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28 C ontinuando con lo explicado en el artículo anterior, es preceptivo adentrarse en el principio antropo- lógico del pastoreo. La ganadería, conver- ge con el cultivo de riego, desde el momento que este sentido de organiza- ción agrícola, desaloja a otras formas de vida que obligaba al desplazamiento para la provisión de alimento, basadas en la caza y la recolección. Habrá que remon- tarse a siete mil años antes de Cristo, cuando en las riberas del Tigris y el Éufra- tes surgen las primeras aldeas agrícolas, expandiéndose por simpatía evolutiva en estas nuevas formas de supervivencia, e integrándose por su calidad y cualidad, en los inicios de las más grandes civilizacio- nes de la historia, mesopotámica, egipcia, china, indio-asiática, maya o inca. Cierta- mente, todos estos primeros pueblos que decidieron sistemáticamente convivir en comunidades, para depender del cultivo de la tierra y la cría del ganado en defen- sa de la organización creada, modificaron su conducta en función de la progresiva demografía que se producía. La razón de la primitiva convivencia en comunidad se basó en la localización del asentamiento adecuado. Por ello se esta- blecieron cerca de ríos, regaban por inun- dación en épocas que el caudal lo permitía, ateniéndose a la experiencia que les pro- porcionaba la información de la costum- bre y tradición heredada, por tanto, las cosechas siempre estaban presumible- mente aseguradas. Pero tuvieron el grave problema de mantener el ganado estabulado. Los cru- dos inviernos y las pertinaces sequías del estío, aniquilaban los pastos y rastrojeras de las inmediaciones locales, y, con ello, observaban que el desabastecimiento nutriente de las reses, sufridoras directas de sus consecuencias, les proporcionaban innumerables bajas. La situación sugirió, que el siguiente paso consistiría en fomentar la conducción del ganado hacia las zonas de pasto donde el invierno discurriera cálido y el verano transcurriera suave. Así sucedió y así se heredó de generación en generación, desde la instauración de aquellos primeros pueblos que apostaron por la civilización a las orillas de los ríos de la antigua Meso- potamia; y más tarde, extendiéndose a fenicios, egipcios y griegos, cuya forma de vida transmitieron por el Mediterráneo. En invierno los ganados fueron traslada- dos hacia las llanuras próximas al mar, y en verano ascendieron a los montes y nacimientos de los ríos mesetarios. Idénticas circunstancias, se asumieron milenios más tarde en la península ibérica. Los ganados, quizá en cortas distancias ante los desafueros de cada momento, fue- ron trasladados desde el asentamiento de sus primeros pueblos, hasta los pastizales surgentes en cada época del año. Ahora bien, sería en el transcurso de la autoridad y unificación política, bajo la protección y disposiciones establecidas por Alfonso X El Sabio, cuando se originaría un proceso de estabilidad y tranquilidad trashumante, que permitió la libre circulación del ganado; lo que a su vez, generó un próspero desarro- llo económico y financiero que puso a Espa- ña, a la cabeza de las primeras potencias comerciales e industriales de Europa. Por tanto, circunscribiéndose a los territorios del Reino de Murcia, habrá que ceñirse a la información orográfica y EL AGUA COMO DERROTERO PECUARIO (II) Ángel Luis Riquelme Manzanera Rambla Salada.

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Continuando con lo explicado en elartículo anterior, es preceptivoadentrarse en el principio antropo-

lógico del pastoreo. La ganadería, conver-ge con el cultivo de riego, desde elmomento que este sentido de organiza-ción agrícola, desaloja a otras formas devida que obligaba al desplazamiento parala provisión de alimento, basadas en lacaza y la recolección. Habrá que remon-tarse a siete mil años antes de Cristo,cuando en las riberas del Tigris y el Éufra-tes surgen las primeras aldeas agrícolas,expandiéndose por simpatía evolutiva enestas nuevas formas de supervivencia, eintegrándose por su calidad y cualidad, enlos inicios de las más grandes civilizacio-nes de la historia, mesopotámica, egipcia,china, indio-asiática, maya o inca. Cierta-mente, todos estos primeros pueblos quedecidieron sistemáticamente convivir encomunidades, para depender del cultivode la tierra y la cría del ganado en defen-sa de la organización creada, modificaronsu conducta en función de la progresivademografía que se producía.

La razón de la primitiva convivencia encomunidad se basó en la localización delasentamiento adecuado. Por ello se esta-blecieron cerca de ríos, regaban por inun-dación en épocas que el caudal lo permitía,ateniéndose a la experiencia que les pro-porcionaba la información de la costum-bre y tradición heredada, por tanto, lascosechas siempre estaban presumible-mente aseguradas.

Pero tuvieron el grave problema demantener el ganado estabulado. Los cru-dos inviernos y las pertinaces sequías delestío, aniquilaban los pastos y rastrojerasde las inmediaciones locales, y, con ello,observaban que el desabastecimientonutriente de las reses, sufridoras directasde sus consecuencias, les proporcionabaninnumerables bajas.

La situación sugirió, que el siguientepaso consistiría en fomentar la conduccióndel ganado hacia las zonas de pasto dondeel invierno discurriera cálido y el veranotranscurriera suave. Así sucedió y así seheredó de generación en generación,desde la instauración de aquellos primerospueblos que apostaron por la civilización alas orillas de los ríos de la antigua Meso-potamia; y más tarde, extendiéndose afenicios, egipcios y griegos, cuya forma devida transmitieron por el Mediterráneo.En invierno los ganados fueron traslada-dos hacia las llanuras próximas al mar, yen verano ascendieron a los montes ynacimientos de los ríos mesetarios.

Idénticas circunstancias, se asumieronmilenios más tarde en la península ibérica.Los ganados, quizá en cortas distanciasante los desafueros de cada momento, fue-ron trasladados desde el asentamiento desus primeros pueblos, hasta los pastizalessurgentes en cada época del año. Ahorabien, sería en el transcurso de la autoridady unificación política, bajo la protección ydisposiciones establecidas por Alfonso X ElSabio, cuando se originaría un proceso deestabilidad y tranquilidad trashumante, quepermitió la libre circulación del ganado; loque a su vez, generó un próspero desarro-llo económico y financiero que puso a Espa-ña, a la cabeza de las primeras potenciascomerciales e industriales de Europa.

Por tanto, circunscribiéndose a losterritorios del Reino de Murcia, habráque ceñirse a la información orográfica y

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Ángel Luis Riquelme Manzanera

Rambla Salada.

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documentación escrita de que dispone-mos, para tratar sobre la influencia de latrashumancia, cuyo legado podemos cono-cer particularmente con dificultad, perocon cierta clarificación deducible sobre laforma, estilo, tránsitos e itinerarios, enque se desenvolvió.

Ante lo expuesto, es primordial situar laubicación de nuestro Reino, en el ámbitomontañoso y fluvial. Es obligado, acercar-nos al sistema Prebético representado en laAndalucía nordeste por las sierras deCazorla (1.830 m); Beas y Alcaraz (1.798m); Segura (1.898 m.); Calar del Mundo(1.694 m.); Taibilla (2.081 m.); y Guillimo-na (2.058 m.). Esta depresión montañosa,se introduce en la Región de Murcia a tra-vés de la Sierra de la Puerta (950 m.), y seextiende hasta Fontcalent (819 m.) en laprovincia de Alicante. Constituye un granconglomerado de altos relieves de puntas ycrestas superficiales, creado por la modela-ción de la acción pluviométrica y sus esco-rrentías; consistente en un macizo rocosode convergencia y encrucijada donde sehallan los nacimientos y cursos de los ríosGuadalquivir (Wadi-Al-Kabir “Gran Río”) ySegura (Al-Saqura “Sierra del Segura”),auténticos reconductores de agua para unatierra que es la prolongación del Norte deAfrica, invitando al recuerdo del orígen delos pueblos árabes, consecuencia justifica-da de la lógica huida de aquel desierto delcontinente meridional, para trasladarse aocupar nuestra tierra durante un periodode casi ochocientos años. Estos ríos, ensentidos opuestos atraviesan infinitasmesetas y llanuras hasta su desembocadu-ra, dirigiéndose el primero hacia el Suroes-te de Andalucía, en San Lucas de Barrame-da (Cádiz); y, el segundo, al Sureste enGuardamar (Alicante).

Pero nos vamos a centrar en nuestrorío, el Segura y su cuenca hidrográfica,puesto que ha sido el protagonista de laspautas de la vida que hoy conocemos enesta geografía que habitamos. Como dato,

en el proceso evolutivo del pueblo murcia-no, basado en la agricultura, es figuradual, la ganadería trashumante y el cultivopor riego, confiriendo la reflexión de pre-guntarse ¿y sin agua? La respuesta ennegativo, nos lleva a otra pregunta enpositivo. ¿Y si hubiéramos dispuesto delagua necesaria?. En cualquier caso, la rea-lidad nos conduce a la practicidad, el agua,ha sido la espada de Damocles que nosamenaza sin piedad, pendida del crin demayor fragilidad: la política.

Esta segunda parte, síntesis junto alartículo recogido en el número anterior,de un amplio trabajo de recopilación ycontrastación de vías pecuarias, realiza-do, recorriendo, unas veces en vehículotodo-terreno y otras haciendo senderis-mo, el perímetro lindero de nuestraRegión, con las provincias de Alicante,Albacete, Granada y Almería, y posicio-nando las vías de penetración a la geografíade Murcia, en correspondencia con prolon-gaciones específicas de traslado de ganadopor las establecidas desde la antigüedad,viene a comportar la satisfacción de contri-buir con esta humilde aportación al descu-brimiento de rutas y derroteros olvidados y

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desconocidos por donde la Mesta aplicó suLey. Un texto documentado, que una vezterminado podría dar lugar, a la publica-ción de un libro, conteniendo las caracte-rísticas estadísticas, circunstancias gráfi-cas y proyectividad superficial, del con-junto de elementos iniciáticos y constituti-vos de la actividad del pastoreo en laRegión de Murcia, pese a las muchasmodificaciones y variaciones por apropia-ciones o segregaciones territoriales sufri-das a lo largo de la historia, agravadaspor el abandono de las vías pecuarias, y loque fue más sangrante con la desamorti-zación de Mendizábal, según consta endocumentos terminales del Real Consejode la Mesta: "...la subasta del mojoneopúblico de cañadas y veredas, y más tardea mediados del s. XIX, el intrusismo o laocupación consentida desde los poderes yla autoridad administrativa".

No obstante, hay que agradecer y con-viene resaltar, el gran esfuerzo que, en laactualidad, efectúa la Oficina de Vías Pecua-rias de la Consejería de Agricultura denuestra Comunidad Autónoma, cuyo Jefe,D. Patricio López, trata denodadamente, deaclarar el intrusismo, invasión, cerramien-to u ocupación de tramos desaparecidos,asunto que le será harto complejo, aten-diendo la tupida red arterial de vías pecua-rias que hemos podido comprobar existie-ron en nuestra Región, que reclamanmuchísimas asociaciones medioambienta-les en defensa de la naturaleza.

Ahora bien, sin embargo, en honor a laverdad, no ha sido difícil, el reconocimien-to de las de penetración a la Región. Loque sin duda, entrañará una complicaciónextrema, será dilucidar la ruta tradicionaldel recorrido correcto que se consolidó ylas anchuras que le pertenecen, tanto encuanto, que nuestro inmenso conjunto devías pecuarias, no sólo han sido forzadaspor sus colindantes en sus itinerarios ydimensiones, sino también a convenien-cia, en cada época, por los Ayuntamientos

y la Hermandad Sindical de Labradores yGanaderos. La prueba, a esto último, latenemos en la Memoria del Ministerio deAgricultura del 2 de Octubre de 1963, fir-mada por el Ingeniero Técnico del Estado,D. Eugenio Fernández Cabezón, queexpresa: "...recopilados los antecedentes,planos y demás que sobre este asunto,obran en el servicio de vías pecuarias...certificaciones de los años 1905, 1906 yplanimetrías... la vía pecuaria descrita conel nombre de Cordel de los Valencianos,figura en los precedentes como CañadaReal". Y aún así, quedó aceptado allá, aprincipio del s. XX, como "Cordel", cuandoverdaderamente era una "Cañada". Esosignifica, para quienes hemos estudiadoesta materia, la reducción de una víapecuaria de más de 70 metros de anchura,a menos de su mitad en toda su longitudpor el territorio murciano. El abuso, apro-vechamiento indebido y la apatía, ademásde otras simplezas pertrechadas, contribu-yeron a la perdida de identidad de unpatrimonio medio ambiental, de cuyos res-tos debemos sentirnos profundamenteorgullosos los murcianos de corazón, resi-dentes en cualesquiera punto geográfico,señalado por los ocho querubines cardina-les de la rosa de los vientos.

La ganadería, ha constituido uno de lospilares fundamentales de la economía demercado y sociedad laboral de la Región.Ha sido el germen complementario, en su

Cordel de Los Valencianos (antes Cañada Real).

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lucha por prevalecer contra su directarival, la explotación de la tierra para pro-ducción agrícola (ganadería y cultivos sehacen compatibles, con la experiencia sus-citada por el control de crecimiento de lacabaña animal).

Resulta sorprendente el hecho, de queen el umbral de la Huerta de Murcia, lafosa tectónica del río Segura, enmarcadaentre las sierras sub-béticas de Crevillenteal Norte y la sierra de Columbares al Sur,que regó más de veinticinco mil Ha., a par-tir del s. XVIII, con motivo del reformismoborbónico, sacrificó inmensas zonas depastoreo tradicional, en beneficio deampliaciones del sistema de regadíos parala agricultura, donde hoy día un 60 % seencuentra con aspecto sub-desértico, porla falta de agua y el abandono de la activi-dad; conllevando, en su virtud, el reciclajede la iniciativa privada en empresas deconstrucción, evitando eso sí, la emigra-ción de mano de obra, pero acelerando elconsiguiente desarrollo urbanístico. Portanto la modificación del uso del territorioque se utilizaba para la población ganade-ra local y trashumante, convirtiéndola encultivo de cosechas, impidió que esta zonadel sureste español, fuese considerada eldescansadero más importante de la penín-sula durante las épocas invernales.

En estas tierras desafiantes y agrestes,sólo agraciadas en el curso del río Seguray sus afluentes, los escasos caudales abas-tecieron y transformaron al Sureste espa-ñol1. Aguas, que convirtieron el paisaje depuro pastizal antiguo, en prospera fecun-

didad, gestando cosechas y esquilmos, ensu entorno, de la máxima calidad, queconcluiría con una extraordinaria materiaprima, que garantizaría la creación enMurcia, a finales del s. XIX, de la primeraindustria conservera frutícola de España.En contraposición, esta circunstancia per-judicó notoriamente el uso continuado derastrojera y pastos para el ganado, en unacomarca utilizada desde tiempo inmemo-rial, donde la trashumancia dejo profunday secular huella imperecedera, como másadelante se explica.

Estas sierras del Levante y Sur deEspaña, han supuesto el área meridionalmás relevante de la explotación ganadera,gracias a sus características de fertilidad alo largo de cada año, bendecida por labondad de sus condiciones climatológicas,donde el medio natural aportó al calenda-rio de los movimientos semovientes, unagarantía de subsistencia ovina y caprina,muy superior a la actividad generada, porestaciones anuales y trayectos terrestres,en el resto de la Península. Las variablesbioclimáticas, principal influencia de sudesarrollo y pervivencia, han determinadodiferentes comarcas supeditadas a la oro-grafía, que han funcionado (algunas toda-vía siguen localizadas en zonas concretasque se extinguen como la Vereda de lasFuentes de Caputa, el Cordel de la Fuentedel Pantano del Argal y otros ramales en lainfluencia del Río Mula; Rambla Salada enFortuna y el río Chícamo de Abanilla), concierta independencia de reglas y normasestablecidas desde la antigüedad, resulta

1. El progreso y desarrollo acelerado que se ha producido en toda su cuenca hidrográfica desde el momentoque se presenta la revolución industrial, exigió la construcción del trasvase del Talave desde el río Tajo, que tratade paliar el déficit desde el año 1.978; pero imperativos centrados en la escasez de recursos pluviales en la cabe-cera, confirman nuevamente una mermada precariedad de envíos de abastecimiento a las provincias de Almería,Alicante y Murcia; situación que se venía sospechando sucedería y planteaba su solución dentro del Plan Hidroló-gico Nacional. Desgraciadamente, la política vuelve a cercenar las ilusiones puestas en el proyecto del trasvasedesde el Ebro, que, aunque haya sido sustituido por el Programa Agua, asistido entre otras medidas de austeri-dad, por la aportación de la construcción y puesta en funcionamiento, en breve, de plantas desaladoras con des-tino principal a todo el litoral de las tres provincias afectadas, todos los planteamientos técnicos consultados, razo-nan la necesidad futura de ejecutar un gran Proyecto de interconexión de cuencas (como existen en casi todos lospaíses de Europa), priorizando las fases de urgencia de los territorios donde el agua requiera un desarrollo sos-tenible, defensa contra la desertización y rentabilidad económica para el conjunto de España.

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una composición regional del agrupamien-to conexo de cañadas, veredas y cordeles,que es considerada como una de redesmás densas de la Península Ibérica, que sehalla conocido hasta la fecha, lamentable-mente poco tratada desde el aspecto lite-rario e investigador.

Si estudiamos con detenimiento laspublicaciones del Organismo AutónomoParques Nacionales del Ministerio de MedioAmbiente, podemos apreciar como en susCuadernos de la Trashumancia, aparece laRegión de Murcia como paso hacia Andalu-cía y viceversa, en la constante del historia-dor. Pero si además nos ceñimos a sus pla-nos de itinerarios antiguos, recorridos insitu, comprendemos con claridad, las cone-xiones existentes entre las provincias colin-dantes y Murcia, durante los Siglos XVII yXVIII, aunque anteriormente a estos siglosexistiera una mayor rigidez de paso y queexpondremos en aras de un mejor conoci-miento de esta actividad desde la antigüe-dad del Alto Medioevo hasta los siglosexpresados. En la actualidad, personado enlos lugares de inflexión de ordenadas ycoordenadas descritas con referencia aparajes y denominaciones comunes, seaprecian los restos de tramos de víaspecuarias que unen la Región de Murciacon las colindantes, hecho que justifica laenorme importancia que tuvo en su díanuestra red pastoril. Esta riqueza de pastosa lo largo del año, fue motivo de contencio-

sos y pleitos medievales entre nuestrosganaderos y los de paso, exigiéndoseles,excepcionalmente, el impedimento trashu-mante alegando derechos alfonsinos.

Los ilustres investigadores D. JuanTorres Fontes y Dña Maria de los LlanosMartínez Carrillo, encontraron documenta-ción (citada en el artículo anterior), refe-rente a dichos litigios, que efectivamente seplasmaron sobre papel, albergando laesperanza de evitar la intromisión en nues-tras dehesas de ganaderos externos. Sinembargo, las trashumancias serían efecti-vas por contratación de pastos a los gana-deros del centro y norte de España, y deforma esporádica en función de la fuerteafectación de sequías en el territorio, y casicon seguridad a partir del s. XVII exonera-dos de vigencia y aplicación. Verdadera-mente la señal y vestigios de la realidad,nos muestra, los todavía tramos de cami-nos de ganado existentes que se prolonganal exterior de la Región, comprobandocomo cada nexo de comunicación pecuariaconecta con las principales Cañadas Realesde la Mesta Castellana a cuyo Reino, perte-necía Murcia, y en menor medida con lasprocedentes de Aragón, aún encontrándo-se todavía en uso el "Cordel de los Valen-cianos", en su día Cañada, demostrando sumejor advenimiento por afinidad medite-rránea. Avala la tesis sobre la llegada, visi-ta y paso de los ganaderos al Reino de Mur-cia, indicios significativos de tradición oral,señalizaciones y muescas sobre piedra, enlas proximidades y núcleos de abrevade-ros, fuentes, manantiales y riachuelos pordonde discurría la trashumancia, invitandoa deducir que la aplicación de los efectosprohibitivos, serían apenas notorios a lolargo de los más de 600 años de responsa-bilidad a cargo del Honrado Concejo. Encaso contrario, seguro que habría sido des-truida toda huella, desapareciendo estainterconexión, que a su vez ha supuesto, alo largo del tiempo, consolidación de víasde recorrido entre caseríos y haciendas,

Río Chicamo (Abanilla).

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convirtiéndose en caminos, estas últimasen muchos de los casos invadiendo eldominio público, expoliando la propiedadcomunal o reduciendo sus linderos conintrusismo. Lamentablemente, a partir delaño que desaparece la vieja Instituciónganadera, en 1836, se produce un aprove-chamiento generalizado de los hacenda-dos, que unas veces con adquisiciones pordesamortización como antes se ha citado,otras por abandono del uso pecuario, y lasmás de ocasiones por negligencia adminis-trativa, conducen a la arbitrariedad y desi-dia más absoluta de este monumentalpatrimonio histórico, donde el derrotero oruta del itinerario, obligaba a discurrir poruna senda amparada en todo su trayectopor el agua.

No obstante, conviene exponer la rigu-rosa investigación de nuestros eruditosantes enunciados, para una mejor y másamplia información y conocimiento históri-co, de esta actividad ganadera en la influen-cia de la ciudad de Murcia, integrada den-tro de un extenso campo, poco estudiadohasta ahora, pero bien delimitado: "Elinvernadero mediterráneo en la antigüe-dad, como franja paralela al mar, compren-de los terrenos litorales y prelitorales; pre-sentando su límite septentrional en el Deltadel Ebro, y su extremo meridional en lastierras murcianas de la Vega del Segura".

La complejidad que asume desde laperspectiva de acontecimientos dignos de

memoria, como desde los elementos geo-gráficos que la constituyen, plantea el aná-lisis metodológico de alianzas comunesque advierten una analogía a la que debe-mos someternos, y que se manifiesta entres puntos.

Primero: Inicialmente, este invernade-ro mediterráneo de Murcia, destaca porencontrarse incluido en la naturaleza deuna gran extensión con notable desarrollolongitudinal y atendiendo la inexistenciade una barrera biogeográfica brusca, pri-mando un gradiente continuo, sin perjui-cio que las márgenes del Ebro hallan reci-bido, a lo largo de los siglos, trashumanciapirenaica y al Sur de la Vega del Seguratrashumancia granadina.

Segundo: Se diferencia de otras regio-nes trashumantes peninsulares de tipohistórico, aceptando el hecho de que lamayor parte del territorio objeto de estu-dio, formó unidad dependiente de la Coro-na de Aragón, concretamente del Principa-do de Cataluña y del Reino de Valencia,incluyéndose una franja importante delReino de Murcia, que también pertenecía aCastilla, que le hizo conservar y mantener,durante los últimos siglos, un ordenamien-to pecuario, cuyo modelo contribuyó acrear caracteres propios.

Tercero: El rasgo principal del inverna-dero mediterráneo murciano, destaca en sufundamento de proximidad al agostadero yde la complementariedad entre la vocaciónagrícola y ganadera, de uno y otro de losintervinientes, al amparo de un contrastetopográfico y el correspondiente ánguloagroclimático en una distancia corta.

Por lo tanto, estos conceptos, nos con-ducen al entendimiento diferencial entre latrashumancia clásica castellana, en la queel intercambio se daba generalmente entrepastizales septentrionales y meridionalesmuy alejados entre sí, y aquí la alternanciase dio, mayoritariamente, entre pastiza-les serranos y llanos agrícolas litoralesrelativamente próximos, aprovechando la

Restos de un viejo establo del s. XVIII. Apeadero de tras-humancia con agua de pozo.

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disponibilidad de hierbas y rastrojos pro-cedentes del cultivo por riego intensivo amanta como sistema hídrico empleado, deforma semejante, en toda la franja agríco-la descrita de las hoy Comunidades Autó-nomas de Murcia y Valencia.

La trashumancia de ganado rumiante,sobre todo ovino, fue desde la Alta EdadMedia, una actividad socioeconómica deprimer orden como se indicó en el artículoanterior y descrito en su libro por JuliusKlein, sirviendo para crear infinitos yestrechos vínculos humanos entre losagostaderos, pero además procesosmigratorios, de colonización y asimilacióncon repercusiones administrativo políticasy culturales, que tienen una explicacióndirectamente proporcional con la prácticacontinuada de esta actividad.

Y en esta situación, la Región de Mur-cia, con propiedades y condiciones climá-ticas de agostadero e invernadero, regidapor la doble función modificadora queejerce el mediterráneo, como suavizadorade temperaturas extremas y como fuentede humedad, suscitó desde la antigüedad,en buena medida, la atención del pastortrashumante.

En cualquier caso, el agua es para latrashumancia un bien natural muy escaso,pero sin ninguna duda, el factor de mayorimportancia para la supervivencia delganado. Sequías, inundaciones, irregulari-dad en los aforos, demandas crecientes, ydesequilibrios pronunciados, son la cons-tante de mayor relevancia de los recursosque se demandaron desde el principioactivo de la Mesta. La logística, exigió unaestructura itinerante, donde además decontar con ríos, marjales y lagunas, hubie-ra que elaborar una cadena de abrevade-ros disponibles, que estarían protegidos yconservados, por la razón y el perfectosentido organizativo del que se preciódicha Institución.

Así fue como en el inmenso enjambrede redes pecuarias, todas dirigidas a las

inmediaciones del Segura y su principalafluente, el Guadalentín, hubo que distri-buir el paso de rebaños, por ramblas, sur-gidores, manantiales, fuentes y cuantospuntos de apoyo en ventas, posadas, fon-das y caseríos, fuera necesario para unefectivo abastecimiento al ganado. Decualquier forma, es evidente que el instin-to del pastor, que heredaba la experienciade su antecesor, efecto de una labor mile-naria transmitida en la mayor de las oca-siones de padres a hijos, dirigía con nota-ble éxito la conducción del ganado; permi-tiéndose la facultad de proponer obras eneste aspecto, encaminadas a reforzar laseguridad y protección de la encomiendade los animales bajo su custodia. El pastor,era el más diestro viajero y conocedor delderrotero de ruta. Las jornadas de anda-dura; los vericuetos, rincones, caminosserpenteantes, grutas y cuevas de cobijo,eran su mayor preocupación, pero siem-pre teniendo en cuenta el abastecimientode agua para el ganado. En estos casos,una vez reconocidos los recorridos, se fija-ba en aquellos lugares donde pudieranconstruirse, pequeñas presas que mantu-vieran humedales, o instalación de canali-zaciones hacia balsas, pozos, albercas yaljibes, que aliviaran las inclemencias enépocas de sequía, y por supuesto asumía elsentimiento de colaboración para uncorrecto uso y utilización de estas infraes-tructuras de agua, además de ofrecer una

Abrevadero a orillas del Río Chícamo. Corredor pecuariode Valencia, Alicante y Murcia.

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información actualizada de cuantas ano-malías se producían en las mismas.

El mayor problema se producía fre-cuentemente en las lagunas litorales (unamuestra visitable, son las de Marchamaloa la entrada de la Manga y del Rasall, enCalblanque de Cabo de Palos), como con-secuencia de su salinidad, incursas en lamorfología de nuestras costas bajas y are-nosas, en las cuales una corriente de deri-va marítima formaba una serie de barrasde arena o restingas que terminaban ais-lando del mar algunas zonas deprimidas.Sin embargo la presencia de manantiales ylas aportaciones de agua por parte debarrancos y ramblas, conseguían eliminarprogresivamente los excesos salinos, queaunque beneficiosos con mesura, acarrea-ban riesgos digestivos e infecciones, sin eldebido control del ganado. No obstante,procede recordar que la sal es un elemen-to decisivo en el sistema de alimentaciónovino y que estas superficies pantanosashan sido una buena fuente de recursospara el trashumante. Ahondando en estamateria, hay que referirse a la variabilidadedáfica del territorio murciano-almerien-se, que no impide, aunque este sea emi-nentemente calizo, que se presenten enalgunas zonas de interior ródenos y are-niscas, así como suelos inundados salinos(Rambla Salada en Fortuna y Saladaresdel Guadalentín, entre otros), formandohumedales de magnífica riqueza para elpastoreo, y punto obligado de paso trashu-mante a lo largo de la historia de la Mestaen nuestra Región.

Pero regresando al antecedente históri-co, conviene traer a la memoria que alhablar de la trashumancia y salirse de loscaminos de la Mesta, supone entrar en lacomplejidad de la hipótesis pretendiendoexplicar todos los fenómenos que transfor-maron gradualmente el origen de su exis-tencia. Ahora bien, la Real Mesta, se desa-rrolló al margen de los territorios de laantigua Corona de Aragón, por ello el

Reino de Murcia, por su situación y orien-tación geográfica, recibió independiente-mente -entendiéndose practica ya iniciaday aceptada desde la antigüedad-, la trashu-mancia de la organización centralizadacastellana y la procedente desde el Reinode Valencia de las zonas del Noreste. Parael caso de Murcia, advirtiendo algunosestudios referidos a la época medievalcomo los de Torres Fontes y MartínezCarrillo, y el que se ocupa para tiemposmás modernos, como es el caso de Lemeu-nier, la mayoría de las referencias biblio-gráficas son textos locales dispersos y frag-mentarios, y no aportan una visión globalde la importancia de la ganadería, regis-trada desde la perspectiva de su contextoprimitivo o de su organización territorial.

Por tanto, poco podremos aportar dis-tinto a lo que se encuentra ya descrito, enla documentación presentada por dichosinvestigadores antes citados, a excepción,de la confirmación de casi todas las víasque penetraron a la Región y como comen-tamos en el último párrafo del trabajoanterior, el presumible paso esporádico derebaño trashumante por nuestras tierras,contra lo establecido y defendido por elConcejo murciano amparándose en privi-legios alfonsinos. Ahora bien, las citasencontradas nos proporcionan un graninterés, para que se tengan en cuenta y serecuerden en estas páginas.

Con respecto al territorio la explotaciónagrícola en los Siglos VIII al XIII, se exten-día del norte de Castellón a Murcia, y enparticular en aquellos puntos fundadospara grandes regadíos, Morvedre, Valencia,

Salinas de Rambla Salada.

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Alzira, Elche Orihuela y Murcia. Estehecho confirma al propio tiempo la fuerteimplantación de la ganadería, sobre todoconociendo la enorme y larga tradiciónentre árabes y bereberes, a esta actividad,ya que las ovejas y cabras eran la fuentebásica de carne para estos pueblos musul-manes; además del marcado proceso deelaboración conseguido de la piel y lana deestos animales para tejidos y ropaje, sinperjuicio de ser buenos pastores, al reti-rarse a las montañas o tierras de secanoalejadas de las huertas para la práctica deloficio, aprendido intensamente durantegeneraciones en el África natal. De ellosprocede, entre otras, la temida palabra:"zadaka", que significaba el impuesto quese aplicaba al ganadero (una res por cadacuarenta cabezas, y, progresivamente, enfunción de su número, las que la Autori-dad considerase oportunas cobrarse).

Más tarde, la ganadería se desarrolla-ría sobre la base del aprovechamiento delas dehesas y boalares o dulas2, y del pas-toreo de régimen trashumante entre ellitoral y los pastos de serranías, que searticularía mediante privilegios o franqui-cias y posteriores acuerdos de reciproci-dad, de las que Murcia se irrogó credencialpara defenderse del pastoreo exteriorcuando le interesaba; sin perjuicio demantener la tradición árabe, exigiendo alganadero el tributo de pasto ya fuere localo de tránsito, conforme al comunicado porel que Jaime I, otorga al señor de Montesay Vallada, del siguiente tenor:

"...que puguen rebre herbatje de tot elbestiar, a saber, sis xais de cada mil ovellesparteres i sis cabrits de cada mil cabres per-teres, així com nós rebem el dit herbatge alstermes dels altres llocs nostres del Regne."

En cuanto al tránsito del rebaño, se

gravó por los derechos de paso, asadura oborra, que consistía en el pago de una resen función del tamaño del rebaño, y serecaudaba en el viaje de ida o en el devuelta por el arrendador del herbaje. Estadura carga para los ganaderos, como plan-tea I. Burns, en sus estudios (1987), hacesuponer del constante deseo de rebeliónpara obtener libertad en los derechos depasto. Algunas insurrecciones fueron apla-cadas mediante una de las primeras rúbri-cas para los Fueros de Valencia y Murcia,proveniente de un privilegio fechado en1239, garantizando la libertad de pastar aquienes en todas: "les terres de viles, decavallers, de clergues i de religiosos, depastura a pastura i de séquía a séquia".

El Reino de Murcia es, a mediados dels. XIII y principios del XIV un territorio debaja densidad demográfica, y con escasabase agrícola, en el que predomina la acti-vidad silvoso-pastoril, pero con incipienteampliación de los regadíos. En este con-texto de despoblación, con una débil apro-piación privada del suelo, se ve favorecidoel uso colectivo en la organización y explo-tación del espacio rural, superando, inclu-sive, el ámbito de la comunidad local; porlo que con ello, más allá del privilegio deconcedido por Alfonso X, surgen acuerdosde "compascuidad" en toda la extensióndel Reino, bien entre Yeste-Lorca; Mula-Alguazas; Cartagena-Lorca; Lorca-Totana,etc. Convenios o concordias que, a la vez,conllevan confrontaciones por los límitesentre Murcia y Cartagena, según manifies-tan Pérez Picazo y Lemeunier en su traba-jo de 1984. En este marco, que junto alagua, se disputan la tierra, surge una eco-nomía pecuaria extensiva, cuyos benefi-ciarios los oligarcas locales, pobladoresaragoneses y castellanos principalmente,

2. "Boalar", que correspondía al vocablo menos conocido por "dula", denominaba al conjunto de cabezas deganado que iban a pacer a la porción de terreno comunal de los vecinos de un pueblo, que por tandas o turnosrecibía agua de riego de una misma acequia con destino a la producción de cultivo, donde una vez recogida lacosecha, dejaban entrar a los animales para alimentarles, con lo que al propio tiempo, se conseguía limpiar el reta-mal de desechos completando el barbecho.

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tratan de mantener su poder a través delos Concejos que controlan.

En el s. XIII, consta la trashumancia derebaños castellano-manchegos de Cuenca(Huete, Jávega y Alarcón), y de Albacete(Alcaraz), a tierras de Murcia, aunque dic-tándose, en 1267, disposición, por AlfonsoX, en la que se favorece decididamentedicha transhumancia mediante el estable-cimiento de franquicia, pero dificultandola aragonesa, elevando al ocho y medio(cifra de gran descontento), el diezmo dealmojarifazgo para sus rebaños. Recípro-camente, pasando a Orihuela, zona dedominio de la Corona aragonesa, el con-cepto de montazgo de los castellanos seríael doble que para los aragoneses.

El comercio lanero castellano y delReino de Murcia, hacia los puertos italia-nos como distribuidores de pelo de las ove-jas y carneros para Europa, tuvo que com-petir con el aragonés, que dirigía su tráficopor el mar. En este sentido Cartagenarepresentaba la única posibilidad de com-petir en la exportación de lanas hacia elmercado mediterráneo. Ante esta eventua-lidad, Alfonso XI, en 1349, temiendo unasalida excesiva que repercutiera en el abas-tecimiento al comercio interior, disponeque: "...la mitad de la lana de los ganadosque invernasen en el Reino de Murcia, lallevasen a la aduana de Murcia o de Lorca"(deduciéndose, con esta y otras referenciasindirectas, la presencia de lanas merinasen Murcia, según nos confirma en 1985,Torres Fontes). Con la imposición de estamedida, se creaba un contradictorio parael desarrollo económico, por una parte, seejercía el proteccionismo de la poblacióndel Reino cubriendo sus necesidades másperentorias; pero de otra, se gravaba a losganaderos que trashumaban a esta tierra,con la limitación de exportar la lana deventa deseada a Italia. Los ganaderoscomenzaron a retirarse de los pastos deMurcia, y la insuficiencia de lana obligó adictar una Ordenanza liberalizadora que

autorizaba la entrada de paños extranjerosmás baratos. Este hecho, convirtió la situa-ción en realmente drástica. Lo demuestralo expuesto por los regidores al Consejo deCastilla, ante tan nefasta disposición:"...este motivo que padecemos ha obligadoa los vecinos a emigrar y los que teníanganado lo han vendido, de manera que decincuenta mil ovejas, no quedan más deocho o diez mil". Los Reyes Católicos, con-templando la ruina que se padecía, atendióla súplica, restringiendo la entrada depaños extranjeros.

El Cuaderno de la trashumancia núm.19, publicado por el Ministerio de MedioAmbiente, confeccionado por el equipo deespecialistas: Fernández Temprado; Far-nós i Brel; Obiol Menero; Rodríguez Gar-cía; Virgili Guardia y Arasa Centelles; nosacerca al mejor conocimiento de esta acti-vidad en el litoral Mediterráneo. Por lacalidad del estudio realizado, dedicado aMurcia, cabe destacar la información delmás puro y rico tenor, conforme reza acontinuación:

«La Región de Murcia destacó duranteun largo y dilatado invernadero, iniciadocon dominio de los Reyes cristianos, por lacalidad de las regulaciones locales, el pre-dominio del uso pecuario de la mayor partede su territorio y por el volumen de lascabañas que sustentaba. Las regulacionesde 1383 (Maria de los Llanos Martínez;1982), pretendieron salvaguardar los des-plazamientos trashumantes y garantizar elcontrol concejil sobre ellos, tras el que seadvierte el interés de los regidores y demásmiembros de la oligarquía local por tutelarun sector económico, del que eran los prin-cipales beneficiarios. El rigor se impuso,gracias a exigir a los ganaderos su obli-gada asistencia al lugar prefijado paracelebrar las dos mestas anuales, coinci-diendo con la primavera y el otoño, que,presididas por un Alcalde Concejil, censa-ban las cabañas; se ocupaban de la vigi-lancia y auxilio al ganado, designando a

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dos hombres buenos, elegidos y costeadospor los propios pastores, a quienes acom-pañaban a lo largo de las rutas estableci-das; cobro de los impuestos y otras actua-ciones como consecuencia de la reduccióndel pago del servicio y montazgo».

Pero donde verdaderamente sobresalióel intervencionismo del Alcalde de Mestamurciano, diríamos que fue en la recauda-ción de las tasas destinadas a la limpieza yadobe de balsas y aljibes. En estos casos,se llegó mucho más allá, debido a laimportancia de mantener funcionando losabrevaderos en perfectas condiciones deuso, y la ampliación de sus construcciones,se concertaba con los propietarios de pun-tos próximo al descansadero diario, dichasprestaciones de mantenimiento, conserva-ción y obras de las infraestructuras nece-sarias, que ofrecerían el imprescindibleservicio de agua para el ganado.

Las Cañadas y Veredas, también fue-ron denominadas "Caminos del Agua",elemento liquido indispensable para reali-zar el trayecto trashumante. Nadie sabíamás y mejor, sobre los itinerarios trashu-mantes a recorrer que los pastores, queprimitivamente se les distinguió por sudestreza zahorí. Pero a su vez, se valieronde otros hombres que cuidaron y conser-varon el lugar de la surgencia localizadacomo abrevadero permanente.

Después de visitar el contorno periféri-

co de la Región, buscando las vías trashu-mantes de penetración y prolongación delas existentes en las provincias colindan-tes, se consideró oportuno, tratar algunosterritorios con recorridos pecuarios, queprocedentes de las provincias vecinas seadentraron en el interior de nuestrascomarcas. Además de los páramos de lacabecera del Guadalentín (influencia detrashumancias almerienses), Río Mula(provinientes de pueblos granadinos comola Sierra de Maria y Santiago de la Espa-da), Rambla Salada (vías pecuariasentrantes por Albacete desde Cuenca) yRío Chícamo (punto de encuentro entre lacabaña local y la trasladada a través delReino de Valencia procedente de Aragón),me atrajo poderosamente la atención labajante concreta de Cañada de la Cruz conramificaciones a Moratalla y Calasparra; y,desde estas ciudades, hasta Yechar situadaen el extremo Este del término de Mula.

Entendiendo precisar ayuda y aten-diendo las invitaciones cursadas por mientrañable y admirado Profesor, FloresArroyuelo, para visitar Mula, en la que dis-fruta, gozando del descanso merecido desus días libres en la tranquilidad del silen-cio que proporcionan las gruesas paredesde su barroco edificio, que contienen unabiblioteca única, donde además este relaxfísico y mental le sirve de fructífera y elo-cuente inspiración para sus magníficostrabajos literarios y de investigación, seme ocurrió la idea y oportunidad de pedir-le que localizara a un personaje conocedorde la zona en temas pecuarios. Ofrecidogenerosamente, como es característico ensu persona, pocos días después de habér-selo interesado, concretó día y hora de lamañana que debíamos vernos en un cén-trico bar-restaurante de Mula, "Salazar",para más señas y de exquisita muestragastronómica para el viajero. Allí estuve.Me presentó a D. Juan Abellán Fernández,quien acompañándonos buena parte deldía, demostró conocer como nadie las vías

Abrevadero de Yechar, en el corredor pecuario de Mora-talla-Calasparra-Albudeite.

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pecuarias itinerantes desde el Norte al Surde la Comarca Este de Mula, todas conver-gentes en Fuente Caputa.

Y allí se hizo el milagro. Sin preverlo,descubrí, que aún hoy día, en ese lugarconocido por la ladera del "Lomo delHerrero", aguas arriba de las estribacio-nes de Fuente Caputa (caput aquae),coronada por su peñón, en el camino delRamal de la Vereda, existe impertérrita laobra del abrevadero del Servicio Concejíldel Paraje del Ardal de la casa del panta-no, mantenida y cuidada desde niño, porsu conservador (quizá el último de suespecie), cual fiel sirviente de su amo,comprometido con su herencia familiar.Anteriormente también lo hizo su padre, yquien sabe si su abuelo y cada uno de susantepasados, sino allí, en otros lugaresremotos, según nos recuerda.

Meses más tarde, el objetivo fue volver,expresamente, a entrevistar a este hombrede pequeña estatura, pero de una grande-za indescriptible, Antonio Pastor Belijar(76 años), que me enseñaría toda unaforma de vida ermitaña, sana y envidiable,junto a (Josefa y José) sus dos hermanosmenores (los tres solteros) en una dehesaaislada, oculta y olvidada de la civilización,denominada como antes se ha descrito el"Ardal de la fuente de la casa del Panta-no". Charlamos durante toda aquella tardede domingo de primavera, mientras detec-taba que le robaba el tiempo para otrosmenesteres, puesto que el laboreo de laagricultura, en aquel campo, convertido enhuerta la franja regada, no da respiro. Porsu interés humano, junto a otras entrevis-tas de personas afines al pastoreo,ampliando a un tercer capítulo final estaserie documental, se exprime lo más esen-cial de la sencilla conversación mantenida,en un ambiente de humilde sentido desupervivencia, en esta tierra prometidaexultante de inusitada belleza productorade fulgurantes esquilmos, gracias al agua ylas mimosas manos de sus cuidadores,

hasta extraerle las más inverosímilespequeñeces que comprenden una formade vida desaparecida, circunscrita al tra-bajo de sol a sol, los trescientos sesenta ycinco días del año.

Hablaba con Antonio, cuando aproxi-mándose, se nos dirigió quien sería uno delos informadores más contundentes sobreel conocimiento de aquel campo, D. JuanAntonio del Toro Sánchez. Hombre culto yexperimentado, con excelente formación,examinándome de forma exquisita y edu-cada, pero con la sequedad propia de con-siderarme intruso en aquellos pagos. Seacercó lentamente hasta que entablamosconversación. Con ciertos recelos primeroy abriéndose con sincera entrega después,contó que había comprado y restaurado elcasón, pegado a la vieja casa de residenciade la familia formada por los hermanosPastor Belijar, cuyo primogénito, Antonio,se encontraba allí presente; y los tres case-ros del dueño de la finca, D. Domingo Abe-llán Llamas, abogado residente en Madrid.La casa que había rehabilitado, se laadquirió a D. Juan Pérez Escámez, repre-sentando a Vecofín, S.L., y antes habíapertenecido a su tío José del Toro Egea,que a su vez se la vendió su primitivo pro-pietario D. Juan Antonio Martos Monreal.La finca en su totalidad, de algún noblemuleño, fue segregada en tres partes en els. XIX. En el corazón de la misma, delantede la presa romana arruinada, se erigeuna pequeña presa (1 metro de altura, cin-cuenta centímetro de grosor y 15 metrosde estructura curvada, conteniendo unalámina de agua cuya superficie es de 150m2.), que tiene la misión primera de llenarel citado abrevadero concejíl (canal deunos cien metros de longitud, y 30x30 cm.de cauce), utilizado desde tiempo inmemo-rial para el ganado trashumante.

El cometido principal del abrevadero dela fuente del Ardal, sigue siendo ofreceragua al ganado (todavía hoy punto debebedero de los rebaños de paso y los que

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pacen durante meses de Juan el de "Cur-tís", en las aledañas tierras de rastrojoarrendadas por su propietario D. JuanMartínez), sin perjuicio de que en la abun-dancia de agua, tambien se utilizase paracultivo, ha sido finalmente conocido por elHeredamiento Tradicional de las Aguas delas Fuentes del Ardal, constituido por D.Francisco Espín López; D. Domingo Abe-llán Llamas (propietario como se ha dichode la vieja casita y tierras que explotan loshermanos Pastor), y el propio intervinien-te, el Sr. del Toro Sánchez. Lleno de nostal-gias y recuerdos, desprendiendo hechurade sentimientos por aquella tierra, regadapor el sudor de su abuelo y propio padre,en funciones de labradores (como prefierese les llame), allí en aquella misma casa,señalada con el dedo índice, convencidodel dolor que allí se padeció en el pasado,comprada y reparada mediante un gransacrificio, le traicionó su rostro sereno, que

expresaba el cariñoso regocijo de ejemplarorgullo, de haber cumplido su vieja aspira-ción: ser el dueño y rehabilitar la casadonde prestaron sus servicios como labra-dores su abuelo y padre.

El paisaje que inspira la más pura ima-ginación y fantasía lúdica, nos adentra enuna estela mágica, cuando paseando por elabrevadero, oteamos los restos de la viejapresa que se interpone en el cauce quetranscurre por la hondonada del Paraje delArdal, de la que el Cronista Oficial de Mula,González Castaño, conoce de su antigüe-dad, íntimamente ligada con los vestigiosde una Villa en los aledaños, que algunosarqueólogos la datan de época romana.

Lo que sobrecoge en este lugar al espec-tador, es el silencio que alberga su entorno,intuyendo el misterio de su aura. Sensacio-nes de un fenómeno espiritual que noshace comulgar con el frenesí de su encan-to. Es la espeluznante atmósfera inmaterialque nos rodea, lo que provoca contener larespiración en aras de disfrutar a conti-nuación del hálito de aliento. El suave vien-to que invade el alma, es un soplo de gozoy satisfacción, cual apacible deleite de lossentidos que nos relaja en la eternidad. Nosatrae y nos dejamos abandonar, emulandoa Ulises seducido por la música lisonjera delas sirenas. Admiramos incesantes, elámbito general de la envoltura física quebrilla en su insuperable hermosura paisa-jística, trueque del mar en la campiñaalumbrada por un cielo azul intenso, dondeel tiempo parece haberse detenido.

Entonces nos interrumpe la naturale-za, con un fondo acústico piante, proce-dente de los anidamientos de aves quemoran en las pinadas de las cercanías,despertando de un micro sueño reparadorque nos transportaba a la lejana búsquedade leyendas escritas en la nebulosa delsuceso mítico. Tal como la fábula que secuenta por aquellos caseríos, comprensivaa la cronología árabe, mantenida en épocade la cristiandad, sobre la "mujer hermosa

Abrevadero del Argal.

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de las aguas de Caputa", que siendo ninfaresidente en las fuentes, elevándose de susaguas, aparecía su espíritu en las madru-gadas del solsticio, concluyendo en lanoche de San Juan, con una llamada deparada a caminantes, viajeros y pastores,que por allí pasaban. Pedía un beso paralibrarse de un viejo encantamiento, y a sucontacto embelesado del lugar quedaba elcomplaciente paseante. Cerramos los ojos,dejando que la brisa nos acaricie el rostro,y el beso se deja notar. La divinidad, seadriada, sílfide, oréada o náyade, ha cum-plido su objetivo, hechizarnos al infinitocautiverio del flas de la retina, prendidapor ese paraje que nunca olvidaremos.

Continuando el repaso de lo aconteci-do, en el año 1487 se revisaron las orde-nanzas de 1383, poniéndose especial énfa-sis en lo relativo a tres aspectos, según nosexplica Torres Fontes, con la condiciónexpresa de acudir todos ellos a la Mesta deMurcia:

1. El uso de pastizales y agua entreConcejos colindantes.

2. La revisión de los tributos, y,3. Apoyar a la autoridad del Concejo

murciano, frente a las pretensiones de laReal Mesta y sus cabañas.

Disolviendo cualquier duda sobre eluso de las dehesas del Reino de Murcia,para pastos de la trashumancia a lo largode sus más de seiscientos años de existen-cia, pese a lo reiterado por los privilegios

concedidos por Alfonso X, confirmadosposteriormente por Fernando IV, reser-vándola para los vecinos murcianos, quese hicieron fuertes en distintas ocasiones,apelando a su derecho y tratando de con-vertir el territorio en un valladar, se haceconveniente insistir y aclarar en relacióncon los datos obrantes en los múltiplesdocumentos que constan en el ArchivoHistórico sobre la Mesta, los pingües bene-ficios, que reportaba al Concejo el arren-damiento de los pastizales a la trashuman-cia castellana, a veces también a la arago-nesa, que como quiera que su territorioera atravesado hasta Cartagena, unasveces a pastar y otras para alcanzar supuerto, principal base del comercio lanero,hubo de habilitar: "... en el ámbito del tér-mino municipal de la ciudad de Murcia,dos veredas menores y una mayor a travésde la huerta, construir puentes de pasosobre las acequias, y los ríos Segura y San-gonera, así como cumplir la Orden de losReyes Católicos de 1502, amojonandodebidamente las veredas, ante las quejasde los pastores, a los que se les imponíanpenas y gravámenes por daños ocasiona-dos por los ganados a los cultivos".

De la relación de pleitos que se tienen alo largo de los siglos XIV y XV, induce apensar que el territorio murciano quedófuera del dominio de los intereses repre-sentados por la Real Mesta, y que ningunade sus cañadas penetraban en él, si bientenemos constancia de que los ganadosconquenses y manchegos ocupaban mayo-ritariamente el invernadero murciano, porformar parte este de su mismo Reino.Negaciones del Concejo al entregadorPedro Martínez de Albiellos en 1308; sen-tencias frente a los adelantados Juan Lópezde la Torre y Alfonso Yañez Fajardo (1390y 1395); además de otra contraria a laspretensiones del Conde de Buendía (1487)y pretensiones del bachiller Fernando delCastillo (1499), no se puede considerarsuficiente para determinar que el territorio

Pozas y presa de Fuente Caputa.

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murciano no fue ocupado por la trashu-mancia de otras regiones, durante los seissiglos mesteños. Las prohibiciones seríanférreas, pero otros intereses particulares ylos propios del Concejo en ocasiones, cede-rían frecuentemente el acceso a la jurisdic-ción. Así se entiende, cuando Enrique II,dicta prohibición a mediados del s. XIV, ala trashumancia aragonesa, conminando aque abandonen el Reino de Murcia y se cie-rren sus fronteras. No pacerían por casua-lidad, ni contraviniendo órdenes reales,sino por el precedente de aprovechar losprivilegios reales concedidos, aceptando laocupación de sus tierras exclusivamentepor concierto o arriendo, acuerdo coinci-dente con las pretensiones del Concejo, queaspiraba a rentabilizar al máximo los ricospastizales con que contaba.

La aceptación de paso por las tierrasde Murcia, sólo a quien elegía y aceptabasu Concejo, previo acuerdo de concierto depago de uso de dehesa, queda corrobora-do en lo investigado por nuestro querido yadmirado profesor, Torres Fontes, recono-ciendo que la cabaña que aprovecha lospastos murcianos es muy numerosa, lle-gando rebaños de Madrid (Villarejo de Sal-vanés); Guadalajara (Medinaceli, Labran-cón y Molina de Aragón); Cuenca (Traga-cete, Pajarón, Cañada del Hoyo, Carbone-ras, Manchuela, Huete, Cuenca y Sierra deParrilla); Albacete (Villanueva de Alcaraz yChinchilla); Valencia (Valencia, Torrente,Andilla, Aras de Alpuente y otras muchasciudades). Por tanto, el Concejo sería per-misivo, en función del acuerdo económicoy material que le favoreciese en cadamomento. Por el contrario, emplearía lafuerza para el desalojo de sus tierras, enaquellos casos de insurgencia, incumpli-miento del concierto o simplemente porincompatibilidad o devolución del agravio,que en ocasiones se producía a los gana-deros murcianos cuando llevaban sus ani-males a los pastos estivales de altura, de loque también se hace eco, T. Fontes, cuan-

do explica que: "...de ello se derivaron ten-siones y enfrentamientos, como sucedió enel Reino de Murcia y en otras partes".

Pero los terratenientes del Concejo nosólo se enfrentaban a las muchas preten-siones de ganaderos del exterior, sino agrupos de vecinos labradores del campo yhuertanos de cultivo tradicional, que afinales del s. XV y a principio del XVI,denuncian a los Reyes Católicos, la intere-sada oposición de ciertos regidores a laexpansión y nueva puesta en producciónde siembra y cosechas de riego en aquellaszonas apropiadas, que reportarían losconsiguientes beneficios comunales:"...terrenos muy buenos para sembrar enellos arroz, aljonjoli e algodón e cáñamo".

A lo largo de los siglos XVI al XVIII, seinicia la crisis generalizada de la RealMesta, y en Murcia comienza a prosperarel uso del agua de fuentes, manantiales ysurgencias con destino al cultivo hortofru-tícola, pese a que mucha de esta agua esta-ba reservada al gremio concejil del pasto-reo; pero a excepción de los conflictosentre ganaderos y campesinos, en lugarescomo Mula y Cartagena donde las rotura-ciones (el arado) se habían adelantado, enel resto de la geografía murciana la abun-dancia de tierra inculta fue aprovechadapara su cultivo con el agua sobrante de laque se utilizaba para el ganado. Aunquebien es cierto que, en más de una ocasión,se realizaban tandas de riego inapropia-das, expoliando la escasa agua que enépoca de sequía, brotaba en los puntosconsolidados por los "caminos del aguapara la trashumancia", o también mejorconocidos por cañadas y veredas. En estoscasos, la oposición ganadera, arrostraba aconflictos graves entre las partes, dondeen más de una ocasión se tuvo que inter-venir por la autoridad, para evitar mayo-res consecuencias.

La evolución de la última época de latrashumancia (1519 a 1837) en la geogra-fía murciana, se comprende mejor bajo la

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clarificación del estudio de Lemeunier(1977), basado en la documentación delcobro del medio-diezmo por parte delCabildo de la Diócesis de Cartagena. Comodato del censo del ganado trashumante,aparece a principio del s. XVI cercano a50.000, para terminar en 1595 con casi100.000 cabezas. A partir de 1648, el des-censo es ostensible, puesto que ya nuncase llegaría a alcanzar las cincuenta milreses. En el s. XVIII, la cabaña permaneceestable con cantidades próximas a 25.000,y finalmente entre 1795 a 1837, se regis-tra el definitivo hundimiento del oficio,pues raramente se superaría la cifra de15.000 cabezas. Es significativo que loshatos trashumantes que venían a Murcia,tuvieran un tamaño medio sin disminu-ción de 500 cabezas, pese a la crisis que sevivía en la ganadería, no obstante, decre-ció el promedio de propietarios de 85 a 26,siendo el origen de los pastores que entra-ban a las dehesas de Murcia procedentesen primer lugar de la Mancha conquense,y en segundo, en menor proporción de laSerranía de Cuenca; los Montes Universa-

les (Sierra de Albarracín); o de Granada yValencia, además de los dominios de laOrden de Santiago.

Estas cabañas se concentraban en esteinvernadero, extendiéndose hacia la zonacostera meridional de Lorca, para termi-nar desplazándose, posteriormente, a loscampos subdesérticos, como Mula, Molinao Fortuna; tendencia que se abandona porlos trashumantes, en favor de penetrardesde los bordes manchegos orientales, aCieza, Hellín y Tobarra, que aunque lospastos eran deficientes, el agua no era pro-blema de confrontación, circunstancia quese daba en los cuatro corredores de agua,aprovechados como principales víaspecuarias murcianas: la de Moratalla,Mula, Murcia; Jumilla, Fortuna, Abanilla,Murcia; Caravaca, Río Mula, Murcia, yLorca, Guadalentín, Murcia. Si bien, todaslas cabañas, tenían la alternativa de tras-ladarse hacia el campo de Cartagena yFuente Álamo, a través del Portazgo, ubi-cado en el Puerto de la Cadena o de la Aso-mada, lugar donde el "portazguero",cobraba los derechos por pasar por estecamino.

Finalmente, quebrado el mercadolanero se promulgan dos decretos en1813, disponiendo la reducción a dominioparticular los baldíos y otros terrenoscomunes, autorizándose a que los propie-tarios pudiesen cerrar las heredades. Acontinuación queda instaurado el Gobier-no Constitucional, derogando los derechosy privilegios de la ganadería, y también lasleyes de fomento de la agricultura, consti-tuyendo el primer paso del hundimiento

La mesta3.

3. En este mapa de España, antes de 1833 (año que se fija la vigencia del territorio político administrativo porprovincias), aparecen reflejadas tanto las Cañadas Reales (recorrido que efectuaba el ganado), como los denomi-nados puestos reales (puntos donde la Corona recaudaba en los pagos de las Cañadas los impuestos de servicio ymontazgo) y los cabezas de cuadrilla (capitales de los distritos ganaderos de las sierras) que conformaban los prin-cipales elementos constitutivos de la Mesta. En la región de Murcia se aprecian los cuatro corredores pecuariosdefinidos en paralelo con los cursos de agua al margen del Río Segura (siempre protegido de la contaminación delos animales), que corresponden con el Río Chícamo (Abanilla), Rambla Salada (Fortuna y Molina de Segura), RíoMula y su afluente del Ardal y Fuente Caputa por Yéchar (Cehegín, Bullas, Mula, Alguazas) y el Guadalentín (Lorca,Totana, Alhama, Librilla), caminos de agua que junto a la climatología y una fértil tierra de dehesas, configuró aMurcia como panacea del pastoreo.

ciones Públicas (Local, Autonómica yNacional), intentando recomponer los res-tos, que aún quedan, del derrotero pecua-rio. Prueba es, los muchos congresos inter-disciplinares que se han celebrado y cele-bran a nivel nacional, citando el previstopara finales de la primavera de 2.005, pro-gramado por el Ministerio de Agricultura,como uno de los de mayor entidad que sehayan conocido. Sería digno de ser men-cionado en este artículo, pero este texto,insertado en la Revista de su razón, paraesa fecha, ya estará publicado.

Hemos tenido acceso al Archivo delReal Concejo de la Mesta, donde infinitoslegajos de documentación escrita, abrumael ansia del investigador, aturde los senti-dos del interesado y disuade cualquierintento de su lectura integral. No existiríavida suficiente para leer una pequeña partede su contenido, pero hemos escogido deforma fortuita, con referencia a Murcia, un

del sistema ganadero. Si a ello le sumamosla desamortización eclesiástica de JuanÁlvarez Mendizábal (1834); la supresióndel Real Concejo de la Mesta (1836), y laLey de Pascual Madoz (1855), en la que sedeclaran en venta otros bienes pertene-cientes al Estado o a los municipios (comoderechos de agua y terrenos de pasto), ellarguísimo periodo iniciado con la regla-mentación del Rey Sabio (s. XIII), conclui-ría con unas consecuencias imprevisibles,que sufriría la endeble economía de Espa-ña y repercutiendo gravemente en Murcia.La desaparición de las organizacionesganaderas locales que defendieron losintereses del gremio, dio licencia a losagricultores y poderes públicos a usurparuna gran mayoría de las vías pecuarias; ycon ello, quedaba a su suerte, un patrimo-nio medio ambiental de tal naturaleza,donde ha tenido que transcurrir más de150 años, para hoy día darnos cuenta yvalorar su extrema importancia, lamen-tándonos todos de su considerable e irre-versible perdida.

La expansión de cultivos intensivos deregadío (usando el agua que anteriormentese utilizaba para el ganado); el desarrolloconstructivo en montes y litoral (urbaniza-ciones); el auge del turismo rural (restaura-ción de ventas, caseríos y apropiación decaminos vecinales), y las infraestructuras(carreteras, autovías y obras hidráulicas)sobre las vías pecuarias, ha determinado lafragmentación total o parcial del entrama-do del los "caminos del agua de la trashu-mancia". El uso actual de la red, quedadestinado a los pocos ganaderos que toda-vía hacen el oficio. Como en otros casossimilares, preguntando a los pastoressobre las dificultades encontradas paradesplazarse, siempre se nos contesta con lamisma frase: "...cuando no puedo seguirpor la vereda, me desvío por donde puedoy se acaban los problemas. Aún así, debe-mos agradecer que en la actualidad, se rea-lice un gran esfuerzo por las Administra-

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EL AGUA COMO DERROTERO PECUARIO

Documento de la Mesta de 1832.

texto de 1832, en el alborear de la extin-ción de su fuero, donde se expresan lasvicisitudes del pastoreo a lo largo del: "...Cordel para el paso y pasto de los ganadostrashumantes , el general teniendo su ori-gen en la Cañada Real que viene a estaSubdelegación de Murcia, de la de Cieza,pasa por la otra villa de Librilla, hasta salira la de Lorca, por la Jurisdicción de la Villade Alhama...", expresando continuos plei-tos y litigios por el robo del agua de losabrevaderos, uso indebido para riego decultivo e innumerables citas, notas yobservaciones de gran interés científicopara la reconstrucción antigua de la víapecuaria aludida, donde se ubican moli-nos, ventas, posadas, caseríos con esta-blos, fuentes, ramblas, manantiales, pozosy otros muchos detalles con sus respecti-vas nomenclaturas y nombres que hacenreferencia de su antigüedad; que indicansu herencia testimonial de un pasado leja-no, lleno de riqueza memorística para elrescate del recuerdo perdido. Adjunto seincluyen escritos al Presidente del Honra-do Concejo de la Mesta; informes expedi-dos por Madrid a la contaduría del Fiscal;al Subdelegado de Mesta de Murcia y rela-ciones Juradas: "...de las cantidades ingre-sadas por razón de multas impuestas a losganaderos que no presentaron en tiempooportuno la certificación de los ganadosque les pertenecía en el año próxima pasa-do 1831, conforme al artículo 7, de laSuperior Orden de 5 de Diciembre de1829...". Finalmente conclusiones delexpediente por el Consejo, examinado sucontenido, cierra un grueso legajo docu-mental, donde se advierte de la complejatrama organizativa con que se contaba,para mantener una exhaustiva inspección,intervención y comprobación de las rentasque proporcionaban al erario real, losdevengos del ganado estacionado o tras-humante, inserto al uso de las vías pecua-rias, protegidas y amparadas por fuertesmedidas de seguridad y apoyo.

Finalmente, la instalación, a mediadosdel s. XIX, de la red de ferrocarriles portoda la geografía española, terminó defini-tivamente con la trashumancia extrema,del camino seco y polvoriento, inteligente-mente, siempre conducida por el derrote-ro del agua como ruta tradicional deamparo, protegida durante siglos por cual-quiera de las monarquías reinantes.

Como ejemplo de corredor pecuario,me voy a remitir a un pequeño tramo quese deslinda entre 1905 y 1906, denomina-do Cañada de 90 veras llamada del Reinoy del Puente de las Lavanderas, que discu-rre desde el Puerto de la Cadena, a la pro-vincia de Alicante, entrando por Orihuela,cuya longitud se aproxima a 25 kilóme-tros; confirmando un documento de LaMesta, y que D. Carlos Grau Campuzano,Licenciado en Derecho y Archivero delSindicato Vertical de Ganadería, certifica-ría en el año de 1947, exponiendo condetalle la rotulación del itinerario ganade-ro de este camino pastoril, pero que por suextensión, solo me referiré a lo concer-niente en relación con los puntos de abre-vadero, apeadero o descansadero, dondela trashumancia había creado, un paso delarga distancia con el apoyo imprescindi-ble del agua en todo su recorrido, previaconfección de la ruta por su antiquísimoexpedicionario, observando como discurrepor lechos pluviales, fuentes, manantialesy lugares con balsas, pozos y algibes, conlo que para tener siempre disponible elabastecimiento de líquido para el rebaño,bien podría entenderse su serpenteante ysinuoso sendero. Extractada la certifica-ción del Sr. Grau, reza como sigue:

"...esta Cañada, se inicia en la de LosValencianos, en la Hacienda el Postillero(descansadero), partido del Palmar en lascuevas del Cigarrón (junto a las minas deagua en dicha Rambla)...; va hacia elPuente de las Lavanderas (con agua de lafuente del monte del castillo de la Asoma-da)...; Cabezo de Alarcón y la Rambla

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(aguas pluviales)...; baja a la Rambla delPuerto paso de declive de los ganados ...;se dirige al Acequión por un azud, debajodel cual existe un manantial que es abre-vadero...(antiguas canalizaciones roma-nas); sigue por la Rambla al Saltador (cata-rata de la rambla)...; hasta el Osón exis-tiendo un descansadero...; Hacienda deBuenavista (pozo y balsa)...; Rambla delPuerto en sitio de "los ladrones" (agua plu-vial)...; «se expresa que queda sin deslin-dar un trozo, desde Rambla Pacienciahasta el Convento de Santa Catalina delMonte y Castillo de la Luz»4...; Monasteriode la Luz (balsas de agua de los frailes yfuente)...; Cubejo de las Piedras Negras(Rambla del Sordo con agua pluvial)...;Collado del Santuario de la Fuensanta(fuentecilla de agua del "gusarapo")...;llega a Algezares..., al Rincón, junto alBarranco de los Conejos y Rambla de losSerenos (fuente de agua procedente delpico del "Guaraño", y que dió agua al Bap-tisterio con piscina bautismal de la Basíli-ca del Llano del Olivar)...; Rambla del Chi-nar en Los Garres, por debajo del morrónde las cuevas de Aroca, Mulato, Torre deCavador, Cava de los Lajes, Rincón delAguila y Cejo de las Mesetas (agua pluvial,fuente y balsas del Castillo visigodo de LosGarres)...; Rambla de la Fuente de Qui-lés...; Barranco de las Cuevas (agua plu-vial)...; Barranco de la Calera (agua plu-vial)...; Barranco del Zorro (agua plu-vial)...; Rambla del Puerto del garruchal(fuentes de agua y pluvial) y, Presa muyantigua en esta Rambla, a cuyo píe naceun manantial que es abrevadero, y en estepunto existe tambien un descansadero...;Barranco del Picacho (desembocadura detodas las aguas de la costera de estemonte)...; en dirección al Río Segura quees abrevadero, cruzando el Reguerón (Río

Sangonera procedente del Guadalentín,antiguamente descansadero)...; Rambla delas Animas (aguas pluviales)...; Rambla delBarranco de la Muerta (aguas pluviales)...;Ladera del Barranco de Ayllón por el Cabe-zo del Algibe...; Barranco de las Yeserasdel Tejar y de la Cuesta del Gavilán (bal-sas)...; del abrevadero del Río Segura, alReguerón nuevamente, por la boca de lasupuesta mina de oro de la Leona...;Barranco de los Gallegos (aguas pluviales ypozo)...; Rambla del Cementerio de Torre-aguera (balsa con agua pluvial)...; Ramblade los Cocones (agua pluvial)...; Rambla dela Torre Roja hasta el Cejo del Barranco dela Higuera (balsas de aguas pluviales)...;Hacienda del Solimán en la majada de lasvacas (pozo de agua para excepciones desequía en las balsas de ramblas y barran-cos)...; Barranco del Muece (agua plu-vial)...; ramblizos de la Cueva y de lasYeseras viejas (balsas de agua)...; Barran-co de los Canteros (balsas de agua)...; subi-da a la Peña Roja a cuyo píe se encuentrael manantial llamado Mazagalejo, que esabrevadero y descansadero...; asciendepor la Rambla del Norriay que es abreva-dero Concejíl toda ella, y en el Coto deCalin en el manantial, existe también otrodescansadero...; de aquí a las Cañadas deCastilla por el Barranquillo (aguas pluvia-les)...; Cabezo de Illón, Cueva de los Cabe-cicos, Hacienda de la Zanja, Castellar porla Senda de Herradura a la Hacienda CasaBlanca (balsas de agua), dicha Senda es unazagador de los ganados estantes de 90varas de anchura...; por la Boquera deriego de Tavala...; Hacienda de los Belan-do (balsas)...; Alto del Portacho o porta-chuelo al Cementerio de Ceneta (balsas)...;Loma de las Carrihuelas y Humbría de laSerreta que llevan a la Cuesta del Cabezode la Fuentecica de Ceneta, y despues

4. Para conocer el entramado de acuíferos para las bestias en toda la cornisa de la Sierra del Valle -Carrascoy-, pueden verse losartículos de este mismo autor: "Fuentes, manantiales y ramblas, en la Historia del Parque Regional El Valle", I y II parte, en estaRevista de Cangilón, números 23 y 24.

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hasta la Fuente del Pollo sobre la Cañadade Torca...; Cañada del Cristo por la fuen-te de la Pitera que es abrevadero y la deOrdera que tambien lo es, donde allí seubica el camino pastoril que se llama Vere-da Divisoria, conocida por Cañada Real."

Como se puede deducir, ante un docu-mento extensísimo (intenso de direccionesa izquierda, derecha, caminos, casas delabradores, campicos, montes etc.), sólo seha recogido lo correspondiente a la defini-ción de localizaciones de agua durante los25 kilómetros de recorrido, apreciandosela cantidad de puntos y lugares, donde elpastor podía dar de beber al ganado.

Si trasladamos, la enumeración de lospuntos de agua, de esta corta Cañada Real,a todas aquellas vías pecuarias de largatrashumancia, comprenderemos el senti-do de llamarles "Corredores Pecuarios deAgua", ya que sin el conocimiento del iti-nerario con estas conducciones, infraes-tructuras y orografía acuífera, habría sidoimposible los desplazamientos de ganadode unas tierras de agostaderos a lejanosinvernaderos, o a la inversa.

Escribir sobre esta materia, es incurriren la constante del matiz y el descubri-miento de la elucubración. Inspira fantasíaliteraria en la Arcadia de nuestros másíntimos desvelos, preñados de amor alterruño que nos vio nacer, marcada poraquella otra región del Peloponeso, tierrade "Pan", dios de la naturaleza y patronode los pastores y deidades rústicas, de laque hace mención imaginaria el poetaromano Virgilio en sus "Églogas", y fuentede visión ilusoria de la inocencia sin artifi-cios situada en un pasado clásico, ideali-zada por poetas y artistas del renacimien-to, en una evocación de la más sugestivaedad de oro pastoril de todos los tiempos.

Queda terminar este apasionante tema,con la próxima y última aportación, ejem-plo motivado, por la que se extractanpequeños tramos de recorridos antiguos,bajo la consideración de entender las vías

pecuarias como "caminos del agua", queno sólo sirvieron a la trashumancia delganado, sino puestos al servicio del Esta-do, permitieron, con avezados pastores,guiar por territorios distantes entre sí, atropas y ejércitos que los monarcas preci-saban desplazar a otras plazas, ademásdel uso para maniobras o necesidades tác-ticas y logísticas militares. Pero también seincluirá la entrevista, desde una perspecti-va humana y sensible, mantenida conaquellos seres que han dejado su vida enaras del pastoreo, ya sea aquel hombreenvejecido y su hermana, apellidados“Pastor Belijar”, abordado en la fuente delPantano del Ardal, que custodia con esme-ro, en representación del extinto gremiode conservadores de abrevaderos; a la vez,de algunas de las opiniones de los pastoresencontrados, que ahora desean denomi-narse ganaderos, ya sea “Manuel”, el de laVereda del Río Mula, aunque afincado enAlbudeite. O también la de aquel otro,“Antonio”, singular artesano de la maderay el esparto, que realizaba trabajosmanuales en sus ratos de estacionamientodel rebaño, en las laderas de Torre Guil, yfrecuentemente usador del Cordel de losValencianos (que en la antigüedad fueraCañada, para unir con la actual de Torrea-güera y las Veredas al campo de Cartage-na y Fuente Álamo), pero residente enSangonera la Verde.

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Mi agradecimiento a la inestimable colabora-ción de D. Patricio López, Jefe de la Oficina deVía Pecuarias, y a D. Angel Rivas, Encargadodel Archivo General, ambos de la Consejeríade Agricultura de la C.A.R.M.

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