El enigma intraterrestre

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TEXTO VICENTE FUENTES

HALLAZGOS CIENTÍFICOS, MILENARIAS TRADICIONES Y DESCUBRIMIENTOS DE EXPLORADORES APUNTAN A LA EXISTENCIA DE UN MUNDO BAJO LA TIERRA

SON NUMEROSAS LAS LEYENDAS FUNDACIONALES DE DIVERSOS PUEBLOS REPARTIDOS POR TODO EL MUNDO QUE ALUDEN A LA EXISTENCIA DE SERES DE ENORME SABIDURÍA PROCEDENTES DEL INTERIOR DE LA TIERRA. APARENTEMENTE SÓLO SE TRATA DE RELATOS LEGENDARIOS, PERO LO CIERTO ES QUE ALGUNOS CIENTÍFICOS DEFENDIERON LA EXISTENCIA DE UN MUNDO INTRATERRESTRE BASÁNDOSE EN ESTUDIOS OBJETIVOS Y, POR OTRO LADO, FUERON VARIOS LOS AVENTUREROS Y EXPEDICIONARIOS QUE RELATARON ENCUENTROS CON LOS HABITANTES DE ESA CIVILIZACIÓN QUE HABITARÍA BAJO TIERRA.

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La arriesgada y polémica teoría de la Tierra hueca contradice los resultados obtenidos mediante modernas técnicas, que permiten medir las on-

das sísmicas provocadas por las capas magmáticas en continuo movimiento. A mayor profundi-dad que las placas continentales existe un núcleo de hierro fun-dido que gira a toda velocidad, generando el campo magnético terrestre y evitando el colapso gravitatorio del planeta. Hasta aquí la teoría oicial, irrebatible según los geólogos ortodoxos.

Sin embargo, a lo largo de la historia han existido abundantes voces disonantes: estudiosos y cientíicos que defendían la reali-dad de una gigantesca oquedad en el interior de nuestro planeta.

En las últimas décadas, investigaciones en torno a la Luna aportaron argumentos a los defensores de la Tierra hueca, pues los datos obte-nidos de las vibraciones que registran los sensores de los láseres instalados en nuestro satélite, sugieren que cuando un meteorito impacta contra su supericie, ésta vibra como

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ENIGMAS Y ANOMALÍAS

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una campana durante varios minutos. Esto no encaja con la visión de una esfera formada por capas de material volcáni-co enfriado y solidiicado tras el paso de millones de años. Tampoco explica algunas de las anomalías magnéticas que se han descubierto en torno a nuestro solitario vecino. ¿Acaso la Luna es hueca como una pelota de ping-pong? ¿Podría ocurrir lo mismo con la Tierra? ¿Están errados los cálculos que los cientíicos dan por buenos para rechazar la posibilidad del mundo intraterrestre?

ANTIGUOS MITOSRelatos legendarios que se pierden en la noche de los tiempos aluden a la existencia de un mundo subterráneo en las profundidades de nuestro planeta. Una de las primeras referencias la encontramos en la fabulosa epopeya de Gilgamesh –escrita hace unos 4.500 años–, concretamente en la duodécima tablilla que conforma el relato, hallada en la ciudad de Nínive, capital del imperio neo-asirio

y la ciudad más grande del mundo 2.500 años atrás. Tanto en ésta como en la tablilla que relata el descenso de la diosa Ishtar al Inframundo, hacen su aparición fascinantes criaturas relacionadas con un imperio que se había desarrollado bajo la corteza terrestre.

Ese mismo Inframundo se menciona en la mitología de la antigua Grecia, donde el dios Hades se muestra como señor de una tierra más allá de los límites exteriores del mar, un mundo interior repleto de ca-vernas, similar al Svartálfaheim de las tradiciones nórdicas y a la ciudad perdida de Shambala, según la creencia de los mon-jes tibetanos. En la tradición andina también encontramos la historia de una montaña, dentro de la cual existía un jardín subterráneo cuyo em-plazamiento pocos conocían. En la mitología céltica es muy conocida la leyenda de Crua-chan, también conocida como la de la «puerta del inierno», un emplazamiento relacionado con extrañas criaturas que son

capaces de emerger hasta la supericie de la tierra.

Continuando nuestro periplo legendario, «alcanzamos» ahora un relato hindú, según el cual los ancestros de los Anga-mei Naga emergieron de una tierra subterránea. Del mismo modo, en Papúa Nueva Guinea nos encontramos la leyenda ancestral de los pueblos de las Islas Trobriand, cuyos primeros moradores habían salido a la supericie tras abandonar una cueva sagrada llamada Obuku-la, parecida a otra situada a unos siete kilómetros al sur de Ojinaga (México), de la cual también emergieron criaturas de horrible aspecto según el folclore de este país americano.

Los mitos germánicos apuntan a que las montañas de Eise-nach y Gota son un portal a ese mundo interior, y en Rusia nos topamos con la leyenda de los samoyed, una tribu siberiana que habría entrado en contacto con una supuesta civilización que viviría en el interior de nuestro mundo. Los ancianos del pueblo mandan, en el río Misisipi-Misuri,

ISHTAR Esta deidad babi-

lónica del amor,

la guerra, la vida

y la fertilidad,

estaba relaciona-

da con el mundo

intraterreno.

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Estatua que representa a Hades (izquierda), el dios del Inframundo en la mitología de la antigua Grecia.

día en todo el planeta, han permitido determinar un plano seccional de la Tierra, en donde no hay espacio para intraterrestres. Se conoce que el polo magnético y el polo geográi-co no comparten el mismo espacio y, de hecho, van cambiando con el paso del tiempo. Curiosamente, este argumento fue el esgrimido en el año 1692 por el cientíico y astró-nomo Edmund Halley, descubridor del cometa del mismo nombre, para defender que la Tierra no podía ser otra cosa que una esfera hueca, similar a una muñeca rusa con unas esferas dentro de otras.

En un artículo publicado en Phi-losophical Transactions, de la Royal Society de Londres, el astrónomo

propuso la idea de que la Tierra estaba formada por una cubierta hueca con dos capas concéntricas alrededor de un núcleo interno. Según Halley, esas esferas rotarían a diferentes velocidades, lo que ex-plicaría las anomalías magnéticas presentes en los polos, incluyen-do además la posibilidad de que existieran dos entradas polares al norte y al sur del planeta, desde donde emanarían posibles gases de ese mundo interior, que serían los causantes de algunas auro-ras boreales. Este modelo sería complementario con las auroras causadas por las eyecciones de masa coronal del Sol al entrar en contacto con la magnetosfera.

1. Nume-rosos mapas

datados en diferentes épocas aluden a la existencia de enormes oquedades en los polos.

2. Relatos legendarios alusivos a la ciudad inca de Cuzco mencionan la existencia de intraterrestres.

3. Los hopi conservan mitos sobre entradas al Inframundo.

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El pozo de Kola (a la derecha), en Siberia, es la perforación más profunda realizada hasta ahora por el ser humano.

también cuentan una historia muy parecida, ocurrida cerca de Cedar Creek, en la reserva india de San Carlos. Los iroqueses, los hopi y los herederos de los territorios del Gran Cañón del Colorado también conservan mitos alusivos a la existencia de entradas hacia ese Inframundo.

En Brasil, en los relatos tradiciona-les de los pueblos que se asientan a lo largo del río Parima, e incluso en las leyendas fundacionales de la ciudad de Cuzco, existen abundan-tes menciones a seres intraterres-tres que habrían conseguido llegar a la supericie, relacionándose con los seres humanos. En resumen, historias más que similares que se repiten a lo largo de diferentes espacios geográicos y temporales. Como cualquier relato legendario, éstas también poseen un poso de verdad, aunque quizá parezca muy atrevido apuntar a la existencia de un mundo intraterrestre basándo-nos sólo en leyendas. O no…

TEORÍAS CIENTÍFICASDejemos ahora atrás estas bellas historias y centrémonos en el mun-do de la ciencia. No caben dudas respecto a lo poco que conocemos sobre el interior de nuestro planeta. Apenas se ha perforado en el famo-so Pozo de Kola, en Siberia (Rusia), un 0.1% del diámetro terrestre, es decir, 12.262 metros. De todos modos, los estudios sobre la deriva de los continentes y los análisis de los sismos que se producen cada

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Un modelo arriesgado el de Ha-lley, pero que está basado en datos recopilados por el autor de la Teoría de la Gravedad Universal, Sir Isaac Newton, en su obra Principia (1697), en la cual exponía la relación entre la densidad de la Tierra y la Luna. Newton expuso en su teoría que cualquier planeta tiende a agruparse gravitacionalmente, conformando cuerpos esféricos y compactos para lograr un equilibrio hidrostático con una energía potencial gravitato-ria reducida al mínimo. Esto quiere decir que en un imaginario planeta hueco, la fuerza gravitatoria total sería nula y, por tanto, sus supues-tos habitantes lotarían en gravedad cero a menos que se agarraran al terreno de alguna manera. Malas condiciones para la vida intraterre-na, podríamos pensar… A no ser que un luido existente entre esas esferas generara su propio campo gravitatorio.

UN ENORME SOL INTERNOEl prestigioso matemático Leonhard Euler propuso en su obra Mas allá de las tierras un modelo de esferas concéntricas en donde un sol inte-rior de 997,79 kilómetros proporcio-naría luz a una supuesta civilización interior altamente avanzada. En su li-bro Elementos de la Filosofía Natural (1829), el cientíico Sir John Leslie expandió la idea de Euler, sugiriendo dos soles centrales en rotación a los que llamó Plutón y Proserpina. La controversia estaba servida, porque en aquellos momentos todavía se debatía sobre los descubrimien-tos de varios expedicionarios que airmaban haber encontrado las pruebas deinitivas que corrobora-

HALLEY El prestigioso

astrónomo y

matemático

Edmund Halley

defendió ante sus

colegas científicos

la teoría de que

nuestro planeta

estaba hueco.

LA CONEXIÓN OVNISe cuentan por decenas los avista-

mientos de OVNIS saliendo del interior

de volcanes, en ocasiones en erupción,

como sucedió el 22 de abril de 2015

en el chileno Calbuco cuando estaba

expulsando lava y fuego. Quizá, como

apuntan algunos investigadores, para

aprovechar la energía electromagnéti-

ca liberada en cada explosión. Por otro

lado, la entrada de No Identiicados en

cráteres ha sido registrada en numero-

sas ocasiones por cámaras

web apuntando a volcanes como el

Popocatépetl (México), el Mauna

Loa, en Hawái (EE UU), o el Monte Fuji

(Japón). Muchos nos preguntamos si

esas enigmáticas naves en realidad

están accediendo a ese mundo intra-

terrestre, empleando como puertas

de entrada los cráteres de diversos

volcanes repartidos por el planeta.

La ciencia admite que el Papiro de Turín (junto a estas líneas) es un texto histórico… excepto cuando menciona a los dioses y semidioses como gobernantes de Egipto.

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Leonhard Euler defendía la existencia de un sol interno.

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rían la existencia de esa tierra hueca. Mientras los cientíicos discutían, nadie tenía explicación ante lo que narraban diferentes aventureros en relación a la Tierra hueca.

En 1781, el explorador de origen francés Jean Antoine Leclerc de Milfort lideró una expedición formada por cientos de indios del pueblo Creek, aventurándose por una serie de cavernas situadas muy cerca de la desembocadura del río Rojo, uno de los principales aluen-tes del Misisipi. Leclerc conocía las leyendas según las cuales los ancestros de los habitantes de ese territorio habían surgido de unas cuevas en un pasado remoto. Al explorar todo el complejo, Milfort se maravilló al encontrarse con una estructura subterránea similar a las que jalonan la Capadocia (Turquía), la cual tenía capacidad para albergar a unas 20.000 familias. ¿Tendrían esas oquedades conexión con ese supuesto mundo interior o simple-mente se habían construido con la intención de protegerse contra una amenaza existente en la supericie?

EXPEDICIONES Y DESCUBRIMIENTOSPrácticamente en las mismas fechas que Milfort organizaba aquel mítico viaje, en Nueva Jersey nacía John Cleves Symmes, que llegaría a oicial de la Marina de EE UU y que revolucionó el mundo cientíico de aquel entonces al airmar que el centro del planeta estaba ocupado por una especie de concha que me-día 1.250 kilómetros de espesor, a la que se podía acceder a través de unas aberturas en los polos. En el modelo de Cleves Symmes, la Tierra estaba formada por cuatro esferas habitadas y separadas por un luido elástico que sería el responsable tanto de la gravedad como de la deriva de los continentes.

Symmes falleció en mayo de 1829, pero uno de sus seguidores, James McBride, un millonario de Miami, retomó sus estudios y llegó a realizar una petición oicial al Con-greso de EE UU para que el Gobier-no investigase si verdaderamente la Tierra estaba hueca. En la votación el no ganó por poco, e incluso el propio presidente Martin Van Buren tuvo que mediar en el asunto.

McBride no lo consiguió, pero décadas después el investigador Wi-lliam Reed, en su libro El fantasma

“Prestigiosos cientíicos defendieron

la tesis de que en los polos existen una serie de oquedades que comunican con un desconocido mundo subterráneo

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en las antiguas leyendas escan-dinavas. Una tormenta de viento los habría llevado directamente a una de esas supuestas aberturas polares, en donde habrían podido contemplar el interior de la Tierra hueca. Según Jansen, allí perma-necieron seis años y, durante ese tiempo, fueron testigos de un mundo de proporciones colosales en el que vivían intraterrestres de gran tamaño y una fauna y lora exuberante. El padre murió en el viaje de vuelta, pero el hijo, que logró sobrevivir, acabó emigrando a EE UU, donde conoció a Willis George Emerson, a quien contó la historia y entregó documentación gráica que avalaría su controverti-da y apasionante experiencia.

También el escritor Vilhjalmur Stefansson narra en su libro Miste-rios sin resolver en el Ártico, que el 12 de agosto de 1937 un avión de pasajeros de cuatro motores que despegó desde Moscú con destino a Fairbanks, en Alaska, con una tripulación de seis experimentados pilotos, se perdió al encontrarse con unas condiciones climatológicas

Recreación tridimensional del modelo de Euler, Newton y Halley (izquierda). Abajo, representación de la teoría de la corteza sólida con una serie de elementos líquidos.

de los polos, volvía a sacar el tema a la palestra, formulando la hipótesis de la existencia de unas supuestas entradas en el Polo Norte y en el Sur, que darían paso a amplios con-tinentes, océanos, montañas y ríos donde la vida vegetal y animal serían una realidad. El cientíico Marshall B. Gardner habría llegado a las mismas conclusiones que Reed seis años después, tal como publicó en su obra ¿Se descubrieron realmente los polos?, en la cual aborda la mis-ma hipótesis con datos similares. Lo curioso es que Gardner no conocía los datos que manejaba Reed.

TIERRAS PERDIDAS AL NORTE DEL PLANETAOtro autor que hizo soñar a mu-chos en la realidad de un mundo intraterreno fue Willis George Emerson, quien en su libro El Dios Humeante (1908) narra la aventura que vivieron Olaf Jansen y su hijo, quienes navegando en un pequeño bote de pesca intentaron encontrar la «tierra que va más allá del Viento del Norte», tal como se describía a un ignoto territorio

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LOS POLOS Fotografías aéreas

del Polo Norte

tomadas por los

satélites de la

NASA ESSA-3 y

ESSA-7 muestran

una enorme

oquedad.

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adversas tras cruzar el Polo Norte. En las comunicaciones, antes de perderse toda pista de la aeronave, los pilotos expusieron que habían logrado aterrizar en un territorio desconocido.

LA INCREÍBLE AVENTURA DEL ALMIRANTE BYRDEso sí, para controversia la expe-dición comandada por el almirante Richard Evelyn Byrd, que obtuvo múltiples condecoraciones del Ejército estadounidense y se hizo muy popular por sus audaces vuelos sobre la Antártida, que per-mitieron conocer mejor la conigu-ración geográica del continente helado. Byrd no era hombre de medias tintas: registraba minucio-samente todos y cada uno de sus movimientos, siempre acataba las órdenes y tenía fama de exponer los hechos de forma totalmente objetiva, sin espacio para las fanta-sías ni la literatura.

El 19 de febrero de 1947, cuando sobrevolaba una inmen-sa llanura del Polo Sur, observó desde su avioneta unas extrañas extensiones de hielo y nieve que nunca había visto antes. Tenían coloraciones amarillas con dibujos lineales. Tras esta primera visión, decidió alterar su ruta para hacer un mejor examen de estas

25 grados bajo cero. A lo lejos incluso divisó lo que semejaba una ciudad. Una experiencia imposible que Byrd sólo habría confesado a sus más allegados.

Según algunas fuentes, habría sido obligado a guardar silencio por las autoridades militares sobre lo que ocurrió a continuación, pues Byrd habría narrado a ciertas per-sonas que aterrizó en ese extraño territorio y allí mantuvo una conver-sación con seres que se identiica-ron como intraterrestres, quienes le advirtieron sobre los peligros que conllevaban las armas nucleares.

IMÁGENES DE LA NASAAl parecer, Byrd comunicó lo ocurrido al Pentágono, cuyos mandos acabarían informando de ello al presidente Harry S. Truman, quien habría ordenado clasiicar el informe de la declaración completa del almirante como Alto Secreto. Sin embargo, Byrd, a pesar de acatar las órdenes, habría hecho veladas refe-rencias a su aventura en entrevistas concedidas a varios periodistas.

Si estas entradas en los polos a un mundo intraterrestre existieran realmente, ¿cómo es que no han sido fotograiadas por los numero-sos satélites que registran todos y cada uno de los recovecos del planeta? Ray Palmer, uno de los

Fotografía de un joven Richard Evelyn Byrd (sobre estas líneas).

coniguraciones. Durante el nuevo trayecto, la aguja giroscópica de su brújula magnética comenzó a oscilar y a girar a toda velocidad, de modo que no tuvo más reme-dio que orientarse teniendo en cuenta la posición del Sol. A pesar de todo, el piloto y aventurero decidió continuar con sus planes.

Transcurridos 29 minutos de ese primer avistamiento de los mon-tículos coloreados, Byrd observó algo imposible: una cadena de montañas, un pequeño valle y un río que transcurría hasta la parte central del sorprendente entrama-do geológico; paisaje que nunca había contemplado anteriormente. Ante sus ojos se presentaba una vegetación exuberante en pleno Polo Sur. Byrd siguió sobrevolando ese paraíso en medio de los hie-los, registrando todos los detalles en su diario de navegación: a la izquierda, grandes bosques en las laderas de las montañas, y a la derecha, un extraño tipo de animal que le recordaba a un mamut, moviéndose entre la espesa vegetación, y todo ello bañado por una luz crepuscular cuyo origen desconocía, porque había perdido la referencia del astro rey. Mien-tras tanto, su brújula seguía giran-do a una increíble velocidad y la temperatura exterior era de unos

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Vista polar de Júpiter (sobre estas líneas) y ampliación (abajo). La NASA no supo explicar convenientemente la existencia de una enorme oquedad.

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primeros investigadores y reporte-ros especializados en el fenómeno OVNI de EE UU y director de la míti-ca revista Flying Saucers, publicó en los meses de junio y julio de 1970 unas fotografías que a día de hoy siguen creando controversia. Habían sido tomadas el 23 de noviembre de 1968 por el satélite ESSA-7 de la NASA, mientras sobrevolaba el Polo Norte. En las imágenes destacaba un «punto ciego» muy amplio. La capa de hielo se perdía en una hon-donada similar a una inmensa entra-da, la misma que aparecía en otra toma de la misma zona, obtenida en diferentes condiciones el 6 de enero de 1967 por el satélite ESSA-3.

JÚPITER Y SATURNOLa NASA argumentó que la ins-tantánea era una composición de imágenes en diferentes momen-tos del día en el hemisferio norte, pero la opinión pública comenzó a desconiar de las explicaciones oiciales. Los detractores de la anomalía fotográica exponían que, de ser cierta la teoría del sol central, debería haberse visto un disco anu-lar en la negra oquedad de la toma. Los defensores apuntaron que la corteza estaba demasiado lejos como para poder apreciarlo. A esto habría que sumarle la circunstancia de que la NASA se habría encarga-

ALUSIONES EN LA BIBLIAEn el libro más inluyente de la historia de la humanidad, la Biblia, encontramos

pasajes que, según ciertos estudiosos, aludirían al mundo intraterreno. Por ejem-

plo, en Filipenses 2:10, el apóstol san Pablo escribe lo siguiente: «Para que en el

nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra,

y debajo de la tierra…», palabras que algunos interpretan como la aceptación

de la existencia tanto de extraterrestres como de intraterrestres. También en el

Apocalipsis, capítulo 5, versículo 3, podemos leer lo siguiente: «Y ninguno, ni en

el cielo ni en la tierra, ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo». De

nuevo, parece clara la alusión a los habitantes de las profundidades. En el mismo

capítulo, pero en el versículo 13, hallamos otra sorprendente referencia al enigma

que nos ocupa: «Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo

de la tierra». ¿Acaso el libro sagrado está aludiendo a la realidad de un mundo bajo

la supericie de nuestro planeta? Juzguen ustedes mismos.

do de censurar la fotografía para no tener que ofrecer explicaciones sobre el tema.

Sea como fuere, lo cierto es que esto mismo ocurre en algu-nas de las imágenes tomadas de los gigantes gaseosos Júpiter y Saturno. La sonda espacial Cassini ha revelado detalles de posibles entradas polares, similares a las que se habrían fotograiado en la Tierra. Por ejemplo, en la toma con número de serie PIA07784, correspondiente al gran planeta de la mancha roja, se observa una censura similar a la encontrada en las fotos obtenidas en los años 60 y 70 por los satélites ESSA-3 y ESSA-7. La diferencia es que en las tomas de Júpiter sí son visibles los rayos de luz de ese supuesto sol central.

Como en muchos otros asun-tos, el enigma de la Tierra hueca continúa entusiasmando a muchos aicionados al mundo del misterio, y siempre genera controversia en-tre defensores y negadores. Ahora bien, no hay duda de que des-conocemos prácticamente todo sobre los misterios que ocultan las profundidades de nuestro planeta. Con toda seguridad, en un futuro, investigaciones cientíicas sobre este asunto aportarán grandes sorpresas… n

1. Anomalías polares registra-das en Júpiter por la sonda Cassini.

2. Las auroras boreales también serían el resultado de la emanación de gases del mundo subterráneo.

3. Sorprendente rareza polar registrada por Cassini en la supericie de Saturno en mayo de 1999.

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LA MISTERIOSA CAVERNA SITUADA EN ECUADOR PUDO ALBERGAR A LOS ÚLTIMOS REPRESENTANTES DE UNA IGNOTA CULTURA INTRATERRESTRE

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REGRESO A LA CUEVADE LOS

TAYOS

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S

En los años sesenta del siglo pasado, el investiga-dor húngaro naturalizado argentino Juan Móricz se convirtió en el primer no indígena en entrar en la

Cueva de los Tayos, una caverna –o, mejor dicho, una red de cuevas– de enormes dimensiones ubicada en la región de Morona-Santiago, en plena selva ecuatoriana. Tras haber recorrido un gran número de túneles, Móricz airmó haber encontrado una serie de estancias repletas de estatuas y otros obje-tos de diversas formas, colores y materiales, así como cadáveres de algunos seres humanoides. Lo más sorprendente, sin embargo, era que en una de dichas estancias se habían apilado centenares, tal vez miles, de inas tablillas metálicas –algunas de oro– con ideogramas: una biblioteca de metal que, en deinitiva, parecía proceder de una antigua civilización completamente desconocida para la ciencia actual.

En 1969, Móricz decidió dar a conocer al mundo estas maravillas y para ello procedió con la máxima cautela. Al objeto de asegurarse los derechos legales del hallazgo, lo primero que hizo fue informar por escrito del mismo al Gobierno de Ecuador. Para ello, el investigador necesitaba un abogado de conian-za y, al encontrarse en Ecuador, solicitó a un amigo senador que le recomendara uno. Así fue como interviene en esta historia Gerar-do Peña Matheus, un destacado abogado de la ciudad de Guayaquil, donde todavía reside, que en junio de aquel año se dirigió al despacho de Móricz, donde redactó junto a éste el informe que acabaría en manos del Gobierno. Semanas más tarde, el presidente del país autorizó una expedición oicial para levantar acta del descubrimiento de la Cueva de los Tayos.

Dado su papel como asesor legal, Peña Matheus vio las enor-mes instalaciones subterráneas y, también, las gigantescas piedras talladas de las que le había hablado Móricz. Pronto, la prensa se hizo eco de aquel extraordinario descu-brimiento y, poco tiempo después, Erich von Däniken se personó en Guayaquil para conocer a Móricz y a Peña. La estrecha relación entre el investigador húngaro y el abogado ecuatoriano se prolongó

muchos años y devino en amistad fraternal. Durante más de dos décadas, Móricz y Peña fueron inseparables y su relación sólo se vio interrumpida por la muerte del investigador en 1991. Ahora, vein-tidós años después de la muerte de Móricz, no hay duda de que la vida del explorador de los Tayos fue tan misteriosa e interesante como la propia cueva. Gerardo Peña Matheus nos habla de ambas.

Sebastián Cescato: En 1976, el ingeniero escocés Stanley Hall puso en marcha la mayor expe-dición jamás efectuada a la cue-va de los Tayos: fueron decenas de cientíicos y militares, tanto del Reino Unido como de Ecua-dor, inclusive el astronauta Neil Armstrong en calidad de presi-dente de honor. Esta expedición consiguió recoger gran cantidad de datos cientíicos, pero no en-contró los tesoros arqueológicos mencionados por Móricz, que se había negado a participar. ¿Qué opina sobre esto?

Gerardo Peña: Creo que la mejor prueba de esta expedición es el informe manuscrito que Stanley Hall elaboró al término de la misma. Estas páginas expresan los puntos de vista y la actitud de Hall hacia la cueva y hacia Móricz en un momento histórico concreto (ya que su relación comenzó muy bien y luego terminó bastante mal). Hasta hace poco este documento no se conocía, pero me decidí a publicarlo porque estaba en mi poder. Creo que es históricamente muy importante y por eso lo he dado a conocer. Básicamente, Hall, además de relatar el trabajo realizado en el campo de la ciencia durante la expedición, describe con claridad los hechos históricos que propiciaron la expedición. Así, al leer dicho informe, se observa que Móricz descubrió la cueva y comunicó oicialmente su exis-tencia y la forma en que la prensa difundió el descubrimiento; ponía de maniiesto las mentiras de Erich von Däniken (ver recuadro) y todos los problemas que Móricz sufrió a causa de sus teorías y descubri-mientos.

S.C.: En los años ochenta, una amiga de Juan Móricz, Bettina Allen, visitó la Cueva de los Tayos

UBICADO EN ECUADOR Y EXPLORADO POR EL ENIGMÁTICO INVESTIGADOR JUAN MÓRICZ, YA FALLECIDO, EL COMPLEJO SUBTERRÁNEO DE LA CUEVA DE LOS TAYOS ES UN LABERINTO PLAGADO DE MISTERIOS. LAS EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS Y LA RECUPERACIÓN EN SU INTERIOR DE OBJETOS SUPUESTAMENTE PROVENIENTES DE ORIENTE MEDIO DEMOSTRARÍAN QUE ESTE ENCLAVE FUE SEDE DE UNA CIVILIZACIÓN ANTIQUÍSIMA Y DESCONOCIDA. EN EXCLUSIVA PARA LOS LECTORES DE AÑO/CERO, ENTREVISTAMOS A GERARDO PEÑA MATHEUS, AMIGO Y COLABORADOR DE MÓRICZ.

TEXTO SEBASTIÁN CESCATO / TRADUCCIÓN I. HERRANZ

El investigador Juan Móricz (izda.) airmó haber hallado diversos tesoros y cadáveres de humanoides en el interior de la Cueva de los Tayos (arriba, mapa). Abajo, Gerardo Peña, abogado y gran amigo de Móricz.

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Juan Móricz (en la imagen junto a Peña) se ganó la conianza de los indígenas saraguros, el único grupo étnico de la región que eludió el contacto con los conquistadores españoles. Para descender al interior de los Tayos –70 metros bajo la supericie– era imprescindible el uso de cuerdas.

No obstante las diicultades, la cueva fue visitada por decenas de curiosos e investigadores. Bajo estas líneas, el astronauta Neil Armstrong y el ingeniero escocés Stanley Hall durante su expedición a los Tayos en 1976.

en compañía del investigador y de otras personas. ¿Nos puede contar algo?

G.P.: Me temo que no sé abso-lutamente nada; tendría usted que preguntar a la propia Bettina...

S.C.: Eso es lo que han hecho algunos periodistas en Argenti-na. Al parecer, ella les conirmó todo lo que dijo Móricz en su momento. En cualquier caso, llegaron otros visitantes más o menos inesperados en busca de Juan y de la cueva. Recuer-do, por ejemplo, al escritor y periodista español de origen alemán Andreas Faber-Kaiser, que después de entrevistar a Móricz llegó solo, sin su ayuda, a la entrada principal de la cueva de los Tayos.

G.P.: Así fue. Conocí personal-mente a Faber-Kaiser y admiraba la audacia y valentía que demostró al ponerse a buscar la cueva por su cuenta. Veriicó que existía y luego se las arregló para volver sano y salvo a la civilización. Recuerdo que habló mucho con Móricz, pero dudo que le hiciera revelaciones especiales. Me temo que Móricz se llevó sus secretos a la tumba.

S.C.: Al parecer estos secretos eran realmente importantes, ya que Móricz dijo a algunos ami-gos que había sufrido diversos intentos de secuestro y que habían atentado contra su vida. Entre otras cosas, quizá tuviera que ver con que Juan era el titu-lar de una cincuentena de cajas

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le sucediera nada grave podría explicarse por alguna forma de protección superior y misteriosa. Llegaba a su destino al amanecer y sólo entonces comprobaba que el jeep no tenía frenos. Estacionaba su vehículo después de quince horas de viaje y justo al llegar se daba cuenta de que llevaba un neumático pinchado. ¡Una vez tuvimos una colisión frontal y salimos ilesos mientras que el otro coche tuvo un siniestro total! Juan evitaba volar, viajaba siempre sobre cuatro ruedas: cogía un autobús, llegaba a la última parada y, cuando se acababa la carretera, seguía caminando durante horas si era ne-cesario. No tenía un horario ni una ruta predeterminados. Escalaba solo las montañas más escarpa-das, sujetándose al rabo de una mula para ayudarse en el ascenso. Construía campamentos base con sus propias manos y luego se iba a comprar alimentos o herramientas para los técnicos y trabajadores. Nunca se desanimaba, dormía al aire libre, no llevaba armas y se abría camino a golpe de machete. ¡No tenía miedo! Desconocía que tuviera una caja fuerte de seguri-dad, pero tal vez le hiciera falta para

fuertes dispersas en numerosos bancos de varios países…

G.P.: Móricz fue el prototipo del hombre que sabe demasiado. A pesar de que era muy introvertido, fue víctima más de una vez de ataques a su persona, afortunada-mente frustrados. Sin embargo, la mayor amenaza para su vida fue su modo de vivir, que justii-caba diciendo que eran «riesgos calculados». El hecho de que nunca

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UNA BIOGRAFÍA OSCURADurante la entrevista que Sebastián Cescato mantuvo con Gerardo Peña, éste le relató lo poco que sabía de la biografía de Juan Móricz (abajo) antes de su llegada a Ecuador. Sintetizamos lo más relevente de las respuestas del abogado: «Sé con certeza que nació en 1923 cerca de la ciudad de Körmend. Durante a viaje que hice a Hungría en abril de 2012 pude ver la casa donde nació; me guió Ágnes Golenya, una mujer que en la actualidad está llevando a cabo una investigación en Hungría sobre las teorías y descubrimientos de Móricz. Lo que sé de Juan Móricz es que durante la II Guerra Mundial fue perseguido por motivos políticos y los comunistas lo encarcela-ron durante meses en un ediicio de Budapest, que todavía se puede visitar: es el número 7 de la calle Nador. Durante mi estancia en Hungría traté de visitar el interior de este ediicio, pero la policía militar que custodiaba la entrada me negó el acceso (…) En cuan-to a su estancia en Argen-tina, Móricz me contó que tenía un apartamento en Buenos Aires, con una gran biblioteca, y que, durante sus viajes, se lo cuidaba una mujer húngara (…) Su colec-

ción de libros era sin duda rara y muy valiosa, pero no sé dónde habrá ido a parar. Sé también que durante su estancia en Buenos Aires había sido contactado por Spencer Kimball, un líder mormón que en 1967 estaba en Carrasco (Uruguay). Los mormones habían oído hablar de las teorías de Móricz sobre una misteriosa biblioteca de tablillas de metal que estaba en algún lugar de América Latina; creían que podría tratarse de las famosas tablillas de oro en las que el ángel Mo-roni había grabado el Libro de los mormones. Sabedor de esto, Kimball notiicó a Móricz que la iglesia mor-mona estaba interesada en ayudarle en su investigación y dispuesta a inanciar con diez millones de dólares si fuera preciso todas las expediciones que hicieran falta para encontrar las tablillas. En la reunión entre Móricz y Kimball también estuvo presente un mormón apellidado Jasperson que luego acompañaría a Mórizc en una expedición a la selva ecuatoriana en busca de la cueva. En esta expedición, que no acabo bien (ver ¿Sa-bías que…?) participó Julio Goyén, espeleólogo español residente en Buenos Aires y amigo íntimo de Móricz.

de los Tayos en el río Coangos en vez de indicar la ubicación exacta de la cueva con la biblio-teca de metal. Se ha dicho que la cueva de los tesoros está muy lejos de allí y que se encuentra en el río Yaupi. Es evidente que había dos cuevas a partir de los nombres que Móricz asignó a las etapas de su expedición de 1969: Cueva de los Tayos la primera y Táltosok Barlangja (es decir, Cueva de los Seres Superiores, en húngaro) la segunda.

G.P.: De hecho, la Cueva de los Tayos es la puerta de entrada al mundo subterráneo y luego hay otro conjunto de cuevas que se corresponde con el patrimonio cultural de los antiguos taltos, como los llamaba Móricz. Según dijo, con el in de completar la segunda parte de la expedición, tuvieron que caminar muchos kilómetros, tanto en la selva como bajo tierra, así que pensábamos que se llegaría a la cueva de los Seres Superiores des-de la cueva de los Tayos en Coan-gos. Sin embargo, es posible que se pudiera llegar a ese lugar bajando por otro lado mucho más alejado. Juan había dividido la expedición de 1969 en dos partes, para dar la

guardar algunos papeles y docu-mentos importantes, sus notas de investigación...

S.C.: Es sabido que Móricz tenía un carácter indomable, valiente y decidido, como usted acaba de describir. Sin embar-go, ¿es posible que un hombre responsable, íntimamente convencido de que había hecho un descubrimiento de gran importancia histórica para la humanidad, muriera sin decirle a nadie la ubicación exacta de la biblioteca de metal?

G.P.: En mi opinión, Móricz reveló lo suiciente en vida y nos facilitó una importante cantidad de conoci-mientos. Revelar la entrada secreta a la biblioteca de metal habría su-puesto dar carta blanca de forma automática a aventureros, turistas y curiosos; al llegar al lugar, cada uno se llevaría un bonito recuerdo arqueológico. Así que tal vez sea mejor así. Móricz estaba conven-cido de que no había llegado el momento para algo así y puede que no haya llegado todavía.

S.C.: Sabemos que Móricz reveló la ubicación de la Cueva

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G.P.: Creo que era físicamente imposible, incluso para Móricz, derribar las estructuras de piedra en medio de la selva. Pero estaba seguro de lo que decía. Usted debe saber que Juan estaba convencido de que podía establecer contacto telepático con los taltos o belas, habitantes del mundo subterráneo, y probablemente había recibido esta información de ellos.

S.C: Volvamos a 1976 y a la expedición británico-ecuatoriana de Stanley Hall y Neil Armstrong. Hall fue acusado de organizar una expedición con la aviesa intención por parte de la maso-nería escocesa y de la Corona británica de saquear la cueva.

G.P.: Estoy al tanto de tales acusaciones, pero una cosa es la suposición y otra cosa los hechos. Así y todo, Móricz albergaba sospe-chas contra Hall y probablemente eran de esa índole. De todos modos, Juan, como descubridor de la cueva que era, quería dirigir la expedición y, cuando no se le per-mitió hacerlo, decidió no participar. Los británicos veriicaron los datos aportados por Mórizc en la primera expedición de éste, pero sin su ayuda no pudieron ir más lejos.

S.C.: Móricz se presentaba como investigador y cientíico. Pero la faceta más mística y

Diversos hallazgos en su interior y la coniguración misma de la cueva delataban su diseño inteligente. Derecha, una de las raras placas de metal.

máxima credibilidad a su descubri-miento; primero con la veriicación visual de la existencia de la cueva y luego con el descubrimiento oicial de sus tesoros. La segunda etapa de la expedición no se completó: hubo desacuerdos internos y sobre todo inercia por parte de los agentes gubernamentales que impidieron seguir adelante.

S.C.: Móricz estaba seguro de ser el único capaz de llegar al tesoro; dijo que sería imposible encontrarlo sin su ayuda y no se preocupó cuando la expedición británico-ecuatoriana de Stanley Hall descendió a la cueva con de-cenas de cientíicos y militares. Tal vez tanta seguridad se debía al hecho de que la mejor forma de llegar a la biblioteca fuera entrando por Yaupi. Cito lo que dijo Móricz sobre la expedición de Hall: «Entró en una de estas cuevas, la única que he dado a conocer». ¿Le contó su amigo dónde estaba exactamente la cueva de la biblioteca?

G.P.: Nunca se lo pregunté y no creo que Juan me lo hubiera revelado. Además, cuando en un momento determinado le dije que no había que preocuparse de que alguien llegara a la cueva de los Seres Superiores, me respondió: «No te preocupes, Gerardo, nunca la encontrarán porque ahora es

físicamente inaccesible». Según él, para llegar allí era necesario obtener tanto el consentimiento de los guardianes indígenas de la zona como el de «los de abajo».

S.C.: Juan Móricz dijo a sus amigos Julio Goyén Aguado y Bettina Allen que, con una pequeña explosión, había provo-cado un deslizamiento de tierra en la entrada de la cueva de los Seres Superiores, para asegu-rarse de que nadie más pudiera encontrar la biblioteca de metal. ¿Sabe usted algo?

Estructuras netamente artiiciales en uno de los accesos a la cueva. La fotografía fue captada en 1969.

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critura, podía descifrarla sin ninguna diicultad y es muy probable que entendiera rápidamente qué tipo de documentos había en la cueva de los Tayos. Además, no recuerdo haberle oído decir que no enten-diera el contenido de los escritos de la biblioteca de metal, más bien lo contrario. De hecho, en el documento donde comunicaba su descubrimiento, indicaba que tales archivos contenían la historia de la humanidad, el origen del hombre en la Tierra y el conocimiento de una civilización extinta. Por cierto, en opinión del ilólogo Manuel Palacios Villavicencio, la escritura zeti coincide en gran medida con el húngaro o székely.

S.C.: Durante los años en que estuvo trabajando en Ecuador, Móricz colaboró con su ami-go húngaro Zoltan Czellar, un personaje muy especial. ¿Llegó a conocerle?

G.P:. ¡Cómo no! Czellar fue gran amigo y colaborador de Móricz en sus últimos años. Un día, alrede-dor de 1975, Zoltan –al que no conocíamos entonces– se presen-tó en mi despacho como repre-sentante de la comunidad húngara de Los Ángeles, que le había enviado a Ecuador para saber qué había pasado con Móricz. Habían perdido la pista, creían que podía haber muerto, tal vez asesinado

Poco después de hacerse público el hallazgo, varios medios de comunicación ecuatorianos e internacionales señalaban la posibilidad de que los Tayos fuera el depósito de un conocimiento antiguo y secreto.

cómo Móricz podía saber cuál era el auténtico contenido de la biblioteca. ¿No le parece una contradicción?

G.P.: No hay que olvidar lo que Móricz dijera durante la conferencia que tuvo lugar en la Casa de la Cul-tura Ecuatoriana el 26 de diciembre 1969 en referencia a las tablillas de oro húngaras, similares a las encon-tradas en el mundo subterráneo de Ecuador: «El contenido de estos documentos es muy fácil de leer porque conocemos bien la antigua escritura zeti, que es cuneiforme y se ha estudiado en profundidad». Móricz conocía muy bien dicha es-

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esotérica de su personalidad no era tan conocida. Móricz llegó a decir que había sido «iniciado» en Siberia y que tenía contacto directo (tanto telepático como físico) con los belas, los antiguos habitantes del mundo subte-rráneo que le habían permitido llegar a la biblioteca de metal transmitiéndole su ubicación exacta. ¿Estaba usted al tanto de estas declaraciones?

G.P.: Mire, no sé nada de tal iniciación en Siberia. De hecho, cuando tenía que rellenar un documento o se le preguntaba cuál era su profesión, Juan respondía que era un investigador cientíico. En cuanto a los habitantes del mundo subterráneo, Móricz me habló de los belas, pero nunca me dijo que tuviera contacto telepático con ellos. No obstante, supongo que cuando hablaba de ellos se refería a que estaba seguro de que protegían los tesoros arqueológicos que él había descubierto… con su permiso.

S.C.: Móricz declaró públi-camente que en la biblioteca que había descubierto estaba contenida la historia de una civi-lización olvidada. Pero también indicó que las tablillas metá-licas mostraban una escritura ideográica desconocida, tal vez cuneiforme. Uno se pregunta

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por las tribus salvajes de la selva. Le dije a Czellar que Juan estaba perfectamente, en excelente condición física, y que a las seis de la tarde podría verlo llegar al des-pacho, como todos los días, para hablar con sus colaboradores. La cuestión es que Czellar se sintió fascinado por la vida de aventuras y riesgos que luego compartiría con Móricz: incursiones a la selva, viajes en canoa, búsqueda de te-soros escondidos y extracción de oro en ríos y montañas, así como la veriicación de la existencia del mundo subterráneo, el increíble descubrimiento del esqueleto de un gigante hembra, la exploración constante de parajes remotos, las tribus salvajes con las que Juan había coexistido durante períodos largos… Zoltan se enamoró de la selva ecuatoriana y no quiso regresar a la vida «civil», por así decir. Se trasladó a Guayaquil con su esposa e hijos, pero ninguno de ellos se acomodó a la nueva forma de vida y no tardaron en marchar-se y dejarle libre. Fue doloroso para él, pero decidió quedarse en Ecuador. Sus hijos lo visitaban de vez en cuando, pero la felicidad de Zoltan dependía sobre todo de su interminable ir y venir entre Guaya-quil y la selva impenetrable.

enfadó mucho al leerlo. Tal vez haya terminado, como suele decirse, en la fragua de Vulcano, pero no lo sé a ciencia cierta.

S.C.: Julio Goyén Aguado, que-rido amigo de Móricz durante la etapa de Buenos Aires, heredó sus acciones de la empresa minera Cumbaratza, así como objetos de la cueva, cierta canti-dad de oro y piedras preciosas, un mapa para llegar a la cueva de los Seres Superiores e incluso el esqueleto del gigante al que usted se ha referido antes. ¿Qué sabe de todo esto?

G.P.: Este asunto de la herencia me parece una invención, dema-siado novelesco. No he oído nada iable al respecto. Yo era el abogado de Móricz y nunca me dijo que quisiera hacer testamento, aunque para querer hacer un testamento antes tienes que pensar en que vas a morirte y Juan era de los que pensaban que no se moriría nunca.

S.C.: Sin embargo, recien-temente han aparecido en Argentina algunos objetos que Móricz entregó a Goyén Aguado. Además de diversos documen-tos, hay una tablilla de metal con escritura ideográica, al parecer

S.C.: Zoltan Czellar se quedó en Ecuador y murió allí, mientras Mórizc falleció antes que él en 1991. ¿Es cierto que heredó su archivo y su biblioteca? Entre los papeles de Juan quizá también había un manuscrito sobre la cueva que Stanley Hall diera a leer a Móricz…

G.P.: Zoltan estuvo viviendo en Guayaquil, en un apartamento en Las Peñas, en la calle Numa Pompilio Llona, junto al río Guayas. Los escasos libros que tenía los heredaron sus hijos. Móricz tenía una parte de sus libros en Buenos Aires y otra en Guayaquil. Aquí en la ciudad guardaba algunos volúme-nes en la casa de su amiga Liliana Icaza Pérez, que murió sin dejar testamento. Me consta que, tras la muerte de Liliana, su casa fue vaciada y demolida; por desgracia desconozco lo que pasó con los libros. Entre los que Mórizc utilizaba para sus continuos viajes había algunos diccionarios. Los guardaba en su despacho y ahora los tengo yo. Es posible que Czellar tuviera en su poder los archivos personales de Móricz porque no los encontré en el despacho. Sin embargo, Zoltan nunca los mencionó. No se sabe dónde fue a parar el manuscrito de Hall, recuerdo que Móricz se

ARCHIVO PERSONAL Zoltan Czellar

(arriba) pudo

haber heredado la

célebre biblioteca

e importantes

notas personales

de Juan Mórizc.

“Julio Goyén

heredó artefactos extraídos de la cueva, como oro, piedras preciosas e incluso el esqueleto de un gigante

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Virgil Gheorghiu, que en 1967 fue llevada al cine con Anthony Quinn. El autor conoció en su juventud a Juan Móricz y el protagonista de su novela se llama… ¡Johann Moritz! Una parte de los hechos narrados se reiere a la vida de Juan y sus ideas, pero otra parte no. Móricz nunca perdonó al autor que utilizara su nombre aunque lo pusiera en alemán. Luego vinieron Los intra-terrestres existen (1978), de Marie Thérèse Guinchard y Pierre Pao-lantoni, a quienes conocí cuando visitaban Guayaquil. Este documen-to se reiere a los descubrimientos de Móricz, pero distorsiona la realidad y es una historia de pura icción. Por el contrario, La historia de la Tierra y el cosmos (2007), de Géza Kisteleki, es un libro extraor-dinario que, entre otras cosas, casi cuarenta años después, conirma las declaraciones realizadas por Juan Móricz durante su conferencia en la Casa de la Cultura de Ecuador en 1969, en la que hizo referencia

G.P.: Lo cierto es que se han publicado muchos artículos y pocos libros, pero en cualquier caso no son muy iables. Ni siquiera el éxito de ventas de Erich von Däniken, que ya he dicho que no era nada iable. Cabe mencionar la novela La hora 25 (1949), de Constantin

procedente de la Cueva de los Tayos. ¡Se han hecho muchas fotos de dicha tablilla!

G.P:. Yo no sé nada al respecto y me parece muy raro. Me niego a creer que Móricz hubiera sacado de la cueva un objeto arqueológico; creo que una de las garantías que él deseaba tener antes de organizar una expedición cientíica al lugar era que no se sacara nada de la cueva. Según él, las estancias subterráneas habían demostrado ser un arca bastante segura, al haber sido sede de numerosos objetos de valor durante milenios. Así que, en mi opinión y mientras no se demuestre lo contrario, quien airme haber re-cibido objetos de la cueva por parte de Juan no dice la verdad.

S.C.: La historia de Juan Móricz y la cueva de los Tayos es realmente fascinante, pero a dife-rencia de otros descubrimientos apenas se han publicado libros sobre ella. ¿A qué lo atribuye?

El río Yaupi albergaría un acceso sumergido a los Tayos.

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EL AFFAIRE VON DÄNIKENUno de los momentos más in-

teresantes de la entrevista fue

a propósito de la controvertida

relación entre Juan Móricz y

Erch Von Däniken…

Sebastián Cescato: En marzo

de 1972, usted recibió en su

despacho de Guayaquil a Erich

von Däniken, que había ido

a conocer a Móricz. Ahora se

sabe que en el libro Aussaat

und Kosmos, publicado unos

meses después, el autor suizo

mintió al escribir que había

estado en la cueva. Ahora,

deseo preguntarle por qué

Móricz llevó a Däniken a ver la

colección de objetos indígenas

del padre Carlo Crespi Croci

(junto a estas líneas), el

anciano sacerdote ita-

liano que se instaló en

la ciudad ecuatoriana de

Cuenca. Däniken publicó

muchas fotos de estos

objetos extraños (dcha.)

a los que consideraba

vestigios de una antigua

civilización desconocida.

Sin embargo, a mí me

parece un tanto sospechosa

tal aseveración.

Gerardo Peña: En ese momen-

to, es decir, durante la visita

de Erich von Däniken (en la

otra página) que ha menciona-

do, la relación de amistad con

Móricz indujo a este a llevar al

escritor a la zona

de Cuenca en viaje turístico.

Digamos que era una visita

obligada ir a ver el pintoresco

museo del padre Crespi… El

investigador suizo pareció

tomar todo al pie de la letra y

sacó un sinfín de fotografías.

No obstante, Móricz me djo

más de una vez que algunos

de esos objetos tenían valor

arqueológico mientras que

otros eran baratjas y artesa-

nías locales sin ningún interés,

como metales labrados,

chatarra oxidada…

“Hall facilitó un emplazamiento erróneo de

la cueva de los Seres Superiores para evitar que alguien hallara la biblioteca de metal

a una biblioteca de metal que se encuentra en Europa, similar a la descubierta por él en Ecuador.

S.C.: También está el citado manuscrito de Stanley Hall, aquel que había entregado a Mó-ricz y que este nunca le devolvió. ¡Stan Hall tuvo que escribirlo todo de nuevo!

G.P.: Sí, así fue. El oro de Tayos: los archivos de la Atlántida (2006). El libro me desconcierta, lo mismo que el manuscrito enfureció a Móricz. El autor, después de haber escrito en el primer capítulo que «Juan Móricz tenía una imaginación desmesurada», lo cubría de elogios para luego, en el capítulo XX, airmar que la historia contada por Juan la había escuchado durante una reunión con el militar ecuatoriano Petronio Jaramillo Abarca. Además, Hall dice que la historia de Móricz comienza en 1964, cuando este llega por primera vez a Ecuador con cartas de recomendación irmadas por una personalidad argentina; el autor describe una reunión con Juan, el historiador Jorge Salvador Lara y otros expertos en la que –en respuesta a una pregunta– Móricz dijo: «He venido a Ecuador para encontrar una entrada al mundo subterráneo, que se extiende desde Venezuela hasta Chile y Argentina». Por otra parte, Hall acusa a Móricz de que se limitó a repetir lo que escuchó decir a Jaramillo en otra

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ción sobre la Cueva de los Tayos. Cuéntanos algo acerca de estas experiencias recientes.

G.P.: Sí, después de tantos años creo que es hora de decir lo que pienso y mostrar los documentos que obran en mi poder. Estuve hace poco en Hungría, invitado por la asociación cultural local János Móricz, que organizó una serie de conferencias para dar a conocer la obra de Juan y la investigación de otros expertos de la prehistoria del continente americano. Le sonarán los nombres de Géza Kisteleki, Klaus Dona, Ruth Rodríguez Soto-mayor, Géza Varga, Peter Szilvássy y Ágnes Golenya, algunos de los cuales ya he mencionado. También estaba el ilólogo Manuel Palacios, que analizó la epigrafía americana y su relación con la escritura magiar. Hablé de mis años de trabajo con Juan y proyecté fotografías de la época para ilustrar la historia. Por último, Zoltan Varga, como presi-dente de la Asociación, presentó un relato biográico de Móricz.

S.C.: Bettina Allen airma que, poco antes de morir, Móricz explicó la ubicación exacta de la biblioteca a una persona de su conianza que estaba dispuesta a guiar a quienes verdaderamente desearan llegar allí. No está claro lo que eso podría signiicar...

G.P.: Sólo puedo decir una cosa: estoy seguro de que la cueva de los Seres Superiores con todos sus valiosos tesoros se encontrará tar-de o temprano. Así lo espero y por ese motivo estamos ahora hablan-do de la cueva y de Móricz. No obs-tante, la oportunidad de redescubrir la biblioteca de metal depende de cómo se lo tomen los misteriosos habitantes y guardianes del mundo subterráneo, los belas o taltos. Sin su consentimiento será imposible encontrarla. n

reunión similar celebrada en 1964 en la casa de Alfredo Moebius, junto con otras personas, entre ellas un italiano apellidado Turolla. Sin embargo, la verdad se demuestra en el libro Más allá de los Andes. Mi búsqueda de los orígenes de la civilización preincaica (1970), de Pino Turolla, donde el autor señala que visitó Ecuador por primera vez en 1966. Eso supone que aquella reunión de 1964 no pudo celebrar-se. Posteriormente, el propio Turolla nombra a Juan Móricz al hablar del descubrimiento de la cueva de los Tayos. En resumen, Stanley Hall incurre en tal maraña de contradic-ciones que su testimonio resulta tan confuso como increíble. En cuanto a la atribución del descubrimiento de la cueva a Petronio Jaramillo, como hace Hall, me parece ridículo. Ya sabemos que Jaramillo era un fanfarrón.

S.C.: ¿Cuál es su opinión sobre el emplazamiento de la cueva de los Seres Superiores que Stanley Hall indica en su libro y en su página web? Hall habría identii-cado el lugar según las historias de Jaramillo, pero hasta ahora no se ha encontrado nada de particular en la zona...

G.P.: En mi opinión, Hall facilitó ese emplazamiento con el in de confundir a los que andaban en busca de la biblioteca de metal y así impedir que la descubrieran.

TRADICIÓN SECRETA Algunos autores

señalan que la

Cueva de los Ta-

yos pudo ser uno

de los hábitats de

una civilización

proto-incaica.

Las personas que han estado en ese lugar me han dicho que no tiene nada de particular.

S.C.: Recientemente usted ha comenzado a dedicar más tiempo a la difusión de informa-