El Cementerio Inglés de Málaga · 2009-11-11 · enterrado en este cementerio. Los marinos...

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El Cementerio Inglés de Málaga. Descripción: Cementerio Inglés de Málaga. Dirección: Avda. de Pries, n.º 1. Cronología: siglo XIX. Estilo: cementerio-jardín romántico. Fundador: Cónsul británico William Mark. Arquitecto: Diego Clavero. ¿Cuántas veces hemos pasado por delante de la Avenida de Pries n.º 1? Innumerables. Aunque nunca nos hemos parado a pensar qué habría detrás de esas rejas custodiadas por dos majestuosos leones inmóviles. Se trata del Cementerio Inglés de Málaga, espacio funerario y valioso jardín cargado de sugestivas historias, pero con un futuro bastante incierto. Tras la entrada, si nos adentramos en el interesante cementerio-jardín, podemos descubrir como una ciudad como la nuestra está tan bien representada en un espacio tan reducido. Para ello, debemos profundizar en su origen y existencia que, año tras año, ha ido aportando nuevos conocimientos a las tradiciones y costumbres malagueñas. Una imperiosa necesidad. Año 1787, Carlos III a través de una Real Cédula, prohíbe los entierros intramuros en todos los pueblos y ciudades de España, incluyendo el interior de las iglesias y los espacios parroquiales. Comienza la construcción de numerosos cementerios en las afueras de las ciudades, alejados y aireados, para evitar los contagios y las epidemias que tan de cabeza traen a las autoridades en aquellos tiempos.

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El Cementerio Inglés de Málaga.

Descripción: Cementerio Inglés

de Málaga.

Dirección: Avda. de Pries, n.º 1.

Cronología: siglo XIX.

Estilo: cementerio-jardín

romántico.

Fundador: Cónsul británico

William Mark.

Arquitecto: Diego Clavero.

¿Cuántas veces hemos pasado por delante de la Avenida de Pries n.º 1?

Innumerables. Aunque nunca nos hemos parado a pensar qué habría detrás de esas

rejas custodiadas por dos majestuosos leones inmóviles. Se trata del Cementerio

Inglés de Málaga, espacio funerario y valioso jardín cargado de sugestivas historias,

pero con un futuro bastante incierto. Tras la entrada, si nos adentramos en el

interesante cementerio-jardín, podemos descubrir como una ciudad como la nuestra

está tan bien representada en un espacio tan reducido. Para ello, debemos profundizar

en su origen y existencia que, año tras año, ha ido aportando nuevos conocimientos a

las tradiciones y costumbres malagueñas.

Una imperiosa necesidad.

Año 1787, Carlos III a través de una Real Cédula, prohíbe los entierros intramuros en

todos los pueblos y ciudades de España, incluyendo el interior de las iglesias y los

espacios parroquiales. Comienza la construcción de numerosos cementerios en las

afueras de las ciudades, alejados y aireados, para evitar los contagios y las epidemias

que tan de cabeza traen a las autoridades en aquellos tiempos.

Comienzos del siglo XIX, Málaga. La ciudad ya tiene sus nuevos cementerios en

funcionamiento, pero en ellos solo tienen cabida los residentes católicos y los aires no

soplan demasiado bien para los extranjeros protestantes que abundan en todos los

pueblos de la costa andaluza. Los difuntos no católicos son enterrados al anochecer en

cualquier lugar discreto; como uso preferente se usan las playas cercanas, donde los

cuerpos no tardan en emerger de la arena, siendo arrastrados por las olas hacia el mar

o, en el peor de los casos, devorados por las alimañas.

En este punto, aparece la figura del cónsul británico William Mark, que lucharía y se

preocuparía para que sus conciudadanos tuviesen un entierro digno en estas tierras.

Tras años de constantes peticiones, el 11 de abril de 1838, por Real Orden de

Fernando VII se cedería un terreno situado en el este de la ciudad a dicho cónsul y se

erigió el primer campo santo inglés para protestantes en el Paseo de Reding. El primer

cementerio protestante de la Costa del Sol.

El cementerio-jardín, no tardaría en destacar del resto por su belleza. Monumentales

panteones y románticos jardines, donde la naturaleza se mezcla con la muerte.

Difuntos Notables.

Tal vez el nombre de la primera víctima enterrada en el cementerio no ha pasado a la

historia como hombre célebre, pero su entierro fue digno y multitudinario. El fallecido

se llamaba George Stephens y era el dueño del bergantín “Cicero”.

Muchos personajes célebres están enterrados en éste lugar. Robert Boyd, famoso

militante liberal que luchó contra el absolutismo de Fernando VII. William Mark, el

cónsul y precursor del mismo cementerio. Jorge Guillén, conocido poeta que pidió ser

enterrado en este cementerio. Los marinos alemanes fallecidos en el naufragio en las

costas malagueñas de la fragata Gneisenau, allá por el año 1900. La poetísa Gamel

Woosley y su esposo, el hispanista Gerald Brenan, que falleció catorce años antes que

su esposa y que fue conservado en formol durante esos años en la Universidad de

Medicina, y un largo etcétera de personajes de importancia en la vida de Málaga.

La vegetación.

Queda claro que la función de un cementerio es la de enterrar a los difuntos, pero los

británicos tienen otro concepto del espacio fúnebre, lo que nos lleva a la idea del

cementerio-jardín. Su estilo romántico, variante del jardín paisajista, está caracterizado

por la disposición de plantas de forma desordenada que acogen las tumbas

confundidas con el panorama natural. Según la doctora Rosario Camacho, el

Cementerio Inglés de Málaga tomaría como modelo el cementerio Pere-Lachaise en

París, paraíso de vegetación y paz. Por su parte, Quiros Linares opina que no sólo la

estética es la causante de estos bellos jardines-cementerios, sino también la búsqueda

de salubridad, tesis acertada si pensamos en los moradores de estos espacios.

Las tumbas.

Entre los centenares de tumbas que se resguardan en el jardín hay diversas tipologías.

Como norma general son sepulturas vinculadas a la tierra, donde predominan las

tumbas de suelo y los mausoleos de distintos tipos. Por ejemplo, se aprecia estilos

como el clásico, neogótico, modernistas o célticos, que junto a la vegetación

circundante crea un espacio con fuertes tintes pictóricos y artísticos.

Destacamos algunas de ellas, como la de William Mark (1839), que tras ascender a

través de un fuste, se corona por un vaso velado. El majestuoso sarcófago más

vinculado al enterramiento de suelo como es en el súbdito norteamericano William

Beecher (1850), con interesantes motivos artísticos. O el motivo modernista de la

escultura del Ángel de la Muerte abrazado a la cruz, bella tumba dedicada a Anni

(1911).

Pero una de las características más curiosas del cementerio se encuentra en su parte

alta, que a su vez es la más antigua. Rodeada por un muro levantado en 1831 y

coronado por una cruz y una lápida se encuentran unas entrañables tumbas cubiertas

de conchas blancas. Las más llamativas son las de menor tamaño, construidas

especialmente para los niños y recién nacidos. Este toque mediterráneo fue

desapareciendo con el tiempo hasta que la señora Grice-Hutchinson dedicó su tiempo

a pasear por la playa y recoger conchas similares para la restauración de las tumbas.

La arquitectura

Destaca la capilla de San Jorge, consagrada en 1891, aunque en un primer momento

se utilizó como elemento ornamental y, más tarde, como vivienda del guarda. Se trata

de un templo dórico tetrástilo realizado en piedra arenisca cuyos planos se ejecutaron

en 1839. Hoy en día sigue cumpliendo su función congregando a los fieles en la misa

de los fines de semana.

Estado actual del cementerio.

Lamentablemente, no sabemos qué destino le aguarda al Cementerio Inglés de

Málaga, debido a la falta de protección financiera y burocrática.

Tras la muerte de la señora Grice-Hutchinson, gran sustento moral y económico del

terreno, la necrópolis se ha visto abandonada ante saqueos y gamberradas realizadas

en su interior.

Pero no todo es negativo, pues aún hay personas que se preocupan,

desinteresadamente, por un espacio como éste, lleno de historia, patrimonio y arte.

En mayo de 2004, se restauró el núcleo primitivo realizando tareas de limpieza,

blanqueado, saneamiento, etc.

Por lo tanto, os invito a pasear por este maravilloso lugar como ya lo hicieran

personajes como el literato Hans Christian Andersen en 1862, el novelista español

Leopoldo Alas Clarín, la poetisa María Victoria Atencia o el escritor Antonio Gala.

Leyendas y hechos insólitos en el cementerio

Sin duda, lo más llamativo del camposanto es la vieja leyenda británica que

lo envuelve y que asegura que la última persona que es enterrada en un

cementerio se convierte en su guardián. Este debe velar por la seguridad de

las almas allí congregadas hasta que un nuevo difunto sea inhumado y

ocupe el puesto del anterior vigía. En el camposanto de Saint George se

mantiene muy viva esta tradición, y son muchos los que creen en ella.

Paradójicamente, el último fallecido de este cementerio es Antonio Alcaide,

quien fue vigilante en vida del mágico enclave. Ahora la tradición señala

que es el guardián espiritual de los muertos allí enterrados. Y parece que

será así por mucho tiempo, ya que por decreto no se volverá a enterrar a

nadie en la necrópolis británica.

La figura errante del guardián del cementerio ha sido observada vagando

por los sinuosos caminos del camposanto por los vecinos que habitan en las

viviendas colindantes al cementerio, así como por múltiples visitantes que

han penetrado en sus dominios. Por ello, en los últimos años, a modo de

atracción turística, se realizan recorridos guiados por el cementerio en

mitad de la noche.

Personas de toda condición social y edad, deseosas de conocer este

importante patrimonio malagueño, han realizado este camino nocturno y

más de uno se ha llevado desagradables sorpresas. Aseguran haber sido

tocados por manos invisibles, haber oído pasos donde no había nadie y

haber escuchado voces provenientes de la nada.

En una de estas excursiones por Saint George, un nutrido grupo de turistas

paseaba por el cementerio tras el guía, que ataviado con un hábito de

monje, narraba la historia y las leyendas del viejo camposanto. En mitad del

evento, cuando la comitiva penetraba en la zona antigua y boscosa de la

necrópolis, parte del grupo de giró para observar un repentino resplandor

que apareció por sorpresa a lo lejos dentro de los márgenes del recinto.

Poco a poco, la luz se fue acercando y se pareció la figura de un hombre,

candil en mano, que caminaba renqueando. Los turistas sonrieron y

aplaudieron la escena imaginando que formaba parte del espectáculo. Todos

menos el guía, que con el rostro blanco y estupefacto, había enmudecido al

observar al espectral inquilino.

“Todos, menos el guía, pensaron que aquella figura pertenecía a algún actor

del Ghost Tour, pero no tenía nada que ver con el evento. Es más, a los

pocos segundos desapareció y no pudieron dar con él a pesar de que la

puerta principal estaba cerrada con llave. Dado el estado de pánico de

nuestro guía, aquella noche tuvimos que suspender el show”

El ángel encantado

Incluso Antonio Alcalde fue protagonista de uno de estos sucesos

inexplicables mientras velaba por el mantenimiento de la necrópolis

anglicana, heredero de una labor que ya habían desarrollado su padre y su

abuelo. Un día vio cómo un hombre de aspecto extravagante subía la cuesta

principal del cementerio y comenzaba a caminar de un lado a otro con la

mirada perdida y un gesto extraño en el rostro.

Al aproximarse a uno de los mausoleos, que poseía una enorme figura de

un ángel a tamaño natural, se quedó mirándolo fijamente. Cuando Antonio

se acercó para saludar al recién llegado, este entabló una conversación con

él. Pero lo que le contó escapaba a toda lógica. Aquel individuo sostenía que

el arcángel custodio que se encontraba sobre la tumba no era solamente de

mármol, sino que bajo aquella coraza estaba el cuerpo de una muchacha

difunta. Pocas palabras más salieron de los labios de aquel hombre, y las

que lo hicieron fueron para manifestar que el ángel estaba vivo gracias al

alma de la joven fallecida que custodiaba la figura y que así perduraría a

través de los siglos.

La tumba de Violette

Una de las tumbas más populares del cementerio británico es la de la niña

Violeta. Se trata de un modesto enterramiento de mármol blanco, adornado

con una cruz celta incrustada en un círculo, que es el símbolo cósmico de la

vida. Pero lo más singular es el epitafio que figura en su lápida, en el que

sus familiares compararon la corta edad de la pequeña desaparecida con la

duración de la planta de la que tomó su nombro:

“… lo que viven las violetas…”

Reconocimiento y agradecimientos

Aunque ya sabemos que “Google” no es sinónimo de “investigación”, ni tan

siquiera sinónimo de “resultados fiables”, en este caso, toda la información

aquí expuesta está sacada de:

http://www.isel.org/cuadernos_07/malaga/n_garcia/n_garcia_1.html

y de:

http://tejiendoelmundo.wordpress.com/2009/09/20/cementerios-con-

leyenda-el-cementerio-ingles-de-malaga/