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EL ALQUIMISTA. Pablo Coelho

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PREFACIO

Es importante advertir que El Alquimista es un libro simbólico, adiferencia de El Peregrino deCompostela (Diario de unmago), que fue untrabajodescriptivo.

Durante once años de mi vida estudié Alquimia. La simple idea detransformarmetales en oro o de descubrir el Elixir de laLargaVida ya erasuficientemente fascinante como para atraer a cualquiera que se iniciara enMagia.ConfiesoqueelElixirdelaLargaVidameseducíamás,puesantesdeentenderysentirlapresenciadeDios,elpensamientodequetodoseacabaríaun día me desesperaba. De manera que, al enterarme de la posibilidad deconseguir un líquido capaz de prolongarmuchos añosmi existencia, resolvídedicarmeencuerpoyalmaasufabricación.

Era una época de grandes cambios sociales (el comienzo de los añossetenta) y en Brasil no se encontraban aún publicaciones serias sobreAlquimia.Al igualqueunode lospersonajesdel libro, comencéagastar elpocodineroque teníaen lacomprade libros importadosydedicabamuchashoras diarias al estudio de su complicada simbología. Intenté ponerme encontacto con dos o tres personas en Río de Janeiro que se dedicabanseriamentealaGranObra,yrehusaronrecibirme.Conocítambiénamuchasotras que se decían alquimistas, poseían sus laboratorios y prometíanenseñarmelossecretosdelArteacambiodeverdaderasfortunas;hoymedoycuentadequeenrealidadnosabíannadadeloquepretendíanenseñarme.

Apesardetodamidedicación,losresultadoseranabsolutamentenulos.NosucedíanadadeloquelosmanualesdeAlquimiaafirmabanensucomplicadolenguaje. Era un sinfín de símbolos, dragones, leones, soles, lunas ymercurios, y yo siempre tenía la impresión de hallarme en el caminoequivocado, porque el lenguaje simbólico permite un gigantescomargen deerror.En1973,yadesesperadoporlafaltadeprogresos,cometíunasupremairresponsabilidad.EnaquellaépocayoestabacontratadoporlaSecretaríadeEducacióndelMatoGrossoparadarclasesdeteatroendichoestado,ydecidíutilizar amis alumnosen laboratorios teatrales cuyo temaera laTablade laEsmeralda. Esta actitud, unida a algunas incursiones mías en las áreaspantanosas de laMagia, hizo que al año siguiente yo pudiera sentir en mipropia carne la verdad del proverbio: «El que la hace la paga.» Todo amialrededorsederrumbóporcompleto.

Pasélossiguientesseisañosdemividaenunaactitudbastanteescépticaen relacióna todo loque tuviesequever conel áreamística.Eneste exilioespiritualaprendímuchascosas importantes:quesóloaceptamosunaverdad

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cuandopreviamentelanegamosdesdeelfondodelalma;quenodebemoshuirdenuestropropiodestino,yquelamanodeDiosesinfinitamentegenerosa,apesardeSurigor.

En 1981 conocí RAM,miMaestro, queme reconduciría al camino queestabatrazadoparamí.Ymientrasélmeentrenabaensusenseñanzas,volvíaestudiarAlquimia por cuenta propia. Cierta noche,mientras conversábamosdespuésdeunaextenuantesesióndetelepatía,preguntéporquéellenguajedelosalquimistaseratanvagoycomplicado.

—Existentrestiposdealquimistas—dijomiMaestro—.Aquellosquesonimprecisos porque no saben de lo que están hablando; aquellos que lo sonporquesabendeloqueestánhablando,perotambiénsabenqueellenguajedelaAlquimiaesunlenguajedirigidoalcorazónynoalarazón.

—¿Ycuáleseltercertipo?pregunté.

—AquellosquejamásoyeronhablardeAlquimiaperoqueconsiguieron,atravésdesusvidas,descubrirlaPiedraFilosofal.

Y de este modo, mi Maestro (que pertenecía al segundo tipo) decidiódarmeclasesdeAlquimia.Descubrí entoncesque el lenguaje simbólicoquetantomeirritabaydesorientabaera laúnicamaneradealcanzarelAlmadelMundo,oloqueJungllamóel«inconscientecolectivo».DescubrílaLeyendaPersonal y las Señales de Dios, verdades que mi raciocinio intelectual senegaba a aceptar a causa de su simplicidad. Descubrí que alcanzar la GranObranoestareadeunospocos,sinodetodoslossereshumanosdelafazdelaTierra.Es evidente que laGranObrano siemprevienebajo la formadeunhuevoodeunfrascoconlíquido,perotodosnosotrospodemos—sinlugaradudas—sumergirnosenelAlmadelMundo.

PoresoElAlquimistaestambiénuntextosimbólico.Eneldecursodesuspáginas,ademásdetransmitirtodoloqueaprendíalrespecto,procurorendirhomenaje a grandes escritores que consiguieron alcanzar el LenguajeUniversal:Hemingway,Blake,Borges (que también utilizó la historia persaparaunodesuscuentos)yMalbaTahan,entreotros.

Para completar este extenso prefacio e ilustrar lo quemiMaestro queríadecircon lodel tercer tipodealquimistas,vale lapenarecordarunahistoriaqueélmismomecontóensulaboratorio.

NuestraSeñora,conelNiñoJesúsensusbrazos,decidióbajaralaTierrayvisitarunmonasterio.Orgullosos,todoslossacerdotesformaronunalargafila,yuno auno se acercaban a laVirgenpara rendirle homenaje.Unodeclamóbellos poemas, otro mostró las iluminaciones que había realizado para laBiblia,untercerorecitólosnombresdetodoslossantos.Yasísucesivamente,monjetrasmonje,fueronvenerandoaNuestraSeñorayalNiñoJesús.

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Enelúltimolugardelafilahabíaunmonje,elmáshumildedelconvento,que nunca había aprendido los sabios textos de la época. Sus padres eranpersonashumildes,quetrabajabanenunviejocircodelosalrededores,ytodolo que le habían enseñado era lanzar bolas al aire haciendo algunosmalabarismos.

Cuando llegó su turno, los otros monjes quisieron poner fin a loshomenajes,pueselantiguomalabaristanotendríanadaimportantequedecirohacer y podía desacreditar la imagen del convento. Pero en el fondo de sucorazón,éltambiénsentíaunainmensanecesidaddedaralgodesíaJesúsylaVirgen.

Avergonzado, sintiendo sobre sí lamirada reprobatoria de sus hermanos,sacó algunas naranjas de su bolsa y comenzó a tirarlas al aire haciendomalabarismos,queeraloúnicoquesabíahacer.

FueeneseinstantecuandoelNiñoJesússonrióycomenzóaaplaudirenelregazodeNuestraSeñora.YfuehaciaélaquienlaVirgenextendiólosbrazosparadejarlequesostuvieraunpocoalNiño.

PRÓLOGO

ElAlquimista cogióun libroque alguiende la caravanahabía traído.Elvolumen no tenía tapas, pero consiguió identificar a su autor:OscarWilde.MientrashojeabasuspáginasencontróunahistoriasobreNarciso.

ElAlquimistaconocíalaleyendadeNarciso,unhermosojovenquetodoslosdías ibaa contemplar supropiabellezaenun lago.Estaba tan fascinadoconsigomismoqueundíasecayódentrodellagoysemurióahogado.Enellugardondecayónacióunaflor,alaquellamaronnarciso.

PeronoeraasícomoOscarWildeacababalahistoria.

Él decía que, cuando Narciso murió, llegaron las Oréades—diosas delbosque—yvieronellagotransformado,deunlagodeaguadulcequeera,enuncántarodelágrimassaladas.

—¿Porquélloras?—lepreguntaronlasOréades.

—LloroporNarciso—repusoellago.

—¡Ah,nonosasombraquelloresporNarciso!—prosiguieronellas—.Alfinyalcabo,apesardequenosotrassiemprecorríamostrasélporelbosque,túeraselúnicoqueteníalaoportunidaddecontemplardecercasubelleza.

—¿PeroNarcisoerabello?—preguntóellago.

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—¿Quién si no tú podría saberlo? —respondieron, sorprendidas, lasOréades—. En definitiva, era en tus márgenes donde él se inclinaba paracontemplarsetodoslosdías.

Ellagopermanecióensilenciounosinstantes.Finalmentedijo:

—Yo lloro por Narciso, pero nunca me di cuenta de que Narciso fuerabello.

—LloroporNarcisoporquecadavezqueélseinclinabasobremiorillayopodíaver,enelfondodesusojos,reflejadamipropiabelleza.

—¡Québellahistoria!—dijoelAlquimista.

PRIMERAPARTE

Elmuchacho se llamaba Santiago.Comenzaba a oscurecer cuando llegócon su rebaño frente a una vieja iglesia abandonada. El techo se habíaderrumbadohacíamucho tiempoy un enorme sicómorohabía crecido en ellugarqueantesocupabalasacristía.

Decidió pasar allí la noche. Hizo que todas las ovejas entrasen por lapuertaenruinasyluegocolocóalgunastablasdemaneraquenopudieranhuirdurante la noche. No había lobos en aquella región, pero cierta vez una sehabía escapado por la noche y él se había pasado todo el día siguientebuscandoalaovejaprófuga.

Extendiósuchaquetaenelsueloyseacostó,usandoellibroqueacababadeleercomoalmohada.Recordó,antesdedormir,queteníaquecomenzaraleer libros más gruesos: se tardaba más en acabarlos y resultaban seralmohadasmásconfortablesdurantelanoche.

Aún estaba oscuro cuando se despertó. Miró hacia arriba y vio que lasestrellasbrillabanatravésdeltechosemiderruido.

«Hubiera querido dormir un poco más», pensó. Había tenido el mismosueñoquelasemanapasadayotravezsehabíadespertadoantesdelfinal.

Selevantóytomóuntragodevino.Despuéscogióelcayadoyempezóadespertar a las ovejas que aún dormían. Se había dado cuenta de que, encuanto él se despertaba, la mayor parte de los animales también lo hacía.Comosihubieraalgunamisteriosaenergíaqueunierasuvidaaladeaquellasovejasquedesdehacíadosañosrecorríanconéllatierra,enbuscadeaguayalimento.«Yasehanacostumbradotantoamíqueconocenmishorarios»,dijoen voz baja. Reflexionó un momento y pensó que también podía ser lo

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contrario:quefueraélquiensehubieseacostumbradoalhorariodelasovejas.

Algunas de ellas, no obstante, tardaban un poco más en levantarse; elmuchacholasdespertóunaporunaconsucayado,llamandoacadacualporsunombre.Siemprehabíacreídoque lasovejaserancapacesdeentender loqueéllesdecía.Poresodevezencuandolesleíafragmentosdeloslibrosquelehabíanimpresionado,oleshablabadelasoledadydelaalegríadeunpastorenelcampo,olescomentabalasúltimasnovedadesqueveíaenlasciudadesporlasquesolíapasar.

Enlosdosúltimosdías,sinembargo,elasuntoquelepreocupabanohabíasido más que uno: la hija del comerciante que vivía en la ciudad adondellegaríandentrodecuatrodías.Sólohabíaestadoallíunavez,elañoanterior.El comerciante era dueño de una tienda de tejidos y le gustaba presenciarsiempreelesquileodelasovejasparaevitarfalsificaciones.Unamigolehabíaindicadolatienda,yelpastorllevóallísusovejas.

—Necesitovenderlana—ledijoalcomerciante.

La tienda del hombre estaba llena, y el comerciante rogó al pastor queesperasehastaelatardecer.Elmuchachosesentóenlaaceradeenfrentedelatiendaysacóunlibrodesuzurrón.

—Nosabíaque lospastores fuerancapacesde leer libros—dijounavozfemeninaasulado.

EraunajoventípicadelaregióndeAndalucía,consuscabellosnegrosylisos y unos ojos que recordaban vagamente a los antiguos conquistadoresmoros.

—Es porque las ovejas enseñan más que los libros —respondió elmuchacho.

Sequedaronconversandodurantemásdedoshoras.Ellalecontóqueerahijadelcomercianteylehablódelavidaenlaaldea,dondecadadíaeraigualque el anterior. El pastor le habló de los campos de Andalucía y sobre lasúltimasnovedadesquehabíavistoenlasciudadesquehabíavisitado.Estabacontentopornotenerqueconversarsiempreconlasovejas.

—¿Cómoaprendistealeer?—lepreguntólamozaenunmomentodado.

—Comotodoelmundo—repusoelchico—.Yendoalaescuela.

—¿Ysisabesleer,porquénoeresmásqueunpastor?

El muchacho dio una disculpa cualquiera para no responder a aquellapregunta. Estaba seguro de que la muchacha jamás lo entendería. Siguiócontandosushistoriasdeviaje,ylosojillosmorosseabríanysecerrabandeespantoysorpresa.Amedidaquetranscurríaeltiempo,elmuchachocomenzó

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adesearqueaqueldíanoseacabasenunca,queelpadredelajovensiguieraocupadodurantemuchotiempoylemandaseesperartresdías.Sediocuentade que estaba sintiendo algo que nunca antes había sentido: las ganas dequedarse a vivir en una ciudad para siempre. Con la niña de los cabellosnegros,losdíasnuncaseríaniguales.

Pero el comerciante finalmente llegó y lemandó esquilar cuatro ovejas.Despuéslepagóloestipuladoylepidióquevolvieraalañosiguiente.

Ahora faltaban apenas cuatro días para llegar nuevamente a la mismaaldea.Estabaexcitadoyalmismotiemposesentíainseguro;talvezlachicayalohubieraolvidado.Porallípasabanmuchospastoresparavenderlana.

—Noimporta—dijoelmuchachoasusovejas—.Yotambiénconozcoaotraschicasenotrasciudades.

Pero en el fondo de su corazón, sabía que sí importaba.Yque tanto lospastores, como los marineros, como los viajantes de comercio siempreconocíanunaciudaddondehabíaalguiencapazdehacerlesolvidarlaalegríadeviajarlibresporelmundo.

Comenzóarayareldíayelpastorcolocóalasovejasendirecciónalsol.«Ellas nunca necesitan tomar una decisión —pensó—. Quizá por esopermanecen siempre tan cerca de mí.» La única necesidad que las ovejassentíaneraladelaguayladelacomida.MientraselmuchachoconocieselosmejorespastosdeAndalucía,ellascontinuaríansiendosusamigas.Aunquelosdíasfuerantodosiguales,conlargashorasarrastrándoseentreelnacimientoylapuestadelsol;aunquejamáshubieranleídounsololibroensuscortasvidasynoconocieranlalenguadeloshombresquecontabanlasnovedadesenlasaldeas, ellas estaban contentas con su alimento, y eso bastaba. A cambio,ofrecían generosamente su lana, su compañía y —de vez en cuando— sucarne.

«Sihoymevolvieraunmonstruoydecidiesematarlas,unaporuna,ellassólosedaríancuentacuandocasitodoelrebañohubiesesidoexterminado—pensóelmuchacho—.Porqueconfíanenmíyseolvidarondeconfiarensupropioinstinto.Sóloporquelasllevohastaelaguaylacomida.»

Elmuchachocomenzóaextrañarsedesuspropiospensamientos.Quizálaiglesia, con aquel sicómoro creciendo dentro, estuviese embrujada. Habíahecho que soñase elmismo sueño por segunda vez, y le estaba provocandouna sensación de rabia contra sus compañeras, siempre tan fieles.Bebió unnuevotragodelvinoquelehabíasobradodelacenalanocheanterioryapretócontraelcuerposuchaqueta.Sabíaquedentrodeunashoras,conelsolalto,elcalorseríatanfuertequenopodríaconduciralasovejasporelcampo.Eralahora en que todaEspaña dormía en verano. El calor se prolongaba hasta la

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noche y durante todo ese tiempo él tenía que cargar con la chaqueta. Noobstante,cuandopensabaenquejarsedesupeso,siempreseacordabadequegraciasaellanohabíasentidofríoporlamañana.

«Tenemos que estar siempre preparados para las sorpresas del tiempo»,pensabaentonces,ysesentíaagradecidoporelpesodelachaqueta.

Lachaqueta teníauna finalidad,yelmuchacho también.Endosañosderecorridopor lasplaniciesdeAndalucíayaseconocíadememoria todas lasciudades de la región, y ésta era la gran razón de su vida: viajar. Estabapensandoenexplicarestaveza lachicaporquéunsimplepastor sabe leer:habíaestadohastalosdieciséisañosenunseminario.Suspadresqueríanqueélfuesecura,motivodeorgulloparaunasimplefamiliacampesinaqueapenastrabajaba para conseguir comida y agua, como sus ovejas. Estudió latín,españolyteología.Perodesdeniñosoñabaconconocerelmundo,yestoeramucho más importante que conocer a Dios y los pecados de los hombres.Ciertatarde,alvisitarasufamilia,sehabíaarmadodevalorylehabíadichoasupadrequenoqueríasercura.Queríaviajar.

—Hombres de todo el mundo ya pasaron por esta aldea, hijo—dijo supadre—.Vienenenbuscadecosasnuevas,perocontinúansiendolasmismaspersonas.Vanhastalacolinaparaconocerelcastilloyopinanqueelpasadoeramejorqueel presente.Pueden tener los cabellos rubioso lapiel oscura,perosonigualesqueloshombresdenuestraaldea.

—Peroyonoconozcoloscastillosdelastierrasdedondeellosvienen—replicóelmuchacho.

—Esos hombres, cuando conocen nuestros campos y nuestras mujeres,dicenquelesgustaríavivirsiempreaquí—continuóelpadre.

—Quieroconoceralasmujeresylastierrasdedondeellosvinieron—dijoelchico—,porqueellosnuncasequedanporaquí.

—Loshombrestraenelbolsillollenodedinero—insistióelpadre—.Entrenosotros,sólolospastoresviajan.

—Entoncesserépastor.

El padre no dijo nada más. Al día siguiente le dio una bolsa con tresantiguasmonedasdeoroespañolas.

—Las encontré un día en el campo. Iban a ser tu dote para la Iglesia.Compraturebañoyrecorreelmundohastaqueaprendasquenuestrocastilloeselmásimportanteyquenuestrasmujeressonlasmásbellas.

Ylobendijo.Enlosojosdelpadreélleyótambiéneldeseoderecorrerelmundo.Undeseoqueaúnpersistía,apesardelasdecenasdeañosquehabíaintentadosepultarloconagua,comida,yelmismolugarparadormirtodaslas

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noches.

El horizonte se tiñó de rojo, y después apareció el sol. El muchachorecordó la conversación con el padre y se sintió alegre; ya había conocidomuchos castillos y amuchasmujeres (aunque ninguna como aquella que loesperabadentrodedosdías).Teníaunachaqueta,unlibroquepodíacambiarporotroyunrebañodeovejas.Lomásimportante,sinembargo,eraquecadadíarealizabaelgransueñodesuvida:viajar.CuandosecansaradeloscamposdeAndalucíapodíavendersusovejasyhacersemarinero.Cuandosecansaradel mar ya habría conocido muchas ciudades, a muchas mujeres y muchasoportunidadesdeserfeliz.

«NoentiendocómobuscanaDiosenelseminario»,pensómientrasmirabaelsolquenacía.Siemprequeleeraposiblebuscabauncaminodiferentepararecorrer.Nuncahabíaestadoenaquellaiglesiaantes,apesardehaberpasadotantasvecesporallí.Elmundoeragrandeeinagotable,ysiéldejaraquelasovejas le guiaran apenasunpoquito, iba a terminardescubriendomás cosasinteresantes.«Elproblemaesqueellasnosedancuentadequeestánhaciendocaminos nuevos cada día. No perciben que los pastos cambian, que lasestaciones son diferentes, porque sólo están preocupadas por el agua y lacomida.Quizásucedalomismocontodosnosotros—pensóelpastor—.Hastaconmigo, que no pienso en otras mujeres desde que conocí a la hija delcomerciante.»

MiróalcieloycalculóquellegaríaaTarifaantesdelahoradelalmuerzo.Allípodríacambiarsulibroporotromásvoluminoso,llenarlabotadevinoyafeitarseycortarseelpelo;teníaqueestarbienparasuencuentroconlachicaynoqueríapensarenlaposibilidaddequeotropastorhubiera llegadoantesqueél,conmásovejas,parapedirsumano.

«Esjustamentelaposibilidadderealizarunsueñoloquehacequelavidasea interesante», reflexionómientrasmiraba de nuevo el cielo y apretaba elpaso. Acababa de acordarse de que en Tarifa vivía una vieja capaz deinterpretarlossueños.Yélhabíatenidounsueñorepetidoaquellanoche.

La vieja condujo al muchacho hasta un cuarto en el fondo de la casa,separado de la sala por una cortina hecha con tiras de plástico de varioscolores.Dentrohabíaunamesa,unaimagendelSagradoCorazóndeJesúsydossillas.

Lavieja se sentóy lepidióa élquehiciese lomismo.Después le cogióambasmanosyempezóarezarenvozbaja.

Parecíaunrezogitano.Elmuchachoyahabíaencontradoamuchosgitanospor el camino; los gitanos viajaban y, sin embargo, no cuidaban ovejas. Lagentedecíaquesuvidasebasabaenengañaralosdemás;tambiéndecíanque

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teníanunpactoconlosdemonios,yqueraptabancriaturasparatenerlascomoesclavas en susmisteriosos campamentos.Depequeño siemprehabía tenidomucho miedo de que lo raptaran los gitanos, y ese temor antiguo reviviómientraslaviejalesujetabalasmanos.

«Pero tiene la imagendelSagradoCorazónde Jesús»,pensóprocurandocalmarse.Noqueríaquesusmanosempezaranatemblarylaviejapercibiesesumiedo.Rezóunpadrenuestroensilencio.

—Qué interesante —dijo la vieja sin apartar los ojos de la mano delmuchacho.Yvolvióaguardarsilencio.

El chico se estaba poniendo nervioso. Sin poder impedirlo, sus manosempezaronatemblar,ylaviejasediocuenta.Éllasretirórápidamente.

—Nohevenidoaquíparaquemeleanlasmanos—dijo,yaarrepentidodehaberentradoenaquellacasa.

Pensóporunmomentoqueeramejorpagar la consulta e irsede allí sinsabernada.Leestabadandodemasiadaimportanciaaunsueñorepetido.

—Túhasvenidoa saberde sueños—respondió lavieja—.Y los sueñosson el lenguaje deDios.CuandoÉl habla el lenguaje delmundo, yo puedointerpretarlo.Perosihablaellenguajedetualma,sólotúpodrásentenderlo.Yyotevoyacobrarlaconsultadecualquiermanera.

«Otro truco», pensó el muchacho. Sin embargo, decidió arriesgarse. Unpastorcorresiempreelriesgodeloslobosodelasequía,yesoesloquehacequeeloficiodepastorseamásexcitante.

—Tuveelmismosueñodosvecesseguidas—explicó—.Soñéqueestabaenunpradoconmisovejascuandoaparecíaunniñoyempezabaajugarconlosanimales.Nomegustaquemolestenamisovejas,porqueseasustandelosextraños.Perolosniñossiempreconsiguentocaralosanimalessinqueellosseasusten.Noséporqué.Nosécómopuedensaberlosanimaleslaedaddelossereshumanos.

—Vuelve a tu sueño —ordenó la vieja—. Tengo una olla en el fuego.Además,tienespocodineroynopuedescomprartodomitiempo.

—Elniñoseguíajugandoconlasovejasdurantealgúntiempo—continuóelmuchacho,unpocopresionado—yderepentemecogíade lamanoymellevabahastalasPirámidesdeEgipto.

ElchicoesperóunpocoparaversilaviejasabíaloqueeranlasPirámidesdeEgipto.Perolaviejacontinuócallada.

—Entonces, en las Pirámides de Egipto —pronunció las tres últimaspalabras lentamente, para que la vieja pudiera entender bien—, el niño me

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decía:«Sivieneshastaaquíencontrarásuntesoroescondido.»Ycuandoibaamostrarmeellugarexacto,medesperté.Lasdosveces.

Laviejacontinuóensilenciodurantealgúntiempo.Despuésvolvióacogerlasmanosdelmuchachoyaestudiarlasatentamente.

—Novoyacobrartenadaahora—dijolavieja—.Peroquierounadécimapartedeltesorosiloencuentras.

Elmuchachoriofeliz.¡Ibaaahorrarseelpocodineroqueteníagraciasaunsueñoquehablabadetesorosescondidos!Laviejadebíadeserrealmentegitana,porquelosgitanosteníanfamadeserunpocotontos.

—Entoncesinterpreteelsueño—lepidió.

—Antes, jura. Júrame que me vas a dar la décima parte de tu tesoro acambiodeloquevoyadecirte.

El chico juró. La vieja le pidió que repitiera el juramento mirando laimagendelSagradoCorazóndeJesús.

—EsunsueñodelLenguajedelMundo—dijoella—.Puedointerpretarlo,aunqueesuna interpretaciónmuydifícil.Poresocreoquemerezcomiparteentuhallazgo.Heaquílainterpretación:tienesqueirhastalasPirámidesdeEgipto.Nuncaoíhablardeellas,perosi fueunniñoelque te lasmostróesporqueexisten.Allíencontrarásuntesoroqueteharárico.

Elmuchachosequedósorprendidoydespuésirritado.Nonecesitabahaberbuscadoalaviejaparaesto.Finalmenterecordóquenoibaapagarnada.

—Para esto no necesitaba haber perdidomi tiempo—dijo.—Por eso tedijequetusueñoeradifícil.Lascosassimplessonlasmásextraordinarias,ysólo los sabios consiguen verlas. Puesto que yo no soy sabia, tengo queconocerotrasartes,comolalecturadelasmanos.

—¿YcómovoyallegarhastaEgipto?

—Yo sólo interpreto sueños. No sé transformarlos en realidad. Por esotengoquevivirdeloquemishijasmedan.

—¿YsinollegohastaEgipto?

—Mequedosincobrar.Noseríalaprimeravez.

Ylaviejanodijonadamás.Lepidióalmuchachoquesefuera,porqueyahabíaperdidomuchotiempoconél.

El muchacho salió decepcionado y convencido de que no creería nuncamásensueños.Seacordódequeteníavariascosasquehacer:fuealcolmadoacompraralgodecomida,cambiósulibroporotromásgruesoysesentóenunbancodelaplazaparasaborearelnuevovinoquehabíacomprado.Eraun

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día caluroso y el vino, por uno de estos misterios insondables, conseguíarefrescarunpocosucuerpo.Lasovejasestabanalaentradadelaciudad,enelestablodeunnuevoamigosuyo.Conocíaamuchagenteporaquellaszonas,yporesolegustabaviajar.Unosiempreacabahaciendoamigosnuevosynoesnecesarioquedarseconellosdíatrasdía.Cuandovemossiemprealasmismaspersonas (y esto pasaba en el seminario) terminamos haciendo que pasen aformarpartedenuestrasvidas.Ycomoellasformanpartedenuestrasvidas,pasan también a querermodificar nuestras vidas.Y si no somos como ellasesperan que seamos, se molestan. Porque todas las personas sabenexactamentecómodebemosvivirnuestravida.

Ynuncatienenideadecómodebenvivirsuspropiasvidas.Comolamujerdelossueños,quenosabíatransformarlosenrealidad.

Decidióesperaraqueelsolestuvieraunpocomásbajoantesdeseguirconsusovejas endirección al campo.Dentrode tresdías estaría con lahijadelcomerciante.

EmpezóaleerellibroquelehabíaproporcionadoelcuradeTarifa.Eraunlibro voluminoso, que hablaba de un entierro ya desde la primera página.Además, los nombres de los personajes eran complicadísimos. Pensó que sialgúndíaélescribíaunlibroharíaapareceralospersonajesdeformasucesiva,paraqueloslectoresnotuviesentantotrabajoenrecordarnombres.

Cuando consiguió concentrarse un poco en la lectura —y era buena,porquehablabadeunentierroenlanieve,loqueletransmitíaunasensacióndefríodebajodeaquelinmensosol—,unviejosesentóasuladoyempezóabuscarconversación.

—¿Quéestánhaciendo?—preguntóelviejoseñalandoalaspersonasenlaplaza.

—Estántrabajando—repusoelmuchachosecamente,yvolvióafingirqueestabaconcentradoenla lectura.Enrealidadestabapensandoenesquilar lasovejasdelantedelahijadelcomerciante,paraqueellavieraqueeracapazdehacer cosas interesantes. Ya había imaginado esta escena una infinidad deveces: en todas ellas, la chica quedaba deslumbrada cuando él empezaba aexplicarlequelasovejassedebenesquilardesdeatráshaciaadelante.Tambiénintentaba acordarse de algunas buenas historias para contarle mientrasesquilabalasovejas.Casitodaslashistoriaslashabíaleídoenloslibros,perolas contaría como si las hubiera vivido personalmente. Ella nunca se daríacuentaporquenosabíaleerlibros.

Elviejo, sinembargo, insistió.Explicóqueestabacansado,consed,y lepidióuntragodevino.Elmuchacholeofreciósubotella;quizáasísecallaría.

Pero el viejo quería conversación a toda costa. Le preguntó qué libro

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estabaleyendo.Élpensóenserdescortésycambiarsedebanco,perosupadrelehabíaenseñadoarespetaralosancianos.Entoncesofrecióellibroalviejopordosrazones:laprimera,porquenosabíapronunciareltítulo;ylasegunda,porquesielviejonosabíaleer,seríaélquiensecambiaríadebancoparanosentirsehumillado.

—Humm... —dijo el viejo inspeccionando el volumen por todos loscostados,comosifueseunobjetoextraño—.Esunlibroimportante,peromuyaburrido.

Elmuchachosequedósorprendido.Elviejosabíaleer,yademásyahabíaleído aquel libro. Y si era aburrido, como él decía, aún tendría tiempo decambiarloporotro.

—Esunlibroquehabladeloquehablancasitodosloslibros—continuóelviejo—.De la incapacidadque laspersonas tienenparaescogersupropiodestino. Y termina haciendo que todo el mundo crea la mayor mentira delmundo.

—¿Cuál es la mayor mentira del mundo? —indagó, sorprendido, elmuchacho.

—Esésta:enundeterminadomomentodenuestraexistencia,perdemoselcontroldenuestrasvidas,yéstaspasanasergobernadasporeldestino.Éstaeslamayormentiradelmundo.

—Conmigonosucediótalcosa—replicóelmuchacho—.Queríanqueyofuesecura,peroyodecidíserpastor.

—Asíesmejor—dijoelviejo—,porquetegustaviajar.

«Ha adivinado mi pensamiento», reflexionó el chico. El viejo, mientrastanto, hojeaba el grueso libro sin la menor intención de devolvérselo. Elmuchachoobservóquevestíauna ropaextraña;parecíaunárabe, locualnoerararoenaquellaregión.ÁfricaquedabaapocashorasdeTarifa;sólohabíaquecruzarelpequeñoestrechoenunbarco.Muchasvecesaparecíanárabesenlaciudad,haciendocomprasyrezandooracionesextrañasvariasvecesaldía.

—¿Dedóndeesusted?—preguntó.

—Demuchaspartes.

—Nadie puede ser de muchas partes—dijo el muchacho—. Yo soy unpastor y estoy enmuchaspartes, pero soydeunúnico lugar, deuna ciudadcercanaauncastilloantiguo.Allífuedondenací.

—EntoncespodemosdecirqueyonacíenSalem.

ElmuchachonosabíadóndeestabaSalem,peronoquisopreguntarloparano sentirse humillado con la propia ignorancia. Permaneció un rato

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contemplandolaplaza.Laspersonasibanyvenían,yparecíanmuyocupadas.

—¿CómoestáSalem?—preguntóbuscandoalgunapista.

—Comosiempre.

Estonoeraningunapista.PerosabíaqueSalemnoestabaenAndalucía,sinoélyalahabríaconocido

—¿YquéhaceustedenSalem?—insistió.

—¿QuequéesloquehagoenSalem?—Elviejoporprimeravezsoltóunabuenacarcajada—.¡Vamos!¡YosoyelreydeSalem!

Lagentedicemuchascosas raras,pensóelmuchacho.Avecesesmejorestarconlasovejas,quesoncalladasyselimitanabuscaralimentoyagua.Oesmejorestarconloslibros,quecuentanhistoriasfantásticassiempreenlosmomentosenqueunoquiereoírlas.Perocuandounohablaconpersonas,éstasdicenciertascosasquenosdejansinsabercómocontinuarlaconversación.

—MinombreesMelquisedec—dijoelviejo—.¿Cuántasovejastienes?

—Las suficientes—respondió elmuchacho. El viejo empezaba a querersaberdemasiadosobresuvida.

—Entonces estamos ante un problema. No puedo ayudarte mientras túconsideresquetieneslasovejassuficientes.

Elmuchacho se irritó. No había pedido ayuda. Era el viejo quien habíapedidovino,conversaciónyellibro.

—Devuélvameellibro—dijo—.Tengoqueirabuscarmisovejasyseguiradelante.

—Dame la décima parte de tus ovejas —propuso el viejo—, y yo teenseñarécómollegarhastaeltesoroescondido.

El chico volvió a acordarse entonces del sueño y de repente lo vio todoclaro.Lavieja no le había cobradonadapero el viejo—quequizá fuese sumarido— iba a conseguir arrancarle mucho más dinero a cambio de unainformacióninexistente.Elviejodebíadesergitanotambién.

Antesdequeelmuchachodijesenada,elviejoseinclinó,cogióunaramaycomenzóaescribirenlaarenadelaplaza.Cuandoseinclinaba,algoseviobrillarensupecho,conunaintensidadtalquecasicegóalmuchacho.Peroenunmovimientoexcesivamenterápidoparaalguiendesuedad,volvióacubrirel brillo con el manto. Los ojos del muchacho recobraron su normalidad ypudoverloqueelviejoestabaescribiendo.

Enlaarenadelaplazaprincipaldeaquellapequeñaciudad,leyóelnombredesupadreydesumadre.Leyólahistoriadesuvidahastaaquelmomento,

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losjuegosdesuinfancia,lasnochesfríasdelseminario.Leyóelnombredelahija del comerciante, que ignoraba. Leyó cosas que jamás había contado anadie,comoeldíaenquerobóelarmadesupadreparamatarvenados,osuprimeraysolitariaexperienciasexual.

«SoyelreydeSalem»,habíadichoelviejo.

—¿Por qué un rey conversa con un pastor? —preguntó el muchacho,avergonzadoyadmiradísimo.

—Existenvariasrazones.PerolamásimportanteesquetúhassidocapazdecumplirtuLeyendaPersonal.

ElmuchachonosabíaquéeraesodelaLeyendaPersonal.

—Esaquelloquesiempredeseastehacer.Todaslaspersonas,alcomienzodesujuventud,sabencuálessuLeyendaPersonal.Enesemomentodelavidatodo seve claro, todo es posible, y ellas no tienenmiedode soñar ydeseartodoaquelloquelesgustaríahacerensusvidas.Noobstante,amedidaqueeltiempo va pasando, una misteriosa fuerza trata de convencerlas de que esimposiblerealizarlaLeyendaPersonal.

Loqueelviejoestabadiciendonoteníamuchosentidoparaelmuchacho.Pero él quería saber qué eran esas «fuerzas misteriosas»; la hija delcomerciantesequedaríaboquiabiertaconesto.

—Sonfuerzasqueparecenmalas,peroenverdadteestánenseñandocómorealizar tu Leyenda Personal. Están preparando tu espíritu y tu voluntad,porqueexisteunagranverdadenesteplaneta;seasquienseasohagasloquehagas,cuandodeseasconfirmezaalgunacosa,esporqueestedeseonacióenelalmadelUniverso.EstumisiónenlaTierra.

—¿Aunque sólo seaviajar? ¿Ocasarse con lahijadeuncomerciantedetejidos?

—Obuscaruntesoro.ElAlmadelMundosealimentaconlafelicidaddelaspersonas.Ocon la infelicidad, laenvidia, loscelos.Cumplir suLeyendaPersonal es la única obligación de los hombres. Todo es una sola cosa. Ycuandoquieresalgo,todoelUniversoconspiraparaquerealicestudeseo.

Durantealgúntiempopermanecieronsilenciosos,contemplandolaplazaylagente.Fueelviejoquienhablóprimero.

—¿Porquécuidasovejas?

—Porquemegustaviajar.

El viejo señaló a un vendedor de palomitas demaíz que, con su carritorojo,estabaenunrincóndelaplaza.

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—Aquel vendedor también deseó viajar cuando era niño; pero prefiriócompraruncarritoparavendersuspalomitasyasíjuntardineroduranteaños.Cuandoseaviejo,piensapasarunmesenÁfrica.Jamásentendióquelagentesiempreestáencondicionesderealizarloquesueña.

—Deberíahaberelegidoserpastor—pensóenvozaltaelmuchacho.

—Lopensó—dijoelviejo—.Pero losvendedoresdepalomitasdemaízson más importantes que los pastores. Tienen una casa, mientras que lospastoresduermenalaintemperie.Laspersonasprefierencasarasushijasconvendedoresdepalomitasantesqueconpastores.

El muchacho sintió una punzada en el corazón al recordar a la hija delcomerciante.Ensuciudaddebíadehaberalgúnvendedordepalomitas.

—Enfin,queloquelaspersonaspiensansobrevendedoresdepalomitasypastorespasaasermásimportanteparaellasquelaLeyendaPersonal.Elviejohojeóellibroysedistrajoleyendounapágina.Elchicoesperóunpocoylointerrumpiódelamismamaneraqueéllohabíainterrumpido.

—¿Porquéhabladetodoestoconmigo?

—PorquetúintentasvivirtuLeyendaPersonal.Yestásapuntodedesistirdeella.

—¿Yustedaparecesiempreenestosmomentos?

—No siempre de esta forma, pero jamás dejé de aparecer. A vecesaparezcobajolaformadeunabuenasalida,deunabuenaidea.Otrasveces,enunmomentocrucial,hagoquetodosevuelvamásfácil.Ycosasasí.Perolamayorpartedelagentenosedacuenta.

Elviejolecontóquelasemanapasadahabíatenidoqueapareceranteungarimpeiro(buscadordeoroypiedraspreciosas)bajolaformadeunapiedra.El garimpeiro lo había dejado todo para partir en busca de esmeraldas.Durantecincoañostrabajóenunrío,yhabíapartido999999piedrasenbuscadeunaesmeralda.Enesemomentoelgarimpeiropensóendesistir,ysólolefaltaba una piedra, solamente UNA PIEDRA, para descubrir su esmeralda.Como era un hombre que había apostado por suLeyendaPersonal, el viejodecidió intervenir. Se transformó en una piedra, que rodó sobre el pie delgarimpeiro. Éste, con la rabia y la frustración de los cinco años perdidos,arrojólapiedralejos.Perolaarrojócontantafuerzaquechocócontraotrayserompió,mostrandolaesmeraldamásbelladelmundo.

—Laspersonasaprendenmuyprontosurazóndevivir—dijoelviejoconcierta amargura en los ojos—. Quizá también sea por eso que desisten tanpronto.Peroasíeselmundo.

Entonceselmuchachoseacordódeque laconversaciónhabíaempezado

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coneltesoroescondido.

—Los tesoros son levantados de la tierra por los torrentes de agua, yenterradostambiénporellos—prosiguióelviejo—.Siquieressabersobretutesoro,tendrásquecedermeladécimapartedetusovejas.

—¿Ynosirveunadécimapartedeltesoro?

Elviejosedecepcionó.

—Siempiezasporprometerloqueaúnnotienes,perderástuvoluntadparaconseguirlo.

Elmuchacholecontóquehabíaprometidounapartealagitana.

—Los gitanos son muy listos —dijo el viejo con un suspiro—. Decualquiermanera,esbuenoqueaprendasquetodoenlavidatieneunprecio.YestoesloquelosGuerrerosdelaLuzintentanenseñar.

Elviejoledevolvióellibro.

—Mañana, a esta misma hora, me traes aquí una décima parte de tusovejas.Yyoteenseñarécómoconseguireltesoroescondido.Buenastardes.

Ydesaparecióporunadelasesquinasdelaplaza.

El muchacho intentó leer el libro, pero ya no consiguió concentrarse.Estabaagitadoytenso,porquesabíaqueelviejodecíalaverdad.Sefuehastaelvendedorylecompróunabolsadepalomitas,mientrasmeditabasidebíaonocontarle loque lehabíadichoelviejo.«Avecesesmejordejar lascosascomoestán»,pensóelchico,ynodijonada.Siselocontaba,elvendedorsepasaría tres días pensando en abandonarlo todo, pero estaba muyacostumbradoasucarrito.Podíaevitarleesesufrimiento.

Comenzóacaminarsinrumboporlaciudad,yllegóhastaelpuerto.Habíaunpequeñoedificio,yenélunaventanilladondelagentecomprabapasajes.EgiptoestabaenÁfrica.

—¿Quieresalgo?—preguntóelhombredelaventanilla.

—Quizá mañana —contestó el chico alejándose. Sólo con vender unaoveja podría cruzar hasta el otro lado del estrecho. Era una idea que leespantaba.

—Otrosoñador—dijoelhombredelaventanillaasuayudante,mientraselmuchachosealejaba—.Notienedineroparaviajar.

Cuando estaba en la ventanilla el muchacho se había acordado de susovejas, y sintió miedo de volver junto a ellas. Había pasado dos añosaprendiéndolo todo sobre el arte del pastoreo: sabía esquilar, cuidar a lasovejaspreñadas,protegerlasdeloslobos.Conocíatodosloscamposypastos

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deAndalucía.Conocíaelprecio justodecompraryvendercadaunode susanimales.

Decidióvolveralestablodesuamigoporelcaminomáslargo.Laciudadtambiénteníauncastillo,ydecidiósubirlarampadepiedraysentarseenunade sus murallas. Desde allí arriba se podía ver África. Alguien le habíaexplicado en cierta ocasión que por allí llegaron los moros que ocuparondurante tantosañoscasi todaEspaña.Yelmuchachodetestabaa losmoros.Además,habíansidoelloslosquetrajeronalosgitanos.

Desdeallípodíavertambiéncasitodalaciudad,inclusivelaplazadondehabíaconversadoconelviejo.

«Maldita sea la hora en que encontré a ese viejo», pensó. Había idosolamenteabuscaraunamujerqueinterpretasesueños.Nilamujernielviejoconcedían importancia al hecho de que él era un pastor. Eran personassolitarias, que ya no confiaban en la vida, y no entendían que los pastoresterminaranaficionándoseasusovejas.Élconocíalosdetallesdecadaunadeellas:sabíacuálcojeaba,cuáltendríacríadentrodedosmeses,ycuáleseranlas más perezosas. Sabía también cómo esquilarlas y cómo matarlas. Si sedecidieraapartir,ellassufrirían.

Comenzóasoplarelviento.Élconocíaaquelviento: lagente lo llamabaLevante, porque con él llegaron también las hordas de infieles. Hasta queconoció Tarifa nunca había imaginado que África estuviera tan cerca. Esosuponíaungranpeligro:losmorospodíaninvadirnosnuevamente.

El Levante comenzó a soplar más fuerte. «Estoy entre las ovejas y eltesoro»,pensabaelmuchacho.Teníaquedecidirseentreunacosaalaquesehabíaacostumbradoyunacosaquelegustaríatener.Estabatambiénlahijadelcomerciante, pero ella no era tan importante como las ovejas, porque nodependíadeél.Hastaeraposiblequeniseacordaradeél.Tuvolaseguridaddequesinoaparecíadentrodedosdías, lachicanisiquieralonotaría;paraella todos los días eran iguales y cuando todos los días parecen iguales esporquelaspersonashandejadodepercibir lascosasbuenasqueaparecenensusvidassiemprequeelsolcruzaelcielo.

«Yoabandonéamipadre,amimadreyelcastillodemiciudad.Ellosseacostumbraronyyomeacostumbré.Lasovejas también se acostumbrarán amiausencia»,pensóelmuchacho.

Desdealláarribacontemplólaplaza.Elvendedordepalomitascontinuabavendiendosuspapelinas.Unajovenparejasesentóenelbancodondeélhabíaestadoconversandoconelviejoysediounlargobeso.

«Elvendedordepalomitas»,dijoparasísincompletarlafrase.PorqueelLevantehabíacomenzadoasoplarconmásfuerzayélsequedósintiendoel

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vientoenelrostro.Elvientotraíaalosmoros,esverdad,perotambiéntraíaelolor del desierto y de las mujeres cubiertas con velo. Traía el sudor y lossueñosdeloshombresqueundíahabíanpartidoenbuscadelodesconocido,de oro, de aventuras... y de pirámides. Elmuchacho comenzó a envidiar lalibertad del viento, y percibió que podría ser como él. Nada se lo impedía,excepto él mismo. Las ovejas, la hija del comerciante, los campos deAndalucíanoeranmásquelospasosdesuLeyendaPersonal.

Aldía siguiente,elmuchachoseencontróconelviejoamediodía.Traíaseisovejasconsigo.

—Estoysorprendido—exclamó—.Miamigocompróinmediatamentelasovejas.Dijoque todasuvidahabíasoñadoconserpastor,yqueaquelloeraunabuenaseñal.

—Siempreesasí—dijoelviejo—.LollamamoselPrincipioFavorable.Sijuegasalascartasporprimeravez,verásquecasiconseguridadganas.Eslasuertedelprincipiante.

—¿Yporqué?

—PorquelavidaquierequevivastuLeyendaPersonal.

Despuéscomenzóaexaminarlasseisovejasydescubrióqueunadeellascojeaba.Elmuchacholeexplicóqueno tenía importanciaporqueera lamásinteligenteyproducíabastantelana.

—¿Dóndeestáeltesoro?—preguntó.

—EltesoroestáenEgipto,cercadelasPirámides.

Elmuchachoseasustó.Laviejalehabíadicholomismo,peronolehabíacobradonada.

—Para llegar hasta él tendrás que seguir las señales.Dios escribió en elmundoelcaminoquecadahombredebeseguir.Sólohayque leer loqueÉlescribióparati.

Antesdequeelmuchachodijeranada,unamariposacomenzóarevolotearentreélyelviejo.Seacordódesuabuelo:cuandoerapequeño,suabuelolehabíadichoquelasmariposassonseñaldebuenasuerte.Comolosgrillos,lasmariquitas,laslagartijasylostrébolesdecuatrohojas.

—Eso es —dijo el viejo, que era capaz de leer sus pensamientos—.Exactamentecomotuabueloteenseñó.Éstassonlasseñales.

Después el viejo abrió elmanto que le cubría el pecho.Elmuchacho sequedóimpresionadoconloquevio,yrecordóelbrilloquehabíadetectadoeldía anterior.El viejo llevaba un pectoral de oromacizo, cubierto de piedraspreciosas.

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Erarealmenteunrey.Debíadeirdisfrazadoasíparahuirdelosasaltantes.

—Toma—dijoelviejosacandounapiedrablancayunapiedranegraquellevaba prendidas en el centro del pectoral de oro—. Se llaman Urim yTumim. La negra quiere decir «sí» y la blanca quiere decir «no». Cuandotengasdificultadparapercibirlasseñales,teserándeutilidad.Hazlessiempreuna pregunta objetiva, pero en general procura tomar tú las decisiones. EltesoroestáenlasPirámidesyestotúyalosabías;perotuvistequepagarseisovejasporqueyoteayudéatomarunadecisión.

El muchacho se guardó las piedras en el zurrón. De ahora en adelante,tomaríasuspropiasdecisiones.

—Noteolvidesdequetodoesunasolacosa.Y,sobretodo,noteolvidesdellegarhastaelfindetuLeyendaPersonal.

»Antes,sinembargo,megustaríacontarteunapequeñahistoria:

»Ciertomercader envióa suhijoconelmás sabiode todos loshombrespara que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durantecuarentadíasporeldesierto,hastaquellegóaunhermosocastillo,enloaltodeunamontaña.Allívivíaelsabioquebuscaba.

»Sinembargo,envezdeencontraraunhombresanto,nuestrohéroeentróen una sala y vio una actividad inmensa;mercaderes que entraban y salían,personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocabamelodíassuavesyunamesarepletadelosmásdeliciososmanjaresdeaquellaregióndelmundo.Elsabioconversabacontodos,yeljoventuvoqueesperardoshorasparaqueleatendiera.

»Elsabioescuchóatentamenteelmotivodesuvisita,peroledijoqueenaquelmomento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Lesugirióquedieseunpaseoporsupalacioyvolviesedoshorasmástarde.

»Pero quiero pedirte un favor —añadió el sabio entregándole unacucharillade téen laquedejócaerdosgotasdeaceite—.Mientrascaminesllevaestacucharillaycuidadequeelaceitenosederrame.

»Eljovencomenzóasubirybajarlasescalinatasdelpalaciomanteniendosiempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a lapresenciadelsabio.

»¿Quétal?—preguntóelsabio—.¿VistelostapicesdePersiaquehayenmicomedor?¿VisteeljardínqueelMaestrodelosJardinerostardódiezañosencrear?¿Reparasteenlosbellospergaminosdemibiblioteca?

»El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su únicapreocupaciónhabíasidonoderramarlasgotasdeaceitequeelSabiolehabíaconfiado.

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»Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo—dijo elSabio—.Nopuedesconfiarenunhombresinoconocessucasa.

»Yamástranquilo,eljovencogiónuevamentelacucharayvolvióapasearpor el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte queadornabaneltechoylasparedes.Violosjardines,lasmontañasasualrededor,la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estabacolocada en su lugar. De regreso a la presencia del sabio, le relatódetalladamentetodoloquehabíavisto.

»¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié?—preguntó elSabio.

»Eljovenmirólacucharaysediocuentadequelashabíaderramado.

»Puesésteeselúnicoconsejoquepuedodarte—ledijoelmásSabiodelosSabios—.Elsecretodelafelicidadestáenmirartodaslasmaravillasdelmundo,perosinolvidarsenuncadelasdosgotasdeaceiteenlacuchara.

Elmuchachoguardósilencio.Habíacomprendidolahistoriadelviejorey.Aunpastorlegustaviajar,perojamásolvidaasusovejas.

Elviejomiróalmuchachoycon lasdosmanosextendidashizoalgunosgestosextrañossobresucabeza.Despuéscogiólasovejasysiguiósucamino.

EnloaltodelapequeñaciudaddeTarifaexisteunviejofuerteconstruidoporlosmoros,yquiensesientaensusmurallasconsigueveralmismotiempouna plaza, un vendedor de palomitas de maíz y un pedazo de África.Melquisedec,elreydeSalem,sesentóenlamuralladelfuerteaquellatardeysintió el viento de Levante en su rostro. Las ovejas se agitaban a su lado,temerosas de sunuevodueño, y excitadas ante tantos cambios.Todo lo queellasqueríanerasólocomidayagua.

Melquisedeccontemplóelpequeñobarcoqueestabazarpandodelpuerto.Nuncamásvolveríaaveralmuchacho,delmismomodoquejamásvolvióaveraAbraham,despuésdehaberlecobradoeldiezmo.Noobstante,éstaerasuobra.

Los dioses no deben tener deseos, porque los dioses no tienen LeyendaPersonal.Sinembargo,el reydeSalemdeseó íntimamentequeelmuchachotuvieraéxito.

«Lástima que se olvidará en seguida demi nombre—pensó—.Deberíahabérselo repetido varias veces. Así, cuando hablase de mí, diría que soyMelquisedec,elreydeSalem.»

Despuésmiróhaciaelcielo,unpocoarrepentido.

«Séqueesvanidaddevanidades,comoTúdijiste,Señor.Perounviejorey

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avecestienequeestarorgullosodesímismo.»

«QuéextrañaesÁfrica»,pensóelmuchacho.

Estaba sentado en una especie de bar igual que otros bares que habíaencontrado en las callejuelas estrechas de la ciudad. Algunas personasfumaban una pipa gigante que se pasaban de boca en boca.En pocas horashabía visto a hombres cogidos de lamano,mujeres con el rostro cubierto ysacerdotesquesubíanaaltastorresycomenzabanacantar,mientrastodosasualrededorsearrodillabanygolpeabanlacabezacontraelsuelo.

«Cosasdeinfieles»,sedijo.Cuandoeraniño,veíasiempreenlaiglesiadesu aldea una imagen de Santiago Matamoros en su caballo blanco, con laespadadesenvainaday figurascomoaquéllasbajo suspies.Elmuchacho sesentíamalyterriblementesolo.Losinfielesteníanunamiradasiniestra.

Ademásdeeso,conlasprisasdeviajar,sehabíaolvidadodeundetalle,unúnicodetallequepodíaalejarlodesutesoropormuchotiempo:enaquelpaístodoshablabanárabe.

El dueño del bar se aproximó y el muchacho le señaló una bebida quehabíaservidoenotramesa.Erauntéamargo.Hubierapreferidobebervino.

Peronodebíapreocuparseporesoahora.Teníaquepensarexclusivamenteen su tesoroy en lamanerade conseguirlo.Laventade lasovejas lohabíadejadoconbastantedineroenelbolsillo,yelmuchachosabíaqueeldineroeramágico:conélnadieestá solo jamás.Dentrodepoco,quizáunospocosdías,estaríajuntoalasPirámides.Unviejocontodoaqueloroenelpechonoteníanecesidaddementirparaobtenerseisovejas.

El viejo le había hablado de señales. Mientras atravesaba el mar, habíaestadopensandoenlasseñales.Sí,sabíaaquéserefería:duranteeltiempoenque estuvo en los campos deAndalucía se había acostumbrado a leer en latierra y en los cielos las condiciones del camino que debía seguir. Habíaaprendido que cierto pájaro indicaba la cercanía de alguna serpiente, y quedeterminadoarbustoeraseñaldelapresenciadeaguaapocoskilómetros.Lasovejaslehabíanenseñadotodoeso.

«Si Dios conduce tan bien a las ovejas, también conducirá al hombre»,reflexionó,ysequedómástranquilo.Eltéparecíamenosamargo.

—¿Quiéneres?—oyóquelepreguntabaunavozenespañol.

Elmuchachosesintióinmensamentealiviado.Estabapensandoenseñalesyalguienhabíaaparecido.—¿Cómoesquehablasespañol?—seinteresó.

El recién llegado era un hombre joven vestido a la manera de losoccidentales, pero el color de su piel indicaba que debía de ser de aquellaciudad.Tendríamásomenossumismaalturayedad.

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—Aquí casi todo elmundo habla español. Estamos sólo a dos horas deEspaña.

—Siéntateypidealgopormicuenta—leofrecióelmuchacho—.Ypideunvinoparamí.Detestoesteté.

—Nohayvinoen estepaís—dijo el recién llegado—.La religiónno lopermite.

El muchacho le explicó entonces que tenía que llegar a las Pirámides.Estuvoapuntodehablarledeltesoro,perodecidiócallarse.Elárabeeracapazdequererunaparteacambiodellevarlohastaallí.Seacordódeloqueelviejolehabíadichorespectoalosofrecimientos.

—Megustaríaquemellevaras,siesposible.Puedopagartecomoguía.

—¿Tútienesideadecómosellegahastaallí?

El muchacho se dio cuenta de que el dueño del bar andaba cerca,escuchandoatentamentelaconversación.Sesentíamolestoporsupresencia;perohabíaencontradounguía,ynopodíaperderaquellaoportunidad.

—Hay que atravesar todo el desierto del Sahara —continuó el reciénllegado—, y para eso se necesita dinero. Quiero saber si tienes el dinerosuficiente.

Al muchacho le extrañó la pregunta que le había formulado el reciénllegado. Pero confiaba en el viejo, y el viejo le había dicho que cuando sequiereunacosa,elUniversosiempreconspiraafavor.

Sacó su dinerodel bolsillo y se lomostró.El dueñodel bar se acercóymirótambién.Losdosintercambiaronalgunaspalabrasenárabe.Eldueñodelbarparecíairritado.

—¡Vámonos!—dijoel recién llegado—.Élnoquierequenosquedemosaquí.

Elmuchacho se sintió aliviado: Se levantó para pagar la cuenta, pero eldueñoloagarróycomenzóahablarlesinparar.Aunqueerafuerte,estabaenunatierraextranjera.Fuesunuevoamigoquienempujóaldueñohaciaunladoyacompañóalchicohastalacalle.

—Quería tu dinero—dijo—. Tánger no es igual que el resto deÁfrica.Estamosenunpuerto,yen lospuertoshaysiempremuchos ladrones.Podíaconfiar en sunuevoamigo.Lehabía ayudadoenuna situación crítica.Sacónuevamenteeldineroylocontó.

—PodemosllegarmañanaalasPirámides—dijoelotrocogiendoeldinero—.Peronecesitocomprardoscamellos.

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SalieronandandoporlasestrechascallesdeTánger.Entodaslasesquinashabía puestos de cosas para vender. Por fin llegaron al centro de una granplaza,dondefuncionabaelmercado.Habíamillaresdepersonasdiscutiendo,vendiendo, comprando; hortalizas mezcladas con dagas, alfombras junto atodotipodepipas.Peroelmuchachonoapartabalosojosdesunuevoamigo.Alfinyalcabo,teníatodosudineroenlasmanos.Pensóenpedirlequeselodevolviera, pero temió que lo considerara una falta de delicadeza. Él noconocíalascostumbresdelastierrasextrañasqueestabanpisando.

«Bastaráconvigilarlo»,sedijo.Eramásfuertequeelotro.

De repente, enmedio de toda aquella confusión, apareció la espadamáshermosa que jamás había visto en su vida: la vaina era plateada y laempuñadura negra, con piedras incrustadas. Se prometió a sí mismo quecuandoregresaradeEgiptolacompraría.

—Pregúntalealdueñocuántocuesta—pidióalamigo.Perosediocuentadequesehabíaquedadodossegundosdistraídomirándola.

Sintióelcorazóncomprimido,comositodosupechosehubieraencogidoderepente.Tuvomiedodemirarasulado,porquesabíaconloqueseibaaencontrar.Susojoscontinuaronfijosenlahermosaespadaalgunosmomentosmáshastaquesearmódevalorysediovuelta.

A su alrededor, el mercado, las personas yendo y viniendo, gritando ycomprando,lasalfombrasmezcladasconlasavellanas,laslechugasjuntoalasmonedasdecobre,loshombrescogidosdelamanoporlascalles,lasmujerescon velo, el olor a comida extraña, pero en ninguna parte, absoluta ydefinitivamenteenningunaparte,elrostrodesucompañero.

El muchacho aún quiso pensar que se habían perdido de vistamomentáneamente. Resolvió quedarse allí mismo, esperando a que el otrovolviera. Al poco tiempo, un individuo subió a una de aquellas torres ycomenzó a cantar; todos se arrodillaron, golpearon la cabeza en el suelo ycantaron también. Después, como un ejército de laboriosas hormigas,deshicieronlospuestosdeventaysemarcharon.

Elsolcomenzóairsetambién.Elmuchacholocontemplódurantemuchotiempo, hasta que se escondió detrás de las casas blancas que rodeaban laplaza.Recordóquecuandoaquelsolhabíanacidoporlamañana,élestabaenotrocontinente,eraunpastor, teníasesentaovejasyunacitaconcertadaconunachica.Porlamañana,mientrasandabaporloscampos,sabíatodoloqueleibaasuceder.

Sinembargo,ahoraqueelsolseescondía,estabaenunpaísdiferente,eraunextrañoenuna tierraextraña,dondeni siquierapodíaentenderel idiomaquehablaban.Yanoeraunpastorynoteníanadamásenlavida,nisiquiera

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dineroparavolveryempezardenuevo.

«Todoestoentreelnacimientoylapuestadelmismosol»,pensó.Ysintiópenadesímismo,porqueenlavidaaveceslascosascambianenelespaciodeunsimplegrito,antesdequelaspersonaspuedanacostumbrarseaellas.

Le daba vergüenza llorar. Jamás había llorado delante de sus propiasovejas.Peroelmercadoestabavacíoyélestabalejosdelapatria.

Elmuchacholloró.LloróporqueDioserainjusto,yretribuíadeestaformaa laspersonasque creían en suspropios sueños. «Cuandoyoestaba con lasovejaserafeliz,eirradiabasiemprefelicidadamialrededor.Laspersonasmeveían llegarymerecibíanbien.Peroahoraestoy tristee infeliz.¿Quéharé?Voyasermásduroynoconfiarémásenlaspersonas,porqueunadeellasmetraicionó.Voyaodiaralosqueencontrarontesorosescondidos,porqueyonoencontréelmío.Ysiempreprocuraréconservarlopocoquetengo,porquesoydemasiadopequeñoparaabarcaralmundo.»

Abriósuzurrónparaver loqueteníadentro;quizálehabíasobradoalgodelbocadilloquehabíacomidoenelbarco.Perosóloencontróellibrogrueso,lachaquetaylasdospiedrasquelehabíadadoelviejo.

Al mirar las piedras sintió una inmensa sensación de alivio. Habíacambiado seis ovejas por dos piedras preciosas, extraídas de un pectoral deoro.Podíavenderlaspiedrasycomprarelpasajederegreso.«Ahoraserémáslisto», pensó el chico sacando las piedrasde la bolsapara esconderlas en elbolsillo.Aquelloeraunpuertoyéstaeralaúnicaverdadqueelotrochicolehabíadicho:unpuertoestásiemprellenodeladrones.

Ahora entendía también la desesperación del dueño del bar; estabaintentandoavisarledequenoconfiaraenaquelhombre.«Soycomotodaslaspersonas:veoelmundotalcomodesearíaquesucedieranlascosas,ynocomorealmentesuceden.»

Se quedó mirando las piedras, y las tocó sucesivamente con cuidado,sintiendo la temperatura y la superficie lisa. Ellas eran su tesoro. El simplecontactodelaspiedraslediomástranquilidad.Lerecordabanalviejo.

«Cuando quieres una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte aconseguirla»,lehabíadicho.

Le gustaría saber cómo podía ser verdad aquello. Estaba en unmercadovacío, sinuncéntimoenelbolsilloysinovejasparaguardaraquellanoche.Pero las piedras eran la prueba de que había encontrado un rey, un rey quesabía su historia, sabía acerca del arma de su padre y de su primeraexperienciasexual.

«Las piedras sirven para la adivinación. Se llaman Urim y Tumim.» El

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muchacho colocó de nuevo las piedras dentro del zurrón y decidió hacer laprueba. El viejo le había dicho que formulara preguntas claras, porque laspiedrassóloservíanparaquiensabeloquequiere.

Elmuchachopreguntó entonces si la bendicióndel viejo continuaba aúnconél.

Sacóunadelaspiedras.Era«sí».

—¿Voyaencontrarmitesoro?

Metió la mano en el saco para coger una piedra cuando ambas seescurrieronporunagujeroenlatela.Elmuchachonuncasehabíadadocuentadeque su zurrón estuviera roto.Se inclinópara recoger aUrimyTumimycolocarlasotravezdentro.Alverlasenelsuelo,sinembargo,otrafrasesurgióensucabeza.

«Aprendearespetaryaseguirlasseñales»lehabíadichoelviejorey.

Una señal. El chico se rio para sus adentros. Después recogió las dospiedras del suelo y las volvió a colocar en el zurrón. No pensaba coser elagujero: las piedras podrían escaparse por allí siempre que quisieran.Habíaentendido que no se deben preguntar ciertas cosas para no huir del propiodestino.«Prometítomarmispropiasdecisiones»,sedijo.

Perolaspiedraslehabíandichoqueelviejoseguíaconél,yesolediomásconfianza.Mirónuevamenteelmercadovacíoyyanosintióladesesperacióndeantes.Noeraunmundoextraño;eraunmundonuevo.

Y, al fin y al cabo, todo lo que él quería era exactamente eso: conocermundosnuevos.InclusoaunquejamásllegasehastalasPirámidesélyahabíaido mucho más lejos que cualquier pastor que conociese. «¡Ah, si ellossupieranqueapenasadoshorasdebarcoexistentantascosasdiferentes!»

Elmundonuevoaparecía frenteaélbajo la formadeunmercadovacío,peroélyahabíavistoaquelmercadollenodevidaynuncamásloolvidaría.Seacordódelaespada:lecostómuycarocontemplarladuranteunosinstantes,perotampocohabíavistonadaigualensuvida.

Sintió de repente que él podía contemplar el mundo como una pobrevíctimadeunladrónocomounaventureroenbuscadeuntesoro.

«Soy un aventurero en busca de un tesoro», pensó, antes de que uninmensocansanciolehiciesecaerdormido.

Lo despertó un hombre que le estaba tocando con el codo. Se habíadormidoenmediodelmercadoy lavidadeaquellaplazaestabaapuntoderecomenzar.

Miróasualrededor,buscandoasusovejas,ysediocuentadequeestaba

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enotromundo.Envezdesentirsetriste,sesintiófeliz.Yanoteníaqueseguirbuscandoaguaycomida;ahorapodíaseguirenbuscadeuntesoro.Noteníaun céntimo en el bolsillo, pero tenía fe en la vida. La noche anterior habíaescogido ser un aventurero, igual que los personajes de los libros que solíaleer.

Comenzóadeambularsinprisaporlaplaza.Loscomercianteslevantabansus paradas; ayudó a un pastelero a montar la suya. Había una sonrisadiferenteenelrostrodeaquelpastelero:estabaalegre,despiertoantelavida,listopara empezarunbuendíade trabajo.Erauna sonrisaque le recordabaalgoalviejo,aquelviejoymisteriosoreyquehabíaconocido.

«Este pastelero no hace dulces porque quiera viajar, o porque se quieracasarconlahijadeuncomerciante.Estepastelerohacedulcesporquelegustahacerlos»,pensóelmuchacho,ynotóquepodíahacerlomismoqueelviejo:sabersiunapersonaestápróximaodistantedesuLeyendaPersonalsóloconmirarla.«Esfácil,yonuncamehabíadadocuentadeesto.»

Cuandoacabarondemontarel tenderete,elpastelero leofrecióelprimerdulcequehabíahecho.Elmuchachoselocomió,lediolasgraciasysiguiósucamino. Cuando ya se había alejado un poco se acordó de que se habíamontadoelpuestoentreunapersonaquehablabaárabeylaotra,español.Ysehabíanentendidoperfectamente.

«Existeunlenguajequevamásalládelaspalabras—pensóelmuchacho—.Yaloexperimentéconmisovejas,yahoralopracticoconloshombres.»

Estaba aprendiendo varias cosas nuevas. Cosas que él ya habíaexperimentadoyque,sinembargo,erannuevasporquehabíanpasadoporélsin notarlas.Yno las había notadoporque estaba acostumbrado a ellas. «Siaprendoadescifrarestelenguajesinpalabras,conseguirédescifrarelmundo.»

«Todoesunasolacosa»,habíadichoelviejo.

Decidió caminar sin prisas y sin ansiedad por las callejuelas de Tánger;sóloasíconseguiríapercibirlasseñales.Exigíamuchapaciencia,peroéstaeslaprimeravirtudqueunpastoraprende.

Nuevamentesediocuentadequeestabaaplicandoaaquelmundoextrañolasmismasleccionesquelehabíanenseñadosusovejas.

«Todoesunasolacosa»,habíadichoelviejo.

ElMercaderdeCristalesvionacer eldíay sintió lamismaangustiaqueexperimentaba todas lasmañanas.Llevaba casi treinta años en aquelmismolugar, una tienda en lo alto de una ladera, donde raramente pasaba uncomprador.Ahoraeratardeparacambiarlascosas:loúnicoquesabíahacerenla vida era comprar y vender cristal. Hubo un tiempo en que mucha gente

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conocíasutienda:mercaderesárabes,geólogosfranceseseingleses,soldadosalemanes, siempre con dinero en el bolsillo. En aquella época era una granaventuravendercristalesyélpensabaqueseharíaricoyquetendríahermosasmujeresensuvejez.

Pero el tiempo fue pasandoy la ciudad se transformó.Ceuta creciómásqueTángeryelcomerciocambióderumbo.Losvecinossemudaron,yenlaladera quedaronmuy pocas tiendas.Y nadie subía la ladera por unas pocastiendas.

PeroelMercaderdeCristalesnoteníaelección.Habíapasadotreintaañosde suvida comprandoyvendiendopiezas de cristal, y ahora era demasiadotardeparacambiarderumbo.

Durante toda lamañanaestuvomirandoelmovimientode lacalle.Hacíaaquello desde años atrás, y ya conocía el horario de cada persona. Cuandofaltabanalgunosminutosparaelalmuerzo,unmuchachoextranjerosedetuvodelantedesuescaparate.Noibamalvestido,perolosojosexperimentadosdelMercader deCristales adivinaron que elmuchacho no tenía dinero.Aun asídecidióesperarunmomento,hastaqueelmuchachosefuera.Habíauncartelenlapuertaenelqueponíaqueallísehablabanvariaslenguas.Elmuchachovioapareceraunhombretraselmostrador.

—Puedo limpiar estos jarros si ustedquiere—dijo el chico—.Tal comoestánahora,nadievaaquerercomprarlos.

Elhombrelomirósindecirnada.

—Acambio,ustedmepagaunplatodecomida.

El hombre continuó en silencio, y el chico sintió que debía tomar unadecisión.Dentrodesuzurrón tenía lachaqueta,queno ibaanecesitareneldesierto.Lasacóycomenzóa limpiar los jarros.Durantemediahora limpiótodos los jarros del escaparate; en ese intervalo entraron dos clientes ycompraronalgunaspiezasaldueño.

Cuandoacabódelimpiarlotodo,pidióalhombreunplatodecomida.

—Vamosacomer—ledijoelMercaderdeCristales.

Colgóuncartelenlapuertayfueronhastaunminúsculobar,situadoenloaltodelaladera.Encuantosesentaronalaúnicamesaexistente,elMercaderdeCristalessonrió.

—Noeranecesario limpiarnada—aseguró—.La leydelCoránobligaadardecomeraquientienehambre.

—¿Entoncesporquédejóquelohiciera?—preguntóelmuchacho.

—Porque loscristales estaban sucios.Y tanto túcomoyonecesitábamos

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apartarlosmalospensamientosdenuestrascabezas.

Cuandoacabarondecomer,elMercadersedirigióalmuchacho:

—Me gustaría que trabajases en mi tienda. Hoy entraron dos clientesmientraslimpiabaslosjarros,yesoesbuenaseñal.

«Las personas hablanmuchode señales—pensó el pastor—,pero no sedancuentadeloqueestándiciendo.Delamismamaneraqueyonomedabacuentadequedesdehacíamuchosañoshablabaconmisovejasun lenguajesinpalabras.»

—¿Quierestrabajarparamí?—insistióelMercader.

—Puedotrabajarelrestodeldía—repusoelmuchacho.Limpiaréhastalamadrugada todos los cristales de la tienda. A cambio, necesito dinero paraestarmañanaenEgipto.

Elhombrerio.

—Aunque limpiasesmis cristalesduranteun año entero, aunqueganasesunabuenacomisióndeventaencadaunodeellos,aúntendríasqueconseguirdinero prestado para ir a Egipto.Haymiles de kilómetros de desierto entreTánger y las Pirámides. Hubo un momento de silencio tan grande que laciudadparecióhabersedormido.Yanoexistíanlosbazares,lasdiscusionesdelosmercaderes,loshombresquesubíanalosalminaresycantaban,lasbellasespadasconsusempuñadurasconpiedrasincrustadas.Yasehabíanterminadola esperanza y la aventura, los viejos reyes y las Leyendas Personales, eltesoro y las Pirámides. Era como si todo el mundo permaneciese inmóvil,porque el alma del muchacho estaba en silencio. No había ni dolor, nisufrimiento,nidecepción;sólounamiradavacíaatravésdelapequeñapuertadelbar,yunastremendasganasdemorir,dequetodoseacabaseparasiempreenaquelinstante.

ElMercader,asustado,miróalmuchacho.Eracomositodalaalegríaquehabíavistoenélaquellamañanahubiesedesaparecidoderepente.

—Puedodartedineroparaquevuelvasatutierra,hijomío—leofreció.

Elmuchachocontinuóensilencio.Despuésselevantó,searreglólaropaycogióelzurrón.

—Trabajaréconusted—dijo.Ydespuésdeotrolargosilencio,añadió—:Necesitodineroparacompraralgunasovejas.

SEGUNDAPARTE

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ElmuchachollevabacasiunmestrabajandoparaelMercaderdeCristales,pero aquél no era exactamente el tipo de empleo que lo hacía feliz. ElMercader se pasaba el día entero refunfuñando detrás del mostrador,pidiéndolequetuvieracuidadoconlaspiezas,quenofueraarompernada.

Pero continuaba en el empleo porque a pesar de que elmercader era unviejocascarrabias,noerainjusto;elmuchachorecibíaunabuenacomisiónporcada pieza vendida, y ya había conseguido juntar algún dinero. Aquellamañanahabíahechociertoscálculos:sicontinuabatrabajandotodoslosdíasaeseritmo,necesitaríaunañoenteroparapodercompraralgunasovejas.

—Megustaríahacerunaestanteríaparaloscristales—dijoelmuchachoalMercader—.Podríamoscolocarlaenelexteriorparacaptarlaatencióndelosquepasanporlapartedeabajodelaladera.

—Nuncahehechoningunaestanteríahastaahora—repusoelMercader—.Lagentepuedetropezaralpasar,yloscristalesseromperían.

—Cuando yo andaba por el campo con las ovejas, si encontraban unaserpientepodíanmorir.Peroestoformapartedelavidadelasovejasydelospastores.

ElMercaderatendióaunclientequedeseabatresjarrasdecristal.Estabavendiendomejorquenunca, comosihubieranvuelto losbuenos tiemposenqueaquellacalleeraunadelasprincipalesatraccionesdeTánger.

—Yahaymuchomovimiento—dijoalmuchachocuandoelclientesefue—.Eldineropermitequeyovivamejoryatitedevolverálasovejasenpocotiempo.¿Paraquéexigirmásdelavida?

—Porque tenemos que seguir las señales—respondió elmuchacho, casisinquerer;ysearrepintiódeloquehabíadicho,porqueelMercadernuncasehabía encontrado con un rey. «Se llama Principio Favorable, la suerte delprincipiante.Porque lavidaquiereque túvivas tuLeyendaPersonal»,habíadichoelviejo.

El Mercader, no obstante, entendía lo que el chico decía. Su simplepresencia en la tienda era ya una señal y con todo el dinero que entrabadiariamente en la caja él no podía estar arrepentido de haber contratado alespañol.Aunqueelchicoestuvieraganandomásdeloquedebía,porquecomoél había pensado que las ventas ya no aumentarían jamás, le había ofrecidounacomisiónalta,ysuintuiciónledecíaqueenbreveelchicoestaríajuntoasusovejas.

—¿PorquéqueríasiralasPirámides?—preguntóparacambiareltemadelaestantería.

—Porquesiempremehanhabladodeellas—dijoelchicosinmencionar

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susueño.Ahoraeltesoroeraunrecuerdosiempredolorosoyéltratabaenlamedidadeloposibledeevitarlo.

—Yoaquínoconozcoanadiequequieraatravesareldesiertosóloparaverlas Pirámides —replicó el Mercader—. No son más que una montaña depiedras.Túpuedesconstruirteunaentuhuerto.

—Ustednuncasoñóconviajar—dijoelmuchachomientrasibaaatenderaunnuevoclientequeentrabaenlatienda.

Dosdíasdespuéselviejobuscóalchicoparahablardelaestantería.

—Nomegustanloscambios—ledijo—.NitúniyosomoscomoHassan,elricocomerciante.Siélseequivocaenunacompra,noleafectademasiado.Peronosotrosdostenemosqueconvivirsiempreconnuestroserrores.

«Esverdad»,pensóelchico.

—¿Porquéquiereshacerlaestantería?—preguntóelMercader.

—Quiero volver lo más pronto posible con mis ovejas. Tenemos queaprovecharcuandolasuerteestádenuestrolado,yhacertodoloposibleporayudarla,delamismamaneraqueellanosestáayudando.SellamaPrincipioFavorable,o«suertedelprincipiante».

Elviejopermanecióalgúntiempocallado.Despuésdijo:

—ElProfeta nos dio elCorány nos dejó únicamente cincoobligacionesque tenemos que cumplir en nuestra existencia. La más importante es lasiguiente:sóloexisteunDios.Lasotrasson:rezarcincovecesaldía,ayunarenelmesdelRamadán,hacercaridadconlospobres...

Seinterrumpió.SusojossellenarondelágrimasalhablardelProfeta.Eraunhombrefervorosoy,apesardesucarácterimpaciente,procurabavivirsuvidadeacuerdoconlaleymusulmana.—¿Ycuáleslaquintaobligación?—quisosaberelmuchacho.

—Hacedosdíasmedijistequeyonuncasentídeseosdeviajar—repusoelMercader—. La quinta obligación de todo musulmán es hacer un viaje.Debemosir,porlomenosunavezenlavida,alaciudadsagradadeLaMeca.

»La Meca está mucho más lejos que las Pirámides. Cuando era joven,preferí juntar el poco dinero que tenía para poner en marcha esta tienda.PensabaserricoalgúndíaparairaLaMeca.Empecéaganardinero,peronopodíadejaranadiecuidandoloscristalesporquesonpiezasmuydelicadas.Almismotiempo,veíapasarfrenteamitiendaamuchaspersonasquesedirigíanhaciaallí.Algunosperegrinoseran ricos,e ibanconunséquitodecriadosycamellos,perolamayorpartedelaspersonaseranmuchomáspobresqueyo.

»Todosibanyvolvíancontentos,ycolocabanenlapuertadesuscasaslos

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símbolosdelaperegrinación.Unodelosqueregresaron,unzapateroquevivíade remendar botas ajenas, me dijo que había caminado casi un año por eldesierto,peroque se cansabamuchomáscuando teníaquecaminar algunasmanzanasenTángerparacomprarcuero.

—¿PorquénovaaLaMecaahora?—inquirióelmuchacho.

—PorqueLaMecaesloquememantienevivo.Esloquemehacesoportartodosestosdíasiguales,esosjarronessilenciososenlosestantes,lacomidayla cena en aquel restaurante horrible. Tengo miedo de realizar mi sueño ydespuésnotenermásmotivosparacontinuarvivo.

»Tú sueñas con ovejas y con Pirámides. Eres diferente de mí, porquedeseas realizar tus sueños. Yo sólo quiero soñar con LaMeca. Ya imaginémiles de veces la travesía del desierto, mi llegada a la plaza donde está laPiedraSagrada,lassietevueltasquedebodarentornoaellaantesdetocarla.Yaimaginéquépersonasestaránamilado,frenteamí,ylasconversacionesyoraciones que compartiremos juntos. Pero tengomiedo de que sea una grandecepción,yporesosóloprefieroseguirsoñando.

EsedíaelMercaderdiopermisoalmuchachoparaconstruirlaestantería.Notodospuedenverlossueñosdelamismamanera.

Pasaron más de dos meses y la estantería atrajo a muchos clientes a latiendadeloscristales.ElmuchachocalculóqueconseismesesmásdetrabajoyapodríavolveraEspaña,comprarsesentaovejasyaunotrassesentamás.Enmenosdeunañohabríaduplicadosurebaño,ypodríanegociarconlosárabes,porque ya había conseguido hablar aquella lengua extraña. Desde aquellamañanaenelmercadonohabíavueltoautilizarelUrimyelTumim,porqueEgiptopasóa serunsueño tandistanteparaélcomo loera laciudaddeLaMecaparaelMercader.Sinembargo,elmuchachoestabaahoracontentoconsutrabajoypensabasiempreenelmomentoenquedesembarcaríaenTarifacomountriunfador.

«Acuérdatedesabersiempreloquequieres»,lehabíadichoelviejorey.Elchicolosabía,ytrabajabaparalograrlo.Quizásutesorohabíasidollegaraesatierraextraña,encontraraunladrónydoblarelnúmerodesurebañosinhabergastadosiquierauncéntimo.

Estabaorgullosodesímismo.Habíaaprendidocosasimportantes,comoelcomerciodecristales,ellenguajesinpalabrasylasseñales.Unatardevioaunhombreenloaltodelacolinaquejándosedequeeraimposibleencontrarunlugar decente para beber algo después de toda la subida. El muchacho yaconocíaellenguajedelasseñales,yllamóalviejoparaconversar.

—Vamosavendertéparalaspersonasquesubenlacolina—ledijo.

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—Yahaymuchosquevendentéporaquí—replicóelMercader.

—Podemos vender té en jarras de cristal. Así la gente degustará el té ytambiénquerrácomprarlosrecipientesdecristal.Porqueloquemásseducealoshombreseslabelleza.

Elmercadercontemplóalchicodurantealgúntiemposindecirnada.Peroaquellatarde,despuésderezarsusoracionesycerrarlatienda,sesentóenelbordede laaceraconély loconvidóa fumarnarguile,aquellaextrañapipaqueusabanlosárabes.

—¿Quéesloquebuscas?—preguntóelviejoMercaderdeCristales.

—Yaselodije.Tengoquevolveracomprarlasovejas,yparaesonecesitodinero.

Elviejocolocóalgunasbrasasnuevasenelnarguileylediounaprofundacalada.

—Hace treinta añosque tengoesta tienda.Conozcoel cristal buenoy elmalo y todos los detalles de su funcionamiento. Estoy acostumbrado a sutamaño y a sumovimiento. Si sirves té en los cristales, la tienda crecerá, yentoncestendréquecambiarmiformadevida.

—¿Yesonoesbueno?

—Estoyacostumbradoamivida.Antesdequellegaras,pensabaentodoeltiempoquehabíaperdidoenelmismolugarmientrasmisamigoscambiaban,se ibana laquiebraoprogresaban.Estomeprovocabauna inmensa tristeza.Ahorayoséquenoeraexactamenteasí:latiendatieneeltamañoexactoqueyosiemprequisequetuviera.Noquierocambiarporquenosécómohacerlo.Yaestoymuyacostumbradoamímismo.

Elmuchachonosabíaquédecir.

—Tú fuiste una bendición para mí—continuó el viejo—. Y hoy estoyentendiendounacosa:todabendiciónnoaceptadasetransformaenmaldición.Yonoquieronadamásdelavida.Ytúmeestásempujandoaverriquezasyhorizontes que nunca conocí. Ahora que los conozco, y que conozco misinmensasposibilidades,mesentiréaúnpeordeloquemesentíaantes.Porqueséquepuedotenerlotodo,ynoloquiero.

«Menosmalquenoledijenadaalvendedordepalomitasdemaíz»,pensóelmuchacho.

Continuaronfumandoelnarguiledurantealgúntiempo,mientraselsolseescondía. Estaban conversando en árabe, y el muchacho se sentía muysatisfechoporhaberlogradohablarelidioma.Hubounaépocaenlaquecreyóque las ovejas podían enseñarle todo lo que hay que saber sobre elmundo.

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Perolasovejasnopodíanenseñarárabe.

«Debedehaberotrascosasenelmundoquelasovejasnopuedenenseñar—pensó el chico mirando al Mercader en silencio—. Porque ellas sólo sepreocupandebuscaraguaycomida.Creoquenosonellas lasqueenseñan:soyyoquienaprendo.»

—Maktub—dijofinalmenteelMercader.

—¿Quésignificaeso?

—Tendríasquehabernacidoárabeparaentenderlo—repusoél—.Perolatraducciónseríaalgoasícomo«estáescrito».

Ymientrasapagabalasbrasasdelnarguile,ledijoalmuchachoquepodíaempezaravendereltéenlasjarras.

Avecesesimposibledetenerelríodelavida.

Los hombres llegaban cansados después de subir la ladera. Y allíencontraban una tienda de bellos cristales con refrescante té dementa. Loshombres entraban para beber el té, que era servido en preciosas jarras decristal.

«Amimujernuncaseleocurrióesto»,pensabauno,ycomprabaalgunaspiezas porque iba a tener visitas por la noche, y quería impresionar a susinvitadosconlariquezadeaquellasjarras.Otrohombreafirmóqueeltétienesiempre mejor sabor cuando se sirve en recipientes de cristal, puesconservabanmejorsuaroma.Unterceroañadióqueera tradiciónenOrienteutilizarjarrasdecristalparaelté,puesteníanpoderesmágicos.

En poco tiempo la noticia se difundió y muchas personas empezaron asubirhastaloaltodelaladeraparaconocerlatiendaqueestabahaciendoalgonuevoconuncomerciotanantiguo.Seabrieronotrastiendasqueservíaneltéenvasosdecristal,peronoestabanenlacimadeunacolina,yporesosiempreestabandesiertas.

ElMercader en seguida tuvoquecontratar ados empleadosmás.Pasóaimportar, junto con los cristales, cantidades enormes de té que diariamenteconsumíanloshombresymujeresconseddecosasnuevas.

Yasítranscurrieronseismeses.

Elmuchachosedespertóantesdequesalieraelsol.Habíanpasadooncemesesynuevedíasdesdequepisóporprimeravezelcontinenteafricano.

Sevistióconsuropaárabe,delinoblanco,compradaespecialmenteparaaqueldía.Secolocóelpañueloenlacabeza,fijadoporunanillohechodepieldecamello.Secalzólassandaliasnuevasybajósinhacerruido.

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Laciudadaúndormía.Sehizounsándwichdesésamoybebiótécalienteenuna jarradecristal.Despuéssesentóenelumbralde lapuerta, fumandosoloelnarguile.

Fumóensilencio,sinpensarennada,escuchandoapenaselruidosiempreconstantedelvientoquesoplabatrayendoelolordeldesierto.Cuandoacabódefumar,metiólamanoenunodelosbolsillosdeltrajeysequedóalgunosinstantescontemplandoloquehabíaextraídodeallí.

Era un gran mazo de billetes. El dinero suficiente para comprar cientoveinteovejas,unpasajederegresoyunalicenciadecomercioentresupaísyelpaísdondeestaba.

Esperó pacientemente a que el viejo se levantara y abriera la tienda.Entonceslosdosfueronjuntosatomarmásté.

—Me voy hoy —dijo el muchacho—. Tengo dinero para comprar misovejas.UstedtienedineroparairaLaMeca.

Elviejonodijonada.

—Lepidosubendición—insistióelmuchacho—.Ustedmeayudó.

Elviejocontinuópreparandoeltéensilencio.Pocodespués,noobstante,sedirigióalmuchacho.—Estoyorgullosodeti—dijo—.Tútrajistealmaamitiendadecristales.PerosabesqueyonovoyairaLaMeca.Comotambiénsabesquenovolverásacomprarovejas.

—¿Quiénselohadicho?—preguntóelmuchachoasustado.

—Maktub—repusosimplementeelviejoMercaderdeCristales.

Ylobendijo.

Elmuchachovolvióasucuartopararecogersuscosas.Llenótresbolsas.Cuandoya estaba saliendo, reparó en suviejo zurróndepastor tiradoenunrincón.Estabatodoarrugado,yélcasilohabíaolvidado.Allídentroestabanaún el mismo libro y la chaqueta. Cuando sacó esta última, pensando enregalárselaaalgúnchicodelacalle,lasdospiedrasrodaronporelsuelo.UrimyTumim.

Entonces el muchacho se acordó del viejo rey, y se sorprendió al darsecuenta del tiempo que hacía que no pensaba en él. Durante un año habíatrabajado sin parar, pensando sólo en conseguir dinero para no tener quevolveraEspañaconlacabezagacha.

«Nunca desistas de tus sueños —había dicho el viejo rey—. Sigue lasseñales.»

El muchacho recogió a Urim y Tumim del suelo y tuvo nuevamente

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aquellaextrañasensacióndequeelreyestabacerca.Habíatrabajadodurounaño,ylasseñalesindicabanqueahoraeraelmomentodepartir.

«Volveréaserexactamenteloqueeraantes—pensó—.Aunquelasovejasnomeenseñaronahablarárabe.»

Las ovejas, sin embargo, le habían enseñado una cosa mucho másimportante:quehabíaunlenguajeenelmundoquetodosentendían,yqueelmuchacho había usado durante todo aquel tiempo para hacer progresar latienda. Era el lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con amor y convoluntad, en busca de algo que se deseaba o en lo que se creía. Tánger yahabíadejadode serunaciudadextraña,yél sentíaquede lamismamaneraquehabíaconquistadoaquellugar,podríaconquistarelmundo.

«Cuandodeseas alguna cosa, todo elUniverso conspira para quepuedasrealizarla»,habíadichoelviejorey.

Peroelviejoreynohabíahechoreferenciaarobos,desiertosinmensosopersonasqueconocensussueñosperoquenodeseanrealizarlos.ElviejoreynohabíadichoquelasPirámidesnoeranmásqueunamontañadepiedras,yquecualquierapodíahacerunamontañadepiedrasensuhuerto.Ysehabíaolvidadodedecirquecuandose tienedineroparacomprarunrebañomayorqueelqueseposeía,hayquecomprareserebaño.

El muchacho cogió el zurrón y lo juntó con sus otras bolsas. Bajó laescalera;elviejoestabaatendiendoaunaparejaextranjera,mientrasotrosdosclientes paseaban por la tienda tomando el té en jarras de cristal. Habíabastantemovimientoparaseraquellahoradelamañana.

Desde el lugar donde estaba, notó por primera vez que el cabello delMercaderlerecordababastantealdelviejorey.Yseacordódelasonrisadelpastelero el primer día enTánger, cuando no tenía adonde ir ni qué comer;tambiénaquellasonrisahacíarecordaralviejorey.

«Comosiélhubierapasadoporaquíyhubieradejadounamarca—pensó—.Y cada persona hubiera conocido ya a ese rey en algúnmomento de suvida.Alfinyalcabo,éldijoquesiempreaparecíaparaquienvivesuLeyendaPersonal.»

SaliósindespedirsedelMercaderdeCristales.Noqueríallorarporquelagentelopodíaver.Perosabíaqueibaasentirnostalgiadetodoaqueltiempoydetodaslascosasbuenasquehabíaaprendido.Sinembargo,ahorateníamásconfianzaensímismoyánimosparaconquistarelmundo.

«Peroestoyvolviendoaloscamposqueyaconozcoparaconducirotravezlasovejas.»Yanoestabatancontentoconsudecisión;habíatrabajadounañoentero para realizar un sueño y cada minuto que pasaba ese sueño iba

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perdiendoimportancia.Quizáporquenoerasusueño.

«QuiénsabesinoesmejorsercomoelMercaderdeCristales;élnuncairáaLaMeca y vivirá con la ilusión de conocerla.» Pero estaba sosteniendo aUrimyTumimensusmanos,yestaspiedrasletraíanlafuerzaylavoluntaddelviejorey.Porunacoincidencia(ounaseñal,pensóelmuchacho)llegóalbardondehabíaentradoelprimerdía.Noestabaelladrón,yeldueñoletrajounatazadeté.

«Siempre podré volver a ser pastor—pensó el muchacho—. Aprendí acuidarlasovejasynuncamásmeolvidarédecómoson.Perotalveznotengaotra oportunidad de llegar hasta las Pirámides de Egipto. El viejo tenía unpectoraldeoroyconocíamihistoria.Eraunreydeverdad,unreysabio.»

Estabaapenasadoshorasdebarcodelasllanurasandaluzas,perohabíaundesierto entero entre él y las Pirámides. Elmuchacho quizá contempló estaotramaneradeenfocarlamismasituación:enrealidad,estabadoshorasmáscercade su tesoro.Aunqueparacaminarestasdoshorashubiera tardadounañoentero.

«Séporquéquierovolveramisovejas.Yoyalasconozco;nodanmuchotrabajo,ypuedenseramadas.Nosésieldesiertopuedeseramado,peroeseldesierto que esconde mi tesoro. Si no consigo encontrarlo, siempre podrévolveracasa.Porloprontolavidamehadadosuficientedinero,ytengotodoeltiempoquenecesito;¿porquéno?»

Enaquelmomentosintióunaalegríainmensa.Siemprepodíavolveraserpastordeovejas.Siemprepodíavolveraservendedordecristales.Talvezelmundo escondiera otros muchos tesoros, pero él había tenido un sueñorepetidoyhabíaencontradoaunrey.Esascosasnolesucedíanacualquiera.

Cuandosaliódelbarestabamuycontento.SehabíaacordadodequeunodelosproveedoresdelMercadertraíaloscristalesencaravanasquecruzabanel desierto.Mantuvo aUrimyTumim en lasmanos; gracias a aquellas dospiedrashabíareemprendidoelcaminohaciasutesoro.

«SiempreestoycercadelosquevivensuLeyendaPersonal»,habíadichoelviejorey.

Nocostabanada irhastaelalmacényaveriguar si lasPirámidesestabanrealmentemuylejos.

El Inglés estaba sentado en el interior de una edificación que olía aanimales, a sudor y a polvo. Aquello no se podía considerar un almacén;apenaserauncorral.«Todamividapara tenerquepasarporun lugarcomoéste—pensómientrashojeabadistraídounarevistadequímica—.Diezañosdeestudiomeconducenauncorral.»

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Peroeranecesarioseguiradelante.Teníaquecreerenlasseñales.Durantetodasuvida,susestudiosseconcentraronenlabúsquedadel lenguajeúnicohabladoporelUniverso.Primerosehabíainteresadoporelesperanto,despuéspor las religiones y finalmente por la Alquimia. Sabía hablar esperanto,entendíaperfectamentelasdiversasreligiones,peroaúnnoeraAlquimista.Esverdad que había conseguido descifrar cosas importantes. Pero susinvestigaciones llegaron hasta un punto a partir del cual no podía progresarmás.Habíaintentadoenvanoentrarencontactoconalgúnalquimista.Perolosalquimistaseranpersonasextrañas,quesólopensabanenellosmismos,ycasisiemprerehusabanayudaralosdemás.QuiénsabesinohabíandescubiertoelsecretodelaGranObra—llamadaPiedraFilosofal—yporesoseencerrabanensusilencio.

Yahabíagastadopartedelafortunaquesupadrelehabíadejadobuscandoinútilmente laPiedraFilosofal.Había consultado lasmejores bibliotecas delmundoycompradoloslibrosmásimportantesymásrarossobreAlquimia.Enuno de ellos descubrió que,muchos años atrás, un famoso alquimista árabehabía visitado Europa. Decían de él que teníamás de doscientos años, quehabíadescubiertolaPiedraFilosofalyelElixirdelaLargaVida.ElIngléssequedóimpresionadoconlahistoria.Peronohabríapasadodeserunaleyendamássiunamigosuyo,alvolverdeunaexpediciónarqueológicaeneldesierto,no le hubiese hablado de la existencia de un árabe que tenía poderesexcepcionales.

—Viveeneloasisdeal—Fayum—dijosuamigo—.Ylagentedicequetienedoscientosañosyqueescapazdetransformarcualquiermetalenoro.

El Inglésnocabíaensíde tantaemoción. Inmediatamentecanceló todossus compromisos, juntó sus libros más importantes y ahora estaba allí, enaquelalmacénparecidoauncorral,mientrasalláafueraunainmensacaravanasepreparabaparacruzarelSahara.Lacaravanapasabaporal—Fayum.

«TengoqueconoceraesemalditoAlquimista»,pensóelInglés.Yelolordelosanimalessehizounpocomástolerable.

Unjovenárabe,tambiéncargadodebolsas,entróenellugardondeestabaelInglésylosaludó.

—¿Adóndeva?—preguntóeljovenárabe.

—Al desierto—repuso el Inglés, y volvió a su lectura.Ahora no queríaconversar.Teníaquerecordartodoloquehabíaaprendidodurantediezaños,porqueelAlquimistaseguramentelosometeríaaalgunaespeciedeprueba.

El joven árabe sacó un libro escrito en español y empezó a leer. «¡Quésuerte!», pensó el Inglés.Él sabía hablar españolmejor que árabe, y si estemuchacho fuese hasta al—Fayum tendría a alguien con quien conversar

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cuandonoestuvieseocupadoencosasimportantes.

«Tiene gracia —pensó el muchacho mientras intentaba leer otra vez laescena del entierro con que comenzaba el libro—. Hace casi dos años queempecéaleerloynoconsigopasardeestaspáginas.»Aunquenohabíaunreyque lo interrumpiera,noconseguíaconcentrarse.Aún teníadudas respectoasudecisión.Perosedabacuentadeunacosa importante: lasdecisioneseransolamenteelcomienzodealgo.Cuandoalguien tomabaunadecisión,estabazambulléndose en una poderosa corriente que llevaba a la persona hasta unlugarquejamáshubierasoñadoenelmomentodedecidirse.

«Cuando resolví ir en busca demi tesoro, nunca imaginé que llegaría atrabajar en una tienda de cristales—se dijo elmuchacho para confirmar surazonamiento—. Del mismo modo, el hecho de que me encuentre en estacaravanapuedeserunadecisiónmía,peroelcursoquetomaráserásiempreunmisterio.»

Frenteaélhabíauneuropeoquetambiénibaleyendo.Eraantipáticoylehabía mirado con desprecio cuando él entró. Podían haberse hecho buenosamigos,peroeleuropeohabíainterrumpidolaconversación.

Elmuchachocerróellibro.Noqueríahacernadaquelehicieseparecerseaaqueleuropeo.SacóaUrimyTumimdelbolsilloycomenzóajugarconellos.

Elextranjerodioungrito:

—¡UnUrimyunTumim!

Elchicovolvióaguardarlaspiedrasrápidamente.

—Noestánenventa—dijo.

—Novalenmucho—replicóelInglés—.Nosonmásquecristalesderoca.Haymillonesdecristalesderocaenlatierra,peroparaquienentiende,éstossonUrimyTumim.Nosabíaqueexistiesenenestapartedelmundo.

—Melasregalóunrey—aseguróelmuchacho.

El extranjero se quedó mudo. Después metió la mano en su bolsillo yretiró,tembloroso,dospiedrasiguales.

—¿Hasdichounrey?—repitió.

—Yusted no cree que los reyes conversen con pastores—dijo el chico.Estavezeraélquienqueríaacabarlaconversación.

—Alcontrario.Lospastoresfueronlosprimerosenreconoceraunreyqueel restodelmundorehusóreconocer.Poresoesmuyprobableque los reyesconversenconlospastores.

»Estáen laBiblia—prosiguióel Inglés temiendoqueelmuchachono lo

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estuvieraentendiendo—.ElmismolibroquemeenseñóahaceresteUrimyesteTumim.Estaspiedras eran la única formade adivinaciónpermitidaporDios.Lossacerdoteslasllevabanenunpectoraldeoro.

Elmuchacho se alegró enormemente de estar allí.—Quizá esto sea unaseñal—dijoelIngléscomopensandoenvozalta.

—¿Quiénlehablódeseñales?

Elinterésdelchicocrecíaacadamomento.

—Todo en la vida son señales—aclaró el Inglés cerrando la revista queestabaleyendo—.ElUniversofuecreadoporunalenguaquetodoelmundoentiende,peroqueya fueolvidada.EstoybuscandoeseLenguajeUniversal,entreotrascosas.

»Poresoestoyaquí.PorquetengoqueencontraraunhombrequeconoceelLenguajeUniversal.UnAlquimista.

Laconversaciónfueinterrumpidaporeljefedelalmacén.

—Tenéissuerte—dijoelárabegordo—.Estatardesaleunacaravanaparaal—Fayum.

—PeroyovoyaEgipto—replicóelmuchacho.

—Al—FayumestáenEgipto—dijoeldueño—.¿Quéclasedeárabeerestú?

El muchacho explicó que era español. El Inglés se sintió satisfecho:aunquevestidodeárabe,eljoven,almenos,eraeuropeo.

—Élllama«suerte»alasseñales—dijoelInglésdespuésdequeelárabegordosefue—.Siyopudiese,escribiríaunagigantescaenciclopediasobrelaspalabras «suerte» y «coincidencia». Es con estas palabras con las que seescribeelLenguajeUniversal.

Después comentó con el muchacho que no había sido «coincidencia»encontrarloconUrimyTumimenlamano.LepreguntósiéltambiénestababuscandoalAlquimista.

—Voy en busca de un tesoro—confesó elmuchacho, y se arrepintió deinmediato.

PeroelIngléspareciónodarleimportancia.

—Enciertamanera,yotambién—dijo.

—Y ni siquiera sé lo que quiere decir Alquimia—añadió elmuchacho,cuandoeldueñodelalmacénempezóallamarlosparaquesalieran.

—Yo soy el Jefe de la Caravana—dijo un señor de barba larga y ojos

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oscuros—.Tengopodersobre laviday lamuertedelaspersonasqueviajanconmigo.Porqueeldesiertoesunamujercaprichosaqueavecesenloquecealoshombres.

Erancasidoscientaspersonas,yeldobledeanimales:camellos,caballos,burros,aves.ElInglésllevabavariasmaletasllenasdelibros.Habíamujeres,niños, y varios hombres con espadas en la cintura y largas espingardas alhombro.Unagranalgarabíallenabaellugar,yelJefetuvoquerepetirvariasvecessuspalabrasparaquetodoslooyesen.

—Hayvarioshombresydiosesdiferentesenelcorazóndeestoshombres.PeromiúnicoDiosesAlá,yporéljuroqueharétodoloposibleparavencerunavezmás al desierto.Ahoraquieroque cadaunodevosotros jure por elDiosenelquecree,enelfondodesucorazón,quemeobedeceráencualquiercircunstancia.Eneldesierto,ladesobedienciasignificalamuerte.

Unmurmullo recorrió a todos los presentes, que estaban jurando en vozbajaantesuDios.ElmuchachojuróporJesucristo.ElIngléspermanecióensilencio. El murmullo se prolongó más de lo necesario para un simplejuramento,porquelaspersonastambiénestabanpidiendoprotecciónalcielo.

Se oyó un largo toque de clarín y cada cual montó en su animal. Elmuchacho y el Inglés habían comprado camellos, y montaron en ellos conciertadificultad.AlmuchacholediolástimaelcamellodelInglés:ibacargadoconpesadasmaletasllenasdelibros.

—No existen las coincidencias —dijo el Inglés intentando continuar laconversación que habían iniciado en el almacén—. Fue un amigo quienmetrajohastaaquíporqueconocíaaunárabeque...

PerolacaravanasepusoenmarchayleresultóimposibleescucharloqueelInglésestabadiciendo.Noobstante,elmuchachosabíaexactamentedequése trataba: era la cadena misteriosa que va uniendo una cosa con otra, lamismaque lohabía llevadoa serpastor, a tener elmismo sueño repetido, aestarenunaciudadcercadeÁfrica,yaencontrarenlaplazaaunrey,aquelerobaranparaconoceraunmercaderdecristales,y...

«Cuantomásseaproximaunoalsueño,mássevaconvirtiendolaLeyendaPersonalenlaverdaderarazóndevivir»,pensóelmuchacho.

La caravana se dirigía hacia poniente. Viajaban por la mañana, parabancuando el sol calentaba más, y proseguían al atardecer. El muchachoconversaba poco con el Inglés, que pasaba la mayor parte del tiempoentretenidoconsuslibros.

Entonces se dedicó a observar en silencio la marcha de animales yhombres por el desierto. Ahora todo era muy diferente del día en que

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partieron. Aquel día de confusión, gritos, llantos, criaturas y relinchos deanimales se mezclaban con las órdenes nerviosas de los guías y de loscomerciantes.Eneldesierto,encambio,reinabaelvientoeterno,elsilencioyelcascodelosanimales.Hastalosguíasconversabanpocoentresí.

—Hecruzadomuchasvecesestasarenas—dijouncamellerociertanoche—.Peroeldesiertoestangrandeyloshorizontestanlejanosquehacenqueunosesientapequeñoypermanezcaensilencio.

El muchacho entendió lo que el camellero quería decir, aun sin haberpisado nunca antes un desierto.Cada vez quemiraba elmar o el fuego eracapaz de quedarse horas callado, sin pensar en nada, sumergido en lainmensidadylafuerzadeloselementos.

«Aprendí con las ovejas y aprendí con los cristales —pensó—. Puedoaprendertambiénconeldesierto.Élmeparecemásviejoymássabio.»

Elvientonoparabanunca.Elmuchachoseacordódeldíaenquesintióesemismoviento, sentado enun fuerte enTarifa.Tal vez ahora estaría rozandolevementelalanadesusovejas,queseguíanenbuscadealimentoyaguaporloscamposdeAndalucía.

«Ya no son mis ovejas —se dijo sin nostalgia—. Deben de haberseacostumbradoaotropastoryyamehabránolvidado.Esmejorasí.Quienestáacostumbradoaviajar,comolasovejas,sabequesiempreesnecesariopartirundía.»

Tambiénseacordódelahijadelcomercianteytuvolaseguridaddequeyasehabríacasado.Quiénsabesiconunvendedordepalomitas,oconunpastorquecomoélsupieraleerycontasehistoriasextraordinarias;alfinyalcabo,élnodebíadeserelúnico.Perosequedóimpresionadoconsupresentimiento:quizáél estuvieseaprendiendo tambiénestahistoriadelLenguajeUniversal,quesabeelpasadoypresentedetodosloshombres.«Presentimientos»,comoacostumbraba decir su madre. El muchacho comenzó a entender que lospresentimientos eran las rápidas zambullidas que el alma daba en estacorrienteUniversaldevida,dondelahistoriadetodosloshombresestáligadaentresí,ypodemossaberlotodo,porquetodoestáescrito.

—Maktub—dijo el muchacho recordando las palabras delMercader deCristales.

El desierto a veces se componía de arena y otras veces de piedra. Si lacaravanallegabafrenteaunapiedra,lacontorneaba;siseencontrabafrenteaunaroca,dabaunalargavuelta.Silaarenaerademasiadofinaparaloscascosde los camellos, buscaban un lugar donde fuera más resistente. En algunasocasiones el suelo estaba cubierto de sal, lo cual indicaba que allí debía dehaberexistidounlago.Losanimalesentoncessequejaban,yloscamellerosse

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bajaban y los descargaban. Después se colocaban las cargas en su propiaespalda, pasaban sobre el suelo traicionero y nuevamente cargaban a losanimales. Si un guía enfermaba y moría, los camelleros echaban suertes yescogíanaunnuevoguía.

Perotodoestosucedíaporunaúnicarazón:pormuchasvueltasquetuvieraquedar, lacaravanasedirigíasiempreaunmismopunto.Unavezvencidoslos obstáculos, volvía a colocarse de nuevo hacia el astro que indicaba laposicióndeloasis.Cuandolaspersonasveíanaquelastrobrillandoenelcieloporlamañana,sabíanqueestabaseñalandounlugarconmujeres,agua,dátilesy palmeras. El único que no se enteraba de todo eso era el Inglés, pues sepasabalamayorpartedeltiemposumergidoenlalecturadesuslibros.

Elmuchacho también tenía un libro quehabía intentado leer durante losprimerosdíasdeviaje.Peroencontrabamuchomásinteresantecontemplarlacaravanayescucharelviento.Asíqueaprendióaconocermejorasucamelloy al aficionarse a él, tiró el libro. Era un peso innecesario, aunque el chicohabíaalimentadolasupersticióndequecadavezqueabríaellibroencontrabaaalguienimportante.

Terminótrabandoamistadconelcamelleroqueviajabasiempreasulado.De noche, cuando paraban y descansaban alrededor de las hogueras, solíacontarlesusaventurascomopastor.

Durante una de esas conversaciones, el camellero comenzó a su vez ahablarledesuvida.

—YovivíaenunlugarcercanoaElCairo—leexplicó—.Teníamihuerto,mishijosyunavidaquenoibaacambiarhastaelmomentodemimuerte.Unañoquelacosechafueexcelente,fuimostodoshastaLaMecayyocumplíconlaúnicaobligaciónquemefaltaballevaracaboenlavida.Podíamorirenpaz,ymeagradabalaidea...

»Ciertodíalatierracomenzóatemblar,yelNilosedesbordó.Loqueyopensaba que sólo ocurría a los otros terminó pasándome amí.Mis vecinostuvieronmiedodeperdersusolivosconlasinundaciones;mimujerdequelasaguas se llevaran a nuestros hijos, y yo de ver destruido todo lo que habíaconquistado.

»Peronohubosolución.Latierraquedóinservibleytuvequebuscarotromediodesubsistencia.Hoysoycamellero.PeroentoncesentendílapalabradeAlá,nadiesientemiedodelodesconocidoporquecualquierpersonaescapazdeconquistartodoloquequiereynecesita.

»Sólo sentimos miedo de perder aquello que tenemos, ya sean nuestrasvidasonuestrasplantaciones.Pero estemiedopasa cuandoentendemosquenuestrahistoriaylahistoriadelmundofueronescritasporlamismaMano.

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A veces las caravanas se encontraban durante la noche. Siempre una deellasteníaloquelaotranecesitaba,comosirealmentetodoestuvieraescritopor una solaMano. Los camelleros intercambiaban informaciones sobre lastempestades de viento y se reunían en torno a las hogueras para contar lashistoriasdeldesierto.

En otras ocasiones llegaban misteriosos hombres encapuchados; eranbeduinosqueespiabanlasrutasseguidasporlascaravanas.Traíannoticiasdeasaltantesyde tribusbárbaras.Llegabanypartíanensilencio,consusropasnegrasquesólodejabanverlosojos.

Una de esas noches el camellero se acercó hasta la hoguera donde elmuchachoestabasentadojuntoalInglés.

—Serumoreaquehayguerraentrelosclanes—dijoelcamellero.

Lostressequedaroncallados.Elmuchachonotóqueelmiedoflotabaenelaire, aunque nadie dijese ni una palabra. Nuevamente estaba percibiendo ellenguajesinpalabras,elLenguajeUniversal.

PocodespuéselIngléspreguntósihabíapeligro.

—Quienentraeneldesiertonopuedevolveratrás—repusoelcamellero—. Y cuando no se puede volver atrás, sólo debemos preocuparnos por lamejormaneradeseguirhaciaadelante.ElrestoesporcuentadeAlá,inclusiveelpeligro.

Yconcluyódiciendolamisteriosapalabra:Maktub.

—Tendríaqueprestarmásatenciónalascaravanas—dijoelmuchachoalInglés cuando el camellero se fue—. Dan muchas vueltas, pero siempremantienenelmismorumbo.

—Y tú tendrías que leermás sobre elmundo—replicó el Inglés—.Loslibrossonigualquelascaravanas.

El inmensogrupodehombresyanimalesempezóacaminarmás rápido.Además del silencio durante el día, las noches —cuando las personas sereunían para conversar en torno a las hogueras— comenzaron a hacersetambiénsilenciosas.CiertodíaelJefede laCaravanadecidióquenopodíanencendersemáshogueras,paranollamarlaatención.

Losviajerossevieronobligadosaformarungrancírculoconlosanimalesy a colocarse todos en el centro, intentandoprotegerse del frío nocturno.ElJefeinstalócentinelasarmadosalrededordelgrupo.

Unadeaquellasnoches,elInglésnopodíadormir.Llamóalmuchachoycomenzaron a pasear por las dunas que rodeaban el campamento. Era unanochedelunallena,yelmuchachocontóalIngléstodasuhistoria.

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El Inglés se quedó fascinado con el relato de la tienda que habíaprosperadodespuésdequeelchicoempezóatrabajarallí.

—Ésteeselprincipioquemuevetodaslascosas—dijo—.EnAlquimiasele denomina elAlma delMundo.Cuando deseas algo con todo tu corazón,estásmáspróximoalAlmadelMundo.Esunafuerzasiemprepositiva.

Leexplicótambiénqueestonoeraundonexclusivodeloshombres;todaslascosassobrelafazdelaTierrateníantambiénunalma,independientementedesieramineral,vegetal,animaloapenasunsimplepensamiento.

—TodoloqueestásobrelafazdelaTierrasetransformasiempre,porquelaTierra está viva, y tiene un alma. Somos parte de estaAlmay raramentesabemosqueellasiempretrabajaennuestrofavor.Perotúdebesentenderqueenlatiendadeloscristales,hastalosjarrosestabancolaborandoentuéxito.

Elmuchachosequedócalladounos instantes,mirando la lunay laarenablanca.

—Hevisto lacaravanacaminandoa travésdeldesierto—dijopor fin—.Ella y el desierto hablan la misma lengua y por eso él permite que ella loatraviese.Probarácadapasosuyo,paraversiestáenperfectasintoníaconél;ysiloestá,ellallegaráaloasis.

»Siunodenosotros llegaseaquíconmuchovalor,perosinentenderestelenguaje,moriríaelprimerdía.

Continuaronmirandolalunajuntos.

—Ésta es la magia de las señales—continuó el muchacho—. He vistocómo los guías leen las señales del desierto y cómo el alma de la caravanaconversaconelalmadeldesierto.

Permanecieronvariosminutosensilencio.

—Tengoqueprestarmásatenciónalacaravana—dijoporfinelInglés.

—Yyotengoqueleersuslibros—dijoelmuchacho.Eranlibrosextraños.Hablaban demercurio, sal, dragones y reyes, pero él no conseguía entendernada.Sin embargo, había una ideaqueparecía repetirse en todos los libros:todaslascosaseranmanifestacionesdeunacosasola.

EnunodeloslibrosdescubrióqueeltextomásimportantedelaAlquimiaconstabadeunaspocaslíneas,yhabíasidoescritoenunasimpleesmeralda.

—EslaTabladelaEsmeralda—dijoelInglés,orgullosodeenseñarlealgoalmuchacho.

—Yentonces,¿paraquétantoslibros?

—Para entender estas líneas—repuso el Inglés, aunque no estaba muy

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convencidodesupropiarespuesta.

El libro que más interesó al muchacho contaba la historia de losalquimistas famosos. Eran hombres que habían dedicado toda su vida apurificar metales en los laboratorios; creían que si un metal se manteníapermanentemente al fuego durante muchos años, terminaría liberándose detodas sus propiedades individuales y sólo restaría elAlma delMundo. EstaCosaÚnicapermitíaque losalquimistasentendiesencualquiercosa sobre lafaz de la Tierra, porque ella era el lenguaje a través del cual las cosas secomunicaban. A este descubrimiento lo llamaban la Gran Obra, que estabacompuestaporunapartelíquidayunapartesólida.

—¿Nobastaconobservaraloshombresyalasseñalesparadescubrirestelenguaje?—preguntóelchico.

—Tienes lamaníadesimplificarlo todo—repusoel Inglés irritado—.LaAlquimiaesun trabajomuyserio.Exigeque se sigacadapasoexactamentecomolosmaestrosloenseñaron.

Elmuchachodescubrióque laparte líquidade laGranObraera llamadaElixirde laLargaVida,quecuraba todas las enfermedadesyevitabaqueelalquimistaenvejeciese.YlapartesólidaseconocíaconelnombredePiedraFilosofal.

—No es fácil descubrir la Piedra Filosofal —dijo el Inglés—. Losalquimistas pasaban muchos años en los laboratorios contemplando aquelfuegoquepurificabalosmetales.Mirabantantoelfuegoquepocoapocosuscabezasibanperdiendotodaslasvanidadesdelmundo.Entonces,unbuendía,descubríanquelapurificacióndelosmetaleshabíaterminadoporpurificarlosaellosmismos.

Elmuchacho se acordódelMercaderdeCristales.Él lehabíadichoqueerabuenaidealimpiar los jarrosparaqueambosse liberasentambiéndelosmalos pensamientos. Cada vez estaba más convencido de que la Alquimiapodríaaprenderseenlavidacotidiana.

—Además—añadió el Inglés—, la Piedra Filosofal tiene una propiedadfascinante: un pequeño fragmento de ella es capaz de transformar grandescantidadesdemetalenoro.

Apartirdeesta frase,elmuchachoempezóa interesarseen laAlquimia.Pensaba que, con un poco de paciencia, podría transformarlo todo en oro.Leyó la vida de varias personas que lo habían conseguido:Helvetius,Elias,Fulcanelli,Geber.Eranhistorias fascinantes: todosestabanviviendohastaelfinal su Leyenda Personal. Viajaban, encontraban sabios, hacían milagrosfrentealosincrédulos,poseíanlaPiedraFilosofalyelElixirdelaLargaVida.

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Pero cuando quería aprender la manera de conseguir la Gran Obra, sequedaba totalmente perdido. Eran sólo dibujos, instrucciones codificadas,textososcuros.

—¿Porquésontandifíciles?—preguntóciertanochealInglés.NotóqueelInglésandabaunpocomalhumoradoporlafaltadesuslibros.

—Para que sólo los que tienen la responsabilidad de entenderlos losentiendan —repuso—. Imagina qué pasaría si todo el mundo se pusiera atransformarelplomoenoro.Enpocotiempoeloronovaldríanada.

»Sólo los persistentes, sólo aquellos que investigan mucho, son los queconsiguen la Gran Obra. Por eso estoy en medio de este desierto. ParaencontraraunverdaderoAlquimistaquemeayudeadescifrarloscódigos.

—¿Cuándoseescribieronestoslibros?—quisosaberelmuchacho.

—Muchossiglosatrás.

—En aquella época no había imprenta—insistió elmuchacho—, por lotanto,nohabíaposibilidaddequetodoelmundopudieraconocerlaAlquimia.¿Porqué,entonces,eselenguajetanextraño,tanllenodedibujos?

ElInglésnorespondió.Dijoquedesdehacíavariosdíasestabaprestándolemuchaatención a la caravanayqueno conseguíadescubrir nadanuevo.Loúnicoquehabíanotadoeraque los comentarios sobre laguerra aumentabancadavezmás.

Unbuendíaelmuchachodevolvió los librosal Inglés.—¿Entonces,hasaprendidomucho?—preguntó el otro expectante—.Empezaba a necesitar aalguienconquienconversarparaolvidarelmiedoalaguerra.—Heaprendidoque el mundo tiene unaAlma y que quien entienda esa Alma entenderá ellenguajede las cosas.Aprendíquemuchos alquimistasvivieron suLeyendaPersonalyterminarondescubriendoelAlmadelMundo,laPiedraFilosofalyelElixir.

»Pero, sobre todo, he aprendido que estas cosas son tan simples quepuedenescribirsesobreunaesmeralda.

El Inglés se quedó decepcionado. Los años de estudio, los símbolosmágicos, laspalabrasdifíciles, losaparatosdelaboratorio,nadadeesohabíaimpresionado al muchacho. «Debe de tener un alma demasiado primitivacomoparacomprenderesto»,sedijo.

Cogiósuslibrosylosguardóenlasalforjasquecolgabandelcamello.

—Vuelveatucaravana—dijo—.Ellatampocomehaenseñadograncosa.

Elmuchacho volvió a contemplar el silencio del desierto y la arena quelevantabanlosanimales.«Cadaunotienesumaneradeaprender—serepetíaa

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símismo—.Lamaneradeélnoeslamía,ylamíanoesladeél.PeroambosestamosbuscandonuestraLeyendaPersonal,yyolorespetoporeso.»

Lacaravanacomenzóaviajardíaynoche.Acadamomentoaparecíanlosmensajeros encapuchados, y el camellero que se había hecho amigo delmuchachoexplicóque laguerra entre los claneshabíacomenzado.Tendríanmuchasuertesiconseguíanllegaraloasis.

Losanimalesestabanagotadosyloshombrescadavezmássilenciosos.Elsilencioeramás terriblepor lanoche,cuandounsimplerelinchodecamello—queantesnopasabadeserunrelinchodecamello—ahoraasustabaatodoelmundoypodíaserunaseñaldeinvasión.

El camellero, no obstante, no parecía estar muy impresionado con laamenazadeguerra.

—Estoyvivo—dijoalmuchachomientrascomíaunplatodedátilesenlanoche sin hogueras ni luna—.Mientras estoy comiendo, no hago nadamásque comer. Si estuviera caminando, me limitaría a caminar. Si tengo queluchar,seráundíatanbuenoparamorircomocualquierotro.

»Porquenovivonienmipasadonienmifuturo.Tengosóloelpresente,yesoesloúnicoquemeinteresa.Sipuedespermanecersiempreenelpresenteserásunhombre feliz.Percibirásqueen eldesierto existevida,que el cielotieneestrellas,yquelosguerreros luchanporqueestoformapartedelarazahumana. La vida será una fiesta, un gran festival, porque ella sólo es elmomentoqueestamosviviendo.

Dosnochesdespués,cuandosepreparabaparadormir,elmuchachomiróendirecciónalastroqueseguíandurantelanoche.Leparecióqueelhorizonteestaba un poco más bajo, porque sobre el desierto había centenares deestrellas. —Es el oasis —dijo el camellero. —¿Y por qué no vamosinmediatamente?—Porquenecesitamosdormir.

Elmuchachoabriólosojoscuandoelsolcomenzabaanacer.Frenteaél,dondelaspequeñasestrellashabíanestadodurante lanoche,seextendíaunafilainterminabledepalmerasquecubríatodoelhorizonte.

—¡Loconseguimos!—dijoelInglés,quetambiénacababadelevantarse.

El muchacho, sin embargo, permaneció callado. Había aprendido elsilenciodeldesiertoysecontentabaconmirarlaspalmerasqueteníadelantede él. Aún debía caminar mucho para llegar a las Pirámides, y algún díaaquella mañana no sería más que un recuerdo. Pero ahora era el momentopresente, la fiesta que había descrito el camellero, y él estaba procurandovivirlo con las lecciones de su pasado y los sueños de su futuro. Un día,aquellavisióndemillaresdepalmerasseríasólounrecuerdo.Peroparaél,en

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este momento, significaba sombra, agua y un refugio para la guerra. De lamismamaneraqueunrelinchodecamellopodíatransformarseenpeligro,unahileradepalmeraspodíasignificarunmilagro.

«Elmundohablamuchoslenguajes»,pensóelmuchacho.

«Cuandolostiemposvandeprisa,lascaravanascorrentambién»,pensóelAlquimistamientrasveíallegaracentenaresdepersonasyanimalesalOasis.Loshabitantesgritabandetrásdelosreciénllegados,elpolvocubríaelsoldeldesiertoylosniñossaltabandeexcitaciónalveralosextraños.ElAlquimistavio cómo los jefes tribales se aproximaban al Jefe de la Caravana yconversabanlargamenteentresí.

PeronadadetodoaquellointeresabaalAlquimista.Yahabíavistoamuchagentellegarypartir,mientraselOasisyeldesiertopermanecíaninvariables.Había visto a reyes y mendigos pisando aquellas arenas que siemprecambiabandeformaacausadelviento,peroqueeranlasmismasqueélhabíaconocidodeniño.Aunasí,noconseguíacontenerenelfondodesucorazónunpocodelaalegríadevidaquetodoviajeroexperimentabacuando,despuésdetierraamarillaycieloazul,elverdedelaspalmerasaparecíadelantedesusojos.«TalvezDioshayacreadoeldesiertoparaqueelhombrepuedasonreírconlaspalmeras»,pensó.

Después decidió concentrarse en asuntos más prácticos. Sabía que enaquellacaravanaveníaelhombrealcualdebíaenseñarpartedesussecretos.Lasseñalesselohabíancontado.Aúnnoconocíaaesehombre,perosusojosexperimentados lo reconocerían en cuanto lo viese. Esperaba que fuesealguientancapazcomosuaprendizanterior.

«No séporqué estas cosas tienenque ser transmitidasdeboca aoreja»,pensaba. No era exactamente porque fueran secretas, pues Dios revelabapródigamentesussecretosatodaslascriaturas.

Él sólo tenía una explicación para este hecho: las cosas tenían que sertransmitidas así porque estarían hechas de Vida Pura, y este tipo de vidadifícilmenteconsiguesercaptadoenpinturasopalabras.

Porque las personas se fascinan con pinturas y palabras y terminanolvidandoelLenguajedelMundo.

Los recién llegados fueron conducidos inmediatamente ante los jefestribalesdeal—Fayum.Elmuchachonopodíacreerloqueestabaviendo:envezdeserunpozorodeadodepalmeras—comohabíaleídociertavezenunlibrodehistoria—,eloasiseramuchomayorquemuchasaldeasdeEspaña.Teníatrescientospozos,cincuentamilpalmerasdatilerasymuchastiendasdecoloresdiseminadasentreellas.

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—Parece las Mil y Una Noches —dijo el Inglés, impaciente porencontrarseconelAlquimista.

Enseguidasevieronrodeadosdechiquillos,quecontemplabancuriososalosanimales, loscamellosylaspersonasquellegaban.Loshombresqueríansabersihabíanvistoalgúncombateylasmujeressedisputabanlostejidosypiedrasque losmercadereshabían traído.El silenciodeldesiertoparecíaunsueño distante; las personas hablaban sin parar, reían y gritaban, como sihubiesensalidodeunmundoespiritualparaestardenuevoentreloshombres.Estabancontentosyfelices.

A pesar de las precauciones del día anterior, el camellero explicó almuchacho que los oasis en el desierto eran siempre considerados terrenoneutral,porquelamayorpartedesushabitanteseranmujeresyniños,yhabíaoasisenambosbandos.Así,losguerreroslucharíanenlasarenasdeldesierto,perorespetaríanlosoasiscomociudadesderefugio.ElJefedelaCaravanalosreunió a todos con cierta dificultad y comenzó a darles instrucciones.Permanecerían allí hasta que la guerra entre los clanes hubiese terminado.Como eran visitantes, deberían compartir las tiendas con los habitantes deloasis,quelescederíanlosmejoreslugares.EralahospitalidadqueimponíalaLey.Despuéspidióquetodos,inclusivesuspropioscentinelas,entregasenlasarmasaloshombresindicadosporlosjefestribales.

—Son las reglas de la guerra—explicó el Jefe de la Caravana.De estamanera,losoasisnopuedenhospedaraejércitosniguerreros.

Para sorpresa del muchacho, el Inglés sacó de su chaqueta un revólvercromadoyloentregóalhombrequerecogíalasarmas.

—¿Paraquéquiereunrevólver?—preguntó.

—Para aprender a confiar en los hombres —repuso el Inglés. Estabacontentoporhaberllegadoalfinaldesubúsqueda.

Elmuchacho,encambio,pensabaensutesoro.Cuantomásseacercabaasusueño,másdifícilessetornabanlascosas.Yanofuncionabaaquelloqueelviejo reyhabía llamado«suertedelprincipiante».Loúnicoqueél sabíaquefuncionaba era la prueba de la persistencia y del coraje de quien busca suLeyendaPersonal.Poresonopodíaapresurarse,ni impacientarse.Siactuaraasí,terminaríanoviendolasseñalesqueDioshabíapuestoensucamino.

«...queDioscolocóenmicamino»,pensóelmuchachosorprendido.Hastaaquel momento había considerado las señales como algo perteneciente almundo.Algocomocomerodormir,algocomobuscarunamoroconseguirunempleo.NuncaanteshabíapensadoqueésteeraunlenguajequeDiosestabausandoparamostrarleloquedebíahacer.

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«Noteimpacientes—serepitióparasí—.Comodijoelcamellero,comealahoradecomer.Ycaminaalahoradecaminar.»

El primer día todos durmieron de cansancio, inclusive el inglés. Elmuchachoestabainstaladolejosdeél,enunatiendaconotroscincojóvenesdeedadsimilaralasuya.Erangentedeldesierto,yqueríansaberhistoriasdelasgrandesciudades.

Elmuchacholeshablódesuvidadepastor,eibaaempezararelatarlessuexperienciaenlatiendadecristalescuandosepresentóelInglés.

—Tehe buscado toda lamañana—dijomientras se lo llevaba afuera—.NecesitoquemeayudesadescubrirdóndeviveelAlquimista.

Empezaron por recorrer las tiendas donde vivieran hombres solos. UnAlquimistaseguramenteviviríademaneradiferentedelasotraspersonasdeloasis, y sería muy probable que en su tienda hubiera un hornopermanentemente encendido. Caminaron bastante, hasta que se quedaronconvencidosdeque el oasis eramuchomayorde loquepodían imaginar, yquealbergabacentenaresdetiendas.

—Hemos perdido casi todo el día —dijo el Inglés mientras se sentabajuntoalchicocercadeunodelospozosdeloasis.

—Serámejorquepreguntemos—propusoelmuchacho.

El Inglésnoquería revelarsupresenciaeneloasis,ysemostró indecisoantelasugerencia.Peroacabóaccediendoylepidióalmuchacho,quehablabamejorelárabe,quelohiciera.Ésteseaproximóaunamujerquehabíaidoalpozoparallenardeaguaunsacodepieldecarnero.

—Buenas tardes, señora.Megustaría saberdóndeviveunAlquimistaenesteoasis—preguntóelmuchacho.

Lamujer le respondió que jamás había oído hablar de eso, y semarchóinmediatamente.Antes,noobstante,avisóalchicodequenodebíaconversarconmujeres vestidas de negro porque eranmujeres casadas, y él tenía querespetarlaTradición.

ElIngléssequedódecepcionadísimo.Habíahechotodoelviajeparanada.Elmuchachotambiénseentristeció.Sucompañero tambiénestababuscandosuLeyendaPersonal,ycuandoalguienhaceesto, todoelUniversoconspirapara que la persona consiga lo quedesea.Lohabía dicho el viejo rey, y nopodíaestarequivocado.

—Yonuncahabíaoídohablarantesdealquimistas—dijoelchico—.Sinointentaríaayudarte.

DerepentelosojosdelInglésbrillaron.

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—¡De eso se trata! ¡Quizá aquí nadie sepa lo que es un alquimista!Preguntaporelhombrequecuralasenfermedadesenlaaldea.

Varias mujeres vestidas de negro fueron a buscar agua al pozo, pero elmuchachonosedirigióaningunadeellas,pormásqueel Inglés le insistió.Hastaqueporfinseacercóunhombre.

—¿Conoceaalguienquecurelasenfermedadesaquí?—preguntóelchico.

—Alá cura todas las enfermedades —dijo el hombre, visiblementeespantadoporlosextranjeros—.Vosotrosestáisbuscandobrujos.

YdespuésderecitaralgunosversículosdelCorán,siguiósucamino.Otrohombre se aproximó. Era más viejo, y traía sólo un pequeño cubo. Elmuchachorepitiólapregunta.

—¿Porquéqueréisconoceraesaclasedehombre?—respondióelárabeconotrapregunta.

—Porque mi amigo viajó muchos meses para encontrarlo —repuso elchico.

—Siestehombreexiste eneloasis,debede sermuypoderoso—dijoelviejo después de meditar unos instantes—. Ni los jefes tribales consiguenverlocuandolonecesitan.Sólocuandoéllodecide.

»Esperadaqueterminelaguerra.Yentonces,partidconlacaravana.Noqueráisentrarenlavidadeloasis—concluyóalejándose.

PeroelInglésquedóexultante.Estabanenlapistacorrecta.

Finalmente apareció una moza que no iba vestida de negro. Traía uncántaro en el hombro, y la cabeza cubierta conunvelo, pero tenía el rostrodescubierto.ElmuchachoseaproximóparapreguntarlesobreelAlquimista.

Entonces fuecomosiel tiemposeparaseyelAlmadelMundosurgiesecon toda su fuerzaante él.Cuandovio susojosnegros, sus labios indecisosentreunasonrisayelsilencio,entendiólapartemásimportanteymássabiadelLenguajequetodoelmundohablabayquetodaslaspersonasdelatierraerancapacesdeentenderensuscorazones.YestosellamabaAmor,algomásantiguoqueloshombresyqueelpropiodesierto,yquesinembargoresurgíasiemprecon lamisma fuerzadondequieraquedosparesdeojos secruzarancomo se cruzaron los de ellos delante del pozo. Los labios finalmentedecidieronofrecerunasonrisa,yaquelloeraunaseñal,laseñalqueélesperósinsaberlodurantetantotiempoensuvida,quehabíabuscadoenlasovejasyenloslibros,enloscristalesyenelsilenciodeldesierto.

Allí estaba el puro lenguaje del mundo, sin explicaciones, porque elUniversononecesitabaexplicacionesparacontinuarsucaminoenelespacio

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sin fin.Todo loqueelmuchachoentendíaenaquelmomentoeraqueestabadelantedelamujerdesuvida,ysinningunanecesidaddepalabras,elladebíade saberlo también. Estabamás seguro de esto que de cualquier cosa en elmundo, aunque sus padres, y los padres de sus padres, dijeran que eranecesario salir, simpatizar, prometerse, conocer bien a la persona y tenerdineroantesdecasarse.LosquedecíanestoquizájamáshubiesenconocidoelLenguaje Universal, porque cuando nos sumergimos en él es fácil entenderquesiempreexisteenelmundounapersonaqueesperaaotra,yaseaenmediodeldesiertooenmediodeunagranciudad.Ycuandoestaspersonassecruzanysusojosseencuentran,todoelpasadoytodoelfuturopierdesuimportanciaporcompleto,ysóloexisteaquelmomentoyaquellacertezaincreíbledequetodas lascosasbajoelsol fueronescritaspor lamismaMano.LaManoquedespiertaelAmor,yquehizounalmagemelaparacadapersonaquetrabaja,descansaybuscatesorosbajoelsol.Porquesinestonohabríaningúnsentidoparalossueñosdelarazahumana.

Maktub,pensóelmuchacho.

ElInglésselevantódedondeestabasentadoysacudióalchico.

—¡Vamos,pregúntaseloaella!

Élseaproximóalajoven.Ellavolvióasonreír.Élsonriótambién.

—¿Cómotellamas?—preguntó.

—MellamoFátima—dijolajovenmirandoalsuelo.

—Enlatierradedondeyovengoalgunasmujeressellamanasí.

—EselnombredelahijadelProfeta—explicóFátima—.Losguerreroslollevaronallí.

Ladelicadamozahablabadelosguerrerosconorgullo.ComoasuladoelInglés insistía, elmuchacho le preguntópor el hombreque curaba todas lasenfermedades.

—Es un hombre que conoce los secretos del mundo. Conversa con losdjinsdeldesierto—dijoella.

Losdjins eran losdemonios.Lamoza señalóhacia el sur, hacia el lugardondehabitabaaquelextrañohombre.

Despuésllenósucántaroysefue.ElIngléssefuetambién,enbuscadelAlquimista.Yelmuchachosequedómuchotiemposentadoalladodelpozo,entendiendoquealgúndíaelLevantehabíadejadoensurostroelperfumedeaquellamujer,yqueyalaamabainclusoantesdesaberqueexistía,yquesuamorporellaharíaqueencontrasetodoslostesorosdelmundo.

Aldíasiguienteelmuchachovolvióalpozoaesperaralamoza.Parasu

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sorpresa, se encontró allí con el Inglés, mirando por primera vez hacia eldesierto.

—Esperé toda la tarde y toda la noche —le dijo—. Él llegó con lasprimerasestrellas.Lecontéloqueestababuscando.Entoncesélmepreguntósiyahabíatransformadoplomoenoro,yyoledijequeesoeraloquequeríaaprender.

»Ymemandó intentarlo. Todo lo queme dijo fue: «Ve e inténtalo.» Elchicoguardósilencio.El Ingléshabíaviajado tantoparaoír loqueyasabía.Entoncesseacordódequeélhabíadadoseisovejasalviejoreyporlamismarazón.

—Entonces,inténtelo—ledijoalInglés.

—Esloquevoyahacer.Yempezaréahora.

AlpocoratodehaberseidoelInglés,llegóFátimapararecogeraguaconsucántaro.

—Vineadecirteunacosamuysencilla—dijoelchico—.Quieroqueseasmimujer.Teamo.

Lamozadejóquesucántaroderramaseelagua.

—Teesperaréaquítodoslosdías.CrucéeldesiertoenbuscadeuntesoroqueseencuentracercadelasPirámides.Laguerrafueparamíunamaldición,peroahoraesunabendiciónporquememantienecercadeti.

—Laguerraseacabaráalgúndía—dijolamoza.

Elmuchachomirólasdatilerasdeloasis.Habíasidopastor.Yallíexistíanmuchasovejas.Fátimaeramásimportantequeeltesoro.

—Los guerreros buscan sus tesoros —dijo la joven, como si estuvieraadivinandoelpensamientodelmuchacho—.Ylasmujeresdeldesiertoestánorgullosasdesusguerreros.

Despuésvolvióallenarsucántaroysefue.

Todos los días elmuchacho iba al pozo a esperar aFátima.Le contó suvidadepastor,suencuentroconelrey,suestanciaenlatiendadecristales.Sehicieronamigos,yaexcepcióndelosquinceminutosquepasabaconella,elresto del día se le hacía interminable.Cuando ya llevaba casi unmes en eloasis,elJefedelaCaravanalosconvocóatodosparaunareunión.

—No sabemos cuándo se va a acabar la guerra, y no podemos seguir elviaje—dijo—. Los combates duraránmucho tiempo, tal vez muchos años.Cuentanconguerrerosfuertesyvalientesenambosbandos,yexisteelhonorde combatir en ambos ejércitos.No esunaguerra entrebuenosymalos.Es

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unaguerraentrefuerzasqueluchanporelmismopoder,ycuandoestetipodebatalla comienza, seprolongamásque lasotras, porqueAlá está en losdosbandos.

Las personas se dispersaron. El muchacho se volvió a encontrar conFátimaaquellatarde,ylehablódelareunión.

—El segundo día que nos encontramos—dijo ella—,me hablaste de tuamor.Despuésme enseñaste cosas bellas, como el Lenguaje y elAlma delMundo.Todoestomehacepocoapocoserpartedeti.

Elmuchacho oía su voz y la encontrabamás hermosa que el sonido delvientoentrelashojasdelasdatileras.

—Hace mucho tiempo que estuve aquí, en este pozo, esperándote. Noconsigo recordar mi pasado, la Tradición, la manera en que los hombresesperanquesecomportenlasmujeresdeldesierto.Desdepequeñasoñabaqueeldesiertometraeríaelmayorregalodemivida.Esteregalollegó,porfin,yerestú.

El muchacho sintió deseos de tocar su mano. Pero Fátima estabasosteniendolasasasdelcántaro.

—Túmehablastedetussueños,delviejoreyydeltesoro.Mehablastedelasseñales.Yanotengomiedodenada,porquefueronestasseñaleslasquetetrajeronamí.Yyosoypartedetusueño,detuLeyendaPersonal,comosuelesdecir.

»Por eso quiero que sigas en la dirección de lo que viniste a buscar. Sitienes que esperar hasta el final de la guerra, muy bien. Pero si tienes quepartirantes,veendireccióna tuLeyenda.Lasdunascambianconelviento,peroeldesiertosiguesiendoelmismo.Asísucederáconnuestroamor.

»Maktub—añadió—.SiyosoypartedetuLeyenda,túvolverásundía.

ElmuchachosequedótristetraselencuentroconFátima.Seacordabademucha gente que había conocido.A los pastores casados les costabamuchoconvencerasusesposasdequedebíanandarporloscampos.Elamorexigíaestarjuntoalapersonaamada.

AldíasiguientecontótodoestoaFátima.

—Eldesiertosellevaanuestroshombresynosiemprelosdevuelve—dijoella—. Entonces nos acostumbramos a esto. Y ellos pasan a existir en lasnubessinlluvia,enlosanimalesqueseescondenentrelaspiedras,enelaguaquebrotagenerosade la tierra.Pasana formarpartede todo,pasana ser elAlmadelMundo.

»Algunos vuelven. Y entonces todas las mujeres se alegran, porque los

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hombresqueellasesperantambiénpuedenvolveralgúndía.Antesyomirabaaesasmujeresyenvidiabasufelicidad.Ahorayotambiéntendréunapersonaaquienesperar.

»Soy una mujer del desierto, y estoy orgullosa de ello. Quiero que mihombre tambiéncamine librecomoelvientoquemueve lasdunas.Tambiénquieropoderveramihombreenlasnubes,enlosanimalesyenelagua.

El muchacho fue a buscar al Inglés. Quería hablarle de Fátima. SesorprendióalverqueelIngléshabíaconstruidounpequeñohornoalladodesutienda.Eraunhornoextraño,conunfrascotransparenteencima.ElInglésalimentaba el fuego con leña, ymiraba el desierto.Susojos parecíanbrillarmáscuandopasabatodoeltiempoleyendolibros.

—Éstaeslaprimerafasedeltrabajo—dijo—.Tengoquesepararelazufreimpuro.Paraesto,nopuedotenermiedodefallar.Elmiedoafallarfueloqueme impidió intentar la Gran Obra hasta hoy. Es ahora cuando estoyempezando loquedeberíahabercomenzadodiezañosatrás.Peromesientofelizdenohaberesperadoveinteañosparaesto.

Y continuó alimentando el fuego ymirando el desierto. Elmuchacho sequedójuntoaélunrato,hastaqueeldesiertocomenzóaponerserosadoconlaluzdelatardecer.Entoncessintióuninmensodeseodeirhastaallí,paraversielsilencioconseguíaresponderasuspreguntas.

Caminósinrumboporalgúntiempo,manteniendolaspalmerasdeloasisalalcancedesusojos.Escuchabaelviento,ysentíalaspiedrasbajosuspies.Aveces encontraba alguna concha y sabía que aquel desierto, en una épocaremota,habíasidoungranmar.Despuéssesentósobreunapiedraysedejóhipnotizarporelhorizonteque teníadelantedeél.NoconseguíaentenderelAmorsinelsentimientodeposesión;peroFátimaeraunamujerdeldesierto,ysialguienpodíaenseñarleestoeraeldesierto.

Sequedóasí,sinpensarennada,hastaquepresintióunmovimientosobresucabeza.Miróhaciaelcieloyvioqueerandosgavilanesquevolabanmuyalto.

El muchacho observó a los gavilanes, y los dibujos que trazaban en elcielo.Parecíaunacosadesordenaday,sinembargo,teníanalgúnsentidoparaél. Sólo que no conseguía comprender su significado. Decidió que debíaacompañar con los ojos el movimiento de los pájaros, y quizá entoncespudieraleeralgo.Talvezeldesiertopudieraexplicarleelamorsinposesión.

Empezó a sentir sueño. Su corazón le pidió que no se durmiera: por elcontrario,debíaentregarse.«EstabapenetrandoenelLenguajedelMundoytodo en esta tierra tiene sentido, incluso el vuelo de los gavilanes», dijo.Yaprovechólaocasiónparaagradecerelhechodeestarllenodeamorporuna

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mujer.«Cuandoseama,lascosasadquierenaúnmássentido»,pensó.

De repente, un gavilán dio una rápida zambullida en el cielo y atacó alotro. Cuando hizo este movimiento, el muchacho tuvo una súbita y rápidavisión: un ejército, con las espadas desenvainadas, entraba en el oasis. Lavisióndesaparecióenseguida,peroaquello ledejó sobresaltado.Habíaoídohablar de los espejismos, y ya había visto algunos: eran deseos que sematerializaban sobre la arena del desierto. Sin embargo, él no deseaba queningúnejércitoinvadieraeloasis.

Decidióolvidartodoaquelloyvolverasumeditación.Intentónuevamenteconcentrarse en el desierto color de rosa y en las piedras. Pero algo en sucorazónlomanteníaintranquilo.

«Sigue siempre las señales», le había dicho el viejo rey.Y elmuchachopensóenFátima.Seacordódeloquehabíavisto,ypresintióloqueestabaapuntodesuceder.

Conmuchadificultadsaliódel tranceenquehabíaentrado.Se levantóycomenzó a caminar en dirección a las palmeras. Una vez más percibía elmúltiple lenguajede las cosas: estavez, eldesiertoera seguro,yeloasis sehabíatransformadoenunpeligro.

Elcamelleroestabasentadoalpiedeunadatilera,contemplandotambiénlapuestadelsol.Viosaliralmuchachodedetrásdeunadelasdunas.

—Seaproximaunejército—dijo—.Hetenidounavisión.

—El desierto llena de visiones el corazón de un hombre —repuso elcamellero.

Peroelmuchacho leexplicó lode losgavilanes:estabacontemplandosuvuelocuandosehabíasumergidoderepenteenelAlmadelMundo.

Elcamelleropermaneciócallado;entendíaloqueelmuchachodecía.Sabíaquecualquiercosaen lafazde la tierrapuedecontar lahistoriade todas lascosas. Si abriese un libro en cualquier página, o mirase las manos de laspersonas, o las cartas de la baraja, o el vuelo de los pájaros, o fuera lo quefuese, cualquier persona encontraría alguna conexión de sentido con algunasituación que estaba viviendo. Pero en verdad, no eran las cosas las quemostrabannada; eran laspersonasque, almirarlas, descubrían lamaneradepenetrarenelAlmadelMundo.

EldesiertoestaballenodehombresqueseganabanlavidaporquepodíanpenetrarconfacilidadenelAlmadelMundo.SelesconocíaconelnombredeAdivinos,yeranmuytemidosporlasmujeresylosancianos.LosGuerrerosraramentelosconsultaban,porqueeraimposibleentrarenunabatallasabiendocuándo se va a morir. Los Guerreros preferían el sabor de la lucha y la

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emocióndelodesconocido.ElfuturohabíasidoescritoporAlá,ycualquiercosa que hubiese escrito era siempre para el bien del hombre. Entonces losGuerreros apenas vivían el presente, porque el presente estaba lleno desorpresasyellosteníanquevigilarmuchascosas:dóndeestabalaespadadelenemigo,dóndeestabasucaballo,cuáleraelpróximogolpequedebíalanzarparasalvarlavida.

El camellero no era un Guerrero, y ya había consultado a algunosAdivinos.Muchos lehabíandichocosasacertadas,otros,cosasequivocadas.Hastaqueunode ellos, elmásviejo (y elmás temido) le preguntóporquéestabataninteresadoensabersufuturo.

—Parapoderhacer lascosas—repusoel camellero—.Ycambiar loquenomegustaríaquesucediera.

—Entoncesdejarádesertufuturo—replicóelAdivino.

—Entoncestalvezquieroconocerelfuturoparaprepararmeparalascosasquevendrán.

—Sisoncosasbuenas,cuandolleguenseránunaagradablesorpresa—dijoelAdivino—.Ysisonmalas,empezarásasufrirmuchoantesdequesucedan.

—Quieroconocerel futuroporquesoyunhombre—dijoelcamelleroalAdivino—.Yloshombresvivenenfuncióndesufuturo.

ElAdivinoguardósilenciounos instantes.Éleraespecialistaenel juegodevarillas,quesearrojabanalsueloyseinterpretabansegúnlamaneraenquecaían.Aqueldíaélnolanzólasvarillas,sinoquelasenvolvióenunpañueloylasvolvióacolocarenelbolsillo.

—Meganolavidaadivinandoelfuturodelaspersonas—dijo—.Conozcola ciencia de las varillas y sé cómo utilizarla para penetrar en este espaciodonde todo está escrito. Allí puedo leer el pasado, descubrir lo que ya fueolvidadoyentenderlasseñalesdelpresente.

»Cuando laspersonasmeconsultan,yonoestoy leyendoel futuro;estoyadivinandoelfuturo.PorqueelfuturoperteneceaDios,yÉlsólolorevelaencircunstancias extraordinarias. ¿Y cómo consigo adivinar el futuro? Por lasseñalesdelpresente.Esenelpresentedondeestáelsecreto;siprestasatenciónal presente, podrás mejorarlo. Y si mejoras el presente, lo que sucederádespuéstambiénserámejor.OlvidaelfuturoyvivecadadíadetuvidaenlasenseñanzasdelaLeyyenlaconfianzadequeDioscuidadesushijos.Cadadía trae en sí la Eternidad. El camellero quiso saber cuáles eran lascircunstanciasenlasqueDiospermitíaverelfuturo:

—CuandoÉlmismolomuestra.YDiosmuestraelfuturoraramente,yporunaúnicarazón:esunfuturoquefueescritoparasercambiado.

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Dios habíamostrado un futuro almuchacho, pensó el camellero, porquequeríaqueelmuchachofueseSuinstrumento.

—Veahablarconlosjefestribales—ledijo—.Háblalesdelosguerrerosqueseaproximan.

—Sereirándemí.

—Son hombres del desierto, y los hombres del desierto estánacostumbradosalasseñales.

—Entoncesyadebendesaberlo.

—Ellosnosepreocupanporeso.Creenquesi tienenquesaberalgoqueAlá quiera contarles, lo sabrán a través de alguna persona.Ya pasómuchasvecesantes.Perohoy,esapersonaerestú.

ElmuchachopensóenFátima.Ydecidióiraveralosjefestribales.

—Traigo señales del desierto —dijo al guardián que estaba frente a laentradadelainmensatiendablanca,enelcentrodeloasis—.Quieroveralosjefes.

El guarda no respondió. Entró y tardó mucho en regresar. Lo hizoacompañadodeunárabejoven,vestidodeblancoyoro.Elmuchachocontóaljovenloquehabíavisto.Éllepidióqueesperaseunpocoyvolvióaentrar.

Cayó la noche. Entraron y salieron varios árabes y mercaderes. Poco apoco las hogueras se fueron apagando y el oasis comenzó a quedar tansilencioso como el desierto. Sólo la luz de la gran tienda continuabaencendida.Durantetodoestetiempo,elmuchachoestuvopensandoenFátima,aúnsincomprenderlaconversacióndeaquellatarde.

Finalmente, después de muchas horas de espera, el guardián le mandóentrar.

Loqueviolodejóextasiado.Nuncahubierapodidoimaginarqueenmediodeldesiertoexistieseunatiendacomoaquélla.Elsueloestabacubiertoconlasmásbellasalfombrasquejamáshabíapisadoydeltechopendíanlámparasdemetalamarillolabrado,cubiertodevelasencendidas.Losjefestribalesestabansentados en el fondode la tienda, en semicírculo, descansando sus brazosypiernasenalmohadasdesedaconricosbordados.Diversoscriadosentrabanysalíanconbandejasdeplatallenasdeespeciasyté.Algunosseencargabandemantener encendidas las brasas de los narguiles.Un suave aroma llenaba elambiente.

Habíaochojefes,peroelmuchachoprontosediocuentadecuáleraelmásimportante: un árabe vestido de blanco y oro, sentado en el centro delsemicírculo.Asuladoestabaeljovenárabeconquienhabíaconversadoantes.

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—¿Quién es el extranjero que habla de señales?—preguntó uno de losjefesmirándole.

—Soyyo—repuso.Ylecontóloquehabíavisto.

—¿Yporquéeldesierto ibaacontarestoaunextraño,cuandosabequeestamosaquídesdevariasgeneraciones?—dijootrojefetribal.

—Porquemisojosaúnnosehanacostumbradoaldesierto—respondióelmuchacho—, y puedo ver cosas que los ojos demasiado acostumbrados noconsiguenver.

«YporqueyoséacercadelAlmadelMundo»,pensóparasí.Peronodijonada,porquelosárabesnocreenenestascosas.

—El Oasis es un terreno neutral. Nadie ataca a un Oasis —replicó untercerjefe.

—Yosólocuentoloquevi.Sinoqueréiscreerlo,nohagáisnada.

Un completo silencio se abatió sobre la tienda, seguido de una exaltadaconversación entre los jefes tribales. Hablaban en un dialecto árabe que elmuchachonoentendía,perocuandohizoademándeirse,unguardiánledijoquesequedara.Elmuchachoempezóa sentirmiedo; las señalesdecíanquealgoandabamal.Lamentóhaberconversadoconelcamellerosobreesto.

De repente, el viejo que estaba en el centro insinuó una sonrisa casiimperceptible,quetranquilizóalmuchacho.Elviejonohabíaparticipadoenladiscusión,nihabíadichopalabrahastaaquelmomento.PeroelmuchachoyaestabaacostumbradoalLenguajedelMundo,ypudosentirunavibracióndePazcruzandolatiendadepuntaapunta.Suintuiciónledijoquehabíaactuadocorrectamentealir.

La discusión terminó. Se quedaron en silencio durante algún tiempo,escuchando al viejo. Después, éste se giró hacia el muchacho. Esta vez surostroerafríoydistante.

—Hacedosmilaños,enunatierralejana,arrojaronaunpozoyvendieroncomo esclavo a un hombre que creía en los sueños —dijo—. NuestrosmercadereslocompraronylotrajeronaEgipto.Ytodosnosotrossabemosquequiencreeenlossueñostambiénsabeinterpretarlos.

«Aun cuando no siempre consiga realizarlos», pensó el muchachoacordándosedelaviejagitana.

—Acausadelossueñosdelfaraónconvacasflacasygordas,estehombrelibróaEgiptodelhambre.SunombreeraJosé.Tambiéneraunextranjeroenunatierraextranjera,comotú,ydebíadetenermásomenostuedad.

Elsilenciocontinuó.Losojosdelviejosemanteníanfríos.

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—SiempreseguimoslaTradición.LaTradiciónsalvóaEgiptodelhambreen aquella época y lo convirtió en el más rico de todos los pueblos. LaTradiciónenseñacómoloshombresdebenatravesareldesiertoycasarasushijas. La Tradición dice que un Oasis es un terreno neutral, porque ambosladostienenOasisysonvulnerables.

Nadiedijounapalabramientraselviejohablaba.

—Pero laTradicióndice tambiénquedebemoscreeren losmensajesdeldesierto.Todoloquesabemosnosloenseñóeldesierto.

Elviejohizounaseñalytodoslosárabesselevantaron.Lareuniónestabaapuntodeterminar.Losguardianesapagaronlosnarguilesysealinearonenposicióndefirmes.Elmuchachosepreparóparasalir,peroelviejohablóunavezmás:

—Mañana romperemosunacuerdoquedicequenadie eneloasispuedeportararmas.Durantetodoeldíaaguardaremosalosenemigos.Cuandoelsoldesciendaenelhorizonte,loshombresmedevolveránlasarmas.Porcadadiezenemigosmuertos,túrecibirásunamonedadeoro.

»Sin embargo, las armasnopueden salir de su lugar sin experimentar labatalla.Son caprichosas comoel desierto, y si las acostumbramos a esto, lapróximavezpueden tener perezadedisparar.Si al acabar el día demañananingunadeellashasidoutilizada,porlomenosunaseráusadacontrati.

Eloasissóloestabailuminadoporlalunallenacuandoelmuchachosalió.Teníaveinteminutosdecaminatahastasutiendayechóaandar.

Estabaasustadoportodolosucedido.SehabíasumergidoenelAlmadelMundoyelprecioqueteníaquepagarporcreerenaquelloerasuvida.Unaapuesta elevada. Pero había apostado alto desde el día en que vendió susovejaspara seguir suLeyendaPersonal.Y,comodecíaelcamellero,nohaytanta diferencia entre morir mañana u otro día. Cualquier día estaba hechopara ser vivido o para abandonar elmundo. Todo dependía de una palabra:Maktub.

Caminó en silencio. No estaba arrepentido. Si muriese mañana seríaporqueDiosno tendríaganasdecambiar el futuro.Peromoriríadespuésdehaber cruzado el estrecho, trabajado en una tienda de cristales, conocido elsilenciodeldesiertoylosojosdeFátima.Habíavividointensamentecadaunode sus días desde que salió de su casa, hacía ya tanto tiempo. Si muriesemañana, sus ojos habrían visto muchas más cosas que los ojos de otrospastores,yelmuchachoestabaorgullosodeello.

De repente oyó un estruendo y fue arrojado súbitamente a tierra por elimpactodeunvientoquenoconocía.El lugarse llenódeunapolvaredatan

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grandequecasi cubrió la luna.Y, anteél,unenormecaballoblanco sealzósobresuspatasydejóoírunrelinchoaterrador.

Elmuchachocasinopodíaverloquepasaba,perocuandolapolvaredaseasentó un poco, sintió un pavor como jamás había sentido antes. Sobre elcaballohabíauncaballerovestidodenegro,conunhalcónsobresuhombroizquierdo.Usabaturbante,yunpañuelolecubría todoelrostro,dejandoversólo sus ojos. Parecía unmensajero del desierto, pero su presencia eramásfuertequeladecualquierpersonaquehubieraconocidoentodasuvida.

El extraño caballero alzó una enorme espada curva que traía sujeta a lasilla.Elacerobrillóconlaluzdelaluna.

—¿Quiénhaosadoleerelvuelodelosgavilanes?—preguntóconunavoztanfuertequeparecióresonarentrelascincuentamilpalmerasdeal-Fayum.

—Hesidoyo—dijoelmuchacho.SeacordóinmediatamentedelaimagendeSantiagoMatamorosydesucaballoblancoconlosinfielesbajosuspatas.Eraexactamenteigual.Sóloqueahoralasituaciónestabainvertida—.Hesidoyo —repitió bajando la cabeza para recibir el golpe de la espada—. SesalvaránmuchasvidasporquevosotrosnocontabaisconelAlmadelMundo.

La espada, no obstante, no bajó de golpe. La mano del extraño fuedescendiendo lentamente,hastaque lapuntade la lámina tocó lacabezadelchico.Eratanafiladaquesalióunagotadesangre.

Elcaballeroestabacompletamenteinmóvil.Elmuchachotambién.Niporun momento pensó en huir. Una extraña alegría se había apoderado de sucorazón:ibaamorirporsuLeyendaPersonal.YporFátima.Finalmente,lasseñales habían resultado verdaderas. Allí estaba el Enemigo y precisamenteporesoélnonecesitabapreocuparseporlamuerte,porquehabíaunAlmadelMundo. Dentro de poco él estaría formando parte de ella. Y mañana elEnemigo,también.

Elextraño,sinembargo,se limitabaamantener laespadaapoyadaensucabeza.

—¿Porquéleísteelvuelodelospájaros?

—Leísóloloquelospájarosqueríancontar.Ellosquierensalvareloasis,yvosotrosmoriréis.Eloasistienemáshombresquevosotros.

Laespadacontinuabaensucabeza.

—¿QuiénerestúparacambiareldestinodeAlá?

—Alá creó los ejércitos, y creó también los pájaros. Alá me mostró ellenguaje de los pájaros. Todo fue escrito por la misma Mano —dijo elmuchachorecordandolaspalabrasdelcamellero.

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El extraño finalmente retiró la espada de la cabeza. El muchacho sintióciertoalivio.Peronopodíahuir.

—Cuidado con las adivinaciones—le advirtió el extraño—. Cuando lascosasestánescritas,nohaymaneradeevitarlas.

—Sólo vi un ejército —dijo el muchacho—. No vi el resultado de labatalla.

Alcaballeropareciócomplacerlelarespuesta.Peromanteníalaespadaenlamano.

—¿Quéesloquehaces,extranjeroenunatierraextranjera?

—BuscomiLeyendaPersonal.Algoquetúnoentenderásnunca.

El caballero envainó su espada y el halcón en su hombro dio un gritoextraño.Elmuchachoempezóatranquilizarse.

—Teníaqueponer a prueba tuvalor—dijo el extraño—.El coraje es eldonmásimportanteparaquienbuscaelLenguajedelMundo.

El muchacho se sorprendió. Aquel hombre hablaba de cosas que pocagenteconocía.

—Es necesario no claudicar nunca, aun habiendo llegado tan lejos —continuó—.Esnecesarioamareldesierto,perojamásconfiarenteramenteenél.Porqueeldesiertoesunapruebaparatodosloshombres;cadapasoesunaprueba,ymataaquiensedistrae.

Suspalabraslerecordabanalaspalabrasdelviejorey.

—Silleganlosguerreros,ytucabezaaúnestásobreloshombrosdespuésdelapuestadesol,búscame—dijoelextraño.

La misma mano que había empuñado la espada empuñó un látigo. Elcaballoseempinónuevamentelevantandounanubedepolvo.

—¿Dóndevives?—gritóelchicomientraselcaballerosealejaba.

Lamanoconellátigoseñalóhaciaelsur.

ElmuchachohabíaencontradoalAlquimista.

Alamañanasiguientehabíadosmilhombresarmadosentrelaspalmerasde al—Fayum. Antes de que el sol llegase a lo alto del cielo, quinientosguerrerosaparecieronenelhorizonte.Los jinetesentraroneneloasispor lapartenorte;parecíaunaexpedicióndepaz,perollevabanarmasescondidasensusmantosblancos.Cuandollegaroncercadelagrantiendaquequedabaenelcentrodeal—Fayum,sacaronlascimitarrasy lasespingardas.Pero loúnicoqueatacaronfueunatiendavacía.

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Loshombresdeloasiscercaronalosjinetesdeldesierto.Alamediahorahabía cuatrocientos noventa y nueve cuerpos esparcidos por el suelo. Losniños estabanenel otro extremodelbosquedepalmeras, ynovieronnada.Lasmujeresrezabanporsusmaridosenlastiendas,ytampocovieronnada.Sinohubiera sidopor loscuerposesparcidos,eloasishabríaparecidovivirundíanormal.

Sóloleperdonaronlavidaaunguerrero:elcomandantedelbatallón.Porlatardefueconducidoantelosjefestribales,quelepreguntaronporquéhabíarotolaTradición.Elcomandanterespondióquesushombresteníanhambreysed,estabanexhaustosportantosdíasdebatalla,yhabíandecididotomarunoasisparapoderrecomenzarlalucha.

Eljefetribaldijoquelosentíaporlosguerreros,perolaTradiciónjamáspuede quebrantarse. La única cosa que cambia en el desierto son las dunascuandosoplaelviento.

Despuéscondenóalcomandanteaunamuertesinhonor.Envezdemorirporelacerooporunabaladefusil,fueahorcadodesdeunapalmeratambiénmuerta,ysucuerposebalanceóconelvientodeldesierto.

El jefe tribal llamó al extranjero y le dio cincuenta monedas de oro.DespuésvolvióarecordarlahistoriadeJoséenEgiptoylepidióquefueseelConsejerodelOasis.

Cuando el sol se hubo puesto por completo y las primeras estrellascomenzaronaaparecer(nobrillabanmucho,porqueaúnhabíalunallena),elmuchacho se dirigió caminando hacia el sur. Solamente había una tienda, yalgunosárabesquepasabanporallídecíanqueellugarestaballenodedjins.Pero el muchacho se sentó y esperó durante mucho tiempo. El Alquimistaapareciócuandolalunayaestabaaltaenelcielo.Traíadosgavilanesmuertosenelhombro.

—Aquíestoy—dijoelmuchacho.

—Peronoesaquídondedeberíasestar—respondióelAlquimista—.¿OtuLeyendaPersonalerallegarhastaaquí?

—Hayguerraentrelosclanes.Nosepuedecruzareldesierto.

El Alquimista bajó del caballo e hizo una señal al muchacho para queentraseconélenlatienda.Eraunatiendaigualquetodaslasotrasquehabíaconocidoeneloasis—exceptuandolagrantiendacentral,queteníaellujodeloscuentosdehadas—.Elchicobuscóconlamiradalosaparatosyhornosdealquimia, pero no encontró nada: sólo unos pocos libros apilados, un fogónparacocinarylasalfombrasllenasdedibujosmisteriosos.

—Siéntate, que prepararé un té—dijo el Alquimista. Y nos comeremos

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juntosestosgavilanes.

Elmuchachosospechóqueeranlosmismospájarosquehabíavistoeldíaanterior,peronodijonada.ElAlquimistaencendióelfuegoyalpocotiempoundeliciosoolor a carne llenaba la tienda.Eramejorqueelperfumede losnarguiles.

—¿Porquéquiereverme?—preguntóelchico.

—Por las señales —repuso el Alquimista—. El viento me contó quevendríasyquenecesitaríasayuda.

—No soy yo. Es el otro extranjero, el Inglés. Él es quien lo estababuscando.

—Éldebeencontrarotrascosasantesdeencontrarmeamí.Peroestáenelcaminoadecuado:yahaempezadoacontemplareldesierto.

—¿Yyo?

—Cuandosequierealgo,todoelUniversoconspiraparaqueesapersonaconsigarealizarsusueño—dijoelAlquimistarepitiendolaspalabrasdelviejorey. El muchacho lo comprendió: otro hombre estaba en su camino paraconducirlohaciasuLeyendaPersonal.

—Entonces,¿ustedmeenseñará?

—No.Túyasabestodoloquenecesitas.Sólotevoyaayudaraquepuedasseguirendirecciónatutesoro.

—Perohayunaguerraentrelosclanes—repitióelmuchacho.

—Yoconozcoeldesierto.

—Ya encontré mi tesoro. Tengo un camello, el dinero de la tienda decristalesycincuentamonedasdeoro.Puedoserunhombrericoenmitierra.

—PeronadadeestoestácercadelasPirámides—dijoelAlquimista.

—TengoaFátima.Esuntesoromayorquetodoloqueconseguíjuntar.

—EllatampocoestácercadelasPirámides.

Se comieron losgavilanes en silencio.ElAlquimista abrióunabotella yvertióunlíquidorojoenelvasodelmuchacho.Eravino,unodelosmejoresvinosquehabíatomadoensuvida.PeroelvinoestabaprohibidoporlaLey.

—Elmalnoesloqueentraenlabocadelhombre—dijoelAlquimista—.Elmalesloquesaledeella.

Elmuchachoempezóasentirsealegreconelvino.PeroelAlquimista leinspirabamiedo.Se sentaron fuerade la tiendacontemplandoelbrillode la

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luna,queofuscabaalasestrellas.

—Bebeydistráeteunpoco—dijoelAlquimista,quesehabíadadocuentade que el chico se iba poniendo cada vez más alegre—. Reposa como unguerrero reposa siempre antes del combate. Pero no olvides que tu corazónestá junto a tu tesoro. Y debes hallar tu tesoro para que todo esto quedescubristeduranteelcaminopuedatomarsentido.

»Mañana vende tu camello y compra un caballo. Los camellos sontraicioneros: andanmilesdepasosynodanninguna señaldecansancio.Derepente,sinembargo,searrodillanymueren.Elcaballosevacansandopocoapoco.Ytúsiemprepodrássaberloquepuedesexigirle,oenquémomentovaamorir.

Alanochesiguiente,elmuchachoaparecióconuncaballoenlatiendadelAlquimista.Esperóunpocoyapareciómontadoenelsuyoyconunhalcónenelhombroizquierdo.

—Muéstrame la vida en el desierto—dijo el Alquimista—. Sólo quienencuentravidapuedeencontrartesoros.

Comenzaron a caminar por las arenas, con la luna aún brillando sobreellos.«Nosésiconseguiréencontrarvidaeneldesierto—pensóelchico—.Noconozcoeldesierto.»

QuisodecirleestoalAlquimista,peroleinspirabamiedo.Llegaronallugarcon piedras donde había visto a los gavilanes en el cielo; ahora, todo erasilencioyviento.

—Noconsigoencontrarvidaeneldesierto—dijoelmuchacho—.Séqueexiste,peronoconsigoencontrarla.

—Lavidaatraealavida—respondióelAlquimista.

Elmuchacholoentendió.Almomentosoltólasriendasdesucaballo,quecorrió libremente por las piedras y la arena. El Alquimista los seguía ensilencio. El caballo delmuchacho anduvo suelto casimedia hora. Ya no sedistinguían las palmeras del oasis; sólo la luna gigantesca en el cielo y lasrocasbrillandocontonalidadesplateadas.Derepente,enunlugardondejamáshabíaestadoantes,elmuchachonotóquesucaballoparaba.

—Aquíhayvida—lecomunicóalAlquimista—.Noconozcoellenguajedeldesierto,peromicaballoconoceellenguajedelavida.

Desmontaron.ElAlquimista no dijo nada.Comenzó amirar las piedras,caminandodespacio.Derepentesedetuvoyseagachócuidadosamente.Habíaunagujeroenelsuelo,entrelaspiedras;elAlquimistametiólamanodentrodel agujero y después todo el brazo, hasta el hombro. Algo se movió alládentro,ylosojosdelAlquimista—elmuchachosólopodíaverlelosojos—se

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encogieron por el esfuerzo y la tensión. El brazo parecía luchar con lo quehabíaallíadentro.Derepente,elAlquimistaretiróelbrazoysepusodepiedeunsalto.Elmuchachoseasustó.ElAlquimistasosteníaunaserpientecogidaporlacola.

Elmuchacho también dio un salto, sólo que hacia atrás. La serpiente sedebatía sin cesar, emitiendo ruidos y silbidos que herían el silencio deldesierto. Era una naja, cuyo veneno podía matar a un hombre en pocosminutos.

«Cuidadoconelveneno»,llegóapensarelmuchacho.PeroelAlquimistahabíametido lamano en el agujero y con toda seguridad la serpiente ya lehabríamordido.Surostro,noobstante,estabatranquilo.«ElAlquimistatienedoscientos años»,habíadichoel Inglés.Yadebíade saber cómo tratar a lasserpientesdeldesierto.

Elmuchachoviocómosucompañeroibahastasucaballoycogíalalargaespadaenformademedialuna.Trazóuncírculoenelsueloconellaycolocóalaserpienteenelcentro.Elanimalsetranquilizóinmediatamente.

—Puedesestartranquilo—dijoelAlquimista—.Nosaldrádeahí.Ytúyahasdescubiertolavidaeneldesierto,laseñalqueyonecesitaba.

—¿Porquéestanimportanteesto?

—PorquelasPirámidesestánrodeadasdedesierto.

ElmuchachonoqueríaoírhablardelasPirámides.Desdelanocheanteriorsu corazón estaba pesaroso y triste, porque seguir en busca de su tesorosignificabatenerqueabandonaraFátima.

—Voy a guiarte a través del desierto —dijo el Alquimista. —Quieroquedarmeeneloasis—repusoelmuchacho—.YaencontréaFátima.Yella,paramí,valemásqueeltesoro.

—Fátimaesunamujerdeldesierto—dijoelAlquimista—.Sabeque loshombresdebenpartirparapodervolver.Ellayaencontrósutesoro:tú.Ahoraesperaquetúencuentresloquebuscas.

—¿Ysidecidoquedarme?

—SeráselConsejerodelOasis.Tienesorosuficientecomoparacomprarmuchasovejasymuchoscamellos.TecasarásconFátimayviviréisfeliceselprimer año. Aprenderás a amar el desierto y conocerás cada una de lascincuenta mil palmeras. Verás cómo crecen, mostrando un mundo siemprecambiante. Y entenderás cada vezmás las señales, porque el desierto es elmejordetodoslosmaestros.

»El segundo año te empezarás a acordar de que existe un tesoro. Las

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señales empezarán a hablarte insistentemente sobre ello, y tú intentarásignorarlas.Dedicarás todos tusconocimientosalbienestardeloasisydesushabitantes.Losjefestribalestequedaránagradecidosporello.Ytuscamellosteaportaránriquezaypoder.

»Alterceraño,lasseñalescontinuaránhablandodetutesoroytuLeyendaPersonal. Pasarás noches enteras andando por el oasis, y Fátima será unamujer triste, porque ella fue la que interrumpió tu camino. Pero tú le darásamor, y ella te corresponderá. Tú recordarás que ella jamás te pidió que tequedaras,porqueunamujerdeldesiertosabeesperarasuhombre.Poresonopuedes culparla. Pero andarás muchas noches por las arenas del desierto ypaseando entre las palmeras, pensando que tal vez pudiste haber seguidoadelanteyhaberconfiadomásentuamorporFátima.Porqueloqueteretuvoen el oasis fue tu propio miedo a no volver nunca. Y, a estas alturas, lasseñalesteindicaránquetutesoroestáenterradoparasiempre.

»El cuarto año, las señales te abandonarán, porque tú no quisiste oírlas.LosJefesTribaleslosabrán,yserásdestituidodelConsejo.Entoncesserásunricocomercianteconmuchoscamellosymuchasmercancías.Peropasaráselresto de tus días vagando entre las palmeras y el desierto, sabiendo que nocumplistecontuLeyendaPersonalyqueyaesdemasiadotardeparaello.

»SincomprenderjamásqueelAmornuncaimpideaunhombreseguirsuLeyendaPersonal.Cuandoestosucede,esporquenoeraelverdaderoAmor,aquelquehablaelLenguajedelMundo.

El Alquimista deshizo el círculo en el suelo, y la serpiente corrió ydesapareció entre las piedras. El muchacho se acordaba del mercader decristales, que siempre quiso ir a La Meca, y del Inglés, que buscaba a unalquimista.Seacordabatambiéndeunamujerqueconfióeneldesiertoyundíaeldesiertoletrajoalapersonaaquiendeseabaamar.

Montaron en sus caballos y esta vez fue el muchacho quien siguió alAlquimista.Elvientotraíalosruidosdeloasis,yélintentabaidentificarlavozdeFátima.Aqueldíanohabíaidoalpozoacausadelabatalla.

Peroestanoche,mientrasmirabanaunaserpientedentrodeuncírculo,elextraño caballero con su halcón en el hombro había hablado de amor y detesoros,delasmujeresdeldesiertoydesuLeyendaPersonal.

—Iré contigo —dijo el muchacho. E inmediatamente sintió paz en sucorazón.

—Partiremosmañana,antesdequeamanezca—fuelaúnicarespuestadelAlquimista.

El muchacho se pasó toda la noche despierto. Dos horas antes del

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amanecer,despertóaunodeloschicosquedormíaensutiendaylepidióquelemostraradóndevivíaFátima.Salieronjuntosyfueronhastaallí.Acambio,elmuchacholediodineroparacomprarunaoveja.

DespuéslepidióquedescubrieradóndedormíaFátima,queladespertarayledijesequeéllaestabaesperando.Eljovenárabelohizo,yacambiorecibiódineroparacomprarotraoveja.

—Ahoradéjanossolos—dijoelmuchachoaljovenárabe,quevolvióasutiendaadormir,orgullosodehaberayudadoalConsejerodelOasisycontentoportenerdineroparacomprarovejas.

Fátimaaparecióenlapuertadelatienda,yambossedirigieronhacialaspalmeras. Elmuchacho sabía que esto iba contra la Tradición, pero para élahoraesocarecíadeimportancia.

—Mevoy—dijo—.Yquieroquesepasquevolveré.Teamoporque...

—Nodigasnada—le interrumpióFátima—.Se amaporque se ama.Nohayningunarazónparaamar.

Peroelmuchachoprosiguió:

—Yoteamoporquetuveunsueño,encontréunrey,vendícristales,crucéel desierto, los clanes declararon la guerra, y estuve en un pozo para saberdóndevivíaunAlquimista.YoteamoporquetodoelUniversoconspiróparaqueyollegarahastati.

Losdosseabrazaron.Eralaprimeravezquesuscuerpossetocaban.

—Volveré—repitióelmuchacho.—Antesyomirabaaldesiertocondeseo—dijoFátima—.Ahora loharé conesperanza.Mipadreundíapartió,perovolviójuntoamimadre,ycontinúavolviendosiempre.

Y no dijeron nada más. Anduvieron un poco entre las palmeras y elmuchacholadejóalapuertadelatienda.

—Volverécomotupadrevolvióparatumadre—aseguró.

SediocuentadequelosojosdeFátimaestabanllenosdelágrimas.

—¿Lloras?

—Soyunamujerdeldesierto—dijoellaescondiendoelrostro—.Peroporencimadetodosoyunamujer.

Fátimaentróen la tienda.Dentrodepocoamanecería.Cuando llegaraeldía,ellasaldríaahacer lomismoquehabíahechodurante tantosaños;perotodo habría cambiado. Elmuchacho ya no estaría en el oasis, y el oasis notendríayaelsignificadoqueteníahastahacíaunosmomentos.Yanoseríaellugar concincuentamil palmerasy trescientospozos, adonde losperegrinos

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llegabancontentosdespuésdeun largoviaje.Eloasis, apartirdeaqueldía,seríaparaellaunlugarvacío.

A partir de aquel día el desierto iba a ser más importante. Siempre lomiraríaintentandosabercuáleralaestrellaqueéldebíadeestarsiguiendoenbuscadeltesoro.Tendríaquemandarsusbesosconelvientoconlaesperanzadequetocaseelrostrodelmuchachoylecontasequeestabaviva,esperandopor él, comounamujer espera a un hombre valiente que sigue en busca desueñosytesoros.Apartirdeaqueldía,eldesiertoseríasolamenteunacosa:laesperanzadesuretorno.

—No pienses en lo que quedó atrás—le advirtió el Alquimista cuandocomenzaronacabalgarporlasarenasdeldesierto—.TodoestágrabadoenelAlmadelMundo,yallípermaneceráparasiempre.

—Los hombres sueñan más con el regreso que con la partida—dijo elmuchacho,queyaseestabavolviendoaacostumbraralsilenciodeldesierto.

—Si lo que tú has encontrado está formado por materia pura, jamás sepudrirá.Y túpodrásvolverundía.Si fue sólounmomentode luz,como laexplosióndeunaestrella,entoncesnoencontrarásnadacuandoregreses.Perohabrásvistounaexplosióndeluz.Yestosóloyahabrávalidolapena.

Elhombrehablabausandoel lenguajede laAlquimia.PeroelmuchachosabíaqueseestabarefiriendoaFátima.

Era difícil no pensar en lo que había quedado atrás. El desierto, con supaisaje casi siempre igual, acostumbraba a llenarse de sueños.Elmuchachoaúnveíalaspalmeras,lospozosyelrostrodelamujeramada.VeíaalInglésconsulaboratorioyalcamellero,queeraunmaestrosinsaberlo.«TalvezelAlquimistanohayaamadonunca»,pensó.

ElAlquimista cabalgaba delante, con el halcón en el hombro. El halcónconocíabienellenguajedeldesiertoycuandoparaban,abandonabaelhombroyvolabaenbuscadealimento.Elprimerdíatrajounaliebre.Elsegundodía,dospájaros.

Denocheextendíansusmantasynoencendíanhogueras.Lasnochesdeldesierto eran frías, y se fueron haciendomás oscuras amedida que la lunacomenzóamenguarenelcielo.Duranteunasemanaanduvieronensilencio,conversandoapenassobrelasprecaucionesnecesariasparaevitarloscombatesentrelosclanes.Laguerracontinuaba,yelvientoavecestraíaelolordulzónde la sangre.Algunabatalla se había librado cerca, y el viento recordaba almuchachoqueexistíaelLenguajedelasSeñales,siempredispuestoamostrarloquesusojosnoconseguíanver.

Cuando completaron siete días de viaje, el Alquimista decidió acampar

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mástempranoquedecostumbre.Elhalcónsalióenbuscadecazayélsacólacantimploradeaguayselaofrecióalmuchacho.

—Ahoraestáscasial finalde tuviaje—dijoelAlquimista—.TefelicitoporhaberseguidotuLeyendaPersonal.

—Y ustedme está guiando en silencio—replicó el muchacho—. Penséquemeenseñaríaloquesabe.HacealgúntiempoestuveeneldesiertoconunhombrequeteníalibrosdeAlquimia.Peronoconseguíaprendernada.

—Sólo existe una manera de aprender —respondió el Alquimista—. Atravésdelaacción.Todoloquenecesitabassaberteloenseñóelviaje.Sólofaltaunacosa.

El muchacho quiso saber qué era, pero el Alquimista mantuvo los ojosfijosenelhorizonte,esperandoelregresodelhalcón.

—¿PorquélellamanAlquimista?

—Porquelosoy.

—¿Y en qué fallaron los otros alquimistas que buscaron oro y no loconsiguieron?

—Sólobuscabanoro—repusosucompañero—.BuscabaneltesorodesuLeyendaPersonal, sindesearvivir supropiaLeyenda.—¿Quées loquemefaltasaber?—insistióelmuchacho.

PeroelAlquimistacontinuómirandoelhorizonte.Pocodespués,elhalcónretornóconlacomida.Cavaronunagujeroyencendieronunahogueraensuinterior,paraquenadiepudieseverlaluzdelasllamas.

—Soy un Alquimista porque soy un Alquimista —dijo mientraspreparaban la comida—.Aprendí la cienciademis abuelos, que a suvez laaprendieron de sus abuelos, y así hasta la creación del mundo. En aquellaépoca, toda la ciencia de la Gran Obra podía ser escrita en una simpleesmeralda. Pero los hombres no dieron importancia a las cosas simples ycomenzaron a escribir tratados, interpretaciones y estudios filosóficos.Tambiénempezaronadecirquesabíanelcaminomejorquelosotros

»PerolaTabladelaEsmeraldacontinúavivahastahoy.

—¿QuéesloqueestabaescritoenlaTabladelaEsmeralda?—quisosaberelmuchacho.

El Alquimista empezó a dibujar en la arena y no tardó más de cincominutos.Mientras él dibujaba, elmuchacho se acordó del viejo rey y de laplaza donde se habían encontrado un día; parecía que hubieran pasadomuchísimosaños.

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—Esto es lo que estaba escrito en la Tabla de la Esmeralda —dijo elAlquimistacuandoterminódeescribir.

Elmuchachoseaproximóyleyólaspalabrasenlaarena.

—Esuncódigo—dijoelmuchacho,unpocodecepcionadoconlaTabladelaEsmeralda—.SeparecealoslibrosdelInglés.

—No—respondióelAlquimista—.Escomoelvuelodelosgavilanes;nodebesercomprendidosimplementeporlarazón.LaTabladelaEsmeraldaesunpasajedirectoparaelAlmadelMundo.

»LossabiosentendieronqueestemundonaturalessolamenteunaimagenyunacopiadelParaíso.Lasimpleexistenciadeestemundoeslagarantíadequeexisteunmundomásperfectoqueéste.Dioslocreóparaque,atravésdelas cosas visibles, los hombres pudiesen comprender sus enseñanzasespirituales y las maravillas de su sabiduría. A esto es a lo que yo llamoAcción.

—¿DeboentenderlaTabladelaEsmeralda?—preguntóelchico.

—Si estuvieras en un laboratorio de Alquimia, quizá ahora sería elmomentoadecuadoparaestudiar lamejormaneradeentender laTablade laEsmeralda.Sinembargo,teencuentraseneldesierto.Entonces,sumérgeteeneldesierto.Élsirveparacomprenderelmundotantocomocualquierotracosasobrelafazdelatierra.Túnisiquieranecesitasentendereldesierto:bastaconcontemplarunsimplegranodearenaparaverenéltodaslasmaravillasdelaCreación.

—¿Quédebohacerparasumergirmeeneldesierto?

—Escuchaatucorazón.Élloconocetodo,porqueprovienedelAlmadelMundo,yundíaretornaráaella.

Anduvieron en silencio dos días más. El Alquimista iba mucho máscauteloso,porqueseaproximabanalazonadecombatesmásviolentos.Yelmuchachoprocurabaescucharasucorazón.

Erauncorazóndifícil:antesestabaacostumbradoapartirsiempre,yahoraquería llegar a cualquier precio. A veces, su corazón pasaba horas enterascontandohistoriasnostálgicas,otrasvecesseemocionabaconlasalidadelsoleneldesiertoyhacíaqueelmuchacholloraraaescondidas.Elcorazónlatíamásrápidocuandohablabasobreel tesoroysevolvíamásperezosocuandolos ojos delmuchacho se perdían en el horizonte infinito del desierto. Peronuncaestabaensilencio,inclusoaunqueelchiconointercambiaraunapalabraconelAlquimista.

—¿Por qué hemos de escuchar al corazón? —preguntó él muchachocuandoacamparonaqueldía.

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—Porquedondeélestéesdondeestarátutesoro.

—Mi corazón está muy agitado —dijo el chico—. Tiene sueños, seemocionayestáenamoradodeunamujerdeldesierto.Mepidecosasynomedejadormirmuchasnoches,cuandopiensoenella.

—Esoesbueno.Quieredecirqueestávivo.Continúaescuchando loquetengaquedecirte.

Durante los tres días siguientes, pasaron cerca de algunos guerreros yvieron a otros grupos en la lejanía. El corazón del muchacho empezó ahablarle de miedo. Le contaba historias que había escuchado del Alma delMundo,historiasdehombresquefueronenbuscadesustesorosyjamáslosencontraron. A veces lo asustaba con el pensamiento de que tal vez noconseguiríael tesoro,oquepodríamorireneldesierto.Otrasveces ledecíaque ya era suficiente, que ya estaba satisfecho, que ya había encontrado unamorymuchasmonedasdeoro.

—Mi corazón es traicionero —dijo el muchacho al Alquimista cuandopararonparadejardescansarunpocoaloscaballos—.Noquierequeyosigaadelante.

—Eso es una buena señal —respondió el Alquimista—. Prueba que tucorazónestávivo.Esnaturalquesetengamiedodecambiarporunsueñotodoaquelloqueyaseconsiguió.

—Entonces,¿paraquédeboescucharamicorazón?

—Porque no conseguirás jamás mantenerlo callado. Y aunque finjas noescuchar loque tedice, estarádentrode tupecho repitiendo siempre loquepiensasobrelavidayelmundo.

—¿Aunqueseatraicionero?

—Latraicióneselgolpequenoesperas.Siconocesbienatucorazón,éljamás lo conseguirá. Porque tú conocerás sus sueños y sus deseos, y sabrástratarconellos.Nadieconsiguehuirdesucorazón.Poresoesmejorescucharloquetedice.Paraquejamásvengaungolpequenoesperas.

Elmuchachocontinuóescuchandoasucorazónmientrasavanzabanporeldesierto.Fueconociendosusartimañasysustrucos,yaceptándolocomoera.Entonceselmuchachodejódetenermiedoydesentirganasdevolver,porqueciertatardesucorazónledijoqueestabacontento.«Aunqueprotesteunpoco—decíasucorazón—esporquesoyuncorazóndehombre,yloscorazonesdehombre son así. Tienen miedo de realizar sus mayores sueños porqueconsideran que no los merecen, o no van a conseguirlos. Nosotros, loscorazones,nosmorimosdemiedosólodepensarenlosamoresquepartieronpara siempre, en losmomentos que podrían haber sido buenos y que no lo

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fueron,enlostesorosquepodríanhabersidodescubiertosysequedaronparasiempre escondidos en la arena. Porque cuando esto sucede, terminamossufriendomucho.»

—Micorazóntienemiedodesufrir—dijoelmuchachoalAlquimista,unanocheenquemirabanalcielosinluna.

—Explícalequeelmiedoasufrirespeorqueelpropiosufrimiento.Yqueningúncorazónjamássufriócuandofueenbuscadesussueños,porquecadamomento de búsqueda es un momento de encuentro con Dios y con laEternidad.

«Cada momento de búsqueda es un momento de encuentro —dijo elmuchachoasucorazón—.Mientrasbusquémitesoro, todosmisdíasfueronluminosos, porque yo sabía que cadamomento formaba parte del sueño deencontrar.Mientrasbusquéestetesoromío,descubríporelcaminocosasquejamáshabríasoñadoencontrar,sinohubiesetenidoelvalordeintentarcosasimposiblesparalospastores.»

Entonces su corazón se quedó callado una tarde entera. Por la noche, elmuchacho durmió tranquilo y cuando se despertó, su corazón empezó acontarle cosas del Alma delMundo. Le dijo que todo hombre feliz era unhombrequellevabaaDiosdentrodesí.Yquelafelicidadsepodíaencontraren un simple grano de arena del desierto, como había dicho el Alquimista.PorqueungranodearenaesunmomentodelaCreación,yelUniversotardómilesdemillonesdeañosparacrearlo.

«Cada hombre sobre la faz de la tierra tiene un tesoro que lo estáesperando—le explicó—.Nosotros, los corazones, acostumbramos a hablarpocodeesostesoros,porqueloshombresyanotieneninterésenencontrarlos.Sólohablamosdeellosalosniños.Después,dejamosquelavidaencamineacada uno hacia su destino. Pero, desgraciadamente, pocos siguen el caminoque les ha sido trazado, y que es el caminode laLeyendaPersonal y de lafelicidad.Consideranelmundocomoalgoamenazadory,justamenteporeso,elmundoseconvierteenalgoamenazador.Entonces,nosotros,loscorazones,vamoshablandocadavezmásbajo,perononoscallamosnunca.Ydeseamosquenuestraspalabrasnoseanoídas,puesnoqueremosqueloshombressufranporquenosiguieronasuscorazones.»

—¿Porquéloscorazonesnoexplicanaloshombresquedebencontinuarsiguiendosussueños?—preguntóelmuchachoalAlquimista.

—Porque,enestecaso,elcorazóneselquesufremás.Yaloscorazonesnolesgustasufrir.

A partir de aquel día, elmuchacho entendió a su corazón. Le pidió quenuncamásloabandonara.Lepidióque,cuandoestuvieralejosdesussueños,

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elcorazónseapretaseensupechoydiese laseñaldealarma.Y le juróquesiemprequeescuchaseestaseñal,tambiénloseguiría.

AquellanocheconversósobretodoestoconelAlquimista.YelAlquimistaentendióqueelcorazóndelmuchachohabíavueltoalAlmadelMundo.

—¿Quédebohacerahora?—preguntóelchico.

—Sigueendireccióna lasPirámides—dijoelAlquimista—.Ycontinúaatentoalasseñales.Tucorazónyaescapazdemostrarteeltesoro.

—¿Eraestoloquemefaltabasaber?

—No—repusoelAlquimista—.Loquetefaltasabereslosiguiente:

»Siempre, antes de realizar un sueño, el Alma del Mundo decidecomprobar todo aquello que se aprendió durante el camino. Hace esto noporqueseamala,sinoparaquepodamos,juntoconnuestrosueño,conquistartambién las lecciones que aprendimos mientras íbamos hacia él. Es elmomentoenelquelamayorpartedelaspersonasdesiste.Esloquellamamos,enellenguajedeldesierto,morirdesedcuandolaspalmerasyaaparecieronenelhorizonte.

»Una búsqueda comienza siempre con la Suerte del Principiante. YterminasiempreconlaPruebadelConquistador.

Elmuchacho se acordó de un viejo proverbio de su tierra.Decía que lahoramásoscuraeralaqueveníaantesdelnacimientodelsol.

Al día siguiente apareció la primera señal concreta de peligro. Tresguerrerosseaproximaronylespreguntaronquéestabanhaciendoporallí.

—Vineacazarconmihalcón—repusoelAlquimista.

—Tenemos que registrarlos para comprobar que no llevan armas—dijounodelosguerreros.

ElAlquimistadesmontóconcalmadesucaballo.Elchicohizolomismo.

—¿Para qué llevas tanto dinero? —preguntó el guerrero cuando vio labolsadelmuchacho.

—ParallegaraEgipto—respondióél.

ElguardaqueestabaregistrandoalAlquimistaencontróunpequeñofrascodecristal llenodelíquidoyunhuevodevidrioamarillento,pocomayorqueunhuevodegallina.

—¿Quéestodoesto?—inquirió.

—EslaPiedraFilosofalyelElixirdelaLargaVida.EslaGranObradelosAlquimistas.Quientomeesteelixir jamáscaeráenfermo,yunapartícula

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deestapiedratransformacualquiermetalenoro.

Losguardasrieronamásnopoder,yelAlquimistarioconellos.Leshabíahecho mucha gracia la respuesta, y los dejaron partir sin mayorescontratiemposcontodassuspertenencias.

—¿Estáusted loco?—preguntóelmuchachoalAlquimistacuandoyasehabíandistanciadobastante—.¿Porquélesdijoeso?

—Para enseñarte una simple ley del mundo —repuso el Alquimista—.Cuando tenemos los grandes tesoros delante de nosotros, nunca losreconocemos.¿Ysabesporqué?Porqueloshombresnocreenentesoros.

Continuaronandandoporeldesierto.Cadadíaquepasaba,elcorazóndelmuchachoibaquedandomássilencioso.Yanoqueríasaberdecosaspasadasode cosas futuras; se contentaba con contemplar también el desierto y beberjunto con el muchacho el Alma del Mundo. Él y su corazón se hicierongrandesamigos,ycadaunopasóaserincapazdetraicionaralotro.

Cuandoelcorazónhablabaeraparaestimularydarfuerzasalmuchacho,queavecesencontrabaterriblementeaburridoslosdíasdesilencio.Elcorazónle contó por primera vez sus grandes cualidades: su coraje al abandonar lasovejas,alvivirsuLeyendaPersonal,ysuentusiasmoenlatiendadecristales.

Leexplicótambiénotracosaqueelchiconuncahabíanotado:lospeligrosquehabíanpasadocercasinqueél lospercibiera.Sucorazón ledijoqueenunaocasiónhabíaescondido lapistolaqueélhabía robadoa supadre,puespodía haberse herido con ella muy fácilmente. Y recordó un día en que elchicohabíaempezadoasentirsemalyavomitarenplenocampo,ydespuéssequedódormidodurantemuchorato.Esedía,apocadistancia,loesperabandosasaltantesqueestabanplaneandoasesinarlopararobarlelasovejas.Perocomoelchiconoapareció,decidieronmarcharse,pensandoquehabríacambiadosuruta.

—¿Loscorazonessiempreayudanaloshombres?—preguntóelmuchachoalAlquimista.

—Sólo a los que viven su Leyenda Personal. Pero ayudanmucho a losniños,alosborrachosyalosviejos.

—¿Quieredeciresoentoncesquenohaypeligro?

—Quiere decir solamente que los corazones se esfuerzan al máximo—repusoelAlquimista.

Ciertatardepasaronporelcampamentodeunodelosclanes.Habíaárabescon vistosas ropas blancas y armas por todos los rincones. Los hombresfumabannarguileyconversabansobreloscombates.Nadieprestóatenciónalosviajeros.

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—Nohayningúnpeligro—dijoelmuchachocuandoyasehabíanalejadounpocodelcampamento.

ElAlquimistasepusofurioso.

—Confíaentucorazón—dijo—,peronoolvidesqueteencuentraseneldesierto. Cuando los hombres están en guerra, elAlma delMundo tambiénsiente losgritosde combate.Nadiedejade sufrir las consecuenciasde cadacosaquesucedebajoelsol.

«Todoesunasolacosa»,pensóelmuchacho.

YcomosieldesiertoquisieramostrarqueelviejoAlquimistateníarazón,dosjinetesaparecieronpordetrásdelosviajeros.

—No podéis seguir adelante—dijo uno de ellos—. Estáis en las arenasdondeselibranloscombates.

—Novoymuylejos—respondióelAlquimistamirandoprofundamentealos ojos de los guerreros. Después de un breve silencio, éstos accedieron adejarlesseguirelviaje.

Elmuchachopresenciótodoaquellofascinado.

—Hadominadoalosguardiasconlamirada—comentó.

—Losojosmuestranlafuerzadelalma—repusoelAlquimista.

Eraverdad,pensóelchico.Sehabíadadocuentadeque,enmediode lamultituddesoldadosenelcampamento,unodeellosloshabíaestadomirandofijamente. Y estaba tan distante que ni siquiera se podía distinguir bien surostro.Peroelmuchachoteníalacertezadequelosestabamirando.

Finalmente,cuandocomenzaronafranquearunamontañaqueseextendíaportodoelhorizonte,elAlquimistaledijoquefaltabandosdíasparallegaralasPirámides.

—Si nos vamos a separar pronto, enséñeme Alquimia —pidió elmuchacho.

—Túyasabes.EspenetrarenelAlmadelMundoydescubrireltesoroqueellanosreservó.

—Noesesoloquequierosaber.Merefieroatransformarelplomoenoro.

El Alquimista respetó el silencio del desierto, y sólo respondió almuchachocuandosedetuvieronparacomer.

—TodoevolucionaenelUniverso—dijo—.Yparalossabios,eloroeselmetalmásevolucionado.Nomepreguntesporqué;no lo sé.Sólo séque laTradiciónsiempreacierta.

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»Sonloshombresquienesnointerpretaronbienlaspalabrasdelossabios.Y,envezdeserunsímbolodelaevolución,eloropasóaserlaseñaldelasguerras.

—Lascosashablanmuchoslenguajes—dijoelmuchacho—.Vicuandoelrelinchodeuncamelloerasolamenteunrelincho,despuéspasóaserunaseñaldepeligroyfinalmentevolvióaserunsimplerelincho.

Guardósilencio.ElAlquimistayadebíadesabertodoaquello.—Conocíaverdaderos Alquimistas —continuó—. Se encerraban en el laboratorio,intentaban evolucionar como el oro y acababan descubriendo la PiedraFilosofal. Porque habían entendido que cuando una cosa evoluciona,evolucionatambiéntodoloquelarodea.

»OtrosconsiguieronlaPiedrademaneraaccidental.Yateníaneldon,susalmasestabanmásdespiertasquelasdeotraspersonas.Peroéstosnocuentan,puesnoabundan.

»Otros, finalmente, sólo buscaban el oro. Éstos jamás descubrieron elsecreto.Seolvidarondequeelplomo,elcobreyelhierrotambiéntienensuLeyendaPersonalparacumplir.QuieninterfiereenlaLeyendaPersonaldelosotrosnuncadescubrirálasuya.

LaspalabrasdelAlquimistasonaroncomounamaldición.Elmuchachoseinclinóyrecogióunaconchadelsuelodeldesierto.

—Estoundíayafueunmar—dijoelAlquimista.

—Yamehabíadadocuenta—repusoelmuchacho.

ElAlquimistalepidióquesecolocaralaconchaeneloído.Élyalohabíahechomuchasvecesdeniño,yescuchó,comoentonces,elsonidodelmar.

—Elmarcontinúadentrodeestaconcha,porqueessuLeyendaPersonal.Yjamáslaabandonará,hastaqueeldesiertosecubranuevamentedeagua.

Después montaron en sus caballos y prosiguieron en dirección a lasPirámidesdeEgipto.

Elsolhabíacomenzadoadescendercuandoelcorazóndelmuchachodioseñaldepeligro.Estabanenmediodegigantescasdunas,yelmuchachomiróalAlquimista,peroalpareceréstenohabíanotadonada.Cincominutosmástardevio,delantedeellos,lassiluetasdedosjinetesrecortadascontraelsol.Antes de que pudiese hablar con el Alquimista, los dos jinetes setransformaron en diez, después en cien, hasta que las gigantescas dunasquedaroncubiertasporellos.

Eran guerreros vestidos de azul, con una tiara negra sobre el turbante.Llevabanelrostrotapadoporotroveloazulquesólodejabaaldescubiertolos

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ojos.

Aun a distancia, los ojosmostraban la fuerza de sus almas.Y esos ojoshablabandemuerte.

Los llevaron a un campamentomilitar en las inmediaciones.Un soldadoempujó al muchacho y al Alquimista al interior de una tienda, donde sehallabanreunidosuncomandanteysuestadomayor.Latiendaeradiferentedelasquehabíaconocidoeneloasis.

—Sonlosespías—anuncióunodeloshombres.

—Sólosomosviajeros—replicóelAlquimista.

—Seoshavistoenelcampamentoenemigohace tresdías.Yestuvisteishablandoconunodelosguerreros.

—Soyunhombrequecaminaporeldesiertoyconocelasestrellas—dijoel Alquimista—. No tengo informaciones de tropas o de movimiento declanes.Sóloestoyguiandoamiamigohastaaquí.

—¿Quiénestuamigo?—preguntóelcomandante.

—Un Alquimista —repuso el Alquimista—. Conoce los poderes de lanaturaleza.Ydeseamostraralcomandantesucapacidadextraordinaria.

Elmuchacho,aterrado,escuchabaensilencio.

—¿Quéhaceunextranjeroennuestratierra?—quisosaberotrohombre.

—Hatraídodineroparaofreceravuestroclan—respondióelAlquimistaantes de que el chico pudiese abrir la boca.Le cogió la bolsa y entregó lasmonedasdeoroalgeneral.

Elárabelasaceptóensilencio.Permitíancomprarmuchasarmas.

—¿QuéesunAlquimista?—preguntófinalmente.

—Un hombre que conoce la naturaleza y el mundo. Si él quisiera,destruiríaestecampamentosóloconlafuerzadelviento.

Loshombresrieron.Estabanacostumbradosa lafuerzadelaguerra,yelvientonodetieneungolpemortal.Dentrodelpechodecadauno,sinembargo,suscorazonesseencogieron.Eranhombresdeldesiertoycomotalestemíanaloshechiceros.

—Quieroverlo—dijoelgeneral.

—Necesitamostresdías—respondióelAlquimista—.Yélsetransformaráenvientoparamostrar la fuerzade supoder.Sino lo consigue,nosotrososofrecemoshumildementenuestrasvidas,enhonordevuestroclan.

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—Nopuedesofrecermeloqueyaesmío—dijo,arrogante,elgeneral.

Peroconcediótresdíasalosviajeros.

El muchacho estaba paralizado de terror. Salió de la tienda porque elAlquimistalososteníaporelbrazo.

—Nodejes queperciban tumiedo—dijo elAlquimista—.Sonhombresvalientes, y desprecian a los cobardes. El muchacho, no obstante, se habíaquedado sin voz. Sólo consiguió hablar después de algún tiempo, mientrascaminaban por el campamento. No era necesario encerrarlos: los árabes sehabíanlimitadoaquitarlesloscaballos.Yunavezmáselmundomostrósusmúltiples lenguajes; el desierto, que antes era un terreno libre e infinito, sehabíaconvertidoahoraenunamurallainfranqueable.

—¡Leshadado todomi tesoro!—exclamóelmuchacho—.¡Todo loqueganéentodamivida!

—¿Ydequéteserviríasimurieras?—replicóelAlquimista—.Tudinerotehasalvadoportresdías.Pocasveceseldinerosirvepararetrasarlamuerte.

Pero el muchacho estaba demasiado asustado para escuchar palabrassabias.Nosabíacómotransformarseenviento.NoeraunAlquimista.

ElAlquimistapidiótéaunguerreroycolocóunpocoenlasmuñecasdelmuchacho, sobre la vena que transmite el pulso. Una ola de tranquilidadinundó su cuerpo, mientras el Alquimista decía unas palabras que él noconseguíaentender.

—Notedesesperes—dijoelAlquimistaconunavozextrañamentedulce—,porqueestoimpidequepuedasconversarcontucorazón.

—Peroyonosétransformarmeenviento.

—Quienvive suLeyendaPersonal sabe todo loquenecesita saber.Sólounacosahacequeunsueñoseaimposible:elmiedoafracasar.

—No tengo miedo de fracasar. Simplemente no sé transformarme enviento.

—Puestendrásqueaprender.Tuvidadependedeello.

—¿Ysinoloconsigo?

—MorirásmientrasestabasviviendotuLeyendaPersonal.PeroesoyaesmuchomejorquemorircomomillonesdepersonasquejamássupieronquelaLeyendaPersonalexistía.

«Mientras tanto, no te preocupes. Generalmente la muerte hace que laspersonassetornenmássensiblesalavida.

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Pasóelprimerdía.Hubounagranbatallaen las inmediaciones,yvariosheridos fueron trasladados al campamento militar. «Nada cambia con lamuerte»,pensabaelmuchacho.Losguerrerosquemoríaneransustituidosporotros,ylavidacontinuaba.

—Podríashabermuertomás tarde,amigomío—dijoelguardaalcuerpodeun compañero suyo—.Podrías habermuerto cuando llegase la paz.Perohubierasterminadomuriendodecualquiermanera.

Alcaereldía,elmuchachofueabuscaralAlquimista.Llevabaalhalcónhaciaeldesierto.

—Nosétransformarmeenviento—repitióelmuchacho.

—Acuérdatedeloquetedije:elmundonoesmásquelapartevisibledeDios.YquelaAlquimiaestraeralplanomateriallaperfecciónespiritual.

—¿Yahoraquéhace?

—Alimentoamihalcón.

—Sinoconsigotransformarmeenviento,moriremos—dijoelmuchacho—.¿Paraquéalimentaralhalcón?

—Quienmoriráerestú—replicóelAlquimista—.Yosétransformarmeenviento.

El segundo día, elmuchacho fue hasta lo alto de una roca que quedabacercadelcampamento.Loscentinelaslodejaronpasar;yahabíanoídohablardelbrujoquesetransformabaenviento,ynoqueríanacercarseaél.Además,eldesiertoeraunaenormeeinfranqueablemuralla.

Sepasóelrestodelatardedelsegundodíamirandoaldesierto.Escuchóasucorazón.Yeldesiertoescuchósuangustia.

Amboshablabanlamismalengua.

Altercerdía,elgeneralsereunióconlosprincipalescomandantes.

—Vamosaveralmuchachoquesetransformaenviento—dijoelgeneralalAlquimista.

—Vamosaverlo—repusoelAlquimista.

Elmuchacholoscondujohastaellugardondehabíaestadoeldíaanterior.Entonceslespidióatodosquesesentaran.

—Tardaréunpoco—advirtióelmuchacho.

—No tenemos prisa —respondió el general—. Somos hombres deldesierto.

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Elmuchachocomenzóamiraralfrente,haciaelhorizonte.Enlalejaníasedivisabanmontañas,rocasyplantasrastrerasqueinsistíanenvivirenunlugarenelquelasupervivenciaeraimposible.Allíestabaeldesierto,queélhabíarecorridodurante tantosmesesydelque,aunasí, sóloconocíaunapequeñaparte.Enestapequeñapartehabíaencontradoingleses,caravanas,guerrasdeclanesyunoasisconcincuentamilpalmerasytrescientospozos.

—¿Quéhacesaquídenuevo?—lepreguntóeldesierto—.¿Acasononoscontemplamossuficientementeayer?—Enalgúnpuntoguardasa lapersonaqueamo—dijoelmuchacho—.Entonces,cuandomiroatusarenas,tambiénla veo a ella. Quiero volver junto a ella, y necesito tu ayuda paratransformarmeenviento.

—¿Quéeselamor?—preguntóeldesierto.

—Elamorescuandoelhalcónvuelasobre tusarenas.Porqueparaél, túeresuncampoverde,yélnuncavolviósincaza.Élconocetusrocas,tusdunasytusmontañas,ytúeresgenerosoconél.

—Elpicodelhalcónarrancapedazosdemí—dijoeldesierto—.Duranteaños yo crío su caza, la alimento con la escasa agua que tengo, lemuestrodónde está la comida.Yundía, justamente cuandoyo empezaba a sentir elcariñodelacazasobremisarenas,elhalcónbajadelcieloysellevaloqueyocrie.

—Perotúcriastelacazaprecisamenteparaeso—respondióelmuchacho—.Paraalimentaralhalcón.Yelhalcónalimentaráalhombre.Yelhombreentoncesalimentaráundíatusarenas,dedondevolveráasurgirlacaza.Asísemueveelmundo.

—¿Yesoeselamor?

—Sí,esoeselamor.Esloquehacequelacazasetransformeenhalcón,elhalcónenhombreyelhombredenuevoendesierto.Esestoloquehacequeelplomosetransformeenoro,yqueelorovuelvaaescondersebajolatierra.

—Noentiendotuspalabras—dijoeldesierto.

—Entonces entiende que en algún lugar de tus arenas, una mujer meespera.Yparapoderregresarconella,tengoquetransformarmeenviento.

Eldesiertoguardósilencioduranteunosinstantes.

—Yoteofrezcomisarenasparaqueelvientopuedasoplar.Peroyosolonopuedohacernada.Pideayudaalviento.

Unapequeñabrisacomenzóasoplar.Loscomandantesoíanalmuchachoalolejos,hablandounlenguajequedesconocían.

ElAlquimistasonreía.

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El viento se acercó al muchacho y tocó su rostro. Había escuchado suconversación con el desierto, porque los vientos siempre lo oyen todo.Recorríanelmundosinunlugardondenacerysinunlugardondemorir.

—Ayúdame—lepidió elmuchacho al viento—.Undía escuché en ti lavozdemiamada.

—¿Quiénteenseñóahablarellenguajedeldesiertoydelviento?

—Micorazón—repusoelmuchacho.

Elvientoteníamuchosnombres.Allílollamabansiroco,porquelosárabescreían que provenía de tierras cubiertas de agua, habitadas por hombresnegros. En la tierra lejana de donde procedía el muchacho lo llamabanLevante,porquecreíanquetraíalasarenasdeldesiertoylosgritosdeguerrade losmoros.Tal vez en algún lugarmás allá de los campos de ovejas, loshombrespensaranqueelvientonacíaenAndalucía.Peroelvientonoveníadeninguna parte, y no iba a ninguna parte, y por eso era más fuerte que eldesierto. Un día ellos podrían plantar árboles en el desierto, e incluso criarovejas,perojamásconseguiríandominarelviento.

—Tú no puedes ser viento—le dijo el viento—. Somos de naturalezasdiferentes.

—No es verdad —replicó el muchacho—. Conocí los secretos de laAlquimiamientrasvagabaporelmundocontigo.Tengoenmílosvientos,losdesiertos, losocéanos, lasestrellas,y todo loquefuecreadoenelUniverso.Fuimos hechos por lamismaMano, y tenemos lamismaAlma.Quiero sercomotú,penetrarentodoslosrincones,atravesarlosmares,levantarlaarenaquecubremitesoro,acercaramílavozdemiamada.

—Escuché tuconversaciónconelAlquimistaelotrodía—dijoelviento—.ÉldijoquecadacosatienesuLeyendaPersonal.Laspersonasnopuedentransformarseenviento.

—Enséñameaservientoduranteunosinstantes—lepidióelmuchacho—,paraquepodamosconversarsobrelasposibilidadesilimitadasdeloshombresydelosvientos.

El viento era curioso, y aquello era algo que él no conocía. Le gustaríaconversarsobreaquelasunto,peronosabíacómotransformara loshombresen viento. ¡Y eso que sabía hacer infinidad de cosas! Construía desiertos,hundía barcos, derribaba bosques enteros y paseaba por ciudades llenas demúsica y de ruidos extraños. Se consideraba ilimitado y, sin embargo, ahíestabaesemuchachodiciéndolequeaúnhabíamáscosasqueunvientopodíahacer.

—EsesoquellamanAmor—dijoelmuchachoalverqueelvientoestaba

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apuntodeaccederasupetición—.Cuandoseamaescuandoseconsigueseralgo de la Creación. Cuando se ama no tenemos ninguna necesidad deentenderloquesucede,porquetodopasaasucederdentrodenosotros,yloshombres pueden transformarse en viento. Siempre que los vientos ayuden,claroestá.

Elvientoeramuyorgullosoylemolestóloqueelchicodecía.Comenzóasoplarconmásfuerza,levantandolasarenasdeldesierto.Perofinalmentetuvoque reconocer que, aun habiendo recorrido elmundo entero, no sabía cómotransformaraloshombresenviento.YnoconocíaelAmor.

—Mientraspaseabaporelmundonotéquemuchaspersonashablabandeamormirandohaciaelcielo—dijoelviento,furiosoportenerqueaceptarsuslimitaciones—.Talvezseamejorpreguntaralcielo.

—Entonces ayúdame —dijo el muchacho—. Llena este lugar de polvoparaqueyopuedamiraralsolsinquedarmeciego.

El viento sopló conmucha fuerza, y el cielo se llenó de arena, dejandoapenasundiscodoradoenellugardelsol.

Desde el campamento resultaba muy difícil ver lo que sucedía. Loshombresdeldesiertoyaconocíanaquelviento.Sellamabasimún,yerapeorqueunatempestadenelmar(porqueellosnoconocíanelmar).Loscaballosrelinchabanylasarmasempezaronaquedarcubiertasdearena.

Enelpeñasco,unodeloscomandantesledijoalgeneral:

—Quizáseamejorparartodoesto.

Yacasinopodíanveralmuchacho.Losrostrosseguíancubiertosporlosvelosazules,perolosojosahoratransmitíansolamenteespanto.

—Vamosaponerfinaesto—insistióotrocomandante.

—QuieroverlagrandezadeAlá—dijo,conrespeto,elgeneral—.Quierovercómoloshombressetransformanenviento.

Peroanotómentalmenteelnombredelosdoshombresquehabíantenidomiedo.Encuantoelvientoparase, losdestituiríadesus respectivospuestos,porqueloshombresdeldesiertonosientenmiedo.

—ElvientomedijoquetúconoceselAmor—dijoelmuchachoalSol—.SiconoceselAmor,conocestambiénelAlmadelMundo,queestáhechadeAmor.

—DesdedondeestoypuedoverelAlmadelMundo—dijoelSol—.Ellase comunica con mi alma y los dos juntos hacemos crecer las plantas ycaminar en busca de sombra a las ovejas. Desde donde estoy, y estoymuylejos delmundo, aprendí a amar. Sé que sime aproximo un pocomás a la

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Tierra,todoloquehayenellamorirá,yelAlmadelMundodejarádeexistir.Entoncesnoscontemplamosynosqueremos,yyoledoyvidaycaloryellamedaunarazónparavivir.

—TúconoceselAmor—aseguróelmuchacho.

—Y conozco el Alma del Mundo, porque conversamos mucho en esteviaje sin finpor elUniverso.Ellame cuentaque sumayorpreocupación esque,hastahoy,sólolosmineralesylosvegetalesentendieronquetodoesunasolacosa.Yparaesonoesnecesarioqueelhierroseaigualqueelcobre,niqueelcobreseaigualqueeloro.Cadaunocumplesufunciónexactaenestacosaúnica,ytodoseríaunaSinfoníadePazsilaManoqueescribiótodoestosehubieradetenidoenelquintodíadelacreación.

»Perohubounsextodía—añadióelSol.

—Tú eres sabio porque lo ves todo desde la distancia —respondió elmuchacho—.PeronoconoceselAmor.Sinohubierahabidounsextodíadelacreación,noexistiríaelhombre,yelcobreseríasiemprecobre,yelplomosiempreplomo.Cadauno tienesuLeyendaPersonal,esverdad,peroundíaesta Leyenda Personal se cumplirá. Entonces es necesario transformarse enalgomejor,ytenerunanuevaLeyendaPersonal,hastaqueelAlmadelMundosearealmenteunasolacosa.

El Sol se quedó pensativo y decidió brillar más fuerte. El viento, queestabadisfrutandoconlaconversación,soplótambiénmásfuerte,paraqueelSolnocegasealmuchacho.

—ParaesoexistelaAlquimia—prosiguióelmuchacho—.Paraquecadahombrebusquesutesoro,yloencuentre,ydespuésquierasermejordeloquefue en su vida anterior. El plomo cumplirá su papel hasta que elmundo nonecesitemásplomo;entoncestendráquetransformarseenoro.

»Es lo que hacen los Alquimistas. Muestran que, cuando buscamos sermejoresdéloquesomos,todoanuestroalrededorsevuelvemejortambién.

—¿YporquédicesqueyonoconozcoelAmor?—preguntóelSol.

—Porqueelamornoesestarparadocomoeldesierto,nirecorrerelmundocomo el viento, ni verlo todo de lejos, como tú. El Amor es la fuerza quetransformaymejoraelAlmadelMundo.Cuandopenetréenellaporprimeravez, la encontré perfecta. Pero después vi que era un reflejo de todas lascriaturas, y tenía sus guerras y sus pasiones. Somos nosotros quienesalimentamoselAlmadelMundo,ylatierradondevivimosserámejoropeorsegúnseamosmejoresopeores.AhíesdondeentralafuerzadelAmor,porquecuandoamamos,siempredeseamossermejoresdeloquesomos.

—¿Quéesloquequieresdemí?—quisosaberelSol.

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—Quemeayudesatransformarmeenviento—respondióelmuchacho.

—LaNaturalezamereconocecomolamássabiadetodaslascriaturas—dijoelSol—,peronosécómotransformarteenviento.

—¿Conquiéndebohablar,entonces?

Porunmomento,elSolsequedócallado.Elvientoloestabaescuchandotodo, y difundiría por todo el mundo que su sabiduría era limitada. Sinembargo, no había manera de eludir a aquel muchacho que hablaba elLenguajedelMundo.

—HablaconlaManoqueloescribiótodo—dijoelSol.

Elvientogritódealegríaysoplóconmás fuerzaquenunca.Las tiendascomenzaronaarrancarsedelaarenaylosanimalessesoltarondesusriendas.En el peñasco, los hombres se agarraban los unos a los otros para no serlanzadoslejos.

ElmuchachosedirigióentoncesalaManoqueTodoloHabíaEscrito.Y,envezdeempezarahablar,sintióqueelUniversopermanecíaensilencio,yélguardósilenciotambién.

UnafuerzadeAmorsurgiódesucorazónyelmuchachocomenzóarezar.Era una oración nueva, pues era una oración sin palabras y sin ruegos. Noestabaagradeciendoquelasovejashubieranencontradopasto,niimplorandopara vender más cristales, ni pidiendo que la mujer que había encontradoestuviese esperando su regreso. En el silencio que siguió, el muchachoentendióqueeldesierto,elvientoyelSol tambiénbuscabanlasseñalesqueaquellaManohabíaescrito,yprocurabancumplirsuscaminosyentender loqueestabaescritoenunasimpleesmeralda.Sabíaqueaquellasseñalesestabandiseminadas por la Tierra y el Espacio, y que en su apariencia no teníanningúnmotivonisignificado,yquenilosdesiertos,nilosvientos,nilossolesniloshombressabíanporquéhabíansidocreados.PeroaquellaManoteníaunmotivoparatodoello,ysóloellaeracapazdeoperarmilagros,detransformarocéanos endesiertosyhombres enviento.Porque sólo ella entendíaqueundesigniomayorempujabaalUniversohaciaunpuntodondelosseisdíasdelacreaciónsetransformaríanenlaGranObra.YelmuchachosesumergióenelAlmadelMundoyvioqueelAlmadelMundoerapartedelAlmadeDios,yvioqueelAlmadeDioserasupropiaalma.Yquepodía,porlotanto,realizarmilagros.

El simún sopló aquel día como jamás había soplado. Durante muchasgeneraciones los árabes contaron la leyenda de un muchacho que se habíatransformado en viento, había semidestruido un campamento militar ydesafiadoelpoderdelgeneralmásimportantedelejército.

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Cuandoelsimúncesódesoplar,todosmiraronhaciaellugardondeestabaelmuchacho.Yanoseencontrabaallí;estabajuntoauncentinelacasicubiertodearenayquevigilabaelladoopuestodelcampamento.

Los hombres estaban aterrorizados con la brujería. Sólo dos personassonreían:elAlquimista,porquehabíaencontradoasuverdaderodiscípulo,yelgeneralporqueeldiscípulohabíaentendidolagloriadeDios.

Aldíasiguiente,elgeneralsedespidiódelmuchachoydelAlquimistayordenóqueunaescoltalosacompañarahastadondeellosquisieran.

Viajarontodoeldía.Alatardecerllegaronfrenteaunmonasteriocopto.ElAlquimistadespidióalaescoltaybajódelcaballo.

—Apartirdeaquíseguirássolo—dijo—.DentrodetreshorasllegarásalasPirámides.

—Gracias—dijoelmuchacho—.UstedmehaenseñadoelLenguajedelMundo.

—Melimitéarecordarteloqueyasabías.

ElAlquimistallamóalapuertadelmonasterio.Unmonjevestidodenegrofueaatenderles.Hablaronalgoencopto,yelAlquimistainvitóalmuchachoaentrar.

—Le he pedido que me presten la cocina durante un rato—informó almuchacho.

Fueronhastalacocinadelmonasterio.ElAlquimistaencendióelfuegoyelmonje le dio un poco de plomo, que elAlquimista derritió dentro de unrecipiente circular de hierro. Cuando el plomo se hubo vuelto líquido, elAlquimistasacódesubolsaaquelextrañohuevodevidrioamarillento.Raspóunacapadelgrosordeuncabello,laenvolvióenceraylatiróenelrecipienteque contenía el plomo derretido. Lamezcla fue adquiriendo un color rojizocomolasangre.ElAlquimistaretiróentonceselrecipientedelfuegoylodejóenfriar.Mientrastanto,sepusoaconversarconelmonjesobrelaguerradelosclanes.

—Aúndurarámucho—ledijoalmonje.

Elmonje estaba un poco harto. Hacía tiempo que las caravanas estabanparadasenGizeh,esperandoquelaguerraterminara.

—PerocúmplaselavoluntaddeDios—dijoelmonje.—Exactamente—repusoelAlquimista.

Cuandoelrecipienteacabódeenfriarse,elmonjeyelmuchachomirarondeslumbrados. El plomo se había secado y adquirido la forma circular delrecipiente,peroyanoeraplomo.Eraoro.

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—¿Aprenderéahacerestoalgúndía?—preguntóelmuchacho.

—Ésta fuemiLeyendaPersonal,yno la tuya—respondióelAlquimista—.Peroqueríamostrartequeesposiblehacerlo.

Caminaron de vuelta hasta la puerta del convento. Allí, el Alquimistadividióeldiscoencuatropartes.

—Ésta es para usted —dijo ofreciéndole una parte al monje—. Por sugenerosidadconlosperegrinos.

—Estoesunpagoqueexcedeamigenerosidad—replicóelmonje.

—Jamás repita eso. La vida puede escucharlo y darlemenos la próximavez.

Despuésseaproximóalmuchacho.

—Éstaesparati.Paracompensarloqueledistealgeneral.

Elmuchachoibaadecirqueeramuchomásdeloquehabíaentregadoalgeneral. Pero se calló porquehabía oído el comentario que elAlquimista lehabíahechoalmonje.

—Éstaesparamí—dijoelAlquimistaguardándoseunaparte—.Porquetengoquevolverporeldesiertoyhayguerraentrelosclanes.

Entoncestomóelcuartopedazoyseloentregónuevamentealmonje.

—Éstaesparaelmuchacho,encasodequelanecesite.

—¡Pero si voy enbusca demi tesoro!—sequejó el chico—. ¡Ahora yaestoybiencercadeél!

—Yestoysegurodequeloencontrarás—dijoelAlquimista.

—Entonces,¿aquévieneesto?

—Porquetúyaperdisteendosocasiones,conelladrónyconelgeneral,eldineroqueganasteentuviaje.Yosoyunviejoárabesupersticioso,ycreoenlos proverbios de mi tierra. Y existe un proverbio que dice: «Todo lo quesucedeunavezpuedequenosucedanuncamás.Perotodoloquesucededosveces,sucederá,ciertamente,unatercera.»

Montaronensuscaballos.

—Quierocontarteunahistoriasobresueños—dijoelAlquimista.

Elmuchachoaproximósucaballo.

—EnlaantiguaRoma,enlaépocadelemperadorTiberio,vivíaunhombremuy bondadoso que tenía dos hijos: uno era militar, y cuando entró en elejército fue enviado a lasmás lejanas regiones del Imperio.El otro hijo era

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poeta,yencantabaatodaRomaconsushermososversos.

»Unanoche,elviejo tuvounsueño.Se leaparecíaunángelparadecirlequelaspalabrasdeunodesushijosseríanconocidasyrepetidasenelmundoentero por todas las generaciones futuras. Aquella noche el anciano sedespertó agradecido y llorando, porque la vida era generosa y le habíareveladounacosaquecualquierpadreestaríaorgullosodesaber.

»Pocotiempodespuéselviejomurióalintentarsalvaraunniñoqueibaaseraplastadoporlasruedasdeuncarruaje.Comosehabíaportadodemaneracorrectayjustadurantetodasuvida,fuedirectoalcieloyseencontróconelángelqueselehabíaaparecidoensusueño.

»Fuiste un hombre bueno—le dijo el ángel—.Viviste tu existencia conamor, ymoriste con dignidad.Ahora puedo concederte cualquier deseo quetengas.

»La vida también fue buena conmigo —respondió el viejo—. Cuandoapareciste en mi sueño sentí que todos mis esfuerzos estaban justificados.Porque los versos de mi hijo quedarán entre los hombres de los siglosvenideros. Nada tengo que pedir para mí; no obstante, todo padre estaríaorgullosodeverlafamadealguienaquiencuidócuandoniñoyeducócuandojoven.Megustaríaoír,enelfuturolejano,laspalabrasdemihijo.

»Elángeltocóalviejoenelhombroyambosfueronproyectadoshastaunfuturolejano.Alrededordeellosaparecióunlugarinmenso,conmillonesdepersonasquehablabanunalenguaextraña.

»Elviejolloródealegría.

»Yosabíaque losversosdemihijopoetaeranbuenose inmortales—ledijoalángelentrelágrimas—.Megustaríaquemedijerascuáldesuspoesíases laqueestaspersonasestán repitiendo.«Entoncesel ángel seaproximóalviejo con cariño, y se sentaron en uno de los bancos que había en aquelinmensolugar.

»Los versos de tu hijo poeta fueron muy populares en Roma—dijo elángel—. A todos gustaban, y todos se divertían con ellos. Pero cuando elreinadodeTiberioacabó,susversostambiénfueronolvidados.Estaspalabrassondetuotrohijo,elqueentróenelejército.

»Elviejomirósorprendidoalángel.

»Tuhijofueaserviraunlugarmuylejano,ysehizocenturión.Tambiéneraunhombrejustoybueno.Ciertatarde,unodesussiervosenfermóyestabaa punto de morir. Tu hijo, entonces, oyó hablar de un rabino que curabaenfermos, y anduvo días y días buscando a ese hombre.Mientras caminabadescubrióqueelhombrequeestababuscandoeraelHijodeDios.Encontróa

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otras personas que habían sido curadas por él, aprendió sus enseñanzas y, apesar de ser un centurión romano, se convirtió a su fe. Hasta que ciertamañanallegóhastaelRabino.

»Lecontóqueteníaunsiervoenfermo,yelRabinoseofrecióairhastasucasa.Peroelcenturióneraunhombredefey,mirandoalfondodelosojosdelRabino, comprendió que estaba delante del propioHijo deDios cuando laspersonasdesualrededorselevantaron.

»Éstassonlaspalabrasdetuhijo—prosiguióelángel—.SonlaspalabrasqueledijoalRabinoenaquelmomento,yquenuncamásfueronolvidadas:"Señor,yonosoydignodequeentréisenmicasa,perodecidunasolapalabraymisiervoserásalvo."»

ElAlquimistaespoleósucaballo.

—No importa lo que haga, cada persona en la Tierra está siemprerepresentando el papel principal de la Historia del mundo —dijo—. Ynormalmentenolosabe.

El muchacho sonrió. Nunca había pensado que la vida pudiese ser tanimportanteparaunpastor.

—Adiós—dijoelAlquimista.

—Adiós—repusoelmuchacho.

El muchacho caminó dos horas y media por el desierto, procurandoescucharatentamenteloquedecíasucorazón.Eraélquienlerevelaríaellugarexactodondeestabaescondidoeltesoro.

«Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón», le había dicho elAlquimista. Pero su corazón hablaba de otras cosas.Contaba con orgullo lahistoriadeunpastorquehabíadejadosusovejasparaseguirunsueñoqueserepitiódosnoches.HablabadelaLeyendaPersonal,ydemuchoshombresquehicieronlomismo,quefueronenbuscadetierraslejanasodemujeresbonitas,haciendofrentealoshombresdesuépoca,consusprejuiciosyconsusideas.Hablódurantetodoaqueltiempodeviajes,dedescubrimientos,delibrosydegrandescambios.

Cuando se disponía a subir una duna—y sólo en aquelmomento—, sucorazónlesusurróaloído:«Estateatentocuandolleguesaunlugarendondevasallorar.Porqueeneselugarestoyyo,yeneselugarestátutesoro.»

Elmuchacho comenzó a subir la duna lentamente. El cielo, cubierto deestrellas,mostrabanuevamentelalunallena;habíancaminadounmesporeldesierto.Lalunailuminabatambiénladuna,enunjuegodesombrasquehacíaque el desierto pareciese un mar lleno de olas, y que hizo recordar almuchachoeldíaenquehabíasoltadoasucaballoparaquecorrieralibremente

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por él, ofreciendo una buena señal al Alquimista. Finalmente, la lunailuminabael silenciodeldesiertoyelviajequeemprenden loshombresquebuscantesoros.

Cuandodespuésdealgunosminutosllegóaloaltodeladuna,sucorazóndio un salto. Iluminadas por la luz de la luna llena y por la blancura deldesierto,erguíanse,majestuosasysolemnes,lasPirámidesdeEgipto.

Elmuchachocayóderodillasylloró.DabagraciasaDiosporhabercreídoen su Leyenda Personal y por haber encontrado cierto día a un rey, unmercader, un inglés y un alquimista. Y, por encima de todo, por haberencontradoaunamujerdeldesierto,quelehabíahechoentenderqueelAmorjamássepararáaunhombredesuLeyendaPersonal.

LosmuchossiglosdelasPirámidesdeEgiptocontemplaban,desdeloalto,almuchacho.Siélquisiera,ahorapodríavolveraloasis, recogeraFátimayvivir como un simple pastor de ovejas. Porque el Alquimista vivía en eldesierto, a pesar de que comprendía el Lenguaje del Mundo y sabíatransformarelplomoenoro.Noteníaquemostraranadiesucienciaysuarte.Mientras se dirigía hacia su Leyenda Personal había aprendido todo lo quenecesitabayhabíavividotodoloquehabíasoñadovivir.Perohabíallegadoasutesoro,yunaobrasóloestácompletacuandosealcanzaelobjetivo.Allí,enaquelladuna,elmuchachohabíallorado.Miróalsueloyvioque,enellugardondehabíancaídosuslágrimas,sepaseabaunescarabajo.DuranteeltiempoquehabíapasadoeneldesiertohabíaaprendidoqueenEgiptolosescarabajoseranelsímbolodeDios.

Allí tenía,pues,otraseñal.Yelmuchachocomenzóacavaracordándosedel vendedor de cristales; nadie podría tener una Pirámide en su huerto,aunqueacumulasepiedrasdurantetodasuvida.

Elmuchachocavó toda lanocheenel lugarmarcadosinencontrarnada.DesdeloaltodelasPirámides,lossigloslocontemplabanensilencio.Peroelmuchachonodesistía:cavabaycavaba,luchandocontraelviento,quemuchasvecesvolvíaaecharlaarenaenelagujero.Susmanos,cansadas,terminaronlastimadas,peroelmuchachoseguíateniendofeensucorazón.Ysucorazónlehabíadichoquecavaradondehubierancaídosuslágrimas.

De repente, cuando estaba intentando sacar algunas piedras que habíanaparecido, el muchacho oyó pasos. Algunas personas se acercaron a él.Estabancontralaluna,ynopodíaversusojosnisurostro.

—¿Quéestáshaciendoahí?—preguntóunodelosbultos.

Elmuchachono respondió.Pero tuvomiedo.Ahora teníaun tesoroparadesenterrar,yporesoteníamiedo.

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—Somos refugiados de la guerra de los clanes —dijo otro bulto—.Tenemosquesaberquéescondesahí.Necesitamosdinero.

—Noescondonada—repusoelmuchacho.

Perounodelosreciénllegadosloagarróylosacófueradelagujero.Otrocomenzóarevisarsusbolsillos.Yencontraronelpedazodeoro.

—¡Tieneoro!—exclamóunodelosasaltantes.

Lalunailuminóelrostrodelasaltantequeloestabaregistrandoyélpudoverlamuerteensusojos.

—Debedehabermásoroescondidoenelsuelo—dijootro.

Y obligaron al muchacho a cavar. El muchacho continuó cavando y noencontrabanada.Entoncesempezaronapegarle.Continuaronpegándolehastaqueaparecieron losprimeros rayosdel sol enel cielo.Su ropaquedóhechajirones,yélsintióquesumuerteestabapróxima.

«¿De qué sirve el dinero, si tienes quemorir? Pocas veces el dinero escapazde libraraalguiende lamuerte»,habíadichoelAlquimista.—¡Estoybuscando un tesoro!—gritó finalmente elmuchacho.E incluso con la bocaheridaehinchadaapuñetazos,contóa lossalteadoresquehabíasoñadodosvecesconuntesoroescondidojuntoalasPirámidesdeEgipto.

Elqueparecíaeljefepermaneciólargoratoensilencio.Despuéshablóconunodeellos:

—Puedesdejarlo.Notienenadamás.Debedehaberrobadoesteoro.

Elmuchachocayóconelrostroenlaarena.Dosojosbuscaronlossuyos;era el jefe de los salteadores. Pero el muchacho estaba mirando a lasPirámides.

—¡Vámonos!—dijoel jefea losdemás.Despuéssedirigióalmuchacho—:Novasamorir—aseguró—.Vasaviviryaaprenderqueelhombrenopuede ser tan estúpido.Aquímismo, en este lugar donde estás tú ahora, yotambiéntuveunsueñorepetidohacecasidosaños.Soñéquedebíairhastaloscampos de España y buscar una iglesia en ruinas donde los pastoresacostumbrabanadormirconsusovejasyqueteníaunsicómorodentrodelasacristía.Segúnelsueño,sicavabaenlasraícesdeesesicómoro,encontraríaun tesoroescondido.Perono soy tanestúpidocomoparacruzarundesiertosóloporquetuveunsueñorepetido.

Despuéssefue.

El muchacho se levantó con dificultad y contempló una vez más lasPirámides. Las Pirámides le sonreían, y él les devolvió la sonrisa, con elcorazónrepletodefelicidad.

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Habíaencontradoeltesoro.

EPÍLOGO

ElmuchachosellamabaSantiago.Llegóalapequeñaiglesiaabandonadacuando ya estaba casi anocheciendo. El sicómoro aún continuaba en lasacristía, y aún se podían ver las estrellas a través del techo semiderruido.Recordóqueunavezhabíaestadoallíconsusovejasyquehabíapasadounanochetranquila,aunquetuvoaquelsueño.

Ahorayanoteníaelrebaño.Encambio,llevabaunapalaconsigo.

Permaneciómuchotiempocontemplandoelcielo.Despuéssacódelzurrónuna botella de vino y bebió. Se acordó de la noche en el desierto, cuandotambiénhabíamiradolasestrellasybebidovinoconelAlquimista.PensóenlosnumerososcaminosquehabíarecorridoyenlaextrañamaneraqueteníaDiosdemostrarleel tesoro.Sinohubieracreídoen lossueñosrepetidos,nohabría encontrado a la gitana, ni al rey, ni al ladrón, ni... «bueno, la lista esmuy larga. Pero el camino estaba escrito por las señales, y yo no podíaequivocarme»,dijoparasusadentros.

Se durmió sin darse cuenta y cuando despertó, el sol ya estaba alto.Entoncescomenzóacavarenlaraízdelsicómoro.

«Viejobrujo—pensabaelmuchacho—,losabías todo.Inclusoguardasteaquelpocodeoroparaqueyopudieravolverhastaesta iglesia.Elmonjeserio cuandome vio regresar con la ropa hecha jirones. ¿No podías habermeahorradoeso?»

«No—escuchóquerespondíaelviento.Sitelohubiesedicho,nohabríasvistolasPirámides.Sonmuybonitas,¿nocrees?»

EralavozdelAlquimista.Elmuchachosonrióycontinuócavando.Mediahora después, la pala golpeó algo sólido.Una hora después tenía ante sí unbaúl lleno de viejas monedas de oro españolas. También había pedrería,máscaras de oro conplumas blancas y rojas, ídolos de piedra con brillantesincrustados. Piezas de una conquista que el país ya había olvidado muchotiempo atrás, y que el conquistador olvidó contar a sus hijos. ElmuchachosacóaUrimyTumimdel zurrón,Habíautilizado laspiedras solamenteunavez, una mañana en un mercado. La vida y su camino estuvieron siemprellenosdeseñales.

Guardó a Urim y a Tumim en el baúl de oro. Era también parte de sutesoro,porquelerecordabanaunviejoreyquejamásvolveríaaencontrar.

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«Realmente la vida es generosa con quien vive su Leyenda Personal—pensóelmuchacho.EntoncesseacordódequeteníaqueiraTarifaparadarladécimapartedetodoaquelloalagitana—.Quélistossonlosgitanos»,sedijo.Talvezfueseporqueviajabantanto.

Pero el viento volvió a soplar. Era el Levante, el viento que venía deÁfrica.Notraíaelolordeldesierto,nilaamenazadeinvasióndelosmoros.Porelcontrario,traíaunperfumequeélconocíabien,yelsonidodeunbeso—quefuellegandodespacio,despacio,hastaposarseensuslabios.

Elmuchachosonrió.Eralaprimeravezqueellahacíaeso.

—Yavoy,Fátima—dijoél.