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1 El Código del Trabajo y la función pública: Análisis de la aplicación supletoria de la acción de tutela de derechos fundamentales. Por Karla Varas Marchant Resumen: La relación laboral pública, en su concepción clásica, es regulada por un régimen de derecho público, de carácter estatutario y no contractual, que excluye la acción del derecho del trabajo que rige al trabajador subordinado del sector privado. Sin embargo, en la actualidad, el modelo estatutario de función pública va en retirada, o al menos, ha perdido su fuerza, toda vez que ha sido invadido por el fenómeno de la laboralización. Esta llegada del derecho del trabajo a la función pública se ha manifestado de diversas maneras, siendo una de ellas, la aplicación supletoria del derecho del trabajo en la regulación de la relación laboral pública. El presente trabajo tiene por objeto analizar cuáles son los requisitos que se deben cumplir para que el Código del Trabajo pueda actuar como legislación supletoria en la función pública, deteniéndonos en la aplicación de la acción de tutela de derechos fundamentales a los trabajadores públicos. Palabras claves: aplicación supletoria, función pública, Código del Trabajo. I. Introducción. Tradicionalmente hemos entendido que el derecho del trabajo rige las relaciones entre empleadores y trabajadores del sector privado, y en consecuencia, su ámbito de acción no alcanza, por ejemplo, a los trabajadores autónomos o a los trabajadores del sector público 1 . 1 El artículo 1 inciso 2° del Código del Trabajo señala que están excluidos de su ámbito de aplicación los funcionarios de la Administración del Estado, centralizada y descentralizada, del Congreso Nacional y del Poder Judicial. Asimismo, quedan excluidos, los trabajadores de las empresas o instituciones del Estado o de aquellas en que éste tenga aportes, participación o representación, siempre que dichos trabajadores se encuentren sometidos por ley a un estatuto especial.

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El Código del Trabajo y la función pública: Análisis de la aplicación

supletoria de la acción de tutela de derechos fundamentales.

Por Karla Varas Marchant

Resumen: La relación laboral pública, en su concepción clásica, es regulada por

un régimen de derecho público, de carácter estatutario y no contractual, que

excluye la acción del derecho del trabajo que rige al trabajador subordinado del

sector privado.

Sin embargo, en la actualidad, el modelo estatutario de función pública va en

retirada, o al menos, ha perdido su fuerza, toda vez que ha sido invadido por el

fenómeno de la laboralización.

Esta llegada del derecho del trabajo a la función pública se ha manifestado de

diversas maneras, siendo una de ellas, la aplicación supletoria del derecho del

trabajo en la regulación de la relación laboral pública.

El presente trabajo tiene por objeto analizar cuáles son los requisitos que se

deben cumplir para que el Código del Trabajo pueda actuar como legislación

supletoria en la función pública, deteniéndonos en la aplicación de la acción de

tutela de derechos fundamentales a los trabajadores públicos.

Palabras claves: aplicación supletoria, función pública, Código del Trabajo.

I. Introducción.

Tradicionalmente hemos entendido que el derecho del trabajo rige las relaciones

entre empleadores y trabajadores del sector privado, y en consecuencia, su

ámbito de acción no alcanza, por ejemplo, a los trabajadores autónomos o a los

trabajadores del sector público1.

1 El artículo 1 inciso 2° del Código del Trabajo señala que están excluidos de su ámbito de aplicación los

funcionarios de la Administración del Estado, centralizada y descentralizada, del Congreso Nacional y del

Poder Judicial. Asimismo, quedan excluidos, los trabajadores de las empresas o instituciones del Estado o de

aquellas en que éste tenga aportes, participación o representación, siempre que dichos trabajadores se

encuentren sometidos por ley a un estatuto especial.

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Sin embargo, dicha afirmación con el tiempo se ha ido relativizando, puesto que el

derecho del trabajo ha desbordado las fronteras del trabajador asalariado del

mundo privado en razón de la atracción que ejerce sobre las otras formas de

trabajo humano2.

De esta forma, la tajante separación que habitualmente marcábamos entre

derecho del trabajo y derecho de la función pública3, ha ido desapareciendo

producto del arribo de instituciones propias del derecho del trabajo al campo de la

Administración Pública. Y ello por una razón bastante sencilla y evidente: el

trabajo humano es uno solo, y si bien, pueden existir ciertas peculiaridades en

base a la naturaleza de los servicios o al sujeto que se beneficia con los frutos de

ese trabajo, ello no es óbice para que exista una línea común de regulación.

Como indica DE LA CUEVA, este proceso de extensión del derecho del trabajo a

los trabajadores públicos, no fue un ideal que el derecho laboral tuvo a la vista

desde sus orígenes, sino que fue un efecto posterior, derivado de su fuerza

expansiva y de su sentido de universalidad, lo que ha conllevado a ampliar su

campo de acción hacia todos los seres humanos explotados por el capital4.

Este proceso de expansión del derecho del trabajo a la función pública ha sido

denominado por la doctrina como “laboralización de la función pública”5, fenómeno

que puede entenderse en dos sentidos. En primer lugar, en un sentido restringido,

Sin embargo, el artículo en referencia contiene una norma de excepción al disponer que los trabajadores de

tales entidades se sujetarán a las normas del Código del Trabajo en los aspectos o materias no regulados en

sus respectivos estatutos, siempre que ellas no fueren contrarias a estos últimos. 2 Supiot, Alain (2008). Derecho del Trabajo. Buenos Aires. Ed. Heliasta. pp. 10.

3 El trabajo subordinado del sector público es regulado por el Derecho Administrativo, principalmente, a

través del Estatuto Administrativo, Ley N° 18.834. 4 IZQUIERDO, ANA LUISA Y DE LA CUEVA, MARIO (1994). El humanismo jurídico de Mario de la

Cueva. Universidad Nacional Autónoma de México. Fondo de la Cultura Económica. pp. 665 y 666. 5 Sobre los diversos aspectos y significados que tiene el proceso de laboralización de la función pública,

puede revisarse la vasta doctrina española sobre la materia, entre otros: SALA FRANCO, TOMAS (1989).

Incidencia de la legislación laboral en el marco de la función pública. Madrid Inap.; CANTERO

MARTINEZ, J. (2001). El empleo público: entre el estatuto funcionarial y el contrato laboral. Barcelona.

Universidad Castilla-La Mancha. Marcial Pons; IZQUIERDO HERNANDEZ, J. y MOLINA GARCIA, M.

(1996). La laboralización de los funcionarios públicos. Valencia. Tirant Lo Blanch.

3

como el arribo o llegada del Derecho del Trabajo al régimen de función pública por

medio de la incorporación de sus instituciones más características –combinación

de estatutos jurídicos-, pero también, en un sentido más amplio, como la

sustitución absoluta del régimen de función pública por el Derecho del Trabajo6.

Pues bien, la aplicación supletoria del Código del Trabajo al régimen jurídico de

función pública forma parte de este proceso de laboralización, eso sí, en su

vertiente más morigerada.

A continuación, analizaremos los presupuestos en base a los cuáles el Código del

Trabajo obra como legislación supletoria en el régimen de función pública,

deteniéndonos en la recepción que ha tenido la acción de tutela de derechos

fundamentales regulada en el Código del Trabajo en el empleo público.

II. Aplicación supletoria del Código del Trabajo en el empleo público.

El Código del Trabajo cumple diversas funciones en la regulación jurídica de la

relación laboral entre el Estado y su personal. Una de ellas, es actuar como

legislación supletoria, al tenor de lo dispuesto en el inciso 3° del artículo 1 del

Código del Trabajo.

El referido artículo primero del Código del Trabajo7, fija su ámbito de aplicación,

estableciendo como regla general que regulará, las relaciones laborales entre los

empleadores y los trabajadores.

6 En Italia, por ejemplo, el modelo de función pública tradicional estuvo inmerso en el fenómeno de

laboralización, que comenzó –precisamente- con la aplicación de instituciones más típicas del derecho

laboral: la negociación colectiva, y con el paso del tiempo dicha expansión llegó hasta la asimilación absoluta

de los funcionarios públicos a los trabajadores del sector privado. PARADA, RAMÓN (1998). Derecho

Administrativo. Madrid. Ed. Marcial Pons. Vol. III. pp. 411. 7 El artículo 1 del Código del Trabajo, incisos 1º, 2º y 3º, disponen, “Las relaciones laborales entre los

empleadores y los trabajadores se regularán por este Código y por sus leyes complementarias.

Estas normas no se aplicarán, sin embargo, a los funcionarios de la Administración del Estado, centralizada

y descentralizada, del Congreso Nacional y del Poder Judicial, ni a los trabajadores de las empresas o

instituciones del Estado o de aquellas en que éste tenga aportes, participación o representación, siempre que

dichos funcionarios o trabajadores se encuentren sometidos por ley a un estatuto especial.

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Posteriormente, su inciso segundo contempla las exclusiones –a quienes no les

resultará aplicable el Código del Trabajo-, individualizando a los funcionarios de la

Administración del Estado, centralizada y descentralizada, del Congreso Nacional

y del Poder Judicial, y en general, a los trabajadores de las empresas o

instituciones del Estado o de aquellas en que éste tenga aportes, participación o

representación, siempre que dichos funcionarios o trabajadores se encuentren

sometidos por ley a un estatuto especial.

Ahora bien, pese a que los trabajadores del sector público están excluidos de la

aplicación del Código del Trabajo y sus leyes complementarias, el inciso 3º del

referido artículo 1 contempla una contra excepción, al establecer que estos

trabajadores se sujetarán a las normas del Código, siempre que se reúnan las

siguientes exigencias:

a. Que exista una omisión de regulación o vacío legal, es decir, el Código

del Trabajo y sus leyes complementarias podrían ser aplicables respecto

de materias o aspectos no regulados en los estatutos de los

trabajadores del sector público, y

b. Que exista una compatibilidad de regímenes, es decir, que las materias

que resulten aplicables en razón del vacío legal existente en sus

estatutos, no sean contrarios a estos últimos.

En consecuencia, la aplicación supletoria del Código del Trabajo en el sector

público8 está circunscrita al cumplimiento de estos dos requisitos, para lo cual se

Con todo, los trabajadores de las entidades señaladas en el inciso precedente se sujetarán a las normas de

este Código en los aspectos o materias no regulados en sus respectivos estatutos, siempre que ellas no fueren

contrarias a estos últimos”. 8 Asimismo, en determinados estatutos especiales que rigen la relación funcionarial de determinados

servidores públicos, se consagra expresamente la remisión al Código del Trabajo en lo no regulado en los

mismos. Así por ejemplo, el DFL N° 411 de 1981 de Hacienda, normativa estatutaria del personal de la

Superintendencia de Valores y Seguros, en su artículo 1 dispone que en lo no previsto, rige supletoriamente la

legislación laboral común; artículo 81 de la Ley 18.840, establece que al personal del Banco Central se

aplican supletoriamente las normas del Código del Trabajo; Ley 19.070 sobre Estatuto Docente, su artículo

5

debe determinar si en el Estatuto Administrativo General9 o en los respectivos

estatutos especiales, se regula alguna(s) de las materias contenidas en el Código

del Trabajo y su legislación complementaria, y en caso que la respuesta sea

negativa, si tales materias resultan compatibles con la legislación estatutaria.

La referida disposición, además de fijar los límites de la aplicación del Código del

Trabajo al sector público, reviste una vital importancia, ya que de sus

declaraciones se desprende que el Código del Trabajo constituye el derecho

común aplicable a todos los trabajadores dependientes, y por ende, que los

estatutos especiales de los funcionarios públicos tendrán el carácter de leyes

especiales en relación con el Código del Trabajo10.

Como indica THAYER Y NOVOA, ya el Código del Trabajo de 1931, atribuía el

carácter de ley laboral especial al Estatuto Administrativo, según lo había estimado

la Contraloría General de la República11, criterio que es mantenido en la redacción

actual del inciso 3° del artículo 1 del Código del Trabajo.

Revisando el Estatuto Administrativo General, las materias que son objeto de su

regulación dicen relación con: normas generales (ámbito de aplicación, definición

de determinados conceptos, calidades funcionarias que pueden formar parte de

una dotación, plantas de personal, cargos de exclusiva confianza, requisitos de

ingreso a la administración, provisión de cargos); carrera funcionaria (ingreso,

empleo a prueba, capacitación, calificaciones, promociones); obligaciones

funcionarias (normas generales, jornada de trabajo, destinaciones, comisiones de

51, establece que los profesionales de la educación que se desempeñan en el sector municipal se rigen por las

normas de este estatuto y supletoriamente por el Código del Trabajo y sus leyes complementarias.

La importancia de la remisión expresa que efectúan determinados estatutos especiales a la normativa

contenida en el Código del Trabajo, radica en que la aplicación de tal cuerpo normativo primará frente a la

regulación contenida en el Estatuto Administrativo General. 9 Ley Nº 18.834, de 23 de septiembre de 1989.

10 Marín, Urbano (2000). Estatuto Administrativo: ¿Régimen en retirada en la Administración Pública

Chilena?. En: La Administración del Estado de Chile. Decenio 1990-2000. Santiago. Ed. Conosur. P.p. 240. 11

Thayer Arteaga, William y Novoa Fuenzalida, Patricio (1998). Derecho del Trabajo. Tomo II. Ed. Jurídica

de Chile. P.p. 107.

6

servicio y cometidos, subrogación, prohibiciones); derechos de los funcionarios12

(estabilidad en el empleo, carrera funcionaria, capacitación, remuneraciones y

asignaciones, feriados, permisos, licencias médicas, prestaciones sociales);

responsabilidad administrativa; cesación de funciones; extinción de la

responsabilidad administrativa, y disposiciones varias (procedimiento de reclamo

ante la Contraloría General de la República, plazo de prescripción de los derechos

y estatutos especiales).

Teniendo en vista las materias recién detalladas, de acuerdo a la norma de

remisión contenida en el Código del Trabajo que hemos analizado, son diversas

las materias que pueden resultar aplicables en razón de los vacíos legales

existentes en el Estatuto Administrativo, toda vez que este último cuerpo legal no

regula, entre otras materias, los límites de las contrataciones temporales –

funcionarios a contrata-, materia regulada a propósito de los contratos a plazo fijo

en el artículo 159 Nº 4 del Código del Trabajo13; los requisitos para otorgar certeza

y seriedad a la renuncia que se encuentran contenidos en el artículo 177 del

Código del Trabajo14; y lo que nos interesa tratar en el presente artículo, los

mecanismos de protección ante la vulneración de los derechos fundamentales de

los trabajadores durante la vigencia de la relación laboral o con ocasión del

despido, contenidos en los artículos 485 y siguientes del Código del Trabajo.

Haciendo un poco de historia, en las discusiones de la Ley N° 18.620, donde se

encuentra el origen del inciso 3º del artículo 1 del Código del Trabajo, se tuvo en

vista las dos posiciones doctrinarias existentes a la época respecto de la

12

La única referencia que se hace a un derecho fundamental es respecto al atentado que pueden realizar

terceras personas en contra de la vida o integridad corporal de los funcionarios, con motivo del desempeño de

sus funciones, confiriéndoles el derecho a ser defendidos y exigir que la institución a que pertenezcan persiga

la responsabilidad civil y criminal de los responsables (artículo 90 del Estatuto Administrativo). 13

En este sentido se pronuncia la sentencia dictada por el Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago,

RIT O-103-2009. 14

En sentencia pronunciada por el Juzgado de Letras de Valparaíso con fecha 15 de diciembre de 2009, Rol

695-2008, se aplica supletoriamente el artículo 177 del Código del Trabajo, concluyéndose que en la especie

la renuncia realizada por el demandante no fue voluntaria, condenándose a la demandada al pago de las

indemnizaciones legales por despido.

Sin embargo, posteriormente, tal pronunciamiento fue revocado por la Corte Suprema por medio de sentencia

de fecha 5 de julio de 2010, Rol 2895-2010.

7

aplicación supletoria del Código del Trabajo al sector público. Así, se advirtió que

la mayoría de los tratadistas estimaban que, atendido que el funcionario público es

objeto de un nombramiento y que su incorporación a la Administración no es

producto de un negocio jurídico, no le debieran ser aplicables, ni aun con el

carácter de subsidiario, las normas laborales del sector privado. Sin embargo,

otros tratadistas pensaban que, considerando el carácter expansivo del derecho

del trabajo y la circunstancia de que tanto el servidor público como el dependiente

privado ejecutan una prestación de servicios remunerada, sería atendible tal

aplicación subsidiaria. Frente a estas dos posturas, el proyecto de Ley se inclinó

por conferirle al Código del Trabajo el carácter de legislación supletoria del sector

público, en aquellos aspectos o materias que no fueren contrarios o incompatibles

con el estatuto que los rija15.

Sin embargo, y pese a la claridad normativa e intención de nuestro legislador, el

debate en torno a la aplicación supletoria del Código del Trabajo en el sector

público no ha sido pacífico en nuestra jurisprudencia, especialmente en lo que dice

relación con la posibilidad de ejercer la acción de tutela de derechos

fundamentales.

III. Acción de tutela de derechos fundamentales y su ejercicio por parte

de los empleados públicos.

15

El origen de esta disposición se encuentra en el Decreto Ley Nº 2.200, que sustituyó los Libros I y II del

Código del Trabajo de 1931. Sin embargo, en razón de la breve tramitación que tuvo el referido Decreto Ley,

los antecedentes de su historia se encuentran en la tramitación legislativa de la Ley Nº 18.620, que aprobó el

nuevo Código del Trabajo.

En el texto original del proyecto, el artículo 1º del Código establecía que las relaciones laborales entre

empleadores y trabajadores se regirían por él y sus leyes complementarias. En su inciso 2º se establecía que

no se aplicaría a los empleados del sector público, y después de un punto seguido se disponía que, “En este

caso, serán aplicables supletoriamente tales normas en los aspectos o materias que no fueren contrarios o

incompatibles con dicho estatuto”.

En el informe de la secretaría de legislación se precisó que el sentido del proyecto era enfatizar la generalidad

del campo de aplicación del Código del Trabajo, manteniendo su carácter expansivo, en cuanto su normativa

se aplicará también supletoriamente a los funcionarios públicos o trabajadores de empresas afectas al sector

público, teniendo presente que tanto el servidor público como el dependiente privado ejecutan una prestación

de servicios remunerada, según lo han indicado algunos tratadistas.

Finalmente, se incorpora un nuevo inciso 3º al artículo 1 del Código del Trabajo que corresponde a la actual

redacción.

8

Uno de los debates más recientes respecto a la aplicación supletoria del Código

del Trabajo al sector público, dice relación con la acción de tutela de derechos

fundamentales regulada en los artículos 485 y siguientes del Código del Trabajo.

El punto medular se centra en determinar si los Tribunales de Letras del Trabajo

resultan competentes para conocer de acciones de tutela de derechos

fundamentales incoadas por empleados públicos.

A. El comienzo de la historia: la declaración de incompetencia de los

Tribunales del Trabajo.

En el inicio de este debate, fueron los propios Tribunales del Trabajo quienes

declararon su incompetencia, fundados principalmente en que los empleados

públicos se rigen por el Estatuto Administrativo y/o estatutos especiales, que

excluyen la aplicación de las normas del Código del Trabajo, entre ellas, la acción

de tutela de derechos fundamentales16.

Además, han entregado como argumento de la incompetencia de los Tribunales

del Trabajo para conocer de acciones de tutela de derechos fundamentales

impetradas por funcionarios públicos, la redacción contenida en la norma que fija

la competencia de estos tribunales (artículo 420 del Código del Trabajo), ya que

no incluye dentro de su catálogo de materias el conocimiento de los conflictos

existentes entre funcionarios públicos y el Estado17, remitiéndose exclusivamente

a los conflictos generados entre empleadores y trabajadores del sector privado.

16

En este sentido se pronuncia el Juez Titular del Juzgado de Letras del Trabajo de Coyhaique, don Oscar

Barría Alvarado, por medio de resolución de fecha 22 de diciembre de 2009, causa RIT T-1-2009.

En el mismo sentido se ha pronunciado la Jueza Titular del Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago,

doña Ximena Rivera Salinas, por medio de resolución de fecha 14 de junio de 2010, RIT T-139-2010, y la

Jueza Titular del Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, doña María Morande Dattwyler, por

medio de resolución de fecha 11 de agosto de 2010, causa RIT T-221-2010, que fue confirmada por la Corte

de Apelaciones de Santiago, Rol 1155-2010. 17

Así lo ha sostenido la Jueza Titular del Juzgado de Letras del Trabajo de Temuco, doña Marta Álvarez

Basaez, por medio de resolución de fecha 13 de septiembre de 2010, RIT T-19-2010, confirmada por la Corte

de Apelaciones de Temuco con fecha 23 de noviembre de 2010, Rol 142-2010. La misma Corte refrendó

dicho criterio por medio de la sentencia de fecha 14 de diciembre de 2011, Rol 221-2011.

9

B. Un vuelco inesperado: titularidad de los funcionarios públicos para

ejercer la acción de tutela de derechos fundamentales.

Fueron las respectivas Cortes de Apelaciones quienes, al conocer de los recursos

de apelación interpuestos en contra de las resoluciones que declararon la

incompetencia de los tribunales del trabajo para conocer de estas materias,

revirtieron esta situación, aplicando supletoriamente el Código del Trabajo al tenor

de lo dispuesto en el inciso 3º de su artículo 1, toda vez que la acción de tutela no

se encuentra regulada en ninguno de los estatutos que regulan la relación laboral

entre los empleados públicos y la Administración, no existiendo ningún conflicto

entre ambos regímenes, ya que se trata de la protección de derechos

fundamentales de que son titulares todos los ciudadanos y que el Estado debe

respetar en virtud de la Constitución.

En efecto, la Corte de Apelaciones de Santiago, por medio de sentencia dictada

con fecha 4 de octubre de 2010, en causa Rol 850-2010, revocó la resolución

dictada por el Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, RIT T-139-2010,

declarando la competencia del referido juzgado para conocer de la acción de

tutela de derechos fundamentales interpuesta por ex funcionarios del Consejo

Nacional de la Cultura y las Artes.

Asimismo, la Corte de Apelaciones de Coyhaique, por medio de sentencia de

fecha 4 de febrero de 2010, en causa Rol 1-2010, revocó la resolución

pronunciada en la causa RIT T-1-2009 del Juzgado de Letras del Trabajo de dicha

ciudad, al estimar, que la norma que habilita al Juzgado del Trabajo para conocer

de la denuncia de tutela laboral, está contemplada en el inciso 3º del artículo 1 del

Código del Trabajo.

Igual pronunciamiento emite la Corte de Apelaciones de Valparaíso, en causa Rol

267-2009, y posteriormente, en sentencia pronunciada con fecha 12 de

10

septiembre de 2009, Rol 334-2011, donde conociendo de un recurso de nulidad

interpuesto en contra de la sentencia definitiva pronunciada por el Juzgado de

Letras del Trabajo de Valparaíso18, que rechaza la demanda de tutela deducida en

contra del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes al acogerse la excepción de

falta de legitimación activa, estimó que se infringió el artículo 1 del Código del

Trabajo, en relación con el artículo 485 del mismo cuerpo legal, toda vez que en la

especie el Estatuto Administrativo no contempla una acción especial cuyo objeto

sea la protección de los derechos fundamentales, razón por la cual resulta

aplicable la acción de tutela de derechos fundamentales regulada en el Código del

Trabajo, siendo totalmente compatible con su estatuto especial, ya que en

definitiva se busca cautelar derechos fundamentales que se reconocen a todas las

personas sin distinción.

C. Un escenario de incertidumbre para la efectiva vigencia de los

derechos fundamentales de los funcionarios públicos.

Pese al vuelco jurisprudencial que se produjo en los inicios del debate en torno a

la competencia de los Tribunales del Trabajo, el panorama judicial para los

empleados públicos, a fin de obtener protección ante posibles vulneraciones de

sus derechos fundamentales, es bastante incierto, ya que los criterios recién

expuestos que afirman que los Juzgados de Letras del Trabajo son competentes

para conocer de estas materias no son uniformes, quedando supeditada la tutela

judicial efectiva de sus derechos fundamentales al criterio del juez de turno, de su

respectiva Corte de Apelaciones y de los Ministros que estén integrando la sala

respectiva19, y finalmente del criterio que predomine en la cuarta sala de la Corte

de Suprema.

18

Causa RIT T-17-2011. 19

Sólo a modo referencial, la propia Corte de Apelaciones de Valparaíso, en causa Rol 350-2011, conociendo

de un recurso de nulidad en contra de la sentencia definitiva que acogió una acción de tutela por vulneración

de garantías fundamentales en contra del Gobierno Regional de Valparaíso, estableció un criterio totalmente

distinto al que había sustentado hace pocos días atrás en la causa Rol 334-2011, al sostener que al ser

aplicable a los funcionarios denunciantes el Estatuto Administrativo, no tiene aplicación el Código del

Trabajo, y en consecuencia, tampoco el procedimiento tutela laboral, ya que además, de las disposiciones del

11

En efecto, la Corte de Apelaciones de Concepción, conociendo de un recurso de

nulidad en contra de una sentencia dictada por el Tribunal de Letras del Trabajo

de Concepción20 por medio de la cual rechaza una acción de tutela de derechos

fundamentales con ocasión del despido ejercida en contra de un organismo

estatal, invalidó de oficio la totalidad del procedimiento y la sentencia, por haber

sido tramitada y fallada por un tribunal absolutamente incompetente. Tal decisión

se basó en que el conflicto planteado se refería a la terminación de la relación

funcionaria, la cual se estimaba discriminatoria, frente a lo cual la Corte consideró

que el Estatuto Administrativo –cuerpo legal que regía la relación laboral del

denunciante con el Estado-, regulaba dicha materia en su Título VI, “De la

cesación de funciones”, y para el caso de los funcionarios a contrata, el artículo 3

letra c) les confiere el carácter de contratación transitoria, estableciéndose

posteriormente en su artículo 10, la terminación de funciones por el solo ministerio

de la ley. De esta forma se concluye que no hay vacío normativo, y por ende, no

se configura la posibilidad de aplicar el Código del Trabajo de forma supletoria21.

Consideramos poco acertado el criterio sustentado por la Corte de Concepción, ya

que en ninguno de los artículos del Título VI del Estatuto Administrativo relativo a

la cesación de funciones, se contempla alguna norma cuyo objeto sea otorgar a

los trabajadores la posibilidad de ejercer una acción judicial para reclamar que el

cese de funciones ha sido vulneratorio de sus derechos fundamentales –derecho a

la vida e integridad física o psíquica, libertad de expresión, derecho a no ser

discriminado, entre otros-.

artículo 486 y 420 del Código del Trabajo, se desprende que no está dentro de la esfera de competencia de los

Tribunales del Trabajo los conflictos que se susciten entre los funcionarios públicos y el Estado.

En ambas causas el conocimiento de los recursos correspondió a salas y Ministros distintos, lo que explica el

cambio abrupto de criterio en tan solo 9 días. 20

RIT T-4-2011, del Tribunal del Trabajo de Concepción. 21

Sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de Concepción, Rol 212-2011.

En el mismo sentido se pronuncia la referida Corte en causa Rol 236-2011, donde nuevamente invalida de

oficio la totalidad del procedimiento y la sentencia, al haber sido tramitada y fallada por un Tribunal

absolutamente incompetente, ya que la relación del denunciante con el Estado se encuentra regida por el

Estatuto Administrativo, por lo que la acción de tutela de derechos fundamentales no tiene cabida en este

caso, “pues no se condice con las especiales características y naturaleza de la función pública que

desempeñaba la actora, ni con lo que señala el artículo 15 de la Ley 18.575”.

12

Que estén reguladas las causales de cese de funciones –renuncia, remoción de

los cargos de exclusiva confianza, obtención de jubilación o renta vitalicia,

declaración de vacancia, cumplimiento del plazo, supresión del empleo por

procesos de reestructuración o fusión-, no significa que con ello se entreguen los

suficientes resguardos y herramientas jurídicas para recurrir ante los Tribunales de

Justicia frente a situaciones en que la apariencia legal del cese de funciones

verdaderamente encubre alguna lesión de un derecho fundamental.

No hay regulación alguna de los derechos fundamentales de los trabajadores

públicos, razón por la cual la conclusión de que no existe vacío legal, es

totalmente artificial y carece de sustento normativo. Ello tan sólo da cuenta de la

poca seriedad y profundidad con que nuestros tribunales abordan la temática de

los derechos fundamentales.

Pero eso no es todo, ha sido la propia Corte Suprema, la que a través de un

recurso de unificación de jurisprudencia22, ha negado tajantemente la competencia

de los Tribunales Laborales para conocer de acciones de tutela impetradas por

funcionarios públicos, basándose en que el cuerpo normativo que los rige –

Estatuto Administrativo-, tiene su propia regulación en torno a las calidades

funcionarias que pueden formar parte de una dotación institucional y en cuanto a

las causales de expiración en los cargos de contratados, con lo cual se excluye el

imperio del derecho laboral común, al tenor de lo dispuesto en los artículos 1 y 11

del Estatuto Administrativo, así como en los incisos 2º y 3º del artículo 1 del

Código del Trabajo. Además, la Corte Suprema, argumenta que del tenor del

artículo 485, éste sólo resulta aplicable a la vinculación surgida en los términos de

22

Afortunadamente, el recurso de unificación de jurisprudencia sólo produce efectos en la causa respectiva,

por lo que no constituye un precedente que deban respetar los demás tribunales de justicia. En efecto, el

artículo 483-C del Código del Trabajo en su inciso 1° dispone que: “El fallo que se pronuncie sobre el

recurso sólo tendrá efecto respecto de la causa respectiva, y en ningún caso afectará a las situaciones

jurídicas fijadas en las sentencias que le sirven de antecedente”.

13

los artículos 7 y 8 del Código del Trabajo, y en caso alguno, a la relación

estatutaria a la que se someten los funcionarios públicos a contrata23.

Nuevamente estamos ante la construcción de un criterio artificial que no tiene

sustento normativo, ya que como hemos podido analizar, el Estatuto

Administrativo no contiene ninguna norma relativa a la tutela de los derechos

fundamentales de los empleados públicos, ni durante la vigencia de la relación

laboral ni con ocasión del cese de funciones, por lo que estamos ante una

verdadera omisión de regulación que hace aplicable el Código del Trabajo, de

acuerdo a lo dispuesto en el inciso 3 de su artículo 1.

A su vez, la Contraloría General de la República también emitió un

pronunciamiento al respecto, pero de forma indirecta, ya que a propósito de una

consulta formulada por la Dirección de Compras y Contratación Pública en torno a

la pertinencia de requerir al Instituto Nacional de Estadísticas la declaración jurada

de no estar afecto a las inhabilidades de los incisos primero y sexto del artículo 4

de la Ley 19.886 –no haber sido condenado por prácticas antisindicales o

vulneración de derechos fundamentales-, sostuvo que la protección de los

derechos fundamentales a que hace referencia el artículo 485 del Código del

Trabajo, se produce en el contexto de vínculos regidos por tal cuerpo normativo,

excluyendo de esa forma a otros estatutos jurídicos que regulan las relaciones

laborales de los empleados públicos con el Estado, como ocurre con los

funcionarios del Instituto Nacional de Estadísticas24.

De esta forma, para el órgano contralor, la acción de tutela de derechos

fundamentales sólo sería aplicable a los trabajadores de la Administración del

Estado cuyo estatuto sea el Código del Trabajo, quedando fuera de su ámbito de

protección los empleados públicos que se rijan por un estatuto distinto al anterior.

23

Corte Suprema, Recurso de Unificación de Jurisprudencia, Rol 1972-2011. 24

Dictamen de la Contraloría General de la República, Nº 47.790 de fecha 18 de agosto de 2010.

14

D. Quién dijo que todo estaba perdido: Análisis del voto en contra del

Ministro Lamberto Cisternas25.

Si bien, la doctrina mayoritaria de la Corte Suprema es negar la aplicación de la

acción de tutela de derechos fundamentales a los funcionarios públicos, con un

reciente fallo de unificación de jurisprudencia se abre una luz de esperanza de que

en un futuro, ojalá lo más cercano posible, el criterio de la cuarta sala de la Corte

Suprema puede cambiar.

Y ello porque el referido fallo contiene un contundente voto en contra, cuyos

argumentos derrotan de forma absoluta al voto de mayoría.

En efecto, la Corte Suprema vuelve a invocar su sagrado argumento de entender

que la relación laboral de la denunciante está sometida a la reglamentación del

Estatuto Administrativo, el cual contiene su propia regulación en torno a las

calidades funcionarias que pueden formar parte de una dotación institucional y las

causales de expiración en sus cargos, excluyendo de esa forma la aplicación del

Código del Trabajo en tales materias. Asimismo, recalca que la normativa

estatutaria prevé sus propios procedimientos ante la vulneración de derechos

fundamentales.

Nuevamente nos parecen lamentables los argumentos entregados por el voto de

mayoría, y más aun en este caso, relativo a la vulneración de derechos

fundamentales vigente la relación laboral –derecho a la integridad física y psíquica

a consecuencias de actos de acoso sexual ejercidos por su jefe directo-,

resultando inapropiada la referencia a las materias que supuestamente se

encuentran tratadas en el Estatuto Administrativo: calidad funcionaria y causales

de expiración en sus cargos.

25

Sentencia dictada por la Corte Suprema en recurso de unificación de Jurisprudencia de fecha 6 de mayo de

2013, Rol 9381-2012, caratulado “Rosas con Servicio de Salud Sur Hospital”.

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Reiteramos que el Estatuto Administrativo no contiene norma alguna que confiera

protección a los funcionarios públicos en caso de lesión de sus derechos

fundamentales, sea durante la vigencia de la relación o sea durante su cese o

despido, por lo que no existe razón alguna para negar la aplicación supletoria del

Código del Trabajo al tenor del inciso 3° de su artículo 1.

Afortunadamente, el Ministro Lamberto Cisternas advirtió tal realidad, y en un

contundente voto en contra manifestó su parecer de que lo funcionarios públicos

son titulares de la referida acción de tutela de derechos fundamentales.

En primer lugar, da cuenta del fenómeno de constitucionalización del derecho, el

cual está expresado en el artículo 5 de la Constitución, en relación con el artículo 5

inciso 1° del Código del Trabajo, fenómeno que también se extiende al empleo

público, donde claramente hay una relación de trabajador a empleador, y por

ende, una obligación de este último de respetar los derechos fundamentales de

sus trabajadores.

Precisa el Ministro Cisternas, que es el propio legislador el que ha entendido que

los funcionarios públicos son también trabajadores, conclusión que se deriva de la

nomenclatura utilizada en el artículo 1 inciso 3° del Código del Trabajo, cuando se

refiere a las personas que prestan servicios en la Administración del Estado,

centralizada y descentralizada, y demás entidades ahí señaladas, calificándolas

como “trabajadores”, y posteriormente al utilizar la palabra “entidades”, la que es

compresiva tanto de las empresas del Estado, como de los servicios públicos que

conforman la Administración del Estado, y demás instituciones ahí señaladas.

En base a lo anterior concluye que siendo los funcionarios públicos ciudadanos y

trabajadores, no existe motivo alguno para negarles el reconocimiento y

protección de sus derechos fundamentales, tanto los que otorga la Constitución

como los consagrados a nivel legislativo, aceptando la aplicación supletoria del

Código del Trabajo en esta materia, ya que el Estatuto Administrativo General no

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contiene ninguna norma que proteja los derechos fundamentales de los

funcionarios públicos, así como tampoco, ningún procedimiento especial para

conocer las vulneraciones de los derechos de éstos funcionarios, recalcando que

el Estado es un empleador incluso con más poder que el empleador privado.

Junto con lo anterior, da cuenta de los criterios de interpretación que se deben

aplicar en materia de derechos fundamentales, principalmente el principio de

interpretación “pro homine”, conforme al cual, en caso de duda, debe preferirse

aquella interpretación que mejor proteja, asegure y garantice los derechos

humanos, y como derivación del mismo, la directriz interpretativa “favor debilis”,

que exige que en la interpretación de situaciones que comprometan derechos en

conflictos, se debe considerar especialmente a la parte que está en una situación

de inferioridad en relación a la otra. A ello, agrega, se encuentra el postulado de la

interpretación de las normas infra constitucionales conforme al bloque

constitucional de derechos, o conforme a la constitución, por todo lo cual, no

puede aceptarse una interpretación positiva del artículo 485 y 420 letra a) del

Código del Trabajo, para restringir o negar la protección de los derechos

fundamentales de los funcionarios públicos.

Qué duda cabe que los argumentos entregados en el voto en contra son más que

suficientes para entender aplicable la referida acción de tutela a los funcionarios

públicos, dejando al voto de mayoría sin palabras, por lo que más temprano que

tarde llegará a ser la postura mayoritaria de la cuarta sala de la Corte Suprema.

E. Fundamentos para afirmar la competencia de los Tribunales del

Trabajo para conocer de acciones de tutela de derechos

fundamentales impetradas por funcionarios públicos.

Más allá de los vaivenes jurisprudenciales, son muchos los argumentos que se

pueden entregar para afirmar que efectivamente los Juzgados de Letras del

Trabajo son absolutamente competentes para conocer de las acciones de tutela

17

de derechos fundamentales impetradas por funcionarios públicos, sea que se

ejerzan durante la vigencia de la relación laboral, o con ocasión del despido o cese

de funciones.

El primero y más elemental de ellos, es que sin lugar a dudas los trabajadores del

sector público gozan de derechos fundamentales, los que son plenamente

exigibles en su relación con el Estado-empleador26.

Ahora bien, como el Estatuto Administrativo, y en general, los demás estatutos

especiales que regulan la función pública, no contienen una norma jurídica que

tutele dichos derechos ante posibles lesiones por parte del Estado en su calidad

de empleador, entra en escena el Código del Trabajo de acuerdo al tantas veces

citado inciso 3º de su artículo 1, debiendo aplicarse supletoriamente, ya que existe

un vacío legal27 en la materia, y las normas del procedimiento de tutela laboral en

ningún caso pueden ser consideradas contrarias a los estatutos de los empleados

públicos, toda vez que, y tal como lo sostuvo la Corte de Apelaciones de

Valparaíso, “la acción de tutela busca cautelar derechos fundamentales que se

reconocen a todas las personas sin distinción”.

Por otro lado, la tesis de la separación total de regímenes bajo la excusa que el

Estatuto Administrativo contiene una regulación íntegra del cese de funciones de

los empleados públicos, que excluye una posible aplicación supletoria del derecho

26

Ello se desprende del propio texto Constitucional, el que en su artículo 1 inciso 1º señala que, “Las

personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, luego en su artículo 5 inciso 2º dispone que, “El

ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto de los derechos esenciales que emanan de la

naturaleza humana. Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados

por esta Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren

vigentes”, del principio de vinculación directa de la Constitución consagrado en su artículo 6, “Los órganos

del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, y garantizar el

orden institucional de la República. Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o

integrantes de dichos órganos como a toda persona institución o grupo”, y finalmente, del listado de

derechos fundamentales que la Constitución asegura a todas las personas (artículo 19). 27

Este vacío legal fue constatado por la Corte de Apelaciones de Santiago, la que al conocer de un recurso de

nulidad interpuesto por el Servicio de Salud Metropolitano Central en contra de la sentencia definitiva que

acogió la acción de tutela, en relación con el vicio del artículo 478 letra a) del Código del Trabajo –haber sido

pronunciada por Juez incompetente- reafirmó la competencia del Juzgado del Trabajo para conocer de la

acción de tutela, ya que las Leyes 18.834, 18.575, 10.336, en ninguno de sus artículos establece algún

mecanismo para resguardar la libertad sindical, garantía que había sido denunciada como vulnerada.

18

laboral, adolece de un grave error conceptual, ya que como hemos señalado, la

regulación que efectúa el Estatuto Administrativo es respecto a las causales de

cese de funciones, existiendo un total vacío normativo en relación a las posibles

lesiones de derechos fundamentales que se pueden generar con ocasión de ese

cese, lesión que probablemente será encubierta bajo la aparente legalidad del

término de los servicios, amparado en alguna de las causales reguladas por el

mencionado estatuto.

En este contexto, nuestra doctrina ha señalado que en los casos de despidos

lesivos de derechos fundamentales, pueden presentarse dos situaciones: (1) que

el empleador haya tenido una causa legal para poner término al contrato de

trabajo y justifique ello en el juicio respectivo, de acuerdo a las normas sobre

terminación del contrato de trabajo, pero a su vez, que dicha conducta –el

despido- sea lesiva de derechos fundamentales, caso en el cual nos

encontraremos frente al despido pluricausal28 y, (2) Que el empleador no haya

invocado causal que justifique el despido, o no haya señalado los hechos que la

fundan, o habiendo detallado la causal y hechos que la fundan, no esté en

condiciones de acreditarla, caso en el cual estaríamos frente a un despido

injustificado y lesivo de derechos fundamentales, lo que en doctrina se conoce

como despido de causalidad única y lesiva de derechos fundamentales29.

28

Al respecto UGARTE señala que “es perfectamente posible que dentro del procedimiento de tutela el

empleador acredite la causal legal de término del contrato de trabajo respectivo, pero no esté en condiciones

de justificar la no lesividad o la proporcionalidad del despido en términos de derechos fundamentales”,

situación que ocurre cuando el empleador, “teniendo efectivas necesidades de la empresa haya decidido

utilizar esa justificación para despedir, precisamente, al trabajador que efectuó un reclamo en la Inspección

del Trabajo (garantía de indemnidad), o al que hizo declaraciones públicas sobre la empresa (libertad de

expresión), o al que es homosexual (discriminación), etc.”. Ugarte C., Jose Luis (2009). Tutela de Derechos

Fundamentales del Trabajador. Santiago. Chile. Ed. Legal Publishing. P.p. 49 y 50. 29

En este punto, debemos tener presente que de acuerdo a lo señalado por el artículo 489 inciso final del

Código del Trabajo, la acción por despido injustificado, indebido o improcedente, debe interponerse de forma

subsidiaria a la de tutela, razón por la cual, en nuestro contexto, tal como lo señala UGARTE, pueden

presentarse las siguientes situaciones: (1) “que el empleador logre con su prueba destruir los indicios

presentados por el trabajador, sorteando exitosamente la acción de tutela, pero no logre dar cuenta de la causal

de término del contrato de trabajo, siendo condenado por despido injustificado, y (2) que el empleador

acredite la existencia de una causal legal de término del contrato, pero no logre destruir el panorama indiciario

presentado por el trabajador (despido pluricausal). Ibíd. 50.

19

Entonces, si bien puede estar plenamente configurada la causal de cese de

funciones invocada por la Administración, ello no significa necesariamente que

pase el test del respeto de los derechos fundamentales, ya que perfectamente

puede esconder una lesión de los mismos, que no encuentra protección en el

Estatuto Administrativo.

Por otro lado, la inexistencia de vacío legal ha sido argumentado por los

Tribunales a propósito de acciones de tutela ejercidas con ocasión del despido,

señalando que ello se encontraría cubierto en el título VI del Estatuto

Administrativo que regula el cese de funciones.

Ahora bien, respecto del posible ejercicio de acciones de tutela de derechos

fundamentales vigente la relación laboral, no se puede entregar el mismo

argumento, ya que si bien el Estatuto Administrativo contiene un título relativo a

los derechos de los funcionarios, en ninguno de sus artículos se habla del goce de

los derechos fundamentales que poseen en su calidad de ciudadanos, ni mucho

menos, de los mecanismos judiciales que pueden impetrar ante posibles lesiones

por parte de la Administración. Queda aquí entonces el camino despejado para

aplicar la norma de remisión del inciso 3º del artículo 1 del Código del Trabajo.

Además, es importante destacar que un tratamiento diferenciado entre los

trabajadores del sector privado en relación con los trabajadores del sector público

en el goce y ejercicio de sus derechos fundamentales al interior de la relación

laboral, y lo que es peor, entre los mismos trabajadores públicos que se

encuentran afectos a distintos estatutos jurídicos, afecta gravemente el derecho a

no ser objeto de discriminación, derecho que debe ser respetado por el Estado en

virtud del principio de vinculación directa de la Constitución. De lo contrario, se

pone en serio riesgo las bases democráticas de nuestro sistema político.

Más de alguno sostendrá que la exclusión del ejercicio de la acción de tutela a los

empleados públicos no afecta el derecho a la no discriminación, atendido que los

20

empleados públicos pueden recurrir al procedimiento de reclamo ante la

Contraloría General de la República que contempla el artículo 160 del Estatuto

Administrativo30 o deducir una acción de protección ante la respectiva Corte de

Apelaciones31.

Sin embargo, las acciones antes aludidas no son comparables con la acción

especial que se encuentra regulada en los artículos 485 y siguientes del Código

del Trabajo.

En efecto, el procedimiento de reclamo ante la Contraloría es de carácter

administrativo y no jurisdiccional, por lo que no entrega garantías suficientes de

imparcialidad y efectividad en la protección de derechos fundamentales. Además,

al no existir una regulación en el propio Estatuto Administrativo en torno a los

derechos fundamentales y su protección, difícilmente el órgano contralor

dispondrá de los elementos y herramientas necesarias como para intervenir y

ordenar el cese de las conductas lesivas de derechos. Por otro lado, estamos ante

una materia de suma trascendencia que debe ser resuelta por órganos

jurisdiccionales especializados.

En este sentido, la Corte de Apelaciones de Puerto Montt, conociendo de un

recurso de apelación en contra de la resolución que declaró la incompetencia del

tribunal para conocer de una acción de tutela incoada por funcionarios públicos,

estimó que, “no puede pretenderse, que los derechos fundamentales

especialmente protegidos por el procedimiento de tutela laboral estén amparados

por procedimientos de carácter administrativo (artículo 160 del Estatuto

30

El artículo 160 de la Ley N° 18.834 dispone: “Los funcionarios tendrán derecho a reclamar ante la

Contraloría General de la República, cuando se hubieren producido vicios de legalidad que afectaren los

derechos que les confiere el presente Estatuto. Para este efecto, los funcionarios tendrán un plazo de diez

días hábiles, contado desde que tuvieren conocimiento de la situación, resolución o actuación que dio lugar

al vicio de que se reclama (…)”. 31

Estos argumentos fueron sustentados, en primer lugar, por el juez suplente del Juzgado de Letras del

Trabajo de Valparaíso, en causa RIT T-17-2011, y por la propia Corte de Apelaciones de Valparaíso en causa

Rol 350-2011.

21

Administrativo); arrogándose las instituciones para las que se encuentran

contemplados, facultades propias de los Tribunales del Trabajo”32.

En cuanto a la acción de protección, los argumentos para estimar que no es una

herramienta idónea para la protección de los derechos fundamentales al interior de

la relación laboral, están relacionados con el carácter cautelar y general de la

referida acción constitucional. El plazo para su interposición es mucho más breve

que el de la acción de tutela33, su conocimiento está radicado en las Cortes de

Apelaciones y no en tribunales especializados en materia laboral, no existe un

procedimiento adecuado para preparar, ofrecer y discutir en torno a la

admisibilidad de la prueba, no rige el principio de libertad probatoria ni mucho

menos opera la regla de la prueba indiciaria, lo que resulta vital para que el

trabajador pueda sortear con éxito las dificultades probatorias que existen en el

contexto de la relación laboral y principalmente en el ámbito de los derechos

fundamentales34, entre otro aspectos. Por lo demás, si la acción de protección

fuese una herramienta efectiva para la protección de los derechos fundamentales

al interior de la relación laboral, claramente no habría existido la necesidad de

consagrar una acción especial en sede laboral.

Finalmente, existe un interesante argumento que fue esgrimido por la Juez Titular

del Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, Carolina Luengo Portilla,

que dice relación con los criterios de interpretación propios de los derechos

32

Corte de Apelaciones de Puerto Montt, sentencia de fecha 27 de mayo de 2011. Rol 77-2011. 33

La acción de protección debe interponerse en el plazo de 30 días desde la ocurrencia del acto lesivo, en

cambio, la acción de tutela de derechos fundamentales, si se ejerce vigente la relación laboral, debe

interponerse en el plazo de 60 días contados desde que se produzca la vulneración de derechos fundamentales

alegada, el que se suspenderá por la interposición de reclamo ante la Inspección del Trabajo, de conformidad

al artículo 168 inciso final del Código del Trabajo (artículo 486 inciso final del Código del Trabajo). En

cambio, si se ejerce con ocasión del despido, debe interponerse dentro del plazo de 60 días contados desde la

separación, el que se suspenderá en la forma señalada en el citado artículo 168 (artículo 489 inciso 2º del

Código del Trabajo). 34

Nuestro legislador laboral entendió, que para otorgar una efectiva protección a los derechos fundamentales

de los trabajadores, era necesario establecer reglas especiales sobre la prueba de las conductas lesivas de tales

derechos, para lo cual se introduce en el artículo 493 del Código del Trabajo el sistema de prueba indiciaria, al

establecer que, “cuando de los antecedentes aportados por la parte denunciante resulten indicios suficientes

de que se ha producido la vulneración de derechos fundamentales, corresponderá al denunciado explicar los

fundamentos de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad”.

22

fundamentales, en este caso, el “principio pro homine o pro civis”35, el cual obliga a

extender de la forma más amplia posible, la protección de los derechos

fundamentales de los trabajadores, tanto del sector público como del sector

privado, por lo que “en caso de duda ante la hermenéutica debe inclinarse la más

beneficiosa a tutela de derechos fundamentales”36.

En concordancia con lo señalado precedentemente, de acuerdo al principio “Pro

Homine”, debemos preferir aquella interpretación que extienda al máximo el

alcance de un derecho fundamental, y a la inversa, debemos preferir la

interpretación más restringida cuando se trata de establecer limitaciones al

ejercicio de los mismos. En consecuencia, este principio nos ordena a dar una

aplicación preferente a la norma más favorable a la persona humana, y no cabe

duda que en el caso en comento, la interpretación más favorable es aquella que

permite el ejercicio de la acción de tutela de derechos fundamentales a los

empleados públicos.

En definitiva, el Estado-empleador no está ajeno de realizar actos o conductas que

lesionen los derechos fundamentales de sus trabajadores, razón por la cual, y al

no existir un mecanismo judicial idóneo para la protección de tales derechos en los

diversos estatutos que regulan la función pública, se debe aplicar supletoriamente

el Código del Trabajo, el que en la actualidad, consagra una acción especial de

tutela de derechos fundamentales.

De lo contrario, se dejaría a los empleados públicos en total indefensión, y al

Estado en una situación privilegiada en comparación con los empleadores del

sector privado, al no estar expuestos a sanciones concretas y específicas por la

35

Este principio tiene un reconocimiento expreso en la Convención Interamericana de Derechos Humanos o

Pacto de San José de Costa Rica, específicamente en su artículo 29, relativo a las normas de interpretación, en

el sentido de que ninguna norma de la Convención, así como cualquier otro instrumento internacional o leyes

de los Estados partes, puede ser interpretada de manera que se suprima el goce y ejercicio de los derechos y

libertades reconocidos en tales instrumentos, o se los limite en mayor medida que lo previsto en ellos. 36

Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, RIT T-70-2009, de fecha 7 de enero de 2010.

23

vulneración de derechos fundamentales, afectándose con ello gravemente el

principio de igualdad.

Además, se dejaría al Estado con un poder absoluto frente a sus empleados, el

cual podría ser utilizado para arrebatarles el goce de sus derechos fundamentales

en aras de la prosecución del interés público, pasando por alto el principio de

igualdad en la ley y la dignidad de sus trabajadores37.

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y el contrato laboral. Barcelona. Universidad Castilla-La Mancha. Marcial

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los funcionarios públicos. Valencia. Tirant Lo Blanch.

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Administración Pública Chilena? En: La Administración del Estado de Chile.

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Marzi Muñoz, Daniela (2011). Tutela de Derechos Fundamentales en el

sector público y el avance de la realidad. En: Revista Laboral Chilena N°

194.

Sala Franco, Tomas (1989). Incidencia de la legislación laboral en el marco

de la función pública. Madrid Inap.

Supiot, Alain (2008). Derecho del Trabajo. Buenos Aires. Ed. Heliasta

37

Esta situación ha sido graficada acertadamente por la profesora Daniela Marzi al señalar que, “De un lado,

se erigiría un empleador privilegiado, y de otro, los funcionarios constituirían una clase particularmente

desgraciada, ya que al investir su condición de funcionarios, pues serían los únicos que estando sometidos al

poder de un empleador carecerían de una vía procesal idónea para el ejercicio eficaz de sus derechos

fundamentales”. Marzi Muñoz, Daniela (2011). Tutela de Derechos Fundamentales en el sector público y el

avance de la realidad. En: Revista Laboral Chilena N° 194. p.p. 87.

24

Thayer Arteaga, William y Novoa Fuenzalida, Patricio (1998). Derecho del

Trabajo. Tomo II. Ed. Jurídica de Chile.

Ugarte Cataldo, José Luis (2009). Tutela de Derechos Fundamentales del

Trabajador. Santiago. Chile. Ed. Legal Publishing.