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    Historia et iusrivista di storia giuridica dellet medievale e moderna www.historiaetius.eu - 7/2015 paper 7

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    Benjamn M. Rodrguez

    El Consulado de Buenos Aires y los rdenes normativos

    del Antiguo Rgimen (1794-1821): religin, moral y derecho

    SUMARIO: 1. La tradicin consular y el Consulado de Buenos Aires - 2. La justicia del consulado y losrdenes normativos del Antiguo Rgimen - 3. Parte Uno: El orden de la religin - 4. Parte Dos: Elorden de la moral - 5. Parte Tres: El orden del derecho - 6. Las Partidas de Alfonso X - 7. ElConsulado de Bilbao y sus clebres ordenanzas - 8. Las leyes de Indias y las leyes de Castilla - 9. Lacostumbre como parte integrante del derecho - 10. Conclusiones: una pluralidad de rdenes

    ABSTRACT: The history of the Consulate of Buenos Aires and the commercial justice in the regionshould start from an earlier date to the installation of the institution in the nineties of the 18 th

    century. However, the consolidaton of the traders association into a Consulate of Trade was relatedto the Borbones policy about their colonies. Particularly, it was the result of the trades opening that,since the Reglamento de libre comercio, had created further consulates, that were added to the previousones of Lima and Nueva Espaa. The Consulate was a court and also a government meeting. In this

    work, I analyse the former, the commercial justice, although the relationship between both parts wasclose. The Consulate of Buenos Aires royal certificate of origin established the jurisprudencenecessary to develop the trials and an order of priority between the different regulations. However,in some situations the traders referred to other regulations, older than law. The traders were notlawyers and their justice was lega, because the participation of lawyers was forbidden. The fiftharticle of the royal certificate referred to the courts procedure a estilo llano, verdad sabida y buenafe guardada - , it also explained the solution of traders differences in verbal agreements, or trials inthe case in which there was no consensus between the parts. Something similar happened with the16th article that turned down the presentations that seemed to be done by lawyers. Beyond theseprescriptions that clearly appeared in the trials, a group of normative orders that involved the tradersas members of the colonial society existed. The normative orders exceeded the space of law, ofquotation of jurisprudence and of the affection to the laws letter. The traders without formation aslawyers used their knowledge in front of the trials situation, to be successful in the court and tocontinue with their daily trade. The religion and the moral were alternative groups of norms to thelaw. An examination of how the traders interacted with different regulations of Old Regime isnecessary. The following pages are a possible answer.

    KEYWORDS: Consulate Normative order - law

    1. La tradicin consular y el Consulado de Buenos Aires

    En 1802, un mozo-administrador de pulpera llamado Mariano Espinosa trabajabapor una parte de las utilidades que renda el negocio de Don Domingo Rodrguez, uncomerciante minorista de Buenos Aires1. La relacin entre ambos, en trminoscontractuales, era una ms de las tpicas sociedades comerciales que se establecan enla poca, donde una parte aportaba el trabajo y la otra el capital del negocio. Lointeresante para nosotros aparece cuando esta simple relacin de socios mercantiles setransform en un litigio y se radic en el Consulado de Buenos Aires, fundadomediante cdula real en 1794 por el entonces monarca espaol Carlos IV. Espinosareclamaba ante el tribunal mercantil que su contraparte exhibiera los balances de la

    1 Archivo General de la Nacin (en adelante AGN), Tribunal Comercial, E 66, Ao 1802. DnMariano Espinosa demanda a Don Domingo Rodrguez sobre q.e le rinda cuentas de una abilitacin.

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    pulpera, uno anterior al momento en que el mozo se hizo cargo del establecimiento yotro que ocasion su expulsin al frente de la pulpera. Esta demanda pona enevidencia una exhibicin de saberes sobre el proceder judicial, a la vez que desnudabacierta falta de voluntad de su contraparte. Cmo un simple mozo de pulpera, un

    mercader menor en la jerarqua de los comerciantes, tena los conocimientosnecesarios para iniciar un pleito en la justicia mercantil, y quiz hasta obtener xito?Dnde los obtuvo?

    La historia del Consulado de Buenos Aires y de la justicia mercantil en la regindebera partir desde fecha ms temprana a la instalacin definitiva de esta institucinen la ltima dcada del siglo XVIII2. A pesar de ello, la consolidacin de lacorporacin mercantil en un Consulado de Comercio obedeca a cambios concretosen la forma en que los borbones entendan la relacin con sus colonias3y era fruto delclima general de apertura del comercio que desde el Reglamento de libre comercio, habagenerado nuevos cuerpos mercantiles, que se sumaron a los histricos de Lima y

    Nueva Espaa. Evidentemente, si hicieron falta nuevos virreinatos para afrontarnuevos desafos, algo similar ocurri con los Consulados.Los consulados haban surgido en un perodo de trnsito entre la plena y la baja

    Edad Media en el mbito mediterrneo y extendido posteriormente a otros ncleosmercantiles ubicados incluso en regiones del interior de Europa. Carlos Martnez Shawha sealado sus principales caractersticas en el Antiguo Rgimen:

    El Consulado es fundamentalmente una asociacin profesional destinada a la defensa de losintereses profesionales de sus componentes frente a otros grupos y frente a laadministracin pblica. Como consecuencia, es depositario de una matrcula donde inscribea los beneficiarios de sus privilegios y de su proteccin, sealando exactamente los

    requisitos para la pertenencia. Por ltimo, el Consulado se erige asimismo en el tribunalprivativo de comercio, nombrando sus jueces y aplicando las ordenanzas o las prcticasconsuetudinarias a los litigios surgidos entre mercaderes ()4.

    2 El proceso de corporativizacin de los comerciantes de Buenos Aires y el Ro de la Plata puederevisarse en la tesis doctoral de Javier Kraselsky. All el autor se aboca a analizar los distintos procesosde juntas de comerciantes previos a la instalacin definitiva del Consulado. J. Kraselsky, Las estrategiasde los actores del Ro de la Plata: las Juntas y el Consulado de comercio de Buenos Aires a fines del Antiguo Rgimen(1748-1809), La Plata 2010. Otra consulta obligada es el trabajo de Moutoukias sobre la experiencia deljuez diputado del comercio en Buenos Aires, agente del Consulado de Lima. Z. Moutoukias, Las

    formas complejas de la accin poltica: justicia corporativa, faccionalismo y redes sociales (Buenos Aires, 1750-1760),in: Jahrbuch Fr Geschichte Von Staat, Cologne Weimar-Vienne 2002.3Sobre el proceso puede consultarse la opinin de Javier Kraselsky, quien ha formulado el concepto decentralizacin corporativa, es decir, un intento de los Borbones por procurar mayor centralizacin enlos territorios del Imperio sostenido en el apoyo de las distintas corporaciones. J. Kraselsky, De lacentralizacin corporativa a la formacin de Estados autnomos: aportes para un modelo analtico local. El caso del

    puerto Buenos Aires, 1779-1814, in: Asociacin Mexicana de Historia Econmica, Primeras Jornadas deHistoria Econmica, Mxico 2012.4 C. Martinez Shaw, La ciudad y el mar. La ciudad martima y sus funciones en el Antiguo Rgimen, in:Manuscrits, N15, 1997, p. 275. Una evolucin sobre el derecho mercantil desde la Edad Mediapuede encontrarse en Berman. H. J. Berman, La formacin de la tradicin jurdica de Occidente, Mxico2001, pp. 349-373. Respecto al surgimiento de los consulados en ese perodo, sus antecedentes ydifusin posterior, una sntesis adecuada es la de Noejovich. H. Noejovich, La institucin consular y el

    derecho comercial: conceptos, evolucin y pervivencias, in: B. Hausberger y A. Ibarra (eds.), Comercio y poder enAmrica Colonial. Los consulados de comerciantes, siglos XVIII-XIX, Madrid 2003, pp. 15-40.

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    Era el Consulado entonces un tribunal y una junta gubernativa. En este trabajoposaremos la vista mayormente sobre la primera de esas facetas, la de la justicia de loscomerciantes, siendo estrecha la relacin entre ambas caras de la institucin. La cdula

    de fundacin del Consulado de Buenos Aires estableca un corpus jurisprudencial porel que deba regirse, hasta tanto el cuerpo se brindara sus propias ordenanzas. Seestableca un orden de jerarqua entre las distintas normas. Sin embargo, en ocasioneslos comerciantes referan a otras normas de ms antigua raigambre. En paralelo, loscomerciantes no eran letrados y su justicia era de orientacin lega, es decir, que noestaba permitida la participacin de abogados en el foro. El artculo 5to. de la cdulapor ejemplo refera al proceder del tribunal a estilo llano, verdad sabida y buena feguardada , al arreglo de las controversias en audiencias verbales, proponiendo latransaccin voluntaria o el compromiso de someterse a rbitros y amigablescomponedores, o en el caso contrario la sustanciacin de juicios verbales de no haber

    consenso entre las partes. El artculo 6to. detallaba expresamente, respecto a lapresentacin de documentos escritos en casos de difcil comprobacin del negocio, laprohibicin de la participacin letrada. Algo similar ocurra con el artculo 16 querechazaba cualquier escrito que parezca estar dispuesto por letrados, incluso aquelloque huela a sutilezas y formalidades de derecho, atendiendo solo a la verdad ybuena fe5 .

    Ms all de estas orientaciones que se presentaban claramente en los pleitos deltribunal, exista un conjunto de rdenes normativos en los que estaban insertos loscomerciantes como miembros de la sociedad colonial. stos excedan el mero mbitodel derecho, de las citas de jurisprudencia, del apego a la letra de la ley. Loscomerciantes legos, hacan uso de sus saberes frente a la situacin de juicio, tratandode salir airosos para seguir comerciando, que en el fondo era el objetivo que perseguala justicia consular. La religin y la moral se ofrecan como conjuntos de normasalternativos al derecho y los comerciantes, en tanto miembros de la sociedad colonial,se vean interpelados por esos mismos preceptos. Un examen de cmo interactuaronlos comerciantes con las distintas normas del Antiguo Rgimen se erige necesario. Laspginas que siguen son un atisbo de respuesta, al menos provisorio.

    2. La justicia del consulado y los rdenes normativos del Antiguo Rgimen

    Cuando nos referimos a un orden normativo lo estamos haciendo a un conjunto denormas y preceptos que guan el accionar de los individuos y condicionan sus prcticascotidianas. No exista un nico orden normativo puesto que los actores sociales se

    vean interpelados desde distintas esferas que, si bien tenan relacin, constituanmundos separados. Como Tau Anzotegui ha sealado, cada uno tena su propiombito, con diferencia de objetivos, aunque en su funcin social se aprecia un slidoengarce entre ellos6. Ms all de este mundo de leyes y procedimientos judiciales,

    5AGN, Actas del Consulado de Buenos Aires. Antecedentes-Actas-Documentos, Tomo I, Buenos Aires 1936,lmina XII.6Tomamos aqu el trabajo de Vctor Tau Anzotegui como inspirador de las siguientes pginas. Nos

    parece fuertemente sugerente su opinin sobre los distintos conjuntos de normas del AntiguoRgimen y su complementariedad. V. Tau Anzotegui, rdenes normativos y prcticas jurdicas, in:

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    existan otros rdenes menos visibles pero que cobraban peso dentro del foro y eranimportantsimas herramientas de validacin, e incluso se volvan poderososargumentos para conseguir del tribunal una posible sentencia favorable. Nos referimospuntualmente a la religin y a la moral, que ocupaban un lugar de relevancia para la

    sociedad del Antiguo Rgimen. Una estrecha conexin ligaba a estos dos rdenes,dado que la teologa era la disciplina que se abocaba al estudio de ambos. As fueapareciendo una teologa moral que se ocupaba de satisfacer necesidades ms prcticasde los confesores, tomando soluciones de claro corte jurdico aunque regulabaaspectos que no eran considerados directamente por el derecho7. La religin seocupaba de aquellos problemas relacionados con la divinidad y la moral empez atomar aquellos asuntos relacionados con el fuero interno o de conciencia8. Muchos delos problemas morales tenan una directa vinculacin con el derecho, inclusopudiendo buscarse una solucin a travs de los canales jurdicos. La diferencia entrerdenes radicaba entonces en la obediencia de distintos preceptos (religiosos, morales

    o del derecho) y la primaca de los primeros dos respecto a la ley durante el AntiguoRgimen. La ley comenzar un lento peregrinar hasta el siglo XIX donde alcanzar,fruto del esfuerzo codificador, cierta hegemona sobre las otras esferas.

    Los diversos rdenes interactuaban y se encontraban inmersos en las distintasprcticas de los actores sociales; era difcil separar uno de otro puesto que muchas

    veces se encontraban relacionados. Por otro lado, son nuestros ojos contemporneoslos que realizan la operacin de la identificacin y el anlisis de dichos mundos oesferas. Para quienes vivieron en la sociedad colonial y temprano independiente laslneas de separacin entre los distintos rdenes era casi invisible, lo que evidencia yseala la imbricacin de los mismos y su utilizacin por los distintos agentes.Recapitulando, la religin, la moral y el derecho aglutinaron un conjunto de normasque condicionaron las prcticas de los actores sociales; algunas de ellas fueronproducto del pasaje de generacin en generacin, otras fueron prescriptas desde losplpitos de las iglesias, algunas otras derivaron de un deber ser profesional ligado almejor ejercicio de una tarea y otras fueron escritas y reunidas por las autoridades.Finalmente, tambin existieron algunas que eran resultado de la usanza de un lugar ofruto de una tradicin bien arraigada.

    El perodo es por dems complejo. No por su extensin (entre 1794, ao defundacin del Consulado, y 1821, ao en que la institucin pierde sus funcionesadministrativas quedando nicamente como tribunal) sino por la serie detransformaciones que se suscitaron el Ro de la Plata y en los territorios de laMonarqua espaola entre el trnsito del siglo XVIII al siglo XIX, entre el Antiguo

    Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia de la Nacin Argentina, II, Buenos Aires 1999, p. 283.Asimismo, dicha orientacin coincide con lo esbozado por Paolo Prodi en Una historia de la justicia. P.Prodi, Una historia de la justicia. De la pluralidad de fueros al dualismo moderno entre conciencia y derecho , Buenos

    Aires 2008.7V. Tau Anzotegui, cit., p. 284.8 Paolo Prodi ha analizado esta cuestin en el libro que anteriormente referimos. All seala latransicin entre la conciencia como objeto del fuero penitencial o interno cuyo juez es Dios, hacia elfuero externo (por cuenta de la sociedad) y el surgimiento de los problemas de ndole moral. De a

    poco surgirn normas morales y luego normas positivas, que sern las leyes tal cual las conocemoshoy. P. Prodi, cit.

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    Rgimen y la Modernidad. Nuestra posicin respecto a ese trnsito, est atenta aobservar los cambios acaecidos en la administracin de justicia sin menospreciar lascontinuidades en el anlisis. La justicia mercantil ser un ejemplo en ese sentido deambas cuestiones. La ruptura del mbito corporativo del Consulado por las reformas

    que trajo la revolucin de Mayo y sobre todo por las iniciativas del grupo rivadaviano9

    terminarn por cancelar el espacio corporativo del Consulado, anulando sus funcionesadministrativas y acabando con sus elementos de Antiguo Rgimen. La continuidadser la de la justicia mercantil, a cargo de comerciantes legos, sobre la que no se pudoinstalar una justicia de corte letrado hasta 1862, bajo el calor de otros aires ms

    vigorosos como los de la codificacin y la consolidacin definitiva del estadoargentino10.

    3. Parte Uno: El orden de la religinQu felicidad poda esperar el comercio de estas provincias

    si a ellas les faltase la religin o la fidelidad a V. M.?11

    En agosto de 1809 el Dr. Don Francisco Bruno de Rivarola presentaba unmanuscrito ante el Virrey Cisneros que tena la intencin de sealar un programasobre los medios para mantener y afianzar la religin y fidelidad a la corona a travs demedidas concretas. Su autor, no era otro que un conocido abogado y juristarioplatense, nacido en 1752, que se desempeaba para la poca como asesor letradodel Consulado de Buenos Aires. Rivarola haba estudiado artes y teologa y comoclrigo de menores rdenes lleg a opositar en 1773 para los curatos de San Isidro,Caada de la Cruz y Quilmes. Habiendo abandonado el camino de la ordenacinsacerdotal march a Chile a seguir la carrera de jurisprudencia de donde se recibe de

    doctor en cnones y leyes. La profunda fe que Rivarola pregonaba lo lleva a escribirdicha obra, conocida comnmente como Religin y fidelidad Argentina, desde dondeesbozar medidas concretas para el mantenimiento de la fe y la sumisin al monarca.El Consulado, que conoca acabadamente por su desempeo como asesor del cuerpo,era un blanco para obtener recursos econmicos para la tarea de preservacin. Porello, no deja de mencionar que es el comercio el ms interesado en dichaconservacin:

    () Resulta de aqu, que siendo el comercio a quin ms interesa la perpetuidad de lareligin y la fidelidad a V. M. por los grandes bienes que consigue de girar con franqueza yentera libertad, de disfrutar de sus comodidades, de atesorar riquezas bajo la dulce y pacficadominacin de V. M. en estas provincias, sera muy justo que los fondos pblicos del RealConsulado contribuyesen alguna moderada cantidad que no perjudicase a las atenciones desu instituto. ()12.

    9 Nos referimos puntualmente a las reformas llevadas adelante por Bernardino Rivadavia, en tanto,ministro de gobierno del Gobernador Martn Rodrguez, durante el perodo 1821-1824.10M. A. Corva, Del Consulado a la justicia comercial letrada en la provincia de Buenos Aires, in: O. Barrenechey A.Bisso (coord.),Ayer, hoy y maana son contemporneos. Tradiciones, leyes y proyectos en Amrica Latina, LaPlata 2010.11

    F. B. de Rivarola, Religin y fidelidad argentina, Buenos Aires 1983, p. 229.12Ivi, p. 230.

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    La relacin entre religin y comercio era, como argumentaba Rivarola, necesaria yprxima. Se necesitaban mutuamente, pese a que desde la antigedad los comercianteshaban sido cuestionados en su actividad por la usura y el lucro que condenaba la fecatlica. La cita anterior no era la nica manifestacin de ese vnculo, aunque s una

    muy evidente.Aos antes, el 23 de febrero de 1796 la junta gubernativa del Consulado de BuenosAires nombr por santo patrono, puesto que la institucin deba tener uno, a SanFrancisco Xavier acordando que anualmente se le hiciera su fiesta en el Colegio de SanCarlos el domingo siguiente a las elecciones de oficios consulares, fijando que su costono exceda los cien pesos y comisionando perpetuamente al seor Prior y a los seorescnsules para dicha funcin13. La razn que convocaba a esta decisin se fundaba enuna antigua tradicin de los comerciantes por proteger su actividad y buscar mejorfortuna bajo el amparo de un santo protector. La decisin de la Junta haca manifiestala estrecha relacin entre religin y comercio, un vnculo con un origen conflictivo

    pero que se fue serenando con el correr de los aos. La usura en tanto pecado habateido el comportamiento mercantil, haciendo dudar de sus fines y colocndolo enuna incmoda posicin14. Los comerciantes corrieron con la misma suerte y debieronhacer una imperiosa tarea de legitimacin de su actividad. Paradjicamente, haba sidoel comercio la prctica humana que ms haba servido a la tarea de la extensin de la fecristiana, abriendo nuevas rutas comerciales y consolidando el territorio bajo elfundamento de la religin catlica. Los mercaderes eran parte de una sociedad que seguiaba por los preceptos catlicos, por ello, no debe sorprendernos que la institucincorporativa que los acoga eligiera un Santo Patrono y celebrara misas y festividades ensu honor15.

    En paralelo, la administracin de justicia del tribunal consular tambin hacamanifiesta la pertenencia a ese mismo orden normativo. Si bien los comerciantestenan el privilegio del ejercicio de una justicia privativa, con sus propias reglas defuncionamiento, algunos rasgos comunes de las diversas justicias de Antiguo Rgimeneran compartidos por el tribunal consular. La presencia de juramentos en la justicia erauna constante que sobrepasaba los lmites del fuero mercantil y se extenda a todos losmbitos judiciales en una sociedad donde la religin dotaba de una identidad comn, ala vez que conformaba un orden normativo particular. La religin brindaba preceptos,normas, un lenguaje compartido, un conjunto de valores, etc., que eran ampliamentereconocidos por los distintos integrantes de la sociedad. Los comerciantes como parte

    13AGN,Actas del Consulado de Buenos Aires. Antecedentes-Actas-Documentos, Tomo I, Buenos Aires 1936,lmina XII. Tomo II, Buenos Aires 1936, pp. 57-58. La eleccin de los patronos era una tradicinbien extendida. Como sostiene Tau Anzotegui: Cada ciudad tena su patrono y adems otrosactuaban como abogados para ahuyentar pestes y otros males. Las celebraciones que se hacan enhonor de los santos generaban en stos la obligacin de implorar proteccin divina. V. Tau

    Anzotegui, cit., p. 283.14 Recomendamos una lectura muy pormenorizada de estos problemas en la obra de BartolomClavero. Especialmente consltese B. Clavero, Antdora. Antropologa catlica de la Economa Moderna,Milano 1991. Una referencia anterior es el clsico libro de J. Le Goff, Mercaderes y banqueros de la Edad

    Media, Buenos Aires 1986.15Sobre el papel de la religin para la sociedad de Antiguo Rgimen se puede acudir a una inmensidad

    de obras. Recomendamos en especial: R. Romano y A. Tenenti, Los fundamentos del mundo moderno,Madrid 1980, pp.73-77.

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    de ese universo social compartan esa misma identidad; desde luego que esto se filtrabaen la justicia, como observaremos.

    Un comerciante como Agustn Senz comisionado por el tribunal para reconocerla propiedad de una partida de lana de vicua en 1808 terminaba jurando y en fe de la

    realidad de todo lo expuesto juro a dios ntro [nuestro] sr y esta seal de [cruzdibujada]16. ste era un tpico juramento utilizado por quienes daban fe de unasituacin dada o manifestaban una declaracin a solicitud de una parte del litigio o delmismo del tribunal. En dicho ejemplo la palabra cruz no aparece como tal sino que ensu lugar se encuentra el dibujo de una cruz que ocupa el alto del rengln previsto en elescrito. Otra forma ms tpica fue la que el escribano del Consulado le tom a Gasparde Santa Coloma el 10 de enero de 1800 para dar fe de que ste guardaba en su poderuna partida de suelas que un comerciante le remiti a cuenta y riesgo de DonDomingo Antonio Patrn, vecino y del comercio de Salta. Juraba Santa Coloma porDios Nuestro seor y una seal de cruz segn forma de derecho17. Esta se

    corresponda con una frmula utilizada por los escribanos para tomar declaracin yera frecuente su utilizacin en los juicios mercantiles, como tambin en otros fueros.Corresponda a una sociedad y una justicia donde la religin era parte integrante de laforma de ver el mundo.

    La religin se colaba en las distintas instancias del juicio y apareca tambin en losdocumentos utilizados por las partes para apoyar sus posiciones. Por ejemplo en lapliza de seguros que Bentura Miguel Marc del Pont les otorg a Agustn Garca y

    Julin del Molino Torres. El documento lleva la cita En el nombre de Dios. Amenjusto debajo del ttulo de la pliza18. Si bien sta era un modelo que se utilizaba en losdistintos casos, es un indicador ms de las imbricaciones de los rdenes normativos.Un instrumento jurdico como una pliza, un claro elemento de derecho, llevaimpreso rasgos de la fe catlica que impregnaban las prcticas cotidianas de lasociedad19. El mismo juicio es ejemplificador una vez ms de lo que venimosreseando. En un pasaje de un escrito de Julin del Molino Torres, el comerciante serefiere a que no se acostumbra exigir facturas o comprobantes a los capitanes de losbarcos respecto de las mercaderas que transportan, que ellas ban y vienen con Diossin otra por maldad20. La justificacin que brinda, que tambin posee un elemento delderecho como la costumbre (aunque ser analizado ms adelante), se abraza a la ideade que las mercaderas se transportan sin ningn comprobante y se llevan y traen frutode la gracia divina. La religin entonces se volva una referencia ineludible en los

    16AGN, Tribunal Comercial, L 142, Ao 1808. f. 1. Dn Juan Lezica y Dn JuanFermn Echichipanombran peritos p.a el reconocimiento de una partida de lana de vicua.17AGN, Tribunal Comercial, L 141, Ao 1801. f. 4. Expediente seguido pr Dn Juan Jose de Lezicacontra Dn Domingo Antonio Patron sobre ps.18 AGN, Tribunal Comercial, M 175, Ao 1801. f. 19. Exped.te promovido por Dn Julian DelMolino Torres, y Dn Agustin Garcia con el sor Dn Bentura Migl Marc del Pont como Apoderado dela Rl Comp.a de Seguros terrestres y martimos de Madrid sobre el cobro de un seguro.19Tambin sera un indicio de la confirmacin de la teora descendente del poder, vigente durante laEdad Media, donde el poder residira en un ser supremo (Dios) quien designaba un representante enla Tierra (el Rey). Vase: W. Ullman, Historia del pensamiento poltico en la Edad Media, Barcelona 2013. Sepodra interpretar que la pliza como instrumento jurdico referira a un poder mayor como el de

    Dios, a quien se encomendaba la fortuna del viaje y, por tanto, del seguro.20AGN, Tribunal Comercial, M 175, cit., f. 23 v.

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    juicios; era parte de un lenguaje comn que no poda dejarse de lado puesto que erauna marca cultural de la poca, al tiempo que provea de herramientas para elresguardo de la palabra como en el caso de los juramentos. El peso de la palabra eramucho mayor del que tenemos hoy en da, donde lo escrito predomina y lo dicho es

    ms voltil. En una sociedad de Antiguo Rgimen como la del Ro de la Plata dondegran parte de la poblacin era analfabeta, la palabra era fundamental21. Los juramentosentonces servan como herramienta de validacin de la palabra.

    Todo ese conjunto de elementos dan pruebas claras de la estrecha relacin entrerdenes normativos y fundamentalmente, de cmo la religin se escurra en la justiciade los comerciantes, pese a ser un fuero privilegiado bajo reglas de funcionamientoespecficas para los mercaderes. Pese a esto, la devocin de los comerciantes aparecade diversas maneras en el Consulado y en los juicios entre mercaderes. Proporcionaba,a su vez, un lenguaje y un sentido comn compartido por la sociedad rioplatense. Noera, entonces, extrao para los comerciantes jurar por Dios o encomendarse a un

    Santo Patrono. Era, en definitiva, lo ms esperable de la sociedad de la poca.4. Parte Dos: El orden de la moral

    Pasemos ahora al mbito de la moral en tanto orden normativo. Comomencionamos prrafos arriba, la cercana de los asuntos religiosos y morales era muyestrecha y la distancia entre ambos mundos se divida por los distintos problemas queresolvan uno y otro. Si bien eran estudiados desde la teologa, la moral comenz aocuparse de los temas ms prcticos que involucraban a las personas, haciendo focoen la conciencia individual22. La usura, los contratos, el cumplimiento de obligacioneseran frecuentes casos de ndole moral y la conexin entre estos temas y el comercio esevidente. Sin embargo, la dificultad de encontrar claras menciones al orden normativode la moral en los juicios del Consulado de Buenos Aires, nos obliga a pensar diferentey a buscar algunas pequeas seas o indicios de este mundo.

    Dnde podemos encontrar elementos del orden de la moral de los comerciantes?Existen pruebas que den muestra de problemas de conciencia o tica entre losmercaderes? Es posible considerar ciertas prcticas o actitudes mercantiles comoparte del orden normativo de la moral?

    Una primera aproximacin a estos problemas puede realizarse abordando el asunto

    21

    Sobre las relaciones entre cultura oral y cultura escrita debe acudirse a los trabajos de Walter J. Ong.W. J. Ong, Oralidad y escritura. Tecnologas de la palabra, Buenos Aires 2006. Para el mundo de lo jurdico,reflexiones en esa misma direccin fueron provistas por Petit. C. Petit, Discurso sobre el discurso. Oralidad

    y escritura en la cultura jurdica de la Espaa liberal, Huelva 2000.22Para un mayor conocimiento sobre el tema puede consultarse el excelente libro de Paolo Prodi, delque trascribimos la siguiente cita: De hecho estoy persuadido de que todo el universo jurdico en quehemos vivido hasta nuestros das creci en momento de calma entre el fuero de la conciencia ms omenos secularizado y la esfera de la ley positiva externa: el problema de la emancipacin de ambosaspectos de la esfera teolgica es, ciertamente, un problema fundamental en la marcha de lamodernidad, pero corre el riesgo de no hacer perceptible el proceso de dialctica y smosis que seproduce entre el fuero interno y el externo, entre la norma moral y la norma positiva. P. Prodi, cit., p.300. A las relaciones entre religin y moral, debemos agregarle las que se pueden establecer entre

    moral y derecho. Kelsen ha estudiado dichos vnculos y sostenido las diferencias entre ambos rdenes.H. Kelsen, Teora pura del derecho, Buenos Aires 2009, p. 45.

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    desde la confianza.23Aquella, que no es otra cosa que la manifestacin de un vnculocontinuado, era para la tarea de los comerciantes una herramienta indispensable de laactividad. Slo a travs de la confianza mutua entre mercaderes era posible comerciarcon xito, sin temor a maniobras fraudulentas. Para acrecentar dicha confianza

    muchos comerciantes buscaron depositar esa fe en personas cercanas. Un vnculofamiliar, el compadrazgo o tan solo el conocimiento de aos en un pueblo o villa eranfundamentales para establecer un trfico de mercaderas, sostenido sobre la base de laconfianza24. Como han sealado Tarrag y Barriera:

    () En la sociedad preliberal, donde el marco jurdico no provee de los instrumentosptimos para la previsin e, insistimos, quizs tambin en muchos casos que se puedenconsiderar en sociedades modernas la confianza es al compromiso mercantil lo que eljuramento a la prueba jurdica: es su garante, ms all del efectivo funcionamiento de lagaranta25.

    Volvemos sobre los pasos de los juramentos en la religin y tenemos aqu sobradosargumentos de cmo funcionara la confianza en el terreno de la moral mercantil. Laquiebra de esa fe caera en el orden de la moral, contradiciendo las bases de la propiaactividad26. La palabra empeada entre comerciantes era un juramento bsico de latarea, a veces refrendado con documentos con la firma de las partes. El valor de lapalabra en esta sociedad de Antiguo Rgimen ya ha sido sealado por nosotrosanteriormente. Ahora veamos cmo funcionaban, en el orden normativo de la moral,estos contratos de palabra.

    En un pleito no exento de numerosos ribetes, un empleado del ex Prior delConsulado de Buenos Aires Martn de Sarratea27, demand a su empleador por una

    23Agradezco la sutil observacin a Daro Barriera.24Los vnculos primarios en el ejercicio del comercio forman parte de una historia conocida y muybien documentada. Como han marcado Daro Barriera y Griselda Tarrag en una oportunidad: Quelos comerciantes y mercaderes prefirieran traer consigo a sus sobrinos o recomendados para llevarcuentas, o que casaran a sus hijas y sobrinas con sus socios, nos habla claramente de una poltica deconstruccin de vnculos primarios en funcin de una especulacin: estos acuerdos les permitiranobtener lealtades muy condicionadas, lo que, en esta lgica, supona una importante disminucin delriesgo. Vase: D. Barriera y G. Tarrag,Elogio de la incertidumbre. La construccin de la confianza, entre la

    previsin y el desamparo: Santa Fe y el Ro de la Plata, siglo XVIII, in: Revista de Historia, Nm. 48, SanJos 2003, p. 191. Ir tambin para ello a los conocidos trabajos de Gelman y Socolow. J. Gelman, Demercachifle a gran comerciante. Los caminos del ascenso en el Ro de la Plata colonial, Huelva 1996; S. Socolow,Los mercaderes del Buenos Aires Virreinal: familia y comercio , Buenos Aires 1991.25D. Barriera y G. Tarrag, cit., p. 192.26 Interesantes argumentos al respecto elabor Hans Kelsen: Sin embargo, tambin la moral es unorden normativo que prescribe sanciones; de hecho, cuando prescribe cierto comportamiento,prescribe que debe reaccionarse en cierto modo al comportamiento opuesto, contrario a la moral. Elcomportamiento contrario a la moral debe ser desaprobado por los miembros de una sociedad. Asemejante comportamiento, ellos deben reaccionar con actos de desaprobacin tales como larepresin, manifestaciones de desprecio y otros similares. La moral se diferencia del derecho porque lareaccin prescrita por ella, esto es, sus sanciones, no tienen el carcter de actos coercitivos como lassanciones prescritas por el derecho: no pueden ser aplicadas, como las sanciones del derecho,

    valindose de una coercin fsica toda vez que encuentren resistencia. La cita en: P. Prodi, cit., pp.

    419-420.27Sarratea fungi en el cargo durante el bienio 1797-1798. Posteriormente continu como Consiliario

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    suma de salarios adeudados. Basilio de Gandasegu, el empleado, era un conocedor delmbito comercial y judicial del Consulado, dado que se desempeaba a cargo de lascuentas de la sociedad que Sarratea tuvo con Toms de Balenzategu entre los aos1797 y 1802. En algunos pasajes del extenso juicio Gandasegu fund sus posiciones

    en torno al valor de la palabra:() Desempee como es constante desde esta nueva poca quantas se confirieron a micuidado, hasta q.e en Septiembre de 98 [1798] desengaado del ningn galardn que podaprometerme de una persona q.e tan reiteradamente hava faltado a su palabra ()28.

    La falta de palabra era equiparable en el mbito mercantil a la quiebra de uncontrato. Esto era repudiable entre mercaderes, en trminos morales, de un deber serprofesional que era compartido por quienes se desempeaban como tales. No es elnico momento del juicio donde Gandasegu argumenta en dicho sentido:

    () exigi de Sarratea en septiembre del mismo ao los 2000 pesos estipulados(descontados treinta doblones qe recibi a buena cuenta en 29 de junio de 801 [1801]) pormedio de una carta, q.e como todas no merecio formal contextacion contentndose conmandarme llamar, y decirme de palabra, contra lo q.e el mismo haba pactado conmigo, queno poda satisfacerme dha [dicha] cantidad, ni menos dar por concluido el contrato quandono haba fenecido la cuenta de compaa. Aunque le inst a que me contextase por escrito,lo mismo que deca de palabra, para tener un dato cierto de su exposicin, y no exponermea las inconsequencias y olvidos que preveya y estn constantes en este expediente ()29.

    Aunque un tanto ms extensa que la anterior, la cita muestra que la desconfianzaestaba ya instalada en la relacin entre empleador y empleado puesto que la palabra de

    Sarratea, contraria segn Gandasegu a lo que se haba convenido, necesitaba ahora deun apoyo escrito. Lo escrito prevena de errores, era una prueba inobjetable, pero loque ms debe llamarnos la atencin es la ruptura del contrato de palabra entre losmercaderes. Esto nos conduce una vez ms a la confianza. Por qu era la base sobrela que se asentaba la actividad mercantil? Por qu sobre ella se asentaba la moral delcomerciante, lo que estaba bien y lo que estaba mal hacer, en el trfico cotidiano? Elmismo pleito, por un golpe de fortuna, parece darnos alguna respuesta. En una cartadel 19 de agosto de 1803, Gandasegu se refiere a la confianza en los trminos que

    venimos reseando:

    () Todas las cosas sabe vm [vuestra merced] tiene su origen, y entretanto no embuelban

    en si alguna calidad de concepto contrario a pretexto de lo que muchas veces la confianzaciega lo suele disimular, para que la equidad de la misma no permita otro mtodo q.e elcumplimiento de lo mismo que se trata. A este concepto remito y la consideracin de loexpuesto entre ambos el 22 del pasado julio, trayendo a la vista lo entonces referido, y lafalta de cumplimiento del contrato de mayo del ao pasado de 1801. La calidad de estecontrato solemne aunque verbal y que por tal debe tenerse en todos tiempos ()30.

    del cuerpo entre 1799-1800. La referencia puede encontrarse en: G. Tjarks,El Consulado de Buenos Airesy sus proyecciones en la Historia del Ro de la Plata, Buenos Aires 1962.28AGN, Tribunal Comercial, G 95, Ao 1803. f. 42 v. Dn Basilio de Gandasegu sobre liquidacinde una cuenta con Dn Martn de Sarratea.29

    Ivi, f. 43.30vi, f. 52.

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    Confianza y equidad. Dos trminos de la misma balanza que no pueden irseparados. La equidad es la que articula la confianza y la que la muestra como un

    vnculo, como una relacin que se mueve en los dos sentidos. El final de la cita vuelve

    sobre lo anteriormente sealado; un contrato entre partes era por s mismo solemne(diramos moral), ms all de ser oral, deba perdurar en todos tiempos (o hasta elfiniquito de la tarea o sociedad), y la quiebra de ese contrato se ubicaba en losmrgenes de lo debido (tornndose amoral). A la par, la utilizacin de una fuenteepistolar da muestras de cmo se engarzaba esa confianza, como se haca en lacotidianeidad y cmo poda ser utilizada en un juicio31.

    Finalmente, algunas lneas ms para escudriar este asunto. Muchos comerciantes,en sus escritos judiciales, cierran sus argumentos con la frmula jurando no procederde malicia32. La malicia consista en una intensin solapada y contraria a la virtud.Era, en trminos procesales, la utilizacin del proceso para afectar a un tercero,

    causndole perjuicio. Por ello los comerciantes juraban no proceder de malicia, demala fe, contra su adversario en el juicio. ste era tambin un deber moral de loscomerciantes y se manifestaba claramente en su justicia que se guiaba por losprincipios de verdad sabida y buena fe guardada entre mercaderes. Ambos principiossealan para los comerciantes y para su justicia un proceder honrado y correcto. Son,en efecto, marcas de la moral comercial que se tallaron a fuego en el fuero privilegiadoque los reuna, que no eran otros que los Consulados de Comercio. Una mencinsobre estos puntos fue realizada por Manuel Belgrano, anteriormente secretario delConsulado (conocedor de estos asuntos por tanto) y vocal de la Primera Junta deGobierno de Mayo de 1810. En un artculo en el Correo de Comercio de septiembrede 1810 sostena lo siguiente:

    () la buena fe es el alma del comercio, y que sin ella deja de existir; en una palabra, labuena fe es al comercio, lo que la sangre al cuerpo humano. () Pero como laimprudencia, o la malicia han intentado alejar del comercio su principio vivificante, ysustituirlo en su lugar la trampa, el engao y la mala fe, nos vemos precisados a presentarremedios, para que esta gangrena mortfera se contenga, o se destruya totalmente. ()Nuestras leyes y ordenanzas mercantiles que han servido de ejemplares para las nacionesms ilustradas, se han empeado, particularmente, en sostener la buena fe del modo msenrgico, poniendo por objeto de oprobio a la vista de los hombres al que tenga la osadade abandonarla. ()33.

    31Como sealaron Barriera y Tarrag: Si nuestra recurrencia a los epistolarios es permanente, no sedebe ms que al peso que este tipo de intercambios en principio comunicacionales tena en estasociedad y entre los comerciantes en particular, como elementos que daban cuentas de las acciones ylas intenciones, de planificacin, de estrategia e incluso de prueba, como se deduce del gran nmerode ellos devenidos en verdaderos instrumentosjudiciales y legales. D. Barriera y G. Tarrag, cit., p. 206.32 Un ejemplo puede encontrarse en el pleito entre Gardeazabal contra Inchaurraga. Vase: AGN,

    Tribunal Comercial, G 94, Ao 1802. Expediente que sigue Dn Luis de Gardeazabal sobre averiguar,o descubrir los bienes qe corresponden a Dn Jos Manuel Inchaurraga. Tambin en el referidoanteriormente de Gandasegu contra Sarratea. Ver para ello: AGN, Tribunal Comercial, G 95, Ao1803.33El artculo de Manuel Belgrano llevaba como ttulo Modo de sostener la buena fe en el comercioy fue publicado en tres ediciones sucesivas del Correo de Comerciode 15, 22 y 29 de septiembre de 1810.

    La cita se puede encontrar completa en el ltimo libro de Tulio Halperin Donghi. T. Halperin Donghi,El enigma Belgrano. Un hroe para nuestro tiempo, Buenos Aires 2014, pp. 102-103.

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    El conocimiento de la cuestin reluce en el pensamiento de Belgrano y nosmuestra la centralidad que revesta la buena fe para la negociacin mercantil. Tambinel prcer de la independencia nos seala la cuestin moral que sta tena. La ltima

    frase al respecto es fuertemente elocuente. Quien osase abandonar la buena fe, serdigno de oprobio, o sea, condenado en trminos morales.

    5. Parte Tres: El orden del derecho.

    A diferencia de cmo lo comprendemos hoy, el derecho en el Antiguo Rgimeninclua una serie de elementos que lo constituan como un orden normativo. Elexamen de lo que se entenda por tal en los diccionarios de la poca (de 1726 a 1852inclusive), tal como ha mostrado Tau Anzotegui, evidencia su multivocalidad:

    Derecho es el que dicta la naturaleza; es el ordenado por la Divinidad; es el definido por laIglesia; es el que constituyeron las gentes; es el establecido por el Prncipe supremolegislador en sus dominios; es el que ordena la ciudad o el pueblo para su gobiernoprivado; es el que introduce la costumbre34.

    Una serie de normas y cuerpos legales aparecen citados en los expedientesjudiciales del Consulado de Buenos Aires. Se trata de un conjunto heterogneo dejurisprudencia elaborado a lo largo de ms de siete siglos. En este trabajo, dada lacantidad y calidad de manifestaciones, hemos optado por trabajar los distintos cuerpospor separado, sealando la distancia entre norma y uso de la misma por parte de loscomerciantes. El derecho era la principal herramienta con la que contaban los

    comerciantes para su desempeo judicial, pero no era la nica como mostramosanteriormente. Por ello, las marcas que hemos encontrado son ms contundentes queen los casos de la religin y la moral, lo que justifica en algn punto la extensin deeste apartado y su divisin en distintos conjuntos. La visin de conjunto ser ofrecidaal final, al momento de concluir o balancear el peso de los distintos rdenesnormativos en la justicia mercantil. Pero empecemos entonces por los cuerposjurdicos. Vayamos entonces a los inicios de la tradicin jurdica hispana.

    6. Las Partidas de Alfonso X

    Fueron redactadas segn la tradicin castellana, por un cuerpo de juristas bajo ladireccin personal del mismsimo Alfonso X, conocido como El Sabio, entre 1256 y1265 (fechas sobre las que no hay certezas absolutas). Por qu una obra fundante dela tradicin jurdica castellana llegara hasta los confines del imperio, como el

    Virreinato del Ro de la Plata, para ser usada como argumento dentro de un juicio delConsulado de Comercio a principios del siglo XIX? La pregunta debe comenzar aresponderse por el contenido mismo de las Partidas.

    Si bien la Quinta partida es la que nos conduce directamente a los asuntosmercantiles, la tercera partida nos inserta en el escenario judicial.35La sola vista de los

    34V. Tau Anzotegui, cit., p. 286.35 La versin que utilizamos de las Partidas se encuentra disponible en lnea:

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    ttulos de dicha partida da seales claras de que el propsito de ese apartado esdescribir las funciones y roles de los protagonistas de un litigio. El ttulo 1 plantea elpapel de la justicia como rectora del orden y fuente de todos los derechos. Los ttulos2 y 3 refieren a los demandantes (o demandadores) y a los demandados. El cuarto

    refiere a los jueces en tanto hombres buenos que son puestos para mandar y hacerderecho. Al mismo tiempo separa a los jueces en distintas categoras: jueces de lacorte del Rey, jueces ordinarios, jueces delegados encargados de juzgar algunos pleitospuntuales y jueces rbitros. El sexto describe a los abogados como facilitadores delproceso judicial y el sptimo se ocupa de los testigos. El ttulo 18 referir a lasescrituras, entre ellas se ocupar de la escritura de compaa, central para la empresamercantil. Los escribanos sern el tema del ttulo siguiente. Finalmente, se ocupa dedeterminar las cosas que pertenecen al comn, es decir aquellas cuya propiedad yexplotacin es comunitaria.

    La quinta partida se involucra de lleno en los problemas referidos al comercio. As

    se definen los prstamos y depsitos, las ventas y sus agentes. Los mercaderesaparecen, de este modo, como todos aquellos que compran las cosas con intencinde venderlas a otro por ganar en ellas. De igual manera, las ferias y mercados soncaracterizados como los lugares donde se hacen las compras, ventas y cambios. Elbasamento consuetudinario que rodea al derecho mercantil se hace presente almomento de recordar que dichas ferias y mercados se deben realizar en dondeantiguamente se acostumbraron a hacer.

    Prrafo aparte merece la atencin sobre los aspectos del trfico ultramarino queson prescriptos por las Partidas:

    Navos de muchas maneras fletan los mercaderes para llevar sus mercaduras de un lugar a

    otro, y porque a veces por tormenta de mar o por otra ocasin se quebrantan o se pierden ydespus nacen contiendas entre los mercaderes y los maestros y los marineros en razn delnaufragio, queremos aqu decir de los navos que despus son fletados, peligran sobre elmar; y mostraremos qu cosas estn obligados a guardar y a hacer los maestros de las navesy los marineros a los mercaderes que se fan en ellos36.

    La quinta partida hace mencin tambin a la compaa mercantil, principio sobre elque se asentarn las distintas sociedades comerciales:

    Compaas hacen los mercaderes y los otros hombres entre s para poder ganar algo msligero, juntando su haber en uno; y porque acaece a veces que en la compaa son algunos

    recibidos por compaeros porque son sabedores y entendidos en comprar y vender,aunque no tengan riquezas con que lo hagan, y otros algunos que las tienen son faltos de lasabidura de este menester; y aun hay otros que, aunque tienen las riquezas y la sabidura noquieren trabajar en ello por s mismos37.

    La fuerza de este corpus jurdico, tanto en un rincn remoto de los dominiosespaoles como de acuerdo a su funcin para el derecho mercantil, se manifiesta en suaparicin en los pleitos del Consulado pese a no estar reglamentada su utilizacin para

    http://www.biblioteca.org.ar/libros/130949.pdf36

    Alfonso X El Sabio, Las siete partidas, Buenos Aires 2006, p. 82.37Ibid.

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    la resolucin de los problemas de derecho que acaecan en dicho tribunal. La realcdula que erigi el Consulado estableci con claridad los corpus normativos sobre losque deba basarse el Consulado, como mostramos al inicio de este trabajo. Nada semencionaba all sobre las Partidas de Alfonso X, bajo un dominio absoluto de las

    normativas bilbanas que eran el modelo a seguir para Buenos Aires. Sin embargo, lasPartidas como instrumento de derecho fueron utilizadas de diversas maneras dentrode los juicios. Basta para su comprobacin algunos ejemplos. En un juicio, sustanciadoa principios del 1800, se argumentaba con precisin en torno a una especfica parte delas conocidas Partidas:

    () y esto es lo que dice con demasiada claridad la Ley 30 tit 13 Partida 5ta por las palabrassiguientes: Otro si decimos, que si un ome oviese obligado todos sus bienes, tambin losque havia entonce quando fizo obligacin como los que habra dende adelante, si despusde esto tomase maraveds prestados de otro home para comprar alguna cosa, faciendolepleyto que aquella cosa que comprase de los maravides quel compraba que le fincase

    obligado ellos hasta que los cobrase, entonce mayor habra el post?? mero en la cosa asicomprada que el primero a quien fue hecho el pleito de la obligacin general sobre todas lascosas del comprador. ()38.

    Podemos vislumbrar la especificidad de la ley sealada y debemos cotejarla con elartculo de la misma que disponemos, puesto que a ello nos obliga la cita textual delpleito. El ttulo 13 al que nos referimos se encuentra en la versin de las Partidas queposeemos bajo el tpico De los empeos que son empeados por palabra ocalladamente y de todas las otras cosas que pertenecen a esta razn39. Existe unadirecta relacin entre los empeos tratados en el ttulo 13 que tenemos nosotros y lasfianzas u obligaciones a las que refiere la parte en el juicio. Sin embargo, la cita textual

    anunciada no parece ser la misma. Esto puedo deberse a varias razones, por ejemplo, alas distintas versiones de las Partidas o a utilizar algn tratado jurdico donde ellas seencuentren citadas y se copie el anlisis de algn jurista sobre el particular. Pese a ello,la especificidad mostrada da muestras de la necesidad de exhibicin de conocimientosde derecho que mostraban las partes y sobre todo la recurrencia al corpus Alfonsinocomo diccionario de los conceptos principales del derecho mercantil, por ejemplorespecto a cundo existe un empeo o una obligacin. Este uso puede sercontrastado con la utilizacin del corpus Alfonsino con una vaguedad mayor y conotros fines, llammoslos no conceptuales. Sobre este punto, es particularmenteinteresante la referencia a las Partidas en carcter de diccionario de procedimientos a

    seguir. Observemos un ejemplo:

    () Mas aunq.e es positiva aquella disposicin y se lee en una ley de partida, no ignora vsque estas formalidades y orden ritual de los juicios, estn proscriptas, e inhibidasexpresam.te por las leyes consulares para la substanciacin y concimto de los negociosmercantiles de la inspeccin de este tribunal. En el sabe VS q.e esta establecido por lasordenanzas q.e nos gobiernan, que deven determinarse los pleitos, y diferencias deentrepartes breve y sumariamente, la verdad savida y buena fe guardada a estilo demercaderes, sin guardar la forma y orden del derecho de manera q.e siendo asi como lo es,

    38 AGN, Tribunal Comercial, H 121, Ao 1800, f. 15 v. Hoz Francisco de la contra Bartolome

    Lopetedi.39Alfonso X El Sabio, cit., p. 84.

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    y no puede dudarse no ha podido ni debido embarazar a VS para proveer a mi enunciadoescrito el orden prevenido en el derecho de las partidas sobre no empezarse una demandapor preguntas ni admitir declaraciones antes de la contextacion respecto a que en losnegocios de comercio expresamente se prohbe por sus ordenanzas el guardar las formas yorden del derecho. ()40.

    En dos momentos de la cita anterior aparece la referencia a las normas alfonsinas.Primeramente, la mencin a una ley de partida, en tanto manifestacin de unconocimiento llammoslo procedimental. En segunda instancia aparece el derechode las partidas como fundador de un orden procedimental para los juicios, es decir,de un deber ser o regla a seguir. Evidentemente, la necesidad de utilizar las Partidascomo referencia jurdica se deba particularmente a resolver problemas de ordenprocedimental que no fueron subsanados, al parecer, por las normativas posteriores.

    7. El Consulado de Bilbao y sus clebres ordenanzas

    Las ordenanzas de Bilbao fueron el cuerpo normativo ms referenciado en elConsulado porteo. Desde luego esto se deba a que la misma cdula ereccionalestableca al Consulado de Bilbao y a sus ordenanzas como modelo y regla a seguirpara el tribunal de Buenos Aires. Las ordenanzas de aquella villa espaola vieron la luzen 1737, durante el reinado de Felipe V, quien las promulg. La historia de dichocuerpo normativo se origina cuando la comunidad mercantil de Bilbao (y su regin)necesit establecer nuevas reglamentaciones para un comercio cada vez msimportante y cambiante y para el que las ordenanzas del Consulado de Burgos por lascuales se rega haban quedado obsoletas. As surgi un corpus de reglas que alcanz

    notable xito en la pennsula y en el reino, siendo posteriormente la base del Cdigode Comercio espaol de 1830.El examen de este cuerpo normativo es entonces imprescindible para una

    lectura sobre el conocimiento del derecho dentro del Consulado de Buenos Aires,como mostraremos. Las normas bilbanas prescriben numerosas cuestiones relativas alcomercio con una notoria minuciosidad, lo que las hace, sin duda, un corpus dereferencia y consulta para muchos consulados. La sola vista de los ttulos de loscaptulos evidencia la gran cantidad de aspectos que dichas ordenanzas englobaban:

    Captulo I: De la jurisdiccin del Consulado, sus reales privilegios, y orden de proceder enprimera, segunda y tercera instancia.

    Captulo II: De la eleccin de Prior, cnsules, consiliarios y sndico; y calidades que deberntener los electores, y elegidos, y su posesin.Captulo III: Del nombramiento del contador, y thesorero de averas y lo que estos debernexecutar.Captulo IV: Del nombramiento de secretario, archivero, veedor-contador de descargas,alguacil, portero, guardara de Olaveaga, piloto mayor de la barra, barquero, y agente deMadrid.Captulo V: De las Juntas Ordinarias, y Extraordinarias de Prior, Cnsules y Consiliarios ycomo se ha de nombrar alguno de estos si falleciese.Captulo VI: Del salario de Prior, Cnsules, y dems oficiales.

    40AGN, Tribunal Comercial, G 95, Ao 1803, f. 6 y 6 v. Dn Basilio de Gandasegui sobre liquidacinde una cuenta don Dn Martin de Sarratea.

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    Captulo VII: Sobre la paga de averas, y lo que debern hacer el contador, thesorero, yveedor de descargas, para su custodia y buena cobranza, y administracin.Captulo VIII: De lo que deber correr al cuidado del SndicoCaptulo IX: De los mercaderes, libros que han de tener, y con que formalidad.Captulo X: De la compaa de comercio, y las calidades y circunstancias con que debern

    hacerse.Captulo XI: De contratas de comercio que se hicieren entre mercaderes, y sus calidades.Captulo XII: De las comisiones de entre mercaderes, modo de cumplirlas, y lo que se ha dellevar por ellas.Captulo XIII: De las letras de cambio, sus aceptaciones, endosos, protextos, y terminos.Captulo XIV: De los vales y libranzas de comercio, sus aceptaciones, endosos y trminos, yde las cartas-rdenes tambin de comercio.Captulo XV: De los corredores de mercaderas, cambios, seguros y fletamentos; sunmero, y lo que debern executar.Captulo XVI: De los corredores de navos, intrpretes de sus capitanes, o maestres ysobrecargas, nmero de ellos y lo que debern hacer.Captulo XVII: De los atrasos, fallidos, quebrados, o alzados; sus clases y modo de

    procederse en sus quiebras.Captulo XVIII: De los fletamentos de navos, y conocimientos que hacen los capitanes, maestres; y su forma.Captulo XIX: De los naufragios de navos, y forma con que se deber proceder en ellosCaptulo XX: De las averas ordinarias, gruesas, y simples, y sus diferencias.Captulo XXI: De la forma de contar, y reglar la avera gruesa.Captulo XXII: De los seguros, sus plizas, y forma de hacerse.Captulo XXIII: De las contratas del dinero, mercaderas que se dan la gruesa ventura, riesgo de nao, y forma de sus escrituras.Captulo XXIV: De los capitanes, maestres, patrones de navio, sus pilotos, contra-maestres, y marineros, y obligaciones de cada uno.Captulo XXV: Del piloto mayor de este puerto, su barra, y ria; y lo que deber hacer, y

    llevar de derechos de entradas y salidas de navios.Captulo XXVI: De los pilotos lemanes, de costa, y lo que debern hacer, y llevar porrazn de sus limanages, atuages.Captulo XXVII: Del rgimen de la ria de este puerto, y cuidado que deber tener el guardade ella en su surgidero de Olaveaga.Captulo XXVIII: De los carpinteros calafates; su nmero, calidades que debern tener yderechos que han de llevar.Captulo XXIX: De los gabarreros y barqueros, gabarras, y barcos; sus obligaciones, yfletes, que se les debern pagar.

    Como podemos observar de la lista de temas resultante de los ttulos de lasordenanzas, las normas bilbanas se ocuparon de la casi totalidad de aspectosrelacionados con la prctica mercantil y martima. Las averas, los seguros, lascompaas comerciales, los contratos, las letras de cambio, los libros contables, lasquiebras, los naufragios, entre otros, son algunos de los temas que se encuentran endicho cuerpo. A la par, se prescriba el funcionamiento de la justicia mercantil y de lajunta de gobierno del Consulado de Bilbao, la forma de eleccin de sus miembros y lasinstancias de apelacin del juicio. Estos aspectos, ubicados mayormente entre loscaptulos I y VIII, consisten especficamente en la forma de ejercicio y actividad delConsulado de Bilbao, resultando poco tiles para el de Buenos Aires que ya contabacon su propia real cdula donde estos elementos ya se presentaban. Los siguientescaptulos, en cambio, fueron utilizados como obra de consulta por los mercaderes delRo de la Plata durante el perodo analizado, siguiendo aquella recomendacin de la

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    real cdula fundacional de 1794 de que aquello que no estuviera reglamentado por lamisma debera buscarse y resolverse en funcin del corpus de la villa de Bilbao.

    En este punto es interesante rastrear algunos ejemplos respecto a qu buscaban loscomerciantes rioplatenses en dichas ordenanzas, qu elementos necesitaban de ellas

    para resolver los conflictos que surgan derivados del comercio y qu estrategiasplantearon dichos mercaderes en los juicios con la ayuda y autoridad que traan de lasreglas de Bilbao. Al mismo tiempo, es relevante dar cuenta de qu tipo de asuntosmercantiles llevaban a echar mano de ese cuerpo jurdico, o si al contrario, se tratabade la totalidad de ellos. Tambin es atractivo constatar el grado de fidelidad entre elcorpus bilbano y su utilizacin concreta.

    En 1809, la avera de un pailebot41, llamado El galgo, recay en el tribunalporteo. En un momento de dicho pleito, el pedido de un comerciante, Juan Fermnde Echichipa, hizo referencia a las ordenanzas bilbanas, ms precisamente respecto ala situacin jurdica de un naufragio y de una avera gruesa.

    () Los relacionados documentos acompaan a esta presentacin y siendo la primeradilig.a q.e deva practicarse el deposito de los efectos transbordados bajo del respectivoimbentario y con la devida cuenta y razn arreglado al articulo 3 cap.to 19 de la ordenanzade Bilbao, cuia diligencia toda a este tribunal designando el lugar del deposito q.e le parezcamas comodo o que se seale por los interesados. Por tanto a vs sup.co q.e tenindome porpresentado en los docum.tos adjuntos, a ver en nombre y por la representac.n del espresadocap.n se sirva llamando a junta a los interesados o pr el medio q.e le parezca mas oportuno,consultado la brevedad mandar el deposito de los efectos transbordados con desingac.n delugar de parage donde debe hacerse pa que asi fho se practiquen las dilig.cias de ordenanzaprescritas para los casos de aberia gruesa, por ser justiciaq.e pido VS. ()42.

    Vayamos primero al respectivo artculo 3 del captulo 19 de las ordenanzas ycotejemos su contenido. Al observar el ttulo de dicho apartado, De los naufragios denavos, y forma con que se deber proceder en ellos, vemos que existe unacorrespondencia entre el tema del juicio y el contenido de esa seccin. El artculo 3,prescribe lo siguiente:

    En haviendose y salvado todo lo que se haya podido, asi de Navio, como de carga, se harpor dichos Prior, y Consules conducir por Mar, Tierra esta Villa, parage que lesparezca mas comodo, que se sealare por los interesados, ponindolo todo porinventario, con la debida cuenta, y razon; y si fuere menester hacer algn beneficio en losfardos otras Mercaderas, que se hayan averiado con la agua salada, mandarn se execute

    por los Oficiales, y gente practica, tambien con la debida cuenta, y razon, para que de todolo haya, y se pueda despus liquidar la que al fin se formare para con todos los interesados,como se acostumbra, y en esta Ordenanza se contendr43.

    Como podemos vislumbrar, no quedan dudas respecto a que Echichipa busc

    41 El pailebot lleva su nombre de ser conocido como "Barco del piloto". Se trata de una goletapequea, sin gavias (vela que va en el mastelero mayor de una nave. Por extensin, cada una de las

    velas de los otros dos masteleros.), muy baja de borda y fina.42AGN, Tribunal Comercial, E 66, Ao 1809, f. 15. Expediente donde constan las juntas que se hanecho sobre el pailebot el galgo y su mre. Dn Cristobal Echeverriana que procedente de Cadiz y varado

    en el banco ingles hizo echazn de la mayor parte de su cargamento.43Los Cdigos Espaoles Concordados y Anotados, t. XII, Madrid 1851, p. 485.

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    particularmente dicho artculo de las ordenanzas por ser el ms ajustado al problemaque deba afrontar respecto al procedimiento a seguir luego de un naufragio. La otraparte consiste en la avera gruesa, que se enuncia en el pedimento de Echichipia. Lasordenanzas tienen un captulo especfico, a continuacin del referido a los naufragios,

    que se ocupa de los distintos tipos de averas. En dicho captulo 20, la avera gruesaabarca la mayor parte del articulado (del art. 8 al 23), en detrimento de la avera simpley de los estipendios de cobro. A tal punto la avera gruesa conlleva una necesidad deprecisin en trminos jurdicos que fue necesario tener un captulo an ms especficosobre su empleo en el captulo 2144.

    Otro ejemplo sobre la utilizacin de las normas bilbanas ocurre en el pleito entreFrancisco de la Hoz contra Bernardo Lopeted, ambos acreedores de Don JosPelotier. En un juicio donde abundan los detalles argumentativos, Juan AntonioZelaya, en tanto apoderado de Lopetedi, exhibe, con sobradas muestras, unconocimiento erudito sobre el derecho mercantil. Lo llamativo en este caso, aunque

    no es el nico sobre la utilizacin de las ordenanzas bilbanas en dicho juicio, estribaen la cita textual de un artculo de dichas reglas. Primeramente Zelaya se ocupa deavisar el camino sobre el que seguir su argumentacin, advirtiendo a los lectores de suescrito que citar un artculo de las ordenanzas de Bilbao. Antes de hacerlo refiere auna Ley de Partida sobre la venta al fiado que es tomada como contrapunto delexpresado artculo del corpus bilbano que citamos a continuacin, segn el escrito deZelaya:

    () que si en la casa del quebrado se hallaren algunas mercaderas que huviere debido de sucuenta por mar o compradas en tierra (ya sean fardos, barricas, o cajones enteros, oempezados a vender constando no haver pagado su valor al remitente, o vendedor en el

    todo o en parte ser visto deverseles, como le deveran volver hasta la concurrente cantidadqe huve que haber del fallido.()45.

    La correspondencia entre la cita de Zelaya y el referido artculo de las ordenanzasde Bilbao es exacta46; slo se diferencia por una oracin adicional que contina elarticulado y que el apoderado de Lopeted omiti citar. Acto seguido Zelaya se ocupade desbancar las posiciones de su adversario Francisco de la Hoz, criticando el uso dedeterminados artculos de las ordenanzas. Puntualmente hace referencia a los artculos2do, 3ro y 16vo del Captulo 23 referido a De las contratas del dinero, mercaderasque se dan la gruesa ventura, riesgo de nao, y forma de sus escrituras. Dichosartculos refieren a las hipotecas que han de hacerse a riesgo entre partes en la empresamartima, puntualizando sobre qu elementos deber recaer la misma. El artculo 16vo

    44No nos detendremos en sealar los distintos casos en los que se aplica la denominada avera gruesapuesto que slo ocuparnos de esa tarea implicara la realizacin de un artculo en s mismo. Nodescartamos en adelante ocuparnos de esta cuestin.45AGN, Tribunal Comercial, H 121, Ao 1800, f. 16 v.46El artculo 30 del captulo XVII de las Ordenanzas de Bilbao reza lo siguiente: Si en la casa delquebrado se hallaren algunas Mercaderias, que huviere recibido de su cuenta por Mar, compradas en

    Tierra ( ya sean en Fardos, barricas, o caxones enteros, empezados vender) constanto no haverpagado su valor al remitente, vendedor en el todo, en parte; ser visto debrsele, como se ledebern volver hasta la concurrente cantidad que tuviere que haber del fallido, pero si alguna parte de

    ellas fue vendida por el fallido, las ditas que de esto resultaren, entrarn en la masa comun delconcurso, por haver pasado tercera mano. Los Cdigos Espaoles Concordados y Anotados, cit., p. 477.

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    es, para nosotros, muy interesante puesto que remite dos modelos diferentes deescritura, una sobre mercaderas y otra sobre el navo, para los casos de riesgo en latravesa marina. Esto demuestra que las ordenanzas bilbanas no slo prescribanreglas o leyes, sino que tambin ofrecan procedimientos y modelos prcticos para ser

    utilizados por los comerciantes.Continuando, el citado Zelaya, que como observamos ha dado muestras sobradasde su conocimiento jurdico, critica la utilizacin del artculo 3ro del captulo 23 porparte de su contrincante en el pleito, haciendo mencin de que era ms convenientehaber referido al artculo 4to de dicho acpite:

    () Pero como en el asunto presente no rije el referido articulo, sino el quarto, y este nopone al dador sino al tomador; es fuera de duda qe la Hoz quiere sorprehender con citasfalsas y artculos que no vienen al caso. ()47.

    Un punto ms conviene referir de dicho juicio. Al parecer, segn los argumentos

    de Zelaya, el artculo 7mo del citado apartado contradice la posicin de Francisco de laHoz, su contraparte. Observemos las ordenanzas una vez ms:

    Quando alguna persona que di dinero la gruesa, cumplido el viaje, plazo pactado, no locobr por omisin suya, otros motivos, dexandole ms tiempo la misma gruesa; ydespus para otro, otros viajes dieren otra, otras personas, nuevas cantidades al mismo

    Tomador: Se ordena, que en quanto su cobranza, sean preferidas las tales personas quedieron el dinero posteriormente las que lo haban dado para el viaje, viajesantecedentes48.

    Por qu razn dicho artculo no fue referido por Francisco de la Hoz? Habr

    sido en parte porque iba en contra de su estrategia judicial o por merodesconocimiento? Zelaya se ocupa de mostrar esa debilidad de su contrincante:

    () Pero dn Fran.co de la Hoz que estuvo tan diligente en buscar en las ordenanzascaptulos que apoyasen su prelac? Aunque en sola apariencia, no se como no vio el articulo7 del espresado cap23 que le cae como pedrada en ojo de boticario. () 49.

    La cita anterior es rematada con refrn popular de la poca, condensando en unmismo tramo la erudicin jurdica y el saber popular, los usos y costumbres de unambiente dominado por comerciantes legos, aunque ellos hacen sobradas muestras deun saber jurdico necesario para tener xito en el foro judicial50. En un tiempo donde

    47AGN, Tribunal Comercial, H 121, Ao 1800, f. 18.48Los Cdigos Espaoles Concordados y Anotados, cit, p. 498.49AGN, Tribunal Comercial, H 121, Ao 1800, f. 18 v.50 Para estos asuntos es imprescindible acudir a Fradkin y a Garavaglia. R. Fradkin, La ley como tela dearaa. Ley, Justicia y sociedad rural en Buenos Aires, 1780-1830, Buenos Aires 2009; J. C. Garavaglia, Poder,conflicto y relaciones sociales. El Ro de la Plata, XVIII-XIX, Rosario 1999. No es nuestro nimo entrar aquen la discusin sobre los actores sociales y sus saberes jurdicos. Nuestras opiniones se condicen conlas esbozadas por los trabajos de Alejandro Agero y Juan Manuel Palacio. A. Agero, Saber jurdico ytcnica procesal en la justicia lega de la periferia. Reflexiones a partir de documentos judiciales de crdoba del Tucumn,siglos XVII y XVIII, in: Horizontes y Convergencias. Lecturas histricas y antropolgicas sobre el

    Derecho, Crdoba 2009, pp. 4-6; J. M. Palacio, La paz del trigo. Cultura legal y sociedad local en el desarrolloagropecuario pampeano. 1890-1945, Buenos Aires 2004, pp. 235-268.

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    los laboratorios farmacuticos no existan, eran los boticarios los encargados depreparar los medicamentos que las distintas enfermedades requeran. Sus ojos eranentonces las herramientas ms precisas con las que contaban para armar esascombinaciones y una pedrada en ojo de boticario podra acabar con esa habilidad.

    Otra interpretacin sostiene que los antiguos farmacuticos guardaban susmedicamentos ms preciados e importantes en una repisa oval, tcnicamente conocidacomo cordialera y familiarmente denominada ojo de boticario. Es evidente,entonces, que una pedrada en ojo de boticario da por tierra con los argumentosesgrimidos por Francisco de la Hoz. A eso se refiere Zelaya al citar el artculo 7mo delcaptulo 23, contrario a los argumentos planteados por su rival.

    Un ltimo caso remitiremos respecto a la utilizacin de las Ordenanzas de Bilbaoen el Consulado de Buenos Aires. La cita servir para conducirnos al examen de otroscuerpos todava no explorados en este trabajo. En un juicio suscitado a principios de1800 dos comerciantes, Julin del Molino Torres y Agustn Garca, reclaman al

    asegurador, Bentura Marc del Pont, el pago del seguro de su embarcacin, unasumaca51que haba partido desde la Baha de Todos los Santos en Brasil y no habaarribado al puerto de Buenos Aires. El asegurador, quien se desempeaba para lapoca como sndico del Consulado de Comercio era el apoderado de la RealCompaa de Seguros Terrestres y Martimos de Madrid en Buenos Aires. Dados estoselementos, es evidente que deba conocer los instrumentos jurdicos quereglamentaban la actividad. Entre ellos, las ordenanzas de Bilbao eran uno de los msimportantes, pero no eran los nicos. Frente al reclamo de ambos comerciantes,Marc del Pont se apoya en su conocimiento legal:

    () La justificacin de la carga debe ser instrumental por los conocim.tos o recivos de los

    capitanes, por los rexistros, o manifestaciones ante Essno. Asi esta prescripto en lasordenanzas de seguros de los Consulados de Europa y de America. En el art 36 capit 22de las de Bilbao expresam.te se prescribe la presentacin de los instrum.tos justificativos dela carga ()52.

    La referencia es al captulo 22 de las ordenanzas bilbanas, que reglamenta elproceder respecto a los seguros y sus plizas. El citado artculo 36 de las ordenanzasjunto al 39 citado en la continuacin por Marc del Pont refieren especficamente alpunto en litigio entre las parte. Con nimo de evidenciar una articulacin de otroscuerpos normativos, Marc del Pont nos refiere a las Leyes de Castilla y las Leyes de

    Indias que analizaremos a continuacin.8. Las leyes de Indias y las leyes de Castilla

    Dado que podan existir asuntos no comprendidos en las Ordenanzas de Bilbao, elorden continuaba con las leyes de Indias y luego las de Castilla, segn lo que postulabala Cdula fundacional del Consulado de Buenos Aires. Ambos conjuntos integrabanun cmulo de leyes e instrumentos jurdicos que regulaban las distintas actividades en

    51Barco pequeo de dos palos, especie de goleta con cubierta, propio para aguas poco profundas, muy

    usado en la costa atlntica de Amrica del Sur.52AGN, Tribunal Comercial, M 175, Ao 1801, f. 33 v.

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    los territorios de la Corona, tanto en la pennsula como en ultramar. En nuestro casoparticular debemos acudir a las leyes de Indias agrupadas en la Recopilacin de 1680,siendo particularmente interesante el libro IX donde se agrupan elementos vinculadosa la actividad comercial. Las conocidas como leyes de Castilla, no fueron un cuerpo

    nico identificable como tal, a diferencia de las leyes de Indias, sino que engloban unconjunto de agrupamientos como las Partidas de Alfonso (circa 1256-1265), sobre lasque ya hemos trabajado, el fuero juzgo (1241), el ordenamiento de Alcal (1348) y lasleyes de Toro (1505). La Nueva Recopilacin, sancionada en 1567 por Felipe II, sebas principalmente en los ordenamientos anteriores y sistematiz el conjunto legalexistente hasta entonces. Es este ltimo instrumento el que era utilizado cuando sealuda en el mbito mercantil rioplatense a las leyes de Castilla, como mostraremosposteriormente.

    Posemos la vista primeramente sobre las leyes de Indias. En el caso que venimosreseando, el de los asegurados contra el asegurador Marc del Pont, se hace explcita

    referencia a las leyes de Indias:En las ordenanzas de Indias la ley 27 titulo 39 libro 9 ordena que quien cargare algunamercadera la manifieste ante el essno [escribano] de Rextros [registros] diciendo lo quecarga, y por cuenta de quien; que esta manifestacin balga tanto como el rextro [registro]para cobrar de los aseguradores, y que no habiendo semejante manifestacin, no corran elriesgo los aseguradores; ()53.

    La cita que realiza Marc del Pont es exacta cuando cotejamos con lo queencontramos en el cuerpo de la Recopilacin de leyes de Indias:

    () ordenamos que quien cargare alguna mercadera, el da que la cargare la manifieste anteel escribano de registros, y diga lo que carga y por cuenta de quin, () y estamanifestacin valga tanto como el registro para cobrar de los aseguradores la prdida quehubiere; y donde no hubiere manifestacin ante el escribano de registros de lo que se cargay por cuenta de quin, que los aseguradores no corran el riesgo sobre ello 54.

    En igual medida ocurre con la ley 31 de dicho cuerpo, citada tambin por elapoderado de la Real Compaa de Seguros Terrestres y Martimos de Madrid enBuenos Aires:

    () y en la ley 31 se previene, que si el asegurado quisiese cobrar alguna perdida por cartamisiva de su factor, o persona que lo embiase o cargare, sin mostrar fe del rextro, lo puedahaser dando fianzas de que dentro de 2 aos traer la fe del rextro y la presentara ante lossres Prior y Consules, sin que se le pida ni requiera, y sino lo egecutare pasado dichotiempo, bolvera como depositario luego lo que cobr con mas el 33 p.c a voluntad delasegurador55.

    La citada ley es transcripta casi literalmente por Marc del Pont, cuandoconstatamos, como venimos haciendo, la ley y la utilizacin judicial de dicha norma56.

    53AGN, Tribunal Comercial, M 175, Ao 1801, f. 33 v.54J. Zamora y Coronado, Biblioteca de Legislacin Ultramarina, t. V, Madrid 1846, p. 425.55

    dem 53.56J. Zamora y Coronado, cit., pp. 425-426.

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    Lo interesante, ms all de la fidelidad existente, es el grado de conocimiento jurdicode las partes en litigio y la recurrencia a un corpus normativo que evidentementeconocan y al que podan acceder. Este corpus vena a complementar las Ordenanzasde Bilbao, ms frecuentemente citadas, lo que evidencia un conocimiento y acceso

    ms generalizado por parte de la comunidad mercantil. Estos instrumentos jurdicos,como las leyes de Indias y de Castilla, al parecer no estaban tan difundidos como lasnormas bilbanas; hecho que se confirma con la prelacin de dichas ordenanzas sobreestos otros cuerpos jurdicos. Marc del Pont era un comerciante prominente de laplaza mercantil, de hecho fue sndico del Consulado en el mismo perodo del pleito, yse desempeaba como apoderado o representante de la casa de seguros de lamonarqua en Buenos Aires. Esta funcin lo obligaba a conocer la legislacin en lamateria, ms all de las ordenanzas de Bilbao, y le brindaba posibilidades de acceso yconsulta de instrumentos jurdicos, como las leyes de Indias y de Castilla. Dnde seencontraban dichos libros? Probablemente, en la biblioteca o archivo del Consulado,

    del que sabemos su existencia. Tambin algunos letrados deban tener en sus acervosdichos instrumentos jurdicos o mismo los grandes comerciantes de la plaza, comoMarc del Pont, en funcin de los distintos roles desempeados en el comercio,probablemente posean los tratados y compendios de leyes ms frecuentementeutilizados. Marc del Pont incluso plantea, en una parte del juicio, en torno a laobligacin de atenerse a la letra de la ley dado el rol que desempeaba en esemomento:

    Pero yo como Apoderado de la Rl Compaa de seguros de Madrid no tengo arbitrio parasemejantes indulgencias, ni devo atarme? a tales esponciones?, sino satisfacer exactamentela confianza por las LL, ordenanzas, instrucciones de la materia, de los consulados y de

    mis prales57.

    En el caso particular de las leyes de Castilla encontramos varias referencias, quedesde luego, no llegan a alcanzar la difusin de las normas bilbanas. En el juicio, yareseado, de Francisco de la Hoz contra Bernardo Lopetedi se las menciona en tantocorpus jurdico a tener en cuenta, pero no se evidencia un conocimiento acabadosobre su contenido ni especificidad en el uso de una ley:

    A vista de esta determinacion que es terminante caso y que no contradicen ni lasRecopiladas de Castilla ellas, ni las Ordenanzas de Bilbao mandadadas guardar auqnue enorden inverso por la Cedula de Ereccion de este Consulado () 58.

    Evidentemente, Zelaya en tanto apoderado de Lopeted demostraba saberperfectamente el orden en el que se deban utilizar los instrumentos jurdicos por partedel Consulado de Buenos Aires. Ms all del uso de las partes, contrincantes en lospleitos, exista un empleo por parte del tribunal consular de la legislacin existentecomo modo de fundamentar sus sentencias o decisiones procedimentales. En un juiciosuscitado entre Francisco Herrera contra Antonio de Andrade y Paderne, el tribunalresuelve dar lugar al recurso ante el Juzgado de Alzadas, que funcionaba comosegunda instancia en materia mercantil, esgrimiendo su posicin en base a un referido

    57

    AGN, Tribunal Comercial, M 175, Ao 1801, f. 34.58AGN, Tribunal Comercial, H 121, Ao 1800, f. 15 v.

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    guerra de independencia de por medio. Sin embargo, no poda ser de otro modopuesto que eran las herramientas disponibles y faltar mucho para contar con normasy leyes con una orientacin poltica diferente. Sin embargo algunos esbozos empiezana aparecer y la referencia a ciudadanos, de la que Eugenio Vega hace mencin en un

    pasaje del mismo escrito, es un indicio o pista por donde comenzar esa indagacin63

    .

    9. La costumbre como parte integrante del derecho

    Para finalizar este recorrido por el orden normativo del derecho es necesario mirara la costumbre como parte integrante del mismo, como ya sealamos con el auxilio de

    Tau Anzotegui al iniciar este apartado enfocado en el derecho. Existe una dificultadmayor para comprender la influencia de ella en las prcticas cotidianas de los actoressociales, que se debe a su origen no escrito y a su fuerte raigambre en el mbito local y

    variacin en funcin de ese mismo factor. El caso del comercio nos permite ampliar

    un tanto el horizonte respecto a esta concepcin, puesto que el derecho mercantil sehaba originado en torno a las costumbres de los mercaderes, es decir, que eraresultado de una sistematizacin o conjuncin de los distintos usos y tradicionespropios de la actividad. La atencin privilegiada de algunos historiadores a la cuestinde la localidad ha conducido a una comprensin de la costumbre como un ordensecundario dentro del derecho, no pudiendo observar la vocacin constitucional,como ha sealado Petit, que ella misma traa, al tratarse de una manifestacin delibertades y autonoma a favor de los miembros de una profesin, los agregados en unente corporativo o los pobladores de un ncleo rural64. Es la costumbre parteintegrante del derecho o se sita en un espacio entre las normas y las prcticas, en unintersticio entre ambas dimensiones? La visin conocida de Thompson la ubica en esteltimo espacio, negndole una existencia dentro del mbito del derecho.65 Fradkin,adhiriendo a esta forma de comprenderla, considera que el anlisis de la costumbreremite a una dimensin que se encuentra entre las normas y las prcticas, es objeto deconflicto y advierte sobre los intersticios que encuentran los actores socialessubalternos para desenvolver sus acciones66. El debate no est cerrado y nuestraopinin elige dotarla de la calidad de derecho, en igualdad de condiciones que las leyesescritas. Tau Anzotegui, en su estudio sobre el poder de la costumbre, nos indicabaque:

    () No se trataba de mostrar la costumbre como un recurso puntual y aislado utilizado en

    determinadas ocasiones para llenar un vaco legal, para cubrir una falta de conocimiento dela ley, o para hacer frente a la aplicacin de un precepto real francamente desfavorable a losintereses de determinada comunidad. Era preciso ir hacia una recreacin de aquel orden, en

    63 AGN, Tribunal Comercial, E 66, Ao 1817, f. 21 v. Sobre la categora ciudadano son de muchautilidad las pginas que Cansanello ha dedicado a analizar el binomio Ciudadano/Vecino en Lenguaje yRevolucin, libro compilado por Noem Goldman. C. O. Cansanello, Ciudadano/Vecino, in: N.Goldman, Lenguaje y Revolucin. Conceptos polticos clave en el Ro de la Plata, 1780-1850, Buenos Aires 2008,pp. 19-34.64C. Petit, Del vsvs mercatorvm al uso de comercio. Notas y textos sobre la costumbre mercantil, in: Revista daFaculdade de Direito, n. 48, Curitiba 2008, p. 9.65

    E. P. Thompson, Costumbres en comn, Barcelona 1995.66R. Fradkin, cit., p. 124.

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    donde la costumbre operaba en una dimensin que exceda el estrecho mbito de unafuente del Derecho y desempeaba un papel que hoy estamos empezando a descubrir conla relectura de los antiguos textos. Su posicin ante la ley no pareca ya enteramentesubordinada. Bien vala que la costumbre se integrara al hbito de pensar del jurista. ()67.

    En efecto, esto es lo que precisamente debemos ver al analizar la costumbre comoparte integrante del derecho mercantil y en este sentido intentaremos integrarla a lo yaesbozado sobre el derecho, sus normas y sus prcticas concretas. Esta imbricacinentre costumbre y prcticas ha sido sealada nuevamente por Tau Anzotegui paraquien la costumbre debe ser observada en su modo de operar, ligada a las cosas, entoda su infinita variedad y versatilidad, alejada de estrechos cuadros esquemticos.68Se trata en efecto de la costumbre mercantil como un derecho nacido de la prctica; loque nos obliga a revisar en los juicios del tribunal algunos indicios de su utilizacin. Labsqueda no es sencilla, como ya sealamos.

    En el juicio entre Molino Torres y Garca contra Marc del Pont, ya citado por

    nosotros, ambas partes utilizan argumentos que pueden ser analizados desde la pticade la costumbre. El asegurador Marc del Pont hace alusin a las propias prcticascomerciales y a la costumbre mercantil como fuentes de derecho:

    Esta es la practica de los verdaderos comerciantes que proceden en sus negocios con lapureza? y la claridad, que son las bases firmes de la buena fe. Gobernandome yo por estosprincipios en todas las expedi.nes [expediciones] de mi conocim.to y direccin, aun siendodueo de los buques y cargamentos, en Europa y America, prevengo en las instruccions amis depend.tes los conocimientos delas facturas y la concurrencia de sus firmas en lasavilitaciones, ventas y compras con las de los avilitadores, compradores y vendedores. Aqumismo al subir las expediciones les firmo las facturas de las cargas y a continuacin de mi

    firma les hago extender y subscribir sus recivos e inteligencia en las facturs. y hasta en lasinstruccions por que esto conduce a la exactitud del comercio, y evitar dudas y disputas enlo subcesivo69.

    La referencia a la prctica de los verdaderos comerciantes es, sin dudas, unindicio de la costumbre, a la vez que un argumento del orden de la moral en tanto undeber ser que gua la prctica de los actores mercantiles. Pero Marc del Pont va msall de ello y referencia sus propias prcticas como propietario de buques ycargamentos en Europa y America, sealando una tradicin bien instalada en lasdistintas geografas donde le ha tocado actuar. Sus contrapartes, desde su mirada,parecen no haberse aferrado a esta usanza. Sin embargo, sus rivales en el juicio

    tambin acuden a la costumbre como proveedora de argumentos judiciales y comofuente de derecho. Molino Torres, sostena lo contrario referenciado tambin en latradicin y el uso y costumbre de las prcticas comerciales, alegando que no erafrecuente el pedido de documentos a los capitanes por parte de los propietarios de losbarcos:

    Nadie ignora y al tral [tribunal] lees bien constante, que esta clase de expediciones, no esta

    67V. Tau Anzotegui, El poder de la costumbre. Estudios sobre el Derecho Consuetudinario en Amrica hispanahasta la Emancipacin, Buenos Aires 2000, p. 2.68

    Ivi, p. 3.69AGN, Tribunal Comercial, M 175, Ao 1801, f. 34 v.

  • 7/24/2019 El Consulado de Buenos Aires y los rdenes normativos del Antiguo Rgimen (1794-1821): religin, moral y derecho