El Colegio de Michoacán, A.C. Doctorado en Ciencias Sociales€¦ · al equipo de encuestadoras...

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El Colegio de Michoacán, A.C. Doctorado en Ciencias Sociales Dinámicas familiares en la microrregión rural de Las Cruces del sur temporalero del Bajío guanajuatense en México, 1985-2015 Tesis Que para obtener el grado de Doctor en Ciencias Sociales Presenta: Jorge Alberto Rodríguez Herrera Directores de tesis Dra. Elizabeth Juárez Cerdi Dr. Héctor Ruiz Rueda Comité de tesis: Dra. Patricia Arias Dra. Gail Mummert Fulmer Dr. Héctor Robles Berlanga Zamora, Michoacán Agosto de 2017

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El Colegio de Michoacán, A.C.

Doctorado en Ciencias Sociales

Dinámicas familiares en la microrregión rural de Las Cruces del sur temporalero del Bajío guanajuatense en México, 1985-2015

TesisQue para obtener el grado de Doctor en Ciencias Sociales

Presenta:Jorge Alberto Rodríguez Herrera

Directores de tesis

Dra. Elizabeth Juárez Cerdi

Dr. Héctor Ruiz Rueda

Comité de tesis:Dra. Patricia Arias

Dra. Gail Mummert Fulmer Dr. Héctor Robles Berlanga

Zamora, Michoacán Agosto de 2017

DEDICATORIA

Tan difícil empresa no habría podido culminar sin los aliados que me acompañaron durante esta etapa de la vida. Elián, iluminó mi camino cuando más difícil se volvía. Ainara, con su fuerte carácter, me alentó a no darme por vencido y

mi compañera Ange, siempre me recuerda la fortuna de haber coincido en esta vida. Después de casi veinte años juntos, todavía tenemos y luchamos por varios

proyectos en común. A ellos dedico este trabajo.

AGRADECIMIENTOS

Gracias a la beca que me otorgó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) durante los cuatro primeros años de mis estudios, pude dedicarme de tiempo completo al doctorado, así como costear el trabajo de campo. El Colegio de Michoacán, A.C., me apoyó con una beca durante el quinto año de mis estudios, lo que me permitió dar continuidad al trabajo de campo y concluir mi tesis doctoral.

Sin la colaboración y apoyo de los miembros de las familias de la microrregión de Las Cruces este estudio no habría sido posible. Eliseo Zamora y Hermelinda Carrillo me abrieron las puertas de su hogar en La Estancia del Carmen, compartieron conmigo sus alimentos, sus historias, sus anhelos. Además, Eliseo me acompañó en mis recorridos por las comunidades de la microrregión. Gracias a él, otras familias me brindaron su tiempo y confianza para realizar distintas entrevistas. También en La Estancia del Carmen, Emelia Zamora fue un gran apoyo durante la aplicación de la EDIPROREP 2014-2015. Nos acompañó a mí y al equipo de encuestadoras por las comunidades de la microrregión. Por otro lado, tanto ella como su esposo Salvador me dedicaron mucho de su tiempo en distintas entrevistas y visitas a sus espacios de trabajo. En la comunidad de Las Cruces, Juana Flores también compartió conmigo sus alimentos, sus historias, sus ambiciones políticas. Tanto la pareja de Francisco y Liliana en Las Cruces como la de Benjamín y Amelia en La Estancia del Carmen me brindaron su valioso tiempo para entrevistarlos en distintas ocasiones. Me recibieron en sus viviendas y espacios de trabajo, relatándome además sus trayectorias de vida.

Agradezco a Jazmín, Carmen, Gabi, Casandra y Mónica, todas ellas mujeres jóvenes de La Estancia del Carmen, quienes me apoyaron con la aplicación de los cuestionarios de la EDIPROREP 2014-2015. Su disposición para colaborar con el estudio se vio reflejada en que prácticamente todas las familias de cinco comunidades accedieron a participar en la encuesta. La Lic. Miriam Mónica Torres me apoyó de manera importante al encargarse de la captura de los cuestionarios, así como de la transcripción de un buen número de entrevistas.

Agradezco a la Dra. Elizabeth por su permanencia en esta empresa. Si bien enfrentamos momentos de tensión, siempre continuó dedicándole tiempo a la lectura de mis avances y a la elaboración de sus comentarios. Con el Dr. Héctor Ruiz tengo una gran deuda, pues ha mostrado un fuerte compromiso para acompañarme durante el proceso de maduración de mi estudio y, sobre todo, ha demostrado ser un gran amigo sin perder su ojo crítico cuando se trató de comentar y hacer sugerencias a la tesis.

A la Dra. Patricia Arias le debo mucho de mi formación, su trabajo sobre las familias rurales ha sido orientador para comprender las dinámicas familiares. Su influencia es clara en este estudio. La Dra. Gail Mummert me brindó su valioso apoyo para orientar la investigación en momentos complicados, su propuesta sobre las dinámicas familiares se convirtió en un pilar de mi investigación. Por otro lado, su agudeza intelectual y su exigencia académica me permitieron ir mejorando a lo largo del programa de doctorado mi tesis. A pesar de su complicada agenda, el Dr. Héctor Robles mostró un gran compromiso para leer, comentar y plantear valiosas sugerencias a mi trabajo. La Dra. Carolina Rosas de la Universidad de Buenos Aires comentó en varias ocasiones mis avances, sus sugerencias me ayudaron a precisar algunas cuestiones sobre el enfoque de las estrategias familiares de vida. Por otro lado, sus comentarios siempre fueron muy alentadores. El Dr. Gustavo López Castro participó en mis primeras presentaciones de avances, siempre mostró su disponibilidad para orientarme. En mi primer curso del doctorado el Dr. Rodolfo García Zamora me hizo ver que sobre el tema migración y desarrollo ya había poco que explorar, recomendándome virar mi estudio hacia las maneras en que las familias del campo le estaban haciendo para sobrevivir actualmente.

El Dr. Nicasio García Melchor fungió como encargado de mi Estancia Académica en la Universidad de Guanajuato durante los meses de mayo a julio de 2016. Desde el campus Celaya-Salvatierra pude continuar con el trabajo de campo en la microrregión de Las Cruces, así como realizar entrevistas a funcionarios agrarios de la región.

Al Dr. Jorge Uzeta debo agradecerle en dos sentidos. Como profesor diseñó un curso muy completo sobre la región y como coordinador del doctorado en Ciencias Sociales su gestión ha facilitado en todo momento avanzar con las cuestiones administrativas. Desde que ingresé al doctorado Antonieta Delgado Tijerina facilitó todos los trámites, aclaró mis dudas sobre distintos procedimientos del programa y participó en la organización de las presentaciones de avances.

Recibí el apoyo constante del Dr. Felipe Martínez Rizo desde que elaboré el proyecto para ingresar al doctorado, su gran experiencia en el enfoque cuantitativo me fue de gran ayuda en las distintas etapas del estudio. Por otro lado, como su yerno tengo una deuda con él y con su esposa la Sra. Ma. Elena por apoyarnos con el cuidado de los pequeños cuando más saturado estaba el trabajo, así como por sus diferentes apoyos siempre cruciales para llegar a buen término en este doctorado.

Mención especial merece Everardo Rodríguez, quien además de darme sus comentarios sobre distintos avances, compartió conmigo preocupaciones y siempre me alentó para seguir adelante.

A todos los amigos y familiares cuyo nombre no aparece aquí, gracias por todas sus palabras de ánimo y por estar al pendiente de mi avance desde que ingresé al doctorado.

ÍNDICE

RESUMEN.................................................................................................................. 1

INTRODUCCIÓN......................................................................................................... 5

Antecedentes y problema de investigación..............................................................5

El acercamiento metodológico a las dinámicas familiares.....................................9

Perspectiva de análisis regional-microrregional..................................................... 18

Aportes de la investigación..................................................................................... 23

Contenido de los capítulos.....................................................................................24

CAPÍTULO 1. DE LA DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO A LAS DINÁMICAS FAMILIARES: ALGUNAS REFLEXIONES TEÓRICAS............................................... 29

Introducción...........................................................................................................29

1.1 Perspectivas teóricas sobre trabajo productivo y reproductivo............... 30

La división sexual del trabajo............................................................................... 30

El trabajo productivo y reproductivo en los enfoques de estrategias familiares... 33

La doble presencia de las mujeres en el contexto de la globalización económica37

Análisis de las dinámicas familiares considerando las relaciones de poder.......39

1.2 La complejidad de las dinámicas familiares............................................... 42

Trabajos implicados en las dinámicas familiares....................................................44

Las dinámicas familiares desde los actores sociales 53

CAPITULO 2. LA ORGANIZACIÓN DE LOS TRABAJOS DE LAS FAMILIAS RURALES EN EL BAJÍO GUANAJUATENSE............. 61

Introducción...........................................................................................................61

2.1 El Bajío guanajuatense..................................................................................61

2.2 La emergencia de una sociedad patriarcal en el Bajío...............................63

2.3 La organización del trabajo en las familias rurales durante la hacienda.65

2.4 El reparto agrario y el surgimiento de nuevas formas de organizacióndel trabajo en las familias rurales...................................................................... 69

2.5 La organización del trabajo de las familias rurales del Bajíoentre las décadas de 1960 y 1980....................................................................... 73

2.6 Cambios y continuidades en la organización de los trabajosde las familias rurales en las tres últimas décadas (1985-2015).................... 78

Conclusiones.........................................................................................................89

CAPÍTULO 3. LAS DINÁMICAS FAMILIARES EN LA MICRORREGIÓN DELAS CRUCES: CAMBIOS Y CONTINUIDADES.........................................................91

Introducción...........................................................................................................91

3.1 La microrregión de Las Cruces.....................................................................91

3.2 Familias de aparceros: las dinámicas familiares durante la hacienda... 103

3.3 Las dinámicas familiares después del reparto agrario: la explotaciónagrícola como eje de la reproducción cotidiana y generacional...................109

3.4 Las dinámicas familiares en las últimas tres décadas, 1985-2015........130

Trabajos realizados actualmente por las familias en la microrregión.................156

3.5 Nueva multiactividad de las mujeres en la organización de lostrabajos familiares...............................................................................................158

Conclusiones....................................................................................................... 165

CAPITULO 4. UN ACERCAMIENTO A LAS DINÁMICAS DE CINCO FAMILIAS EN LA MICRORREGIÓN DE LAS CRUCES................... 167

Introducción....................................................................................................... 167

4.1 Las dinámicas de cinco familias heterogéneas entre sí.........................167

Familia de ejidatarios........................................................................................... 170Familia de posesionario....................................................................................... 184Familia de migrantes............................................................................................ 197Familia encabezada por una mujer..................................................................... 205Familia sin tierra...................................................................................................216

4.2 Un análisis de las dinámicas familiares.................................................... 225

De la unidad de producción-consumo agropecuaria a lacombinación de recursos..................................................................................... 225

De la toma de decisiones conjunta al reparto desigual derecursos y obligaciones........................................................................................239

De la familia como unidad aislada a las interacciones más allá delespacio doméstico............................................................................................... 245

De la homogeneidad a la heterogeneidad social................................................ 252

De la unidad campesina de producción-consumo a la complejidad social.........255

4.3 Las disputas por los recursos y significados: dominiossociales imbricados en las dinámicas familiares...........................................259

Las tensiones entre operadores y beneficiarias de un programa asistencial.... 260

La disputa por la tierra y las categorías agrarias entreactores con derechos diferenciados....................................................................266

La lucha por los significados sobre la posición de la mujeren la familia y la comunidad................................................................................ 274

Conclusiones......................................................................................................278

CAPITULO 5. RELACIONES DE PODER, CONTROL DE LOS RECURSOS Y DINÁMICAS FAMILIARES..................................................................... 279

Introducción.........................................................................................................279

5.1 Jerarquías familiares y organización de los trabajos...............................280

5.2 Conflictos, negociaciones, arreglos y cooperación en la organizaciónde los trabajos familiares................................................................................... 284

Conflictos.............................................................................................................. 284Negociaciones que conducen a arreglos............................................................. 291Relaciones de cooperación...................................................................................296

5.3 Concepciones de género y organización de los trabajos....................... 297

5.4 Control del recurso tierra y toma de decisiones en laorganización de los trabajos............................................................................. 303

5.5 Acceso a otros tipos de recursos(políticos, sociales, simbólicos, económicos).................................................307

La decisión de no sembrar maíz punteado........................................................ 308El rechazo a continuar trabajando en la parcela familiar...................................310

5.6 Redistribución del recurso tierra entre los integrantes de la familia.... 314

La negociación.................................................................................................... 316Un conflicto...........................................................................................................320

5.7 Redefinición de jerarquías de género y generacionales..........................324Etapa 1. Formación de la familia........................................................................ 325Etapa 2. De la diversidad de actividades a los primeros cargosde representación................................................................................................. 326Etapa 3. Cambio de actividades y redefinición de jerarquías.............................328Cambios abruptos en las jerarquías familiares................................................. 333

5.8 Cambios y continuidades en las relaciones entre hombresy mujeres vinculadas a la organización de los trabajos................................ 337

Conclusiones....................................................................................................... 346

CONCLUSIONESCAMBIOS Y CONTINUIDADES EN LAS DINÁMICAS FAMILIARES:HALLAZGOS RELEVANTES Y NUEVAS VETAS DE INVESTIGACIÓN................... 347

¿Hombre proveedor y mujer ama de casa?:De la invisibilidad a la multiactividad de las mujeres......................................... 347

De la explotación familiar de la parcela a la multiactividad................................350

Tras el PROCEDE y FANAR: las nuevas formas de explotación de la propiedad colectiva y cambios en las dinámicas familiares.................................352

El hombre al trabajo y la mujer a la casa... y a los trabajos:desigualdades persistentes en el reparto de los trabajos en las familias.............355

La familia como colectividad atravesada por jerarquías degénero y generaciones.........................................................................................356

Vetas abiertas por la investigación......................................................................358

ANEXOS................................................................................................................ 361

Anexo 1: Relación de entrevistas........................................................................361

Anexo 2: Cuestionario de la EDIPROREP 2014-2015...................................... 367

Anexo 3: Cuadros.................................................................................................379

BIBLIOGRAFIA.......................................................................................................387

ÍNDICE DE TABLAS.................................................................................... 404

ÍNDICE DE ESQUEMAS.......................................................................................... 404

ÍNDICE DE FIGURAS..............................................................................................404

ÍNDICE DE GRÁFICAS.................................................................................... 404

ÍNDICE DE MAPAS.................................................................................................405

ÍNDICE DE GENEALOGÍAS................................................................................ .405

SIGLAS Y ACRÓNIMOS

ARIC Asociación Rural de Interés Colectivo

CNC Confederación Nacional Campesina

CONAPO Consejo Nacional de Población

COPLADEM Consejo de Planeación del Desarrollo Municipal

DDR Distrito de Desarrollo Rural

DRG Desarrollo Rural de Guanajuato

EDIPROREP Encuesta sobre las Dinámicas Productivas y Reproductivas

EE. UU. Estados Unidos de Norteamérica

EMIF Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte

ENOE Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo

ENIGH Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares

ENUT Encuesta Nacional del Uso del Tiempo

FANAR Fondo de Apoyo para los Núcleos Agrarios sin Regularizar

FIDER Fideicomiso para el Desarrollo Rural

INEGI Instituto Nacional de Estadística y Geografía

IRCA Inmigration Reform and Control Act

OPORTUNIDADES Programa de Desarrollo Humano

PA Procuraduría Agraria

PACRG Programa de Atención a Comunidades Rurales Guanajuatenses

PAN Partido Acción Nacional

PEA Población Económicamente Activa

PHINA Patrón e Historial de Núcleos Agrarios del Registro Agrario Nacional

PNM Programa Nacional de Microcuencas

PRI Partido Revolucionario Institucional

PROAGRO Programa de Fomento a la Agricultura

PROCAMPO Programa de Subsidios Directos al Campo

PROCEDE Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares

PROGRESA Programa en Educación, Salud y Alimentación

PROSPERA Programa de Inclusión Social

RAN Registro Agrario Nacional

SAGARPA Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación

SEDESOL Secretaría de Desarrollo Social

SRA Secretaría de la Reforma Agraria

UAIM Unidad Agrícola Industrial para la Mujer

UCD Unión Campesina Democrática

RESUMEN

En esta tesis doy cuenta de los cambios y continuidades en las dinámicas de las familias rurales de Las Cruces, en el municipio de Salvatierra, Guanajuato. Específicamente analizo las distintas maneras en que los miembros de las familias han organizado y reorganizado los trabajos que les han permitido garantizar el sustento y la reproducción familiar en el periodo de 1985-2015. La problemática que abordo abona al conocimiento de las sociedades rurales en dos sentidos: 1) Los cambios y continuidades relacionados con la multiactividad, presente entre las familias rurales desde la época de las haciendas, que adquiere nuevas dimensiones en el sentido de que las actividades agropecuarias dejan de ser el centro de la reproducción familiar y otras actividades productivas que se consideraban complementarias, así como la incorporación de nuevos trabajos cobran mayor peso en las tres últimas décadas --1985-2015--; y, 2) La comprensión de la familia como un colectivo en el que están presentes los conflictos, tensiones y negociaciones en los procesos de organización y reorganización de los trabajos. Muestro que la participación de las mujeres en distintos tipos de trabajos ha estado presente entre las familias rurales desde que se formaron las comunidades en la microrregión de Las Cruces y que en el periodo en que centro mi estudio hay un mayor protagonismo de éstas en sus familias y comunidades en torno a la organización y realización de una diversidad de trabajos, incluyendo algunos, como los cargos de representación política y social, que generalmente eran organizados y desempeñados exclusivamente por hombres. Pese a esta nueva presencia, que significa un gran cambio en las sociedades rurales, constato, a partir de los hallazgos, la persistencia de un pensamiento y actuación patriarcal entre hombres y mujeres de distintas generaciones, quienes no están construyendo relaciones basadas en formas más igualitarias de organizar los trabajos.

Palabras clave: Dinámicas familiares, cambio social, familias rurales, organización del trabajo, jerarquías familiares

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ABSTRACT

In this thesis, I account for the changes and continuities in the dynamics of the rural families of Las Cruces, in the municipality of Salvatierra, Guanajuato. Specifically, I analyze the different ways in which family members have organized and reorganized the work that has allowed them to provide for livelihood and family reproduction in the years 1985-2015. The topics covered in this document provide elements for the knowledge of rural societies in two senses: 1) The changes and continuities related to the multiactivity, always present among the rural families, that acquires new dimensions, in the sense that agricultural and farming activities are no longer the main sources of income for family reproduction, while other productive activities that were considered complementary, as well as the emergence of new jobs, are gaining weight in the last three decades - 1985-2015; and 2) The understanding of family as a collective in which conflicts, tensions and negotiations are always present in the processes of organization and reorganization of work. I show that the participation of women in different kinds of work has always been present among rural families, and that in the last three decades there is greater visibility of women in families and communities around the organization and realization of a variety of jobs, including some, such as positions of political and social representation, which were generally organized and performed exclusively by men. Despite this new visibility, which implies a great change in rural societies, and based on the findings of my work, I note the persistence of patriarchal thinking and action between men and women of different generations, who are not building relationships based on more egalitarian ways of organizing work.

Key words: Family dynamics, social change, rural families, work organization, family hierarchies

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INTRODUCCIÓN

Antecedentes y problema de investigación

En esta tesis doctoral examino las dinámicas familiares, entendidas como las distintas maneras en que los miembros de las familias de la microrregión de Las Cruces, en el sur del Bajío guanajuatense, han organizado y reorganizado en las últimas tres décadas aquellos trabajos que llevan a cabo con el fin de asegurar tanto el sustento como la reproducción cotidiana y generacional. Estas dinámicas obedecen a la complejidad que entraña el perpetuo movimiento que presenta la organización de los trabajos en relación con la propia naturaleza cambiante de la familia, al acceso a los recursos que están a su alcance y a las influencias de otros actores con los que interaccionan los miembros en diversos dominios sociales.

La microrregión de Las Cruces está conformada por seis localidades: La Estancia del Carmen de Maravatío, La Lagunilla del Carmen, Santa Rosa Tejocote, El Pirul, Las Cañas y Las Cruces. El territorio donde están asentadas dichas localidades abarca una pequeña porción del territorio guanajuatense que alcanza aproximadamente 39.819 Km2, o sea, el 0.13% de la superficie estatal. En esta microrregión, los pobladores de las comunidades han establecido relaciones fincadas en lazos de parentesco, compadrazgos y amistad, no exentas de conflictos, desde antes de que se formaran los ejidos con el reparto agrario. Es una de las microrregiones cuyos pobladores han interactuado en ese peculiar complejo cultural denominado el Bajío mexicano y que, de acuerdo con Wolf (1972), se formó durante el siglo XVIII en base a una afinidad de actividades económicas que giraban en torno a la minería. En términos geográficos, se localiza al sureste del estado de Guanajuato, en el municipio de Salvatierra, justo en los límites con el municipio de Santa Ana Maya, Michoacán. Se trata de una microrregión temporalera en la que se practica la agricultura de subsistencia -­mayormente se cultiva maíz y frijol-- debido a la escasez de agua, a las características del terreno en el que predominan desniveles, cerros y lomeríos, y a la fragmentación de las parcelas --que van desde pequeñas superficies de tierra que no alcanzan la hectárea hasta un máximo de diez hectáreas--. Con apenas 2,

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448 habitantes en las seis localidades para 2010, era el área menos poblada del municipio de Salvatierra. Un dato importante es que de acuerdo a los criterios del Consejo Nacional de Población (CONAPO, 2012), las localidades de la microrregión presentan los grados de marginación más altos del municipio, lo que permite a las familias de sus comunidades acceder a recursos de programas compensatorios o de combate a la pobreza.

Es precisamente en esta microrregión, donde abordo la problemática de las dinámicas familiares, buscando ir más allá de las discusiones sobre aquellas perspectivas que, en primer término, continúan visualizando a las familias campesinas como unidades de producción y consumo que articulan su sustento y reproducción cotidiana en torno, principalmente, a la producción agropecuaria; en segundo término, cuestionando la visión que tradicional y convencionalmente se ha dado a la familia como una unidad social homogénea y solidaria ajena a los intereses y conflictos de sus miembros. Para el caso de México, Arias (2013) ha mostrado, a partir de la evidencia encontrada en la literatura etnográfica reciente, que las nociones de la familia rural soportadas en las concepciones de la unidad de producción-consumo y el ciclo de desarrollo de la unidad doméstica se han desmoronado. La salida de los miembros jóvenes de los grupos familiares y en especial de las mujeres que se han incorporado al mercado de trabajo y a los flujos migratorios por motivaciones personales, ha contribuido al resquebrajamiento de las formas tradicionales de organización de la producción y reproducción de los grupos familiares rurales. A la vez, la concepción de la familia rural como unidad homogénea, solidaria y que actúa de manera colectiva y consensuada a la hora de tomar decisiones es insostenible. Por el contrario, los estudios desde la perspectiva de género han mostrado que en los grupos familiares hay "relaciones de poder basadas en una distribución jerárquica y desigualdad de los derechos, recursos y autoridad” (Arias, 2013:94).

Por otro lado, la idea de que en el campo mexicano los campesinos y pequeños agricultores familiares siguen viviendo a partir del ingreso que se genera por las actividades del campo, tampoco puede sostenerse. Grammont, en 2009, apoyándose en censos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y

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en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de Hogares (ENIGH) 2004, evidenció un impresionante crecimiento de ingresos no agrícolas en los hogares rurales, representando un 93% de sus entradas monetarias totales. Esto significa que actualmente el ingreso familiar no agrícola se debe a la incorporación de los miembros o de algunos de éstos a diversas actividades no relacionadas con la producción agropecuaria.

De acuerdo con Ruiz (2008), con la crisis de la agricultura mexicana agudizada a partir de la década de 1980 tras la adopción y puesta en marcha de políticas de corte neoliberal que pusieron a merced del mercado a los campesinos, se han erosionado severamente sus condiciones de vida lo que los ha llevado a desplegar una gama de acciones para procurar su sobrevivencia. Ante una situación adversa detonada por los cambios estructurales asociados a la apertura comercial del campo, Arias (2009a) ha señalado que los grupos familiares del medio rural han tenido que ampliar y modificar sus fuentes de ingresos y con ello redefinir sus jerarquías acerca de los miembros proveedores del grupo. Lo que ha mostrado Arias (2009b) es que los grupos familiares del medio rural ya no se sostienen de las actividades agropecuarias y dependen cada vez más de los salarios obtenidos a través de la migración y del empleo, así como de los recursos provenientes de subsidios de programas públicos de corte asistencial. De acuerdo con ella, la intensificación de los flujos migratorios en confluencia con la transformación de la economía familiar campesina, la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado, los cambios en la tenencia de la tierra, "han llevado a una resignificación profunda de la lógica de producción y reproducción de las familias del campo.” (Arias, 2009b:11).

Las familias de la microrregión de Las Cruces han vivido este proceso donde las actividades del campo pierden peso y centralidad dentro de sus ingresos y manutención cotidiana. En las localidades de la microrregión las condiciones de producción de la agricultura temporalera se han deteriorado sobre todo a partir de finales de la década de 1980. Este deterioro ocurre con mayor rigor desde la adopción y aplicación de las políticas neoliberales en México. Si bien la crisis de la agricultura en México se remonta décadas atrás, con la puesta en marcha del

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modelo de desarrollo neoliberal durante la década de 1980, las familias campesinas de la microrregión de Las Cruces, como el conjunto de productores temporaleros del país, quedaron excluidos de las estrategias modernizadoras de desarrollo rural que se impulsaron en el campo mexicano, quedando como posibles beneficiarios de políticas y programas compensatorios que intentan mitigar la pobreza.

En estas condiciones históricas y considerando que las familias del campo no apoyan de manera central su sustento y reproducción cotidiana y generacional en las actividades agropecuarias y que además no se pueden seguir considerando como unidades sociales homogéneas, solidarias y libres de conflictos, las preguntas centrales que guiaron la presente investigación fueron las siguientes:

1) ¿Cuáles han sido los cambios y continuidades en las últimas tres décadas en las dinámicas familiares en la microrregión rural de Las Cruces, específicamente en las distintas formas en que sus integrantes organizan los trabajos que les permiten garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional?

2) ¿Qué negociaciones, arreglos, conflictos y cambios en las jerarquías familiares se han presentado entre los miembros de las familias de la microrregión Las Cruces, a partir de su complejidad social y de la organización y reorganización de sus trabajos, tomando en cuenta los dominios sociales, de la familia, el Estado, la Iglesia y la organización ejidal, en donde los miembros de la familia interactúan con otros actores que influyen en la organización de dichos trabajos?

Por lo anterior, el presente estudio se propuso por un lado, analizar los cambios y continuidades de las dinámicas familiares de la microrregión Las Cruces en el sur del Bajío guanajuatense, considerando la condiciones históricas en la región de las últimas tres décadas y, por otro lado, examinar las negociaciones, arreglos, conflictos y cambios en las jerarquías familiares que se han presentado entre los miembros de las familias, considerando la heterogeneidad social, así como la

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diversidad de actores, de distintos dominios sociales -Familia, Estado, Iglesia, Organización Ejidal--, que han influido en la organización y reorganización de las dinámicas familiares.

El acercamiento metodológico a las dinámicas familiares

Para abordar los cambios y continuidades en las dinámicas familiares de la microrregión articulé los enfoques cualitativo y cuantitativo. Si bien traté de superar la dicotomía entre ambos enfoques, también reconocí que la simple aplicación de técnicas de ambos enfoques en una misma investigación no representa una solución para superar el antagonismo planteado como dicotomía (Aravena et al.,

2006). En contraste, mi esfuerzo en la presente investigación buscó articular ambos enfoques complementado distintas técnicas, utilizado una variedad de datos para realizar el estudio e integrado varias perspectivas para interpretarlos y analizarlos (Aravena, et al., 2006). Debo hacer hincapié en que la articulación de ambos enfoques no implica la conjugación de fundamentos epistemológicos entre ellos, por lo tanto, lo que hice fue ponerlos a dialogar reconociendo sus especificidades, ventajas y limitaciones. Por lo tanto, es importante aclarar que utilizar la técnica de la encuesta en mi estudio no supuso adoptar una postura epistémica acorde con el positivismo, es decir, buscar mantener la distancia y no interactuar con los y las entrevistadas para evitar los juicios valorativos o cualquier otra influencia derivada de la visión propia o de los sujetos. Por el contrario asumí que el conocimiento es una construcción compartida a partir de la interacción entre el investigador y los entrevistados. En ese sentido, la subjetividad y la intersubjetividad se conciben como los medios para conocer las realidades humanas. Por otro lado, también en la manera en que se construye el conocimiento tomé distancia de la asunción positivista de considerar que el experimento y la estadística constituyen la principales herramientas de las que dispone el investigador para construir el conocimiento (Sandoval, 2002). Por el contrario asumí el llamado diseño emergente en contraposición del diseño previo,

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de esa manera, el conocimiento se construye a partir de los sucesivos hallazgos que se van realizando durante el transcurso de la investigación (Sandoval, 2002).

Siguiendo a Cantor (2002), la principal ventaja de la articulación de ambos enfoques radica en que permite abordar desde distintas aristas un mismo fenómeno, a la vez que posibilita complementar distintos niveles de análisis: lo micro y lo macro; lo sincrónico y lo diacrónico; lo subjetivo y lo estructural. Es decir, abona a superar diversas dicotomías. En mi abordaje metodológico adopté el proceso que Borrás, López y Lozares (1999) definen como bucle retroalimentado, más integral que las convergencias entre enfoques que se plantean ir de lo cualitativo a lo cuantitativo o a la inversa. El proceso seguido consistió en vincular los datos que provienen de las características heterogéneas de los grupos sociales reconocidos de la aproximación cuantitativa --en mi caso la encuesta-- con los datos obtenidos mediante la aproximación cualitativa.

Con la aproximación cuantitativa, apoyada en la encuesta, pude acceder a datos sobre la heterogeneidad de familias presente en la microrregión, así como dimensionar sus diferentes condiciones materiales sobre las cuales basan su sustento y reproducción en la actualidad. Además, los datos declarados me permitieron una aproximación sobre la diversidad de trabajos que los miembros de las familias desempeñan actualmente, así como las distintas maneras en que se reparten estos trabajos, incluyendo, la toma de decisiones relacionadas con la organización de éstos. A través de la aproximación cualitativa logré profundizar en el análisis de las dinámicas familiares, así como la comprensión de "las normas y significados que guían la acción” (Rosas, 2010:32). Consecuente con la articulación de enfoques, traté de no presentar por separado los datos obtenidos mediante las técnicas propias de cada enfoque, sino de hacerlos converger para dar fuerza al análisis de los hallazgos (Arias Valencia, 2000).

La encuesta abarcó cinco de las seis localidades de la microrregión, participando informantes de 563 familias a los que se aplicó la denominada Encuesta sobre las Dinámicas Productivas y Reproductivas 2014-2015 (en delante EDIPROREP 2014-2015). El cuestionario (Anexo 1), fue dividido en ocho bloques temáticos:

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1) Información básica del informante y su familia2) Composición del grupo doméstico a partir del sexo y edad de los miembros3) Integrantes de la familia que no comparten techo4) Migración internacional de integrantes de la familia5) Organización del trabajo productivo y reproductivo entre los integrantes del

grupo6) Participación de los integrantes de la familia en la toma de decisiones y en

el reparto del trabajo productivo y reproductivo7) Acceso, gestión y actividades para obtener y conservar recursos públicos8) Redes de intercambio de bienes y servicios entre parientes y no parientes

El instrumento pasó por una etapa de jueceo en la que participaron cinco investigadores de distintas instituciones de educación superior. Después de atender distintas recomendaciones afiné el instrumento y procedí a la aplicación de la encuesta, entre finales de 2014 y principios de 2015, con el apoyo de un equipo integrado por cinco mujeres jóvenes de la comunidad de La Estancia del Carmen. Contar con un equipo integrado por mujeres habitantes de la microrregión representó varias ventajas a la hora de la aplicación de la encuesta. En primer lugar, las integrantes del equipo aportaron varias observaciones a lo largo de la capacitación y durante el piloteo del cuestionario, con lo que se mejoró el instrumento. La disponibilidad de las encuestadoras y su presencia de tiempo completo en la microrregión facilitó el levantamiento de la encuesta de prácticamente el total de las familias, pues se ajustaron a los tiempos de los entrevistados acordando el día y hora para aplicar el cuestionario. Por otro lado, cuando había dudas con la información proporcionada por algún entrevistado, las encuestadoras tuvieron la facilidad de regresar con el participante para reforzar la información. Durante el periodo de levantamiento de la encuesta tuvimos reuniones continuas en las que se revisaron los avances, se plantearon dificultades de la aplicación y en general se platicó sobre la experiencia de cada integrante del equipo durante las entrevistas. La participación de la delegada de La Estancia del Carmen, Emelia Zamora, durante la aplicación de la encuesta fue

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clave. Emelia facilitó la participación de las delegadas de las localidades de Las Cruces, Santa Rosa Tejocote, La Lagunilla y El Pirul, para que ellas hicieran del conocimiento a las familias de las localidades los fines de la encuesta. Por otro lado, el conocimiento de la microrregión por parte del equipo encuestador permitió tomar la decisión de no aplicar la encuesta en la localidad de Las Cañas dado el

A

riesgo que representaba tener un acercamiento con las familias de esa localidad1.

Por su parte, con la aproximación cualitativa profundicé en los cambios en las dinámicas familiares en las últimas tres décadas (1985-2015). La etnografía fue central en mi estudio. Las principales herramientas en que me apoyé fueron la observación y registro en diarios de campo sobre las distintas maneras en que los miembros organizan los trabajos, las entrevistas a profundidad, la coproducción de relatos de vida temáticos y las genealogías.

A lo largo de distintas temporadas de trabajo de campo realicé una serie de entrevistas sobre los cambios en la organización de los trabajos en las familias,

•yvividos por informantes de hasta cuatro generaciones1 2 en algunas familias -­bisabuelos, abuelos, hijos y nietos--, lo que me permitió abordar los cambios en la microrregión durante tres períodos: la época de las haciendas, después del reparto agrario, y entre 1985 y 2015.

Dado mi interés de profundizar en cómo los hombres y las mujeres integrantes de los grupos familiares han interactuado y negociado cotidianamente la organización de los trabajos, así como de conocer y analizar los cambios y continuidades en torno a dicha organización, en especial en las últimas tres décadas, el empleo del enfoque biográfico, en específico los relatos de vida (life stories), resultó muy importante. Tomé en cuenta que la aproximación biográfica implica, como señala Ferrarotti (2011), una relación significativa entre la persona que narra su vida y el investigador, lo que significa que los relatos de vida son coproducidos entre

1Las cinco integrantes del equipo, asi como Emelia Zamora, delegada de La Estancia, coincidieron

en que un acercamiento a las familias de Las Cañas podría representar riesgos ya que se dedican a actividades ilícitas como el robo de ganado, la extracción de recursos naturales protegidos. Desde hace un par de años las familias de esta comunidad han cerrado el libre tránsito a personas ajenas a la comunidad mediante la colocación de cercas y una puerta de acceso que permanececerrada.2 Un perfil de cada entrevistado puede consultarse en el anexo 1.

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narrador y narratario (Mummert, 2012), en ese sentido, coproduje los relatos de vida con distintos miembros de cinco familias a través de una serie de entrevistas cuya duración varió desde una hasta seis horas. Me apoyé en la técnica de la entrevista a profundidad debido a que ésta "se caracteriza por su apertura, flexibilidad y dinamismo, así como por su potencialidad para ofrecer testimonios personales que constituyen una expresión biográfica del individuo.” (Botía-Morillas, 2013:449). De acuerdo con Mallimaci y Giménez (2006), los métodos biográficos permiten describir, analizar e interpretar las experiencias vitales de una persona para comprenderla en su individualidad, como parte de un grupo o de una sociedad. En los relatos de vida, el narrador selecciona y reconstruye las experiencias de su vida que le parecen más importantes. En ese sentido, Bertaux señala que el narrador "no recita su vida sino que reflexiona sobre ella mientras la cuenta.” (Bertaux, 1999:10). Decidí optar por los relatos de vida porque a diferencia de las historias de vida que abarcan toda la existencia memorable del narrador, éstos se centran en experiencias significativas sobre un tema en específico. Aceves (1999) ha señalado que optar por la historia de vida (Life history) en un estudio implica seleccionar un caso único o un número reducido de narradores por la profundidad que requiere abarcar todos los aspectos de la vida del narrador. En cambio, los relatos de vida permiten trabajar con universos de estudio amplios y diversos ya que se centran en aspectos o temas específicos de la vida del narrador. Por otra parte, me apoyé en la técnica que Pujadas (2000) distingue como relatos cruzados, aquellos en que voces distintas convergen o se centran en un mismo tema. Para ello traté de entrevistar a los miembros de las familias seleccionadas por separado --aunque en algunas ocasiones las entrevistas se hicieron con dos o más integrantes de la familia--. Cruzar los relatos de diversos miembros de la familia, cuya posición jerárquica de acuerdo al sexo y generación es diferente, me permitió tener puntos de vista distintos sobre las negociaciones, tensiones, acuerdos y desacuerdos en torno a la organización y reorganización de los trabajos. La mayor parte de los relatos fueron grabados y transcritos. Sin embargo, cuando los entrevistados pidieron no grabar sus

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narraciones, recurrí al registro de notas que más tarde incorporé a mis diarios de campo.

Por otro lado, recurrí a la revisión de documentos --leyes, reglamentos ejidales, reglas de operación de programas públicos-- mediante los cuales aquellos actores no presentes en las interacciones cara a cara influyeron en las dinámicas familiares. También realicé trabajo de revisión de los archivos agrarios de los ejidos con la finalidad de tener elementos para reconstruir los procesos históricos de la microrregión, así como identificar algunos elementos sobre la organización del trabajo antes de la década de 1980. En especial los censos de peticionarios me permitieron un acercamiento a las diversas ocupaciones de los hombres registrados como posibles beneficiarios del reparto agrario.

Ahora bien, el abordaje cualitativo del estudio lo apoyé en dos perspectivas: una longitudinal para captar las transformaciones de las dinámicas familiares y la otra centrada en el actor social. El levantamiento de la encuesta permitió un acercamiento amplio a las dinámicas familiares actuales en la microrregión. Sin embargo no había datos disponibles para años anteriores, por lo que no era posible analizar los cambios en el período de interés. Por otro lado, a partir de los datos recabados con la encuesta no se puede lograr un acercamiento a profundidad para comprender las dinámicas familiares. Con el fin de superar estas limitantes y "dado el carácter fluctuante y movedizo de las dinámicas familiares” (Mummert, 2012:153), recurrí a la perspectiva longitudinal analizando las dinámicas de cinco familias. Esta perspectiva me permitió captar los cambios en las dinámicas vinculados con las variaciones en la estructura y recursos familiares, los reacomodos en las relaciones de género y generacionales en las familias y localidades rurales, así como las interacciones de los miembros con otros actores en distintos dominios sociales. En el caso de la microrregión de Las Cruces, puse

oespecial atención en las últimas tres décadas (1985-20153) debido al importante tránsito de las familias de unas dinámicas cuyo eje era el campo a otras apoyadas

3Algunos productores temporaleros como Elíseo Zamora (14-09-2014) y Salvador Zamora (21-12­

2014) identifican claramente como el punto de quiebra de la ya complicada situación de la actividad agropecuaria entre mediados de la década de 1980 y finales de esa misma década.

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en una diversidad de trabajos que permiten el sustento y la reproducción cotidiana y generacional a las familias.

Como parte de la perspectiva longitudinal, me apoyé en el enfoque del curso de vida que Mummert (1994)4 utilizó para analizar las transformaciones de las estrategias de reproducción social de las familias de Naranja en el Valle de Zacapu, Michoacán. Dicho enfoque se centra tanto en la sincronía como en el desfase o ruptura entre los momentos de transición en las vidas de los individuos con los de la familia de la cual forman parte, articulando el análisis a partir de la compleja interacción entre momentos de transición individual y familiar con determinadas condiciones históricas. El análisis de las transformaciones desde la perspectiva longitudinal lo realicé de dos maneras. Por un lado, abarcando hasta cuatro generaciones de una misma familia -bisabuelos, abuelos, padres, hijos--, lo que permitió captar cómo los integrantes fueron modificando tanto sus fuentes de sustento, como su participación en los trabajos y con ello las dinámicas familiares, así como siguiendo la trayectoria de un mismo integrante poniendo atención en momentos de transición y cómo estos cambios en las vidas individuales modificaron las dinámicas del colectivo. Por otro lado, abordando el proceso de trasformación de la organización de los trabajos en la región abajeña con énfasis en las últimas tres décadas, lo que permitió y facilitó contrastar los cambios que se presentaron a nivel microrregional: 1) la pérdida de la centralidad de la agricultura como eje de las dinámicas familiares entre mediados y finales de la década de 1980; 2) la nueva relación Estado-productores temporaleros con la aplicación de políticas de corte neoliberal desde mediados de la década de 1980; 3) la incorporación de nuevos trabajos a los modos de sustento; 4) la participación de integrantes de las familias en flujos migratorios en busca de ingresos; 5) el surgimiento de dos nuevos tipos de trabajo para las mujeres, el programatizado y el derivado de cargos políticos y sociales; 6) la redistribución del recurso tierra y con ello el surgimiento de nuevos sujetos agrarios a partir de la incorporación de

4 Mummert se apoya en el enfoque de curso de vida desarrollado por Elder (1978) y Hareven (1978).

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los núcleos ejidales a los programas PROCEDE y FANAR desde mediados del 2000 hasta la fecha.

Con el propósito de resaltar que estos cambios no son solo el resultado de fuerzas externas, sino que los miembros de las familias de la microrregión han sido capaces de influir en dichos cambios, por un lado, y de rebasar la idea de que las familias y los grupos domésticos son unidades aisladas de las influencias externas, por otro lado, recurrí a la perspectiva centrada en el actor. De acuerdo con los planteamientos de Mummert (1994) sobre la perspectiva longitudinal, ésta es congruente con la perspectiva centrada en el actor ya que ambas enfatizan en la capacidad de agencia de los actores. Como señala esta autora sobre la perspectiva longitudinal "nos adentra en el proceso mismo de toma de decisiones por parte del grupo familiar. Ofrece la posibilidad de que los mismos protagonistas reconstruyan su trayectoria -tanto los caminos seguidos como los no elegidos- y externen las razones que los motivaron a escoger uno u otro.” (Mummert, 1994:23).

Es importante señalar que en el presente estudio me apoyo en la perspectiva centrada en el actor particularmente en los capítulos cuatro y cinco, donde utilizo la herramienta analítica de la interfaz social. Centro la atención en las interacciones entre los miembros de las familias con aquellos agentes del Estado, que influyeron en la transformación de las dinámicas familiares en las últimas tres décadas: la participación de las mujeres, principalmente madres de familia, en las actividades de gestión para la obtención de recursos de programas asistenciales con los promotores de la Secretaría de Desarrollo Social; la incorporación de mujeres a cargos políticos y sociales promovida por personal de Desarrollo Rural de Guanajuato, A.C. como parte de la estrategia política panista de los polos de desarrollo; la redistribución del recurso tierra entre las familias de la microrregión, con la intervención del técnico agrario de la Procuraduría Agraria, que permitió la creación de nuevos ejidos a partir de la incorporación de núcleos ejidales al PROCEDE y FANAR. Al analizar desde la interfaz social cómo fueron negociadas, modificadas e incorporadas a las dinámicas familiares estas intervenciones, pongo en escena a dichos agentes del Estado que han sido claves en la microrregión.

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Ahora bien, para llevar a cabo el análisis a profundidad de las dinámicas familiares seleccioné a cinco familias heterogéneas entre sí, partiendo de los siguientes criterios: 1) el acceso de la familia a la tierra (ejidatarios, posesionarios, pequeños propietarios o sin tierra); 2) la jefatura de la familia; y 3) la participación en flujos migratorios (con integrantes migrantes y sin integrantes migrantes). Al realizar la selección, la encuesta me permitió reconocer la heterogeneidad de familias en la microrregión a partir de las condiciones materiales y fuentes de sustento a que recurren sus miembros para garantizar la reproducción. Por un lado, la encuesta arrojó un dato que tomé en cuenta para seleccionar a las familias de acuerdo al primer criterio: el 56% de las familias de la microrregión no tenían acceso a la tierra como titulares de los derechos ejidales o certificados parcelarios y el 44% tenía acceso a la tierra con distintas categorías agrarias. Dentro de dichas categorías predominaba la de ejidatario con más del 67%, seguida por la de posesionario con 26.4% y la de pequeño propietario con tan solo un 6.6%. Seleccioné familias que tuvieran acceso a la tierra con diferentes estatus de sujeto agrario: ejidatarios, posesionarios, sin acceso a la tierra. Si bien traté de realizar una selección de familias que representaran las tres formas de relación con la tierra de acuerdo a su estatus agrario, dado el número reducido de familias elegidas para estudiar a profundidad sus dinámicas, la selección respondió también a criterios de relevancia y significancia (Guber, 2004). En ese sentido, otro criterio para seleccionarlas fue que me permitieran mostrar la diversidad de maneras en que las familias resuelven su sustento y reproducción a partir del acceso diferenciado a los recursos que tienen a su alcance. Finalmente, una cuestión de suma importancia en la selección de las familias, fue la disposición de los miembros a participar en la investigación una vez que aclaré con ellos su alcance, así como la autorización para utilizar sus nombres en lugar de pseudónimos en la tesis. Fueron numerosas las entrevistas y las visitas a sus viviendas y espacios de trabajo como las parcelas, corrales, espacios dentro de la vivienda, entre otros. Por otro lado, accedieron a narrar situaciones conflictivas en torno a la organización de sus trabajos, temas que los miembros de las familias normalmente se reservan.

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Perspectiva de análisis regional-microrregional

La comprensión de los procesos de organización y reorganización de los trabajos en las familias rurales resultaría incompleta sin contemplar a la microrregión de Las Cruces como parte de un sistema regional más amplio, el Bajío

j r

guanajuatense5. Asumo que la región conocida como el Bajío, al ser un espacio socialmente construido, es también el espacio apropiado simbólica y funcionalmente por los actores sociales, que a decir de Giménez (2000) corresponde a un territorio bisagra entre los territorios próximos (la comunidad y la microrregión) y los territorios más vastos (Estado-nación y conjuntos supranacionales), o sea, entre los territorios más vividos o identitarios que se caracterizan por el papel primordial de la vivencia y del marco natural inmediato con la posibilidad de desplazamientos frecuentes, a la vez que espacios de sociabilidad cuasi-comunitaria, y los territorios más conceptuales y abstractos que estarían más lejos de la vivencia y de la percepción subjetiva. De esta manera, la región es el territorio que está entre el Estado-nación y la microrregión y comunidad.

De acuerdo con Ruiz y Tarrío (2008) el Bajío guanajuatense se caracteriza por sus extensos y fértiles valles y lomeríos de poca pendiente formados principalmente por tierras negras y profundas, así como por la presencia de pocas sierras, mesetas y lomeríos. El Bajío está presente en 30 de los 46 municipios de Guanajuato y abarca alrededor de 11,000 Km2, aproximadamente el 36% del territorio estatal (ver mapa 1). En su porción norte lo integran los municipios de León, Silao, Irapuato, Salamanca, Santa Cruz de Juventino Rosas, Comonfort y Apaseo el Grande; en su parte central están los municipios de Purísima del Rincón, San Francisco del Rincón, Manuel Doblado, Cuerámaro, Romita, Abasolo, Pueblo Nuevo, Valle de Santiago, Jaral del Progreso, Cortazar, Villagrán, Celaya y Tarimoro; en el sur se extiende en los municipios de Pénjamo, Huanímaro, Yuriria,

5Esta idea la retomo de Salmerón (1989) quien estudia el proceso político y las estructuras de

poder, definiendo como área de estudio la microrregión de Taretan, Michoacán. Salmerón plantea que la comprensión de los procesos que estudia resultaría imposible sin contemplar a la microrregión de Taretan como parte del sistema regional de Uruapan.

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Moroleón, Uriangato, Santiago Maravatío, Salvatierra, Acámbaro, Tarandacuao y Jerécuaro (Ruiz, 2008:50).

Ahora bien, retomando a Zárate6 (1997), concibo el Bajío guanajuatense como un sistema articulado que lejos de constituir una región homogénea, muestra una diversidad y marcados contrastes en su interior. Aunque el Bajío se caracteriza principalmente por sus extensos valles con tierras negras y profundas, dicho sistema regional está integrado tanto por las poblaciones de comunidades y ciudades asentadas en estos fértiles valles como por las poblaciones asentadas en sierras, mesetas y lomeríos adyacentes. Como muchas otras comunidades localizadas en zonas cerriles, las comunidades de la microrregión de Las Cruces se formaron como áreas marginales del Bajío donde se dio el pastoreo y la agricultura de temporal mediante un sistema de aparcería. Al respecto Tutino (2016) ubica que, en el siglo XVIII, "las comunidades de las haciendas y el cultivo se expandieron por todo el Bajío (...) a medida que la minería, la población y la demanda de alimentos aumentaban vertiginosamente (...) el maíz, alimento básico de los pobres, se desplazó a los campos sin riego, frecuentemente en las tierras altas dejadas para el pastoreo” (Tutino, 2016:469-470).

Desde su origen, la microrregión de Las Cruces formó parte de un sistema articulado en una jerarquía de asentamientos, dentro de la cual, sus comunidades eran parte de las zonas altas de pastoreo y cultivos de temporal de las grandes haciendas de San Nicolás y Maravatío. Las familias de aparceros ahí establecidas comenzaron a producir granos básicos como maíz y frijol tanto para garantizar su alimentación como para cubrir con la parte de granos que se les entregaba a los frailes agustinos y carmelitas. Una vez que los frailes introdujeron infraestructura para el riego, las familias de aparceros comenzaron a producir una diversidad de alimentos como garbanzos, habas, chicharos y trigo. Por otro lado, los habitantes de estas comunidades se integraron como peones, más tarde como jornaleros, en los llanos de riego cercanos y, posteriormente, una vez que se introdujeron los caminos asfaltados en la década del 2000 que conectaron a las comunidades de

6 Zárate se apoya en la concepción de Roberts (1980) sobre la región como un territorio de contrastes y diversidad para abordar la región de El Llano Grande en el occidente del país.

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la microrregión con las ciudades de Salvatierra y Celaya, se vincularon aportando mano de obra para las diversas industrias que se fueron estableciendo a lo largo de décadas en el corredor abajeño7.

7 La tardía incorporación de los habitantes a las industrias regionales no significa que antes permanecieran aislados en sus comunidades, de hecho una de las características de las familias ha sido su alta movilidad geográfica desde que se formaron las comunidades en la época de las haciendas. Incluso varias de las familias que fundaron los asentamientos provenían del vecino estado de Michoacán. Por otro lado, desde la revuelta armada de 1910 algunos hombres migraron hacia Estados Unidos en la búsqueda de salarios. Más tarde se incorporaron a los contratos braceros. Además, en las décadas de 1950 y 1960 salieron varias familias de las comunidades de la microrregión para fundar colonias y/o asentarse en las ciudades de Salvatierra y Acámbaro.

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M apa 1: El Bajío guana juatense

Fuente: elaboración propia a partir de cartografía de INEGI e información de Ruiz (2008)

Para delimitar la microrregión de Las Cruces como caso de estudio, tomé en cuenta las consideraciones teóricas de Giménez (2000) sobre la región formada por un haz de microrregiones. Particularmente me apoyé en la idea de que si bien las regiones comparten características que les confieren cierta idea de uniformidad no son homogéneas, sino que están conformadas por un haz de microrregiones con particularidades que las distinguen dentro de ese espacio mayor. Como señala Ruiz (2008), apoyándose en Giménez (2000), el Bajío se caracteriza internamente por una dialéctica de unidad y de diversidad que se manifiesta como un haz de microrregiones.

Al considerar que la microrregión de Las Cruces forma parte del Bajío guanajuatense, el análisis socio-histórico de éste, en especial en las últimas tres décadas, me permitió una mejor comprensión de los procesos de organización y reorganización de los trabajos en las familias rurales. A la vez que es un marco idóneo para investigar a las sociedades rurales, facilita la combinación de los distintos enfoques de las ciencias sociales (Pérez, 1991:8-9). Por otra parte, el análisis regional ayuda a conectar y a entender las dinámicas en escenarios de acción mayores que como factores exógenos están presentes, a la vez que facilita la combinación recíproca con factores endógenos, lo que lleva a considerar que "no todo se puede explicar por el exterior; tampoco por las dinámicas internas únicamente. Una mezcla cruzada de ambos impulsos parece lo más acertado.” (Pérez, 1991:10). En este sentido, el análisis regional del Bajío guanajuatense me permitió reconstruir las condiciones históricas dentro de las cuales los miembros de las familias rurales han modificado sus formas de organización de los trabajos. De esta forma, el análisis regional me facilitó identificar las coincidencias y particularidades de los cambios ocurridos en la microrregión, integrando con ello los niveles regional-microrregional lo que me permitió abordar dichos cambios desde dos perspectivas complementarias.

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Aportes de la investigación

Mi investigación cobra relevancia por tratar una problemática actual sobre la que todavía hay mucho que explorar y conocer. En primer lugar abona a la comprensión de las sociedades rurales en dos sentidos: 1) los cambios y continuidades relacionados con la multiactividad, presente entre las familias rurales desde la época de las haciendas, que adquiere nuevas dimensiones en el sentido de que las actividades agropecuarias dejan de ser el centro de la reproducción familiar y otras actividades productivas que se consideraban complementarias cobran mayor peso, así como la incorporación de nuevos trabajos en las últimas tres décadas --1985-2015--; 2) la comprensión de la familia como un colectivo en el que están presentes los conflictos, tensiones y negociaciones en los procesos de organización y reorganización de los trabajos. En esta arista autoras como Arias (2013) y García y De Oliveira (2011) han señalado que todavía falta conocer más sobre cómo se toman las decisiones y cómo participan en ello las mujeres, explorar los cambios en las tramas de poder y jerarquías, saber cómo se redefinen los compromisos, las obligaciones y los apoyos al interior de las familias. Es precisamente en estos aspectos en los que me adentro al analizar las dinámicas familiares.

Por otro lado, hago un aporte al debate sobre la división sexual del trabajo evidenciando que más que dicha división lo que ha persistido durante décadas es la invisibilización de la participación de las mujeres tanto en los trabajos productivos como en los reproductivos. Muestro que la participación de las mujeres en ambos tipos de trabajos ha estado presente entre las familias rurales desde que se formaron las comunidades y que en las últimas tres décadas --1985­2015-- hay un mayor protagonismo de las mujeres en sus familias y comunidades en torno a la organización y realización de una diversidad de trabajos, incluyendo algunos, como los cargos de representación política y social, que generalmente eran organizados y desempeñados exclusivamente por hombres. Pese a esta nueva presencia, que significa un gran cambio en las sociedades rurales, constato a partir de los hallazgos, la persistencia de una forma de pensar y de actuación patriarcal entre hombres y mujeres de distintas generaciones, quienes no están

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construyendo relaciones basadas en formas más igualitarias de organizar los trabajos.

En cuanto a las contribuciones metodológicas, con la articulación de los enfoques cualitativo y cuantitativo muestro las posibilidades que se abren al romper con el antagonismo existente por definición, complementando e integrando distintas técnicas, utilizando una variedad de datos para realizar el estudio e integrando varias perspectivas para interpretarlos y analizarlos. Lo anterior me permitió abordar la problemática de las dinámicas familiares desde distintas aristas, facilitando el estudio de diferentes niveles de análisis: lo micro y lo macro; lo sincrónico y lo diacrónico; lo subjetivo y lo estructural. Dentro de la integración de perspectivas articulé la propuesta de Mummert (2012) sobre dinámicas familiares con la perspectiva centrada en el actor social. Otra de las contribuciones metodológicas fue adaptar el enfoque centrado en el actor, utilizado por Norman Long y sus seguidores principalmente para estudiar los procesos de cambio relacionados con intervenciones de desarrollo rural, para analizar procesos de cambio social relacionados con las familias rurales, y, sobre todo, poniendo atención en los procesos de negociación que han llevado a cabo los miembros al reorganizar los trabajos.

Contenido de los capítulos

Esta tesis está integrada por cinco capítulos. En el capítulo uno reviso algunos de los enfoques que han abonado a la continua construcción de los conceptos trabajo productivo y trabajo reproductivo ante las transformaciones de las familias y sus interacciones con procesos socioeconómicos, políticos y culturales más amplios. Enseguida hago el planteamiento analítico que guía la construcción de mi argumento. Planteo la complejidad de las dinámicas familiares ligada a las propias fluctuaciones y recursos de la familia, así como a las interacciones de los miembros de la familia con otros actores en distintos dominios sociales. Además, identifico y defino los trabajos implicados en las dinámicas de las familias rurales. Después planteo el análisis desde la perspectiva centrada en el actor social,

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abordo los conceptos clave de dicha perspectiva articulándolos a mi propuesta de análisis sobre los cambios y continuidades en las dinámicas de las familias rurales.

En el capítulo dos, abordo los cambios en la organización de los trabajos de las familias rurales del Bajío guanajuatense. Primero defino y delimito la región del Bajío guanajuatense. En los siguientes cuatro apartados abordo los cambios en la organización de los trabajos en las familias rurales poniendo atención en cuatro grandes etapas: la hacienda, el reparto agrario, el crecimiento de la agroindustria y la diversificación de fuentes de ingreso en las últimas tres décadas (1985-2015). A lo largo del capítulo destaco la heterogeneidad social de las familias del Bajío guanajuatense, las diversas fuentes de sustento, los distintos tipos de trabajo y de recursos a los que tienen acceso, así como los cambios importantes en el escenario regional que han influido en las dinámicas de las familias rurales.

En el capítulo tres hago un acercamiento amplio a los cambios y continuidades en las distintas maneras en que los integrantes de las familias de la microrregión de Las Cruces han organizado y reorganizado los trabajos que les han permitido garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional. Considerando que el espacio local es un ámbito privilegiado para captar las posibilidades que influyen en las dinámicas familiares (De Oliveira y Salles, 1989), primero presento la microrregión de Las Cruces como caso de estudio. Enseguida abordo las dinámicas familiares durante la hacienda y los cambios después del reparto agrario con la intención de tener un punto de partida para profundizar en el análisis de las dinámicas familiares en las tres últimas décadas (1985-2015).

En el capítulo cuatro analizo los procesos de organización y reorganización de los trabajos realizados por los integrantes de las familias. Describo y analizo los cambios y continuidades en la organización de los trabajos articulados a las dinámicas familiares en las últimas tres décadas, centrándome en cinco familias: 1) familia de ejidatarios; 2) familia de posesionarios; 3) familia encabezada por una mujer; 4) familia con integrantes migrantes; y, 5) familia sin tierra. Profundizo en los cambios de cada familia detallando el reparto de los trabajos entre los

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integrantes, así como la incorporación de nuevas actividades como las de gestión de recursos de programas públicos y de cargos políticos y sociales en los que se han involucrado en los últimos años cada vez más las mujeres madres de familia. Después hago un análisis comparativo sobre los cambios en las dinámicas familiares. En una tercera parte abordo las imbricaciones entre dominios sociales diferentes atravesados por arenas específicas donde se libran las batallas relacionadas con la organización y reorganización de los trabajos de las familias. Para ello, presento tres situaciones de interfase en donde interaccionan algunos de los integrantes de las familias en cuyas dinámicas profundizo.

En el capítulo cinco muestro que la organización y reorganización de los trabajos involucra complejas interacciones entre los integrantes de las familias, en las que se dan procesos de negociación, distintos arreglos, así como conflictos. Destaco que en las familias hay jerarquías de poder y un reparto desigual de los recursos. Pero también que hay negociaciones cotidianas que están llevando a cuestionar y redefinir dichas jerarquías, así como a redistribuir los recursos. Para explorar las distintas maneras cómo los integrantes de las familias ejercen poder me apoyo en la perspectiva centrada en el actor social. Dicha perspectiva permite un análisis dinámico que comienza por no aceptar el argumento de que ambos tipos de trabajo se asignan socialmente de acuerdo a un criterio de género. Aunque es indiscutible que las ideologías de género influyen en la organización de los trabajos, muestro que en Las Cruces algunas mujeres están traspasando dominios sociales que hasta hace poco fueron construidos culturalmente como exclusivos de los hombres. Cierro el capítulo abordando la persistencia de una ideología patriarcal que permea las relaciones entre hombres y mujeres de distintas generaciones en torno a la organización de los trabajos familiares.

En las conclusiones resalto lo que considero han sido los hallazgos de mayor relevancia de la investigación. En primer lugar, discuto ciertas convenciones sociales que pesan sobre hombres y mujeres acerca del tipo de trabajo que a cada uno le corresponde. Muestro que sobre todo las mujeres han desafiado dichas convenciones saliendo del dominio doméstico para interactuar en otros donde antes no lo hacían. Su incorporación al mercado de trabajo, a los flujos

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migratorios laborales y a los cargos de representación política y social locales (incluyendo a las organizaciones ejidales), sin duda han modificado la organización de los trabajos de las familias. Por otro lado, discuto los cambios en las familias con acceso a la tierra cuyo eje de la reproducción eran las actividades agropecuarias y que perdieron terreno ante otras actividades generadoras de ingreso que antes eran consideradas como complementarias. Por último, resalto la persistencia en la desigualdad en el reparto de los trabajos entre los miembros de las familias, enfatizando la sobrecarga de trabajo en las mujeres que, a pesar de incorporarse al mercado de trabajo remunerado, dedicarse al trabajo en las parcelas, ocupar cargos de representación políticos y sociales y realizar los trabajos programatizados, siguen siendo responsables y realizan la mayor parte de los trabajos de la reproducción en el ámbito doméstico. Finalizo planteando nuevos retos de investigación.

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CAPÍTULO 1. DE LA DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO A LAS DINÁMICAS FAMILIARES: ALGUNAS REFLEXIONES TEÓRICAS

Introducción

Las distintas maneras en que los integrantes de la familia organizan sus trabajos han sido objeto de estudio desde hace varias décadas en diversas disciplinas. Este capítulo lo divido en dos partes. En la primera reviso algunos de los enfoques que han abonado a la continua construcción de los conceptos trabajo productivo y trabajo reproductivo ante las transformaciones de las familias y sus interacciones

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con procesos socioeconómicos, políticos y culturales más amplios1. Comienzo discutiendo los aportes que se hicieron a partir de la década de 1970 desde la economía feminista con la división sexual del trabajo. Después hago una discusión sobre un segundo tipo de acercamiento a la temática del trabajo productivo y reproductivo que en general analiza a los grupos domésticos y las familias como unidades homogéneas y solidarias que actúan de manera colectiva al organizar su producción y reproducción. En esta línea desde la década de 1970, una amplia literatura se ha abocado al análisis de las estrategias familiares y se argumenta que de manera colectiva el grupo doméstico o la familia --según sea la unidad de análisis del autor-- activan los principios de interdependencia y solidaridad familiar desplegando las estrategias que les permiten enfrentar un contexto externo adverso y hostil logrando con ello reproducirse socialmente. Discuto sobre un tercer tipo de acercamiento con el que me identifico y me apoyo para elaborar mi planteamiento analítico de las dinámicas familiares. En éste ya no se concibe a la familia como unidad homogénea y solidaria que actúa al unísono, sino como una en la que hay relaciones de poder basadas en una distribución jerárquica y desigualdad de derechos, recursos y autoridad (Mummert, 2012; Arias,2013). Desde este tipo de acercamiento se cuestiona el concepto de estrategias

familiares o de los hogares pues se argumenta que éste puede enmascarar las

1Abordo a los autores más representativos de las distintas perspectivas tratando de resaltar los

principales argumentos con la intención de dar seguimiento a la manera en que se han ido construyendo y reconstruyendo los conceptos de trabajo productivo y reproductivo, hasta llegar a una concepción dinámica de aquellos trabajos que los integrantes de las familias y grupos domésticos llevan a cabo con el fin de asegurar tanto el sustento como la reproducción cotidiana y generacional.

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relaciones de poder, las resistencias y la desigualdad dentro de los grupos familiares (Wolf, D., 1990). Por otro lado, se aborda la complejidad de las relaciones de poder entre los integrantes de la familia.

En la segunda parte del capítulo hago el planteamiento analítico que guía la construcción de mi argumento. Primero planteo la perspectiva longitudinal que me permite abordar los cambios en las dinámicas familiares en las últimas tres décadas. Lo que propongo es analizar a partir de un enfoque generacional dichos cambios dando seguimiento a las trayectorias de los integrantes de la familia como parte de un colectivo, por un lado, y siguiendo la trayectoria de un mismo integrante enfatizando los eventos clave que han llevado a una reorganización de las dinámicas en su familia. Después planteo el análisis desde la perspectiva centrada en el actor social, abordo los conceptos clave de dicha perspectiva articulándolos a mi propuesta de análisis sobre los cambios en las dinámicas de las familias rurales.

1.1 Perspectivas teóricas sobre trabajo productivo y reproductivo

La división sexual del trabajo

En las discusiones de la economía feminista desde la década de 1960 hasta la de 1980 se sostuvieron intensos debates sobre la asignación social de los trabajos productivo y reproductivo. Había dos posturas entre las teóricas marxistas. Por un lado, autoras como Gardiner (1980) sostenían que el capital era el responsable de la asignación social de la mujer al trabajo doméstico en el ámbito privado de la vida familiar. El trabajo doméstico era necesario para mantener y reproducir la fuerza de trabajo que alimentaba al sistema capitalista. Para la mujer mantenerse en el ámbito doméstico significaba someterse a la dependencia económica respecto de su marido y fuera de la esfera pública. Desde esta postura se argumentaba que el capitalismo había creado la división sexual del trabajo al trasladar al ámbito del hogar las actividades referentes al cuidado y la reproducción.

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Weinbaum y Bridges (1980) por su parte, abordaron el consumo como otro trabajo a cargo de las mujeres. Lo que argumentaban estas autoras era que, si bien las mujeres no eran trabajadoras asalariadas, se relacionaban directamente con el mercado al adquirir bienes y servicios lo que también significaba trabajo. Las amas de casa, de acuerdo a Weinbaum y Bridges (1980), tenían que acomodar sus horarios de atención a los integrantes de la familia y al trabajo doméstico, con los horarios establecidos en otra parte donde adquirían bienes y servicios. Las amas de casa tenían que lidiar con horarios que no estaban coordinados entre sí. El trabajo de consumo, sostenían estas autoras, se hallaba estructurado por el Estado y por el capital, y era un trabajo enajenante y agobiante para las amas de casa.

Otras autoras como Eisenstein (1980) y Hartmann (1980) fueron más allá argumentando que la reclusión de las mujeres al ámbito privado y familiar tenía su explicación en la interdependencia entre capitalismo y patriarcado. Para autoras como Hartmann (1980) el capitalismo era relativamente reciente "mientras que el patriarcado, la relación jerárquica entre hombres y mujeres en que los hombres dominan y las mujeres están subordinadas, era muy antiguo.” (Hartmann, 1980:186-187). Para Hartmann antes del capitalismo "se estableció un sistema patriarcal en el que los varones controlaban el trabajo de las mujeres y los niños de la familia, y al hacerlo los hombres aprendieron las técnicas de la organización y el control jerárquicos.” (Hartmann, 1980:187). Desde esta postura, la división sexual del trabajo resultante parecía haber sido universal. El capitalismo y el patriarcado eran dos sistemas engranados que mantenían a las mujeres realizando trabajos domésticos lo que debilitaba su posición en el mercado de trabajo, mientras que los hombres disfrutaban de los salarios más altos y eludían el trabajo doméstico.

Benería (1981) también adoptó esta postura sobre la subordinación de la mujer a diferentes niveles sociales. Sin embargo, para esta autora dicha subordinación se manifestaba en distintas sociedades con una gran variedad de formas y diferentes grados de intensidad. Benería argumentó que solamente la reproducción biológica estaba inevitablemente ligada a la función reproductiva de la mujer. A pesar de

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ello, todas las sociedades habían asignado a la mujer otros dos aspectos fundamentales de la reproducción de la fuerza de trabajo: el cuidado de los niños y el complejo de actividades relacionadas con el mantenimiento diario de la fuerza de trabajo en la esfera privada de la unidad doméstica. Una observación importante realizada por esta autora, con respecto a las economías de las familias rurales, fue que había un alto grado de integración entre el trabajo doméstico y las actividades de la mujer fuera de la vivienda. Las contribuciones de la mujer a menudo eran disfrazadas como una extensión del trabajo doméstico y, sin embargo, su participación era importante para la producción social de valores de uso y de cambio a través del trabajo agrícola y ganadero, la comercialización de productos, así como del trabajo asalariado. Por otro lado, abordando como ejemplo "una división sexual del trabajo típica en el México rural”, mostró la existencia de una división jerárquica del trabajo según la pertenencia a determinada clase rural y la edad de la mujer, aunque en todos los casos había una "subordinación de las actividades de la mujer a las del hombre” (Benería, 1981: 63).

Desde sus abordajes las teóricas marxistas contribuyeron de manera importante para esclarecer las interacciones entre la esfera privada familiar donde se realizaban los trabajos domésticos y la esfera productiva laboral. Dieron relevancia al trabajo reproductivo como objeto de estudio de las ciencias económicas y sociales. Resaltaron la importancia del trabajo doméstico para la reproducción de la fuerza de trabajo, necesaria para el funcionamiento del sistema capitalista. También señalaron la invisibilidad de la aportación de las mujeres al trabajo productivo, disfrazado como una extensión del reproductivo. Por otro lado, pusieron en el reflector las desigualdades entre hombres y mujeres, tanto al interior de la familia como a los distintos niveles sociales.

Sin embargo, al darle demasiado peso a las estructuras sociales sobre la subordinación de la mujer no contemplaron la complejidad de los conflictos al interior de la familia en los que las mujeres y otros integrantes subordinados a la posición dominante del hombre cabeza de familia, pudieran reforzar, cuestionar e

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incluso redefinir las jerarquías mediante negociaciones cotidianas, como es planteado por Mummert (2012).

El trabajo productivo y reproductivo en los enfoques de estrategias familiares

Existe otra perspectiva cuyos autores tienden a concebir a las familias y a los grupos domésticos como unidades homogéneas y solidarias que actúan de manera colectiva al organizar su producción y reproducción. Autores como Sheridan (1991), que se han abocado al análisis de las estrategias familiares2, en general argumentan que de manera colectiva el grupo doméstico o la familia -­según sea la unidad de análisis-- activan los principios de interdependencia y solidaridad familiar desplegando estrategias que les permiten enfrentar un contexto externo adverso y hostil logrando con ello reproducirse socialmente.

La noción de estrategias de sobrevivencia fue propuesta por Duque y Pastrana (1973) para explicar cómo sobrevivían las familias urbanas en condiciones de pobreza en un sector de Santiago de Chile. En los primeros acercamientos, la participación económica de los miembros era la clave para entender la manera en que las familias reordenaban sus funciones al interior y lograban subsistir en un contexto económico desfavorable. Torrado (1981) utilizó el término de estrategias de supervivencia familiar introduciendo la idea de que las unidades familiares tenían comportamientos diferenciados dependiendo de la clase o estrato social al que pertenecían; con ello, las estrategias ya no solamente se referían a las familias de los sectores de población más desfavorecidos. Más tarde la misma autora modificó el planteamiento proponiendo el término de estrategias familiares de vida, superando la restricción de suponer que todos los comportamientos de las familias estaban dirigidos a la mera sobrevivencia (Torrado, 1985). Torrado se esforzó en destacar que las unidades familiares perseguían asegurar su reproducción, pero también trataban de desarrollar prácticas económicas y no

2 Aun cuando la mayoría de los autores de este tipo de acercamiento no explicitan la división del trabajo productivo y reproductivo, las estrategias familiares involucran la articulación de ambos tipos de trabajo. Sheridan (1991) hace explicita la división sexual del trabajo en torno a la reproducción de la fuerza de trabajo.

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económicas indispensables tanto para la existencia de la unidad como para cada uno de los miembros. Sin embargo, en su definición sobre unidad familiar o doméstica quedó claro que concebía a la familia como unidad que actuaba bajo el consenso de sus miembros:

Grupo de personas que interactúan en forma cotidiana, regular y permanente, a fin de asegurar mancomunadamente el logro de los siguientes objetivos: su reproducción biológica, la preservación de su vida; el cumplimiento de todas aquellas prácticas, económicas y no económicas, indispensables para la optimización de sus condiciones materiales y no materiales de existencia. (Torrado, 1985:8).

Como otros autores Torrado adoptó una visión de la familia suponiendo una comunidad que amalgamaba los recursos e intereses de sus miembros. Incluso autores como González de la Rocha (2001), llegaron a plantear que la organización del trabajo productivo y reproductivo en el seno del grupo doméstico era tan efectiva que racionalizaba y adecuaba sus recursos distribuyendo a sus miembros en ocupaciones distintas, incluyendo el envío de mano de obra al mercado de trabajo y la asignación de tareas de la reproducción en el ámbito doméstico. Al final, según los planteamientos de González de la Rocha (2001), la sobrevivencia y la reproducción de los grupos domésticos urbanos en situación de pobreza se lograban asegurar gracias a la capacidad de respuesta a las exigencias del contexto adverso a través de la intensificación del uso de la fuerza de trabajo y del reacomodo en la división del trabajo. Planteamientos como el de Margulis (1988) apuntaban a que los integrantes de la familia, grupo o unidad doméstica compartían de manera solidaria una estrategia de reproducción con el

oobjetivo de lograr la continuidad en el tiempo3.

Al trasladar el enfoque de estrategias a las familias campesinas, se daba una imagen de unidad en la que la familia hacía el intento por optimizar su trabajo utilizando los recursos disponibles, de los cuales el de mayor importancia era la fuerza de trabajo. Así, se crearon fórmulas en las que la cantidad de trabajo disponible, relacionada con ciertas variables demográficas como el tamaño de la

3En esos términos define Margulis el concepto de estrategia de reproducción de la unidad

doméstica en su estudio de Reynosa, Tamaulipas, México.

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familia, la edad y el ciclo de vida familiar, determinaban la capacidad de producción o diversificación en distintas labores productivas para garantizar la sobrevivencia de la familia. Para Salles (1988) la familia campesina desplegaba un complejo conjunto de actividades para garantizar su continuidad social frente a las tendencias impuestas por los macro-procesos. En general, desde las distintas variantes del enfoque de estrategias la familia campesina actuaba sin sobresaltos entre sus integrantes dado que aparentemente todos coincidían en alcanzar su fin máximo: la reproducción cotidiana. Autores como Torres (1985), además de omitir completamente el trabajo reproductivo, dieron por sentado que los integrantes de las familias rurales colaboraban ya fuera en el trabajo agrícola familiar o vendiendo su fuerza de trabajo fuera de la empresa agrícola familiar sin desacuerdos. La reproducción campesina, en el caso estudiado por Torres, dependía del trabajo familiar hacia dentro de la familia como valor de uso y del trabajo hacia afuera como valor de cambio. En otros casos, la unidad familiar campesina desplegaba una serie de estrategias de vida para garantizar su reproducción. Mora (2008) destacaba entre dichas estrategias el uso de la mano de obra familiar, el conocimiento sobre el medio y la integración de múltiples actividades para asegurar el ingreso. En sus planteamientos quedaba implícito que los integrantes que salían a trabajar o apoyaban el trabajo en la unidad familiar no perseguían otro fin que el bienestar de la colectividad.

En esa línea, Pepin y Rendón (1988) se abocaron al análisis de las estrategias de reproducción de los grupos domésticos campesinos poniendo atención en la relación asimétrica entre el mercado y las unidades campesinas, mas no en las relaciones desiguales entre los integrantes de dichos grupos. La base de la reproducción social de los grupos domésticos campesinos se fincaba al final de cuentas en "los principios de interdependencia y solidaridad familiar alrededor de las acciones necesarias para su supervivencia colectiva” (Pepin y Rendón, 1988:110). Las unidades familiares campesinas eran "células primarias de organización social en las que se distribuían y compartían obligaciones, responsabilidades, beneficios, gastos, consumos y riesgos.” (Guzmán, 2006:51).

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Bajo esa idea incuestionable de solidaridad familiar, varios de los autores que adoptaron los enfoques de estrategias perdieron de vista que la organización de los trabajos productivo y reproductivo de la familia rural no ocurría necesariamente en un ambiente de armonía y cooperación recíproca entre sus integrantes. Daban por supuesto que la familia actuaba como una colectividad sin poner atención en que cada familia estaba integrada por individuos diferenciados por sexo y edad con motivaciones y perspectivas diferentes. Villasmil (1998), quien aportó elementos conceptuales sobre el concepto de estrategias, señaló ese vacío recurrente en los estudios que partían del enfoque de estrategias familiares. Entre una serie de limitaciones del uso del concepto de estrategias, destacó como la primera debilidad el no considerar las situaciones potencialmente conflictivas entre los integrantes de los grupos domésticos al poner en práctica sus estrategias de sobrevivencia.

García et al., (1988) también hicieron mención del conflicto presente en la organización del trabajo de los hogares, así como de la existencia de múltiples obstáculos que cada integrante encontraba al interior del hogar y el acceso desigual a los recursos. Pese a sus señalamientos, estos autores no problematizaron sobre los conflictos entre integrantes de las familias relacionados con la organización del trabajo. Bourdieu (1994 y 2011) y después Gutiérrez (1998), quien retomó los planteamientos teóricos del primero sobre la reproducción social de la familia para aplicarlos en el contexto latinoamericano, destacaron la ambigüedad que estaba presente al analizar las estrategias de reproducción social de las familias. Plateaban por un lado, que la familia actuaba como sujeto colectivo al pretender mantener o mejorar su posición en la estructura de las relaciones de clase. Pero, por otro lado, las decisiones, las opciones y los caminos elegidos que tomaban los integrantes de la familia eran producto de las luchas por conservar o transformar las relaciones de fuerza presentes entre ellos.

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La doble presencia de las mujeres en el contexto de la globalización económica

Recientemente autoras como Batthyány (2009, 2010 y 2011) y Flores (2011 y 2014) han retomado el debate de la división sexual del trabajo, pero incorporando ahora la noción de la doble presencia de las mujeres en el ámbito privado familiar y en el público tras su incorporación a los mercados de trabajo remunerado. En sus análisis de datos, provenientes de encuestas sobre el uso del tiempo en países latinoamericanos y específicamente de México, en el caso de Flores, han constatado, por un lado, un cambio en cuanto a la salida de las mujeres madres de familia del ámbito privado familiar para incorporarse a los mercados de trabajo remunerado y, por otro lado, una persistente desigualdad entre hombres y mujeres en cuanto al reparto del trabajo reproductivo que continúa siendo realizado mayormente por estas últimas. El resultado de la combinación entre la incorporación de la mujer al trabajo remunerado y las responsabilidades reproductivas dentro del hogar ha sido una sobrecarga de trabajo (Batthyány, 2009). De acuerdo a Batthyány (2010) dicha sobrecarga de trabajo se expresa en una mayor jornada de trabajo remunerado y no remunerado de las mujeres frente a la de los varones; cuando las mujeres desempeñan un trabajo remunerado en promedio le destinan menos tiempo que los varones debido a la necesidad de atender las responsabilidades domésticas y familiares; las mujeres destinan en promedio más del doble del tiempo semanal que los varones al cuidado de los niños y otros miembros del hogar. Afirmaciones sustentadas en los datos provenientes de encuestas de uso del tiempo de distintos países latinoamericanos.

Flores (2014) hace unas distinciones interesantes a la hora de analizar la doble presencia de las mujeres a partir de datos de La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) en México para los años 2007 y 2009. Flores analiza la distribución del tiempo entre horas que las mujeres dedican al trabajo extradoméstico y horas dedicadas al trabajo reproductivo en el hogar. Lo que Flores encuentra al analizar los datos de la encuesta es que las mujeres que participan en el mercado laboral no se deslindan de las actividades realizadas al interior del hogar. Si bien, las mujeres que pertenecen a la Población

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Económicamente Activa (PEA) destinan menos horas al trabajo reproductivo (3.9 horas en promedio) que aquellas que no pertenecen a esta categoría (5.2 horas en promedio), añadiendo el promedio de horas diarias que le dedican al trabajo extradoméstico (4.7 horas en promedio) se ven expuestas a una sobrecarga de trabajo. Por su parte, las mujeres trabajadoras subordinadas y remuneradas destinan mayor tiempo al trabajo extradoméstico, mientras que aquellas mujeres que trabajan por cuenta propia y trabajan sin pago dedican las mismas horas al trabajo productivo y reproductivo. Lo que resalta Flores (2014) son las diversas formas que la doble presencia femenina en el ámbito público y privado toma de acuerdo a características como la posición en la ocupación, el nivel de ingresos y la posición en la familia.

Lourdes Benería (2006) también abona al debate sobre trabajo productivo y reproductivo retomado recientemente por distintas autoras feministas. Esta autora parte de las transformaciones demográficas y económicas que demandan nuevas coordenadas para comprender la ecuación del trabajo productivo/reproductivo4. Un primer cambio propuesto por Benería es sustituir la distinción inicial de trabajo productivo y reproductivo por trabajo remunerado y no remunerado en respuesta al aumento del ingreso en las familias a través del trabajo reproductivo. Las tareas reproductivas transferidas de la esfera doméstica al mercado son muestra de ello. El cuidado de infantes, la venta de comida, las lavanderías, de acuerdo con Benería son trabajos reproductivos remunerados que contribuyen al mantenimiento de la fuerza de trabajo y a la reproducción social. Como Flores (2014) y Batthyány (2009, 2010 y 2011), Benería resalta la dificultad de las mujeres para conciliar el tiempo cuando desempeñan ambos tipos de trabajo. En particular traslada el debate al sector de la administración pública al proponer la formulación de políticas de conciliación de tiempo encaminadas a una mayor igualdad de género que tomen en cuenta el alto grado de informalización de las

4 Benería fue una de las autoras que durante las décadas de 1960 a 1980 abonaron a la discusión sobre la división sexual del trabajo. En este nuevo trabajo incorpora nuevas propuestas conceptuales para comprender los cambios en las familias, primordialmente la incorporación de la mujer a los mercados de trabajo remunerado.

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economías latinoamericanas, la persistencia de la pobreza y el fenómeno creciente de la emigración.

En el mismo sentido Colinas (2008) plantea la necesidad de políticas conciliatorias tras el incremento en la tasa de participación laboral de las mujeres combinada con la responsabilidad de cubrir los trabajos reproductivos al interior del hogar. Con datos de la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo 2002 (ENUT), Colinas muestra que en promedio las mujeres en México destinan el 76.6% de su tiempo al trabajo doméstico y el 23.3% al trabajo remunerado. En los hombres se invierten los tiempos pues dedican 78.6% al trabajo para el mercado y el 21.4% al doméstico. Mientras los hombres dedican al trabajo doméstico menos de diez horas a la semana, las mujeres destinan en promedio 37. Con estas bases la autora sugiere que es necesario impulsar la corresponsabilidad para lograr una redistribución de las actividades productivas y reproductivas entre hombres y mujeres.

Estas autoras que han retomado el debate de la división sexual del trabajo coinciden en el análisis de la doble presencia de las mujeres en el ámbito público y privado, realizando trabajos tanto productivos como reproductivos, remunerados y no remunerados, así como en la persistente desigualdad entre hombres y mujeres en lo que respecta al reparto de trabajos reproductivos medida a partir del tiempo que destina cada uno de ellos a su realización. Benería (2006) y Colinas (2008) agregan la necesidad de la injerencia del Estado a través de políticas de conciliación entre la vida familiar y laboral que permitan una redistribución más equitativa de actividades en el interior de los hogares.

Análisis de las dinámicas familiares considerando las relaciones de poder

Desde los acercamientos de las autoras feministas que argumentaron que la división sexual del trabajo era producto del patriarcado, se visualizó el poder que ejercían los hombres sobre las mujeres al interior de la familia como absoluto, vertical, unilateral e incuestionable. Sin embargo, de acuerdo con Camarena (2003) la perspectiva de género vino a relativizar esas concepciones y a mostrar la

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complejidad de las relaciones de poder entre hombres y mujeres tanto en el ámbito doméstico como en diferentes espacios sociales.

Desde esta perspectiva se cuestiona, por un lado, la visión de la familia rural como unidad de producción y consumo, donde las estrategias familiares son decididas de manera colectiva, dando una imagen de un colectivo homogéneo y solidario donde reina el consenso. Por el contrario, desde esta perspectiva se concibe a la familia como una colectividad en la que hay relaciones de poder basadas en una distribución jerárquica y desigual de los derechos, recursos y autoridad (Arias, 2009b). Por otro lado, se aborda la complejidad de las relaciones de poder entre los integrantes de la familia partiendo de considerar que estas relaciones son constituidas por una mezcla de intereses y sentimientos de afecto y solidaridad. A diferencia de los acercamientos estructurales de la economía feminista, en la que se asume que el trabajo productivo y reproductivo se asigna socialmente a hombres y mujeres, en este tipo de acercamiento se estudian las dinámicas familiares a través de abordajes cualitativos que permiten un acercamiento profundo.

Entre las autoras que destacan por cuestionar los enfoques de estrategias familiares está Wolf (1990 y 1992). Esta autora hizo una de las críticas más fuertes al enfoque de estrategias familiares señalando que ignoraban completamente los conflictos intrafamiliares, la desigualdad e incluso la explotación, ya que consideraban a la unidad doméstica como aproblemática. Wolf mostró la debilidad de los enfoques de estrategias a partir del ejemplo de mujeres jóvenes javanesas pertenecientes a familias rurales pobres cuyos padres no les permitían salir a trabajar a las fábricas. Los padres sentían que los servicios de sus hijas podrían utilizarse mejor en casa ya sea cuidando a sus hermanos, cocinando, limpiando o trabajando en los campos de arroz. Además, las familias más pobres en las que ambos padres trabajaban no podían darse el lujo de dejar salir a sus hijas pues las necesitaban para realizar el trabajo no remunerado en el hogar. La minoría de mujeres jóvenes que trabajaron en fábricas, contra la voluntad de sus padres, gastaban parte de sus ingresos en bienes de consumo, tales como maquillaje,

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pantalones de moda y perfumes, lujos que las chicas no podían haber adquirido quedándose en casa. Los hallazgos de Wolf revelan las diferencias de intereses y desacuerdos entre los integrantes de la familia rural javanesa evidenciando que a menudo los intereses de las hijas y los padres van en direcciones contrarias. Wolf mostró que el concepto de estrategias de los hogares enmascaraba las relaciones de poder, las resistencias y las desigualdades dentro del hogar.

Por su parte Mummert (2012) concibe al grupo familiar "como una colectividad atravesada por jerarquías de género y generacionales, en las que las relaciones de parentesco son relaciones de poder, pues son constituidas por una mezcla ambigua de intereses y emociones”. (Mummert, 2012:152). Sin embargo, no se queda en el señalamiento de las jerarquías de género y generacionales sino que incorpora una visión dinámica de la convivencia familiar señalando que "dichas jerarquías son reforzadas, cuestionadas y redefinidas mediante negociaciones cotidianas entre los miembros en sus intentos por mantenerse en una posición o reposicionarse, así como entre los miembros y otros sujetos sociales.” (Mummert, 2012:152).

Autoras como Arias (2009b) han abordado las transformaciones en las jerarquías de género y generacionales poniendo de manifiesto la capacidad de agencia de las mujeres para negociar e ir redefiniendo las jerarquías familiares. A partir de la etnografía ha dado cuenta de las transformaciones que las mujeres en el medio rural mexicano han ido logrando en las relaciones y significados familiares y sociales enraizados en modelos de reproducción social cuyos supuestos representaban fuertes y dolorosos desequilibrios de género para las mujeres. Esta autora plantea seis derechos en los que las mujeres han ido avanzando: 1) el derecho al trabajo y el salario; 2) la resistencia contra la residencia patrilocal; 3) el derecho a vivir sólo con su pareja; 4) la lucha contra el control moral; 5) el derecho a la ruptura de las uniones; 6) la ruptura de la imagen del proveedor masculino.

Es desde esta última perspectiva desde donde me posiciono con el fin de abordar las dinámicas desde una visión más compleja de la familia. Lo que propongo es un análisis de las dinámicas considerando a la familia como una colectividad

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atravesada por jerarquías de género y generaciones, poniendo atención en las negociaciones cotidianas y conflictos entre los integrantes que llevan a cuestionar e incluso redefinir dichas jerarquías y resaltando, además, la capacidad de los integrantes de las familias como agentes activos en la remodelación de fuerzas del cambio externo e interno, lo que de acuerdo con Torres (1997) significa que se adaptan y saben conducirse en medio de influencias de campos de significado y acción más amplios. A continuación, abordo el planteamiento sobre la complejidad implicada en los cambios de las dinámicas familiares.

1.2 La complejidad de las dinámicas familiares

Una de las primeras consideraciones de peso para el análisis de las dinámicas familiares es abordarlas desde la complejidad que entraña el perpetuo movimiento en la organización de los trabajos que permiten garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional. Como señala Mummert:

Tratar de comprender las dinámicas familiares (...) es como fotografiar un blanco en movimiento. Las familias se transforman continuamente: crecen y se encogen de tamaño, emprenden constantes negociaciones desde los posicionamientos fluctuantes de sus miembros en jerarquías generacionales y de género, y rectifican el rumbo de sus proyectos de vida individuales y colectivos. (Mummert, 2012:151).

Además de esa naturaleza cambiante de la familia, hay dos cuestiones que abonan a la complejidad de las dinámicas: 1) las relaciones de poder al interior de la familia; 2) la influencia de actores, incluso no presentes, con los que interactúan los miembros de la familia en distintos dominios sociales.

Apoyándome en los elementos conceptuales de la división sexual del trabajo, en un primer momento adopté el concepto de dinámicas productivas y reproductivas, conforme fui profundizando en la investigación surgieron trabajos organizados por los miembros de las familias que no correspondían a las categorías de trabajo productivo y reproductivo. Fue útil adoptar el concepto más amplio de dinámicas familiares, sin embargo, es necesario aclarar que al analizar los cambios y continuidades en las dinámicas familiares me centro en la organización de los

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trabajos que les han permitido a las familias existir. Con dinámicas familiares (en delante DF) me refiero a las distintas maneras en que los integrantes de la familia organizan y reorganizan aquellos trabajos que llevan a cabo con el fin de asegurar tanto el sustento como la reproducción cotidiana y generacional. Estas dinámicas obedecen a la complejidad que entraña el perpetuo movimiento que presenta la organización de los trabajos en relación con la propia naturaleza cambiante de la familia, al acceso a los recursos y a las interacciones de los miembros de las familias en distintos dominios sociales.

j r

Parto de una noción amplia de trabajo5 como aquella actividad que puede tener recompensas intrínsecas a la misma, y que por lo tanto no necesariamente consiste en una actividad pura y exclusivamente instrumental (Noguera, 2002). En ese sentido tomo distancia de la noción sobre trabajo como una actividad productivista que se reduce o se asimila al trabajo pagado, sino que involucra toda una serie de actividades consideradas como informales y/o no mercantiles que permiten el sustento y la reproducción cotidiana y generacional a las familias. En ese sentido, coincido con De la Garza (2010) en superar la visión restringida del concepto de trabajo basada en dos concepciones: el trabajo asalariado desde la visión neoclásica para la cual no existe otro trabajo que el asalariado y la marxista clásica la cual reconoce como trabajo a toda actividad relacionada con la riqueza material de la sociedad, privilegiando al trabajo asalariado. Desde estas nociones no se consideran como trabajo todas las actividades de la reproducción social de la fuerza de trabajo, realizadas por las madres y/o padres de familia para satisfacer las necesidades de alojamiento, alimentación, esparcimiento, cuidado

5La categoría de trabajo queda comprendida en la nocion más amplia de actividad. Harribey

(1998) al comparar los conceptos de trabajo, empleo y actividad, considera a este último como: C'est la notion la plus générale et global qui n'implique pas de jugement sur san ature puis'elle comprend aussi bien les táches de production, les táches domestiques, que les loisirs et les actes de sociabilité. La notion dépasse done bien sür celle d'emploi salarié mais aussi la notion d'activité économique au sens habituel du terme quand on parle de la population dite active. L'activité peut étre poursuivie dans une intention précise, dans un but déterminé, ou bien sans but, ou bien encore sans autre fin qu'elle-méme (Harribey, 1998: 29). La noción de actividad es tan amplia que puede abarcar distintos ámbitos de la vida como el trabajo productivo y el reproductivo, pero también estudiar, cantar, jugar, hacer deporte, hablar, actuar social y políticamente, soñar o incluso estar recostado con los ojos abiertos sin hacer nada (Harribey, 1998 y Neffa, e t al., 2014).

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de los hijos que no tengan un carácter mercantil, es decir, que no sean remuneradas. Tampoco se incluyen las relaciones entre miembros de los grupos domésticos que permiten el intercambio de bienes y servicios bajo una lógica de reciprocidad. Por otro lado, las nociones restringidas del concepto de trabajo dejan fuera las formas de organización del trabajo no mercantiles y de subsistencia como los organizados por las familias que se dedican a las actividades agropecuarias de autoabasto. Se vuelve necesario plantear, como lo hace De la Garza (2010), un concepto ampliado de trabajo que incluya todas las actividades invisibilizadas que son realizadas por personas que incluso son catalogadas en los registros censales como inactivas, como es el caso de las madres de familia que a decir de Fouquet (1998) realizan el trabajo reproductivo socialmente útil, por largas jornadas que llegan a representar aproximadamente hasta setenta horas por semana, sin recibir a cambio ninguna compensación y sin que se reconozca que están desempeñando un trabajo.

Trabajos implicados en las dinámicas familiares

En los análisis apoyados en una organización del trabajo familiar con base a la división sexual del trabajo, solamente se toman en cuenta los trabajos productivo y reproductivo. Generalmente por trabajo productivo se han entendido aquellas actividades ligadas al mercado y que, por lo tanto, se dirigen a producir bienes o servicios destinados al intercambio o acumulación. Su realización es reconocida y valorada económica y socialmente (Colinas, 2008). Autoras como Benería (1981) y Carrasquer et al., (1998) han argumentado que se trata de trabajo remunerado, asociado a la esfera pública y al dominio de los hombres. El trabajo reproductivo por su parte se ha entendido como aquellas actividades mayoritariamente no remuneradas y asociadas a la esfera privada. Éstas tienen como propósito el mantenimiento de la fuerza laboral e incluye actividades cotidianas como trabajo doméstico, quehaceres del hogar, cuidado de hijos, ancianos o enfermos. También se incluyen las actividades orientadas a la transmisión y acceso a recursos económicos y conocimientos de una generación a

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otra (Colinas, 2008). Carrasquer et al., (1998) menciona que suele ser un trabajo llevado a cabo por mujeres que permanece invisible incluso a los ojos de las que lo realizan. La noción de trabajo fantasma acuñada por Illich (1980) me permitió ampliar el alcance del concepto de trabajo reproductivo propuesto por las autoras feministas, además me ayudó a caracterizar toda una serie de actividades e intercambios que no dependían del sector monetario pero que eran cruciales para sostener a las sociedades. Illich (1980) sostenía que el trabajo fantasma era aquel no retribuido pero necesario para transformar mercancías en valor de uso o para transformar valores de uso en mercancía. El trabajo fantasma era el complemento no asalariado del trabajo asalariado. Incluye el trabajo de las amas de casa, así como toda una serie de actividades que no visualizaron en su momento las autoras de la división sexual del trabajo como la compra de víveres y de bienes necesarios para vivir, la transportación de la casa al trabajo, la educación que los padres proporcionan a sus hijos pequeños, el trabajo empleado al aprender a utilizar un automóvil.

Ahora bien, las autoras feministas (Gardiner, 1980; Eisenstein, 1980; Hartmann, 1980; Weinbaum y Bridges, 1980) visibilizaron el trabajo reproductivo al partir de una concepción amplia del concepto de trabajo, sus argumentos sobre la división sexual del trabajo correspondían a familias de sociedades industriales en las décadas de 1960, 1970 y 1980, en las que había una división en la que el trabajo productivo se asignaba a los hombres y el reproductivo a las mujeres. Algunas autoras que trasladaron el análisis de la división sexual del trabajo a las familias rurales matizaron con sus hallazgos la división tajante de los trabajos productivo y reproductivo entre hombres y mujeres (por ejemplo: Benería, 1981 y Margolis, 1979). Sin embargo, perdieron de vista otras formas de organización del trabajo distintas a la capitalista, así como otros trabajos que no encajaban en las categorías de trabajo productivo y reproductivo. Por ejemplo, el trabajo denominado por Illich (1980) como de subsistencia que no es parte del trabajo productivo remunerado ni del trabajo fantasma ya que no se organiza a partir de la lógica del salario. La serie de actividades que desempeñan los miembros de las

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familias que practican la agricultura para autoconsumo es parte de este tipo de trabajo.

Pese a que las nociones de trabajo fantasma y trabajo de subsistencia me permitieron delimitar de mejor manera los trabajos productivo y reproductivo organizados desde distintas lógicas, había una dificultad debido a que el trabajo de subsistencia tal como lo planteó Illich correspondía a familias cuyos integrantes no estaban relacionados con el trabajo asalariado en el sector capitalista. El dinamismo con que los integrantes de las familias rurales entran a los mercados de trabajo asalariado y salen de ellos rebasó las nociones de trabajo fantasma y trabajo de subsistencia propuestas por Illich, por lo que me resultó más adecuado recurrir a las distinciones de trabajo productivo y reproductivo remunerado y no remunerado propuesta por Benería (2006). Por otro lado, la complejidad de las dinámicas familiares demandó elementos teóricos que me permitieran abordar la diversidad de formas en que las familias organizan y reorganizan los trabajos. Así que, de las feministas marxistas adopté la importancia de hacer visible el trabajo reproductivo en especial la contribución de las mujeres quienes son las que realizan de manera preferente este tipo de trabajo. Sin embargo, otros elementos exigieron rebasar las nociones de trabajo productivo y reproductivo. En primer lugar, la organización del trabajo productivo puede no corresponder a la división sexual en la que los hombres son quienes de manera exclusiva desempeñan los trabajos productivos y las mujeres únicamente los reproductivos. En segundo lugar, existen trabajos desempeñados por hombres y mujeres que no pueden explicarse desde ese acercamiento. Por otro lado, fue necesario considerar el carácter dinámico de las familias que implica una reorganización constante de los trabajos de acuerdo a las propias fluctuaciones en los recursos familiares y a las influencias de procesos sociales más amplios. Además, hay que incorporar una serie de distinciones a las nociones apoyadas en la división sexual del trabajo, por ejemplo: puede haber trabajo productivo no pagado y trabajo reproductivo pagado (Benería, 2006). Esto lleva a su vez a destacar que el trabajo reproductivo no necesariamente se realiza en el ámbito de la vivienda y el solar de la familia, sino que hay trabajos de reproducción que son prestados como servicio a personas

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diferentes al grupo familiar y por los cuales se recibe un ingreso monetario (Farah y Pérez, 2004), tal es el caso del trabajo doméstico remunerado. Hay trabajo productivo remunerado que no necesariamente se realiza fuera del ámbito de la vivienda familiar, algunos ejemplos son la elaboración de costura para venta en el domicilio y las actividades comerciales realizadas en algún cuarto de la vivienda.

Esta complejidad requirió precisar qué trabajos, además del productivo y reproductivo, estaban involucrados en las dinámicas familiares. Para comenzar, hay diversas formas de organización de los trabajos que cotidianamente los integrantes de las familias despliegan para garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional. La familia y el grupo doméstico como categorías analíticas son privilegiados para observar los cambios en las dinámicas familiares. En mi estudio, familia alude a una colectividad "constituida a partir de lazos de parentesco... normada por prácticas sociales relativas a la conyugalidad, a la vida en pareja, a la procreación, a la crianza de la prole, a los contactos con la parentela.” (Salles, 1998:278). A diferencia del rasgo definitorio del grupo doméstico que es la co-residencia, los miembros de una familia pueden o no vivir bajo un mismo techo o en un mismo hogar, al no reducirse a la co-residencia el concepto es más amplio, refiere a la parentela, personas que viven en contextos geográficos muy distintos (Salles, 1998:278). De acuerdo con Salles mientras la reproducción del grupo doméstico tiene un espectro restringido al implicar apenas la reposición cotidiana del colectivo de personas que viven bajo un mismo techo, la reproducción de la familia va más allá pues implica a parientes con diferentes grados de cercanía que pueden residir en otras viviendas (Salles, 1998:279). Mi análisis de las dinámicas familiares requiere considerar tanto a la familia como al grupo doméstico. El grupo doméstico porque es una unidad de observación privilegiada para poder acercarse a las dinámicas familiares, a las interacciones cara a cara entre los integrantes de la familia que comparten techo, a las negociaciones, a los conflictos; la familia porque se toma en cuenta a aquellos integrantes que no comparten techo, que no interactúan cara a cara, pero que influyen en las dinámicas familiares. Es decir, en estas familias, la ausencia física de parte de los integrantes pauta la organización de los trabajos. Por otro lado, es

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importante señalar que si bien la reproducción implica un esfuerzo que requiere coordinación por parte de los integrantes de la familia, dicho esfuerzo no siempre se da de manera armónica. Como señala Mummert: "en la mayoría de los grupos familiares existen tensiones, jaloneos e inconformidades que tienen su origen en el reparto de recursos, derechos y obligaciones (Mummert, 1994:23).

Si bien la familia y el grupo doméstico son ámbitos privilegiados para estudiar las dinámicas familiares, existen otras formas de organización de los trabajos vinculadas con dichas dinámicas que involucran acciones colectivas. Por otro lado, hay una serie de trabajos que tratan de ser organizados por los agentes del Estado pero que al ser introducidos a las dinámicas familiares los integrantes de las familias los manipulan y transforman. En ese sentido, una parte importante de organización y reorganización de los trabajos se resuelve en el seno de los grupos domésticos, pero hay conexiones con lógicas de organización a otros niveles como el comunitario, el de los ejidos, la microrregión, así como distintos niveles de la sociedad. Por un lado, las familias de ejidatarios participan en una serie de trabajos colectivos que son organizados desde las estructuras ejidales: la delimitación de las tierras del ejido con cercas de piedra; el manejo de las áreas comunes utilizadas como potreros; el manejo de parcelas escolares. Por otro lado, desde la década de 1990 tanto las familias de ejidatarios como las de sin tierra comenzaron a participar en la introducción de obra pública y servicios. La categoría de trabajo campesino de Linck (1991) me fue útil para subsumir toda una gama de trabajos no remunerados que son organizados por los ejidatarios y que involucran también a familias sin tierra dedicadas a la aparcería. Linck (1991) argumenta que “...el ordenamiento del espacio y la preservación de los ecosistemas, suponen ajustes, compromisos y conflictos, en última instancia, la observación de reglas que dan fe de la existencia de una organización del trabajo coherente en la escala de las sociedades campesinas.” (Linck, 1991:74). Si bien, adopté la noción de Linck de trabajo campesino, al tomar en cuenta que también las familias sin tierra participan en trabajos colectivos no relacionados con los núcleos ejidales, amplié la categoría a trabajo campesino-comunitario.

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También está presente entre las familias rurales una forma de organización del trabajo que involucra el intercambio de trabajo de manera distinta a la lógica del mercado, es aquella resultante de intercambios de recursos relacionados con la producción agrícola entre familias con tierra y sin tierra. Los tratos de aparcería que Robles (2005) agrupa como parte de los tratos agrarios6, me permitió delimitar estas formas de organización del trabajo distinta tanto a la organización campesina del trabajo como a la lógica del mercado. Son formas de acceso a la tierra que no modifican los derechos de propiedad. Los tratos de aparcería involucran un pago por el usufructo de tierra que se determina como una parte o proporción de la cosecha: a medias, al tercio, al cuarto, al quinto o un porcentaje. En ese sentido, estos tratos involucran una serie de intercambios no monetarizados, sino más bien de productos básicos y trabajo. Generalmente los tratos son a la palabra, lo que implica confianza entre las partes (Robles, 2005).

Otros dos tipos de trabajos que tampoco corresponden a las categorías de trabajo productivo y reproductivo son el trabajo programatizado y el trabajo de representación en cargos públicos. El primero comprende todas aquellas actividades de gestión y seguimiento para acceder a los recursos de programas gubernamentales, así como para mantenerse como beneficiarios. Son actividades realizadas tanto por hombres como por mujeres dependiendo el tipo de programa. El segundo involucra una serie de actividades de gestión comunitaria, de observancia del orden y seguridad para los vecinos de la comunidad, de coordinación de esfuerzos para hacer funcionar una diversidad de comités relacionados con distintos rubros de servicios. Son los cargos de delegado ante las administraciones municipales; los comités del agua, escuela, salud; las representaciones en instancias de participación en Consejos Comunitarios y de Polos de Desarrollo; cargos en los comisariados ejidales.

6 Robles define los tratos agrarios como “las relaciones que los sujetos agrarios establecen al interior de los ejidos, comunidades o poblados, que tienen un carácter de un acuerdo, en este caso, entre los ejidatarios o propietarios de la tierra y de éstos con otros individuos al interior de la familia o fuera de ella para poseer o explotar la tierra. Éstos son mecanismos que permiten cierta “reordenación” de la propiedad. Bajo este concepto incluimos: herencia y cesión de tierras, aparcería, renta, préstamo, acuerdo de asamblea y venta de tierras.” (Robles, 2005:27).

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Finalmente, otro trabajo importante para las familias rurales es el relacionado con la construcción y sostenimiento de redes de intercambio de bienes y servicios entre parientes y no parientes. Estas pueden definirse como el conjunto de recursos actuales o potenciales ligados a una red de relaciones externas a la familia de procreación, sin llegar a tomar la forma de un grupo organizado (Rabell y D'Aubeterre, 2009). Hay intercambios importantes para el sustento y la reproducción familiar entre integrantes de las familias que entre otras cosas ayudan a las familias a solventar urgencias, superar eventos críticos, aminorar los costos de la producción agrícola y a mantener los vínculos con parientes y no parientes migrantes. Estos intercambios involucran tanto al trabajo productivo como al reproductivo. Ayudar con trabajo en las actividades agrícolas es un ejemplo del primero y cuidar a los hijos de parientes y no parientes es parte del trabajo reproductivo. En ambos ejemplos no hay una relación laboral ni remuneración alguna, se trata más bien de intercambios que implican reciprocidad.

Son seis tipos de trabajo los que abordo en esta tesis: 1) el trabajo reproductivo; 2) el trabajo productivo; 3) el trabajo campesino-comunitario; 4) el trabajo programatizado; 5) el trabajo de representación en cargos políticos y sociales; 6) el trabajo de construcción y sostenimiento de redes de intercambio de bienes y servicios. Cada uno de los tipos de trabajo integra una serie de actividades que pueden observarse en la tabla 1.

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Tabla 1: Trabajos y actividades implicados en las dinámicas familiares

Tipo de trabajo Actividades que lo conforman

Mantenimiento de la vivienda: limpieza de la vivienda, limpieza de ropa y calzado, planchado de ropa, jardinería, plantar y regar plantas, cuidado de animales domésticos.Atención y cuidado de miembros de la familia: Preparar y servir los alimentos, preparar a los niños para asistir a la escuela, cuidar a los niños pequeños, llevar lonches a la escuela y a la parcela para los trabajadores (padre e hijos), apoyar con las

Trabajo reproductivo remunerado y no remunerado tareas a los hijos que estudian, cuidado de enfermos.Compras de bienes y servicios: realizar las compras de la despensa, ropa y calzado para los miembros de la familia, compra de electrodomésticos, contratación y pago de servicios. Administración del hogar y del gasto: organización de las actividades reproductivas, administración de los ingresos familiares.Actividades agropecuarias familiares sin remuneración. Actividades productivas no remuneradas realizadas en el hogar: producción agropecuaria en el huerto o solar; construcción o arreglos a la vivienda de carpintería, albañilería, fontanería, pintura, jardinería.Actividades asalariadas: trabajo en fábrica; albañilería; jornales

Trabajo productivo remunerado y no remunerado en el campo; empleo en comercio o en empresas dedicadas a laprestación de servicios.Actividades remuneradas realizadas en la vivienda propia:maquila a domicilioActividades comerciales por cuenta propia: comercio establecido, ambulante.Actividades organizadas y realizadas colectivamente por familias de ejidatarios y familias sin tierra como la administración de las áreas de uso común en los ejidos; la conservación de caminos;

Trabajo campesino-comunitario delimitación de núcleos agrarios; participación con mano deobra o recursos materiales en la introducción de obra pública y servicios básicos a las comunidades.Actividades de gestión y mantenimiento de los apoyos

Trabajo programatizado públicos: OPORTUNIDADES-PROSPERA; PROCAMPO-PROAGRO;PROGRAMA DE ADULTOS MAYORES, entre otros.Actividades de la delegación municipal: mantener el orden y la seguridad de los vecinos de la comunidad; atención a asuntos relacionados con conflictos entre habitantes de la comunidad. Actividades de los representantes de Consejos de Desarrollo:

Trabajo de cargos de representación política y social demanda y gestión de recursos para la introducción de serviciospara uso colectivo.Actividades de representación en el ejido: administración de bienes y recursos ejidales; mediación en conflictos entre ejidatarios; recaudación de contribuciones y cooperaciones. Actividades organizadas bajo una lógica de reciprocidad:prestar ayudas o apoyos en diversas situaciones como: cuidado de hijos de pariente y no parientes; apoyar en ciertas tareas

Trabajo de construcción y sostenimiento de redes de agropecuarias; brindar apoyo en momentos difíciles a parientesintercambio de bienes y servicios y no parientes; participar en esfuerzos colectivos para

solucionar problemáticas; participar y cooperar en la organización de fiestas religiosas.

Fuente: Elaboración propia a partir de los trabajos de Benería (2006); Carrasquer, Torns, Tejero y Romero (1998); Chadeau, Fouquet y Thélot (1981); Colinas (2008); Lara (2011); Linck (1991); Moser (1995); Rabell y D'Aubeterre (2009).

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Ahora bien, estos trabajos son combinados de distintas maneras por los miembros de las familias para lograr el sustento y la reproducción, lo que constata la pluriactividad7 presente entre las familias rurales propuesta desde la corriente de la nueva ruralidad. Por otro lado, también es preciso resaltar la multiactividad laboral, entendida como el desempeño cotidiano de distintos tipos de trabajos por un mismo integrante de la familia. Autores como Guzmán (2006) han propuesto la multiactividad como una de las estrategias actuales de los miembros de familias rurales. La misma autora junto con León (2008) ponen como ejemplo de la multiactividad entre las familias rurales de Morelos al padre de familia que trabaja su propia tierra sembrando temporal y en los tiempos con menor carga de trabajo se emplea en parcelas vecinas para obtener un jornal. De manera similar hay hijos que participan en los trabajos agrícolas familiares y salen de la comunidad para emplearse en trabajos que les permitan obtener un salario. Por su parte, Díaz et

al., (2012) señalan la multiactividad laboral como uno de los mecanismos de reproducción social de las familias rurales con mayor peso. En el caso que analizan de Nealtican, Puebla, encuentran como ejemplos el del propietario de una parcela que trabaja por cuenta propia, combinando de manera cotidiana su trabajo agrícola con el empleo asalariado en una empresa productora de blocks y por la noche recibe un sueldo por trabajar en un grupo de música o bien trabaja despachando una tienda de abarrotes que instaló en su vivienda. Al igual que los hombres, las mujeres de comunidades rurales desempeñan de manera cotidiana distintos tipos de trabajos. Benería (1981) ejemplifica como la multiactividad más común entre las madres de familia en territorios rurales la imbricación entre las responsabilidades reproductivas con el trabajo en la parcela y/o el desempeño en actividades comerciales. Moser (1995) encuentra que en la actualidad hay madres de familia que alternan cotidianamente trabajos productivos, reproductivos y de gestión de recursos públicos.

7 Gras (2003) define la pluriactividad como la combinación de actividades y ocupaciones agrarias y no agrarias, desempeñadas dentro y fuera de la unidad productiva por los integrantes de las familias.

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Las dinámicas familiares desde los actores sociales

Como señalé en la introducción, con la intención de rebasar la idea de que las familias y los grupos domésticos son unidades aisladas de las influencias

oexternas, recurrí a la perspectiva centrada en el actor social de Norman Long8 para poner en escena a los actores, incluso no presentes en las interacciones cara a cara, que han influido en los cambios de las dinámicas familiares.

La propuesta de Long surge como una alternativa a las limitaciones teóricas y metodológicas de las teorías del desarrollo estructurales apoyadas en el determinismo, linealidad y hegemonía institucional que tendían excluir a los actores, poniendo atención principalmente en las condiciones, contextos y fuerzas impulsoras de la vida social. Long toma distancia de las propuestas estructuralistas que conciben la estructura como una serie de fuerzas o condiciones externas que delimitan o regulan los modos de acción específicos. Su enfoque se centra en "las maneras en que las llamadas "percepciones externas” son mediadas por las estrategias, interpretaciones y compromisos sociales de diferentes actores y de redes actor, generando un patrón multivariado de formas sociales que representan respuestas diferenciales a circunstancias "problemáticas” similares” (Long, 1998:49-50). Long adopta la perspectiva orientada al actor proponiendo explorar cómo los actores sociales se enfrentan en una serie de batallas entrelazadas, por los recursos, significados, y el control y legitimidad institucional (Long, 2007:21).

El punto de partida de la perspectiva es la dificultad de integrar las perspectivas estructurales y las del actor, criticando la incapacidad de los modelos estructuralistas soportados en la teoría de la modernización y la economía política para explicar las flexibilidades, ambigüedades y la naturaleza socialmente

8 La perspectiva teórica centrada en el actor está relacionada principalmente con Norman Long, aunque distintos discípulos formados por él y colegas de la Universidad de Wageningen en Holanda (entre ellos Alberto Arce, Bryan Roberts, Van der Ploeg, Gabriel Torres y Magdalena Villarreal) han contribuido a dicha perspectiva, enfocándose principalmente en estudiar los procesos y prácticas en el desarrollo rural en los que se confrontan los mundos de vida de una multiplicidad de actores involucrados.

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construida y autotransformadora de la vida social. En la perspectiva centrada en el actor, Long enfatiza la capacidad de agencia en relación con las fuerzas estructurales proponiendo que "para comprender el cambio social es necesaria una propuesta más dinámica que enfatice la interacción y determinación mutua de los factores y relaciones "internas” y "externas” y que reconozca el papel central desempeñado por la acción humana y la conciencia” (Long, 2007:42).

Si bien, Long enfatiza la capacidad de agencia de los actores frente a las estructuras sociales, eso no significa que tienda a adoptar un punto de vista voluntarista de la toma de decisiones por parte del actor. Como A. Giddens, Long toma distancia del individualismo metodológico reconociendo que las acciones individuales están influidas por marcos más amplios de significado y acción. En ese sentido, Long intenta equilibrar la relación actor-estructura pues su perspectiva enfatiza la interacción mutua de los factores y relaciones internas y externas para comprender el cambio social (Long, 2007). Para Long, la estructura no se concibe como algo externo a la acción humana, sino que "los diferentes modelos de organización social emergen como resultado de las interacciones, negociaciones y forcejeos sociales que tienen lugar entre varios tipos de actores...” (Long, 2007:43). En ese sentido, se acerca a los planteamientos de Giddens sobre la dualidad de la estructura. Para Giddens "la constitución de los agentes y la de las estructuras no son dos conjuntos de fenómenos dados independientemente, no forman un dualismo, sino que representan una dualidad” (Giddens, 2011:61). Esto es, la estructura no es externa a los individuos, sino que está constituida por ellos mismos a través de su acción y al mismo tiempo la acción social de los actores es constituida en los contextos de la vida cotidiana. En ese sentido, la estructura de acuerdo con Giddens no debe asimilarse a constreñimiento, sino que es a la vez constrictiva y habilitante.

Esta perspectiva teórica tiende a no concebir las estructuras como fuerzas que constriñen o limitan las formas de acción dando como resultado ver al individuo como emanación de las influencias coercitivas de la estructura social. Por otro lado, evita caer en la posición extrema de concebir al individuo como un agente

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libre que crea las realidades sociales en torno suyo, negando con ello la influencia de las instituciones y otras influencias de la vida social.

La perspectiva centrada en el actor social comprende varios conceptos clave, de los cuales el primero es el de agencia. Agencia no denota las intenciones que el actor tiene para hacer cosas, sino su capacidad de hacerlas, por ello la agencia implica poder y de ahí que, como señala A. Giddens (2011), el actor es alguien que ejerce poder. “Esto presupone que ser un actor es ser capaz de desplegar en el fluir de la vida cotidiana un espectro de poderes causales, incluido el poder de influir sobre el desplegado por otros” (Giddens, 2011:51) Un actor siempre ejerce una clase de poder, aun cuando se abstiene de intervenir en ciertas situaciones.

En la perspectiva centrada en el actor el ejercicio de la agencia se expresa en las relaciones sociales por ello es importante hablar de las relaciones de poder. El análisis de las relaciones de poder en la perspectiva centrada en el actor es clave para comprender cómo los actores crean espacios de maniobra para defender sus intereses o enrolar a otros actores en sus proyectos. La noción de poder en esta perspectiva no involucra que un individuo imponga su voluntad sobre otro. Villarreal, una de las discípulas de N. Long, ha argumentado que "el poder no es inherente a una posición, un espacio o una persona; no es poseído por ninguno de los actores y no es un proceso suma-cero en el cual el ejercicio por uno de los actores deje a los demás carentes de éste.” (Villarreal, 2000:17). En ese sentido, en la perspectiva centrada en los actores hay que tomar en cuenta que "Todos los actores ejercen algún tipo de poder, contrapeso o espacios de maniobra, incluso quienes están en posiciones muy subordinadas” (Long, 2007: 50).

Con esa premisa, argumento que los miembros de las familias de la microrregión de Las Cruces influyen en la organización y reorganización de los trabajos. Desde la perspectiva que adopto, aun bajo ciertas convenciones sociales sobre lo que deben hacer hombres y mujeres en relación con el trabajo que influyen en las decisiones de los miembros, no es posible afirmar que los trabajos simplemente se asignan socialmente sino que hay procesos en los que los intereses, los marcos diferenciados de conocimiento, las lógicas de racionalidad diferentes y las

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relaciones de poder desiguales de los integrantes de las familias generan contradicciones o discontinuidades. En ese sentido, adoptar un análisis centrado en el actor implica una ruptura conceptual con la imagen de la familia como un actor colectivo que actúa al unísono. Entre los integrantes de la familia hay discrepancias en valores de acuerdo al sexo y a la generación e intereses individuales que no siempre coinciden con los del colectivo, así como distintas jerarquías de poder. Ahora bien, asumo que los cambios en la organización de los trabajos no son trasformaciones impulsadas por fuerzas estructurales despersonalizadas "sino que implican interacción, competencia, conflicto y negociación entre actores y grupos de actores de origen, ideologías y recursos diferenciados... implican una serie de procesos negociados, continuos y socialmente construidos que involucran actores específicos”(Long, 1998:53). En ese sentido, las transformaciones en las dinámicas de las familias rurales de las que doy cuenta involucran "series complejas de interacciones sociales e interfaces en las que participan actores con mundos de vida9 contrastantes y en ocasiones aparentemente incompatibles” (Long, 1998:53).

Tomando en cuenta que una de las claves de la perspectiva centrada en el actor es considerar que otros actores, incluso no presentes en las interacciones cara a cara, influyen en las dinámicas familiares, recurro a la propuesta de Long de interfaz social. Long la define como: "puntos críticos de intersección entre los mundos de vida, campos sociales o niveles de organización social en donde es más probable localizar discontinuidades sociales, basadas en discrepancias en valores, intereses, conocimiento y poder” (Long, 2007:.445). Para el análisis de la interfaz social los conceptos de campo social, dominio y arena son claves. Dichos conceptos permiten el análisis de "los procesos por los cuales las acciones, deseos y decisiones se enmarcan o contienen en campos más amplios de la acción” (Long, 2007:122). Campo social es entendido por Long como "espacios abiertos compuestos de distribuciones de elementos heterogéneos en

9 Long (2007) define los m undos de vida como mundos sociales vividos y en gran medida dados por supuesto centrados en individuos particulares. Son construidos constantemente por los individuos mediante procesos de reordenamiento y re-evaluación de relaciones y experiencias, incluyen acciones, interacciones y significados, y se identifican con espacios socio-geográficos específicos, así como con historias de vida.

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los que no prevalece un principio ordenador único.”(Long, 2007.:443). Los dominios sociales "representan el sitio de reglas, normas y valores que se convierten en centrales para este proceso de ordenamiento social y para el establecimiento de ciertas reglas pragmáticas de gobernación.” (Long, 2007:443). Familia, Estado, mercado, comunidad son ejemplos de dominios. Los dominios "son centrales para entender cómo se crean y se defienden las fronteras sociales y simbólicas” (Long, 2007:124). Por último, las arenas son espacios en donde se libran las batallas por recursos, demandas, valores, significados y representaciones. Estos sitios de lucha se dan dentro de los dominios y los atraviesan. El concepto de arena es importante dado que "permite identificar a los actores y documentar los temas, recursos y discursos implicados en situaciones particulares de discordancia o disputa.” (Long, 2007:125).

Si bien Long y sus seguidores cercanos como Arce y Villarreal han aplicado el análisis de interfaces a los estudios de programas o proyectos de desarrollo rural considerando como eje del análisis la confrontación de los mundos de vida de distintos actores involucrados, en mi estudio adapto dicho análisis a los procesos de transformación de las dinámicas de las familias rurales, considerando las interconexiones entre sucesos, prácticas y dominios diferentes atravesados por arenas específicas donde se libran las batallas relacionadas con la organización y reorganización de los trabajos de las familias (ver figura 1).

Las arenas específicas donde se libran batallas relacionadas con las dinámicas de las familias de manera sintética pueden agruparse en: arenas de elaboración de políticas dirigidas a las familias del medio rural donde se enfrentan políticos y diseñadores de programas; arenas donde se implementan políticas y programas donde los funcionarios y promotores ejercen a su discreción interpretaciones y aplicaciones de medidas particulares; las arenas donde los ejidatarios (originales, viejos y nuevos), los posesionarios, los avecindados y los sin tierra libran batallas por los recursos, significados, el control y legitimidad institucional; las arenas donde los sacerdotes de las localidades trasmiten las imágenes ideales sobre la familia y el tipo de "rol” que les corresponde desempeñar a hombres, mujeres y padres e hijos; y las arenas de los grupos domésticos en donde los integrantes de

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las familias entran en disputa por los recursos, posiciones jerárquicas, defienden sus valores, significados y representaciones.

Organizaciones ejidales: ejidatarios viejos, nuevos, posesionarios,

reglamentos ejidales/ disputas por acceso a tierra

Figura 1: Dominios vinculados con los cambios en las dinámicas de las familias rurales

Un elemento teórico importante para el análisis de las dinámicas de las familias que tomo de Long (1984), es la influencia de marcos de conocimiento y acción más amplios. Considerando que la cuestión del dominio familiar es fundamental en mi estudio es importante tomar en cuenta las aportaciones que Mummert (2012) hace al proponer la interfaz Estado-nación y familia. Mummert parte del argumento de que el Estado-nación, desglosado en un sinfín de agencias y agentes, tiene una clara presencia al interior de los hogares y en las dinámicas familiares a través de diversas políticas, registros poblacionales y clasificación de ciudadanos y no ciudadanos. En específico las familias que cuentan con diferente estatus

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migratorio son objeto de su atención al analizar a través de la interfaz social la injerencia del Estado-nación en el dominio familiar, así como la manera en que los integrantes de dichas familias "navegan por los intersticios de lasreglamentaciones y aprovechan las oportunidades creadas por estatus ambiguos.” (Mummert, 2012:178). En ese sentido, las decisiones de los integrantes de lasfamilias son influidas por la injerencia del Estado a través de la aplicación depolíticas y programas específicos, así como constreñimientos emanados de leyes y reglamentos que a su vez son interpretadas y manipuladas por los actores para defender sus intereses

Por otro lado, sin poner atención en la tendencia económica global, sobre todo en la transformación de un modelo de acumulación fordista hacia otro más flexible, no se podría entender el "movimiento hacia una mayor informalización yfragmentación económica dentro de las familias/hogares” (Long, 2007:393). Este movimiento hacia la informalización y fragmentación económica se refleja en la incorporación de hombres y mujeres de la microrregión a los mercados de trabajo remunerado, principalmente en destinos migratorios internacionales, pues la mano de obra ha sido clave del proceso de reestructuración productiva que de acuerdo con Ariza y De Oliveira (2001) se caracteriza por el incremento del trabajo de tiempo parcial, el subempleo, la pérdida de la seguridad laboral y la flexibilización laboral. También se refleja en la superposición de espacios de vida y espacios de trabajo de algunos grupos domésticos de Las Cruces cuyas mujeres desempeñan actividades comerciales, elaboran costura por encargo o venden parte de sus alimentos en sus viviendas. De acuerdo con D’Aubeterre (2011) esta superposición de espacios es característico de la economía global postindustrial.

Si bien tomo en cuenta esas interrelaciones, tengo cuidado de no concebir al Estado como un actor poderoso y omnipresente, sino como un dominio que involucra distintas arenas en donde los actores libran batallas. En especial pongo atención en arenas específicas donde los funcionarios y promotores aplican programas y proyectos ejerciendo sus interpretaciones al aterrizarlos. Si bien estos actores influyen en las dinámicas de las familias, retomo la idea de Villarreal con respecto a la injerencia del Estado en ciertos dominios de interacción, pero en

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los que "el control nunca es total, y no puede ser garantizado indefinidamente, sino que es constantemente negociado y restringido” (Villarreal, 1996:62). Eso me lleva a tomar en cuenta la capacidad que tienen los actores de interpretar las reglas en su ventaja y manipular oportunidades (Roberts, 2001).

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CAPITULO 2. LA ORGANIZACIÓN DE LOS TRABAJOS DE LAS FAMILIAS RURALES EN EL BAJÍO GUANAJUATENSE

Introducción

En este capítulo abordo los cambios y continuidades en la organización de los trabajos de las familias rurales del Bajío guanajuatense a partir de que se introdujo en el siglo XVI el capitalismo agrícola ligado estrechamente a una forma de organización social patriarcal. Destaco a lo largo del tiempo la heterogeneidad social de las familias del Bajío guanajuatense, las diversas fuentes de sustento, los distintos tipos de trabajo y de recursos a los que tienen acceso, así como los cambios importantes en el escenario regional que han influido en las dinámicas de las familias rurales. En el primer apartado defino y delimito la región del Bajío guanajuatense. En los siguientes cuatro apartados abordo los cambios y continuidades en la organización de los trabajos en las familias rurales poniendo atención en tres grandes etapas: la hacienda, el reparto agrario, la diversificación de fuentes de sustento, para después profundizar, en el último apartado, en las últimas tres décadas (1985-2015).

2.1 El Bajío guanajuatense

De acuerdo con Wolf (1972), el Bajío tiene su origen durante el siglo XVIII cuando se formó un complejo cultural en base a una afinidad de actividades económicas que giraban en torno a la minería. Geográficamente este autor lo ubico entre León, en el norte del estado de Guanajuato y la capital queretana por el sur. Sin embargo, de acuerdo con este autor, en este espacio interactuaban tanto pobladores de las tierras planas y fértiles como aquellos de sierras adyacentes. González (1980) propuso otra demarcación geográfica a partir del estudio comparativo entre doce ciudades y villas abajeñas ubicadas en los estados de Jalisco, Michoacán, Querétaro y Guanajuato. Las ciudades y villas seleccionadas por González fueron: Guadalajara, San Miguel el Grande, Valladolid, Zamora, Querétaro, Acámbaro, Celaya, Irapuato, Guanajuato, León, Salamanca y Salvatierra. Posteriormente González (1982) delimitó tres Bajíos: el Moreliano, el

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Zamorano y el Guanajuatense. Es en la porción guanajuatense en la que me intereso en el presente trabajo. Ruiz (2008) delimita el Bajío guanajuatense en un área geográfica que abarca 30 de los 46 municipios en Guanajuato, extendiéndose en 11,000 Km2 lo que representa el 36% del territorio estatal. En su porción norte lo integran los municipios de León, Silao, Irapuato, Salamanca, Santa Cruz de Juventino Rosas, Comonfort y Apaseo el Grande; en su parte central están los municipios de Purísima del Rincón, San Francisco del Rincón, Manuel Doblado, Cuerámaro, Romita, Abasolo, Pueblo Nuevo, Valle de Santiago, Jaral del Progreso, Cortazar, Villagrán, Celaya y Tarimoro; en el sur se extiende en los municipios de Pénjamo, Huanímaro, Yuriria, Moroleón, Uriangato, Santiago Maravatío, Salvatierra, Acámbaro, Tarandacuao y Jerécuaro. El Bajío se caracteriza por sus extensos valles y lomeríos de poca pendiente formados principalmente por tierras negras profundas, que, en combinación con un clima templado, han permitido que desde la Colonia la actividad agrícola comercial tenga un peso importante para la sociedad nacional. En el Bajío están asentadas las ciudades más pobladas, urbanizadas e industrializadas, dando forma al denominado corredor industrial de Guanajuato.

Distintos estudiosos (Brading, 1973; Picó, 1997; Tutino, 2016; Ruiz y Tarrío, 2008) han dado cuenta de la heterogeneidad social del Bajío guanajuatense desde su formación. Había familias de hacendados, rancheros, arrendatarios, campesinos medieros, "gañanes” o peones asalariados, prestamistas y comerciantes, que en conjunto dieron impulso a la agricultura comercial en grandes explotaciones. Por otro lado, la integración regional se dio con base a la articulación de una serie de actividades económicas y comerciales en las que distintas poblaciones del Bajío, en conjunto con las sierras y lomeríos adyacentes, formaron un complejo articulado por la minería, la agricultura y la industria (Wolf, 1972). Para el siglo XVIII, la integración regional, estimulada por la actividad minera de la ciudad de Guanajuato, incluía una serie de actividades en microrregiones específicas: la propia ciudad de Guanajuato con la extracción plata; León, la ciudad de los oficios; las haciendas comerciales al occidente; y, la industria de textiles en Querétaro y San Miguel (Tutino, 2016). La diversidad de actividades económicas implicó

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distintas formas de organización del trabajo, incluyendo a las familias dedicadas al trabajo agrícola en las haciendas, que por otro lado compartían la característica de un patriarcado que predominó en las relaciones entre los distintos grupos sociales: empresarios agrarios, administradores de las haciendas y jefes de familia trabajadores.

2.2 La emergencia de una sociedad patriarcal en el Bajío

Tutino (2016) argumenta que las formas de organización del trabajo capitalista fueron introducidas al Bajío por los empresarios desarrolladores de haciendas del siglo XVI en adelante. Estos capitalistas agrarios arrendaban parte de las tierras de sus haciendas y ocupaban a trabajadores dependientes, permanentes y temporales bajo un esquema de mano de obra monetarizada mediante el que buscaban ganancias en una actividad comercial articulada a la minería que a su vez estaba enlazada a la economía mundial. Este surgimiento del capitalismo agrícola en el Bajío vino aparejado de una forma de organización patriarcal tanto en las familias de los hacendados como de los trabajadores pobres.

Se suponía que el hombre era el jefe de las familias productoras y que trabajaba para sostener a su familia, mientras que la esposa y los hijos debían servir y ayudar; tanto en la producción como en los asuntos del hogar. El ideal del patriarcado no suponía que sólo el hombre trabajara; antes bien, el hombre debía encabezar a la familia trabajadora, la cual incorporaba el trabajo de la esposa y los hijos. Se suponía que los patriarcas empresarios y sus administradores debían tratar con los patriarcas productores, los jefes de las familias trabajadoras, mientras que los patriarcas trabajadores debían tener como propósito producir cosechas en el campo, y se suponía que las esposas y los hijos debían trabajar, servir y obedecer. (Tutino, 2016:402).

Así la forma de organización patriarcal pretendía imponer una jerarquía en la que el hombre podía disponer de la fuerza de trabajo de los demás integrantes de la familia siendo, además, el negociador exclusivo con el patriarca empresario y sus administradores. Esta forma de organización patriarcal de acuerdo con Tutino (2016) fue fundamental para la estabilidad social en el Bajío del siglo XVIII, en la medida que los empresarios patriarcas facilitaban a los hombres trabajadores los medios para proveer las necesidades de sus familias lo que les permitía a éstos posicionarse en lo más alto de la jerarquía. A cambio, los patriarcas subordinados

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ponían a disposición del empresario la fuerza de trabajo familiar. Tanto en las haciendas del Bajío guanajuatense como en las de sierras y lomeríos, además del padre, se involucraban en la producción agropecuaria otros miembros de la familia quienes pocas veces recibían ingresos. En las haciendas de Dolores Hidalgo, Sepúlveda (2011) refiere que los trabajadores acasillados además de tener una movilidad limitada, realizaban pesadas tareas con jornadas de trabajo de hasta 14 horas que además requerían la participación de los miembros de la familia del peón.

Las relaciones entre los patriarcas empresarios con las familias se daban de distinta manera. Por un lado, estaban los arrendatarios que pagaban en efectivo al hacendado por el uso de algunas superficies de tierra. Entre ellos también había distinciones según lo establece Tutino (2016): rancheros prósperos, rancheros modestos y arrendatarios pequeños. Entre los arrendatarios había, además, algunas viudas, indígenas otomíes e hispánicos. Los que vivían en los pueblos tenían algunas tierras y el trabajo por jornales en la hacienda era un suplemento para el sustento familiar. Por otro lado, estaban los jornaleros o alquilados por temporada, los sirvientes de la hacienda que tenían una seguridad relativa en el trabajo y los laboríos, indígenas que eran libres de trabajar donde mejor les pareciera, por lo regular vivían y trabajaban en las haciendas donde debían todo lo que recibían por adelantado para cubrir sus necesidades. A excepción de los arrendatarios y los hombres libres de los pueblos que trabajaban por el jornal en temporadas, las familias de trabajadores establecieron con los empresarios agrarios una relación de trabajo obligado a cambio de adelantos: dinero en efectivo, telas y alimentos. Este modelo "fue una de las claves para el control social en las comunidades de las haciendas del Bajío.” (Tutino, 2016:503). Pese a las distinciones entre familias de trabajadores, se observaban rasgos compartidos de una división sexual del trabajo ficticia pues las mujeres participaban tanto en los trabajos reproductivos como en los productivos: "aunque los hombres poseyeran el poder patriarcal, las funciones de las mujeres en la elaboración de telas y la confección de las prendas de vestir, la preparación de los alimentos y la

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crianza de los hijos las hacía fundamentales para la producción familiar.” (Tutino, 2016:495).

Esto quiere decir que, desde el surgimiento del Bajío, los empresarios capitalistas trasladaron el costo de la reproducción de la fuerza de trabajo a las madres de familia, que además de asumir todo el trabajo reproductivo participaban también en el trabajo agrícola. Ahora bien, los hombres pretendían imponer una división sexual del trabajo, como señala Tutino: "Los administradores se aseguraban de que sólo los hombres trabajaran y de que sólo los hombres ganaran un salario y recibieran las telas y raciones de alimentos.” (Tutino, 2016:495). Sin embargo, todos los integrantes de la familia participaban en el trabajo agrícola y otras actividades productivas tanto remuneradas como no remuneradas. El patriarcado se fincaba más en un acaparamiento de los medios de producción y de la fuerza de trabajo familiar por parte de los varones como cabezas de familia que en una división sexual del trabajo. En complicidad con los sacerdotes y hacendados, los hombres trabajadores afianzaron su posición en lo alto de la jerarquía familiar al ser los únicos con quienes el hacendado y los administradores hacían los arreglos de aparcería y arrendamiento de tierras, así como tratos laborales. Esta organización del trabajo familiar predominó en gran medida en el escenario del Bajío mientras se sostuvo la hacienda como forma de organización social y económica en torno a la agricultura comercial.

2.3 La organización del trabajo en las familias rurales durante la hacienda

La mayor parte de las haciendas del Bajío nacieron a finales del siglo XVI y principios del XVII, mediante la distribución de mercedes de sitios de estancia de ganado mayor y menor realizada por los virreyes (Brading, 1973). Entre 1640 y 1940 la hacienda fue la unidad productiva que predominó en el campo mexicano (Leal, 1984 citado por Meyer, 1986). Desde la época colonial hasta después de la Revolución Mexicana, la hacienda y el rancho fueron las formas de organización social y económica que predominaron en el escenario rural del Bajío. Con el dominio de los recursos naturales, de la fuerza de trabajo y de los mercados

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locales-regionales (Nickel, 1996), los hacendados influyeron en la organización del trabajo agrícola de las familias de arrendatarios, aparceros, jornaleros y

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trabajadores "obligados” o peones acasillados1. Sin embargo, había diferencias en las relaciones de trabajo que se establecían entre los hacendados y los jefes de familia. Los gañanes, cuyo número en las haciendas era reducido, tenían salarios y raciones que los colocaban en una situación confortable con respecto a la del trabajador temporal y del arrendatario pequeño que enfrentaba las variaciones del clima; mientras que los jornaleros y los arrimados formaban la clase más baja de la sociedad agrícola (Brading, 1973). Además de las diferencias entre trabajadores agrícolas, existían distintas ocupaciones. En las grandes haciendas surgidas en el Siglo XVI en la porción sur del Bajío, como la de Santiago Maravatío, San José del Carmen y San Nicolás de los Agustinos, que alcanzaron enormes dimensiones bajo la administración de los frailes Carmelitas y Agustinos hasta el Siglo XVIII, había distintas actividades productivas entre los hombres. En los censos de estas haciendas la mayoría de los hombres aparecían como jornaleros, pero existía una diversidad de ocupaciones como la arriería, el comercio, los oficios --artesanos, zapateros, sastres, panaderos--, el trabajo asalariado en las labores de las casas grandes (Rosas y Zapata, 2007). Pese a que en los censos las mujeres eran reportadas sin ninguna ocupación, quedó documentado en los archivos de las haciendas que las esposas de los trabajadores y sus hijos e hijas participaban en el trabajo productivo agropecuario a cargo del padre de familia (Rosas y Zapata, 2007). La multiactividad estaba presente entre las familias de trabajadores. Pese a que en los censos se invisibilizaba una diversidad de trabajos y formas de acceso a la tierra, existían medieros, arrendatarios y pequeños propietarios, que además de tener una parcela exigua, ejercían "uno o varios de los mil oficios que se dan en un campo que está lejos de ser exclusivamente agrícola.” (Meyer, 1986: 488). De esa manera, los arrendatarios y aparceros organizaban la fuerza de trabajo familiar en torno al trabajo agrícola, pero desempeñaban una serie de actividades productivas para complementar su sustento. La arriería, las actividades

1 Rosas y Zapata (2007) refieren que en los censos de las haciendas del sur del Bajío no aparecían entre los trabajadores peones acasillados, sin embargo había una categoría de trabajador que podía corresponder: la de trabajador "obligado”.

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artesanales y el trabajo asalariado estacional eran algunas de las actividades complementarias a las que recurrían las familias de apareceros (Meyer, 1986).

De acuerdo con Meyer (1986) el latifundio tradicional se modificó entre 1880-1890 para dar paso a la compraventa acelerada que fragmentó las grandes haciendas. Los grandes latifundios comenzaron un proceso de fragmentación en propiedades de menor tamaño a partir del siglo XVIII. A partir de entonces, los rancheros que arrendaban tierras excedentes de las haciendas se fueron incrementando en el Bajío (Meyer, 1986), al grado que en lugares como León constituirían una clase media agrícola muy importante que influiría en el curso de la reforma agraria (Brading, 1973). Fue durante el siglo XIX cuando se incrementó aún más la sociedad ranchera en el Bajío a raíz de la venta de haciendas (Arias, 2003). González (1989) señala que los rancheros eran descendientes de los antiguos pobladores y colonos españoles, se solían ubicar sobre todo en las tierras altas dedicadas a la ganadería. Estas sociedades se originaron con el fraccionamiento de las grandes haciendas (Arias, 2003). En cuestión territorial, el término rancho incluía tanto la mediana propiedad como los caseríos asentados al interior de los territorios de las grandes fincas donde habitaban los arrendatarios y aparceros (Sepúlveda, 2011). En otros lugares del Bajío como Irapuato, a finales del siglo XVI había haciendas en las que el número de familias de arrendatarios superaba al de los trabajadores asalariados de la hacienda (Picó, 1997). Por otro lado, la aparcería era una forma de organización de la producción agrícola extendida en el Bajío (Rosas y Zapata, 2007). Eran los llamados por Meyer (1986) campesinos libres que accedían a la tierra a través de la aparcería para evitar el peonaje. Trabajaban tierras marginales y de temporal de las haciendas que destinaban a la producción de maíz para su sustento, mientras que las mejores tierras, las planas y con riego, eran utilizadas para producir cultivos lucrativos como el trigo.

Pese a que las grandes explotaciones agrícolas se fueron fraccionando en el Bajío, persistió una organización de los trabajos familiares bajo un orden patriarcal. Las mujeres de familias que se dedicaban al trabajo agrícola continuaron participando de manera importante como jornaleras y pepenadoras, lo mismo que los hijos desde temprana edad. La aparente división sexual del trabajo

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correspondía más a una especie de nebulosa que invisibilizaba el trabajo de la mujer que a un reparto del trabajo en el que las mujeres realizaban exclusivamente el trabajo reproductivo y los hombres el productivo. Como ha señalado Arias "la contribución de las mujeres al trabajo y los ingresos familiares estaban siempre presentes, pero permanecían invisibles e inmutables a lo largo del tiempo.” (Arias, 2009b:35). Los hallazgos de Tutino refuerzan la importancia de la participación de las mujeres en la economía familiar durante la formación del capitalismo en el Bajío: "Las mujeres intervenían en la economía familiar porque mantenían los jardines, criaban los animales, tejían telas, hacían prendas de vestir y trabajaban en los campos.” (Tutino, 2016: 512).

Si bien la organización del trabajo por los hacendados predominó en el escenario rural del Bajío, hubo otras formas de organización del trabajo experimentadas en microrregiones específicas. Por ejemplo, el estudio de Arias y Durand (1996) en el Bajío occidental, donde se localiza el municipio de San Francisco del Rincón, muestra el escenario de una organización del trabajo a partir del desarrollo de la pequeña industria manufacturera rural durante el Porfiriato. Con la introducción del ferrocarril en 1882 a las cercanías de San Francisco se detonó un cambio que convirtió a este poblado en un centro comercial y manufacturero con influencia en toda la microrregión occidental del Bajío guanajuatense y la porción oriental de los Altos de Jalisco. San Francisco se consolidó como un centro de acopio y embarque ferrocarrilero de cerdos, aves y huevos que se engordaban en las viviendas de los Altos de Jalisco. Pero sin duda la actividad que resultó más favorecida fue el tejido de sombrero de palma a pequeña escala que se venía practicando desde mediados del siglo XIX. Hasta 1800 el tejido de sombrero era sobre todo una actividad masculina realizada en la vivienda y en combinación con las actividades agropecuarias. Los sombreros eran vendidos por los tejedores en almacenes del mismo poblado. Eran trabajadores independientes que vendían su producto a los comerciantes de sombrero. Con la entrada del ferrocarril la actividad comenzó a ganar terreno rápidamente en la vida local. Se incrementaron los comerciantes y surgieron nuevas actividades especializadas que demandaron la participación de otros integrantes de las familias. Si bien, la producción continuó

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realizándose en la vivienda, los ancianos, mujeres y niños se sumaron a las tres nuevas actividades de la hechura de sombrero: el tejido, el planchado y el adorno. Así se incrementaron los ingresos y "cada hogar (...) se transformó en un taller donde toda la familia hacía sombrero.” (Arias y Durand, 1996: 154). Las posibilidades de distribución del sombrero abiertas por el ferrocarril fueron tales que se incrementó la fabricación familiar de sombreros al grado de que se llegó a escasear la mano de obra para el trabajo agrícola (Arias y Durand, 1996). La introducción del ferrocarril a partir de la década de 1880 favoreció y reactivó a la región abajeña. Se abrieron nuevos mercados al interior del país y, por primera vez, a nivel internacional. Por ejemplo, inició la exportación de fresa hacia los estados de Texas, Arizona y Nuevo México en la unión americana (Arias, 1994). Por otro lado, los peones y aparceros comenzaron a utilizar el ferrocarril como transporte para ir a trabajar a las fábricas y campos de los EE.UU. De acuerdo con Ruiz (2008) ya para finales del siglo XIX y principios del siglo XX, los trabajadores del Bajío eran reconocidos en los campos y fábricas de los EE.UU. dado el aporte que hacían con fuerza de trabajo.

2.4 El reparto agrario y el surgimiento de nuevas formas de organización del trabajo en las familias rurales

Con el reparto agrario surgió una sociedad campesina en torno a la organización ejidal del trabajo y a la explotación familiar de la parcela. Las familias campesinas ahora con tierra sustituyeron gradualmente las figuras de los latifundistas, hacendados y rancheros, por las del dirigente agrario de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y el funcionario agrario (Ruiz, 1997:132). La figura del padre de familia como cabeza y proveedor exclusivo fue reforzada por la nueva relación entre el Estado y los nacientes ejidatarios. Los estudios de corte histórico como el de Rosas y Zapata (2012) han constatado que en el Bajío guanajuatense, las mujeres fueron excluidas del reparto de tierra de los ejidos, incluso las viudas quienes eran las únicas que de acuerdo al código agrario tenían el derecho a acceder a la tierra.

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Dado que la legislación agraria exigía la presencia del titular en el ejido para trabajar sus tierras, los jefes de familia, se dedicaban primordialmente a la producción agrícola en la parcela familiar. Sin embargo, aquellos hombres que practicaban la migración estacional hacia Estados Unidos, eran hombres tanto con tierra como sin tierra. Los contratos braceros vigentes entre 1942 y 1962 facilitaron el flujo de migrantes guanajuatenses hacia Estados Unidos. Migrar fue una opción al alcance de los miembros, sobre todo varones, de las familias rurales ante la pérdida de cosechas en los años intermedios de la década de 1940 u otras contingencias como el sacrificio de ganado con la aparición de la fiebre aftosa a mediados de esa misma década (Ruiz, 2008). En municipios del suroeste del Bajío guanajuatense como Huanímaro, la cercanía con los centros de contratación de braceros a partir de la década de 1940, facilitaron la expulsión de varones, tanto de ejidatarios con tierra, hijos de ejidatarios con derechos sucesorios y hombres sin tierra (Cebada y Schmidt, 2011). Lo mismo aconteció en otros ejidos de municipios del Bajío como el de Guadalupe de Rivera en Irapuato, donde la tradición migratoria dio como resultado que en la actualidad prácticamente todas las familias tengan un integrante con experiencia migratoria (Ruiz, 2008). Gracias a que el Bajío se convirtió en el centro nacional de contratación de migrantes braceros y debido a los recurrentes desastres naturales que afectaron las cosechas, así como a la demanda insatisfecha de tierras ejidales, migrar se volvió uno de los medios privilegiados para garantizar el sustento de las familias campesinas abajeñas (Ruiz, 2008). A partir de entonces los miembros de las familias rurales ampliaron la búsqueda de ingresos monetarios fuera de sus comunidades (Arias, 2003).

En los ejidos, mientras que los padres de familia se convirtieron en los beneficiarios directos con el acceso a la tierra como titulares y destinatarios de los apoyos y servicios de las instituciones agrarias, las mujeres continuaron encargándose de las tareas domésticas y de la atención y cuidados de los miembros de la familia. Como antes del reparto agrario sus jornadas de trabajo eran "prolongadas y arduas” (Arias, 2009b: 77). Algunas tareas descritas por Arias (2009b) comenzaban antes del amanecer con la elaboración de los alimentos para

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proporcionarlos a lo largo del día a los trabajadores y a los hijos pequeños, tanto en la vivienda como en la parcela. El acarreo de agua, la limpieza de la vivienda, el mantenimiento del traspatio, la confección de prendas de vestir, la crianza de animales en el corral, eran tareas cotidianas organizadas y realizadas por las mujeres en las familias rurales.

Las mujeres combinaban el trabajo reproductivo con las actividades agropecuarias, con lo que "contribuyeron a la intensificación y viabilidad de la producción agrícola familiar, en especial en las tareas que permitían ahorrar salarios u obtenerlos.” (Arias, 2009b:77). Además, en algunas zonas del Bajío como Irapuato, la introducción y desarrollo de cultivos comerciales, demandaron mano de obra femenina, en especial mujeres jóvenes y solteras, a las que se les pagaban sueldos bajos (Arias, 2003). Ya para mediados de la década de 1940 el cultivo y procesamiento de la fresa permitió la expansión de la modalidad capitalista agroindustrial trasformando "la vieja tradición de participación femenina en las labores del campo, en un trabajo asalariado.” (Ruiz, 2008:70). Fue así que en la etapa que Arias (2009b) ha definido como la era campesina --abarcando las décadas de 1940 a 1960--, lo que caracterizó las trayectorias de algunas mujeres de comunidades rurales en el Bajío que vivían cerca de explotaciones agrícolas comerciales como Irapuato, fue incluir en alguna etapa de su vida el trabajo asalariado en plantaciones comerciales. Se trataba de un trabajo asalariado que "al considerarse algo transitorio en la vida femenina, dejó escasa huella en sus historias personales y en la organización y jerarquía familiar.” (Arias, 2003:31).

Por su parte, los hijos desde pequeños participaban en labores de acuerdo al sexo. Los varones cuidaban de los animales que llevaban a pastar, las niñas apoyaban a la madre en las tareas reproductivas. Ambos colaboraban en el trabajo agropecuario familiar, desempeñando labores de acuerdo a su edad. Al principio realizaban tareas sencillas como quitar la hierba en la milpa, tirar semilla en la siembra. Los varones en cuanto tenían la condición física necesaria para controlar los animales de la yunta, eran entrenados por el padre o hermanos mayores para aprender las tareas del arado. Arias (2009b) calcula que la organización de los trabajos y actividades tanto en las familias de ejidatarios como

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medieros que habitaban en los ejidos, fincada en explotación familiar de la parcela como eje del sustento y la reproducción familiar con otras actividades complementarias para conseguir ingresos, se sostuvo entre las familias rurales del Bajío aproximadamente hasta la década de 1960.

En las sociedades rancheras del Bajío donde predominaba la pequeña propiedad las cosas fueron distintas. Después del reparto agrario había diferencias importantes entre las familias de ejidatarios y las familias de rancheros en el Bajío guanajuatense. Mientras que los ejidatarios adquirieron compromisos de trabajo colectivo junto con las tierras, los rancheros mantuvieron una organización del trabajo individualista. A diferencia de los rancheros identificados por Arias (2003) como descendientes de los antiguos medieros y arrendatarios de ranchos que vivían dispersos en las partes altas de grandes haciendas ganaderas, en el Bajío éstos surgieron antes del reparto agrario cuando la propiedad rural se fraccionó y el número de ranchos se incrementó considerablemente. Los rancheros eran los antiguos aparceros y arrendatarios de tierras de las haciendas tanto de las tierras altas dedicadas a la ganadería como de tierras en los valles abajeños (Rodríguez, 2010). Junto con algunos hacendados lograron mantener la propiedad privada ante el peligro del reparto ejidal a través de la oposición tanto por la vía armada en la Guerra Cristera como por la vía política con el movimiento sinarquista (Ruiz, 2008). En la sociedad ranchera las familias se organizaban de una manera muy distinta a las familias en los ejidos. Sus dinámicas se articulaban en la organización familiar de los trabajos de manera individualista. Las actividades de los hombres rancheros eran la ganadería, la ordeña y la elaboración de quesos, combinadas con una vieja tradición de arriería y con la migración hacia Estados Unidos que desde finales del siglo XIX fue una opción para los rancheros que trabajaron en la construcción del ferrocarril tanto en el lado mexicano como en el estadounidense (Arias, 2003). Migrar temporalmente a Estados Unidos en busca de salarios permitió a los hombres capitalizar sus actividades productivas: invirtieron en tierra, ganado, algún negocio y en la construcción de sus viviendas (Durand, 1994). Por su parte las esposas se quedaban en sus lugares de origen, desarrollando una serie de actividades de las que obtenían ingresos: venta de

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huevo, cría y engorda de especies animales menores; elaboración de textiles y deshilados; elaboración de conservas. Estas actividades generadoras de ingresos al ser realizadas en su propia vivienda permitían a las mujeres organizar y cumplir con sus labores reproductivas. La organización del trabajo en la sociedad ranchera se caracterizó hasta la década de 1960 por una combinación entre la migración masculina y el trabajo local femenino. Existía en la sociedad ranchera "una matriz de división espacial y sexual del trabajo que combinaba, dentro de la familia, el trabajo asalariado y las actividades por cuenta propia: ganadería y ordeñas, ingresos de migrantes, y actividades femeninas domésticas e independientes.” (Arias, 2003:39). Esta forma de organización del trabajo familiar, de acuerdo con Arias, "empezó a resquebrajarse en la década de los setenta y se volvió imparable en los años siguientes.” (Arias, 2003:39).

2.5 La organización del trabajo en las familias rurales del Bajío entre las décadas de 1960 y 1980

Con la reorientación de la política pública hacia el campo, que se inclinó después de la administración de Lázaro Cárdenas a favor de la modernización agrícola, se contrajo el financiamiento a los pequeños productores y el crédito se orientó a los grandes agricultores dedicados a los cultivos comerciales (Hewitt, 2007). En el Bajío, al mismo tiempo que arrancó la modernización capitalista de la agricultura, se excluyó a las familias campesinas de los apoyos gubernamentales (Ruiz, 2008). Durante las décadas de 1950 y 1960 los recursos públicos se concentraron en grandes y medianos propietarios especializados en legumbres y hortalizas, mientras que los campesinos que continuaron dedicándose al cultivo de cereales como maíz y trigo "se debatían en la ruina, aun aquellos que habían modernizado sus unidades productivas” (Ruiz, 2008:72).

En este escenario abajeño, desde finales de la década de 1950 la organización de los trabajos entre las familias rurales del Bajío guanajuatense, se vio influida por la modernización y especialización de la agricultura en productos alimenticios de alta rentabilidad. Desde el Bajío occidental hasta el municipio de Celaya las empresas

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hortícolas demandaron mano de obra tanto masculina como femenina. Empresas con capitales estadounidenses como Campbell's, Del Monte, Gerber, Heinz y otras "contrataban y trasladaban jornaleras y obreras desde lugares cada vez más alejados de los cultivos y empacadoras.” (Arias, 2009b:95). Las compañías agroindustriales de capitales estadounidenses y nacionales, establecidas entre finales de la década de 1950 y principios de 1960 en el Bajío incorporaron mano de obra masculina en las labores agrícolas, y femenina en las procesadoras, congeladoras, enlatadoras y deshidratadoras.

Por otro lado, se introdujo en la década de 1970 la manufactura rural y el trabajo a domicilio. Entre las mujeres surgió una división del trabajo de acuerdo al estado civil: las mujeres solteras se incorporaron al empleo en las fábricas y talleres; las casadas al trabajo a domicilio. En el caso del trabajo a domicilio se trataba de una actividad independiente generadora de ingresos, organizada y pautada por las rutinas domésticas de las mujeres (Arias, 2003). En algunos lugares del Bajío el trabajo a domicilio se extendió a otros integrantes de las familias campesinas. En San Francisco del Rincón, el trabajo a domicilio implicó la participación de mujeres, niños y ancianos, que laboraban en los talleres de sombrero, zapato o muebles para contribuir con ingresos para las familias (Arias, 1998). Este tipo de trabajo se acomodaba para que las mujeres pudieran realizar sus tareas domésticas habituales, sin embargo, sus jornadas de trabajo se alargaban a los horarios nocturnos o fines de semana (Arias, 1998).

En otras partes del Bajío había mujeres que trabajaban en las labores del campo durante la ausencia del marido que migraba temporalmente hacia Estados Unidos. Algunas mujeres de edad avanzada originarias de municipios abajeños como Tarimoro que fueron entrevistadas por Montes de Oca, Molina y Ávalos (2009), recordaron haber trabajado en el campo junto con sus hijos e hijas, además realizaban tareas de recolección de productos del monte y elaboraban alimentos como queso para el comercio local y para el autoconsumo.

Por su parte, algunos padres de familia en las comunidades rurales lograron combinar las actividades agropecuarias con la migración por contrato hasta que

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terminó el Programa Bracero en 1964. En algunos casos la temporada de trabajo en Estados Unidos era muy corta, por ejemplo, Ángel, un ex -bracero de Valle de Santiago citado por Montes de Oca, Molina y Ávalos (2009), trabajaba en el algodón y en el tomate con contratos que duraban dos meses y una vez que regresaba de sus jornadas de trabajo en Estados Unidos se reincorporaba al trabajo en su parcela.

Pese a la situación adversa por la que atravesaban los campesinos, para 1970 en Guanajuato casi la mitad de la población económicamente activa se dedicaba a las actividades agropecuarias (Arias, 2009b). La combinación de la migración temporal hacia Estados Unidos y la agricultura se consolidaron como las actividades que permitieron garantizar el sustento y la reproducción a algunas familias abajeñas. Los varones migraron preferentemente hacia las ciudades del país como la ciudad de México, así como a ciudades de la región en el corredor abajeño (Ruiz, 2008), lo que les permitía volver a la comunidad con frecuencia y cumplir con los compromisos comunitarios. Por otro lado, los hombres articulaban la migración interna con los calendarios agropecuarios y religiosos (Arias, 2009b) y los que migraban hacia Estados Unidos lo hacían de manera temporal, esa modalidad migratoria les favorecía para participar en algunas tareas agrícolas y para mantener su presencia en la comunidad. Como quiera que sea, durante la ausencia del marido, la mujer se quedaba en las comunidades de origen al cuidado de los hijos, padres y suegros y al pendiente de las actividades agropecuarias (Arias, 2009b). En comunidades del Bajío como el ejido San Cristóbal en Huanímaro los ejidatarios establecían arreglos con sus hijos para decidir cuáles hijos migraban a Estados Unidos y cuáles se quedaban a cargo de las actividades agropecuarias, mientras otros ejidatarios dejaban la administración de las actividades agrícolas a su esposa (Cebada y Schmidt, 2011). En este ejido a pesar de la ausencia física el migrante ejidatario tenía una fuerte capacidad de decisión en lo concerniente a la tierra y a las actividades relacionadas con ella.

Ahora bien, en la década de 1970, durante la administración de Luis Echeverría Álvarez, el Estado mexicano buscó reforzar económica y organizativamente el ejido, intentando impulsar empresas agropecuarias para lograr la industrialización

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rural. Con la idea de compactar la estructura ejidal parcelaria y crear modernas unidades de producción se impulsó una estrategia de colectivización de los ejidos (Fritscher, 1989). En esa década, las instituciones agrarias del Estado impulsaron una serie de figuras asociativas en los ejidos, lo que implicó un incremento en el trabajo campesino para los ejidatarios e incluso para las mujeres con la formación de la Unidad Agrícola Industrial para la Mujer (UAIM). Las Sociedades de Producción Rural, las Uniones de Ejidos, las UAIM, las Unidades de Producción y las Asociaciones Rurales de Interés Colectivo (ARIC), se formaron en algunos ejidos abajeños. Ruiz (1991) reportó que todavía en la década de 1990 existían 281 asociaciones relacionadas con el régimen agrario en Guanajuato. Dentro de ellas destacaban por su número las UAIM con 190. Con la creación de las UAIM se intentaba crear fuentes de empleo para las jóvenes campesinas, además de construir un espacio jurídico en los ejidos al dotar las unidades de tierra. La incorporación de mujeres a las UAIM, de acuerdo con Rosas y Zapata (2012) significó trastocar las relaciones de género pues las mujeres que participaron ya no solamente se dedicaban a las tareas reproductivas en el ámbito doméstico. Esto originó conflictos con los propios maridos y los ejidatarios al grado de que algunas mujeres sufrieron de manera constante el sabotaje por parte de los varones sobre las actividades productivas que intentaban impulsar. Por ejemplo, en la UAIM creada en 1981 en el ejido de San Miguel Eménguaro, Salvatierra, los ejidatarios incendiaron un cultivo de nopal perteneciente a las mujeres de la UAIM y un par de años después, destruyeron con machetes algunas cajas de colmenas de un proyecto de apicultura que había sido financiado a las mujeres de la unidad (Rosas y Zapata, 2012). Por otro lado, para las mujeres que se incorporaron a las UAIM se incrementaron las cargas de trabajo. Las mujeres entrevistadas por Rosas y Zapata (2007) en 2006 que pertenecían a las UAIM que continuaban operando en el estado de Guanajuato, señalaron que su jornada diaria de trabajo era de 15.2 horas para desarrollar todas sus actividades reproductivas y productivas.

Otras de las figuras asociativas que cobraron relevancia por sus dimensiones fueron las Uniones de Ejidos y la única ARIC formada en Guanajuato. La ARIC se

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conformó a finales de la década de 1980 en el Distrito de Desarrollo Rural (DDR) 005 con domicilio social en el municipio de Acámbaro, integrando a 46 ejidos con 4,197 ejidatarios y 17 pequeños propietarios (Ruiz, 1991). Con frecuencia estas asociaciones respondían más a los intereses del Estado que a los de los productores por lo que los recursos económicos y materiales se esfumaron en el campo guanajuatense con el paso del tiempo. Así recuerda Cecilio Gutiérrez la manera en que los técnicos promovían las asociaciones de interés colectivo:

En el 87-88 nos tocó constituir aquí en el estado en ese tiempo más de 46 uniones de ejidos y una ARIC, una Asociación de Interés Colectivo, que eran lo que le llamaba el artículo 54 de la Ley General de Crédito Rural, elegibles de crédito. Entonces por ahí tenían que irse todos... Ah pos este me vas a apoyar con esto pero tienes que constituirte en esto.y pos se constituían, pero no les interesaba, por qué Unión de Ejidos, pos bueno porque lo dice el gobierno.Y órale se constituían en lo que el gobierno les decía, no había un interés, ni veían ningún beneficio constituirse porque si les hubiera interesado, sí sería representativo porque a través de la organización pues se pueden obtener muchas cosas, pero no fue así, la prueba está en que de esas cuarenta y tantas que se constituyeron en aquel tiempo, si acaso funciona una o dos. la ARIC era de productores de Tarimoro, Acámbaro y Salvatierra, eran los 3 municipios que constituyeron la ARIC, se les dio un camión de volteo para transportar material, la construcción de las bodegas, ahí están las bodegas ya hasta sin techos, sin láminas, sin puertas. Por qué, porque no había un interés de los mismos productores, sino que era de acá un sentimiento, yo lo manejo como objetivos y metas que nos daban en las instituciones, y eso pos en alguna forma les representaba un voto en las urnas, en los diferentes sexenios. (Cecilio Gutiérrez, 12-08-2016).

A pesar de los intentos por fortalecer las asociaciones en los ejidos y a las restricciones de movilidad que intentaban imponer las leyes agrarias a los ejidatarios, en las décadas de 1970 y 1980 las dinámicas familiares estaban pautadas por la producción agropecuaria y la migración interna e internacional. Este binomio pautó, en algunos lugares del Bajío como Magdalena de Araceo, en Valle de Santiago, una división del trabajo en la que los hombres migraban para obtener ingresos y las mujeres, niños y ancianos de los grupos domésticos se hacían cargo de las actividades agropecuarias en la comunidad de origen (Margolis, 1979). En ese sentido, en las comunidades abajeñas con presencia migrantes fueron las mujeres quienes dieron continuidad a las actividades agropecuarias una vez que los hombres comenzaron a ausentarse de sus comunidades por periodos de tiempo cada vez más largos.

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2.6 Cambios y continuidades en la organización de los trabajos de las familias rurales en las tres últimas décadas (1985-2015)

Desde mediados de la década de 1980 los integrantes de las familias rurales incorporaron nuevos trabajos a sus dinámicas familiares. Por un lado, la explotación familiar de la parcela continuó siendo un elemento importante en las dinámicas familiares, aunque comenzó a transformarse en una actividad esencialmente para el autoconsumo a cargo de las esposas de migrantes o de hombres de edad avanzada que permanecían en las comunidades. En familias de ejidatarios de algunos municipios como Valle de Santiago, donde León et al.,

(2014) estudiaron la relación entre migración y producción agrícola ejidal, eran los hombres de edad avanzada quienes se encargan de organizar la producción agrícola, en varios casos con la participación importante de su esposa. Un hallazgo parecido reportó Juárez (2008) en comunidades de Cortazar como el Huizache, Cañada de Caracheo, La Gavia y Tierra Fría donde los viejos ejidatarios son quienes continúan trabajando la tierra, mientras que sus hijos se van a Estados Unidos. La aparcería y el jornal son actividades para los hombres de las familias rurales que no migran, mientras que el empleo generado por la agroindustria es sobre todo para hombres y mujeres jóvenes bajo esquemas de contratación "flexible, por horas, sin prestaciones, incluso, en condiciones de riesgo.” (Espinosa y Montes de Oca, 2006:9). Por su parte, las madres de fa milia continúan como responsables de las actividades productivas en el ámbito doméstico. En las familias del ejido Guadalupe de Rivera en Irapuato, donde Ruiz (2008) estudió las estrategias campesinas de reproducción social, las mujeres continúan criando gallinas, guajolotes y cerdos, así como cultivando plantas de ornato, medicinales, aromáticas y comestibles en el traspatio.

En algunos municipios del Bajío como Pénjamo la engorda de cerdos ha cobrado peso a partir de la década de 1980. Estas unidades productivas familiares han sido impulsadas por migrantes que residen en Estados Unidos y que se organizan con la familia que se queda en el lugar de origen para dar forma a pequeñas explotaciones que combinan las actividades agrícolas y ganaderas. Chávez (2010) quien ha estudiado la organización familiar en torno a la engorda de cerdos, ha

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encontrado que en San Felipe Chilarillo, por lo general solamente un miembro de la familia se responsabiliza del funcionamiento de la unidad productiva y que además se le asigna un sueldo en dinero o en especie. Para la mayoría de los trabajos agropecuarios en la unidad productiva se contrata mano de obra. Los propietarios pueden ser varios hermanos junto con la madre, el padre o ambos y por lo regular ninguno de los miembros vive en el lugar de la producción, sino que los dueños trabajan y residen de manera independiente, inclusive en Estados Unidos. Con frecuencia el ingreso principal proviene de la actividad agropecuaria y es complementado con las aportaciones de migrantes o de profesionistas si los hay. Esta forma de organización familiar del trabajo analizada por Chávez (2010) es totalmente distinta a la de producción-consumo basada en la unidad doméstica caracterizada por la residencia común de los miembros y el uso exclusivo de la fuerza de trabajo familiar.

Si bien, algunas familias abajeñas han encontrado estrategias viables para continuar apoyando su sustento en las actividades agropecuarias, en la mayoría de las familias campesinas del sector de subsistencia, entrada la década de 1990 las dinámicas familiares no solamente dejaron de estar centradas en las actividades agropecuarias, sino que los integrantes de las familias ampliaron y diversificaron sus fuentes de ingreso no agropecuarios (Arias, 2009b). Para las familias rurales que desplazaron las actividades agropecuarias como eje de sus dinámicas familiares, esto implicó una reorganización importante de los trabajos entre los integrantes de la familia. La actividad favorecida por los varones fue la búsqueda de ingresos monetarios a través de su incorporación a los flujos migratorios hacia Estados Unidos, dándose una intensificación importante a partir de la década de 1990 de la que dan fe las cifras oficiales contenidas en el Programa Especial de Migración Visión 2012 del Gobierno del Estado de Guanajuato. De acuerdo a la información contenida en el programa, durante el período de 1990-2000 Guanajuato destacó como una de la entidades mexicanas con más migrantes a Estados Unidos, observándose que de 1990 a 1995 el 11.9% de los mexicanos que se dirigieron hacia Estados Unidos eran guanajuatenses y en los siguientes cinco años aportó al flujo el 9.8% de los migrantes. La

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intensificación de los flujos migratorios en Guanajuato implicó que para el período de 1997 a 2003 emigraran de manera permanente 237 mil 148 guanajuatenses. Para 2003 se calculaba que en Guanajuato había 386 mil hogares relacionados con la emigración a Estados Unidos lo que representaba el 36.4% de los hogares de la entidad. Con datos de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF) de 1993 a 2005, en el mismo Programa se informa sobre un incremento en el flujo de migrantes laborales a partir del año 2000 estimándose que de 2004 a 2005 cruzaron la frontera hacia Estados Unidos 93 mil 272 guanajuatenses con fines laborales (Gobierno del Estado de Guanajuato, 2009). Los índices de intensidad migratoria calculados por el CONAPO (2012a) colocaron a Guanajuato como la segunda entidad mexicana con más alta intensidad migratoria.

Ahora bien, la intensificación de los flujos migratorios implicó para muchas familias rurales del Bajío guanajuatense una transformación en las dinámicas familiares ya que "en el campo tradicionalmente coincidían el grupo doméstico, la residencia y el lugar de trabajo. Hasta la década de 1960 podría decirse que las actividades y desvelos de hombres y mujeres estaban ancladas en los ámbitos rurales, es decir, la mayoría de la gente vivía, trabajaba, permanecía o regresaba a sus hogares y comunidades.” (Arias, 2009b:263), la movilidad constante de miembros de las familias entre Estados Unidos y sus localidades de origen, dio pauta a conformaciones de grupos domésticos cambiantes. A los grupos domésticos se suman o restan integrantes, algunos de manera más o menos cíclica, otros de manera impredecible. Es así que la reorganización constante de los trabajos se hace más evidente en las familias con miembros migrantes, en muchos casos las mujeres madres de familia han asumido los trabajos y representaciones de sus maridos migrantes, reorganizando sus labores reproductivas con el apoyo de sus hijas o de otras mujeres de la parentela. D'Aubeterre et al., (2003) plantearon incluso la feminización de la vida rural, constatando que las mujeres en localidades rurales con altos índices migratorios de varones, han ocupado espacios que eran monopolizados por los hombres y que, además, las fronteras

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entre tareas y ocupaciones, lugares y tiempos regulados por el sistema de género han tendido a desdibujarse.

De acuerdo con Juárez (2008) los migrantes en el Bajío guanajuatense son principalmente hombres, observando que en los últimos años los indocumentados son cada vez más jóvenes que se pueden ocupar tanto en la agricultura como en la construcción, en el sector secundario o en los servicios. En ejidos de Valle de Santiago, la actividad migratoria es combinada por los hombres con una estrategia de diversificación económica que es la renta de tierras. Por ejemplo, en el ejido de San José de Pantoja en los últimos años los ejidatarios han arrendado casi el 80% de la totalidad de las tierras a pequeños productores (León et al., 2014). Por su parte, algunas mujeres cuyos maridos migraron se quedaron a cargo de las parcelas familiares realizando personalmente algunas de las labores agrícolas y pagando por otras o bien pagando por todo el trabajo. Otras mujeres se movilizaron a los trabajos como jornaleras y obreras en las empacadoras de alimentos. En algunas zonas del Bajío como Irapuato, Arias (1997) constató en la década de 1990 que, frente al deterioro de la condición agraria y agrícola de las familias, las trabajadoras intensificaron su oferta de mano de obra barata. Las mujeres llegaban en grupos numerosos de varios rumbos del Bajío a las empresas de Irapuato como la de Gigante Verde. En las temporadas altas esta empresa ocupaba alrededor de mil doscientas trabajadoras en la empacadora. A diferencia de las primeras décadas en que se instalaron las empresas procesadoras de alimentos en el Bajío, el trabajo asalariado dejó de ser una actividad esporádica en la vida de las mujeres. Las mujeres del campo tanto solteras como casadas "se han convertido en arduas buscadoras de empleo en su entorno regional”. (Arias, 2003:34). La decidida incorporación de las mujeres a los mercados regionales de trabajo asalariado contrasta con su menor movilidad hacia Estados Unidos. La participación de las mujeres del Bajío en los flujos migratorios internacionales se incrementó a partir de la implementación de la Inmigration Reform and Control Act (IRCA) más conocida como la Ley Simpson-Rodino en 1986 (Cebada, 2000). Generalmente las mujeres que se han incorporado a los flujos migratorios lo han hecho cuando el marido consigue la residencia en Estados Unidos y se lleva a la

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familia o cuando una mujer recién casada se va junto con el esposo (Cebada y Schmidt, 2011). Sin embargo, Juárez (2008) ha detectado una tendencia en el Bajío guanajuatense al incremento en las últimas décadas en el número de mujeres solteras y casadas que se suman a los flujos migratorios con motivaciones distintas a la reunificación familiar. En los lugares de destino, las mujeres migrantes se incorporan preferentemente a trabajos reproductivos que generan ingresos como el cuidado de niños, al trabajo doméstico, en empresas de limpieza de oficinas, así como en establecimientos que requieren trabajo femenino: hoteles y restaurantes. Pero también se desempeñan como jornaleras o ingresan a trabajar en maquiladoras, empacadoras de verduras o fábricas de distinto tipo de artículos (Cebada, 2000; Juárez, 2008).

Si bien, migrar a Estados Unidos se ha extendido entre las familias rurales del Bajío guanajuatense hay otras actividades que han implicado la reorganización de los trabajos en las familias. La multiactividad de los miembros de las familias rurales es una característica compartida en las comunidades abajeñas. Así, mientras que la actividad predilecta de los hombres para hacerse de ingresos monetarios ha sido la incorporación a los flujos migratorios, las mujeres de distintas generaciones han participado en una diversidad de trabajos desempeñados en su propia vivienda, en su comunidad o en lugares cercanos a sus comunidades. En municipios como Moroleón e Irapuato se ha extendido entre las mujeres de las familias rurales la combinación de las labores reproductivas con las actividades agropecuarias familiares y la confección de prendas de vestir sea bajo la modalidad de trabajo a domicilio o en fábricas y talleres (Espinosa y Montes de Oca, 2006; Arias, 2009b). En el ejido Guadalupe de Rivera, las familias con grupos domésticos extensos aportan mano de obra femenina --sobre todo jóvenes solteras-- a las maquiladoras de ropa de Irapuato, así como a las agroindustrias de hortalizas y a los comercios (Ruiz, 2008). En San Francisco del Rincón el trabajo a domicilio de las mujeres ha sido una constante desde hace décadas, a finales de la década de 1980 las mujeres de rancherías cercanas tejían muebles de jardín en su domicilio (Arias, 1998). Algunas mujeres han emprendido pequeños negocios de venta de alimentos, costura, golosinas fuera de las

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escuelas, además se desempeñan en distintos oficios: aplican inyecciones, cortan el pelo, arreglan y confecciona ropa como costureras, se dedican al comercio casa por casa ofreciendo productos de catálogo (Espinosa y Montes de Oca, 2006). Por otro lado, en ejidos de Irapuato son principalmente mujeres --madres, esposas, hijas, nueras-- quienes han tomado las riendas de pequeñas tiendas familiares de abarrotes, papelerías, productos de belleza, zapatos (Ruiz, 2008). La demanda de mano de obra femenina para trabajo doméstico en ciudades como Celaya ha movilizado a mujeres, sobre todo jóvenes solteras, de comunidades rurales cercanas (Espinosa, 2009). Las pequeñas localidades rurales de Salvatierra y Apaseo el Alto han aportado manos, sobre todo mujeres jóvenes solteras o madres sin pareja, para el trabajo doméstico en la ciudad de Celaya. La añeja incorporación de mujeres al trabajo doméstico de estas comunidades ha permitido la creación de vínculos para conseguir el empleo en esta urbe abajeña (Espinosa, 2007). En comunidades rurales de Cortazar, Juárez (2008) encontró una diversidad de ocupaciones entre las mujeres, quienes trabajan en talleres de lencería y corsetería instalados en Cañada de Caracheo, San Agustín Culiacán, San Francisco de los León, San Isidro Culiacán y Cortazar; en fábricas de uniformes deportivos ubicadas en la cabecera municipal; en las agroindustrias de Cortazar y Celaya; y, como jornaleras en las explotaciones comerciales de Celaya donde se produce ajo, cebolla y jitomate.

Esta incorporación de las mujeres a los mercados de trabajo asalariado en el Bajío se ha dado sin un cambio en el reparto de las responsabilidades reproductivas entre los integrantes de la familia. Rubalcava y Murillo (2006) constataron en Rincón de Cano, en el municipio de Purísima del Rincón, que incluso en los hogares donde el peso económico recaía en la madre de familia, ésta no era relevada del trabajo doméstico. Por otro lado, Cebada (1997) consideraba que a finales de la década de 1990 seguían vigentes las construcciones sociales en la organización del trabajo de las familias rurales del suroeste de Bajío, destacando la división sexual del trabajo. La autora argumenta que con la migración internacional masculina, en la mujer se acentúa la procreación y el trabajo doméstico y en el hombre el rol de proveedor. Cortés, Vázquez y Zapata (2006) en

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su estudio sobre grupos domésticos y remesas en Gervacio Mendoza y Puerta del Monte, Salvatierra, realizado a mediados de la década 2000, coinciden con Cebada en esta división de trabajos en familias con padres migrantes. Mientras que los varones se consolidan como los proveedores exclusivos, en las esposas se refuerza la idea de cuidadoras de los hijos. Sin embargo, es difícil encontrar esta división del trabajo en todo el Bajío, e incluso en todas las familias de migrantes en comunidades donde hicieron sus estudios estas autoras. En el mismo estudio Cortés, Vázquez y Zapata (2006) entrevistaron a mujeres madres de familia que complementan los ingresos familiares a través de actividades productivas realizadas en el traspatio o bien a través del trabajo doméstico remunerado, el comercio, artículos de tejido o bordado elaborados por ellas mismas. En otras comunidades del Bajío donde se localizan varias empresas agroindustriales las mujeres casadas se han incorporado al trabajo asalariado dejando a cargo de otras mujeres el cuidado de los hijos durante las horas de trabajo. En ese sentido, la división sexual del trabajo no corresponde al reparto tajante en el que a la mujer le corresponde exclusivamente realizar el trabajo reproductivo, pero lo que continúa vigente es la invisibilización de la contribución de las mujeres al gasto familiar. Quizá la característica de la división sexual del trabajo que ha persistido de manera más extendida entre las familias abajeñas es la poca movilidad física de las mujeres casadas. Mientras que las mujeres jóvenes solteras tienen una mayor movilidad física para integrarse al trabajo remunerado e incluso se han incorporado a los flujos migratorios internacionales de manera visible a partir de la década de 1990, las mujeres casadas procuran buscar empleo en lugares relativamente cercanos a sus comunidades donde puedan regresar todos los días para estar al pendiente de los hijos (Espinosa, 2009). Por otro lado, la incorporación de las mujeres a los mercados de trabajo asalariado no se ha dado al mismo tiempo en todas las microrregiones del Bajío. Desde finales de la década de 1950 las mujeres de comunidades rurales cercanas a las agroindustrias de Irapuato y Celaya se incorporaron al trabajo como jornaleras y obreras en las empacadoras (Arias, 2009b). Sin embargo, en algunas comunidades del suroeste del Bajío todavía a mediados de la década de 1990 las mujeres no se

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incorporaban al trabajo agropecuario. A pesar de la escasez de mano de obra masculina, eran los hombres que no migraban quienes solían ocuparse por temporadas como jornaleros en los cultivos de maíz, frijol, sorgo y trigo (Cebada, 1997).

En otros municipios abajeños se han incorporado al trabajo asalariado en fábrica tanto hombres como mujeres. La fábrica de electrodomésticos MABE instalada en la localidad de Ojo Seco en Celaya incorporó al inicio de sus operaciones en el año 2000, a dos mil quinientos trabajadores en su mayoría hombres y mujeres jóvenes solteros trasladados diariamente desde 180 comunidades pertenecientes a siete municipios abajeños (GIRAD, 2016). Como MABE, a partir de la década de 2000 distintas empresas extranjeras han aterrizado capitales en el Bajío mexicano al grado que en la última década la porción guanajuatense es en la que se han generado el mayor número de empleos formales del país, aunque con salarios más bajos que en otras regiones (Colín ,2015).

Las grandes explotaciones agrícolas para exportación del Bajío impulsadas actualmente por el programa "Guanajuato: Zona Premium Agrícola de México” también han movilizado manos masculinas y femeninas del campo. El gran requerimiento de mano de obra para desarrollar este tipo de agricultura ha desplazado a hombres y mujeres de distintas edades que todos los días salen de sus comunidades para emplearse en este trabajo. De acuerdo con cifras manejadas por Hernández y Rodríguez (2014), en 2014 tan solo la cadena de producción y exportación de brócoli en Guanajuato empleaba a 15 mil personas de las cuales 10 mil trabajaron en el proceso vegetal congelado y 5 mil en el fresco. La otra fuente de empleos para las familias del campo abajeño ha sido la agricultura protegida introducida en la década de 1980 al Bajío guanajuatense por las grandes agroindustrias e impulsada como programa para el campo a partir de la administración foxista entre 1996 y 2000 (Ruiz y García, 2015). Las posibilidades que abre la agricultura protegida para cultivar todo el año, aumentar los rendimientos por superficie cultivada, aminorar los riesgos de producción, así como el requerimiento de mano de obra para la producción y empaque de

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productos, hace de esta una actividad complementaria para que las familias de algunas comunidades rurales abajeñas se hagan de ingresos.

No menos importantes para el sustento y la reproducción familiar resultan dos nuevos tipos de trabajo a los que se han incorporado las mujeres de las familias rurales abajeñas a partir de finales de la década de 1990: el trabajo programatizado y el de cargos de representación política y social. Después de que el Estado, durante la administración de Miguel de la Madrid (1982-1988), modificó su intervención hacia el sector agropecuario procurando que las fuerzas del mercado determinaran su dirección (Merino, 2010), las empresas estatales fueron liquidadas en su mayoría y las instituciones que sobrevivieron desde entonces atienden a las familias rurales a través de distintos programas desvinculados entre sí. De acuerdo con Hewitt la transferencia de recursos del Estado a la población rural ahora solo se justifica "si se apela a criterios de asistencialismo” (Hewitt, 2007:93). Son los programas compensatorios focalizados en las familias rurales los que desde entonces dominan la escena. Para las mujeres madres de familia el programa de mayor cobertura en el Bajío desde 1997 ha sido PROGRESA- OPORTUNIDADES-PROSPERA. La incorporación masiva de familias a este programa en los municipios del Bajío, que pasó de 3,991 familias beneficiarias en 1997 a 100,413 para el año 2004 (Rubalcava y Murillo, 2006), es reflejo de la importancia que ha cobrado el trabajo programatizado en las dinámicas familiares en los municipios abajeños. Estos programas distribuyen recursos monetarios o materiales bajo un esquema de corresponsabilidades, lo que implica cumplir con una serie de actividades que en el caso del PROGRESA-OPORTUNIDADES- PROSPERA ha significado para las mujeres madres de familia reforzar su participación en las labores reproductivas, además de incorporar a su vida el trabajo de gestión y seguimiento a los apoyos, participando directamente en los comités del programa como titulares o bien realizando trabajo comunitario. El cumplimiento de las corresponsabilidades del programa han implicado algunos inconvenientes para las mujeres madres de familia --quienes son las titulares del apoyo-- como el descontento de los maridos por el tiempo que pasan fuera de la casa, el incremento en las cargas de trabajo con la consecuente reorganización de

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sus trabajos reproductivos, la dificultad para las madres de familia que tienen un empleo para conciliar las actividades del programa --juntas, pláticas, faenas-- con su trabajo (Espinosa, 2006).

Por su parte, la incorporación de las mujeres al trabajo en cargos de representación política y social está relacionado, por un lado, con la ausencia de los varones migrantes en las comunidades rurales y, por otro, con el surgimiento de nuevos liderazgos tras la implementación del Programa de Atención a las Comunidades Rurales Guanajuatenses (PACRG) entrada la década de 1990. Para la operación del programa la administración de Carlos Medina Plascencia (1991­1995) creó una estructura organizativa sumamente compleja donde se programarían los recursos públicos dirigidos al medio rural. Dicha estructura estaba integrada por más de 4,000 Consejos Comunitarios, 400 Consejos de Polo de Desarrollo, 46 Consejos Municipales Rurales, 6 Consejos Regionales y un Consejo Rural Estatal. En su gran mayoría los cargos de representación comunitaria recayeron en manos de mujeres lo que representó reacomodos en la organización de sus trabajos reproductivos en las familias. Por lo regular, las madres de familia involucradas en cargos de representación delegaron las responsabilidades reproductivas a mujeres de su familia como hijas o de la parentela cercana como hermanas, madres o nueras. Aparentemente el trabajo de consejeras implicaba solamente acudir a las reuniones de polo una vez al mes y a las del Consejo Municipal Rural una vez al año. Sin embargo, las consejeras de polo negociaban con los consejeros comunitarios de su polo de desarrollo las propuestas que se llevarían al Consejo Municipal Rural y una vez aprobadas daban seguimiento a la ejecución de las obras financiadas por el PACRG. El seguimiento consistía en reunir las aportaciones de los beneficiarios, así como verificar las obras realizadas. Las mujeres cada vez más accedieron a mayores contactos con los funcionarios de las administraciones municipales y estatales, comenzaron a tener información privilegiada sobre programas para beneficio personal y de sus comunidades. Pronto se volvieron expertas en buscar y gestionar recursos públicos a través de los programas tanto para beneficio de su familia como de las comunidades. En ese sentido sacaron ventaja a los ejidatarios

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que estaban acostumbrados a tener acceso a los recursos de programas de una manera totalmente distinta. Para los ejidatarios no era necesario salir a buscar los recursos de programas, pues mediante una manera paternalista les llegaban los apoyos, muchas veces sin la necesidad de demandarlos a las administraciones municipales y estatales. El esquema cambió con el PACRG, se volvió requisito para acceder a los recursos del Fideicomiso para el Desarrollo Rural (FIDER) no solamente esforzarse para demandarlos, sino participar con una parte en las obras o proyectos financiados, ya fuera con recursos económicos, con materiales o mano de obra. La incorporación de las mujeres a las instancias de planificación les abrió las puertas para ocupar gradualmente cargos de representación más importantes como las delegaciones municipales y otros cargos que habían sido ocupados exclusivamente por los varones.

Quizá el dominio masculino más resguardado en las comunidades rurales abajeñas hasta la década de 1990 era el ejido. Los cargos en los órganos de representación de los ejidos también han sido ocupados por las mujeres a partir de entonces. Esto está relacionado por un lado con la feminización de los ejidos tras la incorporación de los núcleos ejidales al Programa de Certificación y Titulación de Derechos Ejidales y de Titulación de Solares (PROCEDE) --después convertido en el Fondo de Apoyo para los Núcleos Agrarios sin Regularizar (FANAR)-- que desde principios de la década de 1990 se puso en marcha en Guanajuato. Por su parte, la redistribución de tierras ejidales al interior de la familia se relaciona con la ausencia de los padres migrantes quienes han transferido sus derechos ejidales o certificado sus parcelas a nombre de la esposa, pues al estar presente en la comunidad finalmente atiende todos los asuntos relacionados con el ejido (Fidel Lule, 27-05-2016). Para 2007, en Guanajuato las mujeres ejidatarias representaban el 22.1% del total, las posesionarias el 21.3% y las avecindadas el 31.5%. Sin embargo, en la porción sur del estado el porcentaje de ejidatarias fue mayor, más del 30%, según la residencia de Celaya (Procuraduría Agraria, 2007). Para 2009 en Guanajuato el número de mujeres ejidatarias fue de 21,879 junto con las posesionarias y avecindadas alcanzaron las 34, 647. Además de contar con los derechos sobre la

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propiedad de la tierra, en las últimas dos décadas las mujeres accedieron al derecho a participar con voz y voto en asambleas al interior de los núcleos agrarios. En Guanajuato, el Instituto de la Mujer Guanajuatense (2016) reportó con datos del Censo de Órganos de Representación y Vigilancia de la Procuraduría Agraria 2001, que en 26% de los Órganos de Representación y Vigilancia de ejidos y comunidades guanajuatenses participaban mujeres. Eran 29 presidentas de comisariados ejidales; 66 secretarias y 161 tesoreras. En los consejos de vigilancia 34 mujeres eran presidentas; 111 primeras secretarias; 176 segundas secretarias.

En síntesis, ante el deterioro de las actividades agropecuarias los miembros de las familias rurales abajeñas han intensificado la multiactividad para lograr el sustento y la reproducción cotidiana y generacional. Mientras que para los varones migrar hacia Estados Unidos en búsqueda de ingresos se convirtió en la actividad predilecta, las mujeres se quedaron en sus lugares de origen al cuidado de los hijos, el hogar y la parcela e intensificaron su participación en los mercados de trabajo asalariado, en las actividades comerciales, en el trabajo programatizado y los cargos de representación.

Conclusiones

El abordaje de las condiciones históricas del Bajío en torno a los cambios y continuidades en las formas de organización de los trabajos de las familias rurales me ha permitido abordar de manera amplia el tránsito de unas dinámicas familiares en las que la actividad agropecuaria era central a unas articuladas en torno a la multiactividad. Si bien, desde la época de las haciendas los integrantes de las familias recurrían a una serie de actividades complementarias, a lo largo de las décadas fueron cambiando. Por un lado, la necesidad de ingresos movilizó a los varones hacia Estados Unidos, mientras que las mujeres recurrieron a la búsqueda de trabajos remunerados cercanos a sus comunidades con el fin de estar al pendiente de los hijos. Por otro lado, entre finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990 la relación entre las instituciones agrarias del

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Estado y la familia rural se modificó sustancialmente al centrarse en las políticas de combate a la pobreza a través de programas de corte asistencial. Con este cambio surgieron nuevos trabajos impulsados desde el Estado que fueron introducidos a las dinámicas de las familias rurales: el trabajo programatizado y el trabajo de cargos de representación política y social ligados estrechamente a la programación de obra pública en las comunidades a partir de un esquema participativo. La conjugación entre la ausencia de hombres migrantes titulares de las tierras ejidales y la implementación del PROCEDE-FANAR influyó en una redistribución del recurso tierra entre los integrantes de las familias rurales, con lo que se incorporaron a las organizaciones ejidales un número considerable de mujeres que además comenzaron a ocupar los cargos de representación en los órganos del ejido.

Los procesos de reorganización de los trabajos en las dinámicas familiares abordados en este capítulo tienen sus particularidades en las distintas microrregiones del Bajío guanajuatense. En los siguientes capítulos me encargo de abordar como caso de estudio Las Cruces, una microrregión localizada en el sur del Bajío.

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CAPÍTULO 3. LAS DINÁMICAS FAMILIARES EN LA MICRORREGIÓN DE LAS CRUCES: CAMBIOS Y CONTINUIDADES

Introducción

El propósito de este capítulo es analizar los cambios y continuidades en las distintas maneras en que los integrantes de las familias han organizado y reorganizado los trabajos que les han permitido garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional en especial en las últimas tres décadas (1985-2015). Considerando que el espacio local es el ámbito privilegiado para captar las condiciones que influyen en las dinámicas familiares (De Oliveira y Salles, 1989), primero abordo la microrregión de Las Cruces como caso de estudio. Enseguida abordo las dinámicas familiares durante la hacienda, así como los cambios tras el reparto agrario con la intención de tener un punto de partida para después profundizar en el análisis de las dinámicas familiares en las tres últimas décadas (1985-2015).

3.1 La microrregión de Las Cruces

Para delimitar espacialmente la microrregión de Las Cruces, parto de la idea de que si bien las regiones comparten características que les confieren la idea de uniformidad, éstas no son homogéneas, sino que están conformadas por microrregiones con particularidades socio-culturales que las distinguen dentro de

Aese espacio mayor1. Las Cruces forma parte de la región del Bajío guanajuatense, caracterizada por una dialéctica de unidad y diversidad de cultivos e identidades, que se manifiestan como un haz de microrregiones (Ruiz, 2008 apoyándose en Giménez, 2000). En esta pequeña porción del Bajío guanajuatense (aproximadamente 53.3 Km2 que representa el 0.17% de la superficie de Guanajuato) los pobladores de seis localidades: La Estancia del Carmen de

1La idea de la región conformada por un haz de microrregiones, la tomo de Giménez (1999). Este

autor parte de que la homogeneidad no es el mayor criterio para definir lo regional pues puede haber diferencias socioculturales en la diversidad de microrregiones que componen la región. De ahí que “una región se caracteriza internamente por una dialéctica de unidad y diversidad” (Giménez, 1999: 47).

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Maravatío, La Lagunilla del Carmen, Santa Rosa Tejocote, El Pirul, Las Cañas y Las Cruces, han establecido relaciones fincadas en lazos de parentesco, compadrazgos y amistad, no exentas de conflictos, desde antes de que se formaran los ejidos con el reparto agrario. Por sus dimensiones es un ámbito privilegiado para el análisis de la complejidad implicada en las distintas formas en que los integrantes de las familias han organizado y reorganizado aquellos trabajos que les han permitido garantizar el sustento, así como la reproducción cotidiana y generacional.

En términos geográficos, se localiza al sureste del estado de Guanajuato, en el municipio de Salvatierra justo en los límites con el municipio de Santa Ana Maya, Michoacán (ver mapa 2). Colinda al norte con los terrenos ejidales de La Huerta de Maravatío y los de La Leona, al sur con el ejido de San Pablo Pejo y el municipio de Santa Ana Maya, Michoacán, al este con el extenso ejido de Eménguaro y al oeste con el de La Españita (ver mapa 3).

Mapa 2: Localización de la microrregión Las Cruces en el estado de Guanajuato

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Mapa 3: Núcleos ejidales de la microrregión de Las Cruces

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Fuente: Elaboración propia partir sobre núcleos agrarios del portal oeidrus Guanajuato.

Si bien, el área geográfica donde se localiza la microrregión muestra vestigios de asentamientos desde la época prehispánica, el surgimiento de las primeras comunidades de la microrregión, durante el siglo XVIII, está estrechamente ligado a la demanda de productos agropecuarios de las poblaciones establecidas en las grandes ciudades del Bajío guanajuatense. De acuerdo con Tutino (2016) a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, a medida que la demanda de alimentos aumentaba vertiginosamente debido al auge de la minería, las comunidades de las haciendas y el cultivo se expandieron por todo el Bajío. En el decenio de 1770 el maíz se desplazó a los campos sin riego, que eran las tierras altas utilizadas para el pastoreo. Como otras comunidades ubicadas en sierras y lomeríos aledaños a las planicies abajeñas, las comunidades de la microrregión de Las Cruces eran parte de grandes haciendas o ranchos en donde las familias de aparceros

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producían granos como el maíz y el trigo, tanto para autoconsumo como para el ganado. Las comunidades de Las Cruces y La Estancia del Carmen se formaron como sitios de agostadero, de producción de granos y otros alimentos de las grandes haciendas de San Nicolás, propiedad de los frailes agustinos cuyos orígenes se remontan a 1550, y de Maravatío, que los frailes carmelitas tuvieron en sus manos desde 1666, cuando el Márquez de Mancera se las concedió como merced hasta 1732 cuando la hacienda fue vendida a unos españoles. En La Estancia del Carmen, los carmelitas hicieron unas galeras para almacenar cosechas de maíz, frijol, garbanzo, habas, chicharos y trigo, producidas en la comunidad gracias a que contaban con riego de una presa --conocida actualmente como la presa mocha-- construida por ellos mismos (Cuna, 2010:110). La Lagunilla del Carmen era otro de los sitios para ganado de los frailes carmelitas. En esta comunidad se localizaba un pequeño lago natural utilizado como abrevadero. A partir de 1732, las tierras de esta hacienda se fueron fraccionando y cambiando de dueños. Para 1928, cuando los vecinos de la Estancia del Carmen solicitaron la dotación de ejidos, el predio pertenecía a la señora María de Jesús Otamendi viuda de Olace abarcando una superficie de 6, 706 Has.

Los agustinos administraron la hacienda de San Nicolás hasta el siglo XIX y la vendieron después de que México obtuvo su independencia. El comprador Gregorio Lámbarri, comenzó a fraccionar la hacienda vendiendo extensiones de la misma. De las extensiones vendidas se formaron las haciendas de Santo Tomás, Santa Teresa y Los Flores que posteriormente se le conoció como de Las Cruces (González-Orea, 2002). Las comunidades de El Pirul y Santa Rosa Tejocote también eran ranchos pertenecientes a distintas haciendas. El Pirul pertenecía a la Hacienda de San Juan Curitzéo cuya dueña era María Álvarez de MacGregor. Santa Rosa Tejocote formaba parte de las fracciones de la Hacienda el Toronjo y su propietaria era Carlota Álvarez Roaro. Las Cañas, por su parte, era una de las pequeñas propiedades de Guadalupe Chávez. Estos poblados, que eran pequeñas fracciones de las haciendas catalogadas como ranchos, según el Censo General de Habitantes de 1921 para el estado de Guanajuato, atrajeron a familias de aparceros, principalmente del municipio michoacano de Santa Ana Maya.

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Para el Siglo XIX, además de la hacienda de Las Cruces, La Estancia del Carmen y La Lagunilla del Carmen pertenecientes a la hacienda de Maravatío y los tres ranchos mencionados, existían en la microrregión varios caseríos en donde vivían familias de aparceros que trabajaban para los hacendados y rancheros. Una vez que Jesús Flores de Albor adquirió los terrenos de la hacienda de Las Cruces, invitó a más familias del Huacao en Michoacán para que trabajaran como peones o bajo contratos de aparcería en la hacienda de Las Cruces. Para 1900 esta hacienda concentraba la mayor población de la microrregión (ver gráfica 1). Sin embargo, durante las siguientes dos décadas perdió casi la mitad de sus habitantes. En este periodo varios vecinos de la microrregión se unieron a las gavillas de villistas que lucharon en la Revolución, hombres como Joaquín Zamora de la Lagunilla del Carmen al mando de Sacramento Vieyra, gavillero salvaterrense a las órdenes de Inés Chávez García, participaron en los combates contra los soldados federales. El combate entre federales y revolucionarios más presente en la memoria de los viejos de la microrregión, tuvo lugar en el rancho conocido como El Águila, localizado al sur de La Estancia del Carmen. Las gavillas de revolucionarios sembraron miedo entre los hacendados y rancheros de la microrregión, al grado de que el hacendado Antonio Flores, decidió dejar la hacienda de Las Cruces, trasladándose con su familia a la ciudad de Salvatierra. Por su parte, en 1918 en la hacienda de Maravatío, los gavilleros Macario Silva y Rafael Núñez dieron muerte a Francisco Otamendi, hijo de los hacendados. Entre 1910 y 1920 fue una década difícil al grado que la población disminuyó en la microrregión (ver gráfica1).

A diferencia de la hacienda de Las Cruces en donde la población disminuyó entre las décadas de 1900 y 1910, en La Estancia del Carmen de Maravatío casi se duplicó la población en ese mismo decenio (ver gráfica1). Esta tendencia positiva en las tasas de población, estuvo relacionada con la construcción de una gran obra hidráulica financiada por los dueños de La Hacienda de Maravatío y realizada por Don Francisco Procel, administrador de la hacienda de San Nicolás. Dicha obra, que duró de 1908 a 1911, consistió en la introducción de una acequia o canal que se iniciaba en las tinajas del Huariche al sur de la comunidad de La

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Estancia del Carmen y se extendía hasta la presa de la Joyita de los Nieto cerca de lo que actualmente es Maravatío del Encinal. La construcción de la obra, por un lado, requirió de mano de obra que se concentró al principio en La Estancia del Carmen y La Huerta, y, por otro lado, permitió acceder al riego para las tierras de labor que trabajaban los aparceros de la Hacienda de Maravatío. Como en La Estancia, las obras hidráulicas introducidas durante la hacienda por los frailes agustinos y carmelitas hicieron viable una producción diversificada de cultivos que atrajeron a familias de aparceros y peones al territorio microrregional.

La bonanza de La Estancia también se vio afectada por la revuelta armada de 1910 y para la década de 1920, la población había disminuido considerablemente (ver gráfica1). La Revolución iniciada en 1910 provocó movimientos de población importantes, pero el reparto agrario dio nuevos bríos a las comunidades que volvieron a atraer y retener población. Para la década de 1930, en las comunidades de la microrregión, inició una tendencia de crecimiento de población que alcanzó la cumbre en la década de 1970 (ver gráfica 1). Este crecimiento de población generalizado en las comunidades de la microrregión coincide con el reparto agrario y con la introducción de servicios básicos a las comunidades. El primer movimiento de familias que incrementó el número de habitantes en La Estancia fue la dotación del ejido de Pejo en 1928, ya que cerca de 40 ejidatarios con sus familias cambiaron su residencia de San Pablo Pejo a La Estancia del Carmen para trabajar las tierras ejidales pegadas a la orilla sur del núcleo urbano de esta comunidad. La tendencia al crecimiento de población en La Estancia continuó alimentada por la dotación del ejido de La Estancia del Carmen de Maravatío en 1931, además en las siguientes cuatro décadas la concentración de servicios como la escuela, que inició actividades en la década de 1950, y, la electrificación, en la siguiente década, atrajo a pobladores de pequeños ranchos y caseríos que se fueron despoblando durante la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera. Tal fue el caso del rancho El Águila ubicado al sur del núcleo urbano de La Estancia.

La comunidad de Las Cruces por su parte, recuperó población entre las décadas de 1920 y 1930 (ver gráfica 1). La dotación del ejido de Las Cruces en 1929,

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congregó a jefes de familia tanto de dicha comunidad, como de caseríos cercanos. Sin embargo, para la década de 1940 su población había disminuido ligeramente. Las gavillas de cristeros asediaban los ejidos amenazando y asesinando a las autoridades ejidales. Por ejemplo, Cuna (2010) documentó que poco después de que se formó el ejido de La Lagunilla del Carmen, el 15 de abril de 19372, el primer presidente el Comisariado Ejidal, Servando Cuna Cruz, fue amenazado de muerte y se trasladó por un tiempo a vivir a Salvatierra junto con su familia. Pese al ambiente de incertidumbre generado por las guerras, la dotación de tierras ejidales atrajo y arraigó a la población en la microrregión. La comunidad de Las Cruces volvió a recuperar población después de la ampliación del ejido en 1941. Además, la introducción de servicios le dio dinamismo como centro microrregional. Poco a poco algunas familias de ejidatarios de núcleos agrarios vecinos como Las Presitas, El Pirul, Las Cañas y Santa Rosa Tejocote fueron cambiando su residencia a Las Cruces. Apenas un año después de la ampliación del ejido, se introdujo el primer transporte público que recorría el camino de terracería durante las secas que conectaba a Las Cruces con la cabecera municipal. La energía eléctrica fue introducida en la década de 1950, en seguida la escuela y en la década de 1970 el centro de salud. La creación de los ejidos de Santa Rosa y El Pirul en 1937 también influyeron en el incremento de población de estas comunidades; por ejemplo, a partir de la dotación del ejido Santa Rosa se dio un crecimiento constante hasta la década de 1990. Sin embargo, la comunidad de El Pirul, pese a que en 1942 obtuvo una ampliación de ejidos, perdió población y nunca volvió a alcanzar el número de habitantes registrado en 1940, tres años después de que se dotó el ejido. La Lagunilla del Carmen también alcanzó su mayor población en 1940 (ver gráfica 1), tres años después de que se dieron las tierras ejidales. Sin embargo, entre la dotación provisional (1937), la Resolución Presidencial (1971) y la ejecución del ejido (1990) transcurrieron poco más de cinco décadas.

2 En esta fecha se entrego el ejido, pero la Resolución Presidencial se dio hasta 1971 y la ejecución hasta 1990.

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Gráfica 1: Evolución de la población de las comunidades de la Microrregión Las Cruces1900-2010

AÑOS

Las Cañas

Las Cruces

La Estancia

La Lagunilla

El Pirul

Santa Rosa

Fuente: Elaboración propia a partir de información del Archivo Histórico de las Localidades de INEGI.

Después del reparto agrario que abarcó desde 1929, año en que se dotó el ejido de Las Cruces, hasta 1944 año en que se dotó el ejido de Las Cañas, la microrregión de Las Cruces se transformó en una de las áreas temporaleras ejidales asentadas en cerros y lomeríos del Bajío guanajuatense. La dotación de ejidos con tierras de mala calidad para la agricultura3, en su mayoría de agostadero, sentó las bases de una actividad agropecuaria precaria de raíz que, con una serie de actividades complementarias --incluidos los ingresos obtenidos por los miembros que migran a distintas ciudades del país y a Estados Unidos--, permitió al grueso de las familias de ejidatarios y medieros sin tierra procurar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional durante varias décadas. La

3 En todos los ejidos dotados en la microrregión de Las Cruces, las tierras reportadas en los censos de capacitados realizados por las Comisiones Agraria Mixtas, los ingenieros de la Agraria reportaron que las tierras a repartir eran terrenos de agostadero cerril y monte bajo. Muy pocas tierras eran de temporal de calidad 2 y 3 . Para subsanar esa situación, a los nuevos ejidatarios que les tocaron tierras de temporal de segunda y tercera se les adjudicaron 6 Has y a los que les tocaron tierras de agostadero cerril 8 Has (Gobierno de la República, Diarios Oficiales: 23-12-1929; 11-05-1931; 1-12-1937; 4-12-1937; 6-07-1939; 16-08-1941; 19-02-1942).

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explotación familiar de la parcela, combinada con otras actividades del campo se consolidaría como el eje de la reproducción cotidiana y generacional hasta la década de 1960.

Si bien, el reparto de tierras y la introducción de algunos servicios básicos a las comunidades alentaron el crecimiento de población hasta la década de 1970, el deterioro de la infraestructura hidráulica introducida durante la hacienda y la prácticamente falta de inversión en los ejidos en este tipo de obras por parte de las instituciones agrarias, fueron minando la capacidad productiva de las familias. La producción diversificada de alimentos que algunos viejos recuerdan se fue abandonando hasta que predominó la producción temporalera de maíz, frijol y calabaza.

A partir de la década de 1980, como ha constatado Arias (2016a) en otras regiones rurales mexicanas, la crisis de las actividades agropecuarias influyó en la intensificación de los flujos migratorios tanto nacionales como internacionales en las comunidades de la microrregión. La tendencia poblacional en la microrregión fue a la baja, al grado de que comunidades como Las Cruces y Las Cañas no volvieron a tener la población que fue registrada por INEGI en 1900, y, las comunidades de La Estancia del Carmen, La Lagunilla y El Pirul no volvieron a concentrar la cantidad de población registrada entre las décadas de 1960 y 1970. La comunidad de Santa Rosa Tejocote por su parte, entre la década de 1990 y 2010, perdió más de la mitad de su población. Ni la introducción de servicios en la década del 2000, como la construcción de la carretera asfaltada, la introducción de agua potable a las comunidades de Las Cruces, La Estancia y La Lagunilla, ni las acciones agrarias que dieron origen a nuevos núcleos agrarios con PROCEDE y FANAR, alentaron la recuperación de población en la microrregión de manera significativa (ver gráfica 1). Actualmente, las comunidades de la microrregión, conforman el área menos poblada del municipio de Salvatierra (ver mapa 4).

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Mapa 4: Distribución de la población en el municipio de Salvatierra, 2010

Fuente: Elaboración propia a partir de información de INEGI, 2010.

Ahora bien, la delimitación de Las Cruces como microrregión la realicé a partir de considerar la centralidad histórica de esta localidad. De acuerdo con las categorías de los asentamientos, registradas por INEGI en el archivo histórico de las localidades, hasta la década de 1920, Las Cruces era la única localidad con la categoría de hacienda. Su último propietario, Antonio Flores Albor, contaba con una extensa área de tierra de la que después se dotarían la mayor parte de los ejidos de la microrregión. Las cinco localidades restantes tenían la categoría ranchos.

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Tomar como caso de estudio la microrregión de Las Cruces con el fin de analizar las dinámicas familiares cobra relevancia dado el peso de las áreas temporaleras en el país que se refleja en las cifras reportadas por INEGI en 2009. En México el 81.5% de las tierras con superficie destinada a labores agrícolas son de temporal. El 89.3% de las unidades de producción solo disponen de este tipo de tierras. Los 31,514 ejidos y comunidades del país solo disponen de 18,98, 517 hectáreas para uso agrícola y 80.1% son de temporal. Son tierras en su mayoría con condiciones malas para la agricultura y regulares para la actividad pecuaria en las que predominan los cultivos de maíz y frijol; algunas no trabajadas debido a la falta de recursos financieros (Steffen, 2013), en otros casos a cargo de adultos mayores y mujeres que intentan abastecer a sus familias (Bonfil, 1996 ); también son tierras sometidas a procesos de atomización debido a las operaciones de compraventa en las que más de la mitad de los productores de ejidos y comunidades han participado, en parte debido a la incosteabilidad de la producción granelera (Steffen, 2013). En Guanajuato los ejidos temporaleros predominan en un 66.8%; el 78% de las unidades de producción solamente disponen de este tipo de tierras. Como a nivel nacional, los cultivos más comunes en estas tierras son el maíz y el frijol; algunas de ellas sin uso debido a la falta de recursos financieros. Los 108, 703 ejidatarios y comuneros guanajuatenses en conjunto con los 39, 444 posesionarios que poseen 1, 327, 660 hectáreas cuentan con 643,572 hectáreas de superficie de uso agrícola de las cuales el 70% son de temporal (Steffen, 2013, apoyada en información del INEGI, 2009).

De acuerdo con la información del Patrón e Historial de Núcleos Agrarios del Registro Agrario Nacional (PHINA), actualmente en la microrregión hay 697 ejidatarios y 61 posesionarios que disponen de 3,878 hectáreas de superficie parcelada y 1,452 hectáreas de superficie de uso común, lo que en total suma una superficie ejidal de 5,014 hectáreas. Existen actualmente 10 núcleos ejidales cuyos titulares se asientan en las seis localidades de la microrregión (ver cuadro 1 en anexos). Tres de ellos fueron creados recientemente tras la incorporación de núcleos agrarios al PROCEDE y FANAR: en 2002 se creó el ejido Estancia del Carmen de Maravatío 2 con tierras de La Palma de Eménguaro; en 2005 el de La

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Manga Nueva segregado del ejido de Santa Rosa Tejocote; y en 2015 La Estancia del Encinal con tierras del ejido de San Pablo Pejo. Actualmente en la microrregión hay grupos domésticos en los que más de un integrante es ejidatario o posesionario. Por otro lado, desde que se dotaron los ejidos y se realizaron ampliaciones tras el reparto agrario, el número de ejidatarios se ha incrementado de manera importante. De acuerdo con las Resoluciones Presidenciales de dotación de ejidos, entre las décadas de 1920 y 1930 fueron dotados de tierra 439 jefes de familia varones. En la actualidad son 758 personas entre hombres y mujeres, reconocidos ya sea como ejidatarios o posesionarios. Este incremento en el número de ejidatarios ha significado una mayor atomización de las parcelas ejidales. En promedio los ejidatarios originales habían sido dotados de entre seis y ocho hectáreas. Actualmente de acuerdo con información de la SAGARPA4 en la microrregión de Las Cruces las superficies de tierra ejidal van desde menos de un cuarto de hectárea hasta las diez hectáreas y media, sin embargo, la mayor parte de las tierras se concentran en las superficies que van de 0.22 a 3 hectáreas. Solamente hay tres titulares5 con 10 hectáreas en la microrregión lo que de entrada habla que después del reparto agrario y con la incorporación de los núcleos ejidales al PROCEDE-FANAR, se han dado procesos de atomización de la tierra más que de compactación.

Siguiendo la tendencia de las áreas temporaleras del país, los cultivos que predominan en la microrregión son el maíz y el frijol, pero también hay algunas familias que intercalan en invierno el cultivo de garbanzo. Como en todas las áreas temporaleras del país, los ejidatarios, posesionarios y aparceros de la microrregión desarrollan una actividad productiva basada en el minifundio y dirigida a la subsistencia. Las pequeñas parcelas, en su mayoría abiertas al cultivo de tierras de agostadero, con pendientes pronunciadas y sin agua para riego; la carencia de recursos financieros; y, un mercado regional prácticamente cerrado a

4 Padrones de Beneficiarios de PROCAMPO-PROAGRO 1995-2014, http://www.sagarpa.gob.mx/agricultura/Programas/proagro/procampo/Beneficiarios/Paginas/1995- 2014.aspx5 De acuerdo con los padrones de beneficiarios de PROCAMPO 1995-2014, en la microrregión hay solamente tres titulares de parcelas que alcanzan las 10 hectáreas: Olivia Garnica de Las Cruces; José Arroyo Flores de la misma localidad y Juan Zamora Flores de La Lagunilla del Carmen.

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las semillas criollas, son los ingredientes de unas actividades productivas "no rentables, tanto desde la lógica económica del modelo de desarrollo imperante como desde la óptica de los propios productores y productoras campesinos.” (Bonfil, 1996:3). Paradójicamente la actividad agropecuaria, si bien no es el eje articulador de las dinámicas familiares actualmente es uno de los elementos importantes para el sustento de las familias de la microrregión, incluso para aquellas cuyos integrantes no poseen derechos ejidales o certificados parcelarios, pero trabajan la tierra mediante arreglos de mediería. Como en la mayoría de las áreas temporaleras del país, los integrantes de las familias recurren a distintas actividades productivas entre ellas las de asalariado, ya sea en ciudades del país o en los Estados Unidos, para garantizar el sustento y la reproducción familiar.

3.2 Familias de aparceros: las dinámicas familiares durante la hacienda

En primer lugar, conviene hacer alusión a las formas de organización del trabajo agropecuario durante la época de la hacienda. Como en otras microrregiones del Bajío, las dinámicas familiares eran pautadas por la relación establecida entre el jefe de familia y el hacendado o dueño del rancho donde establecía su vivienda. Hasta antes del reparto agrario había formas de organización del trabajo compartidas por las distintas haciendas y ranchos que se asentaban en la microrregión. La relación de trabajo entre los hacendados y los trabajadores no fue bajo la figura de peones acasillados. Los censos de peticionarios previos al reparto agrario identificaron que la mayor parte de los vecinos asentados en los núcleos urbanos de las haciendas y ranchos6 eran aparceros que trabajaban bajo arreglos de mediería o con contratos al tercio, quienes contaban con los animales de tiro e implementos propios para producir en las tierras de las haciendas y ranchos. Las familias de aparceros destinaban una parte de las cosechas al autoconsumo y otra la transportaban en animales de carga a la ciudad de Salvatierra para su venta7.

6 La información de los censos de peticionarios contenida en los expedientes de dotación de los ejidos registraron en total a 684 capacitados para recibir parcelas.7 A principios de 1900 Salvatierra era un centro importante para el comercio. Existían en la ciudad 25 almacenes de maíz abastecidos por los grandes y pequeños productores de haciendas y ranchos vecinos (González, 1994).

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Estas familias además tenían ganado que pastaba en las tierras de la hacienda a cambio de un pago que se hacía al hacendado, combinaban la agricultura a medias o al tercio con la cría de bovinos, chivas y animales de corral en el traspatio. En Las Cruces, los 159 capacitados para recibir parcela ejidal, poseían antes del reparto 369 cabezas de ganado mayor y 147 de ganado menor. Algunos de estos aparceros además compraron a los hacendados los terrenos donde

oasentaron sus viviendas8. Los medieros, si bien se establecían en alguno de los núcleos urbanos pertenecientes a las haciendas, tenían la libertad de trabajar para los dueños de los distintos ranchos y haciendas de la microrregión, es decir, no era una población cautiva. En el censo de la Comisión Agraria Local, levantado en 1927 con el fin de identificar a los capacitados para recibir tierras ejidales, se mencionaba que los jefes de familia que eran candidatos a recibir parcela, para subsistir trabajaban como aparceros en fincas circunvecinas al núcleo poblacional de La Estancia. Por otro lado, había familias que aportaban su trabajo a las haciendas y ranchos a cambio de jornales y alimentos básicos. Si bien, de acuerdo a los censos de peticionarios de la Comisión Agraria Local era una minoría en comparación con los aparceros9 éstos tenían presencia en la microrregión. Sus familias estaban en una posición de mayor desventaja, pues carecían de implementos agrícolas. A cambio de su trabajo recibían jornales bajos y algo de maíz y frijol que solo alcanzaba para la dieta familiar. Estas familias establecieron sus viviendas en terrenos prestados por los hacendados. Tenían prohibido criar animales pues no podían pagar por los pastos al hacendado10 11. Había también algunas familias de comerciantes11 que tenían mayor libertad para desplazarse de un lugar a otro. Los jefes de familia que contaban con burros

8 Margarita Díaz (20-03-2009) hija de un jornalero invitado por Antonio Flores a trabajar en La Hacienda de Las Cruces poco antes de que estallara en México la Revolución en 1910.9 En los expedientes de dotación de ejidos a pesar de que se verifica la existencia de jornaleros, no se especifica el número, solamente se refieren los montos de los jornales que fluctuaban entre cincuenta centavos y un peso.10 Ángel Zamora (9-06-2009), descendiente de un ejidatario original de Las Cruces, refirió que su abuelo le contaba que sí alguien intentaba criar un animal a espaldas del hacendado, corría el riesgo de que fuera despojado del animal o incluso de ser expulsado de los terrenos de la hacienda.11 En el expediente de dotación de ejidos de Las Cruces fueron registrados cinco comerciantes que aspiraban a una parcela ejidal.

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llevaban cargas de leña, maíz, frijol hasta la ciudad de Salvatierra, a su regreso traían otros productos como azúcar y piloncillo que vendían a las familias en la microrregión. Los padres de familia que se dedicaban al comercio intentaron acceder a la tierra incorporándose a los censos de peticionarios como capacitados, sin embargo, fueron detectados por los ingenieros de la Comisión Agraria Local que los expulsaron de las listas definitivas. También había familias de coamileros en la microrregión. Los padres de estas familias organizaban su producción en pequeñas superficies de tierra ubicadas en los cerros donde estaban los límites territoriales entre haciendas y ranchos. Estas familias no contaban con animales de tiro y su implemento agrícola era la coa. No establecían una relación laboral con los hacendados o dueños de los ranchos a partir de contratos o arreglos de aparcería, sino que recurrían al trabajo por jornal en distintos ranchos y haciendas de la microrregión. Estas familias eran muy pocas en la microrregión, en todos los censos de capacitados elaborados por las comisiones agrarias antes del reparto, solamente fueron registrados cinco coamileros. El coamil era una forma distinta de organización del trabajo agrícola que persistió hasta la década de 1980 en las comunidades de la microrregión.

Desde que las familias de la microrregión fueron invitadas por los dueños de las haciendas a trabajar en sus terrenos, tanto hombres como mujeres realizaban trabajos agrícolas. Había tareas específicas en las que cada uno se especializaba. El manejo de la yunta, la tumba de cosechas, el traslado de cargas, eran actividades realizadas preferentemente por hombres. Las mujeres por su parte participaban desde la siembra tirando la semilla tras el paso de la yunta, en el desquelite, la primera y segunda escarda, la pizca de mazorcas y separación de las matas de frijol enredadas en la planta del maíz. Por otro lado, había una nula participación de los hombres en los trabajos reproductivos, así como unas dinámicas familiares influidas por una ideología patriarcal que desde la hacienda privilegió a los varones como cabezas de familia y únicos proveedores de la 12

12 La producción bajo el sistema de coamil consistía en utilizar como herramienta de labranza la coa -palo de madera-- y más tarde el azadón. En la producción participaban tanto hombres como mujeres, los primeros desmontaban un pedazo de tierra en las laderas de los cerros, después eran apoyados por la esposa e hijos durante la siembra, las escardas y la cosecha.

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familia. A diferencia de la nula participación de los hombres en trabajos reproductivos, las mujeres participaban como proveedoras de alimentos y recursos monetarios obtenidos mediante jornales en las haciendas. Rosas y Zapata (2012) documentaron a partir de una revisión de archivos históricos la presencia de mujeres como trabajadoras asalariadas y pepenadoras en distintas haciendas de Salvatierra. En la Hacienda de Maravatío, de donde en 1931 surgiría el ejido de La Estancia del Carmen, se registró en 1882 la presencia de grupos de mujeres que llegaban cada año a pepenar en los chilares de la hacienda; otras mujeres trabajaban como empleadas domésticas a cambio de un salario; para 1911 en esta misma hacienda se registraron 50 jornaleras a las que se les remuneraba con 18 centavos por jornal. También los niños se sumaron a los trabajos asalariados por jornal en las haciendas, aunque, como a las mujeres, se les pagaba menos que a los hombres. La participación de la mujer en trabajos y actividades productivas, de subsistencia o productivas no pagadas, desde la época de las haciendas era muy importante. No estaban recluidas en el ámbito doméstico realizando exclusivamente los trabajos reproductivos. Sin embargo, sí estaban supeditadas a la organización del trabajo agrícola por parte del padre de familia.

En cuanto a la organización de los trabajos en el ámbito familiar y el grupo doméstico, el padre de familia era quien acordaba con el hacendado trabajar en sus tierras ya fuera bajo tratos de aparcería o como jornalero. Una vez que se establecía la familia en los terrenos de la hacienda, el padre organizaba a todos los integrantes que podían realizar tareas en el campo, incluidas la esposa e hijas que se sumaban desde temprana edad a las labores de escarda, desquelite y durante la cosecha en el corte de maíz y frijol. Hasta antes de casarse, las hijas participaban de manera importante en el trabajo del campo. Una vez que una mujer se casaba y nacían los primeros hijos, ésta continuaba participando en las labores agrícolas, algunas madres de familia contaban con el apoyo de sus madres que cuidaban a sus pequeños mientras se iban al campo, lo que indica la existencia de redes de intercambio de bienes y servicios desde entonces, otras llevaban a sus hijos a las tierras de labor. Los trabajos reproductivos eran organizados y realizados exclusivamente por la madre de familia y las hijas. Desde

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temprana edad (entre 5 y 6 años), las hijas se sumaban a las labores domésticas, la preparación de alimentos, el cuidado y atención de los hermanos más pequeños. Hay que recordar que los hijos e hijas pequeñas no dedicaban tiempo al estudio, pues no existían escuelas en la microrregión, por lo que se sumaban desde temprana edad a los trabajos familiares. Las jornadas de trabajo eran extenuantes para las mujeres, comenzaban su día en la madrugada preparando los alimentos para los integrantes de la familia; el traslado de agua para uso doméstico desde fuentes lejanas significaba un par de horas de camino con cargas pesadas sobre los hombros; los días que lavaban la ropa de la familia llevaban las cargas hasta los "ojos de agua” de donde acarreaban el agua a sus viviendas. En ocasiones algún hermano podía acompañar a las hermanas o a la madre para ayudar con las cargas de ropa pero generalmente lo hacían las mujeres solas. Por otro lado, la mayoría de las mujeres confeccionaba las prendas de vestir de los integrantes de la familia, lo hacían a mano y en muchas ocasiones por la tarde-noche, después de que habían proporcionado los alimentos al marido y a los otros integrantes del grupo (Margarita Díaz, 20-03-2009). Esto significaba forzar la vista pues el alumbramiento por las noches se hacía a través de velas o aparatos de petróleo. El cuidado de enfermos se complicaba con la falta de atención médica cercana. Cuando un integrante de la familia se enfermaba se recurría a remedios caseros preparados por la madre, cuando no resultaban, el enfermo tenía que ser trasladado en burro hasta la ciudad de Salvatierra para recibir atención médica.

Por su parte, en los ranchos ni el dueño o dueña participaban realizando trabajos agropecuarios. Su trabajo era dirigir la producción mediante tratos de aparcería con las familias que, por lo general, se establecían en sus terrenos. Rosas y Zapata (2007) señalan que en Salvatierra durante la época de las haciendas, las mujeres de las familias de hacendados y rancheros no participaban en cuestiones productivas. Pese a ello, para la década de 1920 había en Salvatierra tres dueñas de grandes haciendas --el Moral, Maravatío y Santo Tomás-- y varias fracciones de éstas y otras haciendas eran propiedad de mujeres (Rosas y Zapata, 2007). En la microrregión de Las Cruces cuando los hacendados vieron próximo el reparto

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agrario, dividieron sus propiedades en fracciones, varias de las cuales quedaron a nombre de sus hijas o esposas. Poco antes del reparto agrario, había una cantidad considerable de mujeres como dueñas de haciendas y distintos predios o fracciones. Entre ellas estaban Rosa Álvarez y Orduña propietaria del predio de Santa Rosa Tejocote; María de Jesús Chávez dueña de la pequeña propiedad denominada La Palma; Concepción Álvarez Roaro quien tenía en sus manos el predio de La Concepción; Carlota Álvarez Roaro dueña de la fracción Casco del Toronjo; María Álvarez de MacGregor dueña de La Hacienda de San Juan Curitzéo que incluía como fracción el rancho de El Pirul; y, María de Jesús Otamendi viuda de Olace, propietaria de La Hacienda de Maravatío en cuyos terrenos se asentaba La Estancia del Carmen de Maravatío. En los ranchos, los aparceros establecían tratos con el dueño o dueña de manera similar a los de las haciendas: el aparcero integraba y organizaba a los miembros de su familia en la producción. Como menciona Tutino (2016) para el Bajío, en los ranchos de la microrregión, las mujeres de familias de aparceros o peones contribuían a la economía familiar, trabajando en los jardines, en la crianza de animales, tejiendo telas, elaborando prendas de vestir y en las actividades agrícolas (Tutino, 2016). Tanto para las familias de aparceros establecidas en las haciendas como para las asentadas en los ranchos la organización de los trabajos reunía las mismas características.

Hay tres elementos importantes a resaltar de las formas de organización del trabajo durante la hacienda: 1) Las dinámicas familiares dan cuenta que, en la época de la hacienda, la actividad agropecuaria era la más importante para el sustento y la reproducción de la mayoría de las familias pero no la única. Había una heterogeneidad social que fue captada en los censos de peticionarios; 2) Las formas de organización del trabajo mediante arreglos de aparcería que después del reparto agrario serían reproducidas por los ejidatarios y los sin tierra a través de tratos directos entre los titulares de los derechos agrarios y los aparceros; y 3) En la microrregión, las formas de organización del trabajo distintas a la lógica mercantil han estado presentes en las dinámicas familiares al menos desde la época de las haciendas. Las redes de intercambio de bienes y servicios son de

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larga data. Son formas de organización que las familias de la microrregión han producido y reproducido durante varias generaciones. Estas redes han involucrado el intercambio de trabajo tanto productivo como reproductivo y se han ido modificando a lo largo del tiempo.

Las formas de organización del trabajo articuladas por las haciendas y ranchos, comenzaron a modificarse sustancialmente en la microrregión a finales de la década de 1920. En 1927, los hacendados de Las Cruces abandonaron la comunidad antes de que el gobierno repartiera las tierras. Un puñado de hombres que habían sido aparceros de la hacienda, encabezados por Isauro Zamora, tomaron algunas tierras para comenzar a trabajarlas por su cuenta. Fue un lapso de dos años en los que las familias de estos hombres organizaron los trabajos agropecuarios de manera libre, hasta 1929, cuando se dotó el primer ejido de la microrregión, el de Las Cruces. Con la formación de los ejidos emergió un nuevo orden social impulsado desde el Estado y las dinámicas familiares se transformaron de manera importante.

3.3 Las dinámicas familiares después del reparto agrario: la explotación agrícola como eje de la reproducción cotidiana y generacional

Después del reparto agrario las dinámicas de las familias se articularon a partir de la organización de nuevos trabajos. Surgieron en la microrregión nuevas formas de organización del trabajo impulsadas desde el Estado, como el trabajo campesino; otras formas locales de organización del trabajo que trascendían el nivel familiar ya existentes durante la hacienda fueron reproducidas, reforzadas o modificadas. Tal es el caso de los tratos de aparcería y las redes de intercambio de bienes y servicios entre parientes y no parientes. Por otro lado, a nivel de las familias y de los grupos domésticos se modificaron también las formas de organizar los trabajos y actividades, pues ahora el principal medio de sustento, la tierra, quedó en las manos del titular de los derechos ejidales. Persistió el predominio de los hombres como cabezas de familia, principales proveedores y organizadores de la actividad agropecuaria familiar e incluso fue reforzado con la

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nueva figura de ejidatario. Surgió un nuevo orden social en el que los hombres “ganaron reconocimiento encuadrados en una relación política con el Estado, legitimados como ejidatarios, cabezas de familia --metáfora corporal de un orden social de predominio masculino--, mientras que las mujeres, en su inmensa mayoría, engrosaron la categoría de “dependientes”” (D'Aubeterre, 2011:28). A las mujeres se les restringió el acceso a la tierra como ejidatarias, las únicas madres de familia que tenían una oportunidad de acceder a la tierra eran las viudas que tuvieran hijos dependientes, sin embargo en la microrregión fueron excluidas. A pesar de que en los listados de capacitados para recibir parcela que elaboraba la Comisión Agraria Mixta aparecían viudas, cuando los distintos actores negociaron quienes debían permanecer en los listados y quienes ser excluidos, las viudas fueron las primeras que quedaron fuera13. Esa situación no solamente fue vivida por las mujeres de la microrregión Las Cruces. Rosas y Zapata (2007) documentaron, con información de archivos históricos, la exclusión y el despojo experimentado por varias mujeres en Guanajuato desde que se formaron los ejidos. De acuerdo con estas autoras hubo casos en que incluso las propias mujeres se negaron a recibir sus parcelas. Los motivos tenían que ver con “la ideología patriarcal que impidió a las mujeres asumir el manejo y el trabajo de la parcela ya que el lugar que ellas debían ocupar, era la casa (...) en el fondo, la división sexual del trabajo impidió a muchas mujeres considerarse como poseedoras de tierra.” (Rosas y Zapata, 2007:133).

Con el principal recurso productivo en sus manos, los hombres beneficiados con derechos agrarios, organizaron la actividad agrícola como el principal elemento del sustento familiar. La mayoría de ellos habían sido medieros en las haciendas y contaban con implementos propios para practicar la agricultura, ahora con tierra propia y con una producción autónoma, organizaron a la fuerza de trabajo familiar

13 El listado de peticionarios de Las Cruces fue uno en los que de manera explícita se registró la exclusión de viudas --quienes por ley eran las únicas mujeres con posibilidades de convertirse en ejidatarias-- pues en el listado de capacitados estaban enlistadas 7 viudas y el propio Isauro Zamora, quien representaba a los peticionarios, solicitó la exclusión de 5 viudas (Gobierno de la República, Diario Oficial, 23 de diciembre de 1929). En otros expedientes de dotación también se excluyeron viudas por ejemplo en El Pirul se expulsó del reparto a dos de ellas “se dejan a salvo los derechos de 16 capacitados, descontando a los últimos dos que figuran en el censo en virtud de tratarse de viudas.” (Gobierno de la República, Diario Oficial, 1 de diciembre de 1937).

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como el principal recurso para garantizar la reproducción. Una vez que el Estado, a través de la Comisión Agraria, repartió las tierras en la microrregión de Las Cruces, el padre organizaba a los miembros de la familia para realizar las labores del campo. La madre, hermanos y hermanas continuaron colaborando en distintas tareas distribuidas por el padre de acuerdo al sexo y edad (Margarita Díaz, 20-03­2009). El reparto de tareas agrícolas al interior de las familias no sufrió modificaciones con respecto a como se hacía durante la hacienda. El manejo de la yunta, la carga y traslado de la cosecha eran trabajos de los varones; tirar la semilla, realizar las escardas, el desquelite, la separación de la vaina del frijol, eran tareas realizadas por las madres de familia, hijos e hijas pequeñas y mujeres adolescentes. Los varones cuando entraban a la adolescencia comenzaban a practicar el manejo de los animales de tiro. Por su parte, la madre de familia organizaba a las mujeres del grupo para realizar las tareas domésticas y reproductivas.

Mientras que las mujeres del grupo doméstico le dedicaban en las temporadas de mayor intensidad toda la mañana al trabajo del campo, las tareas domésticas y reproductivas tenían que adaptarse a la demanda de trabajo en la parcela. Intercalar las actividades agropecuarias con las responsabilidades reproductivas continuó siendo una característica en la participación de las madres de familia en distintos tipos de trabajos. Varias mujeres14 de la microrregión llevaban a sus hijos recién nacidos a la parcela, mientras trabajaban los colgaban en una especie de hamaca en los árboles que rodeaban las tierras. Por otro lado, las labores agrícolas tan solo eran una parte del abanico de actividades que en conjunto representaban el trabajo del campo. La recolección de productos del monte era una actividad cotidiana. La recolección de leña, por ejemplo, era encabezada por el padre de familia o los hermanos varones mayores que se apoyaban en otros

14 Amalia Mancera (24-02-2014) de La Estancia del Carmen en la decada de 1950 cuando prácticamente se hizo cargo del trabajo de mediería de su familia, debido a que su marido era alcohólico, recordó que antes de que sus hijas mayores tuvieran edad para apoyarla con el cuidado de los hijos pequeños, ella los llevaba a la parcela. Esta imbricación entre el trabajo productivo y reproductivo desempeñado por las mujeres persistió hasta entrada la década de 1990 en la microrregión. Emelia Zamora (6-11-2014) hija de Amalia, cuando se casó también participó en las tareas agrícolas con su esposo, cuando tuvo sus primeros hijos, los tenía que llevar a la parcela. Los colgaba en algún mezquite en una hamaca mientras realizaba sus tareas.

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hermanos y hermanas más pequeñas; había también varios alimentos que complementaban la dieta de las familias que se extraían de las zonas cerriles como el camote blanco, el nopal, las tunas. La cría y mantenimiento de ganado, ya fuera para tiro, de engorda o para producir leche era realizado generalmente por el padre de familia o los hijos varones desde temprana edad (8 años), pues implicaba trasladarse a los potreros ejidales que en ocasiones estaban alejados de las viviendas. La cría de animales en el traspatio o huerto de la vivienda, así como la producción de plantas medicinales, condimentos o plantas ornamentales, eran actividades organizadas por la madre de familia y realizadas con apoyo de hijos e hijas menores.

A la par que los integrantes de las familias reorganizaron sus trabajos, surgieron en la microrregión nuevas formas de organización del trabajo. Una de las más importantes es la que se puede ajustar a la noción de trabajo campesino propuesta por Linck (1991). Junto con las tierras, los ejidatarios adquirieron una serie de obligaciones que las instituciones del Estado establecieron en la legislación agraria. En los expedientes de dotación de ejidos, los nuevos sujetos agrarios eran advertidos de sus obligaciones:

Los beneficiados quedan obligados: a) sujetarse a las disposiciones que sobre administración ejidal y organización económica, agrícola y social dicte el Gobierno Federal; b) a construir y conservar en buen estado de tránsito los caminos vecinales, en la parte que les concierna; a cumplir las disposiciones que dicte la Secretaría de Agricultura y Fomento, por lo que se refiere a conservación, restauración y propagación de sus bosques y arbolados15.

Los compromisos que las organizaciones ejidales adquirieron involucraban: el manejo y cuidado de las áreas de uso común; la delimitación del núcleo agrario mediante el cercado con piedra; y, la construcción de infraestructura ejidal. Para el cumplimiento de estas obligaciones las instituciones agrarias crearon distintos Comités en los que se agruparon los titulares de los derechos ejidales. Por ejemplo, el Comité Particular Administrativo se encargaba de organizar la explotación de las áreas de uso común del ejido. Aparentemente, la nueva forma de organización del trabajo impulsada por el Estado, reforzaba la división sexual

15Expedientes de dotación de los ejidos de la microrregion.

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del trabajo, intentando forzar a los ejidatarios varones a organizar, administrar y realizar los distintos trabajos de manera colectiva. Al principio había una efervescencia del trabajo campesino y, efectivamente, los ejidatarios realizaban la mayor parte del trabajo de cercado con piedra para delimitar los núcleos ejidales y las áreas de uso común: "Los que recibieron las tierras por la lucha, la revolución y la madre, estaban bien organizados (...) los cerros blanqueaban de calzones blancos trabajándolas y toda la cosa” (Fidel Lule a partir de los relatos de su abuelo ejidatario de Eménguaro, 19-05-2016).

Si bien, el trabajo campesino fue introducido a partir de las obligaciones asentadas en la legislación agraria que implicaba que los ejidatarios personalmente se hicieran cargo de los trabajos colectivos involucrados en las áreas comunes, estas disposiciones fueron mediadas y transformadas localmente. En la microrregión, el trabajo campesino involucró a familias sin tierra que establecían tratos con los ejidatarios para realizar trabajos en las tierras de uso común a cambio de alimentos básicos.

Pese a la efervescencia por el reparto de tierras que se reflejaba en la participación de los nuevos ejidatarios en los trabajos para delimitar las tierras de los núcleos ejidales y las parcelas familiares, los primeros años fueron de incertidumbre para las familias de la microrregión. El fin de la primera etapa de La Guerra Cristera coincidió con la formación del primer ejido de la microrregión en 1929. Las gavillas de cristeros asediaban a los ejidatarios cuando salían a trabajar en las parcelas. En la microrregión y en comunidades vecinas hubo asesinatos de presidentes de los comisariados ejidales a manos de cristeros. Fueron tiempos de carencias en las comunidades debido a que las familias producían pocos alimentos en las tierras más cercanas a la comunidad, si se alejaban corrían el riesgo de ser ultimados por los cristeros. Las madres de familia, por su parte, además de preparar los escasos alimentos adquirieron la responsabilidad de cuidarlos de la amenaza que representaban tanto los cristeros como los soldados del ejército mexicano que pasaban o se destacaban en la comunidad. Las madres hacían escondites en sus corrales o cerca de las viviendas donde enterraban sus ollas de frijoles y las tortillas. La situación de incertidumbre se alargó hasta el fin

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de la segunda oleada de cristeros en 1938. Durante el tiempo que hubo destacamentos militares en Las Cruces para defender los ejidos, las madres de familia, además de que vivían con miedo, tenían que colaborar con la preparación de alimentos y atención a los soldados (Margarita Díaz, 20-03-2009).

Un suceso, narrado por David Flores (27-05-2016), que modificó parte del trabajo reproductivo realizado por las mujeres durante la estancia de los militares en Las Cruces, fue el colapso del "ojo de agua” conocido como "La Ceja” a donde grupos de vecinas de Las Cruces y otras comunidades de la microrregión se trasladaban por agua o para lavar sus ropas. Un capitán del ejército, se trasladó un día al ojo de agua, observando que la cantidad de agua que brotaba de entre las piedras era poca. El militar consideró que con una carga de pólvora podría retirar piedra para dejar al descubierto la vena de agua. Explotó una carga de dinamita pero el efecto fue el contrario, pues el agua dejó de brotar. Los vecinos que lo acompañaron explicaban el suceso señalando que la explosión había provocado que se fragmentaran las rocas creando un hueco en la tierra por donde se sumió el agua. Tal pareciera que el relato es poco relevante como para provocar un cambio en la organización de los trabajos reproductivos, pero así fue. El ojo de agua era la única fuente de agua para uso doméstico (preparación de alimentos, limpieza de la vivienda, lavado de ropa). Desde entonces se acabaron los largos recorridos de las mujeres para obtener el agua y lavar la ropa. Pero también comenzó un calvario por el agua que se alargó hasta la década del 2000. El abasto de agua para uso doméstico comenzó a realizarse a través de bordos y pequeñas represas, el agua estaba más cerca de la comunidad, sin embargo, comenzaron a incrementarse las enfermedades estomacales sobre todo en los menores de edad. Este cambio implicó que las madres de familia destinaran mayor tiempo al cuidado de enfermos, a realizar sus labores domésticas con el menor uso posible de agua.

En la década de 1940 hubo cambios importantes que modificaron las formas de organización del trabajo en las familias y grupos domésticos. A principios de la década de 1940, un vecino de Las Cruces, Germán Díaz, adquirió un camión de pasajeros para prestar el servicio de transporte hacia la ciudad de Salvatierra. Aunque todavía no existía camino de terracería, el camión permitió,

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exclusivamente en tiempos de secas, el traslado de las cosechas para su venta en la cabecera municipal. Hasta entonces, el traslado de maíz y frijol para venta lo hacían los padres de familia en animales de carga. Era un trabajo exclusivo de los hombres que implicaba varias horas de viaje, así como la renta de burros, cuyo pago se hacía generalmente a cambio de semillas de maíz y frijol y rara vez con dinero. Estos intercambios de bienes y servicios a través de redes de cooperación permiten tener conocimiento de que las formas de organización del trabajo distintas a la lógica mercantil continuaron siendo desplegadas por las familias de las comunidades.

En julio de 1947 las familias de ejidatarios y medieros de la microrregión enfrentaron dificultades en la producción tras el sacrificio de ganado supuestamente infectado con la fiebre aftosa. Con el exterminio de reses y bueyes se vieron afectados recursos importantes de la economía campesina: la merma en la producción de leche y la falta del principal implemento de trabajo la yunta de bueyes. A pesar de la resistencia de varios vecinos de la microrregión, los soldados del ejército cavaron un gran foso en las inmediaciones de Las Cruces donde sacrificaron al ganado. Algunas familias que habían logrado esconder su ganado en los cerros, después de las amenazas del ejército, entregaron su ganado a cambio de una indemnización. Este hecho significó para las familias producir bajo el sistema de coamiles durante un tiempo. Los padres de familia organizaron a los demás integrantes para producir en las laderas de los cerros. Las primeras labores eran muy pesadas, consistían en abrir y limpiar el terreno, quitando vegetación, piedras y preparando el terreno. Los hombres eran quienes se hacían cargo de estas primeras labores. En las siguientes fases de la producción, la siembra, desquelite, escardas, cosecha, participaban las madres de familia, niños y ancianos. Algunos hombres en mejores condiciones económicas, compraron bueyes en comunidades cercanas del estado de Michoacán para recuperar sus yuntas.

Por otro lado, los nuevos titulares de la tierra, continuaron reproduciendo las formas de organización del trabajo relacionadas con los tratos de aparcería. Los ejidatarios más influyentes reprodujeron también los intercambios de trabajo por

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alimentos básicos con las familias sin tierra. Estos intercambios ya eran practicados por los hacendados con las familias de jornaleros, sin embargo, los sin tierra que participaban en este tipo de tratos, ya no recibían el pago de jornales, sino que el trabajo se intercambiaba únicamente por maíz y frijol, más tarde despensas.

En la década de 1950, algunos ejidatarios, que eran mediadores entre las instituciones del Estado y los ejidos, fueron incrementando su influencia y sus recursos en las comunidades de la microrregión. Estos ejidatarios impulsaban formas de organización del trabajo que no correspondían al terreno mercantil, pero tampoco a los intercambios de bienes y servicios bajo un sistema de reciprocidad. Simón Mancera y sus descendientes, en La Estancia; David Flores en Las Cruces; aprovecharon su posición privilegiada para hacer arreglos con las familias sin tierra de manera ventajosa. Como lo muestra el siguiente relato de Amalia Mancera, había una importante participación de mujeres de familias sin tierra que trabajaban para los ejidatarios:

Diario andaba en el campo, trabajando en tierra ajena. Hacía destajos de limpia de piedras en las parcelas. Con eso saqué adelante a los hijos. Cuando tenía a los primeros, me llevaba al que le daba de comer (...) lo ponía en una cuna, un guangoche (...) los que estaban más grandecitos se los dejaba a mi mamá (Amalia Mancera, 24-02-2014).

Estas nuevas formas de organización del trabajo no estuvieron exentas de tratos abusivos y tensiones entre los ejidatarios y las familias sin tierra. Las jornadas de trabajo eran excesivas y pesadas, el pago era apenas el alimento del día para la familia; un cuarterón, un puño de frijol, era la retribución que una familia obtenía por el trabajo de varios de sus hijos en la construcción de cercas.

Eran cabrones. Yo recuerdo que cuando tenía unos ocho o diez años, mi papá que no era ejidatario, trabajaba construyendo cercas de piedra en las tierras del ejido y como pago los ejidatarios le daban un paquete de harina de maíz. No recuerdo bien cada cuánto daban el paquete, pero la verdad es que las familias que no éramos de ejidatarios sufríamos hasta de hambre (...) Mire los paquetes de harina ni siquiera los compraban los del ejido, eran de unas despensas que les mandaba el gobierno. (Socorro Zamora, 23-10-2009)

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En la década de 1960 había distintos trabajos que desempeñaban los integrantes de las familias sin tierra en la microrregión. Además de la aparcería y el trabajo por jornal o a cambio de alimentos básicos por realizar trabajos en las áreas comunes y urbanas de los núcleos ejidales, las familias sin tierra recurrían a la recolección y venta de productos o materiales del cerro. En la Estancia la recolección, preparación y venta de camote blanco era extendida entre estas familias. Regularmente el padre e hijos varones recolectaban el tubérculo en las faldas de los cerros y las madres de familia u otras mujeres del grupo doméstico se encargaban de la cocción y venta del producto. Además, los ejidatarios más acomodados ofrecían distintos trabajos a las familias sin tierra a cambio de recursos monetarios. Podían ser jornales por acondicionar parcelas para producir o la compra de materiales por encargo para utilizarlos en la construcción de viviendas. Las familias sin tierra dependían de esos recursos monetarios para poder adquirir alimentos que no se producían en la microrregión: jitomate, cebolla, piloncillo. Tanto en los trabajos de mediería como en otros trabajos que requerían gran esfuerzo físico, participaban las mujeres de las familias sin tierra. Por lo general, era la madre de familia quien se sumaba al trabajo junto con el marido y los hijos que tenían la edad para comenzar a trabajar. Otras mujeres de la familia, generalmente las hijas, se encargaban de las labores de atención a los integrantes que trabajaban para los ejidatarios. Ellas preparaban los alimentos, llevaban el lonche a los trabajadores y cuando había niños pequeños se encargaban de su cuidado durante la ausencia de la madre.

Los ejidatarios me ocupaban para recoger piedritas que usaban como grava cuando iban a hacer una casa. Nos decían a nosotros que las juntáramos, ahí andábamos en el calor. Empezábamos en la mañana a recoger las piedritas para alcanzar a juntar muchos botes. Llegamos a juntar hasta 200 botes en un día para un ejidatario. En la casa dejábamos a una niña para que nos ayudara a cocer los frijoles, otra niña nos llevaba el lonche a donde estábamos juntando la piedra. (Elvira Muñiz, 8-03-2014)

Hasta la década de 1960, el grueso de las familias en la microrregión, tanto de ejidatarios como sin tierra, articulaba sus dinámicas familiares a partir del campo. La mayor parte de los trabajos eran realizados por hombres, mujeres, niños y

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ancianos en sus comunidades, en combinación con breves salidas de los hombres para trabajar como jornaleros en las tierras de riego cercanas a la microrregión. A diferencia de los hombres y mujeres de comunidades abajeñas cercanas al corredor industrial, que desde finales de la década de 1950 se incorporaron al trabajo asalariado en las empresas hortícolas recién instaladas, los miembros de las familias de Las Cruces permanecieron ajenos a ese mercado laboral. La falta de caminos transitables para el trasporte de personal, mantuvieron a las familias de la microrregión aisladas de los mercados de trabajo emergentes. Sin embargo, el jornal fue un componente de las fuentes de sustento familiares a lo largo de décadas. Para buscarlo fuera de la microrregión, los hombres jóvenes y adultos se trasladaban a las zonas de agricultura de riego cercanas, como Santiago Maravatío, Salvatierra, Eménguaro y Chamacuerillo. En esos lugares, incluso los ejidatarios que contaban con riego, pagaban jornales.

Para la década de 1970, había dos elementos del sustento que pautaban las dinámicas de cada vez más familias en la microrregión. El trabajo del campo y las salidas temporales en busca de ingresos hacia ciudades del interior del país o Estados Unidos. Paradójicamente, la actividad agrícola de temporal había alcanzado niveles de producción elevados, gracias a que las familias, tanto con tierra como de aparceros sin tierra, sembraban la mayor parte de las tierras ejidales. En esta década, las actividades agropecuarias en la microrregión estaban en pleno auge. Los relatos de varios entrevistados16 sobre las abundantes cosechas, las extensas superficies sembradas y los grandes hatos de ganado que poseían algunos ejidatarios eran testimonio de que el eje articulador de las dinámicas de las familias era el campo. Incluso varias familias practicaban la agricultura de temporal mediante dos maneras distintas: por un lado, las tierras más planas y cercanas a los núcleos de población eran sembradas con tiro de animales y, por otro lado, se desmontaban superficies más pequeñas en las laderas de los cerros que eran trabajadas bajo el sistema de coamil o huamil utilizando como principal herramienta el azadón. En ambas formas de producir había una división de labores entre hombres y mujeres. Lo común era que el

16 David Flores (27-05-2016); Gonzalo Tapia (20-03-2009); Salvador Zamora (21-12-2014).

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padre de familia o los hijos varones mayores manejaran la yunta o el tronco y desmontaran los terrenos para producir con el sistema de coamil. Eran trabajos considerados pesados, exclusivos a ser realizados por varones. Las madres de familia, hijos e hijas desde pequeños participaban en las labores que ya desde la hacienda realizaban de manera preferente: tirar la semilla, escardar, desquelitar, despencar maíz, desenredar frijol de las matas de maíz, pizcar los granos. A los hombres les correspondía barbechar, aflojar la tierra con la yunta o tronco para la escarda, tumbar la cosecha y trasladarla para su almacenaje en la vivienda o distribuir la parte que se vendía.

Migrar, por su parte, había estado presente en algunas familias desde antes que se formaran los ejidos. Había padres de familia que se desplazaban temporalmente a Estados Unidos. Más tarde, entre las décadas de 1940 y 1960, algunos padres de familia se sumaron a los contratos braceros. Terminados los contratos, algunos ex braceros continuaron migrando de manera temporal hacia los Estados Unidos. Sus historias motivaron a otros jóvenes, como David Flores, para cruzar la frontera:

Ya se rumoraba del norte, ya teníamos la tentación de ir, pero no se iba mucha gente en ese tiempo, yo me fui cuando tenía como 16 años la primera vez --en la década de 1970--, pero era muy poca gente la que se iba en ese tiempo (...) todavía como te digo cuando yo me fui a los 16 años éramos muy pocos los que nos íbamos. (David Flores, 27-05-2016).

Pese al carácter histórico de la migración internacional, hasta la década de 1970 eran pocos los hombres que se sumaban a los flujos migratorios de carácter temporal, incluso los desplazamientos internos tenían más peso para un mayor número de familias de la microrregión. Por ejemplo, entre las décadas de 1950 y 1960 se formó la colonia Guanajuato en la ciudad de Salvatierra básicamente con familias procedentes de la microrregión de Las Cruces. Durante las siguientes dos décadas, 1970-1980, el destino predilecto de los jóvenes que salían en busca de trabajo asalariado fue la ciudad de México. Un buen número de jóvenes varones1' que se establecieron temporalmente en Tlalpan para trabajar en GONHER. Después de trabajar durante varios años llevaron a sus esposas e hijos a residir a 1717 David Flores (27-05-2016) calculó que tan solo en la fábrica GONHER localizada en Tlalpan, laboraban entre 30 y 40 jóvenes de Las Cruces.

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la gran ciudad. Los signos de deterioro de la actividad agropecuaria eran cada vez más visibles y los salarios provenientes de fuera se volvían cada vez más necesarios para las familias. Varios de los varones que migraron a la ciudad de México eran jóvenes solteros que continuaban en contacto con sus familias en las localidades, la mayoría de ellos llevaba a cabo el noviazgo en la microrregión de Las Cruces para después de casarse establecerse con su pareja en la metrópoli.

En la microrregión hasta antes de la década de 1990 eran pocos los hombres que migraban hacia Estados Unidos'8. Sin embargo, ya en la década de 1970 la salida de varones hacia Estados Unidos era un fenómeno extendido entre las familias de las zonas temporaleras del Bajío guanajuatense. Para las familias de la microrregión de Las Cruces, la década de 1970 fue clave en la construcción de las redes que facilitaron una incorporación creciente de hombres y mujeres a los flujos migratorios hacia Estados Unidos. En esa década, para las familias con tierra, cuya principal fuente de sustento era el campo, migrar temporalmente representaba un complemento. La movilidad de los varones migrantes entre sus localidades de origen y los lugares de destino en Estados Unidos era bastante fluida, los hombres se iban sin documentos y no requerían de contratar "coyote” para cruzar la frontera. La práctica de una migración temporal hacia Estados Unidos permitió a los padres de familia continuar participando en las labores del campo. Los hombres se quedaban el tiempo necesario para realizar las primeras labores agrícolas y después partían a Estados Unidos o ciudades del país. A pesar de que había fuertes restricciones para la movilidad de los titulares de derechos ejidales, que según los reglamentos internos de los ejidos perdían su parcela si no la trabajaban personalmente, también ellos participaron en los flujos migratorios. Los ejidatarios que migraban, era porque tenían una posición privilegiada que les aseguraba que su tierra no sería reasignada si se ausentaban y no la trabajaban personalmente; o bien, aquellos que organizaban sus tiempos para hacerse presentes al principio y al final de la producción. Las mujeres, por su parte, comenzaron cada vez más a quedar como responsables de los trabajos en las parcelas. Los integrantes varones de las familias sin tierra, que en su mayoría 18

18 David Flores (27-05-2016); Elíseo Zamora (28-10-2012).

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vivían de la mediería, presentaron una mayor movilidad. Varios hijos de medieros sin tierra, migraron en esa década y comenzaron a establecerse en ciudades y poblados de Texas y California. Algunos de ellos serían beneficiados a principios de la década de 1980 por la IRCA. Los migrantes que lograron establecerse en los estados de Carolina del Norte y Texas, y regularizaron su situación migratoria se convertirían en los pilares de las redes sociales que facilitaron en las décadas siguientes la incorporación de un número creciente de hombres y mujeres.

La incorporación de los hombres a los flujos migratorios implicó reacomodos en las familias. Las dinámicas de familias con migrantes eran reorganizadas de acuerdo a la ausencia por temporadas de los padres de familia y los hijos varones que se incorporaban a los flujos migratorios alrededor de los 15 años de edad. Por otro lado, tanto las madres de familias de medieros como las de ejidatarios participaban de manera importante en la organización y en la realización de las labores agrícolas durante la ausencia del marido. Si bien, el padre de familia regularmente encargaba a un pariente varón tanto a su familia como la producción, eran las esposas quienes resolvían gran parte de los trabajos relacionados con la producción agrícola. Había entre las distintas familias de la microrregión diferencias en la organización de los trabajos. En las familias de ejidatarios acomodados, las esposas dedicaban su mayor parte del tiempo al mantenimiento de la vivienda y la atención y cuidado de los integrantes de la familia. En las familias de aparceros o familias con migrantes, las mujeres tenían una participación crucial para sostener la producción agrícola.

Si bien, las dinámicas de familias con migrantes apoyaban su sustento y reproducción social de manera importante en la actividad agropecuaria, en algunos casos las remesas tenían un gran peso. Esta especie de dependencia a los ingresos por la venta de la fuerza de trabajo, era visible en la década de 1970 en las comunidades rurales del Bajío guanajuatense. Margolis (1979), en su estudio sobre el papel de la mujer en la agricultura del Bajío guanajuatense, realizado en una zona temporalera cercana a la microrregión de Las Cruces en la década de 1970, examinó la organización de la actividad agrícola de familias con migrantes internacionales desde una óptica de la división sexual del trabajo. En su

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caso de estudio dicha división respondía a una relación estrecha entre la unidad familiar y el sector capitalista. Los migrantes temporales aseguraban la reproducción de la fuerza de trabajo en su unidad doméstica al obtener ingresos necesarios para satisfacer las necesidades que la producción agrícola no permitía; y la práctica de una agricultura de subsistencia permitía la producción y reproducción de una fuerza de trabajo barata que luego ingresaba al sector capitalista sin desprenderse de la unidad doméstica. Margolis (1979) hizo una aportación importante al relacionar la esfera familiar con la reproducción de la fuerza de trabajo para el sector capitalista. Esta autora explicaba que las familias de campesinos temporaleros de Magdalena de Araceo, en Valle de Santiago, Guanajuato, en la década de 1970 se organizaban para la venta de fuerza de trabajo barata como actividad económica que les permitía obtener ingresos monetarios, manteniendo una agricultura de autoconsumo que garantizaba la reproducción de dicha fuerza de trabajo. Agregaba, que si las familias abandonaran la actividad agrícola, no sería posible la reproducción y mantenimiento de la fuerza de trabajo de la unidad doméstica a bajo costo para el sector capitalista, y, de igual forma, si se abandonara la migración temporal, la reproducción se llevaría en condiciones precarias debido a las condiciones de la agricultura temporalera que predominaban en Magdalena.

Una relación parecida acontecía en la microrregión de Las Cruces durante esa década, las familias con migrantes organizaban sus trabajos y actividades articulando dos formas distintas de organización del trabajo: el trabajo productivo remunerado al incorporar integrantes de la familia al sector asalariado en Estados Unidos y diversas ciudades mexicanas; y el trabajo del campo que podría encajar en la categoría de trabajo fantasma propuesto por Illich (1980), y que son aquellas actividades no remuneradas del ama de casa y del propio trabajador asalariado que hacen posible el mantenimiento y la reproducción de la fuerza de trabajo sin trasladar el costo al sector capitalista. Para Illich el trabajo fantasma en las sociedades industriales era mucho más importante que el trabajo asalariado, pero solamente estaba presente en sociedades industriales, sobre todo en el trabajo de las amas de casa. Si bien, las familias rurales no organizaban sus dinámicas

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familiares de igual manera que las familias de obreros, al relacionarse con el sector asalariado, el trabajo del campo podía considerarse como trabajo fantasma ya que era indispensable para la reproducción de la fuerza de trabajo sin costo para el sector capitalista. Al igual que el trabajo reproductivo, la actividad agropecuaria de autoconsumo no era remunerada y ocupaba recursos familiares, así como más tiempo que el trabajo asalariado. Ahora bien, estos argumentos eran válidos para las familias que, por un lado, tenían al menos un integrante que se desempeñaba en el trabajo asalariado, y, por otro lado, no vendían su producción para hacerse de ingresos, lo que en esa década era muy raro, pues la mayoría de las familias vendían parte de las cosechas. Incluso los aparceros vendían desde un cuarterón hasta varios costales de maíz y/o frijol en la ciudad de Salvatierra con el fin de obtener ingresos para cubrir sus necesidades. Como una parte de la producción se colocaba en el mercado, las actividades del campo no podían catalogarse únicamente como trabajo de subsistencia. La frontera entre lo productivo y la subsistencia en la actividad agropecuaria de las familias de la microrregión era borrosa, la propuesta de Moser (1995) sobre considerar la producción agropecuaria destinada en parte al mercado como trabajo productivo, encajaba de mejor manera que considerarla como trabajo de subsistencia. Finalmente, las familias destinaban una parte de la producción para el mercado con un valor de cambio y la producción que se dedicaba a la subsistencia tenía un valor de uso, pero también un valor potencial de cambio.

La complejidad de las dinámicas familiares en la microrregión difícilmente podía entenderse desde la propuesta de la división sexual del trabajo en boga en esa década de 1970. Sin embargo había elementos teóricos propuestos por las autoras feministas sobre el trabajo de la mujer que sí encajaban con las dinámicas familiares de la microrregión de Las Cruces. Por ejemplo, en los trabajos desempeñados por las madres de familia, había un alto grado de integración entre algunas actividades correspondientes al trabajo reproductivo y las labores agrícolas. Esto coincidía con los argumentos de Benería (1981) sobre la participación de la mujer en trabajos productivos, cuyo punto focal era que la actividad económica de la mujer se originaba en su función específica en la

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reproducción de la fuerza de trabajo. En sociedades rurales la autora señalaba que la participación de la mujer en las labores agrícolas y en actividades mercantiles era una prolongación del trabajo doméstico. A menudo parte de las comidas preparadas para el hogar era destinada a venderse en el mercado y el cuidado de los hijos se extendía fuera del hogar en los casos en que las madres llevaban a sus hijos al campo o a la plaza del mercado. La integración de actividades productivas y reproductivas más visible en la microrregión era el cuidado de los niños pequeños mientras la madre trabajaba en la parcela.

Varios de los elementos que Benería (1981) señaló como los esquemas de trabajo femenino más visibles en la década de 1970, coincidían con la forma en que las mujeres de la microrregión participaban en los trabajos productivo y reproductivo. Así, las actividades productivas o de subsistencia tendían a ser compatibles con el cuidado de los niños por lo que la movilidad física era escasa, pues desempeñaban sus actividades en lugares cercanos al solar o en la parcela familiar; las mujeres estaban subordinadas a la organización del trabajo agrícola por parte del hombre e incorporadas a los trabajos a partir de relaciones jerárquicas basadas en la edad; las actividades productivas eran consideradas una extensión de la actividad doméstica; y, no recibían remuneración a cambio o bien la remuneración era baja.

Por otro lado, en la década de 1970 en la microrregión había elementos que no correspondían totalmente con los ejemplos sobre la división sexual del trabajo en la sociedad rural mexicana que Benería (1981) retomó de Young (1977). Planteaba una división sexual como típica del México rural:

Dentro del pueblo y del conjunto de la comarca había una división sexual del trabajo claramente definida y que todo el mundo era capaz de describir sin vacilaciones. Las mujeres no trabajan en los campos, salvo en el momento de la cosecha, o bien, ocasionalmente, cuando los hombres necesitaban que se les echara la mano; van a buscar el agua y la leña, ejecutan todos los trabajos de mantenimiento del hogar, cuidan a los niños y a los ancianos y el ganado de la familia, y preparan la comida (...) Los varones, por su parte, trabajan en los campos, pero no van a por agua ni a por leña (a menos que las mujeres no puedan hacerlo, por alguna causa), ni mantienen la casa cotidianamente, ni guisan, ni lavan la ropa. (Benería, 1981, citando a Young, 1977).

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Efectivamente, en la microrregión de Las Cruces los hombres no participaban en los trabajos reproductivos, pero las mujeres participaban de manera importante en el trabajo del campo durante todo el ciclo agrícola. Si bien, había unas actividades que realizaban las mujeres de manera regular como tirar semilla durante la siembra, escardar, desquelitar, cosechar, su participación en la producción agrícola no era intermitente como sugiere Young. Por otro lado, muchas de las actividades de recolección eran encabezadas por los varones, como la búsqueda y traslado de leña en la que el padre o un hermano varón mayor dirigían a otros hermanos o hermanas en esta actividad (Eliseo Zamora, 14-09-2014). En cambio, el acarreo de agua desde los "ojos de agua” sí era una actividad realizada preferentemente por las mujeres (Juana Flores, 27-05-2016). Por otro lado, algunas mujeres sin tierra que habían asumido la responsabilidad de su familia, encabezaban a sus hijos e hijas en las actividades de mediería o al tercio. No recibían un salario, pero aseguraban los alimentos básicos (maíz, frijol y garbanzo) para los integrantes de la familia.

A pesar de que Young (1977 citada por Benería, 1981) refirió una organización típica de la división sexual del trabajo en el México rural que no coincidía en la microrregión de Las Cruces, planteó algunos matices interesantes que reflejaban en esa misma década la organización del trabajo en los grupos domésticos y familias de la microrregión. Young señalaba que las mujeres de familias acomodadas empleaban trabajo asalariado por lo que no realizaban faenas agrícolas. En la microrregión de Las Cruces, las esposas de ejidatarios prominentes como Simón Mancera en La Estancia del Carmen, no trabajaban en las parcelas del marido, sin embargo, el propio ejidatario no se dedicaba de tiempo completo al trabajo agrícola, pues una buena parte de sus tierras las daba bajo arreglos de mediería o al tercio. En cambio, decía Young, la mujer pobre trabaja en el campo como el hombre, incluso como asalariada. Era el caso de Amalia Mancera, también en La Estancia del Carmen, que a pesar de ser descendiente del ejidatario Simón Mancera, trabajaba tierras a medias para sostener a su familia. La situación de Amalia permite destacar que la participación de la mujer en trabajos productivos dependía, además del sexo, de su posición en la familia.

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Dolores, madre de Amalia y esposa de Simón Mancera, no se paraba en las parcelas a trabajar. Se dedicaba a organizar los trabajos reproductivos en su hogar. En cambio, Amalia no recibió tierras de su padre y al casarse con un hombre sin tierra, además desobligado por su gusto por el alcohol, no solamente tuvo que trabajar en el campo, sino hacer los tratos con los ejidatarios que le daban sus tierras a medias o al tercio, así como organizar a sus hijos e hijas para realizar todo el trabajo agrícola. Young, ubicaba a la mujer del campesino mediano que participaba de manera intermitente en la agricultura, pero estaba más constreñida por la exigencia cultural de que la mujer casada debía quedarse en casa. Esa exigencia cultural parece no haber sido tan clara en la microrregión de Las Cruces, tal como lo planteaba Young, pues tenía más peso la carga social de los varones como proveedores exclusivos, lo que influía en que la mujer siempre se considerara como ayudante, invisibilizando con ello su importante participación en la producción agropecuaria. A los matices establecidos por Young, habría que agregar que en la microrregión la participación de la mujer en el trabajo del campo era algo común desde la época de las haciendas. Incluso hay mujeres, como Juana Flores, que a pesar de que reconocen que el trabajo era pesado, manifiestan su gusto por dicho trabajo:

Me gusta mucho el campo a mí, sí todavía me gusta a mí. Yo he trabajadomuchísimo en el campo, desde niña y ya casada también seguí trabajando.Trabajábamos nuestra tierrita propia yo compré una tierrita y mi papá me dio otra.Cuando tenía mis niños chiquitos la compré. (Juana Flores, 27-05-2016).

La importante participación de la mujer en la agricultura del Bajío fue constatada por Margolis (1979) en su estudio de la década de 1970, ya citado. Entrevistó a 308 hombres y mujeres de distintas edades con el fin de establecer la división de actividades económicas. De la muestra que analizó 63 personas eran agricultores; la división por sexo y edades en la actividad agrícola estaba compuesta por un 35% de mujeres adultas; un 24% de población infantil masculina; y los hombres adultos (en su mayoría ancianos), al igual que las niñas, un 21%. La conclusión a la que llegó Margolis fue que mientras la venta de fuerza de trabajo en Estados Unidos era una actividad exclusiva de hombres adultos, la agricultura era sobre

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todo una actividad de mujeres, ancianos y niños. Ese hallazgo fue muy importante porque hacía visible la participación de la mujer tanto en el trabajo reproductivo como en el trabajo productivo. No era una participación ocasional, pues la misma autora encontró que el trabajo en la actividad agrícola de las mujeres era constante durante todo el año, mientras que para sus maridos que migraban era de muy corta duración, al inicio y al final del ciclo agrícola.

El trabajo realizado en las actividades agropecuarias era solo una parte de las responsabilidades atendidas por las mujeres, el grueso de las actividades que organizaban y ejecutaban formaban parte del trabajo reproductivo. Una de sus principales responsabilidades era el cuidado y atención de los niños pequeños, que combinaban con la preparación de alimentos y atención a los trabajadores del grupo doméstico. Las cargas de trabajo reproductivo se hacían más pesadas debido a la insuficiencia de recursos para desempeñar sus tareas domésticas. La carencia de agua en la microrregión significó un trabajo pesado para las mujeres que tenían que recorrer varios kilómetros desde sus comunidades hasta los lugares de donde se abastecían del liquido'9. En tiempos de secas se alargaban los recorridos de las madres de familia tanto para acarrear el agua de consumo humano como para lavar las ropas de los miembros de la familia. Las madres de familia que trabajaban en el campo dedicaban un día de la semana para ir a lavar la ropa hasta las fuentes de agua.

Más atrás íbamos caminando desde aquí de La Estancia hasta la Huerta por un cantarito de esos de barro. Para ir a lavar subíamos medio cerro hasta el Obrajuelo. Nos íbamos en la mañana cuando estaba obscuro como a eso de las cuatro de la mañana y regresábamos en la noche. Todo el día lavando. Ya después un sobrino tenía una camioneta y me llevaba hasta La Angostura en la Palma de Eménguaro a lavar. (Elvira Muñiz, 8-03-2014).

Si bien, en la década de 1970 migrar era una actividad importante para garantizar el sustento y la reproducción de algunas familias, había otras formas de 19

19 Las primeras comunidades que tuvieron acceso al agua entubada gracias a la perforación de pozos fueron Las Cruces, La Estancia y La Lagunilla del Carmen en la década del 2000. Todavía en temporada de secas se llega a agotar el suministro de agua de los pozos por lo que las familias tienen que abastecerse con pipas que envía la administración municipal o en distintos ojos de agua de la microrregión. El acarreo se ha facilitado gracias a los vehículos motorizados.

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organización del trabajo que eran cruciales para garantizar la continuidad de la actividad agropecuaria en la microrregión: los intercambios de bienes y servicios a través de redes sociales y los tratos de aparcería. Estos tratos e intercambios eran extendidos en las comunidades rurales mexicanas. Corcuera (1974) en su estudio sobre los campesinos temporaleros de San Gabriel Amacuitlapilco, Morelos, mostró que lo que posibilitaba en gran medida la actividad agrícola era la cooperación entre los miembros de la comunidad a través de ayudas con fuerza de trabajo. Corcuera argumentaba que si se contabilizara la mano de obra no pagada utilizada por los campesinos temporaleros, éstos no podrían sembrar. Las relaciones de cooperación entre familiares, amigos y conocidos encontradas por el autor permitían a los campesinos evitar el pago de jornales. Corcuera resumía la lógica de los intercambios de la siguiente forma: "te ayudo a sembrar tu parcela y espero ser correspondido de la misma manera” (Corcuera, 1974:89). Esa misma lógica de reciprocidad estaba presente en los intercambios entre algunas familias de la microrregión Las Cruces. El apoyo con parte de los trabajos del ciclo agrícola, el préstamo de animales de tiro o de insumos agrícolas como las semillas, habían estado presentes en las comunidades de la microrregión desde décadas atras Eso no dejaba invalidados los tratos ventajosos de los ejidatarios que se convirtieron en caciques, cuyos pagos a cambio de trabajo eran apenas el alimento básico de un día para la familia del trabajador20 21. Los tratos de aparcería por su parte, ya eran añejos en la microrregión. Los más comunes eran a medias y al tercio. Regularmente el ejidatario daba su tierra a medias y ponía la semilla y sus animales de tiro. El mediero se encargaba de todo el trabajo durante el ciclo agrícola y al cosechar se repartían en partes iguales. En cambio, si el ejidatario había puesto además de la tierra, los implementos agrícolas y la semilla, el trabajador solamente recibía una tercera parte de la cosecha. Si el ejidatario únicamente ponía la tierra, el trabajador recibía tres partes de la cosecha. Si bien,

20 Eliseo Zamora (14-09-2014) señaló que los préstamos de semillas o ayudas en las labores agrícolas han existido entre las familias de la microrregión desde que tiene memoria.21 Socorro Zamora (23-09-2009) recordó una serie de abusos de los ejidatarios de Las Cruces a las familias sin tierra que trabajaban para ellos. Como descendiente de un abuelo que trabajó como capataz de Antonio Flores, ultimo hacendado de Las Cruces, padeció los maltratos de los ejidatarios.

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los tratos se hacían generalmente entre el titular de las tierras y un padre de familia, en las distintas labores agrícolas participaban todos los integrantes de la familia del aparcero a lo largo del ciclo. El padre, además de establecer el arreglo con el dueño de las tierras, era el encargado de organizar a los demás integrantes de su familia, así como de realizar los trabajos considerados como los más pesados: todo el trabajo con la yunta o tronco, la carga y traslado de la cosecha. Los tratos de aparcería se extendieron por los ejidos abajeños e incluso en aquellos ejidos de las sierras aledañas como los de Dolores Hidalgo. Sepúlveda (2011) reportó que para la década de 1950 en los ejidos de este municipio el sistema de mediería era prácticamente generalizado. Además, este sistema se extendía a la ganadería, por ejemplo, alguien prestaba una vaca, el otro la alimentaba y cuidaba, se encargaba de la inseminación y luego se quedaba con el nuevo animal.

En la década de 1980, las dinámicas familiares experimentaron cambios importantes. Esta década fue clave en el declive de las actividades del campo para las familias de la microrregión. Sus semillas no habían entrado a los canales de distribución donde el Estado controlaba el precio. Warman (1981) explicaba que el precio de garantía que supuestamente beneficiaría a los campesinos, solamente benefició a los grandes productores y a los acaparadores. El campesino guardaba gran parte de su cosecha para consumirla, la parte que destinaba al mercado era muy pequeña como para ingresar al sistema nacional de mercado por lo que se vendía a acaparadores locales que mantenían precios bajos. Para los temporaleros de la microrregión Las Cruces, a merced de los acaparadores, tenderos y comerciantes del mercado de la ciudad de Salvatierra, llegó el momento en que ya no era costeable producir excedentes para venta. Los temporaleros comenzaron la reducción de la superficie trabajada, con ello se empezó a generar la expulsión de cada vez más hombres jóvenes hacia Estados Unidos en busca de trabajo. Entre la década de 1970 y 1980 muchos integrantes de las familias sin tierra habían dejado sus grupos domésticos para incorporarse a los flujos migratorios tanto internacionales como internos. Con una actividad agropecuaria deteriorada, también los hombres jóvenes de las familias con tierra

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fueron incrementando su participación en los flujos migratorios. Por otro lado, los integrantes de las familias incorporaron a sus dinámicas otros trabajos productivos, así como nuevos trabajos impulsados desde el Estado, en los que comenzaron a participar de manera importante mujeres madres de familia, reorganizando con ello sus trabajos reproductivos.

3.4 Las dinámicas familiares en las últimas tres décadas, 1985-2015

Los cambios de las dinámicas familiares en Las Cruces en las tres últimas décadas (1985-2015) coinciden con las transformaciones analizadas en familias rurales mexicanas desde la postura de la nueva ruralidad Los acercamientos de esta corriente han demostrado, tanto a partir de la etnografía como del análisis de datos provenientes de las encuestas nacionales de ingresos y gastos en los hogares, que de manera visible a partir de la década de 1990 los miembros de los hogares rurales ampliaron y diversificaron sus fuentes de ingreso. Con ello los recursos y opciones agropecuarios perdieron terreno como centro de las estrategias familiares (Arias, 2009). Se ha constatado además que a pesar de que el 93% de los ingresos de las familias rurales provienen de actividades no agropecuarias, la actividad agropecuaria no desapareció e incluso continúa siendo importante en las dinámicas familiares (Grammont, 2009).

Si bien, la combinación de distintas fuentes de sustento ha existido desde la época de las haciendas entre las familias de la microrregión, a partir de finales de la década de 1980 los miembros de las familias ampliaron el abanico de opciones que les permiten garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional. En ese sentido, existe una continuidad en cuanto a la multiactividad a la que 22

22Grammont (2008) define la nueva ruralidad como una nueva relación campo-ciudad en donde los límites entre ambos ámbitos de la sociedad se desdibujan, sus interconexiones se multiplican, se confunden y se complejizan (Grammont, 2008:25-26). De acuerdo con Gómez (2015) el concepto ha sido utilizado con referencia a los cambios experimentados por las sociedades rurales en Latinoamérica a partir de los años ochenta, cuando se intensificaron los efectos de la globalización y de las políticas neoliberales. Los cambios abordados desde esta corriente se relacionan con el incremento de las actividades no agrícolas en el campo, en donde las familias tratan de garantizar su reproducción a partir de la combinación de diferentes actividades económicas desempeñadas por sus miembros.

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recurren los miembros de las familias; sin embargo como ha señalado Shmite (2009) la combinación de distintas actividades "adquiere nuevas dimensiones, destacándose las formas de organización de la producción donde las antiguas prácticas adquieren nuevas modalidades” (Shmite, 2009:3), por un lado, e incorporando nuevas actividades entre las que destaca el trabajo programatizado, por otro.

En cuanto a las nuevas modalidades de las actividades agropecuarias, las familias de la microrregión han ajustado sus actividades agropecuarias correspondientes al trabajo productivo no remunerado que pasaron a ser exclusivamente de subsistencia. Como garantía para contar con los alimentos básicos (maíz y frijol), la actividad agrícola continúa teniendo importancia tanto para las familias con tierra como las que no tienen acceso a este recurso como titulares. Estas actividades están presentes como fuente de sustento en la mayoría de las familias de la microrregión --el 81 %-- y forman parte de un abanico de actividades que los integrantes de las familias combinan de distinta manera (ver cuadros 2 y 3 en anexos), similar a lo que Mummert (1994) encontró entre las familias de Naranja, Michoacán a finales de la década de 1980, en donde las estrategias familiares se fincaban en una combinación de recursos entre los cuales la agricultura se estaba relegando de la centralidad. Los temporaleros de la microrregión Las Cruces, basan su producción en dos cultivos: maíz y frijol. Como otros temporaleros del Bajío guanajuatense, tienen una doble y opuesta valoración de dichos cultivos: se les aprecia como los principales alimentos de la dieta familiar pero como cultivos comerciales saben que no son costeables (Ruiz, 2008). Esta doble valoración está relacionada con la incosteabilidad de colocar los granos en el mercado, pues desde finales de la década de 1980 producir para vender ya implicaba pérdidas. Desde entonces, la actividad agrícola provee alimentos más no ingresos a las familias de la microrregión. Siendo una actividad de subsistencia, actualmente lo que determina la superficie sembrada es el requerimiento de maíz y frijol para la alimentación anual de los integrantes de la familia. Para producir el maíz y frijol necesario para autoconsumo en una familia no es necesario sembrar una hectárea, hay familias con tres o cuatro integrantes que con sembrar diez o quince

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surcos de maíz y frijol tienen para el gasto anual. Disminuir la producción para estas familias ha significado reducir costos de producción pues no es necesario contratar tractor, con la tracción animal es suficiente. Por otro lado, los integrantes de la familia asumen el trabajo de escardas, abono, fumigación, cosecha y almacenamiento.

La modificación en el reparto de labores entre los integrantes de la familia se ajustó con esta reducción al mínimo de la producción de granos. Hasta principios de la década de 1980 la explotación de la parcela familiar involucraba a varios de los integrantes en la realización de diferentes labores durante todo el ciclo agrícola. Actualmente las familias procuran producir únicamente los granos básicos necesarios para los integrantes de la familia, evitando así al máximo los gastos de producción, lo que ha significado, menos superficie sembrada, menor utilización de jornales pagados, reducción del uso de tractores y de insumos químicos, incremento en los trabajos manuales --escardas, deshierbe a mano-- con la participación principalmente del padre de familia apoyado eventualmente en tareas muy específicas por la esposa o alguno de sus hijos o hijas. Las pequeñas superficies sembradas demandan menos manos y tiempo. Anteriormente la siembra podía alargarse por varios días, en la actualidad las familias solamente siembran lo de un día de trabajo.

Los trabajos productivos realizados en el traspatio o huerto, que eran organizados y realizados principalmente por las madres de familia con el apoyo de hijos e hijas pequeños, en algunas familias ahora involucra también al padre de familia que se liberó de la carga de trabajo en la parcela. En otras familias la producción en el traspatio y huerto prácticamente fue abandonada. La recolección de productos del monte continúa siendo una actividad en las familias, pero con menor intensidad. Las cargas de leña se utilizan de manera intermitente cuando se agota el gas o bien para cocinar algunos alimentos como el frijol que requiere varias horas de cocción. La actividad ganadera también experimentó una contracción desde finales de la década de 1980. Las pocas familias que tenían hatos de ganado bovino, considerados como los grandes productores en la microrregión, redujeron gradualmente el número de cabezas hasta quedarse con una o dos reses o

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becerros para engorda. El cuidado de los animales en las familias con padre migrante recae en la madre con el apoyo de los hijos. En familias donde el padre de familia no migra, éste se encarga de realizar las labores. La reorganización de las actividades agropecuarias ha favorecido a las mujeres en el sentido de que en la mayoría de las familias quedaron liberadas de las cargas de trabajo en la parcela. De las 563 familias de la microrregión, solamente el 22.6% de las madres de familia realizan trabajos productivos en actividades agropecuarias familiares no remuneradas (ver cuadro 4 en anexos).

A pesar de la reducción en la participación en estas actividades, hay familias en donde la participación de la mujer es crucial para sostener la actividad agropecuaria. Paradójicamente en la actualidad la organización de los trabajos en las familias de la microrregión en torno al campo se acerca más a la división sexual del trabajo que Young (1977 citada por Benería, 1981) encontró en familias rurales oaxaqueñas en la década de 1970 en las que los varones eran los encargados del trabajo en la parcela y las mujeres del trabajo reproductivo. Sin embargo, en la microrregión, esa disminución en la participación de la mujer en la actividad agropecuaria fue un cambio relacionado con la contracción de la producción que finalmente liberó manos en las familias, pues hay casos en que el padre puede perfectamente realizar solo todas las labores del ciclo agrícola. Por otro lado, se redujo la participación de la mujer en la actividad agropecuaria, pero se incorporaron nuevos trabajos a las dinámicas familiares que son realizados por las mujeres, como el trabajo programatizado y el de los cargos de representación política y social que abordaré más adelante.

Así como la explotación familiar de la parcela ha persistido, con sus modificaciones en cuanto a la forma de organizarla, existen en la microrregión otras formas de organización del trabajo involucradas con distintas fuentes de sustento que se han reproducido por décadas. Destaca la producción agrícola mediante arreglos de aparcería que forma parte de las fuentes de sustento de cerca del 40% de las familias en la microrregión23. Se trata de una de las formas

De acuerdo a los datos recabados por la EDIPROREP 2014-2016, ver cuadros 2 y 3 en anexos.23

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de organización de la producción agrícola más añeja entre las familias de la microrregión. Como he dado cuenta a lo largo del capítulo, los tratos de aparcería estaban presentes desde la hacienda y fueron reproducidos por los ejidatarios una vez que recibieron las dotaciones. Después del reparto agrario los titulares de los ejidos estaban obligados por la legislación agraria a trabajar ellos mismos la tierra. Los tratos de aparcería existían, aunque no podían ser llevados a cabo por todos los ejidatarios en la microrregión. Solamente aquellos ejidatarios que tenían peso en las organizaciones ejidales podían dar a medias sus tierras ausentándose de los trabajos en la parcela sin correr el riesgo de perderlas. Actualmente las familias tienen mayor certeza sobre la propiedad de la tierra con los certificados parcelarios. Por otro lado, la Ley Agraria de 1992 permitió transacciones comerciales y tratos de aparcería con las tierras. La aparcería está relacionada con distintas motivaciones entre las familias. Como en el caso examinado por Robles (2005) entre familias de ejidatarios de Amealco, Querétaro, en la microrregión de Las Cruces los que ponen las tierras están motivados por: la carencia de mano de obra familiar; la edad avanzada; incapacidad por enfermedades que no permiten realizar el trabajo; la ausencia de una parte de los integrantes de la familia que han migrado; y, el desempeño de otro trabajo cuyos tiempos son incompatibles con la producción.

Las familias que reciben tierras para trabajarlas, en primer lugar, lo hacen porque es prácticamente la única opción local para garantizar los alimentos básicos de la familia. Paradójicamente en la microrregión, las familias sin tierra dependen de la producción agrícola tanto como las familias con tierra24. Las familias que cuentan con el recurso tierra como titulares pueden liberar parte de su fuerza de trabajo familiar para buscar salarios fuera de la microrregión al dar sus tierras a medias. Las familias de aparceros, por su parte, retienen fuerza de trabajo en la producción agrícola.

24 Los datos recabados por la EDIPROREP 2014-2015 arrojaron que de las 563 familias encuestadas cerca del 57% no tienen acceso a la tierra como titulares, pese a ello en la mayoría de estas familias --70%-- la agricultura es uno de los elementos importantes para garantizar el sustento (ver cuadros 2,3 y 5 en anexos) .

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Otra de las motivaciones implicadas en la aparcería son los compromisos relacionados con las redes de intercambio de bienes y servicios que involucran reciprocidad. Robles (2005) señala que la aparcería en Amealco es una forma de ayuda entre parientes. Una buena parte de los aparceros en la microrregión de Las Cruces son hijos del titular de la tierra, estos hijos trabajan las tierras del padre o la madre, pero no dividen la cosecha en partes iguales, sino que regularmente queda en manos del titular de la tierra, quien va proporcionando maíz y frijol al hijo o yerno conforme va necesitando el alimento. A pesar de que este arreglo es conocido por los agricultores como mediería en la microrregión, no lo es de manera precisa, en este caso ocurre como con otros tratos de aparcería que son reconocidos en la microrregión de manera genérica como mediería, involucrando un amplio espectro de arreglos que se pueden definir en primer lugar de acuerdo a la manera como se reparten las cosechas: a medias, al tercio o al cuarto. Cuando hay un arreglo a medias, el ejidatario o pequeño propietario aporta la tierra y la semilla, regularmente el mediero participa con toda la fuerza de trabajo y los implementos agrícolas como el tiro de mulas o machos. Dado que se procura compartir los gastos de producción de manera igualitaria, la cosecha se divide en partes iguales. El trato al tercio indica que una de las dos partes involucradas en la aparcería obtiene una tercera parte de la cosecha. Si el dueño de la tierra además de aportar este recurso invierte en la semilla, insumos y pone sus animales de tiro y el aparcero solo participa con el trabajo, a éste último le corresponde una tercera parte. Si es el aparcero quien proporciona, además del trabajo, la semilla, los animales de tiro y los insumos el reparto de la cosecha se invierte. Cuando se hace un arreglo al cuarto el titular de la parcela solamente pone la tierra, mientras que el aparcero pone los implementos agrícolas, insumos, semillas y todo el trabajo. La cosecha se reparte dando una de cada cuatro anegas al dueño de la tierra. Estas variantes de tratos de aparcería comparten ciertas características. Por un lado, son tratos indefinidos, aunque renovados en cada ciclo agrícola; son acuerdos de palabra; pueden ser tratos entre parientes, amigos o vecinos; se comparten los riesgos de la producción y la cantidad de

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semilla producida que le toca a cada parte no se conoce hasta que se estima el volumen de la cosecha (Robles, 2005).

Los tratos de aparecería coexisten con otras formas de organizar la producción agrícola en la microrregión (ver esquema 1). La mayoría de estas formas han estado presentes durante décadas entre las familias e involucran las redes de intercambios de bienes y servicios. Cuando hay recursos económicos como pago a cambio de trabajo, no se asimilan a una relación laboral en el mercado de trabajo asalariado. Generalmente son acuerdos de palabra que implican un cierto grado de confianza entre las partes (Robles, 2005). Por ejemplo, cuando el titular de una parcela renta su tierra a otra persona, el precio que es fijado puede resultar simbólico --en la microrregión las rentas más altas fluctúan entre los 700 y 800 pesos la hectárea--. Los tratos que involucran recursos monetarios son los menos frecuentes en la microrregión. En cambio, los tratos que involucran intercambio de trabajo, reparto de cosechas, apoyo con trabajo y préstamo de insumos e implementos agrícolas son los más extendidos entre las familias.

El préstamo de parcelas suele darse entre titulares que han migrado y no trabajan su tierra y familiares que pueden o no tener tierras. Cuando alguien tiene tierra y toma una tierra prestada es porque tiene la capacidad y recursos necesarios para incrementar su actividad temporalera. Por su parte, al migrante le favorece prestar su tierra porque es una medida de protección para evitar que alguna persona la ocupe sin su consentimiento e incluso pueda reclamarla posteriormente como suya argumentando que la ha trabajado durante años. Debido a la contracción de la actividad agrícola es un arreglo poco extendido entre las familias que tienen tierra. Otra razón por la que algún titular presta su parcela es por la incapacidad de continuar trabajándola debido a alguna enfermedad o a la edad avanzada. No es un trato que se defina a partir de un reparto de la cosecha en determinada proporción, sin embargo, quien agarra la tierra prestada regularmente proporciona algo de la cosecha al titular. Algunos ejidatarios que tienen superficies extensas, bajo los parámetros de la microrregión, han dejado de trabajar una parte de sus tierras pues no tienen mercado para colocar las cosechas a un precio que no signifique pérdidas. Estos ejidatarios prestan parte de sus tierras a familiares o

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conocidos sin tierra, parte del arreglo es que quien recibe prestada la tierra no retribuya con cosecha al titular, pero éste último queda como beneficiario del PROCAMPO-PROAGRO.

Otro arreglo extendido entre familias de ejidatarios con miembros migrantes o en familias que no cuentan con fuerza de trabajo para realizar los trabajos agrícolas, es la maquila. Mummert (1994) reportó en el ejido de Naranja en la década de 1980 un arreglo similar identificado como destajo. Implicaba que el titular daba su parcela a otra persona que se encargaba de todas las labores con sus medios de trabajo. Entre ambos se acordaba desde el principio el monto y tiempo del pago. De acuerdo con esta autora este arreglo representaba una ventaja para el destajero pues se eliminaba el factor de riesgo de una mala cosecha que asumía el aparcero. Este arreglo al destajo corresponde con lo que en la microrregión es definido como maquila. Hay dos variantes del arreglo: una es pagar todo el trabajo a una sola persona, quien pone insumos e implementos y asume todas las etapas de la producción desde el barbecho hasta la colocación de la cosecha en el lugar donde quien pagó la almacena; la otra consiste en pagar a diferentes personas por todos los trabajos del ciclo agrícola, se paga a alguien por la tractoreada o el tiro, a otra persona por el desquelite, escardas, abono y a otra por la cosecha. Este arreglo involucra a varias madres de familia en la microrregión quienes en ausencia del marido tratan personalmente con las personas que les maquilan la producción.

El pago de jornales por tareas específicas es otra de las formas de organización extendida en la microrregión. En algunas familias con tierra debido a la ausencia de miembros que migran, son principalmente las mujeres que se quedan a cargo de la parcela quienes pagan jornales por algunas tareas agrícolas. El jornal en la microrregión se paga en promedio en 200 pesos al día e implica un horario aproximado de siete de la mañana a una de la tarde. Los jornaleros pueden ser tanto personas con tierra como sin tierra. Trabajan bajo el mando del titular de la tierra que los ocupa. En la microrregión suele ser un trabajo intermitente cuya duración depende de la tarea a realizar. Como Corcuera (1974) observó entre los ejidatarios de Morelos, el hecho de que se remunere la ayuda en la parcela no

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anula que se deje de considerar que el jornalero hace un favor a otro miembro de la comunidad. Además, el trabajo por jornal en actividades agropecuarias es valorado pues se paga mejor que un día de trabajo en las fábricas del corredor industrial, evitando además la pérdida de tiempo, gastos por traslado hasta el lugar de trabajo o pago por consumo de alimentos, por lo que la remuneración recibida por el jornal es conservada íntegramente por el trabajador.

Esquema 1: Formas de organización de la producción agrícola en la actualidad

Explotación con fuerza de trabajo familiar

Renta de tierras

Préstamo de tierras

A medias

Al tercio

Al cuarto

i Intercambio de trabajo por implementos agrícolas

MaquilaPago de jornales por tareas específicas

Pago de tronco o tractor/ combinación de ambos

Intercambio de trabajo sin remuneración

Trabajo familiar a cambio de alimentos básicos

En gran medida estas formas de producción agrícola implican redes de intercambio de bienes y servicios. El intercambio de ayuda con trabajo agropecuario es frecuente entre las familias de la microrregión. Generalmente, el que cultiva la tierra pide apoyo a familiares o conocidos para que lo apoyen en tareas muy específicas, sobre todo aquellas que requieren trabajo de manera intensa como el desquelite o la cosecha. Por lo regular, quien pide el favor hace la invitación a su pariente o conocido unos días antes de realizar las tareas en la parcela. Una vez realizado el trabajo, quien pidió el favor o ayuda entrega una remuneración monetaria simbólica y se ofrece para apoyar en los trabajos a quien lo ayudó cuando lo necesite. Otra variante es el intercambio de implementos

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agrícolas por trabajo. Cuando un temporalero no tiene tiro de machos para trabajar su tierra, recurre a un pariente o conocido para que le preste sus animales. Quien recibe este favor, se ofrece a realizar parte del trabajo en las tierras de quien presta los implementos. Eliseo Zamora relató de la siguiente manera un arreglo de este tipo con un familiar: "Me robaron la mula del tiro y no he podido hacerme de otra. Este año le pedí a mi primo sus animales para barbechar mi tierra. Como me los prestó, yo le barbeche su tierra.” (Eliseo Zamora, 4-08-2016).

El trabajo campesino, presente en las dinámicas familiares desde que se dotaron los ejidos en la microrregión, se ha transformado en las últimas tres décadas sobre todo en el sentido de que las actividades de administración de los territorios ejidales que el Estado intentó imponer cuando se repartieron las tierras a los ejidatarios, se han debilitado. Después de la implementación del PACRG a principios de la década de 1990, así como la incorporación de los núcleos agrarios de la microrregión al PROCEDE, la organización del trabajo campesino se modificó debido a la pérdida de controles de las organizaciones ejidales, así como al protagonismo de nuevos líderes ajenos a las organizaciones ejidales. Por un lado, disminuyeron las superficies de las áreas de uso común que implicaban un manejo colectivo por parte de los ejidatarios, por otro lado, se abrieron nuevas posibilidades a partir de la venta de materiales de los ejidos, con lo que de alguna manera se fortaleció la capacidad de las organizaciones ejidales para financiar obra pública en las comunidades bajo el esquema de auto-ayuda promovido desde las instituciones de gobierno en todos sus niveles. Ahora el trabajo campesino se organiza en torno a la pavimentación de caminos; pavimentación de calles; construcción de puentes; introducción de servicios de drenaje y agua potable. Por lo general la mano de obra es proporcionada por los propios ejidatarios o integrantes de su familia y con la participación de familias sin tierra. Son trabajos no pagados, que fueron incorporados a raíz de la implementación de políticas de desarrollo en las que un fuerte componente es la participación de los beneficiarios en su propio desarrollo. En ese sentido se puede ampliar el concepto de trabajo campesino a trabajo campesino-comunitario, considerando que la organización de este trabajo colectivo experimentó cambios importantes pues, por

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un lado, se redujo el trabajo relacionado con las tierras de uso común cuya superficie en varios núcleos agrarios pasó a ser área parcelada y, por otro lado, los trabajos colectivos en los que participan los ejidatarios están más relacionados con acciones encaminadas a lograr la cobertura de servicios básicos comunitarios que con cuestiones relacionadas con los núcleos agrarios: "Antes se hacían más trabajos en las tierras comunes, como la reparación de cercas, ahora cada quien arregla lo suyo” (Leovigildo Zamora, 9-06-2009).

Como en el pasado, la organización del trabajo campesino-comunitario involucra tanto a los ejidatarios como a los sin tierra, solo que ahora con una relación más igualitaria en cuanto a la toma de decisiones. En las primeras décadas después de que se dotaron los ejidos en la microrregión, las organizaciones ejidales encabezaron el trabajo campesino, los sin tierra se involucraban en los trabajos de este tipo bajo el mando de los ejidatarios, muchas de las decisiones sobre los núcleos urbanos de los ejidos eran tomadas en gran medida por los ejidatarios más influyentes. Esa relación de subordinación se modificó a partir de la década de 1990 con la emergencia de nuevos liderazgos ajenos a las organizaciones ejidales. De acuerdo a Socorro Zamora, a partir de entonces, la relación entre los ejidatarios y los sin tierra en torno al trabajo campesino-comunitario se estrechó: "Más o menos a partir del año de 1999, los ejidatarios comenzaron a ser menos duros y ya dejaron que la gente de la comunidad votara para elegir al delegado... Después se empezaron a realizar trabajos juntos entre ejidatarios y no ejidatarios.” (Socorro Zamora, 23-10-2009).

Sin embargo, como lo ha señalado Linck (1991) el trabajo campesino-comunitario sin duda involucra ajustes, compromisos y conflictos. El control de los recursos de las áreas comunes de los ejidos ha implicado tensiones y confrontaciones abiertas entre ejidatarios y actores sin tierra que pretenden acceder a los beneficios de la explotación de bancos de materiales, así como recursos naturales extraídos de los potreros.

Además de las formas de organización de los trabajos que han persistido en las dinámicas familiares, en las últimas tres décadas han sido incorporados otros

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trabajos que corresponden a formas de organización del trabajo distintas. Hasta entrada la década de 1990 las mujeres de la microrregión desempeñaban trabajos productivos exclusivamente en la microrregión y eran sobre todo actividades agropecuarias en la parcela familiar, en el huerto y el traspatio de su vivienda. Su participación como trabajadoras agropecuarias se extendía a parcelas de otras familias, cuando se organizaba mediante arreglos de aparcería. Las primeras mujeres solteras de la microrregión se incorporaron a los flujos migratorios internacionales aproximadamente a principios del 2000. Para la mayoría fueron las primeras incursiones al trabajo productivo remunerado fuera de sus comunidades. Por su parte, hasta finales de la década de 1980, algunos los jefes de familia varones y jóvenes solteros combinaban la actividad agropecuaria familiar con el trabajo de jornaleros en las tierras de riego de Santiago Maravatío, Eménguaro y Chamacuerillo. El trabajo asalariado en el sector capitalista era desempeñado cada vez por más hombres de la microrregión, tanto casados como solteros, en distintas ciudades del país como la ciudad de México y en los Estados Unidos. La pavimentación a principios de la década de 2000 de la carretera que conecta a las localidades de la microrregión con el corredor industrial en el municipio de Celaya, abrió nuevas posibilidades para la incorporación de integrantes de las familias al trabajo asalariado en fábricas de electrodomésticos y del sector automotriz. Comenzaron a circular autobuses de personal para la fábrica MABE lo que facilitó la incorporación de hombres y mujeres, sobre todo solteros, a las industrias del corredor abajeño.

Entre mediados de la década de 1990 y aproximadamente hasta 2005 se intensificaron los flujos migratorios internacionales en la microrregión. Las dimensiones de la creciente incorporación de hombres y mujeres a los flujos migratorios involucraron al 56% de las familias (ver cuadro 6 en anexos) con una participación importante de mujeres25 . Habitantes de la microrregión de Las Cruces como David Flores ubican perfectamente el tiempo en que comenzaron a irse cada vez más miembros de las familias a Estados Unidos: "Pero se llegó el

25 De un total de 711 integrantes migrantes reportados por las 563 familias encuestadas en la EDPIPROREP 2014-2015, el 67% son hombre y el 33% mujeres (ver cuadro 7 en anexos).

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tiempo en que empezó a ir cada vez más gente a Estados Unidos, y la mayoría de la gente que estaba inclusive en la ciudad de México se fue a Estados Unidos. Te estoy hablando como de diez o quince años para atrás”. (David Flores, 27-05­2016).

Migrar hacia Estados Unidos en busca de salarios se convirtió en una fuente de recursos económicos para más de la mitad de las familias en la microrregión durante esa década26. También implicó modificaciones en las dinámicas familiares con respecto a la organización de los trabajos. En familias que mantuvieron las actividades agropecuarias, las mujeres pasaron a ser las encargadas ya fuera de organizar a los integrantes del grupo doméstico para realizar todas las labores agrícolas o de establecer tratos con jornaleros o personas que les maquilaban la producción. Varias mujeres al mismo tiempo que asumieron la responsabilidad de la producción, pasaron a ser las titulares de las parcelas ejidales. A los maridos migrantes sin documentos se les dificultaba cada vez más el flujo entre sus comunidades y los lugares de destino en Estados Unidos, por lo que sus esposas eran quienes acudían a las asambleas ejidales o realizaban los trámites relacionados con la tierra. Como en otras regiones del país, el campo se fue feminizando en la microrregión. El tránsito de integrantes de las familias que trabajaban en temporadas en Estados Unidos y regresaban a las localidades de la microrregión de manera periódica, cambió aproximadamente desde mediados del 2000, hasta entrada la década de 2010 cuando se agotaron prácticamente los flujos de migrantes indocumentados. A la vez, se incrementó la modalidad de la migración por contrato, aunque sus dimensiones no son comparables con las de la migración indocumentada durante el periodo de intensificación de los flujos entre 1995 y 2005. Para el año 2014, el mayor número de migrantes por contrato lo reunía la comunidad de La Estancia con 69, seguida por La Lagunilla con 21 y Las Cruces con 1127. En el resto de las comunidades no hay presencia de migrantes por contrato. La venta de la fuerza de trabajo en los Estados Unidos es la principal

26 De las 563 familias encuestadas, el 56.3% de las familias de la microrregión reportaron tener miembros migrantes (ver cuadro 6 en anexos).27 Información recabada con las delegadas Emelia Zamora de La Estancia y Juana Flores de Las Cruces y en la EDIPROREP 2014-2015 para la comunidad de La Lagunilla.

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fuente de ingresos monetarios en la microrregión. Las remesas como una de las principales fuentes de sustento están presentes en las dinámicas del 25.5% de las familias (EDIPROREP, 2014-2015, ver cuadros 2 y 3 en anexos). Algunas de estas familias abandonaron la actividad agropecuaria en los últimos años, por lo general se trata de familias cuyos integrantes en edad productiva han migrado. Durante algunos años recurrieron al pago de jornales o a la maquila, pero llegó el tiempo en que les salía más caro producir las semillas de maíz y frijol bajo esos arreglos que comprarlas. Por otro lado, con la ausencia de una parte de los miembros de la familia, los requerimientos de alimento se redujeron. En cuanto a la reorganización de los trabajos productivos y reproductivos en las familias, la experiencia migratoria ha influido en una mayor participación de varones, sobre todo jóvenes, en trabajos reproductivos. Al respecto, Francisco González relata su experiencia:

Todo el tiempo me ha gustado hacer mi trabajo de afuera y hacer en mi casa (...) ella (esposa) vende tacos en la secundaria. Prepara sus cosas, sale a trabajar y se queda la cocina sucia. Yo llego de trabajar y la arreglo (. ) lo mismo el quehacer de la casa, es muy sencillo, para mí es una rutina. El trabajo de la casa es para mí normal. (Francisco González, migrante retornado, 16-11-2016).

Entre más se incrementa la edad en los padres de familia éstos participan menos en el trabajo reproductivo. Si son migrantes suelen encargarse de realizar trabajo doméstico cuando se encuentran en los lugares de destino en Estados Unidos. Con los hombres al migrar ocurre un trastocamiento de las coordenadas de espacio y tiempo que están en el centro de la organización del trabajo en sus comunidades de origen (D'Aubeterre, 2011), asumiendo los trabajos domésticos que generalmente se conciben como propios de la mujer. Sin embargo, al regresar a la comunidad los hombres evaden totalmente esa responsabilidad. Persiste una enorme resistencia cultural por parte de hombres para involucrarse en este tipo de trabajo.

Si bien, migrar tanto a Estados Unidos como a las ciudades del país se ha consolidado entre las familias de la microrregión como la principal actividad para hacerse de ingresos monetarios y otros recursos materiales, como en otras

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microrregiones del Bajío guanajuatense existe un abanico de actividades no agrícolas que se articulan en las dinámicas de las familias (ver cuadros 2 y 3 en anexos). Destacan: las actividades comerciales, principalmente la venta de abarrotes o mercancías usadas que los migrantes traen consigo cuando regresan a la comunidad; la elaboración de costura para venta; la venta de productos de catálogo como Avon y Fuller; la albañilería tanto remunerada como no remunerada; y, el trabajo remunerado en casa ajena fuera de la microrregión. A excepción de la albañilería que es una actividad desempeñada esencialmente por varones, en el resto de las actividades la participación de las mujeres, ya sean esposas, hijas, nietas o nueras, es muy importante, mientras que la participación de los varones es intermitente.

Uno de los cambios más importantes en las dinámicas familiares de la microrregión entrada la década de 1990, fue la incorporación de una serie de actividades de gestión y seguimiento para acceder a distintos recursos de programas gubernamentales dirigidos de manera focalizada a las familias rurales. Estas actividades, que en conjunto pueden definirse como trabajo programatizado, han implicado una reorganización de los trabajos y actividades de las familias "ya que se constituyen como un importante componente en el ingreso monetario de las familias y la distribución de su tiempo.” (Lara, 2011:4). El trabajo que denomino programatizado ha sido concebido por Lara (2011) como empleo programatizado, dado que esta autora argumenta que hay un salario para los beneficiarios a cambio de la realización de las actividades derivadas de algún programa gubernamental. Lara sostiene que el dinero que los programas de gobierno, como Oportunidades y el Programa Nacional de Microcuencas (PNM), dan a los beneficiarios no es una simple transferencia ya que demanda una retribución por parte de los beneficiarios: las llamadas corresponsabilidades. Efectivamente, la corresponsabilidad es el elemento que define la relación entre beneficiarios y los programas, por lo que resulta poco adecuado definir estas actividades de gestión 28

28 Ruiz (2008) en su estudio sobre las estrategias de reproducción campesinas encontró, entre las familias del ejido Guadalupe Rivera en Irapuato, una amplia gama de actividades extra-agrícolas que son desplegadas como parte de las estrategias familiares. El autor señala que si bien son pocas las familias que recurren a estas actividades, no quiere decir que carezcan de importancia como fuentes de ingresos para quienes las ponen en marcha.

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como empleo programatizado. No existe una relación laboral asentada en las reglas de operación de este tipo de programas de corte asistencial, sino una normativa que en el caso del programa Oportunidades refuerza la participación de la mujer, madre de familia, en trabajos reproductivos y comunitarios o en el caso de PROCAMPO-PROAGRO pretenden impulsar la producción agrícola a través del compromiso del beneficiario para que a cambio de un apoyo monetario continúe trabajando su parcela. En ese sentido, el trabajo programatizado involucra una serie de actividades diferenciadas de acuerdo a cada programa. Oportunidades-PROSPERA, uno de los programas de mayor cobertura y duración en la microrregión, ha implicado en primer lugar trabajo para las mujeres que participan como vocales de los comités en la comunidad. Las capacitaciones, el apoyo al personal de salud, la coordinación de trabajos comunitarios, la colaboración en la organización de las reuniones donde se entregan los apoyos, son actividades realizadas por las integrantes del comité del programa. Por su parte las titulares del apoyo participan en actividades de limpieza y mejora de su entorno comunitario; procuran la asistencia escolar de sus hijos becados; cuidan la alimentación de los integrantes pequeños de la familia; asisten a talleres de salud y consultas médicas; se encargan de asistir a las reuniones donde se les entregan los apoyos monetarios. Si las titulares cumplen con todas las actividades y cuidados familiares derivadas de la corresponsabilidad se mantienen como beneficiarias del programa, de lo contrario son dadas de baja. Ahora bien, cumplir con las corresponsabilidades al implicar cuidados reproductivos se convierte en una de las responsabilidades que las mujeres tienen que atender al mismo tiempo que otras y, aunque pareciera que las reuniones y actividades derivadas del programa no requieren dedicarles gran cantidad de tiempo, al final resultan ser una carga: "Cuando uno es representante seguido hay que ir a reuniones y capacitaciones (...) hay que acudir a las juntas en el centro de salud, a las citas 29

29 De acuerdo a los padrones de beneficiarios de la SEDESOL, en 2010 el 84.5% de las familias eran beneficiarias de Oportunidades; para 2014 el porcentaje se redujo a 56.7%. (http://www.sedesol.gob.mx/es/SEDESOL/Padron de Beneficiarios , consultada el 12 de septiembre de 2015) para detalles ver cuadros 8 y 9 en anexos. Por otro lado, algunas familias han recibido el apoyo de manera ininterrumpida durante casi una veintena de años (EDIPROREP 2014-2015).

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familiares (...) también hay que hacer trabajo comunitario como la limpieza de calles y del panteón, arreglar la escuela. es mucho, mucho trabajo.” (Emelia Zamora, 6-11-2014).

Aparejado con la incorporación del trabajo programatizado a las dinámicas familiares, aconteció un creciente protagonismo de las mujeres en trabajos que hasta la década de 1990 eran desempeñados exclusivamente por los hombres: el trabajo en cargos de representación política y social. Este tipo de trabajo se asemeja al tercer rol de las mujeres que Moser (1995) define como gestión comunal y política comunal. Esta autora se apoya en la división sexual del trabajo al caracterizar este rol dividiéndolo en gestión comunal y política comunal.

Gestión comunal comprende las actividades emprendidas por las mujeres sobre todo a nivel de la comunidad, como una extensión de su rol reproductivo. Esto es para asegurar la provisión y mantenimiento de los escasos recursos de consumo colectivo, como el agua, la salud y la educación. Es un trabajo voluntario no remunerado, emprendido durante "tiempo libre”. En cambio, el rol político comunal comprende las actividades llevadas a cabo por los hombres a nivel de la comunidad que se organizan a nivel político formal. Suele ser remunerado, ya sea directa o indirectamente, mediante salarios o incrementos de estatus y poder. (Moser, 1995:59).

En la microrregión, en un principio cuando las mujeres se incorporaron a los Comités de Solidaridad en la década de 1990, se observaba una división semejante a la planteada por Moser. Las mujeres que participaban en cargos de representación lo hacían en aquellos compatibles con los trabajos reproductivos. Sin embargo, desde las instituciones locales de gobierno se introdujeron nuevas formas de organización política y social que transcendieron la comunidad para involucrar una organización a nivel microrregional (polos de desarrollo), lo que implicó nuevos trabajos de representación política y social sobre todo para las mujeres. Estas nuevas formas de participación política y social estaban ligadas al ya mencionado, en el capítulo anterior, PACRG, estrategia panista para impulsar liderazgos ajenos a las organizaciones ejidales, implementado en la microrregión a finales de la década de 1990. Por otro lado, la ausencia de varones con la intensificación de los flujos migratorios internacionales en la microrregión, de alguna manera dejó vacantes para las mujeres los cargos de representación. En

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2009, una mujer por primera vez ocupó el cargo de delegada de Las Cruces ante la administración municipal de Salvatierra. Para 2014 el resto de las comunidades de la microrregión estaban representadas por mujeres. La división que Moser (1995) utilizó para caracterizar el tercer rol de las mujeres se modificó gradualmente en la microrregión.

El último reducto de los hombres en la microrregión eran los comisariados ejidales. Hasta antes de la incorporación de los núcleos agrarios al PROCEDE-FANAR a partir de 1992 y hasta 2015, las mujeres que asumían un cargo de representación en un comisariado lo hacían porque no había más ejidatarios disponibles. Tal fue el caso de Felipa en el ejido de El Pirul. Para la década de 1990 la mayoría de los ejidatarios originales eran finados en ese núcleo agrario, por lo que los visitadores de la Procuraduría Agraria (PA) integraban los comisariados alternando a los siete ejidatarios vivos, entre ellos Felipa. En el resto de las comunidades los comisariados comenzaron a integrarse con mujeres, sobre todo en el cargo de tesoreras desde mediados de la década del 2000. El primer paso para estas mujeres fue convertirse en ejidatarias, cuestión que se facilitó con la incorporación de los núcleos al PROCEDE-FANAR y debido a que muchos de los maridos de esas mujeres pasaron la titularidad de las parcelas a la esposa porque habían migrado a Estados Unidos. Estos cambios en la microrregión van en sentido contrario a los argumentos de Moser (1995) sobre el restringido protagonismo de las mujeres en cargos de política comunitaria. Si bien, las mujeres de la microrregión comenzaron a posicionarse a partir de su incorporación en cargos de gestión comunitaria, de manera relativamente rápida ocuparon los espacios de mayor envestidura comunitaria. Por otro lado, los hombres no solamente se han desempeñado en cargos de política comunitaria, sino que se han incorporado a trabajos de gestión comunitaria, principalmente a través de la estructura organizativa del PACRG en la que desde finales de la década de 1990 se ha programado obra pública que tiene que ver con las necesidades de consumo colectivo. Esto contrasta con los argumentos de Moser (1995) quien señala, que las necesidades de consumo colectivo son gestionadas por las mujeres en medios rurales. También los ejidatarios se han incorporado a estos trabajos de gestión

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bajo un esquema de cooperación promovido desde diversas instituciones del Estado de todos los niveles administrativos. Su colaboración comúnmente ha consistido en absorber parte del costo de obras de infraestructura comunitaria -­pavimentación de calles, introducción de drenaje y red de agua potable, construcción de escuelas, mejoramiento de infraestructura para el cuidado de la salud-- colaborando con mano de obra. En definitiva, la división sostenida por Moser (1995) no corresponde actualmente con la organización de los trabajos de representación política y social en la microrregión.

En el ámbito de la familia y el grupo doméstico, la incorporación de las mujeres a los trabajos de representación ha significado hacer reacomodos en la organización y realización del trabajo reproductivo. Algunos cargos son muy demandantes en cuanto al tiempo que las mujeres les dedican. No es un trabajo con horarios establecidos, pero algunas de las actividades que lo integran demandan gran cantidad de tiempo. Por ejemplo, Emelia Zamora (6-11-2014) durante su cargo con delegada de La Estancia del Carmen relató de la siguiente manera lo demandante de tiempo que puede llegar a ser el cargo:

Ha habido veces que duro en la presidencia hasta tres o cuatro horas para que me reciban y hay veces que después de esperar todo ese tiempo salen las personas con las que voy a hablar de prisa y ya no puedo arreglar nada y yo que voy desde temprano (...) hay veces que no alcanzo a comer por estar esperando a alguien (...) está pesado el trabajo. (Emelia Zamora, 6-11-2014).

Como en el pasado, cuando la mujer participaba en las actividades productivas agropecuarias, éstas tienen que estirar los tiempos y aprovecharlos al máximo para cumplir con las actividades del cargo y las responsabilidades reproductivas. Las jornadas de estas mujeres comienzan en la madrugada con la preparación de alimentos, la atención al marido que se va a la parcela y de los hijos que van a la escuela. Durante el día, se alternan ambos tipos de trabajo. Por un lado, se lleva el lonche a la escuela, se realizan las actividades de limpieza y mantenimiento de la vivienda y se preparan los alimentos para la comida y la cena. Por otro lado, se atienden asuntos del cargo, como la mediación en la solución de conflictos entre personas o familias de la comunidad, la asistencia a reuniones en la cabecera

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municipal, la vigilancia del buen funcionamiento de los comités que se encargan de administrar servicios como el agua potable y la gestión de necesidades comunitarias ante las administraciones municipales, cuando la mujer ocupa el cargo de delegada, o el seguimiento a obras públicas o proyectos de diversa índole, si forma parte de algún comité comunitario de planeación. En los días de mayor actividad de los cargos, las mujeres recurren al apoyo de otras mujeres del grupo doméstico, parientes, conocidas o vecinas, transfiriendo parte de la carga de trabajo reproductivo. Esa imbricación entre las actividades reproductivas y los cargos de representación apuntan a los argumentos teóricos de Benería (1981) sobre la compatibilidad entre las actividades productivas y reproductivas que incluso limitaban la movilidad física de la mujer más allá de la vivienda, el huerto o la parcela, a donde era común que fuera a trabajar llevando a sus hijos. Actualmente hay una mayor movilidad de la mujer, sin embargo, continúa siendo la principal responsable de la organización de los trabajos reproductivos, y como tal, tiene que arreglárselas para cumplir con ellos.

Finalmente, una de las formas de organización del trabajo más importantes que persiste en las dinámicas familiares son las redes de intercambio de bienes y servicios presentes en la microrregión desde que se tiene memoria. Estas redes involucran el intercambio de distintos tipos de trabajos e implican interacciones con parientes que no comparten techo, así como con vecinos, conocidos o amistades que ponen en circulación bienes y servicios importantes para el sustento y la reproducción familiar. El análisis de los intercambios que van más allá del grupo doméstico involucrando a parientes y no parientes fue trabajado por distintos autores que abordaron las estrategias familiares de reproducción familiar. Este análisis de redes requirió ir más allá del grupo doméstico como unidad de análisis de las DF. Por ejemplo, Quesnel y Lerner (1988) establecieron una distinción entre el grupo doméstico y grupos de interacción. El primero se restringía a la unidad residencial y los segundos permitieron extender el espacio privado familiar mediante el establecimiento de redes que los integrantes del grupo doméstico mantenían por medio de relaciones extradomésticas. Las redes de relaciones --aunque hay que aclarar que se trata de relaciones llenas de

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ambivalencia en las que coexisten la solidaridad y los conflictos-- tienen un peso importante como elemento de la reproducción cotidiana familiar ya que permiten establecer vínculos entre parientes y no parientes para la obtención de distintos recursos ya sean monetarios o no monetarios: donaciones o préstamos económicos, intercambios de trabajo, ayudas y favores de diversa índole, acciones de cooperación para la producción agropecuaria o la demanda de servicios colectivos.

Estas redes de intercambio de ayudas-favores y diversos apoyos representan un elemento importante para la reproducción familiar, pero tienen sus límites. Una observación importante es analizar estas redes con cautela debido a la mitificación de la generosidad familiar, la entrega incondicional y el apoyo solidario que de acuerdo con Rabell y D'Aubeterre (2009) alcanzan el estatuto de un rasgo compartido de la identidad nacional. No hay que perder de vista que participar en una red específica de intercambio social tiene costos. "La reciprocidad, que normalmente está en la base de estos intercambios, demanda un flujo continuo de bienes y servicios.” (González de la Rocha, 2001:233).

Si bien, los intercambios han existido desde que los más viejos de la microrregión tienen memoria, estos han variado en intensidad a través del tiempo, por lo que "las redes familiares no deben ser vistas como un dato fijo, no constituyen fuentes inagotables de recursos y, además, no todos los hogares pueden cultivar estos vínculos con la misma intensidad.” (Rabell y D'Aubeterre, 2009:46). González de la Rocha (2001) ha señalado que los grupos domésticos que no cuentan con recursos económicos pueden enfrentar un proceso de aislamiento social dado que para formar parte de las redes de intercambio es indispensable contar con ellos. En el extremo, Lomnitz (1975), aunque en un contexto urbano pobre, mostró casos de familias que no participaban en redes de intercambio dado que su situación económica era suficientemente sólida como para obviar la necesidad de una relación continua de reciprocidad.

En cuanto al espacio en donde se establecen las relaciones de intercambios, este puede incluir a viviendas contiguas, la propia localidad o localidades vecinas e

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incluso entre lugares muy distantes físicamente, como es el caso de los intercambios entre integrantes de las familias que residen en la localidad con parientes y/o no parientes migrantes que residen en otras ciudades del país o en Estados Unidos.

Las redes involucran una serie de intercambios, como brindar o recibir apoyos para el cuidado de niños, préstamos de dinero, apoyo en el trabajo agropecuario, cuidado de viviendas. De alguna manera los apoyos intercambiados implican trabajos cotidianos, salvo en el caso de los préstamos de dinero que son favores excepcionales que pueden significar un gran apoyo en momentos de necesidad. El cuidado de viviendas es más frecuente entre familias que han migrado a Estados Unidos e involucran en mayor medida a parientes. Por ejemplo, Hermelinda y Eliseo (29-09-2015) han asumido la responsabilidad de cuidar la vivienda de Zoila en La Estancia del Carmen --Ella es la hermana de Eliseo y pasa la mayor parte de su tiempo en Estados Unidos gracias a que cuenta con la residencia--. Zoila corresponde a la pareja regalándole ropa usada a Hermelinda quien la comercializa en la comunidad.

El apoyo con trabajo agropecuario suele ser eventual coincidiendo con temporadas en que la agricultura temporalera requiere del trabajo más intenso. Cuando se trata de cuidar hijos pueden ser favores eventuales o por tiempo prolongado. Hay madres de familia que cuando desempeñan algún trabajo de gestión de recursos públicos recurren a la parentela para encargar a sus hijos pequeños. Suelen ser trabajos intermitentes, en ocasiones más o menos calendarizados, pero en otras repentinos. Por otro lado --aunque son contados los casos en la microrregión-- hay madres solteras que trabajan en la ciudad de Salvatierra medio turno, dejando a sus hijos pequeños al cuidado de parientes con los que no comparten techo, o bien, con amistades muy cercanas. Estos apoyos pueden en algunas ocasiones no ser totalmente gratuitos, pues hay algunas madres que compensan económicamente a las cuidadoras sin establecer con ello una relación laboral como tal. Por ejemplo, Casandra (17-11-2014), joven soltera de La Estancia que participó en la aplicación de la EDIPROREP, manifestó que su hermana mayor era madre soltera y se desempeñaba en el trabajo doméstico en

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la ciudad de Salvatierra. Medio día su hija pequeña quedaba a cargo de distintas parientes, pero principalmente era la madre de Casandra quien se hacía cargo del cuidado de su nieta y cuando ésta no podía cuidarla recurría a otras mujeres. De acuerdo a los datos recabados por la EDIPROREP, los intercambios son más frecuentes entre parientes tratándose del cuidado de hijos pequeños y préstamos o donaciones económicas y de insumos agrícolas. En cambio entre no parientes es más común el intercambio de apoyos mediante trabajo productivo, principalmente el relacionado con la actividad agropecuaria (ver cuadros 10,11 y12 en anexos).

Otros intercambios involucran apoyos brindados y recibidos en momentos difíciles como la muerte de un integrante de la familia, enfrentar una enfermedad grave, atravesar por problemas económicos o quedarse sin trabajo. El apoyo más arraigado es el moral, es decir acompañar a la familia que está pasando por una situación difícil para manifestarle su apoyo (EDIPROREP 2014-2015, ver cuadro13 en anexos). Sin embargo, también hay apoyos económicos que ayudan a las familias a hacer frente a las dificultades. Por ejemplo, en las localidades de Las Cruces y La Lagunilla hay algunas familias que se han organizado para solventar gastos funerarios a través de cooperaciones. Hay otras formas de intercambios importantes que están relacionados directamente con las principales fuentes de sustento de las familias. Suelen darse a través de préstamos de insumos para la agricultura, recomendaciones u orientaciones para adquirir algún trabajo remunerado. El intercambio más importante de estos apoyos es el préstamo de semillas (EDIPROREP 2014-2015, ver cuadro 12 en anexos). Entre los productores temporaleros esta es una práctica muy arraigada y constituye una especie de seguro contra riesgos entre los productores dada la alta vulnerabilidad de la producción temporalera. Este solo acto de apoyo sirve para que una familia tenga la posibilidad de producir los alimentos básicos en un ciclo agrícola para el grupo doméstico. Estos préstamos se regresan al año siguiente después de recoger la cosecha y siempre son en especie, recuperando la semilla ya sea de maíz o frijol a quien la prestó. Lo más común es que los préstamos de semillas se hagan entre parientes, pero en estos intercambios también se involucran no

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parientes. Ahora bien, estos flujos de insumos agrícolas suponen relaciones de reciprocidad entre los productores involucrados. Cuando un temporalero apoya a otro se espera que corresponda de igual manera. Al respecto, la experiencia de Eliseo es muy ilustrativa:

Si alguien me dice: oye no, pues no tengo semilla y en realidad no tengo ni pa comprártela, facilítame semilla y mira para el año que viene te pago, aunque te daré un poco más de lo que me emprestas. Pero luego a veces les hace uno el favor, aunque no me la paguen. Les digo: llévatela, si luego la necesito yo, tú me haces el favor. (Eliseo Zamora, 14-09-2014).

Los apoyos tienen que fluir hacia ambos lados, no son donaciones. A pesar de que no se cobre por el préstamo del insumo, el temporalero que brinda el apoyo busca asegurar un favor a futuro sabiendo bien que con los riesgos de la producción él puede pasar por la misma situación. Sin embargo, hay otras situaciones en las que algún temporalero puede llegar a realizar donaciones de maíz o frijol, sin esperar nada a cambio de la familia a la que apoya dada su situación de carencias, pero sí teniendo en mente que él mismo y su familia podría necesitar en algún momento del apoyo de otras familias que tienen los recursos para hacer ese tipo de donaciones. Sin embargo, estas donaciones también tienen su límite por parte de los donantes:

Aquí (La Estancia) vamos a decir, no voy a decir que diario, pero hay personas que ven a aquel (refiriéndose a algún padre o madre de familia) de a tiro muy amolado y no tiene para sus chamaquitos o lo que sea, entonces le dicen: ¡ora aliviánate! Llévate un puño de maíz o un puño de frijol. Pero esto se hace nomas una vez porque si le sigues se acostumbran (Eliseo Zamora, 14-09-2014).

También están presentes en la microrregión los apoyos para conseguir algúntrabajo remunerado o un permiso temporal de trabajo en Estados Unidos. Enocasiones estos intercambios de apoyo se dan con conocidos que viven fuera delas localidades. Para conseguir trabajos remunerados es muy importante tenercontactos en los lugares donde existe la oferta de trabajo. Para los integrantes delas familias de la microrregión esos contactos se localizan en las ciudades deCelaya y Salvatierra donde se localizan fábricas y comercios. También hayintegrantes de las familias que se involucran en redes transnacionales. Porejemplo, los migrantes camaroneros de La Estancia del Carmen establecidos en

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Palacios, Texas, facilitan año con año permisos temporales a familiares y conocidos de su comunidad de origen.

Finalmente, existen otros vínculos más amplios que involucran la cooperación u organización entre varias familias. Estas interacciones también son importantes para las dinámicas familiares ya que implican destinarles un tiempo dentro de las múltiples actividades que desempeñan los integrantes. Sin embargo, permiten enfrentar problemáticas comunes, adquirir bienes de consumo e insumos para la producción a costos más bajos e incluso adquirir capital simbólico al cooperar o colaborar en la organización de las fiestas religiosas en las localidades. La cooperación o colaboración en la organización de las fiestas religiosas dedicadas a los santos patronos en las localidades es la que aglutina a la mayor parte de las familias de la microrregión en este tipo de redes30 31. En contraste con la alta participación de las familias en la organización de las fiestas religiosas, cuando se trata de resolver problemáticas que afectan o que involucran a una buena parte de las familias, la participación es reducida (EDIPROREP 2014-2015, ver cuadro 14 en anexos). Por ejemplo, un problema que aqueja desde hace aproximadamente cinco años a los productores temporaleros es la plaga de "chochos32”. Para controlarla se requiere mínimo que los productores se pongan de acuerdo para fumigar al mismo tiempo. Hasta la fecha no solamente no se ha controlado la plaga, sino que va en aumento. En la localidad de La Estancia parte de esa falta de acuerdos para resolver la problemática tiene su raíz en las diferencias históricas entre las familias pertenecientes a tres ejidos distintos. Los ejidatarios de La Estancia del Carmen a quienes se reconoce como ejidatarios propietarios -­debido a que el núcleo urbano de La Estancia se asienta en su totalidad en terrenos de su núcleo agrario-- no se involucran con familias de los otros dos

30 La nocion de capital simbólico, de acuerdo con Bourdieu (2011), involucra el conocimiento y reconocimiento de los demás tipos de capital (económico, cultural, social) por parte de los actores. Se traduce en "acciones que apuntan a conservar y aumentar el capital de reconocimiento, propiciando la reproducción de los esquemas de percepción y de apreciación más favorables a sus propiedades y produciendo las acciones susceptibles de apreciación positiva según esas categorías (por ejemplo, mostrar la fuerza para no tener que valerse de ella).”(Bourdieu, 2011:37).31 De acuerdo a los datos de la EDIPROREP, en 2014 el 79% de las 563 familias encuestadas se involucraron en las fiestas religiosas de sus comunidades a través de cooperaciones o colaboraciones para organizarlas (ver cuadro 14 en anexos).32 Así se conoce en la microrregión a las distintas especies de chapulín o saltamontes.

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ejidos para resolver problemáticas como las de la plaga. Tampoco han accedido a donar terreno para establecer un video-bachillerato gestionado en años recientes por líderes pertenecientes al ejido de La Estancia del Encinal. Evidentemente, las redes de cooperación tienen sus límites en casos como los de la microrregión de Las Cruces en que los titulares de los diferentes ejidos tienen viejas rencillas relacionadas con la tierra.

Históricamente las redes de intercambio de bienes y servicios han sido un elemento importante de las dinámicas familiares en la microrregión. En ellas participan tanto hombres como mujeres; el cuidado de hijos ya sea de parientes o de conocidos es regularmente realizado por mujeres, mientras que el apoyo en el trabajo agropecuario que es de los intercambios más comunes entre parientes y no parientes involucra en mayor medida a los hombres, pero también las mujeres participan. Por otro lado, estas redes implican actividades productivas y reproductivas, por lo que el propio esfuerzo llevado a cabo para producir y reproducir lazos durables y útiles que procuren beneficios materiales y simbólicos implican trabajo (Rabell y D'Aubeterre, 2009). A diferencia de los argumentos de Lomnitz (1975) en los que la vecindad física es necesaria para que se dé un flujo continuo y recíproco de intercambios --para el caso específico de familias urbanas en situación de marginalidad--, en el caso de la microrregión de Las Cruces aun cuando los parientes y no parientes que se vinculan en redes de intercambio estén separados físicamente por miles de kilómetros, las relaciones pueden ser intensas gracias a los medios de comunicación actuales. Por ejemplo, el ya citado ejemplo de los camaroneros originarios de La Estancia que se han establecido en Palacios, Texas facilitan permisos de trabajo temporal cada año para algunos integrantes de las familias de la localidad y participan cada año en enero de manera importante en la organización de la fiesta dedicada a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros; sus parientes, vecinos y amigos de La Estancia les corresponden, en parte, cuidando sus viviendas en la localidad que 33

33 Aunque hay que tomar en cuenta el contexto de marginalidad urbana que analizó Lomnitz en la década de 1970. De acuerdo con la propia autora las familias marginadas del barrio de la Cerrada del Cóndor en la ciudad de México carecían de muchos de los servicios básicos entre ellos los de comunicación como el teléfono. El uso del teléfono, menciona la misma autora, permite extender y ampliar la red con suma facilidad, lo cual implica una mayor fluidez del intercambio (Lomnitz, 1975).

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permanecen solas la mayor parte del año. En Las Cruces los migrantes que facilitan el contacto con empresas para la construcción se establecieron en Carolina del Norte en la década de 1970; los migrantes que acceden a contratos temporales en La Lagunilla tienen sus contactos en Pensilvania, donde se dedican a la jardinería.

En síntesis, con sus límites, las redes de intercambio de bienes y servicios son un elemento importante para las familias de la microrregión, el trabajo para producirlas y reproducirlas es parte de sus dinámicas e implica reacomodos, así como la participación con trabajo productivo y reproductivo de hombres y mujeres, dependiendo del tipo de intercambios.

Trabajos realizados actualmente por las familias en la microrregión

En primer lugar, vale la pena resaltar que el amplio abanico de trabajos que las familias de la microrregión de Las Cruces han organizado y reorganizado con el fin de garantizar su sustento, así como la reproducción cotidiana y generacional, da cuenta de la complejidad de las dinámicas familiares en la microrregión de Las Cruces. La incorporación de nuevos trabajos a las dinámicas familiares en las últimas tres décadas, así como la persistencia de formas de organización del trabajo presentes desde la época de las haciendas, ha dado como resultado una combinación de elementos articulados por los integrantes de las familias en sus dinámicas difícil de abordar desde la propuesta de la división sexual del trabajo en la que a los varones les corresponde realizar exclusivamente los trabajos productivos y las mujeres los reproductivos y que todavía a finales de la década de 1990 utilizaron para sus análisis algunas autoras como Carrasquer et al.,

(1998). Incluso en las propuestas teóricas recientes que han complejizado el acercamiento de la división sexual del trabajo, analizando otros trabajos desempeñados por la mujer como el triple rol de Moser (1995), no se abarca la complejidad de las dinámicas familiares pues se dejan fuera una serie de trabajos. Una imagen que sintetiza los trabajos y las respectivas actividades que forman parte de las dinámicas familiares actualmente en la microrregión de Las Cruces abordados en este capítulo se puede observar en la tabla 2.

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Tabla 2: Trabajos implicados en las dinámicas familiares de Las Cruces

Tipo de trabajo Actividades que lo conforman Reparto de trabajos y actividades

Trabajo productivo remunerado y no

remunerado

Actividades agrícolas familiares sin remuneración: preparación de la tierra, siembra, abono, deshierbe, aplicación de agroquímicos, control de plagas, cosecha, almacenamiento, separación de semilla, comercialización.Actividades ganaderas familiares sin remuneración: compra de animales, pastoreo, engorda de animales, cuidado de animales, venta o preparación cuando es para autoconsumo.Actividades productivas no remuneradas realizadas en el hogar: Cría de animales en el solar; siembra de hortalizas, milpa, plantas medicinales y condimentos en el traspatio; construcción o arreglos a la vivienda como carpintería, albañilería, fontanería y pintura.Actividades asalariadas: en la localidad y otras localidades vecinas como jornalero o peón; fuera de la localidad en la región y otras regiones del país en la manufactura, el comercio o los servicios, fuera del país en diversas ocupaciones en Estados Unidos.Actividades remuneradas realizadas en la vivienda propia: elaboración de costura para ventaComercio: Comercio establecido en la localidad (el más común, tienda de abarrotes), comercio por las casas, comercio en la región.Ventas por catálogo o de otros productos casa por casa principalmente de: Avon, Arabela, Fuller, Tuperware.Albañilería a cambio de un salario: en la localidad, en localidades y ciudades como Salvatierra.

Hombres, mujeres, niños y ancianos

Hombres y mujeres

Mujeres

Mujeres y hombres

Hombres jóvenes y adultos

Trabajo reproductivo remunerado y no

remunerado

Tareas domésticas en la vivienda propia sin remuneración: Limpieza del hogar, ropa y calzado; preparación de alimentos (desayuno, comida y cena); compra de alimentos, calzado, ropa, electrodomésticos.Atención a hij@s: baño, vestirlos, alimentarlos, jugar, llevar lonche a la escuela, ayudar en tareas escolares.Atención a viej@s: preparar y servir alimentos, aseo, paseos, llevarlos a consultas médicas; Atención a enferm@s: Medicarlos, asearlos en cama, llevarlos a consultas médicas.Administración del hogar: de ingresos, pago de servicios, organización del trabajo doméstico.Actividades remuneradas en casa ajena: en labores domésticas, cuidado de niños no propios, cuidado de enfermos y ancianos a cambio de un sueldo. Actividades remuneradas realizadas en la vivienda: venta de una parte de los alimentos elaborados para la familia

Principalmente mujeres: madres de familia, jóvenes solteras y niñas

Todas aquellas actividades organizadas y realizadas colectivamente por los Hombres y mujeres ejidatarios y familias sin tierra. Fueron introducidas a las organizaciones ejidales

Trabajo campesino- por el Estado desde que se dotaron los ejidos. Entre las actividades están: lacomunitario administración de áreas de uso común de los ejidos; la conservación de los

caminos;la delimitación de los núcleos agrarios y más recientemente la participación en la introducción de obra pública y servicios básicos a las comunidades.

Gestión y seguimiento de los apoyos de programas como Oportunidades- Hombres y mujeres Trabajo programatizado PROSPERA, PROCAMPO-PROAGRO, 70 y más, entre otros.

Como autoridades auxiliares encargarse de mantener el orden y la seguridad de Mujeres y hombres Trabajo de cargos de los vecinos; demanda y gestión de recursos para obras de infraestructura básica adultos

representación política y comunitaria; atención de asuntos relacionados con conflictos entre habitantes social de la localidad.

Prestar ayudas o apoyos a parientes y no parientes: cuidar hijos de parientes, Mujeres y hombres de Trabajo de construcción vecinos, conocidos o amigos, prestar ayuda con trabajo en labores agrícolas; todas las edades

y sostenimiento de redes prestar apoyo en momentos difíciles; participar en esfuerzos colectivos parade intercambio de bienes solucionar problemáticas; cooperar u organizar celebraciones religiosas.

y serviciosFuente: Elaboración propia con base a información obtenida en campo

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3.5 Nueva multiactividad34 35 de las mujeres en la organización de los trabajos familiares

Uno de los reclamos de las autoras que han desarrollado la teoría de la división sexual del trabajo desde la década de 1960, y que persiste en las sociedades rurales actualmente, es la prácticamente nula participación de los hombres en

ojrtrabajos reproductivos. Korol (2016), militante feminista e integrante del Colectivo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía y del Centro de Investigación y Formación de Movimientos Sociales Latinoamericanos, señala que continúa sosteniéndose la división sexual y jerarquizada del trabajo, así como la naturalización de los roles reproductivos y de cuidado como atributos y responsabilidades femeninas.

En la microrregión de Las Cruces, como he dado cuenta a lo largo de los apartados de este capítulo, las mujeres han participado en trabajos productivos desde la época de las haciendas y ranchos; lo continuaron haciendo después del reparto agrario hasta la actualidad; se incorporaron además a trabajos realizados en dominios que hasta entrada la década de 1990 eran ocupados de manera exclusiva por los hombres; han accedido al recurso tierra como titulares; a las representaciones políticas y sociales; a los mercados laborales; desempeñan además actividades que en algunas familias son la principal fuente de ingresos monetarios y de recursos de distinta índole. Pese a esos cambios hay una persistente desigualdad en la participación entre hombres y mujeres en los trabajos reproductivos. Los datos recabados por la EDIPORREP 2014-2015 (ver cuadro 4 en anexos), indican que el 89% de los padres de familia no participan en los trabajos reproductivos, mientras que el 93% de mujeres madres de familia

34 A diferencia del concepto de pluriactividad utilizado en la teoría de la nueva ruralidad que refiere a la incursión de hombres y mujeres en una diversidad de actividades no agrícolas para generar ingresos, utilizo el término multiactividad para resaltar que actualmente las mujeres realizan diferentes actividades al mismo tiempo o acomodan su tiempo cotidianamente para cumplir con diversas actividades. Por ejemplo, la madre de familia que va a trabajar al campo junto con su hijo pequeño, mientras realiza sus labores agrícolas cuida al infante o cuando una madre de familia con cargo de representación política está cocinando y llegan autoridades municipales para arreglar asuntos relacionados con sus responsabilidades, si no tiene quién la apoye para continuar con la preparación de alimentos, deja por un momento la actividad y en cuanto arregla los asuntos regresa a cocinar.35Texto disponible en: https ://www.grain.org/e/5563

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participa en los trabajos reproductivos realizados principalmente en sus viviendas y comunidad de origen, lo que confirma dicha desigualdad. Incluso en familias en que la madre por sus diversas ocupaciones deja de realizar muchas de las tareas reproductivas, ésta las descarga en otras mujeres de su grupo doméstico o, en su ausencia, a otras parientes con las que no comparten techo e incluso amigas y vecinas. En algunos casos la madre paga a otras mujeres por la realización de una parte de sus trabajos reproductivos, no como una relación laboral, sino como un intercambio de favores en la que la madre que requiere tiempo para cumplir con trabajos y actividades fuera del ámbito doméstico, se apoya en una pariente o conocida que obtiene una recompensa monetaria a cambio, aunque la mayor de las veces es simbólica, no comparable con los sueldos que se pagan a las mujeres que se desempeñan en el trabajo doméstico en las ciudades. Mientras los hombres quedan eximidos de los cuidados de los hijos y las tareas reproductivas, las mujeres que se incorporan al trabajo asalariado o a cargos de representación, como señala Arias, "tienen que empezar por resolver la atención y cuidado de sus hijos (...) deben buscar a otra mujer que las sustituya durante su ausencia” (Arias, 2013:107).

Para explicar esta persistencia, que ha formado parte de los argumentos de las autoras de la economía feminista desde los orígenes de la propuesta de la división sexual del trabajo, nuevas autoras han incorporado otros elementos conceptuales. Por ejemplo, con la creciente participación de la mujer en los mercados de trabajo asalariado, las propuestas teóricas de la doble presencia de la mujer han apuntado a explicar las nuevas relaciones en lo que concierne al reparto de trabajos entre hombres y mujeres. A pesar de sus diferencias de acuerdo a la posición en la ocupación, en la familia y su nivel de ingresos, las mujeres comparten la doble presencia; participan tanto en el mercado laboral como en las actividades reproductivas realizadas en su hogar lo que implica que reorganicen sus tiempos y busquen formas de inserción laboral que les permitan cumplir con sus responsabilidades reproductivas (Flores, 2011). Esta doble presencia que Flores (2011) ubica a partir de las década de 1980, ya era observada en sociedades rurales mexicanas por Benería (1981) en la década de 1970 cuando

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las madres de familia realizaban trabajos productivos compatibles con sus responsabilidades reproductivas. En la microrregión de Las Cruces, esa doble presencia ha estado presente al menos desde la época de la hacienda. Por generaciones las mujeres han acomodado sus tiempos para participar en el trabajo agropecuario familiar y encargarse de organizar y realizar los trabajos reproductivos. Mientras la doble presencia permite explicar los cambios acontecidos en familias urbanas, no alcanza a explicar la diversidad de trabajos y actividades organizadas y desempeñadas actualmente por las mujeres en las sociedades rurales como la de Las Cruces, en donde se puede hablar de una multiactividad, que, por un lado, involucra los ámbitos de lo productivo, lo reproductivo, de los cargos de representación, la gestión de recursos públicos, el trabajo campesino-comunitario y la participación en redes sociales, y, por otro lado, implica que las mujeres traslapen las distintas actividades cotidianamente, es decir, todo el tiempo están al pendiente de los hijos, de la atención de la fuerza de trabajo, del mantenimiento y administración del hogar y, al mismo tiempo, atienden actividades de sus cargos de representación, despachan sus pequeños negocios, realizan costura, cumplen con sus corresponsabilidades derivadas de los programas gubernamentales y, en algunas ocasiones se encargan de las actividades agropecuarias familiares.

Esta multiactividad, por un lado, "demanda una extrema flexibilización del tiempo de estas mujeres” (D'Aubeterre et al., 2003: 219) para combinar sus labores reproductivas con el desempeño de actividades que les permiten procurar recursos monetarios para sus grupos domésticos. Por otro lado, apunta a la constatación que Arias (2016b) ha discutido recientemente sobre la transformación del trabajo femenino en los Altos de Jalisco, que pasó de ser una opción para convertirse en una obligación:

Las mujeres se emplean o trabajan en todas las etapas y en todas las condiciones de sus vidas: desde jóvenes hasta la tercera edad; desde que son solteras, hasta las casadas, las que son madres solteras, separadas, dejadas, divorciadas, viudas. Hoy por hoy, las mujeres están en todas las actividades ya sea como empleadas, encargadas o propietarias de los quehaceres que crean, recrean, inventan y reinventan para acomodarlos a las circunstancias cambiantes de sus vidas. (Arias, 2016b:198).

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En la microrregión de Las Cruces, la participación de las mujeres en actividades productivas, como las agropecuarias, era vista como una ayuda para el marido36, quien era considerado como el proveedor principal de la familia. Tras el deterioro y pérdida de la centralidad de las actividades agropecuarias en la microrregión, ocurrió lo que señala Arias (2016b) para el caso de los Altos de Jalisco, los grupos domésticos sobreviven de una combinación de ingresos y salarios obtenidos tanto por los hombres como por las mujeres. Actualmente las mujeres desempeñan actividades que les permiten acceder a una serie de recursos de diversa índole. Como en los Altos de Jalisco, "pasan de una actividad a otra, pero no pueden, tampoco quieren, dejar de percibir ingresos propios.” (Arias, 2016b:205).

Ahora bien, los trabajos al alcance de las mujeres de la microrregión, difieren de los que tienen a su alcance las mujeres de los Altos de Jalisco. Mientras que la mayoría de éstas últimas se han incorporado a la manufactura y los servicios (Arias, 2016b), las mujeres de la microrregión tienen más a su alcance el acceso a

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recursos públicos provenientes de programas asistenciales . Asi, el trabajo programatizado y de gestión comunitaria, se ha convertido en una opción que les permite, sobre todo a las madres de familia, acceder a ingresos monetarios, alimentos y recursos de consumo colectivo como el agua potable. Sin embargo, también hay una diversidad de actividades que desempeñan las mujeres jóvenes y solteras como el trabajo asalariado en las fábricas de Celaya, el trabajo doméstico remunerado en las ciudades de Salvatierra y Celaya, el empleo en comercios de Moroleón y Salvatierra, el trabajo de jornaleras en la agricultura protegida en Santiago Maravatío y una gama de actividades por cuenta propia que incluyen el

36 Todavía en la actualidad persiste la figura del padre de familia como organizador de la actividad agropecuaria, incluso en familias en las que el padre está ausente de manera prolongada porque ha migrado, quedando su esposa a cargo de las actividades agropecuarias. Por ejemplo, Amelia López, quien durante décadas se encargó de la producción agropecuaria familiar durante la ausencia de su marido Benjamín, se concibe siempre como una ayudante del marido: "yo le ayudaba cuando se iba al norte, primero haciendo el trabajo con mis hijos, después contratando peones para que nos hicieran el trabajo (...) cuando estaba aquí, el me llevaba a ayudarle a la parcela (...) era el señor quien nos organizaba, nos decía a cada quien a qué hora ir y que hacer.” (Amelia López, 29-09-2015).7 Para el año 2010, el 84.5% de las familias de la microrregión formaban parte del padrón de

beneficiarios del programa Oportunidades (ver cuadro 8 en anexos), lo que indica que la mayor parte de las mujeres madres de familia estaban involucradas en el trabajo programatizado derivado del cumplimiento de las corresponsabilidades del programa.

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comercio de abarrotes, la elaboración de costura para venta, la preparación y venta de alimentos.

Ahora bien, hay cambios importantes en lo que respecta a la participación de la mujer en las actividades agropecuarias familiares no remuneradas. Conforme la parcela exigió cada vez menos fuerza de trabajo debido a la contracción de la producción y el desempeño de trabajos en cargos de representación y programatizado exigieron tiempo a las mujeres, comenzó la retirada gradual de las madres de familia de las labores del campo: "Antes iban más mujeres, ya ahorita casi no van, pero antes íbamos muchas (...) íbamos a ayudarle al marido. Andábamos destapando las plantitas de maíz, arrimándoles la tierrita, cosechando.”(Amelia López, 29-09-2015).

Esto no significa que todas las mujeres se hayan retirado completamente de estas actividades. Por ejemplo, en los grupos domésticos que continúan desarrollando actividades agrícolas y que no disponen de fuerza de trabajo de los hijos, las madres participan de manera intermitente en algunas tareas del campo y, en los grupos domésticos que no cuentan con hijos varones, o bien éstos están ausentes, la participación de las hijas solteras como ayudantes del padre continúa siendo muy importante. Así reconoce Elvira la aportación de su hija: "Alma --la hija menor-- le ayuda a mi esposo. Tira la semilla en la siembra, escarda la milpa, desquelita, ayuda en la cosecha, pela la caña del maíz para que luego mi esposo traiga las cargas a la casa para guardarla.’’(Elvira Muñiz, 8-03-2014).

Así que, también las actividades agropecuarias continúan siendo parte de las labores desempeñadas por algunas mujeres en la microrregión. Esta combinación de trabajos organizados y/o desempeñados por las mujeres ha implicado una

O Qsobrecarga de trabajo. De la misma manera en que los datos de estadísticos sobre el tiempo que dedican las mujeres mexicanas al trabajo productivo y

38 Flores (2011) analiza los datos contenidos en las Encuestas Nacionales de Ocupación y Empleo de México en 2007 y 2009. La autora toma datos sobre las horas semanales que las mujeres dedican al mercado laboral remunerado y para calcular las horas semanales dedicadas al trabajo reproductivo y de cuidados, sintetiza en una variable las horas semanales destinadas a cuidar sin pago a hijos, ancianos, discapacitados u otras personas y las destinadas a realizar sin pago los quehaceres del hogar.

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reproductivo han permitido constatar a Flores (2011) la desigualdad en el reparto de obligaciones reproductivas en los hogares, en la microrregión de Las Cruces, hay una gran diferencia de cargas de trabajo entre hombres y mujeres como resultado de la nula participación de los varones en los trabajos reproductivos. En promedio los hombres que se dedican al trabajo agropecuario familiar destinan en la temporada de mayor actividad -en promedio 8 meses-- ocho horas al día, los siete días de la semana (EDIPROREP, 2014-2015). Una vez que regresan a la vivienda son atendidos por las mujeres del grupo doméstico. Las mujeres, por su parte, cubren largas jornadas de trabajo debido a la amplia gama de actividades que desempeñan cotidianamente. Por un lado, el cuidado y atención a niños pequeños es muy demandante y no tiene un horario. Combinado con otras actividades domésticas, la atención a los trabajadores, la administración del hogar, el cuidado de enfermos cuando los hay, algunas mujeres (Emelia Zamora, 14-09­2014; Amelia López, 16-10-2014) de la microrregión refieren que desempeñan trabajo reproductivo las 24 horas del día, en el sentido de que siempre tienen que estar alerta con la atención y cuidados que brindan a los hijos, por ejemplo, cuando están enfermos y los atienden durante la noche y la madrugada. Esto coincide con las consideraciones conceptuales de Batthyány sobre el trabajo reproductivo realizado por las mujeres: "el trabajo doméstico debe llevarse a cabo todos los días a lo largo de la vida de las personas... lo mismo ocurre con la crianza de los hijos, supuestamente a cargo de ambos progenitores, debe cumplirse a lo largo de los años, todos los días y a toda hora.” (Batthyány, 2010:1).

Los datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015 permiten corroborar la diferencia entre el tiempo que trabajan hombres y mujeres en la microrregión. El promedio de horas de trabajo reproductivo que desempeñan las mujeres madres de familia supera las 12 horas diarias, los siete días de la semana, durante todo el año. A las responsabilidades reproductivas hay que agregar otras actividades que se traslapan cotidianamente como las derivadas de la gestión de recursos públicos; la participación en asambleas ejidales o talleres de planificación comunitaria; en algunos casos el comercio; en fin, distintas combinaciones de

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trabajos y actividades que, como señaló Benería (1981) en la década de 1970, están imbricadas con el trabajo reproductivo.

Por su parte, algunos padres de familia varones, además de dedicar las ocho horas al trabajo del campo en las temporadas más pesadas, participan en el cuidado de niños pequeños. Sin embargo, su participación es esporádica y por poco tiempo --tres horas en promedio al día--. La participación de los varones en el cuidado de niños es más frecuente en los abuelos que cuidan nietos. Por otro lado, entre más jóvenes son los varones, la participación en tareas reproductivas puede incrementarse --aunque no siempre es así--, esto es más visible en jóvenes que han migrado o que estudian fuera de la comunidad: "el muchacho más chico, este que estudia en Salvatierra, lava su ropa y a veces me ayuda a lavar los trastes o a recoger la casa. Nomás el señor --su esposo Benjamín-- no ayuda.” (Amelia López, 29-09-2015).

Este desequilibrio entre hombres y mujeres con respecto a la participación en los trabajos reproductivos está relacionado con la invisibilización del aporte de las mujeres a la sociedad. Según Korol (2016) el trabajo reproductivo ha sido considerado como no trabajo por lo que el aporte de las mujeres a la reproducción de la vida, en términos económicos, sociales y culturales ha sido invisibilizado y desvalorizado. Werlhof (2015) ha reforzado este argumento con su propuesta sobre la fantasma-ización del trabajo reproductivo de las mujeres. Esta autora ha abonado al debate señalando que a pesar de que al sector capitalista ya no le interesa la reproducción de la fuerza de trabajo de la misma manera que durante los dos siglos pasados, hay una fantasma-ización creciente del trabajo de la madre que produce y reproduce la vida humana misma, sin la cual no podría haberse organizado la explotación de la fuerza de trabajo para la acumulación del capital. El trabajo reproductivo gratuito sigue "siendo la base del trabajo asalariado, no asalariado, y fantasma en general, en el sentido de producir para el uso y la subsistencia --la vida misma-- al mismo tiempo que valores de cambio -­fuerza de trabajo-- para el mercado.” (Werlhof, 2015:144-145).

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Efectivamente, a pesar de que las mujeres en la microrregión reconocen que la gama de actividades reproductivas que realizan cotidianamente son un trabajo "muy pesado” (Emelia Zamora, 27-05-2017) que tienen que desempeñar pese a que cumplen con otros trabajos de diversa índole, los varones, sobre todo padres de familia, no lo consideran de la misma manera. Esta diferencia entre la concepción del trabajo reproductivo entre hombres y mujeres ha implicado tensiones debido a los reclamos por parte de las madres de familia, quienes intentan persuadir a las nuevas generaciones para que modifiquen las desigualdades en el reparto de obligaciones reproductivas:

Llegan de la parcela a descansar y nosotros todo el día trabajando. En qué cabeza cabe que las mujeres no nos cansamos. Yo por eso le digo a mi hija Olivia que vive en California: ¿tú esposo te ayuda? Los dos trabajan, te tiene que ayudar (...) Luego me contesta: a veces sí me ayuda, pero ya ves que es del rancho (...) Yo le digo: pero allá no es el rancho, no se lleven eso de aquí. (Emelia Zamora, 27-05-2016)

Esto último tiene que ver con las tensiones y conflictos en los grupos domésticos, relacionados con el desacuerdo creciente entre las mujeres rurales frente a la dificultad de los maridos por continuar siendo los proveedores principales o únicos, que en lugares como los Altos de Jalisco se refleja en los discursos de mujeres que se expresan de los hombres como "flojos y desobligados, cuando éstos optan por dejar de trabajar porque lo que ganan es muy poco” (Arias, 2016b:212).

Pese a la tendencia cada vez más generalizada a trabajar fuera del hogar a cambio de ingresos y recursos de diversa índole, las mujeres no han sido relevadas o apoyadas de manera regular en el trabajo reproductivo por los varones en sus grupos domésticos. Incluso las mujeres han asumido, como señala Werlhof (2015), el devaluado trabajo reproductivo que realizan en su ámbito doméstico pero en viviendas ajenas como intercambio de favores o a cambio de una remuneración económica.

Conclusiones

En este capítulo di cuenta de los cambios y continuidades en las dinámicas familiares en la microrregión de Las Cruces, rastreando el origen de algunas

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formas de organización del trabajo desde antes de que se formaran los ejidos de la microrregión con el reparto agrario. Varias de las formas de organización del trabajo han persistido desde la época de las haciendas, combinándose con otros trabajos que han sido introducidos a las dinámicas a lo largo del tiempo. El resultado ha sido una complejidad de formas de organización del trabajo articuladas en las dinámicas familiares. La explotación familiar de la parcela, junto con las distintas actividades que en conjunto integran el trabajo del campo, continúa teniendo un peso importante en las familias. Por su parte, migrar ha sido la actividad privilegiada de los integrantes de las familias para hacerse de recursos. Ya sea al interior del país o hacia Estados Unidos la migración ha formado parte de las dinámicas familiares por décadas. Destacan en las últimas décadas dos tipos de trabajo a los que se incorporaron las mujeres y que tienen un gran peso como fuentes de sustento: el trabajo programatizado y el de los cargos de representación política y social, que en conjunto con toda una gama de trabajos y actividades que se combinan de distinta forma entre las familias, están permitiendo garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional.

En el argumento de este capítulo he privilegiado un acercamiento amplio a las dinámicas familiares en Las Cruces, sin embargo, solamente a través de la profundización se puede captar la complejidad de las dinámicas familiares implicada en el perpetuo movimiento en la organización de los distintos trabajos, en el acceso a los recursos familiares, en las interacciones de los miembros de la familia con otros actores en diversos dominios sociales, así como los conflictos, negociaciones y tensiones entre los integrantes de la familia en los procesos de organización y reorganización de los trabajos. Este acercamiento a profundidad es materia de los siguientes capítulos.

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CAPITULO 4. UN ACERCAMIENTO A LAS DINÁMICAS DE CINCO FAMILIAS EN LA MICRORREGIÓN LAS CRUCES

Introducción

En este capítulo presento la complejidad implicada en las dinámicas familiares, estudiando a profundidad la organización y reorganización de los trabajos en cinco familias heterogéneas entre sí: 1) familia de ejidatarios; 2) familia de posesionario; 3) familia de migrantes; 4) familia encabezada por una mujer; y, 5) familia sin tierra. Muestro a partir de las trayectorias individuales de los miembros el perpetuo movimiento en las dinámicas familiares, además resalto la capacidad de agencia de los miembros de las familias para conducirse en distintos dominios sociales que implican complejas series de interacciones entre actores tanto cara a cara como con actores no presentes que influyen en las dinámicas familiares. Después de presentar las trayectorias familiares realizo un análisis de las dinámicas familiares a partir cinco ejes: 1) la trasformación de unas dinámicas familiares centradas en la actividad agropecuaria a unas donde hay una combinación de recursos y trabajos para lograr el sustento y la reproducción cotidiana y generacional; 2) la toma de decisiones en torno a la organización de los trabajos en medio de una diversidad de intereses individuales; 3) las interacciones de los miembros de las familias más allá del espacio doméstico; 4) la heterogeneidad social presente entre las familias rurales; y, 5) la complejidad social implicada en las dinámicas familiares. Dado que tanto el acceso a los recursos como la reorganización de trabajos implica una lucha constante entre actores en diferentes dominios atravesados por arenas específicas de disputa, en una tercera parte del capítulo analizo tres situaciones de interfase en las que algunos integrantes de las familias seleccionadas interactúan con otros actores en cuatro dominios que se interceptan: la familia; el Estado; la organización ejidal; la Iglesia católica.

4.1 Las dinámicas de cinco familias heterogéneas entre sí

Con el fin de ilustrar la complejidad de las DF implicada en el perpetuo movimiento ligado al cambiante acceso a los recursos, a las modificaciones en la composición

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y tamaño de la familia y a las influencias de actores sociales que interactúan con los miembros de las familias, seleccioné a las cinco familias a partir de criterios de heterogeneidad social. Apoyándome en los datos recabados en la EDIPROREP tomé en cuenta como primer criterio la distinción entre familias con acceso a la tierra como titulares de derechos ejidales o certificados parcelarios y aquellas que no tienen acceso a este recurso como titulares, aunque puedan acceder a la tierra mediante arreglos de aparcería. Cuatro de las familias seleccionadas tienen acceso a la tierra en condiciones muy diferentes en cuanto a la categoría de sujetos agrarios --ejidatarios y posesionarios-- y a la extensión de las tierras --de la familia de ejidatarios con más de diez hectáreas a la encabezada por una mujer con tres hectáreas--. Por otro lado, seleccioné a dos familias --familia de ejidatarios y familia encabezada por una mujer-- cuyas madres son líderes políticas en la microrregión con el fin de mostrar cómo su incorporación al trabajo de representación en cargos políticos y sociales modifica las dinámicas familiares en torno a la organización de los trabajos en la familia. Estos dos casos cobran relevancia dada la creciente incorporación de mujeres a los cargos de representación en la microrregión desde finales de la década de 1990. Estas dos familias permiten además contrastar la organización de los trabajos en una familia encabezada por una mujer con una en la que la jefatura familiar es compartida. Por otro lado, solamente en estas dos familias las madres realizan trabajo programatizado dado que son titulares de programas públicos. La familia de posesionario permite mostrar una trayectoria de lucha por la tierra a través de mecanismos distintos al reparto agrario e incluso mediante acciones contrarias a la legislación agraria anterior a la de 1992. La familia de migrantes representa otro contraste dado que es la única familia que a pesar de que el padre tiene acceso a la tierra como ejidatario ha abandonado las actividades agropecuarias para apoyar su sustento únicamente en los ingresos obtenidos mediante contratos temporales de trabajo en Palacios, Texas. Finalmente, la familia sin tierra es además una familia de migrantes retornados formada en Carolina del Norte. Es una pareja joven con hijos pequeños que articula sus dinámicas en torno a las actividades comerciales desempeñadas por ambos (ver tabla 3).

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Tabla 3: Familias seleccionadas para analizar las dinámicas familiares

Integrantes Localidad Composiciónfamiliar

Participación en flujos

migratorios

Acceso al recurso tierra

Fuentes de sustento

Familia de ejidatarios

Pareja de Emelia y

Salvador e hija menor Jazmín/ pareja José y Carmen y dos

hijospequeños.

La Estancia

Grupodoméstico en

La Estancia con arreglo familiar

extendido

Hijo e hija mayor migrantes

internacionales

Tres ejidatarios en el mismo

grupo doméstico

Comercio/Recursos de programas

públicos y cargo de representación de Emelia/Actividades

agropecuarias

Jesús, Olivia con esposo y

tres hijos California

Familia de posesionario

Pareja de Eliseo y

Hermelinda / Amalia madre

de Eliseo

La Estancia

Interacciones cotidianas

entre grupo doméstico nuclear sin

hijos (Eliseo y Hermelinda) y

hogarunipersonal

(Amalia).Viviendascontiguas.

Actualmente sin integrantes migrantes/

Amalia tiene dos hijas solteras en

California

Eliseoposesionario

hasta 2014 en 2015 cambió su

estatus aejidatario/ Amalia

sin tierra

Actividades agropecuarias y

comercio/ comercio, recursos

de programas asistenciales y

remesas

Juana, hijo Grupo Dos hijos Con tierra Recursos deFamilia Manuel e hija doméstico varones posesionaria programas

encabezada menor Las Cruces extenso con migrantes públicos y depor una mujer Maritza con su jefatura internacionales cargos de

hija Emily y Salvatierra femenina representaciónbebé recién política/ actividad

nacida. de mediería

Familia sin Pareja de José Grupo Integrantes Sin tierra Comercio (venta detierra y con y Liliana, tres doméstico con migrantes pan)/ actividadmigrantes hijos varones y Las Cruces composición de retornados agrícola bajoretornados una hija todos familia nuclear arreglo de

menores de mediería conedad madre del jefe de

familia

La pareja Grupo Benjamín e hijo Con Ingreso obtenidoFamilia con Benjamín y La Estancia doméstico con soltero de 23 tierra/solamente por la venta deintegrantes Amelia, hija e composición años se van ejidatario el jefe fuerza de trabajomigrantes hijo solteros. familiar contratados a varón en Estados

internacionales extendida en Palacios, Texas a Unidos/agriculturaElva (hija) con DF/ La temporadas la pesca de de temporal (maíz,dos niños y Estancia camarón frijol y garbanzo)

esposo.

Juan (hijomayor),

esposa y dos Texashijos en Texas.

Fuente: Elaboración propia con base a trabajo de campo.

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A excepción de la familia de migrantes, actualmente las familias garantizan su sustento y reproducción cotidiana y generacional a partir de la combinación de distintos trabajos y recursos. A pesar de que las cinco familias "vivan un mismo momento histórico, manejan muy distintas opciones en función de su tamaño, su organización y, sobre todo, los recursos económicos y políticos a su alcance.” (Mummert, 1994:117).

Ahora bien, como señalé en el apartado metodológico, la selección de estas familias, además de tomar en cuenta criterios de representatividad contemplando los datos de la EDIPROREP, también obedece a criterios de significancia que permiten mostrar la capacidad de los integrantes al tomar decisiones en torno a la organización de los trabajos familiares, la capacidad de los integrantes de la familia para interactuar en distintos dominios donde luchan con otros actores por los recursos, así como por los significados sobre los trabajos que de acuerdo a ciertas convenciones sociales le corresponde realizar a hombres y mujeres.

Familia de ejidatarios

A través de la trayectoria de los integrantes de esta familia se puede mostrar el tránsito de unas DF fincadas en la actividad agropecuaria complementada con actividades comerciales de la madre de familia a unas DF articuladas en torno a las actividades de gestión de recursos públicos, los cargos de representación, el comercio y la actividad agropecuaria. Por otro lado, la trayectoria familiar permite dar seguimiento a la redistribución de recursos y obligaciones entre los miembros de la familia en las últimas décadas. La familia está conformada por la pareja de Salvador --1956-- y Emelia --1960-- quienes integran un grupo doméstico en su vivienda de La Estancia (grupo residencial marcado con verde en genealogía 1) con su hija soltera Jazmín --1995-- y su hijo José --1985-- casado con Carmen -­1986-- con quien tiene dos hijos; la hija mayor Olivia --1983-- que reside con su esposo aproximadamente desde el 2001 en Santa María, California; y Jesús -­1984--, hijo soltero que migró en el año 2000 a California y que comparte vivienda

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con su hermana Olivia en California (grupo residencial marcado con azul en genealogía 1).

Genealogía 1: Familia Zamora- Zamora

B M d E|(teina*pres«rtife{Jt cargos

Aí'Ttid

..................................... J......................... I....Mirarte asando en erp*ataa Mearte asalaii»ja w empacadora Wgjüe sipevsorensmpacaijcía ! E*toiiroaala»aa} Hogar Aiudaie de comercio

A 0 A A 0NN DI M Camasus a:r ■

Darnel Qego y

Salvador originario de La Estancia del Carmen y descendiente de un ejidatario original de San Pablo Pejo, nació en 1956. Hasta 1985 trabajó atendiendo los trabajos agropecuarios familiares y entregando la producción a su padre. Seis de sus nueve hermanos habían migrado a distintas ciudades mexicanas y a Estados Unidos. A mediados de la década de 1980, el padre de Salvador tomó la decisión de cambiar su residencia a la ciudad de Salvatierra en donde estableció una tienda de abarrotes. Una rencilla con otro ejidatario fue determinante para que el padre de Salvador abandonara La Estancia junto con su esposa y tres hijos varones pequeños. Sin consultarlo, el padre dejó a Salvador en La Estancia del Carmen a cargo de las actividades agropecuarias. Salvador era el hijo varón mayor y como tal su padre lo responsabilizó del trabajo agropecuario. La relación de trabajo con su padre consistía en que Salvador trabajaba las tierras y cuidaba el ganado otorgando todos los frutos a su padre. A cambio su madre le enviaba cada semana mandado. Por tres años Salvador vivió solo en La Estancia hasta que se casó con Emelia a mediados de la misma década. El arreglo de trabajo entre Salvador y su padre se mantuvo hasta entrada la década de 1990.

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Aconsejado por Emelia, Salvador decidió confrontar a su padre para terminar con el arreglo que lo mantenía como dependiente. En principio el padre se negó a ceder los derechos ejidales a su hijo mayor, al ver la negativa Salvador le planteó que no se encargaría más del trabajo. Tras la reacción de Salvador, el padre comenzó a ceder, pero dos de sus hijos, menores que Salvador, Manuel y Ramiro no estaban de acuerdo pues querían parte de las tierras. Ambos hermanos estaban en Estados Unidos y apoyaban económicamente a su padre, por lo que se sentía comprometido a corresponderles el apoyo. Después de las tensiones, el padre de Salvador accedió a la demanda de su hijo con algunas condiciones. Primero acordaron que el destino de los frutos del trabajo agropecuario sería decidido por Salvador y solamente les daría a sus padres el maíz y fríjol necesario para el gasto anual. El padre cedería los derechos ejidales a Salvador, pero tomaría 12 surcos del huerto del solar para vender el terreno. Después de llegar al acuerdo Salvador pasó a ser ejidatario, teniendo en su posesión tres parcelas y el solar en el que se asentaba la antigua vivienda de sus padres. Salvador logró acceder a los derechos ejidales y con ello a la posesión de una cantidad considerable de tierras que rebasaba las diez hectáreas, así como el ganado.

A finales de la década de 1980, la actividad agropecuaria comenzó a decaer. Como otros temporaleros de la microrregión Salvador experimentó, ya como padre de familia, la caída de precios de las semillas criollas. Fue un duro golpe para su economía familiar que se apoyaba principalmente en las actividades agropecuarias. A partir de entonces la actividad agropecuaria fue de más a menos conforme transcurrieron las siguientes décadas. Como la mayoría de los temporaleros, Salvador fue reduciendo gradualmente la actividad agrícola. En la microrregión gran parte de las tierras dejaron de sembrarse, poco a poco la mayor parte de las tierras de labor fueron invadidas por la vegetación nativa. Las grandes cosechas quedaron solamente en el recuerdo sobre tiempos mejores en el que la actividad agrícola daba vida a las localidades. La agricultura pasó a ser una actividad estrictamente de autoconsumo. Por otro lado, la actividad ganadera también fue decayendo, Salvador se fue deshaciendo de las cabezas de ganado

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bovino, hasta que se quedó únicamente con los animales de tiro y un par de vacas para abastecer de leche a su grupo doméstico.

Al ser las actividades agropecuarias el elemento de mayor peso para las dinámicas de la familia de Salvador y Emelia hasta la década de 1980, todos sus integrantes participaban en tareas asignadas de acuerdo a su edad y sexo. Salvador y sus hijos varones, en cuanto tuvieron edad para hacerlo, se encargaban del manejo del tronco de machos. Emelia y su hija Olivia participaban en la siembra, tirando semilla detrás del tronco, en las escardas y en la cosecha. Emelia, durante sus primeros años de casada, llevaba a sus hijos recién nacidos a la parcela. Mientras realizaba las tareas, los colgaba de un árbol en una hamaca. Por las tardes, cuando regresaban de la parcela, realizaba todo el trabajo doméstico, como madre de familia tenía bajo su responsabilidad la organización y realización de todo el trabajo reproductivo que combinaba con su participación en la parcela y una serie de actividades comerciales y de servicios en la localidad que representaban un complemento para los ingresos familiares. Después de que comenzó el declive de las actividades agropecuarias, las actividades comerciales que Emelia realizaba de manera intermitente y complementaria se fueron incrementando hasta convertirse en uno de los elementos más importantes de sus DF.

Originaria de La Estancia del Carmen, hija de una pareja de medieros con 10 descendientes, Emelia nació en 1960. Hasta antes de formar pareja con Salvador trabajó en el campo y realizando trabajo doméstico. Sus padres no tenían tierra, Amalia, su madre, era hija de Simón Mancera, un ejidatario prominente de La Estancia, pero como era común fue excluida del reparto de parcelas que fueron a parar a manos de sus hermanos varones. Por su parte, el padre de Emelia era descendiente de una familia sin tierra y nunca se interesó por acceder a ese recurso, su apego al alcohol le valió para descargar en Amalia la responsabilidad de la mediería. Emelia siendo una de las hijas mayores pronto se encargó del cuidado de sus hermanos pequeños y del trabajo doméstico. Cuando Eliseo, su hermano mayor, recibió el mando de los trabajos de mediería también se incorporó a las labores del campo. Poco antes de formar pareja con Salvador,

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Emelia inició en casa de su madre una pequeña tienda de abarrotes, además prestaba algunos servicios a cambio de un pago como arreglos de ropa, costura y aplicación de inyecciones. A mediados de la década de 1980 se casó con Salvador, comenzó a apoyarlo en el trabajo del campo y continuó desarrollando distintas actividades comerciales y de servicios en La Estancia. Sin embargo, su contribución hasta entonces siempre aparecía como una ayuda o complemento de la principal fuente de sustento que era la agricultura de temporal a cargo de Salvador. Pese a que los precios de las semillas habían caído, Salvador se resistía a abandonar dicha actividad, tratando de complementarla con su breve carrera como migrante, que abandonó después de que fue detenido a mediados de la década de 1990 por las autoridades estadounidenses al intentar cruzar con documentos falsos. Ante ese hecho y la insistencia de Emelia para que dejara de arriesgarse, Salvador se dedicó exclusivamente a la producción temporalera. Sin embargo, las condiciones cada vez más difíciles con el encarecimiento de insumos, los bajos precios del maíz y fríjol y finalmente el cierre de los mercados locales a las semillas criollas, influyeron para que el marido de Emelia fuera disminuyendo paulatinamente la producción hasta sembrar solamente unos cuantos surcos para el consumo familiar.

Las actividades de Emelia siguieron un curso invertido pues de representar un complemento a la agricultura, pasaron a ser el principal medio para obtener ingresos. De las ventas intermitentes de pollo fresco en el frente de la vivienda de su madre, en 2009 Emelia pasó a instalar una tienda de abarrotes acondicionando un cuarto de su vivienda. Tras la consolidación de la actividad comercial como una de las principales fuentes de sustento familiar, el reparto de los trabajos se modificó considerablemente.

Desde que Emelia trasladó el negocio a su vivienda, la organización de las actividades comerciales, así como la participación de los integrantes se modifica cotidianamente. En ocasiones si alguna persona llega a comprar un producto, ya sea pollo o abarrote, no hay un integrante específico sobre el que recaiga la responsabilidad de atender al cliente. Las integrantes que más participan en la venta al público son Jazmín y Carmen, pero si Salvador se encuentra en la

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vivienda y ellas están realizando alguna labor doméstica, éste se encarga de la atención de la clientela. Lo mismo ocurre por las tardes cuando José regresa de trabajar de Salvatierra. Emelia es quien organiza las compras de pollo y administra el abarrote, también es quien da indicaciones a los demás integrantes para desempeñar las actividades comerciales, lo que no significa que sean acatadas sin reservas. Frecuentemente Carmela, la nuera de Emelia, finge no escuchar a Emelia al pedirle realizar alguna actividad en la tienda como atender a un cliente. Lo mismo ocurre con su hija menor Jazmín. La organización de las actividades comerciales entre los integrantes de la familia de Emelia es similar a la observación que Torres (1997) hace en los procesos de trabajo de la industria tomatera en la que no hay organigramas estables, sino que las tareas son redefinidas constantemente por los trabajadores.

Además de una reorganización en los trabajos familiares, la vivienda se transformó en un espacio para las transacciones comerciales. Hasta la década del 2000, la vivienda y el solar de la familia Zamora había sido un espacio donde los integrantes desempeñaban la mayor parte de los trabajos reproductivos y una buena parte de los productivos relacionados con las diversas actividades que en conjunto con la agricultura de temporal y la ganadería extensiva eran el trabajo del campo. En la parte construida de la vivienda se distribuían las habitaciones para la pareja e hijos, la cocina y un cuarto destinado al almacén de semillas. Un patio pegado a la vivienda era utilizado por Salvador para los animales del tronco, almacenar pastura, así como los implementos agrícolas. Por su parte, Emelia destinaba otra parte del patio a la crianza de gallinas y a la producción de distintas especies de plantas comestibles y medicinales. El huerto, ubicado en la parte trasera de la vivienda, era utilizado por Salvador para producir algo de maíz, frijol y calabaza. Emelia con apoyo económico de su hijo migrante Jesús acondicionó un cuarto de su vivienda para sus actividades de venta al público. A partir de entonces, su vivienda se transformó de un ámbito doméstico, de alguna manera privado, a un lugar de transacciones comerciales. Como la familia Zamora, otras familias de la microrregión han destinado espacios de la vivienda para dedicarlos

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al comercio. No son espacios construidos especialmente para esos fines, sino que en todos los casos son cuartos de la vivienda adaptados para el comercio.

Esta transformación de espacios, implicó el traslape de las actividades comercial y agropecuarias con los trabajos reproductivos de manera cotidiana para todos los integrantes de la familia. Por ejemplo, en algunas ocasiones cuando Salvador está alimentando a los animales del tronco deja de realizar esa actividad para ir a atender a los proveedores que llegan a surtir refresco o cerveza. Una vez que los despacha, continúa con sus labores de cuidado de animales de tiro. Lo mismo ocurre en el caso de Carmen y Jazmín si están realizando alguna tarea doméstica y llega un cliente a la tienda dejan pendiente su quehacer para reanudarlo después de atenderlo. Esta reconfiguración de espacios domésticos y de trabajos productivos y reproductivos se puede asociar con los argumentos de D'Aubeterre (2011) sobre la alta flexibilización e incertidumbre en las economías en crisis. El comercio informal, el trabajo a domicilio, la extrema flexibilización del tiempo, están siendo experimentados por las mujeres rurales en distintas regiones del país (D'Aubeterre et al., 2003).

Las actividades comerciales fueron solo uno de los elementos que los integrantes de la familia incorporaron a sus dinámicas una vez que las actividades agropecuarias perdieron peso. Dos elementos importantes de las dinámicas de esta familia que están relacionados con la reorganización de los trabajos son el programatizado y el de los cargos de representación política y social, desempeñados por Emelia a partir de finales de la década de 1990. En 1998 Emelia fue elegida como integrante del comité de PROGRESA en La Estancia, desde ese año se ha mantenido como beneficiaria del programa que más tarde se llamaría OPORTUNIDADES y después PROSPERA. Su incorporación a la gestión de recursos públicos significó la incorporación del trabajo programatizado a las dinámicas de la familia, lo que implicó cambios importantes en la organización de los trabajos. En primer lugar, participar en las actividades de gestión fue la motivación definitiva para que Emelia rechazara continuar trabajando con Salvador en el campo, dadas las distintas actividades derivadas del cumplimiento de la llamada corresponsabilidad. La asistencia a reuniones, cursos o revisiones

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médicas del programa OPORTUNIDADES-PROSPERA o bien la realización de trabajo comunitario junto con otras mujeres de La Estancia fueron parte de los compromisos adquiridos al ser beneficiaria del programa. Por otro lado, también tiene que cumplir con la asistencia a las reuniones para cobrar el apoyo del programa en la cabecera municipal o realizar trámites para recibir otros apoyos públicos. Emelia es la integrante de la familia que más tiempo dedica a los trabajos derivados de la gestión y mantenimiento de apoyos públicos. Como Emelia, en la microrregión un alto porcentaje de mujeres madres de familia dedican un tiempo considerable a las gestiones y mantenimiento de los apoyos públicos derivados de programas asistenciales.

La incorporación de Emelia al trabajo programatizado ha permitido a la familia obtener recursos económicos sobre los que cuales tienen margen de maniobra para utilizarlos. Pero al mismo tiempo ha implicado una reorganización del trabajo reproductivo. Cuando Emelia tiene que cumplir con las actividades del programa deja a cargo a otras mujeres, generalmente su hija Jazmín o su nuera Carmen, del cuidado y atención de los otros integrantes de la familia.

Su primera participación como presidenta del comité de PROGRESA a finales de la década de 1990, le abrió las posibilidades para ir ocupando otros cargos de mayor importancia. En reuniones a las que Emelia asistió a la presidencia municipal de Salvatierra, algunos funcionarios afines al Partido Acción Nacional (PAN) la fueron identificando para proponerle después ocupar el cargo de Consejera Comunitaria de La Estancia del Carmen. A pesar de la resistencia de algunos hombres Emelia ocupó ese cargo y más tarde el de Consejera de Polo de Desarrollo. En su cargo ella logró obtener varios apoyos para las comunidades lo que le valió para acrecentar su presencia tanto en La Estancia como en la microrregión. Su participación en el cargo de Consejera de Polo se alargó hasta 2009. Después por los cambios en la administración municipal la estructura organizativa de los polos de desarrollo sufrió altibajos y Emelia dejó la representación. En 2012 se convirtió en la primera delegada mujer de La Estancia, su cercanía con el Sr. Rito Vargas, presidente municipal de Salvatierra para el periodo 2012-2015 le facilitó el acceso a recursos tanto para su familia como para

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la localidad. En 2013 logró el establecimiento de un video-bachillerato en La Estancia y para el año 2015 negoció recursos para empedrar un tramo de la calle principal de La Estancia. Para su vivienda gestionó recursos que le permitieron construir un tejaban, así como otras habitaciones.

La trayectoria política le permitió a Emelia ir avanzando hacia dominios en los que antes no se inmiscuían las mujeres. Quizá el más importante era el ejido. Aproximadamente hasta 2011 Emelia se había mantenido ajena a las cuestiones del ejido. Sin embargo, en 2012 con la posibilidad de que se creara un nuevo núcleo ejidal en La Estancia del Carmen tras la incorporación del ejido de Pejo al FANAR, Emelia vio la oportunidad de acceder al recurso tierra como titular y sobre todo a la categoría de ejidataria. Desde que comenzaron los primeros trámites para la creación del núcleo agrario, Emelia participó de manera destacada apoyando a Fidel Lule, visitador de la agraria encargado del proceso. Destinando un gran tiempo Emelia comenzó a identificar a los ejidatarios originales que todavía sobrevivían en La Estancia, fue reuniendo todos los documentos que amparaban la posesión de la tierra de distintas personas (documentos manuscritos que los presidentes del comisariado sellaban como garantía de las

A

transacciones de compra-venta de tierra1). Su protagonismo le abrió la posibilidad de participar en un futuro en uno de los cargos más deseados por Emelia: la presidencia del comisariado ejidal. Emelia no fue el único miembro de la familia en tener acceso a la tierra. Hasta el 2013 Salvador era el único integrante de la familia poseedor de derechos ejidales. En 2014 tras la creación del nuevo ejido de La Estancia del Encinal, Salvador donó parte de sus tierras a su esposa Emelia y a su hijo menor José con lo que ambos obtuvieron sus certificados parcelarios. Así se dio el tránsito de una familia de ejidatario a una de ejidatarios. Además de los certificados, Emelia y José se incorporaron al nuevo núcleo agrario como ejidatarios lo que significó para ellos acceder a los derechos que la ley agraria les

1Esos documentos a pesar de que carecían de validez legal, pues las transacciones de compra­

venta de tierras ejidales estaban prohibidas por la legislación agraria anterior a las reformas de 1992, representaban seguridad para los compradores. El sello era una garantía simbólica que formalizaba el trato entre vendedor y comprador. Tras la incorporación del ejido de Pejo al FANAR, esos documentos permitieron a varias personas probar que habían sido posesionarios de las tierras desde años atrás, lo que les garantizó que sus parcelas pudieran ser certificadas.

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otorga. De acuerdo a la ley que entró en vigor en 1992, los hombres y mujeres ejidatarios tienen derecho a una parcela con certeza jurídica a través del certificado parcelario individual, derecho a designar al sucesor de sus derechos ejidales, derecho y acceso a las tierras de uso común así como a la extracción y administración de los recursos de dichas tierras, a tomar la decisión sobre quién es excluido del ejido, a participar con voz y voto en la asamblea ejidal, derecho a vender y rentar la parcela al interior del ejido, derecho a participar con tierra en sociedades mercantiles.

La trayectoria política de Emelia ha estado imbricada con la transformación de las DF. Los cargos que ha desempeñado son honorarios, no hay sueldos, pero le han permitido a Emelia tener acceso a una serie de recursos tanto económicos como políticos. Los recursos a los que accede Emelia a través de los cargos de representación se han convertido en uno de los elementos más importantes del sustento para la familia. Si bien, con su labor ha logrado gestionar varias obras de impacto comunitario, también ha logrado obtener beneficios directos para su parentela y amistades. El financiamiento de proyectos productivos, un trabajo en la administración municipal para su hijo José, material para la construcción de nuevos cuartos en su vivienda son algunos de los beneficios obtenidos por Emelia para su familia.

Por su parte, la actividad agropecuaria organizada por Salvador se ha convertido en un complemento que permite solamente obtener maíz y frijol para el consumo familiar. Actualmente Salvador es el integrante que más tiempo dedica al trabajo agrícola. Trabaja entre siete y ocho horas diarias los siete días de la semana, durante los meses de mayo a diciembre que son los más demandantes del ciclo agrícola de temporal. Además de realizar tareas diariamente en la parcela, hay otros trabajos como el cuidado de los animales del tronco que desempeña ya sea en el potrero o en el corral de la vivienda. Regularmente la labor diaria en la parcela la cubre de entre cinco y seis de la mañana hasta la una o dos de la tarde, hora en que regresa a la vivienda para tomar los alimentos. Su hija Jazmín lo apoya durante las temporadas de la siembra, escardas y cosecha. Las dos primeras labores las realiza entre los meses de mayo a julio, dedicándoles

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aproximadamente seis horas diarias durante toda la semana. Su siguiente participación en el trabajo agrícola es entre diciembre y enero para apoyar en la cosecha a su padre. Al igual que en su primera participación en el ciclo agrícola, dedica seis horas diarias a las tareas de la cosecha durante toda la semana. José el hijo menor de Salvador apoya de manera intermitente en el trabajo agrícola a su padre. Sus salidas diarias a la cabecera municipal, donde labora en la jardinería como empleado municipal, no le dejan tiempo para participar. Eventualmente, ya sea cuando se encuentra de vacaciones o en días feriados, apoya las labores del campo. El resto de los integrantes del grupo doméstico no participan en el trabajo agrícola. A pesar de que Salvador solamente produce el maíz y frijol necesario para el consumo familiar, la actividad continúa absorbiendo gran parte de su tiempo debido a que, como otros productores, Salvador ha optado por reducir el costo de producción incrementando trabajos manuales para no utilizar implementos mecánicos ni agroquímicos. La preparación de la tierra (barbecho) la realiza con el tronco de machos; junta estiércol de res en los corrales para abonar la tierra; evita el uso de herbicidas desquelitando a mano junto con Jazmín; las escardas las realiza con su hija a mano; tumba la cosecha manualmente mientras Jazmín va recogiendo el frijol para encostalarlo; para el traslado de la producción de la parcela a la vivienda para almacenarla utiliza los animales de carga; en suma, Salvador ha vuelto a las añejas prácticas de la agricultura de temporal con el fin de evitar todos los gastos posibles. Por la pequeña cantidad de surcos que siembra, Salvador y Jazmín tienen la capacidad de aportar todo el trabajo por lo que otros integrantes de la familia quedan liberados, además de no requerir pagar jornales. Dado que el destino de la cosecha es el autoconsumo, este tipo de trabajo se puede considerar como productivo no pagado. Ninguno de los integrantes que participan en el trabajo agrícola recibe remuneración, sin embargo aseguran el alimento básico (maíz y frijol) del grupo doméstico para todo el año. Los ingresos son aportados en su mayoría por Emelia, ya sea de las actividades comerciales, los apoyos públicos en efectivo de programas asistenciales, así como recursos de proyectos negociados directamente con el presidente municipal gracias a su cargo de delegada de La Estancia. El otro

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integrante que aporta ingresos al grupo doméstico es José gracias a su salario como empleado municipal, sin embargo, la mayor parte de su sueldo lo utiliza bajo su criterio para los integrantes de su familia (Carmen, Daniel y Diego).

En contraste con la responsabilidad de organizar y desempeñar la mayor parte del trabajo agrícola, Salvador es el integrante de la familia que dedica menor tiempo al trabajo reproductivo y prácticamente no participa en el trabajo doméstico. Emelia, por su parte, es la responsable de organizar dicho trabajo más no de toda su realización. Como responsable de organizar el trabajo doméstico Emelia participa todo el tiempo en esa tarea, no hay temporadas en que disminuya, es un trabajo en el que hay que estar "siempre al pendiente” (Emelia Zamora, 6-11-2014). En las integrantes del grupo doméstico que recae la realización de este tipo de trabajo es en Jazmín y Carmen. La primera, cuando no va a trabajar a la parcela, le dedica aproximadamente cinco horas por día durante toda la semana a las tareas de limpieza, preparación de alimentos, entre otras. Carmen es la mujer del grupo que dedica mayor tiempo al trabajo doméstico, el tiempo que le destina es difícil medir "porque es todo el día, no hay descanso” (Carmen, 27-05-2016). Carmen es además el único integrante adulto del grupo doméstico que no sale a trabajar a la parcela o a cambio de un salario. Ser madre de los únicos dos menores de edad en el grupo doméstico ha significado para ella una labor de tiempo completo en el trabajo reproductivo.

La participación de los varones adultos del grupo doméstico en este tipo de trabajo es limitada. Salvador quien es el que participa en mayor medida, dedica aproximadamente cinco horas semanales al cuidado de los nietos. Esta parece ser una tarea que ha asumido por las tardes, después de que regresa de la parcela y toma los alimentos. Además de su participación en el cuidado de los nietos, Salvador colabora en el pago de servicios de la vivienda, así como en la distribución del gasto. Esta tarea, considerada como parte del trabajo reproductivo, la realiza conjuntamente con Emelia. José, hijo menor de la pareja, es quien dedica menos tiempo al trabajo reproductivo. Su jornada de trabajo en la cabecera municipal es de ocho horas, al regresar a La Estancia colabora en el cuidado de los niños en promedio dos horas al día.

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En la familia Zamora es evidente que la organización y realización prácticamente de todo el trabajo reproductivo recae en las mujeres del grupo doméstico, pero no en la misma intensidad para todas, las múltiples ocupaciones de Emelia han significado para Jazmín y Carmen asumir la responsabilidad de realizar la mayor parte de este tipo de trabajo. Emelia continúa siendo la responsable de organizar las tareas correspondientes a este tipo de trabajo, sin embargo su participación en la realización de dichas tareas no es regular, depende en gran medida de las exigencias de su cargo como delegada, la actividad comercial, así como las reuniones y trabajos derivados de los programas asistenciales en los que está involucrada.

La reorganización de los trabajos y actividades en la familia de Salvador y Emelia han significado una reconfiguración constante de las DF. Dicha reconfiguración alcanza a todos los integrantes de la familia. Salvador organiza el trabajo agrícola en la familia teniendo bajo su mando actualmente a Jazmín, por su parte Emelia organiza el trabajo doméstico y las actividades comerciales realizadas en su vivienda en las que participaban de distinta manera e intensidad todos los integrantes de la familia. Por otro lado, Emelia reorganiza constantemente las actividades cotidianas de varios de los integrantes de la familia de acuerdo con las exigencias de su trabajo como delegada de la localidad de La Estancia ante el municipio de Salvatierra. Si tiene alguna salida para atender asuntos del cargo, delega a su hija Jazmín y a su nuera Carmen las tareas del trabajo doméstico y la actividad comercial. Por su parte Salvador, deja incluso de realizar sus tareas agrícolas ya sea para acompañar a Emelia o para atender las actividades comerciales. Aún con esas variaciones en el reparto del trabajo productivo y reproductivo entre los integrantes de la familia se pueden establecer algunos trabajos que actualmente son realizados con mayor frecuencia por cada integrante de la familia Zamora que comparte residencia en La Estancia (ver tabla 4).

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Tabla 4: Trabajos realizados actualmente por cada integrante

Integrante Trabajo reproductivo no Trabajo no Trabajo en Trabajo Trabajo Trabajo de losremunerado en el hogar remunerado actividades asalariado programatizado cargos de

en actividades comerciales representaciónagropecuarias de la familia política y social

familiares

Salvador Eventualmente cuidado de nietos (5 horas-semana)

Emelia

Organización del trabajo agrícola/ realización de la mayor parte del trabajo agrícola

Apoyo en venta de abarrotes

Trabajo en cargo derepresentación del ejido

Organización del trabajo Organización Trabajos derivados Trabajosdoméstico/eventualmente de de la obtención de derivados delrealización de algunas actividades recursos de cargo detareas en el hogar. comerciales/ programas delegada de La

preparación asistenciales/cargos Estancia /de pollo para en distintos comités participación enventa, separación delventas, anexo de Laatención a Estanciaproveedores (trabajos dede abarrote. reconocimiento

deposesionaros)

Jazmín Realización de diversas Trabajo en Venta detareas domésticas temporadas abarrotes y

específicas en pollo la parcela (siembra, escardas y cosecha)

José Algunas tareas domésticas Trabajo Empleadocomo el cuidado de niños eventual en la municipalmenores parcela de de

Salvador Salvatierra trabajo de jardinería

Carmen Realización de diversas Apoyo entareas domésticas venta de(preparación de alimentos, abarrotes ycuidado de niños menores, pollolimpieza del hogar,limpieza de ropa)

Daniel Cuidado del hermanomenor y mandados

Fuente: E laboración propia a partir de trabajo de campo.

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Familia de posesionario

La familia del posesionario está integrada por Eliseo y Hermelinda quienes cotidianamente interaccionan con Amalia, madre de Eliseo dado que sus viviendas son contiguas. Si bien la pareja y Amalia reconocen que cada quien tiene su casa, cotidianamente se organizan para la realización de la mayor parte de los trabajos reproductivos y algunos productivos (ver grupos residenciales contiguos en genealogía 2).

Genealogía 2: Familia Zamora Carrillo

Eliseo nació en el año de 1950 es el hijo mayor de una pareja de medieros que procrearon a 10 hijos. Su abuelo paterno no tenía tierra y a pesar de que su abuelo materno era uno de los ejidatarios de Pejo con las mayores extensiones de tierra en La Estancia, a Amalia, la madre de Eliseo, no le heredó ninguna parcela. Las expectativas de Eliseo y sus hermanos de heredar un pedazo de tierra prácticamente eran nulas. A Eliseo siempre le gustó trabajar en el campo y su mayor anhelo desde joven era tener su propia parcela. Mientras vivió con sus padres eso no fue posible, apenas pudo trabajar su madre le delegó la responsabilidad de organizar el trabajo de mediería con el apoyo de sus hermanos y hermanas conforme alcanzaban edad para realizar algunas tareas en las parcelas.

A principios de la década de 1970 en una de sus salidas de la localidad para buscar trabajo de jornalero en el plan conoció a Hermelinda. Ella es originaria de Chamacuerillo, localidad de Acámbaro cercana a La Estancia. En 1973 se casó con ella y establecieron su primera morada en un cuarto de la vivienda paterna

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que los padres de Eliseo denominaban el cuarto de los recién casados. Desde que la pareja se unió comenzaron a perseguir el sueño de Eliseo, tener un pedazo de tierra propio para trabajarlo. Durante esta primera etapa de su vida en pareja, Hermelinda apoyaba los trabajos domésticos en la vivienda de los padres de Eliseo, pero Eliseo dejó de apoyar a sus padres en los trabajos de mediería para comenzar a agarrar tierras a medias que trabajaba junto con Hermelinda. Ambos realizaban el trabajo agrícola y Hermelinda pronto se desempeñó en tareas que eran consideradas como exclusivas para ser realizadas solo por hombres. En los primeros años después de su unión se dieron cuenta de que a partir de la mediería no podrían adquirir la tierra que tanto anhelaba Eliseo, por lo que en 1974, cuando tenía 24 años, decidió irse a trabajar temporalmente a Estados Unidos. En ese tiempo era fácil cruzar la frontera, no se necesitaba coyote solamente se juntaban un grupo de amigos o familiares y después de cruzar la frontera caminaban por el cerro. En esa primera ocasión Eliseo llegó a trabajar hasta Hebron en el condado de Denton, Texas. En ese lugar laboró durante cinco meses en el campo tendiendo y quitando tableros, así como en la construcción de pozos. Antes de partir a Texas, Eliseo dejó sembrada la tierra que trabaja a medias. Mientras Eliseo se ausentó de La Estancia, Hermelinda --con apoyo de los hermanos y el padre de Eliseo-- se ocupó de la actividad de mediería. A pesar de que Hermelinda contaba con el apoyo de los hermanos de Eliseo, ella era la encargada del trabajo agrícola. Antes de que Eliseo partiera a Estados Unidos él le encargaba la parcela "Fíjate en la milpa a ver que le hace falta” (Eliseo Zamora, 28-11-2012).

En esa primera vuelta a Estados Unidos, Eliseo reunió lo suficiente para comprar su primera parcela a un ejidatario que vivía en La Estancia del Carmen. Era poco más de una hectárea de monte ubicada en las tierras ejidales de Pejo que estaban pegadas a La Estancia. Con largas jornadas de trabajo la pareja fue desmontando el terreno, sacando la piedra que era abundante y cercando la parcela para comenzar a trabajarla. La pareja, además de comenzar a trabajar su propia tierra, continuó agarrando tierras a medias. La producción de una hectárea no era

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suficiente para satisfacer todas las necesidades de la pareja, además, Eliseo tenía en mente adquirir otra parcela.

En 1978, cuando Eliseo tenía 28 años, volvió a partir a Estados Unidos con la idea de trabajar para reunir los recursos que le permitieran adquirir otra parcela. Como en la primera ocasión, Eliseo realizó los trabajos necesarios en su tierra y en la que tenía a medias para dejarlas sembradas antes de partir. En esa ocasión fue en compañía de su padre, ambos se fueron a trabajar a un lugar cercano a Bay City en el condado de Matagorda, Texas. Trabajaron en el cultivo del arroz, así como en otras labores del campo durante ocho meses. Cuando terminó el trabajo en el lugar regresaron juntos a La Estancia. En la comunidad, Hermelinda se quedó nuevamente a cargo de la producción agrícola, con el apoyo de la parentela política sacó adelante el trabajo durante la ausencia de Eliseo.

Con los recursos monetarios obtenidos por la venta de su fuerza de trabajo en Texas y la venta de excedentes de maíz y fríjol obtenidos por Hermelinda, Eliseo compró su segunda parcela localizada a unos cuantos metros de la primera. Fue un ejidatario de Pejo el que se la vendió. Como en la primera adquisición, acondicionar el terreno para la producción agrícola requirió de un gran esfuerzo por parte de la pareja. Era otro pedazo de monte, lleno de piedra que poco a poco fueron retirando Eliseo y Hermelinda a mano y con el tronco. Eliseo pudo adquirir las tierras mediante transacciones económicas gracias a la influencia de Simón Mancera, su abuelo materno, quien era uno de los ejidatarios de Pejo con mayor poder en La Estancia.

Las dos compras de tierras ejidales que realizó Eliseo violaban las leyes ejidales. Las tierras ejidales por ley no podían ser ni vendidas, ni rentadas, ni ser trabajadas bajo contratos de aparcería. Pese a ello, durante décadas todas esas transacciones con las tierras ejidales fueron comunes tanto en La Estancia del Carmen como en la microrregión de Las Cruces. Derivado de esas prohibiciones, las leyes pretendían obligar al titular a quien se habían entregado los derechos ejidales para que trabajara la tierra sin fraccionarla por concepto de herencia o pasar sus derechos a un heredero que ya tuviera parcela ejidal. Por ley, la

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asamblea ejidal era la encargada de cuidar el patrimonio del ejido, asignando las tierras, regulando el uso de las mismas y privando de los derechos ejidales a aquellos que incurrieran en prácticas prohibidas. Como otros posesionarios, las leyes agrarias ponían en desventaja a Eliseo frente a las estructuras ejidales.

Si bien, Eliseo alcanzó su anhelo de tener tierra eso no significó tranquilidad para la pareja. De hecho, lo más importante para los avecindados como Eliseo no era tener la tierra sino ser legitimados como ejidatarios. Incluso antes de ser reconocidos por los ejidatarios de Pejo como posesionarios precarios, el único reconocimiento que tenían era por el aval de los ejidatarios originales como Simón Mancera.

La incertidumbre padecida por Eliseo puede asociarse con los constreñimientos que las estructuras ejidales ejercían sobre un número considerable de hombres que habían accedido a la tierra por medios distintos a los permitidos por las leyes agrarias. Un ejemplo de la influencia que tuvieron los constreñimientos que pesaron sobre Eliseo una vez que adquirió sus tierras por medio de una transacción económica fue su decisión de no volver a migrar a Estados Unidos para evitar que sus tierras fueran reasignadas o invadidas por otra persona. Ya en la segunda ocasión en que fue a trabajar a Texas en 1978, Eliseo no partió hasta que dejó sembrada su tierra. Era importante que en la localidad las personas se dieran cuenta de que Eliseo trabajaba la tierra. Durante su ausencia Hermelinda con apoyo de los hermanos de Eliseo se encargaban de los trabajos agrícolas. Para el tiempo de la cosecha la presencia de Eliseo era importante, así que programó su estancia en Texas calculando regresar a cosechar a La Estancia.

A pesar de que no manifestó abiertamente su temor a perder las tierras, en el fondo había constreñimientos que pesaban sobre sus decisiones. Realmente su siembra no estaba tirada pues Hermelinda se hacía cargo de los trabajos en la parcela. Sin embargo, la presencia de Hermelinda, apoyada por sus cuñados, no era suficiente para asegurar la posesión de la tierra. Las leyes ejidales eran claras, la tierra tenía que ser trabajada por el titular de los derechos. Cualquier sospecha de que la tierra se arrendaba o se daba a medias traía consigo sanciones que en

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el caso extremo significaba la reasignación de los derechos ejidales por abandono de tierras. A pesar de que Hermelinda se encargaba del trabajo agrícola durante su ausencia, Eliseo tenía que hacerse presente al inicio y al final del ciclo agrícola para reafirmar su posesión de la tierra, con mayor razón porque no había sido reconocido aún por la organización ejidal de Pejo.

Eliseo aprovechó la posición de ejidatario de su abuelo Simón Mancera para manipular e incluso pasar por alto las leyes agrarias. Eliseo se benefició de las maniobras que su abuelo Simón y sus descendientes varones pusieron en marcha durante décadas. Las transacciones de compra-venta no fueron las únicas acciones prohibidas por la ley que avalaron los Mancera. También manipularon las leyes ejidales para favorecer a su parentela. La reasignación de derechos ejidales de hombres que habían migrado a Estados Unidos fue un ejemplo de ello. Paradójicamente, la decisión de Eliseo de no volver a ir a trabajar a Estados Unidos fue influida por el temor a perder sus tierras ya fuera por reasignación o por invasión, siendo que él se benefició del mecanismo de reasignación de tierras ejidales, aunque no de manera formal obteniendo los derechos ejidales como lo establecía la legislación agraria.

Una vez que había comprado sus dos primeras parcelas, Eliseo tenía el deseo de acrecentar sus terrenos. Dos de sus tíos, Juan y Miguel Mancera habían quedado al frente de la representación ejidal de La Estancia ante el ejido de Pejo. Aprovechando la ausencia de un ejidatario que había migrado a Estados Unidos agarraron parte de sus tierras a través de una reasignación de derechos. Entonces Eliseo vio la posibilidad de hacerse de otra parcela.

El interés de Eliseo se hizo efectivo y obtuvo dos parcelas más. Sus tíos Juan y Miguel habían llevado a cabo la reasignación de derechos ejidales mediante un proceso poco claro pues al final se beneficiaron con parte de las tierras abandonadas por el ejidatario migrante. Es decir, no se reasignaron las tierras a otra persona que careciera de ellas. Los Mancera habían acumulado tierras desde que su padre Simón fue dotado durante el reparto agrario. Lejos del control de la organización ejidal de Pejo manipularon y pusieron en práctica todo tipo de

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acciones prohibidas por la legislación agraria. Al final, la reasignación de tierras promovida por Juan y Miguel Mancera benefició a Eliseo al permitirle acceder a otros dos pedazos de tierra, aunque sin otorgarle ninguna garantía jurídica.

Como Eliseo, fueron varios los hombres en La Estancia que accedieron a la tierra por medios no permitidos por las leyes. Con el tiempo comenzaron a crecer en número, así que demandaron reconocimiento a la organización ejidal de Pejo. A los sujetos agrarios que poseían tierras ejidales y que habían sido reconocidos por la asamblea ejidal, pero no aceptados como titulares de los derechos de ejidatario se les reconocía legalmente como posesionarios precarios o de hecho no de derecho. Bajo esa figura los ejidatarios de Pejo dieron reconocimiento a los hombres de La Estancia que como Eliseo trabajaban tierras ejidales, pero no contaban con los derechos ejidales.

Cuando se incrementó el número de hombres en La Estancia que accedieron a la tierra mediante medios distintos a los permitidos por las leyes agrarias, la organización ejidal de Pejo comenzó a reconocerlos como posesionarios precarios. Finalmente, varios de esos hombres, como en el caso de Eliseo, habían accedido a la tierra por medio de la compra de tierras a los propios ejidatarios de Pejo. Los posesionarios solían ser hijos o nietos de ejidatarios. Los grupos de posesionarios se fueron formando en los ejidos, por un lado, a partir de que los ejidatarios repartieron pequeñas porciones de tierra a su descendencia y, por otro lado, debido a una serie de transacciones prohibidas por las leyes agrarias como la compra-venta y las invasiones de tierra. Uno de los cambios importantes de la Ley Agraria de 1992 fue el reconocimiento de la figura de posesionario, aunque con desventaja frente al ejidatario pues solamente se le reconoce el derecho a una parcela certificada.

A pesar de que la asamblea ejidal de Pejo fue reconociendo como posesionarios a varios hombres del anexo de La Estancia, los marginó de las decisiones, además los ejidatarios les impusieron cuotas y cooperaciones económicas cuyo destino, a decir de Eliseo, era poco transparente. Por otro lado, los apoyos gubernamentales que llegaban al ejido de Pejo no beneficiaban a los posesionarios del anexo.

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Aunado a esto, cada año los integrantes del anexo tenían que entregar sus contribuciones a los integrantes del comisariado de Pejo en turno.

Con el paso del tiempo los ejidatarios de Pejo permitieron que el anexo tuviera una representación ante la asamblea ejidal, que consistía en un grupo de tres personas, solamente permitían la asistencia a las asambleas a un representante que podía exponer asuntos relacionados con el anexo, pero no participar en la toma de decisiones. Por ejemplo, Eliseo (30-10-2014) señaló que durante su cargo de representante del anexo, los ejidatarios de Pejo "diario lo hacían ir” (Eliseo Zamora, 30-10-2014) a las asambleas pero no lo tomaban en cuenta en las decisiones. La situación de marginación del grupo de La Estancia fue acrecentando el descontento entre los posesionarios que comenzaron a manifestar a distintos integrantes de los comisariados ejidales de Pejo su interés por separarse del núcleo agrario. De acuerdo con Eliseo (21-10-2014) los posesionarios de La Estancia ya no estaban de acuerdo en pertenecer a Pejo, incluso cuando a él le tocó participar en la representación de La Estancia, ofreció al presidente del comisariado en turno 36 mil pesos que los posesionarios de La Estancia habían reunido con el fin de sobornarlo para que permitiera la separación del anexo a través de la incorporación del ejido de Pejo al PROCEDE. Al final, no lograron llegar a un acuerdo con los ejidatarios. De hecho, el ejido de Pejo fue uno de los pocos núcleos agrarios en Guanajuato en los que los ejidatarios rechazaron el PROCEDE.

Después de décadas en las que los posesionarios de La Estancia intentaron independizarse del ejido de Pejo, en 2013 gracias a una alianza con el funcionario de la agraria encargado de la oficina en Salvatierra, Fidel Lule, encabezados por Salvador Zamora lograron iniciar el proceso de segregación del anexo de La Estancia. Cuando Eliseo formó parte de la representación de La Estancia, los posesionarios dieron el primer paso importante hacia la segregación. Aconsejados por las autoridades agrarias de la oficina de Salvatierra comenzaron a pagar directamente sus impuestos en la oficina recaudadora. Salvador Zamora (21-12­2014) y Eliseo (14-10-2014) coincidieron en que pagar los impuestos directamente era una estrategia de los posesionarios de La Estancia para tener elementos que

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permitieran comprobar que las tierras del anexo eran trabajadas por ellos. Tras cinco asambleas de anuencia en la que los ejidatarios originales de Pejo rechazaron el programa, en 2013 finalmente se celebró la asamblea de anuencia en donde los ejidatarios aceptaron incorporar su núcleo agrario al FANAR, así como permitir a los posesionarios de La Estancia del Carmen segregarse para formar un nuevo núcleo ejidal: el de La Estancia del Encinal. La asamblea del nuevo núcleo agrario otorgó a 185 sujetos agrarios nuevos la categoría de ejidatarios, entre ellos estaba Eliseo quien finalmente logró alcanzar su sueño.

Las dinámicas familiares de Hermelinda y Eliseo permiten mostrar cómo a lo largo de la vida en familia se reorganizan los trabajos. En ocasiones, la reorganización puede ser temporal y volver a un estado anterior. Las ausencias temporales de Eliseo debido a la migración son un ejemplo de ello. En la época en que migró Eliseo la comunicación entre el migrante y la parentela que se quedaba en su localidad de origen no era tan fluida como lo es hoy en día. Cuando partió Eliseo en las dos ocasiones a trabajar a Estados Unidos dejaba al frente del trabajo a Hermelinda y de alguna manera ella tenía la libertad de llevar las labores agrícolas a su modo. Claro que los hermanos de Eliseo no solamente servían de apoyo para que Hermelinda sacara adelante el trabajo, también se quedaban como sus cuidadores o protectores durante sus ausencias. Prácticamente al partir Eliseo no se volvía comunicar con Hermelinda y si lo hacía era mediante recados con migrantes que regresaban a La Estancia o cartas, pero de manera eventual. Actualmente las esposas que se quedan como encargadas de la producción temporalera siguen instrucciones del marido ausente físicamente pero presente mediante una comunicación constante por teléfono. En el caso de Eliseo y Hermelinda una vez que él regresaba de Estados Unidos, la organización de la producción temporalera volvía a su cargo, por su parte Hermelinda ocupaba nuevamente la posición de ayudante.

En cuanto a los trabajos reproductivos, la pareja no tuvo hijos por lo que Hermelinda no desempeñaba trabajos de cuidado y alimentación de hijos pequeños propios. Sin embargo, durante los primeros años de unión de la pareja en que residieron en la vivienda de los padres de Eliseo, ella colaboró en distintas

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tareas domésticas y de cuidado de los integrantes de la familia. Después de que Eliseo regresó de su primera estancia temporal en Estados Unidos, la pareja se independizó y adquirió una vivienda en las orillas de La Estancia. De alguna manera la pareja no había podido organizarse independientemente mientras compartían techo con la familia de Eliseo. El cambio de residencia significó una reorganización del trabajo reproductivo para la pareja. Hermelinda comenzó a hacerse cargo del trabajo doméstico en su propia vivienda y únicamente de la atención de su marido descargándose de la responsabilidad de colaborar en los trabajos reproductivos cotidianos de su familia política. El trabajo agrícola era organizado por Eliseo, pero la participación de Hermelinda era fundamental para sacarlo adelante. Esto era una manera de ahorrar los escasos recursos

•yprovenientes de la agricultura temporalera2.

Además de trabajar en la agricultura, Eliseo se dedicaba al rodeo de manera semi- profesional, era un jinete de toros reconocido en la región e incluso llegó a ser contratado por empresas para presentarse en otros estados y en el extranjero. Sus ausencias, aunque por temporadas muy cortas, lo llevaron a reconsiderar el haber establecido su vivienda lejos de sus padres. Hermelinda se quedaba sola en la vivienda por lo que el padre de Eliseo o algún hermano o hermana la acompañaban. Eso influyó para que Eliseo, aconsejado por su padre, decidiera reubicar su morada regresando a vivir a lado de su vivienda de origen. La decisión tomada por Eliseo fue complicada en primer lugar porque se sintió presionado por su padre y en segundo lugar porque no tomó en cuenta el parecer de Hermelinda, de hecho, la venta de su vivienda y la compra de una nueva la hizo sin pedirle parecer.

El nuevo cambio significó para Hermelinda regresar a apoyar en los trabajos reproductivos a su parentela política. No habían regresado a la vivienda del padre de Eliseo porque estaban muy apretados, pero fueron a vivir con su abuela paterna. Nuevamente Hermelinda tenía que acomedirse en la realización del

2 Hasta 2015 la pareja trató de encargarse de todas las tareas agrícolas para no contratar peones, esto con el fin de ahorrarse el gasto.

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trabajo doméstico como una manera de agradecer y retribuir el alojamiento proporcionado a la pareja por parte de la abuela. Trascurridos alrededor de dos años Eliseo adquirió el solar en el que actualmente vive con Hermelinda. Al adquirir la vivienda, prácticamente pegada a la de sus padres, Eliseo buscaba nuevamente independizarse de su parentela, pero también solucionar su preocupación e inseguridad por dejar a Hermelinda sola durante sus salidas como había ocurrido cuando tuvieron su primera vivienda independiente. De cualquier manera, siempre procuró dejar clara la división entre su vivienda y la de sus padres. Eso le dio a la pareja libertad para organizarse en sus trabajos y a la vez atender el compromiso del cuidado y atención de la madre de Eliseo. Una vez que los hermanos y hermanas de Eliseo salieron de la vivienda paterna y tras la muerte de su padre, Amalia quedó al cuidado de la pareja, sobre todo de Hermelinda quien se encarga de proporcionarle parte de los alimentos diarios, apoyarla en el trabajo doméstico y estar al pendiente de su seguridad. La colaboración de Hermelinda en los trabajos reproductivos de su parentela política, nunca ha sido una molestia para ella, eso le ha valido para que sus cuñados la respeten y la aprecien.

Ahora bien, las transformaciones más sustanciales en la organización del trabajo por parte de la pareja se dieron a partir de que Hermelinda comenzó a desempeñarse en actividades comerciales. Eso ocurrió mientras la agricultura de temporal perdía terreno como la principal fuente de sustento de la familia. Hermelinda (29-10-2014), calculó que inició con las actividades comerciales a finales de la década de 1990. Desde entonces fue incrementando su actividad. A finales de 1990, animada por su cuñada Elva quien le donó 200 pesos para arrancar su negocio, Hermelinda comenzó con la venta de raspado de hielo. Sin embargo, ese primer negocio no le funcionó, así que cambió a la venta de frituras y refrescos. Después combinó la venta de frituras con la de ropa usada, costura y comida. En el lapso de unos años, su vivienda pasó de ser un ámbito doméstico a un espacio de transacciones comerciales. En el cuarto de la entrada instala diariamente por las tardes su puesto de dulces y frituras, pero durante el día distintos jóvenes y adultos que pasan a trabajar a sus parcelas o regresan de

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ellas, llegan a consumir alimentos. Regularmente vende parte de los alimentos que prepara para la pareja, pero también ofrece tortas. Esa actividad comercial puede quedar comprendida como parte del trabajo reproductivo pagado. Es decir, parte de los alimentos preparados para la familia son destinados a la venta. Un día a la semana exhibe la ropa de segunda por la mañana y cada año en los meses de octubre-noviembre vende en su mismo espacio comercial coronas para adornar las tumbas de los difuntos.

En cuanto a las persistencias en la organización de los trabajos lo que resalta en el caso de la pareja es la poca participación de Eliseo en los trabajos domésticos y en las actividades comerciales. Eventualmente apoya a Hermelinda en pequeñas tareas de limpieza, pero la organización y realización de los trabajos domésticos y reproductivos, entre ellos los de cuidado de integrantes de la familia extensa, continúa recayendo en su esposa. Mientras en un día normal Hermelinda distribuye su tiempo para realizar una diversidad de trabajos, Eliseo se enfoca en la realización de las tareas agropecuarias. Hermelinda se levanta normalmente a las 5 de la mañana para preparar alimentos, hacer parte de la limpieza de la vivienda (regar plantas, barrer, lavar trastes); entre 8 y 9 de la mañana se va a la parcela junto con Eliseo y regresan hasta las 3 de la tarde; de regreso en la vivienda proporciona los alimentos a su marido; aproximadamente a las 4 de la tarde comienza a montar sus productos en la entrada de su casa para atender a la clientela hasta las 10 o 11 de la noche aproximadamente (ver tabla 5).

Mientras que las actividades comerciales de Hermelinda se fueron acrecentando gradualmente hasta convertirse en el elemento del sustento más importante para la pareja, la actividad agrícola a cargo de Eliseo fue decayendo hasta implicar pérdidas en años de mal temporal. Las pequeñas ventas de frituras y refrescos de finales de la década de 1990, fueron evolucionando hasta que Hermelinda finalmente logró con sus ingresos sostener el gasto de la pareja. Con la producción agrícola la pareja continúa asegurando el maíz y frijol del gasto anual, sin embargo, otras necesidades son solventadas gracias a la actividad comercial que desempeña Hermelinda, tales como los pagos de servicios como luz, agua y gas; frutas, verduras y otros alimentos no producidos por la pareja; gastos

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médicos; cooperaciones para las fiestas religiosas. Incluso los ingresos de Hermelinda han servido a la pareja para financiar la actividad agrícola. Por su parte la actividad agrícola se ha vuelto una carga para la pareja. Hasta 2014 ambos realizaban todas las tareas agrícolas, pero en el último año la pareja pagó por algunos trabajos. En el ciclo agrícola de 2015 pagaron por el desquelite, tarea que siempre había realizado la pareja. Ante la situación de incosteabilidad Hermelinda ha insistido a su esposo que abandone la producción agrícola. Van varios ciclos agrícolas en que intenta persuadir a Eliseo de mejor invertir en el negocio, que es de donde finalmente sale el gasto de la pareja:

Yo le hago y le hago las cuentas y no entiende que no conviene. El año antepasado (2014) que fue malo, le hice las cuentas (...) pagamos 1,000 pesos a los peones por el desquelite; fueron 6 frascos de mata-chochos de 180 pesos cada uno; 1,000 pesos de jornales por la aplicación de insecticidas; 6 bultos de urea de 380 cada uno; la cosecha la hicimos solos pero nos costó 220 pesos la desgranadora (. ) ¿cuánto va ahí?, son más de 5, 000 pesos de gastos (. ) como el chocho se acabó mucho maíz y no se nos dio fríjol por lo mismo, de lo que pudimos vender nomás nos dieron 1,350 pesos (...) Yo le hago ver las cosas a Cheo pero no entiende. Él me dice que de todos modos en lo que le saca es en la pastura para engordar un becerro, pero que chiste tiene que vender el becerro para meterle otra vez a la siembra y cada vez se va haciendo menos. Yo le digo cuando vende un becerro que me de unos 5,000 pesos para meterle a mi tiendita y que ya con eso vivimos. Pero no me los quiere dar y de pilón cuando no ajusta como no queriendo me pide de lo que junto y a mí como que me da pena y lo apoyo, pero luego ya me anda para meterle otra vez a la tiendita. Y él no sabe de gastos, él no pone ni para el gas, ni la luz, ni para el jitomatito u otra verdurita, yo me hago cargo de todo. Eso sí, en cuanto vende un becerro me da todo el dinero, pero le tengo que llevar la cuenta de lo que me va pidiendo. Yo anoto todo porque así cuando se le acaba le digo: ¡mira aquí está todo anotado!, que esperanzas que yo diga, de ahí le agarro unos 200 pesos. (Hermelinda Carrillo, 31-08-2016).

A través de las trayectorias de la pareja se pueden identificar las transiciones de unas dinámicas familiares apoyadas de manera importante en la producción agropecuaria cuyas labores fueron por cuatro décadas realizadas predominantemente con la fuerza de trabajo de la pareja, hasta que, en 2015, cansados y deteriorados físicamente comenzaron a pagar jornales por algunos trabajos en la parcela. La ausencia de hijos que pudieran participar en dichos trabajos ha sido una condicionante para la pareja, sin embargo, también implica menos bocas que alimentar y menos gastos en general. Las actividades

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comerciales, que al inicio representaban un complemento para los gastos, fueron convirtiéndose en el elemento más importante para procurar el sustento, al grado de que todos los gastos de manutención, de diferentes servicios y hasta el subsidio de las actividades agrícolas actualmente son cubiertos por Hermelinda gracias a su actividad comercial. Por su parte Eliseo se aferra a la producción agrícola, a la tierra que tanto anhelo desde joven, a la que paradójicamente tuvo acceso con garantías justo cuando la producción temporalera se ha vuelto una actividad incosteable. La valorización de la tierra ahora tendrá que fincarse no tanto en los frutos que pueda dar trabajándola, sino en el valor patrimonial cuyo precio se ha incrementado tras la certificación de las parcelas con la implementación de PROCEDE-FANAR.

Tabla 5: organización actual de los trabajos

Integrante Trabajo reproductivo no remunerado Trabajo no Trabajo en actividades Trabajo productivo Trabajorealizado en el hogar remunerado comerciales de la familia no pagado productivo

realizado fuera de la realizado en el destinado alvivienda en hogar mercadoactividades

agropecuarias familiares

H e rm e lin d a Organización del trabajo doméstico/realización de la mayor parte de las tareas (limpieza del hogar, preparación de alimentos, atención a marido, atención y cuidados a su suegra Amalia).

Trabajo agrícola en temporadas (siembra, escarda y cosecha).

Organización yadministración de actividades comerciales/venta de dulces, refrescos, comida, ropa usada, costura, coronas en noviembre.

Producción en huerto de Amalia/ van a medias.

Cría de gallinas paraautoconsumo.

Producción de frutas y verduras para autoconsumo en traspatio.

Producción agrícola para venta en temporadas.

Preparación de camote del monte para venta.

Eliseo Eventualmente apoyo en pequeñas Organización deltareas domésticas (barrer) trabajo agrícola/

realización del trabajo agrícola.

Apoyo en compras para surtir Producción encomercio. huerto de Amalia/

van a medias

Producción agrícola para venta.

Atención y cuidado de animales del “tronco".

Engorda de becerros para venta.

Recolección de camote del cerro para venta.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevistas y del registro de observaciones en diario de campo.

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Familia de migrantes

En este apartado abordo la transición de unas DF articuladas en las actividades agropecuarias y la migración temporal a Estados Unidos sin documentos, a unas pautadas en gran medida por la migración por contrato temporal con el abandono de la actividad agropecuaria. Las trayectorias de los miembros de la familia permiten mostrar cómo se transforma una organización de los trabajos en la que la madre, sus hijos e hijas participan de manera importante en las actividades productivas familiares, hasta que se da una división del trabajo muy marcada en la que la madre organiza y realiza prácticamente todo el trabajo reproductivo en la familia y el padre se convierte en el proveedor exclusivo. En esta familia hay una reorganización de los trabajos de manera constante, debido a los movimientos migratorios del padre y un hijo soltero. La familia formada por Amelia y Benjamín, que tiene como base el grupo doméstico en La Estancia del Carmen, crece y se encoge cíclicamente de acuerdo con las temporadas de trabajo que desempeñan dos integrantes varones en Palacios, Texas.

En 1981 se unió la pareja de Benjamín, nacido en 1955 e hijo de un ejidatario de La Estancia, y Amelia, nacida en 1964 y descendiente también de un ejidatario de la misma comunidad. Formaron una familia con cinco descendientes (ver genealogía 3). El hijo mayor es Juan nacido en 1985, que desde 2009 reside en los Estados Unidos donde trabaja en la pesca de camarón. Juan es casado y tiene un hijo (grupo residencial marcado en azul en genealogía 3); Elva, nacida en 1987 es la segunda descendiente de la pareja y vive en el Distrito Federal junto con su marido y dos hijos pequeños (grupo residencial marcado en naranja en genealogía 3); Roberto el tercer hijo nació en 1992 estudió hasta el bachillerato, desde que se graduó apoyó a sus padres trabajando en el campo. En el año 2012 se incorporó a trabajar mediante contratos temporales en la pesca de camarón en la ciudad de Palacios, Texas. Combina su residencia entre Texas y la vivienda de sus padres en La Estancia; Los dos hijos menores aún comparten techo con la pareja en la localidad de La Estancia (grupo residencial marcado en verde en genealogía 3). Marisol --1997-- y Serafín --1996-- dedican la mayor parte de su tiempo al estudio,

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ambos cursan la carrera técnica de enfermería en el plantel de CONALEP de la ciudad de Salvatierra.

Genealogía 3: Familia Lule López

Cuando se unió la pareja, en 1981, Benjamín ya era ejidatario de La Estancia del Carmen, a diferencia de otros jóvenes que al casarse solían vivir un tiempo con los padres del varón, Benjamín con su trabajo había podido construir la vivienda donde comenzaron a residir Amelia y él. Desde antes de casarse Benjamín combinaba la producción agropecuaria en La Estancia con el trabajo asalariado en Estados Unidos, a donde migraba temporalmente. Pese a que se incorporó a los flujos migratorios antes de la IRCA, no logró, como otros varones de La Estancia, arreglar sus papeles. Mientras que otros conocidos de La Estancia que habían migrado a Texas en la década de 1970 lograron establecerse y arreglar su residencia, Benjamín continuó migrando temporalmente sin documentos. En la década de 1970 varios de los hombres que posteriormente fueron beneficiados por IRCA, se establecieron en Palacios, Texas, donde se especializaron en la pesca de camarón. Algunos de ellos llegaron a adquirir barcos pequeños, otros se convirtieron en capitanes de barcos grandes cuyos dueños eran estadounidenses. Dos de los hermanos de Amelia, Cecilio y Mario, lograron adquirir barcos pequeños, lo que abrió una posibilidad de trabajo por contrato para Benjamín y sus hijos varones mayores.

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Por su parte, Amelia nació en 1964, hija de Serafín, un ejidatario de La Estancia del Carmen, desde pequeña participó en dos tipos de trabajo: el agropecuario y el doméstico. En los meses de trabajo en el campo (entre mayo y diciembre) apoyaba a su padre en tareas específicas como sembrar, escardar, desquelitar y cosechar. Los meses en que las labores del campo disminuían, incrementaba el apoyo a su madre con las tareas del hogar. Cuando se casó con Benjamín, continuó trabajando en el campo, asumiendo además toda la responsabilidad de la organización y realización de los trabajos reproductivos. Tras nacer sus primeros hijos, Juan y Elva, Amelia continuó apoyando a Benjamín en las tareas del campo, para hacerlo, contó con el apoyo de su madre quien cuidaba a los niños durante el día. Las tareas reproductivas eran extenuantes, pues además de trabajar en el campo entre 6 y 8 horas, preparaba desde la madrugada los alimentos para los integrantes de la familia, una vez que regresaba de la parcela realizaba otras tareas domésticas y se hacía cargo del cuidado y atención de sus hijos. En cuanto sus hijos pudieron trabajar en el campo comenzaron a apoyar a la pareja, los dos hijos mayores trabajaban en las tareas agrícolas, mientras que los trabajos reproductivos fueron asumidos por Amelia con apoyo de su hija Elva.

A partir de la década de 1980 hasta aproximadamente mediados del 2000 Benjamín viajó al norte sin documentos. Durante sus ausencias, Amelia se encargaba de la producción agropecuaria pagando por los trabajos que Benjamín dejaba pendientes en la parcela. Por lo regular Benjamín partía después de sembrar y regresaba a cosechar. Por las demás tareas Amelia pagaba. Esa organización del trabajo agrícola se alargó hasta finales del 2000 cuando Benjamín comenzó a conseguir contratos para la pesca de camarón en Palacios, Texas. Benjamín fue uno de los pocos hombres que consiguieron seguir migrando

odespués de que se agotaron los flujos migratorios sin documentos3. Su parentela política fue clave para continuar con su experiencia migratoria sin afrontar los costos y los riesgos de la migración sin documentos, pero, por otro lado, se ató a

3Mientras que el flujo para los indocumentados entre Estados Unidos y México era relativamente

fácil --en la década de 1970 los migrantes podían cruzar la frontera sin coyote-- en la década del 2000 las medidas de las autoridades migratorias estadounidenses para evitar el cruce de indocumentados se intensificaron.

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periodos bien definidos que no le permitieron continuar con las tareas agrícolas que realizaba cada año4. Ahora bien, tener los contactos no sería de mucha ayuda sin las disposiciones migratorias estadounidenses que permiten a personas ingresar a Estados Unidos mediante las visas temporales de trabajo H-2B. Dichas visas favorecen el flujo de trabajadores para ocupar puestos de trabajo,

j r

principalmente no agrícolas, en los que los trabajadores son escasos5. El requisito para acceder a las visas, es que el empleador sea de Estados Unidos y que el trabajador solicitante posea la formación adecuada, las habilidades o capacidades naturales demandadas por el empleador. Esos requisitos son muy sencillos de cumplir para Benjamín y Roberto. Únicamente el primer año en que fueron contratados requirieron presentar una carta que avalara su trabajo en México como pescadores de camarón. Benjamín y su hijo, como la mayoría de los migrantes que se van contratados a la pesca del camarón, consiguieron cartas falsas de empresas camaroneras mexicanas para cumplir el requisito. Por lo regular los barcos pequeños en los que han trabajado Benjamín y su hijo Roberto, cuentan con una tripulación de tres hombres: el capitán, el marinero y el descabezador de camarón. Benjamín ha trabajado como marinero y descabezador. El trabajo del marinero consiste en arrojar las redes al mar por la tarde y levantarlas en la madrugada, todo el trabajo es nocturno. Por otro lado, al marinero le corresponde cocinar para la tripulación y servir los alimentos. El descabezador da rondas nocturnas para checar las redes, una vez que estas se levantan, separa el camarón, le quita la cabeza y lo empaca en hielo. Al descabezador le corresponde además recoger y lavar los platos, mantener limpia la embarcación. Las pequeñas embarcaciones suelen durar en el mar un periodo de entre cuarenta y noventa días.

4 Benjamín y su hijo Roberto se ausentan durante los meses de abril a noviembre de La Estancia para ir a trabajar a Palacios, Texas en la pesca del camarón. Su trabajo en el golfo se empata con los meses más importantes de la producción temporalera que son --con algunas variaciones dependiendo el clima-- de mayo a noviembre. La siembra, las escardas, la aplicación de abono y de herbicidas e insecticidas son tareas que se realizan en las parcelas durante estos meses.5 Así lo establece la oficina de inmigración de Estados Unidos en la página: https://www.inmigracionusa.com/h2 b-visa-de-trabajo.html

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Una vez que Benjamín inició a trabajar por contrato temporal en Estados Unidos, la pareja decidió recurrir a otro arreglo para la producción de maíz y frijol, la maquila que consistía en pagar por todo el trabajo y al final toda la cosecha era de la familia de Amelia. Aproximadamente entrando la década de 2010, la pareja decidió abandonar la producción agrícola pues era más caro pagar la maquila que comprar el maíz y frijol, por otro, lado el apoyo económico del PROCAMPO ya no pudo utilizarse para pagar jornales, pues los operadores impusieron nuevos controles que consistían en utilizar el recurso en insumos para la agricultura cuya compra pudiera ser comprobable a través de facturas.

Durante prácticamente tres décadas (1980-2010) de ausencias de Benjamín, Amelia se hizo cargo de la producción agrícola. Al mismo tiempo asumió la representación del marido ante los ejidatarios, asistiendo como oído en la Asamblea Ejidal (Amelia López, 8-06-2016). Como muchas mujeres de la microrregión, hasta antes de la década de 2000, Amelia podía asistir a las asambleas ejidales, pero no tenía derecho a voz ni voto. Incluso debido a que Benjamín continúa actualmente siendo el poseedor de los certificados parcelarios, Amelia asiste a las asambleas para escuchar los asuntos que se tratan y poder mantener informado a su esposo cuando se encuentra en Estados Unidos.

Las ausencias temporales de Benjamín implicaron una reorganización constante de los trabajos entre los integrantes de la familia. Fue Amelia quien asumió las riendas de la producción agrícola, así como la crianza del ganado mayor y especies menores que criaba en el corral de la vivienda. Como en otras familias, el campo era un elemento importante del sustento y la reproducción cotidiana y generacional. Los hijos en cuanto podían se sumaban a las labores en la parcela y el cuidado de los animales. Las ausencias de Benjamín, implicaron que la familia buscara una nueva forma de producir granos básicos. Si bien, en cuanto pudieron, los hijos de la pareja se incorporaron al trabajo del campo, Benjamín, cuando se encontraba en La Estancia, era quien se encargaba de las tareas realizadas con el tronco, además repartía las tareas entre la esposa e hijos. Amelia al quedarse de encargada de la producción y con la responsabilidad de los hijos, recurrió a pagar por el trabajo.

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Amelia dejó completamente las actividades del campo aproximadamente hace cinco o seis años (en 2009 o 2010), sin embargo, desde mediados de 2000 ya había comenzado a disminuir su producción agrícola. Fue así que gradualmente la familia que apoyaba su sustento y su reproducción en las actividades agropecuaria y los ingresos obtenidos por el trabajo en Estados Unidos, se transformó en una familia cuyo eje del sustento y la reproducción familiar se apoya de manera central en los ingresos obtenidos por los integrantes migrantes, Benjamín y Roberto. Incluso otras actividades que en conjunto representaban el trabajo del campo fueron abandonadas por los integrantes de la familia. Dejaron la producción de semillas, la crianza de animales, la producción en el huerto de la vivienda, las actividades de recolección de productos del monte.

Benjamín y Amelia tomaron la decisión de abandonar las actividades del campo en parte porque no contaban con fuerza de trabajo familiar. Los dos hijos mayores (Juan y Elva) están casados. Juan reside en Texas y Elva en la ciudad de México. Roberto desde que salió del bachillerato ha logrado conseguir contratos temporales de trabajo para la pesca de camarón en Palacios, Texas y los dos hijos menores (Serafín y Marisol) actualmente estudian la carrera técnica de enfermería en el CONALEP de la ciudad de Salvatierra. Prácticamente pasan todo el día en la ciudad y solamente regresan a dormir a La Estancia. Actualmente la familia depende en gran medida de los recursos obtenidos por Benjamín en su trabajo en la pesca de camarón en Palacios, Texas. Ya es una década de contratos temporales renovados anualmente, la posición de los hermanos de Amelia como dueños de barcos camaroneros ha favorecido a Benjamín con un trabajo más o menos constante y bien remunerado.

Las trayectorias de los integrantes de esta familia permiten dar seguimiento a la transición de una organización de los trabajos, desde la unión de la pareja a principios de 1980 hasta finales de la década de 1990, que era pautada en gran medida por las actividades agropecuarias y la migración temporal, a una organización del trabajo centrada en la obtención de un salario a través de contratos temporales. El trabajo temporal en Palacios, Texas, hasta la fecha ha sido una actividad que les ha permitido garantizar el sustento e incluso costear

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estudios técnicos a sus hijos menores y el bachillerato a sus otros tres hijos. Por otro lado, dos de sus hijos, Juan y Roberto, han seguido los pasos de Benjamín. A pesar de que todos los hijos de la pareja colaboraron en las actividades agropecuarias familiares, actualmente ninguno se perfila a futuro como productor agropecuario.

Benjamín y Amelia no descartan volver a producir en sus parcelas porque los contratos temporales de trabajo son inestables, dependen mucho de los cambios en las políticas estadounidenses, de la bonanza de la pesca, de las vedas de camarón, de su habilidad para mantener las redes de intercambio con la parentela. Amelia está consciente de que el trabajo de su esposo no es seguro "no, porque hay temporadas que son malas para el camarón” (Amelia López, 8-08-2016). Se puede decir entonces que para la familia de Amelia y Benjamín la producción agropecuaria se encuentra en stand by, es una especie de seguro al que han recurrido algunos migrantes retornados que no pueden insertarse en el mercado de trabajo local o regional. Actualmente la pareja no trabaja ni da a medias sus tierras, tampoco las renta y no han pensado ni remotamente en venderlas. Las tierras representan una tranquilidad ante la incertidumbre de los contratos temporales.

Para Amelia la transición experimentada por la familia ha significado un desahogo en cuanto a que han disminuido sus cargas de trabajo. Las jornadas cotidianas de trabajo desempeñadas por Amelia cuando participaba en las actividades agropecuarias, superaban con varias horas las de los demás integrantes del grupo doméstico. En las temporadas en que apoyaba el trabajo agrícola sus labores comenzaban entre cinco y seis de la mañana con la molienda del nixtamal y preparación de alimentos. Enseguida partía con su esposo o sola a trabajar al campo. En ocasiones Amelia adelantaba a su esposo con el regreso a la vivienda para tener tiempo de realizar el trabajo doméstico, sin embargo, había ocasiones en que trabajaban el mismo tiempo en las labores del campo. Al regreso Amelia se encargaba del trabajo doméstico, la atención a sus hijos que estudiaban y a su marido. Con dos de los integrantes de la familia ausentes durante la mayor parte del año, dos hijos con los que comparte techo Amelia en La Estancia pero que por

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sus estudios pasan la mayor parte del día fuera de la vivienda, las cargas de trabajo reproductivo se han reducido para Amelia. Incluso dedica parte de su tiempo en actividades recreativas, principalmente las visitas a su madre en la ciudad de Salvatierra y las charlas con amigas en La Estancia. Si bien con los cambios en sus dinámicas familiares la organización de los trabajos se perfila como una división sexual del trabajo, Amelia está en una situación completamente distinta a la de otras madres de familia de la microrregión que tienen que estirar su tiempo al máximo para poder cumplir con sus responsabilidades productivas y reproductivas en jornadas extenuantes de trabajo. Por otro lado, Benjamín si bien es el principal proveedor de recursos económicos, durante su temporada de trabajo en Estados Unidos realiza labores reproductivas, sobre todo relacionadas con la limpieza, preparación de alimentos y la atención a los tripulantes del barco camaronero donde trabaja. Sin embargo, una vez que regresa a La Estancia, no participa en las actividades reproductivas. Al igual que su padre, Roberto realiza trabajo reproductivo durante la temporada de trabajo en los barcos camaroneros y al regresar a su vivienda de La Estancia con sus padres, participa en algunas tareas como lavar su ropa, barrer, recoger su cuarto. Marisol, cuando está en su vivienda, es el principal apoyo de su madre en el trabajo reproductivo y su hermano menor Serafín, recoge su cuarto, lava su ropa y participa en algunas labores domésticas como barrer (ver tabla 6).

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Tabla 6: Trabajos realizados actualmente por cada integrante

Integrante Trabajo reproductivo noremunerado en el hogar u otro

lugar

Trabajo asalariado Trabajo de los cargos de representación política

y social

Otras actividades

Benjamín En su vivienda de La Estancia no participa en este tipo de trabajo. En Palacios, Texas participa en la preparación de alimentos para los tripulantes de la embarcación camaronera en donde trabaja. Limpieza del barco, recoger y lavar utensilios de cocina.

Trabajo temporal (9 meses) en Palacios, Texas en pesca del camarón como marinero y descabezador.

En el pasado se desempeñó en cargos del comisariado ejidal

Amelia Organización del trabajo doméstico y realización de la mayor parte de las tareas en el hogar.

No ha ocupado cargos de representación en el ejido pero asiste a las asambleas en representación de su marido.

Actividades de esparcimiento: dedica tiempo exclusivo a visitas a su madre en la ciudad de Salvatierra, charlas con sus amigas en La Estancia.

Roberto En La Estancia lavado de su ropa, Trabajo temporal (9recoger su habitación y barrer. meses) en Palacios,

Texas en pesca delEn Palacios, Texas le corresponde camarón comolimpieza del barco, recoger y lavar descabezador.utensilios de cocina.

Marisol Apoya en el trabajo doméstico a su Dedica la mayor parte demadre. su tiempo a los estudios en

enfermería en la ciudad de Salvatierra

Serafín Realización de algunas tareas en la vivienda como lavado de su ropa, recoger su habitación y barrer.

Dedica la mayor parte de su tiempo a los estudios en enfermería en la ciudad de Salvatierra

Fuente: E laboración propia a partir de trabajo de campo.

Familia encabezada por una mujer

En este apartado abordo la manera en que los miembros van reorganizando los trabajos en la familia de Juana mientras va incrementando su participación en actividades de gestión pública y el desempeño de sus responsabilidades derivadas de los cargos de representación política y social. Muestro cómo se va posicionando como jefa de familia y líder comunitaria a partir de su incorporación coyuntural a la delegación de Las Cruces, después de la muerte de su esposo Juventino. A lo largo del apartado pongo énfasis en la trayectoria política de Juana, en la manera en que va abriéndose paso en medio de fuertes resistencias

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influidas por ideologías de género. Examino también la transición de unas DF articuladas en torno al trabajo de Juventino como maestro de primaria rural y la producción agrícola a unas DF que se apoyan en gran medida en la pensión del maestro recibida por Juana, los recursos obtenidos mediante actividades de gestión pública y los cargos de representación desempeñados por Juana, así como en las actividades micro empresariales familiares impulsadas con recursos públicos e inversiones de la propia Juana y sus hijos ex migrantes.

Juana, descendiente de un ejidatario de Las Cruces, nació en 1952. Trascurrió su niñez apoyando a su madre Margarita en las tareas domésticas y participando en distintas labores de la agricultura de temporal, primero a cargo de su abuelo Donaciano y después de su padre David. Juana estudió solamente la primaria. Aproximadamente a mediados de 1970, llegó a Las Cruces el joven maestro Juventino con quien se casó en 1977. Ya casada Juana dedicó la mayor parte de su tiempo a las tareas reproductivas, con Juventino procreo a cuatro hijos varones y dos mujeres (ver genealogía 4). El primer hijo, Manuel nació en 1978; Omar en 1980; Francisco en 1982; y David en 1987. Su hija Margarita nació en 1984 y Maritza, la más pequeña en 1990. Desde su formación, la familia articuló sus DF en base al salario del maestro Juventino y la actividad agropecuaria. Juana y su esposo establecieron su vivienda en el solar de los abuelos de Juana, que después pasó a ser de sus padres David y Margarita. Siendo su padre uno de los ejidatarios con mayores extensiones de tierra en Las Cruces, la pareja tuvo acceso a la tierra para cultivarla. A Juana siempre le gustó trabajar en el campo y el maestro también "le agarró gusto” (Juana Flores, 27-05-2016). Por las tardes, después de terminar sus clases Juventino dedicaba un tiempo a las labores agrícolas. Los hijos de la pareja se sumaron al trabajo agrícola en cuanto tuvieron edad para incorporarse. Juana siempre participó de manera importante en las labores del campo, porque, de hecho, ella era a quien su padre prestaba las tierras para trabajarlas. Años después su padre le donó una parcela de hectárea y media de extensión y Juana compró otra tierra con una superficie de dos hectáreas.

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Genealogía 4: Familia González Flores

La producción agrícola siempre fue un elemento importante del sustento para la familia de Juana. El salario de Juventino "no era mucho” (Juana Flores, 27-05­2016) y la tierra, además de proveerlos de maíz y frijol para el gasto, les permitía tener algunos excedentes para venta. Hasta finales de la década de 1990, la organización de los trabajos familiares giró en torno al salario del maestro y a los frutos de la tierra. A partir de entonces las DF se transformaron de manera importante tras la incorporación de los hijos mayores a los flujos migratorios internacionales y el comienzo de la trayectoria política de Juana que se incorporó como líder de los comités de PROGRESA.

La primera vez que Juana participó en cargos públicos de la localidad de Las Cruces fue a finales de 1990, cuando comenzó a operar el PROGRESA. Como otras mujeres de la microrregión que han accedido a cargos de representación políticos y sociales, Juana inició su trayectoria como presidenta del comité de salud de PROGRESA. Fue además un parteaguas para la localidad pues fueron varias las mujeres que se integraron a los comités del programa y, por otro lado, surgió el trabajo de gestión de recursos públicos para la mayoría de las madres de familia.6 Desde un principio el trabajo de gestión de recursos públicos implicó para

6 En 2010 el programa Oportunidades alcanzó una cobertura de poco más del 80% de las familias en la microrregión (ver cuadros 8 y 9 en anexos), lo que implicó que la mayor parte de las madres

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Juana dedicar un tiempo considerable a cumplir con las corresponsabilidades del PROGRESA, al grado de que comenzó a ajustar sus tiempos para realizar sus trabajos reproductivos, con frecuencia delegaba algunas tareas a sus hijas. Sin embargo, las corresponsabilidades estaban relacionadas con trabajos que tenían que ver con el cuidado de la salud, la nutrición y la educación de los hijos. Es decir, la corresponsabilidad del programa derivó en el cumplimiento de labores reproductivas a cambio de un recurso. La primera incursión de Juana como representante comunitaria del PROGRESA, le sirvió como trampolín para saltar a cargos donde ganó presencia hasta convertirse en la primera mujer delegada de Las Cruces. Desde entonces pudo establecer contacto con dirigentes tanto priistas como panistas. Rápido mostró su habilidad para jugar en ambos bandos, sus primeros contactos fueron con dirigentes priistas de Salvatierra. Fue a través de la Fundación Organizados para Servir A.C. de Salvatierra, ahí hizo contacto con la priista Guadalupe Nava, que se desempeñaría como alcaldesa en Salvatierra de 2009 a 2012. Esa primera participación de Juana como líder de Las Cruces, en una de las organizaciones priistas que reparten recursos públicos fuera del esquema de reglas de operación y concurso de proyectos, le permitió ir ganando capital político. Fue incrementando su presencia tanto en comités comunitarios como en organizaciones políticas de nivel regional. Su astucia para acomodarse en dos bandos (priista y panista) le permitió, por un lado, gestionar recursos públicos por medio de las organizaciones priistas y, por otro lado, integrarse a la delegación de Las Cruces durante el período 2007-2009, encabezada por su esposo Juventino, con el respaldo de un alcalde panista.

En 2007 Juventino, cuando tenía dos años de haberse jubilado como maestro, se aventuró a la política. Inconforme por las gestiones de los delegados que nombraban los ejidatarios, decidió contender por la delegación de Las Cruces por lo que formó su planilla integrando a su esposa Juana como sub-delegada. Afín al panismo, su plantilla fue respaldada el presidente municipal Raúl Ulises Cardiel. Sin embargo, Juventino no terminó su gestión, falleció y le heredó el cargo a

de familia desempeñaban los trabajos derivados de la corresponsabilidad para acceder a los apoyos monetarios.

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Juana quien era la sub-delegada. En esa coyuntura Juana se convirtió en la primera mujer delegada de Las Cruces y de la microrregión. El abrupto cambió en la vida de Juana por la pérdida de su esposo, significó un reto para Juana en dos sentidos: asumir la cabeza de su familia e incorporarse al cargo de delegada que le correspondía de manera automática al fallecer su marido. Juana decidió afrontar ambos retos, con la experiencia de haber participado en los comités del PROGRESA-OPORTUNIDADES, en las fundaciones y con un poco de aprendizaje que adquirió de su marido al acompañarlo a algunas gestiones, emprendió su primera participación como delegada. Juana aprendió en la práctica, su primera gestión como delegada le significó enfrentarse a una serie de resistencias tanto entre los hombres como las mujeres. La primera confrontación fue con Socorro Zamora, líder perredista en Las Cruces. Cuando falleció Juventino, el personal del ayuntamiento de Salvatierra acudió a Las Cruces para ratificar a Juana como delegada. En la asamblea varios hombres, entre ellos Socorro, cuestionaron la capacidad de Juana para que se desempeñara en el cargo. La principal desventaja que señalaron fue que Juana era mujer. A pesar de los cuestionamientos Juana se mantuvo firme y fue respaldada por el personal del ayuntamiento. Finalmente, Juana continuaría representando los intereses de Cardiel en Las Cruces. Cuando Juana cumplió su mandato, Socorro fue elegido como el nuevo delegado de Las Cruces. La administración municipal había caído en manos de una administración priista encabezada por Lupita Nava, quien a pesar de que tenía una buena relación con Juana, respetó la decisión de Juana por no contender por la delegación. Juana quería un respiro para prepararse posteriormente con su planilla para aspirar al cargo.

En 2012 Juana decidió contender por la delegación de Las Cruces. Formó su planilla proponiendo a una mujer como tesorera y a un hombre como sub­delegado. El PAN había regresado a la presidencia municipal de Salvatierra. A la cabeza quedó Rito Vargas quien tenía un gran acercamiento con las líderes panistas de la microrregión, Juana tuvo todo el respaldo para ganar la elección. No fue una imposición abierta, pero hubo un proceso de elección enrarecido en el que descalificaron a la otra planilla que era encabezada por un ejidatario, bajo el

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argumento de que no había cumplido con todos los requisitos para contender. Los integrantes de la planilla descalificada, intentaron invalidar la elección nuevamente con el argumento de que Juana era mujer. Juana como primera mujer en ser delegada reavivó el interés de los hombres por el cargo. Hasta antes de que Juana se incorporara a ese cargo, la delegación era vista más como una fuente de problemas que como un cargo al que se pudieran sacar beneficios. Juana demostró lo contrario, rápidamente se especializó en buscar y gestionar apoyos para su parentela y amistades. Rebasó con mucho la capacidad de los antiguos delegados para mantenerse al tanto de los programas públicos, para ingresar proyectos en distintas dependencias, para obtener apoyos materiales y económicos.

En 2015 Juana cumplió su mandato como delegada. A la presidencia de Salvatierra volvió el PRI, sin embargo, la nueva administración de Herlindo Velázquez, insistió a Juana que contendiera nuevamente por la delegación. Si bien Juana se identifica y es reconocida como líder panista, también tiene contactos en el PRI. Cuando inició su trayectoria tuvo acercamiento con líderes priistas de la región con los que de alguna manera fue tejiendo relaciones a partir de su involucramiento en la Fundación Organizados para Servir. Por otro lado, también se fue involucrado en organizaciones de productores que comulgan con el panismo. Incluso esos contactos los ha mantenido desde antes de que fuera delegada por primera vez. Gracias a ello fue fortaleciendo su liderazgo. La trayectoria de Juana resulta notable por la manera en que se incorporó a los cargos más importantes de representación en la microrregión a partir de una coyuntura familiar. Logró acceder a esos cargos gracias a una serie de interacciones con distintos políticos, funcionarios, líderes de organizaciones campesinas. Todos esos contactos permitieron a Juana tener acceso a información valiosa sobre programas, proyectos y apoyos de diversa índole dirigidos a las familias rurales.

La trayectoria política de Juana ha estado plagada de conflictos. La dificultad más grande que Juana ha enfrentado como figura pública está relacionada con ideologías de género. En su proceder como autoridad no ha diferido de los

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hombres, con respecto a los manejos poco claros de los recursos públicos, en cuanto al favoritismo y al acaparamiento de recursos para beneficio de su familia y amistades. Incluso Juana se ha beneficiado bastante de los recursos públicos. Ha sido criticada y cuestionada por esas acciones, pero la mayor batalla que ha librado es por ser mujer, no solamente con los hombres a los que ha ganado las contiendas, sino con funcionarios de la cabecera municipal e incluso con las propias mujeres de Las Cruces. Así recordó Juana algunas de las resistencias que ha enfrentado:

La mayoría de las señoras cuando me miraban que yo les echaba mucho la mano, como que sí estaban de acuerdo por el hecho de que pos éramos mujeres, pero a los señores no les pareció, eran muy machistas, se enojaron al momento que supieron que yo quedé de delegada. Pues fueron a Salvatierra como a reportar que no querían a una mujer (...) un día fui, porque me mandaron llamar de obra pública porque nos hicieron una parada de transporte para no estar en el calorón al esperar el camión, y me mandaron a tránsito (...) cómo se admiraron de qué yo fuera la delegada del rancho, no me la creían (. ) Cómo vas a ser delegada del rancho si son bien machistas. Pues yo les quité lo machista y aceptaron, les daba bien harta risa y no la creían (...) ¿cómo que tú eres la delegada? (Juana Flores, 27-05-2016).

Esas resistencias de hombres en distintos dominios enfrentadas por Juana contrastan con el respaldo de los hombres de su familia. Su padre David se comportó con Juana de manera muy distinta a como era la costumbre entre los ejidatarios. Le permitió al casarse con Juventino establecer su vivienda en el solar; primero le prestó tierras a la pareja y después se las donó a Juana en vida. Considerando que los mecanismos de sucesión establecidos en la legislación agraria dejaban al final de la lista a las hijas de los ejidatarios, la acción del padre de Juana, llevada además a cabo mucho antes de que entrara PROCEDE, se salió de las normas legales y culturales. Por otro lado, el consentimiento de Juventino para que Juana se desempeñara en comités desde finales de la década de 1990, fue clave para impulsar su trayectoria política. Finalmente, Juana logró sobreponerse a las resistencias de los hombres y mujeres, que influidos por la ideología patriarcal, consideraban que no tenía la capacidad para asumir los cargos. A pesar de las fuertes críticas por favorecer a sus allegados, de enfrentamientos con los integrantes de distintos comisariados ejidales por los

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recursos de las áreas de uso común, de las contiendas con sus rivales políticos, Juana se convirtió en ejemplo a seguir para otras mujeres de la microrregión.

En el ámbito familiar, la muerte del maestro Juventino, significó para Juana asumir el liderazgo de su familia. Hasta 2009, Juventino era reconocido por los integrantes de la familia como la cabeza. Pese a ese reconocimiento, Juana no estaba supeditada a sus decisiones ni al salario que como maestro aportaba al gasto. Ella era la poseedora de las tierras que cultivaban, además participaba de manera importante en las labores agrícolas. Aportaba al gasto familiar los apoyos monetarios del programa OPORTUNIDADES, también estaba en el padrón de subsidios de PROCAMPO-PROAGRO. Es decir, Juana tenía una fuerte presencia en su familia como proveedora de recursos monetarios y como la detentora de la tierra. De hecho, tener tierra fue una de sus mayores fortalezas para acrecentar su presencia tanto en la familia como en la localidad, pues en 2005 fue reconocida como posesionaria, con lo que tuvo acceso a la organización ejidal.

La incorporación de Juana a cargos de representación, su arribo a la jefatura familiar, así como los cambios en el acceso a los recursos implicaron transformaciones importantes en las DF. Hasta 2009, la organización de los trabajos productivos y actividades familiares giraba en torno al trabajo del maestro, a la responsabilidad de la organización del trabajo reproductivo que recaía en Juana, con la ayuda de Maritza para realizar las tareas domésticas y de cuidado de otros integrantes de la familia y a las actividades agrícolas en las cuales participaban tanto la pareja como los hijos. Para ese tiempo, el grupo doméstico se había encogido al mínimo, compartían la vivienda en Las Cruces solamente Juana, Maritza con su bebé Emily y Margarita, la madre de Juana que había quedado bajo su cuidado. Margarita la hija mayor de Juana se había casado con un joven de La Lagunilla del Carmen, lugar a donde se mudó. Los cuatro hijos varones se encontraban entonces en Estados Unidos. A partir de 2010 comenzaron a retornar los hijos migrantes de Juana a Las Cruces. Los cuatro hijos que volvieron se establecieron en el solar que Juana heredó de sus padres. Dos de ellos, Francisco y Omar tenían su vivienda propia en el solar; Manuel, el mayor, volvió a vivir con su madre después de separarse de su pareja por problemas de

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drogadicción; David, el menor, había estado intentando convertirse en jugador profesional pero no lo logró, por lo que regresó a Las Cruces con su madre y en 2016 se mudó a la cabecera municipal para atender una carnicería que es negocio familiar.

En el lapso de cuatro años, el grupo residencial de su solar, que se había encogido al mínimo en 2009, después de la muerte de Juventino y de su madre Margarita, no solo recuperó a los hijos mayores que se ausentaron por más de una década, sino que se incorporaron nuevos integrantes: las familias que Francisco (con su esposa Liliana, una hija y tres hijos) y Omar (con su esposa y tres hijas) formaron en Estados Unidos. Si bien los dos hijos mayores de Juana construyeron sus propias viviendas en el solar de Juana, la organización de los trabajos es compartida en gran medida por toda la parentela. Francisco, Omar, Manuel y David, son los encargados de hacer funcionar el negocio de la carnicería. Los primeros tres hermanos son los encargados de criar los cerdos cuya carne es comercializada por David y Maritza en un local céntrico de la ciudad de Salvatierra. Juana se encarga de preparar asadura y moronga para la venta y es socia del negocio. Liliana, esposa de Francisco, prepara pasteles y otros alimentos que comercializa en la microrregión. Las mujeres del grupo doméstico comparten la realización de gran parte de los trabajos reproductivos. Juana es la responsable del cuidado directo de su hijo mayor Manuel y de su nieta Emily, la primera hija de Maritza quien, junto con su segunda hija nacida en 2015, se queda toda la semana en Salvatierra con su hermano David. No hay una organización de facto de las labores reproductivas, en ocasiones cada madre de familia prepara y da los alimentos a sus hijos, en otras, todos los nietos toman sus alimentos con Juana. Cuando Liliana sale a vender sus productos, las otras mujeres se encargan del cuidado de sus hijos. En el solar de Juana siempre hay gran actividad pues la gran mayoría de los trabajos son desempeñados por los integrantes del grupo doméstico en ese espacio. En la parte trasera está el corral que alberga a cerca de 100 cerdos. Pegado al corral se encuentra el matadero donde los tres hermanos destazan los cerdos para transpórtalos a la carnicería en la cabecera municipal. Los días en que se reúnen todos los integrantes del grupo doméstico

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para tomar los alimentos, lo hacen en el solar. Cada nuera de Juana prepara algo de alimentos en su vivienda y después lo comparten con los demás; las tareas domésticas de lavado de ropa son realizadas también en un área del solar donde se localiza un lavadero. Así que a pesar de que cada hijo tiene su vivienda, la organización de los trabajos obedece a una dinámica de familia extensa.

Juana además de cumplir con sus compromisos de cuidado y atención de su hijo y su nieta, suele apoyar a sus nueras con el cuidado de los hijos. También tiene que desempeñar su trabajo como socia de la carnicería y, hasta 2015, cumplir con las exigencias de su cargo como delegada (ver tabla 7). Para lograrlo ha recurrido a la conciliación del tiempo. Aunque resulta pesado para Juana cumplir con sus responsabilidades, ha mostrado un gran compromiso con sus cargos de representación, cumple en la vivienda con sus quehaceres reproductivos y sale constantemente de la localidad a las reuniones con las autoridades municipales o en la búsqueda de recursos públicos que provienen de una gama variada de instituciones.

Para lograrlo, por un lado, Juana ha flexibilizado su tiempo al realizar sus trabajos y actividades y, por otro lado, ha recurrido a otras mujeres del grupo doméstico en quienes delega algunas tareas. Juana reorganiza cotidianamente sus trabajos reproductivos, en la preparación de alimentos no sigue una rutina. Las horas de comida varían considerablemente, en ocasiones cuando se encuentra preparando sus alimentos o cuando se dispone a servirlos llegan funcionarios o promotores de programas por lo que tiene que postergar sus tareas. La hora de la comida puede alargarse hasta las cinco o seis de la tarde. Este constante movimiento de tiempos para atender las tareas domésticas, fue uno de los cambios tras la muerte de su esposo. Si bien, Juana había participado en comités comunitarios desde finales de 1990, cuando todavía vivía su esposo, la realización de los trabajos domésticos era más rutinaria. Cuando el maestro regresaba de la escuela, regularmente Juana tenía listos los alimentos para atender a su marido e hijos.

Por otro lado, Juana continúa realizando algunas tareas agrícolas hasta la fecha. Desde niña trabajó ayudando a su padre en el campo y aunque es un trabajo muy

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pesado, sobre todo las tareas de escardas y desquelite en las que se especializan las mujeres, "le agarró el gusto” (Juana Flores, 27-05-2016). Además de todas las actividades que realiza también se ha convertido en emprendedora. Gracias a los contactos adquiridos a raíz de su participación en el cargo de delegada, ha podido acceder a tres proyectos importantes bajo un esquema de cofinanciamiento: una farmacia, una tortillería y más recientemente una carnicería en sociedad con sus hijos ex migrantes. Los dos primeros proyectos no le han resultado y el proyecto de la carnicería tuvo que desplazarlo a la ciudad de Salvatierra. De la tortillería adquirió toda la maquinaria necesaria, pero al final nunca se instaló, ni arrancó el negocio, aún conserva todos los implementos para montarla en un futuro. Por su parte, el proyecto de la farmacia le costó perder un recurso económico considerable.

Tabla 7: Trabajos y actividades realizados actualmente por cada integrante del grupodoméstico

Integrante Trabajo reproductivo no Trabajo productivo Trabajo de los cargos Otras actividadesremunerado en el hogar u otro de representación

lugar política y social

Juana Organización del trabajo doméstico y realización de la mayor parte de las tareas en el hogar.

Cuidado y atención de su nieta Emily y de su hijo Manuel, discapacitado por problemas de drogadicción.

Socia del negocio de carnicería con sus hijos.

Participación en la preparación de alimentos procesados (moronga y asadura) para carnicería instalada en Salvatierra.

Algunas tareas agrícolas hasta 2015, último año en que sus hijos sembraron sus tierras.

Delegada de Las Cruces / Miembro de Antorcha Campesina.

Gestión de recursos provenientes de diversas instituciones públicas.

Asistencia a asambleas ejidales como posesionaria de Las Cruces.

Manuel Participación esporádica en tareas Apoyo a sus hermanos en la cría domésticas sencillas como barrer, y matanza de cerdos. / recoger su habitación. Realización Esporádicamente trabajo en de algunos mandados como la fábricas del corredor abajeñocompra de tortillas o algún como MABE.alimento.

Emily Realización de algunos mandados como la compra de tortillas o algún alimento.

Dedica la mayor parte de su tiempo al estudio en la primaria.

Fuente: E laboración propia a partir de trabajo de campo.

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La posición de Juana como cabeza de familia, es muy distinta a la de otras mujeres que encabezan familias en la microrregión. Juana tiene acceso a una variedad de recursos, pero sobre todo a tomar las decisiones sobre su destino, la jefatura como la ha asumido Juana no es la más común en la microrregión; hay madres cabezas de familia, pero también hay madres encargadas de la familia, principalmente cuando el marido ha migrado; las madres de la familia asumen la responsabilidad de la parcela, de obtener recursos públicos, de la crianza de los hijos, incluso la titularidad de la parcela y cargos de representación, pero el marido continua tratando de ejercer el control a la distancia; cuando la esposa tiene que tomar decisiones, en muchas ocasiones primero consulta al marido.

Familia sin tierra

La familia de Francisco, nacido en Las Cruces en 1980, y Liliana, nacida en Acayucan, Veracruz en 1987, está integrada por la pareja y cuatro hijos; Alberto nacido en 2003 y Ronaldo en 2007, hijos que Liliana tuvo con su primera pareja en Estados Unidos; Haydee nacida en 2010 y Juventino en 2013, procreados por Francisco y Liliana. Los seis integrantes conforman un grupo doméstico establecido en Las Cruces desde 2009, tras el retorno de Carolina del Norte de Liliana y los cuatro hijos, y posteriormente en 2012 el regreso de Francisco (ver genealogía 5). Sus principales fuentes de sustento son la preparación de alimentos para venta, la engorda de cerdos para la comercialización de la carne y el salario que eventualmente obtiene Francisco empleándose en industrias de la rama automotriz como soldador. Liliana organiza la actividad comercial apoyada por tres de sus hijos. Por su parte Francisco se ha dedicado desde que regresó de Estados Unidos en 2012 al negocio familiar de la engorda de cerdos en el que participa también Liliana. En 2013 Francisco laboró por un año en la empresa Honda, establecida en la ciudad de Celaya y en 2014, en la armadora de Audi en Puebla donde trabajó también durante un año.

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Genealogía 5: Familia González Sandoval

Migrante retornado-criador de cerdos Comerciante \

A O '•Francisco Liliana

O A A AHaydé Juventino Alberto Ronaldo

________________1_________ ' _______________\ ' ---------------------------«•

•m•m

Francisco, hijo de Juventino y Juana, nació en Las Cruces en 1980. Durante su niñez dio prioridad a sus estudios, combinando esta actividad con el trabajo agropecuario en la parcela familiar a partir de los ocho años de edad. Su familia se dedicaba a cultivar una parcela que su madre Juana heredó del abuelo de Francisco. A los once años de edad, Francisco, con el consentimiento de sus padres, comenzó a trabajar en tierras ajenas a cambio de una remuneración económica. Con su padre, había aprendido a manejar el tronco de machos, que era propiedad de su familia. Sus padres le prestaban ese implemento para realizar algunas labores para otros temporaleros. Una vez que completó su educación secundaria en Las Cruces, ingresó al bachillerato en la ciudad de Salvatierra. Para 1997, Francisco combinaba el estudio con el entrenamiento de futbol en el club del Celaya donde tenía un futuro prometedor como jugador profesional. Las dificultades que atravesaban sus padres para continuar costeando su educación, lo llevaron a tomar la decisión de migrar a Estados Unidos a los 17 años. Sus tíos maternos, que habían migrado a Carolina del Norte en la década de 1970, lo apoyaron al inicio de su experiencia migratoria. En Carolina se dedicó al trabajo de la construcción en una empresa cuyo principal cliente era el gobierno, durante el invierno la compañía paraba las obras y Francisco trabajaba con un tío que se dedicaba a la soldadura. La parentela arropó a Francisco en su inserción como migrante, en cuanto llegó a Carolina lo apoyaron con recursos económicos para

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rentar un lugar donde vivir, además le facilitaron la entrada a un trabajo. Los dos primeros años en Carolina del Norte fueron difíciles para Francisco, ganaba siete dólares la hora y cubría cuarenta horas a la semana, esos ingresos solamente le alcanzaban para vivir. En 1999 fue su primer retorno a Las Cruces, regresó sin nada de ahorros. En Las Cruces inició la actividad de engorda de cerdos, estuvo cerca de un año. En el año 2000 migró por segunda vez a Estados Unidos. Nuevamente se incorporó a la empresa de construcción donde había laborado y continuó trabajando en la soldadura durante el invierno con su tío. La segunda estancia de Francisco en Carolina se alargó por ocho años. En 2006 conoció a Liliana, con quien decidió comenzar una relación de pareja sin consumar el matrimonio. Liliana había llegado con sus padres a Carolina del Norte cuando tenía tres años de edad. Cuando conoció a Francisco tenía dos hijos de una primera relación y con su nueva pareja procreo otros dos. A pesar de que ambos trabajaban, la subsistencia era tan difícil como en México. Tenían que pagar por el cuidado de los pequeños, la renta de una vivienda, la alimentación, el combustible y mantenimiento de dos autos, necesarios para que cada uno se desplazara a su trabajo debido a la dispersión urbana de Carolina, entre otros gastos. En 2007, Francisco decidió salirse de la construcción para dedicarse únicamente a la soldadura. Requería de un trabajo más estable durante el año que no dependiera de las condiciones ambientales para su realización. Liliana trabajaba en una empresa dedicada al empaque de productos de belleza. El ingreso combinado de la pareja y el apoyo del gobierno de 500 dólares mensuales por cada menor apenas permitía a la pareja irla pasando. Los tres años siguientes fueron estables y monótonos para la pareja y sus hijos. Durante la semana ambos salían a trabajar en la mañana, dejando a sus hijos en guarderías. Una vez que regresaban por la tarde se repartían las labores domésticas y de cuidado de los hijos. Preparaban los alimentos del día siguiente, arreglaban la ropa de los integrantes de la familia, para alistarse a trabajar el día siguiente. “Allá no hay machismo ni nada. Los dos teníamos que hacer la casa, así debe de ser porque los dos trabajábamos. Hacíamos el trabajo de la casa porque no alcanzaba para pagar a alguien que lo hiciera” (Francisco González, 16-11-2016). En 2009, Francisco regresó a Las

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Cruces de manera inesperada, pues su padre falleció. Con dificultades para cruzar la frontera regresó a Carolina después de unos días de luto en su comunidad. A su regreso, desanimado por la muerte de su padre y agotado por la monotonía y el estrés del trabajo, le planteó a Liliana cambiar de opciones: "vi que era puro trabajo, demasiado estrés, entonces le dije a Liliana: esto no nos va ayudar en nada, nos vamos a hacer viejos y vamos a seguir igual, estancados.” (Francisco González, 16-11-2016).

La parentela nuevamente apoyo a Francisco en la búsqueda de un trabajo mejor remunerado. Un concuño lo invitó a trabajar en una empresa que se dedicaba a la construcción de lavadoras de carbón. Su experiencia en la soldadura le facilitó el ingreso al nuevo trabajo. Su nuevo trabajo implicó ajustes en la organización de trabajos en la familia. La empresa para la que trabajaba construía las lavadoras de carbón en distintas partes. A Francisco le tocó ir a Virginia y a Pensilvania. En los primeros seis meses de trabajo solamente pudo regresar en una ocasión a Carolina para ver a Liliana y sus hijos. Si bien, el sueldo de Francisco se había incrementado de manera importante, Liliana renunció a su trabajo en la empacadora para atender y cuidar a los niños de tiempo completo. La pareja no le encontraba sentido a vivir separados, pero tenían la intención de ahorrar parte de los ingresos de Francisco para regresar a México e iniciar un negocio. En ese mismo año la pareja tomó la decisión de que Liliana regresara a Las Cruces con sus hijos para arrancar el negocio. Francisco había aprovechado parte de sus ingresos desde que migró por segunda ocasión para construir una vivienda en Las Cruces, así que Liliana y los niños tenían un lugar para establecerse, por otro lado, en Las Cruces se encontraba la familia de Francisco lo que le brindaba seguridad a la pareja. La decisión tomada por la pareja "funcionó por todos lados” (Francisco González, 16-11-2016), económicamente le fue bien a Francisco, la empresa que lo contrataba absorbía los gastos de hospedaje, además con el retorno de su familia a Las Cruces, eliminaron los gastos elevados que tenían en Carolina. Francisco se quedó tres años más en Estados Unidos "...económicamente fue el mejor tiempo en el norte. Era jefe de una cuadrilla de trabajadores, ganaba a 28 dólares la hora más los estímulos. Bonos anuales de hasta 12 mil dólares”

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(Francisco González, 16-11-2016). Por su parte Liliana estableció una carnicería en Santiago Maravatío en 2010. Se desplazaba diariamente de Las Cruces hasta el poblado, donde había contratado a un empleado que básicamente era el encargado del negocio. Mientras en Estados Unidos las cosas marchaban bien en lo económico, el negocio en México reportaba pérdidas constantes. Esto generó un fuerte conflicto entre la pareja:

Mi error al estar en Estados Unidos fue confiar tanto dinero en mi esposa. Ella no sabía administrarlo, manejó la carnicería cuando la teníamos en Santiago Maravatío desde 2010 hasta 2012. La persona que le ayudaba robo mucho. Como mi esposa veía que había dinero, no cuidó. Entonces mi dinero ahorrado se disminuyó, la carnicería no funcionó, fue un error de ella. Cuando vi las pérdidas me regresé a Las Cruces. No tenía caso estar mandando dinero así (Francisco González, 16-11­2016).

En 2012 Francisco retornó a Las Cruces, por un lado estaba desanimado por el fracaso de la carnicería y por otro la situación de persecución para los migrantes indocumentados en Estados Unidos se recrudeció, lo que llevó a Francisco a tomar la decisión de retornar a su comunidad: "Al final en Estados Unidos ya era un pánico andar. No salíamos más que al trabajo. A muchos de los que trabajaban conmigo los deportaron. Después se puso duro el trabajo y mejor me regresé. De quince años en el norte, solamente los últimos tres fueron buenos.” (Francisco González, 16-11-2016).

Una vez en Las Cruces, Francisco cerró la carnicería e inició una sociedad con su hermano mayor Omar, quien también había retornado de Estados Unidos en 2010 con su familia. Juntos comenzaron a engordar cerdos para su venta en pie. A pesar de que los hermanos sembraron maíz en las tierras de su madre con el fin de ahorrarse parte del gasto en alimentos para la engorda, ese mismo año comprobaron que no era negocio vender los cerdos en pie. En 2013, Francisco al ver que no estaba funcionando la engorda de cerdos, decidió buscar trabajo en la región. Su experiencia adquirida en Estados Unidos como soldador, le facilitó el ingreso a la armadora Honda. Durante un año, Francisco se estableció en un cuarto de la ciudad de Celaya en donde se alojaba de lunes a viernes, los fines de semana regresaba a Las Cruces para ver a su familia y apoyar a su hermano

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Omar, quien se había quedado a cargo de la engorda de cerdos, pero ahora con la intención de comercializar ellos mismos la carne entre los vecinos de la comunidad. Gracias a sus habilidades en la soldadura, Francisco escaló de puesto hasta quedarse como encargado de algunos compañeros en la armadora, con tiempos extra llegó a ganar 2,800 pesos semanales. Sin embargo, al año de trabajar en Honda, decidió probar suerte en la planta de Audi localizada en Puebla. En 2014 se trasladó solo a ese estado. Al principio compartía un cuarto con cinco compañeros para ahorrar gastos, un par de meses después se mudó a un cuarto para él solo. En la nueva empresa llegó a ganar 3,600 pesos por semana, pero "aun así yo sentía que no iba a hacer nada con ese dinero.” (Francisco González, 16-11-2016). Al año de haber ingresado a la planta Francisco renunció y regresó con su familia a Las Cruces.

Durante la ausencia de Francisco, se esposa Liliana se dedicó a la preparación y venta de alimentos. Había aprendido el oficio de panadera de su padre, así que adaptó un espacio de su vivienda para elaborar pan y pasteles que comercializaba tanto en la comunidad como en otras comunidades cercanas. Liliana combinaba este trabajo con las responsabilidades reproductivas, sin embargo, era apoyada en ambos trabajos por sus hijos mayores. Además del pan, Liliana elaboraba tamales los fines de semana que distribuía en su vehículo en las comunidades de La Lagunilla y Las Cruces.

En 2015 Francisco retomó de tiempo completo el negocio de la engorda de cerdos con su hermano Omar. También se sumó a la sociedad David, el hermano menor. Entre los tres dieron un nuevo impulso al negocio. La primera decisión que tomaron fue dejar de sembrar las tierras de su madre, pues les quitaba tiempo y al final comprar maíz era menos costoso que producirlo:

Hay que ser realista, si eres necio vas a sembrar porque digan que eres campesino y eres muy trabajador, pero no aceptas que no es costeable. No es malo, yo admiro a la gente que trabaja en el campo, porque a lo mejor no tiene otra opción (...) Trabajé en las tierras desde pequeño, con mis padres y mis hermanos, pero con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que ya más bien era un gusto seguirle. Qué triste que sea así, porque no es negocio. El campo no nos da lo que necesitamos y nos quita tiempo. (Francisco González, 16-11-2016).

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Por otro lado, los hermanos no tenían la capacidad para producir el maíz requerido para la engorda, necesitaban alrededor de cincuenta toneladas al semestre para engordar a cien cerdos, en 2014 apenas habían logrado obtener dos toneladas en las tierras de su madre. También acordaron instalar una carnicería en la ciudad de Salvatierra, pues el mercado en la localidad era restringido y necesitaban aumentar sus ventas. Con recursos económicos de los tres, lograron reunir cien cerdos en distintas etapas de desarrollo para ir abasteciendo la carnicería. Otro acuerdo de los hermanos fue realizar todo el trabajo ellos mismos con el fin de ahorrarse el pago a otras personas. En Las Cruces Francisco y Omar, apoyados en algunas labores por sus esposas, se encargan de todos los trabajos relacionados con la engorda de los cerdos, mientras que David es el responsable de la carnicería en la ciudad de Salvatierra. Para finales del 2015 el negocio ya daba para comer a las tres familias y la expectativa de los hermanos era que en los siguientes dos años lograran sacar ganancias para vivir más desahogados.

A la par de que Francisco regresó al negocio de los cerdos, Liliana acrecentó sus actividades de preparación y venta de alimentos. Además de los tamales y el pan, se le concesionó en 2015 la cooperativa de la secundaria de Las Cruces. Los jueves, sábados y domingos se dedica por las tardes a la venta de tacos en el centro de Las Cruces y en ocasiones en La Lagunilla del Carmen.

La organización de los trabajos en esta familia se transformó de manera importante a partir de 2009, año en que Francisco comenzó a trabajar lejos de su familia. Desde que inició su relación con Liliana ambos compartían las responsabilidades reproductivas. Una vez que retornaron a México Liliana asumió toda la responsabilidad de estas tareas. En 2013 y 2014 a pesar de que Francisco también había retornado a México, se volvió a ausentar para trabajar en las empresas del ramo automotriz, los trabajos reproductivos volvieron a recaer en Liliana. En 2015 la pareja reorganizó nuevamente sus trabajos. A partir de que Francisco volvió a dedicarse de tiempo completo a la engorda de cerdos en Las Cruces, los trabajos productivos realizados durante el día son alternados con los trabajos reproductivos tanto en el caso de Liliana como de Francisco y los tres hijos mayores. Una buena parte de las actividades comerciales organizadas por

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Liliana son realizadas en la vivienda, lo que le permite cumplir con sus tareas reproductivas al mismo tiempo. Durante el día, Liliana alterna el cuidado y atención de los hijos y los quehaceres domésticos con su actividad de elaboración de alimentos. Por las tardes sale a distribuir sus productos y Francisco o los hijos mayores quedan como responsables del cuidado de Juventino, el hijo más pequeño. Francisco participa en las tareas reproductivas con una dinámica muy semejante a la de Liliana en cuanto a la manera en que intercala las actividades relacionadas con el negocio de la engorda y venta de carne y algunas tareas del hogar y cuidado de los hijos. Esto se facilita porque prácticamente desempeña todas sus actividades de engorda en el solar de la vivienda. Los corrales para los cerdos se ubican en la parte trasera de la vivienda, mientras que el patio se utiliza como espacio para a matanza y destace de los cerdos. Francisco pasa la mayor parte del tiempo en su vivienda de Las Cruces al cuidado de los animales, incluso Liliana es quien se alterna con su cuñado Omar para transportar la carne a la ciudad de Salvatierra. Pese a que Francisco realiza trabajo reproductivo, su participación depende de la demanda de tiempo en su trabajo productivo. Mientras que la principal responsabilidad de Liliana es cumplir con el trabajo reproductivo, ajustando sus actividades comerciales a los ritmos del cuidado y atención de los niños, el mantenimiento de la vivienda, la preparación de alimentos, las compras de mandado. Como en el caso de otras madres de familia, las actividades comerciales realizadas por Liliana cotidianamente se empalman con las tareas reproductivas. En la tabla 8 se verifica esta imbricación de actividades al observar que Liliana dedica a la actividad comercial aproximadamente 10 horas diarias y al trabajo reproductivo 12. Lo anterior no quiere decir que trabaje 22 horas diarias, sino que prácticamente todo el día alterna ambas responsabilidades, lo cual puede hacer gracias a que gran parte de su actividad comercial la realiza en la vivienda. Los dos hijos mayores, Alberto y Ronaldo, junto con su hermana Haydee dedican la mayor parte del día al estudio. Su participación en las actividades productivas desempeñadas por su madre es por las tardes y los fines de semana. También apoyan a sus padres con el cuidado de Juventino, el menor de todos (ver tabla 8).

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Tabla 8: Reparto actual de los trabajos entre los integrantes del grupo doméstico

Integrante Actividades agropecuarias-comerciales Trabajos reproductivos

Francisco Dedica entre 8 y 10 horas por día a las actividades de engorda Comparte con su esposa el cuidado de sus hijos

de cerdos. Se alterna con su hermano Omar para el cuidado pequeños, participa en el trabajo de administración de

nocturno de los animales. Cuando son temporadas en que las los gastos del hogar; y realiza algunas tareas domésticas

hembras van a parir, el cuidado se extiende durante toda la como la limpieza de la vivienda, el lavado de utensilios

noche algunos días. Dedica una o dos mañanas a la semana de la cocina. Su participación en actividades

para la matanza y destace de cerdos, dependiendo la reproductivas depende de la demanda de tiempo en sus

demanda de carne en el negocio. actividades productivas.

Liliana Dedica aproximadamente 10 horas diarias a la preparación y Destina 12 horas diarias al trabajo doméstico y de

venta de alimentos (pasteles, tamales, pan, tacos). Participa cuidado y atención de los integrantes de la familia. Esta

en algunas actividades del negocio de engorda de cerdos. al cuidado de los hijos pequeños mientras prepara los

alimentos para venta. Lleva a cabo la administración de

los gastos del hogar junto con Francisco.

Alberto Dedica la mayor parte de su tiempo a sus estudios de Participa en el trabajo doméstico en la vivienda

secundaria. Por las tardes apoya a Liliana con la preparación dedicando 3 horas diarias aproximadamente toda la

de alimentos para venta, actividad a la que destina semana. Alberto es quien se encarga de cuidar a los

aproximadamente 2 horas los 7 días de la semana. hermanos pequeños cuando Liliana se ausenta para

comercializar sus productos alimenticios, en total

destina 6 horas al cuidado de los hermanos

diariamente.

Ronaldo Cursa la primaria, al igual que su hermano mayor, apoya a la Apoya a su hermano en el cuidado de los dos pequeños

Liliana con la preparación de alimentos para la venta, también y colabora en la realización de trabajo doméstico,

destina 2 horas diarias a este trabajo durante toda la semana. destinando más o menos el mismo tiempo que Alberto.

Haydee Ingresó a la primaria en 2014, participa en tareas sencillas de También participa realizando trabajos domésticos o

la preparación de alimentos para venta. haciendo mandados, en total su madre calculó que la

pequeña destinaba unas 2 horas por día a estas

actividades.

Juventino Asiste al preescolar, todavía no participa en las actividades de Está al cuidado de los demás integrantes de la familia.

elaboración de alimentos para venta.

Fuente: Elaboración propia a partir de diversas entrevistas con Liliana y Francisco

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4.2 Un análisis de las dinámicas familiares

El análisis comparativo de las dinámicas familiares permite mostrar que los cambios en la organización de los trabajos no se han dado en un solo sentido, ni de la misma manera. Las trayectorias abordadas, apuntan a que en general los miembros de las cinco familias utilizan los recursos que están a su alcance, su capacidad y conocimiento van encaminando sus acciones a lograr el sustento y la reproducción cotidiana y generacional. Si bien, hay influencias externas, van tomando decisiones al organizar y reorganizar sus trabajos. En ese sentido, se puede decir que los miembros de las familias han tenido margen de maniobra para continuar existiendo pese a las condiciones adversas que ha atravesado la actividad agropecuaria que hasta la década de 1980 fue el elemento central de algunas familias. El apartado lo organizo a partir de cinco ejes de análisis: la trasformación de unas dinámicas familiares centradas en la actividad agropecuaria a unas donde hay una combinación de recursos y trabajos para lograr el sustento y la reproducción cotidiana y generacional; la toma de decisiones en torno a la organización de los trabajos en medio de una diversidad de intereses individuales; las interacciones de los miembros de las familias más allá del espacio doméstico; la heterogeneidad social presente entre las familias rurales; y, la complejidad social implicada en las dinámicas familiares.

De la unidad de producción-consumo agropecuaria a la combinación de recursos

Una primera línea de análisis es la transformación de unas dinámicas, en donde las actividades agropecuarias son el eje del sustento y la reproducción cotidiana y generacional, a unas donde se articulan una diversidad de trabajos. Esto contrasta con aquellas explicaciones teóricas apoyadas en la idea de la familia campesina como unidad de producción y consumo que resolvía su sustento y reproducción a partir de la explotación agrícola familiar combinada con otras actividades productivas que eran consideradas como complementarias. Arias (2013) ha señalado que el modelo campesino de producción-consumo sustentado en los siete pilares de la propuesta de Chayanov no puede sostenerse. De acuerdo a la

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autora estos pilares eran: posesión o usufructo de la tierra, producción agrícola de autoconsumo, intensificación del factor trabajo, reducida necesidad de dinero, abundancia y permanencia de hijos que se convertían en trabajadores, aportación del trabajo por parte de todos los miembros del grupo doméstico y la aceptación indiscutible de las jerarquías de género y generación (Arias, 2013:102).

Efectivamente, en las dinámicas de las cinco familias de la microrregión estos pilares del modelo campesino de producción-consumo no están presentes. De las cinco familias únicamente la del posesionario logró garantizar el sustento de manera casi exclusiva a través de las actividades agropecuarias durante un lapso de tiempo que va de finales de la década de 1980, después de que Eliseo realizó su último viaje a Estados Unidos, hasta que Hermelinda comenzó con sus actividades comerciales en la década de 1990. A excepción de la familia sin tierra, los miembros de las demás familias combinaron distintas actividades productivas desde su formación, aunque teniendo como un elemento importante las actividades agropecuarias hasta la década de 1980. A partir de la década de 1990 las que eran consideradas actividades complementarias van desplazando a las actividades agropecuarias como eje de la reproducción familiar. Los miembros de las familias desde entonces tienden a "ampliar y diversificar al máximo sus fuentes de ingresos no agropecuarios.” (Arias, 2009a:182). Este desplazamiento de las actividades agropecuarias también fue constatado por Mummert (1994) en Naranja, Michoacán, en donde a finales de la década de 1980 las estrategias de reproducción social de cada vez más familias rurales se fincaban de manera fundamental en un ingreso monetario, relegando a la tierra a "un papel francamente secundario.” (Mummert, 1994:175). En ese sentido, una característica compartida por las familias de la microrregión Las Cruces es el tránsito de unas dinámicas familiares articuladas en torno a la actividad agropecuaria a unas en que se incorporan a las dinámicas una diversidad de trabajos. Sin embargo, estos cambios no se dan al mismo tiempo, ni en el mismo sentido en las dinámicas familiares. El regreso de la familia sin tierra, tras su retorno de Carolina del Norte, a las actividades agropecuarias, aunque bajo una lógica comercial, en combinación con la preparación y venta de alimentos

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desarrollada por Liliana y las eventuales incorporaciones de Francisco al trabajo asalariado, permiten mostrar que las actividades agropecuarias pueden volver a formar parte importante de las dinámicas familiares ante la incertidumbre de las experiencias migratorias de los indocumentados. Esto se refuerza con el ejemplo de la familia de migrantes que mantienen la estrategia de conservar las tierras ante una situación de emergencia si los contratos temporales de trabajo en Palacios, Texas se agotan. Mummert (1994.), en su estudio ya citado sobre las estrategias familiares de reproducción social, encontró que algunas familias que habían abandonado las actividades agropecuarias para incorporarse al trabajo asalariado en la industria, regresaron a ellas después de la contracción de las actividades industriales debido a la crisis económica. En el caso estudiado por Mummert, "la salarización no implicó una proletarización del campesino, ya que la mayoría de las familias mantuvo un vínculo si no con la actividad agrícola cuando menos con la tierra.” (Mummert, 1994:145). Esta autora resaltó una estrategia de los integrantes de las familias de Naranja, Michoacán, expresada en los siguientes términos: "El naranjeño, aunque se convierta en obrero, mantiene un pie en la tierra agrícola (...) lo acertado de esta estrategia se vio claramente en el caso del "regreso al campo” de muchos obreros jubilados o cesados.” (Mummert, 1994:183­184).

Ahora bien, dado que el acceso a la tierra en las cinco familias es totalmente distinto, el lugar que ocupa este recurso dentro de las dinámicas familiares también difiere entre las familias. A pesar de que en las cinco familias hay una tendencia general a la disminución o abandono de las actividades agropecuarias, las formas en que las familias han reorganizado estas actividades son distintas, desde la disminución hasta el abandono con posibilidades de una reactivación de la producción. En la familia de ejidatarios y la del posesionario hay un retraimiento de las actividades agropecuarias a partir de finales de la década de 1980. En la primera familia, Salvador reduce al mínimo la producción temporalera con el fin de producir únicamente la semilla y el gasto familiar anual de frijol y maíz. Además, evita los gastos para procurar que resulte más conveniente producir esos granos que adquirirlos en el mercado. En la familia del posesionario, Eliseo sigue una

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lógica parecida, sin embargo, llega el momento en que de manera clara producir significa pérdidas económicas y Hermelinda comienza a financiar la agricultura temporalera con recursos de sus actividades comerciales. Por su parte, en la familia de migrantes, Benjamín y Amelia deciden abandonar por completo las actividades del campo. Los cambios en la familia encabezada por una mujer y la familia sin tierra van en otro sentido. Juana mantiene la actividad agrícola desde que forma su familia con Juventino. Mientras su marido vive, la familia basa su sustento en el salario de maestro y los frutos de la actividad temporalera. Después del fallecimiento de su esposo, Juana hace un arreglo con sus hijos, emigrantes retornados, para que continúen produciendo en sus tierras. Por su parte, en la familia sin tierra, Francisco antes de partir a Estados Unidos trabajaba las tierras de sus padres, tras su retorno vuelve a trabajar en las tierras de su madre como aparcero. A partir de su retorno, en 2010, comienza a asociarse con sus hermanos retornados en la producción de maíz y frijol. Más tarde comienzan a aprovechar las cosechas engordando cerdos con el fin de comercializar localmente la carne. Sin embargo, en 2015 abandonan la actividad agrícola debido a la incosteabilidad. Por otro lado, hay un cambio importante en las cuatro familias que tienen acceso a la tierra pues las mujeres van abandonando el trabajo del campo. Salvo en la familia de migrantes, el abandono responde al desempeño de las mujeres en nuevos trabajos que permiten obtener recursos de diversa índole. Con este cambio las mujeres pasan a ser proveedoras importantes de sus familias y, por otro, lado se da una reorganización de los trabajos reproductivos que por lo general son delegados por las madres de familia a otras mujeres del grupo doméstico o parientes cercanas.

El relegamiento de la tierra como centro de las dinámicas familiares, ha dado paso a la multiactividad en las familias, caracterizada por una combinación de recursos, así como por la incorporación de una diversidad de trabajos. Arias (2009a y 2009b) ha constatado esta transformación de las familias del campo mexicano. Esta autora sostiene que desde la década de 1990 lo que define a la mayor parte de las familias del campo es "el empobrecimiento y la dependencia de ingresos múltiples, cambiantes, separados, distantes, discontinuos provenientes del trabajo

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de hombres, mujeres y niños, donde las actividades agropecuarias han pasado a ser, en todo caso, complementarias.” (Arias, 2009a:182). Las dinámicas familiares analizadas coinciden con los argumentos de Arias, en la medida en que los miembros de dichas familias han recurrido a la combinación de una diversidad de trabajos para hacerse de ingresos. Sin embargo, no todas las familias se han empobrecido. La incorporación de los trabajos de gestión y de cargos de representación, combinados con actividades comerciales y empresariales en las familias de ejidatarios y la encabezada por una mujer ha permitido mejorar la situación económica de estas familias. En la familia del posesionario, el pequeño comercio, aunque con dificultades, ha mantenido a flote a la pareja. Esta familia es la que se encuentra en mayor desventaja en cuanto a las condiciones socio­económicas. En la familia de migrantes, migrar a Estados Unidos por contrato temporal se ha consolidado como el centro del sustento y la reproducción. Gracias a los recursos económicos provenientes de la pesca de camarón, la pareja de Benjamín y Amelia han logrado costear los gastos en educación de sus dos hijos menores. En la familia sin tierra, la engorda y comercialización de carne de cerdo ha abierto buenas perspectivas a futuro.

Mummert (1994) también evidenció este tránsito de las familias campesinas, encontrando que la combinación de diversas fuentes y técnicas en las familias naranjeñas constataba una tendencia en la que las estrategias familiares de reproducción social descansaban cada vez más en una combinación de recursos que incluía la actividad por cuenta propia, los salarios y la tierra. En la microrregión de Las Cruces esta combinación de distintas fuentes de sustento está presente en la mayoría de las familias. De las cinco familias, cuatro fincan su sustento y reproducción social en diferentes recursos. Solamente en la familia de migrantes son las remesas provenientes de la migración por contrato el elemento central del sustento y la reproducción familiar, sin embargo, esta dependencia hacia un solo recurso es poco extendida entre las familias de la microrregión pues de acuerdo a la EDIPROREP 2014-2015, cerca de 75% de las familias tanto con tierra como sin tierra apoyan su sustento y reproducción en más de un elemento (ver cuadros 2 y 3 en anexos). La familia que articula más elementos es la de ejidatarios: la

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actividad agropecuaria de subsistencia; los recursos de programas asistenciales; los recursos de diversa índole provenientes del desempeño en cargos públicos; la actividad comercial; eventualmente las remesas. Todas estas actividades integran un mosaico amplio de fuentes de sustento articuladas en las dinámicas de esta familia. En la familia del posesionario se combinan dos elementos: la actividad agropecuaria y el comercio, el segundo elemento es el que sostiene actualmente a la familia, subsidiando incluso la actividad agrícola. Pese a ello, la migración fue un elemento importante al inicio de formación de la pareja, pues permitió el acceso a la tierra a Eliseo. La actividad micro-empresarial de la familia sin tierra es el elemento más importante del sustento y la reproducción familiar, sin embargo, las remesas obtenidas previamente, así como el capital humano que ha permitido a Francisco insertarse como asalariado en el ramo automotriz tras su retorno, han sido recursos clave para la familia. La familia de Juana, por su parte, tiene acceso a la pensión del maestro fallecido en 2009; la tierra trabajada mediante arreglos de aparcería; los recursos del PROCAMPO; y, quizá el recurso más importante, el político que ha permitido a Juana acceder a una serie de beneficios materiales para mejorar su vivienda y financiar actividades micro-empresariales, aunque con fracasos persistentes. Solamente la familia de migrantes articula sus dinámicas exclusivamente en las remesas obtenidas gracias a la migración temporal por contrato, sin embargo, el abandono de la actividad agropecuaria es relativamente reciente y con la posibilidad de retomarla si se agotan los contratos temporales de trabajo en Estados Unidos.

Dentro de la conformación de las dinámicas apoyadas en varias fuentes y recursos, el salario es uno de los más extendidos entre las familias de la microrregión, en especial el obtenido gracias al trabajo de los migrantes en Estados Unidos. De acuerdo con Arias (2009a y 2009b) y Mummert (1994) el salario siempre fue buscado como complemento de las actividades agropecuarias por los miembros de las familias rurales, sin embargo, ha cobrado importancia para más familias del campo, aproximadamente desde finales de la década de 1980. Como en otras microrregiones del país, la alternativa predilecta de las familias en Las Cruces para obtener ingresos monetarios ha sido migrar a Estados

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Unidos. En las cinco familias hay miembros, sobre todo varones, que han participado en alguna etapa de su trayectoria vital en flujos migratorios. Los recursos obtenidos gracias a la migración han sido además cruciales para acceder a otros recursos e impulsar nuevas opciones para el sustento. En la familia del posesionario los recursos obtenidos por la migración permitieron el acceso al recurso tierra que fue central para el sustento familiar durante casi tres décadas. Combinada con salidas intermitentes de Eliseo para trabajar en el plan como jornalero agropecuario, la actividad agrícola fue el centro de las dinámicas familiares. En la familia de ejidatarios es donde menos peso ha tenido el salario, incluso la experiencia migratoria de Salvador fue muy corta, pese a ello, el apoyo de Jesús --hijo varón mayor de la pareja-- con remesas facilitó el incremento de las actividades comerciales del grupo doméstico en La Estancia, al financiar la apertura de la tienda de abarrotes. Para la familia sin tierra los recursos obtenidos gracias al trabajo asalariado en Estados Unidos son cruciales para garantizar el sustento familiar después del retorno a México. Por un lado, la experiencia adquirida por Francisco en el ramo de la soldadura, le facilita la incorporación al mercado de trabajo automotriz y por otro lado los recursos monetarios ahorrados por la pareja son el capital inicial para arrancar la engorda y venta de carne de cerdo. En la familia encabezada por Juana, las remesas enviadas por sus hijos representan un apoyo para iniciar negocios financiados con recursos públicos. En la familia de migrantes, durante todo el ciclo de vida familiar la migración es un elemento clave del sustento, al grado que se llega a consolidar como el centro de las dinámicas familiares.

En contraste con el peso que tienen los recursos generados gracias a la incorporación al trabajo asalariado en Estados Unidos en las dinámicas familiares, el trabajo asalariado desempeñado en la región entre las familias de la microrregión es muy incipiente. Solamente 2.5% de las familias tienen como principal fuente de sustento el salario obtenido por la venta de la fuerza de trabajo en la región u otras ciudades del país y en 15.5% de las familias el salario forma parte de la combinación de recursos para el sustento (EDIPROREP 2014-2015, ver cuadros 2 y 3). La familia que mayor estabilidad tiene con respecto a un

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ingreso regular durante el ciclo de vida es la de Juana gracias al salario del maestro y a la pensión una vez fallecido. En la familia de ejidatarios los recursos políticos de Emelia facilitan la apertura de un trabajo más o menos estable para su hijo menor José en la administración municipal de Salvatierra. Por su parte, en la familia sin tierra el trabajo asalariado es visto como una alternativa a la que se puede recurrir en caso de que los negocios no marchen bien. Francisco entra y sale del mercado de trabajo con cierta facilidad. En la familia del posesionario, a partir de la década de 1980 Eliseo dejó de recurrir al trabajo de jornalero en la región, por lo que desde entonces el salario no está presente entre las fuentes de sustento de esta familia. Por su parte, Benjamín en la familia de ejidatarios nunca ha recurrido al trabajo asalariado en México, aunque sus dos hijos menores se perfilan como futuros trabajadores asalariados en la enfermería.

Otro elemento importante en las dinámicas familiares son las actividades por cuenta propia, en especial el comercio. Como puede corroborarse en las dinámicas familiares estudiadas, las actividades comerciales están presentes en cuatro familias. Esta incorporación del comercio a las dinámicas familiares se está extendiendo en las comunidades rurales del Bajío guanajuatense. Por ejemplo, Ruiz (2008) encontró en las familias del ejido Guadalupe de Rivera en Irapuato, una importante participación de las mujeres en una serie de actividades comerciales que forman parte de las estrategias campesinas de reproducción. En las dinámicas familiares de la microrregión de Las Cruces, pese a que en cada familia las actividades comerciales tienen un peso diferente como medio del sustento y la reproducción familiar, hay una característica compartida entre las familias: la preferente participación de las mujeres con una consecuente imbricación entre la actividad comercial y los trabajos reproductivos. En todos los casos las madres de familia son las responsables de organizar y realizar la mayor parte de las actividades relacionadas con el trabajo reproductivo por lo que tienen que adaptar la actividad comercial. De esa manera, la actividad comercial la realizan ya sea en la vivienda o en espacios cercanos que les permitan estar atendiendo al mismo tiempo ambas responsabilidades. Esta imbricación de trabajos productivos y reproductivos, según Benería (2006) se va dando a medida

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que una economía se mercantiliza y aumenta el ingreso de las familias. En el proceso, algunas actividades reproductivas se transfieren de la esfera doméstica al mercado. La autora pone como ejemplo de esta transferencia de actividades la venta de comida. Por ejemplo, cuando una madre de familia vende parte de la comida que prepara para el consumo familiar, esto ocurre con Hermelinda y Liliana que comercializan parte de los alimentos que preparan para su familia. El cuidado y atención de integrantes de la familia por parte de la madre es también combinado con las actividades comerciales por Emelia, aunque en su familia las actividades reproductivas son realizadas por todas las mujeres del grupo doméstico, con una participación esporádica de Salvador en el cuidado de los nietos. En la única familia en que se comparten en mayor medida las tareas reproductivas entre hombres y mujeres, es en la sin tierra. Incluso Francisco es el único varón, padre de familia, que acepta como responsabilidad el participar en las tareas de cuidado y atención a los hijos, así como en la realización de trabajo doméstico.

Dentro de los trabajos desempeñados por mujeres en las familias estudiadas, hay dos que cobraron peso sobre todo a partir de la década del 2000: el trabajo de gestión de recursos públicos y los cargos de representación política y social. Moser (1995) ha realizado aportes importantes al análisis de estos tipos de trabajos desempeñados por mujeres en comunidades rurales. En primer lugar, es necesario establecer dos niveles en que las mujeres realizan las actividades de gestión de recursos públicos: el familiar y el comunitario.

En el nivel familiar, la mayor parte de las mujeres de la microrregión de Las Cruces desempeñan una serie de actividades relacionadas con las corresponsabilidades derivadas de programas asistenciales --OPORTUNIDADES­- focalizados a nivel de la familia. Este tipo de actividades de gestión son realizadas por las madres de familia de manera individual y están estrechamente relacionadas con el trabajo reproductivo, ya que involucran la atención y cuidado de los niños pequeños o estudiantes. Estas actividades corresponden a las definidas por Lara (2011) como empleo programatizado caracterizado por recibir

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un apoyo a cambio de cumplir con las corresponsabilidades del programa. En las dinámicas analizadas, el acceso a recursos de programas de corte asistencial es diferenciado entre las familias. Los programas asistenciales son dirigidos preferentemente a mujeres madres de familia y han implicado la incorporación del trabajo programatizado a las dinámicas familiares como una extensión del trabajo reproductivo. Las madres de familia se han convertido en "bisagras fundamental es entre el Estado y sus programas de asistencia y la familia.” (D'Aubeterre et al.,

2003:220). Cuando no hay hijos, o los hay pero ya no están en edad escolar se dificulta el acceso al principal programa asistencial OPORTUNIDADES- PROSPERA. Esto ocurre en la familia del posesionario, que al no tener hijos, queda excluida de todos los apoyos de asistencia social hasta que Eliseo cumple los 65 años y accede al programa de adultos mayores. Este programa es el que menor trabajo programatizado requiere, la única actividad que implica dedicarle un tiempo considerable --entre ocho y diez horas cada dos meses-- es recoger el apoyo en la comunidad de Eménguaro. A pesar de tener hijos pequeños, la familia sin tierra no recibe apoyos de los programas. Tener una vivienda visiblemente mejor que la mayoría de las familias, excluye a esta familia de los listados de beneficiarios pobres. Por otro lado, la familia retornó de Estados Unidos en 2009, lo que coincidió con una etapa de contracción en la cobertura de los programas asistenciales y un endurecimiento de las evaluaciones para incorporar o expulsar beneficiarios del programa OPORTUNIDADES. En el extremo, la familia de ejidatarios ha recibido los apoyos de PROGRESA-OPORTUNIDADES- PROSPERA durante casi una veintena de años, aun sin hijos pequeños, Emelia ha logrado la continuidad en el programa reportando a sus nietos como dependientes. En la familia que encabeza Juana, los recursos del PROGRESA- OPORTUNIDADES beneficiaron a la familia hasta mediados de la década del 2000 cuando egresaron de la secundaria las hijas menores que contaban con beca del programa. Durante el tiempo en que Juana fue titular de los apoyos del programa, incorporó a sus actividades el trabajo programatizado, además de cumplir con las corresponsabilidades, fue presidenta del comité de salud en donde trabajó gestionando recursos para el centro de salud de Las Cruces. En la familia

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de Amelia el acceso a recursos de OPORTUNIDADES consistió en becas para los hijos menores hasta que terminaron su educación secundaria. Amelia nunca participó en los comités del programa, solamente se incorporó al trabajo programatizado para cumplir con las corresponsabilidades.

En las familias que tienen acceso a los recursos de programas asistenciales, a cambio de cumplir con las corresponsabilidades, hay una reorganización de los trabajos reproductivos que involucra principalmente a las mujeres de la familia o el grupo doméstico. Los hombres difícilmente se suman a estas labores, y si lo hacen, es en el cuidado de los hijos pequeños por lapsos de tiempo cortos y, sobre todo, cuando no hay otra mujer del grupo doméstico o pariente que se haga cargo. Los recursos de programas asistenciales tienen un peso considerable en las dinámicas de las familias que los reciben, a decir de Maldonado et al., (2006) son vistos de manera positiva por los padres de familia por lo que no suelen representar conflictos entre la pareja por la movilidad de la madre de familia en las reuniones y otras actividades fuera del ámbito doméstico o la comunidad. Por otro lado, los mismos autores han encontrado que el trabajo programatizado desempeñado por las mujeres se asocia por lo general como una ayuda a la economía familiar aun cuando en ocasiones representa ingresos mayores a los que el padre de familia puede aportar.

En un nivel comunitario y microrregional están las actividades que Moser (1995) denomina como gestión comunal, definidas como el conjunto de actividades que las mujeres emprenden a nivel de la comunidad para asegurar la provisión y mantenimiento de recursos de consumo colectivo como el agua, la atención médica y la educación. Estas actividades han sido desempeñadas por Emelia, durante su cargo como representante del polo de desarrollo, y Juana, como titular de distintos comités comunitarios. Moser (1995) ha señalado que este tipo de trabajo ha sido relacionado como propio de la mujer y, sobre todo, se ha extendido entre los hogares rurales de bajos ingresos. Efectivamente, las comunidades rurales, como las de la microrregión de Las Cruces, carentes de servicios básicos y recursos de consumo colectivo, las mujeres se han incorporado a los esquemas

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de participación para atender los problemas de nivel comunitario mediante soluciones de auto-ayuda, lo que ha implicado el incremento de la presión de tiempo para cubrir el conjunto de sus responsabilidades (Moser, 1995). En la trayectoria de Juana es latente este estiramiento del tiempo para cumplir con las actividades de sus cargos y las tareas reproductivas.

Ahora bien, hay un argumento de Moser (1995) que contrasta con los hallazgos de la microrregión, es la división del trabajo en la que las mujeres asumen preferentemente la gestión comunal y los hombres la política comunal. Moser pone el ejemplo de Lima en donde los hombres controlan y dirigen la Junta Comunal, mientras que las mujeres organizan Asociaciones de Comedores Populares. Hasta la década de 1990 esta división podía corroborarse en Las Cruces, sin embargo desde la década de 2000 se fue acrecentando la participación de las mujeres en los cargos de representación política, en ese sentido las trayectorias de Emelia y Juana, en las que ambas son las primeras mujeres en ocupar las delegaciones municipales, permiten constatar que la división planteada por Moser se ha ido transformando gradualmente, al grado de que, como señalé en el capítulo tres, cinco de las seis delegaciones de la microrregión estaban ocupadas por mujeres para el año 2015.

Una cuestión importante sobre la incorporación de las mujeres a estos tipos de trabajo en las trayectorias de Emelia y de Juana, es que ambas inician sus carreras políticas como representantes de comités de programas asistenciales ligados a trabajos reproductivos, a partir de esas primeras participaciones van accediendo a una serie de recursos y redes que les abren la posibilidad de contender con los hombres por las delegaciones. Por otro lado, ambas, aunque con recursos distintos debido a sus categorías agrarias --ejidataria y posesionaria- -, comienzan a inmiscuirse en las organizaciones ejidales. Emelia asume el liderazgo para formar un nuevo ejido, Juana entra en disputa con los representantes del comisariado ejidal de Las Cruces en su afán de tener injerencia sobre el manejo y destino de los recursos del banco de materiales ejidal. Las trayectorias de Emelia y Juana, así como la creciente participación de mujeres

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como delegadas en la microrregión, permite ampliar los análisis sobre la gestión comunal y la política comunal planteados por Moser, sin embargo, la incursión de las mujeres en dominios que antes se consideraban como exclusivos de los hombres, a pesar de ser creciente no es generalizada en la microrregión.

Por ejemplo, Hermelinda y Amelia nunca han participado en cargos de representación política y social en sus comunidades. Cuando Amelia asiste a las asambleas de ejidatarios lo hace como oído de su marido. La diferencia entre las mujeres que participan en cargos de representación y las que no, es contrastante con respecto a la posición en las jerarquías familiares. Hermelinda y Amelia tienen una posición más subordinada con el marido. Mientras que Juana tiene una mayor libertad como cabeza de familia tras la muerte del marido y Emelia va adquiriendo un mayor poder negociador frente a su esposo Salvador conforme incrementa su presencia en los cargos de representación al grado que dejó de ser su ayudante en las actividades agropecuarias. En ese sentido, el acceso de las mujeres a cargos de representación puede modificar de manera importante las jerarquías familiares.

Esta incursión de las mujeres a los nuevos tipos de trabajos implica distintos niveles de reorganización en las dinámicas familiares. Emelia ha transferido a otras mujeres de su grupo doméstico una buena parte de las tareas reproductivas; Juana al no contar con otras mujeres en quien descargar trabajos domésticos, ha flexibilizado los tiempos para cumplir con ambas responsabilidades; Hermelinda siempre se ha encargado de organizar y realizar prácticamente todos los trabajos reproductivos; Liliana a pesar de no involucrarse en esos nuevos tipos de trabajos es apoyada por sus hijos en distintas labores domésticas y por su esposo, lo que en gran medida se debe al inicio de su relación en Carolina del Norte, donde culturalmente la carga social que pesa sobre los varones en la microrregión para no involucrarse en el trabajo reproductivo es menos fuerte; Amelia es quien se ha descargado de más trabajos tanto productivos como reproductivos, lo que se debe en gran medida al abandono de la producción agropecuaria y a la reducción en el

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tamaño del grupo doméstico, pero también a que no se ha involucrado en cargos de representación.

Por otra parte, para las mujeres que han incursionado en cargos de representación, ha implicado una movilidad física mayor que las mujeres que no se involucran en estos cargos. Mientras que Emelia y Juana interactúan con distintos actores en la comunidad, la microrregión, el municipio y la región, sobre todo en consejos o comités relacionados con la programación de recursos o con las autoridades municipales, lo que significa una movilidad constante, así como la realización de una buena parte de sus actividades fuera del ámbito doméstico, Hermelinda y Amelia desempeñan sus actividades en el ámbito doméstico o en la parcela familiar, su movilidad física es muy limitada en contraste con las dos líderes políticas. Hermelinda si bien establece relaciones comerciales con otras personas de la comunidad, lo hace en el ámbito doméstico pues su negocio está ubicado en un cuarto de su vivienda. Amelia al dedicarse exclusivamente a la organización y realización de los trabajos reproductivos en su familia, es la mujer con menor interacción en otros dominios sociales con respecto al desempeño de trabajos. Su participación en las asambleas ejidales se reduce a escuchar los asuntos y decisiones de los ejidatarios, mientras que Emelia y Juana tienen injerencia en los ejidos a los que pertenecen como titulares de parcelas y con las categorías de ejidataria y posesionaria. Hermelinda y Liliana no pisan las asambleas ejidales, en el primer caso porque Eliseo es el titular y siempre está presente en la comunidad para asistir a las asambleas y en el segundo porque la familia de Liliana no tiene acceso a la tierra como titulares. Finalmente, Liliana si bien no se involucra en trabajo programatizado o de cargos públicos tiene una mayor movilidad física gracias a sus actividades comerciales de venta de alimentos, una vez que prepara los alimentos que comercializa, recorre las calles de Las Cruces y se desplaza a localidades vecinas para vender sus productos. Ella sola o acompañada por sus hijos conduce su vehículo para realizar las ventas. En ese sentido, Liliana tiene una mayor libertad para desempeñar su actividad comercial que Emelia, quien comúnmente es acompañada a las reuniones por su esposo Salvador con el fin de evadir la desconfianza y evitar

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tensiones. En ese sentido, la nueva mentalidad adquirida por Francisco durante su estancia en Estados Unidos, influye en el tipo de relaciones que establece con su pareja, mientras que Salvador, con una experiencia migratoria incipiente y perteneciente a una generación mayor a la de Francisco, se comporta y percibe de manera distinta la movilidad de su mujer fuera del ámbito doméstico o la comunidad.

Después de analizar la combinación de recursos y opciones a los que recurren las familias, puede decirse que lo que actualmente predomina es una diversidad de trabajos que permiten garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional a los miembros de las familias. En la microrregión de Las Cruces, como en otras microrregiones del país, se ha dado una gran transformación: "la pérdida de viabilidad, incluso la ausencia, de las actividades agropecuarias en las estrategias actuales de pluriactividad de las familias rurales.” (Arias, 2009a:200). Los hallazgos de Guzmán (2006) entre las familias rurales del poniente del estado de Morelos7, apuntan a esa combinación de recursos y opciones presente en las familias de la microrregión de Las Cruces. En sus casos de estudio identifica cuatro ámbitos de reproducción familiar: el doméstico, el de autoconsumo, el de la diversidad agrícola y el de la multiactividad y movilidad. Estos cuatro ámbitos representan actualmente los ejes en interacción que sostienen la reproducción de las familias rurales.

De la toma de decisiones conjunta al reparto desigual de recursos y obligaciones

La segunda cuestión importante por analizar en las dinámicas familiares, es el reparto desigual de recursos y obligaciones entre los miembros de la familia. Los análisis de la economía campesina influenciados por Chayanov, concibieron a las familias como unidades campesinas cuyos miembros actuaban de manera colectiva al organizar la fuerza de trabajo en torno a la explotación agrícola y otras

7 Dichas comunidades son: Ahuehuetzingo, Cuautlita, Coatetelco y Cuauchichinola pertenecientes a los municipios colindantes de Puente de Ixtla, Tetecala, Miacatlán y Mazatepec.

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actividades económicas complementarias como las artesanales y las comerciales. Según Chayanov:

El problema económico básico de la unidad de explotación agraria es una organización correcta y solidaria del trabajo del año estimulado por el simple requerimiento de la familia para cubrir su presupuesto anual y por el simple deseo de ahorrar o invertir capital si lo permiten las condiciones económicas del trabajo. (Chayanov, 1974: 56).

Las dinámicas de las familias de Las Cruces permiten contrastar este supuesto. Primero, porque como se constató en el apartado anterior, las actividades agropecuarias han perdido peso en las dinámicas familiares, incluso han sido abandonadas por algunas familias para dar paso a nuevas actividades que cobran mayor importancia, tal es el caso de la familia de migrantes. En otras familias pese a que se mantiene una actividad agrícola, ésta es destinada a resolver una mínima parte del sustento, garantizar los dos productos alimenticios básicos --maíz y frijol­- para el consumo anual del grupo doméstico. Lo que predomina en las familias es una combinación de trabajos para garantizar el sustento y la reproducción. Esta combinación de opciones ha implicado una distribución de recursos y obligaciones diferenciada entre los integrantes de las familias. En la familia de ejidatarios se da un reparto de trabajos más flexible en cuanto a que los integrantes participan sin tener horarios fijos en las actividades comerciales o se intercambian labores dependiendo las exigencias de trabajo programatizado y de representación de cargos públicos que desempeña Emelia. En la familia encabezada por Juana y en la del posesionario, las mujeres tienen una sobrecarga de trabajo. A pesar de ello, Juana tiene la libertad de acomodar el tiempo para cumplir con sus distintas obligaciones, mientras que Hermelinda está más subordinada a la atención del marido y la organización y realización de todas las labores reproductivas. En ese sentido la actividad comercial y su participación en el trabajo agrícola se ajustan al trabajo reproductivo. En la familia de migrantes hay una división sexual más marcada en los trabajos, pero esto después de que la pareja abandona la actividad agropecuaria. Amelia se dedica exclusivamente a la organización y realización de todas las actividades relacionadas con el trabajo reproductivo, mientras que Benjamín se convierte en el proveedor exclusivo de la familia. Esta

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reorganización coincide con los hallazgos de D'Aubeterre et al., (2003) en los grupos domésticos rurales en etapas avanzadas donde se da una redefinición de la división sexual del trabajo y una distribución más flexible del trabajo de las mujeres de dos o más generaciones lo que a primera vista pudiera significar que la mujer disponga de más tiempo propio para realizar actividades de esparcimiento y una mayor movilidad al no tener que cuidar hijos pequeños. Finalmente, en la familia sin tierra hay una mayor equidad en cuanto a la obligación compartida de actividades productivas y reproductivas. En esta familia en una etapa inicial de la vida conyugal, en la que pudiera esperarse encontrar una movilidad reducida de la madre de familia debido a la responsabilidad del cuidado de hijos pequeños, hay una responsabilidad compartida entre la pareja. Si bien, el tiempo de Liliana se organiza en gran medida a partir del cuidado de los niños y quehaceres domésticos, no está confinada de manera fundamental en los espacios interiores del hogar como señalan D'Aubeterre et al., (2003) sino que la participación de Francisco en el cuidado de menores y quehaceres domésticos permite a Liliana desplazarse fuera de la comunidad para realizar sus actividades comerciales. En el extremo Hermelinda en la familia del posesionario tiene una movilidad espacial muy restringida, a pesar de no tener hijos, está en una posición más subordinada al marido. Desempeña todos sus trabajos y actividades en el ámbito de la vivienda y en la parcela familiar. Este contraste permite argumentar que la organización y reorganización de los trabajos en las familias puede no corresponder con las etapas del ciclo doméstico de una manera lineal. Esto ha sido defendido por Arias (2013), señalando que la herramienta analítica del ciclo de vida doméstico definido y unilineal es insuficiente para entender a las sociedades rurales ante salida generalizada de jóvenes del campo en la búsqueda de ingresos.

En segundo lugar, la supuesta organización correcta y solidaria planteada por Chayanov (1974), dista mucho de lo mostrado en las distintas maneras en que los integrantes de las familias estudiadas han organizado y reorganizado los trabajos en las últimas décadas. Es evidente que los miembros de las familias luchan por intereses individuales que en ocasiones difieren de los del resto de los integrantes. Esto puede ejemplificarse con la trayectoria de Emelia, en la familia de ejidatarios,

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donde al principio de su relación marital participa en las actividades agropecuarias organizadas por Salvador, sin embargo, conforme va incorporándose a nuevos trabajos, la organización de las actividades en la familia no es resuelta solamente por Salvador, sino que se va dando una división en la organización de los trabajos donde Salvador se encarga de dirigir la actividad agrícola y Emelia las actividades comerciales, las reproductivas y las de sus cargos de representación, esto supone además tensiones --que serán analizadas con mayor detalle en el capítulo cinco-- que permiten cuestionar la organización correcta y solidaria del trabajo. Por otro lado, la trayectoria de los miembros de esta familia de ejidatarios permite cuestionar la existencia de un simple estímulo para organizar el trabajo basado en el requerimiento de la familia para garantizar su sustento. La organización de los trabajos en esta familia si bien apunta a garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional, también está influida por los intereses individuales de sus miembros. Por ejemplo, en Emelia es muy evidente que se incorpora a los trabajos de gestión de recursos públicos y de cargos de representación política para tener acceso a recursos que beneficien a su familia, sin embargo, también es motivada por ir incrementado su presencia y liderazgo en su familia, la comunidad y la microrregión. En la trayectoria de Juana se hace todavía más visible su motivación personal para luchar por los liderazgos políticos y sociales. También obtiene beneficios para su parentela y amistades, pero su mayor aliciente es la satisfacción de "ayudar a la comunidad” (Juana Flores, 27-05-2015) y al mismo tiempo tener acceso a una serie de recursos que le permiten convertirse en emprendedora. Inclusive en la familia del posesionario, donde aparentemente Hermelinda está subordinada a las decisiones de Eliseo, hay tensiones al organizar los trabajos. Mientras que Eliseo se aferra a la tierra y a las actividades agropecuarias debido al gran cariño que tiene a la tierra, Hermelinda trata de convencerlo de abandonar dichas actividades dada su incosteabilidad. En el desacuerdo que se da en la familia sin tierra por la forma en que Liliana administra la carnicería mientras Francisco se encuentra en Estados Unidos, también ilustra las relaciones conflictivas entre los miembros de la familia que se expresan en "el control y acceso a los recursos familiares, así como en el grado de autonomía de

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las mujeres.”(Camarena, 2003:274). Es necesario entonces, ir más allá de la supuesta toma de decisiones conjunta y el reparto equitativo de recursos, reconociendo a la familia como un ámbito de poder donde se establecen y ejercen formas de jerarquías de género y generación.

Lo que queda de manifiesto en las dinámicas de las familias de Las Cruces, es una organización de los trabajos influenciada por los intereses individuales de los miembros. De esa manera, los hallazgos en las dinámicas familiares de las familias apuntan a confrontar, como lo ha hecho Moser (1995), los argumentos del enfoque teórico conocido como New Household Economics desarrollado por Becker en la década de 1960 y que junto con la teoría de la economía campesina de Chayanov han sido una gran influencia para otros autores. Moser (1995) contradice a Becker quien utiliza el concepto de altruismo para explicar la manera en que se toman las decisiones en el hogar. Según este autor, las opciones del individuo están motivadas por el deseo de maximizar el bienestar familiar total, debido a esto, los miembros del hogar subordinan sus gustos y preferencias individuales en aras de metas comunes (Becker, citado por Moser, 1995:43). En las dinámicas analizadas si bien los miembros de las familias procuran acomodar sus intereses individuales con el fin de garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional del colectivo, también afloran confrontaciones que van redefiniendo la organización de los trabajos y el conjunto de actividades que los integran.

Ligado a la toma de decisiones sobre la organización de los trabajos y actividades, otro de los supuestos controversiales, cuestionado por autoras como Arias (2013) y Moser (1995), es que el grupo doméstico campesino funciona como una unidad socio-económica natural, dentro de la cual hay un control y reparto equitativo de los recursos entre los miembros. Este supuesto también difiere de lo encontrado en las dinámicas familiares analizadas en la microrregión de las Cruces, donde por el contrario se observan, tal como lo ha planteado Arias (2013) "relaciones de poder basadas en una distribución jerárquica y desigualdad de los derechos, recursos y autoridad” (Arias, 2013: 94). Como ejemplo ilustrativo resalta la distribución del recurso tierra entre los miembros de la familia. Salvo en la familia

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de ejidatarios, donde Emelia negoció recientemente --en 2012-- con Salvador un reparto equitativo entre los miembros de la familia de las tierras, en las demás familias hay una distribución del recurso que privilegia a los varones, sobre todo a los padres de familia. En las familias de posesionario y de migrantes, a pesar de que las madres de familia participan de manera importante en la organización de las actividades agropecuarias, el recurso tierra está en manos de Eliseo y Benjamín, así el acceso de las mujeres al recurso tierra en estas familias se ajusta a las formas de transmisión tradicionales en las que solamente después de la muerte del marido, quedan como sucesoras, siempre y cuando las tierras no pasen al hijo mayor varón. Esta forma de transmisión de la tierra está relacionada con los mecanismos del reparto agrario en los ejidos ya que la parcela era adjudicada al proveedor del grupo doméstico, generalmente el hombre, mientras "las mujeres eran sistemáticamente marginadas y despojadas de los derechos agrarios” (Arias, 2012:79), estos mecanismos favorecieron la masculinización de la tenencia y la transmisión de la tierra al hijo mayor. Por otro lado, en la familia de ejidatarios se evidenció el peso que tenía el padre de familia ejidatario sobre los hijos en cuanto a derivar la responsabilidad del trabajo agropecuario en alguno de ellos, generalmente el mayor, sin transferir el poder para decidir sobre el destino de los frutos obtenidos. Esto se constata en la relación establecida entre Salvador, cuando es soltero y durante los primeros años de su matrimonio. Salvador trabaja las tierras de su padre y le entrega toda la producción para que él decida su destino. Sin embargo, también se manifiesta la capacidad de agencia de Salvador al entablar una negociación con su padre para ser el heredero de la mayor parte de las tierras. Negociación que de cierta manera se ve influida por Emelia, esposa de Salvador. Desde entonces, se puede ver la injerencia que Emelia va teniendo sobre la organización de los trabajos familiares. Es decir, si bien el reparto de recursos y obligaciones al interior de la familia se basa en jerarquías de género y generacionales, dichas jerarquías pueden transformarse a lo largo del curso de vida de los miembros.

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De la familia como unidad aislada a las interacciones más allá del espacio doméstico

Otro de los supuestos sobre las familias del campo que contrastan con las dinámicas familiares analizadas, es, por un lado, la concepción de la unidad familiar campesina como centro de decisión autónomo, "unidades de producción que pueden tener que transferir parte de su producción, pero sin que esta dependencia afecte su lógica de organización del trabajo.” (Linck, 1991:71) y, por otro lado, la visión estrecha de familia, casi siempre identificada con el hogar, "como espacio de relaciones íntimas, rígidamente acotado y autocontenido por el criterio de la residencia compartida en la vivienda unifamiliar” (Rabell y D'Aubeterre, 2009:43). Dos vertientes analíticas que han superado esta visión, pueden ser útiles para explicar las dinámicas familiares de Las Cruces: el trabajo campesino planteado por Linck (1991) y las redes sociales de intercambio de bienes y servicios estudiadas por Rabell y D'Aubeterre (2009).

El primer autor sugiere la existencia de una organización del trabajo específicamente campesina visible en la coordinación de las acciones individuales en torno a la producción agropecuaria y, el cuidado y administración de los ecosistemas bajo reglas a nivel comunitario que regulan la autonomía de las unidades domésticas y el acceso a los recursos. Linck (1991) evidencia una coordinación de esfuerzos individuales a nivel de la comunidad Purépecha de San Felipe de los Herreros y comunidades vecinas de Michoacán. En esta microrregión las actividades agrícolas de los productores son organizadas por la comunidad, donde se decide el calendario agrícola a todos ellos. En cambio las actividades ganaderas no están sometidas a una organización estricta como las agrícolas. Cada productor es libre de usar los agostaderos como quiere y estos espacios para pastoreo no son objeto de ninguna clase de administración colectiva. Este ejemplo de Linck contrasta con la microrregión de Las Cruces pues son los ejidatarios mestizos quienes organizan el trabajo campesino. En primer lugar, esta organización no se reduce al control de los ciclos agrícolas, de hecho, al contrario del ejemplo de Linck, la explotación agrícola de las parcelas se define en mayor

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medida por los titulares de la tierra, otros miembros de la familia y, cuando hay tratos de aparcería de por medio, entre aquellos que entablan el trato. En cambio la administración de las áreas comunes involucra la organización de la explotación de los recursos por parte de los ejidatarios. Como señala Linck (1991), la organización campesina del trabajo implica un control en el acceso al espacio y los recursos. Esta organización constituye "una importante matriz de las relaciones de poder que definen las condiciones de acceso individual a los recursos productivos.” (Linck, 1991:77). Esto se constata en la trayectoria de Juana cua ndo se confronta con los representantes del comisariado ejidal de Las Cruces por un desacuerdo en el manejo del banco de materiales asentado en tierras de uso común. Juana a pesar de ser posesionaria de ese ejido, no puede incidir en las decisiones tomadas por los ejidatarios. Aquí entran en juego los alcances de las diferentes categorías agrarias, en cuanto a derechos y obligaciones. De acuerdo a los reglamentos ejidales, el posesionario solamente tiene derecho a acceder a una parcela, pero no a tomar decisiones sobre el manejo de los recursos de las áreas de uso común --agostaderos, bancos de materiales, parcelas escolares--. Es aquí donde se constata la existencia de una forma de organización del trabajo campesina, donde las acciones individuales están influidas por normas de organización colectiva sobre los recursos. Ahora bien, las transformaciones de las últimas tres décadas apuntan a la existencia no solamente de una organización campesina, sino una que involucra a familias sin tierra ajenas a las organizaciones ejidales que puede concebirse como comunitaria, en la medida que está orientada a resolver problemas de carencias de servicios básicos y recursos de consumo humano como el abasto de agua. Tanto Emelia como Juana han participado en este tipo de trabajo al ocupar cargos de representación, coordinándose en distintas ocasiones con los ejidatarios y en otras confrontándose con ellos. Por ejemplo, una serie de obras que Emelia gestionó durante su cargo como representante del polo de desarrollo de Las Cruces, implicaron la participación de los ejidatarios tanto con cooperaciones monetarias como con fuerza de trabajo o materiales de los agostaderos.

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Otra cuestión que permite avanzar en la propuesta de Linck sobre trabajo campesino, es la participación creciente de las mujeres en este tipo de trabajo. Linck al platear el ejemplo de la meseta purépecha solamente señala que son los productores los que coordinan los calendarios agrícolas más no aclara si esta organización del trabajo involucra solamente a los hombres o a otros miembros de la familia. Cuando se dotaron los ejidos en la microrregión, como se señaló en el capítulo tres, el trabajo campesino recayó en los titulares de las tierras, en ese sentido, era un trabajo que desempeñaban mayormente los varones, aunque también había algunas mujeres que lo hacían. En las familias de ejidatarios y posesionario son los varones como titulares de las tierras quienes participan en las organizaciones ejidales con trabajo campesino, incluso en la administración de las áreas comunes, pues tanto Salvador como Eliseo llegan a ser integrantes de los órganos de representación ejidal. En la familia de migrantes, a pesar de que Benjamín es ejidatario, Amelia asume la representación del marido en las asambleas, pero no tiene voz ni voto en la organización del trabajo campesino. Por otro lado, la trayectoria de Emelia de sin tierra a ejidataria permite visualizar que la incorporación creciente de mujeres a las organizaciones ejidales en la microrregión apunta a una participación importante de éstas no solamente en la realización de trabajos en las áreas comunes, sino en la propia organización para la explotación de los recursos en dichas áreas. Por ejemplo, cuando Juana intenta inmiscuirse en el destino de los materiales que se extraen del banco ejidal de Las Cruces. De alguna manera, ambas, no solamente se vuelven participes del trabajo campesino, sino que inciden en la organización de dicho trabajo.

Por su parte, Rabell y D'Aubeterre plantean el análisis de las redes de intercambio de bienes y servicios con el afán de "ir más allá de las fronteras del grupo residencial e insértalo en una trama más amplia de parientes y cercanos con los que interactúan mediante prestaciones de diversos tipos de bienes y servicios.” (Rabell y D'Aubeterre, 2009:43). Estás redes de intercambio son cruciales en la microrregión de Las Cruces. Están presentes en todas las dinámicas familiares analizadas, permitiendo el acceso a una diversidad de recursos para resolver el sustento y la reproducción cotidiana y generacional. El acceso a la tierra en la

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familia del posesionarlo fue facilitado en gran medida por la parentela de Eliseo que tenía una gran influencia en el ejido; el acceso a las visas de trabajo temporal que consigue Benjamín en los últimos años es gracias a sus cuñados que obtuvieron la residencia y cuentan con las posibilidades para generar trabajo; todos los recursos públicos a los que han tenido acceso las familias de Emelia y Juana son producto de una red de relaciones con distintos actores de la política local, regional y estatal; en la familia sin tierra, los contactos con la parentela fueron clave tanto para la incorporación de Francisco a los flujos migratorios facilitándole trabajo, como a su retorno a Las Cruces para articular entre hermanos el negocio de engorda y venta de carne de cerdo.

Las redes que permiten intercambios de bienes y servicios corresponden a las queQ

Ruiz (2008) define como instrumentales8, sin embargo, hay otros tipos de redes que el autor identifica como familiares, gremiales, transnacionales, sentimentales y de comunicación. Considerar el primer ámbito de las redes, el familiar, cobra relevancia debido a que son los canales para una diversidad de intercambios entre el grupo doméstico y los demás miembros de la familia que no comparten techo, es decir, aquellos maridos, hijos e hijas que han migrado hacia Estados Unidos u otras ciudades de México. Prácticamente en las dinámicas de las cinco familias de Las Cruces, han existido en algún momento de las trayectorias vitales, vínculos con miembros que no comparten techo porque han migrado. Se observa, además, que estos vínculos representan una especie de seguro para los migrantes, dado que si por algún motivo regresan a su comunidad, la familia facilita el retorno, tal es el caso de los miembros de la familia sin tierra, formada por Francisco y Liliana. Además de que por más de una década, Juana, la madre de Francisco, estuvo al pendiente de la construcción y cuidado de la vivienda en Las Cruces que Francisco financió durante su estadía en Estados Unidos, también facilitó los medios para que al retorno, Francisco y su esposa Liliana establecieran y echaran a andar los negocios sobre los cuales apoyan su sustento actualmente. Estas redes familiares entre migrantes y otros miembros de sus familias que se quedan

8 Ruiz (2008) se apoya para distinguir distintos tipos de redes en Salles y Tuirán (2003) D entro d e l lab erin to , El Colegio de México, México.

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en las comunidades, involucran las redes transnacionales. Ruiz (2008) señala que los campesinos también han construido redes transnacionales, aquellas que les están permitiendo lograr transacciones o transferencias sobre medios materiales o simbólicos. Ruiz (2008) relaciona estas redes con los intercambios entre las familias campesinas y el mercado capitalista, en especial la compra de insumos y venta de cosechas, o la venta de la fuerza de trabajo hacia Estados Unidos. Estas redes transnacionales les han permitido a los campesinos encontrar gente de confianza que les asegura el ingreso por la venta de sus cosechas o crédito para adquirir insumos. En mi caso de estudio, las redes transnacionales están presentes en los intercambios de bienes y servicios entre parientes y no parientes que viven y se relacionan entre dos Estados-nación. Dada la intensidad migratoria en la microrregión, estas redes involucran a una buena parte de las familias. De acuerdo a los datos de la EDIPROREP 2014-2015, más de la mitad de las familias (56.3%) tienen miembros migrantes en Estados Unidos, lo que abre el panorama a que al menos entre estas familias estén presentes estas redes transnacionales, aunque hay que tomar en cuenta que la intensidad de los intercambios es variable, por ejemplo, no todos los miembros migrantes apoyan el gasto de sus familias en la microrregión (ver cuadro 15).

Por su parte, las redes gremiales se establecen al interior y fuera de las comunidades (Ruiz, 2008). Las que más destacan en la microrregión son las de los ejidatarios. Estas redes están atravesadas por relaciones ambivalentes que se expresan en la solidaridad, pero también en las tensiones y desacuerdos entre ejidatarios de distintos núcleos agrarios e incluso al interior de una misma organización ejidal. A través de la trayectoria de Eliseo, de campesino sin tierra a ejidatario, se pueden constatar tanto la solidaridad, cuando sus parientes Mancera le facilitan el acceso a la tierra, como las tensiones y desacuerdos con los ejidatarios de Pejo que durante décadas se resistieron a reconocer a Eliseo y a otros posesionarios como ejidatarios. Ahora bien, los ejidatarios de la microrregión de Las Cruces se relacionan con redes gremiales más amplias y complejas, así como lo encontró Ruiz (2008) en el caso del ejido de Guadalupe de Rivera en Irapuato. Sobre todo, se han sumado a movilizaciones encabezadas por Antorcha

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Campesina y la Unión Campesina Democrática (UCD) en cuestiones de legalización de vehículos extranjeros no regularizados.

Mientras los tres primeros tipos de redes se relacionan con el ámbito en que se dan los intercambios, las redes sentimentales involucran relaciones donde el afecto y el respeto mutuo está de por medio, lo mismo se dan a nivel de la comunidad como entre comunidades. Las redes sentimentales se cristalizan en compadrazgos, noviazgos, expresándose de manera más visible en la participación colectiva para la organización de fiestas patronales (EDIPROREP 2014-2015, ver cuadro 14 en anexos) que involucran los diversos ámbitos relacionales --familiares, gremiales, transnacionales--. Estas redes tienen una importancia crucial para sostener las redes de carácter instrumental. Un ejemplo emblemático de la microrregión, son las redes que involucran a los migrantes camaroneros de Palacios, Texas con sus parientes y conocidos de La Estancia del Carmen. En la trayectoria de Benjamín y su hijo Roberto de la familia de migrantes se manifiestan estas redes de intercambio que involucran también las redes familiares y transnacionales. Los contratos temporales de trabajo a los que acceden Benjamín son facilitados por sus cuñados Cecilio y Mario, a su vez, estos migrantes con residencia en Estados Unidos, han mantenido un fuerte vínculo con su comunidad de origen, como lo hacen otros camaroneros. La mayor expresión de estos vínculos es la modificación de la fecha en que se celebra a la Virgen del Carmen en La Estancia, que del 16 de julio se cambió al 13 de enero para que coincidiera con la temporada en que no hay actividad en la pesca de camarón. Cada año, los migrantes dueños de barcos, capitanes y almirantes cooperan y se dan cita en La Estancia, que se convierte también en un espacio de negociación de los contratos temporales. Es en esos días cuando los interesados buscan un acercamiento con los camaroneros para intentar convencerlos de que "los ayuden con un contrato” (Miguel Zamora, 28-10-2012). Pese a la fortaleza de estas redes sentimentales, expresadas en una amplia participación de familias en la organización y realización de las fiestas patronales, hay límites entre las comunidades y las familias. Por un lado, hay hombres de La Estancia, como Benjamín, que han logrado mantener los vínculos con su parentela en Palacios,

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Texas, accediendo a contratos temporales de trabajo durante varios años consecutivos, pero hay otros que han logrado obtener un sólo contrato (tal es el caso de José Zamora, 9-08-2016), o aquellos como Miguel Zamora (28-10-2012), que nunca lo han logrado. Por otro lado, las añejas rencillas, residuos del enfrentamiento entre los bandos de quienes apoyaron a los cristeros y los que eran agraristas, todavía han derivado en ofensas graves entre las familias de las comunidades. Una de las que no han sido olvidadas es la burla de un vecino de Las Cañas hacia la Virgen de Santa Rosa Tejocote durante la celebración de un Coloquio en la década de 1970, que culminó con una pelea ese mismo día y se extendió durante años en los que los enfrentamientos entre hombres de dichas localidades llegaron a terminar en muertes de ambos lados (David Ortiz, 24-09­2004).

Por su parte, las redes de comunicación representan un intercambio de mensajes e informaciones entre todos los ámbitos --familiares, gremiales, transnacionales-- han sido cruciales para mantener los vínculos entre los migrantes y las comunidades de origen. En la pareja de Eliseo y Hermelinda se puede ubicar la manera en que estas redes servían para mantener la comunicación cuando no había la posibilidad de una comunicación fluida en la década de 1970, debido a que no existían la mayoría de los medios que se utilizan en la actualidad. Los recados que llevaban y traían los migrantes eran el principal medio para mantenerse informado. Esto cambió drásticamente con el uso de celulares, computadoras, tabletas electrónicas. Actualmente el contacto es permanente. Por ejemplo, en la familia de ejidatarios, a pesar de que Olivia y Jesús, hijos mayores de Salvador y Emelia, llevan más de una década ausentes de la comunidad, han mantenido los vínculos con su familia, al grado de que Jesús ha apoyado económicamente a Emelia para financiar sus actividades comerciales. La información fluye con tal intensidad que tanto los migrantes como los que se quedan en las localidades de la microrregión están bien enterados de lo que acontece en ambos lados. Como señala un campesino entrevistado por Ruiz (2008) en el ejido Guadalupe de Rivera, en Irapuato, "a veces están más enterados allá de lo que pasa en el rancho.” (Gallaga Vargas, 2003, citado por

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Ruiz, 2008). Por otro lado, las redes de comunicación facilitan el acceso a la información de programas públicos (Ruiz, 2008). Tanto Emelia como Juana son comunicadoras clave entre una diversidad de instancias públicas y las familias de las comunidades. Las dos líderes procuran recursos para familiares y amistades, difunden información sobre programas y la manera para acceder a ellos. Como en el caso de otros tipos de redes, las de comunicación tienen sus límites. Por ejemplo, la información sobre los programas que fluye a través de Emelia y Juana no es para todas las familias, las líderes seleccionan a personas cercanas y, abiertamente niegan la información a personas afines a otros grupos políticos distintos a los suyos.

De la homogeneidad a la heterogeneidad social

El cuarto filón de análisis tiene que ver con la constatación de que en el campo no solamente existen familias campesinas o de ejidatarios, sino una heterogeneidad de familias rurales. Long ha señalado que debemos rechazar un concepto homogéneo o unitario de cultura y abrazar la noción de heterogeneidad9 que implica "la coexistencia de múltiples formas sociales dentro del mismo contexto o escenario, en el cual se ofrecen soluciones alternativas a problemas similares, subrayando así que las culturas por necesidad son múltiples en la manera en que ellas se practican.” (Long, 2007:111). En contraste con este argumento, a lo largo del Siglo XX se consideró que en el campo mexicano vivían familias relacionadas exclusivamente con las actividades agropecuarias. Todavía en los censos de la década de 1960 se agrupaba bajo la categoría de familias campesinas a todas las

9 La noción de heterogeneidad social es una de las piedras angulares de la perspectiva centrada en el actor. Torres (1997) en su estudio del poder en la vida cotidiana de los trabajadores tomateros del occidente de México plantea apoyarse en el concepto de heterogeneidad para intentar explicar la naturaleza del proceso de trabajo en la industria tomatera. En su caso, la heterogeneidad caracteriza a todo tipo de trabajadores que llegan a la región de distintas partes del país, de la propia región, así como el personal de confianza. Incluye también en la noción de heterogenidad diferencias resultantes de la edad, género, etnicidad, nivel de capacitación, relevancia en la jerarquía de trabajo y distinto nivel de compromiso adquirido. Lo que Torres busca al utilizar la noción de heterogenidad es entender los usos de lo espacio-temporal en las situaciones de trabajo y observar los diversos significados que le dan sentido, incluyendo las formas de hacer la vida más placentera o al menos no tan difícil.

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que trabajaban en el sector agropecuario aún a los asalariados agrícolas sin tierra (Grammont, 2009). En gran medida esta homogeneidad se sostenía en la centralidad de las actividades agropecuarias como eje de la reproducción familiar. Sin embargo, en las décadas de 1980 y 1990 se transitó de una sociedad agraria donde predominaba el sector agropecuario, a una sociedad rural en la que las actividades agropecuarias no solamente coexisten con otras actividades económicas, sino que habían perdido terreno (Grammont, 2009). Así se pasó de una noción homogénea de productores asociada muchas veces con la imagen del ejidatario a "un escenario de múltiples actores interesados e involucrados en el mundo rural: agricultores de diferente escala, intermediarios de todo tipo, empresarios de distinta envergadura, comerciantes, distintos tipos de asalariados, como jornaleros y jornaleras, obreras (...) obreros en empacadoras, trabajadoras en huertos, viveros y almácigos.” (Arias, 2003:32).

En primer lugar, en las distintas formas en que los miembros de las cinco familias han organizado y reorganizado sus trabajos muestran "respuestas diferenciadas a problemas similares, en un mismo escenario o contexto” (Long, 2007). A pesar de que comparten un mismo territorio con características específicas con respecto a otras microrregiones del Bajío, entre las que destacan condiciones ambientales desfavorables para las actividades agropecuarias y la escasez de recursos, los miembros de las familias combinan de distintas maneras los recursos para garantizar el sustento y la reproducción. En ese sentido, hay en la microrregión una heterogenidad de familias de acuerdo a las principales fuentes de sustento y trabajos a los que sus miembros recurren. Las dinámicas de las familias abordadas en este capítulo permiten mostrar la heterogenidad en cuanto a las formas de organizar los trabajos, así como la diversidad de combinaciones de los recursos que les permiten garantizar el sustento y la reproducción familiar. En cada familia predominan ciertos tipos de trabajo y fuentes de sustento: en la familia del posesionario son las actividades comerciales y la actividad agropecuaria de subsistencia; en la familia de migrantes son principalmente las remesas obtenidas por Benjamín y Roberto; en la familia sin tierra son las actividades comerciales, las micro-empresariales y el trabajo asalariado

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desempeñado por Francisco esporádicamente; y, en las familias de los ejidatarios y la encabezada por Juana hay una mayor combinación de recursos y trabajos entre los miembros de la familia, incluyen el trabajo programatizado, los cargos de representación comunitaria, el comercio, las actividades micro-empresariales.

Ahora bien, el abordaje de la heterogeneidad social en la microrregión se puede fortalecer utilizando los datos de la EDIPROREP. Torres (1997) mostró el potencial de los datos obtenidos a través de cuestionarios censales para abordar la heterogenidad de los trabajadores tomateros del occidente de México10. Los datos de la EDIPROREP permiten constatar la heterogeneidad presente entre las familias de la microrregión en cuanto a la diversidad de fuentes de sustento y trabajos. Lejos de encontrar una categoría unificadora entre las familias de la microrregión, como las familias de ejidatarios o campesinas, hay distintas categorías. En primer lugar, la considerable cantidad de integrantes de familias sin tierra que trabajan tierras ejidales bajo arreglos de aparcería o a cambio de un jornal permite soportar la afirmación de que no todas las familias de las localidades asentadas en núcleos ejidales pueden ser consideradas como de ejidatarios. Incluso más de la mitad (57%) de las familias no tienen acceso a la tierra como se puede observar en el cuadro 5 (ver anexos). Paradójicamente, en el mismo cuadro se puede constatar que el trabajo agrícola es una fuente importante para el sustento de las familias sin tierra. De las 320 familias sin tierra en la microrregión, el 70% trabaja tierras a medias; además, de las 98 familias sin tierra que no se dedican a la mediería, el 9% de éstas tienen como fuente de sustento el trabajo agrícola por jornal (ver cuadros 2 y 3 en anexos).

Por otro lado, de las 241 (43% del total) familias con acceso a la tierra, la mayoría son de ejidatarios (67.2%), mientras que el 26.2% de los entrevistados manifestaron ser posesionarios y solamente 6.6% son pequeños propietarios (ver cuadro 5 en anexos). En la microrregión claramente ha predominado la propiedad

10 Torres (1997) busca superar la invisibilidad social del trabajador agrícola, visto por los empresarios como mano de obra barata que se quiere reducir a la condición de una mercancía transportable. Con datos de un censo, levantado por el equipo de investigadores con los que participa Torres, establece una serie de diferencias entre los trabajadores como niveles socioeconómicos, tipo de responsabilidades en la organización del trabajo, lugar de origen.

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social después del reparto agrario. Aún en los ejidos que se han inscrito al PROCEDE o a FANAR en los últimos años, los titulares de los derechos han decidido en su mayoría conservar el estatus de ejidatario. Otra distinción entre familias se puede establecer a partir de las principales fuentes de sustento. El campo es una de las principales fuentes de sustento para 455 familias lo que representa 81% del total de ellas en la microrregión. Por otro lado, en la microrregión hay 106 familias (18.9%) que no tienen entre sus fuentes de sustento el campo sino otras fuentes que aparecen en los cuadros 2 y 3 (ver en anexos). Entre las familias de la microrregión poco más de la mitad de las familias (56.7%) manifestaron tener como fuente de sustento los recursos de programas públicos -­los más importantes debido a su cobertura son PROSPERA, PROAGRO y la Pensión para Adultos Mayores--. Las remesas enviadas por migrantes internacionales también ocupan un lugar importante entre las fuentes de sustento para 25.5% de las familias en la microrregión. En 15.5% de las familias el salario es parte de sus fuentes de sustento; 49 (8.7%) familias integran entre sus fuentes de sustento el apoyo de familiares11; las actividades comerciales están presentes en 5.5 % de las familias.

Tanto los datos provenientes de las dinámicas de las cinco familias, como los de la EDIPROREP, permiten constatar una heterogeneidad de familias rurales basada en la diversidad de formas en que articulan los recursos que les permiten garantizar la reproducción, las principales fuentes de sustento a las que recurren y el acceso diferenciado a los recursos dentro de los cuales, la tierra es crucial.

De la unidad campesina de producción y consumo a la complejidad social

Finalmente, una última arista por analizar la constituye la complejidad implicada en las dinámicas familiares, no solamente a nivel de la familia sino de las sociedades rurales en conjunto. En ese sentido, la noción de complejidad social es otro 11

11 El equipo de encuestadoras reportó en sus observaciones que por lo general estas familias que dependen del apoyo de familiares están integradas por parejas de adultos mayores o bien son ancianos y ancianas que viven solos en su vivienda. Estas personas de edad avanzada viven del apoyo de familiares combinado con los recursos de programas públicos.

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r r r i Oelemento teórico que puede abonar a una comprensión de dichas dinámicas12, en contraste con los acercamientos que han simplificado la imagen de las familias rurales al relacionarlas de manera exclusiva con la unidad campesina de producción y consumo. La complejidad social puede ser analizada a través de los tres procesos sociales propuestos por Melucci (2002). En primer lugar, existe un proceso de diferenciación lo que significa que los ámbitos de las experiencias individuales y colectivas se multiplican y que cada uno de estos ámbitos se organiza conforme a lógicas, formas de relaciones y reglas diferentes unas de otras. Las interacciones de los miembros de las familias muestran una gama de relaciones en distintos ámbitos en los que proceden o actúan de distinta manera, asumen lenguajes diferentes, adoptan y adaptan reglas distintas, participan en formas de relaciones que son diferentes a las del ámbito precedente. Constantemente algunos integrantes pasan de un ámbito a otro, por ejemplo, las dos líderes políticas, Emelia y Juana, cambian sus pautas de acción dependiendo el ámbito donde actúan. Cuando interaccionan con otros representantes políticos en los consejos municipales su acción es guiada por el interés de luchar por recursos para sus familias y localidades, pero cuando se presentan como beneficiarias de programas asistenciales tratan de comprobar que pertenecen a los estratos sociales más pobres de las comunidades. Cuando sus relaciones tienen que ver más con sus actividades comerciales y micro-empresariales modifican su proceder, tratan con sus vecinos de las comunidades, con los proveedores de insumos, con los encargados de dar capacitaciones a los microempresarios. Lo que permiten mostrar las trayectorias vitales de estas líderes es una multiplicación de los ámbitos de vida, caracterizadas por la diversidad de reglas, lógicas y lenguajes presentes en la vida cotidiana. Con Francisco y Liliana, en la familia sin tierra, también está presente este paso de un ámbito a otro de manera cotidiana. Al cambiar de residencia de Carolina del Norte, donde iniciaron su relación de pareja, a la comunidad de origen de Francisco, los

12 Me apoyo en la relación entre complejidad social y diferenciación ya que determina una integración más flexible, segmentada, fragmentada y menos centralmente dirigida. En contraste con la relación entre complejidad social e integración en la que se plantea un orden coherente e integrado completamente bajo un solo principio funcional (Millán, 2008).

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miembros de la familia adoptan nuevas reglas, participando en formas de relaciones que son totalmente distintas a las que establecían anteriormente. Por otro lado, Francisco entra y sale del mercado de trabajo automotriz, vive por temporadas en grandes ciudades industriales y en otras temporadas en la pequeña comunidad de Las Cruces. Lo mismo recorrió varios estados de la unión americana cuando trabajó en la construcción. De igual manera, Liliana trabajó en empresas norteamericanas cuando radicaron en Carolina del Norte y en Las Cruces se desenvuelve en los negocios de preparación y venta de alimentos. En esta familia es más visible el paso constante entre distintos ámbitos de vida.

En segundo lugar, la variabilidad de los sistemas que se refiere a la velocidad y a la frecuencia del cambio. Los cambios son rápidos y frecuentes. Por un lado, este proceso de variabilidad está estrechamente ligado con el perpetuo movimiento de las dinámicas familiares planteado por Mummert (2012). Por otro lado, el proceso de variabilidad se relaciona con la necesidad de los miembros de la familia de "modificar continuamente en el tiempo el modelo de acción para que pueda adecuarse al sistema que se está modificando” (Melucci, 2002:86). Una característica compartida por los miembros de las familias, pero más palpable en las familias de ejidatarios, sin tierra y la encabezada por una mujer, es la rapidez con que van cambiando sus alternativas para garantizar el sustento y la reproducción, incorporando nuevos trabajos en sus dinámicas familiares, sobre todo en las últimas décadas.

El tercer proceso es denominado por Melucci (2002) como exceso cultural, es decir, la ampliación de las posibilidades de acción, que rebasan ampliamente la capacidad efectiva de acción de los sujetos. En una sociedad compleja existe una cantidad de recursos a disposición de los actores, un potencial de recursos posibles, pero esta es más amplia que la capacidad efectiva de acción de dichos actores. En las trayectorias individuales y colectivas de las familias se pudo constatar que cotidianamente los miembros de estas familias toman decisiones en cuanto a la selección de alternativas de sustento y recursos de vida en las cuales las posibilidades exceden continuamente la capacidad efectiva de acción de

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dichos miembros. Por ejemplo, no todas las familias tienen las posibilidades de acceder a los recursos de programas asistenciales. Otro ejemplo lo constituye la posibilidad de insertarse a los flujos migratorios internacionales puesto que en las últimas dos décadas se han ido reduciendo la posibilidades de migrar sin documentos. En la mente de muchos hombres y mujeres, la alternativa de migrar continua viéndose como la mejor opción para ascender socialmente, sin embargo, cada vez son menos los miembros de familias de la microrregión que logran insertarse en los flujos migratorios internacionales. Incluso son pocos los integrantes de las familias que han logrado continuar migrando con contratos temporales de trabajo.

Ahora bien, desde el punto de vista de la experiencia de los actores esta complejidad social involucra una condición de incertidumbre, en la medida de que cada vez que se pasa de un ámbito a otro de la experiencia y no se pueden aplicar las reglas que valían para el otro lugar, se tienen que asumir nuevas reglas y nuevos lenguajes. Se tienen que desplegar nuevas pautas de acción, producir y adaptar las anteriores (Melucci, 2002). La incertidumbre, que es una condición permanente en una sociedad compleja, coloca continuamente al actor frente a la necesidad de hacer elecciones. Esta condición es muy visible en la trayectoria de Francisco, de la familia sin tierra, cuando va tomando decisiones, en ocasiones en conjunto con Liliana y en otras de manera individual, sobre las alternativas a elegir. Por ejemplo, a pesar de que la pareja logra garantizar el sustento con el trabajo de ambos en Carolina del Norte, reflexionan sobre la monotonía de sus vidas y deciden regresar a México para impulsar actividades micro-empresariales. Por otro lado, la incorporación intermitente de Francisco para insertarse en el mercado de trabajo automotriz cuando los negocios no van bien, muestra ese movimiento constante no solamente de un ámbito para pasar a otro sino la combinación de ámbitos de manera frecuente debido a la precariedad de los trabajos. Otro ejemplo en la familia sin tierra es el cambio de giro en la actividad comercial de Liliana. Hasta 2015 se dedicaba a la elaboración y venta de pan, sin embargo, su venta se desplomó y comenzó a preparar tacos que comercializa en las comunidades. La misma actividad agropecuaria impulsada por Francisco y sus

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hermanos cambia de manera constante. Comenzaron comercializando la carne de cerdo en la comunidad pero las ventas eran muy irregulares, así que decidieron trasladar la carnicería a la cabecera municipal. Otro ejemplo lo constituye el trabajo programatizado al que se han integrado principalmente Emelia y Juana. Si bien, ha sido aprovechado por ambas mujeres, también es un trabajo incierto dado que en cualquier momento puede terminar. No hay una relación laboral con las instituciones públicas que otorgan recursos monetarios a cambio de cumplir con las corresponsabilidades, el acceso a esos recursos depende de las relaciones políticas que establecen las líderes con los agentes del Estado con quienes interactúan. Lo que permiten mostrar las trayectorias individuales y familiares son formas de trabajo precarias y altamente cambiantes que implican una condición de incertidumbre constante. La prueba más contundente de esta precariedad es la alta dependencia a los subsidios públicos entre las familias de la microrregión ya que los recursos provenientes de programas son una fuente de sustento importante para 69.2% de las familias con tierra y 45.8% de las familias sin tierra (ver cuadros 2 y 3 en anexos).

Ahora bien, la complejidad social presente entre las familias rurales involucra múltiples interacciones de los miembros en los procesos de organizar y reorganizar sus trabajos. Dichos procesos implican situaciones en que los diferentes intereses, marcos diferenciados de conocimiento, lógicas de racionalidad diferentes y las relaciones de poder desiguales entre los integrantes de la familia y otros actores que influyen en las DF generan contradicciones o discontinuidades. En el siguiente apartado analizo tres situaciones de interfase relacionadas con los cambios en las dinámicas familiares.

4.3 Las disputas por los recursos y significados: dominios sociales imbricados en las dinámicas de las familias rurales

Los cambios en la organización de los trabajos han implicado interacciones, competencia, conflictos y negociaciones entre actores de origen, ideologías y

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recursos diferenciados (Long, 1998:53). Estos actores libran batallas por recursos, valores, significados y representaciones en arenas'3 que atraviesan distintos dominios sociales'4. La interfaz social permite analizar "los puntos críticos de intersección entre mundos de vida, campos sociales o niveles de organización social en donde es más probable localizar discontinuidades sociales, basadas en discrepancias de valores, intereses, conocimiento y poder (Long, 2007:445). En este apartado analizo tres situaciones de interfase relacionadas con las dinámicas familiares: 1) la implementación de programas focalizados en las familias rurales donde los agentes del Estado ejercen a su discreción interpretaciones y aplicaciones de medidas particulares sobre la manera en que las madres de familia tienen que desempeñar sus actividades reproductivas; 2) la disputa entre ejidatarios --originales, viejos y nuevos--, posesionarios, avecindados, sin tierra y funcionarios agrarios por los recursos, significados, control y legitimidad institucional; 3) las arenas donde los sacerdotes católicos trasmiten imágenes ideales sobre la familia y el tipo de rol que les corresponde desempeñar a hombres y mujeres en torno a la organización de los trabajos de sus dinámicas familiares. Estas situaciones involucran actores de distintos dominios sociales que se intersectan entre sí: la familia; el Estado; la Iglesia Católica; las organizaciones ejidales; y las comunidades.

Las tensiones entre operadores y beneficiarias de un programa asistencial13 14 15

La primera situación de interfase se da en el marco de la gestión de recursos públicos, como extensión del trabajo reproductivo, que ha recaído principalmente

13 Las arenas son “sitios sociales y espaciales en que los actores se confrontan entre sí, movilizan relaciones sociales y despliegan medios culturales discursivos y otros medios culturales para el logro de fines específicos (...) son espacios en los cuales tienen lugar las contiendas entre diferentes prácticas y valores (...) pueden involucrar uno o más dominios sociales” (Long, 2007:125).14 Long (2007) utiliza el termino dominio para identificar áreas de la vida social que están organizadas por referencia a un núcleo central o racimo de valores. Son reconocidos como un sitio de reglas, normas y valores que implican un grado de compromiso social. Por ejemplo, los dominios de la familia, Estado y comunidad.15 La situación fue narrada por Emelia Zamora (27-05-2016). A petición de ella no se incluye el nombre del promotor del programa.

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en las mujeres madres de familia y está ligada a uno de los programas de corte asistencial con mayor cobertura en México: PROGRESA-OPORTUNIDADES- PROSPERA. Las madres de las familias beneficiadas suelen dedicar un tiempo considerable tanto a los trabajos para gestionar el apoyo como a aquellos trabajos necesarios para mantenerse en el padrón de beneficiarios. Las reuniones de seguimiento del programa, chequeos médicos, el trabajo comunitario que consiste en la limpieza de áreas comunitarias como escuelas, panteones, arroyos y centros de salud, son las actividades más comunes que realizan las madres beneficiarias. Por su parte, los diseñadores y operadores del programa intentan imponer, a través de las corresponsabilidades contenidas en las reglas de operación del programa, medidas para mejorar la nutrición de las familias, fomentar la asistencia escolar, cuidar la salud. Los agentes del Estado claramente intentan incidir en la organización de las actividades reproductivas familiares. En primer lugar, los funcionarios públicos conciben a las mujeres rurales como madres, cuyo tiempo se dedica casi por completo al hogar: "La imagen de la mujer rural como iletrada, trabajando todo el día en la cocina y concentrándose en tareas reproductivas subyace en buena parte de la retórica pública.” (Villarreal, 1996:66). El PROSPERA se ajusta a esa retórica al estar orientado preferentemente a reforzar la responsabilidad de las tareas reproductivas en las mujeres madres de familia, quienes son las titulares del programa. A través de las corresponsabilidades se pretende orientar de mejor manera el trabajo reproductivo de las mujeres.

En específico, la situación de interfase se centra en la confrontación entre actores generada por las distintas concepciones que tienen los operadores del programa y las beneficiarias sobre la atención y cuidados que las madres de familia brindan a sus hijos pequeños. En la situación Emelia Zamora, beneficiaria del programa por casi una veintena de años, defiende su postura ante un operador del programa sobre el uso que las madres de familia tienen que dar a los recursos del programa que les son asignados para la alimentación de los niños pequeños. Tomando como punto de partida su desacuerdo sobre el control que intentan imponer los operadores del programa, Emelia plantea una serie de inconformidades y finalmente la posibilidad de abandonar el programa.

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En la primera semana del mes de mayo de 2016, como cada bimestre, las beneficiarlas del programa PROSPERA se dieron cita en el deportivo de la ciudad de Salvatierra para cobrar su apoyo. Emelia partió de La Estancia a los siete de la mañana dejando de encargadas de las tareas domésticas a su hija y a su nuera para acudir a la reunión. Usualmente antes de entregar el apoyo económico a las madres de familia titulares del programa, un promotor dirige una plática sobre la atención y cuidado de los hijos menores en los temas de salud, educación y alimentación. Ese día el promotor dio énfasis al tema de la alimentación intentando involucrar a las beneficiarias a través de preguntas. Sin embargo, la actitud del promotor, que se asumió como experto haciendo recomendaciones en calidad de exigencia a las madres de familia, molestó a algunas asistentes, entre ellas Emelia quien indignada relato la situación:

La alimentación, ahorita nos indican que no debemos de traer cosas que no necesitamos en la casa, tenemos que traer los alimentos que ellos nos indican. Pues mejor no lo deberían de traer a la casa si quieren, para ahorrarnos los pasajes y todo eso. Todavía no nos checan el mandado, pero la otra vez nos estuvo preguntando el muchacho del programa que viene a dar las pláticas cuando nos dan el apoyo que en qué gastábamos ese dinero, que qué comíamos. (Emelia Zamora, 27-05-2016).

La indignación fue generada por la manera en que el promotor había cuestionado a algunas madres sobre el uso que le estaban dando al recurso monetario que debía de ser dirigido a mejorar la alimentación familiar. Cuando el promotor preguntó a una de las asistentes qué les daba de comer a sus hijos ésta respondió: "no pos es que yo compro lentejas para darles a mis hijos.” El promotor en tono humillante comentó a las asistentes: "Pos ya ven esa señora comerá lentejas diario” en ese momento, Emelia cuestionó al promotor señalándole que no tenía ni idea de lo que estaba diciendo pues con el apoyo que les daban no alcanzaba ni para comer frijoles: "porque ya cuesta 30 o 40 pesos el kilo, de dónde (...) no, no, no (...) es que eso no” (Emelia Zamora, 27-05-2016). El promotor respondió a Emelia que muchas mujeres se gastaban el apoyo en alimentos no recomendados o en otras cosas. Que a pesar de todas las pláticas no entendían. Finalmente, el promotor señaló a Emelia que no podían quitarle el apoyo a alguien

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que no gastaba el apoyo para alimentación en lo que recomendaban, que lo que hacían en las pláticas eran sugerencias para mejorar la alimentación de las familias. Emelia se quedó inconforme con el altercado porque a pesar de que según el promotor no se podía excluir a las beneficiarias del programa por incumplir con las recomendaciones, había una serie de acciones que indicaban lo contrario:

Te dicen: si no haces esto, tienes tu falta, no se te obliga a nada, pero si no vienes tienes tu falta. Entonces te están diciendo claramente que sí no haces aquello te pone tu falta. Bueno son muchas cosas que no están bien (...) ya en la clínica a los chequeos, y las faltas, que no falte uno. Falta uno y le quitan la mitad del apoyo. Si una persona no se acordó o algo, ya no le dieron su apoyo. Por una falta, ya no. Cuando van ponen la huella, y el día que no se le antoja a la enfermera o que le piden de favor que los deje poner después la huella, no quiere. Y el día que ella no puede venir a los chequeos, nos dice: yo te paso la huella. Entonces ¿cómo es eso? (...) hay personas mayores que llegan tarde a la reunión y ya es falta. Con una sola falta les cancelan el apoyo. La cancelan porque cada dos meses hacen la reunión en la clínica, entonces con una sola falta ya pierden el apoyo, porque antes los chequeos eran cada mes y ahora cada dos meses. (Emelia Zamora, 27-05-2016).

Después de relatar la disputa con el encargado del programa, Emelia amplió su confrontación con las esferas más altas en la toma de decisiones, al cuestionar las declaraciones de Rosario Robles cuando era la titular de SEDESOL:

No vio en las noticias cuando ella (Rosario Robles) dijo (. ) Que hasta luego pidió disculpas por lo que había dicho, los comentarios que había hecho, que según ya ahora la gente tenía hijos porque ya el gobierno se los estaba manteniendo, algo así (...) y eso le calló mal a la gente, hubo muchos comentarios malos. Pero de aquí para acá se pusieron más exigentes los del programa porque era negocio para la gente según. Según eso ya la gente tenía más hijos por el apoyo que les daban del PROSPERA. desde entonces se puso más difícil. Y ahorita le están contando a uno el dinero. Quieren decir que estamos gastando mucho dinero (. ) yo la otra vez que estuve ahí en la plática, les dije a los encargados del programa: ¿qué está pasando aquí? Es que ustedes no tienen necesidad de darnos, pónganos donde trabajar, ¿para qué nos están contando el dinero? , ni que nos dieran tanto. Es cualquier cosa, no es mucho para tanto requisito que nos están poniendo. (Emelia Zamora, 27-05-2017).

Para Emelia el PROSPERA se convirtió en un instrumento del gobierno para humillar a las beneficiarias. Para terminar de cuestionar la actuación de los encargados de operar el programa, señaló que de cualquier manera el recurso

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monetario que entregaban a las beneficiarlas no era del gobierno, sino de todos los mexicanos porque contribuyen con impuestos al gasto público.

Esta situación ofrece una oportunidad para analizar las interfaces del conocimiento entre los promotores del programa y las madres de familia beneficiarias. El lenguaje utilizado por el promotor del programa proyecta una tendencia a descalificar de entrada las formas en que las madres de familia organizan la dieta familiar. El promotor del programa intenta incidir en las dinámicas familiares, al proponer de acuerdo a sus criterios cuál es la alimentación sana que las madres de familia que reciben el apoyo tienen que procurar. El promotor de PROSPERA asume una perspectiva de especialista en nutrición ante las mujeres beneficiarias, da por sentado que no están utilizando los recursos monetarios del programa para mejorar la alimentación de los hijos pequeños, confrontando a las mujeres a través de preguntas sobre los alimentos que consumen en su dieta familiar e incluso señalando en tono humillante el error de consumir solamente lentejas a la madre de familia que contesta a su pregunta. Los discursos del promotor sobre las malas prácticas alimenticias que afectan la nutrición de los infantes implican también que las madres de familia tienen que modificar y dominar las recomendaciones abandonando con ello sus dietas habituales.

Por su parte, las madres de familia buscan todos los medios para dar un uso a discreción del recurso monetario que reciben. Hacerse de los discursos más que de las prácticas nutricionales de los promotores del programa es una estrategia puesta en marcha por las mujeres. La respuesta de la asistente sobre el consumo de lentejas corresponde en parte a los discursos sobre las recomendaciones alimenticias que promueven las encargadas de los centros de salud comunitaria. Precisamente uno de los alimentos que más recomiendan las encargadas de los centros de salud son las lentejas, aunque solo como parte de una serie de alimentos. En la práctica las mujeres de la microrregión continúan preparando y consumiendo los alimentos a los que están habituadas las familias: maíz, frijol, chile. Que en buena medida son producidos por las propias familias lo que les ha dado un margen para utilizar el recurso económico de OPORTUNIDADES- PROPERA para cubrir otras necesidades.

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La respuesta del lado de las madres de familia dada por Emelia, confronta e incluso cuestiona el proceder del promotor, señalando su falta de conocimiento con respecto al gasto familiar en alimentos, para el cual el apoyo del programa representa un aporte muy bajo. Emelia apoya su discurso en una visión pragmática a partir de su vivencia cotidiana. Lo que cuestiona al promotor es su falta de conocimiento para comprender la manera en que las madres de familia tienen que adecuarse a la dieta que tienen a su alcance con los escasos recursos económicos con los que cuentan.

Mientras el promotor formado como nutriólogo apoya su discurso en la formación profesional que le confiere la posición de experto frente a las madres de familia, Emelia basa su discurso en el conocimiento adquirido a través de la práctica cotidiana. Finalmente, el cuestionamiento de Emelia tiene efecto en el proceder del promotor quien modifica su discurso señalando que solamente da recomendaciones a las madres de familia, pero cada una es libre de seguirlas.

El análisis de esta situación lleva a profundizar en las disputas más amplias en juego. Los discursos del promotor forman parte de una relación entre los dominios Familia-Estado, en la que los agentes del Estado pretenden influir en la organización de las actividades reproductivas que desempeñan las madres de familia. Cuando Emelia confronta los discursos de la titular de la SEDESOL, cuestiona la intención de controlar a las familias a cambio de un apoyo monetario. De esa manera, la confrontación entre el promotor y Emelia es influida por marcos institucionales y recursos que están físicamente ausentes. El promotor del programa pretende cumplir con los lineamientos del programa, mientras que Emelia cuenta con los recursos políticos para enfrentar al promotor, es una líder panista reconocida en la región, sus confrontaciones con el personal del programa no solo responden a su indignación como madre de familia sino al ataque público que tiene efectos políticos sobre la imagen del PRI.

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La disputa por la tierra y las categorías agrarias entre actores con derechos diferenciados16

La segunda situación permite mostrar cómo los actores locales --ejidatarios, posesionarios, sin tierra-- y los técnicos de las instituciones agrarias han interpretado y manipulado el PROCEDE-FANAR con el fin de acceder al recurso tierra, incrementar su influencia política y adquirir reconocimiento institucional, en el caso de los ejidatarios, posesionarios y sin tierra; y cumplir con las metas u objetivos programados por los burócratas en el caso del técnico. En la situación interactúan tres integrantes de las familias cuyas dinámicas he abordado a profundidad: Emelia, Salvador y Eliseo Zamora cuyas categorías agrarias se transforman después de la situación de interfase; Fidel, ingeniero de la Procuraduría Agraria; y los ejidatarios viejos y nuevos del núcleo ejidal de San Pablo Pejo. La disputa entre actores se da en un escenario en el que el funcionario de la agraria busca enrolar a los ejidatarios de San Pablo Pejo en el FANAR y los posesionarios de La Estancia del Carmen luchan por separarse del ejido de San Pablo Pejo a cuyo núcleo pertenecen las tierras que han trabajado durante décadas. En el caso de los posesionarios de La Estancia, el PROCEDE- FANAR es concebido como una oportunidad para lograr la separación de sus tierras y formar un nuevo ejido; los ejidatarios de San Pablo Pejo lo conciben como una amenaza tanto por el cobro de contribuciones como por la pérdida de superficie de su núcleo ejidal si se logra la separación del anexo de La Estancia; por su parte, Fidel, asume como un reto para sus logros de trabajo el incorporar el núcleo al PROCEDE-FANAR dada la resistencia de los ejidatarios para aceptar el programa durante más de dos décadas de operación.

Si bien, el análisis de la situación de interfase se centra en la celebración de la Asamblea Ejidal donde los ejidatarios de San Pablo Pejo incorporan su núcleo agrario al FANAR, con la aplicación de este programa culmina un complejo proceso histórico en el que por décadas un grupo de posesionarios de La Estancia tiene la intención de independizarse del ejido matriz de Pejo. El ejido de San Pablo

16 La reconstrucción de la situación de interfase está basada en distintas entrevistas con Salvador Zamora y su esposa Emelia Zamora, Elíseo Zamora y Fidel Lule.

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Pejo que se dotó en 1928, tenía tierras de uso común pegadas al núcleo urbano de La Estancia del Carmen, los jefes de familia que no fueron beneficiados con tierra dotada al ejido de La Estancia del Carmen en 1931, comenzaron a trabajar las tierras de uso común del ejido de Pejo. Eran tierras alejadas del núcleo urbano de San Pablo Pejo que quedaron fuera del control de los ejidatarios, en gran medida porque para trabajarlas tenían que recorrer más de diez kilómetros entre cerros y lomas cubiertas de arbustos espinosos. Por otro lado, cerca de cuarenta ejidatarios originales de Pejo cambiaron su residencia a La Estancia para trabajar las tierras. Estos ejidatarios originales, sin el control de los comisariados de Pejo, se hicieron de grandes superficies de tierra que después fueron vendiendo a jefes de familia sin tierra de La Estancia. Con el paso del tiempo se incrementó el número de posesionarios precarios en las tierras de La Estancia hasta que los ejidatarios de Pejo los reconocieron como anexo, permitiéndoles tener una representación ante la Asamblea Ejidal de Pejo. Los ejidatarios de Pejo y los posesionarios de La Estancia pudieron sobrellevar la situación a lo largo de décadas sin entrar en conflictos fuertes. A pesar de ello, los ejidatarios de Pejo siempre intentaron controlar a los posesionarios de La Estancia. Por un lado, los reconocieron como posesionarios y les permitieron tener representación en La Estancia, incluso tenían su propio sello. Pero, por otro lado, los ejidatarios de Pejo siempre tenían la última palabra cuando se trataba de tomar decisiones importantes sobre el ejido. Los posesionarios de La Estancia que eran nombrados como representantes podían asistir a las Asambleas de Pejo, pero no los tomaban en cuenta a la hora de opinar o votar.

Los posesionarios de La Estancia se fueron cansando cada vez más del trato que les daban los ejidatarios de Pejo (Eliseo Zamora, 30-10-2014). Cuando supieron del PROCEDE vieron que tenían una oportunidad para dividirse de Pejo, sin embargo, tenían tiempo desplegando una serie de maniobras para lograr su cometido. Pese al intento de control por parte de los ejidatarios, los posesionarios de La Estancia lograron tener margen de maniobra. Los distintos integrantes de la representación de La Estancia se permitieron repartir tierras entre sus familiares y amistades. Fueron varias décadas en las que realizaron transacciones ilegales de

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compra-venta, reasignaciones y ocupaciones de nuevas tierras del ejido de Pejo. Por su parte, los ejidatarios de Pejo les permitieron ocupar tierras que no podían trabajar por su lejanía, pero a cambio les pedían cooperaciones, contribuciones y les negaban el acceso a los apoyos de programas públicos que llegaban al ejido. Fue una relación conveniente para ambos. Sin embargo, entre los posesionarios de La Estancia estaba el “gusanito” (Elíseo Zamora, 30-10-2014) de que no tenían ningún documento que avalara la posesión de las tierras. Comenzaron a poner en marcha una serie de estrategias para separarse de Pejo. Primero, aconsejados por Fidel, comenzaron a pagar directamente sus contribuciones en Salvatierra. Con esa acción se negaron a continuar dando sus contribuciones a los comisariados de Pejo. Pagando directamente los posesionarios creían que en un futuro tendrían elementos para demostrar que las tierras eran suyas (Salvador Zamora, 30-10-2014).

Por su parte Fidel, desde la puesta en marcha del PROCEDE en Guanajuato a principios de la década de 1990, comenzó su labor para intentar convencer a los ejidatarios de Pejo de que se incorporaran al programa. Las negociaciones fueron intensas durante este tiempo. Los agentes del Estado presionaron a los ejidatarios de Pejo mediante el incremento de requisitos para acceder a recursos de programas públicos que incluían contar con certificados parcelarios. Por otro lado, los posesionarios de La Estancia recurrieron incluso al soborno económico'7 para tratar de convencer a los ejidatarios de Pejo de que se incorporaran al PROCEDE y permitieran la separación del anexo de La Estancia. Pese a los esfuerzos del funcionario y de los posesionarios, los ejidatarios de Pejo se mantuvieron firmes negándose a incorporar a su núcleo agrario al PROCEDE. El programa terminó sus operaciones en 2005 y se cerró una posibilidad para que los posesionarios de La Estancia lograran desprenderse de los ejidatarios de Pejo.

17 Eliseo Zamora (30-10-2104) durante su periodo como representante del anexo de La Estancia encabezo una iniciativa en la que los posesionarios reunieron 36 mil pesos que ofrecieron a los integrantes del comisariado ejidal de Pejo para que accedieran a incorporarse al PROCEDE y con ello segregaran el anexo de La Estancia. Esta acción respondía a su vez, a la insistencia de Fidel Lule que les había manejado a los posesionarios de La Estancia que la única vía para separarse del ejido de Pejo era la incorporación al PROCEDE del ejido matriz.

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Fue hasta 2013 que los posesionarlos de La Estancia lograron canalizar sus intereses. En ese año Salvador, siendo el presidente de la representación de la Estancia, acordó con otros dos integrantes de dicha representación ir a buscar al ingeniero Fidel, a la oficina de la Procuraduría Agraria en Salvatierra, con el fin de pedirle su apoyo para lograr la separación del anexo de La Estancia del ejido de Pejo. Fidel, originario de Eménguaro, era un conocido de Salvador por lo que tenían la esperanza de que este funcionario atendiera su demanda. En la primera visita al funcionario, Salvador le expuso el asunto, sin embargo, Fidel les comentó que ya no era posible. Les recordó que cuando estaba en operación el PROCEDE les había insistido en que incorporaran el ejido de Pejo al programa y con ello hubieran logrado la separación de la parte de la Estancia formando un nuevo núcleo agrario. Salvador le señaló que los posesionarios del anexo de la Estancia no tenían ni voz ni voto en la Asamblea Ejidal de Pejo, así que no habían tenido nada que ver con el rechazo del PROCEDE. Fidel insistió en que ya no era posible la separación pero que le iba a hacer la lucha, por lo que les pidió que fueran reuniendo algunos documentos para integrar un expediente.

Al iniciar a reunir los documentos solicitados por Fidel, la mayoría de los que poseían las tierras del anexo no tenían documentos oficiales que avalaran su posesión jurídicamente. Había unas cuantas personas que tenían un documento oficial que los reconocía como ejidatarios de Pejo. Otras personas solamente contaban con un documento elaborado por la representación del anexo, pero sin el sello de consentimiento del Comisariado Ejidal de Pejo. Después de reunir los documentos que pudieron, se reunieron nuevamente con Fidel. En esa ocasión les comunicó que se había abierto una posibilidad de lograr lo que querían a través del FANAR, únicamente había que convencer a los ejidatarios de Pejo para que aceptaran incorporar su núcleo agrario al programa. Salvador se dio cuenta en esa reunión que Fidel seguramente ya sabía del FANAR y que en la primera reunión les había mentido. Sin embargo, no entendía cuál era la intención de Fidel al hacerlo.

El funcionario comenzó a organizar reuniones por separado con los ejidatarios de Pejo y con los interesados del anexo en llevar a cabo la separación. Actuando a

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favor de sus conocidos de la Estancia --aunque con sus intereses de por medio-- Fidel inició su labor para convencer a los ejidatarios de Pejo de que incorporaran su núcleo al FANAR y permitieran que los posesionarios de la Estancia formaran un nuevo ejido segregando las tierras de Pejo que estaban pegadas a la localidad de la Estancia. Con el fin de presionarlos, el funcionario argumentó que era conveniente entrar al FANAR porque con los documentos viejos ya no tendrían posibilidad de acceder a los programas dirigidos al campo.

A principios de 2014 los ejidatarios de Pejo y los posesionarios de la Estancia se reunieron en el salón ejidal de Pejo ante la presencia de Fidel y otro funcionario de la Agraria. Ese día los ejidatarios de Pejo se acomodaron en un lado del salón y los de la Estancia en el otro. Los compañeros de la Estancia estaban "arrinconados” (Salvador Zamora, 21-12-2014), esperando que la decisión de los ejidatarios de Pejo fuera a favor de la separación. Entre los ejidatarios de Pejo había dos grupos con distinta postura frente a la propuesta de división del anexo: el más numeroso era el de los ejidatarios jóvenes que se negaban a permitir la separación y el de los ejidatarios viejos que, aunque era menor, su palabra tenía un gran peso en la Asamblea Ejidal. En el momento más tenso de la reunión el ingeniero Fidel preguntó a los ejidatarios de Pejo sí estaban de acuerdo en incorporar su núcleo agrario al FANAR y sí estaban de acuerdo en permitir que el anexo de la Estancia se dividiera de Pejo. Los asistentes de la Estancia solamente estaban observando y escuchando las opiniones de los ejidatarios, pues ellos no tenían ni voz ni voto en la Asamblea. Por otro lado, estaban decididos a no intervenir pues Fidel les había aconsejado guardar una actitud pasiva para no confrontar a los ejidatarios de Pejo y con ello provocar que les negaran la separación. Incluso desde antes de que se celebrara la Asamblea los posesionarios de la Estancia habían procurado "llevarla en paz” (Salvador Zamora, 21-12-2014) con los ejidatarios de Pejo "dándoles la suave” (Salvador Zamora, 21­12-2104) en lo que les pedían.

Los ejidatarios viejos de Pejo tuvieron mucho que ver con que se aprobara la separación del anexo de la Estancia. En especial un ejidatario de edad avanzada llamado Eloy tomó la palabra en la Asamblea señalando que había que permitir

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que los del anexo de la Estancia se separaran de Pejo. Para él era hasta conveniente que el ejido Pejo los dejara organizarse solos para quitarse de encima el trabajo de realizar trámites por ellos. La palabra del viejo peso mucho en la Asamblea y cuando Fidel sometió a votación el asunto, la mayoría de los ejidatarios votaron a favor de incorporar el ejido de Pejo al FANAR y permitir la separación del anexo de la Estancia. Rápidamente Fidel redactó el Acta de Asamblea y recabó las firmas de la mesa directiva de Pejo, así como el sello del ejido. Salvador recordó que incluso uno de los integrantes del comisariado ejidal no había asistido a la Asamblea y salieron a buscarlo al pueblo para recabar su firma. Al salir de la Asamblea Fidel se acercó a Salvador y otros de sus compañeros de la Estancia, entonces les dijo: "ahora sí ya se chingaron, ya soltaron las firmas.” (Salvador Zamora, 21-12-2014).

Después de la Asamblea comenzaron los trabajos de actualización del censo para identificar a las personas de la Estancia que integrarían el nuevo núcleo ejidal. Enseguida el personal de la Procuraduría Agraria comenzó las mediciones para el deslinde de las tierras ejidales. Junto con los distintos interesados, el personal recorrió las parcelas y el potrero con el fin de identificar y medir las parcelas de cada uno de los beneficiarios. Después de las mediciones Fidel convocó a una Asamblea donde eligieron el nombre del nuevo ejido. Por sugerencia de Fidel acordaron llamarlo La Estancia del Encinal. En la misma Asamblea 110 personas se auto-reconocieron como ejidatarios, casi la mitad de ellos eran mujeres. Sin embargo, antes de que culminara el proceso de certificación se eligió a los integrantes del comisariado ejidal, quedando fuera Salvador y Emelia. Las nuevas autoridades incorporaron a otros conocidos como ejidatarios sin que de momento se enteraran Salvador y Emelia, que habían intervenido de manera crucial para lograr la creación del nuevo núcleo. En diciembre de 2015 quedó inscrito en el FANAR el nuevo núcleo agrario de La Estancia del Encinal, integrado por 185 nuevos ejidatarios. A mediados de 2016, los ejidatarios de La Estancia recibieron en un acto público realizado en San Pablo Pejo los certificados parcelarios. A pesar de que a los de La Estancia "no les pareció” (Eliseo Zamora, 19-05-2016) que la entrega de certificados se hiciera en Pejo, las autoridades agrarias "querían

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lucir” (Fidel Lule, 19-05-2016) el gran logró de haber incorporado al FANAR a uno de los cuatro ejidos que habían rechazado el PROCEDE en Salvatierra. Con la entrega de certificados culminó el largo proceso de separación de los posesionarios del anexo de La Estancia.

A través de esta situación se puede mostrar en primer lugar cómo los distintos actores ejercen el poder. Uno de los supuestos fundamentales del enfoque centrado en el actor social, es el margen de maniobra que tienen los subordinados ante los opresores'8. En la situación expuesta, los posesionarios del anexo de la Estancia aparecen como subordinados a los ejidatarios de Pejo. Por décadas son excluidos de las decisiones tomadas en la Asamblea y sin embargo comienzan a llevar a cabo distintas maniobras para lograr separarse de Pejo y fundar un nuevo ejido. Claramente para los posesionarios de La Estancia crear espacios de maniobra implicó el consentimiento, la negociación, así como un grado de poder para ejercer su capacidad de acción frente a la organización ejidal de Pejo. Es muy importante resaltar que Salvador y otros interesados del anexo en lograr la separación de sus tierras no confrontan directamente a los ejidatarios de Pejo, sino que guardan una actitud pasiva, incluso aparentemente de subordinación ante los ejidatarios mientras maniobran con el funcionario de la Agraria para alcanzar su objetivo. Con el análisis de la situación se esclarece cómo los subordinados --posesionarios-- pueden ejercer poder incluso sin llegar a confrontar directamente a sus opresores --ejidatarios--. En esta situación se clarifica cómo la subordinación y la pasividad pueden ser armas para disimular los intereses y finalmente para ejercer el poder sin confrontar abiertamente a los supuestos opresores. A su vez Fidel, como funcionario de la Agraria maniobra para tratar de enrolar en uno de los proyectos prioritarios del sector agrario a los ejidatarios de uno de los pocos núcleos agrarios que se habían resistido en Guanajuato a incorporar sus tierras ejidales al PROCEDE. El funcionario se alía con los posesionarios de La Estancia y presiona a los ejidatarios de Pejo con amenazas sobre la dificultad para acceder a los recursos de programas públicos si

18 Villarreal (1996 y 2000) y Torres (1997) desarrollan en sus investigaciones este supuesto fundamental del enfoque centrado en el actor social.

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se niegan a incorporarse al programa. En ese sentido, en la situación de interfase se pone en relieve cómo los diferentes actores involucrados crean un espacio de maniobra suficiente para manipular el FANAR de acuerdo a su propia experiencia, conocimientos e intereses. Finalmente, cada grupo de actores acoge el programa persiguiendo objetivos muy distintos a los que asentaron en las reglas de operación sus diseñadores. El interés de Fidel era el cumplimiento de metas laborales; el de los posesionarios de La Estancia la separación, creación de un nuevo núcleo agrario y el acceso a la categoría de ejidatarios; para los ejidatarios de Pejo era continuar accediendo a los recursos de programas públicos. Este acercamiento a una arena específica de lucha permite una apreciación de cómo las políticas agrarias son transformadas por los diferentes actores locales, destacando las ambigüedades y maniobras estratégicas que ponen en marcha para reafirmar o redefinir sus prioridades, intereses individuales y colectivos (Long y Jinlong, 2009).

Por otro lado, la situación evidencia que el cambio agrario no puede ser simplemente impuesto o dictado por autoridades externas (Long y Jinlong, 2009). La presión ejercida por los posesionarios de La Estancia hacia los ejidatarios de Pejo fue una parte fundamental en la decisión de los ejidatarios viejos. Incluso, esta situación permite constatar que las intervenciones del Estado solo pueden aterrizarse si existe cierto grado de consentimiento entre los actores involucrados (Long, 1998). En la separación del anexo de La Estancia los intereses distintos de los ejidatarios viejos y jóvenes, de los posesionarios y del funcionario de la agraria se acomodan después de una serie de negociaciones. Finalmente, se puede mostrar que las transformaciones agrarias no son despersonalizadas, sino que están constituidas por "series complejas de encuentros sociales e interfases que involucran a personas con mundos de vida contrastantes, y en ocasiones aparentemente incompatibles.” (Long, 1998:53). La situación de interfase es el punto más álgido de una disputa histórica en la que hay interacciones entre posesionarios y ejidatarios prácticamente desde que se dota el ejido de La Estancia del Carmen y los jefes de familia excluidos comienzan a trabajar tierras de Pejo sin el consentimiento de los ejidatarios.

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Ahora bien, los cambios con la implementación del FANAR y la creación del nuevo ejido están imbricados con cambios en la esfera familiar en lo que respecta a la redistribución del recurso tierra entre los integrantes de la familia, así como nuevas formas de transmisión de este recurso entre generaciones. Esos cambios implican disputas entre los integrantes de la familia debido a que en algunos casos trastocan las jerarquías familiares en las que los recursos, derechos y obligaciones se reparten de manera desigual entre los integrantes de acuerdo al sexo y a la generación. En el capítulo cinco muestro la negociación entre la pareja de Salvador y Emelia, en la que de manera muy sutil la esposa convence a su cónyuge de donar en vida parte de sus tierras a ella y a su hijo menor.

La lucha por los significados sobre la posición de la mujer en la familia y la comunidad

En esta tercera situación de interfase resalto que hay confrontaciones en las que los actores traen a colación a otros actores no presentes durante una disputa, en este caso, por la concepción de la mujer. Durante estas disputas donde se dan discrepancias en valores, significados, conocimiento y poder, cada actor interpreta e utiliza los discursos de otros actores de acuerdo a sus intereses. La situación que presento aparentemente es un conflicto entre hermanos, pero al involucrar a otros actores no presentes de otros dominios sociales que influyen en los resultados de la interacción, se puede contemplar como una situación de interfase. En este caso ambos hermanos utilizan discursos de otros actores que defienden sus puntos de vista sobre el comportamiento ideal de la mujer.

La tarde del 27 de mayo, después de sostener entrevistas por separado con Juana y su hermano David, nos sentamos a tomar los alimentos en la vivienda de Juana. David había escuchado parte de la entrevista con Juana en la que relató su trayectoria como líder política de Las Cruces. David inició entonces un debate con su hermana sobre la presencia de las mujeres en actividades fuera del hogar. Se apoyó en la Biblia para mostrar su desacuerdo en que la mujer "pudiera andar dondequiera sin el marido”:

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Con lo de la liberación de la mujer las cosas cambiaron, pero cambiaron tanto que yo veo que la mujer se elevó muy rápido. Como que muy rápido se crecieron. En ese sentido yo creo que la mujer como dijimos al principio, hoy en día está participando en muchas actividades que antes cuándo. No he leído yo mucho la Biblia, pero sí me tocó leer precisamente un pasaje de lo que estamos hablando que ahí mismo Dios dice que, o sea en la Biblia se dice que la mujer siempre tendrá que estar a obediencia del marido. No se refiere a que se deje maltratar pues, pero que sí debe guardar un cierto respeto al hombre. Y claro, desde luego, el hombre también tiene que hacer lo mismo, pero cosa que hoy en día la mujer no toma en cuenta.

Juana contraatacó argumentando la desigualdad a la que estaban expuestas las mujeres tiempo atrás:

Pero también hoy en día como las cosas ya cambiaron mucho y los hombres ya cedieron a que así es, pues ya nadie se fija, porque ya se acostumbraron a ver lo de estos tiempos. Y al principio como que no les caía muy bien eso, pero como fueron viendo que ya así era. Antes uno se acostumbraba al respeto, pero las personas eran más machistas. Como que querían que el respeto (...) pues ahora sí que uno se acostumbrara a lo que decían los hombres y lo que decían uno tenía que hacer. Quién sabe, sí eso estaría mal pero así era. En ese tiempo los hombres todavía eran bien estrictos para todo, tenía que ser lo que el hombre decía, la verdad en esos tiempos así era. La mujer ahora sí que no mandaba, mandaba el hombre y ahora ya no, yo creo que ahora ya casi es al revés.

En seguida, como una manera de excusar a las mujeres por andar fuera del hogar sin la compañía del marido, manifestó el poco interés de los hombres por inmiscuirse en asuntos públicos de las comunidades, su poca voluntad para cumplir con su responsabilidad de acompañar a sus hijos en eventos importantes:

Pos fíjate con tan solo decirte que en las escuelas ahorita no ves un padre de familia en las juntas, aquí no. Y es lo que dicen los maestros: pos que no tienen papá esos niños (. ) dijo el padre: búsquenles otro pos no vienen ni a la misa. Ahora que hubo la confirmación de las niñas, nada más fue un papá, entonces dijo el padre, ¿no tienen papá? Pues vienen solas, yo creo que no tienen papá. No es que estén en Estados Unidos, lo que pasa es que ya se acostumbraron a que la mujer haga todo. A las mismas juntas de los padres de familia no hay ni un papá, puras mamás.

Para rematar la confrontación Juana se apoyó en un sermón de un sacerdotesobre la valorización que los hombres tenían que hacer de sus esposas:

El padre también ha dicho que quién de los hombres valora a su señora. ¿Han valorado todo lo que la mujer hace en la casa? A ver dígame un hombre de los que están aquí quién ha valorado el trabajo de su mujer. Sí su mujer. Su mujer trabaja en su casa. ¿Cuánto trabajo no hace? Si estuviera trabajando como sirvienta

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¿Cuánto ganaría? Así nos dijo un padre un día en la misa, que quién valoraba el trabajo de la mujer que trabajaba en su casa, nadie (...) dice: y sin embargo la mujer si trabajara de sirvienta ¿cuánto ganaría? Por cada cosa que hace en su cocina, en su casa: lavar, planchar, regar, hacer de comer. Son quehaceres diferentes que haciéndolos en una casa ajena ¿cuánto ganaría? Y se quedaban los hombres nomás pensando.

David, decidió no contestar más a su hermana, lo que no implicó que mostrara aceptación hacia su postura. En ese punto acabó la plática sobre ese tema y David comenzó a tratar súbitamente temas relacionados con la historia del ejido de Las Cruces, fue una manera de eludir la confrontación en la cual parecía estar en desventaja frente a su hermana.

El análisis de esta última situación revela un conflicto de intereses, objetivos y creencias sobre los trabajos que hombres y mujeres deben realizar, así como distintas percepciones sobre las jerarquías familiares. En primer lugar, la situación debe ser entendida dentro del campo religioso donde se definen límites del espacio de actuación de los individuos y se delimitan principios normativos. La obediencia, la sumisión y acatamiento de mandatos de la mujer hacia el hombre, sea el padre, el esposo o cualquier otra figura masculina en lo alto de las jerarquías familiares, son parte de estos principios (Juárez, 2002). Apoyándose en una ideología patriarcal extraída de la Biblia, la posición de David sobre el trabajo y el lugar de la mujer en la familia y la comunidad se asemejan a una división sexual del trabajo. A la mujer le corresponde la responsabilidad de organizar y realizar los trabajos reproductivos y pasar la mayor parte de su tiempo en el espacio doméstico. Esa misma ideología tiene peso en el sermón del sacerdote cuando habla del valor del trabajo reproductivo de la mujer, aunque acepta que el trabajo reproductivo pudiera ser realizado en un espacio doméstico ajeno a cambio de un ingreso monetario. Pese a ello el sacerdote relaciona el trabajo de la mujer principalmente con el reproductivo.

Otro aspecto que hay que tomar en cuenta, es la seguridad con que Juana expresa un cambio en la movilidad de la mujer que parece extenderse a la mayoría de las familias. Utiliza un discurso en el que resalta la creciente presencia de las mujeres en ámbitos de representación políticos y sociales como algo que se

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ha vuelto normal en la actualidad. Esto le da peso a su discurso al señalar la normalidad de la mujer en diversos espacios públicos. Confronta a su hermano sugiriendo que las ideas sobre la mujer que él defiende son viejas por lo que hay que desprenderse de ellas. Si bien la presencia de la mujer en espacios públicos se ha incrementado en las comunidades rurales no solamente de la microrregión sino de otras regiones del país (D'Aubeterre et al., 2003), la posición de Juana es excepcional en la microrregión, ciertamente varias mujeres han avanzado hacia los cargos de representación política, pero hay mujeres madres de familia en posiciones de subordinación hacia el marido que no participan en cargos públicos y desempeñan la mayor parte de sus trabajos y actividades en el ámbito doméstico o la parcela familiar. Entonces, el discurso de Juana hay que comprenderlo desde su posición de líder comunitaria y cabeza de familia que le dan acceso a una serie de recursos que difícilmente están al alcance de otras mujeres.

Por otro lado, esta confrontación de ideas y valores entre Juana y David permite ejemplificar de manera muy clara la injerencia de actores no presentes cara a cara, que influyen en los resultados de las interacciones. Dichos actores se hacen presentes mediante documentos (en este caso la Biblia) o son traídos a escena mediante relatos de las personas que están interactuando. Juana se apoya en el discurso del sacerdote, si bien reproduce su sermón, él no está presente durante la confrontación. Pese a que ambos hacen uso de discursos relacionados con la religión católica, las ideas que influyen en su proceder permiten mostrar que "el dogma religioso no es asimilado y aplicado a la vida cotidiana de manera unidireccional, total y acrítica” (Juárez, 2002:267). Juana, elige certeramente los discursos, que, apoyados en la religión, se acomodan a sus intereses. David recurre a la Biblia para dar fuerza a su desacuerdo sobre el proceder de la mujer, fuera del ámbito doméstico. Ahora bien, el sermón del sacerdote que Juana utiliza para defender su postura, tiene una intencionalidad de parte del sacerdote y está dirigido a los padres de familia para generar una reacción que los mueva a participar en la vida pública de la comunidad, pero también acercarse a la iglesia

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de la que se han distanciado gradualmente. El sacerdote se presenta como aliado de la mujer ante un público dominado justamente por mujeres.

El análisis de las situaciones de interfase en este último apartado del capítulo demuestra su utilidad para entender "las complejas y frecuentemente contradictorias interrelaciones humanas” (Torres, 1997:221) que están involucradas en las dinámicas familiares. Los cambios en la organización de los trabajos son influidos tanto por los integrantes de la familia como por otros actores, incluso no presentes, que luchan por los recursos y significados en arenas específicas que atraviesan distintos dominios sociales. A su vez, los integrantes de la familia además de influir en la organización y reorganización de sus trabajos, intervienen en las transformaciones sociales más amplias. Si bien, analice solamente tres situaciones, las arenas de disputa donde los actores luchan por los recursos y significados relacionados con las dinámicas familiares son inagotables.

Conclusiones

En este capítulo ilustré la complejidad de las dinámicas familiares a partir de las trayectorias de los miembros de cinco familias heterogéneas entre sí. Abordar a profundidad las dinámicas familiares me ha permitido mostrar la capacidad de los integrantes de estas familias para organizar y reorganizar sus trabajos, para tomar decisiones en momentos clave de sus trayectorias individuales o las que afectan al colectivo, así como las interacciones con otros actores que influyen en las dinámicas familiares. Mostré que los cambios no han sido iguales ni en la misma dirección para todas las familias, sino que existe un acceso diferenciado a los recursos, así como distintas formas en que los integrantes de las familias han reorganizado los trabajos que les permiten garantizar el sustento y la reproducción cotidiana y generacional. Por otro lado, estos cambios involucran complejas interacciones que pueden examinarse a través de la interfaz social, en las que los mundos de vida de los distintos actores que influyen en la organización y reorganización de los trabajos se entrelazan, se acomodan o chocan entre sí.

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CAPITULO 5. RELACIONES DE PODER, CONTROL DE LOS RECURSOS Y DINÁMICAS FAMILIARES

Introducción

En este capítulo muestro, apoyándome en ejemplos etnográficos, que la organización de los trabajos es un proceso complejo que involucra negociación, distintos arreglos e incluso conflictos entre los miembros de la familia. Por otro lado, destaco que en las familias hay jerarquías de poder y un reparto desigual de los recursos. Pero también que hay negociaciones cotidianas que están llevando a cuestionar y redefinir dichas jerarquías, así como a redistribuir los recursos. Para explorar las distintas maneras sobre cómo los miembros de las familias ejercen poder me apoyo en la perspectiva centrada en el actor social. Dicha perspectiva permite un análisis dinámico que comienza por no aceptar el argumento de que ambos tipos de trabajo se asignan socialmente de acuerdo a un criterio de género. Aunque es indiscutible que las ideologías de género influyen en la organización de los trabajos, muestro que en Las Cruces algunas mujeres están traspasando dominios sociales que alguna vez fueron considerados como exclusivos de los hombres.

Al considerar las relaciones de poder mi premisa no es la concepción de la mujer como subordinada tal como la suelen representar las autoras feministas que parten del análisis estructural para abordar la división sexual del trabajo tomando en cuenta las relaciones de poder. En sus análisis soportados en la relación asimétrica entre hombres y mujeres siempre se vincula a estas últimas a una posición subordinada. Como señala Villareal (2000), refiriéndose a las mujeres rurales, "se les aísla de sus posibles contextos y se les introduce en un medio discursivo en el cual se vinculan a un cierto status y una particular relación de poder y subordinación” (Villareal, 2000:11). En ese sentido, Villarreal (1996) hace una invitación a no aceptar la premisa del poder como asociado a ciertas categorías sociales. Justamente los textos feministas sobre la división sexual del trabajo daban por sentado que el sistema capitalista, pero sobre todo la organización social patriarcal, mantenía a las mujeres como subordinadas en el ámbito privado de la esfera familiar.

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Comienzo abordando las jerarquías familiares en las que por décadas los hombres de la microrregión mantuvieron una posición privilegiada gracias a que poseían y controlaban la tierra, recurso que garantizaba sostener a la familia mediante la producción agrícola. En un segundo apartado muestro, a través de distintas interacciones entre miembros de las familias, que las jerarquías familiares no son incuestionables ni perduran en el tiempo, sino que los miembros de la familia las negocian constantemente en un ambiente, que lejos de ser armónico, está lleno de situaciones tensas. El tercer apartado lo dedico a mostrar el acceso desigual de los integrantes al recurso tierra, enfatizando que su distribución, que por décadas favoreció a los varones jefes de familia, estaba atravesada por ideologías de género que los ponía en lo más alto de las jerarquías familiares como proveedores exclusivos. Precisamente en el cuarto apartado toco el tema de las concepciones de género en la organización de los trabajos, para dar paso, a partir del quinto apartado, a las transformaciones en el acceso a los recursos que están experimentando las sociedades rurales como la que he seleccionado para el estudio. En el sexto apartado destaco el acceso de las mujeres a una serie de recursos que les han ayudado a tener una posición más negociadora en sus familias y en las localidades. Tomo en cuenta uno de los cambios más importantes acontecidos en las localidades rurales, la redistribución del recurso tierra, sobre todo el arribo cada vez mayor de mujeres a las organizaciones ejidales que por décadas han sido consideradas como un dominio de los hombres. En el séptimo apartado analizo uno de los cambios de mayor calado en las sociedades rurales como la de Las Cruces, la redefinición de jerarquías de género y generacionales. En el último apartado muestro cómo desde que se formó el Bajío ha persistido una ideología patriarcal que influye a hombres y mujeres de distintas generaciones en la forma en que se relacionan al organizar los trabajos familiares.

5.1 Jerarquías familiares y organización de los trabajos

En el capítulo tres de este estudio pude constatar que durante décadas en la microrregión de Las Cruces los hombres tuvieron una posición privilegiada en gran

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medida gracias a que controlaban la principal fuente de sustento de las familias rurales: la tierra. El hombre, como cabeza de familia poseía la tierra y organizaba a los demás integrantes para realizar el trabajo agrícola. La mujer por su parte, aparentemente se adaptaba a los designios del marido apoyándolo de manera importante en el trabajo agrícola y organizando el trabajo reproductivo familiar.

Esa parece haber sido una regularidad entre las familias rurales mexicanas. Incluso algunas autoras conceptualizaron a los hombres del medio rural partiendo del rol de proveedor como cabeza de un modelo de familia que se basaba en una estructura rígida de la división sexual del trabajo. Montes de Oca, Díaz y Hebrero (2012) mencionan que todavía predominan en muchas localidades y poblaciones las cargas sociales que asignan el rol de proveedor a los padres de familia (Montes de Oca, Díaz y Hebrero, 2012).

Córdova et al., (2008) señalan que entre las familias campesinas tradicionalmente el jefe de familia ejercía un férreo control sobre los otros integrantes, concentraba el ingreso, distribuía el trabajo, decidía sobre los gastos y disponía de las actividades de hijos, nueras, nietos. La esposa por su parte era la encargada de "la buena marcha del hogar y de la organización doméstica.” (Córdova et al.,

2008:145). Para gozar de la autoridad sobre su familia, el hombre tenía que cumplir cabalmente con la carga asignada socialmente de proveedor y protector de los integrantes de ésta.

En la microrregión de Las Cruces la imagen del padre como proveedor exclusivo y principal organizador de las actividades agropecuarias predominaba todavía entrada la década de 1990. De acuerdo con distintos relatos, la autoridad del padre sobre los demás integrantes de la familia parecía incuestionable. La agricultura de temporal era el eje de la reproducción familiar y el hombre organizaba a los demás integrantes de la familia para realizar el trabajo agrícola, incluidas mujeres y niños de ambos sexos. Las mujeres desde niñas eran llevadas por su padre al campo y participaban realizando distintas tareas dependiendo del mes del año. Las más comunes eran al inicio del ciclo agrícola: tirar la semilla y arrimarles tierra a las plantas de maíz y frijol una vez que nacían y, al final del ciclo

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agrícola, cosechar. Las mujeres recién casadas también apoyaban al esposo en la parcela hasta que tenían hijos que pudieran reemplazarla en el campo. En algunos casos los hijos e hijas se iban a ayudar al padre en la parcela y la madre se encargaba del trabajo reproductivo en la vivienda, sin embargo, lo más común era que la madre participara en las labores del campo (Juana Flores, 20-03-2009).

Esta forma de organización del trabajo agrícola familiar comenzó antes del reparto agrario, cuando el dueño de la Hacienda de los Flores o de las Cruces invitó a varias familias de ranchos pertenecientes a Michoacán a trabajar en sus tierras. El patrón controlaba toda la producción agrícola y los padres de familia llevaban a trabajar a varios de sus hijos e hijas y a su esposa al campo (Margarita Díazf, 20­03-2009). Cuando el Estado repartió las tierras, los padres de familia organizaron a sus esposas, hijos e hijas para trabajar la tierra. A las mujeres jóvenes les tocaba ir a trabajar con su esposo a la parcela, cuando tenían varios hijos se quedaban en casa para atenderlos y eran los hijos e hijas los que apoyaban al padre en las labores del campo. A las mujeres desde esos tiempos les tocaba echar la semilla --de maíz y frijol-- siguiendo el arado que llevaba el padre, después arrimarle tierra a las plantitas una vez que nacían y en la época de la cosecha cortar frijol y pizcar maíz.

Persistió la posición del hombre como cabeza de familia, poseedor de la tierra y organizador del trabajo productivo de la familia, manteniéndose vigente mientras la agricultura temporalera era el eje fundamental de la reproducción familiar. El padre de familia estaba en lo más alto de las jerarquías familiares, era una figura central que organiza los trabajos que permitían dar sustento a los integrantes de la familia. Las hijas e hijos siempre aparecían como ayudantes del padre, lo mismo ocurría con las esposas que participaban en las labores agrícolas. Por otro lado, de manera visible la agricultura proporcionaba la mayor parte del sustento a las familias hasta la década de 1960 y con aprietos se sostuvo hasta finales de la

A

década de 1980'. Con las buenas cosechas que se daban y el precio al que se 1

1Elíseo Zamora en una entrevista realizada en su vivienda el 8 de marzo de 2014, recordó que

cuando él era joven su abuelo paterno producía en grandes cantidades maíz y fríjol. Ambos productos se colocaban en el mercado local (Salvatierra) a buenos precios. Incluso Eliseo recordó

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podían colocar en el mercado los granos básicos como maíz y el fríjol, algunas familias de la microrregión no solamente podían cubrir sus necesidades alimenticias, sino que con la venta de excedentes podían adquirir ropa, calzado e incluso en años muy buenos adquirir algún vehículo.

Pese a que esa figura de padre como la máxima autoridad de la familia parecía ser incuestionable e incluso en la literatura que parte del enfoque de estrategias familiares, se daba por entendido que los integrantes de las familias o grupos domésticos rurales estaban todos de acuerdo en la manera en que el hombre como cabeza de familia los organizaba para funcionar como unidad productiva campesina, la evidencia etnográfica muestra que las jerarquías en las familias no son incuestionables, ni perduran en el tiempo* 2. Hay transformaciones debido a los conflictos, negociaciones y arreglos entre los integrantes de las familias, así como por cambios sociales de mayor alcance. Sin duda, el deterioro de la producción agrícola que constituía el eje fundamental de la reproducción familiar ha disminuido la capacidad de los hombres cabeza de familia para mantenerse como los únicos proveedores en lo más alto de las jerarquías familiares. La participación de la mujer rural como proveedora o co-proveedora, el incremento de mujeres en cargos políticos y sociales, la salida de los hijos e hijas para incorporarse a los flujos migratorios en búsqueda de ingresos, entre otros factores, ha implicado cambios en las familias, no solamente en lo que se refiere a la distribución de los trabajos entre sus integrantes, sino también, en las jerarquías de poder.

Antes de exponer y analizar dichos cambios, me centraré en mostrar distintas interacciones conflictivas, de negociación, de arreglos y de cooperación entre integrantes de las familias rurales al organizar sus trabajos. Con ello pretendo, por un lado, resaltar la capacidad de agencia de los integrantes defendiendo sus intereses mediante negociaciones e incluso confrontaciones y, por otro lado, dejar claro que los integrantes de la familia lejos de organizar sus trabajos en un

que su abuelo tenía la capacidad de comprar ropa y calzado no solamente a su esposa e hijos solteros sino también a los hijos casados y sus familias.2 Entre los trabajos que han mostrado trasformaciones en las relaciones jerárquicas de familias rurales destacan los de Arias (2009b; 2013).

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ambiente armónico lo hacen en medio de tensiones, contradicciones, negociaciones e incluso conflictos.

5.2 Conflictos, negociaciones, arreglos y cooperación en la organización de los trabajos familiares

En este apartado muestro varios registros etnográficos que me permiten ejemplificar los conflictos, negociaciones, arreglos y situaciones de cooperación entre los integrantes de las familias en lo relacionado con la organización de los trabajos. A lo largo del apartado enfatizo que no es posible dar por sentado que los integrantes de las familias actúan de común acuerdo sometiendo sus intereses al bienestar de la colectividad. Por el contrario, muestro que la organización de los trabajos se da entre una maraña de intereses que cada integrante defiende de acuerdo a su posición jerárquica en la familia y a su edad.

Conflictos

En las siguientes interacciones conflictivas muestro cómo los intereses, la posición jerárquica en la familia y la etapa etaria influyen en el tipo de discurso que despliegan los actores. Las interacciones están ligadas a Emelia en dos posiciones distintas en su trayectoria familiar: la de madre en su familia de procreación formada con Salvador, y la de hija en su familia de origen. La exposición la haré comenzando con la situación más reciente en donde Emelia aparece como madre de familia para después ir hacia atrás y contrastar los discursos de Emelia como hija, esto es desde otra posición en su familia de origen. Lo relevante de estas interacciones es mostrar cómo un mismo actor puede adoptar y defender puntos de vista distintos reflejados en discursos que incluso son contradictorios pero que corresponden a su fluctuante posición jerárquica en la familia, así como a la etapa etaria en la que se encuentra.

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oConflicto entre padres e hija mayor3

Olivia, la hija mayor de Emelia nunca se acostumbró al trabajo del campo. Había tres labores del ciclo agrícola en las que las mujeres de la familia participaban de manera importante: la siembra en el mes de mayo, la escarda entre junio y julio y la cosecha entre los meses de noviembre y diciembre. Emelia y Olivia iban tras Salvador poniendo la semilla después de que él pasaba el tronco. Enseguida hacían las escardas que consistían en arrimarle tierra a las plantitas de maíz y frijol una vez que nacían. Durante la cosecha les tocaba ir cortando el frijol para que después Salvador y sus dos hijos varones segaran el maíz.

Olivia nunca se acostumbró al trabajo. Todo el camino de la casa a la parcela se iba llorando. No le gustaba y a pesar de que Emelia y Salvador trataban de hacerle saber que era un bien para ella enseñarse a trabajar, nunca lograron convencerla. Fue una situación de tensión entre los integrantes de la familia que se agravaba por las burlas de los hermanos varones hacia Olivia. La situación se prolongó hasta 2001 año en que Olivia migró a Estados Unidos.

Emelia mencionó que hasta cierto punto entendía la inconformidad de Olivia porque ella también había trabajado en el campo cuando vivía con sus padres. Sabía que era un trabajo muy pesado pero lo más pesado era que al regresar a la vivienda por la tarde los hombres llegaban a descansar y las mujeres a realizar trabajo doméstico. En el caso de Olivia esa era su mayor inconformidad. Sus hermanos se burlaban de ella porque la llevaban a trabajar al campo por la fuerza, pero ellos nunca apoyaban con el trabajo doméstico.

Situación que vivió Emelia en su familia de origen durante su niñez y juventud

Desde niña Emelia comenzó a trabajar tanto en las labores domésticas como en el campo. Como mencioné en el capítulo cuatro al reconstruir la trayectoria de Emelia, su familia no tenía tierra; era encabezada por Amalia, su madre, a quien el

3El conflicto fue narrado por Emelia Zamora durante una entrevista realizada el día 21 de octubre

de 2014 sobre la organización de sus trabajos entre los integrantes de su familia.

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marido había soltado toda la carga para mantener a diez hijos. Trabajaban a medias o al tercio con ejidatarios de la Estancia o por el jornal limpiando tierras para la agricultura. A su padre le gustaba embriagarse por lo que su madre se encargaba de buscar el sustento trabajando en la agricultura. Por su parte Emelia y Zoila, como hijas mayores de la familia se encargaban del trabajo doméstico y de la atención y cuidado de los hermanos menores, así como de preparar y dar alimentos a los hermanos mayores cuando ya apoyaban a su madre en las labores del campo.

Eliseo, que era el mayor de los hermanos varones, desde joven comenzó a encabezar las labores de mediería de la familia y fue descargando de trabajo a su madre. Eliseo se dedicaba tanto a la agricultura temporalera como a la recolección de camote del cerro y leña. En ocasiones salía a trabajar a las tierras del plan como jornalero, preferentemente iba a lugares cercanos como Chamacuerillo.

Emelia y Zoila, por su parte, no solamente se encargaban de la mayor parte del trabajo doméstico sino que en ocasiones tenían que trabajar en el campo bajo el mando de Eliseo. Eliseo era "muy ingrato” con ellas (Emelia Zamora, 21-10-2014). Les exigía trabajar largas jornadas sin descanso. Al narrar esta situación a Emelia se le rasaban los ojos de lágrimas, era obvio que la situación le había afectado y que guardaba resentimiento hacia su hermano Eliseo.

La descripción del hecho se completa con la narración de Eliseo4 que tenía otra perspectiva sobre el apoyo de Emelia y Zoila en el trabajo agrícola, aunque él no hace referencia directa a ellas:

Cuando Eliseo era muy chico comenzó a trabajar en el campo para ayudar a sus padres. Como le gustaba mucho el trabajo del campo, sus padres pronto lo dejaron encargarse de organizar la mayor parte de las labores agrícolas familiares. La familia trabajaba a medias o al tercio, todos los integrantes más grandes tenían que apoyar en el trabajo. Sin embargo, de acuerdo con la percepción de Eliseo "eran medio flojitos y había que arrearlos (...) no les gustaba el campo y le hacían

4 La narración de Eliseo Zamora proviene de una entrevista realizada en su vivienda el día 30 de octubre de 2014.

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al cuento” (Eliseo Zamora, 30-10-2014). Cuando salían al cerro a recolectar camote y leña uno de sus hermanos que le seguían de edad hacia abajo se quejaba todo el camino porque lo cargaba con un poco de leña. A ninguno de sus hermanos les gustaba el trabajo del campo fueran hombres o mujeres. Por eso los hombres se fueron al norte y no hicieron la lucha por hacerse de una tierra. Solamente Eliseo logró tener acceso a la tierra, adquiriendo cuatro parcelas.

Las interacciones relatadas permiten, por un lado, escudriñar en las relaciones de poder entre los integrantes de la familia donde las jerarquías de género y generacionales desembocan en una distribución desigual de los derechos, recursos y autoridad. Por otro lado, son fértiles para explorar uno de los filones más importantes de la perspectiva centrada en el actor de Long (2007): la manera en que los intereses, los marcos diferenciados de conocimiento y las lógicas de racionalidad diferentes conducen a situaciones conflictivas en este caso al organizar los trabajos.

De especial riqueza resultan los cambios en Emelia de acuerdo a dos etapas distintas de su trayectoria familiar. Con su hija reproduce el comportamiento de su hermano Eliseo hacia ella cuando trabajaba en el campo bajo su mando. En su familia reproduce la desigual distribución del trabajo reproductivo que es en ambos casos responsabilidad exclusiva de las mujeres del grupo. Claramente los intereses de Emelia en las dos situaciones de su trayectoria varían. En la situación con su hija Olivia, Emelia actúa bajo la convicción de que hace un bien a su hija al enseñarla a trabajar en el campo. En la situación con Eliseo actúa como víctima de su hermano mayor en una relación de trabajo forzado. Eliseo, por su parte, está convencido de que hizo un bien a sus hermanos al enseñarlos a trabajar, aunque no lo supieron aprovechar y por eso ninguno de ellos pudo acceder a la tierra.

Otro filón importante de análisis sobre estos conflictos entre integrantes de la familia, es confrontar los enfoques de estrategias familiares. Con estos ejemplos se puede cuestionar la solidaridad implícita que motiva a los integrantes de la familia o del grupo doméstico a someter sus intereses individuales para beneficio

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de la colectividad. En los conflictos narrados aparecen las tensiones en el proceso de organización de los trabajos. Para unos integrantes la asignación de un trabajo puede verse como un bien para el integrante que lo va realizar, pero desde el punto de vista de quien lo realiza puede concebirse como trabajo forzado. Es claro

j r

que se confrontan intereses y lógicas de racionalidad diferentes5 de acuerdo a la jerarquía familiar y a la edad de los integrantes. En las situaciones narradas se observa que existe una línea muy frágil entre la obligación que sienten los padres o hermanos mayores para inculcar el hábito del trabajo y forzar a los hijos o hermanos menores a desempeñar ciertos tipos de trabajo. Todavía más contradictorio puede parecer el cambio en Emelia que a pesar de haber padecido en su niñez y juventud una situación similar a la de su hija Olivia, reproduce los discursos sobre la obligación de los padres de enseñar a trabajar a los hijos pero también reproduce una organización de los trabajos en la que hay desigualdad en la participación entre hombres y mujeres. Esto conduce a resaltar que existen discrepancias en valores, conocimiento e intereses entre los integrantes de la familia, pero también que son cambiantes en cada individuo a lo largo de su vida en familia.

El análisis de los conflictos abordados quedaría incompleto sin considerar que los comportamientos y discursos de Emelia, así como de los otros integrantes de la familia están influidos por marcos de conocimiento y acción más amplios. Emelia reproduce un discurso asociado a una concepción social sobre la familia en la que se considera que los hijos deben obediencia a los padres. Un ejemplo sobre esta concepción es el planteamiento que González (1982) hace sobre la obediencia de los hijos hacia los padres como una obligación señalando que: "la familia es la escuela donde nacen y progresan los sentimientos sociales: la solidaridad o benevolencia para el presente, en la cooperación, en el niño cuyo egoísmo es reprimido por la obligación de obedecer y la costumbre de la previsión de todos,

5El término lógicas de racionalidad diferente lo tomo de Long (2007). Este autor lo utiliza para

resaltar que existen distintas maneras en que los actores, sobre la base de sus propias experiencias, aprehenden cognitiva, organizativa y emocionalmente el mundo que los rodea. De la misma manera el autor sostiene que aún en circunstancias estructurales similares los actores despliegan distintas estrategias y razonamientos para encarar o lidiar con situaciones problemáticas.

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sobre todo en los padres, para la educación futura del patrimonio familiar.” (González, 1982:31). Algunos de los autores que apoyaban sus análisis en el enfoque de estrategias o bien daban por supuesto que en las familias o grupos domésticos hijos e hijas aceptaban sin reservas los designios de los padres o cuando señalaban la existencia de conflictos no profundizaban en su estudio. Esa era una de las mayores debilidades de los enfoques de estrategias familiares, sobre todo en los primeros que suponían que los integrantes de las familias y grupos domésticos coincidían en valores, intereses y puntos de vista al desplegar las estrategias que les permitían vivir. Al hacerlo pasaron por alto que entre los integrantes de las familias existen discrepancias en valores, intereses y marcos de conocimiento de acuerdo a la generación y a la posición jerárquica en la familia. La siguiente interacción6 ejemplifica una confrontación entre dos puntos de vista distintos sobre la autoridad de los padres sobre los hijos. En la interacción dos mujeres, Emelia y Gabi, de distinta jerarquía familiar y generación, defienden su postura acerca del tema.

El 11 de noviembre de 2014 me reuní por la mañana en casa de Emelia Zamora con el equipo de encuestadoras para discutir con ellas dudas, dificultades y aportaciones sobre la aplicación de la EDIPROREP. Entre Gabi y Jazmín surgieron una serie de dudas en el apartado de la encuesta sobre la toma de decisiones de los integrantes de las familias en la organización de los distintos tipos de trabajo. En especial se referían a la última pregunta sobre ¿Quién o quienes decidían en la familia que integrantes salían a trabajar a cambio de un salario?

Gabi estaba confundida porque la pregunta parecía muy obvia, pues el integrante que salía a trabajar era quien decidía. Entonces no tenía caso para ella aplicar esa pregunta. Sin embargo, Emelia, que había estado apoyando a las encuestadoras,

6 La interacción, registrada en mi diario de campo el 11 de noviembre de 2014, se desarrolló durante una reunión con el equipo de encuestadoras integrado por mujeres jóvenes de la localidad de La Estancia que me apoyaron en la aplicación de la EDIPROREP 2014-2015. En dicha situación interactué con las encuestadoras en la discusión sobre un apartado de la encuesta de donde se detonó la confrontación entre Gabi y Emelia (madre y suegra de dos encuestadoras que junto con el equipo de encuestadoras me apoyó en las gestiones para la aplicación de la encuesta en cinco de las seis localidades de la microrregión).

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sugirió que no siempre era así, pues aunque algún joven pensara en salir a trabajar tenía que pedir permiso a sus padres. Entonces los que tomaban la decisión final eran los padres. Gabi le dio la razón a Emelia pues recordó que un par de años atrás ella misma quería entrar a trabajar a la Mabe (fábrica de electrodomésticos ubicada en Celaya) y a pesar de que era mayor de edad (tenía 30 años) tuvo que pedir permiso a sus padres para trabajar pues aún era soltera y vivía con ellos. Sus padres la dejaron ir a trabajar y después de un tiempo ella misma decidió dejar el trabajo.

Cuando Gabi terminó su intervención, Emelia volvió a tomar la palabra señalando que "así tenía que ser” (Emelia Zamora, 11-11-2014). A pesar de que los hijos fueran mayores de edad tenían que respetar a sus padres y no mandarse solos. En ese momento Gabi se mostró molesta y difirió de la postura de Emelia señalando que no estaba tan bien que los padres decidieran porque finalmente los jóvenes eran mayores de edad y no estaban haciendo nada malo al ir a trabajar. Emelia replicó que así tenía que ser porque vivían en casa de ellos. Finalmente, Gabi decidió no participar más en la discusión.

Las otras encuestadoras, Jazmín, Carmen, Mónica y Casandra, no intervinieron en la discusión entre Emelia y Gabi. Por un lado, Jazmín y Carmen viven con Emelia y a pesar de que Carmen asentó varias veces con la cabeza la postura de Gabi, no tomó la palabra para apoyarla. Jazmín por su parte guardó una postura imparcial, ni apoyó a su madre Emelia, ni se mostró de acuerdo con Gabi. Casandra y Mónica, las más jóvenes del equipo, se mostraron indiferentes a la discusión.

Lo que ocurrió en el caso de Emelia y Gabi fue una confrontación entre puntos de vista diferentes. A estos puntos críticos donde se confrontan distintas construcciones sociales son a los que Long (2007) define como interfases. Las interfases se caracterizan por involucrar puntos críticos de intersección entre diferentes sistemas sociales, campos, dominios o niveles de orden social donde se localizan discontinuidades basadas en discrepancias en valores, intereses, conocimiento y poder. Si bien Arce y Long (1992) aplican el análisis de interfaz en

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el contexto del desarrollo rural en el que los mundos de vida entre burócratas y campesinos se confrontan, la situación de conflicto entre Emelia y Gabi también puede analizarse desde la lente de su propuesta pues en dicha situación se revela cómo las percepciones y los intereses distintos entran en conflicto durante las interacciones entre actores. A primera vista la confrontación entre Gabi y Emelia pareciera que es un simple desacuerdo entre los puntos de vista de dos mujeres que pertenecen a un mismo grupo social, sin embargo, los valores e intereses que cada una defiende han sido construidos en distintos dominios sociales como la Iglesia, la familia, la comunidad. Tanto Gabi como Emelia defienden distintas percepciones sobre la autoridad de los padres frente a los hijos. Ahora bien, además de que ambas defienden construcciones sociales distintas en cuanto a la autoridad de los padres sobre los hijos, Gabi y Emelia se confrontan debido a las discrepancias entre los intereses de acuerdo a la generación y a la jerarquía familiar a la que cada una pertenece. Emelia ronda los sesenta años mientras que Gabi los treinta. La primera habló desde la posición de madre de familia. Para ella los hijos mientras vivan en casa de los padres tengan la edad que tengan han de someterse a sus decisiones pues les deben obediencia. Por su parte, Gabi desde su posición de hija soltera, consideró que el control de los padres sobre los hijos no debe ejercerse cuando estos últimos son mayores de edad y menos aun cuando se trata de tomar una decisión que representa una mejora para la familia como lo es que un integrante trabaje a cambio de un salario que en parte se destina al gasto del grupo doméstico.

Ahora bien, en la organización de los trabajos los integrantes de las familias pueden llegar a establecer a través de negociaciones ciertos arreglos o acuerdos sin que las confrontaciones terminen en conflictos como los expuestos anteriormente.

Negociaciones que conducen a arreglos

Ar realizar un análisis de las dinámicas familiares, no hay que considerar solamente las interacciones que terminan en conflictos entre los integrantes de la

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familia a la hora de organizar los trabajos. Hay ocasiones en que a pesar de que los intereses individuales de los integrantes no coinciden hay negociaciones entre ellos que conducen a arreglos sin llegar a situaciones de extrema tensión. Sin embargo, al examinar las relaciones entre integrantes de la familia hay que tener cuidado de no confundir la imposición de intereses individuales con los principios de solidaridad entre los integrantes de la familia. Hay situaciones en que los integrantes de las familias aparentemente activan los principios de solidaridad apoyando a otros integrantes, pero en el fondo están desplegando acciones para cuidar sus intereses o imponer su ideología. Un ejemplo es el siguiente arreglo entre Maritza y sus hermanos mayores, Francisco y Omar, que radicaron en Estados Unidos desde finales de la década de 1990 hasta el 2012, año en que regresaron a Las Cruces.

El 20 de marzo de 2009 realicé durante la mañana un recorrido por la comunidad de Las Cruces, en compañía de la antropóloga colombiana Magda Murcia, con Maritza, hija de Juana Flores cuya trayectoria abordé en el capítulo anterior. Maritza, que en ese entonces tenía 19 años, nos condujo por las calles y terrenos agrícolas de la localidad, platicándonos distintos aspectos económicos y sociales del lugar. En determinado momento del recorrido comenzamos a preguntarle sobre sus actividades actuales y sus perspectivas a futuro. Maritza manifestó que se dedicaba de tiempo completo en ese entonces a cuidar a su pequeña bebé de 4 meses. Era madre soltera y vivía con su madre Juana a la que apoyaba con el trabajo doméstico y la atención de una pequeña farmacia que se encontraba en el portal de su vivienda. Al preguntarle si la farmacia pertenecía a su madre señaló que más bien era un negocio familiar. Al profundizar en el tema de la farmacia resultó que dos de sus hermanos, Francisco y Omar, que se encontraban en Estados Unidos habían enviado dinero a su madre para establecer la farmacia junto con recursos provenientes de un programa público para emprendedores de negocios. Además de los recursos el apoyo gubernamental consistía en dar capacitación a un integrante de la familia para atender el establecimiento. Maritza fue quien recibió la capacitación y prácticamente era la encargada de la farmacia. Sin embargo, no estaba conforme con ese trabajo, su intención era más bien

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migrar a Estados Unidos7. Esa idea la tenía desde antes de que su bebé naciera pero sus hermanos en Estados Unidos la habían tratado de disuadir primero exponiéndole los peligros que estaban enfrentando las mujeres al cruzar la frontera sin documentos y después, cuando se dieron cuenta de que Maritza estaba dispuesta a asumir los riegos de cruzar la frontera, proponiéndole financiar un negocio para que permaneciera con su madre Juana en la localidad. En esa entrevista, Maritza manifestó que no había cambiado su idea de irse a Estados Unidos, llegó a un arreglo con sus hermanos y su madre para probar por un tiempo el negocio de la farmacia a ver si le gustaba. A pesar de que no estaba convencida de quedarse en la localidad pospuso su partida a Estados Unidos aceptando la propuesta de sus hermanos.

Hay varias cuestiones por analizar en torno al arreglo entre Maritza y sus hermanos. En primer lugar, bajo el velo de la solidaridad de Francisco y Omar se erige la figura del hombre protector de las mujeres de la familia. Juventino, el padre de Maritza, había fallecido recientemente y sus hermanos varones que se encontraban en Estados Unidos habían tratado de asumir la posición de protectores a distancia de su madre y de Maritza. Si bien era cierto que las condiciones para cruzar la frontera hacia Estados Unidos eran difíciles por distintos factores relacionados con una mayor vigilancia de la patrulla fronteriza, el acoso de grupos de delincuentes que atacaban a los migrantes, el encarecimiento de los servicios del coyote, entre otros, en el fondo pesaba más una ideología de género en la que se considera que los hombres deben ser los proveedores y protectores de las mujeres de la familia. En esta interacción Maritza y sus hermanos entran en confrontación debido a percepciones diferentes sobre lo que socialmente se considera que corresponde ser y hacer a hombres y mujeres en la familia. Lo que revela la situación es un conflicto de intereses, objetivos y creencias entre hermanos cuyas interacciones están influidas por construcciones

7 Arias (2013) ha dado cuenta de que la salida de las localidades de mujeres solas ya sean madres solteras, abandonadas o divorciadas, que se encargan de sostener a sus hijos sin apoyo de los progenitores, se ha convertido en una importante opción.

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Q

sociales de genero8. En la situación entra en juego una construcción social sobre el estereotipo de la mujer como responsable de la reproducción del grupo domestico y la familia, lo que incluye el cuidado de niños y ancianos. Dicho estereotipo, de acuerdo con Pedone (2008), ha sido configurado en América Latina por el Estado, el sistema educativo, las instituciones religiosas católicas y la propia familia. Mientras que los varones, en este caso los hermanos de Maritza, adquieren capital simbólico y prestigio social al migrar y hacerse cargo del aprovisionamiento económico y protección de su madre y hermana, la intención de Maritza de migrar intenta ser frenada porque contraviene su responsabilidad de cuidadora de su madre y de su pequeña bebe.

En segundo lugar, la negociación entre Maritza, sus hermanos y su madre, revela una encrucijada por la que atraviesan las familias rurales tras la salida de los hijos que migran: el cuidado de los padres ancianos. Arias (2009b) al analizar la migración de los hijos varones menores quienes en el modelo de reproducción social mesoamericano eran preferentemente los herederos de la vivienda y cuidadores de sus padres a lado de su esposa, ha planteado dos interrogantes ¿Que pasará con la casa y el cuidado de los ancianos? ¿Quien regresará a vivir y a atender a los padres ancianos? A pesar de que la situación planteada se da en otro contexto --el de la familia rural con otros mecanismos de herencia de la tierra y la vivienda influidos por las leyes ejidales-- la situación entre Maritza y sus hermanos parece apuntar a los arreglos que de acuerdo con Arias (2009b) predominaban en el modelo ranchero de cuidado de los padres. Un arreglo en la sociedad ranchera fue asignar la tarea de cuidadora a una hija --la condición era la soltería aunque no fuera la hija más pequeña-- de acuerdo con Arias (2009b) generalmente era la que aceptaba esa condición lo hacía a cambio de una serie de recompensas económicas y sociales. La soltera se quedaba al frente de la casa e incluso de los negocios de los padres, "recibía toda la solidaridad social y el apoyo de la familia por su actitud noble y generosa que eso era lo más importante,

8 Arce y Long (1992) al analizar las situaciones de interface proponen no limitarse a observar lo que sucede durante los encuentros frente a frente puesto que las interacciones entre actores estarán influidas, en parte, por marcos culturales más amplios que desde luego están ausentes físicamente.

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liberaba a todos sus hermanos y a otros parientes de la responsabilidad con los padres.” (Arias, 2009b:222). La situación de Maritza se asemeja a la del modelo ranchero de cuidado de los padres, sólo que los hermanos de Maritza han tratado de hacer el arreglo sobre la marcha, no hay un esquema o modelo cultural reproducido. Como otras familias de la microrregión Las Cruces están buscando soluciones que no previeron cuando partieron a los Estados Unidos. Al proponerle el arreglo a Maritza los hermanos querían asegurar la compañía y cuidado de su madre Juana. Viuda, con una hija ya casada que no vivía con ella y sus hijos varones en Estados Unidos, para Juana la única compañía en casa eran Maritza y su bebé. Los hermanos de Maritza pretendían detener la partida de Maritza previendo que en un futuro su madre requerirá de cuidados por su condición de adulta mayor. El detalle es que Maritza no es la solterona abnegada de la sociedad ranchera que está dispuesta a sacrificar sus motivaciones por mostrarse como la hija virtuosa encargada de la compañía y cuidado de su madre. Pospuso sus planes de marchar a Estados Unidos, pero no los descartó.

En 2012 cuando regresé a visitar a Juana la farmacia ya no existía. Maritza salía a trabajar a Celaya y solamente regresaba a casa de su madre los fines de semana. Juana se encargaba del cuidado de su nieta que ya había cumplido 3 años de edad. En esa ocasión no pude platicar con Maritza sobre su deseo pospuesto de partir a Estados Unidos. Sin embargo, Francisco y Omar habían regresado a Las Cruces para establecerse junto con sus familias. Sin el apoyo de redes familiares en Estados Unidos todo parecía indicar que el proyecto de Maritza de partir al norte cada vez sería más inalcanzable. Y así fue, a principios de 2016 visité a Juana nuevamente y Maritza, con una segunda hija recién nacida, había cambiado su residencia a la ciudad de Salvatierra para apoyar a su hermano menor, David, en una carnicería que nuevamente había sido establecida con la cooperación de los hermanos mayores, pero en esta ocasión con la participación de todos en los trabajos. Francisco, Omar y Manuel con apoyo de su tío paterno, David, crían cerdos en la localidad de Las Cruces y los hermanos menores David y Maritza, despachan a los clientes en la carnicería establecida en la ciudad de Salvatierra. Maritza y David se quedan toda la semana en Salvatierra y Juana continúa

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encargándose de la hija de Maritza en las Cruces. El deseo de Maritza de partir a Estados Unidos se ha vuelto cada vez más inalcanzable.

Relaciones de cooperación

Adoptar una posición analítica que pone en el centro las relaciones de poder entre los integrantes de la familia a la hora de organizar los trabajos no implica ir al otro extremo y suponer de entrada que los principios de cooperación y reciprocidad estén totalmente ausentes en las relaciones familiares. Un ejemplo es la siguiente relación de cooperación de la pareja conformada por Hermelinda y Eliseo para realizar el trabajo agrícola y el trabajo doméstico9:

Eliseo

Ella (Hermelinda) me ha ayudado mucho en el campo. Es liviana pal trabajo, tengo una mujer bonita para eso, media corajudita, pero sí es buena para eso. Pal quelite es la vuelta dada, cuando yo tenía facilidad metía a uno o dos peones para que nos ayudaran, ella nos llevaba a los tres. Como ella me ayuda en el campo, cuando la necesito ella está conmigo, yo le ayudo en la casa. No crea que por buena gente, sino porque miro que ella también me necesita. En el rancho somos contados los que ayudamos a la mujer en la casa. No porque no podamos, sino porque no queremos. Pero no vaya a creer que porque soy ranchero no hago cosas de mujer. También los rancheros sabemos hacer las tunas.

Hermelinda

Sí, sí me apoya en el trabajo de la casa. Hace un tiempo me quebré la mano y él (Eliseo) hacía las tortillas. Él ponía su nixtamalillo y ya se iba al molino. Llegaba y amasaba la masa y ya hacía las tortillas. Gracias a él nunca compramos tortillas (...) me apoya mucho, también agarra su escoba mientras yo hago de comer.

De los fragmentos de entrevistas se puede resaltar que la cooperación entre la pareja es desigual; Eliseo apoya a su esposa en situaciones en las que por algún impedimento ella no puede realizar ciertas labores y en ese sentido las ayudas de él se pueden calificar como excepcionales. Pero en el fragmento de entrevista de

9 Los fragmentos que utilizo para exponer esta relación de cooperación provienen de una entrevista a profundidad realizada con la pareja el 8 de marzo de 2014 en su vivienda.

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Eliseo también se refleja el compromiso que siente con su esposa por el apoyo que le da en el trabajo agrícola y su necesidad de corresponderle de alguna manera apoyándola en el trabajo doméstico. Por el contrario, la participación de Hermelinda en el trabajo agrícola aparece como regular, lo que le ha permitido desarrollar destrezas muy notables incluso frente a los hombres.

Hay una cuestión relevante en esta relación de cooperación. Se observa claramente la división social de responsabilidades por criterios de género. Mientras que Eliseo es el encargado de organizar el trabajo agrícola y la participación tan importante de Hermelinda aparece como una ayuda, en el caso de la organización del trabajo doméstico ocurre lo contrario. Hermelinda es quien asume la responsabilidad de organizar dicho trabajo y la cooperación de Eliseo es considerada por ambos como ayuda, no como obligación. Por lo tanto, hay que enfatizar que la relación de cooperación entre la pareja está atravesada por una concepción de la división del trabajo de acuerdo a lo que socialmente se considera que deben realizar los hombres y las mujeres.

5.3 Concepciones de género y organización de los trabajos

Al abordar las concepciones de género en el proceso de trabajo en la industria tomatera Torres (1997) señaló acertadamente que algunas de las tareas se asignaban de acuerdo a criterios de género, agregando que dichos criterios no siempre eran racionales ni contaban con guiones estrictos. La organización de los trabajos que llevan a cabo los integrantes de la familia rural también está influida por concepciones de género en las que cada tipo de trabajo se reparte de acuerdo al sexo de los integrantes, aunque es importante mencionar que en ocasiones esas concepciones parecen estar más presentes en los discursos que en las prácticas de los actores. Una concepción muy arraigada en las sociedades urbanas y rurales, es la que relaciona a la mujer con el trabajo reproductivo en el ámbito doméstico y al varón con el trabajo productivo realizado en la esfera pública. Como ejemplo de ese arraigo De Barbieri (1989) encontró en su

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investigación sobre trabajos de la reproducción que las propias mujeres se percibían como amas de casa:

Dentro de un orden natural-biológico superior, en el cual los varones --esposos, jefes de hogar-- tienen la obligación de trabajar y entregar dinero a ellas para su mantenimiento, el de sus hijos y de la unidad familiar. En contrapartida, las mujeres deben servir al marido y cuidar de los hijos. Quedan así definidos dos espacios: El hombre es de la calle, la mujer de la casa. (De Barbieri, 1989:240).

Más que esa división del trabajo en base a los atributos sexuales, el siguiente ejemplo permite destacar la manera en que las concepciones de género influyen en el comportamiento de los hombres e incluso llegan a afectarlos emocionalmente. Para hacerlo presento dos relatos en que Eliseo participa realizando trabajos que socialmente se relacionan con la mujer.

Primer relato:

En la década de 1970 Eliseo fue en dos ocasiones a Estados Unidos a trabajar temporalmente. En Estados Unidos fue donde aprendió a realizar trabajos domésticos. La última ocasión que estuvo en Estados Unidos fue en 1978, compartía vivienda con otros varones procedentes de varios estados de la república mexicana. Eliseo era el primero que llegaba a la vivienda después de trabajar y durante varios meses se dedicó a cocinar para los compañeros de vivienda. Eliseo narró que al principio no le molestaba cocinar para los demás, pero con el paso del tiempo se fueron ateniendo a él y ya no colaboraban tampoco en la limpieza de la vivienda. Cansado de la situación Eliseo confrontó a sus compañeros diciéndoles: "ya me cansé de ser mujer de todos”. Desde ese momento no volvió a cocinar para los compañeros y decidieron mejor salir a comer a un restaurante todos los días después de que regresaban de trabajar.

Segundo relato:

En una ocasión Hermelinda, su esposa, se quebró una mano y no podía hacer tortillas. Eliseo había aprendido a hacer tortillas de harina cuando migró temporalmente a Estados Unidos, así que tenía idea de cómo hacer las tortillas de maíz. Con apoyo de Hermelinda, quien le daba las instrucciones, elaboró las

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tortillas durante el tiempo en que su esposa estuvo imposibilitada. Eliseo recordó ese hecho diciendo: "me hice mujer un ratito”.

En las situaciones es claro que las construcciones sociales derivadas de su concepción de lo que es ser hombre pesan notablemente sobre Eliseo. Para defender su hombría recurre a aceptar que por un momento cambio su identidad masculina para desempeñar trabajos que preferentemente se relacionan con la mujer, pero al final solo fue una situación pasajera, bajo circunstancias excepcionales, que no modificó en él los mandatos sociales del hombre cabeza de familia relacionados con construcciones sociales de su condición de hombre y según las cuales le corresponde la responsabilidad de ser proveedor, tener el control sobre la mujer y mostrar su valentía10 11.

Resulta importante resaltar que mientras que para Eliseo desempeñar labores domésticas conlleva una carga emocional de rechazo pues considera que está trasgrediendo los límites de lo que es considerado un trabajo exclusivo de las mujeres, no repara en aceptar e incluso presumir que su esposa Hermelinda es un ejemplo a seguir en lo que se refiere a la realización de trabajos pesados en el campo que regularmente son considerados y desempeñados por varones. En el siguiente fragmento de entrevista en donde Eliseo11 habla sobre el trabajo de su esposa en las actividades agrícolas se refleja el orgullo que siente por el desempeño excepcional de Hermelinda:

Mi mujer (Hermelinda) me ha ayudado muchísimo. Cuando nos hicimos de las tierritas eran puros pedregales. Mi mujer iba a saque y saque piedras a mano. A veces mientras yo desmontaba ella agarraba el tronco y se iba arrastrando las piedras más grandes. Juntos fuimos arreglando las tierras. Primero hicimos las cercas con la misma piedra que sacábamos, así las fuimos arreglando hasta que quedaron parejitas (...) Todavía ahorita, como no tenemos para pagar un peón, ella hace sus tortillas tempranito para irse conmigo a la parcela.

Como he dado cuenta a lo largo de los capítulos, la participación de las mujeres en trabajos agrícolas de temporal en localidades como las de la microrregión Las

10 Montes de Oca e t a l (2012) analizan a los varones migrantes considerando las construcciones sociales que les asignan la responsabilidad de proveedores y protectores de la familia.11 El fragmento lo tomé de una entrevista con la pareja realizada en su vivienda de La Estancia del Carmen de Maravatío el día 8 de marzo de 2014.

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Cruces ha sido muy importante desde la época de las haciendas. Margarita Díazf (Las Cruces, 2009), de la generación de los bisabuelos en la familia de Juana Flores, recordaba que desde pequeña ella y sus hermanas apoyaban en las labores agrícolas de la familia de manera regular. En 1978, Margolis (1979) realizando genealogías de varias familias donde incluyó datos sobre migración y división del trabajo por sexos y edades en la localidad temporalera de Magdalena de Araceo en Valle de Santiago, Guanajuato, encontró evidencia contundente de que mientras la venta de fuerza de trabajo en Estados Unidos era una actividad exclusiva de hombres adultos, la agricultura era sobre todo una actividad de mujeres, ancianos y niños. Warman (1981) también señaló que tanto las mujeres como los niños de las familias campesinas trabajaban en la parcela y en otras actividades como la recolección.

Pese a la importante participación de las mujeres en el trabajo agrícola familiar, había ciertos tipos de labores que realizaban, dejando siempre aquellas que eran consideradas como exclusivas para los hombres dado el requerimiento de esfuerzo físico. Cuestión que permite resaltar todavía más el caso de Hermelinda que ha desempeñado labores agrícolas que específicamente son consideradas como exclusivas de los hombres. Lo más relevante es que Hermelinda más que enfrentarse al cuestionamiento de familiares y conocidos de la localidad por realizar ese tipo de trabajos, ha sido reconocida como una trabajadora ejemplar del campo.

El caso de Hermelinda permite cuestionar la idea de los roles prestablecidos que asignan a la mujer el trabajo reproductivo en el ámbito privado familiar y al hombre el trabajo productivo en la esfera pública'2. Para reforzar esto enseguida mostraré como en ocasiones la asignación de los trabajos de acuerdo al sexo no corresponde con los guiones prestablecidos derivados de las concepciones dominantes sobre los que se considera deben de hacer hombres y mujeres. De

12 Incluso en trabajos considerablemente recientes como el de Guzman (2006) hay un esfuerzo por seguir manteniendo la división tajante del trabajo entre hombres y mujeres. La autora dice al respecto de las unidades familiares campesinas que analiza desde el enfoque de las estrategias de reproducción: “Aun con las modificaciones que se viven constantemente en las comunidades y las familias, éstas guardan una organización basada en la división sexual del trabajo y en el destino femenino a lo privado y del hombre a lo público y productivo.” (Guzmán, 2006:51).

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acuerdo con Núñez (2007) los discursos dominantes de género enaltecen el sentido de hombría que implica ser el proveedor no sólo de alimentos, sino de vivienda y protección a la familia. En cambio, señalan Montes de Oca, Díaz y Hebrero (2012), según el discurso dominante las cargas de la reproducción biológica, la maternidad, los cuidados de los integrantes del grupo doméstico y los trabajos domésticos recaen sobre las mujeres.

La siguiente narración sobre el hijo mayor de Emelia y Salvador13 de la familia de ejidatarios, muestra, por un lado, como los discursos dominantes pueden transgredirse y, por otro lado, las reacciones de los integrantes de la familia cuando un hombre se atreve a realizar trabajos domésticos considerados como exclusivos a ser desempeñados por las mujeres:

Jesús es el hijo mayor de la pareja formada por Emelia y Salvador. Como el varón mayor de la familia fue el primero en recibir entrenamiento de sus padres para especializarse en ciertas labores agrícolas como agarrar la yunta o el tronco que por el esfuerzo físico y la destreza que requerían eran consideradas en las comunidades como exclusivas de los varones. Paradójicamente fue Emelia, en ausencia de Salvador que había migrado temporalmente a Estados Unidos, quien comenzó a enseñar a Jesús a trabajar la tierra con el tronco. "Le iba poniendo monitos para que se fuera derecho al hacer los surcos. Así le hice hasta que aprendió a hacerlos parejitos.” (Emelia Zamora, 21-10-2014).

La peculiaridad de Jesús era que cuando regresaba a la vivienda con su madre y hermanos, apoyaba en el trabajo doméstico. "Cuando llegábamos de la parcela él me ayudaba a recoger la casa. Barría, agarraba el trapeador, arreglaba las camas. Mi otro hijo, José se burlaba de él porque hacía cosas de las mujeres.” (Emelia Zamora, 21-10-2014). Pese a las burlas de su hermano, Jesús no se inmutaba y continuó apoyando en las labores domésticas de la vivienda hasta que emigró a Estados Unidos en el año 2000.

13 Reconstruyo la narración a partir de la información obtenida en una entrevista realizada el 2 1 de octubre de 2014 a Emelia Zamora con la participación de su hija menor Jazmín y su esposo Salvador Zamora.

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Haciendo un balance al transcurrir los años, Emelia consideró que a Jesús le sirvió mucho apoyar en el trabajo de la casa. Cuando partió a Estados Unidos en el año 2000 compartió casa con otros migrantes y no se le dificultó el trabajo doméstico. En cambio cuando su hermano José migró temporalmente al mismo país al principio sufrió mucho porque no sabía realizar las labores domésticas.

Lo que permite mostrar este registro etnográfico es que pese a que la influencia de las construcciones de género está presente cuando los integrantes de las familias organizan los trabajos, no quiere decir que el reparto del trabajo de acuerdo a criterios de género sea incuestionable e inviolable. En la situación ocurrida entre integrantes de la familia Zamora, se puede observar cómo se confrontan dos reacciones distintas de acuerdo a las discrepancias entre las concepciones sobre la organización del trabajo doméstico. La reacción de José el hijo varón menor de la pareja es de burla hacia su hermano porque considera que realiza trabajos de mujer. Emelia, por su parte, elogia a su hijo Jesús al haber apoyado en la casa con el trabajo doméstico. Al hacer un balance, casi plantea una moraleja: José al ser imprevisto sufrió cuando tuvo que arreglárselas solo para realizar su trabajo doméstico en Estados Unidos, en cambio Jesús sin sucumbir a las burlas de su hermano aprendió a valerse por sí mismo en ese aspecto al entrenarse realizando labores domésticas. En el mismo relato, de manera colateral, aparece Emelia haciéndose cargo del entrenamiento de su hijo Jesús en labores agrícolas en las que las mujeres han sido calificadas tradicionalmente como incapaces de realizar debido al grado de destreza y esfuerzo físico que demandan. De hecho, la participación crucial de las mujeres en trabajos agrícolas muestra que no es extraño que las convenciones de género sobre el trabajo que corresponde realizar de acuerdo al sexo sean traspasadas cotidianamente, aun cuando se sostienen los discursos dominantes que preferentemente disponen que el varón debe encargarse del trabajo productivo y la mujer del reproductivo en el ámbito doméstico.

A pesar de la participación decidida de las mujeres en el trabajo agrícola hay una cuestión que llama la atención: durante décadas la posesión y control de las tierras ejidales estuvo en manos de los hombres lo que reforzó su posición de

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cabezas de familia. El acceso desigual a los recursos por parte de los integrantes de la familia rural es otro de los filones importantes en las relaciones de poder que los enfoques de estrategias familiares no abordaron.

En los siguientes apartados me centro en ese aspecto. Examino primero, las condiciones que permitieron a los hombres por décadas poseer el recurso tierra como medio para cumplir la carga de proveedor de la familia. Después considero el acceso a otros tipos de recursos por parte de las mujeres, lo que les ha permitido posicionarse en las jerarquías familiares. Para completar la exposición resalto la redistribución actual del recurso tierra entre varios integrantes de las familias, incluidas las madres, lo que representa un cambio importante entre las familias de la microrregión.

5.4 Control del recurso tierra y toma de decisiones en la organización de los trabajos

En los capítulos anteriores, señalé que después del reparto agrario los hombres afianzaron su posición jerárquica gracias a la legitimación que el Estado les concedió al dotarlos de tierra y reconocerlos como ejidatarios y cabezas de familia. La agricultura era el principio ordenador y jerarquizador de la organización de los trabajos productivo y reproductivo de las familias y eran los hombres quienes la encabezaban (Arias, 2009b). Al ser los principales proveedores de sus hogares y tener el control del recurso tierra, mantenían una posición privilegiada sobre los otros miembros de la familia. La posición de los hombres como cabezas de familia y proveedores exclusivos era afianzada por los discursos de actores de diversos dominios. Incluso los sacerdotes reforzaron con sus sermones esa posición jerárquica de los varones como se verá en la siguiente interacción'4 que muestra la resistencia de los hombres a perder el control del recurso tierra frente a otros integrantes de la familia y especialmente cuando se trata de la mujer. Dicha 14

14 La interacción aconteció el 14 de octubre de 2014 durante una entrevista con Elíseo Zamora y Hermelinda Carrillo en su vivienda de La Estancia del Carmen.

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resistencia está ligada estrechamente a una concepción de género dominante en la que socialmente se considera que el padre de familia debe cumplir con su obligación de garantizar el sustento y cuidado de los demás integrantes de la familia, lo que lo coloca en una posición jerárquica como cabeza de familia y le da acceso al control de un recurso que por décadas permitió garantizar el sustento a las familias campesinas: la tierra.

Era la tarde del 14 de octubre de 2014 mientras conversábamos Eliseo, Hermelinda y yo en el patio de su vivienda en La Estancia. Habíamos terminado de comer y busqué profundizar con Eliseo sobre el tema de la reciente separación del anexo de La Estancia y la creación del nuevo ejido de La Estancia del Encinal al que pertenecía Eliseo.

Eliseo comenzó a relatarme todo el proceso histórico de la formación del anexo de La Estancia que pertenecía al ejido de San Pablo Pejo. Puso énfasis en todos los esfuerzos que por décadas hicieron los posesionarios de La Estancia para separarse del ejido y regularizar su situación jurídica sobre la tenencia de la tierra que desde años atrás habían trabajado.

Hermelinda no participó en la conversación al principio, pero cuando Eliseo comenzó a mencionar que después de décadas tenía la oportunidad de adquirir la categoría de ejidatario con la creación del nuevo ejido, ella intervino señalando que en varias familias de La Estancia los hombres habían puesto a nombre de la esposa parte de sus tierras.

Hermelinda buscó entonces involucrarme --en términos de la propuesta de Long (2007) enrolarme en su proyecto-- en una negociación infructuosa que había tenido con Eliseo en los últimos meses para que éste le cediera parte de las tierras y así pudiera acceder a la categoría de ejidataria: "¿verdad maestro que si ponemos las tierras a nombre de los dos nos pueden llegar más apoyos de programas de gobierno?”. Yo me limité a contestar que sí era probable. Que así le estaban haciendo en varias familias de La Estancia.

Eliseo en ese momento expuso que no tenía caso cambiar a nombre una parte de las tierras pues de cualquier manera cuando él falleciera todo se quedaría para

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Hermelinda. Todo indicaba que la decisión de Eliseo se debía a una cuestión práctica para evitar realizar trámites dobles. Sin embargo, su decisión estaba influenciada por una ideología de género dominante en la que el varón como cabeza de la familia debe ser el poseedor de la tierra.

Para reforzar su decisión Eliseo recurrió a exponer como otro de sus motivos la incapacidad de Hermelinda para desenvolverse en los trámites que eran necesarios si ponían una parte de las tierras a su nombre. Recordó que en una ocasión lo internaron en una clínica de la ciudad de Celaya y Hermelinda comenzó a llorar porque no sabía cómo moverse en la ciudad. Supuso entonces que Hermelinda sería incapaz de salir de La Estancia para arreglar los trámites que tienen que llevar a cabo los ejidatarios.

A estas alturas de la situación, Hermelinda comenzó a darle la razón a Eliseo asintiendo con la cabeza las razones que exponía para no cambiar una parte de las tierras a su nombre. Claramente la decisión de Eliseo se estaba imponiendo ante el esfuerzo de Hermelinda para involucrarme en la negociación e intentar hacer cambiar de parecer a Eliseo.

Indudablemente la decisión tomada por Eliseo, al final respaldado también por Hermelinda, está atravesada por ideologías de género que, por un lado, consideran al hombre como el indicado para tener la posesión y el control de la tierra dada su responsabilidad de proveedor de la familia y, por otro lado, a la mujer como incapaz de relacionarse en espacios públicos fuera de la esfera doméstica. Queda una interrogante importante abierta ¿Cómo es que esas ideologías de género dominantes llegan al repertorio de conocimientos de los integrantes de la familia? Indudablemente es en el seno de la familia donde se reproducen, pero también interaccionan actores de otras arenas y dominios que no están presentes físicamente durante la situación relatada pero que influyen reforzando las concepciones sobre la posición del hombre como cabeza de familia y poseedor de los bienes materiales del grupo. Con el fin de mostrarlo, completaré ahora el relato de la situación etnográfica con Eliseo y Hermelinda:

El mero bueno

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Cuando Hermelinda vio que Eliseo se mantenía firme en su decisión, cambió radicalmente su discurso reforzando la posición jerárquica de su esposo como cabeza de familia. Recordó un sermón del sacerdote que oficia misa en La Estancia en el que señalaba que el hombre es quien debe dar la cara y sacar adelante a su familia. A él le corresponde estar al frente de la tierra y trabajarla para dar el sustento a los demás integrantes. Además recordó que fue por Eliseo que se hicieron de las tierras, pues fue él quien se aferró a irse al norte a finales de la década de 1970 para juntar dinero y comprarlas. A pesar de que los dos las habían trabajado al parejo durante todos estos años, Eliseo era "el mero bueno” (Hermelinda Carrillo, 14-10-2014), sin él no tendrían las tierras.

Al final pareciera que Hermelinda se somete a la decisión de Eliseo e incluso la refuerza con un discurso con el que enaltece el tesón y esfuerzo de Eliseo para tener acceso a la tierra. Sin embargo, ceder terreno en ese aspecto no significa que Hermelinda esté sometida totalmente a las decisiones de su esposo. Actualmente Hermelinda participa en la toma de decisiones importantes de la pareja, incluso en lo concerniente a la producción agrícola. Ello se explica en gran medida por el acceso que tiene Hermelinda a otro tipo de recursos, entre ellos los económicos provenientes de las actividades comerciales que desempeña.

El acceso de las mujeres a otros recursos no es exclusivo de Hermelinda. Arias (2009b) ha encontrado regularidades en una serie de estudios etnográficos realizados en varias regiones rurales del país, que muestran un incremento en el acceso de las mujeres de familias rurales a recursos económicos provenientes de una serie de trabajos realizados tanto en las mismas comunidades como fuera de ellas. Gracias a su incorporación a los mercados de trabajo y a las actividades comerciales las mujeres han accedido a una posición más negociadora con sus parejas.

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5.5 Acceso a otros tipos de recursos (políticos, sociales, simbólicos, económicos)

La invisibilidad de la participación de las mujeres en las actividades agropecuarias y otros trabajos que les permiten aportar al gasto familiar ha sido una constante encontrada en las comunidades rurales por distintos autores. Por ejemplo, Villarreal, en su trabajo sobre el poder en los procesos de desarrollo rural planeado, señaló que en general se ignoraba el trabajo de las mujeres en las parcelas familiares y en las actividades comerciales que se consideraban carentes de importancia a pesar de que en no pocas ocasiones constituían la única fuente de ingreso del hogar (Villarreal, 2000:10). Por otra parte, el trabajo de la mujer rural aparecía siempre como complementario, como una ayuda al hombre con lo que se devaluaba el trabajo femenino (Arias, 2009b). Como ha señalado Arias (2009b:35) bajo esa espacie de nebulosa nadie quería ver ni reconocer el trabajo femenino, por lo que se seguía pensando a la mujer rural atada al hogar mientras que los hombres participaban en los procesos de producción.

La imagen de la mujer rural dedicada completamente al trabajo reproductivo en su propia vivienda no puede sostenerse. En todo caso se puede hablar de su multiactividad que implica cargas excesivas de trabajo para las mujeres que realizan diferentes trabajos y al mismo tiempo se encargan de los trabajos reproductivos. Los ejemplos que presento sobre la condición actual de la mujer rural, permiten destacar regularidades encontradas en la microrregión en lo que respecta al acceso de las mujeres a recursos económicos, políticos y simbólicos que les han concedido una posición más negociadora en la familia. Las interacciones exclusivamente en el ámbito doméstico y mayormente con la parentela han quedado atrás para dar paso a una serie de interacciones en distintos dominios sociales. Las reuniones de los comités ya sean escolares, del agua, de los programas asistenciales, las salidas para atender asuntos de las representaciones políticas y sociales a instancias municipales o estatales, las relaciones comerciales, entre otras son parte de las interacciones cotidianas de las mujeres rurales hoy en día.

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Solo por resaltar algunos ejemplos sobre la microrregión de Las Cruces y como ya se ha mencionado, actualmente cinco de las seis delegaciones de la microrregión son encabezadas por mujeres; en las reuniones para elaborar los programas de desarrollo comunitario convocadas por instancias de planificación municipales la mayoría de las participaciones han sido femeninas y en los cargos de representación en el Consejo Municipal Rural desde principios del 2000 han sido mujeres las que luchan en esa instancia por los recursos públicos para las localidades de la microrregión.

Sin duda los cambios han sido importantes. Enseguida mostraré, a partir de registros etnográficos, cómo algunas mujeres de las familias, cuyas dinámicas abordé en el capítulo cuatro, han logrado tener mayor poder negociador frente a otros integrantes de la familia gracias a una serie de recursos a los que han accedido de manera más visible en las últimas dos décadas y a que la posición jerárquica de los hombres muy ligada a la posesión de la tierra, a la legitimación como jefes de familia y ejidatarios concedida por el Estado, perdió terreno con la desarticulación de la agricultura como principal garantía para el sustento y la reproducción familiar.

La decisión de no sembrar maíz punteado15

En la vivienda de Eliseo y Hermelinda, mientras tomábamos los alimentos salió la plática sobre la producción temporalera. Uno de los aspectos que destacaron tanto Eliseo como Hermelinda era la falta de mercado para colocar el maíz y fríjol que producían. La cosecha del temporal pasado, levantada entre los meses de diciembre y enero, había sido muy buena y sin embargo Eliseo no había podido vender los excedentes. Hermelinda comentó entonces que había convencido a Eliseo de no sembrar maíz punteado este año. Le hizo ver que no tenía caso almacenar tanta semilla que no iban a poder consumir ni vender. Eliseo aceptó la

15 La narración es producto de una plática con Eliseo Zamora y su esposa Hermelinda Carrillo el día 30 de abril de 2014.

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sugerencia de Hermelinda y no sembró maíz. En una actitud bromista sugirió que lo que pasaba era que a lo mejor Hermelinda ya no quería trabajar en el campo.

Para analizar la decisión tomada por la pareja, a iniciativa de Hermelinda, es necesario contextualizarla. A partir de una serie de visitas y entrevistas a la pareja realizadas desde 2012, se puede comprender por qué a pesar de que la agricultura temporalera es una actividad incosteable, económicamente hablando, la pareja y otras familias continúan practicándola. También existen elementos para clarificar la participación de Hermelinda en la toma de decisiones importantes relacionadas con la actividad agrícola. En primera instancia, la pareja continúa practicando la agricultura de temporal porque les gusta a ambos. A partir de la trayectoria de Eliseo expuesta en el capítulo cuatro, quedó claro todo el proceso por el que accedió a la tierra a través de compras a ejidatarios y reasignaciones de tierras abandonadas. Provenía de una familia sin tierra que trabajaba a medias para distintos ejidatarios de La Estancia. Con dinero ahorrado por la venta de su fuerza de trabajo en Estados Unidos en la década de 1970 pudo comprar las dos primeras parcelas que sumaban poco más de dos hectáreas. Cuando ha platicado sobre sus tierras es evidente el cariño que les tiene y en parte ello explica su tesón para continuar desempeñando una actividad que no cubre todas las necesidades de la pareja e incluso se ha vuelto incosteable. Por otro lado, para Eliseo es importante asegurar cada año el alimento básico. Esto se refleja en el siguiente fragmento de una entrevista16 sobre la razón por la que decidió no continuar con su experiencia migratoria.

Yo he vivido todo el tiempo de lo que hago aquí, no del norte. Porque desgraciadamente yo con aquello no me mantenía. Me ayudaba porque hacía mi feriecita y me la traía para estarla pasando (...) Nomás me iba para sacar para un pantalón, una ropita, algún jitomatito o una cebollita (...) Para mantenernos, para sacar la comida, yo la aseguraba para todo el año con mi trabajo en la parcela.

Pese al gusto manifestado por la pareja hacia el trabajo agrícola, tienen que buscar ingresos para cubrir la mayor parte de sus necesidades incluso para complementar la alimentación pues solamente producen maíz y frijol. Actualmente

16 Realizada fuera de su vivienda el 28 de octubre de 2012.

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Hermelinda es la que genera la mayor parte del ingreso económico de la pareja a través de una serie de actividades comerciales. De manera regular se dedica a la venta de alimentos preparados, dulces, refrescos y frituras en su propia vivienda. También suele vender ropa usada que sus cuñadas le hacen llegar de Estados Unidos y cada año entre finales de octubre y principios de noviembre ofrece coronas para adornar las tumbas de los difuntos. Además, comercializa prendas tejidas o confeccionadas por su madre. El siguiente fragmento permite dimensionar la importancia de los ingresos que ella genera para la pareja, así como la posición negociadora frente a Eliseo gracias a esos recursos: "Yo le digo a mi viejo que ya no trabaje tanto. Con lo que yo saco de mis ventitas nos podemos mantener. Ya paque trabaja tanto si la cosecha no vale y no se puede ni vender. Mejor que de sus tierritas a medias.” (Hermelinda Carrillo, 14-10-2014).

Otro ejemplo en que los recursos e interacciones permiten a una mujer tener una posición más negociadora frente a su pareja es el de Emelia Zamora, quien después de apoyar a su marido en las actividades agrícolas durante sus primeros años de matrimonio, un día decidió no apoyarlo más para dedicarle mayor tiempo a sus actividades comerciales y de gestión de recursos públicos y cargos políticos.

17El rechazo a continuar trabajando en la parcela familiar'7

Emelia, al casarse con Salvador, regresó al trabajo agrícola como lo venía haciendo en su familia de origen. Como narré en el capítulo anterior, cuando Emelia tuvo sus primeros hijos no dejó de laborar junto a su marido, se los llevaba a la parcela y mientras trabajaba los colgaba en una especie de hamaca en un árbol cercano a la parcela. Cuando los hijos fueron creciendo se incorporaron al trabajo en la parcela. Sus dos hijos varones y sus dos hijas trabajaban en distintas labores apoyando a Salvador. Las mujeres tenían asignadas ciertas tareas y los hombres otras. Sin embargo, Emelia sabía hacer todo el trabajo. 17

17 La narración la hago a partir de una charla con Emelia registrada en mi diario de campo el día 14 de octubre de 2014, complementada con una entrevista en su vivienda el día 21 de octubre de 2014.

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Emelia recordó que aproximadamente a finales de 1990 comenzó a pensar en dejar de apoyar a su esposo en el trabajo agrícola. Primero se dedicó a la venta de abarrotes en casa de su madre, a la par, aplicaba inyecciones y confeccionaba o reparaba prendas a sus vecinos. Pero lo que fue decisivo para ya no continuar apoyando a Salvador en el campo fue su involucramiento en cargos políticos y sociales, primero de la localidad y luego de la microrregión. En 1998 llegó a La Estancia el programa PROGRESA y Emelia fue elegida para participar en el comité de éste. Ese primer cargo le abrió posibilidades para ir ocupando cargos de mayor importancia. Tras su participación en las reuniones, algunos políticos la comenzaron a ubicar en espacios administrativos del municipio y pronto fue incorporada al cargo de Consejera Comunitaria en el Consejo de Desarrollo Comunitario de La Estancia y después como representante del polo de desarrollo de Las Cruces ante el Consejo Municipal Rural. Los cargos políticos demandaban gran parte de su tiempo, aunado a ello se incrementaron sus actividades comerciales, por lo que Emelia no volvió a apoyar a Salvador en el trabajo agrícola.

La situación sobre el rechazo de Emelia a continuar trabajando en el campo se complementa con lo dicho por su madre Amalia Mancera, quien habla de la tensa situación que se generó entre Emelia y su esposo Salvador; situación que no fue mencionada por Emelia en las entrevistas:

Sí el trabajo es que uno empique a los hombres, uh ya ni paque. Hay ésta, mi hija Melia primero también le ayudo a él (Salvador). Un tiempecillo, luego un día le dijo ya no voy. ¿Qué no vas? Le dijo él. Hay no yo ya no voy, tu obligación es tu obligación y la mía es la mía y ya está (...) No, ya ni le insistió, ha de ver dicho, pues ya ni modo.

Los dos ejemplos que he abordado permiten mostrar que el acceso a los recursos y su incorporación a nuevos dominios sociales en los que antes no participaban, conceden a las mujeres una posición negociadora frente a sus parejas. Esa mayor injerencia en la toma de decisiones por parte de las mujeres no se reduce al ámbito familiar. De hecho, la participación de las mujeres de manera decidida en 18

18 Realizada en el patio de su vivienda el día 24 de febrero de 2014.

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cargos de representación políticos y sociales se ha incrementado en los últimos años --actos que se verán a mayor detalle en el penúltimo apartado de este capítulo--.

La presencia de las mujeres en asuntos de la vida social de las localidades, que anteriormente se consideraban como exclusivos de los hombres es cada vez más visible. Un ejemplo es el caso de un grupo de mujeres que desafía al sacerdote católico de la localidad de La Estancia. En esta confrontación aparece nuevamente Emelia Zamora como líder:

El 19 de diciembre de 2014, después de una reunión con el equipo de encuestadoras en la vivienda de Emelia Zamora, me quedé a platicar con esta última mientras almorzábamos. Platicamos sobre el tema de la separación del anexo de La Estancia y la incorporación de mujeres como ejidatarias al nuevo ejido surgido tras la separación. Después de un buen tiempo de plática comenzamos a hablar sobre la fiesta de la Virgen del Carmen que estaba próxima a celebrarse (la celebración se extiende del 12 al 14 de enero). Entonces Emelia manifestó que en esa ocasión no iba a ser igual, pues el sacerdote había quitado del altar principal la figura de la Virgen argumentando que los fieles se estaban olvidando del Santísimo cuyo culto era más antiguo en la localidad y se celebraba el día 3 de noviembre. No conforme con quitar a la Virgen del altar principal, la encerró en la sacristía. Emelia se mostraba molesta con la acción del sacerdote porque justo en enero sería el cincuenta aniversario de la celebración a la Virgen. Pidió entonces mi opinión preguntándome que podrían hacer. Yo le sugerí que hablaran con el sacerdote y si no escuchaba su demanda hablaran con otras autoridades eclesiales para que le llamaran la atención. Entonces Emelia comentó que varias mujeres y ella ya habían pensado en hablar con el sacerdote, pero tenían temor de hacerlo pues consideraban que los sacerdotes son hombres poderosos y contradecirlos puede traer castigos severos. Como ejemplo mencionó que unos meses atrás había fallecido una mujer que en una ocasión discutió con un sacerdote de La Estancia. La discusión fue muy fuerte y la señora ofendió al sacerdote, quien de acuerdo con Emelia "le echo” una maldición augurándole que moriría de una forma muy desagradable con "su lengua verde y fuera de la boca”

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por haberlo ofendido. A Emelia le tocó ver a la señora en su lecho de muerte y aseguró que la escena fue tal como la predijo el sacerdote. Terminamos la plática y quedamos en suspenso sobre la forma en que procederían con el sacerdote para regresar la Virgen a su lugar central en el templo de la localidad.

Después de varias visitas a Emelia durante ese mismo año e inicios del 2015 no volvimos a tocar el tema. En abril de 2015 volví a preguntar a Emelia sobre el asunto de la Virgen. Me comentó que finalmente ella junto con otras mujeres había decidido conseguir la llave donde el sacerdote encerró a la Virgen para sacarla y devolverla a su lugar. Así fue, sin confrontar al sacerdote, incluso sin que se enterara, Emelia y un grupo de mujeres sacaron a la Virgen de la sacristía y la devolvieron a su lugar en el centro del altar principal. El sacerdote no volvió a mover la figura religiosa y poco después fue reemplazado por otro sacerdote.

En esta confrontación se puede relacionar a Emelia con los actores que Long (2007) llama intermediarios en la interfaz. Estos actores son líderes que ocupan posiciones intercaladas entre dominios sociales diferentes. Son hábiles para manejarse en posiciones ambivalentes y pueden utilizar esa habilidad para su ventaja personal o política, en ocasiones actúan como intermediarios en las negociaciones entre sus grupos y aquellos actores con quienes deben negociar. En la situación de conflicto con el sacerdote de la localidad Emelia junto con el grupo de mujeres tienen el interés de regresar la figura de la Virgen al altar principal porque saben perfectamente que la celebración realizada cada año representa un fuerte vínculo con los migrantes camaroneros que regresan desde Palacios, Texas. Son fechas en que los pobladores de La Estancia negocian con ellos contratos temporales y además se incrementan las ventas en los comercios locales. Para Emelia encabezar al grupo de mujeres significa incrementar su capital político. Al ser la celebración de la Virgen la de mayor peso para los habitantes de La Estancia y los migrantes, Emelia, aún en contra de la voluntad del sacerdote, gana simpatía en la localidad.

Por otro lado, el proceder de Emelia frente al grupo de mujeres que desafío al sacerdote es un ejemplo de la injerencia de las mujeres rurales atreviéndose a

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inmiscuirse en asuntos públicos de las localidades que para nada son de menor importancia. Por un lado, cuestionar la autoridad de un personaje central en el campo religioso muestra, como ha dado cuenta Juárez (2002) que también en estas arenas --a pesar de que parecieran armoniosas y que los fieles se someten a los designios de sus dirigentes-- los actores se confrontan unos con otros movilizando relaciones sociales para defender sus intereses. Por otro lado, es evidencia de la capacidad de las mujeres para provocar cambios en las relaciones entre actores de las comunidades.

Si bien, el acceso a nuevos recursos por parte de las mujeres rurales ha sido notable en las últimas décadas, el acceso a la tierra ha sido una de las transformaciones que más llaman la atención. En el capítulo tres di cuenta del arribo de cada vez más mujeres al dominio de las organizaciones ejidales, que desde el reparto agrario era casi exclusivo de los hombres. Enseguida me adentro en la redistribución del recurso tierra entre los miembros de la familia, tomando como ejemplo a la familia de ejidatarios formada por Salvador y Emelia y la familia de origen de Hermelinda Carrillo.

5.6 Redistribución del recurso tierra entre los integrantes de la familia

Desde que se inició el reparto agrario en las localidades de la microrregión en 1929, sistemáticamente se había excluido a las mujeres del acceso a la tierra y de las organizaciones ejidales. Aun las mujeres viudas que tenían a su cargo hijos y que eran las que por ley podían ser beneficiadas por las instancias agrarias fueron expulsadas de los censos de capacitados. Las mujeres que por sucesión habían accedido a la tierra no eran tomadas en cuenta en las asambleas ejidales e incluso generalmente no asistían a estas. Rosas y Zapata (2012) han documentado en un estudio de revisión de archivos históricos sobre la tenencia de la tierra en Salvatierra, Guanajuato, que en varios ejidos se había incrementado el número de mujeres ejidatarias debido a la viudez. Esa condición era la única vía para que las mujeres se incorporaran a los ejidos y accedieran a la tierra. Por otro

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lado, también documentaron en su estudio varios casos en que mujeres viudas fueron despojadas de las tierras que habían adquirido por sucesión.

Las mismas autoras señalan que la desigualdad de oportunidades en el acceso a la tierra entre hombres y mujeres se debe a un sistema patriarcal dominante. Incluso las leyes mexicanas dieron un tratamiento jurídico desigual a hombres y mujeres desde que se creó la Reforma Agraria. Fue hasta principios de la década de 1970 en que las modificaciones a las leyes favorecieron a las mujeres al establecerse la igualdad jurídica entre hombres y mujeres para ser dotados de tierra por el Estado mexicano (Rosas y Zapata, 2012). Al mismo tiempo se crearon en algunos ejidos Las Unidades Agrícolas Industriales para la Mujer (UAIM) como apoyo a las mujeres que no eran ejidatarias. Esa fue otra forma para que las mujeres rurales accedieran a la tierra.

En las localidades de la microrregión la incorporación de mujeres a las organizaciones ejidales fue más una formalidad que una realidad. Durante décadas las mujeres permanecieron ajenas a las organizaciones ejidales. Las que eran ejidatarias por lo general no asistían a las asambleas de ejidatarios y las mujeres que asistían era porque el marido había migrado, por lo que en esos casos se limitaban a escuchar los asuntos tratados por los hombres en la asamblea para después comunicárselos al esposo. Cuando había que tomar decisiones, tenían que consultar al cónyuge. Esa situación fue común durante décadas en el ejido de Las Cruces.

En la microrregión de Las Cruces, la primera acción agraria donde se incorporaron mujeres en un número considerable fue en la ampliación del ejido de La Lagunilla del Carmen. De 33 capacitados que recibieron parcela, 13 eran mujeres (Gobierno de la República, 8 de junio de 2000). Desde entonces son cada vez más las mujeres que en las comunidades de la microrregión han adquirido tierras y la categoría de ejidatarias.

Con el fin de ejemplificar el proceso de redistribución del recurso tierra entre miembros de la familia, presento dos procesos familiares contrastantes: el caso de la pareja de Emelia y Salvador que he expuesto en el capítulo anterior, en donde

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hay una negociación sin tensiones que generen conflictos fuertes entre los miembros y el de los padres de Hermelinda que se da en medio conflictos de intereses que confrontan a los hermanos. Cabe aclarar que con estos procesos de redistribución del recurso tierra pretendo resaltar las negociaciones y conflictos involucrados, sin embargo, el cambio es de mayores dimensiones. De 36 ejidatarios originales de Pejo asentados después del reparto agrario en La Estancia, con la creación del nuevo ejido de La Estancia del Encinal en 2014 surgieron 185, de los cuales casi la mitad son mujeres. La exposición del proceso de redistribución entre la pareja de Emelia y Salvador la haré a partir de una negociación entre miembros de la familia cuyo titular, en este caso Salvador, dividió sus parcelas con el fin de redistribuirlas entre tres integrantes de la familia.

La negociación

Con la creación del ejido de La Estancia del Encinal en 2014, Salvador donó una parte de sus tierras a su esposa Emelia y a su hijo menor José. Emelia fue quien convenció a Salvador de cederlas, lo alentó señalándole que si ponían a nombre de los tres las parcelas tendrían mayores oportunidades para recibir apoyos de gobierno dirigidos al campo.

En un principio Salvador se negó a repartir las tierras, argumentándole a Emelia que si hacía el reparto de esa manera Jesús, su hijo mayor, no iba a estar conforme. Sin embargo, Emelia le recordó que Jesús tenía quince años en Estados Unidos y lo más seguro era que no regresaría a La Estancia. Además, Emelia lo convenció sugiriéndole que el arreglo quedara entre la pareja, sin que los hijos se enteraran de la decisión, al menos por un tiempo. Incluso a José le ocultarían la decisión porque seguramente iba a querer hacer su voluntad con la parcela sin tomar en cuenta a la pareja. Lo único que acordaron decirle es que le prestarían la parcela para que mantuviera a su esposa y a sus dos hijos pequeños.

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Después de que Salvador accedió a repartir las tierras, Emelia y José fueron integrados a la lista de personas que formarían el nuevo ejido. En la primera Asamblea que realizaron bajo la convocatoria de Fidel, el funcionario de la Agraria, los nuevos integrantes del ejido tuvieron que tomar la decisión de auto- reconocerse como posesionarios o como ejidatarios. Por mayoría decidieron que todos serían ejidatarios. De esa manera, Emelia y su hijo menor José no solamente accedieron a la tierra, sino que adquirieron la categoría de ejidatarios. Después de formalizar su posesión sobre las parcelas a través de los certificados, Emelia y Salvador continuaron con la negociación, pero esta vez Emelia propuso que, para evitar favorecer a unos hijos, cada uno de los tres integrantes de la familia que tenían tierra pondría a uno de los otros tres integrantes sin tierra como sucesores. A finales de 2015 cuando llegó el turno de realizar las listas de sucesores para registrarlas ante la Procuraduría Agraria, Emelia nombró como su sucesora a Olivia su hija mayor; Salvador a Jazmín, la hija menor; y la pareja pidió a José que pusiera como sucesor a su hermano Jesús. Sin embargo, en una nueva entrevista realizada a Emelia (19-05-2016), mencionó que su hijo José como que no había estado muy de acuerdo. Después de esa entrevista con Emelia, entrevisté a José (9-08-2016) con el fin de conocer su postura en el tema de la sucesión de su parcela. La reacción inmediata de José tras la pregunta fue que él no estaba de acuerdo porque ya tenía a su esposa y a sus dos hijos varones que serían sus sucesores. Su hermano Jesús tenía un trabajo desde hace años en California y tal vez no regresaría a la Estancia. Pese a su postura, José accedió a registrar como sucesor a su hermano mayor, pues se sentía comprometido con sus padres porque le habían repartido tierras. Sin embargo, no descartó modificar en un futuro su lista sucesoria.

Emelia consideró que la decisión de Salvador había sido justa, pues de hecho ella había colaborado de manera importante en la creación del nuevo ejido. En coordinación con la esposa del presidente del Comisariado Ejidal de Pejo y con las instrucciones de Fidel, el funcionario de La Agraria, primero había identificado a los ejidatarios originales, tanto a los fallecidos como a los que todavía se encontraban con vida en La Estancia. Después fueron integrando el listado de las

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personas que a pesar de que no tenían un papel que comprobara la posesión de parcelas, habían trabajado las tierras desde años atrás. Emelia fue platicando con varias mujeres de La Estancia cuyos maridos estaban en el listado para que los convencieran de poner parte de las tierras a su nombre. Para ello utilizó el mismo discurso que le valió para convencer a su esposo Salvador de ceder parte de sus tierras: "Si dividen las tierras tendrán más oportunidades de recibir apoyos de gobierno dirigidos al campo” (Emelia Zamora, 19-12-2014). Emelia logró enrolar a una cantidad considerable de mujeres en su proyecto de integrarse en mayor número al nuevo ejido.

Emelia se mostró muy satisfecha por los cambios tanto en su familia como en la integración de más mujeres al nuevo ejido, más que el acceso a la tierra a ella le interesaba adquirir la categoría de ejidataria pues se abrió otro espacio donde podía acceder a un cargo de representación político y social que por décadas había permanecido como un dominio exclusivo de los hombres. Con una buena dosis de optimismo cerró su relato diciéndome que "a lo mejor iba a ser la prime ra presidenta de un comisariado ejidal en la historia de La Estancia” (Emelia Zamora, 19-12-2014).

El ejemplo de Emelia muestra la riqueza de un análisis a nivel micro-social. En el capítulo cuatro analicé la negociación entre los ejidatarios de Pejo y los posesionarios de La Estancia que dio como resultado la incorporación del ejido de Pejo al FANAR y el surgimiento del nuevo ejido de La Estancia del Carmen del Encinal. Si bien hay un cambio social muy importante a nivel de las localidades rurales con la incorporación de mujeres a las organizaciones ejidales que históricamente habían sido un dominio exclusivo de los hombres, el análisis del caso de Salvador y Emelia permite explorar de manera más fina cómo ese cambio involucra series complejas de interacciones en distintos dominios donde se intersectan los proyectos de distintos actores. Sin duda, Emelia es un personaje clave en las negociaciones entre el funcionario de la Agraria, los integrantes del Comisariado Ejidal de Pejo y los integrantes de su familia. Al mismo tiempo es un actor influyente para otras mujeres de La Estancia que negocian con sus maridos acceder a una parte de las tierras.

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Por otro lado, el análisis de la negociación entre la pareja permite mostrar que los mecanismos de sucesión de derechos ejidales, están experimentado cambios importantes en las familias rurales. Después de que el reparto agrario llegó al límite al agotarse las tierras para dotaciones, la sucesión era el mecanismo por el cual el ejidatario al fallecer dejaba a uno de los integrantes de la familia o dependiente económico la parcela19 20. Legalmente podía ser la viuda, uno de los hijos e incluso alguien que no fuera familiar que demostrara que dependía económicamente del ejidatario (Circular DGRAJ/1.3.1.1/1, Registro Agrario Nacional, 2000). Sin embargo, tanto la legislación agraria como el sistema de parentesco fincado en la virilocalidad siempre favorecieron a los varones como herederos de la tierra (Almeida, 2012), pues tradicionalmente el padre elegía como sucesor de los derechos de su parcela a un hijo varón basándose en el orden de nacimiento (Arias, 2009b). Incluso en el sistema mesoamericano, mayormente característico de los grupos indígenas, pero también observable en sociedades mestizas Robichaux (2002) llamó al sistema de herencia de la tierra como masculino preferencial pues había pocas excepciones en que los padres heredaban a las mujeres. Cuando lo hacían era porque no tenían hijos varones o dándoles menores extensiones de tierras que a sus hermanos. En general a las hijas se les excluía como herederas de la parcela. En la negociación entre Salvador y Emelia pese a que en un principio la pareja no dona tierras a sus hijas, al final también se abre una posibilidad para ellas al nombrarlas como sucesoras.

En esta familia hay un cambio importante en cuanto al acceso de las mujeres a la tierra, rompe con una añeja tradición, incluso entre las propias mujeres. El siguiente extracto de una entrevista con Amalia Mancera, madre de Emelia,

19 Es importante resaltar que desde décadas atrás hubo muchas formas en que se podía acceder a la tierra sin ser heredero de un ejidatario, las compras e invasiones de tierra fueron muy frecuentes en la microrregión de Las Cruces, incluso el anexo de la Estancia, que he tomado como ejemplo, se formó casi en su mayoría por hombres que habían comprado pedazos de tierra a los ejidatarios de Pejo, otros que habían sido favorecidos por la representación del anexo asignándoles una parcela y otros más que a vistas de los representantes habían ocupado y desmontado pedazos de tierra para trabajarlos.20 Amalia Mancera de 84 años de edad, vive sola en su vivienda de la Estancia del Carmen. Trabaja atendiendo una pequeña tienda de abarrotes ubicada en un cuarto de su casa que da a la calle. El relato lo tomé de una entrevista abierta que realicé el 24 de febrero de 2014 en el patio de su vivienda mientras ella atendía a los proveedores y clientes de la tienda.

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sobre el destino de las tierras de su padre al fallecer, refleja el arraigo de no considerar como herederas de las tierras ejidales a las hijas de la familia. En su relato revela que incluso las propias hijas pueden asumirlo sin reproches ni resentimientos:

Mi padre era ejidatario, tenía muchas tierras y cuando murió a los hombres les dejó tierras pero a las mujeres no. A veces mis hijas me dicen que me hubiera dejado algo. Pero yo les digo que ¿para qué? ¿Yo tierras? Nomás para que sigan los pleitos entre los hijos. Mejor mi padre hubiera vivido.

A partir del ejemplo de Emelia y Salvador se muestra que el acceso a la tierra ejidal por parte de los integrantes de familias de ejidatarios actualmente puede ser por vías distintas a los mecanismos de sucesión y herencia que parecían predominar entre los ejidatarios. El ejemplo de Emelia permite plantearlo como una posibilidad existente de un mayor poder negociador de las mujeres en el seno de la familia, así como también en otros dominios sociales. Ahora bien, solamente he profundizado en la negociación de Emelia con su pareja, sin embargo, varias mujeres siguiendo el consejo de Emelia convencieron al marido argumentándole que recibirían más apoyos de gobierno dirigidos al campo si se dividían las tierras a nombre de los dos. En otros casos los hombres cedieron parte de sus tierras a las esposas e incluso algunos de ellos pusieron los certificados parcelarios a nombre de la esposa debido a que son migrantes y no pueden estar presentes para realizar trámites, recibir apoyos públicos o asistir a las asambleas, en esos casos la decisión correspondió a una cuestión práctica.

Un conflicto

Si bien, es creciente el número de mujeres que han accedido a la tierra con el marido en vida, es necesario matizar estos cambios, así como reconocer que no son generalizados. Existen resistencias en otras familias para que las mujeres accedan a la tierra, tal es el caso de las familias de migrantes y del posesionario en cuyas dinámicas profundicé en el capítulo anterior. En ambos casos los

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maridos decidieron no donar en vida parte de sus tierras a otros integrantes de la familia. Incluso en algunas familias se han dado fuertes desacuerdos relacionados con el reparto de la tierra una vez que fallece el padre quien regularmente es el titular de los derechos ejidales o de los certificados parcelarios. En ese sentido, la redistribución del recurso tierra entre los integrantes de una familia puede diferir de manera importante con respecto al ejemplo de Emelia y Salvador en el que la negociación implicó ciertas tensiones que no llevaron a generar conflictos fuertes entre los integrantes, al menos hasta ahora.

En el siguiente ejemplo muestro un proceso de redistribución de la tierra contrastante en el que hay fuertes conflictos entre los integrantes de la familia de origen de Hermelinda. Las tensiones entre los integrantes de su familia son producto en gran medida de la incertidumbre, dado que su padre no aclaró antes de morir quién o quiénes serían elegidos para acceder a sus derechos sobre las tierras de uso común, así como a recibir el recurso económico obtenido por la venta de pastos y extracción de materiales del ejido.

Nicolás, padre de Hermelinda era ejidatario del núcleo agrario de San Rafael en el municipio de Acámbaro. Falleció a principios de 2014 sin designar sucesor de sus derechos ejidales. En vida vendió una de sus parcelas y otras dos tierras de riego las donó a sus dos hijos varones. A las tres hijas no les dejó tierras, pero a dos de ellas les donó un solar para que construyeran sus viviendas. Nicolás solamente conservó el derecho a los beneficios obtenidos de las tierras de uso común del ejido. Cada dos meses los ejidatarios que tenían ganado en el potrero pagaban por los pastos a los ejidatarios que no pastoreaban ganado. El padre de Hermelinda recibía 6 mil pesos por los pastos cada dos meses y cuando se vendía grava extraída del potrero también recibía su parte correspondiente. Era un trato que tenían los del ejido para explotar el potrero y repartir los ingresos por la venta de materiales. A su muerte, el padre de Hermelinda no dejó claro entre sus hijos para quién serían los beneficios obtenidos del potrero. Sin embargo, desde que Nicolás vivía, Eva la esposa de su hijo menor Ismael, quien vivía con los padres de Hermelinda, cobraba el ingreso de su suegro. Tras la muerte de Nicolás, Eva

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continuó cobrando el ingreso en el ejido, entonces comenzaron los disgustos entre los hermanos porque Carolina, la madre de Hermelinda, no recibía nada de los ingresos del potrero y sobre todo porque el hijo menor pretendía vender los derechos del potrero que le correspondían a su padre, por los cuales los cuales otros ejidatarios le habían ofrecido 110 mil pesos. Lo que Hermelinda y su hermano mayor deseaban era que su madre accediera a los beneficios de las tierras de uso común de su difunto esposo. Con más de 80 años de edad tenía que trabajar elaborando y vendiendo costura para vivir.

Hermelinda y su hermano Mayor iniciaron una disputa con su hermano menor para evitar que vendiera los derechos de su padre, así como para lograr que los beneficios del potrero fueran destinados a su madre. A finales de 2015, los hermanos llegaron al acuerdo de vender los derechos del agostadero para repartirse el recurso económico obtenido por la transacción. Ismael había argumentado a sus hermanos que su padre le había dejado, de palabra, los derechos sobre las tierras de uso común. Como Ismael se había apoderado del certificado de derechos de uso común, pidió a sus hermanos y hermanas que firmaran un documento para autorizar la venta. Así lo hicieron, una vez cerrado el trato con otro ejidatario de San Rafael, el hermano menor solamente repartió dos mil pesos a su hermano mayor y una cantidad igual a cada hermana argumentando que únicamente le habían dado un anticipo porque había errores en el certificado de derechos. El proceder del hermano menor molestó al resto de los hermanos por lo que Hermelinda, con el respaldo de su hermano mayor y sus dos hermanas, se decidió a hablar con su madre para que hiciera razonar a Ismael. Sin embargo, Carolina respaldó el actuar de su hijo menor. Hermelinda, molesta, habló con su madre y hermano mencionándoles que estaba bien, pero a partir de ese momento Ismael y Eva, su esposa, se harían cargo de su madre, que con todo el dolor los demás hijos se iban a desentender de ella.

Una vez que Hermelinda y sus hermanos comenzaron a averiguar cuál había sido el problema con el certificado de derechos, encontraron en la Procuraduría Agraria que su padre modificó su nombre cuando se certificaron las parcelas del ejido de San Rafael con PROCEDE en 2004. En el certificado parcelario y el de los

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derechos de uso de las áreas comunes su padre apareció con el nombre de José Nicolás Carrillo, sin embargo, él solamente tenía un nombre: Nicolás. Los hermanos continuaron averiguando sobre el problema resultando que su padre había cambiado su nombre, además se había registrado como soltero, por lo que no elaboró una lista de sucesión de la parcela ni de los derechos sobre las áreas de uso común. Hermelinda averiguó más sobre los motivos de su padre para accionar de esa manera. La razón fue que sus padres tenían cerca de 30 años distanciados, a pesar de que compartían la misma vivienda en Inchamacuaro, cada uno tenía su cuarto. Antes de morir Nicolás habló con su hijo menor, Ismael, indicándole que cuando falleciera no le diera nada a su madre Carolina. Para asegurarse de que Carolina no pudiera tener acceso a los derechos sobre las áreas de uso común decidió cambiar su nombre y poner en su estado civil que era soltero. La medida de Nicolás para evitar que su esposa accediera a los derechos afectó también a los hijos al grado de que continúan tratando de arreglar "los caprichos de su padre” (Hermelinda Carrillo, 4-12-2014) en medio de una disputa entre el hijo menor, la madre y el resto de los hijos.

Estos conflictos entre los integrantes de la familia relacionados con el acceso a la tierra han estado presentes desde que se dotaron los ejidos, sin embargo, con la implementación del PROCEDE se han intensificado. Hasta antes de las reformas de 1992 en materia agraria, formalmente las leyes establecían un orden de sucesión de la tierra entre los integrantes de la familia, al fallecimiento del ejidatario las esposas o concubinas eran las sucesoras preferentes del derecho agrario y sólo uno de sus hijos en segundo lugar. Por otro lado, la legislación agraria favoreció desde el reparto la incorporación de los varones como ejidatarios, limitando a las mujeres el acceso a la tierra. No fue hasta 1971 que la Ley Federal de la Reforma Agraria concedió condiciones de igualdad de acceso a la tierra para hombres y mujeres (Almeida, 2012). La especulación creada por las nuevas disposiciones legales implementadas en 1992 que abren la posibilidad para que cualquier integrante de la familia pueda ser beneficiario del titular, incluso sin la necesidad de esperar la sucesión por fallecimiento, ha abonado a las

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disputas entre padres e hijos o entre hermanos, pues de alguna manera antes se sabía quién sería el sucesor de los derechos.

Ahora bien, la redistribución del recurso tierra entre integrantes de la misma familia y con el titular en vida, ha sido uno de los cambios importantes en las comunidades de la microrregión, pero no es el único, hay cambios de gran importancia en las sociedades rurales que están llevando a una redefinición de jerarquías de género y generacionales. El análisis de estos cambios es motivo del siguiente apartado.

5.7 Redefinición de jerarquías de género y generacionales

Algunos estudios recientes a pesar de que aceptan que hay cambios en las relaciones de género que están favoreciendo a las mujeres rurales, han puesto mayor atención en analizar el papel de la mujer rural desde su posición en la familia y, en la sociedad en general, como subordinada por una forma de organización social patriarcal. Autoras como Canabal (2006) han resaltado una diversidad de cambios, tales como la incorporación de las mujeres rurales a la economía monetaria, así como a distintos procesos organizativos y actividades que antes eran encabezadas mayoritariamente por hombres y al mismo tiempo mediante un análisis macro hace prevalecer la imagen de subordinación de la mujer rural. En su trabajo los cambios aparecen como exclusivamente inducidos desde fuera, a través de políticas públicas que tienen como su sujeto central a las

OHmujeres rurales o como producto de la ausencia del marido que ha migrado21, pero no como impulsados también por las propias mujeres rurales. Es innegable que las influencias de otros actores existen, además estos estudios tienen toda la razón al señalar las desigualdades entre hombres y mujeres en los ámbitos familiar y público, sin embargo, concebir a la sociedad patriarcal como un sistema inexorable ha empañado la capacidad que han mostrado las mujeres rurales para

21 Existe una amplia literatura que analiza las trasformaciones en las relaciones de género de las familias rurales a partir del involucramiento de los integrantes en flujos migratorios internacionales. Algunos ejemplos son: Herrera y Carrillo, 2009; Parella y Cavalcanti, 2009; Pedone, 2008; Cortés, Vázquez y Zapata, 2006.

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lograr cambios tanto en las jerarquías familiares como en otros dominios sociales en los que interactúan. En ocasiones sin confrontar, a veces de manera sutil e incluso en otras luchando abiertamente por sus proyectos han impulsado cambios significativos, en su familia, las comunidades, en instancias públicas y distintos dominios sociales que anteriormente eran considerados como exclusivos de los hombres.

En este apartado voy a resaltar la capacidad de una mujer para lograr cambios en las jerarquías familiares y en distintos ámbitos de la vida social. Para ello retomo como ejemplo a Emelia Zamora, de la familia de ejidatarios abordada en el capítulo cuatro, que ha participado en cambios importantes en las relaciones de género tanto en su familia como en las comunidades de la microrregión. El esposo de Emelia migró en el pasado de manera temporal por lo que los ajustes en las jerarquías familiares han sido experimentados por los integrantes estando presente Salvador. Este ejemplo es significativo, por la importancia de la protagonista que se ha incorporado a cargos políticos y sociales en la microrregión de Las Cruces.

Con el fin de evitar repetir la trayectoria familiar narrada en el capítulo cuatro, sintetizo tanto los cambios en la organización de los trabajos en la familia de ejidatarios como aquellos ocurridos en las jerarquías familiares, poniendo énfasis en tres etapas en las que se identifica más claramente la redefinición de dichas jerarquías. Por otro lado, utilizo fragmentos de entrevistas tanto de Emelia como de Salvador donde relatan los cambios en los trabajos que cada uno desempeña, así como el peso de estos dentro de las dinámicas familiares.

Etapa 1. Formación de la familia

Como anoté en el capítulo cuatro, Emelia y Salvador comenzaron su relación a mediados de la década de 1980. En esta primera etapa Emelia apoyaba a Salvador en el trabajo del campo y se encargaba tanto de la organización como de la realización de los trabajos reproductivos. La propia Emelia en el siguiente relato asume una posición subordina ante su esposo refiriéndose como su ayudante, a la vez que muestra inconformidad ante el desigual reparto de los trabajos:

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Cuando ya me casé con Salvador y tuve los hijos pequeños, me iba con él a ayudarle al campo. Hallaba muy difícil tener que llevarme mis niños a trabajar y luego llegar a hacer de comer para los demás (...) el señor (Salvador) llegaba y ya no me ayudaba, él cumplía con lo que hacía en el campo, pero en la casa no ayudaba (...) si hubiéramos compartido el trabajo había sido más fácil.” (Emelia Zamora, 6-11-2014).

Por su parte, en esta etapa, Salvador tenía la capacidad para solventar las necesidades económicas y materiales a partir de las actividades agropecuarias, aunque cada vez con mayores dificultades. En el siguiente relato Salvador se asume como un padre de familia que podía cumplir con su responsabilidad de proveedor y cubrir las necesidades de sus hijos a partir de la venta de excedentes: "En ese tiempo, cuando los niños estaban chiquillos, yo alcanzaba para hacerles un trapo, un pantalón, una camisa, unos zapatos. Vendía un puñito de frijol y alcanzaba. Ya después fue decayendo mucho la agricultura.” (Salvador Zamora, 21-12-2014).

Este relato es clave en la trayectoria familiar pues las actividades agropecuarias, que eran el eje de la reproducción familiar, comienzan a dejar de ser viables. Si bien, Emelia desde que se casó realizaba una serie de actividades productivas para complementar el ingreso familiar, en los primeros años de su matrimonio Salvador se asumía como el proveedor exclusivo. Con la erosión de las actividades agropecuarias Salvador pierde terreno dentro de las jerarquías familiares.

Etapa 2. De la diversidad de actividades a los primeros cargos de representación

Con el deterioro de la actividad agropecuaria organizada por Salvador, las presiones de trabajo sobre Emelia aumentaron. Por un lado, Salvador migró temporalmente en dos ocasiones y durante su ausencia se hizo cargo del trabajo en el campo. "Dos veces se fue él a Estados Unidos. Yo me quedaba como padre y madre. Tenía que hacer lo del campo junto con mis hijos y la niña más grande.” (Emelia Zamora, 6-11-2014). Por otro lado, Emelia, además de hacerse cargo del trabajo doméstico y de cuidar a sus hijos pequeños, se dedicaba a la prestación

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de servicios como la aplicación de inyecciones y la realización de arreglos de ropa, así como actividades comerciales.

Yo hice muchísimas costuras, ya vendía una servilleta o un mantel y de ahí alcanzaba para unos zapatos o ropa para mis hijos (...) yo cocía a máquina, me ocupaban para hacer un vestido y yo lo hacía (...) a mí me ha gustado trabajar para que mis hijos no sufrieran, era como un reto para mí. (Emelia Zamora, 6-11-2014).

Sus cargas de trabajo se incrementaron cuando inició a involucrarse en cargos políticos y sociales. A finales de 1990 Emelia ocupó su primer cargo de representación política en la localidad. Fue elegida como integrante del comité de Progresa en La Estancia: "Fui la primera presidenta del comité del PROGRESA (...) eran seguido las reuniones y capacitaciones (...) yo me las ingeniaba para hacer todo el trabajo (...) Al principio seguía yendo al campo y el trabajo de la casa.” (Emelia Zamora, 6-11-2014).

Involucrarse en cargos de representación representó dificultades para Emelia tanto con Salvador como con hombres y mujeres de las comunidades. Las cargas ideológicas sobre los trabajos que socialmente se considera le corresponden realizar a las mujeres, provocaron conflictos, narrados por Emelia en los siguientes extractos de entrevista:

Primero a Salvador como que no le gustaba, pero ya luego fue cediendo porque cuando tenía que salir del rancho me acompañaba (...) a mí en la cara no me dijeron nada, pero de otros lados oía yo que los hombres decían que una vieja no servía pa nada en estos cargos (...) como que decían: híjole ya le soltaron la rienda y anda sola y esas cosas. Las mujeres eran peores hablaban más que los hombres, todavía había mucho machismo (. ) pero después algunas mujeres ya me empezaron a apoyar o como que ya casi no ven mal que uno ande en los cargos. (Emelia Zamora, 6-11-2014).

Pese a las resistencias de hombres y mujeres, Emelia no dio un paso atrás y continuó forjándose una trayectoria política, hasta que el trabajo en cargos de representación se volvió uno de los de mayor peso que desempeñaba. En el esquema dos se pueden seguir la trayectoria de Emelia, así como las condiciones históricas que fueron facilitando su involucramiento en cargos cada vez más de mayor importancia.

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Etapa 3. Cambio de actividades y redefinición de jerarquías

Su primera participación política le abrió las posibilidades para ir ocupando otros cargos de mayor importancia. A principios de la década del 2000, Emelia fue nombrada Consejera del Polo de Desarrollo de Las Cruces, con lo que se incrementó su trabajo en cargos de representación. Esa fue la motivación definitiva para rechazar continuar trabajando con Salvador en el campo, así como para ir delegando el trabajo doméstico y reproductivo en su hija menor Jazmín y su nuera Carmen:

Ya después con todas las salidas a buscar apoyos y las reuniones se me hizo muy pesado y ya no le seguí ayudando a mi esposo en el campo (...) le dije: ¡ya no! Y desde entonces ya él se va al campo y yo me quedo aquí o si tengo que salir. Él decide allá en sus tierras y yo aquí (...) empecé a fallar un poco en la casa, pero ellas --Jazmín y Carmen-- me apoyan (. ) a veces medio se enojan, pero aquí así es. (Emelia Zamora, 6-11-2014).

En 2012 se convirtió en la primera mujer delegado de La Estancia, su cercanía con el Sr. Rito Vargas, presidente municipal de Salvatierra para el periodo 2012­2015, le valió para obtener recursos tanto para su familia como para la localidad. Finalmente, en 2014, Emelia logró acceder al recurso tierra y adquirir la categoría de ejidataria, un paso más en su trayectoria política que le abrió las posibilidades de acceder a más recursos y con ello tener cada vez más peso como proveedora, así como en la toma de decisiones entre los miembros de su familia.

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Esquema 2: cambios en la organización de los trabajos

•Salvador sale a trabajar temporalmente para obtener ingresos por la venta de su fuerza de trabajo

•Trabajos de ta agricultura de temporal a cargo de Emelia con el apoyo de sus hijos mayores durante la ausencia de Salvador

•Emet«a organiza los trabajos domésticos y reproductivos/ hija mayor apoya en su realización

•Emeha enseba a su hijo mayor a realizar los trabajos agrícolas considerados como exclusivos de los hombres (preparar la tierra con el tronco)

•Emesia continua desempeñando actividades comerciales

Década de 1990Se agudiza del declive d r la agricultura tem poral*** / 5e Incrementan flujos

m íg'atorio* ínter nac loríate* en la microrregión

Finaées de ta década de 1990 Apertura para que U i m u jr r r t ocupen

cargos de representación po lltkay social (Progresa y PAC «G)

•Emelia ocupa su primer cargo de representación como integrante del comité del Progresa (1998)

•Emelia rechaza continuar apoyando el trabajo agrícola e intensifica sus actividades comerciales (abarrotes en vivienda de su madre)

•Emelia organiza e- trabajo doméstico y reproductivo /hija mayor apoya en su realización y eventuaimente e> hijo mayor desempeña algunas tareas en el hogar (nace la hija menor de la pareja)

•Salvador orgamza el trabaja agrícola. Es apoyado por sus hijos varones y en trabajos muy específicos (siembra, escarda y cosecha) por su hija mayor

•Cmefiaes nombrada Consejera Com unitaria y Consejera d r Polo ante el Lortsejo M unicipal Kural

•Mijo mayen d r la parrja m igra a Litados Unidos san docum entos (2000)

•Hija mayor de U pareja m igra a Estados Unidos san docum entos ( Z Ú O l j

•Rrorganization de los trabajos productivos y reproducirlos

•Satvadrx organiza el trabajo agr>« n u y es aftoyadn por sus »il|os mam» es

•fm ella dedica m*s tiem po al trabajo dem udo de v»i% cargos de representación, continúa con sus actividades com erciales y organizando el trabajo dom éstico y reproductiva j poyada por su hija

Principios de 2000Irnjem ento en ta participaciónde

mujeres en cargos políticos y sociales

Hilen sitie ación de flujos migratorio* internacionales

•Desde mediados del 2000 Emelia inicia venta de polio en la vivienda de su medre

•Emelia continua como representante del polo Las Cruces ante el CMR

•Sus hijos mayores le envian remesas de EU

•Salvador no vuelve a participar en flujos migratorios internacionales

•Salvador se dedica exclusivamente a la agricultura con apoyo de su hijo José y su hija menor

Desde mediados de 2000 los flujos migratorios de

indocumentados comienzan a detenerse.

Comienza una fuerte plaga de chochos que empeora las

condiciones de la agricultura

Las m u je re s se p o sic io n a n cada vez m ás en ca rg o s de

re p re s e n ta c ió n p o litico s y sociales (5 de las seis lo calidades

h a y d elega d as!

Se cie rra el m e rc a d o a las sem illas crio llas d e m aíz y frijo l de

la m ic ro rre g ió n

•En 2009 el hijo menor se casa y lleva a la vivienda de sus padres a su pareja

•Emelia con apoyo de sus hijos mayores pone una tienda de abarrotes en su vivienda y amplia su venta de pollo fresco (deja de realizar las actividades comerciales en casa de su madre)

•Salvador ademas de dedicarse a la agricultura comienza a apoyar las actividades comerciales organizadas por Emeita

•Emelia es la primera mujer que ocupa el cargo de delegada en La Estancia (2012)

•Emelia delega en su hija menor y su nuera tos trabajos domésticos y reproductivos

•Emelia participa en el proceso de segregación del anexo de La Estancia

•Convence a Salvador de repartir sus tierras ejidaies entre tres integrantes de la familia: Emelia, Salvador y José

•Emelia destina el mayor tiempo al trabajo de su cargo da delegada

•Salvador apoya las actividades comerciales (venta de abarrotes) y produce maíz y fríjol solamente para el gasto de a familia con al apoyo de su hija menor________________________

2 0 1 3 -2 0 1 4 Seg re g a ció n y cre a ció n d e u n n u e v o e jid o e n La Estancia

c o n F A N A R

De manera paralela a su involucramiento en cargos de representación, acrecentó sus actividades comerciales. En 2009, complementó la venta de abarrotes con la comercialización de pollo fresco en la vivienda de su madre que se ubicaba en el

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centro de La Estancia. Los ingresos económicos generados por Emelia se volvieron cada vez más importantes para la economía familiar. En 2012, Emelia abrió la tienda de abarrotes en su propia vivienda y su negocio de venta de pollo fresco iba en aumento. La venta de pollo al público y el abarrote en la entrada de la vivienda se volvieron trabajos cotidianos que desempeñan en su totalidad los adultos de la familia que comparten techo.

Finalmente, las incursiones de Emelia en los cargos de representación y el incremento de las actividades comerciales impulsaron un cambio importante en la organización familiar, en la que Salvador quedó relegado a las actividades agropecuarias a través de las cuales solamente consigue garantizar el maíz y frijol que consume la familia anualmente. Él mismo reconoce su pérdida de capacidad como proveedor exclusivo de la familia:

Ya nomás siembro lo que nos vamos a comer. Me ayuda nomás la hija más chiquilla, cuando quiere, ya a veces ni quiere ir (...) Cuando estoy aquí, yo atiendo a los que traen cosas a la tienda y también despacho a la gente que viene a comprar, pero ella --Emelia-- es la que se encarga del dinero. (Salvador Zamora, 21-12­2104).

Está pérdida de capacidad como proveedor finalmente repercutió en su posición dentro de la jerarquía familiar. Se da un cambio en el que cuando se forma la pareja Salvador tiene la autoridad para organizar a Emelia y posteriormente a sus hijos pequeños en el trabajo agropecuario, pero finalmente, como ocurrió con la mayoría de las familias en la microrregión, la agricultura dejó de ser viable como base del sustento y la reproducción familiar y Salvador comienza a sumarse como ayudante en las actividades comerciales organizadas por Emelia (ver esquema 3).

Un último fragmento de entrevista es importante para mostrar la diferencia en las jerarquías entre la primera y tercera etapas de la trayectoria familiar. En el fragmento Emelia deja claro que ella es quien organiza actualmente el trabajo en la vivienda y las actividades comerciales, teniendo a su mando a Jazmín y Carmen con el consentimiento de Salvador:

Aquí yo soy la mera, mera. Yo les digo que vamos a hacer y esos es lo que hacemos. Aquí así es (. ) Salvador no es muy recio con ellos, más bien yo soy más

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recia, más recia para ponerles reglas. Mi esposo casi siempre me da el lado a mí.(Emelia Zamora, 6-11-2014).

A partir de la trayectoria de Emelia se pueden abordar cambios importantes en las relaciones entre los integrantes de la familia. La redefinición de jerarquías, asociada a una redistribución de los recursos entre los miembros de la familia, en el ejemplo de Emelia se muestra como un largo proceso en el que a través de negociaciones, en ocasiones muy sutiles, en otras con ciertas tensiones, la protagonista va logrando cambios en su familia y participando a su vez en cambios de mayores dimensiones en las comunidades de la microrregión. Este es un ejemplo de que las jerarquías familiares no permanecen estáticas a lo largo del tiempo, sino que son cambiantes, tanto por las negociaciones de los integrantes para defender sus intereses como por cambios en escenarios más amplios. La trasformación en las jerarquías familiares en el caso de Emelia y Salvador no podría explicarse sin tomar en cuenta el deterioro de la producción temporalera que gradualmente dejó de ser el eje del sustento familiar. La participación en cargos políticos y sociales de Emelia tampoco se podría explicar sin considerar la aplicación de políticas de corte neoliberal con una perspectiva que favorece la incorporación de las mujeres madres de familia. No basta con que Emelia estuviera dispuesta a participar en dichos cargos, hay que tener en cuenta que, por ejemplo, la estrategia de los polos de desarrollo puesta en marcha por Medina Plascencia a principios de 1990 --que en el fondo era una estrategia política del panismo guanajuatense para desplazar los liderazgos priistas en las localidades rurales-- que se basó en la creación de una enorme estructura con distintas instancias de participación, favoreció la incorporación de mujeres a los consejos comunitarios y de polo de desarrollo. En ese sentido, se abrieron las posibilidades para que Emelia comenzara su trayectoria política.

También hay que considerar que pese a los cambios en la familia de Emelia y Salvador, lo que continúa sin modificaciones sustanciales es el reparto del trabajo doméstico y reproductivo. Hay una menor participación de Emelia en ambos trabajos, pero se han transferido a su hija menor Jazmín y a su nuera Carmen. Los dos adultos varones del grupo colaboran muy poco en estos trabajos. Salvador

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cuida durante pequeños lapsos de tiempo a los dos nietos que viven con ellos. Por otro lado, las decisiones en la organización de los trabajos continúan en manos de la pareja. Salvador tiene el control sobre la producción agrícola pero Emelia sobre las actividades comerciales y la organización del trabajo doméstico y reproductivo aunque no participe en la mayoría de las tareas.

Esquema 3: Redefinición de jerarquías

•Emelia organ ¿a las actividades convercíales de- grupo/ Sajador acepta I» manera en que Emeha tas organiza y apoya dichas actividades

•Emelia dedica un tiempo considerable al trabajo de delegada de La Estanoa/ a pesar de que no tiene un salario, el cargo le permite el acceso a recursos públicos

•Emelia delega el trabajo doméstico y reproductivo an su hija menor y su nuera /Salvador colabora con el cuidado de los nietos cuendo se requiere

•Salvador continúa al frente del trabajo agrícola y es apoyado untcamerta por su hija mano*

A partir del ejemplo de Emelia he mostrado que los cambios en las jerarquías se van negociando y son constantes, sin embargo, también pueden darse de manera repentina debido a coyunturas por las que atraviesan los integrantes en las familias. A continuación mostraré a partir de una narración basada en una entrevista con Juan Rodríguez22 sobre su trayectoria migratoria hacia Estados Unidos, cómo pueden modificarse las jerarquías familiares de una persona de manera abrupta.

22 La entrevista la realice fuera de la vivienda del padre de Juan el 28 de noviembre de 2012. Al momento de la entrevista Juan tenía 34 años de edad, vivía en casa de su padre en La Estancia del Carmen y se dedicaba a apoyar en las actividades ganaderas a su padre sin remuneración a cambio.

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Cambios abruptos en las jerarquías familiares

Hasta los 18 años Juan había vivido en La Estancia del Carmen ayudando a su padre en las labores agropecuarias. En 1996 partió a Estados Unidos sin documentos. Tres años después volvió a La Estancia para casarse con una joven originaria de La Estancia. Cuando partió nuevamente a Estados Unidos lo hizo junto con su esposa. Ella le había puesto como condición para casarse que tendrían que partir juntos a Estados Unidos, pues no quería quedarse a vivir en casa de sus suegros. Debido a las dificultades para cruzar la frontera no regresó a visitar a sus padres a la localidad hasta el año 2006. En 2007 volvió a los Estados Unidos pues su esposa y sus dos hijos que nacieron allá se habían quedado. En Estados Unidos trabajaban tanto Juan como su esposa. Eso influyó en que la relación de pareja comenzara a tener ciertas tensiones que finalmente desembocaron en su separación. En 2008 Juan fue deportado a México. Desde ese año no ha regresado a Estados Unidos y, aunque no lo acepta abiertamente, hay una situación de ruptura definitiva con su pareja y una relación muy

nodistanciada con sus hijos23.

Tras el retorno forzado Juan, sin ahorros, sin tierra, ni vivienda en la localidad de La Estancia, se vio en la necesidad de regresar a vivir a casa de sus padres. Juan se sumó nuevamente como hijo dependiente a su familia de origen trabajando sin remuneración bajo el mando de su padre en las actividades agropecuarias.

La trayectoria de Juan es un ejemplo de la complejidad en las relaciones familiares que conlleva a cuestionar una de las herramientas con que se apoyaron los enfoques de estrategias para explicar la sobrevivencia y reproducción familiar: el ciclo de vida familiar. Dicho ciclo basado en una trayectoria secuencial bien definida y sin sobresaltos que puede incluir las etapas iniciales, de crecimiento, de

23 Juan Rodríguez no se abrió durante la entrevista, en repetidas ocasiones intente volver a platicar con él sobre el tema de su separación, pero tras la negación, decidí no volver a intentarlo. Sin embargo, otras personas de la localidad como Eliseo Zamora con quien Juan tiene una relación estrecha, sin preguntarle sobre Juan, ha señalado su irresponsabilidad por no procurar a sus hijos, hablando ya en términos de un abandono por parte de Juan.

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madurez y de envejecimiento24, resulta insuficiente para explicar casos como el de Juan. Es más adecuada la noción de coyuntura vital que propone Johnson-Hanks (2002) para concebir los eventos vitales de las personas (como la transición a la edad adulta, el matrimonio, la maternidad) que suelen ser considerados como transiciones estables, como eventos negociables y controvertidos, llenos de incertidumbre y ambivalencia.

Otra trayectoria que ejemplifica la transformación en jerarquías familiares debido a situaciones coyunturales es el de Juana Flores, cuya trayectoria abordé ampliamente en el capítulo anterior. Lo especial del caso de Juana es que además de pasar a ser cabeza de familia tras la muerte repentina de su esposo, en esa coyuntura también accede a un cargo de representación política y social importante de la localidad Las Cruces: el de delegada ante la presidencia municipal de Salvatierra. En ese sentido el reposicionamiento de Juana en su familia también le abre las puertas para ocupar un cargo que había sido ocupado anteriormente por hombres y que era designado a través de negociaciones entre las autoridades municipales y las organizaciones ejidales.

La muerte del esposo de Juana no solamente le abrió la oportunidad para ocupar un cargo de importancia en la localidad, sino que significó quedar al frente de su familia. Hasta antes de la muerte del marido Juana dedicaba gran parte de su tiempo a la organización y realización del trabajo reproductivo en su familia. Además de encargarse, con apoyo de su hija Maritza, de las tareas de atención a sus dos hijos varones y a su marido era responsable del cuidado de su madre quien tenía más de 90 años de edad y vivía con ella. A la muerte de su esposo además de comenzar a dedicarle tiempo a su cargo de delegada comenzó a desempeñar actividades comerciales.

Estos cambios abruptos en las dinámicas familiares permiten el cuestionamiento a uno de los pilares en que se fundamentó por décadas el estudio de la reproducción familiar campesina: el ciclo de vida familiar. Las trayectorias que he

24 Centeno y Manzo (2010) consideran como componente central para el análisis de las estrategias de reproducción social de las familias campesinas pobres de México el ciclo de vida familiar. Estos autores utilizan cuatro fases: la inicial, de crecimiento, de madurez y de envejecimiento.

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abordado permiten mostrar que una trayectoria lineal basada en el desarrollo secuencial por las etapas inicial, intermedia, avanzada y tardía como las que utiliza Torres (1985), es insuficiente para captar la naturaleza cambiante de las familias rurales. Uno de los ejemplos más notables es el de la salida de los hogares de integrantes jóvenes que se incorporan a los flujos migratorios internacionales y que por voluntad propia o de manera forzada regresan a casa de sus padres. Actualmente familias cuyas parejas son personas de edad avanzada y que tras la salida de sus hijas e hijos que se incorporaron a la migración podían ubicarse en la etapa tardía, que se supone ya no tienen hijos dependientes, se ven en la necesidad de continuar con sus trabajos agrícolas al menos para lograr la manutención cotidiana. Por su parte, los hijos que regresan al dificultárseles la inserción en el mercado de trabajo local, vuelven a participar en las actividades agrícolas familiares no remuneradas bajo el mando de su padre. Por otro lado, hay familias que podrían corresponder a las etapas intermedias en la que se espera un alto componente de jóvenes que representan fuerza de trabajo para realizar el trabajo agrícola, sin embargo, se han quedado sin ellos. Nuevamente la salida de jóvenes de las localidades de la microrregión para incorporarse a los flujos migratorios refleja que las familias rurales pueden no pasar por todas las etapas del ciclo de vida de manera secuencial. Lo que se puede concluir es que difícilmente se puede continuar utilizando el ciclo de vida familiar para explicar los comportamientos demográficos de las familias rurales. Se requiere de un acercamiento más dinámico que permita captar todas las flexibilidades e incertidumbres implicadas en los cambios que están experimentando las sociedades rurales.

Las trayectorias de mujeres que he tomado como ejemplo para mostrar los cambios en las jerarquías familiares los he seleccionado porque son significativos ya que me han permitido destacar una mayor participación de las mujeres rurales en cargos de representación políticos y sociales en la microrregión. Además, como y he mencionado, hasta 2015 cinco de las seis delegaciones en la microrregión las Cruces eran encabezadas por mujeres, lo que significa que existe una creciente participación de las mujeres en actividades de planificación. Por ejemplo, en la

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formulación de los planes de desarrollo comunitario de la microrregión para el período 2003-2006, coordinados por el COPLADEM (Consejo de Planeación del Desarrollo Municipal) de Salvatierra, la participación de las mujeres fue muy elevada (ver cuadro 16 en anexos). Dicha participación se ha dado tanto en la elaboración de los planes comunitarios --que pueden ser reuniones en que las personas participan por el interés inmediato de obtener algún recurso-- como en la conformación de los consejos de desarrollo comunitario que son las instancias básicas para la planificación de acciones públicas para el desarrollo rural. Ahora bien, como mostré en el capítulo cuatro a través del análisis de las dinámicas de las cinco familias, los cambios en éstas no se dan ni de la misma manera ni en el mismo sentido. En algunas familias las mujeres están más subordinadas a sus maridos, no participan en cargos de representación y realizan prácticamente todas sus actividades productivas y reproductivas en el ámbito doméstico o la parcela familiar, es decir, la movilidad física de estas mujeres en distintos espacios es limitada.

Otro cambio importante en la microrregión es el relacionado con las jefaturas familiares. La trayectoria de Juana es un ejemplo de posicionamiento de una mujer en las jerarquías familiares debido a una coyuntura que en su caso fue la muerte del marido. Dado que en el caso de Juana su condición de viudez la colocó como cabeza de familia, se trata de un grupo doméstico identificado por Moser (1995) como hogar jefaturado de jure por una mujer, en el que la pareja masculina está ausente de manera permanente ya sea por separación o muerte. El ejemplo de Juana no es aislado, pues de acuerdo a la información censal de INEGI, la proporción de hogares rurales con jefatura femenina ha aumentado en las comunidades de la microrregión en las últimas décadas. Esa tendencia no es exclusiva de la microrregión, Canabal (2006) con datos de distintos censos de INEGI ha mostrado que en las últimas tres décadas las jefaturas femeninas de hogares rurales se han incrementado. Pese a los reportes de INEGI25, los cambios en las jefaturas de hogar en la microrregión tienen que ser tomados con reservas.

25 Para 1990 INEGI reporto en la microrregión de Las Cruces 115 hogares con jefatura femenina que representaban el 18.5% del total de hogares y para 2010 la cifra aumentó a 239 hogares, alcanzando el 35.6% del total de hogares.

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Los resultados de la EDIPROREP 2014-2015 de la microrregión indican que hay otra concepción sobre las mujeres cuyos maridos se encuentran en Estados Unidos, la de encargada de familia. A pesar de que una cantidad considerable de mujeres se quedan solas con la responsabilidad de los hijos, de la parcela, de la organización de las actividades reproductivas, continúan reconociendo al marido como jefe de familia. Moser (1995) identifica a los hogares donde la pareja masculina está ausente temporalmente como jefaturas femeninas de facto. En estos hogares la mujer no es reconocida como la jefa de familia e incluso es considerada como dependiente, aun cuando ella lleva la principal o total responsabilidad de los aspectos financieros y organizativos del grupo doméstico.

Parte de los datos que he mostrado sobre los cambios en las familias rurales y la redefinición de jerarquías familiares están siendo experimentados por las sociedades rurales. Autoras como Arias (2009b y 2013) y Canabal (2006) han dado cuenta de las tendencias, en distintas regiones rurales del país, a la incorporación de las mujeres a los mercados de trabajo asalariado, su involucramiento en gestiones comunitarias, su desempeño en actividades comerciales y su participación como proveedoras o co-proveedoras de sus hogares. Otros hallazgos en la microrregión de Las Cruces no los he encontrado referidos en la literatura sobre el tema. El involucramiento de mujeres no solamente en actividades de gestión comunitaria sino en cargos políticos y sociales locales con la intensidad con que se está dando en la microrregión, al menos en la literatura que he revisado, no se había abordado. Como mostré a través de los ejemplos en este capítulo, las interacciones de las mujeres en diversos dominios están influyendo de manera importante en las dinámicas de las familias rurales, así como en los cambios en las jerarquías familiares.

5.8 Cambios y continuidades en las relaciones entre hombres y mujeres vinculadas a la organización de los trabajos

En este último apartado analizo los cambios en las relaciones, vinculadas a la organización y participación en los trabajos, entre hombres y mujeres de distintas

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generaciones, así como la persistencia de una sociedad patriarcal26. Los cambios están imbricados con la mayor injerencia de las mujeres en la organización y con la realización de distintos trabajos, y van en el sentido de la mayor presencia que ellas tienen como actores sociales con reconocimiento tanto en la familia como en las comunidades.

A lo largo de los capítulos precedentes he mostrado la participación de las mujeres tanto en el trabajo reproductivo como en distintos trabajos productivos remunerados y no remunerados. Sin embargo, como señala Maris (2009) para el caso de territorios rurales de La Pampa argentina, las mujeres siempre han participado "en el escenario productivo, al mismo tiempo que en el reproductivo, con diferentes matices de invisibilidad” (Maris, 2009: 1). Esa invisibilidad ha estado presente en el Bajío guanajuatense desde la llegada de los españoles. En el capítulo dos, apoyándome en Tutino (2016), señalé que la invisibilidad de la mujer en el escenario productivo está relacionada con el establecimiento del patriarcado que predominó desde el período colonial en el Bajío guanajuatense. En la época de las haciendas los hombres acapararon la tierra, los tratos de trabajo, la fuerza de trabajo familiar. La constante desde entonces fue una alianza entre los hombres de distintos grupos sociales --hacendados, sacerdotes, funcionarios de la corona, administradores de las haciendas, renteros, así como los padres varones de las familias de peones y aparceros-- que invisibilizó la doble contribución de las mujeres a la economía capitalista y al sustento y la reproducción familiar. Una manera en que se mantenía dicha invisibilidad la identificaron Rosas y Zapata (2007) a través del trabajo documental en distintos archivos históricos. En dichos archivos encontraron que en las haciendas de Salvatierra había una presencia de las mujeres de familias de peones y aparceros en múltiples trabajos, sin embargo, al contrastar la información con los censos disponibles constataron que a pesar de las "arduas labores que cumplían, aparecen sin ocupación alguna.” (Rosas y Zapata, 2007: 86). Por otro lado, entre las mujeres que estas autoras identifican

26 Retomando a Hartmann (1980), entiendo el patriarcado como un conjunto de relaciones sociales en el cual hay jerarquías entre los hombres, que se solidarizan entre ellos para intentar subordinar a las mujeres.

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como de la élite y que legalmente eran dueñas de haciendas y ranchos, éstas no tenían mayor presencia en la organización y producción que se obtenía en sus propiedades. A pesar de que los documentos las avalaban como dueñas, eran los esposos o hijos varones, cuando eran viudas, los encargados de decidir y administrar.

El Estado patriarcal reforzó la figura de los hombres como cabezas de familia al poner en sus manos el principal medio de sustento tras el reparto agrario: la tierra. Las mujeres continuaron participando de manera importante en la explotación familiar de la parcela, combinando sus responsabilidades reproductivas con tareas agrícolas específicas. Hasta aproximadamente la década de 1980, las actividades agropecuarias permitieron a los hombres jefes de familia cumplir con el mandato que, de acuerdo con Montes de Oca, Díaz y Hebrero (2012) predomina en muchas comunidades mexicanas: proveer los recursos económicos, ser responsables de la seguridad de la familia y de la resolución de problemas. En las trayectorias de las mujeres de las familias abordadas en el capítulo cuatro, vimos cómo ante la incapacidad de los hombres por garantizar el sustento a partir de las actividades agropecuarias, las actividades productivas que ya desempeñaban y la incorporación de nuevos trabajos, les permitieron irse posicionando en la toma de decisiones en cuanto a la organización de los trabajos en la familia. Sin embargo, también quedó claro que no fue de la misma manera para todas, de hecho las trayectorias de las mujeres en las cinco familias abordadas revelan matices en las relaciones entre hombres y mujeres en torno a su participación en la organización y realización de los diversos trabajos y sus respectivas actividades. En las trayectorias de las cinco madres de familia hay situaciones que van de la subordinación vivida por Hermelinda en la familia del posesionario; una cierta libertad de Amelia para tomar decisiones en torno a la producción agropecuaria en la familia de migrantes, que después se modificó a una división del trabajo en donde Amelia organiza y realiza el trabajo reproductivo y Benjamín es el proveedor exclusivo de la familia; un ascenso de Emelia en las jerarquías de la familia de ejidatarios; una mayor movilidad fuera del ámbito doméstico de Liliana en la familia sin tierra gracias a las actividades comerciales que desempeña; y,

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una mayor autonomía de Juana quien es cabeza de familia. Por su parte, entre los padres de familia, Benjamín es el único varón que logra continuar como proveedor exclusivo, después de que Amelia dejó las actividades agropecuarias para dedicarse solamente a las tareas reproductivas.

La posición de estas mujeres no siempre fue así. A lo largo de sus trayectorias se modificó. En especial se han reposicionado en las jerarquías familiares en el periodo de análisis donde centro mi atención en esta tesis (1985-2015). Esto coincide con los cambios en las relaciones de género que Maris (2009) ha analizado en contextos rurales de la pampa argentina a partir de los nuevos escenarios productivos en los que las mujeres han sido actores que "contribuyen a la construcción de múltiples significados y representaciones que forman parte de la vida cotidiana” (Maris, 2009:8). A partir de testimonios de mujeres casadas de distintas edades, la autora muestra un conjunto variado de actividades donde las mujeres participan insertas en relaciones con los varones, en distintos trabajos que van desde "situaciones más tradicionales hacia otros de mayor autonomía en la participación y organización de actividades rurales.” (Maris, 2009:4). Desde el enfoque de la nueva ruralidad, Farah y Pérez (2004), han dado cuenta de estos cambios en los territorios rurales colombianos de Boyacá y Tumaco, donde "se hace más visible la participación de las mujeres en las actividades productivas y en la toma de decisiones relacionadas con las mismas” (Farah y Pérez, 2004:139). De acuerdo con estas autoras, las mujeres tienen cada vez más acceso a los recursos productivos como la tierra y el ganado, así como mayor injerencia en la toma de decisiones para la organización de las actividades productivas. Por otro lado, sus hallazgos coinciden con la participación emergente de las mujeres en cargos directivos en los espacios de decisiones comunitarias, como ha ocurrido en Las Cruces en las tres últimas décadas. En ese sentido, lo que se está constatando en diversos territorios rurales latinoamericanos es una nueva multiactividad en el sentido de que los trabajos de donde obtienen ingresos los miembros de las familias ya no provienen de manera central de las actividades agropecuarias. Dichas actividades, de acuerdo con Farah y Pérez (2004) son

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ahora complementarias, dando paso a lo que sería el cambio en torno a la multiactividad.

Ahora bien, la importancia de estos cambios radica tanto en el reconocimiento de las mujeres por parte de diversos actores como en la auto-identificación como partícipes directas en la organización de los distintos trabajos. En las entrevistas a mujeres, realizadas por Maris (2009), la autora resalta esta auto-identificación con frases como las de Mirta, una mujer casada de 42 años de edad, propietaria de un terreno de 2500 hectáreas en donde tomó la decisión de iniciar un coto de caza, sin que su esposo y su padre estuvieran de acuerdo: "Yo empecé a averiguar cómo era el tema, me asesoré, hice los trámites en la casa de gobierno y organicé el coto” (Mirta citada en Maris, 2009:6).

Vale la pena rescatar este auto-reconocimiento presente entre las mujeres de Las Cruces. Por ejemplo, lo que menciona Juana sobre su trabajo en cargos de representación: "Eso es yo lo que he tenido, que yo misma me he valorado, que con respeto he hecho mi trabajo. Hasta ahorita no he tenido ningún detalle, porque me he dado mi lugar y me he dado a respetar.” (Juana Flores, 27-05-2016); lo dicho por Emelia, una mujer activa en la búsqueda de nuevos trabajos: "Todo el tiempo me he movido, me ha gustado trabajar, claramente ha sido un reto para mí (...) yo no seguí trabajando en el campo pero le busqué de otra forma y me metí al negocio vendiendo primero pollo y luego con la tiendita.” (Emelia Zamora, 6-11­2014); Hermelinda, quien a pesar de que su esposo no acepta que ella prácticamente asume la mayor parte de los gastos de subsistencia, se auto- reconoce como la actual generadora del ingreso familiar: "Él no sabe de gastos, él no pone ni para el gas, ni la luz, ni para el jitomatito u otra verdurita, yo me hago cargo de todo.” (Hermelinda Carrillo, 31-08-2016); y, Liliana quien en sus relatos se concibe con capacidad para generar recursos y auto-reconoce su contribución al gasto familiar: "Ahorita mi esposo nada más trabaja a medias las tierras de su mamá, con lo de mi venta de pan es con lo que nos ayudamos más.” (Liliana Sandoval, 13-12-2014).

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Por su parte, hay hombres en las comunidades, que a pesar de que no están de acuerdo con el protagonismo de las mujeres, reconocen que están siendo partícipes destacadas en la organización y realización de distintos trabajos, incluso algunos en los que antes no se inmiscuían. Al respecto, vale la pena rescatar la postura sobre la posición de la mujer en las comunidades que David Flores asume en el fragmento de entrevista ya citado en el último apartado del capítulo cuatro: "Con lo de la liberación de la mujer las cosas cambiaron, pero cambiaron tanto que yo veo que la mujer se elevó muy rápido. Como que muy rápido se crecieron. En ese sentido yo creo que la mujer como dijimos al principio, hoy en día está participando en muchas actividades que antes cuándo.” (David Flores, 27-05­2014).

Indudablemente hay una mayor presencia de las mujeres en su contribución para garantizar el sustento y la reproducción familiar. Sin embargo, ¿este protagonismo de las mujeres implica que está cambiando la sociedad patriarcal? La explicación puede orientarse a partir del enraizamiento profundo de la ideología patriarcal en las sociedades, que como señala Werlhof (2015) desde la teoría crítica del patriarcado, hombres y mujeres entienden y asumen como natural.

Si bien, hay una mayor presencia de las mujeres en cuanto a la participación en trabajos que hasta hace un par de décadas solamente eran desempeñados por hombres, los cambios en cuanto a trasformar la sociedad patriarcal no van en el mismo sentido. Incluso Werlhof (2015), ubica estos cambios en la participación de la mujer en trabajos distintos al reproductivo como parte del engranaje de un sistema capitalista patriarcal, dentro del cual algunas mujeres, incluso feministas27, no cambian radicalmente el patriarcado, sino que buscan llegar a ocupar una posición de dominación para reproducir una organización jerarquizada del trabajo de la misma manera como lo hacen los hombres. En ese sentido, para esta autora, lo que buscan las mujeres es hacer lo mismo que los hombres: "hasta guerreras, pilotas de aviones que echan bombas (...) quieren hacer la guerra,

27 Werlhof (2015) lanza una dura critica a estas mujeres identificándolas con la corriente de un feminismo patriarcal.

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destruir la naturaleza, todo lo quieren hacer (...) y eso es la igualdad desde el punto de vista de estas mujeres” (Werlhof, 2015: 25).

Estos argumentos de Werlhof (2015) permiten analizar los cambios en las jerarquías en la familia de ejidatarios que no derivaron en una relación de mayor igualdad entre los miembros de la familia en cuanto a la organización de los trabajos. Por ejemplo, en la familia de Salvador; él, al principio organizaba a los demás miembros de la familia para realizar las actividades agropecuarias, incluida Emelia quien se concibe al inicio de la formación de su familia como subordinada a las decisiones de su esposo. Gradualmente se da un cambio: las jerarquías se van invirtiendo hasta que Emelia llega a una posición donde ella misma auto-reconoce su capacidad para imponer sus decisiones sobre los demás miembros de su familia, sobre todo a su hija Jazmín y su nuera Carmen: "Aquí yo soy la mera, mera (...) yo les digo que vamos a hacer y eso es lo que hacemos. Aquí así es (...) Salvador no es muy recio con ellos, más bien yo soy más recia, más recia para ponerles reglas. Mi esposo casi siempre me da el lado a mí.” (Emelia Zamora, 6-11-2014).

La trayectoria de Emelia en su familia de procreación exhibe una modificación en las jerarquías, lo que no quiere decir que el reparto desigual de recursos y obligaciones entre los miembros cambie sustancialmente en el sentido de que se establezcan equidad y consensos entre padres e hijos, entre esposa y esposo o entre los hijos e hijas. Claramente ahora Emelia, al posicionarse como tomadora de decisiones, establece una relación en que subordina a su hija y su nuera Carmen, que por otro lado, continúan siendo las encargadas de realizar todo el trabajo reproductivo, sin que su participación, además, en las actividades comerciales y en las agrícolas, signifique el apoyo de los varones del grupo doméstico en las actividades reproductivas.

Tan enraizada está la ideología patriarcal que las propias mujeres se atacan y se subestiman entre sí. Es decir, se vuelve una lucha en diversos dominios por intentar ocupar posiciones en las que se pueda subordinar a otras personas. El siguiente relato de Emelia Zamora sobre las resistencias que enfrentó en su

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comunidad después de ser elegida como la primera mujer delegada de La Estancia, permite constatarlo:

Todavía hay mucho machismo (...) muchos hombres juntaron firmas para que me sacaran, no querían que yo quedara porque era mujer. Decían que no servía para eso del cargo (...) también hubo mujeres que no querían que fuera delegada (...) aquí hay mujeres más envidiosas que los hombres, será que no quieren ver que otra mujer sea más que ellas (Emelia Zamora, 6-11-2014).

En la comunidad de Las Cruces Juana relató resistencias similares. En unaasamblea ejidal donde se iban a nombrar autoridades, una mujer, que Juanaidentificó como viejita, intervino en contra de que se eligiera a una mujer comopresidenta del comisariado. Influida por una ideología patriarcal, consideraba a lasmujeres incapaces para desenvolverse en el cargo:

Cuando hubo un cambio de comisariado hace como unos, que será, pues antes del que está ahorita que ya va terminar, Braulio (...) nos decían ahí cuando estaban haciendo el cambio que se pusiera una mujer de presidenta, nos decían ahí que se animara una mujer, porque luego a veces eran hasta mucho mejores las mujeres, nos decían ahí en la junta. Nomás que una señora de las que no aceptan todavía que las mujeres participen se molestó, y dijo: no, que no sea una mujer porque no tan civilizadas. ¡No quiso la señora! y el señor cómo nos rogó para que fuera una comisariada. Pero al final quedó Leovigildo. Él señor que nos hizo la junta venía de Celaya de la agraria.” (Juana Flores, 27-05-2016).

Además de la resistencia de las propias mujeres, sobre todo de las generaciones de bisabuelas y abuelas, este fragmento de entrevista permite visualizar a los agentes del Estado promoviendo una mayor participación de las mujeres en cargos de representación. Fidel Lule, funcionario de la Procuraduría Agraria del estado de Guanajuato quien estuvo presente en la asamblea relatada por Juana, enfatizó en una entrevista el empuje que desde las instituciones se está brindando a las mujeres para que ocupen cargos públicos, identificando además a las mujeres como más capaces que los hombres para desenvolverse en la toma de decisiones en los ejidos:

Hay muchos programas dirigidos a la mujer, mucho apoyo dirigido a la mujer (...) con esa forma como se está trabajando ahorita las mujeres están agarrando las herramientas y cierto empoderamiento que tenían dormido (...) y ya hay muchas ejidatarias que participan en las asambleas, ellas ven que los ejidatarios viejos no deciden, no toman decisiones, no van ni para atrás ni para adelante, entonces ellas toman la decisiones (Fidel Lule, 19-05-2016).

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En todo este engranaje entre capitalismo y patriarcado, como le llama Werlhof (2015), están los agentes del Estado que promueven una mayor participación y visibilidad de las mujeres, pero en el fondo continúa la esencia del patriarcado, que a decir de la misma autora, es la guerra en diferentes formas: la violencia contra hombres y mujeres, la destrucción de la naturaleza. Según esta autora, desde el subconsciente hay mujeres que reaccionan como hombres o peor que los hombres en lo que están haciendo. No se están construyendo relaciones en las que hombres y mujeres de distintas generaciones vivan en convivialidad, es decir, en formas más igualitarias de organizarse (Werlhof, 2015).

En mi caso, esto se ejemplifica tanto a nivel familiar como a nivel de las comunidades cuando Emelia y Juana reproducen la misma actuación que los hombres. No buscan formas de organización de los trabajos bajo el consenso de otros miembros de la familia; como representantes políticas aprovechan de una forma ventajosa los escasos recursos públicos que llegan a las comunidades, incluso desperdiciándolos, como en el caso de Juana con los dos intentos fallidos de arrancar micro-empresas con recursos económicos provenientes de programas públicos. No se están construyendo lo que Werlhof (2015) llama nuevas formas de convivialidad, basadas en una cooperación digna, igualitaria, recíproca y complementaria entre hombres y mujeres de distintas generaciones.

En síntesis, hay un cambio en cuanto al protagonismo de las mujeres, sobre todo por su incorporación a trabajos como los cargos de representación política y social que hasta la década de 1980 eran desempeñados exclusivamente por hombres. Sin embargo, lo que continúa son las relaciones entre hombres y mujeres de distintas generaciones influidas por la ideología patriarcal. Como ha señalado Werlhof (2015), después de siglos de presencia, el pensamiento y la actuación patriarcal, ahora en su fase capitalista moderna, son acogidos con obviedad o incluso naturalidad, "parece que el hombre y la mujer tras éste, apenas pueden o quieren ya imaginar algo diferente, a pesar de que las consecuencias han destruido las condiciones de vida en lugar de mejorarlas.” (Werlhof, 2015:126).

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Conclusiones

En este capítulo he mostrado que la organización de los trabajos involucra complejos procesos de negociación cotidiana entre los integrantes de las familias. La organización de ambos tipos de trabajo no se lleva a cabo en un ambiente de armonía y reciprocidad, sino en medio de ambigüedades que involucran relaciones entre los integrantes de la familia guiadas por el afecto y la solidaridad, pero también por las negociaciones, tensiones y conflictos. Hay casos en que algunos integrantes se adaptan a la manera en que otros miembros desde una posición jerárquica más ventajosa organizan ciertos trabajos. En otros hay transformaciones importantes en la organización de los trabajos que devienen de una redistribución de los recursos y una redefinición de la posición de los integrantes en las jerarquías familiares. En ese sentido, una primera conclusión es que las jerarquías de género en las familias son fluctuantes. Las fluctuaciones pueden en ocasiones corresponder a las distintas etapas etarias de una misma persona durante su trayectoria de vida en familia. En otras ocasiones pueden ser el resultado de arreglos entre integrantes de la familia o bien pueden devenir de situaciones conflictivas.

Para entender estas fluctuaciones jerárquicas, el acceso diferencial a los recursos por parte de los integrantes de la familia es clave. La posesión de la tierra fortaleció por décadas la posición privilegiada de los hombres como cabezas de familia. Sin embargo, la pérdida de importancia de la agricultura como eje fundamental de la reproducción de las familias rurales abrió posibilidades para que algunas mujeres madres de familia se posicionaran en las jerarquías familiares al acceder a otros tipos de recursos. La participación de algunas mujeres como proveedoras o co-proveedoras y no como ayudantes secundarias en las actividades agrícolas familiares o generadoras de ingresos adicionales; su incorporación decidida a cargos de representación políticos y sociales que les da acceso a recursos públicos y a una serie de relaciones con otros actores, así como su arribo a dominios antes considerados como exclusivos de los hombres como el de las organizaciones ejidales.

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CONCLUSIONESCAMBIOS Y CONTINUIDADES EN LAS DINÁMICAS FAMILIARES: HALLAZGOS RELEVANTES Y NUEVAS VETAS DE INVESTIGACIÓN

¿Hombre proveedor y mujer ama de casa?: De la invisibilidad a la multiactividad de las mujeres

Una de las primeras constataciones de esta tesis es la dificultad de sostener una división sexual del trabajo en las familias rurales. He mostrado que desde el surgimiento del capitalismo en el siglo XVI las mujeres siempre han sido las responsables de organizar y realizar el trabajo reproductivo. Además, los trabajos productivos no han sido exclusivos de los hombres. Como Tutino (2016) ha evidenciado, desde el siglo XVI en el Bajío las mujeres han participado de manera importante en las actividades productivas ya sean sin remuneración o a cambio de un ingreso monetario. Aun así, el patriarcado se ha sostenido durante siglos. Desde la época de las haciendas en el Bajío los hombres acapararon la tierra, los tratos de trabajo, la fuerza de trabajo familiar. El Estado patriarcal reforzó la figura de los hombres como cabezas de familia al poner en sus manos el principal medio de sustento tras el reparto agrario: la tierra. Las mujeres participaron de manera importante en la explotación familiar de la parcela, combinando sus responsabilidades reproductivas con tareas agrícolas específicas. Cuando los maridos comenzaron a migrar, en muchas ocasiones fueron las mujeres quienes se quedaron a cargo de la parcela y la producción agropecuaria. En algunas zonas del Bajío, las mujeres se incorporaron desde la década de 1950 al trabajo asalariado en las grandes explotaciones comerciales de hortalizas. Mientras los varones hicieron de la migración --interna e internacional-- la vía privilegiada para hacerse de ingresos, las mujeres recurrieron a una diversidad de actividades en sus propias viviendas, comunidades o en lugares cercanos para poder estar al cuidado de los hijos. En las últimas décadas, 1985-2015, uno de los cambios más importantes en las dinámicas familiares ha sido la participación de las mujeres madres de familia en trabajos que proveen la mayor parte de los ingresos a los grupos domésticos. En algunas familias los padres continúan produciendo una

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parte de los alimentos básicos, practicando una agricultura de subsistencia bajo un esquema en el que procuran reducir al mínimo los gastos de producción. En algunos casos, la actividad agrícola temporalera es subsidiada por los ingresos obtenidos por la esposa, principalmente en grupos domésticos que no cuentan con mano de obra familiar para realizar los trabajos del campo.

Si bien, las mujeres participan de manera muy importante como proveedoras, e incluso en algunas familias son las únicas que aportan ingresos monetarios, persiste la poca o nula participación de los varones en los trabajos reproductivos. Las intervenciones en la realización de estos trabajos son vistas como ayudas, no como una responsabilidad. Son ayudas intermitentes, principalmente colaboraciones en el cuidado de menores. Sin embargo, los trabajos domésticos continúan siendo vistos como propios de las mujeres. Ante esta persistencia, las mujeres han tenido que estirar su tiempo al máximo flexibilizando sus horarios. Las tareas domésticas y reproductivas son reorganizadas constantemente sobre todo por las mujeres que se desempeñan en cargos de representación. Las exigencias de gran cantidad de tiempo para estas mujeres han implicado la delegación de una buena parte de los trabajos reproductivos a otras mujeres del grupo doméstico o parientes con las que no comparten techo. Aun así, cubren jornadas extenuantes cotidianamente. Hay mujeres que realizan trabajo doméstico, participan de manera importante en las actividades agrícolas familiares y se desempeñan por la tarde-noche en actividades comerciales. Para estas mujeres los intercambios de ayudas-favores han sido claves para que poder cumplir con sus responsabilidades reproductivas. Los esposos de estas mujeres tímidamente han comenzado a colaborar en las actividades comerciales, asumiendo tareas sencillas como atender a la clientela, ayudar a su pareja en las compras que por lo general se realizan en la cabecera municipal. Sin embargo, generalmente cuando regresan de la parcela suelen tomarse lo que resta del día como descanso.

En la microrregión de Las Cruces estas crecientes incursiones de las mujeres en actividades productivas mediante las cuales aportan al gasto familiar, han

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supuesto interacciones en dominios que se consideraban exclusivos de los hombres todavía en la década de 1990, incluso las delegaciones de las comunidades hasta 2009 habían sido encabezadas por hombres. Para 2015 las delegaciones de las cinco localidades de la microrregión estaban en manos de mujeres. Por otro lado, hasta hace unos años, las organizaciones ejidales eran sin duda el reducto más custodiado por los hombres. Excluidas del acceso a la tierra, las mujeres solían asistir a las asambleas ejidales para representar a sus maridos ausentes porque habían migrado. Después de la implementación del PROCEDE en la microrregión a partir de 1998, se incorporaron un número creciente de mujeres como titulares de las parcelas y con la categoría de ejidatarias. A partir de entonces comenzaron a ocupar cargos de representación en los comisariados ejidales. La incorporación de las mujeres a estos dominios ha provocado resistencias, influidas por ideologías de género. Se han expuesto a confrontaciones con hombres e incluso con mujeres de sus familias y comunidades. Se les ha cuestionado el ser mujeres y ocupar estos cargos de representación. Las pesadas cargas ideológicas han influido tanto en hombres como en mujeres que manifiestan su desacuerdo en que las mujeres salgan solas fuera de sus viviendas o espacios domésticos. Pese a ello, el avance de algunas mujeres decididas es muy visible en la microrregión.

Estos hallazgos en la microrregión sobre la participación de las mujeres en diversos trabajos, así como su incursión en una multiplicidad de dominios rebasan las propuestas teóricas de la doble presencia utilizada por Flores (2014) y el triple rol de la mujer propuesto por Moser (1995). Mientras que la primera propuesta es una versión renovada de la división sexual del trabajo para explicar la participación de la mujer tanto en el trabajo reproductivo como en el productivo, enfatizando las pesadas cargas de trabajo que asumen las mujeres para cumplir con ambas responsabilidades, la segunda agrega a los roles reproductivos y productivos de la mujer, el rol de la gestión comunitaria. Efectivamente en la microrregión las mujeres participan en esos trabajos, pero no son sus únicas responsabilidades, también han incursionado en el trabajo de los cargos de representación política que Moser (1995) señalaba como exclusivos de los hombres en las comunidades

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rurales; además realizan toda una gama de trabajos desempeñados en distintos dominios sociales, incluso en algunos que hasta la década de 1990 eran considerados como exclusivos de los hombres como los comisariados ejidales. En ese sentido, se puede hablar de una multiactividad de las mujeres más acorde con la feminización de la vida rural en comunidades rurales con migración masculina que D'Aubeterre et al., (2003) consideran que tiende a desdibujar las fronteras entre tareas y ocupaciones, lugares y tiempos regulados por el sistema de género.

De la explotación familiar de la parcela a la multiactividad

Otras de las constataciones en este trabajo ha sido la combinación de trabajos y recursos que ha estado presente en las dinámicas familiares. Desde la época de la Hacienda, los integrantes de las familias combinaban las actividades agropecuarias con otras actividades y oficios de diversa índole. Con el reparto agrario, la explotación familiar de la parcela se consolidó como eje de las dinámicas familiares. Pese a ello, los hombres comenzaron a recurrir al trabajo asalariado fuera del país y al trabajo por jornales en las zonas de agricultura de riego del Bajío como actividades complementarias para hacerse de ingresos monetarios. Ya para la década de 1970, el binomio migración masculina -­actividades agropecuarias se había extendido entre las familias rurales abajeñas. Conforme las actividades agropecuarias se fueron contrayendo, la migración de varones hacia Estados Unidos se incrementó. A mediados de la década de 1990, la salida de los miembros de las familias para incorporarse a los flujos migratorios internacionales se intensificó. Hombres y mujeres jóvenes, la mayoría de ellos indocumentados, se aventuraron a cruzar la frontera no solamente con el objetivo de buscar un salario, sino con el anhelo de ascender socialmente. En el lapso de una década se hicieron visibles la construcción y mejora de muchas viviendas que contrastaron con las antiguas construcciones de piedra. Comenzaron a circular vistosas camionetas por las comunidades. Migrar se volvió un ideal para quienes tenían el deseo de una vida mejor, sobre todo en lo material. La mayoría de los jóvenes no continuaron con su educación, se volvió casi una regla que al completar la educación secundaria partieran por primera vez a los Estados

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Unidos. Eso tendría un costo elevado al retornar a sus comunidades cuando experimentaron el declive de los flujos migratorios aproximadamente a partir de mediados del 2000. Los jóvenes retornados, en ocasiones ya con pareja e hijos, al volver a su tierra se enfrentaron a un peregrinar constante en búsqueda de trabajo. El mercado regional tenía otras exigencias. Los trabajos mejor remunerados requerían mínimo el bachillerato, incluso, para acceder a trabajos que requerían poca capacitación, se volvió un requisito el bachillerato. Algunos ex­migrantes extendieron su búsqueda de trabajo, nuevamente a las grandes ciudades del país; Querétaro ha sido uno de los destinos predilectos. Otros volvieron a incorporarse al trabajo agropecuario bajo el mando de sus padres. Otros esperan a que surja algún jornal con sus parientes o amigos ya que es uno de los trabajos mejor pagados en la microrregión. En suma, la estabilidad proporcionada por las actividades agropecuarias aproximadamente hasta finales de la década de 1980 se esfumó. A partir de entonces hombres y mujeres comenzaron una búsqueda constante de actividades, no solamente para subsistir, sino para alcanzar sus aspiraciones personales. Migrar fue la mayor esperanza para muchos de ellos. Al desmoronarse ese ideal, el nomadismo laboral se convirtió en una forma de vida. Lo que hoy encontramos en la microrregión es una precarización de las condiciones de vida para una buena parte de las familias: cada vez llegan menos remesas; más familias están siendo expulsadas de los programas de combate a la pobreza, o bien, las titulares deciden abandonarlos dadas las exigencias para mantenerse como beneficiarias; los trabajos en las fábricas y comercios de la región son inestables y precarios; y, en algunas familias, las principales fuentes de sustento son trabajos esporádicos --como el de jornalero en la propia microrregión-- o bien actividades comerciales a pequeña escala que apenas permiten cubrir algunas necesidades.

Con todo, a partir del ejemplo de la familia sin tierra, formada por Francisco y Liliana, podemos constatar que los miembros de las familias no solamente seleccionan o rechazan las opciones que están a su alcance para tratar de garantizar la reproducción familiar, sino que tienen la capacidad de crear alternativas. Tanto Francisco como Liliana emprenden nuevos negocios de

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manera constante, combinan distintas fuentes de sustento y organizan tanto sus trabajos productivos como reproductivos de tal manera que ambos puedan cumplir con sus responsabilidades.

Tras el PROCEDE y FANAR: las nuevas formas de explotación de la propiedad colectiva y cambios en las dinámicas familiares

Después del reparto agrario, en la legislación agraria se establecieron una serie de restricciones que de alguna manera arraigaron a los hombres jefes de familia a sus terruños. Aunque prácticamente desde que se formaron algunos de los ejidos, a finales de 1920, varios de ellos combinaban la migración internacional con la producción agropecuaria, por lo que sus ausencias de las localidades eran temporales; procuraban sembrar antes de partir y regresar a cosechar para hacerse presentes en los ejidos. Algunos de los titulares de derechos ejidales que no cumplieron con su obligación de trabajar personalmente la parcela, fueron despojados de sus tierras; los integrantes de los comisariados en turno las reasignaron favoreciendo a sus parientes y conocidos. Las modificaciones a la legislación agraria en 1992 representaron la ruptura de esas restricciones de movilidad para los varones titulares de los derechos ejidales. Por otro lado, se abrió un abanico de posibilidades incluyendo las donaciones de parcelas con el titular en vida a uno o varios miembros de la familia, además de poder rentar, participar en sociedades, dar bajo arreglos de aparecería las tierras e incluso venderlas. Por otro lado, con la ausencia de los maridos migrantes, a las mujeres madres de familia se les transfirió la responsabilidad de los trámites, de las asambleas, de las representaciones en los órganos ejidales. Ellas eran las que estaban presentes en los ejidos, así que sus maridos migrantes les donaron las tierras.

Así, cada vez más mujeres accedieron al recurso tierra y a las categorías agrarias de ejidatarias o posesionarias, pese a ello, no se vislumbran como agricultoras. Algunas mujeres como Juana Flores, que a pesar de manifestar su gusto por el trabajo agrícola, ha comprendido que la actividad agrícola no es rentable pero a través de ella puede obtener el PROAGRO; y, por otro lado, acceder a la categoría

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de posesionarla le permite mayor presencia en la asamblea ejidal. Lo mismo ocurre con Emelia Zamora, quien además manifestó claramente que no le gusta el trabajo del campo. Su mayor interés en acceder a la tierra fue acrecentar su presencia en la comunidad al tener injerencia en la asamblea ejidal, tener acceso a los recursos de programas públicos y poseer el control sobre un patrimonio para decidir a quién de sus hijos o hijas heredarlo. En ese sentido, la tierra no se concibe como un medio de producción para garantizar el sustento, sino como un medio para acceder a recursos públicos, acrecentar la presencia política en las comunidades, contar con un patrimonio, pero también, en algunos casos, es un recurso para ejercer poder e incidir en la toma de decisiones.

Junto con las reconfiguraciones familiares en torno a la tierra, surgieron nuevas disputas por los recursos de las áreas de uso común de los ejidos. Por un lado, las organizaciones ejidales que incorporaron sus núcleos agrarios al PROCEDE- FANAR pueden legalmente hacer contratos o participar en sociedades para explotar los recursos del ejido. Por otro lado, los ejidatarios comenzaron a vender materiales y pastos de los potreros ya sea a otros ejidatarios del mismo ejido, a ejidatarios de ejidos vecinos o a ganaderos particulares. El reparto de las ganancias entre los ejidatarios con certificado de las áreas de uso común ha implicado jaloneos. El caso del ejido de Las Cruces, que abordé en la investigación, es un ejemplo de las nuevas tensiones en los ejidos y comunidades. Las nuevas categorías agrarias reconocidas en la ley de 1992 abonan a los conflictos. Aunque la ley establece claramente diferencias, en cuanto a los derechos y obligaciones, entre ejidatarios, posesionarios y avecindados, en los ejidos hay pugnas constantes entre los distintos sujetos agrarios por los recursos. En algunos ejidos de los que abordé, los ejidatarios permitieron a los posesionarios continuar utilizando los potreros de las áreas de uso común. Aun cuando los posesionarios no cuentan con certificado de esas áreas, los titulares del ejido no vieron problema en que continuaran pastoreando su ganado como lo venían haciendo desde antes de incorporar su núcleo agrario al FANAR, tal fue el caso del ejido de Pejo. Sin embargo, en otros ejidos, como el de Las Cruces, los integrantes de los comisariados ejidales administran celosamente las áreas de uso

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común. Los posesionarlos de ese ejido están totalmente fuera de la toma de decisiones con respecto a esas áreas. Incluso en cuanto se incorporó el ejido al PROCEDE, alambraron los terrenos de donde se extraen los materiales que son vendidos a compañías que se dedican a la construcción. De paso cerraron el acceso a la Santa Cruz que se encuentra en la cima del cerro, provocando la molestia de posesionarios, avecindados y la población en general.

Finalmente, el trabajo campesino, introducido por el Estado con la dotación de ejidos, se transformó considerablemente. De alguna manera, el ordenamiento del espacio ejidal, la preservación de áreas comunes implicaron, como señala Linck (1991) "la observación de reglas que dan fe de la existencia de una organización del trabajo coherente en la escala de las sociedades campesinas.” Los ejidatarios de la microrregión, entre negociaciones y conflictos, se organizaron durante décadas para administrar los recursos de sus núcleos agrarios, involucrando además a las familias sin tierra cuyos integrantes trabajaron bajo el mando de distintos comisariados ejidales a cambio de alimentos básicos o despensas. El debilitamiento de las organizaciones ejidales con la incorporación de los núcleos agrarios al PROCEDE-FANAR, en combinación con la nueva forma de programar recursos públicos bajo un esquema de cooperación con mano de obra o recursos de diversa índole, impulsada por el Estado, aproximadamente a partir de la década de 1990, dio como resultado una nueva organización del trabajo campesino-comunitario en una relación más igualitaria con respecto a la toma de decisiones entre ejidatarios y sin tierra. Así, la introducción y administración de obra pública y servicios básicos a las comunidades de interés tanto para las familias con tierra como las sin tierra ha implicado llegar de alguna manera a acuerdos, para que los ejidatarios cooperen con recursos de las áreas comunes y los sin tierra con mano de obra para ejecutar las obras. Esta organización del trabajo campesino-comunitario emergente, también ha involucrado negociaciones y conflictos entre las organizaciones ejidales y los líderes de las nuevas instancias de planificación comunitaria introducidas por los operadores del PACRG. El control de los recursos ejidales, en especial aquellos localizados en tierras que han quedado en conflicto jurídico tras el PROCEDE-FANAR, han generado disputas

354

entre líderes ejidatarios y representantes de las delegaciones ante el municipio. Tras la incertidumbre jurídica que dejó a su paso el programa se vislumbran a futuro fuertes conflictos por el control de los recursos entre ejidatarios, posesionarios, avecindados y sin tierra.

El hombre al trabajo y la mujer a la casa... y a los trabajos: desigualdades persistentes en el reparto de los trabajos en las familias

Pese a todos los cambios experimentados por las familias rurales en las tres últimas décadas, una de las persistencias más notables en la organización de los trabajos es la poca participación de los padres de familia y de los hombres en general en los trabajos reproductivos familiares. A través del estudio a profundidad de las dinámicas familiares de cinco familias, así como con los datos recogidos mediante la EDIPROREP sobre el reparto de trabajos entre los integrantes de las familias, pude constatar la enorme diferencia entre la participación de los padres de familia y las madres de familia tanto en las responsabilidades que asumen unos y otros como en las horas que dedican diariamente a estos trabajos. El poco involucramiento de los padres de familia en trabajos reproductivos contrasta con la creciente participación de las mujeres madres de familia en trabajos productivos. La mayoría de las madres de familia de la microrregión están involucradas en trabajos de gestión y mantenimiento de recursos públicos que combinan con el trabajo agropecuario familiar sin remuneración, algunas se han incorporado a cargos de representación en sus comunidades o en actividades comerciales. Lo que tienen en común actualmente las madres de familia es el cumplimiento de pesadas cargas laborales cotidianamente y una participación muy importante como proveedoras de sus familias. La participación de las madres de familia en los trabajos productivos siempre ha estado subordinada al cumplimiento de las labores reproductivas. Lo que ha caracterizado su participación en las actividades productivas o de gestión pública y cargos de representación es la poca movilidad física, el traslape de actividades y el apoyo de otras mujeres para cubrir sus obligaciones reproductivas. En ese sentido, las redes de intercambio de bienes y

355

servicios han sido cruciales para las mujeres, ya sean abuelas, madres, hijas, amigas o vecinas, finalmente son ellas quienes se apoyan para resolver la organización y realización de los trabajos reproductivos.

Estos cambios han provocado conflictos tanto entre diversos actores de las comunidades como entre los integrantes de la familia. La multiactividad de las mujeres ha chocado con la mentalidad patriarcal. Aunque hay excepciones, como Francisco en la familia sin tierra, en general a los hombres les incomoda que las mujeres ocupen los cargos que antes eran exclusivos de ellos; a los maridos les molesta que sus esposas se desplacen fuera de la vivienda y las comunidades ya sea para buscar salarios o para cumplir con las actividades de cargos de representación. Incluso algunas mujeres, sobre todo de las generaciones de bisabuelas y abuelas, se resisten a abandonar la mentalidad de asociar a la mujer con el trabajo reproductivo y el espacio doméstico. Dudan de la capacidad de las mujeres para asumir cargos de representación, reprochan a las mujeres que salen de sus comunidades sin la compañía del marido. Estos comportamientos fueron ejemplificados con las críticas que algunas mujeres han lanzado contra Emelia y Juana en sus comunidades. Pese a las resistencias, se han dado cambios profundos en las dinámicas familiares. Las mujeres han accedido a toda una gama de recursos, incluida la tierra y la categoría de ejidatarias. Han ganado las contiendas políticas a los varones en las comunidades, se han vuelto mucho más eficaces que los hombres para gestionar obras y apoyos para sus comunidades. Algunas de ellas como Hermelinda, aunque no sean reconocidas por otros miembros de su familia, se auto-reconocen como las principales proveedoras de ingresos y las que incluso han sacado a flote las actividades agropecuarias financiando algunos gastos con sus ingresos.

La familia como colectividad atravesada por jerarquías de género y generaciones

Una de las concepciones que Moser (1995) señala como predominante entre algunos estudiosos es la del hogar como unidad natural de toma de decisiones, en la que se presupone que hay un control equitativo de los recursos y una

356

participación por parte de los miembros adultos en la toma de decisiones sobre asuntos que influyen en la subsistencia del grupo. En ese sentido, fue fundamental mostrar en este estudio que la reorganización de los trabajos involucra complejos procesos de negociación cotidiana entre los integrantes de las familias, así como interacciones de éstos con otros actores, incluso no presentes cara a cara, que influyen en las dinámicas familiares. De esa manera, la organización de trabajos no se lleva a cabo en un ambiente de armonía y reciprocidad, sino en medio de ambigüedades que involucran relaciones entre los integrantes de la familia guiadas por el afecto y la solidaridad, pero también por las negociaciones, tensiones y conflictos. Las interacciones analizadas en el capítulo cinco pusieron en relieve situaciones en las que algunos integrantes de la familia se adaptan a la manera en que otros miembros desde una posición jerárquica más ventajosa organizan ciertos trabajos, como en la relación de subordinación en el trabajo agropecuario entre Emelia y su hermano Eliseo. En otras que hay transformaciones importantes en la organización de los trabajos que devienen de una redistribución de los recursos y una redefinición de la posición de los integrantes en las jerarquías familiares, cuyo ejemplo más visible fue en las familias de ejidatarios y la encabezada por una mujer. Por otro lado, a través del análisis de las relaciones conflictivas entre los integrantes de la familia pude constatar que no existe una subordinación total, que los miembros de la familia que aparentemente están en una posición subordinada, ejercen poder para luchar por sus intereses ya sea de manera abierta, o bien, con un estilo suave o sutil como señala Torres (1997). Como ejemplo, están las dos mujeres líderes, Emelia y Juana, así como las acciones de Hermelinda para influir en las decisiones sobre la producción agrícola familiar.

Por otro lado, con el análisis de las tres situaciones de interfase del capítulo cuatro mostré que la organización y reorganización de los trabajos en las familias lejos de resolverse de manera aislada en el seno familiar, involucran series complejas de interacciones sociales en las que participan actores con intereses contrastantes. Así, el modelo criticado por Moser (1995) de "una olla, un techo” en el que la familia vive y trabaja junta como la unidad laboral básica, compartiendo tanto el

357

trabajo como los ingresos de su trabajo no puede sostenerse. El análisis de la interfaz social me permitió examinar las confrontaciones en las que se manifiestan las discrepancias en valores, intereses, conocimiento y poder tanto entre los integrantes de la familia como entre actores en distintos dominios que luchan por los recursos y significados. En ese sentido, mostré el potencial del análisis de interfase para hacer visibles a los actores ausentes en las interacciones cara a cara pero que han influido en las dinámicas familiares y con ello, "comprender el sentido de los cambios --por más pequeños que estos sean-- que se esconden tras el dinamismo de la vida cotidiana.” (Torres, 1994:219).

Vetas abiertas por la investigación

En primer lugar, el perpetuo movimiento de las dinámicas familiares plantea el reto de observarlas a través del tiempo, considerando los cambios en escenarios más amplios en donde los miembros de la familia interactúan con otros actores que influyen en sus decisiones para seleccionar, rechazar o crear nuevas alternativas con los recursos que tienen a su alcance. Ante el deterioro de las actividades agropecuarias, el creciente retorno de integrantes migrantes, así como la contracción de los recursos de programas asistenciales y aquellos destinados a impulsar la productividad del campo queda abierta la interrogante: ¿Qué acciones podrán desplegar los integrantes de las familias para garantizar la reproducción cotidiana y generacional?

En segundo lugar, uno de los cambios en marcha en la microrregión durante la realización de la investigación fue el acceso a la tierra por parte de las mujeres, así como su incorporación a las organizaciones ejidales, tanto con la categoría de ejidatarias como de posesionarias. Si bien, algunas mujeres de las familias cuyas dinámicas analicé comenzaban a posicionarse en las organizaciones ejidales y a avanzar en las jerarquías entre los integrantes de su familia, gracias a su acceso al recurso tierra, quedan abiertas algunas interrogantes para investigaciones futuras: ante la quiebra y abandono de la agricultura temporalera ¿qué destino tendrán las tierras a las que las mujeres han accedido y quién (es) tomará (n) las

358

decisiones sobre ellas?; ¿qué repercusiones tendrá el acceso al recurso tierra por parte de las mujeres en las jerarquías familiares a partir del acceso diferenciado a ese recurso, así como a las distintas categorías agrarias?; ¿cómo se posicionarán las mujeres en las organizaciones ejidales y qué resistencias van a enfrentar por parte de los varones ante su avance en un dominio en el que apenas comienzan a inmiscuirse?

Finalmente, uno de los temas específicos en los que no profundicé fue en el de los migrantes camaroneros de La Estancia del Carmen. Estos migrantes han contribuido en gran medida a sostener los flujos migratorios mediante contratos temporales de trabajo desde que los flujos migratorios de indocumentados disminuyeron en la microrregión aproximadamente a mediados de la década del 2000. Las redes de intercambio de bienes y servicios han sido fundamentales para sostener estos flujos migratorios hasta la actualidad. Por ello es importante indagar ¿cómo se han construido estas redes de intercambio entre los migrantes camaroneros y los migrantes por contrato?; ¿por qué han perdurado después de décadas de separación física los compromisos de los migrantes camaroneros con sus parientes y amistades que se quedan en su lugar de origen? Por otro lado, hasta ahora estos migrantes han mostrado una gran habilidad para acomodarse a los cambios en las políticas migratorias estadounidenses. Ante los cambios recientes en dichas políticas surge una interrogante: ¿cómo están afrontando los camaroneros estos cambios para continuar operando estas redes de intercambio de bienes y servicios que han creado expectativas de compromisos de largo aliento con sus parientes y amistades de La Estancia?

359

360

ANEXOS

Anexo 1. Relación de entrevistas

Entrevistado Lugar Fecha Temas

Carrillo, Hermelinda: hija de un ejidatario de Chamacuerillo nació en 1957. Actualmente se dedica al comercio, participa en las actividades agropecuarias familiares y se encarga de organizar y realizar la mayor parte de los trabajos reproductivos.

Vivienda de Hermelinda-local de local de Hermelinda- cocina, patio, corral de Hermelinda en La

Estancia

8-marzo- 2014/14-octubre-

2014/ 17- noviembre-

2014/31-agosto- 2016

Trayectoria laboral/cambios en la organización de los TPR

familiares/situación actual de las actividades agropecuarias familiares/

Castillo, Juan Carlos: Director de Desarrollo Social en San Luis de la Paz/ encargado del PACRG desde finales de 1990.

Dirección de 17-noviembre-Desarrollo Social en 2009San Luis de la Paz

Operación del PACRG en San Luis de la Paz

Díaz, Margarita: habitante de Las Vivienda de su hija 20-marzo-2009 Transformaciones socioculturales en Cruces nacida en 1919, hija de Juana Flores Las Cruces observadas por Margaritaejidatario original. Falleció en a lo largo de su vida2010.

Flores, David: ejidatario de Las Cruces nacido en 1961, en 2010 quedó como sucesor de los derechos ejidales que habían sido transmitidos a su madre Margarita después de que su padre falleció

Solar de sus padres 25-noviembre- 2014/13-

diciembre-2014/ 27-mayo-2016

Transformaciones en la actividad agropecuaria en las últimas tres

décadas/ organización de los TPR en su familia en las últimas tres

décadas/ cambios en los procesos m igratorios/ conflictos con la

implementación de PROCEDE/ trayectoria m igratoria/trayectoria

como productor agropecuario.Flores, Juana: delegada de Las Cruces 2013-2015, nacida en 1952, descendiente de ejidatarios originales.

Vivienda de Juana- 20-marzo- solar de su vivienda 2009/27-mayo-

2016

Trayectoria laboral, trayectoria familiar, trayectoria

política/conflictos en el ejido después de la implementación de PROCEDE/cambios en los procesos

migratorios.González, Francisco: migrante retornado sin tierra originario de Las Cruces, combina actualmente el trabajo en la producción y venta de carne de cerdo en sociedad con tres hermanos con el trabajo asalariado en la industria automotriz por temporadas.

Mientras trabajaba 16-noviembre- en el corral de 2016

cerdos en Las Cruces

Trayectoria m igratoria/trayectoria laboral/cambios en la organización de los trabajos y actividades en su

familia

González, Manuel: migrante retornado originario de Las Cruces. Nació en 1978, actualmente participa en un negocio familiar de engorda y venta de carne de cerdo.

En el solar de la 31-08-2016 vivienda de su madre

Juana Flores mientras participaba en la preparación de un cerdo para venta.

Trayectoria laboral/experiencia migratoria

González, Maritza: madre soltera Recorrido por la 20-marzo-2009 Trayectoria individual/organización el

361

originaria de Las Cruces. Nació en 1988, actualmente trabaja como ayudante de carnicero en un negocio familiar.

comunidad de Las Cruces/Farmacia en

la vivienda de su madre Juana Flores

TPR en su familia de origen

Gutiérrez, Irene: Representante Oficina SDSyH 22-octubre-2009 Operación del PACRG en Salvatierra yde la SDSyH ante el CMR de Salvatierra en Las CrucesSalvatierra

Hernández, Teresa: promotora Oficina de la SDSyH 22-octubre-2009 La operación del PACRG endel PACRG en sus inicios/ en Salvatierra Guanajuatorepresentante de la SDSyH en los Consejos Municipales de Tarandacuao y Coroneo

López, Amelia: nacida en 1964 en La Estancia, combinó desde pequeña el trabajo reproductivo con el trabajo agropecuario. En 2010 abandonó completamente la actividad agropecuaria, dedicándose de tiempo completo a los trabajos reproductivos familiares.Lule, Elba: originaria de La Estancia nacida en 1987. Hija de un ejidatario-migrante, desde 2013 vive parte del año en La Estancia mientras su esposo migra temporalmente a Palacios, Texas y pasa entre tres y cuatro meses en la ciudad de México. Se dedica de tiempo completo a los trabajos reproductivos familiares.

Vivienda de su madre Amelia en La

Estancia

8-agosto-2016 Organización de los TPR en el grupo doméstico de La Estancia y en su

fam ilia/ Trayectoria migratoria de su padre y hermanos

Lule, Fidel: visitador de la Procuraduría Agraria en la Residencia de Celaya

Eménguaro 19-mayo-2016 Implementación de PROCEDE-FANAR en la residencia de Celaya/

microrregión Las CrucesMancera, Amalia: hija del ejidatario original Simón Mancera de La Estancia del Carmen. Nacida

Patio de su vivienda en La Estancia

24-febrero-2014 Formación de su fam ilia/ Trayectoria laboral/ cambios en la organización

de los TPR/en 1930, encabezó los trabajos de mediería en su familia hasta la década de 1970. Actualmente vive sola y se desempeña en actividades comerciales en su vivienda.Muñiz, Elvira: nació en 1947 en la En su vivienda de La Estancia del Carmen, combina las Estanciaactividades agropecuarias a través de la mediería a cargo de su esposo con las labores reproductivas.Ortiz, David: ejidatario de Santa En su vivienda de 24-septiembre- Autodiagnóstico comunitario con unaRosa Tejocote, nacido en 1956. Santa Rosa 2004 diversidad de temas sobre

producción, migración, procesos históricos del ejido, cambios en el

entorno.Quezada, Francisco: prom otor del Dirección de 21-octubre-2009 Implementación del PACRG en el

8-marzo-2014 Organización de los trabajos yactividades entre los integrantes de

la fam ilia/ trayectoria laboral

Vivienda de Amelia en La Estancia-

vivienda de Hermelinda Carrillo

en La Estanciaúltimas décadas desde su experiencia

como encargada de organizar las actividad agropecuaria familiar.

8-marzo-2014/16-noviembre-

2014/29-octubre-2015/8-agosto-

2016

Trayectoria individual/cambios en la organización de los TPR en su

fam ilia/ trayectoria migratoria de su esposo e hijos/ cambios en la

producción agropecuaria en las

362

PACRG en Las Cruces desde sus Desarrollo Rural polo de desarrollo de Las Crucesinicios/Dirección de Desarrollo Municipal deRural de Salvatierra Salvatierra

Ramírez, Carmen: esposa de José Vivienda de Emelia y 27-05-2016 Organización del TPR fam iliar/Zamora, estudio los primeros salvador Zamora en realización de trabajo de gestión desemestres de licenciatura, se La Estancia PROSPERA/trayectoria laboraldedica a organizar y realizar lostrabajos reproductivos, participaen actividades comerciales de lafamilia política.

Rodríguez, Cecilio: Coordinador de Proyectos de los Programas en Concurrencia en SAGARPA delegación Guanajuato

Oficina de proyectos, SAGARPA sede

Celaya

12-agosto-2016 Cambios en la relación instituciones del Estado que atienden al sector agropecuario- familia rural tras la

implementación de políticas de corte neoliberal desde finales de la década

de 1980.Rodríguez, Juan: migrante retornado de La Estancia. Nació en 1978 viajó por primera vez a Estados Unidos en 1998, en 2008 fue deportado. Desde entonces regresó a vivir a casa de sus padres en La Estancia y ayuda a su padre en las actividades agropecuarias.

Fuera de la vivienda de su padre en La

Estancia

28-noviembre-2012

Trayectoria migratoria/cambios en los procesos migratorios a partir de su trayectoria/ trabajo actual en la

producción agropecuaria

Sandoval, Liliana: migrante retornada originaria de Veracruz, esposa de Francisco González y madre de tres hijos. Actualmente combina el trabajo reproductivo con la elaboración y venta de alimentos en la microrregión.

En su vivienda de Las Cruces mientras

elaboraba pan para venta

13-12-2014 Organización actual de los trabajos y actividades en su fam ilia/ cambios en

dicha organización/ trayectoria laboral y migratoria

Tapia, Gonzalo: ejidatario de Las Cruces nacido en 1979, presidente del comisariado en tres ocasiones

Calle céntrica de Las Cruces

20-marzo-2009 Organización del ejido Las Cruces/ cambios en la situación de la

producción agropecuaria desde la década de 1980/mercado de tierras

ejidalesZamora, Ángel: ejidatario de Las Cruces nacido en 1931, descendiente de un ejidatario original

Afuera de la vivienda de su hijo Leovigildo

Zamora

9-junio-2009 Historia ejidal de Las Cruces/reparto de las tierras de La Hacienda de los Flores/formación del ejido de Las

CrucesZamora, Braulio: Tesorero del Comisariado Ejidal de Las Cruces (2007-2010)

Mientras trabajaba en la construcción de

un puente en el centro de Las Cruces

15-octubre-2009 Opiniones acerca de los consejos comunitarios y de polo de desarrollo en Las Cruces/acciones de desarrollo

comunitario promovidas y financiadas por los ejidatarios de las

Cruces.Zamora, Eliseo: ejidatario de La Estancia del Encinal a partir de 2015. Nació en 1950 y se dedica a la agricultura de temporal.

Fuera de la vivienda de Eliseo-vivienda de

Eliseo-parcela de Eliseo en La Estancia

28-noviembre- 2012/ 24-febrero-

2014/ 8-marzo- 2014/14-octubre- 2014/21-octubre- 2014/30-octubre-

2014

Trayectoria de sin tierra a ejidatario/ Trayectoria m igratoria/ Trayectoria laboral/ cambios en la organización de los TPR familiares/ cambios en la

situación de las actividades agropecuarias a partir de la década de 1980/ proceso de formación delnuevo núcleo ejidal de La Estancia

del Encinal.

363

Zamora, Emelia: representantedel polo de desarrollo de Las Cruces 2003-2009/ Delegada de La Estancia 2013-2015. Nacida en 1960, hija de una pareja de medieros sin acceso a la tierra como titulares

Negocio de pollos en 27-abril-2010/28- el centro de La noviembre-

Estancia-sala de su 2012/24 de vivienda-cocina de su febrero-2014/14, vivienda-corral de su 21 y 30-octubre-

vivienda 2014/6-nov- 2014/4 y 21- diciembre-

2014/27-mayo- 2016

Transformaciones en la organización del TPR fam iliar/trayectoria laboral,

trayectoria política, trayectoria como ejidataria/cambios en la organización del TPR fam iliar/ funcionamiento del PACRG en la microrregión desde su

experiencia como líder/operación de PROGRESA-OPORTUNIDADES-

PROSPERA en La Estancia.

Zamora, Jazmín: hija de ejidatarios nacida en 1995. Actualmente se desempeña en un comercio familiar y participa con su padre en actividades agropecuarias familiares.

Vivienda de sus 6-11-2014 padres en La Estancia

Cambios en la organización de los TPR familiares/trayectoria laboral

Zamora, José: ejidatario de La Estancia a partir de 2015. Nació en 1985, ha sido migrante contratado y actualmente empleado de la administración municipal de Salvatierra

Vivienda de José en 9-agosto-2016 La Estancia

Trayectoria migratoria, trayectoria laboral, participación en TPR

familiares

Zamora, Leovigildo: Presidente del Comisariado Ejidal de Las Cruces (2007-2010), nacido en 1953 en Las Cruces.

Vivienda de 9-junio-2009 Leovigildo en Las

Cruces

Cambios en el ejido de Las Cruces tras la incorporación a PROCEDE

Zamora, Manuel: migrante retornado originario de La

Fuera del templo de 28-noviembre- La Estancia 2012

Trayectoria m igratoria/ Trayectoria laboral en la localidad y la región

Estancia. Nacido en 1990, inició su experiencia migratoria a los 15 años de edad. En 2014 fue la última vez que cruzó a Estados Unidos, fue detenido por las autoridades y cumplió prisión durante 4 meses. Después de ese evento regresó a La Estancia a casa de sus padres. Trabaja en las actividades agropecuarias al mando de su padre.

Zamora, Miguel: migrante retornado originario de La Estancia. Nacido en 1989, migró por primera vez a los 14 años de edad. En 2011 fue deportado de Palacios, Texas donde trabajaba en la construcción de barcos camaroneros.

Fuera del templo de 28-noviembre- La Estancia-trayecto 2012/ 6-

a Salvatierra noviembre-2014

Trayectoria m igratoria/ Trayectoria laboral en la región y en la localidad

Zamora, Salvador: descendiente de ejidatario original nacido en La Estancia en 1956. Encabezó la creación del nuevo ejido de La Estancia del Encinal entre 2013­2015

Fuera de su vivienda- 30-octubre-2014/ sala de su vivienda- 21-diciembre-

corral de su vivienda 2014/19-mayo- en La Estancia 2016

Proceso de segregación y creación del nuevo núcleo agrario de La

Estancia del Encinal/ Trayectoria como productor agropecuario/

Trayectoria m igratoria/ cambios en las condiciones de la producción

364

Zamora, Socorro: descendiente de Vivienda de Socorro 23-0ctubre-2009 una familia sin tierras, es un líder en Las Crucespolítico de Las Cruces afín al PRD.Desde principios del 2000 comenzó a participar en el consejo comunitario de Las Cruces, ha sido delegado de su comunidad en dos ocasiones.

Fuente: elaboración propia a partir de trabajo de campo.

agropecuaria a partir de la década de 1980

Implementación del PACRG desde su experiencia como consejero

com unitario/ conflictos entre ejidatarios y familias sin tierra en Las Cruces/ Pugnas por los recursos en el

CMR/ cambios en los liderazgos políticos de Las Cruces a partir de la

implementación del PACRG

365

366

ANEXO 2.

CUESTIONARIO DE LA ENCUESTA SOBRE LAS DINÁMICAS PRODUCTIVAS Y REPRODUCTIVAS DE LAS FAMILIAS DE COMUNIDADES RURALES GUANAJUATENSES (EDIPROREP 2014-2015)

367

EL COLEGIO DE MICHOACAN A.C0ENCUESTA SOBRE LAS DINÁMICAS PROOUCT1VAS V REPRODUCTIVAS DE IOS GRUPOS FAMILIARES DE LOCALIDADES RURALES GUANAJUATENSES/EDIPROREP 2014 2015

Presentación: Bueno*...m i nom bre « -.e sta m o s beoendo une encuesta robre le* femabas d e - pere une investigación del Colegas de M icboecin. Le gradeceriam os que no* eyudere com etiendo algunas pregunte*. Todo lo que no* dige «eré confidencial. Agredecemo* de entem eno *u coleboreoón.

LUffODMAOÚN BASICA

1. Luger y fect-a de loK aoon I Entrensiedo'

1 Nombre del entrevistado (jefe o jefe dd grupo femiUer) A tOe qué vive principa (mente tu familia?___________________________________________

S. r Tiene tierras pare le agricultura3 Si No 6. i Le* trebeje’ 5i No 7. El eedneno Posesionarlo Avecindado Pequeño prosaetario 8. vCuet el le superficie etxomrneda de *u tierraJ Has9. ¿Trebeje tierra* a medie*5 Si___No 10. {Ademé* de le producción agrícola realue otr» (i) actividades para obtener ingreso*5 SI___ No___ 11. (Cual (es)?________________________________________________12. {E* «aleñado? Si___ No___13. tE i obrero? Si____ No___ 14. CE* jornalero? Si___N o___ 1S. ¿Se oed-ca el comercio? Si___No__ 16. ¿Actualmente ve o alguna ve: se Ke (do a trebejar al norte? Si___ No___

U.COMPOSJOON 0(1 GRUPO f AMULAR A )* m GUANTES DEL GRUPO QUE COMPARTEN Q MISMO TECHO

¿ In te g ra n te * d d g ru p o

incluido s hijos pequeño*,

anciano* y otro* par tornas

(Ji m c o m p a rta n to ch o

(a n o ta r no m bra*

c o m e n za n d o p o r

« l ja f a / a daJ g ru p o tam ritar)

¿ .P a re n tesc o co n

re spe cto al je le

d e «am iba

1 C ónyuge

2 Hijo/a

3 Padre o m ad re

4 M erm eno/a

5 N .eto/a

6. T e m o / N ue ra

7 O tro fam iliar

lespecificarl

8. San parentesco

(especificar)

(A n o ta r el

n u m e ro d e le

o p o d o )

¿ S e x o

1

H o m b re

2 M u ftr

4 -Eded

(años)

5 .Estado civil

1 Sortero

¿ C e s a d o

3 U n io n libre

•i M e d re

sorter*

S V iudo

6 .Separado o

divorciado

6 . T ip o d e tra b a jo que

d ese m pe ñ a (p u e d e d e p r más

d e u n tra b ajo p o r integrante )

1. T ra b a jo n o re m u n e ra d o en

el bogar

2 Tra b a jo n o re m u n e ra d o en

actividades agropecuarias

«amillare*

3. Tra b a jo n o re m u n e ra d o en

actividades com erciales familiares

4. Tra b a jo asalariado

agropecuario

5. Tra b a jo asalariado en

fabrica

6 Tra b a jo asalariado en

co m ercio.

7, T ra b a jo asalariado en

labores dom ésticas

3 Tra b a jo p o r cuenta pro p ia

9 V en ta da pro d ucto s a

d o rtvo lio (A vo n , Safra, Joyería,

e tc.)

10. Tra b a jo en construcción

(albañ llena)

11 O tro tip o de trabajo

(especificar)

7 Lugar d o n d e

dese m pa ñ a

e l t r a bajo

(a n o ta r si es

e n la m ism a localidad o

fu tra d e oda y p o n er el

n o m b re d d lugar)

8. ¿ A c tu a lm e n te

esté estud ian d o ?

L *

2 N o

9 .G r e d o d e

escolaridad (u lt im o

g ra d o cursado

osa esté

e s tud ian d o

p e d o q u e cursa)

1- N inguna

2. Pnm arta

incom pleta

3 Prim aria

com pleta

4 Secundaria

incom pleta

5 Secundaria

co m pleta

6 Bacín «e ra to

incom pleto

7 Sacbélerato

co m pleto

8 C arrera técnica

9 N lv d superior

10. ¿ To d a s las

perso nas que

v tv e n e n e s ta

viv ien d a

co m p a rte n u n

m is m o gesto para

contar?

L S I

2 N o

Si respo nde 'si*

p a s a re la

siguiente bofa

Si re spo n de •no"

p reg u n tar 11 y

pasar a siguiente

boje p e ro

co ntinuar

refiriéndose solo

al g ru p o fanuUar

d d ancuestado

i i

12 11 «C u á ntas

13 pervxva* o grupo*

14 d e p e rs o n a l en

IS esta vivienda

16 tienen gasto

17 veparado para

18

19(a n o ta r n ú m e ro )

110

Aclaración para el encuestador: las siguientes preguntas se refieren a los integrantes del grupo familiar que no residen de manera regular en la vivienda.4*

BpNTEGRANItS Of L GRUPO fA M U M QUt NO RfSIDfN IN LA VTVKNDA (CONVUGE O HUOS|i.In te g ra n te s d el g ru p o fem itan

q ue n o residen de m an e ra regular

e n la v iv ie n d a (so la m e n te

có n y u g e e N fo s c o m e n ta n d o co n

e l m a y o r)

¿.R esidencia

( lu g a r d o n d e

v iv e )

^P a re n te s c o

co n

re spe cto al

tale

de tam dia

1. Cónyuge2. H,jo/a

4.Seao

1 Horrare ¿M ujer

S.Cded

(añoa)

6 .te ta d o civil

ISortero2 Catado3 Unión Icore4 Madre Sin pareja5 Viudo6 Separado o dnroroado

7 .T ip o d e tra b a jo que

d ese m pe ñ a 1 puede

elegir más de un trabajo por integrante]

1 Trabajo no remunerado en el bogar 2. Trabajo no remunerado en actividadesagropecuarias familiares3 Trabajo no remunerado en actividades comerciales tam bares4 Trabajo asatanado agropecuario5 Trabajo asalariado an fábrica6 Trabajo asalariado en comercio7. Trabajo asalariado en laboras domésticas 8 Trabajo por cuenca propia9. Venta de productos a domicilio (Avon. Jafri, Joyera, e tc)10. Trabajo en construcción (atbañiierta)11. Otro tipo de trebejo leipeciñcarl.

S Lugar

flood#

d evem peñ*

al tra b a jo

(a n o ta r)

9 . ¿A p o y a

re g u la rm e n te para a<

gasto del ho gar q ue

U d . e n c a b a n *

1-5*2. No

10.¿A c tua lm e nte

estáestud ian d o *

L S i 2. No

11. G ra d o d e

e ic o ta n d a d

(ú lt im o g ra d o

c u n a d o

0 si está e stud ian d o

g ra d o qua

cursa)

1 Ninguna 2- Primaria incompleta3 Pnmana completa4 Secundaria incompleta5 Secundaria completaí

Bachilleratoincompleto7Bachillerato completo B Carrera tácrvca 9 Nivel superior

a12131415K17«19lio

£1 siguiente bloque de preguntas se va a referir solamente a los integrantes del grupo que han migrado a los Estados Unidos, favor identificar y pasar los nombres de los migrantes que aparecen en este cuadro a la primera columna del siguiente cuadro y después hacer las preguntas del bloque.

369

■ 1) MIGRACION INTTRNAOONAl OC IOS MTKJAIITIS 0(1 GRUPO ÍAMUIAR . ̂ . . — . . .............. ... •i.M«*mbro grupo que ha migraPo (anotar «4 nombra)

2.tico4and*d antes de migrar1 Ninguna2 Priman* incompleta S Priman* compwtaa Sao n tara incompleta 5 Secundaria rompiera e. Sactv-lararo incompleto 7 9acn**e<-*to comparto ( Nr.-el Sue

5. «Cual fu* el motivo principal de 1* miración?t Reiewf«ación fam*ar 2 ERWfol1 Contraer matnmoruo a Atención mad-ca S inseguridad púM<*« Trabajo para mejorar Muación económica personal 7 Trabajo pan mejorar lat condiciones de vida de la familia9 Otra causa (e ip )

Puede elegir mar de unmotivo

4. COrnen lomo le decown de migrar?1. u persona que migro2 0 je fe s jefa del grupo domeitrco- familiar3 lot pedrea4 entre la familie 3 Otra peraona leapecrfcao

3. AÁo t f i qu« migró por pnmrri vvx y ario an qué migro por últtfna v*r

a.Tipode trabajo en eu1 Agricultura2 Construcción3 industria A iardlnana3 comercio6 aettaurantea7 n ótete)• i e n ó n 9 Servició doméstico50 Trentporte51 Otros |eipecif<*r|12 HosaC*

1. lugar donde resida en FU< anotar nudad/iocabdad ycitatfo)

t . stetut migratoriol indocumentado 2. Con contrato temporil S Con residencia 4 ivitur atoado 3 «atornado voluntario « «atomado (oreado 7 Pensionado

MI

M2

M3

NU

MS

Mi

M7

C O N T IN U A M IG R A C IO N IN T F R N A O O N A l D € I O S I N K O R A N T E S 0 ( 1 G R U P O ÍA M U IA R

continua | seguir al miembro magrante on la caula que corresponde)

9. Si es indocumentado cromo pasó a estados Unidos?

1 **o2 Conunfamnhar3 Con amgcs 4. Con un coyote5 Otro meó>0 laipacifiearj

10. <Reobe ud. apoyo económico del integrante que ha nwgrado’

U t2 NO

u . (Aproximadamente desdehace cuánto recibe apoyo aconónuco del familiar?

12. <cada cuanto le •m i* dinero?

1 Mensualmente 1 Más de tres veces ataño3 0 * dot a tres veces ataño4. una vei al año 3 evantuaimanta

LS. «Omen decide como gastar *< dinero que manda1

S fl qua lo manda2 u persona que lo recibe3 El jefe o jefa d * fam«44 Entra la familia3 Otros {especificar)

14. ¿tn que he utilitedo

del none’1 Alimentaron2- vestido3 Artículos personales4 Pago de servicios (agua, energía eléctrica)s. Medico y medicinas e Educación de los lujos 7 invertí* *r. comercio 3 Ahorro.9 Construcción o mejora da vivienda 19 Equipar la vivienda U Adquirir un vehículo 12 Apoyar la producción agrícola Puede elagu mas da una opción

Mi

M2

M3

N U

M 5

M6

M7

370

Instrucciones: En este bloque de preguntas utilice un cuadro por cada integrante del grupo familiar. Hay cuadros para seis integrantes pero si son más los integrantes del grupo anexe las hojas que sean necesarias hasta completarlos.

IV) ORGANI2AOON DEL TRABAJO PRODUCTIVO Y REPRODUCTIVO OCLGmJPOEAJUVUARIntagrante Tipo de tribejo Horas al día Días i la semana Mesas dd año en que(nombra) dedicadas q u i dad ca

a ese trabajo realiza d trabajo mas tiempo d trabajo1. Com enur con d nombre del integrante y preguntar reabra trabajo agrícola dei grupo fam iliar’ Si___ No__2 trabaja a cambio do un tatarto? a __ No__3. trabaja en una actividad comercial del grupo fam iliar’ a __ N o_4 reabra trabajo en el traspatio del hogar’ (cna de afúmales, siembra de hortalizas, milpa) a __ No___S...cuando hace falta se encarga de te construcción y arreglos a la vnnenda como albañíleria. carpintería, fontanería? a __ No___6 se dedua a la maquila de prendas da veshr en el hogar a cambio da un pago? a No7_ je dedica a la elaboración de costura en el hogar para ventad a __ No__8 realiza trabajo domestico en la vivienda? a ___ No___9 atiende e los hijos pequeños? a __ No__10 atiende a los integrantes del grupo cuando sa enferman? a No11 Reva a cato ü administración del h ogir7 (distribución del gasto, pago de sennoos. o rg ira ic jó n del tratero doméstico) Si_ No__12 trabaja en casa ajena realzando trabajo doméstica? a __ No__13 se dedica a cuidar niños no propios a cambio de un pago? a No__14 sa dedica a cuidar ancianos o enfermos a cambio de un pago? a __ No__15. ¿Que otro tipo de trabtfO desempeñe7 E sp e c ia r

Intégrame Tipo de trabajo Morís é dtl Dias a la semana Meses dd año en que(nombra) dedicadas qua dedica

a ese trebejo realiza d trabajo mas tiempo al trabajo1 Comenzar con el nombre d d integrarte y preguntar realiza trabajo agrícola del grupo fam iliar? a __ No___2 trabaja a cambio de un salario? a __ No__3 trabaja en una actividad comercial del grupo fam iliar? a __ No4 realiza trabajo en el traspatio del hogar’ (cna de animales. Hembra de hortalizas, miipal a __ No__5 cuando hace falta se encarga de la construcción y arreglos a la vnnenda como albañíleria. carpintería, fontanería? a ___ No__6 se 0edict a la maquila de prendas de vestir en el hogar a cambio da un pago? a__ N o ____

7 te dedica a la alaboracion de costura en el hogar para venta? a_ fioS. realiza trabajo domestico en le vivienda? a_ No__9 ebende a los hijos pequeños? a_ lío __10 atiende a los integrantes dd grupo cuando se enferman? a No

| 11 Rtva • cato la administración d é hogar7 (dotnbubón dé p ito , pago da sam óos, organaación d é tratajo doméstico) S í._ No__12 trabaja en casa ajena realizando trabajo doméstico? Sé___ No__13 sa dedica a cuidar nmos no propios a cambio da un pago? a___ N o ___14... sa dedica a cuidar andanos o enfermos a cambio de un pago? a __ No___15 <Qué otro t>po d« trabajo desempeña7 Especificar

371

IV) ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO Y REPRODUCTIVO DEL GRUPO FAMILIARIntegrante Tipo de trabajo Horas al día Días a la semana Meses de! año en que(nombre) dedicadas que dedica

a ese trabajo realiza el trabajo más tiem po al trabajo1. Comenzar con el nom bre del in tegrante y preguntar... realiza trabajo agrícola del grupo fam iliar’ . Si___ No___2...trabaja a cambio de un salario’ Si___ No___B...trabaja en una actividad comercial del grupo familiar,’ Si___ No___4. ...realiza trabajo en el traspatio del hogar? (cria de animales, siembra de hortalizas, milpa) Si___ No___5...cuando hace falta se encarga de la construcción y arreglos a la vivienda com o albañilería, carpintería, fontanería ’ Si___ No___S...se dedica a la maquila de prendas de vestir en el hogar a cambio de un pago’ Si_ No7...se dedica a la elaboración de costura en el hogar para ventad Si___ No___8. realiza trabajo doméstico en la v ivienda^ Si___ No___9... atiende a los hijos pequeños! Si___ No___10... atiende a los integrantes del grupo cuando se enferman’ Si___ No___11— lleva a cabo la administración de! hogar? (distribución del gasto, pago de servicios, organización del trabajo doméstico) S¡__ No___12... trabaja en casa ajena realizando trabajo dom éstico’ , Si___ No___13... se dedica a cuidar niños no propios a cambio de un pago’ Si___ No__14... se dedica a cuidar ancianos o enfermos a cambio de un p a g o ! Si___ No___15. ¿Qué o tro tipo de trabajo desempeña? Especificar

Integrante Tipo de trabajo Horas al día Días a la semana Meses del año en que(nombre) dedicadas que dedica

a ese trabajo realiza el trabajo más tiempo al trabajo1. Comenzar con el nombre del integrante y preguntar... realiza trabajo agrícola del grupo familiar’ . Si__ No___2...trabaja a cambio de un salario’ Si__ No___3...trabaja en una actividad comercial del grupo familiar! Si__ No__4. ...realiza trabajo en el traspatio del hogar? (cria de animales, siembra de hortalizas, milpa) Si__ No___5...cuando hace falta se encarga de la construcción y arreglos a la vivienda como albañilería, carpintería, fontanería’ Si___ No___S-.se dedica a la maquila de prendas de vestir en el hogar a cambio de un pago! Si___ No___7...se dedica a la elaboración de costura en el hogar para vent3¿ Si No8. realiza trabajo doméstico en la vivienda! Si___ No___9... atiende a los hijos pequeños! Si___ No___10... atiende a los integrantes del grupo cuando se enferman’ Si__ No__11— lleva a cabo la administración de! hogar? (distribución del gasto, p3go de servicios, organización del trabajo doméstico) Si__ No___12— trabaja en casa ajena realizando trabajo doméstico’ Si___ No___13... se dedica a cuidar niños no propios a cambio de un pago’ Si___ No__14... se dedica a cuidar ancianos o enfermos a cambio de un pago! Si___ No___15. ¿Qué otro tipo de trabajo desempeña? Escecificar

372

IV) ORGANIZACIÓN D a TRABAJO PRODUCTIVO Y REPRODUCTIVO D a GRUPO FAMIUARIntegrante Tipo de trabajo Horas al día Días a la semana Meses del año en que(nombre) dedicadas que dedica

a ese trabajo realiza el trabaja más tiempo al trabajo1. Comenzar con el nombre del integrante y preguntar... realiza trabajo agrícola del grupo familiar? Si__ No___2—trabaja a cambio de un salario?. Sí___ No___3...trabaja en una actividad comercial del grupo familiar? Sí No4. ...realiza trabajo en el traspatio del hogar? (cria de animales, siembra de hortalizas, milpa) Si___ No___5...cuando hace falta se encarga de la construcción y arreglos a la vivienda como albañilería, carpintería, fontanería? Si___ No___S...se dedica a la maquila de prendas de vestir en el hogar a cambio de un pago? Si___ No___7...se dedica a la elaboración de costura en el hogar para ventad Si___ No___8. realiza trabajo doméstico en la vivienda? Si___ No___9... atiende a los hijos pequeños? Si___ No___10... atiende a los integrantes del grupo cuando se enferman? Si___ No___

| 13_lleva a cabo la administración del hogar? (distribución del gasto, pago de servicios, organización del trabajo doméstico) S¡_ _ No___12... trabaja en casa ajena realizando trabajo doméstico? Si___ No___13... se dedica a cuidar niños no propios a cambio de un pago? Si___ No___14... se dedica a cuidar ancianos o enfermos a cambio de un pago? Si___ No___15. ¿Qué otro tipo de trabajo desempeña? Especificar

Integrante(nombre)

Tipo de trabajo Horas al día dedicadas

a ese trabajo

Días a la semana que

realiza el trabajo

Meses del año en que dedica

más tiem po al trabajo1. Comenzar con el nom bre del in tegrante y preguntar... realiza trabajo agrícola del grupo familiar?^ Si___ No____¿...trabaja a cambio de un salario,? Si___ No3...trabaja en una actividad comercial del grupo fam iliar? Si No4. ...realiza traba jo en el traspatio del hogar? (cria de animales, siembra de hortalizas, m ilpa) Si___ No5...cuando hace falta se encarga de la construcción y arreglos a la vivienda com o albañilería, carpintería, fontanería? Si___ No____6...se dedica a la maquila de prendas de vestir en el hogar a cambio de un pago? Si___ No____7...se dedica a la elaboración de costura en el hogar para venta? Si___ No___8. realiza trabajo dom éstico en la vivienda? Si___ No___9... atiende a los hijos pequeños! Si___ No10... atiende a los integrantes del grupo cuando se enferman? Si___ No___13__lleva a cabo la adm inistración del hogar? (distribución del gasto, pago de servicios, organización del trabajo doméstico) Si___No____12... trabaja en casa ajena realizando trabajo doméstico? Si___ No___13... se dedica a cuidar niños no propios a cambio de un pago? Si___ No___14... se dedica a cuidar ancianos o enfermos a cambio de un pago? Si___ No___15. ¿Qué o tro tipo de trabajo desempeña? Especificar

373

V) PARTICIPACION DE LOS WTIGUANTES DEL GRUPO EN LA TOMA DE DESJOONES IMPORTANTES Y EN EL REPARTO DEL TRABAJO PROOOCTO/O Y REPRODUCTIVO1. «Cuándo hay que lom ar decisiones important»! que afectan al grupo fam ltar quien (es) lo haceW fr (marcar con X la opción)

2. (Cuándo hay qu» hacer gaitos importantes quién (as) toma (n) la decisión principalmente?(marcar con X la opoón}

3. «Cuándo hay que tomar dec tsjones importantes que afectan a los fufos qwén (es) lo hace (n)? (marcar con X la opción)

4. ¿Quién (as) decide (n) sobre el tipo de trabajo que cada integrante def grupo desempeña?(marcar con X la opoón)

5. ¿Quién reparte u organua las actividades del trabajo domestico enve los mtegr antes del grupo fam iliar?(marcar con X la opción)

6. En caso de que el grupo tam bar tenga actividades agropecuarias ¿Qwén (es) reparte (n) u organice (n) tas actividades?(marcar con X la opción)

7. En caso de que d grupo fam iliar tenga actividades comerciales ¿Qwén (es) reparte (n) u organua (n) tas actividades?Imarcar con X la opción)

8. ¿Quién (es) decide (n) que integrantes salen a vabaiar a cambio de un salar»?(marcar con X la opción)

1 £1 jefe |a) dehofarlo decida solo

1 B »efe (a) da hogar lo deode solo

1 B |efe (a) de hogarlo deode solo

1 El refe (a) de hogarlo deode solo

1 D jefe (a) de hogar lo deode soto

1 EJ jefe (a) de hogar to decide solo

I B tele (a) de hogar lo decida solo

1 B jete (a) de1 : r.vlo deode soto

2 Bcónyuge 2 B cónyuge 2Bcónys«e 2 B cónyuge 2 EJ cónyuge 2 B cónyuge 2 B cónyuge 2 B cónyuge3 B Jefe |a) de hogarcon su córryuge

3 0 jefe (a) de hogar : on su cónyuge

3 El jefe (a) de hogarcon su cónyuge

3 E ljcfe (a )d ehogarcon su cónyuge

3 B jefe (a) de hogar con su cónyuge

3 B jefe (a) de hogar con su cónyuge

3 El jefe (a) de hogar con su cónyuge

3 O jefe (a) de hogarcon su cónyuge

4 B |efe (a) dehogar yovo Integrante del grupo

4 B (efe (a) de hogarVotro integrante del grupo

4 El refe (a) de hogar yotro integran» de4 grupo

4 El jd e (a) de hogar yotro integrante del grupo

A EJ /efe (a) de hogarYotro le g ra n te del grupo

4 B jale (a) de hogar y ovo integrante del grupo

4 B jefe (a) de hogar yotro eitegrante del grupo

4 B jefe (a) de hogaryotro integrante del grupo

S Entre todo* lot integrante! del grupo

S Entre todos k» integrantes del grupo

S Entre todos las mtegrenc« del grupo

S Entre todos los 1 (H I 'i M - 1

del grupo

5 Entre todos ka integrantes det grupo

S Entre todos los integrantes del grupo

S Entre todos kas integrantes del grupo

5 Entre todos k» integrantes dd grupo

6 Un integrarte del grupo que no comparte el techo («pacificar)

6 Un integrante del grupoque no comparte el techo (especificar)

6 Un integrante del grupoque no comparte el techo (especificar)

6 Un Integrante del grupoque no comporte el techo (especificar)

6 Un integrante del grupoque no comparte el techo (especificar)

6 Un integrante del grupoque no comparta el techo (especificar)

6 Un integrante del grupoque no comparte d techo (especificar)

£ Un integrante dd grupo que no comparte d techo (especificar)

; Isale a vabaiar

374

VI] ACCESO A PROGRAMAS DE GOBIERNO, GESTIÓN Y ACTIVIDADES PARA 0 8 TIMER Y COMSERVAR LOS APOYOSA) Program** r ip w ia ln para fragranté* y n a farro*

a) ¿Alguno de los miembros m ip antn de U fam ilia ha participado o participa junto con una organización an alguna obra da beneficio para la comunidad dal programa 3X1 da Sedesol?

1 S* ____ 2. No____

Nombra dal intagranta qua ha partiopado________________________________

b) i Algún miembro migrante da rato»no o tu famiba ha udo beneficiaría dal Fideicomiso o Fondo do Apoyo al M igrant, (adaral promovido por al Inttttuto da Atanción al M igranlr Guanafuatama y tin F am bas?

1. S i____Z No_____

cQua «poda apoyo recibió?________________________________________________________________ Nombre del benefioano_______________________________________________

c) ¿Alguno da lot maambrot migrantr l o la f amiba ha lado beneficiada con alguno taraciot dal Inttituto da Atanción al M igrant, Guanajuatense y tus Farrullas?

1. S i____Z No____

¿De cuál o cuasas servicios han udo beneficíanos?

Obtención da documamot emitidos por autoridad mexicana o extranjera____ localtzación da prasuntos dasaparacidot____Rtpatnaoon da antarm oi____ Repatriación da mañocas____Ayuda (im dica____Traslado da fastos_____Obtención da vitas humanitarias____ Repatriación de migrantes_____

cQué integrante dal grupo familiar sa encargó da los tram itas?___________________________________________

Nombra dal beneficiario (s)__________________________________________________________________________

B) Program*» de Desarrollo SotmI (SEDCSOi/Secretan* de D n e ro lo Snriel y Rumano de Guarufujlo/M urocipra de Sahfatwrra]

a) ¿En su fam ilia reciban apoyos do Oportunidades (Prospera)?

I S ____ Z N o____(Si responda no pasar al siguiente ra s o )

cCuántos miembros da la casa los reciban?____ ¿Aproximadamente desda cuándo lo reciben’ ____ ¿Quiénes ion los beneficiarios dal programa (nombras)’ __________________________________________

¿En qué usan los apoyos1_____________________________________________ ¿Quién (es) le encargan) de la gestión y actividades necesarias para conservar al apoyo1 _________________________________

b) ¿En su casa hay personas da la tercera edad qua reciban al apoyo dal Programa da Pensión para Adultos Mayores da Sedesol?

I Si Z No (Si responda no pasar al «finante incito)

¿Cuántas personas k» reciban1 ____ ¿Aproximadamente desda cuándo lo reciben1 ____ cQuiénes son los beneficíanos dd programa (nombres)?__________________________________________

¿Qué uso le dan a la pensión?_________________________________________ ¿Quién (as) sa encerga(n) de la gestión y actividades necesarias paca conservar al apoyo1 ________________________________

c) ¿Su femaba o algún miembro da aRa as o ha sido beneficiaría da los siguientes programas da la Sedesol?

1 Programa da Empleo Temporal____ 2, Estancias Infantiles de Apoyo a Madras Trabajadoras____3 Atención a Jomateroi Agrícolas y sus Fam ilias_____ * Programa para el Oeserroilq de Zonas Prioritarias____

S. Programa Opciones Productivas_ 6 Programa da Apoyo a la Vivienda____ 7 Programa da Conversion Social____

375

Continúa Pto cim m de Deuiraild| ¿Su (amiba o algún miembro da «lia es o ha udo beneficiaría da los siguientes programa! da te Sacrataru da D cu no llo Social y Humano da Guanajuato?

1 Programa de Impulso a la Vivienda____ 2 Autoempieo en el Programa de Impulso a le í Centros Comunitarios____ 3 Apoyos Directos a tes Personas y Familias y Fortalecimiento de Capacidades del ProgramaImpuso al OeiarroHo «im ano____ 4 Apoyo a Proyectos Productivos o el Apoyo a Planes de Negocios de Jovenes Emprendedores del Programa de Impulso al Emprendedor____

cCKaenes son tos beneficíanos del programa (nom bres)?.

cQoen (es) se encerge(n) de te gestión y actividades necesarias para conservar d apoyo?.

C) Program** dirigido* a Productores (SAGARPA SOA)

a) ¿Su grupo fam iliar o uno de sus integrantes recibe alguno de los siguientes apoyos del PROCAMPO (PROAGRO)?

1 PROCAMPO para vivir mayor_____ 2 Diesel agropecuarlo/Modemuación de maqutftana agropecuaria _ _

¿Quién (es) son los beneficíanos del programa (nombres)?_________________________________________________________________________________________________

cQnén (es) se ancarga(n) de la gestión y actividades necesarias para conservar el apoyo3________________________________________________________________________

¿Cuál es te superficie del terreno pare el que se le da el apoyo?______Hectáreas

¿Cuál es el cultivo pera el que se te brinde el apoyo?_______________________

b) ¿Es o ha sido beneficiarlo de tos «guíente! programas de SAGARPA?

I Programa de prevención y manejo de nesgos____ 2 Programe de Sustentabsbdad de los Raem os Naturales____3 Programa de desarrollo de capacidades, innovación tecnológica y art en Sionismo rural____

4. Programa de Apoyo a te Inversión en Equipamiento e «ifreestructure____

¿Quién (as) son los beneficiarios del programa (nombres)?__________________________________________________________________________________________________

tQwén (es) se encarga(n) de la gestión y actividades necesarias para eonsarvar el apoyo?_________________________________________________________________________

c) ¿Es O ha sido beneficiario de tos siguientes Proyectos Transversales de SAGARPA?

1. Desarrollo de Zonas Andas____ 2 Apoyo a la Cadena Productiva de tos Productores de Mau y Frijol PROM Aí____3 Apoyo a la Agricultura de Autoconsumo de Pequefios Productores de hasta 3 hectáreas__

4. Modemqacioo Sustentare de la Agncultura Truboonal____

¿Quién (es) son los beneficiarios del programa (nombres)5 __________________________________________________________________________________________________

t Qinen (es) se encarga! n) de <a gestión y actividades necesarias para conservar el apoyo?_________________________________________________________________________

d) ¿Es o ha sado beneficiario de algún proyecto o apoyo para te producción agrícola otorgado por el municipio de Salvatierra?

¿Qué opo de apoyo rea b » ?____________________________________________________________

cCánén (es) son los beneficiarios del programa (nombres)?__________________________________________________________________________________________________

¿Quién (es) te encarga)n) de te gestión y actividades necesarias pera eonsarvar el apoyo?__________________________________________________________________________

VH) INK RAÍ ( K )M S CON OTROS ORUPOS F AMD 1 ARf S O ACTORES (Rf Dt S)

1. ¡En H U ultimo año Ud. o Hi fam ilia han p i astado ayudas o favor»* a algún p allanta qua no viva con untados, vtcw o. conocido o amigo da la localidad: cuidarla la cata, cuidar a sus hijos, pr astar dmaro o apoyar analgún Ir abajo? SI____ No ¿Qué relación o parentesco nene con la persona que ha ayudado?____________________________ ¿Qué tipo de ayudas le ha prestado?________________________________¡Estas ayudas han sido frecuentas o eventuales (da ve» en cuando)?____________________

2. ¡En esta ultimo ano Ud. o su fam ilia han recibido ayudas o favores da algún pariente, vecino, conocido o amigo de la locahdad como: cuidarte la casa, andar a tus hijos, prestarle dinero, o apoyarlo en algún trabajo?Si____ No ¿Qué relación o parentesco tiene con la persona que le ha ayudado? ¿Qué tipo de ayuda le ha prestado?________________________________¿Estas ayudas han sido frecuentes o eventuales (de ve» en cuando) ?____________________

1. ¿Ud. o su famiba han ayudado a otras famihas, algún parrante que no vive con ustedes, vecino, amigo o conocido que han pasado por momentos difíciles como: la muerte de un famdiar cercano, enfrentado una enfermedad grave, pasado por problemas económicos, que se haya quedado sm trabajo o sufrido un accidenta? Si____ No¿Qué relación o parentesco tiene con la persona que ha ayudado?____________________________ ¿Qué tipo de ayuda le ha prestado?________________________________

4. ¿Ud. o tu ferraba han recibido ayudas de otras famihas, algún paítente que no vive con ustedes, vecino, arrugo o conocido cuando han pasado por momentos difíciles como: la muerte da un farrabar cercano, enfrentado una enfermedad grava, pasado por problemas económicos, que ce haya quedado sin trabajo o sufrido un accidente? Si____ No____¿Qué relación o parentesco tiene con la persona que le ha ayudado?____________________________ ¿Qué tipo de ayuda le ha prestado?________________________________

5. ¿En este último año Ud. o su ferraba se han organuado con otras fam ilias o personas liara hacer compras de mandado en común? Si____ No ¿Estas compras son frecuentes o eventuales?.¿Qué relación o parentesco tiene con esas personas?_________________________________________

6. ¡En este ultimo año Ud. o su fam ilia han cooperado o colaborado con la oraanteadón de las Bastas relieiotet d ala comunidad? Si No ¿Cada cuánto lo hacen?

7. ¡Alcuna ve» Ud. o su fam ilia le han prestado senulla o dado para sembrar a otra fam ilia o persona? Si No ¡Qué relación o parentesco tiene con esas personas?¡Alguien ha hecho lo mismo por usted y su fam ilia? SI____ No ¿Qué relación o parentesco tiene con esas personas?_________________________________________

S. ¡En este ultim o ano Ud. o su fam ilia se han organuado con otras tam bas o productores pata hacer compras de «sum os para la agricultura en común? Si___ No ¿Cada cuánto lo hacen?¿Qué relación o parentesco tiene con esas personas?_________________________________________

9. ¿En este último año Ud. o su famiha se han organuado con otras Iarrullas o productores para resolver problemas comunes de la producción como el control de plagas? Si___ No¿Cada cuánto lo hacen?______________ ¿Qué rotación o parentesco tiene con esas personas?_________________________________________

10. ¿Alguna ve» Ud. o un integrante de su fam lia ha recibido ayuda de un pariente que no vive con ustedes, un amigo o conocido de la localidad para obtener algún permiso de trabajo temporal en Estados Unidos?SI____ No ¿Qué relación o parentesco nene con esa persona?___________________________________________

11 ¿Alguna ves Ud. o alguien de su fam ilia ha recibido orientación ó ayuda de un pariente que no vtve con ustedes, un amigo o conocido de la localidad para obtener algún empleo remunerado en la region u otro estado del país? SI____ No ¿Qué relación o parentesco tiene con esa persona?___________________________________________

12. ¿Actualmente Ud. o alguien de su famiha forma pane de una randa? Si___No___ ¿Cómo cuantas personas están en esa tanda?____¿Para qué suele utihrar lo que recibe de tanda?

13. ¿Usted o alguien de su farraha actualmente forma parte de algún grupo organuado para servicios funerarios? Si__ No ¿ Apr oouma da mente cuantas tambas forman ese grupo?¿Cómo funciona el grujió o qué tienen que hacer las famihas que entran?____________________________________________________________________________________________

Cierre de la encuesta: Por nuestra parte seria todo. Muchas gracias por su colaboración.

377

378

ANEXO 3. CUADROS

Cuadro 1. Microrregión Las Cruces: Núcleos agrarios y ejidatarios, 2015

Núcleo ejidal Localidad donde habitan los titulares Número de ejidatarios

Número de posesionarios

Las Cruces Las Cruces 77 58Las Presitas 26 0

Estancia del Carmen de MaravatíoLa Estancia del Carmen de Maravatío

114 0

Estancia del Carmen de Maravatío 2 81 1

La Estancia del Encinal 184 0

Lagunilla del Carmen La Lagunilla del Carmen 117 2

Las Cañas Las Cañas 48 0

Santa Rosa Tejocote Santa Rosa Tejocote 2 0 0

La Manga Nueva 2 0 0

El Pirul El Pirul 1 0 0

Microrregión 697 61Fuente: Elaboración propia a partir de información del Padrón e Historial de Núcleos Agrarios (PHINA) en línea: http://phina.ran.gob.mx/phina2/

Cuadro 2. Microrregión Las Cruces: fuentes de sustento de las familias con tierra

Fuentes de sustento Ejidatarios Posesionarios Pequeñospropietarios

Total Porcentaje

Agricultura y recursos de programas 67 24 6 97 40.2Agricultura, recursos de programas y remesas 2 0 7 3 30 12.5Solo agricultura 15 1 2 2 29 1 2

Agricultura y remesas 6 7 2 15 6 . 2

Agricultura, recursos de programas y ayudas de parientes

13 0 1 14 5.8

Otras combinaciones 41 13 2 56 23.3Total 162 63 16 241 1 0 0

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015.

Cuadro 3. Microrregión Las Cruces: fuentes de sustento de las familias sin tierraFuentes de sustento Mediero Jornalero Asalariado Migrante Comerciante Sin

actividadTotal %

Agricultura* y recursos de programas

70 3 2 0 0 0 75 23.5

Sólo agricultura 49 1 0 0 0 0 50 15.6Agricultura y remesas 30 2 0 0 0 0 32 1 0

Sólo remesas de migrantes 0 0 0 24 0 6 30 9.4Agricultura y salario 25 0 0 0 0 0 25 7.8Otras combinaciones 49 3 2 2 4 7 24 108 33.7Total 223 9 24 28 7 30 320 1 0 0

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015.*En las familias sin tierra la agricultura como fuente de sustento se refiere al trabajo bajo tratos de aparcería y al jornal agrícola.

379

Cuadro 4. Microrregión Las Cruces: participación de los miembros de las familias en lostrabajos

Integrante NI Localidad TNRH TNRAAF TAA TAF TAC TAAD TCP VPD TC Ot Loc. Reg. EU

*JF varón 145 Cruces 24 124 26 0 1 0 6 0 8 7 134 2 32190 Estancia 1 1 151 14 6 8 0 3 1 7 17 159 3 5056 Lagunilla 9 48 1 2 1 0 0 0 4 7 60 1 1356 Sta. Rosa 2 48 14 0 0 0 0 0 5 0 55 0 1

14 El Pirul 6 14 0 0 0 0 0 0 0 0 14 0 0

461 Micro 52 385 55 2 1 0 0 9 1 24 31 422 6 96JF m ujer 41 Cruces 37 6 0 0 1 0 0 0 0 0 41 0 0

38 Estancia 38 9 1 0 3 1 0 0 0 0 38 1 0

15 Lagunilla 13 4 0 1 0 0 0 0 0 0 14 1 0

4 Sta. Rosa 3 1 0 0 0 0 0 0 0 0 4 0 0

4 El Pirul 4 3 0 0 0 0 0 0 0 0 4 0 0

1 0 2 Micro 95 23 1 1 4 1 0 0 0 0 1 0 1 2 0

Cónyuge 140 Cruces 136 33 0 0 1 1 0 0 1 0 137 1 2

192 Estancia 182 33 0 0 4 0 3 0 2 4 187 0 754 Lagunilla 52 7 0 0 0 0 0 1 0 7 54 0 0

51 Sta. Rosa 49 1 0 0 0 0 0 1 0 0 0 51 0 0

14 El Pirul 14 8 0 0 0 0 0 0 0 0 14 0 0

451 Micro 433 91 0 0 5 1 4 1 3 1 1 443 1 9H ijos M12 114 Cruces 23 71 6 4 5 0 4 0 1 1 109 4 1

años 1 3 9 Estancia 50 81 6 2 1 0 0 0 2 2 133 2 8

45 Lagunilla 16 25 1 2 0 0 0 0 0 0 43 1 2

57 Sta. Rosa 8 37 2 0 0 0 0 0 0 0 47 0 0

1 1 El Pirul 7 7 0 1 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0

366 Micro 104 2 2 1 15 9 6 0 4 0 3 3 342 8 1 1

H ijas 138 Cruces 103 42 0 5 3 0 0 0 0 3 131 6 1

M12años 1 7 3 Estancia 135 25 1 1 3 2 0 1 0 3 166 6 1

48 Lagunilla 33 2 1 1 4 0 0 0 0 0 46 2 0

52 Sta. Rosa 38 6 0 0 0 0 2 0 0 0 46 0 0

1 2 El Pirul 1 1 9 0 0 0 0 0 0 0 0 1 2 0 0

423 Micro 320 84 2 7 1 0 2 2 1 0 6 401 14 2

O 25 Cruces 13 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 25 0 0

Parientes 5 1 Estancia 28 4 0 0 0 0 0 0 0 1 51 0 0

5 Lagunilla 1 1 0 0 0 0 0 0 0 2 0 0

2 Sta. Rosa 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 0 0

1 El Pirul 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

84 Micro 44 15 0 0 0 0 0 0 0 1 80 0 0

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015*JF : jefe de fam ilia/ NI: número de integrantes/ TNRH: trabajo doméstico no remunerado en el hogar/ TNRAAF: trabajo no remunerado en actividades agropecuarias familiares/ TAA: trabajo asalariado agropecuario/ TAF: trabajo asalariado en fabrica/ TAC: trabajo asalariado en comercio/ TAAD: trabajo asalariado en labores domésticas/ TCP: trabajo por cuenta propia/ VPD: venta de productos a dom icilio/ TC: trabajo en construcción/ Ot.: otros trabajos/ Loc.: localidad/ Reg.: región/ EU: Estados Unidos.

380

Cuadro 5. Microrregión Las Cruces: familias y acceso a la tierraLocalidad *CT

No/%

E

No/%

P

No/%

PP

No/%

M

No

ST

No/%

M

No/%

J

No

A

No

C

No

% SE

No/%

TF

Las Cruces 78/41.9 59/75.6 16/20.6 3/3.8 0 108/58.1 91/84.2 15 23 2 15.8 0 186

La Estancia 119/52.2 77/64.7 33/27.7 9/7.6 0 106/46.5 50/47.2 14 25 19 52.8 3/1.3 228

Lagunilla del Carmen

31/43.7 21/67.7 9/29 1/3.3 0 40/56.3 26/65 3 4 3 35 0 71

Santa Rosa Tejocote

5/8.3 2/40 2/40 1 / 2 0 0 53/88.3 49/92.5 6 8 1 7.5 2/3.4 60

El Pirul 8/44.4 3/37.5 3/37.5 2/25 1 10/55.6 9/90 1 0 0 1 0 0 18

Microrregión 241/42.8 162/67.2 63/26.2 16/6.6 1 317/56.3 225/71 39 60 25 29 5/0.9 563

Fuente: Elaboración propia con datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015*CT: con tie rra / E: ejidatario/ P: posesionario/ PP: pequeño propietario/ M: mediero/ ST: sin tie rra /J: Jornalero/ A: asalariado/ C: comerciante/ SE: sin especificar/ TF: total de familias

Cuadro 6. Microrregión Las Cruces: migración de los miembros de familias de lamicrorregión

Localidad *FSM % FCM % FMInternos.

% FMEU % FAM % SI % Total

Las Cruces 96 51.7% 90 48.3% 1 1 12.3% 6 6 73.3% 1 2 13.3% 1 1 .1 % 186

La Estancia 6 8 29.8% 160 70.2% 1 0 6 .2 % 114 71.3% 34 21.3% 2 1 .2 % 228

Lagunilla del Carmen

23 32.4% 48 67.6% 7 14.6% 33 6 8 .8 % 7 14.6% 1 2 % 71

Santa Rosa Tejocote

49 81.7% 1 1 18.3% 2 18.2% 4 36.4% 4 36.4% 1 9% 60

El Pirul 1 0 55.5% 8 44.5% 5 62.5% 1 12.5% 2 25% 0 18

Microrregión 246 43.7% 317 56.3% 35 1 1 % 218 6 8 .8 % 59 18.6% 5 1 .6 % 563

Fuente: Elaboración propia a partir de datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015*FSM: Familia sin migrantes/ FCM: Familia con migrantes/ FMEU: Familia con migrantes en Estados Unidos/ FAM: Familia con ambos migrantes/ SI: Sin información

381

Cuadro 7. Microrregión Las Cruces: miembros migrantes en las familias

Localidad

*NIM H % M % SI EP Posición en la familia

J % C % H % NE %

Las Cruces 182 1 2 1 66.5% 61 33.5% 0 25.17 39 21.5% 0 0 140 76.9% 3 1 . 6

La Estancia 349 240 6 8 .8 % 109 31.2% 0 37.2 80 22.9% 1 0 2.9% 259 74.2% 0 0

LagunillaCarmen

115 81 70.4% 34 29.6% 0 36.4 25 21.7% 0 0 90 78.3% 0 0

Santa Rosa 42 15 35.7% 17 40.5% 1 0 33.3 1 2.44% 0 0 31 73.8% 1 0 23.8%

El Pirul 23 14 60.9% 9 39.1% 0 27.2 1 4.3% 0 0 19 82.6% 3 13.1%

Microrregión 711 471 6 6 .2 % 230 32.3% 1 0 31.8 146 20.5% 1 0 1.4% 539 75.8% 16 2.3%

Fuente: Elaboración propia a partir de datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015*NIM: Número de integrantes migrantes/ H: hombres/ M: mujeres/ SI: sin información/ EP: edad promedio/ J : jefe de fam ilia/ C: conyugue/ H: hijos e hijas/ NE: no especificado/ %: porcentaje

Cuadro 8. Microrregión Las Cruces: beneficiarios del programa Oportunidades porlocalidad, 2010

Localidad Beneficiarios Población Porcentaje por localidad y porcentaje que representa del total de la microrregión de

población beneficiadaLas Cruces 551 791 69.7% 26.6%

Estancia del Carmen 812 956 84.9% 39.3%Lagunilla del Carmen 268 268 1 0 0 % 12.9%Santa Rosa Tejocote 312 308 101.3% 15%

El Pirul 78 77 101.3% 3.8%Las Cañas 48 48 1 0 0 % 2.4%

Total de la microrregión 2,069 2,448 84.5% 1 0 0 %Fuente: Padrón de beneficiarios por localidad de la SEDESOL, h ttp :www.sedesol.gob.mx/index.php?sec=802224 consultada el 11 de junio de 2010

Cuadro 9. Microrregión Las Cruces: beneficiarios del programa PROSPERA por localidad,2014

Localidad Beneficiarios Población 2010 Porcentaje por localidad y porcentaje que representa del total de la microrregión de

población beneficiadaLas Cruces 308 791 38.9% 2 2 .2 %Estancia del Carmen 593 956 62% 42.7%Lagunilla del Carmen 139 268 51.9% 1 0 %Santa Rosa Tejocote 244 308 79.2% 17.6%El Pirul 57 77 74% 4.1%Las Cañas 48 48 1 0 0 % 3.4%Total microrregión 1,389 2,448 56.7% 1 0 0 %Fuente: Padrón de beneficiarios de las localidades de la microrregión Las Cruces, SEDESOL,http://www.sedesol.gob.mx/es/SEDESOL/Padron de Beneficiarios , consultada el 12 de septiembre de 2014.

382

Cuadro 10. Microrregión Las Cruces: tipos de ayudas-favores prestados a parientes y noparientes

Localidad Familias que prestaron

ayudas-favores

Parientes No parientes

Cuidarhijos

Cuidarcasa

Prestardinero

Apoyar en trabajo

Cuidarhijos

Cuidarcasa

Prestardinero

Apoyaren

trabajo

Las Cruces 1 0 2 16 6 2 0 2 2 9 5 6 2 0

La Estancia 119 29 9 18 28 5 0 6 24

La Lagunilla del Carmen

34 6 1 3 6 2 1 5 8

Santa Rosa Tejocote

32 7 2 3 7 3 0 4 6

El Pirul 13 3 0 1 2 1 1 0 5

Microrregión 300 61/20.3% 18/6% 45/15% 65/21.7% 20/6.7% 7/2.3% 21/7% 63/21%

Fuente: Elaboración propia a partir de datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015.

Cuadro 11. Microrregión Las Cruces: tipos de ayudas-favores recibidos de parientes y noparientes

Localidad Familias que recibieron

ayudas- favores

Parientes No parientes

Cuidarhijos

Cuidarcasa

Prestardinero

Apoyar en trabajo

Cuidarhijos

Cuidarcasa

Prestardinero

Apoyaren

trabajo

Las Cruces 128 18 7 32 31 3 1 13 25

La Estancia 125 39 1 1 2 2 30 4 2 15 16

La Lagunilla del Carmen

48 9 0 1 0 15 5 1 6 6

Santa Rosa Tejocote

50 1 1 1 13 1 2 3 1 7 5

El Pirul 14 3 0 3 4 0 1 0 3

Microrregión 365 80/21.9% 19/5.2% 80/21.9% 92/25.2% 15/4.1% 6 / 1 .6 % 41/11.2% 55/15%

Fuente: Elaboración propia a partir de datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015.

383

Cuadro 12. Microrregión Las Cruces: préstamos de semilla y apoyo para conseguir trabajoremunerado

Localidad Totalfamilias

Total de familias

involucradas en el

intercambio de apoyos

Parientes No parientes

Préstamo de semilla

Apoyo para obtener empleo

remunerado

Apoyopara

conseguir permiso

temporal de trabajo

en EU

Préstamode

semillas

Apoyo para obtener empleo

remunerado

Apoyopara

conseguir permiso

temporal de trabajo

en EU

Las Cruces 186 1 1 2 59 17 1 0 16 2 8

La Estancia 228 185 65 1 0 29 56 13 2 2

La Lagunilla del Carmen

71 36 1 1 2 5 5 1 1 2

Santa Rosa Tejocote

60 27 14 8 0 1 4 0

El Pirul 18 8 4 0 1 3 0 0

Microrregión 563 368/67.2% 153/41.6% 37/10%% 45/12.2% 81/22.1% 20/5.4% 32/8.7%

Fuente: Elaboración propia a partir de datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015.Cuadro 13. Microrregión Las Cruces: apoyos en momentos difíciles

Localidad Familias Ha apoyado en momentos difíciles No ha apoyado

Fue apoyado en momentos difíciles No ha sido

apoyado*MI EG PE PEm NE Total MI EG PE PEm NE Total

LasCruces

186 35 16 59 3 2 1 134 52 6 9 48 1 6 70 116

LaEstancia

228 37 24 2 2 7 1 1 1 0 1 127 34 19 2 2 9 9 93 135

LaLagunilla

71 15 2 17 1 0 34 37 8 5 1 0 3 3 29 42

Santa Rosa T

60 14 8 5 5 6 38 2 2 5 3 8 0 2 18 42

El Pirul 18 3 2 0 0 4 9 9 1 1 5 0 0 7 1 1

Micro- 563 104 52 103 16 42 316/56.1%

247/43.9%

54 37 93 13 2 0 217/38.6%

346/61.4%

Fuente: Elaboración propia a partir de datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015.*MI: muerte de un integrante/ EG: enfermedad grave/ PE: problemas económicos/ PEm: pérdida de empleo/ NE: no especificado

384

Cuadro 14. Microrregión Las Cruces: cooperación y organización entre familias

Localidad Familias Participación en distintas formas de organización-cooperación

cooperó o colaboró en organización de

fiestas religiosas

se organizó para compra de insumos para la producción

agropecuaria

se organizó para resolver problemas comunes de la

producción agropecuaria como el control de plagas

se organizó para hacer compras de mandado

Las Cruces 186 147 17 56 33

La Estancia 228 213 24 69 31

La Lagunilla del Carmen

71 56 4 7 13

Santa Rosa Tejocote

60 29 6 14 1 2

El Pirul 18 0 6 9 7

Microrregión 563 445/79% 57/10.2% 155/27.5% 96/17%

Fuente: Elaboración propia a partir de datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015.

Cuadro 15. Microrregión Las Cruces: apoyo al gasto familiar de integrantes migrantes

Localidad NIM

Integrantes que apoyan al

gasto

Integrantes que no apoyan

al gasto

SinInformación

Periodicidad de envío del apoyo

Mensualmente Más de tres veces al año

Eventualmente SinInformación

Las Cruces 182 133/73% 47/25.9% 2 /1 .1 % 61/45.9% 33/24.8% 12/9% 27/20.3%

La Estancia 349 226/64.8% 105/30% 18/5.2% 61/27% 65/28.8% 39/17.2% 61/27%

La Lagunilla del Carmen

115 68/59.1% 32/27.9% 15/13% 36/53% 10/14.7% 0 /0 % 22/32.3%

Santa Rosa 42 10/23.8% 8/19% 24/57.2% 6/60% 4/40% 0 /0 % 0 /0 %

El Pirul 23 8/34.8% 1/4.3% 14/60.9% 2/25% 2/25% 1/12.5% 3/37.5%

Microrregión 711 445/62.7% 193/27% 73/10.3% 166/37.3% 114/25.6% 52/11.7% 113/25.4%

Fuente: Elaboración propia a partir de datos recabados en la EDIPROREP 2014-2015.

385

Participación de las mujeres de la microrregión en instancias de planificación comunitariaCuadro 16. Microrregión Las Cruces:

Localidad Integración del Consejo de Desarrollo Comunitario

Participantes en el taller de formulación del plan

Ocupación Rango de edad

Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres MujeresLas Cruces 2 2 11 18 Campesinos* Amas de casa* 26-65

años19-59años

Estancia del Carmen

4 15 20 Campesinos Amas de casa 40-70años

13-69años

Santa Rosa Tejocote

4 5 46 Campesinos Amas de casa 53-78años

20-79años

La Lagunilla del Carmen

7 35 Unaestudiante/ Amas de casa

16-78años

El Pirul 4 4 18 Campesinos Amas de casa 43-81años

14-84años

Las Cañas - - - - - - - -Fuente: Elaboración propia con información de los planes de desarrollo comunitario 2003-2006 contenidos en la página: http://arcadiasalvaterrense.bloespot.mx. consultada 20 de junio de 2014.

* Las categorías campesino y ama de casa son utilizadas comúnmente por los promotores municipales que elaboran los planes de desarrollo comunitario. En mi estudio dejé clara la existencia de una diversidad de fuentes de sustento desarrolladas por los miembros de las familias. varias de ellas no relacionadas con las actividades agropecuarias. por lo que es difícil sostener la idea de que todos los habitantes varones de las comunidades son campesinos. Por otro lado. mostré que históricamente las mujeres han participado en trabajos productivos. cumpliendo al mismo tiempo con sus trabajos reproductivos. es decir. no pueden ser catalogadas únicamente como amas de casa.

386

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Documentos consultados

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Diarios Oficiales de la Federación

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402

Páginas de internet

Archivo Histórico de las Localidades de INEGI: http://www.inegi.org.mx/geo/contenidos/geoestadistica/consulta localidades.aspx

Padrones de Beneficiarios de Oportunidades de SEDESOL: http://www.sedesol.gob.mx/es/SEDESOL/Padron de Beneficiarios , consultada 12 de septiembre de 2014.

Sistema Padrón e Historial de Núcleos Agrarios PHINA V3.0 URL: http://phina.ran.gob.mx/phina2/ consultada 24 de enero de 2014.

Planes de desarrollo comunitario de la microrregión:

Las Cruces: http://arcadiasalvaterrense.blogspot.mx/2010/08/plan-de-desarrollo- comunitario-de-las.html

La Estancia: http://arcadiasalvaterrense.blogspot.mx/2010/08/plan-de-desarrollo- de.html

Lagunilla del Carmen: http://arcadiasalvaterrense.blogspot.mx/2010/09/plan-de- desarrollo-comunitario-de-la 7880.html

El Pirul: http://arcadiasalvaterrense.blogspot.mx/2010/08/plan-de-desarrollo- comunitario-de-el 6441.html

Santa Rosa Tejocote: http://arcadiasalvaterrense.blogspot.mx/2010/09/plan-de- desarrollo-comunitario-de-santa 01.html

403

INDICE DE TABLAS

Tabla 1: Trabajos y actividades implicados en las dinámicas familiares............51

Tabla 2: Trabajos implicados en las dinámicas familiares de Las Cruces......... 157

Tabla 3: Familias seleccionadas para analizar las dinámicas familiares........... 169

Tabla 4: Trabajos realizados actualmente por cada integrante..........................183

Tabla 5: Organización actual de los trabajos......................................................196

Tabla 6: Trabajos realizados actualmente por cada integrante..........................205

Tabla 7: Trabajos realizados actualmente por cada integrantedel grupo doméstico...........................................................................................215

Tabla 8: Reparto actual de los trabajos entre los integrantesdel grupo doméstico en Las Cruces.................................................................. 224

INDICE DE ESQUEMAS

Esquema 1: Formas de organización de la producción agrícola en la actualidad.............................................................................................................138

Esquema 2: Cambios en la organización de los trabajos.................................. 329

Esquema 3: Redefinición de jerarquías............................................................... 332

INDICE DE FIGURAS

Figura 1: Dominios vinculados con los cambios en las dinámicasde las familias rurales...........................................................................................58

INDICE DE GRÁFICAS

Gráfica 1: Microrregión Las Cruces, evolución de la población 1900-2010...........98

404

Mapa 1: El Bajío guanajuatense............................................................................ 21

Mapa 2: Localización de la microrregión Las Cruces en el

estado de Guanajuato............................................................................................. 92

Mapa 3: Núcleos ejidales de la microrregión de Las Cruces................................ 93

Mapa 4: Distribución de la población en el municipio de Salvatierra, 2010.......100

ÍNDICE GENEALOGÍAS

Genealogía 1: Familia Zamora Zamora............................................................... 171

Genealogía 2: Familia Zamora Carrillo................................................................184

Genealogía 3: Familia Lule López....................................................................... 198

Genealogía 4: Familia González Flores..............................................................207

Genealogía 5: Familia González Sandoval......................................................... 217

ÍNDICE DE MAPAS

405