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El cuento del administrador ____________________________ Geoffrey Chaucer

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El cuento del administrador

____________________________ Geoffrey Chaucer

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Éraseunavezunrústicoadinerado,entradoyaenaños,quevivíaenOxford.Teníaeloficiodecarpintero y aceptaba huéspedes en su casa.Vivía con él un estudiante pobre, muyentendido en artes liberales, que sentía unairresistible pasión por el estudio de laastrología. Sabía calcular respuestas a ciertosproblemas; por ejemplo, uno podíapreguntarle cuándo las estrellas predecíanlluviaosequía,ovaticinaracontecimientosdecualquierclase.Nopuedorelacionarlostodos.

Este estudiante se llamaba Nicolás elEspabilado.Aunquealmirarleparecíaposeerlamansedumbre de una niña, tenía una graciaespecialparasecretasaventurasyplaceresdelamor, pues era al mismo tiempo ingenioso yextremadamente discreto. En su alojamientoocupaba un aposento privado, muy biencuidadoconhierbasolorosas.Élmismoeratandelicioso como el regaliz o la valeriana. SuAlmagestoyotroslibrosdetextodeastrología,grandesypequeños,yelastrolabioylastablasde cálculo que precisaba para su cienciaestaban situados en estanterías a la cabecerade su cama. Un burdo paño rojo cubría el

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hierrodeplancharvestidos,ysobreésteteníaunsalterioquetocabacadanoche,llenandosuaposento de agradables melodías; solíaentonar el Angelus de la Virgen, cantando acontinuación la Tonadilla del rey. La genteelogiaba a menudo su timbrada voz. De estemodo pasaba el tiempo este simpáticoestudiante, con la ayuda de los ingresos queteníaydeloquesusamigosproveían.

Elcarpinterosehabíacasadopocohaconunamujerdedieciochoaños,a laqueamabamásque a su propia vida. Como ella era joven yretozonayéleraviejo,losceloslemovieronamantenerlaestrechamenteconfinada,puesyasehabía imaginadocornudo.Porsudeficienteeducación, nunca había leído el consejo deCatón de que un hombre debe casarse conalguienquese leparezca.Loshombresdebencontraer nupcias con mujeres de posición yedad similar, ya que la juventud y la vejez,generalmente, no concuerdan: están amatar.Pero al haber caído en la trampa, tuvo quepasarsusapuroscomootros.

Era ella una mujer hermosa y joven, con uncuerpo cimbreante y flexible como el de una

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nutria.Rodeándoleel talle llevabaundelantalde un blanco deslumbrante, una faja de sedarayadayunacamisablancaconuncuellotodobordado alrededor con seda negrísima pordentroyporfuera.Seadornabaconunacofiablanca con cintas que hacían juego con elcuellode la camisayunaanchacintade sedaciñéndole la parte superior de la cabeza.Debajo de sus arqueadas cejas, delgadas ynegras como endrinas, mostraba unos ojosprofundamentelascivos.

Eramásdeliciosademirarqueunperalenflorymássuavequelosañinosaltacto.Unabolsade cuero con borlas de seda y botonesredondos de metal le pendía del cinto de lafaja. Resulta difícil poder soñar en una chicacomo ésa o en semejante preciosidad. Su tezbrillaba más que una moneda de oro reciénacuñadaenlaTorre;cantabaconlaalegríaylaclaridad de una golondrina posada en elgranero; solía saltar y retozar como unacabritillaounterneroquecorretrassumadre;subocaeradulce como lamieloel arrope,ocomo unamanzana colocada sobre heno; eraretozonacomounpotrillo,altacomounmástil

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yerguidacomounaflecha.Delapartebajadelcuello colgaba un broche grande como elremate de un escudo, y los cordones de suszapatos los llevaba entrelazados, como elrosetón de San Pablo, por las pantorrillas,cubiertasconmediasrojas.Eraunpimpollo,unbombónparalacamadeunpríncipeoesposadignadealgúnacaudaladolabrador.

Ahora bien, señores, sucedió que un día,cuando su marido se hallaba en Oseney,Nicolás, elEspabilado—estos estudiantes sonunostíoshábilesyastutos—,empezóaretozaryahacerbromasconlajoven.Condisimulolapalpóensuspartesyledijo:

—Querida,sinodejasquemesalgaconlamía,moriré de amor. Y prosiguió mientras laabrazabaporlascaderas:

—Por el amor de Dios, querida, hagamos elamor ahoramismo, ome voy amorir. Ella seretorcíacomounpotrilloqueestánherrandoyapartósucabezadiciendo:

—Vete, no te besaré. Vete, Nicolás, o gritarépidiendo socorro. ¡Quítame las manos deencima!¿Eséstemododecomportarse?

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PeroNicolásempezóarogarle,ylohizocontalvehemencia,que,alfin,ellaserindióyjuróporSantoTomásdeCanterburyqueseríasuyatanprontocomopudieraencontrarlaocasión.

—Miesposoestátanroídoporloscelosque,sino esperas pacientemente y vas con muchocuidado,estoyseguraquemedestruirás—dijoella—. Por eso, debemos mantenerlo ensecreto.

—Notepreocupesporello—dijoNicolás—.Siun estudiante no se las sabe más que uncarpintero,habráestadoperdiendoeltiempo.

Por ello, y como dije antes, estuvieron deacuerdoenaguardarlaocasiónpropicia.

Arreglado esto,Nicolás dio a losmuslos de lamuchacha un buen magreo; luego la besódulcemente, tomó su salterio y pulsóenardecidounaalegretonadilla.

Pero ocurrió que, un buen día, esta buenamujer interrumpió sus faenas domésticas, selavó la cara hasta que relució de limpia y sedirigió a la iglesia de su parroquia parapracticar sus devociones. Ahora bien, enaquella iglesia había un sacristán llamado

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Absalón.Surizadocabellobrillabacomoeloroy se extendía como un gran abanico a cadaladode la rayaque le recorría el centrode lacabeza. Era un individuo enamoradizo en elsentidomásampliodelapalabra.Teníaunatezrosada,ojos grisesde ganso y vestía congranestilo, calzando medias y zapatos escarlatascondibujostanfantásticoscomoelrosetóndelacatedraldeSanPablo.Lachaquetalargadecolor azul claro le sentaba muy bien: conencajes ribeteados, estaba cubierta por unvistoso sobrepelliz de color blanco quesemejabaunconjuntoderetoñosenflor.Afemía que era todo un buenmozo. Sabía hacerde barbero, sangrar y extender documentoslegales;sabíabailarenveinteestilosdiferentes(pero siguiendo la moda de aquellos díasprocedente de Oxford, con las piernas quesalían disparadas a uno y otro lado); cantabacon un agudo falsete acompañándose de unviolín de dos cuerdas. También tocaba laguitarra. No había posada o taberna de laciudad que no hubiera animado con su visita,especialmente las que había con vivarachasmuchachasdemesón.Pero,paradecirverdad,

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era un poco pesado: se tiraba ventosidades yteníaunaconversaciónlatosa.

Enaqueldíafestivoestabadeexcelentehumorcuando, al tomar el incensario, se puso aescudriñar amorosamente a lasmujeres de laparroquia mientras las incensaba; dedicabaespecialatencióncuandomirabaalamujerdelcarpintero; era tan bella, dulce y apetecible,que leparecíaquepodríapasarsetoda lavidacontemplándola.SiellahubierasidounratónyAbsalón un gato, juro que se le hubieraarrojadoencimainmediatamente.Tanchaladoestaba el zumbón sacristán, que no admitíadonativosdelasmujeresalhacerlacolecta;subuena educación se lo impedía, segúncomentaba.

Aquella noche la Luna brillaba intensamentecuando Absalón cogió la guitarra para ir acortejar. Lleno de ardor, salió de su casa conmucho ánimo, hasta que llegó a la casa delcarpintero después del canto del gallo y sesituócercadeunventanalquesobresalíadelapared. Entonces cantó con voz baja y suave,acompañándoseconsuguitarra:

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Queridísima dama, escucha mi plegaria yapiádatedemí,porfavor.

Elcarpinterosedespertóyleoyó.

—Alison —dijo a su mujer—, ¿no oyes aAbsalón cantando bajo el muro de nuestrodormitorio?

Ellareplicó:

—Sí,Juan;claroqueoigocadanota.

Lascosasprosiguieroncomopodéissuponer.Elalegre Absalón fue a cortejarla diariamente,hasta que se puso tan desconsolado, que nopodía dormir ni de día ni de noche. Se peinósusespesosrizosyseacicaló,cortejándolaporintermediarios, y prometió que sería suesclavo,lehacíagorgoritoscomounruiseñoryleenviabavino,aguamiel,cervezaespeciadaypasteles recién salidos del horno; le ofreciódinero,puesellavivíaenunaciudadenlaquehabía cosasque comprar.Algunaspueden serconquistadas con riquezas; otras, a golpes, yotras,finalmente,condulzurayhabilidad.

En una ocasión, para que ella contemplara sutalentoyversatilidad,hizoelpapeldeHerodesen el escenario. Pero ¿de qué le sirvió todo

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eso? Tanto amabaella aNicolás, queAbsalónhubiera podido arrojarse al río; sólo recibíaburlas por sus desvelos. Por lo que ellaconvirtió a Absalón en un mono bufón y sudevociónenchanza.Heaquíunproverbioquedicegranverdad:«Siquieresavanzar,acércateydisimula.Unamanteausentenosatisfacesugula».

YapodíaAbsalónfanfarronearydesvariar,queNicolás,sóloporestarpresente,lodesbancabasinesfuerzo.

¡Vamos,espabiladoNicolás,muestratuvalorydejaaAbsalónconsugimoteo!Sucedióqueunsábado el carpintero tuvo que ir a Oseney.Nicolás y Alison convinieron que idearíanalguna estratagema para engañar al pobreesposoceloso,demodoque,sitodosalíabien,ella pudiera dormir toda la noche en susbrazos,comoambosdeseaban.Sindecirniunapalabra,Nicolás,queyanopodíaesperarmás,llevósilenciosamentea suaposentosuficientecomida y bebidaparaundía o dos. Entonces,Nicolás dijo a Alison que cuando su esposopreguntaraporél,ella lecontestasequeno lehabíavistoentodoeldíayqueignorabadónde

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podía hallarse; aunque creía que debía dehaber caído enfermo, puesto que cuando lacriada fue a llamarle, él no había replicado, apesardelasgrandesvocesquedio.

Así,Nicolás sequedóensuaposento, callado,durantetodoelsábado,comiendo,durmiendo,o haciendo lo que le daba la gana hasta queanocheció.Eralanochedelsábadoaldomingo.ElpobrecarpinteroempezóapreguntarsequédiablospodríaocurrirleaNicolás:

—¡Por Santo Tomás, empiezo a temer queNicolás no está nada bien! Espero, Dios mío,quenohayafallecidorepentinamente.Ésteesunmundopocoseguro,enverdad:hoymismohe presenciado cómo llevaban a la iglesia elcadáver de un hombre al que había vistotrabajandoestelunes.

Entoncesdijoalmuchachoqueleservía:

—Subecorriendoygritaasupuertaogolpéalaconunapiedra.Vequépasayvenenseguidaadecirmequéesloquehay.

El muchacho subió decidido las escaleras yvoceóyaporreólapuertadelaposento.

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—¡Eh! ¿Qué hacéis, maese Nicolás? ¿Cómopodéisestardurmiendotodoeldía?

Peronosirviódenada.Nohuborespuesta.Sinembargo, en uno de los paneles inferioresdescubrió un agujero, que servía de gatera, ydio un vistazo al interior. Al final logró ver aNicolássentadomuytiesoyconlabocaabiertacomosituvieratrastornadoeljuicio;porloquebajó corriendo y explicó a su dueñoinmediatamente el estado en que le habíaencontrado.

Elcarpinteroempezóapersignarsediciendo:

—¡Ayúdanos,SantaFrideswide!.¿Quiénpuedepredecirnos lo que el destino nos depara? Aeste individuo le ha sobrevenido una especiedeataqueconesteastroboliosuyo.¡Ysabíayoquealgo leocurriría! La gentenodebemetersus narices en los secretos divinos. ¡BenditoseaelhombrequenosabemásqueelCredo!Esto mismo es lo que le pasó a aquel otroestudiantedelastrobolioquesalióaandarporlos campos contemplando las estrellas ytratandodeadivinarelfuturo.Cayódentrodeuna zanja; algo que no previó. Sin embargo,¡por Santo Tomás que lo siento por el pobre

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Nicolás! Por Jesucristo, que está en el cielo,quelevoyaescarmentardesusestudios,siesqueyovalgoparaalgo.Dameunavara,Robin;apalancaré la puerta mientras tú la levantas.Estopondráfinasusestudios,supongo.

Ysedirigióa lapuertadelaposento.Elcriadoera unmuchachomuy fuerte, y la puso fueradesusgoznesenunmomento.Lapuertacayóalsuelo.AllísehallabaNicolássentadocomosiestuviera petrificado, con la boca abiertatragandoaire.Elcarpinterosupusoqueestabaen trance de desesperación; le agarrófuertementepor loshombrosy lesacudióconfuerzadiciéndole:

—¡Eh, Nicolás! ¡Eh! ¡Baja la vista! ¡Despierta!¡Acuérdatede lapasiónde Jesucristo! ¡Queelsigno de la cruz te proteja de duendes yespíritus!

Entonces empezó a murmurar unencantamiento en cada uno de los cuatrorincones de la casa y la parte exterior delumbraldelapuerta:

Jesucristo,SanBenito.

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Losmalosespíritusprohibid:

espíritusnocturnos,huiddelPadrenuestro.

Hermana de San Pedro, no abandones a estesiervovuestro.

Después de un rato, Nicolás el Espabiladosuspiróprofundamenteydijo:

—¡Ay!¿Debeelmundoterminartanpronto?Elcarpinterocontestó:

—¿De qué hablas? Conga en Dios, como elrestode losquegananelpanconelsudordesufrente.

AloquereplicóNicolás:

—Veteabuscarmeunabebidaytediré—enlamás estricta confianza, te advierto algo sobreun asunto que nos concierne a ambos. Teaseguroquenoselodiréanadiemás.

Elcarpinterobajóyregresóconcasiunlitrodebuenacerveza.Cuandocadaunohubobebidosu parte, Nicolás cerró bien la puerta e hizosentaralcarpinterojuntoaéldiciéndole:

—¡Querido Juan,queridoanfitrión!,medebesjurar aquí mismo y por tu honor que nunca

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revelarásestesecretoanadie,puesterevelaréel secreto de Jesucristo, y estás perdido si locuentasaotraalma.Puesésteseráelcastigo:si me traicionas, te convertirás en un locorematado.

—¡Que Jesucristo y su santa sangre meprotejan!—repusoelingenuocarpintero

—Nosoyningúnboquirrotoy,aunqueestámalquelodiga,nosoynadalocuaz.Puedeshablarlibremente: por Jesucristo que bajó a losinfiernos: no lo repetiré a hombre, mujer oniñoalguno.

—Puesbien,Juan—dijoNicolas—.Teaseguroquenomiento:pormisestudiosdeastrologíaymisobservacionesde la Lunacuandobrillaenel cielo, he averiguado que durante la nochedelpróximo lunes, aesode lasnueve, lloverádeuna formatan torrencialyasombrosa,queel diluvio de Noé quedará minimizado. Elaguacero será tan tremendo —prosiguió—,que todo el mundo se ahogará en menos deunahora,ylaHumanidadperecerá.

Aloíreso,elcarpinteroexclamó:

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—¡Pobre esposa mía! ¿Se ahogará también?¡Ay, pobre Alison! Quedó tan impresionado,quecasisedesmayó.

—¿Nopuedehacersenada?—preguntó.

—Sí, ya lo creo que sí —dijo Nicolás—; perosolamente si te dejas guiar por un consejoexperto,envezdeseguir ideaspropiasquetepuedanparecerbrillantes.ComomuybiendiceSalomón: «No hagas nada sin consejo, y tealegrarás de ello». Ahora bien, si actúassiguiendo mi buen consejo, te prometo quenos salvaremos los tres, incluso sin mástil nivela.¿NosabescómoNoéfuesalvadocuandoelSeñor leadvirtióporanticipadoquetodoelmundopereceríabajolasaguas?

—Sí —dijo el carpintero—, hace mucho,muchísimotiempo.

—¿Nohasoído también—prosiguióNicolás—lo que le costó a Noé y a todos los demásconseguir que su esposa subiera a bordo delarca? Me atrevo a asegurar que, en aquellosmomentos,hubieradadoloquefueseparaqueella tuviera una barca sólo para ella. ¿Sabesqué es lo mejor que podríamos hacer? Esto

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requiere actuar con rapidez, y en unaemergencia no hay tiempo para parloteos niretrasos. Corre y trae enseguida a casa unaamasaderaounagrantinapocoprofundaparacada uno de nosotros tres y asegúrate queseanlosuficientementegrandesparapoderlasutilizar como barcas. Pon alimentos en ellaspara un día, no necesitamos más, pues lasaguas retrocederán y desaparecerán a eso delas nueve de la mañana siguiente. Pero tumuchachoRobinnodebe sabernadadeesto.Tampoco puedo salvar a Gillian, la criada; nopreguntes por qué, pues incluso si me lopreguntaras,norevelaría lossecretosdeDios.Amenosqueestésloco,deberíasersuficientepara ti el ser favorecido igual que el propioNoé. No te preocupes: salvaré a tu mujer.Ahora,veteybuscabien.

»Cuandotengas lastresamasaderas,unaparaella,unaparamíyotraparati, lascolgarásenlo altodel techoparaquenadie sedé cuentade tus preparativos. Cuando hayas hecho loquetehedichoyhayascolocadolosalimentosencadaunadeellas,noteolvidesdecogerunhacha para cortar la cuerda y poder huir

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cuandollegueelagua,nitampocodepracticarunaaberturaen lapartealtadeltejadoporellado queda al jardín, por donde se hallan losestablos, para que podamos pasar por él.Cuando haya terminado el diluvio, te aseguroque vas a remar tan alegremente como unpatoblancodetrásdesupareja.Cuandogrite:“¡Eh, Alison! ¡Eh, Juan! Animaos, las aguasdescienden”, tú responderás: “Hola, maeseNicolás.Buenosdías.Teveomuybien,puesesde día”. Y entonces seremos los reyes de laCreaciónparael restodenuestrasvidas, igualqueNoéysumujer.

»Pero te tengoqueadvertirunacosa: cuandoembarquemosesanoche,procuraqueningunode nosotros diga una sola palabra, o llame ogrite, pues debemos rezar para cumplir lasórdenesdivinas.

»Túy tumujerdeberéisestar lomásalejadosquepodáiselunodelotroparaquenoexistapecado entre vosotros, ni una sola mirada, ymucho menos el acto sexual. Ésas son tusinstrucciones.Vete,y¡buenassuerte!Mañanapor la noche, cuanto todos duerman, nosmeteremos en nuestras amasaderas y

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permaneceremos allí sentados confiando enque Dios nos libere. Ahora, vete. No tengotiempo de seguir hablando de esto. La gentedice: “Envía a un sabio y ahorra tu aliento”.Pero tú eres tan listo, que no necesitas quenadie te enseñe. Anda y salva nuestras vidas.Teloruego.

El ingenuo carpintero salió lamentándose yconfió el secreto a su mujer, que ya sabía lafinalidadde todoelplanmuchomejorqueél.Sinembargo,simulóestarasustadísima.

—¡Ay!—exclamó—, apresúrate y ayúdanos aescapar, o pereceremos. Yo soy tu esposaverdaderay legítima;poreso,queridoesposo,veteyayudaasalvarnuestrasvidas.

¡Qué poder tiene la fantasía! La gente es tanimpresionable, que puede morir deimaginación. El pobre carpintero empezó atemblar;creíarealmentequeibaavercómoeldiluvio de Noé llegaba arrollándolo todo paraahogar a su dulce mujercita, Alison. Suspiróentrecortadamente, lloró, se lamentó y sesintió muy desgraciado. Luego, después dehaberencontradounaamasadorayunpardegrandestinas,lasmetiósubrepticiamenteenla

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casay,ensecreto,lascolgódeloalto.Consuspropiasmanoshizotresescalerasdemanocontodos sus peldaños para poder alcanzar lastinas que colgaban de las vigas. Luego pusoprovisiones,tantoenlaamasaderacomoenlasdos tinas,depan,quesoyuna jarradebuenacerveza, en cantidad suficiente para todo undía.Antesdeejecutarestospreparativosenvióal muchacho que le servía y a la criada aLondresahacerunosrecados.Ellunes,cuandose acercaba la noche, cerró la puerta sinencender las velas y comprobó que todoestuviera como es debido. Un momento mástarde,lostressubieronasustinasrespectivasysesentaronenellas,permaneciendoinmóvilesunoscuantosminutos.

—AhorarezaelPadrenuestro—dijoNicolás—,y¡chitón!

—¡Chitón!—respondióJuan.

—¡Chitón!—repitióAlison.

El carpintero rezó susoracionesypermaneciósentado en silencio; luego oró nuevamente,aguzandoeloídoporsioíallover.

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Tras un día tan fatigoso y ajetreado, elcarpinterocayódormidocomountroncoaesodel toque de queda, o quizá un poco mástarde.Unaspesadillashicieronqueempezaseaemitir sonidos quejumbrosos; pero como seaque su cabeza no descansaba bien, prontoestuvo roncando ruidosamente. Nicolás bajósilenciosamente por la escalera de mano, asícomoAlison,quesedeslizósinhacerruido.Sinpronunciarpalabrasefueronallechoenlaqueel carpintero solía dormir. Todo fue alegría yjolgorio mientras Alison y Nicolás estuvieronallí acostados, ocupados en gozar de losplaceres de la cama, hasta que la campanacomenzóasonarparalosmaitinesylosfrailesempezaronacantarenelpresbiterio.

Aquel lunes, Absalón, el sacristán herido deamor,suspirandodeamorcomodecostumbre,sedivertíaenOseneyconungrupodeamigos,cuando, casualmente, preguntó a uno de losresidentes en el claustro acerca de Juan, elcarpintero.Elhombreletomóaparte,fueradelaiglesia,yledijo:

—Nosé;no lehevisto trabajandoaquídesdeelsábado.Creoquehabráidoabuscarmadera

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para el abad; a este efecto, a menudo seausenta y sequedaen la granjaundíaodos.Quizáhabráidoacasa.Nosérealmentedóndesehalla.

Absalón pensó para sí con gran deleite: «Estanoche no es para dormir. Es cierto; no le hevisto salir de casa desde el amanecer. Comome llamo Absalón, al cantar el gallo iré agolpear la ventana de su dormitorio y ledeclararé a Alison todomi amor. Espero que,por lomenos,podrébesarla;detodasformas,y como me llamo Absalón, seguro estoy queconseguiréalgunasatisfacción.Mibocamehadolido todo el día: buen augurio de que almenos la besaré. Pensar que he estadosoñando toda la noche que estaba en unbanquete…Ahoraharéunasiestadeunaodoshoras,yasíestanochepodréestardespiertoydivertirmeunpoco».

Alprimercantodelgallo,esteanimosoamantese levantó y se vistió con sus mejores galas.Antes de peinarse, masticó cardamomo yregaliz para que su aliento fuera dulce y secolocóunahojade zarzadebajode la lengua,pensandoqueestoleharíaatractivo.Luegose

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encaminó hacia la casa del carpintero y,silenciosamente,secolocódebajodelventanal(cuyo alféizar era tan bajo que le llegaba a laaltura del pecho) y en voz baja y medioreprimida,dijo:

—¿Dónde estás, dulce Alison, bonita, chatita,flordecanela?¡Despierta,amormío,háblame!No pienses en mi infortunio; sin embargo,languidezco de amor por ti, cuando te deseotanto como el corderito ansía la ubre de sumadre. De verdad, cariño, estoy tanenamoradodeti,quesuspiroporticomounapaloma enamorada y como menos que unachiquilla.

—¡Aléjate de la ventana, mastuerzo! —respondió ella—. PorDios que no vas a tenermis besos; amo a otro —tonta sería si no leamase—, un hombre mucho mejor que tú:Absalón. ¡Por amor de Dios, vete al diablo ydéjamedormir,otearrojaréunapiedra!

—¡Córcholisyrecórcholis!—repusoAbsalón—.Jamásfueelamorverdaderotanmalrecibido.No obstante, ya que no puedo esperar nadamejor,bésameporamordeDiosyporamoramí.

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—¿Prometesmarchartesilohago?—lereplicóella.

—Sí, desde luego, amor mío —respondióAbsalón.

—Entonces, prepárate —repuso ella—, queahoravengo.YsusurróaNicolás:

—No hagas ruido, que podrás reír a gusto.Absalónsedejócaerderodillasdiciendo:

—De todas formas salgo ganando, puesdespués del beso vendrá algo más, espero.¡Oh, cariño! Sé buena, chatita; sé amableconmigo.

Apresuradamente ella alzó el cerrojo de laventanaydijo:

—Vamos,acabemosdeunavez.Yañadió:

—Noteentretengas,quenoquieroquealgúnvecinotevea.Absalónempezóporsecarseloslabios.Lanocheeraoscuracomobocadelobo,negra como el carbón, cuando ella sacó lasposaderas por la ventana. Y sucedió queAbsalón,antesdecomprobarloqueera,dioasu culo desnudo un sonoro beso. Peroretrocedióinmediatamente:habíaalgoqueno

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concordababien,puesnotóunacosaásperaypeluda, y sabía que las mujeres no tienenbarba.

—¡Uf!¿Quéhehecho?

—¡Ja, ja, ja!—exclamóella,ycerrólaventanade golpe. Absalón se quedó meditando sutristecaso.

—¡Una barba! ¡Una barba! —gritó Nicolás elEspabilado—.PorDios,éstasíqueesbuena.

El pobre Absalón oyó todas las palabras y semordióloslabiosderabia.Sedijoasímismo:

—¡Teharépagarporesto!

¡SisupieraisloqueAbsalónfrotóyrestregósuslabios con polvo, arena, paja, trapos yraspaduras!

—¡Queeldiablomelleve!Peroprefierovengaresteinsultoantesquellegaraposeerlaciudadentera —se repetía a sí mismo—. ¡Ay, si almenosmehubieraechadoparaatrás!

Suardienteamorsehabíaenfriadoyapagado.Desdeelmomentoenquelebesóelculo,selecuró laenfermedad.Noestabayadispuestoadarunochavoporunamujerhermosa.Empezó

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a lanzar improperios contra las mujeresveleidosas, llorando como un niño al queacababandezurrar.

Lentamente cruzó la calle para visitar a unherrero amigo suyo, llamadomaeseGervasio,que hacía aperos de labranza en su forja.Estaba ocupado afilando rastrillos y rejas,cuando Absalón llamó con los nudillosdiciendo:

—Abre,Gervasio,ydeprisa,porfavor.

—¿Qué?¿Quiénestaahí?

—Soyyo:Absalón.

—¡Cómo, Absalón! ¿Cómo es que estáslevantando tan temprano? ¿Eh? ¡Dios nosbendiga!¿Quétepasa?Algunamujerzuelaquetehacebailaralsonquequiere,supongo.¡PorSanNedo!Séloquequieresdecirme.

Absalónnolehizocasoynosoltóprenda,puesla cuestión era mucho más complicada de loqueimaginabaGervasio.Asíquefueyledijo:

—¿Vesaquelrastrilloalrojoqueestáallíjuntoa la chimenea, amigo? Pues déjamelo; lo

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necesito para una cosa. Te lo devolveréenseguida.

Gervasiocontestó:

—Porsupuestoquetelopresto.Teloprestaríaaunque fuese de oro, o una bolsa llena desoberanos. Pero, en nombre de Jesucristo,¿paraquéloquieres?

—No te preocupes —repuso Absalón—.Cualquierdíateloexplicaré.

Y cogió el rastrillo por el mango, que estabafrío.Muysilenciosamentesalióporlapuertayse dirigió al muro de la casa del carpintero.Primerotosióyluegollamóalaventana,igualquelohabíahechoantes.

Alisonrespondió:

—¿Quiénestáahíllamando?Seguroqueesunladrón.

—¡Oh, no!—dijo Absalón—. El cielo sabe,michatita,queestuAbsalónquetequieretanto.Te he traído un anillo de oro que me dio mimadre,queengloriaesté.Esmuybonitoyestámuy bien grabado. Te lo daré si me das otrobeso.Nicolás,quesehabíalevantadoaorinar,

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pensó completar la broma haciendo queAbsalón lebesaseel culoantesdemarcharse.Abrió rápidamente la ventana y,silenciosamente, asomó las nalgas. A esto,Absalóndijo:

—Habla,chatitamía,quenosédóndeestás.

Entonces, Nicolás soltó un sonoro pedo, queresonócomountrueno.Absalónquedómediociego por la explosión; pero, como teníapreparado el hierro candente, lo aplicó altrasero de Nicolás. El ardiente rastrillo lechamuscó laparteposterior,haciéndolesaltarla piel en un ruedo del ancho de una mano.Nicoláscreyómorirdedolor,yensuangustiaempezóadargritosfrenéticamentediciendo:

—¡Socorro! ¡Agua! ¡Por el amor de Dios,socorro!

Elcarpinterosedespertósobresaltado.Oyendoa alguien gritar «¡Agua!», como si estuvieseloco,pensó:«¡Ay!AhíllegaeldiluviodeNoé»;sin más, se levantó y cortó la soga con elhacha. Todo se vino abajo, cayendo sobre lostableros del suelo, donde quedó casi sinsentido.

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Alison y Nicolás se levantaron de un salto ysalieronalacallegritando:

—¡Socorro,quequierematarnos!

Todos los vecinos se acercaron corriendo acontemplar al atónito carpintero, que seguíaechado en el suelo, pálido como un muerto.Pues, además, se había roto un brazo en lacaída. Sus problemas, sin embargo, no habíanterminado todavía, pues tan pronto intentóhablar, Alison y Nicolás le interrumpieron.Explicaronatodoelmundoqueestabalocodeatar: aterrorizado por un imaginario diluviocomo el de Noé, había comprado tresamasaderas y las había colgado de las vigas,rogándoles por el amor de Dios que sesentasenallíconélylehiciesencompañía.

Todos empezaron a reír de sus propósitos,mirandoembobadoshacialasvigasenloaltoychanceándosedesusapuros.Era inútilcuantodijese el carpintero: nadie podía tomarlo enserio. Juróyperjuróhastatalpunto,quetodalaciudadlecreyóloco.Loslugareñoscultos,sindudarlo,estuvierondeacuerdoenqueestabacomo una regadera, y todos se rieronmuchodeesteasunto.Yasíescómo,apesardetodos

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sus celos y precauciones, la esposa delcarpintero fue jodida, Absalón le besó suhermoso culo y aNicolás lemarcaron el suyoconunhierrocandente.

Asíacabaestahistoria,yqueDiosnosproteja.

FIN

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