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  • 8/2/2019 Ejercicios en La Vida Diaria

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    ACOMPAAMIENTO EN LOS

    EJERCICIOS EN LA VIDA DIARIA (EVD)

    Francesc Riera i Figueras

    ACOMPAAMIENTO EN LOS EJERCICIOS EN LA VIDA DIARIA (EVD)

    1. Notas histricas y actualidad ....................................................................

    2. Algunas anotaciones para los EVD .....................................................

    3. Primera poca: Preparacin ......................................................................

    4. Primera semana: Bajada a los infiernos - etapa rompimiento ...............

    5. Misterios vida Cristo, etapa: Estarse con Jess, el Seor ..............6. El cuarto da de segunda semana [136] .............................................

    7. Concretando ...............................................................................................

    8. Tercera y cuarta semanas ..........................................................................

    APNDICE 1. SUGERENCIAS PARA LA ORACIN ..............................................

    APNDICE 2. EXAMEN ....................................................................................

    APNDICE 3. ENTREVISTA ............................................................................... 3737

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    Edita CRISTIANISME I JUSTCIA R. de Llria, 13 - 08010 Barcelona tel: 93317 23 38 fax: 93 317 10 94 [email protected] Imprime: Edicions RondasS.L. ISSN: en trmite ISBN: 84-9730-215-X Depsito Legal: B-16.338-09 Mayo 2009La Fundacin Llus Espinal le comunica que sus datos proceden de nuestro archivo histrico pertene-ciente a nuestro fichero de nombre BDGACIJ inscrito con el cdigo 2061280639. Para ejercitar los dere-chos de acceso, rectificacin, cancelacin y oposicin pueden dirigirse a la calle Roger de Llria, 13 deBarcelona

    Este Cuaderno recoge la aportacin de su autor a lasPrimeras Jornadas de EVD que tuvieron lugar enSalamanca el ao 2005 y al Curso sobre Acompaa-mientocelebrado en Roma el 2006 y organizado por el

    Secretariado de Espiritualidad Ignaciana.

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    1.1. Ignacio maestro de laadaptacin

    Ignacio descubri pronto personas demucho subiecto, de quienes se poda es-perar mucho, pero imposibilitadas pararetirarse treinta das. l habla de perso-nas embarazadas en cosas pblicas onegocios convenientes, personas letra-das, de buena inteligencia.

    Le duele no poderles proponer elmes de Ejercicios en retiro, y con su ca-

    pacidad de adaptacin y creatividad lesofrece Ejercicios en la Vida Diaria(EVD), tal como explica en la anotacin19, de manera que puedan vivir parte ola totalidad de lo que ofrece para los 30das en retiro. En su propuesta entiendeque el ejercitante se encontrar cada dacon su acompaante en el lugar conve-nido, y este le ir introduciendo en los

    primeros temas de los Ejercicios, hastacompletar, si resulta oportuno, todo el

    itinerario del mes, a lo largo de un per-odo de tiempo mucho ms largo.

    Ignacio es maestro de la adaptacin,de la inculturacin, con el inmenso inte-rs de ayudar a los ms posibles. Supedagoga le sita al nivel de las capaci-dades y oportunidades de cada sujeto, demanera que ste pueda descansada-mente llevar la experiencia [18,2].Acta desde la filosofa de la contem-placin de la Encarnacin, donde, con la

    Trinidad, mira al mundo, tan diverso, tandesquiciado, y con una gran sed de re-dencin [101-109]. En esta mirada laTrinidad, y con ella Ignacio, adquiere laobediencia a la realidad, adaptndosede maneras revolucionaras, hasta ha-cerse uno de nosotros tomando con-dicin de esclavo (Flp 2,7). TambinIgnacio es revolucionario al adaptar la

    profunda experiencia eremtica de supropuesta originaria, a una realidad de3

    ACOMPAAMIENTOEN LOS EJERCICIOS EN LA VIDA DIARIA (EVD)

    1. NOTAS HISTRICAS Y ACTUALIDAD

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    Ejercicios en medio del bullicio del daa da. Una de las caractersticas de lamstica ignaciana es la adaptacin quebusca y halla a Dios en todas las opor-tunidades, cosas y personas.

    1.2. pero, un mal menor

    LosDirectorios dan fe repetidamente deesta manera de dar los Ejercicios en laprimitiva Compaa.

    Los llaman Ejercicios abiertos (Di-rectorios 5 y 6). Nueve de ellos los conside-

    ran especialmente aptos para personas ocu-padas en muchas actividades (D. 17, 18, 20,28, 33, 34, 43, 46, 47), aunque sean activi-dades espirituales (D. 46, 47); o para perso-nas a quienes la falta de salud no permite unmayor esfuerzo (D. 32, 46, 47).

    Consideran que esta frmula sirve tantopara proponer la materia de todo el libro delos Ejercicios (D. 18, 20, 32, 33, 34, 43), co-

    mo la que corresponde a las otras formas deEjercicios: de ocho das, de iniciacin segnla anotacin 18, etctera, (D. 5, 6, 20).

    Tambin se preocupan por el momentodel da ms propicio para dedicarse al ejer-cicio (D. 12, 17, 18) o por la cantidad detiempo a dedicarle (D. 20, 32, 33, 34, 43, 46).

    Cmara, en su Memorial, recoge queIgnacio los dio en Pars con este formato aSimn Rodrguez, porque no poda retirarsea causa de los estudios y de su salud.

    Probablemente la frase de laAutobiografa (98,13) recorra la ciudadpara visitar a sus ejercitantes yendo el mis-mo da desde Santa Mara la Mayor alPuente Sixto, se refiera tambin a ejerci-tantes segn la anotacin 19.

    Pero tanto, para Ignacio, como para

    la experiencia que recogen losDirecto-rios, siempre se trata de un mal me-

    nor, ya que se supone que el ejercitan-te: tanto ms se aprovechar, cuantoms se apartare de todos amigos y co-nocidos y de toda solicitud terrena; ascomo mudndose de la casa donde mo-

    raba, y tomando otra casa o habitacin,para habitar en ella cuanto ms secreta-mente pudiere [20,2-3].

    1.3. En el siglo XX, la dificultad setransforma en oportunidad

    En el ltimo tercio del siglo XX, graciasal magisterio, entre otros de G. Cusson,en Canad y de M. Giuliani, en Francia,se profundiza la anotacin 19. La difi-cultad se transforma en oportunidad.Mucho ms que en el siglo XVI abundanlos candidatos a quienes es imposibledisponer de 30 das (motivos familiares,profesionales, etctera). La originalidadde estos maestros espirituales est en sucapacidad de unir la adaptacin que hi-zo Ignacio en el siglo XVI, a causa delfactor tiempo, con el descubrimiento deque el humus adecuado para unos ejer-cicios no es slo el apartarse de ami-gos y conocidos, sino tambin los pro-blemas, dificultades y contradiccionesde la compleja vida diaria.

    Integra el bao de realismo que fa-cilita un discernimiento y eleccin rea-listas, gestados en la prosa del da a da;y resulta una excelente pedagoga paraejercitarse en la mstica del encontrara Dios en todas las cosas.

    Los EE en el retiro aportan intensi-dad, los EVD aportan extensidad. Setrata de dos metodologas diferentes;por tanto acompaante y ejercitante han

    de discernir cual es la ms adecuada encada caso concreto. No sea que el can-4

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    didato escoja EVD por temor al retiro,o retiro buscando tal vez una experien-cia idealista.

    Aquien ha hecho Ejercicios en el re-tiro le aprovechar mucho repetirlos en

    la vida ordinaria, y a la inversa. Un m-todo aporta ms intensidad, el otro ma-yor realismo.

    Son diversas las modalidades deEjercicios en el retiro; tambin sern di-versas en la vida diaria. En el retiro losejercicios: a) pueden ser plenamenteeremticos y a lo largo de un mes (ano-tacin 20); b) pueden adaptarse a la mo-dalidad en grupo, como ofrecemos a

    menudo en nuestras Casas de Ejercicios(en estos casos tal vez fuere indicadoaprovechar algunos elementos comuni-tarios); c) unos y otros se pueden adap-tar a las propuestas de quince das o de

    una semana; d) o convertirlos en ejer-cicios de iniciacin [18].

    A toda la amplia gama de ejerciciosen el retiro, corresponde otra amplia ga-ma de Ejercicios en la cotidianeidad.

    En este escrito nos situamos en laperspectiva de los ejercicios comple-tos, que, en la vida ordinaria puedenoscilar entre nueve meses y algo msde un ao.

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    2. ALGUNAS ANOTACIONES PARA LOS EVD

    2.1. El triple dilogo delacompaante

    En los EE se da un triple dilogo.

    a) Ante todo, un dilogo con Dios,porque es el Espritu el director de losEE. El acompaante es slo vicario delEspritu, ha de seguir la pista que el

    Espritu marca. Ha de estar abierto acaptar las insinuaciones de un Espritu,nunca cuadriculado, que desborda nues-tros esquemas prefabricados: El vien-to sopla donde quiere; notas su brisa, pe-ro no sabes de donde viene, ni a dondeva. As mismo pasa con el Espritu (Jn3,8). El Espritu es Creador e Inespe-rado.

    De la misma manera que el ejerci-tante contempla los Misterios de la

    Vida del Seor, el acompaante ha decontemplar los Misterios de la Vida delEspritu escritos cada da en el corazndel ejercitante.

    b) Un dilogo con el libro de losEjercicios, que es el libro del maestro,no libro de texto del discpulo (enprincipio el ejercitante no lo tiene). Al

    acompaante le tocar reescribirlo parasu ejercitante (que es nico), lo cualimplicar que tenga del libro un cono-cimiento interno profundo, que per-mita, para serle plenamente fiel, adap-tarlo, recrearlo o superarlo. Nada mslejano de Ignacio que el fundamentalis-mo ignaciano. El libro de los Ejerciciostan cargado de consejos, normas o indi-

    caciones, est diciendo a cada paso queno contiene leyes, que su mtodo ha de

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    ser aplicado con creatividad para cadacaso concreto e irrepetible. Valga el s-mil de la compra de un vestido: no setrata de ir a una tienda de vestidos y es-coger una talla ms o menos idnea; se

    trata de un modisto que toma con preci-sin las medidas y confecciona un trajeque se adapta perfectamente.

    c) Un dilogo con el ejercitante. Lovamos a tratar detenidamente en este tra-bajo. Al empezarlo, es importante dejarclaro que sin los dos dilogos anterio-res, este tercer dilogo queda falseado.

    2.2. El primer ejercicio es unejercicio de agenda

    Es un ejercicio prosaico, como lo serna menudo los EVD, a la vez que indis-pensable: un primer ejercicio de ascesis,de renuncia, que replantea horarios. Elejercitante, ha de ver como asegura unos

    mnimos de silencio y oracin, de revi-sin del da, tal vez de lectura; ha de pro-gramar la entrevista semanal; ha de re-servar algunos momentos largos, msintensos de silencio (por ejemplo, to-do un fin de semana, para que la ex-tensidad se vea enriquecida por la in-tensidad).

    Luego, el acompaante deber tener

    mucha agilidad para encajar las dificul-tades horarias de su acompaado (la en-fermedad imprevista de un hijo, un pro-blema laboral); tendr que saberaceptar la dureza de la vida e intentar noser rgido; tendr que saber transformarlas dificultades reales que se van a pre-sentar e insistir en la idea que en losEVD todo se puede convertir en ejer-

    cicio. Por ello el examen va a ser ejer-cicio central.

    Pero el acompaante, buen maestro,ha de estar alerta ante el peligro real deque unos EVD, empezados con gran-de nimo y liberalidad [5,1], por faltade dedicacin (no slo, pero tambin)

    horaria, se vayan convirtiendo en unosejercicios leves o menores.

    Antes de empezar, conviene un rea-lista toque de atencin a la posible in-genuidad de algunos candidatos (o in-cluso acompaantes). Una cuestin paraaclarar desde el inicio, y para examinary valorar a lo largo del proceso.

    2.3. Ir descubriendo lasadiciones de los EVD [19,7]

    Las adiciones son las estructuras desoporte que posibilitan la experiencia.Sern un tanto diversas en los EE en elretiro y en los EVD. Ejercitante y acom-paante tendrn que ir descubriendo lascondiciones que posibilitan o ayudanpara los Ejercicios.

    Adiciones tanto para los ratos retira-dos de oracin, como a lo largo del dao para el examen que intenta que no seescapen las mociones y vivencias de lajornada. Las adiciones ayudarn a cre-ar, en la cotidianeidad, un aire, unamsica, donde se podr sembrar la se-

    milla de los Ejercicios.Se trata de que el ejercitante vayadescubriendo cual es el silencio propiode sus EVD (diferente del de los EE enretiro) que le posibilita escuchar a la vi-da y a Dios. El silencio interior al quese llega con una manera de funcionarque valora la gratuidad, lo no producti-vo; que se mueve no desde la agresivi-

    dad de quien va de conquistador; quese mueve desde valores alternativos, co-6

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    mo por ejemplo, la misericordia y la jus-ticia, la ecologa, la afabilidad, la lenti-tud contra el agobio, la sobriedad... Setratara de respirar calidad evanglicaen la vida personal, familiar, social y

    profesional1.Estas estructuras de soporte ayuda-

    rn a que se le abra al ejercitante elMisterio Insondable del Dios gratuito.

    a) Adiciones para los ratos de oracinque aseguren calidad, en medio del ajetreode la jornada. Cuidado de su preparacin re-mota y prxima. Descubrimiento del modo

    personal que ayuda ms al ejercitante con-creto (tiempo, lugar, postura, relajacin pre-via). Y cuidado de su evaluacin, porqueel ejercitante aprender su estilo propio des-de la prctica.

    Ir descubriendo como se le traducen lasadiciones 1 a 5 [73-77].

    b) Adiciones para que la jornada, ha-bitualmente tan prosaica, no sea opaca, sino

    que se convierta en Ejercicio. Ignacio, en losEE en el retiro cuida mucho el clima del dacon las adiciones 6 a 10 [78-85]; en los EVDhabr que ir encontrando la msica de la

    jornada, que se respira de manera, tal vez,atemtica.

    En medio de una cultura donde im-peran los valores del consumismo y delhedonismo, seguramente el ejercitante

    descubrir que tiene su importancia ladcima adicin [82-85], cuando invita ala austeridad. Convendr que el acom-paante ayude a vincularla a la realidadde nuestros terceros y cuartos mun-dos, una realidad lamentablementemayoritaria en nuestro planeta. Y con-vendr que la relacione tambin: 1) con

    las reglas para distribuir limosna[337-344]: dinero, tiempo, cualquierade las riquezas que posee; 2) con las re-glas para ordenarse en el comer [210-217]: para ordenar nuestras sensuali-

    dades y hedonismos, desde la comida, ala televisin, al ocio, a las vacaciones,etctera. Son dos series de reglas quecobran especial relieve en los EVD.

    2.4. Una aclaracin indispensable

    El candidato a unos EE, tanto en el re-tiro como en la vida diaria, puede pedirpracticarlos partiendo de un equvoco,esperando que EE signifique tiempo de-dicado a la oracin en el silencio.Ignacio desmiente el error en la prime-ra lnea del libro de los Ejercicios: poreste nombre, ejercicios espirituales, seentiende todo modo de examinar laconsciencia, de meditar, de contemplar,de orar vocal y mental, y de otras espi-rituales operaciones. El lector quedasorprendido de que lo primero que citaIgnacio sea todo modo de examinar laconciencia, y que luego de enumerarlos vocablos meditacin, contempla-cin, orar vocal y mental todava aa-da otras espirituales operaciones[2].

    Si esta advertencia es indispensableen unos Ejercicios en el retiro, en unosEVD es reveladora. Indica que toda lavida, mediante lo que el llama exa-men, tiene regusto espiritual, nos pue-de dar el gusto de Dios. Es decir, encualquier tipo de EE, toda la jornada seha de convertir en ejercicio. En los EEen el retiro puede haber el peligro de

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    1. Puede ayudar algn contacto con la Cruz de Cristo, tal vez, a travs del mundo de la marginacin, la inmi-gracin, el dolor o la vejez.

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    descuidar esta verdad; en los EVD, es-ta realidad es la base central.

    Por tanto, es indispensable que elacompaante le ayude a ejercitarsedesde este talante de examen. Puede ser

    til que le proponga las dos primeras re-glas de discernimiento [329-330], paraque aprenda a constatar la cantidad devivencias y sentimientos que se le cru-zan a lo largo de un da. Nuestro cora-zn es como un aeropuerto donde dia-riamente aterrizan y despegan grancantidad de mociones. La atencin a lavida, propia de los EE, pide que no se

    las eche al olvido del subconsciente sinhaberlas digerido, sin descubrir queunas son constructivas (de buen esp-ritu) y otras destructivas (de mal es-pritu). Las primeras entrevistas ten-drn que ayudar al ejercitante a que estatento a los movimientos internos a lolargo de la complejidad de su da, y aque empiece el aprendizaje de discer-

    nirlas, a que sean materia de su exameny de su oracin. A que est atento a lavida.

    2.5. Apndice sobre candidatos yseleccin

    Finalmente, es importante una llamada al re-alismo para el acompaante de cualquier ti-po de EE. Acuden varios tipos de candidatosy hay que tener claro en qu situacin se ha-llan para poder dar a cada uno lo que descan-sadamente podr llevar. Dice Ignacio: sehan de aplicar los tales ejercicios; porque nose den a quien es rudo, o de poca complexi-n, cosas que no pueda descansadamente lle-var y aprovecharse con ellas. Asimismo, se-gn que se quisieren disponer, se debe de dar

    a cada uno, porque ms se pueda ayudar yaprovechar[18,2].

    Los candidatos se pueden agrupar en 3tipologas.

    a) Personas que han de tomar decisio-nes: que se encuentran ante la necesidad deuna eleccin importante, de un salto cuali-

    tativo o del deseo de reforma en profundi-dad de una vida que, con el paso del tiem-po, se puede haber oxidado. Entre estaselecciones no hay que descartar la impor-tancia de encajar la tercera edad, con loscambios que ella comporta.

    b) Personas que desean rezar a fondo yestar largamente con el Seor. Fortalecer unamor fuerte, que con el paso de los das no

    se ha adormecido. A veces pueden expre-sarlo como el deseo de unas vacaciones conel Seor, indicando el gusto y la necesidadde pasar largos ratos con l. Estos candida-tos, tal vez no cumplan la definicin tpicade ejercitante; probablemente darn pocotrabajo al acompaante. La entrevista, mu-chas veces, le resultar un rato agradable,que le descubre las delicadezas de la gracia.Tales personas, a menudo viven los EVD

    con gran paz y consolacin.c) Personas que no tienen subiecto y

    que la seleccin no lo ha detectado. A ve-ces el mismo ejercitante descubre que se haequivocado y propone abandonar el proceso;otras veces, el acompaante, con mucho tac-to, podr indicarle que es mejor que de mo-mento deje los EVD. Pero en buena parte delos casos no es adecuado interrumpir el pro-

    ceso y el acompaante continua recibiendosemanalmente (o quiz con una periodicidadmenor) a la persona que acompaa.

    Es importante que el acompaante seabuen maestro y pedagogo, que sepa aceptarla realidad, que no fuerce procesos imposi-bles, que no se culpabilice creyendo que lefalta pericia. Tendr que cambiar de regis-tro, pasarlo a ejercicios leves [18]. Aun-

    que materialmente le pueda ofrecer todaslas materias de las cuatro semanas, el acom-8

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    paante sabe que se trata de unos ejerciciosde iniciacin.

    Tal vez la experiencia actual le preparepara que ms adelante pueda introducirloen los objetivos (y no slo en las mate-

    rias) de cada una de las semanas. El acom-paante sabe muy bien que las semanas deEE no se definen desde el objeto material(los contenidos), sino desde el objeto for-mal.

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    3.1. Una primera poca es paraempezar

    Lo cual permite que si ejercitante yacompaante no se conocan suficiente-mente, ahora entren en relacin y sepueda realizar el presupuesto indis-pensable de conocerse, aceptarse y ase-gurar la capacidad de dilogo [22]. Talvez en este inicio se han de fijar un pe-rodo de mutuo conocimiento, tanto deellos dos, como del mtodo de los EVDy de las posibilidades reales del ejerci-tante. Tras este perodo de prepara-cin decidirn si van a llevar a cabo ono los Ejercicios.

    Para este perodo inicial el acompa-ante le puede ofrecer algunas de las

    propuestas ignacianas sencillas de lostres modos de orar [238-260] y lepuede introducir en el examen generalde la jornada [43] o en el particular [24-31]. Ahora es el momento apropiado pa-ra profundizar sobre lo que hemos ex-puesto en 2.2. y 2.3.

    La materia que ofrezca el acompa-ante para los ratos largos de oracin

    puede ser muy diversa. Seguramente se-r adecuado tomar el hilo de la vida del

    ejercitante, es decir, dnde se encuentraactualmente (tal vez releer apuntes per-sonales).

    Es un perodo para que el ejercitan-te se disponga para realizar los EE.

    Por mi parte, acostumbro a ofrecerun itinerario en cuatro momentos que lerelajen y le den la paz indispensable pa-ra adentrarse en el camino de los EE.

    Sugiero que, tanto en los ratos de ora-cin reposada, como a lo largo del da,entre en comunin con las fuentes dela propia vida.

    Primero la naturaleza (encuentro conel Dios de la naturaleza): que vaya ganandoen capacidad de silencio y gratuidad contem-plando la naturaleza, buscando la paz y sin-tona con ella. Si tiene ocasin, que pasee

    contemplando y encontrndose en paz con lamadre naturaleza, que desde all lea, gustn-dolos, los salmos, los textos del Gnesis o elprlogo del evangelio de Juan. Tanto las pro-puestas de De Mello, como muchos ejerci-cios de silencio, relajacin, contemplacin...recibidos de las sabiduras orientales, sonfuentes excelentes que a lo mejor podrnacompaar, luego, todo el proceso de los EE.

    Segundo momento, la propia historia(encuentro con el Dios de mi historia): que

    3. PRIMERA POCA: PREPARACIN

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    repase lentamente el lbum de fotos de suvida para llegar a descubrir (como los israe-litas en el desierto) que su historia profa-na para huir de Egipto era historia sagra-da, historia de Dios con ellos, Historia de

    Salvacin. Ha de descubrir que su historia,como la de los hebreos, es Biblia. Ha dereconocer y gozar profundamente del Esp-ritu liberador en medio del claroscuro de suvida. Se puede ayudar de la calidez de sal-mos como el 139.

    Tercer momento, la realidad del mun-do actual (encuentro con el Espritu Crea-dor): que se site en paz en el hoy delmundo real, tan complejo. Que lo mire condetencin. Que empiece los Ejerciciossituado en el mundo y que no pretendaunos EVD recluido en una clausura. Quedescubra, en el claroscuro de nuestro mun-do, al Espritu creador que lucha por elReino. Que aprenda a creer que otra glo-balizacin es posible y, desde el horizontecristiano, que el Reino de Dios se acerca, seha hecho presente.

    Cuarto momento, para relajarse: en-cuentro con la Utopa de Dios. Entusiasmar-se con el proyecto del Reino de Jess (Mc1,14-15), que Ignacio sistematiza en elPrincipio y Fundamento (PyF) [23]. ElPrincipio y Fundamento es una magnfi-ca fotografa de Jess, ante la cual el ejerci-tante no se culpabiliza, sino que le brotadel corazn la humilde y amable peticin delciego, del leproso, del paraltico Seor,que vea, que quede limpio, que pueda ca-minar. As el Principio y Fundamentose convierte en deseo profundo, el ejerci-tante descubre en l su verdad ms genuina,goza de la belleza de la Utopa de Jess. Yen la paz, recibe un texto que en su frmulaabreviada (oracin preparatoria) le acom-paar en cada oracin [46] y al inicio desus jornadas, un texto que le ser el marco

    desde donde ha de mirar todo.

    Cuando el ejercitante se ha dis-puesto, se ha situado ante el Misteriode Dios con calidez, serenamente, enpaz, cuando ha gustado en el PyF, lautopa del Reino de Dios, puede entrar

    en primera semana. El acompaanteno ha de tener prisa durante este pero-do previo en que el ejercitante ha de iraprendiendo la metodologa y se ha deir situando amablemente ante l mismoy ante Dios. Ha de ser buen pedagogoque encuentre para l los textos bblicosque le acompaen.

    3.2. Lento aprendizaje de lametodologa de los EVD

    El acompaante le ir adiestrando en lasherramientas centrales de la experien-cia, de manera lenta y pausada. Es im-portante que no quiera quemar etapas oatiborrar de elementos diversos a suejercitante. Ignacio, como buen peda-gogo, en su libro da al acompaante pro-puestas variadas, que l ha de saber es-coger y adaptar. Cuatro elementosindispensables, que se entrelazan entreellos, y que el ejercitante ir aprendien-do y evaluando.

    1.La oracin en silencio. Ante todo, ten-dr que saber encontrar su kairos (tiempoadecuado, que le resulte rico, inspirado, n-timo, en el cual sea fcil crear el silen-cio interior) y su kronos (el que ha pactadocon el realismo de sus horarios y agenda).Es el tiempo para meditar, desmenuzar, con-templar el tema propuesto para la semana.

    Ignacio ir ofreciendo diversas metodo-logas de oracin. Ejercitante y Acompaan-te tendrn que ir descubriendo cuantas ycules son idneas para cada sujeto, mo-

    mento y poca de EE.

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    Ya en primera semana, el autor de los EEpropone varios formatos: meditacin [45-54], repeticin, con una especial hincapi enel coloquio [62-63] del cual ya haba dadoalgunas pistas en [53 y 61], resumen [64] y

    un avance de la aplicacin de sentidos[64-71] que expondr en segunda semana.Sin duda que aqu y all tambin se intro-ducen ya elementos contemplativos [p.e.:53; 60]. Tal vez el acompaante se podrservir tambin de alguno de los formatosque da Ignacio en los tres modos de orar[238-260]. Que no caiga, con todo, en el pe-ligro de saturar a su acompaado.

    2. La oracin en medio del ajetreo delda. Hay personas a quienes les es fcil (aotras les resulta difcil) que a lo largo de la

    jornada se enciendan repetidamente fogona-zos de flash (el flash ilumina la escena a fo-tografiar una centsima de segundo, peroello basta para que la imagen reciba todoslos colores, relieve y vida). Se tratara de queal ejercitante se le encendieran a lo largo delda unos cuantos flashes que re-iluminaran

    la jornada desde el sentimiento o idea cen-tral que ha ocupado su oracin en el silen-cio. De esta manera, va sembrando la opa-cidad del da con la luz del tema quecontempla.

    Es un tipo de oracin que no roba tiem-po: unos breves segundos en que uno respi-ra el Espritu (el fogonazo de flash apenasocupa una centsima de segundo). Para fa-cilitarlo, el acompaante ver si es conve-niente explicarle algunos elementos de lapedagoga Examen Particular [24-31].

    3.El examen del da. Que el da reposeen paz ante Dios. En los EVD el acompa-ante tendr que ser flexible, porque la vidaordinaria est plagada de dificultades y amenudo de falta de tiempo. Pero tendr que

    procurar que el examen, de una manera uotra, con mayor o menor tiempo dedicado,no le falle a su acompaado. Es importanteque el ejercitante reciba agradecido el da,que lo vuelva a mirar y lo descubra transfi-gurado, cuando lo ve con los ojos de Dios.Es importante que recoja las mociones queha vivido a lo largo del da. Que vuelva a vera las personas y problemas con que se hacruzado. Que d gracias, que presente al

    Padre sus debilidades. El examen es la ora-cin sobre la vida.

    4. La entrevista donde cotejar con elacompaante los tres puntos anteriores ydonde descubrir con l que todo en la jor-nada se puede convertir en ejercicio espiri-tual. Sera deseable que fuera semanal ybreve.

    Acompaante y ejercitante tendrnque ir aprendiendo como llevar la en-trevista. El primero ha de tener claro quela entrevista la conduce l. El segundotendr que aprender que la entrevista noes momento de expansin, de largas ex-plicaciones o de desfogarse; que, enprincipio, ha de ser breve. Se ha de in-tentar no caer en dependencias emocio-nales, aunque el rato de la entrevista hade estar cargado de calidez y cordiali-dad2.

    11

    2. En la edicin digital de este cuaderno www.fespinal.com proponemos en el apndice un esquema sen-

    cillo para introducir en la oracin, una propuesta detallada de examen y algunas pistas para la prepara-cin de la entrevista.

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    4. PRIMERA SEMANA: BAJADA A LOS INFIERNOS - ETAPA ROMPIMIENTO

    4.1. Primer ejercicioIgnacio es vigoroso y recio, supone quese encuentra ante un ejercitante de mu-cho cuajo y de gran subiecto. A estapersona la trata maduramente, confron-tndola con la dura realidad de la exis-tencia, con el mysterium iniquitatis.

    En el primer ejercicio de los EE [45-54] no propone escenarios amables, ar-moniosos; no propone gozar de exta-siantes msicas celestes que llenan dearmona y paz; no invita a deleitarse conviolines o clave bien temperado de Bachni a deambular por parques de bellezaexquisita; no se siente obligado, comoPablo a los Corintios, a dar manjaressuaves, no pude hablaros como a espi-rituales, sino como a carnales, como anios en Cristo. Os di a beber leche y noalimento slido, pues todava no lo po-dais soportar (1 Cor 3,1-2).

    Ignacio confronta, un tanto brusca-mente, con la desarmona del misteriodel mal3 inserto en el corazn de la his-toria exterior y de la propia historia. Nosbaja a los infiernos de la historia y denuestro mundo. Aquellos que hemoscreado cuando olvidamos que somosalabanza, reverencia y servicio [23,2],para, enseguida, en el segundo ejercicio,confrontarnos con nuestros propios in-fiernos interiores.

    El acompaante tendr que ser pe-dagogo y valorar el nivel de rotundidadcon que ha de acercar a su ejercitante alos infiernos. De hecho, al primer ejer-cicio le ha precedido mucho trabajo.

    En algunas ocasiones ocurrir que elejercitante, herido internamente por di-versos tipos de males o agresiones quehaya padecido o visto padecer, no pue-

    da soportar la realista dureza que se lepresenta. El acompaante ha de ser muylcido y discreto. Personalmente, en es-tos casos, he ofrecido al ejercitante ha-cer una lectura meditada y reposada dellibro de Nouwen, sobre el Hijo Prdigo,con un cuadro de Rembrandt4. Por todoello es importante haber entrado en losEE con algunas propuestas amables

    de preparacin, del tipo de las que indi-cbamos en 3.1.En todo caso, le puede insinuar que

    al acercarse al mysterium iniquitatis sehaga acompaar de Mara, la Piet, lamadre del Primognito de tantos conde-nados de la historia, de tantos muertosantes de hora; que ella le sea mistagogaen esta incursin en las profundidades de

    la realidad condenada. La bofetada dela realidad que escamoteamos, si esencajada serenamente, le har renacer.

    El ejercitante quedar, por un lado,perplejo y desbordado; tal vez descubra

    3. La Biblia lo expone magistralmente en los mitos de la cada de Adn (Gen 3) y de los ngeles (cf. 2Pe 42,4),y la teologa de los das de Ignacio lo amplia con un hombre que da un mal paso que le destruye y con-

    dena su vida.4. H. NOUWEN.El regreso del Hijo Prdigo, Madrid, PPC, 1994.

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    que l ha estado tambin en el precipi-cio y que ha sido salvado de l. Tal vezse descubra con las manos no limpiasante las grandes o pequeas cruces de lahistoria y de cada da.

    Por otra, se experimentar baadode una infinita misericordia al contem-plarse en los ojos del Seor crucificado,del primognito de los condenados. Laexperiencia de la misericordia le gene-rar un dinamismo de misericordia quele llevar a preguntarse: qu he hecho,que hago, que he de hacer por Cristo[53], primognito de entre los muertos

    por culpa de la injusticia y del pecadode los humanos.

    La intensidad de los sentimientos se-guramente ser menor en unos EVD,que en los EE en retiro. Pero el contac-to con el realismo de la vida, con el mis-terio del mal externo e interno (si no elu-de los infiernos de nuestro mundo) harque tales sentimientos resulten ms pro-fundos y duraderos y permitir un co-nocimiento ms realista del pecado, deldesorden de las operaciones y delmundo [63].

    4.2. Una primera forma de oracin

    Para realizar este primer ejercicio

    propone, pedaggicamente, una manerasencilla de meditacin, al alcance deprincipiantes. Una metodologa que pa-rece avanzarse cuatro siglos a nuestrover, juzgar, actuar. Se le propone, conla memoria, ver, recordar, contemplar,tres escenarios.

    La humanidad rota. Para ello se valede la mirada al mito del pecado de Adn y a

    sus consecuencias (Gen 3). Nosotros pode-mos ofrecer al ejercitante que contemple las

    realidades crucificadas de nuestros tercerosy cuartos mundos, que empiece los EE des-de una mstica de ojos abiertos, que leafecten los rostros de tantos que sufren con-denacin en los infiernos de nuestro mundo.

    Los trasfondos de nuestro mundo,los poderes que dominan este mundo (Ga4,3), que mueven los hilos de la historia, lasestructuras que rigen nuestro mundo injus-to, y con las cuales, a menudo, nos sentimoscmodos. Ignacio propone la mirada al pe-cado de los ngeles (cf. 2Pe 2,4), y a susconsecuencias, cuando rechazan ser ala-banza, reverencia y servicio, como indica-ba el Principio y Fundamento.

    La realidad fracasada y condenada aque ha llegado un individuo concreto por unmal paso (un pecado mortal, en la teolo-ga de Ignacio) que desbarata y pierde irre-misiblemente su vida, aparcndolo en lascunetas de la historia, en la marginacin sinretorno, en los infiernos.

    Con el entendimiento, juzgar, medi-tar, evaluar estas realidades, entender (=intus-legere, leer por dentro). La socie-dad no funciona segn el esquema ala-banza, reverencia y servicio, sino se-gn el esquema explotacin: vaciar alotro para que yo me pueda llenar, escla-vizar al otro para que yo me constituyaseor. Y crea una espiral de violencia,que va creando continuos infiernos:Auschwitz, Vietnam, Salvador, Ruanda,Bosnia, Irak... Nuestra sociedad mata,margina, echa a los basurales a muchos.Hay que ser lcidos, porque nos impo-nen una represin colectiva que intentaesconderlo.

    Con la voluntad(= el corazn) de-jarse afectar, nica base de un actuar au-tntico, eficaz y duradero. Sentir pena y

    dolor por los condenados y por el PadreDios! Ver esta realidad con los ojos13

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    del Padre, a quien no se le permite vera sus hijos como hermanos, que sufrepor el Crucificado, y los crucificados dequienes Cristo es Primognito. Quedarperplejo: y yo por qu no? Ellos son

    peores que yo?Sin la experiencia de bajar a este

    mundo de pecado continuamos en mi-nora de edad cristiana. Hasta que unono se descubre con las manos sucias, noha bajado a las honduras del mundo yde su yo. Hasta que no ha llorado anteel Primognito de los Crucificados,mantiene un corazn duro.

    Esta propuesta de oracin tiene unosprevios que la preparan y una con-clusin que lo sintetiza todo en formade dilogo carioso con el Seor Jess.

    Previos. El ejercitante pide la gra-cia de recibir la bofetada de la realidad,porque es un don, no una conquista denuestros esfuerzos. Ignacio propone en

    su lenguaje spero: verse desterradoentre brutos animales [47,6]. Quien ha-ya bajado a las honduras de nuestrosmundos heridos, sabr que, tras la rude-za de este lenguaje ignaciano desabrido,se esconde mucha verdad. Por esto elejercitante empieza pidiendo al Padreque se le conceda el don de la verdad,que le producir vergenza y confu-

    sin [48,4], que le dejar perplejo ydescolocado y le mover a preguntarseconfuso, y a m por qu se me ha li-brado de los infiernos, cuando tal vez hecolaborado, de alguna forma, a produ-cirlos? Por qu, de una u otra manera,se me ha tratado con tanta misericordia?

    Conclusin. La aspereza de los tresescenarios de la meditacin concluye en

    una mirada clida al rostro del SeorCrucificado, descubrindole Primog-

    nito de tantos crucificados. Mirando eldolor del Padre Dios ante la cruz de suHijo, y el dolor de tantos crucificadosque en l se recapitulan, descubrir des-concertado que, en su caso, la miseri-

    cordia ha baado su vida. Y surgir lapregunta por: lo que he hecho por Cris-to (tal vez se ha descubierto colaboran-do en la crucifixin), lo que hago porCristo, lo que debo hacer por Cristo,preguntas que preparan ya segunda se-mana. Y as vindole tal, y as colgadoen la cruz, discurrir por lo que se ofre-ciere [53].

    En unos EVD, la bofetada de la re-alidad que propone el primer ejerci-cio, se recibe tanto en los ratos de ora-cin, como a lo largo de una jornada enque uno est atento a la verdad de la vi-da (mediante la pedagoga del flash queexponamos en 3.2.2) y arranca la ms-cara de oropel que a menudo encubreesta realidad.

    Puede ser adecuado que el acompa-ante le invite a dar una vuelta por zo-nas degradas de su propio entorno: per-sonas sin techo, comedores de la madreTeresa de Calcuta, crceles, emigrantessin papeles, ancianidad abandonada, endefinitiva, cualesquiera de los infinitosintocables, impuros de los que

    nuestra sociedad huye y ante quienesocultamos el rostro, como ante el Siervode Yahv (Is 53,3).

    4.3. Segundo ejercicio: estehombre eres t (2Sam 12,1-12)

    Es el paso de lo objetivo a lo subjetivo.El segundo ejercicio fluye del primero.

    El ejercitante ya lo haba adivinado ensus reflexiones durante el primero. No14

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    se descubrir entre los que lideran elmysterium iniquitatis, entre los que cre-an los infiernos de la historia, pero sedescubrir colaborando, de alguna ma-nera, en la contaminacin que enrarece

    a nuestro mundo. Se descubrir echan-do a la atmsfera soberbia, avaricia, lu-juria, ira y el resto de los siete pecadoscapitales. Descubrir que sus manos noson del todo inocentes, seguramente nodesde la punta de la lanza que hiere, pe-ro tal vez desde el mango de la misma.Ir pasando de fariseo a publicano (Lc18,9-14). Le saldr de dentro implorar

    conocimiento del desorden de sus ope-raciones (de lo daado del sistema ope-rativo con que funciona); descubrir queha sido liberado de los infiernos (quequiz ha colaborado a crear) por una mi-sericordia infinita que se le patentiza enla cruz del Crucificado.

    En algn momento contabilizar susprincipales pecados, pero le ser dado

    mirarse al espejo no agresivamente, si-no con los ojos con que le mira el Padre,tal como hace con el hijo prdigo.Quedar desbordado de misericordia. Ytal vez, atnito, como los santos, descu-brir (se le revelar) que el Seormuere por m, muere por culpa de quelos humanos matamos al Justo.

    En los EVD esta meditacin tenidaen los ratos de silencio se prolonga a lolargo del da, cuando uno se descubrefariseo que va seguro y prepotente porla vida (a lo mejor revestido de formaspiadosas) dejando heridos, sin quizpercatarse. Lentamente, a lo largo deltiempo que dure este segundo ejercicio,ir pasando de la soberbia del fariseo ala humildad del publicano. En medio delajetreo de la jornada, se encontrar a

    gusto sabindose a los pies de Jess (yde tantas personas en las que el Seor seactualiza), como la pecadora de Lc 7,37, llorando su repetida frustracin, suegosmo, su pecado, su experiencia de

    no saberse convertir Las lgrimasque baan los pies de Jess, reblande-cern su propio corazn, y sin darsecuenta, cambiar su manera de situarseante los otros, ante si mismo y anteDios: una manera humilde, amable, noconquistadora que se sita desde la mi-sericordia.

    Y todo ello en medio de sus ocupa-

    ciones ordinarias, en las que a lo mejorle toca organizar, ser ejecutivo..., se leir haciendo ms comprensible aquellode astutos como las serpientes y cn-didos como las palomas (Mt 10, 16).

    4.4. Experimentar los infiernos denuestro mundo

    Realizados los dos primeros ejercicios,Ignacio propone que los vayamos ma-durando lentamente a lo largo de algntiempo: propone repetir los puntosdel primer y segundo ejercicios quems le hayan impactado (o desagrada-do o dejado indiferente) [62-63], re-sumir buen ejercicio pedaggico[64] y finalmente sentir con los cin-co sentidos el mensaje recibido (un ti-po de oracin que explanar ms en lasegunda semana) [65-71]. Puede ser elmomento de invitar al ejercitante a quevea, oiga, guste, huela y toque los in-fiernos de nuestro mundo; por eso se lepuede sugerir que pasee o visite aque-llos lugares que comentbamos msarriba: todos los infiernos que se creancuando se prescinde del PyF.

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    En los EVD esta meditacin, que enlos EE en retiro hay el peligro de quepueda quedar terica, ahora resultamuy realista. Es momento de granatencin al mundo, a las realidades de

    nuestro entorno, a los informativos dela prensa y televisin, etctera. El ejer-citante comentar con su acompaantecomo se va dejando impactar por elmundo, como va descubriendo que elnecesitado de pan, el encarcelado, elsediento es precisamente Cristo, queencarna a tantos crucificados con losque a diario se topa (Mt 25,31 ss).

    Es importante que en el tercer ejer-cicio (el de repeticin), vaya maduran-do, a lo largo del da, lo que se le pro-pone que pida en el coloquio [63]:

    a) Que durante la jornada se le encien-da el flash para que en medio del ajetreosuplique andar con lucidez para captar eldesorden de sus operaciones, es decir,del sistema operativo con el que opera.

    Es importante que vaya listando y toman-do conciencia, no slo de los pecados (ob-

    jeto del segundo ejercicio) sino especial-mente de los trasfondos, las actitudes conlas que funciona y que, a lo largo del tiem-po, se le han ido haciendo muy propias.

    b) Que pida lucidez para descubrir que,a menudo, se le ha colado el estilo de estemundo, entendiendo mundo segn la ter-

    minologa del evangelio de Juan, y que fun-ciona con los principios que dicta la cultu-ra imperante, no siempre coherentes con elReino de Dios.

    A lo largo de este perodo ir des-cubriendo los aspectos desordenadosde su propio ser. En la oracin los ma-durar ante el Seor y aprovechar laentrevista con el acompaante para va-lorarlos y buscar terapias sencillas pa-

    ra superarlos; sin dejar de lado que enalgunas ocasiones ms severas elacompaante le podr indicar la posi-bilidad de acudir a especialistas parauna terapia en profundidad.

    Es indispensable aadir queIgnacio entiende este perodo no comouna poca de examen moralista o devoluntarismo, en que el ejercitante sepropone cambiar. Se trata de unapoca clida de splica amable y cari-osa a Santa Mara, al Hijo y al Padrepara que nos sea regalada por gracia(gratuitamente) la superacin de nues-

    tro desorden interno y de nuestras con-nivencias con el desorden de la culturamundana imperante.

    4.5. morder, tristar y ponerimpedimentos [315,2]

    La vida ordinaria es muy compleja, lle-na de zancadillas provocadas desdefuera y desde dentro. Por todos lados elejercitante es batido. Esta dificultad seconvierte en uno de los grandes aliadosde los EVD, al darles credibilidad y re-alismo. Cuando las dificultades (con-flictos personales, familiares, labora-les, etctera), la aridez, la tristeza, ladesolacin, el pesimismo e incluso elpecado, lo ponen todo difcil, es el mo-mento para que el acompaante apro-veche la sabidura de las reglas paraen alguna manera sentir y conocer lasvarias mociones que en el nima secausan: las buenas para recibir y lasmalas para lanzar [313-327].

    El acompaante le dar todos losavisos para situarse ante la desolacino slo los que le convengan, para adies-trarle en el combate. Se trata de un nue-

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    vo ejercicio, el de sacar provecho delos momentos bajos. Un capitn de bar-co ha de formarse tambin en situacinde tempestad o de calma chicha; talespruebas resultan un excelente control

    de calidad.El acompaante ver en cada caso

    si lo adecuado es esperar el momentode la dificultad para exponerle lasReglas de Discernimiento o si se las hade explicar de antemano, para quecuando llegue la dificultad se las pue-da recordar.

    4.6. Puede pasar a segundasemana cuando

    Cuando ha experimentado dolorosa-mente la no salida de su situacin depecado, que con su voluntarismo notiene herramientas suficientes paravencer; y con todo se sabe inusitada-

    mente acogido por la misericordia deDios. Cuando ha estado horas mirandola cruz de Cristo (y tras ella la de tan-tos crucificados, de los cuales tal vezno tiene las manos tan limpias comocrea) y ha experimentado no la conde-nacin sino el abrazo del Padre (y talvez tambin de los crucificados). Esdecir:

    Cuando ha llegado a sentir, con elhijo menor de la parbola del prdigo(Lc 15,11-32), el abrazo incondicionaldel Padre que proclama t eres mi hi-jo amado, en ti me complazco.

    Y desde esta paz y aceptacin in-condicional se ha descubierto con elcorazn lleno de afecciones desorde-nadas, como el hijo mayor de la par-

    bola. Y ha llorado la situacin de dure-

    za, de no salida en que se encuentra.En esta situacin uno ya no es preten-cioso (como era el hijo mayor), se si-ta en el ltimo lugar, en el humus, enla humildad.

    Desde aqu se ha sentido llamadoa ser canal de misericordia, como elPadre, sin condiciones. Por esto le sur-ge de dentro la pregunta: Qu he dehacer por Cristo!.

    Estos cinco ejercicios le han dadoautoestima (como al hijo menor),porque ahora es sujeto (hijo), ya no ha

    de mendigar el derecho a existir (so-ando absurdas algarrobas). Puede pa-sar a segunda semana cuando ha llega-do a unos ciertos niveles deconocimiento del mundo y de sus pro-pias afecciones desordenadas; y sinembargo es capaz de mirar su propiadebilidad y pecado en paz, sin agresi-vidades (no con sus propios ojos, sino

    con los del Padre); cuando es capaz deexperimentar que la misericordia em-papa su vida y desea vivamente ser, co-mo el Padre, canal de misericordia.

    En conclusin, cuando ha dejado deser el fariseo de la parbola y se ha si-tuado en el lugar del publicano (Lc18,9-14).

    4.7. Formas de oracin que haaprendido

    A lo largo de las semanas que haya du-rado esta primera semana, el ejercitantehabr aprendido diversas formas de orar:

    El modo elemental de las tres poten-cias que hemos comentado en 4.2. [45-54].

    El coloquio sencillo, como un ami-go habla a su amigo. Dilogo ntimo con

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    que se le propone que termine sus ratos deoracin [54,1]

    La repeticin. Que le ayudar a ahon-dar en los puntos que le han producido ma-yor impacto, como cuando antes de salir de

    un museo volvemos a ver los cuatro o cin-co cuadros que ms nos han impactado [62-63].

    El resumen. Para sintetizar y tomarconciencia global de la materia que le haocupado [64].

    La aplicacin de sentidos [65-71].Oracin ms pasiva, que en los EE en el re-tiro Ignacio propone que se tenga en el mo-

    mento tranquilo del final del da. Ayuda aque las meditaciones no queden en nivelesabstractos. En los EVD habr que buscarmomentos anlogos. Tal vez algunos ra-tos ms relajados de oracin?, tal vez me-dia jornada o un fin de semana de retiro?Pero probablemente la habr experimenta-do a lo largo de sus jornadas, o cuando habajado a zonas deprimidas de su entorno.

    La oracin preparatoria [46]. Que le

    impulsa a desear al principio del da, o delos ratos de oracin, el contenido esencialdel Principio y Fundamento.

    Posiblemente, el acompaante le hayaenseado algo de los tres modos de orar. ElTercer modo [258-260], oracin suave y re-lajada, que tal vez le ayud a paladear sal-mos de misericordia. El Segundo [249-257],

    que ensea a destilar todo el jugo de cada pa-labra, por ejemplo, del texto del Principio yFundamento. El Primero [238-248], que en-sea a detenerse en cada uno de los manda-mientos, de los pecados capitales o de los

    sentidos corporales y descubrir las debilida-des de la propia vida y del sistema operati-vo con que acta.

    La liturgia eucarstica. Que recogeclidamente el da o la semana, y que des-pus del posible esfuerzo (ms o menosexitoso) de los ratos de oracin, nos intro-duce en una oracin pasiva: ya no somosnosotros quienes oramos, es el Seor quienlo hace por nosotros. sta s resulta unaoracin perfecta, ms all de nuestra ma-yor o menor piedad. Es el paso de la ora-cin activa y trabajada a la oracin pasivaque Cristo presenta al Padre

    Probablemente haya eclesializado suacoger la misericordia, celebrando el sa-cramento de la reconciliacin.

    Se ha ejercitado largamente en el exa-men [43], cuando el da es reledo para cap-

    tar los diversos espritus, descubrir lapresencia del Seor y sorprenderse ante larealidad vivida que ahora contempla trans-figurada.

    La oracin del flash, que a lo largo deda ha iluminado su caminar desde la luz deltema que est meditando, siguiendo la me-todologa del examen particular [24-31].

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    5.1. Rey Temporal [91-98]

    Se trata de un ejercicio que Ignaciopiensa para un da de descanso del mesde EE en retiro en el que slo va a de-dicar dos horas a la oracin [99]. En losEVD se le puede dedicar una o dos se-manas con la metodologa de los cuatroejes que exponamos en 3.2.

    Una parbola que rememora los es-

    cenarios mentales del Iigo recin trans-formado en caballero de Cristo. Tal vezya en la cueva de Manresa bajo la mira-da de la montaa de Montserrat toda-va imbuido de imgenes caballerescasimagina la mayor de las propuestas quese le puede hacer a un gentilhombre y lapone en boca de un rey ideal. Tanto el in-ters de la propuesta, como la persona de

    quien viene, y el modo de llevarla a ca-bo, animan a cualquier caballero biennacido a aceptarla al momento, desbor-dado de agradecimiento.

    Uno de los ejes de la primera sema-na (que aparece ya en el primer ejerci-cio) era la pregunta: qu he de hacerpor Cristo. Ahora, Cristo Rey, hechoamigo y compaero ntimo, confiesa al

    ejercitante asombrado que le necesita.Una propuesta desde la amistad inaudi-ta que iguala a Seor y Caballero: con-migo repite una y otra vez. La parbo-la pretende ensanchar el corazn,desbordarlo. Y el ejercitante desea con-figurarse con Cristo hasta los lmites.Ante tal llamada, ya no le preocupan suposible pobreza ni la propia imagen, e

    incluso desea estar con el Seor en los

    ltimos lugares, donde le llegarn losvituperios, como a Jess.

    Es un ejercicio que tiene en germene introduce los temas de segunda sema-na. No se trata de alcanzarlos ya en es-te momento, sino slo de introducirlos,de crear entusiasmo y vinculacin por elproyecto y por el estilo del Seor, deabrir el corazn al magis.

    Ignacio apela a los grandes temas ya los grandes relatos: conquistar todoel mundo [95,4] para ensanchar el co-razn a las puertas de este nuevo pero-do de los EE. El acompaante ha de pro-curar que el ejercitante idealista oingenuo no caiga en la trampa del sal-to adelante que escamotee los temasreales (los pequeos relatos) de su vida,

    los que se juegan en campos de batallamucho ms simples y menos vistosos,pero que son sus luchas autnticas.

    Los temas centrales de la parbolason: no ser sordo a la llamada, elconmigo, el magis (que provoca uncorazn grande), el querer, junto aCristo, las contrariedades de la misin(l las llama humillaciones), etctera.

    Todos estos temas se le irn concretan-do a lo largo de la nueva semana y en elcaso de los EVD son vividos con un in-menso realismo. Estos acordes le pue-den ir resonando (unos das unos, otrosdas otros), mediante la oracin del flasha lo largo de las jornadas.

    La vulgaridad del cada da, trascien-de por un corazn grande, desbordado,

    agradecido por la inaudita llamada.

    5. MISTERIOS DE LA VIDADE CRISTO: ESTARSE CON JESS, EL SEOR

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    5.2. El primero y segundoejercicios [101- 109]

    En la contemplacin de la Encarnaci-n Ignacio nos invita a observar a Diosen su Cielo y descubrir que no es sor-do a la llamada de la realidad conde-nada de nuestro mundo [106-108], si-no presto y diligente, aunque sepa queesto le conllevar situarse en el ltimolugar, entre los que siempre pierden, va-cindose de su divinidad.

    Enseguida nos traslada a Nazaret[107,3; 108,3], rincn mnimo de la

    geografa y de la historia. Intuimos quela Trinidad tambin contempla preocu-pada la conversacin del ngel y Mara.Si Mara fuera sorda a la llamada, losplanes de Dios quedaran desbaratados.La Trinidad, para realizar este tipo de re-dencin, necesita ayuda y pide la cola-boracin de Mara. La criatura puededecir no, desbaratando los planes di-

    vinos.La vocacin de Mara es prototipode la del ejercitante. Tambin l puededecir no a los planes de salvacin delRey Eternal, a que es convocado.

    El Evangelio buena noticia paralos ltimos se concreta enseguida enBeln [110-117] donde se recogen en-carnados en el Seor toda la pobreza y

    todos los vituperios que el ejercitantehaba suplicado en el coloquio del ReyTemporal [98,3-4] para poder as estarmuy junto al Seor (conmigo). Igna-cio deja clara esta teologa: para que

    el Seor sea nacido en suma pobreza, yal cabo de tantos trabajos, de hambre, desed, de calor y de fro, de injurias yafrentas, para morir en cruz [108,2]

    Encarnacin y nacimiento, un buen

    paquete para: a) contemplar tranquila-mente en el silencio; b) recogerlo en losflashes a lo largo de la jornada.

    En los EVD el ejercitante va descu-briendo al Seor nuevamente encarna-do [109,2] en las cunetas de la histo-ria, en tantas marginaciones con que secruza; va reconociendo que el Seor lenecesita para poder repetir hoy su ha-gamos redencin del gnero humano[107,2]; va descubriendo, sorprendido,en su entorno personas que como Marahan dado su s incondicional; y le sa-le de dentro entonar el Magnficat,cuando, como Mara, descubre que porl pasa la salvacin para muchos, espe-cialmente para los ltimos.

    Las contemplaciones en los EE enretiro, a menudo son de gran intensidad,como si presente me hallare [114,2],en los EVD el ajetreo y nerviosismo delas jornadas facilita menos la contem-placin con el colorido del retiro, don-de a menudo se est todo el da metidoen la escena. La contemplacin puedeperder calidez, pero gana realismo. Los

    flashes del da son recogidos en los ra-tos de oracin en silencio y la contem-placin va pasando continuamente de laescena del siglo I a la del XXI, y vice-versa, ganando en capacidad mstica5.

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    5. Los autores de los evangelios son los que nos dan ejemplo del continuo fusionar la escena de los aos30 los das del Jess histrico con la realidad concreta de los aos en que escriben su evangelio, para

    una comunidad concreta. De esta manera el Jess histrico es el Seor y es visto con una honduramstica transfigurante.

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    5.3. Una nueva forma de oracin

    En segunda semana se va creando unidilio entre el ejercitante y el Seor.Es una poca agradable, ntima, de un

    caminar sereno descubriendo la formacomo el Seor desea ser acompaado(conmigo). Horas de contemplar en elsilenci y de recoger en los flashes delda el contenido de los misterios de lavida del Seor. El ejercitante ha de des-cubrir su modo de oracin para este nue-vo perodo, que le facilite el conoci-miento interno del Seor, para que ms

    le ame y le siga [104].En los EE en retiro Ignacio propone

    una oracin contemplativa relajada ysuave: ver las personas, or lo que di-cen, mirar lo que hacen [106]; convi-vir, estar al lado, percibir lo que el Seorhace, dice, siente; descubrir quienes sonsus amigos, que estilo de vida prefiere,etctera. La luz que desprende el

    Misterio que contemplamos se reflejaen m, es una oracin un tanto pasiva.Como cuando en la playa no somos nos-otros que tomamos el sol, es el sol quiennos toma a nosotros. La luz del Misteriose refleja en m y me va transformandoen lo contemplado.

    Ignacio ofrece slo dos Misteriospara cada da para que puedan ser pala-deados lentamente. El ejercitante con-templar cada uno de ellos en las dosprimeras horas de oracin y luego losrepetir en dos ratos ms, para concluiren la aplicacin de sentidos: estarse sinms con Jess, que los sentidos espiri-tuales se deleiten en l.

    En los EVD el acompaante ha deser buen pedagogo, ha de ayudar al ejer-citante a encontrar su forma de oracin

    para los ratos de silencio retirado, que lefacilite el encuentro personal e ntimocon el Seor, en medio de un ambientetan distinto del de los EE en retiro.

    Para que lentamente vaya entrando

    en la contemplacin, a lo mejor ser ade-cuado dejarle continuar con el mtodolas tres potencias [45] que aprendi enprimera semana, animndole, con todo air introduciendo ratos de silencio, cuan-do uno se para y contempla, como el ex-cursionista contempla el paisaje en me-dio de una caminata trabajosa.

    Puede sugerirle tambin que lea eltexto evanglico por el segundo o tercermodo de orar[249-260], animndole aque luego tome una frase y la vaya re-pitiendo al estilo de un mantra a lo lar-go del da.

    A algunos ejercitantes les puede sertil la lectura pausada de captulos es-cogidos de algn comentario de losevangelios. Una lectura subrayando, es-cribiendo reflexiones en la libreta, queincorpora cada vez ms ratos de silen-cio o contemplacin. Tal vez, a partir deaqu, le podr introducir en el mtodobenedictino de la lectio, meditatio, ora-tio, contemplatio.

    La aportacin EVD no es tanto elcomo si presente me hallare [114,2],

    cuanto el como si el Seor presente sehallare en mi da. Traer a Jess al sigloXXI a las escenas de su vida habitual, pa-ra que se vaya historiando la fe y evan-gelizando la vida; que se realice el fun-dido entre la escena del siglo I y laescena del ejercitante en el siglo XXI. Sien el Rey Temporal Ignacio vea alSeor entre sinagogas, villas y casti-

    llos [91,3], fusionando el siglo I con susiglo XVI, el ejercitante est invitado a21

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    ver al Seor entre las barcas del lago, enlos caminos y casuchas de los das delJess histrico y, a la vez, en las calles,oficinas, autobuses, familia, trabajodel siglo XXI, donde el Seor continua

    cada da presente conmigo (Mt28,20).

    Si los evangelistas, con las tradi-ciones que les llegan de los das delJess histrico, construyen una escenavlida para el lector de su iglesia, en-carnando el texto en las necesidades decada comunidad, tambin el ejercitanteha de redactar su texto evanglico, don-

    de estn presentes las personas y reali-dades de su da a da.

    Por tanto, el ejercitante contemplarfusionadas la percopa evanglica que leocupa y su propia jornada. Cada vez ha-br ms unidad entre la oracin retira-da, la oracin del flash a lo largo del day el examen.

    5.4. Aplicacin de sentidos[121-126]

    En los EE en retiro esta aplicacin es lahora gratuita, de pasividad, cuando elMisterio trabajado a lo largo del da re-posa tranquilamente en nuestro interior.

    La aplicacin de sentidos es una pie-

    za importante de la pedagoga de los EE.En los EVD el acompaante ver comola puede recoger. Habr ejercitantes msy menos dispuestos a ello. Se trata de lle-gar tambin en los EVD a niveles de ma-yor pasividad y gratuidad en la oracin.

    Tal vez en un momento tranquilo delfin de semana, sentado en el suelo, elejercitante calla ante el icono, deja que

    la msica de la semana resuene. O leeel texto, por ensima vez sin intentar

    aprender nada nuevo, con el deseo deadoracin, de postracin. No se ha deconvertir en un nuevo ejercicio activode imaginacin.

    Hemos aprendido de Oriente a rela-

    jarnos recorriendo nuestro cuerpo, o sin-tiendo la respiracin. Es anlogo al ig-naciano reseguir la escena con los cincosentidos, que lentamente se le irn trans-formando en sentidos espirituales, gra-tuitos; uno ya no hace, sino que slo re-cibe.

    5.5. Si el ejercitante se encallaSe puede encallar tanto por exceso,como por defecto; el acompaante ha decontar con ello, e incluso descubrrselosi no se da cuenta. Las reglas de discer-nimiento le resultarn un utillaje de granclarividencia.

    a) Por defecto. Aunque estemos ensegunda semana, probablemente toda-va tendr que recurrir a las primeras re-glas [313-327]. Todava tendr que des-mitificar la desolacin, la sequedad quefcilmente ronda al ejercitante deseoso,golosamente, de caricias o de conso-laciones sin cruces (apariciones pas-cuales escamoteando la pasin!); puedeque el ejercitante, en algunos aspectos,todava se mueva por la sensibilidad,por el encontrarse bien, que no hayasuperado todava la primera semana.

    Que no se paralice cuando llegan losmomentos en que todo se gira contra suspiadosos ejercicios, cuando todo, pordentro y por fuera, le parece un tristar,morder y poner impedimentos [315,2].El acompaante le ensear que la de-solacin es tambin un ejercicio, y de

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    6. EL CUARTO DIA DE SEGUNDA SEMANA [136]

    En los EE en retiro, Ignacio propone quea partir de este da se le den al ejerci-tante los previos para que empiece a dis-ponerse para descubrir o concretar lallamada que recibe del Seor, sea en for-

    ma de alguna eleccin que tiene pen-diente y que cambiar el curso de su his-toria, o en forma de una profundareforma de vida. Ignacio propone quela eleccin o reforma se vaya re-solviendo en el resto de los das de la se-gunda semana, que l supone que van aser ocho [158-161], de manera que latercera y cuarta semanas sean confir-

    macin de las decisiones tomadas. En

    nuestro siglo XXI, el acompaante de EEen retiro, a menudo tiene la impresinde que el tiempo dedicado a esta etapaes un tiempo psicolgicamente insufi-ciente. La psicologa actual no siempre

    permite que el ejercitante est dispues-to tan pronto.

    Los Ejercicios en la vida diaria per-miten alargar el proceso para que la psi-cologa pueda acogerlo tranquilamente;las decisiones a tomar se maduran len-tamente, a lo largo de las semanas ne-cesarias, tanto en los silencios de la ora-cin, como en medio del realismo de la

    jornada.

    gran importancia. Le sugerir contem-plar las situaciones que provocan deso-lacin al Seor y cmo su camino de re-partir buena noticia est continuamenteacechado por el morder, tristar y poner

    impedimentos, incluso, desconcertan-temente, de los lderes que ostentaban elpoder religioso de su tiempo.

    b) Por exceso. Tambin podra en-callar acosado por dificultades y auto-engaos ms sutiles, cuando rebosandode consolacin aparente atribuye albuen espritu mociones, sentimientos,decisiones que vienen causadas porespritus ambiguos o disfrazados dengel de luz y que entran con falazbuena intencin para salirse con la su-ya [332].

    Recuerda Ignacio en laAutobiogra-fa que, cuando empezaba sus estudiosen Barcelona, tuvo que superar el sibi-lino engao de las agradables consola-ciones que le venan durante el tiempo

    dedicado al estudio y que le impedanavanzar, hasta que descubri que no po-dan ser de Dios, sino del engao re-vestido de ngel de luz [Autob., 54-55]. Buen maestro de la sospecha, nospone alerta ante las manipulaciones yautoengaos. Por ello, el acompaante,cuando tema que su acompaado pue-da caer en estas trampas, le ha de co-

    mentar algunos de los avisos para unamayor discrecin de espritus, ms pro-pios de segunda semana [328-336].

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    6.1. Lucidez contra engao: Lasdos Banderas [136-148]

    El ejercitante se ha adentrado ya en elconocimiento interno del Seor, hapasado das contemplando los misteriosde la vida de Jess. Decamos antes queha empezado un idilio entre el ejerci-tante y el Seor. Ignacio quiere recor-darle ahora, de manera sinttica, el ta-lante de Jess, contrapuesto al talanteque propone el prncipe de este mun-do (tal como constat en primera se-mana). Le va a exponer con toda clari-dad en qu consiste la verdad de Jess,la vida verdadera [139,2].

    Ya opt por ella en el Rey Temporal,noblemente, pero quiz con un cierto ta-lante de neoconverso. Entonces se ofre-ci a los mximos, con un deje de vo-luntarismo tal vez, aunque lecomportara pasar injurias, pobreza...[98,3]. El ejercitante de EVD: a) en sus

    ratos de contemplacin silenciosa ha re-cibido conocimiento interno y se haenamorado del estilo de Jess, ha com-probado las contradicciones que alSeor le comporta (injurias, pobre-za...). Y b) en medio de sus jornadas havisto actuando por doquier al Prncipe deeste mundo (presente en todo el mun-do, no dejando provincias, lugares, esta-

    dos, ni personas algunas en particular[141,2], y por tanto tambin en l, en suentorno tal vez muy cristiano y en la at-msfera que respira. En el da a da haexperimentado el contraste, entre el es-pritu de las Bienaventuranzas (Mt 5,1-12) y el que proponen a Jess las tres ten-taciones del Desierto (Mt 4,1-11).

    Por esto pedir lucidez [139] y hu-

    mildemente suplicar [147] ser elegi-do bajo la bandera de Cristo. En los

    EVD es una peticin nada ingenua. Elejercitante sabe que el mundo le va si-tuando, sin que l casi se d cuenta, ba-jo elposeer, elprestigio y elpoder(lastres p, las tres tentaciones del desier-

    to), primero enredando con propues-tas menores, que lentamente van enca-denando la libertad [142]. Sabe queestar con Jess (el conmigo del ReyTemporal), pasa por sus contrarios: elser, la sencillez y el servicio (las tress), el descentrarse, liberarse de las pul-siones de apropiacin: salir del propioamor, querer e inters [189,10].

    Ignacio lcidamente indica que laescala del Mal es una progresin: quenace en el afn de riquezas (no slo mo-netarias!), que lleva a la vanagloria yculmina en la soberbia. Por su parte, laescala del Bien tiene su inicio en lapo-breza, que posibilita el vaciamiento delas humillaciones (injurias y vituperios)y sita en la humildad(nuestro autnti-

    co humus, la verdad), tierra frtil dondepueden brotar todas las virtudes [146,6].

    El acompaante ayudar al ejerci-tante a traducir las dos series de tres pa-labras, para que no se le escape la con-crecin a su realidad personal. Alo largode sus das y semanas tal vez pobreza,humillacin se le traduzcan por losfracasos, aislamientos, fatigas que hade ir encajando.

    La pedagoga de este ejercicio esten que el ejercitante no hace propsitovoluntarista de cambiar, sabe que ten-der a colocarse bajo la bandera delPrncipe de este mundo (y con este rea-lismo empieza a situarse en humildad).Por esto pide ser recibido bajo la ban-dera de Cristo [147]. Estamos lejos delquiero y deseo y es mi determinacin

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    (ingenuo, adolescente, voluntaris-ta?, pero seguramente necesario en lapedagoga de crecimiento) del coloquiodel Rey Temporal [98,2]. Ahora es elmaduro pedir gracia para que yo sea

    recibido bajo una bandera a la cual novoy a ir, aunque conozca que en ella es-t la vida verdadera.

    El coloquio sabe a realismo repetidoa lo largo del da con la ayuda de la ora-cin del flash.

    El acompaante, al llegar a este mo-mento, sabe que el ejercitante probable-mente todava no haya sido puesto bajola bandera del Seor. Que no se angus-tie, no es tema de voluntarismos, ni deprisas. Que sea buen pedagogo que nopretenda ir un paso por delante delEspritu.

    6.2. Binarios [149-157]

    Un nuevo ejercicio de lucidez para quedescubra si hay intocables en el caminode su seguimiento del Seor. El ejer-citante se descubre con su capital de du-cados, posedos lcitamente, pero no acausa del seguimiento, ante los cualesno tiene la indiferencia de que hablabael Principio y Fundamento. Se descubreen el segundo binario, descubre sus

    afecciones desordenadas, descubre querespira mundo. Los segundos binariosson los que hacen mediocres nuestro se-guimiento.

    A veces, en este momento, se puededar una regresin a primera semana(quiz no realizada en su da con sufi-ciente profundidad) y descubrir el pro-pio pecado, el desorden de las opera-

    ciones y que es movido por el estilo deeste mundo [63]. A menudo ahora se le

    hace transparente el ttulo que da Ig-nacio a los EE: Ejercicios Espiritualespara vencerse a s mismo y ordenar suvida, sin determinarse por afeccin al-guna que desordenada sea [21].

    Ante sus afecciones desordenadas(afeccin a los ducados lcitos, pero noposedos por puro amor de Dios)[150,1], no reacciona igual que enBanderas con voluntarismos, sino in-sistiendo en la peticin de ser puestobajo la bandera del Seor [156], de serpuesto con el Hijo.

    6.3. Dos elemento ms

    Estamos en un momento de los EVD degran realismo y de gran vigor, zarande-ado a cada momento por las dificultadesy ambigedades diarias. Es importantela entrevista semanal donde el ejerci-tante pueda recibir contraste.

    Para estos das propone tambinIgnacio que se le expongan unas refle-xiones sobre tres maneras de segui-miento [165-168]. La tercera maneraes la de la fractura de todos los paradig-mas racionales, la locura de la cruz es-cndalo para judos y estupidez paragriegos (1Co 1,23).

    Tambin es este momento adecua-

    do, si no se ha hecho antes para comen-tarle la segunda serie de reglas de dis-cernimiento (ver 5.5.) comopedagoga de la sospecha sobre seudo-misticismos y sobre falsas consolacio-nes en que puede caer con infinita can-didez. El ejercitante se ha de irpurificando de la sensibilidad y del nar-cisismo, como motores de su segui-

    miento. Puede ser til ofrecerle leer al-go de San Juan de la Cruz.25

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    7. CONCRETANDO

    7.1. Seor, qu queris de mi?

    El libro de los Ejercicios propone quedespus del cuarto da, al tiempo ycon el amable trasfondo de la contem-placin de los misterios de la vida delseor, el ejercitante empiece a pregun-tarse en qu vida o estado se quiere ser-vir de nosotros su divina majestad[135,4]. En los EVD el proceso no estconstreido por el factor tiempo. Elacompaante le sugerir que entre en lasconcreciones cuando le vea preparado.

    Las decisiones que tome estarn em-papadas del gusto de horas de estarse

    con el Seor, contemplndole. La peda-goga que pretende Ignacio qued ya in-

    sinuada al principio de la segunda se-mana. No se trata directamente de ha-cer propsitos, sino de haber sido al-canzado por el conocimiento interno,que provoca el amor. En estas circuns-tancias al ejercitante se le ha ido pe-

    gando el estilo de Jess, y sin darsecuenta descubre a si mismo siguindole[104], descubre que ya ha concretado yque tiene la eleccin en las manos. Enlos EVD esto resulta ms patente. Unoha ido cambiando casi sin darse cuenta.

    Con todo, a menudo, ser oportunoque el acompaante le proponga quevea si ya se le va concretando qu le pi-

    de el Seor, para que le siga de cerca,

    6.4. Que el acompaante no seargido sino buen pedagogo

    Se ha de mantener siempre un paso pordetrs del Espritu.

    El ejercitante ha de digerir lenta-mente toda la artillera del cuarto dade manera amable, relajada; contem-plando al Seor, acompandole muyde cerca. Solamente de aqu nacer eldeseo de repetir una y otra vez losColoquios de Banderas y Binarios[147].

    Que el acompaante no sufra si des-

    cubre ciertos rechazos. Ha de dosificarla materia para que pueda ser asimilada.Nada ms lejano a Ignacio que los fun-

    damentalismos ignacianos. Si el ejerci-tante no acaba de entrar, que no le fuer-ce, ni le manifieste desagrado. Le ha detransmitir paz y animarle a hacer los di-versos ejercicios segn sus posibilida-

    des. Tal vez hasta tercera semana no ma-dure el mensaje del cuarto da queestamos comentando.

    Llegados a este punto del proceso, elacompaante ya puede entrever si suejercitante culminar el proceso o si s-lo llegar a los objetivos previstos paraprimera semana. Que no se inquiete. Ensu oracin ha de reconocer, una vez ms,

    que l es slo un vicario del Espritu, queel Espritu tiene sus caminos y tiempos,diferentes de los nuestros.

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    como el Seor desea ser seguido. Ten-dr que proponerle que vaya entrandoen la eleccin o reforma de vida.

    Estamos llegando a un momento cru-cial de la mstica ignaciana. La unin

    con Dios se encuentra en la comunin,la coincidencia de voluntades, en elconmigo del Rey Temporal. Es aqudonde el servidor de la misin de Cristoexperimentar la mstica de encontrar aDios en todas las cosas. El acompa-ante tendr que valorar si el ejercitanteest dispuesto. Valorar, por ejemplo:

    Si se sita en la indiferencia delPyF, recordada ahora en el Prembulopara hacer eleccin [169,2-3] y en la pa-rbola de los Binarios.

    Si ha llegado a una importanteconnaturalidad y amistad con el Seor.

    Si ha contemplado suficientemen-te el camino de Jess y le ha brotado se-riamente el deseo de seguirlo.

    Desde aqu podr sugerirle que sevaya preguntando: qu quiere de mi elSeor ahora. Es posible que empezaralos EVD con alguna pregunta crucialque tena que resolver; en aquel mo-mento se le indic que la aparcara paracuando llegara el kairs apropiado.Quiz la pregunta le ha ido surgiendo alo largo de los EE. Tambin puede ser

    que el acompaante mismo le sugiera(con discrecin y con libertad) algunospuntos que a lo largo de las entrevistasha ido intuyendo que pueden ser los te-mas de su reforma de vida.

    7.2. Tres situaciones de eleccin

    Ignacio contempla tres situaciones vita-

    les, tres kairs (tiempos) en que se pue-

    de encontrar el ejercitante a la hora deconcretar.

    El primero no es excepcional,cuando Dios nuestro Seor as muevey atrae la voluntad, que sin dudar ni po-

    der dudar, la tal nima devota sigue a loque es mostrado; as como San Pablo ySan Mateo lo hicieron en seguir a Cristonuestro Seor [175].

    El segundo [176] tal vez sea el mshabitual y propio de los EVD. El ejerci-tante tiene bien definida y concretada lacuestin a discernir, pero no la va a ges-tionar como trabajo de reflexiones,papel y lpiz. El tema no son las elec-ciones, sino la contemplacin de losMisterios de la Vida de Cristo (en me-dio de los altibajos de consolacin y de-solacin, ms evidentes en la complejavida ordinaria), el continuar el idiliocon el Seor de que hablamos antes.En sus ratos de examen sobre la oraciny la jornada (y en la entrevista) va cons-tatando, a menudo a travs de mocio-nes contradictorias, que se le va resol-viendo la cuestin planteada. Mientrasse va empapando del Seor, se le vamostrando por connaturalidad la res-puesta a sus preguntas. El estilo de Jessse le ha ido pegando, ya no elige, sedescubre elegido, se encuentra con laeleccin en las manos. Y adora alEspritu Santo que se le ha hecho pre-sente en su camino.

    El tercer tiempo [177-187] s pidededicacin explcita y hay que recurrira l cuando por los dos primeros no seencuentra la voluntad de Dios. Suponeratos de oracin sobre el tema y ratos dereflexin. Ignacio propone dos metodo-logas pedaggicas para ir trabajando, lade los pros y los contras [178-183] y la

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    8. TERCERA Y CUARTA SEMANAS

    8.1. Control de calidad de laeleccin

    El libro de los EE es breve en las ins-trucciones y propuestas para la oracinde estas dos semanas. Para la tercera se-mana Ignacio supone siete das, para lacuarta, no lo especifica. El peligro, en

    los EE en el retiro, es que esta etapa seacorte por falta de tiempo. No tendraque ser as en los EVD, cuando preten-den emular al mes completo de EE.

    La eleccin o reforma de vida, paraque sea firme, ha de pasar el control decalidad de los Misterios del fracaso ydel triunfo del Seor. Dijimos que en laeleccin se centralizaba la mstica igna-

    ciana de la unin, una mstica que no tie-ne sus comparaciones tanto en la msti-

    ca esponsal del cara a cara, cuanto enel clido codo a codo (conmigo) quepresenta el Rey Temporal.

    ElDirectorio oficial recoge la expe-riencia de medio siglo de EE, cuando in-dica que en esta tercera semana se con-solida y reafirma la eleccin ya hecha(n. 240). Tal vez la pedagoga del acom-paante habr introducido ya al ejerci-tante en la materia y en los objetivos detercera semana sin haber cerrado el te-ma de las decisiones a tomar para quesu seguimiento sea coherente con el co-nocimiento interno y el amor que ha pe-dido insistentemente. Ya hemos comen-tado antes que la psicologa actual, talvez sea ms lenta, para tomar decisio-nes, que la de los das de Ignacio y por

    del realismo de la opinin venida defuera [185] o de la hora de la verdad, lade la muerte [186].

    A veces conviene que quien se ha

    descubierto elegido por el segundotiempo pase su eleccin por el tercero,para darle solidez, especialmente cara alfuturo, ante posibles dificultades que lapuedan tambalear.

    Probablemente, parte de los ejerci-tantes no han de tomar opciones sobresu vida para que cambie el rumbo de lamisma (eleccin), sino que lo ade-

    cuado es una reforma de vida [189]para que su manera de situarse en ella

    resulte seguimiento que nace del cono-cimiento interno y del amor.

    Los EE, aunque sean en la vida or-dinaria, son muy eremticos, la instan-cia eclesial tiene en el acompaanteuno de sus pilares esenciales. A l le to-car bendecir una eleccin que ha se-guido, pero en la que no ha movido niun pice la voluntad de su acompaado[15,5-6]. Cuando vea que el ejercitanteha llegado a su eleccin o reforma devida, le propondr que la presente, so-lemnemente, al Seor, y que le pida re-cibir de l confirmacin en el procesoque le queda de EE.

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    tanto, no hay que extraarse si la deci-sin no queda cerrada en acabar los EEsino en un acompaamiento posterior.Los EE habrn servido para plantear enun contexto de intimidad la eleccin.

    8.2. Acompaar la pasividad y elfracaso

    El acompaante de EVD es muy cons-ciente de la dificultad para llegar, en me-dio el ajetreo de la vida, al dolor / go-zo con Cristo [203 / 221] de manerapiadosa e ntima, como desearaIgnacio, siguiendo la tradicin medievaldel Stabat Mater(fac me tecum pie fle-re). En los EVD uno se encuentra mscercano de la mstica de Cireneo, quienes obligado por los esbirros del Imperioa cargar con la cruz de alguien que le esdel todo ajeno, cuando volva del cam-po a casa. A menudo el ejercitante des-cubre que va por la vida llevando cru-ces ajenas y propias, previstas y noprevistas, que rompen sus clculos, queno haba sospechado, ni buscado. Y des-cubre que de una manera u otra, son fru-to del seguimiento, del combate por elReino y su justicia.

    Acoge, como Cireneo, el dolor yquebranto (propio y ajeno), descubreque es dolor con Cristo quebrantado.

    En los EVD, el dolor que pide paras el ejercitante, se lo encuentra (pri-mero, con toda seguridad, contrariado!)en muchas esquinas de su jornada en supropia vida y en su entorno. Gana sen-sibilidad para captar las cruces de la his-toria. Probablemente llegue a dolerle

    ver el telediario o leer el peridico.Seguramente se sienta movido a pere-grinar para besar las heridas del crucifi-cado que tiene su templo en tantosmrgenes de la geografa. Nuevamente,

    en primera semana, ver en fundido lapasin de Cristo y la pasin del mun-do. Y ganar sensibilidad ante la frus-tracin, las heridas, los fracasos, las pr-didas, los duelos, los quebrantos [203].

    Acompaando y acompaado deCristo, le va surgiendo una nueva ma-nera de hacer y de situarse, una nuevafilosofa de la vida, que lentamente ir

    saboreando (aunque sea amarga), alconsiderar cmo la Divinidad se es-conde, es a saber, cmo podra destruira sus enemigos, y no lo hace, y cmodeja padecer la sacratsima humanidadtan cruelmente [196]. Interioriza las ac-titudes de Jess en la pasin, huye de lasvenganzas, aprende a poner la otra me-jilla (Mt 5,39). Acoge la pasividad, des-

    cubre que no slo se sirve al Seor en laaccin, sino tambin en la pasin6.Tambin la oracin se hace ms pasiva,y las pasividades del da se le hacen msclaramente oracin.

    Al contemplar al Seor expoliadode su propio amor, querer e inters[189,10], el ejercitante aprende a des-centrarse: el inters se encuentra ya noen l sino slo en la persona del Seor.Como quien acompaa a un enfermo,se encuentra quebrantado l mismoporque ha puesto su centro en el otro.Precisamente esto ser para l conso-lacin: tener pena, sentirse mal conCristo.

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    6. Hay una evolucin desde el qu he de hacer por Cristo de primera semana [53,2], al qu he de hacery padecer por l de esta tercera semana [197].

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    8.3. Acompaar el gozo y lagloria [218-225]

    Anlogo estilo de oracin pasiva (comoel que acabamos de exponer para la ter-cera semana) es el indicado para acom-paar y alegrarse del gozo pascual delSeor, tanto en los ratos de silencio, co-mo en la msica de fondo a lo largodel da. El contenido de la semana esalegrarse y gozarse intensamente de tan-ta gloria y gozo de Cristo nuestro Seor[221], porque el Padre ha revalidado lavida del Seor. Contina la dinmica delconmigo; el gozo del Seor y el del ejer-citante, coinciden: para que siguindo-me en la pena me siga tambin en la glo-ria, deca el Rey Eternal [95,5].

    En la oracin retirada, se contem-plan algunas de las diversas catequesisde las apariciones. A lo largo de la jor-nada, los ojos purificados por el proce-so de los Ejercicios, descubren la apari-

    cin pascual en tantos momentos yrincones del da, en medio de la dialc-tica del ya s/todava no del Reino quecon la Resurreccin se ha hecho pre-sente.

    Ayudado por la oracin del flashdescubre primicias de Reino por do-quier, todo se le transfigura, todo le essigno y milagro. En su tiempo de exa-

    men sera bueno que las contabilizara,agradecido y adorante. Todo es apari-cin del Resucitado.

    Es un perodo para caminar por lacomplejidad de la jornada con el artede bendecir7, cuando tan a menudo an-

    damos por ella contrariados, disgusta-dos, decepcionados, maldiciendo. Ben-decir, significa decir bien; nos de-vuelve al alabar, hacer reverencia yservir [23,2], con que iniciamos los EE,

    No se trata de un gozo ingenuo,puesto que el Resucitado es el Cruci-ficado. Un Resucitado que contina conlas llagas de los heridos de nuestro mun-do. Con unas manos y pies que (comoexplicitar Jn 20,25-27) llevan las mar-cas de los clavos. El Seor es un su-perviviente de los infiernos de nuestromundo, de las frustraciones, desenga-

    os, desilusiones Sus llagas no des-aparecern nunca; son las mismas llagasde los fracasados y de los torturados detodos los tiempos.

    El gozo pascual en los EVD puederesultar un gozo ms maduro, y por ellomucho ms profundo y duradero.

    El Resucitado no se diferencia en na-da de los que han de cargar pasividadestoda la vida, como tantas cruces que hade encajar el ejercitante. Pero ahora susmanos y pies ya no le causan dolor niturbacin, son luminosas, puede ense-ar y hablar tranquilamente de sus heri-das ya no son fuente de rompimiento.Tienen poder sanador porque nos reve-lan a todos los propios quebrantos.Las personas heridas y reconciliadas,como el Seor, son reconciliadoras8.Entienden las heridas de los dems, novan por la vida altivamente, como losfariseos que critican al Seor porque co-me con los pecadores, los heridos (Lc

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    7. Titulo de un sencillo y provocador libro P. PRADERVAND, El arte de bendecir, Santander-Bilbao, SalTerrae, 2000.

    8. Mirar el oficio de consolar, que Cristo nuestro Seor trae, y comparando cmo unos amigos suelen con-solar a otros [224].

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    15,1). La cruz ser agente del mundonuevo reconciliado, porque el Seorpuede decir con credibilidad que la cruzno es la ltima palabra.

    Por esto el ejercitante descubre que

    cada aparicin pascual contiene un en-vo a la misin. Escucha de nuevo quees enviado a su misin, la que se le con-cret en la eleccin o reforma de vida.

    Las peticiones de tercera y cuarta se-mana nos sitan en la va unitiva, songracias msticas que el ejercitante ha depedir con toda humildad. El acompa-ante, tal vez, de manera prudente, po-dr indicarle que empiece humildemen-te con la peticin de segunda semana yque sea el Espritu quien le site en lagracia de los niveles ms gratuitos detercera y cuarta semana.

    8.4. Encontrar a Dios en todas lascosas [230-237]

    Las apariciones de los evangelios remi-ten al ejercitante a la gran aparicin quesugiere la Contemplacin para alcan-zar amor: encontrar a Dios en todas lascosas. Es la aparicin pascual en todaslas horas y en todas las cosas. Por estopuede ser idneo proponerla a mitad dela cuarta semana para que ilumine el ca-

    mino del resto de los das. Los cuatropuntos [234-237] que propone Ignacio

    ayudan a verlo todo con un corazn yunos ojos nuevos. El ejercitante, al con-templarlos, se descubre en todo amadoy servido por el Seor que le posibili-ta, a su vez, en todo amar y servir a su

    divina majestad [233]. Es una msicaque le acompaa todo el da y que le en-va a la misin de la vida de cada da.

    A lo largo del da, con la pedagogade la oracin del flash, cobra especialrealce la repeticin de una u otra frasedel Tomad Seor y recibid [234,4-5].

    Hemos estado tres semanas contem-plando los misterios de la vida de Cristo,ahora se nos propone contemplar losmisterios de la vida que el Espritu creapor doquier. Un Espritu inmanipulable(Jn 2,8), que no se deja domesticar pormediaciones, prcticas, cultos, orga-nizaciones...9 La gran experiencia pas-cual remite a un total ms all denuestros mundos, incluso religiosos, es-trechos. Nos lanza al Deus sempermaior. Somos conducidos a descubrir aDios presente tambin, all donde no leesperbamos, en ambientes seculares,profanos, en mundos que considerba-mos ajenos a Dios, agnsticos...10

    Las apariciones pascuales que rela-tan los evangelios y la aparicin pascualque relata la Contemplacin para al-canzar amor remiten a la vida de cadada11 a la vez que adoran a Jess, cons-tituido Seor en la dimensin escatol-

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    9. Recordemos el immediate ignaciano [15,6].10. En poca de globalizacin podramos aadir tambin, el reto de descubrir el Espritu en otras tradicio-

    nes religiosas que al ejercitante le pueden resultar lejanas, pero en las que, cuando se acerca a ellas, des-cubre la libertad del Espritu Creador.

    11. Remito a mis comentarios de los evangelios de Marcos y Lucas donde intento mostrar que el SeorResucitado se ve en el retorno a Galilea (Mc), y que en los caminos de la vida se hace presente el

    Seor (Lc),Jess, el Galileo (editado por Narcea y reditado por Cristianisme i Justcia, 2006); y tam-binLos ltimos y los primeros das de Jess el Seor, Santander, Sal Terrae, 2006.

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    gica. Gozan con el Dios totalmenteOtro y con el Dios de las cosas pe-queas de cada da. Son el trnsito alperodo posterior a los EE.

    * * * * * * * * *

    El proceso de los EVD se acaba, pe-ro no de manera brusca, como acontecea veces en los EE en el retiro, cuando el

    ejercitante marcha lejos del acompa-ante y de la Casa de Ejercicios. As co-mo es importante que los EVD tenganuna fecha tope y no se alarguen indefi-nidamente (o vayan apagndose lenta-

    mente), tambin es prudente queEjercitante y Acompaante programenun perodo post-ejercicios, sea con elacompaante mismo de EE, o con otrapersona o comunidad de referencia.

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    APNDICE 1. SUGERENCIAS PARA LA ORACIN

    PREVIOS INDISPENSABLES (brevemente)

    1. Un rato antes, empezar ya a serenarse, a relajarse, a pensar en la oracin; a de-sear encontrarse con el Seor.

    2. Al empezar, concienciar que estoy ante Dios, el Padre, o ante Jess, el Amigo:saludarle cordialmente, reverentemente.

    3. Pedir al Espritu su fuerza para que: saque el fruto concreto de esta hora deoracin.

    PARTE CENTRAL

    1. RECORDAR (mejor si es en dilogo con el Seor, con el Padre, el Espritu) lospuntos que ms me han interesado del tema.

    REFLEXIONARLOS, pensar porqu son importantes, qu ocurre cuando las cosasno funcionan as.

    PASAR DEL SABER AL SENTIR

    , del entendimiento al corazn. (Pedir al EsprituSanto que transforme en carne nuestro corazn de piedra).

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    2. Despus tomar la fotocopia resumen y leerla lentamente. Subrayar lo que ms me impresiona. Escribir notas mas.

    Sacar reflexiones y aplicaciones a la vida. Desear que se cumpla el tema, etctera.

    Todo ello en DILOGO con Jess o el Padre A menudo el dilogo se convertir en PETICIN. Se rezar un SALMO que exprese los sentimientos del momento. A menudo uno dejar de hablar palabras para limitarse a CONTEMPLAR.

    Habr entonces un silencio denso, como la madre que mira a su hijo (ya no le

    hablan palabras, sino slo afecto, vivencia...); como el que mira la inmensidaddel mar o la belleza del fuego...

    La idea es que el tema fundamental vaya calando hondo.

    FINAL

    1. Hacer un largo co