El desfase de los intercantbiosUna palanca ínter-apoyo permite extraer agua para la alimentación...

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El desfase de los intercabios y espiral órbida En el caso de la respiración automática de pequeña am- plitud que constituye nuestro modo respiratorio normal, solo la inspiración es activa. El diafragma al contraerse baja su centro frénico y eleva débilmente las costillas bajas; su relajación permite la espiración (fig. 1). Cada intento de aumentar el volumen de los intercam- bios, en caso de esfuerzo por ejemplo, debe pues comen- zar por una contracción más vigorosa del diafragma se- guida si se presenta el caso por una intervención de algu- nos inspiradores accesorios: espinales, escalenos, esterno- cleido-mastoideos, intercostales, pectorales mayores, pec- torales menores, serratos mayores o grandes dorsales. Para que este reforzamiento de la acción inspiradora en- cuentre sistemácamente el punto de reequilibrio ideal en- tre inspiración y espiración (fig. 2, A, B, C), será necesario que el tonq muscular se reparta igualmente entre los mús- culos inspiradores y los músculos espiradores que bajan las costillas, lo que no es el caso ya que los músculos ins- piradores son suspensores por consiguiente esticos, mien- tras que los abdominales son dinámicos. Una segunda solución sería una contracción constante en la espiración de los músculos abdominales, lo que per- mitirá reencontrar el punto de equilibrio después de cada intercambio. Esto no se realiza nunca por ser contraria a la ley del mínimo esfuerzo. Solo en la espiración forzada constata- mos una contracción de los músculos abdominales en la espiración. El oblicuo mayor solo sube hasta la 4. a costilla. No exis- te pues espirador de gran amplitud a nivel de las tres pri- meras costillas. Esto garantiza la constancia de volumen de aire residual evitando toda presión negativa a nivel de los alveolos pulmonares, lo que provocaría la aspiración de sangre por los pulmones. Aumentar el volumen de aire intercambiado solo podrá hacerse por un aumento de la inspiración gracias a un re- forzamiento de los músculos inspiradores que tenderán así a evolucionar hacia la hipertonicidad, el acortamiento y la pérdida de flexibilidad. Estimulados en este sentido por actividades profesionales o deportivas intensas, incluso por gimnasias ineptas, se volverán rápidamente o a largo plazo incapaces de relajarse, provocando un défi cit. espi- ratorio. El punto de equilibrio se encontrará desfasado en la inspiración (fig. 2 D, E, F.) . Esto tendrá como conse- cuencia: l) El estiramiento y relajación de los músculos abdomi- nales. 2) Una disminución del volumen de aire espirado des- pués de la relajación. Ph. Souchard 3) Una disminución de la amplitud inspiratoria posible, estando ya los músculos inspiradores bloqueados en inspiración. 4) Un ahogo en el esfuerzo por aceleración del ritmo res- piratorios que se hacen necesarios para garantizar el mis- mo volumen de intercambio. 5) Una fatiga unida al hecho de que incluso en respira- Amplitud inspiratoria Fig. l. Acción inspiradora del diafragma Fig. 2 Punto de equilibrio Amplitud espiratoria A B E D e A. Inspiración de pequeña amplitud seguida de relajación. B. Inspiración de gran amplitud seguida de relajación. F C. Vuelta a la normalidad. Inspiración de pequeña amplitud seguida de relajación. D. E. y F. Desfase de respiraciones progresivamente hacia la inspiración co- mo consecuencia de la hipertonicidad y retracción de los inspiradores y con- virtiendo imposible la relajación. Natura Medicatrix. Otoño 1987 (n° 17) - ll

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El desfase de los intercantbios y espiral ntórbida

En el caso de la respiración automática de pequeña am­plitud que constituye nuestro modo respiratorio normal, solo la inspiración es activa. El diafragma al contraerse baja su centro frénico y eleva débilmente las costillas bajas; su relajación permite la espiración (fig. 1).

Cada intento de aumentar el volumen de los intercam­bios, en caso de esfuerzo por ejemplo, debe pues comen­zar por una contracción más vigorosa del diafragma se­guida si se presenta el caso por una intervención de algu­nos inspiradores accesorios: espinales, escalenos, esterno­cleido-mastoideos, intercostales, pectorales mayores, pec­torales menores, serratos mayores o grandes dorsales.

Para que este reforzamiento de la acción inspiradora en­cuentre sistemáticamente el punto de reequilibrio ideal en­tre inspiración y espiración (fig. 2, A, B, C), será necesario que el tonq muscular se reparta igualmente entre los mús­culos inspiradores y los músculos espiradores que bajan las costillas, lo que no es el caso ya que los músculos ins­piradores son suspensores por consiguiente estáticos, mien­tras que los abdominales son dinámicos.

Una segunda solución sería una contracción constante en la espiración de los músculos abdominales, lo que per­mitirá reencontrar el punto de equilibrio después de cada intercambio.

Esto no se realiza nunca por ser contraria a la ley del mínimo esfuerzo. Solo en la espiración forzada constata­mos una contracción de los músculos abdominales en la espiración.

El oblicuo mayor solo sube hasta la 4.a costilla. No exis­te pues espirador de gran amplitud a nivel de las tres pri­meras costillas. Esto garantiza la constancia de volumen de aire residual evitando toda presión negativa a nivel de los alveolos pulmonares, lo que provocaría la aspiración de sangre por los pulmones.

Aumentar el volumen de aire intercambiado solo podrá hacerse por un aumento de la inspiración gracias a un re­forzamiento de los músculos inspiradores que tenderán así a evolucionar hacia la hipertonicidad, el acortamiento y la pérdida de flexibilidad. Estimulados en este sentido por actividades profesionales o deportivas intensas, incluso por gimnasias ineptas, se volverán rápidamente o a largo plazo incapaces de relajarse, provocando un déficit. espi­ratorio. El punto de equilibrio se encontrará desfasado en la inspiración (fig. 2 D, E, F.). Esto tendrá como conse­cuencia:

l) El estiramiento y relajación de los músculos abdomi­nales.

2) Una disminución del volumen de aire espirado des­pués de la relajación.

Ph. Souchard

3) Una disminución de la amplitud inspiratoria posible, estando ya los músculos inspiradores bloqueados en inspiración.

4) Un ahogo en el esfuerzo por aceleración del ritmo res­piratorios que se hacen necesarios para garantizar el mis­mo volumen de intercambio.

5) Una fatiga unida al hecho de que incluso en respira-

Amplitud inspiratoria

Fig. l. Acción inspiradora del diafragma

Fig. 2

Punto de equilibrio --+---+---+----1---+----+--l Amplitud espiratoria

A

B

E D

e

A. Inspiración de pequeña amplitud seguida de relajación.

B. Inspiración de gran amplitud seguida de relajación.

F

C. Vuelta a la normalidad. Inspiración de pequeña amplitud seguida de relajación.

D. E. y F. Desfase de respiraciones progresivamente hacia la inspiración co­mo consecuencia de la hipertonicidad y retracción de los inspiradores y con­virtiendo imposible la relajación.

Natura Medicatrix. Otoño 1987 (n° 17) - ll

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Fig. 3

Miofibrilla en reposo

Miofibrilla en estiramiento

1 Miofibrilla en acortamiento

ción de pequeña amplitud los inspiradores tendrán una mayor actividad para mantener los intercambios respira­torios suficientes.

En muchos casos se constatará que el empleo de inspi­radores accesorios se hace necesario incluso en respira­ción de pequeña amplitud.

Todas las condiciones de la espiral mórbida se reúnen, tal mecanismo no puede acabar más que en una hiperto­nicidad cada día mayor de los músculos inspiradores obli­gados a acortarse cada vez más para continuar ejerciendo su función que es hegemónica. Deben tomar más ya que relajan menos. El punto de equilibrio está definitivamen­te desfasado en la inspiración y sin tratamiento no podrá más que desfasarse más1

Solo una terapia espiradora global podrá invertir esta evolución.

EL DESFASE DE LOS INTERCAMBIOS MUSCULARES

A nivel interno del músculo, el ejercicio concéntrico per­manente de los músculos de la estática, sobretodo si es ejercida por una musculación concéntrica crea un acorta­miento de los sarcómeros, un enlace excesivo entre acti­na y miosina, un engrosamiento del tejido conjuntivo (fig. 3).

La pérdida de elasticidad de esto hace imposible y en reposo un desenlace eficaz entre actina y miosina. La fu-

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Fig. 4

í

simotricidad excesiva mantiene el acortamiento. De esta situación se derivan: 1°) La hipotonicidad de los músculos dinámicos anta­

gonistas complementarios2 2?) Una relajación y alargamiento insuficientes del mús­

culos endurecido. 3°) Una disminución de la amplitud del movimiento en

el momento de la contracción, las miofibrillas se encuen­tran ya en pre-acortamiento.

4?) Una fatiga ante el esfuerzo; una disminución de la aplicación de fuerzas en los alargamientos.

5.0) Un aumento de la resistencia al estiramiento y una disminución de la fuerza activa.

A menos que se haga una intervención terapéutica a ba­se de estiramiento muscular, el fenómeno no podrá más que crecer. El músculo afectado verá desfasarse su punto de equilibrio un poco más cada día hacia el acortamiento.

CARÁCTER UNIVERSAL DEL DESFASE DE LOS INTERCAMBIOS

Todo desfase iniciado solo puede evoluciOnar hacia el agravamiento. Cuando se examina la función muscular o la fisiología respiratoria, la identidad de los fenómenos uni­dos al reforzamiento de lo que es esencial lleva a formu­lar los principios del desfase de los intercambios de un modo extenso.

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LA PARADOJA DEL POCERO (fig. 4)

Una palanca ínter-apoyo permite extraer agua para la alimentación de dos hombres. El hombre n. 0 1 mantiene la palanca y la desciende para subir el cubo. Al relajar su esfuerzo, este vuelve.

El hombre n° 2 puede empujar la palanca para permitir un mejor descenso y que se llene mejor el cubo.

Ninguno de los dos hombres y principalmente el hom­bre n? 1 puede permitirse soltar la palanca bajo pena de ver parado el sistema.

El hombre n? 1 ejerce una primera tracción que lanza el movimiento. El cubo sube, después vuelve a descender y se llena cuando cede su esfuerzo. El hombre n° 2 con­trola el movimiento del primero y ejerce una fuerza desti­nada a llenar mejor el cubo cada vez que se ve la necesi­dad. Su acción es pues más episódica. El movimiento es amplio, regular y exige poco esfuerzo. La provisión de agua es excelente. El hombre n? 1 mantiene la palanca sin ex­cesivo esfuerzo.

El primer hombre que ha tomado l;:¡ responsabilidad del movimiento que se inicia aumenta su esfuerzo por temor a faltar y se crispa en el momento de relajarse por medio a que se les escape la palanca cuando descienda el cubo. Frena así la subida de la palanca que baja un poco más pero sube menos, lo que apisona y debilita al segundo hom­bre que debe contorsionarse para ejercer su esfuerzo, ca­da vez que este sea necesario. El movimiento es menos amplio, más rápido, irregular y desfasado.

El cubo se llena menos, la provisión de los dos hom­bres es mala, lo que empuja al primer hombre a aumentar cada vez más su esfuerzo. La espiral mórbida se ha desen­cadenado.

El excesivo esfuerzo del primer hombre sobre la palanca estruja al segundo hombre, el cubo ya no puede descender. El balanceo se detiene.

La crispación excesiva del hombre investido de la res­ponsabilidad del mantenimiento de la palanca ha provo­cado la debilidad, y luego la muerte del sistema.

CONCLUSIÓN

La vida es indisociable de la noción de equilibrio en los intercambios. Así, a menos que sean lesiones de carácter inhibitorio, congénitas o adquiridas, el hombre posee, en estado natural, un potencial vital excedentario.

Es así que, volviendo al terreno de la gimnasia, todos los músculos hegemónicos de la estática, o sea los respon­sables del mantenimiento, a los que hay que añadir los suspensores de los miembros superiores y los inspirado­res, son más numerosos que sus antagonistas complemen­tarios dinámicos. Su proporción de tejido conjuntivo es importante. Su tono en estado natural es igualmente exce­dentario.

El hombre tiehe pues problemas de exceso: así la su­premacía de un elemento entraña la debilidad del conjunto como acabamos de demostrar.

En gimnasia, la ausencia de discriminación entre mús­culos de la estática (hombre n° 1) y músculos de la diná­mica (hombre n? 2) y la musculación ciega tanto de unos como de otros a través de técnicas de gimnasia o de ree­ducación irresponsables no puede más que acelerar la ne­fasta tendencia natural al desfase de los intercambios.

No hay gesto terapéutico neutro; no hay más que bue­nos métodos que mejoran y malas técnicas que agravan.

(l) Esto es característico del enfisematoso cuyo volumen torácico es importante mientras que su capacidad espiratoria es muy insuficiente. Pero el caso del enfi­sematoso se acompaña además de un problema pulmonar y toda persona desfa­sada en la inspiración (es decir toda la gente) no presenta forzosamente un gran volumen torácico. Esto es debido al hecho de que todo músculo endurecido atrae su inserción más móvil hacia su inserción más fija. Así nutnerosas personas que poseen inspiradores retractados encorvarán los hombros (pectoral menor, pec­toral mayor, gran dorsal, serrato mayor) y tirarán la nuca hacia delante (estemocleido-mastoideos, escalenos) más que levantar muy exageradamente las costillas. (2) Este principio merece ser afinado en función de la implantación de los mús­culos de la dinámica. (3) Hay que aclarar que la dialéctica bipolarizada que es la de la vida, hace que todo sistema viviente revista siempre un aspecto paradójico por el efecto de antagonismo-complementario y por consiguiente de retroacción que un elemento ejerce siempre sobre el otro.

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