Complementariamente,

puede advertirse en forma

incipiente, la presencia de

iniciativas de captación de

plusvalías urbanas en algunas

de las ciudades, con resulta-

dos diversos en la producción

de vivienda social.

Los aportes de la Tabla IV

respecto al PBI promedio

Para responder a la primera

pregunta, se apela a la tabla V,

en la que se intenta explicitar

cómo distintos planes y pro-

gramas por ciudad inciden en

los objetivos no sólo de mejo-

rar asentamientos informales,

sino también en prevenirlos a

través de políticas innovadoras

de vivienda y regulación de

mercados de suelo. La misma

tabla responde el segundo

interrogante, al indagar cómo

están unidos en intervencio-

nes territoriales concretas.

Sus resultados en términos

de cumplimiento progresivo

de derechos humanos son

inferidos de observaciones de

la realidad, dada la no dispo-

nibilidad de datos censales

que permitan evaluaciones

más consistentes, ya que la

mayoría de las intervenciones

son recientes.

La comparación entre ciuda-

des permite verificar efecti-

vamente la transferencia de

ideas en torno a cuestiones

como la regularización de

suelos, la provisión de infraes-

tructuras, especialmente que

faciliten la accesibilidad y

son elocuentes para reforzar

la idea de la viabilidad de

grandes intervenciones de

mejoramiento y prevención

de asentamientos informales

en las ciudades primadas,

justamente donde existen los

recursos para llevarlo a cabo y

donde los problemas tienden

a concentrarse. Esta decisión

de intervenir a escala urbana

y metropolitana, que puede

advertirse cada vez más en

las ciudades estudiadas, lleva

implícito el cambio de rumbo

respecto a los modelos de

planificación territorial previos

que planteaban la prioridad en

el desarrollo de oportunida-

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País Segundo nivel Aglomerado Año Producto Bruto Interno (PIB) Millones de US$ constantes 2000)

% PIB ciudad en relación PIB nacional

Población PIB/Población (US$ constan-tes 2000)

ArgentinaBolivia

Buenos Aires Ciudad de Buenos Aires 1999 73.751 25,7 11.884.875 6.205

Córdoba Gran Córdoba 1999 8976 3.1 1.339.954 6.709

Bolivia La Paz La Paz y El Alto 1999 520 6.3 1.355.169 383

Santa Cruz Santa Cruz 1999 688 8.4 1.024.789 671

Brasil San Pablo Gran Sao Paulo 2002 110.108 16.4 17.792.606 6.188

Río de Janeiro Río de Janeiro 2002 56.967 8,5 11.466.290 4.968

Chile Santiago Gran Santiago 2003 34.228 41,3 5.531.296 6.188

V Región Valparaíso 2003 2811 3,4 836.316 3.362

Colombia Distrito Federal Bogotá 2000 25.797 26 6.423.939 4.044

Antioquía Medellín 2000 9814 9,8 2.773.155 3.539

Tabla IV Tasa de crecimien-to urbano

Fuente Elabora-ción propia en base a CELSTAT -CEPAL.

Figura 3 Casos seleccio-nados del sistema urbano latinoame-ricano.

Fuente ONU Hábitat, 2012

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tivas de modelos de desarrollo

más sensatos.

Entre las estrategias para

abordar la cuestión de los

asentamientos informales, si

bien son claramente diferentes

de país en país y aun de ciu-

dad a ciudad dentro del mis-

mo país, puede advertirse un

notable intercambio de ideas

y experiencias. Los casos del

programa Favela Barrio ha te-

nido influencia en las interven-

ciones en Medellín, quien ha

avanzado y ampliado el mode-

lo de inclusión urbana; y éste

a su vez posee una enorme

influencia en las intervenciones

recientes en El Alto (figura

4) y en una verdadera nueva

des en zonas de interés para

urbanizar, estimulando que la

población migre fuera de las

grandes capitales. Aunque

como fuera expresado previa-

mente, hay una nueva agenda

de desarrollo en los países de

la región estimulando proce-

sos de ordenamiento territorial

que pongan límite a procesos

extractivos que comprometen

la salud del ambiente y la so-

ciedad tales como la expan-

sión de la frontera de la soja

en la Argentina y Brasil, activi-

dades mineras en Chile, Bolivia

y Colombia, estos esfuerzos

continúan limitados al plano

normativo y no se ha logrado

consolidar una estrategia más

integral para gestionar alterna-

generación de intervenciones

urbanas-habitacionales que

surgen en los distintos países

de la región. Casi puede soste-

nerse que un nuevo paradigma

de hacer ciudad, inspirado en

el concepto del “Derecho a la

Ciudad” comienza a emerger

con gran energía, con aspi-

raciones de transformar las

prácticas corrientes del hacer

ciudad, no solo informal sino

también formal.

Las intervenciones más desta-

cadas en las ciudades elegi-

das como casos de estudio

dan cuenta de similitudes y

diferencias. Pueden recono-

cerse distintas aplicaciones de

políticas de regularización de

suelos ocupados por asen-

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País Mejoramiento asentamientos habitacionales Prevención a través de políticas habitacionales

Regularización de terrenos

Provisión de infraestructuras de pavimentos y sanitarias

Provisión de transporte

Generación de suelos

Construcción y mejoramiento| de viviendas

Argentina Buenos Aires Intentos fallidos Programa PROMEBA Pre-metro en zona sur

Transformación área central Morón

Fonavi en dis-tintas localidades

Córdoba Promeba Grandes urbanizaciones sociales

Rosario Operación Puerto Norte

Bolivia La Paz Intentos fallidos en El Alto

Metrocable

Santa Cruz Mejoras en la accesibilidad

Plan 300

Brasil San Pablo Regularización sistemática coordinada con proyectos urbanos Operación urbana Faría-Lima, Agia Espraiada, Agua Branca

Río de Janeiro Favela Bairrio Nueva generación proyectos habitacionales

Chile Santiago Relocalización de campamentos

Política de conjuntos habitacionale

Valparaíso Conjuntos residenciales familiares (CRF) como estrategia de radiación de población informal

Política de conjuntos habitacionales

Colombia Bogotá Nueva Usme Colombia Medellín Promoción de radicación de población

informal. Intervención Juan Bobo. Metrocable Nuevos conjuntos

habitacionales

Tabla V Resumen políticas

urba-nas-habi-

tacionales en casos

de estudio

FuenteElabora-

ción propia en función

a varias fuentes

gramas urbano-habitacionales

es abordado principalmente

a través del mejoramiento de

aquellas viviendas recupe-

rables, pero también, desde

el ángulo de la prevención

de asentamientos, a través

de políticas de regulación y

generación de suelo, captando

plusvalías y la construcción de

viviendas nuevas en las proxi-

midades de los asentamientos

existentes.

Un repaso por la bibliografía

especializada en cada ciudad,

presenta similitudes y dife-

rencias en la utilización de

herramientas urbanísticas para

responder al desafío de la

ciudad informal. Por una parte,

la cuestión de la regulariza-

ción de terrenos ha recibido

en las ciudades de la región

tratamientos muy diferentes

que han llevado a resultados

diversos. Una de las conclu-

siones que puede extraerse de

la experiencia regional es por

una parte, la aplicación estre-

cha del tema solamente focali-

tamientos informales. Uno

de los aportes centrales es el

cumplimiento de derechos hu-

manos, dentro de los cuales la

cuestión de la tenencia segura

de suelos es un tema principal.

Además de la tenencia segura

de suelos, otro principio que

define técnicamente a un

asentamiento informal es la

disponibilidad de agua potable

y servicios de saneamiento,

ante lo cual los programas

emergentes de mejoramiento

destacan la provisión de in-

fraestructuras, especialmente

sanitaria; también y cada vez

más se impone la provisión

de pavimentos como forma

de garantizar la accesibilidad

y la cuestión de la movilidad

a través de la provisión de

transporte público. El tercer

parámetro fundamental que

define asentamientos informa-

les se relaciona con las con-

diciones de hacinamiento y la

materialidad temporaria de la

vivienda, cuestión que en tales

genealogías de nuevos pro-

zada en la titulación de suelos,

sin que medien otras acciones

que lleven al mejoramiento del

sitio, en buena media inspirada

en la ortodoxia del planteo de

Hernando De Soto (De Soto,

1986) que sostiene que la

capitalización de los sectores

populares al adquirir un bien

inmueble como un lote abre

las puertas a un proceso de

desarrollo y acceso a merca-

dos financieros. Esta tesis no

ha sido demostrada todavía, y

por el contrario, puede verifi-

carse en los casos estudiados

que la regularización de suelos

per se no ha dado cambios

sustantivos en las condiciones

de vida de la población, ex-

cepto cuando va acompañada

de mejoras y formas adecua-

das de tenencia en función

de la capacidad financiera

de la población destinataria,

incluyendo alquileres, permi-

sos de uso y usufructo, etc. La

experiencia histórica enseña

que aquellas regularizaciones

que ocurren junto al mejo-

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Figura 4 Intervenciones urbanísticas recientes en El Alto (Bolivia)

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de la ciudad es una figura

emblemática de área informal

en la que sucesivos gobiernos

nacionales y municipales han

intentado distintas formas de

regularización sin éxito, con

consecuencias negativas hasta

el presente, en un contexto de

urbanización rápida, pasando

de una población de 21.000

habitantes en el 2001 a 26.403

en 2009 (GCBA, 2009).

Otro caso paradigmático es

el de la villa “Los Piletones”

en el barrio de Soldati en la

zona Sur de la ciudad, el cual

habiendo sido regularizado en

distintos sectores y relocaliza-

do algunos de sus habitantes

porque se inundaban por su

proximidad a la laguna otor-

gándoles viviendas sociales en

las proximidades, los propios

habitantes rechazaron la pro-

puesta de regularización pues

entienden que de esta manera

se les están transfiriendo

serios problemas de manteni-

ramiento de infraestructuras

pueden incidir en el aumento

de los precios de alquileres

informales, expulsando a los

más pobres fuera de la zona

“mejorada”. Pero como Edesio

Fernandes (2011) señala, los

costos de una regularización

total alcanzan entre 50 u

80 veces más que aquellos

de titulación solamente, lo

cual implica una decisión y

justificación muy sólida para

adoptar planes y proyectos

más allá de la titulación.

El caso de la ciudad de Bue-

nos Aires es emblemático por

los importantes esfuerzos

recurrentes de regularizar

terrenos con consecuencias

sociales insospechadas. Un

gran debate se ha desatado

en torno a la conveniencia de

la regularización como medio

efectivo de inclusión social,

frente al riesgo de provocar

mayor segregación al otorgar

títulos de propiedad en asen-

tamientos en los que predo-

minan prácticas de alquileres,

típico de emplazamientos en

zonas centrales de alto valor

de terrenos, incentivando un

mercado especulativo con va-

lores similares a los de zonas

formales. El aumento del valor

de los alquileres, consecuen-

cia lógica del mejoramiento a

partir de la inversión públi-

ca, lejos de beneficiar a los

sectores más vulnerables, los

perjudica al provocar aumen-

tos vertiginosos de precios.

Como resultado, los más

pobres resultan expulsados,

volviendo a buscar otros

asentamientos más baratos

donde vivir. El caso de la villa

31 (figura 5), en pleno centro

miento y uso de tales vivien-

das. Por añadidura, el modelo

de regularización funciona con

la lógica de lograr consensos

entre vecinos para ceder terre-

nos y alcanzar así superficies

y formas mínimas aceptables

por las leyes que, desde un

punto de vista teórico es ideal

de la solidaridad, pero en la

práctica da lugar a rivalidades

y conflictos entre facciones de

vecinos que buscan desplazar

a grupos de vecinos con me-

nos capacidades, para así lo-

grar escriturar sus parcelas en

mejores condiciones, plantean-

do un escenario de “pobres

contra pobres” en lugar de

realmente estimular procesos

virtuosos de construcción de

comunidades.

La realidad en Rosario es nota-

blemente diferente, existien-

do una notable vocación de

gobierno orientado a respon-

der a las necesidades de las

clases más humildes. Pero la

Figura 5El caso de

la villa 31

Unidas ONU-Hábitat plantea

la relevancia de la provisión

de pavimentos y apertura de

calles como factor clave de

mejoramiento habitacional

(Acioly, 2012). La filosofía de-

trás de este tipo de interven-

ciones plantea que la recu-

peración y cualificación del

espacio público es el primer y

necesario paso para realmen-

te instalar una estrategia de

inclusión socio-territorial. Pero

debe tenerse en cuenta que

la topografía y condiciones

geográficas del medio natural

que sostiene tales interven-

ciones es determinante de

los costos de las mismas. Las

topografías montañosas tor-

nan dificultosas la provisión de

infraestructuras sanitarias por

la cuestión de las pendientes.

Pendientes pronunciadas im-

piden la provisión de servicios

a poblaciones emplazadas en

realidad social de la expansión

de asentamientos informales

en el área metropolitana de

Rosario parece sobreponerse

a las buenas intenciones del

gobierno local por intentar

establecer una estrategia efec-

tiva, apelando a buenos ante-

cedentes de la ciudad como

el programa “Rosario Hábitat”,

lastimosamente disconti-

nuado. Córdoba incursionó

notablemente en programas

de “nuevas ciudades” como

forma de proveer un hábitat

digno a la población deman-

dante. Pero tal política, por su

localización periférica, termina

reproduciendo problemas

de exclusión y segregación

socio-territorial propio del

fenómeno de las “ciudades

dormitorios”.

Un enfoque promovido des-

de la Agencia de Naciones

zonas ambientalmente frágiles,

tornando prácticamente impo-

sible su provisión.

Cuestiones como integrar

los asentamientos informales

a la trama de la ciudad, con

todo lo que ello significa en

términos de conectividad y

la facilitación de vehículos de

servicios como transporte y

alumbrado públicos, lejos de

ser temas menores, consti-

tuyen recursos estratégicos

para sostener un proceso

sostenido de mejoramiento y

construcción de ciudadanías

y derechos. La aplicación de

tal estrategia con un enfoque

de ciudad en los casos de Río

de Janeiro, Bogotá y Medellín

es elocuente y casi puede

encontrarse como genealogía

también en intervenciones en

las otras ciudades. El progra-

ma PROMEBA (Programa de

Mejoramiento de Barrios) en

las ciudades de Argentina,

concebido como el Favela-

Barrio en Brasil y como él

recibiendo financiamiento

del Banco Interamericano de

Desarrollo (BID), ha desplega-

do acciones sistemáticas de

mejoramiento en las que se

combina regularización con in-

fraestructuras que han redun-

dado en la inclusión de asenta-

mientos en sus respectivos

trazados urbanos. El Programa

en sus dos versiones, PROME-

BA I (1997-2011) y PROMEBA

II (2007 hasta el presente)

ha generado un portafolio de

intervenciones importantes,

sobre todo en la complemen-

tariedad de regularización de

terrenos, en distintas moda-

lidades más adecuadas para

sus habitantes, con obras de

infraestructura básica como

Figura 4 Intervenciones

urbanísticas recientes en El

Alto (Bolivia)

Figura 5 BISIntervenciones urbanísticas recientes en El Alto (Bolivia)

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30 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 31

res inmobiliarios que aprove-

chan plusvalías generadas por

la inversión públicas en obras

de infraestructura, han sido

estudiados comparativamente

en su diseño e inserción urba-

na en los contextos de El Alto

y Buenos Aires (Guzmán Agre-

da, 2014), con notables niveles

de correspondencia.

El complemento de inter-

venciones habitacionales es

la provisión de transporte

público. El caso de Medellín es

emblemático al respecto, con

su réplica en La Paz-El Alto,

en ambos casos resolviendo la

cuestión histórica de accesi-

bilidad de sectores urbanos

marginales. También las otras

ciudades han desarrollado

iniciativas de transporte pú-

blico inclusivo de la cuestión

de los asentamientos, como

Santiago de Chile, Bogotá, Río

de Janeiro y Sao Paulo (IPEA,

2013). En el caso de Buenos

Aires, nueva líneas de preme-

tros vinculados a la extensión

de la red de subterráneos

fueron construidos con el

propósito de vincular la zona

Sur de la ciudad, histórica-

mente relegada de la pujante

Norte. Pero la fijación de las

tarifas al transporte público es

clave para la sustentabilidad

social de dichas estrategias. Ya

en el caso de Bogotá, como

Medellín, en Colombia, como

asimismo en La Paz-El Alto,

las tarifas de tales medios de

transporte comienzan a revelar

una brecha importante con

los sectores sociales a los que

en teoría se dirigen. Este tema

revela que la no consideración

de subsidios a largo plazo que

permitan sostener más allá

pavimento, agua, cloacas y

energía. Pero aunque promiso-

rio en sus resultados, se critica

su alto costo operativo en al-

gunas intervenciones, limitan-

do su impacto en la cantidad

de familias beneficiarias (el

PROMEBA II alcanzó a 70.000

familias).

El caso de intervenciones

habitacionales integrales en

Santa Cruz de la Sierra como

el Plan 3000, en el que se

desarrollan obras de infraes-

tructuras y de viviendas para

sectores sociales medios, es

altamente criticado por sus

altos costos en un contexto

de fuerte déficit habitacional.

El sentimiento generalizado

es el de una operación urbana

en la que explícitamente se

busca promover formalidad y

mejores condiciones para un

sector de la población a partir

de subsidios estatales, en des-

medro del resto de la sociedad

que sin obtener beneficios -al

contrario, siendo sistemática-

mente segregada de los mis-

mos-, resulta manipulada para

legitimar la lógica del subsidio

público a la vivienda. En el

caso de El Alto, ciudad satélite

respecto a La Paz, la capital

de Bolivia, puede advertirse

una situación similar de altos

subsidios gubernamentales a

los servicios públicos, en un

contexto de fuerte inversión

privada en el desarrollo de ti-

pologías habitacionales de una

clase media emergente que en

distintas bibliografías especia-

lizadas se la comienza a cata-

logar como “nueva arquitec-

tura andina”. Estos incipientes

emprendimientos inmobiliarios

concebidos por desarrollado-

de la construcción también

el mantenimiento y la opera-

ción, podrían llevar a segre-

gación social en el mediano y

largo plazo. Otra dimensión

a considerar es la incidencia

del transporte en los costos

de suelo. En la medida en que

existan subsidios que asegu-

ren el acceso social masivo al

servicio los costos de terrenos

alejados del centro tienden a

reducirse, con su correspon-

diente beneficio socio-terri-

torial. Pero en la medida en

que dichos subsidios estén en

duda la incidencia en los cos-

tos de suelo es incierta.

Puede advertirse también la

construcción de vivienda social

en lugares próximos a los asen-

tamientos de modo de evitar

su desplazamiento. Aunque

Santiago de Chile enfrenta

este desafío siendo el diseño

de la propia política pública la

que estimula que las empre-

sas licitantes prefieran buscar

terrenos baratos naturalmente

fuera de la estructura de la ciu-

dad, existen también iniciativas

como las Organizaciones No

Gubernamentales, cooperati-

vas y colectivos sociales que a

partir de la propia organización

de las comunidades logran

generar un modelo de gestión

de proyectos en el que se eligen

zonas próximas a los lugares

originales de residencia de los

beneficiarios. La construcción

de proyectos de la ONG Un Te-

cho para mi País, muy represen-

tativo del movimiento estudian-

til en Chile, pone en evidencia

la búsqueda de la inclusión

social a través de la alianza de

la organización con los propios

beneficiarios. A pesar de los

gia de encontrar medios de

financiamiento de la expansión

urbana con supuestas priori-

dades habitacionales sociales

que de no integrarse en una

estrategia fundamentada en

el cumplimiento progresivo de

derechos, devienen fácilmente

en procesos de profundización

de tendencias ya existentes a

la segregación y fragmenta-

ción socio-territorial.

Los análisis desarrollados lle-

van a considerar que en reali-

dad la incidencia de la Agenda

Hábitat en la gestión de las

ciudades latinoamericanas

no sólo ha sido significativa,

sino que inclusive ha sido una

fuerza poderosa de implemen-

tación de políticas sociales. El

paso del desalojo forzado a la

regularización de asentamien-

tos informales marca un hito

en la región en la búsqueda

de cumplimiento de derechos

que se alinea con el concepto

del Derecho a la Ciudad. Sin

embargo, puede advertirse

que dicho cambio de paradig-

ma no ha sido uniforme, no

sólo en la región, ni siquiera al

interior de los países. Puede

advertirse que tales decisiones

propios obstáculos del mer-

cado de suelos para emplazar

adecuadamente vivienda social,

el diseño de los proyectos

apelando a mayores densidades

y sistemas financieros mixtos ha

logrado algunos casos exitosos

de relocalización voluntaria

de población informal inserta

ventajosamente en la estructura

de la ciudad (figura 6). Pero

como la propia ONG señala en

sus documentos de trabajo,

tales aciertos de proyectos más

que la regla tienden a ser la ex-

cepción (Techo. Un Techo para

Chile, 2015) y por ende invitan

a rever la política habitacional

chilena en su conjunto para

revertir sus fuertes tendencias a

la segregación y fragmentación

de los sectores populares.

También las iniciativas de

recuperación de plusvalías en

América Latina son promovi-

das por organismos interna-

cionales, entre ellos el Lincoln

Land Institute (Smolka, 2013),

como una forma innovadora

de financiamiento urbano.

La cita de proyectos como el

caso de Nueva Usme en Bogo-

tá y otros en América Latina,

ponen en cuestión la estrate-

de cambio en las formas de

intervenir en las ciudades ha

estado dominando por el valor

de los terrenos. Es decir que el

acceso a derechos de los sec-

tores populares depende en

buena medida de su inserción

dentro de la ciudad, lo cual es-

tablece una diferencia notable

entre habitantes de distintos

tamaños de ciudades. Si el

mejoramiento habitacional se

encuentra dominado por ciu-

dades primadas en desmedro

de ciudades intermedias y

pequeñas, es previsible que el

mentado Derecho a la Ciudad

conducirá a mayor “macroce-

falia”, al menos en los países

de la región, y posiblemente

también en el resto del mundo.

La “Nueva Agenda Urbana”

aunque menciona la cues-

tión de mejorar los vínculos

urbanos-rurales, por su sesgo

conceptual de asociar urbani-

zación con desarrollo, sin dejar

de ver que urbanización sin

condiciones socioeconómicas

adecuadas conduce en reali-

dad a negación de derechos

básicos, ignora un problema

fundamental generador de con-

diciones sociohabitacionales de

alta vulnerabilidad a futuro.

Figura 6 Construcción

de vivienda social en San-tiago de Chile

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32 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 33

POSTALES DE HÁBITAT III

Migraplan en Hábitat III, sala Urban future: Urbanización y migración.

Herramientas de planificación parti-cipativa para prevenir la proliferación

de asentamientos informales.

En este intercambio, las actividades estuvieron estructuradas en tres etapas: una presentación corta de los autores que representaban a distintos países de la re-gión, con un moderador que resumía los hechos presentados e invitaba a realizar preguntas y comentarios al cierre; una segunda etapa donde se hacía una pre-sentación de un video de 10 minutos que contenía las preguntas clave vinculadas a la urbanización y la migración y que invi-taba a discutir enfoques para lidiar con la rápida urbanización y el compromiso de

las comunidades autoorganizadas; y una tercera que consistía de reflexiones finales e invitaba a los participantes a trabajar colaborativamente y proveyendo detalles de las próximas actividades de la red.

Además de la presentación de las expe-riencias y de los documentos realizados, el equipo de la red Migraplan presentó también un análisis comparativo del im-pacto de la migración en la formación de asentamientos informales, las tendencias de la expansión urbana y la transforma-

ción de los barrios con la configuración de corredores de migrantes. Los casos comentados referían a investigaciones en torno al impacto de procesos migrato-rios, tanto en la ciudad de Cochabamba, Bolivia, como en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En el primer caso, se presentó el estado de situación de las migraciones en el Distrito 8 de Cochabamba, en Bolivia, desde la experiencia de la Red de Acción Comunitaria, dedicada a promover los

derechos de los sectores populares. Un punto central del diagnóstico del proble-ma socio-habitacional detectado tiene que ver con la falta de planificación de la expansión urbana a partir de fuertes corrientes migratorias internas, acarrean-do problemas de titularidad de las tierras, generación de asentamientos autocons-truídos altamente deficitarios y conflictos diversos devenidos de la falta de servicios públicos e infraestructuras esenciales. La aplicación de la metodología de la “Brú-jula”, articulada con técnicas de trabajo con comunidades como el “auto-censo”, tienden a perfilarse como herramientas fundamentales para ayudar al mejo-ramiento de tales barrios, facilitando además el trabajo a funcionarios públicos encargados de planificar y desarrollar po-líticas públicas, al brindarles información sistematizada y priorizada clave, genera-da por la propia gente.

Otra de las experiencias comentadas fue la problemática habitacional actual de los hoteles, pensiones, inquilinatos y casas tomadas en la Ciudad de Buenos Aires, en torno a dos fenómenos, la precariedad y los desalojos, en un contexto que se concibe con de emergencia habitacional. Se hizo mención a las concepciones del espacio doméstico y los modos de habitar de las tipologías anteriormente referidas, desarrollando a su vez, las respuestas ins-titucionales por parte de la justicia y las organizaciones sociales. De esta manera, a modo de conclusión, se plantearon los siguientes interrogantes: ¿Cómo deben ser intervenidos institucionalmente estas tipologías edilicias para que no sigan formando parte de un mecanismo de ex-clusión social en el medio urbano? ¿Pue-den considerarse como hábitat adecuado respecto de ciertos grupos y sectores sociales, y bajo qué condiciones?

Es importante también destacar las discu-sión que se dio en el marco de la Sesión

Especial sobre Migraciones y Refugiados. Participaron de ella Sir William Lacy, Director General de la Organización Internacional de Migraciones; Esther Cuesta, Viceministra de Movilidad Hu-mana de la República de Ecuador; Jean Louis de Brouwer, Director de ECHO; Kate Gilmore, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Andreas Brouwer, Alcalde de Colonia; Steven Corliss, del Alto Comi-sionado de las Naciones Unidas para los Refugiados; Joseph Schecla de la Coali-ción Internacional de Hábitat; y la mode-ración de Fernando Murillo, representan-do a la Universidad de Buenos Aires. La sesión tuvo una presentación individual de los expositores, seguida de preguntas por parte de los asistentes. Los temas principales que se discutieron fueron los desafíos críticos enfrentados por las co-munidades para adaptarse al movimiento de las personas a las ciudades. Algunas de las preguntas que se buscaron responder fueron: ¿cuáles son los desafíos, inclu-yendo desafíos de derechos humanos, enfrentados por migrantes, refugiados y desplazados internos? ¿Qué historias personales han escuchado sobre estos desafíos? ¿Cómo puede ayudar la Nueva Agenda Urbana a resolver estos desafíos y apoyar las oportunidades enfrentadas por estos sectores? ¿Cómo enfrentan esta situación los gobiernos locales y nacio-nales y qué buenas prácticas existen? ¿Qué compromisos pueden realizar los gobiernos y agencias para alcanzar las expectativas y metas de la agenda 2030 de Objetivos del Desarrollo Sostenible y de la Nueva Agenda Urbana? ¿Qué se necesita para enfrentar los desafíos y oportunidades de la migración en contextos urbanos? ¿Cómo se desarrolla esta discusión más allá del encuentro en Quito?

Cabe una mención final a la entrevista brindada por el equipo del proyecto de la

“Brújula” a Radio ONU (Organización de las Naciones Unidas) en las que se explicó sus fundamentos y principios, así como compartió algunos de sus resultados. Una breve descripción de la metodología y su aporte a la “Nueva Agenda Urbana” discutida durante el encuentro de Hábitat III de las Naciones Unidas destacó su capacidad para promover la auto-orga-nización de comunidades, a partir de un diagnóstico técnico y expeditivo basado en un sistema de preguntas, respuestas y ponderación que se vuelva en un gráfico síntesis, la “Brújula” que facilita el diálogo entre comunidades y gobiernos. Se destacó que el “norte” de la Brújula no es otro que el cumplimiento progresivo de derechos humanos, sustentados por las otras tres dimensiones claves del método: La organización social, las obras públi-cas y los marcos regulatorios. A su vez se destacó la importancia de considerar en este análisis para el mejoramiento y prevención de asentamientos informales, la cuestión de los corredores migratorios conformando distintos tipos de asenta-mientos informales según la inserción de las ciudades en relación a tales corredo-res: En zonas de captación de población expulsada de sus territorios, en ciudades intermedias, de paso hacia otros destinos y en ciudades metropolitanas, muchas veces destino final de tales migraciones. Los resultados en término de derechos humanos suelen ser altamente negativos, conformando comunidades vulnerables expuestas a trata de personas, abusos de todo tipo y discriminación doble, por su condición de habitante informal y por ser migrantes y extranjeros. Frente a este panorama una estrategia integral de abor-daje del tema hábitat con una perspectiva de cumplimiento progresivo de derechos humanos fue destacado como el medio más efectivo y sustentable de avanzar hacia el cumplimiento de la nueva agenda urbana que plantea como principio fun-damental “no dejar nadie atrás”.

Otra de las experiencias comentadas fue la problemática habitacional actual de los hoteles, pensiones, inquilinatos y casas tomadas en la Ciudad de Buenos Aires,

en torno a dos fenómenos, la precariedad y los desalojos, en un contexto que se concibe con de emergencia habitacional.

MANDAR EN ALTA RESOLUCIÓN

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34 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 35

¿Qué propone Hábitat III a la agenda de los barrios humildes? A continuación transcribimos apartes de las conversaciones. Conversación con Mónica Ruejas

Mónica Ruejas es la presidente electa de la junta vecinal del barrio los Pile-tones, en Villa Soldati, al sur de la ca-pital argentina. Entre de los procesos que lidera se encuentra la mesa por la urbanización del barrio, donde hoy se debate sobre el modelo de urbaniza-ción que implementa el Gobierno de la Ciudad, a la luz de las necesidades de la comunidad en relación con lo que significa urbanizar.

Con respecto a la relación entre cali-dad de vida y asentamiento humano, Mónica expresa:

“Por ejemplo, la calidad de vida no es buena. La calidad de vida dentro de un barrio o un asentamiento no es buena. No es buena por las necesidades básicas que tenemos como seres humanos, son muy es-

casas, muy precarias, con muchos riesgos, entonces, no es buena”.

Así que lo que pareció complejo en sus inicios, logró transformarse en un interesante espacio de discusión, intercambio, y mucha escucha. Que permitió identificar entre los asisten-tes: problemáticas, acciones y posi-bles soluciones en común.

Ahora bien, al conversar concreta-mente sobre Hábitat III, el papel de la Organización de Naciones Unidas, y la percepción a nivel local que este tipo de instancias tiene, la líder social dice:

“Qué es hábitat III, mmm, ¿Es por el tema de la gente que lucha por los lugares para vivir? A ver, yo creo que si el trabajo de la ONU, en particular, es trabajar en la realidad de los lugares, de los países, en cuanto a toda la necesidad real de la gente, de las familias, yo creo que es buena; pero cuando se cumple, porque ahí, en esa reunión, se juntan todos los países y los representantes de los países. Si los representantes que participan en esa reunión no cumplen con los derechos del país donde ellos dirigen, con las necesida-des de la gente, no sé, yo creo que va a ser una reunión más.”

Y la Nueva agenda Urbana…

“Si se va a trabajar y cumplir, porque más que ser una agenda, yo creo que es la obligación de un Estado en trabajar seria-mente por el cumplimiento de los derechos fundamentales de la población. Si dentro de esa agenda, ellos van cumpliendo, porque deberían cumplir, y no cumplen, para nosotros es una simple reunión más de tantas de que pueden hacer; eso lo pueden hacer de acá a 20 años, 15 años, 10 años o 5 años. O sea, si no tiene un resultado esa reunión en dirección a pro-fundizar el cumplimiento del Estado, no tiene realidad. Por ejemplo, en Piletones, a nivel nacional, se dijo que el barrio estaba urbanizado y no es la realidad. Entonces, si en esa reunión van a volcar respuestas como esa, irreales, para nosotros es un dolor y una indignación más”

LA COLUMNA DEL VECINO FOMENTISTA

Abordar la Nueva Agenda Urbana des-de la perspectiva de los líderes sociales sigue siendo una tarea pendiente. Este es un intento por darle voz a quienes históricamente han tenido que luchar para ser escuchados, quienes exponen aquí las ideas generales de un encuentro que ven con escepticismo y lejanía. En este caso, hablamos con dos líderes sociales, Mónica Ruejas, presidente de la junta vecinal del Barrio Los Piletones, Buenos Aires, Argentina, y Car-los Chía, líder comuni-tario del municipio de Suacha, Colombia.

Entonces, en relación con una in-quietud que puede suscitarse en diferentes barrios de América Latina, quisimos reflexionar con ella sobre el principal reto que tienen los países para aterrizar la “Nueva Agenda Urba-na” en los barrios. Así:

“Yo creo que la única forma para que pueda aterrizar en los lugares es trabajar, trabajar en conjunto, trabajar con la co-munidad, trabajar con las organizaciones sociales que están dentro de la comunidad y el espacio. Yo creo que ahí se puede decir que eso es factible y real. Si simplemente se hace una agenda, una reunión, y no se trabaja con las organizaciones sociales, yo creo que está muy lejos a la realidad.

Que se trabaje con la gente, que se trabaje con las organizaciones sociales, que entre todos podamos obtener la solución y que sea realidad el que nosotros, las organiza-ciones sociales, podamos ser escuchados y que se trabaje en lo que nosotros solicita-mos. Sería algo fundamental porque es lo que le está pasando al país, porque en el país entero tenemos organizaciones socia-les que trabajan para vivir mejor, tenemos muchísimos asentamientos y hoy más que nada, más pobreza”

En relación a las necesidades par-ticulares de cada territorio y la voz que puedan tener en encuentros como Hábitat III, surge la expectativa alrededor de quienes conforman las comitivas que representan al país en el encuentro internacional. Con base en esto, es importante conocer lo que piensa un vecino, líder social, sobre los representantes en dicha instancia. Esto piensa la presidente de la junta vecinal de Los Piletones, en Argentina:

“No, no nos representan. No, porque cada vez más sentimos que hay un incumpli-miento de los derechos y si hay un incum-plimiento quiere decir que, bueno, esa es la realidad que nosotros vivimos y no es la que piensan ni la que viven los que dicen que nos representan a nosotros.

A ver, si en ese escenario simplemente pueden estar sentados los que tienen la

voz en representación de todos nosotros, los líderes que trabajamos día a día, y no pasan la realidad, lo que es, para nosotros no es fundamental. No es fundamental porque no se van a basar en la realidad que vivimos, en el trabajo que tenemos y en lo que queremos, lo que necesitamos”.

Conversación con Carlos Chía

¿Quién es Hábitat III? pregunta Carlos Chía, líder comunal del municipio de Suacha, Cundinamarca, Colom-bia. Luego de varios años de trabajo comunitario, era la primera vez que Carlos escuchaba del tema. Algunas referencias difusas fueron llegando a su cabeza tras algunas contextualiza-ciones hechas. A continuación, trans-cribimos parte de nuestra conver-sación, a propósito de lo que puede aportar la agenda de Hábitat III a los barrios populares de América Latina.

Carlos ¿Conoces qué es Hábitat III?

“¿Quién es ese personaje?”

Es la reunión más importante con-vocada por la Organización de las Naciones Unidas para discutir los retos del desarrollo urbano en el mundo. Recientemente se celebró la tercera reunión en Quito, Ecuador, siendo la primera vez que se realiza en América Latina.

“¿Y Colombia estaba invitada?”

Sí, todos los países miembros de la ONU enviaron declaraciones asumien-do una postura frente a las discusio-nes propuestas, entre ellos Colombia, representado por el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio.

“Ahh, el mismo Ministerio que promueve la construcción de megaproyectos de vivienda social en Suacha, que tiene el municipio convertido en el negocio más rentable de sus amigos los constructores. Si es así, me imagino qué fue lo que se dijo por allá”

Compilado por Sebastián Castañeda y Juan Camilo Jiménez

Enviar fotos de Mónica Ruejas y Carlos Chía

y/o fotos para ilustrar la nota.

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36 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 POSTPLÁN / Número 3 / ¿Podrá la “Nueva Agenda Urbana” asegurar el Derecho a la Ciudad? / Septiembre de 2017 37

ciones sociales están exigiendo para Suacha?

“Todas palabras muy bonitas, nadie va a estar en contra de que se luche contra la desigualdad o la pobreza, o que se cuide más la naturaleza o se promueva más convivencia y seguridad. Sin embargo, son todos saludos a la bandera, como dicen en Colombia.

Por más palabras bonitas que los gobier-nos afirmen, al final las acciones mues-tran otras cosas. Sus políticas, al menos para el caso de Suacha, no tienen nada que ver con lo que usted ha mencionado. Aquí sólo se construyen viviendas, como el negocio de los constructores, pero no se invierte en parques, colegios, centros de salud, vías y polideportivos, que son al final lo que permite que la gente viva bien.

Yo no le creo a esas agendas, tan distantes del mundo real, porque aquí a la comuna 1 nadie ha venido a decirnos cómo vamos a hacer para lograr esos objetivos. Su-pongo que serán asuntos de los gobiernos exclusivamente, que siempre nos dejan por fuera de los diseños y las soluciones.

En últimas, puede que salgan muy bonitos documentos, o se hagan eventos muy reconocidos con invitados muy especia-les, pero a nosotros en el barrio eso no se traduce en nada, mientras los gobiernos sigan decidiendo lo mismo a beneficio de los mismos”.

¿Crees que reuniones como H3 tienen cosas que aportar a los barrios popu-lares de América Latina?

“Yo creo que es como todas las reuniones de políticos y gobernantes, que discuten generalidades y se dan abrazos mutuos, donde nada de lo que se dice se siente, pero se debe decir porque así uno queda bien. Al final de cuentas, por más reu-niones que hagan, aquí las cosas siguen siendo las mismas, faltando las mismas cosas e igual de estrechos los canales para participar, hacer control social y acceder a las inversiones del Estado.

Es muy difícil para mí creer en esos escenarios. Son todos publicitados y famosos para un círculo de personas, pero en los barrios, el H3 puede ser un señor o la nada misma, es algo muy distante a nosotros.”

¿Por qué crees que es distante para los barrios populares?

“Porque necesitan estar lejos para vernos como los exóticos, los que necesitan ayu-das e inversiones, pero nunca nos invo-lucran o preguntan por dónde tenemos que entrarle al asunto. Contrarrestar las desigualdades de las ciudades implicaría redistribuir las riquezas que genera el crecimiento urbano, y eso es algo que los constructores no quieren, y que sus amigos del gobierno no van a permitir.

Nosotros seguimos aquí trabajando, mien-tras ellos en cocteles siguen brindando por nosotros, como si fueran nosotros, pero sin nosotros. Así funciona este mundo, los que necesitan quedan afuera del baile, no pueden pasar, mientras los que entran, bailan melancólicos por los que quedaron afuera. Luego salen en sus carros, con sus escoltas, nos echan el polvo y vuelven a sus oficinas.”

Una de las prioridades de la Nueva Agenda Urbana de H3 es la promoción de ciudades sostenibles, participati-vas, resilientes, seguras, inclusivas y compactas ¿Crees que esos objetivos coinciden con lo que las organiza-

El futuro: Lecciones aprendidas y nuevas búsquedasEl recorrido de Hábitat I a Hábitat II, con todo lo que significó en términos de cambio de paradigmas en políticas de vivienda y desarrollo y de Hábitat II a Hábitat III, que refleja la compleja problemática de introducir la cuestión del cambio climático y los desplazamientos forzados a la agenda Hábitat, deja lecciones relevantes y abre nuevos caminos a incursionar. Un denominador común en estos tres eventos ha sido la reflexión profunda en torno al rol del Estado, los mercados y las organizaciones de la sociedad civil. Hábitat III dedicó importantes sesiones a discutir estrategias para expandir y pro-fundizar el involucramiento del sector privado en el diseño e implementación de políticas de desarrollo sustentable. Para los más críticos, pensar que el sec-tor privado, cuyo objetivo esencial es la rentabilidad, pueda aportar en forma consistente soluciones a los problemas que enfrenta la humanidad actualmente no sólo es errado e ingenuo, resultado de una mira-da distorsionada de la historia, sino que además es peligroso. Por el contrario, para quienes creen en el rol del sector privado en impulsar de una forma más sólida y sostenida el desarrollo en forma inclusiva, la no consideración de introducir reformas diri-gidas a facilitar su inserción en la “Nueva Agenda Urbana” es un error central que lleva a repetir las declaraciones de Hábitat como una expresión de deseo más que como un instrumento operativo que sirva al propósito de brindar medios efectivos para

los gobiernos. De manera notable, ambos grupos de creyentes en el Estado o en los mercados, tienden naturalmente a los extremos, llevando la discusión al plano ideológico, impidiendo discernir cuándo y en qué contextos concretos sirve un formato, el otro y todos los matices intermedios de grises entre ambos.

Otro rasgo en común de los tres encuentros de Há-bitat es el diseño de nuevos instrumentos participa-tivos de planificación, que a lo largo de sesenta años ha ganado consenso a nivel mundial. Sin embargo, su implementación concreta ha adquirido caracte-rísticas ampliamente divergentes, de modo que tanto países con gobiernos autoritarios como los altamente democráticos sostienen que realizan distintas formas de planeamiento participativo. Tampoco se ha eva-luado en forma sistemática los resultados concretos de estos diferentes modelos de participación, espe-culándose con formas virtuosas, capaces de lograr resultados a partir de mecanismos transparentes y operativos de discusión y acuerdos, a formas de participación oscuras y confusas que se prestan más a la manipulación por parte de gobiernos y autori-dades que a la preparación de planes genuinamente populares. Aunque parezca mentira, detrás de esta discusión también hay un trasfondo profundamente ideológico que sólo puede escrutarse con racionali-dad a partir de un principio de honestidad respecto a los postulados teóricos y sus resultados concretos,

LAS MÚLTIPLES ES-CALAS DE DISCUSIÓN, A NIVEL BARRIAL, URBANO Y REGIONAL, CONSTITUYE UN ENORME DESAFÍO EN EL ENFOQUE PARTICI-PATIVO PARA QUE SEA EFECTIVO

Por Fernando Murillo

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dependiendo enormemente del contexto especifico de país y región.

Un tercer denominador común de lecciones apren-didas y nuevas búsquedas es el rol de las ciudades en procesos de desarrollo. Inicialmente, la discusión de Hábitat I, dominada por el pensamiento crítico de Jane Jacobs en torno al movimiento moderno, tuvo a la ciudad como protagonista central. Hábitat II planteó un giro conceptual al respecto al introducir una mirada nacional e inclusive regional del asunto. No es casual que fuera este evento el que diera el puntapié inicial al lanzamiento de estadísticas nacio-nales sobre cuestiones de mejoramiento de hábitat y políticas de vivienda social. Hábitat III ve reforzada el rol de las ciudades como líderes de las agendas de cambio, pero, paradójicamente, enmarcadas en planes nacionales de desarrollo y urbanización, algo

que para los detractores constituye un retroceso a las políticas desarrollistas previas a Hábitat I y que para los que están a favor constituye un paso ade-lante pragmático y expedito para empezar a generar las soluciones que la humanidad demanda a esta altura de la historia. ONU Hábitat ha comenzado a desarrollar planes urbanos nacionales de urbaniza-ción en múltiples países del mundo, incluyendo la Argentina, con la promesa de que los mismos “des-taparán” el potencial urbano para liderar procesos de desarrollo económico, social y cultural de sus respectivas regiones. La visión última es un sistema urbano nacional eficiente y equitativo, produciendo riqueza y distribuyéndola de acuerdo a una pauta socio-ambiental fundamentada en principios de desarrollo sustentable. Ciertamente, esta es un área de búsqueda promisoria que debe ser resaltada como fundamental en el pensamiento de los profesionales del hábitat a futuro.

Los temas que son realmente nuevos en la agenda de discusión de los encuentros Hábitat son, por una parte, el cambio climático y por la otra parte, la crisis de los desplazamientos forzados. Ambos se encuen-tran vinculados, de modo que su tratamiento merece una mirada integral para realmente avanzar hacia soluciones posibles. Pero aunque Hábitat III tenga el mérito de haber planteado ambos temas, es criticable no haya tenido un protagonismo que facilitase el desarrollo de acciones. Buena parte de la crítica en los encuentros relacionados con el tema fue precisa-mente la ausencia de una agenda concreta de ambos temas dentro de la “Nueva Agenda Urbana”. Incluso varias voces se alzaron para denunciar que la “Nueva Agenda Urbana” como está redactada no considera o directamente ignora compromisos previos de las Na-ciones Unidas en temas de derecho de los inmigran-tes y refugiados y que esto da lugar a especulaciones sobre posibles intenciones de vaciar de contenidos y menoscabar declaraciones previas. En la era en que presidentes de los países más poderosos del mundo se retiran del acuerdo de Paris sobre cambio climáti-co, tales especulaciones aparecen como ciertamente fundadas. Sin duda que este tema será dominante a futuro y los planificadores urbanos y regionales ten-drán un rol central en encontrar formas innovadoras que permitan ordenar el territorio de una manera más inteligente para prevenir desastres. Múltiples fenómenos que evidencian el cambio climático proporcionan lecciones relevantes a tener en cuenta para mirar el futuro de la humanidad con actitudes más proactivas y preventivas que las que se tenía en ejercicios tradicionales de planeamiento territorial. El impacto del cambio climático en asentamientos informales es una amenaza poderosa para intervenir y encontrar remedios factibles a la escala del fenó-meno para preservar vidas y mejorar las condiciones de vida que ya se especula que estarán seriamente afectadas a futuro.

De la misma manera, todo el desarrollo en torno a nuevas tecnologías de comunicación e información, producción de energías no convencionales y produc-ción “verde” es un paquete temático inédito que abre nuevas líneas de trabajo, investigación y desarrollo. Es en este campo “del futuro” donde en general los profesionales más jóvenes se sienten atraídos y se in-volucran con fervor, desarrollando prototipos y mo-delos audaces que desafían las reglas clásicas, mo-dernas y postmodernas de la arquitectura. Desde los órdenes clásicos, a las distintas escuelas históricas de estilos arquitectónicos, el énfasis ha estado puesto en la estética y un poco en la funcionalidad. Pero con

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los desafíos de la racionalización de la energía y las nuevas tecnologías, los estilos arquitectónicos han girado hacia objetivos de eficiencia y sustentabilidad desconocidos en el pasado. La Nueva Agenda Urba-na incorpora estos nuevos interrogantes, pero fiel a su estilo declamatorio y no operativo, no establece ni principios ni formas de transitar estos nuevos cami-nos, ni mucho menos compromisos concretos por parte de los actores involucrados.

Finalmente, una dimensión fundamental, que no puede ser ignorada en la mirada a futuro, es la insti-tucional. Es bien conocido el desfinanciamiento ge-neral de las Naciones Unidas en estos últimos años, fruto de una crisis mundial asociada a la multipola-ridad de poderes económicos, políticos y militares, y de ONU Hábitat en particular. Este panorama abre el

Figura 37 Las múltiples

escalas de discusión de la

planificación participativa

interrogante respecto a quién financiará el monito-reo y evaluación de la implementación de la “Nueva Agenda Urbana”, ejercicio fundamental para saber si efectivamente se está avanzando o retrocediendo en su cumplimiento. O más allá de la Nueva Agenda Urbana, y aun más importante: ¿quién sostendrá con acciones sistemáticas y coordinadas la agenda del cumplimiento de los derechos humanos en sus múltiples dimensiones? Para los más entusiastas, las universidades, ONGs y gobiernos son suficientes para esta tarea. Para los detractores, ese colectivo es demasiado complejo para lograr acuerdos objetivos y el rol de los organismos internacionales velando por cuestiones internacionalistas es irremplazable. Este también es un interrogante fundamental a futu-ro que signa los esfuerzos empeñados en una direc-ción todavía incierta.

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Quito hervía de calor en Octu-

bre de 2016. Múltiples activi-

dades superpuestas hacían

dudar que algo sensato saliera

de aquellas calles atiborradas

de gente de todo el mundo,

hablando en idiomas ignotos

y vistiendo ropas tradicionales

y exóticas, dando a la esce-

na un aire surrealista. Pero

aunque confusa y contradic-

toria, aquella ciudad y aquel

momento particular de su his-

toria paría nada menos que el

documento madre del cambio

en la forma de intervenir en

las ciudades: la Nueva Agenda

Urbana.

El taxista que nos llevaba por

el centro de Quito no paraba

de quejarse de Hábitat III, el

evento por el cual estábamos

allí. Aun cuando le dijimos

que estábamos encantados

con el valor patrimonial de la

ciudad, no dejo de quejarse

de las calles cortadas a causa

del “circo”, según sus propios

términos, montado en las

zonas céntricas complicando

el tránsito, el poco respeto

demostrado por el personal de

la ONU, por sus monumentos

y héroes nacionales, al utili-

zarlos para atar sus pasacalles

y señalética, y otras muchas

cuestiones de tipo doméstica

que ciertamente afectaban a

nuestro conductor y referente

popular. Ante la pregunta res-

pecto a su posición respecto

a la Nueva Agenda Urbana,

el caballero se limitó simple-

mente a señalar con un gesto

el caos vehicular y encoger-

se de hombros expresando

escepticismo. Aunque la queja

permanente de este señor ya

produjo en nosotros cierta

molestia, pudimos entender

cabalmente su enojo, y hasta

compartirlo apenas llegados

al predio donde se realizaba

el registro de ingresantes al

evento. Allí pudimos compro-

bar que una multitud hacien-

do filas para ingresar, todos

sumidos en un verdadero

caos de policías ecuatorianos

mezclados con fuerzas de

seguridad de la ONU, daban

órdenes y contraordenes a

los confundidos asistentes

que estoicamente resistían

bajo un cruel sol que parecía

castigar con sus lenguas de

fuego a quienes se atrevían a

entrar al recinto. Cinco horas y

varios litros de refresco tomó

entrar finalmente. Después de

tamaño sacrificio, pretender

que los participantes estuvie-

ran de humor para discutir los

contenidos de la Nueva Agen-

da Urbana era una empresa

difícil.

Efectivamente no había

discusión de la Nueva Agen-

da Urbana, sino una serie de

pabellones y conferencias.

O, dicho de otra manera, un

mercado persa donde se

podían encontrar desde planes

de turismo, discusiones sobre

el futuro del capitalismo, pro-

paganda gubernamental y no

gubernamental en torno a las

virtudes del sistema construc-

tivo “X” que había producido

millones de vivienda en países

desconocidos, hasta nuevas

tecnologías de información y

comunicación que hacían mi-

lagros increíbles en cualquier

país del mundo. Desde robots

que producen maquetas hasta

infusiones que transforman

ricos en pobres con solo el

brebaje de un elixir, las cosas

más inesperadas estaban

presentes. Se podía asistir a

conferencias magistrales de

catedráticos famosos o mesas

redondas con dirigentes

importantes de organismos

internacionales. ONU Hábitat

estaba presente con sus acos-

tumbrados reportes mundia-

les, en los que desentrañaba

los misterios de las nuevas

tendencias de la humanidad

en vivienda, asentamientos

informales, desarrollo regional,

planes nacionales, servicios de

vigilancia y seguridad ciuda-

dana, servicios de repostería y

picada de cordón de veredas.

Con emoción se proclamaba

que el futuro del planeta será

urbano, y que es la responsa-

bilidad de todos y cada uno

que sea un “futuro urbano

mejor”. Qué significaba eso en

la práctica, vaya uno a saberlo.

También había otras agencias

que abogaban por los dere-

chos de los desplazados, de

los refugiados, de las mujeres,

de los niños, de las especies

de extinción y así sucesiva-

mente. En un ángulo apartado

del recinto estaban el Banco

Mundial, el Banco Interameri-

cano de Desarrollo y otros por

el estilo desarrollando sesiones

especiales que reflexiona-

ban respecto del costo de

implementar el derecho a la

ciudad, proclamando en forma

entusiasta y sin despeinar-

se nuevos indicadores que

permitirían a los gobiernos

locales justificar el aumento de

sus impuestos de una forma

predecible y transparente.

Parecía así que los visitantes

podían darse un festín de

declaraciones de gran calidez

humana por los derechos de

todos y cada uno de los seres

que vivimos en el planeta,

para pasar luego al queha-

cer de gobiernos, cada cual

esmerándose en presentar sus

virtudes y rasgos más huma-

nos, incluyendo notablemente

vecinos los stands de Israel y

Palestina, ambos preocupados

por la agenda de los derechos

humanos. El recorrido no se

agotaba allí; seguía invitan-

do al solaz y el deleite con

el trabajo las ONGs y de la

“gente” para probar un poco

de tecno, para rebajar tanto

dulce, y después de tamaño

festín ideológico-conceptual,

sin remordimientos, ya que

todo fue hecho para el bien

de la humanidad, estaban los

bancos para cobrar la factura

del banquete. Afortunadamen-

te, parece que David Harvey

no llegó a la instancia de los

Bancos, ya que en el stand

de al lado estaban regalando

gorras de UNICEF, recurso

fundamental para proteger

su calvicie del despiadado sol

ecuatoriano. Y si nada de esto

satisfacía, también se podía

asistir a los ya acostumbrados

foros alternativos, donde los

LA AN ÉC DO TAF I N A L

¿Qué quedó de Hábitat III? mismos expositores decían

más o menos lo mismo, pero

con tono de crítica y, ahora sí,

despeinándose lo suficiente

como para impresionar, más

algunos otros, que no habien-

do sido invitados a presentar

en Hábitat III, utilizaban los

foros alternativos para reivin-

dicar sus causas.

Como no podía faltar, por la

noche hubo espectáculos

donde las culturas originarias

expusieron sus artesanías

y dones de canto y danza,

acompañados del entusiasmo

de una audiencia literalmente

multicultural que no paraba

de sacar fotos con entusiasmo

desenfrenado y subiéndolas

a sus Facebook. Cuando el

paroxismo por tales eventos

se fue apagando a medida que

las horas de la noche avanza-

ban, la multitud se dispersó,

volviendo cada uno a sus

alojamientos. Los pro-hom-

bres de la humanidad a sus

hoteles cinco estrellas a seguir

imaginando un “mejor futuro

urbano”; los funcionarios

de gobiernos a sus hoteles

cuatro, tres y dos estrellas, de-

pendiendo del país; las ONGs

a sus casas de huéspedes,

contentos de haber cambiado

el mundo, aunque sólo sea

un poco; y los ciudadanos,

o bien con entusiasmo por

todo lo que se podría lograr, o

bien decepcionados de tanta

palabrería sin ningún tipo de

acción concreta. Claro que

había también personas humil-

des provenientes de asenta-

mientos informales de todo el

mundo, compartiendo mesas

de debates y discusiones de

todo calibre quienes segura-

mente volvieron a sus asenta-

mientos paladeando el sabor

de haber sido protagonistas

de un evento histórico que sin

duda los desafiaba a pensar

nuevas formas de desarrollo.

¿Qué quedó de Hábitat III?

Difícil predecirlo hoy. Cierta-

mente, desde las pirámides de

Egipto en adelante la humani-

dad siempre ha buscado reali-

zar hazañas que la inmortalice.

E implementar el derecho a

la ciudad es ciertamente una

de esas hazañas que tiene el

potencial de dejar una huella,

una impronta importante en

nuestra historia contemporá-

nea. Si esto fue asó o no, el

tiempo lo dirá. Mientras tanto,

las anécdotas de Hábitat III

serán un recordatorio de la

misión colectiva emprendida

con final abierto.

LA

AN

ÉC

DO

TA F

INA

L

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