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D esde su primer vuelo dentro del programa de Demostración de Tecnología de Concepto Avanzado (ACTD) 1 , en junio de 1994, el prototipo del sistema aéreo no pilotado RQ-1 “Pre- dator” exhibió unas capacidades más que notables para apoyar las operaciones militares. Pero los dise- ñadores de ese avión sin piloto lo habían concebido para ser mucho más que un simple medio barato y seguro de vigilancia, reconocimiento y adquisición de inteligencia (ISR). Cuando en febrero de 2001 se certificó el disparo de un misil aire-tierra AGM-114 Hellfire desde un Predator MQ-1, la sensación de que estos nuevos sistemas podrían suponer una au- téntica revolución en el arte de la guerra, similar a las que en el pasado provocaron la invención de la pólvora o la aparición de la Aviación en los cielos de los campos de batalla, empezó a tomar forma en las mentes de muchos estrategas. En realidad, el origen de los aviones no pilotados se remonta a mucho antes, incluso a los inicios de la Aviación. En este sentido, ya desde las primeras décadas del siglo XX existen evidencias en diversos países de los intentos por construir aeronaves no tri- puladas, que en la mayoría de los casos no pasaron de ser meros proyectos o experimentos de mayor o menor fortuna. Pero fue a partir del final de la Se- gunda Guerra Mundial, especialmente en los EE.UU, cuando se comenzaron a desarrollar y utili- zar de forma sistemática vehículos aéreos sin piloto para las más diversas misiones. De los iniciales “drones”, aún en uso, empleados exclusivamente como blancos (incluso supersónicos) para entrena- miento de tiro antiaéreo y aire-aire, se pasó a los aviones de control remoto (RPV) que fueron asumiendo nuevas misiones de for- ma paulatina. En la década de los años 60, se desarrollaron sucesivas series de fami- lia Firebee para reco- nocimiento, guerra electrónica (ECM), inteli- gencia de señales (SI- GINT) e incluso como señuelos no recupe- rables (decoys) para engañar a las defensas enemi- gas. Sistemas similares, inicialmente diseñados para reconocimiento fotográfico, fueron posteriormente dotados de cámara de TV y transmisor para opera- ción en tiempo real y participaron en operaciones reales en el Sudeste Asiático. Fue precisa- mente a un RPV de esta familia (BGM- 34A) al que se le atribuye el pri- mer disparo de un misil (AGM-65 Maverick) desde un avión no tripula- do a principios de los años 70. También Israel desde la Guerra del Yom Kippur en 1973, ha utilizando profusamente sus propios desarrollos de RPV, con diversos cometidos y notables éxitos, lo que le ha con- vertido hoy en día en una de las potencias en el campo del desarrollo de modernos UAS. Cabe preguntarse entonces, ¿por qué si se han ve- dossier El empleo de sistemas aéreos no tripulados Una estrategia innovadora FERNANDO HORCADA RUBIO Coronel de Aviación 1 El Advanced Concept Technology Demonstra- tion (ACTD), es un programa de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanza- da de la Defensa (DARPA), perte- neciente al Departamento de Defensa (DoD) de los EE.UU. REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA / Marzo 2010 268

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D esde su primer vuelo dentro del programa deDemostración de Tecnología de ConceptoAvanzado (ACTD)1, en junio de 1994, el

prototipo del sistema aéreo no pilotado RQ-1 “Pre-dator” exhibió unas capacidades más que notablespara apoyar las operaciones militares. Pero los dise-ñadores de ese avión sin piloto lo habían concebidopara ser mucho más que un simple medio barato yseguro de vigilancia, reconocimiento y adquisiciónde inteligencia (ISR). Cuando en febrero de 2001 secertificó el disparo de un misil aire-tierra AGM-114Hellfire desde un Predator MQ-1, la sensación deque estos nuevos sistemas podrían suponer una au-téntica revolución en el arte de la guerra, similar alas que en el pasado provocaron la invención dela pólvora o la aparición de la Aviación enlos cielos de los campos de batalla, empezóa tomar forma en las mentes de muchos estrategas.

En realidad, el origen de los aviones no pilotadosse remonta a mucho antes, incluso a los inicios dela Aviación. En este sentido, ya desde las primerasdécadas del siglo XX existen evidencias en diversospaíses de los intentos por construir aeronaves no tri-puladas, que en la mayoría de los casos no pasaronde ser meros proyectos o experimentos de mayor omenor fortuna. Pero fue a partir del final de la Se-gunda Guerra Mundial, especialmente en losEE.UU, cuando se comenzaron a desarrollar y utili-zar de forma sistemática vehículos aéreos sin pilotopara las más diversas misiones. De los iniciales“drones”, aún en uso, empleados exclusivamentecomo blancos (incluso supersónicos) para entrena-

miento de tiro antiaéreo y aire-aire, se pasó a losaviones de control remoto (RPV) que fueronasumiendo nuevas misiones de for-ma paulatina. En la década delos años 60, se desarrollaronsucesivas series de fami-lia Firebee para reco-nocimiento, guerrae l e c t r ó n i c a(ECM), inteli-gencia deseñales( S I -

GINT)e incluso comoseñuelos no recupe-rables (decoys) para engañar a las defensas enemi-gas. Sistemas similares, inicialmente diseñados parareconocimiento fotográfico, fueron posteriormentedotados de cámara de TV y transmisor para opera-ción en tiempo real y participaron en operacionesreales en el Sudeste Asiático. Fue precisa-mente a un RPV de esta familia (BGM-34A) al que se le atribuye el pri-mer disparo de un misil(AGM-65 Maverick)desde un avión

no tripula-do a principios

de los años 70. También Israel desde la

Guerra del Yom Kippur en1973, ha utilizando profusamente sus

propios desarrollos de RPV, con diversoscometidos y notables éxitos, lo que le ha con-

vertido hoy en día en una de las potencias en elcampo del desarrollo de modernos UAS.

Cabe preguntarse entonces, ¿por qué si se han ve-

dossier El empleo de sistemas aéreos no tripulados

Una estrategiainnovadora

FERNANDO HORCADA RUBIOCoronel de Aviación

1El Advanced Concept Technology Demonstra-tion (ACTD), es un programa de la Agenciade Proyectos de Investigación Avanza-da de la Defensa (DARPA), perte-neciente al Departamento deDefensa (DoD) de losEE.UU.

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nido utilizando vehículos aéreos sin piloto desdehace más de 60 años la mayoría de los analistasconsideran el nacimiento del RQ-1 Predator comola línea divisoria que establece un antes y un des-pués en el desarrollo de los sistemas aéreos no tri-pulados?.

Aunque la respuesta a esta cuestión podría justifi-car por sí misma un nuevo artículo, puede resumir-se diciendo que si bien tanto los antiguos RPV co-mo los actuales UAS se basan en la utilización demedios aéreos controlados remotamente, su con-cepto de empleo y capacidades tecnológicas difie-ren enormemente. En efecto, si los RPV eran consi-derados como sistemas “de apoyo” a las operacio-nes aéreas, los UAS son capaces de desarrollar porsí mismos una amplia ga-

ma de misiones, específicas o con-juntas, tácticas o estratégicas, de combate

o de apoyo al combate; y todo ello utilizandola misma plataforma, capaz de llevar a cabo distin-tos roles en el trascurso de una sola misión, de su-ministrar información y capacidad de respuesta entiempo real al nivel de mando que se requiera y, enconclusión, de facilitar y agilizar enormemente latoma de decisiones.

Todas estas cualidades han hecho de los UASuna capacidad indispensable en la resolución delos conflictos actuales y su empleo implica impor-tantes cambios estratégicos. En esta línea, el Centrode Competencia Conjunto sobre Poder Aéreo(JAPCC) de la Alianza estableció en su ConceptoEstratégico de Empleo de los UAS en la OTAN, “elempleo de los UAS debe ser incorporado a los con-ceptos operativos a través del todo el espectro de

las operaciones militares, debiendo ser tenidos encuenta en los desarrollos o modificaciones de con-ceptos de operación, doctrina, STANAGs y tácticas,técnicas y procedimientos (TTPs)”.

Como vemos, los UAS están impulsando una im-portante evolución de la estrategia aliada que, enpoco tiempo, puede convertirse en una auténticarevolución estratégica, de la que nuestra Nación nopuede permanecer ignorante.

LOS UAS: UNA TECNOLOGÍA PROMETEDORA

Pensar en los UAScomo simples avio-

nes sin piloto es lomismo que consi-

derar los teléfonosmóviles como sim-ples teléfonos sin

cables, es decir,obviar todos los

cambios socia-les y organi-

zativos queel peque-

ño apa-r a t o

que hoyen día todosllevamos en nuestrobolsillo ha supuesto para lassociedades del inicio del tercer mile-nio. Y al igual que en el caso de los teléfonosmóviles primitivos, las capacidades reales de losUAS están todavía por desarrollar.

A la hora de incorporar nuevas tecnologías, exis-te la tendencia natural de los seres humanos a em-plear una nueva capacidad como una simple ver-sión mejorada de otra anterior. Así, los oficinistasde hace sólo un par de décadas utilizaban los orde-nadores como meros procesadores de texto, y hastacierto punto esto era correcto, ya que tenían capa-cidad para llevar a cabo una tarea existente (meca-nografiar) de forma más rápida y fácil. Sin embargo,los ordenadores finalmente han introducido nuevasfunciones y nuevas formas de trabajo que han revo-lucionado nuestras oficinas. Mucha gente se resistióa esta transformación durante años (y aún alguno seresiste), manteniendo secretarias, escribientes y de-lineantes, y exigiendo todos los documentos de tra-bajo “en papel” y por el conducto debido. Todosellos han sido lentamente desplazados de los pues-tos competitivos por la fuerza de los acontecimien-

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tos. La lección aprendida del desarrollo de los orde-nadores es que, aunque el cambio inicial pueda serlineal (y compatible con las estructuras existentes),los efectos finales pueden acabar minando esas mis-mas estructuras.

En otras palabras, entender las nuevas tecnologíassimplemente como una versión mejorada de suspredecesoras tiene siempre un recorrido corto, y esen ese estadio inicial de comprensión en que noshallamos ahora en lo que respecta a los UAS. Porello, aunque no podemos adivinar el futuro con pre-cisión, se puede predecir que, a pesar de que seránecesario cambiar muchos conceptos y adaptar lasactuales estructuras, el desarrollo de los UAS conti-nuará su rápido avance, según las tecnologías aso-ciadas vayan solucionando los retos actuales.

Ciertamente, a los usuarios de los UAS les gusta-ría poder extender sus capacidades más allá de loque la tecnología actual les permite. Lo que estable-ció la radical diferencia entre los antiguos RPV y losactuales UAS es la gran capacidad de comunica-ción y transmisión de información de estos últimosa puntos situados más allá del alcance visual(BLOS), gracias al desarrollo de la tecno-logía de las comunicaciones vía saté-lite (SATCOM) y fibra óptica. Pero con-forme los requisitos de los UAS se hacen más ymás exigentes y el número de UAS operativos dis-ponibles crece exponencialmente, las necesidadesde ancho de banda y frecuencias disponibles pue-den suponer una limitación importante en su desa-rrollo. Sin embargo, las limitaciones tecnológicas dehoy en día pueden ser superadas antes de lo que so-mos capaces de imaginar.

En este sentido, debemos ser optimistas en lo quese refiere a la capacidad del ingenio humano y derespuesta de la industria a los retos tecnológicos quese le plantean. Hay que considerar la vigencia de laley de Moore, que en 1965 estableció que la com-plejidad de los circuitos integrados se duplicaría ca-da año, con una reducción considerable de su pre-cio. En 1975, el propio Gordon E. Moore modificósu propia ley al afirmar que el ritmo bajaría, ya que,a partir de esa fecha, la capacidad de integración seduplicaría aproximadamente cada 24 meses. Aun-que estos vaticinios se han ido cumpliendo escrupu-losamente durante las pasadas décadas, reciente-mente Moore ha puesto fecha de caducidad a suley, diciendo que dejaría de cumplirse en un plazode entre 10 y 15 años; sin embargo, también ha ase-gurado que una nueva tecnología vendrá a suplir ala actual, por lo que no es previsible un “estanca-miento” en el crecimiento de la capacidad de pro-ceso de datos.

En efecto, el conocimiento humano está hoy endía digitalizado, permitiendo un rapidísimo inter-cambio de datos multidisciplinares. Cada día se di-señan nuevos sensores en todos los órdenes de la vi-da, desde el campo de la medicina al de la seguri-

dad. El gasto global en tecnologías de la informa-ción y la comunicación pasará de 4 trillones de dó-lares anuales en 2011, de acuerdo con el estudioDigital Planet 2008 llevado a cabo por la AlianzaMundial de la Tecnología de la Información y Servi-cios – WITSA. En lo que afecta a las principales na-ciones inversoras analizadas en este informe (que si-túa a España en el 10º puesto), la tendencia indivi-dual no indica ralentización, y colectivamentepermite predecir avances logarítmicos en tecnologí-as asociadas a los UAS durante varios años.

Es por ello, que podemos vaticinar, sin excesivoriesgo a equivocarnos, que las capacidades de losUAS se incrementarán en las próximas décadas,multiplicando las misiones que serán capaces deasumir, y generalizando su empleo operativo.

LA PERSISTENCIA COMO VENTAJA ESTRATÉGICA

A la hora de vaticinar un futuro favorable para losUAS, los estrategas han tenido en cuenta las venta-

jas operativas que estos sistemas aportan a la avia-ción clásica (entendiendo como tal al conjunto delos aviones tripulados). A las características tradicio-nales del poder aéreo: flexibilidad, velocidad, capa-cidad de penetración, etc. se suman ahora algunasnuevas como: economía de medios (materiales yhumanos), mínimo riesgo y, sobre todo, gran auto-nomía y persistencia.

Estos dos términos, autonomía y persistencia,aunque íntimamente relacionados, no deben serconfundidos. Mientras que autonomía se entiendecomo el tiempo que una aeronave es capaz demantenerse en el aire de forma autónoma, la per-sistencia se refiere a la tenacidad en el propósito yefectos de la misión. De acuerdo con esta visión yen contra de lo que hasta ahora se ha venido con-siderando, el disponer de capacidad de reabaste-cimiento en vuelo (AAR) no dotaría de mayor au-tonomía a un avión, sino de mayor persistencia ensu misión.

En este sentido, ha sido su gran capacidad de per-sistencia, unida a su adaptabilidad a las misiones di-fíciles (las denominadas dull and dirty), lo que hahecho a los UAS merecedores de un papel primor-dial en las operaciones modernas. La autonomía delos actuales sistemas MALE (altitud media y gran au-tonomía), que ronda las 24 horas, puede verse nota-blemente incrementada en próximos desarrollos. Elobjetivo estratégico último sería la persistencia total,

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es decir, la permanencia continua mediante relevossucesivos de UAS de gran autonomía.

Las aportaciones de los UAS al campo de la es-trategia, están siendo analizadas por los expertos ennumerosos foros. Un grupo de ellos lo hicieron enla revista Air & Space Power Journal2. Para ellos, losUAS podrán ofrecer en breve un grado de persis-tencia inimaginable por las generaciones anterioresde líderes militares. Podrán rondar en masa por casicualquier punto del planeta durante días. Grandesflotas de UAS ofrecerán inteligencia, vigilancia y re-conocimiento persistentes, capacidad de combatepersistente, apoyo logístico persistente, etc. La au-sencia de piloto además de facilitar enormementeel aumento de la persistencia, permitirá asumir ma-yores riesgos y concebir diseños mucho más agresi-vos.

La persistencia tiene implicaciones es-tratégicas. Los efectos con-s e g u i -

dos a travésde UAS en co-ordinacióncon otras ca-

pacidades mili-tares conjuntas,

abren nuevas posibili-dades a la disuasión.En este sentido, una

nación o alianza de na-ciones podrá enfrentarse persistentemente a otranación o grupos insurgentes por largos períodos detiempo sin necesidad de implicar grandes desplie-gues. La larga guerra contra el terrorismo global,que no es sino un tipo de conflicto persistente, po-dría ser afrontada mediante el empleo de UAS, queproporcionarían efectos persistentes contra un ene-migo persistente, a un ritmo sostenible para los me-dios de las naciones aliadas.

Otro importante aspecto estratégico relacionadocon la persistencia es el que puede identificarsecon la aplicación del Principio de Incertidumbre deHeisenberg. Según esta teoría, no es posible prede-cir con exactitud la posición de un electrón porquela propia observación modifica la conducta de lapartícula. Aunque promulgada para las partículas fí-sicas, esta teoría es adaptable en buena medida a laconducta de los seres vivos. Aplicada al campo dela estrategia, la conclusión sería que, ya que cadaacto de observación modifica en cierto modo la

conducta del observado, la vigilancia persistente ysistemática sobre un potencial enemigo (por ejem-plo, mediante el empleo de una red de UAS) puedetener un efecto dinámico sobre el adversario, es de-cir, permitir a las fuerzas propias influir sobre lasenemigas consiguiendo el efecto deseado sin nece-sidad de enfrentarse con ellas. Lo que Sun-Tzu de-nominó “el arte supremo de la guerra”.

En opinión del Vice-Marshal (R) de la RAF,R.A. Mason3, una red deUAS persistentes puedenegar al enemigo la capa-cidad de sorpresa a cortoplazo, concediendo, por elcontrario, a las fuerzas alia-das una ventaja temporalirremplazable que les permitamantener prolongados conflic-tos de baja intensidad con ni-veles de riesgo aceptables, en

términos políticos, económicos y de pérdidashumanas. Aún más, una red de UAS persistentespermitirá a los líderes políticos y militares propor-cionar respuestas en tiempo real a las circunstan-cias cambiantes de la situación, así como determi-nar el momento y ritmo de la acción apropiada:una rápida respuesta pasando de la información ala acción en cuestión de segundos, o una reacciónmesurada a lo largo de días, meses, o incluso años.

Por contra, el Vice-Marshal Mason, también ad-vierte que, en medio del entusiasmo, se debe dehacer una llamada de atención sobre los numero-sos avances y retrocesos de los nuevos armamentos

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2“Assimilating Unmanned Aircraft”, Air & Space Power Journal,Summer 2009 edition, págs. 5-10.

3“Assimilating Unmanned Aircraft”, Air & Space Power Journal,Summer 2009 edition, pág. 10

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a lo largo de la Historia Militar. Es decir, el clásicomovimiento pendular entre lo ofensivo y lo defensi-vo cuando la puesta en servicio de una nueva armao sistema sirve de estímulo para el desarrollo deotro en su contra. En este sentido, puede anticiparseque la tecnología de los UAS no será una excep-ción. El actual liderazgo de Occidente (en especial,de los EE.UU) en este campo será probablementemenor a medida que las economías en expansión,como China o la India, impulsen el desarrollo de latecnología avanzada en otros países. Por ello, resul-tará cada vez más difícil de mantener inalterable laventaja tecnológica que proporcionan los UAS, es-pecialmente frente a naciones resueltas a defendersu libertad de acción ante la invasión de su espacioaéreo o la amenaza a su soberanía.

Por supuesto, un enemigo que se sienta persisten-temente observado se verá abocado a modificar susconductas por otras más difíciles de detectar, identi-ficar y anticipar, incluso buscando nuevas formas decontrarrestar la acción de los UAS mediante medi-das más agresivas, incluidas acciones asimétricas si-tuadas fuera del marco ético-jurídico de las conven-ciones internacionales. Esto podría provocar unefecto contrario al deseado y dificultar la acciónde las fuerzas propias. Es por ello quecualquier campaña de vigilanciadebe ser cuidadosamenteplaneada y hábil-mente ejecuta-da para lograrlos efectos desea-dos. Y en cualquiercaso, la acción de la vigilancia persistente siempreconseguirá la pérdida de la iniciativa y de la libertadde acción del potencial enemigo, evitando que unasituación de riesgo se transforme en una auténticaamenaza demasiado rápidamente para poder sercontrarrestada con otro tipo de medidas; en otraspalabras, proporcionará a los líderes políticos y mili-tares el grado deseado de superioridad en las deci-siones. Tal es, por ejemplo, el actual caso de Irán,

donde una intensa campaña de vigilancia ha obliga-do ya a enviar bajo tierra su programa nuclear, re-trasando y complicando la consecución de sus ob-jetivos estratégicos, los cuales quizás ya habría al-canzado de no ser por esa vigilanciaexhaustiva.

Puede concluirse, por lo tanto,que el desarrollo de losUAS supondrá unacontribución ala estrategiacomparable ala que hans u p u e s t ootros grandesinventos a lolargo de la His-toria. Pero comoesos casos, es forzo-so comprender quelas tecnologías revo-luc iona r i a simpli -

c a nun proceso

de transforma-ción en las organiza-

ciones y sus formas de operar.Y en este proceso, la anticipación

siempre será más ventajosa para la propiaorganización que esperar, como en el caso ante-

riormente comentado de los ordenadores en las ofi-cinas, a que el cambio se acabe produciendo por lafuerza de los acontecimientos.

LA TRANSFORMACIÓN NECESARIA

A la hora de escribir este artículo no es posibleanticipar cómo será la transformación que, sin du-da, sufrirán las organizaciones de defensa paraadaptarse a los retos que impone una nueva tecno-logía que puede revolucionar el arte de la guerra;

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sólo puede avanzarse que ésta será, sin duda, inevi-table y multilateral.

Inevitable, porque a pesar de la resistencia natu-ral al cambio que caracteriza a cualquier organiza-ción humana, se hará patente la necesidad de mo-dificar muchas de los actuales criterios, estructurasy procedimientos para poder explotar adecuada-mente un sistema capaz de distribuir informaciónesencial en tiempo real desde el campo de batallahasta los niveles de decisión más altos; de modifi-car su role e incluso el carácter de su misión (detáctico a estratégico) en el trascurso de un mismovuelo; y de proporcionar por sí mismo una respues-ta inmediata.

Y multilateral, porque la transformación será ne-cesaria en varias dimensiones: una horizontal, queafectará a toda la institución, desde los presupues-tos y adquisiciones a la organización y doctrina,

pasando por plantillas, perfiles de carre-ra, etc; otra vertical, que im-

plicará modifica-ciones

en la gestión y explotación del espacioaéreo, desde el suelo hasta el segmento espacial; yuna tercera, en profundidad, que afectará a la ex-plotación del espectro electromagnético y el cibe-respacio, incluida la defensa en estos campos. Unatarea, en resumen, ingente y apasionante que lasnaciones que han optado por incorporar UAS a sussistemas de defensa deberán abordar individual ycolectivamente durante las próximas décadas.

España, que ya utiliza UAS tácticos y mantiene laobtención de UAS operacionales en su programade adquisición de capacidades militares, no puedepermanecer ajena a esta necesidad de transforma-ción. El debate no debe quedar reducido al ámbitode quién operará qué (lo que, por cierto, es aúnuna cuestión no resuelta en países más adelanta-dos en este campo, como los EE.UU), sino que de-be centrarse en cómo operar un sistema para inte-grar mejor las necesidades de todos los actores im-

plicados, recopilar, seleccionar y distribuir la infor-mación disponible entre todos ellos, y proporcio-narles, además, capacidad de respuesta en tiemporeal. Existe un gran paralelismo con el desarrollo dela Aviación en sus inicios, que es paradigmático: nofue sino hasta la creación de las Fuerzas Aéreas in-dependientes que pudo explotarse el verdadero po-tencial del poder aéreo, como un sistema sólido yflexible, perfectamente integrado con el entorno enque lleva a cabo su misión. En este sentido, la opi-nión de los expertos de 16 naciones que participa-ron en la Cátedra Kindelán el pasado mes de no-viembre, en su XIX Seminario dedicado al empleooperativo de los

UAS, fue uná-nime en este

sentido: el cono-cido axioma de

“control centralizadoy ejecución descentra-

lizada” permanece válidopara los UAS, al igual que en

el caso de la Aviación tripula-da.

Desde luego, no será una ta-rea fácil abordar una trans-

formación de este ca-lado, que afecta a

tres pilares dela estructura de

la defensa: tec-nología, doctrina

y organización. Eléxito dependerá, en

buena medida, de unaadecuada dirección y liderazgo,

capaz de identificar problemas, propo-ner soluciones, implementarlas y controlar

su desarrollo. Pero para esto no sólo es necesariala existencia de un líder (no siempre fácil de en-contrar) con la capacidad y los conocimientos sufi-cientes para esa misión, sino que, además, debe sersituado en el nivel conveniente de autoridad, sumi-nistrarle los recursos adecuados y, no menos impor-tante, mantenerlo en el puesto durante un tiemposuficientemente prolongado para permitirle conse-guir avances significativos.

Es esta una necesidad que hoy en día se plante-an todas las naciones que han optado por incorpo-rar UAS en sus inventarios, y en algunos foros eldebate académico es intenso. En lo que afecta aEspaña, creo sincera y objetivamente que, hoy porhoy, sólo en el ámbito del Ejército del Aire puedeencontrarse ese liderazgo y la estructura imprescin-dible para poder llevar a cabo esta tarea de trans-formación. Las dificultades existentes para poderiniciar este proceso de la forma señalada constitu-yen la mejor prueba de la necesidad misma de estatransformación. •

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