El Fraile

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El FraileEse otro espanto que tiene diferente leyendas, segn la regin. En la Cordillera Central tiene semejanza a la de Antioquia. Porque la denominan "El Cura sin cabeza", o el "Cura descabezado". En la llanura ardiente del Magdalena figura simplemente como El Fraile y tuvo su origen en la Villa de Purificacin. Los episodios y la leyenda son suministrados por Catalina Loaiza Mi abuelo Nicanor tena una casita de campo en la fraccin de Hilarco, a orillas del ro Magdalena. Yo viva en la Villa, en el barrio Santa Brbara, aunque mi familia era de Chancha. Me llevaron al pueblo a estudiar en el mejor colegio que habla para nia, en aquella poca. Vino mi abuelo a verme, porque me encontraba convaleciente de las viruelas que en aquellos meses azotaban la poblacin. Como el anciano me quera mucho, le rogu me llevara unos das a su casita campestre para restablecerme comiendo mucha fruta y aspirando aire puro. l, gustoso accedi, advirtindome que tenamos que madrugar para que no nos lograra el sol, por lo que bamos a pie. A las cuatro de la maana ya estbamos tomndonos la "changua" para coger camino. Nos dirigimos hasta el puerto de "La Barca", para seguir bordeando el ro por al sendero trillado que nos llevaba a Hilarco. - Usted no conoca aquel camino? - No, porque me llevaron muy pequea y por el camino veredal que comunica a Chenche con Hilarco. Salimos del pueblo con la luz de la aurora y nos adentramos por la alameda, recibiendo la brisa, fresca y acariciadora de la maana. Al llegar a una zanja seca, formada por el cauce de una quebrada que en poca de invierno detiene gente, vimos la figura de un cura que corra bajo los rboles y se entraba por el lecho arenoso del riachuelo. Me sorprend al ver a esta ora a un sacerdote y le pregunt a mi abuelo: "Para dnde Ir aquel Padrecito?". "Madrug ms que nosotros". -Mi abuelo para no asustarme respondi- "Ir a confesar e alguien que estar agonizando". - Pero... usted se asust? - No, porque no imagin que aquello fuese espanto. - ...No me cont que la aparicin del "guando" en Payandesal, se la haban explicado los peones? - S seorita. Pero ignoraba que los curas tambin espantaran. Al llegar a la casita de campo, ya estaban desayunando Pedro el ordeador y el "bobo" Cirilo. Estos me preguntaron: nia, cmo le pareci el viaje? Yo les respond: bueno porque madrugamos y nos hizo una maana esplndida.. Aunque madrug ms un sacerdote que se entr por la quebrada.. Ambos se rieron a canaladas y agregaron que l siempre madrugaba... aunque a veces le gustaba pasear a altas horas de la noche por aquellos desechos. Al picarme la curiosidad de que un Ministro de Dios anduviese tarde de la noche, o a la madrugada lejos de su parroquia, le pregunt a mi abuelito que si era que aquel cura estaba loco y l me contest: "Es el alma de un Fraile que lo tiene Dios purgando sus penas en este mundo". "Si me contestas unas preguntas de Historia, te relatar la leyenda de ese espanto". Algo temerosa le respond: - Pregunta a ver... -El viejo como haba estudiado y ledo mucho, se acost en la hamaca fumndose un chicotazo y me dispar el siguiente interrogatorio: - Quin fund la Villa de Purificacin? - Don Diego de Ospina y Maldonado al 25 de mayo de 1664. - Muy bien. Cmo llam don Diego, al alto donde est el templo? ..

- La Mesa de Las Palmas. - Quin fue su primer Prroco? - Don Francisco de la Arena y Guarnizo. - Aj! Hasta aqu vas muy bien. Qu Indios habitaban esta regin? - Nos han enseado que los indios Pijaos eran los que habitaban el Tolima. - Te voy a explicar mejor: dejemos a los Pijaos en la cordillera y sus laderas. En la llanura amplia y ardiente vivan varias tribus como las de estas tierras que eran los Poincas o Yaporogos, quienes vivan en continua guerra con las Pijaos; los Panches aunque vivan haca la margen derecha del Magdalena, sostenan permanente amistad con los Coyaimas, Natagaimas y Yaporogos. Para poder fundar la Villa, necesitaron los espaoles el sometimiento da todas estas tribus aprovechando las guerras que sostenan los del llano con los de la cordillera. Para ello enviaron expedicionarios que la mayora d las veces eran sanguinarios y no cumplan los pactos convenidos. - Abuelito, cundo comienza la leyenda de El Fraile? - Ya va a comenzar.., As que no te duermas; Mucha atencin! - Principia, abuelito...! LEYENDA DEL FRAILE Entre las expediciones que mandaban de Santa F, al mando de capitanes y soldados a civilizar estos territorios, muchos eran crueles y arrasaban las sementeras e incendiaban los bohos de los pobres indios. Slo cuando venan sacerdotes para administrar los Santos Sacramentos y oficiar la Santa Misa, estos se hacan acompaar por capuchinos o legos para que se entendieran con la ardua tarea de evangelizar. En una de estas comisiones venia un fraile, que gustaba ms del juego que comer o que ensear la doctrina. Hacia la orilla del ro Magdalena donde hoy se levanta el majestuoso puente, construyeron unas chozas llamadas "Elbas" y era el sitio preferido por los tahres. Las casas reales o viviendas de los colonizadores quedaban en El Alto, cerca a la iglesia, que en aquella poca era de bahareque. El "lego" de mi cuento se bajaba todas las noches a las Elbas, a entretenerse en el "juego". El capelln ya habla advertido sus andanzas por las cuales lo sermoneaba constantemente, pero nada haba valido. A tanto lleg su descaro, que una noche no habiendo logrado ganar ni una "lupia", apost el hbito. Como lo perdi, su contendor, ciego de la ira, con arma en mano, lo obligaba a que se despojara de l. El pobre religioso, rojo de furor le rogaba que lo acompaara al campamento, para all cambiarse y entregrselo. El soldado no accedi, por lo tanto el frailuno le propuso entregrselo en un sitio apartado y solitario, a fin de no hacer pblico tan vergonzoso caso. Por fin atendi la splica y se encaminaron por la orilla del ro, hacia el sur, por una senda sembrada de guaduales. Cuando llegaron a la zanja de una quebrada, el apstol se desvisti y entreg el burdo sayalete quedando slo en interiores, para no salir jams del monte por no confesar su pecado. El soldado de regreso, rindose de la pobre situacin del capuchino, lleg jactancioso donde sus compaeros de crpula, a burlarse y celebrar con licor su hazaa. Ya borracho el ganador, sali a la orilla del ri y exclam en voz alta: "Para qu quiero yo estos costales sucios y burdos?. Que se los lleve la corriente...!" Y los arroj a las tranquilas aguas, en medio de las risotadas de los espectadores. - Abuelito, y el Fraile se muri? - Dicen que all muri de hambre. Lo buscaron por otros sitios, pero a nadie se le ocurri ir hacia aquel zanjn. Lo cierto es, que a quienes madrugan o pasan a media noche, se aparece en actitud indecisa, como buscando dnde esconderse, para luego ocultares con presteza.

Este es ms o menos el relato que me hizo el abuelito. Le agrad? - Muchsimo!. Lo que me intriga es saber si la quebradita o el zanjn existen. - El lecho todava existe. Claro que como ese monte se tal, ya no arrastra bastante caudal de agua, sino en invierno. La quebradita se halla en tierras de la hacienda San Francisco y le pusieron el nombre de El Fraile, por el espanto en aquel lugar. Me tena en tensin con su relato. - Verdad que es algo raro? - En esto de mitos y leyendas nada os raro. Adems, en aquel tiempo las costumbres eran diferentes. - Eso es verdad. - La invito para la prxima entrevista. - Tendr el mayor placer.

La PatasolaEntre los mitos del Tolima Grande tal vez el ms temible, el ms feroz y el ms sanguinario es la Patasola. Habita entre la maraa espesa de la selva virgen, en las cumbres de la cordillera, en los bosques solitarios o en los montes ms espesos de la llanura. Con la nica pata qu tiene avanza con rapidez asombrosa. Es el endriago ms temido por colonos, mineros, cazadores, caminantes, agricultores y leadores. Algunos aventureros dicen que es una mujer bellsima que los llama y los atrae para enamorarlos, pero avanza hacia la oscuridad del bosque a donde los va conduciendo con sus miradas lascivas, hasta transformarse en una mujer horrible con ojos de fuego, boca desproporcionada de donde asoman unos dientes de felino, y una cabellera corta, despeinada que cae sobre el rostro para ocultar su fealdad. En otras ocasiones, oyen los lamentos de una mujer extraviada; la gritan para auxiliarla, pero los quejidos van tornndose ms lastimeros a medida que avanza hacia la victima y, cuando ya est muy cerca, se convierte en una fiera que se lanza sobre la persona, le chupa la sangre, y termina triturndola con sus agudos colmillos. Cuentan los cazadores, que lo que ms temen ellos, es el poder que tiene de metamorfosearse y por lo tanto los danos que les causa y el engao que les hace con la pezua, porque a veces deja el rastro de vaca y otras de oso. La defensa de cualquier persona que la vea, consiste en rodearse de animales domsticos, ya sea ganado vacuno, lanar, caballar, mular y cabro; aunque advierten que le superan los perros, calificndolos a todos como animales "benditos". Persigue a los caminantes y cazadores que penetren a sus predios a los mineros que tengan muchas herramientas, porque odia el hacha, la peinilla o el machete. Castiga a los agricultores mandndoles vendavales para destrozar sus plantos, y ms si son de maz. Se cree duea y seora de la selva rodeada de fieras y bichos malficos. Cuando est contenta con las maldades que ocasiona, se sienta a cantar sobre la copa de un rbol, o sobre un montculo, lo siguiente: Yo soy ms que la sirena; en el monte vivo sola; y nadie se me resiste porque soy la Patasola. En el camino, en la casa en el monte y en el ro, en el aire y en las nubes,

todo lo que existe es mo.

LEYENDA DE LA PATASOLA Cuentan que en cierta regin del Tolima Grande, un arrendatario tena como esposa una mujer muy linda y en ella tuvo tres hijos. El dueo de la hacienda deseaba conseguirse una consorte y llam a uno de los vaqueros de ms confianza para decirle: vete a la quebrada y repara entre las lavanderas, la mejor; luego me dices quin es, y cmo es. El hombre se fue, las observ a todas detenidamente, -que en su mayora eran viejas y feas-, al instante distingui a la esposa de un vaquero compaero y amigo, que fuera de ser la mas joven, era la ms hermosa. El vaquero regres a darle al patrn la filiacin y dems datos sobre la mejor. Cuando lleg el tiempo de las "vaqueras" o "herranzas", el esposo de la bella relat al vaquero emisario sus tristezas, confi sus cuitas quejndose de su esposa que la notaba fra, menos cariosa y ya no le arreglaba la ropa con la misma asiduidad de antes; viva de mal genio, era dspota desde haca algunos das hasta la fecha; que le provocaba irse lejos..., pero le daba pesar con sus hijitos. El vaquero sabedor del secreto, compadecido de la situacin de su amigo, le cont lo del patrn, advirtiendo no tener l ninguna culpabilidad. El entristecido y traicionado esposo le dio las gracias a su compaero por su franqueza y se fue a cavilar a solas sobre el asunto y se deca: si yo pudiera convencerme de que mi mujer me engaa con el patrn, que me perdone Dios, porque no respondo de lo que suceda. Luego plane una prueba y se dirigi a su vivienda. All le cont a su esposa que se iba para el pueblo porque su patrn lo mandaba por la correspondencia; que no regresaba esa noche porque como ya las sombras del crepsculo caan, al regresar tarde le daba miedo pasar por "El zanjn de los muertos". Se despidi de beso y acarici a sus hijos. A galope tendido sali por diversos vericuetos para matar al tiempo. Lleg a la cantina y apur unos tragos de aguardiente. A eso de las nueve de la noche se fue a pie por entre el monte y los deshechos a espiar a su mujer. Serian ya como las diez de la noche, cuando la mujer, viendo que el marido no llegaba, se fue para la hacienda en busca de su patrn. El marido, cuando vio que la mujer se diriga por el camino que va al hato, sali del escondite, lleg a la casa, encontr a los nios dormidos y se acost. Como a la madrugada lleg la infiel muy tranquila y serena. El esposo le dijo: "De dnde vienes?". Ella con desenfado le contest: "De lavar unas ropitas...". _De noche? -Cort el marido. A los pocos das, el burlado esposo invent un nuevo viaje. Mont en su caballo dio varias vueltas por un potrero y luego lo guard en una pesebrera vecina. Ya de noche, se vino a pie para esconderse en la platanera que quedaba frente a su rancho. Esa noche la mujer no sali, pero lleg el patrn a visitarla. Cuando el rico hacendado lleg a la puerta, la mujer sali a recibirlo y se arroj en sus brazos besndolo y acaricindolo. El enfurecido esposo que estaba viendo todo, brinc con la peinilla en alto y sin dar tiempo al enamorado de librarse del lance, le cort la cabeza de un solo machetazo. La mujer, entre sorprendida y horrorizada quiso salir huyendo, pero el energmeno marido le asest tremendo peinillazo al cuadril que le baj la pierna como si fuera la rama de un rbol. Ambos murieron casi a la misma-hora. Al vaquero le sentenciaron crcel, pero cuando sali de ella que fue al poco tiempo, volvi por los tres muchachitos y le prendi fuego a la casa.

Por eso las gentes aseguran haberla visto saltando en una sola pata, por sierras, caadas y caminos, destilando sangre del cuadril y lanzando gritos lastimeros. Es el alma en pena de la mujer infiel que vaga por montes, valles y llanuras, que deshonr a sus hijos y no supo respetar a su, esposo. ANCDOTAS SOBRE LA PATASOLA En la vereda "Yaco", del municipio de Natagaima, haba un anciano llamado don Pantalen, quien saba mucha mitologa, historias de las tribus Indgenas aledaas al cerro "Pacand", de las guerras de Mosquera, juzgamientos de ste por el general Santos Acosta y de otros presidentes de nuestra amada Colombia. Lo descubr en casa de la familia Paloma, donde acostumbraban hornear semanalmente bizcocho de cuajada, de manteca, bizcochuelos y arepitas batidas. Cantaba con voz trmula estas dos coplas: "A cualquiera se le da un trago con bizcochuelo y unos alpargates viejos para que no pise'1 suelo. Para cachachos Anchique, para rengues el Igu; para blzcochue'e manteca Cejerina palom. Lo Invit a mi escuelita para que me enseara algunas coplas y me narrara algunos episodios sobre los mitos que l conociera, entablando el siguiente dilogo: - Don Pantalen, usted ha visto la Patasola, alguna vez en su vida? - Si seorita... y no seorita. - Por Dios. don Panta; esto qu significa?. - Pues ver: a comienzos de este siglo tenia yo treinta aos y no haba pensado casarme, pero viva en casa de un cuado que era muy afiebrado a la cacera. La casa se levant de madera en la regin del Alto de Las Hermosas. Yo lo acompaaba siempre porque nos divertamos con las aventuras que a diario experimentbamos. Unas muy peligrosas, que gracias a Dios estoy contando el cuento.

REPRESA DE PRADO LAGUNA ENCANTADA

- Haba mucha fiera en aquellos parajes?. - ...Muchsimas!. Pero, nosotros no cazbamos sino animales que nos proporcionaran carne para la semana, como venados, liebres, pacanes... aunque, cuando nos iba mal, buscbamos aves como chorlas, perdices, guacharacas... y una que otra paloma torcaz. - Y qu aves canoras cazaban?. - Pocas, aunque abundan las de plumaje de colores bellos, siempre que se nos presentaba la ocasin cogamos copetones, canarios, turpiales, mirlas, toches y cardenales, porque mi abuelita se enojaba dicindonos que los pajaritos haba que dejarlos libres, que era una crueldad apresarlos y que Dios los haba creado era para alegrar la montaa y el llano con sus trinos.

- Muy bien dicho. Y usted los venda?. - Como yo era cacharrero, recorra villorrios, corregimientos, veredas, llevando mercancas; ya conoca los mejores mercados para cada articulo. Cuando bajaba a Girardot por las chucheras, aprovechaba para llevar los pajaritos y luego regresar con mi cacharro. - Aja!. Llevaba aves y traa adornos. - Efectivamente. En ocasiones me demoraba porque recorra las veredas de Coyaima, Natagaima, San Antonio y Chaparral. Visitaba La Marina, San Jos, Copete, la regin de Tetun, y eso por trocha porque todava estaba en montaa, con casitas distantes unas de otras. - Era peligroso andar a pie por esos riscos?. - Peligrossimo!. Como abundaban los aserros para descuajar la montaa y colonizar, las fieras buscaban escapar, asi que era muy comn encontrarse uno "de manos a boca" con un jaguar, una danta. un tigre gallinero, un oso hormiguero... en fin, uno iba expuesto a mil peligros. - Y usted cmo pudo salir ileso?. - Mi Dios que es tan grande y misericordioso!. A veces me haca el muerto; otras, me trepaba a un rbol y en la mayora de las veces iba acompaado por viajeros, mercaderes o cazadores y ellos disparaban velozmente y las fieras huan como la ira mala. - Y... en qu qued la cacera?. - Ah!. Que a veces nos internbamos entre el boscaje tupido de cedros, robles, guayacanes y nogales, acompaados de cinco perros valientes que se enfrentaban a cualquier jaguar. - Todos eran perros de cacera?. - No. Llevbamos dos guardianes que eran unas fieras: "Veneno" y "Tbano". El mo era " Caifs "..Los dos de caceria eran muy diestros y conocedores del terreno. - Pero los dos cazadores eran usted y su cuado?. - Ah! Perdone. Haba olvidado decirte que invitamos a mi to Eleuterio y a Juan, que era uno de los peones. - Entre varios, deben ser divertidsimas las aventuras de la cacera, verdad?. - Muy divertidas, animadas y encaprichadoras. En aquella ocasin bamos tan embebidos cazando un conejo, que los perros lo haban agarrado lejos de nosotros, cuando de pronto omos unos ayes lastimeros como para conmover la montaa. Eleuterio y yo nos habamos quedado atrs. Estbamos en silencio, cuando se repitieron los quejidos ms cerca de nosotros. Severiano como se haba adelantado con el pen, los dos estaban ms cerca de donde procedan los ayes. Hucheamos los perros que estaban lejos y silb a Caifas; este vino a relamerme. Seguimos. En el claro del bosque distinguimos la mujer despegada que bailaba en una sola pata, pero se diriga hacia Severiano. Juan, su compaero, grit: Virgen Santsima! Nos mata la Patasola..,!. En ese mismo instante nos rodearon los perros y el diablico fantasma huy lanzando una carcajada repugnante y gritando: " Agradzcanle estaban en medio de animales benditos...!". Severiano y mi to Eleuterio estaban tendidos en la hojarasca y amarillos como papayo biche. Inmediatamente mand a Juan al aserro por una botella de aguardiente para reponernos de semejante susto y darles aliento a los compaeros. . - Perdneme don Panta, pero... ustedes loa hombres, arreglan todo con trag uito, verdad?. - Es que es tan sabroso...! Y ms ese, que era de contrabando. - Entonces, usted s vio la Patasola?. - Lo que se dice bien. bien, no. Con el susto, uno se vuelve un tonto. Cuando o la

palabra Patasola, no supe dnde me encontraba. Mi tov Eleuterio y Severiano s la vieron ms de cerca y por eso se cayeron al suelo. - Y ellos qu dijeron cuando se repusieron?. - Ya con los traguitos vinieron las risas. Mi to deca que l se saba una oracin pero no pudo dar con la primera palabra. Severiano deca que era una mujer que no se le poda ver la cara porque los cabellos le caan sobre ella; que lo nico que asomaban eran unos largos colmillos amarillentos y que daba lstima verla con el vestido andrajoso y sucio. - Yo creo que ellos tampoco la pudieron ver bien, por el mismo miedo que sintieron. No dice que se cayeron al suelo?. - S seorita. Es que el miedo comienza desde que la oye uno cernir; y como la ve brincar con esos chiros tan feos... al ms valiente le da tembladera! - Tiene que ser espeluznante para un viajero encontrarse con ella, solo, entre esos montes, no cree usted?. - Como me ocurri en cierta ocasin que tena que viajar a Canoas a llevar unos encargos. Como ese can era tan peligroso, me llev a Caifas. En una fonda del camino me encontr con mi padre que haba ido a negociar unas arrobas de cacao. All me pic la codicia, de subir hasta San Pedro y Sur de At porque llevaba nueva mercanca de la que all siempre me encargaban. - Su padre lo acompa?. - No seorita. El me esperaba en Chaparral, para regresarnos. Ms adelante me alcanz Milcides y un compadre de Severiano que iba a traer un lote de mulas. Como a las tres horas de camino nos tendimos bajo un algarrobo a descansar y tomarnos unos traguitos. All, charlando boca arriba, muy despreocupados nos antojamos de coger unas bellotas de algarrobo para poner sahumerios en nuestras casas. Milcides como era delgado y pequeo se subi al rbol. Estaba llenando un costal, cuando omos unos gritos que Milcides contest desde la copa del rbol. Mi lebrel se encamin al sitio de los aullidos y empez a ladrar desesperadamente; los gritos se repetan y Milcides los contestaba. Luego l dijo: "debe de ser la esposa de un leador que la ha mordido una culebra... "Pobrecita...! dije yo_ Pero qu le podremos dar para aliviarla?. Yo que digo esto cuando vi la mujer como en zancos, y me acord de Severiano. Es la Patasola...! . grit con toda la fuerza de mis pulmones _ En el acto. mi fiel perro ya estaba cerca de m ladrndome y lamindome. Milcides grit alarmado... Recemos "la Oracin del monte"... Y desde la copa del rbol empez a rezarla, aunque l no alcanzaba a verla porque yo era quien estaba en peligro. - No me dijo que su perro estaba al lado suyo?. - Como buen compaero, era mi nico consuelo y la esperanza de que nada malo me ocurriera, ni al compaero de aventuras tampoco. - Para su padre era peligroso andar por aquellos caminos? - El se los sabia de memoria porque mi abuelo lo llevaba a los grandes aserros que haba principalmente en la regin de Ataco. Despus el me llevaba para que yo aprendiera a negociar y me formara como hombre valiente y emprendedor. Mi abuelo, que era tan rebuscador, form compaa con unos compadres ricos y negociaban en maderas finas, las cuales eran muy apetecidas para llevar al mercado de Girardot. Trasegbamos toda la orilla del Saldaa desde Herrera, Bilbao, Pole, etc. Daba gusto encontrar cedro, nogal, comino y canelo. Conoc todas las breas de Roncesvalles y Ortega. Son otros emporios de riqueza maderera. All distingu el cedro negro y el cedro rosado; abundan el caracoli, el igu y el laurel. A veces bajbamos a Ibagu, donde era ms abundante todava el cedro negro, el mu, el arenillo el medio comino, el pino, el tuno y el roble blanco. - Caramba!. Pero me deja absorta no slo de las actividades de sus mayores,

sino de los conocimientos sobre las diversas maderas de nuestro Tolima. Esto es halagador! Pero volvamos a la Patasola. Usted me pudiera dictar la Oracin?. - Han pasado tantos aos...! Escriba as. Yo como si, pero como ya se ve suponiendo que as fue lo mismo que antes as si alguna persona a mi echare el mismo comps eso fue de aquello pende, supongo que ya me entiende no tengo que decir ms. Patasola, no hagas mal que en el monte est tu bien. - Ya est. Eso es todo?. - No es ms. Lo que pasa en estos casos, es que con el susto, a cualquiera se le olvida. - Ese da, usted se la saba?. - No seorita. Desde esa ocasin, tuve que decirle a Milcades que la copiara, y me di a la tarea de aprendrmela bien. - Y, nunca la volvi a utilizar?. - Para un "San Churumbelo, en Ortega, para los lados de Guatavita. , - Pero ese santo no lo he visto en el Calendario!. - Este Santo figura en la mente de todos los tolimenses y huilenses. - Es un Santo muy folclrico que lo celebramos el da siguiente de San Eloy. Principia el San Juan, sigue San Eloy y al otro da es San Churumbelo. Es una fiesta para parranderos empecinados, que no contentos con el bao sanjuanero, las juegas de gallos, las corridas de toros... a la vez que la lechona, los tamales, el bizcochuelo, las arepitas batidas y la mistela, siguen tunando, cantando coplas, recitando ensaladillas y bailando al son de la tambora, el tiple, la carrasca, el chucho y la flauta. Para ese da programan carreras de "encostalados". - Y no se rinden de tanto tomar, bailar y trasnochar?. - Uno cuando est joven resiste muchos das de parranda. Cuando yo era muchacho, recuerdo que toda la familia tomaba parte en la parranda y principibamos desde el veintitrs de Junio o sean las vsperas de San Juan, y no parbamos hasta el primero de Julio. Aquella vez, se casaba la hija de mi to Silvestre el da de San Churumbelo y haban invitado como sesenta personas, casi todos parientes y compadres, fuera de los padrinos. Eran dos fiestas: la vspera en casa de la novia y el da del casorio era donde los padres del novio. - Pero todos eran gentes de plata?. - No tanto. Lo que pasaba en aquella poca, era que el dinero alcanzaba y en el campo cada cual tiene su cra de cerdos, sus gallinitas y su par de caballos briosos. A veces, cuando no hay vaquita lechera, estn las cuatro chivitas. Con los huevitos se hacan los bizcochuelos, las almojbanas y las arepitas batidas. Las gallinitas para el sancocho y la mejor marrana era para rellenarla. Aquella vez parrandeamos hasta el amanecer, hora de salir para el pueblo a la ceremonia. Una numerosa cabalgata, encabezada por los novios, en las mejores bestias, parti para la iglesia. - Se parrandeaba jubilosamente en aquel tiempo...! - Y tranquilamente. Al regreso se sigui la fiesta con gran entusiasmo, muchos vivas a los recin casados y quema de voladores.

- No se asustaban los caballos con los voladores?. - Ya estaban acostumbrados. A la llegada fue el refresco: aguardiente para los hombres, vino y mistela para las damas, con el exquisito bizcochuelo. Todo el da poda uno tomar chicha, guarapo y guarruz. - Dicen que la chicha de Ortega es la ms deliciosa del Tolima?. - Es verdico, no tiene igual. Por eso dice la copla: Dos cosas hay en la vida que me hacen trastabillar: la chicha de ojo de Ortega y una negra' el Espinal

- Muy simptica la copla, ya la anotar. Pero antes dgame: todos los invitados se esperaron a almorzar?. - Todos los de la cabalgata y los que no habian ido al pueblo. El almuerzo fue de percha: estofado de cordero, pavo relleno y la famosa lechona. Por la tarde chivo asado y a la cena de media noche los deliciosos tamales con arepitas, cauchas, arepuelas, regaonas y rosquetes. - Qu maravilla! Segn eso, la bromafologa del Tolima es famosa!. - No me hable en otro idioma porque no entiendo. - Es castellano, don Panta. Es que bromatologia es la recopilacin de los elementos y manjares de una regin. El arte o manera de preparar las bebidas y los alimentos, se llama culinaria. - Ah! Esta palabra s la haba odo. pero no sabia su significado. Otras cosas que preparan, por cierto muy exquisitas, son las rellenas y la famosa "chanfaina". - Qu es eso de chanfaina?. - Es un guiso especial que se hace picando las visceras bien menditas, ya del cerdo, del cordero o del chivo y condimentndolas bien. - Delicioso debe quedar ese plato!. - Como para chuparse los dedos!. Le sigo contando lo de la parranda: esa noche se bail frenticamente hasta la madrugada grande hora en que se fueron los padrinos y algunos invitados. Quedamos como unos veinte. Los que no bailbamos, nos quedamos acostados en la barbacoa del patio, echando cuentos y ponderando las comitivas de las fiestas del San Juan. Uno de estos alcanz a ver un bulto que brincaba cerca a un guarumo de la vecindad, y empez a gritar sobresaltado: La Patasola...! La Patasola...! Lleg la Patasola...! De un slo salto, los de afuera se entraron a la casa y el baile se paraliz al instante. Silvestre, como jefe de familia, orden que gritaran todos con l:EI hachaaa...! La hogueraaa...! Las tres tusas...! El bozarrn reson muchas cuadras a la redonda y el endriago desapareci. - Qu misterio encierran esas tres palabras?. - El hacha la odia. lo mismo que el machete, porque el marido le cort la pierna de un slo golpe, por su infidelidad; la candela y las tres tusas, porque, dicen que a las brujas las castigaban quemndolas en una hoguera atizada con tusas. - Es admirable y extrao el misterio sobre estos personajes que han vivido a travs de los siglos, tan arraigados en la conciencia popular. - Y seguirn hasta que se acabe el mundo, porque en este conjunto tan inmenso llamado naturaleza, obra de la mano del Creador, existen misterios que no podemos negar y que se extienden de generacin en generacin. - Tiene usted razn. Yo misma, aunque no los he visto, me siento plenamente convencida porque nos ilustran y nos hacen vivir todos aquellos episodios que experimentaron nuestros antepasados.

- Y que se siente una satisfaccin muy grande, no es verdad, seorita?. - As es, don Panta. Y... muchas gracias por sus informaciones. . - Siempre a sus rdenes.

LA PATASOLA NARRADO POR CRISPIN MANJARRSSe dice que La Patasola era una muchacha que fue la esposa de un militar, s?.. que le fue infiel a l. Antonces l la dej y se fue por all, y ella pens que lo haban matado. Antonces resulta que se puso a hacer el amor con otro y le dieron un hijo. Cuando l vino la encontr con un hijo, y ella pensando que el hombre se haba muerto. Antonces, segn se cuenta, el tipo le quit una pierna con un hacha, jm?, y de ah la mujer comenz a andar y andar, ve? Y se perdi y se perdi. De ah viene el cuento de La Patasola. A esa yo la he sentido. Eso es un grito largo, destemplado... Esas cosas... dicen que son espritus malos. Esa pega un grito al silencio de la noche, a un trmino de doce de la noche... una de la maana... Grita dursimo, y cuando uno oye el grito, hay que quedarse calladito; porque's que si... si uno le contesta quesque ah viene a dar la seora esta... S... o el grito as en una ocasin, porque'so es ms que todo en las partes montaosas donde uno oye esas cosas. Es un grito destemplado; eso tiene un deje: "jeiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaaa!", y se oye como que viene de lejos. Y luego vuelve otra vez, y ms adelantico... vuelve y suena! Ms cerquita! Dicen que, cuando uno contesta esa vaina, antonces La Patasola le llega y... a uno le corre peligro. Yo sent esa vaina y he sentido el ruido de El Pollo de Viento, he sentido El Chilaco de Viento, he sentido El Potro de Viento, tarde en la noche!, yendo yo solito agua abajo, durante veinticinco aos que dur yo navegando de Purificacin a Honda, y sentir... El Potro de Viento, diga ust, puall en el firmamento, sentir por all: "iiijijijijijijiji!" y or ust, por all en las montaas, en esas faldas lbrigas!, La Patasola, que es la que grita: "jeiiiiii_aaaaaaaaaaaaaaaaa!" Pero eso es mucho ms, verdad?, dura como dos minutos esa vaina. Lo que pasa es que yo no he sido nervioso, no? Yo salgo pa' jiualquier parte de noche. Le tengo miedo, por ejemplo, a andar de noche de un municipio a otro por camino de herradura, le tengo miedo a que se encarame uno encima de una culebra. Eso s me da miedo. Otras veces la fiera esa lo coge a ust y lo lleva. Lo sigue, porque se le presenta una muchacha bonita. El tipo que's vicioso, que's enamorao, pernicioso, sale por ai, y antonces ella le sale: una china bien hermosa! Y el tipo enamorao, pues detrs de la muchacha, sigue detrs de ella hasta que lo deja por all solitario, hasta cuando se le presenta en un jolongo, y ai queda el tipo. En una ocasin, resulta que haba un amigo supremamente... mujeriego, no?, mucho enamorao l, mucho pasao de los lmites. Antonces tambin era mucho sinvergencin, entiende?, le gustaba mucho la toma; a todo momento tomaba, pero en medio de la toma... era demasiado mujeriego. Antonces vena de por all de ciertos sitios... de tolerancia, no?, a deshoras de la noche, altas horas de la noche, cuando se le present una joven... una muchacha sentada en un andencito... ah al pie del almacn La Unin. Era una china simptica, jm?, as en un callejn oscuro. Antonces dizque le dijo l: "Seorita, gusta que la acompae? Que mire que no s qu, que as y as". El tipo, pues, empez a echarle flores. Ella le contest que, claro! Y l se fue todo emocionado, se fue a acompaarla. Entonces jilla dizque lo cogi y lo perdi... claro, se lo llev al hombre! Se le intern el espritu dese malino. Dizque ms adelante, la china tan hermosa, ya llegando al frente de los Caballeros, lo cogi y lo abraz, y l le bot

el brazo as y... cuando ya lo iba a besar, le voltea a mirar la cara y dizque le mostr esos colmillotes as de grandototes que tena, y le dijo: "Mreme la cara! S? Mreme la cara!" Antonces l lleg y la mir as... y se asust: le faltaba una pata, y esta parte de aquatrs era un jolongo, s?, o sea puro esqueleto no ms! l peg el grito, pero cuando sali la gente ya el espritu ese se lo haba trastiado. El hombre qued fue de una vez fundido, y de ah se lo trasti. Y antonces el hombre... ah!, pues Emiliano Yurce, apareci por ai entre una mata'e guauda. Hay otro cuento, claro que... Me contaba un aserrador que se fueron dos tipos desos que les gusta sacar madera a la montaa, a un aserro. (Pues ese espritu anda es en la montaa, en el monte! Antonces probablemente seguro fue que le cortaron la pata en el monte, no?) Estando sacando madera en el monte... no ha de faltar en el personal alguno que sea, cmo le dijera yo? ... De esos vomitivos, que son de slo vainas, de... que viven pensando en cosas raras...y ellos estaban por all; tenan el bastimento pa' quince das, pues all... Y esa noche o sea tarde, por ai a las cinco'e la tarde, arrimaron el trabajo y se pusieron a hacer la comida. Antonces uno de ellos, el que era el del cuento, dizque sali as y le dijo al otro: "Ole, fulano de tal! Carambas! Si viniera una muchacha yo esta noche dorma con ella; estoy necesitando mujer!" El otro dizque le dijo: "Qu se pone a pensar bestialidades! No se ponga a pensar esas cosas, que eso es terrible. Por qu no se pone...?" Cuando oy en la selva, por all bien a lo hondo, fue gritar... Dizque ella les j'ondi un grito. Antonces, El vergajo se par y le contest! Le contest el eco! (Porque'lla lo grave's contestarle... Desde que ust le conteste, tenga la segura seguridad que esa fiera lo busca) Bueno! Antonces el tipo al rato sinti otra vez el grito y volvi y le contest! Al rato... grit ms cerca y el tipo volvi y le contest. Antonces, el otro le dijo: "Cmo se va a poner a contestar a una persona que no se sabe por aqu qu persona es, hombre! No se ponga a hacer esas bestialidades!" Bueno! Ya oscureciendo, vieron que vena una china (pero hermosa!) con un canastado de flores (una barbaridad, vena hermosa!). Antonces el tipo del cuento sali y la encontr diuna vez, y dijo: "Venga para ac, mijita, y que no s qu y s sms". Y al compaero que tena le dijo: "Mijo, hay que servirle comida a esta seorita". El tipo era atendindola, sirvindole tinto, sirvindole una cosa, y el otro les sirvi la comida a la china y a su compaero, y vea que la carne que le haba puesto a ella... Esa la coga... Esa no la masticaba sino que coga el pedazo y se lo mandaba's... y unos dientes como raros. Al tipo, al compaero, le caus vaina y dijo: "Ay! Virgen Santsima! Estamos metidos es en la grande!" Bueno! Y el tipo del cuento fue diuna vez a subirse al zarzo con ella. Antonces el otro dijo: "No, yo no me subo puall; yo me quedo aqu abajo". Bueno! Y se qued asustao, rezando all abajo y se qued dormido. Cuando... del momento, ya por ai eso de las... seran las doce de la noche, l sinti que caa, que chispiaba una vaina al suelo. Del zarzo caa una cosa muy... seguida, seguida, como cuando uno vacea agua; yeso golpeaba el suelo. Antonces l sac la linterna y alumbr... Nooo, pues lavadito'e sangre todo eso! Eso chispiaba la sangre de arriba tremendamente!

En ese momento se acord que'l hacha y el rejo eran la base de retirar esa vaina. Antonces dizque dijo: "Ande'st el hacha! Y el rejo!" Ellos tenan eso, ai lo tenan! Y diuna vez cogi el hacha y la tir... cuando ve que se bota esa fantasma del zarzo y coge a rondiarle'l rancho. Antonces... l qu hizo? Bot el hacha puall pa'l zarzo y le tir el rejo y cogi por el camino... (pero el pueblo era muy lejos!) a salir a avisar; y ese animal detrs, esa fantasma, esa cosa tan feo. Hasta que lleg al pueblo y se meti en un corral de vacas... Y ai s ella no se meti; porque como eso forman cruz con los cachos y la cara... Pero ai le toc amanecer! Antonces, a lo que pudo, avis, y se vino la polica o el ejrcito, alguien de la autoridad, y en cuntas se vieron pa' poder sacar el pedazo de cuerpo! Ya no tena sino un pedazo! Ya le digo... la Bera lleg y degoll al que le contest el eco. Lo degoll porque ya lo haba... el culpable. Eso son cuentos que se saben de esas. Claro que ahora, como les cuento, ya ahora es muy raro. Eso lo oye uno ms que todo es puall en las selvas y las montaas. Pero le oa yo muy pequeo a mi pap, un seor contndole a mi pap por La Patasola... Eso fue en Dolores. Resulta que en ese pueblo, aliado de un punto que llaman San Miguel, eso era montaa, slo monte. Antonces el tipo del cuento dizque dijo: "Hombre, vaya echarme una vuelta puall abajo, que hay un trapiche donde muelen caa!", diga vust como a dos kilmetros. Pero l roz un pedazo y lo sembr en maz. Y el maz, pues, se le cri muy bueno. Antonces el tipo lleg y se puso a cogerlo... y lo amonton en el rancho pa' ponerse a desgranarlo. Y se vino esa semana a desgranarlo... Iba haciendo los bultos cuando... Una noche estaba, por ai a las nueve'la noche, cuando oy los gritos... como de una mujer, un grito destemplado... Antonces se puso a pensar: "Esa vaina qu ser?" Pero como l taba solito... Hasta que al ratico oy el grito ms cerca, y de una vez dijo: "Esta cosa no es cosa buena". Antonces cogi todas las tusas y se subi al zarzo para poner las tusas as en cruz, pa' taparle toda la entrada... Y esa cosa gritando de p'arriba por la quebrada a la que l iba a sacar el agua. Por ai no haba mujeres ni nada... Cuando se dio cuenta (porque's que la noche estaba claritica)... arrim a la quebrada y grit en el puro puerto donde l coga el agua! la fantasma esa. Lleg al patio del ranchito donde'l estaba. Eso gritaba, eso lloraba, eso conversaba, eso chillaba pero feamente por ah. Antonces l se qued mirando... y contaba... que la haba visto un pie destos al contrario: uno, con el taln para'trs, y el otro, con el taln pa'lante y los dedos para'trs, jm? Antonces l con el miedo... Antonces se meti al rancho ella y miraba por lado y lado... Hasta que... cuando levant la vista pa'l zarzo. Ella fue a ponerse las manos pa' subirse, y en ese momento dio un grito y sali corriendo pa'l patio... Ah hizo como tres intentos a subirse al zarzo... Ella volvi y sali por el mismo camino a la quebrada hasta que camin lejos... hasta que no se oa el grito della. Dicen as... que se volvi Pata... Eso es un espanto. Decan que, en una ocasin, le pegaron un machetazo con un hacha (porque'lla le tiene mucho miedo al hacha y al rejo...) y decan que le haban daado una pierna y por eso era que'lla caminaba as. Tambin la corren con una cosa... con una oracin de no s qu. Y antonces... unos la haban corretiado con esa oracin. Por eso es que en el monte uno no debe contestar ningn grito... Porque'sos son espritus, quin sabe eso? Quin

sabe qu siglos har que existe eso! Ya le digo... La fiera es esa que grita... Eso es de noche. Es un grito extenso y, al que le contesta... puede estar ust que le contest puede estar en medio de diez, y ust es el que resulta muerto, ust es el que resulta degollao. Una noche (eran como las siete'la noche) estbamos puall en una roza. Cuando lleg... o el grito de una mujer: "jeiiiiiiljaaaaa aaaaaaaaaaaa!",grit. Antonces... haba un compaero mo que iba a gritar, y yo le dije: "No vaya a gritar, porque uno no sabe quin ser". Antonces dijo que poda ser una seora por aL Y le dije: "Qu va creer ust que una seora aqu a las siete'la noche en un monte destos, va a estar por aqu! Antonces por qu no haba gritado a las seis?" Bueno! Antonces yo estaba... estbamos pendientes, no? Yo le deca al uno: "No, eso no puede ser alguno que est por aqu que se haiga cortado, porque antonces ya haba gritado a las seis de la tarde y van a ser las siete de la noche". En lo que se vea, as en medio haba luna, no? Antonces tbamos en esas... pero, claro, como ella grit, estaba lejos de donde nosotros estbamos, a por lo menos unos tres kilmetros, clarito grit. Tbamos en esas cuando una mujer... yo vi que vena un bulto... blanco,jm, que lleg y se par as al frente de nosotros. Nosotros nos mirbamos, pero no hacamos sino... una cosa blanca, pero no se le vean pies ni cabeza ni nada. Bueno! Antonces yo le dije al compaero mo: "Esto no es cosa buena!" Me dijo: "Yo crea que era la seora de este seor que vive all al pie'la carrera. e con ese ijue va creer ust que esa senora se va a meter a un monte espessimo!" Antonces se par as, ac a este lado, donde hay una llanada... un llanito ah, y yo me qued esperando a que pasara al otro lado al llano otra vez! Antonces cogimos as a mirar a ver si estaba detrs del matorral ese, pero... no haba nada ah! Y le dije al compaero mo: "No, vamons, porque'sto no... esto es opcin mala!" Nos tocaba pasar por un monte espeso otra vez, y yo lo que hice fue que... prend un tabaco, un cigarrillo que llevaba... Y hgale!.. Ya les digo...

La CandilejaLA CANDILEJA Por los caminitos limpios y aireados de nuestro Tolima; por las sendas bordeadas de tupidos rboles; por las sierras y colinas sin vegetacin; por las crestas de sus cerros; por la llanura solitaria; por sus ros y veredas; en las ruinas de casas abandonadas; sobre el lomo de nuestras caudalosas corrientes; en las zanjas erosionadas, en fin, por estos vericuetos de nuestro terruo, a altas horas de la noche o al clarear del da. Hemos visto con asombro o con sorpresa una antorcha fulgurante que se mueve asombrosamente de un lado para otro, atravesando considerables distancias. Esa es la candileja!. Entre el bullicio de las urbes, entre el resplandor de nuestras calles luminosas con sus bombas de mercurio, o entre el asfixiante marco de nuestras calles, no la podemos conocer. Hay que ir al campo solitario, lejos del bullicio de la civilizacin; hay que tenderse en una hamaca a campo raso, para ver mejor el titilante parpadeo de las estrellas y sentirla soledad y la paz del silencio; hay que estar cerca de las ceibas, de los soberbios cambutos y los majestuosos robles. La Candileja es una bola gnea de tres hachones o luminarias, con brazos como tentculos chisporroteantes de un rojo candela, que produce ruido de tiestos rotos. Es admirable ver cmo persigue a los borrachos, a los Infieles y a los padres irresponsables y blandengues. A los viajeros que transitan en horas avanzadas de la noche, por asustarlos, les cae sobre el anca o el cuello de la bestia y algunas veces se aparece chorreando osangre.

LEYENDA DE LA CANDILEJA Nuestros progenitores decan que hace muchsimos anos haba una anciana que tenia dos nietos a quienes consenta demasiado, tolerndoles hasta las ms extraas ocurrencias, groseras y desenfrenos. Las infantiles ocurrencias llegaron hasta exigirle a la viejita que hiciera el papel de bestia de carga para ensillarla y luego montarla entre los dos; la abuela accedi en el acto para felicidad de sus dos nietos, quienes anduvieron por toda la casa como sobre el ms manso cuadrpedo. Cuando muri la anciana. San Pedro la recrimin por la falta de rigidez en la educacin de sus dos pimpollos y la conden a purgar sus penas en este mundo entre tres llamaradas de candela, que significan: el cuerpo de la anciana y el de los dos nietos. Los abuelos y tatarabuelos, en los hogares de familia numerosa, puede que para escarmiento o como leccin moral a sus hijos, repetan esta leyenda con frecuencia, que era el embeleso de las personas mayores y el temor de los pequeos. Algunos campesinos han llegado a confundir su luz con la de las guacas, aunque los bien conocedores dicen que la luz de la Candileja es roja, mientras que la de las guacas es de un amarillo opalino, con tintes pronunciados de azul ail. ANCDOTAS Desde comienzos de este siglo acostumbraba la sociedad hacer paseos de tres y hasta cinco das a las haciendas o casas de campo de familias acomodadas, reunindose unas treinta personas entre adultos y nios. Aprovechaban las noches de luna para jugar rondas en el patio, diversin en la cual tomaba parte no slo la chiquillada sino los mayores y hasta los ancianos. A veces las seoras se reunan en un saln a jugar naipe y a la vez oyendo vitrola; los seores jugaban en otra sala al "tresillo". Entre la algaraba de los juegos, ya fuera San Miguel Dorado, El Rey Pimpinito, El Conde Laurel y el Burrin Burrin, alguno de los peones interrumpa para avisar que la Candileja haba cado sobre la palma del potrero cercano o sobre los rboles que bordean la quebrada. Fidel, a quien apodaban "el diablo", pen de la hacienda Teusaquillo, contentaba a los chiquillos dicindoles que la Candileja no le hacia dao a los nios sino a los grandes; que l se iba a "puestiarla" cerca a "la piedra negra", porque cuando sta acostumbraba visitar insistentemente un sitio, quera decir que all haba enterrada una guaca y l se la iba a sacar rompiendo bajo la piedra. Los otros peones le dijeron que no fuera, que de pronto lo orinaba, quedaba ciego o le poda dar un patats. l respondi burln que para eso era "el diablo" y nadie poda contra l. Arguy que saba los secretos para tratarla; que si quera alejarla, le rezaba un Padrenuestro, pero si quera que le indicara dnde se hallaba la guaca, la insultara as: Vieja alcahueta...! Vieja farolota...! El mandingas te ha de tener en la paila mocha...! Todo el grupo infantil prorrumpi en risotadas celebrando las expresiones de Fidel y reanudando el juego. Entretanto, el porfiado "diablo" se fue a espiar el endriago candente. A la saga se fueron dos peones para cuidarlo, en caso de que algo malo le sucediera. Ac, en el patio limpio y plano, se seguan tejiendo rondas bajo la luz de la luna. Al da siguiente, todo mundo en pie, fue sorprendido con la noticia de que la Candileja haba idiotizado a Fidel, porque tarde de la noche lo hablan recogido Braulio y Rufino, cerca a la piedra negra, con la mirada perdida y sin un pensamiento en la mente. LA CANDILEJA DE AMBALEMA Cuenta don Jos Mara Chacn, que en el casero de Bermejal, del Municipio de Ambalema, por ah en el ao 1910, un matarife llamado Feliciano, era apreciado por todos en aquella localidad, por su carcter bonachn. Los sbados

acostumbraba matar una res, cuya carne la adobaba muy bien, para expenderla el domingo en Ambalema. La venta era una exhalacin por su preparacin especial. Tan pronto terminaba, se iba a hacer el mercado de su casa y lo despachaba inmediatamente con un sirviente, para l quedarse tomndose sus traguitos y haciendo caracolear su caballo por diversos sectores, hasta ubicarse frente a la tienda de doa Celestina, aledaa a la carnicera y donde permaneca hasta avanzadas horas de la noche. El regreso lo haca al galope, acompaado de un muchacho que montaba en el anca de su corcel. Una vez se demor ms de lo acostumbrado. La noche estaba terriblemente oscura. El camino real era una bella alameda de rboles frondosos, que a aquella hora, hacan ms densa la oscuridad, de manera que la visibilidad era nula. De pronto, al llegar a la orilla de la quebrada "El Desage", vislumbr en la copa de los rboles del camino, una llamarada de candela. A pesar de la borrachera, don Feliciano pens que se trataba de la Candileja y, en vez de insultarla para que se alejara, con el susto se puso a rezar y a echarse bendiciones, motivo para que la llamarada fantstica le cayera al cuello del animal, que tambin se asust y empez a corcovear. El buen hombre le clavaba con furia las espuelas y le propinaba tremendos fuetazos que no slo le caan a la bestia, sino al pobre muchacho que gritaba desaforadamente para que no lo pegase ms, pues ya estaba sangrante. Don Feliciano no oa... era vctima de un nerviosismo exagerado. El caballo en tan desaforado trance se desboc y lanz lejos a los dos cabalgantes que cayeron al suelo sin sentido y en donde permanecieron hasta la llegada de otro trasnochador, quien al ver el reguero de cosas y a los dos accidentados, llam a los vecinos para que vinieran a trasladarlos en camillas para sus casas. Con los remedios que le hicieron a don Feliciano, pronto se recuper y relat lo sucedido, advirtiendo que la Candileja no quemaba, que el miedo que l senta era por el traqueteo de los huesos. El suceso se divulg por los contornos, llenando de miedo a los trasnochadores y borrachos. Los infieles, los perjuros, los masones y los padres irresponsables se trasformaron por mucho tiempo, hasta que se olvidaron del percance de don Feliciano y las travesuras de la Candileja. LA CANDILEJA DE LA LAGUNA DE LOS PATOS Cerca a la laguna de Los Patos, en Purificacin, hace decenas de aos; viva un hombre que tena una venta de chicha, guarapo y aguardiente de contrabando, fuera de algunos artculos de primera necesidad como velas de sebo, fsforos, panela, azcar, petrleo, etc.. etc. Aunque las ventas eran buenas porque el sitio era paso forzado por los vecinos de Chenche, Jabalcn, Ovejera y Saldaa, su dueo siempre viva sin camisa a causa del excesivo calor y, como deca l, las ganancias no alcanzaban para comprar "doble muda". Los ricachones de las haciendas vecinas, los administradores, mayordomos y peones de las haciendas antes mencionadas se demoraban en la tienda de don Primitivo hasta avanzadas horas de la noche. Las autoridades municipales no se preocupaban por arreglar la laguna en pocas de verano, as que las bestias, ya de carga o chalanes quedaban all prendidas debido a la greda tan melcochuda. En cierta ocasin que venia con mi abuelito de la hacienda El

Igu y estaba lloviendo, antes de llegar a la laguna, nos arrmanos a la tienda a esperar que escampara, mientras tanto conversamos con el dueo, as: - Don Primitivo, usted vive contento aqu con su negocio?

- A veces, seorita. Los compradores en su mayora traen sus chismes y en ocasiones verdades de lo que sucede en el pueblo. - En el pueblo? Y por qu no de lo que acontece en las veredas? - Tambin. Todos se renen y dicen unas cosas... ! - Cmo cules? - Conoce a Toribia, la de Chenche, que hornea almojbanas y rosquetes? - S. Por cierto tienen fama de exquisitos. - Pues... cuando iba los sbados al pueblo a vender el horneo, despus de la venta haca el mercadito y luego se meta a la tienda de misia Elvira a tomarse los chirrinchos. Cuando regresaba al rancho montada en la yegita rucia, al pasar por la laguna de los Patos se le presentaba la condenilla. - Y estando tan anciana, por qu esperaba el anochecer? - Lo que es el vicio...! Hace ya como un ao, la ltima vez iba muy borracha cuando la voladora le cay sobre la cabeza de la yegua, que a pesar de ser tan mansa se puso a corcovear, lanz a la seora lejos y los vveres quedaron regados en el barrizal. Cuando la recogieron tenia una pierna partida y varias costillas rotas. Por eso no pudo volver a hornear. - Pobre seora...! Y de cules otros casos se ha enterado usted? - EI de don Zabuln, el de la Chivera. Lo conoce? - No, pero lo he odo nombrar mucho. Es el que negocia en pieles de cordero, verdad? - El mismo que toca y baila. Como ve usted, el viejo que ya tiene nietos, se va a separar de la seora. - Cmo...! Y eso por qu? - Es que el condenillo ha sido vicioso al traguito desde mocetn, y como deja oscurecer cuando viene del pueblo, al pasar por la laguna, se le monta la Candileja en ancas del caballo y l, con el susto, en medio de la oscuridad se cae, queda sin sentido, bota la platica y la bestia sigue sola a la casa. La familia al notar que el animal llega solo, suponen unas cosas. Al amanecer llega don Zabuln. Por la maana, al relatar las peripecias con la voladora, la prdida del dinero, el regreso a pie, nadie le cree. - Pobrecito! Pero no hay testigos del suceso? - Prcticamente no los hay. porque la confiscada aprovecha el paso de los trasnochadores cuando van solos y luego desaparece. Siempre que llega algn viajero amigo y lo encuentra atollado en el barrizal lo levanta y lo acompaa hasta cerca a la casa, pero no llega con l para dar testimonio del caso. - Y esos sustos han sido en estos das? - No...!Desde que yo era un guipa, conozco a don Zabuln como un hombre ya formado. - Y siempre lo ha asustado la Candileja? - Siempre que pasa tarde de la noche y con sus "humos". - Por qu los amigos y vecinos qu ms lo aprecian no van donde la esposa y le relatan las travesuras de la Candileja, no slo con el esposo sino con las otras vctimas?. Es lamentable que un matrimonio bien constituido y un hogar de tanta trascendencia se derrumbe sin motivos graves. - Eso si es cierto. Vea... al viejito Macarlo lo venia persiguiendo todos los sbados cuando pasaba borrachito, pero l, ms malicioso, la ltima vez quiso ensayar a ver si le sala y no se tom ni un trago. Cuando vena llegando a la laguna la

alcanz a ver subida en el "caucho viejo" y de una vez se puso a insultarla dicindole unas expresiones feas y, eso s fue santo remedio para ahuyentarla. . - Por qu don Zabuln no aplica la misma frmula de don Macario?. - l la sabe, pero lo que sucede es que cuando uno est ante el peligro, no se acuerda sino de rezar y de echarse bendiciones y esto atrae ms a la malvada. - Para evitar males mayores van a tener que pedir a las autoridades municipales que arreglen la laguna, le echen mucha arena y desmonten los alrededores. - Pues bueno por unas cosas y malo por otras. No ve que si se alejara la Candileja disminuira la clientela y no habra temas para tratar en mi "chucito"...?.As no podra yo ganarme mis "chichigitas". - Eso es verdad, tiene usted razn don Primitivo. LA CANDILEJA Y LA GUERRA DE LOS MIL DAS Encuentro en las crnicas de don Jos Mara Chacn que desde comienzos de la guerra de "Los Mil Das", los ambalemunos tomaron parte activa en ella. Las tropas estaban al mando del general Marn, quien encantado no slo por la belleza del paisaje y por la gran acogida de sus moradores, sino tambin por la situacin topogrfica favorable para las estrategias de su campana sent sus reales en aquel lugar. Cuando l general Marn capitul, el estremecimiento y asombro fueron tan notorios que muchas gentes lloraron porque consideraron aquello, una de las peores desgracias. Abundaron las chascarrillos en forma de coplas que se popularizaron, siendo sta la ms conocida: Ambalema, los bailes de primera, cigarreras, algunas de botn; y las "juanas", de su tropa compaeras se lamentan la entrega de Marn. Los tormentos de la guerra haban agotado no slo las energas y las vidas, sino los cultivos y los negocios, causas para que las gentes hambrientas buscaran afanosamente los medios de adquirir alimentos que les proporcionara la madre naturaleza, aunque arriesgaran la vida aquellos que se haban escondido para no prestar el servicio. Tres amigos y vecinos pudieron eludir la vigilancia y salan tarde de la noche de sus escondites, hasta el ro Magdalena, donde haban logrado enterrar una canoa, en la playa, cerca al remanso de la Garcera, con bastante riesgo, porque en aquellos lugares merodeaba un gigantesco caimn, demasiado peligroso. Cierta noche, en que la pesca de bagre era abundante para nuestros arriesgados jefes de familia, vieron aparecer por los lados de Cundinamarca, sobre las lomas de Pul, una bola gnea, voltil, que incesantemente se posaba sobre varios rboles del monte. Temerosos cuando se cercioraron de que era la Candileja y que se pasara hacia donde ellos estaban, empezaron a rezar cuanto saban y a encomendarse a la Virgen. Veloz como el rayo atraves el ro y vino a posarse sobre la copa del payando bajo el cual estaban los tres pescadores. Llenos de pavor pensaron echarse al agua, oteando al caimn y vigilando a la atrevida voladora que descenda por las ramas para caer sobre ellos. No haba otra solucin. Se lanzaron al remanso y all permanecieron sumergidos hasta que el bicho regres a su lugar de origen, cuando los reflejos de la aurora anunciaban un nuevo da. Temblorosos y entumecidos los tres hombres salieron a sacar la provisin y a enterrar la canoa, aunque con mucha dificultad, ya que por el largo tiempo de inmovilidad como por el nerviosismo con la Candileja y el caimn, los haba atrofiado un poco. No podan perder tiempo porque la guardia de avanzada podra sorprenderlos en el trayecto. Mudos y cabizbajos recorran el camino siendo el cerebro de cada uno, un verdadero laberinto de ideas, de temores, de dudas y al mismo tiempo de

satisfacciones, porque a pesar de tanto sufrimiento, llevaban buena provisin para sus familias. Cada uno haca el balance del susto y, no saban qu haba sido mayor, si el miedo al hambriento caimn, o a la cara de muerto de la Candileja, no olvidando el temor de que los sorprendieran los guardias del gobierno, si amaneca y no podan salir de all, El fro, los calambres, los sustos de la guerra desaparecan ante las angustias de aquella terrible noche, que ms pareca una pesadilla que una noche de pesca. LA CANDILEJA DE LA REGIN ORIENTAL - Don Sebastin, es cierto que por la regin de Aco, en Prado, han visto la Candileja? - Miles de veces, seorita. A fines del siglo pasado, cuando apenas contaba mis veinte abriles, ya estaba aburrido de verla brincar por todas esas serranas... - En qu sitios la ha visto? - Conozco toda la serrana oriental, porque trabaj en aserros con mi padre y desde pequeo la conoc en el alto de "Cara de Perro". Luego en Cerro Azul, en Peas Blancas, en la Fila, en el Boquern de La Laja, en el Cerro de Los Muertos... en fin... son muchos. - Mi curiosidad estriba en saber si la ha visto de cerca, si se le ha aparecido en el camino, o es que le han contado sus progenitores. - Pues ver: unas veces le cuentan a uno los viejos; otras, por los cachos que relatan en los aserros y en ocasiones, que uno ha presenciado y que lo dejan pasmado. Otras s, es que de verdad verdad los ha sufrido uno en carne propia. - Estoy ansiosa por or alguno de ellos... - Me contaba mi abuelo que a l lo persigui mucho cuando tena un sacatn en compaa de mi to Climaco. Quedaba lejos del rancho, para que los celadores del resguardo no fueran a maliciar que era de ellos. Cuando el aguardiente no lo vendan, se lo tomaban y llegaban a la casa "rascados". Si regresaban a la "madrugada grande", ya estaba la Candileja puestindolos: unas veces se le encaramaba en la grupa del caballo de mi to; otras, le caa al cuello de la bestia en que montaba mi abuelo, dizque para que la pudiera conocer mejor. - Y era que a ellos no les daba miedo?. - Que si no?. Al ms guapo le da. Quien diga que no, es porque es un gran mentiroso, o... no se le ha presentado. - Cuenteme, Qu le sucedi a su abuelo? - Que una vez la vio en la "fila" del cerro y dijo: esta noche la confiscada est lejos... supongo est asustando a otro y a mi me va a dejar tranquilo. Sigui el camino, y como si lo hubiera odo, con la velocidad del rayo, cay sobre un "siete cueros" del camino, chorreando sangre. Con el miedo tan grande que le dio, mi padre se santigu varias veces porque as no la haba visto jams; al instante la voladora cay sobre la cabeza del animal que se asust, corcove y lanz lejos al pobre viejo, quien perdi el sentido. - Por Dios, qu le sucedi? - Rod por el pastizal y al da siguiente lo encontraron casi desbaratado. Se le hablan sumido unas costillas, se le parti el brazo izquierdo, se disloc la rodilla derecha, y... muchas aporreaduras en todo el cuerpo. - Pobrecito! Se recuper pronto? - No crea. Como ya estaba viejo, qued baldado de por vida - Aclreme una cosa: Es que la Candileja persigue nicamente a los hombres?. - Es que como somos ms perniciosos y sinvergenzas... Pero ya que me da pie, le voy a referir un caso que conoc cuando yo andaba como gitano, disfrutando las locuras de la juventud. Al finalizar la guerra de "Los Mil Das", quedaron muchas "juanas" diseminadas a lo largo del Tolima Grande. Algunas de ellas se hacan clebres por su belleza,

otras por su herosmo. En el Guamo conoc una muy linda que andaba con uno de los coroneles y tuvo una hija, a quien le puso por nombre Dorotea. La muchacha tan pronto muri la mam se fue a vivir con un rico hacendado que tena negocios en toda esta regln oriental, por eso no era extrao encontrarlos de paseo cerca a la laguna de La Churumbela, por Tarurito, por Peas Blancas, Cielo Roto, Aco y la regin de la Mata. Cuando el hacendado ya le haba regalado muchos caballos de paso, una casa de campo con algunas reses y un buen capital, se separ y puso un negocio de cantina atendido por "damiselas" que ella contrataba en las ferias de Girardot, donde luca con elegancia y lujo. Ya no le gustaba que le dijeran Dorotea si no Dora. - Usted la conoci..., don Sebastin?. - Naturalmente No le advert que yo llevaba vida de gitano '' - Tiene mucha razn, don Sebas. Prosiga . - A la muchacha le gustaba el "chirrincho" y, cuando ya estaba "copetona" le daba por ensillar el mejor caballo y salir tarde de la noche a corretear Quienes la vean crean que era "un alma en pena"; otras, que era "la diabla". Por dos ocasiones me la encontr cerca a la zanja de''Las Quevitas" y llegando al cerro del "Altar". En las muchas andanzas, la Candileja de la regin de Cuinde y Ro Negro se la tena dedicada, pero la linda Dora desde que estuviera en sus cabales saba ahuyentarla insultndola y, as se libraba de tan importuna aparicin. De pronto, una noche que se haba pasado de copas, la Candileja le cay al camino, frente al caballo para que este se asustare y la "doa" la pudiera filiar mejor. As se verific: la bestia se asust y lanz a la muchacha por la zanja abajo. Al da siguiente encontraron a la "bella" entre el monte, toda aporreada, con muchas magulladuras y la columna vertebral destrozada. El hermoso rocn apareci frente a la casa, y gracias a l, sacaron la consecuencia de que algo malo le haba sucedido a su duea. En tan lamentable estado la llevaron para Bogot a una casa de salud, pero nunca ms se volvi a saber de ella. - Tristehistoria, don Sebas! - Como es la de todos los que andan por el camino de la depravacin - Muy cierto. Ojal muchos se dieran cuenta de todos estos ejemplos para evitar errores y lamentar desgracias, Hablando con don Jos Mara Chacn sobre la existencia de la Candileja, me aseguraba la afirmacin con testigos de un episodio que tuvo lugar en Tajo Medio, casero del municipio de Ambalema. Me cuenta que a principios de este siglo, en las veredas de Bermejal, Chorrillo, Tajo Medio y La Capilla, se distinguan en las celebraciones del San Juan y el San Pedro, con el boato acostumbrado en estas festividades de rancia tradicin tolimense. En una de tantas reuniones campesinas, estando la parranda en el ms alto grado de animacin, siendo ya la media noche, se acab el aguardiente y, para evitar que decayera el entusiasmo, salieron al casero a buscarlo de contrabando, los seores Jos Ortz, Daniel Ramrez y Eulogio Rodrguez. Aunque la planada era limpia y despejada tenan que pasar por un monte de rboles frondosos y arbustos espinosos. Al regresar al baile, divisaron una bola de cauela que volaba sobre las copas de los rboles del bosque, que precisamente tenan que transitar. Todos tres cayeron en la cuenta d qu se trataba de la Candileja y pusironse de acuerdo para atraparla; con el afecto de los tragos se sintieron guapospara tal empresa .

Acordaron rezar en alta voz para que cayera cerca a ellos y en efecto, vol sobre un crucero, donde qued enredada en tas espinas, esparciendo una lluvia de lucecitas. Siguieron rezando, proponindose esperar los albores del da para comprobar su estructura. Con las luces del alba se acercaron al crcelo y encontraron un esqueleto humano. Lo desenredaron, y uno de ellos lo envolvi en la ruana de hilo, para presentarlo a los asistentes de la fiesta. Los parranderos no saban si creer o dudar lo que referan los autores de la aventura y al fin resolvieron guardar el esqueleto en un bal, con llave, mientras todos seguan disfrutando de las alegras del jolgorio durante l da. Al llegar la noche, percibieron unos lamentos procedentes del bal, que llenaron de pnico a los parranderos. Optaron por sacar la caja al patio, con las debidas precauciones y abrirla pero sobrecogidos del miedo. Al abrirla, sali flotando, no el esqueltico, sino la bola de candela, ante los ojos asombrados de los circunstantes. La reunin se disolvi, llevando todos los presentes, dentro de s, gran dosis de miedo. Cuentan que nunca ms volvieron a ver la Candileja saltar en los rboles de aquellos contornos.

LA CANDILEJA NARRADO POR EL TIO JULIOLa Candileja... pues se dice que era una mujer; una persona'muy alcageta que tuvo tres nietos o tres nietas, pero nunca los corrigi. Eso les bajaba todo lo que acometan: hacan todo lo que les daba la gana y, a lo ltimo, lo que hicieron fue matar/a a ella, y se murieron los nietos. Y entonces, como ella era candileja... al fin de'al cabo mi Dios la castig a andar en el mundo, entonces qued en el aire dando vueltas. Por eso la ven, ven tres montones de hueso: el de la abuela y el de las dos nietas... Montones de hueso ardiendo! Porque, como eran tres nietos y ella, andan tres tizones, je!, y la...lagacha es ella. Pero La Candileja se presenta a veces en un mechn de candela... Esa pjara es como un cachn de candela que tiene cola y echa llama por la boca, y ella se posesiona de partes del monte, yeso vuela as de palo en palo, echando llama; y ms que todo... eso asusta a los que van pu'el monte de noche... y cuando van borrachos, cuando van borrachos les envolata el camino. Esa la he visto con la llama atrs... esa la vimos en la loma del Mirador... Yo me acuerdo de or la... de ver la hoguera, pues, pasar por el monte; la pura hoguera no ms! Otra vez... otra vez la vi yo, una vez por el camino vi yo unos viejos miedosos y yo saba qu'iban detrs de m. Entonces me fui yo con un compaero y le dije: "Andemos ligero". Tenamos una cala... un jolongo de vaca por all cerquita; -entonces llev una vela y se la zamp al medio deljolongo ese... y lo... t le prend candela y le... le jal un palo de jaba. Y jue los tipos vela all y les toc devolverse. Cuando volv la mirada, vi una bola de fuego grande!, y los asustados fuimos nosotros. Y eche a correr! Y la bola de fuego detrs!... Esa era La Candileja. Ya le digo... ella, a las personas de a caballo, cuando La Candileja se les pega, cuando se les acomoda detrs en el anca del caballo... dizque hay que regaarla, tratarla, es decir, en palabras soeces, mal! S? Y as a ust se le despega. Eso la tratan muy feo, porque'so como era una vieja alcageta... Otra vez, el que fue alcalde de Purificacin, ese una vez le peg un susto La Candileja; porque resulta que... resulta que estaba arando un terreno y, cuando vio que taba ardiendo un palo en uno de los estantillos de la cerca, entonces dijo: "Carajo, se prendi la cerca!" Y entonces se fue puall, se fue ligerito a apagada y, cuando iba llegando... el palo taba en la otra esquina y lo... lo puso as toda la noche a dar vueltas por lado y lado, el asunto de La Candileja.

Esto me pas en Aco. En esa ocasin, taba yo ya grande. Tena una -Anca que haba comprado en Aco. Tena harto ganado y haba hecho amistad con un seor de Dolores que llamaba Flix Mara Gonzlez, y l tena una -Anca que pasaba por la ma y l siempre se quedaba en la casa. Ah coma y llegaba a eso... a eso de las siete'la noche. Al otro da, por la maana, desayunaba y se montaba en su mula y coga para'bajo, para una -Anca'bajo que tena... Un -Ancononn grande que tena debajo de Aco! Me hice supremamente amigo de don Flix, y me dice: "Don julio, yo quiero regalarle una muleta. Cundo va a Dolores pa' regalsela?" Yo le dije: "Don Flix, yo cualquier da le hago la ida". Yo s le hice la ida. Mont de a caballo, ech una botella de aguardiente... (en esa poca se usaba el zamarro pa' montar a caballo, en esa poca todo el mundo lo usaba) y me fui. Yendo bastante lejos, llegando a una casita donde vendan huevos, me compr unos y me los empaqu as eruditos y encima... un buen buche de trago. Eso camina y camina ust tierra y no le da hambre. Entonces llegu a Dolores y all me encontr con don Flix, y l me dijo: "Camine pa'l'hacienda!" Y as fue. Nos fuimos, yo en mi caballo, y l en una mula (l siempre andaba en un mulononn. Hermoso animal!). Una hacienda linda. Ai amansaban ... caballos cerreros sin amansar, y l abri para traer un lote de mulas y las dej entrar. Y me dijo: "Bueno, seor Guzmn, descoja la que le parezca". Y a m me gust una de color pardo, bonita. y l me dijo: "Bueno, entonces no se la lleve ahora... yo se la llevo a un puerto llamado Viriviri, a ese puerto donde vive un seor llamado Deogracias; a ese punto se la mando y yo le mando'avisar cuando ya est lista la mula pa'que l'amanse". Y as fue. Mand a decir que fuera a donde don Deogracias por la mula; pero cuando llegu... no encontr a Deogracias, sino a sus hijas, y ellas me dijeron que estaba sacando aguardiente en una zanjita que haba debajo de la casa, un medio cordoncito de monte, sacando aguardiente... Eso chorriaba y ay, Virgen Santsima! Y nos pusimos a tomar trago caliente. El trago, aunque yo soy fuerte... me marea un poco. Cuando ya acabamos y ya bamos pa' la casa... bamos bastante jalados, y nos vinimos con don Deogracias hasta un punto que se llama El Pedregal, y ai se qued l, borrachito y segu yo solo con la muleta. Claro, y me qued yo solo! Se puso la noche oscurita, y se venan unos goterones de agua Y ay, Virgencita Santsima! T o' solitico y me envolat el camino la jijuemadre Candileja! Y me toc arrimame a un palo'e gusimo y... colgar la muleta cerca y desensillar el caballo... Ai me toc amanecer; pero en plena noche oscurita veo yo esa pjara enorme... Virgen Santsima!... que herva por todos esos rboles echando candela por la boca... Y se me fue completamente el mareo, y yo al pie'e la montura sentado... Pa' onde yo coga, esa porquera, y yo mirndola volar de palo a palo y eche candela! Eso tiene la forma de un animal echando un solo chispero'e candela... Yo no crea en esa vaina, pero esa noche yo vi que'ra cierto. Al otro da, cuando aclar, ensill el caballo y solt la mula... y el camino... Limpiecitico! En otra ocasin, a Jos Caballero lo persigui ella; mejor dicho, lo priv. Sali a las dos a.m., y tena que ir a l'hacienda' "Moraluna"... Ejo era lejos! Iba en una yegua que llamaban "La Bruja"... cuando vio una llamarada que ya se le vena encima... y l hgale! Y, entre ms corra, ms se le acercaba. l alcanz a dentrar al solar de lhacienda ah... unos rboles grandes que llaman samanes, y entonces, l lcanz a llamar a un compaero que taba ai en lhacienda y le dijo: "Ay, Olegario, desenslleme esa yegua!" Y entonces cay jue privao. Y le dije... y le preguntaron: "Qu le pas,)Josu?" Y ai taba la llamarada de candela en uno desos... en uno desos palos. No ms el hombre volver andar tarde la noche. Ese siempre se iba a visitar a la novia y a tomar trago hasta la una o dos de la maana y... desde entonces, que le pas eso, no volvi. Ya le digo... La

Candileja... pues es un hachn de candela que se ve ai en el piso... y... ay de que coja ust a rezar! Porque entre ms rece ust... ms se le acerca...

La LloronaEs otro personaje mtico del llano ardiente. Quienes la han visto dicen que es una mujer con la cara huesuda, cabellera revuelta y enlodada, ojos rojizos, vestidos sucios y deshilachados. Lleva entre sus brazos un bultico como de nio recin nacido. No hace mal a la gente, pero causan terror sus quejas y alaridos gritando a su hijo. Las apariciones se verifican en lugares solitarios, desde las ocho de la noche, hasta las cinco de la maana. Sus sitios preferidos son las quebradas, lagunas y charcos profundos, donde se oye el chapaleo y los ayes lastimeros. Se es aparece a los hombres infieles, a los perversos, a los borrachos, a los jugadores y en fin, a todo ser que ando urdiendo maldades. Este mito es conocido en todas las regiones de Colombia y est generalizado en Amrica, con la diferencia de que cada regin tiene su leyenda propia. LEYENDA DE LA LLORONA Durante la guerra civil, en la poca del doctor Jos Ignacio de Mrquez con motivo de las pretensiones del presidente ecuatoriano Juan Jos Flrez de quitarle a nuestra patria los territorios que hoy forman los departamentos de Nario, Cauca y Valle, se estableci en la Villa de las Palmas, o Purificacin, un Comando General, donde concentraban gentes de distintas partes del pas. Uno de sus capitanes, de conducta poco recomendable y que encontraba en la guerra una aventura divertida para desahogar su pasado luctuoso de asaltos y crmenes, se instal con su esposa en esta villa, que al poco tiempo abandon para seguir en la lucha. Su afligida y abandonada mujer se dedic a la modistera para no morir de hambre mientras su marido volva y terminaba la guerra. Al correr del tiempo las gentes hicieron circular la noticia de la muerte del capitn y la pobre seora guard luto riguroso hasta que se le present un soldado que formaba parte del batalln de reclutas que venan de la capital hacia el sur, pero que por circunstancias especiales, deba demorar en aquella localidad algunas semanas. La viuda convencida de las aseveraciones sobre la muerte de su marido, crey encontrar en aquel nuevo amor un lenitivo para su pena, acept al joven, e intim con l. Los das de locura pasional pasaron veloces y, nuevamente la costurera qued saboreando el abandono, la soledad, la pobreza y sorbindose las lgrimas por la ausencia de su amado. Aquella aventura dej huellas imborrables en la atribulada mujer, porque a los pocos das sinti palpitar en sus entraas el fruto de su amor. El tiempo trascurra sin tener noticias de su bien amado. La aoranza se tornaba tierna al comprobar que se cumplan las nueve lunas de su gestacin. Un batalln de combatientes regresaba del sur el mismo da que la costurera daba a luz un nio flacuchento y plido. Aquel cuartucho silencioso y pobre se alegr con el llanto del pequen. Al atardecer de aquel mismo da, lleg corriendo a su casa, una vecina amiga, a informarle que su esposo el capitn, no haba muerto, porque sin temor a equivocarse, lo acababa de ver entre el cuerpo de tropa que arribaba al campamento. En tan importuno momento, esa noticia era como pare desfallecer, no por el caso

que pocas horas antes haba soportado, como por el agotamiento fsico en que se encontraba. Miles de pensamientos fluan a su mente febril. Qu le dira al iracundo esposo cuando le preguntase de quin era aquel nio?. Lo convencerla de la noticia que circul sobre su muerte?. Aceptara su falta justificndola a su estado de soledad y abandono? No!. Ella lo conoca muy bien. Era un hombre duro y cruel. Llegara a su vivienda aquella noche...? Demorara en llegar...? Qu hacer...? Esperarlo?. Pero... Si en su ira demonaca le llegara a matar a su hijo? Nooo! Pobre pedazo de su corazn atormentado...! Qu horror...! Ella no lo soportara.. Ya su cerebro era un volcn en erupcin... Ya no reflexionaba. En su mente dbil se forj una idea: Huir!... S, Huir... Se levant decidida de su cama. Se coloc un ropn deshilachado, sobre sus hombros, cogi al recin nacido, lo abrig bien, le agarr fuertemente contra su pecho creyendo que se lo arrebataban y, sin cerrar puertas ni ventanas abandon la choza, corriendo con dificultad. Se encamin por el sendero oscuro bordeado de arbustos, y protegida por el manto negro de la noche. Gruesas gotas de lluvia empezaron, a caer.., segua corriendo... hacia dnde...? Ni ella misma lo sabia...! Los nubarrones eran ms densos.., segua lloviendo... La tempestad se desat con furia. La luz de los relmpagos le iluminaba el camino. La naturaleza se sacuda con estertores de muerte. La demente lloraba. Los arroyos crecieron.., se desbordaron. Al terminar la vereda encontr el primer riachuelo "fuera de madre", pero ya le mujer no vea. Penetr a la corriente impetuosa que la arroll rpidamente. Las aguas bramaron. En sus estrepitosos rugidos pareca percibirse el lamento de una mujer... Ay... mi hijo...! Ay... mi hijo...! Pas la tormenta y slo qued flotando en el aire fro y erizante el "graznido del trespis" entre la copa hmeda de uno de los caracolies de la orilla de la quebrada. Era el canto agorero del ave que anunciaba una desgracia. ANECDOTAS SOBRE LA LLORONA Don Polo, el que se las sabe todas en materia de dichos, coplas y leyendas, llega para dialogar sobre la Llorona. - Don Polo, hoy tenemos un tema muy interesante: La Llorona. - Interesantes son todos los que hemos tratado. Yo no alcanzo a calificar cul es superior a otro, porque sus hechos y narraciones nos han hecho felices y fue parte de la vida de nuestros mayores. - As es, don Polo. Quiero decir que como la leyenda tuvo su origen en Purificacin y usted vive en Papagal que es vereda de la Villa, conociera mejor sus episodios. El anciano cavila un rato, saca su tabaco, lo enciende y por fin responde: - En cuanto a cachos de mi tierra me s una caterva! Lo que pasa es que usted se contenta con dos o tres que yole narre. - Tiene usted la razn, don Policarpo. Es que para ensear o contar, con un ejemplo basta, no ve que uno de sus refranes dice..."para muestra un botn"?. El anciano se re y agrega: - Ah! Pero es que ya seta aprendido mis ensaladillas tambin?. Eso me alegra. Pues ver: cuando yo estaba mocito, que ya haba cambiado de voz, me echaba mis escapaditas tarde de la noche y para que no me pescara mi padre, regresaba "a la madrugada grande", antes de que el viejo y mi mam se levantaran.

- Aja! Conque usted hizo sus pilatunas de joven. - Eso es lo que uno hereda. Y... como yo no era ningn mandado a hacer... pues me diverta mucho, adems, estaba en la edad de la locura. - Siquiera confiesa su pecado. Y qu le sucedi a esa edad?. - ..Pues que yo me habla sacado una muchacha con palabra de matrimonio. En la casa nadie saba, porque yo la visitaba era de noche. Claro que yo no pensaba cumplirle, sino esperar a que naciera el nio para llevarle el nieto a los viejos. Una vez que estaba la noche tormentosa venia para la casa y al pasar frente a la laguna de " Las Animas" o un chapaleo como de gente bandose. Me detuve y terci hacia el charco para ver si era un loco que a tales horas se aventuraba all, y vi la figura de una mujer sumergida, que tena un nio entre los brazos pero no con actitud de baarse. Los contempl un rato y luego grit: - Oiga, seora, se le ofrece algo? Qu le sucede?. "Al momento me contest'': Mi hijooo! Mi hijooo! Qu hago con mi hijooo!. Cuando yo le iba a contestar que si estaba enfermo, vi que se consuma como tragada por las aguas, para reaparecer en la orilla, cerca donde yo estaba. - Con seguridad que esa era la Llorona...' - No me interrumpa, seorita! El susto fue espantoso cuando vi su rostro como una calavera y el brazo libre y huesudo. Yo me espant y sal corriendo 'como alma que lleva el diablo", y de dos zancadas estuve en mi rancho ms muerto que vivo, no slo por el susto sino por la mojada que recib en medio de la tempestad. No pude dormir. Me pareca ver el espanto de la mujer andrajosa y desgreada agarrndome con el brazo huesudo. Al da siguiente busqu a mi abuelo y con algo de timidez le fui sacando de quin se trataba. Ya con ms confianza le fui contando lo sucedido la noche anterior. El por animarme, me fue refiriendo lo que le haba acontecido en sus mejores aos. - De manera que su abuelo fue andariego?. - No solamente andariego sino enamorado y derrochador. Me contaba que cuando ya estaba casado y tena seis hijos, conoci en la feria del pueblo a una joven que aunque no era bonita, s era atractiva e insinuante. Le busc casa en arriendo y se qued viviendo con ella en el poblado. Abandon el hogar y no volvi a preguntar ni por los hijos. Derrochaba a manos llenas para darle lujo y placeres a la vampiresa. Cuando los ahorros se agotaron, la metalizada mujer lo abandon dejndolo en el colmo de la desilusin.

- Su abuela se impuso de todo?. - Como era tan buena, los vecinos la queran mucho y no vean con buenos ojos la conducta de mi abuelo y algunos llegaron a contarle el lujo que le daba a la meretriz. - Cmo hacia la seora con .seis hijos y sin recibir salario ni mercado?. - Ellos posean nueve vacas que ordeaban todos los das; as tenian la leche para

el gasto y otras veces se cuajaba para hacer almojbanas, porque mi abuela horneaba dos veces por semana. Algo venda para comprar lo que hiciera falta. La carne se la regalaba un hermano que era matarife. - Valiente la seora, verdad?. - Las mujeres campesinas han sido valientes en todos los tiempos; labran la tierra igual que el hombre; recogen la cosecha; pilotean una canoa lo mismo que montando un potro; lavan, plancha, tejen, pescan y mil trabajos ms. - De eso estoy convencida desde que soy Maestra Rural. He seguido paso a paso sus faenas y obligaciones; he compartido sus tristezas y alegrias he llorado, he rezado he gozado con ellas.., y seguir haciendo gran acopio de sus virtudes y heroicidad. - Pero... Caray seorita! Yo pens que usted como persona instruida no apreciaba a los pobres campesinos...! __El anciano dej escapar una carcajada de satisfaccin....... Me siento muy feliz al comprobar lo contrario. - Me agrada que lo comprenda y lo compruebe. Mientras ms cultura tenga una persona, es ms comprensiva con sus semejantes. Trata de nivelarse con quien la rodea, bien para disimular sus defectos, como para ayudar a resolver sus problemas. - Caramba. seorita! Esta no la tena yo prevista! De razn que aqu en la vereda la aprecian los nios y los viejos...! - Yo les agradezco mucho el aprecio que me tienen.., pero, sgame contando de su abuelo. - Como lo nico que le quedaba era la cabalgadura, desilusionado y meditabundo se puso a ensillar. Quin sabe en cuntas cosas pensaba!. Seguramente en la cara acusadora de mi abuela y el gato despectivo de los hijos. Por fin se mont. Lleg a una cantina, se tom sus "chirrinchos" y ya tarde de la noche se encamin a la casa. El paso por "Charco Hondo" era miedossimo, pero como el viejo era valiente, con los traguitos se senta ms animado. Su propsito era llegar tarde, cuando todos estuvieran dormidos para que no le vieran la cara ni le pelearan. Pero..., como "Dios no castiga ni con palo ni con rejo, sino con el mismo pellejo", Iba muy embebido en sus pensamientos, cuando oy "tamborear" y zabullir en el charco, pero no vea persona alguna bandose. Cruz la quebrada mirando fijamente hacia ''la moya" y como no vio gente, resolvi desmontarse y baarse la cara para despejar el cerebro y disimular el agotamiento de los prpados. En el mismo instante oy que decan: Ay! Ay... Dnde est mi hijo?. Por aqu lo eche... dnde lo encontrar...? Luego sigui llorando que daba compasin... - Pero..., su abuelo no se dio cuenta de que se trataba de la Llorona?. - El con el embotamiento, no se percat. Claro que tena una ligera idea sobre el fantasma, por lo que haba odo comentar a algunos trasnochadores de aquel lugar, pero l no lo crea. Adems, como l era un hombre muy cumplido y juicioso, no se le habla presentado la ocasin. Los ayes lo conmovieron y, cuando estaba amarrando el potro para ir a ayudarla, lleg cerca a l. Apenas la sinti tan prxima, y bajo la oscura sombra de la noche distingui la calavera, del susto cay al suelo y, ah si fue Troya'', porque la mujer, mientras con una mano sostena y agarraba el bultico de trapos contra su pecho, con el otro brazo, largo y huesudo le araaba la cara dicindole: "Mal hombre...! Infiel! Perverso! Cruel Le parece nada abandonar a la esposa con sus hijos sin importarle el hambre y los sufrimientos que padezcan, mientras el muy insensato malgastaba el dinero con otra...! Atrvete a repetir la mala accin..." El, entre aturdido y sonmbulo dizque le contest: "Se lo prometo...! El fantasma volvi al agua zabullendo rpidamente. - Su abuelo perdi el sentido por completo?.

- Fue cosa de segundos... fue un desvanecimiento sin consecuencias graves, ante ese espectro espeluznante, a tan altas horas de la noche, oyendo slo los grillos y el montono grito del bho. Tan pronto mi abuelo recobr el sentido, mont nuevamente, con ms temor todava porque volvan los recuerdos de la familia ante los araazos de la cara y el cuello que le demostraban el castigo merecido. - Al da siguiente qu le dijo la familia? - Nadie le dirigi la palabra. Los hijos se asustaron al verle la cara araada; la esposa se entretuvo en la cocina, todo el da, con el horneo y no le dijeron siquiera "negros tenis los ojos'' - Inteligente y comprensiva la seora verdad?. - No tanto! Estaba brava y sentida porque crea que la voluptuosa muchacha era quien lo haba sealado; pero luego mi abuelo, charlando con los peones les relat lo del susto del "charco" y as se impusieron en la casa del castigo que le propin La Llorona, - Muy Interesante sus relatos, don Polo. Todo me parece un sueo con pesadillas.

LA LLORONA NARRADO POR CHUCHO HERNNDEZPngale ust cuidao! La Llorona dizque fue una muchacha que taba enamorada de un seor que era casao. Entoes dicen que ella... que los papases de ella no saban que ella andaba pu'ai con ese seor. Entoes ella se vea con l a escondidas de los viejos. Una noche tarde la noche!, seran como las doce, una'e la maana, sali ella a verse con el tipo en un punto que llaman La Virginia onde ellos se vean todos los das. Entoes ella hizo como un bulto as con la almuada, s?, pa' que los papases creyeran que'lla taba ai durmiendo, y cogi camino pa' vese con el tipo. Bueno! Entoes lleg a La Virginia y ai taba el tipo esperndola, que no s qu, que esto y lo otro... y pues la china result embarazada, jm? Y dijo, dizque la china dijo: "Y ora qu voy' hacer?" Y el tipo, como el tipo estaba casao, dizque le dijo: "Mire que no s, que mejor dejamos as, que mi mujer tal cosa y tal otra". Entoes la china... la muchacha qued as como medio loca porque los papases la iban a regaar y entoes dijo: "Lo que es yo les digo que me voy puall pa' onde mi ta unos meses a trabajar y despus me devuelvo". Pero eso eran mentiras porque lo que'lla quera era que ellos no supieran lo del chino! Y dizque les dijo: "Me voy pa' onde mi ta a trabajar, que esto y lo otro". Y ella cogi camino, pero no pa' onde la ta, sino pa' onde una amiga que s saba tu'el cuento della con el tipo casa o! Bueno! La muchacha cogi pa' onde la amiga y... pues puall pas el tiempo hasta que ya naci el chino. Entoes no jue ella sino ver el pelato (dizque tena la misma cara del tipo, o sea, del pap del nio, era la misma vaina!)... Pa' volvese loca. Entoes dizque cogi el nio como a medianoche (taba recin nacidito!) y arranc pal lao'el ro, que vena todo aguatudo porque no haba hecho sino llover... y sali ella en medio de una tronamenta la verraca y cogi pa'1 ro y dizque ech al nio, que tuavia no taba bautizao, en un crespadal diagua muy tremendo que haba abajito'el puerto. Y cuando lo oy llorar, dicen que ella se arrepinti de haber echado el pelato alagua y dizque se puso a llorar y se bot detrs pa' sacalo. Los dos se ahogaron. El chino no apareci, y a ella la incontraron pual1'bajo, como a los dos ds. Entoes dizque ella se volvi... que mi Dios la castig por toda la eternid a andar buscando el hijo en todos los ros y quebradas. Ese es... de ah viene el asunto ese de la Llorona. Ya le digo... Pngale bien cuidao! Resulta que una noche tbamos pescando con un seor que llamaba Demetrio, s? Eso estaba cogiendo buen pescao esa noche: nicuro, bocachico, moino, tu'esa vaina, harto pescao! Bueno! Tbamos con el seor este en esas y... pues nos toc armar el campamento pa' quedanos ai esa noche. Entoes nos pusimos hacer la comida y a conversar vainas ah, que

no s qu, que s s ms. Comimos y ya tarde la noche, pu'ai como a las doce, una, dos de la maana... tbamos conversando los dos, pendientes de ir a mirar unos anzuelos que habamos dejado ai en una moya que haba, cuando es que se arranca una vieja a llorar en tu'a la mit'el ro. Entoes el cliente que taba conmigo ai... Deogracias dijo: "Y esa vaina? Quin ser esa seora que viene llorando pu'ai?" Dije: "A estas horas? Qu vieja va haber pa'ai!" l dijo: "Eso debe ser la mujer del finao don Luis Rodrguez. No que la pobre qued solita con tu'esos pelatos?" Cuando en esas... vuelve a llorar la vieja esa! Ms cerquita! Y me qued mirndolo a l, al compaero, y eso se le pararon los pelos as. Eso qued como un puro cepillo, con los pelos todos paraos as! Ve? Yo me puse todo medio treneso y dije: "Eso no es ninguna vieja! Esto no es cosa buena... esto es opcin mala". Entoes Demetrio dijo: "Yo no s, mejor tirmosle busca a la vieja a ver. Qu tal que de pronto sea una seora que se cay pu'ai?" Y as fue. Yo cog pa'rriba, y l parti pa'bajo. Y busque y busque y nada. Y esa vieja llore que llore, llore que llore! Al rato volvi'mos pa'l campamento y dije: "S la incontr?" Dijo: "Nada!" Y la vieja esa tu'ava llorando pu'ai en medio'el ro, pero ms pasito, pasito as, hasta que ya no se oy ms. Pero eso dur como una hora pa' callase hasta que se jue! Bueno! Entoes dije: "Demetrio, eso no jue ninguna vieja pu'ai; eso fue busin mala. Eso jue La Llorona que nos hizo este tiro!" Dijo: "Hasta'qu jue la pesca. Vamons!" Entoes recogimos los chiles, los anzuelos y el bastimento y nos vinimos pa'l pueblo. Eso jue positivo. Esas hay! La Llorona se aparece ai en los ros y en las quebradas tarde la noche, onde le tira busca al hijo que se le perdi. Yeso es llore que llore, y se queja y llama al hijo... Cmo se llamaba? Juan! Quesque llamaba Juan. Y dizque slo dejar de andar pu'ai llorando hasta qu'incuentre el ltimo gesito del hijo. Pero como el chino no se sabe a nde jue a parar, entoes quin sabe si incuentre elgesito. De manera que La Llorona seguir buscando puall al Juan por tu'a eternid. El modo de llorar de La Llorona es... haga de cuenta vust una mujer llorando. Lo mismo que una mujer que se le muri el marido o un hijo. Pero eso es ms duro! Esu'es un llanto muy terrible! No? Tarde la noche la oye vust llorar pu'ai en la mit del ro o en una quebrada, y va vust a mirar... y nadie! Ese es el sistema de La Llorona. Ya le digo...

La MadremonteLa montaa, las sierras, las faldas de la cordillera tienen sus dioses y sus leyendas. Los bosques y los montculos del "Llano Grande", en el Valle del Magdalena, tambin tienen su divinidad: es la madremonte. Los campesinos y leadores que lo han visto, dicen que es una seora corpulenta, elegante, vestida de hojas frescas y musgo ver-de, con un sombrero aln, cubierto de hojas y plumas verdes. No se le puede apreciar el rostro po