El atril de la ute. Artículo para revista BUHO Fundación Atenea

3
Te interesa: De la “aldea global” a la “red social”: “ El atril de la UTE”. Comunidad de aprendizaje profesional. Víctor Manuel Blanco Gijón, educador social. Desde que Marshall Mc. Luhan, a principios de los 70, introdujera el término “aldea global”, hasta que Mark Zuckerberg, en el año 2004 lanzara Facebook, han pasado casi 50 años y demasiados acontecimientos en el mundo. El primero vaticinó la que se venía encima; el segundo ha revolucionado los sistemas de comunicación social, consiguiendo sentar delante de un ordenador e interconectar 600 millones de personas en todo el mundo. La realidad cambia demasiado deprisa. En Medicina, Ingeniería u otras disciplinas científicas, se exige a sus profesionales estén a la última de los tratamientos o procedimientos más exitosos para abordar determinado aspecto de su profesión. No es esperable, se exige. En educación, tradicionalmente, no se ha actuado de forma tan sistemática. Nos hemos manejado más por “superstición” que por ciencia (Aubert, Flecha, García, Flecha y Racionero, 2008). Estamos muy acostumbrados a que de fútbol y de educación todos sabemos y opinamos, y además todos llevamos razón. En plena sociedad de la información, esta situación está o debería estar superada. Todo el mundo, a través de un “click” de ratón, puede acceder a las últimas investigaciones sobre un tema, a bases de datos, etcétera. Es decir, estar al tanto de las experiencias que funcionan y de las que no, en tu entorno o en todo el mundo. Hoy en día, con el avance en las tecnologías de la información, los nuevos espacios de comunicación social y la creación de espacios virtuales, las instituciones han perdido la hegemonía en el dictado del conocimiento. El conocimiento se crea, se desarrolla, se intercambia, se contrasta y se discute con otros colegas de nuestro entorno o incluso de otras partes del mundo. En este escenario de continuo y vertiginoso cambio, como dice el viejo Bob Dylan, “más vale que empieces a nadar rápidamente”, es decir, o creas contextos educativos y profesionales flexibles, colaborativos, con dimensión práctica e interconectados o, irremediablemente, “te hundirás como una piedra”. En la UTE, cuando re-pensamos poner en funcionamiento un área de formación, pensamos en organizar un contexto de aprendizaje que fuera innovador, que se nutriera del conocimiento colectivo del equipo, que fuera inclusivo (donde todo el mundo pueda participar) y que además comprendiese la dimensión colaborativa en red (con profesionales de otros dispositivos). Pero, por encima de todo, un contexto que sirviese para mejorar nuestra práctica profesional. Así fue como nació “ El atril de la UTE”. ¿Por qué se llama “el atril”? Paradójicamente, responde más a criterios financieros de R.O.I (retorno de la inversión) que a influencias pedagógicas. Toma su nombre de “un atril” que compramos como una solución perfecta para sostener un proyector de video y que resultó ser digamos… inapropiado para tal fin. Gracias a este proyecto, logré darle una utilidad y así seguir manteniendo mi puesto de trabajo.

Transcript of El atril de la ute. Artículo para revista BUHO Fundación Atenea

Page 1: El atril de la ute. Artículo para revista BUHO Fundación Atenea

Te interesa: De la “aldea global” a la “red social”: “ El atril de la UTE”. Comunidad de aprendizaje profesional.

Víctor Manuel Blanco Gijón, educador social.

Desde que Marshall Mc. Luhan, a principios de los 70, introdujera el término “aldea global”, hasta que Mark Zuckerberg, en el año 2004 lanzara Facebook, han pasado casi 50 años y demasiados acontecimientos en el mundo. El primero vaticinó la que se venía encima; el segundo ha revolucionado los sistemas de comunicación social, consiguiendo sentar delante de un ordenador e interconectar 600 millones de personas en todo el mundo.

La realidad cambia demasiado deprisa. En Medicina, Ingeniería u otras disciplinas científicas, se exige a sus profesionales estén a la última de los tratamientos o procedimientos más exitosos para abordar determinado aspecto de su profesión. No es esperable, se exige.

En educación, tradicionalmente, no se ha actuado de forma tan sistemática. Nos hemos manejado más por “superstición” que por ciencia (Aubert, Flecha, García, Flecha y Racionero, 2008). Estamos muy acostumbrados a que de fútbol y de educación todos sabemos y opinamos, y además todos llevamos razón. En plena sociedad de la información, esta situación está o debería estar superada. Todo el mundo, a través de un “click” de ratón, puede acceder a las últimas investigaciones sobre un tema, a bases de datos, etcétera. Es decir, estar al tanto de las experiencias que funcionan y de las que no, en tu entorno o en todo el mundo.

Hoy en día, con el avance en las tecnologías de la información, los nuevos espacios de comunicación social y la creación de espacios virtuales, las instituciones han perdido la hegemonía en el dictado del conocimiento. El conocimiento se crea, se desarrolla, se intercambia, se contrasta y se discute con otros colegas de nuestro entorno o incluso de otras partes del mundo.

En este escenario de continuo y vertiginoso cambio, como dice el viejo Bob Dylan, “más vale que empieces a nadar rápidamente”, es decir, o creas contextos educativos y profesionales flexibles, colaborativos, con dimensión práctica e interconectados o, irremediablemente, “te hundirás como una piedra”.

En la UTE, cuando re-pensamos poner en funcionamiento un área de formación, pensamos en organizar un contexto de aprendizaje que fuera innovador, que se nutriera del conocimiento colectivo del equipo, que fuera inclusivo (donde todo el mundo pueda participar) y que además comprendiese la dimensión colaborativa en red (con profesionales de otros dispositivos). Pero, por encima de todo, un contexto que sirviese para mejorar nuestra práctica profesional.

Así fue como nació “ El atril de la UTE”. ¿Por qué se llama “el atril”? Paradójicamente, responde más a criterios financieros de R.O.I (retorno de la inversión) que a influencias pedagógicas. Toma su nombre de “un atril” que compramos como una solución perfecta para sostener un proyector de video y que resultó ser digamos… inapropiado para tal fin. Gracias a este proyecto, logré darle una utilidad y así seguir manteniendo mi puesto de trabajo.

Page 2: El atril de la ute. Artículo para revista BUHO Fundación Atenea

“El atril de la UTE” es, pues, una comunidad de aprendizaje profesional. Hemos considerado apropiado este contexto porque está comprobado que es el que mejor resultado da en cuanto a cantidad y calidad de aprendizajes individuales de sus participantes, de la organización en su conjunto y el que incide más directamente en la mejora de la práctica profesional. Esto repercute directamente en una mejora de la atención e intervención del destinatario final. En nuestro caso, el usuario del SMRD.

Las CAP han tenido sus antecedentes en algunos movimientos de renovación pedagógica que buscaban escuelas más inclusivas, más democráticas y basadas en el derecho a la igualdad de oportunidades en la educación. Las influencias, en este sentido, más destacadas, son el movimiento “Success for all” (éxito para todos) de Slavin y las “Escuelas aceleradoras” de Bernard y Gil. Pero si nos tuviésemos que quedar con una, ésa es “las comunidades de aprendizaje” (C.A), ampliamente desarrolladas por el CREA, en Barcelona y en especial en la persona de Ramón Flecha.

Las C.A. “son un proyecto de transformación social y cultural de un centro educativo y de su entorno para conseguir una Sociedad de la información para todas las personas, basada en el aprendizaje dialógico, mediante una educación participativa de la comunidad.” (Doc. Base C.A.).

Como parte del contexto de la CAP “El atril de la ute”, hemos diseñado un espacio virtual (site) para aumentar las oportunidades de aprendizaje, colaboración, práctica reflexiva e interacción entre profesionales. Está concebido como una red social privada, un tanto casera y medio precaria (en inglés Casera’s social Network) a la que se accede por invitación.

Pretende ofrecer modalidades variadas de participación generándose contemporáneamente distintos procesos de trabajo, tanto independientes como complementarios unos de otros que favorecen contextos de aprendizaje más estructurados y otros menos sistemáticos. Se puede participar en uno o varios de ellos, dependiendo de nuestras posibilidades, intereses o necesidades.

La principal potencia de esta herramienta es las posibilidades que nos abre para establecer redes con otros dispositivos de nuestro entorno de la reducción del daño y la intervención social. Nos enriqueceríamos y aprenderíamos, pues de las experiencias de otros dispositivos, incluso de distintos lugares de España, crearíamos conocimiento compartido, nuevas oportunidades de colaboración y necesariamente, mejoraríamos nuestra motivación y promoveríamos una mejora de nuestra práctica profesional sostenida en el tiempo.

Este último es, pues, el objetivo fundamental de crear una CAP, un contexto efectivo de aprendizaje en la práctica. “El atril” no está creado sólo para que los profesionales trabajemos más a gusto o para que haya mejor ambiente en nuestros centros de trabajo, que también, sino para incrementar nuestra capacidad como profesionales en beneficio de la mejora en la atención de todos nuestros usuarios/as (Bolam, McMahon, Stoll y otros, 2005).

Para conseguirlo, os invito a que construyamos juntos/as esta experiencia. Sin nuestra participación, este proyecto que todavía está en pañales perdería sentido, pues necesita del

Page 3: El atril de la ute. Artículo para revista BUHO Fundación Atenea

diálogo y la interacción de todos/as para crecer y desarrollarse sanamente. Creo que merece la pena que le demos una oportunidad.

¡! Muchas gracias ¡!

Victor M. Blanco Gijon