El caballero Cap 2 El Cabello_Manicura

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Manual de moda masculina, capitulo enfocado en el cabello y manicura

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El placer de visitar la barbería La edad adulta a menudo empieza cuando al niño, que ya no lo es tanto, se le permite tomar asiento en el sillón "de

verdad" de la barbería. Porque, de una u otra forma, de ni-

ño siempre resultaba embarazoso tener que sentarse en ese tipo de construcciones de asiento regulable en altura o, peor aún, en un caballito de madera.

Todos los hombres tienen recuerdos similares, salvo a quienes sus madres les cortaban el pelo en casa. Y son dignos de lástima porque la visita al peluquero tiene un

encanto muy especial, siempre que se trate de un auténtico barbero. Ese olor tan peculiar a loción de afeitar y champú no se olvida fácilmente, como tampoco se olvidan los letreros publicitarios ajados anunciando productos para el cuidado del cabello que hace mucho que dejaron de existir,

el zumbido de la maquinilla para cortar el pelo o el sonido procedente del obligado radiotransmisor.

Un buen día su padre le lleva a uno por primera vez a

la barbería. Mientras a papá le cortan el pelo, el hijo tiene ocasión de observar a los demás clientes que hablan amis-tosamente entre ellos, dormitan o leen el periódico. Y él observa atentamente y con impaciencia como el barbero, con cada movimiento avezado y con el resonar sereno de las tijeras, moldea el pelo del padre. En un momento dado

el barbero retira el peinador al padre y ahora le toca a él.

Es la primera vez que tiene ocasión de experimentar como' actúa el barbero. Durante la pasada preparatoria que el barbero hace con el peine, el niño recibe un par de tiro-nes considerables y se ve obligado a reprimir sus primeros impulsos de huir. Y si para colmo le corta excesivamente el pelo, puede que incluso llegue a las lágrimas. En estos casos, tanto el padre como el barbero suelen consolar al niño sin mucha convicción, diciéndole sin más que el pelo vuelve a crecer. Cuando el barbero acaba, la imagen que refleja el espejo resulta extraña y uno se pasa las manos por

primera vez por el cabello, pretendiendo darle la forma que resultaba conocida y recuperarla de nuevo.

A pesar de todos los momentos angustiosos y de la preo-cupación de que el barbero nos pueda cortar la oreja con la tijera en un momento dado, la mayoría espera con alegría la siguiente visita, tal vez porque cuando uno es niño no tiene todavía demasiada conciencia del paso del tiempo. Cada visita al barbero nos recuerda con claridad meridiana que de nuevo hemos consumido algunas semanas o hasta incluso algunos meses de nuestras vidas.

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Productos para un cabello sano Las cremas capilares o pomadas están hechas principalmente de grasas, ya sean aceites o ceras. Dos productos clásicos de este tipo son Brylcreem (izquierda) y Trumper's Pomade (derecha). Con ellas se puede lograr el look brillante y mojado de Rodolfo Valentino, que suele quedar muy bien en cabellos ondulados y gruesos. A diferencia del gel, las cremas capilares o pomadas no resecan el cabello, si bien es cierto que no todo el mundo gusta de este tipo de brillo con efecto mojado.

La crema capilar Brisk es tan conocida y apreciada en Alemania como lo es la Brylcreem

en Inglaterra. Y aunque hace unos años se actualizara el diseño de su envase, la fórmula

perfumada sigue siendo, por fortuna, la misma. Un cabello acicalado con la crema Brisk

destaca no solo por su brillo sino también por su perfume de toda la vida.

Los champús en pasta de alta concentración de la marca D.R. Harris de Londres son un autén-tico clásico éntre los productos especiales para el cuidado del cabello. Se presentan en peque-ños tarros de plástico con cierre desenroscable, ocupan muy poco espacio.en una maleta y es casi imposible que se derramen.

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La brillantina recuerda por su consis-tencia a la vaselina. Se recomienda, en cabellos gruesos y es muy apro-piada para poner en su sitio hasta los rizos más obstinados. Además la brillantina está muy indicada para quienes padecen sequedad del cuero cabelludo.

ULTRA-wierrE KEN° FOR *LONG-HOLDs CONTROL

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Ingredents: Paraffinum tiquidum, Gfyane soja. Arctum majus, ProPYi Galfale, Parfum. C.f. 11920

El establecimiento del legenda-rio perfumista y fabricante de jabones D.R. Harris se encuen-tra en la St. James Street de Londres. Esto permite al caba-llero que acaba de comprarse una corbata en Turnbull & Asser o bien de camino hacia el sombrerero James Lock adqui-rir un champú y una loción capilar de lo más selecto.

El aceite capilar es el tercer producto para el cabello hecho a partir de grasas. Este aceite está indicado para personas con un cabello muy seco y desgreñado. Sin em-bargo, para modelarlo son más apropiadas la crema y la brillantina, porque se aplican más uniformemente que el aceite líquido.

La loción capilar de savia de abedul es un producto clásico para el cuidado del cabello y a diferencia de muchas de sus imitaciones, la auténtica loción capilar de savia de abedul con-tiene la savia de los troncos del abedul blanco. Esta loción capi-lar favorece el riego sanguíneo del cuero cabelludo al tiempo que cuida el cabello. La loción capilar Birkin no garantiza —al igual que otros productos similares— que su uso favorezca el crecimiento del cabello.

Mit der Kroft von natürlichern Birkens ft

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El correcto lavado del cabello

En primer lugar deberá empaparse completamente el cabello para eliminar la suciedad no grasa, como el polvo y la tierra.

Se utilizará una pequeña cantidad de champú para evitar que el cabello coja demasiado volumen. Para una aplicación homogénea del champú conviene repartirlo previamente en las manos.

A continuación deberá aplicarse cuidadosamente el champú con los dedos extendidos —y no con las palmas de las manos— evitando enmarañar demasiado el cabello.

El champú deberá aclararse por completo, preferiblemente con agua entre templada y fría para desenredar mejor el cabello. Si éste estuviese muy sucio o es muy graso deberá repetirse el proceso, aunque por lo general basta con un solo lavado.

El agua sobrante se eliminará cuidadosamente con las manos. ¡El cabello no debe frotarse jamás! A continuación se envolverá una toalla alrededor de la cabeza para que absorba el resto de humedad. Siempre que sea posible, se dejará secar el cabello al aire libre.

En la casa Trumper's de Londres puede rematar el lavado del cabello con un masaje capilar, que le ayudará a relajar la musculatura de la nuca y a tonificar el riego sanguíneo del cuero cabelludo y que, además, podría resultarle peligrosamente adormecedor.

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Cabezas con carácter Short oil back and sides o, como diríamos nosotros, "largo por delante, corto por detrás", había sido hasta los años sesenta el peinado predominante del siglo XX. Hoy en día la mayoría de hombres todavía se corta el cabello según este principio, aunque a lo largo de la historia también se ha llevado a menudo el cabello largo. Lo que en los sesenta surgiera como símbolo de pro-testa y de liberación frente a la opresión burguesa de los años cincuenta, consi-guió instalarse en la década de los se-tenta como una alternativa estilística del todo aceptable. En todo el mundo occidental, el cabello largo para hom-bres es ya un hecho del todo habitual. Esto no significa que la moda short ou back and sides haya desaparecido, sino que simplemente ya no ocupa el primer lugar en lo que a peinados mas-culinos se refiere y ello a pesar de que en los círculos más conservadores sigue siendo la alternativa predominante.

Corto y conciso: short 071 back and sides.

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El look italiano Los hombres con el cabello oscuro y rizado pueden llevar este clásico look típico de países sureños. Esta imagen no pierde en absoluto su atractivo con el paso de los años ni con la aparición de las primeras canas, como puede apreciarse en Gianni Agnelli, presidente de la empresa Fiat.

El genio ¿Se imaginan a Albert Einstein con un peina-

do a lo crew cut, el tan típico corte a lo "cepillo" de los soldados norteamericanos? Esta imagen resulta casi imposible, porque precisamente el cabello enmarañado del físico es el distintivo del peinado por anto-nomasia de genios, pensadores y artistas. Éste también es el peinado preferido de los directores de orquesta, quienes antes de finalizar la primera parte de un concierto ya lucen su melena volando libremente.

El aristócrata Se trata del clásico por excelencia entre los cortes de cabello para hombre. El cabello largo y sin escalar se peina cubriendo zonas muy concretas, mientras que por los lados y por detrás se lleva corto. El aspecto siempre es impecable, aunque con un peinado similar no van a tomarnos precisamente por un director de una galería de arte, un arquitecto o un director de cine. Tal vez pasemos por abogado, empleado de banca o agente de bolsa, lo que no está nada mal si realmente es la imagen que pretendemos dar.

El eterno niño El cabello se suele llevar algo enmarañado y va cayendo accidentalmente por la cara,

lo que se corrige con un rápido movimiento de cabeza hacia atrás. Este ritual forma

parte del típico peinado juvenil. El hombre que lleva este "peinado" demuestra que no le apetece preocuparse excesivamente por

su cabello, como David Hockney, cuyo aspecto sigue siendo el de un niño que

acaba de salir del colegio. Este peinado sienta muy bien tanto a los cabellos rubios

como a los cabellos blancos, pues su aspecto es siempre muy actual.

El dandy La coleta ha experimentado una curiosa evolución a lo largo de los años. En la década de los sesenta era aún una rara excepción y nadie se hubiese atrevido a presentarse a una entrevista de trabajo en un banco de esta guisa. Tal vez hoy en día también sería un atrevimiento, aunque ya no sea algo tan improbable. La coleta, como por ejemplo la que lleva Karl Lagerfeld, es además un fenó-meno porque puede darse en ámbitos estilís-ticos absolutamente contrapuestos: la llevan desde el portero de cuerpo atlético apostado en la puerta de una sala de fiestas, pasando por el estudiante de música con espíritu ecologista, hasta el heredero de un millo-nario siempre de fiesta en fiesta. Apenas imaginable es la imagen de un presidente de gobierno o de un rey con coleta.

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A favor o en contra del peluquín ¿Lucir o no lucir calva? Ésta es la cuestión que lleva a muchos hombres de cabeza. Lucir una calva con digni-dad o cubrir la desnudez con un peluquín, es una deci-

sión que cada uno debe tomar por su cuenta. Sin embargo, deberíamos considerar seriamente que la esca-sez de pelo representa una carencia muy inferior si la comparamos a la, carencia de llevar una indumenta-ria adecuada. Además, en las situa-ciones en las que no solemos llevar ropa, también se descubre rápida-mente el peluquín. Entonces ¿para qué tantas complicaciones?

El objetivo de la mayoría de hom-bres son las mujeres y conseguir impresionarlas. A ellas les encanta el cabello bonito, pero ¿de qué sirve

si el hombre que lo posee es un tipo sin una piz-ca de humor y nada interesante? El cabello no puede suplir jamás la falta de encanto. Por el contrario, el en-canto puede suplir casi cualquier carencia. Y combi-nar el encanto con el vestuario correcto es, a todas luces,

irresistible. Y a quien diga que hasta Sean Connery, un gran galán, usaba peluquín, deberíamos recordarle que solía llevarlo para el rodaje de sus películas, porque casualmente Ian Fleming se había imaginado al per-sonaje de James Bond con pelo, de manera que al actor no le quedaba más opción que ponerse un postizo para actuar. No obstante, siempre que el guión se lo permite, Sean Connery aparece mostrando su calva, como hiciera por ejemplo, en el papel del monje William de Baskerville en la película El nombre de la rosa.

La única explicación razonable que se nos ocurre para justificar un peluquín es su función protectora contra el frío, aunque en estos casos un sombrero o una, gorra son la alternativa más adecuada. No en vano en-contramos a menudo una calva bajo un sombrero.

En definitiva, en lugar de estar preocupándonos por encontrar un repuesto para el pelo que ya no recupera-remos, deberíamos buscar otra forma de hacer que se nos encuentre atractivos en nuestro entorno. En otras palabras: la cuestión primordial no es en realidad tener o no tener pelo; probablemente nadie eche en falta el pelo en una persona interesante y con sentido del humor.

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El pelo postizo de las estrellas

El pelo en el pecho Quien se preocupa exageradamente por su apa-riencia externa acaba por no reconocer la diferencia entre excesivo y escaso. Unos se muestran a favor de eliminar el pelo corporal, con el argumento de que también nos cortamos el cabello, nos afeitamos

o nos hacemos la manicura. Otros consideran que el corte de pelo, el afeitado y la manicura son las pau-tas mínimas indiscutibles en lo referente al aseo personal del hombre, pero rechazan la eliminación del pelo corporal porque consideran que es la ex-presión de un deseo creador desmedido, como lo es someterse a la cirugía plástica por motivos estric-tamente estéticos. En Europa se tiende a dejar que la naturaleza siga su curso. Al típico aristócrata inglés no se le ocurriría jamás operar a su hijo por tener las orejas de soplillo, como tampoco se opta-ría en el sur de Europa por eliminar el frondoso pelo del pecho, la espalda o las piernas. Probablemente deban pasar aún unos cuantos años antes de que podamos ver al italiano típico tostándose al sol sin su pelo en el pecho. Los partidarios de la eliminación del pelo corporal proceden en su mayoría de tierras norteamericanas, donde, gracias a sus sofisticadas técnicas cosméticas, se cambia la apariencia de una persona, y con ayuda del deporte y de las dietas se persigue la inmortalidad. A muchos hombres ya sólo el hecho de imaginarse sometidos a una dolorosa depilación les resulta desagradable en grado sumo. Además, la relación entre inversión y beneficio es claramente negativa. Y nadie puede garantizar que las mujeres prefieran un pecho desnudo. Tal vez lo mejor sería que cada cual se aceptara como es.

Fred Astaire sólo aparecía en sus películas con peluquín. Fuera de las pantallas el bailarín solía cubrirse con un sombrero o un gorro.

Andy Warhol jamás intentó hacer pasar el postizo que lucía como si fuera cabello propio. No se molestaba en ocultar el pelo oscuro que asomaba por debajo de su peluca rubio platino.

Frank Sinatra optó por un pei-nado corto y discreto al empe-zar a clarearle la cabellera, de tal forma que el paso siguiente hacia el peluquín apenas tuvo importancia.

Humphrey Bogart nunca fue visto en las pantallas sin "nada por arriba". En privado solía lucir su calva sin reparo alguno.

Elton John trataba de desviar la atención de su escasa cabellera, luciendo extravagantes gafas. Actualmente el único que puede explicar por qué su cabellera luce frondosa es su peluquero.

Cuando el pelo clarea en las sienes, mientras que la parte superior sigue luciendo fron-dosa, casi podemos deducir que se trata, como en el caso de Tony Bennett, de un peluquín.

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Hoy como antaño, los célebres cepillos de G.B. Kent & Sons siguen fabricándose a mano, lo que los convierte en productos ciertamente caros, aunque de gran resistencia.

El cepillo real Desde 1777 las damas y los caballeros que lo deseen pueden utilizar los cepillos de la marca G.B. Kent & Sons para desenredar y acicalar sus cabellos. Cuando, hace más de 220 años, se fundara la empresa Kent nadie podía imaginar que hoy en día se la conocería por ser la empresa que fabrica los mejores cepillos del mundo. Entre los productos que suministra encontramos tam-bién cepillos para la ropa, cepillos dentales, peines y brochas de afeitar.

Si bien es cierto que existen otros fabricantes de cepillos también muy buenos, ninguno es tan conocido como Kent. Ello se debe, en gran parte, a la calidad suprema de sus productos y en parte también a las circunstancias que qui-sieron que los oficiales ingleses y sus es-posas llevaran cepillos Kent en sus equipajes al ser destinados a algún lugar remoto del Imperio Británico. Por tanto, los cepillos Kent empezaron a circular por el mundo entero mucho antes de que existiera una auténtica red de distribución. La casa Kent goza además de un Royal Warrant o distintivo de los proveedores de la Casa Real, un sello de calidad que,

no cabe duda, favorece la venta de sus productos inclu-so fuera del Reino Unido.

Un buen cepillo tiene tres cometidos principales. En primer lugar debe alisar y desenredar el pelo cuidado- samente. Esto se consigue con cepillos de cerdas de jabalí que, a diferencia de las cerdas sintéticas o metá-licas, no dañan el pelo porque están hechas de pelo auténtico de animal, o sea, de queratina. En función del tipo de pelo se utilizará un cepillo más o menos duro. Con el cepillado eliminamos además todo el polvo, la suciedad y la caspa depositados en el cabello. La tercera función es la del cuidado del pelo, ya que gracias al correcto cepillado, la grasa natural concentrada en las raíces se reparte hasta las puntas. Esta grasa constituye un producto natural excelente para el cuidado y la salud de nuestro cabello. El cabello brilla y las puntas no se abren tan rápidamente. Y aunque hoy en día nos lava- mos el pelo casi a diario y la función higiénica del cepillo ya no es tan importante, nuestra cabellera nos lo agra-decerá si la cuidamos con un cepillo de gran calidad. No en vano el médico y peluquero neoyorquino Dr. George Michael recomienda la compra de un buen cepillo para el cabello en su libro Complete Hair Care for Men.

Para caballeros es muy apropiado el modelo Military oval, un cepillo sin mango en forma de óvalo. Está disponible con cerdas de diferentes grados de dureza, según el tipo y grosor del cabello. La fabricación de estos cepillos es muy laboriosa y, además, en el caso de los cepillos clásicos de cerdas de jabalí, es a mano. Existen dos métodos de fabricación. El primero se denomina inserción frontal y consiste en taladrar ho- rizontalmente y a lo largo una serie de minúsculos

canales en el cepillo propiamente dicho, a través de los cuales se hacen pasar seguidamente unos

delgados alambres. A continuación, se taladran unos agujeros verticalmente desde arriba. Fi-nalmente se van cogiendo los manojos de cer-das y se van tejiendo alrededor de los alambres.

Los cepillos fabricados siguiendo este mé-todo son muy duraderos y además per-

miten la inserción de cerdas nuevas. El segundo método se denomina,

enchapado. El cepillo se corta horizon-talmente en dos mitades. En una de ellas

se taladran los correspondientes agujeros para introducir los manojos de cerdas, que a continuación

se tejen con hilo de plata o de latón. Seguidamente se coloca esta mitad con las cerdas ya introducidas sobre la pieza inferior del cepillo y se fija. Este método tam-bién permite insertar cerdas nuevas.

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A continuación, y con la ayuda de un palito de madera de rosal especial, se retiran suavemente las cutículas. Es recomendable proceder con mucho cuidado para no dañarlas y jamás se in-tentará eliminarlas por completo, pues sirven de protección al lecho de la uña.

Las partículas de piel que sobresalgan se cortan con unas tijeras especiales, actuando asimismo con mucho cuidado para no causar heridas.

Si las uñas han crecido excesivamente deben cortarse previamente con unas tijeras.

La manicura

fr Se liman las uñas, primero con una lima más gruesa y seguidamente' con una más fina, dándoles la forma, que en el caso de los caballeros es la de un semicírculo. El largo de las uñas lo determina el cliente.

Para finalizar se pulen las uñas, aunque si uno lo desea puede obviar este intimo paso.

Las uñas se dejan en remojo en una solución jabonosa suave durante unos instantes. Esta acción facilita su limpieza y ablanda las cutículas que a continua-ción deberán ser retiradas.

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