EL ARTE DE SER FELIZ · 2015-03-10 · EL ARTE DE SER FELIZ 13 que haber sufrido una situación de...

EL ARTE DE SER FELIZ

Emma García


Colección SUPÉRATE Y TRIUNFA

© Emma García© JORGE A. MESTAS EDICIONES, S.L.

Avda. de Guadalix, 10328120 Algete, Madrid

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Imágenes de portada e interior bajo licencia ShutterstockAutor portada: Kudryashka

Director de colección: Raül Pere

Primera edición: Octubre, 2014

ISBN: 978-84-92892-01-3Depósito legal: M-6640-2014

Printed in Spain - Impreso en España

Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por ley.Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Repográficos - www.cedro.org), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

A mis hijos, Daniel y Alejandra, que han sido, son y serán el motor de mi vida

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AGRADECIMIENTOS

Hay tantas personas a las que quiero dar las gracias por ayudarme, directa o indirectamente, a que este libro vea la luz que no sé por dónde empezar. Probablemente, la primera persona hacia la que siento gratitud es hacia mi misma por haber creído que esto era posible y un día desearlo con tantas fuerzas que Dios me escuchó. Así que gracias a Dios mi blog llegó a ser visto por Raül Pere; a él y a todo el equipo de Mestas Ediciones les agradezco no solo la oportunidad de publicar mi primer libro y la confianza depositada en mí, sino también el cariño que he recibido en estos meses. También agradezco a todos y cada uno de los lectores de mi blog, en especial a quienes con sus comentarios y mensajes personales me han ayudado a persistir en alimentarlo con contenido y a mantenerme conectada con eso tan inmaterial que es el ciberespacio. Desde luego que es de agradecer vivir en esta era tecnológica que nos facilita conocer personas maravillosas a través de internet, con las que de otra forma seguramente no hubiera podido coincidir. Es el caso de Francisco Castaño, a quien otorgo una mención especial por ofrecerme su colaboración para leer mis borradores y aportarme comentarios que han sido de gran valor para redondear algunos textos. También agradezco a las personas que han accedido a que exponga su caso como ejemplo: Maruja Esperante, Coté Soler, Chema de Aldecoa y Laura Prada. Son muchas las personas que me han

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mostrado su apoyo en esta aventura y a las que les debo muchas palabras de ánimo en los momentos de duda, no solo en estos meses de escritura intensa, sino durante los últimos años. Gracias a cada uno y cada una de ellas, en especial a mi madre, por ser mi soporte, y a mi padre, que me guía desde el cielo.

Y en último lugar, y no por ello menos importante, mi especial gratitud es para mi amor Óscar Durán Yates, que ha sido además de un gran apoyo para completar este proyecto, un maravilloso compañero de escritura; me siento feliz de que compartamos la aventura de publicar nuestro primer libro dentro de la misma colección.

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PRÓLOGO

La vida es una elección, y cómo vives la vida es también una elección que tienes que hacer cada mañana, decidiendo cómo abordar el día. La cuestión es acordarte de que tienes esa libertad, pues no sé por qué motivo, seguramente por pereza mental, la mayoría de los/as mortales olvidamos tomar esta decisión, y olvidamos incluso que tenemos la capacidad de decidir sobre cómo vivir la vida. Yo olvidé cómo quería vivir mi vida durante casi cuarenta años, y es ahora que escribo este libro cuando siento que por fin he decidido hacer lo que siempre he querido hacer, que es escribir. Me he atrevido durante los últimos años a escribir tímidamente, pidiendo permiso a la cuenta bancaria, y siendo temerosa de la conveniencia o la finalidad de mis palabras escritas. Así, además de alimentar mi blog con un post a la semana sobre desarrollo personal, también he alimentado mi creatividad literaria con un cuento semanal. Con eso tranquilizaba mi alma, postergando la misión con la que decidí llegar a este mundo. Pensaba que tenía que esperar a alcanzar un buen estilo de vida para ver mi sueño hecho realidad, y por el camino he aprendido que mis sueños son el modo de vivir mi vida. Ver publicado mi primer libro es ya un sueño cumplido, y escribirlo ha sido un ejercicio de chequeo y un examen que superar para pasar a la siguiente etapa. No sé cuántos libros pueda llegar a escribir y a publicar, ojalá sean muchos. Pero soy plenamente consciente de que lo que escribo es

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fruto de mis desavenencias pasadas, ya que quien soy hoy, con lo bueno y con lo malo, es el resultado de todas mis experiencias, sumando las positivas y las negativas. Por tanto, a mis pesadillas les debo gran parte de lo que cuento en este libro, porque me han obligado a levantarme cada día para buscar un mejor futuro, a luchar por superar las dificultades, y a enfrentarme a situaciones muy difíciles que me han hecho más fuerte y más sabia. Sólo puedo agradecer mi pasado. En los últimos cinco años he vivido la vida de forma mucho más consciente que en todos los años anteriores, y para eso he necesitado enfrentarme a situaciones muy complicadas tanto a nivel personal como económico. En busca de respuestas inicié un viaje que me ha transformado profundamente, a través de todas las enseñanzas que he recibido de diferentes personas y canales, y cuyos mensajes he recopilado en mi blog a lo largo de este tiempo y ahora lo hago en este libro. Nada de lo que cuento es la verdad, tan solo es mi interpretación de esos mensajes que me han servido para entender un poco mejor la vida y para mejorar en algo mi mundo interior. Y si a veces hablo en forma de consejo no es porque pretenda llevar la razón, sino porque como alguien dijo alguna vez “enseño aquello que necesito aprender.” El trabajo de recopilar parte de mi aprendizaje en este libro me ha servido para repasar las lecciones olvidadas, para aplicarlas y compartirlas. Ahora espero que algo de lo que leas en las líneas o entre líneas en las páginas siguientes te sirva en tu camino y te ayude en los momentos difíciles. Solamente con que una frase de todo lo que escribo sirva a una sola persona me daré por satisfecha. Ahora mi sueño sería llegar a un millón de lectores, si eres uno/a de ellos/as, puedes compartir tu experiencia personal en mi blog www.coachemmagarcia.es o en la página de facebook “El Arte de Ser Feliz”.

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PRIMERA PARTE:

REESCRIbE EL GUIÓN DE TU vIDA

ELIGE TU PAPEL: ¿vÍCTIMA O PROTAGONISTA?

¿Cómo te cuentas la película de tu vida? ¿Quién la dirige? ¿Quién escribe el guión y quién decide qué papel tienes en ella?

El papel que tomas en la película de tu vida determina la actitud con la que la afrontas. Si estás en el papel de víctima sentirás que todo te sale mal, que todas las desgracias te ocurren a ti, y que no puedes hacer nada por cambiar ni por mejorar tu situación. Creerás que tienes la partida perdida antes de jugarla, tendrás miedo a arriesgar y pensarás que fracasarás en cualquier proyecto que emprendas. Por tanto, ni siquiera te molestarás en mover ficha y alguien lo hará por ti. Ese alguien te dirá lo que tienes que hacer, en qué y cómo trabajar, dónde y cuándo ir de vacaciones, qué comprar y a quién votar…

¿Estás actuando como secundario/a en tu propia vida? ¿Cómo quieres que sea el final de tu película? ¿Qué aventuras quieres vivir?

Observa tu vida como si de una obra teatral se tratara, puedes convertirte en un espectador activo/a y hacer una

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crítica constructiva sobre ella. Cambia de butaca, mira desde ángulos diferentes, observa desde otra perspectiva. Si cambias de lugar lograrás expandir tu pensamiento y crear otros escenarios. ¿Cómo actúas ante los acontecimientos, tomas el control o ellos te controlan a ti? Si te sientes atrapado/a en un papel que no te gusta siempre estás a tiempo de parar la función y cambiar de papel para la próxima escena. Tú diriges la obra, tú asumes el papel que más te conviene en cada momento, tú decides dónde poner el foco, quiénes forman parte del reparto, y cómo es el decorado. Sólo tienes que decidirlo, al fin y al cabo, la vida es teatro.

Hubo un momento en mi vida en que sentía que todo alrededor mío era hostilidad, pensaba que la vida era una auténtica lucha, y por tanto había declarado la guerra a todos los hombres de mi familia: a mi hijo, a mi ex marido, y a mis dos hermanos mayores. En aquella época mi padre acababa de fallecer y mi matrimonio se había roto, así que mientras peleaba con los términos del divorcio y la custodia de mis hijos, defendía los intereses de mi madre y los míos propios en la empresa familiar, donde se habían crea do dos bandos. Yo peleaba en varios frentes, defendía mi territorio y mi dignidad a capa y espada, y no permitía que nadie ni nada me derribara. Mi vida por aquel entonces podía titularse “Fuego cruzado”. Con el tiempo descubrí que era mi propio miedo a la incertidumbre lo que me hacía estar a la defensiva y en posición de ataque. Creía ser una heroína salvando mi mundo, pero en realidad eso era solo mi escudo, ya que en el fondo me sentía como una pobre víctima inocente y desvalida a punto de ser devorada por los lobos. Hasta que descubrí la diferencia entre ser víctima y sentirse una víctima: ser víctima es un hecho objetivo, ya


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que haber sufrido una situación de agresión física o emocional por parte de alguien, conocido o no, es un acontecimiento que marca tu vida; sin embargo, el victimismo es algo subjetivo, sujeto a la propia interpretación de los acontecimientos. Entonces decidí volver a interpretar mi película.

Todo lo que ocurre en nuestra vida lo percibimos a través de nuestros cinco sentidos, por lo que la realidad es primero filtrada por nuestra percepción y después, también la tamizamos por nuestro marco de referencia, que es la ventana por la cual miramos el mundo, y que está definido por nuestras experiencias, creencias, educación y escala de valores. Además, nuestros modelos de pensamiento están condicionados por los determinismos genéticos y culturales, que suelen limitarnos la libertad de actuar sobre nuestras vidas. Es decir, damos por sentado que según desde donde partimos estamos determinados/as a llegar a un destino concreto. Lo cierto es que aquello que percibimos es solo una parte de la realidad, y responde a una experiencia individual y única. Sin embargo, cuando vemos una película, como espectadores podemos meternos en el interior de cada personaje, y llegar a saber cómo piensa, siente y actúa porque tenemos información sobre cómo cada uno de ellos interpreta la realidad. En la vida real, por el contrario, a menudo pensamos que estamos en posesión de la verdad y que la realidad es tal cual como la vemos. Actuamos según esta premisa, y esta certeza nos sitúa en un estado de arrogancia que dificulta la comunicación y el aprendizaje.

Si te sientes como un títere, donde otros mueven los hilos de tu vida, y piensas que no eres responsable de lo que te ocurre, que tus resultados dependen de las circunstancias y de las personas que te rodean, o que tu pasado te persigue impidiéndote avanzar, es porque has elegido el papel de

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víctima. Los rasgos principales de este personaje son el pesimismo, la evitación de la realidad, la resistencia al cambio y la constante postergación de tareas y objetivos. Y su diálogo es siempre el mismo: “todo me pasa a mí”, “si me quieres deberías hacerlo por mí”, “no seré capaz de soportarlo”, “lo haré cuando tenga más tiempo y/o dinero”… dejando las cosas para más adelante lo único que consigues es perder la credibilidad en ti mismo/a y ante los demás, dañando sistemáticamente tu autoestima. Esto ocurre sobre todo cuando tienes que hacer algo que no te gusta hacer o piensas que deberías ser alguien que no quieres ser. En ese momento entras en lucha contigo mismo/a, sintiéndote culpable por no asumir tus obligaciones y machacándote por no ser capaz de cumplir con tu papel.

Si has llegado a ese extremo es porque has perdido el rumbo, porque ya no recuerdas para qué haces lo que haces, o porque aparcaste tus sueños en alguna cuneta y te convertiste en una marioneta del destino. En ese momento es cuando empiezas a sentir que la vida se te hace cuesta arriba y a buscar culpables para despejar balones fuera. Piensas que no puedes hacer nada para mejorar tu situación porque has perdido el control sobre ti mismo/a, si es que alguna vez lo tuviste. Por ello opinas que es mejor no hacer nada, quedarte quieto/a, en tu zona de confort, en el mismo escenario de siempre, donde se repite la misma función noche tras noche, donde siempre ocurre lo mismo, porque sabes lo que va a pasar desde que se sube el telón hasta que se baja. En ese escenario te sientes cómodo/a porque está todo lo que estás acostumbrado/a a hacer, pensar, sentir, aunque también es donde se encuentran todas tus preocupaciones, tus dudas y tus miedos.

Si quieres modificar el final de tu película estás a tiempo, solo has de cambiar de escenario, es decir, salir de tu zona de confort. Esto no es tarea fácil, ya que te enfrentarás a fuerzas externas que te frenarán y te atraparán en tu área cómoda, por lo que es necesario que tengas una


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gran motivación al cambio, que te permita vencer tus miedos. Puedes elegir entre seguir sintiéndote víctima de las circunstancias, contándote los mismos argumentos de siempre para obtener las mismas justificaciones y los mismos resultados; o puedes decidir buscar una salida a tu situación abriendo tu mente a nuevas oportunidades, aprendiendo cosas novedosas, pensando de otra forma, exponiéndote a experiencias distintas y valorando perspectivas diferentes. En definitiva, tú decides si avanzar o estancarte. Solo fuera de tu zona cómoda provocas nuevas experiencias y por tanto nuevos aprendizajes. Son la acción y la responsabilidad proactiva lo que te permitirá mejorar y pasar de la situación actual (zona de confort) a la situación deseada (zona de ilusión), para así convertirte en dueño/a de tu destino. Por muy adversas que sean las circunstancias, por muy limitada que sea tu capacidad de acción, siempre tienes el poder de tomar una decisión que cambie tu vida. Como sucede en la película “Matrix”, de los Hermanos Wachowski, puedes elegir entre la píldora roja o la azul. ¿Qué píldora tomas cada mañana?

En cualquier momento puedes retomar las riendas de tu vida, pues aunque no puedas cambiar el pasado, siempre puedes influir sobre tu futuro. ¿Cómo? Cambiando el papel de víctima y convirtiéndote en protagonista de tu vida. Para ello solo necesitas un cambio de actitud, y éste puede generarse a través de tres decisiones importantes:

La primera decisión es reconocer tu parte de responsabilidad en tu situación actual. Sólo así te darás cuenta de que haciendo lo que haces hoy eres responsable de tu vida futura.

La segunda decisión es aprender de los errores para poder avanzar. Mientras las víctimas remueven el pasado buscando justificaciones, las protagonistas buscan lecciones. Recuerda que si sigues haciendo lo mismo obtendrás los mismos resultados.

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La tercera decisión y la más importante es planificar tu vida. A diferencia de las víctimas que miran al mañana con preocupación porque son presas del miedo, los/as protagonistas influyen en su presente como única forma de alcanzar un futuro mejor, confiando en sus habilidades personales para llegar a donde se proponen.

La persona protagonista se ocupa de su vida, se responsabiliza de forma proactiva de sus circunstancias, su guión es: “todo lo que pasa/creo/lo provoco/permito”. Cuando la protagonista piensa en el pasado lo hace para extraer un aprendizaje sobre la situación y sobre su reacción: ¿qué ocurrió?, ¿quién tiene el problema?, ¿a quién le afectó?, ¿cuáles fueron las consecuencias?, ¿cómo puedo cambiarlo y/o remediarlo?, ¿qué puedo aprender? Y cuando la protagonista piensa en el futuro es para planificarlo, para visualizarlo y traerlo al presente. Ser protagonista de tu vida significa marcar una diferencia positiva, tener el control, llevar las riendas y asumir la responsabilidad de tus actos. Para ello, primero has de controlar tu mente, evitando que otros la controlen por ti, para tener libertad de pensamiento y poder ejercer así tu propia voluntad, por encima de creencias inculcadas y opiniones ajenas. Cuando tomamos conciencia de nuestro libre albedrío podemos crear nuestro propio destino. Protagonizar tu vida es estar atento/a y ser consciente de la expresión del alma. Solo fortaleciendo el espíritu encontraremos la paz interior y el camino a la verdad. Si cambias al papel de protagonista sabrás a ciencia cierta que tomes la decisión que tomes habrás hecho lo correcto, porque tuviste en cuenta todas las variables y elegiste a conciencia; perseguirás tus sueños, serás un héroe o heroína viviendo acorde a tus valores fundamentales y realizando tu misión en este mundo; aniquilarás a cualquier villano que se interponga en tu camino, superando tus miedos y convirtiéndote en mejor persona; serás la pareja ideal, el/


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la amigo/a perfecto/a, el padre o la madre más admirado/a y alcanzarás el éxito en todo lo que te propongas.

“Ser protagonista de tu vida significa marcar una diferencia positiva, tener el control, llevar las riendas y asumir

la responsabilidad de tus actos.”

vENCE TUS MIEDOS, ¿QUÉ vILLANO QUIERES ELIMINAR?

Todos los superhéroes se enfrentan tarde o temprano a su mayor temor, representado en su peor enemigo, el villano de turno. Batman, mi superhéroe favorito, cuando era niño se cayó a un pozo de donde salieron miles de murciélagos, desde entonces sentía verdadero pánico por esos mamíferos voladores, y al convertirse en el hombre murciélago se convirtió en su miedo, de esa forma lo aniquiló, y de ahí surgió su fuerza, transformando aquello que temía en su arma más poderosa.

Para ser capaz de superar tus miedos has de enfrentarte a ellos. Es la única forma. Tener miedo es una de las emociones más primitivas y a la vez más complejas que sentimos las personas. A pesar de que biológicamente sentir miedo tiene el propósito de la supervivencia, en la mayoría de las ocasiones es irracional e inexplicable. Aún así, nuestras vidas están prácticamente dominadas por nuestros miedos. Nos asusta la soledad o el abandono, el dolor de la enfermedad o el sufrimiento por la pérdida de un ser querido, la escasez de recursos económicos o

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no tener empleo, la frustración de no alcanzar nuestras metas, el depender de los demás, las deudas, el conflicto, el rechazo, el fracaso, hablar en público, hacer el ridículo, la falta de reconocimiento, la manipulación, la estafa, la traición, la infidelidad, el desamor… Todas estas situaciones destapan nuestras debilidades y nos hacen sentirnos vulnerables, superarlas implicaría cambios profundos, a los que nos resistimos porque nos da pánico enfrentarnos a lo desconocido, del mismo modo que evitamos relacionarnos con extraños, y desconfiamos de las situaciones y lugares nuevos. Es así como nuestra mente ha sido programada para mantenernos “a salvo” de los peligros. De esa forma, gran parte de nuestras decisiones están basadas en la necesidad de evitar ciertos riesgos.

Igual que el malo de la película no está solo, los miedos que nos acechan incorporan a su vez una gran gama de emociones que van desde la angustia y la ansiedad, hasta el enfado o la ira, la impotencia y la frustración, la envidia, el rencor, la culpa, la vergüenza… Este tipo de emociones pueden llegar a ser muy dañinas, yo las llamo “emociones Atila”, porque arrasan a su paso con todo lo que encuentran. Pero en realidad tienen un buen propósito, que es ponernos en alerta de que algo anda mal. Si sientes que te domina alguna de estas emociones y no sabes por qué, pregúntate a qué tienes miedo exactamente. Ve a la raíz, averigua el origen de tu temor buscando en tus recuerdos. Puede que se deba a alguna idea o creencia que se formó en tu pasado por algo que ocurrió y que te perjudicó, y que ahora habita en tu inconsciente, y vives con el temor a revivirlo; o bien por algún comentario a modo de consejo repetido por parte de alguno de tus progenitores, debido a alguna de sus experiencias pasadas.

Para gestionar los miedos lo primero es conocerte bien e identificar lo que te asusta. Lo segundo es entrenarte en superarlo, todo héroe necesita entrenamiento. Si te da miedo a hablar en público, ve a conferencias y lanza preguntas al orador ante una gran audiencia. Si te asusta


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la soledad, ve solo/a al cine. Si te da pánico volar, súbete a un avión cada vez que tengas ocasión. Si te aterrorizan las alturas atraviesa un puente elevado. Ser valiente no es exclusivo de los superhéroes, tener valentía no significa no tener miedo, sino combatirlo, actuar a pesar de él. Ten el coraje de mirar cara a cara a todo aquello que te asusta y persevera hasta derrotarlo. (Todo esto siempre y cuando no se traten de fobias, si te sientes paralizado/a por el pánico ponte en manos de un especialista). No estoy diciendo que te expongas al peligro, la prudencia es una gran compañera, solo que superes tus miedos.

Si nuestro cerebro percibe que estamos en un momento de tensión, activa las señales de peligro. Entonces reaccionamos de forma automática e inconsciente, nos ponemos a la defensiva, protegemos nuestro territorio, y procuramos imponernos para defender nuestros intereses y a nuestra prole. En momentos trágicos las personas sacamos un poder sobrehumano para proteger a nuestros seres queridos, pues contamos con una fuerza más allá de nuestra capacidad que hace que actuemos sin sentir nuestro propio dolor y sin pensar en los riesgos. Es increíble como los personajes de la película “Lo imposible” de J.A. Bayona, basada en una historia real ocurrida durante el tsunami en Tailandia, activan sus fuerzas al máximo y agudizan su instinto al límite para reencontrarse en medio de la catástrofe. Pero en ocasiones, cuando la amenaza es demasiado grande, o bien nos bloqueamos y nos quedamos paralizados/as, intentando pasar desapercibidos, o bien salimos huyendo para escapar. Estas reacciones automáticas han sido necesarias para la supervivencia de nuestra especie. Sin embargo, aunque las deudas puedan parecernos lobos hambrientos o el jefe un león enojado, en el mundo en que vivimos actualmente la mayoría de nuestros temores no son reales. Son más bien preocupaciones, es decir, anticipaciones de un resultado negativo, ya que tenemos la capacidad de ponernos en lo peor, de imaginar auténticos desastres, y solo con pensarlo nos convertimos en presas

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del pánico. Eso hace que nuestro cerebro perciba la amenaza como si fuera real y ponga en marcha los mismos mecanismos fisiológicos que nos paralizan físicamente o nos hacen huir. Pero un temor no desaparece por sí solo, más bien se agranda si lo evitas o lo ignoras.

En múltiples ocasiones nos enfrentamos a situaciones de cambio en nuestras vidas que nos asustan. La mayoría son cambios esperados y de alguna manera naturales, provocados para mejorar o evolucionar y por tanto, aunque nos asusten, no nos paralizan. Cambiamos de casa para vivir en pareja o ampliar la familia, de ciudad por un nuevo trabajo o un nuevo amor, de coche por uno más seguro y familiar, de forma de vestir según nuestras nuevas circunstancias, de empleo por uno mejor remunerado o con mejor horario, de escuela para nuestros hijos por una más cerca de casa o con mejor educación, de hábitos de vida... Todos ellos son socialmente aceptados y considerados como etapas naturales que nos ayudan a avanzar. Por otro lado, existen otra serie de cambios que por ir en otra dirección diferente a esta “evolución natural”, no están aceptados en nuestro entorno, considerándose entonces retrocesos o fracasos. Por tanto, quien se enfrenta a ellos también se enfrenta a la crítica social. A veces estos retrocesos son simplemente tres pasitos hacia atrás para coger carrerilla y tomar impulso. Sin embargo, vivimos en una sociedad neurótica donde lo anormal se considera locura y donde la valentía se condena, porque todo se rige por los mismos patrones de comportamiento. Por ello, cualquier decisión o acción que sea diferente y que se salga de la norma, entraña un riesgo que pocos/as quieren asumir. Porque lo natural se supone que es querer vivir sobre seguro, sin sobresaltos ni alteraciones.

Por mucho que nos empeñemos en mantener la realidad tal cual está, y nos esforcemos en que todo siga igual, estamos inmersos en un universo en continuo cambio, y resistirnos a ello sí que es una locura, que genera ansiedad y angustia, es como si quisiéramos evitar la fuerza de la


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gravedad o el cambio de estación. Suele ocurrir que cuando el cambio no es por decisión propia, sino que es la propia vida y sus circunstancias las que lo provocan, caemos en la lamentación y la desesperanza porque nos asusta lo desconocido. Lo cierto es que atraemos a nuestras vidas aquello que tememos. Provocando un cambio en nuestra vida podemos ampliar nuestro horizonte para descubrir un universo de posibilidades nunca antes imaginadas. Quizás fuera de los estándares conocidos, y quizás fuera también de nuestra lógica habitual. El solo hecho de reflexionar sobre ello ya abre nuestra mente a un nuevo aprendizaje, que por nimio que sea, aumenta nuestra perspectiva.

Si te enfrentas a un nuevo reto, puedes pasar por dos fases. Una primera de confianza en la que te dejas llevar por la ilusión y en donde te enfocas en los aspectos positivos, en los posibles beneficios. En esta etapa valoras lo que vas a obtener y los recursos de que dispones para lograrlo, es comparable a la fase de enamoramiento, cuando solo ves las virtudes de tu pareja. Luego viene la segunda fase donde predomina el miedo, cuando aparecen los temores y la inseguridad. Te planteas que no eres suficientemente capaz, que no dispones de los recursos de tiempo, o personales, o económicos suficientes, y que no tienes los conocimientos o talentos necesarios.

Cuando dudas de ti mismo/a, te enfocas en los obstáculos y en los problemas que tienes que superar para alcanzar la meta, en lugar de en tus capacidades, y olvidas tu propósito. Ambas fases pueden ocurrir simultáneamente o una después de la otra, aprovecha la energía positiva de la primera para crear la inercia suficiente para superar la segunda. Lo cierto es que sólo tú decides en qué fase te quedas y en quién te conviertes. Recupera la confianza y recuperarás el swing, como el protagonista de la película “La leyenda de Bagger Vance”, dirigida por Robert Redford y basada en la novela homónima de Steven Pressfield.

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Las personas necesitamos atravesar dificultades para fortalecernos, si todo resulta fácil nos acomodamos, y para avanzar necesitamos retos, para impulsarnos necesitamos presión. La vida puede presentarnos situaciones trágicas y dolorosas que nadie queremos vivir, ni aunque nos hagan más fuertes. Sin embargo, temerlas no las evita, y por el contrario nos hace infelices. Nos enfrentamos a nuevos retos constantemente, y afrontarlos a veces no es tarea fácil. Salir del área confortable, donde has aprendido a desenvolverte, y entrar en terreno desconocido, donde

todo está por descubrir, supone un desafío cuanto menos estresante. En los momentos difíciles es fácil caer en la desesperanza, pero las ganas de superación constante y una actitud

positiva, es lo que puede ayudarte a sortear los obstáculos del día a día.

Probablemente no podamos controlar los acontecimientos, pero sí podemos elegir la actitud con la que los afrontamos. Es entonces cuando podemos convertir la crisis en oportunidad. Tener esperanza en un futuro mejor es inherente al ser humano, como también lo es sentir pánico ante la incertidumbre, pues ambas emociones son inseparables; la diferencia entre si percibimos el mundo como amenazador o como amable está en sobre cuál de las dos caras pones el enfoque. Pero sin riesgo no hay

“Probablemente no podamos con-trolar los acontecimientos, pero sí podemos elegir la actitud con la

que los afrontamos.”


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beneficio, así que para sobrevivir con éxito ante lo que te resulta hostil necesitarás una dosis de valentía y confianza en la vida y en ti mismo/a. Si tienes fe y sientes el amor de Dios sabrás que tienes todas las posibilidades de ser feliz a pesar de los problemas, esta actitud te ayudará a aceptar las desavenencias y a superarlas.

DESCUbRE TU MISIÓN, ¿QUÉ TIPO DE HÉROE O HEROÍNA ERES?

Todo superhéroe tiene una misión, que suele ser salvar a las personas de los villanos que amenazan con sembrar el miedo. Pero cuidado, también los superhéroes tienen su momento de debilidad, y pueden dejarse llevar por el lado oscuro si les entra ansias de venganza o si alimentan su ego. El superhéroe nace del dolor, y su causa proviene de una circunstancia normalmente trágica, que le lleva a proteger a otros del mismo sufrimiento del que él ha sido víctima, pero en algún momento puede confundir su propósito y dejarse llevar por sus instintos. Si el ego del superhéroe se antepone, su causa se desvanece.

Recuerdo haberme presentado en varias ocasiones al casting para súper-woman, pero en ninguna lo pasé. Aún así, estaba empeñada en salvar mi pequeño mundo del desastre. Las personas en quien confiaba se habían vuelto en mi contra, y solo me quedaba defender mi dignidad. Así que, empeñada en tener razón no recibía más que ataques, y para evitar caerme me agarré a mi ego. Hasta que llegó un momento en que nadie podría salir victorioso del campo de batalla, y ya ni siquiera recordaba cuál era el motivo por el que me había colocado la capa de heroína. De todo ello aprendí que todos/as creemos tener razón y que ninguno/a la tenemos, lo que sí tenemos todos/as es co-razón.

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Si tienes corazón de héroe o heroína tienes una misión que cumplir, pero ante todo tienes la misión sagrada de ser feliz; dicho de otra forma, de amar y evolucionar. Como no conocemos la fórmula de la felicidad nos pasamos la vida buscándola, pero la felicidad es subjetiva y no existe una única fórmula para ser feliz. Hay quien la ha encontrado, pero es algo que no puede compartirse porque, aunque los ingredientes básicos sean los mismos, hay uno o varios componentes de la receta que son únicos y exclusivos para cada persona. Así que, descubrir ese componente secreto que hace que funcione tu fórmula de la felicidad para ti es tu propósito vital. La felicidad significa vivir nuestros sueños. Sin embargo, a veces ponemos nuestra felicidad en manos de terceros, a quienes hacemos responsables de nuestras desdichas cuando no cumplen con nuestras expectativas. Nadie ni nada tiene el poder de hacerte feliz o infeliz, a menos que tú se lo des. Otras veces, compramos la idea de felicidad que nos vende el sistema: “tener reconocimiento social para ser admirado por tus posesiones materiales y por tus logros profesionales”. Pero esto rara vez por si solo hace feliz a nadie, hace falta algo más. Estamos hablando de ser felices y no de tener cosas que aparentemente puedan dar la felicidad, pues no existe nada externo al ser humano que la garantice. Ser feliz es más bien una actitud, una decisión, una postura ante la vida, una forma de vivir. Para muchos ser feliz significa disfrutar de lo que se tiene, sin desear tener nada más, pero eso significa dejar de soñar y por tanto, descartar cualquier posibilidad de alcanzar la felicidad. Lo que sí es clave es tener una actitud de agradecimiento hacia la vida por todo lo que nos da, incluso lo que no queremos. Ese estado de gratitud nos permite valorar nuestro presente, y por tanto también apreciar nuestro pasado que nos ha traído hasta aquí, a la vez que nos conecta con nuestros


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sueños. Una persona feliz ama la vida y se alimenta de ese amor universal, aceptando las circunstancias y a las personas, incluso a sí mismos/as, con su lado mejor y su lado peor, sin querer cambiarlas, sin juzgar a nadie, y sin esperar nada. La felicidad no tiene nada que ver con la alegría o el placer, ni con la ausencia de dolor o de tristeza. La gran mayoría de las personas que se entregan a los demás y dan un servicio a la sociedad se sienten felices, aunque no tengan nada más. Y es que ayudar al prójimo es el mayor gesto de amor que podemos experimentar. Ayudar es dar amor, y dar y recibir son dos caras de la misma moneda. Solo con el gesto de dar ya estás recibiendo el gozo que supone amar, por lo que en el fondo estás ayudándote a ti mismo/a, estás cumpliendo con tu misión en este mundo y estás evolucionando, tanto a nivel humano como espiritual. Independientemente de si quien recibe tu ayuda la aprecie y sea capaz de devolvértela, el Universo aplica sus leyes siempre, por lo que si das sin esperar nada a cambio, tu ayuda te será devuelta, aunque quizás no de quien esperas o de la forma que esperas, pero es así como Dios te ama. No importa si lo que das es tu tiempo para compartirlo con algún anciano solitario o para dar de comer a un huérfano, o si es tu dinero para construir un hospital o una escuela, o si das el perdón por una ofensa o una sonrisa a un vagabundo. El ciclo de dar y recibir siempre se cierra igual que una flor siempre deja su aroma en la mano de quien la da. Y la mayor recompensa que podemos recibir las personas es el agradecimiento por nuestra ayuda. Cuando alguien nos da las gracias sinceramente nos enseña a recibir, lo que a veces resulta más complicado que dar.

Quien es capaz de sentirse feliz en medio de la tragedia es porque sale de sí mismo/a y se entrega a los demás con amor incondicional y sincero. Ante la adversidad y el sufrimiento nuestro corazón es capaz de sentir compasión, que es la capacidad de acompañar al otro en su pena y compartirla. En ese acompañamiento uno se trasciende

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para aliviar al otro. Así pues, cuando alguien nos necesita nos da la oportunidad de entregarnos, y por tanto de dar y recibir amor, y de alcanzar la felicidad. Ayudar a otros es una causa muy común que une a las personas en una misión colectiva. ¿Quién no se siente comprometido con algún proyecto humanitario, o político o social, o incluso ecológico? De hecho, la labor de voluntariado es una de las tareas más gratificantes que existen. Bien podría ser una asignatura obligada en el colegio, no solo por lo que aporta en educación en valores como la solidaridad, la generosidad y la gratitud, sino porque conlleva desarrollar la actitud de servicio, algo que resulta básico en cualquier área de la vida, y que es sin duda la mayor cualidad de un gran líder. Sin embargo, para poder ayudar a otros primero has de ayudarte a ti mismo/a.

Identificar nuestro propósito individual, el ingrediente oculto de nuestra fórmula para ser felices, no resulta tarea fácil. A menudo estamos tan confundidos/as con la variedad de roles o papeles que interpretamos (padre/madre, hijo/a, hermano/a, amigo/a, empresario/a, empleado/a, parado/a…) que olvidamos quiénes somos realmente. Todos esos papeles en sí mismos llevan aparejados ciertas expectativas previamente inculcadas por nuestra educación y cultura, y mantenidas por nuestro sistema de creencias. Esto es como si tuviéramos instalados de serie en nuestra computadora mental algunos programas autoejecutables, que se ponen en marcha según vamos adquiriendo ciertos roles en nuestra vida. Algunos son instintivos, pues van incorporados a nuestros genes, como hacer todo lo necesario para alimentar y proteger a los nuestros; otros responden a expectativas sociales, forma parte de la misión de ser buenos padres trabajar muchas horas con el fin de obtener mayores ingresos para aumentar el bienestar de nuestra familia y ofrecerles la mejor educación a nuestros hijos. Pero verdaderamente ¿lo hacemos siguiendo los deseos que nos dicta nuestro corazón? A veces el precio que pagamos por obtener cierto estilo de vida es muy


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alto. Y ¿qué ocurre cuando todo aquello que alcanzamos no consigue calmar nuestros anhelos más profundos? Entonces es probable que no lo hayas logrado haciendo lo que has venido a hacer a este mundo, porque no hayas identificado correctamente tu misión. Nos daremos cuenta de ello si a pesar de lograr nuestros propósitos no somos capaces de disfrutar de ellos, o si incluso los rechazamos boicoteándolos inconscientemente porque no es lo que estamos persiguiendo. Si consideramos el resultado a nuestro esfuerzo como una obligación cumplida, pensando que no hemos hecho nada más que asumir nuestra responsabilidad, mejor sería replantearnos los caminos que hemos elegido para satisfacer nuestras necesidades de supervivencia.

Un bonito ejemplo de encontrar la misión desde el talento es el de Maruja Esperante, actriz, productora, escritora y mamá, que encontró su misión en educar a los niños fomentando la lectura mediante el teatro, sintiéndose parte de un proyecto educativo, y escribiendo cuentos infantiles que inculquen valores. Cuando empezó conmigo su proceso de coaching, Maruja tenía la sensación que todo lo que hacía era un hobby por el simple hecho de que no le reportaba ingresos continuos, y se sentía en conflicto porque el tiempo que le dedicaba a su vocación era solo el que tenía libre. Cuando definió su misión con claridad se dio cuenta de la importancia de su proyecto, así que elaboró un plan de negocio para su productora de teatro escolar, que hoy compagina colaborando con sus cuentos en una revista digital, y presentando sus obras a importantes concursos literarios. Su propósito es ser una contadora de historias con mensaje, para ayudar a las personas a crecer a través del arte.

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Definir tu escala de valores fundamentales es el primer paso para descubrir tu propósito vital. A veces, ni siquiera nos damos cuenta de la importancia que tiene para nosotros aquello que tenemos, hasta que ocurre algo y lo perdemos; entonces es cuando valoramos lo que teníamos. Con frecuencia, damos por sentado que siempre conservaremos las cosas que conseguimos o que nos son dadas por derecho de nacimiento. Sin embargo en cualquier momento podemos perder los ingresos, los bienes materiales, la salud, a un ser querido, a tu pareja o incluso la propia vida. En ese momento de pérdida es cuando crece en tu interior un vacío que anhelas llenar de nuevo. Las cosas que nos importan pueden ser muy dispares y diversas, pero es muy probable que en el fondo tengan mucho en común y que se parezcan en gran medida a lo que la mayoría de las personas queremos, sobre todo en una misma cultura. Seguramente todas esas cosas que te importan y por las que luchas en la vida sean vehículos para alcanzar algunos valores como la alegría, la salud, la libertad o el amor, entre otros.

La paradoja es que, sin darnos cuenta, hacemos más por evitar lo que no queremos tener que por conseguir lo que sí deseamos en nuestras vidas. Esto responde al instinto natural de evitar el dolor, que hace que nos enfoquemos en el miedo a la pérdida. Aunque pueda parecer lo mismo, es diferente sentir dolor por la pérdida que sufrir, lo primero es inevitable y por tanto necesario para nuestra evolución; sin embargo el sufrimiento es opcional, pues supone quedarse atrapado/a en el victimismo. Se puede ser feliz a pesar del dolor, pero no a pesar del sufrimiento. La clave está en agradecer lo que tienes en lugar de lamentarte por lo que no tienes o has perdido. Si ahorras tu dinero con miedo a perderlo, o si desconfías de tu pareja porque te atemoriza que te abandone, o te obsesionas con padecer alguna enfermedad porque te horroriza perder tu salud, ¿en qué te estás enfocando?

Igual que un niño alegre no se imagina vivir sin alegría porque la encuentra en todo lo que hace, podemos hallar lo


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que nos importa en nuestra vida si nuestros pensamientos, sentimientos y actos están marcados por nuestros valores más profundos, y no por nuestros grandes temores. Es preferible orientar tus esfuerzos a mantener y mejorar todo aquello que ya tienes y te gusta, y además hacer lo necesario para procurarte lo que deseas, es ahí donde está tu propósito particular. Esto es vivir con coherencia, siendo uno/a mismo/a. Si te importa el respeto y vives respetando, encontrarás respeto; si te importa la amistad y cuidas las relaciones personales hallarás amigos/as; si te importa el trabajo y te esfuerzas con constancia recibirás la recompensa; si te gusta el trabajo en equipo y procuras ayudar a los demás encontrarás compañerismo. ¿Sabes lo que te importa de veras? ¿Qué haces cada día por las cosas que de verdad te importan? Para sentirte libre y tener éxito has de realizar tu propósito, tu propia misión. Explorando en tu interior, analizando tus comportamientos, escuchando tus emociones, liberando tu creatividad, y conectando con tu energía podrás encontrar tu propia misión. Cuando sientas esa misión como tu propósito vital y tengas la visión de ti mismo/a haciéndola realidad, harás de tus talentos y fortalezas lo que te hacen único/a y auténtico/a, y encontrarás la motivación necesaria y suficiente para llegar a donde te propongas, donde están los sueños que te emocionan. Sólo si sirves a tu propio propósito podrás guiar e inspirar a los demás.

“Explorando en tu interior, ana-lizando tus comportamientos, escuchando tus emociones, liberando tu creatividad, y

conectando con tu energía po- drás encontrar tu propia misión.”

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DEFINE TUS SUEÑOS, ¿CUÁL ES EL FINAL DE TU PELÍCULA?

Un gran sueño llega a nuestra vida sin apenas percibirlo, nace y se desarrolla en nuestro interior, nos transforma poco a poco y se adueña de nuestro ser. Puede volverse tan poderoso que domine nuestros actos, de tal forma que se convierta en nuestro propósito de vida, en nuestra forma de vivir. Si tu sueño te domina es difícil que puedas vivir de espaldas a él, porque estarías negando tu esencia. Para ser coherente contigo mismo/a y hacer realidad tus sueños, seguramente tendrás que hacer grandes cambios en tu día a día. Quizás dejarás de salir tan a menudo a divertirte, o dedicarás menos tiempo a ver la televisión o a hablar por teléfono o a navegar por internet… porque un impulso interno te empujará a hacer aquello que te lleva hacia tu objetivo. Definirás tus prioridades, tendrás siempre un buen motivo para escabullirte de las cosas superfluas, y muchos te preguntarán que qué mosca te ha picado. Si dejas que tu sueño se apodere de ti, es posible que te conviertas en un bicho raro y que nadie te comprenda. Sin embargo, obtendrás un poder sobrenatural que te permitirá acometer hazañas inverosímiles. Te sorprenderás de lo que eres capaz de hacer. Al principio, tendrás que aprender a encauzar tus energías y necesitarás desarrollar nuevas habilidades. Todo héroe necesita entrenamiento. Pero si perseveras y no te rindes ante los primeros tropiezos te harás más fuerte y audaz. Tu sueño te guiará, te ilusionará, te potenciará, te convertirá en la persona que siempre has querido ser.

Los verdaderos sueños son los que nos mantienen en el presente de forma genuina, porque hacen que nuestra vida hoy tenga sentido. Si tu sueño no te levanta de la cama cada día, cámbialo porque no es lo suficientemente poderoso como para emocionarte y moverte a la acción. Si tu sueño parece lejano, no abandones y renueva tus fuerzas. Si ya lo has cumplido, sigue soñando. Nunca dejes de soñar. Recuperar la ilusión de soñar es recuperarte a ti mismo/a, significa darte el poder de elegir tu vida, de


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decidir cómo vivirla. Soñar es tener esperanza, es aspirar a la libertad, es la forma de contactar con tu fuerza interior y liberar tu ser. Es librarte de las limitaciones que tú te has impuesto o que otros te han marcado, es encontrar la felicidad de ser tú mismo/a. Es sentir la alegría de vivir. Cuando persigues un sueño suficientemente poderoso no importa lo arduo que sea el camino. Si te mantienes firme en el propósito que lo alimenta, podrás ser capaz de superar los peores obstáculos. Con tu misión en mente hallarás las fuerzas necesarias para alcanzar tu sueño. El camino hacia los sueños no suele ser en línea recta. A veces nuestro sueño pareciera alejarse a medida que avanzamos hacia él, hasta incluso podríamos llegar a perderlo de vista, como si apareciera una gran piedra en el camino que nos impidiera continuar y ver la meta. Por eso es clave tener en mente una visión clara de nuestro sueño y tener bien definidos los objetivos que hemos de cumplir para hacerlo realidad. Cada obstáculo solo es una etapa más que superar, un examen necesario para nuestra evolución, que nos fortalece para seguir avanzando y nos entrena para retos mayores. Si te rindes ante la primera dificultad nunca podrás desarrollar todo tu potencial ni ver hasta dónde eres capaz de llegar. El camino hacia nuestros sueños es también un viaje interior, pues a medida que superamos las dificultades y traspasamos barreras, internas y externas, nos vamos liberando de los miedos que nos dominan y aprendemos a vivir con confianza. Quien no sueña vive esclavo de sus miedos y temores, se impone sus propias cadenas y limitaciones, y merma su autoestima.

Detrás de un sueño siempre se esconde el deseo de mejorar tu vida. Puede que sea formar una pareja o darle un hogar digno a tu familia, o bien tener una vida de lujos o vivir tranquilamente cerca del mar o la montaña, quizás

viajar por el mundo o al espacio, pilotar o navegar, convertirte en una

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estrella o prosperar en tu trabajo, a lo mejor dirigir tu propio negocio o bien no tener obligaciones ni responsabilidades, incluso montar una ONG o escalar una montaña, hacer un descubrimiento científico o tecnológico, escribir un libro, tocar un instrumento o practicar tu deporte favorito… ¡Hay tantos sueños y tan diferentes como personas! Aunque todos tienen algo en común: la necesidad de ser compartidos con alguien. Cuando inicias el viaje hacia tu sueño encontrarás gente que te apoye y que te acompañe, pero también encontrarás quien te anime a abandonar. Seguramente te dirán que es imposible, que te falta esto o aquello, y te aconsejarán que lo olvides y que aprendas a vivir con lo que eres y tienes. Esas personas seguramente hablan así porque ya han desistido de perseguir su sueño, quizás no hicieron todo lo posible para lograrlo, o no tuvieron el valor suficiente para levantarse cuando tropezaron, o perdieron la motivación cuando alguien les desanimó. Soñar es algo natural en el ser humano y es lo que nos hace diferentes de los animales, sin embargo, muchas parejas se rompen porque no se tomaron el trabajo de conocer los sueños del otro/a, y entran en conflicto porque incluso pueden llegar a convertirse el uno en la pesadilla del otro. No permitas que nadie le corte las alas a tus sueños.

Coté Soler es un actor y productor teatral cuya misión es producir obras de teatro de gran calidad con profesionales y actores de primera plana y que sean un éxito de taquilla. Lo que ya ha conseguido en varias ocasiones, a pesar de la creencia generalizada de que el arte auténtico no es rentable. De joven se desplazó a Madrid desde su Galicia natal persiguiendo el sueño de ser actor, pronto se dio cuenta de que no se conformaba con solo ser parte de la obra, sino que buscaba algo más, quería participar de todos los detalles de la puesta en escena para garantizar que no solo se consiguiera gustar al público, sino


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también hacer negocio, es decir, rentabilizar la inversión de los socios. Su lema es que el arte puede y debe mantenerse a sí mismo. De hecho, inició un proceso de coaching conmigo con el objetivo de desarrollar habilidades de liderazgo e inteligencia emocional para profesionalizar el trabajo de su empresa productora, incluso me contrató para acompañar a su directora de producción durante la fase de negociación y creación del equipo. En el mundo artístico los equipos de trabajo se crean puntualmente para cada producción y están sometidos a una gran presión, por lo que las emociones están a flor de piel, así que saber resolver los conflictos es clave para no llevarlo todo al terreno de lo personal. En su último estreno, tanto los problemas internos como la crisis económica amenazaban con convertir su último sueño en pesadilla, pero su espíritu emprendedor, su liderazgo y visión hizo que capitaneara la situación con éxito. Hoy es una de los productores más prometedores de la escena española, que sin duda va a revolucionar el mundo artístico porque sus sueños cada vez son más grandes.

Mientras soñamos la vida es bella. Este es el mensaje de la impactante película que tiene ese título “La vida es bella”, de Roberto Benigni, que nos muestra cómo los sueños mantienen nuestra ilusión y nuestra esperanza, y son el combustible de nuestra pasión y entusiasmo, incluso en medio de la tragedia. La historia es la experiencia real del padre de Benigni y está basada en el libro “Al final derroté a Hitler”, de R. Salmoni. Aquel que ante la adversidad deja de soñar reduce sus posibilidades de ganar la batalla, sea cual sea su adversario, y tristemente dejamos de soñar a una edad temprana. Durante la infancia nos damos cuenta

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de cómo los adultos renuncian fácilmente a sus sueños, por miles de motivos y escusas, y nos percatamos de cómo rápidamente se conforman con una vida mediocre, porque medio creen en sí mismos/as. Es como aprendemos que el conformismo aparentemente es la mejor forma de evitar la frustración. Aún así nos resistimos a dejar de soñar y de jóvenes seguimos soñando. Y como la juventud no entiende de paciencia, nos apresuramos en frustramos al no alcanzar nuestros sueños de inmediato. Entonces aprendemos que es preferible tener la cabeza sobre los hombros, y los pies sobre la tierra (“ya te lo había dicho yo”). Pensamos que el soñador es un loco, que perseguir sueños es una pérdida de tiempo. Y así es como cortamos las alas a nuestros deseos, y nos sumergimos en nuestra zona de confort. Y eso es lo que les enseñamos a nuestros hijos, y lo que aprenden en el colegio.

Un gran sueño es aquel que nace de un buen propósito. Cuando tu sueño responde a un “para qué” tu vida cobra una nueva dimensión, pues tus acciones están guiadas por tus valores fundamentales. El poder de sus sueños hace grande al hombre. Atrévete a soñar en grande y a luchar por cumplir tus sueños. Los grandes sueños implican grandes retos que requieren de toda nuestra energía para superarlos. No abandones. Si tu sueño es consistente y tú eres persistente en él, descubrirás dentro de ti todo el poder que necesitas para hacerlo realidad. Activa tu sueño, y mantenlo vivo. Identifica lo que quieres realmente y visualízate convirtiéndote en lo que quieres ser, haciendo lo que quieres hacer, teniendo lo que quieres tener y con quien quieres estar. Escríbelo detalladamente y haz algo que te acerque a ello cada día. ¿Ya tienes tu sueño? Ahora solo te falta un plan para hacerlo realidad. El camino al éxito no es un camino fácil. Lo más probable es que resulte más complicado de lo que te imaginas a priori. Para emprenderlo nunca se está lo suficientemente preparado, ni se tiene la experiencia necesaria para sortear todos los obstáculos que aparecerán. Tropezarás cientos de veces,


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por eso es bueno contar con el apoyo de un coach o un mentor para tener una guía de ayuda o manual básico, una hoja de ruta que te indique cuáles son los pasos que hay que dar. En realidad esos pasos son muy sencillos, y la clave está en perseverar una y otra vez, una y otra vez. Empieza con el primer paso y después da el siguiente, y luego el siguiente, y el siguiente… Y aunque tengas la sensación de que no avanzas porque sigues tropezando, no desistas, llegará un momento en que al mirar atrás verás que otros siguen las huellas que has ido dejando en tu recorrido.

DESEMPOLvA TUS TALENTOS, ¿QUÉ TE APASIONA?

Como no somos conscientes de nuestros talentos ignoramos nuestro potencial y con frecuencia creemos que no podemos conseguir todo lo que queremos. Seguramente te dijeron en más de una ocasión: “no puedes tener todo lo que pides” o “deja de fantasear y pon los pies en la tierra”. Este tipo de afirmaciones nos limitan, y aunque es probable que te hayan ayudado en algún aspecto de tu educación como persona, ayudándote a controlar tus caprichos o tus impulsos, se convierten en una voz que te persigue a cada paso que das, haciéndote dudar e incitándote a abandonar. Cuestiónate todas tus creencias limitantes, aquellas que se han formado en algún momento de tu vida por alguna conclusión a la que llegaste, tras un análisis de la realidad

“Cuando tu sueño responde a un “para qué” tu vida cobra una nueva dimensión, pues tus ac-ciones están guiadas por tus

valores fundamentales.”

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que seguramente estaba sesgado, pues la gran mayoría se han formado durante nuestra infancia o las hemos escuchado en casa o en el colegio y las hemos tomado como verdades absolutas. Renueva las creencias que te potencian, son las que te darán el impulso que necesitas, la palmadita en la espalda. Todo lo que necesitas para conquistar tus objetivos está dentro de ti. Busca la fuerza para seguir luchando en tu interior y apóyate en quienes creen en ti. Evita las personas negativas y rodéate de gente positiva que trabaje por su éxito y te anime a ti a conseguir el tuyo. Escucha los testimonios de aquellos que hicieron realidad sus sueños, te servirán de ejemplo y de fuente de inspiración.

Hay personas que sin sufrir barreras físicas ni condiciones de vida adversas, se quedan paralizadas en sus prisiones de creencias y mueren en vida. Estas personas anulan su creatividad y viven conformadas con el tipo de vida que llevan, sin salir de su zona de confort, por muy incómoda que ésta sea. Piensan que soñar es cursi o es de locos, y aunque se quejan de su mala suerte, no hacen nada para cambiarla, ya que se creen víctimas de sus propias circunstancias. En general, son presa fácil de la apatía, la desgana y el abandono. Este tipo de gente anda perdida, sin un rumbo fijo, la reconocerás porque cambia fácilmente de objetivo o porque no tiene ninguno. Sin embargo, hay otras personas que vencen todo tipo de situaciones y dificultades y luchan por sus ideales mientras viven por su propósito, o mueren en el intento. No se conforman y toman las riendas de su vida. Estas personas no se rinden ante la primera dificultad, mantienen el rumbo fijo y son capaces de modificar y reajustar su plan de acción cuando es necesario, pues no pierden de vista su meta. Son personas firmes y determinadas, que combinan pasión y ambición, y que actúan con constancia y perseverancia. También son conscientes de que no llegarán solos a su destino, pues es más fácil ir acompañado/a de quien comparte tus mismos sueños. ¿En qué grupo de personas estás?


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Todas las personas tenemos los recursos necesarios para alcanzar nuestros sueños. Esos recursos naturales no dan sus frutos por si solos, primero hay que descubrirlos, segundo hay que cultivarlos y tercero hay que potenciarlos. La mayoría de la gente tiene ocultos sus talentos y se pasa la vida ignorando que los tiene, y lo que es peor, lamentándose de su suerte, incluso envidiando a quienes hacen buen uso de ellos. Conocerte a ti mismo/a es la clave para desarrollar al máximo tus capacidades innatas. Nuestros talentos necesitan de nuestra creatividad para ser descubiertos y aprovechados, sin embargo el sistema educativo y el paradigma social y cultural en que vivimos nos han castrado en ese sentido. Hemos sido educados/as bajo los parámetros de producción de la era industrial para ser todos/as iguales, para querer lo mismo, para realizar las mismas tareas, para pensar del mismo modo, porque el sistema educativo actual nació con la finalidad de producir trabajadores “en serie” para abastecer a la industria, de crear “clones” para desempeñar diferentes funciones en las fábricas. Pero, mientras el mundo ha cambiado y con él los paradigmas de la economía, y esa industria ya no demanda empleados con la misma intensidad, el sistema educativo sigue lanzando titulados al mundo laboral en busca de empleo. Por eso, gran parte de lo que hemos aprendido en el colegio ya no nos sirve, ya que hoy el mundo necesita profesionales únicos y diferentes, y no empleados encasillados. En la actualidad, la diversidad es la clave del éxito, el capital humano, o sea, el talento de las personas que componen una organización, es su recurso más poderoso, mayor incluso que el capital económico. Así que, tu valía en el mercado laboral ya no es equivalente a la calidad de tu currículum vitae, sino a cómo utilizas tu mejor activo personal, que es tu talento.

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Cada persona es única y tiene algo único que aportar. Cada cual reúne su propia experiencia, tiene sus propios recursos, valores y prioridades. Cada hombre o mujer tiene su seña de identidad. Aunque dos personas caminen de la mano por el mismo sendero, cada cual recorre un camino diferente. A pesar de recibir educación similar o vivir experiencias semejantes, cada individuo desarrolla talentos exclusivos. Sin embargo, en un mundo en el que se valora la “normalidad” (por no decir mediocridad) por encima de lo extraordinario, los individuos olvidan sus dones naturales, a favor de desarrollar aquellas competencias que aparentemente ensalza la sociedad. Así, terminamos confundiendo conocimiento con formación técnica y cualificada, y cuantos más títulos poseemos y mayor categoría profesional alcanzamos mejores nos creemos y más creemos merecer (sin desmerecer la formación y los méritos profesionales). Confundimos quienes somos con lo que hacemos para ganarnos la vida, y erróneamente decimos ser aquello a lo que nos dedicamos (soy funcionario, abogado, comercial, informático…), pero ¿verdaderamente nuestra ocupación profesional nos permite ensalzar y mejorar aquello que somos y que nos caracteriza?, ¿nos da la oportunidad de realizarnos como personas y potenciar nuestros talentos?

Carlos Rubén, un joven de 16 años, me escribió para pedirme ayuda pues se encontraba en una encrucijada, su pasión es la música, pero estudia Administración Marítima según dice “con el fin de poder tener un sustento el día de mañana para su familia y tener dinero para afrontar los problemas de la vida”.

Cuando vivimos para convertirnos en aquello que creemos que debemos ser, obviando lo que en verdad somos y podemos llegar a ser, estamos faltando a nuestra integridad personal y entramos en conflicto con nuestro sistema de valores. Entonces un buen día descubrimos que no somos


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felices, sin saber muy bien por qué, y nos preguntamos qué es lo que nos falta para alcanzar la felicidad. ¡Nos falta conectar con nuestra esencia! Recupera tu voz interior, escúchala y déjate guiar por ella. Piensa qué te hace diferente y qué es lo que te convierte en único/a. ¿Qué es lo que en realidad te gusta hacer? ¿Podrías hacerlo mejor que nadie? ¿Qué tendrías que cambiar para hacerlo mejor? ¿Podrías ganar dinero haciéndolo? Pon tus talentos a producir, en lugar de tu tiempo, ya que si dedicas tu vida a trabajar en vez de potenciar tu creatividad, y si tu profesión no te satisface, estás malgastando tu capacidad innata para prosperar. Todos/as nacemos con unos recursos innatos, que son nuestra riqueza, nuestra materia prima; éstos son el tiempo, la salud y el talento. Y para desarrollar este último hemos de usar nuestra creatividad, nuestra capacidad de crear, lo que significa poner nuestro sello, dejar nuestra huella en lo que hacemos.

Cuando de niña cayó en mis manos “La vida es sueño” de Calderón de la Barca, me di cuenta del poder que tiene la literatura de emocionar y de inspirar a las personas y supe que eso era lo que yo quería hacer. Pero en el momento de mi divorcio me di cuenta de que había dedicado mi vida entera a mi familia y a ayudar a mi pareja a cumplir sus sueños. Descubrí que yo ya no tenía sueños porque hacía tiempo que había abandonado todo lo que me gustaba hacer, ya que consideraba que mi obligación era ser productiva, participar activamente de los negocios propios compaginándolo con el cuidado de mis hijos. Incluso tras incorporarme a la empresa familiar decidí estudiar un postgrado en Dirección y Administración de Empresas porque consideraba que así aportaría más valor en mi trabajo, a la vez que me quitaba la espinita que se me quedó clavada por no terminar mi carrera universitaria.

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Estaba donde estaba porque creía que era donde debía estar, pero no dónde quería estar. Y aunque la vida en ese momento me dio la oportunidad de reinventarme al tenerme que replantear mi futuro, mi sistema de creencias me llevaron a permanecer haciendo lo que siempre había hecho. Hace un par de años conecté con mi talento como escritora y decidí incorporarme a un curso de creación literaria, y desde entonces escribo un cuento o relato corto a la semana, con lo que alimento cada día mi sueño de llegar a escribir novelas y teatro a través de las cuales elevar la consciencia social.

Tu talento tiene que ver con tu proyecto de vida, y es tu herramienta más poderosa para que puedas cumplir con la misión que has venido a realizar a este mundo. Y si no atiendes esta parte de ti y multiplicas tu riqueza interna, estarás enterrando los dones que Dios te ha regalado. Si consigues poner a trabajar tu talento para ti, no solo serás más feliz, sino también más eficaz. No importa cuál sea tu forma de ganarte la vida, en todo aquello que haces puedes poner tu talento si empleas tu creatividad. Para conectar con ese don natural que te hace una persona única e irrepetible y que te da el poder para crear la vida que quieres vivir, tienes que desempolvar tus viejas ilusiones y tus hobbies olvidados.

Seguramente te asaltarán miles de dudas, has de sacar todas tus armas para combatir tus miedos y recuperar la fe y la esperanza, y tener confianza en tus posibilidades y en tus capacidades. Tienes un poder mayor del que te crees, lo que ocurre es que aún no lo has desarrollado. Solo necesitas sentir que puedes alcanzar lo que te propones y hacerlo. Y si pones tu talento individual al servicio de los demás, entonces tu poder se multiplicará y tu vida será más satisfactoria.


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COMPROMÉTETE, INTERPRETA TU MEJOR PAPEL

¿Aquello que haces y/o eres es lo que quieres hacer y/o ser? Cuando tienes que hacer algo que no te gusta hacer y lo haces porque lo tienes que hacer ¿cómo lo haces?, ¿cómo te sientes? En ocasiones nos planteamos hacer ciertas tareas y objetivos que son poco motivadores para nosotros/as por lo que se convierten en una obligación y en una carga. Son los “debería”: “debería hacer esto, debería hacer aquello, debería ser de tal forma…” Estos pensamientos nos llevan a tener comportamientos limitantes exentos de motivación, por lo que aplazamos estas obligaciones y entramos en el ciclo del fracaso o círculo vicioso de la postergación de la acción: como no hay motivación no lo hago, como no lo hago me siento culpable, como me siento culpable me obligo a hacerlo, como me obligo pierdo la motivación y entonces no lo hago… Al no hacerlo se produce la ruptura del compromiso, bien sea con nosotros/as mismo/as o con los demás, lo que nos lleva a:

• perder credibilidad• eliminar la confianza• dar mala imagen• deteriorar las relaciones• crear confusión• falta de claridad de metas

“Si consigues poner a trabajar tu ta-lento para ti, no solo serás más feliz,

sino también más eficaz.”

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• gastar energía• nos baja la autoestima.

¿Y cómo salir de esta situación? Pues generando un auténtico compromiso con nuestros sueños y propósitos. Para comprometerse hay que querer hacer/ser aquello que nos hemos propuesto hacer/ser. Entonces entramos en el ciclo del éxito o círculo virtuoso de la motivación al cambio: asumimos la responsabilidad y llevamos a cabo la acción, entonces obtenemos unos resultados que nos hacen tomar conciencia de nuestras capacidades, esto genera autocreencia y eleva nuestra autoestima y nos motiva a ser responsables con nuestro compromiso y a seguir en la acción.

No postergues más tu éxito, es hora de matricularte en aquellas materias que te hagan llegar a tu objetivo final, que te ayuden a cumplir tu propósito. En definitiva, la vida es un continuo aprendizaje, es la mejor escuela, que nos enseña a ser mejores personas. Haz una lista de todas las asignaturas que quieres estudiar y aprobar en tu vida, y piensa en cuáles te conformas con un suficiente y en cuáles quieres destacar. Decide si el trabajo que tienes es un medio para lograr lo que quieres, o es un impedimento para realizarte como persona. Si te importa tu familia, plantéate qué hacer para disfrutar de ella. Si necesitas más tiempo para ti, busca la forma de conseguirlo. Encuentra la coherencia en tu vida y sé fiel a tus sueños. Como persona libre eres capaz de proporcionarte todo lo que necesitas, tan solo tienes que recuperar el control sobre tu vida y tomar el poder que te has dejado arrebatar sin darte cuenta. Emprende la carrera del éxito, pero solo si abres tu corazón y tu mente podrás ver las oportunidades que ante ti se presentan. Mira a tu alrededor y escucha, de alguna forma te llegarán las señales que buscas. ¿Estás atento/a? Matricúlate en la vida. Pero para obtener buenas calificaciones, no es suficiente con matricularte, sino que has de comprometerte en cuatro áreas fundamentales:


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EL COMPROMISO CON TUS SUEÑOS:

Si no defines qué es exactamente aquello que quieres lograr en tu vida, tanto a nivel personal, como material o espiritual, lo más seguro es que te comprometas con el sueño de otro, bien sea tu jefe, tu pareja, o incluso tus padres. Comprometerte con tus sueños significa comprometerte contigo mismo/a, con tus anhelos más profundos, con tus valores fundamentales, hacerte la promesa de que vas a poner la acción correcta y consistente para acercarte a ellos, sin importar lo difícil que resulte. Si por el contrario no pones en marcha un plan de acción para alcanzar tus sueños, éstos cada vez se alejarán más, hasta que un buen día te darás cuenta de que los has perdido de vista. Comprometerte con tus sueños requiere que des tres pasos, en los que profundizaremos más adelante:

1. visualiza tus sueños. Haz el ejercicio cada día de imaginar que ya has cumplido tus sueños, siente lo que sentirías, escucha lo que oirías, toca lo que tocarías, huele lo que olerías... Todo se crea dos veces, primero en la mente y luego en la realidad, por tanto aquello que imaginas se materializa.

2. Convierte tus sueños en objetivos “smart” (inteligente en inglés). Esto es definirlos de manera específica (s) y medible (m), acordarlos (a) con quienes corresponda si es necesario contar con alguien para realizarlos, y ponerles fecha en un plazo realista (r) de tiempo (t).

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3. Diseña un plan de acción para hacer tus sueños realidad. Sin acción los sueños se quedan en mera fantasía, para perseguirlos deberás acometer acciones distintas a las que has hecho hasta hora, esto requiere que salgas de tu zona de confort e incorpores nuevos hábitos en tu vida. Nadie planea fracasar, pero quienes fracasaron nunca tuvieron un plan.

EL COMPROMISO CON TU MISIÓN EN LA vIDA:

Descubrir el para qué hemos venido a este mundo es de vital importancia para darle sentido a nuestra existencia. A veces, confundimos el camino con el destino y pensamos que hemos llegado a este mundo a sufrir. La felicidad la vamos a encontrar en nuestro interior mientras cumplimos con nuestra misión, visualizando nuestros sueños cada día. Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana, y es imprescindible para nuestra evolución que conectemos con aquello que hemos venido a hacer en nuestro camino hacia la plenitud.. Si aún no te has comprometido con tu misión en la vida, quizás es porque aún no has descubierto tus talentos, tus dones únicos, lo que te hace especial, diferente, tu sello distintivo. Tu mundo exterior es un reflejo de tu mundo interior. Hemos venido a esta vida a ser felices, y eso se consigue no tanto cuando tienes experiencias placenteras y emociones positivas, sino cuando vives acorde a tu misión, cuando desarrollas


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y potencias tus talentos y los compartes con los demás. Comprometerte con tu misión requiere crear tu realidad, construir tu futuro edificando el puente que te lleva a él desde el presente.

¿Qué es aquello que quieres ser, hacer y tener? ¿Qué sabes hacer de forma especial? ¿Cómo te gustaría ser recordado/a?

Tu misión te conecta con tu creatividad, porque el propósito de la vida es crear. Si quieres cumplir tu misión, tienes que comprometerte y tener fe. Sin un compromiso firme con aquello que deseas, y sin confianza en Dios y en ti mismo/a, seguramente te será muy difícil superar los obstáculos que te encuentres por el camino. La motivación para alcanzar tus metas depende de ti, de las ganas que tengas de cumplir tu sueño y vivir mejor. Por eso necesitas un motivo que te lleve a la acción. Y cuando ese motivo incluye a otras personas y te trasciende adquiere una fuerza sobrenatural.

EL COMPROMISO CON TU GENTE:

Si ya has renovado el compromiso con tus sueños y con tu misión en esta vida, ahora ha llegado el momento de comprometerte con tu gente. No estamos solos, recorremos el camino acompañados/as de nuestra familia, pareja, amigos/as, colegas o compañeros/as de trabajo… Seguramente ellos/as puedan darte el impulso que necesitas, o ayudarte a alcanzar lo que te propones. Cuéntales cuáles son tus metas, tus intenciones, tus

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ilusiones… Puede que necesites involucrarles o pedirles colaboración. Además, la mejor forma de comprometerte de verdad con tus objetivos es compartirlos y declararlos en voz alta, eso te da la credibilidad que necesitas ante ti mismo/a y ante los demás. Las personas somos capaces de hacer grandes cosas por no fallar a nuestros seres queridos. Prueba a mirar a tus hijos a los ojos haciéndoles una promesa, o a tu pareja. Si tu compromiso es sincero seguramente será apoyado y correspondido. Cuando trabajas en equipo, siempre y cuando los valores estén alineados, todo es dar y recibir. La fuerza del trabajo en equipo reside en parte en compartir un objetivo, cuando el destino es común se crean entre las personas sinergias que son capaces de mover montañas. El liderazgo consiste en servir a los demás, inspirar una visión común y ser ejemplo de entrega y dedicación. Un buen líder conoce los anhelos de las personas que le siguen y se compromete con ellos, codo a codo, a alcanzar su propósito.

EL COMPROMISO CON TUS INGRESOS:

El sistema educativo tradicional y la forma de pensar de la sociedad nos condiciona como individuos, lo primero lo hace suprimiendo nuestra creatividad para convertirnos en un “producto prefabricado” listo para buscar cierto trabajo con determinada remuneración, y lo segundo inculcándonos una serie de creencias acerca del dinero


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que nos limitan mermando nuestro propio merecimiento y por tanto capando nuestras expectativas de desarrollo. Si te sientes identificado/a con esto y no sabes cómo escapar de esta trampa, debes tomar la responsabilidad de tu vida, y dejar de buscar culpables a tu situación particular. Trabajamos para vivir y no al contrario, y si el trabajo únicamente te permite sobrevivir tienes un problema. A la hora de decidir cómo generar ingresos la mayoría de las personas cometen tres errores de base, que suelen ser nefastos a la larga para su autorealización:

1. El primero es elegir los estudios profesionales únicamente por la salida que dicha profesión pueda tener en el mercado.

2. El segundo es conformarse con un puesto de trabajo solo por la seguridad del ingreso.

3. El tercero es tener una única fuente de ingresos activos, y no generar ingresos pasivos.

Es fácil caer en el conformismo y dejarse llevar por la corriente, pensando que la situación es la que es y que nadie puede hacer nada por cambiarla; dejándose atrapar por el sistema y cayendo en la trampa de pensar que tener un empleo o autoempleo es la única forma que hay de “ganarse la vida”. Afortunadamente, existen otras formas de vivir y generar ingresos, solo tienes que abrir los ojos y cambiar tu mente para aprovechar las oportunidades de la nueva era económica. Esta responsabilidad personal empieza por amar lo que haces, por conectar con tus talentos personales y ponerlos a producir, si no es así, piensa que necesitas un cambio. Tu remuneración económica va a ser proporcional al valor que aportas a la sociedad. Es

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una Ley Universal, lo que das se te devuelve, ya sea bueno o malo. El dinero es una energía, que se mueve solo si solucionas algún problema. Descubre de qué forma esto se conecta con tus sueños y tendrás la clave para el éxito financiero.

“La felicidad la vamos a encontrar en nuestro interior mientras cumplimos con nuestra misión, viviendo nues-

tros sueños cada día.”

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SEGUNDA PARTE:

DIRIGE TU PROYECTO DE vIDA

DEJA TU HUELLA, ¿CUÁL ES TU MARCA?

¿Te imaginas un equipo de fútbol en el que todos sean delanteros? Lo lógico es que cada cual ocupe el lugar donde más destaca y más favorece al resto del equipo. ¿En qué área te gusta jugar a ti? Descubre lo que se te da bien hacer y ofrécele al mundo aquello en lo que eres distinto/a. Para recibir algo a cambio de lo que sabes hacer bien, primero debes dar lo mejor de ti a los demás, esto es la Ley Universal de Dar y Recibir. Y para dar lo mejor de ti es necesario que:

• te conozcas a fondo,• conectes con tus dones naturales,• reflexiones sobre tu propósito vital,• definas tu misión particular,• identifiques tu escala de valores,• tengas clara tu visión de futuro,• construyas tu proyecto de vida,• y elabores tus metas de forma clara y coherente con

tus prioridades.

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¿Te has parado a pensar qué estás dispuesto/a a hacer para alcanzar tus sueños? ¿Cuál es el precio de hacerlo?, ¿y de no hacerlo? ¿Qué puede pasar si no cambias?

En contra de lo que creemos, y a pesar de las resistencias que ponemos, las personas tenemos una increíble capacidad de adaptación al cambio. Si no fuera así la especie humana ya se habría extinguido. Lo que ocurre es que, como consecuencia de ello, nuestra capacidad de acomodarnos también es muy alta. Así, poco a poco nos vamos acostumbrando a vivir con menos de todo: menos tiempo para estar con los amigos, con la pareja o la familia y para dedicarlo a nosotros/as mismos/as o a nuestros hobbies; menos dinero para llegar a fin de mes, para comprar las cosas que queremos, para viajar, para disfrutar de nuestro ocio; menos reconocimiento por lo que hacemos en el trabajo, por nuestro esfuerzo con la casa y sacrificio con la familia, y como consecuencia de todo ello menos autoestima y menos sueños que perseguir. Llegamos incluso a pensar que la vida es así, que es mejor conformarse antes que vivir en la incertidumbre y frustrarse por perseguir metas inalcanzables.

Si evitamos salir de nuestra área cómoda y enfrentarnos al cambio es por miedo al fracaso o al rechazo o al ridículo, y nos estamos perdiendo la oportunidad de mejorar, confiando en las posibilidades que nos ofrece la vida y en nuestras propias capacidades para superarnos y solventar los problemas. Cualquier experiencia que vivimos conlleva un gran aprendizaje, y una vez que lo integras en tu vida estás preparado/a para pasar al siguiente nivel. Tus vivencias hacen quien eres, las habilidades que has necesitado desarrollar para superar los retos a los que te has enfrentado en tu vida han configurado tu forma de ser y determinado tu actitud o postura ante la vida. Ciertas circunstancias han podido llevarte a ser más


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o menos generoso/a, más o menos desconfiado/a, o más o menos sociable, etcétera, pero que no hayas desarrollado alguna cualidad no significa que no la tengas, ya que todos/as tenemos todos los rasgos humanos en potencia, tantos los buenos como los malos. Lo que ocurre es que nos vamos haciendo personas por el camino, es decir, con el paso del tiempo, según vamos madurando vamos adquiriendo cierta personalidad, que es la mezcla de todas las virtudes y todos los defectos en la proporción que cada cual hemos necesitado para desenvolvernos en la vida. Pero eso no significa que no podamos cambiar si lo deseamos y convertirnos en la persona que queremos ser a partir de ahora. Para saber en qué aspectos necesitas mejorar es conveniente hacer una lista de fortalezas y de debilidades. Las fortalezas son las cualidades de nuestro carácter que nos ayudan a cumplir con nuestra misión, las habilidades sociales que nos benefician en el trato con los demás, o las actitudes que nos impulsan a realizar nuestros objetivos; y las debilidades son aquellos rasgos de nuestra personalidad que nos dificultan avanzar y nos generan conflictos personales. Cuando tengas esto claro piensa cómo puedes transformar cada debilidad en una fortaleza, solo así serás capaz de alcanzar la excelencia y ser ejemplo para que otros te sigan en tu camino. Para inspirar y motivar a otros/as, primero has de ejercer el auto-liderazgo, que es la habilidad de guiarte a ti mismo/a, conociéndote y potenciándote.

¿De dónde vienen tus miedos? ¿Cómo superarlos? ¿Cuáles son las ideas, prejuicios y creencias que te limitan? ¿Qué cosas te bloquean? ¿Cómo puedes potenciar tus habilidades?

Es instintivo al ser humano querer dejar un legado, hacer una contribución a la humanidad, dejar nuestra huella para la inmortalidad. Lo que ocurre es que apenas nos planteamos que algún día vamos a morir, por lo que ni siquiera pensamos en cómo queremos ser recordados/as. Vivimos como si tuviéramos toda la eternidad para cumplir

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con nuestra misión, y ciertamente no es así, cualquier día puede ser el último ¿y si fuera hoy el último día de tu vida?, ¿qué te gustaría hacer o decir?, ¿con quién o a quién? Hacerse esta pregunta a menudo le da una nueva dimensión a nuestra existencia, tomando consciencia de que estamos en esta vida de paso, y por tanto hemos de contribuir a que el mundo sea un poco mejor porque nosotros/as hayamos existido. Tómate el tiempo de pensar si estás aportando algo de valor a los demás, a tu comunidad, a tu familia, a tu profesión. Y si no es así descubre cómo tú podrías mejorar tu vida para que afectara positivamente la vida de tu entorno o incluso el planeta. Seguro que hay algo que te gustaría hacer, algo que fuera tu sello personal, la marca que quieres imprimir en la memoria de las personas que pasen por tu vida. Esa marca irá ligada a tus valores fundamentales. Piensa en cualquier marca de ropa, de bebida o en tu perfume favorito, ¿qué te transmite? Cualquier marca con la que te identifiques es porque te está hablando de tus valores a través de sus mensajes. Así pues, empieza desde hoy mismo a crear tu marca personal desde tus valores y entonces te convertirás en un imán que atraiga a aquellas personas que comparten tus mismas inquietudes, y juntos/as os sentiréis capaces de cambiar el mundo.

“Para inspirar y motivar a otros, primero has de ejercer el auto-liderazgo, que es la habi-lidad de guiarte a ti mismo/a,

conociéndote y potenciándote.”


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HAZTE OÍR, ¿CÚAL ES TU MENSAJE?

Cada persona tiene un mensaje que transmitir, y aunque no seas consciente de ello, tu vida entera es ese mensaje, pues tus decisiones y prioridades, lo que haces o no haces, dicen cuáles son tus valores fundamentales, aquello que es importante para ti. Ese mensaje nace de aquello que valoras, de lo que buscas en la vida. Por tanto, identifica bien cuáles son esos valores fundamentales, ya que si no estarás valorando aquello que te han inculcado, que no quiero decir que sea erróneo, simplemente que hagas el ejercicio de descubrir si se identifican con tus anhelos más profundos. Por eso es fundamental que seas auténtico/a y te hagas consciente de tu propio mensaje, y que éste sea fruto de tus propias conclusiones y experiencias, y no algo que hayas tomado prestado porque te suene bonito. Si confías en ti, y lo que dices es coherente con lo que sientes y piensas, adelante, ¡habla! Si tienes algo que decir ¡haz tu discurso! Siempre habrá alguien que te escuchará y se enriquecerá con tus palabras. Y si lo que tienes que decir, además puede ayudar a los demás a vivir mejor, habrá quien te siga.

Es probable que después de definir lo que te importa, te identifiques plenamente con los valores de una causa o de un partido o de una organización. Bien sea que defiendas la paz o el planeta, o el derecho a la vida o la libertad de expresión, si tu mensaje no sale de tu corazón no serás capaz de inspirar a nadie. De ahí proviene la integridad personal, la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, porque a veces con la boca decimos una cosa y con nuestros actos decimos otra diferente. No olvidemos que la mejor educación es la que se ejerce con el ejemplo. Para evitar mensajes contradictorios que generen conflictos en tu interior y con tu entorno, has de estar completamente conectado/a con tu propósito de vida, porque solo desde ahí es desde donde podrás descubrir quién eres, y conectar con el corazón de las personas con autenticidad para

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aportar valor a tu vida y a la vida de los demás. Sigue tu intuición, escucha tu voz interior y busca dentro de ti aquello que te importa y díselo al mundo.

Ahora bien, es posible que nuestros valores cambien con el paso del tiempo al igual que cambian nuestras circunstancias, por lo que para construir tu mensaje, aquel que deje huella en los demás, elige solo aquellos valores, entre uno y tres, que de verdad sean lo que buscas y quieres compartir, los que guían tu vida desde lo más hondo. Tu proyecto de vida debe estar en consonancia con ese mensaje, pues la intensidad de la huella que vas a dejar en los demás va a depender de la calidad de tu mensaje. Pero lo más importante es que con tu mensaje seas capaz de generar confianza en los demás, y esto solo es posible cuando todo tu ser transmite lo mismo, sin dudar, con seguridad.

La forma en que caminas, el modo en que te sientas, la expresión de tu rostro, todo ello transmite cómo te sientes. Aunque no digas nada estás comunicando a través del lenguaje corporal. Es imposible no comunicar. El gran secreto de las relaciones es la comunicación. Pensamos que tenemos una relación sentimental y que ésta fluye sin más, o que en el seno de nuestra familia podemos decir todo aquello que se nos pase por la cabeza. A veces preferimos no conversar con nuestra pareja por no discutir, cuando debatir nuestros puntos de vista exponiéndolos con respeto, nos ayuda a aclarar y confeccionar nuestras ideas a la vez que permitimos que el/la otro/a nos entienda, y exprese también su posición, lo que a su vez nos enriquece mutuamente. El debate es bueno, siempre claro está, basándose en el respeto mutuo y en la exposición y no la imposición de ideas. Pasamos la vida sin utilizar el gran poder de las palabras para crear y transformar nuestras realidades. En todas las relaciones humanas, ya sean personales o profesionales, la parte más importante de la comunicación es la escucha. Para una comunicación eficaz es imprescindible aprender a escuchar con interés lo


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que el otro tiene que decir, y fijarse en lo que su lenguaje corporal nos transmite, para entender su estado de ánimo y el marco en el que estamos conversando. Es decir, entender el mensaje desde la perspectiva del otro y no desde nuestra posición.

La comunicación es un baile para dos. La música es nuestro lenguaje corporal y la letra de la canción es nuestro lenguaje verbal. Para bailar con otra persona además de crear el clima apropiado, debemos pedir permiso. Lo mismo en la comunicación, para transmitir eficazmente nuestro mensaje a nuestro interlocutor debemos primero asegurarnos de que nuestro estado de ánimo es el más apropiado para el tipo de conversación que queremos tener y cerciorarnos de que el estado de ánimo de nuestro/a receptor/a es el más adecuado para recibirlo. Como esto último resulta a veces complejo, lo mejor es pedir permiso para entablar dicha conversación. Si es a tu jefe podrías llamar a su puerta y preguntar “¿cuándo podríamos hablar sobre el informe que te entregué la pasada reunión?”. Puede ocurrir que creamos que la persona con la que tenemos un conflicto no está ni estará dispuesta a dialogar, y seguramente sea así. En tal caso también podemos proponer tener una conversación para hablar sobre la dificultad de entendimiento mutuo: “¿qué te parece si hablamos sobre cómo mejorar nuestra comunicación?” En el caso de los teléfonos móviles con frecuencia cometemos actos de intromisión en las vidas de las personas a las que llamamos, lo mejor sería siempre preguntar antes de empezar a decir algo: “¿es buen momento para ti ahora para hablar?”. Podemos también caer en la tentación de contarle a nuestra pareja los problemas de nuestra jornada cuando está escuchando los deportes en el telediario, o nuestros hijos vienen a pedirnos algo cuando estamos leyendo nuestro libro favorito…

El miedo a hablar en público es uno de los miedos más comunes, y superarlo no solo es cuestión de técnica. Afecta a todo tipo de personas, independientemente de su estatus, cultura o formación. El miedo escénico, al igual que otros

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muchos miedos, suele provenir de creencias limitantes originadas muchas veces durante la infancia, y alimentadas por episodios desafortunados o desagradables vividos a lo largo de nuestras vidas. El miedo nos avisa de que nos

enfrentamos a una situación incó-moda; bien porque nos sintamos evaluados/as, o porque no dispon-gamos de recursos para defendernos, o bien porque nos impone nuestro interlocutor o audiencia. Sin em-bargo, es fácil caer presa del miedo si no sabemos manejarlo en nuestro propio beneficio. Hay quien se bloquea en una conversación o ante un auditorio, sintiéndose en una posición de inferioridad porque piensa que su público es de mayor nivel profesional o categoría social.

O al contrario, hay quien habla con arrogancia desde la superioridad. Sin embargo, independientemente del título que ostentes, nadie es más que nadie, por mucho que tu rango o estatus te sitúe en una posición superior a los demás. La humildad y la cercanía son dos virtudes muy necesarias en los grandes oradores, y en general en cualquier conversación y en la relación con los demás. La confianza es la base de la comunicación, y la autoestima es la base de un buen diálogo interior. Así que no te boicotees, no permitas que tu contrincante interno te gane la batalla. Si no crees en ti mismo/a lo suficiente, es seguro que te hablarás de forma poco conveniente, con frases del tipo: “no sirvo para esto”, “no se me da bien hablar en público”, “no soy buen/a comunicador/a”, “van a reírse de mí”, “voy a meter la pata”, etcétera. Con estos pensamientos en tu cabeza es difícil que creas en tus capacidades, e imposible que los demás lo hagan. El lenguaje no solo sirve para comunicar y transmitir mensajes, también crea realidades, por tanto cuida que lo que dices sea lo que quieres para tu vida.


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CREA TU FUTURO, ¿CÚAL ES TU ObRA?

Imagínate que tuvieras el poder de crear cualquier cosa, que pudieras diseñar y construir todo lo que deseas, que aquello que pensaras se hiciera realidad. Supón que no hay límites, ni físicos, ni temporales, ni mentales y por ello cualquier cosa es posible, ¿qué te gustaría tener en tu mente? Pues bien, como nuestras emociones son fruto de nuestros pensamientos, y éstos a la vez son generados por nuestras percepciones, si modificas tu percepción de las circunstancias, cambias tu manera de pensar, y por tanto cambias tu estado emocional y tu forma de actuar, y como consecuencia cambias tu vida. Tal y como percibimos el mundo, así lo creemos y por tanto lo creamos. Todo lo que te ocurre es el resultado de tu actitud, y no al revés. Si sentimos miedo pensaremos que el mundo es amenazador y recibiremos violencia; si sentimos ira pensaremos que el mundo es hostil y recibiremos agresividad; si sentimos rencor pensaremos que el mundo es cruel y recibiremos venganza; si sentimos frustración pensaremos que el mundo es difícil y recibiremos problemas; si sentimos angustia pensaremos que el mundo es amargo y recibiremos dolor… y si sentimos paz pensaremos que el mundo es amable y recibiremos amor. Así pues, si pudieras modificar tus percepciones podrías crear tu realidad. ¿Tienes ahora la vida que quieres?, ¿a todos los niveles?

“Sigue tu intuición, escucha tu voz interior y busca dentro de ti aquello que te importa y díselo al mundo.”

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Todo lo que nos ocurre en la vida tiene mucho que ver con lo que necesitamos aprender o desaprender a un nivel de consciencia muy profundo. ¿Sabes lo que necesitas en lo más hondo de tu ser? Tu mundo exterior es un reflejo de tu mundo interior, y las personas de nuestro entorno nos hacen de espejo para que podamos ver aquellas facetas de nuestra personalidad que no estamos viendo. Aquello que rechazas en los otros, lo que no te gusta de los demás, es aquello que no ves de ti y lo que necesitas superar para evolucionar a una nueva etapa.

Los seres humanos somos creadores por naturaleza, tenemos una parte limitada y humana y otra ilimitada y divina, un lado constructor y otro destructor. La historia de la humanidad está llena de ingeniosos inventos, descubrimientos científicos, grandes obras de arte o ingeniería, majestuosas construcciones, avances tecnológicos, increíbles piezas musicales, literarias... pero también de innumerables guerras y destrucciones. Hemos creado el mundo en que vivimos, con lo bueno y con lo malo. Creamos constantemente situaciones, negocios, relaciones, culturas, conflictos, leyes, soluciones... y todo se crea dos veces, ya que primero se crea en la mente para luego materializarse en la realidad. Podemos crear todo aquello que imaginemos, por tanto si podemos crear nuestras ilusiones y sueños, nuestros objetivos y metas, podemos crear nuestra propia vida.

Tienes el poder de crear la vida que quieres vivir, aunque para ello primero has de convertirte en la persona que quieres ser, es decir, has de pensar y sentir conforme a tu propósito de vida (lo que te propones ser), para después actuar en coherencia con él. Tras este proceso tendrás la posibilidad de tener todo aquello que quieras poseer a nivel material, pero no al revés. Sin embargo, el sistema en que nos educamos y vivimos, nos enseña primero a desear tener, y da por supuesto que todos los individuos de la sociedad quieren las mismas cosas y desean hacer lo mismo. Así es como el sistema limita la creatividad


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individual para convertirnos en consumidores en serie. Es tu responsabilidad personal darte cuenta de esto y decidir si quieres cambiarlo para convertirte en consumidor inteligente.

Nuestro potencial es infinito porque contamos con la ayuda de Dios, todo es posible porque el poder de Dios es ilimitado. Cuando confiamos nos sentimos capaces de todo y apreciamos el beneficio de apostar por nuestro éxito. Sin embargo, cuando dudamos nos sentimos presas del miedo y nos vemos incapaces de actuar. En ese estado, solo percibimos el riesgo y sopesamos la pérdida. Así, según actuemos de una forma u otra, determinamos nuestro destino. Es importante tener en cuenta que para crear la vida que queremos vivir es necesario primero destruir aquello de lo que nos queremos deshacer. Para ello hay que realizar el ejercicio de analizar qué cosas ya no nos sirven, qué creencias nos limitan, y qué nos paraliza. A través de nuestros sentidos creamos nuestras percepciones, y al racionalizarlas en nuestros pensamientos creamos nuestras interpretaciones, y de éstas surgen nuestras emociones y de ahí nuestras acciones y omisiones, lo que hacemos o dejamos de hacer, y esto constituye nuestros hábitos. Son nuestras costumbres, conscientes o inconscientes, las que determinan nuestro destino.

Para cambiar ese destino hemos de cambiar nuestros patrones de pensamiento y aprender a utilizar nuestra creatividad y a canalizarla, eso supone la diferencia entre llegar a ser lo que queremos ser o convertirnos en lo que la vida, a bandazos, nos haga ser. Si estás conectado/a con tu creatividad todo fluye, porque todo sigue un plan según tu misión en la vida (lo que hacer para ser lo que te propones ser), y cuando esa misión se vuelve colectiva y te trasciende, tu existencia cobra sentido. Fluimos con nuestra esencia cuando nos sentimos en armonía con lo que estamos haciendo y cuando conseguimos la inspiración que nos lleva a un estado de máxima creatividad. Entonces surgen esos momentos mágicos en los que alcanzamos la

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excelencia, a la vez que nos sentimos llenos/as de energía. ¿Te gustaría experimentar esta sensación? Ese estado es el que nos permite sacar lo mejor de nosotros/as mismos/as, liberar todo nuestro potencial y obtener resultados excelentes ante los retos a los que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana y en nuestro trabajo. Por supuesto no se trata de obviar la prudencia que con la experiencia y el paso de los años hemos cultivado, y que de tanto nos sirve en algunas ocasiones, ni de abandonar lo que somos. Se trata más bien de redescubrir nuestra personalidad creativa e intrépida, con el gusto por aprender de cada tropiezo, y la atracción por lo desconocido, que nos lleva a ampliar los límites de nuestro conocimiento. A veces también es necesario asumir nuevos riesgos para permitir que nuestra creatividad encuentre soluciones inimaginables o alternativas nunca antes planteadas, lo que también implica una mente abierta y flexible para adaptarse a cada circunstancia con rapidez. Si solo usas tu instinto estarás reaccionando, dejándote llevar por tu mente irracional, sin embargo si usas tu creatividad, estarás construyendo. Elige entre reacción o creación. Explora tu yo más profundo para convertirte en tu mejor obra. ¿Qué es lo que estás creando en tu vida?

Un hombre paseando por una obra preguntó a un obrero: –“¿Qué es lo que hace?” – “Poner ladrillos” respondió el peón. Un poco más adelante hizo la misma pregunta, y el segundo obrero respondió: “construir una Catedral”.


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REINvÉNTATE, ¿TIENES UNA IDEA?

Seguramente has tenido alguna vez la sensación de tener una idea brillante y no saber qué hacer con ella. Nuestra mente puede generar ideas constantemente, para ello solo necesitamos desbloquear nuestra creatividad. ¿Has tenido la impresión de que cuando estás de vacaciones tienes más y mejores ideas?, ¿o quizás cuando te sientes relajado/a en una charla entre amigos, o escuchando la radio, o viendo la televisión?, ¿o cuando estás ilusionado/a por un nuevo proyecto?, ¿o cuándo vas conduciendo o en el metro?, ¿o justo antes de dormirte? Eso ocurre cuando por alguna razón, porque nos relajamos o distraemos, se abre nuestra mente y se potencia nuestra capacidad de crear, entonces parece que lo vemos todo con mucha más claridad, y nuestro pensamiento fluye repleto de nuevas y originales ideas. Pero ¿qué ocurre cuando volvemos a la rutina del día a día? Seguramente esa genial idea se desvanece porque nuestra mente hipercrítica la tacha de estupidez, o peor aún, de utopía.

La sociedad actual está necesitada de ideas, aunque parezca que ya está todo inventado, todavía está todo por hacer en esta nueva era tecnológica. Muchas de las cosas que hoy parecen ciencia ficción ya se están haciendo realidad, igual que, lo que hace tan sólo unas décadas parecía impensable, hoy forma parte de nuestro día a día. La creencia de que ya todo está inventado provoca inmovilismo. La falta de confianza en nuestras capacidades para llevar a cabo nuestras ideas nos lleva a acomodarnos. Para cambiar nuestras vidas hemos de sacar a la luz nuestra fuerza creativa, dejar volar nuestra imaginación, pensar que todo es posible. La necesidad agudiza el ingenio. Cuando estamos al borde del precipicio nuestros sentidos se estimulan y nuestra percepción se amplía, haciendo posible un cambio de perspectiva. Es cuando como por arte de magia aparece ante nosotros la solución, una solución creativa y única que siempre había estado presente pero

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que nunca nos habíamos atrevido a valorar. Normalmente cuando aparece una nueva idea parecía algo obvio, tanto que uno/a se pregunta “¿cómo no se me ocurrió a mi primero?, o ¿cómo es posible que aún no estuviera inventado?” No dejes escapar ninguna idea, atrápala anotándola en cuanto surja, ya sea en una servilleta o en cualquier trozo de papel, introdúcela en tu propio registro de ideas personal, déjala madurar, analízala, coméntala con quienes puedan darte un punto de vista interesante al respecto, y cuando la hayas moldeado a tu gusto, conviértela en realidad, sin miedo a equivocarte o al qué dirán.

En más de una ocasión, tuve la oportunidad de participar en la creación y puesta en marcha de negocios surgidos de una idea. Es el caso de la exitosa marca de franquicias “Cañas y Tapas”, que nació entre conversaciones para cubrir una necesidad muy específica de una empresa cervecera. Fue apasionante organizar, junto a quien era mi marido por aquel entonces, todos los detalles, desde el diseño del logotipo, la elaboración del plan de negocio, la degustación de todos los platos de la carta, la elección de la decoración y del mobiliario, la creación de los materiales de promoción, la búsqueda de locales y de socios franquiciados. Cuando ya estaba todo listo y perfectamente diseñado para lanzar el proyecto, no había quien quisiera apostar por invertir en el centro piloto, así que, movidos por la necesidad de hacer realidad el proyecto que habíamos creado, embarcamos a algunos socios en la apertura de ese primer local, que funcionó por encima de las expectativas, lo que a su vez favoreció una rápida expansión de la cadena de franquicias. Pero la inexperiencia, o quizás la falta de creencia en nuestras propias capacidades para impulsar el proyecto, nos llevó a registrar


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la marca a nombre de la empresa cervecera con la que estábamos colaborando. Eso nos arrebató todo el poder sobre nuestra idea, aunque no la creatividad ni la ilusión para poner en marcha nuevos proyectos.

Hay un juego infantil que es el entretenimiento más educativo de todos los tiempos, se trata del típico pack

formado por multitud de piezas de diferentes colores y tamaños, sí me refiero al

“Lego”, el juego de las construcciones por excelencia. Consiste en construir y deshacer las veces que haga falta tus creaciones. Mientras encajas las piezas unas con otras imaginando lo grandiosa y admirable que llegará

a ser tu construcción, no te preocupa equivocarte y destruirla,

porque sabes que ya volverás a hacerlo de nuevo las veces que haga falta. Sin

embargo, cuando crecemos nos educan para que no nos equivoquemos, y si lo hacemos paguemos por nuestros errores. Como sabes que si rompes algo, aunque sea sin darte cuenta, serás castigado, prefieres apartarte de los objetos valiosos. Tampoco se trata de que trabajemos con el objetivo de cargarnos nuestras creaciones cuando nos convenga, sobre todo porque en el mundo real entran en juego otra serie de factores que hay que tener en cuenta, principalmente cuando nuestras acciones y decisiones afectan a otras personas, por eso es importante actuar con principios sólidos. Lo que es incuestionable es que si nuestro proyecto no sale a la primera, podremos volverlo a intentar, igual que si nuestra relación de pareja se rompe podremos reconstruirla o construir una nueva. No existe el fracaso, sino las experiencias. Se aprende mucho más de

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los errores que de los logros, aunque para ello hace falta recuperar la actitud infantil para jugar al juego de las construcciones. Saca a tu niño/a interior y no dejes de jugar. En definitiva se trata de recuperar al niño que todos llevamos dentro, para enfrentarnos a la vida con curiosidad y asombro, buscando en nuestro interior las habilidades innatas que nos permitan realizar lo que queremos sin ponernos los límites que nacen del miedo a equivocarse o a no estar a la altura de las expectativas propias o ajenas.

vIvE CON PASIÓN, ¿QUÉ TE ENTUSIASMA?

Una crisis puede ser una gran oportunidad para quienes la aprovechen para reinventarse, para quienes fomenten su creatividad y agudizen su ingenio. Si ya tienes identificados tus dones naturales (aquello en lo que destacas) y utilizas estos talentos como herramientas para cumplir tu propósito de vida (lo que quieres ser) y para realizar tu misión (lo que has venido a hacer a este mundo), solo te falta identificar cómo vas a hacerlo, es decir, elegir tu proyecto personal (o empresa), el vehículo que te va a permitir desarrollarte y hacer tus sueños realidad. Por poner un ejemplo, si te gusta la velocidad, y tu propósito es ser campeón mundial de Fórmula 1, tienes la misión de competir en todos los circuitos, pero debes elegir el vehículo que vas a conducir, y además, aprender a usarlo. Y por supuesto, no echarle la

“No existe el fracaso, sino las experiencias.”


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culpa al Ferrari o al equipo o excusarte con lo dificultoso del recorrido, si no consigues lo que te propones en el plazo que te has marcado. El secreto está en perfeccionarte, en emplearte a fondo para seguir entrenándote y seguir echándole gasolina a tu vehículo, y esa gasolina son tus sueños, si se te acaban los sueños o pierden fuerza, tu vehículo se parará. La pasión por nuestro objetivo es la llama que prende el combustible necesario para llegar donde queramos.

Cuando tienes un sueño y éste se apodera de ti te vuelves capaz de hacer lo necesario para alcanzarlo. El entusiasmo te da el poder suficiente para llevar a cabo tu proyecto con pasión. Para sacar lo mejor de ti es necesario sentirte entusiasmado/a con lo que haces, para hacer lo que haces de forma extraordinaria es necesario hacerlo con pasión, y para hacer que la gente te siga has de inspirar pasión y entusiasmo. La actitud entusiasta se contagia, y si transmites tus ideas con pasión, los demás creerán en ti y te ayudarán a hacer realidad tus sueños. Es fácil apasionarse cuando descubres tu verdadera vocación, cuando encuentras aquello que verdaderamente te hace feliz, que te ayuda a realizarte, que te convierte en la persona que quieres ser. Entonces pones en ello todos tus pensamientos, le dedicas toda tu atención y todos los poros de tu piel respiran esa ilusión que te moviliza a aprender y a mejorar continuamente, se convierte en tu obsesión. Pero cuidado, esa obsesión que es necesaria para mantenerte involucrado/a en tu proyecto, puede ser peligrosa si te aleja de todo lo demás que te importa en la vida, pues cuando se vuelve irracional e ilógica se convierte en locura y nos lleva a actuar con impulsividad. Como le sucede a la protagonista de la película “Cisne Negro” de Darren Aronofsky, que se ve dominada por sus peores instintos y transformada en sus temores. El miedo a caer en este tipo de peligros, y

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la creencia de que la ambición y la obsesión es dañina, mantienen la pasión a raya, lo que lleva a la mediocridad y a la frustración. Sin embargo, si cada cosa que haces tiene un sentido, que coincide con tu propio sentido de la vida, sientes que estás realizando tu propia misión, y la obsesión por llevarla a cabo te ayudará a mantener la pasión y por tanto la motivación que te dará el impulso y la energía necesarios para vencer las dificultades y alcanzar la cima. La pasión y el entusiasmo son inherentes al éxito. Pon tu corazón en tu verdadero proyecto, obsesiónate con él y todo lo que forma parte de él. Haz todo con pasión y te llenarás de energía y disfrutarás cada momento.

El primer factor del fracaso es no saber lo que se quiere, ni personal ni profesionalmente, el segundo motivo es desconocer tu proyecto de vida, y el tercero es, aún sabiendo los dos primeros puntos, no hacer nada. La gran diferencia entre las personas que triunfan y las que no alcanzan el éxito es la actitud y la mentalidad. Y para mejorar la una y cambiar la otra es requisito imprescindible formarse continuamente en habilidades personales y modelar a quien ha alcanzado aquello que buscas. El gran problema de nuestra sociedad es que cuando finalizamos los estudios reglados, nos creemos “productos acabados” y dejamos de formarnos. Pensamos que a partir de ahí lo que sigue es adquirir experiencia, entonces nuestra mente se vuelve improductiva. Es cierto que la experiencia es un grado, pero no es suficiente. De hecho se está viendo cómo hoy en día las empresas desechan profesionales de larga trayectoria para sustituirlos por recién licenciados, más rentables y moldeables. El verdadero valor de las personas no está en su currículum vitae, que tan sólo es una mirada a su pasado, si no en la visión que tienen de su futuro y en la pasión que ponen en su trabajo. No es tan importante lo que sabes (aptitud) sino cómo utilizas lo que sabes (actitud).

A pesar de que el empleo es hoy una especie en extinción, pocas personas se plantean iniciar la aventura de


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emprender. Hubo un tiempo que el empleo daba estabilidad económica, pero eso ha cambiado. Estamos en la era del emprendimiento, aunque en nuestra sociedad sigue predominando la cultura del funcionariado. El Gobierno incita a la población a convertirse en emprendedores, lo que casi requiere tener superpoderes para luchar contra los elementos. Nuestro sistema educativo nos ha preparado para buscar un empleo, la sociedad y el núcleo familiar han promovido los valores de seguridad y conformismo, ocupándose de enterrar los talentos particulares y de anular la creatividad individual. Por el contrario, se ha fomentado una cultura que castiga el error y coarta la libertad personal, cuando tanto uno como la otra son necesarios para cultivar el espíritu emprendedor.

Desde luego que emprender tu propio proyecto es una opción más que interesante para aquellas personas que necesitan una salida profesional, bien porque han perdido el puesto de trabajo o porque el que tienen no les satisface personal, profesional o económicamente. Ahora bien, ya sea por necesidad o por decisión propia, iniciar una aventura empresarial tiene sus pros y sus contras. Hay quien solo ve en ello las ventajas, y hay quien solo se fija en los inconvenientes. Los beneficios de emprender son muchos, por citar algunos: la libertad para tomar decisiones, la flexibilidad de horarios, la satisfacción de lograr retos propios, o la de dedicarse a lo que te gusta. Sin embargo, para potenciar estos aspectos positivos y que no se vean eclipsados por los riesgos que conlleva el emprendimiento, hace falta adquirir un espíritu emprendedor. Y ¿cuáles son esas características que diferencian a una persona con mentalidad emprendedora de otra con mentalidad de empleado/a?

Una persona emprendedora es soñadora, es capaz de visualizar el futuro, donde lo imposible se hace posible, ve oportunidades donde otros ven obstáculos, tiene fuerza de voluntad y afán de superación constante, le entusiasma lo que hace, tiene actitud de servicio y de prosperidad.

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Está dispuesta a dar el extra, a vencer obstáculos sin tirar la toalla y a aprender continuamente. Es apasionada, perseverante, disciplinada y luchadora, optimista y vital, y se rodea de gente positiva. Nunca pierde de vista su meta porque tiene un propósito personal que le guía. Tiene determinación porque le mueve una fuerza interna que se genera por una alquimia entre ambición y pasión. Es firme en sus decisiones y es fiel a unos valores que son coherentes con su forma de vida, es capaz de inspirar y ejercer influencia en los demás. Caerse y levantarse es el día a día del empresario/a. Por ello, aprender de cada error y no dejarse vencer por las críticas ni el desánimo marca la diferencia. El emprendedor/a es quien ve oportunidades donde otros ven problemas, quien busca soluciones y persevera en su empeño, es un/a constructor/a de sueños y tiene afán de superación. Ello no significa que no vea los riesgos, sino que los analiza y los asume porque aprende a controlarlos, y se entrena en las habilidades necesarias para superar los obstáculos. Tampoco es un irresponsable que no teme equivocarse, sino que aprende de sus errores y se levanta cada vez que tropieza. Emprender es una filosofía de vida, es sentirte dueño/a de tu vida, y la empresa es el vehículo para alcanzar tus sueños.

La creencia de que emprender es una locura está muy arraigada en nuestra sociedad. El gran enemigo del emprendimiento es el miedo, y para ser emprendedor hay que vencer esos miedos: al fracaso, a la soledad, al cambio, a lo desconocido, incluso al éxito… Por eso emprender no solo es una opción, sino un proceso de crecimiento y desarrollo, de transformación personal. El éxito empresarial no depende de los títulos académicos ni universitarios, ni del conocimiento técnico, ni de la edad o el sexo, ni siquiera de los contactos. Si ya tienes tu proyecto de vida y tienes espíritu emprendedor es hora de iniciar tu carrera hacia el éxito. Es importante que te asesores adecuadamente con expertos en la materia, en lugar de hacer caso a consejos baratos de vecindario. Seguramente tengas la tentación de


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seguir tu instinto, y hacerlo a lo John Wayne, o sea en plan llanero solitario, pero el instinto sin experiencia es muy peligroso. Busca un mentor, unirse a alguien que te guíe y te ayude a explorar el camino es siempre una gran decisión. A la hora de enfrentarte a grandes obstáculos te surgirán miedos y creencias limitantes y entonces necesitarás la ayuda de quien ya haya recorrido el camino y que sepa medir el riesgo. Haz caso de sus enseñanzas, pues pueden librarte del desastre. Sin embargo, si crees que puedes lograrlo a lo Frank Sinatra, es decir a tu manera, puedes cometer errores irreparables y pagarlos muy caros. Procura formarte adecuadamente en el campo que cultivas y en habilidades de liderazgo, pues la formación es la mejor inversión que puedes hacer en ti.

RECICLA LOS ERRORES, ¿QUÉ HAS APRENDIDO?

Son muchas las situaciones en las que la vida nos pone a prueba. Pueden ocurrirnos circunstancias trágicas, catástrofes naturales, enfermedades graves, problemas personales o crisis económicas. En todas estas vivencias las personas sentimos de la misma manera: impotencia cuando nos damos cuenta de que nada de lo que hagamos es suficiente para reparar el daño o para remediar lo ocurrido, y frustración al descubrir que todos nuestros esfuerzos y toda nuestra ilusión no han servido para lograr aquello

“El entusiasmo te da el poder suficiente para llevar a cabo

tu proyecto con pasión.”

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que nos propusimos, a pesar de nuestra buena voluntad. Cuando esa impotencia y esa frustración nos bloquean y nos impiden seguir adelante, entonces se desencadena nuestra ira. Esa ira podemos encauzarla hacia nosotras/os mismos/as, hacia los demás o hacia un ser superior. En el primer caso asumimos nuestra culpa y a veces no somos capaces de perdonarnos el error, sin embargo otras veces buscamos culpables externos, conocidos o desconocidos, terrenales o celestiales, para explicarnos el por qué de lo ocurrido y sentirnos como marionetas al capricho del destino. Enfadarnos con el mundo no nos ayuda a superar el dolor y mucho menos a encontrar una solución. Y por el contrario, nos provoca falta de fuerzas y baja energía, además se apodera de nosotros/as la tristeza y el pesimismo. Todas estas emociones finalmente nos llevan a la desesperación. ¿Cómo podemos salir de ese estado de ánimo que nos hunde cada vez más en un pozo sin fondo? Lo más difícil es querer salir de ese estado y decidir superar la adversidad.

Otras veces tenemos la necesidad de remediar errores cometidos o expiar nuestras culpas, consciente o inconscientemente, sobre elecciones o acciones que consideramos equivocadas porque nos trajeron un resultado negativo. Resulta que habíamos imaginado nuestra vida diferente, nuestros sueños eran otros, y por ello entramos en lucha con nuestro presente, simplemente porque no responde a nuestros moldes preconcebidos, porque no cumple con nuestras expectativas. Sin embargo, tanto en unos casos como en otros, tenemos ante nuestros ojos una gran oportunidad de aprendizaje y cambio. Pero ¿por qué la vida ha de ser tan complicada?, ¿por qué tenemos que aprender algunas lecciones tan cruelmente?, y ¿por qué hemos de cambiar si las cosas estaban bien así? Hacerse estas preguntas es normal por la resistencia inconsciente que tenemos las personas a cualquier cambio. O bien intentamos huir de aquello que está ocurriendo o nos convertimos en unas pobres víctimas necesitadas de


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auxilio. Hasta que nos damos cuenta que escapar de los problemas no los soluciona ni los hace desaparecer.

Además, con grandes probabilidades, si no aprendemos de las experiencias pasadas, situaciones semejantes vuelven a ocurrirnos una y otra vez: hemos vuelto a perder el trabajo, o a fracasar en otro negocio, o mi pareja ha vuelto a engañarme o a abandonarme, o la mala suerte una vez más se ha cebado conmigo. Tras ello pensamos que nuestra vida ha sido destruida, que será imposible recuperar la normalidad. Entonces queremos agarrar el pasado aferrándonos a aquello que perdimos, y a veces esa terquedad que nos dice que cualquier tiempo pasado fue mejor, nos impide aceptar el presente como simple y pura evolución. No importa saber el porqué hice lo que hice, si no el para qué lo hice, qué ha aportado a mi vida. Es momento de vencer las barreras que nos impiden seguir avanzando, barreras construidas sobre la rigidez del ego, la intransigencia del orgullo y la falta de aceptación. Lo que es necesario hoy es reciclar nuestros fallos para convertirlos en aprendizajes y experiencias que nos sirvan para afrontar nuevos retos y sacar lo que de positivo tenemos gracias a esa experiencia. ¿Cómo puedo ver la situación desde otra perspectiva? ¿Qué puedo hacer de diferente para evitar de nuevo los mismos resultados?

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¿Cuántas veces pensamos que los obstáculos eran insalvables a priori y después, al volver la vista atrás nos dimos cuenta de que ciertamente no fue para tanto? Tras un tiempo, podremos ver cómo fuimos capaces de salir de aquel agujero negro. Y lo hicimos con mayor fortaleza, gracias a nuestro espíritu de superación y a las personas que nos sirvieron de apoyo y guía. Atravesar una tormenta de arena es algo que pocas personas deciden hacer voluntariamente, sin embargo, enfrentarnos a nuestros temores es la mejor forma de superarlos. El hecho de probarse a uno/a mismo/a ante las dificultades, nos permite descubrir la verdadera e increíble capacidad que tenemos para sobrevivir y seguir adelante. Entendemos entonces nuestra grandeza y aceptamos las pruebas que nos encontramos durante la vida como oportunidades de superación personal, para convertirnos en mejores personas e inspirar a los demás a enfrentarse con sus propios miedos y a superar sus limitaciones. Por supuesto que nadie elige el sufrimiento conscientemente, sin embargo la actitud con la que enfrentamos los problemas va a marcar la diferencia entre las personas que se superan a sí mismas y las que deciden abandonar y dejarse llevar por la corriente. Para evitar vivir en la desesperanza necesitamos confiar en que las cosas mejorarán y en nuestra capacidad de sobreponernos al dolor y de transformarnos positivamente tras la adversidad, haciéndonos más fuertes. A ello ayuda pensar de corazón que merecemos todo aquello que anhelamos y agradecer sinceramente los detalles más insignificantes de nuestra existencia, como el simple hecho de levantarse cada mañana o haber nacido en un país desarrollado con unas condiciones de vida garantizadas. Seas creyente o no, la gratitud siembra en nosotros la esperanza, pues nos vacía de rencores y prejuicios. En ese punto recuperaremos las ganas de luchar por nuestros sueños, para así conectarnos nuevamente a nuestro propósito. Solo así seremos capaces de transformar nuestra ira en pasión y la desesperación en ambición. Al fusionar pasión y ambición nos llenamos de energía positiva para afrontar el futuro con fuerzas


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renovadas. Aceptar que lo que nos sucede es justo lo que ha de suceder, y que lo mejor que podemos hacer es asumir la parte de responsabilidad que nos toca, es el primer paso para iniciar un camino de aventuras que va a transformarnos.

Aunque no todos los episodios de nuestra vida sean del color que quisiéramos, todos encierran alguna valiosa lección. Es posible que algunas de esas lecciones no tengan una aplicación clara e inmediata. Pero con el paso del tiempo puede que encontremos la forma de sacarle partido, aunque solo sea en forma de sabio consejo a un/a amigo/a o a un/a hijo/a. Para exprimir esa vivencia y saborear su jugo es importante saber pasar página. Para ello, a veces es imprescindible reconciliarse con el pasado y aceptar las circunstancias, por muy adversas que éstas sean. Siempre podemos renacer de nuestras cenizas como un Ave Fénix al encontrar dentro de nosotros la fuerza y la motivación necesarias para reponernos ante las derrotas, y al filtrar todas las experiencias vividas para convertirlas en aprendizajes podremos volver a volar, y esta vez con las alas más grandes y hermosas.

MIRA HACIA ADELANTE, ¿POR DÓNDE SEGUIR?

Si algo es permanente en la vida es el cambio. Hay cosas que no podemos evitar como el cambio de estaciones o

“No importa saber el porqué hice lo que hice, si no el para qué lo hice,

qué ha aportado a mi vida.”

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la lluvia, pero sin duda ambos son necesarios y nos traen beneficios a pesar de que nos incomoden. En nuestra infancia y adolescencia cambiar es algo natural y deseado. Incluso en los primeros años de nuestra vida adulta nos aventuramos a cambiar con alegría y flexibilidad (de casa, de amigos, de ciudad o de país, de estudios o de trabajo, de look, de pareja…) Pero llega un momento en nuestra historia personal, quizás por agotamiento, que nuestras ganas de cambiar empiezan a mermar, y lo hacen de forma inversamente proporcional a nuestro apego, que cada día es más fuerte hacia los bienes materiales, las costumbres y rutinas, las personas de nuestro entorno, o el bienestar adquirido. Tememos perder aquello que hemos conseguido, sea poco o mucho, y por eso nos aferramos con fuerza a nuestro estatus quo. En el fondo esa actitud encierra una falta de confianza, ya que sentimos que estaremos perdidos/as sin nada de lo que tenemos, pues basamos nuestra seguridad en los bienes materiales. Ese apego nos hace esclavos/as, porque nos quita la libertad de decisión. Esto no significa que debamos renunciar a desear mejorar nuestras vidas a todos los niveles, lo que quiero decir es que si perdemos lo que tenemos siempre podremos volver a empezar de nuevo, que nunca es tarde para cumplir nuestros sueños.

No importa la naturaleza del cambio al que nos estemos enfrentando, si personal, profesional o espiritual, o una combinación de todo, ya que nos está dando la oportunidad de construir nuestro futuro. Como sin riesgo no hay ganancia, debemos movilizarnos de nuestra zona cómoda para vencer nuestros miedos y resistencias. Independientemente de las circunstancias desfavorables a las que nos estemos enfrentando, como no podemos hacer nada ya para cambiar las situaciones que nos han llevado a donde estamos, intentemos al menos actuar hoy sobre aquello que podemos influir y que determinará gran parte de nuestro mañana.


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Mis experiencias de éxitos han sido las mismas que las de fracasos, ya que cada vez que me he caído, me he levantado, cada pérdida me ha traído una ganancia. Todos mis aprendizajes han tenido su precio, pues toda elección conlleva una renuncia. He reciclado mucho, a todos los niveles. Me he enfrentado en varias ocasiones al ejercicio de desapegarme, tanto de lo material como de lo personal. En varias ocasiones he quebrado económicamente y he tenido que desmontar mi negocio y mi casa. He tenido que reducir mis objetos personales a lo estrictamente necesario, he donado todo tipo de enseres al mercadillo navideño de la parroquia, he cedido mobiliario, he empeñado joyas, me he deshecho de recuerdos y he regalado ropa. Los conflictos personales y las complicaciones en las relaciones me han llevado a separarme de ciertas personas muy queridas por mí, pero la vida me ha permitido acercarme a otras muy valiosas. No te voy a negar que muchas veces me siento abatida y degastada, pero siempre mantengo la esperanza de un mejor futuro.

Si has atravesado desiertos y has escalado cimas, sabes que has desarrollado talentos y potenciado habilidades que desconocías. Entonces tendrás la confianza interior necesaria para ganar en las adversidades y mejorar con cada tropiezo. Si fluimos con la vida, protagonizando nuestro cambio, marcando nuestro rumbo, nos convertimos en responsables de nuestro destino. Reflexiona pues sobre las experiencias adquiridas para transformarlas en aprendizajes. Cada persona nos enseña algo nuevo, cada etapa nos aporta algo diferente. Y con esa nueva mirada afrontamos con esperanza e ilusión cada nueva situación, venciendo los temores a lo desconocido y deshaciéndonos de viejas creencias. Cada etapa que cerramos nos invita a vivir nuevas aventuras.

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En “Vía Revolucionaria” (Revolutionary Road), la película de Sam Mendes, adaptada de la novela de Richard Yates del mismo título, vemos cómo las ideas preconcebidas de cómo debe ser la vida ideal bajo el estándar del “sueño americano” no responde a las aspiraciones y los sueños de sus protagonistas, que se sienten atrapados en una vida prediseñada. Por supuesto que para dirigirnos a donde hayamos planeado llegar es necesaria una gran dosis de responsabilidad y auto sacrificio. Esto significa elegir y asumir las consecuencias de nuestras decisiones, aceptar nuestra participación directa en los resultados, aprender de los errores cometidos y reparar lo que esté de nuestra mano. Algo que necesita esfuerzo, entrenamiento continuo y perseverancia. Así podrás recuperar el poder que tienes para crear tu vida, disfrutando del presente con la confianza que te da saber que lo que haces hoy te llevará a donde quieres estar mañana. Es la Ley de Causa y Efecto. Nada es casualidad, todo es causalidad. Vivir con intensidad el presente requiere estar siendo y haciendo aquello que quieres ser, y lo que tendrás en el futuro será una consecuencia de esto. Así, si definimos hoy dónde queremos estar mañana, estaremos diseñando nuestra vida para el éxito.


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Solo si abandonas tu zona de confort podrás marcar el rumbo de tu vida. Cuando estás en esa zona de comodidad te sientes a gusto porque todo te es conocido y por ello crees que controlas tu vida. Aunque lo cierto es que es el miedo a lo desconocido lo que está dominándote, impidiéndote hacer cosas diferentes y vivir nuevas experiencias. Cuando te liberas de ese miedo sientes optimismo y libertad, gratitud y alegría de vivir, y recuperas la creatividad. Ocurre cuando eres consciente de que eres dueño/a de tu destino, que puedes crear tu futuro desde tu presente porque aceptas tu pasado con amor. Aquello que estés suponiendo hoy que serás en el futuro tiene muchas probabilidades de convertirse en realidad. Es muy simple, si enfocas tus pensamientos en aquello que quieres ser y refuerzas tus actitudes positivas estarás dándote pautas inconscientes para lograrlo. Por ello es tan importante elegir aquello en lo que queremos convertirnos, y cuidar que verdaderamente sea nuestro deseo, y no el de otra persona, porque si no lo hacemos, otros/as acabarán tomando las decisiones por nosotros/as. Claro que esto, para la mayoría de las personas resulta lo más fácil, aunque no sea lo más apropiado. En realidad cuando dejamos que terceros decidan cómo debemos vivir nuestra vida, bien sean nuestros padres o nuestros hijos, nuestros jefes o amigos, sentimos un falso alivio pensando que si nos equivocamos la culpa será de esas personas, o del sistema, o de la sociedad, o peor aún ¡de los políticos! Echar balones fuera puede servirnos para no sentirnos culpables y evitar nuestra responsabilidad, pero no nos ayudará a ser más felices.

Si nos resistimos a cambiar, habrá fuerzas que nos desequilibrarán y nos llevarán a la deriva. Es importante recordar que nada es para siempre, que todo cambia, tanto lo que nos agrada como lo que nos desagrada. Por muy difícil que nos parezca hoy la vida, por muy altas que se eleven las metas, por muy hondo que estemos cayendo, siempre podemos abandonar el pasado y reconstruir nuestra vida. Para empezar de nuevo solo es necesario vencer el

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miedo. A pesar de lo que hayamos perdido, si nuestros sueños continúan intactos, éstos volverán a sostenernos y guiarnos de nuevo en nuestro camino. Mira siempre hacia adelante. No importa si aún no has alcanzado tus metas, nunca es demasiado tarde, aún tienes el resto de tu vida para hacerlo. Recupera la ilusión y la fe, y busca dentro de ti el valor y las fuerzas suficientes para reponerte.

DISEÑA EL ÉXITO, ¿HACIA DÓNDE vAS?

Cuando nos disponemos a emprender un viaje lo primero que acordamos es el destino. Llegar a algún lugar es por tanto el sentido de cualquier desplazamiento. ¿Qué sentido tendría conducir nuestro coche sin saber a dónde ir, o subirse a un avión que no sabemos a dónde vuela? Ninguno, pues incluso cuando vamos a la aventura planificamos nuestra ruta. Todo viaje tiene un destino. La vida es un viaje, y como tal ha de tener un rumbo, un por qué y un para qué. Si emprendes un viaje por carretera hacia un destino concreto y tienes predefinida la hora de llegada, harás una serie de cálculos para definir la hora de salida según la distancia a recorrer y las paradas necesarias. Además, antes de empezar a conducir, habrás dedicado un tiempo a los preparativos, como por ejemplo hacer el equipaje y revisar el estado del vehículo, así como programar los detalles de tu estancia. Todo esto que resulta

“No importa si aún no has alcan-zado tus metas, nunca es dema-

siado tarde, aún tienes el resto de tu vida para hacerlo.”


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tan obvio es fundamental para garantizar el éxito del viaje. Pues bien, ¿qué pasaría si no hubieras planificado ningún detalle? Imagínate que no tienes claro los kilómetros a recorrer y por tanto no llevas el dinero suficiente para repostar, o que a medio camino se enciende el chivato del cambio de aceite, o que te encuentras con un amigo en el bar donde paras a tomar café y accedes a pasar la tarde con él para poneros al día de todos estos años. O supón que has olvidado el cargador del móvil y éste se queda sin batería cuando te has perdido en medio de la nada sin un mapa de carretera.

Es probable que con todos estos obstáculos no alcances tu objetivo. Ahora bien, si para ti no es importante llegar a un lugar concreto a una hora determinada, todo esto se quedará en una aventura más. Sin embargo, aunque el resultado a priori no sea el esperado, siempre tienes una valiosa lección que aprender, y siempre obtienes algún beneficio de cada acción, aunque no sea el que habías previsto.

El camino hacia el éxito es un camino de aprendizaje, donde cada error es necesario para avanzar. Es necesario tropezarse para volverse a levantar. Si no te equivocas nunca es porque estás estancado/a y te estás conformando con lo que ya has logrado. El miedo al fracaso es nuestro principal obstáculo para triunfar. Como no toleramos la frustración, no arriesgamos para evitar perder. Definir el éxito resulta tan complejo como definir la felicidad. Ambos conceptos son puramente subjetivos y requieren de una visión individual para medirlos. ¿Qué es para ti el éxito?

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Quizás no sabrás qué responder, o quizás me equivoque y lo tengas muy claro. En ese caso enhorabuena, porque el primer paso para conseguir el éxito es definirlo. Y éste acepta multitud de definiciones, cada uno optará por la que más se aproxime a sus valores y principios. La palabra éxito proviene del latín “exitus”, que significa fin o salida de un negocio o asunto. Así pues, el éxito es una meta a alcanzar, un resultado, un lugar al que llegar de forma victoriosa. Pero, ¿cuándo llegas a la meta?, ¿cuándo acaba el viaje?

El éxito es una carrera de fondo, y como tal requiere tiempo y dedicación. Pero esa carrera se corre en varias direcciones, puesto que hay varios caminos que llevan al éxito: el económico o profesional, el personal o familiar, y el social o espiritual. Tenemos que pisar firme en todos estos terrenos para no resbalar en ninguno de ellos, lo que significa poner acción en todas las áreas de tu vida sabiendo exactamente a dónde quieres llegar en cada una de ellas. Esto es definir tu criterio de éxito. Si no defines lo que significa el éxito para ti, lo más probable es que termines persiguiendo algo que no quieres simplemente porque alguien te contó que era bueno. Como norma general las personas que pertenecemos a una misma cultura deseamos las mismas cosas porque valoramos prácticamente lo mismo. Además, el sistema educativo y la sociedad nos han programado para perseguir los mismos objetivos. Sin embargo, cuando no te has alineado con tus valores fundamentales y asumes que lo que te importa es lo que aparentemente busca el resto de la gente, aunque lo logres, no alcanzarás la felicidad. Para alcanzar el éxito has de seguir a tu corazón, encontrar tu misión en la vida, aunque ello suponga ir contracorriente.

Seguramente te hayas preguntado en más de una ocasión por qué algunas personas aún teniéndolo todo económicamente hablando no se sienten felices. Esto es porque todo aquello que han obtenido no les lleva a alcanzar su verdadero propósito, porque ni siquiera han


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definido sus sueños. Como le ocurre a la protagonista de “Come, reza, ama”, película de Ryan Murphy, basada en la novela de Elizabeth Gilbert. El primer paso hacia el éxito es pararse a pensar ¿qué es lo verdaderamente importante en mi vida?, ¿qué o quién me mueve?, ¿con qué causa me siento comprometido/a?, ¿qué misión siento que me impulsa? Verdaderamente las respuestas a estas preguntas no son tarea fácil, y es preferible preguntarse todas esas cuestiones por cada uno de los roles que desempeñamos en nuestras vidas, como profesional, madre/padre, hijo/a, pareja, amigo/a…para asegurarse que todas las respuestas van en la misma dirección. Si ya tienes claras tus grandes metas en cada área clave de tu vida (familiar, profesional, social, espiritual, económica, física y mental) entonces puedes fijarte los objetivos que te ayudarán a conseguirlas. Tenlas siempre en cuenta a la hora de planificar tu tiempo y controla continuamente que cada acción que realices, cada paso que des, cada decisión que tomes, sea congruente con tus metas. Sé perseverante y ten paciencia, lucha por cada pequeño avance, reponte ante la adversidad y no te detengas en tu camino hacia el éxito, éste puede hallarse al doblar la siguiente esquina. Depende de ti. Piensa también que nuestros objetivos pueden modificarse a lo largo de nuestra vida por diversas circunstancias o experiencias, o por el simple hecho de madurar, por lo que es necesario ser flexible y tener una mente abierta para encontrar nuevas oportunidades y adaptarse al cambio, ya sea éste interior o exterior.

Para mantenerse en el camino del éxito profesional no es suficiente con tener un proyecto basado en una idea innovadora, unos conocimientos técnicos, y el capital económico y humano para ponerla en marcha. Las estadísticas son demoledoras en cuanto al número de empresas que fracasan en sus primeros años de vida. Es necesario también adquirir unas habilidades personales y de liderazgo, y desarrollar la inteligencia emocional y financiera. Para lo que es preciso estar en un programa

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de formación continua, de desarrollo personal y/o en un proceso de coaching que te ayude a potenciar tus talentos y a encontrar respuestas a las dudas que aparezcan por el camino. La soledad del empresario es una de las mayores dificultades a enfrentar. Y ahí cobran importancia las asociaciones, organizaciones, los sistemas de franquicias, y los negocios en red o marketing multinivel, pues es donde podemos enriquecernos con otras experiencias, modelar casos de éxito y apoyarnos mutuamente. En el sector del network marketing, que es una de las industrias con mayor futuro y de mayor tendencia hoy en día, se puede apreciar el gran poder de su sistema educativo continuo, basado en las experiencias de éxito de otros empresarios que han obtenido grandes resultados. Muchos autores de renombre, como Robert Kiyosaki en su libro “Escuela de negocios”, ensalzan las virtudes de este sector, pues ofrece a las personas de cualquier clase social y nivel educativo la oportunidad de iniciar su propio negocio de cero y sin invertir en infraestructuras, aprendiendo de quienes ya han triunfado. He conocido casos reales de personas que sin saber leer ni escribir han desarrollado su negocio de network marketing con éxito, o de emigrantes que han salido de sus países sin nada y han construido grandes imperios modelando a sus mentores.

Durante mi infancia hubo muchos altibajos económicos porque mi padre era dueño de un pequeño negocio de alquiler de maquinaria para el sector de la construcción, la empresa fue creciendo poco a poco y despegó con el boom inmobiliario de los 80 y 90. Los genes del emprendedor me corrían por las venas, por lo que no dude en apoyar a mi pareja cuando le surgió la oportunidad de montar una empresa propia, que quebró con la crisis del noventa y tres. Experimenté mi primera quiebra empresarial con tan solo veintitrés años, y no fue la última. Cada


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nuevo negocio que emprendíamos era una huida hacia adelante, impregnada del miedo a fracasar. Y a pesar de haber co-creado novedosos negocios y alguna marca reconocida, mi vida adulta también ha estado marcada por los altibajos económicos. Cuando mi matrimonio se rompió y decidí incorporarme a la empresa familiar, aparentemente estable, ésta se desestabilizó, primero por la crisis interna tras fallecer mi padre, y luego se sumó la crisis externa, la del sector de la construcción, que se agravó con la crisis financiera global. Puedo decir que me acostumbré a los cambios y a los fracasos, pero no por ello dejé de temerlos. Pero lo que es seguro es que me he convertido en una mujer con empuje y coraje, dispuesta a reinventarme y a no paralizarme ante el miedo. ¡Jamás me doy por vencida!

El éxito es ante todo una actitud y un viaje hacia nuestro interior, por lo que es preciso desarrollar la humildad necesaria para aprender de las derrotas. Para realizar el viaje a nuestro destino, necesitamos saber qué nos llevamos y con qué contamos. Aquello que nos metemos en nuestra mochila como kit de supervivencia. Para lo que es necesario hacer inventario de nuestras experiencias, aprendizajes, logros, habilidades, talentos y valores. Todo aquello con lo que contamos para superar los obstáculos del camino. Para eso es para lo que es útil el pasado, para utilizar lo que nos sirve, y no para buscar justificaciones o lamentarnos por nuestros errores, o por lo que pudo ser y no es, y anclarnos en nuestro victimismo.

Ahora podemos mirar al futuro para proyectarnos y visualizarlo tal y cómo lo deseamos, y no para escaparnos del presente e imaginar que todo cambiará a mejor algún día simplemente por el paso del tiempo. Es cierto que el tiempo relativiza las cosas y cura las heridas, aunque también es

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cierto que el tiempo nos lleva a donde queremos, y si no queremos ir a ningún sitio, pues a ningún sitio nos lleva. Por eso, mientras diseñamos nuestro plan de vida debemos estar presentes, y vivir cada día como si fuera el último. El presente es el mayor regalo que la vida nos ofrece, y es donde podemos actuar para transformar la realidad y diseñar nuestras metas. Busca tu misión escuchando a tu corazón, cuando la hayas encontrado lo sabrás y tendrás claro a dónde te diriges. Haz tu equipaje y disfruta del viaje, la felicidad la vas a encontrar por el camino si llevas contigo la actitud del éxito. Cada día deberás eliminar de tu mochila aquellas piedras que te pesan y que te roban energía, como el rencor, la ira o el resentimiento. Y llénala de todo aquello que te facilita el recorrido, como la esperanza, la gratitud, la alegría y el amor.

PLANIFICA LAS METAS, ¿CÓMO LLEGAR?

Puedes pensar que el futuro es incierto y que por ello nada de lo que planifiques se hará realidad; es verdad que es inútil intentar controlar el futuro, lo que es importante es que sepas cuáles son tus objetivos de forma honesta y realista y actúes cada día en consecuencia. Sabemos que todo es movido por la Ley de Causa y Efecto. La causalidad hace que un determinado acontecimiento lleve a otro, y éste a aquel y así sucesivamente. Nada ocurre sin más, todo es una cadena de hechos. Así como tus logros respondieron

“Para alcanzar el éxito has de se-guir a tu corazón, encontrar tu misión en la vida, aunque ello suponga ir contracorriente.”


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a la suma de una serie de actos en el pasado, conscientes algunos e inconscientes otros, del mismo modo, las metas que te propongas alcanzar serán la concatenación de pequeños objetivos cumplidos. Todo ello responderá a un plan predefinido con antelación. Igual que en los negocios, en la vida nadie planea fracasar, pero quien fracasa nunca tuvo un plan.

Para que el viaje sea exitoso deberás diseñar una hoja de ruta, que te diga dónde estás y dónde quieres llegar, por qué estás ahí y cómo puedes llegar hasta donde te propones, así como qué necesitas para llegar allí. Para lo que deberás responder francamente a algunas preguntas:

• Propósito u objetivo general: ¿qué quieres hacer?

• Meta: ¿hasta dónde quieres llegar?

• Objetivos específicos: ¿para qué lo quieres hacer?

• Actividades y tareas: ¿cómo lo vas a hacer?

• Cronograma: ¿cuándo y dónde lo vas a hacer?

• Recursos: ¿con qué o quién lo vas a hacer?

A los dieciocho años yo no planeaba ni casarme ni ser madre, estaba estudiando para el examen de Selectividad y mis planes eran ir a la Universidad, sin embargo estos planes se truncaron bruscamente porque me quedé embarazada y me casé, pues en aquella época, en mi estado, parecía lo más sensato. En esa etapa di por sentadas muchas cosas y planifiqué mi vida siguiendo un objetivo: mantener a mi hijo. Deseaba seguir estudiando, pero la necesidad de tener ingresos era más fuerte que mis deseos. Por entonces aún no me conocía a mí misma lo suficiente como para saber qué quería hacer para apostar por ello; me gustaba escribir, escribía poesía, pero no creía que con

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ello pudiera alimentar a mi hijo. Por eso decidí incorporarme al negocio familiar. Al poco me matriculé nuevamente en la Universidad, pero en esta ocasión también desistí porque llegó mi segunda hija, al tiempo que la primera quiebra empresarial. En cuanto pude volví a los negocios, pensando que era lo más responsable que podía hacer. Cuando me divorcié me di cuenta de que me había dejado llevar, y que había arrinconado mi vocación, pero decidí que no era tarde para redescubrir mis sueños y crear un plan para alcanzarlos.

A partir de esa hoja de ruta puedes comenzar a diseñar tu plan de acción. Cuando ya tenemos definidos nuestros objetivos de forma específica, concreta y realista, es el momento de ponerles plazo en el tiempo. Todo plan de acción debe referirse al futuro, por lo que debes determinar cuál es ese plazo de tiempo (¿3 meses, 6 meses, un año, 3 años…?), y debe indicar acciones y tareas concretas que lo hagan realidad, y que al mismo tiempo sean también temporales. Y debe también tener en cuenta los contratiempos: ¿Qué paradas vas a hacer? ¿Para qué? ¿Cuándo? ¿Qué vas a hacer con los desvíos (distracciones, contratiempos)? ¿Cómo vas a retomar el rumbo cuando te encuentres un obstáculo y tomes una ruta alternativa?

Con estas respuestas puedes construir un puente que te lleve de la situación actual, que es dónde te encuentras y donde están las dificultades y las oportunidades, a la situación deseada, que es donde se halla la meta. Sé ambicioso/a con las cimas que quieres conquistar, y recuerda que para llegar a las grandes cumbres se necesitan alcanzar algunos picos primero. Cualquier plan de acción responde a un proceso cíclico, ya que una vez alcanzada una meta nos encontramos en una nueva situación y volvemos a desear una situación diferente. Aunque todavía


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queda un importante trabajo por delante para garantizar el éxito de tu campaña, necesitas planificar el plan de acción. Planificarlo te ayudará a comprenderlo y a definir todos los elementos necesarios para lograrlo. Además te ayudará a otorgar prioridades y a tomar decisiones. Por ello, resulta útil subdividir el plan de acción en varios planes. Así un plan anual a su vez se compondrá de un plan trimestral, éste de un plan mensual, éste de un plan semanal y éste de un plan diario. Es importante realizar cada día una tarea que te acerque a tu gran objetivo. Y lo más importante de todo, es que la planificación es una herramienta valiosísima a la hora de compartir nuestros objetivos con las personas de nuestro entorno, bien sea para hacerles partícipes de nuestro plan o simplemente para comunicárselo. Lo cierto es que te será mucho más fácil y grato lograr tus propósitos en la vida (profesional o personal) si tienes compañeros de viaje.

Conseguir un gran reto no es tarea fácil, a veces incluso puede resultar tan difícil que parezca misión imposible. Solo necesitas ponerte manos a la obra. Aunque quizás eso es precisamente lo más complicado. Por eso, la mayoría de las veces necesitamos pedir ayuda y contar con el apoyo de un equipo. En el camino hacia tus sueños, sin duda encontrarás personas que como tú quieran lograr lo aparentemente inalcanzable. El trabajo en equipo divide el esfuerzo y multiplica los resultados. Por muy irrealizable que lo veas, todo aquello que puedes imaginar lo puedes

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materializar. Para lograr lo extraordinario solo necesitas dar esa dosis extra de implicación y esfuerzo, y rodearte de gente que también se comprometa con su éxito y con el de los demás. Para alcanzar el éxito en lo que te propongas, además de tu propio esfuerzo necesitas el apoyo de un equipo ganador. Estas personas coincidirán contigo en tu misión y en tus valores para ayudarte a llegar a tu destino, y si además comparten la misma meta contigo seguro serán una fuerza de empuje que potencie tus posibilidades ilimitadamente. Rodéate de la mejor gente posible para que se conviertan en tu impulso y en tu inspiración. Las personas exitosas son gente normal que hacen cosas extraordinarias. Un equipo con actitud triunfadora te dará el soporte necesario para sobreponerte a los golpes y el ánimo para perseverar en tu camino al éxito. Este equipo puede estar formado por amigos, colegas, familiares, especialistas en la materia o personas afines en algún campo, y ha de permanecer unido por un propósito común, por un gran sueño que les trascienda, por muy irracional que parezca conseguirlo. Para que un equipo esté cohesionado y se proponga grandes metas ha de tener una visión compartida, y esa visión ha de responder a una misión conjunta que trasciende más allá de uno/a mismo/a, solo así es posible dejar un legado a la sociedad.

“Sé ambicioso/a con las cimas que quieres conquistar, y re-cuerda que para llegar a las

grandes cumbres se necesitan alcanzar algunos picos primero.”

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TERCERA PARTE:

ELIGE HÁbITOS ESTRELLA

EL PODER DE LOS HÁbITOS

Un hábito es tanto lo que hacemos de forma repetida, como lo que no hacemos, ya sea consciente o inconscientemente. Los hábitos crean rutina, y ésta nos da seguridad porque así sabemos lo que hay que hacer a cada momento. Para lograr introducir nuevos y buenos hábitos en nuestras vidas es necesario eliminar los malos hábitos adquiridos a lo largo de muchos años. En realidad, la mejor manera de deshacerse de un mal hábito es sustituirlo por otro bueno que ocupe su lugar, ya que no puedes dejar de hacer algo sin ocupar ese espacio de tiempo con otra actividad. Por ejemplo, si quieres dejar de picotear entre horas, mantente ocupado/a con algo que capture tu atención. Igualmente, para incorporar nuevos hábitos a nuestra vida, hemos de introducirlos en el lugar de aquellos que queremos eliminar, o sea, si deseas adquirir el hábito de la lectura diaria lo puedes hacer en vez de ver la televisión, o apagarla media hora antes de lo habitual para destinar ese rato a leer.

Seguro que recuerdas que en el colegio tus profesores/as te decían que para aprobar sin “atracones” de última hora necesitabas adquirir hábito de estudio, que haciendo las tareas a diario aprobar era fácil. Reconozco que me costó

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adquirir ese hábito en la época escolar, pero sí aprendí de su importancia y he podido comprobar en carnes propias cómo tener hábitos es fundamental para lograr cualquier meta que te propongas en la vida. El éxito es el resultado tanto de acciones repetitivas como de eliminar algunos actos perjudiciales. Pues los hábitos no siempre son beneficiosos, los más peligrosos son los que hemos adquirido bajo la influencia de creencias limitadoras y de estados de ánimo negativos, como vivir recordando el pasado, postergar nuestras acciones a un futuro mejor que nunca llega, lamentarse por el tiempo perdido, o porque ya es demasiado tarde para alguien de mi edad, quejarse por las circunstancias, poner excusas para no hacer algo… Estos patrones de pensamiento nos llevan a realizar siempre los mismos juicios y a tener siempre las mismas reacciones de comportamiento ante situaciones similares, y nos perjudican porque consumen nuestras energías y limitan nuestra capacidad de ser felices. Pues bien, si el éxito es la suma de muchas acciones eficaces, el fracaso es la suma de muchos hábitos ineficaces.

Todo pensamiento genera una emoción, cualquier emoción lleva a la acción, una acción repetida crea un hábito, y la suma de tus hábitos determina tu destino. Por tanto, conseguir tus objetivos es cuestión de hábito. Somos el resultado de nuestros hábitos. Para conseguir nuestros objetivos debemos fortalecer nuestra voluntad a base de muchos sacrificios y de superar pequeñas tentaciones. Generalmente las personas que se dejan llevar por sus impulsos, creen que están ejerciendo su libertad plenamente, pero la realidad es que son esclavos de su propia debilidad. Cada vez que eliminamos un mal hábito que nos impide lograr nuestros propósitos, nos renovamos por dentro y ganamos auto confianza. La mayor conquista es la de dominarnos a nosotros/as mismos/as. Es necesaria una gran fuerza de voluntad para cambiar nuestras malas costumbres e iniciar rituales de vida que nos conviertan en la persona que queremos ser. Y como somos más que un


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cuerpo físico, hemos de adquirir hábitos saludables para cuidarnos y desarrollarnos a todos los niveles: cuerpo, mente y alma. Así es que, si aún no has conseguido tus objetivos, descubre cuál o cuáles de tus hábitos actuales te lo están impidiendo y decide qué hábitos tienes que incorporar a tu vida para lograrlos y ser feliz.

A continuación te propongo doce buenos hábitos, que denomino “hábitos estrella” porque te harán brillar si los incorporas a tu vida. Tener un nuevo hábito integrado en tu día a día requiere que repitas dicha acción o tarea durante treinta días seguidos. Puedes adquirir uno de estos hábitos por mes, de tal forma que al cabo de un año te habrás convertido en una persona nueva, más efectiva y consciente de sí misma, y entrarás en una nueva dimensión. No necesitas seguir el mismo orden en el que están planteados, puedes ir seleccionándolos según más te convenga. Como ya sabemos que para crear un nuevo hábito hemos de eliminar otro, para que el trabajo de incorporar estos nuevos y buenos hábitos a tu vida sea más poderoso, haz una lista de doce malos hábitos que quieras modificar para que sean sustituidos por éstos. Y recuerda, que hábito es tanto lo que hacemos como lo que no hacemos.

“Si el éxito es la suma de muchas ac-ciones eficaces, el fracaso es la suma

de muchos hábitos ineficaces.”

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vISUALIZA TU FUTURO

Nuestra mente tiene el increíble poder de imaginar todo tipo de situaciones futuras. De forma

inconsciente dejamos volar nuestra imaginación cuando somos niños/as y nos creamos en nuestra mente un mundo de ensueño, imaginando qué es lo que seremos cuando

seamos mayores. Pero cuando somos adultos perdemos esa capacidad, y

entonces apenas pensamos en el futuro, y si lo hacemos es para preocuparnos. La mente actúa como un potente simulador haciéndonos poner en la situación imaginada como si fuera real. De esta forma podemos llegar a sentir las mismas emociones que sentiríamos si aquello que imaginamos estuviera ocurriendo en la realidad. Si la emoción que nos produce es dolorosa porque nos desagrada lo que estamos imaginando, haremos lo posible por evitar esa situación; si por el contrario nos produce una emoción placentera, despertará en nosotros un deseo ardiente de que se materialice, y por tanto se pondrán en marcha fuerzas que no imaginas para hacerlo realidad.

Somos creadores de nuestro destino, por tanto necesitaremos tener primero diseñado un boceto de vida que nos satisfaga plenamente, para así mantener el enfoque en esa visión constantemente en nuestra mente. El enfoque nos da claridad. Esta es la forma de atraer a nuestras vidas aquello que deseamos, y de evitar lo que no queremos. Cuando tenemos claro lo que buscamos es más fácil que lo podamos encontrar, y que cuando aparezca lo sepamos valorar. Es como cuando vas de compras sin saber exactamente lo que quieres, te pruebas todo lo que encuentras de tu talla sin ton ni son y te compras la ropa por impulsos, luego cuando llegas a casa te das cuenta de que lo que has comprado no te pega con nada o peor aún, nunca encuentras el momento de ponértelo. Sin embargo, si sales de tiendas con la idea


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clara de lo que necesitas, de forma milagrosa aparece justo esa prenda ideal, y además, resulta ser la única y tener el precio justo, es como si te estuviera esperando.

De jovencitas, la mayoría de las mujeres soñamos con nuestro príncipe azul y nuestra boda ideal. Nos imaginamos vestidas de blanco como unas princesas y una vida de color de rosa. Pero con el paso del tiempo nos damos cuenta de que el beso del príncipe nos despertó de nuestro maravilloso sueño y que nada resultó como imaginábamos. Lo que en realidad ocurrió es que en algún momento dejamos de visualizar nuestro cuento de hadas y empezamos a tener pesadillas con las facturas, los niños, el trabajo, las tareas de la casa, los kilos de más… y se rompió el hechizo. Cuando dices aquello de “sabía que iba a ocurrir”, es porque ya te imaginaste de antemano un resultado. Muchas veces como tenemos ideas preconcebidas ya no le damos otra oportunidad a nuestra mente de crear un nuevo resultado y por tanto visualizamos aquello que creemos que va a ocurrir, y que además resulta ser lo que tememos. Y terminas desencantada. Así que, para mantener la magia en nuestras vidas hay que seguir soñando con la inocencia de creer que todo es posible.

Para tener una visión clara de nuestros sueños necesitamos pues poner enfoque, esto es no perderlos de vista a la vez que significa desenfocarse del resto de cosas que puedan desviar tu atención. Si caminas por un sendero necesitarás ver las delimitaciones del mismo para no perderte, ya que si no es muy posible que termines perdiendo el rumbo. Si no

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tienes una visión global de tu vida, seguramente los árboles te estén impidiendo ver el bosque. Por eso es importante que tengamos nuestra meta constantemente en la cabeza, que definamos bien lo que queremos ser, hacer y tener a lo largo de nuestra vida, no solo el año próximo, sino también en los próximos cinco, diez y veinte años al menos. Quien tiene un propósito de vida (lo que quiero ser) y una misión que cumplir (lo que elijo hacer parar convertirme en quien quiero ser) tiene un mapa del tesoro, llegar hasta él es solo cuestión de descifrarlo, algo que sólo puede hacerse sobre el terreno. Nuestro sueño actúa como nuestra brújula interior, nos marcará el norte cuando nos perdamos. Pero si no sabemos lo que queremos, como Jack Sparrow en la película “Piratas del Caribe”, de Walt Disney Pictures, la brújula se volverá loca y cada vez apuntará a un lugar diferente. Si visualizamos nuestro destino en nuestra mente con la fuerza necesaria, como si lo estuviéramos viviendo, sintiendo lo que sentiríamos con los cinco sentidos, empezaremos a actuar como si ya estuviéramos consiguiendo nuestros propósitos y sin duda hallaremos el modo de cumplirlos. Visualízate recorriendo la alfombra roja la noche de tu premio, cómo estarás vestido/a esa noche y con quién irás acompañado/a.

Cuando llegamos a esta vida es como si entráramos en un buffet libre, donde puedes elegir qué es lo que quieres comer. Hay de todo para escoger, bebidas, aperitivos, entradas, platos fuertes y postres. Tienes el rincón de los platos que dan sabiduría, el de los platos que traen conflictos, el de los momentos dulces y el de los tragos amargos. También tienes bebidas energéticas y relajantes, así como frutas prohibidas y pasteles tradicionales. Cada día debes elegir qué pones en tu bandeja, pues necesitas alimentarte comiendo de todo un poco para llevar una dieta equilibrada, aunque a veces no te gusten todas las recetas. Así que imagina tu menú ideal y sírvete sin miedo, puedes comer las cantidades que desees de todo lo que quieras, solo tú te pones el límite. Pero piensa que no


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puedes comer de un solo producto y evitar el resto, o que no puedes comerte todo lo que te gusta porque reventarías. Así la vida es una elección, y cada vez que eliges un plato, descartas otro.

ADMINISTRA TU TIEMPO

El tiempo es la mayor riqueza que tenemos las personas, cada nuevo día es un maravilloso regalo,

un presente que vivir. El día tiene las mismas horas para todo el mundo, sin

embargo, lo que distingue a las personas que consiguen lo que se proponen de aquellas que se quedan en el intento es cómo administran su

tiempo. Con el tiempo, como con el dinero, solo podemos hacer dos cosas, o

gastarlo o invertirlo. Sin embargo, el tiempo, a diferencia del dinero, no se acumula; por tanto, el tiempo que has dejado escapar nunca volverá. La diferencia entre ricos y pobres es cómo administran tanto su tiempo como su dinero, y sobre todo en qué invierten el tiempo libre. La mayoría usamos el tiempo de ocio como tiempo no productivo, con actividades que causan un bajo impacto en nuestras vidas. Esto es lo habitual porque tenemos la creencia de que el tiempo libre es tiempo de esparcimiento

“Nuestro sueño actúa como nuestra brújula interior, nos marcará el norte

cuando nos perdamos.”

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o para desconectar del trabajo; aunque esto es debido a que tu trabajo no te está llevando al lugar que has soñado, ya que si fuera así no descansarías hasta ver cumplirse tus deseos. Pero, si tuviéramos un reloj de cuenta atrás que nos indicara el tiempo que nos queda por vivir, y que éste fuera nuestro salario, como ocurre en la película “In Time” de Andrew Niccol, sin duda priorizaríamos de otra forma.

¿Te has parado a pensar cómo quieres que sea tu vida en tres años, en cinco, en diez y en veinte? Los hábitos del día a día son siempre los mismos, los del fin de semana

también, incluso los de las vacaciones. La mayoría de las personas dedican su

tiempo libre a ver la televisión, navegar por internet, chatear, charlar o quedar con los amigos, leer prensa rosa, etcétera… ¿te has planteado qué aportan a tu vida actividades como leer el periódico o ver el telediario? Tendemos a pensar en el corto plazo, y por eso no llegamos a vis-lumbrar los beneficios o perjuicios que en el futuro pueden oca-sionarnos las pequeñas decisiones de cada día. Todo lo que sembremos

tendrá su cosecha, si te ocupas de regar las semillas, claro está. Mi

padre siempre me decía que nuestra mente es como un campo que hay que

abonar. Por tanto, también hay que cuidar el tipo de información con la que

estamos alimentando nuestro cerebro, pues hay cierta información que lo intoxica y lo daña.

Lo mejor es realizar actividades de alto impacto, es decir, tareas que causen un efecto transformador en tu futuro. Bien puede ser formarse, leer libros, o escuchar alternativas para encontrar nuevas oportunidades. Estas acciones sin duda modificarán tu forma de pensar, y por tanto cambiarán tu


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forma de sentir y de actuar. Y la suma de pequeños actos diarios enfocados hacia tus sueños sin duda te acercará a ellos. Si quieres un cambio en tu vida deberás cambiar algunos hábitos y empezar a hacer cosas diferentes, necesitarás ser creativo/a, ya que la mayoría de las veces no podemos hacer cambios bruscos, además todo necesita su tiempo. Si tienes una visión clara de cómo quieres que sea tu vida, y empiezas desde hoy a dar los pasos necesarios para realizar tu plan de acción, marcarás la diferencia.

Nada de esto es posible si no estás dispuesto/a a dar el extra, a recorrer cada día un kilómetro más. Todo es una elección y seguramente para que estos cambios sean importantes en tu vida tengas que sacrificar algunas cosas que para ti son importantes. Si no tomas la decisión de incomodarte durante un tiempo, todo seguirá igual, al mismo ritmo y con los mismos resultados. Es posible que necesites hacer una revisión de tu escala de valores para priorizar tus acciones según lo que de verdad sea importante para ti. La paradoja es que quizás uno de tus valores fundamentales sea tu familia, y por tanto quieras cada día pasar tiempo con ellos, sin embargo, las largas jornadas de trabajo te dejan tan exhausto/a que apenas puedes disfrutar de su compañía. Probablemente te encuentres en un callejón sin salida, puesto que además tu trabajo no te permite darles a tus hijos el estilo de vida que deseas. Así, no tener tiempo y dinero es la escusa que ponen la mayoría de personas para no realizar sacrificios e iniciar una actividad empresarial.

Chema de Aldecoa y Laura Prada son una pareja que aparentemente tenían una vida confortable, pues los dos tenían un buen puesto de trabajo en una gran empresa de masas congeladas. Entre los dos sumaban un sueldo interesante con el que vivían bien, además gozaban de beneficios sociales como coche y teléfono móvil de empresa. Chema además estaba estudiando un postgrado y

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dedicaba algunos fines de semana a su hija. No se puede decir que tuvieran mucho tiempo libre, tampoco es que tuvieran deudas o necesitaran un cambio urgente de vida. Pero ellos querían algo más, querían disfrutar de su libertad, no tener que madrugar y poderse ir de vacaciones cuando quisieran. Tenían un gran sueño que les movía, así que decidieron iniciar un negocio de redes de distribución interactiva que les suponía dar el extra por las noches y los fines de semana. De pronto, ambos fueron despedidos sin preaviso. Afortunadamente su negocio empezaba a funcionar, pues un día convirtieron la escusa de no tener tiempo en el motivo para hacer algo diferente en sus vidas.

Es fácil encontrar cada día excusas de todas las formas y colores para no hacer aquello que te acerque a tu sueño, por ejemplo: “no tengo tiempo”, “no tengo suerte”, “no tengo contactos”, “ya soy mayor para eso”, “necesito más formación”, “me falta dinero” o “hoy me duele la cabeza”. También es fácil escuchar comentarios de alguien que te recuerda lo difícil que es lo que te propones, y “cariñosamente” te invita a poner los pies en la tierra. Más fácil aún resulta echar la culpa a otros por no haber conseguido lo que querías y quitarse la responsabilidad de seguir intentándolo. Si te dejas llevar por todo esto, tu visión irá perdiendo nitidez hasta llegar a desaparecer. Entonces sentirás que has perdido el norte, y probablemente sufrirás de “victimitis”. Sin embargo, para otras personas no tener tiempo ni dinero suficiente es precisamente el motivo para salir de su zona de confort y cambiar hábitos improductivos por otros productivos. A la larga sin duda, merecerá la pena. Por tanto, las personas que triunfan en la vida son gente normal haciendo cosas extraordinarias.

“Con el tiempo, como con el dinero, solo podemos hacer dos cosas, o

gastarlo o invertirlo.”


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dedicaba algunos fines de semana a su hija. No se puede decir que tuvieran mucho tiempo libre, tampoco es que tuvieran deudas o necesitaran un cambio urgente de vida. Pero ellos querían algo más, querían disfrutar de su libertad, no tener que madrugar y poderse ir de vacaciones cuando quisieran. Tenían un gran sueño que les movía, así que decidieron iniciar un negocio de redes de distribución interactiva que les suponía dar el extra por las noches y los fines de semana. De pronto, ambos fueron despedidos sin preaviso. Afortunadamente su negocio empezaba a funcionar, pues un día convirtieron la escusa de no tener tiempo en el motivo para hacer algo diferente en sus vidas.

Es fácil encontrar cada día excusas de todas las formas y colores para no hacer aquello que te acerque a tu sueño, por ejemplo: “no tengo tiempo”, “no tengo suerte”, “no tengo contactos”, “ya soy mayor para eso”, “necesito más formación”, “me falta dinero” o “hoy me duele la cabeza”. También es fácil escuchar comentarios de alguien que te recuerda lo difícil que es lo que te propones, y “cariñosamente” te invita a poner los pies en la tierra. Más fácil aún resulta echar la culpa a otros por no haber conseguido lo que querías y quitarse la responsabilidad de seguir intentándolo. Si te dejas llevar por todo esto, tu visión irá perdiendo nitidez hasta llegar a desaparecer. Entonces sentirás que has perdido el norte, y probablemente sufrirás de “victimitis”. Sin embargo, para otras personas no tener tiempo ni dinero suficiente es precisamente el motivo para salir de su zona de confort y cambiar hábitos improductivos por otros productivos. A la larga sin duda, merecerá la pena. Por tanto, las personas que triunfan en la vida son gente normal haciendo cosas extraordinarias.

“Con el tiempo, como con el dinero, solo podemos hacer dos cosas, o

gastarlo o invertirlo.”

REvISA EL AvANCE

Como somos animales de costumbre, y siempre dejamos las cosas para el último momento,

tendemos a esperar a final de año para hacer balance sobre nuestras vidas. Entonces nos damos cuenta de que no hemos conseguido nuestros propósitos y nos hacemos la promesa

de que el año siguiente será mejor. Estos propósitos siempre suelen ser los

mismos, y tienen que ver casi siempre con mejorar nuestro estilo de vida

introduciendo nuevos y buenos hábitos como ir al gimnasio, ponerse a dieta, dejar de fumar y ser más puntual o tolerante. Cada nuevo año nos da la oportunidad de escribir una nueva historia, pues nos regala trescientas sesenta y cinco páginas en blanco. Cuando somos estudiantes, esta pauta nos la marca el inicio del curso escolar, que es cuando nos proponemos estudiar cada día para obtener mejores calificaciones que el curso anterior.

Para alcanzar grandes objetivos a un año vista, es aconsejable marcarse pequeños hitos que son los que nos van a permitir llegar a nuestra meta. Así, podríamos hacer balance por ejemplo cada trimestre y revisar el avance de

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forma mensual. De esta forma podremos corregir el rumbo a tiempo si vemos que nos estamos equivocando o desviando de nuestro destino. Estos momentos te sirven para reflexionar sobre el resultado que estás obteniendo con tus acciones, y así aprender de los errores y corregirlos si acaso fuera necesario. Puedes darte cuenta que no estás haciendo todo lo necesario o que estás distrayéndote con otras cosas. Cuidado con los ladrones de tiempo, que son todo aquello que se cuela en nuestra agenda y que no nos aporta valor a nuestra vida o a nuestro trabajo. Pueden ser los típicos compromisos que tienes que cumplir, las reuniones excesivamente largas, interrupciones constantes de llamadas innecesarias o e-mails sin importancia… si lo analizas bien puede que te des cuenta de que tengas que dejar de hacer algunas cosas que te están desviando de tu meta para poder realizar otras que te acerquen a ella.

Cualquier momento es adecuado para hacer balance, nunca es tarde para corregir errores, y siempre es posible encontrar apoyo. Lo que es importante es que no elimines tu meta, mantente firme en tu propósito.


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Puede ser que tengas que posponer algunos objetivos, porque tengas que cambiar fechas, ya que quizás hayas tenido algún contratiempo. Aquello que está planificado es fácil revisarlo y replantearlo, pero si no te has tomado el trabajo de escribir tu plan de acción te resultará difícil revisar el avance. Es fundamental tener el hábito de llevar una agenda y revisarla cada día, así si una tarea queda sin hacer podrás modificar su fecha y darle un nuevo espacio, en lugar de que caiga en el olvido. Por lo general, las personas solemos llevar una agenda profesional para que no se nos olviden citas o eventos, y sin embargo no usamos agenda en nuestra vida personal. Así, solemos cargar en nuestra mochila un montón de tareas que nunca vemos el momento de acometer, y tendemos a postergarlas, incluso lo hacemos con nuestros hobbies y aficiones. Con ello, nos estamos dando el mensaje inconsciente de que nuestra vida privada y nuestros intereses particulares no son tan importantes como nuestro trabajo, por lo que al final no conseguimos realizar todos esos retos que nos propusimos. Ello nos daña la autoestima y nos hace sentirnos incapaces de conseguir logros personales.

Cuando decidí cursar el Máster en Dirección de Empresas on-line, sabía que al tener que estudiar en casa necesitaba una fuerte disciplina para poderlo culminar con éxito. Además, por aquel entonces realizaba también mi trabajo desde casa, por lo que o me planificaba bien o corría el riesgo de no hacer correctamente ni una cosa ni la otra. Pero sabía que eso solo no sería suficiente, necesitaba también la comprensión y colaboración tanto de mi pareja como de mis hijos, que aunque ya eran adolescentes estaban acostumbrados a que casi siempre estuviera disponible para ellos (les llevaba y les traía de aquí a allá, les preparaba la comida y la cena). Así pues se acabaron muchos beneficios adquiridos

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y los planes juntos por un tiempo, repartimos las tareas de la casa entre todos y cada cual se hizo responsable de sus propias necesidades, como por ejemplo hacerse la cena. Aunque para eso tuve que modificar mis estándares de exigencia y permitir que cada uno/a viviera a su antojo. También tuve que decir que no a otras muchas actividades atractivas con familiares y amigos, o a encuentros y conferencias interesantes para mi profesión. Afortunadamente, todo el mundo a mi alrededor comprendió la situación y no recibí ningún tipo de exigencias o críticas. Sin duda, el hecho de haber compartido mi objetivo con las personas que se verían afectadas por mi decisión, ayudó a que todo fuera más llevadero.

Es probable que tu determinación en cumplir tus propósitos afecten negativamente a alguien de tu entorno porque o bien suponga dejar de prestarle la atención que antes recibía o bien requiera que pidas ayuda y colaboración en algunas tareas que antes asumías en solitario. Esto seguramente incomodará a estas personas y criticarán tus decisiones y juzgarán tus actos, tendrás que adquirir la habilidad de neutralizar estas críticas para que no te perjudiquen o te hagan ceder y cambiar de opinión. Seguramente en más de una ocasión tendrás que decir que no y poner ciertos límites, pues si antes estabas disponible para todo y para todos y ahora no lo estás, intentarán ganarte el terreno nuevamente.

Es sano que tengas tu propio espacio y lo protejas, y no permites que nadie tire su basura dentro de tu territorio. A veces decir que no a alguien o a algo supone una tarea muy complicada, pero que nos ayuda a poner encima de la mesa de juego nuestras prioridades. En definitiva, a la hora de hacer balance hay que tener en cuenta no sólo lo que estamos haciendo, sino también lo que no estamos


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haciendo. Así mismo, es conveniente identificar qué o quiénes nos están retrasando y por qué, para tomar las medidas correctoras oportunas, pese a quien pese.

CELEbRA LOS LOGROS

Reconocer nuestro esfuerzo cuando hacemos algo bien o conseguimos un avance hacia nuestras

metas, por muy pequeño que sea, es la mejor forma de mantener la

motivación para seguir en el camino hacia nuestros sueños. Además, es la manera de tomar conciencia de nuestras capacidades y de adquirir

confianza en nuestras posibilidades. Cuando ves que un día eres capaz de

recorrer un kilómetro sabes que al día siguiente también serás capaz de hacerlo, incluso podrías recorrer quinientos metros más, y al siguiente otros doscientos, y un día te das cuenta de que recorres dos kilómetros sin esfuerzo, y que con entrenamiento y constancia podrás doblar nuevamente esta distancia, y además acortar tiempos. Claro está que para eso tienes que haberte prefijado bien tus objetivos, y tomarte el esfuerzo de medirlos, ya que si no prestas atención a tu recorrido ni a la distancia que tienes hasta la meta, difícilmente sabrás

“A la hora de hacer balance hay que tener en cuenta no sólo lo que esta-mos haciendo, sino también lo que

no estamos haciendo.”

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si has mejorado con respecto a lo anterior. Sin embargo, lo habitual es reconocer únicamente los fallos cometidos y castigar los errores, puesto que en eso está basado nuestro modelo de educación. ¿Te imaginas estar constantemente reprochándole a un bebé el hecho de que se caiga cuando empieza a caminar? Por el contrario, aplaudimos cada pasito que da, y eso es lo que le anima a levantarse una y otra vez hasta que adquiere seguridad suficiente. Pero llega un momento en que damos por sentado que lo normal es hacer las cosas bien, y que hay que destacar las equivocaciones con el fin de mejorarlas. Y lo curioso es que nosotros/as mismos/as nos convertimos en nuestro peor juez. Lo que ocurre es que si ponemos el foco únicamente en lo que hay que de malo y obviamos lo que hay de bueno en aquello que hacemos, estamos dañándonos la autoestima.

Constantemente estamos aprendiendo cosas nuevas, adquiriendo nuevas habilidades y mejorando en nuestros quehaceres, tanto en nuestra vida privada como en nuestro trabajo, y todo aprendizaje requiere que sea reconocido para que se fije en nuestro conocimiento y pasemos al siguiente nivel. Todos/as necesitamos una palmadita en la espalda de vez en cuando, pero no es común recibirla y ¿para qué esperar a que sean los demás quienes nos la dan? Si cuando hacemos balance, tenemos el hábito de reconocer los logros y celebrarlos, y no solo de destacar los fallos, fortalecemos nuestra autoconfianza y reforzamos las actitudes que nos han permitido superarnos, por tanto tenderemos a repetirlas en la próxima hazaña que nos planteemos. Así es como nuestras nuevas habilidades van siendo integradas en nuestra forma de ser y hacer.

Nuestra vida está llena de celebraciones, celebramos cumpleaños, aniversarios, graduaciones… y tenemos la costumbre de hacer algún regalo en todas ellas. Está bien regalar, aunque lo que más agradecemos las personas son las palabras de reconocimiento a nuestros esfuerzos, que son precisamente lo que menos celebramos. Celebrar no


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requiere gastar necesariamente, ni siquiera es indispensable dedicarle mucho tiempo, ni perderse en parafernalias. Para celebrar un logro tan solo es necesario que te lo reconozcas y te des las gracias de corazón a ti mismo/a por haberlo conseguido. Puedes prepararte un homenaje con un breve discurso que destaque tus méritos. Luego no está de más que te premies con algo que te gusta, si quieres comprarte aquel jersey que tenías fichado, o permitirte un descanso o prepararte tu plato favorito o abrir esa botella de vino que tenías reservada para una ocasión especial, incluso llamar a quien quieras que comparta contigo tu alegría… Eso sí, lo importante es que realices estas acciones con plena consciencia en su intención de celebración, ya que si no perderán su fuerza. A mí particularmente me gusta prepararme un baño de espuma, prender velas y quemar incienso para relajarme tras haber superado algún reto destacable, es como un pequeño ritual o ceremonia en mi honor.

La mejor recompensa al trabajo bien hecho es la satisfacción personal. A veces, por mucho que los demás nos reconozcan nuestros esfuerzos y avances, somos nosotros/as mismos/as los que nos empeñamos en minimizar nuestro mérito. Esto viene de un afán de perfeccionamiento mal entendido, puede ser que inculcado por unos padres demasiado rígidos, que nos llevan a detectar cualquier pequeño defecto y a poner la atención en ello. Es probable que no hayas conseguido el cien por cien de lo que te propusiste, puede ser que te hubieras puesto una meta demasiado ambiciosa, o que no estuviera bien planteado el plan de acción, o que simplemente no hicieras todo lo que te propusiste hacer cuando te marcaste tu

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objetivo. Incluso es probable que no contaras con los recursos adecuados o con todo el apoyo que necesitabas. Aún así, si has llegado al veinticinco, al cincuenta o al setenta y cinco por ciento, valora el esfuerzo que has hecho y reflexiona sobre los puntos de mejora. Ya que si no lo haces, es posible que te fijes en la parte que está sin superar y te entren ganas de abandonar.

Aunque sin duda las celebraciones son más placenteras en compañía, además sirven para estrechar lazos entre las personas. Aprovecha cualquier motivo para celebrar y para compartir esos momentos de ilusión con las personas que te importan. Si trabajas en equipo el reconocimiento será colectivo, por lo que la energía positiva que se produce generará una magia capaz de mover montañas. En mi equipo de empresarios de network marketing reconocemos al finalizar cada mes los avances, pues todos/as hemos pasado por esa primera etapa y sabemos que, aunque parezca fácil, todo tiene su complicación. Por otro lado, nunca llegamos a saber del todo cuánto sacrificio ha hecho esa persona para lograr su meta. A su vez, eso sirve para impulsar a otros/as a lograrlo también y a mostrar el poder del trabajo en equipo. Nuestro lema es “juntos podemos”. Nada hay más gratificante que saber que tu ejemplo de superación sirve de inspiración a los demás, y celebrar los logros de aquellos/as a quienes has ayudado a triunfar.

“Aprovecha cualquier motivo para celebrar y para compartir

esos momentos de ilusión con las personas que te importan.”


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NUNCA TIRES LA TOALLA. PERSEvERA

El éxito puede estar al doblar la siguiente esquina, si renuncias a un último esfuerzo nunca sabrás de

lo que eres capaz realmente, no desistas, persevera y seguro que obtendrás tu

recompensa. La mayoría de las personas abandonan antes de darse una nueva oportunidad para obtener los resultados deseados; sin

embargo, aquellas personas que han triunfado son las que se levantaron de

sus caídas, porque jamás se dieron por vencidas. Por eso la gran diferencia entre las

personas que consiguen sus propósitos y las que abandonan en el intento, no reside en la procedencia o la clase social, ni en los contactos o estudios, más bien se debe a la capacidad de resistencia ante la frustración y la tolerancia al fracaso. La clave no reside en no caerse, pues las caídas son inevitables, sino en transformar la frustración en la fuerza que te impulse a volverlo a intentar una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.

Normalmente queremos conseguir resultados de inmediato y sin demasiado esfuerzo, pero todo necesita su tiempo y dedicación. Cualquier reto que nos propongamos conseguir requiere cultivar la paciencia, es la Ley Universal de la Siembra y la Cosecha. La naturaleza es un gran ejemplo que nos puede inspirar si lo utilizamos como metáfora en nuestros proyectos. Lo primero que hay que hacer es preparar el terreno, quizás debemos abonar o remover la tierra antes de continuar. A veces esto es cuando tenemos una idea y buscamos socios o promotores, o cuando estamos estudiando o analizando una propuesta, o nos estamos formando en una nueva disciplina. Hay quien se paraliza en esta primera fase porque nunca se siente lo suficientemente preparado/a o le asusta dar el siguiente paso, que es plantar las semillas. Aunque antes has tenido

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que decidir la cosecha que quieres tener, no vaya ser que luego le pidas peras al olmo.

Una vez plantadas las semillas llega un periodo de espera, en el que muchas personas abandonan porque no saben gestionar la incertidumbre ¿brotarán o no brotarán las semillas? Hay un cierto tipo de bambú japonés que tarda siete años en brotar, durante este tiempo está fortaleciendo sus raíces, para crecer después treinta metros en tan solo seis semanas. Desde luego que se requiere mucha fe y confianza para tener la capacidad de esperar un resultado a largo plazo, aunque sin duda aquello que se construye de forma sólida aguantará vendavales. ¿Recuerdas el cuento de los tres cerditos? Durante ese periodo de espera, el agricultor no está de brazos cruzados esperando, sino que está activo: riega las semillas, las fertiliza si es necesario, y vigila que no se las coman los pájaros. Y cuando por fin ve la planta aparecer, no puede descuidarse, sino que debe evitar las plagas y confiar que las condiciones climatológicas sean favorables. Es cierto que no podemos controlarlo todo, pero es necesario estar alerta para reaccionar ante las adversidades si la cosecha resultara destruida. Claro está que de nada sirve lamentarse cuando por motivos externos, viene una tormenta e inunda nuestro campo.

La expresión “tirar la toalla” viene del Boxeo, ya que cuando un boxeador quiere abandonar la lucha, su entrenador debe arrojar su toalla al ring. Pero eso no significa que abandone y se retire, volverá a entrenarse para pelear nuevamente y aguantar los asaltos necesarios en la próxima competición. A veces, tomar la decisión de abandonar a tiempo puede ser necesario para no morir en el intento. Saber cerrar un episodio para abrir otro nuevo es muchas veces lo más acertado. Pero ¿cuándo es el momento adecuado? Un excepcional ejemplo de superación y de lucha es el que vemos en la película “El camino del guerrero” de Victor Salva, basada en la novela autobiográfica del mismo título, del atleta Dan Millman. Es cierto que la determinación para conseguir nuestras metas es fundamen-


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tal, sin embargo el capitán no debe hundirse con su barco. Debes poner todo el empeño en salvar la tripulación, sin embargo, ante todo debes salvarte a ti mismo/a, pues que te mantengas a flote es de vital importancia para ti y para tu familia. Hay personas que se creen acabadas cuando se ha hundido su empresa, sin embargo, la experiencia es un grado, y el hecho de sobrevivir a un naufragio y tener el valor de volver a capitanear una nueva expedición es la diferencia entre quien aprende de sus errores o quien se deja aplastar por ellos. Lamentablemente, nuestra sociedad no valora este tipo de aprendizajes, más bien castiga a aquellos que han sido abatidos, y además los remata para que no vuelvan a levantarse. Pero quien tiene espíritu de superación no se rinde nunca, hasta morir con las botas puestas.

Para encontrar oro en el río hay que separar la gravilla y tamizar la arena. Es un trabajo minucioso que requiere constancia y disciplina. Puede que no tengas prisa por encontrar oro y únicamente dediques un ratito al día a buscarlo, o puede que solo lo busques cuando tengas la necesidad de llenar tus reservas y cuando veas que tienes suficiente abandones la búsqueda. Estas actitudes, aunque a priori parezcan adecuadas, a la larga resultan agotadoras y engañosas. Así, hay quien piensa que hizo todo lo que pudo y que no encontró lo que buscaba, y

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por tanto abandona. Cuando la realidad es que no hizo lo suficiente durante el tiempo necesario, y dejó que otros/as encontraran la mina de oro. Durante la conquista de México, Hernán Cortés tomó la decisión de quemar las naves para que sus hombres no pensaran ni un momento que la retirada era una opción. Así que, antes de tirar la toalla y volver a casa con las orejas agachadas, reflexiona un momento y revisa algunos de tus hábitos: ¿qué es lo que estás haciendo?, ¿qué no estás haciendo?, ¿qué tienes que dejar de hacer y qué tienes que empezar a hacer? También analiza cómo estás pensando y cómo tendrías que pensar para persistir. Tu capacidad de aguante va más allá de lo que te imaginas, tú decides cómo responder ante las dificultades, si ganar o perder.

MANTÉN UNA ACTITUD GANADORA

Has nacido para triunfar, para ser una estrella y no para estrellarte. Solo por el hecho de nacer ya te

has ganado la vida, y creer que hay que trabajar duro para sobrevivir solo nos pone en el papel de víctima. Nuestra educación judeo-cristiana nos incul-ca una serie de creencias como que nacemos en pecado y que iremos al

infierno si no nos arrepentimos, que alimentan en nosotros/as sentimientos

“Tu capacidad de aguante va más allá de lo que te imaginas, tú de-cides cómo responder ante las dificultades, si ganar o perder.”


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de culpa y miedo, lo que a la vez genera sufrimiento y rabia. Así mismo, la interpretación de algunos valores como la humildad o la generosidad, generan falta de autoestima porque nos incitan a olvidarnos de nosotros/as mismos/as e ignorar nuestras necesidades. Así, nos sentimos mal si buscamos nuestra felicidad o si ensalzamos nuestras virtudes. Por supuesto que hay que pulir actitudes como la soberbia, la envidia o la avaricia, y combatir el ego, aunque para ello no se debería anular al ser humano, sino ensalzarlo a través de sus talentos.

Los valores, que en sí mismos no son ni buenos ni malos, pues eso es una cuestión de moral y por tanto de educación y cultura, deben aportar valor a la persona, valga la redundancia, y no restárselo. Creo que una educación en valores es muy necesaria, yo me he educado en un colegio religioso, de Teresianas concretamente, y me siento muy orgullosa de la educación que he recibido, que es la misma que les he procurado transmitir a mis hijos. No hay que olvidar que nuestro propósito es ser felices, y esto es imposible bajo la culpa y el miedo.

Nuestra actitud, o postura ante la vida, va a depender en gran medida de la seguridad que tengamos en nuestros talentos y de la confianza en lo que hagamos. Si tu actitud es firme, tu determinación será inquebrantable, lo que sin duda será de gran ayuda a la hora de mantenerte en el camino hacia el éxito. Ahora bien, una actitud firme necesita una mentalidad flexible para adaptarse a las circunstancias cambiantes de la vida. La intención con la que emprendes un nuevo reto tiene mucho que ver con el resultado final. Pongamos como ejemplo el caso de la Selección Española en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica en el 2.010, que ganó contra todo pronóstico pues jugó con la actitud de ganar desde el principio hasta el final. Enfócate en tus capacidades y en tus fortalezas para mantener una actitud ganadora, si te dejas intimidar por el contrincante o por los obstáculos estarás alimentando el miedo a perder.

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Cuando uno/a tiene confianza en el resultado sin duda sonríe. Sonreír es uno de los mayores placeres de la vida, que sólo tenemos el ser humano, además es un

extraordinario ejercicio cuyos efectos son contagiosos. Si sonríes se eleva tu

estado de ánimo y el de las personas a tu alrededor, y con la moral bien alta es más sencillo alcanzar la victoria. Pero hay que sonreír incluso en las derrotas. Sonreír se vuelve complicado en estos momentos de incertidumbre y malestar generalizado. Respira-

mos angustia, estrés, tristeza… por eso regalar sonrisas es ahora

más necesario que nunca. Sonríe siempre de corazón, cuando saludes

o te cruces con alguien, cuando entres en un ascensor o en alguna estancia, incluso cuando hables por teléfono, nunca sabes cuando tu sonrisa va a ser el mayor bien que una persona va a recibir ese día. Con una sonrisa desafías a la vida y ésta te sonreirá.

Para mantener una actitud ganadora es fundamental habituarse a mirar el lado positivo de cada acontecimiento. Normalmente, solo vemos los perjuicios que una circunstancia no deseada nos ocasiona, lo medimos todo en términos de pérdidas, sin embargo no hacemos balance de las ganancias.

Con seguridad, recordarás alguna situación de tu pasado que vista en perspectiva probablemente no fue tan mala como creíste, y ahora ves que ese evento tan lastimoso te trajo también algún beneficio. Es muy complicado, por no decir inviable, sonreír y mantener una actitud ganadora cuando fracasas en un negocio o te despiden de tu trabajo, pero sin duda detrás de todo ello hay una nueva oportunidad.

“Enfócate en tus capacidades y en tus fortalezas para mantener

una actitud ganadora.”


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Cuando uno/a tiene confianza en el resultado sin duda sonríe. Sonreír es uno de los mayores placeres de la vida, que sólo tenemos el ser humano, además es un

extraordinario ejercicio cuyos efectos son contagiosos. Si sonríes se eleva tu

estado de ánimo y el de las personas a tu alrededor, y con la moral bien alta es más sencillo alcanzar la victoria. Pero hay que sonreír incluso en las derrotas. Sonreír se vuelve complicado en estos momentos de incertidumbre y malestar generalizado. Respira-

mos angustia, estrés, tristeza… por eso regalar sonrisas es ahora

más necesario que nunca. Sonríe siempre de corazón, cuando saludes

o te cruces con alguien, cuando entres en un ascensor o en alguna estancia, incluso cuando hables por teléfono, nunca sabes cuando tu sonrisa va a ser el mayor bien que una persona va a recibir ese día. Con una sonrisa desafías a la vida y ésta te sonreirá.

Para mantener una actitud ganadora es fundamental habituarse a mirar el lado positivo de cada acontecimiento. Normalmente, solo vemos los perjuicios que una circunstancia no deseada nos ocasiona, lo medimos todo en términos de pérdidas, sin embargo no hacemos balance de las ganancias.

Con seguridad, recordarás alguna situación de tu pasado que vista en perspectiva probablemente no fue tan mala como creíste, y ahora ves que ese evento tan lastimoso te trajo también algún beneficio. Es muy complicado, por no decir inviable, sonreír y mantener una actitud ganadora cuando fracasas en un negocio o te despiden de tu trabajo, pero sin duda detrás de todo ello hay una nueva oportunidad.

“Enfócate en tus capacidades y en tus fortalezas para mantener

una actitud ganadora.”

PIENSA EN POSITIvONuestra mente tiene una capacidad asombrosa para po-

nerse en lo peor, estamos entrenados para ver el lado negativo de la vida, solo

vemos el peligro en cierto modo para evitar el riesgo, además constante-mente recibimos mensajes de los medios de comunicación con malas noticias que nos mantienen en un

estado pesimista. En la mayoría de los ambientes se respira ese mismo pesi-

mismo que se retroalimenta a base de dar vueltas y vueltas a lo mismo, de rumiar las mismas historias una y otra vez, lo que nos atrapa en un estado continuo de malestar, aunque paradójicamente vivamos en la sociedad del bienestar. El ideograma de la palabra crisis en chino reúne dos conceptos: peligro y oportunidad, lo que significa que ambas cosas vienen de la mano, como dos caras de la misma moneda, de igual modo que no podemos separar el yin del yan (conceptos del taoísmo que exponen la dualidad del Universo). Lo que ocurre es que las personas queremos evitar las situaciones que nos incomodan o nos hacen sufrir, y por ende es lo único que encontramos, pues es en lo que nos enfocamos; y no sabemos ver las oportunidades, por eso las dejamos escapar.

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Uno de los motivos que nos mantienen en un estado mental negativo es que normalmente nos fijamos solo en todo lo que nos queda por lograr, en la parte del camino que queda por recorrer, en aquello que no hemos conseguido; y obviamos todo lo que hemos logrado, los avances que hemos hecho, lo que hemos aprendido y mejorado. A veces los resultados no llegan cuando los esperamos o necesitamos ni de la forma que queríamos, lo que rompe nuestras expectativas. Por eso, necesitamos que otros/as nos lo hagan ver, nos ayuden a cambiar el ángulo de visión. Pero si las personas de tu entorno son negativas, lo único que van a hacer es hundirte más, procura rodearte de gente positiva que te contagie con su alegría y pronto habrás recuperado la esperanza y la ilusión. Pensar en positivo no significa ser optimista, aunque el optimismo es bueno, pudiera confundirse con un estado de ligereza que evita la realidad. ver el lado positivo de la vida es buscar el equilibrio en cada situación, ya que no podemos separar la luz de la sombra. Cuando estés atravesando por una situación que etiquetas como de “mala racha” abre bien los ojos, porque sin duda la vida te estará regalando algo muy bueno, aunque a lo mejor no en la forma que esperas. La perfección del presente está tanto en su lado positivo como en su lado negativo, pues ambos son necesarios y sincrónicos, del mismo modo que mientras es primavera en una parte del planeta en la otra es invierno.


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Cuando me enfrenté a mi divorcio, apenas a dos meses de la muerte de mi padre, al poco empezaron a complicarse las relaciones con mi hijo, luego empezaron los problemas con mis hermanos, a lo que se sumó la crisis económica, que afectó tanto a la empresa heredada por mi madre, como a la que gestionaba mi ex marido, en la que éramos socios, lo que impidió que llegáramos a un acuerdo amistoso. Con este panorama creí que ya nunca podría recuperarme de todo aquello, pensé que ya no conseguiría nada de lo que me había propuesto en la vida, y mi actitud descendió al mismo nivel que mi autoestima. Hoy día enumerar todos esos acontecimientos me da fatiga, sin embargo también soy capaz de apreciar la persona en la que me he convertido gracias a esos retos, y las oportunidades y apoyos que la vida me ha ofrecido a la vez. Toda situación de pérdida requiere su momento de duelo, pero no sirve de nada lamentarse eternamente. Cualquier madre que ha superado un divorcio como yo, al principio no puede sentir nada más que dolor por la ruptura y pesadumbre por el futuro. Todo eso no es más que el miedo al cambio. No resultaría muy normal verse a una misma como una ganadora en esos momentos, ni aunque te lleves la mayor parte del patrimonio familiar, al menos no fue mi caso; sin embargo, al cabo del tiempo podrás apreciar como todo lo vivido te ha fortalecido y te ha permitido vivir situaciones que hoy no cambiarías por nada. Esta nueva percepción disuelve el rencor y permite que recuerdes tu pasado también con los momentos felices y te sientas orgulloso/a de ti mismo/a.

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La vida es sencilla, aunque a veces nos la complicamos demasiado sin darnos cuenta, nos comprometemos con demasiadas cosas o nos cargamos con grandes obligaciones, y generalmente lo hacemos para evitar que suceda aquello que nos preocupa más que para conseguir lo que queremos. Eso nos hace entrar en un estado de estrés y ansiedad, ya que nuestra mente se anticipa a esos hechos y se pone en lo peor, lo que nos condiciona y nos llena de dudas y de miedos. Y al final parece que todo son resistencias y nos sentimos agotados/as y sin aliento. Esta sensación muchas veces se somatiza de tal manera que se manifiesta en nuestro cuerpo en forma de taquicardias o dificultades para respirar, pudiendo llegar a ocasionarnos problemas graves de salud. Evita todo aquello que te suponga un esfuerzo excesivo, si no es fácil es que es complicado y no te sirve, hazlo simple. Ten el hábito de hacer aquello que te resulte natural, es cierto que todo requiere un esfuerzo al principio, hasta que se convierte en algo natural, pero si te sientes nadando contra corriente como un salmón párate a pensar, y déjate llevar, permite que la vida fluya. A veces nos empeñamos en ir por un camino que no es el adecuado, y quizás por terquedad nos mantenemos ahí, a pesar de saber que nos hemos equivocado. No temas cambiar de opinión y simplifica tu vida.

Para saber qué es lo que te sirve y lo que no, aplica la lógica. Si vas a viajar a un clima frío llévate ropa de abrigo y si vas a viajar a un clima cálido te sobrará la bufanda. A veces lo más obvio pasa desapercibido, bien porque nuestro ego tiende a enredarnos con excesivos razonamientos o porque nuestras emociones nos empañan la visión. Pero ¿cómo aplicar la lógica? A veces lo más insospechado puede hacerse realidad, como en la película “La pesca del Salmón en Yemen”, de Lasse Hallström. Escucha a tu corazón y siente tu energía, no podemos controlarlo todo, además no tenemos la suficiente perspectiva para saber qué es lo que más nos conviene, confía en la vida, acepta lo que venga, lo bueno y lo malo, pues todo te ayuda a


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evolucionar, si lo ves así el dolor será menor y tu vida será más placentera. Cree en los milagros, pues el mayor milagro es el de la vida, y todo lo que pueda suceder va a ser para tu beneficio, incluso aquello que piensas que sólo va a perjudicarte, también va a beneficiarte, si te habitúas a pensar así estarás en el camino de la plenitud, te liberarás del miedo y cumplirás con tu misión sagrada de ser feliz.

AMPLÍA TUS LÍMITES

Hay quien piensa que aceptar los límites propios o ajenos es el mejor camino para ser feliz, pero eso

significa resignarse y estancarse, y el agua estancada se pudre. Lo que ocurre es que vivimos en mundo lleno de limitaciones. Ya en la escuela desde bien pequeños nos ponen límites, tanto físicos como

mentales. Nos mantienen en un espacio cerrado, en un cubículo

cuadrado, bajo unas normas que nos coartan el movimiento, por lo que nuestra curiosidad se apaga, nuestra creatividad se anula, y nuestra mente se vuelve cuadriculada, como la pizarra que miramos durante horas. El modelo educativo está diseñado para que repitamos ideas y conocimientos, por tanto nuestra propia capacidad

“ver el lado positivo de la vida es buscar el equilibrio en cada situación, ya que no podemos separar la luz de la sombra.”

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de pensar y de crear pasa a ser innecesaria para cumplir los estándares prefijados. Encerrar-nos en una aula con nuestros semejantes (misma edad, in-cluso en ocasiones mismo sexo) hace que creamos que hemos de saber y necesitar las mismas cosas, nos meten en una burbuja aislada del mundo real y aprendemos sobre el mapa (que es lo que contiene la información teórica acerca del terreno), y no sobre el territorio, o sea, con la práctica.

Nos han formado (dado forma), pero no sabemos ni quién soy ni qué quiero, porque nos han enseñado a mirar hacia fuera, y no hacia dentro. La habilidad natural que tenemos cuando somos niños/as de curiosear y de soñar resulta algo ajeno a nosotros/as cuando salimos de esos muros, y además, estamos tan habituados/as a sentir los límites, que buscamos un espacio lo más similar para sentirnos seguros/as, o sea, otro cubículo, como las oficinas, fábricas, etcétera. Nos han educado para estar, sentir y actuar dentro de unas normas, y nos acomodamos a ello a pesar de que no nos gusten por un motivo simple, porque nos han inculcado el miedo a lo desconocido, porque nos hemos vuelto intolerantes y desconfiados/as. Tus miedos, tus prejuicios y tus dudas te encadenan, sólo si tomas consciencia de esto podrás liberarte. Sabes igual que yo, que estar dispuesto/a a cambiar y hacer cosas diferentes es el primer paso para evolucionar y mejorar tu vida. Si quieres recuperar la ilusión infantil por explorar nuevos mundos has de expandir tus límites mentales, solo así podrás ampliar tu zona de confort para convertirla en un área mágica donde puedes crear una nueva vida.


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La clave para expandir tu mente está en tus hábitos, ¿cuántos libros lees al año? Seguramente en el colegio o en la universidad te aconsejaron muchas lecturas, pero ¿cuánta atención pusiste a lo que leías? El gran problema de nuestra sociedad es que cuando acabamos los estudios reglados nos consideramos producto acabado, como si de una manofactura se tratara nos colocamos el título y el precio y salimos al mercado laboral a producir. Y si acaso descubrimos que nos hace falta una mejora de formación ampliamos nuestro conocimiento, pero con más de lo mismo: una especialidad, un postgrado o un doctorado. Pero lo que en realidad necesitamos es una educación diferente basada en el modelaje en lugar de en la repetición, en la práctica y no en la teoría, en la inteligencia emocional y financiera y no en la intelectual. Cuánto más conocimiento más riqueza, pero ese conocimiento para que nos enriquezca ha de ser sobre nosotros/as mismos/as y sobre los demás, que nos aporte herramientas y no tanta información, que nos desarrolle la actitud en lugar de la aptitud. Sabemos que el éxito depende más de la capacidad para relacionarse con los demás, para manejar las situaciones difíciles y superar los miedos, que de los conocimientos técnicos. No digo que éstos no sean importantes, lo son y mucho, pero por sí solos no garantizan nada. Es más importante lo que haces con lo que sabes que lo que sabes. ¿Y si pudieras utilizar todo tu potencial? Imagínate si tomaras un medicamento que te convirtiera en tu mejor versión, como en la película “Sin límites” dirigida por Neil Burger.

De pequeños/as aprendemos de forma natural y apenas sin esfuerzo todo aquello que necesitamos para relacionarnos, aprendemos a caminar, a hablar, incluso en varios idiomas, absorbemos nuestra cultura, las costumbres familiares, y todo ello lo hacemos por imitación. Pero de adolescentes rechazamos todo aquello que viene de los adultos, y solo tenemos en cuenta la opinión de nuestros/as amigos/as. Y debe ser que en esa época se nos funde algún fusible y nos

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quedamos ahí, pidiéndole consejo al amigo, escuchando al vecino o copiando al colega. Para evolucionar has de emular a aquellas personas que tienen el resultado que tú buscas. Es preferible seguir los pasos del que ya ha recorrido el camino que aventurarte en solitario, más que nada por el alto riesgo que ello conlleva. Tu visión se hace más grande cuando te relacionas con gente de éxito, porque al fin y al cabo todos estamos hechos/as de lo mismo, así que tú también puedes conseguirlo. Esas personas de éxito han dejado sus huellas, solo tienes que seguirlas. Aunque para eso seguramente necesites un baño de humildad, pues a veces necesitarás tener fe ciega para mantenerte en el camino.

Lo que eres hoy es el resultado de lo que has escuchado, lo que has leído y con quien te has relacionado en los últimos cinco años; por tanto, quien seas dentro de cinco años será consecuencia de lo que leas, escuches y con quien te relaciones a partir de hoy. Es importante tener un modelo de persona de éxito a quien admirar, y cuando tengas que tomar una decisión importante pregúntate qué haría esa persona en tu lugar. Eso te ayudará a ponerte en otra perspectiva y a ver tu situación desde otro ángulo, lo que sin duda ampliará tus límites mentales, pues te estarás retando a pensar como alguien de éxito. Si esto lo conviertes en hábito pronto estarás pensando de forma exitosa y estarás tomando las decisiones acertadas. Ya sabes que tal como piensas sientes, y tal como sientes actúas.

“Tus miedos, tus prejuicios y tus dudas te encadenan,

sólo si tomas consciencia de esto podrás liberarte.”


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CUÍDATE COMO TE MERECES

La vida es un regalo, y nuestro cuerpo es el templo donde habitamos, cuidarlo es un deber que no

podemos olvidar. Nuestro cuerpo tiene una inteligencia física perfecta y por eso es capaz de auto sanarse, funcionamos como un perfecto sistema en armonía donde cada célula tiene su función. Todo lo que

ocurre en nuestro cuerpo afecta a su totalidad, nada puede considerarse por

separado. La enfermedad es la expresión física de una disfunción, para curarla es necesario restablecer el equilibrio del sistema. Así que nada mejor que evitar que se rompa este equilibrio con hábitos de vida saludables.

El primero de estos hábitos es el descanso adecuado, pues si no le permitimos a nuestro cuerpo recuperar las energías consumidas entraremos en un estado de sobresfuerzo que nos causaría estrés cuanto menos. El hábito de madrugar es muy recomendable, pero viene precedido del hábito de acostarse temprano. Cada cual sabe cuánto tiempo necesita dormir al día para sentirse renovado/a, lo aconsejable es entre seis y ocho horas, según la edad y la calidad del sueño. Éste ha de ser reparador y por eso es importante cuidar que tu dormitorio sea un espacio relajante y donde te encuentres a gusto. La filosofía oriental Feng Shui le otorga una vital importancia a ciertos aspectos arquitectónicos como la colocación de la puerta y la ventana, y a otros como la orientación de la cama o los espejos para la correcta circulación de la energía. Hay quien necesita dormir un rato de siesta para continuar la tarde, si tu ritmo de vida te lo permite es muy aconsejable. Hay otro tipos de descanso que no debemos olvidar, y es que para reponer energías es necesario parar de las actividades cotidianas al menos un día a la semana, o darse un respiro durante unos días

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al trimestre, y por supuesto están las deseadas vacaciones anuales para desconectar y renovarse a todos los niveles. Pero cuidado con sobrecargarte de tareas pendientes o de hobbies aplazados en tus vacaciones, ya que sin darnos cuenta nos llenamos la agenda de compromisos y obligaciones que nos las hacen aún más estresantes.

El otro gran hábito para mantener sano nuestro cuerpo es el de procurarse una alimentación equilibrada, aunque desafortunadamente las personas no tenemos una buena educación en nutrición. Puesto que no es lo mismo alimentarse que nutrirse, sería importante conocer algunas cuestiones básicas para saber qué es lo mejor que le podemos dar a nuestro cuerpo. Lo primero es recordar que somos el setenta y cinco por ciento de agua, y por eso necesitamos beber al menos dos litros de agua al día, y de agua de calidad, agua purificada, pues otro de los errores es pensar que cualquier agua es buena. Como nuestro cuerpo es una maquinaria perfecta en permanente funcionamiento, necesita combustible constante, así que hay que darle alimentos cinco veces al día para evitar que se produzcan deficiencias. Estos alimentos deben contener tanto macronutrientes de calidad y origen adecuado (carbohidratos, grasas y proteínas), como micronutrientes de fuentes naturales (vitaminas, minerales y fitonutrientes). Como es muy difícil controlar que nuestro menú contenga todo lo que necesitamos, y además, las formas de cultivos actuales y de alimentar los animales no garantizan la calidad nutricional de los alimentos, es aconsejable complementar nuestra dieta con complementos alimenticios y suplementos nutricionales de origen orgánico.

Mantenerse en forma y recuperar la línea es uno de los hábitos más deseados, y a la vez con mayor índice de abandono. Hacer ejercicio físico constante a veces resulta complicado en el ritmo de vida que llevamos, ya que culturalmente, es una de las actividades que consideramos secundarias, y siempre dejamos para cuando tengamos tiempo, incluso dinero. Sin embargo, la actividad física


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al trimestre, y por supuesto están las deseadas vacaciones anuales para desconectar y renovarse a todos los niveles. Pero cuidado con sobrecargarte de tareas pendientes o de hobbies aplazados en tus vacaciones, ya que sin darnos cuenta nos llenamos la agenda de compromisos y obligaciones que nos las hacen aún más estresantes.

El otro gran hábito para mantener sano nuestro cuerpo es el de procurarse una alimentación equilibrada, aunque desafortunadamente las personas no tenemos una buena educación en nutrición. Puesto que no es lo mismo alimentarse que nutrirse, sería importante conocer algunas cuestiones básicas para saber qué es lo mejor que le podemos dar a nuestro cuerpo. Lo primero es recordar que somos el setenta y cinco por ciento de agua, y por eso necesitamos beber al menos dos litros de agua al día, y de agua de calidad, agua purificada, pues otro de los errores es pensar que cualquier agua es buena. Como nuestro cuerpo es una maquinaria perfecta en permanente funcionamiento, necesita combustible constante, así que hay que darle alimentos cinco veces al día para evitar que se produzcan deficiencias. Estos alimentos deben contener tanto macronutrientes de calidad y origen adecuado (carbohidratos, grasas y proteínas), como micronutrientes de fuentes naturales (vitaminas, minerales y fitonutrientes). Como es muy difícil controlar que nuestro menú contenga todo lo que necesitamos, y además, las formas de cultivos actuales y de alimentar los animales no garantizan la calidad nutricional de los alimentos, es aconsejable complementar nuestra dieta con complementos alimenticios y suplementos nutricionales de origen orgánico.

Mantenerse en forma y recuperar la línea es uno de los hábitos más deseados, y a la vez con mayor índice de abandono. Hacer ejercicio físico constante a veces resulta complicado en el ritmo de vida que llevamos, ya que culturalmente, es una de las actividades que consideramos secundarias, y siempre dejamos para cuando tengamos tiempo, incluso dinero. Sin embargo, la actividad física

debería ser una de las prioridades en nuestra vida, puesto que es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, para evitar cierto tipo de enfermedades, para prevenir el deterioro muscular y de las articulaciones, e incluso para mantener el estado de ánimo positivo, entre otros. Ahora bien, requiere disciplina y esfuerzo, por lo que las personas que son conscientes de ello y practican algún deporte, trasladan estas cualidades a todas las áreas de su vida. Así que, lo importante no es tanto el ejercicio que haces, sino lo que el ejercicio hace contigo. Practica lo que más te guste y te haga disfrutar, ya sea bailar, correr, montar en bici, ir al gimnasio, hacer yoga, senderismo o deportes de riesgo. Quizás te pase como a mí, que te gustan tantas cosas que no sabes a qué apuntarte, yo he probado un montón de deportes y creo que cada uno tiene su momento y su edad, aunque siempre hay excepciones, hoy por hoy lo que más me aporta a todos los niveles es el hatha yoga, pues me da flexibilidad, equilibrio y resistencia tanto a nivel físico como mental.

Cuidar nuestra parte intangible también es un hábito fundamental aunque quizás menos usual. Tenemos otros tipos de inteligencia además de la intelectual y la física que hemos de desarrollar para ser más felices. Se trata tanto de la inteligencia emocional como la espiritual, ambas imposibles de medir, aunque sí de experimentar. Cada vez somos más conscientes de nuestras emociones y de cómo éstas nos afectan a nosotros/as y a nuestro entorno; la habilidad de controlarlas, tanto las propias como las ajenas, es lo que se llama inteligencia emocional.

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Afortunadamente, hay técnicas para su desarrollo que se están divulgando rápidamente, y que incluso ya están llegando a las escuelas, aunque poco a poco, puesto que cualquier cambio en el sistema educativo requiere de mucho tiempo para ser incorporado. Es muy necesario tanto en el mundo personal como en el laboral entender lo que uno siente, incluso cómo se sienten los demás, y aprender a transformar las situaciones de forma inteligente en lugar de dejar que éstas se descontrolen y nos arrasen. Si hay algún hábito capaz de cultivar la inteligencia espiritual éste es el de la meditación, para lo que hay que calmar la mente y concentrarse en el ser, es un momento para pararse a respirar solamente y un espacio para encontrarse con uno/a mismo/a. Esta práctica no solo te sirve para desconectar el cerebro con el fin de que deje de producir pensamientos por un momento, sino para conectarte con tu esencia, con tu ser interior, con tu energía, con tu divinidad y con Dios. No olvides que tienes un futuro brillante y que alcanzarlo depende solo de ti, de cómo pienses y de cómo actúes, esto es, de la calidad de tus hábitos.

“No olvides que tienes un futuro brillante y que alcanzarlo depen-

de solo de ti, de cómo pienses y de cómo actúes, esto es, de

la calidad de tus hábitos.”


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PRACTICA EL DESAPEGO

Cuando conectas con tu potencial interior y tomas consciencia de que formas parte de una

totalidad más allá de ti mismo/a, reduces tu ego y por tanto dejas de pensar en

términos del yo. En ese estado de conciencia no existe el miedo, pues descubres que no es posible solo perder, siempre hay ganancia.

Entonces surge el sentimiento de desapego, que no significa que no te

importe nada, sino que confías en que dispones de todo porque la vida es abundante

y se encarga de proveerte y cubrir tus necesidades. Así que, el ejercicio de desapego no se consigue desde la individualidad pues no se trata, como pudiera aparentar, de querer renunciar a tener lujos y comodidades, ni de conformarse con lo que se tiene y no desear más para evitar sufrir al perderlo. Cuando tienes fe absoluta, ya sea en Dios o en ti, vives con esperanza, y esto es lo que te mantiene con confianza en el futuro, sabiendo que ocurra lo que ocurra es lo que necesitamos experimentar, pues toda pérdida conlleva ganancias, y viceversa.

A veces no le permitimos a la vida que nos entregue lo que necesitamos porque nos aferramos a todo lo que tenemos, ya sea a los bienes materiales, a ciertos lugares, a las personas queridas, al status quo, o a nuestro propio ego. Nos acostumbramos a lo que tenemos como un derecho adquirido por el que peleamos con uñas y dientes. En la infancia empezamos a adquirir este concepto de posesión desde el mismo momento en que tomamos conciencia de nuestra individualidad, y enseguida nos identificamos con el “mi” (mi mamá, mi papá, mi profe, mis amigos, mis juguetes…), es la forma que tenemos de auto afianzarnos como personas ante los demás. Y sigue siendo así cuando somos adultos, pues sentimos que si perdemos nuestra

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posición económica o social perdemos nuestra identidad. Por ello, evitamos cualquier cambio que nos lleve a modificar la imagen que damos al exterior. El miedo a perder, al qué dirán, o al ridículo refuerza nuestros apegos. Pero si partimos de la premisa de que todo cambia, pues el cambio es lo único permanente en el mundo, apegarnos resulta ir contracorriente. No podemos evitar sentir dolor por una ruptura sentimental, por una separación física, por la muerte de un ser querido o por la pérdida de una casa o negocio, sin embargo que ese dolor se convierta en sufrimiento depende de cómo afrontemos cada situación, ya que el sufrimiento se produce cuando hay apego al dolor.

Durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en agosto de 2011 en Madrid, tuve la oportunidad de ser voluntaria recibiendo a los peregrinos en el aeropuerto para ayudarles y orientarles a su llegada. Entonces conocí a un peregrino muy especial, un norteamericano que iba descalzo y que vestía con túnica blanca, tan solo llevaba consigo una manta donde guardaba su biblia, su pasaporte y sus sandalias. Se hacía llamar Joseph o Santiago. No tenía hogar propio pero no era un vagabundo, su aspecto era limpio y


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saludable, y recorría el mundo transmitiendo su particular mensaje. Era un auténtico espíritu libre, en su mirada se veía que no conocía el miedo y sus palabras contagiaban esperanza y alegría por vivir. Sin duda tenía benefactores, aunque no pedía nada, sabía lo que quería y aceptaba todo lo que le ofrecías con una sonrisa. Desde luego era una persona que llamaba la atención y que, aunque al principio daba cierto reparo, sorprendía por su amabilidad y su conversación inteligente, estuve con él apenas unas horas, pero lo que más me impactó fue ver la confianza con la que vivía cada momento, sin ninguna posesión. No volví a saber de él, pero agradezco lo que me hizo ver. No es fácil ser como Santiago, pero desde luego su forma de vivir es un ejemplo de desapego.

Si quieres practicar el desapego, adquiere el hábito de hacer limpieza periódicamente en tu casa, te sorprenderás de la cantidad de objetos que guardas que ni siquiera te acordabas. A veces nos abrumamos con tanta cosa, no tienes que deshacerte de todo, pero te servirá clasificarlo según su utilidad y servicio. Haz cuatro cajas:

• en la primera mete lo que es útil y te sirve, como objetos de uso diario o de ciertas ocasiones, y consérvalo;

• en la segunda pon lo que es útil pero no te sirve, como objetos repetidos, libros leídos, ropa que ya no te encaja o pasada de moda… y regálalo;

• en la tercera introduce lo que no es útil pero te sirve bien como son los recuerdos importantes y guárdalo;

• y en la cuarta coloca todo aquello que ni te sirve ni es útil, como trastos, adornos innecesarios, aparatos anti-guos o estropeados… todo esto tíralo o recíclalo.

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Te sorprenderá el resultado, el simple hecho de eliminar aquello que no te sirve libera un espacio tanto externo como interno, que te hace sentir alivio, como si te quitaras un peso de encima. Igual que en la película “Up” de Disney Pixar, cuando la casita consigue mantener el vuelo sujetada por miles de globos gracias a que su dueño se deshace de aquello que ya no necesita. Aunque si de verdad quieres practicar el desapego regala algo tuyo a lo que le tengas cariño, cambia ciertas costumbres como el sentarte siempre en el mismo sitio en la mesa o en el sofá, y sáltate algunas tradiciones como celebrar tu cumpleaños. Ahora bien, recuerda que la actitud del desapego no es la de no necesitar, sino la de confiar en que la vida te dará lo que necesitas.

RECITA MANTRAS DE AbUNDANCIA

Cuando creas un vacío en tu vida, ya sea voluntaria o involuntariamente, éste tiende a ser llenado.

¿Has probado a mantener un armario o una estantería vacía? Es imposible,

pues lo mismo ocurre con nuestra mente, que tiende a ser llenada de pensamientos, aunque tú decides si son negativos o positivos, si son

preocupaciones o motivaciones. Ya sabes que nuestra forma de pensar es

“El miedo a perder, al qué dirán, o al ridículo refuerza nuestros apegos.”


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un hábito, y que para crear un hábito necesitas repetir conscientemente y con frecuencia una acción. También sabes que aquello que tienes en la mente es en lo que enfocas tu atención y es donde pones tu acción, a través de tus decisiones u omisiones. El poder que tiene la palabra hablada es muy fuerte, tanto que aquello que dices en voz alta de forma repetida tiende a hacerse realidad, bien sea lo que te agrada como lo que te desagrada. Así pues permanece vigilante a todo lo que dices, o mejor aún, a todo cuanto piensas.

La Ley de la Abundancia funciona con todo, incluso con nuestra economía. Si quieres obtener abundancia lo primero que has de hacer es que te vacíes de aquellos hábitos de pensamiento que ya no te sirven y que no te son de utilidad. Hay un dicho zen que dice “si quieres té caliente, vacía tu taza”. No puedes adquirir nuevos hábitos si no te deshaces de algunas malas costumbres. Si ocupas tu mente con frases hechas a tu medida y te las repites constantemente, tu cerebro pronto las asimilará y pondrás en marcha la energía necesaria para que se materialicen. Estas frases repetidas en forma de mantra, aunque al principio no te las creas, poco a poco irán transformando tus creencias. Para conseguir este hábito de repetir mantras de abundancia créate tu propio repertorio de la siguiente forma; escribe aquellas ideas que tienes sobre el dinero y las personas ricas y exitosas e identifica aquellas que son limitantes, a continuación enúncialas en forma positiva. Si por ejemplo crees que ganar dinero es muy difícil y que para ello tienes que dedicarte a hacer algo que no te gusta, cambia esto a: “Ganar dinero haciendo lo que me gusta es fácil”. Otro ejemplo sería, si piensas que los ricos son avariciosos porque el dinero corrompe, podrías afirmar: “El dinero me ayuda a conseguir mis metas y a ser mejor persona”. Repite estos mantras cada día en voz alta al levantarte y al acostarte, con la mano derecha sobre el corazón, para sentir las vibraciones de tus palabras y la emoción que te hacen sentir.

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Hay muchos tópicos acerca del dinero y de lo que hace el dinero con las personas, que condicionan

nuestra forma de relacionarnos con la riqueza. Decir que el dinero no da

la felicidad es cierto, aunque es confuso, ya que la felicidad no

depende del dinero, pero ni de tenerlo ni de no tenerlo. Sin embargo, nos quedamos con la parte de “soy pobre pero honesto”, ¿y es que acaso es incompatible ser

rico y honrado? En la industria del Network Marke-

ting existen miles de personas multimillonarias que son excelen-

tes personas, ya que su éxito eco-nómico está basado en su éxito personal.

Tengo la suerte de conocer bastante bien a algunas de estas personas y de aprender de ellas, y puedo afirmar que en todos esos casos el éxito económico es el resultado de aplicar algunos principios básicos y de perseguir sus sueños bajo unos valores sólidos, como la libertad y la familia. Y cada una de estas personas, cuando cuentan su historia y su experiencia coincide con los demás en que los resultados económicos llegaron cuando elevaron la creencia en sí mismos/as e iniciaron un proceso de transformación personal.

En el colegio no se aprende absolutamente nada sobre cómo manejarnos con el dinero, ni en la universidad, ni siquiera en las carreras económicas, y probablemente en casa tampoco te lo hayan enseñado. La razón es muy sencilla, a nuestros padres y maestros/as tampoco nadie les enseñó, por lo que no saben nada práctico y real acerca de cómo funciona el dinero, nadie le enseña a nadie lo que no sabe. Sabiendo esto, es tu responsabilidad adquirir conocimiento sobre finanzas personales si quieres cambiar


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la inercia de tu economía. Las personas ricas han aprendido a ganar, mantener y multiplicar el dinero, por eso se dice que el dinero llama al dinero. Si cambias tu mentalidad de escasez por una mentalidad de prosperidad, crearás la abundancia en tu vida. Ser una persona próspera significa crear riqueza, que es algo que va más allá de tener dinero, pues conlleva generar abundancia alrededor, y desde luego eso es algo excelente. Si sabes que puedes mejorar tu entorno a través de tus acciones, tienes la responsabilidad de hacerlo. Ganar dinero por supuesto que es algo lícito y necesario, y quedarse en la comodidad del “tengo suficiente para vivir” supone una falta de compromiso con tu propia vida y la de tu familia. ¿No podrías ayudar mucho mejor a tus seres queridos o contribuir con tu comunidad si tu cuenta corriente estuviera repleta? ¿Qué garantías tienes de que podrías responder ante cualquier contratiempo en tu vida? ¿Qué piensas hacer al respecto? ¿Qué harías en tu vida si el tiempo y el dinero no fueran un obstáculo para ti? No está reñido el ser con el tener, sin embargo, es muy recomendable adquirir inteligencia financiera para aprender a administrar el dinero. En imprescindible que adquieras hábitos económicamente saludables, y para ello primero necesitas aprender las reglas del juego del dinero.

“Si cambias tu mentalidad de escasez por una mentali-dad de prosperidad, crearás la abundancia en tu vida.”

EMMA GARCÍA

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SIÉNTETE EN PAZ

Uno de los principales requisitos para alcanzar la felicidad es sentirse en paz, y para ello hay tres

hábitos imprescindibles, que son pedir, agradecer y zanjar (si juntas las

iniciales de estas tres palabras obtienes la palabra “paz”). Pide aquello que quieres para tu vida, lo que necesitas y mereces. Hemos

venido a esta vida para triunfar, así que piensa en qué deseas y pídelo. A

veces necesitas ser perdonado, pide perdón; otras necesitas perdonar, pide aceptar; en ocasiones necesitas ayuda, pídela; otras quieres mejorar profesionalmente, o tener una pareja, o ganar más dinero, o hacer el viaje de tus sueños, o ser mejor persona… Pídele a Dios o a al Universo aquello que anhelas y la vida te lo concederá de algún modo. Solo tienes que enfocarte en tus peticiones y estar atento/a a las señales. Lo que sí es necesario es que seas coherente con lo que pides. En primer lugar tienes que desearlo con la emoción y con el pensamiento, y estar dispuesto a recibirlo. A veces no recibimos más porque creemos que no merecemos más, y cuando ni siquiera nos creemos merecedores de lo que tenemos, lo perdemos. En segundo lugar lo que pidas no puede estar reñido con tus valores y con tus creencias. Si quieres ganar mucho dinero pero crees que los ricos son malas personas y/o además no tienen tiempo para estar con sus familias, revisa tus creencias o estarás boicoteando tu prosperidad.

Ahora bien, no olvides agradecer cada cosa que se te concede. La actitud de agradecimiento es fundamental para sentirse en paz. Si recibes lo que pides y no das las gracias por ello estarás bloqueando la energía que se genera cuando se te conceden tus peticiones y por tanto negándote a recibir más. Cuando agradeces mandas al


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SIÉNTETE EN PAZ

Uno de los principales requisitos para alcanzar la felicidad es sentirse en paz, y para ello hay tres

hábitos imprescindibles, que son pedir, agradecer y zanjar (si juntas las

iniciales de estas tres palabras obtienes la palabra “paz”). Pide aquello que quieres para tu vida, lo que necesitas y mereces. Hemos

venido a esta vida para triunfar, así que piensa en qué deseas y pídelo. A

veces necesitas ser perdonado, pide perdón; otras necesitas perdonar, pide aceptar; en ocasiones necesitas ayuda, pídela; otras quieres mejorar profesionalmente, o tener una pareja, o ganar más dinero, o hacer el viaje de tus sueños, o ser mejor persona… Pídele a Dios o a al Universo aquello que anhelas y la vida te lo concederá de algún modo. Solo tienes que enfocarte en tus peticiones y estar atento/a a las señales. Lo que sí es necesario es que seas coherente con lo que pides. En primer lugar tienes que desearlo con la emoción y con el pensamiento, y estar dispuesto a recibirlo. A veces no recibimos más porque creemos que no merecemos más, y cuando ni siquiera nos creemos merecedores de lo que tenemos, lo perdemos. En segundo lugar lo que pidas no puede estar reñido con tus valores y con tus creencias. Si quieres ganar mucho dinero pero crees que los ricos son malas personas y/o además no tienen tiempo para estar con sus familias, revisa tus creencias o estarás boicoteando tu prosperidad.

Ahora bien, no olvides agradecer cada cosa que se te concede. La actitud de agradecimiento es fundamental para sentirse en paz. Si recibes lo que pides y no das las gracias por ello estarás bloqueando la energía que se genera cuando se te conceden tus peticiones y por tanto negándote a recibir más. Cuando agradeces mandas al

Universo energía positiva que te revierte. Adopta el hábito diario de la gratitud valorando todo lo que tienes y recibes: cada nuevo día, cada persona que entra en tu vida, tu trabajo, tus ingresos, tu casa, tu familia, tus proyectos, tu ser; incluso tus errores, pues te traen nuevas experiencias y aprendizajes. No pases por alto ningún detalle, para disfrutar del momento plenamente es justo que lo honres. Que seas una persona agradecida no significa que te conformes con lo que tienes, puedes anhelar mejorar y no por ello dejar de apreciar tu presente. Así que pide lo que deseas desde el agradecimiento de lo que tienes. Desde el mismo momento en que le pides a Dios, con el corazón y con la razón, Él te lo está concediendo.

Para avanzar hacia un futuro mejor necesitamos zanjar el pasado y olvidar los agravios, propios o ajenos. El rencor es la carga más pesada que podemos llevar, y nos mantiene anclados/as en el victimismo. Solo cuando hayas superado los errores y aprendido de ellos podrás disfrutar del presente. Un ejemplo conmovedor es el de la protagonista de la película de Olivier Dahan “Nuestra canción de amor”, que emprende un viaje tortuoso para afrontar su pasado y tras el cual recupera su ilusión por el futuro. Es fundamental para sentirse en paz resolver todas las cuestiones que tienes pendientes, bien sean tareas que acumulas sin hacer o conflictos sin resolver. La dejadez y el abandono son grandes obstáculos para cerrar asuntos abiertos, y éstos pueden suponer un gran peso a tus espaldas. Zanjar no significa olvidar, y tampoco solucionar, simplemente es ocuparse de aquello que necesita atención y no dejar nada en el aire. Pon atención en sanar deudas emocionales, puesto que aquello no atendido se enquista

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y bloquea nuestro desarrollo, llegando incluso a atentar contra nuestra salud. Para ello necesitas conectar con tus sentimientos y dejarlos fluir, ver hasta dónde te llevan y aceptar que lo que ocurrió era lo mejor que pudo ocurrir, para todos/as y en todos los sentidos, lo que sin duda disolverá la carga y te hará sentir gratitud por lo vivido. De esta forma estás en paz y te sientes feliz.

“La actitud de agradeci-miento es fundamental para sentirse en paz y ser feliz.”


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EPÍLOGO:

CONQUISTA TU LIbERTAD

A lo largo de la Historia, la humanidad ha luchado y sigue luchando por su libertad, ya sea la libertad física, la de voto, la de expresión, la económica o la de credo, pues es el don más preciado del que disponemos los seres humanos. Con libertad podemos elegir cómo vivir nuestra vida, sin embargo, los seres humanos podemos llegar a acostumbrarnos a vivir esclavizados/as. Y en general así ocurre, la gran mayoría de las personas de este planeta somos esclavos de algo: de un trabajo, un negocio, un jefe, una pareja, unos hijos, o un sistema. También de nuestros vicios, malos hábitos, del dinero, de las deudas, de las emociones y de nuestros miedos. Todo esto tiene tanta fuerza que es posible que prefiramos rendirnos a luchar y nos conformemos con sobrevivir tiranizados/as. Vivimos bajo unos paradigmas, que son los modelos de pensamiento o sistemas de creencias prefijadas por los que nos guiamos las personas, que nos anclan a una vida exenta de libertad.

Vivir libre significa un cambio de escenario, un lugar desconocido donde hay nuevas reglas del juego. Si estoy acostumbrado/a a seguir ciertas normas prefijadas, unos esquemas fijos y unas pautas de comportamiento, es probable que si ya no cuento con ello me asuste no saber qué hacer con mi vida, y equivocarme en mis elecciones.

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Vivir en libertad requiere cambiar de paradigmas, y esto tiene un precio ¿merece la pena pagar el precio de tu libertad? Si la respuesta es negativa es que no has medido el precio de vivir sin libertad, y pretendes disfrazar tu conformismo de imposibilidad y justificar tus miedos con la prudencia. El precio de la libertad hay que pagarlo si quieres liberarte de la culpa, de los remordimientos, sufrimientos, deudas, o de la tiranía.

¿Qué es lo que a ti te encadena? Romper con todas las ataduras y cambiar el rumbo de tu vida puede ser lo que necesites ahora mismo. Cuando nuestros pilares se derrumban, o descubrimos que nuestros pies son de barro y que hemos construido castillos de arena, buscamos nuestro lugar en el mundo para afianzar nuestra vida. Es posible que entonces sientas la necesidad de dejarlo todo y empezar de cero en algún lugar. Pero vivir sin identidad, sin dirección, sin localización, aunque solo sea durante una temporada, suena a utopía. Si algo te ata no eres libre, si no puedes decidir qué hacer, a dónde ir o cuándo, no eres libre. Somos los esclavos y esclavas de la nueva era, prisioneros de un empleo, de unas deudas, de un sistema. Avanzamos a duras penas arrastrando las cadenas de las obligaciones, que no cesan de aumentar.


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Nacemos con el gran don del libre albedrío que es la libertad de elegir tu destino. Sin embargo, nos educan para no usarlo porque ello supone ser diferentes, salirse de la norma. A pesar de ello, soñamos con alcanzar esa libertad, aunque nos asusta a dónde puede llevarnos. Aspiramos a sentirnos libres mientras forjamos nuestras cadenas porque confundimos libertad con libertinaje. Hay personas que creen ser libres porque hacen lo que quieren, porque actúan sin reglas, porque sacian todo tipo de apetitos. La sociedad actual incita a las personas a satisfacer sus deseos más inmediatos, anulando la capacidad de autodisciplina del individuo. Ello lleva a vivir en una gran contradicción, pues la gente se cree libre al tiempo que es presa del consumismo, la pereza, la avaricia, la envidia… y un sinfín de tentaciones mundanas envueltas en papel de seda. Ello crea personas insatisfechas, inseguras y victimizadas.

Tenemos la capacidad de soñar con una vida mejor y además creer que es posible vivirla. Sin embargo, somos conscientes de que ello entraña grandes riesgos y que es necesario superar fuertes obstáculos. Entonces surge el miedo a fracasar y a perder lo poco o mucho que tengas ganado. Si ese miedo se hace más grande que nuestro sueño nos bloquea y nos impide luchar por conseguirlo. Pero si el deseo de libertad es ardiente, nos da la capacidad de vencer todos los límites físicos y mentales. Tienes que creer que mereces tu libertad y que eres capaz de alcanzarla y de vivir con ella. La libertad se conquista cuando vences tus miedos. Ya sean éstos monstruos, dragones o fantasmas están solo en tu cabeza. Por eso conquistar tu libertad requiere de una lucha interior, de un trabajo de desarrollo y crecimiento personal. Para ello tendrás que cambiar, y todo cambio requiere tiempo. Abre tu mente, escucha con atención, las oportunidades para vivir mejor están ahí. No importa lo dificultoso que se presente el sendero, quien anhela la libertad se determina a conquistarla. Es impresionante la fuerza que brota de un sueño como se ve en la película “Camino a la libertad”, de Peter Weir,

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basada en la novela en primera persona del escritor S. Rawicz, una conmovedora historia real de supervivencia de unos hombres que guiados por la esperanza recorren un durísimo viaje de diez mil kilómetros.

La verdadera libertad se conquista desde el interior, con valor y fortaleza. Es necesario estar dispuesto/a a romper cualquier vínculo, a no depender de nada ni de nadie para sentir la auténtica sensación de libertad personal. Cuando te chocas con tu soledad es cuando te encuentras a ti mismo/a, y cuando te desapegas de todo lo superfluo es cuando valoras lo genuino de la vida. La libertad emocional significa decidir por encima de razonamientos y sentimientos, confiar en las leyes universales, que nos recuerdan quiénes somos y cuál es nuestro lugar. A partir de ahí podemos encontrar nuestro verdadero propósito y descubrir nuestra razón de ser. Es cuando todo toma un nuevo sentido, cuando podemos llegar a sentir la unión con la naturaleza, disfrutar del amanecer ante un abismo, o entregarse a la plenitud del océano. ¡Claro que suena bien!, pero ¿quién puede permitírselo? Por eso es fundamental alcanzar también la libertad financiera. Y está a tu alcance, solo necesitas subirte al vehículo adecuado y llenarle el depósito de combustible con sueños poderosos. ¿Crees que si sigues haciendo lo mismo que hasta ahora has hecho vas a lograr la independencia económica algún día? Has nacido para ser libre, para cumplir tu misión en este mundo, para sentir todo tu esplendor, brillar como las estrellas y compartir tu luz. Solo tienes que hacer lo necesario, aunque primero hay que creerlo para después crearlo.

La felicidad suprema es sentir tu verdadera libertad. La verdadera felicidad se encuentra en el esfuerzo por superarse, por aprender de los errores, por querer volar más alto, por pensar acorde a tus principios y actuar según tus valores. La auténtica libertad está en el camino hacia tus metas, en el continuo aprendizaje, en la búsqueda de nuevos horizontes. Para encontrar tu libertad has de


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crecer en tu espiritualidad, pero ello no es posible si no tienes fe, porque sin fe no hay esperanza y los obstáculos se vuelven infranqueables. Sin embargo, con Dios todo se puede. Ser libre es poder elegir vivir mejor y alcanzar una vida plena. Para ello tienes que definir tu propósito de vida, tu propia misión. Este ideal tiene que marcar tu camino, tiene que guiarte en todas las áreas de tu vida y tiene que humanizarte y hacerte mejor persona; al tiempo que tiene que ilusionarte lo suficiente como para darte las fuerzas necesarias para luchar por ello en todo momento, aunque suponga ir contra corriente, aunque te haga diferente, aunque creas que no puedes. Si es tu misión genuina, Dios te dará lo que necesitas para realizarla y alcanzar tu felicidad.

“La felicidad suprema es sentir tu verdadera libertad.”

ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS 7

PRÓLOGO 9

PRIMERA PARTE: REESCRIbE EL GUIÓN DE TU vIDA 11

Elige tu papel: ¿Víctima o protagonista? 11Vence tus miedos, ¿qué villano quieres eliminar? 17Descubre tu misión,

¿qué tipo de héroe o heroína eres? 23Define tus sueños, ¿cuál es el final de tu película? 30Desempolva tus talentos, ¿qué te apasiona? 35Comprométete, interpreta tu mejor papel 41El compromiso con tus sueños 43El compromiso con tu misión en la vida 44El compromiso con tu gente 45El compromiso con tus ingresos 46

SEGUNDA PARTE: DIRIGE TU PROYECTO DE vIDA 49

Deja tu huella, ¿cuál es tu marca? 49Hazte oír, ¿cúal es tu mensaje? 53Crea tu futuro, ¿cúal es tu obra? 57Reinvéntate, ¿tienes una idea? 61Vive con pasión, ¿qué te entusiasma? 64Recicla los errores, ¿qué has aprendido? 69Mira hacia adelante, ¿por dónde seguir? 73Diseña el éxito, ¿hacia dónde vas? 78Planifica las metas, ¿cómo llegar? 84

TERCERA PARTE: ELIGE HÁbITOS ESTRELLA 89

El poder de los hábitos 89Visualiza tu futuro 92Administra tu tiempo 95Revisa el avance 99Celebra los logros 103Nunca tires la toalla. Persevera 107Mantén una actitud ganadora 110Piensa en positivo 113Amplía tus límites 117Cuídate como te mereces 121Practica el desapego 125Recita mantras de abundancia 128Siéntete en paz 132

EPÍLOGO: CONQUISTA TU LIbERTAD 135

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