El Dios Bíblico. El Espíritu de su Hijo
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PAREDES GONZÁLEZ Sergio Giovani
Recensión #3 El Dios Bíblico. El Espíritu de su Hijo
1. Descripción bibliográfica
LADARIA Luis, El Dios vivo y Verdadero. Secretariado Trinitario, Salamanca 2010; págs. 92-101.
2. Descripción general
Luis Francisco Ladaria Ferrer, arzobispo jesuita español, es actualmente Secretario de la Congregación
para la Doctrina de la Fe y profesor en la Pontificia Universidad Gregoriana. Obtuvo el doctorado en
teología con una tesis titulada, “El Espíritu Santo en San Hilario de Poitiers”.
El texto que sirve de base para este trabajo es un resumen de una parte del libro de Ladaria “El Dios
vivo y verdadero”. El artículo expresa los acercamientos teológicos en que se nos expresa nuestra fe en
Jesucristo Resucitado, una sistematización en cuanto a los puntos más significativos de la pneumatología
neotestamentaria, la acción del Espíritu en la Encarnación y su vinculación con el acontecimiento del
bautismo de Jesús por Juan en el Jordán
Los puntos que se dan a conocer en el texto son: el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento – Pablo, los
Sinópticos, Juan – y la relación entre Jesús y el Espíritu, presentando la evolución del discurso sobre la
unción.
3. Presentación del contenido
La obra leída muestra un acercamiento teológico y una sistematización sobre el Espíritu Santo en el
Nuevo Testamento. Se afrontan dos aspectos de la reflexión pneumatológica: la pneumatología
neotestamentaria, y el otro que afronta la acción del Espíritu en la Encarnación y su correspondencia con
el acontecimiento de Jesús por Juan el Bautista en el Jordán.
Al inicio se da a conocer la pneumatología en Pablo, se constata una multiplicidad de significaciones
atribuidas al pnéuma y se evidencia que la cristología y la pneumatología en Pablo están estrechamente
relacionados. En las cartas paulinas, kirios y pnéuma son tomados en cuenta en el aspecto salvífico de la
economía del Padre. Para Pablo, el Espíritu es la gracia de Dios al hombre, presencia de Dios en la
cotidianeidad de la vida.
Los Sinópticos designan a Jesús, en un primer momento, a partir de su función mesiánica y su unción
mediante la cual da comienzo a su compromiso lleno del Espíritu. En un segundo momento, se hace
vinculación al Espíritu en su ministerio de exorcismo.
Los evangelios nos muestran a Jesús como El Siervo de Yhwh, y que los discípulos de Jesús se dan
cuenta de la certeza de Jesús como portador del Espíritu. Los sinópticos se preocupan por no hacer parecer
a Jesús como un simple hombre pneumático.
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En el parácletos joánico, la experiencia de Dios como Padre es lo central. Para Juan el Espíritu significa
el que da seguimiento y completa el ministerio de Jesús, hace presente y propaga en el tiempo la presencia
de Dios entre sus discípulos. Para Juan el que intercede y es cercano al Padre es Jesús, pero también está
el otro Paráclito, cuya acción inicia con el regreso del hijo al Padre y se prolonga hasta el fin de los
tiempos. Juan lo designa como Espíritu de Verdad, pues la vida dada por el Espíritu es una intervención a
la misma vida de Dios. En Juan el Espíritu de Dios es una persona real en relación con el Padre y con el
Hijo.
En la historia de Salvación, el Espíritu Santo ha actuado de forma correcta y resuelta tanto en los
acontecimientos de la Encarnación como el momento del Bautismo de Jesús en el Jordán. En este sentido,
¿qué vinculación hay entre los dos acontecimientos salvíficos? Se citan fuentes evangélicas, en las cuales
Mt y Lc nos marcan que la encarnación de Jesús se da por obra del Espíritu Santo; los evangelios
sinópticos nos comunican que Jesús ha recibido el bautismo en el Jordán por medio de las manos de Juan
el Bautista. Esto da a conocer en los evangelios dos instantes: una la encarnación de Jesús por obra del
Espíritu Santo, y la otra la unción situada en el Jordán, en donde es anunciado el hijo de Dios, enviado por
el Padre y movido por el Espíritu Santo a realizar su misión.
Se hace referencia a que Jesús es el hijo de Dios, pero también es el Ungido, el Mesías, el portador del
Espíritu, lo que de alguna manera llama la atención y no es tan lógico o común, es lo que significó para
los discípulos y para Jesús mismo el bautismo de Juan. En fin, surgen varios cuestionamientos en torno al
sentido del bautismo de Jesús, sobre el cual, la reflexión cristiana intentará dar respuestas a esas
incógnitas.
En la teología pneumatológica del bautismo del Señor dos enunciaciones son frecuentes y claras, una es
que el Espíritu Santo es el que unge a Jesús en el bautismo, la otra, que esta unción tiene sentido para
Jesús y que la venida del Espíritu influye a Jesús en cuanto hombre, y no en cuanto Dios. Varios son los
ejemplos que brindan los Padres de la Iglesia: Ignacio de Antioquia, Justino, Ireneo de Lyon, Atanasio, e
Hilario. Se resalta la reflexión cristológica de Atanasio ya que a partir de ahí se va sacando importancia al
evento del Bautismo. Esta postura posteriormente conllevará al olvido de la cristología pneumatológica
fruto de la Patrística.
De a poco se da una infravaloración de la presencia del Espíritu en Jesús, uno de los motivos por los
cuales es la doctrina del adopcionismo. Otro de los motivos es el arrianismo. Se trae a consideración la
cristología antioquena, que absolutiza la necesidad del espíritu del hombre Jesús para su unión con la
persona divina. Esta forma de reflexión se propagó a partir del instante en que se dejó de mencionar la
dimensión trinitaria de la unción. La teología de la unción se disipo muy rápidamente de la Iglesia, siendo
sustituida por una doctrina que se tendió a identificar la unción al evento de la Encarnación (pág.10).
Los actores que posteriormente favorecieron la acentuación encarnatoria de la Unción fueron Gregorio
Nacianceno, Cirilo de Alejandría, Agustín, San Tomás. La glorificación de la humanidad de Cristo tiene
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lugar en el mismo intervalo de su concepción, y la cantidad de gracia que glorifica proviene de la misma
unión del Verbo.
En la teología actual se encuentra modificada la presencia del Espíritu en Jesús. Muhlen considera a
Jesús como aquel que acoge la plenitud del Espíritu y de la gracia en el instante mismo de la concepción,
teniendo como divergencia fruto de las diferentes acciones en Dios: a la filiación pertenece la encarnación,
y a la espiración la unción, la Iglesia asume la prolongación salvífica de la unción de Jesús con el Espíritu
Se trae a colación a Von Balthazar preguntando la posibilidad de cómo aseverar que la encarnación es
obra del Espíritu y al mismo tiempo que es el Hijo el que se encarna y no otra persona, la prioridad del
Espíritu en von Balthazar se da en su carácter de ser mediador entre el Padre y el hijo en cuanto que
prepara la humanidad de Cristo en su disponibilidad total.
Se menciona al final del texto los aportes significativos de la acción del Espíritu en la Encarnación y
su relación con el acontecimiento del bautismo de Jesús. Son algunas de las líneas de orientación a la
aproximación evangélica a la vida de Jesús, bautizado en el Jordán.
4. Valoración Crítica
Es un documento bastante denso, profundo y de contenidos bien apoyados en lo bíblico y en lo
doctrinal. Se nos ofrece puntos de pensamientos y reflexiones enriquecedoras y significativas referidas a
la pneumatología neotestamentaria y a la acción del Espíritu en la Encarnación con sus debidas
vinculaciones al acontecimiento del bautismo de Jesús por Juan en el Jordán.
Desde mi punto de vista, todos los puntos presentados acerca de la dimensión pneumatológica son
claves e importantes porque permiten construir posturas y reflexiones bien argumentadas, sin embargo,
una respuesta insuficiente traería problemas en la comprensión cristológica.
Destaco los aportes significativos y, a modo de ejemplo, cito algunos que me parecieron como más
resaltantes: el de orden Encarnación-Unción, en el que se garantiza mejor el sentido de la acción
pneumatológica para la salvación de los hombres, el momento de la unción, que se coloca en un tiempo
dado y un lugar específico, y que Jesús ya desde la encarnación es personalmente el Mesías. También
quiero resaltar una parte muy importante que es la significación del bautismo para Jesús, en cuanto que el
Espíritu actúa en Él y es en todo momento el guía de su camino como Hijo hacia el Padre.
Me parece que se ha logrado el propósito del autor, considero muy válidas las cuestiones planteadas y
comparto los puntos de vistas expresados en el artículo.