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EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDAD. ANA MILENA HORTA PRIETO Monografía para optar por el titulo de antropóloga Asesor Pablo Mora calderón UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGIA BOGOTÁ Julio de 2003

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EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA CONSTRUCCIÓN DE

CIUDAD.

ANA MILENA HORTA PRIETO

Monografía para optar por el titulo de antropóloga

Asesor

Pablo Mora calderón

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGIA

BOGOTÁ

Julio de 2003

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AGRADECIMIENTOS

Quiero manifestar un profundo agradecimiento a Pablo Mora Calderón por dedicar

gran parte de su tiempo a discutir y revisar el presente texto.

Agradezco también a María Eugenia Prieto, mi madre, y a Sergio García por el

gran apoyo que me brindaron durante la realización de la presente investigación.

Esta monografía no se hubiera podido llevar a cabo sin la colaboración de los

miembros del Fotomuseo y las personas que amablemente se prestaron para la

realización de las entrevistas. A ellos también muchas gracias.

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CONTENIDO

Pág. INTRODUCCIÓN 6

1. EL FOTOMUSEO Y LA CIUDAD 12

1.1 Creación de sentidos. 12

1.2 La creación del Fotomuseo. 14

1.3 Contexto político. 17

1.4 La primera exposición. 18

1.5 El contacto con el distrito. Los trámites. 23

1.6 El patrocinio. 28

1.7 Marketing cultural versus mecenazgo. 30

1.8 Arte y modernidad. 33

1.9 La inserción en el espacio. Democratización y desublimación. 37

2. REGÍMENES ESCÓPICOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDAD 44

2.1 El panóptico. 44

2.2 Visión y construcción de ciudad. 47

2.3 La torre Colpatria, símbolo del urbanismo. 51

2.4 La mirada del Fotomuseo. 57

2.5 La imagen fotográfica. 60

2.6 La ciudad deseada. París en Bogotá. 64

3. LA REPRESENTACIÓN 69

3.1 Fotografía y ciudad representada. 69

3.2 Observación de las exposiciones. El studium. 78

3.3 .1 Miradas a Bogotá. 80

3.3.2 Homenaje a Abdú Eljaiek. 90

3.3.3 Homenaje a Carlos Caicedo. 94

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3.3.4 Imágenes de ciudad. Fotomaratón. 96

3.3.5 Marta y la otra. 101

3.3.6 Ruven Afanador. 103

3.3.7 Jóvenes talentos. 105

3.3.8 Las fotos del paraíso. 107

3.3.9 Robert Doisneau. París en Bogotá. 109

3.4 Comentarios generales. 112

4.CONCLUSIONES 114

BIBLIOGRAFÍA 119

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INTRODUCCIÓN

El arte se inscribe en la ciudad contribuyendo desde una perspectiva simbólica a

la construcción de la ciudad.

El Fotomuseo, Museo Nacional de la Fotografía, es un proyecto de difusión

fotográfica. Aunque su objetivo contempla recuperar el patrimonio fotográfico del

país, desde sus inicios en el año 2000 se ha concentrado en realizar exposiciones

de imágenes fotográficas de autores tanto nacionales como internacionales. Lo

particular de este museo es que el lugar de sus exposiciones es el espacio

público de Bogotá. Razón por la cual el Fotomuseo es reconocido por llevar el

arte a la gente, por generar un espacio de contemplación en la informalidad de las

calles de Bogotá.

Al parecer, el Fotomuseo se enmarca en principios democráticos: por un lado usa

la fotografía, el medio visual más cercano a todas las capas sociales; por otro lado

es un museo que va a la gente, en un gesto de aparente desacralización del arte.

Teniendo en cuenta que el arte debe ser abordado como una práctica social

(Williams, 1980), el Fotomuseo es una manifestación que surge en un contexto

histórico y es parte de un proceso social determinado. Según esto el Fotomuseo

sostiene una relación dinámica con las variables de los procesos sociales y

culturales; con los deseos y formas de entender el mundo para una sociedad en

un contexto cultural e histórico particular. Es así como las condiciones del

Fotomuseo se articulan con el contexto político, histórico y social de la ciudad.

El Fotomuseo da lugar a cruces entre intereses privados y públicos. Es una

fundación privada sin ánimo de lucro que patrocina sus actividades en gran parte

por empresas privadas. Sin embargo, debe contar con la aprobación de la Alcaldía

Mayor de Bogotá y algunas instituciones distritales para poder existir en el espacio

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público, condición que lo dota de un valor simbólico: lo convierte en arte público y

le permite relacionarse con procesos de construcción de ciudad.

Al ser una práctica de creación de sentido, el Fotomuseo en sus procesos

relaciona los sentidos y conceptualizaciones respecto al arte y la ciudad que

manejan los agentes que intervienen en la gestión del proyecto. Estos sentidos se

articulan con la puesta en escena de las exposiciones, se expresan

simbólicamente en el formato, el lugar, las imágenes expuestas y los

pronunciamientos en los medios. Una vez en escena, estos sentidos entran a

relacionarse con los valores de los transeúntes que se convierten en receptores,

quienes codifican un sentido según su percepción y sensibilidad que está

condicionada por su vivencia personal y su educación. Este punto es de gran

importancia ya que la recepción no es un proceso plano de aceptación de un

mensaje codificado y claro. No existe un sentido determinado y establecido al que

se puede acceder automáticamente mediante la contemplación: la comunicación

visual es un proceso donde se negocian, regulan y se crean sentidos.

Esta investigación se concentra en los conceptos y percepciones manejadas

desde la gestión del proyecto Fotomuseo, teniendo en cuenta que en este proceso

entra a relacionarse con intereses de otros sectores y agentes sociales tales como

funcionarios distritales, fotógrafos, artistas y empresarios, y con sus concepciones

de arte y ciudad1.

El acercamiento al Fotomuseo se planteó a través de los agentes y los procesos

en que estos intervienen. Por un lado se exploraron los ejes y los balances

administrativos de las administraciones Mockus-Broemberg (1994-1997),

Peñalosa (1997-2000) y Mockus (2000-2003), ya que la primera administración de

1 Soy consciente que un análisis completo del Fotomuseo como práctica artística en la construcción de ciudad debe incluir una mirada a los procesos de recepción de las exposiciones, dado que la lectura y los sentidos de este proyecto de representación visual no es determinado por los artistas, fotógrafos, promotores culturales y funcionarios, pero un acercamiento de esta naturaleza excede los limites de este trabajo.

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Mockus planteó ciertos lineamientos sobre cultura y espacio público que retomó

Peñalosa y adaptó a su enfoque de diseño de la ciudad. Además, es durante esta

administración que nace el Fotomuseo. Finalmente la actual administración

Mockus, ha seguido desarrollando con cierta continuidad las políticas sobre cultura

y espacio público aplicadas en las administraciones anteriores. Estas políticas

son las que han permitido al Fotomuseo desarrollarse en el espacio público.

En cuanto al Fotomuseo, se tenía planeado realizar observaciones en las

reuniones de planeación y evaluación que realiza la junta directiva del Fotomuseo.

De esta manera se conocería de cerca que categorías y concepciones son las que

se discuten y que inciden en las decisiones tomadas al interior del Fotomuseo.

Sin embargo, esto no fue posible. El acercamiento al Fotomuseo se realizó a

través de su directora Gilma Suárez. El proceso de acercamiento fue complicado

ya que Suárez no tenía muy claro en que consistía este proyecto de investigación,

y sus múltiples ocupaciones impidieron concretar una reunión. Finalmente se

aclararon las intenciones de la investigación, pero Suárez se mostró bastante

celosa con su proyecto y no permitió la participación en las reuniones internas.

Según ella, el Fotomuseo se plasma en sus exposiciones y en lo que le brinda a la

ciudad, por lo cual los procesos internos no debían ser de mi incumbencia.

Por esta razón los procesos fueron abarcados a partir de entrevistas con personas

relacionadas con estos. Estas entrevistas se plantearon como abiertas y

semidirigidas, con el fin de no sesgar la información obtenida por las

categorizaciones de una estructura cerrada y determinada. Las personas

entrevistadas accedieron a ser grabadas. Posteriormente, cada grabación cuya

extensión promedio fue de una hora, se transcribió y el documento resultante se

sometió a análisis, teniendo en cuenta qué formación tenía el entrevistado y desde

dónde se relacionaba con el Fotomuseo.

Bajo estos parámetros se entrevistaron a las siguientes personas:

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Funcionarios públicos:

- Lorenzo Castro. Arquitecto director del Taller del Espacio Público durante la

administración Peñalosa.

- Gloria Peñuela. Arquitecta. Funcionaria del Departamento Administrativo de la

Defensoría del Espacio Público.

- Jaime Cerón. Artista y critico de arte. Director de la sección de artes plásticas

del IDCT.

Fotógrafos:

- Carlos Caicedo. Reportero gráfico. Participó en dos exposiciones, una de ellas

un homenaje a su obra. Fue jurado en el concurso Fotomaratón 2001,

organizado por el Fotomuseo.

- Ana Adarve. Artista. Participó en la exposición Jóvenes talentos.

Miembros del Fotomuseo:

- Gilma Suárez. Fotógrafa. Directora y gestora del proyecto Fotomuseo.

- Mario Huertas. Psicólogo asesor de marketing. Miembro de la junta directiva

del Fotomuseo.

- David Morales. Periodista y Comunicador social. Maneja estrategias de medios

del Fotomuseo.

- Johana Guzmán. Secretaria del Fotomuseo. Aunque con ella no se realizó una

entrevista formal, amablemente suministró datos e información sobre la

conformación del Fotomuseo.

Estas entrevistas se analizaron como documentos que contenían información

sobre los procesos del Fotomuseo, de la ciudad y del arte, así como

conceptualizaciones implícitas sobre arte, ciudad y fotografía.

Esta información se complementó con una revisión sobre los artículos de prensa

publicados sobre el Fotomuseo. Estos artículos conforman un archivo de

estrategias de medios en el Fotomuseo, y sirvieron para dar luces sobre cómo se

promociona este museo en medios masivos.

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Las exposiciones se abordaron desde dos puntos: observaciones in situ y análisis

de la representación por medio de los catálogos impresos de las exposiciones. El

análisis tuvo en cuenta inicialmente la relación de las imágenes con el lugar donde

se inscribían y, posteriormente se centró en el sentido de las imágenes

relacionándolas con las conceptualizaciones de arte y ciudad que flotan en las

gestiones del Fotomuseo.

La información obtenida se interpretó y se condensó en el documento de la

siguiente forma:

El primer capítulo comienza con un esbozo histórico del proceso de gestión del

Fotomuseo. Posteriormente se abordan las relaciones del Fotomuseo con el

Distrito y las empresas patrocinadoras a la luz de los planteamientos de García

Canclini (1990) sobre arte y modernidad en Latinoamérica haciendo énfasis en los

procesos de mercado de la industria cultural. En la última parte se explora la

relación con la ciudad a partir del sentido de los lugares en los que se inserta el

Fotomuseo.

El segundo capítulo explora la articulación entre el Fotomuseo y la

conceptualización de la ciudad realizada desde la autoridad distrital. Esta

articulación se analiza desde una concepción del poder planteada por Foucault

(1999), como un régimen de visión omnipotente y vigilante. Este régimen

dominante de visión se articula con otras formas de ver y entender la ciudad, con

prácticas creadas desde la conceptualización de la ciudad y proyectadas sobre

esta mediante la promoción de costumbres que influyen en la forma como el

urbanita habita su ciudad.

El tercer capítulo abarca el contenido de las exposiciones. En primera instancia

plantea ciertos conceptos básicos sobre la representación. Posteriormente se

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explora el contenido de las fotografías a partir del studium, categoría que Barthes

(1991) establece para observar las imágenes fotográficas desde un conocimiento

y sensibilidad cultural. Esto enfoque permite esbozar deseos y valores del grupo

social en que se gesta el Fotomuseo y su relación con valores dominantes.

Finalmente, en las conclusiones se resaltan los procesos de patrocinio, arte y

ciudad, y se sintetizan los aspectos observados y analizados a lo largo de los tres

capítulos.

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1. EL FOTOMUSEO Y LA CIUDAD

1.1 Creación de sentidos.

La construcción de la ciudad y del espacio público se realiza principalmente en

dos niveles. Inicialmente es conceptualizado desde una élite, entendiendo élite

como

aquel conjunto de personas cuyas actividades trascienden el ámbito de lo privado: es élite quien incide sobre el público, “ quien influye más allá del circulo donde actúan los ciudadanos ordinarios; es decir el de la familia y el del entorno del trabajo inmediato” (Colciencias, 1997 en Silva, 1999: 209).

Es así como el espacio público es construido inicialmente por intelectuales,

artistas, profesores universitarios, periodistas, funcionarios del Estado,

empresarios modernos, gerentes con educación avanzada en sectores de punta y

organizaciones no gubernamentales, quienes son los representantes de la

sociedad civil.

En segundo lugar, el espacio público es autoconstruido colectivamente mediante

las prácticas espaciales y culturales de apropiación de la ciudad (Silva, 1999).

La conceptualización recae entonces sobre los principios de la ideología de la

clase hegemónica de la sociedad, siendo esta determinada en un contexto

especifico histórico espacial. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la

complejidad social no debe ser reducida a ideologías determinadas y establecidas

sobre clases o sectores sociales específicos, “no hay una ley que garantice que la

ideología de un grupo viene ya dada de una forma inequívoca” (Hall, 1998). De

hecho la ideología hegemónica, entendida como dominante mas no totalitaria y

unitaria, en los procesos de incorporación sufre un proceso en que los sentidos

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son reinterpretados y pueden establecerse como alternativos u opuestos

(Williams, 1980: 41).

Teniendo en cuenta lo anterior, en la construcción de la sociedad en su nivel

conceptual hay lugar para los encuentros y contradicciones al interior del

desarrollo de la ciudad como concepto.

Una de las prácticas de construcción de la ciudad se lleva a cabo mediante el arte

público, que opera de forma simbólica. El arte y los procesos creativos

contribuyen a la cultura dominante efectiva y son articulación central de esta.

(Williams, 1980:45).

Actualmente el desarrollo de Bogotá ha sido fuertemente influido por la

administración distrital de Mockus-Broemberg (1994–1997), Peñalosa (1997–

2000) y Mockus (2000–2003), y sus directrices, ejes de intervención y políticas

sobre el espacio público han tenido cierta continuidad, diferenciándose de las

administraciones anteriores y han establecido factores determinantes en la

gestación del Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad, que concibe,

organiza, y proyecta la ciudad en un termino de diez años.

En este contexto político surge el Fotomuseo, Museo Nacional de la Fotografía,

que es un proyecto de arte público, ya que realiza periódicamente exposiciones

itinerantes de fotografía que tienen lugar en las calles de Bogotá. El Fotomuseo

surge de una iniciativa privada pero en sus procesos de realización y ejecución de

sus actividades da lugar a cruces entre intereses públicos y privados. El

Fotomuseo debe relacionarse positivamente con las políticas distritales para poder

insertarse en el espacio público; debe relacionarse con la empresa privada en la

búsqueda de apoyo económico para sus actividades y debe conciliar

concepciones opuestas y dinámicas de sentido que se dan en su interior por las

diferentes posiciones de sus miembros. Por esto es importante el proceso de

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conformación del Fotomuseo, para esclarecer de dónde provienen y cómo se

gestan las concepciones que se mueven en su interior.

El Fotomuseo es fenómeno de representación y de comunicación. De esta forma

es un espacio donde se negocian y circulan sentidos, a la vez que en el nivel de

la recepción, también es un espacio donde se gestan sentidos.

Las concepciones y sentidos que se encuentran al interior del Fotomuseo no solo

se ponen a circular por medio de las exposiciones. Estas conceptualizaciones se

refuerzan gracias a las estrategias de medios, es decir a los pronunciamientos

publicados y transmitidos en los medios de comunicación; a la vez que entran en

conflicto y se constituyen en los procesos de cruce entre la empresa privada y la

pública.

1.2 La creación del Fotomuseo.

El Fotomuseo o Museo Nacional de la Fotografía, como fue llamado inicialmente,

es un proyecto de carácter privado que nace en el año 1999 por iniciativa de Gilma

Suárez, una fotógrafa colombiana que buscó establecer una institución que se

ocupara exclusivamente de apoyar el desarrollo de la fotografía en Colombia. El

Fotomuseo tiene como particularidad que se dedica a realizar exposiciones

fotográficas, las cuales ubica de forma itinerante en las calles de Bogotá. La

inquietud que dio pie a la creación de tal institución surgió cuando, después de

mucho tiempo de estar viviendo en París, Suárez llegó a Colombia y se encontró

con que no había un espacio de difusión artística dedicado a la fotografía. Según

ella, la fotografía no era valorada como se merecía; no se reconocía como

expresión artística y tampoco contaba con un apoyo considerable en el campo del

arte. “Es justo que la fotografía ocupe el lugar que se merece en las artes” afirmó

Suárez en un artículo de la revista Eskape del periódico El Tiempo (Eskape,

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2001). Según ella, las exposiciones de fotografía que se llevaban a cabo en el país

eran muy esporádicas y se preocupaban sobre todo por exhibir fotógrafos

internacionales:

Me di cuenta de que aquí no había donde exponer una fotografía, que los museos, el Museo Nacional, el Museo de Arte Moderno, la Luis Ángel Arango, cuando les fallaba una exposición o se acordaban que existía la fotografía, hacían una exposición, entonces dije: No, aquí hay que tener un sitio donde los fotógrafos tengamos cabida. Y así nació el Fotomuseo (Suárez, 2003).

Suárez estudió historia del arte en la Universidad Javeriana, hizo estudios de

periodismo en la misma institución y, según ella, en su desempeño profesional,

siempre se ha “movido en el mundo del arte”.

Me siento una profesional en visitar exposiciones, en conocer las exposiciones, en no pasar ninguna exposición de arte sin verla. Yo voy a las exposiciones como otros repiten una película, como otros repiten un concierto (Suárez, 2003).

La formación de Suárez influye bastante en el desarrollo de las actividades del

Fotomuseo, ya que ella no solo se encargó de gestar este proyecto, sino que

también es su directora y encargada de la totalidad de los procesos museísticos

del Fotomuseo. Decidió que el espacio para la fotografía que ella conformaría

sería un museo, ya que el museo implica proyectos de mayor envergadura que

una galería; además el objetivo no era solamente realizar exposiciones, sino:

Recopilar, restaurar, preservar y difundir la memoria fotográfica de Colombia, contenida en archivos, registros, álbumes, documentos y demás elementos que constituyan nuestro patrimonio fotográfico, y promover el desarrollo y consolidación del arte de la fotografía en el país. (Estatutos Fotomuseo: 1).

Luego de elaborar el proyecto “Museo Nacional de la Fotografía”, Suárez se dirigió

a Ramiro Osorio, Ministro de Cultura en ese momento. Entre los dos y con el

apoyo de un funcionario del ministerio, comenzaron a establecer los estatutos y

decidieron que el Museo Nacional de la Fotografía no debía establecerse como un

ente adscrito al Ministerio de Cultura, como había planteado Suárez, más bien

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como una fundación sin ánimo de lucro, lo que le permitiría funcionar con fondos

de la empresa privada y del Estado.

Posteriormente, Suárez consiguió la gente para conformar la fundación y

registrarla en la Cámara de Comercio. Buscó personas a las que admiraba

profesionalmente, y que admiraban su trabajo también.

Era gente que estuviera cercana a mí, yo no iba a meter enemigos, pero que profesionalmente fueran reconocidos porque se trataba de abrir puertas. Yo soy fotógrafa, no soy un industrial (...) Soy un romántica, necesitaba gente que me abriera puertas en las empresas (...) Necesitaba nombres que tuvieran impacto nacional. Además que fueran impecables en su vida pública y en su vida privada (Suárez, 2003).

Según este criterio, se dirigió a Gloria Valencia de Castaño, Ramiro Osorio, Marta

Zen, Consuelo Caldas, Julio Manuel Ayerbe y José Miguel Sokoloff, entre otros.

Los 22 miembros fundadores son personajes de la escena cultural y económica

del país. Sin embargo, muchos de estos no volvieron, por lo cual se diferenciaron

los miembros fundadores de los miembros activos, que son los que conforman la

junta directiva.

La organización del Fotomuseo se basa en la dirección de Gilma Suárez, el

presidente de la junta directiva, la junta directiva conformada por miembros

activos, miembros honorarios y benefactores. Estos últimos son entidades o

personas que de alguna forma realizan un aporte a la fundación, tienen derecho a

voz en las juntas, pero no a voto. La actual junta directiva es presidida por Miguel

Silva, quien se desempeñó como secretario privado del presidente César Gaviria.

En su conformación, que varia con cierta regularidad, se encuentran de ocho a

diez personas, entre industriales, altos funcionarios públicos, fotógrafos y

personas relacionadas con el diseño y la comunicación. Según Suárez, a los

miembros les interesa el Fotomuseo ya que desde ahí “están aportándole una

imagen al país”. Cuenta además con una revisora fiscal, una secretaría.

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Recientemente, ingresó una persona que se encarga de comunicaciones y

relaciones con los medios.

Una vez se conformaba la fundación, se registró en la Cámara de Comercio como

Museo Nacional de la Fotografía; sin embargo, Carlos Duque, fotógrafo y

publicista, miembro fundador y de la junta directiva, propuso utilizar un nombre

más corto, más moderno, tomando como ejemplo el MoMA de New York o el

MAMBO, así surge el “FOTOMUSEO, MUSEO NACIONAL DE LA FOTOGRAFÍA”,

cuyo logo fue diseñado por el propio Duque.

Necesitaban conseguir una sede para comenzar a realizar las actividades que se

habían propuesto. Buscaron patrocinio, pero sin sede establecida no se pudo

conseguir.

Para poder empezar a funcionar, fue necesario aprovechar determinada situación

política de la ciudad.

1.3 Contexto político.

El alcalde de Bogotá en ese momento era Enrique Peñalosa, cuya administración

se concentró en realizar adecuaciones físicas al espacio público. Este es

entendido, en el contexto de su política de construir ciudad, como escenario de la

sociedad, parte, reflejo y condicionador de esta. Su política es fuertemente

urbanista, centrada en el peatón y en el espacio público, el cual debe ofrecer

calidad, estar en buen estado, tener buenas condiciones de acceso y sobre todo

permitir la movilidad de la cual depende la interacción entre los ciudadanos. Debe

presentar las mismas características en toda la ciudad. De esta forma el espacio

público es un medio en el que se pueden “compensar siquiera mínimamente las

desigualdades de la sociedad. Solo en el espacio público peatonal se mezclan

como iguales todos los ciudadanos” (Alcaldía mayor de Bogotá, 1999:70). Lo

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novedoso del urbanismo de Peñalosa es su interés central en el peatón; es un

urbanismo europeo, que plantea formas de movilidad alternativas al automóvil y

que de alguna forma integren a las personas en el espacio público.

El desarrollo de Bogotá propuesto por Peñalosa rompe con los esquemas

aplicados anteriormente a Bogotá ya que la expansión y adecuación de la ciudad

se diseñaba a partir del desarrollo vial, primando entonces los intereses y

posibilidades de grupos minoritarios pudientes. La solución para Peñalosa no está

en crear posibilidades para que toda la población pueda adquirir un automóvil,

cuyo uso no es viable para la ciudad por cuestiones medio ambientales y de

tráfico, lo que plantea Peñalosa es darle relevancia al peatón y establecer formas

de movilidad alternas.

Uno de los proyectos más polémicos de esta administración Distrital fue la

recuperación del espacio peatonal en la carrera quince, entre calles 72 y 100.

Es un proyecto modelo de urbanismo integral que le devolverá a Bogotá un sitio agradable para el tránsito peatonal y vehicular, dentro del concepto de cielo comercial abierto, bajo condiciones de seguridad y comodidad” (Alcaldía mayor de Bogotá, 1999:74).

Este “proyecto modelo” casi le cuesta la revocatoria a Peñalosa. Los comerciantes

de la zona no estaban de acuerdo en restringir el uso vehicular y de parqueo, ya

que aparentemente esto afectaría la prosperidad de sus negocios.

1.4 La primera exposición.

Un miembro de la junta directiva del Fotomuseo sugirió proponerle a Peñalosa

inaugurar la quince con una exposición a cambio de apoyo. A partir de ahí, se

consideró la posibilidad de realizar las exposiciones en las calles de Bogotá.

Suárez aclara que ella soñaba con llenar la carrera séptima de Bogotá con

fotografías; no sabía cómo, sólo tenía en mente, como ejemplos de arte en las

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calles, a “las esculturas de Botero en los Campos Elíseos y en Nueva York”

(Suárez, 2003). La situación de la alcaldía con la carrera quince se presentaba

como la oportunidad de arrancar con el proyecto Fotomuseo de una forma

innovadora, como un museo urbano cuyo espacio es la ciudad misma.

Algunos miembros de la junta directiva y Gilma Suárez se reunieron con el alcalde

a quien le pareció buena la idea de inaugurar la quince con una exposición de

fotografías. En una segunda reunión, le presentaron un proyecto a un año, el cual

no se aprobó porque resultaba muy costoso; en este no se especificaban

temáticas ni fotógrafos. Posteriormente le presentaron otro proyecto en el que se

planteaba una sola exposición; en este tampoco se especificaba que fotógrafos

expondrían ni cual seria la temática. Se acordó que se lanzaría el día del

cumpleaños de Bogotá, el 6 de agosto de 2000.

El Fotomuseo comenzó entonces a hacer el trámite para llevar a cabo la

exposición, se hizo un contrato con el IDCT, pero el dinero entregado por esta

entidad no fue suficiente, recibieron entonces ayuda de la Cámara de Comercio de

Bogotá.

Como ya se mencionó, Suárez es la encargada de realizar los procesos

museísticos del Fotomuseo, es decir todo lo relacionado con la escogencia de la

temática, del fotógrafo, la curaduría, el trámite para la autorización de establecerse

en el espacio público, trámite que tiene que realizar para cada exposición y para

cada sitio especifico.

Mario Huertas, miembro de la junta directiva, afirma: ”la gran carga del proyecto

está en Gilma, ella es el motor de esto. Yo diría que en este momento es como su

vida y es una buena gestora cultural” (Huertas, 2003). Suárez busca en la junta

directiva un apoyo en la búsqueda del patrocinio, Huertas está de acuerdo:

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Yo creo que nuestra función es apoyar la labor de ella (Gilma Suárez), sus ideas, ser de alguna manera interlocutores de evaluación y en algún momento apoyar su labor de gestora. Digamos que estas juntas buscan conseguir plata o actuar como facilitadores para este fin (Huertas, 2003).

Sin embargo, aunque las actividades son planteadas por Suárez, estas se

discuten en las reuniones con la junta directiva. Siguiendo este proceso, para la

primera exposición del Fotomuseo que inauguraría la carrera quince el día del

cumpleaños de Bogotá, se decidió que se haría un homenaje fotográfico a la

ciudad, por medio de la reportería gráfica. Enseguida se buscó la forma de poner

las imágenes en la calle. Recurrieron a diseñadores para determinar como

sostendrían las imágenes, teniendo en cuenta las condiciones de la Defensoría del

espacio público, esto es que fueran autoportantes y que no tuvieran que anclarse

al suelo.

Desde esta primera exposición, comenzó la trayectoria del Fotomuseo, que

durante tres años ha decorado las calles de Bogotá con diversas imágenes

fotográficas de fotógrafos tanto nacionales como internacionales.

En tres años de funcionamiento, el Fotomuseo aunque busca proyectarse como

museo de cobertura nacional, se ha concentrado en realizar exposiciones de

fotógrafos nacionales e internacionales en las calles de Bogotá. Sin embargo ha

habido dos excepciones, una exposición realizada en Medellín con el apoyo de

Éxito y otra en Cartagena.

En cuanto a fotógrafos internacionales las exposiciones incluyen a Marta María

Pérez Bravo, Martín Chambi, Morgana Vargas Llosa y Robert Doisneau. En

cuanto a exposiciones nacionales figuran Miradas a Bogotá en la que participan

reporteros gráficos, homenajes a Abdú Eljaiek, Carlos Caicedo, Ruvén Afanador;

la selección de la Fotomaratón, un evento de convocatoria abierta para fotógrafos

aficionados y profesionales; y por último una dedicada a Jóvenes Talentos.

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Todas las exposiciones conservan la misma dinámica: el Fotomuseo cuenta con

mas o menos treinta módulos de acero inoxidable, tienen 2.35 metros de alto por

1.11 metros de ancho. Estos módulos tienen dos caras en la que se exhiben las

fotografías, que se adaptan a la medida del módulo: 75cmts. de ancho, por 90 de

alto. Entre la base y la imagen fotográfica, el módulo tiene un espacio, por las dos

caras, para poner los logos de las empresas patrocinadoras. Las exhibiciones se

inauguran en la zona del Chicó, por la carrera quince, el centro Andino o el

parque de la 93; en este lugar permanecen durante dos semanas, para luego

instalarse otras dos semanas en otro lugar y luego otras dos semanas en otro

lugar. Generalmente rotan en la zona mencionada y, por último, pasan al centro

de la ciudad.

Módulo del Fotomuseo. FOTO ANA ADARVE, 2002

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El proceso para llevar a cabo cualquier exposición sigue ciertos lineamientos. Al

comienzo del año se realiza un plan de exposiciones anual. Se discute a partir de

los planteamientos de Suárez qué se va a exponer, cuáles serán los fotógrafos y

las posibilidades del presupuesto.

Es evidente cómo cada individuo y sector que se relaciona en los procesos del

Fotomuseo tiene su función e intereses específicos. Por un lado, Suárez buscaba

la legitimación y reconocimiento de la fotografía como arte, categoría que para

ella, como se argumentará mas adelante, está cargada de distinción, prestigio y

superioridad frente a otras manifestaciones creativas. Su función es entonces

desarrollar los procesos relacionados con la identidad artística del proyecto: como

gestora, planeadora de actividades y curadora.

Este interés de Suárez se relaciona con la posición económica privilegiada y

notable de los industriales y comunicadores de la junta directiva, cuya función

primordial es aportar a la imagen y el peso del Fotomuseo a la hora de conseguir

recursos. El interés de estos personajes se relaciona más directamente con la

ciudad que con el arte y la fotografía en sí, que se convierten en medios de

imagen, en valor agregado para el prestigio de la ciudad y de ellos mismos como

élite que participa en el ámbito público.

La relación con la alcaldía es clave ya que fue el apoyo que permitió que se

pudiera realizar el proyecto Fotomuseo. Este proyecto aprovechó las políticas de

espacio público y el apoyo a actividades públicas de la alcaldía como única

alternativa para poder realizarse, ya que la idea original no incluía la característica

de ser museo urbano de la calle. Esta característica dotó al Fotomuseo de

valores adicionales al exaltar la fotografía como práctica artística: por un lado lo

relaciona con la imagen de la ciudad; por otro, el Fotomuseo se cargó de valores

democráticos, al llevar el arte a la calle en un acto de desacralización. Sin

embargo este es un punto crítico ya que las nociones de arte manejadas por cada

Page 22: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

23

sector son diferentes. Para Suárez el arte es sublime y la gente debe aprender a

valorarlo como tal, es decir que la gente debe ser educada para reconocer el

carácter sublime del arte y de la fotografía.

Para algunos miembros de la junta y las empresas patrocinadoras, el arte es un

medio de distinción que interviene positivamente en la imagen de la ciudad y de

las empresas patrocinadoras, imagen y aceptación que se revierte en

reconocimiento e ingresos económicos.

A la alcaldía le interesó el proyecto por ser una actividad cultural que permitiría la

interacción de los ciudadanos en el espacio público, por servir en un principio

como elemento distensionante y legitimador de sus intervenciones y políticas, no

solo a partir de las condiciones de funcionamiento, sino también mediante las

imágenes que se expusieron.

Estos intereses se hacen evidentes y entran en conflicto en los cruces que se

producen en los procesos realizados para llevar a cabo una exposición. Estos

procesos son los trámites distritales, la búsqueda del patrocinio y la inserción en el

espacio.

1.5 El contacto con el distrito. Los trámites.

Aunque el Fotomuseo pudo realizarse gracias a las políticas culturales y de

espacio público del distrito, paradójicamente las políticas de los trámites con las

instituciones distritales dificultan la realización de las exposiciones.

El Fotomuseo debe pedir autorización a las instancias distritales que regulan tanto

al espacio público como las manifestaciones culturales en la ciudad.

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24

Una vez se cuenta con el apoyo del alcalde, el IDCT puede apoyar la misión social

del Fotomuseo. Según Jaime Cerón, director de la sección de artes plásticas del

IDCT, esto se realiza mediante una figura jurídica

que establece que las entidades públicas pueden aportar recursos para el desarrollo de actividades de entidades privadas sin ánimo de lucro que redunden en beneficio de la comunidad a la cual se debe la entidad pública. (...) El apoyo que recibe el Fotomuseo está destinado a la organización de exposiciones en el espacio público que respondan a la propia misión o programación del Fotomuseo. (...) Ellos reciben un apoyo a una programación anual, presentan un proyecto de programación anual; digamos que se considera una entidad idónea por su conformación, su estructura y su misión. En ese sentido lo que el Fotomuseo plante es su decisión, dado que ellos cuentan con una junta directiva, un curador, unos especialistas. (Cerón, 2003).

De esta forma, el IDCT solo actúa como patrocinador y legitimador del proyecto

como manifestación cultural, pero no interviene directamente en los procesos

museísticos como la curaduría o escogencia temática. Sin embargo:

Buscamos cómo cruzar nuestros intereses institucionales, como llegar a cierto tipo de población; que no se muestre siempre en el mismo lugar; que esté en diferentes zonas de la ciudad, en diferentes estratos” (Cerón, 2003).

Es así como el Fotomuseo tiene autonomía en sus procesos, aunque debe

encontrarse en ciertos puntos con las políticas de la administración Distrital, no

sólo a escala general, sino también al nivel de políticas y requisitos particulares de

cada institución o departamento administrativo distrital.

El IDCT respalda a la fundación Fotomuseo en las gestiones requeridas para

llevar a cabo sus actividades. Contando con su apoyo, se disminuyen un poco los

trámites y requisitos, aunque no se facilitan del todo por algunos vacíos en cuanto

a alcances, funciones y autoridad en la toma de decisiones entre algunas

entidades distritales.

Las instituciones reguladoras del espacio público han sufrido gran cantidad de

cambios durante la década del 90, pero en mayor grado desde la administración

Page 24: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

25

Mockus–Broemberg (1994-1997). Antes de esta administración, la regulación

sobre el espacio público la ejercía la Procuraduría de Bienes del Distrito, que

dependía de la Secretaría de Obras Públicas. Mockus acaba con esta Secretaría y

la procuraduría de bienes pasa a ser dependencia de la Secretaría de Hacienda.

Posteriormente, durante la administración Peñalosa,

hay una revolución total con el espacio público y es cuando se crea el departamento independiente, ya sin ninguna dependencia de ninguna entidad, sino ya como Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (Peñuela, 2003).

Esto se suma a la elaboración del Plan de Ordenamiento Territorial cuya vigencia

se prolonga a diez años, y cuya importancia para la ciudad hace que las entidades

relacionadas con la planeación y regulación del espacio público tomen más

importancia y se hace más urgente establecer y ampliar sus funciones concretas.

Es el caso por ejemplo del taller del espacio público, que aunque surgió en el 90,

sus actividades se intensificaron notablemente durante la administración

Peñalosa.

El Plan de Ordenamiento Territorial (P.O.T) se encuentra en proceso de

regulación. Hay algunos aspectos que ya fueron aprobados, pero mientras se

regula en su totalidad se establecen grandes vacíos que entorpecen las

actividades en el espacio público.

Mediante el P.O.T. y la administración distrital que debe ceñirse a este, se ha

agudizado la tendencia a la regulación de las actividades del espacio público. Esto

se evidencia en la reestructuración del código de policía y en las políticas y

categorizaciones de usos posibles del espacio público. Se han creado comités de

diversos tipos cuyos objetivos incluyen analizar las actividades que se realizan en

el espacio público para categorizarlas y establecer de qué forma se pueden

regular, si sobre estas se puede realizar un cobro, decidir qué obras de carácter

Page 25: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

26

permanente se pueden instalar en la ciudad, y estudiar peticiones y autorizar usos

temporales en el espacio público2.

Bajo esta última categoría se regularía el Fotomuseo si no contara con el apoyo

del IDCT, y que por ser considerada una entidad idónea se realiza en condiciones

diferentes a las establecidas por esta categoría determinada por el artículo 269

del P.O.T.

Debido a la especificidad de las instituciones que intervienen en la regulación del

espacio público (DAMA, IDU, Defensoría del Espacio Público, Secretaria de

Gobierno, Policía distrital y la Secretaría de Gobierno), estas solo pueden tomar

decisiones en cuanto a lo que les compete específicamente, por lo cual la

expedición de una autorización para realizar una exposición puede demorarse

bastante.

Al comenzar el Fotomuseo, solo fue necesaria una carta del IDCT dirigida a la

Secretaria de Gobierno. Sin embargo, la cuestión se fue complicando por la

especificidad de las instituciones y de sus políticas de regulación. Entonces el

Fotomuseo debía pedir autorización a cada institución que administrara los

espacios en los que querían exponer. Posteriormente la Defensoría del Espacio

Público realizó un contrato con la firma EUCOL, mediante el cual le entregaron los

paraderos metálicos que se están instalando en la ciudad para su mantenimiento.

La función de estos paraderos, además de su uso obvio, es regular y restringir la

publicidad en el espacio público. Así, EUCOL se compromete a mantenerlos; es el

encargado de negociar directamente con las empresas que pautan en estos

paraderos, beneficio por el cual otorga cierta cantidad de dinero al distrito. Para

que el negocio sea rentable y de verdad cumpla con el propósito de regular la

publicidad, no está permitido instalar publicidad a 200 metros de los paraderos.

2 Se les llama usos temporales del espacio público “a las modalidades de ocupación temporal del espacio público con el objeto de desarrollar actos culturales, deportivos, recreacionales y de mercados temporales en el ámbito local o distrital”. (Requisitos para eventos temporales en el espacio público. Departamento Administrativo del Espacio Público. Sd.)

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27

Según esto y como los módulos del Fotomuseo tienen logos publicitarios, no

pueden instalarse en las zonas donde haya paraderos, aun en los casos en que

los logos no sean comerciales, como en las exposiciones patrocinadas por la

Cámara de Comercio y/o otras entidades públicas.

Otro inconveniente que sorteó el Fotomuseo es el artículo del P.O.T. que prohibe

las intervenciones en andenes o vías, con el objeto de garantizar la libre

circulación en estas.

El Fotomuseo puede instalarse sin problema en plazas y parques, pero se ha

enredado bastante el proceso de adquisición de autorizaciones por que ellos

insisten en establecerse sobre los andenes, ya que estos son zonas de flujo y les

garantizan visibilidad, no solo entre peatones, sino también hacia las vías: las

exposiciones se pueden ver desde los carros o el transporte público. Pero los

lineamientos del P.O.T. no lo permiten ya que por ningún motivo se puede impedir

el libre tránsito.

Las gestiones con el distrito, como se puede ver, han sido bastante enredadas,

debido a la reestructuración y constantes cambios que están atravesando las

instituciones y las normas relacionadas con la administración y regulación del

espacio público. Además, el Fotomuseo busca promocionarse en los sitios más

visibles para cierto tipo de ciudadanos, sitios que son simbólicamente restringidos

para algunos, pero de gran concurrencia de empresarios, turistas y gente de

buena posición social. Esto se enfrenta con el interés de la Defensoría del Espacio

Público de que se utilicen espacios barriales para descentrar las actividades.

Por otro lado, las empresas patrocinadoras exigen visibilidad para sus marcas, ya

que es lo que obtiene apoyando al Fotomuseo; por lo cual es más conveniente

que se ubiquen en andenes hacia las vías de tránsito vehicular, ya que así se

garantiza mayor cobertura del público, no se centra a los peatones. Pero la

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28

regulación no permite la ubicación en andenes y menos hacia las vías ya que

puede generar dificultades en el tránsito peatonal y vehicular.

1. 6 El patrocinio.

Mientras se adelantan las tensionantes gestiones con el distrito, se realizan las

gestiones con la empresa privada para conseguir el patrocinio. Generalmente se

recurre a la empresa privada cuando lo aportado por el distrito no es suficiente.

En promedio, una exposición del Fotomuseo cuesta 40 millones de pesos

(Huertas, 2003). Para reunir esa cantidad, generalmente se busca el apoyo de

tres o cuatro empresas; en algunos casos, unas empresas se encargan de

patrocinar la exposición y otra de la impresión de los catálogos. Las empresas

patrocinadoras se contactan según la procedencia del fotógrafo: por ejemplo, para

la exposición del fotógrafo francés Robert Doisneau, se buscó apoyo de empresas

francesas, aunque en la práctica este criterio no es excluyente. Priman las

empresas con las cuales el Fotomuseo tiene alguna relación, por cercanía o

contactos, por ejemplo que uno de los miembros de la junta directiva conozca a

alguien de cierta empresa, que trabaje allí o sea asesor. Se buscan patrocinadores

que quieran darle valor a su marca, pero que también le den valor al Fotomuseo.

“Nosotros no permitimos que anuncien productos. Son marcas corporativas y no

permitimos que se manejen slogans. En el momento en que hagamos eso,

desvirtuamos el proyecto” (Huertas, 2003).

El Fotomuseo asume todos los costos. El artista o fotógrafo solo entrega su

negativo o fotografía, y el Fotomuseo se encarga de la ampliación, impresión,

montaje, transporte, etc. Para los artistas y fotógrafos como Ana adarve, quien

participó en la exposición Jóvenes Talentos: “en la parte económica, al artista le

toca rebuscarse la plata. Es muy complicado, pero me pareció muy chévere del

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29

Fotomuseo que ellos lo invitan a uno y ellos son los que ponen la plata.” (Adarve,

2003).

Los patrocinadores pueden hacer exigencias ya que, como afirma David Morales,

encargado de estrategias de medios y comunicaciones del Fotomuseo, “ellos

aportan en cuanto su imagen se les venda”. Aunque el Fotomuseo acude a ellos

con una propuesta ya hecha sobre temática e itinerario de la exposición, los

patrocinadores pueden hacer exigencias en cuanto a la visibilidad de su marca y el

lugar de la exposición. La visibilidad de la marca está determinada por el tamaño

del óvalo destinado a poner los logos en los módulos, aunque también se fijan en

la parte superior, pero más pequeños. Se maneja con cuidado la visibilidad en los

catálogos. Cuando el patrocinador es una embajada, se maneja bastante

protocolo en la presentación de los catálogos, en los logos que se pegan al

módulo, en los eventos de la exposición tales como inauguración y conferencias

de apoyo, en caso de que las haya. Los logos deben ir del mismo tamaño en todas

las formas impresas. La presencia en los módulos se establece mediante un

convenio; las empresas exigen visibilidad de su logo, colores y especificaciones.

El Fotomuseo establece cuántos patrocinadores hay y, según el aporte de cada

uno, determina cuántas veces puede aparecer cada logo.

En cuanto al lugar, los patrocinadores pueden opinar, pero generalmente se basan

en lo propuesto por el Fotomuseo. Hay algunos lugares en los que ya se

estableció la presencia de los módulos como en el parque de la 93 y en la carrera

once frente al Centro Andino. Estos son sitios básicos y preferidos ya que el

público objetivo de los patrocinadores es de un “nivel alto”3. Un ejemplo de una

pequeña exigencia: cuando las exposiciones se realizan en el parque de la 93, se

3 Esta afirmación se basa en un comentario escuchado en la oficina del Fotomuseo. Es importante señalar que al interior de esta oficina, es difícil obtener información sobre las gestiones con el distrito y los patrocinadores, por lo cual las afirmaciones se basan en comentarios, conversaciones informales y observaciones, a excepción de la entrevista realizada a Mario Huertas, miembro de la junta que amplio la visión del patrocinio desde la perspectiva del “marketing cultural”, concepto que maneja en su desempeño profesional como consultor de marketing.

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instalan los módulos en los costados sur y occidental, sin embargo, para la

exposición de Robert Doisneau, patrocinada entre otras empresas por Renault y

Siemens, se ubicó en el costado norte, frente al café Renault, donde se colgó una

pancarta de Siemens.

1.7 Marketing cultural versus mecenazgo.

El Fotomuseo consciente de la necesidad de las empresas de proyectar su marca

a un público “de nivel alto” ofrece las exposiciones en estos lugares, sin descuidar

otras zonas como el centro y, en contadas oportunidades, el occidente de la

ciudad.

El patrocinio a exposiciones o actividades de carácter artístico se enmarca en los

parámetros del marketing cultural. Según Mario Huertas, quien se dedica a

consultorías de marketing desde la perspectiva de la Psicología de la economía,

el consumo no es tomado solo como un acto de compra. Como psicólogo,

entiende el consumo como un proceso de aprendizaje centrado en la

construcción de sentido. En este sentido García Canclini (1995) afirma que los

productos ya no compiten por su calidad, si no por lo que estos representen. De

esta forma, la publicidad de un objeto busca cargarlo de valores estéticos y

poéticos, con el propósito de estimular, crear algún vinculo de identificación y de

esta forma establecer algún sentido en la vida de las personas. En este marco,

las empresas buscan reforzar su misión social, invirtiendo en el bienestar de la

comunidad. Así se establece el marketing social y el fund raising, que son

mecanismos de inversión en la comunidad que también le proporcionan ganancias

a las empresas4. El marketing cultural, parte de las escasas posibilidades del

estado de financiar la cultura, y se basa en el valor que el arte le puede agregar a

la marca. El arte en nuestra sociedad, como afirma Bourdieu (1998), es un capital

4 Fund raising es una estrategia común en los Estados Unidos de Norteamérica para recoger fondos que se destinan a la inversión social. Para profundizar en el concepto, consultar: www.fundraising.com

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simbólico cuya apropiación establece jerarquías de distinción. Esto es tomado por

el marketing cultural y se aprovecha esa distinción para dotar de valor a la marca.

El arte se relaciona además con el bienestar y la calidad de vida: cuando una

empresa invierte en este campo, se sitúa en una posición distinguida, reconocida

por la sociedad, no solo por situarse en el medio elegante del arte, si no también

por realizar una noble función, invirtiendo en la calidad de vida de la sociedad.

A partir de este punto se gestan dos concepciones distintas que confluyen en el

Fotomuseo. Por un lado, nos explica Huertas que, como el arte es un valor

agregado para una marca, este debe ser pagado. Asociar el arte y la cultura a una

marca es un muy buen negocio ya que la marca adquiere prestigio, sentidos y

valoraciones sociales que se revertirán en ingresos a la empresa. De esta forma

gana la empresa al elevar su nivel de marca y gana el Fotomuseo al convertirse

en un medio de distinción, gracias al cual puede realizarse. De hecho

contextualizando al Fotomuseo en la ciudad, se hace evidente que su participación

en esta responde a la misma lógica del arte como valor agregado.

Por otro lado, el arte es entendido como una manifestación sublime, dotado de un

valor espiritual. En este sentido no se reconoce abiertamente la inclusión del

Fotomuseo en una dinámica de mercadeo.

Por esto el patrocinio se mueve entre dos categorías que se determinan por dos

concepciones del arte al interior del Fotomuseo.

La revista Eskape, del periódico El Tiempo, publicó un artículo en el que

promocionaba al Fotomuseo y la Fotomaraton5 que estaba próxima a realizarse:

...Gilma Suárez, directora de la organización, apasionada visitante de museos y galerías de todo el mundo, junto con un grupo de ilustres mecenas culturales del

5 La Fotomaratón es un evento anual que realiza el Fotomuseo. Consiste en una maratón fotográfica de dos días durante los cuales fotógrafos profesionales y aficionados siguen una ruta temática que determina qué aspectos de la ciudad deben capturar en sus fotografías.

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país, pretende imprimirle paz y arte a Colombia, en los eventos desarrollados por el Fotomuseo” (Eskape, 2001).

Los artículos publicados que promocionan eventos, son estrategias de medios de

la entidad y generalmente son redactados por los comunicadores del Fotomuseo.

Este artículo, nos da pistas sobre la concepción del arte al interior del Fotomuseo

y sobre cómo es interpretado y manejado el patrocinio.

En cuanto al patrocinio, se habla de ilustres mecenas culturales del país. En esa

categoría entran tanto los miembros de la junta directiva como las empresas

patrocinadoras. En el catálogo de la exposición de Ruvén Afanador (Fotomuseo,

2001) que se realizó en el contexto del Bogotá Fashion, y que contó con el

patrocinio de empresas participantes y patrocinadoras también de dicho evento,

dice:

Esta explosiva muestra de color y textura se realiza en asocio con el Bogotá Fashion “espíritu de la moda en Colombia” y la contribución de empresas privadas, mecenas de la cultura en nuestro país como Carulla, Schwarzkopf, lycra, Cámara de Comercio de Bogotá, Master Card y Kotex y gracias al apoyo permanente del Ministerio de Cultura.

El Fotomuseo se siente agradecido con las empresas patrocinadoras por su

apoyo, y parte de ese agradecimiento consiste en reconocerlas como ilustres

mecenas. La figura del mecenazgo responde a una concepción aristocrática del

arte, de los artistas y gestores. El término mecenas es de origen aristocrático que

implica desprotección de los artistas y un “desinteresado” interés en las artes. Es

un símbolo por el cual la aristocracia y la iglesia se apropian de la producción

artística bajo la tutela financiera. Durante la Edad Media y el Renacimiento la

producción artística se realizaba con el poyo financiero de la iglesia y la

aristocracia. Posteriormente, el arte se liberó de esa tutela gracias a la institución

del mercado artístico (Lipovetsky, 1986: 95), condición que le permitió

desarrollarse como campo autónomo (García Canclini, 1990). Sin embargo, en el

Fotomuseo paradójicamente se lleva el museo a la calle, se desacraliza y, por otro

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33

lado, se convierte en símbolo aristocrático, es decir, de refinamiento, clase y

poder.

Para Huertas, el patrocinio se trata de un negocio que beneficia a la marca y al

Fotomuseo y afirma que le gustaría sacar ese concepto del Fotomuseo. Sin

embargo, este es el concepto que se maneja. Se usa la categoría de mecenas

como ilustrando un apoyo sublime, desinteresado, que surge solamente por el

gusto por el arte. Esta estrategia eleva entonces el nivel del apoyo suministrado

mediante el patrocinio. No se quiere mostrar como un pacto donde las dos partes

se benefician: el mecenazgo hace parecer al patrocinador como incondicional y

desinteresado, lo cual brinda más prestigio al hacer ver que lo que prima es el

gusto por el arte.

1.8 Arte y modernidad.

En este contexto, García Canclini (1990:86) afirma:

Mientras el patrimonio tradicional sigue siendo responsabilidad de los Estados, la promoción de la cultura moderna es cada vez mas tarea de empresas y organismos privados (...) unos y otros buscan en el arte dos tipos de rédito simbólico: los Estados, legitimidad y consenso al aparecer como representantes de la historia nacional; las empresas, obtener lucro y construir a través de la cultura de punta, renovadora, una imagen “no interesada” de su expansión económica.

Para García Canclini, el mecenazgo, “esa política con tantos rasgos

premodernos” (1990:86), se da en el contexto de las contradicciones de la

modernización cultural en América Latina, entre la ausencia estatal de apoyo y los

parámetros establecidos por la alternativa que aparece como única, que

paradójicamente impulsa la renovación, pero la condiciona a ciertos parámetros

del mercado internacional, restándole originalidad.

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Una de las contradicciones de la modernización en América Latina es la

concepción del arte, que el Fotomuseo ilustra en su funcionamiento. Por un lado

supone que, al estar ubicado en las calles y plazas públicas, responde a una

iniciativa democratizadora y a un proyecto expansivo, aspectos claves de la

modernidad (García Canclini, 1990:31). Estos aspectos entran en conflicto en la

realización del proyecto modernizador y con otro aspecto que es el concerniente a

la emancipación de las prácticas simbólicas y su “desenvolvimiento en mercados

autónomos” (García Canclini, 1990:31). Por un lado, el arte se establece como un

medio autónomo, autorregulado y con tendencia a la especialización, por lo cual

se va alejando de un público que desconoce sus parámetros de funcionamiento.

Por otro lado, se busca la expansión de la apropiación de las producciones

simbólicas y una democratización del conocimiento “para lograr una evolución

racional y “moral “. Además, el proyecto renovador de la modernidad, establece la

búsqueda del cambio como alternativa para las mejoras y, por otra parte,

reformula “los signos de distinción que el consumo masivo desgasta” (1989:32).

Entre estas tensiones se mueve y se realiza el Fotomuseo. El Fotomuseo

deambula entre la distinción y la desacralización del arte. Por un lado, expande las

prácticas artísticas a un contexto no convencional que es la calle, llevando el arte

a los transeúntes. Sin embargo, a diferencia de manifestaciones como el land art6

o el happening7, incluso el arte contemporáneo en general, no reconceptualiza el

arte para cambiar de espacio; no establece una relación directa fuerte con este en

el sentido de que no se establece un diálogo conceptual con cada espacio

particular donde se inscribe. El Fotomuseo busca flotar en la ciudad, ser un museo

urbano, relacionándose con una concepción general de la ciudad que será tratada

6 Land art es una creación artística que nace en la década del 70. Es un arte conceptual que se basa en la inclusión del entorno natural en la producción artística. Toma a este espacio no solo como contexto sino también como ingrediente conceptual de la obra. (Guía de estudio # 12. Marzo – mayo de 1999. Biblioteca Luis Angel Arango) 7 Happening más que una obra, es una actividad artística que busca mediante su manifestación escénica, la participación y movilidad de los espectadores en un sentido crítico. Trasciende los limites de la galería llevándose a cabo en el espacio público e incluyendo al espectador. (Guía de estudio # 12. Marzo – mayo de 1999. Biblioteca Luis Angel Arango).

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35

mas adelante. Se ubica en un espacio informal para legitimar su autoridad como

arte sublime. Usa la fotografía como representación de la cotidianidad, pero

aunque la fotografía es popular, el Fotomuseo la inscribe, valga la redundancia, en

el espacio discursivo del museo. La enmarca en un espacio que determina una

actitud, un sentido y un valor, que obviamente responde a la intención por la que

fue creado: darle a la fotografía el valor que se merece en el ámbito artístico. El

museo es una institución creada para regular y legitimar las manifestaciones

simbólicas. Establece unos límites que legitiman las manifestaciones, en el caso

del arte, lo que se considera arte y lo que no. Los museos son instituciones

oficiales que responden a parámetros oficiales del arte. El museo establece un

marco de interpretación. Los grandes y visibles módulos del Fotomuseo cumplen

el mismo papel que el pedestal del monumento clásico: intermedian entre el

espacio de ubicación y el signo representacional (Krauss, 1999), lo enaltecen,

hacen notar que hay algo ahí, flotando sobre el andén y sobre la cotidianidad, que

debe ser mirado. El módulo condiciona la actitud hacia la imagen que contiene,

que enmarca en un espacio discursivo concreto. A propósito de museos, García

Canclini afirma que la cultura visual en América Latina es un ejemplo de cómo

ciertas restricciones en la modernización y el modernismo, permiten a las clases

dominantes mantener el orden establecido, mediante las siguientes operaciones:

a. Espiritualizar la producción.

b. Concentrar la circulación de bienes simbólicos en museos, palacios y “otros

centros exclusivos”.

c. “Proponer como única forma legítima de consumo de estos bienes esa

modalidad también espiritualizada, hierática, de recepción que consiste en

contemplarlos”. (García Canclini, 1990:67).

Se supone que el Fotomuseo no es igual a esos museos clásicos en cuanto a que

está abierto a toda la gente, pero, ¿qué museo prohibe la entrada? Los

mecanismos que establecen que estos lugares sean círculos cerrados van más

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36

allá de las locaciones. Se refieren a parámetros culturales de diferenciación y

distinción del conocimiento. Sin embargo, el Fotomuseo da un gran paso al hacer

que estas imágenes de museo puedan ser encontradas por cualquier transeúnte

desprevenido. La popularidad del Fotomuseo radica en que sus imágenes sean

contempladas por todo tipo de ciudadanos8. Y en esta dinámica se mueve entre la

informalidad y la distinción formal del arte; entre la desacralización del arte y el

contexto de museo; entre el arte para todos y una actitud paternalista y privada

como lo es el mecenazgo.

El Fotomuseo se mueve en puntos contradictorios que responden a los principios

de la modernidad planteados por García Canclini. Expande los espacios de

difusión de las prácticas simbólicas, busca educar y de esta forma democratizar el

conocimiento, (obviamente estos procesos bajo ciertos referentes que constriñen

esa difusión y ese conocimiento), renovando los signos de distinción de los cuales

no se quieren deshacer. Suárez, como se ve en el artículo de la revista Eskape

citado anteriormente, siempre se legitima como perteneciente al “mundo del arte”,

pero al mundo culto del arte occidental, de los museos y galerías “de todo el

mundo”, haciendo entonces énfasis en su posición como élite conocedora que

accede al cerrado círculo de los espacios reconocidos del arte sacralizado.

Aunque la difusión se democratice y se extienda, el capital simbólico se contiene

entre los promotores que deciden qué puede ver la gente y qué no, qué es arte y

qué no.

8 Esto es teóricamente y a nivel de discurso, ya que los lugares donde realizan las exposiciones son sectarios. Son lugares cuyo tránsito y permanencia simbólicamente excluyen a ciertos sectores sociales. Son habitados principalmente por empresarios, turistas y sectores privilegiados económicamente. Frente a esto el Fotomuseo argumenta que el espacio público es de todos, y que ellos han llegado hasta a los indigentes. Sin embargo cabe mencionar que para estos habitantes de la calle no hay restricciones y de hecho se pasean con mayor frecuencia por sitios frecuentados por gente “bien”, para obtener una limosna o venderles rosas y chicles.

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37

1.9 La inserción en el espacio. Democratización y desublimación.

El Fotomuseo al instalarse en las calles de la ciudad, se supone que expresa un

sentido de la democratización y desacralización del arte al acercarlo a todos los

ciudadanos.

La democratización, como ya se mencionó, responde a un principio de la

modernidad, que busca expandir el conocimiento. La desacralización o

desublimación del arte se realiza basándose en ese principio democrático.

El arte moderno es en esencia democrático en cuanto a que, alejándose de la

tradición, involucra todos los temas en su creación por banales que puedan ser.

Involucra la cotidianidad en la producción y recepción artística. Sin embargo,

Lipovetsky (1986) diferencia dos procesos de desublimación: por un lado, en el

arte moderno, este proceso

corresponde exactamente a la desacralización democrática de la instancia política, a la reducción de los signos ostensibles de poder, de la secularización de la ley: el mismo trabajo de destitución de las alturas y majestades está en marcha, todos los temas están en el mismo plano, todos los elementos pueden entrar en las creaciones plásticas y literarias (Lipovetsky, 1986:89).

El otro sentido de la desublimación es el que Lipovetsky encuentra en el Hombre

unidimensional (Ed. Du minuit, 1968) de H. Marcuse, según el cual

la desublimación designa la integración de los contenidos oposicionales de la cultura superior en lo cotidiano, la asimilación y banalización de las obras por una sociedad que difunde a gran escala las obras mas altas (...) En realidad la desublimación se puso en marcha un siglo antes. (Lipovetsky, 1986:89).

La desublimación de Marcuse hace referencia entonces al sentido colectivista del

arte romántico, en cuyo contexto el arte es una producción de nivel espiritual,

sublime; pero que gracias a la “profunda concepción de comunidad y fuerte

tendencia al colectivismo” (Hausser, 1969:380) de los románticos, se acerca a la

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38

vida cotidiana; mientras que la desublimación de Lipovetsky se refiere a otra

noción de arte, a un arte cotidiano que busca bajarse del pedestal, busca dejar de

ser un signo de poder.

En el Fotomuseo la desublimación transita de cierta forma entre estos dos

sentidos: la fotografía captura la cotidianidad y es un medio democrático, de

acceso a toda la sociedad y cuyo uso se inscribe en el consumo masivo; pero

desde el Fotomuseo, la fotografía busca salirse de esa cotidianidad y elevarse a

un nivel espiritual en el que la producción artística es sublime, para luego volver,

con esas connotaciones de poder y majestuosidad, a insertarse en el espacio de

la cotidianidad pública.

Ese sentido la democratización del Fotomuseo, es un proceso mediante el cual la

majestuosidad de la creación artística debe ser reconocida como tal en el ámbito

público.

Teniendo claros los parámetros de desublimación del Fotomuseo, vale la pena

revisar hacia que públicos se democratiza este proyecto. ¿Cuáles son los lugares

de la ciudad por los cuales transita el Fotomuseo?, ¿Hay algún parámetro de

distinción que influya en la democratización del Fotomuseo en el espacio público?

Se supone que el Fotomuseo transita por toda la ciudad. Sus miembros

argumentan que el valor del Fotomuseo es que se inscribe en el espacio público,

permitiendo que sea visto por todas las capas sociales de la ciudad, por todos los

ciudadanos.

Los lugares en los que se ha insertado el Fotomuseo durante tres años de

funcionamiento, reflejan un patrón de ubicación. Los lugares se pueden agrupar

por zonas, como se puede apreciar en la siguiente gráfica:

Page 38: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

39

Patrón de ubicación del Fotomuseo en Bogotá.

Es evidente que las zonas de ubicación del Fotomuseo no contemplan a toda la

ciudad. Su influencia se ha zonificado en centros de la ciudad que se relacionan

con tres aspectos principalmente:

- Lugares relacionados con actividades de consumo que diferencian capas

sociales, lo cual fragmenta su uso y convierte estas zonas en lugares que

simbólicamente son excluyentes y de uso exclusivo de una minoría social.

Estos lugares son el parque de la 93, el Centro Andino y la zona del Chicó. En

esta zona siempre se realizan las inauguraciones de las exposiciones. Es una

zona clave en los planes de recuperación del espacio público y peatonal

adelantados por Peñalosa. Pero el interés del Fotomuseo al intervenir esta

zona radica en la connotación simbólica de este lugar como zona privilegiada

Page 39: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

40

de consumo y exclusividad. Es una zona empresarial, de comercio, de

restaurantes exclusivos, de embajadas, de actividades de entretenimiento para

un sector privilegiado de la ciudad.

- Sitios relacionados con la producción y difusión de la cultura y el conocimiento.

La plaza del Museo de Arte Contemporáneo, la Mega Biblioteca del Tunal, y la

Virgilio Barco, son lugares que buscan ganar fuerza y reconocimiento en la

dinámica de la ciudad, como fuentes de cultura y conocimiento. El Fotomuseo

refuerza la función de estos lugares con su presencia.

- Lugares que han sido intervenidos por la administración distrital dentro de la

política de recuperación de espacio público y que además se enmarcan en la

recuperación del centro como patrimonio histórico de la ciudad y el país.

Lugares como La Rebeca y San Victorino, son proyectos claves en la

recuperación del centro, desde una perspectiva de valor histórico relacionado

con el desarrollo de la ciudad. La Rebeca es la única esquina que queda del

antiguo parque Centenario. Mientras que San Victorino tiene una carga mas

fuerte porque se relaciona con la fundación de Bogotá. Sin embargo también

es una zona trascendente en la dinámica actual de la ciudad ya que su

actividad comercial se desarrollo fuera de los parámetros oficiales y sus

ocupantes se volvieron un problema para la Alcaldía. El conflicto entre

vendedores de la zona y la Alcaldía finalmente tuvo un descenlace en la

administración Peñalosa, quien los sacó de ese lugar y se propuso limpiar la

zona, teniendo en cuenta que es la entrada a una de las zonas más duras de la

ciudad: el cartucho. San Victorino fue el primer paso hacia la recuperación del

cartucho, hacia la expulsión de los usurpadores de la calle que dificultan que el

centro se vea agradable, visto desde la concepción urbanística.

La recuperación del centro como patrimonio histórico se enmarca en un ideal

de ciudad que se relaciona con la ciudad luz: París. El desarrollo de esta

Page 40: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

41

ciudad se basa en la modernización que privilegia el espacio público como

zona de concurrencia y movilidad; pero que además tiene una identidad

histórica reconocida.

En el caso de Bogotá se busca que su identidad histórica se concentre en una

zona de la ciudad, el centro. Esa tradición que se busca rescatar y conservar

es una representación del pasado desde una perspectiva turística, que recrea

una imagen llamativa y conveniente de la ciudad, para ser promocionada a

nivel interno y externo. Consecuentemente, la tradición representada se

conserva en condiciones museísticas: apartada y concentrada en una zona,

bajo condiciones asépticas que median la distancia entre ese pasado no

moderno y las ventajas del desarrollo que permiten hacer referencia a ese

estableciendo una distancia.

Las exposiciones del Fotomuseo, legitiman las acciones de la alcaldía sobre el

espacio público. Refuerzan el sentido simbólico de las zonas en las que se ubica

mediante el valor y la distinción del arte.

El Fotomuseo no dialoga con cada sector en que se inscribe. La relación con el

espacio se establece a una escala mayor, sobre toda la ciudad y por lo tanto se

basa una representación de esta, que evidentemente corresponde a la concebida

desde la esfera hegemónica y del poder.

Según esa representación, el Fotomuseo escoge los sitios en los que el carácter

sublime de las fotografías debe ser democratizado y reconocido. Además, el

sentido de esos lugares también le aporta valor al Fotomuseo; este se relaciona

con una ciudad conceptualizada, convertida en sujeto desde el urbanismo (De

Certeau, 1988), cuyo ideal de configuración coincide con el ideal sobre el cual se

realiza el Fotomuseo: la distinción cultural que ofrece una ciudad cuyos itinerarios

urbanos ofrecen actividades de entretenimiento y permiten un consumo simbólico.

Page 41: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

42

El urbanismo de Mockus y Peñalosa privilegia al peatón. La ciudad que quieren

construir, debe ofrecer actividades en el espacio público para ser apropiada, para

ser vivida. Este ideal se relaciona fuertemente con las crónicas urbanas de parís

de Baudelaire y otros escritores modernos, en las que el flâneur es el héroe de la

ciudad, la transita descubriendo las posibilidades que esta le ofrece desde su

concepción dinámica, cosmopolita y cultural. El Fotomuseo es una de las

actividades que le aportan ese aire a la ciudad.

La actividad del flâneur, implica entonces un tipo de ciudad que este pueda

recorrer y apropiar. García Canclini (1995), argumenta que esa actividad se

relaciona con el ciudadano consumidor. Basándose en Desencuentros de la

modernidad en América Latina. Literatura y política, de Julio Ramos (1989),

afirma:

Ser flâneur, anota Ramos, no es sólo un modo de experimentar la ciudad. “Es, más bien un modo de representarla, de mirarla y de contar lo visto. En la flanería el sujeto urbano, privatizado, se aproxima a la ciudad con la mirada de quien ve un objeto en exhibición. De ahí que la vitrina se convierta en un objeto emblemático para el cronista” (Ramos, 1989:128). El paseo es una operación de consumo simbólico que integra los fragmentos en que ya se despedazaba esta metrópoli moderna (García Canclini, 1995:113).

El paseo es una actividad de consumo simbólico, en la que se inserta el

Fotomuseo ofreciendo otra posibilidad de consumo asociado a la distinción y

prestigio. Así aporta a la imagen de la ciudad en general, no de zonas especificas,

aunque entra en relación con los sentidos de estas. El espacio público para el

Fotomuseo es el lugar donde este es reconocido y valorado como institución

cultural, donde se reconoce su prestigio, el de sus gestores y patrocinadores. Por

esto el Fotomuseo no se relaciona con procesos de la ciudad, por que no la

entiende como espacio de reflexión, sino más bien de legitimación.

Page 42: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

43

De esta forma la democratización del Fotomuseo se segmenta en relación con

parámetros de poder y distinción y con una representación de la ciudad que se

sectoriza por medio de la adjudicación de funciones a diferentes zonas de la

ciudad y por medio de un consumo simbólico diferenciado que implica valores,

determinados usuarios y funciones de los lugares en la concepción general de la

ciudad, parámetros que condicionan el uso de esta.

Esta segmentación apunta a reforzar una representación dominante de la ciudad

como espacio de consumo. La imagen de la ciudad entonces ya no solo se

proyecta para atraer turistas, se vende también entre los ciudadanos para que la

apropien mediante el paseo como actividad consumo simbólico. En estos

términos, la ubicación también contempla la creación de público objetivo, tanto

para la recepción de la fotografía como para las marcas que promocionan el

Fotomuseo y la ciudad desde este.

Page 43: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

44

2. REGÍMENES ESCÓPICOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDAD

2.1 El panóptico.

Foucault (1999), utiliza la figura del panóptico para explicar el sistema de control,

visibilidad y poder dominante en la modernidad. El panóptico es un edificio

diseñado por Jeremy Bentham (1791), cuyas especificaciones responden a

regímenes de control, disciplina e individualización. Este edificio serviría para

instituciones de reclusión, regulación y control tales como prisiones y hospitales

psiquiátricos, instituciones que se basan en claras diferenciaciones binarias que

establecen parámetros de inclusión y exclusión, por lo cual establecen técnicas

disciplinarias, encaminadas a regular el comportamiento y ajustarlo a los

parámetros de “normalidad” deseada.

La estructura del panóptico consiste en un anillo circular en el cual se encuentran

las celdas. Estas celdas van de la parte exterior hacia la parte interior del anillo,

tienen amplias entradas de luz. Este anillo se encuentra rodeando una torre de

control, desde donde son visibles las celdas y gracias a la contraluz, por medio de

la sombra proyectada se puede ver qué esta sucediendo en cada celda desde la

torre central de vigilancia y control.

Para Foucault, el panóptico debe ser entendido en los términos de las relaciones

de poder que establece: “it is the diagram of a mechanism of power reduced to its

ideal form” (1999: 67). Es un sistema de poder asimétrico, desigual y

desequilibrado, en el que tajantemente se diferencian los observados del

observador, cuyo poder reside precisamente en su amplio grado de visibilidad.

Los observados no pueden observar, en este sentido se convierten en “object of

information, never a subject in communication” (1999:65). Se saben observados

por la presencia simbólica del guardián, no por su presencia física, esta se

Page 44: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

45

materializa por medio de la torre, símbolo del poder. Inmóvil pero omnipresente,

capaz de verlo todo. Es un sistema en el que las relaciones desiguales,

desequilibradas y asimétricas son tan evidentes que no hay necesidad de hacer

otro tipo de presencia, como constantes inspecciones a las celdas o guardianes en

los pasillos. Es una maquinaria cuya efectividad para sostener el poder se basa en

la conciencia de permanente visibilidad y vulnerabilidad, por lo cual el observado

es consciente de su condición y actúa con cierta responsabilidad sobre su

comportamiento, en tanto que inscribe en sí mismo las relaciones de poder

asumiendo su papel de dominado, observado. De esta forma autorregula su

comportamiento. Éste es precisamente el punto que asegura la continuidad y el

mantenimiento del poder, la consciencia de permanente visibilidad y la

autorregulación del comportamiento según el control y la disciplina impuestos por

el hecho de saberse observados.

Al centrarse en una estrategia de visión, el poder tiende a hacerse invisible, a

alejarse del uso de la fuerza, su presencia es simbólica y reside en la

autorregulación del comportamiento. La maquinaria automatiza y desindividualiza

el poder.

El panóptico es “a pure architectural and optical system: it is in fact a figure of

political technology” (Foucault, 1999: 68).

El panóptico se basa entonces en un régimen de visibilidad asimétrico que

Foucault relaciona con las características del poder político moderno. Un sistema

que mediante su régimen de visión, controla y vigila de forma impersonal,

simbólica, y que debe su continuidad a la inserción de las relaciones de poder en

los dominados, que sobre esa visibilidad autorregulan su comportamiento y son

ellos mismos los instrumentos del poder. El régimen de visión omnipotente se

basa en una visión perspectiva, considerada como el régimen dominante en la era

moderna (Jay, 1998: 67). La perspectiva, desarrollada en el renacimiento, se basa

Page 45: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

46

en la representación de la realidad que confluye a un punto donde se encuentra el

observador. De forma tal que pareciera que esa realidad o esa imagen es

irradiada desde el punto de la visión misma. (Jay, 1998:68). La mirada perspectiva

es como la mirada de un dios, puede contemplarlo todo ya que todo está

dispuesto precisamente para su mirada. El guardián es la figura que observa todo

a su alrededor, dispuesto para él, voyeurista omnipotente (Friedberg, 1998).

Desde ese único punto, desde el cual se proyecta la visión, se conceptualiza lo

observado, o más bien, se proyecta la representación que el observador percibe

desde su óptica. La perspectiva proyecta una mirada realizada desde un solo

punto, desde un observador, inmóvil. Es una proyección de una conceptualización

realizada por alguien que tiene el poder de la visión, el guardia del panóptico.

Desde el punto de visión se crea un tipo de conocimiento, el cual sostiene el

poder.

Para De Certeau (1988) el espectador único, capaz de observarlo todo, como un

dios creado por el supuesto alcance omnipotente de su visión, es una ficción, una

utopía pintada en el renacimiento y materializada en la arquitectura. Esta ficción

de visión absoluta funciona mediante la utopía de la realidad como un “texto

transparente” (1988:92). El panóptico como sistema óptico, sitúa al observador en

una posición superior, lejana, en la que no es capaz de captar la anhelada

totalidad de la complejidad que observa.

Esta forma de poder es lejana, teórica. Da lugar a un conocimiento que se sujeta

al punto de visión superior en el sentido que se ubica como un dios. Desde esta

óptica de visión se generan los discursos del poder. La ciudad como concepto es

un terreno que delimita las acciones de esos discursos, de estrategias políticas y

socioeconómicas (De Certeau, 1988).

Page 46: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

47

2.2 Visión y construcción de ciudad.

El panóptico es el lugar donde se crea el discurso político. Centrándonos en la

construcción y administración de la ciudad, el urbanismo es el discurso clave

desde el cual se observa la ciudad y se conceptualiza para intervenir en ella. La

ciudad es vista desde la superioridad del poder. El lugar desde donde se ve, la

torre, es un punto lejano que se apropia de la ciudad mediante su

conceptualización. Vista desde la posición del observador distante, la ciudad se

convierte en un concepto. Es así como la ciudad en la modernidad es una entidad

racionalizada. El origen de la ciudad como tal se remonta al origen de la

modernidad misma, donde el predominio de la racionalidad científica enmarca a

la ciudad moderna. A partir del siglo XVIII la ciudad es un artefacto que se moldea

según la voluntad humana dirigida por la racionalidad hegemónica (Chueca Goitia,

1990).

De esta forma, la conceptualización de la ciudad responde a ideales hegemónicos,

a discursos trazados desde el panóptico.

A continuación se analizará el urbanismo de las administraciones Peñalosa y

Mockus, en el marco del panóptico como régimen de visión y poder.

Se tienen en cuenta precisamente estas administraciones ya que son el marco

político y visual en el que surge y se desarrolla el Fotomuseo, articulando sus

objetivos con los de estas administraciones y articulándose en la construcción de

la ciudad. Estas Alcaldías además son de gran importancia ya que en sus políticas

de gobierno, el espacio público ocupa un papel preponderante. Facilita el análisis

el hecho de que Mockus y Peñalosa mantengan cierta continuidad en las

administraciones, cada uno desde la perspectiva que le da su formación: para

Peñalosa, economista e historiador que ha realizado estudios en gestión y

administración, prima la reestructuración del espacio público en su dimensión

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48

física, lo tangible de la ciudad; mientras que Mockus, filósofo y matemático, se ha

centrado en la “cultura ciudadana”, término que surgió como política central desde

su primera administración. Sus enfoques no son excluyentes, por el contrario

complementan las acciones emprendidas por el otro, además de que tienen en

cuenta los proyectos adelantados por una y otra administración, asegurando la

continuidad en el desarrollo de la ciudad. Esto anteriormente no sucedía ya que

cada alcalde llegaba con sus propias ideas y proyectos y no tenía en cuenta lo

que se había realizado anteriormente o lo que había quedado pendiente. En parte

esto se debe a los estudios previos y a la implantación del Plan de Ordenamiento

Territorial de Bogotá, que se proyecta a diez años. Esta proyección se enmarca

en estrategias del poder que vuelven impersonal la autoridad.

Uno de los principales objetivos del P.O.T es la recuperación del espacio público y

en éste, prevalece la figura del peatón que cuenta con normas que lo privilegian.

Es así como predomina el desarrollo de vías alternas como los andenes,

ciclorutas y alamedas. Como se mencionó en el primer capítulo, también

contempla la reestructuración de las instituciones reguladores del espacio público.

El cambio de las instituciones es bastante amplio ya que los aspectos a regular en

el espacio público también se han incrementado en los últimos cuarenta años. El

P.O.T se basa en una concepción de la ciudad que se contrapone a la noción

manejada y aplicada desde la llegada del movimiento moderno en arquitectura a

Colombia, a mediados de la década del 40. La arquitectura modernista buscaba

construir una ciudad como un sistema funcional y zonificado (Arango, 1989), que

estableció redes independientes que fragmentan la ciudad (Castro, 2003). La

arquitectura moderna en Colombia privilegió el desarrollo de la mano de la

estructura vial y los parámetros modernos como higiene y avance tecnológico.

Estos últimos parámetros se mantienen, pero se busca unificar la ciudad, no

privilegiar el desarrollo de vías vehiculares, comunicar las redes que estableció el

movimiento moderno y sobre todo disminuir la segregación socio-espacial de la

ciudad que la desigual apariencia estética resaltó: los parámetros estéticos

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49

modernos innovadores que enmarcaron gran parte del desarrollo de la ciudad,

circulaban sólo a nivel gremial y requerían un alto presupuesto, por lo que en los

estratos medio y bajo se siguieron aplicando los parámetros republicanos y las

técnicas tradicionales. De esta forma se marcaron estéticamente las diferencias

sociales (Arango, 1989).

Según esto desde el taller del espacio público creado en 1992, se han realizado

estudios y se han diseñado cartillas que buscan unificar criterios tanto estéticos

como técnicos en las intervenciones del espacio público. La Cartilla del espacio

público, realizada en 1993 durante la administración de Jaime Castro, se refiere al

desarrollo del espacio público de la ciudad y aclara conceptos sobre este.

Posteriormente, Mockus desarrolla un proyecto de diseño de amoblamiento

urbano, que es retomado por Peñalosa desde el taller del espacio público. Se

realizó una cartilla que uniforma y establece parámetros técnicos de elementos de

amoblamiento urbano, desde detalles de las especificaciones de fabricación hasta

la forma en que se deben ubicar en el espacio. Luego se hizo una cartilla de

andenes con especificaciones muy precisas, por ejemplo normas de control de

calidad de rosetas y adoquines, del tipo de materiales, la forma de acomodarlos.

Esto con el fin de unificar parámetros estéticos en las intervenciones de

recuperación del espacio público, sin distinción del lugar, trabajando sobre “una

idea de equidad, pues el amoblamiento era igual para toda la ciudad” (Castro,

2003).

Es evidente el enfoque físico de estos planes. El hecho de que toda la ciudad se

vea igual, tal vez la haga más agradable y sea un comienzo, pero es un poco

inocente pensar que esto disminuye las diferencias sociales que otra cantidad de

mensajes estéticos, entre otros, transmiten y reproducen.

Entre las reformas institucionales, es importante la creación del DADEP

(Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público) como ente

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50

administrador del espacio público. Evidentemente su función es de vigilancia y

control, como lo transmite su nombre. Defensoría denota que hay unos atacantes

del bien público y esos deben ser vigilados para evitar sus acciones perjudiciales

para el bienestar común. En esa regulación y vigilancia del espacio público se

establecen comités que deben regular las actividades humanas que se desarrollan

en el espacio público de la ciudad. Estos comités9 analizan la totalidad de estas

actividades y estudian cómo se pueden relacionar con las normas de uso del

espacio público. Determinan si hacen parte de la regla o si pueden entrar en el

grupo de excepciones a esta. Así, el espacio público es un bien común que entra a

ser totalmente mediado por normas que establecen un tipo de usuario y un tipo de

usurpador. El espacio público es entendido como escenario (Alcaldía de Bogotá,

1999), es evidente su carácter de espacio de control y vigilancia de la ciudad, que

debe ser recuperado para asegurar la colectividad, la pertenencia a un sistema.

El espacio público es el lugar donde el ciudadano se reconoce como tal porque es

allí donde entran en juego la visibilidad y la presencia simbólica del poder, el

sentirse perteneciente o no, según las relaciones de poder que este ha establecido

y arraigado entre los ciudadanos.

Por esto la educación y la política de la cultura ciudadana son tan importantes y

complementan las acciones tomadas en el espacio físico de la ciudad. Es el poder

simbólico actuando en los ciudadanos, lo que permite establecer un orden y un

control del espacio visible. La difusión de la cultura ciudadana hace que los

ciudadanos autoregulen su comportamiento y sean ellos los encargados de

establecer y mantener las normas de control y regulación establecidas por el

lugar del poder. Refiriéndose al panopticismo y a las relaciones de poder que

establece, Sturken y Cartwright (2001:96) afirman:

9 Comités como el de Espacio público y comité de Usos temporales, entre otros.

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51

in modern societies power relations are structured to produce citizens who will actively participate in self regulating behavior. Hence the functioning of power in modern political states is less visible.

Y más adelante nombran cómo la mirada omnipotente del poder logra esa

autoregulación del ciudadano:

A central aspect of Foucault´s theory is that sistems are in place that encourage us to self-regulate without any active threat of punishment. We internalize a managerial gaze that watches over us, and this imagined gaze make us behave and conform. (98)

La Croactividad, por ejemplo, es una actividad promovida por Mockus,

evidentemente reguladora y de control ejercida por los mismos ciudadanos, que los

convierte en instrumentos de poder y hace a este menos visible.

Por otro lado la especialización de las instituciones logran hacer más aguda la

regulación y abarcar mas detalles, a la vez que se establecen más normas que

deben ser vigiladas y controladas.

2.3 La torre Colpatria, símbolo del urbanismo.

El urbanismo ha cambiado bastante en las ultimas décadas, debido al cambio de

concepción de la ciudad. Anteriormente, en el urbanismo de la república y del

movimiento moderno, los urbanitas se entendían como clientes o como una entidad

abstracta. (Arango, 1989). A partir de la década del sesenta se cuestiona la

concepción casi que inmóvil de la ciudad. Se plantea que la ciudad no se construye

solamente desde su planeación, sino que se construye ciudad a partir de la

vivencia en esta. Aunque la conceptualización de la ciudad está en manos de

grupos privilegiados que son las élites, la construcción de la ciudad está en manos

de los ciudadanos cuyas prácticas determinan las características del espacio

público (Silva, 1999). Retomando a De Certeau, en cuanto a la utopía del

urbanismo, establece que la ciudad conceptualizada se basa en un discurso

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totalizante que es incapaz de ver la cotidianidad de la ciudad. Solo alcanza a

esbozar el limite superior de esta, solo cierta parte visible. La cotidianidad urbana

es muy compleja y no es un texto que puede ser conceptuado y leído desde el

discurso totalizante. Sin embargo, una de las funciones del discurso urbanista es

administrar y regular las prácticas de la ciudad, de esta forma acepta algunas y

suprime otras. La administración se combina con un proceso de eliminación

organizada por operaciones especulativas y de clasificación. Sin embargo en la

práctica, las tácticas de los usuarios no responden a las planteadas por las

estrategias científicas unívocas proyectadas en planos de la ciudad. (De Certeau,

1988).

Los urbanistas, conscientes de la importancia de las prácticas en la construcción de

ciudad, buscan regularlas. Se busca que el espacio público sea más democrático,

menos excluyente, que sea para el disfrute de todos los habitantes urbanos sin

importar condiciones sociales. Todos deben ser visibles, sin embargo no lo son de

la misma forma. El conocimiento genera categorías, la mirada conceptual desde el

panóptico establece diferencias y criterios de normalidad, establece grupos que

son observados como residuales, como errores del sistema que necesitan ser

corregidos, disciplinados. Foucault afirma que la visibilidad es una trampa (1999:

64). La administración y supresión de las prácticas las condiciona de alguna forma,

pero no del todo, ya que el ciudadano siempre tendrá la posibilidad de decidir y

sacar ventaja de lo estructurado para no dejarse definir por miradas externas. La

administración no suprime realmente las prácticas que busca eliminar, mas bien las

refuerza en la ilegitimidad. Es el caso por ejemplo de los vendedores ambulantes.

No ha sido nada fácil para la administración regular su presencia en el espacio

público, lo que ha sucedido es que reproduciéndose en la ilegitimidad, estas

prácticas producen autoregulaciones cotidianas que les permiten mantenerse al

margen de la mirada panoptica (De Certeau, 1988). Es así como, por ejemplo en la

calle décima con carrera diecinueve, se realizan prácticas de señales,

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comunicación y recorridos entre los vendedores, como respuesta a la amenaza del

camión de policía que los busca y recoge para despojarlos de sus mercancías.

La democratización del espacio público incluye no solo el ser visibles en la ciudad,

sino también ser reconocidos en ella por los otros. La autorregulación del

comportamiento no reside solamente en un nivel individual, es una regulación

grupal. Los observados y conceptualizados se vuelven de alguna forma

observadores también, pero no desde el panóptico, ya que no son ellos los que

establecen qué debe ser regulado. Aunque es bastante notorio que la gente exige

más de las instituciones que los regulan. Lorenzo Castro, director del Taller del

Espacio Público durante la administración Peñalosa, hacia notar que la gente se

preocupa por cuidar los espacios recuperados y por exigir más intervenciones.

La gente se siente orgullosa de su ciudad y la empiezan a percibir de otra manera, han comenzado a entender que se necesitan esos proyectos (...) la gente empieza a reclamar respeto por el espacio público, respeto por las personas, empieza a reclamar que haya seguridad, que haya mantenimiento. Antes los únicos que reclamaban eran los que tenían carro, la cosa ha cambiado. (Castro, 2003)

Castro le atribuye este cambio a la depuración de las instituciones y a una Bogotá

más independiente políticamente.

La gente exige más porque se han apropiado del discurso hegemónico de las

necesidades de una ciudad que busca progresar. Es un discurso de poder que ha

llegado a diferentes niveles de la sociedad por la efectividad de las instituciones

puntuales y agudas. Los ciudadanos nos sentimos partícipes del poder porque

algunas exigencias son escuchadas. Sin embargo esas exigencias son producto

del discurso que los ciudadanos han aprehendido como parte de una colectividad

que es educada, vigilada y regulada.

Hay una supuesta intención de disminuir el carácter vertical de las relaciones entre

las élites y la gente común, por ejemplo mediante la visita por parte de los

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dirigentes a lugares deprimidos y marginales, escuchar sus quejas, establecer un

lenguaje común. Sin embargo, cabe preguntarse si estos sujetos siguen siendo

objetos de información o sujetos en comunicación.

La torre Colpatria puede ser interpretada como símbolo del urbanismo

contemporáneo de Bogotá. Siempre se ha manejado como símbolo del desarrollo

de Bogotá, su carácter imponente a la entrada del centro histórico de la ciudad la

convierte en un punto clave de progreso en el desarrollo de la ciudad. Sin embargo

desde hace unos años, se busca que este lugar tome mas fuerza. Se le pusieron

luces de colores y se abrió al público su mirador, en una clara intención de reforzar

su lugar como símbolo turístico de la ciudad. El poder observar la ciudad desde uno

Henry Agudelo. Fotomuseo, agosto de 2000.

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de los edificios mas altos de la ciudad, ubicado en un punto clave, el centro,

adornado con luces, lo hace visible en la ciudad y un punto de atracción y de visita

sobre todo en diciembre que el centro esta totalmente iluminado, es bastante

llamativo no solo para turistas, también para los ciudadanos y se convierte en una

actividad simbólica el poder observar la ciudad desde allí. Desde una perspectiva

alta, alejada del suelo y de la cotidianidad, se ve la ciudad hacia cualquier punto

cardinal, se puede apreciar su extensión, las largas y contínuas vías recuperadas y

ampliadas por las Alcaldías, desde arriba se ve cómo el paisaje no se interrumpe y

cómo cada vez hay más espacios limpios en el sentido que no hay obstáculos para

la visión y contemplación de la ciudad. La vista tiene cada vez un mayor alcance. Y

los ciudadanos se pueden sentir guardianes de su ciudad, observadores lejanos

para quienes se dispone el escenario del que ellos hacen parte, veedores del

desarrollo en su ciudad, paradójicamente sostenidos sobre el edificio que

representa el poder del discurso del desarrollo y el urbanismo. Los ciudadanos se

vuelven reguladores de sí mismos, haciendo que en un sentido simbólico sientan

que su cotidianidad es tenida en cuenta, ya que la mirada simbólicamente se

realiza a través de ellos mismos como instrumentos de control del poder.

Desde aquí se ve el desarrollo de los andenes, las ciclorutas, las extensas

alamedas, la gran importancia que tiene la movilidad desde el actual desarrollo,

que privilegia además la colectividad (Castro, 2000). La movilidad porque la ciudad

debe ser transitada para ser apropiada, como una forma de reconocimiento del

terreno y una apropiación de esta. La colectividad porque debe haber cierto grado

de interacción entre los ciudadanos para que exista una comunidad, una identidad

común producto de valores, espacios y actividades compartidas. Las actividades

son medios para apropiar los espacios. “Los espacios por sí solos no se mantienen

y no se mantienen si no tienen además actividades, eventos o ceremonias que

haya en ellos (Castro, 2003). La movilidad, la circulación es una de estas

actividades. Sin embargo esa movilidad se contrapone al uso del automóvil bajo el

supuesto de que este establece diferencias e individualiza a los sujetos inhibiendo

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56

la interacción. Así, una ciudad más humana (Alcaldía de Bogotá, 1999) consiste en

la restricción del automóvil y el uso de otras formas de movilidad que no

individualicen ni segreguen a los ciudadanos.

Cuando el peatón se convierte en paseante, un primer nivel del uso espacio es superado y se comienza a crear una red de relaciones sociales; la gente lo utiliza de manera diferente, permanece mas tiempo en él viendo pasar ora gente, tomando el sol; las ventanas de los edificios vuelven a mirara a la calle. La gente establece rutinas de utilización del espacio, y se encuentran unos y otros frecuentemente, reconociéndose. Se vuelven conocidos, pasando a un tercer nivel donde la gente empieza a compartir con el otro su espacio personal intimo, permitiendo crear contactos cada vez más cercanos. (Castro, 2000:25)

El texto de Castro nos muestra el espacio público como lugar de la visibilidad.

Además, permite encontrar pistas sobre las prácticas deseadas desde la

planeación de la ciudad. Estas son la movilidad, la permanencia, la integración y la

colectividad. Concentrémonos primero en la movilidad y permanencia.

Teniendo en cuenta a Friedberg (1998), hay otros regímenes de visión en la

modernidad además de la visión del panóptico. Utiliza la metáfora del panorama y

el diorama para explicarlos, teniendo en cuenta además la figura del flâneur, como

observador de estos regímenes o prácticas visuales. El panorama y el diorama

tienen en común que no eran “instrumentos de ingeniería social”, más bien

“satisfacciones de un deseo o curiosidad social“ (Friedberg, 1998:261). El

observador aquí se plantea como una colectividad que experimentaba cierta

movilidad virtual, mediante el movimiento de la tarima que sostenía a la audiencia.

El diorama, contrario al panóptico en este sentido, dependía de la imaginaria

expansión de la mirada. El espectador del diorama no controla sujetos, enfoca su

mirada sobre un mundo artificialmente construido. Friedberg dice que mientras se

desarrollaban las técnicas de representación de imágenes realistas, el espectador

se vuelve mas “immobile, passive, ready to receive the constructions of a virtual

reality placed in front of his or her unmoving body” (Friedberg, 1998:261).

Page 56: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

57

El observador al que se refiere Friedberg es evidentemente el ciudadano. La

mirada hegemónica busca incluir de forma simbólica al ciudadano en el sistema de

control y lo hace mediante actividades que pongan ante sus ojos representaciones

de sí mismos o imágenes diferentes que funcionan como referentes culturales, o

como representaciones que le permiten al ciudadano observar otros lugares, viajar

virtualmente hacia lugares que significan algo para la colectividad.

Un punto discutible de lo planteado por Friedberg es lo relativo a la tendencia del

observador a volverse pasivo e inmóvil, como simple receptor de

representaciones. El significado de las imágenes se construye en un proceso

comunicativo aunque este no dé lugar a la retroalimentación. Aunque las cosas

oficialmente presentadas pocas veces son cuestionadas o criticadas, como

evidencia del poder que no solo regula si no que también crea sentidos y verdades,

no se puede asegurar que el mensaje establecido sea recibido de la forma

deseada. Aunque no se realice una actividad crítica, esto no quiere decir que no se

desarrollen sentidos alternos y que la recepción sea totalmente pasiva.

2.4 La mirada del Fotomuseo

This is the way in wich the Concept –city functions; a place of transformations

and appropriations, the object of various kinds of interference but also a subject that is constantly enriched by new attributes, it is simultaneously the machinery and the hero of modernity. (De Certeau, 1988:95)

El arte situado en el espacio público actúa como un fenómeno de comunicación

visual que trasciende en la percepción que el urbanita tenga de su ciudad. Al tener

una carga de distinción y prestigio, el arte eleva la imagen de la ciudad lo que se

supone que eleva la calidad de vida, la producción económica y el sentido de

pertenencia10. De esta forma, el arte puede contribuir a dotar al espacio público de

un valor y un sentido compartidos socialmente. En este marco, el Fotomuseo es

una actividad que es apoyada en el marco de las políticas de espacio público de

Page 57: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

58

ofrecer actividades que permitan el disfrute de la ciudad, que incentiven utilizar la

ciudad como espacio de recreación y paseo, que permitan concebir la ciudad como

un espacio- sujeto que es representado y que ofrece posibilidades para ser

apropiada, redundando esto en un sentido de pertenencia

El Fotomuseo es un fenómeno de representación de la ciudad expresado en

diferentes niveles y por medio de la fotografía11. El Fotomuseo es una intervención

en el espacio público de Bogotá, que pasea imágenes fotográficas sobre lugares

claves en la interacción de la ciudad. Como toda intervención de la ciudad, se basa

en una concepción de esta, de la misma forma que el urbanismo. Es pertinente

aclarar que en muchos casos las intervenciones publicas no se basan en una

reflexión de la ciudad y su espacio, por lo cual no se establece una relación de

dialogo, sin embargo esto no le resta eficacia simbólica, ya que su efectividad

recae en las prácticas de recepción. El nivel del diálogo con el espacio de la ciudad

depende de la intencionalidad de la intervención. Sin embargo, debe haber una

concepción de la ciudad y de la obra a exponer que justifique su presencia en el

espacio público.

En todo caso, aunque no se presenta una reflexión consciente de la ciudad, las

intervenciones se articulan con un imaginario flotante sobre esta.

Es así como toda intervención implica una mirada sobre la ciudad, que muchas

veces se refleja en la intervención misma, o se puede inferir según la forma como

se relacione con la ciudad.

Se supone que el arte es un elemento que simbólicamente contribuye a la

construcción de la ciudad. El arte gracias a su eficacia simbólica es capaz de

reproducir y comunicar cánones estéticos o conceptuales que sean capaces de

10 Vale la pena aclarar que este último aspecto recae en el contenido de la obra. 11 La representación será tratada en el siguiente capítulo.

Page 58: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

59

llamar a la acción, una práctica o un uso. En este sentido se explora la

potencialidad política del arte. Silva (1999) basándose en la descripción de las

alternativas del arte público frente al monumento reunidas por Maderuelo (1998),

opina que estas manifestaciones como el site specificity, los monumentos pop de

Claes Oldemburg, el monumento a los veteranos caídos en Vietnam de Maya Linn,

y otras intervenciones que mezclan diferentes disciplinas, tienen en común que el

sentido público que explotan se desarrolló buscando una mirada crítica. Busca

despertar la reflexión en el urbanita, llevar a una acción o una práctica que implique

tomar una posición critica frente a los valores hegemónicos políticos y sociales.

Es en este sentido que Maderuelo (1998) contrapone esas manifestaciones

contemporáneas al monumento clásico cuya función era representar valores

absolutos, totalitarios y patriarcales. En este contexto es importante explorar la

posición política de intervenciones como el Fotomuseo, basándose en sus

representaciones, fundamentos y relaciones con el distrito, para de esta forma

establecer que mirada sobre la ciudad se produce allí.

El Fotomuseo como intervención es una práctica, que se somete a la mirada de la

administración y regulación de la autoridad distrital. Aunque, como se mencionó en

el primer capítulo, la regulación de las instituciones apunta a su inserción en el

espacio y no a sus contenidos, estos se ven influenciados en cierto grado por la

concepción hegemónica y totalizante de la ciudad. No solo en cuanto a la

representación directa por medio de imágenes de la ciudad, si no por medio de

imágenes que recrean imaginarios sobre la ciudad deseada. El Fotomuseo es

apoyado porque se convierte en un instrumento visual que respalda las políticas

de la administración en la construcción de ciudad. Hace parte de los mecanismos

que procuran simbólicamente la autoregulación del comportamiento del ciudadano

y la adopción de los valores y prácticas requeridas para construir la ciudad deseada

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60

desde la autoridad12. Aunque el Fotomuseo es una entidad independiente e idónea,

hay ciertos mecanismos simbólicos que rigen sus representaciones hacia la ciudad

deseada. No se debe a una regulación hecha por instituciones distritales, se debe a

un ideal de ciudad conceptualizado desde una élite de la cual el Fotomuseo hace

parte.

El Fotomuseo exhibe imágenes fotográficas, esto implica una condición de su

simbología y es obviamente la fotografía.

2. 5 La imagen fotográfica

La fotografía captura realidades. Su interpretación y producción son bastante

populares, la lectura de los iconos de este tipo de representación es sencilla. Es un

medio cercano a todos los sectores de la sociedad. Es un medio de

conmemoración de ritos de paso al interior de las instituciones, como la familia,

todos los acontecimientos se registran. La fotografía es nostalgia, es un documento

de algo que ya pasó y que se quisiera recordar. Es un instante congelado. La

fotografía es evidencia, es la prueba de que algo si sucedió. Esta presente no solo

en el desarrollo de la vida de una persona como parte de sí misma, sino en su

medio, la fotografía sustenta la información de los periódicos, persuade en la

publicidad, identifica, da testimonio. Su uso, interpretación y producción son

bastante populares, gracias a la industria fotográfica13.

Benjamin (1968) plantea que el arte se ve sustancialmente transformado por la

influencia e inclusión de la reproductibilidad técnica en este campo. La difícil

inserción de la fotografía o el cine en el ámbito artístico radica en que estos medios

que utilizan procesos mecánicos y de reproducción no poseen el aura del arte, que

12 Esta afirmación se basa en el análisis de la representación. 13 Para profundizar en el papel de la industria fotográfica en los parámetros de popularización de esta actividad, ver Marketing mass photography. Slater, Don. En Visual cullture: the reader. Evans, Jessica y Stuart Hall (ed.) Sage publications. 1999.

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61

es su carácter único, de autenticidad y originalidad. Al alejarse el arte de la

autenticidad, su función se transforma y “se fundamente de ahora en adelante en

otra forma de praxis: la política.” (Benjamin: 1968:482).

El desarrollo de la fotografía coincide con el surgimento del estado político

moderno. La fotografía se explotó ampliamente con el propósito de vigilar, regular

y categorizar, desde instituciones burocráticas, la medicina y las ciencias como

botánica y antropología (Sturken y Cartwright, 2001:95). El uso de la fotografía en

estas instituciones con esos fines se debe al contexto en el que se desarrolló a

principios del siglo XIX, en pleno auge de la ciencia positivista. La fotografía servia

como evidencia visual y el proceso mecánico de la obtención de la imagen

fotográfica parecía asegurar la objetividad requerida en la prueba científica. La

cámara fotográfica se utilizaba como una herramienta científica cuya

representación del mundo seria más fiel que la realizada por las imágenes hechas

a mano. (Sturken y Cartwright, 2001).

El funcionamiento mecánico de la cámara fotográfica y su relación con leyes

naturales, le dan a la imagen fotográfica un carácter de objetividad que conlleva a

creer en lo que muestra (Fiske, 1998).

Esta relación cercana con la ciencia dificulta la entrada de la fotografía al arte. Los

fotógrafos recurren a la fotografía de autor para mostrar que el proceso fotográfico

no es del todo mecánico ya que el autor puede realizar un proceso que evidencia la

intencionalidad de este, como imagen realizada por él y no completamente por la

maquina. Posteriormente la reproducción fotográfica trata de ubicarse en las

escuelas y parámetros de representación artística relacionados con los “valores

formales más superfluos de la práctica pictórica, entonces la idea del contraste y la

composición, la sombra y la luz...” (Cerón, 2003).

Page 61: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

62

En la presentación de una exposición de fotografía en New York, Peter Galassi, el

organizador de la exposición afirma: “The object here is to show that photography

was not a bastard left by science on the doorstep of art, but a legimate child of the

western pictorial tradition” (Galassi, 1981, citado en Krauss, 1999).

El arte contemporáneo aprovecha las connotaciones sociales de la fotografía. Su

credibilidad, su fácil lectura y familiaridad ante cualquier espectador.

La fotografía supera a la perspectiva en cuanto a su poder de representación fiel de

la realidad y crea una nueva representación potencialmente más democrática

(Mirzoeff, 1998:7).

El Fotomuseo explora las diferentes facetas potenciales de la fotografía. Su

programación es diversa y acoge reportería gráfica, paisajes, retratos, fotografía en

el arte (desde las diversas formas en que se pueden relacionar) y publicitaria. Sin

embargo todas estas manifestaciones las acoge bajo la misma categoría: el arte.

Al ser la fotografía un medio tan cercano a toda la gente, facilita su lectura y es

recibida mas fácilmente. La fotografía captura instantes de la realidad, lo cual es

explotado en el Fotomuseo, ese carácter de verdad es la base de la conformación

de la memoria fotográfica de Bogotá, y la base del concurso fotomaratón que busca

generar un registro de la ciudad actual. Estas imágenes son fácilmente

aprehendidas y tiene bastante acogida por la cercanía de la fotografía a toda la

gente.

El Fotomuseo se inserta en las intervenciones de la administración. Su carácter de

proyecto oficial, aunque privado pero apoyado por instituciones distritales como el

IDCT, la Alcaldía y el Ministerio de Cultura, cuyos logos hacen presencia en los

módulos de las exposiciones, hace pensar que el arte expuesto poco tiene que ver

con una posición política crítica. Es más coherente que se relacione positivamente

con las políticas de cultura ciudadana, pertenencia, ciudad vivible y a escala

Page 62: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

63

humana, implicando los valores de comportamiento intrínsecos a estas

necesidades determinadas por la autoridad.

El hecho de que sea un museo y que, además quiera proyectarse como museo

nacional, implica, como se mencionó en el primer capítulo, que es una institución

en esencia moderna, donde se legitiman el arte y la fotografía desde el

modernismo, es decir en su concepción de imágenes bellas, formales y

autocontenidas. Por otro lado el museo nacional, por medio de la eficacia simbólica

del arte, legitima los símbolos de la nación. Como hasta ahora se ha desarrollado al

interior de la ciudad, legitima los símbolos de la ciudadanía. Sin embargo lo hace

no por medio de referentes autoritarios, el Fotomuseo no pretende definirse

siguiendo las características del monumento clásico porque no tendría sentido ni

acogida, lo hace de acuerdo a las políticas actuales que buscan limpiarse de esa

imagen autoritaria, en busca de una más democrática, más cercana a la gente y

con un lenguaje en común. Definir la ciudadanía en términos absolutos estaría

totalmente fuera de contexto. El poder se transforma de la mano de la sociedad, y

con este, sus estrategias que le permiten mantener el orden. El poder no es solo

vigilancia y control, y mucho menos una instancia lejana ya que su efectividad

recae en la interiorización de este por parte de la comunidad. El poder es ante todo

productor de sentidos. Produce realidad y rituales de lo verdadero. A partir de esa

realidad, se gestan las tecnologías del poder, que son las modalidades mediante

las cuales el poder es ejercido (Foucault en Tagg, 1999).

En este contexto, la fotografía y el Fotomuseo son una de esas tecnologías del

poder. La fotografía al ser un medio cercano y que representa la realidad, es el

medio perfecto para legitimar el poder, en este caso de forma itinerante por la

ciudad. El poder en las administraciones de Mockus y Peñalosa, trata de alejarse

de sus connotaciones absolutas y autoritarias, lo que busca es ser relacionado con

la cercanía, la inclusión, la comunicación, como estrategias para retomar la

confianza perdida en la clase política. La fotografía permite que el ciudadano se

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64

sienta representado, visto, incluido por el poder, tenido en cuenta. De forma tal que

cree en el poder, lo interioriza y lo mantiene.

En este sentido es clave analizar de qué forma es representada la ciudad, la

cotidianidad y los ciudadanos, además de otras representaciones que no son

directamente de la ciudad, pero que entran en relación con esta, dejando entrever

referentes externos que construyen ciudad, según la conceptualización de esta.

Es clave remarcar que este es el signo que se pone a flotar, sin embargo, como ya

se dijo, las prácticas de recepción mostrarían cómo se relaciona ese sentido

deseado con la forma como es apropiado y usado por los ciudadanos.

2.6 La ciudad deseada. París en Bogotá.

Evidentemente hay un ideal de ciudad hacia el que se avanza a través de las

políticas de desarrollo de la ciudad y los instrumentos o tecnologías simbólicas que

apoyan esta proceso de conversión. Luego de las dificultades encontradas en el

ideal de la ciudad futurista del movimiento moderno (Arango, 1989), la arquitectura

postmoderna adopta su lenguaje a “las connotaciones del pasado y los ecos de la

historia” (Xibillé, 1998:37). De esta forma se explora en la historia como un lugar

cuestionado y del cual se pueden rescatar sistemas de composición, como

imágenes, pero despojándolas de su posible carga política histórica, bajo la

premisa de la universalidad de las imágenes.

El urbanismo entonces vuelva a mirar el desarrollo de las ciudades en la historia,

teniendo como grandes referentes las ciudades norteamericanas y europeas. Sin

embargo hay grandes diferencias entre la conceptualización de estos dos

referentes. Las administraciones Peñalosa y Mockus, influyendo fuertemente en la

planeación del P.O.T, desarrollan la ciudad volviendo la mirada hacia la ciudad

clásica europea, centrándose especialmente en aquellas ciudades que

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65

desarrollaron el espacio público como lugar por excelencia de las actividades de la

vida urbana. El ideal mas fuerte es París, no solo por su desarrollo en cuanto a

andenes y paseos, también por su imagen como fuerte referente de la ciudad

moderna: dinámica, cultural, con identidad.

El desarrollo de París durante el siglo XIX, estuvo a manos del prefecto Haussman,

quien se encargó de transformar la ciudad según la exigencias de la nueva

sociedad que se empezaba a consolidar, con cierta originalidad, pero sin perder

nexos con el desarrollo que había llevado a la ciudad a ser lo que era. La ciudad

crecía alrededor de espacios libres relacionados con los edificios públicos y

convirtió esos espacios en lugares colectivos (Gómez, 2000). París se convirtió en

una ciudad moderna sin perder sus características históricas, lo cual es un punto

clave que la diferencia de las ciudades estadounidenses, que en pocos casos se

relacionan con su tradición.

La imagen de París como ciudad icono de la modernidad no solo se debe a las

adecuaciones físicas que la transformaron de acuerdo a la transformación social.

París es un gran referente en la narrativa urbana, de forma que ahí se ve reforzada

su imagen cultural y cosmopolita.

La administración distrital busca convertir al espacio público en el escenario

principal de las actividades urbanas. Buscan condicionar con adecuaciones físicas

un tipo concreto de práctica en la ciudad que denota al héroe de la modernidad: el

flâneur.

El héroe de la vida moderna es el que vive en los espacios públicos de la ciudad.

Esta frase de K. Teister es la encargada de abrir el texto de Julio Cesar Gómez,

coordinador técnico del P.O.T, en el libro que presenta los proyectos realizados

por el Taller del Espacio Público durante la administración Peñalosa.

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66

El flâneur es el héroe. Su ciudad es bastante dinámica, este personaje encuentra

en lo que la ciudad le ofrece, diversas formas de placer, de estética, es un

caminante algo romántico, que vagabundea por la ciudad atento al sinnúmero de

posibilidades de contemplación y gozo que esta le ofrece.

El referente de la ciudad luz como meca cultural de la modernidad esta bastante

arraigado, en parte gracias a la difusión y dominio que ha tenido sobre la literatura

urbana.

Bogotá en su modernización quiere asemejarse al modelo de París. Se busca

volver a esa ciudad cuya cotidianidad y movilidad no estaba determinada por el

automóvil. Se busca que el ciudadano viva esa experiencia en una ciudad que no

solo ofrece movilidad, si no la posibilidad de contextualizar vivencias, anécdotas,

relatos, una ciudad moderna que conserva sus tradiciones conservadas en los

centros históricos.

El Fotomuseo es una de las posibilidades que un caminante se puede encontrar en

cualquier lugar. De hecho para Gilma Suárez, París es la ciudad modelo de la

cultura, según ella, hay varios lugares que identifican plenamente la ciudad, lugares

dinámicos y de una congestionada vida urbana que poco se comparan con nuestro

signo mas publicitado: Monserrate. Hablando de Bogotá Suárez dice:

El Fotomuseo se propone enseñar a la gente a encontrarse el arte en la calle, como sucede en otras ciudades, como sucede en París, que una aldaba ya le esta hablando de arte, una puerta, el aire mismo. Bogotá es una ciudad muy árida, muy árida me parece a pesar de todos los esfuerzos de Peñalosa para cambiar la ciudad y que cambió muchísimo, y esta absolutamente irreconocible, pero yo diría que no tiene una identificación. (...) bueno, claro que ya con la escultura de Botero en el parque...(Suárez, 2003).

En algunos sectores el referente de París es un poco mas clásico, pero el hecho

Innegable es que Bogotá quiere tener su propio flâneur, que viva la ciudad como

paisaje y se sienta incluido en ella, una ciudad que se dilata según los relatos que

sea capaz de producir.

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67

El Fotomuseo esta planeado como un recorrido. Aunque en la mayoría de los

casos se ubica de acuerda a la vía vehícular, esto no excluye al peatón y permite

ver las imágenes desde la movilidad del automóvil, tal vez creando expectativa

para bajarse del auto y ver de cerca las imágenes fotográficas que buscan adornar

a Bogotá y darle un aire místico propio de la concepción del arte como actividad

espiritual.

Retomando a Friedberg, quien cita a Benjamin, el flâneur se puede comparar con

el espectador del diorama, quien observa curiosamente un paisaje artificial,

representación que interviene en tiempo y espacio para ser observada con un

carácter de actualidad, de presencia. De esta forma la hay una expansión

imaginaria de la mirada (Friedberg, 1998)

La mirada panóptica del urbanismo se articula en una relación simbólica, mas que

determinante, con la mirada implícita en la fotografía y en una institución que la

regula como es el Fotomuseo. Estas miradas flotan en el espacio, escenario

público de la ciudad y son apropiadas por el urbanita para construir sentido.

Se busca publicitar la ciudad, no solo para el turista, ya que de hecho se busca

que el ciudadano se sienta un poco turista en el sentido de descubrir la ciudad y

de explorar las cambiantes actividades que esta le ofrece. Retomando a García

Canclini (1995), esta es la apropiación deseada de la ciudad, que integra los

fragmentos de esta mediante su consumo simbólico, ya que el paseo es un “modo

de entretenimiento urbano asociado a la mecantilización moderna y a su

espectacularización en el consumo” (García Canclini, 1995:113). Así, los

ciudadanos se convierten en consumidores.

Desde la mirada hegemónica, esa práctica de la ciudad, refuerza la imagen de la

ciudad como espacio que se dilata para acoger vivencias, gustos y tendencias

Page 67: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

68

que se exhiben en el Fotomuseo, que educada estéticamente a la ciudadanía

por medio del consumo simbólico. Es entonces como las miradas hegemónicas

de la administración y el Fotomuseo, buscan condicionar una forma de

apropiación de la ciudad, convirtiendo al urbanita en paseante y espectador,

consumidor simbólico de un paisaje intervenido y representado, mediante la

movilidad y la imaginaria expansión de la mirada del espectador–habitante, en un

contexto que debe satisfacer sus curiosidades y necesidades, como la necesidad

identificada por la administración de arraigar una identidad determinada, mediante

imágenes fotográficas que congelan el tiempo y el espacio; una identificación que

permita establecer las bases de parámetros en común para lograr la eficiencia de

la autoregulación social.

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69

3. LA REPRESENTACIÓN.

3.1 Fotografía y ciudad representada.

Jesús Martín Barbero (1999) refiriéndose a la situación actual del arte en el

contexto de la desilusión de la modernidad y la consecuente experiencia estética

acorde con el “sentido del ser” de esta época, opina, basándose en Raimond

Williams, que la relación entre arte y comunicación no solo responde a la

influencia de la industria cultural, sino que también es un espacio donde confluyen

y se gestan sentidos:

La pareja arte/comunicación señala entonces no solo un lugar de divulgación o difusión de estilos y modas, de formas, sino un espacio de tensiones fecundas entre residuos y emergencias (R. Williams), entre contemporaneidades y destiempos, un espacio de desordenamiento cultural. (Martín Barbero, 1999:25)

Según esto, instituciones como el Fotomuseo deben ser exploradas no solo en sus

procesos de inserción en la sociedad a nivel político, y como industria cultural

regida por un mercado. Se debe tener en cuenta que esos procesos y la puesta

en escena de las exposiciones son espacios que permiten la creación y

negociación de sentidos. Dicho de otra forma, las exposiciones del Fotomuseo

son espacios que a la vez que soportan una tensión entre intenciones y

preferencias estéticas, privilegios, concepciones sociales, son lugares en el

sentido de Augé (1998), que adoptan sentidos subjetivos dependientes de las

personas que interactúen con estos. Son espacios que permiten la formación de

relatos y vivencias, de sentidos que entran a negociar en la recepción con la

experiencia personal del ciudadano que observa.

Según Stuart Hall (1997, en Sturken y Cartwright, 2001:3-4), la cultura es un

proceso mediante el cual los integrantes de un grupo social crean sentidos y

significados sobre el mundo, los objetos y eventos. Los grupos sociales establecen

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70

prácticas a través de las cuales se crea un sentido compartido, sin embargo este

no es estático, y el proceso cultural consiste en esa constante negociación de

sentidos, de interpretaciones.

It is the participants in a culture who give meaning to people, objects, and events...it is by our use of things, and what we say, think and feel about them – how we represent them- that we give them a meaning. (Hall, 1997 en Sturken y Cartwright:4)

Teniendo en cuenta que la cultura es un proceso de negociación de sentidos,

estos se expresan en sistemas de representaciones, en estructuras que permiten

el entendimiento y la comunicación sobre las formas de entender el mundo. La

representación se refiere al uso del lenguaje y las imágenes para crear sentido

sobre el mundo que nos rodea (Sturken y Cartwright, 2001:12). Lenguaje e

imágenes constituyen sistemas de representación, mediante los cuales, un grupo

social expresa y define una forma de entender el mundo. Los sistemas de

representación no reflejan una construcción existente, su función es organizar,

construir, mediar un entendimiento de la realidad, de las emociones y la

imaginación (Sturken y Cartwright, 2001:13).

Las formas de entender y representar al mundo no son de carácter determinado y

estático. Por el contrario, el entendimiento de la realidad, los sentidos y las

representaciones involucran relaciones de poder. Las representaciones no son

otra cosa que sistemas ideológicos, cuya tensión es el proceso que permite la

reproducción y la dinámica social. En este sentido, un grupo social no posee una

ideología única. Existen ideologías hegemónicas, emergentes, y residuales, cuyo

contacto genera tensiones y relaciones dinámicas de dominación (Williams, 1980).

En nuestro caso, el Fotomuseo, y las fotografías que lo soportan, son una práctica

que genera representaciones visuales. Contrario al mito de la veracidad de la

fotografía (Sturken y Cartwright, 2001:16), basado en la mediación de la máquina

como herramienta objetiva y su estética realista, en la producción de la fotografía

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71

interviene una gran carga subjetiva por parte del fotógrafo, de los curadores y

promotores culturales que se involucran en la difusión. El fotógrafo escoge las

imágenes que va a inmortalizar, a congelar, de acuerdo a su intencionalidad y a la

retórica buscada en la imagen. El fotógrafo y el lente pueden deformar una imagen

según sus exigencias estéticas y la manera de ver (Freund, 1983). El fotógrafo

decide qué muestra de una escena, qué excluye del alcance de su lente, qué

destaca y desde que ángulo, determinando un sentido a la imagen según sus

herramientas de representación. La producción y difusión de la fotografía se

regula basándose inicialmente en la forma como la sociedad ha clasificado a la

práctica fotográfica desde diferentes parámetros: sus condiciones empíricas:

amateur, profesional; según la retórica de la imagen: paisajes, objetos, desnudos,

publicidad, reportería; Y según su estética: realismo, pictórica, etc. (Barthes,

1991:4). Estas clasificaciones buscan determinar la función y condicionar la

imagen de la fotografía a ciertos espacios discursivos que median la

interpretación. En toda imagen fotográfica hay una intencionalidad, una

representación de lo que alguna vez estuvo frente a la cámara, que se refuerza

mediante la clasificación, o como lo llama Barthes (1991:117), la domesticación y

moderación de la imagen fotográfica. Esta moderación es asumida además por

los promotores y medios de difusión fotográfica.

El Fotomuseo está permeado por los intereses y gustos de los promotores

culturales que intervienen en este. Estos agentes regulan la significación de la

fotografía mediante su clasificación funcional y como arte. Así, regulan también lo

valioso y el carácter estético de la producción fotográfica. Los criterios de

selección del Fotomuseo se ciñen a una ideología que construye, mediante su

proyección colectiva, sentidos de ciudad por medio de la afirmación de una

identidad visual y estética común.

El gran poder de la fotografía reside en el amplio uso que de ella hacen todas las

capas de la sociedad contemporánea. El desarrollo de la vida de todos los

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72

individuos, los eventos, los ritos, están registrados fotográficamente. La fotografía

es usada como medio de identificación; está presente en todos lo medios

impresos como soporte de veracidad. Es precisamente en su amplio uso que

reside su importancia política (Freund, 1983). Bajo el supuesto de que la fotografía

reproduce objetiva e imparcialmente la vida social:

Más que cualquier otro medio, la fotografía posee la aptitud de expresar los deseos y las necesidades de las capas sociales dominantes, y de interpretar a su manera los acontecimientos de la vida social. (...) Por lo tanto la importancia de la fotografía no reside en el hecho de que es una creación si no sobre todo en el hecho de que es uno de los medios más eficaces de moldear nuestras ideas y de influir en nuestro comportamiento. (Freund, 1983: 8).

Bajo estos supuestos, el Fotomuseo es tomado como un fenómeno de

representación de la ciudad, cuyos sentidos provienen de una élite, de una clase

dominante, que mediante la puesta en escena de sus exposiciones, expresa sus

deseos, concepciones y necesidades. Este medio permite una sutil manipulación

de lo representado en cuanto a su función y proyección de sentidos.

Sin embargo, es importante mencionar que las exposiciones se constituyen como

un proceso de comunicación visual, de negociación de sentidos, por lo cual, la

representación realizada desde la curaduría y planeación de las exposiciones, al

salir a las calles, se convierte en un sentido flotante que refuerza su presencia

legitimada por el museo como institución oficial. Pero este sentido aunque es

hegemónico y dominante, no es único y de interpretación determinada, por lo cual

se abre paso a un proceso de negociación de sentidos durante la recepción y la

interpretación de las imágenes por parte del ciudadano observador. En este

sentido, se hace necesario que se compartan ciertos parámetros culturales, cierto

conocimiento cultural común para dar lugar a la comunicación.

La representación de la ciudad por parte del Fotomuseo actúa en diferentes

niveles. Por un lado, la escogencia de los lugares para la puesta en escena de las

exposiciones es el resultado de una representación de zonas transitables de la

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73

ciudad, de las cuales se escogen las que respondan a los intereses del

Fotomuseo y de los patrocinadores, como se vio en el primer capítulo.

Por otro lado, las imágenes en sí constituyen relatos en los cuales se representa

una forma de entender las dinámicas y espacios de la ciudad, un ideal de ciudad,

y unos referentes estéticos e ideológicos que representan deseos y necesidades

del grupo que constituye el Fotomuseo. Uno de sus objetivos es educar visual y

estéticamente a la ciudadanía, obviamente desde sus parámetros que están

sujetos a los parámetros hegemónicos de los círculos internacionales artísticos.

La producción y difusión del arte se ciñe a un campo en el que intervienen artistas,

museos, galerías, críticos, historiadores y promotores culturales, cuyas tendencias

son determinadas por valores estéticos que se relacionan con lo nacional, lo

multicultural y lo global. (García Canclini, 1998:373). La historia del arte tiende a

desarrollarse a partir de procesos nacionales y regionales, como la organización

mas lógica de clasificación y unidad de la cultura y las artes.

Sin embargo, la creación y difusión del arte atraviesan un proceso de

desterritorialización. El arte promovido es el cosmopolita, el que busca y expresa

una reflexión y un entendimiento global. En este contexto, el arte Latinoamericano

es reconocido en su valor regional, no en cuanto a reflexiones sobre lo global y lo

complejo (García Canclini, 1998:374).

It is above the art market that declassifies national artists, or at least subordinates the local connotations of the work, converting them into secundary folkloric references of an international, homogenised discourse (García Canclini, 1998:375).

Los promotores y agentes del campo artístico en Latinoamérica tienen entonces

dos opciones para participar en el mercado internacional: explotar esa concepción

sobre el folklor, cuya clasificación esta permeada por relaciones de subalternidad y

se entiende como una manifestación inocente de los procesos globales; o

Page 73: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

74

proyectarse según los cánones globales establecidos y homogéneos, jugando a

participar como cosmopolitas, legitimando el discurso que ubica a la producción

europea y norteamericana como modelos artísticos, como El arte internacional. El

reconocimiento de Fernando Botero como uno de los grandes artistas nacionales,

recae en su aceptación y legitimación en el mercado internacional, aceptación

debida a que manifiesta un sentido cosmopolita (García Canclini, 1998:374).

En los testimonios que se han publicado en prensa y en la entrevista realizada

para el presente documento, Suárez resalta su conocimiento y frecuente

asistencia a importantes galerías y museos de París, New York y Londres, que

son centros que monopolizan y determinan las tendencias y valores artísticos

globales. De acuerdo a esto, pesa bastante para el Fotomuseo la trayectoria

internacional de los fotógrafos a la hora de realizar la selección.

Además de los parámetros internacionales, la representación visual del

Fotomuseo está permeada por dos aspectos principalmente: por un lado el

entendimiento de la ciudad y los criterios sobre fotografía y arte de Gilma Suárez,

directora y encargada de realizar la curaduría en el Fotomuseo; y por otro lado

influye el carácter institucional del Fotomuseo como Museo nacional y sus

consecuentes objetivos.

La intención de Suárez es elevar la práctica fotográfica al nivel del arte. Es

importante ver entonces cómo entiende ella al arte. Suárez se declara una

romántica, y, de hecho, según sus pronunciamientos en los periódicos y los

criterios que se pueden esbozar a partir de las imágenes expuestas, su

concepción del arte y sus criterios de curaduría se relacionan fuertemente con el

arte romántico. El arte romántico se constituye bajo una ilusión idealizada del

pasado, en un sentimiento de soledad y de vacío resultante de una concepción del

mundo como tormento. Históricamente los románticos eran burgueses que

legitimaban su poder recién adquirido mediante ciertos parámetros de belleza,

Page 74: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

75

contrarios a los de la aristocracia. En un sentido se muestra conservador y poco

crítico, ya que la visión idealizada de la historia les permitía encontrar razones

históricas que justificaran el orden social, sus privilegios y su “enraizamiento en la

cultura histórica de la nación” (Hausser, 1969:358). En medio de ese profundo

sentimiento de descontento con el mundo, el arte se desarrolla como una fuga a la

realidad, y en este sentido se entiende como algo sublime, espiritual y lejos de la

vulgar cotidianidad. El romanticismo busca romantizar la vida, “adaptarla al arte y

mecerse en la ilusión de una existencia estética utópica” (Hausser, 1969:361).

Esto implica simplificar la vida y excluir las contradicciones presentes en esta.

Igualmente, esta apreciación burguesa de la vida y el arte sublimadas, llevó a

marcar parámetros de distinción, a entender el arte como una burbuja utópica y

estética que se levantara sobre la simple y mundana cotidianidad. Sin embargo,

la expresión estética era realista y se debía representar la parte bella de la vida,

los románticos juzgaban la vida con los criterios del arte porque con esto querían elevarse a una especie de casta sacerdotal superior al resto de los hombres (...) el esteticismo sigue siendo el rasgo característico de la concepción romántica del mundo .(Hausser, 1969:365).

El romanticismo también se caracteriza por “una profunda concepción de

comunidad y fuerte tendencia al colectivismo” (Hausser, 1969:380). El burgués y

sus principios románticos se convierten en la medida natural del hombre. La

burguesía con actitud conservadora rechaza toda innovación (Hausser, 1969:375).

Encuentro ciertas similitudes entre el movimiento romántico y los criterios de

curaduría del Fotomuseo: en cuanto a su carácter conservador en el uso de la

fotografía; en cuanto al entendimiento del arte como algo hermoso que distrae de

la realidad histórica y social; en cuanto a la sublimación del arte como expresión

superior y de gran valor espiritual; y finalmente, en cuanto al carácter colectivista

del proyecto.

Page 75: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

76

En la revista Eskape que circula los jueves con el periódico El Tiempo (Eskape,

2000), Suárez comenta: “la idea de esta primera exposición es no presentar nada

sangriento, ni temas angustiantes, sino por el contrario algo que lleve a la

tranquilidad y al humor” (sd).

Durante la entrevista realizada, comenta:

Aquí todos quieren fotografiar los negros, los pobres y los indios, y si vienen del extranjero eso es lo que quieren mostrar. A mi no me interesa mostrar eso. Quiero mostrar un mundo que es muy cercano a mis afectos, a mi vida y a mi piel, que es el mundo del arte, donde yo me muevo. (Suárez, 2003).

Teniendo en cuenta que uno de los objetivos de Suárez es darle a la fotografía el

valor que se merece como parte del campo artístico, es decir que se reconozca y

valore como arte, Suárez encuentra esa concepción del arte como algo superior a

la vida. Una creación espiritual, bella, que sublime la realidad mediante parámetros

estetizantes. Sin embargo, Suárez busca compartir su entendimiento y educación

visual, por eso lleva el arte a la calle, como expresión de su sentido colectivista y

democrático.

Las exposiciones del Fotomuseo no muestran imágenes fuertes ni críticas. No

hacen referencia a la situación política e histórica de la ciudad o el país. Los

artistas y fotógrafos nacionales que exponen, no muestran una diversidad cultural

ni un folklor regional o nacional. Por el contrario, la escogencia depende de su

trayectoria y estética reconocida internacionalmente. Los fotógrafos

internacionales en algunos casos hacen referencia a miradas regionales, como el

caso de Martín Chambi, indígena peruano; en otros casos hacen referencia a

estéticas internacionales, como Robert Doisneau, cuya mirada esta ligada a lo

cosmopolita desde su lugar de origen : Francia.

Lo anterior se relaciona con otra de las características del Fotomuseo que

trasciende en cuanto a los parámetros de curaduría, que es su constitución como

Museo. Este carácter relaciona la institucionalidad con los parámetros de los

Page 76: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

77

círculos internacionales; son las instituciones las encargadas de modernizar la

mirada estética, de desarrollarla según la globalidad. Así se condiciona la

selección hacia fotógrafos que gocen de reconocimiento internacional o que su

trayectoria sea de gran importancia para el desarrollo de la fotografía en Colombia,

con relación a la globalidad artística. El hecho es que gozan de un gran

reconocimiento en el medio artístico y fotográfico, sea como artistas regionales o

como artistas nacionales pero con proyección internacional.

Se encuentra entonces una contradicción en cuanto a los criterios de las

selecciones del Fotomuseo y su objetivo de rescatar la memoria fotográfica del

país. Para este fin, se nombran como fuentes a los álbumes fotográficos, mientras

que los mismos parámetros del Fotomuseo no permiten la exposición de

imágenes que no correspondan a autores reconocidos. El museo es una

institución que legitima la aceptación y admiración de un círculo cultural sobre un

artista y, mediante esa legitimación y proyección masiva, hace que esa aceptación

sea de carácter oficial y colectiva. El museo es la institución encargada de

reforzar el reconocimiento de los artistas, de comunicar qué artistas merecen una

distinción, a la vez que determina dentro de sus límites qué puede ser considerado

arte y qué no. Según esto, el uso cotidiano de la fotografía no es arte. Aunque la

fotografía es el medio visual de mayor cercanía a todas las capas sociales, la

gente debe ser educada, porque deben conocer otro uso: el artístico, la visión

estetizante de la fotografía.

La fuerza del Fotomuseo como medio de difusión, consiste en que la legitimación

que hace de los artistas que expone no se cierra al clásico círculo del arte; su

legitimación ocurre en la ciudad misma. De esta forma su trascendencia es mayor

ya que los artistas escogidos ganan el reconocimiento público. De alguna forma

las exposiciones son homenajes a maestros reconocidos y premiados, cuya

trayectoria les merece un reconocimiento público. De modo que la exposición no

busca establecer una reflexión desde el arte hacia la ciudad, sino más bien un

Page 77: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

78

reconocimiento, un homenaje, una celebración a fotógrafos reconocidos, que

hayan realizado un gran número de exposiciones tanto nacionales como

internacionales, y que además hayan participado en retrospectivas. Estos

aspectos refuerzan la distinción del artista al legitimar su aceptación en círculos

internacionales y su aporte al desarrollo cultural nacional.

Entre las exposiciones del Fotomuseo, hay dos que se refieren directamente a la

ciudad: “Miradas a Bogotá”, exposición con la que comienza la trayectoria del

Fotomuseo y con la que se inaugura la carrera quince; y la exposición del evento

Fotomaratón. Este consiste en una maratón de dos días, tiempo durante el cual

fotógrafos aficionados y profesionales, siguiendo una ruta temática, toman

fotografías de Bogotá, las cuales son revisadas posteriormente por un jurado

quien escoge las mejores imágenes con las cuales se realiza la exposición.

Las otras exposiciones no se refieren directamente a la ciudad, constituyen un

homenaje a los fotógrafos. En este tipo de exposiciones se expone lo más

representativo de lo que se considere pertinente de la obra de un fotógrafo

reconocido, bien sea nacional o internacional. Aunque estas exposiciones en su

mayoría no tienen imágenes de Bogotá, representan referentes estéticos y

deseos que entran a relacionarse con ideologías hegemónicas sobre el arte, el

conocimiento y un ideal de la ciudad.

3.2 Observación de las exposiciones: el Studium

Por medio de la observación de las fotografías es posible esbozar esos deseos y

criterios del Fotomuseo, según los cuales se consideraron pertinentes para Bogotá

las imágenes y temáticas escogidas. Teniendo en cuenta que son

representaciones y que se basan en sentidos que flotan en la dinámica social y

cultural de Bogotá, una lectura de las imágenes se puede realizar desde el

conocimiento cultural que posee un ciudadano.

Page 78: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

79

En La Cámara lúcida, Barthes estudia fotografías preguntándose cual es la

esencia de la fotografía, qué es lo que posee una imagen fotográfica que hace que

la diferencie de otro tipo de imagen. Plantea que la fotografía da lugar a tres

prácticas o intenciones, que se relacionan con tres aspectos: hacer, es la práctica

del fotógrafo, operator ; experimentar ser el objeto o persona fotografiada, el

referente, el spectrum; y finalmente el observador, spectator. Barthes en calidad

de spectator plantea un acercamiento fenomenológico y establece dos elementos

presentes en la fotografía que se relacionan con el interés despertado en el

spectator por la imagen : studium y punctum. El primer elemento hace referencia

a un intermediario racional de determinada cultura ética y política. Se refiere a una

relación cultural con las imágenes, “studium is that very wide field of unconcerned

desire, of various interest, of inconsecuentiall taste: i like/ i don´t like. “ (Barthes,

1991:27). Ese interés está fuertemente ligado a un conocimiento cultural. El

studium está relacionado con descubrir la intención del fotógrafo, entenderlo,

to argue them within myself for culture (from wich the studium derives) is a contract arrived at between creators and consumers. The studium is a kind of education (knowledge and civility, “politeness”) wich allows me to discover the operator , to experience the intentions wich establish and animate his practices, but to experience them “in reverse”, according to my will as a spectator. (Barthes, 1991:28).

Por otro lado, punctum, hace referencia a un detalle punzante que llame la

atención, es un accidente que “pica”, que es punzante.

Teniendo en cuenta las observaciones de Barthes, las exposiciones serán

observadas desde el studium, desde el conocimiento cultural que permite

reconocer la fotografía en un contexto. No observare fotografía por fotografía, sino

mas bien el conjunto temático, es decir cada exposición14. De esta forma intentaré

14 Aunque el Fotomuseo ha realizado hasta la fecha mas o menos 13 exposiciones, solo se pudieron observar 9.

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80

esbozar los criterios de la curaduría del Fotomuseo al escoger determinadas

imágenes y determinados fotógrafos, desde mi posición como spectator y

ciudadana bogotana.

3.3.1 Miradas a Bogotá

Esta primera exposición comienza con un texto de Gilma Suárez. Aunque esta

exposición no la vi en escena, las que he visto inician el recorrido con un panel

que tiene un texto introductorio de Gilma Suárez y, en algunas oportunidades, la

opinión de algún experto. Estos textos siempre aparecen en los catálogos, por lo

que supongo que los textos de este catálogo también fueron expuestos.

El texto de Suárez describe qué es el Fotomuseo y lo contexualiza en los planes

de la Alcaldía de la recuperación del espacio público. El texto prepara la mirada

bajo un supuesto de memoria poética de la ciudad que tiene el apoyo de la

Alcaldía. Además advierte que lo que se va a observar salvará del olvido a la

cotidianidad de la ciudad.

Al parecer esa memoria poética se refiere a la nostalgia de la transformación de la

ciudad, y a una forma de exaltar lo capturado por la fotografía, al estar mediado

por la inclusión de la mirada al campo estetizante y artístico. De modo que hay un

mirada romántica sobre la selección fotográfica. La fotografía en todos los casos

nos habla de lago que ya sucedió, es un documento de la memoria, nostálgico,

que no deja escapar el instante. Este pasado reciente o no, es idealizado por la

mediación de la función artística de la fotografía en este caso. Memoria poética es

un término que se refiere a una evocación bella, pasiva, que exalta los sentidos

por su belleza y carácter estético. No pretende contrariar o criticar la realidad, mas

bien escaparse por encima de esta, gracias a su sublimación artística.

Luego hay un texto de la Alcaldía Mayor, en el que de nuevo se remarca la

función de la fotografía como herramienta contra el olvido y, se destaca el

Page 80: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

81

Fotomuseo en el contexto de la recuperación del espacio público, en una ciudad

que debe estar a la “medida de las grandes ciudades que construyen el recuerdo

de su paisaje y de su gente”. La exposición reúne 58 fotografías sobre Bogotá

cuya retórica se establece sobre las posibilidades de la reportería gráfica.

Henry Agudelo. Fotomuseo, agosto de 2000.

La primera fotografía, como si no hubiera sido suficiente con los textos

introductorios, muestra al alcalde Peñalosa en contrapicado, sonriente, mirando

hacia adentro de una alcantarilla desde donde se obturó la cámara.

Willian Fernando Martínez. Fotomuseo, agosto de 2000.

Page 81: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

82

La siguiente es una bandera gigante de Colombia que se extiende a lo largo de

una calle, sostenida por una gran multitud (William Fernando Martinez). Es

evidente lo que se celebra en este cumpleaños de Bogotá, esta exposición parece

ser una celebración que no me salva de olvidar el poder.

Francisco Carranza. Fotomuseo, agosto de 2000.

Diez fotografías más hacen alusión a lo mismo. Desfiles militares en las calles de

Bogotá, uno de ellos interrumpido por la impertinencia de un burro aguatero que

se detiene, terco, en la mitad de la calle aunque una pequeña niña se apoya en su

piernas para sacarlo de ahí, mientras su madre observa impotente. Son anécdotas

de los despliegues del poder.

Otras imágenes se relacionan con políticas públicas y culturales de la

administración distrital. Hay una de rock al parque, que aunque no se ve el

escenario, la multitud de jóvenes que pasean sobre sus brazos a un muchacho

eufórico, indica que es una actividad pública, un concierto de música juvenil; uno

Page 82: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

83

de los eventos programados por la Alcaldía para promover la apropiación de la

ciudad e impulsar las actividades para el grupo social que desde la

conceptualización, demanda atención y propuestas para ellos: los jóvenes.

Guillermo Torres. Fotomuseo, agosto de 2000. Juan Carlos Escobar. Fotomuseo, agosto de 2000.

La siguiente se ubica también en el marco de las actividades culturales en el

espacio público: un concierto de la orquesta sinfónica en primer plano, detrás se

ve un barrio marginal de la ciudad, ciudad Bolívar. La cultura en todos los

rincones de la ciudad.

Rafael Guerrero. Fotomuseo, agosto de 2000.

Una alusión a las políticas pedagógicas de la Alcaldía.

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84

Sady González. Fotomuseo, agosto de 2000.

Las fotos de Sady González, poseen un valor que recae en su antigüedad y las

convierte en documento histórico. La ropa de la gran multitud que se aglomera

para presenciar el paso del ejército, nos sugiere que puede ser de la década del

cincuenta.

Sady González. Fotomuseo, agosto de 2000

Page 84: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

85

.

Sady González. Fotomuseo, agosto de 2000.

Una plaza de mercado, fotografía tomada tal vez desde unas cajones de madera

que le permiten un ángulo desde el cual se puede ver el paso dificultoso en esta

ya lejana plaza llena de costales apilados, campesinos, cajones de madera,

sombreros, ruanas y largas columnas de una arquitectura que transita entre lo

republicano y lo colonial. Unos niños haciendo fila con balde en mano para

recoger agua, sucios, descalzos o con alpargatas, contentos de su actividad

cotidiana.

Carlos Caicedo. Fotomuseo, agosto de 2000.

Page 85: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

86

Las imágenes de la antigua Bogotá ilustran su carácter lluvioso, condición de la

cual surgen anécdotas que fueron capturadas por estos reporteros: inundaciones,

granizadas, caídas.

Willian Fernando Martínez. Fotomuseo, agosto de 2000.

Esta imagen captura la efectividad del control ejercido por la policía y los

ciudadanos que sonríen orgullosos de participar en la regulación de la ciudad.

Carlos Caicedo. Fotomuseo, agosto de 2000.

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87

Una imagen triste y absurda, pero posible en el contexto de las contradicciones

de una ciudad latinoamericana como Bogotá.

Ingrid Trejos. Fotomuseo, agosto de 2000.

Esta fotografía causa un gran impacto por la incertidumbre creada sobre el

posible desenlace de esta situación amenazante.

La selección reúne una gran cantidad de instantes efímeros que no conocería

sino fuera porque la fotografía señala que eso sucedió en algún momento, en un

instante capturado por un ágil reportero. Sin embargo es curiosa la persistencia de

fotografías que contienen una referencia política. Las imágenes muestran

anécdotas del ejercicio del poder, hacen alusión a las políticas públicas distritales,

a los símbolos de estas y a un pasado contenido en la nostalgia, casi en un

espacio museístico. No hay una referencia a la situación social de la ciudad, tal

vez se deba a que esta es una circunstancia angustiante de las que Suárez no

quería incluir en la muestra.

La relación y legitimación de las políticas y ejercicio de la administración aparece

recreada desde distintos ángulos: las acciones ejercidas por la autoridad, como el

Page 87: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

88

caso del ladrón atrapado; las acciones pedagógicas como en el caso de los

mimos; otro tipo de eventos pedagógicos como Rock al parque y el concierto en

ciudad Bolívar; y los lugares que simbolizan ejes de desarrollo de la ciudad de

acuerdo a las políticas modernas que contemplan el desarrollo y el conocimiento.

Las imágenes sobre la autoridad y las políticas retratan la ciudad contemporánea.

No hay alusiones a esta por fuera de los ejes distritales. Las fotografías de la

ciudad actual legitiman las políticas culturales, recrean la ciudad a partir de su

conceptualización. De acuerdo a esto, se ve una ciudad que se desarrolla

físicamente, que construye lugares que simbolizan colectividad, conocimiento y

desarrollo. Los lugares claves de la ciudad son entonces los lugares que buscan

establecerse en la memoria de los ciudadanos como iconos: el infaltable

Monserrate, relacionado con la devoción y la tradición bogotana; la torre Colpatria

icono del urbanismo; Maloka y Camila, centros del conocimiento científico que se

democratiza por medio de la interactividad; la plaza de Bolívar, lugar histórico y

centro del poder; y el nostálgico tranvía, cuya representación y sentido se

relaciona con una forma concreta de abarcar el pasado.

La colectividad se ve simbolizada entonces en estos sitios. Pero solo se le ve

directamente en eventos como el maratón, las corridas de toros y en las imágenes

que hablan del pasado.

Seis fotografías de Sady González y dos de Carlos Caicedo, son las encargadas

de recrear el pasado de la ciudad. Estas imágenes tiene un valor agregado a su

calidad estética y es precisamente su temporalidad, son documentos que hablan

de la Bogotá de mediados del siglo pasado. En este sentido se marca una

separación. Hay un aspecto temporal que nos separa del spectrum observado.

Esta separación permite una valoración diferente. Hay ciertas cosas, aspectos

sociales que podemos ver desde un perspectiva lejana, las apreciamos porque el

tiempo nos separa de ellas, de no ser así la relación podría transformarse de

Page 88: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

89

contemplación romántica a crítica o polémica que puede generar juicios y, como

diría Suárez, angustia.

En especial dos fotografías de González, la de la plaza y la de los niños

recogiendo agua, nos parecen muy bonitas y las apreciamos estéticamente

porque esa situación la encontramos lejana, se hace liviana por la separación

temporal. Podemos apreciar esas situaciones en contextos estéticos, remotos,

como en una vitrina aséptica e inmóvil de un museo, pero no las aceptamos igual

si se trata de una situación de este tipo que se presenta en un contexto temporal

actual. Los niños descalzos o en alpargatas haciendo fila para recoger agua, en

una calle destapada, en medio de la pobreza no nos producen angustia porque el

tiempo marca una separación. Por algo no vemos fotografías sobre estas

situaciones en la recreación de la Bogotá actual. Pero el uso del blanco y negro

nos permite calmarnos, es una imagen que apela a la nostalgia de un pasado que

menos mal ya se fue (o por lo menos no lo vemos en las imágenes de la Bogotá

actual), para dar paso al desarrollo, la construcción, las redes de servicios

públicos, el conocimiento y los supermercados que reemplazan las sucias y

congestionadas plazas.

El pasado lo apreciamos siempre y cuando sea de manera controlada. Si se trata

del pasado podemos ver al tranvía con nostalgia, pero tal vez en ese entonces la

congestión de este no era tan agradable. No vemos igual esa congestión al

compararla con la congestión de una buseta, y menos con la de Transmilenio, que

al ser representado se descongestiona.

La ciudad que busca desarrollarse y al mismo tiempo mantener una tradición, crea

espacios para ejercer un control sobre el pasado. Este es representado y limpiado

de posibles cargas negativas par ser abordado por medio de la nostalgia.

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90

La mayoría de las fotografías buscan sorprender mediante contrastes

humorísticos. Situaciones anecdóticas, sorpresivas, humorísticas y nostálgicas,

son sedantes con los que casi pierde el sentido ver a un niño durmiendo sobre un

burro o a otro cargando ladrillos.

Las multitudes y los lugares concurridos permiten que se pueda dar una relación

mas cercana y emotiva que en el nivel del studium, que solo reconoce según el

conocimiento cultural. Hay lugares o situaciones en las imágenes que pueden ser

significativos para ciertas personas, porque se relacionan con sus vivencias o

recuerdos. De esta puede surgir una relación emocional que involucre

reconocimiento y asombro, al involucrarse uno mismo con el referente, al

descubrir la posibilidad de relación con el referente (Barthes, 1991:84). Tal vez es

hacia este recepción que apunta esta muestra, sin embargo las imágenes están

dadas para que ese asombro y reconocimiento se establezca entre una ciudad

sujeto y el receptor, no entre una ciudad que es habitada por comunidades que

conviven con el receptor.

Así, la particularidad de estas Miradas a Bogotá, radica en el entendimiento de la

ciudad como sujeto que se relaciona con el ciudadano anónimo. La ciudad se

convierte en sujeto al ser conceptualizada (De Certeau, 1988), al someterse al

urbanismo que la dota de sentidos propios como si fuera un ente independiente y

autónomo. Es esta ciudad-sujeto la que produce asombro y reconocimiento en el

espectador, no la comunidad que la vive y sustenta con sus prácticas su condición

de ciudad.

3.3.2 Homenaje a Abdú Eljaiek

Eljaiek tiene formación de artista y fotógrafo, lo cual se expresa en la forma como

abarca la fotografía. En el texto introductorio a la exposición se resalta su aporte al

desarrollo de la fotografía en Colombia, desde el campo artístico.

Page 90: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

91

ABDÚ ELJAIEK integra ese grupo de fotógrafos que como Hernán Díaz, Nereo López y Leo Matiz, en los años 60 irrumpieron en el panorama nacional para demostrarnos que la fotografía es sin lugar a dudas, una parte integral de las Bellas Artes (Fotomuseo, octubre de 2000).

Esta exposición inaugura el objetivo por el cual fue creado el Fotomuseo: ubicar a

la fotografía en el capo del arte. Las imágenes de Eljaiek condensan esa visión de

reconocimiento de la práctica fotográfica en los parámetros de la práctica pictórica

y hasta escultórica: “hace que la forma se convierta en dibujo y luego a través de

una mirada más detenida, en escultura” (Fotomuseo, octubre de 2000).

Así, su spectrum pasea entre referentes establecidos en el arte: bodegones,

naturalezas muertas, paisajes y retratos.

Eljaiek es considerado un maestro en la historia del arte y la fotografía en

Colombia. Ha participado en un gran número de exposiciones a nivel nacional y en

algunas internacionales ha publicado varios libros y ha recibido distinciones en el

campo de la fotografía y el arte. Esta muestra es un homenaje a su aporte al

desarrollo de la fotografía como arte.

León de Greiff. Bogotá, 1970. Abdú Eljaiek. Fotomuseo, octubre de 2000.

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92

Olav Roots. Bogotá, Teatro Colón, 1967. Abdú Eljaiek. Fotomuseo, octubre de 2000.

La muestra comienza con retratos de personajes destacados en la sociedad

nacional: artistas, políticos, intelectuales, todos capturados en su hábitat, en los

escenarios en que han gestado las actividades que les han merecido el

reconocimiento público. Así se captura la esencia pública del personaje.

La función de estas fotografías es reforzar esa esencia o mejor, condición pública

de estos personajes. Como afirma Freund, el retrato consiste en una afirmación

del “ascenso de amplias capas de la sociedad hacia un mayor significado político y

social” (Freund, 1983:13).

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93

Monguí, Boyacá, 1970. Abdú Eljaiek. Fotomuseo, octubre de 2000.

Villa de Leyva, 1997. Abdú Eljaiek. Fotomuseo, octubre de 2000.

Por otro lado también figuran campesinos y construcciones de Villa de Leiva, que

es considerada un lugar patrimonial. Resguarda un recuerdo idealizado de la

colonia. Villa de Leiva representa el estatismo de los recuerdos, es un lugar

donde se conserva el pasado amable que se quiere recordar. Representa

tradiciones arquitectónicas, religiosas y de relaciones que se mantienen sobre el

paso del tiempo.

Los campesinos son capturados en la plaza, son elementos tradicionales de la

ingenuidad y la nostalgia. Se contraponen sus retratos con los de los personajes e

intelectuales.

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94

Eljaiek captura estos referentes desde una intención estetizante, maneja las

sombras y la luz como transformadores y componentes esenciales de la imagen,

desde una posición pictórica.

3.3.3 Homenaje a Carlos Caicedo

Caicedo es reportero gráfico. Aunque ha participado de diferentes formas en la

fotografía (laboratorista, retrato social), se estableció como reportero gráfico en

búsqueda de la acción, del momento preciso, del instante perfecto que le

permitiera conseguir una imagen única, contrastada y que rompiera con los

convencionalismos de su época.

Durante mas de 36 años (1952 a 1986) trabajó en el periódico El Tiempo, donde

se ganó el reconocimiento a nivel nacional y en cierta medida internacional, por su

agudeza visual, por la búsqueda de un ángulo creativo y su agilidad para captar

imágenes inesperadas. Caicedo señala situaciones mediante el contraste. Sus

imágenes desprevenidas retratan una sociedad, desde los criterios de la noticia, la

anécdota y los eventos y actividades de la sociedad.

Los Lagartos, Bogotá, 1977. Carlos Caicedo. Fotomuseo, abril de 2001.

Bogotá, 1967. Carlos Caicedo. Fotomuseo, abril de 2001.

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95

La muestra comienza con una sección de deportes. Equitación, golf, ciclismo,

fútbol, motocross y tauromaquia. Imágenes inesperadas sorprenden desde la

manipulación del ángulo para darle sentido a la imagen o para captar la acción en

su totalidad. Es importante que estas imágenes se produjeron en el contexto de la

reportería de estas imágenes, por lo cual sirven como testimonio de una acción.

Bogotá, 1973. Carlos Caicedo. Fotomuseo, abril de 2001. Bogotá, 1967. Carlos Caicedo. Fotomuseo, abril de 2001.

Contrasta aspectos cotidianos que se relacionan con el desarrollo y las tradiciones

de la ciudad, mediante situaciones y encuentros volátiles.

Aunque Caicedo en su época fue muy afamado, en la actualidad no ejerce y se ha

marginado del medio y la práctica fotográfica. Una exposición suya como

homenaje es una forma de reivindicarlo como fotógrafo y valorizar su trabajo con

imágenes menos efímeras que las publicadas en un diario.

Tal vez el valor de las fotos de Caicedo, el que le permite figurar en el Fotomuseo,

es su relación con el fotógrafo francés Cartier Bresson. Las fotografías de este

francés marcaron una tendencia en el desarrollo de la fotografía moderna, a través

del concepto de instante supremo, que consiste en lograr capturar un momento

perfecto, sorpresivo, capaz de concentrar el sentido total de una acción o imagen.

Puede ser que las imágenes de Caicedo, bastante arriesgadas y originales para

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96

su época en el contexto colombiano, reciban un homenaje desde el arte por su la

similitud de su técnica con la del famoso Cartier Bresson.

3.3.4 Fotomaratón

La fotomaratón consiste en una maratón de fotografías de Bogotá. En esta

maratón participaron fotógrafos profesionales y aficionados, quienes durante dos

días se dedicaron a fotografiar a Bogotá siguiendo una ruta establecida que les

indicó cuales eran los temas o lugares que debían capturar.

Esta actividad se realizó por primera vez en el 98, a cargo del Museo de

Desarrollo urbano, y como iniciativa de Danilo Duarte. En esta segunda maratón,

organizada por el Fotomuseo, se mantiene gran parte de la temática señalada en

la primera maratón y se establece como homenaje a Duarte la categoría de

fotografía imaginada, en la cual la decisión sobre el tema recaía en los criterios

del fotógrafo.

Los rollos que utilizan los fotógrafos les son entregados al inicio del evento y

deben ser entregados al terminar. Las fotografías resultantes son evaluadas por

un jurado que en esta ocasión estuvo conformado por Eduardo Serrano; Carlos

Duque, fotógrafo y publicista, miembro de la junta directiva; Carlos Caicedo,

reportero gráfico; Francisco Carranza, fotógrafo; y Richar Emblin, director de

fotografía de El Tiempo.

En el formato de la convocatoria se dice que los criterios de selección se centran

en el seguimiento estricto de la fotoruta (la temática y lugares), la calidad técnica,

el criterio estético y conceptual y se remarca la relación con la ciudad.

En un artículo de El Tiempo Suárez afirma

queremos plasmar a Bogotá hacia el futuro, que la gente sepa mas adelante qué pasó a comienzos del siglo, en el año 2001. Que esto se convierta en un registro documental, histórico, fotográfico y artístico (El Tiempo, 2001:2- 13).

Page 96: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

97

La fotoruta establece más que temáticas, lugares que deben ser señalados en las

fotografías. Estos lugares son en los que la Alcaldía ha invertido siguiendo sus

políticas de espacio público y cultura ciudadana. Se busca que los ciudadanos

produzcan fotos no de cómo entienden ellos la ciudad, sino explotando su

creatividad en cuanto a ángulos y perspectivas, pero siguiendo parámetros

determinados que son símbolos de las políticas publicas del desarrollo de la

ciudad. Sin embargo, la gracia es que son documentos producidos por los

ciudadanos mismos, estrategia que parece legitimar las imágenes resultantes

como mirada ciudadana.

La fotoruta contempla: parques, eje ambiental y centro histórico, Transmilenio,

arquitectura y urbanismo, industria, megabibliotecas y complejos culturales, el

jardín botánico, la plaza de Bolívar, la torre Colpatria (que fue el escenario del

evento central), fuegos artificiales y música sobre este icono de Bogotá,

atracciones mecánicas, ciclorutas, ciclovías y deportes, la media maratón. Todo

tiene relación con las políticas culturales, turísticas y urbanas de la Alcaldía, con

la ciudad que quieren formar. Es un evento que busca recoger imágenes que

permitan publicitar la ciudad, legitimar e impulsar el reconocimiento y valor de

ciertos lugares que a la Alcaldía le ha costado construir, o que busca constituir

como símbolos de la ciudad y las actividades recreativas y de ocio que ofrece,

además de la posibilidad de transitarla disfrutando de las remodelaciones y los

paseos. Otras categorías se refieren a rostros urbanos, la comida bogotana, la

casa bogotana, atardecer, amanecer y arte urbano.

Willian Fernando Martínez. Fotomuseo, septiembre de 2001.

Page 97: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

98

La bicicleta como medio de transporte alternativo al automóvil. Para la Alcaldía es

símbolo de humanización y disminución de diferencias sociales en la ciudad.

Juan Pablo Ortiz. Fotomuseo, septiembre de 2001. Abdú Eljaiek. Fotomuseo, septiembre de 2001.

Eje Ambiental y cicloruta. Intervenciones claves que se constituyen en símbolos de

las políticas de la administración distrital. Son vías extensas que permiten que

extienda la mirada a través de la ciudad.

Botero.

Page 98: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

99

Álvaro Ayala Tarquino. Fotomuseo, septiembre de 2001.

La mano de Botero encuadra el arte. La trascendencia de Botero como artista de

renombre internacional ejemplo y anhelo de los promotores culturales.

Marcelo Salinas. Fotomuseo, septiembre de 2001.

Page 99: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

100

Mariposa. Hace alusión a los planes de recuperación del espacio público y del

centro. La mariposa es símbolo del renacimiento y transformación de la zona

(Castro, 2003).

Jaime Ávila Ferrer. Fotomuseo, septiembre de 2001.

Transmilenio, símbolo del desarrollo y la organización de la movilidad de la ciudad.

Salta a la vista el filtro de la concepción de la ciudad desde el urbanismo, cuyos

ejes se representan en este evento. La selección es una alusión directa a las

políticas del desarrollo de la ciudad. Se muestra una Bogotá que crece por medio

de las fotografías que señalan la construcción; una Bogotá que es transitada por a

través de las ciclorutas, a pie y por Transmilenio, que fluye a través de la ciudad.

Al igual que en la primera exposición, Miradas a Bogotá, la ciudad es representada

como un espacio intervenido y en desarrollo. La referencia es hacia lugares, sitios

que son símbolos de las políticas públicas de la alcaldía.

No hay referencias a comunidades y habitantes urbanos, y por supuesto mucho

menos se muestran conflictos, tensiones o convivencias entre los grupos sociales

Page 100: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

101

de la ciudad. Aquí la ciudad como concepto sobrepasa a la comunidad que la

mantiene con sus dinámicas de apropiación y procesos sociales. Así, Bogotá es

solo un paisaje intervenido.

La ciudad que se ve es el concepto proyectado desde el panóptico, articulado con

la ilusión de participación en su construcción por parte del urbanita, en el sentido

que estas fotografías fueron producidas por ciudadanos.

Las personas y pequeñas multitudes que aparecen en algunas imágenes, existen

solo en relación con el espacio. No hay una ligera aproximación a las prácticas

espontáneas que construyen la ciudad compleja.

3.3.5 Marta y la otra

Esta exposición reúne una muestra de fotografías de Marta María Pérez Bravo,

artista cubana residente en México. Esta artista utiliza la fotografía como medio de

expresión de sus obras plásticas. Expone constantemente desde que inició su

trayectoria en 1984, es reconocida en Europa, Estados Unidos, y Latinoamérica.

Prejuicios, 1989. Fotomuseo, noviembre de 2001. Ilekes, 1998. Fotomuseo, noviembre de 2001.

Page 101: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

102

Su obra se basa en las ceremonias, mitos y creencias de la santería cubana. Esta

artista goza de un gran reconocimiento internacional,

Eshu jugando, 1997. Fotomuseo, noviembre de 2001. Nadie nos desata, 1994. Fotomuseo, noviembre de 2001.

Sus imágenes concebidas desde las artes plásticas, utilizan recursos que

complementan el sentido de su cuerpo, instrumento de sus fotografías.

No se trata de fotografía que documente o informe sobre la santería cubana, son

interpretaciones plásticas soportadas en medio fotográfico. Las técnicas de

composición se asemejan a la pintura. La imagen centrada, la mascara como un

contexto o espacio sobrepuesto a un fondo blanco que se delimita con un marco,

como si se tratara de un lienzo sobre el cual se delimita borrosamente el lugar

donde el elemento central va a ser su aparición.

Son imágenes cargadas de significados, pero sencillas en su presentación y

realización.

Page 102: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

103

Esta fue la primera exposición de fotografía internacional que realizó el

Fotomuseo. Es una muestra en la que se aprecia el uso de la fotografía en las

artes plásticas. Pérez Bravo ha participado en varias exposiciones individuales

internacionales, que le han permitido ganarse el reconocimiento como artista

latinoamericana que sienta un posición frente a las costumbres de su país natal.

3.3.6 Ruvén Afanador

Esta exposición se realiza con el apoyo del Bogotá Fashion y constituye una

actividad de apoyo a este evento. Afanador es un fotógrafo colombiano que no ha

trabajado en Colombia. Su trabajo se centra en la moda y se ha desarrollado

sobre todo en New york.

Pamela. New York, 2000. Fotomuseo, marzo de 2002. Dean. New York, 1999. Fotomuseo, marzo de 2002.

Sus fotografías circulan en revistas de moda, son imágenes publicitarias llenas de

sofisticación, artificiosas, hablan de una elegancia y una belleza sobrecargadas,

y en la mayoría de casos transgresoras.

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104

Beatriz. Buenos Aires,2000. Fotomuseo, marzo de 2002. Elia. París, 2000. Fotomuseo, marzo de 2002.

Sus imágenes se basan en parámetros clásicos de composición, equilibrio y

contraste, pero el spectrum rompe con los valores de la fotografía clásica

imprimiéndole un estilo vanguardista y dramático.

La exposición de Afanador fue muy publicitada en prensa, ya que es como un

orgullo que un colombiano halla logrado incluirse en el circulo internacional

artístico cosmopolita; no desde la subalternidad del folklor sino con los

parámetros verdaderamente considerados internacionales, no regionales. Aunque

la producción, spectrum y difusión de las fotografías nada tiene que ser con

Latinoamérica (a no ser por un par de imágenes en las ruinas peruanas), en los

textos se trata de establecer una influencia latinoamericana y colombiana,

recurriendo al lugar común del colorido del trópico.

Page 104: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

105

Afanador es aclamado por su participación y acogida internacional en el ámbito del

arte europeo y norteamericano, como parte de ese circulo y no en relación con

ese, como la mayoría de artistas latinoamericanos.

Esta exposición definió su público claramente, estas imágenes sofisticadas y

suntuosas se ubicaron en sitios donde las pudiera ver gente relacionada con la

moda y su consumo. Estuvieron en la 93, en la 15 y en la 7ª con veintidós, frente

al teatro Jorge Eliecer Gaitán, justo cuando se celebraba el Festival

Iberoamericano de Teatro.

3.3.7 Jóvenes talentos

Esta exposición agrupa artistas bajo el lugar común de los jóvenes como

promesa, de futuro y creatividad, de exploración de lo novedoso.

Esta exposición explora el uso de la fotografía en el arte por medio de obras de

jóvenes artistas y fotógrafos, cuya juventud se relaciona con la apropiación de

nuevas tendencias.

Los participantes fueron seleccionados según su reconocimiento en el ámbito

artístico nacional, no mediante convocatoria abierta. Los colaboradores en esta

exposición, fueron curadores quienes recomendaron a los participantes.

Ana Adarve. Mudanza 1, 2001. Fotomuseo, octubre de 2002.

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106

Mudanza 1, 2001. Ana Adarve. Las fotografías de esta artista, son las únicas que

el Fotomuseo ha expuesto que plantean un diálogo con el espacio público de la

ciudad. Las imágenes de Adarve señalan huellas, aspectos, desencuentros y

relaciones que tienen lugar en las calles de Bogotá. Esta por ejemplo, de la serie

Mudanza, señala un recorrido debajo de un puente. La textura del espacio bajo el

puente tiene un montaje de telas de colchón, sugiriendo uno de los usos íntimos

que tiene lugar aquí en la noche. Un espacio como el Fotomuseo es perfecto para

este tipo de reflexiones, ya que ubica la obra sobre el espacio que dio lugar a su

creación: la calle.

Helen Cecilia Obregon. Farmington, Usa, 2001. Fotomuseo, octubre de 2002.

Patricia Penagos. El Maná, 1999. Fotomuseo, octubre de 2002.

Fotografías de paisaje y desnudo clásico.

Page 106: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

107

Pablo Adarme. De caza en casa, 2000. Fotomuseo, octubre de 2002.

Johana Calle. Progenie, 2001. Fotomuseo, octubre de 2002.

Los artistas participantes que relacionan la fotografía con el arte contemporáneo,

como Adarve, Adarme y Calle entre otros, reflexionan sobre las posibilidades de la

fotografía para convencer y señalar. Adarme por medio de una construcción

escenográfica, recrea la pose de un coleccionista que recoge objetos de consumo

que de alguna manera otorgan cierto tipo de prestigio, y captura esta pose

teniendo en cuenta que la fotografía es uno de esos medios que pueden legitimar

una posición social. Calle por su parte produce imágenes a partir de la exploración

del proceso mecánico (físico y químico).

Al ver la muestra es bastante difícil establecer en que se basó la curaduría. Hay

fotos de diversos estilos, hay varias que intervienen las imágenes digitalmente,

buscando sentidos que se dirigen hacia la interpretación misma de la fotografía.

3.3.8 Las fotos del paraíso

Fotografías de Morgana Vargas Llosa, hija de Mario Vargas Llosa, a quien

acompaña en su viaje siguiendo el recorrido de Flora Tristán y su nieto el pintor

impresionista francés Paul Gaugin. El viaje que realizan hace parte de

investigación de la cual surge el libro El paraíso en la otra esquina, que se lanzó

Page 107: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

108

en la Feria del libro de Bogotá, donde hizo presencia el Fotomuseo con esta

exposición.

Morgana no solo es personaje por se hija de una de los escritores y políticos mas

reconocidos en América Latina, ha logrado realizar varias exposiciones dentro y

fuera de su país.

En búsqueda de las bisnietas de Gaugin y Vaeho. Morgana Vargas Llosa, 2002. Fotomuseo, abril de 2003.

El Paraíso. Morgana Vargas Llosa, 2002. Fotomuseo, abril de 2003.

Estas imágenes como documentos de viaje constituyen una crónica del

seguimiento de las huellas de una feminista europea (Flora Tristán) y un pintor

romántico (Paul Gaugin), en su búsqueda de una utopia. Gaugin, parisino que se

harta del cambio y la nueva composición de la ciudad, huyó hacia lugares exóticos

del nuevo continente como punto de fuga que daría lugar a la expresión de sus

pasiones. Esa mirada romántica está presente en la exotización de los paisajes.

Page 108: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

109

Las crónicas de viaje le permiten al espectador conocer y recorrer virtualmente

esos lugares distantes, convirtiéndose la fotografía en documento de información

que da paso al deseo y la ilusión.

3.3.9 Robert Doisneau, París en Bogotá

Estas imágenes constituyen un retrato social de la idealizada París, la ciudad luz

de la década del 50.

Baiser Valsé. Robert Doisneau, Paris 1950. Fotomuseo, mayo de 2003.

Les glissades du Champ de Mars. Robert Doisneau, Paris 1945. Fotomuseo, mayo de 2003.

Mediante el instante supremo, Doisneau captura personajes, situaciones y

actividades de París, que para nosotros contienen cierta magia al representar una

ciudad que en nuestra sociedad está idealizada como lugar mágico, romántico,

moderno y modelo de desarrollo estructural, intelectual y estético.

Page 109: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

110

Le peintre. Pipard sur le Pont des Arts. Robert Doisneau, Paris 1953. Fotomuseo, mayo de 2003.

Prévert au guéridon. Robert Doisneau, Paris 1955. Fotomuseo, mayo de 2003.

Estas fotografías al captar actividades de la gente, reflejan un uso de la ciudad

mediada por la contemplación y las actividades culturales.

Trépidante Wanda. Robert Doisneau, Paris 1945. Fotomuseo, mayo de 2003.

Page 110: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

111

Hay lugares que son iconos en las actividades de la ciudad. Los cafés, los bares,

son referentes de una agitada vida nocturna que ofrece entretenimiento y placer.

Le baiser de l’Hôtel de ville. Robert Doisneau, Paris 1950. Fotomuseo, mayo de 2003.

París es idealizada a través de su historia como centro artístico, cultural y espacio

de bohemia, en el que los personajes marginales son vistos de forma romántica,

en una atmósfera mágica.

París representa lo que Bogotá desde una élite dominante quiere llegar a ser, un

espacio que ofrezca entretenimiento, lugares de encuentro y contemplación. La

Atenas Suramericana busca ahora un referente de modernidad y lo encuentra en

París, cuyas narrativas y prácticas urbanas están plasmadas en las principales

producciones literarias referentes a la ciudad, en la que el transeúnte es el héroe

que recorre y consume simbólicamente sus espacios.

Page 111: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

112

3.4 Comentarios generales.

El filtro de selección del Fotomuseo, aunque ha tenido una programación diversa,

es bastante cerrado. El temor a que la interpretación se salga de las manos no

permite el uso de fotografías más impactantes, que permitan una reflexión que

vaya mas allá de la decoración y la imagen de la ciudad.

Convertir a la fotografía en arte es uno de los mecanismos que domestican y

moderan el sentido explosivo de la imagen fotográfica (Barthes, 1991:117). La

relación con una imagen que ya no existe, que solo existe en tanto es un objeto

que existe para ser mirado, encierra un grado de alucinación. Hay una relación

dialéctica entre la temporalidad y la circunstancia inmortalizada, la sugerida

continuidad y el momento de la contemplación. Por un lado, lo representado ya no

está allí, pero por otro lado tuvo que haber sucedido para haber sido capturado.

La búsqueda del momento perfecto estetiza la vida cotidiana, además de darle un

valor a la imagen de irrepetible, y de valorar además al fotógrafo por su habilidad

de captar momentos inesperados, bien logrados.

La condición de la fotografía, las posibilidades de esta no son exploradas en la

sociedad ya que su difusión pública esta mediada por las capas dominantes, que

apaciguan la potencialidad de las fotografías y en casos como el Fotomuseo, la

escogencia de las imágenes solo quiere entretener y permitir una experiencia

estética permeada por los ideales y deseos de esta élite que produce sentidos. La

mirada hacia la fotografía este fuertemente condicionada a la función y el medio

en que esta circule. Estas determinaciones estrechan las posibilidades de

discusión de sentido y de los alcances culturales de las imágenes fotográficas. El

uso corriente de la fotografía y su supuesto carácter de verdad adormecen su

sentido y la vuelven una imagen plana, que muestra, no una imagen que

encuadra, que determina y limita la mirada.

Page 112: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

113

El Fotomuseo educa en la visualidad estableciendo referentes que deben ser

considerados válidos, pero no únicos. Mediante esta simbología estética mantiene

su distinción al poseer el conocimiento y la autoridad para determinar que expone

y que no. Es un fuerte mecanismo ideológico que legitima una ciudad ideal, una

transformación ideal, una reflexión ideal y aleja de la condiciones sociales

contradictorias que tienen lugar en Bogotá.

Page 113: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

114

4. CONCLUSIONES

Generalmente, el arte contribuye a la cultura y sentidos dominantes en una

sociedad, convirtiéndose en articulación central de esta. Sin embargo, si bien

puede funcionar como un elemento de afirmación simbólica de los sentidos

dominantes, también puede influir en la transformación y articulación de estos

desde una postura emergente que entra a relacionarse con los valores dominantes

(Williams, 1980:45).

El Fotomuseo tiene un formato innovador que refuerza valores dominantes y

emergentes en relación a dos aspectos principalmente: el espacio público, o mas

bien sus políticas de la administración distrital sobre este; y en cuanto a la

desterritorialización del arte.

En la dinámica multicultural global, Latinoamérica es una región que entra a

relacionarse con el centro del desarrollo: Europa y Estados Unidos.

El circuito cultural (producción, difusión y recepción) se desarrolla con relación a

los parámetros que definen esos centros dominantes.

En este contexto influye la industrialización de lo simbólico, que genera

distinciones y jerarquías sociales delimitadas por la capacidad de acceder a los

referentes que se mueven en los círculos hegemónicos.

En el ámbito universal del arte, Latinoamérica entendida como una región de

producción cultural homogénea, representa un “santuario de la naturaleza

premoderna” (García Canclini, 1995:110). Es así como la producción cultural

Latinoamericana se tiende como un folclor inocente de los procesos

multiculturales de la globalización.

Page 114: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

115

La historia del arte se desarrolla a partir de una unidad que aparentemente agrupa

lógicamente los parámetros de la creación artística: la Nación. Así, “las artes

plásticas y la literatura permanecen como fuentes del imaginario nacionalista,

escenarios de consagración y comunicación de los signos regionales de identidad”

(García Canclini, 1995:110). Sin embargo, aunque se afirme una narrativa

nacional, este tipo de producción cultural, en la dinámica global es enmarcado en

lo exótico e inocente.

Por otro lado, los artistas nacionales que han logrado ubicarse en las tendencias

internacionales se desligan de lo nacional, y es precisamente un sentido de

cosmopolita lo que les proporciona una resonancia internacional (García Canclini,

1995, 1998)

En este sentido, el arte atraviesa un proceso de desterritorialización, una

separación de lo nacional para ingresar al ámbito internacional del circuito

artístico.

En este contexto es que se desarrolla el Fotomuseo. La directora del proyecto

Fotomuseo Gilma Suárez, conoce las dinámicas tradicionales del ámbito artístico

europeo y norteamericano, y en su rol como promotora cultural busca que su

proyecto puede enmarcarse en los referentes internacionales y no en relación a

ellos desde una posición de subalternidad.

Por eso Suárez busca alejarse de los lugares comunes y estereotipos de la

representación de las comunidades Latinoamericanas: los negros, los indios y los

pobres; y en cambio recurre a parámetros estéticos y artísticos que circulen en el

ámbito internacional.

Al insertar estos referentes en el espacio público, no solo se legitiman y

comunican masivamente; se construye simbólicamente una ciudad, se moderniza

Page 115: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

116

la imagen y se ponen a circular nuevos y modernos referentes de consumo

cultural.

Sin embargo, en este proceso de modernización la producción se aleja del

contexto en el que se origina, se basa en ideales hegemónicos, pero en nada se

relaciona con las prácticas de la ciudad.

Por eso el Fotomuseo no dialoga positivamente con la Bogotá cotidiana. Es

interesante que muestre en la calle imágenes novedosas y de gran valor estético,

pero como proyecto cultural solo flota por la ciudad, no establece una relación que

vaya mas allá de un ideal y un deseo proyectados.

En el proceso de cambiar la imagen de la ciudad se relaciona con los valores

emergentes dominantes del espacio público y con el ideal de ciudad de las

recientes administraciones de Bogotá, con las que el Fotomuseo comparte la

intención de modernizar la ciudad, de acercarla hacia un ideal en el que el

consumo simbólico y cultural es de gran importancia para la nueva imagen de la

ciudad.

En este cruce de arte y políticas la ciudad que representa el Fotomuseo es el ideal

abstracto, el concepto de la ciudad hacia el cual las políticas públicas conducen a

Bogotá.

Al no querer relacionarse con referentes folclóricos que impliquen subalternidad, el

Fotomuseo se centra en una ciudad abstracta y se limita a representar los iconos

de su transformación física y política.

El patrimonio fotográfico que expone Fotomuseo tiene que ver con los deseos y

valores de una clase hegemónica que quiere verse reconocida en el ámbito

internacional, y no con una mirada sobre la dinámica de la ciudad, que no puede

Page 116: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

117

seguir siendo abordada a partir de perspectivas totalizantes y excluyentes que la

enmarquen en una modernidad europea inexistente o en un estado de inocencia

premoderna. El patrimonio del Fotomuseo expresa un ideal en la transición de la

construcción de la ciudad.

En rigor todo patrimonio y toda narración histórica o literaria es la metáfora de una alianza social: lo que cada grupo hegemónico establece como patrimonio nacional y relato legítimo de cada época es resultado de operaciones de selección, combinación y puesta en escena que cambian según los objetivos de las fuerzas que disputan la hegemonía y la renovación de sus pactos (García Canclini, 1995:112).

Este patrimonio expresa una aparente inclusión de los ciudadanos pero en

esencia estos están alejados de la esferas que los dominan, ya que son incluidos

en tanto consumidores simbólicos objetivo que sostienen los ideales de la clase

hegemónica.

Sin embargo, los consumidores simbólicos no solo consumen pasivamente,

experimentan un proceso de recepción en el que se negocian los sentidos y se da

lugar a la creación de otros, que pueden ser ignorados por la mirada que

conceptualiza una masa. Esos sentidos generan prácticas y valores sociales que

no se establecen en polos europeizantes o premodernos, responden al desarrollo

espontáneo y cotidiano de una sociedad que experimenta una transición y que es

consciente de la situación en que se enmarca a nivel global. Las prácticas

urbanas bogotanas se ven afectadas por los sentidos globales y generan valores

y críticas en relación a estos.

Proyectos culturales como el Fotomuseo deberían mirar hacia las prácticas

simbólicas de la ciudad, buscando los valores de una sociedad que se desarrolla

híbridamente, no inocentemente en un contexto global y multicultural.

Las concepciones tradicionales arribistas y conservadoras no permiten la

exploración de reflexiones del proceso híbrido de transición de Bogotá.

Page 117: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

118

La ciudad no es premoderna ni puede ser europeizada, se encuentra en una vía

entre esos puntos de tensión y sus representaciones deben concentrarse en esos

espacios de transito y reflexión.

We need images of transits, of crossings and interchanges, not only visual discourses but also open, flexible reflections, wich find a way between these two intense activities: the nationalist fundamentalism which seeks to conjure magically the uncertainties of multiculturalism, and on the other, the globalising abstractions of the market and the mega exhibitions, where one loses the will and desire for the formulating the manner in which we are thought. (García Canclini, 1998:380)

Page 118: EL FOTOMUSEO COMO PRÁCTICA ARTÍSTICA EN LA …

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Estatutos Fotomuseo.

Requisitos para eventos temporales en el espacio público. Departamento

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CATALOGOS DEL FOTOMUSEO

Agosto de 2000. “Miradas a Bogotá”.

Octubre de 2000. “Homenaje a Abdú Eljaiek”.

Abril de 2001. “Homenaje a Carlos Caicedo”.

Septiembre de 2001. “imágenes de ciudad. Fotomaratón”.

Noviembre de 2001. “Marta y la otra”.

Marzo de 2002. “Ruven Afanador”.

Octubre de 2002. “Jóvenes talentos”.

Abril de 2003. “Las fotos del paraiso”.

Mayo de 2003. “Robert Doisneau. París en Bogotá”.

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ENTREVISTAS

ADARVE, Ana. Junio 17 de 2003.

CAICEDO, Carlos. 13 de mayo de 2003.

CASTRO, Lorenzo. 13 de marzo de 2003.

CERÓN, Jaime. 16 de mayo de 2003.

HUERTAS, Mario. 28 de abril de 2003.

MORALES, David. 30 de mayo de 2003.

PEÑUELA, Gloria. 15 de mayo de 2003.

SUÁREZ, Gilma. 2 de junio de 2003.