EL ABRELATAS

EL ABRELATAS William Gaviria Ocampo Facilitador Por primera vez en Colombia un cuento escrito enteramente en cámara lenta. Cuando se inicia esta historia ya pasaron quinientos años; tal es la lentitud con que ella es narrada. A la vera del camino están sentadas tres jóvenes tortugas con 800 (ochocientos) años cada una. Una tortuga vieja con 1500 (mil quinientos) años y una tortuga todavía pequeña con 85 (ochenta y cinco) añitos. Como les decía las cinco tortugas están sentadas y aún sostengo que están realmente sentadas. Veintiocho años después del comienzo de esta historia la tortuga vieja abrió la boca y dijo: –Que tal si hacemos alguna cosa para romper la monotonía de esta vida??? –Formidable. Dijo, doce años después, la tortuguita más joven. – Que tal si hacemos un paseíto o un picnic. Veinticinco años después las tortugas se decidieron a realizar el picnic. Cuarenta años después, habiendo comprado algunas docenas de lastas de sardinas y varias docenas de refrescos, partieron. Ochenta años después llegaron a un lugar más o menos apropiado para el picnic. –Ah –dijo la tortugota, ocho años después – Este lugar está excelente. Siete años después todas las tortugas se habían puesto de acuerdo. Pasaron quince años y rápidamente arreglaron todo para el picnic. Pero absurdamente, tres años después se dieron cuenta que faltaba el abrelatas para abrir las sardinas. Luego de dar una ágil discusión, a los veinte años llegaron a la conclusión que la tortuga más joven debía regresar a buscar el abrelatas. –Está bien. –Aceptó la tortuguita tres años después –, pero solo voy si ustedes me prometen no tocar nada en mi ausencia. Dos años después las tortugas admitieron inmediatamente que no tocarían nada, ni el pan, ni los dulces, ni los refrescos. Y la tortuguita partió. Pasaron cincuenta años y la tortuga no aparecía. Las otras continuaron esperando. Diecisiete años más y nada. Ocho años más y nada. Al final, una de las tortugas murmuró: –Se está demorando mucho- ¿Vamos a comer alguna cosita mientras viene?. Dos años desp ués las otras se negaron. Y esperaron veinte a ños más. Entonces otra tortuga dijo: –Tengo mucha hambre. Vamos a c omernos solo un pedacito de dulce, que ella ni lo notará. Las otras tortugas dudaron un poco más. Quince años después pensaron que debían esperar a la otra. Así pasó un siglo má s. En esa espera al final la tortuga más vieja ya no pudo más y dijo: –Bueno, vamos a comernos solo unos dulcecitos mientras viene. Como un rayo las tortugas cayeron sobre los dulces seis meses después. Y justamente, cuando iban a morder el dulce oyeron un ruido en la mata tras ellas, y la tortuga más joven apareció. –Ahhh, murmuró. – Yo sabía. Yo sabía que Ustedes no cumplirían lo prometido y por eso me quedé escondida detrás del árbol. – Ahora ya no voy a buscar el abrelatas y listo; que vaya otra. FIN (treinta años después).

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EL ABRELATAS

William Gaviria OcampoFacilitador

Por primera vez en Colombia un cuentoescrito enteramente en cámara lenta.Cuando se inicia esta historia ya pasaronquinientos años; tal es la lentitud con queella es narrada.

A la vera del camino están sentadas tres jóvenes tortugas con 800 (ochocientos) añoscada una. Una tortuga vieja con 1500 (milquinientos) años y una tortuga todavíapequeña con 85 (ochenta y cinco) añitos.

Como les decía las cinco tortugas estánsentadas y aún sostengo que estánrealmente sentadas.

Veintiocho años después del comienzo de

esta historia la tortuga vieja abrió la boca ydijo:–Que tal si hacemos alguna cosa para romperla monotonía de esta vida???–Formidable. Dijo, doce años después, latortuguita más joven. – Que tal si hacemosun paseíto o un picnic.

Veinticinco años después las tortugas sedecidieron a realizar el picnic.

Cuarenta años después, habiendo compradoalgunas docenas de lastas de sardinas yvarias docenas de refrescos, partieron.

Ochenta años después llegaron a un lugarmás o menos apropiado para el picnic.

–Ah –dijo la tortugota, ocho años después –

Este lugar está excelente.

Siete años después todas las tortugas sehabían puesto de acuerdo. Pasaron quinceaños y rápidamente arreglaron todo para elpicnic. Pero absurdamente, tres años

después se dieron cuenta que faltaba elabrelatas para abrir las sardinas.

Luego de dar una ágil discusión, a los veinteaños llegaron a la conclusión que la tortuga

más joven debía regresar a buscar elabrelatas.

–Está bien. –Aceptó la tortuguita tres añosdespués –, pero solo voy si ustedes meprometen no tocar nada en mi ausencia.

Dos años después las tortugas admitieroninmediatamente que no tocarían nada, ni elpan, ni los dulces, ni los refrescos. Y latortuguita partió.

Pasaron cincuenta años y la tortuga noaparecía. Las otras continuaron esperando.Diecisiete años más y nada. Ocho años másy nada. Al final, una de las tortugasmurmuró:

–Se está demorando mucho- ¿Vamos acomer alguna cosita mientras viene?.

Dos años después las otras se negaron. Yesperaron veinte años más. Entonces otratortuga dijo:

–Tengo mucha hambre. Vamos a comernossolo un pedacito de dulce, que ella ni lonotará.

Las otras tortugas dudaron un poco más.Quince años después pensaron que debíanesperar a la otra. Así pasó un siglo más. Enesa espera al final la tortuga más vieja ya nopudo más y dijo:

–Bueno, vamos a comernos solo unosdulcecitos mientras viene.

Como un rayo las tortugas cayeron sobre losdulces seis meses después. Y justamente,cuando iban a morder el dulce oyeron unruido en la mata tras ellas, y la tortuga más joven apareció.

–Ahhh, murmuró. – Yo sabía. Yo sabía queUstedes no cumplirían lo prometido y poreso me quedé escondida detrás del árbol. – Ahora ya no voy a buscar el abrelatas ylisto; que vaya otra.

FIN (treinta años después).