El canon de Rotterdam (II)
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Cultura|sLa
Vanguardia
Miércoles,9
febrero2011
PANTA
LLAS
XAVIER PÉREZ“La gente se vuelve loca con Sha-kespeare. Es genial, claro, ¡¡¡peroDickens…!!!”. La frase es pronun-ciada por George Lonegan (MattDamon), el atormentado médiumdeMásallá de la vida, que se acues-ta cadanocheescuchando lashisto-rias de Dickens en la voz de DerekJacobi, bálsamoreparadorpara tra-tar de olvidar la tragedia que supo-ne vivir con la shyamalaniana con-ciencia de que, en ocasiones, vemuertos. Pero quien ha puesto lafrase en boca del personaje es elguionista del filme, Peter Morgan,el gran dramaturgo del poder con-temporáneo, el autor de Frost/Ni-
xon, deTheQueen, deEl último reyde Escocia, el afamado retratista delas relaciones entre Blair y Brown(The deal) o entre Blair y Clinton(The special relationship). Morgan,con alentador sentido de lo impre-visible, ha osado abandonar, estavez, su reputada teatralidad, de va-go ascendente shakespeariano, pa-ra tejer un novelesco y dickensia-no folletín sentimental sobre aza-res, fortunas, infancias desgracia-das y dóciles espectros de ultra-tumba.Dickensiano hasta la candidez,
el parapsicólogo protagonista es,también, el médium de que se sir-ven Peter Morgan y el directorClint Eastwood para activar elgran fantasma cultural que pueblala película. La mejor expresión deesa tenaz búsqueda de las raícesdickensianas de su apuesta se daen la secuencia en la que el héroe,recién llegado a Londres, visita la
casa museo de su admirado autorde cabecera, y, con la mismamanocon que le hemos visto entrar di-versas veces en contacto con elmás allá, acaricia sutilmente el es-critorio del novelista, como si qui-siera extraer, de la madera ausen-te, los secretos mejor guardadosdel maestro (tal vez hasta obtenerel final de la novela inacabada Elmisterio de Edwin Drood).Claro que no es posible llegar,
en nuestros tiempos, al corazón deDickens, sin la memoria de quie-nes lo asumieron visionariamentecomo fundamentomismo del rela-to fílmico. El novelista inglés habi-ta la película, porque esta recrea
unageografía sentimental que el ci-ne hizo suya desde elmensaje fun-dador de Griffith, inventor delmontaje paralelo y del montajeconvergente (tan importantes enel filme), que siempre afirmó quesu revolución narrativa nació deldeseo de “hacer como Dickens”.Ese camino es el que siguió neta-mente el Hollywood clásico y elque recreó sinmás coartadas la ge-neración de Spielberg, productornada casual deMás allá de la vida.Al fin y al cabo, en el patrónnarrati-vo de la película de Eastwood pue-den reconocerse, aunque minimi-
zadas por una disciplinada sobrie-dad, las pautas por las que discu-rría la lejana, pero todavía influyen-teEncuentros en la tercera fase. Co-mo en aquel caso, nos encontra-mos ante una historia que siguetres itinerarioshumanos enanhela-da convergencia, movidos por lavoluntaddeobtener certezas en re-lación al mundo sobrenatural quelos envuelve.Además de la aventura del mé-
dium americano, la película noscuenta las peripecias de Marie,una periodista francesa supervi-viente –omás bien resucitada– deltsunami en el Índico; y las deMar-cus, un niño inglés que vaga comoun sonámbulo por las calles deLondres, a la espera de vislumbrarun signo de comunicación con sugemelo muerto. El progresivoavancehacia el encuentro de todosellos en la capital británica –frutode la necesidad o del milagro– secuece a fuego lento en una drama-turgia cinematográfica que apues-ta por los valores de la escena rea-lista –del aquí y el ahora–, pormásque su temática aparente coqueteeconpálidos fantasmasdeotromun-do. Y aunque la trama se extiendapor tres continentes, es en los deta-lles de la intimidad y en el caráctercasi confesional de las secuencias,donde el despliegue de fineza ex-presiva del filme acumula sus me-jores momentos.En esta atención por los detalles
que amplifican la vivencia emocio-nal del plano, Clint Eastwood nosregala, también, la memoria deChaplin, un autor que linda con elimaginario de Griffith y cuyo re-cuerdo se vislumbra tras el desvali-do deambular urbano del jovenMarcus, émulo crecido del JackieCoogan de El chico. Pero atención,porque no sólo de niños vivía Cha-plin. El autor que hizo posible elmágico reconocimiento entre lavioletera y el vagabundo al final deLuces de la ciudad habría aplaudi-do la imagen de Matt Damon to-cando por primera vez la mano dela periodista francesa y el poste-rior reencuentro final de ambos,con la imagende lamujer avanzan-do hacia él desde el puesto de flo-res (por una vez no rotas) que pre-side el desenlace de la película. Yaunque a más de uno le parecerásobrero el previo flash en el que elhéroe visualiza el beso deseadoque sellaría la cita, no se puede ne-gar coherencia estructural a talatrevimiento: el médium taciturnoque se ha pasado el filme teniendoque soportar las visiones de losmuertos ajenos se regala, por fin,la estampa premonitoria de sí mis-mo, vivo y feliz, en un estado de li-beración, que el público celebra,después de dos horas de melodra-mático suspense. Porque, creamoso no creamos, resulta imposible norendirse a la certera madurez deun cineasta libre, capaz de convo-car, como en una productiva se-sión de espiritismo, el alma incan-descente del mejor cine clásico. |
‘Más allá de la vida’Eastwood traza tres periplos humanosenbuscade respuestas ante lo sobrenatural que los rodea
Encuentros enla certera fase
‘Más allá de lavida’(EE.UU., 2010).Un filme de ClintEastwood. Guión:Peter Morgan.Con Matt Da-mon, Cécile deFrance y BryceDallas Howard
2005, 4 Meses, 3 semanas y 2días, de Cristian Mungiu, la PalmadeOro en el 2007; por nohablar dela nueva ola de cine filipino –Kha-vn De La Cruz, Adolfo Alix Jr, Ra-ya Martin, etc.–, que hubiera que-dado en algo anecdótico sin el so-porte económico y la confianzabrindados por la institución.Tantas luces hacen despertar al-
guna que otra sombra. Como ade-lanta Tamara I. Falcovic, se puedeacusar al Hubert Bals Fund y simi-lares (World Cinema Fund, Göte-borg Film Festival Fund) de ciertacondescendencia, al reconocer elvalorde los trabajos cinematográfi-cos que promueve en tanto queprovienen de países en los márge-nesde la industria ydel canoncine-matográfico. En Migrating FromSouth To North: The Role of FilmFestivals In Funding And ShapingGlobal South Film And Video –in-cluido en Locating Migrating Me-dia (Lexington Books, 2010)–, laacadémica va más lejos y afirmaque “mientras puede ser ciertoque el sur necesita oportunidadesy ayudas económicas del norte pa-ra sobrevivir, tambiénes igualmen-te cierto, en términos saidianos,que el norte necesita del sur paraseravant la lettre”.Noobstante, an-
tes de tomar conclusiones precipi-tadas es innegable reconocer el pa-pel de fondos como el neerlandésen su tarea de impulsar una nuevaconcepción de lo fílmico, despla-zando el eje de lo cinematográficohacia nuevas topografías desdedonde reinvindicar una nuevageopolítica del audiovisual. No esmás que una cuestión de tiempo.La potencialidad creativa de estecine surgido de los márgenes delos centros depoder industrial y ci-nematográfico y que se mueve portodo el mundo, se antoja hoy endía infinita. |
Matt Damon, un médium americano dickensiano hasta la médula
Dickens habita el filmeporque este recrea unageografía sentimentalque Griffith quisoincorporar para el cine
Pese a algunas críticaspor condescendencia,esta iniciativa permitecrear una nuevageopolítica del cine
‘Independencia’, del filipino Raya Martin
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