EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto...

10
Introducción El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con- cepciones modernas tales como el Estado, el cons- titucionalismo, o la democracia, sus principios per- miten ser apropiados para cambiar la realidad de una forma alternativa e incluso radical. La emer- gencia de este instrumento político se constata no sólo en la acción colectiva de multitud de movi- mientos sociales y sus respectivas luchas, sino tam- bién en la institucionalización de políticas urbanas que hacen referencia a sus principios básicos. Estas innovaciones y aplicaciones que se están produ- ciendo de Norte a Sur requieren la urgencia del análisis crítico para incorporar la mirada de las aportaciones que en los últimos tiempos están aportando las perspectivas post-coloniales. Por ello, no queremos dejar atrás la necesidad que al- bergan la mayoría de los Estados del Norte en des- colonizar sus políticas urbanas, pues estas incapa- cidades cognitivas para comprender la igualdad y la diferencia, suponen un riesgo para la propia de- mocracia como institución. La ciudad de Madrid como ciudad multicultural y escenario actual de las políticas de austeridad, así como de la contesta- ción a las mismas por parte de nuevos movimien- tos sociales, se presenta como un espacio idóneo para el análisis sociológico para generar una pro- puesta teórica. Sin embargo, los límites internos que presenta el derecho a la ciudad en relación a su formación como constructo moderno, nos hace observar algu- nas limitaciones que han de ser superadas para no caer en errores del pasado y poder así efectuar el desafío que representa descolonizar los Estados del Norte. Esto no es algo exclusivo del derecho a la ciudad, sino que sucede con otras expresiones vinculadas a la teoría crítica moderna-occidental que es incapaz de aislarse del problema del proble- ma y presentar una solución efectiva. De ahí que sea necesaria la reinvención del derecho a la ciu- dad desde la mirada de los estudios post-colonia- les. Puesto que la ausencia más significativa de es- te instrumento reside precisamente en su perspec- tiva hegemónica, incapaz de abarcar la cuestión del racismo como un problema estructural de la modernidad. Desde el campo de las políticas pú- blicas se ha de partir de la raíz, es decir desde los dispositivos básicos de socialización, los cuales re- producen las narrativas que realzan los valores ra- cistas como un posición modernizadora (Araújo y Maeso, 2011). Y es que, el colonialismo lejos de desaparecer con los procesos de descolonización política sigue vigente a través de la colonialidad del poder y del saber, reduciendo así las diversida- des epistemológicas de las culturas colonizadas e imponiendo por otro lado la lógica del pensamien- to abismal en el Sur y el Norte Global (Santos y Meneses, 2010:18-20). Por esta razón, la auto-vigilancia epistemológi- ca que se requiere para cualquier análisis que se re- alice desde una perspectiva crítica, ha de pregun- tarse y responder por estas realidades (in)visibles sino, aún más si cabe, cuestionar si éstas están de alguna forma u otra en las alternativas que emer- gen desde los diversos proyectos que tienen como meta la emancipación. Sin una mirada postcolonial no hay mirada crítica. Racismo en la ciudad multicultural El nacimiento del Estado moderno implicó dife- rentes procesos sociales para vincular y construir una identidad nacional, así como las demarcacio- nes de un territorio que lo confiriese. Este cambio social trajo consigo la creación de nuevas institu- ciones y una regulación específica para gobernar a las poblaciones en base a esta lógica. Así, desde es- te marco, se naturalizó ciertas culturas como las naturales de la nación, lo cual se tradujo en la pro- moción de derechos para los grupos sociales que eran identificados con la comunidad natural, es decir la cultura etnificada como la propia (Balibar, 1988:135-169). La post-modernización de la socie- dad y la ciudad significó la transformación y por ende una crisis para estos principios fundadores de la modernidad. La ciudad industrial y su posterior re-significa- ción a través del modelo fordista, se caracterizaba ISBN: 1885-477X YOUKALI, 16 página 21 LA DEUDA DE EUROPA EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD por David Veloso Larraz

Transcript of EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto...

Page 1: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

Introducción

El derecho a la ciudad puede ser un artefactoemancipatorio. Puesto que al igual que otras con-cepciones modernas tales como el Estado, el cons-titucionalismo, o la democracia, sus principios per-miten ser apropiados para cambiar la realidad deuna forma alternativa e incluso radical. La emer-gencia de este instrumento político se constata nosólo en la acción colectiva de multitud de movi-mientos sociales y sus respectivas luchas, sino tam-bién en la institucionalización de políticas urbanasque hacen referencia a sus principios básicos. Estasinnovaciones y aplicaciones que se están produ-ciendo de Norte a Sur requieren la urgencia delanálisis crítico para incorporar la mirada de lasaportaciones que en los últimos tiempos estánaportando las perspectivas post-coloniales. Porello, no queremos dejar atrás la necesidad que al-bergan la mayoría de los Estados del Norte en des-colonizar sus políticas urbanas, pues estas incapa-cidades cognitivas para comprender la igualdad yla diferencia, suponen un riesgo para la propia de-mocracia como institución. La ciudad de Madridcomo ciudad multicultural y escenario actual delas políticas de austeridad, así como de la contesta-ción a las mismas por parte de nuevos movimien-tos sociales, se presenta como un espacio idóneopara el análisis sociológico para generar una pro-puesta teórica.

Sin embargo, los límites internos que presentael derecho a la ciudad en relación a su formacióncomo constructo moderno, nos hace observar algu-nas limitaciones que han de ser superadas para nocaer en errores del pasado y poder así efectuar eldesafío que representa descolonizar los Estadosdel Norte. Esto no es algo exclusivo del derecho ala ciudad, sino que sucede con otras expresionesvinculadas a la teoría crítica moderna-occidentalque es incapaz de aislarse del problema del proble-ma y presentar una solución efectiva. De ahí quesea necesaria la reinvención del derecho a la ciu-dad desde la mirada de los estudios post-colonia-les. Puesto que la ausencia más significativa de es-te instrumento reside precisamente en su perspec-

tiva hegemónica, incapaz de abarcar la cuestióndel racismo como un problema estructural de lamodernidad. Desde el campo de las políticas pú-blicas se ha de partir de la raíz, es decir desde losdispositivos básicos de socialización, los cuales re-producen las narrativas que realzan los valores ra-cistas como un posición modernizadora (Araújo yMaeso, 2011). Y es que, el colonialismo lejos dedesaparecer con los procesos de descolonizaciónpolítica sigue vigente a través de la colonialidaddel poder y del saber, reduciendo así las diversida-des epistemológicas de las culturas colonizadas eimponiendo por otro lado la lógica del pensamien-to abismal en el Sur y el Norte Global (Santos yMeneses, 2010:18-20).

Por esta razón, la auto-vigilancia epistemológi-ca que se requiere para cualquier análisis que se re-alice desde una perspectiva crítica, ha de pregun-tarse y responder por estas realidades (in)visiblessino, aún más si cabe, cuestionar si éstas están dealguna forma u otra en las alternativas que emer-gen desde los diversos proyectos que tienen comometa la emancipación. Sin una mirada postcolonialno hay mirada crítica.

Racismo en la ciudad multicultural

El nacimiento del Estado moderno implicó dife-rentes procesos sociales para vincular y construiruna identidad nacional, así como las demarcacio-nes de un territorio que lo confiriese. Este cambiosocial trajo consigo la creación de nuevas institu-ciones y una regulación específica para gobernar alas poblaciones en base a esta lógica. Así, desde es-te marco, se naturalizó ciertas culturas como lasnaturales de la nación, lo cual se tradujo en la pro-moción de derechos para los grupos sociales queeran identificados con la comunidad natural, esdecir la cultura etnificada como la propia (Balibar,1988:135-169). La post-modernización de la socie-dad y la ciudad significó la transformación y porende una crisis para estos principios fundadoresde la modernidad.

La ciudad industrial y su posterior re-significa-ción a través del modelo fordista, se caracterizaba IS

BN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 2

1LA

DEU

DA

DE E

UR

OPAEL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD

por David Veloso Larraz

Page 2: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

por la compacidad como elemento más importantede estructuración de la vida cotidiana y las biogra-fías de las personas. Los conflictos sociales y políti-cos eran canalizados por la solidez discursiva delmovimiento obrero y vecinal que se hacia eco de losproblemas clásicos de la división capital/trabajo.

La reconversión y advenimiento del modelo pos-tindustrial tuvo una incidencia no sólo en la es-tructura social, sino también en las dimensiones fí-sicas de la ciudad. A mediados de la década de lossetenta, con el declive del movimiento obrero y ve-cinal, la capacidad política y social fue mermando,desprotegiendo y no pudiendo abarcar con efica-cia las nuevas desigualdades sociales que eran fru-to de esta realidad social. La crisis de la ciudadaníalaboral encontró espacios fructíferos para el racis-mo, las viejas clases trabajadoras en su interaccióne intercambios sociales encontraron fricciones pro-ducto de la acusación directa al otro de los proble-mas sociales que sufrían, como el desempleo o lafalta de políticas sociales (Wieviorka, 1992). La ciu-dad de Madrid no es ajena a este proceso que se haplasmado en las principales ciudades del Norte yque el nuevo orden internacional ha acelerado através de la globalización neoliberal. La ciudad ne-oliberal ha ampliado los límites en lo que respectaa su crecimiento físico, especialmente en y alrede-dor de toda su área metropolitana; los barrios eli-tistas (y de nuevas clases medias) empezaron ablindarse a partir de una arquitectura pensada através de una lógica securitaria, que prima lo pri-vado frente a lo público, que se encierra en sí mis-ma, con muros, rejas…; los barrios obreros pasa-ron a ser barrios multiculturales, al mismo tiempoque, se producían dinámicas de envejecimiento,sobre todo en aquellos barrios que se situaban enel centro de la ciudad, ya que los jóvenes preferíanhabitar en las nuevas construcciones de la perife-ria, con edificios mejor equipados y precios máseconómicos.

Todos estos cambios sociales responden a unadualización de la sociedad, de fronteras sociales,económicas, cognitivas y corporales. Pero, estasdesigualdades son más intensas y por tanto mar-can de manera simbólica a determinados grupossociales en lo que respecta a sus derechos sociales.En el caso de las ciudades multiculturales, la colo-nialidad del poder se presenta a través del color dela piel, la cultura, la religión, etc. Se observa en laspolíticas públicas y como destacan RamónGrosfoguel y Nelson Maldonado-Torres, siguien-do la propuesta de Du Bois, estos principios tienentodavía en el color una frontera que marca a aque-llos que no se ajustan a las identidades hegemóni-cas de las ciudades multiculturales del Norte. Detal modo, la inmigración y el racismo quedan in-terconectados a través de esta “línea del color” ylas múltiples líneas de la colonialidad del poder(Grosfoguel y Maldonado-Torres, 2008:119-120).Para observar estas conexiones es sugerente la in-vestigación comparada que realizó Alana Lentinsobre el racismo y el antirracismo en varios paíseseuropeos. En este estudio, la autora observa comoen Francia la categoría “inmigrante” está asociadacon una fuerte carga simbólica a la “ilegalidad”.Esta relación entre inmigración/ilegalidad no seconstruye para todos los grupos sociales, sino quetiene un uso racial. Se utiliza para referirse a laspoblaciones étnicamente marcadas, principalmen-te para los magrebíes, de segunda y terceras gene-raciones inclusive, mientras, no ocurre lo mismocon otros grupos sociales originarios de otras par-tes de Europa (Lentin, 2004, 118-119).

La inmigración es hoy en día el vector principalde significación del racismo y de la colonialidaddel poder en las ciudades del Norte, siendo en nu-merosos casos uno de los argumentos principalespara la elaboración de políticas discriminatoriascontra determinados grupos sociales. No obstante,teniendo en cuenta la multiplicidad de dimensio-nes que adquiere el racismo, una concepción pos-tcolonial ha de ampliar su foco y no centrase exclu-sivamente en el campo de la inmigración y sus di-mensiones, ya que no sólo se manifiesta en referen-cia a ésta, sino que también se construye en base ala oposición de determinadas culturas o creenciasreligiosas, presentándose como un fenómeno socialtotal que se sitúa en todas partes, en las institucio-nes, en las políticas y en la ideología (Balibar,1988).

Por todo ello, el antirracismo tiene que ser unade las caras de los imaginarios sociales de los nue-vos movimientos sociales de las ciudades delNorte. La necesidad que ello implica desde el pun-to de vista activista exige comprender cómo sepostulan las prácticas y formas de antirracismo an-IS

BN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 2

2LA

DEU

DA

DE E

UR

OPA

Page 3: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

te esta nueva re-significación del racismo. De talmodo, como sugiere Alana Lentin se ha de analizarcómo la acción colectiva y sus repertorios de pro-testa se construyen en base a estos constructos deracismo que se definen en el contexto social (2004,p. 114). El racismo es un fenómeno social complejoy como tal no se desarrolla de igual forma en todoslos lugares. Así, es significativa la influencia queha tenido la experiencia y trauma moderno delHolocausto para la cuestión del racismo en Europa(Hesse, 2004). La cuestión de la raza fue de estaforma silenciada y eliminada de la esfera política,por un lado, porque se consideraba que tanto elantisemitismo y las concepciones biológicas que elrégimen nazi encumbró habían sido enterradas deforma definitiva; y por otro lado, todo lo relaciona-do con el pasado colonial, tenía en los procesos dedescolonización internacional su definitiva resolu-ción; de tal manera, esto permitió a Europa un la-vado de imagen y presentarse a la comunidad in-ternacional como no-racista e incluso antirracista,cuando todo su arquitectura institucional está ba-sada en principios racistas que ha impulsado lapropia concepción eurocéntrica y moderna(Lentin, 2008; Wieviorka, 1992; Goldberg, 2009; yWallerstein 1997). El racismo es un problema mo-derno producto de la modernidad capitalista(Wallerstein, 1988). No en vano, no existen prece-dentes en la historia pre-moderna de prácticas yformas vinculadas al racismo como eje de controlsocial y producción significativa de una diferencia-ción en base a éste. El racismo como fenómeno so-cial podemos situarlo en concreto cuando se pro-dujo la conquista y colonización de América. Fueen este momento, cuando el encuentro con los in-dios significó un punto de inflexión, ya que se dis-cutía hasta su condición de seres humanos(Grosfoguel y Mielant, 2006:3). Por otro lado, des-de una óptica que tiene una clara base marxista, lamodernidad capitalista empezó sus primeras for-mas de acumulación1 con el traslado de grandescantidades de esclavos que venían procedentes delas colonias africanas, y con los cuales la diferenciaracializada del color de piel, era suficiente pretex-to para construir una imagen deshumanizada a lahora de construir las relaciones sociales y modosde producción tanto en las colonias como cuandoéstos eran utilizados en las metrópolis como perso-nal de servicio. Asimismo, en estas primeras eta-pas de la modernidad capitalista, la mirada euro-céntrica del racismo también se expresa en sus pro-

pias revoluciones burguesas y en sus respectivosprocesos jurídicos de reconocimiento de derechosuniversales. Mientras en la Francia revolucionariase promovían los Derechos del Hombre (no de lamujer), paradójicamente no se promovían éstospara los esclavos de las colonias, por lo que cuan-do estalló el proceso revolucionario que llevaron acabo los esclavos negros en Haití, fue silenciado einvisibilizado en la producción de la historia(Trouillot, 1995).

Dispositivos y prácticas racistas del Estado

Como se indicaba en el anterior apartado, elEstado moderno desde sus primeros pasos ha sidoel principal aparato para la reproducción de laidentidad particular de grupos sociales hegemóni-cos como formas culturales universales de un de-terminado territorio. La generalización de la llega-da del otro en los tiempos de la mundialización dela economía a las metrópolis de los países delNorte, visibilizó de forma más pronunciada losproblemas estructurales que tienen estos en refe-rencia a sus grietas y lagunas democráticas. Noobstante, esta realidad que ahora se nos presentade forma más nítida, no es fruto de la inmigración,puesto que, por ejemplo, la situación de la pobla-ción gitana en España, más allá de las dos últimasdécadas de crecimiento de los flujos migratorios,se caracteriza por un largo proceso de segregación,exclusión, estigmatización, que bien podría ser de-finida como racista. De hecho, este grupo social enla ciudad de Madrid se encuentra en situacionesque llegan a ser más vulnerables que los propiosinmigrantes, la criminalización de su estilo de viday procesos cognitivos es tal, que su inserción en el

1.- Marx definió esta etapa como acumulación primitiva, que a la postre con el desarrollo del capitalismo hemos comprobado que más

que un estadio es una forma más que tiene este sistema para su procesos de acumulación y autorreferencia. ISBN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 2

3LA

DEU

DA

DE E

UR

OPA

Page 4: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

mundo laboral se torna más complicada que deter-minados grupos étnicos que tienen una atribuciónsocial más favorable.

En este artículo la cuestión del racismo se com-prende desde ramificación propia de un fenómenosocial total, en la arena política, tanto en la vertien-te más institucional como en aquella que se formaen el campo informal (como puede ser las asam-bleas de las asociaciones vecinales) puesto que suformación discursiva es central y va más allá de só-lido. Sobre este aspecto, hemos de resaltar que, taly como se informa en los dos últimos estudios quepublica anualmente la ONG global SOS Racismo,el aumento del racismo en España tiene una rela-ción directa con las prácticas y discursos que pro-vienen del mundo social de la política institucional(SOS Racismo, 2011 y 2012). En este sentido, comonos demuestra Wendy Brown, el discurso de la to-lerancia adscrito intrínsecamente al pensamiento li-beral, se torna como una especie de alter para jus-tificar una relación legítima con aquellos sujetos ygrupos “racializados” que no pueden reconocersedesde un punto de vista jurídico como iguales,despolitizando de esta forma la discriminación ylas políticas que se efectúan para este control(2004). Así, en las últimas décadas en el mundo oc-cidental, han aparecido con especial incidencia,además de los grupos organizados de corte skinhe-ad, partidos y movimientos políticos ultranaciona-listas que tienen una representación e influenciaparlamentaria considerable tanto local, nacionalcomo en los organismos internacionales, y cuya se-ña común de identidad encuentra en la inmigra-ción un vector para articular sus prácticas y discur-sos.

Un claro ejemplo de la estructuración del racis-mo en las políticas públicas, lo representa el deno-minado “contrato de integración para inmigran-tes”, inspirado en su homólogo francés y, que re-cientemente ha sido implantado por el gobierno li-beral-conservador de la Comunidad Autónoma deMadrid. La defensa de este instrumento político,encuentra en los esquemas de tolerancia su justifi-cación al realizar un proceso de integración para elcolectivo de los inmigrantes, ya que su situaciónha de equipararse a la de los ciudadanos naciona-les en algunos puntos. El contenido de este contra-to se fundamenta en el conocimiento de ciertos te-mas de la cultura nacional del país, la ley de ex-tranjería, la lengua española, y la obligación de sa-

lir del país en caso de que no encuentre trabajo enun período determinado. De esta manera, esta su-puesta equiparación no tiene un fundamento en laigualdad formal, sino que se articula desde unaconcepción racista que se postula, claro está, comolegitima, pues se considera al inmigrante comouna persona que ha de conocer aquello que lospropios ciudadanos nacionales no tienen obliga-ción jurídica de conocer, por ejemplo, las leyes o detener un trabajo para poder ejercer sus derechos.Además, la misma concepción de esta integracióntiene una base que también podríamos calificar co-mo racista, puesto esta normativa se basa en su-puestas diferencias culturales intolerables de algu-nos grupos sociales que han de ser reconducidas através del conocimiento de la “cultura nacional”(Brown, 2004). Cuando este contrato aún estaba enfase de diseño, Mariano Rajoy presidente actualdel Gobierno de España, afirmaba en unas declara-ciones del 2008 lo siguiente: “quiero proponer que es-tablezcamos un contrato de integración entre los espa-ñoles y aquellos inmigrantes que desean establecerse ennuestro país. Será un compromiso con valor jurídicoque reflejará el compromiso mutuo entre nuestra socie-dad y el inmigrante que quiere obtener un permiso su-perior a un año de residencia legal en España. Medianteeste contrato, el inmigrante se comprometerá a cumplirlas leyes, a respetar las costumbres de los españoles, aaprender la lengua, a pagar sus impuestos y cotizacio-nes como todos los demás, a trabajar activamente paraintegrarse y a regresar a su país si durante un tiempo nologra encontrar empleo. Por su parte España se compro-meterá a conceder al inmigrante los mismos derechos yprestaciones que a un español, a ayudarle en su integra-ción, a respetar sus creencias y costumbres, siempre queéstas últimas no sean contrarias a las leyes españolas, aenseñarle la lengua y a ayudarle y a formarle para en-contrar empleo y colaborar en su retorno si carece deempleo y de medios…” (El Mundo, 06/02/2008).

Por otro lado, siguiendo con el análisis pro-puesto, si se recorre el centro histórico de la ciu-dad, en concreto en el barrio de Lavapiés, caracte-rizado por ser unos de los barrios donde se efectú-an más redadas raciales2, se puede encontrar la co-locación de varios dispositivos de videovigilancia.Esto se ha justificado principalmente por la condi-ción del barrio como barrio multicultural, lo cual leconfiere un estigma de inseguridad que explica es-te tipo de políticas securitarias de fuertes medidasde control social. Sin embargo, el caso más extre-

2.- Informe “Controles de identidades racistas en Madrid” publicado por las Brigadas Vecinales de Observación de Derechos

Humanos en el año 2011. ISBN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 2

4LA

DEU

DA

DE E

UR

OPA

Page 5: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

mo de violencia, según se refleja en varios infor-mes3 publicados por diferentes ONGs y colectivossociales, lo encontramos a pocos kilómetros del ba-rrio de Lavapiés, en el Centro de Internamiento deExtranjeros (CIE) de Aluche, que es el único de losnueve que se sitúa en la capital del Estado. Las fla-grantes condiciones sociales y abusos de todo tipopor parte de las autoridades presentan “pequeñosguantánamos” en donde la vida se articula en basea la lógica de la línea abismal de la violencia y laapropiación del Sur Global (Santos, 2009). Esta ti-pología de centros fueron construidos a partir de laprimera Ley de Extranjería que se aprobó enEspaña en el año 1985, cuyo principal leitmotiv fueno suponer una barrera a la entrada en la UniónEuropea. De hecho, en la actualidad su fundamen-to jurídico está respaldado por la Directiva deRetorno aprobada por la Unión Europea en el 2008para controlar la inmigración ilegal. Estos disposi-tivos, además de su función de retención y poste-rior deportación, no sólo tienen una función que vamás allá de vigilar y castigar a las personas que es-tán recluidas durante un tiempo y/o son deporta-das, sino que también se orienta a la produccióndel miedo como elemento disuasorio para otros in-migrantes, tanto en el interior como fuera delEstado.

Así después de ver varias escalas de leyes jurí-dicas que afectan a la vida cotidiana de la ciudadde Madrid y que se articulan en torno a la relacióninmigración y racismo, podemos afirmar que vivirla ciudad puede ser una práctica de riesgo para laspoblaciones marcadas por sus rasgos fenotípicos

(Sayyid 2004). Esto se observa en el caso de los in-migrantes en situación ilegal en prácticas de auto-reclusión en espacios privados para no ser “caza-dos” por estos controles raciales que pueden signi-ficar el confinamiento en estos centros o directa-mente su deportación para sus países de origen.Con lo cual tanto el derecho a la ciudad y/o la par-ticipación de este grupo social en los movimientossociales para articular su posición política y conse-guir mejorar sus condiciones sociales tiene un cla-ro sesgo. No obstante, las manifestaciones de estecolectivo en el año 2008 bajo la consigna y reclamade derecho a tener derechos, abre la posibilidad deconstrucción de redes políticas que permitan el re-conocimiento jurídico y por ende de descolonizarlas estructuras políticas del Norte (Diagonal, nº73,2008)

Ante esta realidad los movimientos urbanos sehan hecho eco del derecho a la ciudad como unmarco referencial para pensar su acción colectiva,incluyendo en su acción colectiva y repertorios deprotesta la mirada antirracista como principio bá-sico de sus estrategias.

El antirracismo como principio de acción colecti-va de los movimientos urbanos

Como nos podemos imaginar el antirracismo notiene una fácil traducción política a la hora de dise-ñar e implementar políticas públicas que tengancomo desafío resolver sus dictados. Esta dificultad,más allá de la pragmática de afrontar el problema,reside en que el antirracismo es un concepto cam-biante. De hecho, a menudo, las políticas que hanquerido menguar esta disonancia entre racismo ydesigualdades sociales, separando la teoría de lapráctica, reduciendo el problema a una mera cues-tión práctica –cuando sabemos que toda prácticatiene detrás una teoría–, o reduciendo el racismo aun tema exclusivo del color de la piel, han sidoperjudiciales para la propia lucha contra el racis-mo, creando de esta forma contradicciones inter-nas y perjudicando a numerosos grupos socialescuya diferencia étnica o cultural no es reconocidacomo elemento de racismo (Balibar, 1988; Gillborn,2004:34-45).

Por ello, en este artículo, se propuso analizar laconcepción del antirracismo en los movimientos

3.- Consultar las siguientes publicaciones: Informe “Sobre el CIE de Aluche en 2011” publicado por la ONG Pueblos Unidos; “Voces

desde y contra los Centros de Internamiento de Extranjeros” publicado conjuntamente por el colectivo Ferrocarril Clandestino, SOS

Racismo Madrid y Médicos del Mundo de Madrid de 2009; y el informe de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)

titulado “Situación del Centros de Internamiento para Extranjeros en España” publicado en el año 2009. ISBN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 2

5LA

DEU

DA

DE E

UR

OPA

Page 6: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

urbanos de Madrid ya que, como se ha indicado enlos anteriores epígrafes, es un elemento central pa-ra una reinvención de un derecho a la ciudad queabarque los problemas sociales de la ciudad multi-cultural del Norte. La centralidad de este asunto sedebe a que los movimientos urbanos son más quemovimientos en sí, son, por así decirlo, los ecuali-zadores o altavoces de las injusticias que se repro-ducen en las ciudades, que cuando en sus praxisalcanzan cierto grado de influencia, llegan en nu-merosas ocasiones a convertir un problema socialque antes era minoritario en un asunto político adiscutir en las principales instituciones democráti-cas del Estado.

Lejos de hallar en la ciudad de Madrid movi-mientos sociales “puros” que pudieran ser catego-rizados como antirracistas, sí que se pueden iden-tificar iniciativas y prácticas que se articulan desdeesta mirada, aunque bien es cierto que sin una pre-sencia significativa de los grupos sociales estigma-tizados como actores y miembros de estos colecti-vos sociales. Por tanto, la pregunta más problemá-tica de nuestro objeto de estudio sería la siguiente:¿puede ser un movimiento antirracista cuando és-te no se compone de los sujetos qué son víctimasdel racismo? Aquí entra en juego un debate amplioentre, por un lado, los conceptos de solidaridad oapoyo mutuo, y por otro lado, el asistencialismo,lo cual no es menos relevante para nuestra pro-puesta pos-colonial. Este debate, como podemossuponer, no es una novedad que parte por el inte-rés académico de conceptualizar un actor colectivodesde criterios científicos, sino que está situado enlas propias prácticas que éstos construyen al efec-to, y en muchos casos es la mejor muestra de las li-mitaciones intrínsecas de los movimientos urba-nos del Norte para contrarrestar el racismo.

Sin embargo, es preciso destacar que aunque elantirracismo en la ciudad de Madrid no tenga estaexpresión “pura” vive un buen momento como

principio de acción colectiva. Esto puede alimen-tar en el futuro procesos de descolonización que enotras etapas algunos movimientos ni siquiera seplanteaban. En este sentido, el trabajo de muchasONGs, o de las comunidades formadas por lasasociaciones culturales de inmigrantes, así comolas nuevas re-significaciones de los movimientosurbanos están construyendo un terreno que estádando lugar a nuevas variantes.

La articulación del principio de acción colectivaantirracista se organiza en forma de red. Esto ocu-rre debido a que la mayoría de los movimientosurbanos que tienen lugar en la ciudad, tienen es-tructuras porosas y siguen este tipo de lógicas. Deesta forma, a través de los intercambios y relacio-nes sociales, se permite crear y expandir las lógicasde conflicto más allá del propio nodo que repre-senta el movimiento. Los casos más innovadoresen este sentido en los últimos años los representan,por una lado, las Brigadas Vecinales deObservación de los Derechos Humanos, movi-miento vecinal que define la lucha antirracista co-mo un foco central de su acción colectiva; y porotro lado, las Oficinas de Derechos Sociales (ODS)que son espacios habilitados y repertorios de pro-testa que se articulan a través de los CentrosSociales de Okupación (CSO) para por ejemploempoderar a los inmigrantes, en este sentido, suexpresión más significativa antirracista la repre-sentan las actividades que realizar el colectivoFerrocarril Clandestino a través de estos espacios.

Debido a su carácter libertario, el antirracismosiempre tuvo un valor simbólico definitorio porejemplo para el movimiento okupa. No obstante,la transición que se produjo del movimiento oku-pa hacia los denominados “centros sociales de se-gunda generación” (VVAA, 2008) significó para es-te movimiento una apertura ideológica que le dis-tanciaba de la ortodoxia anarquista y le acercaba auna mirada de carácter anti-capitalista que le per-mitía reconfigurarse con otras sensibilidades, yasea políticas, o de otra índole cultural, lo que a lapostre le ha permitido convertirse en el mayor no-do de conexión de los otros movimientos urbanos.Con respecto a la actividad de las ODS, su orienta-ción principal se centra en la asesoría jurídica detodos aquellos aspectos que tienen especial signifi-cancia política, económica y social; por otro lado,también aparecen en la mayoría de las ODS deMadrid la enseñanza de la lengua del español. Essignificativo, pues a partir de éstas se han organi-zado campañas contra “el cierre de los Centros deInternamiento para Extranjeros” o la lucha parauna ciudadanía total, como por ejemplo la campa-ña “papeles para todos”.

Las BVODH se definen como un movimientoISBN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 2

6LA

DEU

DA

DE E

UR

OPA

Page 7: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

vecinal que pretende dar una respuesta organiza-da ante las redadas raciales que tienen lugar en losbarrios multiculturales, este fue de hecho su moti-vo para articularse como movimiento. Su accióncolectiva se fundamenta en la observación y docu-mentación de estos controles raciales. Para ello,utilizan un chaleco naranja como distintivo simbó-lico del movimiento, para de esta forma hacer visi-ble su lucha social. Desde su imaginario estar en lacalle es fundamental, no sólo para hacer lo que an-tes comenté, es decir, observar y registrar estasprácticas, sino también para comunicarse con losvecinos, y exponer una realidad que afecta a losespacios públicos de la ciudad. De tal manera, elcolectivo de las BVODH aunque en sus objetivos yprincipios podemos identificar el antirracismo co-mo eje, no podemos calificarlo como un movi-miento antirracista sino como un movimiento por lasolidaridad con todas sus limitaciones tanto teóricascomo prácticas. Esta tipología de movimientos,como define Pedro Ibarra, se describen en su metapor la solidaridad con otros grupos sociales, estan-do este valor como eje de su identidad, estrategia yorganización (1999; 234).

De este modo, como ya se ha analizado, la in-dignación por parte de los vecinos de los barriosmulticulturales, en el caso de las BVODH, y la re-configuración del movimiento okupa en torno alas nuevas luchas metropolitanas, han permitidogenerar estas innovaciones específicas que bienpodemos definir como prácticas antirracistas. Porun lado, en el caso de las BVDH, éstas prácticasconstituyen la identidad de la acción colectiva deun movimiento social, mientras que, por otro lado,en el de las ODS, se configuran como prácticas quepermiten construir una crítica y protesta en torno ala situación de precariedad extrema que viven losinmigrantes. En ambos movimientos, la solidari-dad y el apoyo mutuo son los valores que se desta-can como matriz discursiva de sus objetivos, en elcaso de las BVDH girando en torno a los derechoshumanos y de la democracia, y en el de las ODS,con un perfil ligado a los valores contra-hegemóni-cos de la lucha libertaria.

Por tanto, estas nuevas iniciativas para hacerfrente a las violencias de carácter racista que se es-tructuran en la vida cotidiana de las ciudades mul-ticulturales del Norte, nos parece que pueden re-presentar, a pesar de sus limitaciones, nuevas víaspara articular el antirracismo como principio parademocratizar/descolonizar la democracia. Primeroporque cuestionan la jurisprudencia de la ciudada-nía en todas sus aristas, lo que genera las posibili-dad de repensar una política alternativa que pu-diera ser capaz de enfrentar los problemas en ma-teria de racismo e inmigración. Segundo, porque

se explora en el principio de la solidaridad como ve-hículo para fortalecer las prácticas antirracistasdesde una lógica que permite dar pasos para de-mocratizar la democracia y a través de este proce-so colocar en tela de juicio el racismo como cues-tión hegemónica. Tercero, porque a través de estasprácticas se pueden generar pasos para empoderara las poblaciones étnicamente marcadas y así estáspuedan poder organizarse de una forma en la cuallos sujetos sean los actores de sus propias luchassociales. Y por último, se pueden generar redes so-ciales que articulen el antirracismo como principiotransversal que genere un debate amplio en la so-ciedad, en políticas que vaya más allá de medidasreduccionistas, y de esta forma se planteen solu-ciones estructurales.

Hacia un derecho de la ciudad para todos.

Desde que comenzara a postularse como una delas cuestiones sociales emergentes en el Siglo XIX,la cuestión urbana tuvo gran repercusión en elpensamiento crítico. Desde los primeros estudiosde Engels sobre la situación de la clase obrera enInglaterra hasta el trabajo específico de ManuelCastells sobre esta temática, muchos pensadorescontribuyeron para su desarrollo como tal. No obs-tante, no fue hasta la obra de Henri Lefebvre “Elderecho a la ciudad” cuando éste tuviera una con-cepción más abierta a la que planteaba el marxis-mo estructural. Las condiciones sociales en que seencontraban los obreros en las primeras expresio-nes de la ciudad industrial en las metrópolis occi-dentales, tras el impulso de la RevoluciónIndustrial, se tradujeron en reivindicaciones espe-cíficamente de carácter urbano por los movimien-tos progresistas y más radicales. Estas demandas,que en un principio se centraron en la vivienda co-mo foco central, más tarde fueron ampliándosehasta elementos más subjetivos, gracias en buena

ISBN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 2

7LA

DEU

DA

DE E

UR

OPA

Page 8: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

parte a las críticas realizadas por los situacionistas.Estos últimos se centraron en torno a la planifica-ción y organización espacial de la ciudad comofuente de dominación, no sólo desde el punto devista de la estructura social, sino también en lo querespecta a las dimensiones cognitivas y simbólicasque atañen a los aspectos más íntimos del sujeto.No obstante, el hecho de que estas miradas fuerandesarrolladas por la teoría crítica del Norte creóausencias significativas en lo que respecta conotras realidades socioculturales que tenían otrosprocesos y estructuras de dominación/explotación.Por tanto, la expansión y traslación del pensamien-to crítico moderno-occidental y sus ejemplos deacción colectiva se ha encontrado a menudo conbarreras de traducción intercultural, sobre todo,cuando ésta era proyectada de forma literal a la re-alidad del Sur Global.

A partir del análisis realizado en los anterioresepígrafes, profundizar en este último punto, es de-cir cómo las prácticas postcoloniales desde elNorte pueden reconstruir el derecho a la ciudadteniendo el racismo como un principio central pa-ra su defensa y hacer una ciudad lo más inclusivaposible, se plantea como necesario. El derecho a laciudad se perfila en la actualidad como marco dereferencia para multitud de movimientos urbanos,por lo que parece necesario que la cuestión del ra-cismo sea discutida para crear no sólo repertoriosde protesta que permitan denunciar la situación,fortalecimiento y/o auto-organización por parte delas poblaciones étnicamente marcadas, sino paraavanzar y conseguir derechos en este campo paradescolonizar las políticas públicas.

En la mayoría de los casos se relaciona las prác-ticas antirracistas con la temática de la inmigra-ción. La explicación de esto se encuentra a que des-de el imaginario social de los movimientos urba-nos, se identifican que a la hora de articular su ac-ción colectiva en este sentido, identifican la inmi-gración como la fuente de desigualdades estructu-rales o, como sucede también, chivo expiatorio delos problemas sociales de las sociedades/ciudadesmulticulturales. De esta forma, la inmigración co-mo fenómeno social total remplaza a la raza a lahora de construir las formas de racismo cultural.Se genera así un racismo sin razas en el cual la cul-tura se traduce en el elemento diferenciador y quenaturaliza las diversidades de forma discriminato-ria (Balibar, 1988). Y es que, como señala el antro-pólogo Manuel Delgado, “al igual que sucedía con elviejo racismo biológico, el racismo cultural naturalizauna diferencia que se acepta que es cultural, pero queconsidera como instalada más allá de la voluntad perso-nal de quienes la detentan” (2008). Así pues, el dis-curso racista encuentra en la inmigración y en sus

diversidades motivos que podemos describir, porun lado, como esencialistas, es decir, de lo que esser y pertenecer a la identidad nacional; mientrasque por otro lado, presenta diferencias “naturali-zadas” que permiten construir políticas para ade-cuar estas poblaciones a lo que es aceptado comoválido. Esto no significa que todas las prácticas ra-cistas del Estado se concentren en la inmigración,pero sí que buena parte de ellas se derivan de suproblemática, sobre todo en lo que respecta en laactualidad a la cuestión de las fronteras y la ciuda-danía. Ante esto, ante la acción colectiva de los mo-vimientos urbanos, en su afán por conquistas so-ciales que permitan avances para la regulación yemancipación social, la inmigración se presentacomo un objeto central para sus objetivos de cons-truir una democracia radical. No obstante, una co-sa puede ser una lucha pragmática a través de es-ta concepción del racismo cultural como fenómenosocial total, y otra diferente, más ambiciosa, seríadescolonizar occidente, para lo cual es preciso re-significar la cuestión racial.

Por lo tanto, el derecho de todos a la ciudadplantea un enfoque que amplía la concepción de laciudadanía en torno a la legalidad administrativa,lo cual en el caso manifiesto de la persecución delos inmigrantes, tanto legales como ilegales, supo-ne nuevas vías para una nueva concepción de laciudadanía en la que se exige una visión general eintegral sobre el tema. He aquí uno de los poten-ciales que promueve esta cuestión del antirracismopara el derecho de todos a la ciudad, que no es otroque la crítica para avanzar hacia una posición quepermita discutir la vía radical del derecho a tenerderechos. En este aspecto, y tiene especial signifi-cancia desde la mirada post-colonial, considera-mos que en el movimiento de las BVODH hay unaaportación esencial a la hora de construir su iden-tidad de las denominadas Brigadas Civiles deObservación (BRICOS), que emergieron en Méxicounos años antes. Este tipo de conexiones de apren-IS

BN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 2

8LA

DEU

DA

DE E

UR

OPA

Page 9: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

dizajes que contextualizan los saberes en base a larealidad y las formas de saber locales nos presentacómo se está formando una globalización contra-hegemónica. Así pues, es preciso que los movi-mientos sociales aprendan de otras experienciasmás allá de su territorio, primero para no caer enformas que pretenden situarse como universales,las cuales siempre reflejan posiciones particulares,y segundo, para poder aprender a través de unaamalgama de experiencias, de conocimientos, delógicas, que nos permitan cumplir los desafíos deuna ciudad para todos.

Por último, si hubiera que responder a la pre-gunta: ¿Puede ser intercultural el derecho a la ciu-dad? Nuestra defensa del derecho a la ciudad co-mo un derecho emancipatorio se fundamenta enuna respuesta afirmativa. La ciudad multiculturales un espacio de cierres, de fortificaciones y barriosmarginalizados, que refuerza la colonialidad delpoder. La frontera es hoy en día un espacio políti-co que está en las políticas públicas, en las institu-ciones, en los muros, en los discursos y en los ima-ginarios sociales. Por eso es preciso desbordar lafrontera. Y a día de hoy el racismo es una fronteraque se perpetúa de múltiples formas, desde lasmás blandas hasta las más violentas. Pues, lejos dedesaparecer, como se ha difundido en las últimasdécadas, sigue presente, tiene muchas caras, perotiene un núcleo común, la diferenciación que puedeser cultural, como se propone en la perspectiva delracismo sin razas, o también puede ser racial, co-mo la “línea del color” que condiciona a las pobla-ciones étnicamente marcadas. Por ello, a lo largode todo el artículo he enfocado desde diferentesformas los debates en torno al racismo. Porque elpoder se apropia de los significados políticos y va-cía los significantes. Así, recuperar la ciudad esuna tarea política que requiere ser pensada en to-das sus dimensiones personales y sociales por losmovimientos urbanos, porque la democracia pre-cisa de su vida cotidiana en las calles, en los par-

ques, en todas aquellas arenas políticas en la cualel espacio público permite su reproducción. Por -que sin ciudad no hay ciudadanía (Borja, 2003). Yes aquí donde el derecho a la ciudad presenta supotencialidad y juega un papel fundamental en ladefensa de la diversidad y el respeto al otro.

De tal forma, la ciudad como espacio físico ypolítico tiene que ser conquistada por las personas(Borja, 2003) aprendiendo de aquellas experienciasemancipadoras que están pero que el poder silen-cia para que estas queden enterradas. El derecho ala ciudad debe por tanto abrirse a las experienciasdel Sur global, para a través de su sentido colecti-vo, poder impulsar procesos emancipatorios paraconstruir derechos interculturales que permitanvivir la ciudad a todas aquellas personas que vivenen ella.

Referencias bibliográficas:

Araújo, Marta y Maeso, Silvia R. (2011): Historytextbooks, racism and the critique ofEurocentrism: beyond rectification or compen-sation, Ethnic and Racial Studies,

Balibar, Ettienne y Wallerstein, Inmanuelle (1988):Raza, nación y clase. IEPALA. Madrid

Borja, Jordi (2003): La ciudad conquistada.Alianza. Madrid

Brown, Wendy (2004): Tolerance as a discourse ofdespoliticization in Wendy Brown (ed),Regulating Aversion. Tolerance in the Age ofIdentity and Empire. Princeton UniversityPress: New Jersey, pp. 1-47

Delgado, Manuel (2008): La identidad en acción. Lacultura como factor discursivo de exclusión y delucha. Eikasia. Revista de Filosofía, año III, 17.

El mundo (06/02/2008) Rajoy quiere obligar a losinmigrantes a ‘respetar las costumbres deEspaña’. Extraído el 10 de marzo 2012 en:http://www.elmundo.es/elmundo/2008/02/06/espana/1202304058.html

Gillborn, David (2004): The RoutledgeFalmerReader in Multicultural education. GloriaLadson-Billings. NY

Grosfoguel, R. y Mielant, E. (2006): The Long-Durée Entanglement Between Islamofobia andRacism in the Modern/ColonialCapitalist/Patraircal World-System, en HumanArchitecture: Journal of the Sociology of Self-Knowledge, vol.5, nº 1

Grosfoguel, R. Y Maldonado-Torres, N. (2008): Loslatinos, los migrantes y la descolonización delImperio estadounidense en el siglo XXI. TabulaRasa, nº 9, julio-diciembre, 117-130 IS

BN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 2

9LA

DEU

DA

DE E

UR

OPA

Page 10: EL DERECHO (DE TODOS) A LA CIUDAD PA · El derecho a la ciudad puede ser un artefacto emancipatorio. Puesto que al igual que otras con - cepciones modernas tales como el Estado, el

Goldberg, David Theo (2009): The Threat of Race.Reflections on Racial Neoliberalism. Oxford:Wiley-Blackwell

Ibarra, Pedro (1999): Los movimientos por la soli-daridad: ¿un nuevo modelo de acción colecti-va? En: Reis, nº88, pp. 233-258

Lentin, Alana (2004): Racism and antirracism inEurope. Pluto Press, London

Lentin, Alana (2008): Europe and the Silence aboutRace. European Journal of Social Theory, 11,487-503

Quijano, Anibal (2000): Coloniality of Power,Eurocentrism and Latin America, Nepantla:Views from South, 1 (3), 533-580

Santos, Boaventura de Sousa (2009): SociologíaJurídica Crítica. Trotta: Madrid

Santos, Boaventura de Sousa y Meneses, MaríaPaula (2010): Epistemologias do Sul. Almedina:Coimbra.

Sayyid, S. (2004): Slippery People: the immigrant ima-

ginary and the gramar of colours, in I. Law et al(eds.) Institutional Racism in Higher Education.Stoke on Trent: Tretham Books, 149-159

SOS Racismo (2010): Informe anual 2010 sobre elracismo en el Estado español. Gakoa.

SOS Racismo (2011): Informe anual 2011 sobre elracismo en el Estado español. Gakoa.

Trouillot, Michel-Rolph (1995): Silencing the Past.Power and the Production of History. Boston:Beacon Press.

VVAA (2008): Autonomía y Metrópolis. Del movi-miento okupa a los centros de segunda genera-ción. La Invisible-Universidad LibreExperimental: Málaga

Wallerstein, Inmanuel (1997): Eurocentrism and itsAvatars: The Dilemmas of Social Science, NewLeft Review, 226, 93-107

Wieviorka, M. (1992): El espacio del racismo.Paidós: Barcelona

ISBN

: 1

88

5-4

77

X

YO

UK

ALI, 1

6

págin

a 3

0LA

DEU

DA

DE E

UR

OPA