El Estado Judío
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“EL ESTADO JUDÍO”
El primer párrafo de la Declaración de Independencia de Israel. “Eretz Israel (la
Tierra de Israel) fue la cuna del pueblo judío. Aquí se forjó su identidad espiritual,
religiosa y nacional. Aquí logró por primera vez su soberanía, creando valores
culturales de significado nacional y universal, y legó al mundo el eterno Libro de
los Libros”.
En la Tierra de Israel nació el pueblo judío: sus raíces, cultura, identidad nacen
allí. Y con el correr del tiempo. Pero es absolutamente imposible comprender la
historia, tradición y cultura del pueblo judío sin ser conscientes de lo que la Tierra
de Israel le ha significado y significa.
Pero no es solamente la tierra. Es también el Estado. La soberanía. Un fragmento
bastante posterior de la Declaración de Independencia –en relación a la
Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobando por
mayoría el establecimiento de un Estado judío en Eretz Israel- expresa que “Este
reconocimiento por parte de las Naciones Unidas sobre el derecho del pueblo
judío a establecer su propio estado es irrevocable…es el derecho natural del
pueblo judío de ser dueño de su propio destino, como todas las otras naciones, en
un Estado soberano propio”.
En verdad, el Estado Judío está concebido como una creación original en un
territorio que no ha sido determinado aún. Pero no son las extensiones de tierra
las que constituyen el Estado, sino los hombres reunidos por una soberanía.
El Estado de Israel surgido en 1948 no es el primer Estado judío que conoció la
historia. Por eso dice la Declaración que “Aquí logró por primera vez su
soberanía”.
El pueblo constituye el fundamento humano del Estado, el territorio, el fundamento
material. Y el fundamento humano es el más importante de los dos.
Hubo un Primer Estado judío en Eretz Israel en épocas bíblicas, la época de los
reyes David, Salomón y posteriores (más allá de la división de los reinos) siendo
destruido finalmente por los asirios el reino de Israel y por los babilonios el reino
de Iehudá. Siglos después, el Segundo Estado judío resurge en Eretz Israel en la
época de la dinastía asmonea (fundada por los macabeos) y, más efímero aún,
perdurará hasta la invasión romana. La destrucción del Segundo Templo de
Jerusalem, año 70 E.C, habrá de simbolizar la destrucción del Segundo Estado
judío.
A partir de allí hubo que esperar pacientemente, durante casi dos milenios, hasta
que la mano del hombre judío lograra reconstruir el estado. “Después de ser
exiliados de su tierra por la fuerza, el pueblo le guardó fidelidad durante toda su
dispersión y nunca dejó de orar y esperar su retorno a ella para la restauración de
su libertad política”. Así dice el segundo párrafo de la Declaración de
Independencia de Israel.
El pueblo judío, en los largos y muchas veces oscuros años de su dispersión, no
se olvidó de su tierra, la soñó, la anheló, le rezó. Varias de sus festividades y
conmemoraciones se vinculaban, se vinculan a ella. Pero además “Impulsados
por este histórico y tradicional vínculo, los judíos procuraron en cada generación
reestablecerse en su patria ancestral”, dice otro fragmento del referido texto.
Justo es decir que nunca, incluso en las épocas más difíciles, dejó de haber judíos
en Eretz Israel. Su presencia física se mantuvo siempre a lo largo de los siglos.
Después del exilio forzoso de su tierra, el pueblo mantuvo su fe a través de su
dispersión y no cesó de rezar y de esperar la vuelta a su tierra y la restauración en
ella de su libertad política.
Empujados por estos lazos históricos y tradicionales, los judíos se esforzaron a
través de las generaciones en establecerse de nuevo en su antigua tierra. En las
últimas décadas volvieron en masa. Pioneros «mapilim» (inmigrantes que van a
Eretz-Israel desafiando la legislación restrictiva) y defensores hicieron florecer el
desierto, re vivir la lengua hebrea, construyeron pueblos y ciudades, y crearon una
comunidad próspera controladora de su propia economía y cultura, amante de la
paz pero sabiendo defenderse, aportando los bienes del progreso a los habitantes
de todos los países, y aspirando a una nación independiente.
Pero lo más importante, estaría por llegar a fines del siglo XIX: en el año 1897
respondiendo al llamado del padre espiritual del Estado judío, Teodoro Herzl, se
congregó el primer Congreso Sionista que proclamó el derecho del pueblo judío al
renacimiento nacional en su propio país, (Declaración de Independencia).
El sionismo, movimiento de liberación nacional del pueblo judío, será el nervio
motor que impulsará el renacimiento y la reconstrucción del Estado judío.En su
momento Herzl profetizó “No sé si en 5 años pero sí en 50 el Estado judío será
una realidad”.
Y llegamos a lo que fue la peor tragedia del pueblo judío a lo largo de su historia.
El Holocausto no fue, de ninguna manera, lo que motiva la creación del Estado. El
mismo ya venía en proceso desde varias décadas y su infraestructura estaba
bastante adelantada hacia 1939. Pero seguramente la Shoa sí aceleró la creación
del Estado de Israel. “La catástrofe que azotó al pueblo judío, la masacre de Seis
millones de judíos en Europa, fue otra clara demostración de la urgencia por
resolver el problema de su falta de hogar, restableciendo en Eretz-Israel el Estado
judío que habrá de abrir las puertas de la patria de par en par a todo judío”…
(Declaración de Independencia). Si Israel hubiese nacido 10 años antes de la
fecha en que nació, la catástrofe que se abatió sobre el pueblo no habría tenido la
magnitud que tuvo.
Los supervivientes del holocausto Nazi en Europa, así como los judíos de otras
partes del mundo, continuaron emigrando a Erezt-lsrael superando las dificultades,
restricciones y peligros, y nunca cesaron de afirmar su derecho a una vida digna,
libre y honrada en su tierra nacional. Durante la Segunda Guerra Mundial, la
comunidad judía de este país participó plenamente en la lucha entre las naciones
que defendían la libertad, paz y amor contra la maldad de las fuerzas nazis, y con
la sangre de sus soldados y su esfuerzo militar ganó el derecho a figurar entre los
pueblos fundadores de las Naciones Unidas.
Israel es un Estado democrático. El único Estado democrático en la región más
allá de sus imperfecciones. Y esto es importante tenerlo en cuenta.
Significativos son, además, otros párrafos de la Declaración “El Estado de Israel…
estará basado en los principios de libertad, justicia, y paz a la luz de las
enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos
políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo;
garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura;
salvaguardará los Lugares Sagrados de todas las religiones…”.
Y casi al finalizar dice que “Extendemos nuestra mano a todos los Estados vecinos
y a sus gentes y ofrecemos paz y buenas relaciones, y apelamos a ellos para el
establecimiento de puntos de cooperación y ayuda mutua con el pueblo judío
establecido en su propia tierra. El Estado de Israel está dispuesto a hacer todo lo
posible en un esfuerzo común para el progreso de Oriente Próximo”.
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó
una resolución proclamando el establecimiento del Estado judío en Erezt-Israel; la
Asamblea General solicitaba la adopción por los habitantes de Eretz-Israel de
todas las medidas necesarias para la ejecución de esta resolución. El
reconocimiento del derecho del pueblo judío a establecerse en su Estado, hecho
por las Naciones Unidas, es irrevocable.
El derecho es el derecho natural del pueblo judío de ser dueños de su propio
destino, como todas las naciones, en su propio Estado soberano.