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FASCÍCULO No.13 EL DIVORCIO 27 P ara qué se casan los seres humanos? Esta es una pregunta aparentemente capciosa, sin embargo, el común de la gente responde hipócritamente: “Pues, para ser feliz”. ¿Por qué razón el 99% de los matrimonios no son realmente felices? Otra pregunta que aparentemente tiene muchas respuestas. No obstante, estas dos preguntas tienen directa relación entre sí. Sintetizando la respuesta a la primera pregunta respondemos que los seres humanos se casan para saciar sus apetitos sexuales libidinosos disfrazándolos con “amor infinito”. Las parejas marchitan la hermosa flor del amor en su primera noche de bodas y las subsiguientes, descargando aquel imán que los inclinaba a buscarse y estar siempre juntos cuando eran novios. El sexo es como un imán poderoso que atrae al otro sexo opuesto que también es otro imán; ambos cargados de poderosa energía electrónica, explosiva, volátil y substancializada. Todo va muy bien de novios porque los imanes están cargados de energía o valores substanciales, cuyos canales de expresión son los besos, las caricias, el tacto de la unión de las manos, las miradas amorosas y las sonrisas cariñosas. Si todo continuara en esta tónica, sería un idilio inagotable, una dicha permanente, una eterna luna de miel, con las delicias y las mieles del amor auténtico. Pero qué distante está la pareja de continuar con esa felicidad; en su primera noche de bodas empieza la tragedia, porque los imanes que son los que proporcionan la atracción y la unión amorosa, se descargan y pierden la fuerza de atracción. Pero no sólo en la primera noche de bodas se descargan los dos imanes, sino que éstos continúan descargándose noche a noche, una, dos, tres y más veces. Al descargarse los imanes y perder la fuerza de atracción, es apenas natural que la unión amorosa, el anhelo de estar juntos, los tactos de las manos y las miradas amorosas, van desapareciendo. Comienza a mostrarse el desencanto de parte y parte, todo aquel idilio de antes, aquellos anhelos, aquella dicha… todo va desapareciendo, y se empieza a filtrar la desilusión, el cansancio, el hastío, el fastidio, viene la repugnancia y ambos cónyuges se van tornando insoportables. Vienen después las enfermedades de la mujer en el sexo por el demasiado abuso sexual, ya la mujer comienza a sentir los efectos nocivos de las

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FASCÍCULO No.13

EL DIVORCIO

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Para qué se casan los seres humanos? Esta es una pregunta aparentemente capciosa, sin embargo, el común de la gente responde hipócritamente: “Pues, para ser feliz”.

¿Por qué razón el 99% de los matrimonios no son realmente felices? Otra pregunta que aparentemente tiene muchas respuestas. No obstante, estas dos preguntas tienen directa relación entre sí.Sintetizando la respuesta a la primera pregunta respondemos que los seres humanos se casan para saciar sus apetitos sexuales libidinosos disfrazándolos con “amor infinito”.Las parejas marchitan la hermosa flor del amor en su primera noche de bodas y las subsiguientes, descargando aquel imán que los inclinaba a buscarse y estar siempre juntos cuando eran novios.El sexo es como un imán poderoso que atrae al otro sexo opuesto que también es otro imán; ambos cargados de poderosa energía electrónica, explosiva, volátil y substancializada. Todo va muy bien de novios porque los imanes están cargados de energía o valores substanciales, cuyos canales de expresión son los besos, las caricias, el tacto de la unión de las manos, las miradas amorosas y

las sonrisas cariñosas.Si todo continuara en esta tónica, sería un idilio inagotable, una dicha permanente, una eterna luna de miel, con las delicias y las mieles del amor auténtico. Pero qué distante está la pareja de continuar con esa felicidad; en su primera noche de bodas empieza la tragedia, porque los imanes que son los que proporcionan la atracción y la unión amorosa, se descargan y pierden la fuerza de atracción.Pero no sólo en la primera noche de bodas se descargan los dos imanes, sino que éstos continúan descargándose noche a noche, una, dos, tres y más veces. Al descargarse los imanes y perder la fuerza de atracción, es apenas natural que la unión amorosa, el anhelo de estar juntos, los tactos de las manos y las miradas amorosas, van desapareciendo.Comienza a mostrarse el desencanto de parte y parte, todo aquel idilio de antes, aquellos anhelos, aquella dicha… todo va desapareciendo, y se empieza a filtrar la desilusión, el cansancio, el hastío, el fastidio, viene la repugnancia y ambos cónyuges se van tornando insoportables. Vienen después las enfermedades de la mujer en el sexo por el demasiado abuso sexual, ya la mujer comienza a sentir los efectos nocivos de las

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pastillas anticonceptivas y debe protegerse con otros medios no menos dañinos originando en su organismo horrible consecuencia.Así se inicia el infierno conyugal, el desorden moral de la pareja, porque la mujer ya cansada de utilizar todos los medios anticonceptivos, resuelve más bien a tener los hijos que se vengan; se inicia el embarazo y viene el primer hijo, el segundo, el tercero, etc., hasta que se va convirt iendo en una máquina de producir “humanoides”.Ante esta situación, no queda otro camino que usar cuanto anticonceptivos aparezcan en el mercado, cual más dañino a la salud, a la moral, al pudor y a la dignidad personal; se siente convertida en un instrumento de placer, esclavizada al servicio sexual y material de un “humanoide” llamado marido, esposo o cónyuge.Este incesante ir y venir de los días, las semanas, los meses y los años, hacen la vida insoportable, el hogar se convierte en un verdadero infierno, y la mujer busca escapar de alguna forma de este tormento que está acabando con su propia existencia.Cuando el esposo se siente rechazado, vejado, despreciado o repudiado por su esposa, también toma sus medidas de protección y consigue otras mujeres que reemplazan sexualmente a su mujer. Aquí ya se inicia el pleito definitivo. Comienzan las demandas, la separación de cuerpos, la repartición de bienes si es que los hay, el papeleo para el divorcio, los alegatos de los abogados, los cargos y las recriminaciones. Y todo aquel idilio amoroso de otros tiempos, se desploma y se convierte en odio espantoso.Si analizamos los móviles que originan todos los divorcios y separaciones conyugales, encontramos, por lo general, que el punto medular de todos los problemas radica exclusivamente en el mal uso del sexo, a la falta de una auténtica Educación Sexual para comprender que el sexo es la “piedra de escándalo” que figura en el Evangelio Bíblico.Todo el gran misterio de impedir los divorcio y las separaciones conyugales, sólo es posible por amor y mientras haya fornicación, es decir, eyaculación seminal, mientras no exista cumplimiento de la Ley, mientras violemos el Sexto Mandamiento del Decálogo de Moisés, no habrá amor, sólo habrá deseo pasional, lascivia, deseo de fornicación…Todos los problemas conyugales son originados en la fornicación, en el desconocimiento de utilizar el Sexo como Dios manda, en los adulterios y en los instintos sexuales animalescos de las parejas que se casan creyendo que la fornicación o eyaculación seminal lo es todo y confunden el repugnante vicio degenerativo de la fornicación con el esplendor delicioso del amor.En los hogares donde no se tiene el vicio repugnante del orgasmo o del espasmo, jamás llegan a divorciarse

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o a separarse, por el contrario, nunca se suceden esos casos indeseables, porque al no haber pérdida de las secreciones sexuales entre los esposos, estos cumplen la Ley y el Mandamiento. Aquí los esposos y las esposas conocen los sistemas de transmutación sexual, saben controlar la concepción sin necesidad de castración, pastillas, instrumentos criminosos, etc.; saben hacer de sus hogares verdaderos paraísos de dicha y bienaventuranza.En la ASOCIACIÓN DE CENTROS DE ESTUDIOS G N Ó S T I C O S , A N T R O P O L Ó G I C O S , PSICOLÓGICOS Y CULTURALES. A. C., nuestros lectores pueden encontrar la forma precisa y objetiva, las fórmulas maravillosas, para consolidar la unión conyugal para toda una vida sin llegar jamás al cansancio, ni al hastío, por el contrario, se llega a la ancianidad con el mismo amor que el de los novios, porque los matrimonios con esta calidad siempre viven una eterna y auténtica luna de miel.Para toda pareja que cumpla la Ley y el Mandamiento, le será repugnante e indeseable el divorcio, porque jamás querrá romper el idilio delicioso que constituye el amor dentro de las connotaciones del Reino de los Cielos.