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231 EL CORREGIDOR EN LA HISTORIOGRAFÍA VENEZOLANA. EVALUACIÓN Y BALANCE DEL ESTUDIO HISTÓRICO DE ESTE FUNCIONARIO DE LA BUROCRACIA DEL RÉGIMEN HISPANOCOLONIAL Gilberto Ramón Quintero Lugo * Resumen El Corregidor constituyó una de las piezas claves de la extensa y diversa burocracia que el régimen hispano-colonial estableció en sus territorios de ultramar, ya que tuvo como principal responsabilidad el control político de las poblaciones de españoles e indígenas, particularmente de las élites criollas que dirigían los ayuntamientos o cabildos de esas localidades, así como procurar hacer efectivo el cumplimiento de la legislación indiana y los mandamientos de las superiores autoridades coloniales, tanto provinciales como metropolitanas. Por ello, en razón de papel político-administrativo asignado a dicho funcionario, en este trabajo hacemos una evaluación y balance de la forma como ha sido estudiado por la historiografía venezolana referida al periodo colonial. Palabras clave: Historiografía, Corregidor, Régimen Español, Provincias, Poblaciones. * Universidad de los Andes. Facultad de Humanidades y Educación. Escuela de Historia. Departamento de Historia de América y Venezuela. Grupo de Investigación sobre Historiografía de Venezuela (GIHV). Recibido: enero 2010 Aceptado: marzo 2010

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EL CORREGIDOR EN LA HISTORIOGRAfíA vENEzOLANA. EvALUACIóN Y BALANCE DEL

ESTUDIO HISTóRICO DE ESTE fUNCIONARIO DE LA BUROCRACIA DEL RéGIMEN HISpANOCOLONIAL

Gilberto Ramón Quintero Lugo*

Resumen

El Corregidor constituyó una de las piezas claves de la extensa y diversa burocracia que el régimen hispano-colonial estableció en sus territorios de ultramar, ya que tuvo como principal responsabilidad el control político de las poblaciones de españoles e indígenas, particularmente de las élites criollas que dirigían los ayuntamientos o cabildos de esas localidades, así como procurar hacer efectivo el cumplimiento de la legislación indiana y los mandamientos de las superiores autoridades coloniales, tanto provinciales como metropolitanas. Por ello, en razón de papel político-administrativo asignado a dicho funcionario, en este trabajo hacemos una evaluación y balance de la forma como ha sido estudiado por la historiografía venezolana referida al periodo colonial.

Palabras clave: Historiografía, Corregidor, Régimen Español, Provincias, Poblaciones.

* Universidad de los Andes. Facultad de Humanidades y Educación. Escuela de Historia. Departamento de Historia de América y Venezuela. Grupo de Investigación sobre Historiografía de Venezuela (GIHV).

Recibido: enero 2010 Aceptado: marzo 2010

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THE CHIEf MAGISTRATE IN THE vENEzUELAN HISTORIOGRApHY. EvALUATION AND BALANCE

Of THE HISTORICAL STUDY Of THIS OffICIAL Of THE BUREAUCRACY Of THE HISpANOCOLONIAL

REGIME

Abstract

The Corrector constituted one of the key pieces of the various and extensive bureaucracy that Hispanic-colonial regime seted in its overseas territories, already it had as essential responsibility the political control of the aborigines and Spaniards populations; in particular of the creoles elites that manage the municipalities (called “ayuntamientos” or “cabildos”) of that populations settlement; so as made achievement the performance of the Indian legislation and the mandates of the superiors colonials authorities, so much metropolitans as provincials. For it, attending of political-administrative rol assignat to that functionary, in this work mades a balance and valuation of the shape as has been researched it by the Venezuela historiography related to colonial period.

Key words: Historiography, Corrector, Spanish Regime, Provinces, Population.

Ponencia presentada al III Congreso de Historia Sudameri-cana, realizada en Mérida (Venezuela) los días 19, 20 y 21 de febrero de 2007.

El presente ensayo forma parte del contenido y es un avance del tra-bajo titulado: El Corregidor en la Administración Colonial Venezolana (Siglos XVI – XIX. Un Estudio Historiográfico; que actualmente desa-rrollo como trabajo de tesis para optar al Título de Doctor en Historia por la Universidad Central de Venezuela. El mismo se terminó de escribir el día 20 de marzo del 2006.

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Gilberto Quintero Lugo es Licenciado en Historia, egresado de la Universidad de los Andes (1987), con estudios de Maestría en Cien-cias Políticas (1989-1991). Es miembro del Grupo de Investigación sobre Historiografía de Venezuela (GIHV). Ha publicado artículos de su especialidad y los libros: El Teniente Justicia Mayor en la Ad-ministración Colonial Venezolana. Aproximación a su estudio Histórico Jurídico (Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1996) y La Crisis de la Democracia Venezolana (1941-1993). Reflexiones Históricas e Historiográficas (Mérida-Venezuela, Universidad de los Andes-CDCHT-Grupo de Investigación sobre Historiografía de Venezuela, 2000), entre otros. Actualmente es Profesor de Historia Colonial de América y Venezuela en la Universidad de los Andes y cursante del Doctorado en Historia de la Universidad Central de Venezuela.

La historiografía venezolana del periodo colonial ha abordado el estudio de la sociedad venezolana en la mayoría de los aspectos o variables que constituyen el devenir humano: Estado, sociedad, economía, cultura, mentalidades, etc. No obstante, aún quedan situaciones por conocer más a fondo en el estudio global de este periodo. Particularmente en lo atinente al proceso socio-histórico de las regiones y localidades existentes durante el periodo hispano-colonial en el territorio hoy venezolano, ya que la historiografía colo-nial-nacional y extranjera- tradicionalmente ha tenido la tendencia a asimilar, inclusive asumir, la historia de lo que en aquellos tiempos se denominó Provincia o Gobernación de Venezuela (o de Caracas) como la “historia nacional”, a pesar de que desde el siglo XVI hasta la época de la independencia (1810-1830) el actual territorio de Ve-nezuela estuvo dividido, desde el punto de vista político-territorial, en diversas circunscripciones calificadas de provincias menores o exentas. Por lo que esta circunstancia particular más bien obliga a darle continuidad a los esfuerzos que, desde hace por lo menos tres décadas atrás, se han venido desplegando para reconstruir los procesos socio-históricos de las regiones históricas de Venezuela y de las localidades primigenias del país. Con estos aportes, even-tualmente, se puede reconstruir la verdadera historia del país y de sus gentes. Entre cuyos aspectos destacan naturalmente el origen,

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organización, atribuciones, actuación concreta y proyección de las instalaciones y el funcionariado (burocracia) con que España go-bernó y administró los territorios de ultramar que, entre los siglos XVI y XIX, constituyeron su vasto imperio americano.

En atención a lo anterior, desde el punto de vista historiográfico una de las instituciones poco estudiada en el caso venezolano (no así en el caso de otras historiografías latinoamericanas) ha sido la del Corregimiento, tanto como jurisdicción local de una provincia y en tanto dignatario de los llamados pueblos de doctrina que se crearon en las provincias originarias del actual territorio vene-zolano. Cosa que llama la atención, pues, a partir del examen de la documentación existente en algunos archivos y de los testimonios contenidos en las crónicas indianas se sabe que en territorio de la actual Venezuela se estableció el Corregimiento como jurisdicción administrativo-territorial y el Corregidor de Naturales como funcio-nario de la administración colonial. Cosa, por lo demás, nada casual ya que es bien sabido que en las denominadas Indias Occidentales, esto es Hispanoamérica, la organización territorial prefiguró la organización administrativa del Estado español en sus posesiones de ultramar. De tal suerte que la Venezuela de los siglos coloniales (XVI, XVII, XVIII y primeras décadas del XIX) no es territorial ni político-administrativamente la misma. De ahí que en este trabajo pretendamos abordar dos cuestiones: las modalidades históricas que en Venezuela asumió el funcionario colonial denominado Co-rregidor, y la manera como la historiografía venezolana referida al periodo colonial lo ha estudiado hasta la fecha.

1.-El Corregimiento en la Venezuela Colonial. Modalidades territorial y administrativa.

A partir de 1492 y a la luz de las capitulaciones santafesinas, el llamado Nuevo Mundo o Indias Occidentales, constituye una circunscripción territorial única bajo la autoridad, también única, del almirante Cristóbal Colón. Empero, a partir de 1501, el gobierno territorial de las Indias se organiza en provincias o gobernaciones, dependientes directamente de la autoridad soberano hispano, con

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la finalidad primordial de satisfacer eficientemente las necesidades gubernativas que se derivan del doblamiento y la explotación eco-nómica de los territorios que recién comenzaban a ser colonizados. Correlativa y progresivamente también se implantaron otras insti-tuciones de ámbito territorial para atender de modo más especiali-zado las necesidades planteadas: tal es el caso de las audiencias y las oficialías de Real Hacienda, y con un cierto carácter extra-territorial, los virreinatos. Instituciones independientes las unas de las otras, cuyas delimitaciones no coinciden necesariamente entre sí y entre las cuales no existe, en principio, jerarquización alguna.

Aunque la creación de esas diversas instituciones conduce a una cre-ciente especialización, no se llega a definir una organización político-territorial que sirva de sustento a la organización administrativa. Pero, en la práctica termina imponiéndose el criterio sostenido a partir del siglo XVII por los tratadistas del Derecho Indiano, de con-vertir a los virreinatos en la división político-territorial del Imperio Español de América. De conformidad con esta doctrina, los virreinatos creados en el siglo XVI (México o Nueva España creado en 1535 y Perú creado en 1542) se subdividen internamente en audiencias; estas en provincias; y estas en los distritos locales denominados municipios, corregimiento y alcaldías mayores. Jerarquización que supondría la existencia de grados de subordinación de unos territorios y sus autoridades con relación a otros de mayor rango o dignidad. Pero, el virreinato, de hecho nació más para afirmar la autoridad del rey en un amplísimo espacio territorial que para agrupar y coordinar la acción pública entre varias provincias, sometidas a una misma au-toridad o poder. Debido a esta circunstancia, no es casual que en la Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias de 1680 no hable de virreinatos sino de virreyes.1

1 Vid. Antonio Muro Orejón: Lecciones de Historia del Derecho Hispano-Indiano. (José Luís Soberanes Fernán-dez, presentador; Rafael Diego-Fernández S., prologista). México, Miguel Ángel Porrúa Librero-Editor y Escuela Libre de Derecho, 1989, pp. 171-206; Guillermo Céspedes del Castillo: América Hispánica

(1492-1898). Barcelona (España), Labor 1983 (Col Historia de España, VI), pp. 235-238. Richard Ko-netzke: América Latina. La Época Colonial. (Pedro Scaron, trad.) 8va ed. México, Siglo XXI Editores, 1979 (Col Siglo XXI Historia Universal, 22) (Original alemán: Die Indianerkulturne Altamerikas und

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Lo anterior se explica por el hecho de que el virrey, en la práctica, no es más que un gobernador y capitán general, aunque de mayor porte y prestigio, de la provincia donde reside ordinariamente. De modo, que es la provincia la unidad político-territorial básica del sistema de gobierno hispanoamericano.2 Y una de las formas institucionales que asumirá la provincia es la del Corregimiento: esto es, el ámbito territorial, normalmente de alcance local, de la actuación de un funcio-nario denominado Corregidor. En la extensión del actual territorio venezolano este funcionario asumió dos modalidades: la primera, como autoridad superior de la administración de una ciudad y su distrito capitular, en tanto y cuanto división interna de una provincia mayor o menor; la segunda, como jefe de la administración de los pueblos denominados de doctrina: esto es, los antiguos pueblos de misión, habitados por indígenas en proceso de evangelización y educación en la lengua y los usos y costumbres hispanas por parte de una determinada orden misional que, al cabo de un determinado tiempo (generalmente de diez a quince años), eran pasados a la jurisdicción civil por estimar-se que sus habitantes habían sido suficientemente “civilizados” en el modo de vida castellano.3 Razón por la cual se colocaba a su frente un Corregidor de tipo especial, pues, a diferencia del originario, per-

die Spanisch-Portugiesische Colonial Herschaft. Frankfurt am Main, Fischer Bücherei K.G., 1965), pp. 116-126; Clarence H Haring: El Imperio Hispánico en América.. Buenos Aires, Solar-Hchette, 1966 (Original inglés: The Spanish Empire in America. New Cork, Harcourt, 1963), pp. 20-46, Alfonso García Gallo: “Alcaldes Mayores y Corregidores de Indias”. Memoria del Primer Congreso Venezolano de Historia

(del 28 de junio al 4 de julio de 1971). Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1972, T.I, pp. 301-347; Santiago-Garrido Suárez: “Instituciones panvenezolanas del período hispánico”. En los Tres Primeros Siglos de Venezuela, 1498-1810. (Pedro Grases, Coordinador y prólogo), Caracas, Fundación Mendoza, 1993, pp. 279-285.

2 Las Provincias de clasificaron en la legislación indiana en dos tipos: las llamadas provincias mayores y las llamadas provincias menores. Las primeras fueron territorios que por la importancia que, por la importancia geoestratégica y económica que le merecieron a la Corona, fueron convertidas en sede de un Virrey o de una Real Audiencia. Las segundas, en cambio, fueron aquellas que, a pesar de su posible importancia geopolítica o económica, fueron sede de simples gobernadores, capitanes generales o comandantes. Pero todas fueron independientes y gozaron de gran autonomía respecto de la autoridad de los virreyes, teniendo sus titulares el derecho de comunicarse directamente con las autoridades metropolitanas (Rey, Consejo de Indias, Casa de Contratación, etc.), por lo cual fueron calificadas de provincias exentas. De este tipo fueron las provincias originarias de la actual Venezuela. A este respecto, véase: Santiago-Gerardo Suárez: Op.cit., pp. 280-282 y Antonio Muro Orejón: Op.Cit., pp. 183-187.

3 Vid. Álvaro García Castro: “Poblaciones”. En: Diccionario de Historia de Venezuela. 2da.ed. Caracas, Fun-dación Polar, 1997, T. III, pp. 667-669.

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filado según los preceptos de legislación hispana, se le destinaba para gobernar poblaciones constituidas exclusivamente por indígenas. De ahí que se le denominara comúnmente como Corregidor de Indias o Juez de Naturales. La creación de este tipo especial de corregidor es eminentemente americana, ya que fueron instaurados originalmente en el Perú por el gobernador Lope García de Castro, pera cuya misión el propio García de Castro redactó y puso en vigencia unas Ordenanzas en el año 1565, las que posteriormente fueron perfeccionadas por el virrey Francisco de Toledo, llamado el “Solón del Perú” por su extraordinaria labor legislativa y organizador del Virreinato limeño. Desde el Perú, esta modalidad de Corregidor se extendió al resto de las provincias hispanoamericanas.4

La modalidad del Corregidor de Indios o Juez de Naturales fue el predominante en el territorio de la actual Venezuela, tal como se desprende de la documentación producida en el periodo colonial y la cual reposa en diversos archivos, principalmente en el Archivo General de la Nación, aparte de la información suministrada sobre el particular por algunos cronistas de Indias.5 En cambio, la moda-lidad de Corregidor como mandatario de una determinada circuns-cripción territorial, con asiento en una ciudad o villa de españoles y criollos de relativa importancia socio-económica y demográfica, se dio fundamentalmente en la región andino-occidental de la actual Venezuela. Nos referimos al Corregimiento de Mérida y la Grita, el cual existió como jurisdicción político-administrativa

4 Vid. Antonio Muro Orejón: Op.Cit., pp. 220-221.5 Al respecto, véase en el Boletín del Archivo General de la Nación las siguientes secciones: Empleados

de la Colonia, Gobernación y Capitanía General e Intendencia de Ejército y Real Hacienda. Sobre la información de cronistas de Indias, véase los siguientes textos: Fray Pedro de Aguado: Recopilación Historial de Venezuela; Fray Pedro Simón: Recopilación Historial de Venezuela; Relaciones Geográficas

de Venezuela durante los Siglos XVI, XVII y XVIII; Fray Antonio Caulín: Historia de la Nueva Andalucía, Padre Pierre Prelleprat, S.J.: Relato de las Misiones de los Padres de la Compañía de Jesús en las

Islas y en Tierra Firme de América Meridional; Padre Matías Ruiz Blanco: Conversión de Píriut;. Padre Ramón Bueno: Tratado Histórico. Documentos para la Historia de las Misiones de Píritu; Padre Joseph Cassani, S.J.: Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada en la

América; Obispo Mariano Martí: Documentos Relativos a su Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas,

1771-1784, entre otros, todos publicados por la Academia Nacional de la Historia en su Colección Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela.

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de la Presidencia-Gobernación del Nuevo Reino de Granada entre los años de 1602 y 1622, cuando por decisión de Felipe III dicho Corregimiento fue elevado a la condición de Gobernación y Capita-nía General del Espíritu Santo de Mérida y la Grita.6 En el resto de las gobernaciones originarias de la actual Venezuela (Venezuela o Caracas, Margarita, Trinidad, Guayana, Barinas y Nueva Andalucía o Cumaná) se asumió otra modalidad de gobierno político-adminis-trativo local, ya que dichas provincias se dividieron internamente en circunscripciones denominadas departamentos o partidos, organizados en torno a laguna ciudad o villa de cierta importancia, pero a cuyo frente se colocó como principal autoridad a otro fun-cionario denominado Teniente de Justicia Mayor, con poderes y atribuciones similares a la de un Corregidor de poblaciones de españoles. Más bien lo que los gobernadores acostumbraron fue designar a sus Tenientes de Justicia Mayor como Corregidores de los pueblos de doctrina próximos a las villas o ciudades donde oficiaban como Tenientes, haciéndolo constar así en los respectivos títulos cuando ello procedía.7

A continuación, veamos como ha sido estudiado el Corregimiento como institución del poder hispano-colonial por la historiografía venezolana.

2.-El Corregidor en la Historiografía Venezolana. Enfoques.

Dentro de la compleja red de instituciones y funcionarios8 que con-forman la estructura político-administrativa del Estado español en sus posesiones de ultramar figuraba, como funcionario de apoyo a las instituciones de alcance provincial, el Corregidor sin embargo, llama

6 Vid. Santiago-Gerardo Suárez: Op.Cit., pp.287-288.Cfr. Guillermo Morón: Historia de Venezuela. Caracas, Italgráfica, 1971, T. III, pp. 327-381.

7 Al respecto, véase mi trabajo: El Teniente de Justicia Mayor en la Administración Colonial Venezolana. Aproxi-

mación a su Estudio Histórico-Jurídico. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1996 (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1996 (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia-Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 231), pp. 99-119 y 221-245.

8 Sobre el aparator institucional del Estado indiano y su cuomplejidad veáse: Alí Enrique López Bohórquez: “Aproximación al estudio de las instituciones coloniales de Venezuela”. En: Boletín de la Academia

Nacional de la Historia. LXXXIII: 330 (Caracas, abril-mayo-junio de 2000); pp.3-11.

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la atención que una revisión de la historiografía venezolana sobre las instituciones coloniales evidencia lo escaso y limitado que ha sido estudiado, pese a la existencia de una abundante documentación que da cuenta de la actuación de ese funcionario. Por lo general, dentro de la diversidad de enfoques con que han sido estudiadas las institu-ciones coloniales de Venezuela, el Corregidor apenas es mencionado como parte de la estructura de poder de la sociedad colonial. Los es-pecialistas en el periodo colonial, en la mayoría de los casos, lo tratan apenas como un elemento más de estudios referidos mayormente a otros aspectos del devenir de la sociedad colonial venezolana, o en obras de historia general de Venezuela.

Así, por ejemplo, el doctor Ambrosio Perera, tal vez el más acucioso de nuestros historiadores en cuanta a los orígenes coloniales de buena parte de las poblaciones venezolanas, lo estudia brevemen-te con relación a la evolución político-territorial e institucional de Venezuela desde una perspectiva eminentemente historicista (po-sitivista). A este respecto, Perera acota que de acuerdo al contenido de la documentación colonial guardada en los archivos venezolanos (particularmente en el Archivo General de la Nación), el oficio de Corregidor estaba íntimamente ligado al de Teniente de Justicia Mayor, en tanto autoridad principal de la jurisdicción capitular de una población de españoles.9 Igualmente, alude al funcionario como cabeza de los pueblos habitados por indígenas (los llamado pueblos de doctrina), usualmente antiguos pueblos de misión que habían pasado a la jurisdicción civil luego de varios años de evangelización de sus habitantes.10 De hecho, según Perera, la principal acepción –si no única– con que se usa la palabra “corregidor” y “corregimiento” en la documentación es para referirse a la principal autoridad guberna-tiva y su jurisdicción de los pueblos de indios ya “civilizados” en los usos y costumbres propiamente españoles. Aunque la jurisdicción de

9 Vid. Ambrosio Perera: Historia Orgánica de Venezuela. Caracas, Editorial Venezuela, 1943, pp. 10-14.10 Vid. Ambrosio Perera: Historia de la Organización de Pueblos Antiguos de Venezuela. Madrid, Imprenta Juan

Bravo, 1964, T.II, pp. 36-38: Ambrosio Perera: “Usanza de los términos Corregimiento y Corregidor en la Gobernación de Venezuela”. En: “Boletín de la Academia Nacional de la Historia. LVII: 225 (Caracas, enero-febrero-marzo de 1974); pp.25-34.

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esos funcionarios era variable de conformidad con las necesidades de gobierno por atender, pues, en los respectivos nombramientos se hacía constar los nombres de los pueblos que entraban en su mando y no necesariamente el ejercicio de sus atribuciones se reducía a los mismos, pudiendo extenderse inclusive a los valles y costas próximas, hubiere o no ellos pueblos de doctrina.

Pero es en el caso de los corregidores de pueblo de indios en el que Perera profundiza sus investigaciones con relación al papel cumplido por este funcionario como parte de la burocracia del poder español en el territorio hoy venezolano, aunque centrando el análisis en cuanto a su establecimiento en la Gobernación de Venezuela y en sus actividades como órgano auxiliar de la Real Hacienda. Aunque tampoco se le escapa particularidad de que una sola vez fue usado en el actual territorio venezolano las denominaciones de Corregidor y Corregimiento según el principal concepto que le era reconocido por la legislación indiana: esto es, como la jurisdicción territorial y el mando de la principal autoridad gubernativa de las poblaciones de españoles. En este caso se trata del partido creado en 1607 con el nombre de Corregimiento de Mérida y La Grita, que incluyó los territorios de la extinta Gobernación de La Grita y Cáceres y de las Villas de San Cristóbal y de San Antonio de Gibraltar y que después fue elevado a la categoría de Gobernación en 1625.11

Acerca de la evolución histórica del Corregimiento de Mérida y de quines ejercieron el cargo de Corregidor en esa jurisdicción existen varios trabajos, de desigual profundidad en sus alcances históricos e historiográficos. En ese punto, destaca en primer término la Historia de Venezuela de Guillermo Morón, cuyo tercer tomo de la edición de 1971 dedica al estudio de la historia de la antigua Provincia de Méri-da, La Grita y Maracaibo. A lo largo de este tomo, el autor explica el proceso de formación de esta provincia como tal y da noticias acerca de la actuación de algunos de sus gobernantes, particularmente en los siglos XVII y XVIII. Respecto del Corregimiento de Mérida y La

11 Vid. Guillermo Morón: Op.Cit. T.III, 333-435.

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Grita, el autor muestra el surgimiento del mismo como un despren-dimiento del Corregimiento de Tunja y la agregación de los distritos capitales de las villas de San Cristóbal, El Espíritu Santo de la Grita y San Antonio de Gibraltar, cuyos territorios venían conformando desde 1576 la jurisdicción de la antigua Gobernación de La Grita y Cáceres. En particular, Morón destaca las hazañas como conquis-tador del adelantado Francisco de Cáceres en sus correrías por los llano de Casanare y el Meta, por las del piedemonte andino y por las tierras que caen hacia el Lago de Maracaibo en búsqueda del mítico “El Dorado”; sus pleitos con la Audiencia de Santa Fe de Bogotá; su actividad fundacional en la jurisdicción de su Gobernación; y de cómo a la muerte de Cáceres se suscitó la creación del Corregimiento de Mérida y La Grita en razón del fracaso como gobernante y colonizador de su sucesor, el capitán Hernando de Barrantes Maldonado, quien ejerció como Gobernador y Capitán General de la Provincia de La Grita y Cáceres entre 1593 y 160712.

También menciona a los individuos que ejercieron el cargo de Co-rregidor de Mérida y La Grita, pero sin profundizar mayormente en las actividades que cumplieron en cuanto a la consolidación del doblamiento, crecimiento económico y orden público en el mencio-nado Corregimiento. Lo cual constituye una de las limitaciones que presenta esta obra de Morón, no obstante la amplitud de la inves-tigación realizada por él y la variedad de las fuentes empleadas. De allí la necesidad de tomar en cuenta otros trabajos historiográficos, tales como los que se examinan más adelante.

La primera de esas obras es la de Tulio Febres Cordero titulada Décadas de la Historia de Mérida, de valor fundamental para el estudio de la historia de la Provincia de Mérida, La Grita y Ma-racaibo, desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, en la que el autor describe diversos aspecto de la evolución política, económica, social y cultural de Mérida colonial y sus zonas de influencia a partir de la documentación de esa época que el propio Febres

12 Véase: Ibid., T.III, pp.354-375.

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Cordero, compiló y de los cronistas que escribieron sobre la con-quista y colonización de los Andes Venezolanos. Con relación al Corregimiento de Mérida y La Grita (1607-1622), el autor explica el proceso mediante el cual se llegó a la creación de dicha entidad político-territorial, a tiempo que da noticias de los individuos que ejercieron el cargo de Corregidor de Mérida y La Grita y de la actividad principal cumplida en su condición de tales, así como del estado socio-económico general del Corregimiento en esos años13. Razón por la cual este texto de Febres Cordero sirve de complemento a la Historia de Venezuela de Morón.

En la misma línea historiográfica está el artículo de Jerónimo Martínez de Mendoza, titulado “Los gobernadores españoles de la antigua Provincia de Mérida y Maracaibo”, publicado en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Volumen V, número 163, de julio-septiembre de 1958), en el que el autor da cuenta de la nómina de individuos que gobernaron ese territorio provincial en sus distintas etapas, aportando además información acerca de la hoja de servicios de tales mandatarios y algunos aspectos relevantes de sus respectivas administraciones. Entre ellos, desde luego, los que fungieron de Corregidores de Mérida y La Grita, con lo cual este trabajo también es de utilidad para complementar las noticias que, en el mismo sentido, proporcionan las obras de Morón y Febres Cordero.

Pero no basta con conocer únicamente la evolución político-admi-nistrativa de la antigua Provincia de Mérida, La Grita y Maracaibo para comprender la razón de ser, además de su propio devenir socio-histórico, del Corregimiento de Mérida y La Grita. Debe considerarse también la evolución socio-económica del mencionado Corregi-miento. Porque se sabe, a la luz de la documentación colonial que reposa en archivos de Venezuela, Colombia y España que el Cabildo

13 Vid. Tulio Febres Cordero: Décadas de la Historia de Venezuela. Mérida (Venezuela), Tipografía El Lápiz, 1920, 2v. Cabe destacar que la documentación que Febres Cordero cita en este texto proviene del Archivo Municipal de Mérida (hoy conservada en el Archivo General del Estado Mérida) y del Archivo Nacional de Colombia.

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de la ciudad de Mérida envió cerca de la corte hispana, del Real y Supremo Consejo de las Indias y de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá un significativo número de apoderados que cumplieron misiones relevantes a favor de la ciudad y de sus habitantes. Así, en 1588 se mandaron unos procuradores especiales que cumplie-ron misiones en España y en Santa Fe de Bogotá, representando no solo los intereses de los vecinos de Mérida sino también los de Pamplona y San Cristóbal, solicitando ser separadas de la depen-dencia del Corregimiento de Tunja e incluidas en la recién creada Gobernación del Espíritu Santo de La Guaira y Cáceres. Petición que, de momento, fue negada. No obstante, años más tarde, el Consejo de Indias determinó suprimir dicha Gobernación y convertirla en un nuevo Corregimiento. Pero, sorpresivamente, con capital no en La Guaira sino en la ciudad de Mérida14. Al menos así lo especifica la Real Cédula del 10 de diciembre de 1607, mediante la cual se creó el mencionado Corregimiento, cuya jurisdicción abarcaba el distrito capitular de las ciudades de Mérida, La Grita, Gibraltar, Pedraza, Barinas y Altamira de Cáceres, además del de la Villa de San Cristóbal.

Pero, ¿por qué Mérida fue seleccionada como capital del Corregi-miento y no se mantuvo como tal a La Grita, que lo había sido de la suprimida Gobernación?

Tal vez porque de todas las poblaciones que a comienzos del siglo XVII se habían fundado en la región andino-venezolana habría sido la de mayor crecimiento económico y demográfico, contando además, con una pujante élite de propietarios y comerciantes que, como toda élite, aspiraba a alcanzar posiciones de poder y de pres-tigio social cada vez más relevantes. De esto tratan precisamente

14 Vid. Milagros Contreras Dávila: “Evolución político-administrativa de Mérida, 1558-1909”, en Boletín de la

Academia Nacional de la Historia, LXX: 174 (Caracas, abril-mayo-junio de 1996); pp. 233-250; Uni-versidad de los Andes. Facultad de Humanidades y Educación. Biblioteca Gonzalo Rincón Gutiérrez (BGRG), Colección Los Andes, T.XI: “Las ciudades de Mérida, Pamplona y Villa de San Cristóbal piden ser incluidas en la Gobernación del Espíritu Santo de la Grita”, pp.2-61; BGRG, T.XXII: “Representación de la ciudad de Mérida ante el Rey y el Real Supremo Consejo de la Indias con informaciones tomadas en las ciudades de Trujillo y Espíritu Santo de La Grita, año de 1609”, pp. 1-88.

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los trabajos de varios historiadores tales como: Roberto Picón Parra, Antonio Arellano Moreno, Gloria Caldera, Mercedes Ruiz Tirado, Heana Parra, Ana Isabel Parada, Teresa Albornoz de López, Yuleida Artigas y Rubén Darío Castillo entre otros, en los que se evidencia que para 1607 el distrito capitular de la ciudad de Mé-rida contaba con unos 150 vecinos, 60 de ellos encomenderos de unos 3.500 aborígenes, mayor que la demografía de cualquiera de los otras poblaciones entonces existentes en la zona andino venezolana15. Por otra parte, los repartimientos de tierras y el encomendamiento de indígenas a lo largo de los siglos XVI y XVII se desarrollaron ampliamente, afectando buena parte del territorio del Corregimiento16. De tal suerte que en Mérida se creó una élite

15 Vid. “Relación geográfica hecha por Diego Villanueva y Gibaja… año de 1607”. En: Antonio Arellano Moreno: Relaciones Geográficas de Venezuela. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1964 (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia-Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 70), pp. 294-297, Ana Isabel Parada Soto: Pueblos de Indios de la Provincia de Mérida. Su Evolución (1558-1657). Mérida (Venezuela), Universidad de los Andes-Facultad de Humanidades y Educación, 1992: Antonio Arellano Moreno: Documentos para la Historia Económica de Venezuela, Caracas, Universidad Central de Venezuela-Facultad de Humanidades y Educación, 1961, pp.327 y ss., Nelly Velásquez: Población

Indígena y Economía: Mérida, Siglos XVI y XVII. Mérida (Venezuela), Universidad de los Andes-Consejo de Publicaciones-consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico (Col. Ciencias Sociales-Sección Historia); 1995: Ileana Parra. Proceso de Formación de la Provincia de Mérida. La

Grita y Ciudad de Maracaibo (1574-1676). Sevilla, Universidad de Sevilla-Facultad de Geografía e Historia-Departamento de Historia de América, 1984 (Tesis Doctoral); Gloria Caldera: “El Corregimiento de Mérida a comienzos del Siglo XVII”. En: De la Enseñanza a la Investigación Histórica. Homenaje al Doctor Horacio López Guédez en los 45 Años de los Estudios Profesionales de Historia en la Uni-versidad de los Andes. (Alí Enrique López Bohórquez, compilador). Mérida (Venezuela). Universidad de los Andes-Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico-Facultad de Humanidades y Educación-Escuela de Historia-Grupo de Investigaciones Sobre Historiografía de Venezuela, pp. 17-28; Yuleida Artigas Dugarte y Robert Darío Castillo: Linajes de la Elite Colonial Merideña: Gavirias y Avendaños (Siglos XVI y XVII), Mérida (Venezuela), Grupo de Investigación sobre Historiografía de Venezuela-Alcaldía del Municipio Santos Marquina-Dirección de Educación del Estado Mérida, 1998 (Col. Historiográfica, 1); Teresa Albornoz de López: Linaje, Matrimonios y Poder en Mérida Colonial. Mérida (Venezuela), Universidad de los Andes-facultad de Humanidades y Educación-Escuela de Historia-Grupo de Investigaciones Sobre Historiografía de Venezuela-Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico, 1999 (Col. Historiográfica, 2); Mercedes Ruiz Tirado: Aspectos Socio-Económicos de la

Provincia de Mérida. Mérida en el Siglo XVII. Mérida (Venezuela), Universidad de los Andes-Facultad de Humanidades y Educación-Escuela de Historia-Departamento de Historia de América y Venezuela, 1975 (Trabajo de Ascenso); Milagros Marín Mata y Miriam F. Miralles Z.: Santa Lucía de Mucuchíes,

1586-1903. Mérida (Venezuela), Archivo Arquiodiocesano de Mérida. 1999 (Col. Pueblos y Parroquia de los Andes, 2), pp. 29-59.

16 Vid. Los Primeros Repartimientos en Mérida. Mérida (Venezuela), Centro de Historia del Estado Mérida, 1968; Tulio Febres Cordero: Obras Completas. Bogotá. Antares, 1960, T.I, pp. 171-197.

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de propietarios-encomenderos, ya que fueron simultáneamente beneficiados al recibir tierras e indígenas en calidad de encomen-dados, cuyas unidades de producción creadas con estos factores de trabajo fueron empleados fueron empleados en la actividad agrícola según el patrón de consumo hispano, pero apoyándose en una fuerte demanda de las regiones litorales del Caribe, entonces centros de gran actividad colonizadora. Además, el Corregimiento de Mérida, por su condición de región fronteriza, se convirtió en paso obligado del comercio entre las provincias originarias de Venezuela y el Nuevo Reino de Granada, lo cual estimuló también su propio crecimiento económico17. Todo ello explicaría, a juicio de los mencionados historiadores, por qué Mérida llegó a ser la capi-tal, primero de un Corregimiento y luego de una Gobernación18.

Con relación a la otra modalidad o tipo de Corregimiento que existió en las sociedades coloniales hispanoamericanas, esto es, el oficio de Corregidor de Indios o Juez de Naturales, también se estableció en las diversas provincias que, en tiempo de la Colonia, integraba el territorio de la actual Venezuela. Pero sobre esta modalidad del funcionario casi no existen trabajos específicos que den cuenta de su situación como miembro de la burocracia del poder español en Venezuela, no obstante lo abundante de la documentación que so-bre el particular existe en los archivos venezolanos, especialmente en el Archivo General de la Nación (AGN) en sus secciones de Gobernación y Capitanía General, Empleados de la Colonia e Intendencia de Ejército y Real Hacienda. Por esta razón, sor-prende que tanto nuestros primeros historiadores como algunos de los más destacados estudiosos del periodo hispano colonial no se hayan ocupado en extenso de origen, la actuación y el significa-do de ese funcionario en el contexto de la administración indiana y de la sociedad colonial misma. Así, por ejemplo, historiadores como Rafael María Baralt y Ramón Díaz, aunque se ocuparon de describir la estructura político-administrativa de la Gobernación de

17 Vid. Mercedes Ruiz Tirado: Op. Cit.; pp. 91-112; Ana Isabel Parada: Op.Cit., pp. 33-74; Gloria Caldera: Loc Cit.18 Vid. Guillermo Morón. Op.Cit., T.III, pp.379-382.

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Venezuela, curiosamente no mencionan al Corregidor de Naturales como miembro de esa estructura19.

Igual apreciación cabe señalar con relación a la obra de Feliciano Montenegro y Colón, en cuya producción historiográfica ni si-quiera examina el sistema político-administrativo de la sociedad colonial, ya que Montenegro se limitó a describir el proceso de exploración, colonización y doblamiento de las diversas provincias que finalmente constituyeron en el periodo colonial el territorio venezolano actual. Así, en lo sustancial, no hace referencia al Co-rregidor como funcionario de la administración colonial20.

Las primeras obras donde se hace referencia al Corregidor de Naturales son las escritas por José Gil Fortoul, Alonso Calatrava y Caracciolo Parra Pérez, tres historiadores representativos de la llamada escuela o corriente positivista de las ciencias sociales. En sus respectivos trabajos historiográficos, además de examinar las instituciones coloniales de carácter provisional creadas por la monarquía borbónica en el siglo XVII y el régimen municipal existente, con énfasis en el papel político cumplido por el Ayun-tamiento de Caracas en sus continuos enfrentamientos con los gobernadores y otras autoridades coloniales, y otras instituciones de carácter social y cultural, al hablar de la política seguida por la monarquía con relación a la población indígena, se limita a men-cionar el Corregidor como el funcionario encargado de dirigir y controlar políticamente los llamados pueblos de indios, velar por el cumplimiento de las normas dirigidas a la protección de los aborígenes, su educación, cristianización, servicio personal, administración de las cajas de censos y bienes de la comunidad, y en la recaudación de los tributos que como vasallos de la Corona

19 Vid. Rafael María Baralt y Ramón Díaz: Resumen de la Historia de Venezuela. Desde el Descubrimiento de su Territorio por los Castellanos en el Siglo XV hasta el año de 1797. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1939 (Original francés: Brujas-París, Desclés-De Bronwer, 1887, 1887. Reimpresión de la Academia Nacional de la Historia en su Cincuentenario), pp. 306-343.

20 Vid. Feliciano Montenegro y Colón: Historia de Venezuela. (Alfredo Boulton, estudio preliminar). Caracas, Aca-demia Nacional de la Historia, 1960 (Col. Sesquicentenario de la Independencia, 26-27), T.II, pp. 97-98.

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debían entregar al real fisco. Todo ello con una visión extremada-mente normativista, pues el análisis histórico del funcionamiento se hace casi exclusivamente a partir de la legislación promulgada por el régimen español a favor de los aborígenes y no tanto a través de la actuación concreta de los individuos que ejercieron el oficio de Corregidor21.

Llama poderosamente la atención que un historiador tan perspicaz como Mario Briceño Iragorry, representante prominente de la corrien-te revisionista de la historiografía venezolana, muy poco se ocupó de estudiar la figura del Corregidor como funcionario del administración hispánica en Venezuela; no obstante su pretensión de querer demos-trar que la nacionalidad venezolana tendría sus orígenes y raíces en la propia sociedad colonial, procurando desechar con ellos los prejuicios derivados de las historias de Venezuela fundadas en las llamadas leyenda negra y leyenda dorada de la acción de los españoles en América. En este sentido, Briceño Irañgorry se ocupó básicamente de estudiar la exploración, conquista y colonización del territorio hoy venezolano; las dependencias externas de las provincias originarias de Venezuela hasta unirse administrativamente en el último tercio del siglo XVIII como consecuencia de la política reformista de los Borbones; el proceso de reducción, evangelización y “civilización” de los indígenas; el desarrollo entre los criollos del sentimiento de auto-nomía expresado a través de los diversos conflictos que sostuvieron los cabildos con los gobernadores y capitanes generales, incluida la facultad, ejercida por décadas, de los alcaldes ordinarios caraqueños de suplir las ausencias absolutas del Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela; las luchas y conflictos entre los diver-sos sectores de la sociedad colonial; la evolución de la iglesia y de las misiones; los ataques de corsarios y piratas al territorio hoy venezo-lano y, como ello, presuntamente contribuyó a la formación de un cierto espíritu nacional; el desarrollo de la instrucción en la sociedad

21 Vid. Caracciolo Parra Pérez: El Régimen Español en Venezuela. Estudio Histórico. 2da. ed. Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1964, pp.307-332; José Gil Fortoul: Historia Constitucional de Venezuela. 3ra. ed.

Caracas, Ministerio de Educación, 1953, T.I, pp. 63-146, pp. 85-182.

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colonial, desde las primeras letras hasta la educación universitaria; la vida cotidiana en sabanas, campos y pueblos coloniales; la actuación de algunas autoridades coloniales y el proceso de ruptura del nexo colonial22.

Como se ve, pese a lo amplio de su estudio, Briceño Iragorry no pro-fundizó mayormente en el estudio del Corregidor de Indios, pese a ser una pieza fundamental del entramado institucional y burocrático del régimen español en Venezuela.

Otro caso emblemático es el del historiador Jules Humbert quien, a pesar de explicar de manera más o menos extensa la obra de algunos gobernadores y obispos de la Provincia y Gobernación de Venezuela y la actividad de colonización en las provincias de Nueva Andalucía y de Guayana, no se ocupa en general de las instituciones coloniales como una preocupación historiográfica específica23.

Lo mismo cabe decir de otro historiador del periodo colonial como lo fue Luís Alberto Sucre, quien a pesar de concentrar su esfuerzo de investigación en las circunstancias y las actividades que desplega-ron los individuos que ejercieron el oficio de Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, no menciona al Corregidor de Indios como uno de los funcionarios auxiliares de aquellos24. Cosa que ha debido ser lo más lógico, dado que los corregidores de Naturales eran nombrados por los gobernadores provinciales.

También llama la atención que otro estudioso de nuestro pasado hispano colonial como lo fue el Hermano Nectario María P., en su Historia de Venezuela, tampoco se refiere a la figura del Corregi-

22 Vid. Mario Briceño Iragorry: “Tapices de Historia Patria”. En: Obras Completas. T.IV: Doctrina Historiográfica. Caracas, Ediciones del Congreso de la República, 1989, pp. 39-207.

23 Vid. Jules Humbert: Historia de Colombia y Venezuela. Desde sus Orígenes hasta nuestros Días. (Roberto Gabaldón, trad.). Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1985 (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia-Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 178), pp. 61-75 y 95-123.

24 Vid. Luis Alberto Sucre: Gobernadores y Capitanes Generales de Venezuela. 2da. ed. Caracas, Litografía Tecnicolor, 1964.

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dor de Naturales como miembro de la extensa burocracia del poder español en Venezuela. Más bien en lo atinente a las autoridades lo-cales estudian profusamente la estructura y actuación de los cabildos venezolanos, con especial énfasis en el caso particular del Cabildo de Caracas. Fuera de esta temática, examina el proceso de creación y establecimiento de las distintas gobernaciones; las atribuciones y prerrogativas de los gobernadores y capitanes generales; el papel y atribuciones de los órganos metropolitanos de gobierno indiano (Casa de Contratación, Consejo de Indios); la legislación indiana y sus preceptos: la Real Hacienda y la Intendencia; el Real Consulado; la or-ganización militar y la Capitanía General; y el gobierno eclesiástico25.

Y así pudiéramos seguir enumerando otras historias de Venezuela, o especialmente dedicadas al periodo colonial, cuyos autores poco o nada dicen de la figura del Corregidor y del Corregimiento como institución colonial de base local. De modo que son muy pocos los historiadores que realmente han escrito algo, de modo específico, con relación a la institución del Corregimiento y del Corregidor como funcionario. Entre estos, hasta donde sabemos, figura casi de modo exclusivo el ya citado Ambrosio Perera, la historiadora Ermita Troconis de Veracoechea y el historiador Fabricio Vivas Ramírez.

En el caso de Perera, su preocupación básica consistió en determinar qué clase de funcionario fue el Corregidor dentro del ámbito de la administración hispano colonial y su relación con otros funcionarios, tales como el Teniente de Justicia Mayor. A este respecto, él llegó a la conclusión de que en la Provincia de Venezuela el uso de los términos “corregidor” y “corregimiento” no se refería a aquellos funcionarios que nombrados, bien por el Rey o bien por el Gobernador y Capitán General de una determinada provincia, se ocupaba del gobierno y la administración de justicia en primera y segunda instancia en las ciu-dades y sus partidos donde eran designados, sino a los que realizaban estas mismas tareas en los pueblos de indios, mejor conocidos como

25 Vid. Hermano Nectario María P.: Historia de Venezuela. 20va. ed. Caracas. La Salle, 1980, pp. 94-167.

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pueblos de doctrina26. Y en cuanto a la confusión o relación de este funcionario con otros denominados como Teniente de Gobernador y Justicia Mayor o Justicia Mayor o Teniente Justicia Mayor, no llegó a resolverla satisfactoriamente a pesar de que llegó a supo-ner –basándose en algunas fuentes primarias– de que se trataba de distintos oficios pero con atribuciones y obligaciones similares, sin dejar de reconocer que frecuentemente recaía en una misma persona los títulos y cargos de Teniente Justicia Mayor y de Corregidor27.

Por su parte, Ermila Troconis de Veracoechea ha estudiado la institución con relación al devenir histórico de la población de El Tocuyo, ya que los pueblos de indios de Quibor, Cubiro, Sanare, Barbacoas, Guárico, Humocaro Alto y Humocaro Bajo fueron regi-dos por un Corregidor o Juez de Naturales, que normalmente, era el Teniente de Justicia Mayor de la ciudad de El Tocuyo, ya que aquellos pueblos pertenecían o formaban parte del distrito capitular de esta ciudad28.

Por su parte, el historiador Fabricio Vivas Ramírez estudia al funcio-nario en tanto órgano auxiliar de la Real Hacienda, primero, y Lugo de la Intendencia de Ejército y Real Hacienda, para la recaudación de los tributos que los indígenas debían entregar al fisco real por su condición de vasallos libres de la Corona, y también como veedor de la buena administración de los fondos depositados en las cajas de comunidad de los pueblos por ellos regidos. En concreto, Vivas Ramírez explica que durante casi siglo y medio, los encomenderos de la Provincia de Venezuela usufructuaron el tributo personal, como el mecanismo básico de explotación y aprovechamiento del trabajo de los indígenas. Pero a finales del siglo XVII, circunstan-

26 Vid. Ambrosio Perera: “Usanza de los términos Corregimiento y Corregidor en la Gobernación de Venezuela”, Boletín de la … Loc.Cit., pp.25-34.

27 Vid. Ambrosio Perera: Historia Orgánica… Op.Cit., pp. 33-34. Cfr. Historia de la Organización de… Op.Cit., T.II, pp. 36-37.

28 Vid. Ermila Troconis de Veracoechea: Historia de El Tocuyo Colonial. 2da. ed. Caracas. Universidad Central de Venezuela, 1984; “El Corregimiento de Indios de El Tocuyo en los Siglos XVII y XVIII”, Memoria del

Primer Congreso Venezolano de Historia (del 28 de junio al 1ro. De julio de 1971). Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1972, T.II, pp. 385-440.

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cias de orden político, legal y fiscal llevaron a su supresión cuando en 1687 se impuso la tributación en dinero. Esto último llevo a la promulgación de las nuevas normas que regulaban la forma de pago y las tasas de acuerdo a su jurisdicción, así como el ajuste en la asignación de los estipendios de los curas doctrineros que, desde entonces, dependieron del tributo indígena. Y el Corregidor fue el encargado de velar por el cabal y estricto cumplimiento de esas normas, especialmente a partir de las administraciones de los gobernadores Diego Jiménez de Enciso (Marqués del Casal, 1688-1692) y Francisco de Berroterán (1693-1699)29.

Complementario de los anteriores trabajos en mi texto El Teniente Justicia Mayor en la Administración Colonial Venezolana, ya que en el mismo examino la relación existente entre los oficios de Corregidor y Teniente Justicia Mayor, a fin de dilucidar una especie de confusión planteada por algunos historiadores: precisar a qué clase de funcionario correspondías las denominaciones de Jus-ticia Mayor, Teniente de Gobernador y Teniente de Justicia Mayor y, junto con esto, establecer la relación de estos términos con el de Corregidor, habida cuenta de que a este último funcionario también se le denominaba Justicia Mayor30.

Nuestra investigación llegó a la conclusión de que ha habido desde el punto de vista historiográfico, especulación acerca de la natu-raleza del Teniente Justicia Mayor, hasta el punto de dar origen a una confusión e imprecisión de su denominación y con relación a la jurisdicción territorial donde ejercía su oficio: si eras una autoridad exclusiva de ciudades y villas habitadas por españoles (y criollos) o compartió esta jurisdicción con el Corregidor. Esta imprecisión proviene de la información suministrada por algunos cronistas y por el historiador Ángel Altolaguirre y Duvale, que al referirse a los magistrados que estaban al frente del gobierno

29 Vid. Fabricio Vivas Ramírez: Tributación y Reorganización del Trabajo Indígena en Venezuela (1687-1697). Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 2001 (Separata del Anuario de Estudios Americanos, Tomo LVIII-Nº 2, julio-diciembre de 2001).

30 Vid. Gilberto Quintero Lugo: El Teniente Justicia Mayor… Op. Cit., pp. 99-110.

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municipal hablan indistintamente de Tenientes de Gobernadores, Justicias Mayores, Tenientes Justicias Mayores y Corregidores. Con lo cual crearon una gran ambigüedad, pues no se sabe si hablan de un mismo funcionario o de distintas autoridades. Y en caso de tratarse de oficios diferentes, no aclaran en qué consiste la distinción, ya que todos eran nombrados por el Gobernador y Capitán General; todos tenían como jurisdicción territorial el distrito capitular de las poblaciones (ciudades, villas o pueblos) a donde eran enviados; y todos ejercían las mismas atribuciones y gozaban de las mismas prerrogativas.

La ambigüedad arriba señalada no es casual, pues en la propia do-cumentación se habla indistintamente de Teniente de Gobernador, Teniente de Justicia Mayor, Justicia Mayor y Corregidor. Pero, en función de la legislación indiana que regula la materia y de lo contenido como testimonio en la documentación colonial (parti-cularmente en la depositada en el Archivo General de la Nación), a nuestro juicio no habría sustancialmente diferencias de carácter formal entre esos funcionarios, ya que en el fondo, como bien ha observado el historiador Alfonso García Gallo31, se trataba de los Te-nientes de Gobernador particulares, pero denominados de diversos modos según la época y los usos lingüísticos imperantes, puesto que todos tenían el mismo rango e iguales atribuciones y jurisdicción. De modo que la relación que apreciamos entre el Corregidor y el Teniente de Justicia Mayor es de carácter jurídico-formal; esto es, un conjunto de afinidades entre ambos funcionarios tales como el hecho de ser nombrados por el Gobernador y Capitán General de la respectiva provincia; ser llamados por igual Justicias Mayo-res y gozar de este carácter con relación a los Alcaldes Ordinarios; cumplir con los mismos requisitos establecidos por la legislación indiana para acceder a la designación en esos oficios (calidad social, juramento, fianzas, etc); autoridad para presidir el Ayuntamiento o Cabildo de las poblaciones que regían; ambos estaban sometidos

31 Vid. Alfonso García Gallo: “Alcaldes Mayores y Corregidores en Indias”, en Memoria del Primer Congreso

Venezolano… Loc.Cit., T.I, pp. 301-347.

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a Juicio de Residencia al final de su gestión y a ambos se les apli-caban las mismas normas contenidas en la Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias de 1680 y en otros instrumentos legales.32 Más aún, cuando en el siglo XVIII, habida cuenta de que el tipo de Corregidor que predominó en las provincias históricas de la actual Venezuela fue el que se estableció para el gobierno de los pueblos de indios (pueblos de doctrina), se hizo habitual que los respectivos gobernadores designasen a un mismo individuo como Teniente Jus-ticia Mayor de una determinada ciudad o villa y como Corregidor de los pueblos de doctrina adscritos o incluidos dentro del distrito capitular de esa ciudad o villa.

Como se puede ver, el Corregidor y el Corregimiento en la histo-riografía venezolana ha sido estudiado, hasta la fecha, de manera bastante limitada: no solo por la escasez de estudios, sino también por el tipo de enfoque empleado, en el que ha predominado el es-tudio de esa institución casi única y exclusivamente a través de la legislación colonial, sin preocuparse por estudiar otros aspectos de la institución con las fuentes disponibles y con otras perspectivas teóricas que vayan más allá de lo meramente formal y normativo. Tarea ésta, que indudablemente deben realizar las nuevas genera-ciones de historiadores que centren su preocupación historiográfica en el periodo hispano colonial. Para ello se cuenta con un rico ba-gaje de fuentes primarias que solo esperan porque aparezca quien las trabaje y explote convenientemente. Programa éste que deberá cumplir, insistimos, la nueva historiografía venezolana.

32 Vid. Vasco de Puga: Provisiones, Cédulas e Instrucciones para el Gobierno de la Nueva España. Madrid, Instituto de Cultura Hispánica, 1945, 3v. (Col. Incunables Americanos Siglo XVI, 40), Diego de Encinas: Cedulario Indiano (Alfonso García Gallo, estudio e índices). Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1946, T.III, Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias. 5ta. ed. Madrid, Doix Editor, 1841, Libro V, Título II, Jerónimo Castillo de Bobadilla: Política de Corregidores y Señores de Vasallos. Madrid, 1759; Juan Hevia de Bolaño: Curia Philipica. Lima, 1603 y Valladolid, 1612; Juan de Solórzano y Pereira: Política

Indiana. Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1647, Libro V, Capítulo II.