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El Erasmismo en los Entremeses de Cervantes Chul Park La importancia de los estudios sobre el erasmismo 1 en el mundo litera- rio de Cervantes ha alcanzado relevancia en los últimos años. Así, se ha convertido en un campo de investigación muy discutido por la crítica al que se han dedicado numerosos estudios. En 1925 Américo Castro publicó El Pensamiento de Cervantes, en el que vio a Cervantes no como un contrarreformista, sino como un pen- sador y un reformador inhibido solamente por la censura y las autori- dades. En el artículo «Erasmo en tiempo de Cervantes», Américo Castro mantiene que López de Hoyos, el maestro de Miguel de Cervantes, se sabía a Erasmo y debió trasmitírselo en algún sentido a su discípulo «caro y amado»: en él depositó los gérmenes de ese cristianismo orien- tado más hacia el espíritu que hacia las prácticas, y «con escasa estima por los frailes» 2 . Américo Castro llama la atención de manera particular hacia el libro de fray Felipe de Meneses «Luz del alma cristiana» que constituyó uno de los cauces que alimentaron en Cervantes formas de espiritualidad re- ligiosa, muy distintas de las que a comienzos del siglo xvn dominaban casi exclusivamente en el ámbito del Imperio español. Américo Castro mantiene que el erasmismo cervantino se inicia en el trato con López de Hoyos, y la cita del libro de Meneses responde a un complejo de sim- patías y preferencias del erasmismo 3 . Erasmo es considerado como el creador e impulsador de la renovación del cristianismo humanista en el siglo xvi. La filosofía de Cristo que Erasmo divulgaba era un intento de aunar filosofía y fe, pues era un humanismo cristiano. Erasmo permaneció fiel a la Iglesia católica pero criticándola salvajemente. El erasmismo buscó una reforma del cris- tianismo. Denunciando la hipocresía de los clérigos, procuró una religión sincera, según los ideales de caridad de la iglesia primitiva, próxima al verdadero cristianismo (Bataillon, Marcel, Erasmo y España, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1991). Dámaso Alonso considera probada por Américo Castro la huella erasmiana en Cervantes; «algo de la admiración erasmiana de López de Hoyos —dicen sus pala- bras— pasó a su discípulo, y no sólo lejana admiración sino muy posiblemente lec- tura». (Cfr. Abad, Francisco, «Las ideas lingüísticas y el erasmismo de Cervantes», en Actas del III CIAC, Barcelona, Anthropos, 1993). Américo Castro concluye diciendo que, en efecto, el cristianismo de Cervantes re- sulta esencialmente erasmista, y menciona algunas convergencias ideológicas con el AISO. Actas VI (2002). Chul PARK. El Erasmismo en los «Entremeses» de Cervantes

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El Erasmismo en los Entremeses de Cervantes

Chul Park

La importancia de los estudios sobre el erasmismo1 en el mundo litera-rio de Cervantes ha alcanzado relevancia en los últimos años. Así, se haconvertido en un campo de investigación muy discutido por la crítica alque se han dedicado numerosos estudios.

En 1925 Américo Castro publicó El Pensamiento de Cervantes, enel que vio a Cervantes no como un contrarreformista, sino como un pen-sador y un reformador inhibido solamente por la censura y las autori-dades.

En el artículo «Erasmo en tiempo de Cervantes», Américo Castromantiene que López de Hoyos, el maestro de Miguel de Cervantes, sesabía a Erasmo y debió trasmitírselo en algún sentido a su discípulo«caro y amado»: en él depositó los gérmenes de ese cristianismo orien-tado más hacia el espíritu que hacia las prácticas, y «con escasa estimapor los frailes»2.

Américo Castro llama la atención de manera particular hacia el librode fray Felipe de Meneses «Luz del alma cristiana» que constituyó unode los cauces que alimentaron en Cervantes formas de espiritualidad re-ligiosa, muy distintas de las que a comienzos del siglo xvn dominabancasi exclusivamente en el ámbito del Imperio español. Américo Castromantiene que el erasmismo cervantino se inicia en el trato con Lópezde Hoyos, y la cita del libro de Meneses responde a un complejo de sim-patías y preferencias del erasmismo3.

Erasmo es considerado como el creador e impulsador de la renovación del cristianismohumanista en el siglo xvi. La filosofía de Cristo que Erasmo divulgaba era un intentode aunar filosofía y fe, pues era un humanismo cristiano. Erasmo permaneció fiel a laIglesia católica pero criticándola salvajemente. El erasmismo buscó una reforma del cris-tianismo. Denunciando la hipocresía de los clérigos, procuró una religión sincera, segúnlos ideales de caridad de la iglesia primitiva, próxima al verdadero cristianismo(Bataillon, Marcel, Erasmo y España, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1991).Dámaso Alonso considera probada por Américo Castro la huella erasmiana enCervantes; «algo de la admiración erasmiana de López de Hoyos —dicen sus pala-bras— pasó a su discípulo, y no sólo lejana admiración sino muy posiblemente lec-tura». (Cfr. Abad, Francisco, «Las ideas lingüísticas y el erasmismo de Cervantes»,en Actas del III CIAC, Barcelona, Anthropos, 1993).Américo Castro concluye diciendo que, en efecto, el cristianismo de Cervantes re-sulta esencialmente erasmista, y menciona algunas convergencias ideológicas con el

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En relación con el mismo tema José Antonio Maravall dice: «La in-adptación y disconformidad del pensamiento del Quijote respecto a la si-tuación social rebosa en todas las páginas del libro»4.

El hispanista francés Marcel Bataillon publicó en 1937 su Erasmo yEspaña, donde dedica su último capítulo a Cervantes, representante delerasmismo español. Cervantes, como Erasmo, se opone a la vida mo-nástica, al concepto de autoridad religiosa. No consta el contacto direc-to de Cervantes con las obras de Erasmo, prohibidas todas ellas enEspaña en la segunda mitad del siglo xvi. Pero es seguro el contacto in-directo, a través de su maestro López de Hoyos, o por la Censura de lalocura humana y excelencias della de Jerónimo de Mondragón, especiede adaptación de Elogio de la Locura5.

Así, la mayoría de los cervantistas están de acuerdo con la íntimadepedencia del pensamiento de Cervantes con el humanismo erasmistadel siglo xvi6. En este trabajo hemos de apreciar la trascendencia de lavisión satírica que se expresa en el entremés La elección de los alcal-des de Daganzo respecto a la realidad política de la España de Felipe IIy su heredero. Según Agostini del Río, este entremés no está exento decierto eco erasmista7. En este sentido, he seleccionado La elección delos alcaldes de Daganzo, que se considera más significativo para la in-fluencia erasmista sobre los entremeses de Cervantes.

Hasta ahora ha habido en gran parte una tendencia a buscar sola-mente la broma y humorada en los entremeses cervantinos. Pero se sos-pecha que Cervantes no se propone hacer sólo «un simple cuadro decostumbres aldeanas».

El asunto de La elección de los alcaldes de Daganzo parece haber sidoun invento de Cervantes. Recordemos el argumento: los regidores del pue-

Elogió de la locura. Sin Erasmo Miguel de Cervantes no habría sido como fue; así,en un libro que escribió en 1925 Américo Castro proclamaba la filiación renacentis-ta del autor estudiado, e insistía en su «cristianismo... simple», un cristianismo de«San Pablo y no Santiago Matamoros», de «castidad y caridad y no abstinencias niteologías» (Castro, Américo, Hacia Cervantes, Madrid, Taurus, 1967, p. 251)

4 Cfr. Maravall, José Antonio, Utopía y contrautopía en el Quijote, Santiago deCompostela, Pico Sacro, 1976.

5 Cfr. Vilanova, Antonio, Erasmo y Cervantes, Barcelona, Agustín Núfiez, 1949.6 La mayoría no tiene duda de que Cervantes leía muchísimo y era uno de los hom-

bres intelectualmente mejor formados de su época. Cervantes vivía y escribía susobras cuando Europa estaba organizándose rápidamente, de acuerdo con las nuevasformas políticas del Renacimiento. (Cfr. Bataillon, Marcel, Erasmo y el erasmismo,Barcelona, Crítica, 2000).

7 Cfr. Zimic, Stanislav, «Sobre dos entremeses cervantinos: La elección de los alcal-des de Daganzo y El rufián viudo», Anales Cervantinos, Madrid, CSIC, XVIII (1979-1980).

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blo de Daganzo, Panduro y Algarroba, y el bachiller Pesuña, asistidos porel escribano Estornudo, improvisan un tribunal para nombrar alcalde. Elproceso da comienzo con la entrevista de candidatos, Humillos, Jarrete,Berrocal y Rana, quienes pasan a exponer las razones de sus mereci-mientos.

Antes de aparecer los candidatos en escena, nos asombramos al vera los miembros del tribunal enredados en unas conversaciones muy ri-diculas. El regidor Algarroba esgrime como argumento esencial su lim-pieza de sangre. Aquí no es difícil advertir la burla del autor.

ALGARROBA: Cristiano viejo soy a todo ruedoy creo en Dios a pies jontillas.

BACHILLER: Bueno;no hay más que desear.

ALGARROBA: Y si por suertehablé mal, yo confieso que soy ganso,y doy lo dicho por no dicho.

ESTORNUDO: Basta;no quiere Dios del pecador más malosino que viva y se arrepienta.

ALGARROBA: Digo que vivo y me arrepiento, y que conozcoque el Cielo puede hacer lo que él quisiere,sin que nadie le pueda ir a la mano,especial cuando llueve.

PANDURO: De las nubesAlgarroba, cae el agua, no del cielo.

En los versos subrayados «Cristiano viejo soy a todo ruedo...y creoen Dios a pies jontillas...conozco que el Cielo puede hacer lo que qui-siere...», Cervantes destaca con muy fina sátira que el cristiano viejo tie-ne absoluta prioridad en esa sociedad, incluso respecto a la creencia enDios. La reacción de Panduro es muy racional y científica, sin tener feciega en el Cielo diciendo «el agua no cae del cielo sino de las nubes.»Aquí, Cervantes se burla de la fé ciega, y a su vez elogia el conoci-miento científico en voz de Panduro.

Recordemos la pregunta que Rana hace a Humillos, al burlarse de laignorancia de Humillos: «¿Y con eso pensáis de ser alcalde?».

BACHILLER: ¿Sabéis leer, Humillos?HUMILLOS: NO, por cierto,

ni tal se probará que en mi linajehaya persona tan de poco asiento,

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que se ponga a aprender esas quimeras,que llevan a los hombres al brasero,y a las mujeres a la casa llana^

BACHILLER: ¿Y cuáles cosas son?

HUMILLOS: Sé de memoriatodas cuatro oraciones, y las rezocada semana cuatro o cinco veces.

RANA: ¿ Y con eso pensáis de ser alcalde?

Aquí Humillos no se atreve a mencionar los nombres de sus ascen-dientes, sino que basa sus méritos en la obsesiva insistencia de ser cris-tiano viejo, y en no saber leer. Realmente, Humillos no sabe leer.

La ironía de Cervantes se transforma en intención satírica cuando el per-sonaje justifica su analfabetismo diciendo que saber leer es cosa que llevaa los hombres a la Inquisición, y a las mujeres al prostíbulo. La sátira cer-vantina se revela aquí solidaria con las más típicas premisas erasmistas8.

En realidad, los méritos de Humillos para aspirar al cargo municipalson saber rezar cuatro oraciones, pues con eso y con ser cristiano viejose atrevería a ser un senador romano. Es decir, estamos ante la sátiraprofunda pero sin perder de vista la nota de humor. Cervantes suavizael denso contenido ideológico con la comicidad y la soltura que exigeel entremés. El orgullo con que Humillos ostenta su ignorancia y su des-precio por la cultura, no sólo como prueba de su ortodoxia religiosa,sino como evidencia de su aptitud mental, profesional y cívica, mereceun puesto honorífico en la literatura satírica del Siglo de Oro9.

Como es sabido a partir del reinado de Felipe II, el conflicto de cas-tas se agrava con los expedientes de limpieza de sangre y la dificultadde probar una procedencia genealógica impecable10.

A diferencia de Humillos, Jarrete afirma estar iniciado en las prime-ras letras. «Yo, señor Pesuña, sé leer, aunque poco; deletreo y ando enel be a, ba bien ha tres meses, y en cinco más daré con ello a un cabo...».Pero, como los demás personajes, también Jarrete hace profesión de cris-tiano viejo: «Yo soy cristiano viejo como todos»11.

8 Erasmo, amante de la paz y defensor de las letras, se pasó la mayor parte de su vidaadulta tratando de escapar al ambiente de intolerancia y crueldad. Sus críticas a losmonjes ignorantes estaban inspiradas ante todo por su amor a las letras clásicas, quelos monjes despreciaban o atacaban (Cfr. Duran, Manuel, «Erasmo y Cervantes:Fervor, Ironía, Ambigüedad», en Cervantes: su obra y su mundo, Actas del I CongresoInternacional sobre Cervantes, ed. Criado del Val, Manuel, Madrid, EDI-6, 1981).

9 Zimic, Stanislav, op. cit. (nota 7), p. 123.10 Cfr. Castillo, Alberto, Entremeses, Madrid, Akal, 1997.11 Américo Castro ha expuesto en varias de sus obras, especialmente en De la edad

conflictiva (Madrid, Taurus, 1961), cómo el sentimiento de la honra y de la limpie-

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Con Jarrete, Cervantes tipifica la figura del aldeano bruto y fanfa-rrón: «además de esta ciencia que ya aprendo, sé calzar un arado bra-vamente y herrar, casi tres horas, cuatro pares de novillos briosos y ca-rreros: soy sano de mis miembros, y no tengo sordez ni cataratas, tos nireumas... y tiro con un arco como un Tulio».

JARRETE: YO, señor Pesuña?,sé leer, aunque poco; deletreoy ando en el be a, ba bien ha tres meses,y en cinco más daré con ello a un cabo.Y además de esta ciencia que ya aprendo,sé calzar un arado bravamentey herrar, casi tres horas, cuatro paresde novillos briosos y carreros.soy sano de mis miembros, y no tengosordez ni cataratas, tos ni reumasy soy cristiano viejo como todos,y tiro con un arco como un Tulio.

ALGARROBA: ¡Raras habilidades para alcalde,

necesarias y muchas!

El regidor Algarroba comenta con ironía, diciendo «Raras habilida-des para alcalde...». Cervantes destaca satíricamente la asociación deesas raras habilidades con la condición de cristiano viejo, como califi-cativos de igual importancia para desempeñar la alcaldía. Humillos esun ignorante por causa de sus prejuicios religiosos y sociales, mientrasque Jarrete lo es por una condición mental endémica.

Por otra parte, los candidatos a la alcaldía se afanan en recordar acada paso que son cristianos viejos, y, sobre todo, en hacer que los de-más lo crean. La ostentación llamativa de la cristianidad vieja no es deningún modo un sinónimo del genuino sentimiento religioso. Los elec-tores comparten plenamente esta obsesión, pues existía en toda Españael horror a la herejía y la obsesión por la limpieza de sangre.

Desde la perspectiva irónica Cervantes contempla a sus personajesal hacerlos proclamar: «Soy cristiano viejo, como todos». Jarrete de-fiende su limpieza de sangre y abandona sus continuas dudas sobre suascendencia12.

Berrocal, el tercer candidato, representa otra clase de invalidez o ex-travío mental. Toda su virtud se limita a entender de vino y a diferen-

za de sangre afecta la estructura de la vida española en los siglos xvi y xvn (AlbertoCastilla, Entremeses, Madrid, Akal, 1999).

12 Zimic, Stanislav, op. cit. (nota 7), p. 123.

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ciarlos por el gusto. Probablemente Berrocal es un alcohólico. Pareceque se encuentra borracho en el instante mismo de defender su candi-datura. Lo sugiere fuertemente su conducta agresiva y amenazadora.

BERROCAL: Tengo en la lenguatoda mi habilidad y en la garganta;no hay mojón en el mundo que me llegue;sesenta y seis sabores estampadostengo en el paladar, todos vináticos.

ALGARROBA: ¿Y quiere ser alcalde?

BERROCAL: Y lo requiero:pues cuando estoy armado a lo de Baco,así se me aderezan los sentidosque me parece a mí que en aquel puntopodría prestar leyes a Licurgoy limpiarme con Bartulo.

PANDURO: ¡Pasito, que estamos en concejo!

BERROCAL: NO soy nadamelindroso ni puerco; sólo digoque no se malogre mi justicia,que echaré el bodegón por la ventana.

BACHILLER: ¿Amenazas aquí?...

En efecto, con total franqueza Berrocal promete gobernar el pueblopor inspiración exclusiva de los muchos «sabores vináticos». En La elec-ción de los alcaldes de Daganzo los tres candidatos, Humillos, Jarretey Berrocal son símbolos del cerrado dogmatismo y del fanatismo reli-gioso, de la ignorancia y de la tontería irremediable, con que se acos-tumbra a gobernar al pueblo, según Cervantes13.

Rana, cuarto candidato y figura central de este entremés, suele ver-se como un personaje idealizado por Cervantes a causa de su lenguaje.El concepto de justicia, enteramente representativo, no nos sorprende, siescuchamos el discurso que Rana hace ante el tribunal, cuando se pre-senta como candidato a la alcaldía:

13 El elogio de la locura se titula en latín Declamatio in laudem Stultiae y esta últimapalabra recuerda las festas stultorum, las fiestas de los bobos o de los insensatos, quetanta popularidad tuvieron en la Edad Media (Rotterdam, Erasmo de, Elogio de lalocura o Encomio de la Estulticia, Introd., José Antonio Marina, Madrid, Espasa-Calpe, Colección Austral, 1999).

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Yo, señores, si acaso fuese alcalde,mi vara no sería tan delgadacomo las que se usan de ordinario;de una encina o de un roble la haría,y gruesa de dos dedos, temerosoque no me la encorvase el dulce pesode un bolsón de ducados, ni otras dádivas,o ruegos, o promesas, o favores,que pesan como plomo, y no se sientenhasta que os han bramado las costillasdel cuerpo y alma; y, junto con aquesto,Sería bien criado y comedido,parte severo y nada riguroso;nunca deshonraría al miserableque ante mí le trajesen sus delitos;que suele lastimar una palabrade un juez arrojado, de afrentosa,mucho más que lastima su sentencia,aunque en ella se intime cruel castigo,no es bien que el poder quite la crianza,ni que la sumisión de un delincuentehaga al juez soberbio y arrogante.

Rana promete que «si acaso fuese alcalde», su vara «no sería tan del-gada» que se «la encorvase el dulce peso de un bolsón de ducados..., oruegos, o promesas, o favores», que no sería nunca «soberbio y arro-gante», sino «bien criado y comedido, parte severo y nada riguroso».

Aquí es evidente que la voz noble de Rana implica el inconfundibleacento cervantino. Rana promete un gobierno honesto y humanitario.Rana promete un gobierno ideal, y coincide en varios aspectos, signifi-cativamente, con los consejos de Don Quijote para el gobierno deSancho14. Los críticos proclaman alcalde a Rana y a su discurso lleno

14 Véase El Quijote II, cap. 42: «Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con elpeso de la dádiva, sino con el de la misericordia; Al que has de castigar con obrasno trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin laañadidura de las malas razones.; Al culpado que cayere debajo de tu jurisdición con-sidérele hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nues-tra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratelepiadoso y clemente, porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más res-plandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia» (Cervantes,Miguel de, Don Quijote de la Mancha, edición del Instituto Cervantes, Barcelona,Crítica, 1998); Cfr. Chul, Park, «La república bien ordenada en el mundo literariode Cervantes», en Actas del IV Congreso Internacional de la Asociación deCervantistas, Palma, Universidad de les Ules Baleares, 2001, Tomo I).

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de sabiduría y lección política, hasta el punto de que parecen una anti-cipación de las ideas de Montesquieu o de Jean-Jacques15.

Los críticos piensan que en Pedro Rana Cervantes personifica lascualidades de un alcalde ideal, como contraste agudo a los otros indivi-duos perturbados que aspiran a la alcaldía del pueblo. Como en DonQuijote de la Mancha, Cervantes idealiza su utopía en el gobierno dePedro Rana. Pues sus consejos dados a Rana son los mismos que losconsejos dados a Sancho Panza16.

Rana promete un gobierno honesto y humanitario. Sin embargo, losaldeanos no creen que sus palabras sean sinceras y que no representensólo un típico discurso político de campaña electoral. Cervantes haceexpresar esta duda específica a uno de sus personajes, Humillos:

Esos ofrecimientos que ha hecho Ranason de lejos. A fe que si él empuñavara, que él se trueque y sea otro hombredel que ahora parece.

Stanislav Zimic dice que no hay duda de que todo lo que dice Ranasobre el alcalde ideal representa una noción política y humanitaria deCervantes mismo17.

En la última escena del entremés interviene de repente un sacristán,quien reprocha a los regidores su descuido del deber: «Señores regido-res: ¡voto a Dios! que es de bellacos tanto pasatiempo. ¿Así se rige elpueblo, noramala, entre guitarras, bailes y bureos?».

Parece que la intervención del sacristán no responde a una mera pre-ocupación por las convenciones teatrales, sino a un requisito impuestopor el tema fundamental de la obra. Ante el atrevimiento de un sacris-

15 En efecto, Cervantes no ataca las creencias fundamentales, pero sí da en sus escri-tos punzadas a la vida eclesiástica o a la creencia en milagros superticiosos; además,siente hondamente el valor de las virtudes cristianas en cuanto amor y comprensióndel prójimo. Su cristianismo se basa más en la conducta que en las aparentes cere-monias. La caridad y el perdón de las injurias mueven su pluma con expresiva elo-cuencia (Cfr. Zimic, Stanislav, El teatro de Cervantes, Madrid, Castalia, 1992).

16 Cfr. Chul, Park, op. cit. (nota 14).17 Además, Agostini del Río, por ejemplo, habla de la « buena palabra [...] misericor-

dia [...] justicia», del «buen sentido castellano» de Rana, viendo en él a un goberna-dor ideal. Asensio expresa una opinión semejante al referirse a la sabiduría de Ranay a la lección política que representa su intervención en la obra. Por su parte, Aveleyraobserva: «Pedro Rana se opone a todas las demás figuras por su dignidad... es la fi-gura del juez ideal». Canavaggio, asimismo, considera a este personaje como «ide-al, sabio, etc», mientras Honig lo caracteriza de humanístico (Cfr. Zimic, Stanislav,op. cit. (nota 7)).

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tan intruso, todos lo critican y hasta lo mantean, pero es Rana el que loreprende más severamente:

Dime, desventurado: ¿qué demoniose revistió en tu lengua? ¿Quién te metea ti en reprender a la Justicia?¿Has tú de gobernar a la república?Métete en tus campañas y en tu oficio;deja a los que gobiernan, que ellos sabenlo que han de hacer mejor que no nosotros.

En esta arenga hay una obvia ironía. Los aldeanos acusan al sacris-tán por su intromisión en los asuntos civiles. Pero el eclesiástico ha en-trado en escena para censurar a los villanos la falta de seriedad en losasuntos civiles, y lo que hacen estos es mantearlo18.

Valbuena Prat dice que en la aparición del sacristán hay una censu-ra clara a la intromisión del elemento eclesiástico en los asuntos civiles,y la voz noble de Rana se oye aquí también en esta lección ejemplar deinconfundible acento cervantino: «¿Has tú de gobernar a la república?Métete en tus campañas y en tu oficio...»19.

Pensando en la realidad histórica de la España de Felipe II y sus he-rederos, y comprendiendo que los personajes del teatro cómico deCervantes, en apariencia inocentes, son personificaciones de los proble-mas reales de esa sociedad, las sátiras serias de la escena con el sacristándestacan muy obvias. Con la intervención del sacristán, de comicidad tanpronunciada, Cervantes representa otra inevitable calamidad de la vida po-lítica y social de su tiempo. Dice Stanislav Zimic20: En el teatro deCervantes, el sacristán, manteniendo el tratamiento satírico, aparece en va-rios entremeses (La elección de los alcaldes de Daganzo, La guarda cui-dadosa, La cueva de Salamanca).

Está claro que en los entremeses se refiere al matiz satírico contra elsacristán, el monje y la vida religiosa, que eran las características ex-ternas del erasmismo. Recordamos que en La guarda cuidadosa la fi-gura del sacristán se sitúa una vez más en la tradición de la sátira con-

18 La sátira del clérigo, presentado generalmente como persona de escasa dignidad ydesenfrenados apetitos sexuales, ya había sido tema frecuentada en el teatro primiti-vo español y continuó siéndolo hasta mediados del siglo xvi. A partir del reinado deFelipe II, la figura raramente aparece en las obras y la sátira anticlerical es elimina-da de la escena. En este sentido, los entremeses de Cervantes son excepcionales(Castilla, Alberto, op. cit. (nota 10)).

19 Cervantes, Miguel de, Obras completas de Cervantes, Madrid, Aguilar, p. 556.20 Zimic, Stanislav, op. cit. (nota 7), p. 134.

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tra la Iglesia del teatro medieval castellano. En la rivalidad por el amorde una fregona, el soldado acusa a la persona de la Iglesia, diciendo «elhábito no hace al monje». Y en El viejo celoso Cervantes se burla delfraile, diciendo «si mi vecina me hubiera traído mi frailecico, yo la tu-viera por mejor vecina...».

En La elección de los alcaldes de Daganzo, los labradores conser-van la actitud anticlerical y se atreven a manifestar el odio colectiva-mente en la escena del manteo. En la aparición del sacristán hay unacensura clara a la intromisión del elemento eclesiástico en los asuntosciviles. Precisamente contra las creencias ciegas se manifiesta a menu-do la más característica e ingeniosa sátira erasmiana.

Manuel Duran dice: «Si Cervantes no hubiera reprochado a los cris-tianos viejos su conducta dura, intolerante, y anti-intelectual, no se ha-brían escrito ciertas frases de los Entremeses y del Quijote.»21

En conclusión, en los entremeses de Cervantes podemos afirmar quelas obras teatrales respiran el criterio humanista renacentista, puesCervantes no se propone hacer solamente un simple cuadro de costum-bres aldeanas, y a su vez plantea varias escenas cómicas de cierto ecoerasmista. En el entremés, más allá del nivel de comicidad propio delgénero, Cervantes sugiere el horror a la herejía y la obsesión por la lim-pieza de sangre de los aldeanos de Daganzo.

A pesar de que este estudio no ha sido profundo, creo poder afirmarque los entremeses recogen, directa e indirectamente, muchas de las ide-as del humanismo cristiano iniciado por Erasmo de Rotterdam, y tam-bién que, gracias a Miguel de Cervantes, España conservó cierto espí-ritu de libertad y de humanismo renacentista.

21 Duran, Manuel, op. cit. (nota 8), p. 913.

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