El Cruce- Diciembre 2011

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CAMILA VALLEJO HORACIO FONTOVA ERNESTO LACLAU La líder estudiantil que sacude a Chile Entre la música, el cine y la política “Estamos llegando a un nuevo equilibrio” REVISTA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE ZAMORA AÑO 3 - Nº19 Diciembre 2011 A 10 años del infierno A 10 años del infierno En diciembre de 2001 la Argentina entró en la peor crisis de su historia. Corralito, saqueos, 38 muertos en la represión de las protestas y 5 presidentes en dos semanas. Fue el desenlace de 25 años de economía de mercado y ausencia del Estado, que dejó a millones de argentinos en la miseria.

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Sociedad, Política, Cultura, Entrevistas

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CAMILA VALLEJO HORACIO FONTOVAERNESTO LACLAULa líder estudiantil que sacude a Chile

Entre la música, el cine y la política

“Estamos llegando a un nuevo equilibrio”

REVISTA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE ZAMORA AÑO 3 - Nº19

Diciembre 2011

A 10 años del infiernoA 10 años del infiernoEn diciembre de 2001 la Argentina entró en la peor

crisis de su historia. Corralito, saqueos, 38 muertos

en la represión de las protestas y 5 presidentes

en dos semanas. Fue el desenlace de 25 años de

economía de mercado y ausencia del Estado, que

dejó a millones de argentinos en la miseria.

Editorial Pag. 3

Los días que vivimos en peligro Pag. 4

La represión provocó 38 muertes Pag. 10

El fin de una ilusión Pag. 16

Vivir del trueque Pag. 22

Neoliberalismo Pag. 20

Las cuasimonedas Pag. 21

La herencia de los cacerolazos Pag. 23

El legado de las asambleas Pag. 26

Empresas recuperadas Pag. 28

La crisis en el campo Pag. 31

La cultura salió a la calle Pag. 34

Y Racing gritó campeón Pag. 36

Entrevista a Ernesto Laclau Pag. 40

Reportaje exclusivo a Camila Vallejo Pag. 44

Cuando el medio es el mensaje Pag. 48

Las dificultades de ser celíaco Pag. 50

La patria deportista Pag. 54

Entrevista a Horacio Fontova Pag. 58

Carla García Nowak, hecha en casa Pag. 62

SumarioPublicación mensual de la Facultad de Ciencias Socialesde la Universidad Nacional de Lomas de Zamora

Director:Daniel Miguez

Consejo de Redacción:Jorge BenedettiLeonardo CastilloAdrián Figueroa DíazGustavo NaónPablo RomanoEduardo VidelaMartín Voogd

Escriben en este número:Mariana AquinoNatalia ArenasSoledad Arréguez ManozzoAtilio BorónHoracio Raúl CamposNoelí Cristti Ana Julia Foti Yanina FuggettaAlejandro GiuffridaCarlos LamiralJulián López PerdizRocío MagnaniMatías MazzocchiMarina PandolfiCarla Perelló Matías QuerciaMarcelo Rielo Leonardo RossiNicolás SagaianPablo SieiraMartín SillesMaría Daniela Yaccar

Diseño:Pamela Royo

Contratapa y retiración:Rubén Ortiz

Fotografía:ARGRA EscuelaTélam

Servicio periodístico:Agencia Universitaria de Noticias y Opinión www.auno.org.ar

Contacto:[email protected]: 4282-8172 /6006Dirección: Camino de Cintura y Juan XXIII, Llavallol, provincia de Buenos Aires (CP: 1836)

ISSN, en trámiteDerechos de propiedad intelectual, en trámite.

EDITORIAL

¿Qué nos pasó a los argentinos para llegar a los dramáticos días de di-ciembre de 2001?En este número especial de El Cru-ce buceamos en las respuestas. Pero hay un hilo conductor incon-trastable: nos pasó (por encima) el neoliberalismo, donde la política y los pueblos quedan bajo el yugo del inasible mercado. Fueron 25 años, con escasas treguas, de esa política económica, de ese discurso único, que los publicistas de la dictadu-ra militar sintetizaron tan bien con aquel eslogan que repetía: “Achicar el Estado es agrandar la Nación”. El ajuste sobre el ajuste hasta que no queda nada para ajustar.Cualquier argentino con sensatez, honestidad y memoria les hubiera dicho a los españoles “¡no voten a Mariano Rajoy”!; a los italianos “¡no voten Mario Monti!”; a los griegos “¡no voten a Lukas Papadimos!”.Ya los votaron. Cada uno de esos paí-ses tiene ahora a su propio Domingo Cavallo, a su obediente economista del FMI. Al menos se ahorraron el paso intermedio de elegir a un De la Rúa que designe luego su Cavallo. Llegarán más rápido al subsuelo.Eso es lo que creemos en El Cruce. Otros medios sostienen lo contra-

rio. Por ejemplo, el diario La Nación festejó eufóricamente la elección de Rajoy. También, que haya consegui-do mayoría legislativa absoluta para poder hacer el ajuste sin molestias. Afortunado Rajoy, que La Nación no considere para España que una ma-yoría legislativa es sinónimo de cuasi dictadura, como sí lo hace cuando el presidente electo con amplio respal-do legislativo no tiene en sus planes hacer ajuste, pongamos por caso, Cristina Fernández de Kirchner. Ese ajuste que significa congela-miento salarial, rebaja en los haberes de los jubilados, menos salud públi-ca, menos educación pública, menos consumo, menos producción, menos empleo, más mano de obra barata, es el mismo ajuste que les piden los bancos a Rajoy, Monti y Papadimos. Un detalle: los tres jefes de Estado están ligados al mundo financiero, lo que les ahorra indefiniciones y senti-mientos de culpa.Los argentinos ya sabemos cómo termina eso: con más desocupación, inseguridad y violencia.Pero también debemos preguntarnos ¿qué nos pasó a los argentinos para que apenas diez años después sinta-mos tan lejana aquella realidad?Nos pasó que como emergente de la

consigna “que se vayan todos” apa-reció un político nuevo para la ma-yoría: Néstor Kirchner, que tomó el rumbo contrario al neoliberalismo, el que ahora mismo podría evitar-le tantos sufrimientos a Europa. El camino de la producción en vez del de la especulación financiera; el ca-mino de la inclusión en vez del de la exclusión; el camino del protec-cionismo en vez del librecambismo; el camino de la industria, del valor agregado, en vez del mero exporta-dor de materias primas; el camino de la generación de empleo en vez del de la desocupación; el camino de los derechos laborales en vez del de la flexibilización.Se sabe que hay muchos poderes tra-tando de que abandonemos esa sen-da. Basta leer los grandes diarios o escuchar las radios de mayor audien-cia, que todos los días nos compelen a comprar dólares, a que generemos inflación, a que tengamos menos ingresos, a que perdamos derechos. Puede que lo logren. La historia está hecha de tropiezos. Pero habremos dado un gran paso si un día perde-mos y somos conscientes de que es-tamos perdiendo. No como les ocu-rre hoy a muchos votantes europeos que están celebrando una derrota.

Por Daniel Miguez

2001, estación final del ajuste

CINCO PRESIDENTES EN DOS SEMANAS

Por Pablo Sieira

Los días que vivimos en peligro

A 10 años del estallido

El descontento popular ante el ajuste económico y la

corrupción se llevó puesto al gobierno de la Alianza, y

el poder se convirtió en una brasa difícil de tomar. La

reacción social quedó como una marca en el inconciente

colectivo de la clase política, que determinaría el rumbo de

las próximas gestiones.

La experiencia más traumática que vivió la Argentina desde el regreso de la demo-cracia fue catalogada por la historia po-pular como “la semana de los cinco pre-sidentes”, aunque duró un poco más que eso. Fueron 14 días en que los dirigentes se pasaban el bastón de mando como un hierro caliente imposible de sostener. Las políticas de ajuste, las privatizaciones vo-races, el abandono y la desfachatez de la corruptela estatal llevaron, finalmente, a la eclosión de un movimiento social que superó cualquier pretensión clasista y que mostró al menos dos caras: los saqueos y los cacerolazos. Desde la renuncia de Fernando de la Rúa, el 20 de diciembre de 2001, hasta la asunción de Eduardo Duhalde, el 2 de enero de 2002, se su-cedieron reuniones y conversaciones que

A 10 años del estallido

apuntaban a consolidar un gobierno que pudiera tomar nuevamente las riendas del país. Todo ello, al calor de las disputas in-ternas del Partido Justicialista (PJ).El 6 de octubre de 2000, cuando el vice-presidente Carlos “Chacho” Álvarez re-nunció, poco imaginaba De la Rúa que su gobierno tenía los días contados. La Alianza había llegado al poder en un es-cenario adverso, con la mayor parte de las provincias gobernadas por el justicialis-mo -incluida Buenos Aires-, una ajustada mayoría en la Cámara de Diputados y un Senado en minoría, dominado por el PJ. “Me da mucha vergüenza que un joven de dieciséis o diecisiete años sienta que la política es igual al delito”, apuntó Álvarez al dejar su cargo, en alusión al escándalo por el pago de coimas para la aprobación de la polémica Ley de Reforma Laboral.A esa debilidad política se le sumaban las protestas cada vez más frecuentes en

Pero nada de eso ocurrió. La restricción impuesta por Cavallo a los retiros de efectivo de las cajas de ahorro, cuentas corrientes y plazos fijos, en una medida que se conoció popularmente como “co-rralito”, terminó de marcar la suerte del endeble gobierno. El descontento de las clases medias comenzó a entremezclarse con la desesperación y el enojo de la ma-yoría, más necesitada y desprotegida.

El derrumbe

Tras las elecciones legislativas, el PJ se acomodó en el lugar indicado para ata-jar a un gobierno sentenciado a caer y, haciendo uso de su mayoría, avanzó sin miramientos hasta la línea de sucesión, el terreno más fértil para cultivar su regre-so al poder. El bloque de senadores que presidía el actual gobernador de San Juan, José Luis Gioja, impuso al misionero Ra-món Puerta como presidente provisional de la cámara, lo que lo convertía en virtual vicepresidente de la Nación. Las acusacio-nes de golpismo por parte de la UCR no hicieron mella y en un hecho inédito, la oposición ocupó la línea de sucesión. El fantasma de la conspiración atravesó un sinfín de versiones y elucubraciones. Mientras el sol abrasante de diciembre resplandecía en la cúpula del Congreso, en el conurbano bonaerense el calor co-menzaba a exacerbar la molestia. Sin tra-bajo, sin comida, ni esperanzas, las clases populares dijeron “basta”. Los saqueos comenzaron en General San Martín, Ave-llaneda, Merlo, Quilmes y Berazategui. No tardaron en sumarse las ciudades más grandes del interior del país. La entrega de bolsones de alimentos por parte del Gobierno no lograba contener la deman-da. Arreciaba la represión policial que de-jaría un trágico registro de 38 muertos en todo el país. En la Capital Federal, la Plaza de Mayo se convirtió en la vidriera del caos. La decla-ración del estado de sitio no fue más que otro desatino de un gobierno impotente, la última cachetada a una población que reclamaba al son de un tamborileo, como en el preludio de una ejecución, con el

reclamo de trabajo y justicia social, que parecían no ser escuchadas por la Casa Rosada, dado el empeño en recortar el gasto público a fin de sanear el déficit y pagar los intereses de la deuda externa, de acuerdo a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). To-das las recetas del Gobierno sólo sirvieron para agravar la enfermedad.El resultado de las elecciones legislativas de octubre de 2001 fue la última adverten-cia para la administración de De la Rúa. La Alianza sólo ganó en cinco provincias y, pa-radójicamente, en la Capital Federal, hogar de un electorado que tan sólo dos meses más tarde saldría a las calles a reclamar “que se vayan todos”, bajo el estruendo de las cacerolas. A partir del 10 de diciembre de ese año, el gobierno convivió con un Congreso absolutamente opositor.El mensaje de las urnas era contunden-te: cambiar el rumbo económico del país.

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golpe seco de las cacerolas.El enojo ya no le apuntaba sólo al Go-bierno, sino a toda la clase política. En los pasillos del Congreso recuerdan que cualquier persona que osara salir del edi-ficio era recibida con insultos, huevazos y agresiones. Los manifestantes incluso ensuciaban con materia fecal las manijas de los autos estacionados en las entradas del Parlamento. En el interior, diputados y senadores comenzaron a votar proyectos a toda velocidad, casi sin debate, con el fin de mostrar que se intentaba responder a las demandas sociales. Entre esas inicia-tivas, figuraba el recorte de las facultades delegadas por el Congreso (los famosos superpoderes) en el ministro de Econo-mía, Domingo Cavallo, que se convirtió en el blanco de todos los discursos. La noche del 19 de diciembre, Cavallo se enteró por los noticieros y los cables de agencia de su renuncia. Y es que la salida del ministro fue anunciada a los medios incluso antes de que el mismo De la Rúa la firmara. Ante la noticia, la Plaza de Mayo festejaba, pero no se conformaba: el Pre-sidente también debía irse. Acorralado, el 20 de diciembre De la Rúa manoteó la posibilidad de un gobierno de coalición. Convocó a todos los parti-dos con “responsabilidad de gobierno” a “acordar con el Poder Ejecutivo” los pa-sos a seguir y remarcó que era “necesaria” una “pronta respuesta del justicialismo”. La respuesta no tardó en llegar. En el Sa-lón de los Pasos Perdidos del Congreso, frente a un numeroso grupo de periodis-tas, el presidente del bloque de diputados del PJ, Humberto Roggero, sentenció: “El peronismo va a seguir ejerciendo el rol de oposición y no va a participar de ningún cogobierno”.Con todo su gabinete renunciado, sin nin-gún tipo de apoyo político ni presupuesto aprobado, De la Rúa no tuvo más opción que enviar su renuncia al Congreso. De-rrotado, se disponía a retirarse de la Casa de Gobierno cuando le advirtieron que la seguridad para su salida por tierra no es-taba garantizada. La imagen del helicóp-tero partiendo de la terraza de la Rosada hacia la quinta de Olivos fue la postal que

inmortalizó el derrumbe.

El regreso del justicialismo

El presidente provisional del Senado, Ra-món Puerta, se encontró en el ejercicio del Poder Ejecutivo. Si bien algunos de los gobernadores justicialistas reclamaban una convocatoria a elecciones lo más rápido posible (el cordobés José Manuel de la Sota y el santacruceño Néstor Kirchner, entre ellos), el misionero les comunicó que no se quedaría más allá de uno o dos días en la Presidencia. Ya tenía decidido de ante-mano dar un paso al costado y apegarse al límite legal de 48 horas para convocar a la Asamblea Legislativa que debería designar a un presidente. Debido a la controversia que generó su nombramiento en la línea de sucesión, el senador temía quedar atra-pado en posibles conspiraciones.El sábado 22 de diciembre por la noche, los diputados y senadores se reunieron en Asamblea con tres temas a tratar: la acepta-ción de la renuncia de De la Rúa, la desig-nación del gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, como presidente, y la con-vocatoria a elecciones para el 3 de marzo de 2002. Estos últimos dos puntos de la agenda habían sido fijados y acordados con

anterioridad por el PJ. Los esfuerzos del ti-tular de la Cámara baja, Eduardo Camaño, para impulsar la candidatura de Duhalde no habían prosperado, en parte, debido al visto bueno del bonaerense Carlos Ruc-kauf para la postulación del puntano, que finalmente fue elegido con 169 votos a fa-vor y 138 en contra.Rodríguez Saá asumió el 23 de diciembre y en su primer discurso oficial sorpren-dió con el anuncio de la suspensión del pago de la deuda externa. El flamante presidente prometió además un plan de empleo con el que se crearían “un millón de puestos de trabajo” y fijar un tope de 3.000 pesos para los sueldos de los fun-cionarios públicos. Si bien las medidas fueron bien recibidas en su momento, el nuevo Gobierno debió enfrentar nuevas protestas cuando informó que el ex in-tendente de la Ciudad de Buenos Aires Carlos Grosso, con numerosas denuncias de corrupción en su haber, había sido nombrado asesor. Para los manifestantes, esto era “más de lo mismo”.Además, el puntano lidiaba con los rece-los que su presidencia despertaba en el interior del PJ, donde se empezaba a sos-pechar que tenía intenciones de quedar-se en el cargo más allá del límite prefija-

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A 10 años del estallido

do. Y es que Rodríguez Saá intentó aceitar los contactos con las Madres de Plaza de Mayo y con la CGT encabezada por Rodol-fo Daer, luego de haber sumado el apoyo del líder camionero Hugo Moyano. Esos movimientos fueron interpretados por los gobernadores del PJ como un intento de construir una base de poder que le per-mitiera, llegado el momento, exceder el plazo acordado y atornillarse a la Presi-dencia hasta 2003. Duhalde, De la Sota y Kirchner, entre otros, comenzaron a criti-carlo públicamente.

Con las protestas que no daban tregua y los desplantes de gran parte del justi-cialismo, Rodríguez Saá convocó a una cumbre de gobernadores en la residencia presidencial de Chapadmalal para calmar los ánimos y buscar una solución a la cri-sis política. Del cónclave participaron el bonaerense Carlos Ruckauf, el salteño Juan Carlos Romero, el formoseño Gildo Insfrán y el riojano Ángel Maza. Todos los demás pegaron el faltazo. El PJ le había soltado la mano al presidente. La noche del domingo 30 de diciembre de 2001, Rodríguez Saá anunció su renuncia

por cadena nacional. Otro presidente se iba, mientras el año nuevo se acercaba con un signo de interrogación al frente.

“Yo no vuelvo”

El 30 de diciembre por la tarde, mien-tras Rodríguez Saá viajaba en el avión presidencial hacia San Luis, donde daría su discurso de renuncia, los legisladores comenzaron a buscar a Puerta para que volviera a ejercer el Poder Ejecutivo, en su calidad de presidente provisional del

Senado y titular de la Asamblea Legislati-va. Sin embargo, el misionero no aparecía por ningún lado. Un senador justicialista recuerda, una década después, en diálogo con El Cruce, aquellas horas. Según relató, levantó el teléfono de su oficina y llamó al celular de Puerta:-Hola, Ramón. ¿Dónde estás?-Me estoy yendo... no estoy.-¿Cómo? ¿Dónde estás? Dejate de joder. Tenés que venir para acá. Alguien tiene que hacerse cargo de esto.-No, yo no vuelvo.Días después, el misionero contó ante

todo del Senado (en la sesión del 4 de enero de 2002) que en aquel momento se encontraba en Apóstoles, su pueblo. Otras versiones lo ubican en Uruguay.El Estado se encontraba en una situación de acefalía inédita en su historia: el presi-dente electo, su vice, el designado por el Parlamento, y el titular del Senado, habían abandonado sus cargos. Con Puerta fuera de escena, el ejercicio del Ejecutivo y la facultad de reunir al Congreso para elegir jefe de Estado recaía en Eduardo Camaño, titular de la Cámara de Diputados y hom-bre del riñón duhaldista fogueado en el Conurbano bonaerense. Sin embargo, durante algunas horas la Ar-gentina no tuvo presidente.

El año nuevo de Camaño

Apenas amanecía ese 31 de diciembre cuando los periodistas comenzaron a ha-cerle preguntas a Camaño, que todavía no tenía respuestas. No se atrevía a dar por sentado que se haría cargo de la situación sin antes hablar con otros dirigentes para recibir indicaciones.Duhalde y Puerta lo anoticiaron de que había llegado su momento. Le advirtieron que Carlos Menem, rival interno de su pa-drino político, tenía chances de regresar al poder. El ex presidente todavía conser-vaba influencias en los resortes del Estado o, al menos, en los dos que quedaban: el Congreso y la Corte Suprema, presidida por Julio Nazareno. “Si vos no agarrás, asume Nazareno”, fue la advertencia que escuchó el diputado del otro lado del teléfono para termi-nar de entender que el máximo tribunal aguardaba pacientemente a que la diri-gencia política fracasara para alzarse so-bre la Casa Rosada y servirla al retorno del menemismo. Pero quedaba una traba para Camaño: la renuncia de Rodríguez Saá todavía no había llegado. Iba a ser un lunes muy largo.Las protestas no habían menguado y el país continuaba a la deriva. Era imperioso que alguien asumiera el Ejecutivo lo antes posible y convocara a la Asamblea Legis-lativa. Pero antes de que Camaño pudiera

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Claudicación ante el neoliberalismoPor Atilio Borón

El fenómeno del kirchnerismo y las innovaciones que llevó adelante, como la re-novación de la Corte Suprema y la quita de los bonos de la deuda externa, tal vez no hubieran sido posible de no mediar el recuerdo de la movilización del 19 y 20 de diciembre.Si bien fue decisivo el proceso de descomposición de la Alianza que se inició con la renuncia de “Chacho” Álvarez, el gobierno de Fernando de la Rúa se debili-tó, principalmente, a causa de la adopción de un esquema de política económica neoliberal que le restó las simpatías que había recibido en las elecciones de 1999. Un ejemplo fue el corralito y otro la designación de Ricardo López Murphy como ministro de Economía, con un criterio empresarial ante el que la gente reaccionó como se esperaba.Frente a esa realidad, se desencadenaron las movilizaciones del 19 y 20 de di-ciembre. Si bien los saqueos comenzaron antes en el conurbano bonaerense y en el interior del país, el tiro de gracia fueron esas manifestaciones, que tuvieron como epicentro la Ciudad de Buenos Aires, pero se desarrollaron como expresión de un malestar generalizado.Es cierto que el justicialismo jugó un papel importante y que su fuerte presencia en el Congreso fue un factor que influyó en este proceso traumático, pero estuvo lejos de ser lo que precipitó las cosas. De hecho, la gravedad de la crisis política fue tal que hubo tres justicialistas en la línea de sucesión y ninguno se quedó más de un par de días. Fue la torpeza en el manejo político, lo que hizo que De la Rúa no se diera cuen-ta de la gravedad de la situación social y económica. La claudicación ante el neoliberalismo terminó de destruir de las posibilidades del gobierno.

llegar siquiera a la puerta de la Casa Rosa-da -según fuentes de su entorno- la jueza electoral María Servini de Cubría lo atajó: “Si asume antes de que llegue la renuncia de Rodríguez Saá, lo voy a tener que me-ter preso”.Pasadas las 17, una vez presentada la re-nuncia de Rodríguez Saá, Camaño prestó juramento ante el escribano general de la Presidencia, Natalio Etchegaray. Con los votos garantizados para Duhalde, el presidente de Diputados en ejercicio del Ejecutivo dejó convocada a la Asamblea Legislativa.

El último llamado de la crisis

El 1 de enero, con 262 votos a favor y 21 en contra, la Asamblea Legislativa eligió a Eduardo Duhalde como nuevo Presidente. El Congreso acordó que no se convocaran a elecciones anticipadas y que el ex gober-nador bonaerense concluyera el mandato de De la Rúa. Al día siguiente, en una cere-monia corta y sin discursos realizada en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, Du-halde prestó juramento. En aquella jornada se destacó la ausencia de Menem, quien jamás superó su rivalidad con el bonae-rense, y la presencia del ex presidente Raúl Alfonsín. Los votos del radicalismo, ese día, sumaron para el candidato justicialista.El 2 de enero de 2002, Duhalde asistió al Congreso para dar su discurso de aper-tura del año. Unas 14 mil personas se concentraron frente a la casa legislativa con carteles que exhibían leyendas como “Banqueros chorros, devuelvan la plata del pueblo” y “El trabajo dignifica, la es-peculación nos mata”. Ante los diputados y senadores nacionales, el flamante pre-sidente admitió que la situación del país era crítica. “La Argentina está quebrada”, soltó Duhalde, al tiempo que admitió que no había “un peso para afrontar las obli-gaciones de salarios, jubilaciones y medio aguinaldo del Estado Nacional”. Allí, anunció el fin de la paridad 1 a 1 con el dólar, al señalar que “la propia esen-cia de este modelo perverso terminó con la convertibilidad”. Sin embargo, aseguró

a los afectados por el “corralito” que no iban a ser “víctimas del sistema financie-ro” y realizó la promesa incumplida más recordada de la historia reciente: “El que depositó dólares recibirá dólares, el que depositó pesos recibirá pesos”.

Ocho cacerolazos masivos, 38 muertos, y las ruinas de un modelo económico que carcomió la estructura social del país fue el saldo que dejó la crisis más desastrosa desde el restablecimiento de la democra-cia. La Argentina había tocado fondo.

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A 10 años del estallido

LA REPRESION PROVOCO 38 MUERTES

La sangre derramada

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La represión ordenada desde el Estado y la ejecutada por

personal de seguridad y comerciantes dejó un saldo trágico

en los días del estallido. La mayor cantidad de víctimas se

dio en la Ciudad de Buenos Aires y en Santa Fe. Sólo dos de

los casos fueron esclarecidos, con condenas a los responsables.

Uno ya tiene fecha de juicio y el resto espera el lento tránsito

de los tribunales.

El clima de tensión se palpaba en el aire de esos días sofocantes de diciembre. La temperatura en la calle venía en alza des-de hace tiempo, con un intenso ardor que se reflejaba en cada movilización, cada protesta social y cada lucha popular des-parramada por todo el país. El ambiente estaba caldeado en aquellas últimas se-manas de 2001, pero casi nadie imaginó que los vientos de pueblada tomarían tin-tes de rebelión, marcando a sangre y fue-go algunas de las páginas más resonantes

Por Nicolás Sagaian

del libro grande de la historia argentina.El levantamiento general -espontáneo y no- de columnas poco organizadas, col-madas de jóvenes, mujeres, militantes, desocupados, empleados, familias, ancia-nos y chicos fue impresionante. La saña y la represión de las fuerzas de seguridad, también. Antes y después del decreto 1682/01, que implantaba el estado de sitio en todo el territorio nacional, el accionar de la Policía Federal y la Gendarmería fue brutal, sanguinario, indiscriminado, ilegal y

coordinado. El saldo final y difuso de esas jornadas arrojó miles de detenidos, innu-merable cantidad de heridos y una cifra tan categórica como inolvidable: 38 muertos.

Vía libre para tirar

Sin dudas hubo un plan, hubo organiza-ción y hubo orden para salir a matar. Esa conclusión sostenida a las pocas horas de los hechos por la jueza María Servini de Cubría se fue confirmando con el tiempo, aunque todavía quedan hechos por des-enmascarar ante la Justicia. El caso del humilde albañil Juan Alberto Delgado (28) puede dar cuenta de ello:19 de diciembre. 16.55 horas. Lugar: Pasco y Necochea, la esquina de Rosario donde se levantaba el supermercado Meridian. Hacia allí comenzaron a acercarse lenta-mente los vecinos, porque alguien en el barrio “había corrido la bola” de que re-partirían bolsones de comida a cinco pe-sos. Tranquilo, a un costado, Juan se en-contraba parado porque las entregas, en general, se las hacían a las mujeres. Pero

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el tiempo pasaba y no sucedía nada. Había un extraño tufillo allí. Como si estuviese escrito, el mal augurio se confirmó. Estaba en marcha una em-boscada: llegó un camión, pero no traía comida, sólo policías. De inmediato, apa-recieron seis patrulleros disparando para todos lados. En la estampida, Delgado re-cibió el impacto de balas de goma y cayó herido. Por si fuera poco, lo remataron en el piso, con una Itaka, a menos de un metro de distancia. “Seis perdigones se le incrustaron en el cuerpo”, informaron los médicos, después de la necropsia.Los movimientos de los grupos de tareas parecían estudiados en un pizarrón. Como para demostrar que no hubo imprevisión, en Villa Gobernador Gálvez la estrategia policial fue muy similar, casi calcada. Lo puede contar Mónica Cabrera, amiga y testigo principal del crimen de Graciela Acosta (35), que vio perfectamente cómo el sargento Luis Armando Quiroz aprove-chó el tumulto de personas, a metros del supermercado La Gallega, para disparar, rodilla en tierra, con una precisión homi-

cida. “Ella estaba conmigo buscando a sus hijos que andaban entre la gente, hasta que empezaron los disparos. Ahí no más de su departamento cayó, mirando al nor-te, con un agujero en el pecho, mientras le brotaban chorros de sangre”, recuerda, en diálogo con El Cruce, su compañera del Movimiento Territorial Liberación. La bala 9 milímetros, veloz, encontró un orificio de salida. Por esas cosas de la vida quedó en manos de Cabrera, cuando intentaba sostenerla por la espalda en uno de los pasillos del barrio.En esas jornadas trágicas, en Santa Fe fallecieron también Walter Campos (17), Rubén Pereyra (20), Ricardo Villalba (16), Yanina García (18), Miguel Pacini (15) y Claudio “Pocho” Lepratti (35). Esa provin-cia, por entonces conducida por Carlos Reutemann, fue uno de los territorios don-de más muertes ocurrieron, después de la Ciudad de Buenos Aires, donde perdieron su vida 18 personas: Alberto Márquez (57), Diego Ávila (24), Hernán Flores (15), Gus-tavo Daniel Benedetto (23), Rubén Aredes (24), Damián Ramírez (14), Ariel Maximi-

liano Salas (30), Pablo Guías (23), Víctor Enríquez (21), Carlos Manuel Spinelli (25), Sandra Ríos (19), Cristian Legembre (20), Agustín Gramajo (19), Mariela Rosales (28), Carlos Almirón (24), José Vega (19), Diego Lamagna (26) y Gastón Marcelo Riva (30). Uno a uno fueron engrosando una lista que en los primeros días no se creyó tan numerosa.Entre esas muertes, la de Riva se recuer-da como una de las primeras en territo-rio porteño. El motoquero, a bordo de su Honda CG 125, formó parte de aquella reconocida “caballería de los manifes-tantes”. En el centro, durante un tramo importante de la tarde, él y otras motos guapearon contra la Policía, a cara pela-da, en la extendida batalla que se libró entre el Congreso y la Plaza de Mayo. La formación, dividida en flancos, dio todo para resistir la represión: aceleró, pisó el freno, abrió brechas, trasladó ciudadanos y hasta guió a los manifestantes para ocu-par la calle con cuidado. “Vamos, vamos”; “Guarda”, “Por ahí, sí”; “Por ahí, no”, eran algunos de los gritos que repicaban al

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aire. Pero, en uno de esos intensos viajes, mientras circulaba por Avenida de Mayo, con Daniel Guggini de copiloto, Riva reci-bió un tiro en el corazón. “Lo mataron a la altura de Tacuarí. Lo vi en la tele y lo reco-nocí por su contextura física y su remera… pero no le podía ver la cara, entonces no lo quería creer”, comentó su esposa, María Mercedes Arena. La mujer recién lo vol-vió a encontrar en la morgue del Hospital Argerich, cuando caía la noche. Para ese entonces, en el libro de guardia desde hacía horas rezaba que, tras las tareas de resucitación, Marcelo había “fallecido a las 16.30”, justamente, mientras los noticieros pasaban su imagen por la televisión.

Detrás del argentinazo

Detrás de las postales desparramadas por el “Argentinazo” descansan infinitas his-torias de vida. Entrecruzadas en un terre-no áspero, cubierto con piedras, gases y palazos, esas estampas, a su manera, con-fluyen, algunas por extraña casualidad, otras por mera coincidencia contextual. El caso de hombres que habían salido a luchar contra el neoliberalismo expulsivo del gobierno de Fernando de la Rúa, se mezcla con el de quienes no tenían otra idea que seguir los hechos por radio o TV. O el caso de quienes todavía mantenían un trabajo, se cruza con el de aquellos que no tenían nada.En Corrientes, prácticamente no hubo ma-nifestaciones el 19 y el 20 después de la masacre del Puente Belgrano, en la que habían muerto Mauro Ojeda y Francisco Escobar a principio de esa semana. El cli-ma en la ciudad era de tensión y, como no podía ser de otra manera, fue igual en el humilde Barrio Nuevo, conglomerado de casitas habitadas por numerosas familias de bajos recursos.A metros de su “rancho”, en la esquina de la peatonal Ramos Mejía, Ramón Alberto Arapí (22) estaba charlando y tomando te-reré con uno de sus ocho hermanos, Cris-tian Alexis, y dos amigos. Eran las tres de la mañana y no había noticias de saqueos a comercios ni a supermercados. Estaba todo tranquilo. Sin embargo, algo cambió

de un momento a otro “cuando asomó la Policía que andaba como loca”, le cuenta a El Cruce, Norma Arapí, la hermana de Ramón. “La Ford F-100 bordó de la Comisaría 13° (sin patente ni leyendas identificatorias) entró al barrio. De la camioneta bajaron tres policías con chalecos antibala, como para hacer una razzia, pero estaban des-controlados”, señaló. Asustados por la situación, Ramón y Cristian corrieron. Cristian escapó. Ramón se escondió en el jardín de una vecina, detrás de un muro. Dos de los policías lo vieron, lo obligaron a pararse, el más alto lo golpeó y el otro, “bajito, retacón”, identificado como el cabo Juan Vallejos, lo remató a 60 cen-tímetros de dos disparos. Uno de ellos le entró por el pecho y le salió por la espal-da. Las dos vainas quedaron servidas en el lugar y luego fueron encontradas.El flaco, como lo llamaban, era un tipo

tranquilo. Trabajaba como “changarín municipal” y era beneficiario de un Plan Trabajar, comenta Norma. “Era laburante, familiero y siempre tenía una mano para ofrecer y otra para ayudar a quien lo ne-cesite”, detalla. Como tantos otros, Arapí sufrió la saña de la Policía en los barrios de la periferia. La represión fue mucho más dura contra los pobres.Juan Delgado vivía en esa condición, se las rebuscaba. Era albañil y, cuando la cosa andaba mal, cartoneaba para sobrevivir. Ya “estaba afuera” de esos “vicios” que lo habían arrastrado hasta distintas comisa-rías de joven; esos que quedaron estam-pados como “antecedentes”, usados el 19 de diciembre de 2001, como justificativo del accionar policial (robos, hurtos y des-acato a la autoridad). “Hacía de todo para darles lo mejor a sus tres hijos, dos nenas y un varón”, recordó su hermana mayor, Catalina, ya sin temor de ser amenazada

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por hablar de Juan pidiendo “justicia”.Las intimidaciones y los aprietes se trans-formaron una constante durante los pri-meros años para los familiares de los caí-dos. No para todos, pero sí para la gran mayoría. Por eso, no sorprendió que a Ale-jandra Echeve-rría, hermana de Graciela Acosta –caída en villa Go-bernador Gál-vez- la llama-ran para decirle que se “deje de joder” con eso de internar descubrir “la verdad” porque en el medio estaba la policía. En principio temió por sus sobrinos –admi-te-, pero después lo vivió como “una típi-ca estrategia de desgaste”.“Mal que bien los pibes siempre estu-vieron a resguardo”, dice. Hasta hace un tiempo, algunos de ellos vivían con Mó-

nica, amiga de Graciela, que los crió hasta que la rotura del lazo se hizo insosteni-ble. La testigo principal del caso conoció a Graciela dentro del MTL, movimiento del Partido Comunista, que trabajaba en el predio del Fondo Nacional de la Vivienda donde vivían. Las dos, solas, cabezas de familia, encontraron ahí la posibilidad de sobrevivir de manera colectiva.“Hasta último minuto de su vida, la Negra se ocupó proteger bajo su ala a sus pibes. De hecho murió así”, sostiene Mónica. Hoy, de los siete, el más grande, Rubén tiene 26 años; vive en Empalme y anda con un carrito con el que sale a cirujear. José y Marcelo formaron familias y se quedaron en Gobernador Gálvez. César es el más complicado. Dejó el grupo familiar y deci-dió vivir en la calle, en el Parque a la Ban-dera, en diagonal al Monumento, donde todos lo conocen por “Josecito”. “No fue fácil para él, como para los demás, per-der a su madre, que era el sostén de la familia. Como lo hacen Carla y Katriel –los más chicos-, cada uno lo va asimilando a su manera”, evalúa Alejandra.La esposa de Gastón Riva, lo sobrelleva. Pese a todo, se muestra entera y habla con voz firme, aunque reconoce que al cumplirse diez años de la muerte de su marido “todo se hace muy difícil”. Como en las “viejas épocas”, cuando las heridas estaban abiertas, quizá le cueste comer y dormir, pero cuando lo recuerda, se le llenan los ojos de un brillo especial: “Era un tipo muy dado. Para los que quería, se

brindaba sin pensarlo. Para que en esos tiempos difíciles no nos faltara nada tra-bajaba de mensajero hasta media tarde y después hacía repartos para una pizzería a la noche”. Prácticamente laburaba 16 horas, con un descanso en el medio, para llegar siempre lúcido a su casa, en el ba-rrio de Flores.Fue mucho antes de ese recreo, en uno de

últimos sus encargos, cuando entregó un sobre por la zona de Diagonal y 9 de Julio. “Ahí se encontró con la manifestación y se sumó porque en el fondo tenía idea de hacer algo. De hecho, la noche anterior, durante la cena había dicho que teníamos que salir a hacer un poco de ruido”, relata María. Masticando la bronca de todo un país, el joven, robusto, hincha de Boca, con su bolso lleno de papeles, se lanzó a la calle sin pensarlo demasiado. Como en cada viaje de reparto, puso el cuerpo y se jugó la vida, a bordo de su Honda CG 125, esa que le hacía compañía cuando no podía compartir tiempo con sus hijos, Camila, Agustina y Matías.La aceleró a fondo y encaró para el lado de Plaza de Mayo. Recorrió casi 50 me-tros. En ese momento, Gastón no había advertido a ese grupito de cuatro policías de camisa blanca y gorra, parados a un costado, con el arma desenfundada, dis-puestos a disparar a mansalva.

La Justicia en deuda

La reconstrucción de los hechos otorga múltiples pruebas para esclarecer la ver-dad. Pero, hoy, a diez años de una de las represiones más feroces que se hayan visto en el país, son la excepción los ca-sos que tienen sentencia firme e impu-taciones para los responsables materiales y cómplices. En Santa Fe, el único policía condenado que aún permanece detenido es el sargento Luis Quiroz. El autor ma-

terial del crimen de Graciela Acosta, en 2007 fue condenado a 11 años de prisión, luego que el Tribunal de Alzada hiciera lugar al fallo de la Cámara de Apelacio-nes de Rosario que revocó la absolución dictada por del Juez de Sentencia Ernesto Genesio por “falta de pruebas”.El asesino de Claudio “Pocho” Lepratti está libre. Luego de cumplir dos tercios de su

Ella estaba conmigo buscando a sus hijos que andaban

entre la gente, hasta que empezaron los disparos. Ahí nomás

cayó, mirando al norte, con un agujero en el pecho.

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condena a 14 años de prisión, el integran-te del Comando Radioeléctrico de Arroyo Seco Esteban Velázquez, ya trabaja como auxiliar en la Escuela José María Serrano y por la noche atiende un carrito de comidas rápidas, que “guarda en la comisaría local, beneficio del que no gozan otros presos que cumplen salidas laborales o libertad condicional”, según de-nunciaron desde la Casa de Dere-chos Humanos de Santa Fe. Por si fuera poco, los cinco policías que iban en el móvil 2270 junto a Ve-lázquez - Marcelo Arrúa, Rubén Pérez, Roberto de la Torre, Daniel Braza y Carlos Alberto de Souza- en abril pasado fueron absueltos por la Sala II de la Cámara de Apelaciones por el beneficio de la duda.Mientras, permanecen impunes los crí-menes de las otras seis víctimas de esa provincia: Juan Delgado, Yanina García, Walter Campos, Rubén Pereyra, Miguel Pacini y Ricardo Villalba. “Con todo esto, de la Justicia santafecina no esperamos nada. Llegamos a otro aniversario sin que nuestro reclamo se haya atendido. Tiene que haber justicia para todos los asesina-dos en 2001”, señala Catalina, la herma-na de Juan con un dejo de desesperanza, aunque sin bajar los brazos.Pasa el tiempo y no pasa nada. La causa de Ramón Arapí está trabada en la Cámara Criminal II, tras innumerable cantidad de idas y venidas. En 2009, el proceso oral y público que juzgaba al agente de la Co-misaría 13° Juan Vallejos por homicidio y a los policías Juan Carlos Díaz, Esteban Blanco, Ramón Leiva, Alberto Alfonzo y Raúl Piris por encubrimiento calificado fue anulado y remitido nuevamente al Juzgado de Instrucción N° 1 por un pedido del fiscal Gustavo Schmitt, quien solicitó volver a “foja cero” porque existía abierta una investigación encarada por la defensa de los policías, a raíz de un supuesto falso testimonio de Marcelo Arapí, hermano de la víctima. Con ese recurso se pretendió invalidar una de las pruebas significativas del caso. Luego de reclamos judiciales y marchas, ahora, a más dos años de esas instancias, la jueza Norma Agraso le puso

final a la etapa investigativa y procesó nuevamente a los imputados.Los familiares están a la espera. “Si bien es cierto que la causa está elevada nueva-mente y esto genera expectativa, no sir-ve lo suficiente para mitigar el dolor que significa la pérdida de alguien querido,

asesinado con la complicidad del Estado provincial que nunca colaboró en nada”, advierte la hermana del correntino asesi-nado en el Barrio Nuevo, a metros de su hogar.Los procesos son así, muy lentos. La Jus-ticia Federal recién hace poco más de un mes, a través del Tribunal Oral N° 6, fijó para el 11 de junio de 2012 el comienzo del primer juicio por la sangrienta repre-sión en la Ciudad de Buenos Aires. Esa fecha se sentarán en el banquillo Carlos José López, Eugenio Figueroa, Roberto Juárez y Orlando Oliverio, cuatro oficiales de Asuntos Internos de la Policía Federal, imputados por la muerte de Alberto Már-

quez, militante del Partido Justicialista de San Martín que cayó abatido de un dispa-ro en la plazoleta de Cerrito y Sarmiento.Esto abre la puerta para elevar a juicio oral también, las causas de Gastón Riva, Petete Almirón, Diego Lamagna y Gusta-vo Benedetto. En este último caso, el ex

mayor del Ejército Jorge Varando estuvo a punto de ser enjuiciado en 2007 por ho-micidio agravado, pero luego se le cam-bió la calificación por “abuso de armas”. Ahora, las causas por esas cinco muertes fueron unificadas pero la investigación aún no se cerró.Algo parecido ocurre en otros trece casos: uno de Ciudad Oculta, los otros del Gran Buenos Aires (ver recuadro). En su mayoría se produjeron en situación de presuntos saqueos. Cinco de esos casos no prospe-raron por falta de datos. En el resto, hay diez imputados, tres de ellos con conde-na. A diez años, la espera y el pedido de justicia continúa vigente.

Los policías lo vieron, lo obligaron a pararse,

el más alto lo golpeó y el otro, bajito, retacón,

lo remató a 60 centímetros de dos disparos.

Víctimas suburbanasDiego Ávila: asesinado de un tiro en la cabeza en el supermercado “Family” de Villa Fiorito. El dueño del local, Kuin Lein Gain, estaba armado. Algunos testigos aseguran que disparó. Sin embargo, el fiscal Daniel Gualtieri, de la UFI 2, sobreseyó al comerciante en mayo de 2002.

Hernán Flores: Había llegado al mercado Angelito, negocio de su tío donde trabajaba de repositor, Lo mató un balazo anónimo, después de un tiroteo. La Fiscalía 3 de Morón imputó por los delitos de “homicidio simple y robo agravado en poblado y en banda” a Mario Choke, Ángel Guardia y Claudio Castro. Estaba el pedido de elevación a juicio y .Sin más datos.

Rubén Aredes: Recibió cuatro tiros por la espalda en una protesta en Ciudad Oculta. Como la policía de la comisaría 48 estaba reprimiendo en esa zona y no dejaba salir a nadie del barrio, Rubén se refugió en su casa hasta que los vecinos lograron romper el cerco policial. En una parada de colectivos esperó una ambulancia del SAME que la Policía nunca llamó. Finalmente un remis lo llevó hasta el Santojani donde murió a la medianoche. La familia quiso unificar su caso en la causa federal que investiga los otros cinco muertos de la Ciudad y no pudo. Los sospechosos son policías; pero nunca se encontraron pruebas fehacientes.

Damián Ramírez lo mataron por un disparo de 9 mm que le atravesó el pecho. El tribunal condenó al custodio Ber-nardo Alonso Joulie, retirado de la Prefectura, a seis años de cárcel por “homicidio en riña”. César Enrique Mauicha estuvo imputado por ambos hechos pero quedó absuelto.

Maximiliano Salas: A Salas lo mataron de un escopetazo cuando bajaba del colectivo 180. Treinta perdigones le encontraron en el cuerpo. Según el Tribunal Oral 3 de San Justo, el autor material de ese asesinato fue el “Tano” Luis Mazzi, condenado a 15 años de prisión. Pasó un tiempo en la cárcel de Campana, pero presentó un recurso de amparo en la Cámara de Casación y goza de prisión domiciliaria, “sin pulsera”, según denuncia Pablo Pimentel de la APDH de La Matanza.

Pablo Guías: Murió en un saqueo a un supermercado en San Francisco Solano víctima de un disparo. Por el hecho está imputado Nicolás Damiko por “homicidio simple”. Sin más datos.

Víctor Enríquez: Murió en la vereda del autoservicio Arca Noé del barrio Don Orione en Claypole. Por este episodio fue detenido el dueño del local Ángel Villanueva que tenía una escopeta calibre 12,70 y una pistola.

Carlos Manuel Spirelli: Lo fusilaron con armas reglamentarias desde un Gol blanco sin identificación en Pablo No-gués. La causa no prosperó por falta de datos.

Sandra Ríos: Asesinada en Avellaneda. Sin datos.

Cristian Legembre: Estaba en la puerta del supermercado Steffi de Merlo y fue asesinado por Miguel Angel Lentini, que en principio estuvo prófugo y luego se presentó ante la justicia. El Tribunal Oral N°3 lo encontró culpable de homi-cidio y le dio diez años y ocho meses de prisión. Pero le concedió la libertad hasta que la sentencia quede firme porque la defensa de Lentini apeló a la Cámara de Casación.

Agustín Gramajo: Fue baleado cuando la Policía dispersaba a los tiros un grupo que había ingresado al autoservicio “Nico” de Almirante Brown. Varios testigos afirman haber visto cómo la Policía le disparó: desde una obra en construc-ción había dos policías en las columnas. Uno de los policías disparó con balas de goma para lograr la retirada, mientras que el otro, escondido en la tercera columna, sacó el arma reglamentaria y efectuó tres o cuatro tiros. Uno de ellos le atravesó la cabeza a Gramajo, pero en la causa no hay detenidos. Según denunció al CELS Diego Ismael Tauil, abogado patrocinante de la familia Gramajo, desde el 19 de diciembre de 2001 hasta el 2 de enero de 2002, el fiscal interviniente no adoptó ninguna medida de investigación relevante. La causa no avanza por falta de pruebas.

Mariela Rosales: Fue asesinada en Villa Centenario, en Lomas. En la investigación está imputado el dueño del super-mercado “Hola”, Víctor Lepore, de 68 años, a quien le secuestraron un revolver y una escopeta.

José Vega: el dueño del supermercado “Oriente”, ubicado en el cruce de ruta 12 y Yepes de la localidad de Moreno, lo mató de un disparo cuando querían saquear su comercio. Condenado.

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EL FIN DE UNA ILUSION

A una década del corralito, la medida que volcó a gran parte

de la sociedad a las calles y forjó el mítico cacerolazo, El Cruce

analiza las razones económicas que derivaron en el estallido de

diciembre de 2001. Ajustes, privatizaciones y extranjerización

son la contracara de una sociedad que terminó hundida en

la pobreza, con altísimos niveles de desocupación y una

alarmante deuda externa que limitó la soberanía nacional.

Por Alejandro Giuffrida

Acorralados por la convertibilidad

Todavía faltaban 20 meses y tres días para que el 19 de diciembre de 2001 pasara a ser “el 19”. En el medio, se sucederían tres ministros de economía, piquetes y cacero-las, corralitos y saqueos. Ni siquiera había llegado el tiempo en que José Luís Machi-nea anunciara que el año 2000 se despe-diría con un “blindaje financiero” auspi-ciado por el Fondo Monetario. De hecho, todavía restaba pasar el invierno. Era otoño en Buenos Aires pero por las noches ya parecía invierno -sólo para al-gunos-. Esa mañana, a tres o cuatro cua-dras del Congreso, cinco personas mon-taron guardia frente a la Casa del Pueblo con lo único que tenían: colchones. Dor-mían allí -o simulaban que podían hacer-lo-, mientras el rumor corría ágil entre los sin techo porteños. En los días previos, el INDEC había infor-mado que entre Capital y Gran Buenos Aires había más de 3,5 millones de perso-nas bajo la línea de pobreza y, a nivel na-cional, la suma totalizaba la vergonzante cantidad de 15 millones. El 40 por ciento de la población. Para comienzos de mayo de 2000, la te-nue protesta ya llevaba casi dos semanas ininterrumpidas, acumulando presiones

políticas, pero sobre todo reclamos y col-chones. La avenida Entre Ríos desbordaba: cerca de 600 indigentes se habían sumado a la manifestación.El gobierno de Fernando de la Rúa, en un reflejo torpe (uno más), lanzó la orden de desalojar el asfalto. Y los caballos avan-zaron con el respaldo de ciertos sectores de la sociedad que todavía no habían sido financieramente acorralados. Tras la represión, quedó en el paladar cier-to gustillo profético -una especie de presa-gio- en esa polvareda policial que venía a interrumpir la metafórica siesta indigente, desplazando a los sin techo que reclama-ban -casualmente- un mero techo.

Al corral

Para la academia de la lengua castellana, la palabra corralito es el diminutivo de un “sitio cerrado y descubierto que sirve ha-bitualmente para guardar animales”... Al menos en este caso, es difícil negar que la reciente historia argentina favorece la tradición lingüística rusa (en desmedro de la corriente saussuriana) que postula la imposibilidad de comprender la magnitud y significación profunda de un término o

concepto sin situarlo en su contexto social y temporal.Cuanto menos, para esta generación rio-platense, el corralito refiere a la restric-ción para poder acceder libremente al di-nero depositado en los bancos, ya sea en plazos fijos, cuentas corrientes o cajas de ahorros, que anunció el 2 de diciembre de 2001 el ministro de Economía, Domin-go Cavallo, pocos días antes de renunciar empujado por la presión popular. “Hemos tenido que adoptar una medida transitoria de limitación a la extracción de dinero en efectivo”, oficializaba, com-pungido, el ex funcionario de la dictadura y del menemismo, por cadena nacional, despertando de la siesta a cierta clase media que encontró la respuesta en las cacerolas. La medida, según la opinión de casi todos los economistas, era inevitable, porque las corridas bancarias terminaron por de-mostrar que el charquito de reservas que tenía el Banco Central y los organismos financieros jamás iba a dar abasto para responder a la demanda de dólares que los ahorristas exigían. Se ponía así en evidencia que el siste-ma de convertibilidad estaba llegando a

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su fin, con una estructura productiva de la economía real que nada tenía que ver con la proclamada paridad cambiaria de 1 peso 1 dólar. Leal al establishment y a sus gigantes corporaciones, los voceros políticos se ocuparon de alertar sobre la proximi-dad del corralito a las grandes empresas extranjeras, quienes desde hacía sema-nas venían fugando millonarias sumas a sus casas matrices, con el ya conocido (y siempre reciclado) discurso de “remisión de utilidades”.El economista Miguel Teubal, en un ex-tenso artículo publicado recientemente por el Instituto Argentino para el Desarro-llo Económico (IADE), condensó la magni-tud del proceso de fuga de capitales en números: los depósitos en el sistema ban-cario a comienzos de 2001 eran de 87.000 millones de dólares, y para abril de 2002 habían caído a 19.400 millones.Un análisis un tanto más desagregado de esta salida de divisas durante 2001, que bien pone en evidencia el economista Eduardo Basualdo, comprueba que casi el 90 por ciento de las remesas al exte-rior correspondió a empresas, en su gran mayoría integrantes del núcleo de las 200

firmas más importantes de la Argentina.Así, los únicos animales que quedaron guardados en este sitio cerrado y des-cubierto fueron los ahorristas de la clase media, algún sector industrial sobrevi-viente y una capa de comerciantes con media suela ya sobre el precipicio.

El neo-backstage

La mecha había comenzado a consumir-se mucho antes. Desde el día cero quizá. Pero la bomba estalló definitivamente con los episodios de diciembre 2001, que in-cluyeron el asesinato de decenas de mili-tantes populares: una herida jamás sana-ble y mucho menos negociable. Concluyó allí un proceso que había inicia-do el golpe militar de 1976 al instaurar un modelo económico netamente favorable a grandes grupos económicos y agentes financieros; los mismos actores que en 1989 volvieron a tirar sus puños contra la democracia mediante un temblor econó-mico que indujo a la masiva fuga de capi-tales, seguida por devaluaciones torpes y fiebres hiperinflacionarias.Luego, el plan de ajuste estructural que el menemismo logró hacer figurar como el Arca de Noé incluyó una rigurosa dieta de privatizaciones, desregulaciones (sobre todo en el mercado laboral), endeuda-miento con organismos internacionales de crédito y la apertura desmedida a los intereses financieros mundiales. Para cuando De la Rúa huía en helicóp-tero, la desocupación alcanzaba a más de un cuarto de la sociedad; uno de cada dos argentinos estaba por debajo de la línea de pobreza; y seis de cada diez ganaban menos de 500 pesos mensuales. Concentración, extranjerización, desin-dustrialización, inequidad distributiva. Las aguas del neoliberalismo volvían al mar de la globalización y en la arena argenti-na sólo quedaron sus resabios. El proceso económico y social había tocado todos los rincones de la población, metafórica y li-teralmente. En el plano financiero, por ejemplo, cuan-do Martínez de Hoz impuso la Ley de Enti-dades Financieras en 1977 operaban en el país exactamente unas 725 entidades, de acuerdo a un relevamiento del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de

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Sin gesto patriótico

Convencido ya de que la crisis era casi inexorable, Fernando de la Rúa juntó a todos los gobernado-res y les pidió un “gesto patrióti-co”. Sí, el neoliberalismo ha sido impecable en la instrumentación de eufemismos. En este caso, el gesto escondía la firma de un pacto fiscal y el com-promiso de congelar por cinco años los gastos de sus provincias, garantizando un quiebre todavía más severo de las economías re-gionales. El acuerdo fue firmado, sin quejas, el 18 de noviembre de 2008 por 22 de los 23 mandatarios provincia-les. Sólo el gobernador santacru-ceño Néstor Kirchner evitó poner su nombre y firma, pese a las suce-sivas presiones de la Casa Rosada y el Fondo Monetario. Con el tiem-po, esta actitud recobrará sentido y se enmarcará en una destacada línea popular.

El fracaso del neoliberalismoMario Rapoport*

Para la Argentina, la crisis de 2001 parecía -a todas luces- terminal. Fue una situación traumática como nunca vivió nuestro país. El endeudamiento externo había alcanzado el 175% del Producto Bruto, había desinflación, muchísima desocupación, un nivel ínfimo de reservas monetarias, una industria paralizada, desmonetización de la economía (suplida par-cialmente por las monedas paralelas) y, desde ya, una situación social insostenible.Frente a este panorama, la salida de la conver-tibilidad era inevitable, dado que no se corres-pondía con la realidad de las reservas mone-tarias, ni tampoco con el poder adquisitivo del peso frente al dólar.Así como también fue inevitable el corralito, lo cual no implica que haya sido una buena me-dida, porque básicamente la gente vio cómo se perdían sus ahorros. Es que técnicamente era imposible que los que habían depositado dólares pudieran recibirlos, porque la econo-mía argentina no tenía ni de cerca los dólares suficientes para eso.Sin embargo, sí hubo muchos sectores, especial-mente empresas multinacionales, que retiraron anticipadamente divisas del país - advertidas de esta situación- alegando que tenían que remitir dividendos: una magnífica fuga de dólares. La crisis económica se acrecentaba todavía más por los planes de ajuste, exigidos por el Fondo Monetario y otros organismos internacionales, que incluían rebajas de salarios y jubilaciones; situación que de hecho es comparable con la cri-sis europea actual, y particularmente con Grecia.Las teorías neoliberales nos habían llevado a un panorama insostenible. El Estado se achi-caba cada vez más, así como también el con-sumo, la inversión, el empleo, provocando un espiral infernal. Fue el cierre de un ciclo, que había comenzado esencialmente en los años setenta a nivel mundial, y en el que la Argen-tina fue precursora con la dictadura militar del ‘76. Implica también el fracaso del neolibera-lismo en nuestro país, en nuestra región y en el mundo entero. Hoy, a diez años de aquella crisis, podemos ce-lebrar que la situación argentina ha cambiado radicalmente respecto de ese 2001, en contra-posición a otras naciones que continúan con profundos problemas económicos y en las que la Unión Europea se empaña por seguir aplican-do esas políticas de ajustes y endeudamiento.

* Licenciado en Economía Política, Doctor en Historia.

la Argentina (CEFID-AR), mientras que para comienzos del siglo XXI ese conglomerado se había achicado drásticamente y alcanza-ba apenas algo más de 80 entidades.La década menemista se ocupó de entre-gar a capitales privados los activos estatales más diversos. Se privatizaron desde áreas como telefonía y comunicaciones, hasta compañías aéreas, pasando por industrias petroquímicas, explotaciones de petróleo, cerca de 10.000 kilómetros de autopistas –es de decir, dos veces la ruta 40 que reco-rre de Ushuaia a la Quiaca-, ferrocarriles y otros sistemas de transporte, la distribución de gas natural, electricidad, agua, industrias del hierro y el acero, carbón, compañías del área de defensa, represas hidroeléctricas, operadoras televisivas, hoteles, puertos, si-los, hipódromos. A precio de remate, el Estado había con-seguido para fines de 1994 unos 27.000 millones de dólares mediante estas priva-tizaciones. Se suma a un endeudamiento brutal, que llevó a la Argentina a deber al exterior para fines de la década del no-venta 145.300 millones de dólares, siendo que para antes del 24 de marzo de 1976 el país adeudaba menos de 7.000 millones.Naturalmente, tremendo caudal de fondos (más el desembarco de la inversión ex-tranjera directa promovida por la libera-lización plena del flujo de capitales) sirvió para colorear los espejitos que buena par-te de la sociedad accedió a comprar. Deme dos, por favor. Ah, y un viaje a Miami no vendría nada mal.

¿Y luego qué?

Cuando el gobierno de la Alianza termi-nó de hundirse, flexibilización laboral y recorte de salarios mediante, en el país hubo voces que hasta llegaron a proponer directamente dolarizar la economía. El efímero Adolfo Rodríguez Saá declaró el default de la deuda externa y luego, a principios de 2002, Eduardo Duhalde puso fin al régimen de convertibilidad y devaluó la moneda, lo que significó una inmediata pérdida del poder adquisitivo (sí, todavía más) del sector trabajador. Al cumplirse una década de la aplicación del corralito, Domingo Cavallo (quien, además de la ingeniosa medida, también fue el que nacionalizó las deudas privadas

sino un logro político verdaderamente destacable, que plantearía –aparente-mente- un horizonte de cierta madurez social esperanzadora.En estos últimos diez años, la Argentina ha atravesado un proceso político, económico y social profundo, que estuvo y está mar-cado por las heridas y enseñanzas que el estallido de 2001 dejó en el pueblo.Las asambleas populares, las más de 200 empresas que fueron recuperadas por los trabajadores, la resistencia a los desalo-jos, el florecimiento de nuevas formas de organización política, el reconocimiento en procesos latinoamericanos, y la pro-fundización en los debates y reclamos son el balance de una década refundacional para el pueblo argentino.

Los acontecimientos del año 2001 constituyeron un momento de ruptura en la vida nacional. A partir de allí, el país cambiaría en todos sus planos. El neoliberalismo había sido aplicado en su forma más cruda durante el fin del siglo XX: 25 años de estancamiento del producto por habi-tante (1976-2001) y una tasa de desempleo que superaba los 20 puntos fueron consecuencias sobresalientes de las políticas que exigían el FMI, los organismos multilaterales de crédito y el establishment internacional de banqueros.Se sumaba a una profunda concentración económica y una desarticulación industrial, que tuvo su contrapartida en la reprimarización productiva y políticas de ajuste de variadas raigambres, pero siempre antipopulares. La crisis de proporciones significó el final de la convertibilidad y el comienzo de una transición dolorosa que duraría casi dos años, desordenada y con un di-seño de políticas que, como la pesificación asimétrica, condujeron a un empeoramiento de las condiciones distributivas mientras se transitaba una profunda recesión.El período contó con el ascenso del descontento popular, la pérdida de la hegemonía de los postulados del Consenso de Washington, y una creciente organización y movilización social. Con la presidencia de Néstor Kirchner, la Argentina comienza otra etapa cuyos rasgos son opuestos al patrón de valorización financiera que se iniciara con la dictadura terrorista de estado y explotara con la crisis y las rebeliones populares de diciembre de 2001.A partir de 2003 se desplegó un proyecto productivista en el país, con distribución progresiva del ingreso, enérgicas políticas de inclusión social y racionalidad macroeconómica. A su vez se recuperó, y esto fue la clave, el papel de la política en la economía erradicando la idea del reinado absoluto del mercado.La recuperación de las convenciones colectivas de trabajo, el pago al FMI y la autonomización respecto de sus exigencias de medidas de ajuste, la reestructuración de la deuda externa con quita inédita, la implementación de una política de administración cambiaria con tasas múl-tiples (por efecto de las retenciones), el abandono del proyecto del ALCA, marcaron un nuevo rumbo anclado en el latinoamericanismo y el paradigma del desarrollo con inclusión.Más tarde vendrían la Asignación Universal por Hijo, la reestatización de la administración de pensiones y jubilaciones, las cooperativas del plan Argentina Trabaja. El 54% de los votos obtenidos por el gobierno son el símbolo del respaldo ciudadano a una política de raíz democrática, nacional y popular. Un piso sólido para profundizar los cambios acentuando el signo del proyecto en curso.

*Economista y director del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (CEFID-AR)

al cierre de la dictadura militar y luego uno de los ejecutores del proceso de privati-zación y los planes de ajuste del imperio menemista) consideró oportuno reapare-cer en los medios de comunicación masi-va. Ya no para dar anuncios, desde ya, sino para dejar en claro que él no se arrepiente de las decisiones adoptadas en el fatídico diciembre de 2001. Simplemente, recono-ció que le faltó “inteligencia y sagacidad política” en ese momento.Que las palabras de Cavallo (fiel operador de los servicios financieros internaciona-les), así como la de tantos otros gurúes de la economía que todo el tiempo buscan desestabilizar el proceso que vive la Ar-gentina, no encuentren lugar donde hacer mella no es una casualidad del destino,

La salida: un proyecto productivistaPor Guillermo Wierzba*

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Por Horacio Raúl Campos

Remotos orígenes de una oscura ideología

En 2001 explotó la Argentina en todos los frentes: político, económico, laboral, so-cial, industrial y cultural. Producto de la sobredosis de neoliberalismo aplicado a toda la vida nacional.La aplicación de esa sombría visión de mundo se remonta en nuestro país al me-nos hasta 1975 con las medidas conocidas como ‘rodrigazo’, que fue algo así como un banco de pruebas para lo que después realizaron el cerebro de la dictadura cívico y militar, Alfredo Martínez de Hoz, y el Grupo Perriaux, proveedor de teoría al Proceso.En el caso de la Argentina, la dictadu-ra aplicó de modo sistemático lo que el almirante Isaac Rojas expresó en 1955: “Para que desaparezca el peronismo de-berán desaparecer las chimeneas”. Es de-cir, volver a ser una desventurada granja pastoril. Y si es posible, volver a la Argen-tina de 1910 o, peor todavía, a la segunda mitad del siglo XIX para tener un país ex-portador de cueros y cecina.En esa misma línea se expresaba el mi-nistro del Interior de la dictadura Albano Harguindeguy, que señaló en 1976: “El proceso de Reorganización Nacional vino para devolver a la Argentina al 3 de junio de 1943”. La derecha siempre tiene las metas muy claras. Los que no suelen tener claro el rumbo son las pequeñas burgue-sías académicas de izquierda o asalariados de clase media, oficinistas, periodistas, etc., que por lo general son pensados por otros.Respecto de lo que conocemos como neoliberalismo, los historiadores coin-

ciden en señalar que el origen teórico de esa doctrina es el libro del austríaco Federico Augusto de Hayek (1899-1992), titulado Camino de Servidumbre, escrito en 1944. Así fue como el credo neoliberal permaneció en teoría por más o menos dos décadas.El cambio lo provocó la llamada crisis de 1973, expresada en el aumento de los precios del petróleo. A partir de entonces, el neoliberalismo pasó a ganar terreno con críticas al Estado de bienestar en los países europeos que, de a poco, abando-naron el bienestar y ahora son víctimas de la extorsión financiera internacional. La ideología neoliberal no se reduce sólo a una doctrina económica. También es un modo de vida, una visión de mundo. Tirar abajo edificios históricos para hacer cue-vas de treinta metros o hacer un shopping en una escuela son algunos de los tantos efectos decadentes de esa ideología. Son sus símbolos últimos.Y en la Argentina, donde esa ideología fue llevada a la práctica hasta sus últimas consecuencias, el proceso de los noventa debe ser examinado como una fase su-perior de un ideario que se prefigura en la Argentina con el gobierno pseudopero-nista de Isabel Martínez y en aquellos an-tecedentes mencionados que se registran a partir del ’55.

Civilización o neoliberalismo

Si la civilización tiene elementos como

escuelas, derechos, trabajo registrado, libros, cultura, el neoliberalismo es todo lo contrario de eso: es la barbarie can-tada como teoría económica. Porque los difusores del neoliberalismo, que por es-tos años parecen agazapados, no se pre-sentan a sí mismo como ideólogos ni que tienen ideología. Aunque después del 23 de octubre intentan condicionar con un golpe de mercado el gobierno de Cristi-na Fernández, como ocurrió en 2003 con Néstor Kirchner.El azaroso camino del neoliberalismo en la Argentina significó prensa a favor de privatizaciones de empresas clave de la economía nacional, desregulación labo-ral, apertura de mercados, inversiones extranjeras, disciplina presupuestaria, reforma fiscal regresiva, desindustriali-zación, desguace ferroviario y apertura al flujo de capitales financieros, entre otras desgracias.Ello generó altísimas tasas de desocu-pación, nula investigación científica, fuga de cerebros, marginalidad, car-toneros (recuérdese que en 1973 en la Argentina no había cartoneros), pi-queteros, inseguridad, dependencia de la extorsión financiera internacional y hasta casi se llegó a la balcanización te-rritorial. Este cóctel explotó en el rostro de los argentinos en 2001, ocasión en que gobernaba el radicalismo, que se mostró una vez más inepto para juntar poder y para hacer frente a otros pode-res de variada índole.

Por Carlos Lamiral

Del peso fuerte a las cuasimonedasA mediados de 2001, luego de un año de ajustes y recortes de gastos a nivel nacio-nal, la desfalleciente economía argentina comenzaba a dar claras muestras de agota-miento. El 21 de julio de ese año el Senado de la provincia de Buenos Aires aprobaba una ley que, vista a una década de distan-cia, significó el primer impacto serio bajo la línea de flotación del Plan de Converti-bilidad. La norma ponía al principal estado de la Argentina en emergencia económica y administrativa y contemplaba la creación de la primera cuasimoneda de las 16 que llegaron a circular en el país: el patacón.El gobernador Carlos Ruckauf decidía de

esa manera imprimir sus propios “billetes” para pagar sueldos y proveedores, ya que de la Nación poco podía esperar. La copar-ticipación federal de impuestos era inexis-tente. El patacón se emitía en dos series y pagaba 7 por ciento anual a un año. La primera moneda paralela ponía así al des-nudo la real situación de insolvencia finan-ciera de la Argentina, escuálida de dólares producto de la fuga de capitales. Apenas un par de semanas después, el gobierno de Fernando de la Rúa, con otro acto ad-ministrativo, comenzaba a reconocer ante “los operadores del mercado” que ya no tenía dinero. El 9 de agosto sancionaba el decreto 1004 que creaba las Letras de Can-celación de Deudas Provinciales (Lecops), la moneda paralela de la Nación que ni si-quiera llegaba a representar un empréstito tomado por la Tesorería del Ministerio de Economía, porque era en rigor un crédito contra un Fondo Fiduciario administrado por el Banco Nación. La idea era tirarles esos papeles a las provincias a cambio de que estas le man-daran sus propios papeles a la Nación. O dicho de otro modo, un mecanismo para evitar que se diseminara el ejemplo del bonaerense Patacón. Las Lecops tenían prevista una emisión de 3.300 millones de pesos, pero el cálculo quedó corto. Es-timaciones privadas indican que llegaron a circular monedas paralelas al peso por más de $ 6.000 millones, lo que llegó a equivaler a la mitad del dinero circulante de la economía nacional. Pero cuando la Nación salió con sus Le-cops, ya era demasiado tarde. Quince ju-risdicciones de las 24 empezaban a emitir moneda propia. Córdoba, las Lecor; Entre Ríos, el Federal (también conocido como Bono Federal o Bofe); Corrientes, el Ce-cacor; Tucumán, el Bocade; Mendoza, el Petrom y los Petrobonos, como Chubut y Río Negro; Misiones, el Cemis; San Juan, el

Huarpes; Chaco, el Quebracho; Formosa, el Bocafor; Catamarca, Bono 4748; Tierra del Fuego, las Letras; Chubut y Río Negro; Jujuy, el patacón 1 y La Rioja, el Bocade.El descontrol monetario de la Argentina si-guió hasta diciembre de 2003, fecha en la que el programa de rescate implementado por el ex ministro de Economía Roberto Lavagna terminaba de sacar de circulación al último de los bonos y cancelaba deudas con los gobernadores. Empleados públicos de las provincias, la Nación y las univer-sidades estuvieron dos años percibiendo por el total o en parte sus salarios en cua-simonedas, bonos que circulaban mucho más rápidamente que los pesos, debido al amargo recuerdo del empréstito 9 de Julio de Alvaro Alsogaray, quien como ministro de Economía en 1962 fue el precursor de las cuasimonedas.Quienes cobraron salarios con aquellos tí-tulos perdieron, porque nunca se acepta-ron al valor nominal, sino hasta un 30 por ciento por debajo. Los bonos provinciales del 2001 al 2002 pusieron en evidencia la total y absoluta situación de insolvencia del Estado, que desencadenó en la crisis de di-ciembre. De la ilusión neoliberal de tener una de las monedas más duras del mundo, el país pasó a contar con más de una doce-na de diferentes denominaciones. Pero más allá del desorden y el caos mone-tario, lo bonos provinciales sirvieron en su momento para que no se cortara la cadena de pago a los proveedores del Estado y los empleados públicos, lo cual hubiera poten-ciado aún más la depresión económica.

La moneda que no fue

El desquicio político de la Argentina había llevado a que el ex gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, en su breve lapso como presidente –apenas una semana--designara al frente del Banco Nación a un oscuro periodista económico llamado Eduardo Espósito, quien a minutos de en-trar en el cargo anunció un programa bi-monetario. Rodríguez Saá pensaba crear una nueva moneda, el Argentino, paralela al peso convertible. La primera, evidente-mente, era devaluable, y la segunda, no. Pensaba hacer una emisión de 15.000 mi-llones de argentinos. Como tantos de sus anuncios, quedó solo en proyecto.

El viejo patacónAdemás del famoso bono implemen-tado por el gobierno de Ruckauf, el patacón fue una serie de monedas de plata emitida entre 1881 y 1883 en Ar-gentina. Entonces se acuñaron cuatro valores: 1 peso moneda nacional (25 gramos y 900 milesimos de plata), 50 centavos (12,5 gramos y 900 milesimos de plata), 20 centavos (5 gramos, 900 milesimos de plata) y 10 centavos (2,5 y 900 milesimos de plata). También se había acuñado el argentino de oro, equivalente a 5 pesos moneda nacional o 5 patacones y el ½ argentino de oro.Por ese entonces, luego del extermi-nio de pobladores originarios llevado adelante por Julio Argentino Roca y su campaña al desierto, los estancieros argumentaban que los tehuelches eran holgazanes y no servían como mano de obra. Por eso, ofrecían un patacón a cambio de cada par de orejas de los nativos. Una forma nefasta de con-tinuar con la salvaje matanza. Como reza la letra de Aoniken, del cantautor Hugo Giménez Agüero: “Pero llegaron / otros hombres / con un regalo y otra voz / para ganarse tu confianza / te su-mergieron al alcohol / después te lla-maba borracho / el mismo ser que te enseñó / al mismo tiempo que ofrecía / por tus orejas un patacón”.

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ESTRATEGIAS DE SUPERVIVIENCIA

Por Rocío Magnani

Vivir del trueque

Conseguir un turno con el odontólogo, un auto usado, dos pares de zapatos. Ir al teatro, hacer un curso de computación, inglés o portugués. En medio de la crisis del 2001 y con un país patas arriba, mi-llones de argentinos acorralados por el sistema financiero adoptaron al trueque como modo de intercambio. Los tickets circulaban en todos los tamaños y colo-res, mientras que los nodos de reunión se multiplicaban desde La Quiaca a Ushuaia. “La experiencia constituyó una fotografía muy íntima de la crisis”, evalúa a diez años del fenómeno Rubén Ravera, uno de los ideólogos de la Red Global del Trueque. Por primera vez, la actividad se volvía ma-siva, ocupaba las calles, las plazas, los clu-bes. Según el impulsor de la agrupación, “convocó más de 6 millones de personas” a principios del milenio, para sobrevivir hasta el día de hoy en un puñado de ac-tivistas. Ahora en Grecia, al igual que en otros estados europeos que hacen pagar a la población los costos de la crisis, el true-que surgió como alternativa económica. “Nadie se tomó todavía el tiempo de in-vestigar todo lo que significó el trueque para la sociedad del 2001, hablamos de unas 6 millones de personas según nues-

tros registros que de pronto se sumaban a la actividad, muchos de ellos para comer”, explica Ravera, que participa de un centro de reuniones, todos los viernes, en La Boca. La Red Global del Trueque, una de las tan-tas que funcionan en el país, fue fundada el 1º de mayo de 1995 como un laboratorio de una treintena de porteños que prescin-dieron del dinero con el objetivo de conso-lidar vínculos más fuertes del comercio lo-cal. “Siempre fue una actividad doméstica, puertas hacia adentro”, explica Ravera. Para el 2001, la profundización de la crisis en todos sus niveles empujó a torrentes de desempleados, amas de casa, gente de to-dos los estratos sociales y lugares del país, a ingresar al sistema de intercambio de bienes y servicios, ganando los espacios públicos, en un boca a boca imparable. No sólo se trataba de cambiar una remera por una docena de empanadas. El mercado se organizó en base a los créditos. “No eran una moneda en el sentido actual de la pa-labra, había más de 2500 tipos que circu-laban en un volumen de 40 millones”, es-pecifica Ravera. En San Luis, por ejemplo, se llegó a vender un terreno de 270 mil pesos con 270 mil créditos. Se calculaba por entonces que los tickets constituían la

tercer moneda en uso. Hasta las Madres de Plaza de Mayo habían abierto un nodo de intercambio. “El ingreso de prosumidores (en lugar de consumidores) modificó todo el funciona-miento de la red -explica Ravera-, hubo que acelerar algunos procedimientos, es-pecialmente en cuanto a la capacitación, porque eran tan grandes las necesidades que fuimos disminuyendo al mínimo los requisitos de participación. Los clubes de trueque habían adquirido el formato de una feria.” Luego, con la recuperación de los niveles económicos y el estableci-miento en 2003 de los planes de ayuda como el Jefes y Jefas de Hogar Desocu-pados, la población de la red de trueque disminuyó hasta volver a su conformación anterior. “Algunos medios periodísti-cos quisieron instalar que el trueque ha muerto, pero eso no es así, simplemente volvió al plano autogestivo individual y de puertas adentro”, afirma el activista. Hace pocos meses fue invitado a Grecia para contar la experiencia que también surgió allí como alternativa ante la crisis internacional de 2008 y los ajustes poste-riores. “Se produjo una fiebre del trueque tal como aquí”, evalúa. Entonces, ¿qué fue y qué es el trueque? La síntesis de Ravera es que se trató de “un experimento a cielo abierto, social y superador, que no ha sido totalmente es-clarecido por la revisión histórica”. “El pe-riodismo lo ubicó como fenómeno de su-pervivencia y en 2001 resultó así, porque era el factor que determinaba que una persona comiera o no, se vistiera o no. Pero, al mismo tiempo, el trueque persis-te de forma silenciosa en las comunida-des, es la economía humana dispuesta a dar respuestas en las horas críticas, cuan-do el resto de los resortes económicos, políticos y sociales fallan.”

Cuando faltó el dinero, la sociedad buscó sistemas ancestrales

de intercambio. Bienes y servicios pudieron llegar a los

usuarios a través de la extensión de los clubes del trueque,

surgidos a mediados de los ’90. Sus promotores estiman que,

de una manera u otra, llegaron a participar unos seis millones

de personas. Las redes continúan hoy, pero en forma mucho

más limitada

LA HERENCIA DE LOS CACEROLAZOS

Por Natalia Arenas

“La mayoría eligió un proyecto que sostenía esa demanda”

Las imágenes en-vivo-y-en-directo de los flashes informativos horrorizaban a cualquiera. El fantasma de fines de los ’80 comenzaba a merodear los pasillos de los supermercados del conurbano bo-naerense y se colaba también en el hastío insoportable de una crisis que se había desatado hace rato, pero explotó (¿o im-plotó?) el 19 de diciembre de 2001. Otra vez los saqueos.Ante un escenario colmado de incontrola-bles actores, Fernando de la Rúa anunció el estado de sitio. Y, en una clara desobe-diencia indebida, miles de personas hicie-ron exactamente lo contrario: en lugar de quedarse en sus casas, salieron a ocupar el espacio público. Los primeros clan clan clan comenzaron a resonar afuera. Otros, se les sumaron desde ventanas y balcones porteños y, en cuestión de minutos, se acoplaron a los precursores y, juntos, se apropiaron de ese ícono que es la Plaza de Mayo.La consigna era hacer ruido. Y ese baru-

Una multiplicidad de nuevos sentidos y significaciones parecía

emerger de cada repiqueteo entre cuchara y cacerola, en

diciembre de 2001. Una década después, El Cruce consultó a la

periodista y escritora María Moreno, cronista de los episodios

de aquellos días, autora de La comuna de Buenos Aires, sobre

el significado de aquella explosión y lo que queda de ella.

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llo de instrumentos varios se verbalizó, después, en el anárquico “Que se vayan todos”. Una frase que, paradójicamente, vino a romper con la literalidad. Porque, a 10 años de los cacerolazos, todavía se dis-cute el significado real de aquella exigen-cia. Mientras que por aquellos revoltosos años el pedido parecía ser la renovación de la clase política, hoy, varios personajes del pasado siguen rondando y ocupando bancas y lugares de poder. Los cacerolazos como fenómeno de mani-festación social en la Argentina quedaron allí. En ese 19 y 20 de diciembre. El fervor cacerolero multitudinario (y no exacta-mente popular) se transformó, después, en asambleas barriales. Pero lo que pa-recía ser un despertar de una clase media ahorrista a los reclamos sociales y, por qué no, a la participación política, se quedó en la queja por lo propio y el apoyo volátil a los primerísimos piquetes. Diez diciembres más para acá, la memoria nacional retiene la insoportable levedad

de un fenómeno que tuvo una intento-na de resurgimiento en 2008, en algunos barrios acomodados de Buenos Aires y provincias del interior, en defensa de los ruralistas y en contra de la famosa “125”. “Porque un Premio Nobel había dicho que el tintinear era el aplauso de las cosas, cada cual fue con su cacerola por su pe-queña Bastilla”, escribió la periodista María Moreno en su libro La comuna de Buenos Aires . Allí compila una serie de crónicas y entrevistas, algunas de ellas publicadas, por entonces, en el diario Pá-gina/12.El material fue seleccionado en 2002 pero recién se publicó este año. A pesar del significativo paso del tiempo, la autora no retocó nada y sólo se limitó a agregarle un “A 10 años”, a modo de prólogo. Allí recoge opiniones e hipótesis sobre el fu-turo de la sociedad, de personajes como Horacio González, Nicolás Casullo, María Rachid, Martín Caparrós y Diana Sacayán, entre otros, con la imprevista actualidad.

En diálogo con El Cruce, la periodista hizo un análisis de aquellos hechos. -En la elección del título de su libro hay una referencia obvia y directa a La comu-na de París: ¿Cree que los hechos de 2001 son comparables, en cuanto a su impor-tancia y trascendencia histórica, a los su-cedidos en París en el siglo XIX?-Es una comparación que hace Horacio González, pero también un juego asocia-tivo mío más inocente o perezoso, de los típicos que hace el periodismo. Pero las dos comunas- no comparo, relaciono-, creo que fueron derrotadas pero dejaron innumerables e incapitalizables huellas históricas.

-¿Qué significado le atribuyó, en el mo-mento de los hechos, a la serie de símbo-los que confluyeron y se generaron a par-tir de los cacerolazos? (desde las propias cacerolas hasta el “que se vayan todos”) ¿Cuáles les asigna hoy?

-”Que se vayan todos” combina con que “vino una” y siempre digo en broma que las cacerolas también permitían vislum-brar a Cristina en cuanto a símbolo feme-nino más erótico que doméstico.

-¿Leyó los hechos como una primera aproximación a la política y a la protes-ta social de un sector que estaba ajeno a ellas? ¿Cómo los lee hoy?-Los veo como un acontecimiento con una cantidad de herencias, no sólo la de una pérdida de la virginidad política para muchos.

-¿Cuál es su apreciación de la cobertura que le dieron los medios de comunicación a los hechos del 19 y 20 de diciembre?-La de cualquier cobertura; cada cronista leía de acuerdo a la ideología del medio en que estaba. No existe el periodismo independiente. No recuerdo crónicas ejemplares en cuanto a estilo, quizás el acontecimiento arrasa con la retórica. O la empobrece en el mero realismo.

-¿Cuál cree que es el vínculo entre los cacerolazos, la posterior formación de asambleas barriales y la proliferación de fábricas recuperadas? ¿Hubiese podido darse alguno de ellos sin los otros?-Hubiera, decía Sartre, es un verbo que no existe. De hecho los unos se dieron con los otros. La epopeya de las trabajadoras de (la empresa recuperada) Brukman fue muy sostenida por las asambleas.

-¿Con qué otra movilización o protesta social pueden compararse los cacerolazos de 2001?-No me gusta hacer profecías, ni siquiera hacia atrás.

-Uno de los slogans, por aquellos tiem-pos, fue “Que se vayan todos”. ¿Cree que la clase política pudo, en algún momento, en estos 10 años, interpretar ese pedido? ¿Y la propia sociedad?-No lo interpretó la clase política, la ma-yoría de una sociedad eligió un proyecto que sostenía esa demanda.

El primer cacerolazo latinoamericano: la génesis y la paradoja

El germen cacerolero no es ar-gentino, por mucho que nos pese. El fenómeno, en Améri-ca latina data de 1971 y tiene su origen en Chile. El primer cacerolazo, que se llamó “Mar-cha de las cacerolas vacías”, se realizó como una protesta de la derecha opositora al gobierno de Salvador Allende.Allende fue derrocado por un golpe militar en 1973 y, para-dójicamente, sus seguidores retomarían la cacerola para manifestarse en contra del dic-tador Augusto Pinochet.Hace unos meses, los chilenos volvieron a hacer sonar sus ca-cerolas, esta vez para apoyar al movimiento estudiantil.

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LA ORGANIZACION POPULAR

Emergieron en el medio de la crisis en busca de respuestas

que desde el Estado no brindaban a los ciudadanos. Diez años

después, algunas se disolvieron pero otras persisten como

centros culturales, multisectoriales o cooperativas que unen

a los actores del barrio. Más cerca de la política que de los

partidos, debaten con la misma esencia con la que se crearon:

sin jefes, en forma horizontal.

Por Carla Perelló y Marina Pandolfi

El legado de las asambleas

Como un llamado a la conciencia popular, el estallido que se expresó en los cacero-lazos del 19 y 20 de diciembre de 2001, como respuesta a la declaración del es-tado de sitio, se plasmó luego en orga-nizaciones barriales y políticas: las asam-bleas populares. Detrás de esa carta de presentación, grupos de vecinos se reen-contraron con sus orígenes. A diez años de aquel movimiento, esas organizaciones devinieron en espacios culturales, entida-des en defensa del barrio y promotoras de actividades solidarias, pero en otros casos, simplemente, se disolvieron. Las que continúan mantienen la misma es-tructura con la que se crearon: el debate horizontal. Como legado, las asambleas constituyen “el recurso que quedó insta-lado para cuando hay alguna necesidad

de organización en la sociedad”, sostiene Néstor Escudero, que integró la asamblea de Parque Avellaneda, reconvertida en la organización La Alameda.Jorge Iglesias, en diálogo con El Cruce, in-tenta rememorar cómo se conformó por esos días la asamblea de Palermo Viejo, que ya no existe: “Fue una noche en que comenzaron a sonar las cacerolas. En ese momento teníamos un bebé de menos de un año, así que agarramos el carrito junto con las ollas y cucharas y salimos a mar-char”, relata. “Comenzamos a juntarnos, a conocer las necesidades de cada uno y a ayudarnos. Fue una época en la que ha-bía actividad comunitaria y se trabajaba codo a codo”, reseña Iglesias. Los hechos se dieron en respuesta al individualismo predominante, herencia del menemismo,

que había resquebrajado los lazos socia-les e inoculó el sistema neoliberal cuanto se cruzó en su camino. Las asambleas se convirtieron en espa-cios totalmente novedosos como forma de participación social. Surgieron como cuestionamiento a la política tradicional, cuyo fracaso parecía quedar de manifies-to en los síntomas del naufragio. El “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” fue su expresión más fiel. Pero en su seno también se discutían estrategias políticas, con un sistema de democracia horizontal.Reconocidas alrededor del mundo como un “fenómeno” signado por la esponta-neidad y necesidad de la gente de orga-nizarse de alguna manera. “Es el recurso que quedó instalado”, estima el referente

de La Alameda. Desde su visión se trata de “una forma de organización que está fres-ca en el imaginario colectivo” y es por esa

razón que cada vez que el pueblo quiere manifestarse opta por la denominación y la estructura asamblearia. Tal como suce-dió con los padres y las víctimas de Cro-mañon, por ejemplo. Agustín Salvia, doctor en Sociología e in-vestigador del Conicet, sostiene que las asambleas “funcionan como grupos de intereses y de presión ante los legislado-res o los jueces, por ejemplo, para obtener una reivindicación”. Su actividad, analiza, está “más asociada al protagonismo de ciertos de vecinos, de sectores de la clase media, que a la militancia política”.Salvia explica que las agrupaciones veci-nales construyeron nuevas formas de or-ganización: “Son menos politizadas y más proclives a convertirse en grupos de in-terés y de actividades específicas a favor de los vecinos. Al mismo tiempo, no sus-citan un compromiso demasiado fuerte ya que, en 2003 cuando la economía se fue recuperando, las legitimidades se fueron dando en un espacio que no era el de la asamblea, sino el electoral o partidario”.Para Escudero, la clave para establecer la-zos fuertes con la comunidad y perdurar a lo largo de la década fue buscar un eje consistente, como el barrio, la vivienda, el trabajo, la alimentación de los sectores más desfavorecidos a través de comedo-res, ollas populares y las cooperativas. “En definitiva, los que desarrollamos un traba-jo territorial un poco más consistente so-mos los que pudimos tener continuidad”.Miguel Angrisano, de la Asamblea de Floresta, evoca el comienzo de esa orga-nización vecinal. “Estaba todo patas para arriba. Había una necesidad de empezar a operar sobre la realidad”, recuerda. Ante un Estado ausente, que no brindaba respuestas, las clases medias se solida-

rizaron con los estratos más bajos. “To-mamos en nuestras manos los asuntos” a los que los funcionarios no les presta-

ban atención, sostiene Graciela Gurvitz, integrante de la asamblea de Villa del Parque. “Era revertir lo generado en los años ’90, que habían formado ciudadanos interesado en sí mismo, encerrado en su cotidianidad”, define Iglesias.En el período entre 2002 y 2003 fueron va-rias las razones que contribuyeron a que cada asamblea determinara su futuro, continua-ra con su trabajo o se disolviera. Algunas se orientaron hacia una veta cultural, como la Es-tación de los Deseos, un espacio artístico que funciona desde 2002 en la Playa de Cargas de Caballito. “Con un grupo de artistas que parti-cipaban de la asamblea de Flores y Caballito, recuperamos uno de los galpones ferroviarios abandonados y allí construimos un espacio cultural donde hasta hoy se siguen incubando proyectos artísticos”, dice Fernando Dahini, uno de los responsables del lugar. Otras asambleas optaron por la actividad social y cooperativa. Algunas, incluso, se vieron afectadas por merma en la movi-lización popular, alentada sobre todo du-rante la presidencia provisional de Eduar-do Duhalde por efecto de la represión o el desalojo de espacios recuperados.

En algunos casos, la participación de mi-litantes de partidos de izquierda enri-queció el debate, pero en otros generó la dispersión de sectores independientes.

En el caso de Palermo Viejo, la conviven-cia con los autoconvocados fue pacífica. Sin embargo, no sucedió lo mismo en Parque Avellaneda, Floresta y Villa del Parque, entre otros, según cuentan sus protagonistas. “En nuestro caso hubo mucho rechazo. Tenían otro objetivo, que no era el de la asamblea y por eso terminaron de-jando”, cuenta Gurvitz. En consonancia, Angrisano los responsabilizó de haber hecho un “uso bastante malo de la si-tuación, quisieron digitarlo y de ahí en más se produjeron fracturas”.En los suburbios de la capital, en Villa Mi-tre, Leonardo Pinotti relata la historia de la asamblea homónima que integra. “Na-ció el 2 de febrero del 2002. Había mu-chos teóricos pero a la hora de trabajar éramos pocos. Lo que más se discutía era la ausencia de los partidos políticos, de cómo habían fracasado”. Hoy se limitan a la recuperación de espacios públicos, como la plaza ubicada en Juan B. Justo y Guayaquil en donde todos los fines de semana hay festivales familiares. Además, están involucrados en la denuncia de irregularidades en fábricas u otros esta-blecimientos del barrio que atentan con-tra el medio ambiente.En medio del caos desatado por la crisis económica y social de hace diez años, se engendró una forma de organización que, de otra manera, no hubiera sido posible. Si bien las asambleas ya no se ocupan de los problemas de aquella época, lo que se mantiene intacta es su organización horizontal, la recuperación del debate, el protagonismo de los actores sociales y la

toma de la palabra, adecuadas a las nece-sidades del contexto social. “No volverán a surgir en tanto el Estado no pierda cre-dibilidad”, concluye Salvia.

“Los que desarrollamos un trabajo

territorial un poco más consistente somos

los que pudimos tener continuidad.

Néstor Escudero

Recuperamos uno de los galpones

ferroviarios abandonados y allí

construimos un espacio cultural donde

hasta hoy se siguen incubando

proyectos artísticos. Fernando Dahini

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EMPRESAS RECUPERADAS

Cómo resistir y no morir en el intento

Las fábricas autogestionadas surgieron a partir de la crisis de

2001, como un recurso para mantener la fuente de trabajo.

Hoy ya son más de 200 en manos de trabajadores organizados

que luchan contra diferentes obstáculos. El Cruce dialogó con

algunos de los protagonistas de ese fenómeno, que plantea el

desafío de una nueva forma de gestión sin patrones.

Por Mariana Aquino

La historia de una empresa recuperada por sus trabajadores empieza mucho an-tes de que pueda ser denominada como tal. Las deudas externas e internas, los conflictos económicos reales o intentos de vaciamiento por parte de sus dueños son el comienzo que da fin a una compa-ñía administrada de forma privada. En el país se dieron varios casos aislados en los primeros años de la década del ’90, pero la tendencia de empresas reconquistadas por sus trabajadores se consolidó al calor del estallido social de diciembre de 2001. Fue el germen y el resultado a la vez de una crisis que interpeló al sistema con-vencional para resolver casos de empre-sas en quiebra.

Con el auge de las importaciones, las fá-bricas argentinas profundizaron su caída durante el segundo período del mene-mismo. En ese marco, las patronales no estaban dispuestas a sostener negocios que empezaban a dejar de serlo. El cierre de empresas dejó –a fines de los ’90- a miles de trabajadores en la calle. En mu-chos casos sin indemnización, o con deu-das de salarios, aguinaldos y vacaciones.La recuperación de empresas entra por la ventana a la historia argentina reciente como una tendencia en alza, tan innova-dora como revolucionaria en cuanto al rol del obrero: el desafío de producir desde otra óptica para el mercado competitivo de siempre y la distribución de tareas en-

tre pares sin jerarquías. El término “recuperar” en la Argentina de 2001 no es más que la intención de los trabajadores de tomar las riendas de la fábrica con el sólo fin, en principio, de no perder su trabajo. Las empresas que re-surgieron de sus propias cenizas lo hicie-ron desde situaciones tan caóticas como excepcionales. Ninguna historia se parece por completo a la otra. No obstante, todas las empresas recuperadas desde 2001 tie-nen en su origen un denominador común: la necesidad de mantener las fuentes de trabajo, ya no desde la dependencia de un patrón si no desde la autogestión.“Si bien ya se habían dado algunos casos, la novedad fue que por primera vez la producción estaba en manos de los tra-bajadores. Fue la primera experiencia de la clase obrera argentina donde el ob-jetivo principal era quedarse y retener el trabajo, y lo sigue siendo para ellos”, asegura a El Cruce Natalia Polti, coordi-nadora del Centro de Documentación de Empresas Recuperadas del programa Fa-cultad Abierta. “Cada recuperada es un mundo. Por eso uno se queda, porque todo el tiempo surge algo que aporta un condimento diferente”, señala la antropóloga, que lleva más de

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seis años estudiando la problemática.

Diferentes formas de autogestión

Para comprender la diversidad del fenó-meno, El Cruce dialogó con referentes de empresas recuperadas tan disímiles en sus comienzos como en el rumbo que to-maron en los últimos años.En 2002 el Taller Gráfico Gaglianone se declaró en quiebra, una estrategia “fraudu-lenta” que los empleados detectaron rápi-damente. En abril de ese año, de los cin-cuenta trabajadores quedaban sólo ocho y se les adeudaba más de año de sueldo. Decididos a no perder su fuente de trabajo, y tras ser advertidos de que el dueño de la imprenta iba a llevarse las máquinas, ocu-paron el taller durante ocho meses.Durante ese tiempo el taller de Chilavert al 1.100, en el barrio de Pompeya, perma-neció cerrado y custodiado por la policía. Los trabajadores -no más de 15- recibie-ron el apoyo de los vecinos y otras empre-sas recientemente recuperadas. Y después de dos intentos de desalojo, comenzaron a producir en forma clandestina. El primer libro que imprimieron en esas

condiciones fue pasado a través de un hueco hecho en la medianera hacia la casa de un vecino, un ex empleado de la im-prenta, que lo distribuyó mientras la poli-cía custodiaba el frente del taller.“Al caer la empresa el dueño quiso vaciarla, pero la gente reaccionó. Se metieron aden-tro, se quedaron para que no se llevaran las máquinas, las protegieron con sus vidas. Porque también hubo lío con la Justicia y la policía que intentaba desalojar a cualquier precio, pero hubo vecinos y algunos políti-cos que apoyaron la lucha en el peor mo-mento”, recuerda Raúl Herrera (50), que se sumó a la imprenta en 2005, después estar cuatro años desocupado.“De los miles de lugares donde fui a pedir trabajo en este me lo dieron y me quedé. Y acá estoy, trabajando. Aquí predomina otra mentalidad. No hay exigencias de ho-rarios, ni un patrón, pero tampoco es una anarquía”, agrega. Chilavert es la primera empresa recuperada de Ciudad de Buenos Aires en obtener la expropiación. La lucha de los obreros de la fábrica Cris-talux, de Avellaneda, comenzó un año y medio después de que sus dueños cerra-ran definitivamente la majestuosa estruc-tura de varias manzanas, sobre la en la avenida Pavón, en diciembre de 2000.

El 25 de mayo de 2002 cerca de 100 ope-rarios se reunieron en la puerta de la em-presa. Recién dos meses después pudie-ron ingresar a las “ruinas” de lo que había sido la fábrica, lejos ya de su histórico slogan, “Durax para toda la vida”. Tras recuperar el predio y poner en funciona-miento algunos de los hornos que funden el vidrio, los 50 trabajadores que se man-tuvieron adentro debieron sostener una producción que no llegaba a costear los sueldos y las deudas con la empresa de gas natural que permanentemente ame-nazaba con cortar el servicio.Hoy, a 9 años del primer encuentro en las puertas de la fábrica, la cooperativa de trabajo Cristal Avellaneda cuenta con 130 trabajadores en carácter de asociados, dos maquinas en funcionamiento y utiliza el 60 por ciento de la planta para producir Durax, la popular línea de vajillas azules. “Estábamos tan ansiosos de entrar y cuando lo logramos se nos vino el mun-do abajo. Cuando vimos lo destruido que estaba todo no lo podíamos creer. Sentí desilusión, ganas de llorar. Creo que todos pensamos en ese momento que nos habíamos acordado demasiado tarde”, cuenta Rubén Sánchez, secreta-rio del consejo de la Cooperativa Cristal Avellaneda.En principio un centenar de operarios des-ocupados de la extinta Cristalux decidió retornar a la fábrica. Meses después que-daron menos de 50 que, como Sánchez, seguían apostando a la recuperación. “Nos costó mucho hacer algún peso. Re-cién después de dos años nos llevamos a casa los primeros 200 pesos. Mucho es-fuerzo, mucho trabajo y las cosas no sa-lían. Los que tenían familia se empezaron a ir. Yo me quedé, porque me tira mu-cho esto. Fue el primer trabajo que tuve y quiero a la fábrica. Esto también es mi familia y si salíamos de ésta, tenía que es-tar acá, junto a los míos”.Sánchez recuerda que tuvo tres oportuni-dades de ir trabajar a otros lugares, pero prefirió quedarse. “No ganaba nada, pero me quede nomás”, destaca Sánchez. El consejo de la cooperativa está compuesto por el presidente, un secretario, un tesore-

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ro y dos vocales. El dato más peculiar radi-ca en que desde diciembre de 2010 Cristal Avellaneda posee una gerencia, aporte del gobierno nacional, que permanece al fren-te con el aval de los trabajadores.“Desde que contamos con un gerente la producción mejoró. Sin ese respaldo no estaríamos hoy en la fábrica. El Esta-do nos pagó las cuentas que era nuestro mayor problema, nos ayudó a adminis-trar lo que producíamos. Eso nos salvó”, admite Sánchez.

Los números que cierran

Según el relevamiento de empresas recu-peradas por sus trabajadores, realizado en 2010 por el programa Facultad Abierta , en Filosofía y Letras de la UBA, actualmente están en pleno funcionamiento 230 em-presas recuperadas a lo largo de todo el país. La base de datos que manejan des-de el Centro de Documentación del pro-grama destaca una tendencia ascendente

en cuanto a la cantidad de empresas que fueron recuperadas por sus trabajadores en la etapa 2002-2011. De 60 empresas en la primera fase, en 2004 ya eran 160.“Al principio pensaban que los trabajado-res no se la iban a bancar. Pero al final se tuvieron que tomar muy en serio a las recuperadas. Ahora hay alguna perspec-tiva en el Estado. Conocen la realidad de la que estamos hablando, tienen vincula-ción, bajan al campo. Aunque todavía falta mucho por hacer”, evalúa Natalia Polti, en referencia al Programa de Trabajo Auto-gestionado que promueve el Ministerio de Trabajo.Según afirman desde la cartera dirigida por Carlos Tomada, el objetivo del pro-grama es “contribuir a mejorar la susten-tabilidad de las pequeñas empresas auto-gestionadas, mediante la implementación de acciones de asistencia técnica y capa-citación” para los más de 15 mil obreros que trabajan en empresas de distintos ru-bros que califican como recuperadas para

el Ministerio. Al ocupar, en algunos casos, debieron resistir a un dueño que no se reconocía afuera de la empresa, a las fuerzas poli-ciales, las embestidas judiciales y la indi-ferencia del poder político en años de alta ebullición social. Varias de estos puntos continúan en pie a la espera de respues-tas concretas. Eso se suma a las internas que se generaron en el movimiento du-rante estos años.Hoy, en muchas de las empresas funcio-nan centros culturales y hasta escuelas de formación con una clara orientación coo-perativista. Desde lo discursivo, se sigue apostando a la inclusión y la solidaridad entre pares.

Dos historias que ganaron la calleAlgunas empresas despertaron el inte-rés de los medios de comunicación con mayor facilidad que otras. Es el caso de la cooperativa Fasinpat (ex Zanón), donde a mediados de 2001 los obreros recuperaron el sindicato de ceramistas en Neuquén para recién después ir por la fábrica que había cerrado sus puer-tas un tiempo antes. La experiencia de la empresa neuqui-na es un paradigma del movimiento de recuperadas en el país por las dimen-siones del proyecto –trabajan allí más de 450 obreros- , la lucha ante la Justi-cia, en las calles y el incansable pedido de expropiación, y el desarrollo a nivel educativo, cultural y político. En la misma línea, los operarios de la textil “18 de diciembre” (Brukman) de Capital Federal tuvieron una cober-tura mediática considerable cuando se hicieron cargo de la fábrica, tras el abandono de sus dueños que, algunos meses después, decidieron reclamar la propiedad y encontraron ya un grupo organizado de trabajadores (en su ma-yoría mujeres) dispuesto a resistir.Después de ocho meses acampando en la esquina de la fábrica, en 2003 logra-ron la expropiación que les permitió volver a trabajar, esta vez bajo el am-paro de la ley. A pesar de que la ecuación es más com-pleja, en el imaginario colectivo Zanón y Brukman fueron la chispa que encen-dió el resto de las recuperaciones.

LA CRISIS EN EL CAMPO

La rebelión de los chacareros

Campesinos y pequeños productores rurales no fueron ajenos

a las puebladas. Diezmados por las políticas de los ’90, primero

se organizaron las mujeres para luchar contra los remates. A fin

de la década, en Misiones chacareros y obreros rurales hicieron

paros, cortes de rutas, y masivas movilizaciones contra el

abandono por parte del Estado. Hoy, el sector sigue afectado

por la concentración de la tierra y el monocultivo.

Por Leonardo Rossi

Octubre de 2001. Un tractorazo se adue-ñaba de Posadas, capital de Misiones. La protesta, impulsada por pequeños pro-ductores yerbateros, reclamaba más Es-tado, más regulación, tras una década de libre mercado pleno que se había llevado puestos a los chacareros, con un costo so-cial aún mayor: miles de obreros rurales quedaron sumergidos en la indigencia. Dos meses después el país explotaba, y en urbes como Rosario, la pequeña bur-guesía rural se plegaba al “piquete y cace-rola”. El Movimiento de Mujeres Agrope-cuarias en Lucha, símbolo del freno a los remates de chacras familiares en la Pam-pa Húmeda durante los ´90, acompañó la pueblada. Habían pasado entonces diez años desde que el secretario de Agricul-tura de la Nación, Jorge Ingaramo, pidiera

la desaparición de “200.000 productores agropecuarios por ineficientes”. El saldo fue peor aún: “El neoliberalismo de los años ´90 expulsó a más de 300 mil familias campesinas, agudizando el éxodo rural a las zonas marginales de nuestras grandes ciudades”, dice el Movimiento Nacional Campesino Indígena.En la década menemista, las expresiones de resistencia al neoliberalismo surgidas de los sectores rurales de base y me-dios tuvieron como enemigo simbólico al decreto de Desregulación del Estado (2281/91) cuyo objetivo, entre otros, era concentrar la producción agropecuaria en pocos (y grandes) actores. En una investi-gación sobre ese proceso, la socióloga Ka-rina Bidaseca remarca que esa medida del gobierno de Carlos Menem “tendió a di-

solver todos los organismos reguladores”, que sostenían un cuadro en el que el 75 por ciento de las explotaciones agrarias eran de menos de 200 hectáreas.

Esas mujeres

“Del remate del patrimonio público em-piezan a venir por lo más chico: las cha-cras”, recuerda en diálogo con El Cruce Ana María Riveiro, una de las fundadoras del MML-Santa Fe. El movimiento, naci-do en 1995 en la localidad pampeana de Winifreda, llegó a detener a lo largo de la década alrededor de 500 remates. Prin-cipalmente en las zonas próximas a las más de 20 filiales establecidas en Río Ne-gro, La Pampa y Santa Fe. La metodología era simple: presentarse en los juzgados, cantar el himno nacional, y rezar a todo volumen. Tras “superar la vergüenza de ser deudo-ras”, apunta Riveiro, las mujeres chacare-ras se hicieron visibles. Con los hombres enfermos, en situación de depresión y con algunos casos de suicidios, fue-ron sus compañeras las que pusieron el cuerpo a “la usura de bancos, escriba-nías, mutuales, casas de crédito”. Para acceder a insumos y maquinaria agrícola, los pequeños chacareros habían tomado créditos de los que desconocían sus ta-sas de interés y condiciones de pago. Los niveles de deuda fueron en aumento a

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simple antojo de un sector prestamista, bendecido por el menemismo, que poco a poco empezó a liquidar hipotecas. Las mujeres planteaban entonces revisar la legitimidad de las deudas y refinanciarlas a veinte años. En ese marco, se unieron con mujeres en situaciones similares, con otros colectivos rurales y urbanos, y hasta llegaron a articular con organizaciones de otros países como el Movimiento Sin Tie-rra de Brasil y El Barzón de México. “El Banco Nación llegó a tener 17 millones de hectáreas hipotecadas”, dice Riveiro so-bre la dimensión del problema que ponía en jaque la vida de los chacareros. Y según un informe oficial de Santa Fe, entre 1988 y 2002 -años de Censo Nacional Agropecua-rio-, esa provincia pasa de tener 102.960 personas que residen en el medio rural a reportar 82.106. Es decir, en 14 años más de 20.000 sujetos, de los cuales “8.600 son productores”, migran a las ciudades.

Entre la miseria y la nada

El caso misionero está estudiado como “la primera movilización masiva que reclama

más regulación del Estado, en un contex-to de hegemonía del neoliberalismo más avasallante”, señala Víctor Rau, sociólo-go que abordó la conflictividad rural en Misiones durante la década del ´90. Los sucesivos paros de los productores yer-bateros durante 2000 y 2001, y el tracto-razo de octubre de ese año sobre la ca-pital provincial se inscriben como luchas referenciales de los pequeños y medianos productores. En algunos casos, estas ac-ciones son acompañadas por los tarefe-ros (cosecheros), que ante la liberalización total de la producción y comercialización de la yerba mate fueron cayendo en una situación de “pauperización e indigencia”.Asegura Rau que la medida adoptada por los propietarios para reclamar una mejo-ra en el precio de la hoja verde cosechada fue entendida por muchos obreros “como un lockout”. De todas formas, en algunos lugares como Jardín América los tareferos organizaron ollas populares junto a los colonos que estaban al costado de las ru-tas. Allí “la movilización de asalariados fue más grande que la de los productores”. Es que pensaban que “mejor precio de yerba

equivalía a mejor salario”, añade Rau.El decreto 2281 se había encargado de pulverizar a la Comisión Reguladora de la Yerba Mate, que desde 1935 supo contro-lar la concentración y los niveles de pro-ducción para mantener estables los pre-cios del sector. Con el paso de la década, la medida devino “en un fuerte proceso de expulsión de pequeños productores que arrastró a los tareferos”, sostiene Rubén Ortiz, del Movimiento Social Misionero, y residente de la ciudad de Montecarlo. Rau describe en su investigación que la mecanización en la cosecha y el secado de té -rubro que empleaba tareferos en con-traestación al trabajo en los yerbatales-, y la aplicación de agroquímicos y nueva tecnología para desmalezamiento expul-só a personas que, producto del trabajo, históricamente residieron en áreas rurales. Un mercado laboral que solía demandar obreros de otras provincias pasó a tener sobreoferta, que se manifestó en las villas que poco a poco surgieron en las peque-ñas ciudades misioneras. Allí, los contratis-tas –nuevos actores de esta película- en-contraron la posibilidad de reclutar mano de obra barata. “El fraude en la forma de pago y la informalidad” son los términos que están a la orden del día, dice.“En 2001 no había ni un tarefero en blanco en Montecarlo y sólo 1500 sobre 21.000, en toda la provincia, estaban registrados”, grafica Ortiz. Asimismo, el crecimiento de la pobreza se manifestaba con “un 70 por ciento de desocupación en una ciudad de 40 mil habitantes”. Esa es la pintura de Montecarlo en aquellos días en que toda una sociedad estaba a punto de estallar.

Algo nuevo aflora

El fin de año de 2001 se vivía en Monte-carlo como “un momento de esperanza”, evalúa Ortiz. La gente salía a la calle, se juntaba en la iglesia, se organizaban ollas populares. Muchos pasaron la Navidad en las puertas de la municipalidad, pi-diendo comida de forma colectiva. Pro-ductores ganaderos carneaban sus vacas para repartir entre un pueblo que “pa-saba hambre en serio”. Ese panorama de movilización popular duró muchos me-

ses. Algunos colonos yerbateros -cuenta Rau- “luego del 19 y 20 de diciembre se acercaron a Buenos Aires”, para coordinar con otros actores sociales y demandar un nuevo marco legal para el sector. Lejos de la tierra colorada, campesinos del norte cordobés fueron “sorprendidos gra-tamente” por las puebladas de diciembre. Rubén Santillán, miembro de la Asocia-ción de Productores Noroeste de Córdoba (Apenoc), fundada en 2000, explica que en Paso Viejo no salieron a las rutas en el 19 y 20, pero se mantuvieron en “con-tacto permanente con los compañeros de los movimientos de desocupados” de las grandes ciudades. En los meses previos y sobre todo en los que siguieron a la re-belión de 2001, desde Apenoc-MNCI rea-lizaron “numerosas movilizaciones a las ciudades” para expresar dos problemáti-cas centrales que se habían agudizado al extremo: “Ausencia total del Estado y con-flicto por la tenencia de la tierra”. Mientras, en el Monumento a la Bandera, en Rosario, miembros del MML se suma-ban a las organizaciones sociales, partidos de izquierda y gente de a pie al grito de

“Que se vayan todos”. Con el correr de los años esas alianzas transversales fueron “disolviendo”, relata Riveiro.

A diez años: continuidad y ruptura

Diciembre de 2011. La gran mayoría de las deudas contraídas por pequeños y me-dianos chacareros con el Banco Nación fueron renegociadas durante la gestión kirchnerista. Ante ese triunfo y un panora-ma bien distinto, el MML quedó dividido. A diferencias de años se sumó la resolución 125, que puso a Lucy de Cornelis, aquella mujer de Winifreda que fundara la organi-zación, más cerca del Gobierno. Riveiro y otras referentes como Ana Galmarini es-tuvieron junto a la Federación Agraria, y su posición de segmentar las retenciones. Al margen del conflicto, ambas partes siguen propugnando por frenar la concentración y extranjerización de la tierra. A entender de Riveiro “hoy sigue la desapa-rición de los pequeños productores pero ya no por remates sino por la propia estruc-tura agraria”, que favorece a los pooles de

siembra y lleva inexorablemente a que los chacareros deban arrendar sus campos.“Las políticas de Estado no han cambiado y el modelo agroexportador ha crecido”, es el balance de estos diez años que hace Rubén Santillán. Las familias campesinas mantienen “en un ochenta por ciento” el nivel de irregularidad de tenencia de la tierra, presionados por el modelo sojero y el corrimiento de la frontera ganadera.En 2003, los yerbateros lograron la crea-ción del Instituto Nacional Regulador de la Yerba Mate (INYM). “Fue arrancarle un ente regulador al Estado, pero en la práctica está lejos de controlar la concentración del sec-tor”, asegura Ortiz, quien explica la situa-ción con números: “En 1999 la cooperativa de yerba mate de Montecarlo empleaba a 2160 tareferos, hoy quedan 780”. La prin-cipal diferencia es que ahora “hay planes sociales para contener el hambre”. Ortiz está convencido que de no modificarse la matriz productiva agraria, es decir, “si no se favorecen las economías regionales en vez del monocultivo de pino”, que actualmen-te inunda la provincia, “la situación de los obreros rurales continuará agravándose”.

La crisis en la ciencia

La crisis de 2001 también afectó a la investigación científica. La falta de un rumbo claro sobre dónde orientar los escasos fondos destinados al desarrollo de la ciencia provocó alar-ma en el mundo académico. Como lo dijo expresamente un editorial de la revista Ciencia Hoy, de enero de 2001: “Para muchos, las restricciones presupuestarias más que causa son consecuencia y prueba objetiva de la falta de interés oficial por el desarrollo científico.” Al principio de la gestión del gobierno de la Alianza, el cam-bio de órbita desde el Ministerio de Educación al de la Pre-sidencia de la Nación generó expectativas que no se cum-plieron. Uno de los principales anuncios de los funcionarios del área había sido que el objetivo central de su gestión sería lograr el ingreso definitivo del país en la sociedad de la infor-mación, mediante la promoción activa del uso de internet en las escuelas y por parte de la población en general. Si bien los investigadores reconocían la importancia de esa herramien-ta para la educación, no lo consideraban esencial para el de-sarrollo de la ciencia. De todas maneras, el gobierno nunca implementó ese plan.“Nada ha aparecido en su reemplazo, cosa que tal vez no sea tan mala noticia después de todo, pues ya nadie está de hu-

mor para otra iniciativa que intente sostenerse sobre pies de barro. Pero ello significa que la actividad científica nacional está ahora transcurriendo como en un sopor, relegada a un mundo sin sentido de su futuro”, editorializaba la revista es-pecializada.Por otra parte, el lanzamiento de un programa para el finan-ciamiento y organización del sistema de ciencia y técnica, elaborado sin consulta con el sector, no fue interpretado como un proyecto de reorganización sino de “destrucción del sistema científico”, ya que, formulado en medio de las graves restricciones fiscales que afectaban al Estado, se sospechaba como parte de un ajuste financiero, de acuerdo con los com-promisos adquiridos con los organismos internacionales.La incertidumbre generada era mayor en la comunidad de jóvenes que habían elegido la carrera científica y estaban desarrollando su formación en el país o en el exterior: todo les indicaba que no habría futuro dentro de las fronteras. Se abría paso así a una nueva fuga de cerebros.Este fenómeno comenzó a revertirse ahora, cuando el desa-rrollo científico aparece entre las prioridades del Estado, en una gestión que, además, está concretando el sueño de que todos los estudiantes tengan acceso a Internet.

Por Martín Silles

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Las manifestaciones artísticas no escaparon

a la crisis: sus protagonistas ocuparon el

espacio público y participaron de hechos

creativos junto a otros sectores de la sociedad.

El arte callejero, los documentales, las

intervenciones urbanas surgieron como

expresiones de reclamo político y social, de

las que hoy quedan importantes huellas.

Tres intelectuales analizan el fenómeno para

El Cruce.

ARTE Y ESTALLIDO

Por María Daniela Yaccar

La cultura salió a la calle

Andrea Giunta, Eduardo Grüner y Pablo Russo toman su pa-norámica de aquél período que tan bien retrata el documen-tal La crisis causó dos nuevas muertes. En ese entonces el arte cristalizaba una relación que, sin embargo, nunca había dejado atrás. Arte y política. “Los artistas salieron a las calles, ocuparon plazas, participaron en acciones junto a las asambleas, realiza-ron performances que se adueñaban con ironía de la situación reinante”, analiza Giunta, doctora en Filosofía y Letras, ensa-yista y profesora de Arte Latinoamericano. Aquella relación se materializaba en el espacio público, cuya apropiación es, según Grüner - sociólogo, ensayista y docente de la UBA- el efecto

más interesante de la época. Russo -periodista, investigador e integrante de la Comisión por la Memoria y la Justicia de La Pa-ternal y Villa Mitre- grafica radicalmente el auge de la creación colectiva, pero no sólo en el interior de los grupos que surgían o crecían: “Si algo marcó el período fue que la creatividad no fue patrimonio de los artistas, sino de la sociedad.”El Cruce convocó a los tres intelectuales para repasar las parti-cularidades de aquella época -hecha del renacer de colectivos artísticos como Escombros (La Plata), Urbomaquia (Córdoba), Grupo de Arte Callejero (Ciudad de Buenos Aires) e interven-ciones emblemáticas, como el ¡Mierdazo! del Grupo Etcéte-ra--; pero el aniversario es también una excusa para pensar la actualidad.

-Los cambios en el arte provocados por la crisis ¿se nota-ron más en alguna disciplina artística en particular? Andrea Giunta:- Señalaría tres cambios: el abandono del taller por la calle, la colectivización de las prácticas artísticas y el re-emplazo tecnológico. En lugar de ir hacia tecnologías sustitutivas pautadas por los ritmos del cambio tecnológico, las prácticas fueron para atrás, hacia lo que en ese momento se llamó “low tech”: ¿Cómo seguir haciendo arte cuando ya no se podían com-prar los insumos que se importaban en los noventa? Esto permi-tió una exploración poética en torno a la tecnología en desuso.Pablo Russo:- Las disciplinas que se modificaron estaban rela-cionadas con la posibilidad de interactuar en el espacio público: cine, teatro, fotografía y artes visuales. En el caso del cine, por ejemplo, resurgieron una cantidad considerable de grupos que tomaron el audiovisual como herramienta de lucha, tal como lo habían hecho Pino Solanas y Raymundo Gleyzer.

-¿Podría decirse que lo fundamental fue que se cristalizó la relación arte-política, que obviamente ya existía?Eduardo Grüner:- En los noventa había expresiones subterrá-neas que siguieron existiendo. Se generalizaron. Cuando digo subterráneas lo digo respecto de la hegemonía. Lo fundamental en el 2001 fue la gran búsqueda de nuevas formas del arte po-lítico, con las intervenciones urbanas. A.G.:- Se cristalizó una nueva intensidad. Lo característico es que muchos artistas que no conocían la “genealogía” del arte político local (artistas del pueblo, Tucumán Arde, el siluetazo) se lanzaron a las calles a trabajar. Esto provocó algunas reacciones curiosas de los artistas políticos establecidos que les recrimina-ban no reconocer el origen. P.R.:- La relación arte-política se hace por momentos más evi-dente y necesaria. Esto no solamente tiene que ver con la ne-cesidad de los artistas con inquietudes políticas, sino con una “demanda” por parte de la sociedad. También se da una socia-lización de prácticas.

-Para algunos investigadores, los noventa fueron la época del arte liviano, light. ¿Opina lo mismo?A.G.:- No todo fue lo que se llama arte light. Hubo muchos otros artistas que activaban los circuitos más renovadores y que no estaban en ese grupo. Sin embargo, sin duda, los artistas de-nominados light son los que han capitalizado la relación con los años noventa, afectados por el menemismo, al cual se los asoció, vínculo que considero problemático y cuestionable. P.R.:- Depende de qué consideremos “arte”. En la calle se pro-ducían cosas muy interesantes, por ejemplo en los escraches de HIJOS, en los que participaba el Grupo Etcétera (hoy Internacional

Errorista) y, a fines de los noventa, el Grupo de Arte Callejero (GAC). Pero también podemos considerar “arte” a la poesía de Los Re-donditos: la pluma del Indio Solari no me parece para nada light.

-¿Hoy hay una vuelta a lo institucional? De ser así, ¿a qué se debe? E.G.:- Hay un fuerte retorno sobre lo institucional. En buena medida está teñido de conformismo. Es contradictorio: se ve poca búsqueda de ruptura en la institución del arte y, por otro lado, hay un renovado interés por el arte político. Es una especie de tensión, salvo que uno identifique lo político con lo institu-cional. El conformismo no es un problema local sino mundial. Las formas de arte en las últimas décadas han sido cooptadas por el mercado o la industria cultural, en palabras de Adorno. No se puede hablar de ninguna vanguardia. Pero nuevamente hay que tomar en cuenta el contexto: estamos en medio de una enorme crisis del capitalismo mundial y es posible que el arte esté reaccionando frente a esto.A.G.:- Sí, hay una vuelta a lo institucional. Incluso quienes ha-cían de la crítica institucional el rasgo más fuerte de su discurso (no me refiero sólo a los artistas, sino también a quienes escri-ben sobre arte) hoy celebran a las instituciones y colaboran con sus programas. P.R.:- En algunos casos hay una vuelta a lo institucional, que tie-ne que ver con la coyuntura política (de las asambleas y los cor-tes de ruta se pasó a las urnas como modo de participación ma-siva), con la necesidad concreta de financiación de cada grupo o artista, y también con que la institución se interesó en este tipo de obras colectivas o militantes desde el principio y las cooptó.

-Si se piensa en los juicios a los represores, es de destacar el acompañamiento del arte a la hora del reclamo. Hoy, a diez años del estallido, el arte político ¿está más en el reclamo que en la satisfacción de la demanda?P.R.:- En relación al estallido del 2001, podríamos pensar que algunos de los que estaban en la calle actuando en ese contexto, hoy no sienten la misma necesidad ya que coinciden, en térmi-nos generales, con el gobierno nacional. Por otro lado, es inte-resante observar que desde grupos militantes oficialistas tam-bién hay una utilización de la calle como escenario de la lucha: el trabajo del Colectivo Político Ricardo Carpani es un ejemplo.E.G.:- Hay muchas formas de arte. Lo que uno clásicamente po-dría llamar “arte autónomo” es el que intenta vincularse a lo nuevo: como dijo un artista, poner en el mundo algo que no está. En el caso de los juicios, creo que la demanda no está sa-tisfecha plenamente. Claro que no desconozco lo que se hizo, pero eso no implica que el tema esté agotado. Falta juzgar a los responsables intelectuales, del poder económico y mediático. El arte todavía tiene mucho por hacer.

Fotos: gentileza Arde! Arte

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La Academia llevaba 35 años esperando una vuelta olímpica.

Y el destino quiso que ese ansiado título llegara en los

convulsionados días de diciembre de 2001. Con Reinado Carlos

Merlo como entrenador, paso a paso, Gustavo Barros Schelotto

y José Chatruc rememoran para El Cruce cómo vivieron aquel

final de campaña mientras el país estaba en llamas.

Y Racing gritó campeón

UNA GAMBETA A LA CRISIS

Por Matías Mazzocchi y Matías Quercia

Fue un día de inmensa alegría para mu-chos de los que se vistieron de celeste y blanco aquel jueves 27 de diciembre. Ga-briel Loeschbor ya había marcado su gol. Poco después, el empate de Mariano Chi-rumbolo puso una cuota de incertidumbre al resultado definitivo. Sin embargo, el pitazo final del árbitro Gabriel Brazenas desató la euforia. Con el 1-1 contra Vé-lez, Racing se convertía en el campeón del Apertura 2001 y daba una vuelta olímpica en el ámbito local luego de 35 años de sinsabores. Un estadio colmado en Liniers festejaba junto a los futbolistas que habían trans-pirado la camiseta a lo largo de todo el certamen. En esa última fecha, el empa-te de visitante bastó para sacarle la dis-tancia suficiente a River. Otra cancha, en Avellaneda, con una enorme cantidad de hinchas desperdigados por el campo de juego y las tribunas repletas, demostraba su felicidad entre llantos y sonrisas, a puro abrazo, mientras se observaba por una

pantalla gigante lo que sucedía a escasos kilómetros de allí. En ambos lugares se oía como un estruendo el “dale campeón” que varias gargantas tardaron en recono-cerse en el pasado para repetir. La réplica no se hizo esperar en distintos puntos del país. Era un oasis, una manifestación que se distinguía de la realidad que la circun-daba y le daba marco.La trama alrededor era completamente distinta. Mientras el equipo que condu-cía Reinaldo Merlo se coronaba como el mejor, corría la semana de presidencia de Adolfo Rodríguez Saá. Siete días an-tes, la renuncia de Fernando de la Rúa fue el desenlace de dos jornadas negras, que despuntaron como escenario princi-pal a la Plaza de Mayo pero que dejó un tendal de muertos a lo largo y a lo ancho del territorio nacional. Los conceptos se amontonan. Se abroquelan y sirven para sintetizar las sensaciones de lo que ocu-rrió hace una década. En el amplio espectro que puede abarcar

el mote de crisis de 2001, se suman pa-labras que no necesitan contextualización para su comprensión ni jerarquización para su facilidad de entendimiento. Co-rralito. Cacerolazo. Estado de sitio. Repre-sión. Fuga de capitales. FMI. Megacanje. Saqueo. Desabastecimiento. Que se vayan todos… Un fin de año intenso, complica-do, inolvidable. Entre toda esa maraña, Racing fue campeón, y aquí se cuenta, paso a paso, esa historia.¿Cómo se vivió desde adentro esa con-quista deportiva que incluso hizo que el fútbol no se suspendiera pese a que el país estaba colapsado? ¿De qué forma se festejó un título que tuvo el papel am-bivalente de llevar un puñado de buenos momentos para sus hinchas y contrastar con la desesperante actualidad? La expli-cación corre por cuenta de sus protago-nistas. El Cruce dialogó con José Chatruc y Gustavo Barros Schelotto, dos puntales en el mediocampo de La Academia en su camino para ganar el torneo. Ambos cuentan sus sensaciones surcadas por la alegría del logro obtenido y la desazón que generaba la incertidumbre de la crisis argentina.“Es algo imposible de explicar con cla-

ridad para nosotros”, se ataja el Mellizo. Sabe, medido en sus declaraciones, la trascendencia de lo que consiguió junto a sus compañeros. Pero, a su vez, le es complejo distanciar la vida del futbolista en relación al ciudadano que lo conforma. Si es sencillo en determinadas circuns-tancias estipular la diferencia de roles, en este caso el eslabón que los une no se puede romper. “Lo cierto es que le dimos a mucha gente una alegría desbordante. Fue algo impresionante que por la impor-tancia de Racing se magnificó. Y creo que en medio de todo lo que se vivía, con pro-blemas políticos, económicos y sociales de variada índole, los festejos fueron un alivio, un aire fresco que no sólo necesi-taba el público, sino también los propios jugadores”, asegura.Ya retirado de la práctica profesional, el hermano de Guillermo está en funciones del otro lado de la línea de cal y del otro lado del Rio de la Plata. Ayudante de cam-po de Gregorio Pérez, su actual equipo es Peñarol de Uruguay. Pero no se olvida de que hace diez años vivió una de las ex-periencias más importantes de su carrera. “Ser campeón es lo máximo a lo que pue-de aspirar un futbolista y aquel torneo fue

un antes y un después para todo el plan-tel”, señala.Chatruc, en tanto, hace hincapié en el por-qué de ese cisma que bifurcó la trayectoria de los integrantes del equipo de Avellane-da. “Fue un torneo completo en el que se sufrió a lo largo de cada fecha por la pre-sión que se generaba ante cada victoria. Pero si fue especial el título mucho tuvo que ver la culminación”, sostiene y toma envión para afirmar: “Por más que quisié-ramos hacer todo lo que estaba a nuestro alcance para abstraernos de lo que pasa-ba afuera, era imposible poner la cabeza sólo en el juego. La última semana fue una locura porque no se sabía lo que podía ocurrir. El futbolista juega, pero antes que todo es una persona. Y cada uno padeció en carne propia los problemas”.Sonrisa permanente, el ex San Lorenzo, Platense y Banfield, entre otros equipos, recuerda con especial soltura la campa-ña del Racing versión 2001. Sin embargo, pese a su humor a flor de piel y la capaci-dad para verter un chiste en los momentos menos propicios, el aspirante de cocinero que hoy despunta el vicio de columnista deportivo en ESPN se pone serio a la hora de tratar el tema de la crisis que rodeó

los festejos. “Uno no podía hacer como que no pasaba nada. Ignorar esa realidad era imposible. Las protestas de los días previos nos habían sacudido el ánimo, la concentración, las ganas. Era difícil. Pero a su vez, éramos profesionales que tenía-mos una responsabilidad y nuestro ob-jetivo fue dar un poco de felicidad de la mano del fútbol”, explica.Barros Schelotto coincide. “Nos teníamos que encargar de cumplir con la meta que nos habíamos propuesto. El campeona-to fue duro, complicado, con momentos delicados en extremo. Y en el final había que continuar. Desde el momento que se decidió jugar la última fecha pese a las dificultades sociales durante esa semana, no quedaba otra que salir y tratar de ga-nar para dar la vuelta olímpica”, enfatiza. Aunque también dejó lugar para la crítica. “Realmente es cuestionable el papel pre-ponderante y a veces ilimitado que tiene el fútbol, que incluso sobrepasó a la po-lítica y a la economía y se posó como eje principal por aquellos días”, argumenta.El cuestionamiento del Mellizo tiene pla-fón. Le abre paso a lo que sucedió. La úl-tima jornada del Apertura no se disputó íntegramente. Sólo se jugaron los dos

A 10 años del estallidoP

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encuentros que decidían al futuro cam-peón. Vélez-Racing y River-Central eran los emparejamientos clave. El resto de los compromisos se afrontó durante la prime-ra semana de febrero del año siguiente. La pauta era evidente y así lo hacía saber el gobierno provisional que tomó las riendas post salida en helicóptero de De la Rúa, pues el fútbol moviliza estados de ánimo de forma concisa y permanente. Algo que, se supone, no se puede evitar. De esa for-ma, y con la premisa de mover la pelota a como dé lugar, las autoridades optaron por destrabar el conflicto latente que lle-vaba la definición a esperar dos meses. La idea era prioritaria: en una tarde se vola-tilizan unas cuantas angustias acumuladas. Dicho y hecho.Después de ver las imágenes críticas sie-te días antes y con una Navidad de por medio, había que salir a la cancha. River goleó 6-1 a su rival sin inconvenientes en el Monumental, y una derrota de Racing hubiese llevado la definición a un desem-pate el domingo 30, un espectáculo digno del surrealismo. ¿Más datos que abonan la teoría de esa rama artística? Ese día para el cual estaba pactada la supuesta final, finalmente iba a renunciar Rodríguez Saa, aduciendo que no tenía apoyo político su-ficiente como para manejar los hilos del gobierno en esa época de transición. El fútbol prefirió no darle un mayor grado de angustia a los hinchas de La Academia. Loeschbor y compañía empataron 1-1 y el punto de distancia alcanzó para festejar el mismo jueves 27. Diego Maradona, opinó-logo oficial, aclaró la jornada previa a que el equipo de Avellaneda diera la vuelta olímpica: “Racing tiene que ser el cam-peón porque lo necesita la gente”. Y el público, fiel a las explosiones pulsionales que brinda este deporte, gritó, alentó, se sacó el peso de encima. “Fue un instante de exaltación, de necesidad de expresar todo en un segundo, de tener al menos un rapto de alegría”, recuerda Chatruc.Y continua: “Cuando hablábamos con los periodistas en los días previos al partido contra Vélez, los conceptos pasaban por estar concentrados, no perder nunca la calma, tratar de controlar la ansiedad en

un duelo tan importante, ser efectivos en el campo contrario y tratar de mantener la solidez defensiva. Pero la verdad que eso poco interesaba. Lo fundamental era conseguir el punto que necesitábamos para festejar y darle un rato de felicidad a los hinchas”. La mayoría estuvo a favor de Racing y se puso feliz ante esa chance concretada. Quizá por la angustia continuada de 35 años, a puro pulmón, que cimentó cam-pañas entre regulares y malas, con la mayor expresión de dolor en el descenso de 1983, que llevó al equipo a militar en Primera B durante dos temporadas, en el momento que el país recién se despere-zaba de la dictadura. Tal vez por las amar-

guras de un manejo nefasto que concluyó con un gerenciamiento a partir de un va-ciamiento de las arcas y que tuvo su punto más álgido el 5 de marzo de 1999, cuando la jueza Liliana Ripoll sentenció: “Racing ha dejado de existir”. Quién sabe, por esas cuestiones de analo-gía, todos se vieron reflejados una déca-da atrás en las sensaciones ambivalentes de los hinchas de Racing. Sumergido en una profunda crisis de la que iba a tardar en volver a estabilizarse, con los mismos colores, el país se sustrajo de la realidad aquel 27 de diciembre y ubicó su mirada sobre los fanáticos de La Academia, esos que después de tanto sufrimiento, feste-jaron, paso a paso…

San Lorenzo tuvo que esperar...Las casualidades que involucran al azar caratulan al depor-te. Y el fútbol no está exento. Posiblemente sea un mero dato para robustecer la biblioteca del más prolijo estadísti-co, pero lo cierto es que la Copa Mercosur del 2001 tuvo su peculiar particularidad: San Lorenzo logró su primer título internacional al vencer por penales al Flamengo brasileño, mismo rival con quien casi seis meses antes había abierto, en el Nuevo Gasómetro, su participación en el certamen. “Fue la mejor manera para comenzar un año muy compli-cado”, asegura Sebastián Saja. Sí. El arquero apunta su me-moria al 24 de enero de 2002, noche en la que alzó la copa, 36 días después de la fecha en la cual estaba estipulado que se debía afrontar la revancha de la final del torneo.A punto de decretarse el estado de sitio en Argentina, la Confederación Sudamericana de Fútbol optó por cancelar el juego que se iba a llevar a cabo el 19 de diciembre. Esa misma jornada se vislumbraron en Plaza de Mayo los pri-meros incidentes que decantarían en la posterior salida de Fernando de la Rúa como presidente, 24 horas más tarde. “La situación era de tanta incertidumbre que en el medio de un compromiso tan importante para el club, todo quedaba reducido a la mínima expresión ante la crisis”, considera Bernardo Romeo, goleador de aquel campeonato con diez tantos, que esta temporada volvió al club de Boedo.San Lorenzo estaba en las puertas de su primer título in-ternacional, un deseo añejo y postergado que se iba a hacer realidad poco después. Sin embargo, la realidad política y económica le ganó el protagonismo de la escena. “No po-díamos evadirnos de los problemas. Fuimos parte de una crisis que nos arrastró a toda la sociedad y el fútbol no te-nía por qué estar ajeno a todo”, remarca el atacante. Su ex compañero, hoy en Racing, enfatiza: “Lo nuestro era un pequeño detalle. En Argentina se hicieron presentes unas dificultades que no se podían evadir, y hubiese sido una lo-cura salir al campo de juego en esas circunstancias. Somos personas que cumplimos el rol de futbolistas, no jugadores que de a ratos nos vestimos de ciudadanos”.Con el país convulsionado y un gobierno que pendía de un hilo en el poder, la Conmebol comunicó que “no estaban dadas las condiciones para que el partido se disputara” de-bido a la situación de violencia desatada por los numerosos saqueos a supermercados y comercios en Buenos Aires y otros puntos del país y las movilizaciones populares contra la política económica. Cuando la calma pareció volver a su cauce, cerca de un mes después, San Lorenzo y Flamengo afrontaron la final. Tras el empate en los 90 minutos, desde los doce pasos, Saja fue figura, convirtió un penal y el tan-to definitivo de Diego Capria le dio al Ciclón su logro más buscado. “Fue una de las alegrías más intensas de nuestras carreras”, remarca el arquero.Seis meses de trayecto entre aquel duelo inicial y el final con los mismos intérpretes. Un lapso que si en el fútbol se resume en goles, tarjetas amarillas o rojas, victorias, em-pates y derrotas; en la política se vivencia de otra forma. Aquel 28 de julio, los dirigidos por el chileno Manuel Pe-

llegrini cayeron 2-1 ante su rival de turno. Una semana an-tes, el mundo se convulsionaba por la muerte del activista antiglobalización Carlo Guiliani mientras en la hermética reunión del G-8 en Génova, Italia, el entonces primer mi-nistro Silvio Berlusconi ponderaba la cumbre por su “alma humanitaria y corazón generoso”. En el medio del segmen-to estipulado arbitrariamente por la pelota, se cayeron las Torres Gemelas de Nueva York. Pero no todo es desastre en el planeta. Para los lectores de revistas como la gente, también hay datos blandos: unos días luego de la final de la Mercosur mencionada, Máxima Zorreguieta se casó con Willem Alexandre y se convirtió en princesa de Holanda.¿Y en Argentina? En julio se avecinaba la tormenta, si no es que ya se estaba bajo ella, ciclón incluido. Hasta el San Lo-renzo campeón pasaron cinco presidentes. El último esla-bón recaló en Eduardo Duhalde. Previo al debut del equipo de Boedo, con déficit presupuestario, Ricardo López Mur-phy duró una quincena en el Ministerio de Economía, y la responsabilidad de restaurar el sistema recayó en Domingo Cavallo. Un mes y medio antes del 1-1 en el Nuevo Gasó-metro con posterior definición en penales, el funcionario que había instaurado la paridad peso-dólar en 1991, le dio un nuevo significado a la palabra corralito, y los resultados están a la vista.Saja, con ese panorama a una década de distancia, es con-tundente: “El fútbol, a veces, sino en la mayoría de las opor-tunidades, es una de las pocas facetas de la vida pública que mejor sabe darle alegrías a la gente. En aquel entonces fue una vía de escape ante tanta angustia”. Frase que las esta-dísticas, por más frías que sean, avalan…

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“Tenemos una democracia social más pronunciada”

ENTREVISTA A ERNESTO LACLAU

Por Noelí Cristti y Marcelo Rielo

En los últimos ocho años en la Argentina se produjo una revisión del papel de los intelectuales y de su compromiso con la rea-lidad social y lo político. Desde entonces, en las universidades se volvieron a leer pensadores del campo nacional como Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Leopoldo Marechal o Rodolfo Kusch, que sólo eran reivindicados en espacios de resistencia académica. “Ha habido todo un pensamiento nacional que ha quedado al margen de la intelectualidad oficial”, sostuvo Ernes-to Laclau en diálogo con El Cruce. El filósofo político visitó la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lo-mas de Zamora para encabezar la conferencia “América Latina, entre el institucionalismo y el populismo”, en la que se refirió al kirchenerismo y su relación con el movimiento peronista. -Algunos ubican al kirchnerismo como una continuación directa del peronismo, mientras que otros consideran que conserva los principios fundamentales, pero se diferencia en otros, ¿cuál es su postura?

En una charla con El Cruce, el filósofo político delineó las

diferencias entre el peronismo y el kirchnerismo. “Estamos

llegando a un nuevo equilibrio social entre el momento

institucional y el de la ruptura populista que hay que

consolidar. La constitución de nuevas formas de organización

es el punto central”, dijo. Además se refirió a la actualidad del

país, de América, de Europa y a la posibilidad de la reelección

indefinida.

-Las sociedades actuales se enfrentan con problemas diferentes a los que se enfrentaba la gente en la época del peronismo his-tórico, en plena época de sustitución de importaciones, con una economía adaptada a esa realidad. Hoy estamos en una época de globalización donde los problemas del modelo económico son muy distintos. En ese sentido, la respuesta del modelo kir-chnerista es distinta a la del peronismo histórico: va a haber regulación estatal, pero no van a tener todos los instrumentos estatales con los que contaba Perón. En su libro “La razón populista”, Laclau diferencia entre dos mo-mentos que atraviesan las sociedades: el institucionalismo y el populismo. El primero consiste, en sus formas más extremas, en la sustitución de la política por la administración. Se trata de crear un régimen tecnocrático en el que el accionar de las masas y los movimientos de base se ve reducido a un mínimo y en el cual los expertos toman todas las decisiones claves. Como contrapartida, el populismo extremo sería una forma de movi-

lización radical en la cual el momento institucional desaparece. Juan Domingo Perón también distinguió el momento populista del institucionalista. A comienzos del primer período peronista, la figura dominante era la del descamisado, hacia el final esta fi-gura se eclipsa y Perón empieza a hablar de la comunidad orga-nizada. Esa forma de equilibrio entre institucionalismo y popu-lismo no se logró durante ninguno de los gobiernos peronistas. “Perón tenía el deseo de que hubiera un tránsito del populismo al institucionalismo. Las revoluciones pasan por tres etapas: la primera es la preparación ideológica (Vladimir Lenin), la segun-da es la toma del poder (León Trotsky) y la tercera es la institu-cionalización de la revolución (Joseph Stalin). Perón decía que el peronismo tenía que pasar de la segunda a la tercera”, explicó el filósofo. -Si pensamos en el peronismo como un proceso trunco, ¿usted cree que el kirchnerismo viene a completar ese momento en el que el movimiento llega a la institucionalización?-Yo creo que es distinto porque no es que el kirchnerismo com-plete al peronismo. El kirchnerismo está empezando una ex-periencia de tipo nuevo en el que el momento rupturista y el momento institucional se dan de manera diferente. Perón creía en su momento en la posibilidad de que el país, a través de un triunfo peronista, entrara en una forma de institucionalidad nueva, pero estaba pensando en el paradigma histórico del pe-ronismo clásico. -¿Cuál es esa experiencia diferente que está encarando el kirch-nerismo en torno al momento de la ruptura populista y al mo-mento institucionalista?-Hoy el problema de la institucionalización debe plantearse de un modo mejor, porque para Perón era el pasaje hacia una institu-cionalización total. Creo que lo que estamos viendo es un doble proceso en el cual empiezan a emerger demandas de tipo nuevo, y éstas impiden una institucionalidad total, pero al mismo tiempo la institucionalidad puede ir operando a través de ella. O sea que hay una mezcla de dimensiones que es más compleja, que Perón no las pensaba y el kirchnerismo entiende bien. -En ese sentido, ¿en qué se enmarca la definición de que el kirchnerismo está en vías de encontrar un equilibrio entre el momento populista y el institucionalista?-Las tendencias ultralibertarias entienden que el momento del Estado es un momento que no se plantea. Pero todos los popu-lismos latinoamericanos pasan a través de la modificación del rol del Estado, no es que hacen una pura democracia de base. Yo creo que eso se está logrando hoy día. A través del kirchne-rismo estamos llegando a un nuevo equilibrio social entre el momento institucional y el momento de la ruptura populista, y este equilibrio hay que consolidarlo. Para eso es necesario que la democracia no sea sólo parlamentaria, sino que sea social de bases. Por lo que la constitución de nuevas formas de organiza-ción es el punto central.

-¿Considera entonces que es necesario modificarlas institucio-

nes actuales?-Si nosotros queremos un proceso de cambio social en una di-rección progresiva, necesariamente va a chocar con las formas institucionales vigentes, porque las instituciones no son neutras, representan la cristalización de la relación de fuerza entre los grupos. Formas políticas nuevas van a tener que ser intentadas. El kirchnerismo está avanzando en esa dirección. Tenemos una democracia social más pronunciada. Si vamos a fortalecer una democracia de tipo nuevo, es necesario crear nuevas organiza-ciones militantes.

El miedo a la reelección y la falsa democracia Muchas de las plumas que hoy escriben para el establishment lanzaron una señal de alarma en nombre del “republicanismo” para advertir que el triunfo de Cristina en octubre traería apa-rejada una reforma de la Constitución que posibilitaría la re-elección indefinida de la mandataria. Estos mismos pensadores afirmaron que los textos de Laclau son el sustento teórico de la presidenta para “perpetuarse en el poder”. En este punto, el filósofo es claro: “Si es así no será por su culpa sino porque la oposición no está haciendo su tarea. No es un problema de eternizase en el poder, sino de ganar una elección o perderla. Si se ganan las elecciones el poder se va a ir manteniendo in-definidamente, pero eso no es algo que vaya contra un régimen democrático”, sostuvo y agregó: “Perpetuarse sería hacerlo a través de métodos no democráticos, impidiendo que la voluntad popular se exprese”.

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Profesor Honorario en la UNLZ Ernesto Laclau fue designado docente extraordinario con categoría de honorario de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) a través de una resolución del Consejo Académico. El anuncio se realizó en la conferencia “América Latina: En-tre el institucionalismo y el populismo” que encabezó el politólogo en la casa de estudios. “Junto a sus capacidades profesionales, el doctor Laclau exhibe las propias de una calidez y sensibilidad humana que lo convierten en el maestro indispensable para la for-mación de los jóvenes en el campo de las ciencias sociales, políticas y humanas”, expresa el documento. “Laclau constituye la talla de un intelectual latinoame-ricano, significa la síntesis de los tiempos que vivimos, significa que la técnica se tiene que poner al servicio del proyecto nacional para la consolidación de un proyecto de país”, destacó el decano de Sociales, Santiago Aragón. “Su actividad académica nos han facilitado la reflexión posterior: entender que no hay ética que no sea emanci-padora, que toda reflexión técnica debe estar puesto en función de una causa determinada”, sostuvo Aragón en agradecimiento al filósofo. “Su esfuerzo ha hecho que po-damos reivindicar la categoría intelectual desde la catego-ría política”, concluyó.

-¿Por qué cree que las corporaciones mediáticas, como ciertos sectores de la sociedad, no interpretan la posibilidad de la elec-ción indefinida desde la fortaleza de un líder?-En Europa, en primer lugar, hay toda una izquierda que final-mente ha aceptado el modelo neoliberal. Tony Blair siguió el

modelo de Margaret Thatcher casi sin modificaciones. Lo que les molesta es algo que esté rompiendo con el modelo neoliberal, les perturba por cuestiones intelectuales. -Situados en el contexto europeo, ¿cómo ve estos movimientos de indignados que surgieron a raíz de la crisis?-Es muy difícil a esta altura hacer un vaticinio acerca de lo que va a ocurrir con esto. Porque hasta este momento son protes-tas poco orgánicas, todavía no se ha desarrollado una política a partir de estas movilizaciones. Pero de todos modos estas ma-nifestaciones están expresando que los modelos institucionales que existen en Europa o en Estados Unidos en este momento no responden a las actuales exigencias. -¿Por qué no hubo contagio de esos movimientos en América Latina?-Lo empieza a haber en algunos países, como en Chile. La movi-lización estudiantil es simplemente un síntoma de una moviliza-ción más general que se está dando en toda la sociedad. -¿Cuáles son los pasos siguientes en cuanto a la integración re-gional latinoamericana?-Evidentemente hay que fortalecer el Mercosur y la Unasur, y es necesario crear el Banco del Sur. -¿Cómo ve a los partidos de izquierda en el país?-Yo creo que la izquierda en Argentina es el kirchnerismo. Hay una izquierda marginal de pequeños grupos, como el Partido Obrero y otros similares, pero eso no representa realmente nada. La opción real de cambio en una dirección progresiva es el kirchnerismo en todos los frentes. -Sin embargo, el libro de Cristian Castillo “La izquierda frente a la Argentina kirchnerista” considera al oficialismo como una continuidad del menemismo.-No he leído ese libro, pero si dice eso es un disparate. -También se le critica al oficialismo haberse aliado con ciertos personajes que sí representan a la derecha.-Evidentemente el kirchnerismo no es un partido ideológico puro. Viene de una matriz histórica que es el peronismo. Ha avanzado en ciertas direcciones, pero al mismo tiempo, ese pro-ceso no es completo, es un proceso en el cual resabios históricos de todo tipo de movimientos están presentes allí. La Cámpora y todas esas organizaciones son organizaciones que van por un proceso de cambio más radical. -Se habla de un reemplazo nominal, del paso del kirchnerismo al cristinismo. ¿Cómo ve ese cambio?-No sé si el nombre “cristinismo” se va a imponer, no creo que a Cristina le guste mucho que se hable en esos términos. Pero si hay algo que caracteriza a la posición que ella ha tomado en el último año es que ha dado impulso a todas las organizaciones juveniles nuevas. Eso es claramente un cambio que ha tenido lugar y que está produciendo resultados positivos.

Pag. 43 - Entrevista

La titular de la Federación de Estudiantes

de Chile explica a El Cruce cómo hicieron los

estudiantes chilenos para lograr el apoyo

de amplios sectores de la población, pese a

las fuertes campañas de “desinformación”

lanzadas desde la prensa local. Sostiene que

la educación gratuita en su país es posible,

si se lleva a cabo una “reforma tributaria” que

la garantice.

“Los grandes cambios ocurren cuando toda la sociedad lucha por los mismos objetivos”Por Soledad Arréguez Manozzo

Jeans, piercing y pañuelo al cuello. Con tan solo 23 años, Ca-mila Vallejo se convirtió en ícono del movimiento estudiantil por una reforma integral del sistema educativo en Chile. Hija de militantes comunistas y nieta de un ex integrante del Mo-vimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), se puso al fren-te del debate y logró poner en evidencia la crisis del modelo neoliberal en la educación: impulsó discusiones sobre el rol público de la universidad y la necesidad de hacer reformas para alcanzar una educación de calidad y gratuita para todos los ciudadanos. En los últimos meses, el reclamo logró la adhesión de profe-sores, trabajadores y familias enteras cansadas de hipotecar su futuro para que sus hijos tengan un título. Las protestas pro-longadas provocaron un fuerte cimbronazo en el gobierno de Sebastián Piñera, que aún busca una salida del conflicto. “La educación gratuita para Chile es posible. Hay estudios hechos por destacados economistas nacionales y por los mismos es-tudiantes que acreditan que a partir de una reforma tributaria podríamos asegurar los recursos necesarios para que eso ocu-rra”, remarca la joven, egresada en Geografía de la Universidad de Chile y presidenta de la Federación de Estudiantes de esa casa de estudios (FECh), en un reportaje exclusivo concedido a El Cruce.

-¿Por qué las protestas surgieron durante el gobierno de Sebas-tián Piñera, y no en gestiones anteriores?-Los problemas del sistema educacional que hoy se ponen en evi-dencia se vienen arrastrando desde hace mucho tiempo, en par-ticular desde la dictadura. cuando en 1980-1981 se dictó una le-gislación educacional que revertía por completo el proyecto de los

REPORTAJE EXCLUSIVO A CAMILA VALLEJO

esa necesidad del pueblo de Chile, pero sus principios políti-cos van absolutamente en contra de que ello ocurra, y no van a transar. Es claro que el escenario se ve muy complejo para avanzar en reformas de fondo. Los parlamentarios tienen hoy la gran responsabilidad y la posibilidad, de legislar en favor de las demandas sociales modificando los proyectos de ley que el Presidente envíe, por lo que no olvidamos que el Congreso es un factor que no podemos dejar de lado.

-El gobierno no ha dado todavía una respuesta satisfactoria a sus demandas. ¿Qué le parece la actuación que ha tenido sobre sus propuestas?-Me parece absolutamente errática la actitud del Presidente res-pecto del manejo político de este y de la mayoría -si no de todos- los conflictos que ha enfrentado. Es insólito que el gobierno sea incapaz de responsabilizarse por los propios actos y culpe cons-tantemente al anterior, eso le quita seriedad y nos hace dudar si realmente tiene la capacidad de autocrítica necesaria para go-bernar en sintonía con la gente. Más allá de las imprecisiones de Piñera, gran parte de los personeros de gobierno y de los partidos políticos de la coalición gobernante han calculado muy bien los pasos a seguir, sopesando a consciencia lo que significa tener el nivel de rechazo que tienen, a cambio de mantener y profundizar

gobiernos anteriores, que eran de carácter social. Hubo diferentes movimientos para recuperar la educación pública, los que lamen-tablemente no ha podido materializarse. Por eso, seguimos arti-culándonos año a año para conseguirlo, generando un proceso de acumulación que hoy se ve plasmado en la intensidad y magnitud de las demandas como de las movilizaciones. El hecho de que durante el gobierno de Piñera las movilizaciones sean tan fuertes responde principalmente a la intención ofensiva del gobierno y su interés en consolidar el mercantilismo en la educación, así como privar el posible desarrollo de la educación pública. Ante esto, los estudiantes no podíamos hacer menos que negarnos a dichas reformas y, más aún, tomar una actitud propositiva para instalar las demandas que creemos necesarias para transformar profun-damente la educación.

-¿Cuál es el camino para la resolución del conflicto?-La educación gratuita para Chile es posible. Hay estudios he-chos por destacados economistas nacionales y por los mismos estudiantes que acreditan que a partir de una reforma tributaria podríamos asegurar los recursos necesarios para que eso ocu-rra. Sin embargo, el obstáculo más grande para eso es la falta de voluntad política y la barrera ideológica que el gobierno ha puesto, pues ellos tienen el poder y los recursos para satisfacer

Pag. 45 - Entrevista

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un sistema afín a su ideología neoliberal.

-¿Considera que el movimiento estudiantil se consolidará como una fuerza más en la escena política de Chile?-Creo que es imposible de prever, porque nadie tiene la certe-

za de cómo evolucionará o terminará este proceso. Sin embargo, como ya tenemos relativamente claro que el gobierno actual no dará su brazo a torcer en lo próximo, sí tenemos proyectado se-guir movilizados de manera permanente. Creo que seremos un actor político presente, en la medida que sea necesario, para no abandonar la lucha que hemos iniciado y en la que tenemos tan-tas esperanzas puestas, no sólo nosotros sino casi todo un país.

-Muchos jóvenes deben emigrar a la Argentina para poder estu-diar, ya que les sale más barato que pagar una carrera en Chile. ¿Cómo evalúan esta situación?-Sin duda es lamentable que deba ocurrir algo así por lo cara y precaria que es la educación en Chile. Ojalá la decisión de estudiar en otro país fuese por motivos que no consideraran lo económico, sino lo cultural o las propias perspectivas pro-fesionales, pero la migración estudiantil a causa de la falta de recursos en Chile es una realidad. Por la experiencia de muchos compañeros, sabemos que la recepción a los estudiantes auto-denominados “exiliados” por la educación en Argentina es muy buena y fraterna.

-¿Qué opinión tiene sobre el sistema educativo en la Argentina?-En lo particular, creo que es un sistema que está muy adelan-tado respecto del nuestro: la educación es gratis, de considera-ble calidad y su método de acceso no es restringido como el nuestro. En varios as-pectos, la educación argentina constituye un horizonte para nosotros. Sin embargo, también tenemos claro, por experiencia de los propios compañeros argentinos, que no todo es perfecto, y que aún existen problemas en cuanto a la elitización de los planteles, la falta de presencia de los sec-tores más vulnerables de la sociedad, y otros problemas socia-les estructurales con los que se enfrentan constantemente. Sin duda son necesidades complejas y su resolución implica pasos que en Chile aún no hemos dado.

-Los medios de comunicación de Chile son un actor importante en el conflicto. ¿Cómo evalúa su rol en el tratamiento del reclamo? -Lamentablemente, en Chile, los medios de comunicación son un bastión más del gobierno y de las élites dominantes. La prensa escrita y la televisión principalmente han sido una he-

rramienta de desinformación de la población res-pecto de temas muy relevantes en este proceso de lucha por la educación. Suelen tergiversar hechos e incluso inventar falsedades. En ese sentido, ahora los medios tradicionales cubren nuestras noticias, porque venden, pero suelen hacerlo de mala ma-nera. Afortunadamente, internet ha constituido un canal de contra información y además una fuente más directa y dinámica para quienes desean in-

formarse de lo que realmente pasa en el movimiento, o de las cosas que ningún medio oficial informa, como las torturas. Hemos tenido que saber conjugar una táctica comunicacional lo suficientemente clara como para que no se tergiverse, y a la vez hemos tenido que diversificar nuestros canales de in-formación para llegar a un espectro lo más amplio posible de público.

-El reclamo encontró eco en diversas partes el mundo. ¿Cuánto influyeron las nuevas tecnologías en esto?-Las redes sociales claramente permiten tener un alcance y una inmediatez en la producción y distribución de la información que en otros tiempos eran impensables. A escala internacional, Internet sin duda nos ha posibilitado crear redes. A diferencia de lo que algunas personas plantean, en relación a que hoy las redes sociales podrían venir a reemplazar la política que se hace cara a cara, creo que la tecnología nunca van a suplantar aque-lla labor que tiene la organización política y social a través de las asambleas, los debates y las discusiones que se realizan de manera real, porque eso constituye, además, una manera de ver la vida y de ver el propósito transformador de la política. Los estudiantes nos organizamos para luchar por un país más justo, más fraterno y más humano. Debemos actuar en pos de cultivar esos valores de manera concreta, ya que muchas veces las he-

rramientas tecnológicas parecieran acercarnos a quien está muy lejos, pero alejarnos de quien está más cerca.

-A pesar de los intentos mediáticos por desacreditar al movi-miento, se logró convocar a cientos de ciudadanos a las calles

El hecho de que durante el gobierno

de Piñera las movilizaciones sean tan

fuertes responde a su interés en consolidar

el mercantilismo en la educación.

La educación argentina constituye un

horizonte para nosotros, aunque tenemos claro,

por experiencia de los propios compañeros

argentinos, que allí no todo es perfecto.

¿Por qué considera que se generó gran adhesión? -Creo que como estudiantes tuvimos la conciencia de entender que los grandes cambios sociales que afectan a todo el país y a las generaciones futuras, ocurren cuando la sociedad en su conjunto está de acuerdo y conforma una mayoría que luche por los mismos objetivos. Los estudiantes no queríamos quedarnos en la lucha gremial, sino recoger lo que toda la sociedad tuviese

que decir respecto de la educación. Entonces, la gente se sintió llamada a dar su visión de cómo debe ser la educación en Chile, lo cual es un ejercicio democrático que el Estado hoy no fomen-ta ni mucho menos garantiza. A partir de las movilizaciones de este año se puso en evidencia las numerosas falencias de nues-tro sistema democrático, fuertemente coartado y limitante de la capacidad de injerencia de la ciudadanía, lo cual nos hemos encargado de denunciar, y a la vez hemos propuesto modifica-ciones como el plebiscito o asamblea constituyente, demandas históricas del movimiento social desde la dictadura.

-“Se mata la perra, se acaba la leva”. Esa frase de una funcio-naria chilena es una de las tantas críticas y ataques que sufrió durante la profundización del reclamo. ¿Le parece que el hecho de ser mujer influye a la hora de hacer política? -Por ser mujer y tener el pensamiento político que tengo, efectivamente no han faltado las personas que han intentado desvalidarme a fin de no reconocer la importancia de nuestras demandas o de la legitimidad de nuestro movimiento. Afortuna-damente, la mayor parte de la ciudadanía hoy está apoyando a los estudiantes, porque siente que nuestras demandas son tam-bién suyas; la gente de verdad opina que el sistema educacional actual debe tener un cambio estructural y que no es sólo un antojo de los estudiantes. Entonces, en ese sentido agradezco que no se le preste mayor atención a los argumentos que tratan de desvalidar nuestro movimiento sino que se atienda a la im-portancia y justeza de nuestras demandas.

-Para muchos jóvenes, sobre todo mujeres, usted se convirtió en un modelo a seguir, ¿siente responsabilidad por ese hecho?-Por supuesto. Siento una enorme responsabilidad al ocupar el cargo de presidenta de la FECh y vocera de la CONFECh, porque al tener tanta exposición, si cometiera algún error en las decla-

raciones o hubiese algún mal entendido, la prensa y los políti-cos podrían tergiversar mis intenciones y eso le traería costos al movimiento estudiantil. Tomo este cargo con mucha responsa-bilidad y seriedad, implica representar el esfuerzo de miles de estudiantes que hoy se movilizan por la educación.

-La protesta en Chile fue tema de debate en varios congresos de estudiantes. ¿Le parece que es posible generar un movi-miento latinoamericano para pedir mejoras en la educa-ción en toda la región? -Este año ha servido para incentivar la unidad estudiantil regional e incluso mundial. Sin embargo, creo que hay que atender a las diferencias que existen en cada país, y a las necesidades y realidades locales que podrían confi-gurar un eventual movimiento estudiantil a gran escala, porque existen diversos escenarios y la actitud y deman-das del estudiantado no va a ser la misma en cada espa-cio. Eso no quita que debamos trabajar imperiosamente

en construir redes de solidaridad internacional que nos permitan avanzar en temas comunes a todos los estudiantes.

-¿Le gustaría seguir una carrera política?-Esa es una pregunta que me hacen constantemente. Hoy no tengo los elementos para saber si mi participación en política será necesaria en el futuro. Como militante, nunca voy a descar-tar la posibilidad de participar de alguna manera en próximas elecciones para disputar algún cargo, pero esa decisión será to-mada de forma colectiva con mi organización, atendiendo a mis capacidades y posibilidades, siempre en miras de un proyec-to colectivo. Mi participación en política no es movida por un afán individual, y no tiene otra justificación que no sea el tratar de contribuir a la construcción de un país más justo de manera mancomunada.

La prensa escrita y la televisión

han sido una herramienta de desin-

formación de la población respecto de

temas muy relevantes en este proceso

de lucha por la educación.

La lógica de los medios de comunicación hegemónicos

comienza a ser cuestionada por el surgimiento y el afianza-

miento de múltiples espacios de divulgación de información

alternativa, que escapan de la agenda que procuran imponer

las corporaciones e intentan establecer una nueva forma de

ejercer la profesión. Desde las bases, a través de proyectos

horizontales y cooperativos, el periodismo retoma las fuentes y

procura legitimar la diversidad de opiniones.

Cuando el medio es el mensaje

COMUNICACIÓN ALTERNATIVA Y AUTOGESTIVA

Por Yanina Fuggetta

En Ciudadano Kane, la inoxidable pelícu-la de Orson Welles de 1941, el relato que imperaba era el de una industria cuya ta-rea fundamental consistía en direccionar ideologías afines a las corporaciones, a través de la manipulación de los hechos y la pérdida de competitividad de los más pequeños. Una situación tan antigua y tan actual que setenta años después se repi-te. Sin embargo, por estos días, la lógica de los medios masivos se pone en tela de juicio. El motivo: el surgimiento y estable-cimiento de múltiples espacios dedicados a la comunicación alternativa que escapan de la agenda que intentan imponer los gigantes conglomerados multimediáticos. No se trata de considerar la noticia como una mera mercancía y a la información con una fuerte impronta comercial, sino de situarla como una fuente productora

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de análisis, crítica y como un motor de lu-cha contra las hegemonías informativas. Y allí surge una saludable inquietud: ¿cómo definir al periodismo? El periodismo actual puede ser definido como una geografía de grandes grupos empresarios, pero también como un colec-tivo de profesionales que intenta construir una mirada de la realidad independiente de la que ofrecen los medios hegemónicos. En ese intento, los comunicadores batallan contra las agendas oficiales y el amarillis-mo, contra la primera versión y la única historia. En aquellas hendiduras donde los multimedios no llegan, sí lo hace la comu-nicación alternativa. Ahora bien: ¿qué sig-nifica la comunicación alternativa? Una de las premisas principales en las teo-rías de la comunicación reside en la circu-lación de información plural dentro de la

sociedad. Así se estimula la democracia y se legitima la diversidad de opiniones, algo que la concentración mediática procura erosionar. La alternatividad consiste en un distanciamiento del modelo hegemónico y la búsqueda de otras voces. “Se ven medios comerciales cada vez más débiles, medios que viven de la caja del Estado que en cuanto cambie de mano se caen sin remedio y medios que estamos con posibilidades de cruzar la línea media e ir por más. Estamos en un momento de transición, intermedio, en el sentido his-tórico del proceso de transformación de la comunicación. Lo que debemos justificar, entonces, es sí estamos a la altura de ese desafío, porque lo que está en juego es si la comunicación que viene necesitará o no periodistas profesionales“, analiza la periodista Claudia Acuña, fundadora de la cooperativa de comunicación La Vaca.Acuña prefiere hablar de “comunicación autogestiva” y no “alternativa”. “Me pa-rece peyorativa. Esta definición es hija de los diarios recuperados -que pasaron por el proceso de ocupar, resistir y producir- y que define con ese proceso de tres eslabo-nes todo un plan de acción: ocupar nues-tros propios espacios de comunicación, re-sistir los modelos que se forjan a partir de paradigmas comerciales y producir nuestra propia comunicación de acuerdo a las ne-cesidades sociales”, define.Y va más allá: “Construir una mirada propia es un proceso grupal, de mucho esfuerzo. El principal es saber quién sos como me-

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dio. La identidad es la clave. Si sabés quién sos y podés hablar con tu propia lengua, sin repetir guiones ni copiar moldes, tu mirada sobre la realidad es original porque es úni-ca, verdadera. Decirlo es fácil, pero lograrlo es una tremenda tarea”.Si un medio de comunicación elige ser alternativo en su mensaje también puede elegir su formato: la autogestión implica que la posesión del medio es comparti-da por los trabajadores. Allí no hay em-pleados ni empleadores, hay compañe-ros que desarrollan sus proyectos. No lo hacen bajo un estricto sentido lucrativo, sino como una manera de originar conte-nidos colectivos y democráticos. Ejemplos sobran: Mu, La Vaca, THC, Teatro al Sur y Barcelona, entre muchos otros.Acuña también es una de las impulsoras de AReCIA, la Asociación de Revistas Cul-turales Independientes de Argentina, que nuclea los proyectos editoriales indepen-dientes en todo el país. “AReCIA nació lue-go de un proceso de trabajo conjunto del sector de más de un año, en el que man-tuvimos reuniones mensuales para pensar juntos los problemas y las posibilidades del sector. Se formalizó así el trabajo de ese espacio, de cara a dos interlocutores: el Estado y el mercado. Como una herra-mienta para demandar políticas hacia el sector y para lograr acuerdos marco que permitan mejores condiciones de nego-ciación comercial“, explica.

Banca oficial

Franca Venturi es la coordinadora del Pro-grama Trabajo Autogestionado del Minis-terio de Trabajo y Desarrollo Social de la Nación. El proyecto nació en 2004 para brindar financiamiento y asistencia téc-nica a empresas recuperadas por sus tra-bajadores, como en el caso de los medios de comunicación que se presentaron en quiebra, o personas que busquen traba-jar de manera autogestionada en distintas áreas. En ese contexto, desde que se inició el programa, participan más de 300 coo-perativas periodísticas autogestionadas en Buenos Aires, Chaco, Corrientes, Neuquén, Mendoza y La Rioja.“Para acceder al apoyo técnico y econó-mico del programa, cada grupo de co-municadores que quiera comenzar con su proyecto periodístico autogestionado en una cooperativa, debe presentar una pro-

puesta. Allí los trabajadores darán cuenta de cuál es su historia y su situación actual, de su proyecto, de sus fortalezas y debili-dades. Un dato no menor es que es nece-sario contar con la personería jurídica al menos en trámite”, detalla Venturi.Además, destaca que los medios asistidos por el programa disponen de una “inte-resante” heterogeneidad, en la medida en que conviven empresas periodísticas de distinto tipo con una “considerable” afluencia de jóvenes que ven en la comu-nicación autogestionada una nueva alter-nativa profesional que estimula el desa-rrollo de su trabajo.“Los profesionales que se organizaron como una cooperativa de trabajo, como el caso de muchos diarios de las provincias, logra-ron recuperar su fuente laboral y adoptaron esta forma para continuar con su actividad, con los valores del cooperativismo para manejar su propia empresa. La autogestión asociativa en este caso periodística tiene mucho valor. En el caso de la comunicación es inventar situaciones nuevas, buscarlas, difundirlas”, remarca Venturi.Los trabajadores que impulsan sus pro-yectos participaron en septiembre pasado del primer Congreso Internacional de Pe-riodismo Autogestionado, organizado por el Ministerio de Trabajo y la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos de la República Argentina (Fadiccra) en el Hotel Bauen, en la Ciudad de Buenos Aires. Más de mil periodistas, estudiantes y comunicadores de todo el país y del exterior asistieron a los talleres de radio, televisión, sitios de internet y a las conferencias dictadas por profesiona-les de la comunicación, la tecnología, la educación y la filosofía.Juan Diego Turraca, presidente de Fadiccra, expresó que el periodismo autogestionado es la energía que puso en práctica un de-recho, el de la comunicación: “Esto es algo nuevo, el congreso habló de información, de mucha energía, trabajo y experiencias entre trabajadores. Este congreso sirvió para definir la línea editorial de nuestros medios, distribuir equitativamente los in-gresos, exigir proyectos de ley a medios gráficos y una ley de fomento a la comuni-cación autogestiva. Y, sobre todo, para tra-bajar en una labor periodística alternativa los monopolios”. En ese sentido, enfatiza: “La autogestión es democratizar la infor-mación, es libertad de elegir, que puedan

definirse los trabajadores de prensa como periodistas autogestionados y no como simple empleados”. Según Venturi, el congreso sirvió para vi-sibilizar un sector que es “ignorado” por los medios masivos y también publici-tar sus tareas con el objetivo de resaltar su trabajo cotidiano. De acuerdo con sus palabras, el periodismo autogestionado debe conocerse, expresar sus problemas -como el acceso al papel-, posicionarse para plantear demandas y una agenda pública, entre otros puntos. También debe multiplicar sus voces, las voces que hasta hace poco tiempo estaban perpetuamente condenadas a los pequeños márgenes que les dejaban los tentáculos de los gigantes mediáticos. De eso se trata la libertad de expresión. El periodismo autogestionado procura dar cuenta de ello.

Experiencias de

la autogestión

Son numerosas las experiencias de pe-riodismo autogestionado que pueden observarse en la Argentina. Desde el diario El independiente, de La Rioja, pasando por la revista Cítrica, realizada por los ex trabajadores del diario Críti-ca, hasta la editorial cooperativa Eloisa Cartonera. Todas, a su modo, plantean una nueva modalidad de comunicación alternativa.“Somos diez personas y nos dedicamos a fabricar libros con un sistema sencillo y alternativo que es con tapas de cartón de la calle que le compramos a los car-toneros. Los textos se imprimen en una imprenta”, cuenta María Gómez, que trabaja en Eloísa Cartonera desde sus inicios, en 2003. El catálogo editorial cuenta con 200 títulos repartidos entre poesía, cuentos y novelas breves de Alan Pauls, Fabián Casas, Andrés Caicedo y Washington Cucurto, entre otros. Fernando González trabaja desde hace ocho años en el diario El independien-te y cuenta que se trata de una empresa recuperada y que es el único medio au-togestionado de La Rioja: “Es un diario que se fundó en 1961, en donde trabaja-mos 61 personas –relata-. Se hace con mucha lucha y sacrificio, somos todo terreno, tenemos una web y una radio. Estoy feliz de ser autogestionado y po-der trabajar con libertad, como en una familia. Se establecen lazos solidarios que no se dan en una empresa privada.”

La celiaquía es la intolerancia permanente al gluten, una

proteína presente en el trigo, avena, cebada y centeno (TACC)

y productos derivados, que padecen unos 400 mil argentinos.

Este año se reglamentó una ley, vital para la detección

temprana, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Sin

embargo, los pacientes se encuentran con trabas en las obras

sociales y prepagas a la hora del cumplimiento de la cobertura

en la provisión de los alimentos, que en algunos casos cuestan

el 300 por ciento más que los comunes.

Las dificultadesde ser celíaco

PROBLEMAS PARA LA APLICACION DE LA LEY

Por Soledad Arréguez Manozzo

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Una dieta libre de trigo, avena, cebada y centeno (TACC) es la fórmula rigurosa y permanente que siguen las personas ce-líacas para alcanzar una mejor calidad de vida. La alimentación correcta es la base de su tratamiento. Por eso, la Ley Celía-ca, sancionada a fines de 2009, establece que las empresas de prestación médica deben brindar cobertura de las harinas y las premezclas libres de gluten. Con la reglamentación de la ley en mayo de este año se convirtieron en derechos muchas demandas de pacientes que padecen de la intolerancia al gluten, una proteína que se encuentra en los alimentos con TACC. Sin embargo, aún hay obstáculos en el camino. Falta que la mayoría de las provincias adhieran a la normativa nacio-nal, hay pacientes que deben presentar amparos para que la ley se cumpla, hay prestadores que no brindan la cobertu-ra y en otros casos todo depende de la buena voluntad de la empresa, según contaron las asociaciones de pacientes consultadas por El Cruce.La reglamentación de la Ley Celíaca fue celebrada por las personas que pade-cen esa enfermedad. Pero lograr que los prestadores médicos cubran lo estableci-do por la norma puede convertirse en un

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largo peregrinar. “El desafío por delante es lograr la adhesión de todas las pro-vincias a la ley nacional. Esto hace que la sanción de la norma sea limitada y sean muy pocas las cosas que efectivamente sean un beneficio en la vida diaria de cada uno de nosotros”, asegura Rolando Gail, miembro del Grupo Promotor de la ley, que reúne a unas 2.500 familias. De las 24 provincias, solamente La Pampa, Corrien-tes, San Luis, Santa Fe, Jujuy y Mendoza se adhirieron. “En el resto del país todo se torna mucho más difícil porque la ley no tiene vigencia. Hay un vacío legal en ese

sentido”, precisa.Algunos distritos sancionaron leyes pro-pias y lograron avanzar en ese sentido. Sin embargo, en otros casos, por ejemplo, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Au-tónoma de Buenos Aires tienen normativa particular, pero no está reglamentada, ni tienen la adhesión a la ley nacional. No están en vigencia y los celíacos se quedan sin cobertura local ni nacional. Esto provo-ca algunos inconvenientes a la hora de la prestación médica. “En IOMA, desconocen absolutamente todo. Para ellos, la ley no rige. Entonces, no están obligados a nada.

Algunas prepagas, presionadas por re-cursos de amparo, establecieron algunas normas: responden, pero de forma limi-tada y no otorgan grandes beneficios”, cuenta Gail, que es paciente celíaco. “Con las leyes que tenemos hemos cu-bierto mucho las expectativas del celíaco, pero necesitamos del Estado para que se cumplan”, apunta Silvia Vera Tapia, presi-denta de la Asociación Celíaca Argentina (ACA), en diálogo con El Cruce. “Agrade-cemos a la Presidenta que reglamentó la ley, pero quisiéramos avanzar. El conflicto sigue estando. Ahora tenemos un incon-veniente: nos llegan notificaciones para preguntarnos qué hacer a aquellos que quieren anotarse en la obra social IOMA, pero le niegan la inscripción por tener una enfermedad preexistente. A los ce-líacos les siguen negando la entrada en algunas obras sociales”, denuncian des-de la ACA.

El juego de las diferencias

Quizás el artículo más complejo de la ley es el que establece que las obras sociales, las entidades de medicina prepaga y las entidades que brindan servicios médicos deben pagar el 70 por ciento de la dife-rencia entre el valor de la dieta común y una para un paciente celíaco. Las perso-nas celíacas dependen de lo que comen. Y seguir la dieta implica muchas veces tener que hacer cuentas por la diferencia de valores: el kilo de harina común cuesta entre 2 y 3 pesos, pero la que es apta para celíacos cuesta entre 18 y 23. Por eso, es clave que las prestadoras médicas cum-plan con lo establecido por la ley.“Hay que conseguir que el Ministerio de Salud, junto al INAL (Instituto Nacional de Alimentos), complete la reglamen-tación indicando la letra chica: cómo se implementa en la práctica, y cantidad y calidad de alimentos que entran en la cobertura”, asegura Gail. Al cierre de esta edición, el INAL había realizado un estudio técnico al respecto que esperaba la aprobación oficial.“Estamos esperando. Todo sigue igual. No sabemos cuáles son los alimentos que

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se agregaron como ‘saludables’ a la ley -como parte de los productos de la die-ta de un paciente celíaco-”, agrega Alicia Greco, presidenta de Asistencia al Celíaco de la Argentina (ACELA), entidad con 66 fi-liales en todo el país.Según pudo averiguar El Cruce, también hay negativas frente al pedido de cober-tura de los alimentos. Las respuestas son de lo más variadas: “Todavía no bajaron directivas de la central”, “La ley todavía no está totalmente reglamentada” o direc-tamente “Nuestra provincia no adhirió”, enumeran pacientes celíacos.En ese sentido, la empresa Medicus ex-plica a sus clientes que el INAL “aún no ha establecido las cantidades de harinas y premezclas que deben consumir las personas celíacas (artículo 9 del Decre-to 528/2011 del Ministerio de Salud)”. Frente a este panorama, muchas familias comienzan la vía judicial, con la presen-tación de amparos para que se cumplan sus derechos. “Algunas personas encuen-tran inconvenientes cuando quieren que la obra social le cubra esa diferencia de costos de las harinas y premezclas espe-ciales, que en algunos casos cuestan el 300 por ciento más de una harina común. Cada particular exige y depende de cada prestador lo que le pueda ofrecer y ahí es donde encontramos el problema”, detalla Vera Tapia.“Estamos trabajando en una mirada más amplia de este punto, para que abarque harinas y premezclas libres de gluten, y que además incluya alimentos ya elabo-rados de consumo habitual por parte de cualquier persona (prepizzas, panes, fi-deos) para mayor facilidad al consumo. Hicimos un modelo de dieta muy genéri-co, con un concepto más integral que re-emplazar la harina tradicional por la libre de gluten. Este trabajo lo compartimos con la Sociedad Argentina de Nutrición. El tra-bajo final está avalado. Esta es la primera pata de lo que pide la ley, la segunda par-te es establecer cúal es el 70 por ciento de la diferencia. El área Economía de la Salud hizo el análisis de precios, para ver cuál es el costo. Esto está terminado. Ahora está en proceso administrativo, para dar marco

legal a este trabajo para que las obras so-ciales lo implementen. Está muy avanza-do”, explica Matías De Nicola, director del INAL, organismo dependiente del ANMAT, que se dedica al control de alimentos.Voceros de la Dirección Médica de Swiss Medical Group explicaron que la cobertura de la prepaga incluye estudios y diagnós-ticos: endoscopía, biopsias, anticuerpos, entre otros. Y en cuanto al tratamiento, harinas y premezclas libres de gluten ase-guraron a El Cruce que la empresa “rein-tegra mensualmente a los pacientes el 70 por ciento de la diferencia de costo en las harinas y premezclas”, como marca la ley. Desde el Grupo Promotor señalan que hay desinformación sobre el tema en algunas prestadoras, ya que “en algunas obras so-ciales y prepagas se reintegra, y algunos incluso pagan el 70 por ciento del costo” y no de la diferencia.Según las cifras que se manejan desde la Asociación Celíaca Argentina, hay más de 400 mil argentinos que padecen celiaquía, aunque unos 25 mil desconocerían su enfermedad. Con la sanción de la ley, se incorporaron al Programa Médico Obliga-torio (PMO) análisis para la detección de la enfermedad celíaca a través del marcador sérico IgA y la biopsia del duodeno proxi-mal. A su vez, el Ministerio de Salud en-trega kits de diagnósticos en 95 hospitales

de todo el país, y guías nacionales para el diagnóstico y tratamiento, que describen la enfermedad, los síntomas, cómo diag-nosticarla, el tratamiento a seguir, con-sejos sobre alimentación y precauciones a tener en cuenta a la hora de preparar alimentos o comer fuera de la casa.

¿Qué comemos?

Todos los productos alimenticios que se comercialicen en el país y que cumplan con los requisitos para celíacos deberán llevar impresos en sus envases la leyen-da “Libre de gluten” y el logo oficial. Pero, por ahora, ir de compras sigue siendo complicado. “Si se recorre la góndola, en plaza se reconoce un solo producto que adoptó el nuevo logo. El Ministerio no puso plazos claros, quedo medio inde-terminado. Seguimos dependiendo de la buena voluntad de las empresas, algunas han empezado a rotular por iniciativa pro-pia”, apunta Gail.Al respecto, De Nicola especifica el rol del estado. “La ley prevé establecer una me-todología de análisis de alimentos para dar seguridad a los celíacos: se modificó el Código de Alimentos y se establecieron nuevas formas para identificar cuando un alimento es apto para celíacos y cuando no lo es. Este estudio se hizo a través de

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la CONAL (Comisión Nacional de Alimen-tos) y salió publicado en el Boletín Oficial”, puntualiza. Y profundiza: “Otro punto es la identificación de los productos. Esto ya se hizo, se determinó un símbolo que obli-gatoriamente deben llevar los alimentos libres de gluten, y también pueden incor-porar los de las asociaciones de pacientes celíacos. La modificación prevé un período de transición de 180 días para entrar en vigencia: las empresas tienen que adecuar a los nuevos rótulos, y muchas empresas ya están trabajando en el tema.” De Nicola también explica cómo se traba-ja desde el INAL para controlar las buenas prácticas de elaboración industrial de los alimentos, con la premisa de evitar todo tipo de contaminación con gluten. “Se de-sarrollaron manuales de buenas prácticas de manufacturación. Se está acordando un criterio común de control y elaboración de los productos libres de gluten. Este asunto todavía no está cerrado, pero está próxi-mo a publicarse. Es importante, porque las provincias tienen poder de policía en su territorio, el control lo ejerce el ministerio de cada provincia. El código alimentario --los estándares y procedimientos-- es una ley nacional y todas adhirieron a él. La decisión del Ministerio de Salud es de proveer de equipamiento para detectar gluten a los laboratorios de análisis de ali-mentos, para que en todas las provincias haya un equipo. Esto está muy avanzado, está en proceso. Es una apuesta al control para dar mayor seguridad a los celíacos”.

Oferta y demandas

“Otro punto es que para que una empre-sa pueda comercializar un producto debe registrarlo en un organismo de compe-tencia, eso lleva un trámite y arancel. Una medida de incentivo es poner un arancel cero a los trámites que se hagan en el INAL. Queremos que haya más oferta. En el interior del país, no hay mucha oferta, así lo manifiestan las asociaciones de pa-cientes. En las grandes ciudades, hay más ofertas. Estamos en contacto permanente con las organizaciones, hemos comparti-do muchas cosas con ellos: metodología,

límites, logos y hasta la diagramacion de las dietas. Por otro lado, tenemos un ca-nal abierto con las industrias de alimentos, ellos tomaron el tema con compromiso, están informando sobre productos por sa-lir. Pero también hay un margen de tran-sición. Las empresas tienen que readecuar alimentos e ingredientes, lineas de pro-ductos y proveedores, para asegurar que sea seguro. Lo que nos comentan es que muchas empresas están en ese proceso para desarrollar nuevos productos. Espe-ramos verlos pronto en el mercado”, se esperanza De Nicola.Las asociaciones de pacientes coinciden

que en estos últimos años hubo mayor difusión de la enfermedad. Hasta no hace mucho “había personas que no sa-bían de qué se trataba la celiaquía, pero hoy es algo conocido”, dice Vera Tapia. En ese sentido, Gail concluye: “En la socie-dad hay mas gente informada. Ya no te miran como a un marciano. Por lo me-nos, en la ciudad, si van a un restaurante saben de qué se trata. Hay un resultado palpable”. La sanción y posterior entrada en vigencia de la ley resultó fundamental para que la lucha dejara de ser silenciada. Ahora sólo queda que escuchen -y cum-plan- los que no quieren oír.

Luego de años de oscuridad, el deporte argentino de alto

rendimiento comenzó a dar saludables señales de vida en los

Panamericanos de Guadalajara y se ilusiona con seguir

creciendo con la mira puesta en los Juegos Olímpicos de

Londres. La creación del Enard y su consecuente aporte de

recursos económicos resultan fundamentales para que los

atletas tengan más y mejores herramientas para competir a ni-

vel internacional.

La llama está encendida

LA PATRIA DEPORTISTA

Por Ana Julia Foti y Matías Quercia

Muchos de los deportistas que recalaron en Guadalajara durante octubre sabían que su oportunidad de tomar el último tren a Londres se definía en tierras mexi-canas, Panamericanos mediante. Es que en varias disciplinas se buscó no sólo ob-tener el primer puesto en el podio, con su consecuente medalla de oro, sino que además se disputó la clasificación directa para los Juegos Olímpicos. Por eso, al-gunos deportistas argentinos celebraron mucho más que un título continental. La presea fue el reflejo de una felicidad que no brillaba colgada al cuello. Más bien era la expresión de un sentimiento infi-nito que cruzaba el océano Atlántico y se posaba en Inglaterra, capital mundial del deporte en 2012.El Cruce dialogó con atletas y funciona-rios que integraron la delegación nacional

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modelo 2011, que remarcaron la impor-tancia de tener a Londres como “el princi-pal propulsor del mejoramiento de la ac-tividad deportiva en el país a corto plazo”. El planeamiento de objetivos con miras al horizonte se modifica o se continúa de acuerdo con las variables que se cruzan en el camino y confirman el buen andar o insinúan la necesidad de un cambio. Por lo pronto, para el presidente del Comité Olímpico Argentino (COA), Gerardo Wer-thein, la idea es seguir el trayecto trazado de antemano. “El próximo año tiene que ser la profundización de un crecimiento que viene siendo paulatino, pero que a su vez mostró gran parte de su esplendor en Guadalajara”, remarcó. Y agregó: “Los re-sultados no marcan las pautas, pero sí las orientan. Y en México, Argentina tuvo un papel destacado dentro de los parámetros

que se manejaban previamente. Desde esa base se debe trabajar para ensanchar la pirámide de los deportistas que ingre-san en competencia mundial y a su vez, estirar la cúspide de aquellos que ya son parte de una elite de atletas”. El dirigente es claro: “Londres es lo que necesitamos para fundamentar lo realizado hasta el momento”. Desde una mirada más general, sin tanto afán por el futuro inmediato y sí por el pa-sado cercano, es destacable lo consegui-do en los Juegos Panamericanos, pues la cosecha fue superior en comparación con las anteriores competencias continenta-les. En Río de Janeiro 2007, los argentinos obtuvieron 60 galardones en total, mien-tras que de Guadalajara se subieron a 75 podios. Una evidencia de las mejoras que se insinúan en el deporte de alto rendi-

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miento de nuestro país. Es cierto, todavía quedan lejos aquellos Panamericanos ini-ciales de Buenos Aires 1951, en los que la Argentina fue potencia y quedó en lo más alto del medallero, incluso por encima de Estados Unidos. Hoy, luego de haber toca-do fondo, el crecimiento en relación con los Juegos precedentes es una certeza. Y la clave estuvo, fundamentalmente, en la unión de grupo. “En México no se notó qué deporte practicaba cada uno, sino que todos los atletas se apoyaban mutua-mente en cada competencia. Más allá del incentivo en la renovación técnica, la clave pasó por la mística que hubo”, había fun-damentado Werthein apenas finalizados los Panamericanos de Guadalajara. Tiempo después, con la mente fría, más sereno pero sin ocultar su alegría por los objetivos cumplidos, el dirigente explica

que Argentina tuvo a disposición, para po-ner un ejemplo, “tuvo la flota más moder-na de los Juegos en remo”, y todo esto fue consecuencia del trabajo realizado desde la creación del Ente Nacional de Alto Ren-dimiento Deportivo (Enard), y con ella la “la apertura de una nueva etapa” en el de-porte argentino.El Enard está destinado a gestionar y co-ordinar apoyos económicos específicos para la implementación y desarrollo de las políticas de alto rendimiento a través la administración de los recursos asignados por la Ley Nº 26.573, que es el producto del cargo del uno por ciento aplicado so-bre el precio del abono que las empresas de telefonía celular facturen a sus clientes. “Cada ciudadano tiene la chance de ser sponsor de cada atleta y cada atleta cuenta con la oportunidad de, simplemente, ser

igual a sus competidores. Comenzamos a torcer una historia de desencuentros con una historia de encuentros. Había que trabajar en conjunto porque el deporte es un estamento muy importante para la imagen del país y especialmente se re-quería darle la importancia que se mere-ce a todos los deportistas. Es trascenden-tal darle prioridad y relevancia a los que compiten”, agrega el presidente del COA.

Hasta las manos

Suena la corneta final y todos corren a abrazarse. Algunos lloran, otros sólo ríen. Cantan, saltan, se saludan, pero no caen todavía en que competirán en los Juegos Olímpicos. Ellos se desempeñan en dis-tintas disciplinas, las reglas del deporte de su pasión son diferentes, pero todos

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llevan la misma camiseta, todos se entre-naron desde hace mucho tiempo en equi-po y con el mismo objetivo: llevar al país al nivel más alto posible.Los seleccionados masculinos de handball y de hockey sobre césped no eran favori-tos en Guadalajara. Al primero porque no lo ayudaba la historia. Sin participaciones en Juegos Olímpicos, la caída con Brasil en la final era una figurita repetida para el combinado albiceleste. El segundo enten-día que la rivalidad con Canadá era pareja, pero que en la actualidad la balanza se in-clinaba hacia el Norte. Sin embargo, am-bos sacaron a relucir la fuerza de voluntad, el ímpetu y el hambre de gloria, y pese a tocarles jugar el encuentro definitivo con los equipos más complicados, la hazaña se consumó. Fue la medalla dorada. Fue el pasaporte a Inglaterra. Fueron, las dos, las historias más emotivas de estos Pana-mericanos.Es que con sus resultados consiguieron la atención de un público desacostumbra-do a verlos. Y luego de la consagración, ambos planteles conmovieron a todos. “Argentina salió a buscar lo que estuvo esperando durante mucho tiempo”, des-

taca Eduardo Gallardo, el entrenador del seleccionado de handball. “La final fue un partido soñado. Habíamos comenza-do abajo en el marcador, lo empatamos y nos pusimos arriba con un gol de Federico Pizarro que fue de otro partido. Luego ga-namos con contundencia”, recuerda.En ese sentido, y en consonancia con Ga-llardo, Werthein opina que de todas las medallas obtenidas a lo largo de los Jue-gos, las de hockey masculino y handball fueron “las más emotivas”. Su explicación anuló el privilegio de las estadísticas. “Hay distintas formas de analizar el medallero general: deporte por deporte o según la evolución” de cada disciplina”, puntua-lizó. Y sigue: “El triunfo del handball era una asignatura pendiente. Además, fue impresionante el marco en que se dio: contra Brasil, con un clima espectacular. Los chicos llegaron a los Panamericanos muy presionados por el gran Mundial que hicieron en Suecia. Y la verdad que lo su-peraron con maestría”.Los Gladiadores, como se los denomina desde la última Copa del Mundo, le gana-ron a Brasil en la final y participarán por primera vez en una competencia olímpica. En cuanto a la fórmula del éxito, Gallardo sostiene: “Cuando tenés el respeto por los jugadores, el equipo anda solo. La mayo-ría de ellos tiene una gran riqueza táctica y destreza individual. El gran secreto es saber construir una identidad y no salirse de esos parámetros que se generan entre los juga-dores y el cuerpo técnico. Siendo leal, yen-do de frente, así se logran los objetivos”.¿Qué lograron? “Ser un equipo con el es-píritu amateur y la mentalidad profesio-nal. Esta idea viene trabajándose desde que nos hicimos cargo de los juveniles en

2006 y los jugadores lo tienen claro y de-jan todo por la camiseta. El apodo de Gla-diadores es el que mejor le queda a este grupo. El sacrificio, la entrega, la lucha y el ser un equipo para todo constituyó esos resultados positivos que conseguimos”, resume el entrenador.

Una bocha

Desde una posición similar, pero utili-zando el palo y la bocha, los varones del hockey también festejaron en Guadala-jara. Jugaron con Canadá, el favorito del certamen, sorprendieron y se subieron a lo más alto del podio con el pasaje a Lon-dres bajo sus brazos. De paso, vengaron la sorpresiva caída de Las Leonas, que mor-dieron el polvo de la derrota ante Estados Unidos y se quedaron sin el oro esperado y con la incógnita –más tarde resuelta- de su participación en la cita olímpica.Luego de unos días de descanso, los di-rigidos por Pablo Lombi volvieron a las canchas y ya están pensando en todos desafíos que tienen por delante. Lucas Rey, capitán del equipo, reflexiona: “Con-seguimos lo más importante, pero lo que se viene es más duro que lo que pasamos. Habrá mucho más entrenamiento y sacri-ficio para poder llegar a los Juegos Olím-picos de la mejor manera posible”.“Hicimos una preparación como nunca antes para un torneo. Fueron muchos me-ses de entrenamiento en doble turno y, sobre todo, muchos viajes y giras que nos permitieron sumar experiencia. Llegamos a jugar el Panamericano con 25 o 30 par-tidos internacionales previos, y eso es un montón”, comenta Juan Manuel Vivaldi, arquero del seleccionado.

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Integrar lo social con

el alto rendimiento

Osvaldo Arsenio, director nacional técni-co deportivo de la Secretaría de Deportes, dialogó con El Cruce y realizó un balance sobre los resultados de los Juegos Pana-mericanos de Guadalajara.

¿Qué balance se hizo a partir los re-sultados obtenidos en Guadalajara?Estamos realmente conformes y muy con-tentos con lo realizado en los Panamerica-nos, pero en general con todo el deporte nacional durante esta temporada. Hicimos un trabajo silencioso pero eficaz. Las me-dallas, es cierto, son una buena forma de medir el desempeño, pero también debe-ríamos ponderar la inclusión social en los últimos siete años.

Los deportistas afirman que las me-joras también llegaron desde el apo-yo brindado por el Enard y las becas entregadas. ¿Quiénes las reciben?Hay muchas becas con distintas variedad que dependen de meritos deportivos, de los niveles, las necesidades. Por ejemplo, en las de Iniciación o Proyección, se eligen a atletas desde los 13 años aproximada-mente que las Federaciones nos recomien-dan porque consideran que tienen un gran futuro deportivo por delante. Creo que con ese incentivo se ha conseguido que el de-porte social se vuelva de alto rendimiento. Un claro ejemplo es Braian Toledo, último campeón olímpico juvenil, que salió de los Juegos Evita y logró el bronce en Guada-lajara. Estamos viendo cómo comienzan a integrarse las cuestiones sociales y las exigencias que requieren un alto nivel de-portivo. ¿Qué otras iniciativas destaca den-tro de estos años de trabajo?Una de las actividades más importantes, sin dudas, son los Juegos Evita, donde participan un millón de niños. También los Juegos Regionales y, en general, todas las actividades que la Secretaria de Depor-tes apoya. Además, está la Escuela Media que ofrece a los alumnos becas integrales -abarcan alojamiento, alimentación y en-trenamiento, atención médica y psicoló-gica y acompañamiento permanente- de donde salieron deportistas que también triunfaron en los últimos Panamericanos, como por ejemplo Luz Vázquez en lucha libre.

¿Disfrutó más de alguna medalla que de otra?No, no hay medallas más importantes o menos importantes. Medimos a todos los deportes por igual y valoramos el esfuer-zo que han realizado todos los deportistas argentinos. De todas formas, puedo decir que los triunfos de los chicos de handball y de hockey fueron muy emotivos, pero por sobre todo muy importantes por su clasifi-cación a Londres 2012.

Además de la medalla dorada, la clasifica-ción para los Olímpicos y todo el esfuerzo realizado, ambos jugadores coinciden en destacar el apoyo que recibieron durante la preparación para los torneos. “Tuvimos cien por ciento de apoyo en la prepara-ción. Estamos cobrando las becas al día y gracias al Enard pudimos realizar todas las giras y viajes previos al Panamericano”, destaca Vivaldi. Y Rey coincide: “Ahora se le está dando un impulso y un apoyo al deporte que es muy necesario para poder obtener resultados”.Así también lo entiende Werthein cuando declara que lo principal fue conseguir el “bienestar” de todos los deportistas, “de-volverle la dignidad”. El actual titular del Comité Olímpico Argentino es, además, el primer presidente del Enard desde hace un año y medio. Esta iniciativa empezó “sólo con una oficina” y es la que ahora genera el respaldo oficial de los atletas argentinos brindándoles entrenadores, becas, alojamiento y sponsors. “Al princi-pio éramos únicamente nosotros. Tenía-mos una recaudación mínima. No había un empleado. Creíamos que debíamos ser austeros. Y hoy tenemos una organización que funciona, preparada técnicamente:

movilizamos once mil personas en trece meses entre atletas y entrenadores a com-petir por el mundo”, cuenta el funcionario.Pero no todo está dicho, porque si bien los cambios son positivos y se reflejan a tra-vés de los resultados, aún hay cuestiones que deben reformarse. “Si pienso en lo que hay que mejorar sería la infraestruc-tura de entrenamiento. Sobre todo con las canchas de hockey. En Argentina hacen falta muchas más superficies de agua para elevar todo el nivel de este deporte en ge-neral y no sólo el de los jugadores de la Selección”, considera Vivaldi. “Si bien no-tamos los cambios, faltan mejorar muchas cosas que con el tiempo y la competencia se van a ir dando. Pero creo en el último tiempo nos dieron un impulso importan-tísimo para los deportistas en general. Poder competir y estar continuamente midiéndote con rivales de nivel interna-cional hace que uno vea sus errores y vaya creciendo”, evalúa Rey.Así lo indican los protagonistas. Pasó Guadalajara y dentro de cuatro años el objetivo será Toronto, en Canadá. Allí vol-verán a ubicarse las ilusiones y sueños de los deportistas argentinos. Previamente estará en las cabezas la idea fija: Londres.

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El Negro recibió a El Cruce en su casa de Villa Crespo. Habló de sus

expectativas por Aballay..., la película argentina nominada al Oscar, en

la que trabajó como actor. Anunció su próximo disco, una recopliación

de música de su infancia, y expresó su fiel compromiso con el proyecto

nacional que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

ENTREVISTA A HORACIO FONTOVA

Por Marcelo Rielo y Julián López Perdiz

Llegar a Villa Crespo en ese extraño limbo que se suele denomi-nar “hora pico” significa traspasar la polisémica y políglota zona de Palermo y llegar a un barrio cuyo paisaje variopinto saluda con sus talleres, lavaderos de autos, casas de techos bajos y pin-turas descascaradas, chicos jugando en las calles y vecinos to-mando mate en la vereda hasta entrado el atardecer. “Un barrio bien barrio”, expresa con sentimiento el músico y actor Horacio “Negro” Fontova -ahora autoproclamado El Nigger o Don Negro, según la ocasión- para definir el sitio donde vive. “No sabés, boludo, estoy con la lengua hecha mierda”, se queja el Negro y explica cómo se la mordió la noche anterior, lo que se transforma en un impedimento para que pueda cebar esos fa-mosos mates que prepara. Sin embargo, su lengua herida no es una traba para que el “negrito quilombero del Pellegrini” reciba a El Cruce en su cálida casa y deje suelto su filoso lunfardo para recorrer desde sus distintas variantes artísticas hasta su nueva e

“El proyecto crisnerista sigue avanzando”

“intransigente conciencia política”.

-¿Cómo fue trabajar en Aballay, el hombre sin miedo?-Acá el género que representa Aballay... fue un género que tuvo su impacto con películas como La Guerra Gaucha y Juan Moreyra. Hubo una bocha de películas de este tipo. Con Spiner ya había laburado, y él siempre había sido muy bizarro, muy para un deter-minado público particular que pocos entienden. Esta vez se jugó en una para todo el público y es fantástico, sin dejar de tener ese estilo maravilloso, bizarrísimo de él. Pero se mandó en algo muy interesante, por ejemplo a nivel fotografía y acción.

-El personaje que usted encarna parece haber sido creado casi a pedido. -Sí, Fernando me ofreció eso y me gustó de entrada. Apro-vechando el pelo largo, el personaje es un chamán cordobés

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amigo de Moro, el personaje femenino de la película. Además, siempre fui fanático de Caja Negra y Don Juan, y demás temas relacionados con la chamanería y la cosa brujera, entonces me encantó y le dije que sí. Sobre todo porque trabajamos un grupo de amigos, como lo somos con Pablito Cedrón, el Puma Goity y Luis Ziembrowski. Y me encantó Nazareno Casero, un tipo hu-milde, todo un señorito.

-¿Qué pasó por su cabeza cuando se enteró de la nominación al Oscar para competir como mejor película extranjera?-Y la verdad que me cagué de alegría. Me pareció rarísimo, toda una banda de truhanes ahí en Hollywood.

-El Nigger -como dice usted, no en sentido despectivo sino re-vitalizador- les va a pisotear la alfombra roja.-La verdad es que no me veo, pero si me llega la invitación ob-viamente iría y les haría alguna. Podría aparecer Sonia Braguetti, porque detesto a los gringos. No se puede criticar toda la his-toria estadounidense, como ciertas cosas artísticas respetables que tienen, pero alguna les haría...

-También trabajó en el doblaje de la voz de un personaje de Metegol, película animada dirigida por Juan José Campanella basada en un cuento de Roberto Fontanarrosa. ¿Cómo fue la

experiencia?-La verdad que maravillosa, Campanella es un tipo jodón y dis-tendido, un rufián como uno mismo, chistoso, buen compañero. Sobre todo sabe dirigir. Este proyecto de Metegol es algo nuevo para él también, pero no improvisado, teniendo en cuenta que utilizó un método de animación por el cual se filma y se graban las voces, y sobre eso se dibuja pensando en los gestos y los movimientos de los actores. Es un proceso más orgánico.

-¿Y su personaje?-La historia trata de personajes de un metegol que cobran vida, son jugadores que cobran vida, y mi personaje se llama El Loco, un tipo muy filósofo que hace unos razonamientos muy raros, que de repente, en medio del quilombo, de puteadas y demás, se pone a reflexionar con pensamientos, todo un metafísico. -¿Qué hubiese sido de Fontova si no se dedicaba a la actividad artística?-Hubiese sido boquetero. Discípulo del gordo Valor, ladrón de guante blanco. Para más información, ver la película Rififí.

-Ya que eso, de alguna manera, sería inventar una nueva vida, si se pudiera abducir por un momento y viajar en el tiempo, ¿cuál sería ese momento?

-Tendría que elegir poder ver y tocar con Los Beatles. Yo hice la colimba en el 67, en Azul, y había que hacer guardias a cualquier hora. Un día estaba haciendo guardia, y de repente escuché “Lucy in the sky with diamonds”. Me agarró un ataque de locura en medio del campo, pegaba saltos, me revolcaba. Para mí fue

una genialidad total. Lo mismo me pasa con el modo de expre-sar la soledad en “Eleanor Rigby”. La imagen en que recogen el arroz del casamiento es terriblemente expresiva.

-El viaje por el tiempo sigue, ¿en qué proyectos a futuro está trabajando?-Estoy preparando un nuevo disco, llamado “Extracto de Fonto-va”, en el que voy a recopilar todas esas músicas que marcaron mi vida de pequeño, canzoneta italiana, rock, folclore, líricos, un popurrí de esas melodías que me marcaron. Va a ser una pro-ducción independiente.

-Se podría decir que se trata de un disco popular. ¿Qué es para usted la cultura popular? -La cultura popular es muy difícil de definir, pero es lo que nace en cada lugar, desde un grupo de amigos que tiene sus códigos hasta llegar a la idea de un país. Pero la cultura popular está hecha en base a consignas, se crea en base a la amistad.

-¿Por qué piensa que se está volviendo a hablar de lo popular?-Porque ahora hay más olor a que el pueblo es querido. Hasta el último orejón del tarro está siendo considerado, y todo eso es el pueblo. Ya no está invisibilizado. Hay mas percepción, se ha permitido crear diferentes espacios culturales. Por ejemplo, hay una orquesta en la Villa 31, como también se puede hablar de La Colifata o la revista La Garganta Poderosa.

-¿A qué se debe que se vean menos trabajos suyos en los me-dios de comunicación hegemónicos?-Los que pasaron fueron, justamente, los medios de comunica-ción, porque en estos últimos tiempos fue cuando más hemos trabajado. Soy muy polifacético, charlas, libros, música, cine. Más comprometido políticamente y también, por consiguiente, menos publicado por algunos.

El Nigger Fontova, poco a poco, se va metiendo más y más en el terreno de lo político. Y así también se percibe en su rostro el incremento de la pasión al expresarse.

-En este sentido, ¿qué opinión le merece la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?-Son los representantes de las grandes corporaciones que do-minan este sistema occidental cristiano los que se oponen, el verdadero “Big Brother”. Hasta me parece que son tan opacos en sus ganas de dominar, que se vuelven caprichosos, no son inteligentes. Los tipos son unos boludos, porque hasta me pa-rece que es una ley que podría beneficiarlos. “Ay, no quiero, no quiero”, parecen decir, la rechazan solamente porque la hizo “la yegua”. Me parece que este oligopolio de mierda se hunde solo, por eso Cristina va a seguir arrasando. No son inteligentes en su actitud, más bien son unos pelotudos.

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Néstor y El Nigger

“Fue en Mar del Plata, parábamos en el mismo hotel y yo sabía que Néstor iba a venir. De repente, aparece él con Cristina y Alberto Fernández. Me vio, me agarró de la frente y me dio un beso. La verdad casi me muero. Y después en el Salón Blanco, cuando fui a tocar, me dijo ‘¿cómo te ves sentado acá)?’. Era el sillón de Rivadavia. Me senté y él me hizo de edecán, de ahí sale la famosa foto con él detrás. Un tipo maravilloso”.“También tengo una anécdota con Néstor que da cuen-ta de su simpleza. Yo me llevo bien con la tecnología, aunque algunas cosas me parecen de mandinga, muy buenas pero muy locas. ¿Cómo puede ser? Me pregun-to cómo han llegado a esto, es alucinante. Y él dentro de su despacho tenía lapiceras Bic y anotadores, cua-dernos espiral, no tenía mucha tecnología, no había compu, sólo papeles”.“En otra oportunidad, cuando fuimos por la Ley del músico, Litto Nebbia lo bombardeó a e-mails dicién-dole que esa ley era una mierda. Finalmente, Néstor nos dio una audiencia. Me acuerdo que cuando nos enteramos de la ley estábamos con Andrés Calamaro y Fito Páez en Rosario haciendo “¿De quién es el por-taligas?”. En un momento estábamos leyendo el diario en el hotel, durante el desayuno, y Fito me pregunta: “¿Vos escribís música?”. Y le digo que no. y Andrés dice “no, yo tampoco”. Entonces ninguno de los dos éramos músicos. El día que nos recibió, Néstor nos dijo: “Dis-cúlpenme, muchachos, si a mí me viene el sindicato de músicos, con músicos, yo no puedo estar en todos lados, para eso tengo a los asesores, y a mí me dijeron que eso tenía que ser así”. Así es que delante nuestro Néstor anuló esa ley. Un tipo que tuvo ángel y huevos”.

-¿Cree que “Clarín” está dejando de ser el medio hegemónico que era?-Es simple, se van cayendo las máscaras gracias a los compas como Cristina o como Gabriel Mariotto, que son los que ha-cen el laburo como para lograr desenmascarar. Como también el programa “6,7,8”, un programa muy poderoso, por más que se lo critique. Recuerdo aquella convocatoria a Plaza de Mayo que hizo la gente que ve el programa. Eso, y de esa forma, sólo lo pueden hacer “6,7,8” y Los Redondos. En su época más es-plendorosa yo decía que El Indio (Solari) era el personaje más poderoso de la Argentina.

-¿A qué se debe que las figuras del espectáculo y la cultura sal-gan a apoyar públicamente a la presidenta y al proyecto de país propuesto?-Eso es una continuación de un movimiento cultural que se pa-rió en los 70, después se cortó con la dictadura y los 30 mil chupados. Cuando volvió la democracia no revivió la militancia sino los fenómenos culturales, la libertad de expresión, etcétera, los viejos militantes todavía no salieron. Después de la flojera de Alfonsín, que perdonó a los genocidas, vinieron los 90 con el hijo de puta de “Méndez” y se volvió todo marketing, todavía los militantes estaban guardados. ¿Y qué pasó? Aparece Kirch-ner, loco, y revivió la militancia. Yo siempre fui hippie y anarco, con lo que más había contribuido fue siendo director de arte de la revista “Expreso imaginario”, pero no había tenido grandes experiencias de militancia. Cuando apareció el Flaco, me surgió una conciencia política impresionante, de apoyar con todo, de una forma intransigente, de decir “tomá, soy tuyo”.

-¿Y Cristina Fernández de Kirchner?-Cristina es más ordenada que Néstor, más cautelosa, mientras que él era un guerrero, un arrasador. Cuando ella ganó en 2007, en el búnker estábamos junto con ella, Juan Leyrado y la Tigresa Acuña. Subimos a festejar con los dos. Les toqué el piano, me saqué fotos agarrándola de la cintura. Así como Néstor es un león, Cristina es una tipa encantadora. Es al mismo tiempo sim-pática y tierna, pero cojonuda.

-Entonces no es muy difícil hacer un paralelo entre Cristina y Evita.-Para nada, son casi iguales, nunca leyeron ningún discurso, son cuadros intelectuales que tienen cosas en común. Fíjense que los gorilones más abyectos las detestan por igual, con sus frases lle-nas de odio, como “viva el cáncer” o “maten a la yegua”. Muchos critican a Cristina porque dicen que la quiere imitar a Evita, pero no, no es así porque son la misma cosa. Cristina está muy bien preparada para ser presidenta, encabeza foros de todos los temas más diversos y la tipa está ahí al frente de la mejor manera. El pro-yecto crisnerista, como a mí me gusta llamarlo, sigue avanzando.

-¿Y qué opinión tiene de la oposición?

-Querrás decir la deposición o la aposición. Están atomizados, son la diáspora de la política argentina. No existen, no tienen unión, van y vienen, pelean y se reconcilian. Y están todos detrás de Héctor Magnetto.

-Por otro lado está la reacción de algunas figuras del espectáculo, como Mirtha Legrand y Susana Giménez, que se posicionan contra el oficialismo, remarcando temas como la inseguridad o la consi-deración de que el pueblo votó a Cristina “por el bolsillo”.-Son monigotes, muñequitos, que están a merced del capri-cho de los grandes. Son figuras que no tienen ni importancia ni grandes ideas, están adornando la torta. Su discurso es chato. Una anécdota muy graciosa que muestra quién es Mirtha: cuan-do yo era pibe, era muy pajero, me gustaba ver minas en pe-lotas. Y me encantaba Mirtha Legrand, entonces una vez había hecho un collage de una mina en pelotas con la cara de Mirtha. En un almuerzo se lo conté en el corte y cuando vuelve el aire, ella dice: “A ver, Negrito, contale a la gente eso que me estabas diciendo en el corte”. Y me lo hizo contar. Se cagaron de risa todos. Por eso digo que Mirtha es un aparato funcional que sirve para cualquier cosa. Si la tuviéramos de este lado sería fantásti-co, pero no le da, la ubicaron en otro lugar.

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Todoterreno de las tablas

Nació en Buenos Aires el 30 de octubre de 1946. Por sus venas corre desde siempre sangre de artista: hijo de una madre concertista de piano y un padre cantante lírico y productor cinematográfico, nieto de un violi-nista y bisnieto de un actor catalán descripto, según sus propias palabras, como un “total anarco”.Cursó sus estudios primarios en el colegio católico La Salle, que era solamente para varones, lo que generó un ambiente dominado por la censura, los valores re-ligiosos y la moral. Allí, llegó al cuadro de honor en su curso. Cuando pasó al secundario en el colegio Carlos Pellegrini, con la educación mixta y sin la visión do-minante de la Iglesia sobre él, surgió el genio artístico inspirado por obras de Ray Bradbury, Julio Cortázar y Héctor Oesterheld. Terminó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano.La década del 70 lo encontró en la escena teatral ca-pitalina al ser parte de las obras “Hair” y “Jesucristo superstar”. En los 80 lanzó su primer álbum “Fontova trío”, adoptando estilos de salsa, candombe, blues y folklore. En 1985 hizo un concierto en Obras junto al músico uruguayo Leo Maslíah que se llamó “Maslíah–Fontova: Bienvenidos a la Argentina”.En los 90 incursionó en la televisión en el programa “Peor es nada” -junto a Jorge Guinzburg- con su per-sonaje Sonia Braguetti, que le valió un premio Martín Fierro. Además, reemplazó a Daniel Rabinovich con los Les Luthiers durante la gira por España de Grandes Hitos. Con el álbum “Fontova-2004-NEGRO”, obtuvo el premio Carlos Gardel 2005 en el rubro Mejor Album Artista Canción Testimonial.En cine, formó parte de los elencos de varias películas, entre ellas Adiós querida Luna (2003), ¿De quién es el portaligas? (2007), Aballay el hombre sin miedo (2011), y en 2012 se estrenará Metegol, dirigida por Juan José Campanella.

Recuerdo esos años en Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ como un momento de búsqueda. Cuando ingresé a la carrera de Comunicación Social, en 1995, estaba desorientada, síndrome de muchos de los egresa-dos de una escuela que comenzaba a manifestar síntomas de degradación y falta de norte. Solo sabía que quería vincularme con la investigación de las sociedades y el modo en que ellas se comunican.Pero entre las materias de aquel plan de estudios aparecieron las unidades en que se abordaba el periodismo grá-fico. Descubrí en esas horas cátedra un excepcional grupo de docentes capaces de hurgar en nuestras capacidades y de proponernos el desafío de convertirnos en profesionales capacitados tanto en lo teórico como en lo práctico.De todo ellos una mención especial requiere mi gran maestro y editor de la sección Ciencia y Tecnología en AUNO, Eduardo Videla. El me dio la mano, me acompañó en el hallazgo del periodismo que yo estaba buscan-do, el periodismo científico.Sabía que con tenacidad iba a poder llegar a donde quería y que no hacía falta ‘tener un conocido’ para poder transitar más tarde por redacciones de medios nacionales, canales de televi-sión y radios. Todo dependía de mí.Sé que el aprender con las manos en la masa me dio la posibilidad de hacer una pasantía en Télam, en la agencia DyN, colaboraciones en medios loca-les y nacionales y que luego esas ex-periencias me abrieron la puerta para entrar a un lugar impensado para mí: Científicos Industria Argentina, el pri-

mer ciclo televisivo que abordó la di-vulgación científica, que se emite por Canal 7 y conduce Adrián Paenza.Ser productora periodística de ese programa fue una experiencia mag-nífica e impulsora ya que otra vez me lanzaba ante nuevos desafíos, como por ejemplo, una serie de documen-tales de ciencia y tecnología en el Canal Encuentro y el impulso y for-mación junto a mis colegas de la Red Argentina de Periodismo Científico, de la que hoy formo parte.Todos estos años fueron revolucio-narios. Creo que más allá de lo que hoy reviso acerca de mi formación me gustaría acentuar que la UNLZ fue también un lugar en el que nos fun-dimos como personas, donde apren-dimos el modo de hacer y de ejercer

nuestra profesión.Luego de esos años en Buenos Aires, me animé a otro cambio. Hoy vivo en Es-quel. Que mejor reto el de intentar ha-cer radio, algo que nunca había hecho.P+R+P, preguntas y respuestas de ciencia y tecnología, es mi columna en FM Kalewche 90.9 (la radio comu-nitaria de Esquel), en la que participan investigadores y técnicos de la región y del resto del país para tratar de res-ponder aquellos interrogantes que to-dos alguna vez nos hicimos, así como generar nuevas preguntas.Justamente, porque de eso se trata la construcción del conocimiento, y por-que no, la construcción de nuestras vidas. Es posible, solo hay que involu-crarse, probar, equivocarse, acertar y volver a empezar.

Por Carla García Nowak

“Aprender con las manos en la masa”

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HECHO EN CASA