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EL DERECHO CONSTITUCIONAL A UN MEDIO AMBIENTE SANO Henry Alexander MEJIA" SUMARIO: I. Presentación. II. Derecho a un medio ambiente sano en el plano internacional. III. Reco- nocimiento del derecho a un medio sano en el dere- cho comparado. IV. El derecho a un medio ambien- te sano en el ordenamiento salvadoreño: Un aporte de lajurisprudencia. V. El derecho a medio am- biente sano y la conexión con otros derechos cons- titucionales. VI. El derecho a medio ambiente sano un derecho difuso. VII. A manera de conclusión. VIII. Bibliografía. I. PRESENTACIÓN Uno de los temas más progresivos que la nueva doc- trina del derecho constitucional en los últimos años ha venido ocupándose es el derecho a un medio am- biente sano, como derecho humano y fundamental ya que en el orden internacional y Constitucional de los Estados es una realidad su reconocimiento, pero considerablemente vulnerado; es por ello que el de- Doctor en derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona, profesor de Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador y Director del Departamento de De- recho Público de dicha Facultad. Miembro del Foro Iberoameri- cano de Derecho Administrativo. Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx DR © 2010. Asociación Internacional de Derecho Administrativo

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EL DERECHO CONSTITUCIONAL A UN MEDIO AMBIENTE SANO

Henry Alexander MEJIA"

SUMARIO: I. Presentación. II. Derecho a un medio ambiente sano en el plano internacional. III. Reco­nocimiento del derecho a un medio sano en el dere­cho comparado. IV. El derecho a un medio ambien­te sano en el ordenamiento salvadoreño: Un aporte

de lajurisprudencia. V. El derecho a medio am­biente sano y la conexión con otros derechos cons­titucionales. VI. El derecho a medio ambiente sano

un derecho difuso. VII. A manera de conclusión. VIII. Bibliografía.

I. PRESENTACIÓN

Uno de los temas más progresivos que la nueva doc­trina del derecho constitucional en los últimos años ha venido ocupándose es el derecho a un medio am­biente sano, como derecho humano y fundamental ya que en el orden internacional y Constitucional de los Estados es una realidad su reconocimiento, pero considerablemente vulnerado; es por ello que el de-

• Doctor en derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona, profesor de Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador y Director del Departamento de De­recho Público de dicha Facultad. Miembro del Foro Iberoameri­cano de Derecho Administrativo.

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recho procesal, sobre todo el constitucional ha abierto nuevos esquemas de legitimación activa para exigir su cumplimiento. El desarrollo del tema se justifica, porque la regulación y protección del medio ambiente ha cobrado fuerza, a fin de detener la de­gradación ambiental que aumenta a pasos agiganta­dos, sobre todo por el accionar humano- prueba de ello la última catástrofe de vertidos de crudo de par­te de una empresa procesadora de petróleo ocurrida en el golfo de México - los cuales ha conllevado a desaparecer varias especies y otras que ya están en peligro de desaparecer, puesto que se vertían cerca de cinco mil barriles de crudo diarios. En consecuencia, si los poderes públicos no se po­nen a elaborar políticas en función del derecho a medio ambiente sano (saludable y libre de contami­nación, tanto para los seres humanos y las demás especies), los próximos en desaparecer seremos los seres humanos. En el contenido de nuestro trabajo, se hace un análisis, desde una perspectiva del dere­cho internacional de los derechos humanos, derecho constitucional comparado, y con especial énfasis en el ordenamiento constitucional salvadoreño; donde especificamos el aporte de la jurisprudencia emana­da de la Sala de lo Constitucional de El Salvador (en adelante SC), respecto a la tutela del derecho a un medio ambiente sano, sus limites, y la relaciones con otros derechos constitucionales.

II. DERECHO A UN MEDIO AMBIENTE SANO EN EL PLANO INTERNACIONAL

La preocupación por la protección ambiental empie­za a finales de la década de los '60, reflejándose en

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el derecho internacional, con tratados sectoriales dirigidos fundamentalmente a la protección de de­terminados bienes ambientales.! Sin embargo, pau­latinamente se va desarrollando un nuevo enfoque, a fin de que la problemática ambiental sea tratada a escala mundial,2 en consecuencia en 1972, se lleva a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, conocida como "Declaración de Estocolmo" que constituye el punto de partida del derecho del medio ambiente,3 desde una perspectiva

1 Rubio Fernandez, E. M., "Expansión de la legislación ambien­tal: su dimensión internacional", en AA.VV., Justicia Ecológica y Protección del medio ambiente, (Teresa Vicente Jiménez Coordi­nadora), Trota, Madrid, 2002, Pág. 101, menciona algunos: la Convención de Londres de 1933, relativa a la preservación de la fauna y flora en su estado natural, aplicable exclusivamente al África colonial y la Convención de Washington de 12 octubre de 1940, sobre la Protección de la naturaleza y preservación de la vida salvaje en el Hemisferio Occidental. A esta época correspon­de, igualmente, la Convención de Londres sobre la reglamenta­ción de la caza de la ballena, de 24 de septiembre de 1931, en este convenio su enfoque era más económico que ecológico, aun­que se establecieron en los mismos, medidas tendientes a con­servar las especies, su propósito fundamental era establecer un mercado estable de los productos balleneros.

2 La preocupación por los daños al medio ambiente realizados por la raza humana, hace su aparición cuando en la práctica se manifiestan las negativas repercusiones sobre el medio natural, entre ellas cambios en los ecosistemas, que han conllevado la muerte y desapariciones de especies y otras amenazadas en desaparecer, que además afectaron el entorno donde se desarro­lla el ser humano lamentablemente por actividades industriales. Que lejos de constituirse como una moda ideológica pasajera, pronto constituyó un foco importante de atención y discusión pública entre los gobiernos a nivel mundial. Vid. Jordá Capitan, E., El derecho a un medio ambiente adecuado, Aranzadi, Madrid, 2001, Pág. 35

3 Para la Ley del Medio Ambiente salvadoreña, en el Art. 5, "conceptos y definiciones básicas", establece que, lo componen los elementos que conforman el medio ambiente natural como el agua, aire, suelo,(elementos abióticos), y la flora y fauna, (ele­mentos bióticos), sino también el medio ambiente construido por

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moderna, por ser la primera cumbre de la tierra.4 Es un hito para el desarrollo del derecho internacio­nal de medio ambiente,s fue el inicio de la conciencia global y sistemática de la naturaleza a escala mun­dial superándose el utilitarismo, la visión sectorial y regional del medio ambiente;6 dando como resultado

los seres humanos como edificios, vías de comunicación, entre otros y el medio ambiente social compuesto por los sistemas sociales, culturales (donde puede incluirse los monumentos y el patrimonio cultural), económicos y políticos, constituyendo estos dos últimos el medio ambiente artificial, que ha sido creado para la satisfacción de las necesidades humanas fundadas para su existencia, en un determinado tiempo y espacio. Nuestra ley adopta una posición amplia de lo que constituye como tal, es­tando en esa línea doctrinal Vid. a Lopez Menudo, F., Plantea­miento Constitucional del Medio Ambiente. Distribución de compe­tencias Estado-Comunidades Autónomas, Cuademos de Derecho Judicial, num. 28, 1994, Pág. 15; Moreno Trujillo, E., La Protec­ción Juridica-privada del medio ambiente y la Responsabilidad de su deterioro, Bosch, Barcelona 1991, Pág. 20; Ortega Alvarez, L.,"El Concepto de Medio Ambiente", en AA.VV., dirigida por él mismo, Lecciones de derecho del medio ambiente, 2a edición, Lex Nova, Valladolid, 2000, Pág. 47; Velasco Caballero, F., El Medio Ambiente en la Constitución: ¿Derecho público subjetivo y/ o prin­cipio rector?, en "Revista Andaluza de Administración Pública", W 19, 1994, Pág.77.

4 Vid. Juste Ruiz, J., Derecho internacional del medio ambiente, Mcgraw-Hill, Madrid, 1996, Pág. 16.

s Vid. Bustamante Alsina, J., Derecho Ambiental: Fundamenta­ción y Normativa, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1995, Pág. 5.

6 Lozano Cutanda, B. sostiene que es la Conferencia de Esto­colmo, la que abrió paso para que a finales de 1972, la Asamblea General de las Naciones Unidas, creara el Programa de las Na­ciones Unidas sobre el Medio Ambiente (PNUMA), teniendo su sede en Nairobi, estando compuesta por un Consejo de Adminis­tración, integrado por 58 miembros elegidos por la Asamblea General de Naciones Unidas, que hoy en día juega un papel im­portante en desarrollo del derecho intemacional ambiental. En este periodo, se da un espectacular desarrollo del derecho am­biental intemacional, ya que se emiten nuevos instrumentos internacionales de protección ambiental, algunos promovidos por PNUMA, o bien se adoptaron al margen de esta institución pero dentro del sistema de las Naciones Unidas, tanto a escala regio-

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que se comience a construir el derecho humano a un medio ambiente sano, inspirado en el primer principio de tal declaración que dice:

El hombre tiene derecho fundamental a la li­bertad, la igualdad y el disfrute de condiciones de vida adecuadas, en un medio de calidad tal que le permita llevar una vida digna y gozar de bienestar y tiene la solemne obligación de pro­teger y mejorar el medio para las generaciones presentes y futuras.

De este principio se deduce que, además de los dere­chos de primera· y segunda - aludidos por las refe­rencias a los valores la libertad e igualdad, respecti­vamente -los seres humanos tienen el derecho fun­damental (así lo denomina), disfrutar de unas condiciones adecuadas en un medio de calidad tal, que le permitan llevar una "vida digna" y gozar de bienestar. Esta idea se ve reforzada por lo dice el preámbulo, de la dicha declaración (párrafos 1 y 2), al manifestar que: "el medio natural y artificial, son

nal y universal. Entre los tratados celebrados al margen de esta institución pero dentro del sistema de las Naciones Unidas, po­demos destacar el Convenio de Londres de 1972 sobre la preven­ción de la contaminación de mar por vertimiento de desechos y otras materias; el convenio MARPOL 73//78, que entró en vigor en 1983, para prevenir la contaminación marina causada por buques; la Convención de Washington de 1973 sobre comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres (conocidas como CITES); La Convención de Paris de 1972 para la protección del patrimonio mundial cultural y cultural, y el Con­vención de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar de 1982, que fijó el marco jurídico para la protección de los recur­sos marinos; el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, y el Convenio de Basilea sobre control de los movi­mientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su elimina­ción de 22 de marzo de 1989. (Manual de derecho administrativo ambiental, 3a edición, Dykinson, Madrid, 2003, Pág. 40.)

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esenciales para el bienestar del hombre y para el go­ce de sus derechos humanos fundamentales, incluso el derecho a la vida ( ... } la protección y mejoramiento del medio humano es una cuestión fundamental que afecta el bienestar de los pueblos y al desarrollo del mundo entero". La importancia de la Conferencia de Estocolmo es fundamentalmente en el hecho que por primera vez se plasma en un documento de enverga­dura internacional la necesidad de tutelar un dere­cho que es elemental para la supervivencia humana, como el medio ambiente sano. Posteriormente, en 1992 la Asamblea General de las Naciones Unidas, resolvió convocar la Conferencia de la Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, la cual se realizó en Río de Janeiro; pese a que han transcurrido veinte años y mucho Esta­dos han constitucionalizado este derecho, no estipu­ló expresamente que constituye un derecho hu­mano. Sin embargo, lo destacable es que se agrega un nuevo concepto: "el desarrollo sostenible7" - con-

7 El concepto de desarrollo sostenible viene dado desde 1987 por el "Informe de BRUNDTLAND. Las definiciones antes descri­tas, están en consonancia con lo plasmado en dicho informe en el sentido de que el desarrollo económico, debe darse sin poner en riesgo las necesidades de las presentes y futuras generacio­nes. Sobre el tema del desarrollo sostenible puede verse: Bus­tamante Alsina, ob. cit., Pág. 20 y Lozano Cutanda, B., ob. cit., pág. 45. Además la Declaración de Río en su articulado estipula: principio 2 " .. .los Estados tienen el derecho soberano de apro­vechar sus propios recursos según sus políticas ambientales y de desarrollo y la responsabilidad de garantizar que las actividades realizadas en su jurisdicción o bajo control no causen daños al medio ambiente de otros estados o de regímenes que estén fuera de los limites de la jurisdicción nacional. Principio 3 El derecho al desarrollo debe ejercerse de tal manera que responda de forma equitativa a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras. Principio 4. A fin de alcanzar el desarrollo sostenible la protección del medio ambiente deberá constituir un elemento integrante del proceso de desarrollo y no

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siderado un mega principio del derecho de medio ambiente -, con el propósito de preservar la calidad de vida de los presentes y futuras generaciones, a fin de armonizar el progreso humano con la preser­vación del medio ambiente. Si bien es cierto, que a principios de la década de los '80, muchos Estados ya habían consagrada la pro­tección al derecho a un medio ambiente sano a nivel constitucional y legislativo. Es hasta que en el sis­tema interamericano, con el "Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre derechos humanos en materia de derechos económicos, sociales y cultura­les", adoptada en San Salvador, el 17 de noviembre de 1988, ratificado por nuestro país.s Estipula en el artículo 11, "roda persona tiene derecho a vivir en un medio ambiente sano ( ... ) Los Estados partes promoverán la protección, preservación y mejora­miento del medio ambiente". Finalmente en 1999, a nuestro juicio hay consolida­ción en el plano internacional del derecho a un me­dio ambiente sano, con la "Declaración de Bizkaia sobre el medio ambiente", celebrada en Bilbao, con los auspicios de la UNESCO, y manifiesta en el Preámbulo que: "el derecho al medio ambiente es inherente a la dignidad de la persona, está vincula­do con la garantía de los demás derechos humanos, en particular el derecho al desarrollo." Queda enton­ces, disipada cualquier duda de la existencia y a u-

puede considerarse de forma aislada ... " Por su parte, la en el derecho salvadoreño la Ley del Medio Ambiente en el Art. 5 defi­ne el desarrollo sostenible como" ... el mejoramiento de la calidad de vida de las presentes generaciones, con desarrollo económico, democracia política equidad y equilibrio ecológico, sin menosca­bo de la calidad de vida de las generaciones venideras".

s Decreto Legislativo N° 320, del30 de marzo de 1995, publica­do en el Diario Oficial No 82, del 5 de mayo del mismo año.

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tonomía del derecho a un medio ambiente sano9 como derecho humano o fundamental, y que ade­más se ha visto fortalecido con los casos de justicia­bilidad vinculados de manera directa o indirecta en el ámbito del derecho internacional de protección de los derecho humanos, sometidos a los sistemas de protección de derecho humanos, donde se destaca el caso López Ostra vs. España; Io Guerra y otros vs.

9 Otros de los aspectos importantes para la construcción del derecho a un medio ambiente sano ésta el informe final Dra. Ksentini, Relatora Especial de Naciones Unidas sobre medio ambiente y derechos humanos donde reconoce: La necesidad de preservar el medio natural, a fin de que se tomen acciones ur­gentes para resarcir los daños ambientales Vid. Ksentini, F. Z., Dereclws Humanos y Medio Ambiente, Informe final de la relatora especial, ONU. Doc., E/CN.4/Sub.2/1999/9,Julio 6, 1994, Pá­rrafo 117.

1o La familia López Ostra, sufrió un serio daño a la salud como consecuencia de la contaminación de una planta de tratamiento de residuos de curtiembre (planta depuradora), que operaba a doce metros al lado del departamento que ellos habitaban en la Ciudad de Lorca. La empresa había comenzado su actividad en julio de 1988, sin el permiso administrativo correspondiente y sin siquiera haber iniciado el procedimiento para adquirirlo. El mal funcionamiento de la planta se produjo desde el principio, la empresa en su actividad liberaba gases tóxicos y olores pestilen­tes, produciendo, así una contaminación en el aire que provoca­ba inmediatamente problemas de salud en las personas que habitaba la zona. La municipalidad hizo eco de esta reacción y decidió evacuar a los residentes locales y les ofreció vivienda gratuita durante los meses de agosto y septiembre, ofreciendo alojamiento gratuito y al mismo tiempo solicitó un informe a la Agencia Regional del medio ambiente de Murcia, sobre dicha estación, a raíz de esto se paralizaron algunas actividades, pero la autoridad administrativa permitió a la empresa retomar par­cialmente sus operaciones, y en octubre del mismo año, los luga­reños retomaron a su vivienda, donde continuaron los proble­mas por el mal funcionamiento de la planta. Ante la inactividad de la Administración, la familia López Ostra, interpuso un recur­so contencioso administrativo el 13 de octubre de 1988, alegan­do injerencia ilegitima del domicilio y un atentado a la integridad fisica, moral y a su libertad y seguridad, fundamentado en los

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Italiall (en el sistema europeo) y Comunidad Maya-

Arts. 15, 17.1, 18.2 y 19 de la Constitución Española, tanto la audiencia territorial de Murcia como el Tribunal Supremo, deses­timaron la pretensiones, por entender que carecían de relevancia constitucional, apoyándose fundamentalmente en la sólida juris­prudencia elaborada en tomo al Art. 18 del texto constitucional español. Posteriormente el Tribunal Constitucional Español, por auto de 26 de febrero de 1990, lo inadmitió por considerarlo manifiestamente mal fundado. Agota:da de esta forma la vía in­tema, el siguiente paso de la familia López Ostra, el 14 de mayo del mismo año interponer una demanda ante la extinta Comisión Europea de Derechos Humanos, alegando la violación de los Arts. 8 del Convenio. La ratio dicendi de la sentencia de emitida por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos vinculó por vez primera la protección del medio ambiente con el respeto de la vida privada y el domicilio del Art. 8 del Convenio Europeo, aten­diendo a las circunstancias del caso, el Estado demandado "no ha sabido lograr un justo equilibn"o entre el interés económico de la ciudad de Larca- esto es de disponer de una estación depurado­ra- y el disfrute efectivo por el demandante del derec1w al respeto se su vida privada y familiar'. El tribunal reconoce entonces, que el Estado goza de un margen de apreciación en determinar la proporcionalidad, legalidad y legitimidad del objetivo persegui­do con la actividad económica desplegada. En este caso el tribu­nal resolvió que el Estado se había excedido en su margen de apreciación y otorgó a la familia López Ostra cuatro millones de pesetas más gastos y honorarios de abogados, según el Art. 50 del convenio en concepto de daños y perjuicios sufridos, algo no visto en los casos anteriores que también activaron el sistema europeo. Vid. Lozano Cutanda, B., La ecologización de los dere­c1ws fundamentales: La doctrina López Ostra, España, Guerra y otros c. Italia y Hatton y otros, Reino Unido del TEDH, en "Civitas­Revista Española de Derecho Europeo" num.l enero-marzo, 2002. En igual sentido, Carrillo Donaire, J. A., y Galan Vioque, R. ¿Hacia un derec1w fundamental aun medio ambiente adecua­do?, en "Revista Española de Derecho Administrativo", Num. 86, abril/ junio, Madrid, 1995, Pág. 273.

11 Los demandantes alegaban polución por parte de una empre­sa química "ENICHEM Agricoltura" situada cerca del pueblo Man­fredonia;, el peligro de graves accidentes de la planta; y la ausen­cia de regulación por parte de las autoridades públicas. Invocan­do el Art. 10 de la Convenio Europeo de Derechos Humanos que garantiza la libertad de recibir información, en este sentido, los peticionarios alegaron el incumplimiento del Estado de su obli-

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gación de informar al público sobre el peligro y las medidas a tomar en caso de accidente mayor, tal como lo prescribía el dere­cho local. La Comisión Europea de Derechos Humanos dimitió el caso y descubrió que le empresa había sido clasificada como de alto riesgo, según el derecho intemo y que había habido acciden­tes en la planta incluyendo una explosión que había enviado a más de 150 personas al hospital. Una comisión técnica de la ciudad de Manfredonia dictaminó que según estudios realizados por la propia empresa el tratamiento de sus emisiones era inade­cuado y el estudio de impacto ambiental incompleto. La Comi­sión Europea resolvió que la empresa estaba realizando poluyen­do en completa impunidad, que le Estado no había dado cum­plimiento a su derecho intemo, no había realizado ninguna acción para responsabilizar a la empresa por la polución ocasio­nada y tampoco había realizado ninguna acción para informar a la población sobre la situación de la planta y la cesación de la producción química de las misma en 1994. La decisión se centró principalmente en la interpretación del deber del Estado según el artículo 10. Los peticionarios insistieron en que ellos solicitaron información al Estado que no podrían obtener de otras fuentes. El Estado alegó que la ley protegía secretos industriales prohi­biendo a las autoridades divulgar esta información aunque esta estuviera en su posesión. Lo esencial de la decisión de la comi­sión versaba sobre si el derecho a la información incluía o no una obligación positiva del Estado de informar al público direc­tamente afectado. La comisión concluyó que el Art. 10 imponía una obligación positiva al Estado de recolectar y difundir infor­mación que de otra manera no podía ser accedida por el público. La comisión fundó principalmente su decisión en el Estado ac­tual del derecho europeo que confirma que la información públi­ca representa uno de los instrumentos esenciales para proteger el bien y la salud de la población en situaciones de riesgo am­biental. La comisión se refirió específicamente a la resolución sobre Chemobyl adoptada por la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa que reconocía por lo menos en Europa un derecho fundamental a la información concemiente a actividades peligrosas para el medio ambiente y el ser humano. En lo que a responsabilidad empresarial se refiere este caso es de relevancia. En primer lugar la comisión reconoce la importancia de que el público conozca información sobre la actividad empresarial y admite que en determinadas circunstancias esta debe ser reco­lectada y difundida por el Estado. Lo que en la práctica significa­ría que el Estado obligaría a la empresa a producirla. Vid. Picolo­tti, R., Responsabilidad Empresarial, Derechos Humanos, y Am-

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gna Sumo vs. Nicaragua12 (en el sistema interameri­cano).

III. RECONOCIMIENTO DEL DERECHO A UN MEDIO SANO EN EL DERECHO COMPARADO

Cronológicamente, la primacía en el reconocimiento expreso de derechos relacionados con el medio am­biente correspondió a normas constitucionales de Estados socialistas, algunos ya desaparecidos; así tenemos la Constitución de Hungría de 1949 la cual pretendía hacer efectivo "el derecho a los ciudadanos a la protección de su vida, su integridad corporal y su salud" (Art.57.2). Después incluía entre los deberes de los ciudadanos el de proteger los valores naturales y culturales del país.( Art. 69) .La Constitución de Polonia de 1952 estableció que "los ciudadanos tie­nen derecho al aprovechamiento de los valores del ambiente natural y el deber de defenderlo" (Art. 71) La Constitución de la ex-Yugoslavia de 1974 preveía " ... que todos ( ... ) tiene el derecho y el deber de ase-

biente: Jurisprudencia de derechos Humanos, en caso de degra­dación ambiental empresarial, Porto Alegre, enero, 2002, http:/ www.cadha.org.ar

12 Los peticionarios alegaron, que el Estado había violado sus derechos humanos mediante la concesión de permiso de explota­ción forestal en territorio indígena a la empresa coreana SOLCARSA S.A. La Comisión dictó medidas cautelares en favor de la comunidad que consistían principalmente en la suspensión de cortes de madera por parte de SOLCARSA. Finalmente el Estado anuló el permiso concedido y SOLCARSA debió retirarse de la zona. El litigio continuó hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con el objeto principal de lograr el reco­nocimiento legal del territorio de la comunidad. Vid. Caso No 11577, Comunidad Indígena de Awas Tingni Mayagna Sumo vs. Nicaragua.

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gurar las condiciones para preservar y desarrollar los valores del medio ambiente humano creados por la naturaleza ... "(Art. 87); insistía mas adelante que " .. . el hombre tiene derecho a un ambiente salubre ... " (Art. 192) y " ... todos tendrán derecho a conservar la naturaleza y sus bienes, los objetos naturales de va­lor y los monumentos culturales ... " Tales derechos sólo accederían al constitucionalismo liberal a finales de la década de los '60 y principios de los '70 bajo la influencia de la Declaración de Estocolmo. En los Estados Unidos de América, aun­que no lo hizo vía constitucional lo hace por medio de la Ley de Política Nacional de Medio Ambiente de 1969, (NEPA por sus siglas en ingles), reconoció (sección 10l.c) "que todos deberán disfrutar de un medio ambiente saludable y tienen la obligación de contribuir a la preservación y cuidado del medio ambiente". Aunque hasta la fecha no se ha llevado una enmienda de la Constitución Federal, para ha­cerlo un derecho federal, algunos Estados lo han hecho suyo y lo han reconocido de manera expresa en sus Constituciones estatales.l3

J3 Para el caso se tienen la Constitución de Illinois en su Art. 2.2, señala: "Toda persona tiene derecho a un ambiente sano. Cualquiera puede poner en práctica este derecho contra toda persona pública y privada por medio de los procedimientos lega­les apropiados, sometidos a las limitaciones razonables y esta­blecidas en función de las leyes que puedan aprobar la Asam­blea, mientras que el Estado, está obligado a proteger el entamo debido a lo reglado". Por su parte la Constitución de Pensilvania determina en el Art. 1.27° "Las personas tienen derecho al aire puro, al agua pura y a la preservación de los valores naturales, paisajísticos, históricos y estéticos del entamo. Los recursos naturales públicos de Pensilvania son propiedad común de todo el pueblo, comprendidas las generaciones venideras. Como depo­sitaria de estos recursos. La comunidad debe conservarlos y mantenerlos en beneficio de todos." El Art. 16.59 a) de la Consti­tución de Texas expresa: "Son los derechos y deberes públicos la conservación y el desarrollo de todos Jos recursos naturales del

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Además, se tiene la Constitución de Portugal de 1976, estipulaba en el Art. 66.1, "todos tienen dere­cho a un medio ambiente de vida humano, salubre y ecológicamente equilibrado y el deber de defenderlo". Siguiendo este precedente la Constitución de Espa­ña de 1978 proclamó en el Art. 45. 1, "todos tienen derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo". En América latina, se tiene en este plano la Consti­tución de la República Federativa de Brasil de 1988, que estipuló en el Art. 225.1, "todos tienen derecho un medio ambiente ecológicamente equilibrado", la Constitución ecológica de Colombia, reconoció una serie de disposiciones de protección ambiental -por ello la denominaciónl4 -, donde se destaca el Art. 79

Estado." Mientras la Constitución de Rhode Island, en su en­mienda 3 7.1 manifiesta que: "Las personas son garantizadas en su derecho de usar y gozar los recursos naturales." Finalmente la constitución de Massachussets en el Art. 49 sostiene: "Las personas tienen derecho a un aire y agua puros, a la supresión de ruidos excesivos e inútiles, a las cualidades naturales, paisa­jísticas, históricas y estéticas de su entrono". Vid. Mejia, H. A., La responsabilidad ambiental de la empresa por daños al medio ambiente (un análisis comparativo de los sistemas americanos y europeos), Tesis doctoral presentada ante la Universidad Autó­noma de Barcelona, defendida públicamente en abril de 2006, Pág. 235.

14 La Constitución de Colombia, en efecto tiene muchas dispo­siciones de protección ambiental, para mencionar algunas: El Art. 8 La obligación del Estado y de las personas de proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación; Art. 49 el sanea­miento ambiental como un servicio publico cuya prestación le corresponde al Estado; Art. 58; la asignación al derecho de pro­piedad de una función social que impliquen obligaciones para sus titulares y a la que le es inherente una función ecológica; Art. 63 la calificación de los bienes de uso publico, los parques naturales, las tierras comunales de grupos étnicos, las tierras de resguardo y el patrimonio arqueológico de la Nación como inalie­nables, imprescriptibles e inembargables; Art. 66 la facultad de

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que estableció " todas las personas tienen derecho a gozar un runbiente sano"; posteriormente con la in­cidencia de la Declaración de Río de 1992 se realiza la reforma en 1994 del 41 de la Constitución Argen­tina, donde prescribió que "todos los habitantes go­zan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las acti­vidades productivas satisfagan las necesidades pre­sentes sin comprometer las de las generaciones fu­turas y tienen el deber de preservarlos" .1s De manera reciente e innovadora se tiene la Consti­tución del Ecuador de 2008, donde no solo reconoce

otorgar créditos agropecuarios bajo condiciones especiales para superar calamidades ambientales; Art. 67 considera la educación como instrumento para asegurar y lograr la protección ambien­tal; Arts. 87 y 88 la acción de cumplimiento y las acciones popu­lares como instrumentos para la defensa del medio ambiente; Art. 90 la obligación del Estado de responder patrimonialmente por los danos antijurídicos que le sean imputables, causados por la acción u omisión de las autoridades publicas; Art. 277.4 la asignación de competencia al Procurador General de la Nación para que por si o por intermedio de sus agentes defienda los intereses colectivos, y en especial el ambiente; la potestad del Estado de intervenir, por mandato de la ley.

1s En la doctrina constitucional ambiental al respecto Vid. Ló­pez Ramón, F., Derechos Fundamentales, Subjetivos y Colectivos al medio ambiente, en "Revista Española de Derecho Administra­tivo", num. 15, Madrid, 1997, Pags. 349-351. También sobre un análisis detallado de manera cronológica de la protección consti­tucional del medio ambiente a nivel comparado, puede consul­tarse en la doctrina española por todos: Escobar Roca, G., La ordenación constitucional del medio ambiente, Dykinson, Madrid, 1995; en el ámbito latinoamericano puede verse para mencionar algunos :Mezzetti, L., "La Constitución ambiental en el derecho público comparado: Modelos normativos, organización adminis­trativa y situaciones juridicas subjetivas", en AA.VV. Lecturas sobre el derecho Al Medio Ambiente, Ed. Universidad Externado de Colombia, Tomo III, Bogotá 2002, y Amaya Navas, O. D., La Constitución Ecológica de Colombia: Análisis Comparativo con el Sistema Constitucional Latinoamericano, Universidad Externado de Colombia, Bogota 2002.

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el derecho a un medio ambiente sano y ecológica­mente equilibrado, para garantizar el desarrollo de las presentes y futuras generaciones (Arts. 86 al 96). Sino también, en los Arts. 71 al 74, derechos a la naturaleza - la Pacha Mama - , justificando donde se reproduce y se realiza la vida, por lo cual es necesa­rio que se le respete integralmente su existencia y sus ciclo vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Con esto se rompe el esquema progresivo del derecho a un medio sano, bajo un enfoque an­tropocentrista por uno ecocentrista, por lo cual toda comunidad o pueblo podrá exigir a las autoridades públicas su respeto y tutela por la vía del amparo.

IV. EL DERECHO A UN MEDIO AMBIENTE SANO EN EL ORDENAMIENTO SALVADOREÑO: UN

APORTE DE LA JURISPRUDENCIA

En el desarrollo del constitucionalismo salvadore­ño 16 la preocupación de proteger el medio ambiente de manera expresa ha sido tardía, sin embargo ha sido regulado de manera indirecta, bajo la tutela del derecho a la salud en las constituciones de 1841 en el Art. 62; Constitución Federal de 1821 en el Art. 86; Constitución de 1939 con sus reformas de 1944, del mismo modo en las constituciones de 1950 y de 1962, dispusieron que la salud es un bien público.

16 Sobre un amplio desarrollo del constitucionalismo salvadore­ño: Vid. Mendez, J. M., El Constitucionalismo y la Vida Institucio­nal Centroamericana, en "Seminario de Historia Contemporánea de Centroamérica", Editorial Universitaria, San Salvador, 1964 y Bertrand Galindo, F., et. al. Manual de Derecfw Constitucional, Tomo I, Centro de Información Juridica del Ministerio de Justi­cia, San Salvador, 1992, Pág. 986.

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Es la Constitución de 1983, 17 se estipuló por vez primera, en el Art.11 7, la obligación estatal de la protección, conservación y restauración de los re­cursos naturales, la cual el constituyente separa de la tutela del derecho a la salud. Del mismo modo, dicha Constitución establecido, otras disposiciones, que estipulan la protección del medio ambiente, tales como el Art. 60 inciso segun­do que establece "En todos los centros docentes ( ... ) será obligatoria la enseñanza de ( ... ) la conservación de los recursos naturales"; el Art. 65 "la Salud de los habitantes de la República constituye un bien público ... "; el Art. 113 "será fomentadas y protegidas las asociaciones de tipo económico que tiendan a incrementar la riqueza nacional mediante un mejor aprovechamiento de los recursos naturales ... " En el año 2000 la Asamblea Legislativa salvadoreña ratificó una reforma constitucional del Art. 117, pero el constituyente tampoco lo determina de forma ex­presa en el texto, tal como ya lo hicieron varios Es­tados, estando en la actualidad de la manera si­guiente:

Es deber del Estado proteger los recursos na­turales, así como la diversidad e integridad del medio ambiente, para garantizar el desarrollo sostenible. Se declara de interés social la protección, con­servación, aprovechamiento racional, restaura­ción o sustitución de los recursos naturales, en los términos que establezca la ley. Se prohíbe la introducción al territorio nacio­nal de residuos nucleares y desechos tóxicos.

17 Dictada por la Asamblea Constituyente, Decreto No 38, fecha 15 de diciembre de 1983, Diario Oficial W 234, Tomo 281, publi­cada el 16 de diciembre del mismo año.

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Es hasta en 1998, en la sentencia de inconstitucio­nalidad, del 2 de julio de 1998, del "Decreto Legisla­tivo N° 432, de catorce de enero de mil novecientos noventa y tres, publicado en el Diario Oficial N° 22, Tomo 318, correspondiente al dos de febrero del mismo año, y del Decreto Legislativo N° 433, emitido y publicado en las mismas fechas que el anterior; por medio de los cuales la Asamblea Legislativa es­tablece como zona protectora del suelo y declara como zona de reserva forestal una porción del in­mueble denominado «El Espino», y emite disposicio­nes relativas al aprovechamiento, desarrollo y orde­namiento de tal inmueble", la se expuso, al respecto "que si bien nuestra Constitución no enuncia expre­samente dentro del catalogo de derechos fundamen­tales el Derecho a un medio ambiente sano, es im­prescindible reconocer que las obligaciones prescri­tas en el Art. 117 y otras disposiciones de la ley suprema no importan un contenido prestacional a favor de los recursos naturales -lo cual es jurídica­mente imposible-sino de las personas que confor­man la colectividad, es decir quienes satisfacen sus necesidades materiales, mediante el aprovechamien­tos de tales recursos naturales". En consecuencia, los límites prescritos a esa activi­dad, son establecidos a favor de la persona humana, lo que conlleva ineludiblemente al reconocimiento de que tal derecho a gozar de un medio ambiente sano, tiene rango constitucional y consecuentemente es obligación del Estado proteger a las personas en la conservación y defensa del mismo, todo ello porque el derecho a la vida, analizado en su relación con el principio de dignidad de la persona humana y la concepción personalista que inspira la Constitución, no significa una simple existencia "psico-biológica",

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sino que implica una existencia propia de su calidad humana, en la que obviamente el entamo ambiental o ecológico desempeña un papel primordial. lB

Así también, tenemos la sentencia de amparo pro­nunciada el 26 de junio de 2003,19 donde se reafir­ma que el derecho al medio ambiente sano tiene un carácter implícito, dentro del texto constitucional, además sostiene que es un derecho que nace de las exigencias ético-jurídicas derivadas de la dignidad, la libertad y la igualdad inherentes a la persona humana; que, tar~to la doctrina como el derecho comparado enlazan el derecho al medio ambiente con la dignidad de la persona en el sentido que el ser humano tiene derecho a habitar y disfrutar su entomo vital en un régimen de armonía entre lo útil y lo grato y de acuerdo con sus características natu­rales y culturales.2o Por tarito, es claro que la finali­dad de las medidas protectoras del medio ambiente persigue el libre desarrollo de la personalidad de los individuos así como el mejoramiento en la calidad de vida.

18 Vid. Sentencia de lnconstitucionalidad, ref. 5/93. 19 Vzd Sentencia de Amparo ref. 242-2001. 20Actualmente existe una fuerza expansiva de la doctrina cons­

titucional y jurisprudencia extranjera en reconocer además el derecho al agua como derecho fundamental, así se tienen las Constituciones de Bolivia, Ecuador y por la vía legislativa Nica­ragua por medio de la "Ley General de Aguas" y por la jurispru­dencia Costa Rica, en la sentencia 4654-2003, del 27 de mayo de 2003, que al efecto dispuso: • ... la Sala reconoce, como parte del Derecho de la Constitución, un derecho fundamental al agua potable, derivado de los derechos fundamentales a la salud, la vida, al medio ambiente sano, a la alimentación y la vivienda digna, entre otros, tal como ha sido reconocido también en ins­trumentos intemacionales sobre Derechos Humanos aplicables en Costa Rica" Vzd. al respecto a Peña Chacon, M., El dereclw al agua, en "Revista Electrónica de Derecho y Medio Ambiente" Num. 17, Universidad de Sevilla. http: www.sica.es/aliens/gimadus.

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Es hasta que se decreta la Ley del Medio Ambiente, vigente desde 1998, la que estipuló como derecho fundamental, dándole la dimensión de principio de la Política de Nacional del Medio Ambiente en el Art. 2, a), en lo cual se establece que todos los habitan­tes del país son titulares y gozan del derecho a un medio ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Con esto queda plenamente establecido este derecho en el ordenamiento jurídico salvadoreño. Además recientemente la Ley de Protección Integral de la Niñez y de la Adolescencia en el Art. 35, reconoció de manera específica que los niños y adolescentes tienen el derecho a gozar a un medio ambiente sano, ecológicamente sustentable para su desarrollo.

l. Titulares del derecho de medio ambiente sano

Tratándose de un derecho implícito en el Art. 117 de la Constitución, no hace referencia expresa a los titulares del derecho. En consecuencia, al no haber determinación en cuanto a los sujetos activos, debe comprenderse como tales a todas las personas, sean éstas físicas o jurídicas, nacionales o extranje­ras. Ahora bien, la se, distingue la titularidad en función de la naturaleza mixta del derecho, es decir como derecho personalisimo y como derecho pres­tacional:

a) Vertiente de derecho personalísimo: Aún cuando el disfrute del medio conlleva, además del goce meramente individual, una dimensión colectiva derivada de su ejercicio universal, no es posible reconocer titularidad de este derecho a las personas jurídicas, debi­do a su naturaleza lo hace indisponible, salvo

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para las personas físicas pues éstas son las únicas que pueden protagonizar un goce espi­ritual y material de los bienes ambientales. b} Vertiente de derecho prestacional: En cuanto a esta manifestación podría admitirse titularidad respecto de ciertas personas jurídi­cas. Tal es el caso de las entidades ecologistas cuya actividad se encauza precisamente hacia la protección y preservación del entorno. En tales supuestos, no debe entenderse que di­chas entidades pretenden una concreta defen­sa del derecho de determinados sujetos; es de­cir que el grupo ecologista no se está subro­gando ninguna acc10n individual ni defendiendo un derecho colectivo que como asociación pueda disfrutar. Lo que se preten­de, en último término, con tales acciones es que los poderes públicos mejoren la protección dispensada a los. bienes ambientales. Final­mente, en relación con los extranjeros, resulta claro que el ejercicio de este derecho por parte de los mismos estará razonablemente supedi­tado a las limitaciones de entrada y permanen­cia en el territorio nacional.

2. Límites al derecho de medio ambiente

La SC, ha señalado en su jurisprudencia que el de­recho a un medio ambiente sano por ser un derecho fundamental su ejercicio únicamente puede ser limi­tado a través de la Constitución o por ley formal, la SC12 1 considera la existencia de límites de carácter interno y externos, siendo estos los siguientes:

2t Vid. Sentencia de Amparo del 26 de junio de 2003, ref. 242-2001.

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a) Límites internos del derecho de medio am­biente: La Sala de lo Constitucional22 manifies­ta que el reconocimiento constitucional del Art. 117, no ampara cualquier goce y uso del en­torno sino sólo aquel disfrute con vistas a la finalidad concreta de asegurar el desarrollo de la persona. En consecuencia, no todo uso, sino sólo aquél dirigido al desarrollo de la persona, está amparado por el Art. 117. El ejercicio del derecho queda condicionado por su función social, porque es evidente que la adecuación del objeto del derecho y su finalidad se predi­can para todas las personas y no solo para unas pocas. Todo ejercicio del derecho tiene, en definitiva, que ser compatible con el mante­nimiento del objeto y con su goce, incluso si­multáneamente, por parte de todos los titula­res del mismo. Cualquier ejercicio excluyente constituiría abuso del derecho pues se desbor­darían los límites constitucionalmente traza­dos.23 b) Límites externos al derecho de medio am­biente: Desde el momento que los poderes pú­blicos actúan desplegando una política am­biental, el resultado de dicha política condicio­na el ejercicio del derecho, que siempre debe ser compatible con la preservación y la mejora de los bienes ambientales. b.1. Límites externos explícitos: Es de recordar en términos generales que los límites externos formulados mediante ley formal pueden ser es­tablecido libremente por la Asamblea Legislati­va, siempre que se cumpla con las siguientes

22 Ibídem 2 3 Ibídem.

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condiciones: Que sean establecidas atendiendo a un criterio constitucional que autorice limi­tar derechos fundamentales; Que no altere el derecho al Medio Ambiente Art. 246.1; e) Que respete el principio de proporcionalidad. b.2. Límites extemos implícitos: debe señalarse que el derecho al Medio Ambiente colinda con el ejercicio de otros muchos derechos y con in­tereses y bienes protegidos. Sin embargo, aun cuando la protección del entomo sea un inte­rés de rango constitucional, su posición en el universo de bienes jurídicos no puede conside­rarse de rango superior, y ha de compaginarse, en la inevitable ponderación con los demás de­rechos, análisis que detallaremos en el aparta­do siguiente.

V. EL DERECHO A MEDIO AMBIENTE SANO Y LA CONEXIÓN CON OTROS DERECHOS

CONSTITUCIONALES

l. Conexidad positiva

El derecho a un medio ambiente sano guarda una estrecha relación con otros derechos fundamentales. Con conexidad positiva está el derecho a la vida y la salud, puesto que es claro que sin unas condiciones ambientales sanas, la supervivencia en ocasiones se hace dificil, sino imposibles. Sobre todo por lo desastrosos que se manifiestan los daños ambienta­les, para todos los seres humanos, inclusive para las demás especies. Si no hay vida, no hay existencia, por tanto es un prerrequisito para el goce de todos los derechos garantizados constitucionalmente24 •

24 En las sentencias amparo del 4 de junio de 2001, re f. 348-99

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La vida requiere de unas condiciones ambientales que permitan desarrollar esa existencia, si se carece de ellas la vida se ve eliminada, y si las que existen no son las adecuadas, la capacidad de desarrollar naturalmente esa existencia o la calidad de la mis­ma se ve mermada por un ambiente hostil. Está cla­ro que la vida con el medio ambiente son dos cosas diferentes, pero ambos derechos se encuentran indi­solublemente unidos. El derecho a la vida no tiene porque verse debilitado por el reconocimiento de otros derechos, recordemos las características de la interdependencia e indivisibilidad de los derechos fundamentales, simplemente se refuerzan y se com­plementan. El derecho a la vida proclamado en el Art. 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, comprende dos aspectos: uno en el plano in­dividual, en cuanto que es un derecho de personali-

y 5 de mazo de 2003, ref. 312, 2002, sobre la naturaleza, conte­nido y alcances del derecho a la vida, sostuvieron que: "Indepen­diente de las acepciones que se hayan dado a la categoría cvida• en razón de las diferentes perspectivas que la enfocan -fdosóficas, teológicas, médicas, genéticas-, la misma ha sido reconocida en nuestro ordenamiento jurídico como un derecho fundamental que por su propia connotación constituye un pre­supuesto axiológico esencial del cual depende el desarrollo de todos los demás derechos que la Constitución reconoce, razón por la cual se explica con claridad su ubicación dentro del Capí­tulo Primero Sección Primera de dicha Norma( ... ) En este orden, los primeros artículos de la Constitución -Arts. 1 y 2- se refieren a la vida como un derecho fundamental la cual se garantiza desde el momento de la concepción. Efectivamente, tal asevera­ción evidencia el valor superior que constituye la vida humana desde su primera fase, la cual obviamente no queda resuelta ahí, al contrario, el desarrollo del proceso vital requiere no sólo el respeto de parte de los demás miembros de la sociedad y del Estado en el sentido de abstenerse de obstaculizarla o violentar­la, sino de una actividad mucho más positiva que permita con­servarla y procurarla de forma digna. •

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dad, y otro colectivo que surge la obligación de Es­tado de protegerlo y garantizarlo. Desde esta pers­pectiva, el derecho a un medio ambiente sano apa­rece como una extensión del derecho a la vida, ya que salvaguarda la propia vida proporcionando la base para la existencia física y la salud de todos los seres humanos, así como la calidad y condiciones de vida dignas. En suma el derecho a un medio am­biente sano, desde una perspectiva indivisible se relaciona con todos los derechos, fundamentalmente con el derecho a la vida y a la salud, porque la con­taminación ambiental constituye una amenaza co­lectiva a la vida y la salud humana.2s

2. Conexidad negativa

La jurisprudencia constitucional establece que el derecho a un medio ambiente sano tiene relaciones recíprocas con otros derechos constitucionales -en especial el de propiedad y el de libertad económica -y el segundo -derivado del anterior - es la necesaria ponderación entre derechos que habrá de hacerse en los casos concretos por el aplicador del derecho (entiéndase autoridades jurisdiccionales y no­jurisdiccionales). Asimismo, cabe resaltar también que corresponde al legislador llevar a cabo una pre­via y general ponderación que asegure la fuerza ex­pansiva de los bienes jurídicos en tensión. Por tanto, el derecho al medio ambiente sano se re­laciona con otros también protegidos por el ordena­miento constitucional, pero esa relación no siempre es de complementariedad sino que presenta en oca-

25 Vid. Franco del Pow, M., El derecho humano a un medio am­biente adecuado, en "Cuadernos Deusto de derechos humanos" num. 8, Universidad de Deusto, Bilbao, 2000, Págs. 9-22.

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siones carácter conflictivo - conexidad negativa-. Así, algunos contenidos del derecho al medio am­biente coinciden con el contenido de otros derechos regulados con mayor precisión por el orden jurídico. Por ello, existe la tendencia - aún en el derecho comparado - a encubrir frecuentemente el derecho ambiental con el contenido de otros derechos y en consecuencia, se plantean ante los tribunales cons­titucionales pretensiones ambientalistas fundadas en otros derechos tales como la vida, la integridad física y moral, la protección de la salud y hasta el derecho a la intimidad personal y familiar corno lo pusimos en relieve en supra. Ahora bien, en ocasiones se producen recíprocas

limitaciones entre el derecho a un medio ambiente sano y otros derechos, específicamente, con el dere­cho de propiedad y el de libertad económica, la rela­ción se produce de manera ambivalente y compleja. Por una parte, puede haber un encubrimiento cuando el titular del derecho de propiedad hace uso de bienes ambientales que le pertenecen para la tu­tela de intereses ambientalistas. Es necesario adver­tir que aun cuando no todos los bienes ambientales caen en el radio posible del dominio privado, mu­chos de ellos, aunque sometidos a la legislación y Administración ambiental de los poderes públicos, son con frecuencia propiedad privada. Por otro lado, puede presentarse una tensión cuando el ejercicio del derecho de propiedad y de la libertad económica deteriora el medio ambiente. Este conflicto refleja, en una escala menor, la tensión entre desarrollo económico y preservación del entorno, ambos bienes jurídicos de rango constitucional. Se precisa enton­ces, para la realización de ambos derechos, una ponderación que habrán de llevar a cabo los poderes

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públicos.26 En un primer momento, el equilibrio entre propie­dad y protección del ambiente, habrá de decidirse por el legislador, quien deberá fijar las relaciones entres tales derechos y establecer, en definitiva, qué vínculos concretos pesan sobre uno y otro. En se­gundo término, los aplicadores del derecho también tendrán que ponderar entre ambos intereses en ca­da caso concreto, basándose en la normativa co­rrespondiente. La ponderación como se sabe, es una técnica constitucional para resolver la colisión entre bienes o intereses jurídicos del mismo rango. Esto significa que, en caso de conflicto, uno de los bienes debe ceder ante el otro pero no implica declarar in­válido al interés desplazado ni que se le introduzca una cláusula de excepción. Más bien, la doctrina señala que bajo ciertas circunstancias uno de los bienes jurídicos tutelados precede al otro; mientras que bajo otras circunstancias la cuestión de la pre­cedencia puede ser solucionada de manera inversa. Esto significa que en los casos concretos los intere­ses jurídicos, abstractamente del mismo rango, tie­nen diferente peso; por lo que para la resolución del caso particular prima el bien jurídico de mayor peso. La solución de la colisión consiste pues, en que, te­niendo en cuenta las circunstancias del caso, se establece entre los intereses jurídicos una relación de precedencia condicionada. La determinación de la relación de precedencia condicionada consiste en que, tomando en cuenta el caso, se indican las con­diciones bajo las cuales un bien tutelado precede al otro, y consecuentemente entran en colisión.

26 Vid. Sentencia de Amparo, del 9 de diciembre de 2009, ref. 163-2007.

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VI. LEGITIMACIÓN CONSTITUCIONAL E INTERESES DIFUSOS

l. El interés difuso: delimitación conceptual

La realidad social y económica de nuestros días27,

ha propiciado la aparición de agresiones que des­bordan la esfera jurídica privada de las personas dando cabida, a fenómenos de alcance colectivo de­bido al surgimiento de nuevas categorías de intere­ses jurídicos dignos de protección: los denominados "intereses difusos". Que rebasan las demandas con­temporáneas relacionadas con la garantía de la cali­dad de los bienes y servicios ofrecidos, la protección del entomo urbanístico y paisajístico y por supuesto la tutela ambienta1.28

27 En relación a los derechos difusos han surgido con toda fuerza, de forma tal que se pone en evidencia la absoluta falta de adecuación de los viejos esquemas, típicos de la tradicional posi­ción individualista de los procesos civiles. La visión modema de las sociedades contemporáneas ha propiciado el surgimiento de una relación normal de las economías modernas, nos señala como el hecho de la distribución producción y consumo de los bienes se desarrollen en gran escala, y ya no más en relación de uno a uno; de ahí la necesidad de que el proceso civil refleje en sus estructuras esta transformación revolucionaria de las rela­ciones económicas y sociales. Un defecto de un producto, puede convertirse en peJjuicio para millones de consumidores, igual ocurre el caso de contaminación ambiental, lo cual a veces es imposible tratar judicialmente estos aspectos de forma indivi­dual. Vui Capelletti, M., La Protección de los Intereses Colectivos o Difusos, en Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal, Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM, México 1993, Pág. 246.

28 Cuando se aborda la categoria de los intereses difusos nos enfrentamos a una terminología oscura por naturaleza, que nie­ga en principio los dogmas clásicos del derecho individual, acep­ta y potencia la necesidad de tutela para las personas vinculadas

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El tema de los intereses difusos, es un tema muy complicado que cada vez los estudiosos del derecho y de otras disciplinas investigan a efectos de poder clasificarlos y regularlos, conforme a una normativa propia, en función de la importancia que ellos tie­nen. En la actualidad es analizada desde la óptica de los derechos de la tercera generación, se le de­nominó intereses difusos, porque el principal obs­táculo a superar lo constituía la doctrina procesal de la legitimación al no encontrarse a las personas concretamente afectadas. La jurisprudencia constitucional salvadoreña, reco­noció la teoría de los intereses difusos con el auto de admisión de la demanda de amparo incoado contra la Oficina Planificadora del Área Metropolitana de San Salvador y el Servicio Forestal y de Fauna del Ministerio de Agricultura y Ganadería,29 proveído el

por una necesidad común. Los primeros antecedentes los encon­tramos en algunos escritos de la doctrina italiana de 1911 y 1912, en estos trabajos se pone de manifiesto la problemática de la existencia de intereses propios de una pluralidad de personas y se analizaba la posibilidad de que fueran defendidos por los sujetos privados cuando la protección, a través de los poderes públicos fueran insuficientes. Esto se vió potenciado con el sur­gimiento del movimiento obrero, lo cual articulaban formas de solidaridad colectiva que obligan al Estado a replantear algunos esquemas tradicionales. Vid. Armijo Sancho, G. A., La Tutela Constitucional del Interés Difuso, 2a edición, Investigación Juridi­ca S.A., San José de Costa Rica, 1999, Pág., 41.

29 Procesos acumulados ref. AC/104,.105.106/ 98. Sin embar­go el 2 de diciembre del mismo año, la se, emite la resolución de sobreseimiento a favor de las autoridades demandadas, basán­dose en que las pretensiones de la demanda son cuestiones de mera legalidad o inconformidad administrativa del estudio de impacto ambiental de tales autoridades, y que el inmueble que se va a urbanizar es propiedad privada, (la construcción de la prolongación de la calle Chiltiupan sobre la finca el Espino), lo cual reduce el supuesto de interés difuso a un interés simple, o sea una simple inconformidad subjetiva con la autoridad en el ejercicio de su potestades administrativas, en consecuencia se-

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26 de marzo de 1998 en él se sostuvo: "que en los supuestos de protección de los intereses difusos, adquiere legitimación procesal para plantear la pre­tensión de amparo, cualquier persona que considere que se le ha vulnerado un derecho de naturaleza difusa, sin necesidad que intervengan en el proceso los demás titulares de tal derecho". Por tanto, se cambió con el criterio jurisprudencia!, donde se sos­tenía que tienen el interés legítimo de incoar una demanda de amparo solamente el que sufría el agra­vio directo, real y personal. En consecuencia cual­quier ciudadano tiene la acción popular cuando una entidad estatal o empresarial vulnere el derecho fundamental a un medio ambiente sano. En la misma línea, aunque de manera reciente la Sala de lo Contencioso Administrativo, consideró procedente reinterpretar de manera extensiva el ar­ticulo 9 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa en las resoluciones pronunciadas en los procesos contenciosos administrativos números 301-200630 y 73-200731, fortaleciendo el derecho de

gún el fundamento de la referida sentencia no se demostró la trasgresión al derecho a un medio ambiente sano. Esta sentencia fue muy criticada jurídicamente, porque dicho auto de sobresei­miento se decretó antes del término de prueba en donde se de­ben de probar la pretensiones sustentadas en un proceso de amparo, a esto se le agrega que la naturaleza del caso lo ameri­taba, a fin de que el fallo hubiera sido más objetivo.

3o Auto interlocutorio de la Sala de lo Contencioso Administrati­vo, ref. 301-2006, de siete de febrero de 2007, en el cual admite la demanda presentada por la Asociación Herencia Natural y de la Federación Unidad Ecológica Salvadoreña, contra el Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, por haber emitido la resolución en la que se otorga permiso ambiental al proyecto denominado "Ampliación de campo de golf exclusivamente del Club Campestre Cuscatlán", el cual considera el acto adminis­trativo nulo de pleno derecho.

31 Auto interlocutorio de la Sala de lo Contencioso Administrati­vo, veintiséis de marzo de 2007, ref. 73-2007, en el cual admite

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acceso a la jurisdicción a todos aquellos que osten­tan intereses que no encuadran en las premisas reiteradas por la jurisprudencia contenciosa, admi­tiendo la demanda de quienes han manifestado os­tentar un interés difuso en materia de medio am­biente contra actuaciones emitidas por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales; por lo cual el concepto de interés legítimo deberá más allá de la perspectiva individual o personalizada, tomando en cuenta la situación de la persona natural o jurídica como miembro de la comunidad. En este sentido, puede señalarse que el interés legí­timo además de ser personal y directo puede ser colectivo e indirecto. Se puede hablar de un interés en el que el éxito de la acción puede conllevar la ob­tención de beneficios o petjuicios por vía indirecta o refleja. Se considera como parte de la esencia del interés legítimo, una vertiente de naturaleza colecti­va, a partir de la cual pueden suscitarse una multi­plicidad de controversias de horizonte diferente, con cierto grado de homogeneidad, que también hoy en día no sólo los derechos e intereses individualizados erigen a sus portadores en sujetos con aptitud para pedir su tutela, sino que también, los que se en­cuentran identificados bajo la concepción de lo que se conoce como interés difuso. Para precisar la definición en comento, se hace ne­cesario que distingamos los intereses colectivos e intereses difusos, 32 a fin de evitar confusiones que

la demanda presentada por la Fundación de Vecinos del Arrecife de los Cobanos "FUNDARRECIFE•, por haber dictado la resolu­ción en la que se otorga permiso ambiental a la Sociedad Jordán S.A. de CV para realizar ciertas actividades relativas a la cons­trucción de un embarcadero de lanchas.

32 En el mismo sentido, actualmente la reciente de Ley de Pro­tección al Consumidor (publicada en Diario Oficial No 166, Tomo No 368, fecha de 8 de septiembre de 2005), en el Art. 53, estable-

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muchos autores usualmente hacen al referirse a la temática. En el campo conceptual y doctrinal se dis­tinguen, a partir de los intereses colectivos, la exis­tencia de una organización. No obstante en ambos intereses se da una pluralidad de personas, pero en el caso de los intereses colectivos esa pluralidad de personas tiene una organización establecida para la obtención de un fin común, como expresión de la estructura tendencialmente unitaria del colectivo, que aseguraba unidad de tratamiento de esos in­tereses y unidad de efectos de resolución jurisdic­cional, en tanto que los intereses difusos carecían de instrumentos para una valoración unitaria, por falta de coordinación de las voluntades.33 En la doctrina brasileña también se distinguen entre los intereses colectivos y difusos. Se consideran co­lectivos los intereses comunes a una colectividad de personas, pero sólo cuando existe un vínculo jurídi­co entre componentes del grupo, como ocurre con las sociedades mercantiles, sindicatos, entre otras organizaciones. En cambio se consideran difusos los intereses que sin fundarse en un vínculo jurídico se basan en factores de hechos genéricos y contingen­tes, accidentales y mutables, como habitar en la misma zona, consumir el mismo producto y sufrir el mismo daño al medio ambiente. En ese sentido el Código de Defensa del Consumidor Brasileño, Ley 8078/90 define como difusos los intereses "tran-

ce diferenciación entre intereses colectivos e intereses difusos, definiendo los primeros como un conjunto de intereses comunes o un conjunto determinable de consumidores, y los segundos como intereses indeterminados, en virtud de una relación con­tractual o de consumidor.

33 Vid. Gallegos Flores, J., La deficiente tutela de los Intereses Colectivos y Difusos en México, en "Revista de Realidad Jurídica" http:/ / realidadjuridica.uabc.mxfrealidadfcontenido­deficientetu.htm

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sindividuales", de naturaleza indivisible de los que son titulares personas indeterminadas y ligadas por circunstancias de hecho34. Tal como se observa en ambos casos, estamos en presencia de intereses "supraindividuales" y de naturaleza indivisible. La lesión de uno sólo de los miembros implica la lesión de los demás y la satisfacción de uno es la de todos. Puede advertirse que existe un solo tratamiento doc­trinal, al menos en el ordenamiento brasileño, en los intereses difusos y colectivos. 35 En conclusión, la distinción de ambos intereses se ubica normalmente en el grado de individualización o concreción de los sujetos a los que el interés resul­ta referible. Cuando el interés apunta a un conjunto de sujetos identificables, abarcables y de contornos relativamente nítidos, es decir organizados, en este caso estaremos en presencia de un interés colectivo. Los intereses difusos, por el contrario no se refieren a colectividades delimitables, sino a grupos o a co­munidades que se encuentran en un estado fluido de perímetros poco determinables, de ahí que el in­terés colectivo es más concreto, poco se refiere a una comunidad genéricamente organizada e identifica-

34 Morello, A. M., y Cafferatta, N. A., op., cit., pp. 103-105, además este autor cita a un connotado autor Italiano A. Gianni­ni, que se ocupa del tema, a fin de precisar que los intereses colectivos, en este sentido la doctrina italiana, los define como aquellos que se identifican a través de un criterio puramente subjetivo, que es el de su portador, o centro de referencia, a un ente exponencial de un grupo no ocasional, esta linea jurispru­dencia! ha sostenido el Consejo de Estado Italiano. En cambio, los intereses difusos, son intereses plurindividuales, impersona­les, de categoria meta individuales, híbridos, indiferenciados, de pertenencia indeterminada.

35 Sobre un amplio desarrollo del tema Vid. al respecto: Gidi, A., Las acciones colectivas y la tutela de los derechos difusos, colecti­vos e individuales en Brasil, (traducción Lucio Cabrera Acevedo), Publicación de la UNAM, México, 2004.

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ble, en efecto el interés difuso, tiene un sentido más amplio que el interés colectivo.

2. Legitimación para tutela del derecho a un medio ambiente sano

Hasta el momento tal como lo hemos demostrado, la jurisprudencia constitucional, se ha reconocido los intereses difusos, donde se otorga un espectro am­plio en materia de legitimación procesal activa36 pa­ra la tutela del derecho a un medio ambiente sano, dando como resultado que cualquier persona pueda interponer una demanda constitucional por viola-

36 La legitimación procesal, es la aptitud legal de una persona para ser parte en un proceso judicial determinado. Esta aptitud se considera respecto a la posición en que se encuentre el actor en cuanto a la pretensión de que dé lugar al proceso, entendien­do por pretensión lo que el actor pide que le sea reconocido ju­risdiccionalmente. La legitimación comprende simultáneamente dos cuestiones: una procesal o de forma dirigida a determinar si al actor le corresponde el ejercicio de la acción que promovió y otra sustancial o material para determinar si el recurrente, dado el objeto que persigue con su demanda está o no protegido por ese derecho para recibir el apoyo jurisdiccional. Esta aptitud se considera respecto a la posición en que se encuentre el actor en cuanto a la pretensión de que dé lugar al proceso, entendiendo por pretensión lo que el actor pide que le sea reconocido juris­diccionalmente. Vid. al respecto Flah, L. R. y Smayevsky, M., La Legitimación de los Titulares de Intereses Difusos, Homenaje al profesor Doctor Isidoro Goldenberg, Ed. Abeledo Perrot, Argenti­na, 1995, p. 400. No obstante el Código Civil que data desde 1860, en el Art. 2084, estableció acción popular en todos los casos de los daños contingentes que por imprudencia o negligen­cia de alguien amenazaren a personas indeterminadas; pero si el daño amenazare solamente a determinadas personas, o a sus propiedades, solo alguna de estas podrá intentar la acción. Lo cual podríamos decir que es fundamento en el orden jurídico salvadoreño, que ahora la doctrina procesal moderna le denomi­na como intereses difusos.

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ción del derecho a un medio ambiente sano.37 Esto aunando a la regulación del acceso a la justicia en materia ambiental, 38 se ven ampliados en el Art. 1 O 1 de nuestra Ley del Medio ambiente, porque rompe con al esquema habitual - que únicamente tienen interés para obrar lo afectados directamente-. La disposición antes aludida, en un primer lugar reco­noce la legitimación popular, tanto para personas naturales y jurídicas, como la legitimación pública, a través de la Fiscalía General de la República y la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Hu­manos. Según la doctrina jurisprudencia! de la Sala de lo

37 El Art. 50 de la Constitución de Costa Rica, estipula de ma­nera amplia la legitimación para la tutela del medio ambiente, este dice: "Toda persona tiene derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, por ello esta legitimada para denun­ciar los actos que infrinjan ese derecho y para reclamar la repa­ración del daño causado.

El Estado gar:anti:zará, defenderá y preservará ese derecho. La ley determinará las responsabilidades y las sanciones corres­pondientes"

38 Sobre un amplio desarrollo de la legitimación activa en mate­ria ambiental., puede verse, consultarse: Almagro Nosete, J., La proteroón procesal de los intereses difusos en España, en Justi­cia num.1, 1983, Págs.69 y ss; Capelletti, M., Appunti sulla tutela giurisdizionale di interessi collettivi o diffus~ en Giurisprudenza ltalina, Vol., CXXVII, parte IV, 1975, La Protección de los Intere­ses Colectivos o Difusos, en Jomadas Iberoamericanas de Dere­cho Procesal, Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM, Méxi­co 1993, Págs.49~63; Jordana Fr:aga, J. La protección de un me­dio ambiente adecuado, Bosh, Barcelona, 1995, Págs, 251 y ss.; GUASP J., Curso de derecho procesal civil, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1956; Gimeno Sendra, V., Cortez Dominguez, V. y Moreno Catena, V., Derecho procesal, Parte General, Tomo I,Tirant lo Blanch, 1989; Morello, A. M., y Cafferatta, N. A., Vi­sión procesal de cuestiones ambientales, Rubinzal-Culzoni, Bue­nos Aires, 2004; Moron Palomino, J., "Reflexiones acerca de la legitimación procesal activa", en Escritos en lwmenaje al profesor Prieto-Castro, Vol. II. Ed. Nacional, Madrid, 1979.

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Constitucional39 se reconoce la legitimación para que cualquier persona o persona acreditadas de miembros de una comunidad determinada, inter­pongan una demanda constitucional para exigir la tutela del derecho un medio ambiente sano. En el mismo sentido, la tendrán las personas juridicas que no necesariamente deben de tener como finali­dad en sus estatutos la protección del medio am­biente, pues su pretensión se ve legitimada en la esfera prestacional del derecho y no en su carácter personalista como sucede en primer término. El problema, sería el alcance de la legitimación; si úni­camente tal asociación ecologista deberá actuar en defensa de los derechos de sus integrantes, o cuan­do se vea trasgredido el derecho a un medio sano de forma colectiva o difusa, cuya titularidad es inde­terminada. Como ya lo sostuvimos en supra, a la jurisprudencia constitucional, si es posible, sobre la base de la titularidad prestacional del derecho a un medio ambiente sano.40 El Estado dado que la obligación que se deriva del Art. 117 de nuestra Constitución, se encuentra legi­timado el Procurador para la Defensa de los Dere­chos Humanos, que tiene el carácter de órgano

39 Vid. la sentencia citada con ref. AC/ 104,105.106/98. 40 Nos referimos a las sentencias de Amparo de 26 de junio de

2003, (ref. Amparo 242-2001) promovida por la Federación Uni­dad Ecológica Salvadoreña (UNES), corporación sin fmes de lucro, contra providencias de la entonces Ministra de Medio Ambiente y Recursos Naturales, que estima violatorias de los derechos al bien común, a la vida digna y al medio ambiente sano y las sentencias interlocutorias de la SCA, de febrero de 2007, donde admite la demanda presentada por la Asociación Herencia Natural y de la Federación Unidad Ecológica Salvado­reña, contra el Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales y Auto interlocutorio de la SCA veintiséis de marzo de 2007, donde admite la demanda presentada por la Fundación de Veci­nos del arrecife de los Cobanos.

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constitucional. Esta institución es reciente, frente a las otras que conforman el ministerio público, nace en el marco de las reformas constitucionales imple­mentadas en el proceso de negociación del conflicto armado entre el gobiemo y la ex guerrilla salvadore­ña, las cuales se convirtieron en los Acuerdos de Paz el16 de enero de 1992. Como resultado de lo anterior, se erige en el texto constitucional, el cargo del Procurador para la De­fensa de los Derechos Humanos, y de conformidad con el artículo 194, Romano l, le otorgan atribucio­nes, a fin de proteger los derechos humanos, y ob­viamente la defensa del medio ambiente sobre la base que es un derecho humano reconocido interna­cionalmente y constitucionalmente. En este sentido, el Reglamento de la Ley Orgánica de la Procurad u­ría,41 crea el cargo del Procurador Adjunto para la Defensa de los Derechos del Medio Ambiente, donde se le otorgan de conformidad al Art. 22 le otorga la competencia de garantizar y promover los derechos humanos, ( .. .) y disfrute del Medio Ambiente para el pleno y desarrollo de la persona humana, y ejecutar acciones que prevengan las violaciones al menciona­do Derecho. En virtud de lo anterior, a cualquier de las personas que haya sido víctimas de una agresión ambiental, incluso aún no habiendo víctimas humanas, sino que también cuando los daños sean ocasionados a cualquiera de los componentes que conforman el medio ambiente, como la flora, la fauna, etc.; es de­cir cuando estamos en presencia de daños ambien­tales puros. Esto porque nuestro ordenamiento con­sidera que el derecho a un medio ambiente sano, es un derecho fundamental, tal como lo ha expresado

41 D. L. No. 163, publicado en el D. O Tomo 314, de fecha 6 de mayo de 1992.

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la jurisprudencia constitucional, ya citada, además la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, tal como ha quedado sentado, tiene como función primordial velar porque se tutelen los dere­chos humanos, cuando éstos son vulnerados por cualquier autoridad del Estado.

VII. A MANERA DE CONCLUSIÓN

El derecho al medio ambiente sano, constituye un derecho humano, constitucionalizado en casi en todas las constituciones del mundo, por lo cual es un derecho fundamental, necesario para existencia digna de todo ser humano, por lo cual ante una vio­lación de mismo de los poderes públicos, cualquier persona natural o jurídica, comunidad, colectividad, se encuentran legitimados para interponer una ac­ción de tutela por la vía constitucional. En ámbito clasificatorio es un derecho de tercera generación de naturalaza o de incidencia colectiva, cuya preocupa­ción le compete a toda la humanidad. En cuanto a su contenido, el derecho al medio ambiente sano en estricto sentido tiene una vertiente personalísima referida a la titularidad y disfrute de los bienes am­bientales; y una vertiente prestacional, en cuanto se es titular y puede pretenderse del Estado y de sus instituciones públicas, que preserve, conserve y res­taure el medio ambiente. Como derecho fundamen­tal no es absoluto y está sujeto a regulación y limi­tación, pues, puede ponderarse con otros derechos fundamentales, siempre y cuando no se afecte el núcleo esencial del mismo. Por tanto, es un derecho que tiene conexidad, tanto positiva como negativa con otros derechos constitu-

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cionales. Para el primer caso tiene vinculación con el derecho a la vida, derecho a la salud e incluso al desarrollo, y en segundo termino tensión entre el ejercicio del derecho de propiedad y de la libertad económica, este conflicto se refleja en una escala menor cuando esa relación se hace en función del desarrollo sostenible, por lo cual obliga a los poderes públicos a realizar una ponderación para evitar una colisión y que no afecte el núcleo esencial del mis­mo.

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