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02.19 EL PERIÓDICO DE LA O EDICIÓN 74 EJEMPLAR GRATUITO EDITORIAL | Peligro: peones en movimiento 2 DERECHOS HUMANOS | HRW denuncia a oficiales vinculados con ‘falsos positivos’ 3 CRISIS CON VENEZUELA | ¿Si sabremos en qué estamos embarcados? 5 ZONAS OLVIDADAS | Geografías 10 Caricatura de Vladdo

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02.19EL PERIÓDICO DE LA O

EDICIÓN 74

EJEMPLAR GRATUITO

EDITORIAL | Peligro: peones en movimiento 2

DERECHOS HUMANOS | HRW denuncia a oficiales vinculados con ‘falsos positivos’ 3CRISIS CON VENEZUELA | ¿Si sabremos en qué estamos embarcados? 5 ZONAS OLVIDADAS | Geografías 10

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2 UN PASQUÍN 02.19

EL PERIÓDICO DE LA O DIRECTOR: VLADIMIR FLÓREZ [VLADD0]

Dibujan: Fontanarrosa, Bacteria, Betto, Elena María Ospina y X-Tian. Caricaturas de Vladdo, cortesía de Semana y DW en Español.

Escriben: Olgahelena Fernández, Juliana González, Gonzalo Guillén, Santiago Londoño Uribe, Juan Manuel López Caballero, Mario Quadros, Ricardo Sánchez Ángel y Angélica Suárez Mendoza.

Edición 74 — FEBERO DE 2019

Asesor Gráfico: Gustavo del Castillo

Servicios de prensa: Agencia EFE

Producción: News and Design

www.unpasquin.com

Mail: [email protected]

Twitter: @unpasquin

DERECHOS RESERVADOS © 2019 NEWS AND DESIGN

E D I T O R I A L

Peligro: peones en movimiento

E l envío de la tal ayuda humanitaria a Venezuela sólo fue una serie de eventos desafortunados; más desafortunados aun si se tiene en cuenta que fue una situación propiciada por Iván Duque y

Juan Guaidó sin calcular sus consecuencias.Más allá de las buenas intenciones que supuesta-

mente rodearon todo ese espectáculo mediático, quedó claro es que se trató de una iniciativa más política que humanitaria, tal y como se pudo ver a lo largo de su falli-da realización. A tal punto que se llevó a cabo sin la par-ticipación de organizaciones fundamentales en casos de esta naturaleza, como la Cruz Roja o Naciones Unidas.

De hecho, ese intento de introducir a como diera lugar toneladas de ‘ayuda humanitaria’ desde Colombia hacia Venezuela no sólo constituía un acto de fuerza, sino que parecía más una maniobra de provocación que pudo haber dejado un saldo mucho mayor de víctimas. Es injustificable que Duque y Guaidó hayan asumido un riesgo tan grande, sin medir las secuelas, poniendo en peligro a miles de personas y sin brindarles unas garan-tías mínimas antes, durante y después del procedimien-to, para garantizar su seguridad y su integridad.

Al final, todos esos venezolanos que esperaban con ansiedad medicinas, ropa o alimentos se quedaron con las manos vacías a lado y lado de la frontera; muchos de ellos incluso abandonados a su propia suerte en territo-rio colombiano y sin poder retornar a sus lugares de ori-gen, debido al cierre de los puntos de paso fronterizos, ordenado por el régimen de Maduro.

En este caso el presidente Duque quedó en eviden-cia no sólo por cuenta de su inexperiencia política sino por su descarada sumisión a los designios del tío Sam, pues cada día es más y más evidente que la operación contra Maduro ha sido urdida, alentada y organizada por Donald Trump, desde la semana número 1 de su ad-ministración. Y en este complejo ajedrez de política in-ternacional –donde las piezas clave las mueven Estados Unidos, Rusia o China– los jovenzuelos Duque y Guaidó son apenas dos humildes peones.

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3 UN PASQUÍN

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L a organización Human Rights Watch (HRW) acusó hoy al Gobierno colombiano de Iván Duque de promocionar a nueve generales vincula-

dos con el escándalo de las ejecuciones extrajudiciales en Colombia a comandan-cias del Ejército.

Entre los generales en cuestión fi-gura el nuevo comandante del Ejército, Nicacio de Jesús Martínez Espinel, cuyos subordinados están investigados por 23 “falsos positivos” en 2005, cuando ejercía la comandancia segunda de la Décima Brigada Blindada.

Acompañado de su investigación, HRW presentó un documento firmado por Martínez Espinel correspondiente al pago de un millón de pesos colombianos (unos 320 dólares) a un informante por operacio-nes que resultaron con la muerte de dos civi-les –entre ellos una niña– a quienes hicieron pasar como guerrilleros de las FARC.

Los casos conocidos como “falsos positivos” son las ejecuciones extrajudi-ciales de civiles que el Ejército presentaba como muertos en combate tras secues-trarlos y vestirlos de guerrilleros en el contexto de la guerra con las FARC y en especial durante el mandato de Álvaro Uribe (2002-2010).

La ONU informó en 2011 que se in-vestigaban al menos 3.000 “falsos positi-vos’en una práctica “sistemática”, aunque estimaciones posteriores han situado la cifra en unos 4.200.

El año pasado la Fiscalía presentó 2.248 casos a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el tribunal creado para juz-gar los crímenes de guerra en virtud del acuerdo de paz con las FARC.

La denuncia presentada por HRW indica que tres de los nueve generales promocionados están siendo investigados directamente, mientras que los otros seis por acciones de sus soldados.

Además de Martínez Espinel, los otros generales son Jorge Enrique Nava-rrete Jadeth, Raúl Antonio Rodríguez Aré-valo, Adolfo León Hernández Martínez, Diego Luis Villegas Muñoz, Édgar Alberto Rodríguez Sánchez, Raúl Hernando Flórez Cuervo, Miguel Eduardo David Bastidas y Marcos Evangelista Pinto Lizarazo.

Todos ellos fueron promovidos con Duque a comandancias del Ejército y en total se les vincula con más de 150 casos de ejecuciones extrajudiciales.

HRW ha denunciado con insisten-cia los obstáculos de los gobiernos de Colombia a las investigaciones sobre los “falsos positivos” y que los comandan-

tes responsables se han librado de las condenas que, en su gran

mayoría, han recibido los soldados.

En un extenso informe, la organización Human Rights Watch señaló que varios generales del Ejército acusados de participar en cientos de asesinatos ocupan cargos clave en la cúpula militar renovada por Iván Duque. Agencia EFE | Washington

Según HRW tres de los nueve generales promocionados

están siendo

investigados

directamente y

los otros seis por

acciones de sus

soldados.

DERECHOS HUMANOS

HRW denuncia a oficiales vinculados con ‘falsos positivos’

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L a celebración del bicentenario de la independencia de España es un suceso que rememora el triunfo de la Batalla de Boyacá por el ejército patriota. A su vez, es el resultado de un proceso dilatado de

transformaciones internacionales y domésticas, ciclos de auge y declive de las luchas. Con todo lo importante que significa la fecha de 1819 para la independencia, esta no se reduce a ella porque ni comienza ni acaba en este año.

La escena internacional, que determinó el ca-rácter colonial del nuevo mundo, también lo hizo con la independencia hispanoamericana, al ser invadida España por los franceses bajo el mando de Napoleón (1808-1814), quien instauró allí una monarquía sateli-tal de París. De manera simultánea, el pueblo español adelantó su propia revolución de independencia, que se acompañó de la Constitución monárquico-liberal de 1812.

En lo doméstico, hay hitos fundamentales: la Revolución de los Cabildos el 20 de julio de 1810; la pacificación y reconquista española entre 1814 y 1819; el discurso de emancipación intelectual de Bolívar en el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819; la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819; la Ley Fundamental de Angostura del 17 de diciembre de 1819; el armisticio entre Bolívar y Murillo el 26 de noviembre de 1820; la Batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821; la Constitución de Cúcuta el 12 de julio de 1821; la política de paz de los republicanos con los españoles entre 1820 y 1822, adelantada por los comisionados Revenga y Echeverría ante la Corte de Madrid; la Batalla de Pichincha el 24 de mayo de 1822; y la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, donde se cierra el ciclo colonial. El otro vaso comunicante de la revolución lo constituyó el logro antiesclavista e independentista de Haití en 1804, el verdadero comienzo de la independencia afroindoa-mericana.

El Congreso de Angostura y la batalla de Boyacá son dos caras relevantes en el proceso independen-tista. El primero aprueba la Ley Fundamental que formula la orientación republicana del Estado a construir de manera unitaria, como dice el artículo 1: “… que reunidas en una sola república, las provincias de Venezuela y de la Nueva Granada…”. Se trata de una sola república que hace frente a la dominación

hispanocolonial, siendo esto lo que logra la fuerza. La división llevaría a la ruina, es el aforismo de los republicanos. La batalla de Boyacá es el triunfo de la Nueva Granada gracias al genio militar de Bolívar en el marco de la política emancipatoria. Un ejército de indios “miserables” y de negros - “lo mejor de la tropa” -, llaneros, legionarios británicos y deserto-res, como lo describe el realista Barreiro al virrey Sámano. Un ejército popular derrotando al ejército profesional.

En Angostura se declaró la república con la unidad colombo-venezolana “bajo el título glorioso de República de Colombia”, con tres departamentos con sus capitales Caracas, Bogotá y Quito, a los que se sumaron Panamá, Guayaquil y otras provincias venezolanas. La soberanía, los derechos humanos, la paz, la justicia, la división de poderes y las libertades. Una política internacional de convivencia, en condi-ciones de igualdad con las otras naciones del mundo, de acuerdo al derecho internacional. Lo que significó la abolición de la sumisión a los grandes poderes y la propuesta de una colaboración a las metrópolis, incluyendo a España, con objetivos de interés común. Esto fue lo que se defendió con las armas en Boyacá. Esta dimensión internacional de la revolución de in-dependencia es relevante en grado sumo, de perenne actualidad y hay que exhibirla como legado irrenun-ciable en las circunstancias contemporáneas, cuando suenan tambores de guerra contra Venezuela por parte de Estados Unidos y el gobierno de Colombia está involucrado.

De esta manera entramos en la era de las revo-luciones democráticas, al igual que de la revolución industrial. Pero, la nuestra fue interrumpida y defor-mada por un orden señorial y semicolonial, que vació de contenido la república. Celebrar la independencia es traer a tiempo presente su legado de dignidad, so-beranía e igualdad con libertades y paz; en su forma y contenido de república.

Pregunta al aire: ¿cree usted que nuestros actua-les gobernantes están a la altura de la tradición que debemos celebrar?

Ricardo Sánchez Ángel es doctor en Historia de la Universidad Nacional.

Pregunta al aire: ¿cree usted que nuestros actuales gobernantes están a la altura de la tradición que debemos celebrar?

Celebrando la independenciaOpinión de Ricardo Sánchez Ángel | Celebrar la independencia es traer a tiempo presente su legado de dignidad, soberanía e igualdad con libertades y paz; en su forma y contenido de república.

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No es lo mismo cambiar un mandatario porque fue fruto de unas elecciones eventualmente viciadas, que derrocar un régimen que tiene todas las cuerdas del poder en sus manos.

¿Sí sabremos en qué estamos embarcados?Por Juan Manuel López Caballero | Siendo Venezuela el poseedor de las reservas de petróleo más grandes del mundo sería ingenuo pensar que lo que moviliza los intereses americanos es el sufrimiento de esa población.

L a ‘ola humanitaria’ que se suponía acabar tumbando a Maduro nunca existió fuera de en los medios de comunicación.

En Colombia el rechazo a Maduro es del 95% pero en Venezuela aún se encuen-

tra buena proporción de partidarios suyos. El ‘castrochavismo’ inventado por Alvaro Uribe no

distingue -como si lo ven allá- entre los resultados y la aprobación aún existente por la revolución de Chávez y la decepción producida por el manejo de Maduro.

La ‘ayuda humanitaria’ es un instrumento político y mediático para desprestigiar al régimen, pero no corres-ponde a ninguna realidad: 200 toneladas de alimentos alcanzan para aliviar durante un par de semanas a 5.000 familias en una tragedia como la del Chocó, cuando el problema del país vecino es de decenas de millones de ha-bitantes y lo que necesitan son soluciones de vida.

Situación similar pueden vivir tanto los que se quedaron allá como los que vinieron a Colombia, con la diferencia que estos últimos pasaron a ser un problema nuestro por lo que debería tener prioridad su atención.

Por otro lado, las grandes confrontaciones geopo-líticas como lo que viven Libia o Siria, o vivieron Irak o Afghanistán producen situaciones más graves que las de decenas de muertos o de deserciones del régimen de

gobierno. El énfasis que se hace en lo sucedido en el fin de semana en la frontera colombo-venezolana con 14 muertos y algunas decenas de militares desertando puede verse desde la perspectiva de la campaña publicitaria para inducir una rebelión interna contra un gobierno o desde la perspectiva de la realidad geopolítica que hay detrás.

La habilidad de camuflar bajo una imagen ‘huma-nitaria’ lo que se busca al tumbar a Maduro no nos debe engañar respecto a lo que detrás de esto está en juego; en especial los riesgos que se corren.

Siendo Venezuela el poseedor de las reservas de pe-tróleo más grandes del mundo sería ingenuo pensar que lo que moviliza los intereses americanos es el sufrimiento de esa población y de que es ‘en defensa de la Democracia’ que están adelantando las gestiones para un cambio de régimen.

Por vía del ‘Socialismo del Siglo XXI’ tanto China como Rusia establecieron una entrada al continente ame-ricano, y sería también ingenuo pensar que abandonarán su respaldo a ese régimen sin defender sus intereses eco-nómicos y políticos.

El régimen no es Maduro; él es simplemente un vo-cero algo torpe.

No es lo mismo cambiar un mandatario porque fue fruto de unas elecciones eventualmente viciadas, que derrocar un régimen que tiene todas las cuerdas del po-der en sus manos. Maduro puede no ser el mandatario de la mayoría de los venezolanos si su elección fue ile-gitima. Pero no hay duda que lo es de los generales que hoy manejan las decisiones. Los ingresos por PDVSA, la distribución de alimentos, el comando supremo de las fuerzas armadas y de cada una de sus ramas, la in-teligencia del Estado, la dirección de las ‘milicias’ y los ‘colectivos’, el negocio del tráfico de drogas lo manejan los generales; son estos los que conforman el régimen y Maduro es quien los representa pero no es quien go-bierna.

Sería interesante saber cuál segundo paso esperan dar quienes encabezan el ‘cerco diplomático’ para rem-plazar a Maduro; en especial Trump como principal lí-der; y, para nosotros de particular interés, cuál escenario ve Duque y qué papel espera jugar.

Juan Manuel López es economista e investigador.

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E l conflicto que hoy vive Venezuela no es producto de la crisis económica. La crisis que hay sirve de argumento, pero el conflicto es básicamente producto de una oposición políticamente incapaz,

golpista, de perfil fascista y aliada a países como EE. UU., España y Colombia, que se rehúsan a jugar el juego democrático y buscan de todas las formas, a través de golpes de estado, volver a tener el control del petróleo. Me refiero particularmente a EE. UU. y Occidente.

En 2002 hubo el primer golpe de estado contra Chávez. Pedro Carmona asume el poder, cierra el Congreso y destituye los gobernadores elegidos. Hubo Ministros que fueron apresados y golpeados en plaza pública y personajes como Capriles y Leopoldo López que se lanzaron con grupos armados a cercar e inva-dir la embajada de Cuba. Estados Unidos, la España de Aznar y Colombia, los mismos de hoy, reconocieron de inmediato el nuevo gobierno, ilegítimo, golpista y usurpador.

En tres días el golpe fracasa y Chávez, con el apoyo del pueblo, retorna al poder. Bush de forma apresurada retiró del país sus diplomáticos y agentes de la CIA, con el fin de intentar esconder lo obvio, el involucramiento con el golpe fracasado. La carta ofi-cial de Colombia, reconociendo el gobierno ilegítimo de Carmona, llega a Miraflores una semana después y es Chávez quien la abre. Una vergüenza. Aznar siguió con la misma cínica cara de “yo no fui” que siempre tuvo.

En 2003 hubo un nuevo intento de golpe. La oposición, que en ese entonces controlaba a PDVSA, promueve un paro con la finalidad clara de derrumbar el gobierno. Durante más de tres meses el país quedó desabastecido de casi todo. El caos fue total. Chávez resistió y venció con el apoyo del pueblo y en segui-da despidió 20 mil funcionarios que se rehusaban a volver al trabajo y exigían la renuncia del gobierno legítimo.

Con la caída del precio del petróleo, la crisis económica se agrava, la inflación se dispara y la oposición se lanza a la calle de forma violenta, pro-vocando muertes y destrucción de bienes públicos y privados. Leopoldo López comandaba el vandalismo, con la finalidad clara y confesa de provocar un nue-vo golpe y derrumbar el gobierno. Maduro convoca

una Asamblea Constituyente para que el pueblo se pronuncie y sale victorioso, debido al desgaste de la oposición por el uso excesivo de la violencia, y supera aparentemente la crisis.

Ese relato es apenas para registrar el carácter an-tidemocrático, golpista y dictatorial que ha caracteri-zado a la oposición venezolana en los últimos 20 años, mucho antes de que el país estuviera viviendo la crisis económica que vive ahora.

Yo viví una dictadura en Brasil. El Congreso cerrado, diputados despojados de su mandato arbitra-riamente, prisiones, torturas, muertes, desaparicio-nes, cierre de periódicos y censura violenta en todas las áreas. Muy lejos de lo que es hoy Venezuela. La dictadura en Brasil empezó a ser derrotada cuando la oposición decidió jugar el juego democrático dentro del espacio político mínimo que la dictadura permitía. Esa lucha se dio a través del voto y tomó 20 años.

En medio de las limitaciones, encontramos unos pocos candidatos comprometidos con la democracia y se votó en masa. La dictadura, derrotada y desespera-da, determinó que un tercio del senado sería nombra-do y no elegido por el voto popular, con el fin de man-tener la mayoría en el Congreso, que temía perder. Era el principio del fin. Con el pueblo en la calle de forma pacífica, pidiendo elecciones para presidente a través del voto popular, la dictadura fue derrotada.

Ese es el juego que la oposición violenta y gol-pista de Venezuela se rehúsa a jugar. Quieren acortar camino. En 20 años de chavismo ha habido 24 eleccio-nes y esa oposición ha sido derrotada en 22 ocasiones. Esas derrotas son pruebas de su total incapacidad política. Argumentos con la crisis existente son más que suficientes para una victoria, pero la incapacidad es total.

Ahora, con el “señor de los cielos, mares y tie-rras” en la Casa Blanca, distribuyendo sanciones económicas por el mundo, sin respaldo de las leyes internacionales, con un aliado filosófico y político en el poder en Colombia, la oposición golpista venezo-lana volvió a sentirse más poderosa que nunca para intentar un nuevo golpe. Es lo que están haciendo. Esperemos.

Mario Quadros es ingeniero civil.

VenezuelaOpinión de Mario Quadros | El conflicto es básicamente producto de una oposición po-líticamente incapaz, golpista, de perfil fascista y aliada a países como EE. UU., España y Colombia, que se rehúsan a jugar el juego democrático.

La dictadura, derrotada y desesperada, determinó que un tercio del senado sería nombrado y no elegido por el voto popular, con el fin de mantener la mayoría en el Congreso, que temía perder.

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Cuando caiga Maduro habrá fiesta para muchos venezolanos, mejora para la gran mayoría y habrá un reto inmenso de reconstrucción, pero sus vecinos tendrán que volver inmediatamente sobre sus Odebrecht y sus retos políticos.

C uando el periodista del Washington Post Mark Fisher reflexionó sobre la caída del Muro de Berlín en 2018 (29 años después de haberlo presenciado) recordó que, contrario a lo que pien-

sa la gran mayoría de la gente, el Muro no se cayó esa emocionante y fría noche del 9 de Noviembre de 1989. Según su narración el proceso llevaba ya varios meses y esa noche, y gracias a un desliz de un portavoz de la RDA, se precipitó el final histórico e histriónico de uno de los más abominables símbolos del autoritarismo del Siglo XX.

Fisher, quien viajaba constantemente entre los dos sectores de la ciudad, recuerda que varios meses antes de que los berlineses se abrazaran y bailaran so-bre el muro tuvo un primer aviso de que algo estaba cambiando. Esperaba en la fila para cruzar de Berlín del Este al sector occidental y fue testigo de algo sor-prendente. El guardia fronterizo de la Volkzpolizei (policía del pueblo) que en ese momento abría su puesto lo miró y le hizo un chiste. Si, un chiste. Estos guardias que jamás sonreían y que estaban entrena-

dos para disparar a matar a cualquiera que intentara pasar la frontera, eran el verdadero muro humano. Grandes, duros, amenazantes, secos...de piedra. Algo estaba pasando con la estructura mental que había sustentado y construido el muro desde 1961. De ahí en adelante cuenta que fueron muchos los “desli-ces” de los duros “Vopos” cuando cruzaba la frontera. Desde dejar pasar libros escolares de adoctrinamien-to marxista hasta uno que preguntaba qué trabajo en occidente podría desempeñar alguien que solo sabía sellar documentos.

Esta anécdota es significativa para quienes so-mos aficionados a la Historia e intentamos entender las problemáticas actuales a partir de los eventos del pasado ya que en las últimas semanas varios políticos y algunos ciudadanos han echado mano de la caída del Muro de Berlín para explicar y sustentar sendos eventos del acontecer nacional.

La primera caída que se ha conectado con los eventos de 1989 es la del edificio Mónaco en Medellín. La Alcaldía, con elegante ceremonia en el Club Campestre, implosionó en tres segundos el

antiguo domicilio de Pablo Escobar que ya había he-cho las veces de Fiscalía Seccional, sede de empre-sas bananeras y marro-quineras y hasta lugar de rehabilitación de drogadic-tos. Aunque el gobierno local no hizo alusión a la caída del Muro de Berlín y se enfocó en temas de memoria y de acciones simbólicas, no fueron pocos los ciudadanos que respondieron a las críticas hechas al espectáculo con una remisión a las imáge-nes de la noche de fiesta en Alemania. “Es importante tumbar los símbolos de la infamia”, decían algunos. Seguro que así es, pero lo que hace la diferencia, lo verdaderamente impor-tante, no es la desapari-

Caídas Opinión de Santiago Londoño Uribe | Lo que hace la diferencia, lo verdaderamente impor-tante, no es la desaparición de un edificio o de una estructura física, sino la del andamiaje ideológico, institucional y cultural que representa.

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ción del edificio o de la estructura física sino la del andamiaje ideológico, institucional y cultural que representa. El Muro de Berlín se cayó desde adentro cuando el sistema que lo había construido se des-moronó. El Muro desapareció cuando el absurdo y el chiste desbordaron la disciplina, la doctrina y la amenaza. Pablo Escobar murió en 1993, pero des-afortunadamente la fascinación que despierta su figura sigue intacta en diferentes sectores. Su fan-tasma se mueve en camisetas, series televisivas, en la denominación de barrios enteros y, dolorosamen-te, en el día a día de demasiados jóvenes (también de empresarios y políticos) de nuestras ciudades quienes encuentran en la ilegalidad y la violencia una voz, un vehículo y un proyecto de vida. Si no se enfrenta este edificio cultural con decisión, la implosión del Mónaco será como un colorido grafiti pintado en el lado occidental del Muro de Berlín. Creativo, pero inocuo (y muy costoso).

Quienes si se aventuraron a traer la caída del muro de manera directa y animada fueron el Presidente Duque y el Canciller Trujillo. En medio de la desorganizada y finalmente poco exitosa ope-ración de entrega de alimentos y medicinas en la frontera con Venezuela, el Primer Mandatario de los colombianos volvió sobre los temas históricos (¿re-cuerdan el agradecimiento a los Padres Fundadores gringos por el “crucial” apoyo a nuestra indepen-dencia?) y comparó lo que estaba ocurriendo con los eventos de noviembre de 1989. Yo estoy convencido que Maduro es un dictador violento rodeado de una burocracia corrupta y por el bien de la democracia y del pueblo venezolano se debe ir (sin intervención militar). Yo también quedé animado después de ver parte del concierto en la frontera pero…bueno, cal-ma . ¿Cómo diablos comparar la caída de un sistema político que llegó a controlar las vidas de millones de personas así como de millones de kilómetros cuadra-dos durante más de 40 años con el proceso (necesa-rio) de arrinconamiento de una aislada y fracturada dictadura latinoamericana?. Cuando caiga Maduro habrá fiesta para muchos venezolanos, mejora para la gran mayoría y habrá un reto inmenso de reconstruc-ción, pero sus vecinos tendrán que volver inmediata-mente sobre sus Odebrecht y sus retos políticos.* No habrá efecto dominó ni “fin de la historia”.

Yo sé que en estos tiempos de redes, conectivi-dad y espectáculo la política tiene que ser audaz para comunicar, pero eso no le da derecho a ser ligera y superficial. Si de caídas vamos a hablar…

*Para Colombia sacar al ELN de la retaguardia estra-tégica será muy importante.

Santiago Londoño Uribe es abogado; magister en Derecho Internacional.

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L a geografía es la rectora que establece las prioridades de lo que nos importa. La geografía es caprichosa y acciden-tada. En un mismo territorio conviven el mar Caribe y una imponente Sierra

Nevada. Unos kilómetros más arriba el verdor da paso a un infinito de arena y cielo. Hay otras geografías más ásperas y menos poéticas.

Los relieves de la geografía crean necesidades, ofrecen riquezas y generan tensiones.

La inmediatez geográfica es también maleable para obtener réditos políticos. Basta con mirar los conflictos alrededor del mundo para encontrar ejemplos, y luego mirarse adentro para encontrar que hay puntos ciegos a pesar de la cercanía geográfica.

La geografía es también un filtro para el dolor. Nos duele el dolor dependiendo de dónde provenga. Hoy en día existe un país en este mapamundi que vive la peor crisis humanitaria creada por los seres humanos, de la que se tenga noticia. Y no, no es la Venezuela de Maduro deshilachada en su tejido social ante la voracidad y crueldad de un sistema con remedos de instituciones. Un país en el que la cotidianidad de sus habitantes se ha convertido en un trueque permanente en los grupos de whatsapp de familiares, amigos, vecinos y colegas para intercambiar alimentos y medicinas. Pareciera, porque está presente en todas las emisiones de noticias, pero no lo es. ¡Cuestiones de la geografía y de la política! Y desde la perspectiva colombiana, el punto ciego de la inequi-dad y la pobreza extrema tanto en Chocó como en La Guajira pone de relieve que la cercanía geográfica por si misma no intensifica el dolor. O ese otro extraño punto ciego de los asesinatos de líderes sociales. Vemos la ham-bruna en el ojo ajeno, pero no la avaricia en el propio. De nada sirve la cercanía geográfica si no produce titulares o fotos de una triada liberadora estrechándose la mano.

Tampoco se trata de Siria. Un conflicto que lleva siete años de involución. Un país que sirve de espejo para ver cómo las fuerzas militares más poderosas del mun-do convierten un territorio de terceros en un pulso de fuerzas ideológicas para proteger sus propios intereses económicos. Las sequías, la intransigencia y la violencia han generado millones de refugiados, en un país em-pobrecido y corrupto. Aquí son Rusia y Estados Unidos los que tiran de lados distintos y en el medio la gente. La gente que no parece importar demasiado al final de cuentas, porque siempre terminará por reproducirse. Es irresistible señalar con el dedo y querer decir “amigo,

date cuenta” de que una intervención o una ocupación militar no se traducen en la solución instantánea para eliminar a un tirano.

Y así por entre la cartografía del mundo se cruza la península árabe de norte a sur y se llega a Yemen. En la antigüedad puerto de comercio de especias. Hoy, el in-fierno humano de la historia moderna. La lejanía impide que duela el drama de los 11 millones de niños desnutri-dos, de los cuales dos millones están en riesgo de muerte inminente por desnutrición, según cifras de organismos internacionales. Los alimentos no pueden distribuirse dentro del país porque en la guerra contra el gobierno, la alianza internacional para derrocarlo ha volado puentes y carreteras. El único puerto en funcionamiento cierra permanentemente por motivos de seguridad. Y allí la comida espera para que pueda ser repartida, mientras la gente se muere de hambre. Pero hablar de Yemen no da réditos políticos. Donar a Yemen sería visto como un acto exótico en un país en el que a los niños también les toca morirse de hambre. Niños que también viven en una pe-nínsula desértica y exótica, que a pocos parece importar.

Yemen no le duele a nadie. Es una guerra olvidada. Es una factura abierta que nadie quiere pagar. Es otro espejo, lejano, de una intervención militar fracasada. Es un campo de ensayo y error de fuerzas contrarias azuzadas por alianzas militares extranjeras. Cuatro años de bombardeos aéreos, de armisticios rotos, dejan a los civiles en un estado de indefensión absoluto. 6.000 civiles asesinados durante el conflicto, y alrededor de 10.000 heridos. Amnistía Internacional calcula que más de 2,5 millones de niños no pueden asistir al colegio. Y nadie ha medido aún el impacto social de la hambruna y de los traumas del conflicto en la sique de los habitan-tes. Yemen es la crueldad de la guerra y la indolencia del mundo, que entiende tanto del uso de la fuerza y tan poco del de la palabra negociada. Mientras tanto, en Hodeida, la aorta del país, se acumulan medicinas, tone-ladas de granos que podrían alimentar durante un mes a casi cuatro millones de yemenitas, y gasolina para hacer rodar por ejemplo ambulancias. Asesinar y someter a través del hambre. Las lentejas como arma letal. Vidas que se aletargan hasta apagarse en geografías lejanas y cercanas, porque luego de que Esaú vendiera su primo-genitura, nadie quiere perder su reino por un plato de lentejas.

Juliana González es Analista Política; Máster en Políticas Públicas y Economía para el Desarrollo. @JuliGo4

Geografías Opinión de Juliana González, desde Berlín. | Vemos la hambruna en el ojo ajeno, pero no la avaricia en el propio. De nada sirve la cercanía geográfica si no produce titulares o fotos de una triada liberadora estrechándose la mano.

Yemen no le duele a nadie. Es una guerra olvidada. Es otro espejo, lejano, de una intervención militar fracasada.

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Los israelíes tumban casas que adquieren ilegalmente y dejan sin hogar a miles de personas cuya única alternativa consiste en mirar cómo les destruyen sus viviendas.

E l genocidio del pueblo palestino es quizá uno de los eventos más publicitados de nuestro tiempo. La tragedia que se vive allí ocupa buena parte de los noticieros internacionales y, sin embargo, pocos

extranjeros pueden entrar y ser testigos de esta reali-dad. La experiencia es tan dura que siento que tengo que compartirla.

Aterricé en Tel Aviv porque es la única opción si uno quiere visitar Palestina. Sin embargo, no me gus-ta decir que estuve en Israel porque siento que estoy mintiendo, como si estuviera diciendo que estuve en un sitio que no existe. Aclaro, desde luego que Israel existe, pero, teniendo en cuenta que para su creación ha significado erradicar a un pueblo, siento que hablar de Israel es, de cierta manera, justificar su conquista ma-cabra. No exagero cuando digo que, en mi estadía en los territorios palestinos, sentí como si estuviera visitando el infierno.

En el aeropuerto de Tel Aviv nos separaron a los colombianos de los demás. La inmigración fue un proceso de tres horas en las que me sentí como una intrusa, como alguien que no es bienvenido. Finalmente nos entregaron la visa y pudimos entrar.

Lo que vi, en principio, no me impresionó. Tel Aviv es una ciudad moderna, muy limpia, que se asemeja a muchas otras.

Al día siguiente de nuestra llegada fuimos a Belén, una de las pocas ciudades palestinas en las que se admiten turistas. Allí visitamos la natividad y otros sitios relevantes de la vida de Cristo.

Sin embargo, para adentrarse en otras zonas, es necesario entrar y salir de Israel constantemente. En esos momentos fue cuando me empecé a dar cuenta de la tragedia que vive el pueblo palestino. Para entrar o salir de Israel, toca pasar por puntos de control manejados por jóvenes soldados israelíes (armados hasta los dientes) que dejan pasar fácilmente a los turistas, pero les hacen la vida imposible a los pocos árabes (musulmanes o cristianos) que tienen permiso de salir de los territorios palestinos.

Cada vez que pasaba por uno de estos puntos de control se me desgarraba el corazón. La situación es la siguiente: unos pocos árabes (en su mayoría cristianos) tienen permiso para salir de las zonas palestinas. Esos “afortunados” deben pasar de la siguiente manera: ca-minan 100 metros y pasan el primer control: una garita con un soldado y ya está. Una vez logran superar este primer obstáculo se encuentran en territorio israelí. Las filas se me asemejaban a las mismas a las que se somete al ganado para llevarlo al matadero. El paso, en promedio, dura 3 horas y se realiza en estructuras pa-recidas a las carcelarias. Luego pasan por un detector de metales como el de los aeropuertos: se tienen que quitar cinturón, zapatos, asegurarse de que nada les vaya a sonar. Esta es la realidad diaria de miles de los palestinos más afortunados. En la actualidad hay 500 puntos de control.

La entrada y salida de Ramallah, fue especialmente demorada. Por tratarse de la actual capital, lugar donde luchó Arafat y donde actualmente está su mausoleo, los israelíes no quieren que nadie la visite y se quieren asegu-rar de que quienes allí viven, nunca salgan.

También logré entender exactamente lo de los asen-tamientos judíos. Descubrí que son barrios enormes que se han construido sobre las casas de los palestinos. Los israelíes tumban casas que adquieren ilegalmente y dejan sin hogar a miles de personas cuya única alternativa con-siste en mirar cómo les destruyen sus viviendas.

Los palestinos indignados sólo pueden protes-tar tirando piedra. No tienen armas, mientras que el ejército israelí cuenta con uno de los armamentos más sofisticados del mundo. Si el que tira piedra es un niño se le castiga como si fuera un adulto, es decir, con seis

Mi viaje al infiernoPor Olgahelena Fernández | Creo que hay que documentar y denunciar lo que está pasando en los territorios palestinos. Que por lo menos quede en los registros de la historia la magnitud de este crimen humanitario.

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meses de cárcel prorrogables indefinidamente en prisiones ubicadas en Israel. Eso quiere decir que los presos no tienen derecho a visitas, ya que sus familiares no pueden entrar a territorio israelí.

Si hay algo a lo que no me pude acostumbrar es a ver jo-vencitos y jovencitas con ametralladoras más grandes que ellos en todas partes: en los mercados, en los trenes, en los restau-rantes, en el metro. Debo aclarar que cuando digo jovencitos y jovencitas, no es para ser incluyente, sino para hacer énfasis en que el 50% de los soldados son niñas que deberían estar en la universidad estudiando y no jugando a la guerra.

Pero el hecho de que los judíos vayan ganando (si es que ganar significa exterminar un pueblo) no significa que no ten-gan problemas. El 17% de los judíos de Israel son ortodoxos: de-dican su vida a rezar y, por lo tanto, no prestan servicio militar. Aquellos que no son ortodoxos no entienden por qué tienen que pasar tres años de su juventud en el ejército defendiendo el país, mientras que los otros solo rezan.

Es importante no confundir judío con israelí. Los judíos son personas que profesan una religión y viven en cualquier parte del mundo. Los israelíes, en su mayoría, son sionistas, es decir, personas que aseveran que los judíos deben tener su propio país (en este caso Israel) sin importar el precio. También hay que aclarar que no todos los judíos están de acuerdo con la agenda sionista y la han repudiado.

Como dije al principio, tuve la oportunidad de ir a Palestina y ver con mis propios ojos la situación que vive este pueblo olvidado y así, poder ayudar a hacer algo al respecto. Me preparé lo mejor que pude: investigué bastante para entender de la mejor manera un genocidio que hemos visto durante más de sesenta años.

Sin embargo, después de estar allí siento una impotencia mayor. Entendí que los israelíes están haciendo un esfuerzo monumental para ocultar su crimen. A pesar de varios intentos, no pude entrar a la franja de Gaza, ni pude documentar los epi-sodios mas aterradores. Sólo me quedó preguntarme cuántos más serán los crímenes, cuantos más los asesinatos y los des-plazamientos que no conocen la luz del día y que por lo tanto, continuarán impunes.

También me quedó claro que no hay acción efectiva de ayuda a los palestinos que no sea truncada por el estado israelí. El crimen no sólo consiste en el genocidio, consiste también en el impedimento sistemático de cualquier tipo de ayuda.

Sin embargo, salí también con dos responsabilidades muy claras. Responsabilidades que, después de haber visto lo que vi, siento de manera profunda. En primer lugar, creo que hay que documentar y denunciar lo que está pasando. Que por lo menos quede en los registros de la historia la magnitud de este crimen humanitario.

En segundo lugar, tengo (y tenemos) la responsabilidad moral de garantizarle al pueblo palestino su dignidad. Los palestinos no son unos ocupantes sino unos desplazados y refu-giados en su propio estado, un estado que debemos reconocer y aceptar como legítimo.

Olgahelena Fernández es periodista.

TRES EN UNOPor Gonzalo Guillén

TENEMOSLa dictadura del narcotraficante Nicolás Maduro no es so-lamente el pretexto para amparar la mediocridad malicio-sa del inútil Iván Duque (en la Casa Blanca lo llaman “Iván Márquez”). Es también la causa del éxodo de venezolanos regados por todo Colombia que causan pena, tristeza y lásti-ma. Con ellos compartimos de todo corazón las monedas que antes les dábamos a nuestros propios mendigos, les prestamos nuestros raquíticos y corruptos servicios públicos de salud y los de educación elemental y escasa para sus hijos. Les pro-porcionamos puestos de trabajo teniendo en cuenta que el desempleo real entre los mismos colombianos es superior al 50 por ciento.

CUATROEn Bogotá, los usuarios de las rutas de busetas llamadas SITP (restos de viejos carromatos desgastados vueltos a barnizar de color azul para mejorarles la apariencia) han decidido cami-nar largos trechos porque dentro de esas vasijas humeantes en las que antes se movían hoy son asaltados por piquetes de entrañables delincuentes venezolanos, cuya proliferación va en aumento. Nuestras prostitutas, nuestros raponeros y nues-tros sicarios se han encontrado con que sus afectuosos colegas venezolanos trabajan por menos de la mitad que ellos. Pero es el costo que implica la fraternidad.

PRESIDENTESA cada paso nos topamos con pordioseros de Venezuela (gene-ralmente mendigan en familia), con niños venezolanos pidiendo sobras de comida; vendedores honrados en el comercio formal, mecánicos remendones y ahora, incluso, tenemos un presi-dente venezolano recién autoproclamado y al mismo tiempo desterrado, que pide sueldo, vivienda y oficina a costa nuestra. Como si no tuviéramos suficiente con Uribe, su criado “Iván Márquez” y un hombre llamado Alejandro Muñoz que esta semana se autoproclamó presidente de Colombia. Es decir: además de nuestros propios mendigos y los ladrones nuevos, que acogemos fraternalmente, tenemos una carga más pesada, onerosa, inmerecida, infame e intolerable: mantener a cuatro presidentes a la vez.

Gonzalo Guillén es periodista.

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Sin novedad en el frente: del conflicto a la guerraPor Angélica Suárez Mendoza | Mientras los políticos que nos gobiernan nos pongan la bandera, el himno, conciertos y ayudas a medias, sin planeación ni conexidad con una solución real, seguiremos el camino hacia la guerra.

No necesitamos ver dos guerras mundiales ni otros conflictos, aquí tenemos un conflicto continuado y necesidades sociales incrementadas por otros factores como la corrupción.

E n un análisis sobre las víctimas de las armas de fuego, se puede observar que los hombres han sido sin duda los más afectados en el país. Entre 2003 a 2017, según las cifras de Medicina Legal, han

perdido la vida 163.986 hombres, equivalentes al 93% del total. De esta cifra, la mayoría son jóvenes que no llegan a los 24 años (Forensis, 2017). Para el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH, 2013) han sido 220 mil per-sonas las que perdieron la vida a causa de la violencia.

Una vez se disminuyó la cifra de homicidios por el Acuerdo de Paz con las FARC (CERAC, 2017), las cifras se trasladaron hacia la población civil, eso se evidencia con el aumento de las víctimas de minas antipersonal (DAICMA, 2019), y los asesinatos selectivos y sistemáticos (ONU, 2018). Aunado a ello, su selectividad no es un hecho nuevo, ya que desde 1985 se evidencia este fenómeno; a 2012, fueron 150000 víctimas, y entre sus victimarios se encuentran grupos paramilitares (8.903), guerrillas (6.406) y 2.399 por la Fuerza Pública.

¿Todavía se preguntan por la sistematicidad de la muerte de los líderes sociales, reclamantes de tierras y de-fensores de DDHH?

Mientras eso pasa y no para en el país, nos encontra-mos ante personas que quieren ver más jóvenes en la gue-rra. Erich María Remarque señaló en su obra “Sin novedad en el Frente” (1929) cómo jóvenes estudiantes salían de las aulas a las armas, iban al frente a ser destrozados por la guerra, hecho que fue incluido en el discurso de Bob Dylan en la aceptación del Nobel: “Alguna vez amaste la vida y el mundo y ahora lo estás haciendo pedazos” (2017).

Así mismo, están también las mujeres que van a la guerra, tal y como lo describe Svetlana Alexievich en “La guerra no tiene rostro de mujer”, donde la autora registra las historias relatadas por las mujeres que han visto muertes, hambre, crueldad y sufrimiento en el campo de batalla de la II Guerra Mundial, por la que defendían un país, por el que daban la vida. “No conocíamos el mundo sin guerra, el mundo de la guerra era el único cercano, y la gente de la guerra era la única gente que conocíamos. Hasta ahora no conozco otro mundo, ni a otra gente. ¿Acaso existieron algu-na vez?” (Alexievich, 2015).

Pero, ¿qué se encuentra más arriba de aquellos que dan su vida en medio de las confrontaciones? Si toda gue-rra requiere una planeación político-militar y adquirir armamentos, no se podría realizar sin la base principal en este juego de roles, el discurso, en una combinación de protección y libertad, por las armas y el odio, uno que ten-ga un poder gradual sobre nuestras mentes para enviar-nos al frente apoyando estas ideas como pequeñas fichas de Lego, ya sea por la soberanía, un partido, una nación, o la moral universal de un solo dios y, como resultado, muertes y miseria.

Esto va acompañado de una presión social conducida a políticas públicas; quien no va es un antipatriota, desleal, comunista, ateo, inmoral y todos esos apelativos que hemos escuchado y leído a lo largo de la historia; al lado de estos discursos de sangre que los líderes ordenan e instruyen.

Pero un pensamiento antibelicista y antimilitarista es la consigna política que ha salvado millones de vidas de estos intereses equivocados y egoístas, deberíamos ser la mayoría de nosotros los que debemos dudar de un “cerco diplomático” respaldado en la amenaza de la guerra. Exigir otros caminos como ciudadanos implica una inteligencia mayor de protesta, se trata de la vida de todos nosotros, por-que quien no va al frente también vivirá las implicaciones de la guerra.

Llevamos más de 60 años en un conflicto armado que debería darnos la conciencia suficiente para saber que po-drá pasarnos, no necesitamos ver dos guerras mundiales, ni otros conflictos; aquí tenemos un conflicto continuado y necesidades sociales incrementadas por otros factores como la corrupción.

Mientras los políticos que nos gobiernan nos ponen la bandera, el himno, conciertos y ayudas a medias, sin planeación ni conexidad con una solución real, seguire-mos el camino hacia la guerra. La historia de los conflic-tos es una historia de horrores innumerables. No sólo se trata del impacto de una bala, es borrar a un pueblo de su historia, pasado y futuro; es por ello que las soluciones deben ser planeadas y concertadas. No la historia aco-modada de los vencedores.

Angélica Suárez Mendoza es Consultora en DDHH.

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Mejor guion original:

Discurso patriótico (Ernesto Macías)

Mejor guion adaptado:

Ley de financiación (Alberto Carrasquilla)

Mejor fotografía: El cartel de la

empanada

Mejor banda sonora:

Esto es una coima, mar*ca (Néstor Humberto Martínez)

Mejor vestuario: Francisco Leal y

Karen Dacarett (La ruana de origami)

Mejor maquillaje: Ma. Fernanda Cabal

(Guerra fría)

Mejor película extranjera:

Odebrecht

Mejor documental: Esto es una coima,

mar*ca (Néstor Humberto Martínez)

Mejor corto documental:

Cumbre de Hanoi (Donald Trump y Kim Jong-un)

Mejor corto de ficción:

El cerco diplomático (Iván Duque y Juan Guaidó)

Mejor edición de sonido:

Adiós, puros criollos (Juan Pablo Bieri)

Mejor montaje: La autopsia de

Andrade (Carlos Valdés)

Mejores efectos visuales:

La nueva Zona Rosa (Render de Enrique Peñalosa)

Mejor canción original:

El cerco diplomático Iván Duque

Mejor actriz de reparto:

Susana Correa (Departamento para la Prosperidad Social)

Mejor actor de reparto:

Carlos Mattos (Caso Hyundai)

Mejor actriz: María Paula Correa

(La favorita)

Mejor actor: Iván Duque

(El cerco diplomático)

Mejor película: El que dijo Uribe

Mejor director: Álvaro Uribe

(El que dijo Uribe)

El talento colombiano se impone en la gala de los premios Rosca 2019. Esta es la lista de ganadores.

EN EL PERIODISMO LA OBJETIVIDAD ES UN MITO; LA LIBERTAD, UN DERECHO Y LA INDEPENDENCIA, UNA OBLIGACIÓN.

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