El Cielo Es Azul La Tierra Blanca

19
b a r c e l o n a 2 0 0 9 a c a n t i l a d o Hiro mi Kawaka mi EL CIELO ES AZUL, LA TIERRA BLANCA UnA HISTORIA DE AMOR traduccion del japones de marina bornas montana www.elboomeran.com titulo original Sensei no Kaban Publicado por a c a n t i l a d o Quaderns Crema, S. A. U. Muntaner, 4 6 2 - 0 8 0 0 6 Barcelona Tel. 9 3 4 1 4 4 9 0 6 - Fax 9 3 4 1 4 7 1 0 7 [email protected] www.acantilado.es © 2 0 0 1 by Hiromi Kawakami. All rights reserved © de la imagen de cubierta, by Mark S. Wexler / Getty Images © de esta edición, 2 0 0 9 by Quaderns Crema, S. A. U. Todos los derechos reservados: Quaderns Crema, S. A. U. Imagen de la cubierta, foso alrededor del Palacio Imperial, Tokio by Mark S. Wexler isbn: 9 7 8 - 8 4 - 9 2 6 4 9 - 1 4 - 3 deposito legal: b . 3 5 4 7 4 - 2 0 0 9

description

novela japonesa de una gran escritora. Con gran manejo de la narración y el ambiente de situaciones.

Transcript of El Cielo Es Azul La Tierra Blanca

b a r c e l o n a 2 0 0 9 a c a n t i l a d oHiro mi Kawaka miEL CIELO ES AZUL,LA TIERRA BLANCAUnA HISTORIA DE AMORtraduccion del japonesde marina bornas montanawww.elboomeran.comtitulo original Sensei no KabanPublicado pora c a n t i l a d oQuaderns Crema, S. A. U.Muntaner, 4 6 2 - 0 8 0 0 6 BarcelonaTel. 9 3 4 1 4 4 9 0 6 - Fax 9 3 4 1 4 7 1 0 [email protected] 2 0 0 1 by Hiromi Kawakami. All rights reserved de la imagen de cubierta, by Mark S. Wexler / Getty Images de esta edicin, 2 0 0 9 by Quaderns Crema, S. A. U.Todos los derechos reservados:Quaderns Crema, S. A. U.Imagen de la cubierta, foso alrededor del Palacio Imperial, Tokioby Mark S. Wexlerisbn: 9 7 8 - 8 4 - 9 2 6 4 9 - 1 4 - 3deposito legal: b . 3 5 4 7 4 - 2 0 0 9a i g ua d e v i d r e Grficaqua d e r n s crema Composicinromanya-va l l s Impresin y encuadernacinp r i m e r a r e i m p r e s i o n septiembre de 2 0 0 9p r i m e r a e d i c i o n agosto de 2 0 0 9Bajo las sanciones establecidas por las leyes,quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacinpor escrito de los titulares del copyright, la reproduccin totalo parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecnico oelectrnico, actual o futuroincluyendo las fotocopias y la difusina travs de Internet, y la distribucin de ejemplares de estaedicin mediante alquiler o prstamo pblicos.www.elboomeran.comLA LUNA Y LAS PILASOficialmente se llamaba profesor Harutsuna Matsumoto,pero yo lo llamaba maestro. Ni profesor, ni seor.Simplemente, maestro. Me haba dado clase de japons enel instituto. Puesto que no fue mi tutor ni me entusiasmabansus clases, no conservaba ningn recuerdo significativosuyo. No haba vuelto a verlo desde que me gradu.Empezamos a tratarnos a menudo cuando coincidimos,hace unos cuantos aos, en una taberna frente a la estacin.El maestro estaba sentado en la barra, tieso como un palo.Atn con soja fermentada, raz de loto salteada y chalotasaladaped, y me sent en la barra. Casi al unsono,el viejo estirado que estaba a mi lado dijo:Chalota salada, raz de loto salteada y atn con sojafermentada.Al darme cuenta de que tenamos los mismos gustos,me volv y l tambin me mir. Mientras intentaba recordardnde haba visto aquella cara, empez a hablarme.Eres Tsukiko Omachi, verdad?Cuando asent, sorprendida, sigui hablando.No es la primera vez que te veo por aqu.Yarepuse, y lo observ con ms atencin. Llevabael pelo blanco cuidadosamente peinado, y vesta una camisade corte clsico y un chaleco gris. Frente a l haba unabotella de sake, un plato con un pedacito de ballena y untazn donde slo quedaban restos de algas. Mi asombrofue maysculo al comprobar que al viejo y a m nos gustawww.elboomeran.comel cielo es azul, la tierra blancaban los mismos aperitivos. Entonces fue cuando lo recorden el instituto, de pie en la tarima del aula. Siempre llevabael borrador en una mano y la tiza en la otra. Escriba enla pizarra citas clsicas como: Nace la primavera, el rocodel alba, y las borraba cuando apenas haban pasado cincominutos. Ni siquiera soltaba el borrador al volverse paradar alguna explicacin a los alumnos. Era como un apndicede la palma de su mano izquierda.Las mujeres no suelen frecuentar solas lugares comostecoment, mientras mojaba el ltimo pedacito de ballenaen vinagreta de soja y se lo llevaba a la boca con lospalillos.Yamurmur.Vert un poco de cerveza en mi vaso. Yo saba que l habasido profesor mo en el instituto, pero no recordaba sunombre. En cambio, l era capaz de acordarse del nombrede una simple alumna, hecho que me maravillaba y desconcertabaa partes iguales. Apur la cerveza de un trago.En aquella poca llevabas trenza.Ya.Me acord al verte entrar y salir de la taberna.Ya.Debes de tener treinta y ocho aos.Todava no los he cumplido.Perdona la indiscrecin.Qu va.Estuve hojeando lbumes y consultando listas denombres para asegurarme.Ya.Tienes la misma cara.Usted tampoco ha cambiado nada, maestro. Me diwww.elboomeran.comla luna y las pilasriga a l como maestro para disimular que no recordabasu nombre. Desde ese momento, siempre ha sido elmaestro.Aquella noche bebimos cinco botellas de sake entre losdos. Pag l. Otro da, volvimos a encontrarnos en la mismataberna y pagu yo. A partir del tercer da, pedamos cuentasseparadas y cada uno pagaba lo suyo. Desde entonces lohicimos as. Supongo que no perdimos el contactoporquetenamos demasiadas cosas en comn. No slo nos gustabanlos mismos aperitivos, sino que tambin estbamos deacuerdo en la distancia que dos personas deben mantener.Nos separaban unos treinta aos, pero con l me senta msa gusto que con algunos amigos de mi edad.Solamos ir a su casa. A veces, salamos de una taberna yentrbamos en otra. En otras ocasiones, nos despedamospronto y cada uno volva a su casa. Algunos das visitbamostres o cuatro tabernas distintas, hasta que decidamostomar la ltima copa en su casa.Vamos, est muy cercame propuso la primera vezque me invit a su casa.Me puse en guardia. Haba odo decir que su mujer habamuerto. No me apeteca entrar en una casa donde vivaun hombre solo, pero cuando empiezo a beber alcohol tengoganas de beber ms, as que acab aceptando.Estaba ms desordenada de lo que imaginaba. Esperabaencontrar una casa impoluta, pero en los rincones oscuroshaba montaas de trastos acumulados. En la habitacincontigua al recibidor reinaba el silencio. No parecahabitada, slo haba un viejo sof y una alfombra. La siwww.elboomeran.comel cielo es azul, la tierra blancaguiente estancia, una salita bastante grande, estaba repletade libros, hojas en blanco y peridicos apilados.El maestro abri la mesita, se dirigi hacia un rincnde la estancia donde haba un montn de cachivaches y cogiuna botella de sake. Llen hasta el borde dos tazas dedistintos tamaos.Adelante, bebedijo.Acto seguido, entr en la cocina. La salita daba al jardn.La puerta corredera estaba entreabierta. A travs delcristal se intua la forma de las ramas de unos rboles. Noestaban florecidos, as que no supe reconocerlos. Nuncahaba entendido mucho de rboles. El maestro trajo unabandeja con galletitas de arroz y un poco de salmn.Qu rboles son los del jardn?inquir.Son cerezosme respondi.Slo tiene cerezos?S. A mi mujer le gustaban.En primavera deben de ser preciosos.Se llenan de bichos. En otoo la hojarasca cubre todoel jardn, y en invierno estn tristes y marchitosme explicen un tono bastante indiferente.Ha salido la luna.Una media luna brumosa brillaba en lo alto del cielo.El maestro mordisque una galletita de arroz, inclin lataza y bebi un sorbo de sake.Mi mujer nunca preparaba ni planeaba nada.Ya.Tena muy claro lo que le gustaba y lo que no.Ya.www.elboomeran.comla luna y las pilasEstas galletitas son de Niigata. Me gustan porque tienenun sabor intenso y amargo.Eran amargas y un poco picantes, el aperitivo perfectopara acompaar el sake. Estuvimos un rato en silencio,comiendo galletitas. Un aleteo sacudi las copas de los rbolesdel jardn. Haba pjaros? Se oy un dbil gorjeo,y las ramas y el follaje se agitaron. Entonces, el silencio seimpuso de nuevo.Hay nidos de pjaros en el jardn?pregunt, perono obtuve respuesta.Me volv. El maestro estaba enfrascado en la lectura deun peridico atrasado. Lo haba escogidoal azar de entrelos ejemplares apilados en el suelo. Estaba leyendo vidamenteuna seccin que recoga las noticias internacionales,con unas fotos de chicas en traje de bao. Pareca haber olvidadomi existencia.Maestrolo llam otra vez, pero estaba tan concentradoque ni siquiera pestae. Maestrorepet, subiendoel tono de voz. Al fin levant la vista.Tsukiko, puedo ensearte algo?pregunt de repente.Sin esperar mi respuesta, tir el peridico abierto alsuelo, abri la puerta corrediza y entr en otra habitacin.Sac algo de un viejo armario y volvi con las manos llenasde pequeas piezas de cermica. Hizo varios viajes entre lasalita y la habitacin.Fjate en esto.El maestro, sonriendo con regocijo, aline las piezas encimadel tatami. Todas tenan un asa, una tapadera y un cao.Obsrvalas.Ya...www.elboomeran.comel cielo es azul, la tierra blancaQu eran aquellos objetos? Los contempl en silencio,con la vaga sensacin de que los haba visto antes enalgn lugar. Eran piezas rudimentarias. Parecan teteras,pero eran demasiado pequeas para serlo.Son las teteras de barro de los trenes de vapormeexplic el maestro.Eh?Cuando viajaba en tren, compraba comida para llevary una tetera como stas en la estacin. Ahora el t se vendeen recipientes de plstico, pero antes te lo vendan en estasteteras de barro.Haba ms de diez teteras alineadas, algunas de colormbar, otras ms claras. Cada una tena una forma diferente.Las haba con el cao grande, el asa gruesa o la tapaderapequea, y algunas eran ms abultadas.Las colecciona?le pregunt.l sacudi la cabeza para negar.Las compraba en la estacin cuando iba de viaje. sala compr durante el viaje a Shinshu, en mi primer ao deuniversidad. Aqulla es de cuando fui a Nara con un compaerodurante las vacaciones de verano. Baj en una estacina comprar comida y, justo cuando iba a subir de nuevo altren, se me escap delante de mis narices. sa de ah la compren Odawara, en mi luna de miel. Mi esposa la envolvien papel de peridico y la guard entre la ropa para que nose rompiera. La llev a cuestas durante todo el viaje.Una tras otra, fue sealando todas las teteras de barroalineadas encima del tatami y me explic su origen. Yo melimitaba a asentir con monoslabos.Hay gente que se dedica a coleccionar esta clase deobjetos.www.elboomeran.comla luna y las pilasUsted es uno de ellos, maestro.Qu va! Yo no soy ningn chiflado.El maestro sonri complacido y me explic que l se limitabaa recopilar cosas que siempre haban existido.Mi problema es que soy incapaz de tirar nadaaadi,mientras volva a entrar en la otra habitacin. Regrescargado de bolsas de plstico.Como estodijo, mientras desataba las bolsas y lasabra.Sac su contenido. Eran un montn de pilas viejas. Encada una de ellas haba etiquetas escritas con rotuladornegro donde pona: maquinilla de afeitar, reloj de pared, radio o linterna de bolsillo, entre otras. Me mostruna y dijo:Esta pila es del ao del gran tifn en la baha de Ise.Un tifn especialmente violento azot tambin la ciudadde Tokio. Durante el verano agot la pila de mi linterna debolsillo. Estas otras pertenecen al primer radiocasete quetuve. Funcionaba con ocho pilas, que se gastaban en unsantiamn. Como nunca me cansaba de escuchar el casetede sinfonas de Beethoven, las pilas me duraban pocosdas. No quise guardarlas todas, pero me propuse quedarmepor lo menos una, as que cerr los ojos y la escogal azar.Le daba lstima desprenderse sin ms de unas pilas quetan buenos servicios le haban prestado. Haban alumbradosus noches de verano, haban hecho sonar su radiocasetey haban hecho funcionar otros aparatos. No le parecajusto tirarlas cuando ya no servan.No crees, Tsukiko?me pregunt, mirndome alos ojos.www.elboomeran.comel cielo es azul, la tierra blancaSin saber qu responder, musit el mismo ya que habarepetido varias veces aquella noche, y roc con la puntadel dedo una de aquellas decenas de pilas de distintostamaos. Estaba hmeda y oxidada. La etiqueta indicabaque haba pertenecido a una calculadora Casio.La luna ha bajado bastante, verdad?coment elmaestro, levantando la cabeza.La luna haba conseguido escapar de las nubes y se recortabaen el cielo nocturno.Seguro que el t saba mejor en estas teteras de barrosuspir.Te gustara comprobarlo?propuso el maestromientras alargaba el brazo.Hurg en el rincn donde guardaba las botellas y sacun bote de t. Meti unas cuantas hojas en una tetera de barrode color mbar, abri la tapadera de un viejo termo quehaba en la mesita y verti agua caliente en la tetera.Este termo me lo regal un alumno. Es una antiguallafabricada en Amrica, pero es de mucha calidad. El aguade ayer todava se mantiene caliente.Llen las mismas tazas que habamos utilizado para bebersake y acarici el termo con delicadeza. El t se mezclcon los restos de sake que quedaban en el fondo de lataza y cogi un sabor extrao. De repente, not los efectosdel alcohol y todo lo que haba a mi alrededor me parecims agradable.Maestro, puedo curiosear por la salita?le pregunt.Sin esperar respuesta, me dirig hacia la montaa detrastos acumulados en un rincn. Haba papeles viejos, unantiguo Zippo, un espejo de mano oxidado y tres maletinesgrandes de piel negra y desgastada por el uso. Los tres eranwww.elboomeran.comla luna y las pilasdel mismo estilo. Tambin encontr unas tijeras de podar,un pequeo cofre para guardar documentos y una especiede caja negra de plstico. Tena una escala graduada y unindicador en forma de aguja.Qu es esto?le pregunt con la caja negra en lamano.A ver? Ah, eso! Es un medidor de carga de pilas.Un medidor?repet. El maestro cogi la caja demis manos con suavidad y busc algo entre los cachivaches.Encontr un cable rojo y otro negro, y los conect al medidor.En el extremo de cada cable haba una clavija.Se hace asme dijo.Uni la clavija del cable rojo a uno de los polos de la pilaetiquetada como maquinilla de afeitar, y sujet el cablenegro en contacto con el polo opuesto.Fjate bien, Tsukiko.Puesto que tena ambas manos ocupadas, el maestroseal el medidor con el mentn. La aguja oscil levemente.Cuando la clavija se separaba de la pila la aguja dejabade moverse, y cuando volvan a entrar en contacto oscilabade nuevo.Todava le queda energaconstat el maestro envoz baja. Quizs no podra hacer funcionar un aparatoelctrico, pero no est del todo agotada.El maestro conect todas las pilas al medidor, una trasotra. En la mayora de las ocasiones el indicador permanecainmvil cuando las clavijas rozaban los polos, pero algunaspilas hacan oscilar la aguja. Cada vez que eso ocurra,el maestro soltaba un pequeo grito de sorpresa.Todava les queda un poco de vidacoment. lasinti con la cabeza.www.elboomeran.com