EL AMOR NO SE IMPONE

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ANÉCDOTA DEL REY FEDERICO GUILLERMO DE PRUSIA

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EEE l rey Federico Guillermo reinó en Prusia a comienzos del siglo XVIII, tenía fama de ser un hombre muy temperamental y poco amigo de formalidades y cumplidos. Solía pasear sin escolta por las calles de Berlín y, si se encontraba con alguien que le desagradaba —lo cual no era infrecuente—, no dudaba en usar su bastón contra la desventurada víctima.

No es extraño, por tanto, que, cuando la gente le divisaba, se escabullera lo más discretamente posible. En cierta ocasión, yendo Federico por una calle —golpeando el suelo con su bastón, como de costumbre—, un berlinés tardó demasiado en percatarse de su presencia, y su intento de ocultarse en un portal resultó fallido.

«¡Eh, tú!», dijo Federico, «¿adonde vas?». El hombre se puso a temblar. «A esta casa, Majestad», respondió. «¿Es tu casa?» «No, Majestad». «¿Es la casa de un amigo?» «No, Majestad». «Entonces, ¿por qué entras en ella?» Al hombre le entró miedo de que el rey pudiera confundirle con un ladrón, y decidió decir la verdad:

«Para evitar topar con su Majestad». «¿Y por qué quieres evitar topar conmigo?» «Porque tengo miedo de su Majestad». Al oír aquello, Federico Guillermo se puso rojo de furia, agarró al pobre hombre por los hombros, lo

sacudió violentamente y le gritó: «Se supone que no tienes que temerme, pedazo de infeliz. Se supone que tienes que amarme. Te ordeno que me ames».

Y esta historia me hace plantearme…

¿Se equivocaba el monarca? ¿Estamos obligados a amar? El amor, como nos dice Samuel Weiss, siempre será una decisión personal. Estas decisiones no siempre se toman conscientemente, pero pueden llegar a ser extremadamente poderosas, incluso irresistibles. El amor en sus diversas formas es un importante facilitador en las relaciones con los demás. Por ello ha sido tema constante para la literatura, la música y el cine. Entre las decisiones que, consciente o inconscientemente, tomamos está la decisión de amar a nuestro cónyuge, a nuestros hijos... Y hay hasta quien decide por un amor platónico. ¿Y el amor a Dios? Es una de nuestras decisiones con mayor trascendencia. LO NEGATIVO: Creer que el amor es una obligación. LO POSITIVO: Entender que el amor es una decisión personal que hemos de tomar. ¿Y tú…? 1. ¿Conoces los comportamientos y reacciones tuyas que infunden miedo a tu pareja? 2. «Se supone que tienes que amarme». El amor de tu cónyuge, ¿es algo que supones o algo que

compruebas día a día? ¿Cómo lo has experimentado hoy? ¿Cómo le has demostrado tú lo que le amas? 3. «¡Te ordeno que me ames!». El amor no se puede imponer, pero se puede merecer. ¿Qué haces tú para

conquistar el amor de tu esposo/a?. 4. No puedes obligar a nadie amar. El amor se gana no se impone. ¿Estás regando las semillas de amor con tu familia, compañeros o vecinos?... Semilla que se riega, tarde o temprano florece.

JJJeeesssúúússs FFF... MMM...