El cesto de palabras

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El cesto de palabras : Mi abuelo tenía un cesto de palabras, cada verano lo sacaba para jugar conmigo y enseñarme a utilizarlo. El era muy curioso y como tal siempre intentaba inculcarme, buscar opciones . Solíamos volcar el cesto, revolverlo y elegir unas cuantas para practicar con ellas Ese día cuando yo acababa de cumplir 16 años, el removió las palabras y escogió unas cuantas: Mermelada, tristeza, montaña, practicar y margaritas. Y luego me decía Lucas, vamos a ver que nos sale hoy. Comenzaba su rutina , colocando las palabras en fila se llevaba la mano a la barbilla y me guiñaba un ojo mientras decía: "Vamos a practicar con la tristeza de coger margaritas en la montaña sin olvidar la mermelada". Yo me quedaba callado, siempre me había encantado lo rápido Que el traía frases de forma elegante a la memoria sin importar el sentido o la estructura de la misma. Después, yo removía las palabras nervioso y cogía cinco al azahar:

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El cesto de palabras :

Mi abuelo tenía un cesto de palabras,

cada verano lo sacaba para jugar conmigo y enseñarme a utilizarlo.

El era muy curioso y como tal siempre intentaba inculcarme, buscar opciones .

Solíamos volcar el cesto, revolverlo y elegir unas cuantas

para practicar con ellas

Ese día cuando yo acababa de cumplir 16 años,

el removió las palabras y escogió unas cuantas:

Mermelada, tristeza, montaña, practicar y margaritas.

Y luego me decía Lucas,

vamos a ver que nos sale hoy.

Comenzaba su rutina , colocando las palabras en fila

se llevaba la mano a la barbilla y me guiñaba un ojo

mientras decía:

"Vamos a practicar con la tristeza de coger margaritas

en la montaña sin olvidar la mermelada".

Yo me quedaba callado,

siempre me había encantado lo rápido

Que el traía frases de forma elegante

a la memoria sin importar el sentido

o la estructura de la misma.

Después, yo removía las palabras nervioso

y cogía cinco al azahar:

Caballo, fuente, helado, reír, calma.

Sonría y comenzaba a narrar:

En la calma del helado amanecer

llegue riendo a la fuente del pueblo

cabalgando en mi caballo.

Su cara llena de arrugas se iluminó con una gran sonrisa y me dijo,

Lucas has aprendido mucho

durante estos años de práctica,

ya me ganas todas las partidas

y no tengo rival.

Lentamente se levantó, cogió su bastón y se me acerco para decirme:

"Nunca lo dejes, el juego de las palabras es esencial en nuestra vida

para cambiar las cosas y elegir nuestro destino".

Murió al poco tiempo, pero su recuerdo y el fuego de las palabras

se quedo grabado en mi memoria.

Hoy en día, en mis clases sigo practicando este juego con mis alumnos,

para que también ellos puedan descubrir el mundo en cada pequeño detalle.

Y aunque el mundo de la imagen y los iconos inundan nuestras vidas,

las palabras siempre te siguen y hacen un guiño

cada vez que las utilizas.