El ascensor de la vida

download El ascensor de la vida

If you can't read please download the document

description

libro el ascensor de la vida de armando aravena

Transcript of El ascensor de la vida

"Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua". Antoine de Saint-Exupry Cuando descendi del microbs, el cielo ya haba adquirido ese color rojizo con que el sol del atardecer suele teir el aire del sector poniente de la ciudad, en los primeros das del otoo. Camin hasta llegar a la carretera y luego se dirigi hacia aquel lugar donde haba visto que se ubican quienes desean ser llevados hacia la costa. Al pasar delante de los tres o cuatro jvenes que a esa hora estaban a orillas de la ruta, sinti en su espalda sus fras y poco acogedoras miradas, escudriando sus ropas y su equipaje. Baj su mochila y se sent junto a. la berma. No tena apuro. Dispona del tiempo suficiente como para observar tranquilamente el quehacer de los otros. No estaba dispuesto a pasarlos a llevar, pidiendo ser atendido por los conductores antes que alguno de ellos lo hiciera. Adems, no deseaba llegar mucho rato antes del momento en que Beatriz se desocupara. Solo necesitaba estar un poco antes de las doce de la noche, para sorprenderla en el instante en que ella estuviera cerrando. la tienda. Comenz entonces a obseryar la rutina de sus ocasionales compaeros de aventura. Trat luego de adivinar la historia reciente de cada cual. Dejo de hacerlo cuando descubri que le era intil imaginar algo que no se asimilara inconscientemente a su propia experiencia. Cuando se dio cuenta del poco xito del grupo para encontrar vehculos que los llevaran, decidi alejarse del lugar caminando por la berma, para robar suerte ms adelante. Anduvo algunas cuadras sin calcular distancias, ni tiempo, ensimismado en el recuento de los hechos ocurridos en su vida reciente. Sebastin... hijo... tu madre es una perdida la palabra adquira ms fuerza cada vez que lo volva a recordar. Su padre se haba sentado sobre la cama y, con aquella inslita sentencia, lo despertaba. El jo ven haba dormido tanto que pensaba que ya era hora de ir a clases. Sin embargo, mir su reloj y vio que eran solo las tres de la maana. Lo que pasaba era que su madre an no haba vuelto a casa. Yo nunca te fallar, pero como hombre no puedo soportar esta situacin... me voy de esta casa, pero nunca te dejar. Te vendr a buscar apenas pueda hacerlo... la voz se le quebraba. De emocin, de rabia, de impotencia, quizs, no saba. Sebastin no recordaba haberlo visto as tan desencajado, antes. Despus, cuando lleg su madre y quiso entrar a la pieza, su padre se le haba cruzado en la puerta para impedirle el paso. No, no quiero que entres... Ven para ac! la tom de un brazo y la arrastr hacia su dormitorio. Sebastin se baj de la cama e intent ir tras ellos, pero su padre lo detuvo. ndate, vuelve a tu cama, necesito conversar a solas con ella. Se qued en el pasillo, no para escuchar lo que hablaban, sino para intervenir si l la golpeaba. Pero no pas nada. Su padre haba puesto sus cosas dentro de una maleta y, antes de bajar al primer piso para abandonar la casa, le grit a ella que era peor que una mujer de la calle, porque aquellas por lo menos lo hacan por dinero. Que como ella ahora haba empezado a trabajar en un banco, recin comenzaba, a los treinta y cinco aos, a descubrir lo que era la vida. Que ahora estaba viviendo todo lo que no haba conocido en su juventud y qu culpa tena l de que su familia pechoa le hubiera arruinado su juventud primero y su vida despus... y que no estaba dispuesto a hacer el papel de un marido engaado... Entonces, cuando crey que su madre se pondra a llorar y a gritar que todo era mentira y que todo era una calumnia, ella permaneci en silencio. Eso quera decir que su padre tena la razn y que su mam y ese gallo que la llamaba y que poda ser el mismo con que se haba encontrado dos o tres veces en la playa, mientras su padre estaba trabajando en Santiago... * * * Hoy se haba despertado tarde y encontr en el velador una nota que su madre le haba dejado: "Quise conversar contigo, Sebita, pero dormas tan profundamente que no te quise despertar. Llmame a la oficina para que almorcemos juntos. O tomamos tecito en el centro. Te quiero mucho". Aquello lo hizo recordar de inmediato todo lo que haba ocurrido durante la noche y volvi a sentir la amargura que lo desvelara por tantas horas. Casi hasta el amanecer. Pensaba que si ella verdadera-mente lo amara, no habra hecho nada de aquello. No habra sido tan descarada. Que no tena derecho. Le era absolutamente imposible imaginrsela con otro hombre que no fuera. su padre. Encontraba grotescas las posibles escenas de placer que ella y su amigo pudieran protagonizar. Tan vulgar como un videoclip de bolero, pens. Recordaba con rbia, ahora, aquel juego de juramentos, que sin saber para qu, su mam, cual si hubiese sido una travesura, lo haca recitar cuando nio. Que nunca la iba a dejar, que aunque estuviera viejita la iba a querer ms que a su polola o a su esposa, cuando la tuviera. Y que ambos jams se separaran ni dejaran de amarse. Y luego, cuando se abrazaban, l le apretaba tanto el cuello que casi la dejaba sin aire para respirar. Se levant apenas y se dirigi hasta el bao. Fue en el instante en que se mir al espejo cuando le vino toda la pena, la angustia, la rabia y la desesperacin. Sinti compasin de s mismo, al ver su rostro desfigurado e inundado por las lgrimas, que corran por sus mejillas sin control. Apenas poda contener los sollozos. Fue entonces cuando la Berta, que ya haba empezado a hacer el aseo del primer piso, subi y se acerc al bao para golpearle la puerta.. Sebita! Qu pasa.? Nada. oh! Drar para que conversemos... No! No quiero hablar con nadie! Djame solo! Dijo tu mam que hoy te podas quedar n la casa:.. que si queras no ibas a clases... que hicieras lo que quisieras... Humm! Qu buena es ella! balbuce Sebastin en tono burlesco, ironizando con una mueca. La pelcula transparente de sus lgrimas hizo que el espejo le devolviera su rostro aun ms distorsionado. Despus de la ducha se visti rpido, ech algunas prendas de ropa dentro de su mochila y sali rumbo a la casa del Nico. Al cerrar la puerta de calle, volvi a sentir la voz de la mucama. Dnde vas a estar?... El fuerte sonido del portazo cort la frase y la comunicacin. El Nico, de seguro que a esa hora an no se haba ido a clases. En su nuevo colegio se puede entrar a cualquier hora, record Sebastin, mientras el taxi que haba abordado cruzaba la docena de cuadras que distaba su casa de la de su amigo. Yo que t me ira de la casa dijo despus de un rato el Nico. La historia lo haba impactado y desde su iacuzzi, "en pelotas", le hablaba a su amigo, que estaba sentado a un costado de la pequea pileta. Sebastin haba hecho un inmenso esfuerzo por no ponerse a llorar mientras contaba todos los detalles de lo ocurrido con sus padres. Respiraba entrecortadarnente, narrando los hechos con fingida frialdad, corno si aquello no lo afectara tan profundamente. En serio, compadre, te tens que ir. Es la nica forma de que ellos atinen. Cuando los viejos estn afligidos, ah recin se fijan en la media cag que est quedando con uno. Ellos siempre creen que uno es gen; que si le compran un polern, o le dan plata pa' ir a la nieve, ellos se pueden mandar las mansas cags... Sebastin escuchaba atento todo lo que Nico deca. Pensaba que el Nico siempre tena en la punta de la lengua lo que l mismo tena miedo de reconocer. La diferencia es que su amigo deca todo lo que pensaba. Para eso tena plata. Y por eso tambin lo haban echado del colegio. Por tratar mal a los profesores, le haban dicho a sus padres. No era cierto. El Nico les deca las cosas que todos sentan, pero que los dems no se atrevan a expresar. Sin embargo, lo que hoy deca el Nico, en la mente de Sebastin se cruzaba con lo ocurrido la noche anterior. Examinaba a cada instante lo que haba pensado e irremediablemente llegaba siempre al mismo punto. No hacer nada. Quedarse para siempre all sentado en la alfombra y que fuese el mundo el que hiciera algo que cambiara definitivamente las cosas. La frase de Kurt Cobain tantas veces repetida, sin detenerse a captar su verdadero sentido, adquira en ese momento una fuerza inslita', que le golpeaba cada vez ms fuerte en las sienes: "No vale la pena vivir la vida", haba dicho el solista de Nirvana. Y no tan solo se haba conformado con decirlo, sino que lo haba hecho. Hgalo, compadre se estremeci cuando pens que el Nico le estaba leyendo el pensamiento, vyase por unos das, y cuando estn locos buscndolo, se vuelve. Le apuesto a que los paps van a estar juntitos en la casa, rezando con un cura de t colegio y "aqu no ha pasado nada".