Ejercicios Espirituales_Una Relectura Del Texto IV (Jose-Maria-Rambla)-EIDES-74

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    EJERCICIOS ESPIRITUALES

    DE SAN IGNACIO DE LOYOLA

    UNA RELECTURA DEL TEXTO (4)

    Josep M. Rambla, sj.

    Seminario de Ejercicios (EIDES)

    I NTRODUCCIÓN: SEGUNDA PARTE DE LA SEGUNDA SEMANA ....................................

    I. EL CUARTO DÍA ...............................................................................................................

    1. Las Dos Banderas .................................................................................................2. Los Binarios ...........................................................................................................

    II. A PARTIR DEL QUINTO DÍA ...........................................................................................

    1. Contemplando ........................................................................................................

    2. «Antes de entrar en elecciones… tres maneras de humildad» ......................

    III. «JUNTAMENTE…» [EE 135]: LA ELECCIÓN .......................................................

    1. Disposición previa .................................................................................................2. Objeto de la elección ............................................................................................3. Elección [EE 175-188] ...........................................................................................4. Para enmendar y reformar la propia vida y estado ...............................................5. Distribuir limosnas ..................................................................................................

     NOTAS ....................................................................................................................................

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    Edita Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona93 317 23 38 - [email protected] - www.cristianismeijusticia.netImprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B-22045-2014ISBN: 978-84-9730-342-2 - ISSN: 2014-654X - ISSN (ed. virtual): 2014-6558Octubre 2014

    Revisión y corrección del texto: Pilar de la HerranMaquetación: Pilar Rubio Tugas

    Josep M. Rambla, sj. Licenciado en teología. Es autor entre otros de Dios, la amistad y los pobres. La mística de Egide Van Broeckhoven, Santander, Sal Terrae, 2007; así como de las edi-ciones en catalán de los Ejercicios Espirituales (Exercicis Espirituals, Barcelona, ed. Proa, 1990)

    y de la autobiografía de san Ignacio (El pelegrí , Barcelona, ed. Claret, 1991).

    Este cuaderno cuenta con la colaboración de la Direcció General d'Afers Religiososdel Departament de Governació i Relacions Institucionals

    Protección de datos: La Fundación Lluís Espinal le comunica que sus datos están registrados en un fichero de nombre BDGACIJ,

    titularidad de la Fundación Lluís Espinal. Sólo se usan para la gestión del servicio que le ofrecemos, y para mantenerlo informadode nuestras actividades. Puede ejercitar sus derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición dirigiéndose por escritoa c/ Roger de Llúria 13, Barcelona.

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    INTRODUCCIÓN: SEGUNDA PARTE DE LA SEGUNDA SEMANA 

    Las páginas del presente comentario tienen como tema central la elección,momento que da una identidad particular a la experiencia de los Ejerciciosignacianos. La clásica división de los intérpretes entre «eleccionistas»(Hummelauer, H. Rahner, Fessard, K. Rahner.) y «unionistas» (Peters,Casanovas, Cusson), según pongan el fin de los Ejercicios en la elecciónde estado o en la disposición para la perfección cristiana o la unión conDios, no tiene especial relevancia. Porque en definitiva hay que reconocer que los Ejercicios llevan a la contemplación para alcanzar amor que dispo-

    ne para «en todo amar y servir a su divina majestad» [EE 233], pero a lavez, la manera como se dispone la persona que se ejercita para llegar aesta disposición final es la elección del estado o forma de vida o la reformade la propia vida y estado según los modos de elegir que Ignacio propone.Sin embargo, estas discrepancias que en el fondo son diferencias de pers-pectiva, no hacen sino poner de relieve el papel central que tiene la elec-ción en el proceso espiritual de los Ejercicios.1

    Si nos fijamos en el momento que representa la elección en la mistagogíade los Ejercicios y en el camino recorrido por el ejercitante, hemos de reco-

    nocer la luz que aportan aproximaciones como las de Gaston Fessard o deJavier Melloni, que destacan el carácter de experiencia cumbre de la elec-ción, que delimita un antes y un después en el transcurso del camino espi-ritual que recorre el ejercitante. Según el esquema tradicional de las tresvías (purgativa, iluminativa y unitiva) a las que se refiere el texto de losEjercicios [cf. EE 10,2-3], la elección es el momento de la unión que divideen dos el proceso de los Ejercicios. Por tanto, las distintas partes del pre-sente comentario hay que entenderlas como piezas de un único mosaico,la forma de vivir cristiana del ejercitante, que es el objeto de la elección.

    Conviene destacar que el itinerario propuesto por el libro de los Ejerciciosa partir del «cuarto día» abarca: las dos meditaciones propias del cuarto día[EE 136-157] y ocho días de contemplación de los misterios de Cristo enlos que se tratará la materia de elecciones [EE 158-163]. Para iniciar demodo conveniente esta materia y «afectarse a la vera doctrina de Cristo»,se propone la consideración de las tres maneras de humildad [EE 164-168]; y, para interpretar bien la experiencia espiritual de la elección se aña-den unas relativamente extensas orientaciones [EE 169-189]. Son días deuna trascendencia y riqueza espiritual notables en los que culmina el caminode los Ejercicios, puesto que luego llegará el tiempo de la inmersión gratuita

    en el misterio nuclear del cristianismo, el misterio pascual (3ª y 4ª semanas).

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    I. EL CUARTO DÍA 

    Ya ha pasado al lenguaje corriente llamar «cuarto día» al día de los Ejer-cicios, que incluye las meditaciones de Dos Banderas y de Tres Binarios.Es un día de particular importancia e intensidad espiritual, que introduce lasegunda parte de esta semana en la que llega a su punto culminante el pro-ceso de elección, momento central de los Ejercicios.

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    1.1. Situación del ejercicio

    A este ejercicio se dedicarán cuatro horasde oración, con lo cual se sugiere la im-

     portancia capital que tiene este momentodentro del conjunto de la experiencia. Pue-de decirse que esta meditación marca unainflexión en el proceso de los Ejercicios:se acentúa el momento cristológico, o seala ruptura con todo intento de reduccio-nismo del seguimiento a un mesianismo

     jesuánico.

    Este ejercicio toma de nuevo la ima-gen del servicio guerrero que ya aparecióen la meditación de la llamada del ReyEternal, aunque aquí la mirada no se fija

    en la persona que llama, sino en la ban-dera que convoca al campo donde se for-

    ma el ejército de cada uno de los contrin-cantes.2 El ejercicio se construye sobreunos presupuestos que Ignacio no expli-cita, pero que son fundamentales para larealización apropiada del mismo. En pri-mer lugar, se da por supuesto que la vidacristiana es una continua opción. Esto es

    lo que la tradición bíblica nos transmitecon formas, palabras y símbolos muy va-riados: elegir entre vida y muerte, entrecielo y tierra, entre construir sobre arenao sobre roca, entre pasar por la puerta es-trecha o la ancha, entre día o noche, entreluz y tinieblas, etc. Y esta elección es elresultado de un combate entre dos fuerzaso actores en nuestra vida: el príncipe de la

    luz o el de las tinieblas, Dios o Satanás.En segundo lugar, en este momento de los

    1. LAS DOS BANDERAS

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    Ejercicios la persona que se ejercita nose halla en la situación de determinarseentre el bien y el mal, puesto que ya ha realizado la primera semana en la que seha decidido firmemente por el camino del

     bien, por la voluntad de Dios.Ahora se plantea al ejercitante la nece-

    sidad de optar por una manera concreta dedirigir su vida en el camino del evangelio.Es decir se pasa del horizonte general del

     bien al del bien concreto en el seguimien-to de Jesús, al cual se ha decantado en los

     primeros días de esta segunda semana.Podríamos decir que se halla en la situa-

    ción de Pedro en Cesarea, cuando recono-ce a Jesús como el Mesías, pero ha de dar el paso de «pensar como Dios y no comolos hombres» (cf. Mc 8,33). Y precisa-mente porque pasar a la manera concretade hacer de Dios, manifestada en la vida y

     palabra de Jesús, supone salir de las for-mas simplemente humanas de ver quemuy a menudo se cruzan con los designios

    de Dios, este ejercicio es una iniciación enla sabiduría evangélica, una ayuda paraguiarse bien en la opción concreta y evi-tar los engaños que nos suelen amenazar.El ejercitante se halla ante la necesidad de

     pronunciarse por la «vida verdadera», locual indica que hay vida falsa y engaño-sa, y, por tanto, ha de evitar dejarse llevar 

     por los «engaños del mal caudillo». La

    meditación de Dos Banderas apunta, pues, a la lucidez del amor, es decir, es unainiciación en la sabiduría de Cristo parano dejarse seducir por los engaños bajoapariencia de bien que tantas veces nosdesvían del recto camino evangélico.

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    mortal enemigo de nuestra humananatura. La sólita oración preparatoria.

    [137] 1º preámbulo. El primer preámbulo esla historia: será aquí cómo Cristollama y quiere a todos bajo su bande-

    ra, y Lucifer, al contrario, bajo la suya.[138] 2º preámbulo. El 2º: composición vien-

    do el lugar; será aquí ver un grancampo de toda aquella región deJerusalén, adonde el summo capitángeneral de los buenos es Cristo nues-tro Señor; otro campo en región deBabilonia, donde el caudillo de losenemigos es Lucifer.

    [139] 3º preámbulo. El 3º: demandar lo quequiero; y será aquí pedir conocimien-to de los engaños del mal caudillo yayuda para de ellos me guardar, y co-nocimiento de la vida verdadera quemuestra el summo y verdadero capi-tán, y gracia para le imitar.

    [140] 1º punto. El primer punto es imaginar así como si se asentase el caudillode todos los enemigos en aquel gran

    campo de Babilonia, como en unagran cátedra de fuego y humo, en figura horrible y espantosa.

    [141] 2º punto. El 2º: considerar cómo hacellamamiento de innumerables demo-nios y cómo los esparce a los unos ental ciudad y a los otros en otra, y asípor todo el mundo, no de jando provin-cias, lugares, estados, ni personasalgunas en particular.

    [142] 3º punto. El 3º: considerar el sermón queles hace, y cómo los amonesta paraechar redes y cadenas; que primerohayan de tentar de codicia de riquezas,como suele, ut in pluribus, para que másfácilmente vengan a vano honor delmundo, y después a crecida soberbia;de manera que el primer escalón seade riquezas, el segundo de honor, eltercero de soberbia, y de estos tres es-

     calones induce a todos los otros vicios.

    [136] El cuarto día, Meditación de dos ban-deras, la una de Cristo, summo capi-

    tán y Señor nuestro; la otra de Lucifer,

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    [143] Así por el contrario se ha de imaginar del summo y verdadero capitán, quees Cristo nuestro Señor.

    [144] 1º punto. El primer punto es considerar cómo Cristo nuestro Señor se pone

    en un gran campo de aquella regiónde Jerusalén en lugar humilde, her-moso y gracioso.

    [145] 2º punto. El 2º: considerar cómo el Se-ñor de todo el mundo escoge tantaspersonas, apóstoles, discípulos, etc.,y los envía por todo el mundo, espar-ciendo su sagrada doctrina por todosestados y condiciones de personas.

    [146] 3º punto. El 3º: considerar el sermónque Cristo nuestro Señor hace a todossus siervos y amigos, que a tal jorna-da envía, encomendándoles que a to-dos quieran ayudar en traerlos, prime-ro a summa pobreza espiritual, y si sudivina majestad fuere servida y losquisiere elegir, no menos a la pobrezaactual; 2º, a deseo de oprobrios y me-nosprecios, porque de estas dos cosasse sigue la humildad; de manera que

    sean tres escalones: el primero, po-breza contra riqueza; el segundo, opro-brio o menosprecio contra el honor mundano; el tercero, humildad contra lasoberbia; y de estos tres escalonesinduzcan a todas las otras virtudes.

    [147] Coloquio. Un coloquio a nuestra Se-ñora, porque me alcance gracia de suhijo y Señor, para que yo sea recibidobajo de su bandera, y primero en sum-

    ma pobreza espiritual, y si su divinamajestad fuere servido y me quisiereelegir y recibir, no menos en la pobre-za actual; 2º, en pasar oprobrios y inju-rias por más en ellas le imitar, sólo quelas pueda pasar sin pecado de ningu-na persona ni displacer de su divinama jestad, y con esto una Ave María. 2ºcoloquio. Pedir otro tanto al Hijo, paraque me alcance del Padre, y con esto

    decir Anima Christi. 3º coloquio. Pedir 

    otro tanto al Padre, para que él me loconceda, y decir un Pater noster.

    [148] Nota. Este ejercicio se hará a medianoche y después otra vez a la mañana,y se harán dos repeticiones de este

    mismo a la hora de misa y a la hora devísperas, siempre acabando con lostres coloquios de nuestra Señora, delHijo y del Padre. Y el de los binariosque se sigue a la hora antes de cenar.

    1.2. Optar y elegir 

    Seguir a Jesús no puede consistir en«imitarle», ya que la persona y las cir-cunstancias de quien quiere seguirle sontotalmente distintas de las de Jesús y desu mundo. Seguir a Jesús es prolongarleen el presente con todas las circunstan-cias personales y sociales. De aquí que elseguimiento es creativo. Creativo, perono arbitrario, puesto que supone guiarse

     por el estilo de Cristo (sus valores, sumanera de vivir y de hacer). Ahora bien,según el mensaje bíblico, el creyente y elcristiano, se hallan situados ante la encru-cijada de decidirse o de proceder guián-dose por criterios contrapuestos: el estilode Jesús, por un lado, y el del mal espíri-tu, por otro. Se nos habla en el NT deldinamismo del «espíritu» y el dinamismo

    de la «carne» que nos atraen o impulsan.Y, naturalmente, hay que optar, hay quedecidir entre dos alternativas. Veamos lasustancia de cada una de ellas.

    El «espíritu», o el estilo de Cristo, esuna forma de vivir que se edifica sobreroca. Es la alternativa positiva a la horade tomar decisiones en las encrucijadasque se nos presentan con frecuencia (ad-

    ministración del dinero, opciones socia-les o políticas, decisiones apostólicas o

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     pastorales, cuestiones familiares, elec-ción de estado de vida, etc.). Construir sobre roca es escuchar o asimilar la pala-

     bra del Señor y guiarse de hecho por ellaen la decisión. Es decir, fundar la vida

    (personal, comunitaria, apostólica o decompromiso) en solo Dios (su palabra, sugracia). «Ningún sarmiento puede produ-cir fruto por sí mismo, sin estar unido a lavid...» (Jn 15,4). Es decir, abandonarse

     plenamente a Dios y a su «pensamiento»y, así, construir sólidamente, sobre roca.

    La «carne» que es el criterio contrarioal de Cristo lleva a construir sobre arena.

    Es la alternativa negativa en dichas en-crucijadas frecuentes en nuestra vida. Seconstruye sobre arena cuando se tomauna decisión que funda la vida (personal,comunitaria, apostólica o de compromisosocial) al margen de Dios. Es decir, con-siste en poner la confianza en uno mismoo en pensamientos ajenos a Dios y al evan-gelio, en ídolos: construir sobre cosas que

    no tienen consistencia, sobre arena. «Ladinámica del orgullo –la pulsión de apro-

     piación llevada hasta el extremo– comien-za por el deseo irrefrenable de cosas, se

     prolonga por el deseo de dominar a las personas, y culmina en el autocentramien- to y en la autodivinización de Lucifer»3.

    Ya en el mismo título de la medi-tación Ignacio decanta hacia un lado la

     presentación de los protagonistas del ejer-cicio: Jesús es jefe y Señor, mientras queel diablo es «enemigo…».

    1.3. La verdadera sabiduría cristiana

    La tradición bíblica nos presenta losauténticos creyentes como los anawim, el

    resto de Israel: «Humildes de la tierra...Un pueblo pobre y humilde, que buscará

    refugio en el nombre del Señor. El restode Israel». Estos humildes, po bres que serefugian en Dios, se contraponen a los«arrogantes fanfarrones» que serán extir-

     pados (Sof 2,3;3,11-13).

    De forma elocuente, la Biblia va trans-mitiendo este mensaje de fecundidad dela pobreza a partir de contrastes comoéstos: la virgen es madre, la estéril esfecunda, el pobre es enriquecido y el ricodesahuciado, el humilde es exaltado y el

     poderoso desbancado... Por esto, en cuan-to aparece Jesús, son los anawim quienesle reconocen y le acogen y responden a su

    mensaje: María y José, los pastores, losmagos, Simeón, Ana.

    La tradición cristiana no podía hacer otra cosa que prolongar en sus mejorestestigos esta enseñanza bíblica: Benitocon sus grados de humildad, Francisco consu pobreza evangélica, Ignacio con las«dos banderas», Teresa de Lisieux con suinfancia espiritual, Charles de Foucauldcon su abandono en manos del Padre...

    1.4. El camino verdaderoy el camino engañoso

    En sintonía con esta tradición, Ignacioseñala una senda que conduce a construir sobre roca y otra que lleva a construir so-

     bre arena. Ésta se presenta de forma enga-ñosa, es la manera de hacer del «enemigode natura humana», ya que la persona quequiere seguir a Jesús no va a deslizarse por rutas claramente antievangélicas, sinoque a veces decidirá mal, pero «bajo apa-riencia de bien»... ¿Cómo es cada camino?

    La senda hacia la roca firme, es decir,el camino hacia una vida verdaderamente

    evangélica, tiene tres etapas: Primero, eldesapego real de los bienes (dinero, cul-7

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    tura, poder, cargos, etc.). Como conse-cuencia de esto, se suele llegar a sufrir una cierta «minusvaloración» (ser menosconsiderado y tenido en cuenta, se cierranalgunas puertas, hay menos gente que le

    rodee a uno o que le busque, no se le ofre-cen determinados cargos o responsabili-dades, se le tiene por persona exageradao radical, o con poco sentido del humor, oextremista, etc.). Finalmente, estos dosescalones o etapas conducen a la auténticahumildad, que es la verdad: poner la segu-ridad en Dios, la roca que salva y en nadiemás y en nada más.

    La senda que conduce a la tierra are-nosa, insegura e inconsistente, va en di-rección contraria. Primero, uno pone sucorazón en los bienes, como dinero, po-der, cultura, cargos, comodidades, etc. Esdecir, se deja llevar por la «codicia». Estosuele producir un halo de prestigio y falsavaloración: se pondera a esta persona, serecurre a ella, se la honra, se le da fácil-

    mente la razón, su parecer tiene peso, aun-que no siempre tenga la razón, ni tengaverdaderos amigos, ni valga más queotras personas menos apreciadas. Su exis-tencia es de «cartón piedra». De resultasde esta falsedad en que vive, insensible-mente va cayendo en la soberbia: llega aser una persona segura de sí misma, queobra por prestigio, con medios puramentehumanos. Construye sobre arena.

    Jesús se halló en esta necesidad de de-cidirse por una de las alternativas que sele presentaron: dejarse llevar por la «ten-tación» del poder, del prestigio hasta do-

     blar las rodillas ante el tentador, o bienabandonarse a la voluntad del Padre po-niendo toda la fuerza de su misión en él.

    Una tentación que se irá repitiendo a lolargo de su vida, por ejemplo: cuando le

    quieren hacer rey, cuando Pedro le quiereapartar del camino de la cruz, cuando losdiscípulos quieren que haga bajar fuegodel cielo, cuando siente pavor y resisten-cia ante la pasión que se le viene encima,

    cuando en la cruz se le pide que baje deella... En el Padre Nuestro pedimos «nonos dejes caer en la tentación», ya que latentación nos acompaña continuamente.

    1.5. Dos características de cada itinerario

    1.5.1. Universalidad de la necesidadde optar

    Cada alternativa (roca-arena) con su iti-nerario propio es una fuerza o dinamismoque atrae o seduce a su manera a todaslas personas, porque nadie, sea en el esta-do o condición de vida que sea, se halla alabrigo de esta doble corriente. Además,estas dos corrientes no sólo tienen fuerza

    sobre el campo más estrictamente perso-nal, sino que también influyen en lo co-munitario y en el terreno de la acción(apostolado, compromiso, familia). Endefinitiva, todos nos hallamos siempreante la alternativa de poner nuestra segu-ridad en Dios o al margen de Él. Esto sí,desde la perspectiva simplemente humana,muchas cosas siguen funcionando, pero

    no tienen vida propiamente evangélica.

    1.5.2. Rasgos opuestos de cada camino

    Cada camino tiene sus cualidades pro- pias, que en el texto ignaciano se insinúacon la repetición del como, de manera,como si...4 La misma descripción y na-rración del proyecto de Dios y del enemi-

     go muestran cómo el camino hacia Diostiene rasgos opuestos al que nos aleja de8

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    Él, es decir, tiene un estilo de actuar muydistinto del propio del enemigo de naturahumana. En efecto, la senda de los enga-ños, la alternativa negativa, se caracteriza

     por presentarse en forma de sutilezas (so-

    fismas, falsas motivaciones, razonamien-tos com plicados, etc.) y con turbación (miedo, inquietud, confusión, etc.). Mien-tras que la acción de Dios es, a la larga,fuente de luz (sinceridad, claridad, sinam bigüedad, etc.) y paz (serenidad, segu-ridad, gozo, confianza).

    1.6. Todo es graciaDe todo lo que precede resulta evidenteque el fruto de este ejercicio no es el deun esfuerzo moral para conquistar el espí-ritu evangélico, sino un don que hay quedesear, pedir y esperar. Por esto es suma-mente importante tanto el tercer preám-

     bulo como el triple coloquio. El «conoci-miento de los engaños del mal caudillo»es don especial, ya que no hay una tablasegura para dilucidar estos engaños. Y,todavía más, el «conocimiento de la vidaverdadera que muestra el sumo y verda-dero capitán, y gracia para le imitar»,como quiera que se trata de asimilar elsentido de la vida verdadera, que aparen-temente, en medio de los valores domi-nantes en la sociedad, es fracaso y anula-ción humana y, en consecuencia, imitar al«verdadero ca pitán» es un don de la gra-cia divina. Todo es cuestión de saber dis-tinguir lo verdadero de lo simplementeaparente y engañoso.

    La meditación, realizada cuatro vecesen el mismo día, hará crecer todavía másel convencimiento de que la ayuda de

    Dios es imprescindible, porque se trata dealgo así como conseguir la autorización

     para entrar en el palacio de la sabiduríaevangélica, conseguir «ser recibido». Eneste palacio es donde habita el Dios hu-milde, ya que «la humildad es, tal vez, elmás divino de los atributos de Dios»5. En

    consecuencia, hay que pedir y esperar con insistencia ser recibido en el segui-miento de Cristo, en pobreza evangélica,en los menosprecios que comporta el es-tilo de vida de Jesús pobre, para alcanzar la verdadera humildad y así estar plena-mente en las manos de Dios, fuente detoda fecundidad. La intercesión de Maríaante su Hijo, de Jesús ante el Padre y la

    súplica al Padre cierran así este ejercicioen el que es Dios quien ha de realizar suobra.

    1.7. El ejercicio de la meditación

    La presentación de este ejercicio se hacea menudo recurriendo a textos de la Bi-

     blia: las Tentaciones de Jesús, el diálogode Jesús con Simón Pedro después del

     primer anuncio de la Pasión, las Biena-venturanzas o el Magnificat, etc. Con to-do, siempre permanece el interrogante de

     por qué san Ignacio, que conocía bien lostextos evangélicos, e incluso propone en-tre éstos el misterio de «cómo Cristo fuetentado» [cf. EE 274], recurrió a la crea-

    ción de una parábola, al igual que en elejercicio de la llamada del Rey temporaly del Rey eternal. Por poco que se exami-ne el texto ignaciano se ve que el santoquiso realizar una síntesis evangélica yuna mistagogía, cosa que no se da en unsolo texto evangélico, para lo cual creóuna parábola que cumpliese con este do-

     ble objetivo. Es evidente que esta parábo-

    la es hija de la sensibilidad de una perso-na y de una época (como ocurre también9

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    con los textos bíblicos que nos transmitenla palabra de Dios) y, a la hora de propo-ner este ejercicio, la sabiduría de la per-sona que acompaña es determinante, ya

    que ha de desempeñar la función semán-tica, según la terminología de RolandBarthes, a partir del texto de los Ejerci-cios bien practicado y estudiado.

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    2. LOS BINARIOS

    2.1. Situación del ejercicio

    Al final del cuarto día, como quinto ejer-cicio de oración, se propone la meditaciónde «tres binarios de hombres para abrazar el mejor». El hecho de proponerse esteejercicio el mismo día de las Dos Ban-deras y como culminación del proceso detoda la jornada, muestra que esta medita-ción está conectada con lo que precede ytambién que no debe ser ninguna forma

    de descenso en el camino ascensional delcuarto día. Porque, en la práctica, se correel riesgo de insistir en aspectos de com-

     promiso personal que pueden derivar ha-cia una experiencia más bien voluntarista.

    [149] Cuarto día. El mismo cuarto día sehaga meditación de tres binarios de

    hombres, para abrazar el mejor. Ora-ción. La sólita oración preparatoria.

    [150] 1º preámbulo. El primer preámbulo es lahistoria, la cual es de tres binarios dehombres, y cada uno de ellos ha ad-quirido diez mil ducados, no pura o dé-bitamente por amor de Dios, y quierentodos salvarse y hallar en paz a Diosnuestro Señor, quitando de sí la gra-vedad e impedimento que tienen para

    ello en la afección de la cosa adquirida.

    [151] 2º preámbulo. El 2º: composición vien-

    do el lugar: será aquí ver a mí mismo,cómo estoy delante de Dios nuestroSeñor y de todos sus santos, para de-sear y conocer lo que sea más grato ala su divina bondad.

    [152] 3º preámbulo. El 3º: demandar lo quequiero: aquí será pedir gracia paraelegir lo que más a gloria de su divinamajestad y salud de mi ánima sea.

    [153] 1º binario. El primer binario querría qui-tar el afecto que a la cosa adquiridatiene, para hallar en paz a Dios nues-tro Señor, y saberse salvar, y no ponelos medios hasta la hora de la muerte.

    [154] 2º binario. El 2º quiere quitar el afecto,más así le quiere quitar, que quedecon la cosa adquirida, de manera queallí venga Dios donde él quiere, y nodetermina de dejarla, para ir a Dios,

    aunque fuese el mejor estado para él.[155] 3º binario. El 3º quiere quitar el afecto,

    más así le quiere quitar, que tambiénno le tiene afección a tener la cosaadquirida o no la tener, sino quiere so-lamente quererla o no quererla, segúnque Dios nuestro Señor le pondrá envoluntad, y a la tal persona le parece-rá mejor para servicio y alabanza desu divina majestad; y, entretanto quie-

    re hacer cuenta que todo lo deja en

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    da a la impregnación espiritual del ejerci-tante de la sabiduría evangélica («vidaverdadera» encarnada en Cristo) y a la

     percepción afinada de los «engaños» quese dan en la vida espiritual. En resumen, se

    trata de alcanzar un grado profundo desensibilidad evangélica y correlativamentede rechazo instintivo de lo que se le opone.

    En consecuencia, ahora, al terminar eldía, el ejercitante compulsa el grado realde aceptación de la sabiduría propuesta

     por Cristo. Mide de algún modo la cali-dad de la acogida personal, existencial, dela «vida verdadera» propuesta por Jesús.

    De aquí que en «Tres binarios» se atien-da especialmente a la respuesta de la per-sona que ha meditado intensamente «DosBanderas» y por esto terminará con losmismos tres coloquios. Sin embargo, aun-que la voluntad del ejercitante juega un

     papel imprescindible en este ejercicio, porque así se requiere en la vida cristiana,lo importante es lo que «Dios nuestroSeñor le pondrá en voluntad» [EE 155,2].

    2.3. El ejercicio de Binarios

    Después de la oración preparatoria, la«historia» presenta la situación de tres bi-narios. «Binario» es un término conven-cional que se empleaba en los siglos XV y

    XVI para indicar en los casos de moral una persona cualquiera. Es equivalente a «trestipos de personas», como suele interpre-tarse en las traducciones modernas de losEjercicios Espirituales. Aquí se plantea elcaso de tres personas que se hallan en unasituación particular: han adquirido unagran suma de dinero; «no pura o débita-mente por amor de Dios», es decir, no de

    manera inmoral, pero tampoco según cri-terios evangélicos; «quieren todos salvar-

    afecto, poniendo fuerza de no querer aquello ni otra cosa ninguna, si no lemoviere sólo el servicio de Dios nues-tro Señor, de manera que el deseo demejor poder servir a Dios nuestro Señor le mueva a tomar la cosa o dejarla.

    [156] Tres coloquios. Hacer los mismos trescoloquios que se hicieron en la con-templación precedente de las dosbanderas [147].

    [157] Nota. Es de notar que cuando nosotrossentimos afecto o repugnancia contrala pobreza actual, cuando no somosindiferentes a pobreza o riqueza, mu-

    cho aprovecha para extinguir el talafecto desordenado, pedir en los co-loquios (aunque sea contra la carne)que el Señor le elija en pobreza ac-tual; y que él quiere, pide y suplica,sólo que sea servicio y alabanza de lasu divina bondad.

    2.2. «Dios le pondrá en voluntad»

    Este ejercicio ha de ayudar a reafirmar larespuesta libre del ejercitante a la llamadade Jesús para alistarse bajo su bandera. Enel ejercicio anterior, de Dos Banderas, do-minaba la presentación de los dos camposque tratan de atraer a sí al ejercitante. Enél destacaba el programa y el estilo o for-

    ma de actuar del «caudillo de todos losenemigos», por un lado, y de «Cristo nues-tro Señor», por otro. Y aunque en el tercer 

     preámbulo se pide ayuda para guardarse delos engaños del «mal caudillo» y gracia pa-ra imitar al «verdadero capitán», en todo elejercicio que se hará dos veces y ademáscon dos repeticiones, sobresale la bús-queda del «conocimiento de los engaños»

    y el «conocimiento de la vida verdadera».Es decir, casi toda la jornada está dedica-

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    se y hallar en paz a Dios nuestro Señor»;y para ello quieren eliminar el obstáculoque supone el apego al dinero que tienen.

    Se plantea, pues, la tensión que se dafrecuentemente entre el deseo de vivir cris-

    tianamente y en paz con Dios y los apegosafectivos que pueden constituir un verda-dero obstáculo a orientar la vida en el sen-tido deseado. No se trata de tomar ningu-na decisión, sino de disponer el espíritu

     para que a la hora de tomar una decisión,ésta sea «sin determinarse por afección al-guna que desordenada sea» [EE 21].Aunque en el ejercicio anterior ya se ha

     pedido gracia para imitar la vida verdade-ra de Cristo [cf. EE 139,2], allí en todoslos puntos se trata de «imaginar» y sobretodo «considerar» al «caudillo de los ene-migos» y a «Cristo nuestro Señor» con susdistintos programas, acción y forma de

     proceder, de modo que el ejercitante se va-ya imbuyendo de la sabiduría evangélicay se vaya previniendo contra los engaños

    del enemigo. Ahora se trata de asegurar larespuesta a la invitación del Señor libe-rándose de las malas pasadas que le pue-den jugar los afectos desordenados.

    2.4. Comunión y gracia

    Para este objetivo, empieza el ejercitante

    colocándose ante Dios en comunión contodos los santos. De modo semejante sehabía dispuesto en la oblación del ReyEternal y también lo hará más adelante alcomenzar la contemplación para alcanzar amor [cf. EE 242], es decir en dos mo-mentos en los que deberá dar una res-

     puesta personal y libre a la interpelacióndel Señor. La respuesta de la fe ha de ser 

    siempre absolutamente personal, peronunca un esfuerzo prometeico, aislado, sin

    la comunión e intercesión de los herma-nos y hermanas que comparten una mis-ma llamada del Señor. Es un aspecto muyimportante en este ejercicio que, sin estaactitud espiritual, podría ser una especie de

    tour de force voluntarista. Además lo quese pide es «desear y conocer lo que sea másgrato a su divina bondad», de modo quela decisión nazca de un conocimiento y undeseo arraigados en la persona, algo muy

     personal y no exterior o forzado. Luego,en el tercer preámbulo o petición, se pide«gracia» para una decisión conforme conla gloria de Dios y bien personal. Como

    se ve, pues, los puntos que siguen se en-cuadran en una actitud de fe profunda, decomunión y de gratuidad, ya que es la gra-cia de Dios la que ha de determinarlo to-do, porque de Dios procede no sólo el ac-tuar, sino incluso el querer [cf. Fil 2,13].

    2.5. Tres reacciones

    Los tres tipos de personas descritos en los puntos tienen de común que desean poner los medios para realizar la voluntad deDios y, por tanto, «quitar el afecto» quetienen a la cosa adquirida. Este afecto pue-de ser una coartada para eludir lo que Diosquiere de cada uno.6 El primero da largasy no afronta el problema. Por tanto se tra-ta de una voluntad sólo de palabra, falsa.Sin embargo, en este momento ya tanavanzado de los ejercicios, el primer bi-nario no es una persona que va «de peca-do mortal en pecado mortal» [cf. EE314,1], sino más bien una persona que noquiere hacer frente a algún aspecto ambi-guo de su vida.

    El segundo es el que busca escapato-

    rias, porque quiere, pero trata de llevar aDios «donde él quiere». Buscará subter-12

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    fugios, hacer cosas que sean muestra deuna cierta buena voluntad, pero sin afron-tar el problema del afecto de forma direc-ta y real. Es decir, quiere lo que Dios quie-re, pero con condiciones. Aunque hace

    frente al problema de su afecto, hace arre-glos para no modificar nada del punto am-

     biguo y, en el fondo, manipula a Dios.El tercero también tiene afecto al bien

    o cosa adquirida, pero «quiere solamentequerer o no quererla, según que Dios nues-tro Señor le pondrá en voluntad, y a la per-sona le parecerá mejor para servicio y ala-

     banza de su divina majestad». Tiene por 

    tanto un afecto a la cosa, pero lo subor-dina sinceramente a la voluntad de Dios ysu servicio. Por tanto está ya ahora since-ramente dispuesto a dejar los bienes cuya

     posesión tal vez no corresponda a la vo-luntad de Dios, «de manera que el deseode mejor poder servir a Dios nuestro Se-ñor le mueva a tomar la cosa o dejarla».

    En el PF se presentaba la consideraciónsobre la importancia de la indiferencia: «esmenester hacernos indiferentes» [EE 23,5],en cambio el ejercitante que se halla en ladisposición del tercer binario ha hecho yasuya la actitud de la indiferencia en la si-tuación concreta de su propia vida.

    Tenemos, pues, ante la vista tres situa-ciones o tipos de personas: el deseo falso

    de dejarse guiar por la voluntad de Dios ysu servicio; el deseo ambiguo y engaño-so; el deseo sincero y operativo de poner el servicio de Dios por determinante de ladecisión, aún a pesar de una inclinaciónafectiva en sentido contrario. Para asegu-rar que la disposición es sincera y eficazIgnacio propone una actitud de absolutadisponibilidad más a allá y en contra del

     propio deseo [EE 157; cf. EE 16], pero te-niendo en cuenta que esta disposición ni

    ha de ser una actitud voluntarista y pela-giana, ni una anticipación de una decisiónque sólo podrá elaborarse a lo largo de lacontemplación de los misterios, «junta-mente contemplando» [EE 135,4]. Es en

    este sentido que ha de interpretarse [EE157], cuya finalidad no es inclinarse hacialo más duro, sino tratar de garantizar quelos afectos no impidan abrazar lo «que seaservicio y alabanza de la su divina bon-dad». Y notemos que aquí se destaca la

     bondad de Dios, en vez de su «divina ma- jestad».

    2.6. Al final del día

    Es muy de notar que este ejercicio se ponecomo un quinto ejercicio del día, lo cual in-dica que lo más importante es la tarea deasimilación e impregnación de la sabiduríaespiritual propuesta en las Dos Banderasmás que el esfuerzo de la propia voluntad.Asimismo, puesto que los ejercicios apun-tan hacia una decisión y no sólo a una con-sideración espiritual, se supone que el ejer-cicio repetido de interiorización de la «vidaverdadera» de las Dos Banderas es la baseindispensable de la inclinación de la exis-tencia entera del ejercitante hacia la vida

     práctica de seguimiento. Pero no se ha deolvidar que este cuarto día es como «algu-

    na introducción» para la contemplación dela vida del Señor y la elección que se irá realizando poco a poco, y que durará unosocho días [EE 163]. Ahora, el ejercitantefija bien el objetivo para que la contempla-ción de la vida del Señor no se desenfoque,

     pero es en esta contemplación continuadadonde se realizará la asimilación de lavida evangélica y se llegará a concretar el

    evangelio en alguna vida o estado, segúnse dice en [EE 135,4].13

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    II. A PARTIR DEL QUINTO DÍA 

     A continuación del ejercicio de Binarios el ejercitante entra ya en la elección[EE 163 y 158]. La elección se realiza, como se ha dicho, «juntamente con-templando» [EE 135] y para esto Ignacio indica unos cuantos misterios [EE161], que se han de tomar con una flexibilidad acorde con la situación es-piritual del ejercitante que ya ha adquirido una considerable experienciay también teniendo en cuenta que los Ejercicios son «una introducción ymodo para después mejor y más complidamente contemplar» [EE 162].

    1. CONTEMPLANDO

    [158] Quinto día. El QUINTO DÍA, contem-plación sobre la partida de Cristo nues-tro Señor desde Nazaret al río Jordán,

    y cómo fue bautizado, núm. [273].[159] 1ª nota. Esta contemplación se hará

    una vez a la media noche, y otra veza la mañana, y dos repeticiones sobreella a la hora de misa y vísperas, yantes de cena traer sobre ella loscinco sentidos; en cada uno de estoscinco ejercicios preponiendo la sólitaoración preparatoria y los tres preám-bulos según que de todo esto está

    declarado en la contemplación de la

    encarnación y del nacimiento, y aca-bando con los tres coloquios de lostres binarios, o según la nota que se

    sigue después de los binarios.[160] 2ª nota. El examen particular después

    de comer y después de cenar se harásobre las faltas y negligencias cercalos ejercicios y adiciones de este día,y así en los que se siguen.

    [161] Sexto día. EL SEXTO DIA, contem-plación cómo Cristo nuestro Señor fue desde el río Jordán al desiertoinclusive, llevando en todo la misma

    forma que en el quinto. Séptimo día.

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    EL SEPTIMO DIA, cómo san Andrés yotros siguieron a Cristo nuestro Se-ñor, núm. [275]. Octavo día. EL OC-TAVO, del sermón del monte, que esde las ocho bienaventuranzas, núm.

    [278]. Nono día. EL NONO, cómoCristo nuestro Señor apareció a susdiscípulos sobre las olas de la mar,núm. [279]. Décimo día. EL DECIMO,cómo el Señor predicaba en el tem-plo, núm. [288]. Undécimo día. ELUNDECIMO, de la resurrección deLázaro, núm. [285]. Duodécimo día.EL DUODECIMO, del día de ramos,núm. [287].

    [162] 1ª nota. La primera nota es que en lascontemplaciones de esta segundasemana, según que cada uno quiereponer tiempo o según que se aprove-chare, puede alongar o abreviar. Sialongar, tomando los misterios de lavisitación de nuestra Señora a santaElisabet, los pastores, la circuncisióndel niño Jesús, y los tres reyes, y asíde otros; y si abreviar, aun quitar de

    los que están puestos; porque estoes dar una introducción y modo paradespués mejor y más cumplidamentecontemplar.

    [163] 2ª nota. La 2ª: la materia de las elec-ciones se comenzará desde la contem-plación de Nazaret a Jordán, tomandoinclusive, que es el quinto día, segúnque se declara en lo siguiente.

    muerte de Jesús, para así darnos cuenta delo que Dios promete y cumple»8. Y la se-lección de misterios que propone el librode los Ejercicios responde a la de aque-llos «misterios de los que él mismo [Igna-

    cio] en su retiro sacó mayor fruto, por lamás íntima relación de dichos misterioscon el fin de todo el retiro y su relacióncon la tarea de la elección»9. En efecto, lacontemplación de la vida de Cristo no essólo un modo de orar, sino que «el lugar que tiene en los ejercicios, su estructura ysus modos, la convierten sobre todo enuna manera de estar con Cristo, de ser 

     recibido en la misión de Cristo»10.Sin embargo hay que destacar que

      para las contemplaciones que se harán según el modelo ya presentado en las dela Encarnación y el Nacimiento [EE 159],se tomará un solo misterio cada día. Esta

     particularidad indica la importancia deahondar en la experiencia contemplativa(«no el mucho saber») y la necesidad decentrarse en la atención a las mociones delEspíritu que deberán ser indicadores fun-damentales para la elección. Además, ca-da contemplación deberá terminar con loscoloquios de Banderas y Binarios [EE147 y 157], ya que constituyen los presu-

     puestos o coordenadas de una contempla-ción siempre creativa, pero bien fundada

    en la sabiduría de Cristo. Y, se vuelve ainsistir en que se haga examen particular sobre los ejercicios y adiciones [EE 160),es decir, que se lleve una especial vigi-lancia sobre la necesaria atención a la ac-ción de Dios a lo largo de todo el día, yaque esto ayuda «para mejor hallar lo que[el ejercitante] desea» [EE 73]. Sin em-

     bargo, todavía antes de iniciar el momen-

    to de la elección, Ignacio propone unaconsideración importante.

    Es de todo punto importante ser fieles al«juntamente contemplando», de modoque la elección no se realice en una acti-vidad complementaria, al lado del cursode las contemplaciones, sino «juntamen-te» con ellas y mediante ellas.7 La razónes que «hemos de sumergirnos siempre de

    nuevo, muy largamente, en la vida, las pa-labras, los actos, los sufrimientos y la

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    2. «ANTES DE ENTRAR EN ELECCIONES TRES MANERAS DE

    HUMILDAD»

    2.1. Situación del ejercicio

    Aunque con Banderas y Binarios se han puesto ya los presupuestos de una buenaelección, Ignacio todavía piensa que«aprovecha mucho considerar y advertir en las siguientes tres maneras de humil-dad» [EE 164,2]. Esta consideración «aratos por todo el día» ha de ayudar a adhe-

    rirse de todo corazón a la «vera doctrinade Cristo». A primera vista sorprende queesta consideración no se ponga a conti-nuación del ejercicio de los Tres Binarios,ya que es para «antes de entrar en elec-ciones», las cuales comienzan enseguidadespués de este ejercicio, en la contem-

     plación «sobre la partida de Cristo nues-tro Señor desde Nazaret al río Jordán»

    [cf. EE 158 y 163]. Pero, al no tratarse deuna preparación para la meditación o lacontemplación, la consideración de lasmaneras de humildad se pone justo antesde las orientaciones para la elección, quese realiza «juntamente contemplando».

    El objetivo de las Tres Maneras de Hu-mildad no parece que sea distinto del pre-tendido por los dos ejercicios de Banderasy Binarios, sino una mayor ayuda para«imitar» la «vida verdadera» de Cristo [cf.EE 139,2]. Por esto quizá el santo no pro-

     pone una meditación, que supondría un paso nuevo, sino un «considerar y adver-tir… considerando a ratos por todo el día».La práctica dominante al dar y hacer Ejer-cicios suele ser la de proponer las Tres

    Maneras de Humildad en forma de medi-tación o contemplación, sin embargo la

     propuesta de «considerar y advertir» nosindica que lo que se pretende es que, me-diante una actividad que no es discursivacomo la meditación, sino una mirada aten-ta al contenido de las Tres maneras de Hu-mildad, el ejercitante sea más conscientede lo que supone optar evangélicamente enla vida. Esta mirada es consideración y no

    contemplación, porque no es «contempla-ción o meditación visible» [cf. EE 47,1].Por tanto, como todos los ejercicios, el

    de las Tres Maneras de Humildad no es unadoctrinamiento, sino una nueva ayuda,otro recurso para la «transformación delhombre interior» [cf. EE 3,16], finalidad delos ejercicios precedentes del «cuarto día»y de las contemplaciones que irán siguien-

     do, sin que añada un contenido nuevo.Antes de la lectura del texto ignaciano,

    es muy útil tener en cuenta la sabia obser-vación psicológica y teológica de CarlosDomínguez: «Toda una representación deDios y todo un modo de concebir la salva-ción que éste nos ofrece han de ser tenidosen cuenta si se quiere captar la profundaintuición que Ignacio ha tenido en su ‘con-

    sideración’ de las Tres Maneras de Humil -dad. Aunque lo haya expresado en un len-guaje que hoy, a partir de las luces y lassombras de la sensibilidad contemporánea,no resulta fácil de comprender o asimilar»11.

    [164] 3ª nota. La 3ª: antes de entrar en laselecciones, para afectarse a la veradoctrina de Cristo nuestro Señor,

    aprovecha mucho considerar y adver-

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    tir en las siguientes tres maneras dehumildad, y en ellas considerando aratos por todo el día, y asimismo ha-ciendo los coloquios según que ade-lante se dirá.

    [165] 1ª humildad. La primera manera dehumildad es necesaria para la saludeterna, es a saber, que así me baje yasí me humille cuanto en mí sea posi-ble, para que en todo obedezca a laley de Dios nuestro Señor, de tal suer-te que aunque me hiciesen Señor detodas las cosas criadas en este mundo,ni por la propia vida temporal, no seaen deliberar de quebrantar un man-

    damiento, quier divino, quier humano,que me obligue a pecado mortal.

    [166] 2ª humildad. La 2ª es más perfectahumildad que la primera, es a saber,si yo me hallo en tal punto que noquiero ni me afecto más a tener rique-za que pobreza, a querer honor quedeshonor, a desear vida larga quecorta, siendo igual servicio de Diosnuestro Señor y salud de mi ánima; y,con esto, que por todo lo criado niporque la vida me quitasen, no sea endeliberar de hacer un pecado venial.

    [167] 3ª humildad. La 3ª es humildad perfec-tísima, es a saber, cuando incluyendola primera y segunda, siendo igualalabanza y gloria de la divina majes-tad, por imitar y parecer más actual-mente a Cristo nuestro Señor, quiero

    y elijo más pobreza con Cristo pobreque riqueza, oprobrios con Cristolleno de ellos que honores, y desear más de ser estimado por vano y locopor Cristo que primero fue tenido por tal, que por sabio ni prudente en estemundo.

    [168] Nota. Así para quien desea alcanzar esta tercera humildad, mucho aprove-cha hacer los tres coloquios de los

    binarios ya dichos, pidiendo que el

    Señor nuestro le quiera elegir en estatercera mayor y mejor humildad, paramás le imitar y servir, si igual o mayor servicio y alabanza fuere a la su divi-na majestad.

    2.2. Humildad

    Aun teniendo en cuenta las notas del ejer-citante Pedro Ortiz,12 dirigido por el mis-mo Ignacio, que presentan las maneras dehumildad como tres maneras de amar, no

     parece acertado dejar de lado la termino-

    logía ignaciana, que de modo muy realis-ta, enfoca la cara pedagógica de la expe-riencia espiritual y, por tanto, parte de lahumildad como base del progreso espiri-tual.13 Ignacio se halla en la senda de sanBenito, que habla de humildad, como for-ma de sumisión a Dios, una sumisión que,en proceso creciente, no es más que frutodel amor.14 El cristiano, como Cristo, havenido al mundo para «hacer su volun-tad» (Heb 10,7.9) y en esta obediencia sehalla la fecundidad de la vida (cf. Heb10,10). De este modo, las maneras de hu-mildad muestran dónde se halla el lugar supremo de la identificación con Cristo,es decir, la tercera manera que presenta laactitud misma que tuvo Jesús que, siendode condición divina no se aferró a su con-dición, sino que se humilló haciéndoseobediente hasta la muerte (cf. Fil 2,6-8).

    Así, progresivamente, las maneras dehumildad ofrecen la escala de la vida cris-tiana: Primero, una vida de mínimos cris-tianos, que supone ya un grado notable deconvicción y de generosidad. Segundo,una vida cristiana con un grado ya muy

    notable de libertad interior para el segui-miento y de respuesta generosa al Señor 

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    en momentos difíciles. Tercero, se abrazala locura de la cruz de Cristo y se toma aCristo pobre y humilde como norma de to-da decisión, siempre que no se impongaya un criterio evidente para inclinar la de-

    cisión. Y, si Ignacio propone las tres ma-neras, y no sólo la tercera, es debido a sucontinua atención pedagógica al ejerci-tante y a los peligros de engaño con apa-riencia de bien. Es más, con realismo pas-toral, para entrar en elecciones se requiereun mínimo que no es el máximo de la ter-cera manera de humildad. En un directo-rio autógrafo ignaciano puede leerse:

    «Quien no está en la indiferencia del 2ºgrado, no está para ponerse en elecciones,y así es mejor entretenerle en otros ejerci-cios hasta que venga a ella»15.

    2.3. Práctica del ejercicio

     No se trata, pues, de contemplar o de me-

    ditar, sino de dejar que el espíritu se dejeimpregnar por esta sabiduría evangélicaque, por otro lado, ya va penetrando en elejercitante mediante la experiencia de lascontemplaciones de los misterios deCristo que va siguiendo sin interrupción.Las Tres Maneras de Humildad aportan,

     pues, una especie de marco o de coorde-nadas dentro de las cuales el ejercitante si-

    gue contemplando y dejándose mover por el Espíritu en orden a hacer una eleccióncorrecta. La repetición de los tres colo-quios con la nota de Binarios, muestra contoda claridad la conexión de esta conside-ración con el objetivo de los ejercicios deBanderas y Binarios. Y, evidentemente,la tercera manera de humildad presenta lacumbre de la vida cristiana, cuando una

     persona no se mueve «por motivos obje-tivos; y precisamente por esto, tan entera-

    mente se confía a las disposiciones inde-ducibles del amor divino, que se distanciatodavía más de sí mismo»16. Porque elcontenido de esta consideración no es otroque el que han escrito tantas vidas de san-

    tos y santas como Pablo, Ignacio de An-tioquía, Benito, Francisco, Ramon Llull,Catalina de Siena, Juan de la Cruz, Char-les de Foucauld, Edith Stein, Juan XXIII,Oscar Romero, Pedro Arrupe, etc. La«perfecta alegría» de san Francisco ha si-do a menudo una referencia tradicionalque ilumina la tercera manera de humil-dad. Y los locos de Cristo son la expresión

    viva de esta forma de asimilar el cristia-nismo, que es sabiduría y fuerza de Dios(cf. 1Cor 1,25). Recordemos el testimoniodel monje de Montserrat sobre Íñigo:«aquel peregrino era loco por amor denuestro Señor Jesucristo»17.

    La Tercera Manera de Humildad, des- pués de las Dos Banderas y Binarios, queatienden a la liberación de dinámicas in-

    ternas o externas que atan o esclavizan,va a dinamizar la libertad para reforzar alsujeto en vistas a la elección. Esto es po-sible en la medida en que el ejercitante es-té plenamente dominado por una pasión,el seguimiento de Jesús pobre y humilde.Ahora bien, el ejercitante habrá ido des-cubriendo que Jesús nos revela a un Diosdébil, porque es amor rechazado. Y, mien-tras el Dios omnipotente conduce fácil-mente a la prepotencia y a la opresión, elDios débil y humilde del amor, «amor quese expone y no poder que se impone»18,nos invita al amor.

    2.4. Banderas, Binarios y Humildad

    Muchas veces se ha comentado que elejercicio de Dos Banderas se dirigía a la18

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    inteligencia, el de Tres Binarios a la vo-luntad y las Tres Maneras de Humildad alafecto o el amor. El fundamento de estadistinción y progreso es claro, ya que elejercitante en las Dos Banderas es ilumi-

    nado sobre la verdadera doctrina deCristo, en los Binarios trata de liberar suvoluntad para responder a la llamada con-creta del Señor en la elección y las Ma-neras de Humildad, superando la estre-chez de la ley, se orientan hacia el amor sin medida a Cristo pobre y humilde. Sinembargo, el texto ignaciano, tal como lo

    hemos ido siguiendo en este comentario,también nos revela cómo en el fondo del

     progreso que suponen estos ejercicios sehalla una honda experiencia afectiva, unatransformación de la afectividad y, por 

    tanto, los tres ejercicios se orientan a unaapertura del corazón al amor de Dios, quees sabiduría, moción de la voluntad y to-que del corazón. Por esto, como decía re-

     petidamente el gran experto en Ejercicios,José Calveras, resumiendo el proceso deestos tres ejercicios, se trata de «corazón,corazón, corazón»19.

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    III. «JUNTAMENTE…» [EE 135]: LA ELECCIÓN

    Recordemos nuevamente que todo el andamiaje metódico de la mistago-gía ignaciana no ha de suponer una pausa en el proceso de contemplacióny trabajo espiritual del ejercitante que sigue escuchando las mociones ypensamientos que el Espíritu le inspira.

    1. DISPOSICIÓN PREVIA

    [169] PREAMBULO PARA HACER ELEC-CION.

    1º punto. En toda buena elección, encuanto es de nuestra parte, el ojo denuestra intención debe ser simple, so-lamente mirando para lo que soy cria-

    do, es a saber, para alabanza de Diosnuestro Señor y salvación de mi ánima;y así cualquier cosa que yo eligiere,debe ser a que me ayude para al finpara que soy criado, no ordenando nitrayendo el fin al medio, mas el medioal fin; así como acaece que muchoseligen primero casarse, lo cual es me-dio, y secundario servir a Dios nuestroSeñor en el casamiento, el cual servir 

    a Dios es fin. Asimismo hay otros que

    primero quieren haber beneficios ydespués servir a Dios en ellos. De ma-nera que éstos no van derechos aDios, mas quieren que Dios venga de-recho a sus afecciones desordenadasy, por consiguiente, hacen del fin me-

    dio y del medio fin. De suerte que loque habían de tomar primero, tomanpostrero; porque primero hemos deponer por objeto querer servir a Dios,que es el fin y secundario tomar bene-ficio o casarme, si más me conviene,que es el medio para el fin; así ningunacosa me debe mover a tomar los talesmedios o a privarme de ellos, sino sóloel servicio y alabanza de Dios nuestro

    Señor y salud eterna de mi ánima.

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    Entramos en la parte central de losEjercicios Espirituales. Aunque no toda

     persona que hace Ejercicios deba hacer una elección de estado, hay que recono-cer que tanto el objetivo de los Ejercicios,

    descrito en la primera anotación, como to-do el proceso de los mismos, apuntan a al-gún modo de elección, ya que en ellos elejercitante trata de disponerse a la acciónde Dios en lo concreto de su vida y, paraesto, se deja iluminar por Dios sobre loque él espera de su propia vida en el mo-mento en que se ejercita. El Espíritu Santoes creador, no deja nunca en un lugar 

    aparcado al creyente, sino que le muevecontinuamente en el camino del segui-miento de Cristo de modo dinámico. Sinembargo, la elección, no tomada como unacto de decisión moral sobre un objeto ex-trínseco a la persona, supone una unión

     profunda y renovada con Dios. Por tanto,la clásica división de los intérpretes de losEjercicios entre eleccionistas y unionis-tas, que nunca se ha tomado en un senti-do excluyente, habrá servido para poner más de relieve las dos orientaciones sus-tanciales de los Ejercicios y su íntima im-

     plicación. Los Ejercicios son una expe-riencia dinámica de unión con Dios y, a lavez, una forma de mayor apertura y dis-

     ponibilidad a la orientación actual del

    Espíritu en la propia vida. Como Ignacioque «no se anticipaba al Espíritu, sino quelo seguía»20, la persona que se ejercita hade ser una persona de espíritu abierto a lassorpresas de Dios, una persona en actitudde búsqueda. Esto es lo que se expresa enuno de los directorios donde se dice quela persona que empieza los Ejercicios hade ser una persona ambigua, es decir, una

     persona en actitud de búsqueda, «que es-té angustiado en alguna manera con el de-

    seo de saber qué haya de hacer de su per-sona»21.

    Sin embargo, nadie ha de ser inducidoa hacer elección si no se siente especial-mente movido a ello, porque si la elección

    no fuera deseada resultaría per judicial alejercitante.22 Pero lo más importante es te-ner las actitudes espirituales de un grandeseo de conocer la voluntad de Dios y ladisponibilidad para seguir el camino queel Señor le descubra. Por esto los Direc-torios son muy categóricos en exigir alejercitante las disposiciones requeridas y,

     por tanto, es indispensable atender fiel-

    mente a las indicaciones que se proponenen el libro, ya que ponen de relieve estascondiciones necesarias para una correctaelección. En concreto, «se debe insistir enque entre en las elecciones, el que las hade hacer, con entera resignación de su vo-luntad; y si es posible que llegue al 3º gra-do de humildad… Quien no está en la in-diferencia del 2º grado, no está para

     ponerse en elecciones, y es mejor entre-tenerle en otros ejercicios hasta que ven-ga a ella»23.

    El Principio y Fundamento, como secomentó en su momento, expresa un finy unas consecuencias prácticas que han deestar presentes a lo largo de todos losEjercicios, ya que enuncia un principiodel que dimanan todas las consecuenciasde la vida y expresa el fundamento sobreel que se ha de construir prácticamente lavida cristiana. Sin embargo, Ignacio, co-mo buen pedagogo, en el momento en quese entra ya en la elección, en la toma dedecisión, vuelve a recordar la importanciade tener bien claro el fin de la vida hu-mana y la trascendencia de que, con «in-

    tención simple», el ejercitante ordene losmedios a este fin y no al revés. Los que

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    no proceden así, «no van derechos aDios», porque no ordenan los medios a loque hay que ordenarlos, a «sólo el servi-cio y alabanza de Dios nuestro Señor y sa-

    lud eterna de mi alma». Es una evidenciaque la persona que acompaña los ejerci-cios ha de procurar que, cosa que ocurrecon facilidad, no se olvide en la práctica.

    22

    2. OBJETO DE LA ELECCIÓN

    elección, no hay más que elegir, por-que no se puede desatar, así comoes matrimonio, sacerdocio, etc. Sóloes de mirar que si no ha hecho elec-ción debida y ordenadamente, sinafecciones desordenadas, arrepin-tiéndose procure hacer buena vida ensu elección; la cual elección no pare-ce que sea vocación divina, por ser elección desordenada y oblica, como

    muchos en esto yerran haciendo deoblica o de mala elección vocacióndivina; porque toda vocación divina essiempre pura y limpia, sin mixtión decarne ni de otra afección alguna de-sordenada.

    [173] 4º punto. Cuarto: si alguno ha hechoelección debida y ordenadamente decosas que están debajo de elecciónmutable, y no llegando a carne ni amundo, no hay para qué de nuevohaga elección, mas en aquélla perfi-cionarse cuanto pudiere.

    [174] Nota. Es de advertir que si la tal elec-ción mutable no se ha hecho sinceray bien ordenada, entonces aprovechahacer la elección debidamente, quientuviere deseo que de él salgan frutosnotables y muy apacibles a Dios

    nuestro Señor.

    Para entrar en la elección de  perfección[cf. EE 135,6], hay que fijar bien la mira-da de modo que, según el PF, el ejercitanteesté abierto a cualquier objeto de elección«que es concedido a la libertad de nues-tro libre albedrío y no está prohibido» [EE23,5]. Para esto el libro de los Ejercicios

     propone unas orientaciones oportunas.

    [170] PARA TOMAR NOTICIA DE QUECOSAS SE DEBE HACER ELEC-CION, Y CONTIENE EN SI CUATROPUNTOS Y UNA NOTA.

    1º punto. El primer punto: es necesario quetodas cosas, de las cuales queremoshacer elección, sean indiferentes obuenas en sí, y que militen dentro dela santa madre Iglesia hierática, y nomalas ni repugnantes a ella.

    [171] 2º punto. Segundo: hay unas cosasque caen debajo de elección inmuta-ble, así como son sacerdocio, ma-trimonio, etc.; hay otras que caendebajo de elección mutable, así comoson tomar beneficios o dejarlos, tomar bienes temporales o lanzallos.

    [172] 3º punto. Tercero: en la elección in-

    mutable, que ya una vez se ha hecho

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    La experiencia de los Ejercicios, ex- periencia espiritual esencialmente perso-nal, no ha de ser una experiencia subjeti-vista o arbitraria, sino que se funda en la«verdad» del evangelio [cf. EE 2,2] leído

    en el ámbito de la Iglesia, es decir, «la san-ta madre Iglesia jerárquica», que no se re-fiere sólo a la jerarquía de la Iglesia, sinoa toda la Iglesia  jerárquicamente consti-tuida24. Ahora bien, se supone que el ejer-citante ha adquirido ya un cierto «sentidoverdadero» de lo que cae o no cae dentrode la «Iglesia militante». Por tanto, aun-que las reglas que «para el sentido verda-

    dero que en la Iglesia militante debemostener» [EE 352-370] figuran al final dellibro de los Ejercicios, la sustancia deellas debe estar ya asimilada por el ejer-citante en orden a hacer una correcta elec-ción. Para ayudar a esta asimilación, no esnecesario exponer al ejercitante las reglas,sino ayudarle a que el mismo proceso delos Ejercicios le vaya introduciendo en el«sentido verdadero», una especie de ins-tinto espiritual eclesial.

    Los Ejercicios ofrecen bastantes re-cursos, empezando por la propuesta queel acompañante ha de hacer del «funda-mento verdadero de la historia» [EE 2,2]

     para las meditaciones y contemplaciones,la indicación de cómo Dios va condu-

    ciendo a los creyentes mediante la con- junción de la letra y el espíritu, la interio-ridad y la institución, el individuo y lacomunidad, las orientaciones para el dis-cernimiento que reflejan la sabiduría deDios plasmada en la historia de la vidade cristianos y cristianas, la práctica delos sacramentos de la eucaristía y de la reconciliación, la participación en la litur-

    gia de las horas de la Iglesia… Junto a esto, el comentario de algún punto de las

    Reglas sobre el sentido eclesial puede ser necesario o al menos útil. Pero lo impor-tante es que el ejercitante vaya captandoque vivir la fe en Iglesia no ha de ser unacarga, sino un don y un gozo profundo, de

    modo que la «santa madre Iglesia» (pala- bras que quizá no se deberán decir al ejer-citante) pueda resultar una vivencia per-sonal cálida y amable.25

    Evidentemente, cuando hoy hablamosde elección inmutable [EE 171], refirién-donos al matrimonio o al sacerdocio, nohemos de perder de vista la naturaleza in-mutable de los mismos, por más que seden circunstancias que los hagan muta-

     bles, según las circunstancias personalesy las nuevas aportaciones del derechoCanónico.

    Sobre la distinción entre vocaciónsimplemente y vocación divina, Ignaciotuvo necesidad de precisar, corrigiendo elAutógrafo: «no podemos decir que fuese

    vocación», supliendo por «no parece quesea vocación divina» [EE 172,3]. En estecaso «arrepintiéndose procure hacer buenavida en su elección» [EE 172,2]. PeroDios, «por su parte no retira el don que hahecho al ejercitante de comprometerseeligiendo. Una elección oblicua, que no esrecta, hecha libremente por una personaen nombre de Dios, sigue siendo una elec-

    ción»26

    . Si la elección ha sido correcta yes inmutable, «no hay más que elegir»y para este caso valen las orientaciones pa-ra «enmendar y ordenar» la vida [EE 189].Otra situación es la de la persona que noha hecho una elección «sincera y bien or-denada» de materia mutable. Esta personadeberá hacer la elección «debidamente»,si «tuviere deseo que dél salgan frutos no-

    tables y muy apacibles [agradables] aDios nuestro Señor» [EE 174].

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    3. ELECCIÓN [EE 175-188]27

    3.1. Situación de la elección

    Partimos de la convicción, repetidamenteexpresada, de que la elección no es un pa-réntesis en el curso de la experiencia delos Ejercicios, sino una parte de dicho cur-so, el tramo de un movimiento que no de-

     be pararse, y que el ejercitante debe ob-servar atentamente para descifrar o captar el sentido de la corriente. Las reglas de

    discernimiento, sobre todo las de segun-da semana, son, pues, una ayuda impres-cindible, y por lo tanto se supone que elejercitante las tiene muy bien asimiladas.

    Además, la elección no sólo es un mo-mento más dentro del curso de los Ejer-cicios, sino que representa el momentocumbre de toda la experiencia espiritual,aunque no haya elección en el sentido más

    restrictivo de la palabra. En efecto, elegir es vivir y reconocer la identificación ple-na con Cristo en lo concreto de la vida, detal modo que esta identificación informela vida futura personal del ejercitante. A

     partir de este momento, los Ejercicios sonla experiencia espiritual de una personaconfigurada de un modo muy determina-do, según un estado o forma de vida.28

    [175] TRES TIEMPOS PARA HACER SANAY BUENA ELECCION EN CADA UNODE ELLOS. 1º tiempo. El primer tiem-po es cuando Dios nuestro Señor asímueve y atrae la voluntad, que sin du-bitar ni poder dubitar, la tal ánima de-vota sigue a lo que es mostrado; asícomo San Pablo y San Mateo lo hicie-

    ron en seguir a Cristo nuestro Señor.

    [176] 2º tiempo. El segundo: cuando se to-ma asaz claridad y conocimiento, por experiencia de consolaciones y deso-laciones, y por experiencia de discre-ción de varios espíritus.

    [177] 3º tiempo. El tercero tiempo es tran-quilo, considerando primero para quées nacido el hombre, es a saber, paraalabar a Dios nuestro Señor y salvar su ánima, y esto deseando elije por medio una vida o estado dentro de loslímites de la Iglesia, para que sea ayu-dado en servicio de su Señor y salva-ción de su ánima. Dije tiempo tranquilocuando el ánima no es agitada de va-rios espíritus y usa de sus potenciasnaturales líbera y tranquilamente.

    [178] Si en el primero o segundo tiempo no sehace elección, síguense cerca este ter-cero tiempo dos modos para hacerla.

    EL PRIMER MODO PARA HACERSANA Y BUENA ELECCION CON-TIENE EN SI SEIS PUNTOS.

    1º punto. El primer punto es proponer delante la cosa sobre que quiero hacer elección, así como un oficio o beneficiopara tomar o dejar, o de otra cualquier cosa que cae en elección mutable.

    [179] 2º punto. Segundo: es menester tener por objeto el fin para que soy criado,que es para alabar a Dios nuestroSeñor y salvar mi ánima; y con estohallarme indiferente sin afección algu-na desordenada, de manera que noesté más inclinado ni afectado a tomar la cosa propuesta, que a dejarla, nimás a de jarla que a tomarla; mas queme halle como en medio de un pesopara seguir aquello que sintiere ser más en gloria y alabanza de Dios nues-

    tro Señor y salvación de mi ánima.

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    [180] 3º punto. Tercero: pedir a Dios nuestroSeñor quiera mover mi voluntad yponer en mi ánima lo que yo debohacer acerca de la cosa propósita,que más su alabanza y gloria sea, dis-

    curriendo bien y fielmente con mientendimiento y eligiendo conformesu santísima y beneplácita voluntad.

    [181] 4º punto. Cuarto: considerar racioci-nando cuántos cómodos o provechosse me siguen con el tener el oficio obeneficio propuesto, para sola la ala-banza de Dios nuestro Señor y saludde mi ánima; y, por el contrario, consi-derar asimismo los incómodos y peli-

    gros que hay en el tener. Otro tantohaciendo en la segunda parte, es asaber, mirar los cómodos y provechosen el no tener; y asimismo por el con-trario, los incómodos y peligros en elmismo no tener.

    [182] 5º punto. Quinto: después que así hediscurrido y raciocinado a todas partessobre la cosa propósita, mirar dóndemás la razón se inclina, y así según lamayor moción racional, y no mociónalguna sensual, se debe hacer delibe-ración sobre la cosa propósita.

    [183] 6º punto. Sexto: hecha la tal elección odeliberación, debe ir la persona quetal ha hecho, con mucha diligencia, ala oración delante de Dios nuestroSeñor y ofrecerle la tal elección paraque su divina majestad la quiera reci-

    bir y confirmar, siendo su mayor servi-cio y alabanza.

    [184] EL SEGUNDO MODO PARA HACERSANA Y BUENA ELECCION CON-TIENE EN SI CUATRO REGLAS YUNA NOTA. 1ª regla. La primera esque aquel amor que me mueve y mehace elegir la tal cosa, descienda dearriba del amor de Dios, de forma queel que elige sienta primero en sí que

    aquel amor más o menos que tiene a

    la cosa que elige es sólo por suCriador y Señor.

    [185] 2ª regla. La 2ª: mirar a un hombre quenunca he visto ni conocido, y desean-do yo toda su perfección, considerar 

    lo que yo le diría que hiciese y eligie-se para mayor gloria de Dios nuestroSeñor y mayor perfección de suánima, y haciendo yo asimismo, guar-dar la regla que para el otro pongo.

    [186] 3ª regla. La 3ª: considerar como si es-tuviese en el artículo de la muerte, laforma y medida que entonces querríahaber tenido en el modo de la presen-te elección, y reglándome por aquella,

    haga en todo la mi determinación.[187] 4ª regla. La 4ª: mirando y considerando

    cómo me hallaré el día del juicio, pen-sar cómo entonces querría haber deli-berado acerca la cosa presente; y laregla que entonces querría haber te-nido, tomarla agora, porque entoncesme halle con entero placer y gozo.

    [188] Nota. Tomadas las reglas sobredichas

    para mi salud y quietud eterna, haré mielección y oblación a Dios nuestro Se-ñor, conforme al sexto punto del pri-mer modo de hacer elección.

    3.2. Los tres tiempos de elección

    Las personas que hacen los ejercicios se

    hallarán en situaciones espirituales distin-tas: iluminación, agitación o tranquilidadlúcida. A eso se refieren los tres tiempos,que no son estrictamente métodos paraelegir, sino situaciones distintas que re-quieren aproximaciones de discernimien-to distintas.29 En cualquier caso la elec-ción requiere una cierta duración, como

     puede comprobarse con el hecho de que

    Ignacio le asigna indicativamente ochodías enteros de contemplaciones.

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     Primer tiempo30

    Este momento del curso espiritual del ejer-citante se define por una claridad que no le

     permite dudar: no sólo no duda, sino queno puede dudar, porque la certeza que ex-

     perimenta se impone de modo evidente.Parece a primera vista que esta experienciaespiritual no pide más comentario. Pero nose necesita ser muy avisado para reconocer muchos casos de personas que no dudan ni

     pueden dudar y, sin embargo, padecen cla-ros espejismos iluministas, con resistenciaa cualquier contraste desde fuera, aún por 

     personas espirituales de buen criterio. El«no poder dudar» ignaciano, para no sim-

     plificar el criterio de una persona tan ex- perta en la sospecha de los engaños de lavida espiritual, no se refiere sólo al no po-der dudar subjetivo, sino también objetivo.En concreto, una persona que en Ejerci-cios, no duda ni puede dudar sobre lo queDios le está pidiendo, debe dar garantías deque ha hecho los ejercicios de forma con-veniente, de que se halla en una situaciónde madurez humana y psicológica sufi-ciente, de que ha ido afinando su capacidadde discernimiento según la línea de las re-glas de segunda semana… Se puede obje-tar con razón que Dios, como se ve en elcaso de Mateo y Saulo, no necesita dispo-siciones de la persona para manifestar su

    voluntad o para llamar de forma inequívo-ca. Sin embargo, la dificultad está en tener las garantías para reconocer que es Dios yno el «ángel malo disfrazado de ángel deluz» quien provoca esta certeza. Para esto,las reglas de la segunda semana son im-

     prescindibles, ya que se trata de una «ma-yor discreción»: verdadera alegría, gota deagua en la piedra o en la esponja, el proce-

    so de los pensamientos que se generan a partir del primero que es bueno…

    La gracia de Dios del primer tiempono es reservada a casos muy extraordina-rios, sino que la han experimentado mu-chas personas que han tomado una deci-sión firme y casi instantánea para toda su

    vida (ministerio presbiteral, vida religiosao matrimonial) y que, los hechos poste-riores han confirmado plenamente.31 Y, eneste tiempo, aparece más claro que en nin-gún otro momento que la certeza de laelección no se basa en un objeto que la vo-luntad se apropia, sino en Dios que «le

     pondrá en voluntad» [EE 155,2] o «quie-ra mover mi voluntad y poner en mi áni-

    ma lo que yo debo hacer» [EE 180,1].32Es bien conocida la reserva del

    Directorio Oficial respecto de este primer tiempo,33 sin embargo, las indicaciones desan Ignacio no inducen a moverse con unareserva tal que casi se mira el primer tiem-

     po de elección como la constatación de al-go que puede ocurrir, pero que no hay quetenerlo casi en cuenta en la práctica. En

    efecto, en los directorios originalmente ig-nacianos se dice: «Declarando la primer 

     parte de la elección, donde no se puede ha-cer fundamento para buscarla, debe venir a la segunda». Dice bien claramente quehay que declarar este tiempo. Y también:«Entre los tres modos de hacer elección,si en el primero Dios no moviese, débeseinsistir en el segundo»34. Por tanto, Ignacio

    deja claro que en los Ejercicios hay que es-tar atentos a la posibilidad de que se dé este

     primer tiempo y, en consecuencia, supues-ta la debida prudencia, hay que exponerloal ejercitante.

    Segundo tiempo35

    Este tiempo parece ser el más corriente en

    la experiencia de los Ejercicios, ya que el primero es una gracia totalmente impre-26

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    visible y el tercero, como se verá, suponeun estado en el que no hay agitación de va-rios espíritus. En la anotación 6ª Ignaciollama la atención de la persona que da losEjercicios para que observe si la persona

    que se ejercita experimenta mocionescomo consolaciones y desolaciones o si es«agitado de varios espíritus», puesto queesta situación, si hace bien los ejercicios,debería ser lo normal. Ahora en la fase deelección, la atención del ejercitante con laayuda de la persona que le acompaña, de-

     be dirigirse a la interpretación de estasmociones, consolaciones y desolaciones,

    y a la discreción de varios espíritus. ¿Quésignifica esto en la práctica? Puesto que laelección se realiza en la contemplación, la

     persona que se ejercita irá constatando ha-cia qué parte del objeto de elección vandecantándose las consolaciones o las de-solaciones y en qué dirección o sentidovan impulsando las llamadas de Dios.Como la persona que junto al remanso deun río desea descubrir hacia dónde va lacorriente, trata de averiguarlo observandoalgún objeto que flota en la superficie, alcabo de un tiempo de observación descu-

     bre que el objeto se ha desplazado haciaun lado determinado. Mediante esta ob-servación puede percibir hacia dónde semueve la corriente de agua. De modo semejante, las consolaciones, luces o im-

     pulsos, etc. acordes con la «vida verdade-ra que muestra» Jesús revelarán poco a

     poco el sentido de la acción concreta deDios en la vida del ejercitante. Y, al revés,las desolaciones, oscuridades, resistenciasinteriores, etc. mostrarán que el objetoconsiderado no es del agrado de Dios.

    Sólo resta insistir en la importancia ca-

     pital de que el ejercitante esté muy fami-liarizado con el uso de las orientaciones

    de discernimiento de primera y segundasemana. Además, el tiempo asignado deocho días de ejercicios, después de unosdoce ya realizados, suscita el interrogantesobre la idoneidad de unos Ejercicios

      breves para realizar una buena elecciónsegún la mistagogía ignaciana. Aunquesiempre cabe la posibilidad de que losEjercicios breves sean parte de un proce-so ya empezado antes y que van tener con-tinuidad después del retiro.

    Tercer tiempo36 

    El tercer tiempo es una situación contra- puesta a la anterior del segundo tiempo:«cuando el ánima no es agitada de variosespíritus». Sin embargo, para evitar queesta elección en «tiempo tranquilo» no degenere en una elección de rebajas, hayque recordar que el ejercitante se halla enun estado espiritual propio del momentode elección y, por esto, ha de recordar de

    nuevo el fin de la vida según el Principioy Fundamento: «alabar a Dios nuestroSeñor y salvar su ánima» y el sentido fun-damental de Iglesia y así elegir «una vidao estado dentro de los límites de laIglesia». Además, debe ser capaz de usar de sus potencias naturales «líbera y tran-quilamente». Como se ve en este punto,los Ejercicios repiten de algún modo el

     preámbulo para hacer elección y las notassiguientes [cf. EE 169-174].

    Esto supuesto, también la elección enel tercer tiempo es un auténtica experien-cia espiritual, cosa que debe ponerse másde relieve si, como a veces se hace, se rea-liza fuera del tiempo de los Ejercicios. Y

     para la aplicación de este tercer tiempo de

    elección, se proponen dos modos distintos,cuya forma de aplicación el santo no justi-27

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    fica ni explica. Probablemente esta diver-sidad es debida o a la diferencia de ejerci-tantes o al momento espiritual en que sehallan o, también, a las características dis-tintas del objeto de elección. Trataremos de

    dilucidar este punto al acabar la exposiciónde los dos modos de este tercer tiempo.

     Primer modo

    El ejercitante procede por la ponderaciónde «cómodos o provechos», por una par-te, y de «incómodos y peligros», por otra.Este modo de elección, conviene insistir 

    en ello, no es una simple ponderación de buen sentido, sino una verdadera expe-riencia espiritual.

    En primer lugar, fiel al realismo queinforma siempre toda experiencia espiri-tual evangélica, el ejercitante ha de po-nerse ante la realidad que se le presentacomo objeto de elección. Es la honradezcon lo real, porque la luz para la decisión

    correcta no puede esperarse del aleja-miento de la realidad, sino de la aproxi-mación a la situación real con lucidez einspiración evangélica.

    En segundo lugar, nuevamente reapa-rece el PF, que ya se había recordado demodo general en el «Preámbulo para ha-cer elección» [EE 169]). Aquí, en el ter-cer tiempo, lo recuerda probablementesan Ignacio porque este tiempo, a dife-rencia de los dos anteriores, parte de la ac-tividad del ejercitante que se aproxima a larealidad objeto de elección, mientras queen los precedentes es la misma corrientede la experiencia espiritual la que va des-velando el sentido de la acción de Dios.Por tanto, es importante que el ejercitante

    se afinque en la voluntad de buscar la glo-ria de Dios y el bien de su vida, que esté

    indiferente, como el fiel de la balanza(«como en medio de un peso»). Es de no-tar que en el PF, Ignacio habla de «hacer-nos indiferentes» y aquí ya supone un pro-greso y dice «hallarme indiferente».

    En tercer lugar se pide «a Dios nues-tro Señor quiera mover mi voluntad y po-ner en mi ánima lo que yo debo hacer».Es la petición de una verdadera gracia co-mo objeto de esta elección, que supera elfruto de una concepción racional de estetiempo de elección. Mover la voluntad in-dica que, por mucho que la libertad es de-cisiva a la hora de realizar la elección, sinembargo la elección es gracia, es una for-ma de experiencia de Dios en el propio co-razón y en la vida. Y, por lo mismo, estamoción de Dios arraiga en una percepciónde la realidad iluminada por la fe, ya quees Dios quien ha de «poner en mi ánima».

     Nos hallamos, como ocurre a menudo enlos Ejercicios, en una experiencia espiri-tual que, aún siendo de poca apariencia,tiene una hondura o elevación inmensa.

    Sólo a partir de estos tres pasos prece-dentes el ejercitante puede, en un cuartomomento, «considerar, raciocinando» los«cómodos o provechos» y «los incómo-dos y peligros». Cuando se dice «racio-cinando» no se piensa en una actividadmeramente racional, sino en la razón ilu-

    minada y animada por la fe. A la gran sa- biduría de Ignacio no se le esconde la im- portancia de ver el objeto de la eleccióndesde las cuatro caras de pros y contrastanto del sí como del no a la hora anali-zarlo. Tenemos el testimonio de este mo-do de ponderar muy bien asimilado por el

     primer grupo de compañeros que tomaronla decisión de fundar la Compañía de

    Jesús en 1539. A la hora de decidir si ha-rían voto de obediencia a alguno de ellos28

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    (es decir, si fundarían una orden religiosa)examinaron por los cuatro lados esta po-sible opción. Así también se condujoIgnacio cuando discernía si las iglesias dela Compañía debían tener rentas o no.37

    Para esta ponderación de razones enun sentido u otro, la persona que haceelección puede considerar estos aspectosde la vida:

    a) La propia historia de salvación (lasfuerzas en las dificultades, los deseos per-sistentes, éxitos y fracasos significativos,las obras grandes que Dios ha realizado en

    él, los pecados, etc.), porque en ello pue-de hallar indicios de futuro, ya que Diosno se niega a sí mismo.

     b) Aspectos fundamentales de la pro- pia vida cristiana: solidaridad, oración, pobreza, compromiso social, vida sacra-mental, vida comunitaria y de Iglesia, etc.siempre en relación a sus cualidades per-sonales. En la vida cristiana personal no

    ha de faltar ningún elemento esencial, pe-ro cada persona ha de hallar su propioequilibrio, su armonía. El camino de vidacristiana que uno elige ha de favorecer eldesarrollo de estas dimensiones funda-mentales del cristianismo.

    c) La consideración del mundo o en-torno de la vida: profesión, obligacionesfamiliares, compromisos contraídos libre-mente, competencias y cualidades perso-nales, etc. Porque la opción o elección no

     puede estar en contradicción con realida-des que revelan designios de Dios en la

     propia vida. Hay que mantener la cohe-rencia.

    Estas consideraciones son algunas«entradas» en la propia vida para hacer 

    una lectura de fe de ella, «discurriendo por donde se ofreciere»38.

    En el quinto punto se propone hacer un balance de lo «discurrido y raciocina-do a todas partes», es decir, lo realizadosegún el punto anterior. Hay que ver ha-cia dónde se inclina la razón, la «moción

    racional» y no «moción alguna sensual».Se trata, pues, de una «moción» no delsimple peso objetivo y frío de las razones,

     pero esta «moción» no ha de ser en modoalguno «sensual», orientada hacia un findistinto de la «gloria y alabanza de Diosy salvación de mi ánima».

    Finalmente, «hecha la tal elección», elejercitante ha de acudir a Dios para que la

    confirme, si lo elegido es para «su mayor servicio y alabanza». En los Ejercicios, latercera y cuarta semanas serán el tiempooportuno para esta verificación espiritual,que no necesariamente serán consolacio-nes, sino también pensamientos y razonesque fortalecen la seguridad interior delejercitante en la decisión tomada. Fuerade Ejercicios, tampoco se puede omitir es-ta confirmación que se realizará de modosmuy distintos: un tiempo posterior a laelección en el que la vida, la oración, el

     parecer de otras personas ayudan a com- probar que lo elegido está en sintonía conla gloria de Dios. En otras ocasiones pue-de ser la necesaria intervención de una

     persona con autoridad para confirmar quela decisión se ajusta al evangelio. En la vi-da religiosa o en la presbiteral los años deformación han de ser este tiempo de con-firmación, además de formación.

    A lo largo de este proceso en seis pa-sos, he tratado de destacar el carácter deverdadera experiencia espiritual del tercer tiempo ya que a menudo se reduce a unareflexión racional de sentido común, pero

    sin la implicación de toda la persona quees condición de toda experiencia espiri-29

  • 8/20/2019 Ejercicios Espirituales_Una Relectura Del Texto IV (Jose-Maria-Rambla)-EIDES-74

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    tual seria. Sería contrario al proceso largoy profundo realizado a lo largo de sema-nas de Ejercicios reducir el tercer tiempoa una especie de estudio al estilo de una

     programaci