EL BAUTISMO COMO UN ACTO DE FE EN CRISTO...

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EL BAUTISMO COMO UN ACTO DE FE EN CRISTO JESÚS Por Javier Misael Ramírez Pérez Octubre del 2017 Introducción. La mayoría de las iglesias y denominaciones cristianas tenemos como parte de nuestra ordenanza el bautismo en agua, por lo que representa un fenómeno religioso que debe ser estudiado a profundidad. En muchas iglesias el bautismo no es mucho más que una ceremonia religiosa cristiana de iniciación para incluir a las personas en una membresía, en algunas otras se practica como expresión de fe en Jesucristo; muchos reciben el bautismo por emocionalismo después de asistir a un encuentro, vivir una experiencia espiritual o un milagro de parte de Dios; al mismo tiempo, son conocidos casos de personas que son bautizados por intereses que nada tienen que ver con la conversión, el querer iniciar una relación con alguien de la iglesia, recibir dinero prestado de algún hermano o vivir la integración de un grupo. El bautismo es una señal visible, pública y externa de una realidad invisible, íntima e interna que es la fe en Jesucristo y la resolución de una nueva vida; constituye una expresión de la voluntad de conversión de parte de la persona y la regeneración del Espíritu Santo; no significa que el bautismo produzca por sí solo el nuevo nacimiento, mas bien le representa y es parte de él, tampoco es que el arrepentimiento se vaya a lograr a través del bautismo, sino que es en el contexto del arrepentimiento como se celebra el bautismo. El bautismo es una celebración de conversión y si la persona no se encuentra en el proceso de conversión el bautismo carece de sentido. El objetivo de este artículo es concientizar sobre la importancia del bautismo como un acto de fe, en su devenir histórico, para que se apropie de fundamentos bíblicos y teológicos por medio de lecturas selectivas y actividades sugeridas. Para meditar.

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EL BAUTISMO COMO UN ACTO DE FE EN CRISTO JESÚS

Por Javier Misael Ramírez Pérez Octubre del 2017

Introducción. La mayoría de las iglesias y denominaciones cristianas tenemos como parte de nuestra ordenanza el bautismo en agua, por lo que representa un fenómeno religioso que debe ser estudiado a profundidad. En muchas iglesias el bautismo no es mucho más que una ceremonia religiosa cristiana de iniciación para incluir a las personas en una membresía, en algunas otras se practica como expresión de fe en Jesucristo; muchos reciben el bautismo por emocionalismo después de asistir a un encuentro, vivir una experiencia espiritual o un milagro de parte de Dios; al mismo tiempo, son conocidos casos de personas que son bautizados por intereses que nada tienen que ver con la conversión, el querer iniciar una relación con alguien de la iglesia, recibir dinero prestado de algún hermano o vivir la integración de un grupo. El bautismo es una señal visible, pública y externa de una realidad invisible, íntima e interna que es la fe en Jesucristo y la resolución de una nueva vida; constituye una expresión de la voluntad de conversión de parte de la persona y la regeneración del Espíritu Santo; no significa que el bautismo produzca por sí solo el nuevo nacimiento, mas bien le representa y es parte de él, tampoco es que el arrepentimiento se vaya a lograr a través del bautismo, sino que es en el contexto del arrepentimiento como se celebra el bautismo. El bautismo es una celebración de conversión y si la persona no se encuentra en el proceso de conversión el bautismo carece de sentido. El objetivo de este artículo es concientizar sobre la importancia del bautismo como un acto de fe, en su devenir histórico, para que se apropie de fundamentos bíblicos y teológicos por medio de lecturas selectivas y actividades sugeridas.

Para meditar.

“El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo” 1 P. 3:21 En muchos de los casos el bautismo se idealiza dándole una connotación mágica de transformación, la escena del Espíritu Santo bajando en forma de paloma sobre Jesús se mal interpreta, esperan que al salir del agua un poder sobrenatural baje sobre ellos de manera que las tentaciones se acaben, el rencor se valla, las heridas emocionales sean sanadas y comience un nuevo nacimiento de manera automática. Son conocidos casos de personas que antes de bautizarse se toman su “última bebida alcohólica", se fuman su “último cigarro” y practican su “ultima” acción pecaminosa, algunos dicen “me bautizaré hasta después de mi graduación”, o después de la fiesta que tanto esperan. Todo esto es resultado de la idealización que se tiene del bautismo, cuando bíblicamente el creer y el arrepentirse le debe anteceder. Ésta connotación no es nueva, Green M. (1997) dice que Ignacio lo consideraba como un arma contra los poderes del maligno, casi como un amuleto; ésta connotación de idealización del bautismo no sólo se encuentra en la comunidad de creyentes, sino que es notorio en los ataques que el recién bautizado recibirá del tipo “y eso que ya estás bautizado…” inclusive de personas que no son creyentes. Pedro nos dice que el bautismo “no quita las inmundicias de la carne”, el bautismo no es el inicio de la conversión, mas bien lo simboliza, y es necesario que el candidato a bautismo comprenda el compromiso que adquiere al bautizarse, que las tentaciones seguirán al asecho pero que Dios le da el poder para vencer.

I. El bautismo para la iglesia primitiva. El bautismo no fue una práctica única del cristianismo, es un rito usado por casi todas las religiones antiguas y existentes, inclusive hay universidades que bautizan a los nuevos estudiantes como un símbolo de iniciación; tiene una explicación psicológica: Se conoce como “ritual de pasaje” (el matrimonio, la graduación etc. son rituales de pasaje) la persona al bautizarse se siente parte de algo y es marcado con un “antes y después”, tiene una explicación antropológica: los grupos sociales tienen la necesidad de que el nuevo integrante exteriorice su decisión de integración y aceptación de las formas y reglas, y una explicación social: significa ser parte de una sociedad u organización. El agua en las diferentes culturas a sido símbolo de creación, recreación, limpieza, transformación y purificación; representa también el principio vital que

generaba la vida, así lo creían los babilonios, los egipcios, e inclusive los judíos (2 P. 3:5); es por ello que el bautismo en agua era utilizado en diferentes creencias religiosas como un acto de iniciación, asociación o identificación con algún credo, mensaje, grupo o persona; por ejemplo el bautismo en las religiones de misterio griegas asociaba a los iniciados con determinada religión (C. C. Ryrie, 2003); es por este significado de asociación y signo de vida que los judíos exigían el bautismo por medio de autoinmersión en estanques especialmente a los prosélitos o al judío que no era de raza pura; el bautismo de Juan el bautista asociaba a sus seguidores con su mensaje de arrepentimiento y justicia; en la Biblia encontramos algunos pasajes donde el bautismo significa asociación, por ejemplo el que Jacobo y Juan fuesen bautizados con el bautismo de Cristo significaba que se asociaban con su sufrimiento (Mr. 10:38–39), el ser bautizados en Moisés implicaba que se identificaban con su liderazgo en sacar a los israelitas de Egipto (1 Co. 10:2). En el judaísmo se practicaban las abluciones (He 9:10), que era el nombre dado a los lavamientos ceremoniales ordenados por la ley de Moisés (Lv. 6:27, 28; 8:6; 11:25, 28, 40; 15:5, 6, etc.) que un Israelita debería practicar para purificarse de alguna contaminación (puede ser el periodo de la mujer, la polución, contacto con cadáveres, lepra, contacto con los contaminados etc.) que les impedían participar del culto; Lockward, A. (1999) explica que las abluciones practicadas obviamente antes del primer siglo se incrementaron a partir del siglo II en la vida religiosa judía, estas abluciones eran practicadas no solamente una vez, sino consuetudinariamente; los esenios y la comunidad de Qumarán ponían mucho énfasis en los baños rituales. En este trasfondo histórico surge el bautismo de Juan el bautista, como expresión de arrepentimiento y confesión de pecados (Mt. 3:5-6); a diferencia de otros, no era algo que se hacia recurrentemente sino sólo una vez en la vida, y ni era autoadministrado como era usual sino que era por una tercera persona. Al parecer el bautismo era una especie de señal que anunciaba la llegada del Mesías (Jn. 1:25); Juan confirma la pregunta de los mensajeros de los fariseos al reconocer su bautismo como transitorio y provisional hasta el bautismo del que viene después de mí (Jn. 1:27) que bautiza con Espíritu Santo y Fuego (Mt. 3:11) del cual el mismo sabía que tenía que ser bautizado (Mt. 3:14-15). Al mismo tiempo que Juan bautizaba se comenzaba a practicar el bautismo de Jesús, esto aún antes de que lo dejara como una ordenanza (Mt. 28:19). Al parecer Jesús pudo haber bautizado a sus discípulos (Jn. 3:22) y después les encomendó la tarea a ellos (Jn. 4:1-2). Al principio el bautismo sólo era administrado sobre la profesión de arrepentimiento y sobre la fe en Jesús, los ejemplos en el Nuevo Testamento indican que los creyentes eran bautizados inmediatamente después de creer. No se señalaba algún período probatorio, tal es el caso de varios que fueron bautizados inmediatamente después de confesar su fe en Jesús, como el carcelero de Filipos, el eunuco etíope, Pablo y los corintios; sin embargo la didaqué (manual de instrucción para los nuevos convertidos del primer siglo) sugiere que muy pronto el bautismo fue precedido por un breve periodo de instrucción en la fe cristiana (Green, M. 1997).

El bautismo era indispensable para que una persona se considerara como parte de la comunidad cristiana, la iglesia primitiva le dio un lugar sumamente importante al bautismo (Hch. 2:38, 41; 8:12–13, 36, 38; 9:18; 10:47–48; 16:15, 33; 18:8; 19:5) y no concebía que un creyente permaneciera sin bautizarse (C. C. Ryrie, 2003); era administrado como defiende Justino sólo ante la presencia del líder la iglesia local (el obispo) y representaba su incorporación al cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13). Significaba la señal y sello físico del la conversión y la integración a la comunidad cristiana que llamaban “el camino” (Hch. 9.2; 19.9, 23; 22.4), el lavamiento de los antiguos pecados (2 P. 1:9; 1 Co. 6:11 y Tit. 3:5), su temor a Dios, su esfuerzo por agradarle en todo (Hch. 2:43; 5.5, 11; 9.31), y estar ligado a su hermano con lazos de deber y amor (Hch. 2:44; 4:32-35; 6.1-6; 11.27-30) con el que compartía una misma vida (Hch. 2.41-47). Indiscutiblemente, el bautismo era un prueba clara de la conversión en los tiempos neotestamentarios, indicaba una radical conversión e identificación con el mensaje del reino, indicaba el arrepentimiento y repudio de la vida anterior y el compromiso con una vida de santidad en el Señor Jesucristo, ya fuese la conversión al judaísmo, al mensaje de Juan el Bautista, o al cristianismo, el rehusar ser bautizado hacía surgir la duda legítima en cuanto a la sinceridad de su profesión.

II. El bautismo como acto de fe

Sin duda alguna, el centro teológico del Nuevo Testamento es el tema de la muerte y resurrección de Cristo, como el acontecimiento salvífico por excelencia de la gracia de Dios manifestada en favor de la humanidad. Los Apóstoles y profetas se unen así ́en una misma voz para explicar el Pentecostés como la manifestación misma de Dios que desciende para poner un fundamento cristocéntrico a la existencia de la iglesia, a la obra salvífica y a la misión universal de predicar el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados hasta lo último de la tierra.

Algunas personas descartan el bautismo al disminuirlo al concepto de una

obra, alegando que las obras no salvan sino que es por medio de la fe. La pregunta ¿el bautismo salva? es una pregunta mal planteada, el bautismo es un acto de fe por medio del cual se expresa creer en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

Algunos otros descartan el bautismo al disminuirlo como un mero ritual, también aquí debemos carear esta creencia, el bautismo no es un ritual ni tampoco mero ritual de pasaje; el bautismo, es una ordenanza. Un ritual es una ceremonia religiosa y a veces hasta supersticiosa establecida por el ser humano para expresar y transmitir una creencia o una afiliación a algo o alguien, en el caso de la ceremonia ritual cultural, señala el pasaje de un individuo o grupo de una etapa de vida a otra o de una antigua condición a una nueva, pero el bautismo no lo disminuiremos así, puesto que no es un medio instituido por diseño humano. Un ejemplo muy de moda que podríamos aplicar a un ritual es, sin duda el invitar a los recién evangelizados

a levantar su mano confesando a Jesús como su Señor y Salvador y declararles cristianos, salvos e hijos de Dios en la inmediatez de su declaración. No necesitamos de un ritual cuando la acción del bautismo se expresa en el Nuevo Testamento como una ordenanza para expresar y declarar el seguimiento cristiano.

III. El bautismo en el nombre de Jesucristo.

El enfoque Unicitario.

Cómo Iglesia Apostólica, creemos que el bautismo bíblico e histórico es en el nombre de Jesucristo y no en la fórmula trinitaria, ésta probablemente sea la diferencia más significativa entre los pentecostales trinitarios y los pentecostales unicitarios. Aquí es necesario diferenciar ente “unicitarios” y “unitarios”, aunque no tenemos espacio aquí para ahondar en el pensamiento unitario ya que no es el objetivo de nuestro capítulo (Dicho tema merece un material completo).

El pentecostalismo Unicitario, o también llamado pentecostalismo del nombre de Jesucristo, pone su énfasis en la unicidad de Dios, es decir la revelación del único Dios y creador (Dt. 6:4) manifestado como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo (al mismo tiempo y no por etapas históricas) y pone su énfasis también en la revelación del nombre. Los unicitarios no usamos la categoría de «personas» para interpretar la revelación de Dios, sino el de las «manifestaciones»1, puesto que, creemos que la divinidad se manifiesta o revela de diferentes maneras y al mismo tiempo ya que no está limitada al tiempo y espacio, sino que la trasciende.

En el bautismo de Jesús (Mr. 1.9–11; Lc. 3.21–22), Dios se manifestó como

Padre en la voz celestial que declaró «este es mi Hijo amado»; al mismo tiempo, se manifestó como Espíritu Santo al descender como una Paloma y al mismo tiempo

1 Los Unicitarios conscientes que el lenguaje del NT afirma la unidad y la diversidad de Dios,

resaltamos que, el verbo «manifestar» es más propio del lenguaje bíblico que el sustantivo

común «persona». Manifestación, viene del verbo griego paneroo (Manifestar, revelar,

mostrar) que se usa en versículos que indican que la Divinidad se manifestó o reveló en Cristo

Jesús (1 T. 3.16; 2 T. 1.10; Mr. 16.12, 14; Jn. 2.11; Jn. 17.6, 21.11; He 9.6, 26; Ro. 3.21; 1

P. 1.20; 1 Jn 1.2, 3.8, 4.9) como vemos, tenemos bastantes ejemplos de su uso en el N.T. Por

el contrario, el sustantivo «persona» (Sea de prosopon o de hypóstasis) no lo encontramos en

el lenguaje nuevotestamentario. Consideramos que no es el mejor término para referirnos a

la naturaleza Divina ya que es un término muy genérico y se aplica al ser humano; que,

aunque no presenta dificultades para referirlo al Hijo, debemos reconocer que si los presenta

al referirse al Padre y al E.S. por la distancia entre lo divino y lo mortal. Aunque los trinitarios

(como algunos unicitarios lo juzgan) no se refieren a tres dioses, sino a tres Personas en un

solo Ser o esencia para referirse a los modos o maneras de subsistir distintos de la misma

esencia divina; consideremos que, el lenguaje de la trinidad presenta muchas más dificultades

que el lenguaje de la unicidad. Las dificultades de esta primera, son reconocidas sinceramente

por muchos de los teólogos trinitarios.

estaba siendo manifestado como Hijo al ser bautizado por Juan en el Jordán. Esto es posible porque uno de los atributos de Dios es la omnipresencia.

Es por ello que los pentecostales unicitarios creemos que el «Nombre

revelado» de la divinidad es Cristo Jesús. El bautismo en “El nombre de…” (Mt. 28.19) nos insta a indagar en las Escrituras la revelación de ese nombre. La

Divinidad se revela a la humanidad a través de Cristo Jesús puesto que “en ningún

otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que

podamos ser salvos. (Énfasis mío).

La importancia del art. «Del» y la conjunción “Y” en Mateo 28.19

Mateo dice que debemos bautizarnos en el nombre «del», tou es un artículo

genitivo, singular y masculino que designa un nombre como fuente o poseedor de algo por lo que indica propiedad. Por ejemplo, en la frase “iglesia de Cristo”, “Cristo” es el nombre genitivo que describe posesión o propiedad. Cuando Mateo usa este artículo significa que el Padre tiene un nombre propio, no es necesaria ahondar que el sustantivo onoma (nombre) no es en sí un nombre propio. Pero eso no es todo, la conjunción kai (y) indica que no solo el Padre, sino también el Hijo y el Espíritu Santo tienen un nombre propio. Aquí necesitamos de la revelación de la Escritura para saber que el nombre revelado del Unico Dios es Cristo Jesús. Una ilustración actual que nos puede ayudar a ejemplificar el significado del texto es cuando un jefe de una empresa le ordena lo siguiente a su secretaria: “Has un cheque a mi nombre con “x” cantidad y deposítalo a mi cuenta personal”. La secretaria comprende que el cheque tiene que salir con el nombre propio de su jefe. Sería muy ilógico escribir literalmente “mi nombre” en el cheque.

En otro espacio, hablaremos sobre la importancia de la teología del nombre. Basta aquí mencionar que, para los judíos, el concepto del «nombre» era sagrado y representaba la misma persona a la cual se puntualizaba. Varios autores llaman la atención al hecho de que Jesús no dijo “en los nombres de…”, sino en el nombre del. Kistemaker, S. J. (2007) hace notar que el énfasis en esta fórmula está puesto en el sustantivo nombre y que se refiere a toda la revelación de Dios hecha en palabra y obra, es por esto que los apóstoles, judíos monoteístas a ultranza y convertidos al cristianismo, bautizaban en esta revelación plena y específica: En el nombre de Jesús.

Análisis en base a la comparación de los textos que refieren a la Gran comisión y el Bautismo en el nombre de Jesucristo.

Lucas muestra que la fórmula bautismal utilizada por la iglesia primitiva es en

el nombre de Cristo Jesús o sencillamente en el nombre de Jesús (Hch. 2:38; 19:5, 8:16; 10:48). Parece una inconsistencia con la fórmula de la gran comisión que prescribe el bautismo en el nombre del Padre, y del hijo y del Espíritu Santo, (Mt. 28:19),

La hermenéutica marca que se debe comparar la escritura con la misma escritura, máxime cuando se trate de los evangelios sinópticos. Los tres evangelios nos muestran el panorama más completo de la ordenanza que Jesús le dio a sus discípulos después de la resurrección y antes de su ascensión, no hacerlo así, es una limitante para entender las palabras de Jesús, en consonancia con estre principio hermenéutico vamos a comparar los sipnóticos (Mt 28:19, Mr 16:15-16 y Lc 24:47) y finalmente los compararemos con Hch 2:38. Que es del mismo autor que Lucas y con el evangelio de Juan.

I. Según Mateo. “18Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mt 28.18–20)

II. Según Marcos “115Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 17Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Mr. 16.15–18).

III. Según Lucas. “46y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” (Lc 24.46–49).

IV. Según Juan. “21Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.” (Jn 20.21–23, RVR60).

V. Según Hechos de los Apóstoles (Escrito por Lucas) “4Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. La ascensión 6Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?

7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hch 1.4–8, RVR60)

Al analizar los sipnóticos junto con Juan y Hechos sobre la ordenanza dado por Jesús entre la resurrección y la ascensión, podemos entender que esta ordenanza conlleva los siguientes seis aspectos.

1. La gran comisión. El encargo de predicar y hacer discípulos del evangelio de Jesucristo (y en el nombre de Cristo Jesús según dice Lucas) en todas las naciones o etnias. Esta predicación no debía hacer distinción de raza, ni nacionalidad, ni idioma. Esto es muy importante por la visión aún judeo-centrista de los discípulos.

2. La fe en Cristo Jesús. La necesidad de creer en Jesús como Cristo, Señor, salvador y Dios. (Lc 2.11, 1:69, 19:10; Hch 5.31, 13.23; Ef 5.23; Fil. 3.20; Tit 1.4, 2:13, 3.6; 1 Ti 1.15; 2 Ti 1.10; 2 P. 1.1, 1.11, 2.20, 3.18 y 1 Jn 4.14). Creyendo e identificándose en su vida, muerte y resurrección.

3. La salvación y el perdón de pecados. La promesa de salvación para quien reciba este evangelio. La salvación es una serie de actos iniciales y constantes: arrepentimiento, fe, obediencia, bautismo y perseverancia.

4. La condenación. La advertencia del juicio de condenación para aquellos que rechacen este evangelio.

5. El bautismo. Como un acto de fe en Cristo Jesús declarando públicamente recibir y seguir el evangelio.

6. La promesa y poder del Espíritu Santo. Mateo dice que los discípulos sería usados La promesa de ser investidos con el Espíritu Santo, que los capacitaría con autoridad y poder a los seguidores de Jesús para la proclamación del evangelio.

Podemos analizar los cinco textos bíblicos de la siguiente manera.

a) Sobre la predicación del evangelio. Dios quiere que se predique el evangelio en todas las naciones según los 4 evangelistas,

b) Sobre el bautismo. Marcos y Mateo mencionan el mandato del bautismo; c) Sobre el nombre. mientras que Mateo menciona ser bautizados en el

Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Marcos no menciona nombre, aunque en el siguiente versículo (17) dice «en mi nombre» dando entender que todo lo hagan debe ser en su nombre (Col 3:17).

Lucas no menciona el bautismo pero si dice que se “predique en su nombre el arrepentimiento y perdón de pecados”. Recordemos que Lucas es el autor del libro de los Hechos, (inclusive algunos eruditos comentan que en un principio eran un solo libro) por lo que Lc. 24:47 y Hch. 2:38 son escritos por un mismo autor, Pedro habla de arrepentirse y bautizarse para el perdón de pecados, en el nombre de Jesucristo, esto demuestra que el bautismo en el nombre de Jesucristo estaba en la cosmovisión de Lucas al hablar de predicar el arrepentimiento y perdón de pecados, ya que se refería al mismo momento.

d) Sobre la promesa del Espíritu Santo. Marcos habla de las señales poderosas y sobrenaturales que seguirán a los que creen en el evangelio (liberación, autoridad sobre espíritus inmundos, nuevas lenguas y sanidad de sobre todo tipo de enfermedad) aunque no menciona que es por obra de E.S. Lucas habla de la promesa del Padre y el poder de lo alto y después lo confirma en Hch. 1.4-8 y Juan dice que Jesús sopló y les dijo “reciban el E.S.”.

La primer predicación de Pedro, lleno del Espíritu Santo y en representación de los demás apóstoles, demostró entender el panorama completo del mandato, dada por Jesús a sus apóstoles puesto que incluye cada uno de los seis aspectos anteriormente citados:

“38Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.” (Hch 2.38–40, RVR60)

De esta manera vemos que no existe ninguna contradicción en el mandato del bautismo y su práctica en el nombre de Jesucristo. Es por ello que este mandato debemos interpretarlo a la luz del contexto histórico y cultural de los autores y recipientes originales. Por ello, la fórmula en el nombre de Jesús, en el nombre de Jesucristo o en el nombre del Señor Jesús tiene un uso constante en el Nuevo Testamento (Hch. 2:38; 3:6; 4:10; 4:18; 5:40; 8:12; 8:16; 9:27; 10:48; 19:5, 13 y 17; 21:13; 26:9, 16:18; 1 Co. 6:11; Fil 2:10 y Col 3:17) a diferencia de la fórmula trinitaria que no la encontramos practicada en ningún versículo.

La evidencia histórica.

Existe suficiente evidencia histórica que en los primeros siglos el bautismo

se administraba en el nombre de Jesucristo, Maurice Arthur Canney (1921) en su obra "An Encyclopaedia of Religions” cita lo siguiente:

“Las personas eran bautizadas al principio "en el nombre de Jesucristo" o en el nombre

de el Señor Jesús, después, con el desarrollo de la doctrina de la trinidad, ellas fueron

bautizadas "en el nombre del padre y del hijo y del Espíritu Santo” (traducción propia

del inglés).

Los bautismos de la iglesia primitiva eran en el nombre del Señor Jesús, pero a partir del siglo II al desarrollarse la doctrina de la trinidad comienza a practicarse el bautismo en la fórmula trina.

La implicación de «estar en el nombre».

La Biblia dice que debemos bautizarnos "invocando su nombre", (Hch. 2:38 y 22:16), la invocación del nombre de Jesucristo (Invocar del gr. Epikaleo. Sig. Nombrar, pedir ayuda, apelar a la corte suprema, ser pueblo de) va más allá de la declaración «En el nombre de Jesucristo» usada por el ministro, invocar el nombre no es lo mismo que pronunciar el nombre, ya que preposición «en» Expresa dirección hacia alguien, o propósito y denota “unión” o “comunión con”.

Estar en el nombre de Jesucristo significa estar «dentro de» el nombre, tiene

una connotación más profunda, implica una posición máxima, una serie de principios y disciplinas espirituales que la persona debe vivirlos y estar dispuesta a desarrollarlos, significa que la persona genuinamente a recibido la justificación por medio de la victoria de Jesús y que le ha aceptado como su Salvador, como su ayudador y le pertenece (1 Co. 15:23).

En Mt. 7:21-23 Jesús dice que en el juicio final muchos dirán "en tu nombre..." Y el Señor les contestará "nunca os conocí", el pastor Gabriel López F. De la universidad teológica CCM, comenta que la preposición más correcta para la traducción es con en vez de en, es decir "con tu nombre hicimos muchos milagros", dando entender que tales pseudo creyentes no estaban en el nombre de Jesús, aunque se dirigieran a Jesús como su Señor (v. 21) no estaban en el nombre sino más bien usaban el nombre de Jesús para hacer milagros, es por ello que el Señor los desconoce, la traducción en lenguaje actual trasmite esta verdad: "y también usamos tu nombre para echar fuera demonios y para hacer milagros".

IV. Conceptos equivocados del bautismo. El bautismo por aspersión. El bautismo por aspersión es lo opuesto a la inmersión y consiste en el rociamiento del candidato con agua. La palabra baptizo viene de bato que significa sumergir, o completamente mojado, aunque ya se mencionó anteriormente que el significado de bautismo va más allá, la inmersión, sin lugar a dudas, es el significado primario

de baptizo. Los defensores del bautismo por aspersión creen que este ilustra mejor la limpieza por el Espíritu Santo en Ez. 36:25 y que la inmersión era poco probable en ciertos casos por ser una cantidad muy grande de personas (Hch. 2:41 y 8:38), A esto Ryrie C. C. (2003) explica que en Jerusalén existían suficientes estanques para permitir la inmersión de tres mil personas. Un práctica más era la afusión que consistía que la persona estuviera de pie sobre el agua y que sobre su cabeza se rociara agua, fue la primera excepción a la inmersión, y se permitía en casos de enfermedad; esto se llamaba “bautismo clínico (C. C. Ryrie, 2003) y no vino a sustituir la inmersión. La Biblia utiliza expresiones del bautismo que dan a entender que era por inmersión, “Llegaron a cierta agua” (Hch. 8:36); “Porque había muchas aguas allí” (Jn. 3:23); “Y descendieron ambos al agua” (Hch. 8:38); “Eran bautizados por Él en el Jordán” (Mt. 3:6); “Cuando subieron del agua” (Hch. 8:39); “y subió del agua” (Mt. 3:16) “Porque somos sepultados con Él en el bautismo" (Ro. 6:4 y Col 2:12). Hay suficientes bases históricas que afirman que la aspersión era la práctica universal de la iglesia apostólica, el mismo Juan Calvino que practicaba la aspersión reconocía que la inmersión era la forma usada en la Iglesia primitiva. El tamaño de las piscinas bautismales, tanto las de Jerusalén como las de Qumarán, indica que el método empleado por los judíos no era la aspersión, es decir, el derramamiento de agua encima del candidato, sino la inmersión completa. Las siguientes imágenes demuestran el uso del bautismo por inmersión.

Baptisterio paleocristiano de la antigua basílica de S. Miguel de Egara (hoy Terrassa, España). Como se ve, todavía a finales del siglo V se acostumbraba hacer el bautismo por inmersión. Tomado del nuevo diccionario bíblico ilustrado, Ed. CLIE

Representación del bautismo de Cristo proveniente de los primeros siglos del cristianismo, ilustra el bautismo de Jesús por inmersión. El personaje de la izquierda representa al río Jordán. Tomado del nuevo diccionario bíblico ilustrado, Ed. CLIE.

Bautismo de infantes. El bautismo de infantes (pedobautismo o paidobautismo) es utilizado mediante la aspersión por la iglesia católica y algunas denominaciones protestantes (De Andrade, C. C. 2002). Al hablar de los requisitos bíblicos del bautismo como el creer, arrepentirse y recibir a Jesucristo como su Señor y de la obvia imposibilidad de los infantes, Hipólito de Roma en el siglo III dijo “todos los que puedan hablar por sí mismos hablarán, los que no puedan hablar por sí mismos serán sus padres o algunos de su familia quienes hablen por ellos”. Al respecto Millos, P. (2009) recalca lo siguiente:

“La primera mención que se hace en los escritos de la Iglesia al bautismo de niños es en el año 180 por Tertulinao y no para aprobarlo, sino para condenar su práctica que comenzaba entonces. La práctica del bautismo para niños no es habitual hasta el siglo V, como consecuencia de entender que la regeneración debe comenzar por el bautismo para cancelación del pecado original. Algunas iglesias reformadas, continúan con esta práctica en base al concepto de pacto, en el que el bautismo sustituye a la circuncisión en Israel. Los males que ocasiona esta práctica son varios, pero entre ellos hacer creer a la persona que es cristiana por haber recibido el bautismo de agua, dándole una eficacia que no posee; entorpecer el sentido del nuevo nacimiento y la conversión personal; producir cristianos nominales; y sustituir en la iglesia de profesantes por la iglesia de multitudes nominales”.

Los defensores del paidobautismo comparan el bautismo con la circuncisión basándose en lo que escribe Pablo: “En Él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano …sepultados con Él en el bautismo” (Col 2:11-12), Buswell (1983) dice que la comparación del bautismo con la circuncisión es absolutamente ineludible. Justino Mártir, a mediados del siglo II, en su diálogo con Trifón un judío (cap. 43), dice: “nosotros los que nos hemos acercado a Dios por medio de Él, hemos recibido no la circuncisión carnal sino la espiritual y la hemos recibido por el bautismo”, otros reformadores alegaron que, siendo el bautismo el sustituto de la circuncisión, a los niños cristianos no se les debiera excluir de esta gracia. En su apología, martín Lutero afirmó que los niños pueden ejercer plenamente la fe en Cristo por lo tanto son aptos para el bautismo (De Andrade, C. C. 2002). Finalmente muchos reconociendo que en la Biblia no existe ningún mandamiento directo que haya que bautizar a los infantes discuten que tampoco existe una prohibición. La mayor organización considerada cristiana que practica el bautismo de infantes es la iglesia Romana; su enseñanza tradicional habla del limbo de niños (tradición católica que surge en la edad media, del latín limbus sig. El borde de los infiernos) morada de los niños que mueren antes de limpiar el pecado original, diferente a esta creencia Santo Tomás (1225) admitió que esos niños "son por naturaleza beatos”, además la teología católica Romana recientemente a finales del 2005 erradica la creencia del Limbo, y confía en que un niño muerto sin bautismo va directamente al cielo, por lo que ya no aparece en el nuevo catecismo publicado bajo el pontificado de 1992. Ya que el bautismo representa el nuevo nacimiento, la Biblia habla de requisitos para practicarlo: Creer, arrepentirse y el firme propósito de practicar una nueva vida; son procesos que deben ser practicados voluntaria y conscientemente por cada persona, en una cosmovisión bíblica sabemos que cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo (Dt. 24:15; 2 R. 14:6; Jer. 31:19; Ez 14:16, 18:20; Ro. 14:12; Gá. 6:5, 1 Co. 3:13 y 2 Co. 5:10). Los niños no necesitan la salvación, por su inocencia no tienen pecado, Cristo los recibía y bendecía (Mt. 19:13-15) de hecho para poder entrar en el reino de los cielos tenemos que ser como niños (Mr. 9:36-37, 10:15; Lc. 18:17 y 1 P. 2:2), los niños tienen a Dios (Lc. 9:48), de ellos es el reino de los cielos, (Lc. 18:16; Mr. 10:14), la Escritura afirma que las cosas de Dios son reveladas a los niños más que a los sabios y prudentes (Lc. 10:21), habla de las consecuencias de los que dan malas enseñanzas a los pequeños (Mt. 18:6; Mr. 9:42 y Lc. 17:2) y toma la afirmación del Salmo 8:2 sobre la alabanza de los que están en el período de lactancia (Mt. 21:16).

El bautismo por los muertos.

Es poco común. Existen pruebas de que entre ciertos grupos heréticos en el siglo II existía una costumbre parecida, pero no ha quedado ninguna prueba de cuál era Lockward, A. (1999). Los grupos que lo practican suelen basarse en lo que dijo Pablo: “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” (1 Co. 15:29). Aunque no contamos con registros históricos que la iglesia de Corinto tuviera esta práctica, parece que Pablo reconoce que algún grupo desviándose del evangelio lo hacía. Algunos comentaristas explican que muchos de los que asistían a la antigua iglesia postergaban el bautismo hasta cerca de la muerte y según Lockward, A. (1999) buena de parte de los eruditos explican que al parecer en Corinto los parientes o amigos de creyentes que practicaban el bautismo vicario en nombre de los creyentes que habían fallecido antes de poder bautizarse. Aunque no sabemos con seguridad la práctica a la que se refiere Pablo, si podemos hablar de su objetivo. Pablo tiene necesidad de escribir esta carta por las divisiones, problemas, controversias e inquietudes que se levantaban a causa de falsas enseñanzas infiltradas que no correspondían al evangelio que se les había predicado (v.15). En este capítulo se ocupa un tema controvertido en el contexto social de la antigua Corinto: La resurrección física de Cristo y los creyentes; Pablo presenta analogías de tipo lógico (vgr. V. 12, 29 y 32), en ningún momento está aprobando la práctica sea cual fuere, sino que en el desarrollo de su argumentación reconociendo la falsedad de esta práctica la utiliza para marcar que se hace nula en caso de que la resurrección no sea verdad.

Conclusión. El bautismo debe ser una demostración y confesión pública de que ha ocurrido en él arrepentimiento y conversión. Por lo tanto, sólo los convertidos a Cristo deben ser bautizados en su nombre. Ninguna persona, que no ha tenido esa experiencia, debe ser bautizado.

Preguntas para estudiar. Contesten en equipos las siguientes preguntas y discútanlas en grupo. ¿Cómo explicas la controversia aparente entre Mt. 28:19 y Hch. 2:38? ¿Por qué es importe comparar Mt. 28:19, Lc. 24:47 y Hch. 2:38? ¿Por qué es importante la afirmación de Canney?

¿Cuál es la diferencia entre pronunciar el nombre o invocar el nombre de Jesucristo? ¿Cuál es la diferencia entre estar en el nombre o usar el nombre de Jesucristo? En el caso de un joven que logró bautizarse con la pura intención de poder llevar un noviazgo con alguna joven de la iglesia. ¿Se puede considerar bautismo cristiano? ¿Es válido? En la afirmación de que todos los niños en su inocencia son salvos sin necesidad del bautismo, ¿Cómo explicas lo que dice el apóstol Pablo sobre los niños en 1 Co. 7:14? ¿Crees que la circuncisión es sustituto del bautismo? ¿Cómo defiendes tu afirmación? ¿Cómo explicas 1 Co. 15:29?

BIBLIOGRAFÍA. Canney, M. (1921). An Encyclopaedia of Religions. London. George Routledge & Sons, LTD New York: E. P. Dutton & Co. C. C. Ryrie, (2003). Teologı́a básica (p. 372). Miami: Editorial Unilit. Green, M. (1997). La evangelización en la iglesia primitiva. EUA: Nueva Creación. Kistemaker, S. J. (2007). Comentario al Nuevo Testamento: Hechos (p. 316). Grand Rapids, MI: Libros Desafío. Lockward, A. (1999). Nuevo diccionario de la Biblia. Miami: Editorial Unilit. Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario biblico ilustrado. TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.

De Andrade, C. C. (2002). En Diccionario Teológico: Con un Suplemento Biográfico de los Grandes Teólogos y Pensadores. Miami, FL: Patmos.