El aventurero Ricardo Rodríguez Quintana

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El aventurero Ricardo Rodríguez Quintana Gracias al periódico “BILBAO” se han localizado más datos de su película “Jai Alai” Alberto López Echevarrieta HE de confesar que cuando escri- bí los dos artículos referidos a la película "Jai Alai ", publicados en este periódico, albergué pocas es- peranzas de que algún lector pu- diera dar razón de ella. Entre otras cosas porque ya los “rastreadores” de cine no al uso nos afanamos en la búsqueda de datos de este igno- rado film, y de la propia película en celuloide para remasterizarla y salvaguardarla para generaciones venideras. Tanto J. B. Heinink co- mo este periodista recurrimos a todo tipo de tretas: desde poner anuncios en periódicos norteame- ricanos -el clásico “Wanted”, tan cinematográñco él- hasta grabar un “se busca” con destino al pro- grama de Paco Lobatón. Es cierto, no es coña. El alcance de este periódico Nadie nos dio una pista encami- nada a localizar una copia del ñlm, ni surgieron nuevos datos que confirmaran cuanto ya poseí- amos sobre su director, el hoy des- conocido bilbaino Ricardo Rodrí- guez Quintana. Pero cuando este periódico publicó los artículos mencionados empezaron a llover- me correos electrónicos en la di- rección apuntada de gente deseosa de prestar ayuda. Desde la trabaja- dora de la distribuidora que en 1940 hizo llegar la película al Te- atro Buenos Aires para su proyec- ción a voluntarios que se iban a encargar de “escarbar” en archi- vos. Sé, porque lo he encontrado en lugares de lo más lejanos -un ejemplar en la taquilla del Palacio Belvedere, de Viena- que este pe- riódico llega a rincones insospe- chados del mundo, pero nunca sospeché que aquella llamada iba a tener tal respuesta. Porque sí, ahora estamos seguros de que no existe copia alguna de "Jai Alai ” y sabemos de primera mano que su realizador fue un intrépido aventurero dentro y fuera del cine. Aquellos artículos de “BILBAO” llegaron a manos de su ahijado y sobrino, Ricardo Santana Rodri- guez, que nos ha aportado unos datos precisos y extraordinarios para la comprensión de una histo- ria ocurrida hace más de sesenta años en nuestra Villa. r Los Bocheros dur»ite el rodage de Jw-Msú ■m Ricardo Rodríguez Quinterna. Archivo ALE Datos de primera mano Ricardo Rodríguez Quintana -nos dice su ahijado- “fue her- mano de mi madre y por lo tanto mi tío y además padrino. Persona excelente, con una visión de futu- ro extraordinaria, tuvo condicio- nes como para ser número uno en muchas facetas de la vida. Dirigió la película “Jai Alai”, que tam- bién busqué hace muchos años hasta darla formalmente como desaparecida. Fue inventor, pilo- to, ingeniero de caminos y hasta pintor. La familia Quintana siem- pre destacó en alguna faceta del arte. Tíos abuelos míos fueron pintores y los fiascos que supon- go aún existen en el Ayuntamien- to de Castro Urdíales fueron pin- tados por ellos. Creo que también tienen pinturas en el Teatro Arria- ga”. Rodríguez Quintana vino al mundo en Bilbao el 2 de abríl de 1904 y aunque su fe de bautismo asegura que era vecino de la calle Ascao 2-bis, 5° izquierda, su so- brino nos apunta la posibilidad de error. El cree que vivió con su madre en la casa de la calle Co- rreo esquina al Arenal, donde ahora hay un hotel y antes estuvo el primer “batzoki” de Bilbao. Su padre, Justo, era natural de Ginzo, y su madre, Julia, de Bil- bao. A los 25 años ya estaba en Barcelona con los títulos de Inge- niero de Caminos y Piloto en el bolsillo. El 2 de junio de 1929 se casó en la parroquia de San Cucu- fate con la joven de i 7 años Car- men Sampere Pastor, barcelonesa de familia procedente de Crevi- llente. Cuatro años después, el bilbaino entró a formar parte de los estudios cinematográfícos Orphea Films que se habían mon- tado en 1932 en el parque de Montjuich, en lo que había sido Palacio de la Química de la Expo- sición Universal de 1929. “Se interesó mucho por el cine, habida cuenta de que entonces era el espectáculo por excelencia con unas increíbles perspectivas de futuro. Mi tío quiso experimentar en ese campo e intervino como ayudante técnico en varias pelícu- las. Una de ellas fue El canto del ruiseñor, rodada en Navarra so- bre la vida de Julián Gayarte. Tra- bajó con Benito Perojo quien le pidió que le acompañara a Ma- drid para trabajar con él en Crisis mundial. Ricardo accedió y desde entonces se estableció allí”. Nace **Ja i A lar Contratado por la productora Cifesa, Rodríguez Quintana se lu- ció como piloto al rodar desde un avión las escenas aéreas de "De Madrid...al cielo”. Pero su gran oportunidad le llegó cuando, en 1940, el productor Angel Gamón aceptó un guión que había escríto con el título de “Jai Alai". Por tratarse de un fílm ambientado en el País Vasco, concretamente en Elantxobe, el texto fue mirado con lupa por la escrupulosa cen- sura de entonces. La película se rodó en la locali- dad costera, interviniendo en ella pelotaris, dantzaris y hasta el con- junto músico-vocal -así se decía entonces- “Los Bocheros”. Se- gún Luz Achúcarro, que trabaja- ba entonces en la distribuidora Filmófouo, el estreno de la pelí- cula fue un ñacaso en Bilbao. Tal vez desanimado por ello, Ricardo abandonó la dirección para seguir como ayudante en algunas pro- ducciones. Terminaba asi su vida cinematográfíca, pero empezaba la gran aventura de su vida. [email protected] La boina parabólica Lucio Araluce ES una maldición inesquivable: todo lo que toca la televisión se convierte en banal. La caja lumi- nosa todo lo trivializa. Esperar algún tipo de matiz en la televi- sión es creer en milagros. No hay manera. Los concursos premian la ñierza bruta (recuerden las pruebas chuscas del Grand Prix, con el voluntarioso Ramón Gar- cía organizando el reto entre dos botejaras de dos pueblos que compiten arrastrando un tractor con los dientes, por poner im ejemplo. En otros casos, como el de G i^ hermano, lo que se pre- mia es la capacidad para pasarse Cociente intelectual horas, días, semanas y meses sin hacer absolutamente nada, emu- lando a los monos enjaulados del Parque del Retiro (los monos de zoológico tienen más fimdamen- to y menos malas mañas que los chicos de Mercedes Milá). Si de lo que se trata es de pro- mocionar la canción y la música en televisión, lo que sale es un churro millonario como el de Operación triunfo. La música, tocada por la varita mágica de la televisión, se queda en Busta- mante y Bisbal. Es lo que da la tele. Desengañémonos, ni los su- cesores de Joan Manuel Serrât ni los de Raphael (por citar dos ex- tremos populares) saldrán de es- te conciuso millonario que nos vende La Trinca (por no salir, no saldrán ni los sucesores de la propia Trinca, salvo en lo de trin- car). Ahora le toca el tumo a lo más alto, a lo más depurado del ser humano. Ya no es la fuerza ni otras habilidades, sino la inteli- gencia. Se trata de utilizar la in- teligencia como argumento tele- visivo. Los responsables de An- tena 3 han decidido dar este paso supuestamente trascendental, en fin, lo que se dice im salto cuali- tativo. ¿Y en qué se queda la in- teligencia pasada por el cedazo de la televisión? Pues en un sim- ple test psicotécnico, en mera casqueria cerebral. El nuevo concurso de Antena 3 mide los cocientes (que no coeficientes) intelectuales de los concursantes y gracias a él podemos, se supo- ne, saber si los calvos son más inteligentes que las rubias, o si los famosos son más cenutrios que las peluqueras, o si los bom- beros tienen más luces que las señoras gordas. Todo ello basán- dose, ya digo, en unos conven- cionales test de inteligencia. Unas pruebas que, seguramente. serán las mismas que deben su- perar las limibreras de Gran her- mano, gente inteligentísima. El caso es que la tele banaliza hasta la inteligencia. Hasta lo que nos hace humanos se con- vierte en producto a granel en la televisión. La inteligencia que nos venden en Antena 3 tiene po- co de humana. La inteligencia viene a ser un prisma y no el al- bondigón televisivo que, con la colaboración de Alejandra Valle- jo Nájera, nos quieren hacer tra- gar. Hay, además, realidades co- mo la inteligencia emocional, la sensibilidad y, en fin, todas esas sutilezas que la televisión no quiere ni parece que puede tener en cuenta.

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El aventurero Ricardo Rodríguez QuintanaGracias al periódico “BILBAO” se han localizado más datos de su película “Jai Alai”

Alberto López Echevarrieta

HE de confesar que cuando escri­bí los dos artículos referidos a la película "Jai Alai", publicados en este periódico, albergué pocas es­peranzas de que algún lector pu­diera dar razón de ella. Entre otras cosas porque ya los “rastreadores” de cine no al uso nos afanamos en la búsqueda de datos de este igno­rado film, y de la propia película en celuloide para remasterizarla y salvaguardarla para generaciones venideras. Tanto J. B. Heinink co­mo este periodista recurrimos a todo tipo de tretas: desde poner anuncios en periódicos norteame­ricanos -el clásico “Wanted”, tan cinematográñco é l- hasta grabar un “se busca” con destino al pro­grama de Paco Lobatón. Es cierto, no es coña.

El alcance de este periódicoNadie nos dio una pista encami­

nada a localizar una copia del ñlm, ni surgieron nuevos datos que confirmaran cuanto ya poseí­amos sobre su director, el hoy des­conocido bilbaino Ricardo Rodrí­guez Quintana. Pero cuando este periódico publicó los artículos mencionados empezaron a llover- me correos electrónicos en la di­rección apuntada de gente deseosa de prestar ayuda. Desde la trabaja­dora de la distribuidora que en 1940 hizo llegar la película al Te­atro Buenos Aires para su proyec­ción a voluntarios que se iban a encargar de “escarbar” en archi­vos.

Sé, porque lo he encontrado en lugares de lo más lejanos -un ejemplar en la taquilla del Palacio Belvedere, de Viena- que este pe­riódico llega a rincones insospe­chados del mundo, pero nunca sospeché que aquella llamada iba a tener tal respuesta. Porque sí, ahora estamos seguros de que no existe copia alguna de "Jai Alai ” y sabemos de primera mano que su realizador fue un intrépido aventurero dentro y fuera del cine. Aquellos artículos de “BILBAO” llegaron a manos de su ahijado y sobrino, Ricardo Santana Rodri- guez, que nos ha aportado unos datos precisos y extraordinarios para la comprensión de una histo­ria ocurrida hace más de sesenta años en nuestra Villa.

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Los Bocheros dur»ite el rodage de Jw-Msú

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Ricardo Rodríguez Quinterna. Archivo ALE

Datos de prim era manoRicardo Rodríguez Quintana

-nos dice su ahijado- “fue her­mano de mi madre y por lo tanto mi tío y además padrino. Persona excelente, con una visión de futu­ro extraordinaria, tuvo condicio­nes como para ser número uno en muchas facetas de la vida. Dirigió la película “Jai Alai”, que tam­bién busqué hace muchos años hasta darla formalmente como desaparecida. Fue inventor, pilo­to, ingeniero de caminos y hasta pintor. La familia Quintana siem­pre destacó en alguna faceta del arte. Tíos abuelos míos fueron pintores y los fiascos que supon­go aún existen en el Ayuntamien­to de Castro Urdíales fueron pin­tados por ellos. Creo que también tienen pinturas en el Teatro Arria-ga”.

Rodríguez Quintana vino al mundo en Bilbao el 2 de abríl de 1904 y aunque su fe de bautismo asegura que era vecino de la calle Ascao 2-bis, 5° izquierda, su so­brino nos apunta la posibilidad de error. El cree que vivió con su madre en la casa de la calle Co­rreo esquina al Arenal, donde ahora hay un hotel y antes estuvo el primer “batzoki” de Bilbao.

Su padre, Justo, era natural de Ginzo, y su madre, Julia, de Bil­bao. A los 25 años ya estaba en Barcelona con los títulos de Inge­niero de Caminos y Piloto en el bolsillo. El 2 de junio de 1929 se casó en la parroquia de San Cucu- fate con la joven de i 7 años Car­men Sampere Pastor, barcelonesa de familia procedente de Crevi- llente. Cuatro años después, el bilbaino entró a formar parte de los estudios cinematográfícos Orphea Films que se habían mon­tado en 1932 en el parque de Montjuich, en lo que había sido Palacio de la Química de la Expo­sición Universal de 1929.

“Se interesó mucho por el cine, habida cuenta de que entonces era el espectáculo por excelencia con unas increíbles perspectivas de futuro. Mi tío quiso experimentar en ese campo e intervino como ayudante técnico en varias pelícu­las. Una de ellas fue El canto del ruiseñor, rodada en Navarra so­bre la vida de Julián Gayarte. Tra­bajó con Benito Perojo quien le pidió que le acompañara a Ma­drid para trabajar con él en Crisis mundial. Ricardo accedió y desde entonces se estableció allí”.

Nace **Ja i A l a rContratado por la productora

Cifesa, Rodríguez Quintana se lu­ció como piloto al rodar desde un avión las escenas aéreas de "De Madrid...al cielo”. Pero su gran oportunidad le llegó cuando, en 1940, el productor Angel Gamón aceptó un guión que había escríto con el título de “Jai Alai". Por tratarse de un fílm ambientado en el País Vasco, concretamente en Elantxobe, el texto fue mirado con lupa por la escrupulosa cen­sura de entonces.

La película se rodó en la locali­dad costera, interviniendo en ella pelotaris, dantzaris y hasta el con­junto músico-vocal -así se decía entonces- “Los Bocheros”. Se­gún Luz Achúcarro, que trabaja­ba entonces en la distribuidora Filmófouo, el estreno de la pelí­cula fue un ñacaso en Bilbao. Tal vez desanimado por ello, Ricardo abandonó la dirección para seguir como ayudante en algunas pro­ducciones. Terminaba asi su vida cinematográfíca, pero empezaba la gran aventura de su vida.

[email protected]

La boina parabólica

Lucio Araluce

ES una maldición inesquivable: todo lo que toca la televisión se convierte en banal. La caja lumi­nosa todo lo trivializa. Esperar algún tipo de matiz en la televi­sión es creer en milagros. No hay manera. Los concursos premian la ñierza bruta (recuerden las pruebas chuscas del Grand Prix, con el voluntarioso Ramón Gar­cía organizando el reto entre dos botejaras de dos pueblos que compiten arrastrando un tractor con los dientes, por poner im ejemplo. En otros casos, como el de G i ^ hermano, lo que se pre­mia es la capacidad para pasarse

Cociente intelectualhoras, días, semanas y meses sin hacer absolutamente nada, emu­lando a los monos enjaulados del Parque del Retiro (los monos de zoológico tienen más fimdamen- to y menos malas mañas que los chicos de Mercedes Milá).

Si de lo que se trata es de pro- mocionar la canción y la música en televisión, lo que sale es un churro millonario como el de Operación triunfo. La música, tocada por la varita mágica de la televisión, se queda en Busta- mante y Bisbal. Es lo que da la tele. Desengañémonos, ni los su­

cesores de Joan Manuel Serrât ni los de Raphael (por citar dos ex­tremos populares) saldrán de es­te conciuso millonario que nos vende La Trinca (por no salir, no saldrán ni los sucesores de la propia Trinca, salvo en lo de trin­car).

Ahora le toca el tumo a lo más alto, a lo más depurado del ser humano. Ya no es la fuerza ni otras habilidades, sino la inteli­gencia. Se trata de utilizar la in­teligencia como argumento tele­visivo. Los responsables de An­tena 3 han decidido dar este paso

supuestamente trascendental, en fin, lo que se dice im salto cuali­tativo. ¿Y en qué se queda la in­teligencia pasada por el cedazo de la televisión? Pues en un sim­ple test psicotécnico, en mera casqueria cerebral. El nuevo concurso de Antena 3 mide los cocientes (que no coeficientes) intelectuales de los concursantes y gracias a él podemos, se supo­ne, saber si los calvos son más inteligentes que las rubias, o si los famosos son más cenutrios que las peluqueras, o si los bom­beros tienen más luces que las señoras gordas. Todo ello basán­dose, ya digo, en unos conven­cionales test de inteligencia. Unas pruebas que, seguramente.

serán las mismas que deben su­perar las limibreras de Gran her­mano, gente inteligentísima.

El caso es que la tele banaliza hasta la inteligencia. Hasta lo que nos hace humanos se con­vierte en producto a granel en la televisión. La inteligencia que nos venden en Antena 3 tiene po­co de humana. La inteligencia viene a ser un prisma y no el al- bondigón televisivo que, con la colaboración de Alejandra Valle- jo Nájera, nos quieren hacer tra­gar. Hay, además, realidades co­mo la inteligencia emocional, la sensibilidad y, en fin, todas esas sutilezas que la televisión no quiere ni parece que puede tener en cuenta.