El Agua en el Futuro Sostenible de Colombia

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EL AGUA EN EL FUTURO SOSTENIBLE DE COLOMBIA. ¿PARA QUE QUEREMOS EL AGUA? Ernesto Guhl Nannetti Director Instituto Quinaxi 1. El panorama global del agua. El agua dulce de fácil acceso es una fracción diminuta del total que hay en el planeta. Menos de una diezmilésima parte es lo que se puede usar sin entrar en complejos y costosos procesos tecnológicos de extracción y depuración, como la "minería" del agua subterránea o la desalinización del agua marina, cuyos efectos sobre el medio ambiente son además poco conocidos. Globalmente la escasez de agua potable es tal, que según la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio 1 , 1100 millones de personas no tienen acceso al suministro de agua tratada y más de 2600 millones de personas carecen de acceso a servicios de saneamiento. El gobierno de los Estados Unidos por su parte ha estimado que para el año 2015 el 40% de la población mundial, es decir 3.000 millones de personas, vivirán en países con algún grado de escasez de agua y para mediados del siglo ha fijado esta cifra en 6.000 millones, es decir más que la actual población del mundo. Se prevé pues, un mundo sediento. Gráfico 1 Cantidad y distribución estimada del agua en el mundo 1 Ecosystems and Human Well-being: Synthesis. Millenium Ecosystem Assesment, 2005.

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PROTEGER EL MEDIO AMBIENTE ES RESPONSABILIDAD DE TODOS

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EL AGUA EN EL FUTURO SOSTENIBLE DE COLOMBIA.¿PARA QUE QUEREMOS EL AGUA?

Ernesto Guhl NannettiDirector Instituto Quinaxi

1. El panorama global del agua.

El agua dulce de fácil acceso es una fracción diminuta del total que hay en el planeta. Menos de una diezmilésima parte es lo que se puede usar sin entrar en complejos y costosos procesos tecnológicos de extracción y depuración, como la "minería" del agua subterránea o la desalinización del agua marina, cuyos efectos sobre el medio ambiente son además poco conocidos. Globalmente la escasez de agua potable es tal, que según la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio1, 1100 millones de personas no tienen acceso al suministro de agua tratada y más de 2600 millones de personas carecen de acceso a servicios de saneamiento. El gobierno de los Estados Unidos por su parte ha estimado que para el año 2015 el 40% de la población mundial, es decir 3.000 millones de personas, vivirán en países con algún grado de escasez de agua y para mediados del siglo ha fijado esta cifra en 6.000 millones, es decir más que la actual población del mundo. Se prevé pues, un mundo sediento.

Gráfico 1 Cantidad y distribución estimada del agua en el mundo

Fuente: Adaptado de “Freshwater Resources”. Vital Water Graphics, UNEP, 2003.

1 Ecosystems and Human Well-being: Synthesis. Millenium Ecosystem Assesment, 2005.

Agua subterránea, humedad del suelo, pantanos y humedad atmosférica (30,8%)

Agua salada(1.365.000.000 Km3)

97,5%

Agua dulce (35.000.000 Km3)

2,5%

Glaciares y casquetes polares (68,9%)

Agua superficial en lagos y ríos (0,3%)

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Adicionalmente, para completar el panorama conflictivo generado por la falta de agua de buena calidad, diversos organismos internacionales y expertos afirman que las guerras del futuro se darán en función del acceso y el control de los recursos naturales, dejando atrás las razones ideológicas y políticas. Existen multitud de ejemplos de conflictos potenciales por el agua, como en la cuenca del Nilo que es compartida por 10 países, cada uno de los cuales necesita una mayor parte del caudal del río, única fuente en la región, para poder adelantar sus procesos de desarrollo y crecimiento. La cuenca del Eúfrates, compartida entre Turquía e Irak, ya ha dado pie a amenazas de guerra entre ambos estados, por la intención de la primera de construir un embalse que puede alterar el flujo de los ríos aguas abajo. Incluso se presentan conflictos internos, como entre California y Arizona en los Estados Unidos, que mantienen una vieja disputa, que llega hoy a niveles críticos cercanos al uso de la fuerza, acerca de la parte del caudal del río Colorado, que ya es insuficiente, que le corresponden a cada uno.

Los motores principales de esta clase de conflictos son el petróleo y el agua. El primero, a pesar de su enorme importancia para la sociedad postindustrial y globalizada, tiene posibles sustitutos y tecnologías de reemplazo que empiezan a desarrollarse como nuevos combustibles, como el hidrógeno y los motores híbridos. En cambio el agua es indispensable para la vida y no tiene sustituto posible. La lucha por ella es la lucha por la vida

Las tensiones debidas a la creciente demanda por un bien cada vez más escaso no solamente atraviesan por la posibilidad de conflictos bélicos. Además dentro de este panorama global de creciente escasez de agua, los países que la tienen en abundancia se han convertido en un objetivo de negocios por parte de las multinacionales del agua, que aspiran a crear un mercado multimillonario basado en un bien indispensable para la vida.

2. Tendencias en la gestión del agua.

En un panorama global en el que la escasez de agua dulce es el elemento dominante el manejo del recurso se ha basado en una serie de principios, que son los siguientes:

La comprensión del agua como un "bien público"La gratuidad del recursoLa priorización en la importancia de sus usosLa regionalización de la gestión ya que cada caso es "sui generis"La administración directa por los usuariosCalidad de acuerdo con los usos y las condiciones del entornoEl que contamina pagaUso racional del recursoReusoRecuperación total de los costos

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La aplicación de estos principios se ha realizado mediante políticas, estrategias, normas, obras y acciones, que buscan utilizar el recurso de manera eficiente, que pueden catalogarse en dos grandes grupos. Las que obedecen a una política basada en el manejo de la oferta (línea dura) y aquellas basadas en el manejo de la demanda (línea blanda).

Manejo de la Oferta:

Esta aproximación al manejo del agua es la más tradicional y se basa en aumentar la oferta de agua y hacerla más estable en el tiempo y en el espacio, mediante la construcción de obras de infraestructura. Incluye obras como embalses de regulación para almacenar los caudales excedentes en las épocas de lluvias, canales de conducción, túneles, proyectos de trasvase de caudales, plantas de tratamiento de aguas residuales, plantas de desalación del agua de mar y en general todas las obras que permiten contar con una oferta de agua más estable a lo largo del año o una disponibilidad en zonas que presentan déficit de agua. Esta aproximación no trata el tema ecológico de la producción del agua y en ella la planeación de la gestión se centra fundamentalmente en la programación de obras civiles y los instrumentos administrativos que emplea son de tipo de control como concesiones y permisos de vertimientos.

Este acercamiento, ha sido el más utilizado por los gobiernos y por la banca de desarrollo, por su implicación técnica-económica en cuanto a la construcción de grandes obras, pero es insostenible en el tiempo y produce impactos ambientales muy fuertes e irreversibles sobre los ecosistemas y sobre la sociedad.

Manejo de la Demanda:

Esta aproximación que busca la sostenibilidad de la disponibilidad racionalizando el consumo tiene efectos ambientales de bajo impacto. Su objetivo fundamental es el uso más eficiente del agua con base en la generación de cambios de actitudes de los usuarios con respecto al valor y la limitación en la disponibilidad de agua y el desarrollo y empleo de mejores tecnologías. Por tanto, a diferencia del caso anterior basado en una fuerte intervención sobre el medio biofísico, esta aproximación se basa en gestión preventiva utilizando tecnologías nuevas y más eficientes, como sistemas de riego por goteo, reuso del agua y en la generación de nuevos comportamientos de la sociedad con respecto al agua para lograr cambios en los patrones de consumo, aplicando herramientas como la educación ambiental, el uso de instrumentos económicos como las tasas y tarifas, la aplicación de instrumentos administrativos como los mercados de permisos de agua en zonas con escasez del recurso y el manejo concertado y participativo del agua.

En esta aproximación la planeación de la gestión se realiza dentro de una visión integral del recurso desde su generación, hasta su tratamiento final y reuso.

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Dada la heterogeneidad de la problemática del agua, donde cada caso es sui generis, la unidad de planificación y administración es la cuenca hidrográfica y la participación de los usuarios es fundamental en estas tareas.

Naturalmente estas dos alternativas no son mutuamente excluyentes y la más adecuada gestión del agua debe incluir componentes de las dos, pero privilegiando la segunda y teniendo cuidado en que las obras de infraestructura, tan importantes en la primera, tengan en consideración muy claramente la reducción de los impactos ambientales.

Más aún, es necesario que la planificación de la oferta hídrica tenga en cuenta muy claramente la conservación de los ecosistemas productores del agua mediante instrumentos que la incentiven y la creación de conciencia sobre la importancia de respetar y mantenerlos de forma que puedan ejercer plenamente su función como fuentes del recurso. En este sentido el ordenamiento del territorio y el uso del suelo son instrumentos de apoyo esenciales para la gestión integral del agua.

La diversidad de situaciones y la especificidad de cada caso implican que las normas y los instrumentos de control deben formularse y aplicarse de manera que respondan a las características naturales y a los usos del agua en las diferentes regiones. Incluso en muchos países se considera que la definición de estándares de calidad, otorgamiento de concesiones y en general el manejo del recurso debe hacerse por cuencas. Dicho de otra manera, se considera que " el objetivo de conseguir una buena calidad de las aguas debe alcanzarse en cada cuenca hidrológica". Esta diversidad pone de presente la necesidad de la descentralización en el manejo y control del agua y el papel protagónico de la participación social en su administración.

La gestión del agua debe verse también desde la perspectiva de la calidad, pues la disponibilidad real de agua involucra esta característica. No basta con disponer de un caudal suficiente en términos cuantitativos para abastecer las necesidades de una región, es necesario que este caudal cumpla con las características de calidad que exigen los usos que se le van a dar. La utilización de agua y por tanto el caudal de los vertimientos tanto puntuales como difusos que se hacen a los cuerpos de agua han venido creciendo de manera tal, que la contaminación del recurso ha excedido en muchos casos la capacidad de autodepuración y obligado a realizar costosos procesos de tratamiento de aguas residuales para que pueda ser utilizada aguas abajo. El aumento en la contaminación causada por los crecientes vertimientos de las grandes ciudades y la contaminación originada en el uso cada vez mayor de agroquímicos, se han convertido en una fuerte amenaza para poder contar con agua suficiente y con la calidad adecuada. Se presentan casos como el del río Bogotá, cuyas aguas no son aptas para ningún uso consuntivo después de recibir las aguas servidas de la ciudad, lo que hace que aguas abajo de ella un considerable caudal de agua no sea utilizable en razón de su mala calidad.

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Existen diversos criterios que se aplican para controlar la calidad del agua en diferentes países. Así por ejemplo en la UE se cuenta con normas con respecto al control por sustancias que definen los límites máximos que pueden contener los vertimientos. Se utiliza la doble lista para separar las sustancias tóxicas y peligrosas, que deben vigilarse muy estrechamente, de las que no poseen ese carácter pero que de todas maneras deben controlarse para no exceder ciertos límites. Existe además el criterio de la calidad del cuerpo receptor, que define las características que deben tener los sistemas hídricos de acuerdo con su uso, por ejemplo para el consumo humano, para contacto directo con el ser humano, para la vida de los peces, o para la acuicultura, para citar algunos ejemplos.

La conservación de la biodiversidad, por su importancia especial, ofrece un criterio aparte para limitar la contaminación, para lo cual se han clasificado los ecosistemas por categorías teniendo en cuenta sus necesidades de conservación. Como puede verse la normativa para el manejo del agua debe desarrollarse tanto desde la perspectiva del uso, como desde el punto de vista de la ecología, para lograr contar con un recurso apto para sus funciones ecosistémicas que son más exigentes en términos de calidad, para la vida de peces por ejemplo, que para los usos de carácter socioeconómico. Es decir que la limitante de calidad del agua está dictado por aquellas, ya que el agua para consumo humano de todas maneras sufre un proceso de purificación para hacerla potable.

La planeación centralizada originada en planes hidrológicos nacionales no ha sido en muchos casos una herramienta útil por las dificultades para su aprobación por consenso por parte de todos los interesados, que muchas veces tienen intereses contradictorios y las que implica su aplicación, ya que frecuentemente se busca transferir el agua de zonas ricas en ella hacia zonas deficitarias, lo cual genera oposición y conflictos muchas veces insalvables. Por ejemplo en España, los últimos de estos planes no han logrado su aprobación por las Cortes para que puedan entrar en vigencia. Además la preparación de estos planes requiere de una cantidad de datos e informaciones que la mayoría de las veces no están disponibles con la calidad y la escala adecuadas, lo cual hace nugatorio el esfuerzo para formular un instrumento tan complejo. La planeación por cuencas teniendo en cuenta sus características y circunstancias particulares, parece ser por tanto más acertada.

3. Características estratégicas del agua en Colombia.

Colombia gracias su posición planetaria y continental, ubicada en la zona ecuatorial y entre los dos grandes océanos, y por su compleja y desarrollada orografía es excepcionalmente rica en agua. El Gráfico 2 presenta esta situación.

Gráfico 2

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Posición geoastronómica de Colombia

Fuente: Tomado de The Living Earth Inc. Earth Imaging

Sobre el territorio colombiano llueve el doble que el promedio de América Latina y el triple que el mundial, como lo muestra la Tabla 1. Sin riesgo de equivocarse se puede afirmar que nuestro país cuenta con un potencial estratégico excepcional basado en su abundancia hídrica.

Tabla 1Comparación de precipitación y escorrentía

Precipitación Media Anual (mm) Caudal (L/s/km2)

Planetaria 900 10

Suramérica 1.600 21

Colombia 3.000 58

(Fuente: Datos Básicos IDEAM-UNESCO)

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Para ilustrar la amplia variación del agua dulce disponible per cápita a nivel mundial, la Tabla 2 presenta esta información para los distintos continentes y para algunos países seleccionados del mundo, incluyendo la oferta natural total para mostrar el efecto del tamaño de la población.

Tabla 2Disponibilidad de agua per cápita en 1998

País Total (Km3) Per Capita (m3)Etiopia 110,0 1.771Congo 222,0 78.668Africa del Sur 44,8 1.011India 1.850,0 1.896China 2.800,0 2.231Arabia Saudita 2,4 119Francia 180,0 3.065España 110,3 2.775Italia 159,4 2.785Canadá 2.849,5 94.373Estados Unidos 2.459,1 8.983México 357,0 3.729Argentina 694,0 19.212Brasil 5.190,0 31.424Colombia 1.070,0 28.393

Fuente: World Resources 1998-99. The World Resources Institute 1998)

Además de la abundancia natural de agua, nuestro país posee otra característica muy valiosa que hay que destacar y es la de contar con una condición geopolítica excepcional ya que es un área de nacimiento de agua. Por decirlo de otra manera, Colombia es un país "pent house", en el cual la enorme mayoría de sus ríos y corrientes se originan y terminan en su territorio, lo que permite controlarlos de manera autónoma y minimizar los posibles conflictos internacionales generados por los ríos y cuencas compartidas entre países que son tan álgidos en otras latitudes. Desde luego aquellos que nacen en Colombia y llegan a otros países, en especial los de las cuencas del Orinoco y el Amazonas, implican responsabilidades en el manejo de cuencas compartidas.

Región Total (Km3) Per Capita (m3)Africa 3.996 5.133Asia 13.206 3.680Centroamérica 1.057 8.048Europa 6.235 8.547Norteamérica 5.309 17.458Oceanía 1.614 54.795Suramérica 9.526 28.702Mundo 41.022 6.918

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Las características citadas de abundancia del recurso y de autonomía para su manejo, llevan a formular una pregunta fundamental, que debe responderse con una visión estratégica. "Para que queremos el agua en Colombia?".

Como es apenas natural, el agua en Colombia se distribuye de manera diferencial sobre el territorio y se encuentran zonas en las cuales la precipitación promedio está entre las más altas del mundo, otras que presentan lo que se podría llamar una situación normal y algunas otras, muy pocas, donde existe un déficit natural de agua. Esta diferenciación espacial tan amplia responde a otra característica colombiana que se presenta en todos los órdenes de la vida nacional: la diversidad. Por ello al planear el manejo del agua es muy importante no tener reglas y normas tan generales que no den cabida a la diferenciación regional. Es decir que la gestión del agua debe ser descentralizada.

Como puede observarse en los mapas de escorrentía y precipitación media anual que siguen a continuación, la abundancia de agua en la mayor parte del territorio nacional es clara. Por ejemplo, tan solo se identifican como zonas con una precipitación menor de 500 mm anuales, la parte norte de la Guajira y algunos pequeños enclaves que corresponden a condiciones microclimáticas locales originadas fundamentalmente en la orografía. De la misma manera las zonas con una baja escorrentía promedio, representan una parte reducida del área nacional.

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Gráfico 3 Mapa de escorrentía en Colombia

Fuente: Informe anual sobre el estado del medio ambiente y los recursos naturales renovables en Colombia. IDEAM, 2004.

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Gráfico 4 Mapa de precipitación media en Colombia

Fuente: Informe anual sobre el estado del medio ambiente y los recursos naturales renovables en Colombia. IDEAM, 2004.

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4. Amenazas para el agua en Colombia.

La consideración del agua como recurso estratégico para el desarrollo y la comprensión de que es un recurso limitado, que puede dejar de ser renovable si se maneja mal, plantean dos dimensiones que deben tenerse en cuenta para su aprovechamiento sostenible; la conservación de la oferta hídrica, es decir la cantidad de agua disponible, y el mantenimiento de su calidad para utilizarla sin peligro para la salud humana y ecosistémica.

Con respecto a la primera, el manejo adecuado de las cuencas y de los ambientes productores del agua como los páramos, son esenciales para evitar fenómenos que la afectan como la desregulación de los caudales y la erosión causadas por la pérdida de la cobertura boscosa. Es decir que la conservación tiene que ser una prioridad de carácter determinante, si queremos mantener nuestra riqueza hídrica. Por esta razón es inexplicable que las autoridades ambientales permitan la expansión de la frontera agrícola en los páramos para el cultivo intensivo de papa.

Mirando hacía el futuro, se aduce que la gran oferta nacional de agua, no coincide con las zonas donde se asienta la gran mayoría de la población y sus actividades y por tanto la demanda por agua para los diversos usos. De acuerdo con esto las cifras oficiales anticipan un déficit de agua en las zonas "desarrolladas" del país, señalando que para 2015 en un año seco, el 66% de los municipios de las regiones andina y caribe tendrían un alto riesgo de desabastecimiento de sus acueductos. Esto implicaría, una verdadera emergencia sanitaria y económica nacional, que para evitarse requiere planeación y acciones decididas.

Esta paradójica situación de escasez en medio de la abundancia obedece a una lectura incorrecta de la realidad. Por una parte, las cifras anteriores se refieren a la cantidad de agua y no consideran su calidad, que se ha convertido en la limitación mayor para su uso y por otra se refieren a las fuentes de suministro actuales, que muchas veces por razones económicas son pequeñas quebradas con una calidad aceptable, que permiten conducciones por gravedad, pero que son muy susceptibles a las reducciones de caudal por razones climáticas, mientras que los ríos más grandes no se utilizan para los acueductos por diversas razones, entre ellas el costo y la contaminación. Un ejemplo que ilustra esta paradoja de manera clara es Barrancabermeja, que aparece como uno de los municipios con alta escasez a pesar de que se ubica a orillas del Magdalena! La naturaleza nos da el agua pero no los acueductos.

Con respecto a la calidad del agua, es imprescindible cambiar la forma como desechamos los residuos domésticos, industriales y agropecuarios vertiéndolos sin tratar a los ríos, con cargas contaminantes orgánicas, químicas y sobretodo de patógenos, en cantidades que hacen imposible su utilización.

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La práctica habitual del traslado de la contaminación aguas abajo desconoce el principio universalmente aceptado de que "el que contamina paga", ya que implica la transferencia de los impactos y los costos ambientales. Apenas el 5% de los municipios colombianos tratan sus aguas residuales y eso a niveles primarios que no eliminan el problema. No basta con tratar el agua de cualquier manera; el nivel de tratamiento depende de los usos que vaya a tener el agua vertida nuevamente a la corriente. Con una actitud autista y egoísta, basada en el supuesto equivocado de que el agua es inagotable, utilizamos los ríos como "basureros" de los pueblos y ciudades, partiendo del supuesto de que el río "se lleva" los deshechos y que logra recuperarse, pero desconociendo los límites de la autopurificación natural y sin tomar en cuenta lo que suceda con los pobladores aguas abajo.

Las grandes ciudades, que son las mayores usuarias y contaminadoras del agua, apenas inician tímidamente procesos de tratamiento de aguas residuales que son muy costosos en dinero y en tiempo. Lo que hoy sucede con el río Bogotá, que es uno de los más contaminados del mundo, al recibir los vertimientos de la actividad socioeconómica de cerca de 10 millones de personas en su cuenca sin el tratamiento adecuado, lo que la hace inutilizable aguas abajo, empieza a repetirse en otros ríos y corrientes del país en la medida en que aumenta la población y su actividad.

En el corto plazo se corre el peligro de que debido a la contaminación de sus aguas, en especial por las aguas residuales domésticas, las regiones andina y caribe no puedan utilizar sus ríos principales. Estas situaciones generan un panorama de inquietud desde el punto de vista de la salud pública sobre el territorio nacional y de inequidad regional con respecto a la calidad del agua y a los costos para depurarla para poderla reutilizar.

En relación con la planeación y administración del agua puede decirse que el país ha carecido de una visión integral del recurso y de su ciclo, por lo que la gestión se ha dado de forma segmentada y sectorial, partiendo del supuesto equivocado de que la totalidad del agua está disponible para cada uno de los usos. El desconocimiento de la oferta de agua y de sus variaciones estacionales ha conllevado a que las concesiones para su uso sean irreales y que en muchas ocasiones se otorguen como un porcentaje del caudal disponible que es muy difícil de conocer y además imposible de controlar.

Sintetizando los anteriores planteamientos puede afirmarse que Colombia dispone de unas cantidades muy significativas de agua para satisfacer sus necesidades y que el gran problema que se avizora es el de la mala calidad del agua antes que su escasez. Es decir que los problemas relacionados con el agua dependen más de su manejo y control que de su disponibilidad natural.

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6. Usos potenciales del agua en Colombia y mecanismos de administración.

Debido a su importancia esencial por su carácter de elemento básico para la vida, el agua ha sido considerada como un bien de dominio público en la tradición colombiana al igual que en muchos países. Como se ha explicado, esta consideración hace que no pueda considerarse como un bien transable cualquiera y que su control y propiedad deban estar en cabeza del estado y no de particulares. Ello ha dado lugar a una regulación acerca de los usos del agua y a sus posibilidades de aprovechamiento. El instrumento vigente es el de la concesión de una determinada cantidad de agua, o de un porcentaje del caudal de una fuente, para el desarrollo de una determinada actividad, la cual está ligada al predio en que se desarrolla.

En diversos países y regiones con escasez temporal o permanente de agua bien sea por razones naturales o por que hay una demanda demasiado grande para la oferta disponible, se ha buscado hacer más eficiente la asignación del recurso mediante la creación de un mercado de derechos de agua que pueden venderse o arrendarse, lo que ha permitido utilizar el agua de una manera más acorde con las necesidades humanas o productivas. En el caso de España, que tiene regiones muy importantes donde la carencia de agua es grande, se ha utilizado este mecanismo para asignar de la mejor manera un recurso escaso.

Pero el mercado de derechos de agua está regulado para cumplir con criterios de interés público, dado el carácter especial del agua, limitando la libertad de pacto entre las partes y utilizando controles administrativos, por lo cual solamente se permite negociar derechos de agua para "usos de mayor rango" de acuerdo con la priorización legal para los mismos y evitando concentraciones de derechos que puedan conducir a la creación de monopolios o a la especulación. El mercado del agua limitado por criterios de interés público, mediante una adecuada regulación, ha probado ser un mecanismo efectivo para la gestión del agua bajo condiciones de escasez, que es por definición cuando se puede crear un mercado. De todas maneras el análisis de la aplicación del mecanismo demuestra que los caudales transados no son de una magnitud muy importante. Surge además una duda de carácter ético sobre al conceder a un particular, el tenedor de la concesión, la plusvalía al vender o arrendar un derecho que el Estado le otorgó gratuitamente.

En el caso de Colombia donde la oferta hídrica es abundante, no es clara la necesidad de generar un mecanismo de esta naturaleza para hacer más eficiente el uso del recurso. Más bien podría pensarse en programas de concientización sobre la importancia del agua y en la aplicación de mecanismos de vigilancia y control de las concesiones y vertimientos. También se dispone para este fin de instrumentos como tasas por uso y retributivas, que inducen a la racionalidad en el consumo y que promueven la equidad con respecto a los costos y beneficios del uso y el mantenimiento de un recurso de dominio público,

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que el estado concesiona sin costo. Una derivación interesante para el caso colombiano podría ser que los propietarios de los terrenos donde nacen cursos de agua o de ecosistemas importantes para la conservación de la oferta ambiental, obtuvieran concesiones que les generaran ingresos por mantener la oferta hídrica arrendando estos derechos a los propietarios aguas abajo para sus labores productivas.

Las tasas retributivas y compensatorias creadas como instrumentos para racionalizar el comportamiento de los usuarios en busca de mantener una oferta de agua de buena calidad y más racionalmente usada, forman parte del arsenal de instrumentos para la gestión eficiente del agua. El potencial de estos instrumentos no ha sido aprovechado en Colombia y desafortunadamente su carácter de instrumentos económicos para inducir cambios de comportamiento en los usuarios se ha transformado por el de instrumentos financieros para mejorar los ingresos de las Cars, sin que se reflejen en mejoras de la calidad y la cantidad del recurso. Nuevamente aquí surge el criterio de equidad, que implica que cumpla el principio del contaminador pagador, de manera que el usuario del agua pague los costos correspondientes a su tratamiento para hacerla apta para los usos previstos después de que la devuelve al curso de agua. Otra limitación adicional de este instrumento es que se ha establecido únicamente para dos parámetros de calidad, DBO y sólidos suspendidos, que si bien son importantes, no atacan los principales problemas del agua; la contaminación con patógenos, la contaminación con compuestos de nitrógeno provenientes de los abonos que conducen a la eutroficación y la presencia de metales pesados en zonas de actividad minera.

Para establecer la magnitud de los caudales disponibles para los diversos usos, es necesario tener en cuenta el orden de prioridades vigente que refleja su importancia para la sociedad, en la cual la satisfacción del consumo humano ocupa el primer lugar, seguido por los usos agropecuarios e industriales y por último la generación de energía hidroeléctrica. El otorgar concesiones para los diversos usos implica el conocimiento de las fuentes hídricas en cuanto a su caudal, sus variaciones y condiciones de calidad. Además de estos usos está uno menos conocido y que muchas veces se ignora, pero fundamental; el caudal ecológico, que corresponde al flujo que debe haber en una corriente para garantizar su adecuado funcionamiento ecosistémico.

Dado el crecimiento de la demanda de agua para usos consuntivos y no consuntivos, el reuso del agua es una alternativa muy interesante, siempre y cuando el agua que se devuelve al ambiente cumpla con los estándares requeridos por los usos a los que se destinará. Esta posibilidad estimula el tratamiento de las aguas residual, si el vertedor se beneficia por el agua que utiliza y trata antes de devolverla al ambiente.

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Disponer de agua pura para beber es el más obvio, pero apenas uno de sus usos. Es claramente el uso prioritario del recurso, pero no representa sino alrededor del 5% del consumo total. Sin embargo, el mercado del agua para beber tiene ya unas dimensiones insospechadas y que no parecen reales, creadas artificialmente por un prurito poco convincente de calidad y de salud. Por ejemplo, el agua embotellada genera un mercado de 7 billones de dólares anuales en los Estados Unidos y en el mundo su valor se ha multiplicado por 80 entre los años 1970 y 2000. Su precio es varias veces superior al de la leche o la gasolina e incluso al de las gaseosas que son fabricadas con agua. Es el mercado del agua que más se ha desarrollado pero no el único posible.

La agricultura consume alrededor del 60% del agua que usamos y cada vez tendremos mayor demanda motivada en una población creciente con mejores ingresos y una menor disponibilidad tanto por la cantidad de agua disponible como por su decreciente calidad. Los sistemas de riego tradicionales son enormemente ineficientes y se utilizan mal, por lo cual sus efectos sobre el suelo son sumamente graves. Esta situación abre el campo al desarrollo y la difusión de sistemas tecnificados y sostenibles, que ofrecen un gran potencial de ahorro de agua y de dinero. El uso del riego por goteo y con control automático y otros similares ofrecen una oportunidad muy importante para ahorrar agua.

Pero además, el futuro ofrece otras posibilidades muy interesantes si entendemos el agua no solamente como un bien indispensable para la vida, sino además como un recurso estratégico, de manera que el país aproveche de su riqueza hídrica natural y la convierta en un factor sostenible de desarrollo.

Los posibles aprovechamientos no convencionales del agua en nuestro país abarcan desde la hidroenergía, resultado de la abundancia de agua y el fuerte relieve, con miras a la exportación de energía eléctrica hacia Centro y Sudamérica, mediante la interconexión con estas regiones, hasta la comercialización del recurso mismo, bien sea para consumo humano o para otros como el agrícola o el industrial.

Naturalmente estas posibilidades deben considerar en primer término el interés nacional, entendiendo el agua como un bien público cuyo aprovechamiento debe beneficiar en primer término a los colombianos y desarrollarse mediante el uso de tecnologías de alta eficiencia y bajo impacto. Los proyectos deben basarse en criterios de diseño y operación que eviten los demoledores efectos de las grandes presas sobre el ecosistema y las comunidades. La participación activa y real de las comunidades afectadas por los proyectos, es fundamental en este nuevo enfoque, al igual que la armonización de la planeación de los proyectos con los instrumentos de planificación regionales y locales, como planes de ordenamiento y de gestión y desarrollo de los entes territoriales y las autoridades ambientales.

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Además las obras que se adelanten deben tener un carácter multipropósito para permitir usos como la conservación, la recreación, el ecoturismo y la piscicultura para lograr beneficios económicos y mejoras en la calidad de vida a los habitantes de las regiones donde se realicen. Además no deben reñir con las necesidades de agua de la cuenca para satisfacer los diversos usos y el funcionamiento adecuado de los ecosistemas.

La posibilidad de exportar excedentes de agua de diversas partes del país para usos como el agrícola o el industrial hacia países que presentan escasez de agua merece una exploración con profundidad. Dar valor económico al mantenimiento de las condiciones ambientales para lograr "producir" agua de manera permanente y sostenible puede ser una alternativa muy atractiva para estimular la conservación, entendiéndola como un uso productivo del suelo y generar ingresos a las comunidades y propietarios de estas áreas, evitando la deforestación y los usos depredadores como la ganadería y los cultivos insostenibles e ilícitos.

7. Conclusión.

Las páginas anteriores se han centrado en el análisis de la situación y las potencialidades del agua en Colombia. En ellas se han planteado una serie de principios e ideas que buscan estimular la reflexión colectiva sobre la importancia de generar un modelo de desarrollo sostenible que responda a las potencialidades y características de nuestra realidad natural y social, aprovechando sus ventajas con una visión estratégica de largo plazo.

De lo dicho se concluye que el uso sostenible e inteligente de nuestra riqueza hídrica, mirando más allá de la meta de la satisfacción de las necesidades básicas, para incorporarla como un factor de progreso y equidad, es un tema que reta nuestra capacidad cultural para aprovecharlo, antes que ser un asunto que depende de la dotación natural del recurso. El futuro está en nuestras mentes y en nuestras manos.

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