El despertar de Alice 4

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EXPLOSIÓN DE SALVACIÓN

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Eirian no puede soportar ver a Alena siendo masacrada por Lawrence, de pronto algo increíble sucede.

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EXPLOSIÓN DE SALVACIÓN

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CC 2015Kasuo Wurray

LaughtmanVirtual Bread Editorial Libre

El despertar de Alice

Historia: Kasuo WurrayArte: Laughtman

Ilustración de portada: Diseño de portada:

Corrección de estilo: Editor:

Diseño editorial:Logotipo original:

LaughtmanTournerCatalina ParedesLaughtman / Hideo ShirowVirtual BreadTourner

Agradecimientos especiales:Javi.

Y a nuestros queridos lectores de prueba

Hecho en colaboración Chile - México.

Licencia:

Este obra está bajo una Licencia Creative Commons

Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional

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Historia:

Kasuo WurrayArte:

Laughtman

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Índice

La flor en medio del caos

Ilustración 1

Ilustración 2

Omake (regalo)

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Explosión de salvación

La presencia de Lawrence me aterró de tal forma que por un ins-

tante me transportó a un mundo de sombras y de sonidos difu-sos. Después, el grito de Alena me sacó del trance y volví a tener el control, pero la sustancia rojiza que se deslizaba por su brazo me ponía los pelos de punta.

-Oye… ¿te encuentras bien?-pregunté con voz trémula. Lue-go me di cuenta de que la pregunta fue tan estúpida que me avergoncé de mí mismo.

El dragón de mi “mejor amigo” volvió junto a él, envolvién-dolo casi completamente mientras hacia una mueca de fastidio. Se le veía furioso, sus ojos giraban de un lado a otro en un des-control amenazante.

-No hay problema, me acabo de curar o al menos ya no sien-to dolor. Escóndete si no quieres morir de nuevo Eirian, yo me encargaré de él.

-¿Qué significa toda esta confianza? No tienes oportunidad contra mí. Ve, Charok, deshazte de ella, no quiero volver a ver su maldita cara-el dragón se levantó en un impresionante vuelo y comenzó a rugir como si hubiese entendido cada palabra que había salido de su boca. Avanzó con gran velocidad en dirección a Alena, quien saltó con imprudencia sobre el dragón dándo-se más impulso al poner la mano sobre su cabeza. En el punto de contacto entre ambos seres se produjo una luz azulada que emitía chispas provocando un molesto sonido. El dragón lanzó

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un gemido de dolor y la cola se abalanzó con fuerza contra mi compañera, quien cayó sobre mí, quedando ambos en el suelo.

-¡Escóndete, me estorbarás si te quedas!-exclamó ella mien-tras se ponía de pie. Pese a que yo no estaba de acuerdo, obedecí en silencio, pues ella tenía toda la razón.

Corrí a través de las ruinas de los edificios con el ruido del combate a mis espaldas. Lawrence repetía una y otra vez la pa-labra cobarde y cada una de ellas me llegaba como una daga en el cuerpo. Subí las escaleras destrozadas lo más rápido que pude y, bastante cansado, llegué al quinto piso. Entré a un lugar sin puerta el cual se encontraba vacío. Las paredes y el piso eran grises y polvorientos. Pensé en quedarme ahí hasta que vi una puerta a un costado del lugar. Puse la mano en el picaporte y la puerta se soltó de las bisagras. El trozo de madera cayó con un sonido seco al piso, pues no alcancé a detenerla. En esa desastro-sa habitación existían un par de muebles: una cama sin colchón y una mesa que parecían abandonadas hace cientos de años.

Me acerqué a la ventana sin vidrio y mire al vacío. A una dife-rencia de cuatro pisos se encontraban Alena, Charok y Lawren-ce. Me arrodillé ante la ventana y cuando puse las manos en el suelo, me corté con un trozo de vidrio desde el dedo anular hasta donde comienza la mano. La sangre brotó de inmediato y recor-dé la crisis de pánico que había tenido anteriormente en la “rea-lidad”. Agité mi cabeza para no pensar en tonterías y froté mi mano contra mi chaqueta negra, la cual quedó con una marca

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deforme aún más oscura. La sangre siguió brotando y el dolor se extendía gradualmente. Miré mi bufanda, considerando usarla como vendaje, pero era tan grande que sería molesta. Finalmen-te, me decidí por usar la corbata. Con mi mano izquierda la des-anudé con un forcejeo e improvisé un vendaje teniendo éxito al quinto intento, pues mis manos no dejaban de temblar.

Me incorporé para ver la batalla una vez más. Alena yacía en el suelo, arrodillada y se le veía jadear, mientras que Lawrence estaba de pie con una tranquilidad frustrante. Mi compañera lanzó un grito junto a una de sus vendas y su enemigo la esqui-vó con facilidad. Corrió frenéticamente con una expresión de odio y descargó una patada en la sien de Alena, quien vagamen-te pudo defenderse con un brazo. Su cuerpo rodó por la calle agrietada y tan rápido como cayó, se puso de pie e intentó gol-pear a Lawrence, fallando en cada tentativa. Se le veía agotada y cuando sus vendajes comenzaron a desvanecerse, supe que era su límite. Su brazo comenzó a sangrar nuevamente y su cabeza le daba la bienvenida a una nueva herida junto a un río rojizo.

De pronto, Lawrence rió con maldad y la agarró del cabello para luego lanzarla con crueldad hacia una pared. La culpa, la impotencia y la rabia se arremolinaban dentro de mí. Él sin duda la mataría. Ese sujeto quería asesinarla con sus propias manos, quería golpearla hasta que se agotase todo el aire de sus pulmones.

El aterrador espectáculo continuó, Alena no pudo levantarse pero Lawrence la tomó de su blusa sólo para lanzarla aún más

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lejos. Charok, que había permanecido inmóvil durante ese even-to, se acercó a su dueño y abrió sus fauces para aparentemente devorarla y acabar con esa pelea. En el momento en que estaba acercándose, ella rodó hacia la derecha y lo esquivó.

Esta vez había logrado ponerse de pie y retrocedía a paso ines-table sin darles la espalda a sus enemigos. Lawrence se alzó de hombros y luego el dragón se acercó con lentitud hacia su presa.

En un acto cobarde, del cual me avergonzaría por siempre, me hice a un lado de la ventana mirando hacia la habitación in-munda y cerré los ojos. No quería ver lo que sea que le iban a hacer a Alena. El miedo me hizo perder el control de mis propias acciones.

-Pelea-me dijo una voz conocida.Abrí bruscamente mis ojos sin ver a nadie más en la habita-

ción. Uno de los trozos de vidrio del suelo tenía mi cara refle-jada y repitió la misma orden. Comencé a pensar que era una alucinación debido al miedo, pero luego de golpearme la cara y restregarme los ojos me di cuenta de que era “real”.

-La puerta del conocimiento está dentro de tu alma, está den-tro del alma de todos los seres humanos. Felicidades, eres uno de los privilegiados que puede ver un pequeño haz de luz de esa puerta. En tus manos, tu Talismán servirá para proteger tu ser y todos tus objetivos. Que esta herramienta sea el camino a la iluminación-dijo mi reflejo con un tono inexpresivo pero a la vez sonaba fuera de este mundo.

-Yo quiero…-comprendí lo que mi alma deseaba, no lo que

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mi cerebro ordenaba. Y mi alma decía…-Libéralo.Durante unos segundos mi cabeza me dolió de forma ho-

rrible, sentí que me desmayaría en cualquier instante. Sin em-bargo, al término del período me sentía como si me hubiesen introducido un montón de información a la fuerza. Sentí que había madurado…sentí que ya era hora de tomar las riendas del asunto.

-Nadie te ha forzado a aprender algo, solo haz liberado el can-dado para la verdad y el conocimiento. Tu poder siempre ha existido, solo no estabas al tanto de ello-entonces mi reflejo son-rió levemente y el vidrio explotó en una nube de polvo

-Burst up to Cube…-dije de forma automática y hasta el día de hoy no logro comprender por qué. Es como si hubiese estado siempre en mi mente, pero muy oculto, en el fondo de un mon-tón de pensamientos, sueños y deseos. Muy en el fondo sabía que existía, sabía su nombre y sabía sus límites. En ese minuto, mi mente despejó todo lo demás y se enfocó en ese nombre.

Sin embargo, todo seguía igual. Ahora el problema era ser el héroe de la situación en segundos.

Sentí algo extraño en mis manos y me di cuenta de que traía guantes puestos, con la parte de las palmas negras y los dedos blancos, brillantes.. La corbata se había desprendido.

Tuve el impulso de lanzarme a la batalla de inmediato, pero por suerte logré ser un poco menos imbécil. Decidí que sería más prudente probar su poder. Me concentré y desde mis de-

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dos comenzaron a materializarse las aristas de un cubo, luego se extendió una brillante luz blanca por cada uno de sus lados, completando el poliedro. Se mantenía en mi mano, flotando. Debo admitir que estaba fascinado, jamás había visto algo pare-cido. Una vez más me concentré; Esta vez en el pensamiento de lanzarlo. El cubo se mantenía inmóvil, pero a medida pasaban los segundos, poco a poco comenzó a agitarse con inestabilidad hasta que en un momento salió disparado, como si mi mente lo empujara. Impactó con el techo y el contacto entre ambos cau-só una explosión, demoliendo parte del techo y generando una nube de polvo gris.

-¡Ya te vi, Eirian! ¡No escaparás de la muerte esta vez!-escuché el grito reverberante de Lawrence.

Corrí tan rápido como pude y me puse al otro lado del um-bral de la puerta caída. Un par de segundos luego de eso, ya es-cuchaba a esa bestia fuera del edificio. Destruyó la pared con la ventana, pero yo aún no era visible para ellos.

Lentamente Charok estaba entrando al lugar junto a Lawren-ce, quien bajó de él para buscarme.

-Sal de ahí…sé que estás ahí-susurró mientras se acercaba al umbral. Estaba asustado, pero algo dentro de mí me dijo: “ten confianza”. Era hora de improvisar un plan.

-Como quieras Lawrence, ¡saldré!-le dije mientras sonreía nerviosamente y lancé un cubo al suelo, liberando una nube de polvo que me permitió esconderme de él. Mientras maldecía, me lancé al vacío por la ventana.

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Rápidamente, él salió a verme gritando mi nombre, mientras que el dragón descendía abriendo sus fauces.

Extendí ambas manos y le lancé dos cubos blancos que ex-plotaron al hacer contacto con la criatura escamada.

Los cubos blancos explotaban al hacer contacto con cualquier cosa y su potencia dependía de su tamaño, es decir, mientras más demoraba en crear un cubo, más grande y destructivo era. Y por otro lado, tenía cubos negros completamente sólidos, que podría darles un excelente uso dependiendo de mi inteligencia. Estos también eran podían cambiarse de tamaño

Para evitar el daño con la caída formé un enorme cubo negro bajo mis pies y si bien me tropecé y caí, reduje el daño lo suficien-te para tener solo unos cuantos moretones. En tanto, vi que mi escondite en el último piso del edificio estaba lleno de polvo y la cola de Charok se retorcía de un lado a otro, lo cual era lo único visible a través de la nube.

-¿Estás bien, Alena?-pregunté mientras le ponía mi chaqueta sobre su espalda.

-Estoy herida, no tengo frío, idiota.-Meh, estás bien.-Hazlo de nuevo Eirian,

si queremos huir debemos hacer que le tome mucho tiempo salir de ahí-me or-denó Alena. Asentí y me concentré para crear un nuevo cubo.

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Creé uno blanco de al menos un metro de arista y me con-centré para dispararlo. El cubo avanzó hacia donde yo deseaba: el segundo piso. Un estruendo seguido de una nube de polvo fueron los efectos de la caída de la estructura. Volaban trozos de concreto y metal por todas partes. Tomé a Alena de la mano y nos escondimos en uno de los callejones cercanos, corriendo tan rápido como pudimos.

Nos sentamos en un lugar, jadeando y una vez que pudimos recuperar el aliento, pude notar el estado deplorable de Alena. Con un ojo a medio cerrar y el rostro cubierto de sangre, me sonrió. Parecía un esfuerzo sobrehumano.

-¿Por qué diablos te lanzaste al vacío?-me preguntó dando un suspiro.

-No tengo ni la menor idea. Pero estamos vivos…estamos vi-vos.

Me quedé sin habla una vez que me di cuenta de que había cometido una locura. Las lágrimas caían, mis dientes apreta-ban mis labios y mi cabeza daba vueltas y vueltas.

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Omake

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Ryu Kurosawa.Muchas gracias por seguir la his-

toria hasta ahora. Desde ahora la historia se pondrá mucho mas

emocionante, llena de habilidades fantásticas, así que no dejen de leer

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