El erizo y la zorra - Isaiah Berlin

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  • EL ERIZO Y LA ZORRA: ISAIAH BERLIN

    I) Prlogo de Mario Vargas Llosa Una constante del pensamiento occidental es creer que existe una sola respuesta verdadera para cada problema humano, y que, una vez hallada esa respuesta todas las otras debe ser rechazadas por errneas. Creencia complementaria de la anterior, y tan antigua como ella, es que los ms nobles ideales que animan a los hombres (justicia, libertad, paz, placer, etc.) son compatibles unos con otros. Para Isaiah Berlin estas creencias son falsas y de ellas se han derivado buena parte de las tragedias de la humanidad. Todas las utopas sociales, de Platn a Marx, han partido de un acto de fe que los ideales humanos las grandes aspiraciones del individuo y la sociedad- son capaces de congeniar, que la satisfaccin de uno o varios de estos fines no es obstculo para materializar tambin los otros. Quiz nada exprese mejor este optimismo que el lema de la Revolucin Francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad; revolucin que demostr al mundo, a travs de sus carniceras y frustraciones, que la realidad social era ms tumultuosa e impredecible de lo que suponan las impecables abstracciones de los filsofos. Estos ideales demostraron repelerse unos a otros al pasar de la teora a la prctica. Los revolucionarios franceses descubrieron que la igualdad era una fuente de desigualdad. As para establecer la igualdad, impusieron la coaccin, la vigilancia, la accin niveladora del Estado. Que la injusticia social fuera el precio de la libertad y la dictadura el de la igualdad, y que la fraternidad solo pudiera concretarse transitoriamente por causas negativas (una guerra o un cataclismo que aglutinan a la poblacin), es algo lastimoso y difcil de aceptar. Para Isaiah Berlin, ms grave que aceptar este terrible dilema, es no aceptarlo. Montesquieu ya haba advertido, como caracterstica central en el discurrir de la humanidad, que los fines de los hombres fueron muchos y distintos, y a menudo incompatibles unos con otros, y que esta era la raz de choques entre civilizaciones y de diferencias entre comunidades, de rivalidades entre clases y grupos, y en la propia intimidad de la conciencia individual, de crisis y desgarramientos. Berlin cree que en cuestiones sociales son siempre preferibles los xitos mediocres pero efectivos a las grandes soluciones totalizadoras, fatalmente quimricas.

  • Si no hay una sola respuesta para nuestros problemas, nuestra obligacin es vivir constantemente alertas, poniendo a prueba las ideas, leyes, valores que rigen nuestro mundo, confrontndolos unos con otros, ponderando el impacto que causan en nuestras vidas, y eligiendo unos y rechazando o modificando los dems. Y, al mismo tiempo que un argumento a favor de la responsabilidad y de la libertad de eleccin, Isaiah Berlin ve, en esta condicin del destino humano, una irrefutable razn para comprender que la tolerancia, el pluralismo son, ms que imperativos morales, necesidades prcticas para la supervivencia de los hombres. LAS DOS LIBERTADES Berlin ha contribuido con dos conceptos propios a esclarecer la nocin de libertad: los de libertad positiva y negativa. La libertad est estrechamente ligada a la coercin, es decir a aquello que la niega o la limita. Se es ms libre en la medida en que uno encuentra menos obstculos para decidir su vida segn su propio criterio. Mientras menor sea la autoridad que se ejerza sobre mi conducta; mientras esta pueda ser determinada de manera ms autnoma por mis propias motivaciones (mis necesidades, ambiciones, fantasas personales) sin interferencia de voluntades ajenas, ms libre soy. Este es el concepto negativo de la libertad. Es un concepto ms individual que social y absolutamente moderno. Parte del supuesto de que la soberana del individuo debe ser respetada porque es ella, en ltima instancia la raz de la creatividad humana, del desarrollo intelectual y artstico, del progreso cientfico. Si el individuo es sofocado, condicionado, mecanizado, la fuente de la creatividad queda cegada y el resultado es un mundo gris y mediocre. En tanto que la libertad negativa quiere sobre todo limitar la autoridad, la positiva quiere aduearse de ella, ejercerla. Esta nocin es mas social que individual pues se funda en la idea de que la posibilidad que tiene cada individuo de decidir su destino est supeditado en buena medida a causas sociales ajenas a su voluntad. Cmo puede un analfabeto disfrutar de la libertad de prensa? De que sirve la libertad de viajar a quien vive en la miseria? Significa acaso lo mismo la libertad de trabajo al dueo de una empresa que a un desempleado? La libertad positiva considera que hay ms libertades en trminos sociales cuanto menos diferencias se manifiestan en el cuerpo social, cuanto ms homognea es una comunidad. Las nociones de solidaridad humana, de responsabilidad social y la idea de justicia se han enriquecido gracias al concepto positivo de la libertad. Estas dos nociones de libertad son alrgicas la una a la otra, se rechazan recprocamente, pero no tiene sentido tratar de demostrar que una es verdadera y la otra falsa, pues aunque la palabra de que ambas se sirven es la misma, se trata de cosas distintas. Se trata de uno de esos casos de

  • verdades contradictorias o de metas incompatibles que segn Isaiah Berlin caracterizan la condicin humana. En la prctica, en la vida social, lo ideal es tratar de conseguir una transaccin entre ambas concepciones. EL ERIZO Y LA ZORRA Entre los fragmentos conservados del poeta griego Arquloco, uno dice: Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola, y grande. La frmula segn Isaiah Berlin, puede servir para diferenciar dos clases, de pensadores, artistas, y seres humanos en general: aquellos que poseen una visin central, sistematizada, de la vida, un principio ordenador en funcin del cual tienen sentido y se ensamblan los acontecimientos histricos y los menudos sucesos individuales, la persona y la sociedad, y aquellos que tienen una visin dispersa y mltiple de la realidad y de ls hombres, que no integran lo que existe en una explicacin u orden coherente pues perciben el mundo como una compleja diversidad en la que, aunque los hechos particulares gocen de sentido y coherencia, el todo es tumultuoso, contradictorio, inapresable. Dante, Platn, Hegel, Dostoievski, Nietzsche, Proust, fueron segn Berlin- erizos. Y zorras: Shakespeare, Aristteles, Montaigne, Moliere, Goethe, Balzac, Joyce. Berlin est entre las zorras, por su concepcin abierta, pluralista, del fenmeno humano. Es cierto que hay una visin centrpeta, de erizo, que reduce explcita o implcitamente todo lo que ocurre y lo que es a un ncleo bien trabado de ideas gracias a las cuales el caos de la vida se vuelve orden y la confusin de las cosas se torna transparente. A veces se asienta en la f ( san Agustn, santo Toms), a veces en la razn ( Marqus de Sade, Marx, Freud). Ante todo es totalizadora, duea de un instrumento universal que permite llegar a la raz de todas las experiencias, de una llave que permite conocerlas y relacionarlas. Este instrumento, esta llave (la gracia, el inconsciente, el pecado, las relaciones sociales de produccin, el deseo) representa la estructura general que sostiene la vida y es, al mismo tiempo, el marco dentro del cual evolucionan, padecen, o gozan los hombres y la explicacin de por qu y cmo lo hacen. El azar, lo accidental, lo gratuito, desaparecen del mundo (o quedan relegados) en la visin de los erizos. A diferencia de estos, la zorra est confinada en lo particular. Para ella, en ltima instancia, lo general no existe: solo existen los casos particulares, tantos y tan diversos unos de otros, que la suma de ellos no constituye una unidad significativa sino, ms bien, una confusin vertiginosa, un magma de contradicciones. Disfrazado o explcito, en todo erizo hay un fantico; en una zorra, un escptico. Quien cree haber encontrado una explicacin ltima del mundo

  • termina por acuartelarse en ella y negarse a saber nada de las otras. Quien es incapaz de concebir una explicacin de este gnero, termina, tarde o temprano, por poner en duda que ella pueda existir. Hay campos en los que, de manera natura, han prevalecido los erizos. La poltica, pro ejemplo, donde las explicaciones totalizadoras, claras y coherentes de los problemas, son siempre ms populares, y al menos en apariencia- ms eficaces a la hora de gobernar. En las artes y la literatura, en cambio, las zorras son ms numerosas, no as en las ciencias, donde estas son una minora. El profesor Berlin muestra como, en el caso de Tolstoi, un erizo y una zorra pueden convivir en la misma persona. HROES DE NUESTRO TIEMPO Qu influencia tiene el individuo en la historia? Son los grandes acontecimientos colectivos, el desenvolvimiento de la humanidad, resultado de fuerzas impersonales, de mecanismos sociales sobre los que las personas aisladas tienen escasa o nula intervencin? O, por el contrario, todo lo que ocurre es generado primordialmente por la visin, el genio, la fantasa y las hazaas de ciertos hombres? Berlin no niega que haya fuerzas objetivas en los procesos sociales, pero para l, la intervencin de los individuos (lderes, gobernantes, idelogos) en la historia, es fundamental y decisiva. Cree que ellos pueden relegar esas fuerzas objetivas a segundo plano, determinando, en muchos casos, la direccin de todo un pueblo, modelando su conducta, sus designios,, e inculcndole la energa y la voluntad, o el espritu de sacrificio para defender ciertas causas o materializar cierta poltica. II) CAPTULO TERCERO : Filosofa de la historia en Tolstoi El inters de Tolstoi por la historia se manifest desde muy temprano, con el deseo de calar hasta las causas originales y comprender cmo y por qu suceden las cosas de determinada manera y no de otra. Slo en la historia, slo en la suma de acontecimientos concretos en el tiempo y en el espacio, suma de la experiencia real de mujeres y hombres reales en sus relaciones mutuas, en un medio fsico real, solo all estaba la verdad. Creci en pleno auge de la filosofa hegeliana, que pretenda explicarlo todo basndose en el desarrollo histrico, pero concibi el proceso como algo que, en ltima instancia, no admita mtodos de investigacin emprica. Al joven Tolstoi le influyo, sin duda, el historicismo de su tiempo, pero rechaz por instinto el contenido metafsico. Esta obsesionado por la idea de que los principios filosficos slo pueden entenderse dentro

  • de su expresin concreta en la historia. Pero, al mismo tiempo, est al comienzo de un agudo sentido del desencanto, el sentimiento de que la historia tal como la escriben los historiadores- hace promesas imposibles de cumplir porque, igual que la filosofa metafsica, pretende ser una ciencia capaz de llegar a conclusiones acertadas. La historia no revela causas, slo ofrece la sucesin de los acontecimientos sin explicarlos. Karl Marx es quien hizo el intento ms audaz para descubrir las leyes generales que gobiernan la evolucin histrica, concebida sobre la base de la entonces tentadora analoga con la ciencia biolgica (cargada de triunfalismo por las nuevas teoras de Darwin). Para Tolstoi, el descubrimiento de leyes histricas que, unidos a los datos aportados por la observacin emprica, hicieran factible la prediccin del futuro, era una perspectiva cuya factibilidad era nula. Se queja de que mientras los factores determinantes de la vida de la humanidad son muchos y variados, los historiadores seleccionan solo algunos entre ellos, como si fueran los ms importantes, la causa efectiva del cambio social. Lo habitual es que se da ms importancia a los hechos polticos, pblicos, y se olvida casi siempre los hechos espirituales, ntimos, los que, prima facie, son los ms reales, la experiencia ms inmediata de los seres humanos (la trama real de la vida individual y colectiva). En Guerra y Paz el prncipe Andrei se convence poco a poco que el principal consejero de Alejandro el famoso reformista Speranski-, sus amigos y el propio Alejandro se engaaban sistemticamente al suponer que sus acciones, edictos, palabras, memoranda, resoluciones, leyes y dems eran los motores del cambio histrico y determinaban el destino de hombres y naciones cuando, en realidad no eran ms que gestos de arrogancia en el vaco. Lo que preocupaba a la gente eran sus intereses personales, y al cuidar de sus asuntos sin emociones heroicas eran ms tiles al pas y a la comunidad que quienes tomar parte activa en la historia. Escribe Tolstoi: Slo da frutos la actividad inconsciente; el individuo que tiene un papel en el acontecer histrico nunca entiende su significado. Si pretende entenderlo cae en la esterilidad. Lo nico que encuentra Pierre Bezjov en la batalla de Borodin es la confusin habitual de individuos ocupados en satisfacer al azr tal o cual deseo humano. As, Pierre est ms cerca de la verdad sobre el devenir de los acontecimientos que quienes consideran que los hechos obedecen a un conjunto de leyes o normas posibles de descubrir. Pierre no ve ms que una sucesin de accidentes cuyos orgenes y consecuencias, en general, no se pueden rastrear ni predecir. No hay teora capaz de abarcar la enorme variedad de conductas humanas, la vasta multiplicidad de minsculas causas y efectos imposibles de descubrir, la esencia de la interaccin entre los hombres y la naturaleza,

  • que la historia pretende registrar. Esa es la desmedida ilusin que Tolstoi se propone denunciar: que los individuos sean capaces, con sus propios recursos, de entender y controlar el curso de los acontecimientos. Sin embargo, an cuando crtica las explicaciones que se escriben para evitar enfrentarse con las verdades desnudas (el mundo real, los detalles habituales de la vida cotidiana), rechaza con vehemencia la idea de que los historiadores deban limitarse a registrar los datos ltimos de la experiencia subjetiva, la existencia personal vivida por los hombres (pensamientos, conocimientos, msica, poesa, amor, amistad, odios, pasiones). Eso, sera no responder al deseo de descubrir cmo vive el hombre en sociedad; cmo y con qu fin influye el entorno en el individuo y los seres humanos en general. El problema del desarrollo histrico est directamente ligado al poder que algunos hombres ejercen sobre otros. Pero qu es el poder? Cmo se logra? Si furamos omniscientes seramos capaces de trazar la trayectoria de cada una de las gotas que componen el curso de la historia. Pero nuestra ignorancia es pattica y el rea de nuestro conocimiento increblemente reducida, en comparacin con el rea de lo desconocido y con lo que es imposible conocer. Cuanto ms sabemos de las circunstancias que determinan un acto tanto ms difcil es dejar de imaginar sus consecuencias. Cuanto ms arraigado est un hecho en el mundo real en el cual vivimos, menos podemos imaginar como habran evolucionado los acontecimientos si hubieran sucedido de manera distinta. Cuanto ms relacionamos un acto con su contexto, menos libre parece el actor, menos responsable de su acto, y menos dispuestos estamos a pedirle cuentas. El hecho de que nunca identifiquemos todas las causas ni relacionemos todos los actos humanos con las circunstancias que los han condicionado, no significa que fueran libres sino que nunca sabremos hasta que punto fueron necesarios. La tesis central de Tolstoi es que existe una ley natural segn la cual la vida de los seres humanos no est menos determinada que la de la naturaleza. Pero los hombres se empean en representarla como una sucesin de toma de decisiones libres, con el fin de fijar la responsabilidad de lo que ocurre en personas a quienes adjudican virtudes o vicios heroicos. Qu son los grandes hombres? Seres humanos corrientes lo suficientemente ignorantes y vanos, que prefieren cargar con la culpa y la responsabilidad de todas las crueldades, injusticias, y desastres, que se justifican en su nombre, antes que reconocer su insignificancia e impotencia en la corriente. La verdad acerca de la condicin humana comienza a revelarse a quienes tienen la humildad de reconocer su insignificancia. El dilema que nunca llega a resolverse en la obra de Tolstoi es el siguiente: Por un lado reivindica como valor ms elevado a la experiencia personal

  • (las ideas, los conocimientos, la poesa, el amor, la amistad, las pasiones los odios, la msica); y en la primaca de esas experiencias da por supuesta una visin de la vida con su sentido de responsabilidad personal, fe en la libertad y en la posibilidad de accin espontnea. Por otro lado afirma que el individuo es libre cuando es el nico involucrado, pero una vez que se involucra en relaciones con otros, ya no es libre, es parte del inexorable devenir. La libertad es real, pero esta confinada a actos triviales. Los actos de los hombres pueden parecer independientes del nexo social, pero no lo son. Poder y accidente no son ms que nombres para la ignorancia de las concatenaciones causales, pero las concatenaciones existen. Nuestra ignorancia en cuanto a cmo suceden las cosas no se debe a la inherente imposibilidad de acceso a las causas primeras, sino slo a su multiplicidad, a la pequeez de las entidades ltimas y a nuestra incapacidad para ver, or, registrar y coordinar suficiente cantidad de material disponible. Este es el alegato de Tolstoi contra toda forma de racionalismo optimista. Una crtica slida que se ha hecho a esta postura de Tolstoi es la del historiador Kareiev, quien seal que por fascinante que pueda ser el contraste entre la realidad de la vida personal y la vida del hormiguero humano (la vida inconsciente de la colmena social), las conclusiones de Tolstoi no son pertinentes. Es cierto: el hombre es un tomo que vive su vida consciente para s mismo, y al mismo tiempo, es agente inconsciente de alguna tendencia histrica, un elemento relativamente insignificante en la vasta totalidad. Para Kareiev, Tolstoi alcanza su mejor momento cuando denuncia la tendencia de los escritores con mentalidad metafsica a atribuir eficacia causal o a idealizar entes tan abstractos como hroes, fuerzas histricas, nacionalismo, razn, y dems, mientras a la vez, cometen los dos pecados mortales de inventar otros inexistentes para explicar hechos concretos y dar rienda suelta a prejuicios personales, nacionales, de clase, o metafsicos. Hasta ah no hay nada que objetar. Pero, a menos que se nos permita preguntar la razn por la que tal o cual grupo de individuos en ltima instancia, lo nico real- se conduzca de una u otra manera, sin necesidad de previos anlisis psicolgicos de cada uno por separado ( para despus integrarlos a todos), no podremos siquiera empezar a pensar en la historia ni en la sociedad. Sin embargo, lo hemos hecho, y con buenos resultados. La idea de Tolstoi de la existencia de leyes inexorables que funcionan sin tener en cuenta lo que piensen o deseen los hombres, es por s misma un mito opresivo. Las leyes solo son probabilidades estadsticas que, en todo caso, caben en las ciencias sociales; no son fuerzas horrendas e inexorables

  • Las objeciones de Kareiev son razonables, pero se le escapa lo principal: La preocupacin de Tolstoi por la historia nace de algo ms personal; del amargo conflicto ntimo entre su experiencia real y sus convicciones, entre su visin de la vida y su teora de lo que sta deba ser para que dicha visin fuera llevadera. El crtico Boris Eijenbaum desarrolla la tesis de que lo que ms torturaba a Tolstoi era su falta de convicciones positivas. Tolstoi no era un visionario. Su genio radicaba en la percepcin de propiedades especficas de los diversos objetos y situaciones, las propiedades que los transforman en algo nico y diferente. Sin embargo, buscaba con ansiedad un principio de explicacin universal; una finalidad nica, de unidad en la aparente variedad de trozos y fragmentos que pueblan el mundo. Ese conflicto entre el juicio instintivo y la conviccin terica refleja tambin el conflicto entre la realidad y la vida moral, con su sentido de la responsabilidad, alegra, penas, sentimientos de culpa y sentimientos de logro. CAPITULOS CUARTO, QUINTO Y SEXTO: Influencias identificables en la filosofa de la historia de Tolstoi Es harto sabido que Tolstoi le debe mucho a Rousseau y que, probablemente, sus analticas y anti-histricas maneras de aproximarse a los problemas sociales, las adopt de l. Sobre todo en cuanto a su tendencia a tratarlos en funcin de categoras intemporales, lgicas, morales, y metafsicas, en lugar de buscar su esencia en funcin del crecimiento y de la respuesta a un medio histrico cambiante, como propugnaba la escuela histrica alemana. Nos acercamos algo ms a la verdad si consideramos la influencia que tuvieron en Tolstoi sus contemporneos eslavfilos, romnticos y conservadores. Comparta con Pogodin y Samarin su antagonismo a las teoras cientficas de la historia, ya se tratara del positivismo, o de los enfoques ms materialistas y de la tradicin empirista britnica. Los eslavfilos pueden haber contribuido a desacreditar ante sus ojos las teoras histricas modeladas segn las ciencias naturales, que para Tolstoi, lo mismo que para Dostoievski, no podan dar cumplido significado a cuanto los hombres hacan y sufran. Eran teoras inadecuadas, aunque slo fuera porque ignoraban la experiencia ntima del hombre y lo trataban como a un objeto natural, sobre el que actuaban las mismas fuerzas que actuaban sobre todos los dems elementos del mundo material. Aunque Tolstoi y los eslavfilos peleaban contra un enemigo comn, sus posturas eran muy diferentes. La doctrina eslavfila derivaba ms que nada del idealismo alemn, sobre todo Schelling (por mucho que alabara a

  • Hegel), para el cual el verdadero saber no podra alcanzarse a travs de la razn, sino solo a travs de cierta auto-identificacin con el principio central del universo el alma del mundo-. Algunos eslavfilos identificaban el fenmeno con las verdades reveladas de la religin ortodoxa y la tradicin mstica de la Iglesia rusa. Tolstoi se mantena en el polo opuesto. Crea que solo la paciente observacin emprica poda lograr algn conocimiento, que ese conocimiento siempre es imperfecto, que la gente sencilla suele saber la verdad mejor que la gente ilustrada, porque su manera de observar est menos nublada por teoras vacas. Si los idealistas alemanes clsicos no tuvieron influencia directa en Tolstoi, hay por lo menos un filsofo alemn por quien s expres admiracin. No es difcil descubrir la razn para que Schopenhauer lo atrajera: ese pensador solitario hizo un retrato sombro de la impotencia de la voluntad humana, que choca contra las leyes rgidamente determinadas del universo; hablaba de la vanidad de todas las pasiones humanas, del absurdo de los sistemas racionales, del fracaso universal para entender los resortes irracionales de la accin y el sentimiento, del sufrimiento al que est sometida la carne, y por lo tanto de la conveniencia de reducir la vulnerabilidad humana reduciendo al hombre a un estado de mximo quietismo, en el cual, desprovisto de pasiones, no pueda verse frustrado, humillado ni herido. Esa doctrina reflejaba la opinin posterior de Tolstoi: el hombre sufre mucho porque pretende mucho, por su insensata ambicin y por la manera grotesca con que sobrestima sus capacidades. De Schopenhauer puede venir tambin el amargo nfasis puesto en el contraste entre la ilusin del libre albedro y las frreas leyes que gobiernan el mundo. Tanto para Schopenhauer como para Tolstoi, sa es la tragedia fundamental de la vida humana. Sin embargo, una referencia inocultable en la obra de Tolstoi, es Joseph de Maistre, saboyano monrquico al que se considera un escritor catlico ortodoxo reaccionario, que sostena puntos de vista inslitos y misantrpicos acerca de la naturaleza de los individuos y las sociedades. Afirmaba la incurable condicin salvaje y perversa del hombre, la inevitabilidad de las matanzas perpetuas, el origen divino de las guerras. El nfasis sobre lo imponderable e incalculable es parte integral del irracionalismo de Maistre. Sostiene que el intelecto humano no es sino un instrumento endeble cuando se enfrenta al poder de las fuerzas naturales; que la explicacin racional de la conducta humana casi nunca explica nada. Mantiene que solo lo irracional es capaz de persistir y prevalecer, precisamente porque ignora la explicacin y no puede, en consecuencia, estar minado por las actividades crticas del razonamiento. Maistre conceba la vida como una batalla feroz en todos los niveles, entre plantas y animales, no menos que entre individuos y naciones.

  • Para Maistre el campo de batalla era la representacin de la vida en todos sus aspectos y se burlaba de los generales que crean controlar de verdad los movimientos de sus tropas y dirigir el curso de la batalla. Sostena que en pleno fragor de la batalla, nadie puede intentar siquiera decir lo que est sucediendo. Respecto del paralelismo entre los puntos de vista de Maistre y Tolstoi, Albert Sorel seal que aunque Maistre fuera un tecrata y Tolstoi un nihilista, para los dos eran misteriosas las causas primeras de los acontecimientos, de modo que el libre albedro humano quedaba reducido a la nada. Tanto uno como otro reaccionan con igual violencia contra el optimismo liberal acerca de la bondad humana, la razn humana y el valor o la inevitabilidad del progreso material. Los dos denuncian con ferocidad el concepto de que la humanidad puede ser eternamente feliz y virtuosa por medios racionales y cientficos. En ambos, la desilusin tom forma de agudo escepticismo con respecto al mtodo cientfico como tal, de desconfianza de todo liberalismo, positivismo, racionalismo, y cualquier manifestacin de secularismo altruista. Ambos buscaban en una irrefutable y vasta verdad que los protegiera de los efectos de sus inclinaciones naturales y de su temperamento la va de escape para la inexorabilidad e irrebatibilidad de su escepticismo. Nada pudo haber irritado tanto a Tolstoi como or decir que era mucho lo que tena en comn con ese apstol de las tinieblas, defensor de la ignorancia y la servidumbre. Sin embargo, los dos cultivan el mismo descreimiento a propsito del progreso de la sociedad por medios racionales, la promulgacin de leyes benvolas o la divulgacin del saber. La misma aversin les provocan quienes se dedican a especular con las ideas, quienes creen en principios abstractos. Los dos apelan a cierta fuente elemental, escondida en el alma de los hombres. Hay un paralelismo an mayor y ms importante: la preocupacin por la inexorable naturaleza de los acontecimientos. Creen que se trata de una red compleja, espesa, opaca e inextricable de hechos, objetos y caractersticas, conectadas y divididas por un sinfn de vnculos imposibles de identificar, ms lagunas repentinas, visibles e invisibles. Llamamos con acierto sentido de la realidad a esa rara capacidad para ver las cosas como son: es el sentido de ver qu encaja con aquello qu no puede coexistir con otra cosa. Ese sentido recibe distintos nombres: perspicacia, sabidura, talento prctico, sentido del pasado, comprensin de la vida y del carcter humano. Qu es lo que descubren los personajes de Guerra y Paz? Aparecen anclados, al cabo de ms de diez aos de tormentas y angustias, en sus nuevas vidas slidas y sobrias, establecidos en la rutina cotidiana. Con toda claridad se pretende ah demostrarnos que

  • han alcanzado una suerte de paz, fundada hasta cierto punto en la comprensin. Comprensin de qu? De la necesidad de someterse no solo a la voluntad de Dios o a las frreas leyes de las ciencias, sino a las relaciones permanentes de las cosas y a la textura universal de la vida humana, nico mbito donde se encuentran la verdad y la justicia, gracias a una especie de conocimiento natural, casi aristotlico. Llegar a esa comprensin es captar lo que pueden y no pueden conseguir la voluntad y la razn humanas. Es advertir la lnea crucial que divide la superficie de las profundidades: por un lado el mundo de los datos perceptibles, descriptibles, analizables, tanto fsicos como psicolgicos; por otro lado, el orden que contiene y determina la estructura de la experiencia (es decir nosotros y cuanto experimentamos), dentro del marco en el cual debe ser situado lo que forma parte de nuestros hbitos de pensamiento, accin, sentimiento, emociones, deseos, maneras de hablar, creer, reaccionar y ser. Como criaturas sensibles vivimos en parte en un mundo cuyos componentes podemos descubrir; pero estamos en parte inmersos en un medio que no observamos ni podemos observar desde fuera, porque es parte de nosotros mismos. Ni siquiera podemos ser del todo conscientes de l, puesto que est ntimamente ligado a toda nuestra experiencia, demasiado entretejido con lo que somos y hacemos para poder sacarlo del contexto de flujo. El medio en el que estamos determina nuestras categoras ms permanentes, nuestros modelos de verdad y falsedad, de realidad y apariencia, de lo bueno y lo malo, de lo central y lo perifrico, de lo subjetivo y lo objetivo, de lo bonito y lo feo, de lo uno y lo mltiple. Sin embargo, aunque no podamos analizar el medio sin disponer de algn (imposible) punto estratgico fuera de l (porque no hay fuera) algunos seres humanos son ms capaces de advertir la trama y direccin de esas zonas sumergidas de sus vidas y de las de todos los dems. La sabidura consiste en la habilidad para tener en cuenta, por ejemplo, la presencia del tiempo y del espacio que caracterizan la totalidad de nuestra experiencia; y en la habilidad para descartar, ms o menos a conciencia, las inevitables inclinaciones, los imponderables, la manera de marchar de las cosas. Es la sensibilidad especial para percibir el contorno de las circunstancias en las cuales resulta que estamos colocados. As, ese sentido de orientacin es el sentido de la realidad, el conocimiento de cmo vivir. Las personas sabias ven lo que otros no ven; en qu direccin marcha el mundo, qu cosas no encajan con otras, cmo viven los hombres y con qu fines, cmo y por qu actan. Qu son los datos de esa intuicin sino el terreno ltimo, el marco, la atmsfera, el contexto, el medio, en el cual se sienten, evalan y juzgan todos nuestros pensamientos y actos? Tolstoi sabe que la verdad est ah, no aqu, no en las regiones susceptibles de observacin, discriminacin e imaginacin constructiva, Pero l mismo

  • no la ha visto cara a cara porque haga lo que haga no tiene una visin de la totalidad. No es un erizo. Y lo que ve no es lo uno, sino lo mltiple, en toda su ingente individualidad. CAPITULOS SEPTIMO Y OCTAVO: Conclusiones Somos parte de una confabulacin de cosas ms amplia de lo que podemos entender. De acuerdo con Tolstoi, todo nuestro saber es necesariamente emprico, no hay otro, pero nunca nos conducir al entendimiento verdadero, sino solo a cumular trozos y fragmentos diminutos de informacin escogidos con arbitrariedad. El mundo es un sistema y una red; pensar que los hombres son libres es creer que en alguna encrucijada del pasado habran podido actuar de modo distinto al que lo hicieron; es imaginar qu consecuencias habran tenido esas posibilidades incumplidas y, por ende, en que aspectos el mundo poda haber sido diferente de lo que ahora es. Pero, la trama rica y vaga del mundo real no puede ser descubierta aplicando leyes causales y probabilidades, porque cuanto mayor sea el nmero de minsculas causas que seamos capaces de discernir, ms abrumadora ser la tarea de deducir cualquier consecuencia del desquicio de cada una de ellas. Porque cada consecuencia afecta todo el resto de la incontable totalidad de las cosas y acontecimientos, que no estn definidos en trminos de reglas y conceptos finitos elegidos arbitrariamente. Y si se empieza a tratar de forzar las nociones bsicas (continuidad de espacio, divisibilidad del tiempo y dems) se llega enseguida al punto en el cual los smbolos dejan de funcionar, los pensamientos se confunden y paralizan. En consecuencia, cuanto ms completo sea nuestro conocimiento de los hechos y de sus conexiones, ms difcil ser concebir alternativas; cuanto ms claros y precisos sean los trminos o categoras- segn los cuales concebimos y describimos el mundo, ms fija parece la estructura de nuestro mundo y menos libres los actos. Conocer esos lmites, es encontrarse cara a cara con la inexorable y unificadora estructura del mundo. Como Agustn, Tolstoi no puede decir ms que aquello que no es. Su genio es destructivo hasta la devastacin. El slo puede sealar su objetivo poniendo al descubierto los falsos carteles indicadores; aislar la verdad, aniquilando todo lo que no sea. Tolstoi crea en el poder inexorable del momento presente, en nuestra incapacidad para deshacernos de la suma de condiciones que, por acumulacin, determinan nuestras categoras bsicas, orden que nunca podemos describir del todo. Tolstoi pertenece a la clase de pensadores que (cmo Pascal, Blake, Rousseau, Schelling, Goethe, Coleridge, Chateaubriand y Carlyle) hablan

  • de las razones del corazn, de la naturaleza moral o espiritual de los hombres, de lo sublime y las honduras, de la percepcin ms profunda de poetas y profetas, de tipos especiales de conocimiento, de la comprensin hacia adentro, de la identificacin con el mundo.

    I) Prlogo de Mario Vargas LlosaLAS DOS LIBERTADESEntre los fragmentos conservados del poeta griego Arquloco, uno dice: Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola, y grande. La frmula segn Isaiah Berlin, puede servir para diferenciar dos clases, de pensadores, artistas, y seres humanos en general: aquellos que poseen una visin central, sistematizada, de la vida, un principio ordenador en funcin del cual tienen sentido y se ensamblan los acontecimientos histricos y los menudos sucesos individuales, la persona y la sociedad, y aquellos que tienen una visin dispersa y mltiple de la realidad y de ls hombres, que no integran lo que existe en una explicacin u orden coherente pues perciben el mundo como una compleja diversidad en la que, aunque los hechos particulares gocen de sentido y coherencia, el todo es tumultuoso, contradictorio, inapresable.Dante, Platn, Hegel, Dostoievski, Nietzsche, Proust, fueron segn Berlin- erizos. Y zorras: Shakespeare, Aristteles, Montaigne, Moliere, Goethe, Balzac, Joyce.Berlin est entre las zorras, por su concepcin abierta, pluralista, del fenmeno humano.Es cierto que hay una visin centrpeta, de erizo, que reduce explcita o implcitamente todo lo que ocurre y lo que es a un ncleo bien trabado de ideas gracias a las cuales el caos de la vida se vuelve orden y la confusin de las cosas se torna transparente. A veces se asienta en la f ( san Agustn, santo Toms), a veces en la razn ( Marqus de Sade, Marx, Freud). Ante todo es totalizadora, duea de un instrumento universal que permite llegar a la raz de todas las experiencias, de una llave que permite conocerlas y relacionarlas. Este instrumento, esta llave (la gracia, el inconsciente, el pecado, las relaciones sociales de produccin, el deseo) representa la estructura general que sostiene la vida y es, al mismo tiempo, el marco dentro del cual evolucionan, padecen, o gozan los hombres y la explicacin de por qu y cmo lo hacen. El azar, lo accidental, lo gratuito, desaparecen del mundo (o quedan relegados) en la visin de los erizos.A diferencia de estos, la zorra est confinada en lo particular. Para ella, en ltima instancia, lo general no existe: solo existen los casos particulares, tantos y tan diversos unos de otros, que la suma de ellos no constituye una unidad significativa sino, ms bien, una confusin vertiginosa, un magma de contradicciones.Disfrazado o explcito, en todo erizo hay un fantico; en una zorra, un escptico. Quien cree haber encontrado una explicacin ltima del mundo termina por acuartelarse en ella y negarse a saber nada de las otras. Quien es incapaz de concebir una explicacin de este gnero, termina, tarde o temprano, por poner en duda que ella pueda existir.Hay campos en los que, de manera natura, han prevalecido los erizos. La poltica, pro ejemplo, donde las explicaciones totalizadoras, claras y coherentes de los problemas, son siempre ms populares, y al menos en apariencia- ms eficaces a la hora de gobernar. En las artes y la literatura, en cambio, las zorras son ms numerosas, no as en las ciencias, donde estas son una minora.El profesor Berlin muestra como, en el caso de Tolstoi, un erizo y una zorra pueden convivir en la misma persona.HROES DE NUESTRO TIEMPO Qu influencia tiene el individuo en la historia? Son los grandes acontecimientos colectivos, el desenvolvimiento de la humanidad, resultado de fuerzas impersonales, de mecanismos sociales sobre los que las personas aisladas tienen escasa o nula intervencin? O, por el contrario, todo lo que ocurre es generado primordialmente por la visin, el genio, la fantasa y las hazaas de ciertos hombres?