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El divorcio y las obligaciones personales SUMARIO: Introducción. Capítulo 1: 1. El matrimonio y el divorcio en la legislación mexicana. 2. Consecuencias del divorcio, desde el punto de vista de la legislación positiva mexicana. Capítulo 11: 1. El matrimonio y el divorcio a la luz de la Ética. 2. Consideraciones acerca del divor- cio como medio de eludir responsabilidades económicas. Conclusiones. Bibliografía especial. Con motivo de la dificil situación económica que vive el país desde finales del año 1994, varias empresas y personas físicas también, han tenido que enfren- tar el pago de deudas que, por los intereses tan elevados, se volvieron impagables; todos asistimos a un cierto ambiente de descontento generalizado en la población, y a un comportamiento que algunos han calificado como de "la cultura del no pago". Me parece que si analizamos con detenimiento la situación económica y las causas que provocaron el deterioro en el patrimonio, sobre todo de la clase media del país, al grado de que un buen porcentaje de ella ha desaparecido como tal clase media, parece injusto el calificativo, además de inexacto, pues no pagan porque los recursos no les alcanza para cubrir todas las necesidades y compro- misos, motivo por el cual atienden lo prioritario: subsistir. Pero éste no es el problema a analizar, sino uno originado por esa problemática. Es el siguiente: un matrimonio joven, con hijos pequeños, se encuentra con una perspectiva de posibles pagos que debe hacer el esposo. Él es el deudor y teme perder dos inmuebles que componen el patrimonio para la familia, esposa e hijos. Están casados bajo el régimen de sociedad conyugal y por tanto, perte- * Notario número 48 del Distrito Federal. 53 www.juridicas.unam.mx Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM http://biblio.juridicas.unam.mx Revista Mexicana de Derecho, núm. 4, México, 2002. DR © 2002. Colegio de Notarios del Distrito Federal

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El divorcio y las obligaciones personales

SUMARIO: Introducción. Capítulo 1: 1. El matrimonio y el divorcio en la legislación mexicana. 2. Consecuencias del divorcio, desde el punto de vista de la legislación positiva mexicana. Capítulo 11: 1. El matrimonio y el divorcio a la luz de la Ética. 2. Consideraciones acerca del divor- cio como medio de eludir responsabilidades económicas. Conclusiones.

Bibliografía especial.

Con motivo de la dificil situación económica que vive el país desde finales del año 1994, varias empresas y personas físicas también, han tenido que enfren- tar el pago de deudas que, por los intereses tan elevados, se volvieron impagables; todos asistimos a un cierto ambiente de descontento generalizado en la población, y a un comportamiento que algunos han calificado como de "la cultura del no pago". Me parece que si analizamos con detenimiento la situación económica y las causas que provocaron el deterioro en el patrimonio, sobre todo de la clase media del país, al grado de que un buen porcentaje de ella ha desaparecido como tal clase media, parece injusto el calificativo, además de inexacto, pues no pagan porque los recursos no les alcanza para cubrir todas las necesidades y compro- misos, motivo por el cual atienden lo prioritario: subsistir. Pero éste no es el problema a analizar, sino uno originado por esa problemática.

Es el siguiente: un matrimonio joven, con hijos pequeños, se encuentra con una perspectiva de posibles pagos que debe hacer el esposo. Él es el deudor y teme perder dos inmuebles que componen el patrimonio para la familia, esposa e hijos. Están casados bajo el régimen de sociedad conyugal y por tanto, perte-

* Notario número 48 del Distrito Federal.

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necen a ambos cónyuges, no obstante que en el Registro Público de la Propiedad él aparece como titular. El consejo del abogado que los asesoró fue, y así lo hicieron, que se divorciaran y que los inmuebles pasaran a propiedad exclusiva de la esposa. Ambos esposos son creyentes y están casados por la Iglesia, con- tinúan viviendo juntos, pues el divorcio únicamente perseguía la seguridad del patrimonio. Para la ley civil son concubinos.

Es interesante el caso, desde el punto de vista ético, para considerar: la actitud profesional del abogado que dio el consejo; la situación legal en que quedaron los cónyuges y para verlo también desde el ángulo de los hijos. También la responsabilidad del gobierno al promulgar disposiciones legales que pueden desorientar al facilitar comportamientos o modos de vida "legales", pero impro- pios para la persona.

Dos consideraciones más: la brevedad de este trabajo no me permite desa- rrollar con profundidad algunos aspectos de los temas que se tratan y que el conocedor del Derecho advierte con facilidad. Espero poder volver a tratarlos. La segunda es para indicar que las notas las señalo con un número entre paréntesis y las citas están al final de cada capítulo.

1. EL MATRIMONIO Y EL DIVORCIO EN LA LEGISLACI~N MEXICANA

1. Para la legislación civil mexicana, el matrimonio es un contrato civil más, como cualquier otro que las personas capaces pueden celebrar. El primer Código Civil Mexicano se expidió siendo presidente de la República el licenciado Benito Juárez. No obstante el ambiente liberal y la separación de la Iglesia y del Estado, consecuencia de las Leyes de Reforma, el matrimonio continuó siendo indisoluble, como lo había sido antes, durante la vigencia de la legislación española.

Considero necesario, para entender la situación familiar actual, y el ambiente dentro del cual se enmarca, el problema que sirve de base a este trabajo, tanto para los esposos en cuestión, como para el abogado que asesoró y cuya opinión fue determinante, partir de los antecedentes de nuestra ley sobre el matrimonio y el divorcio y las disposiciones vigentes.

También es necesario considerar la responsabilidad ética que tienen los gobernantes como conductores del comportamiento de los ciudadanos a su cui- dado; como guardianes del bien común, porque a ellos corresponde, en buena medida, una parte de las consecuencias sociales que vivimos, entre otros funda- mentos, por aquel principio: "el que es causa de la causa, es causa de lo causado"

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y porque, puesto a gobernar, una persona con principios acordes con la perso- na y su naturaleza racional ¿qué debe hacer?, ¿cuál es su responsabilidad? me parece que son interrogantes de fácil contestación pero de dificil ejecución.

El Código Civil de 1870 reglamentó el matrimonio como indisoluble. El ar- tículo 159 de ese Código establecía lo siguiente: "El matrimonio es la sociedad legítima de un solo hombre y una sola mujer, que se unen con vínculo indisoluble para perpetuar su especie y ayudarse a llevar el peso de la vida."'

Congruente con el pensamiento liberal, estable que el matrimonio debe ce- lebrarse ante los funcionarios públicos y con las formalidades que establece la ley.2

La mayoría de edad la fijó a los 21 años cumplidos, art. 388; la edad mínima para contraer matrimonio a los 14 años en el hombre y 12 en la mujer, art. 164. En el caso de los menores de edad, requerían el consentimiento "del padre, ó en defecto de éste, (...) el de la madre, aun cuando ésta haya pasado á segundas n~pcias".~

Es importante fijarse en la edad mínima requerida, pues no obstante la poca edad requerida, el compromiso contraído era para toda la vida, lo que hace re- saltar la importancia del matrimonio.

Como obligaciones para los cónyuges, en el código citado encontramos las siguientes: "Los cónyuges están obligados á guardarse fidelidad, á contribuir cada uno á los objetos del matrimonio y á socorrerse mutuamente." La mujer debe vivir con su marido; éste debe dar alimentos a la mujer; el marido debe proteger a la mujer y ésta debe obedecer a aquél, "así en lo doméstico, como en la educación de los hijos y en la administración de los biene~".~

Los padres están obligados a dar alimento a sus hijos. Los alimentos compren- den "la comida, el vestido, la habitación y la asistencia en caso de enfermedad"; y en el caso de los menores de edad, comprenden además los gastos necesarios para la educación primaria, y para proporcionarles algún oficio, arte o profesión honestos y adecuados al sexo y circunstancias del menor de que se trate.5

En ese mismo Código, se reglamentó el divorcio, pero no como medio de disolver el vínculo entre los cónyuges, sino única y exclusivamente para permitir la separación, la no convivencia en el mismo hogar. El divorcio en este Código de Juárez está reglamentado en los artículos 239 y siguientes. El 239 dice: "El divorcio

' Cfr. Código Civil del Distrito Federal y Territorio de la Baja California, Ed. Imprenta de E. Ancona y M. Peniche, México, 1871.

Cfr. Art. 161. ' Cfr. Art. 165.

Cfr. Arts. 198, 199, 200 y 201. Cfr. Arts. 218, 222 y 223.

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no disuelve el vínculo del matrimonio: suspende sólo algunas de las obligaciones civiles, que se expresarán en los artículos relativos de este Código."

Un aspecto importante, por el aspecto humano del mismo, está contenido en el art. 247 que dice: "El divorcio por mutuo consentimiento no tiene lugar después de veinte años de matrimonio, ni cuando la mujer tenga más de cuarenta y cin- co de edad." También el 278 que dice: "En todo juicio de divorcio las audiencias serán secretas, y se tendrá como parte el Ministerio Público."

Como se ha dicho, el divorcio era para efectos de lecho y habitación y no podían hacerlo de mutuo propio, necesitaban acudir al Juez, así el art. 246 es- tablecía: "Cuando ambos consortes convengan en divorciarse en cuanto al lecho y habitación, no podrán verificarlo sino ocurriendo al juez y en los términos que expresan los artículos siguientes: en caso contrario, aunque vivan separados, se tendrán como unidos para todos los efectos legales del matrimonio", y el 249 señalaba: "Mientras se resuelve de un modo definitivo sobre la separación, los cónyuges vivirán y administrarán los bienes de la manera que hayan convenido; sujetándose este convenio a la aprobación judicial."

En relación con el matrimonio y el divorcio, en el Código Civil de 1884, se estableció lo mismo; continuó el mismo criterio del Código de 1870. Los ar- tículos del de 1884 correspondientes al de 1870 son: 159, 161, 388, 164, 165, 198, 200,201,218, 222,223,239,247,278,246 y 249. Como se ve, son iguales también respecto a la n~meración.~

En ambos códigos destaca el respeto e importancia que se daba al matri- monio, como medio de constituir la familia, célula de la sociedad.

El divorcio como medio de terminar con el vínculo indisoluble del matrimo- nio se introduce en México en pleno periodo revolucionario y mediante un decreto de validez discutible. El decreto es de fecha 29 de diciembre de 1914 publicado el 2 de enero de 19 15 en El Constitucionalis6a, periódico oficial de la Federación que se editaba en la ciudad de Veracruz, sede del jefe del Ejército, D. Venustiano Carranza.' Después pasa a la Ley de Relaciones Familiares de 1917 que regula el matrimonio a partir del art. l9 y después de señalar las formalidades que se requieren, en el art. 39 señalar que el Juez del Estado Civil "los declarará unidos en nombre de la ley y de la sociedad, con todos los derechos y prerrogativas que aquella otorga y con las obligaciones que imp~ne".~ La estructura y redacción del

Cfr. Código Civil del Distrito Federal y Temtorio de la Baja California, Edición Oficial, Ed. Tip. y Lit. "La Europea" de J. Aguilar Vera y Compañía, S. en C., México, 1906.

Cfr. Pacheco Escobedo, Alberto, La Familia en el Derecho Civil Mexicano, Ed. Panorama Editorial, S.A., México, 1993, p. 146.

Cfr. La edición del Código Civil del Distrito Federal y Territorios, Ed. Andrés Botas e Hijo, Sucr., México, 1926, p. 126.

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artículo citado es igual a la del Código Civil del Distrito Federal, actual, que ade- lante señalo.

Congruente con lo anterior, esa ley señala, art. 75, que "el divorcio disuelve el vínculo del matrimonio y deja a los cónyuges en aptitud de contraer otro".g

El Código Civil vigente en el Distrito Federal desde el l ? de junio del año 2000, que adopta el vigente hasta esa fecha de 1928, vuelve a definir el matri- monio en el art. 146, a diferencia del de 1928 que no definía el matrimonio, igual que la Ley de Relaciones Familiares. Al regular lo relativo a las actas de matri- monio, señala los requisitos para celebrarlo, cambia la edad necesaria en ambos contrayentes a 16 años, art. 148; el art. 146 señala que debe celebrarse ante el juez del Registro Civil.1°

El art. 147, señala que: "Serán nulos los pactos que hagan los contrayentes, en contravención a lo señalado en el artículo anterior."

Respecto a los derechos y obligaciones de los cónyuges, después de las reformas posteriores al Código y para establecer la "igualdad" entre el hombre y la mujer; el art. 162 establece: "los cónyuges están obligados a contribuir cada uno por su parte a los fines del matrimonio y a socorrerse mutuamente.. ..".

Sobre el domicilio conyugal señala que: "Los cónyuges vivirán juntos en el domicilio conyugal. Se considera domicilio conyugal, el lugar establecido de común acuerdo por los cónyuges, en el cual ambos disfi-utan de autoridad propia y consideraciones iguales. Los tribunales, con conocimiento de causa, podrán eximir de aquella obligación a alguno de los cónyuges, cuando el otro traslade su do- micilio a país extranjero, a no ser que lo haga en servicio público o social, o se establezca en lugar insalubre o indecoroso." "

En relación al sostenimiento económico, el art. 164 señala: "Los cónyuges contribuirán económicamente al sostenimiento del hogar, a su alimentación y a la de sus hijos, así como a la educación de éstos en los términos que la ley establece, sin perjuicio de distribuirse la carga en la forma y proporción que acuerden para este efecto, según sus posibilidades. A lo anterior no está obligado el que se encuentre imposibilitado para trabajar y careciere de bienes propios, en cuyo caso el otro atenderá íntegramente a esos gastos.. .."

Establece que, respecto a los bienes, el matrimonio se celebrará bajo el régimen de sociedad conyugal o el de separación de bienes, art. 178. El art. 207 establece que puede haber separación de bienes en virtud de "capitulaciones anteriores al matrimonio, o durante éste por convenio de los consortes, o bien por sentencia judicial.. . .".

Cfr. Art. 75. 'O Cfr. La edición 63* del Código Civil, Editorial P o d a , S.A., México, 1994. ' ' Cfr. Art. 163.

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Sobre la sociedad conyugal, el art. 184 señala que nace al celebrarse el matrimonio o durante él; que puede comprender, entre otros, los bienes que ya tengan los contrayentes y los que adquieran durante el matrimonio, según esta- biece el art. 183. Que puede terminar antes de que se disuelva el matrimonio si así lo convienen los esposos, art. 187.

En relación con el divorcio el art. 266 establece que: "El divorcio disuel- ve el vínculo del matrimonio y deja a los cónyuges en aptitud de contraer otro." En el segundo párrafo del mismo artículo, se clasifica el divorcio en dos clases: voluntario y necesario; para éste, remite al art. 267 en el cual se señalan las cau- sas del divorcio necesario y, como es lógico, se suprimió la antigua fracción XVII que se refería al "mutuo consentimiento", como una causal más del divorcio.

El art. 289, señala que: "En virtud del divorcio, los cónyuges recobrarán su entera capacidad para contraer matrimonio." El anterior artículo, cuando era para el Distrito Federal y Territorios Federales, decía "nuevo matrimonio". El antece- dente de este artículo es el 102 de la Ley de Relaciones Familiares, que fue la que reglamentó el divorcio vincular.

Estas son las disposiciones que han regido y rigen en la actualidad el matrimonio; en este ambiente se han educado las nuevas generaciones de mexi- canos y los resultados están a la vista.

2. CONSENCUENCIAS DEL DIVORCIO, DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA LEGISLACION POSITIVA MEXICANA

Las consecuencias que se han originado para las familias, la vida familiar y las personas en particular, con el divorcio como medio para disolver el vínculo de! matrinionio pueden ubicarse en los siguientes apartados:

a) Que el matrimonio, como institución de derecho natural, ha perdido la importancia que tiene y se le toma con ligereza; un buen número de personas casadas, lo tiene como una posibilidad, a enfrentar y resolver, si su matrimonio no se realiza en las condiciones que lo tienen imaginado.

Esto último, en la práctica profesional de Notario Público en la ciudad de Mexico, lo he comprobado -imagino que todos los Notarios- cuando acuden a otorgar testamento personas jóvenes, con pocos años de casados; sobre todo en los 4 últimos lustros del siglo pasado. Más me ha sorprendido, que son más las mujeres que tienen esa mentalidad, se nota que lo han pensado y lo tienen decidido si las circunstancias se presentan, con lo cual desde el punto de vista del acto humano, es decir esa determinación aceptada y consentida por la persona, impu- table a ella porque la ha hecho ejercitando esas dos potencias del alma que son la inteligencia y voluntad, ya tiene existencia.

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b) Ya no se le considera socialmente como un fracaso; el divorcio ha tomado carta de nacionalidad en nuestro medio, se le ve con normalidad, a veces hasta de manera agresiva, pues casi aparecen "anormales" los no divorciados. Esto no se hubiera producido de no haberse facilitado el divorcio hasta el extremo de permitirlo "por mutuo consentimiento".

c) Ha propiciado el crecimiento del individualismo, se ha perdido bastante el espíritu de servicio, de solidaridad y ayuda, de manera normal en la vida ordi- naria, como si está presente en situaciones extremas, de calamidades públicas como sismos e inundaciones.

d) Quizá por la misma razón, se ha introducido un modo de hablar que diluye toda precisión del lenguaje, así, se habla de "pareja7' al referirse al cónyuge. La realidad es que no se sabe si, cuando dicen "pareja" están hablando de su esposa o esposo, o de su concubina o concubino, porque el término marido, es- posa, cónyuge, tienen una connotación precisa que no equivale a la palabra "pareja7'.

Esta misma ambigüedad se refleja en las disposiciones legales, en donde encontramos incongruencias como decir: que lo más importante es la familia y se cuida el matrimonio y al mismo tiempo se le dan los mismos derechos a la concubina que a la esposa. Esta incongruencia la vemos reflejada en estas dos situaciones:

l ? En la exposición de motivos del Código Civil de 1928, adoptado para el Distrito Federal en el año 2000 con algunas modificaciones, se indica que se reconoció y se establecieron efectos legales al concubinato "manera peculiar de formar la familia" ... "sobre todo en las clases populares". Desconozco la infor- mación para verificar esa afirmación, pero si era cierta, desafortunadamente hoy existe no sólo en esas clases populares, sino en todos los niveles sociales, lo que indica el daño que esa medida ocasionó. "Estos efectos se producen cuando nin- guno de los que viven en concubinato es casado, pues se quiso rendir homenaje al matrimonio, que la comisión considera como la forma legal y moral de cons- tituir la familia, y si se trata del concubinato, es como se dijo antes, porque se encuentra muy generalizado, hecho que el legislador no debe ignorar." l 2

Parece correcto que el legislador no ignore los problemas y que la autoridad encuentre solución a ellos, pero no es por la vía de facilitar y de equiparar a lo normal y regular, a lo que no lo es, como conseguirá que la sociedad goce de salud y no que se contamine con comportamientos que harán efectos negativos para la estabilidad familiar. Reconocer, no necesariamente debe llevar a permitir y lega- lizar, sino a encontrar en dónde esta la raíz del problema y aplicar la medicina correcta para reducirlo lo más posible. Y, sí tiene como responsabilidad ineludible, facilitar el desarrollo armónico de la sociedad y de los componentes de la misma,

l 2 Cfr. pág. 16, op. cit., nota 10.

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los individuos, para que puedan buscar la verdad, puedan encontrarla, vivir en ella y alcanzar el fin que como persona racional le corresponde.

2? En la misma exposición de motivos, habla de la igualdad del hombre y la mujer, que los dos deben tener consideración igual en el hogar, etc. y después habla del divorcio administrativo, por mutuo consentimiento, y apunta "el divorcio en este caso sólo perjudica directamente a los cónyuges, que obran con pleno conocimiento de lo que hacen, y no es necesario para decretarlo que se llenen todas las formalidades de un juicio. Es cierto que hay interés social en que los matrimonios no se disuelvan fácilmente; pero también está interesada la sociedad en que los hogares no sean focos constantes de disgustos y en que, cuando no estén en juego los sagrados intereses de los hijos, o de terceros, no se dificulte innecesariamente la disolución de los matrimonios, cuando los cónyuges manifies- tan su decidida voluntad de no permanecer unido^".'^

Es sorprendente la poca consistencia de los argumentos apuntados y la facilidad del gobierno para tratar de evitarse problemas, por querer dar gusto a unos cuantos --que eran en esos momentos de 1915 a 1928- a los muchos que ahora son, por una falta de responsabilidad, pues como luego veremos, el hombre no es más libre porque hace lo que quiere, sino cuando hace lo que debe porque lo quiere, cuando actúa en congruencia con su racionalidad. Pues ser racional obliga a seguir la razón, sin dejarse engañar con eufemismos.

3? De las últimas reformas al Código Civil, anterior al actual, en materia familiar fueron las relativas a la denominada "violencia familiar" reglamentada en los arts. 323 bis y 323 ter; el segundo párrafo de este último artículo dice: "Por violencia familiar se considera el uso de la fuerza fisica o moral, así como las omisiones graves, que de manera reiterada ejerza un miembro de la familia en contra de otro integrante de la misma, que atente contra su integridad física, psíquica o ambas independientemente de que pueda producir o no lesiones; siem- pre y cuando el agresor y el agredido habiten en el mismo domicilio y exista una relación de parentesco, matrimonio o concubinato." l4

Las disposiciones y opiniones señaladas de la exposición de motivos del Código Civil de 1928, son una lógica consecuencia de lo que se buscaba, y a fuerza de machacar, desgraciadamente se ha conseguido. Transcribo dos párrafos de la circular número 49 de fecha 2 de noviembre de 1916 expedida por el Secretario de Estado y del Despacho de Justicia, relativas a las reformas sobre el matrimonio, dicen: "Las del matrimonio revisten importancia especial, porque no se refieren al estado civil del individuo aisladamente, sino al del individuo en sus relaciones con otro, dentro de un contrato. La fase principal de este contrato - - - -- .

'"f; op. cit., supra. p. 17. ': 1-í;-. C~jdigo Ciidl, Ed. Fiscales Isef, 1999.

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de matrimonio, afecta profundamente la propia personalidad de los contratantes en lo que es más esencial en el individuo: la voluntad y la libertad; por consi- guiente, la aplicación de las leyes relativas, debe ser con toda la estrictez y la amplitud necesarias para no vulnerar la libertad y la voluntad, que son esenciales a la naturaleza humana. De entre estas leyes, las que preceptúan el divorcio evidencian importancia máxima, porque su objeto es nada menos que el de rei- vindicar aquella libertad, cuando la causa la voluntad de haberla en parte abdi- cado, ha desaparecido.. .". Si el contrato y entrega fueron en parte, no se entiende que reivindica, pues en esa circunstancia, es falso que haya habido entrega, porque lo que se entrega, ya no le pertenece, es del otro cónyuge. Además de la parte que corresponde a los hijos, y el interés de la sociedad por la estabilidad de sus integrantes.

El otro párrafo, dice en lo conducente: "Toda ley nueva carece de unifor- midad en su aplicación y principalmente cuando esa ley afecta costumbres e instituciones arraigadas en el orden familiar y social. Es preciso hacer costumbre de una ley nueva para destruir la costumbre establecida, y para que se haga cuanto antes esa nueva costumbre, es preciso uniformar la aplicación de la Ley del Divorcio en México"15 ¡Nada más y nada menos! Son demasiado fi~ertes esas expresiones: "afecta costumbres e instituciones arraigadas en el orden familiar y social.. . . Para destruir la costumbre establecida.. .." Desde luego no tuvo suerte porque "esa nueva costumbre" tardó casi medio siglo en arraigarse y los resul- tados no son nada positivos, por lo menos para la estabilidad familiar, que es la que importa.

Y el decreto de fecha 27 de mayo de 1916 expedido por Venustiano Carranza, en el que declara aplicable las nuevas disposiciones sobre el divorcio vincular a los matrimonios efectuados conforme la legislación anterior; de dicho decreto copio lo siguiente: "ROTO EL VÍNCULO MATRIMONIAL, QUEDAN LOS ESPOSOS EN APTITUD DE PODER CONTRAER NUEVO MATRIMONIO. -Esta prescripción está encerrada en un Decreto del C. Primer Jefe, que contiene adiciones a la Ley de 24 de diciembre de 1914.- VENUSTIANO CARRANZA. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la República, a sus habitantes, hago saber:

La ley de 29 de diciembre de 1914, no determinó la situación jurídico-social de los divorciados conforme a la ley anterior, que solamente autorizaba la simple separación de cuerpos. Si conforme a esa ley anterior obtuvieron su separación los esposos, y mantienen éstos esa separación, claro está que lo fue por causas que rompieron la armonía conyugal e hicieron insostenible la vida en común, causas

-

l 5 Cfi op. cit., Supra 8, p. 149.

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esenciales que conforme a la nueva ley ameritan la ruptura del vínculo. Pretender así, por los medios legales, la reunión de los consortes sería un absurdo moral, y pretender dejar indefinida la situación de esos divorciados, sería un absurdo jurídico-social. Desde el momento que existe identidad o semejanza de causas para la simple separación de cuerpos, ayer y para la ruptura del vínculo matri- monial, hoy, es inconcuso que el divorcio obtenido de acuerdo con la ley derogada, debe causar los efectos de la ley en vigor . . . . " . 1 6 El subrayado es de la misma edición.

Producto de este ambiente y de esas disposiciones, es el comportamiento de los actores del caso que comento, y mucho temo hay otros casos resueltos de la misma forma.

1. EL MATRIMONIO Y EL DIVORCIO A LA LUZ DE LA ÉTICA

1. Para el análisis del caso a estudio, me parece que otro punto de vista, después de haber revisado el aspecto legal aplicable en México, así como la evolución de la reglamentación sobre el divorcio, ahora como medio para "disol- ver" el vínculo, y con la idea de llegar a una calificación de los resultados del tema, me parece necesario analizar el matrimonio desde el punto de vista de los actos humanos, es decir, del actuar racional del hombre, que necesariamente lleva a la moralidad de los actos, sin que eso indique que hable de religión, de la Religión Católica, porque el hombre, todo hombre, está compuesto de alma y cuerpo, es decir de espíritu y materia, de ahí la racionalidad; el hombre piensa, debe pensar en lo que hace y en las consecuencias de los actos que realiza, o que va a realizar, no sólo desde el punto de vista jurídico, sino también desde el punto de vista moral, pues los actos humanos no son inocuos, tienen consecuencias para el hombre que los hace.

En la circular citada en el capítulo anterior de fecha 2 de noviembre de 1916, se señala: "...si el fundamento de la legislación matrimonial es la naturaleza humana, claro está que debe tomarse al hombre como tal hombre y después como miembro de tal o cual nacionalidad.. ." En esa misma circular habla de la voluntad y de la libertad, lógicamente aplicables al hombre, pues no puede hablarse, con propiedad, que los seres irracionales las tengan.

En el decreto de 27 de mayo de 1916, también señalado en el capítulo anterior, al hablar del divorcio en los códigos civiles de 1870 y 1884, en donde

16. Cfr. op. cit., supra 8, p. 15 1 ,y 152.

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el efecto del mismo era la separación y no la disolución del vínculo, y con la idea de hacer aplicable a los divorcios efectuados conforme la legislación anterior, porque se había perdido la armonía conyugal e hicieron insostenible la vida en común, "por eso 'pretender así', por los medios legales, la reunión de los con- sortes sería un absurdo moral, y pretender dejar indefinida la situación de esos divorcios, sería un absurdo jurídico-social.. ."."

Afirmación audaz, quien sabe a qué moralidad se refiera. Porque evidente que no es a la moralidad de la persona racional, a la de la Ética, que tiene su aplicación en las costumbres, pues ¿qué moralidad será la que se obtenga de una legislación que permita la degradación de la persona, la desintegración familiar y facilite el incumplimiento de las obligaciones adquiridas con el matrimonio? Sería tanto como hablar del padre que permite la corrupción de sus propios hijos, diciendo que es una persona respetuosa de la libertad de los hijos, cuando la realidad es que no cumple con el deber primordial de educar y formar, como personas racionales, a esos descendientes.

En relación con el divorcio voluntario regulado en el Código Civil de 1870, la exposición de motivos expresa la esperanza de la reconciliación entre los es- posos, pues continúan siendo marido y esposa, por eso se admite el voluntario. Dice: "La cuestión, examinada prácticamente cambia de aspecto; y el divorcio voluntario es, ya no un bien, un mal mucho menor; porque evita la deshonra de la familia y los malos ejemplos que la desavenencia de los padres deja á los hijos en triste legado. Y como no es perpetuo; y como la simple voluntad de los consortes puede ponerle término á cualquiera hora, queda siempre la fundada esperanza de que el tiempo, el amor a los hijos'y mil circunstancias que de pronto no pueden preverse, aceleren el momento de la reconciliación." Sólo los ríos no vuelven atrás, la persona puede y debe rectificar cuantas veces haga falta, para comportarse y actuar como persona racional.

En la misma exposición de motivos indica que el proyecto tiene innovaciones verdaderamente radicales en relación al matrimonio, al mejorar la situación de la mujer en lo concerniente a los derechos y obligaciones de los consortes.

Antes de hacer algunos comentarios sobre los actos humanos en donde el hombre pone en acción la inteligencia, la voluntad y la libertad, considero necesa- rio señalar qué dice la Iglesia Católica sobre el matrimonio y el divorcio. No porque el matrimonio sea una institución para personas que profesan la Religión Católica, como no es privativo de los católicos tener inteligencia, voluntad y disponer de

l7 Cfr. La edición del Código Civil del Distrito Federal y Territorios, Ed. AndrCs Botas e Hijo, Sucr., México, 1926, p. 126.

Is Cfr. Código Civil del Distrito Federal y Territorio de la Baja California, Ed. Imprenta de E. Ancona y M. Peniche, México, 1871, pp. 3 y 87.

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libertad para querer y actuar y, por tanto, que le sean imputables los actos que realiza y las consecuencias que de ellos se derivan. También es necesario ver, qué enseña sobre la moralidad de los actos humanos y sobre la manera de actuar de los hombres en su actuar cotidiano.

En la Carta Encíclica, Veritatis Splendor, el Sumo Pontífice Juan Pablo 11, apunta que "la verdad ilumina la inteligencia y modela la libertad del hombre, que de esta manera es ayudado a conocer y a amar al Señor".I9 Un poco más adelante volveré sobre esta Carta Encíclica para ver algo sobre la libertad y la ley, sobre la conciencia y la verdad.

En el catecismo de la Iglesia Católica, que la Carta Encíclica Veritatis Splen- dor cita, y que precedió a la publicación de esa Carta, se señala que el varón y la mujer, por el matrimonio, constituyen entre sí un consorcio de toda la vida. Que la Sagrada Escritura abre el relato de la creación del hombre y la mujer, señalando que fueron hechos a imagen y semejanza de Dios.20 Es, por consiguiente, para todos los hombres, por el hecho de serlo, no es algo para los católicos y, por tanto, es un error pensarlo y actuar así, que la indisolubilidad del matrimonio es pro- blema de los católicos, si se divorcian o no pero no para los no creyentes; que no se "obligue" a los no creyentes a un compromiso que no les corresponde y puedan divorciarse cuantas veces quieran. Les incumbe y corresponde por ser persona humana, no por otra razón.

"La íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias, se establece - d i c e el núm. 1603- sobre la alianza matrimonial (. . . .) un vínculo sagrado (. . .) no depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del rnatrimoni~."~' La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y la mujer; no es por tanto el matrimonio una institución puramente humana, no obstante las variaciones que haya podido sufrir a lo largo de los siglos y en las diversas culturas.

"El hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro, y emplea en las Sagradas Escrituras una frase fuerte: "Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne."22

Como consecuencia del desorden que introdujo en la naturaleza el pecado original, todo hombre, "tanto en su entorno como en su propio corazón, vive la experiencia del mal. Esta experiencia se hace sentir también en las relaciones entre el hombre y la mujer. En todo tiempo, la unión del hombre y la mujer vive

l9 S.S. Juan Pablo 11, Carta Encíclica Veritatis Splendor de 6 de agosto de 1993, Ed. Li- brería Parroquial, México.

20 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, Ed. Asociación de Editores del Catecismo, 3? ed. revisada, Impreso por Grafo, S.A., Bilbao, España, 1993, M. 1601 y 1602.

2' Cfr. op. cit., núm. 1603. 22 Cfr. op. cit., núm. 1605.

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amenazada por la discordia, el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos que pueden conducir hasta el odio y la ruptura. Este desorden puede manifestarse de manera más o menos aguda, y puede ser más o menos superado, según las culturas, las épocas, los individuos, pero siempre aparece como algo de carácter niv ver sal".^^ Si el matrimonio es válido, "origina entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo por su misma nat~raleza".~~

El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca toda la vida de los es- p o s o ~ . ~ ~

En tomo al divorcio se habla de la libertad que los cónyuges tienen y, con ese fundamento, según la ley, disuelven el matrimonio y quedan libres. La ver- dadera libertad para el hombre, ser racional, existe cuando obra hacia la verdad y el bien. "La libertad es el poder, que radica en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaven- turanza. . . " 26

Más contundentemente y desconcertante para un positivista es lo que señala el núm. 1733: "En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo más libre. No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y del mal es un abuso de la libertad y conduce a la esclavitud del pecado."

En relación con el contenido de los dos números antes citados, el autor Pinckaers apunta: "Nos referidos por tanto a una libertad que no se reduce al poder elegir entre contrarios -entre el bien y el mal-, lo que se ha denominado libertad de indiferencia; sino, a una libertad que tiende espontáneamente hacia lo que tiene cualidad de verdad y de bien, y que se puede llamar libertad de calidad o excelencia, pues consiste en el poder de realizar obras verdaderas y buenas."*'

Vista así la libertad es "inalienable autoposesión y apertura universal a cada ser existente, cuando sale de sí mismo hacia el conocimiento y el amor a los demás. La libertad se fundamenta, pues, en la verdad del hombre y tiende a la comunión" expresa la Carta Encíclica antes citada. En este mismo documento se señala el conocimiento de la realidad y drama que vive el hombre, cómo éste

23 Cfr. op. cit., núm. 1606. 24 Cfr. op. cit., núm. 1638. 2' Cfr. op. cit., núm. 1644. 26 C f . op. cit., núm. 1731. 27 Cfr. Pinckaers, Servais-Th., Para Leer la Veritatis Splendor, Ed. Rialp, Madrid, 1996.

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descubre que su libertad está inclinada a lo contrario de lo Verdadero y del Bien, que "demasiado frecuentemente, prefiere, de hecho, escoger bienes contingentes, limitados y efímeros..

En este aspecto que comento, me parece importante tener en cuenta el deber que corresponde a la Autoridad, y el que corresponde al ciudadano, pues desde el punto de vista de la perfección del ser, éste la tendrá no sólo cuando está en acto, sino también cuando "tiene toda la actualidad que le corresponde según su naturale~a".~~ Pues "la autoridad sólo se ejerce legítimamente si busca el bien común del grupo en cuestión y si, para alcanzarlo emplea medios moralmente lícitos. Si los dirigentes proclaman leyes injustas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas disposiciones no pueden obligar, en conciencia, . . ..".30

Antes de terminar estas consideraciones me parece oportuno recordar, la definición de ética, que da un autor: es "la ciencia práctica de las costumbres o de los actos humanos, que ella dirige, por las reglas supremas de la moralidad, hacia la honestidad natural".31

Voy a pasar al siguiente apartado en donde mencionaré mis consideraciones sobre el caso a estudio, en donde tendré como fondo los actos humanos, con base en el objeto, fin y circunstancias, así como los imperativos morales que empiezan con un no: matar, robar, mentir, fornicar, en los cuales siempre el acto que tenga por objeto una de esas situaciones, es inmoral.

2. CONSIDERACIONES ACERCA DEL DIVORCIO COMO MEDIO DE ELUDIR RESPONSABILIDADES ECON~MICAS

Llegamos a la última parte para determinar si puede ser el divorcio un medio para evitar el cumplimiento de obligaciones personales o de crédito.

Estamos ante un negocio simulado, de conformidad con el artículo 2180 del Código Civil para el D. F. y por tanto susceptible de pedir la nulidad del mismo, con apoyo en los artículos 2 18 1 y 21 82 del mismo Código. Esa nulidad podrían pedirla los acreedores conforme el art. 2183 del mismo ordenamiento.

El acreedor también podría pedir cesen los efectos del divorcio, por quedar insolvente el deudor y por haberlo hecho para ese efecto, de conformidad con el art. 2163 del Código Civil.

28 Cfr. op. cit., supra Nota 3, núm. 86. 2y Cfr. Adame Goddard, Jorge, Filosoja Social Para Juristas, Instituto de Investigaciones

Jurídicas, UNAM, McGraw-Hill, México, 1998, p. 37. lo Cfr. op. cit., supra nota 4; núm. 1903. l' Cfr. D. Barbedette, Tomás, Etica ó Filosofía Moral, conforme alpensamiento de Aristóteles

y Santo Tomás, traducción de Salvador Abascal, Ed. Tradición, México, 1974.

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De lo anterior se desprende con toda claridad, que el divorcio no es un medio jurídico para evitar el pago de los créditos, en los cuales los acreedores quirografarios tienen como garantía los bienes del deudor. Nuestro Código sigue la teoría del patrimonio personalidad, uno de cuyos principios señala que el patrimonio es prenda tácita de los acreedores.

En apoyo de lo dicho, el art. 2964 del Código Civil dice: "El deudor respon- de del cumplimiento de sus obligaciones con todos sus bienes, con excepción de aquellos que, conforme a la ley, son inalienables o no embargables."

Continuando en el mismo ámbito de la legislación civil, en mi opinión el consejo del abogado que intervino en el negocio a estudio fue también desacertado porque ahora esos esposos, para la ley civil, son concubinos, con todo lo que esto implica, para ellos y para sus hijos; y más grave, que podrían contraer matrimonio con persona distinta al quedar disuelto el vínculo matrimonial según hemos visto en el primer capítulo de este trabajo.

Desde el punto de vista ético, la solución dada por el abogado y aceptada por los interesados, es igualmente desacertada por faltar a la verdad, la cual es imprescindible para que la persona se perfeccione y alcance la Verdad.

Falta igualmente a la justicia: al privar a los acreedores del posible pago; también, por las obligaciones que los cónyuges tienen entre sí y ambos para con los hijos, al poderlos privar de la ayuda a que tienen derecho, no de manera temporal, sino durante toda la vida de la persona pues podrían contraer, conforme la ley civil, otro matrimonio.

Falta a la caridad, al no dar a Dios el amor que le es debido, desobedeciendo sus mandatos, que están impresos en el corazón de cada hombre y por ello tiene ese primer principio de hacer el bien y evitar el mal. La conciencia, que es el primer juicio que el hombre recibe antes de actuar, también se ve maltratada y en peligro de deformarse, siendo que la persona debe formarse la conciencia y no actuar en contra de ella, ni con conciencia dudosa.

Finalmente, se pone en peligro de perder el premio eterno que Dios tiene reservado para quienes cumplen sus mandatos.

CONCLUSIONES

1. El divorcio no es una solución para utilizarlo como estrategia ante el cumplimiento de obligaciones personales o de crédito. Son más los perjuicios que en el orden ético ocasiona, además de lo endeble como sistema para el incumpli- miento de compromisos económicos.

2. Es recomendable que a los estudiantes de Derecho, futuros abogados, se les inculque la conveniencia de plantearse si, éticamente, el problema que se les

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plantea, tiene solución en la forma que los interesados pretenden. El aspecto jurídico lo aprenden con el estudio de las materias.

3. Seria muy benéfico que la legislación civil, en torno al divorcio, volviera a la reglamentación de los dos primeros Códigos de México.

4. Si se considera imposible (¿?) lo sugerido en el número anterior, entonces permitir que, legalmente, los contrayentes puedan pactar la indisolubilidad, con lo cual habría dos sistemas: uno, como está ahora, y otro con la posibilidad de pactar la indisolubilidad, con efectos vinculantes para los contrayentes.

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