Educacion y Formacion en Agroecologia

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p.05306 1 Educación y Formación en Agroecología: Una necesidad impostergable para un desarrollo Rural Sustentable Santiago J. Sarandón Agroecología, Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, UNLP- CIC, Prov. de Buenos Aires, Argentina; [email protected] RESUMEN Los profesionales de las Ciencias Agrarias han sido tradicionalmente formados de acuerdo con un modelo agrícola productivista, basado en una intensa mecanización agrícola, y en un uso creciente de agroquímicos y variedades mejoradas de cultivos y animales. Este modelo está hoy siendo severamente cuestionado, por estar asociado a una serie de problemas ecológicos y socioculturales, que ponen en duda a) su sustentabilidad y b) su aplicación a un amplio número de agricultores. Una de las principales problemas es el enfoque cortoplacista y reduccionista prevaleciente en los profesionales de la agronomía, que dificulta el abordaje de la compleja problemática ambiental. Es necesario formar un nuevo profesional que incorpore el enfoque de la sustentabilidad. Ello requiere un fuerte espíritu crítico y una visión holística y sistémica, con un alto contenido ético, que permita cambiar el objetivo productivista y cortoplacista por uno sustentable a largo plazo que sea ecológicamente adecuado, económicamente viable y socialmente más justo. Además, se requieren sólidos conocimientos sobre el funcionamiento de los agroecosistemas como sistemas biológicos fuertemente condicionados por aspectos económicos y socioculturales. Este desafío implica un cambio de paradigma que no puede lograrse con el simple agregado de contenidos “ecológicos” al currículo. Se requiere un cambio profundo en los planes de estudio y las modalidades de enseñanza de las Universidades. La Agroecología, como un nuevo paradigma, una nueva manera de abordar la realidad agropecuaria, con un fuerte contenido ético, puede contribuir al logro de este objetivo. Palabras clave: Educación ambiental, universidades, pedagogía, agroecosistemas, cambio curricular. Introducción 1. Los profesionales de las Ciencias Agrarias (los agrónomos) hemos sido tradicionalmente preparados para desempeñarnos adecuadamente dentro de un modelo de agricultura, que se ha caracterizado por buscar la obtención de altos rendimientos, mediante la mecanización agrícola, el uso creciente de agroquímicos (pesticidas, fertilizantes) y combustibles fósiles, y el uso de variedades “mejoradas” de cultivos y animales. La idea subyacente fue adecuar el ambiente al genotipo para que éste pueda expresar todo su "potencial de rendimiento”. La capacidad de los cultivos debía ser llevada al máximo, proporcionándoles las condiciones “ideales”, eliminando con plaguicidas a los

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Educación y Formación en Agroecología:

Una necesidad impostergable para un desarrollo Rural Sustentable

Santiago J. Sarandón

Agroecología, Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, UNLP- CIC, Prov. de Buenos Aires, Argentina; [email protected]

RESUMEN

Los profesionales de las Ciencias Agrarias han sido tradicionalmente formados de acuerdo con un modelo agrícola productivista, basado en una intensa mecanización agrícola, y en un uso creciente de agroquímicos y variedades mejoradas de cultivos y animales. Este modelo está hoy siendo severamente cuestionado, por estar asociado a una serie de problemas ecológicos y socioculturales, que ponen en duda a) susustentabilidad y b) su aplicación a un amplio número de agricultores. Una de las principales problemas es el enfoque cortoplacista y reduccionista prevaleciente en los profesionales de la agronomía, que dificulta el abordaje de la compleja problemática ambiental. Es necesario formar un nuevo profesional que incorpore el enfoque de la sustentabilidad. Ello requiere un fuerte espíritu crítico y una visión holística y sistémica, con un alto contenido ético, que permita cambiar el objetivo productivista y cortoplacista por uno sustentable a largo plazo que sea ecológicamente adecuado, económicamente viable y socialmente más justo. Además, se requieren sólidos conocimientos sobre el funcionamiento de los agroecosistemas como sistemas biológicos fuertemente condicionados por aspectos económicos y socioculturales. Este desafío implica un cambio de paradigma que no puede lograrse con el simple agregado de contenidos “ecológicos” al currículo. Se requiere un cambio profundo en los planes de estudio y las modalidades de enseñanza de las Universidades. La Agroecología, como un nuevo paradigma, una nueva manera de abordar la realidad agropecuaria, con un fuerte contenido ético, puede contribuir al logro de este objetivo.

Palabras clave: Educación ambiental, universidades, pedagogía, agroecosistemas, cambio curricular.

Introducción 1.Los profesionales de las Ciencias Agrarias (los agrónomos) hemos sido

tradicionalmente preparados para desempeñarnos adecuadamente dentro de un modelo de agricultura, que se ha caracterizado por buscar la obtención de altos rendimientos, mediante la mecanización agrícola, el uso creciente de agroquímicos (pesticidas, fertilizantes) y combustibles fósiles, y el uso de variedades “mejoradas” de cultivos y animales.

La idea subyacente fue adecuar el ambiente al genotipo para que éste pueda expresar todo su "potencial de rendimiento”. La capacidad de los cultivos debía ser llevada al máximo, proporcionándoles las condiciones “ideales”, eliminando con plaguicidas a los

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competidores (malezas) y depredadores (plagas y patógenos), y suministrando los nutrientes necesarios en forma de fertilizantes sintéticos. La investigación y el desarrollo de los sistemas de producción de alimentos fue orientado a la búsqueda de paquetes de tecnologías generales y universales, destinados a maximizar la producción por unidad de superficie, sin considerar la heterogeneidad ecológica y/o cultural de las regiones en donde se aplicaba (Altieri, 1987).

Esto motivó que la formación de los profesionales de la agronomía tuviera un fuerte énfasis en los aspectos biológicos–productivos, donde la maximización del rendimiento era visto como el objetivo incuestionable de cualquier agrónomo y, por supuesto, de todos los agricultores. Aspectos como la ecología, el funcionamiento de los agroecosistemas, la fragilidad o la escasez de los recursos naturales, la eficiencia energética, la peligrosidad de los agroquímicos, las limitaciones de la ciencia económica para valorar los bienes ambientales, los aspectos socioeconómicos y culturales, o las cuestiones relativas al desarrollo rural, eran poco trascendentes en la formación de los agrónomos “modernos”, influenciados por el espíritu productivista, “modernista” y triunfalista de la Revolución Verde.

Aunque este modelo logró importantes aumentos de productividad de los cultivos y sistemas aparentemente “rentables”, hoy está en crisis y severamente cuestionado por estar asociado a una serie de problemas ecológicos y socioculturales (tabla 1), que hacen ponen en duda dos aspectos fundamentales: a) su viabilidad para las futuras generaciones(su sustentabilidad) y b) su adecuación para un amplio número de agricultores.

Tabla 1: Algunas características de los sistemas agrícolas de producción que ponen en duda su sustentabilidad (Sarandón 2002a, modificado):

Dependencia creciente de combustibles fósiles y disminución de la eficiencia üproductiva en términos energéticos.

Degradación y/o agotamiento de los recursos naturales y contaminación de alimentos üy medio ambiente.

Uso creciente de agroquímicos (insecticidas, herbicidas, fungicidas, fertilizantes)ü

Desarrollo de resistencia a los plaguicidas de ciertas plagas y patógenos.ü

Impacto negativo sobre la salud de agricultores y la población en general.ü

Pérdida de variabilidad genética de los principales cultivos (erosión génica).ü

Disminución de la biodiversidad (uso de pesticidas y “simplificación” de hábitats). ü

El desplazamiento de algunas técnicas de cultivo propias de agricultores tradicionales üpor la tecnología “moderna” supuestamente de aplicación universal (erosión cultural).

No ha sido aplicable a un gran número de agricultores.ü

No ha solucionado el problema de la pobreza rural.ü

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No hay dudas que estamos asistiendo a una crisis del modelo. Lentamente, pero también cada vez con mayor claridad, comienzan a reconocerse en varios países de Latinoamérica las debilidades del modelo agrícola aún prevaleciente. En la Argentina, el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), ha reconocido que el gran desarrollo tecnológico producido en las últimas décadas ha estado centrado principalmente en tecnología de insumos y capital intensiva, lo que desplazó al sector de pequeños productores (INTA, 2005). Asimismo, que “la tecnología generada no siempre ha satisfechola demanda del sector de la agricultura familiar” (INTA, 2005). La FAO, por su parte, también, ha reconocido los errores cometidos en el modelo de agricultura que promovió por muchos años. Entre ellos, el de haber fomentado un tipo agricultura basado en el uso de insumos externos que, según ellos, “benefició más a los vendedores de insumos que a los propios agricultores” (Melo Araujo, 1999). Esto muestra el reconocimiento de la inviabilidad del modelo de agricultura prevaleciente hasta el momento y en el que nos hemos formado casi todos los profesionales.

Ante este panorama cabe preguntarse: ¿Son estas características negativas de la agricultura, estas “externalidades”, una consecuencia “inevitable” de la producción agrícola? ¿Cuáles han sido o son las causas que han motivado estos problemas?¿Podemos preparar nuestros profesionales para superarlos? Las respuestas a estas preguntas son necesarias si se pretende discutir el rol del profesional de la Agronomía y de las Universidades, ante este desafío.

Las causas

El reconocimiento de problemas ambientales y sociales de este modelo de agricultura es compartido por varias instituciones académicas, científicas y tecnológicas, entre otras, el INTA (1991, 2005), el IICA (Viñas Román, 1999) y las Universidades (ALEAS, 1999, Sarandón y Hang 1995, Sarandón, 2002b). Pero el análisis de las causas que han llevado a estos no siempre ha sido abordado con suficiente profundidad. Sin embargo, es fundamental entender por qué, después de 50 años de aplicación de la “ciencia moderna”,la tecnología generada por las instituciones científicas tecnológicas ha derivado en una agricultura con tantos problemas. Las causas de estos problemas son variadas y unanálisis profundo de las mismas excede el propósito de este capítulo, pero algunas de ellas pueden sintetizarse en los siguientes puntos (tabla 2).

Tabla 2: Algunas causas de la insustentabilidad de los agroecosistemas e impedimentos para revertirlo (Sarandón, 2002a, modificado)

La visión del medio ambiente como un objeto externo al hombre, inagotable y •

destinado a su satisfacción. Excesivo antropocentrismo.Visión cortoplacista y productivista con que se ha encarado la producción agrícola •

moderna. El rendimiento de pocos cultivos como sinónimo indiscutido de “éxito”.Confianza excesiva en la tecnología (optimismo irracional). Poca capacidad para •

percibir el agotamiento o degradación de los recursos productivos.Visión atomista y/o reduccionista del mundo y del método de adquirir los •

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conocimientos. Considera que la suma de las partes es lo mismo que el todo. Insuficiente conocimiento sobre el funcionamiento de los agroecosistemas. Se prioriza •

el conocimiento de los componentes de un sistema, por sobre el de las interacciones entre ellos.

Deficiente formación de los profesionales y técnicos de la agronomía en conceptos de •

agricultura sostenible y manejo de agroecosistemas. Evaluación inadecuada del “éxito” económico de las actividades agropecuarias. La •

ilusión de riqueza. “socialización” del costo y “privatización” de la gananciaExcesivo énfasis en lo técnico-biológico-productivo en las carreras de agronomía en •

detrimento de aspectos socioculturales. Excesiva confianza en las bondades del mecanismo de generación–transferencia •

vertical de tecnología. La Ética: un valor casi inexistente en la formación de técnicos y profesionales.•

Dificultad para evaluar la sustentabilidad de las prácticas agrícolas. •

El mercado: un mecanismo poco adecuado para valorar los bienes ambientales. “El •

precio no es sinónimo de valor”.

La primera de las causas tiene que ver con nuestra concepción del mundo: El medio ambiente es percibido como inagotable (aún a pesar de las abrumadoras evidencias que señalan claramente lo contrario), externo al hombre y destinado a su satisfacción. Hablar de “recursos” naturales, sin dudas, señala nuestra percepción excesivamente antropocéntrica de la naturaleza. Esta visión aún predomina en nuestras universidades agrícolas y tiene una gran influencia en la formación de los profesionales de la agronomía.

Otra de las causas, tal vez más importante o trascendente, es la visión reduccionista ycortoplacista con que se ha abordado la realidad agropecuaria y en la que hemos sido formados los profesionales. Nuestra capacidad analítica y nuestro conocimiento fraccionado, aunque útil para resolver algunas cuestiones más simples, resulta insuficientepara abordar la complejidad de los agroecosistemas, entendidos como sistemas biológicos (esto ya de por sí es complejo) fuertemente influenciados por aspectos socioculturales.

Por otra parte, nuestra excesiva confianza en la tecnología, como el medio para resolver los problemas (que la misma tecnología ha creado), junto con nuestra incapacidad para percibir correctamente el agotamiento o degradación de algunos recursos (por ejemplo, la biodiversidad), dificulta enormemente la correcta toma de conciencia sobre la dimensión del problema. Esta actitud escéptica hacia la gravedad de los problemas medioambientales no deja de sorprender luego de tantos años de crisis ambiental. Pero es inherente al actual espíritu del ser humano: como no nos gustan las malas noticias, en general, no las creemos. Los problemas ambientales nos parecen menos importantes o graves de lo que en realidad son. Y esto impide o dificulta su correcto abordaje. El “principio de precaución” parece no ser muy aplicado en las universidades.

A su vez, existe aún en las universidades, una deficiente formación de los profesionales de la agronomía en aspectos relacionados con la visión sistémica y los conocimientos sobre el funcionamiento de los agroecosistemas como sistemas naturales

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modificados por el hombre. Fenómenos como las complicadas interacciones entre sus componentes: competencia, simbiosis, alelopatía, relaciones tróficas, u otros como el concepto de nicho, sucesión ecológica y la evolución en los agroecosistemas, entre otros, no son aun bien comprendidos, ni plenamente incorporados en los planes de estudio de las Facultades de Agronomía. Por otro lado, el excesivo énfasis en los aspectos biológicos (ecofisiológicos)-productivos, en detrimento de los socioculturales-económicos, dificulta abordar y entender, en su correcta medida, la complejidad de los agroecosistemas.

El manejo sustentable de los recursos naturales, que permita la satisfacción de las necesidades de la generación actual y de las generaciones futuras, ha dejado de ser una declaración de principios, para transformarse en una necesidad impostergable. El desafío es, entonces, lograr una agricultura que pueda compatibilizar niveles adecuados de producción de bienes (alimentos, fibras) y servicios, para un amplio número de agricultores,con la conservación de los recursos y la calidad del medio ambiente. El logro de un desarrollo rural sustentable requiere, sin dudas, un cambio profundo.

El nuevo profesional de la AgronomíaEl rol del profesional de la agronomía, como gestor de agroecosistemas, resulta

esencial en este desafío. En la República Argentina, el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (Resolución 254/2003), ha declarado a la carrera de Ingeniero agrónomo de interés publico, teniendo en cuenta dos aspectos fundamentales reservados al título de ingeniero agrónomo: la conservación de los recursos naturales y la calidad de los alimentos. Este nuevo rol del agrónomo comienza a ser percibido en varias instituciones educativas de Latinoamérica y fue uno de los temas centrales del 1er Congreso Internacional de Enseñanza de las Ciencias Agropecuarias, realizado en Septiembre de 2008, en Paraná, Entre Ríos, Argentina (Sarandón, 2008). Cabe preguntarse si los profesionales de la Agronomía estamos preparados para este desafío y cuál es el rol de las universidades en el mismo.

El perfil con que se han formado (y se siguen formando) los profesionales de la agronomía, parece no ser adecuado para este desafío (Sarandón, 2002b; Altieri y Francis, 1992; Leff, 1994). La educación agrícola ha puesto el énfasis en lo técnico productivo, capacitando a los profesionales para desempeñarse correctamente dentro de un modelo productivista, basado en una alta dependencia de insumos, con objetivos a corto plazo, que desconoce o minimiza los costos ambientales. Esto ha traído, como consecuencia, la formación de técnicos con serias dificultades para abordar la complejidad ambiental (Altieri y Francis, 1992; Leff, 1994). Ya en 1999, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) señalaba que “...la educación tradicional del profesional de las ciencias agropecuarias no contribuye a formar un actor que, en su desempeño, debe manejar numerosas variables, muchas de ellas complejas” (Viñas-Román, 1999), añadiendo luego que “el énfasis en lo técnico productivo ha traído como consecuencia la formación de un profesional severamente limitado para promover un desarrollo sostenible”. La situación no parece haber cambiado demasiado desde entonces.

Existe consenso en que debe ponerse mayor énfasis en la formación de técnicos y profesionales de la agronomía en relación con la temática de la sostenibilidad de la

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agricultura (INTA, 1991, Melo Araujo, 1999, Sarandón y Hang, 1995, Sarandón, 2002b). El desafío que estos deberán afrontar es el de diseñar y gestionar sistemas que sean, no sólo económicamente rentables, sino también ecológicamente adecuados y socioculturalmente aceptables.

Por su rol preponderante en la formación de recursos humanos, el papel de la Universidad y las Facultades de Ciencias Agrarias es central en este desafío. A pesar de lacreciente importancia que han adquirido los postgrados en nuestras Universidades, no hay dudas de que, por la trascendencia del cambio, este debe enfocarse fundamentalmente anivel de grado. Más aún, debería extenderse a los niveles de enseñanza media agropecuaria ya que, de alguna manera, las escuelas agropecuarias reproducen el modelo de la Universidad (Sarandón et al., 2001). Es cierto que la formación de científicos para el desarrollo de investigaciones con enfoque agroecológico es un importante déficit que debe ser subsanado, y a eso apuntan los esfuerzos de varias Maestrías y doctorados que están surgiendo en la región. Pero, no es menos cierto, que una deficiente formación de técnicos y profesionales de la agronomía no se resuelve en los niveles de postgrado.

La complejidad del desafío

Una vez admitida la necesidad de la formación de profesionales para un desarrollo sustentable, debemos dimensionar correctamente la tarea que tenemos por delante. Afrontar este desafío no es una tarea sencilla. El concepto “oficial” de Desarrollo Sostenible entendido como “aquel que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer las posibilidades de satisfacer las necesidades de las generaciones futuras” (WCED, 1987), aunque sencillo en su enunciado, encierra una complejidad inherente a su característica multidimensional. Es un concepto complejo en símismo y muchas veces de significado ambiguo y poco claro. Por lo tanto, es necesario llegar a un consenso sobre qué se entiende por agricultura sustentable, antes de intentarformar profesionales adecuados para este objetivo. Podríamos definir a un sistema agrícola sustentable como “aquél que es capaz de mantener en el tiempo, un flujo de bienes y servicios que satisfagan las necesidades alimenticias, socioeconómicas y culturales de la población, dentro de los límites biofísicos que establece el correcto funcionamiento de los sistemas naturales (agroecosistemas) que lo soportan. Esta definición implica reconocer, por un lado, que los agroecosistemas tienen una función integral: no sólo deben producir bienes: cultivos, animales, huevos, leche, fibras, sino también, y simultáneamente, brindar servicios: hábitat, funciones ecológicas (ciclado de nutrientes, regulación biótica, captura de carbono, control de la erosión, detoxificación del ambiente), paisaje, conservación de la biodiversidad de plantas y animales. Es decir, es necesario incorporar la idea del uso

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múltiple del territorio; de la multifuncionalidad de la agricultura. Esto implica un cambio importante en la concepción clásica sobre los agroecosistemas como áreas dedicadas casi exclusivamente a la producción de alimentos y fibras, mientras que el “mundo natural”conserva la biodiversidad y los otros atributos o funciones ecosistémicas.

Por otro lado, este concepto de sustentabilidad implica admitir que la satisfacción de las necesidades, está restringida por los límites biofísicos de los sistemas naturales que la soportan (si queremos conservar los recursos naturales). La idea de que existe un límite a la satisfacción de nuestras necesidades, como un deber ético con las futuras generaciones es, tal vez, uno de los aspectos menos comprendidos y más difícil de aceptar de este concepto. Para cumplir con estos requisitos, la agricultura deberían ser (Sarandón, 2002a):

Suficientemente productivaü

Económicamente viable (evaluando todos los costos)ü

Ecológicamente adecuada (que conserve la base de recursos naturales y üpreserve la integridad del ambiente a nivel local, regional y global)

Cultural y socialmente aceptableü

Podemos, entonces, entender la sustentabilidad como un compromiso entre el cumplimiento de objetivos económicos-productivos, ecológicos o ambientales y socioculturales. Esto puede representarse como un círculo (AS) que se mantiene en un equilibrio dinámico, equidistante de los vértices de un triángulo (Figura 1).

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Figura 1: Esquema representativo de la multidimensión de la agricultura sustentable(AS), entendida como un círculo que debe mantenerse en equilibrio dinámico, equidistante de los vértices de un triángulo que representan objetivos socioculturales, ambientales y económico-productivos, con un componente temporal que representa las futuras generaciones.

El desplazamiento del círculo hacia cualquiera de sus lados, optimiza ese objetivo, pero puede poner en peligro la sustentabilidad. Es decir, hacia la parte superior del triángulo, estaremos optimizando la productividad y, tal vez, la “rentabilidad” del sistema, pero en detrimento de objetivos ambientales y socioculturales, disminuyendo, por lo tanto, su sustentabilidad. Esto quiere decir que pueden existir niveles de productividad y rentabilidad incompatibles con la sustentabilidad. Sin embargo, es posible también, mediante un manejo adecuado de los agroecosistemas y de sus componentes, mejorar simultáneamente la productividad y/o rentabilidad y los aspectos ambientales y socioculturales, sobre todo, cuando se logra disminuir el uso de insumos innecesarios o mejorar la captura de los recursos a través de un aumento planificado de la agrobiodiversidad y se consideran todos los “costos ocultos” y se valoran adecuadamente los bienes y servicios ambientales.

Resulta evidente, a esta altura del análisis, que formar un profesional de la agronomía que pueda cumplir con estos objetivos, requiere mucho más que el simple agregado de nuevos contenidos “ecológicos” a los currículos profesionales (Leff, 1994; Sarandón,2002b). La incorporación de la problemática del manejo sustentable de agroecosistemas, implica un nuevo paradigma, una nueva concepción de la relación del hombre con la naturaleza, un nuevo modo de entender, de mirar y de investigar. Se requiere un cambiode un pensamiento simplista, reduccionista y mecanicista, a un pensamiento de la complejidad, que permita enfrentar el desafío ambiental (Leff, 1994). Es necesario un profesional con un fuerte espíritu crítico y una visión holística y sistémica, con un alto contenido ético, que permita cambiar el objetivo productivista y cortoplacista por uno sustentable a largo plazo: ecológicamente adecuado, económicamente viable y socialmente más justo (Sarandón, 2002b). La complejidad del desafío requiere incorporar en la formación diversos aspectos u objetivos:

a) Éticos: La sustentabilidad, como concepto, implica nuestro compromiso (moral) con las futuras generaciones (y las actuales). La única razón por la cual esta generación admite que es necesario preservar los recursos para los que aun no han nacido, aun a costa de disminuir las posibilidades de disfrutar de los mismos en la actualidad, es porque es moralmente correcto, porque está bien que así sea.

b) Cognitivos: No hay dudas que un manejo sustentable de los agroecosistemas requiere una mayor comprensión del funcionamiento de los agroecosistemas y de las interrelaciones entre sus componentes. No es una cuestión de nuevas técnicas. Los agroecosistemas deben ser entendidos como sistemas ecológicos en estrecha interdependencia con factores socioeconómicos y culturales. Nuestro conocimiento sobre estos aspectos es aún muy deficiente.

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c) Conceptuales: Es necesario desarrollar una visión holística y un enfoque sistémico, incorporando los costos ambientales, trazando objetivos a largo plazo. No se trata de aprender a explicar lo que es un sistema o recitar sus propiedades y componentes, sino de pensar en forma sistémica, de incorporar este enfoque como una herramienta de análisis; que no es lo mismo.

d) Actitudinales: Se debe desarrollar un fuerte espíritu crítico y la capacidad de integrarequipos interdisciplinarios.

La Agroecología como nuevo paradigma:2.

La incorporación del concepto de sustentabilidad en los profesionales implica un nuevo paradigma en las ciencias agrarias. La Agroecología surge como este paradigma, como un enfoque, una nueva disciplina científica, más amplia, que reemplaza la concepción puramente técnica de las ciencias agrarias convencionales, por una que incorpora la relación entre la agricultura y el ambiente global y las dimensiones sociales, económicas, políticas y culturales. Y que posee, sobre todo, un gran componente ético. Podría definirse o entenderse como: “Un nuevo campo de conocimientos, un enfoque, una disciplina científica que reúne, sintetiza y aplica conocimientos de la agronomía, la ecología, la sociología, la etnobotánica, y otras ciencias afines, con una óptica holística y sistémica y un fuerte componente ético, para generar conocimientos y validar y aplicar estrategias adecuadas para diseñar, manejar y evaluar agroecosistemas sustentables.”(Sarandón, 2002a, modificado)

La Agroecología presenta, diferencias substanciales con el paradigma productivista de la agricultura convencional en enfoques y objetivos (Tabla 3)

Tabla 3: Características en enfoque y objetivos del paradigma agroecológico(Sarandón & Sarandón, 1993, modificado)

Enfoque: marco conceptual

Entiende que existen varios modos de hacer agricultura.

La ética es considerada un valor fundamental.

Emplea el enfoque holístico y una óptica sistémica.

Busca entender las interrelaciones entre los componentes de los agroecosistemas.

Amplía y redefine los límites del sistema.

Reconoce el conocimiento científico y otro tipo de conocimiento. Concepto pluriepistemológico.

Entiende el uso múltiple del territorio. Hábitat, conservación de la biodiversidad, paisaje, servicios ecológicos. No solamente con fines productivos.

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Considera que lo local es fundamental: potencial endógeno.

Revaloriza aspectos socioculturales.

Entiende que es necesaria la participación de los agricultores en la generación de tecnologías.

Está basada, principalmente, en tecnologías de procesos (funciones ecológicas), más que en tecnología insumo-dependientes.

Objetivos

Se plantea objetivos a largo plazo

Busca la sustentabilidad superando la búsqueda del mero rendimiento

Pone énfasis en el agroecosistema y en los ecosistemas relacionados

Incorpora en el análisis, implícita o explícitamente, el costo ambiental y/o social.

Busca diseñar sistemas complejos, basados en una alta diversidad (estabilidad)

Entiende a la biodiversidad en su sentido más amplio, en su aspecto funcional y estructural en los agroecosistemas, que provee de bienes y servicios. No sólo como fuente de genes.

Este nuevo paradigma se caracteriza por su abordaje holístico y sistémico, teniendo en cuenta las dimensiones ecológico-productiva, económica y social, desde una óptica interdisciplinaria, reconociendo la ética como un valor central para el logro de la sustentabilidad. Por lo tanto, la introducción del enfoque de la Agroecología en las Facultades de Ciencias Agrarias, puede ser una estrategia adecuada para abordar el desafío de la formación de profesionales para un desarrollo sustentable. Aunque no es una tarea sencilla.

Impedimentos o limitaciones para la introducción de este enfoque en las 3.universidades

Lograr la introducción del enfoque de la Agroecología en las Universidades no es fácil, porque, entre otras cosas, significa admitir que el perfil del profesional que han estado formando, debe ser revisado y cambiado. Por otro lado, este cambio implica una redefinición y complejización de las universidades que, en general, se han conformado alrededor del paradigma de la simplificación y especialización (Riojas, 2000). La incorporación del enfoque agroecológico debe enfrentar, además, otra serie de dificultades (Tabla 4).

Tabla 4: Principales aspectos que dificultan la incorporación del enfoque de la Agroecología en las Instituciones de Educación Agrícola (Sarandón y Hang, 1995, modificado):

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Incipiente conciencia en los docentes, alumnos e instituciones, sobre la magnitud del •impacto ambiental y social, de algunos sistemas modernos de producción agrícola.

La “ética”: un aspecto poco percibido en la formación del profesional o técnico.•

Escasa percepción sobre el rol que el profesional de la Agronomía debe cumplir en una •gestión sustentable de los recursos (agroecosistemas).

La resistencia al cambio, propio de los profesores formados en el antiguo paradigma. •Incertidumbre sobre el rol o lugar que ocuparan en el nuevo escenario.

La ausencia de una masa crítica de docentes formados con el enfoque holístico y •sistémico.

La existencia de un importante número de docentes e investigadores que continúan •privilegiando sus líneas de trabajo de acuerdo al “prestigio” de ciertas publicaciones.

La falta de un reconocimiento "académico" a todo aquello que se relacione con la •Agroecología o agriculturas alternativas.

La sobrevaloración de la tecnología insumo-dependiente asociada a mayores •rendimientos, que aparece aún hoy como el paradigma dominante.

La mayor simplicidad que significa el planteo de los problemas desde una sola •disciplina (enfoque reduccionista).

Necesidad creciente de fondos por parte de las Universidades, lo que puede conducir a •una vinculación y asociación con empresas que, en general, privilegian líneas de investigación dependientes de insumos.

Esta serie de impedimentos pueden agruparse para su análisis, según diferentes aspectos, interrelacionados entre sí. Algunos conciernen a la actitud de los propios docentes-investigadores, otros son más institucionales. Otras dificultades se deben a las presiones externas a la Institución, el marco en el cual estas desarrollan su actividad, y otras tienen que ver con las dificultades inherentes a la propia complejidad del nuevo paradigma. Analizaremos brevemente estos aspectos.

Definitivamente, aún no existe suficiente conciencia sobre el impacto que han ocasionado y ocasionan las prácticas agrícolas derivadas de la filosofía productivista de la Revolución Verde. Existe una tendencia (o un inercia) a minimizar o desconocer las consecuencias negativas de la agricultura moderna. En general, los profesionales de la agronomía enfrentan serias dificultades para comprender o dimensionar las consecuencias ambientales (externalidades) de sus consejos técnicos. Más allá de la intención u objetivo buscado al aplicar algún producto, o realizar alguna práctica, esta tiene algún efecto sobre el funcionamiento del agroecosistema no siempre bien comprendido. Es necesario,entonces, desarrollar mejores conocimientos sobre funcionamiento de los agroecosistemas y un enfoque sistémico a fin de entender estos aspectos. Paralelamente, se deben mejorar o trabajar los aspectos éticos que constituyen un elemento inseparable de la sustentabilidad, y que no están muy presentes en la formación de los profesionales.

El otro aspecto relacionado con la actitud, que dificulta la introducción del enfoque de la Agroecología en las Instituciones de Educación superior, es la falta de convencimiento sobre el papel que el profesional de las ciencias agropecuarias debe cumplir en la gestión

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de los agroecosistemas. El Ingeniero Agrónomo no se ve a sí mismo como un gestor de agroecosistemas. Sin embargo, tal vez, no haya otro profesional que maneje tantos ecosistemas como él. La sobrevaloración de la tecnología insumo dependiente, y de los altos rendimientos, junto con la simplicidad del análisis fraccionado, son otros importantes escollos a vencer para la introducción de este enfoque.

Otro problema es la “resistencia al cambio”, en las Instituciones. Generalmente, cualquier cambio provoca incertidumbre acerca del rol que ocuparán los profesores y docentes en el nuevo escenario. Esta incertidumbre genera preocupaciones y una resistencia que no favorece los cambios buscados. Es importante, en este sentido, clarificar estos aspectos para tranquilidad del cuerpo docente.

Otro inconveniente que puede presentarse, y que se ha acentuado en los últimos años, es el de un importante número de docentes e investigadores que privilegia sus líneas de trabajo de acuerdo al “prestigio” de ciertas publicaciones. Esto está incentivado por los mecanismos de evaluación de las instituciones científicas académicas de varios países de Latinoamérica. Indicadores como el “factor de impacto” de algunas publicaciones, como una medida “objetiva” de la capacidad de los investigadores, comienzan a ser cada vez más utilizados. Esto conspira contra el desarrollo de campos o disciplinas emergentes como el de la Agroecología que aun presentan algunas dificultades metodológicas y de abordaje, propias de su “juventud”.

Por otra parte, por su carácter de disciplina integradora, presenta aspectos propios de la complejidad que pretende abordar, que no siempre pueden ser evaluados correctamente por los comités de evaluación, generalmente disciplinares. Aunque existen publicaciones de buen nivel que publican este tipo de trabajos, el volcarse hacia estas disciplinas emergentes, representa un riesgo que no todos están dispuestos a correr.

Una dificultad que debe afrontarse, debido al carácter complejo de la Agroecología que abarca, muchos campos de conocimiento, junto con aspectos actitudinales y de enfoque, es la conformación del cuerpo docente. Este deberá poseer sólidos conocimientos, pero, además, una visión sistémica y holística, perfil muy diferente al que convencionalmente se forma en las universidades. Tal como lo señalan Medina y Conceicao Santos, (2002) “la introducción de la dimensión ambiental (y sociocultural) en el sistema educativo, exige un nuevo modelo de profesor: la formación es clave en el cambio que se propone…”. Por lo tanto, cualquier intento de incorporación de este enfoque en las universidades debe prever la conformación de un grupo básico de docentes especialmente preparados. Creo que este es uno de los principales obstáculos a la implementación de este enfoque y deberán hacerse grandes esfuerzos para desarrollar o promover mecanismos para formar a estos futuros docentes. Para ello debe buscarse la optimización de los recursos humanos ya formados y la utilización de las modernas tecnologías de educación a distancia que hoy son accesibles a cualquier Institución educativa. La conformación o fortalecimiento de redes académicas entre universidades latinoamericanas, que compartan problemáticas y objetivos similares, puede ser una buena iniciativa en este sentido.

Finalmente, la falta de reconocimiento académico a todo lo que es considerado como agriculturas alternativas puede ser otro obstáculo no menor a la hora de pretender un cambio profundo en las instituciones de educación agrícola.

En la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, se ha incorporado la Agroecología como asignatura obligatoria de 4to año de la carrera de Ingeniero agrónomo. El diseño de este curso fue un importante desafío y

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buscó lograr cambios de comportamientos, para lo cual se seleccionaron y articularoncontenidos teórico-prácticos con una adecuada modalidad de enseñanza. Los objetivos fueron fomentar el sentido crítico sobre la actual realidad agropecuaria y lograr que el alumno fuese capaz de: a) comprender el rol y la responsabilidad ética que tiene el profesional de la Agronomía en el manejo sustentable de los agroecosistemas, b) analizar e interpretar la realidad agropecuaria desde un enfoque holístico y sistémico integrando sus componentes ecológicos, económicos y socioculturales y c) desarrollar criterios para diagnosticar, evaluar e investigar los agroecosistemas, con la finalidad del diseño y manejo de sistemas sustentables (Sarandón et al, 2008).

Un aspecto que importante en el dictado de un curso de Agroecología es la necesidad de desestructurar el modelo hegemónico, para volver a construir uno dentro de otro marco conceptual, con un mayor componente ético. Una de las dificultades que puedenencontrarse para el desarrollo de un curso de este tipo, es la deficiente preparación de los alumnos para el abordaje de problemáticas complejas como las inherentes a la sustentabilidad. Su formación fragmentada y memorística puede dificultarles el aprendizaje de la Agroecología, que busca entender las relaciones entre los componentes de los agroecosistemas e integrar aspectos económicos, ecológicos y socioculturales. Esto requerirá, sin duda, un esfuerzo importante del grupo de docentes y una metodología pedagógica innovadora acorde con el desafío (Sarandón y Flores, 2008).

Nuestra experiencia, luego de varios años de implementación de esta propuesta, señala que, a pesar de las dificultades que hay que sortear, la introducción de Agroecología, como asignatura obligatoria en las facultades de Agronomía puede ser una estrategia importante, aunque no suficiente, para la formación de los profesionales en los conceptos del manejo sustentable de agroecosistemas.

Conclusiones 4.

El modelo de agricultura vigente es inviable a largo plazo. Es necesario desarrollar Agroecosistemas Sustentables. Se requiere formar un nuevo profesional y técnico de las ciencias agrarias, con un mayor conocimiento de los agroecosistemas, con una enfoque holístico y sistémico, con un sólido espíritu crítico, y adecuados valores éticos. Esto implicaun cambio profundo de los contenidos y metodologías de enseñanza en las Instituciones de Educación Agrícola. La Agroecología, como ciencia emergente, puede hacer un aporte importante en este sentido al señalar, dentro de un nuevo paradigma mas abarcador, y más humano, con un claro componente ético, algunas pautas y estrategias a tener en cuenta para el manejo más racional de los sistemas productivos. La introducción de este enfoque, aun con las dificultades que implica, puede hacer un aporte importante en este sentido.

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