El Estudiante Participativo
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Sosa Fernández José Antonio Facultad de Arquitectura, UNAM
Administración I
El estudiante participativo
Es muy fácil encontrar una definición de lo que es ser estudiante. Todo lo que
tenemos que hacer es abrir un diccionario en el lugar apropiado y se nos dará la
respuesta. Pero ésa no es la clase de definición que queremos. Deseamos investigar
sobre ello, queremos averiguar qué es un verdadero estudiante. Un verdadero estudiante
no es aquél que aprueba exámenes, consigue un empleo y después cierra todos los
libros. Ser un estudiante significa estudiar la vida, no sólo leer los pocos libros requeridos
por el programa de estudios; implica observarlo todo a lo largo de la vida, no sólo unas
cuantas cosas en un período determinado. Un estudiante, ciertamente, no es sólo el que
lee, sino el que es capaz de observar todos los movimientos de la vida, los externos y los
internos, sin decir: "esto es bueno, aquello es malo". Si condenamos algo no lo
observamos. Para observarlo tenemos que estudiarlo sin condenar, sin comparar. Si el
maestro compara un estudiante con algún otro, no le está estudiando. Si le compara con
su hermano menor o su hermana mayor, los importantes son su hermano o su hermana;
por lo tanto, no le está estudiando.
Pero toda nuestra educación consiste en comparar. Nos estamos comparando
perpetuamente a nosotros mismos o a otros con alguien: con el gurú, con nuestro ideal,
con nuestro padre que es tan inteligente, un gran político... Este proceso de comparación
y condena nos impide observar, estudiar. De manera que el verdadero estudiante es
aquél que lo observa todo en la vida, tanto externa como internamente, sin comparar,
aprobar ni condenar. No sólo es capaz de investigar cuestiones científicas, sino que
también puede observar las operaciones de su propia mente, de sus propios sentimientos,
lo cual es mucho más difícil que observar un hecho científico. Comprender todo el
funcionamiento de la propia mente requiere una gran dosis de discernimiento, muchísima
investigación exenta de condena.
La convicción de que su estudio apenas comienza la cátedra, se continúa en el
texto, pero jamás termina. La capacidad de diferenciar, buscar y aprovechar las diversas
fuentes de conocimientos que la sociedad actual ha generado en todos los órdenes de la
ciencia y la tecnología. La voluntad de convertirse en un ente activo en el proceso de
enseñanza-aprendizaje reflexionando, cuestionando, proponiendo, modificando y hasta si
es posible, alterando todo conocimiento que le sea transferido por el docente con el único
y exclusivo objeto de encontrar la verdad científica. La conciencia, o sea, el dominio del
proceso consiente de que, dueño de una experiencia particular, debe con su profesor,
transformarla en uno de los elementos de la experiencia científica general.
Bibliografía:
¨Ser estudiante¨, La pagina de la vida, http://www.proyectopv.org, 16 de agosto de 2012.
“El estudiante participativo” , Universidad Popular de Nicaragua, http://www.uponic.edu.ni/portal/,
16 de agosto de 2012.