EL AJO

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EL AJO Y SUS PROPIEDADES MEDICINALES ABSTRACT Teníamos que realizar una monografía de una planta medicinal, el ajo era una de las que más nos atraía, por lo que se decidió realizarla del mismo. Se trataba de realizar una pequeña investigación de la planta, para poder valorar sus componentes, las aplicaciones que se hacían de él, su toxicidad o peligrosidad…, así como la existencia o no de estudios que nos pudieran probar bajo evidencia científica los usos que ya se realizaban de forma tradicional desde hacía mucho muchos años. El trabajo intentará abarcar el mayor número de informaciones, datos, experiencias, investigaciones, hechos experimentales, etc., que sean posibles. Para poder llegar a una buena conclusión o conclusiones, sobre la utilidad o no de ingerir el ajo o sus suplementos. EL AJO EL ajo cuyo nombre en latín es allium sativum L., pertenece a la familia de las liliáceas, igual que las cebollas, los puerros, etc; y a la subfamilia de las allioideas, aunque también existen autores que lo agrupa en la subfamilia de las liliifloras.

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EL AJO

Y SUS PROPIEDADES MEDICINALES

ABSTRACT

Teníamos que realizar una monografía de una planta medicinal, el ajo era una

de las que más nos atraía, por lo que se decidió realizarla del mismo.

Se trataba de realizar una pequeña investigación de la planta, para poder

valorar sus componentes, las aplicaciones que se hacían de él, su toxicidad o

peligrosidad…, así como la existencia o no de estudios que nos pudieran

probar bajo evidencia científica los usos que ya se realizaban de forma

tradicional desde hacía mucho muchos años.

El trabajo intentará abarcar el mayor número de informaciones, datos,

experiencias, investigaciones, hechos experimentales, etc., que sean posibles.

Para poder llegar a una buena conclusión o conclusiones, sobre la utilidad o no

de ingerir el ajo o sus suplementos.

EL AJO

EL ajo cuyo nombre en latín es allium sativum L., pertenece a la familia de las

liliáceas, igual que las cebollas, los puerros, etc; y a la subfamilia de las

allioideas, aunque también existen autores que lo agrupa en la subfamilia de

las liliifloras.

Etimológicamente la palabra allium, se cree que proviene de la palabra celta all,

que significa "picante, caliente". Y el término sativum es una contracción de

seminativum que significa "que se puede sembrar".

El allium sativum L., recibe diferentes denominaciones dependiendo de la

lengua en la que se habla o escribe: ajo (castellano), all (catalán), beratz,

barartxuri (vasco), alho (gallego y portugués), ail (francés), garlic, ramson

(inglés), knoflook, look (holandés), koblauch (alemán), aglilo (italiano).

Se trata de una planta herbácea, formada por bulbos divididos. Con floración

entre los meses de julio y septiembre.

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El ajo está formado por una raíz bulbosa, compuesta de 6 a 12 bulbitos, los

llamados "dientes de ajo" y que conforman a su vez lo que conocemos con el

nombre de cabeza de ajos. Cada uno de estos bulbitos está envuelto por una

especie de túnica blanca, a veces incluso puede ser algo rojiza, membranosa,

transparente y muy fina, parecida a las que cubren todo el bulbo. De su parte

inferior nacen las partes fibrosas que se introducen en la tierra para poder

alimentarse y al tiempo anclarse.

El tallo posee una altura de entre 20 y 40 centímetros, con forma cilíndrica, y

con hojas lineales que lo rodean inferiormente. Las hojas son largas, estrechas,

planas. Y las flores que posee suelen ser blancas o rosadas, formando una

umbela en el extremo del tallo floral que se cierra antes de su floración en una

especia de cápsula membranosa con una punta muy muy larga.

La parte del ajo que se utiliza de forma terapéutica es su bulbo, que se

recolecta una vez las flores se han marchitado.

Su origen es incierto, pero la mayoría de autores lo localizan en la zona central

del continente asiático. Aunque se sabe que en la antigüedad era utilizado por

egipcios y chinos. Pero también existen historiadores que localizan su origen

exactamente en Siberia, y entonces la llegada a otras zonas geográficas se

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debería al tránsito que se desarrollaba en las tribus nómadas, hace más de

5000 años.

Un dato curioso, es la huelga que llevaron a cabo los esclavos que trabajaban

en la construcción de las pirámides egipceas, porque no se les proporcionaban

sus alimentos. Estos eran las cebollas y los ajos, pues se le reconocían

propiedades vigorizantes y fortificantes.

Encontramos mención del ajo en la cultura islámica y en la hindú

En Grecia y Roma, fue considerado un gran afrodisíaco; en la época medieval

se utilizaba contra brujas, vampiros y malos espíritus. En la Segunda Guerra

Mundial, para combatir las heridas, etc.

A finales del siglo XV los españoles lo introdujeron en el continente americano,

junto con la colonización.

En la actualidad su cultivo y consumo está extendido a nivel mundial y también

se utiliza como componente de muchos preparados farmacéuticos.

España ocupa el primer puesto a nivel europeo y el cuarto a nivel mundial de la

producción de ajos.

PRINCIPIOS ACTIVOS

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Los principales componentes del ajo son:

Aminoácidos como el ácido glutamínico, la argenina, el ácido aspártico, la

leucina, la lisina, la valina, etc.

Minerales, de los cuales la mayor cantidad la encontramos de manganeso,

potasio, calcio, iodo y fósforo, y en cantidades menores, magnesio, selenio,

sodio, hierro, zinc y cobre.

Vitaminas, en una cantidad mayor como la vitamina B6, la vitamina C, la

vitamina PP y en menor el ácido fólico, el ácido pantoténico y la niacina.

También encontramos entre un 0,1 y un 0,4 % de aceite esencial, que posee

gran cantidad de componentes sulfurosos, como el disulfuro de alilo, el

trisulfuro de alilo, el tetrasulfuro de alilo, el sulfuro de divinilo, entre otros.

Existen otros principios activos como la garcilina, la aliina, la alicina, enzimas

(aliinasa, lisozima, peroxidasas, desoxirribonucleasas), sacarosa, fructosanos,

mucílagos, quercitina, y ajoeno.

Los fructosanos se encuentran en un porcentaje muy diferente si la planta está

en estado fresco o seco, de un 75% a un 15%, respectivamente.

ACCIONES TERAPÉUTICAS

Debido a los principios activos mencionados anteriormente, el ajo posee unas

acciones terapéuticas que le diferencian de otras plantas medicinales que

pertenecen a su misma familia.

El hecho de que posea aceite esencial, le otorga una acción expectorante,

carminativa, relajante del sistema nervioso y vermífuga. Y en especial por el

disulfuro y el trisulfuro de dialilo y el trisulfuro de metilalilo, el ajo posee un

efecto fibrinolítico y antiagregante plaquetario.

Debido principalmente a la alicina, producto que se obtiene por la

transformación por medio de un enzima, de la aliína, tiene un poder antiséptico,

fungicida, depurativo, bactericida, reductor de lípidos, antioxidante y

fibrinolítico.

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Tiene una acción diurética al poseer una gran cantidad de fructosanos. Y será

mayor si la planta se consume seca.

Posee propiedades anticoagulantes, debido a su contenido en ajoeno,

componentes sulfurosos, aliína y adenosina.

Tiene una acción antioxidante debido a su contenido en quercitina y alicina.

La presencia de alicina y alilsulfuro le otorgan una acción antiparasitaria.

Tiene una acción antirreumática debido a los compuestos azufrados o

sulfurados.

Recientes estudios han comprobado que cuando se produce la reacción entre

la alicina y grupos sulfhidrilo, el ajo posee una acción antineoplásica.

APLICACIONES DEL AJO

Fue en el siglo XIX (1858), cuando Louis Pasteur demuestra que el ajo era un

antibiótico natural, ya que detenía el crecimiento de bacterias que eran

preparadas en un cultivo de laboratorio. Pero no será hasta los años 40 del

pasado siglo XX, cuando el premio nobel Arthur Stoll, da a conocer uno de los

componentes básicos del ajo, la aliina. Y en el año 1944 se descubre que dicha

sustancia tiene poder bactericida. Desde ese momento se multiplicaran las

investigaciones relacionadas con esta planta medicinal.

Quizás es el ajo el remedio natural con mayores propiedades medicinales

demostradas de forma experimental.

Existen diferentes estudios que nos demuestran las diferentes acciones

terapéuticas y aplicaciones que se le otorgan al ajo.

Encontramos un estudio llevado acabo el pasado año, donde se cuestiona si el

ajo protege contra los problemas cardíacos.

Realizado por el profesor de una universidad estadounidense, David Kraus. Se

nos expone que el ajo posee un compuesto que produce en los tejidos o vasos

sanguíneos la liberación de una sustancia química que se conoce como sulfuro

de hidrógeno, ésta en grandes cantidades puede llevar a la muerte, pero de

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forma controlada ayuda a la relajación y a que se produzca una desinflamación

de los vasos sanguíneos.

Pero tras este hallazgo los investigadores exponían que el modo de consumir

el ajo tenía una importancia primordial.

Otro estudio llevado a cabo por una universidad de California, concluía que el

ajo no tenía poder alguno para reducir los niveles de colesterol LDL sanguíneo.

Realizado con 192 personas que tenían valores altos de colesterol LDL y a los

que se les proporcionó ajo durante un periodo de seis meses. Mes tras mes, se

pudo comprobar que los valores del colesterol LDL no cambiaron.

En este caso solo se comprobó el efecto del ajo fresco y no el de un

complemento de ajo.

En comparación, encontramos un estudio realizado en Alemania con 261

personas, los cuales fueron divididos en dos grupos. Uno recibió un placebo y

el otro tabletas de polvo de ajo. Trascurridas 12 semanas de tratamiento, se

pudo comprobar que los niveles de colesterol y triglicéridos se redujeron un 12

y un 17 %, respectivamente en el grupo que recibió el suplemento de ajo, en

relación con el grupo placebo.

Tras una monografía realizada profesionalmente y que fue revisada por

colaboradores del Natural Stardard Research, y que hemos extraído de la

página web , podemos estudiar diferentes usos que se le otorgan al ajo y que

han sido llevados a estudio, para poder comprobar su evidencia científica.[1]

Tras realizar una revisión, nos damos cuenta que las evidencias de los usos del

ajo no son

tan científicas como podrían parecer a simple vista.

En la actualidad el ajo es utilizado en el tratamiento de la arterioesclerosis, la

hipertensión, el colesterol, en la claudicación intermitente, en el infarto de

miocardio, la angina de pecho, las hemorroides, por su poder fluidificante de la

circulación sanguínea. tanto para evitarlas o para luchar contra ellas.

En el reumatismo, los edemas, la gota, … por su poder diurético.

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En procesos infecciosos del aparato respiratorio como la gripe, la bronquitis, la

faringitis; en el digestivo para putrefacciones intestinales, diarreas, …; en el

excretor para infecciones renales, cistitis; debido a su poder bactericida.

Como coadyuvante en el tratamiento de la diabetes; y también contra parásitos

intestinales como los oxiuros.

Y existen tendencias muy recientes que asocian el consumo de ajo con la

inhibición del cáncer.

En uso externo es utilizado para picaduras de insectos, en hongos,

enfermedades de la piel, como la hiperqueratosis; en el dolor de oídos en

casos de otitis; en el pie de atleta.

PRESCRIPCIÓN Y PREPARACIÓN

Existen diferentes formas de preparación del ajo.

Cuando éste es utilizado como un tratamiento preventivo, en el cual no sea

necesario una determinada cantidad de principio activo, lo más recomendable

será ingerir de 1 a 3 dientes de ajo masticados, por la mañana en ayunas y de

forma cruda. Cuando por el contrario se trata de un tratamiento para una

determinada afección o patología, se utilizan otros preparados, y habitualmente

se realizan tratamientos prolongados que tiene una duración mínima de seis

meses.

Estos preparados son suplementos extraídos del ajo, los cuales nos permiten

poder cuantificar de forma mucho más precisa la cantidad de principio activo

que debe e ingiere el paciente.

Vía interna:

Jugo de ajo: que se administran de 10 a 30 gotas por dosis.

Extracto seco (5:1): en cápsulas o perlas, de 100 a 250 mg. por unidad, con

una dosis máxima al día de 600 a 900 mg.

Tintura madre o extracto fluido (1:1): de 40 a 50 gotas, tres veces al día.

Tintura (1:5): de 2 a 4 ml. tres veces al día.

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Nebulizado: 50 a 100 mg., tres veces al día.

Jarabe de ajo: zumo de ajo, 20 ml.; ácido acético diluido, 20 ml.; sacarosa ,

80 gr., de 2 a 5 ml. en cada toma.

Aceite esencial: dosis de 10 a 20 gotas, tres veces al día.

Vía externa:

Pomada antiséptica compuesta por partes iguales de jugo de ajo y vaselina,

y se aplica tres o cuatro veces al día.

Aceite esencial diluido en una base oleosa.

Fresco, aplicado en una rodaja sobre hiperqueratosis, verrugas.

CONTRAINDICACIONES

Un consumo de una gran cantidad de ajo puede llegar a provocar ardores de

boca y esófago, irritación intestinal, a nivel interno; y por vía externa, dermatitis

de contacto. Y el aceite esencial puro, puede llegar a producir náuseas.

Está contraindicado su uso en el caso de problemas de sangrado o de

coagulación sanguínea o cuando se va a someter a una operación quirúrgica;

debido a su elevado contenido en yodo, en hipertiroidismo; en el embarazo.

Se sabe que puede interaccionar con el ácido acetil salicílico, con los

anticoagulantes orales, con drogas antiinflamatorias no esteroideas, cuando se

toman medicaciones antihipertensivas, en el tratamiento con la droga

saquinavir para el VIH, con tratamientos para trastornos de las tiroides; con

medicinas para controlar el nivel de azúcar en la sangre.

Todos estos efectos secundarios, contraindicaciones e interacciones, descritos

anteriormente, se sabe que se debe a un consumo muy excesivo de ajo fresco

o al uso de sus fitoterápicos.

CONCLUSIONES

Tras realizar este trabajo sobre la planta medicinal del ajo, me doy cuenta que

es uno de los remedios medicinales más estudiados, pero al mismo tiempo,

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que la infinidad de investigaciones que existen al respecto son muy

controvertidas.

Se trata tanto de una planta medicinal, como culinaria. Utilizada desde hace

millones y millones de años por todas las civilizaciones; y dependiendo de la

época en la que se encontraba era reconocido para unos usos determinados o

para otros.

Unos estudios afirman que es bueno para "X" y al cabo de un tiempo, un nuevo

investigador concluye que no es bueno para "ese X".

Me doy cuenta también, que en muchos de estos estudios no existe un gran

rigor científico, o por el contrario, que las comparaciones entre las

investigaciones se llevan a cabo entre los efectos que puede producir el ajo

fresco con otros que hacen referencia a los suplementos. Y por lo tanto, las

conclusiones nunca podrán llegar a ser coherentes.

En el caso de investigaciones referentes a los suplementos de ajo, muchas

veces se ven reflejados los intereses comerciales de los laboratorios

farmacéuticos, por lo que hace que te preguntes si los resultados son

realmente veraces.

Tras saber con exactitud los principios activos que componen el ajo, me doy

cuenta que su gran poder, ya sea como antibiótico, expectorante, vermífugo,

etc, se debe a uno de sus principios activos, pero al mismo tiempo a la sinergia

que existe entre todos ellos.

Al iniciar la investigación sobre el ajo, me propuse iniciar también un

tratamiento preventivo con el mismo. Por lo que comencé a tomar un diente de

ajo masticado, en ayunas cada mañana. Ya llevo casi un mes de tratamiento y

sinceramente no he visto cambios significativos. Los niveles de azúcar en

sangre no han variado; en todo este tiempo me he sentido con más energía,

¿pero será realmente debido al consumo de ajo?; erupciones cutáneas que me

surgían de manera repetitiva, han desaparecido; y uno de los hechos que he

podido constatar es que los ciclos menstruales han sido menos dolorosos y con

una menor cantidad de coágulos. Sigo tomando el ajo cada mañana, pero me

pregunto si estos resultados que yo he experimentado, se deben al consumo

del ajo o no. Al mismo tiempo, también soy consciente que tratándose de un

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tratamiento natural, los resultados son mucho más lentos que si se trataran de

drogas alopáticas y que tienen que realizarse durante mucho más tiempo.

De lo que si que estoy segura es de la tolerancia que tengo hacia esta planta

medicinal, pues no he experimentado ningún efecto secundario de los descritos

en el trabajo. Y el olor característico del ajo no ha sido, ni es, ningún

impedimento para mis relaciones sociales. Hecho este, que me preocupaba en

el momento que me decidí a iniciar la toma de ajo.

Me planteo que tal vez, en la actualidad se le da una importancia desmesurada

a la utilidad terapéutica del ajo. Seguro que es efectivo en muchas afecciones

y/o patologías, pero no creo que se trate de una panacea, y como todo

tratamiento un exceso del mismo, una mala prescripción o dosificación, no

considerar las contraindicaciones, etc, pueden llevar a su efecto contrario y

producir graves consecuencias para el organismo. Por lo que se tiene que

consumir con precaución y mucho más si se trata de suplementos. El consejo

sería tomarlos por prescripción de un terapeuta y no sin ningún tipo de control.

BIBLIOGRAFÍA

Libros consultados:

- Heinerman, John. El ajo y sus propiedades curativas. Historia, remedios y

recetas. Ediciones Paidos. Barcelona – Buenos Aires – México. 1995. 1era.

Edición

- Valpiana, Tiziana. El ajo. Océano Ibis. Ediciones S.A. Barcelona, 1998.

- Ortemberg, Adriana. Cuatro tesoros de la salud. Ajo, limón, cebolla y

zanahoria. Océano grupo editorial S.A. Barcelona, 2000.

- Berdonces i Serra, J.L.: Gran enciclopedia de las plantas medicinales. Terapia

natural para el tercer milenio. Volumen I. Tikal ediciones. Madrid, 2006. Pag. 86

– 89.

- Parejo, Esther. Ajo: esencia mediterránea. LA Besana, edición IV nº 32, Abril

del 2005.

- Gausachs, Ramón. Les herbes Remeires Vol. 1.

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- Pérez Del Río, Pedro. Vademecum fitoterapia. Quintana de Rueda León,

octubre 2004.

- Dr. Shealy, Norman. Medicina alternativa. Guías de Salud. Enciclopedia

ilustrada de curación natural. Susaeta ediciones S.A. Pag. 65, 158-159.

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