El Escarabajo de Oro

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El escarabajo de

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Experimental Book - Bogotá, Colombia

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escarabajode

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EDGAR ALLAN POE

El

escarabajode

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EL ESCARABAJO DE ORO

EDGAR ALLAN POE

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EL ESCARABAJO DE OROEDGAR ALLAN POE

DISEÑO MAURICIO ANDRÉS BELTRÁN ROJAS

BOGOTÁ, COLOMBIA

©2009

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ISBN 84-663-0679-X

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a Alma

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!Hola, hola! Este mozo es un danzante loco. Le ha picado la tarántula.

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trabe amistad íntima con un míster

WILLIAM LEGRAND.

Hace muchos años

Era de una antigua familia de hugonotes, y en otro tiempo había sido rico; pero una serie

de infortunios habíanle dejado en la miseria. Para evitar la humillación consiguiente a sus

desastres, abandonó Nueva Orleáns, la ciudad de sus antepasados, y fijó su residencia en

la isla de Sullivan, cerca de Charleston, en Carolina del Sur.

1·09

CAP1

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Esta isla es una de las

más singula-

res.1·10

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Se compone únicamente de arena de mar, y tiene, poco más

o menos, tres millas de largo. Su anchura no excede de un

cuarto de milla. Está separada del continente por una ensenada

apenas perceptible, que fluye a través de un yermo de cañas y

légamo, lugar frecuentado por patos silvestres. La vegetación,

como puede suponerse, es pobre, o,

por lo menos, enana. No se encuentran

allí árboles de cierta magnitud. Cerca

de la punta occidental, donde se alza

el fuerte Moultrie y algunas miserables

casuchas de madera habitadas durante

el verano por las gentes que huyen del

polvo y de las fiebres de Charleston,

puede encontrarse es cierto, el palmito erizado; pero la isla entera, a

excepción de ese punto occidental, y de un espacio árido y blancuzco

que bordea el mar, está cubierta de una espesa maleza del mirto

oloroso tan apreciado por los horticultores ingleses. El arbusto alcanza

allí con frecuencia una altura de quince o veinte pies, y forma una casi

impenetrable espesura, cargando el aire con su fragancia.

1·11

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LEGRANDEn el lugar más recóndito de esa

no lejos del extremo oriental de la isla, es decir,

del más distante,

maleza,

1·12

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LEGRANDse había construido él mismo una pequeña cabaña,

que ocupaba cuando por primera vez, y de un modo

simplemente casual, hice su conocimiento. Este pronto

acabó en amistad, pues había muchas cualidades

en el recluso que atraían el interés y la estimación. Le

encontré bien educado de una singular inteligencia,

aunque infestado de misantropía, y sujeto a perversas

alternativas de entusiasmo y de melancolía. Tenía consigo

muchos libros, pero rara vez los utilizaba. Sus principales

diversiones eran la caza y la pesca, o vagar a lo largo

de la playa, entre los mirtos, en busca de conchas o de

ejemplares entomológicos; su colección de éstos hubiera

podido suscitar la envidia de un Swammerdamm.

1·13

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que había sido manumitido antes de los reveses de la familia, pero al que no habían podido convencer, ni con amenazas ni con promesas, a abandonar lo que él consideraba su derecho a seguir los pasos de su joven massa Will. No es improbable que los parientes de Legrand, juzgando que éste tenía la cabeza algo trastornada, se dedicaran a infundir aquella obstinación en Júpiter, con intención de que vigilase y custodiase al vagabundo.

En todas estas excursiones iba, por lo general, acompañado de un

NEGROsirviente, llamado Júpiter,

1·14

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y al finalizar el año resulta un verdadero acontecimiento que se requiera encender fuego. Sin embargo, hacia mediados de octubre de 18..., hubo un día de frío notable. Aquella fecha, antes de la puesta del sol, subí por el camino entre la maleza hacia la cabaña de mi amigo, a quien no había visitado hacia varias semanas, pues residía yo por aquel tiempo en charleston, a una distancia de nueve millas de la isla, y las facilidades para ir y volver eran mucho menos grandes que hoy día. al llegar a la cabaña llamé, como era mi costumbre, y no recibiendo respuesta, busqué la llave donde sabía que estaba escondida, abrí la puerta y entré. Un hermoso fuego llameaba en el hogar. era una sorpresa, y, por cierto, de las agradables. me quité el gabán, coloqué un sillón junto a los leños chisporroteantes y aguardé con paciencia el regreso de mis huéspedes.

LOS INVIERNOS EN LA LATITUD DE LA ISLA DE SULLIVAN SON RARA VEZ RIGUROSOS,

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POCO DESPUÉS DE LA CAÍDA DE LA TARDE LLEGARON Y ME DISPENSARON

UNA ACOGIDA MUY CORDIAL.JÚPITER, RIENDO DE OREJA A OREJA,

bullía preparando unos patos silvestres para la cena.

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POCO DESPUÉS DE LA CAÍDA DE LA TARDE LLEGARON Y ME DISPENSARON

UNA ACOGIDA MUY CORDIAL.JÚPITER, RIENDO DE OREJA A OREJA,

bullía preparando unos patos silvestres para la cena.

1·17

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escarabajoHabía encontrado un bivalvo desconocido que formaba un

nuevo género, y, más aún, había cazado y cogido un

que creía totalmente nuevo, pero respecto al cual deseaba

conocer mi opinión a la mañana siguiente.

¿Con qué otro término podría llamarse aquello?-

se hallaba en uno de sus ataques

de entusiasmo.

LEGRAND

frotando mis manos ante el fuego y enviando al diablo toda la especie de

los escarabajos.

-¿Y por qué no esta noche?-pregunté,

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Pero hace mucho tiempo que no le había visto, y ¿cómo iba yo a adivinar que iba usted a visitarme precisamente esta noche? Cuando volvía a casa, me encontré al teniente G..., del fuerte, y sin más ni más, le he dejado el escarabajo: así que le será a usted imposible verle hasta mañana. Quédese aquí esta noche, y mandaré a júpiter allí abajo al amanecer.

-¡AH, SI HUBIERA YO SABIDO QUE ESTABA USTED AQUÍ!--DIJO LEGRAND-.

¡Es la cosa más encantadora de la creación!

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-Interrumpió aquí

JÚPITER-;

¡El escarabajo!-¿El qué? ¿El amanecer?-

Es de un brillante color dorado, aproximadamente del tamaño de una nuez, con dos manchas de un negro azabache: una, cerca de la punta posterior, y la segunda, algo más alargada, en la otra punta. Las antenas son...

- ¡QUÉ DISPARATE! ¡NO!

el escarabajo, es un escarabajo de oro macizo todo él, dentro y por todas partes, salvo las alas; no he visto nunca un escarabajo la mitad de pesado.

1Juego de palabras intraducible: La pronunciación en inglés de la palabra antennae hace que Júpiter -quien habla una jerga casi ininteligible- crea que su amo habla de estaño (tin): Dey ain't no tin him.

-No hay estaño en él1, massa will, se lo aseguro-

1·20

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-Bueno; supongamos que sea así-

replicó Legrand, algo más vivamente,

según me pareció, de lo que exigía el

caso-. ¿Es esto una razón para dejar

que se quemen las aves? El color

-y se volvió hacia mí-bastaría para

justificar la idea de Júpiter. No habrá

usted visto nunca un reflejo metálico

más brillante que el que emite su

caparazón, pero no podrá usted

juzgarlo hasta mañana... Entre tanto,

intentaré darle una idea de su forma.

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DIJO ESTO SENTÁNDOSE ANTE UNA MESITA SOBRE LA CUAL HABÍA UNA PLUMA Y TINTA, PERO NO PAPEL. -No importa-dijo, por último-; esto bastará.Buscó un momento en un cajón, sin encontrarlo.

Y sacó del bolsillo de su chaleco algo que me pareció un trozo de viejo pergamino muy sucio, e hizo encima una especie de dibujo con la pluma. Mientras lo hacía, permanecí en mi sitio junto al fuego, pues tenía aún mucho frío. Cuando terminó su dibujo me lo entregó sin levantarse. Al cogerlo, se oyó un fuerte gruñido, al que siguió un ruido de rascadura en la puerta. Júpiter abrió, y un enorme terranova, perteneciente a legrand, se precipitó dentro, y, echándose sobre mis hombros, me abrumó a caricias, pues yo le había prestado mucha atención en mis visitas anteriores. Cuando acabó de dar brincos, miré el papel, y, a decir verdad, me sentí perplejo ante el dibujo de mi amigo.

1·22

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no he visto nunca nada parecido antes, a menos que sea un cráneo o una calavera, a lo cual se parece más que a ninguna otra cosa que haya caído bajo mi observación.

-Bueno-dije después de contemplarlo unos minutos-;esto es un extraño escarabajo, lo confieso nuevo para mí:

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-¡Una calavera!- repitió LEGRAND-.

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Las dos manchas negras parecen unos ojos,

¿eh? Y la más larga de abajo parece una

boca; además, la forma entera es valada.

-¡Una calavera!- repitió LEGRAND-. ¡Oh, sí Bueno; tiene ese aspecto indudablemente en el papel.

1·25

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-Quizá sea así-dije-; pero temo que usted no sea un artista. LEGRAND. Debo esperar a ver el insecto mismo para

hacerme una idea de su aspecto.

-En fin, no sé- dijo él, un poco irritado-: dibujo regularmente, o, al menos, debería dibujar, pues he tenido buenos maestros, y me jacto de no ser de todo tonto.

1·26

-Pero entonces, mi querido compañero, usted bromea-dije-: esto es un cráneo muy pasable puedo incluso decir que es un cráneo excelente, con forme a las vulgares nociones que tengo acerca de tales ejemplares de la fisiología; y su escarabajo será el más extraño de los escarabajos del mundo si se parece a esto. Podríamos inventar alguna pequeña superstición muy espeluznante sobre ello. Presumo que va usted a llamar a este insecto scaruboeus caput hominis o algo por el estilo; hay en las historias naturales muchas denominaciones semejantes. Pero ¿dónde están las antenas de que usted habló?

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-¡Las antenas!-dijo Legrand, que parecía acalorarse inexplicablemente con el tema-. Estoy seguro de que debe usted de ver las antenas. Las he hecho tan claras cual lo son en el propio insecto, y presumo que es muy suficiente.

-Bien, bien-dije-; acaso las haya hecho usted y yo no las veo aún.

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Y LE TENDÍ EL PAPEL SIN MÁS OBSERVACIONES, NO QUERIENDO IRRITARLE; PERO ME DEJÓ MUY SORPRENDIDO EL GIRO QUE HABÍA TOMADO LA CUESTIÓN: SU MAL HUMOR ME INTRIGABA, Y EN CUANTO AL DIBUJO DEL insecto, ALLÍ NO HABÍA EN REALIDAD ANTENAS VISIBLES, Y EL CONJUNTO SE PARECÍA ENTERAMENTE A LA IMAGEN ORDINARIA DE UNA CALAVERA.

Recobró entonces la calma; pero su primer entusiasmo había desaparecido por completo. Aun así, parecía mucho más abstraído que malhumorado. A medida que avanzaba la tarde, se mostraba más absor to en un sueño, del que no lograron arrancarle ninguna de mis ocurrencias. Al principio había yo pensado pasar la noche en la cabaña, como hacía con frecuencia antes; pero. viendo a mi huésped en aquella actitud, juzgué más conveniente marcharme. No me instó a que me quedase; pero al par tir, estrechó mi mano con más cordialidad que de costumbre.

Recogió el papel, muy malhumorado, y estaba a punto de estrujarlo y de tirarlo, sin duda, al fuego, cuando una mirada casual al dibujo pareció encadenar su atención.

En un instante su cara enrojeció intensamente, y luego se quedó muy pálida. Durante algunos minutos, siempre sentado, siguió examinando con minuciosidad el dibujo. A la larga se levantó, cogió una vela de la mesa, y fue a sentarse sobre un arca de barco, en el rincón más alejado de la estancia. Allí se puso a examinar con ansiedad el papel, dándole vueltas en todos sentidos. No dijo nada, empero, y su actitud me dejó muy asombrado; pero juzgué prudente no exacerbar con ningún comentario su mal humor creciente. Luego sacó de su bolsillo una cartera, metió con cuidado en ella el papel, y lo depositó todo dentro de un escritorio, que cerró con llave.

1·28

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recibí la visita, en Charleston, de su criado Júpiter.Un mes o cosa así después de esto

(y durante ese lapso de tiempo no volví a ver a LEGRAND ),

No había yo visto nunca al viejo y buen negro tan decaído, y temí que le hubiera sucedido a mi amigo algún serio infortunio.

-¡Vaya! A decir verdad, massa, no está tan bien como debiera.-¡Que no está bien! Siento de verdad la noticia. ¿De qué se queja?-¡Ah, caramba! ¡Ahí está la cosa! No se queja nunca de nada; pero, de todas maneras, está muy malo.

-Bueno, Júpiter-dije-. ¿Qué hay de nuevo? ¿Cómo está tu amo?

-¡Muy malo, Júpiter! ¿Por qué no lo has dicho inmediatamente? ¿Está en la cama?

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no, no está en la cama. No está bien en ninguna parte, y ahí le aprieta el zapato. Tengo la cabeza trastornada con el pobre MASSA WILL.

-Júpiter, quisiera comprender lo que me estás contando. Dices que tu amo está enfermo. ¿No te ha dicho qué tiene?

-Bueno, massa; es inútil romperse la cabeza pensando en eso. Massa Will dice que

no tiene nada pero entonces ¿Por qué va de un lado para otro, con la cabeza baja y la espalda curvada, mirando al suelo, más blanco que una oca? Y haciendo garrapatos todo el tiempo...

-¿HACIENDO QUÉ?-Haciendo números con figuras sobre una pizarra; las figuras más raras que he visto nunca. Le digo que voy sintiendo miedo. Tengo que estar siempre con un ojo sobre él. El otro día se me escapó antes de amanecer y estuvo fuera todo el santo día. Habia yo cortado un buen palo para darle una tunda de las que duelen cuando volviese a comer; pero fui tan tonto, que no tuve valor, ¡Parece tan desgraciado!

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-¿Eh? ¿Cómo? ¡Ah, sí! Después de todo has hecho bien en no ser demasiado severo con el pobre muchacho. No hay que pegarle, Júpiter; no está bien, seguramente. Pero ¿no puedes formarte una idea de lo que ha ocasionado esa enferme-dad o más bien ese cambio de conducta? ¿Le ha ocurrido algo desagradable desde que no le veo?

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-No, massa, no ha ocurrido nada desagradable desde entonces, sino antes; sí, eso temo: el mismo día en que usted estuvo allí.

-¡Cómo! ¿Qué quiere decir?

-Pues... quiere hablar del escarabajo, y nada más.

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-Tiene ese bicho demasiadas uñas para eso, y también boca. No he

visto nunca un escarabajo tan endiablado; coge y pica todo lo que

se le acerca. Massa Will le había cogido..., pero en seguida le soltó,

se lo aseguro... Le digo a usted que entonces es, sin duda, cuando

le ha picado. La cara y la boca de ese escarabajo no me gustan;

por eso no he querido cogerlo con mis dedos; pero he buscado un

trozo de papel para meterlo. Le envolví en un trozo de papel con otro

pedacito en la boca; así lo hice.

-¿De qué?-Del escarabajo... Estoy seguro de que massa Will ha sido picado en alguna parte de la cabeza por ese escarabajo de oro.

-¿Y qué motivos tienes tú, Júpiter, para hacer tal suposición?

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-no, massa; LE TRAIGO ESTE PAPEL.

-¿Y tú crees que tu amo ha sido picado realmente por el escarabajo, y que esa picadura le ha puesto enfermo?

-NO LO CREO, LO SÉ. ¿POR QUÉ ESTÁ SIEMPRE SOÑANDO CON ORO, SINO PORQUE LE HA PICADO EL ESCARABAJO DE ORO? Ya he oído hablar de esos escarabajos de oro.

-Pero ¿Cómo sabes que sueña con oro?

-¿CÓMO LO SÉ? PORQUE HABLA DE ELLO HASTA DURMIENDO; POR ESO LO SÉ.

-Bueno, Júpiter; quizá tengas razón, pero ¿A qué feliz circunstancia debo hoy el honor de tu visita?

-¿QUÉ QUIERE USTED DECIR, MASSA?-¿ME TRAES ALGÚN MENSAJE DE MÍSTER LEGRAND?

1·34

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Y JÚPITER ME ENTREGÓ UNA ESQUELA QUE DECÍA LO SIGUIENTE:

Querido amigo:

¿Por qué no le veo hace tanto tiempo? Espero que no cometerá usted la tontería de sentirse ofendido por aquella pequeña brusquedad mía; pero no, no es probable.

Desde que le vi, siento un gran motivo de inquietud. Tengo algo que decirle; pero apenas sé cómo decírselo, o incluso no sé si se lo diré.

No estoy del todo bien desde hace unos días, y el pobre viejo Júpiter me aburre de un modo insoportable con sus buenas intenciones y cuidados. ¿Lo creerá usted? El otro día había preparado un garrote para castigarme por haberme escapado y pasado el día solo en las colinas del continente. Creo de veras que sólo mi mala cara me salvó de la paliza.

NO HE AÑADIDO NADA A MI COLECCIÓN DESDE QUE NO NOS VEMOS.Si puede usted, sin gran inconveniente, venga con Júpiter. Venga. Deseo verle esta noche para un asunto de importancia. Le aseguro que es de la más alta importancia. Siempre suyo.

WILLIAM LEGRAND.

1·35

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Al llegar al fondeadero, vi una guadaña y tres azadas, todas evidentemente nuevas, que yacían

en el fondo del barco donde íbamos a navegar.

El estilo difería en absoluto del de LEGRAND. ¿Con qué podía él soñar? ¿Qué nueva chifladura dominaba su excitable mente? ¿Qué "asunto de la más alta importancia" podía él tener que resolver? El relato de Júpiter no presagiaba nada bueno. Temía yo que la continua opresión del infortunio hubiese a la larga trastornado por completo la razón de mi amigo. Sin un momento de vacilación, me dispuse a acompañar al negro.

HABÍA ALGO EN EL TONO DE ESTA CARTA QUE ME PRODUJO

UNA GRAN INQUIETUD.

1·36

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-Es una guadaña, massa, y unas azadas.-Ya lo veo; pero ¿qué hacen aquí?Massa Will me ha dicho que comprase eso para él en la ciudad, y lo he pagado muy caro; nos cuesta un dinero de mil demonios.-Pero, en nombre de todos los misterios, ¿qué va a hacer tu “massa Will” con esa guadaña y esas azadas?-No me pregunte más de lo que sé; que el diablo me lleve si lo sé yo tampoco. Pero todo eso es cosa del escarabajo.

-¿Qué significa todo esto, Jup?-pregunté.

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Viendo que no podía obtener ninguna aclaración de Júpiter, cuya inteligencia entera parecía estar absorbida por el escarabajo, bajé al barco y desplegué la vela. UNA AGRADABLE Y FUERTE BRISA NOS EMPUJÓ RÁPIDAMENTE HASTA LA PEQUEÑA ENSENADA AL NORTE DEL FUERTE MOULTRIE, Y UN PASEO DE UNAS DOS MILLAS NOS LLEVÓ HASTA LA CABAÑA. SERÍAN ALREDEDOR DE LAS TRES DE LA TARDE CUANDO LLEGAMOS.

LEGRAND nos esperaba preso de viva impaciencia. Asió mi mano con nervioso empressement que me alarmó, aumentando mis sospechas nacientes. Su cara era de una palidez espectral, y sus ojos, muy hundidos, brillaban con un fulgor sobrenatural. Después de algunas preguntas sobre mi salud, quise saber, no ocurriéndoseme nada mejor que decir si el teniente G... Le había devuelto el escarabajo.

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-EN SUPONER QUE EL escarabajo ES VERDADERAMENTE DE ORO.DIJO ESTO CON UN AIRE DE PROFUNDA SERIEDAD QUE ME PRODUJO UNA INDECIBLE DESAZÓN.

-¡Oh, sí!- replicó, poniéndose muy colorado-. Le recogí a la mañana siguiente. Por nada me separaría de ese escarabajo. ¿Sabe usted que Júpiter tiene toda la razón respecto a eso?

-¿En qué?- pregunté con un triste presentimiento en el corazón.

1·39

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-Ese escarabajo hará mi fortuna- prosiguió él, con una sonrisa triunfal- al reintegrarme mis posesiones familiares. ¿Es de extrañar que yo lo aprecie tanto? Puesto que la Fortuna ha querido concederme esa dádiva, no tengo más que usarla adecuadamente, y llegaré hasta el oro del cual ella es indicio. ¡Júpiter, trae ese escarabajo!

-¡Cómo! ¡El escarabajo, massa! Prefiero no tener jaleos con el escarabajo; ya sabrá cogerlo usted mismo.

En este momento LEGRAND se levantó con un aire solemne e imponente, y fue a sacar el insecto de un fanal, dentro del cual le había dejado. Era un hermoso escarabajo desconocido en aquel tiempo por los naturalistas, y, por supuesto, de un gran valor desde un punto de vista científico. Ostentaba dos manchas negras en un extremo del dorso, y en el otro, una más alargada. El caparazón era notablemente duro y brillante, con un aspecto de oro bruñido. Tenía un peso notable, y, bien considerada la cosa, no podía yo censurar demasiado a Júpiter por su opinión respecto a él; pero érame imposible comprender que Legrand fuese de igual opinión.

1·40

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-Le he enviado a buscar-dijo él, en un tono grandilocuente, -cuando hube terminado mi examen del insecto-; le he enviado a buscar para pedirle consejo y ayuda en el cumplimiento de los designios del destino y del escarabajo...

1·41

Page 48: El Escarabajo de Oro

-MI QUERIDO LEGRAND- INTERRUMPÍ-, NO ESTÁ USTED BIEN, SIN DUDA, Y HARÍA MEJOR EN TOMAR ALGUNAS PRECAUCIONES. VÁYASE A LA CAMA, Y ME QUEDARÉ CON USTED UNOS DÍAS, HASTA QUE SE RESTABLEZCA. TIENE USTED FIEBRE Y...

-Tómeme usted el pulso- dijo él.Se lo tomé, y, a decir verdad, no encontré el menor síntoma de fiebre.

-Pero puede estar enfermo sin tener fiebre. Permítame esta vez tan sólo que actúe de médico con usted.Y después...

-Se equivoca- interrumpió él-; estoy tan bien como puedo esperar estarlo con la excitación que sufro. Si realmente me quiere usted bien, aliviará esta excitación.

-¿Y qué debo hacer para eso?

1·42

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-Es muy fácil. Júpiter y yo partimos a una expedición por las colinas, en el continente, y necesitamos para ella la ayuda de una persona en quien podamos confiar. Es usted esa persona única. Ya sea un éxito o un fracaso, la excitación que nota usted en mí se apaciguará igualmente con esa expedición.

1·43

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-¡Intentarlo ustedes solos! (¡Este hombre está loco, seguramente!) Pero veamos, ¿cuánto tiempo se propone usted estar ausente?

-Probablemente, toda la noche. Vamos a partir en seguida, y en cualquiera de los casos, estaremos de vuelta al salir el sol.

-¿Y me promete por su honor que, cuando ese capricho haya pasado y el asunto del escarabajo (¡Dios mío!) esté arreglado a su satisfacción, volverá usted a casa y seguirá con exactitud mis prescripciones como las de su médico?

-Sí, se lo prometo; y ahora, partamos, pues no tenemos tiempo que perder.

Deseo vivamente servirle a usted en lo que sea -repliqué-; pero ¿Pretende usted decir que ese insecto infernal tiene alguna relación con su expedición a las colinas?

-La tiene.-Entonces, LEGRAND, no puedo tomar parte en tan absurda empresa.

-Lo siento, lo siento mucho, pues tendremos que intentar hacerlo nosotros solos.

1·44

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Acompañé a mi amigo, con el corazón apesadumbrado. A cosa de las cuatro nos pusimos en camino LEGRAND, Júpiter, el perro y yo. Júpiter cogió la guadaña y las azadas. Insistió en cargar con todo ello, más bien, me

pareció, por temor a dejar una de aquellas herramientas en manos de su amo que por un exceso de celo o de complacencia. Mostraba un humor de perros, y estas palabras, “condenado escarabajo”, fueron las únicas que se escaparon de sus labios durante el viaje. Por mi

parte estaba encargado de un par de linternas, mientras Legrand se había contentado con el escarabajo, que llevaba atado al extremo de un trozo de cuerda; lo hacía girar de un lado para otro, con un aire de nigromante, mientras

caminaba. Cuando observaba yo aquel último y supremo síntoma del trastorno mental de mi amigo, no podía apenas contener las lágrimas. Pensé, no obstante, que era preferible acceder a su fantasía, al menos por el momento, o hasta que pudiese yo adoptar algunas medidas

más enérgicas con una probabilidad de éxito. Entre tanto, intenté, aunque en vano, sondearle respecto al objeto de la expedición. Habiendo conseguido inducirme a que le acompañase, parecía mal dispuesto a entablar conversación sobre un tema de tan poca importancia, y a todas mis preguntas no les concedía otra respuesta que un “Ya veremos”.

1·45

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e iba a ponerse el sol, cuando entramos en una región infinitamente más triste que todo lo que habíamos visto antes. Era una especie de meseta cerca de la cumbre de una colina casi inaccesible, cubierta de espesa arboleda desde la base a la cima, y sembrada de enormes bloques de piedra que parecían esparcidos en mezcolanza sobre el suelo, y muchos de los cuales se hubieran precipitado a los valles inferiores sin la contención de los árboles en que se apoyaban. Profundos barrancos, que se abrían en varias direcciones, daban un aspecto de solemnidad más lúgubre al paisaje.

Atravesamos en una barca la ensenada en la punta de la isla, y trepando por los altos terrenos de la orilla del continente, seguimos la dirección Noroeste, a través de una región sumamente salvaje y desolada, en la que no se veía rastro de un pie humano. LEGRAND avanzaba con decisión, deteniéndose solamente algunos instantes, aquí y allá, para consultar ciertas señales que debía de haber dejado él mismo en una ocasión anterior.

Caminamos así cerca de dos horas,

1·46

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La plataforma natural sobre la cual habíamos trepado estaba tan repleta de zarzas, que nos dimos cuenta muy pronto de que sin la guadaña nos hubiera sido imposible abrirnos paso. Júpiter, por orden de su amo, se dedicó a despejar el camino hasta el pie de un enorme tulípero que se alzaba, entre ocho o diez robles, sobre la plataforma, y que los sobrepasaba a todos, así como a los árboles que había yo visto hasta entonces, por la belleza de su follaje y forma, por la inmensa expansión de su ramaje y por la majestad general de su aspecto. Cuando hubimos llegado a aquel árbol. LEGRAND se volvió hacia Júpiter y le preguntó si se creía capaz de trepar por él. El viejo pareció un tanto azarado por la pregunta, y durante unos momentos no respondió. Por último, se acercó al enorme tronco, dió la vuelta a su alrededor y lo examinó con minuciosa atención. Cuando hubo terminado su examen, dijo simplemente:

-Sí, massa: Jup no ha encontrado en su vida árbol al que no pueda trepar.

-Entonces, sube lo más de prisa posible, pues pronto habrá demasiada oscuridad para ver lo que hacemos.

1·47

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-¿Hasta dónde debo subir, massa?-preguntó Júpiter.

1·48

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-¿Qué le pasa ahora massa?-dijo Jup, avergonzado, sin duda, y más complaciente-. Siempre ha de tomarla con su viejo negro. Era sólo una broma y nada más. ¡Tener yo miedo al escarabajo! ¡Pues sí que me preocupa a mí el escarabajo.

-¿Hasta dónde debo subir, massa?-preguntó Júpiter.-Sube primero por el tronco, y entonces te diré qué camino debes seguir... ¡Ah, detente ahí! Lleva contigo este escarabajo.

gritó el negro, retrocediendo con terror-. ¿Por qué debo llevar ese escarabajo conmigo sobre el árbol? ¡Que me condene si lo hago!

-¡EL escarabajo, MASSA WILL, EL ESCARABAJO DE ORO!-

-Si tienes miedo, Jup, tú, un negro grande y fuerte como pareces a tocar un pequeño insecto muerto e inofensivo, puedes llevarle con esta cuerda; pero si no quieres cogerle de ningún modo, me veré en la necesidad de abrirte la cabeza con esta azada.

COGIÓ CON PRECAUCIÓN LA PUNTA DE LA CUERDA, Y, MANTENIENDO AL INSECTO TAN LEJOS DE SU PERSONA COMO LAS CIRCUNSTANCIAS LO PERMITÍAN, SE DISPUSO A SUBIR AL ÁRBOL.

1·49

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En su juventud,

EL MÁS MAGNÍFICO DE LOS ÁRBOLES SELVÁTICOS AMERICANOS el tulípero o Liriodendron Tutipiferum,

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tiene un tronco liso en particular y se eleva con frecuencia a gran altura, sin producir ramas laterales; pero cuando llega a su madurez, la corteza se

vuelve rugosa y desigual, mientras pequeños rudimentos de ramas aparecen en gran número sobre el tronco. Por eso la dificultad de la ascensión, en el

caso presente, lo era mucho más en apariencia que en la realidad. Abrazando lo mejor que podía el enorme cilindro con sus brazos y sus rodillas asiendo

con las manos algunos brotes y apoyando sus pies descalzos sobre los otros, Júpiter, después de haber estado

a punto de caer una o dos veces se izó al final hasta la primera gran bifurcación y

pareció entonces considerar el asunto como virtualmente realizado. En efecto, el riesgo

de la empresa había ahora desaparecido, aunque el escalador estuviese a unos

sesenta o setenta pies de la tierra.

EL MÁS MAGNÍFICO DE LOS ÁRBOLES SELVÁTICOS AMERICANOS

CAP2

2·51

Page 58: El Escarabajo de Oro

-ESTOY TAN ALTO- replicó el negro-, que puedo ver el cielo a través de la copa del árbol.

-¿Hacia qué lado debo ir ahora, massa Will?- preguntó él.

-Sigue siempre la rama más ancha, la de ese lado- dijo LEGRAND.

El negro obedeció con prontitud, y en apariencia, sin la menor inquietud; subió, subió cada vez más alto, hasta que desapareció su figura encogida entre el espeso follaje que la envolvía. Entonces se dejó oír su voz lejana gritando:

-¿DEBO SUBIR MUCHO TODAVÍA?--¿A qué altura estás?- preguntó Legrand.

-Entonces sube una rama más.

-No te preocupes del cielo, pero atiende a lo que te digo. Mira hacia abajo el tronco y cuenta las ramas que hay debajo de ti por ese lado. ¿Cuántas ramas has pasado?

-Una, dos, tres, cuatro, cinco. HE PASADO CINCO RAMAS POR ESE LADO, MASSA.

2·52

Page 59: El Escarabajo de Oro

Desde aquel momento las pocas dudas que podía haber tenido sobre la demencia de mi pobre amigo se disiparon por completo. No me quedaba otra alternativa que considerarle como atacado de locura, me sentí seriamente preocupado con la manera de hacerle volver a casa. Mientras reflexionaba sobre que sería preferible hacer, volvió a oírse la voz de Júpiter.

Al cabo de unos minutos la voz de oyó de nuevo, anunciando que había alcanzado la séptima rama.

-Ahora, Jup- gritó Legrand, con una gran agitación-, quiero que te abras camino sobre esa rama hasta donde puedas. Si ves algo extraño, me lo dices.

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Page 60: El Escarabajo de Oro

-Tengo miedo de avanzar más lejos por esa rama: es una rama muerta en casi toda su extensión.

-¿Dices que es una rama muerta Júpiter?- gritó LEGRAND con voz trémula.

-SÍ, MASSA, MUERTA COMO UN CLAVO DE PUERTA, ESO ES COSA SABIDA; NO TIENE NI PIZCA DE VIDA.

-¿QUÉ DEBO HACER, EN NOMBRE DEL CIELO?-preguntó Legrand, que parecía sumido en una gran desesperación.

-¿Qué debe hacer?- dije, satisfecho de que aquella oportunidad me permitiese colocar una palabra-; Volver a casa y meterse en la cama. ¡Vámonos ya! Sea usted amable, compañero. Se hace tarde; y además, acuérdese de su promesa.

2·54

Page 61: El Escarabajo de Oro

-Sí, massa; no hay que tratar así a un pobre negro.

-¡Júpiter!- gritó él, sin escucharme en absoluto-, ¿Me oyes?-SÍ, MASSA WILL, LE OIGO PERFECTAMENTE.

-Entonces tantea bien con tu cuchillo, y dime si crees que está muy podrida.

-Podrida, massa, podrida, sin duda- replicó el negro después de unos momentos-; pero no tan podrida como cabría creer. Podría avanzar un poco más, si estuviese yo solo sobre la rama, eso es verdad.

-¡Si estuvieras tú solo! ¿Qué quieres decir?-Hablo del escarabajo. Es muy pesado el tal escarabajo. Supongo que, si lo dejase caer, la rama soportaría bien, sin romperse, el peso de un negro.

-¡Maldito bribón!- gritó LEGRAND, que parecía muy reanimado-. ¿Qué tonterías estas diciendo? Si dejas caer el insecto, te retuerzo el pescuezo. Mira hacia aquí, Júpiter, ¿me oyes?

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Page 62: El Escarabajo de Oro

-¡Al final!- Chillo LEGRAND, muy animado-.

-Está bien, escúchame ahora. Si te arriesgas sobre la rama todo lo lejos que puedas hacerlo sin peligro y sin soltar el insecto, te regalare un dólar de plata tan pronto como hayas bajado.

-Ya voy, massa Will, Ya voy allá- replicó el negro con prontitud-. Estoy al final ahora.

¿Quieres decir que estas al final de esa rama?

2·56

Page 63: El Escarabajo de Oro

-Seguramente, se sostiene bien; pero tendré que ver. ¡Ah! Es una cosa curiosa, palabra..., hay un clavo grueso clavado en esta calavera, que la retiene al árbol.

-Estaré muy pronto al final, massa...

¿Que es eso que hay sobre el árbol?¡Ooooh! ¡Dios mío, misericordia!

-¡Bien! -Gritó Legrand muy contento-, ¿qué es eso?

-Pues sólo una calavera; alguien dejó su cabeza sobre el árbol, y los cuervos han picoteado toda la carne.

-Una calavera, dices! Muy bien... ¿Cómo está atada a la rama? ¿Qué la sostiene?

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Page 64: El Escarabajo de Oro

-Bueno; ahora, Júpiter, haz exactamente lo que voy a decirte.

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Page 65: El Escarabajo de Oro

-Bueno; ahora, Júpiter, haz exactamente lo que voy a decirte.

¿Me oyes? -Sí, massa.

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Page 66: El Escarabajo de Oro

-Seguramente, pues eres zurdo. Y tu ojo izquierdo está del mismo lado de tu mano izquierda. Ahora supongo que podrás encontrar el ojo izquierdo de la calavera, o el sitio donde estaba ese ojo. ¿Lo has encontrado?

-Fíjate bien, y luego busca el ojo izquierdo de la calavera.

-¡Hum! ¡Oh, esto sí que es bueno! No tiene ojo izquierdo ni por asomo.

-¡Maldita sea tu estupidez ! ¿Sabes distinguir bien tu mano izquierda de tu mano derecha?-Sí que lo sé, lo sé muy bien; mi mano izquierda es con la que parto la leña.

Hubo una larga pausa. Y finalmente, el negro preguntó:

2·60

Page 67: El Escarabajo de Oro

Hubo una larga pausa. Y finalmente, el negro preguntó:-¿El ojo izquierdo de la calavera está del mismo lado que la mano izquierda del cráneo también?... Porque la calavera no tiene mano alguna... ¡No importa! Ahora he encontrado el ojo izquierdo, ¡aquí está el ojo izquierdo! ¿Qué debo hacer ahora?

2·61

Page 68: El Escarabajo de Oro

-Ya está hecho todo, massa Will; era cosa fácil hacer pasar el escarabajo por el agujero... Mírelo cómo baja.

-DEJA PASAR POR ÉL EL escarabajo, TAN LEJOS COMO PUEDA LLEGAR LA CUERDA; PERO TEN CUIDADO DE NO SOLTAR LA PUNTA DE LA CUERDA.

2·62

Page 69: El Escarabajo de Oro

Durante este coloquio, no podía verse ni la menor parte de Júpiter; pero el insecto que él dejaba caer aparecía ahora visible al extremo de la cuerda y brillaba, como una bola de oro bruñido a los últimos rayos del sol poniente, algunos de los cuales iluminaban todavía un poco la eminencia sobre la que estábamos colocados. El escarabajo, al descender, sobresalía visiblemente de las ramas, y si el negro le hubiese soltado, habría caído a nuestros pies. Legrand cogió en seguida la guadaña y despejó un espacio circular, de tres o cuatro yardas de diámetro, justo debajo del insecto. Una vez hecho esto, ordenó a Júpiter que soltase la cuerda y que bajase del árbol.

2·63

Page 70: El Escarabajo de Oro

y luego sacó de su bolsillo una cinta para medir. La ató por una punta al sitio del árbol que estaba más próximo a la estaca, la desenrolló hasta ésta y siguió desenrollándola en la dirección señalada por aquellos dos puntos -la estaca y el tronco-hasta una distancia de cincuenta pies; Júpiter limpiaba de zarzas el camino con la guadaña. En el sitio así encontrado clavó una segunda estaca, y, tomándola como centro, describió un tosco círculo de unos cuatro pies de diámetro, aproximadamente. Cogió entonces una de las azadas, dió la otra a Júpiter y la otra a mí, y nos pidió que cavásemos lo más de prisa posible.

Con gran cuidado clavó mi amigo una estaca en la tierra sobre el lugar preciso donde

había caído el insecto,

2·64

Page 71: El Escarabajo de Oro

Una mentalidad predispuesta a la locura podía dejarse arrastrar por tales sugestiones, sobre todo si concordaban con sus ideas favoritas preconcebidas; y entonces recordé

el discurso del Pobre muchacho referente al insecto que iba a ser ''el indicio de su fortuna". Por encima de todo

ello me sentía enojado y perplejo; pero al final decidí hacer ley de la necesidad y cavar con buena voluntad para

convencer lo antes posible al visionario con una prueba ocular, de la falacia de las opiniones que el mantenía.

A decir verdad, yo no había sentido nunca un especial agrado con semejante diversión, y en aquel momento preciso

renunciaría a ella, pues la noche avanzaba, y me sentía muy fatigado con el ejercicio que hube de hacer; pero no veía modo alguno de escapar de aquello, y temía perturbar la

ecuanimidad de mi pobre amigo con una negativa.

De haber podido contar efectivamente con la ayuda de Júpiter no hubiese yo vacilado en llevar a la fuerza al lunático a su casa; pero conocía demasiado bien el carácter del viejo negro para esperar su ayuda en cualquier circunstancia, y más en el caso de una lucha personal con su amo.

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Page 72: El Escarabajo de Oro

Encendimos las linternas y nos entregamos a nuestra tarea con un celo digno de una causa más racional; y como la luz caía sobre nuestras personas y herramientas, no pude impedirme pensar en el grupo pintoresco que formábamos, y en que si algún intruso hubiese aparecido, por casualidad, en medio de nosotros, habría creído que realizábamos una labor muy extraña y sospechosa.

No dudaba yo que Legrand estaba contaminado por alguna de las innumerables supersticiones del Sur referentes a los tesoros escondidos, y que aquella fantasía hubiera sido confirmada por el

hallazgo del escarabajo, o quizá por la obstinación de Júpiter en sostener que era un

"ESCARABAJO DE ORO DE VERDAD".

2·66

Page 73: El Escarabajo de Oro

FINALMENTE, FUE ACALLADO EL ALBOROTO POR Júpiter, QUIEN,

LANZÁNDOSE FUERA DEL HOYO CON UN AIRE RESUELTO Y FURIOSO EMBOZALÓ

EL HOCICO DEL ANIMAL CON UNO DE SUS TIRANTES Y LUEGO VOLVIÓ A SU

TAREA CON UNA RISITA AHOGADA.

CAVAMOS CON FIRMEZA DURANTE DOS HORAS.

Oíanse pocas palabras, y nuestra molestia principal la causaban los ladridos del perro, que sentía un interés excesivo por nuestros trabajos.

A la larga se puso tan alborotado, que temimos diese la alarma a algunos merodeadores de las cercanías, o más bien era el gran temor de

LEGRAND, pues, por mi parte, me habría regocijado cualquier interrupción que me hubiera permitido hacer volver al vagabundo a su casa.

2·67

Page 74: El Escarabajo de Oro

Cuando expiró el tiempo mencionado, el hoyo había alcanzado una profundidad de cinco pies. y aun así, no aparecía el menor indicio de tesoro. Hicimos una pausa general, y empecé a tener la

esperanza de que la farsa tocaba a su fin.

LEGRAND, SIN EMBARGO, AUNQUE A TODAS LUCES MUY DESCONCERTADO, SE ENJUGÓ LA FRENTE CON AIRE PENSATIVO Y VOLVIÓ A EMPEZAR.

Habíamos cavado el círculo entero de cuatro pies de diámetro, y ahora superamos un poco aquel límite y cavamos dos pies más.

El buscador de oro, por el que sentía yo una sincera compasión, saltó del hoyo al cabo, con la más amarga desilusión grabada en su cara, y se decidió, lenta y pesarosamente, a ponerse la chaqueta, que se había quitado al empezar su labor. En cuanto a mí, me guardé de hacer ninguna observación. Júpiter a una señal de su mano, comenzó a recoger las herramientas. Hecho esto, y una vez quitado el bozal al perro volvimos en un profundo silencio hacia la casa.

No apareció nada.

2·68

Page 75: El Escarabajo de Oro

¡Un malvado negro! ¡Habla, te digo! ¡Contéstame al instante y sin mentir! ¿Cuál es..., cuál es tu ojo izquierdo?

Habríamos dado acaso una docena de pasos, cuando, con un tremendo juramento,

LEGRAND SE ARROJÓ SOBRE Júpiter Y LE AGARRÓ DEL CUELLO.El negro, atónito abrió los ojos y la boca en todo su tamaño, soltó las azadas y cayó de rodillas.

-¡Maldito tunante!- dijo Legrand, haciendo silbar las sílabas entre sus labios apretados-,

rugió, aterrorizado, Júpiter, poniendo su mano sobre el órgano derecho de su visión, y manteniéndola allí con la tenacidad de la desesperación, como si temiese que su amo fuese a arrancárselo.

-¡OH, MISERICORDIA, MASSA WILL! ¿NO ES, SEGURAMENTE, ÉSTE MI OJO IZQUIERDO?-

2·69

Page 76: El Escarabajo de Oro

Y el negro volvió a señalar su ojo derecho.

vociferó Legrand, soltando al negro y dando una serie de corvetas y cabriolas, ante el gran asombro de su criado, quien, alzándose sobre sus rodillas, miraba en silencio a su amo y a mí, a mí y a su amo.

-¡LO SOSPECHABA! ¡LO SABÍA! ¡HURRA!-

-¡Vamos! Debemos volver- dijo éste -No está aún perdida la partida- y se encaminó de nuevo hacia el tulípero.

-Júpiter- dijo, cuando llegamos al píe del árbol-, ¡Ven aquí!

¿Estaba la calavera clavada a la rama con la cara vuelta

hacia fuera, o hacia la rama?

-Bueno, entonces, ¿has dejado caer el insecto por este ojo o por este otro?- y Legrand tocaba alternativamente los ojos de Júpiter.

-POR ESTE OJO, MASSA, POR EL OJO IZQUIERDO, EXACTAMENTE COMO USTED ME DIJO.

2·70

Page 77: El Escarabajo de Oro

Entonces mi amigo, en cuya locura veía yo, o me imaginaba ver, ciertos indicios de método, trasladó la estaca que marcaba el sitio donde había caído el insecto, unas tres pulgadas hacia el oeste de su primera posición. Colocando ahora la cinta de medir desde el punto más cercano del tronco hasta la estaca, como antes hiciera, y extendiéndola en línea recta a una distancia de cincuenta pies, donde señalaba la estaca, la alejó varias yardas del sitio donde habíamos estado cavando.

2·71

Page 78: El Escarabajo de Oro

En unos segundos había dejado al descubierto una masa de osamentas humanas, formando dos esqueletos íntegros, mezclados con varios botones de metal y con algo que nos pareció ser lana podrida y polvorienta. Uno o dos azadonazos hicieron saltar la hoja de un ancho cuchillo español, y al cavar más surgieron a la luz tres o cuatro monedas de oro y de plata.

ALREDEDOR DEL NUEVO PUNTO TRAZÓ AHORA UN CÍRCULO, UN POCO MÁS ANCHO QUE EL PRIMERO, Y VOLVIMOS A MANEJAR LA AZADA. Estaba yo atrozmente cansado; pero, sin darme cuenta de lo que había ocasionado aquel cambio en mi pensamiento, no sentía ya gran aversión por aquel trabajo impuesto. Me interesaba de un modo inexplicable; más aún, me excitaba.

Tal vez había en todo el extravagante comportamiento de Legrand cierto aire de presciencia, de deliberación, que me impresionaba. Cavaba con ardor, y de cuando en cuando me sorprendía buscando, por decirlo así, con los ojos movidos de un sentimiento que se parecía mucho a la espera, aquel tesoro imaginario, cuya visión había trastornado a mi infortunado compañero.

En uno de esos momentos en que tales fantasías mentales se habían apoderado más a fondo de mí, y cuando llevábamos trabajando quizá una hora y media, fuimos de nuevo interrumpidos por los violentos ladridos del perro. Su inquietud, en el primer caso, era, sin duda, el resultado de un retozo o de un capricho; pero ahora asumía un tono más áspero y más serio.

Cuando Júpiter se esforzaba por volver a ponerle un bozal, ofreció el animal una furiosa resistencia, y, saltando dentro del hoyo, se puso a cavar, frenético, con sus uñas.

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Page 79: El Escarabajo de Oro

AL VER AQUELLO, Júpiter NO PUDO APENAS CONTENER SU ALEGRÍA; PERO LA CARA DE SU AMO EXPRESÓ UNA EXTRAORDINARIA DESILUSIÓN. NOS ROGÓ, CON TODO, QUE CONTINUÁSEMOS NUESTROS ESFUERZOS, Y APENAS HABÍA DICHO AQUELLAS PALABRAS, TROPECÉ Y CAÍ HACIA ADELANTE, AL ENGANCHARSE LA PUNTA DE MI BOTA EN UNA ANCHA ARGOLLA DE HIERRO QUE YACÍA MEDIO ENTERRADA EN LA TIERRA BLANDA.

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EN UN INSTANTE, UN TESORO DE INCALCULABLE VALOR APARECIÓ REFULGENTE ANTE NOSOTROS. LOS RAYOS

DE LAS LINTERNAS CAÍAN EN EL HOYO, HACIENDO BROTAR DE UN MONTÓN CONFUSO DE ORO Y DE

JOYAS DESTELLOS Y BRILLOS QUE CEGABAN DEL TODO NUESTROS OJOS.

Nos pusimos a trabajar ahora con gran diligencia, y nunca he pasado diez minutos de más intensa excitación.

DURANTE ESTE INTERVALO DESENTERRAMOS POR COMPLETO UN COFRE OBLONGO DE MADERA QUE, POR SU PERFECTA CONSERVACIÓN Y ASOMBROSA DUREZA, HABÍA SIDO SOMETIDA A ALGÚN PROCEDIMIENTO DE MINERALIZACIÓN, ACASO POR OBRA DEL BICLORURO DE MERCURIO.

Dicho cofre tenía tres pies y medio de largo, tres de ancho y dos y medio de profundidad. Estaba asegurado con firmeza por unos flejes de hierro forjado, remachados, y que formaban alrededor de una especie de enrejado. De cada lado del cofre, cerca de la tapa había tres argollas de hierro -seis en total-, por medio de las cuales, seis personas podían asirla.

Nuestros esfuerzos unidos sólo consiguieron moverlo ligeramente de su lecho. Vimos en seguida la imposibilidad de transportar un peso tan grande. Por fortuna, la tapa estaba sólo asegurada con dos tornillos movibles. Los sacamos, trémulos y palpitantes de ansiedad.

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-¡Y todo esto viene del escarabajo de oro! ¡Del pobre escarabajito, al que yo insultaba y calumniaba! ¿No te avergüenzas de ti mismo, negro? ¡Anda, contéstame!

No intentaré describir los sentimientos con que contemplaba aquello. EL ASOMBRO, NATURALMENTE, PREDOMINABA SOBRE LOS DEMÁS.

LEGRAND parecía exhausto por la excitación, y no profirió más que algunas palabras.

En cuanto a Júpiter, su rostro durante unos minutos adquirió la máxima palidez que puede tomar la cara de un negro en tales circunstancias.

PARECÍA ESTUPEFACTO, FULMINADO. Pronto cayó de rodillas en el hoyo, y hundiendo sus brazos hasta el codo en el oro, los dejó allí, como si gozase del placer de un baño. A la postre exclamó con un hondo suspiro, como en un monólogo:

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Se hacía tarde y teníamos que desplegar cierta actividad, si queríamos que todo estuviese en seguridad antes del amanecer. No sabíamos qué determinación tomar, y perdimos mucho tiempo en deliberaciones de lo trastornadas que teníamos nuestras ideas. Por último, aligeramos de peso al cofre quitando las dos terceras partes de su contenido, y pudimos, en fin, no sin dificultad. sacarlo del hoyo. Los objetos que habíamos extraído fueron depositados entre las zarzas, bajo la custodia del perro, al que Júpiter ordenó que no se moviera de su puesto bajo ningún pretexto, y que no abriera la boca hasta nuestro regreso. Entonces nos pusimos presurosamente en camino con el cofre; llegamos sin accidente a la cabaña, aunque después de tremendas penalidades y a la una de la madrugada. Rendidos como estábamos, no hubiese habido naturaleza humana capaz de reanudar la tarea acto seguido. Permanecimos descansando hasta las dos; luego cenamos, y en seguida partimos hacia las colinas, provistos de tres grandes sacos que, por una suerte feliz, habíamos encontrado antes.

FUÉ MENESTER, POR ÚLTIMO, QUE DESPERTASE A AMBOS, AL AMO Y AL CRIADO, ANTE LA CONVENIENCIA DE TRANSPORTAR EL TESORO.

LLEGAMOS AL FILO DE LAS CUATRO A LA FOSA, NOS REPARTIMOS EL BOTÍN, CON LA MAYOR IGUALDAD POSIBLE Y DEJANDO EL HOYO SIN TAPAR, VOLVIMOS HACIA LA CABAÑA, EN LA QUE DEPOSITAMOS POR SEGUNDA VEZ NUESTRA CARGA DE ORO, A TIEMPO QUE LOS PRIMEROS DÉBILES RAYOS DEL ALBA APARECÍAN POR ENCIMA DE LAS COPAS DE LOS ÁRBOLES HACIA EL ESTE.

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CAP3

ESTÁBAMOS COMPLETAMENTE DESTROZADOS, PERO LA INTENSA EXCITACIÓN DE AQUEL MOMENTO NOS IMPIDIÓ TODO REPOSO. DESPUÉS DE UN AGITADO SUEÑO DE TRES O CUATRO HORAS DE DURACIÓN, NOS LEVANTAMOS, COMO SI ESTUVIÉRAMOS DE ACUERDO, PARA EFECTUAR EL EXAMEN DE NUESTRO TESORO.

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Page 86: El Escarabajo de Oro

EL COFRE HABÍA SIDO LLENADO HASTA LOS BORDES, Y EMPLEAMOS EL DÍA ENTERO Y GRAN PARTE DE LA NOCHE SIGUIENTE EN

ESCUDRIÑAR SU CONTENIDO.

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Page 87: El Escarabajo de Oro

EL COFRE HABÍA SIDO LLENADO HASTA LOS BORDES, Y EMPLEAMOS EL DÍA ENTERO Y GRAN PARTE DE LA NOCHE SIGUIENTE EN

ESCUDRIÑAR SU CONTENIDO.No mostraba ningún orden o arreglo. Todo había sido amontonado allí, en confusión. Habiéndolo clasificado cuidadosamente, nos encontramos en posesión de una fortuna que superaba todo cuanto habíamos supuesto.

En monedas había más de cuatrocientos cincuenta mil dólares, estimando el valor de las piezas con tanta exactitud como pudimos, por las tablas

de cotización de la época. No había allí una sola partícula de plata. Todo era oro de una fecha muy antigua y de una gran variedad: monedas

francesas, españolas y alemanas, con algunas guineas inglesas y varios discos de los que no habíamos visto antes ejemplar alguno. Había varias

monedas muy grandes y pesadas pero tan desgastadas, que nos fue imposible descifrar sus inscripciones.

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Page 88: El Escarabajo de Oro

No se encontraba allí ninguna americana. La valoración de las joyas presentó muchas más dificultades.

HABÍA DIAMANTES, ALGUNOS DE ELLOS MUY FINOS Y VOLUMINOSOS, EN TOTAL CIENTO DIEZ,

Y NINGUNO PEQUEÑO; DIECIOCHO RUBÍES DE UN NOTABLE BRILLO, TRESCIENTAS DIEZ ESMERALDAS

HERMOSÍSIMAS, VEINTIÚN ZAFIROS Y UN ÓPALO. TODAS AQUELLAS PIEDRAS HABÍAN SIDO

ARRANCADAS DE SUS MONTURAS Y ARROJADAS EN REVOLTIJO AL INTERIOR DEL COFRE.

En cuanto a las monturas mismas, que clasificamos aparte del otro oro, parecían haber sido machacadas a martillazos para evitar cualquier identificación. Además de todo lo indicado, había una gran cantidad de adornos de oro macizo: cerca de doscientas sortijas y pendientes, de extraordinario grosor; ricas cadenas, en número de treinta, si no recuerdo mal; noventa y tres grandes y pesados crucifijos; cinco incensarios de oro de gran valía; una prodigiosa ponchera de oro, adornada con hojas de parra muy bien engastadas, y con figuras de bacantes; dos empuñaduras de espada exquisitamente repujadas, y otros muchos objetos más pequeños que no puedo recordar.

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Page 89: El Escarabajo de Oro

El peso de todo ello excedía de las trescientas cincuenta libras avoirdupois, y en esta valoración no he incluido ciento noventa y siete relojes de oro soberbios, tres de los cuales valdrían cada uno quinientos dólares. Muchos eran viejísimos y desprovistos de valor como tales relojes: sus maquinarias habían sufrido más o menos de la corrosión de la tierra; pero todos estaban ricamente adornados con pedrerías, y las cajas eran de gran precio.

y cuando más tarde dispusimos de los dijes y joyas (quedándonos con algunos para nuestro uso personal), nos encontramos con que habíamos

hecho una tasación muy por debajo del tesoro.

VALORAMOS AQUELLA NOCHE EL CONTENIDO TOTAL DEL COFRE EN

UN MILLÓN Y MEDIO DE DÓLARES,

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Page 90: El Escarabajo de Oro

CUANDO TERMINAMOS NUESTRO EXAMEN, Y AL PROPIO TIEMPO SE CALMÓ UN TANTO AQUELLA INTENSA EXCITACIÓN, LEGRAND, QUE ME VEÍA CONSUMIDO DE IMPACIENCIA POR CONOCER LA SOLUCIÓN DE AQUEL EXTRAORDINARIO ENIGMA, ENTRÓ A PLENO DETALLE EN LAS CIRCUNSTANCIAS RELACIONADAS CON ÉL.

Recordará también que me molestó mucho el que insistiese en que mi dibujo se parecía a una calavera. Cuando hizo usted por primera vez su afirmación, creí que bromeaba; pero después pensé en las manchas especiales sobre el dorso del insecto, y reconocí en mi interior que su observación tenía en realidad, cierta ligera base. A pesar de todo, me irritó su burla respecto a mis facultades gráficas, pues estoy considerado como un buen artista, y por eso, cuando me tendió usted el trozo de pergamino, estuve a punto de estrujarlo y de arrojarlo, enojado, al fuego.

-RECORDARÁ USTED- DIJO- LA NOCHE EN QUE LE MOSTRÉ EL TOSCO BOSQUEJO QUE HABÍA HECHO DEL escarabajo.

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Page 91: El Escarabajo de Oro

-SE REFIERE USTED AL TROZO DE PAPEL- DIJE.

-NO; AQUELLO TENÍA EL ASPECTO DE PAPEL, Y AL PRINCIPIO YO MISMO SUPUSE QUE LO ERA; PERO, CUANDO QUISE DIBUJAR SOBRE ÉL, DESCUBRÍ EN SEGUIDA QUE ERA UN TROZO DE PERGAMINO MUY VIEJO. ESTABA TODO SUCIO, COMO RECORDARÁ. BUENO; CUANDO ME DISPONÍA A ESTRUJARLO, MIS OJOS CAYERON SOBRE EL ESBOZO QUE USTED HABÍA EXAMINADO, Y YA PUEDE IMAGINARSE MI ASOMBRO AL PERCIBIR REALMENTE LA FIGURA DE UNA CALAVERA EN EL SITIO MISMO DONDE HABÍA YO CREÍDO DIBUJAR EL INSECTO. DURANTE UN MOMENTO ME SENTÍ DEMASIADO ATÓNITO PARA PENSAR CON SENSATEZ. SABÍA QUE MI ESBOZO ERA MUY DIFERENTE EN DETALLE DE ÉSTE, AUNQUE EXISTIESE CIERTA SEMEJANZA EN EL CONTORNO GENERAL.

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Page 92: El Escarabajo de Oro

COGÍ EN SEGUIDA UNA VELA Y, SENTÁNDOME AL OTRO EXTREMO DE LA HABITACIÓN, ME DEDIQUÉ

A UN EXAMEN MINUCIOSO DEL PERGAMINO.Dándole vueltas, vi mi propio bosquejo sobre el reverso, ni más ni menos que como lo había hecho.

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Page 93: El Escarabajo de Oro

COGÍ EN SEGUIDA UNA VELA Y, SENTÁNDOME AL OTRO EXTREMO DE LA HABITACIÓN, ME DEDIQUÉ

A UN EXAMEN MINUCIOSO DEL PERGAMINO.Dándole vueltas, vi mi propio bosquejo sobre el reverso, ni más ni menos que como lo había hecho.

Mi primera impresión fue entonces de simple sorpresa ante la notable semejanza efectiva del contorno; y resulta una coincidencia singular el hecho de aquella imagen, desconocida para mí, que ocupaba el otro lado del pergamino debajo mismo de mi dibujo del escarabajo, y de la calavera aquella que se parecía con tanta exactitud a dicho dibujo no sólo en el contorno, sino en el tamaño. Digo que la singularidad de aquella coincidencia me dejó pasmado durante un momento. Es éste el efecto habitual de tales coincidencias. La mente se esfuerza por establecer una relación-una ilación de causa y efecto-, y siendo incapaz de conseguirlo, sufrí una especie de parálisis pasajera. Pero cuando me recobré de aquel estupor, sentí surgir en mí poco a poco una convicción que me sobrecogió más aún que aquella coincidencia.

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Page 94: El Escarabajo de Oro

Tuve la absoluta certeza de ello, pues me acordé de haberle dado vueltas a un lado y a otro buscando el sitio más limpio... Si la calavera hubiera estado allí, la habría yo visto, por supuesto. Existía allí un misterio que me sentía incapaz de explicar; pero desde aquel mismo momento me pareció ver brillar débilmente, en las más remotas y secretas cavidades de mi entendimiento, una especie de luciérnaga de la verdad de la cual nos había aportado la aventura de la última noche una prueba tan magnífica. Me levanté al punto, y guardando con cuidado el pergamino dejé toda reflexión ulterior para cuando pudiese estar solo.

COMENCÉ A RECORDAR DE UNA MANERA CLARA Y POSITIVA QUE NO HABÍA NINGÚN DIBUJO SOBRE EL PERGAMINO CUANDO HICE MI ESBOZO DEL ESCARABAJO.

EN CUANTO SE MARCHÓ USTED, Y JÚPITER ESTUVO PROFUNDAMENTE DORMIDO, ME DEDIQUÉ A UN EXAMEN MÁS METÓDICO DE LA CUESTIÓN.En primer lugar, quise comprender de qué modo aquel pergamino estaba en mi poder.

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Page 95: El Escarabajo de Oro

EL SITIO EN QUE DESCUBRIMOS el escarabajo SE HALLABA EN LA COSTA DEL CONTINENTE, A UNA MILLA APROXIMADA AL ESTE DE LA ISLA, PERO A CORTA DISTANCIA SOBRE EL NIVEL DE LA MAREA ALTA. CUANDO LE COGÍ, ME PICO CON FUERZA, HACIENDO QUE LE SOLTASE. Júpiter CON SU ACOSTUMBRADA PRUDENCIA, ANTES DE AGARRAR EL INSECTO, QUE HABÍA VOLADO HACIA ÉL, BUSCÓ A SU ALREDEDOR UNA HOJA O ALGO PARECIDO CON QUE APRESARLO. EN ESE MOMENTO SUS OJOS, Y TAMBIÉN LOS MÍOS, CAYERON SOBRE EL TROZO DE PERGAMINO QUE SUPUSE ERA UN PAPEL. ESTABA MEDIO SEPULTADO EN LA ARENA, ASOMANDO UNA PARTE DE ÉL. CERCA DEL SITIO DONDE LO ENCONTRAMOS VI LOS RESTOS DEL CASCO DE UN GRAN BARCO, SEGÚN ME PARECIÓ. AQUELLOS RESTOS DE UN NAUFRAGIO DEBÍAN DE ESTAR ALLÍ DESDE HACÍA MUCHO TIEMPO, PUES APENAS PODÍA DISTINGUIRSE SU SEMEJANZA CON LA ARMAZÓN DE UN BARCO.

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Page 96: El Escarabajo de Oro

RECORDARÁ USTED QUE CUANDO ME SENTÉ ANTE LA MESA A FIN DE HACER UN BOSQUEJO DEL INSECTO NO ENCONTRÉ PAPEL DONDE HABITUALMENTE SE GUARDA. MIRÉ EN EL CAJÓN, Y NO LO ENCONTRÉ ALLÍ. REBUSQUÉ MIS BOLSILLOS, ESPERANDO HALLAR EN ELLOS ALGUNA CARTA ANTIGUA, CUANDO MIS DEDOS TOCARON EL PERGAMINO. LE DETALLO A USTED DE UN MODO EXACTO CÓMO CAYÓ EN MI PODER, PUES LAS CIRCUNSTANCIAS ME IMPRESIONARON CON UNA FUERZA ESPECIAL.

Júpiter recogió, pues, el pergamino, envolvió en él al insecto y me lo entregó. Poco después volvimos a casa y encontramos al teniente G...

Le enseñé el ejemplar y me rogó que le permitiese llevárselo al fuerte. Accedí a ello y se lo metió en el bolsillo de su chaleco sin el pergamino en que iba envuelto y que había conservado

en la mano durante su examen. Quizá temió que cambiase de opinión y prefirió asegurar en seguida su presa; ya sabe

usted que es un entusiasta de todo cuanto se relaciona con la historia natural. En aquel momento, sin darme cuenta de ello,

debí de guardarme el pergamino en el bolsillo.

3·90

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Sin duda alguna, usted me creyó un soñador; pero yo había establecido ya una especie de conexión. Acababa de unir dos eslabones de una gran cadena. Allí había un barco que naufragó en la costa, y no lejos de aquel barco, un pergamino -no un papel- con una calavera pintada sobre él. Va usted, naturalmente, a preguntarme:

Le responderé que la calavera es el emblema muy conocido de los piratas. Llevan izado el pabellón con la

calavera en todos sus combates.

¿DÓNDE ESTÁ LA RELACIÓN?

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COMO LE DIGO, ERA UN TROZO DE PERGAMINO, Y NO DE PAPEL. EL PERGAMINO ES DE UNA MATERIA DURADERA CASI INDESTRUCTIBLE.Rara vez se consignan sobre uno cuestiones de poca monta, ya que se adapta mucho peor que el papel a las simples necesidades del dibujo o de la escritura.

ESTA REFLEXIÓN ME INDUJO A PENSAR EN ALGÚN SIGNIFICADO, EN ALGO QUE TENÍA RELACIÓN CON LA CALAVERA.

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No dejé tampoco de observar la forma del pergamino. Aunque una de las esquinas aparecía rota por algún accidente, podía verse bien que la forma original era oblonga. Se trataba precisamente de una de esas tiras que se escogen como memorándum, para apuntar algo que desea uno conservar largo tiempo y con cuidado.

ESTA REFLEXIÓN ME INDUJO A PENSAR EN ALGÚN SIGNIFICADO, EN ALGO QUE TENÍA RELACIÓN CON LA CALAVERA.

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Sobre eso gira todo el misterio, aunque he tenido, en comparación, poca dificultad en resolver ese extremo del secreto. Mi marcha era segura y no podía conducirme más que a un solo resultado. Razoné así, por ejemplo: Al dibujar el escarabajo, no aparecía la calavera sobre el pergamino. Cuando terminé el dibujo, se lo di a usted y le observé con fijeza hasta que me lo devolvió. No era usted, por tanto, quien había dibujado la calavera, ni estaba al lí presente nadie que hubiese podido hacerlo. No había sido, pues, realizado por un medio humano. Y, sin embargo, allí estaba.

-Pero- le interrumpí- dice usted que la calavera no estaba sobre el pergamino cuando dibujó el insecto.

¿Cómo, entonces, establece una relación entre el barco y la calavera, puesto que esta última, según su propio aserto, debe de

haber sido dibujada (Dios únicamente sabe cómo y por quién) en algún período posterior a su apunte del escarabajo?

Ah 3·94

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y el fuego llameaba en la chimenea

En este momento de mis reflexiones, me dediqué a recordar, y recordé, en efecto,

con entera exactitud, cada incidente ocurrido en el intervalo en cuestión.

La temperatura era fría(¡OH RARO Y FELIZ ACCIDENTE!)

Había yo entrado en calor con el ejercicio y me senté junto a la mesa. Usted, empero, tenía vuelta su silla, muy cerca de la chimenea.

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Se emplea algunas veces el zafre (Óxido de cobalto), digerido en agua regia (Mezcla de ácido nítrico, clorhídrico y diluido en cuatro veces su peso de agua; de ello se origina un tono verde. El régulo de cobalto, disuelto en espíritu de nitro, da el rojo. Estos colores desaparecen a intervalos más o menos largos, después que la materia sobre la cual se ha escrito se enfría, pero reaparecen a una nueva aplicación de calor.

En el momento justo de dejar el pergamino en su mano, y cuando iba usted a examinarlo, Wolf, el terranova.

Entró y saltó hacia sus hombros. Con su mano izquierda usted le acariciaba, intentando

apartarle, cogido el pergamino con la derecha, entre sus rodillas y cerca del fuego. Hubo un instante en que creí

que la llama iba a alcanzarlo, y me disponía a decírselo; pero antes de que hubiese yo hablado la retiró usted y

se dedicó a examinarlo. Cuando hube considerado todos estos detalles, no dudé ni un segundo que aquel calor

había sido el agente que hizo surgir a la luz sobre el pergamino la calavera cuyo contorno veía señalarse allí.

YA SABE QUE HAY Y HA HABIDO EN TODO TIEMPO PREPARACIONES QUÍMICAS POR MEDIO DE LAS

CUALES ES POSIBLE ESCRIBIR SOBRE PAPEL O SOBRE VITELA CARACTERES QUE ASÍ NO RESULTAN VISIBLES HASTA QUE SON SOMETIDOS A LA ACCIÓN DEL FUEGO.

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Examiné entonces la calavera con toda meticulosidad. Los contornos-los más próximos al borde del pergamino-resultaban mucho más claros que los otros. Era evidente que la acción del calor había sido imperfecta o desigual. Encendí inmediatamente el fuego y sometí cada parte del pergamino al calor ardiente. Al principio no tuvo aquello más efecto que reforzar las líneas débiles de la calavera; pero, perseverando en el ensayo, se hizo visible, en la esquina de la tira diagonalmente opuesta al sitio donde estaba trazada la calavera, una figura que supuse de primera intención era la de una cabra. Un examen más atento, no obstante, me convenció de que habían intentado representar un cabritillo.

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-Casi, pero no del todo-dijo LEGRAND-. Debe usted de haber oído hablar de un tal capitán Kidd1. Consideré en seguida la figura de ese animal como una especie de firma logogrífica o jeroglífica. Digo firma porque el sitio que ocupaba sobre el pergamino sugería esa idea. La calavera, en la esquina diagonal opuesta, tenía así el aspecto de un sello, de una estampilla. Pero me hallé dolorosamente desconcertado ante la ausencia de todo lo demás del cuerpo de mi imaginado documento, del texto de mi contexto.

-¡JA, JA!- EXCLAMÉ-.No tengo, sin duda, derecho a burlarme de usted

(un millón y medio de dólares es algo muy serio para tomarlo a broma).PERO NO IRÁ A ESTABLECER UN TERCER

ESLABÓN EN SU CADENA; NO QUERRÁ ENCONTRAR NINGUNA RELACIÓN ESPECIAL

ENTRE SUS PIRATAS Y UNA CABRA; LOS PIRATAS, COMO SABE, NO TIENEN NADA QUE VER CON LAS

CABRAS; ESO ES COSA DE LOS GRANJEROS.

-Pero si acabo de decirle que la figura no era la de una cabra.-Bueno; la de un cabritillo, entonces; viene a ser casi lo mismo.

1 Cabrito, en inglés

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-SUPONGO QUE ESPERABA USTED ENCONTRAR UNA CARTA ENTRE EL SELLO Y LA FIRMA

-Pero continúe... Me consume la impaciencia.

-Algo por el estilo. El hecho es que me sentí irresistiblemente impresionado por el presentimiento de una buena fortuna inminente. No podría decir por qué. Tal vez, después de

todo, era más bien un deseo que una verdadera creencia; pero ¿no sabe que las absurdas palabras de Júpiter,

afirmando que el escarabajo era de oro macizo, hicieron un notable efecto sobre mi imaginación? Y luego, esa serie de accidentes y coincidencias era, en realidad, extraordinaria.

¿OBSERVA USTED LO QUE HABÍA DE FORTUITO EN QUE ESOS ACONTECIMIENTOS OCURRIESEN EL ÚNICO DÍA DEL AÑO EN QUE HA HECHO,

HA PODIDO HACER, EL SUFICIENTE FRÍO PARA NECESITARSE FUEGO, Y QUE, SIN ESE FUEGO, O SIN LA INTERVENCIÓN DEL PERRO EN EL PRECISO MOMENTO EN

QUE APARECIÓ, NO HABRÍA PODIDO YO ENTERARME DE LO DE LA CALAVERA, NI HABRÍA ENTRADO NUNCA EN POSESIÓN DEL TESORO?

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-BIEN; HABRÁ USTED OÍDO HABLAR DE MUCHAS HISTORIAS QUE CORREN, DE ESOS MIL VAGOS RUMORES ACERCA DE TESOROS ENTERRADOS EN ALGÚN LUGAR DE LA COSTA DEL ATLÁNTICO POR KIDD Y SUS COMPAÑEROS.

Esos rumores desde hace tanto tiempo y con tanta persistencia, ello se debía, a mi juicio, tan sólo a la circunstancia de que el tesoro enterrado permanecía enterrado.SI KIDD HUBIESE ESCONDIDO SU BOTÍN DURANTE CIERTO TIEMPO Y LO HUBIERA RECUPERADO DESPUÉS, NO HABRÍAN LLEGADO TALES RUMORES HASTA NOSOTROS EN SU INVARIABLE FORMA ACTUAL.

Observe que esas historias giran todas alrededor de buscadores, no de descubridores de tesoros. Si el pirata hubiera recuperado su botín, el asunto habría terminado allí. Parecíame que algún accidente-por ejemplo, la pérdida de la nota que indicaba el lugar preciso-debía de haberle privado de los medios para recuperarlo, llegando ese accidente a conocimiento de sus compañeros, quienes, de otro modo, no hubiesen podido saber nunca que un tesoro había sido escondido y que con sus búsquedas infructuosas, por carecer de guía al intentar recuperarlo, dieron nacimiento primero a ese rumor, difundido universalmente por entonces, y a las noticias tan corrientes ahora.

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¿HA OÍDO USTED HABLAR DE ALGÚN TESORO IMPORTANTE QUE HAYA SIDO DESENTERRADO A LO LARGO DE LA COSTA?

-Nunca.

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A LOS POCOS MINUTOS ESTANDO YA LA CACEROLA CALENTADA A FONDO, SAQUÉ LA TIRA DE PERGAMINO, Y FUE INEXPRESABLE MI ALEGRÍA AL ENCONTRARLA MANCHADA, EN VARIOS SITIOS, CON SIGNOS QUE PARECÍAN CIFRAS ALINEADAS. VOLVÍ A COLOCARLA EN LA CACEROLA, Y LA DEJÉ ALLÍ OTRO MINUTO. CUANDO LA SAQUÉ, ESTABA ENTERAMENTE IGUAL A COMO VA USTED A VERLA.

-Pues es muy notorio que Kidd los había acumulado inmensos. Daba yo así por supuesto que la tierra seguía guardándolos, y no le sorprenderá mucho si le digo que abrigaba una esperanza que aumentaba casi hasta la certeza: la de que el pergamino tan singularmente encontrado contenía la última indicación del lugar donde se depositaba.

-PERO ¿CÓMO PROCEDIÓ USTED?EXPUSE DE NUEVO LA VITELA AL FUEGO, DESPUÉS DE HABERLO AVIVADO; PERO NO APARECIÓ NADA. PENSÉ ENTONCES QUE ERA POSIBLE QUE LA CAPA DE MUGRE TUVIERA QUE VER EN AQUEL FRACASO: POR ESO LAVÉ CON ESMERO EL PERGAMINO VERTIENDO AGUA CALIENTE ENCIMA, Y UNA VEZ HECHO ESTO, LO COLOQUÉ EN UNA CACEROLA DE COBRE, CON LA CALAVERA HACIA ABAJO, Y PUSE LA CACEROLA SOBRE UNA LUMBRE DE CARBÓN.

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Y AL LLEGAR AQUÍ, LEGRAND, HABIENDO CALENTADO DE NUEVO EL PERGAMINO, LO SOMETIÓ A MI EXAMEN. LOS CARACTERES SIGUIENTES APARECÍAN DE MANERA TOSCAMENTE TRAZADA, EN COLOR ROJO, ENTRE LA CALAVERA Y LA CABRA:

53+++305))6*;4826)4+.)4+);806*:48+8¶60))85;1+(;:+*8+83(88) 5*+;46(;88*96*’;8)*+(;485);5*+2:*+(;4956*2(5*-4)8¶8*;406 9285);)6+8)4++;1(+9;48081;8:+1;48+85;4)485+528806*81(+9; 48;(88;4(+?34;48)4+;161;:188;+?;

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-Pero -dije, devolviéndole la tira-sigo estando tan a oscuras como antes. Si todas las joyas de Golconda esperasen de mí la solución de este enigma, estoy en absoluto seguro de que sería incapaz de obtenerlas.

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-Y EL CASO-DIJO LEGRAND-QUE LA SOLUCIÓN NO RESULTA TAN DIFÍCIL COMO CABE IMAGINARLA TRAS DEL PRIMER EXAMEN APRESURADO DE LOS CARACTERES. ESTOS CARACTERES, SEGÚN PUEDEN TODOS ADIVINARLO FÁCILMENTE FORMAN UNA CIFRA, ES DECIR, CONTIENEN UN SIGNIFICADO PERO POR LO QUE SABEMOS DE KIDD, NO PODÍA SUPONERLE CAPAZ DE CONSTRUIR UNA DE LAS MÁS ABSTRUSAS CRIPTOGRAFÍAS. PENSÉ, PUES, LO PRIMERO, QUE ÉSTA ERA DE UNA CLASE SENCILLA, AUNQUE TAL, SIN EMBARGO, QUE PARECIESE ABSOLUTAMENTE INDESCIFRABLE PARA LA TOSCA INTELIGENCIA DEL MARINERO, SIN LA CLAVE.

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-¿Y la resolvió usted, en verdad?

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-Fácilmente; había yo resuelto otras diez mil veces más complicadas. Las circunstancias y cierta predisposición mental me han llevado a interesarme por

tales acertijos, y es, en realidad, dudoso que el genio humano pueda crear un enigma de

ese género que el mismo ingenio humano no resuelva con una aplicación adecuada.

EN EFECTO, UNA VEZ QUE LOGRÉ DESCUBRIR UNA SERIE DE CARACTERES VISIBLES, NO ME

PREOCUPÓ APENAS LA SIMPLE DIFICULTAD DE DESARROLLAR SU SIGNIFICACIÓN.

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TAL COMO SE PRESENTABA, PRESUMÍ QUE EL CRIPTOGRAMA ERA INGLÉS.

EN EL PRESENTE CASO -Y REALMENTE EN TODOS LOS CASOS DE ESCRITURA SECRETA- LA PRIMERA CUESTIÓN SE REFIERE AL LENGUAJE DE LA CIFRA, PUES LOS PRINCIPIOS DE SOLUCIÓN, EN PARTICULAR TRATÁNDOSE DE LAS CIFRAS MÁS. SENCILLAS, DEPENDEN DEL GENIO PECULIAR DE CADA IDIOMA Y PUEDEN SER MODIFICADAS POR ÉSTE.

En general, no hay otro medio para conseguir la solución que ensayar (guiándose por las probabilidades) todas las lenguas que os sean conocidas, hasta encontrar la verdadera. Pero en la cifra de este caso toda dificultad quedaba resuelta por la firma.

EL RETRUÉCANO SOBRE LA PALABRA KIDD SÓLO ES POSIBLE EN LENGUA INGLESA. SIN ESA CIRCUNSTANCIA HUBIESE YO COMENZADO MIS ENSAYOS POR EL ESPAÑOL Y EL FRANCÉS, POR SER LAS LENGUAS EN LAS CUALES UN PIRATA DE MARES ESPAÑOLES HUBIERA DEBIDO, CON MÁS NATURALIDAD, ESCRIBIR UN SECRETO DE ESE GÉNERO.

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Se termino de imprimir el

EL ESCARABAJO DE OROedición especialBOGOTÁ D.C. · COLOMBIA · SURAMERICA

14 de Mayo de 2009.

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