El Banquete de Severo Arcángel1

6
El Banquete de Severo Arcángelo: ensalada de símbolos “Narrar es siempre configurar una intriga que implica valoraciones éticas, juicios, elecciones” sostiene Graciela Maturo. Sin lugar a dudas, Leopoldo Marechal sabía de qué se trataba la tarea cuando escribió, allá por 1965, su segunda novela: “El banquete de Severo Arcángelo”. Dueño de un estilo muy particular, se adueñó de la antigua técnica del "relato enmarcado", para presentar el testimonio de Lisandro Farías. La historia es escrita por Leopoldo Marechal (como personaje), quien será el "editor" de la historia narrada por Lisandro poco antes de morir. Así, prólogo, dedicatoria y epílogo enmarcan equilibradamente la historia, dando a Marechal-editor un papel que se prentende módico. ¿Pretendería dar rigor de verdad a su novela indicando en el prólogo: “ Hoy es el 14 de abril de 1963...”? Quizás sí, ¿cómo saberlo? Sin embargo, si tomamos en consideración el momento histórico al que Marechal se refiere, en su obra, y lo comparamos con el contexto en el que apareció El banquete, podrán notarse ciertas similitudes. Recordemos que en los comienzos de esa década Occidente vive las instancias de una nueva época y, las naciones latinoamericanas asimilan los primeros ecos de la transformación: la rebelión de la juventud, las denuncias del movimiento hippie, entre otros, preanunciaban la crisis mundial que habría de profundizarse hasta el presente. Además, al mismo tiempo, América Latina vivía su propia crisis social, con la caída de movimientos políticos nacionales, o el reciente surgimiento de la Revolución Cubana. Argentina, por su parte, acababa de caer víctima de un golpe de Estado. Con estos pocos datos es posible concluir la situación caótica y de emergencia que podía experimentaba Marechal como

Transcript of El Banquete de Severo Arcángel1

Page 1: El Banquete de Severo Arcángel1

El Banquete de Severo Arcángelo:ensalada de símbolos

“Narrar es siempre configurar una intriga que implica valoraciones éticas, juicios, elecciones” sostiene Graciela Maturo. Sin lugar a dudas, Leopoldo Marechal sabía de qué se trataba la tarea cuando escribió, allá por 1965, su segunda novela: “El banquete de Severo Arcángelo”.

Dueño de un estilo muy particular, se adueñó de la antigua técnica del "relato enmarcado", para presentar el testimonio de Lisandro Farías.

La historia es escrita por Leopoldo Marechal (como personaje), quien será el "editor" de la historia narrada por Lisandro poco antes de morir.

Así, prólogo, dedicatoria y epílogo enmarcan equilibradamente la historia, dando a Marechal-editor un papel que se prentende módico.

¿Pretendería dar rigor de verdad a su novela indicando en el prólogo: “ Hoy es el 14 de abril de 1963...”? Quizás sí, ¿cómo saberlo?

Sin embargo, si tomamos en consideración el momento histórico al que Marechal se refiere, en su obra, y lo comparamos con el contexto en el que apareció El banquete, podrán notarse ciertas similitudes.

Recordemos que en los comienzos de esa década Occidente vive las instancias de una nueva época y, las naciones latinoamericanas asimilan los primeros ecos de la transformación: la rebelión de la juventud, las denuncias del movimiento hippie, entre otros, preanunciaban la crisis mundial que habría de profundizarse hasta el presente.

Además, al mismo tiempo, América Latina vivía su propia crisis social, con la caída de movimientos políticos nacionales, o el reciente surgimiento de la Revolución Cubana.

Argentina, por su parte, acababa de caer víctima de un golpe de Estado.

Con estos pocos datos es posible concluir la situación caótica y de emergencia que podía experimentaba Marechal como hombre, realidad histótica que encuentra correspondencia en la realidad ficcional del Banquete, donde sólo una formidable operación de “elegidos” puede salvar a la humanidad de la destrucción, la bestialización, la vida mecánica, la pérdida de objetivos trascendentes.

Pero la riqueza de la obra no concluye allí, y esta es una de las hondas razones de su frescura y actualidad: se convierte en llamado a los hombres para la reconstrucción de la patria, y crea una permanente paideia espiritual.

Marechal manifiesta claramente su preocupación ante los tiempos oscuros que amenazan con destruir la vida y mutilar el alma del hombre, haciéndole olvidar su esencia y su destino. Por eso, la obra literaria se pone íntegramente al servicio de esa causa, y encuentra en ella su justificación más profunda, sin perder de vista su especificidad poética.

Hermética en el sentido de la profunda densidad simbólica, esta novela presenta a todo lector atento, y especialmente a aquel que posea conocimientos teológicos, filosóficos y literarios, una parábola del destino del hombre, una suma de referencias a los Evangelios, el Apocalipsis, figuras mitológicas como Plotino o Dionisio, y a filósofos como Hesíodo.

Page 2: El Banquete de Severo Arcángel1

Debemos anotar que Marechal (adoptando una perspectiva lúdica que lo acerca a Cortázar), nos entrega claves que posibilitan la lectura de su libro. ¿No intentaría ofrecernos un maravilloso juego de símbolos?

Quizá, lo que sí es seguro es que nos brinda sucesivas definiciones del símbolo, e indicaciones sobre la relación del texto con la historia real que, como lectores, deberemos apreciar y aprovechar como ejercicio de aprendizaje.

Por eso nos animamos a decir que El Banquete de Severo Arcángelo instala definitivamente el juego ficcional sobre el entramado del realismo histórico, y traslada lo épico a lo cotidiano creando una épica que, en ciertos pasajes de la novela, se percibe como cómica.

A grandes rasgos, podríamos decir que, en El banquete Marechal (convertido en personaje) asegura haber recogido de un hombre moribundo (Lisandro Farías) la historia que relata la preparación de un banquete (el de Severo Arcángelo) que debe ser perfecto, a fin de simbolizar el Universo.

El empresario fundidor de metales invita (por medio de enviadas) a treinta y tres comensales, quienes son salvados de los peligros de la Vida Ordinaria que los acechan. Entre los invitados figuran Lisandro Farías (encargado de dar a conocer la historia), un filósofo y profesor universitario y un físico.

Por otra parte, adquieren relevancia Gog y Magog, clonws constituyen la oposición al banquete y procuran convencer a Farías de que Severo es un sinvergüenza.

Analicemos esta breve síntesis parte por parte.

En primer lugar, Severo Arcángelo es el convocante misterioso operativo al que invita a treinta y tres comensales. Este número simbólico puede interpretarse como la sustituye de los ciento cuarenta y cuatro elegidos del Apocalipsis; como son los constructores del Arca de Noé (figura bíblica que también es invocada en la obra). Son los que han de salvarse en el tiempo de la destrucción.

Es interesante la caracterización de este personaje, que se compone de elementos unificados en un perfil simbólico. La real personalidad del Fundidor o Metalúrgico de Avellaneda queda ratificada por alusiones mitológicas: es llamado Vulcano en pantuflas, Pelasgo sobreviviente (rasgo marechaliano, si pensamos en el mito griego de los pelasgos, relacionados con la contemplación y las artes); lleva en su sangre a los endemoniados cabiros de Grecia, y se vincula de diversos modos con la Arcadia, con la guerra en su sentido simbólico, y con la alquimia, pues se propone la transformación del carbono en diamante.

El espíritu lúdico de Marechal genera una imagen histriónica y llamativa de Severo, que se revela como actor, director de escena, estratega y maestro. Su retrato, lo muestra ligado tanto a los problemas del mundo como a la sabiduría mística.

Los aspectos expositivos más fuertes del libro quedan a cargo de este personaje, como descubre el lector al conocer sus Tres Monólogos grabados en cinta magnetofónica (¿Aludirá Marechal a otros mensajes doctrinarios de la época? Quizás)

En el primer monólogo, el estratega cavila acerca de una nueva jugada política. En el segundo, habla de sí mismo, presentándose como conductor del pueblo (esa sub sociedad congregada en la quinta) hacia su redención. En el tercero, medita sobre las palabras, y hace un llamado a la purificación del lenguaje.

Page 3: El Banquete de Severo Arcángel1

Arcángelo (que predica la conversión), es también él un converso, quien ha sido llamado por otros personajes, como el gran iniciado Pablo Inaudi, (en quien podemos reconocer una alusión a San Pablo, y el propio Cristo) y que ha alcanzado la iluminación a través de procesos de simplificación y mortificación.

A partir de esa experiencia, decide montar los preparativos del mítico Banquete, que tiene como objetivo, hacer pasar a los invitados de la Vida Ordinaria, al Gran juego providencialista.

Arcángelo ha sido tocado por una locura mesiánica y su mensaje, en la novela, es multiplicado por otros personajes como el Salmodiante de la Ventana.

De lo expuesto hasta aquí queda dicho que no estamos ante una novela realista, aunque su tema y alcances sean del más puro realismo.

En consecuencia, no pediremos realismo psicológico a personajes que son ocasionales portavoces del autor, tales como el científico Frobenius que nos traslada sus preocupaciones cósmicas, o el profesor Bermúdez, frecuentador de los clásicos, o Gog y Magog, bíblicos opositores de todo proyecto salvífico, que al final muestran su adhesión al Gran Macaco, mico de Dios.

Marechal aplica, para dar “forma” a esta historia, el método de la recapitulatio o enlace de imágenes que es típico de la literatura apocalíptica.

Su tendencia a la alegoría y la concretización de los procesos espirituales lo lleva a enlazar en un hilván narrativo instancias que son en sí mismas parábolas o ejemplos de una inagotable enseñanza.

Adopta, además, un modelo similar al de la novela policial o la novela de aventuras, donde se plantea un enigma y se mantiene cierto suspenso.

La noción de suspenso es, en lo que respecta al Banquete, definitivamente relevante, ya que la novela pone el acento en los preparativos de un banquete simbólico, que en sí mismos implican la reconstrucción del hombre, la nación y la humanidad para una etapa nueva.

Todo es una gran víspera (en efecto, el final permanece abierto) Se dibuja un movimiento colectivo que tiende hacia el ágape cristiano: banquete, simposio, convergencia, patria celeste, origen, redención. Cuando llegue el tiempo, como lo anuncian las Escrituras, será alcanzada la salvación comunitaria.

Marechal supo dar a este asunto un tratamiento ágil, teatral, humorístico, sin que esto aligere su densidad y seriedad. Todo su pensamiento de apuesta a la reversión de ese rumbo perjudicial para el hombre, reversión ya verificada en el sacrificio de Jesús, Quinto Adán, el Hombre de Sangre, al poner en marcha una historia de salvación.

El relato, enlaza míticos espacios como la Casa Grande, o el Centro Mítico del Tuyú, con las instancias de un accionar espiritual, que incluye distintas peripecias: los sucesivos Concilios en que se explica la situación de los personajes en el tiempo y en el espacio; el operativo Cybeles, recuperación del nivel corporal o terreno; la restauración del vestido o túnica del alma, figura neoplatónica que designa el vehículo sutil necesario para su retorno al origen; la crucifixión, operación final del perfeccionamiento humano; el Embudo Gracioso de la Síntesis es el acceso a la develación de los enigmas a través del sentido de la cruz.

Page 4: El Banquete de Severo Arcángel1

Por todo lo anterior, podemos sostener que, con El banquete de Severo Arcángelo, el lector tiene en sus manos una historia simple y sugestiva: en su lecho de muerte, Lisandro Farías siente la necesidad de exponer los aspectos fundamentales de su vida: quién es y porqué se dejó ganar por la empresa del Viejo Cíclope.

Sin embargo, embarcado en una temática de final de los tiempos, Leopoldo Marechal hace una crítica profunda y reveladora de la civilización, la injusta relegación de verdaderos objetivos humanos, la exaltación del individualismo y de una técnica masificante y la trivialización de la cultura.

Los hombres dormidos de la Vida Ordinaria habrán de despertar a una condición auténticamente humana para colocarse en camino de su salvación individual y también de la redención colectiva.

Hacia el final de la novela, Marechal-editor retoma la palabra, luego de recibir el testimonio último de Lisandro, y considera que el mensaje debe ser transmitido por su propia salvación. Este hecho que nos coloca una vez más ante una afirmación “marechaliana” (cristiana en esencia): la literatura como verdad.